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Una historia de humildad En un tren que recorría Francia, al rededor del año 1890,un anciano se sentó al lado de un jovencito. El anciano, con una biblia bajo el brazo sostenía un rosario, mientras iba rezando... El joven, al ver esto, interrumpió la concentración del anciano y le dijo: ¿De verdad, señor, usted cree en esa fábula? A lo que el anciano respondió que sí. El joven le empezó a decir que la ciencia dice esto, que la ciencia dice aquello, que el génesis tiene tal error, etc. El señor atento, le decía: mmm... que interesante. A lo que el joven le empezó a recomendar lecturas, acerca de la revolución, del ateísmo, de ideología, de biología y otros. El anciano contento le decía: Que interesante, a mí me encanta leer y siempre quiero aprender cosas nuevas... Entonces, después de todo el discurso de joven, en el cual decía cosas como que tener fé era de gente que no creía en la ciencia, etc. Le tocó al joven bajarse, por lo que antes le dijo al viejo: Deme por favor su tarjeta de presentación (época en que todo el mundo tenía una) para enviarle los libros. Con un tono de arrogancia. Con esto, el anciano sacó de su abrigo la tarjeta, se la dio al joven y se despidió amablemente. Por el otro lado el joven guardó la tarjeta y salió con la frente muy en alto. Tiempo después el Joven envolvió un paquete con todos los libros, y se dirigió al correo. Entonces, cuando le preguntaron por la dirección donde quería hacer llegar el paquete, el jovencito saco por primera vez la tarjeta… inmensa fue su impresión al ver que decía algo así como; “Doctor y Profesor, Director General del Instituto de Investigaciones Científicas, Luis Pasteur, Universidad nacional francesa de ciencias y humanidades Un poco de ciencia nos aleja de Dios, más un montón de ella nos devuelve a Él. "

Una historia de humildad

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Una historia de humildad

En un tren que recorría Francia, al rededor del año 1890,un anciano se sentó al lado de

un jovencito. El anciano, con una biblia bajo el brazo sostenía un rosario, mientras iba

rezando... El joven, al ver esto, interrumpió la concentración del anciano y le dijo: ¿De

verdad, señor, usted cree en esa fábula? A lo que el anciano respondió que sí.

El joven le empezó a decir que la ciencia dice esto, que la ciencia dice aquello, que el

génesis tiene tal error, etc.

El señor atento, le decía: mmm... que interesante. A lo que el joven le empezó a

recomendar lecturas, acerca de la revolución, del ateísmo, de ideología, de biología y

otros.

El anciano contento le decía: Que interesante, a mí me encanta leer y siempre quiero

aprender cosas nuevas...

Entonces, después de todo el discurso de joven, en el cual decía cosas como que tener

fé era de gente que no creía en la ciencia, etc.

Le tocó al joven bajarse, por lo que antes le dijo al viejo: Deme por favor su tarjeta de

presentación (época en que todo el mundo tenía una) para enviarle los libros. Con un

tono de arrogancia.

Con esto, el anciano sacó de su abrigo la tarjeta, se la dio al joven y se despidió

amablemente.

Por el otro lado el joven guardó la tarjeta y salió con la frente muy en alto.

Tiempo después el Joven envolvió un paquete con todos los libros, y se dirigió al

correo.

Entonces, cuando le preguntaron por la dirección donde quería hacer llegar el

paquete, el jovencito saco por primera vez la tarjeta… inmensa fue su impresión al ver

que decía algo así como;

“Doctor y Profesor,

Director General del Instituto de Investigaciones Científicas, Luis Pasteur, Universidad

nacional francesa de ciencias y humanidades

Un poco de ciencia nos aleja de Dios, más un montón de ella nos devuelve a Él. "