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UNA ILUSIÓN Autora: ANA ARTACHO FERNÁNDEZ

Una ilusion

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UNA ILUSIÓN

Autora: ANA ARTACHO FERNÁNDEZ

Eva salió de la fábrica diciéndose a sí misma que no volvería a dejar que aquel hombre la humillara. Pero en el fondo sabía que volvería a dejar que lo hiciera; mientras tuviera que alimentar a su hija estaba en sus manos. Esa niña de tez aceitunada y ojos rasgados era toda su vida…y su carga en el mundo.

Cuando murió Tomás pensó que no podría afrontarlo. Se quedaba demasiado sola y demasiado joven para enfrentarse a la gélida cama de noche y la insípida existencia de las mañanas. Pero salió adelante; tesón y fuerza le sobraban a pesar de las ideas obtusas del pueblo.

A punto estaba ya de emigrar cuando, como un gran favor un antiguo pretendiente le dejó trabajar en su fábrica. Pero ahora, día tras día, tenía que pagar la pernada y dejarse manosear por él, si quería conservar este precario y eventual trabajo. La vida no deja tregua.

Por eso, esa noche Eva volvía a casa con el asco vestido en sus carnes y el pensamiento ansioso volando a otros horizontes.

- Mi niña es guapa...intrépida, locuaz... Tal vez algún chico de buena familia se enamore de ella y la saque de éste destino miserable...O quizás, yo aguante lo suficiente para darle a mi hija unos estudios y un futuro…. Seguro que sí...Mientras tanto ella seguirá tragándose las arcadas que haga falta, si con ello consigue que su lucero precioso no apague su cristalina sonrisa.

Ya subía por el empinado tramo que rondaba su casa, cuando se dio cuenta que alguien caminaba tras ella. Se asustó…no era común que nadie merodeara las afueras del pueblo; aquella parte siempre solía estar muy solitaria. Pensó incluso, que ese hombre que había dejado momentos antes, aun no contento, la había seguido hasta allí para continuar con su impune extorsión.

- Por favor… ¡Basta ya por hoy!... ¡Déjeme!Pero al darse media vuelta para zafarse de la mano que sentía como una losa sobre su hombro, se dio cuenta que allí no había nadie…que estaba sola, como todos los días, como siempre.- ¡No puede ser…lo sentí! ¿Quién eres? Te noto, te huelo… ¡Me respiras!

De pronto, empezó a sentirse mareada y vio como una tenue bruma seductora la envolvía, la abrazaba, le acunaba. Eva se dejó llevar mansamente .Ya no sentía miedo. En ese instante precioso, se dio cuenta que las penas se esfumaban, que las nauseas, huían de su boca ahora entreabierta y expectante. Eva estaba ahora en otro lugar, en otro momento.

Fuera de sí, se vio llevada al infinito. Los poros de su piel recibían felicidad y la lanzaban multiplicándola. Su naturaleza se hizo incorpórea y voló por mares de locura. Y entonces lo supo…tuvo la certeza apabullante de la sabiduría plena.Estoy aquí...donde los deseos se cumplen, donde nadie puede hacerme daño.

-De repente, Tomás se sentó a su lado, sonriéndole…-Pero tonta, ¿Qué temes? Si tienes la luz en tus pupilas claras. No desfallezcas, estamos juntos… ¿recuerdas?Eva quiso mirarle a los ojos…pero no pudo; el corazón se le interpuso impidiéndole el paso. Solo recostó la cabeza en sus sólidos hombros y cedió al abrazo de sus cálidas manos.

------------------------------------Durmió un sueño sereno que le dejó como el poso

plácido del remanso de un río.

Cuando despertó en su habitación sombría, se dio cuenta de que allí, en un pequeño rincón de la seca

pared, había brillando, refulgente un trocito de estrella.