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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. RESEÑAS Una novela , o como mus1ca polifónica Reptil en el tiempo. María Helena Uribe de Estrada. Edit orial Molino de Pap el, Medell ín, 1986, 245 págs. Reptil en el tiempo (ensayo de una novela del alma). Confesión entre parént esis de la autora. María Helena Uribe se abre por la mitad, su v1 da , su cuerpo, su alma , su ser mujer y no s muestra. Honduras. Y atravesamo s las honduras y las profundidades por entre palabras escritas que nos c uen- tan vida , dolor , pesar , desasosiego. U na mujer , o do s o tres , o más , o todas las mujeres; y esta mujer está en la cárcel, y esta mujer es una madre, y esta mujer está loca, y esta mujer escribe como si estuviera .pecando. "Sólo escribir sedimenta, cristaliza, produce sosiego dentro del caos inva- riable" (pág. 63). Entonces le envían "do s máquinas de escribir en su estu- che", y ella, la protagonista, desde su celda, la s uya propia que la asfixia y la otra , se enfrenta a su destino que , como el de las otras mujeres que comparten su castigo, lo lleva puesto sin que pu eda arrancárselo. Do mingo ( Me pican l os deseos de escribir. Me pican. nada s. Como h ormiga s. No matan. Pi ca n. Pero duele y ni siquiera puedo quejarme porque a estas hormi - gas nadi e las ve. Sólo preguntarían: ¿cuáles hormiga s?). [pág. 117]. La novela es toda un a música poli- fónica, comienza con dos voces, ella y ella, la muerta y la vida, la cu lpabl e y la víctima, y las dos escriben. La una c uenta en te rcera per s ona como si fuera una pre senc ia, y la otra habla corazón adentr o. Adentro y afuera es tas dos voces, una mis ma, o muc has, nos llevan en armonía por la historia de esta mujer desde la carcel-sanatorio- ho spital-celda , en fin de cuentas donde (me protegen para que no escap e. como si f uera posible saltar desde aquí . No co mprenden . Soy h omicid a. pe ro temo a la muerte. Sería capaz de atravesar el límite que me separa de m is ma. Si me quitaran los barrotes no peligrar ía mi seguridad. en cambio podría respi- rar mejor). [pág. 1 2] . Y esa mujer , que "si estuviera men- talmente enferma nadie la conde na - ría", es una madre también , y de sde sus cuatro paredes con un espacio libre entre la venta na y su c uerp o piensa en sus hijos y siente culpa c omo pellizcos en el estómago por robarles la paz ( nad ie da a un feto tinta roja. alegando que es sangre ¿cómo puedo infundir v irtud si no la tengo? ... Me en viaré a mi m isma. a través de la tinta negra de mi máquina. Les daré mi ve rdad. La única que poseo . Esta cárcel de Mise- rias. (pág. 72). Diálogo s, voces, muchas voces, ecos interior es, murmullos , monó- logo s, conversaciones con la monja que le lleva el pan a escondida s de la priora , cuando ella hace una hu elga de hambre . Charlas entre las dos mujeres, las voces, y también es una novela visual, texturas que se nos aparecen para conformar esa polifonía . Parénte sis, distintos tipo s de letras: bastardillas para la voz interior, redonda s para la otra, para la misma , en esos diálogos en que a veces no se sabe muy bien quién habla pero sí se sabe. Tambi én mayúsculas grandes o mayúsculas diminuta s como un repiquetear de campanas llamando a los oficios, para que co nse rvemo s, pues, en un s ubtono la religión católica , presen- cia y constante en toda la novela. Es una narración que se deja leer, va con el ritmo de la palabra precisa puesta en el sitio qu e le corre s ponde , con armonía, como si la autora lo hubi era sabido todo de sde el prin ci- pio . U na caja de sorpresas: van apa - reciendo y se unen al final qu e es un o ' solo, c uando la protagoni s ta , esa mujer rota p ero llena, la escritora de la cárce l, n os reve la que ese sacer- dote, el padre Agustín que la vi s ita para en s eñarl e que se puede comen- zar con la limpieza, es el perso naje que ella hubi era querido para su novela. NARRAT IVA Novela de ntr o de la no ve la. Estos pies nuestros es el título de la novela que la presa, la loca, la madre , escribe. Página s de papel color café con leche, números arábigos, diferentes de los otro s y de las letra s del alfabeto con las que ella " numera ". Personajes que se mueven en el paí s de la culpa. La religión católica invade el ambi ente y ahí se van mezcla ndo tod os e ll os. Mateo, viejo y s olitario padre, exsa- cerdote e ncontrado frente a frente con la muert e. "Su tragedia fue no ser feliz". Viviendo una muralla de culpa real o imaginaria que amarga las relaciones c on la co mpañ era. " La amante del c ura ", Magdal en a, "u na mujer tri s te" que " habita un huequito de la vida". "Yo e ra el o bj eto de su amor y al mismo tiempo la causa de su deses pero" . A veces palabras que forman imágenes co mo re trat os. El padre protege a su hi ja Maligda de las creencias que lo e nv ene na ron a él y la al eja de Dios. Es, pu es, una espectadora de la vi da que vive "el mayor misterio de su vi da : estar abandonada por cu lpa de un fan- tas ma " (pág. 140). El fantasma de la culpa que atropella a R enato, su no vio, "c uyo desafío era domesti- carla", porque ella era libre como salvaje. E nt o nc es viene un inte rmedio como en los conciertos, y la aut ora, que puede ser Mar ía Hele na Uribe o la loca-criminal-asesina-madre-escritora, dialoga con R ena to, el personaje (algo en la s teclas se resiste cuando escribo de Renat o. Hay co nfli cto en cada letra del capítulo anterior. Tiene detenida mi novela. La figura de Renaw 11 3

Una novela como mus1ca , o - Revistas y Boletines

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Page 1: Una novela como mus1ca , o - Revistas y Boletines

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑA S

Una novela , o

como mus1ca polifónica

Reptil en el tiempo. María Helena Uribe de Estrada. Ed it orial Mo lin o de Papel, Medellín , 1986, 245 págs.

Reptil en el tiempo (ensayo de una novela del alma). Confesión entre paréntesis de la autora. María Helena Uribe se abre por la mitad, su v1da, su cuerpo, su alma, su ser mujer y nos muestra. Honduras. Y atravesamos las honduras y las profundidades por entre palabras escritas que nos cuen­tan vida, dolor, pesar, desasosiego. U na mujer , o dos o tres , o más, o todas las mujeres; y esta mujer está en la cárcel, y esta mujer es una madre, y esta mujer está loca, y esta mujer escribe como si estuviera .pecando.

"Sólo escribir sedimenta, cristaliza, produce sosiego dentro del caos inva­riable" (pág. 63). Entonces le envían "dos máquinas de escribir en su estu­che", y ella, la protagonista, desde su celda, la suya propia que la asfixia y la otra, se enfrenta a su destino que, como el de las otras mujeres que comparten su castigo, lo lleva puesto sin que pueda arrancárselo.

Domingo ( Me pican los deseos de escribir. Me pican. nada más. Como hormigas. No matan. Pican. Pero duele y ni siquiera puedo quejarme porque a estas hormi­gas nadie las ve. Sólo preguntarían: ¿cuáles hormigas?). [pág. 117].

La novela es toda una música poli­fónica, comienza con dos voces , ella y ella, la muerta y la vida, la culpable y la víctima, y las dos escriben. La una cuenta en tercera persona como si fuera una presencia, y la otra habla corazón adentro. Adentro y afuera estas dos voces, una misma, o muchas, nos llevan en armonía por la historia de esta mujer desde la carcel-sanatorio­hospital-celda, en fin de cuentas donde

(me protegen para que no escape. como si f uera posible saltar desde aquí. No

comprenden. Soy homicida. pero temo a la muerte. Sería capaz de atravesar el límite que me separa de mí m isma. Si me quitaran los barrotes no peligraría mi seguridad. en cambio podría respi­rar mejor). [pág. 12].

Y esa mujer, que "si estuviera men­talmente enferma nadie la condena­ría", es una madre también, y desde sus cuatro paredes con un espacio libre entre la ventana y su cuerpo piensa en sus hijos y siente culpa como pellizcos en el estómago por robarles la paz

(nadie da a un feto tinta roja. alegando que es sangre ¿cómo puedo infundir virtud si no la tengo? ... Me en viaré a mi m isma. a través de la tinta negra de mi máquina. Les daré mi verdad. La única que poseo. Esta cárcel de M ise­rias. (pág. 72).

Diálogos, voces, muchas voces, ecos interiores, murmullos, monó­logos, conversaciones con la monja que le lleva el pan a escondidas de la priora, cuando ella hace una huelga de hambre. Charlas entre las dos mujeres, en~re las voces, y también es una novela visual, texturas que se nos aparecen para conformar esa polifonía. Paréntesis, distintos tipos de letras: bastardillas para la voz interior, redondas para la otra, para la misma, en esos diálogos en que a veces no se sabe muy bien quién habla pero sí se sabe. También mayúsculas grandes o mayúsculas diminutas como un repiquetear de campanas llamando a los oficios, para que conservemos, pues, en un subtono la religión católica, presen­cia y constante en toda la novela.

Es una narración que se deja leer , va con el ritmo de la palabra precisa puesta en el sitio que le corresponde, con armonía, como si la autora lo hubiera sabido todo desde el princi­pio. U na caja de sorpresas: van apa­reciendo y se unen al final que es uno 'solo, cuando la protagonista, esa mujer rota pero llena, la escritora de la cárcel, nos revela que ese sacer­dote, el padre Agustín q ue la visita para enseñarle que se puede comen­zar con la limpieza, es el personaje que ella hubiera querido para su novela.

NARRATIVA

Novela dentro de la novela. Estos pies nuestros es el título de la novela que la presa, la loca, la madre, escribe. Páginas de papel color café con leche, números arábigos, diferentes de los otros y de las letras del alfabeto con las que ella " numera". Personajes que se mueven en el país de la culpa. La religión católica invade el ambiente y ahí se van mezclando todos ellos. Mateo, viejo y solitario padre, exsa­cerdote encontrado frente a frente con la muerte. "Su tragedia fue no ser feliz". Viviendo una muralla de culpa real o imaginaria que amarga las relaciones con la compañera. " La amante del cura", Magdalena, "una mujer triste" que " habita un huequito de la vida". " Y o era el objeto de su amor y al mismo tiempo la causa de su desespero". A veces palabras que forman imágenes como retratos. El padre protege a su hija Maligda de las creencias que lo envenenaron a él y la a leja de Dios. Es, pues, una espectadora de la vida que vive "el mayor misterio de su vida: estar abandonada por culpa de un fan­tasma" (pág. 140). El fantasma de la culpa que atropella a Renato, su novio, "cuyo desafío era domesti­carla", porque ella era libre como salvaje.

Entonces viene un intermedio como en los conciertos, y la autora, que puede ser María Helena Uribe o la loca-criminal-asesina-madre-escritora, dialoga con Renato, el personaje

(algo en las teclas se resiste cuando escribo de Renato. Hay conflicto en cada letra del capítulo anterior. Tiene detenida mi novela. La figura de Renaw

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Page 2: Una novela como mus1ca , o - Revistas y Boletines

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

NARRATIVA

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se me t>scapa. Nv qu1ere ser com o lo s1ento . com o sabe él que es. No habla, no piensa. y no puedo hacerlo por él. Me suena f also. da la im presión de que ni s1qu1era está apasiOnado por Malig­da .. . suf re cuando ve a M aligda. pero es feli: con ella porque está convencido de que ésta es su úm caforma de amar: pecando). [pág. 156].

Así son sus personajes, de ella o de ella , y también hay otros: Maruja, Mariana, la esposa de Alfredo y aman­te de Daniel , el padre de su hijo J ulián , que cuando descubre que Alf re­do no es su padre culpabiliza a la madre y huye, luego se hace sacerdote y entonces se encuentra con Mateo, el excura. Escenas de la vida cotidiana, de la tragedia que es la vida, persona­jes amasados en un barro fino con manos maestras, con un soplo, y viven sus psicologías en momentos de la vida po r el que cruzan y donde se les devuelve la película de la vida. U na novela con estructura compleja, rica de leer , excelente manejo del len­guaje , ritmo suave como de quien ya ha recorrido provincia, mundo y cos­mos. " Estoy condenada a soportarme así. Cuando actúo rompo, cuand o hablo bono, entonces escribo para que mi ceniza permanezca quieta" (pág. i24).

De la autora, María Helena Uribe de Estrada, se sabe que es antioqueña y vive en Medellín y ha publicado otros dos libros. Por Reptil en el tiempo se saben muchas otras cosas, se conoce de sus lecturas y de cómo

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fue tejiendo, como teje una colcha una señora, esta novela que ella llama ensayo de una novela del alma, pero que puede ser también una novela de la inmensa soledad del ser que escribe, o una novela del tiempo con su nom­bre de reptil , o una novela visual como es el tejido , los colores, las letras, o una música polifónica.

Larga pieza de prosa poética y a veces poesía, juego de caracteres inven­tados, de texturas, ritmos, numera­ciones, ensayo del alma, novela narra­tiva, fragmento autobiográfico, fanta­sía, locura.

DORA CECILIA RAMIREZ.

Verde: No te quiero verde

Tierra de leones. Eduardo García Aguilar. Editora Leega, México, 1986, 126 págs.

Aunque las profecías no formen parte del ejercicio crítico, puede afirmarse que algunas novelas inmaduras, ver­des, contienen la promesa de una futura, posible madurez. Hay prime­ras obras que hacen presagiar una carrera gue será trunca en el mejor de los casos e inútil en la mayoría de ellos. Otras, en cambio, como Tierra de leones, poseen el germen de Jo que puede llegar a ser un trabajo literario importante, válido. En todo caso conviene dejarse de presagios, ocu­parse de la obra presente y ejercer la función fundamental de la crítica, que consiste en entablar un diálogo a varias voces: con el· texto concreto, con su autor , y con los lectores (posi­bles o efectivos) de ese texto.

El primero de estos diálogos, con la obra misma, es el único explícito y el que siempre debería ser el funda­mental. Si la crítica literaria se limita a dialogar con el autor, se degrada hasta convertirse en caricia (elogio personal) o el insulto (polémica per-

RESEÑAS

sonalizada ). Si privilegia el diálogo con los demás lectores, generalmente para instados a consumir o a evitar , el ejercicio crítico degenera en simple publicidad. Sólo el diálogo con el texto asegura un discurrir implícito con el autor de la obra analizada y con los lectores de la misma. Trataré de abrirlo.

El título y la s~gunda palabra de la primera novela publicada por Eduar­do García AguiJar, contienen ya dos alusiones literarias. Quiero decir que el nombre del libro (Tierra de leones) y el nombre del protagonista (Leo­nardo Quijano) nos hacen caer de inmediato en una red de llamadas, de pequeños guiños o parodias intertex­tuales. Tierra de leones es el conocido epíteto que Rubén Darío nos dedicó en un soneto de circunstancias:

Colombia es una tierra de leones; el esplendor del cielo es su oriflama; tiene un trueno perenne: el Tequendama, y un Olimpo divino . ..

El apellido del protagonista, Qui­jano, debe ponerse en relación, natu­ralmente, con uno de los nombres del hidalgo de la Mancha. Es apreciable, divertido, que el entramado de una obra de ficción adquiera coherencia mediante los nexos que establece con otras creaciones literarias. Este juego con otras obras indica que hay oficio, cierta madurez en el escritor que intenta indicar el parentesco genérico de su novela.

Pero, como decía al principio, al lado de los toques de madurez tam­bién hay aspectos verdes en esta novela de García Aguilar. Para seguir en el ámbito de las alusiones (litera­rias o de cualquier tipo) , cuando éstas se hacen es preferible que el lec­tor - por ignorante, por distraído­no las perciba, a que el escritor trate de subrayarlas, de señalarlas repeti­damente. Por temor a que no lo entiendan, el escritor inmaduro trata como tontos (y, por lo tanto, ofende) a sus lectores. Hay que convencerse: el lector no es un tulVdo mental al que hay que darle mascada yuigerida la materia del libro. La costumbre de aclarar las alusiones , en este sentido, se acerca mucho al deplorable vicio de explicar los chistes.