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.' postergada Una organización e a ruptura de la unidad provisoria y parcial -ya que no incluia a las provincias Iitorales-, lograda entre 1816 y 1819 bajo la hegemonía porteña, abrió paso a las tendencias autonomistas desatadas con la Revolución. Surgieron así nuevas entidades pollticas soberanas: los estados provinciales, que, con características propias, pudieron, en mayor o menor medida, mantener el orden social y continuar con sus actividades económicas. A mediados de la década de 1820, se extendió la lucha por la defensa de los intereses dominantes en cada localidad o provincia, en relación no sólo con los de Buenos Aires sino también con los de las provincias vecinas. Las provincias se vincularon mediante un complejo y frágil sistema de acuerdos y de alianzas, que \ contemplaban tanto propósitos politicos como intereses económicos. Así, se fueron perfilando agrupamientos regionales, como el del Litoral que, bajo la hegemonía porteña, tendió a imponerse sobre el resto de los estados provinciales. La expansión económica de Buenos Aires -basada en el intercambio de productos ganaderos por manufacturas ultramarinas- fue el modelo de desarrollo durante la primera mitad del siglo XIX. SU ubicación geográfica, sus recursos naturales, su control del comercio exterior, a del puerto y de la Aduana, colocaron a i3uenos Aires en una posición de predominh) sobre las provincias, que, en su mayoría, tenían escasas posibilidades de adecuarse 3.1 sistema económico porteño o no es aban de acuerdo con él. El control de Buenos Aires sobre la navegación de los ríos Paraná y UrIJ<juay, su política arancelaria y el destino de le s rentas

Una organización .' postergada€¦ · 1816 y 1819 bajo la hegemonía porteña, ... social y continuar con sus actividades económicas. A mediados de la década de 1820, se extendió

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.' postergada Una organización

e

a ruptura de la unidad provisoria y parcial -ya que no incluia a las provincias Iitorales-, lograda entre

1816 y 1819 bajo la hegemonía porteña, abrió paso a las tendencias autonomistas desatadas con la Revolución. Surgieron así nuevas entidades pollticas soberanas: los estados provinciales, que, con características propias, pudieron, en mayor o menor medida, mantener el orden social y continuar con sus actividades económicas. A mediados de la década de 1820, se extendió la lucha por la defensa de los intereses dominantes en cada localidad o provincia, en relación no sólo con los de Buenos Aires sino también con los de las provincias vecinas. Las provincias se vincularon mediante un complejo y frágil sistema de acuerdos y de alianzas, que

\ contemplaban tanto propósitos politicos como intereses económicos. Así, se fueron perfilando agrupamientos regionales, como el del Litoral que, bajo la hegemonía porteña, tendió a imponerse sobre el resto de los estados provinciales. La expansión económica de Buenos Aires -basada en el intercambio de productos ganaderos por manufacturas ultramarinas­fue el modelo de desarrollo durante la primera mitad del siglo XIX. SU ubicación geográfica, sus recursos naturales, su control del comercio exterior, a trav,~s del puerto y de la Aduana, colocaron a i3uenos Aires en una posición de predominh) sobre las provincias, que, en su mayoría, tenían escasas posibilidades de adecuarse 3.1 sistema económico porteño o no es aban de acuerdo con él. El control de Buenos Aires sobre la navegación de los ríos Paraná y UrIJ<juay, su política arancelaria y el destino de le s rentas

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de su aduana constituyeron el centro de los conflictos del período, e influyeron en los alineamientos políticos de las provincias. Durante la primera mitad del siglo XIX, los diferentes intereses sociales y económicos también enfrentaron a las oligarquías provinciales entre sí. En ese marco no era posible encontrar una fórmula que congeniara la autonomía de los estados provinciales con el proyecto de organizar un Estado unificado. Los diferentes proyectos políticos relacionados con el sisteA1a d~'gobiernp se expresaron, desde mediados de la década del veinte, en las concepciones opuestas de unitarios y federales. Las' dos tendencias contaban con partidarios en Buenos Aires y en las provincias. Los unitarios, menos numerosos pero más homogéneos como grupo, defendían la organización de un poder centralizado, depositario de la soberanía y de carácter liberal. Esa forma de organización estatal subordinaba los poderes provinciales a la autoridad central y a una legislación común que afectaba la autonomía política, económica y financiera de las provincias. Para los unitarios, la autonomía era sinónimo de anarquía, de desorden y de atraso, mientras que la unidad del régimen era la garantía de unión, por encima de las diferencias regionales, y la posibilidad de fomentar el desarrollo social y económico del país. Por el contrario, el federalismo era favorable a una organización estatal, en la cual las partes representadas delegaban sólo algunas de sus atribuciones en la autoridad superior, pero conservaban su soberanía e independencia. Esta concepción se adecuaba a los intereses provinciales o regionales y de los grupos locales, que aspiraban a conservar

su autonomía, sobre todo, la económica y financiera. De allí que el autonomismo se identificara con el federalismo y que hubiese, aun en una misma provincia, grupos federales con diferentes intereses socioeconómicos. La tendencia federal resultó mayoritaria en las provincias y en Buenos Aires, luego del fracasado intento de.. organización centralista, entre 1826 y 1827, y de la guerra civil, entre 1829 y 1831. En ese marco logró imponerse, hasta 1852, un sistema de confederación laxa -sin constitución-, liderado por Rosas, quien subordinó progresivamente las provincias al proyecto político y económico de Buenos Aires y de sus circunstanciales aliados del Litoral. No obstante, las rivalidades y los recelos persistieron durante la primera mitad del siglo XIX y llevaron a frecuentes enfrentamientos armados ,que, sumados a los conflictos con otros países, crearon una situación que algunos historiadores caracterizaron como "guerra permanente". El uso de la fuerza para dirimir las diferencias entre grupos, sectores y provincias fue un recurso corriente en la vida política de este período y coexistió con el funcionamiento más o menos regular de las instituciones republicanas provinciales. La resolución, siempre provisoria, de los conflictos dependía de la capacidad de movilización y de control de las milicias locales. No menos importante fue la disponibilidad de recursos er:onómicos para sostener la guerra. En ,este sentido;'el poderío económico de B'ue{lQslAires le posibilitó organizar una fuerza militar superior a las del resto de las provincias e imponer su predominio durante el período rosista (1829-1852).

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··.·~Ii~a~;': " " :Utográfíatoloreadade Albín • fav(er,.1844 (detalle). ' ~:'J':,'''.' . , "

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S· La emergencia de los ,~ poderes provinciales

"t>;,

El rechazo de la Constitución de

1819, la caída del régimen directo­

rial y la disolución del Congreso

abrieron paso a la fragmentación del poder político y a

la organización autónoma de las

prOVinClGs.

Las Provincias Unidas del Río de la Plata durante el período 1820-1825.

• Comparen el mapa de las Provincias Unidas del Río de la Pla~a con¡1 del Virreina­to del Río de la Plata que se encuentra en el capítuto.4. .¡ /

- Elaboren un cuadro con los nombres de las tres intendefldas que integraban el Vi­rreinato del Río de la Plata (núcleo del futuro territorio argentino), e indiquen las provincias que se desprendieron de cada una de ellas.

- ¿Por qué incluye el mapa territorios que actualmente pertenecen a los países Iimí· trofes?

- ¿Cuándo se separaron las provincias que integraban Cuyo?

LA EMERGENCIA DE LOS PODERES PROVINCIALES

El derrunlbe del poder central

En 1819, el Congreso aprobó una consti­tución que reflejaba los intereses centralis­tas, promonárquicos y elitistas de los secto­res que lo controlaban. Esa constitución era el marco adecuado para la instalación de una monarquía constitucional, mediante la coronación del duque de Luca, Carlos de Borbón. La difusión de estas negociaciones y el carácter centralista de la constitución generaron un fuerte rechazo entre los parti­darios del sistema republicano y de la des­centralización del poder, principalmente en

r los de las provincias del Litoral. En junio =-de ese año, el gobernador de Santa Fe, Es­

tanislao López, había comunicado a los re­presentantes del Directorio la creciente oposición que existía contra ellos:

"Cada pueblo ha desconocido su autoridad para

reconcentrarse en sí mismo y propender a su fortuna

sin fiarla a manos que pudieran venderla entregando

su Patria. Todos amamos la causa de la Patria y nues­

tro patriotismo es tan ardiente por su independencia,

que el más leve asomo de encadenamos a una poten­

cia extraña nos hará precipitar gustosos a una guerra

cuyo término será el de nuestra vida o la del tirano

que se atreva intentarlo".

ii~ El descontento precipitó la renuncia del desprestigiado director Pueyrredón en julio de 1819, quien fue reemplazado por Ron­deau. Sin embargo, el Congreso siguió ade­lante con los proyectos monárquicos y aptobó, en sesión secreta (noviembre 1819), las tratativas realizadas en Europa. Esta medida, sumada al pedido efectuado por Rondeau a los portugueses instalados en la Banda Oriental para que actuaran contra los disidentes de los territorios de Entre Ríos y Santa Fe, desencadenó la reacción armada de estas pro\iincias contra el régimen direc­torial.

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La negativa del Ejército del Norte de au­xiliar al gobierno en la guerra civil (suble­vación encabezada por un grupo de oficia­les, entre los que se contaban Juan B. Bus­tos, José M. Paz y Alejandro Heredia, en la posta de Arequito, enero de 1820), la deci­sión de San MaItín de proseguir su campa- I

ña libertadora en lugar de intervenir con su I ejército en la guerra civil y la oposición ge-'l neralizada al gobierno, incluso en Buenos J Aires, contribuyeron al derrumbe del poder central.

Tras derrotar al ejército porteño en Ce­peda (febrero de 1820), las fuerzas del Li­toral, conducidas por Ramírez y López, exigieron la disolución del Congreso y la renuncia del Director Rondcau. Frente al desmoronamiento del régimen y a la impo­sición de los vencedores de fijar los térmi­nos de la paz, el Cabildo porteño asumió el gobierno de Buenos Aires, como Cabildo Gobernador, hasta que la Junta de Repre­sentantes de la provincia -votada en Cabil­do abierto-- designó gobernador a Manuel ae Sa~atea. "

. - Surgió a.S'í una nueva entidad política: la provincia. de Buenos Aires que, como tal, finnó con' las provincias litorales el Tratado del Pilar (febrero de 1820). El acuerdo fir­mado con Ramírez y López reconocía co­mo sistema de gobierno el de federación, aunque su organización se postergaba hasta un encuentro posterior de representantes, que deberían ser libremente elegidos por "los pueblos". Como principio económico fundamental, el Tratado del Pilar establecía la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay.

Luego del retiro de las fuerzas militares del Litoral, se publicaron en Buenos Aires las actas secretas del Congreso, a la vez que se inició juicio a los implicados en el proyecto monárquico.

El derrumbe del poder centralizado dio origen a un proceso de fragmentación del poder, que se expresó en la conformación de provincias autónomas, las que, en oca­siones, se reagruparon políticamente. Aun­

Retrato del General Francisco Ramírez, según una acuarela de Nélida Gosso de Miranda. Este caudillo. llamado el Supremo Entreniano, fue gobernador de su provincia desde 1818 hasta su muerte.

Noticias internacionales

En enero de 1820 se produjo en Cádiz la sublevación de las tropas desti­nadas a América para vencer a los revolucionarios. Bajo la dirección del co­ronel Rafael del Riego, las tropas marcharon sobre Madrid e impusieron a Fernando VII el restablecimiento de la Constitución de 1812, de carácter li, beral. Esta situación favoreció el desarrollo de las guerras por la indepen­dencia de América. Así, luego de varias derrotas, los realistas fueron venci­dos definitivamente por el general Antonio 1. de Sucre en la batalla de Aya­cucho, en diciembre de 1824.

La independencia de las Provincias Unidas fue reconocida, sucesivamente, por Portugal (1821), Estados Unidos (1822) -que, simultáneamente, recono­ció la independencia de otros países americanos- y Gran Bretaña (1824).

Un proceso complejo: particularismos y fuerzas centrífugas

En la primera década revolucionaria, el gobierno central contribuyó a fo­mentar las autonomías al crear nuevas provincias. En 1813, un decreto del Segundo Triunvirato separó Cuyo (Mendoza, San Juan y )an Luis) de la Inten­dencia de Córdoba. En 1814, el director Posadas creó las provincias de Entre Ríos y Corrientes, separándolas de la Intendencia de Buenos Aires, y las de Salta y Tucumán, al dividir la Intendencia de Salta del Tucumán. Posterior· mente, se formaron otras provincias por decisión propia: Santa Fe, en 1818 (separada de Buenos Aires); Santiago del Estero, en 1820, y Catamarca, en 1821 (ambas separadas de Tucumán); La Rioja, en 1820 (separada de Córdo­ba), y Jujuy, en 1834 (separada de Salta). Entre 1819 y 1821 se formaron al­gunos agrupamientos regionales (semejantes a la Liga de los Pueblos Libres, organizada entre 181 5 y 1820) que se disolvieron al poco tiempo: por ejem­plo, la República del Tucumán -que, bajo la presidencia de Bernabé Aráoz,

- entre 1819 y 1821 reunió las provincias de Tucumán, Santiago del Estero y que no se abandonó el proyecto de consti-· . C;atamaka- y la República de Entre Ríos -que, bajo la dirección de Ramírez,

" ,:~tre 1820 Y1821 agrupó a Entre Ríos, Corrientes y Misiones-. Otras provin­tuir una nación unificada, los estados pro­ cias establecieron entre sí pactos de comercio y unión, como las provinciasvinciales soberanos fueron, por más de de Cuyo, después de su disgregación en 1820, o las del Litoral y Buenos Ai­treinta años, los protagonistas políticos. res, después de la crisis que siguió a la firma del Tratado del Pilar.

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. ­, ,. El ascenso al pqder de los caudillos en el. p~ríodo post-independiente .

.' . ­

En la mayoría de les estudios sobre el fenómeno del caudillismo en Hispanoa­mérica durante el siglo XIX predomina la idea de un jefe local conduciendo a las masas rurales, en una lucha contra el go­bierno y las elites urbanas. A esta idea se asocia otra, según la cual los caudillos impedían el establecimiento de poderes legales e instituciones republicanas, tal como lo expuso Domingo Faustino Sar­miento en el Facundo.

Otra de las características fundamenta­les que los historiadores han señalado co­mo distintiva del caudillismo, era la utili ­zación sistemática de la fuerza para diri­mir las disputas públicas o de interés per­sonal. El caudillo aparecía, entonces, co­mo un jefe de guerra, de tropas que no e­ran profesionales sino que estaban com­puestas por grupos armados, organiza­dos sobre la base de un sistema informal de obediencia que se sostenía por relacio­nes de tipo patrón-peón o protector-pro­tegido.

La historiografía argentina se ocupó, particularmente, de los caudillos de la pri­mera mitad del siglo XIX, porque el tema se relaciona estrechamente con el surgi­miento del federalismo. Las interpretacio­nes del fenómeno del caudillismo fueron diferentes para los historiadores liberales y para los revisionistas*. No obstante, ambas líneas tenían una preocupación co­mún, fruto de una lectura histórica, que ponía el acento en los proyectos de orga­nización nacional. Según algunos historia­

'En el capítulo 15 pueden encontrar más informa· ción sobre las historiografías liberal y revisionista.

'"

dores, los caudillos eran los representan­tes de las fuerzas "anárquicas" e "inorgá­nicas" de las provincias; según otros, los caudillos sostenían proyectos de organi­zación constitucional de carácter federal.

Ahora bien, una verdadera renovación de los estudios sobre el caudillismo la constituyeron los trabajos de Tulio Halpe­rin Donghi. En su libro Revolución y Gue­rra formula la compleja relación entre la militarización -producto de las guerras de independencia- y el ascenso al poder de los caudillos.

Por su parte, José Carlos Chiaramonte propone una reinterpretación global del período de las guerras civiles. Para él, los estados autónomos provinciales, surgi­dos a partir de 1820, no serían producto de la disgregación de una nación (inexis­tente en 1810) sino el punto de partida para una organización político-estatal, sobre la única unidad socio-política exis­tente en el período: la ciudad-provincia. E\ conjunto de normas fiscales, legislati· vas y políticas que las provincias se otor­garon, luego de que fracasara el intento de constituir un estado rioplatense, testi­monian los esfuerzos de las elites provin­ciales por consolidar -más allá de la vo­luntad de los caudillos- estados autóno­mos. En este sentido, todo el proceso, que se inició en 1810, estuvo marcado por la coexistencia de las tendencias con­trapuestas de consolidación de sobera~

nías independientes y de formación de una nación.

• -í Escena de la guerra civil, seg'ín'una acuarela de Juan Fossa. Un jefe federal ataja con su lanza las boleadoras dirigidas por sus perseguidores a las patas de su caballo. Con este acto de destreza los buenos jinetes evitaban que sus caballos fueran boleados y escapaban de sus enemigos.

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El caso de Facundo Quiroga en La Rioja , I

Facundo Quiroga comenzó una rápida carrera de ascenso al poder, en 1816, cuando fue nombrado capitán de las mili­cias de San Antonio; en enero de 1818 pasó a desempeñar el cargo de coman- ­dante de Malazán; en 1820 fue nombra­do sargento mayor y comandante interi­no de los Llanos; en 1822, el gobierno le confirió el grado de coronel y el empleo de comandante general de la provincia; en 1827, la Sala de Representantes le concedió el grado de brigadier. Este tipo de ascenso militar fue característico del período revolucionario. En efecto, Halpe­rin Donghi analiza la incidencia de la mili­tarización en el surgimiento y consolida­ción del poder de las autoridades locales de justicia, de la policía y de las milicias. Este historiador demuestra, así, que el

,caudillo surgió dentro, y no en contra, de las nuevas estructuras de poder estable· cidas en Buenos Aires, Córdoba y La Rioja desde 1810.

Ahora bien, si se estudia la organiza­ción política de La Rioja durante la actua­ción de Quiroga, se observará que se destaca la vigencia de un ordenamiento legal mucho más establecido de lo que suele suponerse. El análisis de ciertos as­pectos sustanciales de las relaciones en­tre los poderes provi nciales riojanos (el gobierno y la Sala de Representantes) y Quiroga, que se iniciaron en 1820, sugie­re la necesidad de matizar esa imagen

del caudillo que, seguido por sus huestes, domi­naba a su antojo una tierra de nadie. Por una parte, se observa que, junto al poder de Quiroga, se mantenía '.::~

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una estructura polít!ca !.;¡;tIj legal, a veces de ongen,~ colonial; por otra, se ad­vierte que el desarrollo de insti­tuciones estatales en la provincia no era una simple formalidad. Por el contrario, estas instituciones, aunque rudimenta­rias, traducen el surgimiento de nuevas condiciones políticas, que se inscribían dentro de los esfuerzos por consolidar soberanías provinciales autónomas en el Río de la Plata, durante la primera mitad del siglo XIX.

Lo cierto es que el poder particular del caudillo estaba basado sobre relaciones informales (familiares, amistosas, comer­ciales) y formales, y se amparaba en una legalidad que estaba presente tanto en sus relaciones políticas como en sus acti­vidades privadas. Así, el poder de Quiro­ga se asentaba, también, en su condición de ganadero, comerciante y prestamista de grandes sumas de dinero. En su carác­ter de hombre de negocios, se sometía a ciertas normas prácticas que regulaban las relaciones comerciales de la época, como la 'escrituración de la compra de tierras o el pago de derechos de exporta­ción a su provincia.

Asesinato de Facundo Quiroga. Óleo de Carlos Lezica. Quiroga fue asesinado el 16 de febrero de 1835 en Barranca Yaco (provincia de Cór­doba). Había nacido en San Antonio de los Llanos, La Rioja, en 1788.

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tar afectadas por la hostilidad y los conflic­Las experiencias tos entre las diversas facciones de las elites

provinciales locales, las provincias debían intentar man­tener el orden social -necesario para la re­

El ordenamiento político del espacio rio­ cuperación económica- que había sido alte­platense luego de la caída del Directorio se rado por la revolución y la guerra. También caracterizó por la existencia de poderes pro­ intentaban defender la autonomía provincial vinciales autónoll1os que actuaron, en diver­ y los intereses localistas, mediante un frágil sos órdenes, como estados independientes. sistema de alianzüs interprovinciales, sobre

Retrato del Brigadier La mayoría de las provincias asumió en su todo frente a la poderosa Buenos Aires.Estanislao López, según

una litografía de jurisdicción las atribuciones que habían co­ Esas circunstancias permitieron el ascenso César H. Bade. rrespondido al gobierno central y dictó su de jefes militares de orientación federal -los

López fue gobernador propia constitución o estatuto, de tipo repu­ caudillos- a los gobiernos provinciales, por de Santa Fe treinta años, blicano y representativo. ejemplo, Estanislao López en Santa Fe,

desde 1818 hasta su Estos estatutos -u otras normas legales­ Juan Bautista Bustos en Córdoba, Facundo muerte, en 1838. afirmaron la soberanía e independencia de Quiroga en La Rioja y Felipe Ibarra en San­

cada provincia y regularon la administra­ tiago del Estero. Algunos de ellos, como ción interna y sus vínculos con el mundo Bustos o Quiroga, aspiraban también a ex­exterior. Estos estatutos incluían las pautas tender su influencia más allá de las fronteras necesarias para organizar un estado, como provinciales. la justicia, el sistema electoral, la defensa, la Los gastos militares consumían gran par­acuñación de moneda, las finanzas públicas, te de los recursos fiscales provinciales, que el comercio 'exterior y la aduana, los dere­ provenían, principalmente, de los derechos chos y garantías de las personas, la religión, de importación, exportación y tránsito re­las relaciones exteriores, etcétera. caudados por las aduanas locales. Pero, és­

La representación política se extendió al tos y otros recursos económicos de las pro­ámbito rural, y se organizó en un órgano le­ vincias fueron muy escasos, con excepción gislativo -la Sala de Represerttantes- que de los de Buenos Aires. permitió la participación de nuevos actores El conflictivo proceso de consolidación sociales y la eliminación, entre las décadas de los estados provinciales fue paralelo al del '20 y del '30, de los antiguos cabildos. intento de recomponer sus economías y de Sin embargo, la organización autónoma de adecuarlas a las nuevas condiciones que im­

I

cada provincia y la posibilidad de contar ponía la ampliación del mercado exterior, con poderes e instrumentos legales más 'o dirigido por las naciones industriales euro­menos desarrollados no fueron suficientes, .peas. Algunas provincias lograron insertarse siílvo excepciones, para garantizar la estabi­ en la nueva realidad económica mejor que lidad política interior de las provincias ni la otras y, en consecuencia, se generaron o relación pacífica entre ellas. Además de es- profundizaron los desequilibrios regionales.

Constituciones provinciales , ~ " 1 • Supresión de los cabildos

1819 Santa Fe 1823 Catamarca 1820 Tucumán 1825 San Juan 1821 Buenos Aires 1821 Corrientes, Córdoba y Salta 1822 Entre Ríos

1832 San Luis 1835 Jujuy

1824 Córdoba, Corrientes, Tucumán, Mendoza y San Juan .. La mayoría de los estatutos provinciales se llamaron provisorios o provi­

sionales. ¿Por qué? . 1825 Salta 1828 Catamarca y San Luis

.. Las provincias que no dictaron constituciones (B~enO~AíJ~s, Mendoza y La 1832 Santiago del Estero yRioja) se rigieron por algunas leyes destinadas a regufar el funcionamiento

Santa Fede sus gobiernos y de los sistemas electorales, la distribuición de las rentas, etc. En Buenos Aires, por ejemplo, la ley electoral de agosto de 1821 estable­ 1838 Jujuy ció el sufragio universal para los hombres libres mayores de 20 años. ¿A quiénes excluia esa ley? • ¿Qué institución reemplazó a los cabildos?

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Esta situación dependió de numerosos fac­tores, entre ellos, las posibilidades de cada provincia de producir ganado y de poder ex­portar los subproductos al exterior. Por otra parte, las provincias que producían bienes agrícolas o artesanías de consumo local de­pendieron de la posibilidad de preservar sus mercados domésticos de la competencia ejercida por los productos importados. Otros elementos que condicionaban la evo­lución de las economías provinciales fueron los recursos naturales y humanos, la distan­cia de los mercados -por el alto costo del transporte- y la supervivencia de fonnas de producción y de estructuras sociales y eco­nómicas tradicionales.

La provincia de Buenos Aires se favore­ció con el nuevo ordenamiento económico y político y pudo integrarse con éxito al mer­cado exterior. Esta situación la colocó en una posición de predominio sobre el resto de las provincias del espacio rioplatense. En efecto, luego de superada la crisis política

::: que se. desencadenó en 1820, Buenos Aires comenzó un perÍodo de notable prosperidad

. y expansiQri económica. Se desarrolló la ga­f\adería extensiva y la industria del saladero, para la exportación de cueros, carne salada (tasajo) y otros subproductos ganaderos. Al .nismo tiempo, la autonomía provincial per­mitió que los sectores dirigentes dispusieran de los ingresos de la Aduana porteña (alre­dedor del 80% de total de los ingresos de la provincia) -generados por el cobro de dere­chos a las importaciones y exportaciones realizadas a través del puerto de Buenos Ai­

;

El desarrollo de Buenos Aires

"El sector rural de la economía provincial se desarrolló simultáneamente con un movimien­to paralelo que se produjo en la ciudad y puer­to de Buenos Aires. La expansión de la indus­tria ganadera tuvo su contraparte en el incre­mento del comercio exterior e interprovincial, el crecimiento de la población, la mayor espe­cialización y el surgimiento de las industrias artesanas. Las dos últimas circunstancias esti­mularon el desarrollo de la ciudad de Buenos Aires y apresuraron su transformación en el centro financiero y comercial de la nación."

MIRON BURGIN . Aspectos económicos del federalismo argentino.

Buenos Aires, Solar/Hachette, 1975.

res- para solventar con ellos la política, la administración y las finanzas del Estado provincial. El llamado "Partido del Orden" -formado por Martín Rodríguez cuando asumió el gobierno (septiembre de 1820) y respaldado por Juan Manuel de Rosas y sus Colorados del Monte- estaba apoyado por los sectores propietarios, los grandes comer­ciantes y los ganaderos bonaerenses. El pro­greso y la tranquilidad alcanzados durante la gestión de Rodríguez pennitieron al Esta­do orientar sus esfuerzos hacia diferentes preocupaciones, como la expansión de la frontera con el indio hasta Tandil, que duplicó el territorio provincial.

El saladero. Acuarela de Carlos E. Pellegrini, 1830.

• ¿Qué etapa de la producción del tasajo muestra la escena?

. . Los saladeros

El primer establecimiento saladero de Buenos Aires fue creado en 1810 por los ingleses Roberto Staples y Juan Mc Neile. En 1812, trabajaban en él cerca de sesenta hombres. En 1815, la sociedad formada por Juan Manuel de Rosas, Juan Terrero y Luis Dorrego estableció en Quilmes (provincia de Buenos Aires) el famoso saladero Las Higueritas. Posteriormente se instala­ron otros en las orillas del Riachuelo. La actividad de los saladeros permitió el aprovechamiento integral del vacuno y la producción de carne para la ex­portación, y contribuyó a valorar la ganadería. E\ tasajo se exportaba a Cuba y Brasil para el consumo de los esclavos. En 1821, la eliminación de los de­rechos de exportación de la carne salada transportada en buques nacionales favoreció ampliamente al sector que controlaba la actividad. A fines de 1820

- había más de veinte saladeros en Buenos Aires. . 1.0s~aladeros emplearon trabajadores asalariados que tenían a su cargo

t. .,iJna etapa de la producción. Luego de enlazar y matar a lo;; animales elegi­dos, se les sacaba el cuero y se trozaba su carne en tiras. Estas se apilaban con abundante sal entre capa y capa. Cada diez días se asoleaba la carne y se la apilaba nuevamente. Al cabo de cuarenta o cincuenta días el producto estaba listo.

LA EMERGENCIA DE LOS PODERES PROVINCIALES lB

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El gobierno de Buenos Aires intentó, también, llevar a cabo un conjunto de refor­mas económicas que incluyeron el desarro­llo de la actividad ganadera en su conjunto.

Las reformas -inspiradas en buena medi­da por Bernardino Rivadavia, ministro de Una de las obras públicas Gobierno de Rodrí!Juez-, formaban parte de que el gobierno de

Rivadavia pretendía un vasto programa de modernización del llevar a cabo con el dine­ Estado, de la economía y de la sociedad bo­

ro proveniente del em­ naerenses. Este programa, de orientación li­préstito, era la construc­ beral, incluyó la supresión de instituciones

ción de un puerto para la coloniales (Cabildo, Consulado) y cambios ciudad de Buenos Aires.

en la justicia; la reforma eclesiástica (supre­Esta obra no pudo reali­sión de los diezmos, de órdenes religiosas, zarse y los pasajeros establecimiento de cementerios públicos, a­siguieron desembarcando

con la ayuda de carretas bolición del fuero personal del clero); la que se metían en creación del sistema de enseñanza pública,

el río, como lo muestra dirigido por la Universidad de Buenos Aires esta litografía de (fundada en 1821); reformas en el orden fis­César H. Bacle. cal y financiero, por ejemplo, la creación

del Banco de Descuentos y la contratación de un empréstito en Londres, por 1.000.000 de libras, con la firma Baring Brothers. Este empréstito, considerado la primera deuda externa argentina, se solicitó para fInanciar obras públicas (que no se realizaron). La o­peración se concretó en 1824, pero el monto recibido (en su mayor parte, en letras) que­dó reducido a 560.000 libras, luego de ha­berse descontado los intereses por dos años, las comisiones y otros gastos. Como garan­tía, se hipotecaron las tierras públicas. Lue­go de sucesivas suspensiones del pago de . los intereses y de renegociaciones, el présta-' mo se saldó recién en 1904. Con respecto a

I .

~ La libre navegación de los ríos: un reclamo reiterado • ':1

El tratado del Cuadrilátero -firmado en la ciudad de Santa Fe, el 25 de enero de 1822, por Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes­establecía la paz, amistad, unión y respeto recíproco entre las provincias fir­mantes; la alianza frente a una posible agresión exterior o interior; la libre navegación de los ríos y la no asistencia al congreso organizado en Córdoba, según lo dispuesto en el Pacto de Benegas. Al mismo tiempo, acordaba la convocatoria a un congreso general cuando las condiciones se volvieran propicias. Según el historiador C1ifton Kroeber, en La navegación de los ríos en la historia argentina, lo que las provincias litorales entendían por libre navegación de los ríos, es decir, comercio·cj.irecto rjln el exterior a través de sus muelles o el trasbordo de las cargas de na'A!textranjeras en el Río de la Plata sin tener que pagar impuestos a la provincia de Buenos Aires, difería de lo entendido o aceptado por los porteños, pues, en Buenos Aires, "ninguna facción [...] estaba dispuesta a renunciar a su posición de dominio en el comercio".

las tierras -inmovilizadas en manos del Es­tado como garantía de la deuda pública­fueron entregadas en enfiteusis (en alquiler) a particulares, por una renta o canon anual que, además de bajo, fue difícil de recaudar. Este sistema puso a disposición de comer­ciantes, ganaderos y funcionarios enormes extensiones de tierras, en forma casi gratui­ta. Ante la falta de mano de obra para traba­jar esas tierras, el gobierno insistió en la le­gislación que exigía, con el fin de reprimir la vagancia, portar la famosa "papeleta de conchabo".

Hacia 1825, Buenos Aires se había trans­formado en la principal región ganadera y exportadora de cueros, era un centro comer­cial y financiero y la única vía de contacto entre las provincias y el exterior.

En las provincias del Litoral, tradicio­nalmente ganaderas, la recuperación econó­mica fue más lenta. La guerra civil que si­guió a la Guerra de la Independencia provo­có, por un tiempo más, la disminución de la ganadería. Por eso, la paz concertada entre Santa Fe y Buenos Aires (Pacto de Bene­gas, 1820) se selló con la entrega de Buenos Aires a Santa Fe de 25.000 vacunps. Santa Fe y Entre Ríos se orientaron, como Buenos Aires, hacia la monoproducción ganadera y estaban también a favor del librecambio. Pero sus posibilidades de expansión econó­mica estuvieron limitadas, principalmente, por el control porteño del acceso al mercado ultramarino. Por lo tanto, la libre navega­ción de los ríos fue un punto de conflicto y de negociación entre las provincias litorales y Buenos Aires. Sin embargo, sus divisio­nes internas y su debilidad económica las colocaron en situación de dependencia fren­te al renaciente predominio .porteño. La he.: gemonía porteña también afectó a Corrien­tes. A diferencia de las otras provincias lito­rales, ésta tenía una producción más diversi­ficada, que requería una política proteccio­nista para su mantenimiento. El tabaco, los cigarros y la yerba mate representaban cer­ca del 45% de las exportaciones correntinas a Buenos Aires entre 1822 y 1827 (que de­bían competir con los mismos artículos que provenían del Paraguay y del Brasil). Los productos de origen ganadero, principal­mente cueros, representaron algo más del 47% de las exportaciones. Posteriormente, los cueros tendieron a predominar en el co-

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mercio exterior de Corrientes. exterior, vía Buenos Aires, y, después de Las provincias del Interior, heterogé­ 1825, restablecieron el comercio con Boli­

neas, con economías diversificadas yempo­ via y Perú, aunque no alcanzó la importan­brecidas, tuvieron, en general, una escasa cia que tuvo en el pasado. Otras limitacio­recuperación. En todas ellas predominaron nes para las economías provinciales fueron las tendencias proteccionistas. Las subre­ la estrechez de los mercados locales y los giones geográficas (Cuyo, Noroeste y Cen- I aranceles aduaneros y de tránsito de cada tro) intentaron restablecer los intercambiosl provincia. Por otra parte, los intercambiqs comerciales entre sí, con Buenos Aires y, a entre las provincias del Interior estaban li­través de ésta, con el área atlántica. Al mis­ mitados a aquellos productos que no eran mo tiempo, buscaron integrar sus econo­ competitivos con los que cada una de ellas mías con los mercados más cercanos. Esto producía. significó una reestructuración de los circui­ Bajo las condiciones de atraso de los mé­tos mercantiles y algunos cambios en sus todos de producción y de los transportes actividades productivas. Así, la reapertura existentes, la posibilidad de recuperación del comercio con Chile, después de 1817, y, económica del Interior dependía en varios por su intermedio, con el Pacífico, permitió sentidos de la política económica de Bue­a la zona cuyana y, en alguna medida, a nos Aires: para colocar en ese mercado sus Córdoba, Santiago y Tucumán, exportar, producciones agrícolas o artesanales, las por ejemplo, ganado vacuno y mular. En el provincias requerían una política proteccio­caso de Mendoza, la pérdida de parte del nista que restringiera las importaciones mercado del Litoral para sus vinos y aguar­ competitivas; por otra parte, para las econo­dientes -a causa de la competencia con pro­ mías de origen ganadero -en aquellos luga­ductos~europeos- provocó un retroceso en res donde era posible la producción y era lli agricultura de vides y el reemplazo de és- fácil su transporte-, Buenos Aires era el ne­

. ta par la d~ 'alfalfa y trigo. Córdoba trató de xo indispensable para el contacto con el ex­vincularsy al mercado exterior, sobre todo a terior. A pesar de los diferentes intereses través de Buenos Aires, mediante la expor­ económicos, todas las provincias coincidían tación de sus cueros y sus tejidos de lana, en un reclamo a Buenos Aires: los ingresos que sobrevivieron por bastante tiempo a los de la Aduana porteña debían ser repartidos de procedencia extranjera. En Catamarca, proporcionalmente entre todas, situación en cambio, la producción de textiles de al­ que sólo era posible con la organización de godón declinó por completo. Las provincias un gobierno común. De allí 'que la naciona­del Noroeste orientaron parte de su produc­ lización de las rentas de la Aduana fuera ción hacia el mercado del Litoral y hacia el uno de los reclamos permanentes de los

caudillos provinciales y una de las cuestio­nes conflictivas de los intentos de organiza­ción constitucional.

Intercambios comerciales de Córdoba en 1820 í

Exportaciones Importaciones Crecimiento de la población argentina entre 1809 y 1839

11

Con Buenos (en pesos) (en pesos) . '.. 1

Aires 36.848 136.435

Con el resto Año Total Buenos Aires Provincias (1 3) de las (hab.) (hab.) (hab.) provincias 18.296 70.904

1809 406.000 92.000 314.000 Fuente: Karin Larsson de Reinhold. Notas 1819 527.000 125.000 402.000

para el estudio del comercio entre Córdoba y las demás provincias en 1820. UNC, 1963. .¡

1829 1839

634.000 768.000

153.000 180.000

481.000 580.000

.:

Fuente: Primer Censo de la República Argentina, 1869.

• De acuerdo aestas cifras, ¿cómo era la balan­ • Calculen los porcentajes de crecimiento de la población de Buenos Aires y za comercial de Córdoba? ¿Con qué provincia del resto de las provincias década a década. ¿Cuándo y dónde se produjo el tenía mayor intercambio? mayor aumento?

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Un nuevo intento de • • Iorganlzaclon:

el Congreso de 1824 En diciembre ,de En 1823 el ~obierno de Buenos Aires

1824 se reunió un había iniciadd gestiones para reunir un nue­vo congreso. La convocatoria al congreso,nuevo congreso, reunido en diciembre de 1824, respondió a con la asistencia diversos motivos. Después de haber logra­de representantes do que se frustrara la realización del con­

de todas las greso organizado por Bustos en Córdoba provincias. Para (Tratado del Cuadrilátero), Buenos Aires

ese entonces, el trató de aglutinar a las provincias y de con­

general Juan solidar institucionalmente su recuperado predominio. Buscaba, además, apoyo para Gregorio de Las solucionar la irritante situación planteada Heras había suce­en la Banda Oriental. Esta región había si­

dido a Martín do incorporada como Provincia Cisplatina Rodríguez en el al Brasil, independiente de Portugal desde gobierno de la 1822. Por otra parte, Buenos Aires negocia­

provincia de ba con Inglaterra la firma de un tratado de amistad, comercio y navegación que estaba Buenos Aires. sujeto al necesario reconocimiento "de to­dos los miembros de la Confederación": los ingleses consideraban que el gobierno por­teño sólo representaba a su provincia y, por lo tanto, querían garantías de que el tratado fuese respetado por el resto de las provincias.

El Congreso, en ejercicio de las faculta-

El tratado angloargentino: un pacto destinado a durar

El tratado, firmado en 1825, establecía la igualdad legal y política entre las Provincias Unidas y el Estado británico y, sobre todo, se orientaba a pro­teger los intereses comerciales ingleses. Uno de sus artículos establecía que "los habitantes de los dos países gozarán de la franquicia para llegar segura y libremente con sus buques y cargas a todos los parajes, puertos y ríos de dichos territorios a donde sea o pueda ser permitido a otros extranjeros lle­gar [...] también alquilar y ocupar casas y almacenes para los fines de su trá­fico y generalmente los comerciantes y traficantes de cada Nación respecti­vamente disfrutarán de la más completa protección y seguridad para su co­mercio, siempre sujetos a las leyes". Otros artículos aseguraban a los súbdi­tos británicos y a los ciudadanos argentinos, en cada nación, la exención del servicio militar y de empréstitos forzosos. El tratado se refería ·también a la libertad religiosa: el Estado rioplatense se comprometía a respetar y garanti­zar la libertad de conciencia y de culto a los súbditos británicos. La cuestión de la tolerancia religiosa generó debates y conflictos, antes, y d~pués de fir­mado el tratado, por la oposición de los sectore's.católiCQs más conservado­res, principalmente los de las provincias del Interior, 'tamo La Rioja y Córdo­ba.

• El tratado aseguraba a Inglaterra el trato de "país más favorecido". ¿Qué ven­tajas obtenían los súbditos ingleses?

116 LA EMERGENCIA DE LOS PODERES PROVINCIALES

des legislativas hasta que se dictara una constitución, promulgó una serie de leyes que regularon, entre otras cuestiones, las relaciones entre las provincias y las de las provincias con el exterior. En enero de 1825, la Ley Fundamental, además de rati­ficar la declaración de la independencia de las Provincias Unidas, estableció un siste­ma de convivencia y respeto recíproco que garantizaba las autonomías provinciales y declaró constituyente al congreso. De acuerdo con lo expresado por la Ley, las provincias se gobernarían por sus propias instituciones y no se establecería una cons­titución sin que previamente fuese aceptada por todas ellas. También, delegaba en for­ma provisoria el Poder Ejecutivo en el go­bierno de Buenos Aires, principalmente pa­ra el desempeño de las relaciones exterio­res. Esta facultad posibilitó la firma del tra­tado entre Buenos Aires e Inglaterra, en fe­brero de 1825, que contó con la aprobación del Congreso.

En el transcurso de los años 1825 y 1826, la base del acuerdo establecido entre las provincias --expresado en la Ley Funda­mental- se fue resquebrajando. Nuevas cir­cunstancias y viejos conflictos se asociaron para alterar el rumbo del Congreso y las re­laciones entre las provincias.

Mientras el Congreso debatía un proyec­to sobre la formación de un ejército nacio­nal, un grupo de orientales conducidos por Lavalleja (1os famosos "Treinta y tres orientales"), con apoyo de sectores porte­ños, realizaron una expedición militar a la Banda Oriental para sustraerla del dominio brasileño (abril de 1825). La acción tuvo amplio apoyo en la campaña oriental. En agosto, un congreso reunido en La Florida proclamó la independencia, del Brasil, de la Banda Oriental y su unión con las provin­cias argentinas. Cuando el Congreso aceptó la anexión, la situación se precipitó y Brasil declaró la guerra a las Provincias Unidas.

Entretanto, el Congreso había decidido consultar a las provincias acerca del siste­ma de gobierno que habría de adoptarse (unitario o federal), ya que la comisión constitucional no llegaba a un acuerdo.

La declaración de guerra por parte del Brasil (diciembre de 1825) posibilitó el avance de las tendencias centralistas y uni­tarias --cuyo principal líder era Rivadavia­

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dentro del Congreso, que dio lugar al esta­ también con apoyos en el seno de las oli­blecimiento de un sistema político contra­ garquías provinciales del Interior. puesto a los intereses autonomistas de las Un mes más tarde, Rivadavia presentó provincias. Con la excusa de la guerra, en un proyecto de ley (aprobado en marzo de febrero de J826 se aprobó la Ley de Presi­ 1826) para fijar la capital del país y la sede dencia, propuesta por el diputado cordobés del gobierno nacional en el territorio de la Elías Bedoya, que creó un Poder Ejecutivo, ciudad de Buenos Aires e incluía en él un I

de carácter permanente. La ley se anticipa- sector provincial y el puerto, la aduana, fasI

ba a la constitución, que, de este modo, sólo instituciones bancarias de la ciudad, etc. debería establecer Ja duración del mandato Por esa ley, cesaban las autoridades provin­presidencial. La oposición a la ley plantea­ ciales y, hasta su reorganización, Buenos da por el sector federalista fue minoritaria. Aires quedaba bajo la dirección del Con­

Bemardino Rivadavia. ManueJ Moreno, uno de sus voceros, había greso y deJ presidente, lo que provocó la La elección de Rivadavia expresado en el debate previo que: renuncia -bajo protesta- del gobernador fue un nuevo avance del

Las Heras. Así, esta ley creaba un poder grupo unitario y de los"... la elección no puede hacerse de un modo per­

central que disponía de ejército, tesoro y proyectosmanente porque eso pertenece a la constitución [...J.

territorio propios. centralistas y liberales. Si hoy se elige de este modo el Poder Ejecutivo y

Todas esas medidas, incluidas la Ley de mañana el Judicial, ¿qué restará por hacer? [...] La

Enfiteusis -por la que todas las tierras"pú­constitución deberá ser aprobada por las provincias y

blicas del país pasaban a garantizar la deu­si una parte tan escencial como es el Poder Ejecutivo

da interna y externa- y Ja Jey de creación no se deja para entonces, las provincias tendrán mo­

del Banco NacionaJ, causaron un profundo tivos de queja."

malestar en Jas provincias: éstas considera­~

>­ Poco~ días despm~s de aprobada Ja Ley ban que la política unitaria violaba Ja Ley~

j ro de"Presidencja, 'el Congreso eligió a Ber­ Fundamental. Por ejemplo, Córdoba retiró

ñardirlo Riv¡¡davili para desempeñar eJ car­ los poderes a sus representantes en el Con­:> go, Rivadavia representaba al sector iJus­ greso y, poco después, integró una coali­'" -o :o ro

trado porteño con intereses vincuJados a la ción con La Rioja, Santiago del Estero y E. 2 actividad mercantil-financiera, y contaba Catamarca.ll.

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Sobre los aspectos económicos del federalismo y del unitarismo .

Según el historiador Miran Burgin, en Aspectos económicos del federalismo argentino (Buenos Aires, Solar/Hachette, 1975) durante el período en que sesionó el Congreso, la nacionalización de los derechos de Aduana y su distribución proporcional entre las provincias tuvieron partidarios en todas partes menos en Buenos Aires. Si bien la nacionalización se llevó a cabo, no ocurrió lo mismo con la dis­tribución de las rentas aduaneras que reclamaban las provincias. Esto era incompatible con la doctrina unitaria de centralización.

El diputado por Entre Ríos, Mansilla, expresó, en la sesión del Congreso del 23 de febrero de 1826, las aspiraciones de las provincias en ese aspecto: "La provincia de Buenos Aires, en los cinco años en que los pueblos han estado divididos perteneciendo a sí mismos, ha disfrutado de un derecho exclusivo sobre todos ellos, que es preciso que hoy se le quite para dividirlo entre todos los pueblos. (...] ¿Será justo que Buenos Aires sostenga exclusivamente unos derechos que en realidad pertenecen a todos los pueblos?"

Asimismo, el partido unitario era tradicionalmente contrario al proteccionismo y, como señala Burgin, se inclinaba hacia una mayor liberalidad de la política comercial de Buenos Aires. Por ello, las demandas de las provincias no encontraban eco en el gobierno. Los re­clamos de una política proteccionista se expresaban, por ejemplo, en las instrucciones dadas por la legislatura de Tucumán a sus dipu­tados el 9 de enero de 1826: "Se hará presente al Ejecutivo N<lcional [...] los perjuicios y ruinas que ocasiona a los pueblos interiores la libre e ilimitada introducción de toda clase de efectos extranjeros; se solicitan en consecuencia la prohibición al menos indirecta de aquellos artículos o frutos comerciales que producen las provincias del interior al fin de animar por este medio la industria agricultora y de otros ramos que en ellas se cultivan".

. ., • ¿Con qué instrumentos podía el gobierno nacional ¡frQhibir d~ manera indirecta los productos extranjeros, tal como solicitaba Tucu­

mán? ~.'

• ¿Por qué Entre Ríos reclamaba el reparto de las rentas sin hacer referencia a la política arancelaria y, en cambio, Tucumán se preocupa­ba más por la política arancelaria?

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La oposición se extendió y se desencade­nó la guerra civil entre los gobiernos fede­rales que adherían al proyecto unitario -por ejemplo, el gobernador de Tucumán, Aráoz de Lamadrid, fue derrotado por Quiroga en El Tala (octubre de 1826)-. Mientras, el descontento se extendía también en Buenos Aires. Por aquel entonces ya se conocía la tendencia que habría de predominar en la elaboración de la futura constitución. El proyecto presentado en julio de 1826 pres­cindió de la opinión de las provincias, tomó como modelo la constitución de 1819 y se dispuso a establecer "un gobierno represen­tativo consolidado en unidad de régimen". Pese a la oposición de los diputados de orientación federal, en diciembre de ese año se dictó una constitución de carácter centralista. Ésta otorgaba amplias atribucio­nes al Poder Ejecutivo, entre ellas, la de de­signar a los gobernadores provinciales. Además, podía decidir la disolución de sus milicias y la 'supresión de los aranceles aduaneros al comercio y al trán8ito interior. Para las provincias, todo ello implicaba el

desconocimiento de sus autonomías y la posible sustracción de los recursos econó­micos y militares que las sustentaban.

Paralelamente, la prolongación de la guerra con el Brasil y el bloqueo del puerto de Buenos Aires redujeron el comercio ex­terior y afectaron los intereses bonaerenses e ingleses. Los ingresos fiscales disminuye­ron y aumentó el endeudamiento del Esta­do. Por esta razón, el gobierno central deci­dió negociar la paz, que, además, le permi­tiría disponer del ejército para controlar la situación interna. El diplomático inglés Lord Ponsonby fue quien medió en el con­flicto con el Brasil. Sus instrucciones ha­bían sido obtener la paz sobre la base de establecer la independencia de la Banda Oriental.

A principios de 1827, se obtuvo una im­portante victoria sobre los brasileños en la batalla de Ituzaingó. A pesar del triunfo, las negociaciones de paz, a cargo de Ma­nuel J. García, ministro de Rivadavia, con­tinuaron. Entre tanto, la mayoría de las pro­vincias fue rechazando la Constitución de

. " '" La constitución: presentación en sociedad . - ..

The British Packet and Argentine News

The British Packet and Argentine News se editó en Buenos Aires entre 1826 y 1858, Yestuvo destinado principalmente a los residen­tes británicos, lo que revela la importancia que adquirió esa comunidad en el Río de la Plata. El periódico, escrito en inglés, ofrecía una amplia gama de informaciones, noticias y opiniones. Durante la primera década, su redactor fue Thomas Lave. (Los textos que siguen han sido tomados de The British Packet, de Rivadavia a Rosas 1826 -1832. Recopilación, traducción y notas de Graciela Lapido y Beatriz Spota, Buenos Aires, Solar/Hachette, 1976.)

"El 2 del corriente partieron para sus diferentes destinos los siguientes caballeros, que fueron designados para presentar la Constitu­ción a las provincias disidentes [Mendoza, San Juan, Córdoba, Santiago del Estero, Entre Ríos, Santa Fe y La Rioja]."

The British Packet del 6 de enero de 1827.

Algunas respuestas: "El primero en regresar fue el caballero designado para visitar Córdoba [...] no es ninguna sorpresa que el viaje resultara inútil, ya que

la tendencia invariable de sus últimas medidas ha frustrado toda esperanza de unión u organización en la que se le asigne un papel su­balterno [...] Las provincias están divididas en dos partidos, uno de los cuales tiene como cabeza a Buenos Aires y el otro, a Córdoba. El primero es, indudablemente, el más liberal en sus principios generales, pero son partidarios del sistema de unidad; el otro no es tan li­beral ni tan tolerante, pero se pronuncia indeclinablemente por el sistema federaL"

The British Packet del 3 de marzo de 1827. '

''Todas las esperanzas de que ella [Entre Ríos] forme parte de la nación bajo el sistema de consolidación, deben ser diferidas a un fu­turo, cuando los falsos temores de opresión se disipen... Los recursos financieros de la provincia están reducidos a un grado tal de in­significancia que, de continuarse así, serán totalmen'te insuficientes aun para mantener la apariencia de un gobierno."

The British Packet del 24 de marzo de 1827., .. , ' -.

~.-., "La conducta del gobierno de San Luis ofrece casi el único contraste con la violencia e irregularidad que han caracterizado a las otras

provincias que disienten con los artículo~ fundamentales de la Constitución [...] deduciríamos que sus preferencias se inclinan por la Constitución tal cual está... [pero] La voz general de la provincia, según su órgano representativo, se ha declarado por el sistema federal".

The British Packet del 21 de abri I de 1827.

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1826 Yse pronunciaba por el federalismo. res, cuya Junta de Representantes eligió go­El tratado preliminar firmado por García bernador al coronel Manuel Oorrego.

en Brasil (mayo de 1827) reconocía a las Así, las consecuencias políticas genera­autoridades del Imperio los derechos sobre das por la guerra con el Brasil, el desacuer­la Banda Oriental. La difusión de ese acuer­ do sobre el sistema de gobierno que debía do en Buenos Aires y en las provincias pro­ adoptarse y la progresiva autonomía que dujo gran indignación. Rivadavia tuvo que, 1 adquirieron algunos diputados del Congre.so renunciar (junio de 1827) y el Congreso se con respecto a sus representados, al orien­disolvió. Éste, previamente, había devuelto tarse hacia el centralismo, dieron lugar a la autonomía a la provincia de Buenos Ai- profundos antagonismos.

::

La batalla de Sarandí (lº de octubre de 1825), según un dibujo anónimo. Cdlección ASun\ao, Montevideo.

la guerra V la paz (on el Brasil: independencia de la Banda Oriental

La guerra con el Brasil se desencadenó en diciembre de 1825, luego de que el Congreso aceptó la incorporación de la Banda Oriental a las Provincias Unidas. Brasil controlaba Montevideo, Maldonado y Colonia y, muy pronto, su flota bloqueó el Río de la Plata. Las fuerzas militares argentinas --{Jue in­cluían a las orientales conducidas por Lavalleja-, comandadas por el general Alvear, llevaron adelante la guerra en el territorio oriental y en Río Grande. Tras sucesivos enfrentamientos, ese ejército, compuesto por unos 8.000 hombres, derrotó a las fuerzas brasileñas en Ituzaingó. Al no poder consoli­dar esta victoria, las fuerzas de Alvear se debilitaron, y la indisciplina y las deserciones favorecieron la recuperación del enemigo.

Mientras tanto, la flota brasileña bloqueaba el puerto de Buenos Aires y perjudicaba sus intereses económicos al impedir las exportaciones. El almi­rante Brown, comandante de la flota argentina, enfrentó a la poderosa arma­da del Brasil.

La prolongación de la guerra creaba serios conflictos al gobierno de las Provincias Unidas los que, sumados a la crisis política interna, restaban apo­yo al esfuerzo bélico. Tras el repudio a las gestiones de Manuel José García, las negociaciones de paz fueron retomadas, en 1828, por el gob)erno-de Ma­nuel Oorrego, en quien el Congreso había delegado elmanejOJde las relacio­nes exteriores antes de su disolución. Los generales Tom~ Cuido y Juan Ra­món Balcarce fueron enviados al Brasil para pactar la paz (agosto de 1828) -aplaudida por los ganaderos bonaerenses y los ingleses-, que reconocía la independencia de la Banda Oriental. En 1830, la República Oriental del Uru· guay dictó su constitución.

La Con~tjtución de 1826 '

"Una constitución centralista y antidemo­crática se impuso fatalmente contra la volun­tad expresa de la gran mayoría del país; cen­tralista porque dejaba en manos del presiden­te de la República el nombramiento de los go­bernadores de provincia; antidemocrática por­que excluia del ejercicio de la ciudadania a la clase pobre Oornaleros, domésticos a sueldo, analfabetos y menores de veinte años)."

JosÉ LUIS BUSANICHE. Historia Argentina.

Buenos Aires, 50Iar/Hachette, 1965.

Busaniche cita en el mismo libro las expre­siones de protesta de Oorrego, uno de los re­presentantes más coherentes de la tendencia federalista y democrática en el Congreso: "¿Es regular que en una sociedad como ésta, una vigésima parte de ella sea sola la que determi­ne sobre las demás? [oo.] ¿Cómo se puede per­mitir esto en el sistema republicano? [...] Y¿se le ha de echar fuera a la mayoría en los actos populares, en donde debe ejercer sus dere­chos? ¿Qué independencia es la que se necesi­ta para votar? Una independencia tal que no pueda haber coacción respecto del individuo que sufraga [...] El que es capitalista, ¿no tiene dependencia de otro? ¡He aquí la aristocracia del dineral"

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