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nicovidal792727
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Una rosa negra
Una rosa para Emily (1930), uno de los cuentos
capitales del Premio Nobel de Literatura, William
Faulkner, transcurre en un ficticio pueblo en el sur de los
Estados Unidos, y nos cuenta la vida de Emily Grierson
desde fines del siglo XIX a principios del XX.
Pero Faulkner no lo hace en forma cronológica, sino
que comienza con el funeral de Emily y, desde ahí, narra
su vida mediante continuos saltos temporales que imponen
una lectura atenta para reconstruir el orden de los hechos.
Quien nos cuenta la historia es un narrador vicario y en
plural, que representa al pueblo entero, en contraposición a
Emily, como individualidad.
La ambientación (el olor, la oscuridad, el polvo), la
decadencia y el desenlace perturbador sitúan a Una rosa
para Emily dentro del subgénero Southern Gothic.
La decadencia de Emily y de su aristocrática familia es
observada y narrada por un pueblo que se va
transformando con el paso del tiempo, que se abre a la
modernidad. En este sentido, la propia Emily representa la
decadencia del Sur luego de la Guerra de Secesión, lo que
vemos desde el primer párrafo (que la define como un
“monumento caído”), o cuando descansa en el cementerio
con las tumbas anónimas de los soldados sureños caídos
en la guerra; y, finalmente, en los conflictos que mantiene
Emily con las nuevas generaciones del pueblo.
El desenlace, sorpresivo e impactante, es otra muestra
de la maestría de Faulkner: a lo largo del relato hay
innumerables indicios que nos conducen de manera lógica
hacia el final (el olor persistente, la actitud de Emily ante
la muerte de su padre, el veneno para ratas, entre otros), y
que se encargan de hacer del cuento una obra completa y
redonda, con una secuencia fáctica y simbólica impecable.
Nicolás Vidal del Valle