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LA VrDA ES UN BOLERO UNA Z NADA MAS ... (NOTAS SOBRE AGUSTIN LARA) Lily Litvak T al vez para iniciar estas breves notas so- bre el Maestro, convendría dar algunos datos sobre el nacimiento del bolero hace ya más de un siglo. El bolero nace en Santiago de Cuba allá por el año de 1885. Fue el trovero Pepe Sánchez el primer composi- tor que firmó como bolerista. Así bautizó su composición, derivada de la contradanza. «Tris- teza», una canción sentimental y nostálgica, que hablaba en versos sencillos de amores desdi- chados. Se interpretaba a dos voces y con dos guitarras. Son varios los nombres de eximios boleristas que arrancaron el bolero de su natal Santiago para llevarlo a La Habana y a la cuenca del Cari- be. Destacan hacia 1893, Pepe Bandera, Sindo Garay, Manuel Correa, y otros. Hacia los prime- ros años de nuestro siglo, en 1904, eron los cubanos quienes grabaron los primeros boleros en Nueva York: Sindo Garay, Salvador Adams, María Teresa Vera, Juan de la Cruz. Eran siem- pre músicos tristes y melancólicos, y continuaba entonces como en sus principios santiaguenses, cantándose a dos voces con acompañamiento de dos guitarras y bandurria. Interesa saber cuándo llega el bolero a Méxi- co, cómo prende, se arraiga y toma carta de na- turalización. Se puede trazar su entrada hacia 1910-1912, cuando empieza a oírse esta música en Yucatán. Fue importada por bandas de bus habaneros que representaban en los teatros de Mérida. El repertorio de estos artistas era varia- do y comprendía desde zarzuelas españolas y cubanas, hasta suertes de maromeros. Entre la música que tocaban había guarachas, rumbas, puntos guajiros y por supuesto boleros. Por su carácter poco bailable, el bolero no tu- vo en sus inicios muchos seguidores en Yucatán y en Veracruz apenas lo tomaron en cuenta, pe- ro la semilla había caído en terreno rtil. Los temas y compases del bolero eron recogidos por los serenateros yucatecos y hacia 1922 em- piezan a surgir las primeras composiciones en aquella península. «Ella» de Domingo Casano- va, «Beso de muerte» de José Martínez, y el pri- mer bolero mexicano de éxito «Nunca», con música de Guty Cárdenas y letra de Ricardo Ló- pez Méndez: Yo sé que nunca besaré tu boca tu boca de púrpura encendida. 10 Yo sé que nunca llegaré a la loca apasionada ente de tu vida. Antes de proseguir, debemos mencionar va- rias influencias rítmicas decisivas que hicieron que el bolero despegara y se universalizara. Esto acontecerá años más tarde, hacia 1927, con la in- fluencia cubana del trío Matamoros, que combi- nó el son oriental con el bolero, haciéndolo emi- nentemente bailable. Estrenaron su nuevo rit- mo con «Olvido». Por los años 30, hay que con- tar también con las aportaciones del «Jibarito», Rael Hernández, autor de piezas tan inolvida- bles como «Capullito de Alhelí» y «Lamento bo- rincano», quien inauguró el bolero rítmico transrmándolo en la instrumentación. El gran compositor e uno de los primeros en usar ins- trumentos de percusión reunidos en cuarteto o quinteto para acompañamiento. Esta corriente e seguida por compositores de la talla de Pe- dro Flores y Antonio Machín. Empieza también por entonces la época de los grandes intérpretes, Pedro Vargas, Elena Burque, Barberito Díez. Tornemos ahora a la historia del bolero en México y a su figura más señera, su iniciador, creador, e impulsor, el Maestro, el músico poeta Agustín Lara, compositor que después de una prolífica carrera de tanguero empezó a compo- ner lo que sería el bolero mexicano clásico. Se cuenta que Lara e influenciado por el bolero yucateco que trajo a México Guty Cárde- nas en 1927, cuando se organizó en el Teatro Lírico un stival y concurso de la canción. Cár- denas entró en el concurso con su bolero «Nun- ca», que tan sólo ganó el tercer lugar pero que tuvo gran éxito popular. La evocadora letra llegó hasta donde tocaba un pianista, Agustín Lara, que amenizaba el baile de las parejas asistentes a una de las casas de citas del barrio de Cuahu- temoczi. Lara recuerda que las parejas, ebrias de amor y alcohol, le solicitaban este «Nunca», que triunba en el Lírico. El «Yo sé que nunca besaré tu boca», le sugirió algo parecido: «Yo sé que es imposible que me quieras», la canción «Imposible», a ritmo de bolero-danzón, su pri- mera composición en ese género y absoluta- mente percta. Después de ésta siguieron otras, igualmente clásicas: «Rosa», «Mer», «Aventu- rera», «Solo tú». El triun total del maestro llegó en 1929. Ac- tuaba entonces como pianista acompañante del tenor más moso de la época, Juanito Arbizu, llamado «El tenor de la voz de seda», y e con- tratado en las salas de cine para tocar en los in- termedios en las películas mudas. Desde los al- bores del siglo XX, se habían instalado en la ciu- dad de México varia salitas de cine que actua- ron como rma de divulgación de la música mexicana pues muchos de los compositores pia- nistas eron solicitados por las empresas de es- tas salas para improvisar melodías mientras co- rría la cinta. Así dieron a conocer composiciones

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LA VrDA ES UN BOLERO

UNA VEZ NADA MAS ...

(NOTAS SOBRE AGUSTIN LARA)

Lily Litvak

Tal vez para iniciar estas breves notas so­bre el Maestro, convendría dar algunos datos sobre el nacimiento del bolero hace ya más de un siglo. El bolero nace

en Santiago de Cuba allá por el año de 1885. Fue el trovero Pepe Sánchez el primer composi­tor que firmó como bolerista. Así bautizó su composición, derivada de la contradanza. «Tris­teza», una canción sentimental y nostálgica, que hablaba en versos sencillos de amores desdi­chados. Se interpretaba a dos voces y con dos guitarras.

Son varios los nombres de eximios boleristas que arrancaron el bolero de su natal Santiago para llevarlo a La Habana y a la cuenca del Cari­be. Destacan hacia 1893, Pepe Bandera, Sindo Garay, Manuel Correa, y otros. Hacia los prime­ros años de nuestro siglo, en 1904, fueron los cubanos quienes grabaron los primeros boleros en Nueva York: Sindo Garay, Salvador Adams, María Teresa Vera, Juan de la Cruz. Eran siem­pre músicos tristes y melancólicos, y continuaba entonces como en sus principios santiaguenses, cantándose a dos voces con acompañamiento de dos guitarras y bandurria.

Interesa saber cuándo llega el bolero a Méxi­co, cómo prende, se arraiga y toma carta de na­turalización. Se puede trazar su entrada hacia 1910-1912, cuando empieza a oírse esta música en Yucatán. Fue importada por bandas de bufos habaneros que representaban en los teatros de Mérida. El repertorio de estos artistas era varia­do y comprendía desde zarzuelas españolas y cubanas, hasta suertes de maromeros. Entre la música que tocaban había guarachas, rumbas, puntos guajiros y por supuesto boleros.

Por su carácter poco bailable, el bolero no tu­vo en sus inicios muchos seguidores en Yucatán y en Veracruz apenas lo tomaron en cuenta, pe­ro la semilla había caído en terreno fértil. Los temas y compases del bolero fueron recogidos por los serenateros yucatecos y hacia 1922 em­piezan a surgir las primeras composiciones en aquella península. «Ella» de Domingo Casano­va, «Beso de muerte» de José Martínez, y el pri­mer bolero mexicano de éxito «Nunca», con música de Guty Cárdenas y letra de Ricardo Ló­pez Méndez:

Y o sé que nunca besaré tu boca tu boca de púrpura encendida.

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Y o sé que nunca llegaré a la loca apasionada fuente de tu vida.

Antes de proseguir, debemos mencionar va­rias influencias rítmicas decisivas que hicieron que el bolero despegara y se universalizara. Esto acontecerá años más tarde, hacia 1927, con la in­fluencia cubana del trío Matamoros, que combi­nó el son oriental con el bolero, haciéndolo emi­nentemente bailable. Estrenaron su nuevo rit­mo con «Olvido». Por los años 30, hay que con­tar también con las aportaciones del «Jibarito», Rafael Hernández, autor de piezas tan inolvida­bles como «Capullito de Alhelí» y «Lamento bo­rincano», quien inauguró el bolero rítmico transformándolo en la instrumentación. El gran compositor fue uno de los primeros en usar ins­trumentos de percusión reunidos en cuarteto o quinteto para acompañamiento. Esta corriente fue seguida por compositores de la talla de Pe­dro Flores y Antonio Machín. Empieza también por entonces la época de los grandes intérpretes, Pedro Vargas, Elena Burque, Barberito Díez.

Tornemos ahora a la historia del bolero en México y a su figura más señera, su iniciador, creador, e impulsor, el Maestro, el músico poeta Agustín Lara, compositor que después de una prolífica carrera de tanguero empezó a compo­ner lo que sería el bolero mexicano clásico.

Se cuenta que Lara fue influenciado por el bolero yucateco que trajo a México Guty Cárde­nas en 1927, cuando se organizó en el Teatro Lírico un festival y concurso de la canción. Cár­denas entró en el concurso con su bolero «Nun­ca», que tan sólo ganó el tercer lugar pero que tuvo gran éxito popular. La evocadora letra llegó hasta donde tocaba un pianista, Agustín Lara, que amenizaba el baile de las parejas asistentes a una de las casas de citas del barrio de Cuahu­temoczirt. Lara recuerda que las parejas, ebrias de amor y alcohol, le solicitaban este «Nunca», que triunfaba en el Lírico. El «Yo sé que nunca besaré tu boca», le sugirió algo parecido: «Yo sé que es imposible que me quieras», la canción «Imposible», a ritmo de bolero-danzón, su pri­mera composición en ese género y absoluta­mente perfecta. Después de ésta siguieron otras, igualmente clásicas: «Rosa», «Mujer», «Aventu­rera», «Solo tú».

El triunfo total del maestro llegó en 1929. Ac­tuaba entonces como pianista acompañante del tenor más famoso de la época, Juanito Arbizu, llamado «El tenor de la voz de seda», y fue con­tratado en las salas de cine para tocar en los in­termedios en las películas mudas. Desde los al­bores del siglo XX, se habían instalado en la ciu­dad de México variaS' salitas de cine que actua­ron como forma de divulgación de la música mexicana pues muchos de los compositores pia­nistas fueron solicitados por las empresas de es­tas salas para improvisar melodías mientras co­rría la cinta. Así dieron a conocer composiciones

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Agustfn Lara.

suyas Miguel Lerdo de Tejada, José de Jesús Martínez, Salvador Pérez y Abundio Martínez.

La historia del Músico poeta y del bolero se entrelazan con la historia social de México. Hay que registrar, por ejemplo, una fecha importan­te, el 20 de abril de 1920, día en que fue inaugu­rado en la calle de El Pescador Mexicano, el Sa­lón México, centro de reunión de los amantes del baile durante las épocas más brillantes de la· música mexicana. Allí se naturalizó el danzón (en compás de dos por cuatro, basado en el rit­mo del cinquillo), que empezaba generalmente con una introducción de ocho compases repeti­dos que aprovechaba el músico para gritar «iHey familia! idanzón dedicado a don Fulano de tal!». Allí se bailó bolero y se bailaban también otras danzas de moda, el jazz, el tango, la polka y el

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vals. La clientela, sin embargo, daba preferencia al danzón, y el Salón México fue durante mu­chos años el lugar predilecto de los amantes de este baile, que quien ¡)resume de bailarlo como Dios manda, lo baila en un ladrillo.

No faltaron por entonces boleros inolvida­bles: «Imposible» de José López Alvarez, «Nun­ca te olvidaré» de Agustín Lara, «Silenciosa­mente» de Gustavo Hoyos Ruiz, y «Negra con­sentida» de Joaquín Pardave. Pero cuando el bo­lero imperó en los salones fue durante los años cuarenta. Por el apogeo de aquellos lugares don­de acudía la gente a aprender a bailar o a lucir sus habilidades. Algunos eran simples jacalones, pero la mayoría tenían buenas pistas. Allí se bai­laba tres o cuatro veces a la semana durante seis o siete horas seguidas, y trabajaban dos o másorquestas alternativamente. Los más conocidoseran el Salón México, La Playa, El yate de la ale­gría, El Smirna, Salón Los Angeles, Salón Colo­nia, La Floresta de Tacubaya, Filadelfia y entrelos más antiguos el Eslava, El Pirata, El SalónAzteca, El Vaporcito. Había algunos, como lallamada Academia Symer, situada en la calle 16de septiembre, que tenía servicio de música des­de las ocho de la noche hasta las tres de la ma­ñana, todos los días del año. Una sola orquestatocaba en este local, y el asistente pagaba de unoa tres pesos por la entrada, damas gratis.

Para seguir la historia del bolero también de­beríamos reseñar en 1930, la inauguración de la radiodifusora XEW «La Voz de la América Lati­na» que abrió una poderosa vía a los valores mu­sicales. El bolero figuró desde sus primeros pro­gramas, y a través de la radio se dieron a cono­cer canciones como «Besar no es pecado» de Pe­pe Martínez, «Lamento bohemio» de Andrés Cortés Castillo, «A tus pies», «Enamorada», y «Santa» de Agustín Lara, «No hagas llorar a esa mujer» de Joaquín Pardave.

Con el florecimiento de la radio, la populari­dad de Agustín Lara aumentó. De cada hora de trasmisión, tres canciones eran de él, además de su programa musical, «La hora íntima de Agustín Lara», mantenido durante más de trein­ta años. Lara cambió el gusto popular imponien­do el bolero sobre el cuplé. Uno de sus grandes aciertos artísticos fue el hacerlo bailable empa­rentándolo con el danzón. Sesenta canciones entre 1928 a 1932, populares la mayoría. En mar­zo de 1930, «Rosa», en julio del mismo año «Mujer». En la radio se dieron a conocer los grandes intérpretes de Agustín Lara: Pedro Vargas, Las Hermanas Aguila, Toña la negra, Marilú, y la ahora olvidada Lupita Alday que cantaba:

Nadie puede inspirar lo que tú inspiras nadie puede expresar lo que tú expresas nadie puede mirar como tú miras y nadie besará como tú besas.

Corría por los años treinta la vida bohemia. Se reunían por la noche y hasta el día siguiente

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LA V¡DA ES UN BOLERO

compositores, letristas, pintores, periodistas y gente de la farándula, en dos o tres grupos de restaurantes: El Principal, El Gourmet, El Café Pornos, La Casa del Guajolote y El Hollywood. Entre los concurrentes estaban el güero Manuel Castro Padilla, Ernesto García Cabral, el dibu­jante Balunzarán, Lorenzo Barcelate, el pintor Juan José Segura, el maestro del conservatorio nacional y poeta Daniel Castañeda, Ramón Ar­mengol, Chucho Monge, Paco Malgesto y otros. Eran años dorados. Fue por entonces cuando el cubano Sergio de Karlo, de paso por México, tu­vo gran éxito con su bolero «Flores negras», y Mario Alvarez con «Ansias». Los hermanos Domínguez fueron contratados en Hollywood para actuar y grabar la música de Agustín Lara que se usó en la película «Embrujo de trópico». De allí el maestro fue a Francia. Mucho no se sabe de su estancia en París, pero queda algún bolero compuesto en francés:

Je t'ai rencontré jolie et que depuis tu es devenue pour toujours le seul dé sir de ma vie ... Pour toi je pleure d'amour. j'ai connu une peine infinie Pour toi j'ai connu la vraie jalousie

Por aquellos años Agustín empezó a explorar otro tema, el de la vida arrabalera y de los bajos fondos. Cantó a la «Aventurera», a la «Perverti­da», a la «Cortesana», en medio de grandes críti­cas de ciertos colegas que lo tachaban de atrevi­do o cursi. Nadie, sin embargo, trató con más amor y justicia el amor callejero.

V ende caro tu amor aventurera, da el precio del dolor a tu pasado. Y aquel que de tu boca la miel quiera que pague con brillantes tu pecado.

La propia facilidad de Agustín Lara actuaba un poco en su prejuicio monetario, pues produ­cía bolero tras bolero, todos exitosos, y cuando uno empezaba a gustar, sacaba otro. Algunos de estos, desgraciadamente se han perdido, otros comienzan a ser redescubiertos, como «Besa» de contenido muy erótico:

Tengo una sed espantosa de amarte y un deseo infinito de tenerte, con cuántas ansias quisiera besarte aunque tuviera después que perderte. Besa con tu boca de coral, mi boca sedienta de placer, abre el diminuto manantial en donde se esconde tu querer. Dame con tus besos la inquietud de una misteriosa sensación, haz que mi marchita juventud vuelva a palpitar mi corazón.

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Podríamos seguir detallando año tras año la historiografía del bolero, pero baste ahora una corta lista de éxitos. En los años 40. De Alfredo Parra «Altivez», de Raúl Salman «Sufrimientos» y «Sábelo bien». Del pianista cubano Juan Bru­no Tarraza que acompañaban en sus giras a la cantante veracruzana Toña la negra «Penum­bra». De Manuel Esperón «A la orilla del mar», de Gonzalo Curiel «Adversidad», de Gabriel Ruiz «Desesperadamente». De Luis Alvarez

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LA VIDA ES UN BOLERO

«Prisionero del mar», de Abel Domínguez «Per­dón», «Por ti» y de Alberto Domínguez «Al son de la marimba», «Mala noche», «Un momento», «Frenesí», «Perfidia». De Agustín Lara «Sola­mente una vez», «Cada noche un amor». De Fe­derico Baena «Te quiero todavía», de Alfonso Esparza Otero «Mi pobre corazón». No debe­mos dejar de mencionar el hit del 1946 «Angeli­tos negros», con música de Manuel Alvarez y le-

. tra del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco:

Pintor nacido en mi tierra con el pincel extranjero pintor que sigues el rumbo de tantos pintores viejos. Aunque la virgen sea blanca píntame angelitos negros que también se van al cielo todos los negritos buenos ...

Otro tema sería el abundante anecdotario so­bre Lara: Agustín Lara excomulgado por el arzo­bispo de México por haber compuesto una can­ción que decía «Aunque no quieras tú, ni quiera yo, ni quiera Dios». Y tuvo que cambiarla por «Aunque no quieras tú, ni quiera yo, lo quiso Dios». Historias sobre su llegada a Cuba en el 33, Agustín estaba tomando unas copas al aire libre cuando un conjunto empezó a tocar «Mu­jer». Agustín muy ufano, al oír los primeros compases de su canción le preguntó a un cama­rero que de quién era la música. El hombre lo miró despectivamente y le dijo: «Chico, eso no hay que preguntárselo a nadie ... aquí todos sa­ben que la compuso un cubano».

Hay historias de sus actuaciones a fines de los años 30 en el teatro María Guerrero, cerca de la Plaza Garibaldi, teatro que el pueblo, sin saber por qué, llamaba María Tepache. Actuaban Pe­dro Vargas, el cómico Leopoldo, el cuatezón Be­ristain, el Panzón Soto, Ana María Fernández y Agustín Lara. Eran tardeadas épicas, según in­forma Pedro Vargas, donde la gente para conse­guir entradas era capaz de liarse a bofetadas. También se cuentan las historias de las tempo­radas del Politeama, sensacionales e inolvida­bles, de donde surgieron figuras como los her­manos Aguila, Amparito Arozamena, y sobre todo, una veracruzana que se volvió la intérpre­te de Lara por excelencia: Toña la negra.

Se dice que debido a la canción:

Y o nací con la luna de plata y nací con alma de pirata. He nacido rumbero y jarocho trovador de veras y me fui lejos de Veracruz ...

se pensó siempre que Lara era veracruzano. De hecho, nació Agustín Lara en la ciudad de México.

Hay historias sobre sus canciones españolas. Se dice que las compuso sin conocer España. Estaba convaleciente en el Hospital Juárez de la Ciudad de México y a alguno de sus amigos se

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le ocurrió obsequiarle un libro sobre ciudades españolas. Ahí mismo en la cama del hospital compuso «Granada», «Sevilla», «Valencia», «Murcia», «Toledo» y tantas otras ... También se cuenta que cuando Agustín Lara llegó a Madrid por primera vez el entonces alcalde le regaló una batuta de oro para que dirigiera la banda municipal en su interpretación del famosísimo chotis «Madrid» .

Hay anécdotas sobre sus mujeres: Angelina Bruschette, de ojos verdes y cutis muy blanco. La chata Zozaya, alegre y desenfadada, y María Félix, María bonita, y puede ser que de otras más, todas que son en realidad una:

Mujer, mujer divina Tienes el veneno que fascina en tu mirar Mujer alabastrina eres vibración de sonatina pasional Tienes el perfume de un naranjo en flor el altivo porte de una majestad Sabes de los filtros que hay en el amor Tienes el hechizo de la liviandad La divina imagen de un atardecer Y la maravilla de la inspiración, Tienes en el ritmo de tu ser Todo el palpitar de una canción Eres la razón de mi existir Mujer!

Para terminar, algo deberíamos decir a favor de un estudio profundo y en serio sobre la poé­tica de Agustín Lara. Su obra merece un análisis formal detallado, pues es uno de los más acerta­dos intentos de la canción popular para expresar los más complejos latidos del corazón y una apa­sionada investigación del fenómeno del amor. Todos los aspectos del amor se tocan en esa obra, desde el más erótico,

Tú me pides besos, yo te pido amor quiero tener presos tus senos en flor quiero que tus ojos, flamas de placer enciendan el fuego de mi ser

Hasta el más espiritual:

Tardecita callada que te bañas de luna tardecita de amores que nunca olvidaré tú serás en mi vida como un ramo de flores como esa boca linda que nunca besaré.

Enfasis en el amor único y eterno, como felici­dad suprema.

Solamente una vez amé en la vida solamente una vez y nada más una vez nada más en mi huerto brilló la espe­

[ranza la esperanza que alumbra el camino de mi so-

[ledad Una vez nada más se entrega el alma con la dulce y total renunciación y cuando este milagro realiza el prodigio de

[amarnos hay campanas de fiesta que tocan en el cora­

[zón.

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LA VrDA ES UN BOLERO

Agustín Lara.

En el bolero de Lara el tema del éxtasis amo­roso no se agota nunca, la añoranza de la amada la creencia de que el encuentro traerá dicha ine� fable. El amor que coloca tantas bondades en el valor físico y moral de la amada y en el acto mis­mo de amar. Son canciones repletas de besos co�o signo de esperanza, o de la felicidad po; vemr, como promesa o como imagen que sugie­re toda la intimidad física del amor sensual. Pero sobre todo, la lírica de Agustín Lara ofrece la dra!!lática conciencia de la profundidad y com­pleJ1dad del amor y el amor como compromiso personal, total, como passio amoris donde uno ama y añora y sufre de celos y enferma de amor:

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Rival de mi carmo el viento que te besa rival de mi tristeza mi propia soledad No quiero que te vayas Me duele que me dejes Me duele que te alejes que ya no vuelvas más Mi rival es mi propio corazón por traicionero yo no sé cómo puedo aborrecerte si tanto te quiero no me explico por qué me atormenta el rencor yo no sé cómo puedo vivir sin tu amor.

_ lQué pasa pues ahora con el bolero? Algunos dicen que hay un reviva/, un nuevo interés por esta música. Otros lo llaman kitsch, o cursi. Y o confieso que me gusta, que lo he vivido y lo vi­V? aún. )'." que si es kitsch, me gusta lo 'kitsch y s1 es cursi me gusta lo cursi. lHay ahora un revi­val del bolero? Se justificaría en todos sentidos porque es algo que expresa los deseos, los mi­tos, los gustos, las insuficiencias, las miserias de una ép?ca. Las aspiraciones, la alegría, la triste­za, los ideales, la psicología que el bolero expre­sa es lo que el latinoamericano vivía o creía vivir o aún cree vivir y por lo tanto en realidad lo vi­ve. l�or qué si no al encontrarnos peruanos, co­lombianos, cubanos, puertorriqueños, mexica­n?s ... para beber algunas copas, bailar algunaspiezas, en alguna fiesta, sale siempre el bolero?De pronto nos vienen a los labios esas letras quesabemos de memoria sin haberlas aprendidoconscientemente. Nunca faltan discusiones so­bre su autoría. Este es de un cubano, exclamaalguien. No, esa canción es colombiana objetaotro. Bastantes discusiones ha costado' en unagra�able círculo de amigos que tengo aquí enAustm, Texas, el establecer la nacionalidad me­xicana, de hecho, de «Perfidia» la canció� quedio la vuelta al mundo. '

El tiempo irá decantando anécdotas y suman­�º otras, reviviendo letras y discos ya viejos que tienen la autenticidad de la mitología. Todo co­labora a que el bolero siga vigente. Cualquier hispanohablante sabe la letra de muchos de ellos. Creo que en el fondo nos gusta a todos sin dis!it:1ción de capas sociales, a los empleados'. a los vieJos, a los progres, a los jóvenes, a los in­telectuales, a los curas, a las criadas. No es que s�a interés por la literatura de masas, por lo mar­gmal, no es que sea tampoco algún gesto de snobismo el declarar una afición por lo más po­pular que pueda haber. Es que el bolero ha que­dad<_>, con su letra sentimental y amorosa, con su ntmo suave y sensual, bailable en una loseta como su pariente el danzón, como acumulación erótica de dos cuerpos que se abrazan �

«en un solo corazón». W