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INSTITUTO SARA CH. DE ECCLESTON Guía N° 2b Don Quijote de La Mancha Materia: Literatura Profesor: Mariano Duna Alumno/a: 4° AÑO 2014 Índice Sir Thomas Malory, “La muerte de Arturo”...................1 “La parodia del héroe: el Quijote..................................6 Grabado de Gustave Doré.............................................20 J. L. Borges, “Pierre Menard, autor del Quijote.........21 Daniel Giribaldi, “Milonga de Don Quijote”...............26 Juan Sasturain, “Lionel Messi, autor del Quijote.........27 Guía de lectura..............................................................29 Lectura obligatoria: Don Quijote de La Mancha (capítulos 1,2,3,4,5,7,8,9,22,52 –Primera Parte- y 1,3,10,41,64,73 y 74 –Segunda Parte-)

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  • INSTITUTO SARA CH. DE ECCLESTON

    Gua N 2b Don Quijote de La Mancha

    Materia: LiteraturaProfesor: Mariano Duna

    Alumno/a:

    4 AO 2014

    ndice

    Sir Thomas Malory, La muerte de Arturo...................1

    La parodia del hroe: el Quijote..................................6

    Grabado de Gustave Dor.............................................20

    J. L. Borges, Pierre Menard, autor del Quijote.........21

    Daniel Giribaldi, Milonga de Don Quijote...............26

    Juan Sasturain, Lionel Messi, autor del Quijote.........27

    Gua de lectura..............................................................29

    Lectura obligatoria: Don Quijote de La Mancha (captulos 1,2,3,4,5,7,8,9,22,52 Primera Parte- y

    1,3,10,41,64,73 y 74 Segunda Parte-)

  • Grabado de Gustave Dor, artista francs (1832- 1883), para una edicin de Don Quijote de 1863.

  • Pierre Menard, autor del Quijote 1 Jorge Luis Borges2

    A Silvina Ocampo

    La obra visible que ha dejado este novelista es de fcil y breve enumeracin. Son, por lo tanto, imperdonables las omisiones y adiciones perpetradas por madame Henri Bachelier en un catlogo falaz que cierto diario cuya tendencia protestante no es un secreto ha tenido la desconsideracin de inferir a sus deplorables lectores si bien estos son pocos y calvinistas, cuando no masones y circuncisos. Los amigos autnticos de Menard han visto con alarma ese catlogo y aun con cierta tristeza. Dirase que ayer nos reunimos ante el mrmol final y entre los cipreses infaustos y ya el Error trata de empaar su Memoria... Decididamente, una breve rectificacin es inevitable.

    Me consta que es muy fcil recusar mi pobre autoridad. Espero, sin embargo, que no me prohibirn mencionar dos altos testimonios. La baronesa de Bacourt (en cuyos vendredis inolvidables tuve el honor de conocer al llorado poeta) ha tenido a bien aprobar las lneas que siguen. La condesa de Bagnoregio, uno de los espritus ms finos del principado de Mnaco (y ahora de Pittsburgh, Pennsylvania, despus de su reciente boda con el filntropo internacional Simn Kautzsch, tan calumniado, ay!, por las vctimas de sus desinteresadas maniobras) ha sacrificado a la veracidad y a la muerte (tales son sus palabras) la seoril reserva que la distingue y en una carta abierta publicada en la revista Luxe me concede asimismo su beneplcito. Esas ejecutorias, creo, no son insuficientes.

    He dicho que la obra visible de Menard es fcilmente enumerable. Examinado con esmero su archivo particular, he verificado que consta de las piezas que siguen:

    a) Un soneto simbolista que apareci dos veces (con variaciones) en la revista LaConque (nmeros de marzo y octubre de 1899).

    b) Una monografa sobre la posibilidad de construir un vocabulario potico deconceptos que no fueran sinnimos o perfrasis de los que informan el lenguaje comn, sino objetos ideales creados por una convencin y esencialmente destinados a las necesidades poticas (Nmes, 1901).

    c) Una monografa sobre ciertas conexiones o afinidades del pensamiento deDescartes, de Leibniz y de John Wilkins (Nmes, 1903).

    d) Una monografa sobre la Characteristica Universalis de Leibniz (Nmes, 1904).e) Un artculo tcnico sobre la posibilidad de enriquecer el ajedrez eliminando uno de

    los peones de torre. Menard propone, recomienda, discute y acaba por rechazar esa innovacin.

    f) Una monografa sobre el Ars Magna Generalis de Ramn Llull (Nmes, 1906).g) Una traduccin con prlogo y notas del Libro de la invencin liberal y arte del juego

    del axedrez de Ruy Lpez de Segura (Pars, 1907).h) Los borradores de una monografa sobre la lgica simblica de George Boole.i) Un examen de las leyes mtricas esenciales de la prosa francesa, ilustrado con

    ejemplos de SaintSimon (Revue des Langues Romanes, Montpellier, octubre de 1909).j) Una rplica a Luc Durtain (que haba negado la existencia de tales leyes) ilustrada

    con ejemplos de Luc Durtain (Revue des Langues Romanes, Montpellier, diciembre de 1909).

    1 Extrado de Ficciones, Buenos Aires, Debolsillo, 2011.2 Escritor argentino (1899- 1986).

  • k) Una traduccin manuscrita de la Aguja de navegar cultos de Quevedo, intitulada LaBoussole des prcieux.

    l) Un prefacio al catlogo de la exposicin de litografas de Carolus Hourcade (Nmes,1914).

    m) La obra Les Problmes d'un problme (Pars, 1917) que discute en ordencronolgico las soluciones del ilustre problema de Aquiles y la tortuga. Dos ediciones de este libro han aparecido hasta ahora; la segunda trae como epgrafe el consejo de Leibniz Ne craignez point, monsieur, la tortue, y renueva los captulos dedicados a Russell y a Descartes.

    n) Un obstinado anlisis de las costumbres sintcticas de Toulet (N.R.F., marzo de1921). Menard recuerdo declaraba que censurar y alabar son operaciones sentimentales que nada tienen que ver con la crtica.

    o) Una transposicin en alejandrinos del Cimetire marin, de Paul Valry (N.R.F.,enero de 1928).

    p) Una invectiva contra Paul Valry, en las Hojas para la supresin de la realidad deJacques Reboul. (Esa invectiva, dicho sea entre parntesis, es el reverso exacto de su verdadera opinin sobre Valry. ste as lo entendi y la amistad antigua de los dos no corri peligro.)

    q) Una definicin de la condesa de Bagnoregio, en el victorioso volumen lalocucin es de otro colaborador, Gabriele d'Annunzio que anualmente publica esta dama para rectificar los inevitables falseos del periodismo y presentar al mundo y a Italia una autntica efigie de su persona, tan expuesta (en razn misma de su belleza y de su actuacin) a interpretaciones errneas o apresuradas.

    r) Un ciclo de admirables sonetos para la baronesa de Bacourt (1934).s) Una lista manuscrita de versos que deben su eficacia a la puntuacin3.

    Hasta aqu (sin otra omisin que unos vagos sonetos circunstanciales para el hospitalario, o vido, lbum de madame Henri Bachelier) la obra visible de Menard, en su orden cronolgico. Paso ahora a la otra: la subterrnea, la interminablemente heroica, la impar. Tambin, ay de las posibilidades del hombre!, la inconclusa. Esa obra, tal vez la ms significativa de nuestro tiempo, consta de los captulos noveno y trigsimo octavo de la primera parte del Don Quijote y de un fragmento del captulo veintids. Yo s que tal afirmacin parece un dislate; justificar ese dislate es el objeto primordial de esta nota4.

    Dos textos de valor desigual inspiraron la empresa. Uno es aquel fragmento filolgico de Novalis el que lleva el nmero 2005 en la edicin de Dresden que esboza el tema de la total identificacin con un autor determinado. Otro es uno de esos libros parasitarios que sitan a Cristo en un bulevar, a Hamlet en la Cannebire o a don Quijote en Wall Street. Como todo hombre de buen gusto, Menard abominaba de esos carnavales intiles, slo aptos -deca para ocasionar el plebeyo placer del anacronismo o (lo que es peor) para embelesarnos con la idea primaria de que todas las pocas son iguales o de que son distintas. Ms interesante, aunque de ejecucin contradictoria y superficial, le pareca el famoso propsito de Daudet: conjugar en una figura, que es Tartarn, al Ingenioso Hidalgo y a su escudero... Quienes han insinuado que Menard dedic su vida a escribir un Quijote contemporneo, calumnian su clara memoria.

    3 Madame Henri Bachelier enumera asimismo una versin literal de la versin literal que hizo Quevedo de la Introduction la vie dvote de san Francisco de Sales. En la biblioteca de Pierre Menard no hay rastros de tal obra. Debe tratarse de una broma de nuestro amigo, mal escuchada.4 Tuve tambin el propsito secundario de bosquejar la imagen de Pierre Menard. Pero cmo atreverme a competir con las pginas ureas que me dicen prepara la baronesa de Bacourt o con el lpiz delicado y puntual de Carolus Hourcade?

  • No quera componer otro Quijote lo cual es fcil sino el Quijote. Intil agregar que no encar nunca una transcripcin mecnica del original; no se propona copiarlo. Su admirable ambicin era producir unas pginas que coincidieran palabra por palabra y lnea por lnea con las de Miguel de Cervantes.

    Mi propsito es meramente asombroso, me escribi el 30 de septiembre de 1934 desde Bayonne. El trmino final de una demostracin teolgica o metafsica el mundo externo, Dios, la causalidad, las formas universales no es menos anterior y comn que mi divulgada novela. La sola diferencia es que los filsofos publican en agradables volmenes las etapas intermediarias de su labor y que yo he resuelto perderlas. En efecto, no queda un solo borrador que atestige ese trabajo de aos.

    El mtodo inicial que imagin era relativamente sencillo. Conocer bien el espaol, recuperar la fe catlica, guerrear contra los moros o contra el turco, olvidar la historia de Europa entre los aos de 1602 y de 1918, ser Miguel de Cervantes. Pierre Menard estudi ese procedimiento (s que logr un manejo bastante fiel del espaol del siglo diecisiete) pero lo descart por fcil. Ms bien por imposible! dir el lector. De acuerdo, pero la empresa era de antemano imposible y de todos los medios imposibles para llevarla a trmino, ste era el menos interesante. Ser en el siglo veinte un novelista popular del siglo diecisiete le pareci una disminucin. Ser, de alguna manera, Cervantes y llegar al Quijote le pareci menos arduo por consiguiente, menos interesante que seguir siendo Pierre Menard y llegar al Quijote, a travs de las experiencias de Pierre Menard. (Esa conviccin, dicho sea de paso, le hizo excluir el prlogo autobiogrfico de la segunda parte del Don Quijote. Incluir ese prlogo hubiera sido crear otro personaje Cervantes pero tambin hubiera significado presentar el Quijote en funcin de ese personaje y no de Menard. ste, naturalmente, se neg a esa facilidad.) Mi empresa no es difcil, esencialmente leo en otro lugar de la carta. Me bastara ser inmortal para llevarla a cabo. Confesar que suelo imaginar que la termin y que leo el Quijote todo el Quijote como si lo hubiera pensado Menard? Noches pasadas, al hojear el captulo XXVI no ensayado nunca por l reconoc el estilo de nuestro amigo y como su voz en esta frase excepcional: las ninfas de los ros, la dolorosa y hmida Eco. Esa conjuncin eficaz de un adjetivo moral y otro fsico me trajo a la memoria un verso de Shakespeare, que discutimos una tarde:

    Where a malignant and a turbaned Turk...

    Por qu precisamente el Quijote? dir nuestro lector. Esa preferencia, en un espaol, no hubiera sido inexplicable; pero sin duda lo es en un simbolista de Nmes, devoto esencialmente de Poe, que engendr a Baudelaire, que engendr a Mallarm, que engendr a Valry, que engendr a Edmond Teste. La carta precitada ilumina el punto. El Quijote, aclara Menard, me interesa profundamente, pero no me parece cmo lo dir? inevitable. No puedo imaginar el universo sin la interjeccin de Edgar Allan Poe:

    Ah, bear in mind this garden was enchanted!

    o sin el Bateau ivre o el Ancient Mariner, pero me s capaz de imaginarlo sin el Quijote.(Hablo, naturalmente, de mi capacidad personal, no de la resonancia histrica de las obras.) El Quijote es un libro contingente, el Quijote es innecesario. Puedo premeditar su escritura, puedo escribirlo, sin incurrir en una tautologa. A los doce o trece aos lo le, tal vez ntegramente. Despus, he reledo con atencin algunos captulos, aquellos que no intentar por ahora. He cursado asimismo los entremeses, las comedias, la Galatea, las Novelas

  • ejemplares, los trabajos sin duda laboriosos de Persiles y Segismunda y elViaje del Parnaso... Mi recuerdo general del Quijote, simplificado por el olvido y la indiferencia, puede muy bien equivaler a la imprecisa imagen anterior de un libro no escrito. Postulada esa imagen (que nadie en buena ley me puede negar) es indiscutible que mi problema es harto ms difcil que el de Cervantes. Mi complaciente precursor no rehus la colaboracin del azar: iba componiendo la obra inmortal un poco la diable, llevado por inercias del lenguaje y de la invencin. Yo he contrado el misterioso deber de reconstruir literalmente su obra espontnea. Mi solitario juego est gobernado por dos leyes polares. La primera me permite ensayar variantes de tipo formal o psicolgico; la segunda me obliga a sacrificarlas al texto original y a razonar de un modo irrefutable esa aniquilacin... A esas trabas artificiales hay que sumar otra, congnita. Componer el Quijote a principios del siglo diecisiete era una empresa razonable, necesaria, acaso fatal; a principios del veinte, es casi imposible. No en vano han transcurrido trescientos aos, cargados de complejsimos hechos. Entre ellos, para mencionar uno solo: el mismo Quijote.

    A pesar de esos tres obstculos, el fragmentario Quijote de Menard es ms sutil que el de Cervantes. ste, de un modo burdo, opone a las ficciones caballerescas la pobre realidad provinciana de su pas; Menard elige como realidad la tierra de Carmen durante el siglo de Lepanto y de Lope. Qu espaoladas no habra aconsejado esa eleccin a Maurice Barrs o al doctor Rodrguez Larreta! Menard, con toda naturalidad, las elude. En su obra no hay gitaneras ni conquistadores ni msticos ni Felipe II ni autos de fe. Desatiende o proscribe el color local. Ese desdn indica un sentido nuevo de la novela histrica. Ese desdn condena a Salammb, inapelablemente.

    No menos asombroso es considerar captulos aislados. Por ejemplo, examinemos el XXXVIII de la primera parte, que trata del curioso discurso que hizo don Quixote de las armas y las letras. Es sabido que don Quijote (como Quevedo en el pasaje anlogo, y posterior, de La hora de todos) falla el pleito contra las letras y en favor de las armas. Cervantes era un viejo militar: su fallo se explica. Pero que el don Quijote de Pierre Menard hombre contemporneo de La trahison des clercs y de Bertrand Russell reincida en esas nebulosas sofisteras! Madame Bachelier ha visto en ellas una admirable y tpica subordinacin del autor a la psicologa del hroe; otros (nada perspicazmente) una transcripcin del Quijote; la baronesa de Bacourt, la influencia de Nietzsche. A esa tercera interpretacin (que juzgo irrefutable) no s si me atrever a aadir una cuarta, que condice muy bien con la casi divina modestia de Pierre Menard: su hbito resignado o irnico de propagar ideas que eran el estricto reverso de las preferidas por l. (Rememoremos otra vez su diatriba contra Paul Valry en la efmera hoja superrealista de Jacques Reboul.) El texto de Cervantes y el de Menard son verbalmente idnticos, pero el segundo es casi infinitamente ms rico. (Ms ambiguo, dirn sus detractores; pero la ambigedad es una riqueza.)

    Es una revelacin cotejar el Don Quijote de Menard con el de Cervantes. ste, por ejemplo, escribi (Don Quijote, primera parte, captulo IX):

    ...la verdad, cuya madre es la historia, mula del tiempo, depsito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.

    Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el ingenio lego Cervantes, esa enumeracin es un mero elogio retrico de la historia. Menard, en cambio, escribe:

    ...la verdad, cuya madre es la historia, mula del tiempo, depsito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.

  • La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, contemporneo de William James, no define la historia como una indagacin de la realidad sino como su origen. La verdad histrica, para l, no es lo que sucedi; es lo que juzgamos que sucedi. Las clusulas finales ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir son descaradamente pragmticas. Tambin es vvido el contraste de los estilos. El estilo arcaizante de Menard extranjero al fin adolece de alguna afectacin. No as el del precursor, que maneja con desenfado el espaol corriente de su poca.

    No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente intil. Una doctrina es al principio una descripcin verosmil del universo; giran los aos y es un mero captulo cuando no un prrafo o un nombre de la historia de la filosofa. En la literatura, esa caducidad es an ms notoria. El Quijote me dijo Menard fue ante todo un libro agradable; ahora es una ocasin de brindis patritico, de soberbia gramatical, de obscenas ediciones de lujo. La gloria es una incomprensin y quiz la peor.

    Nada tienen de nuevo esas comprobaciones nihilistas; lo singular es la decisin que de ellas deriv Pierre Menard. Resolvi adelantarse a la vanidad que aguarda todas las fatigas del hombre; acometi una empresa complejsima y de antemano ftil. Dedic sus escrpulos y vigilias a repetir en un idioma ajeno un libro preexistente. Multiplic los borradores; corrigi tenazmente y desgarr miles de pginas manuscritas5. No permiti que fueran examinadas por nadie y cuid que no le sobrevivieran. En vano he procurado reconstruirlas.

    He reflexionado que es lcito ver en el Quijote final una especie de palimpsesto, en el que deben traslucirse los rastros Tenues pero no indescifrables de la previa escritura de nuestro amigo. Desgraciadamente, slo un segundo Pierre Menard, invirtiendo el trabajo del anterior, podra exhumar y resucitar esas Troyas...

    Pensar, analizar, inventar (me escribi tambin) no son actos anmalos, son la normal respiracin de la inteligencia. Glorificar el ocasional cumplimiento de esa funcin, atesorar antiguos y ajenos pensamientos, recordar con incrdulo estupor que el doctor universalis pens, es confesar nuestra languidez o nuestra barbarie. Todo hombre debe ser capaz de todas las ideas y entiendo que en el porvenir lo ser.

    Menard (acaso sin quererlo) ha enriquecido mediante una tcnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura: la tcnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones errneas. Esa tcnica de aplicacin infinita nos insta a recorrer la Odisea como si fuera posterior a la Eneida y el libro Le jardin du Centaure de madame Henri Bachelier como si fuera de madame Henri Bachelier. Esa tcnica puebla de aventura los libros ms calmosos. Atribuir a Louis Ferdinand Cline o a James Joyce la Imitacin de Cristo no es una suficiente renovacin de esos tenues avisos espirituales?

    Nmes, 1939

    5 Recuerdo sus cuadernos cuadriculados, sus negras tachaduras, sus peculiares smbolos tipogrficos y su letra de insecto. En los atardeceres le gustaba salir a caminar por los arrabales de Nmes; sola llevar consigo un cuaderno y hacer una alegre fogata.

  • Milonga de Don Quijote 1 Daniel Giribaldi2

    En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, un caballero, flaco, lungo y singular, a fuerza de morfetear libros de caballera, lleg a revirarse un da y ya colifa, el cafaa, sali a imitar las hazaas de los broli que lea.

    Y puesto pal entrevero cargaba facn y lanza; un gordinfln Sancho Panza le serva de escudero. Tena por parejero un tungo bichoco y rante;sentido, pero de aguante, puro huesos y montura: el de la triste figura lo bautiz Rocinante.

    Muy pachorriento el baturro Sancho Panza la viva. Para l, que andaba en la va, el Quijote era un buen curro. Al tranquito de su burro, sigui devoto el destino aconsejando con tino al jockey de Rocinante cuando en lugar de un gigante el otro chuce un molino.

    El cofra sali mormoso del lance con el molino, pero firme en su destino lleg con Sancho al Toboso. Tras morfar se le hizo el oso a la mina con la idea de que esa cantina rea era un castillo, y la ataera ms que una azafata:la bacana Dulcinea.

    As fue ese vagabundo, rayao pero sin malicia; la cinch por ver justicia y amor de nuevo en el mundo. Quiso la paz, fue profundo el fruto de su sesera; con su verdad que a cualquiera le da de prepo la salsa cuando deschava qu falsa, la realidad, si es fulera!.

    Cansao de tanta aventura-jinete del desengao- lleg el Quijote a su cao y se muri de amargura. De su lanza y su armadura, de su flete y de su espada, hoy por hoy no queda nada, como no sea este poco:la cordura de aquel loco nos alivi la cinchada.

    Msica: Marcos ManfreInterpretacin: Edmundo Rivero3

    1 Extrado de Bien debute y a la gurda, Buenos Aires, Torres Agero Editor, 1985.2 Periodista y poeta argentino (1930- 1984).3 Extrado de Viejo baldo, Buenos Aires, Polygram, 1994.

  • Lionel Messi, autor del Quijote 1 Juan Sasturain2

    Cuando Jorge Luis Borges en 1944 public Ficciones, acaso el mejor libro de cuentos

    de la lengua castellana, incluy un texto barroco, irnico y sin duda extraordinario que le

    haba dedicado a Silvina Ocampo cinco aos antes: Pierre Menard, autor del Quijote. Pocos

    relatos borgeanos han sido objeto de exgesis ms finas y ninguno plantea con mayor sutileza

    una cuestin tan inslita como deslumbrante. El narrador, que es un pedantsimo confidente

    epistolar del desaparecido Menard simbolista tardo, amigo de Valry, autor de una obra

    breve y fragmentaria y de un intento desmesurado, hace el relato y la detallada descripcin

    de la inconcebible empresa que se llev los mximos esfuerzos y los parciales logros del

    malogrado poeta de Nimes: escribir El Quijote.

    Porque el propsito del oscuro francs Pierre Menard no era traducir ni copiar ni

    transcribir ni memorizar la obra clsica espaola; es decir, no quera escribir otro Quijote lo

    que sera fcil, dice Borges por boca del narrador, sino escribir el Quijote, el mismo texto:

    Producir unas pginas que coincidieran palabra por palabra y lnea por lnea con las de

    Miguel de Cervantes. Un propsito meramente asombroso en sus propias palabras, para

    cuyo cumplimiento se impuso en principio un mtodo que, dentro de lo imposible, era

    relativamente sencillo: ser Cervantes.

    Para eso y ah deslumbra Borges en la enumeracin, Menard lleg a conocer

    relativamente bien el espaol del siglo XVII, recuper la fe catlica, guerre de memoria

    contra turcos y moros y consigui olvidar la historia europea entre 1602 y 1912, entre otras

    hazaas. Sin embargo, ese camino le pareci excesivamente fcil y lo desech. As eligi

    finalmente la tarea ms ardua y la nica verdadera: llegar a escribir El Quijote sin tratar de ser

    en el siglo XX un novelista del XVII, siendo apenas lo y el que era, el oscuro Pierre

    Menard. Mi empresa no es difcil esencialmente le confiesa al narrador en una de sus cartas

    con lgica perturbadora, me bastara ser inmortal para llevarla a cabo.

    De toda esa prodigiosa tarea slo quedan testimonios parciales, ejemplos de lo que

    pudo haber sido: los captulos noveno y trigsimo octavo de la primera parte y un fragmento

    del veintids. Y eso es todo.

    Hasta ah, Menard. Hasta o desde ah, la soberbia especulacin borgeana sobre la

    propiedad de las ideas y los relatos, la temporalidad reversible, el equvoco sentido que se

    ilumina hacia atrs y hacia adelante. Menard (acaso sin quererlo) ha enriquecido mediante

    1 Publicado en Pgina /12 el 24 de abril de 2007.2 Periodista y escritor argentino (1945- ).

  • una tcnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura: la tcnica del anacronismo

    deliberado y de las atribuciones errneas, concluye la indudable voz de Borges con pavorosa

    irona.

    Recurrir a estos esplendores de la ficcin y la inteligencia para referirse a un avatar

    futbolero puede parecer excesivo o al menos descaminado. Creo poder demostrar que no lo

    es.

    Cuando ya famosamente el joven Lionel Messi realiz en el Camp Nou del

    Barcelona FC, durante el crepsculo boreal del mircoles 18 de abril, para disfrute y consumo

    urbi et orbe, la maniobra prolongada en tiempo y espacio que culmin en el segundo gol de su

    equipo contra el Getafe, hubo consenso unnime e inmediato de que se trataba de un hecho

    prodigioso y, paradjicamente, comparable: el pibe haba hecho un gol igual al de Maradona

    contra los ingleses en el Mundial 86.

    En estos tiempos de ftbol mecanizado y jugadas preconcebidas con ejecutores

    obedientes, no es demasiado raro que se vean goles iguales a otros hay infinidad de casos en

    que se repiten calcados circunstancias y desempeos; lo extraordinario del caso es que,

    precisamente, lo que se vea mgicamente repetido era lo por definicin irrepetible, lo

    excepcional: el mejor gol de la historia. El de Messi no era ni mejor ni peor: era, de un modo

    inquietante, igual. No hizo otro gol parecido ni lo copi ni lo imit ni lo tradujo: simple,

    increblemente, lo hizo otra vez.

    Digo que, como Pierre Menard quiso y pudo parcialmente escribir El Quijote, Messi

    intent y pudo hacer el gol de Diego. Incluso se puede llegar a suponer o me atrevo a

    decirlo a reconstruir un propsito similar en el precoz, homlogo petiso. Es innegable que,

    como Pierre Menard, Messi o el espritu consciente o no que a travs de l se manifiesta

    alguna vez concibi la idea de hacer el mismo gol del Diego. Y es evidente que eligi como

    primera opcin, al igual que Pierre Menard, el camino de en la medida de lo posible ser

    Maradona para despus hacerlo desde el Diego. Por eso es (se hizo) argentino, por eso se

    mueve all donde se mueve, por eso ha ido a jugar a Europa en el Barcelona, por eso ha sido

    campen mundial juvenil, por eso ha tenido un primer Mundial frustrante.

    Lo extraordinario es que en algn momento, y tambin como Pierre Menard, Messi

    decidi el camino ms difcil, y decidi hacer el gol del Diego sin (esperar) ser Diego: aceler

    (literalmente) el trmite, se apur, no lleg ni a cumplir los aos ni a jugar el segundo

    Mundial ni a enfrentar a Inglaterra y, en una noche cualquiera, hizo el gol del Diego con la

    certeza y sabidura desinteresada con que da en el blanco un arquero zen.

  • Gua de lectura de Don Quijote de La Mancha

    Primera Parte

    - Quin es el autor de la historia de Don Quijote? Y el narrador?

    P: Cul es el tema del prlogo?

    I: Por qu Don Quijote se vuelve caballero? Cmo hace esa transformacin?

    II: En qu consiste la locura de Don Quijote?

    III: Cmo reacciona el ventero ante la locura de Don Quijote?

    VIII: Qu diferentes caractersticas presentan -y representan- Don Quijote y Sancho?

    IX: Por qu se interrumpe el relato del enfrentamiento con el vizcano? Cmo se retoma?

    XVI: Qu malentendido se produce en la venta de Maritornes?

    XVII: Qu explicaciones se dan Don Quijote y Sancho sobre lo ocurrido en la venta?

    XXI: Cmo obtiene Don Quijote el famoso yelmo de Mambrino?

    XXII: Quin es Gins de Pasamonte?

    XLIV: Cmo llama Sancho al supuesto yelmo de Mambrino?

    XLV: Qu nuevo enfrentamiento se produce en la venta de Maritornes? Cmo se resuelve?

    XLVI: Qu idea lleva a cabo el cura para tratar la locura de Don Quijote?

    LII: Cmo llega Don Quijote a su aldea?

    - Qu pedido hace el narrador al final de la primera parte?

  • Segunda Parte

    P: Cules son las principales motivaciones del autor para escribir la segunda parte del

    Quijote?

    III: Quin es Sansn Carrasco? Con qu novedad llega a Don Quijote?

    Sobre qu tema debaten? Cules son las diferencias entre la poesa y la historia?

    IV: Qu actitud tiene Sancho ante la posibilidad de un nueva salida de Don Quijote?

    X: Compar el episodio de los molinos de viento de la Primera Parte con la visita de Don

    Quijote y Sancho Panza a Dulcinea. Qu diferencia fundamental pods encontrar?

    XXII: Qu piensa Don Quijote sobre el engao de Basilio para casarse con Quiteria?

    XXVI: Cmo reacciona Don Quijote ante la representacin de Maese Pedro?

    XXXV: De qu forma descubre Don Quijote la manera de desencantar a Dulcinea?

    XXXVIII: De qu forma utiliza el lenguaje Sancho Panza en este captulo?

    XLII: Seleccion algunos de los consejos que Don Quijote le realiza a Sancho y formul con

    tus palabras un Declogo del buen gobernante.

    LIII: Explic con tus palabras la reflexin que Cide Hamete Benengeli realiza a partir del

    gobierno de Sancho Panza en la nsula de Barataria.

    LVIII: Cul es la opinin de Don Quijote sobre los pastores que fingen vivir en Arcadia?

    LIX: Por qu Don Quijote suspende su viaje a Zaragoza?

    LXIV: Por qu motivo el Caballero de la Blanca Luna reta a duelo a Don Quijote?

    LXXII: Quin es lvaro Tarfe? Qu le pide Don Quijote que haga?

    LXXIV: De qu forma reaccionan los diferentes personajes ante la cordura de Don Quijote?