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1 UNIDOS POR LOS FRAGMENTOS Jueves 2 de Mayo, 12,15 horas IES FARO DE MASPALOMAS

Unidos

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UNIDOS POR LOS FRAGMENTOS

Jueves 2 de Mayo, 12,15 horas

IES FARO DE MASPALOMAS

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PRESENTACIÓN

20 alumnos de cursos comprendidos entre 2º de ESO y 2º de Bachillerato y 17 profesores de diferentes departamentos didácticos, acompañado cada uno de nosotros de nuestro fragmento literario favorito o, al menos, de uno de ellos, nos unimos para compartir su lectura. “Unidos por los fragmentos” renovamos la tradición milenaria de contarse historias al calor de un fuego, en las plazas de los pueblos, en los teatros, en los cines, en internet o en el salón de actos de un instituto… una tradición que nos permite transmitir conocimientos y valores, que nos impulsa a compartir sentimientos y emociones… una tradición que, en definitiva, nos humaniza.

Cada fragmento pretende ser una provocación. Dejémonos seducir por su llamada y caigamos en la tentación de la lectura.

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PLAN DE LECTURA DEL IES FARO DE MASPALOMAS.CURSO 2012-2013

La PORTADA la hizo Nico.

ALGUNAS CITAS EN TORNO AL LIBRO

(encontradas en internet, que para eso está)

“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; de todos los demás son extensiones de su cuerpo... Sólo el libro es una extensión de

la imaginación y la memoria”.

(J.L. Borges).

“La lectura de todo buen libro es como una ‘conversación’ con los hombres más esclarecidos de siglos pasados; una conversación selecta en la cual nos descubren sus mejores pensamientos”.

(R. Descartes, Discurso del método).

“Creo que vale la pena leer porque los libros ocultan países maravillosos que ignoramos, contienen experiencias que no hemos vivido jamás. Uno es indudablemente más rico después de la lectura”.

(Adolfo Bioy Casares)

“En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia”.

(Cervantes)

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ÍNDICE DE LECTORES

UNO ……………… Ismael Muñiz profesor de Latín pag 1

DOS ……………… Adrián Lorenzo alumno de 3º ESO B pag 1

TRES ……………… Ada Navarro alumna de 2º BACH B pag 2

CUATRO………….. Sandra Álvarez profesora de C.Sociales pag 3

CINCO…………….. Amor Cáceres alumno de 1º BACH A pag 3

SEIS ……………... Margarita Díaz profesora de EPV pag 4

SIETE ………….….. Álvaro García alumno de 3º ESO A pag 5

OCHO …………….. Cristian Miranda alumno de 1º BACH B pag 5

NUEVE……………. Anabel Vega alumna de 2º BACH B pag 6

DIEZ …………….. Carmen Sánchez profesora de Inglés pag 7

ONCE …………….. Martin Gallego alumno de 3º ESO A pag 8

DOCE …………….. Francisco Ramírez alumno de 3º ESO A pag 9

TRECE …………… Belén Pineda alumna de 4º ESO A pag 10

CATORCE …….…. Lorenzo Marrero prof. de Lengua, secretario pag 12

QUINCE ………….. Galadriel Rivero alumna de 2º ESO C pag 13

DIECISEIS ….……. Agustín Betancort prof de Lengua, jefe de est, pag 14

DIECISIETE ……… Michelle Meister alumna de 1º BACH B pag 14

DIECIOCHO ……... Carmen Pérez profesora de C. Naturales pag 15

DIECINUEVE … …. Flavia Davidhi alumna de 2º ESO A pag 16

VEINTE …………… Alicia Rodríguez profesora de Lengua pag 17

VEINTIUNO ………. Natalie Rodríguez alumna de 1º BACH B pag 17

VEINTIDÓS ………. Iria Linares alumna de 2º BACH B pag 18

VEINTITRÉS ……... Manuel Eugenio profesor de Lengua pag 19

VEINTICUATRO …. Naiara Cambil antigua alumna pag 20

VEINTICINCO …… Elena Guadalupe profesora de C. Naturales pag 21

VEINTISEIS ………. Antonio López alumno de 3º ESO pag 23

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VEINTISIETE..….… Sara Romero alumna de 3º ESO A pag 23

VEINTIOCHO ….…. María Hernández profesora de C. Naturales pag 24

VEINTINUEVE ….… Patricia Pellejero alumna de 4º ESO A pag 25

TREINTA ………….. Olivia Santana profesora de Música pag 26

TREINTA Y UNO …. Vivien Makai alumna de 4º ESO A pag 27

TREINTA Y DOS ……Pedro Rodríguez profesor de Pedagogía Ter. pag 28

TREINTA Y TRES …..Moisés Omar alumno de 3º ESO B pag 29

TREINTA Y CUATRO Omar Azzouzzi alumno de 3º ESO A pag 29

TREINTA Y CINCO .. Carmen Afonso profesora de Inglés pag 30

TREINTA Y SEIS ….. Cristina Cabrera profesora de Alemán, vice. pag 31

TREINTA Y SIETE … Sandra Díaz profesora de Matemáticas pag 32

ÍNDICE DE FRAGMENTOS

UNO JOSÉ SARAMAGO “Memorial del convento”

DOS CASSANDRA CLARE “Cazadores de Sombras Ciudad de Cristal”

TRES SUZANNE COLLINS “Los juegos del hambre”

CUATRO ROSALÍA DE CASTRO “Negra sombra”

CINCO BLUE JEANS . “Canciones para Paula”

SEIS JULIO CORTÁZAR “Instrucciones para subir una escalera”

SIETE CALDERÓN DE LA BARCA ´´La vida es sueño´´

OCHO JOHN BOYNE “El niño con el pijama de rayas”¨

NUEVE RISTO MEJIDE “El sentimiento negativo”

DIEZ MIGUEL HERNÁNDEZ “Elegía”

ONCE DANN BROWN "El símbolo perdido"

DOCE SANTIAGO POSTEGUILLO “La traición de Roma”

TRECE TATIANA DE ROSNAY “La llave de sara” CATORCE JOSÉ MARÍA DORIA “Inteligencia del alma”

QUINCE OLIVER BOWDEN. "Assassin's Creed Revelaciones".

DIECISEIS PATRICK SUSKIND “El perfume”

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DIECISIETE NICHOLAS SPARKS “La última canción”

DIECIOCHO JORGE BUCAI “ El elefante encadenado”

DIECINUEVE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER, “Rimas y leyendas; El rayo de luna”

VEINTE MATHIAS MALZIEU, “La mecánica del corazón”.

VEINTIUNO FEDERICO MOCCIA "Carolina se enamora"

VEINTIDÓS STEPHENIE MEYER “The Host”

VEINTITRÉS GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ “Cien años de Soledad”

VEINTICUATRO. JANE AUSTEN “Orgullo y prejuicio”

VEINTICINCO JACQUELINE NELLY . “La evolución de Calpurnia Tate”.

VEINTISEIS CÉSAR MALLORQUÍ “La Catedral”

VEINTISIETE MATHIAS MALZIEU “La mecánica del corazón”

VEINTIOCHO SAINT DE EXUPERY “El Principito”

VEINTINUEVE FEDERICO MOCCIA “Tres metros sobre el cielo”

TREINTA GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ “El amor en los tiempos del cólera”

TREINTA Y UNO SUZANNE COLLINS “En llamas”

TREINTA Y DOS MIGUEL HERNÁNDEZ “Para la libertad”

TREINTA Y TRES R U I Z Z A F Ó N “ M a ri n a ”

TREINTA Y CUATRO SUSANA TAMARO “Dónde el corazón te lleve”

TREINTA Y CINCO VICENTE ALEIXANDRE “Historias del corazón”

TREINTA Y SEIS ISABEL ASENSI “El último Catón”

TREINTA Y SIETE ADRIÁN PAENZA “ Matemática, ¿dónde estás?”

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UNO

Baltasar no tiene espejos, a no ser estos ojos nuestros que lo están viendo bajar por el camino embarrado hacia el pueblo, y son ellos los que le dicen, tienes la barba blanca, Baltasar, tienes la frente cargada de arrugas, Baltasar, no pareces el mismo, Baltasar, pero esto es defecto de los ojos que usamos, porque ahí viene una mujer y, donde nosotros veíamos un hombre viejo, ve ella un hombre joven, el soldado a quien preguntó un día, Cuál es su gracia, o no ve siquiera a ése, sólo a este que baja sucio, canoso y manco, Sietesoles de apodo, si lo merece tanto cansancio, pero es un constante sol para esta mujer, no porque siempre brille sino por existir, escondido de nubes, tapado de eclipses, pero vivo. Santo Dios, y le abre los brazos, Quién, los abre él a ella, los abre ella a él, ambos, son el escándalo de Mafra, que se agarren así en la plaza pública, y con edad de sobra, quizá es porque nunca han tenido hijos, o tal vez se ven más jóvenes de lo que son, pobres ciegos, o puede que sean estos dos los únicos seres humanos que como son se ven, es ése el modo más difícil de ver, ahora que están juntos, hasta nuestros ojos son capaces de ver que se han vuelto hermosos.

JOSÉ SARAMAGO “Memorial del convento”

DOS

–Pareces feliz –le dijo Simon a Clary, y volvió la mirada hacia Jace–. Y eso es bueno.

Jace enarcó una ceja.

-¿Esta es la parte en que me dices que si le hago daño me matarás?

–No –replicó Simon–. Si le haces daño a Clary, ella es totalmente capaz de matarte por sí sola. Posiblemente, con una gran variedad de armas.

Jace pareció complacido ante la idea.

CASSANDRA CLARE “Cazadores de Sombras – Ciudad de Cristal”

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TRES

<<Los dos sabemos que necesitan un vencedor>>

Sí, lo necesitan. Sin vencedor, a los Vigilantes les estallaría todo en la cara: fallarían al Capitolio, puede que incluso los ejecutasen de alguna forma lenta y dolorosa, en directo para todas las pantallas del país.

Si morimos Peeta y yo, o si pensaran que vamos a…

-No, no te dejaré.

-Confía en mí-susurro. Él me mira a los ojos durante un buen rato, pero me suelta. Abro el saquito y le echo un puñado de bayas en la mano; después cojo unas cuantas para mí-. ¿A la de tres?

-A la de tres- responde Peeta, inclinándose para darme un beso muy dulce. Nos ponemos de pie, espalda contra espalda, cogidos con fuerza con la otra mano.- Enséñalas, quiero que todos las vean.

-Uno, dos.- Quizás no les importe que muramos los dos.- ¡Tres!

Es demasiado tarde para cambiar de idea. Me llevo la mano a los labios y le echo un último vistazo al mundo. Justo cuando las bayas entran en mi boca, las trompetas empiezan a sonar.

La voz frenética de Claudius Templesmith gira sobre nosotros:

-¡Parad! ¡Parad! Damas y caballeros, me llena de orgullo presentarles a los vencedores de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre ¡Katniss Everdeen y Peeta Mellark!.

SUZANNE COLLINS “Los juegos del hambre”

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CUATRO

Cando penso que te fuches, negra sombra que me asombras, ó pé dos meus cabezales tornas facéndome mofa. Cando maxino que es ida, no mesmo Sol te me amostras, i eres a estrela que brila, i eres o vento que zoa. Si cantan, es ti que cantas; si choran, es ti que choras: i es o marmurio do río, i es a noite, i es a aurora. En todo estás e ti es todo, pra min i en min mesma moras, nin me abandonarás nunca, sombra que sempre me asombras. ROSALÍA DE CASTRO “Negra sombra”

CINCO

¡Mario! Ni se ha acordado de él en toda la noche. Pero ¡si ni le ha visto! ¿Dónde se habrá metido? Después de todo lo que ocurrió ayer, no le extraña que no la quiera ver en un tiempo. Su regalo fue precioso: Canciones para Paula. Es curioso, pero con ese título podría denominarse y resumirse su cumpleaños. Mario le regaló canciones en un CD; Ángel, la canción de Katia; y Alex… aquel tema con el saxo, compuesto para ella.

No quiere seguir con aquello porque no sabe si ama a Ángel o si quiere a Álex o a los dos. Y así no puede vivir. Necesita tiempo. Necesita espacio. Para comprenderse, para saber si de verdad está enamorada de alguien. Ahora recuerda bien lo que un día le dijo su madre: “Si quieres a dos chicos al mismo tiempo, es que realmente no amas a ninguno de los dos”.

BLUE JEANS (FRANCISCO DE PAULA) . “Canciones para Paula”

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SEIS

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquier otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie.)

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimiento hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

JULIO CORTÁZAR “Instrucciones para subir una escalera” de “Historias de Cronopios y de famas”.

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SIETE

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción

Y el mayor bien es pequeño;

Que toda la vida es sueño,

Y los sueños sueños son.

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA ´´La vida es sueño´´

OCHO

Abrió la puerta, y entonces Padre lo llamó. Se levantó y enarcó una ceja, como si su hijo se hubiese olvidado algo. Bruno lo recordó en cuanto él hiso el saludo. Lo imitó a la perfección: juntó los pies y levantó un brazo, entes de entrechocar sus talones y articular con voz fuerte y clara -lo más parecida a la de Padre- las palabras con las que siempre se despedían los soldados: -Heil, Hitler- Lo cual, suponía él, significaba algo como "Hasta Luego, que tengas un buen día".

JOHN BOYNE “El niño con el pijama de rayas”¨

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NUEVE

Lo poco que sé de la vida está en los libros que nunca leo. Lo poco que sé de la vida está en las líneas que no escribí. Lo poco que sé de la vida se cuenta tomando un café, se entiende tomando una copa y se olvida tomando dos. Que nadie se me emocione ni albergue falsas esperanzas, porque con lo poco que sé de la vida, a duras penas se llena un corazón, por pequeño que sea. Empiezo por lo que sé con toda seguridad. Sé que, con suerte, te vas a morir una vez. Así que procura no morirte más veces por el camino. No hay nada peor que esa gente que se va muriendo antes de morirse del todo. Para evitarlo, te regalo un método infalible. Mientras tú vayas decidiendo, todo está bien. El día que dejes de decidir, ese día, cuidado, porque la habrás palmado un poco. Ten siempre más proyectos que recuerdos, es la única forma que conozco de mantenerse joven. Olvídate de la patraña esa de ser feliz, ya te puedes dar con un canto en los dientes si llegas a ser el único dueño de tus propias expectativas. Que un euro se ahorra, y un polvo se pierde. Para siempre. Que hay que dedicarse a algo de lo que jamás te quieras jubilar. Por mucho que te cueste pagar las facturas. Por mucho que en las reuniones de antiguos alumnos te miren mal. Es mejor dedicarse toda una vida a algo que te divierte a pese a no llegar a fin de mes, que pasarte un solo día trabajando únicamente por dinero. Entre lo poco que sé de la vida, también te diré que nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni luz de luna. Ése es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va. Ojalá ames mucho y muy bueno, incluso a riesgo de ser correspondido. Que te despojen de todo, que hagan jirones de tus ganas y que te veas obligado a remendarlas con el hilo de cualquier otra ilusión. Que desees y seas deseado, que se frustren todas tus esperanzas y que acabes descubriendo que la única forma de recobrar el primer amor, que es el propio, es en brazos ajenos. Dos emociones inútiles asociadas al pasado, arrepentimiento y culpa, y una emocion inútil asociada al futuro, la preocupación. Cuanto antes te desprendas de las tres, antes empezarás a apreciar lo único que tienes. Qué más. Ah, sí. Sé que al menos un amigo te va a traicionar, otro será traicionado por ti, y que te pongas como te pongas, los que no hayas hecho antes de los treinta, ya jamás pasarán de buenos conocidos. Cuenta sólo con los tres principales, porque a partir de ahí todo es mentira. Para terminar, y hablando del tema, déjame que te presente a tu mejor enemigo. Se llama miedo. Quédate con su cara, porque va a estar jodiendote de ahora en adelante. Miedo al fracaso. Miedo al qué dirán. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida. Miedo al tener razón.

RISTO MEJIDE “El sentimiento negativo”

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DIEZ

ELEGIA . (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)

. YO QUIERO ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano. . Alimentando lluvias, caracoles y órganos mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas . daré tu corazón por alimento. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. . Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida. . Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos. . Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo. . No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada. . En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofe y hambrienta . Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes. .

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Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte. . Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de mis flores pajareará tu alma colmenera . de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores. . Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irá a cada lado disputando tu novia y las abejas. . Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado. . A las aladas almas de las rosas... de almendro de nata te requiero,: que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. . (10 de enero de 1936)

MIGUEL HERNÁNDEZ “El Hombre y su Poesía”

ONCE

Vivir en el mundo sin percatarse del significado del mismo es como deambular por una gran biblioteca sin tocar sus libros.

DANN BROWN "El simbolo perdido"

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DOCE

-No- se escuchó una vez más desde detrás de la hermana mayor; un no diminuto en su voz, inmenso en su osadía, imperturbable en su decisión. Publio se quedó inmóvil durante unos segundos que a su esposa le parecieron eternos. El general estaba intentando recordar cuánta gente le había dicho que no con esa determinación y sólo recordaba un nombre: Quinto Fabio Máximo, pero aquél fue durante varios decenios el senador más poderoso y temido de Roma, hasta cinco veces cónsul de Roma; este nuevo sorprendente, inesperado y obstinado no provenía de una niña que no llegaba a los tres años de edad. Sin embargo, para sorpresa de todos, el procónsul se echó a reír y con él todos, sin saber muy bien por qué, rieron y en la risa encontraron cierto sosiego. Emilia se limitó a esbozar una contenida sonrisa, pero también relajó las tensas facciones de su rostro. Por un momento temió lo peor, y es que, aunque la pequeña Cornelia ya había sido aceptada como hija de los Escipiones por Lucio Emilio Paulo, su tío político, ante la ausencia de su padre, quien en el momento de su nacimiento se encontraba en África combatiendo contra Aníbal, la niña aún no había sido reconocida oficialmente por Publio y, en cierta forma, la ley le amparaba y, si así lo decidía Publio Padre, aún podía repudiar a la pequeña y obstinada Cornelia. Emilia no pensaba, no quería pensar que eso pudiera ocurrir, pues pese a su testarudez la pequeña Cornelia era una preciosa criatura que encandilaba a todos con sus ocurrencias y con su sonrisa de niña dulce, con sus hermosos rizos morenos chisporroteando por su frente y su cuello pequeños, y, sin embargo, sobre la pequeña pesaba aún la mala fortuna presagiada por la matrona que ayudó en el parto, pues la niña nació al revés, con los pies por delante, y eso era siempre señal de mala suerte. Quedaba por dilucidar si mala suerte para ella misma o para toda su familia. Como luego llegaron las noticias de la victoria de Zama, Emilia había desterrado de su mente aquellos malos pensamientos, pero la estridencia de aquel encuentro entre padre e hija le había traído a la memoria las palabras de la vieja matrona durante el problemático nacimiento de la pequeña… «Es un mal augurio, es un mal augurio»… palabras que creía olvidadas y que ahora se daba cuenta de que solo estaban dormidas.

SANTIAGO POSTEGUILLO “La traición de Roma”

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TRECE El viaje en metro hasta la calle Saintonge fue rápido: tan sólo un par de paradas y un trasbordo en la Bastilla. Al doblar hacia la calle de Bretagne, el corazón de Sara empezó a acelerarse. Unos minutos más estaría en casa. Tal vez, mientras ella estaba fuera, sus padres habían conseguido regresar y ahora estaban los dos esperándola con Michel en el apartamento. Se preguntó si era una insensata por pensar eso. ¿Acaso había perdido la cabeza? ¿Le quedaba derecho a conservar una pizca de esperanza? Era una niña de diez años y quería creer, lo quería más que nada en el mundo, más que su propia vida. Tiró de la manga de Jules para se diera prisa, y mientras recorría la calle sintió renacer en su interior la esperanza, como una planta salvaje imposible de controlar, En su interior, una voz calmada y grave le prevenía: No te creas nada, Sarah. Prepárate para lo peor. Intenta imaginar que nadie te espera que papá y mamá no están ahí, que el piso está vació y lleno de polvo y que Michel...Michel.. El número 26 apareció delante de ellos. La calle seguía igual que siempre, angosta y silenciosa. Se preguntó cómo las calles y los edificios podían permanecer inmutables y en cambio las vidas se podían transformar y destruir de golpe. Jules abrió la pesada puerta de un empujón. El patio estaba exactamente igual, con su frondosa vegetación, su olor a moho, polvo y humedad. Según avanzaban por el patio, madame Royer abrió abrió la puerta de su cubículo y asomó la cabeza. Sara se soltó de la mano de Jules y echó a correr hacia la escalera. Rápido, tenía que darse prisa, por fin estaba en casa, no había tiempo que perder. Al llegar al primer piso ya casi sin aliento, escuchó la voz inquisitiva de la . <<¿Buscan ustedes a alguien?>>. Escaleras abajo, Jules respondió:<<A la familia Starzynski>>. Sara oyó la risa desagradable y chirriante de madame Royer: <<Se largaron de aquí, monsieur. Se esfumaron. En esta casa no va a encontrarlos, puede estar seguro>>. Sara hizo una pausa en el descansillo del segundo piso y se asomó al patio. Vio a madame Royer allí, con su sucio delantal azul, con la pequeña Suzanne en brazos. ¿A qué se refería la concierge con eso de <<largarse>> y <<esfumarse>>? ¿A dónde? ¿Cuándo? No hay tiempo que perder, no hay tiempo para pensar en eso, se dijo la chica. Quedaban sólo dos pisos para llegar a su casa, Pero la estridente voz de la concierge la perseguía mientras subía las escaleras a toda prisa: <<La policía vino a por ellos, monsieur. Vinieron a por todos los judíos de la zona y se los llevaron en un autobús grande. Ahora hay muchos pisos vacíos aquí monsieur. ¿Buscan un piso en alquiler? El de los Starzynski ya está ocupado, pero en el segundo hay un apartamento precioso. Puedo enseñárselo si les interesa>> . Jadeando, Sarah llegó al cuarto piso. Le faltaba el resuello, así que apoyó en la pared y se clavó el puño en el costado para aliviar los pinchazos. Llamó a la puerta del piso de sus padres, golpeando con la palma de la mano. No hubo respuesta. Volvió a llamar, más fuerte, esta vez con los puños. Se oyeron pasos al otro lado. La puerta se abrió. Apareció un chico de doce o trece años. -¿Sí?- dijo el chico. ¿Quién era? ¿Qué hacía en su apartamento? -He venido a por mi hermano-tartamudeó ella-. ¿Quién eres tú? ¿Dónde está Michel?

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-¿Tu hermano?-dijo el chico, despacio-. Aquí no vive ningún Michel. Le dio un empujón brutal para apartarlo, sin advertir que en el recibidor había cuadros nuevos, una estantería que no le sonaba de nada y una alfombra roja y verde. El chico gritó, desconcertado, pero ella no se detuvo, corrió por el largo pasillo que tan bien conocía, giró a la izquierda y entró en su habitación. Tampoco reparó en el papel de la pared ni en la cama nueva ni en los libros y objetos personales que nada tenían que ver con ella. El chico llamó a voces a su padre y en la habitación contigua se oyeron pasos precipitados. A toda prisa, Sarah sacó la llave del bolsillo y presionó con la palma de la mano el dispositivo oculto. La cerradura del armario quedó a la vista. Escuchó el repique del timbre y un rumor de voces alarmadas que se acercaban: Jules, Geneviève y un hombre desconocido. Debía actuar deprisa, tenía que ser rápida. Mascullaba una y otra vez: -Michel, Michel, Michel, soy yo, Sirka... Le temblaban tanto los dedos que se le cayó la llave. A su espalda, el chico entró corriendo en el cuarto. -¿Qué estás haciendo?-preguntó, jadeando-. ¿Por qué has entrado en mi habitación? Ella le ignoró, cogió la llave e intentó meterla en la cerradura. Estaba demasiado nerviosa e impaciente. Tardó unos segundos, pero al fin la cerradura chasqueó, y la chica abrió la puerta del armario secreto. Un hedor pútrido la golpeó como un puño. Se echó atrás. El chico dio un respingo a su lado, asustado, mientras Sara caía de rodillas.Un hombre alto de pelo entrecano irrumpió en la habitación, seguido por Jules y Geneviève. Sarah no podía hablar, sólo temblaba, y se tapaba los ojos y la nariz con las manos, intentado protegerse de aquel hedor. Jules se acercó, le puso una mano en el hombro y miró al interior del armario. La chica notó que la rodeaba con sus brazos y que intentaba llevársela de allí. Él le susurró al oído: -Vamos, Sara, ven conmigo... Intentó separarse de él con todas sus fuerzas, arañando, pataleando, luchando con uñas y dientes, y logró volver junto a la puerta abierta del armario. En el fondo del armario había un bulto, un cuerpecillo inerte, acurrucado. Después, Sarah vio aquella carita adorable, ahora tan ennegrecida que era casi imposible reconocerla. La chica volvió a caer de rodillas, y después chilló con toda la fuerza de sus pulmones. Gritó por su madre y por su padre. Gritó por Michel. TATIANA DE ROSNAY “La llave de sara”

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CATORCE

No suelo leer de manera compulsiva. Dependiendo de mi estado de ánimo o del momento que vivo, elijo la lectura que da respuesta a estas situaciones.

En este momento, este libro da respuesta a quiénes somos y cuál es el propósito de nuestra vida.

El libro consta de 144 sentencias, máximas, o “frases de sabiduría” como las llama el autor, escogidas entre artistas, filósofos, científicos, teólogos, empresarios y médicos; que permiten reflexionar y meditar sobre diferentes aspectos de nuestra vida.

El autor, José Mª Doria, es Psicólogo y Licenciado en Derecho. Especialista en técnicas de relajación y meditación. Ha vivido en Méjico, Nepal e India.

No es fácil elegir de entre las 144 sentencias, cuál sería la favorita. No obstante, dado el momento que hoy nos une, grupo de alumn@s y profesor@s, así como el lugar, nuestro Centro; la frase elegida es:

“ Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres durante una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás para toda la vida” que fue escrita por LAO TSE.

Esta máxima puede tener múltiples interpretaciones; pero la que yo le doy en esta ocasión, hace referencia a la importancia que tiene la educación para lograr que seamos personas libres, sin dependencias. Que seamos nosotros mismos los directores de nuestro destino, sin tener que estar a la “sombra” de nadie; es decir, sin que seamos manipulados.

La idea, es que nosotros como docentes, no llevemos de la mano al alumnado durante toda la vida; sino que por el contrario, le proporcionemos aquellas herramientas necesarias para potenciar el desarrollo de sus capacidades, que les permitirá ser autónomos, y tomar con libertad sus propias decisiones.

JOSÉ MARÍA DORIA “ Inteligencia del alma”

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QUINCE

Ezio sintió algo parecido al sobrecogimiento, porque en el fondo de su corazón sabía lo que era. Se aproximó con veneración y cuando estuvo lo suficientemente cerca como para tocar la figura encapuchada de la silla, se arrodilló. La figura estaba muerta, llevaba muerta mucho tiempo. Pero la capa y la túnica blanca habían permanecido intactas al paso de los siglos, e incluso en su inquietud el hombre muerto irradiaba... algo. Algún tipo de poder, pero no un poder terrenal. Ezio, después de hacerle una reverencia, se levantó de nuevo. No se atrevió a bajarle la capucha para ver su rostro, pero miró los huesos largos de sus manos esqueléticas, extendidos sobre la superficie del escritorio, como si le atrajeran. Había una pluma y unas hojas en blanco de pergamino antiguo en la mesa y un tintero seco. Bajo la mano derecha de la figura había una piedra circular, parecida a las llaves de la puerta, pero labrada con más delicadeza y del alabastro más fino que había visto jamás, pensó Ezio. —No hay libros —dijo Ezio rompiendo el silencio—. No hay artefactos... Tan sólo tú, fratello mio. Apoyó una mano con cuidado sobre el hombro del hombre muerto. No estaban emparentados por sangre, pero los lazos de la Hermandad los unían más que los de una familia. —Requiescat in Pace, oh, Altaïr. Pensó que había captado un movimiento por el rabillo del ojo y bajó la mirada. Pero no había nada, salvo que la piedra del escritorio no estaba bajo la mano que Ezio imaginó que la tapaba. Un truco de la luz. Nada más.

OLIVER BOWDEN. "Assassin's Creed Revelaciones".

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DIECISEIS

“En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales. Aquí relataremos su historia. Se llamaba Jean-Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del de otros monstruos geniales como De Sade, Saint-Just, Fouchè Napoleón, etcétera, ha caído en el olvido, no se debe en modo alguno a que Grenouille fuera a la zaga de estos hombres célebres y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en una palabra, impiedad, sino a que su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: al efímero mundo de los olores."

PATRICK SUSKIND “El perfume”

DIECISIETE

-Tienes que aprender a perdonar..

Ronnie cruzó los brazos.

-Ya he perdonado a Will. Le he dejado mensajes..

Incluso antes de que pudiera hablar su padre empezó a sacudir la cabeza.

NICHOLAS SPARKS “La última canción”

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DIECIOCHO

.

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales….Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría librarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces?

¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Algunos de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?”.

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años. Descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

EL ELEFANTE DE CIRCO NO ESCAPA PORQUE HA ESTADO ATADO A UNA ESTACA PARECIDA

DESDE QUE ERA MUY, MUY PEQUEÑO.

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente los volvía a intentar, y al otro….Hasta que , un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

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Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede.

Tiene grabado en el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.

Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.

Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza……

JORGE BUCAI El elefante encadenado” del libro “Déjame que te cuente”

DIECINUEVE

Amaba la soledad porque en su seno, dando rienda suelta a la imaginación, forjaba un mundo fantástico, habitado por extrañas creaciones, hijas de sus delirios y sus ensueños de poeta, porque Manrique era poeta; tanto, que nunca le habían satisfecho las formas en las que pudiera encerrar sus pensamientos y nunca los había encerrado al escribirlos.

Creía que entre las rojas ascuas del hogar habitaban espíritus de fuego de mil colores, que corrían como insectos de oro a lo largo de los troncos encendidos, o danzaban en una luminosa ronda de chispas en la cúspide de las llamas, y se pasaba las horas muertas sentado en un escabel, junto a la alta chimenea gótica y con los ojos fijos en la lumbre.

Creía que en el fondo de las ondas del río, entre los musgos de la fuente y sobre los vapores del lago vivían unas mujeres misteriosas, hadas, sílfides u ondinas, que exhalaban lamentos y suspiros o cantaban y se reían en el monótono rumor del agua, rumor que oía en silencio, intentando traducirlo.

En las nubes, en el aire, en el fondo de los bosques, en las grietas de las peñas imaginaba percibir formas o escuchar sonidos misteriosos, formas de seres sobrenaturales, palabras ininteligibles que no podía comprender.

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER, “Rimas y leyendas; El rayo de luna”

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VEINTE

A la mañana siguiente me despierta el ruido molesto de unos martillazos. De pie sobre una silla, Madeleine clava un clavo encima de mi cama. Parece muy decidida, y sujeta un pedazo de pizarra entre los dientes. El ruido me resulta espantosamente desagradable, como si el clavo se hundiera directamente en mi cráneo. Luego, cuelga la pizarra, sobre la que se encuentra este siniestro escrito:

Primero, no toques las agujas de tu corazón. Segundo, domina tu cólera. Tercero y más importante, no te enamores jamás de los jamases. Si no cumples estas normas, la gran aguja del reloj de tu corazón traspasará tu piel, tus huesos se fracturarán y la mecánica del corazón se estropeará de nuevo.

El mensaje de la pizarra me aterroriza, aunque no tengo necesidad de leerlo pues ya me lo sé de memoria. Sopla un viento de amenaza entre mis engranajes.

MATHIAS MALZIEU, “La mecánica del corazón”.

VEINTIUNO

Danzo con la vida, la invito a bailar, la abrazo sin excederme, la miro a los ojos y la respeto y la amo, al igual que adoro la mirada de una mujer enamorada. Eso es. Me gustaría estar en esa mirada, dentro, siempre, ser su dueño, hacer que se sienta preciosa y única como la gota de rocío que por la mañana ilumina de repente el pétalo de una violeta.

FEDERICO MOCCIA "Carolina se enamora"

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VEINTIDÓS

¿Por qué tenía que tocarme a mí? ¿Por qué no podía continuar con aquella lista continuada de vidas perfectamente exitosas? -Creo que deberías considerar la posibilidad de una reimplantación. Un escalofrío de horror me recorrió la columna vertebral. Y no fui yo la única estupefacta ante tal posibilidad. Inmediatamente sentí la repulsa. No era una cobarde. Había esperado a lo largo de interminables revoluciones alrededor de los soles de mi último planeta, el Mundo de las Algas, como se le conocía aquí. Aunque la permanencia de los seres enraizados comenzaba a desgastarse mucho antes de lo que yo pensaba, porque las vidas de las algas se medían en siglos de este planeta, no había saltado fuera del ciclo vital de mi anfitriona. Hacer eso era un desperdicio, estaba mal y era de desagradecidos. Suponía una burla a la misma esencia de lo que éramos como almas. Convertíamos nuestros mundos en lugares mejores, y eso era absolutamente imprescindible o no nos los mereceríamos. Porque nosotros no éramos unos derrochadores. Hacíamos que todo fuera mejor, más pacífico y hermoso. Y los humanos eran brutales e ingobernables. Se habían estado matando los unos a los otros con tanta frecuencia que el asesinato se había terminado convirtiendo en parte de su vida normal. Las variadas torturas desarrolladas a lo largo de los milenios de civilización humana habían sido demasiado para mí; no había sido capaz de soportar ni siquiera los escuetos panoramas generales oficiales. El fuego de la guerra había hecho arder la superficie de casi todos los países. Un tipo de asesinato consentido, organizado y brutalmente efectivo. Quienes vivían en naciones donde imperaba la paz habían mirado hacia otro lado mientras miembros de su propia especie se morían de hambre en el umbral de sus puertas. No había ningún tipo de igualdad en la distribución de los abundantes recursos del planeta. Y para añadir aún más maldad, sus retoños, la siguiente generación, a la que los de mi especie casi veneraban porque constituían una auténtica promesa, habían sido demasiado a menudo víctimas de crímenes abyectos. Y no sólo a manos de extraños, sino a las de las personas de las que dependían, en las que confiaban plenamente. Incluso se había puesto en riesgo todo el planeta debido a errores causados por la desidia y la codicia. Nadie podía, después de comparar lo que había sido y lo que era ahora, no admitir que la Tierra era un lugar mejor gracias a nosotros. «Asesináis a una especie entera y después encima os dais palmaditas en la espalda». Cerré las manos con fuerza hasta que acabaron convirtiéndose en puños. «Podría haberme deshecho de ti», le recordé. «Pues hazlo. Haz que mi asesinato sea oficial». Yo me estaba echando un farol, pero también Melanie. Oh, ella pensaba que quería morir. Se había arrojado por el hueco del ascensor, después de todo, pero había sido en un momento de pánico. Sin embargo, considerar la idea tranquilamente sentada en un sillón cómodo era una cuestión totalmente diferente. Podía sentir correr por mis extremidades la adrenalina resultante de su miedo mientras consideraba la posibilidad de cambiarme a un cuerpo más maleable. Sería estupendo volver a estar sola y tener mi mente para mí

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misma. Este mundo era muy agradable, en más de un sentido que era nuevo para mí, y sería maravilloso poder apreciarlo sin la interferencia de una persona insignificante, desplazada y agresiva que podría haber tenido más sentido común y no haber pretendido sobrevivir de este modo convirtiéndose en un elemento sobrante. Melanie se retorció figuradamente en los recovecos de mi cabeza mientras yo intentaba considerar la cuestión de forma racional. Quizá debería rendirme... Sólo planteármelo me enervó. Yo, una viajera, ¿rendirme? ¿Abandonar? ¿Admitir el fallo e intentarlo de nuevo en un anfitrión débil y sin carácter que no me diera ningún problema? Negué con la cabeza. Apenas podía soportar pensarlo. Y... éste era mi cuerpo. Estaba acostumbrada a su sensación. Me gustaba la manera en la que los músculos se movían sobre los huesos, la flexibilidad de las articulaciones y la tracción de los tendones. Conocía su imagen en el espejo. La piel tostada por el sol, los altos pómulos de mi rostro, angulosos, y la corta capa sedosa de cabello color caoba, así como el turbio color marrón verdoso, como de avellana, de mis ojos; todo esto era yo. Me quería a mí misma. Y no iba a permitir que nadie destruyera lo que era mío.

STEPHENIE MEYER “The Host” VEINTITRÉS

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ “Cien años de Soledad”

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VEINTICUATRO

- Estoy asombrado- intervino Bingley – de que las muchachas tengan tanta paciencia para para llegar a adquirir una educación tan completa (…) Todas pintan, decoran biombos (1) y hacen monederos. Apenas conozco una que no sepa hacer todas esas cosas, y estoy seguro de no haber oído hablar de una muchacha por primera vez sin que se me informase de sus habilidades.

- Tu concepto de lo que se considera instrucción es acertado- dijo Darcy-. A muchas mujeres se les considera instruidas sencillamente porque saben hacer monederos o decorar un biombo. Pero estoy lejos de coincidir contigo en tu apreciación de las muchachas en general. No puedo jactarme de conocer sino a media docena que sean verdaderamente completas.

- En ese caso- observó Lizzy-, debe de ser usted muy exigente con las mujeres y el concepto de lo que es una instrucción completa.

-En efecto, lo soy.

- ¡Por supuesto!- exclamó Miss Bingley, su fiel admiradora-. Una mujer debe tener cabal conocimiento de la música, el canto, el dibujo, el baile y las lenguas modernas (…) Además de poseer algo indecible en su aire, en su modo de andar, en su tono de voz, en su trato y en sus expresiones; de otro modo, la calificación no la merecerá sino a medias.

- Todo eso debe poseer- añadió Darcy- y a todo ello hay que sumar (…) el desarrollo de una inteligencia por media de una lectura abundante.

- No me extraña entonces que sólo conozca usted seis mujeres completas. Antes bien, me admira que conozca usted una sola.

JANE AUSTEN “Orgullo y prejuicio”

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VEINTICINCO

“Puse la mano en el suelo y el bicho, o mejor dicho, el Cotinus Texana se bajó

despreocupado.

- ¿Qué sabes del Método Científico, Calpurnia?

Por el modo en que lo dijo, supe que eran palabras que se escribían con

mayúscula.

- Pues…poca cosa.

- ¿Qué estás estudiando en la escuela? Porque vas a la escuela, ¿no?

- Por supuesto que voy. Aprendemos a leer, a escribir, aritmética y caligrafía.

Ah, y conducta. A mí me pusieron un suficiente en postura y un insuficiente en el uso

del pañuelo y el dedal. A mamá no le hizo mucha ilusión.

- Díos santo, es peor de lo que creía -exclamó. Aunque no la entendí, fue una

afirmación interesante-. ¿Y no hay ciencia? ¿Ni física?

- Un día tuvimos botánica. ¿Qué es física?

- ¿No has oído hablar de sir Isaac Newton? ¿O sir Francis Bacon?

- No.

Ese nombre tan ridículo me dio risa, pero algo en la expresión del abuelito me

decía que estábamos tocando un asunto muy serio y que se decepcionaría si yo no me

lo tomaba así.

- Y supongo que te enseñan que el mundo es plano y que hay dragones que se

zampan a los barcos que se caen por el borde. –Me miró fijamente-. Tenemos muchas

cosas de que hablar. Sólo espero que no sea demasiado tarde. Vamos a buscar un

lugar para sentarnos.

Reanudamos nuestro camino hacia el río y hallamos sombra bajo un

hospitalario árbol en la parte baja de las pacanas. Entonces me contó unas cosas

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increíbles. Me contó maneras de llegar a la verdad de cualquier tema, no sólo

sentándote a pensar en ello como Aristóteles (un señor griego, listo pero confundido),

sino saliendo a mirar con tus propios ojos; me habló de hacer hipótesis e idear

experimentos, y de comprobar las cosas mediante la observación y llegar a una

conclusión. Y de verificar luego la fuerza de tu conclusión una y otra vez. Me habló de la navaja de Occam, de Ptolomeo y la música de las esferas, y de que todo el mundo

llevaba siglos equivocado sobre el Sol y los planetas. Me habló de Linneo y su sistema

para nombrar a todos los seres vivos de la naturaleza, y de que él seguía ese sistema

siempre que le ponía nombre a una nueva especie. Me habló de Copérnico y Kepler y

de por qué la manzana de Newton se caía hacia abajo y no hacia arriba. De que la

Luna siempre sigue un círculo alrededor de la Tierra. De la diferencia entre

razonamiento deductivo e inductivo y de cómo el señor del nombre peculiar, sir

Francis Bacon, dio en el clavo. El abuelito me contó que había viajado a Washington

en 1888 para unirse a una nueva organización de caballeros que se autodenominaban

Nacional Geographic Society. Se organizaron en un grupo para llenar los puntos

vacíos del globo, y sacar al país del lodazal de superstición y pensamiento atrasado en

que se quedó atrapado tras la Guerra de Secesión. Todo eran novedades vertiginosas

sobre un mundo muy alejado de los pañuelos y los dedales, que me fue revelado con

paciencia bajo un árbol entre abejas amodorradas y marchitas flores silvestres.

JACQUELINE NELLY . “La evolución de Calpurnia Tate”.

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VEINTISEIS

Entonces comprendí lo que sucedía. A causa de la explosión, la campana se había desprendido del eje y ahora estaba precipitándose por el hueco del campanario.

Estaba en lo cierto. Un par de segundos más tarde la colosal campana se estrelló contra el suelo del coro, dividiéndose en dos grandes fragmentos. Uno de ellos, el de mayor tamaño rebotó violentamente, destrozó las piedras del arco y, en medio de una lluvia de cascotes percutió de lleno contra el desprevenido Corberán.

La corriente de aire producida por el brutal impacto apagó la mayor parte de las velas, dejando la catedral sumida en las tinieblas. Una nube de polvo lo invadió todo. Tras unos instantes de gran desconcierto, los caballeros del Águila se precipitaron al lugar donde su gran maestre había sido alcanzado por la campana y comenzaron a retirar cascotes en un vehemente intento de rescatarle.

Un profundo crujido hizo vibrar los cimientos del templo. El resplandor de un relámpago se coló por los ventanales, mostrándome los daños sufridos por el arco que sustentaba el campanario. Me giré hacía Eric y le grité: - ¡La torre se está desmoronando! ¡Tenemos que sacar de ahí a Valentina!

CÉSAR MALLORQUÍ “La Catedral”

VEINTISIETE

Algún día es posible que tengas que pagar un precio muy alto por todo el placer y la alegría que el amor provoca. Y cuanto más intensamente ames, más intenso será el dolor futuro

MATHIAS MALZIEU “La mecánica del corazón”

VEINTIOCHO

Cuando yo tenía 6 años vi una vez una magnífica lámina en un libro sobre La Selva Virgen, que se titulaba Historias Vividas. Representaba una serpiente boa tragándose una fiera. He aquí una copia del dibujo.

En el libro decía: “ Las serpientes boas seLuego no pueden moverse y duermen durante los seis meses de su digestión”

Entonces me puse a reflexionar mucho sobre las aventuras de la selva y, a mi vez, conseguí trazar con un lápiz de color mi primer di

Enseñé mi obra maestra a los mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.

Me contestaron:

-¿Por qué va a dar miedo un sombrero?

Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa para que los mayores pudiesen entender. Siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo nº 2 era así:

Los mayores me aconsejaron que dejara a un lado los dibujos de serpientes boas abiertas o cerradas y que me preocupara más bien de la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. De esta forma abandoné a los seis años una magnífica carrera de pintor. Me había desanimado el fracaso de mi dibujo nº 1 y de mi dibujo nº 2. Los mayores entienden nada por sí mismos y es fastidioso para los niños tener que andar dando más y más explicaciones.

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Cuando yo tenía 6 años vi una vez una magnífica lámina en un libro sobre La Selva Virgen, que se titulaba Historias Vividas. Representaba una serpiente boa tragándose una fiera. He aquí una copia del dibujo.

En el libro decía: “ Las serpientes boas se tragan su presa toda entera sin masticarla. Luego no pueden moverse y duermen durante los seis meses de su digestión”

Entonces me puse a reflexionar mucho sobre las aventuras de la selva y, a mi vez, conseguí trazar con un lápiz de color mi primer dibujo. Mi dibujo nº 1. Era así:

Enseñé mi obra maestra a los mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.

¿Por qué va a dar miedo un sombrero?

Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa para que los mayores pudiesen entender. Siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo nº 2 era así:

Los mayores me aconsejaron que dejara a un lado los dibujos de serpientes boas rtas o cerradas y que me preocupara más bien de la geografía, la historia, el cálculo

y la gramática. De esta forma abandoné a los seis años una magnífica carrera de pintor. Me había desanimado el fracaso de mi dibujo nº 1 y de mi dibujo nº 2. Los mayores entienden nada por sí mismos y es fastidioso para los niños tener que andar dando más y

Cuando yo tenía 6 años vi una vez una magnífica lámina en un libro sobre La Selva Virgen, que se titulaba Historias Vividas. Representaba una serpiente boa tragándose

tragan su presa toda entera sin masticarla. Luego no pueden moverse y duermen durante los seis meses de su digestión”

Entonces me puse a reflexionar mucho sobre las aventuras de la selva y, a mi vez, bujo. Mi dibujo nº 1. Era así:

Enseñé mi obra maestra a los mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.

Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa para que los mayores pudiesen entender. Siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo nº 2 era así:

Los mayores me aconsejaron que dejara a un lado los dibujos de serpientes boas rtas o cerradas y que me preocupara más bien de la geografía, la historia, el cálculo

y la gramática. De esta forma abandoné a los seis años una magnífica carrera de pintor. Me había desanimado el fracaso de mi dibujo nº 1 y de mi dibujo nº 2. Los mayores no entienden nada por sí mismos y es fastidioso para los niños tener que andar dando más y

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Tuve pues, que elegir otro oficio y aprendí a pilotar aviones. Puede decirse que he volado por todo el mundo. Y desde luego la geografía me ayudó mucho. Sabía distinguir a primera vista China de Arizona. Es muy útil si uno se extravía durante la noche.

Así pues he tenido durante mi vida montón de contactos con montón de gente seria. He vivido mucho en el mundo de los mayores. Los he conocido muy de cerca. Y esto no ha contribuido a mejorar mi opinión.

Cuando me encontraba con alguno que me parecía un poco lúcido, le ponía a prueba con mi dibujo nº 1 que conservo aún hoy. Quería saber si de verdad era comprensivo. Pero siempre me contestaba: “Es un sombrero”. Entonces no le hablaba de serpientes boas, ni de selvas vírgenes, ni de estrellas. Me ponía a su altura. Le hablaba de bridge, de golf, de política y de corbatas. Y la persona mayor quedaba encantada de conocer a un hombre tan razonable.

ANTOINE DE SAINT DE EXUPERY “El Principito”

VEINTINUEVE

Ahora ella sale con ese .¿Quién coño es?¿Que tiene que ver con su vida ?¿Con nuestra vida ?¿Por qué ?Se sienta sobre la moto .Con intención de esperarla .Entonces recuerda las cosas que Babi le repetía siempre . -Yo odio a os violentos ,si sigues haciendo lo que te vienen en gana romperemos ,te lo juro . -Está bien ,cambiaré-le respondía vagamente él . Pero ¿y ahora ?Ahora son las cosas las que han cambiado .ya no están juntos .Ya no necesitan esconderse más. Ya no tiene que ser otro .Puede ser él mismo,cómo, y cuándo quiera .Ahora está libre. Violento y solo .De nuevo. El Thema se para delante de la barra. Espera a que se levante lentamente y luego cruza la verja.Step enciende la moto y mete la primera .Baja rápidamente de la acera y sigue al coche .El tipo ahora está solo y conduce veloz .Step da gas. Tendrá que pararse en el stop. Bajo la calle Jacini hay trafico ,coches en fila .Como siempre .El Thema se detiene .Step sonríe ,se acerca a él .Cuando esta a punto de bajar de la moto lo entiende .¿De qué serviría atizarle en la cara ,ver su sangre ,oír sus gemidos ?¿De que serviría darle patadas ,destrozarle el coche ,romperle las ventanillas con la cabeza ?¿Acaso eso le devolvería los días felices pasados junto a ella ,sus ojos enamorados ,su entusiasmo ?Sólo le habría ayudado a dormir satisfecho aquella noche. Puede que ni siquiera eso ...Le parece oír sus palabras . -¿Has visto eso ?¡Tenía razón ,eres un violento !¡No cambiarás nunca ! Entonces ,sin ni siquiera mirar al coche ,acelera .Lo adelanta tranquilo ,libre sobre

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su moto ,ágil en el tráfico de aquel día de fiesta .Solo,sin curiosidad ,sin rabia . Sigue acelerando mientras siente el viento frío sobre la cara ,el aire de la noche meterse por su cazadora . Ves, Babi , no es verdad lo que piensas .He cambiado .Y,además ,ya se sabe ,en Navidad todos son más buenos .

FEDERICO MOCCIA “Tres metros sobre el cielo”

TREINTA

Años más tarde, cuando trataba de recordar cómo era en realidad la doncella idealizada con la alquimia de la poesía, no lograba distinguirla de los atardeceres desgarrados de aquellos tiempos. Aún cuando la atisbaba sin ser visto, por aquellos días de ansiedad en que esperaba la respuesta a su primera carta, la veía transfigurada en la reverberación de las dos de la tarde bajo la llovizna de azahares de los almendros, donde siempre era abril en cualquier tiempo del año. Por lo único que le interesaba entonces acompañar con el violín a Lotario Thugut en el mirador privilegiado del coro, era por ver cómo ondulaba la túnica de ella con la brisa de los cánticos. Pero su propio desvarío acabó por malograrle el placer, pues la música mística le resultaba tan inocua para su estado de alma, que trataba de enardecerla con valses de amor, y Lotario Thugut se vio obligado a despedirlo del coro. Fue esa la época en que cedió a las ansias de comerse las gardenias que Tránsito Ariza cultivaba en los canteros del patio, y de ese modo conoció el sabor de Fermina Daza. Fue también la época en que encontró por casualidad en un baúl de su madre un frasco de un litro del Agua de Colonia que vendían de contrabando los marineros de la Hamburg American Line y no resistió la tentación de probarla para buscar otros sabores de la mujer amada. Siguió bebiendo del frasco hasta el amanecer, emborrachándose de Fermina Daza con tragos abrasivos, primero en la fondas del puerto y después absorto en el mar desde las escolleras donde hacían amores de consolación los enamorados sin techo, hasta que sucumbió a la inconsciencia.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ “El amor en los tiempos del cólera”

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TREINTA Y UNO

Lo mejor de la idea es que mi decisión de mantener a Peeta vivo a costa de mi propia vida es, en sí, un acto de desafío, negarme a participar en los Juegos del Hambre según las reglas del Capitolio. Mi objetivo privado encaja perfectamente con mi objetivo público y, si de verdad lograse salvar a Peeta…, en términos de revolución, sería ideal, porque yo valgo más muerta. Pueden convertirme en una especie de mártir de la causa y pintar mi cara en las pancartas, y eso será más valioso para levantar a la gente que cualquier cosa que pueda hacer estando viva. Sin embargo, Peeta es más valioso vivo y trágico, porque podrá convertir su dolor en palabras que transformarán a los que las oigan. Él se volvería loco si supiera lo que estoy pensando, así que solo digo:

-Entonces, ¿qué hacemos con los pocos días que nos quedan?

-Sólo quiero pasar cada minuto del resto de mis días contigo - Responde Peeta

-Pues vamos –acepto, metiéndolo en mi habitación.

Volver a dormir con Peeta es todo un lujo, no me había dado cuenta de lo mucho que echaba de menos la proximidad humana, notarlo a mi lado en la oscuridad. Ojalá no hubiese malgastado las dos noches anteriores dejándolo fuera. Me quedo dormida, envuelta en su calor, y, cuando abro de nuevo los ojos, la luz del sol entra por las ventanas.

-No has tenido pesadillas –me dice.

-No he tenido pesadillas –confirmo-. ¿Y tú?

-Tampoco. Se me había olvidado lo que es dormir de verdad.

[…]

Nadie nos molesta. A última hora de la tarde, tumbada con la cabeza sobre el regazo de Peeta, hago una corona de flores mientras él juguetea con mi pelo; de repente, se queda quieto.

-¿Qué? -Pregunto.

-Ojalá pudiera congelar este momento, ahora mismo, aquí mismo, y vivir en él para siempre.

Esta clase de comentarios, los que me dejan atisbar su amor eterno por mí, me suelen hacer sentir culpable y horrible. Pero estoy tan cómoda y relajada y más allá de toda preocupación por un futuro que nunca tendré que dejo salir la palabra:

-Vale.

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-Entonces, ¿lo permites? –pregunta él, y noto por su voz que sonríe.

-Lo permito.

Sus dedos vuelven a mi pelo y yo me quedo dormida, aunque él me despierta para ver la puesta de sol. Es como una espectacular llamarada amarilla y naranja detrás de los edificios del Capitolio.

SUZANNE COLLINS “En llamas”

TREINTA Y DOS

Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos. Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas. Para la libertad me desprendo a balazos de los que han revolcado su estatua por el lodo, y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, de mi casa, de todo. Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada. Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida.

MIGUEL HERNÁNDEZ “Para la libertad”

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TREINTA Y TRES

B a j é a l a o r i l l a y m e s e n t é e n l a a r e n a , d o n d e a ñ o s a t r á s h a b í a e s p a r c i d o l a s c e n i z a s d e M a r i n a . L a m i sm a l u z d e a q u e l d í a e n c e n d i ó e l c i e l o y s e n t í s u p r e s e n c i a i n t e n s a . C o m p r e n d í q u e y a n o p o d í a n i q u e r í a h u i r m á s . H a b í a v u e l t o a c a s a . E n s u s ú l t i m o s d í a s p r o m e t í a M a r i n a q u e , s i e l l a n o p o d í a h a c e r l o, y o a c a b a r í a e s t a h i s t o r i a . A q u e l l i b r o e n b l a n c o q ue l e r e g a l é m e h a a c o m p a ñ a d o t o d o s e s t o s a ñ o s . S u s p a l a b r a s s e r á n l a s m í a s . N o s é s i s a b r é h a c e r j u s t ic i a a m i p r o m e s a . A v e c e s d u d o d e m i m e m o r i a y m e p r e g u n t o s i ú n i c a m e n t e s e r é c a p a z d e r e c o r d a r l o q ue n u n c a s u c e d i ó . M a r i n a , t e l l e v a s t e t o d a s l a s r e s p u e s t a s c o n t i g o .

C A R L O S R U I Z Z A F Ó N … . . ” M a r i n a ”

TREINTA Y CUATRO

Cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve.

SUSANA TAMARO/ “Dónde el corazón te lleve”

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TREINTA Y CINCO

Había vivido mucho.

Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco,

muchas tardes cuando el sol caía.

Yo pasaba por allí a aquellas horas y me detenía a observarle.

Era viejo y tenía la faz arrugada, apagados, más que tristes, los

ojos.

Se apoyaba en el tronco, y el sol se le acercaba primero, le

mordía suavemente los pies

y allí se quedaba unos momentos como acurrucado.

Después ascendía e iba sumergiéndole, anegándole,

tirando suavemente de él, unificándole en su dulce luz.

¡Oh el viejo vivir, el viejo quedar, cómo se desleía!

Toda la quemazón, la historia de la tristeza, el resto de las

arrugas, la miseria de la piel roída,

¡cómo iba lentamente limándose, deshaciéndose!

Como una roca que en el torrente devastador se va dulcemente desmoronando,

rindiéndose a un amor sonorísimo,

así, en aquel silencio, el viejo se iba lentamente anulando, lentamente entregando.

Y yo veía el poderoso sol lentamente morderle con mucho

amor y adormirle

para así poco a poco tomarle, para así poquito a poco disolverle en su luz,

como una madre que a su niño suavísimamente en su seno lo

reinstalase.

Yo pasaba y lo veía. Pero a veces no veía sino un sutilísimo

resto. Apenas un levísimo encaje del ser.

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Lo que quedaba después que el viejo amoroso, el viejo dulce,

había pasado ya a ser la luz

y despaciosísimamente era arrastrado en los rayos postreros

del sol,

como tantas otras invisibles cosas del mundo.

VICENTE ALEIXANDRE “Historias del corazón”

TREINTA Y SEIS

Las cosas hermosas, las obras de arte, los objetos sagrados, sufren, como nosotros,

los efectos imparables del paso del tiempo. Desde el mismo instante en que su autor

humano, consciente o no de su armonía con el infinito, les pone punto y final y las

entrega al mundo, comienza para ellas una vida que, a lo largo de los siglos, las acerca

también a la vejez y a la muerte. Sin embargo, ese tiempo que a nosotros nos marchita y

nos destruye, a ellas les confiere una nueva forma de belleza que la vejez humana no

podía siquiera soñar en alcanzar; por nada del mundo hubiera querido ver reconstruido

el Coliseo, con todos sus muros y gradas en perfecto estado, y no hubiera dado nada por

un Partenón pintado de colores chillones o una Victoria de Samotracia con cabeza.

ISABEL ASENSI “El último Catón”

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TREINTA Y SIETE

La matemática tiene mala prensa. Eso es obvio. Yo quiero empezar una campaña para modificar la percepción que hay de ella. Me gustaría que le diéramos una segunda oportunidad, una segunda chance.

Hoy por hoy, los chicos ya vienen “elegidos” de antemano: la matemática es aburrida, pesada, difícil… O en todo caso, es así sólo si la seguimos enseñando como hasta ahora. Está claro que los docentes hemos fracasado en nuestro intento de comunicarla, de transmitirla. El propósito de este libro es tratar de revertir la imagen y de mostrar ángulos distintos, otras “formas” de hacer matemática que no sean las clásicas del colegio.

Sería interesante aproximarse a ella tratando de no dar respuestas a preguntas que uno no se hizo, sino al revés: mostrar problemas, disfrutar de pensarlos y aun de la frustración de no poder resolverlos, abordarlos de modo diferente, y que sean, en todo caso, disparadores de preguntas, de nuevas conjeturas, de nuevos desafíos, hasta poder descubrir el lugar donde está escondida tanta belleza.

Quiero presentarles un problema, ingenio si se quiere. El enunciado es muy sencillo y uno puede sentarse inmediatamente a pensarlo. Eso sí: aguántese un rato el fastidio si no le sale. Pero dedíquele un tiempo razonable, digamos, unos veinte minutos. Si le da para más, métale para adelante. Si no, puede pasar inmediatamente a la respuesta, aunque será una lástima, porque se va a perder el placer de pensar, de dudar, de frustrarse, de enojarse, de intentarlo de nuevo… En definitiva, se privará de gozar. Es su decisión.

Todo transcurre a mediados del siglo XVIII, en Königsberg, una ciudad prusiana que es atravesada por un río, el Pregel. Además, en medio del río hay dos islas. Los

pobladores construyeron siete puentes para cruzar de una orilla a la otra, pasando por alguna de las islas. La distribución es la que se ve en el gráfico. Hay cuatro sectores de tierra A, B, C y D, y siete puentes.

La pregunta es la siguiente: empezando en cualquier parte de la geografía, ¿es posible recorrer los siete puentes sin pasar dos veces por el mismo?

ADRIÁN PAENZA “ Matemática, ¿dónde estás?” (PROBLEMA

DE LOS SIETE PUENTES DE KÖNIGSBERG)

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