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01 - Por experiencia personal, nunca antes había mirado una serie de televisión en sí, o al menos nunca con la avidez que me produjo la mencionada, a partir de su primer capítulo de presentación. Con el correr de los episodios, tiempo después, comencé a preguntarme el porqué. ¿Cuál era la causa de ese lazo tan fuerte que se había creado entre la serie y yo como espectador, aun conociendo los mecanismos que funcionaban para tal fin, como estudiante de imagen y sonido? ¿A qué apelaba la serie, para movilizar en el espectador deseos de violencia reprimida? Está claro que el caso no es nuevo, ya desde Psicosis de Hitchcock quedó demostrado el lado oscuro que tenemos todos por dentro, y que posibilitaba nuestra identificación con el mortífero Norman Bates, quién asesinaba a la pobre Marion, que apenas unos minutos antes rezábamos porque escapase airosa de su acto delictivo. El caso es ya antiguo y tiene que ver con nuestro costado perverso, destructivo; pero, a su vez, en Breaking Bad se puede ver también una suerte de versión “actual” del mismo. A Walter White, su protagonista, un padre de familia claramente frustrado por muchas cosas, en precariedad económica, le llegan sus “días de furia” con el mundo. Ese concepto, de una ira reprimida palpable, es el que me interesaba trabajar, ya que se vuelve cada vez más un pilar común en el cine actual. Zizek, en un documental titulado “The Pervert´s Guide to Cinema” (“La guía cinematográfica para el perverso”), plantea algo muy similar a estas cuestiones: si por ejemplo tomamos un video juego X, que trate de un gángster que debe asesinar a los deudores de la organización mafiosa que representa, ¿qué es lo que pasa con el que lo juega? La forma usual de leerlo es por el conocido concepto de “desear ser ese Otro que no soy o que no conseguí ser, pero que me atrae”; es decir, como una suerte de lo que sería un “simulacro del Yo”. Experimento, mientras juego, de forma “inocente”, ser ese matón mafioso que nada tiene que ver conmigo en mi vida real. Esto implica justamente, tomar poco en serio la ficción que nos propone el juego, donde todo es, como dijimos, apenas un simulacro que me permite ser alguien más violento, poderoso, fuerte, extrovertido, etc. bajo el lema de “en realidad, YO soy más débil, y por esto necesito el videojuego, para

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01 - Por experiencia personal, nunca antes había mirado una serie de televisión en sí, o al menos nunca con la avidez que me produjo la mencionada, a partir de su primer capítulo de presentación. Con el correr de los episodios, tiempo después, comencé a preguntarme el porqué. ¿Cuál era la causa de ese lazo tan fuerte que se había creado entre la serie y yo como espectador, aun conociendo los mecanismos que funcionaban para tal fin, como estudiante de imagen y sonido? ¿A qué apelaba la serie, para movilizar en el espectador deseos de violencia reprimida? Está claro que el caso no es nuevo, ya desde Psicosis de Hitchcock quedó demostrado el lado oscuro que tenemos todos por dentro, y que posibilitaba nuestra identificación con el mortífero Norman Bates, quién asesinaba a la pobre Marion, que apenas unos minutos antes rezábamos porque escapase airosa de su acto delictivo. El caso es ya antiguo y tiene que ver con nuestro costado perverso, destructivo; pero, a su vez, en Breaking Bad se puede ver también una suerte de versión “actual” del mismo. A Walter White, su protagonista, un padre de familia claramente frustrado por muchas cosas, en precariedad económica, le llegan sus “días de furia” con el mundo. Ese concepto, de una ira reprimida palpable, es el que me interesaba trabajar, ya que se vuelve cada vez más un pilar común en el cine actual.Zizek, en un documental titulado “The Pervert´s Guide to Cinema” (“La guía cinematográfica para el perverso”), plantea algo muy similar a estas cuestiones: si por ejemplo tomamos un video juego X, que trate de un gángster que debe asesinar a los deudores de la organización mafiosa que representa, ¿qué es lo que pasa con el que lo juega? La forma usual de leerlo es por el conocido concepto de “desear ser ese Otro que no soy o que no conseguí ser, pero que me atrae”; es decir, como una suerte de lo que sería un “simulacro del Yo”. Experimento, mientras juego, de forma “inocente”, ser ese matón mafioso que nada tiene que ver conmigo en mi vida real. Esto implica justamente, tomar poco en serio la ficción que nos propone el juego, donde todo es, como dijimos, apenas un simulacro que me permite ser alguien más violento, poderoso, fuerte, extrovertido, etc. bajo el lema de “en realidad, YO soy más débil, y por esto necesito el videojuego, para permitirme ser lo que no soy, para adoptar la realidad VIRTUAL de un OTRO”. La idea básica de la CATARSIS, que permite lavarse las manos rápidamente de ese simulacro y nunca comprende la ficción como algo serio y hasta grave. Perfecto. Pero Zizek va un poco más lejos y nos plantea lo siguiente: ¿qué pasa si leemos este comportamiento “virtual” de modo inverso? Es decir: ¿Qué tal si yo soy verdaderamente un asesino fuerte, o un delincuente despiadado, o un héroe con una gran personalidad que, por distintas convenciones sociales, leyes, restricciones de la vida comunitaria, etc. no puedo o no me atrevo a llevar a cabo? Bajo esta lectura, la ficción tendría un peso más fuerte: es allí donde yo me estaría permitiendo ser Yo mismo. Ese es justamente el problema que

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conlleva el tomar la ficción a la ligera. La ficción en sí es justamente un símbolo de una problemática del individuo a lo largo de su historia: necesitó siempre a la ficción para, como decía Aristóteles, “sanar su alma”. Pero ¿qué pasa si su alma nunca estuvo herida, sino que, al no permitírsele ser necesitó crear la ficción?En Breaking Bad podíamos ver a un hombre, Walter White, de unos cincuenta años, casado, con notables problemas económicos, con una vida profesional frustrada aun con grandes capacidades intelectuales, y, por último, con un cáncer de pulmón en puerta; volverse un narcotraficante hecho y derecho en cuestión de meses. Mi hipótesis es que el motivo por el cual nadie duda de la verosimilitud del relato ni rechaza esa identificación con esa doble personalidad que se teje progresivamente en este protagonista; es justamente porque el simulacro que se está poniendo en juego en dicha ficción no es solamente un simulacro, sino que también esconde en gran medida una verdad, un ansía por parte del espectador de alcanzar ese estado donde “no hay nada que perder” para permitirse ser uno tal como es, autodestructivo, poderoso, violento, etc. fuera de toda restricción social.

Fuck Breaking Bad…

02 - La doble moral. La percepción BIZCA. ¿La basura sigue siendo objeto? ¿Es posible que un objeto deje de ser objeto y pase a ser basura? ¿Es la basura el “no-objeto”? Nuestro basurero es nuestra bitácora. Debemos aprender a observar la caca.

¿Saben qué? Al carajo Breaking Bad. Prefiero meterme en otro lado. Más caótico, difuso y sin objetivo aparente. A la deriva, como a mi me gusta. Pensamientos, lisa y llanamente. Es más divertido. Sí. Creía estar hablando de una cosa pero en realidad estaba hablando de otra. Nada que ver. Empecemos por acá, más atrás:

En todo lo que hacemos o decimos queremos expresar, además, otra cosa que lo que hacemos o decimos. La pluralidad de sentidos invade nuestro ser y nuestro obrar no por superposición, sino por mutuas interposiciones que no pueden rastrearse más allá de un límite en que la autointerpretación gira sobre sí misma en el vacío. La purificación de los signos no conduce a signos puros sino a los confines intransgredibles de la significación. La experiencia de ese límite –no su conocimiento, imposible por principio- constituye una herida irrestañable en el narcisismo del hombre moderno: lo expropia de la fiabilidad misma de su imagen cuya proyección debería acrisolarse en el espejo de sus actos, de sus palabras y de sus obras.1

1 Schnaith, Nelly – Las Heridas de Narciso. Ensayos sobre el descentramiento del sujeto – Catálogos, Bs. As., 1990 – Pág. 64

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Oh, Nelly, no seas cruel conmigo. Empecé hablando de Breaking Bad, pero en realidad quería decir otra cosa. Sin saber, por supuesto, lo que era. Había algo que ardía por dentro. Me encabronaba al pensarlo. Como una melodía fuerte que al ponerla despierta violencia. Recuerdo que en ese entonces, escribí esto, UN POCO al respecto:

Con los ojos ardientesCuyas violentas lágrimasQueman las mejillasSalan los labios resecos Que encierranDientesApretados, rabiosos, pastososDedos acalambradosNo sueltan CaracteresQue rugen vomitososPor ese mapa extraño y voluptuosoCon destino a ninguna parteLa hediondez se hace notarPesadaSe cierra sobre sí mismaImpidiendo decir una sola palabra másAgotada al respectoEs entonces cuando élSe levanta, camina, ríeLa risa es corrosivaSe fuerza a sí misma.Cierra el pecho.Se justifica por la no causalidad del efectoY luego se abandona a sí mismo.Ya nada es posible entonces.No es posible volver sobre ello.Se ha hecho tarde.

Me preguntaba entonces a qué venía todo esto. ¿Había estado enfermo? Quizás no. Falté. Me sentí momentáneamente incapaz. Debería remontarme a comienzos del año. Entré con quinta a fondo y parece que salí disparado por la ventana sin darme cuenta. Receso invernal, tres finales al hilo en el mismo llamado; y al otro día de vuelta a cursar. Últimamente sentía que mi cuerpo me pasaba un poco de factura por intentar engañarlo como si no hubiese habido parate y el cuatrimestre anterior simplemente seguía andando como siempre. Es que no hubo parate. Pero bueno, es el momento donde uno tiene, debe, o debería decir que es joven, que se está lleno de energía y que hay que llevarse la vida por delante. Supongamos, ¿no? Hoy en día el cansancio debe valer la pena. El cansancio debe ser hermoso. Debe sentirse. Debe permitírsele ser. Debemos llegar a la noche y debemos darnos a nosotros mismos el aval para dormir. Debemos avalar nuestro descanso. Merecerlo. Dicho en palabras simples, debemos ser

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productivos. Nuestro cuerpo dócil, como bien decía Foucault, debe estar supeditado a una actividad que lo mantenga en constante rendimiento energético. Una máquina que debe estar en marcha, como mínimo, 12 hs. diarias. El problema está en que en la facultad, o en los ámbitos donde me suelo mover, la teoría de Foucault, su fórmula para describir al hombre moderno en Vigilar y Castigar, se cumple a medias. Como él bien dice, el cuerpo por un lado es potenciado energéticamente dentro de la sociedad que lo obliga a estar en marcha, hoy en día, prácticamente las 24 hs. Es un ambiente competitivo. No hay que pensar, hay que hacer y listo. No hay que dormir. No hay que dormirSE. Hay que mantener la cabeza al frente, el pecho saliente, la columna erguida. Mostrar una posición y actitud triunfante, recta, como de un pene erecto. Venoso y triunfante, con su casco púrpura. Hay que ser fálico, como el rey. El falo es ese anexo que nos permite ser reyes. Se posee el falo: la escopeta del soldado, la corona del rey. Etcétera.Al mismo tiempo, según el autor, esto funciona y se cumple a rajatabla hasta hoy en día (él se refería a las épocas apenas posteriores al Renacimiento) por el hecho de que dicho potenciamiento energético del cuerpo a toda costa, se compensa por otro estado físico, y, por sobre todo, mental: disminuir tanto como sea posible la agudeza crítica del ser, la capacidad intelectual deconstructiva de la realidad, la observación de su entorno, la reflexión interior de lo que lo rodea. En una palabra, debe evitar cuestionarse lo que hace. El rey no puede dudar de su falo. No puede ponerlo en duda. Apenas puede nombrarlo. Deja de ser falo. Lacan mismo elabora su teoría a partir de esto mismo: “la palabra es la muerte de la cosa”. El psicoanálisis en ese sentido nació como la antítesis del hombre máquina, del cuerpo dócil. Venía a ser un arma de contrarrestación, que a partir de la palabra los esclavos se reconocían como tales e intentaban superarse. Pero el psicoanálisis moderno ha dejado de ser tal cosa. Se ha vuelto un artilugio ponzoñoso, pomposo y cómodo. Hoy en día uno no va allí a enfrentar lo peor de sí mismo, a poner a prueba su propia fragilidad como individuo. Va simplemente a consolarse. A normalizarlo todo. Para que la maquinaria siga funcionando. Si vamos con verdadera intención de sacarnos lo peor de adentro… bueno observen lo que pasará. La tarifa se irá por las nubes. Estamos dando demasiado trabajo al pobre psicólogo posmoderno light.Hago énfasis en la figura del rey porque Foucault se refiere únicamente al tiempo industrial moderno como el heredero del cuerpo dócil, sobre todo haciendo énfasis en el esclavo, sea este un obrero, soldado, etc. En mi caso opto por pensar que se puede aplicar incluso al estrato más alto de poder. No es exclusivo del esclavo. En fin.Así, el cuerpo potenciado se vuelve una máquina que solo cumple con su tarea, sin cuestionarse nada.

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Pero el problema que surge en nuestros ámbitos de diseño explica de alguna forma ese simultáneo cansancio, apesadumbramiento que solemos sentir muchos de los estudiantes que estamos sin parar todo el año. Lamentablemente no contamos con la dulzura de ese cuerpo dócil tan bien descrito por el dolape: si bien necesitamos potenciar energéticamente el cuerpo y la mente, ser efectivos y cumplir con las rigurosas exigencias académicas, al mismo tiempo debemos, en contraposición a lo planteado antes, agudizar nuestra capacidad crítica, repensar las cosas infinidad de veces, buscar alternativas en la forma de producir objetos, romperlos, criticarlos, frustrarnos, encontrarNOS en el objeto, vernos allí y que el objeto devuelva nuestra mirada, hacer frente entonces a esta frustración, etc.. El agotamiento entonces, es doble, rotundamente multiplicado. No conseguimos ser ese objeto autómata que se nutre de un quehacer repetitivo alienante, llevamos instrínseca la añadidura de un pensamiento crítico INEVITABLE. Al que muchos compañeros de la carrera huyen despavoridos. Pero la pucha, qué lamentable…En la teórica, por apuntes de compañeros que logré conseguir, se habló de todo esto, una y otra vez. Aunque no parezca, vamos más para atrás aún:esta idea del entrecruzarlo todo. Interpretarlo todo. Reinterpretar lo ya hecho. Girar como en espiral hacia arriba. No es un camino que obedece la ideología positivista propia de ese cuerpo dócil antes mencionado, de ir siempre para adelante, cuerpo al frente, con el pecho saliente, en forma rectilínea, como bien describe ese pene erecto que debería simbolizar el positivismo. El girar en espiral implica el avance hacia adelante pero aun yendo siempre hacias atrás. Volviendo sobre nuestros pasos. La idea mismísima de este escrito, de la bitácora. Implica un cuestionamiento constante. Una evaluación de lo ya hecho. Un reciclaje permanente. De alguna forma se rompe el concepto positivista de esa idea del mirar siempre por delante, lo mejor está siempre por venir. Ese es justamente el pilar del cuerpo dócil. No mirar para atrás, sigamos adelante, el progreso todo lo soluciona, la tecnología nos salvará de todos los males. Asi hasta Titanic, la bomba de Hiroshima, y nuestros cuerpos de plástico. Básicamente esto se trata, a mi entender, de una telenovela. Una historia de amor triangular. Hay tres personajes básicos: Diléctica, Positivismo, y, por supuesto, Burguesía. Como en todo triángulo amoroso, siempre se arma quilombo, (a no ser que se copen con una fiestita privada donde nos hacemos todos amigos).Resulta que con la caída de la Revolución Francesa y todo el puterío que se armó alrededor, restaba preguntarse cuál diantres sería el próximo paso. Los tiempos industriales comenzaban a hacerse notar, levemente en el horizonte. La burguesía, hasta entonces esclava del poder feudal monárquico, de golpe era ama y princesa del mundo. Como tal, no quería que nadie viniese y le ensuciara su vestido recién

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estrenado ni le arrebatara el poder, como acababa de pasar con el antiguo régimen. Hasta entonces la princesa venía noviando con Hegel, padre de la dialéctica, que afirmaba con ferocidad la condición del porvenir de la historia. La idea de que todo actual amo había sido antes esclavo. La condición cíclica, espiralada, que venimos mencionando. El esclavo, al contrario que el amo, debía crear para este. Al crear, objetos, servicios, etc., SE creaba a sí mismo. Al mirar su creación, veía su condición de tal. Al ver su condición de tal, al reconocerse esclavo, intentaba superarse, rechazaba dicha condición, avanzando frente al amo. Y asi hasta que, patapufete, el esclavo era el nuevo amo.Por supuesto que a la princesa no le gustaba tener un novio un poco hippie que un poco le tiraba ese augurio medio bajonero. Claro, la princesa lo apoyaba hasta entonces porque era una base de sustento motivacional y teórico para alcanzar el poder que tanto ansiaba. Pero una vez en el poder, ya siendo ama del mundo, le tocaba escuchar que su poder un día también iba a acabar. Y la princesa, esa burguesía feroz que avanzaba llevándose todo a su paso, comprendió esa característica fundamental que hace posible la existencia de la humanidad como la conocemos: el deseo de la inmortalidad. Volvemos para atrás y decimos la palabra: FALO. El padre castra al niño, de ese falo conjunto que posee junto a su madre, como una suerte de trampa de dedos china. El GANG-BANG

El padre entonces, corta la trampa y se pone la corona fálica. El niño, como los súbditos frente al rey, lo miran desde abajo hacia arriba, se identifican con él y hacen lo que ordena. Hay un arriba que deben alcanzar. El deseo ha nacido.

The evil was born… and follow the child Muejejeje

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La burguesía vino a ser ese padre que castro a la humanidad de su etapa fálica. Como podemos ver en los textos de Le Breton, sobre la antropología del cuerpo, en la antigüedad el cuerpo era únicamente colectivo. El cuerpo era llamado “popular”, se podía observar en los festines orgíasticos, carnavalescos; donde no se discernían olores ni rostros particulares, sino que existía un todo, un guiso de gente que constituía un cuerpo unificado. La masa reina por sobre el uni.El surgimiento del rostro, del cuerpo individual, solo fue posible gracias al surgimiento de la burguesía. La encargada de cortar ese cordón umbilicial que nos unía. Los artistas comenzaron a firmar sus obras. Existe entonces la idea de un rostro, de un nombre. El cuerpo comienza a separarse. Uno debe trabajar para ganar el sustento, algo inexistente hasta entonces. El ámbito cotidiano se separa del laboral. Etcétera, etcétera, etcétera.Es asi como surge también la idea positivista. El deseo del mañana. El futuro. El cuerpo individual tiene proyecciones, algo totalmente inconcebible previamente. ¿Por qué la burguesía se sujetó del positivismo de Comte y no de la dialéctica de Hegel? En el momento donde se configura ese nuevo sistema tanto económico como social, uno de los principales peligros para la princesa era que los esclavos se diesen cuenta que eran esclavos. La princesa aprendió de Hegel lo que no podía pasar de ninguna forma. Hubo que inventar una estrategia. El CUERPO DÓCIL era la mejor alternativa. Si el esclavo debía mirar siempre al frente, estando recto, sin vacilar ni pestañear, ni tiempo iba a tener de contemplarse a sí mismo ni a sus actos. Mientras eso no pasase, no iba a haber problema. Fue asi como Hegel fue abandonado por la princesa, que en Comte encontró ese pene venoso y triunfante que prometía no apagar jamás su llamarada.

Ojo, para mí, ¿eh?

03 - Pero aquí es donde yo mismo hago un parate. Quizás un tanto emotivo. Al menos para mi, que no suelo serlo en lo absoluto. Al menos no en el sentido en que solemos entender la emotividad comúnmente. No soy un hombre alegre, que demuestra afecto por doquier. Me cuesta mucho. Este año, a principios de año, en el nivel dos de diseño de mi carrera, descubrí algo que hoy en día me emociona, al borde de sentirme estúpido por decirlo. La idea de la bitácora. Algo que yo había escuchado en el pasado. Me asqueaba la palabra hace unos años. Me parecía estúpida, cuadrada, terca. Como la idea de un cajón donde todo se acumula cual archivo y nada más. Una concepción oficinista, mediocre. Yo creía que siempre había evitado esta idea de la bitácora, por estos mismos motivosEste año me di cuenta que la bitácora la había tenido siempre. Empecé a quedar encantado con la palabra, la repetía, la busqué por internet, etc.. Esa idea casi mágica del proceso, que, posiblemente, por estar

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inserto en una época de notables automatismos tecnológicos, no pude percibir con detalle. Ese boceto casi eterno donde revolvemos basura. La basura, por supuesto, no debe ser entendida aquí con connotación negativa. Nosotros los diseñadores, los artistas, en general, aun los más exquisitos y finos, aunque nos cueste creerlo, somos revolvedores de basura. O deberíamos serlo. No nos debe avergonzar en absoluto el término. La bitácora se trata de esto mismo, de revalorizar la basura, reinterpretarla. En “Ciudad de Cristal” de Paul Auster, el viejito que el personaje de Quinn seguía se dedicaba a esto mismo. Revolvía basura. No para venderla o hacer dinero con ella, sino, como él mismo explicaba, para “renombrarla”. Él se preguntaba respecto a cuál era el hecho que producía que ese mismo objeto, ahora denominado “basura”, dejase de ser objeto para ser considerado basura. Se preguntaba por el concepto que definía “basura” como el “no-objeto”, sobre el porqué el objeto perdía su estatuto de tal al convertirse en basura. ¿Por perder su utilidad o parte de ella? ¿Por su entidad simbólica, como, por ejemplo, algo que producía malos recuerdos? ¿Por ser algo que cayó en el olvido? El viejito ese se preguntaba por esas cuestiones estando convencido de una cosa: la basura no pierde su cualidad de objeto, sino que se transforma en otro objeto y por esto mismo insistía en renombrar esas “cosas” que juntaba en la calle. Consideraba que había que darles una entidad nueva. Al respecto podemos pensar también en la idea de la caca. La caca es muy interesante, en el sentido de que es algo que ya de por sí surge con la denominación de basura. De desperdicio que debe eliminarse inmediatamente. Como un problema. Una de las cosas más incómodas para nosotros es que cuando tiremos la cadena, la caca quede por ahí flotando libremente. Es absolutamente inconcebible. Como una suerte de exposición fortuita, de aquello que representa, literalmente, lo peor de nosotros. Aquello que viene de nuestro propio interior, horrorosamente real. Como si nunca hubiese poseído cualidad o entidad de objeto. Se asemeja o, quizás hasta recuerda, a la idea de la muerte: como los cadáveres, debe permanecer oculta, enterrada rápidamente, eliminada, etc. Al respecto, Zizek, refiriéndose más específicamente a los inodoros, hace una observación que hoy en día ha recorrido el mundo entero y no resulta novedosa, pero aun así creo necesario recordarla:

Así a fin de suplementar a Levi-Strauss, uno se siente tentado de proponer que la caca también puede servir como metiere-á-penser: ¿acaso no forman los tres tipos básicos de inodoros una especie de contrapunto correlativo excremental al triángulo culinario de Levi-Strauss? En el inodoro tradicional alemán, el agujero por el que desaparece la caca al empujar la palanca se encuentra al frente, de modo que ésta se encuentra en un primer momento ante nosotros para ser olida e inspeccionada buscando algún signo de enfermedad; en el típico inodoro francés, por el contrario, el agujero se localiza en la parte posterior, es decir, se busca que la caca desaparezca tan pronto como sea posible; por último el inodoro americano nos presenta una especie de

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combinación, un punto medio entre estos polos opuestos -la taza del inodoro está llena de agua, la cual la caca flota, visible, pero no para ser inspeccionada (…)La referencia a los inodoros no sólo nos permite reconocer esta misma tríada en el ámbito íntimo del cumplimiento de la función excremental, sino que manifiesta la mecánica básica de esta tríada con tres actitudes diferentes hacia este exceso excremental: la ambigua fascinación contemplativa; el apresurado intento por librarse del desagradable exceso como un objeto que debe ser desechado en forma apropiada. De este modo, es fácil para un catedrático clamar en una mesa redonda que vivimos en un universo postidelógico- en el momento que va al baño tras una acalorada discusión, está una vez más con la ideología (mierda) hasta el cuello..."

"El acoso de las fantasías" Slavoj Zizek 

Esta idea de la basura como no-objeto, en suma, se acerca a esa idea mítica de la prehistoria, en las épocas donde empiezan a surgir las primeras pinturas rupestres, creo yo: pintábamos un animal en la cueva y teníamos la creencia de que así, ese animal iba a aparecer para poder cazarlo y comerlo. Por el contrario, si pintábamos un animal que nos venía amenazando, con alguna tachadura o algo por el estilo, también teníamos la idea de que ese mal iba a terminar. Hoy en día, terminamos una relación amorosa, nos peleamos para el orto, y ¡rompemos la foto! Buscando que ese fulano/a desaparezca para siempre de nuestras vidas, cual excremento por el inodoro. Nunca perderemos esa herencia imaginaria mítica prehistórica, aunque nos cueste mucho creerlo. A lo que voy, en términos generales, es que la idea de la bitácora representa, una vez más, esto mismo: la idea de renombrar la basura. La bitácora viene a ser, para mí, ese inodoro alemán al que Zizek hace referencia en la cita: ese inodoro cuya meseta permite que contemplemos el excremento antes de eliminarlo. La idea es, justamente, acortar la distancia cómoda que solemos tener con los elementos que a nosotros mismos nos forman parte. O dicho de otra forma, personalmente estoy convencido de que nuestra tarea como diseñadores, artistas audiovisuales, cineastas, o lo que fuere, es trabajar justamente con esos modelos residuales, con ese “observador de la realidad” al que se referían en la teórica.

04- “¿Palabras…? Las de siempre…”

Asi empezaba yo, frente a un otro, hace unos años, a dar mis impresiones respecto de una aburrida reunión grupal que había tenido horas antes, una suerte de taller/agrupación que se proponía realizar talleres y actividades diversas en una escuela media cuya población estudiantil estaba constituida, principalmente, por alumnos con determinadas carencias económicas, algunos de ellos con antecedentes delictivos, problemas con las drogas, etc. Los talleres, que se habían divulgado por Facebook y demás, me habían parecido sumamente

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interesantes, pero una vez en la reunión, el derrumbe de mi ilusión fue estrepitoso. Un grupo de pibes como yo, en realidad, casi todas mujeres y apenas yo y otro tipo más, pasándose una pelotita (amarilla patito) de goma espuma elástica, de esas que usan los oficinistas para “desestresarse” que suelen tener este símbolo “=)” (¿es un símbolo acaso, de esa simpatía y amabilidad estúpida a la que estamos horrorosamente acostumbrados?), hablando del porqué se habían sumado al grupo y a los talleres. Las razones y los motivos rozaban el patetismo más ináudito; al menos según mi impresión. Pero lo que más me molestaba eran esas palabras y la pelotita que las llevaba. De acá para allá. Hasta el punto de marearme (“Clink clank clunk I think i´m drunk”, me acuerdo que pensé). Circulaban unos papeles, cada uno al tener la pelotita debía elegir alguna de ellas y decir la pedorrada de turno que se le ocurriera al respecto de esa palabra. (Sepan disculpar mi lenguaje coloquial, pero son días difíciles, y si bien lo he corregido varias veces, en una de ellas se me ocurrió que era importante que el estado de ánimo fuese parte de la bitácora, la problemática y todo ese bole, asi que mejor sigamos asi).Entonces, ¿palabras? Las de siempre: participación, respeto, tiempo, colectivo, individualidad, creación, encuentro, atención, escuchar, pasión, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera etcétera, etcétera, etcétera, etcétera etcétera, etcétera, etcétera, etcétera etcétera, etcétera, etcétera, etcétera.Dejo de escribir unos instantes. Me pregunto si lo que me terminó causando repulsión eran las palabras en sí o el contenido que se les fue volcando en esa reunión a partir de las imbecilidades que se dijeron al respecto de ellas, a medida que se iban eligiendo. Incluyéndome. Las palabras en sí suenan hermosas, emanan un aura solemne, utópico, como una suerte de olor a formol digamos. Olor a azulejo hospital. Tan blancas, puras, correctas, apolíneas hasta el punto de estar vacías y no decir nada.Recuerdo esto porque mi experiencia grupal en la materia viene siendo magra y bastante similar las últimas clases. Las palabras eran similares, pero la actitud que se llevaba a cabo para desarrollarlas era estúpida: PROBLEMAS me generan MIEDO. FELICIDAD surge del COMPARTIR. ¿A esto se referia Dalmiro Saenz cuando hablaba, acaso, del “fascismo de los sanos”? Dale, desafina un poquito más, pensaba.

Así nuestro público nos tira unos cuantos tomatazos y con eso comemos toda la semana y quizás la que viene también. Fuck…Esa actitud de rellenar porque sí, cumplir con la tarea porque sí, (hacer la carrera porque sí, vivir una vida entera porque sí, ir a Europa porque sí, coger porque sí, casarse y tener hijos porque sí); rápido que

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terminamos y mirá que rápido que rajamos; no dejo de verla por todos lados en mi grupo y en mis otros grupos de toda mi carrera y sinceramente me empieza a agotar. No es algo particular de la materia, por supuesto, una materia que considero sumamente aprovechable desde todo punto de vista; ni tampoco de la/s carreras, todas sumamente aprovechables.

Lo puedo ver incluso en el postulado objeto que debimos llevar la primer o segunda clase, que abundaba en mi grupo a sobremanera: acohol en gel, stickers, bolsa de plástico, idioteces semejantes. Está claro que vivimos en una era plastificada, en la era del significante. Bueno ¿a eso quería llegar, en este revoltijo de pensamientos que por no poder ordenarlos demoré mi fecha de entrega? La era del significante. Ahí va.De lo que está en la superficie. Eso que un buen alcohol en gel puede paliar rápidamente. Los ojos deben estar llenos. La mente debe estar vacía. El cuerpo debe ser dócil. Insistiré con esto. Seguimos viviendo en el SXIX. Y ni nos dimos cuenta. Toda la tecnología y los aparatejos que venimos usando y regocijándonos, no representan progreso alguno. Lamento desilusionarnos. Podemos ver a Tom Cruise en Oblivion, una película de tecnología descomunal, contando un melodrama al mejor estilo culebrón de opereta; maquillado como moderno. La tecnología representará progreso únicamente cuando veamos si puede renovar nuestro lenguaje, sociedad, relaciones de poder, etc.. Sino es simplemente una añadidura más.

Las palabras entonces, resonaban en mi cabeza y salían disparadas como en una suerte de “filtro cama elástica”, donde al no ver conexión desaparecían del mapa: me gustaría comenzar por entonces, por las únicas palabras que me parecieron pertinentes para el objeto de estudio:

Enloquecer FUNCIONAL

Crisis (NO ESTABA, LA PUSE YO AHORA). ES FUNDAMENTAL, COMO NO SE ME OCURRIÓ.

Fiaca – Frustración – Fracaso. La tríada de las F macabras que tanto

tememos. FAIL!!!

EMOCIÓN. Los por qué y para qué.

Lenguaje, ficción, ¿CULTURA? SI, EMPECEMOS POR AHÍ.

INTUICIÓN: inconsciente, pulsional, fuerza

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Y algo más, pero me olvidé

Había empezado partiendo de BREAKING BAD. Para hablar de qué? De la identificación de la persona con ese costado macabro en uno?El pensamiento era lo que importaba. Entonces me olvidé de la serie. Preferí ir más alla.

Partí entonces del concepto de FICCIÓN. Como simulacro de la

REALIDAD. Pero aun asi había algo que no me cerraba. Era demasiado sencillo. Planteaba entonces a la Ficción como esa Realidad oculta en nosotros, que por distintas, leyes, imperativos, convenciones sociales, etc. no nos atrevíamos a llevar a cabo. La ficción entonces se volvía algo mucho más fuerte que un simple juego de conocimientos cognocitivos catárticos que nos llevaban a la identificación dramática. Había algo más fuerte.

05 – MANIFIESTO (¿??) FINAL

Me interesaba explorar ese lazo que se tejía entre espectador y ficción.

Entonces… Qué haría yo para DISEÑAR algo que plantee estás problemáticas? Yo estudio Imagen y Sonido. Mi primer respuesta casi intuitiva, estúpida y obligada fue: “haría una película que hablase de ese mismo lazo, que señalase lo que el espectador le está sucediendo. Que lo hiciese formar parte”. Eso sería algo asi como realizar una película que fuese la contrapartida de La Lista de Schindler por ejemplo. Película patética y falsamente denunciante. Película que apela a la catarsis desmesurada. El espectador se identifica. PERO ESO NUNCA JAMÁS LE ESTÁ PASANDO A ÉL. Hay una distancia cómoda que lo separa de lo que está viendo. Puede llorar y sufrir. Pero gracias a esa distancia cómoda que lo protege. Ese es el límite que impone la catarsis. La identificación está y el espectador vive lo que sucede en pantalla. Puede notar el sufrimiento de los judíos en manos de esos nazis. Pero nada de lo que está pasando tiene que ver con él, le afecta de manera alguna o debe responder de alguna manera. No.Nada de eso es asi.Pero al mismo tiempo yo pensaba que de todas formas hacer una película como objeto de diseño que acortara esa brecha de comodidad y pasara a interrogar al espectador buscando quitarlo de su “lugar feliz” era algo que ya está hecho hasta al reverso. En “Noche y Niebla” de Resnais ya está esto presente y con gran fuerza. La película enuncia,

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frente al espectador, a los gritos: “Esto sucedió porque vos dejaste que sucediera.”De alguna forma volvemos siempre a los mismos temas. Eso me encanta.Es como que la historia gira sobre si misma.Los nazis mataban a los judíos con una premisa por demás infantil (además de, por supuesto, horrorosa e inhumana); pero la base era infantil. Era no aceptar aquello que salía de la regla. ¿No es, acaso, la misma forma que tienen los niños de primer grado que, recién cargados con los primeros mandatos de buen comportamiento paterno, denuncian frente al maestro distintas actitudes de sus compañeros? “Profe, él dijo una mala palabra”. Aquel que sale de la regla, de la norma, es culpable. Debe ser castigado. El nazismo en sí, por lo que pude estudiar, no es más que este tipo de comportamiento llevado al extremo más macabro.Como podemos leer en Edipo Rey, de Sófocles; la esfinge que supuestamente aterroriza el pueblo de Tebas con sus males, cuando Edipo quiere darle muerte; le exclama: “el abismo al que me arrojas está dentro de ti”. Allí está la base del problema. No es un problema del Otro. Es un problema mío. Esa es la trampa en la que cae tanto el nazismo como la película “La Lista de Schindler” que supuestamente lo denuncia: ambos se niegan a ver la verdadera causa del problema, de su angustia, de la fragilidad de su existencia, de su odio, de su miedo. DE todo aquello que vive dentro de ellos. EN la película, porque pretende realizar una denuncia y una “crítica” al nazismo, apelando al mismo mecanismo: lo que mencionábamos antes, la catarsis cómoda, dónde todos los hechos trágicos que acontecen, por más sangrienta que sea la forma de contarlos, son absolutamente ajenos a mi. Yo puedo llorar y sentir tristeza, pero nunca más allá de lo meramente inmediato y efectivo. Nunca desde lo reflexivo o emocional.En el primer caso, del nazismo a secas; pretendían exterminar una causa a un problema, siendo ellos mismos la causa de ese problema. El odio que yo puedo tenerle a otro, nunca será a causa de ese otro, sino siempre a causa mía. Yo soy el que odia al otro, que el otro deje de existir o no nunca influirá sobre el odio que yo tengo hacia esa persona.Hay otra película, de televisión, desconocida, llama “Conspiracy”, que habla de una supuesta (ficticia, quizás, vaya paradoja decir esta palabra en este texto) reunión final entre los militares nazis de alto mando, momentos antes de la caída final del Reich. Uno de ellos, en un ambiente distendido, fumando puros y tocando vinilos, le dice al otro: “No podemos matar a todos los judíos”. El otro, algo sorprendido, le pregunta porqué. “porque nos quedaríamos sin nadie a quién matar”. La respuesta entonces, es evidente. Se matarían entre ellos. La causa real del problema nunca fueron los judíos. Solo representan la cara visiblemente arbitraria del problema.

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Asi podemos ver entonces a la ficción y a los signos. Bajo este mismo concepto. Los signos en tanto que significantes son la cara arbitraria que se ubica sobre el contenido (el fondo) del signo. La ficción es aquella herramienta arbitraria que yo utilizo con vías a comunicar un mensaje.

La pregunta final sería entonces, cuál es mi mensaje acá? Sigo sin encontrar el rumbo…Cuál sería el diseño a partir de todo esto?...

Martín Tricárico

Síntesis – Manifiesto.

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