Upload
others
View
1
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
UNIVERSIDAD AUT^ METROPOC'I.TANA
UNIDAD IZTAPKAPA
DIVISION : CIENCIAS SOCIALES Y HUINIIDADES
DEPARTNFNTO D E H I STOR I A
"EL' R I T O Y L'OS LABERINTOS DIVERSOS EN ' , El: NOMBRE "- D E
JUAN RUCFO"
AL'UMNO :MART I N GALLEGOS GONZAC'EZ
MATR I CUI'A : 90330 459
PARA LA OBTENCION DEL' GRADO DE
L I CENC I ADO EN L E T R A S H I SPAN I CAS.
OCTUBRE 2000
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
ÍNDICE
€ 1 mito y los laberintos diversos en El hombre de Juan Rulfo.
Los mitos y su definición 2
Mito y cuento 10
El laberinto 17
Laberinto y literatura 27
Mito y laberinto 30
La trama y el argumento, otros laberintos en
31
49
53
57
midades 77
€I hombre.
El discurso, otro laberinto 8
El motivo de Teseo
Alcancía y el mito
Los perseguidos o e I laberinto de ident
Conclusiones 79
1
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
El mito y los laberintos diversos en El hombre de Juan Rulfo
Los mitos y su definición
Para todos, reino de fantasía sin limite ni freno es el mundo de la
mitología,
Universo que sirvió de inspiración a poetas y artistas. Todas las Bellas
Artes se han nutrido de ella hasta la exageración; los poemas épicos, las
novelas, el teatro y el cine (que en la actualidad ha sido llamado séptimo
arte) milagro en que ha sido plasmadas la imagen y la palabra.
2
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
Todo ese mundo abigarrado de sueños fantasmagóricos, de dioses, héroes y
monstruos en un colorido contraste. Por ese fabuloso universo, campo de 10
irreal y lo ilógico, estaremos conduciendo nuestro análisis. Muchas de las
veces nos sentiremos arrastrados en ese torbellino, en esa urdimbre, en
que todo parece inseguro, pues varian los nombres y las diferentes
versiones muchas de las veces resultan para nosotros contradictorias. Pero
el tema bien vale la pena. De acuerdo con Moreau de Jones (gran estudioso
de los mitos antiguos) quien asevera que: estos relatos con frecuencia
extravagantes y casi siempre brillantes de imaginación y de gracia, han
alimentado durante miles de años la literatura de los pueblos, antiguos y
modernos.
Suele definirse a la mitología como una colección de fábulas y leyendas
en los que intervienen indiscriminadamente dioses y héroes de la
antigüedad. Robert Graves define al mito como la reducción de la
taqukyafia narrativa de la pantomima ritual realizada en los festivales
públicos y registrada gráficamente en muchos casos en las paredes de los
templos, en jarrones, sellos, tazones, espejos, cofres, escudos, tapices,
etc.112
' Jones, Moreau de. Los tiempos mitológicos, Shapire, Buenos Aires, 1947. pág.52 Graves, Robert. Los mitos griegos I, Alianza-Patria, México, 1992, pág. 1 l .
3
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
ES decir que parte de esta mitografía se representaba en ritos que
promovían a ferti l idad y la estabilidad en el reino. Es por ello que eran
parte de la vida cotidiana, sobre todo en los recipientes y vasijas en que
diariamente comían o tenían un parcial uso directo. Eso es en cuanto a la
relación cotidiana con el mito, sin embargo ahondaremos en la definición
para precisar. La definición de mito que hace Erich Kahler en el libro
Nuestro laberinto asevera que; Mithos vino a ser la palabra para el sentido
del relato más antkyo, primordial de los orkenes del mundo, en la
revelación divina o la tradición sagrada de los dioses y semidioses y de la
génesis del cosmos y de la cosmogonia; llegó a contrastar claramente con
Epos la palabra como narración humana, - y a partir de los sofisias- con la
palabra consirucción h~mana.~
Por o t r o lado cabe hacer hincapié en la definición de la mitología como
una ciencia que estudia a los mitos y su arte para interpretarlos. No se
puede hablar de mitología prehistórica ya que los hombres primitivos no
poseían la concepción de dioses únicamente tenían un atisbo de religión de
maná cuyo carácter instintivo en el hombre, fue el respeto a lo suyo y a lo
familiar, o sea, al culto a los antepasados, el honrar a los muertos, las vagas
' Kahler, Erich. La persistencia del mito en Nuestro laberinto, FCE, México, 1972, pág.84
4
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
creencias acerca del paisaje en que vivía, de los objetos que tocaba, en fin,
pero eran incapaces de crear mitos y leyendas.
El hombre que habitó en las cuevas de Altamira o el que descubrió el
fuego, no poseía la capacidad de captar más que el exterior que le
circundaba. Unicamente asentía su supervivencia con el puro instinto animal:
su mito era la lucha contra la vida.
Se debe tener en cuenta que gran parte de los mitos son esencialmente
de carácter popular y anónimo, surgidos de la tradición oral, y en eso no
existe diferencia con respecto de las leyendas. Para Hornero, mito
significaba simplemente Palabra cuya acepción tiene que ver con el relato
confirmado por testimonio. Inscri ta en el gran universo cultural de los
mitos, cuyo carácter popular es irrefutable, está la clasificación de los
llamados mitos sabios, inventados por un poeta o un filósofo. En realidad la
mayor parte de los mitos o fábulas que el pueblo ha transmitido y
conservado de manera prudente y celosa. Tendrían posteriormente, una
adecuada incorporación como elementos primordiales en las importantes
obras de ar te y literatura universal. La génesis de los mitos estuvo bajo el
importantísimo influjo de artistas, especialmente de poetas. Recordemos
que Hornero, en sus conocidas obras La I/;a¿a y La Odsea, dejó un gran
5
""- . .. L._xI".
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
caudal de información sobre el panteón griego y sus mitos.
La existencia misma de Hornero ha sido cuestionada, también se ha
transformado en un mito, se han aventurado hipótesis de que tal personaje
no existió, que el poeta griego sólo fue el símbolo de todos los cantores de
Grecia, que de pueblo en pueblo y de tiempo en tiempo fueron colectadas
las tradiciones que están insertas en el poema. Empero dejemos de lado la
hipótesis de la existencia de Hornero y concretemos que el poeta dejó
sentadas las bases de la mitología griega y que Hesíodo, en su Teugunia, dio
a conocer la más antigua cosmogonía mítica de Grecia. El tema de los mitos
inundó a todas las obras literarias de la antigüedad clásica, el influjo fue
total y no paso inadvertido a los grandes autores; Plutarco, Ovidio con su
Mefamurfusis, Cicerón, Píndaro, Lucano, etc., incluyen en sus obras,
nombres, expresiones, fábulas y ritos de mitología. Imposible conocer su
lenguaje sin conocer los mitos. ES obvia importancia de conocer toda la
mitología para la cierta comprensión de determinados párrafos que muchas
de las veces suelen mantenerse oscuros.
Si lo mitológico es fábula y leyenda, con dioses y héroes protagonistas,
según se ha mencionado con anterioridad, cabe establecer una barrera
6
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
entre lo que es el mito y lo que es la creencia. Hay una confusión entre los
dos términos y tal confusión es de carácter lingüístico. Cuando se habla de
religión, la griega como ejemplo inmediato, se alude principalmente a las
fábulas encantadoras, a veces burdas, que los poetas griegos han referido
acerca de SUS dioses y héroes. Dicha confusión tiene su razón de ser al
mismo tiempo que su excusa, ya que el fundamento de toda mitología es
poseer una religión, pero cuando se encuentra en el terreno de lo científico,
es preciso evitar la religión. La creencia o religión y la mitología, aunque han
coexistido, conservan rasgos particulares que marcan su diferencia. Por un
lado vemos que la creencia ha derivado del acto de fe, surgido de los
sentimientos y la esperanza, mientras que por el otro lado el mito ha sido
concebido a partir de la imaginación. Si admitimos la necesidad
diferenciadora de estos conceptos y crear una delimitación para la especial
exposición del tema, y para evitar confusiones, cabe decir que no todo es
fácil y absoluto. Sería un error grave pensar que toda creencia primitiva es
mitología y que de esta nace, merced al progreso, la religión. Por o t ro lado,
mitología y creencia no pueden lograr convertirse en un dogma, y un dogma
adoptar, signif icativamente, la forma de leyenda.
Cabe preguntarse. ¿Cuándo y en que forma apareció el mito? El hombre
7
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en EZ hombre
de la prehistoria no había podido superar el complejo de inferioridad
psíquica. LOS fenómenos externos que no eran capaces de comprender, le
inspiraron una cierta y rudimentaria manera de predisposición religiosa que
fue transmutada de sorpresa temerosa a la acobardada esperanza. Pero tal
sorpresa no saltaba sus límites; carecía de imaginación e inteligencia para
efectuar una adecuada representación de los poderes de los espíritus
invisibles con un carácter sobrenatural. Otra de las preguntas obligadas es.
¿De quién son los mitos? Los mitos son de origen desconocido: Los mitos no
tienen autor4 dice Levi-Strauss, provienen de una larga tradición oral. Uno
de los rasgos propios del mito es; su anonimidad que se encuentra
netamente ligada a un poder duradero sobre la conciencia colectiva
conjuntamente con su aptitud de nacer y renacer siempre,
transformándose. Otros de los rasgos lo son la ductilidad y la propiedad
indivisible. Es decir que la ductilidad permite al mito una metamorfosis sin
perder su esencia. Tomemos como ejemplo la existencia de un relato
abierto lo bastante plegable a las circunstancias de lugar y tiempo para
prestarle a la metamorfosis sin olvidar su primera identidad. Como segunda
instancia, el mito es visto como un bien común, al que todo mundo considera
4Barthe~, Roland Mitologius, Siglo XXI, México, 1980, págs. 199-224.
8
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
SU dueño por apropiación, sin poder agotarlo jamás.
Este último rasgo del mito nos acerca su lado receptivo, estamos
pensando en la función de modelo de acción que efectúa el mito en las
sociedades tradicionales, donde cada receptor se identifica con el héroe o
con el dios, reviviendo o representando de nuevo el gesto que ha instaurado
el medio, para decodificar en el tiempo presente su situación particular.
Roland Barthes5 asevera que el mito es la constitución de un sistema
comunicacional, es decir un mensaje. Esto de alguna manera podría
indicarnos que el mito no se trata de un objeto, un concepto o una idea. Más
bien ref ¡ere particularmente a una forma de significación.
9
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
Mito y cuento
Existe la gran posibilidad de que el mito tuviera un entrelazamiento a
partir de la génesis del r i to . El r i to es un a@ que se encuentra formado, a
diferencia del mito que se encuentra definido como un a& que se ha dicho.
De esta manera se está prescindiendo del elemento dramático inserto en
las religiones y nos quedamos, entonces, con su particularidad épica.
El pueblo griego asignaba el término Myiho al relato cuyas tradiciones
importantes son las que brindan una respuesta para aquellas
Ibidem.
10
Martin Gallegos Gonzdez El mito y los laberintos diversos en El hombre
inconmensurables interrogaciones. El hombre cuestiona su contexto, ese
entorno suyo que es su universo.
¿Qué signif ¡can para el hombre todos los fenómenos qué le son externos
a su conciencia? La noche y su oscuridad, lo mismo que la diáfana luz de la
mañana. Su inmediata respuesta pudo haber sido, esto es un ser supremo,
ajeno y lejano a su comunidad, Dios, el dador de vida, el cielo, las estrellas,
el sol, la luna, la t ierra misma con sus movimientos tectónicos. El mito posee
internamente, en su significación la forma de pregunta y respuesta, el ser
humano pregunta y su universo es contestatario. El mito satisface, no
únicamente la necesidad epistémica, sino también la necesidad, de modo
particular, más irracional de la fantasía. Existe un acuerdo sobre el
carácter or/gina/ de los mitos, es decir, que no son inventos de la
imaginación humana para explicar el universo, sino que expresan el
fundamento, el principio.
Según Kerenyi6: la mitología no responde a la pregunta ¿Por que?, Sino
¿De dónde?, N o es etiológica, sino que parte de los comienzos o primeros
principios.
En cuanto uno se abandona al mundo de la fantasía de imágenes, éstas se
Véase C. Kerenyi en "Ensayos sobre una ciencia de la metodología." en Estudios Latinoamericanos, University of Columbia, New York, 1984, pág.7.
11
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
elongan unas sobre otras y terminan por obtener la racionalízación del mito.
Observemos como ejemplo la contemplación en el vuelo del pájaro, de la
mariposa, la experiencia del salto, concatenado al onírico deseo de volar,
generan y dan cabida a los mitos sobre dioses fantásticos cuyas espaldas
estaban ornamentadas por alas enormísimas que procuraban su vuelo para
observarnos desde las alturas, desde donde éramos vistos como esas
criaturas despreciables, esos humanos.
Las teorías que manifiestan el origen de la función del mito, no se
contraponen a las teorías sobre el origen de la función narrativa. No
sabemos que es lo que haya ocurrido en el período de la prehistoria, pero en
la historia existieron muchos mitos que semejaban cuentos. Muchos
historiadores, entre ellos Evémero de Misenia asevera que los mitos
tuvieron una derivación de cuentos basados en personas reales, que por SUS
hechos y hazañas fueron especialmente admirados y posteriormente
diviniza dos. Tomemos como ejemplo el hecho de que se cuentan las
hazañas de un rey o de un hombre cuyas fuerzas son extraordinarias; luego
resulta que el rey se transforma en Zeus, y el forzudo en Herácles. Lo
dicho puede ser resultado de una conjetura no muy verificable como
suposición; la idea de que si tales o cuales personajes se volvieron famosos
12
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
fue porque SU vida histórica tuvo una configuración afín con las formas
mentales del mito. Tampoco se puede verificar si los mitos son una
consecuencia de cuentos que personificaban a la naturaleza, es decir sus
fenómenos y SUS fuerzas que eran significadas bajo la forma de héroes
tipos y de ciclos sociales. O contrariamente; si los cuentos reelaboraron los
hechos, explicados desde una perspectiva misteriosa y mágica. Debió
existir una línea de sacerdotes cuentistas o cuenteros sacerdotales que
narraban los mitos y mitificaban cuentos entrelazando sus tramas y sus
temas que posteriormente sufrían una separación.
En los inicios de la cultura, origen de civilización; el lenguaje, el mito y el
ar te se desprendían de un universo común que no podía distinguirse de
entre lo real y lo fantástico. De tal manera que ni aun entre uno y o t r o
había distingo en sus funciones específicas. Es decir que nunca sabremos
como empezaron a dividirse entre sí, el cuento del mito y el mito del
cuento.
Los eventos en la mitología forman el subsuelo o la fundación del mundo,
puesto que todo yace sobre ellos. Son ellos hacia donde todo lo individual y
particular regresa y desde donde se forma; ellos permanecen sin época,
13
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
eternos, invencibles en la primordialidad sin tiempo, en un pasado
indestructible por SUS renacimientos eternamente repetidos. Por otro lado,
observamos que la competencia resultante entre las religiones ayuda a
confundir lo que de suyo ya coexiste como confuso, un cristiano intentará
desacreditar el mito pagano adjudicándole el adjetivo de ficción y en
cambio lo ficcional bíblico será para éI toda verdad.
Entre el mito, de las diversas culturas más importantes de la antigüedad
(mitologías griegas, mitologías escandinavas, etc.), y el cuento literario
moderno van y vienen distintas formas difíciles de ser clasificadas:
leyendas, tradiciones, fábulas, consejas, parábolas, y otras.
Mito y cuento son aspectos de la metamorfosis simbólica de la realidad
ocurrente en el lenguaje. Ernest Cassirer en SU libro Antropdogia históríca
’ no ha visto bien la correlación entre pensamiento, lenguaje y mito. El mito
es un intento verbal para expresar la emoción con que el hombre se asoma
al origen y sentido del universo. El mito pues es una forma narrativa. Sin
duda en esta forma narrativa persiste la intervención de infinidad de
dioses y demonios; pero esta presencia de agentes de origen externo y
sobrenatural, no basta para dar a una narración el carácter de mito.
’ Véase a Ernest Cassirier. Antropología histórica, FCE, México, 1982.
14
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
Hay narraciones que son cuentos, no mitos, y sin embargo se
caracterizan por que imitan mitos con la voluntad, sea de revitalizarlos
estáticamente, sea de parodiarlos con ironía; algunos pueden observarse de
primera intención, otros no, se encuentran insertos y disfrazados por el
desconocimiento o irreflexión del mismo autor.
La diferencia entre mito y cuento suele ser mucho más compleja que el
mero asunto tratado. Quizás, en la personalidad, del que cuenta y del que
escucha o lee; en su psicología, en su estado de ánimo, en sus intenciones y
en SUS perspectivas. Nadie quien crea en un mito, puede imaginarse que
alguna vez éste, pudiera haber sido elaborado por alguien o que tuviera un
autor. Hornero en la Odisea usa la palabra Mitologuein en el sentido de
repetir con las mismas palabras un relato que ya se ha dicho una infinidad
de veces. Pensamos que es aqui en donde se encuentra el secreto del mito:
se le conoce como algo dicho sin que a ninguno de nosotros se le halla
ocurrido, ¿Cuándo, dónde, para qué, por qué y quién lo dijo?
Podemos observar que existen cambios en la estructura de los mitos, sin
embargo durante miles de años han mostrado una admirable permanencia.
Aristóteles ha mencionado en la Poética que mito es ese núcleo que no
cambia ni puede hacerlo dentro de la acción imitada por el arte; a lo sumo el
15
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
artista, poeta, escritor, etc. puede tomar un segmento y desarrollarlo
artísticamente. El mito es colectivo y perdurable pierde su alma al entrar al
cuento. pierde su valor como explicación del universo y como educación
moral. Su contenido ontológico se vacía en moldes formales puramente
artísticos y allí se transforma en fantasías increíbles, en parodias
ingeniosas, en lujos ornamentales y cultos, en temas útiles para que el
escritor profundice en la psique de SUS personajes. De acuerdo con Rollo
May que dice que esto demuestra que los mitos no necesitan que se les
conozca especÍficamente. Los mitos son patrones arquetl;oicos de la
conciencia humana. '
May, Rollo. La necesidad del mito, Paídos, Barcelona, 1992, pág.37.
16
Martín Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
El laberinto
De acuerdo con muchos de los variados estudiosos del aspecto social de
las ciencias sociales, uno de los elementos estratégicos en la escritura de
más uso para hacer observable los problemas de la sociedad lo es y seguirá
siendo la metáfora, Una de esas figuras más rica que se ref ¡ere al aspecto
espacial habitable y simbólico es el laberinto.
El laberinto como definición, designa un espacio cuya delimitación se halla
patentizada por paredes que convergen, dificulta y obstaculizan el libre
tránsito, digámoslo así, en línea recta. Es una construcción que debido a su
compleja geometría puede mantener cautivo a quien intente internarse en
esa arquitectura. La ideologización de lo laberíntico puede ser utilizado
como una analogía formulada a partir de cualquier travesía efectuada, cuya
meta principal es la búsqueda de sentido, y por tanto como una metáfora de
17
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
la actividad psíquica del ser humano. Si aseveramos que cualquiera que sea
la búsqueda o tránsito por un espacio lo mismo que en el aspecto temporal,
tal hecho puede clasificarse como laberíntico en la medida en que presente
10s mismos obstáculos, además de generar digresiones, posibilitando una
interacción involuntaria del efectuante en el recorrido.
Lo circular representa la forma cerrada, una fórmula de completud;
perfecta, autónoma de certidumbre. En cambio el laberinto posibilita
digresiones, potencializa las incertidumbres. Se puede pensar como un
parangón a lo dudoso del trayecto, a la súbita potestad de lo no nacido. Es
la forma por excelencia de la formulación de hipótesis. Luego entonces el
laberinto humaniza lo perfecto absoluto, lo torna complejo, además de
volverlo contingente y escurridizo.
Cuando todo se vuelve laberíntico en sus trazos nos encontramos ante
espacios semejantes al de las ciudades del Medioevo, en los que los viajeros
podían perderse para así volver a encontrarse de manera fortui ta con los
otros. Lo laberíntico alude principalmente al orden espacial, sin embargo
gracias a su ímago representativa y simbólica podemos hacer la observación
de que está representada, también por el tiempo y el aspecto psicológico de
la conciencia humana.
18
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en EZ hombre
La implicación de lo laberíntico alude principalmente a una vasta red de
procesos complejos. El tiempo de por sí enteramente complejo en su forma
lineal y fluida, imaginemos la dificultad que persiste cuando un tiempo se
bifurca, duplica y se muestra simultáneamente para un viajero del tiempo.
El viajero del laberinto físico sufre una serie de desorientaciones;
primeramente de manera visual ya que coexiste en un interior deformado y
cercado con múltiples barreras que hacen perder el sentido de orientación,
posteriormente el tiempo para el viajero se colapsa y deja de ser, ya que no
se tiene noción del tiempo y espacio reales.
Ya hemos dicho arriba que lo laberíntico genera la posibilidad de duda e
incertidumbre. Veamos entonces como utiliza este elemento en su ficción
Jorge Luis Borges. La obra de Borges, entraña el tal vez y el acaso; SU
óptica de la realidad y del sueño es parpadeante predomina la duda sobre la
certeza.
No haremos un estudio aquí sobre la obra de Borges, utilizaremos de éI
su visión particularmente filosófica en la clasificación de los laberintos.
Para Borges el aspecto espacial es tan importante como lo es el aspecto
temporal, por ejemplo, la refutación al tiempo que hace Borges surge a
partir de que no puede soportar la idea de un tiempo sucesivo, ya que tal
19
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E/ hombre
sucesividad conduce ante el temor a la muerte. Al negar el tiempo se niega
el espacio. Para Borges los espejos quedan determinados como espacios que
remiten a una sucesión espacial no menos angustiosa que la sucesión
temporal. Podría suponerse que nos observamos ante dos espejos que se
encuentran confrontados; por ambos lados la sucesión de imágenes es
abismalmente infinita y cuando se t ra ta de las sucesiones laberinticas - los
laberintos sin centro o con centro mortal sobre todo en Ficciones- estamos
ante una sucesión quebrada que no nos permite (..) matar al Minotauro. 9
Para Borges un mundo lleno de sucesiones tiene varios aparentes salidas.
Una de ellas consiste en recurrir al tiempo circular vemos que este salir es
un no salir que acaba siempre por conducirnos al laberinto."
La idea de un tiempo cíclico se halla repetidamente en Borges de la
misma manera sucede con los laberintos, la idea de un mundo cíclico, de un
tiempo circular que se cierra sobre sí mismo no es privativo de nuestra
sociedad moderna, es frecuente en muchas civilizaciones, está en el
pensamiento de aztecas y mayas, en Heráclito, en los pitagóricos y abunda
en las sectas herméticas. El universo es un ciclo, es también un laberinto.
€n efecto, al carecer de centro, el mundo de las ficciones borgianas puede
Ramón Xirau. "Borges: De la duda a lo eterno dudoso" en Antologia, Diana, México, 1989, pág.283. ' O Ibidem
20
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
convertirse en aquello que por definición, carece de centro, el laberinto.
En ciertas formas de circularidad como el caso del cuento La biblioteca
¿e Babel se presenta un infinito edificio de galerías hexagonales, nos
encontramos ante círculos sin centro, ante formas circulares cuyo centro
inexistente es el vacío.
Si se asevera que todo lo que carece de centro es laberíntico, podríamos
entrar a un problema de definición muy particularizado. Ya que para el
análisis del cuento que nos interesa cabe aclarar que tiene centro y además
este centro es mortal.
En primera instancia podemos aclarar que para todo sitio existe un
centro ya sea imaginario o real, traigamos a colación el cuestionamiento
capcioso ¿Hasta dónde puede entrar un perro en un bosque?. La respuesto
es breve al mismo tiempo que lógica: Hasta la mitad, después comienza a
salir. Es decir que todo plano espacial indudablemente tiene un centro o al
menos una mitad, dependiendo desde la perspectiva en que está observado.
Ahora bien, para Borges el tiempo y el espacio tienen una coexistencia, la
negación de uno nulifica 01 otro. AI negar el tiempo sucesivo, Borges
pretende inútilmente prescindir de este mundo espacial, por o t r o lado, si se
prescinde de lo eterno debe de generar otro mundo que signe al nuestro:
Xirau. Loc. cit.
21
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E2 hombre
ese tiempo circular y laberíntico, es el que nos instala en un mundo de
sueños que es un mundo de pesadilla. AI respecto, apunta Ramón Xirau del
padre Brown de Chesterton; lo que más nos angustia a todos es un laberinto
sin centro por eso el atekmo, no es sino una pesadifIa.lz
En la obra de Borges podemos encontrar una variedad de tipos de
laberintos:
1) Exteriores naturales cuya caracteristica se distingue en ríos,
mesetas, desiertos y cuevas.
2) Exteriores artificiales; son los que se encuentran denotados por
edificios tales como el de Abencaján el Bejarí, la casa t r is te Le Roy, la
Ciudad de los inmortales, la casa de Asterión y E/ jardh de los senderos
que se bifurcan.
3) Internos anímicos; el orgullo, el odio, la inseguridad y los deseos.
4) Internos espirituales; la búsqueda, el conocimiento o la verdad.
5) Simbólicos; el mundo de Tlon, la biblioteca de Babel, la lotería de
Babilonia, la novela de Tsúi Pán.
6) Temporales.
7) Espaciales formados por la desintegración de sus limites
convencionales.
'' Xirau, Ram6n. Elpadre Brown de Chesterton, Op. cit., pág. 308.
22
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
8) Artísticos conformados por las obras mismas.
Son estos y algunos otros los que constituyen no únicamente el laberinto
literario sino además la imagen misma de Borges tal y como se plantea a sí
mismo en El Hacedor. Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo.
A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, reinos
l..). Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de lineas
traza Ia imagen de su cara.13
Ya hemos visto como se encuentran tipificados los laberintos en Borges.
Ahora veremos como está manifiesto en el artículo que escribe Lauro
Zavala, "La ciudad como laberinto". Lauro Zavala apunta de una conversación
entre Stefan0 Rosso y Umberto Eco sobre una tipología muy particular de
los diversos laberintos. Umberto Eco, menciona Zavala, expone una tipología
personal sobre el laberinto como un arquetipo en la organización de sentido.
Según dicha teoría, apunta Zavala; existen tres t@os de laberintos;
circulares o micénicos, arbóreos o barrocos y paradójicos o r izomát ico~.~~
La primera definición que encontramos es la del laberinto clásico o
''Barges, Jorge Luis. "El hacedor" en Otras inquisiciones, Emecé, Buenos Aires, 1974, pág. 854.
Lauro Zavala La ciudad como laberinto en La Jornada semanal (Núm. 249. 20 de marzo de 1994), p.34-37
23
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E2 hombre
circular. Dicho laberinto al que sitGa la l iteratura clásica, un recorrido
efectuado por el héroe mitológico Teseo de acuerdo con el mito griego. En
dicho laberinto podemos hallar una sola salida con su única entrada. De
hecho, entrar a un laberinto circular significa que se desea vencer ahún
conflicto especifico/ y que se desea encontrar además la salida que lleva de
regreso alpunto de partida, a lo familiar y al espacio de que se parti6
Hacer el recorrido por este laberinto podría significar que se ensaya una
estratagema que pueda auxiliar, de alguna manera, para encontrar una
verdad total y eterna. En tales laberintos, ta l y como sucede en las
ficciones policiacas, las búsqueda terminará en el punto de que partió ya
que no existen ambigüedades en la verdad.
Vemos que Eco apunta en la misma dirección que Borges al plantear una
visión del mito del eterno retorno que manifiesta Mircea Eliade en su obra
con el mismo nombre. Una urbe micénica cuya lógica circular, es una polis
extremadamente regida por normas impuestas por la propia lógica de la
razón y el poder vertical; únicamente es admisible como una sola verdad,
aunque presente el posible de extraviarse en otras tantas opciones de
apariencia dudosa. Tal estructura tiene en sí una correspondencia con el
l 4 Lauro ZavaIa, Op. cit. pág. 35.
24
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
mundo clásico antiguo en el que únicamente es requerimiento accesar
mediante una clave para, de esta manera, poder llegar a su "Axis mundi" O
centro de la búsqueda.
Otro de los laberintos que tipifica Umberto Eco en contraste con el
anterior es el que ha denominado como laberinto arbóreo, tal laberinto,
desde SU perspectiva visual, ya que tiene la forma de un árbol puede
ramificarse en diversas posibilidades en donde cada opción física o
simbólica, cada camino y cada relación pueden ser ramificada en distintas y
variadas posibilidades y que tistas como consecuencia originen,
circunstancialmente nuevas verdades en esta clase de laberinto siempre
hay más de una solución, y la presencia simultánea de opciones verdaderas
genera las paradojas de/ tiempo y del espacio. l5
La última clasificación que menciona Eco es la del laberinto que posee en
su interior a otros semejantes a éI y mucho más diversos; es un laberinto
de laberintos semejante a las cajas chinas o las matrushkas rusas, cada uno
de los laberintos internos tiene características semejantes a las antes
referidas de los diversos laberintos, de acuerdo con la forma del recorrido
y de la percepción del recorrido.
A este tipo de laberinto Eco lo ha llamado laberinto rizomático. Este
25
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
laberinto se encuentra representado como una amplia red de relaciones
interminables y virtuales, ya que al existir más de una entrada, de igual
manera, existen diversas soluciones posibles. Dice Eco que toda verdad es
posible en estos laberintos, aunque también toda mentira puede ser
convertida en realidad, según el contexto en el que se efectúe el recorrido.
16
En estos laberintos sucede de manera semejante como sucede en el
sistema neuronal, cualquier punto efectúa una conexión con cualquier o t ro
punto de forma simultánea. El laberinto rizomático no posee ni principio ni
fin, no es un contenedor de verdades que puedan ser llamadas como únicas y
totalitarias, no tiene una sola solución sino diversas y variadas soluciones.
Este espacio es un espacio de virtualidades en donde todo es posible y los
caminos, cualquiera que se tome, pueden conducir a cualquier sitio que se
quiera llegar. Este es el espacio de lo imaginario.
l 5 Ibidem. Ibidem, pág.36
26
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
Laberinto y literatura
Lo arcaico del tema del laberinto es patente, sin embargo lo que podemos
ver como nueva es la expresión artística que corre paralela hasta
intersectarse el tema con la estructura de una obra literaria. Los
escritores son insuperables constructores y creadores de laberintos
artísticos; construyen una literatura que es, al mismo tiempo, una
confrontación dialéctica mediante la mitificación, la escritura y la
estructuras. Las narraciones tienden a mitificarse cuando han señalando los
orígenes y los destinos, simbolizan verdades que llegan a profundizar las
recreaciones de los procesos naturales de eterna repetición, exponiendo
sus fuerzas instintivas y persistentes.
El mito y la literatura se complementan mediante la expresión de las
condiciones de lo humano en todos sus aspectos. En el inicio de la literatura
27
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
hispanoamericana lo que era reproducido en su discurso era una realidad
que se percibia con audaces intentos testimoniales y denuncia; la oposición
fundamental del tópico civilización versus barbarie que constituían el real
fondo de una dicotomía maniquea que era presentada al lector. En la obra
de los escritores contemporáneos tal dicotomía es presentada como una
realidad frente a una irrealidad, y se ha trastocado de documentalismo a lo
ambiguo. Como un nuevo realismo novelesco, la valoración de auténtico de
las obras puede observarse, determinada por un lenguaje que logra
reinventar el plano dimensional de la realidad conocida, los novísimos
intentos del saber llevan a indagaciones del pasado y futuro; el tiempo
psicológico se torna en espacio creado para las travesías mentales de
búsquedas y encuentros. La imagen del laberinto y su símbolo sirven de
modelo a estructuras literarias en cuyos límites el lector y el autor están
participando. Cada nueva lectura reinventa la odisea de la existencia
humana; llegara la meta; al centro del laberinto literario que ofrece una
perspectiva totalizante de la obra; las interrogantes ticas y espirituales no
tienen respuesta, pero se descubre esa nueva dimensión estética.
Ya hemos mencionado sobre el aspecto del tiempo psicológico visto como
un espacio en que elaboran las travesías mentales. En la ficción actual
28
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
observamos que una progresión sucesiva y equilibrada de ideas; las
imágenes son dinámicas, se mueven de manera súbita e irregular como los
sueños. El f luir de la conciencia, el ser psíquico de los protagonistas,
presupone una temporalidad revelado fuera de lo convencional y lo
cronológico. El laberinto de un texto literario patentiza un discurso que
desvía y enmascara el secreto con un trastorno aparente; ello es según
Carlos Fuentes la conexión del lenguaje con todos los niveles y
orientaciones, no de la ’ realida4 sino de lo real.17
Para encontrar el orden secreto del espacio literario, el lector se
tiene que obligar a tomar en cuenta no únicamente los sucesos y los enigmas
del lenguaje mismo, internarse en la obra es entrar al laberinto. Es
recorrer los pasillos, los corredores que, muchas de las veces, llegan a
cruzarse, las exasperantes salas, galerías que son paralelas y
perpendiculares. Revisar las escaleras y sus descansos, los balcones
interiores, recrear la historia. Llegar al centro es encontrarse con el
desenlace: el enigma. Esta fisión de lo laberíntico arquitectónico con lo
literario distingue las creaciones más representativas de la narrativa de
este siglo XX.
17 Fuentes, Carlos. La nueva novela hispanoamericana, Joaquín Mortiz, México, 1969, pág.56.
29
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
Mito y laberinto
El laberinto mitológico era el centro de actividades dedicado a los
grandes misterios, la vida y la muerte: en dicho interior se protegía a un
rey-dios muerto y como consecuencia la preservación de su vida en ese otro
espacio que es el trasmundo, procurando renovar la existencia venciendo a
la muerte. El laberinto es una tumba y un templo en el ar te de la literatura
el cual se encuentra perfectamente constituido del aspecto religioso. La
referencia a lo laberíntico, en específico al laberinto de Creta en cuyo
centro habita - un hombre con cabeza de toro- es concreta y constituye el
pensamiento sensato entre tantos absurdos. La idea de una casa hecha para
que la gente se pierda es tal vez más raro que la existencia en el centro de
un hombre con cabeza de toro. Pero ambas ideas coexisten mediante el
auxilio mutuo. Por un lado vemos una casa monstruosa cuyo centro es
30
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en EI hombre
vigilado por un hombre de apariencia monstruosa, esto ha conformado gran
parte del mito que ya hemos mencionado.
La trama y el argumento, otros laberintos en 'El hombre':
Hemos mencionado arriba sobre la definición y la permanencia del mito
inserto en los cuentos. Sobre la estructura profunda en que se encuentran
fundamentados los mitos clásicos. Ahora partiendo de la definición que
manifiesta Umberto Eco sobre la clasificación de las diferentes
estructuras que constituyen a los laberintos rizomáticos, decidimos hacer
el análisis del cuento de Juan Rulfo, E/ hombre. Aceptando como premisas
que el texto, su estructura, su argumento, trama y sentido pueden
decodif icarse como un laberinto rizomático. fundamentalmente, cuando
hablamos arriba de los mitos, su definición, su origen, estamos hablando del
mito griego del laberinto y el Toro de Minos, materia que compete a
nuestro análisis.
En cuanto a trama y argumento, estamos partiendo del supuesto
general de que las obras literarias han sido producto de una actividad
netamente humana, constituidos en su elaboración con materia en continua
transformación; el lenguaje, cuya finalidad es la satisfacción de
necesidades o fines de humano interés. Obras en la que esta materia
31
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
transformada queda inserta en un discurso en donde torna un tratamiento
específico que lo hace distinto de otros usos Iingüísticos.
La finalidad propuesta tiene su punto de partida en expectativas
concretas y universales del hombre, de donde se genera su función de
presentar, explicitar o resolver interpretaciones de conflictos y
contradicciones de la vida histórica. Apoyándonos en el postulado de la
existencia de una estructura de superficie o patente y otra llamada
profunda o latente, formulada por Noam Chomsky, en relación con los
sistemas lingüísticos y de discurso, se pueden distinguir diferentes niveles
de la forma-sentido o niveles textuales, a los que corresponderían los
diversos niveles de andisis. El primero que apreciamos es el nivel inmediato
o de manifestación directa, el cual se encuentra constituido en el marco
narrativo por la anécdota narrada; los actores, los ambientes, los hechos.
Es decir por datos directamente ofrecidos en la manifestación lingüística.
En segundo lugar están los niveles mediatos que son los niveles de
profundidad y que constituyen datos elaborados por el cuestionamiento del
análisis. O sea que pueden tener sentido en el contexto de una teoría y por
tanto pueden ser sistematizables.
Dentro de este mismo nivel observamos el subnivel secuencia1 que se
32
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
encuentra conformado por las acciones y situaciones organizadas de
acuerdo con SU muy particular lógica. Es el subnivel secuencia1 el que actúa
sobre el doble plano del significado, en el sentido de las acciones y de las
situaciones. Otro subnivel inserto, es el nivel actancial que comprende un
inventario y caracterización de actores, por sus papeles actoriales y sus
rasgos distintivos. Un tercer subnivel lo es el subnivel indicia1 que funciona
como un inventario y clasificación de las características psicológicas,
biográficas de los actores, además de ambientes, atmósferas,
connotaciones contextuales y categorías tempoespaciales.
Un cuarto subnivel lo es el denominado sémico, que se encuentra
constituido por unidades de significado, que son los elementos
fundamentales, como semas nucleares y contextuales de los componentes
del mundo narrado, organizado sobre ejes semánticos en niveles de
homogeneidad semémica o isotopías, y por último el subnivel del discurso
literario que es la descripción de los rasgos pertinentes de la formulación
lingüística; registros, enunciados, códigos y campos estilísticos. Cada uno de
estos niveles se encuentra constituido por elementos que se hallan
relacionados en una organización dinámica en la que se conducen desde un
estadio a otro mediante una serie de transformaciones por evolución o
33
Martin Gallegos Gonzdez El mito y los laberintos diversos en El hombre
cambio que se analizaran por ser fundamentos de significado y sentido.
En un cuento o novela la narración literaria es un proceso en el cual un
actor o conjunto de actores pasa de una situación inicial hasta una situación
final. Tal proceso se constituye mediante una serie de hechos que
transcurren en determinado tiempo y que ocurren en determinados
espacios. La narración literaria es el discurso emitido por un emisor
ficticio, destinado a un receptor, de la misma manera, ficticio para
comunicarle hechos imaginarios.
La operación de significación, consiste en la invención de una historia
que se concreta como una realidad irreal, que sólo existe cuando se la
narra, pero que simboliza a los conflictos humanos. Una teoría de la
comunicación como la formula A.A. Leontev podría explicar el cuento de
Rulfo como proceso semiótico, como elaboración de una concordancia entre
una situación concreta, en la que se basa una actividad, es decir, entre el
contenido, el motivo y la forma de esa actividad por un lado y la estructura
y los elementos de la expresión verbal por otro.I8
Hemos observado que la historia narrada es un proceso que se
desarrolla desde una situación inicial hasta una situación final, a través de
l 8 Schmidt. Teoría del texto, problemas de una lingüística de la comunicación verbal, Cátedra, Madrid, 1977, pág.27.
34
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
una serie de situaciones dinámicas de cambio que han constituido la
situación media o de evolución.
AI respecto comenta María del Carmen Bobes Naves que:
Como e/ texto literario, frente al meramente histórico, debe contar con un princ@io y un final, y en el presente relato lo “real” es solamente una escena imitada en unas coordenadas de tiempo y de espacio, el princ@io y el final de esa escena únicamenie pueden suponerse contando para ello con los indicios sémicos 9ue proporciona la situación observada en directo. l9
Concebida la historia como proceso que implica la organización de
elementos integrativos en un espacio-tiempo (denominado como cronotopo).
Es decir, un tiempo transformado en espacio, sitio donde se encuentran
diacrónicamente las ocurrencias que median entre la situación inicial y la
final. Cronotopía que es simultáneamente sincrónica gracias a la mediación
permanente de la memoria en el acto de la lectura, Es básicamente desde
este concepto de cronotopía desde donde se fundamentará el elemento
mítico del laberinto. La cronotopía en que se encuentra inscrita la historia
literaria posibilita la introducción de segmentos que permiten la distinción,
las partes o momentos que están manifiestos. El texto ta l y como está
expuesto en la creación literaria, se constituye por un código artístico de
35
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
10s acontecimientos componentes de la historia. Tal organización artística
es lo que se denomina como argumento.
El argumento es una disposición que nos servirá de punto de partida en
todo nivel del análisis de la historia. De antemano sabemos que el
argumento no siempre tiene puntos de coincidencia con la trama cuya
disposición de los acontecimientos es lógicamente cronológica y que pueden
observarse en la temporalidad natural del antes, el ahora y el después.
Hemos planteado arriba sobre la posible confección del argumento
semejante a la estructura de un laberinto. De la misma manera que podemos
observar con la trama de cada cuento.
El diseño es el aspecto estético de la trama. El narrador en tanto
entreteje la trama se complace en las bellas proporciones de SU cuento.
Distribuye sus materiales de acuerdo con su plan. con repeticiones,
yuxtaposiciones, simetrías, contrastes, paralelismos, concordancias; va
ejecutando poco a poco una figura. Es una figura unitaria, percibimos la
geometría del cuerpo del cuento casi como se percibe la construcción de
una catedral o la composición de una sonata.
En un cuento en cuya acción se desenvuelve linealmente, en orden
cronológico, el diseño es simple, pero si los incidentes están adosados de tal
~~~
l 9 Bobes Naves, María del Carmen. Comentario de textos literarios, Cupsa, Madrid, 1972, pág.91
36
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
manera que la secuencia temporal queda alterada con retrospecciones, o
anticipaciones, el diseño se complica.
Anderson Imber t en su trabajo Teorh y técnica del cuento, hace una
clasificación más o menos amplia sobre los diseños en los argumentos de los
cuentos. Una de las clasificaciones que hace Anderson Imbert , la llamada
" trenza"queda definida de la siguiente manera: En ésta observamos que:
hay filamentos relatados por el mismo personaje, (que) se entretejen pasando unos por encima de otros, (se siguen) dos acciones que se alternan en el mismo cuento. Se podría usar la palabra <<contrapunto>> para describir cuentos en los que el
narrador contrapone personajes que no están relacionados.20
En E/ hombre parece existir una estructura semejante a la que
menciona Anderson. la relación existente en E/ hombre es más bien una
relación de tipo temático, más que una relación directa. La relación
manifiesta es estrictamente la venganza. Otra de las figuras en la que
insertamos el análisis del cuento es la de arabescos, espirales, laberintos.
Observemos ésta última de laberintos de donde buscaremos el apoyo
necesario.
Anderson Imber t dice que aquí, la acción parece desorientarse y
perderse en una embrollada red de caminos. Una de las formas laberínticas
37
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en EZ hombre
es la de la multl;olicidad interior. 2Q
El primer paso de análisis consistirá en hacer una segmentación del
argumento que permita devolvernos al punto inicial como el hilo que Ariadna
dio a Teseo para poder salir del laberinto y de esta manera reconstruir
ordenadamente la trama, es decir, distinguir la situación inicial de la
situación final además de observar el distingo de los pasos de las
situaciones en proceso.
Los cuentos de Rulfo, incluyendo su única novela, se encuentran
constituidos de manera compleja, hecho que se manifiesta en la múltiple
interpretación y su misma ambigüedad. Comenta al respecto Anthony
Stanton en su trabajo “Estructuras antropológicaas’ en ‘Pedro Páramo‘‘
La crítica moderna suele ver la obra literaria como un texto que genera pluralidad de in terpre taciones, con tradic torias o complementarias entre sí la vez que subraya la polisemia y la ambbüedad esenciales en el lenguaje artístico. €stas mismas cualidades hacen (...) un buen ejemplo de lo que Umberto €co ha denominado Obra abierta: un texto que no encierra un sentido Único y unívoco, dado para siempre, sino que se abre constantemente lecturas polivalentes. 21
2o Ibid, pág. 158.
2 1 Anthony Stanton. “Estructuras antropológicas en Pedro Páramo en Juan Rulfo.“ en Toda la obra, edición a
cargo de Claude Fell, Conaculta, Colección Archivos, México, 1992, pág.851.
38
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
Desde esta perspectiva iniciaremos el análisis argumenta1 en el cuento
de Rulfo. El laberinto discursivo en "N hombre" está patentizado desde la
perspectiva de una ruptura temporal. La narración es observada desde el
punto de vista de narrador omnisciente y la historia comienza " In media
res'. Pondremos a continuación el orden del argumento por un lado y la
remisión del lenguaje del discurso de manera alternada para patentizar el
laberinto estructural.
1) Fragmento en que se muestra la caminata efectuada por el hombre
Los pies del hombre se hundieron en la arena, dejando una huella sin
forma, como si fuera la pezuña de un animal (...)luego caminaron hacia
arriba, buscando el horizonte. (p. 35)*'
2) Fragmento del rastreo del perseguidor,
Pies planos duo el que lo seguia, Y un de do de menos. Le falta el dedo
gordo del pie izquierdo. (...) A d será fácil. (p. 35)
3) Seguimiento del primer fragmento y observación de su propósito.
La vereda subia, entre yerbas, llena de espinas y de malasmujeres (...>
22 A partir de aquí, utilizaremos paréntesis para indicar el número de la pagina de donde tomamos la cita. La obra que utilizaremos es: Rulfo. Juan, El hombre en El llano en llamas, FCE, (Colección popular) México, 1980, páginas 35-47.
39
. ". .
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
desvanecido a fuerza de ir a tientas, calculando sus pasos, aguantando
has fa la respiración: (. . . ) Y supo que era éI el que hablaba. (p. 3 5 - 3 6)
4) Continuación del fragmento (2).
Subió por aquí rastrillando el mont e(...) Cortó las ramas con un machete.
Se conoce que lo arrastraba el ansia. Y el ansia deja huellas siempre. €so lo
perderci
5) Fragmento, continuación de (1 y 2)
Comenzó a perder el ánimo cuando las horas se alargaron y detrás de un
horizonte estaba otro y el cerro por donde subia no terminaba L..) Oyó
atrás su propia voz. (p. 36)
6) Continuación del rastro. decisión de matar al perseguido.
'Lo señaló su propio coraje -dijo el perseguidor- éI ha dicho quién es
ahora sólo falta saber dónde está (...) €so sucederá cuando yo te
encuentre': (p.36)
7) Continuación de la caminata del hombre y la llegada a una casa
40
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
Llegóal final Sólo el puro cielo, cenizo medio quemado por la nublazón de
la noche. La tierra se habfa cafdo para el o t ro lado (...) Entonces empujó la
puerta sólo cerrada a la noche. h. 37)
8) Reconstrucción intuitiva y conjetural de los hechos efectuados por el
hombre a cargo del perseguidor.
El que lo persegufa dijo: "Hizo un buen trabajo. Ni siquiera los despertd
Debió de llegar a eso de la una (...) cuando el cansancio del cuerpo raspa las
cuerdas de la desconfianza y los rompe". (p. 37)
9) Se continúa la travesía del hombre después del crimen.
No debÍ matarlos a todos - Duo el hombre -. AI menos no a todos( ...) I/io
venir las chachalacas. La tarde anterior se habfan ido stguiendo el sol,
volando en parvadas detrás de la hz. Ahora el sol estaba por salir y ellas
regresaban de nuevo. (p.37-38)
10) La reconstrucción a partir del monólogo del crimen efectuado por el
hombre.
Se pershyó hasta tres veces: "Discúu'llpenme'; les dgo. Y comenzó su
41
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
tarea. (. . .)'I Ustedes me han de perdonar: volvió a decirles. (p. 3 7 )
11) El rastreo y antecedentes paralelos del crimen desde la perspectiva
del perseguidor
"Se sentó en la arena de la playa - eso duo el que lo perseguía -. Se sentó
aquí y no se movió por un largo rato. (...) "El hombre se quedó aqu(
esperando. Allí estaban sus huellas: el nido que hizo junto a los matorrales;
el calor de su cuerpo abriendo un pozo en la tierra mojada"(p. 38-39)
12) Autoref lexión del hombre en cuanto a su travesía.
"No debí haberme salido de la vereda -Pensó el hombre -. Por allá ya
hubiera llegado. Pero es peligroso caminar por donde todos caminan, sobre
todo llevando este peso que yo llevo (...) Después de todo, así de a muchos
les costará menos el entierro. " (p. 39)
13) Reflexión del perseguidor acerca de las intenciones del hombre.
"Te cansarás primero que yo. Llegaré adonde quieres llegar antes que tú
estés all; - duo el que iba detrás de éI -. Me sé de memoria tus intenciones,
quién eres y de donde eres y adónde vas. Llegaré antes de que tu llegues."
42
Martin Gallegos González
(P. 39)
El mito y los laberintos diversos en E2 hombre
14) Encuentro del hombre con el río y su intención de cruzarlo
' Eke no es el lugar - dijo el hombre al ver el río -. Lo cruzaré aqui y
luego más allá y quizá salsa a la misma orilla. (...) Caminaré más abajo, aqui el
río se hace más estrecho y puede devolverme a donde no quiero regresar. ' I
@. 39)
15) Monólogo del perseguidor que recuerda la promesa de proteger a su
hijo, y el recuerdo del homicidio cometido en contra del hermano del
hombre.
"Nadie te hará daño, nunca, hlljo. Estoy aquipara protegerte. Por eso nací
antes que tú y mis huesos se endurecieron primero que los tuyos." (...)
Ahora entiendo porque se me marchitaron las flores en la mano" (p.40)
16) Monólogo de arrepentimiento que el hombre tiene y el deseo de
hallar paso en el río.
"No deb; matarlos a iodos -iba pensando el hombre -. No valia la pena
echarme ese tercio tan pesado en mi espalda. Los muertos pesan más que
43
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
10s vivos. (...) La cosa es encontrar el paso para irme de aquí antes de
queme agarre la noche': (p.40-41)
17) Detalles del encierro natural que sufre el hombre
El hombre entró en la angostura del río por la tarde. El sol no había
salido todo el día, pero la luz se había borneado, volteando las sombras; por
eso supo que era después del mediodia. (p.41)
18) Acecho del perseguidor.
"Estás atrapado - duo el que iba detrás de éI y que ahora estaba sentado
a la orilla del río -. Te has metido en un atolladero (...) Mañana estarás
muerto, o tal vez pasado mañana o dentro de ocho días. No importa el
tiempo. Tengo paciencia': (p.4 1)
19) Sobre el punto 17 reiteración sobre el laberinto
"€1 hombre vio que el río entre altas paredes y se detuvo. "Tendré que
regresar': duo. (...) Y de vez en cuando se traga abuna rama en sus
remolinos, sorbiéndola sin que se oiga ningún quejido': (p.42)
44
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
20) Monólogo del perseguidor sobre lo inútil del castigo que ejecutará
"HIJO - d1Jo el que estaba sentado esperando -: No tiene caso que te dtga
que el que te mató está muerto desde ahora. ¿Acaso yo ganaré ab0 con
eso? La cosa es 9ue yo no estuve contlgo. ¿De que sirve explicar nada? No
estaba contbo. Eso es todo. Ni con ella Ni con él No estaba con nadie;
porque el recién nacido no me dejó ninguna señal de recuerdo': (p 42)
21) Nueva reflexión del hombre ante su crimen
El hombre recorrió un largo tramo río arriba. €n la cabeza le rebotaban
burbujas de sangre. "Creí que el primero iba a despertar a los demás con su
estertor, por eso me di prisa." Discúbenme la apuración - les doe. Y
después sintió que el gorgoreo aquel era bual al ronquido de la gente
dormida: por eso se puso tan en clama cuando salió a la noche de afuera, el
frío de aquella noche nublada"(p.42)
22) Un testigo (el borreguero) narra sobre el encuentro el hombre
"Parecía venir huyendo. Trafa una porción de lodo en las zancas, 9ue ya ni
sabía cual era el color de sus pantalones. (...) Eso que me cuenta de todas
las muertes que debía y que acababa de efectuar, no me lo perdono. Me
45
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
gusta matar matones, créame usted No es la costumbre; pero se ha de
sentir sabroso ayudarle a Dios a acabar con esos hijos del mal. 'I (p. 43-44)
23) Narración del segundo encuentro
"La cosa es que no todo quedó all[ Lo vi venir de nueva cuenta al día
slguiente. Pero yo todavt'a no sabía nada. ¡De haberlo sabido! (...) Le v i los
ojos/ que eran dos agujeros oscuros como de cue va. If ( p .44)
24) El hombre bebe de las ovejas del borreguero
Se arrimó y me dijo: "¿Son tuyas esas borregas?" Y yo le due que no.
"Son de quien las parió'; eso le dije. (...) Con decirle que tuve que echarle
criolina en las ubres para que se desinflamaran y no se le fueran a infestar
los mordiscos que el hombre les habia dado."(p.44-45)
25) El borreguero logra enterarse
"¿Dice usted que mató a toditita la familia de los Urquidi? De haberlo
sabido lo atajo a puros leñazos. Pero uno es Ignorante. Uno vive remontando
en el cerro, sin más trato que los borregos/ y los borregos no saben de
chismes. "( p.45)
46
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
26) Narración del tercer encuentro
"Y al otro dia se volvió a aparecer. AI llegar yo, llegó éL Y hasta
entramos en amistad (...) Me contó que se habla pasado dos dias sin comer
más 9ue puros yerbajos. Eso me dJo. "(p. 45)
27) El borreguero obtiene más información sobre el homicidio mdtl;le
''¿Dice usted 9ue ni piedad le entró cuando mato a los familiares de los
Urquidi? (...) icon decirle que se comia mis mismas tortillas y 9ue las
embarraba en mi mismo plato!' (p. 46)
28) El borreguero tiene su defensa ante la acusación de complicidad que
se imputa y detalles del hallazgo cuerpo inerte del hombre
"¿De modo 9ue ora 9ue vengo a decirle lo 9ue sé, yo sabo encubridor?
Pos ora S[ L..) Sólo vengo a decirle lo 9ue pasa' sin guitar ni poner nada. Soy
borreguero y no sé de otras cosas. "(p. 46-47)
Ya hemos visto como se encuentra patentizado el argumento, ahora
haremos la observación de como se encuentra determinado el orden de la
47
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
trama. El orden de la trama, de acuerdo con una temporalidad tradicional,
nos sirve como hilo conductor hacia la salida en la instauración de este
laberinto discursivo. Mostrar los fragmentos que se encuentran aislados en
el orden temporal cuya correspondencia con la trama, patentiza una
dificultad que ha sido derivada de una doble visión y versión de los hechos
ocurridos y que ofrece el relato. De acuerdo con la relación antes-después,
el orden de la trama es el siguiente:
1) Sabemos que Urquidi mata al hermano de José Alcancía, al que se le
ha designado el calificativo de Hombre. Esto lo podemos apreciar hacia el
punto 15 (En el orden del argumento que hemos enumerado arriba).
2)Después de este suceso, El hombre inicia la búsqueda del asesino de
su hermano para poder cobrar venganza, y de alguna manera estar bien
consigo mismo. Esto lo podemos apreciar en los siguientes puntos:
1,2,3,4.5.6.7 y 11.
3)EI hombre sólo es capaz de concretar a medias su venganza, que al
mismo tiempo se metamorfosea en crimen. Este hecho parece estar
resuelto para el hombre que cree haber ejecutado su venganza, puntos: 8 y
10.
48
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
4) José Alcancía, que no sabe que no completó la venganza, huye de su
propia conciencia, de sus propios remordimientos. En este mismo lapso se
da la metamorfosis de la venganza primera para dar paso a una venganza
segunda. Alcancía es perseguido por el sobreviviente (Por un lado padre y
por el otro esposo de las víctimas) puntos: 9,12,13,14,16,17,18,19,20 y 21.
5) Encuentro de José Alcancía con el borreguero, puntos: 22, 23, 24 y
26.
6) La venganza segunda es efectuada, podemos observar la muerte del
homicida vengador, punto: 28.
7) El borreguero se entera de la verdad, ya que en su primer encuentro
con el hombre ignora todo, al mismo tiempo efectúa una defensa ya que se
le acusa de encubrimiento y complicidad, puntos: 25,27 y 28.
Como puede observarse, el argumento se encuentra dispuesto de tal
manera que no tiene puntos de coincidencia con la trama. Esto ha generado
en nosotros como lectores una desorientación, en primera instancia, sobre
el orden rea lde los acontecimientos, creando de esta manera un laberinto
en la estructura del argumento, sobre todo en el orden cronológico de los
sucesos.
49
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en EZ hombre
La historia, o t r o laberinto
Como ya habíamos mencionado, la historia comienza In media resen plena
manifestación del desarrollo y la situación final. Puede reconstruirse un
posible inicio a partir de la información que nos dan los personajes a través
de Flash backs e intromisiones a su pensamiento por parte del narrador
omnisciente. Todo el relato o gran parte de éI: Se presenta (dice Bobes
Naves) en el terreno de las suposiciones, no de las realidades (dentro de la
ficción) y, en consecuencia, no puede resultar una historia lineal en la que la
función de paso a otra. Cada una de las funciones del relato es la concreción
de una entre las varias posibilidades que ofrece la función anterior, pero
cuando nada se presenta como realizado, todas las virtualidades quedan a la
par, todas pueden llegar a realizarse y ninguna queda excluida. 23
Llegamos a conocer dos veces los hechos de la historia; unas por
relación de una narrador externo y por las que se presentan del
perseguidor (Urquidi). En algunos momentos de la narración podemos saber
de una tercera versión que provienen de las autoreflexiones y recuerdos
del perseguido (José Alcancía). En la versión de este laberinto discursivo
2 3 Naves, Bobes, Op. cit. págs. 91-92
50
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
no podíamos quedar desamparados. El mismo autor nos ha dado el hilo, igual
que Ariadna da a Teseo el hilo para ir descubriendo las desviaciones y
señales del texto.
El total de la historia se encuentra dividida tipográficamente en dos
partes, por un espacio en blanco, La primera parte contiene los hechos y las
acciones que se modulan en línea recta desde la situación inicial hasta la
culminación del desarrollo, el cual se encuentra ocupando el sitio principal.
Dicha parte está constituida mediante la intervención de tres procesos
de enunciación a cargo de:
a) Un narrador externo.
b) Un narrador cuya función es la de perseguido. Se le identifica como
José Alcancía o el hombre. Éste es uno de los personajes cuyo
discurso tipográfico se encuentra enmarcado entre comillas y
cursivas.
c) Un narrador cuya función dentro del texto es la de perseguidor.
Personaje cuyo discurso tipograf ¡ado se encuentra entrecomillado y
en redondas.
Los t res enunciantes del discurso se van alternando en una
correspondencia en la que narran las acciones, las ocurrencias de la misma
51
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
historia que implican tres puntos de vista diferentes de un mismo hecho:
La voz del narrador externo nos da la información de los hechos que
suceden al hombre. Son las acciones protagonizadas por éI, con sus
avatares, situaciones y circunstancias. La voz del perseguido nos informa
sobre todo acerca de los motivos y el proceso de interiorización, sus actos,
la lucha interna, la debacle entre su conciencia de culpa y su necesidad de
justificación.
Además nos da la información respecto a la parte de la historia pasada
a los sucesos que ha protagonizado y que aún continúa haciéndolo. La voz del
perseguidor, ésta es la que se encuentra en el proceso de reconstrucción
de lo narrado por el narrador externo, complementa desde su punto de
vista, además de proporcionar más datos sobre los precedentes de los
hechos narrados.
Cada una de las versiones de la historia alternan en el orden del
contrapunto. El proceso de significación se integra con los tres
generadores de significado mediante la acumulación de datos que cada uno
elige, desde su punto de vista y mediante la exteriorización de esos puntos
de vista y de la forma de actuar los hechos desde cada ángulo en particular.
La segunda parte de la historia está formulada a partir de un cuarto
52
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en EZ hombre
enunciante que es quien narra el final del discurso, este enunciante aparece
también como personaje hacia el final de curso de los hechos, en una
encrucijada casual. El contrapunto de la voz del hombre con la voz del
perseguidor produce el sentido de los hechos en la parte primera, además
de permitir la relación entre las motivaciones y los precedentes, además de
reorganizar el curso temporal y causal de los hechos.
AI respecto Florence Oliver en su trabajo La seducción de los
fantasmas nos comenta al respecto: La sucesión en muy rápida alternancia
de las focalizaciones internas y externas sobre cada uno de los personajes
imita e/ ritmo de la persecución. 24
El motivo de Teseo
La transfiguración de lo laberintico en El hombre se inicia a partir del
motivo fundamental que posee internamente José Alcancia; la venganza.
Mircea Eliade dice que existe una transformación del hombre en arquettj~o
mediante la repeti~iói?~ La venganza es generadora de la imitación del
héroe y trata de acercarse lo más posible a (un) modelo arq~ei@ico.~~
Para los ojos de José Alcancía, Urquidi es un monstruo que ha victimado
a su hermano. Para Alcancía, Urquidi es un asesino, no importa cuál ha sido
24 Oliver, Florence. "La seducción de los fantasmas" en Juan Rulfo. Toda la Obra, pág.639. 25 Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno, Altaya, Barcelona, 1994, pág.42.
53
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E2 hombre
la causa que originó el homicidio: N vino por m i No los buscaba a ustedes
simplemente era yo el final de su viaje, la cara que éI soñaba ver muerta,
restregada contra el lodo, pateada pisoteada hasta la desft@ración bual
9ue yo lo hice con su hermano. (p. 40)
A l igual que Teseo, José Alcancia se interna en un mundo que le es ajeno,
va en busca de la bestia tal y como el mismo Urquidi nos lo menciona. El
espacio a que se interna Alcancia tiene remanentes míticos tales como el
laberinto de creta. El mismo Urquidi dice así: era yo el final de su viaje. Es
decir que el final siempre ser un lugar determinado, rodeado de lo otro, lo
que lo circunda, es por ello que es visto como el centro. En la repetición de
la cosmogonía el centro se sitúa en el calificativo de la zona de lo sagrado.
bice Mircea Eliade que el camino que lleva al centro es un camino dificil
(lleno de) circunvoluciones dificultosas del 9ue busca el camino hacia éI yo
hacia el centro>> de SU ser. 27
Es por eso que Alcancía anda un camino agreste y lleno de obstáculos,
cayendo y levantándose a cada paso, salvando las diversas dificultades que
se le presentan en el trayecto hasta alcanzar su meta el centro de su
26 Ibidem 2’ Eliade, Op. cit. pág.25
54
-I_. . ^- .. .I.. .
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en EZ hombre
venganza, Urquidi. Para José Alcancía su propio nombre llega a tomar un
sentido simbólico, cuya asociación está relacionado con el verbo a/canzar
cuyo valor semántico puede extenderse a seguimiento o persecución. la
analogía mítica entre el héroe Teseo y Alcancía conmemorando al héroe
transfigurado que busca la venganza.
Sin embargo a partir de las primeras líneas del cuento nos percatamos de
que existe un trastrocamiento y parece que Alcancía se aleja del modelo
Teséico y apunta más hacia el modelo de la bestia, el Minotauro. Esto se
debe particularmente a la estructura del cuento ya que persiste la
insistencia de Rulfo en romper la dicotomía entre causa y efecto, entre
perseguido y perseguidor.
Esta metamorfosis efectuada en la persona del perseguidor para
transformarlo en perseguido tiene su fundamento en la definición que hace
Umberto Eco de los laberintos rizomáticos donde asevera que está
constituido por una red de relaciones interminables y virtuales, es decir
que existe permanentemente una combinatoria de los elementos insertos en
él. Así mismo menciona Mircea Eliade que el eterno retorno de alguna
manera arguye que nada nuevo se produce en el mundo pues todo no es más
que la repetición de los mismos arquetipos: Es decir que después de
55
Martín Gallegos González El mito y los laberintos diversos en EZ hombre
cumplirse la venganza de Alcancía (Nosotros sabemos que no es así ya que
el asesino de su hermano no está entre los ejecutados) la metamorfosis se
efectúa y Alcancía se transforma en perseguido.
Así mismo Urquidi perseguido, se transforma en perseguidor para
efectuar y cumplir una venganza prometida ante la tumba de su hijo. Y
sucedería, de esta manera, lo que menciona Ludmila Kapschutschenko en su
trabajo El burlador queda burlado y castigado con la muerte en el laberinto
natural
¿Qué es lo que mueve a José Alcancía en ese afán de internarse al
laberinto? Podríamos pensar que lo mueve lo mismo que a Teseo. A José
Alcancía lo mueve el deseo de vengarse, esta venganza se torna,
posteriormente, en una persecución, Esta venganza se duplica mediante la
metamorfosis dada a partir del homicidio de la familia Urquidi. Concretando
de esta manera, la primera venganza existente en la trama del cuento. La
generación o el génesis de esta segunda venganza es atribuido ni más ni
menos al horrible crimen cometido a mansalva por Alcancía. Mircea Elíade
dice que existe una transformación del hombre en arquet@o mediante la
repet i~ ión ,~~ Si bien es cierto que Alcancía alcanza a enfundarse dentro de
28 Kapschutschenko, Ludmila. El laberinto en la narrativa hispanoamericana contemporánea, Támesis Books, Madrid, 1982, pág.35. 29 Mircea Elíade, Ob. Cit. P. 42.
56
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
este arquetipo, Urquidi hace lo mismo cuando se ve convertido en vengador.
Dice Mircea que la venganza es generadora de la imitación del héroe y trata
de acercarse lo más posible a [un] modelo arq~etl ;Pico.~~ La homologación
entre Alcancía y el Minotaur0 se ve manifiesta en el plano discursivo del
cuento de Rulfo. La particularidad en los cuentos de Rulfo es que comienzan
la mayor parte de ellos in media res, en cuya carencia de inicio permite el
ejercicio de la circularidad que premedita acontecimientos confusos.
Anderson Imber t dice que la ausencia de exposición de antecedentes,
explicaciones e informaciones suele dar al princ@io de ciertos cuentos una
forma de rompecabezas, el lector está confundido, perplejo, perdido en la
oscuridad3' La exposición del cuento hacia el inicio, carece de información,
en tanto que el narrador inicia desde una situación crítica hacia un progreso
gradual en que se determina el punto álgido y el desenlace. En dicha
exposición el narrador selecciona lo más s~nificativo. La intelhibilidad del
e ven to depende de que esa exposición sea intelhen te. 3z
Alcancia y el mito
Pues bien entremos de manera directa al análisis del cuento y demos
solución a la hipótesis planteada al inicio. Hemos dicho arriba sobre la
'O Loc. Cit. 31 Anderson Imbert. Enrique, Ob. Cit. P. 100
57
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
posibilidad de laberintos insertos en el cuento de €/ hombre, una de estas
posibilidades se encuentra enmarañada en el mismo mito griego. Como
sabemos el cuento mismo muestra sus propias directrices significativas.
Algunos autores como George Ronald Freeman dirán que se trata del mito
arquetipico de la caida de lagracia clave arquetípica para la decodif icación
de Pedro Páramo. Pero no podemos utilizar este mismo elemento para la
decodificación del cuento de E/ hombre.
En este texto Rulfo, lo mismo que Ariadna, nos deja entrever las señales
de esta nueva reelaboración del mito del Toro de Minos. Uno de los
elementos por lo cual nos comenzamos a percatar que el texto tiene inserto
el mito, lo es la construcción estructural, en donde uno puede extraviarse,
sin embargo, no podemos saber a ciencia cierta hasta donde Rulfo estaba
consciente de esta interpretación. Sin lugar a dudas podemos aseverar que
Rulfo no era un escritor ingenuo y mucho menos inculto. Y como no sabemos
que pasaba por la mente de Rulfo tendemos a especular y a decodificar el
texto como es nuestra perspectiva contextual al leer la obra. Especulamos
que existe el mito inserto en el cuento y nuestras especulaciones van más
allá y planteamos una tesis.
Rulfo al inicio del relato hace una comparación que nos revela el camino,
32 Ibidem, p. 103.
58
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
el plano discursivo es la puerta de entrada a ese sitio. La primera
identificación con el personaje del mito, llámese Toro de Minos, la
patentiza Rulfo mediante la animalización del personaje del cuento que
aparece en las primeras líneas:
Los pies del hombre se hundieron en la arena dejando una huella sin forma, como si fuera la pezuña de ahún animal. Treparon sobre las piedras, engarruñándose al sentir la inclinación de la subida, luego caminaron hacia arriba, buscando el horizonte. (p. 35)
La expresión comparativa en que concluye Rulfo nos da pie a pensar que
ese hombre que éI describe, cuyas características particulares, tienen que
ver con las de un animal, es mas un animal que un humano. Partimos de ahí
de esa animalización descrita, a vincularlo con la bestia que habita los
corredores obscuros de esa mole arquitectónica construida por Dédalo. Sin
duda alguna nos referimos al Minotauro. Evodio Escalante en su trabajo
José Revueltas: una literatura 'Vel lado moridor" manifiesta que: a
través de la animalización lo que el autor hace es presentar una imagen
degradada de lo humano33. Desde esta perspectiva podemos apreciar la
animalización de José Alcancía. El narrador deja descansar esta visión
sobre otra figura animal, el perro. Tal pareciera que los perros
33 Escalante Betancourt. Evodio, José Revueltas: una literatura "del lado moridor", Universidad Autónoma de
59
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
reconocieran la animalidad de Alcancía. veámoslo de esta manera, la
animalidad de Alcancía reconocida por las bestias no es más que la
animalidad en el acto anagnorístico:
Miró la casa frente a éI, de la que salia el último humo del rescoldo. Se enterró en la t ierra blanda, recién removida. Tocó la puerta sin querer, con el mango del machete. Un perro llegó y le lamió las rodillas, otro más corrió a su alrededor moviendo la cola. Entonces empujó la puerta sólo cerrada a la noche. (p.37)
Ahora bien si el perseguido, producto de la metamorfosis de una
venganza trágica, prosigue en dirección de la casa, que es el Axis mundi o
centro sagrado cuando se inicia el cuento. Resulta de lógica verdad, concluir
que el autor antepone al personaje de José Alcancía, dentro del plano
temporal, a una situación anterior a la consumación del crimen; al menos
desde el punto de vista del perseguido y de la voz omnisciente.
El hombre o Donde el rib da de vueltas puede ser interpretado desde
su formulismo temático que se funda en la misma predeterminada
trayectoria teseoídica, donde Alcancía es una encarnación prototípica, en
busca de su destino. El elemento de Venganza no debe limitarse a un
contexto histórico-literario, sino que tal elemento trasciende hacia una
perspectiva cósmico-existencial.
La señalización del perseguidor concluye que se trata de alguien en
Zacatecas, Col. Principia, México, 1990, p. 63.
60
Martín Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
particular, no un hombre cualquiera, un ser cuyas proporciones y
características parecen a la vista, diferentes. Pero éI sabe que tal
personaje resulta para sí mismo, abominable.
Pies planos - dijo el que lo seguia - Y un dedo de menos, le falta el dedo gordo del pie izquierdo. No abundan fulanos con esas señas. Así que será fácil (p. 3 5)
La imagen patente en el lenguaje, severa que se trata de un hombre
señalado siniestramente del pie izquierdo. Desde el punto de vista de la
decodificación de los elementos laberínticos, además del pie izquierdo y la
connotación en lo animalizado del hombre vemos que el espacio en la
descripción que nos presenta el autor, tiene que ver con el aspecto
laberíntico que planteamos como hipótesis. Extrañamente común, Borges
menciona en El jar¿h ¿e los senderos que se bifurcan alguna referencia
con respecto del aspecto topográfico de la izquierda. En Borges podemos
obviar el tema del laberinto en gran parte de SU obra, sin embargo, no
dejaremos pasar que pone en boca de sus personajes que el camino estará
siempre señalado hacia la izquierda: Sin aguardar contestación, otro dijo:
La casa queda lejos de aqu( pero usted no se perder4 Si toma ese camino
a la izquierda y en cada encrucijada del camino dobla a la izquierdd4 como
34 Borges Jorge Luis El jardín de los senderos que se bifurcan en Ficciones, Alianza Editorial, Madrid 197 1, p. 106.
61
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
todo laberinto.
Dentro del aspecto espacial podemos apreciar que persisten elementos
fundamentales que s e r h , sobremanera, puntos nodales para la
interpretación del espacio. Es decir, tres sentidos (desde la perspectiva
sensorial) cuya implicación se encuentra establecida de manera directa con
la percepción espacial. Estos sentidos que mencionamos son: el oído, la vista
y el tacto. Todos ellos pueden provocar la presentación de un espacio en la
historia L.. J LOS sonidos pueden contribuir, aunque en menor medida a la
presentación del espacio. 35 La configuración del espacio por medio del
sonido como, tal y como lo menciona Mieke Bal, nos dice que siun personaje
oye un murmullo bajo, estará probablemente a cierta distancia de los
habitante^:^^ Esto, de alguna manera nos connota amplitud en el terreno.
Sin embargo, cuando el actante protagonista, puede escuchar su voz como
si fuera la de otro pareciera que se encontrara entre paredes, donde cabe
la posibilidad de que su voz, se transforme en eco tal y como se manifiesta
en un laberinto.
Por otro lado podemos apreciar que el sentido del tacto es de
fundamental importancia, ya que este indica contigüidad. Por ejemplo, si
'' Bal. Mieke, Teoría de la narrativa, Cátedra, 3", Edición, Madrid, 1990, pp. 1 O1 - 102. 36 Loc. Cit.
62
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E¿ hombre
determinado personaje sintiera cosas (en el caso de que éste careciera de
vista o que se encontrara en plena oscuridad) en todas direcciones pude
suceder con el espacio un par de cosas. Primera que estará probablemente
encerrado en un espacio pequeño37 que limitará su movilidad. Y segundo; un
espacio con ramas, muebles, construcciones, etc. Que adem6s de limitar la
movilidad, la obstaculice. Todo parece apuntar que los espacios externos
pueden cargarse con un significado negativo y los espacios internos con uno
positivo. Sin embargo, con la variante que internamos sobre el concepto de
laberinto y de acuerdo con la clasificación borgiana de los tipos de
laberintos, sabemos que hay externos e internos naturales y artificiales. De
acuerdo con la topología manifiesta por Yuri Lotman €n e/ espacio
artktico y que Mieke Bal retoma menciona que: Un personaje se puede
situar en un espacio que como seguro mientras que l...] fuera de este
espacio se sentjrd
La conexión tempo-espacial tiene un registro textual que se encuentra
vinculado mediante los espacios cerrados y el tiempo subjetivado
(estático) de los personajes, que articulan una aparente circularidad.
Tomemos como ejemplo las regresiones hacia el pasado [en que] se abre un
’’ Ibidem. Loc. Cit.
63
Martin Gallegos Gonzdez El mito y los laberintos diversos en El hombre
espacio de recuerdo, y mediante la simultaneidad, se genera una
convergencia de ampliación espacial ligada a los distintos espacios de los
episodios.39
El espacio por si mismo tiene una simbología particular e independiente
del tiempo. Si desvinculamos uno de otro seria un error, ya que como afirma
Carlos Marx El tiempo es el espacio de la evolución humana. De esta
manera sintetiza la relación dialéctica entre ambas categorías ya que,
desvinculado el espacio, el tiempo es espacio vacío.
En el párrafo siguiente del cuento de Rulfo, observamos un espacio que
por si mismo tiene validez simbólica. Sobre todo en la arquitectura del
espacio referido:
La vereda subia, entre yerbas, llenas de espinas y malas mujeres. Parecia un camino de hormigas de tan angosto. Subia sin rodeos hacia el cielo. Se perdia allá y luego volvia a parecer más lejos bajo un cielo más lejano. (p. 35)
El autor nos dice que el camino continuaba hasta el cielo sin rodeos, la
presencia de altibajos y obstáculos del camino patentiza su arquitectura
compleja, además, en SU estrechez miniaturizada se aprecia el trabajo que
cuesta, para proseguir sin detenerse en él. El objetivo que se tiene
39 Moran Garay. Diana, Cien años de soledad Novela de la desmitijkación, UAMI, 1988, p.14.
64
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
presente al andar este camino es el de llegar a un sitio específico,
cualquiera que este sea es el Axis mundi de Alcancía. Mircea Eliade en su
trabajo El mito del eterno retorno comenta sobre el simbolismo
arquitectónico del centro donde podemos observar tal y como nos lo
presenta Rulfo en el cuento, dice Eliade por medio de un inciso: a) La
montaña sagrada -donde se reúnen el cielo y la tierra - se halla en el centro
del mundo.4u En la repetición de la cosmogonía, el centro se sitúa en el
calificativo de la zona de lo sagrado. Dice Mircea Eliade que, el:
Camino que lleva al centro, es un camino difícil (durohana), y esto se verifica en todos los niveles de lo real,' circunvoluciones dificultosas de un templo (como el de Barabudur); peregrinación a los lugares santos (La Meca, Hardwuar, Jerusalén, etc.), peregrinaciones cargadas de pelkyos de las expediciones heroicas del Vellocino de Oro, de las Manzanas de Oro de la Hierba de Kda, etc.; extravios en el laberinto41
La intromisión a esta zona de lo sagrado, lugar donde se tocan el cielo
con la t ierra es un acto sagrado para Alcancía.
De hecho, nosotros hemos mencionado que el actante protagonista, José
Alcancía tiene como objetivo principal el de alcanzar al objeto de su
venganza. En otro de sus trabajos La prueba del laberinto Mircea Eliade
nos comenta que:
40 Mircea Eliade, El mito del eterno retorno, Altaya, Barcelona, 1994, p. 2 1 . ~~~
65
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre L
Un laberinto es muchas veces la defensa mágica de un centro, de un tesoro; de una sbnificación. Penetrar en él, puede ser un rito iniciático, como vemos en el mito de Teseo. Este simbolismo es el modelo de toda existencia que a través de numerosas pruebas, avanza hacia el propio centro, hacia si mismo, hacia el Atman, por emplear el término indio L..] Una vez que se llega al centro, se adquiere una riqueza, se dilata la conciencia y se hace más profunda, todo se vuelve claro, slgnificativo.
Pero la vida continúa: otro laberinto, otros encuentros o tros t@os de pruebas, a nivel, distinto.4z
Arriba hemos mencionado sobre tres elementos sensuales en que se
fundamenta la organización del aspecto espacial. Hemos mencionado
características de cada uno y hemos visto como se implica para connotar la
metáfora del laberinto. En el párrafo siguiente del cuento de Rulfo podemos
apreciar como la voz es elemento determinante para provocar en el
personaje un sentimiento claustrofóbico:
El hombre caminó apoyándose en los callos de sus talones, raspando las piedras con las uñas de sus pies; rasguñándose los brazos, deteniéndose en cada horizonte para medir su fin: "No el mío, sino el de éIt: doe. Y volvió la cabeza para ver quién habia hablado. (p. 3 5)
El espacio determinado, primeramente, por la obstaculización del terreno
se concretiza con el espacio determinado por los sentidos que anuncia el
sonido o la voz patente en el texto. Vemos que la voz parece rebotar en
4 ' Ibid. P.25.
66
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre L
algún sitio y al mismo tiempo enajenarse del dueño. No hay reconocimiento
de su propia voz, como si esta se perdiera entre las paredes de un laberinto
y volviera al emisor extraña y fría: Ni una gota de aire, sólo el eco de su
ruido entre las ramas rotas. (p.35)
El laberinto se encuentra conformado de tal manera, que la propia voz
que emite Alcancía le desconcierta, hasta que el narrador le otorga el
reconocimiento.
Desvanecido a fuerza de ir a tientas calculando sus pasos, aguantando
hasta la respiración: "Voy a lo que voy", volvió a decir. Y supo que era éI el
que hablaba. (p.35-36)
Michael Ende en su libro €1 espejo en e/ espejo nos deja entrever los
elementos que traemos a colación para nuestro análisis. Sobre todo el
aspecto del sonido y la anagnórisis que tiene el personaje al oír su propia
voz rebotando por las paredes:
Hor. Habita, hasta donde puede recordar, un edificio gbantesco, completamente vacio, en el que cada palabra pronunciada en voz alta produce un eco interminable.
Hasta donde puede recordar. iQué sk~nifica.7 En sus diarias caminatas por salas y pasillos Hor slgue
encontrándose a veces con el eco errante de a&n grito proferido imprudentemente en otros tiempos. Le resulta muy penoso encontrase as; con su pasado.43
42 Mircea Eliade, La prueba del laberinto, Ediciones Cristiandad, Tr. Valiente Malla, Madrid, 1980, p. 175.
43 Ende Michael. EL espejo en el espejo, Alfaguara, España, 1991,p.17.
67
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E2 hombre
En la obra de Ende es patente el espacio cerrado, laberíntico connotado
precisamente en el discurso, sin embargo pese a ser un espacio cerrado
pareciera ser un espacio abierto por la inmensidad descrita.
Hemos visto que la voz es elemento que delimita espacios, pero también
lo hacen los silencios, esas pausa presente en todo texto; sobre todo los
silencios que generan la no-comunicación entre los personajes. Guadalupe
Grande en su trabajo de investigación Los silencios en la obra de Juan
Rulfo manifiesta que en SUS libros [los personajes] transitan [en] un
silencio que aisla y que convierte su universo en un espacio de conciencias
solitarias en el que no hay rincón para la ~onfesión.~'
El diálogo que transita entre uno y otro, Alcancía y Urquidi, se encuentra
matizado con un lenguaje que opera el narrador omnisciente, mediante sus
señalamientos y sus huellas. Es como el cazador que intuye la cercanía de la
presa, cada paso que da y cada vuelta efectuada mediante la visión objetiva
de cada huella dejada ya sean ramas o sangre diluida entre la tierra: Subió
por aqu( rastrillando el monte -duo el que lo perseguia- Cortó las ramas con
un machete. Se conoce que lo arrastra el ansia. Y el ansia deja siempre
44 Grande Guadalupe Los silencios en la obra de Juan Rulfo en Cuadernos Hispanoamericanos (Mayo 1989,No, 467)
68
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
huellas. Eso lo perder4 (p.36) Dice Guadalupe Grande que los personajes
de Rulfo se miran, a lo más se rozan pero nunca se hablan ni se tocan45 Pero
además podemos decir que no pueden verse. Y además de intuir la
existencia del otro, sentirla ya que los personajes de Rulfo son
extraordinariamente parecidos entre S( pero habria que matizar: estos L...]
hombres se parecen en ese sustrato del que todos beben, de soledad,
hermetismo, fatalidad 46
En los personajes del cuento que analizamos vemos esta visión de
soledad, hermetismo y fatalidad trágica Todos como E/ hombre, se sienten
perseguidos, ob1.ados a actuar de una determinada manera, pero usan
lenguajes diferentes ante ese sentimiento de persecución y f a t a l i ~ m o . ~ ~
Los personajes, de Juan Rulfo, se sitúan en un hermetismo de soledad
que es a su vez una manera de estar en una pluralidad sola sobre a t ierra y
el universo. Es por ello que Alcancia siente su soledad aterradora, de tal
manera siente la manera de exorcizar su temor a través de la blasfemia:
mascó un gargajo mugroso y io arrojó a la tierra con coraje. (p.36)
La suya es una soledad que duele, lo mismo que la soledad de Urquidi
estos hombres [no dialogan] entre ellos y nosotros espectadores de este
4s Guadalupe Grande, Obra citada p.62 46 Ibidem. Supra. 41 Loc. cit.
69
Martin Gallegos Gonzdez El mito y los laberintos diversos en El hombre
mundo laberlntico y seco, nos hablan en la penumbra, sentados en cuclillas y
sin mirarnos a los ojos.48
En el universo literario el laberinto aparece como simbología principal de
la textualidad narrativa o poética y por lo tanto como el lenguaje conductor
de dos niveles de significación, unos latentes y otros patentes, donde al
autor le es fundamental en el relato mantener una técnica semántica de
gradación, a fin de revelar con otro lenguaje al lector, la presencia mítica
del laberinto.
Si bien la autonomía de la voz del narrador omnisciente observa una
resignación al desdoblamiento de la voz del perseguido, cuyas oscilaciones
psicológicas encarnan ahora la voz justiciera o la conciencia de Alcancía en
simultáneo conflicto con esa voz mental que exige venganza por el mal
manifiesto al hermano. La voz omnisciente, pues, de acuerdo con dicho
vacilante perspectivismo, una función histórico-literaria y extranarrativa al
penetrar esta temporalidad mítica. Se amellará con este trabajito, más te
vale dejar en paz las cosas. (p.36)
ES posible concluir en cuanto a la limitada interdependencia
perseguidor/perseguido. Rulfo insiste en romper esta dicotomía entre
causa y efecto, entre perseguido y perseguidor ya que al pensar Alcancía
48 Loc. cit.
70
De hecho ni siquiera contempla tal hecho. Lo Único que persigue en este
momento a Alcancía es su conciencia de culpa. De esta manera queda
deslindada la dicotomía perseguidor/perseguido. Es por ello que Rulfo
desmonta el dramatismo interno de la persecución, devaluando de esta
manera, primeramente, el impacto físico del perseguidor y la presencia de
su voz.
Dentro de lo esencial se intenta reconciliar a la bipartición externa en
que se encuentra dividida la estructuración de €/ hombre, (La persecución
vengativa del perseguidor yuxtapuesta al punto de vista del borreguero de
esta misma realidad) y la división en tres partes de las voces o hilos
conductores de la narración.
Ya que hemos estado hablando del espacio, cabe hacerse algunas
preguntas sobre el texto de Rulfo para clarificar de que manera se
encuentra patentizado el elemento laberíntico y cómo se encuentra
distribuido en la obra.
Primeramente debemos preguntarnos ¿Dónde se encuentra ubicada, en
términos espaciales, esa casa en que se desarrollan los homicidios?
La respuesta a esta interrogación resulta relativamente explícita.
71
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
Sabemos, como mencionamos arriba, que lo temporal y lo espacial no se
desligan. El avance temporal y espacial se mantienen en una trayectoria
uniforme cuyas características de irrealidad son patentes ante la
obstaculización de dicha trayectoria.
Era ese tiempo seco y roñoso de espinas y de espigas secas y silvestres. Golpeaba con ansia los matojos con el machete. (36)
Las subidas y bajadas que anda el perseguidor (José Alcancía), descritas
por el narrador y que pueden observarse ante la perspectiva de aquel
horizonte ilusorio, y sobre todo ante aquel cielo inexorable por su
indiferencia, parecen sugerir que la casa se encuentra situada por encima
del monte:
Llegó al final. Sólo el puro cielo, cenizo) medio quemado por la nublazón de la noche. La tierra se había caído para el otro lado. Miró la casa enfrente de é[ de la que salía el último humo del rescoldo. Se enterró en la tierra blanca, recién removida Tocó la puerta sin querer, con el mango del macheteL..,! €ntonces empujo la puerta sólo cerrada a la noche. (p.36-37)
El sitio en que se encuentra la casa, queda espacializada en la cima que es
la meta de Alcancía. Dicho lugar es la zona de lo sagrado, el centro del
laberinto tal y como ya lo hemos apuntado arriba de Mircea Eliade.
Ya hemos dicho que la inmersión de José Alcancía al sitio sagrado para
7 2
8
. . .. .
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E2 hombre
Urquidi, (la llegada hasta su casa, su Axis mundi) es una emulación del
evento efectuado por Teseo. Es decir que Teseo se interna en la zona
sagrada del Toro de Minos. Alcancía es en primera instancia Teseo, se
interna en el bosque habitado por el asesino de su hermano, comienza a
internarse, a recorrer la vida sin considerar nunca los medios como fines.
La prueba del laberinto o la reclusión en un sistema estrecho, f i jo, que
ahoga la vida.
La línea de la trayectoria en la subida/caída, bajada, conjuntada con el
avance en el tiempo, desde que el sol o la luz se inician, hasta las sombras
de la oscuridad aparece, se encuentran ligadas de manera intima como si se
encontrara marcado por una trayectoria paralela al destino humano en la
obra de Rulfo. Esta progresión polisémica, debe entenderse, de acuerdo con
su doble connotación; individual y colectiva como una manera de
metamorfosis cronológica que procede del estado primitivo de nuestros
antecedentes, hasta el estado actual de nuestra condición humana.
El problema de la topología espacial o su significado juegan un papel
preponderante sobre todo en la función caracterizadora del personaje. Ya
lo ha manifestado Roland Barthes en Aná/isis estructura/ de/ relato que el
personaje ha tomado una consistencia psicológica y paso a ser un individuo,
73
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en E2 hombre
una persona en una palabra un ser plenamente constituido, aun cuando no
hiciera nada y, desde ya, incluso antes de actuar; el personaje ha dejado de
estar subordinado a la acción, ha encarnado de golpe una esencia
p s i co~~g i ca .~~
Conjuntamente con el problema del espacio que ya hemos mencionado
arriba que adopta Juan Rulfo en la narración, se encuentra otro problema,
de la temporalidad. Esto es, debido a una de las características esenciales
de la novela o de la narración que se tipifica como cuento. Como dicen R.
Bourneuf y R. Ouellet, por oposición a las artes espaciales, como en la
pintura y la escultura, la novela recibe la consideración de arte temporal, a
la par que la música. Es un discurso, es decir, como da a entender la
etimología, implica una sucesión y rno~imienfo.~~ De esta manera, podemos
encontrarnos con la perspectiva de que un mismo tema podría tener una
exposición diferente de acuerdo con el tiempo narrativo sea mas o menos
lento.
Para el narrador tradicional, el problema encontraba su punto neurálgico
en la manera en que se tenía que trasladar todos aquellos acontecimientos
que se encuentran en el mundo real, hacia la narración que es un mundo
49 Roland Barthes, Análisis estructural del relato, Tiempo contemporáneo, Buenos Aires, 1970, p. 43. 50 R. Bourneuf y R. Ouellet, La novela, Barcelona, ed. Ariel, 1975, p.147.
74
"" . ""
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en EZ hombre
ficticio, y la solución sería, de cualquier modo, presentar en el orden en que
debieran encontrarse.
Veamos pués que el tiempo del relato es una síntesis del tiempo real del
suceso. Pero esta narración cronológica de los acontecimientos puede
mostrarse ineficaz ante la pretensión de captar la realidad. Cuando dos
personajes se separan en un momento determinado en la narración, como
ejemplo palpable de la bifurcación o separación del tiempo, la única forma
de seguirlos es contando sus historias de manera separada. Mediante esta
separación, se hace un quiebro en la unidad cronológica.
La misma formula de comenzar In media res tal y como era utilizada por
los clásicos ha evidenciado la falsedad en la pretensión de plasmar la
realidad de acuerdo con el orden cronológico de lo sucedido y muestra, por
el contrario, la necesidad de captar la realidad de otra forma.
En la obra de Rulfo, como se ha podido observar en general en la
narrativa actual, hay un desorden cronológico en la forma en la que se
presenta el discurso narrativo mediante una fragmentación de los capítulos
o episodios. Este aspecto no responde a otro motivo que mostrar el
aspecto complejo del mundo que se narra. Existe la posibilidad de
considerar el tiempo narrativo desde una triple perspectiva y que M. Butor
75
Martín Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre m
aborda asi: Desde que abordamos la región de la novela, hay que
superponer por lo menos tres tiempos: el de la aventura, el de la escritura y
el de la lectura. 51
Ya habiamos hablado arriba sobre la perspectiva temporal dentro de los
laberintos y sobre todo ese tiempo estático que manifiesta Mircea Eliade.
En Rulfo existe un tiempo estático, un tiempo inmóvil. Frente a un tiempo
concretizado que sirve para narrar los hechos que se suceden
cronológicamente, este tiempo estático forma una especie de remansos en
la narración, tal y como se presenta el título primigenio de la obra Donde e/
rio da de webas, sin que la acción avance. Este tiempo inmóvil se ve
acentuado por las propias reflexiones del narrador que contribuyen a aislar
la escena del resto de la narración.
LOS casos más claros que se presentan en el cuento. Tal vez aislados de
SU contexto no puede apreciarse la diferencia, pero enmarcados en el texto
se observa rápidamente; la narración, las descripciones de todo el cuento
se encuentran en un pasado no definido (llámese pretérito indefinido). Hay
un caso excepcional en que la narración se encuentra enmarcada en la
utilización de un presente que lo hace parecer un caso aislado dentro del
Michel. Butor, Sobre literatura, vol. 11, Barcelona, ed. Seix Barral, 1967, p. 117
76
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
mundo narrado:
Muy abajo el rio corre mullendo sus aguas entre sabinos florecidos; meciendo su espesa corriente en silencio. Camina y da vueltas sobre sí mismo. Va y viene como una serpentina enroscada sobre la tierra verde. No hace ruido. Uno podría dormir all[ junto a éI y akyien oiría la respiración de uno, pero no la del río. (p.37-38)
Independientemente de la temporalidad que hace un caso aislado a este
párrafo, cabe apreciar que éste es verdaderamente significativo para
nosotros ya que es este párrafo el que nos ha permitido hipotetizar sobre
los laberintos insertos en la obra de Juan Rulfo.
Los perseguidos o el laberinto de identidades
La primera de las dos partes que componen el cuento está a cargo de un
narrador omnisciente en cuyo relato lineal se intercalan -como dos líneas
melódicas de una fuga musical- los discursos narrativos de un fugitivo y su
perseguidor, distinguidos, el primero, por el uso de bastardilla y el segundo,
por el de comillas. Dos historias corren paralelas: la de José Alcancía, que
ha matado a toda una familia por vengar a su hermano, y la del padre de esa
77
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
familia, que lo persigue.
?
En la segunda parte, un borreguero es el narrador testigo, implicado en
los hechos por su misma condición de espectador; SU discurso es el Único
que mantiene Iinealidad temporal:
Lo v i venir desde 9ue se zambulló en el rio. .. (P. 42 )
Lo vi venir de nueva cuenta al dia shuiente ... (P. 44)
Lo vi venir más flaco que el dia antes. .. (p. 44)
Y al otro dia se volvió a parecer. .. (p. 45)
No sólo hay fractura en el plano temporal, también el espacio se quiebra
en planos ascendentes y descendentes y la alternancia entre unos y otros
es tan veloz que produce un efecto de superposición o montaje.
Paralelamente a los movimientos externos de los personajes se desarrolla
un proceso interno: la carga del remordimiento trastorna los movimientos
del fugitivo que acusa su miedo en múltiples indicios por el perseguido.
Subió por a9u( rastrillando el monte -dijo el 9ue lo persegua -. Cortó las ramas con un machete. Se conoce que lo arrastra el ansia. Y el ansia deja huellas siempre. (P. 36)
A medida que se desarrolla el cuento, la acción externa y el tiempo
interior de los personajes siguen direcciones opuestas: ambos hombres
avanzan en la trayectoria de fuga-persecución y retroceden en el recuerdo
por medio de imágenes presentadas como flash backs contrapuntísticos:
El que lo persegufa duo: "hizo un buen trabajo. Ni siquiera los despert0: Debió llegar a eso de la una, cuando el sueño es más pesado; cuando comienzan los sueños, después del Descansen en paz, cuando se suelta la vida en manos de la noche y cuando el cansancio del cuerpo raspa las cuerdas de la desconfianza y las rompe': (P. 37)
En la misma página se confronta la visión del perseguidor con la del
perseguido:
"No deb; matarlos a todos -duo el hombre -. AI menos no a todos': Eso fue lo que d~Jo. (p.37)
CONCLUSIONES
Obviamente la fractura temporal y espacial no persigue en este cuento
únicamente el propósito de lograr el efecto estético o solicitar con mayor
intensidad la atención del lector. Todos los recursos técnicos que Rulfo
hábilmente maneja en este cuento estructuran la configuración de un
sentido: lo laberíntico, lo imbricado de la estructura que en Borges puede
observarse a leguas de distancia en Rulfo apenas puede discernirse. E/
Hombre es sólo el preámbulo, una de las entradas al laberinto. Pero no por
ello deja de ser un laberinto complicado que en SU interior resguarda, a
manera de las cajas chinas, otros laberintos. De esta manera patentizamos
y exponemos que el concepto mencionado por Umberto Eco sobre los
79
Martin Gallegos González El mito y los l a b e r i n t o d - ¿ E @ ~ ~ E @ o r @ @ @? @nvn OEV 8.
laberintos rizomáticos contempla la inserción de este cuento en dicha
categoría. Otro de los laberintos rizomáticos en la obra de Rulfo lo es
Pedro Pciramo pero esto ya es otro cantar. Terminemos por decir que el
cuento de Rulfo desencadena o más bien la muerte desencadena la venganza
y la persecución culmina en otra muerte que cierra el círculo de violencia, El
hombre del cuento simboliza todo hombre, sin escapatoria ante el destino
ni más libertad que la de postergar el plazo. Su fuga trascendentiza un
marco referencia1 del relato, es la inserción al laberinto mental y al mismo
tiempo la fuga inútil del hombre de todos los tiempos acosado por la
fatalidad que en la tragedia griega provocaba gritos, horror y
conmiseración Todos los intentos del perseguido por eludir su fin están
condenados al fracaso; la naturaleza le tiende trampas; el río al que se
encamina describe una trayectoria circular, se enrosca sobre sí misma. ¿Es
éste acaso un continuo regresar al mismo punto y no encontrar nunca la
salida?
Muy abajo el rio corre mullendo SUS aguas entre sabinos florecidos,. meciendo su espesa corriente en silencio. Camina y da vueltas sobre simismo. Va y viene como una serpentina enroscada sobre la tierra verde. No hace ruido. Uno podria dormir all; junto a éI, y alguien oiría la respiración de uno pero no la del do. La yedra baja desde los altos sabinos y se hunde en el agua, junta sus manos y forma telarañas que el rio no deshace en ningún tiempo. (p. 37-38)
80
La descripción no es nunca en Juan Rulfo un recurso ornamental sino
como en el caso citado, un procedimiento semántico estilistico como el río,
el hombre da vueltas sobre sí mismo y es, al mismo tiempo, vengador,
perseguidor y fugitivo, en el circuito cerrado que describe la secuencia
muerte-venganza-persecución-muerte. En dicha secuencia se manifiesta
analógicamente el trágico signo de la condición humana. Como hemos
mencionado durante todo nuestro trabajo. Alcancía es al mismo tiempo
Teseo y el Minotauro. La metamorfosis efectuada es un sometimiento al
acaso. Por otro lado el recurso de la pluralidad de perspectivas que en €/
hombre se da aparece como fundamental resorte en las visiones múltiples
de Comala y de Pedru Pdramu que se o f recen en la novela, en la que el
perspectivismo múltiple constituye la mayor parte de la estructura del
relato y que arriba ya hemos observado y comparado con las estructuras
laberínticas.
BIBLIOGRAF~A BÁSICA
l. Anderson, Imbert. Enrique, Teoría y fécnica del cuento, Ariel, Barcelona, 1992.
2. Anthony, Stanton. Estructuras antropológicas en Pedro Páramo en Juan Rulfo.
en Juan Rulfo, Toda la obra, edición a cargo de Claude Fell, Conaculta,
81
Martín Gallegos González El mito y los laberintos di*+ w@rv¿?~&n v m @ V E V 0 c 2 ? n
Colección Archivos, México, 1992,
3. Bal. Mieke, Teoría de la narrativa, Cátedra, 3a, Edición, Madrid, 1990, Barthes,
Roland. Mifologías, Siglo XXI, México, 1980,
4. Borges, Jorge Luis. El hacedor en Otras inguisiciones, Emecé, Buenos Aires,
1974,
5. Borges, Jorge Luis El jardin de los senderos que se bifurcan en Ficciones,
Alianza Editorial, Madrid 1971.
6. Bobes Naves, María del Carmen. Comentario de textos literarios, Cupsa,
Madrid, 1972.
7. C. Kerenyi, Ensayos sobre una ciencia de la metodología. en Estudios
Latinoamericanos, University of Columbia, New York, 1984,
8. Escalante Betancourt. Evodio, José Revueltas: una literatura "del lado
rnoridor", Universidad Autónoma de Zacatecas, Col. Principia, México, 1990,
9. Eliade, Mircea, El mito del eterno retorno, Altaya, Barcelona, 1994.
10. Eliade, Mircea, La prueba del laberinto, Ediciones Cristiandad, Tr. Valiente
Malla, Madrid.
11. Ende, Michael. EL espejo en el espelo, Alfaguara, España, 1991.
12. Ernest, Cassirier. Anfropologia histórica, FCE, México, 1982
13. Fuentes, Carlos. La nueva novela hispanoamericana, Joaquín Mortiz, México,
1969.
14.Grande1 Guadalupe. Los silencios en la obra de Juan Rulfo en Cuadernos
hispanoamericanos, (Mayo 1989, número 467).
15. Graves, Robert. Los mitos griegos I, Alianza-Patria, México, 1992
16. Jones, Moreau de. Los tiempos mitológicos, Shapire, Buenos Aires, 1947.
17. Kahler, Erich. La persistencia del mito en Nuestro laberinto, FCE, México,
1972.
18. Kapschutschenko, Ludmila. N laberinto en la narrativa hispanoamericana
contemporhnea, Támesis Books, Madrid, 1982.
19. May, Rollo. La necesidad del mito, Paídos, Barcelona, 1992,
20. Oliver, Florence. La seducción de los fantasmas en Juan Rulfo. Toda la Obra.
21. Ramón Xirau. Borges: De la duda a lo eterno dudoso en Anfologia, Diana,
82
Martin Gallegos González El mito y los laberintos diversos en El hombre
México, 1989.
22. Roland Barthes, Análisis estructural del relato, Tiempo contemporáneo,
Buenos Aires, 1970.
23. R. Bourneuf y R. Ouellet, La novela, ed. Ariel Barcelona, 1975.
24. Michel. Butor, Sobre literatura, ed. Seix Barral, vol. II, Barcelona, 1967.
25.Schmidt. Teoría del texto, problemas de una lingüística de la comunicación
verbal, Cátedra, Madrid, 1977.
26.Zavala, Lauro. La ciudad como laberinto en La Jornada semanal (Núm. 249.
20 de marzo de 1994).