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ORACIOND E L A R E A L
ACADEMIA DE LA HISTORIA A L R E T N. S.
C Á R L OS IVC O N M O T I V O
D E SU FELIZ EXALTACION A L T R O N O .
M A D R I D .P o r D o n A n t o n i o d e Sa n c h a .
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L fOs acontecimientos de que pende alguna vez la suerte de las Naciones , debe la Histo-
■*rria perpetuarlos para enseñanza de las edades futuras, pues que de este oficio y con este derecho ganó el renombre de luz de la verdad y maestra de la vida. A esta tan importante obligación de la A cadem ia , se acrecienta otra mas particular y mas honrosa, que tiene la dicha de cumplir como cuerpo literarioy Rindacion de FE LIPE V ,presentándose á los Reales pies de V . M . , dignísimo nieto de aquel magnánimo Monarca, para llorar la muerte del pio y benigno C A RLO S III , y para
congratularse de la feliz exaltación de V . M . al trono de las Españas y de las Indias.
^Podrá, Señor, la A cad em ia
dispensarse de manifestar su vivo dolor y el de toda la N ación por la pérdida de aquel gran R ey que tan gloriosamente precedió á V . M . en el imperio ? La renovación de este justo pesar, es el homenage mas puro, debido á la memoria de C A R LO S III , y á los singulares beneficios derramados á sus Pueblos.
Entonces una Nación de
be llorar triste y desconsoladamente la muerte de sus Soberanos, quando no encuentra remedio ni esperanza en su aflicción y desamparo : quando aquellos no dexáron de sí otra memoria que la de sus nombres: quando por su temprana muerte no tuvieron ni tiempo, ni conocimiento para hacer bien á sus subditos: quando por su debilidad ó impotencia dexáron desierto el palacio, estéril la Rea estirpe, ó huérfana la patria, expuesta á ser víctima de la ambición y competencia de Prín-
/cipes extraños : quando la dexá- ron sumergida en guerras intestinas ó externas : ó quando, para mayor desgracia, quedó en tierna edad el succesor del trono , sin fuerzas aun para empuñar el cetro ni la espada. Nin- . guno de estos tristes motivos acompañaron la grane e e infausta pérdida de C A RLO S III. Ha sido cordialmente llorado, es verdad, porque la Nación poseida de amor y agradecimiento habia llegado á creerle, ó dígase mejor, á desearle inmortal.
Falleció C Á RLO S colmado de dias, y coronado de virtudes y bendiciones; pues', como si hubiese tenido en su mano el poder de retardar ó acelerar los pasos de la inexorable muerte, que no respeta cetros ni tiaras j casi podríamos decir para mayor gloria de V . M ., que la llamó quando debia serle menos amarga, quando no le quedaba otra cosa que dexar que la vanidad y pompa del mundo, de la qual hizo en vida tan poco aprecio.
La Corona de las dos Sici-
ylias, patrimonio de su Real sangre y de su espada, que con tanta fama habia ceñido sus augustas sienes, adornaba desde treinta años ha las de su amado hijo F ernando , y el grave peso del cetro Español, que con tanta dignidad habia sustentado, lo llevó hasta que pudiese deshacerse de él sin zozobra, entregándolo en las manos robustas de un Príncipe, cuya capacidad , por sus años, experienc ia , talento y aplicación, no hiciese advertir la falta del difunto : gran contento para los Re
yes que acaban, gloria grande para los Reyes que empiezan, y dicha pocas veces conocida para los Reynos, cuyo destino les encomendó laProvidenciaDivina.
Todos los oficios de R ey/
habia consumado C A R LO S y todos los de padre, alargando los gloriosos y felices dias de su reynado hasta el término á que llegaron pocos Monarcas : y no quedándole otra acción que hacer sino la última, en que se igualan todos los mortales, acabó tranquila y religiosamente sus dichosos años.
Este fue el dia que solem- nizáron los leales pechos de los Españoles con el universal dolor. Verdad es que este último tributo de sus vasallos, el mas apreciable para los R eyes, porque sobre valer por todo lo que no puede el oro , es generoso y voluntario, no pudo recogerlo el difunto, que era el objeto del llanto público j pero lo ha recibido V . M . , siendo justo que así como le sucedió en los merecimientos, le heredase tam* bien en la gloria y en el premio de ellos.
Aquella serenidad, aquella tranquilidad imperturbable, con que el Augusto padre de V . M . vio llegar la postrera y tremenda hora : aquella constante fortaleza con que se despidió de la v ida , constancia digna de alentar y edificar á los Príncipes Christianos, y de confundir la vanidad de los Gentiles: ademas de ser prendas de su sana y pura conciencia , éranlo también de la esperanza de que el hijo y succesor de su Corona, lo habia de ser de su clemencia, de su religión, de su magnanimi-
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dad, de su mansedumbre, de su probidad y justicia. ¡A h, aquella esperanza, no fue un lisonjero deseo, ó algún fantástico vaticinio de un ciego amor paternal! Nosotros, que hemos tenido la dicha de verlo todo cumplido, se lo dinamos á C A R LO S III, si pudiese oir nuestras débiles voces y aplausos. El R ey C A R LO S fué grande hasta en el momento en que dexan de serlo los demás.
Si V . M . contempló por muchos años en su augusto padre un exemplo doméstico y
continuo de la dignidad con que viven los grandes Reyes» nunca , hasta la hora fatal de separarse para siempre de su du - ce compañía, había aprendido como mueren los Reyes fuertes. Heroyca lección, que sin necesidad de buscarla ideal ó exagerada en los anales de las edades antiguas, dio viva y verdadera C Á R LO S á V . M . y á toda la Real Familia. Mas si C Á R LO S III vivió y murió con la dignidad y rectitud de un R e y , V . M . empieza á rey- nar con la beneficencia de un
amoroso padre de sus pueblos, cuyos ojos aun llorosos de la reciente pérdida han enxugado como de repente las primeras acciones de su feliz gobierno.
Así pues, Señor, la A cadem ia , corriendo un velo á tan fúnebre espectáculo, y cubrien- do con el silencio (fiel intérprete de tan gran dolor) los me- ancólicos recuerdos del pos
trer aliento de un R e y , que vive en el pecho de V . M , , que vivirá en la memoria de nuestra nación y de las extrañas, y que supo labrarse la inmortali
dad en sus hechos ; vuelve sus ojos reverentes á la sagrada persona de V . M . congratulándose unida á los votos públicos del universal y cordial gozo conque acaba de ser aclamado Augusto R ey de España en la capital de su dilatada Monarquía: siendo otros tantos testimonios indelebles del amor y fidelidad de sus pueblos, é inocentes prendas de las esperanzas que tan dignamente han concebido todos del hijo de C A R LO S y nieto de FELIPE : nombres excelsos y amados, que no pue
de pronunciar la España sin ternura y eterno reconocimiento. M as, ¡ ah Señor! no han sido estos votos, estas aclamaciones solo del pueblo que tiene la dicha de veros: á todos los Españoles de uno y otro mundo debíais mucho tiempo ha estos auspicios, y reynaba en sus corazones sin saberlo V . M .
Es V . M . el m i de los C A R LO S en la serie de los legítimos Monarcas del Imperio Español: mas la A cadem ia , cuyo instituto le impone el oficio de contar y apreciar las virtu
des de los Reyes y no los agüeros de los nombres, le colocará para admiración de la posteridad , como el quinto de los Soberanos de la regia y excelsa rama de B orbon que domina y florece en estos dichosos R ey nos.
Vuestra ínclita y augusta prosapia, no solo tiene por vínculo antiquísimo el reynar i sino también, por otro mas estrecho y sagrado, el reynar con justicia y benignidad, el reynar con el poder y con el amor que es aun maspoderoso. V . M .
bien convencido de esta obliga^ clon de su sangre, y del cargo que le impuso el Todo Pode.- roso. Juez supremo de los que reynan, desde que le crió para el imperio i se ha anticipado á los deseos públicos, cumpliendo con Us primeras obligaciones de un R ey consumado antes de tener castumbre de mandar.
Apénas reposaba en el sepulcro C Á R LO S III en oca- sion que V . M . necesitaba todo su esfuerzo para- ájesistir el dolor j quando se .ocupaba on
el alivio y bien de sus vasallos. Tito daba por perdido el dia en que no hubiese hecho algún beneficio : Vos, Señor, no quisisteis perder ni un momento. Admirados de la prontitud de las providencias, hei'idos aun nuestros ojos del aparato fúnebre , dudarian algunos si las obras de tanta bondad eran del R ey vivo ó del difunto. Solo V . M . tuvo el arte, por su actividad y zelo del bien público, de que sus pueblos no conociesen que habia muerto el R ey , sinoCA RLO S III, ni sintiesen la
falta de su común padre, porque solo V . M . filé quien le perdió : y asi nosotros siempre hijos, y tratados siempre como hijos, no hemos hecho mas que mudar de dueño.
¿Que dias tan felices debe esperar la Nación quando V .M . pueda usar de toda la extensión de su talento , y fuerza de sus virtudes para la última felicidad de sus pueblos y lustre de su Corona?
No solo ha dado V . M . muestras de R ey benéfico, sino de especial bienhechor con
los mas necesitados, y de amo« roso con los pobres : esto ha sido , Señor , querer estrenar el imperio con la caridad, cimiento de todas las virtudes. Bien presente ha tenido V . M . que era hombre ántes que R ey , en cuyo sublime título lo primero que vio fúé el poder que ofrece para hacer bien , empezando esta virtud christiana á llevar el estandarte de todas las que han de ilustrar su reynado.
Aunque en la tierra y en el mar habian mejorado de semblante estos Reynos desde que
empuñó el cetro CA RLO Shasta que lo depositó en vuestras manos j solo V . M ., á quien destinó el Cielo para coger los frutos de sus antepasados, y go*zar de os SUJO S propios, estaba reservado para perfeccionar lo que no dexó madurar el tiempo. La propiedad, la industria y los sudores del labrador han merecido la segunda atención del amor de V . M . procurando que toda la tierra sea útil al colono y al tesoro público j y que gran parte de la que en otro tiempo había sido desperdiciada por
la diversión R e a l, vuelva á tener dueño que la defienda de las bestias, y brazos que la hagan patrimonio pacífico de los hombres.
V . M . no solo se ha propuesto satisfacer la deuda que le impone su excelsa dignidad, de mantener en paz y justicia sus pueblos, sino también el pagar las de sus Augustos Progenitores, tomándolas sobre sí como carga inseparable de la Corona.
No contento V . M . con asegurar la buena fé en el pago de esta deuda nacional, y con
esta providencia el crédito público i extiende su munificencia á la remisión de atrasos que los pueblos debian al Erario.
En estos primeros ensayos de su próvida beneficencia, ya habrá experimentado V . M . quán árdua cosa es suceder á un buen R e y , y quanto aumentará á sus succesores la dificultad de ocupar su trono»
Que V . M . fuese justo con nosotros, todos lo esperábamos; pero que sea justiciero consigo mismo, ninguno hay que no lo admire. Los Reyes no tienen
Juez entre los hombres mientras viven en la tierra, si no lo son ellos de sí mismos. Convencido V . M . de esta verdad, no ha querido dexar que haga la posteridad el juicio de lo que pueden alabar ya los presentes.
No satisfecho V . M . con hacerse justicia por su propia mano, quiere hacerla en su mismo palacio : empieza en las reformas de su casa, por darnos desde allí exemplo para las nuestras. De donde nace, que aunque le debemos mucho por su liberalidad, no le debamos mé-
nos por su economía. Si son excelentes las obras que ve y admira el público, no lo son menos las que encierran las paredes del palacio : allí están aposentadas la religion y la justicia. Proseguid, Señor, en este buen camino , y serán censores nuestros vuestras palabras y vuestras obras.
Siendo la mas segura guardia del Príncipe su clemencia, estimáis mas veros rodeado del amor y concurso de ciudadanos, que de terror marcial. Nada cede en tanta alabanza
vuestra, como dexaros ver de todos sin hacernos difícil esta dicha. A l vínculo de la amistad, que suele andar despreciado y ocioso en los palacios , empezáis , Señor, á restituirle su oficio. En lugar de mudos ó lisonjeros , tendreis amigos porque sabéis serlo. Quedóle á V . M . siendo R ey la misma franqueza y benignidad que ántes ; todo lo tiene consigo, porque en nada le ha mudado la Soberanía.
Así seréis, Señor, tan amado de los poderosos como de
los humildes j y así serán dichosos aquellos cuyo mérito y bondad aprobáreis , porque serán calificados por vuestra misma persona.
Algunos Emperadores Romanos se honraban con los nombres de las gentes que vencían» V . M . con el de las que ama y gobierna : pues aunque diversas en lenguas las que le rinden va- sallage, no suena mas que una para llamaros C A R LO S e l huen E spañ o l . ¡Quantas dichas se cifran en este nombre, quando lo merece el amor delPrínci-
pe y lo tributa la gratitud de los vasallos !
Señor, si vuestros súbditos os aguardan como á su común padre con los brazos abiertos para su felicidad, las Ciencias y las Artes, que son los medios de conseguirla, os esperan con mil bocas quantos son sus diversos idiomas para aclamaros su magnifico protector. Ellas naciéron lib res, y son las que dan á los Reyes los mas gloriosos renombres y fama inmortal. La afición con que, siendo Príncipe, las honraba V . M . , es indicio cierto de que
no pensaba en renunciar á esta fama quando subiese al trono, para estimarlas y favorecerlas. Las letras son á la verdad de todos los paises; pero no se avecindan sino donde se aprecian
/y honran los ingenios. A ellas sucede lo que al oro : la codicia lo desentierra, y la industria lo recoge. Si se honran los Sabios, ¿como cobrarán baxo la sombra de V . M . espíritu, sangre, y patria los estudios ?
Dilató el Cielo el tiempo del reynado de V . M ., para que se echase de ver la merced que
recibíamos; de vos, fiel marido y cuidadoso padre: y de la Augusta L U ISA , dulce y solícita esposa , fecunda madre de tan generosos hijos, que ha dado á estos Reynos para su consuelo, y ha educado para su gloria: de la siempre amable y siempre amada L uisa de B o rbo n , Reyna de las voluntades, antes que de las Españas.
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