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UNIVERSIDAD DISTRITAL
FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD DE ARTES ASAB
PROYECTO CURRICULAR ARTES PLÁSTICAS Y
VISUALES
PROYECTO DE GRADO
DES¿CANSADO?
PRESENTADO POR: DANIELA OSPINA LIZARAZO
TUTOR
MARIA JOSE ARBELAEZ GRUNNDMAN
BOGOTÁ
2018
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Agradecimientos
A mi familia
A mis amigos
A mis profesores
A la facultad de artes
A la Biblioteca Julio Mario Santo Domingo
A las trece personas que contestaron la encuesta
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Des¿cansado?
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Índice
Prefacio
1. Espacio corporal
1.1. Distancia íntima
2. Espacio habitual
2.1. Distancia personal
3. ¿Qué es? Y ¿qué no es?
4. ¿Cuáles objetos?
4.1. Objetos elementales/objetos compuestos
4.2. Uso de fábrica
4.3. Modo de uso
4.4. Manual del fabricante
4.5. Objeto transformador
4.6. Antes del objeto
5. Elemental
5.1. Efectos fisiológicos Agua-Luz
6. De descansar, nadie murió jamás
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Prefacio
El siguiente texto es una recopilación de exploraciones,
consultas, teorías y reflexiones sobre el descanso como
experiencia. La manera de abordar el tema parte desde
autoexploraciones de recuerdos y sensaciones, donde
resalto lugares y acciones, y también a partir de lo
conceptual, donde encuentro que tiene muchas variables
y su amplitud me hace hallar asociaciones con las
exploraciones previas, logrando realizar un análisis
dentro del contexto en el que vivimos.
Mis indagaciones se concentran en los mediadores que
tenemos para producir dicha experiencia de descanso,
por esa razón, reflexiono sobre lugares, objetos,
elementos y analizo la manera como entablamos relación
con ellos por medio del uso y la manipulación. A través de
las instrucciones que nos enseñan y seguimos todo el
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tiempo, me doy cuenta que creamos un lenguaje para
lograr mejores experiencias de descanso, pero la
implementación de dichas instrucciones se ve reflejada en
toda actividad de nuestra cotidianidad, haciéndonos
dependientes de nuestro propio sistema.
El texto evoca todo el tiempo imágenes de hábitos,
rutinas y costumbres del contexto en el que se vive. Lo
implemento como método de búsqueda para el medio de
expresión artístico que mejor dé cuenta de las
indagaciones anteriores. Estas imágenes, que van
surgiendo con el desarrollo del texto, me ayudan a ir
alimentando mi producción plástica y van tomando un
valor simbólico donde se cuestionan los diálogos que se
tienen entre hombre y objeto. Es ahí, donde toma
importancia la acción que se produce de estos diálogos,
convirtiendo todo este cúmulo de imágenes creadas por
consultas en una muestra plástica, jugando con códigos
establecidos y haciendo que el espectador se cuestione
sobre la experiencia de descanso en su universo y pueda
reflexionar en sus propias conclusiones. Como la artista
Florence Doléac, que indaga en el objeto la tensión entre
producción y exhibición, plantea cuestionamientos sobre
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la función y su contraparte, la inutilidad, jugando con la
percepción del espectador.
Antes de continuar con la lectura, debo mencionar que
mis constantes preguntas hacia el tema provocaron que
arruinara de cierta forma mis momentos más placenteros
del día, espero que la persona que decida seguir leyendo
y reflexionando, lo tome como una lectura y un ejercicio
más.
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1. Espacio corporal
Se baja del auto de su padre y sube corriendo las
escaleras
Pero algunos días subía al columpio un par de
minutos
Se sentía ligera, feliz y con energía
Almorzaba con su hermana
Se podía tomar todo el tiempo del mundo
Era viernes
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Es curioso cómo nos pasamos la vida deseando,
buscando, persiguiendo ese momento del día donde nos
sentimos plenos, con ganas de retomar, y nos invade la
esperanza, los sueños por cumplir.
Y entonces, el cuerpo se relaja pero el cerebro sigue
trabajando inevitablemente. La mente trae a tu cabeza
los deberes, la angustia, la pesadez, el futuro que nadie
puede controlar pero deseamos tener en nuestras
manos.
Son las tres de la tarde mientras se baña
Se viste con su pijama y aunque es viernes
Debe adelantar las tareas para la otra semana
¿Cómo puede ser tan placentero comer, dormir y
respirar, algo que hacemos todos los días? Realmente,
¿de qué forma esas actividades nos dan esa sensación de
placer que nos renueva y nos hace sentir tan satisfechos?
Algunas veces pasamos sobre ellas, las hacemos
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inconscientemente pero igual nos compensan aunque no
lo notemos. Muchas veces se necesitará de esfuerzo,
dolor y sacrificio para darnos cuenta de que lo que
sentimos es satisfacción y que la merecemos.
Pero en este mundo sentimos la necesidad. Nuestro
cerebro y su incansable actividad nos obliga a estar en
constante estimulo. Y terminamos llenando de
actividades ese corto tiempo del día que necesitamos
para relajarnos.
Acostada sobre la cama
Dejaba caer su cabeza
Y veía el mundo patas arriba
Podía imaginarse caminar sobre el techo
Sentía sus ojos pesados
Debía levantase
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Llegan las vacaciones, sentimos emoción y recordamos
las buenas vacaciones de la infancia. Ahora quizá están
llenas de rutinas y responsabilidades. Podemos
levantarnos tarde pero nos aterra la cantidad de tiempo,
no sabemos qué hacer con él. No es tiempo libre, está
relleno de citas al médico, filas de bancos, quehaceres en
la casa (aceitar una puerta, mover los muebles, limpiar el
polvo…), nos inventamos cualquier actividad para
mantenernos ocupados y no caer en esos sentimientos
negativos de “pérdida de tiempo” que tanto nos
persiguen desde pequeños.
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Al final del día; en ese día especial que teníamos libre,
terminamos cansados, es normal, un cuerpo después de
una jornada siente fatiga. Hay días en que me levanto y
solo me dedico a satisfacer mis necesidades básicas:
comer, ir al baño, cumplir uno que otro antojo (leer, ver
películas o algún programa, tomar el sol) y de igual forma
termino cansada. Pero, ¿cansada de qué?, si no hice nada
¿Será que insistimos en llenar nuestro día de actividades
para cumplir la idealización de sociedad feliz y realizada?
Me atrevería a decir que todo ser humano, al final de su
jornada, busca un lugar especial donde se siente cómodo
física y mentalmente. Por lo general es el hogar, sin
importar la apariencia de este. Cuando no es así,
instintivamente lo buscamos, no siempre es un lugar
privado, a veces necesitamos de público, pero en algún
momento del día lo necesitamos.
No tiene que ser nada extravagante, puede ser una
sencilla butaca al lado de la estufa, lo importante es
encontrarlo, porque será de mucho beneficio.
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–¿No te acuerdas? –me decía mi mamá mientras
almorzábamos–. Cada vez que entrabamos a
algún lugar nuevo tenías que ir al baño, yo no sé
por qué, pero muchas veces no tenías ganas, solo
entrabas, mirabas y salías.
-No recuerdo eso –dije mientras masticaba–.
Recordé mi gusto por mirar qué es lo que guarda
la gente en el baño, es otra forma de
presentarse. Claro, eso después trascendió a las
alcobas.
-Y todavía lo haces, ¿no? Duras horas cuando vas
a algún baño.
Me rio y no le doy respuesta.
Casi siempre, depende de la impresión que me dé la
persona, me intereso en los objetos que tiene en su casa.
Obviamente, no te van a dejar entrar a sus alcobas de
buenas a primeras. Entonces la forma de inspeccionar
más fácil es pedir el baño prestado.
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Los objetos en una habitación siempre tienen algo que
contar de las personas que lo habitan. Son como
extensiones del cuerpo o son moldeados por nosotros;
íntimos, por eso los alejamos de la vista de extraños y
ponemos paredes dividiendo nuestras experiencias en el
mismo espacio.
Ya no es evidente, pero recordar cuando llegaban visitas
a nuestra casa, la necesidad de ordenar o guardar
algunos objetos, luego, la persona invitada se
comportaba de una manera especial para no incomodar,
creando barreras tan delicadas que con el tiempo se
disuelven o se refuerzan. Es nuestro lugar íntimo, donde
somos y hacemos lo que queramos, decidimos lo que
entra y sale.
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1.1. Distancia íntima
Apartamento
Alcoba: En mi infancia vivía en un apartamento de
cincuenta y dos metros cuadrados en un segundo piso. La
alcoba era pequeña, tenía una ventana con reja, techo de
madera, un bombillo en la pared, en la otra una repisa
con juguetes y fotos, una puerta, un armario y dos camas
idénticas. Compartía la alcoba con mi hermana, ella es
mayor dos años.
Mamá
Mi madre acostada en medio de las dos, con las luces
apagadas, yo recostada en su abdomen, con mi pijama
enteriza, se quedaba por unos minutos, escuchaba cómo
nos arrullaba y nos acariciaba el pelo.
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Mi cuerpo relajado mantenía una temperatura perfecta,
me perdía en su arrullo y casi nunca la sentía cuando se
iba.
Tía
Mi tía me cargaba en su espalda después de cepillarme
los dientes, me dejaba en mi cama y me daba muchos
besos pero antes de despedirse me preguntaba las
capitales de los departamentos, las tablas de multiplicar
o cualquier lección de las tareas.
Se despedía recordándome que tenía que madrugar,
enumerando los útiles para el día siguiente y
mandándome besos de lejos.
Papá
Mi padre sentado en la cama siempre nos preguntaba
qué tenemos para el día siguiente, después se recuesta y
nos contaba historias.
Siempre resultaba durmiéndose más rápido que nosotras
y no se acordaba de la historia, eso nos hacía reír. Se
levantaba y nos apagaba la luz.
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Hermanita
Ella, sentada en su cama. Juntábamos las camas para
jugar o dormir, inventábamos historias usando todos los
espacios de la habitación.
Si nos peleábamos era bastante incomodo el silencio,
pero de todas formas preferíamos esa silenciosa
compañía.
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Podía pasar horas en nuestra alcoba, no importaba si
estaba sola, me entretenía mirando por la ventana a los
vecinos pasear los perros, algún carro estacionarse sin
que saliera ni entrara alguien, a los niños practicando
fútbol los fines de semana. Me sentía tranquila y
protegida, era un lugar especial, no tenía preocupaciones
por las tareas de inglés o matemáticas, podía leer,
dibujar, bailar, jugar, gastar mi tiempo libre como
quisiera antes de irme a dormir.
Ojalá llueva fuerte, ¿si viste ese relámpago?, me decía mi
tía mientras mirábamos por la ventana y hacíamos el
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conteo de cuánto se demoraba el trueno. Nuestra alcoba
tenía buena vista, verde muy verde, un canal, detrás un
vivero y un parque con cancha de futbol. Despejada, por
eso podíamos disfrutar de los relámpagos, de los juegos
pirotécnicos, de buscar figuritas en las nubes y del sol de
venados. También se prestaba para presenciar cosas por
primera vez: un muerto, una lechuza, un disparo.
En el armario nuestra ropa estaba separada .También
guardaban las cosas de navidad, usábamos las divisiones
como escaleras y, claro, no faltaron los accidentes. Yo no
lo recuerdo pero mis padres me cuentan cómo se veía mi
dedo anular después de ser machucado por una bisagra
de una de las puertas. En un apartamento pequeño y
lleno de cosas era complicado encontrar buenos
escondites para jugar. Pero sí recuerdo con claridad a
que olía ese armario. Era una mezcla entre plastilina,
muñecos de plástico y bubble gummers.
Por saltar en las camas era seguro ganarse un regaño y
peor por saltar de una cama a otra. Me hacen el favor se
calman y se ponen a jugar a otra cosa, nos advertían. Mi
cama siempre ha funcionado como refugio. En esa época
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aguantó fiebres delirantes donde las siluetas se
transformaban en gigantes dinosaurios que me hacían
hablar y hablar entre sueños. En los días tristes solo hacía
falta recostarse un poco, mirar el techo buscar formas en
las manchas de la madera o leer una fábula de las 365
que traía el libro.
Sentir el frio de la madrugada cuando entraba al baño de
aquel apartamento,
todavía con el
cerebro dormido, el
agua se entibiaba, mi
madre apurándome
detrás de la puerta
con un conteo
regresivo, cruzarme con mi hermana al salir. En cambio,
los fines de semana sí podía bañarme con parsimonia, o
bueno, más o menos, mi madre siempre estaba
contando. Con el agua recién quitada, el frío. Un par de
muñecos de plástico y la tina de la ropa eran suficiente
para jugar. A veces el agua tenía un olor particular, olía a
plantas, a jardín, a remedio, era sauco con todo y flor
flotando en el agua.
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Mi niñez se acabó cuando cambiamos de vivienda. Nos
trasteamos a una casa el 18 de enero de 2007 a cinco
cuadras del apartamento. No era lejos pero no volvería a
tener esa vista que tanto me gustaba. De pie y en
silencio, con la frente apoyada en la reja, me despedí
silenciosamente de nuestra alcoba. Por primera vez el
armario vacío y me gustó cómo se veía. Miré por el ojo
mágico de la puerta principal que nos hizo el abuelo y
bajé las escaleras.
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Casa
Alcoba: Desde mi pubertad hasta el día de hoy vivo en
una casa de dos pisos. Nuestra alcoba es un poco más
grande, tiene una ventana con marco negro, el bombillo
está en el techo de madeflex blanco, en una pared la
repisa de siempre, una puerta blanca, un armario y las
mismas camas idénticas. Sigo compartiendo la alcoba con
mi hermana.
Mamá
Sentadas en la cama, me repetía por tercera vez mi falta
de interés en mis notas escolares, me pedía más
dedicación. Su cansancio laboral y corporal combinados
con mi actitud nos hacían discutir.
Todo se equilibra. Ella recuperó su salud y yo tengo más
interés en lo que hago. Se despide de besos y abrazos,
me da la bendición y me insiste en ir a la cama temprano.
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Tía
Después de cenar me preguntaba cómo iban mis tareas.
Se asomaba a la alcoba, me daba un beso, me acariciaba
el pelo y me decía que le faltaba poco para terminar el
libro que me dejaron en la clase de español. No me dañes
el final que me está gustando, me repetía.
Ahora me la paso en la habitación donde dormía, ella se
fue a seguir su labor de nana, pero cuando la visito me
sigue consintiendo como si tuviera cinco años.
Papá
Me daba un beso en la frente, me insistía en madrugar
porque ese día había llegado muy tarde al colegio, que
dejara todo empacado para no demorarme en salir y,
como siempre, que dejara dormir a la gente del chat, que
ellos también tenían que madrugar.
Siempre nos consiente, nos trae el café recién hecho a la
cama los fines de semana, a veces para despertarnos, a
veces para continuar con lecturas y trabajos.
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Hermana
Una noche se dio cuenta que me levanté dormida, me
preguntó para dónde iba y como no respondí me llamó
por mi nombre para que volviera a la cama, le hice caso,
seguí durmiendo pero yo no recuerdo nada.
Nuestra alcoba se ha convertido en punto de encuentro,
pueden pasar meses sin vernos, pero siempre estaremos
hablando de anécdotas, planes, frustraciones o de la
rutina.
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Parece un lugar tranquilo, no me puedo quejar, eso es lo
que más me gusta de mi barrio, pero esa es otra historia.
Se perciben ruidos detrás de la pared, es señal de que es
una pared sencilla y solo es necesario hacer silencio para
enterarme de que están discutiendo y qué música les
gusta escuchar. No me incomodan esos ruidos, puedo
seguir durmiendo plácidamente. Las cortinas filtran la luz
de forma especial, permitiendo que entre pero que no
pasen rayos directos y eso es un buen ambiente para
seguir haciendo pereza por un rato más, es placentero
pero no duradero.
La cama sigue siendo la misma, crecí un poco pero me
queda apenas, siempre he querido una cama en donde
pueda sentirme más pequeña de lo que soy. Tengo un
sueño pesado que llaman, me cuesta bastante despertar,
va contra mi voluntad, empeora si me despiertan, me
pone de mal humor, solo si hay un acuerdo o pido el
favor de que lo hagan golpeando la puerta y llamándome
puede que logre levantarme pero muchas veces, aun
después de bañarme, sigo dormida. Me muevo por
inercia. Me despiertan pocas cosas, un fuerte dolor por
falta de circulación en alguna de mis extremidades o una
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pesadilla que se confunda con la realidad y me sorprenda
llorando o sudando angustiada.
A pesar del gusto por estar en mi cama no me siento
cómoda si tengo que estudiar en ella, es un lugar que
encuentro muy especial y no puedo interrumpir su
armonía, puedo leer literatura y ver películas, pero no
hacer ensayos ni lecturas académicas. ¿Está de malas
pulgas?, pero si se acabó de levantar, dijo mi tía. Me
quedé dormida y tengo tareas, respondí.
La vista de nuestra alcoba es muy diferente. Ya no es
verde y más verde, ahora es ladrillo, tejados, trocito de
cielo, trocito de jardín. Quizá por costumbre sigo mirando
por la ventana por un par de minutos sin que nada se
mueva. Punto a favor: puedo tomar el sol sin pudor, solo
en las tardes cuando el ambiente de la habitación se
vuelve cálido y confortante. ¿Ya se quitaron el uniforme?,
recuerden que la lavada tiene que durar una semana y
esos delantales sáquenlos de la maleta, nos recordaba mi
madre todos los días por el teléfono. Se convirtió en
costumbre cambiarse de ropa, quitarse la ropa. Quizá es
33
la razón por la que
sigo haciéndolo, el
placer de la sensación
fresca y ligera en la
piel es relajante.
Quince minutos para
sentirme renovada. Mi madre seguía llamando, hace seis
años que ya no lo hace pero puedo sentir el conteo, no
hay necesidad de escucharlo. No me gusta el agua tan
caliente, disfruto que caiga fría en mi frente y no me deje
oír el exterior, ese zumbido relaja. ¡Media hora, Daniela!,
¿Qué es lo que tanto haces? Hace quince minutos que
cerraste la llave, ¿quince minutos para secarte?
Uno, dos, tres… uno, dos.
Tres rosas, dos cartuchos. Huelen muy bien, me
recuerdan a mi abuelo, él nos regaló un esqueje de su
rosal. Mis pies descalzos, el pasto entre mis dedos, se
siente un cosquilleo, se pegan a la planta. Una hoja de
menta entre mis dientes, olor a humedad, acostada en el
pasto espero a que lleguen las seis de la tarde.
34
35
Mazatzin 36
Alcoba: Viví por un semestre en otra ciudad, en una casa
que compartía con dos amigos y otras cuatro personas.
Mi alcoba estaba ubicada en la primera planta, era
espaciosa, dos ventanales de piso a techo, en medio un
espejo, dos bombillas: una blanca la otra amarilla, una
cama doble, al lado derecho una mesa de noche, al
izquierdo una silla, en una esquina una mesa y silla
hacían de escritorio, en frente un armario y la puerta que
daba a la sala.
Los vecinos de arriba
Todos los días se levantaban temprano, casualmente mi
alcoba quedaba justo debajo de la puerta de salida,
escuchaba cuando salían, bajaban las escaleras metálicas
y abrían el portón. El perro también se despertaba
temprano y escuchaba sus patitas sobre el techo, la gata
entraba y se echaba a los pies de mi cama.
36
Los vecinos del fondo
Rara vez los sentía entrar o salir por el portón, uno de
ellos era más sigiloso que el otro. Los escuchaba cuando
ya era muy tarde y yo estaba casi dormida.
Amigos
Mi amigo dormía en la alcoba continua, mi amiga al
frente de nuestras alcobas, una o dos veces les pedí el
favor que me llamaran para despertarme. Compartíamos
una pared falsa con mi amigo y podía escuchar casi todo,
hasta cuando apagaba la luz de su alcoba. A mi amiga casi
no la sentía, siempre terminaba asustándome.
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Supe por cinco meses y veintisiete días lo que era tener
una habitación solo para mí y me gustó bastante. Me
gustaban esas dos ventanas que dejaban entrar bastante
luz, tenía más ventanas que paredes, podría decirse que
tenía luz las veinticuatro horas, porque por una de ellas la
bombilla de la calle iluminaba lo suficiente para distinguir
los otros objetos.
Tuve la suerte de tener una cama doble, sonaba un poco
pero nada grave. Primavera y verano, por lo tanto, no
dormía con muchas cobijas y prefería unas sábanas
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frescas. El clima me agotaba más de lo normal pero no
por eso me acostaba temprano, los días eran más largos
que las noches, fácilmente podía estar despierta a las tres
de la madrugada.
Si usé cinco veces chaqueta fue mucho y no usé más de
dos, mis chaquetas se quedaron en ese armario armable
de tela los cinco meses. En cambio, tenía que cambiar
mis camisetas muchas
veces a la mitad del día,
pero andaba en ropa
ligera y no hay nada
más cómodo y práctico.
Teníamos que atravesar media casa para ir al baño, sala,
cocina, subir escaleras y otros dos peldaños. ¿Ya te
despertaste?, me decía mi amiga cuando atravesaba la
cocina ya bañada. Recuerdo los primeros días, de verdad
que me despertaba, la llave de agua caliente se quedó
pegada.
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Me hacía falta mi jardín, mis rosas, la hierbabuena, la
menta, el olor a tierra. Seguía atravesando toda la casa
para subir a la terraza, no tenía ni una planta, siempre
regaba unas macetas con tierra cuando lavaba la ropa,
por alguna razón me hacía sentir bien, lavaba por la
tarde, no había sombra para soportar los treinta grados,
así que aprovechaba para disfrutar la hora del atardecer,
pero con el paso del tiempo resultó anocheciendo hasta
las nueve. Subía y me quedaba con los ojos cerrados con
la cara al sol, lo necesitaba, ladrillos por donde veía, pero
me salvaba el cielo.
Los tres mirando cómo el sol se escondía en el día más
largo del año, en silencio. ¿Qué hora es?
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42
2. Espacio Habitual
Es sábado por la mañana
Todos acomodados en un carro cuatro puertas
Los adultos alzan a los niños
El conductor pide agua
El copiloto pone un CD de salsa
Los de atrás se abanican con revistas o viseras
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Son días sagrados: Semana Santa, puentes, festivos,
semana de receso, navidad, año nuevo… En el país donde
abundan los días festivos, porque nos sobran excusas
para tomarnos el día. Planear, separar esos días como si
se tratara de una cita médica. Solo esas fechas resaltadas
en el calendario con diferente color son las que contamos
todos los años y empezamos a destinarles algún paseo,
salida, plan, fiesta.
Hombres sentados en sillas plásticas
Mujeres acostadas con toallas en la cabeza
Niños corren de las duchas a la piscina
Abejas merodean en los vasos
Salimos de la ciudad. Nos hospedamos en alcobas
parecidas a la nuestra, comemos lo que nos gusta,
hacemos otras actividades y respiramos un aire limpio.
Todo el año planeamos esos días para descansar y
relajarnos, para cambiar nuestra alcoba, vivienda y
44
rutina. Con la finalidad de sentirnos renovados,
tranquilos, con más energía para cuando retornemos a la
ciudad.
Es difícil dejar tu vida de ciudad atrás y sin querer
terminas hablando del trabajo, los deberes, las deudas,
los problemas. Sintiéndote agotado y sin ganas de volver
al día siguiente a comenzar una vez más con la vida de
ciudad. Y, como si se tratara de una separación
sentimental, tratamos de aprovechar hasta llegar al
exceso, todos los placeres que nos ofrece el lugar elegido
para las vacaciones.
La piel tostada por el sol
Ojos rojos por el cloro
El pelo mojado gotea
Toman refrescos cerca del ventilador
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Colección de bañistas. 2015
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El cansancio del día se siente satisfactorio, se pasó el
tiempo, llegó la noche, queremos seguir disfrutando, no
podemos desaprovechar, estamos de viaje para disfrutar
y descansar. No hay que perder el tiempo, todavía queda
mucho por hacer, ir a los juegos de mesa, salir a conocer,
probar nuevas comidas, jugar en la cancha, salir a bailar.
Inventamos cualquier actividad para sentirnos libres de
preocupaciones y deseamos que esto sea para siempre,
que dure más de lo que planeamos.
Es inevitable, después de tanto, el regreso es doloroso,
físico y mental. De todas formas, nos convencemos de
que estamos más descansados, con más energías para
volver. Empacar y desempacar maletas no es tan
divertido. Ya se acabó el día de fiesta, extrañamos estar
en aquel lugar, planeamos volver el siguiente año,
finalmente disfrutamos a nuestra conocida alcoba.
Corre por la arena caliente
Se detiene donde se devuelve el mar
Siente el sabor salado
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Moja su cuerpo
Se sumerge cuando viene una ola
Con el tiempo viajas pero no buscas el exceso si deseas
descansar y hacer una pausa en la rutina, frecuentas
lugares, no te cansas de ellos. Buscas que sean
acogedores, como si no hubieras salido de tu casa. Te
gusta sentir esa nueva alcoba, sueñas con ella, pero no la
deseas para siempre, es para darse un respiro, para
sentir que eres otro.
Te gusta fingir que te pertenece por un tiempo, pero no
es tiempo suficiente para sentir una conexión con ese
recinto, quizá con los espacios abiertos sí se logre, la
mente se siente libre y estimulada, nos hace sentir vivos,
con ganas de conocer más, sentir esa primera vez, esa
primera vez que vimos el mar, esa primera vez que vimos
el atardecer, primera vez que respiramos campo, primera
vez que tocamos nieve… Seguir en busca de esas dosis de
adrenalina hace parte de las sensaciones gratificantes
48
que nos hacen sentir útiles, nos impulsa a volver porque
se crean vínculos para revitalizar nuestra vida.
Dormir en catre
Dormir en silla
Dormir en hamaca
Dormir en estera
Dormir en aislante
Llegamos a nuestro lugar soñado, creado por imaginarios
de las fotos de la agencia, del amigo, de Google maps y
pueden suceder dos cosas: no sentimos muy satisfechos
y hasta sorprendidos, o estábamos tan emocionados que
no logramos sentir lo esperado. Creemos que ese lugar
nos transformará, “nos arreglará la vida” y puede que sí.
Pero las decisiones que tomamos son las encargadas de
llevarnos a aquellas experiencias, que marcan aquellos
49
lugares como especiales, creando la sensación de paz
cuando estamos en ellos.
–Pero es mejor que fa-falte y no que so-sobre.–
decía mi padre mientras empacaba en la misma
maleta de siempre todo un botiquín de primeros
auxilios.
–Solo son tres días. –le dije–. Yo todo lo empaqué
en este bolso grande.
–Uno nunca sabe –me dijo revisando que más
podía meter en esa maleta.
–Ni que fuéramos pa la selva.
50
Los objetos, dispuestos por los encargados, para
brindarnos la mejor experiencia en dichos lugares deben
ser muy bien elegidos, de estos depende que las
personas queden satisfechas y deseen regresar. La razón
por la que son muy cuidadosos en elegirlos es porque
deben ser familiares, acogedores, desapercibidos y
pueden arriesgarse a innovadores (para mejorar
servicio). El vínculo que se crea con estos objetos es
temporal y enfocado en complacer, por esto se está
propenso o más sensible a ver el defecto.
51
2.2. Distancia personal
En la ciudad
Bar: Las luces tenues sobre las mesas solo iluminan los
vasos y botellas, el volumen de la música sube a medida
que pasa el tiempo. Las personas se acaloran y hablan
fuerte. Sus músculos están flojos sobre esas sillas por el
licor. Risas, tropiezos, balbuceos. Un olor penetrante,
¿cómo se puede permanecer en este lugar? Se amalgama
en la nariz, es a fermento húmedo, sudor, orina, perro
mojado. Hace calor, el vapor se pega a la piel, pero
seguimos acomodados, apretados, riendo de cualquier
estupidez.
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Manuel
Lo despiertan los lengüetazos de su perro. Tiene que
levantarse y abrirle la puerta. Dolor en la espalda, dolor
en los ojos, dolor en las piernas, dolor en la cabeza.
Hace siete horas daba un sorbo largo al vaso de su
cerveza, miraba sentado en una silla cómo sus amigos
pedían otra ronda para la mesa. No son muchos, los
mismos de siempre, de todos los jueves. Las luces eran
tenues y ya con cinco rondas encima se sentía relajado,
su cuerpo respondía más lento, no lo atormentaban sus
deberes, hablaba por inercia. Sabía que con la séptima
estaría eufórico y cambiarían de bar.
Calle: Sentir el aire fresco, caminar sin ningún destino, sin
ninguna obligación, sin horario. Es mejor cuando está
nublado para que el sol no nos deshidrate tan rápido.
Caminar y hablar o solo caminar. Porque esos silencios
con esa compañía que gusta de dar paseos no son
incómodos.
53
Ernesto
Sentado en una tienda esquinera descansa los pies de
caminar media hora, sabe que debe retomar camino. Lo
hace todos los días muy temprano. Busca dónde almorzar
si le dan ganas. Ya no tiene que cumplir horarios, camina
para no oxidarse en las cuatro paredes de su casa. No
puede quedarse en ella, la norma dice que a su edad se
puede dar el lujo de descansar, el responde con ceño
fruncido. Eso lo dice la gente floja y con falta de oficio.
Nadie sabe, ni sus hijos, por dónde camina todos los días.
Solo se sabe que no puede dejar de hacerlo, que lo
mantiene vivo. Si no sale es porque está enfermo.
Se levanta, respira profundo, se acomoda su saco de lana
y sigue su caminata.
54
Ilustración para postales. 2015
Parque: Correr, gritar, dar botes, perseguir cometas…olor
a pasto.
Enrique
Sale muy temprano a trotar al parque de su barrio, dice y
está convencido desde hace años que el ejercicio es salud
y te hace sentir bien con tu cuerpo. Me siento atrofiado,
cansado, sin energía cuando no puedo hacer mis
ejercicios.
55
Cuando es domingo se levanta más tarde y lleva a sus dos
hijas. Hace que den una vuelta al parque, luego las hace
caminar en el pasto sin zapatos y abrazan un árbol por
unos minutos.
Patio: Esperar la orden. Saber que dentro de poco sonará
el timbre, pito, silbido, campana que denota euforia,
porque se sabe que no hay tiempo que perder encerrado
en el mismo recinto de siempre.
Laura
Chicle, chicle, ameri-cano, me meto, me abro, me estiro,
me cierro y me salgo…Siempre que sonaba la campana
para cambiar de clase o para salir al descanso, sacaba del
bolsillo del delantal el cauchito blanco…piso, piso ,salgo ,
doble piso, salgo… Individual, en parejas, en equipos, se
podía hasta donde cediera el caucho. La regla era cantar,
no pisar ni tocar el caucho y mucho menos no
demorarse…me llevo el caucho, me abro , me estiro, me
cierro y me salgo…No importaba que se lo decomisaran,
reunía cordones o usaba el lazo de educación física…zeta
56
zeta camiseta, zeta zeta camiseta...Subían el caucho a la
rodilla. Laura seguía en juego.
Salir de la ciudad
Carretera: El murmullo del viento se cuela por la ventana.
Golpea en la cara, duele pero refresca. Todo pasa con
velocidad: vacas, gallinas, casas, carros, hasta te puedes
llegar a marear.
Los olores pasan bruscamente con la misma velocidad, a
veces huele a pasto, a comida de pollo, a flores, a
comida, a palo quemado…
Jorge
Se baja del carro y se estira. Camina alrededor del carro
mientras lo revisa con la mirada, camina hasta el baño,
paga y se sube de nuevo al carro.
Prefiero manejar en carretera, eso sí. Uno termina
mamado pero igual es muy rico. Lava y manda a revisar
57
frenos, aceite y aire. Selecciona las cosas imprescindibles
para manejar: bayetilla, agua para el carro, CD, MP3,
gafas de sol, toalla, comida, agua, maní, frutas, chicles.
Tener la mirada fija en el camino, pero estar atento de
todo lo que te rodea. Suena muy complicado pero me
siento feliz y mucho más tranquilo, lo disfruto, saber la
responsabilidad que llevo en las manos me hace sentir
útil.
Campo: De pie, recostada en la pared, resguardada por el
alero, mientras la neblina sube y deja ver el maizal. Se
escucha el tronar de la madera quemándose, come
sentada en bultos con tusas. Sale el sol, recoge la varita,
amarra en el extremo un retazo rojo, un perro guardián y
una gorra. Es hora de jugar.
Stella
Respira hondo, su cuerpo se vuelve pesado, le duelen las
piernas, las rodillas. No importa, sube la loma de nuevo,
la siguen dos de sus hermanos. Hace calor, no llevaron
nada de tomar, buscan una sombra para resguardarse.
58
Después de apartar los terneros pueden comer y
descansar, pero caen profundos en un sueño repentino.
Era un borrachero el que les daba sombra. Somnolientos
y atontados los levanta afanado un tío, no entendían qué
pasaba, el tío refunfuñaba algo sobre los terneros.
Pasaron más de dos horas ya no había casi luz. En ese
árbol no se puede dormir, cómo se les ocurre.
Colección de bañistas. 2015
Piscina: Se escucha de fondo eieieia en nuestra isla para
dos, de Nano Cabrera, combinado con el zumbido de tres
ventiladores y cuatro neveras. Los parlantes atraen a las
personas alrededor de esas sombrillas de colores, como
59
abejas. Con el sol a medio día no se ve el fondo azul
cristalino, es un caldo de cuerpos y flotadores.
Tatiana
Vive más cerca de los balnearios que del centro de la
ciudad, por eso no es raro que pase los fines de semana
en el municipio más conocido por los rolos para
calentase. Un par de días tomando el sol con unas
cervecitas no está nada mal.
Llama a sus amigos de siempre, la recogen y en menos de
dos horas ya están echados en las asoleadoras rimax
planeando qué hacer en la noche de sábado. Dos
historias y la foto #love #piscina #elmejorfinde.
Playa: Suenan crujidos amenazantes, se ahogan sobre la
arena, el mar brilla, luz blanca quema al medio día. La
humedad pesa y se pega. Arde, duele, entra por la nariz y
se siente hasta el cerebro. La arena inunda hasta el
último rincón.
60
Juan
Sentía la brisa húmeda del mar cuando salía de su oficina,
se acercaba al muelle y tomaba un par de fotos al
atardecer. Podía darse el lujo de pasarse todo el fin de
semana metido en él. Durante un año volvió su
residencia un destino paradisiaco y de descanso.
Tenía siestas a medio día, en la hora del almuerzo, con
ese calor nadie trabaja. Todo está cerrado. Terminaba de
almorzar, prendía el ventilador y media hora de siesta.
Me ha costado retomar el ritmo de Bogotá, me siento
mamado.
Rio: Resbalosas piedras, olor a leña. Se camina hasta la
orilla del río con todo y ollas porque corre brisa fresca,
cada uno lleva su plato y toalla.
Aurora
Me gusta el pescado, el pescado me ha dado todo en la
vida, una casa, una familia, felicidad…es lo más
importante. El río me da todo.
61
Después de almorzar un pescado frito y limonada con
panela, camina hasta la orilla para refrescar los pies. Paso
más tiempo sentada en esta piedra y fritando que dentro
de la casa, aquí cocino, lavo, peino a mis hijas. ¡Aurora,
llegó pedido! Se acomoda el vestido, humedece su nuca y
da un pequeño trote a la cocina.
62
11. SOMNUS BOGOTÁ
La especie bogotana se caracteriza por tener horarios de trabajo en su
mayoría diurnos, que dura en promedio 8 o hasta 12 horas. La hora de
levantarse varía en tres grupos de 3am a 5am de 5am a 7am y de 7am a
9am estos cambian drásticamente en los fines de semana, festivos,
puentes, vacaciones. Durante el día experimentan ocasionalmente
lapsos cortos de reposo y sueño.
No considerado como un componente del comportamiento, el sueño es
un periodo de inmovilidad en el cual la especie bogotana no responde al
medio ambiente. Aunque su propósito es equilibrar, restaurar,
conservar energía.
Esta especie tiende a tomar diferentes formas para dormir pero la gran
mayoría se echan en alguno de los dos lados y sobre la espalda o pecho,
cuando las condiciones no lo permiten pueden sufrir caídas o espasmos
fuertes por la relajación de los músculos.
63
3. ¿Qué es? y ¿qué no es?
A partir de mis experiencias, de escuchar otras y observar
el comportamiento, me doy cuenta que no puedo ni
deseo definir el concepto de descanso de forma
generalizada y concisa. Deseo explorarlo, me cuestiono:
¿Cómo entiendo el descanso? Me doy cuenta que es
difícil expresarlo mas no sentirlo. Al momento de
expresarlo los recuerdos e imágenes se inclinan a una
idea sociocultural pre construida y aprendida. Pero al
sentirlo o, mejor a un, ser consciente de esa experiencia
antes durante o después, se convierte en un tema con
muchas variantes que manipular. Aun así lo definen
como pausa para retomar fuerzas, pero ¿qué significado
o importancia le damos a esa pausa?
64
Postales 11.SOMNUS BOGOTÁ. 2015
65
Pensar en el concepto descanso me hizo indagar en
palabras que en nuestro lenguaje cotidiano tienen
similitudes. Quietud es un término que relacionamos con
el reposo del cuerpo, pero en la naturaleza todo ser está
en constante movimiento. Desde el origen del universo
hasta en actualidad se ha transferido esa energía
haciendo que el ser humano esté en actividad física y
mental. Como se expone en el capítulo Turistas y
vagabundos del libro La globalización: consecuencias
humanas de Zygmunt Bauman, define cómo el hombre
comunicador ha creado tecnologías para un continuo
movimiento, con el fin de estar siempre conectados por
el instinto de conocer y explorar que persiste con el
tiempo. Por lo tanto, se hace imposible el estado de
reposo al estar rodeados de una constante necesidad de
estar siempre en avance que nos impulsa al continuo
consumo, creando sensación de ansiedad,
convirtiéndonos en consumidores insaciables y divididos
con el fin de que se mantenga ese movimiento en el
mundo.
Lo anterior afecta de forma directa el concepto de
tiempo libre. Este puede tener dos lecturas en nuestra
66
sociedad: primero, negativo por la pérdida de tiempo
productivo y con este la pérdida de dinero; segundo,
como algo positivo en el desarrollo socioeconómico, ya
que en este el tiempo libre es producido y reproducido
como un bien social, (Zamora & García, 1988). Al parecer,
lo que importa es el uso que se le dé a ese tiempo, si es
que lo tenemos. Recordemos que las personas que
cuentan con ese tiempo libre en su mayoría son aquellas
que han logrado un estatus social. Tiempo libre no se
considera las horas de actividad doméstica dedicadas
para dormir, comer, transporte o vacaciones. En teoría,
es con el fin de realizar actividades que ayuden al
desarrollo de personalidad y aptitudes para que en las
horas de trabajo la persona pueda desempeñarse de una
mejor manera, teniendo la posibilidad de aportar
conocimiento.
Esta idea de tiempo libre está muy tergiversada en
nuestra cultura bogotana. Al parecer el bogotano
promedio siempre tiene algo que hacer y nunca tiene
tiempo. En conclusión, siempre tiene afán. No tenemos
incluido ese planteamiento de tiempo libre, para
nosotros son aquellas horas donde no estamos
67
trabajando o estudiando, considerando que los horarios
de estas actividades mínimo son de ocho horas y se
extienden con las horas no presenciales que llaman. Por
lo tanto, se cree que dichas actividades son un
desperdicio o un capricho.
Al parecer, el uso que se le da al tiempo fuera de las
obligaciones es más importante de lo que se piensa. Es
pertinente hablar del ocio o mejor a un de otium, un
antiguo término de la cultura romana que no tiene una
definición concreta pero apela a lo que se entiende como
ocio: serie de actividades destinadas al placer fuera del
trabajo. Igualmente se relacionaba con la llegada del
momento de jubilarse y dedicarse a otras actividades que
se consideraban valiosas, enfocadas a la reflexión y
escritura. Pan y circo, estrategia que todavía
implementan con efectividad. Originado en la antigua
Roma, no todos tenían ese prestigio de tener un tiempo
para dedicarse a alguna actividad por placer y de
provecho, alejados de la ciudad e invirtiendo en causas
destinadas a ese fin. Por el contrario, para el resto de
mortales estaba el entretenimiento como lo llamamos
68
hoy, diversión y comida, restringiéndolos al papel de
espectador únicamente.
Ahora entiendo por qué son tan diversas las respuestas a
las preguntas: ¿Qué hace para descansar?, o ¿cómo
descansa? Ya que tenemos una idea de descanso
construida por diversos términos, pensamos qué puede
ser algo que nos dé diversión, o tal vez, algo que nos den
como recompensa por un esfuerzo extenuante y, por qué
no, algunas horas para dormir. Por lo tanto, una sola
persona puede tener una idea muy amplia y responder:
acostarse para recuperar fuerzas, pero también puede
decir: ver películas o jugar. Entre esa variedad de
actividades o experiencias lo común es la comodidad.
Mientas realizamos y vivimos estas experiencias que nos
brindan descanso, queremos que estas perduren. Para
eso hacemos que la comodidad se extienda en nuestra
rutina. Hace poco el hombre trabajaba física y
mentalmente hasta que su cuerpo no podía más o hasta
que una alarma le indicara que se podía sentir
satisfacción e ir a descansar por un corto tiempo. Pero
desde hace unos años trabajamos rodeados de objetos
69
que nos brindan comodidad tanto en nuestros deberes
como en el tiempo libre y para las necesidades básicas.
Podemos creer la idea de que no debemos sentir
sacrificio para realizar ese trabajo que no quieres hacer y,
al tiempo, puedes jugar y ver la televisión. Adicionar esa
sensación de comodidad todo el día nos vincula a los
objetos que nos ayudan con esas actividades, sintiendo
quizá algo de paranoia cuando fallan, dañan y pierden ya
que son aliados personalizados.
Quizá esas pequeñas pausas se usan para enfocar en qué
vamos a usar esa fuerza. ¿Meditar?
70
4. ¿Cuáles objetos?
Almohada ƒ. Colchoncillo para reclinar sobre él la cabeza
en la cama. Siempre estoy en la cama al lado de un
montón de cobijas.
Me sacude contra la cama, me aprieta por los lados, dos
golpes más y me tapa con el cubre lecho. Después de
poner todo ese montón de cobijas es mi turno, me ubica
en la mitad, se acuesta, apoya su cabeza y me abraza con
su brazo izquierdo.
Cama ƒ. Mueble para descansar y dormir, formado por un
armazón de madera, bronce o hierro, jergón o colchón,
almohadas y ropas. Ella no es pesada, el colchón piensa
igual. Durante veintidós años lo máximo que hemos
71
soportado son cuarenta y cinco kilos hay noches en que
se multiplica, pero es esporádico.
Duerme sin dificultad desde pequeña, se despierta,
pero no se levanta de inmediato. En los días en que no
hay afán se vuelve a acostar con su pelo húmedo por la
ducha. Todos los días al levantarse se estira cuan larga
es, pone los pies en punta, arquea la espalda, suenan los
huesos, se queja, estira los brazos, apoya los codos y
logra sentarse, abre las piernas, junta los pies, se deja
caer de frente unos segundos, se sienta, baja los pies al
tiempo o primero el derecho. En cambio, para dormir es
distinto, se acuesta, frota un pie contra el otro, sube los
brazos y después de un par de minutos queda dormida.
Cepillo de dientes ƒ. Instrumento formado por filamentos
o cerdas sujetos a un soporte que sirve para alisar o
limpiar una superficie. No sé mucho de ella, solo me
enteré que el anterior le duró unos seis meses. Yo llevo
tres y solo puedo pensar en que me quedan mínimo tres.
72
Moja mis cerdas con un hilito de agua, me introduce en
su boca, con su mano derecha me hace frotar las muelas
y dientes, me lava con abundante agua, enjuaga su boca,
pone poca crema dental en las cerdas, vuelvo a frotar sus
dientes con más dedicación.
Después de un rato me saca de su boca, me lava con
abundante agua, enjuaga su boca varias veces, vuelvo a
cepillar, se mira los dientes en el espejo, me sacude, me
seca y vuelvo al lugar de siempre.
Cobija ƒ. Cubierta Amér. Manta. Somos más de tres y de
diferentes tamaños, una para dormir otra para estar en la
casa, esas dos para tender la cama, aquella para doblarla
y usarla para dormir, esa para viajar y una que esta
prestada.
Dobla las que están tendidas en la cama hasta la mitad,
dobla vertical tres veces otra y la pone contra la pared,
extiende la más pesada en la cama doblándola por la
mitad finalmente se sumerge entre nosotras.
73
Chancleta ƒ. Zapatilla sin talón. Somos su perrito faldero
dentro de la casa, siempre al lado de la cama, el sofá, la
silla del comedor, la silla del estudio.
Siempre con los pies descalzos no importa si hace frío, los
pone en el piso tanteando dónde estamos, un
movimiento rápido de sus dedos largos nos ubica y nos
calza. Después de la ducha nos pisa y da giros sobre
nosotras hasta coincidir los pies con la indicada.
Ducha ƒ. Agua que, en forma de lluvia o chorro, se hace
caer sobre el cuerpo para limpiarlo, refrescarlo, etc. 2
Aparato o dispositivo por donde cae ese chorro. Siempre
viéndola en plano picado, desnuda, no es alta, apenas
alcanza a tocarme con la punta de los dedos.
Entra al cubículo donde se baña, se estira, acaricia su
cuerpo, me mira y gira la perilla a la izquierda, pone el pie
derecho debajo del chorro de agua, gira con cuidado,
empiezo a calentar el agua, no mucho, apenas tibia, moja
el pie izquierdo, después las manos y piernas, decide
meter todo el cuerpo, cierra los ojos, mueve el cuerpo
74
con un suave balanceo, en su cara se ve que disfruta el
agua, gira la perilla rápidamente a la izquierda, acaricia su
pelo y lo escurre varias veces, sube la barbilla, veo su
rosto y gira con fuerza a la derecha hasta que dejo de
sacar agua, escurre su cuerpo y pelo con las manos.
Jabón ƒ. m. Pasta que resulta de la combinación de un
álcali con ácidos grasos; es soluble en agua y se emplea
como detergente. Un mes es lo que duraron los
anteriores, a veces un poco más, la espero todos los días
para girar en sus manos.
Moja todo su cuerpo, me hace resbalar por él, hace más
presión en los hombros y en la cintura, el baño empieza
a invadirse de mi aromatizante, me hace girar en sus
manos y frota en círculos su cara.
Peinilla ƒ. 2 Col. y Ecuad. Peine alargado de una sola
hilera de dientes. Tiene el pelo largo y ondulado.
75
Todas las mañanas, con el pelo húmedo, desenredo
desde las puntas, dos, tres pasadas, después desde
medios y por último pasadas largas desde la raíz a las
puntas, cierra los ojos mientras pasa ambas manos por
las raíces masajeando el cuero cabelludo hasta las
puntas, quita los pelos que se caen y vuelve a dejarme en
el mueble del lavamanos.
Ropa ƒ. Cualquier prenda de tela, especialmente de
vestir. Somos talla S, XS, 6, 30A.Predominan los tonos
oscuros. Vestidos, faldas, pantalones, camisetas, camisas,
chaquetas, buzos, ropa interior, medias, media pantalón.
Desabotona el pantalón, lo baja hasta las rodillas, se
sienta en la cama, desamarra y quita los zapatos, se quita
el pantalón y las medias, se estira, acaricia los pies, se
quita la camisa, desabotona el brasier y se pone una
camiseta fresca, nos recoge y nos deja a los pies de la
cama o nos cuelga.
Se levanta de la cama, frota su cara, se suelta el pelo, se
mira los ojos, se desnuda y nos deja todavía tibios en la
76
loza fría de la cisterna, sigue de pie frente a espejo,
entra a la ducha.
Rueda ortopédica/ Rueda ƒ. Pieza de forma circular y de
poco grueso, que puede girar sobre su eje. Ortopedia ƒ.
Rama de la medicina que mediante prótesis corrige las
anomalías anatómicas o funcionales del cuerpo humano.
Con sus manos no muy grandes, me aprieta
convirtiéndome en elipse por unos segundos.
El dedo pulgar abraza a los demás dedos por la falange
proximal contra la palma de la mano y truenan, no es
suficiente, yo siempre estoy dispuesta en la mesa del
escritorio, me pone en medio de su mano y aprieta
sintiendo cómo se esfuerzan sus músculos y tendones.
Sábanas ƒ. Cada una de las dos piezas de lienzo que se
ponen en la cama para colocar el cuerpo entre ambas.
Nos prefiere frías como sus pies, como agua helada,
frescas.
77
Sacude, estira, dobla, acaricia para sacar las arrugas,
destiende la cama hasta la mitad, mete los pies entre las
dos para sentir el frío, frota sus pies.
Taza para el café ƒ. Recipiente pequeño de porcelana u
otro material, con un asa, usado para beber. Le gusto
cuando estoy caliente, me busca por la mañana, después
de almuerzo, onces, medias nueves, a la media noche,
sola, acompañada, no importa si hace frío o calor.
Después de servir el café caliente, me toma en sus
manos, me apoya en su barbilla y boca, me hace rodar
mientras olfatea el aroma del café, da sorbos pequeños,
respira, sigo cliente, me ubica en sus pies.
Zapatos ƒ. Calzado de cuero o fieltro. Soportamos su peso
y su gusto por caminar, solo nos usa para salir a la calle.
Somos lo último que se pone para salir y lo primero que
se quita cuando llega, se hace relevo con las chancletas.
Estira los pies abriendo y cerrando los dedos, masajea los
78
pies, se pone las medias y nos coloca en sus pies
delgados, no cambia de talla hace diez años.
Lista de objetos que se dedican a satisfacer necesidades
básicas, ninguno fue creado para ofrecer descanso, pero
se relacionan por su uso ya que proporcionan alivio y
comodidad.
4.1. Objetos elementales / objetos
compuestos
Según Moles (1974) la clasificación de objetos se puede
hacer de muchas formas ya que la mayoría de ellos, si no
es que todos, fueron creados para una función. Satisfacer
necesidades, ahorrar tiempo, facilitar o mejorar, si un
objeto pierde su función dejaría de ser objeto y, por
ende, su utilidad, convirtiéndose en desecho. Por esta
razón, la función es una de las primeras características de
clasificación. Logramos hacer de forma instintiva
clasificaciones después de tener alguna aproximación con
79
los objetos, si no, la tenemos por medio de acuerdos
sociales.
Este ejercicio mental de clasificación está ligado a nuestra
vida cotidiana y lo tomamos como parte de nuestra
rutina. Pero qué pasa cuando se mezclan nuestros
gustos, deseos y afectos en funciones tan amplias como
descansar. No se vuelve una tarea tan fácil de clasificar,
objetos para descansar y objetos para no descansar, por
lo tanto, la característica de función no nos ayuda con
esta tarea. ¿Puede un grupo de objetos con la misma
función satisfacer la misma necesidad en diferentes
personas?
80
Encuesta Objetos. 2018
81
Como no puedo responder lo anterior, decido clasificar
los objetos no por su función y utilidad que recae en la
persona o su criterio, sino por una característica de
fabricación, es decir, para el sentido que fueron
destinados a estimular. Por ejemplo: Parlante para el
sentido de la escucha o el jabón para el sentido del tacto.
Aun así, no es tan fácil clasificar ya que los objetos
sufrieron transformaciones con el paso del tiempo y se
volvieron más complejos. Como resultado tenemos un
solo objeto que tiene múltiples funciones dirigido a
diferentes sentidos.
Por medio de los sentidos exploramos el mundo que nos
rodea, entonces, ¿por qué no explorar por medio de
estos el descanso como experiencia? Es la razón por la
que trato de clasificarlos en objetos elementales y
compuestos, donde los elementales son aquellos que
destinan su función a un sentido o predomina uno sobre
los otros y los compuestos son objetos donde su función
abarca más de un sentido con la misma importancia. Si
tratamos de concentrarnos en un sentido y en su
reacción, probablemente comprenderemos mejor lo que
pasa en nuestro cuerpo y mente cuando se quiere y
82
necesite descansar. Se propone pensar su uso como
método para lograr estas experiencias, comprender la
relación personal que se ha creado y alimentado con el
tiempo. Por último, dudar de nuestra incapacidad de vivir
sin algunos de ellos.
4.2. Uso de fábrica
La creación de un objeto se basa en satisfacer una
necesidad. No fue suficiente con el descubrimiento del
fuego, se tuvo que entender cómo se hizo para poderlo
producir nuevamente cada vez que hacía falta. Con el
tiempo se fabricaron objetos con mecanismos mejorados
implementando tecnologías, con el fin de tener fuego
más rápido y efectivamente. El hombre moderno,
citadino, rutinario ya no se pregunta ¿cómo hago fuego
para cocinar?, sino ¿para qué sirve esa caja de cerillos?
Después de satisfacer la necesidad, “La realización de los
objetos implica necesariamente un análisis consciente o
83
intuitivo de sus funciones por parte de aquellos que los
producen” (Moles, 1974:54). Con la llegada de la
civilización industrial la fabricación se ve obligada a
hacerse de manera masiva. Por ello, la eficiencia del
producto pelea la posición con la manufactura. Ya no se
puede fabricar el mismo objeto, se gasta mucho tiempo y
dinero, por lo tanto, no es rentable. Se empieza a
restructurar el objeto para llegar a su función o el
conjunto de ellas que lo vuelven útil y poder sacar nuevas
ideas de fabricación y diseño enfocándose en lo que se
desee más: durabilidad, aspecto, rendimiento,
practicidad, con el fin de llegar a manos de nuevas
personas.
Pensar la exploración del mundo sin objetos cuesta
bastante. Se nace en un mundo atestado de ellos, las
preguntas de los cinco años casi siempre se incluye un
objeto: ¿Cómo se hace? ¿Para qué sirve? ¿Cómo
funciona? Estas preguntas surgen por la exploración o
añoranza de dicho objeto. La construcción conceptual
que desarrolla una persona, si desde pequeño conoce
por su experiencia el uso de los cerillos ya sea positiva o
negativa, es diferente a la de una persona que nunca la
84
dejaron tener contacto con este objeto. Puede que el
primero tenga una mala experiencia en un principio, pero
si logra darle el uso adecuado o seguir sus instrucciones
lo manipulará con más destreza que la segunda persona.
La fábrica no desea perder dinero, por lo tanto, no
descuida sus objetos, trata de dar a conocer de la manera
más fácil al consumidor el uso que le debe dar para que
él tenga una mejor experiencia depositando su confianza
en los objetos y su fabricación. Estamos buscando los
cerillos perfectos, podemos rechazar un par de marcas
por su mala calidad, sin embargo, la nueva edición de su
caja en una de ellas trae una serie de dibujos mostrando
las indicaciones de uso, dudamos del uso que le hemos
dado anteriormente, después de unos segundos le
damos una segunda oportunidad a los cerillos con nueva
edición. La caja de cerillos es un buen ejemplo, pero si
quiero saber el uso de la cobija o de la hamaca, ¿quién lo
proporciona?
85
86
4.3. Modo de uso
En letra pequeña, un par de frases o una hoja formato
tabloide doblada en ocho partes o más, encontramos el
modo de uso. En el momento que adquirimos un objeto,
dependiendo de lo elemental o lo compuesto que sea,
revisamos las letras impresas sobre la hojita que
adicionan los fabricantes. La función que el diseñador y la
fábrica destinan para el objeto parece obvia a simple
vista en los mostradores de las tiendas. La distribución y
la forma de presentarlo al consumidor está muy bien
pensada para que nuestro subconsciente distinga
generalidades por medio de dibujos, colores, palabras.
Está muy bien planificado para que cumpla sus
expectativas de ventas al mes, pero el ser humano es
muy complejo y, a pesar de sus esfuerzos, cada persona
tiene una forma diferente de adquirir conocimiento y de
seguir instrucciones. En la vida real caminamos por la
sección de comestibles empaquetados y buscamos la
sección de desechables, en la parte baja del mostrador
buscamos cajitas pequeñas. Sí, los cerillos, fósforos, justo
al lado de las velas y debajo de las cucharas desechables.
87
Entra en juego la diversidad de pensamiento, se escoge
por costumbre, referencia publicitaria, precio, diseño.
En casa, con los cerillos en la mano, empujamos con un
dedo la cajita interna, se abre por el extremo de las
cabezas, cerramos, empujamos por el otro extremo, se
abre el extremo de los palos, sacamos uno, ubicamos el
dedo entre la unión de la cabeza y el palo, apoyamos
sobre el extremo de la caja donde está la lija, un
movimiento rápido haciendo fricción, retiramos el dedo
rápidamente y tenemos el cerillo en funcionamiento.
¿Cómo aprendimos a prender un cerillo de forma
mecánica como lo hacemos hoy?
No recuerdo haber leído un instructivo y seguir
instrucciones para lograr prender un cerillo. En mi
memoria está el recuerdo de muchos intentos, nervios,
miedo, advertencias de varias voces y la sorpresa cuando
se prendió por primera vez, el resto fue práctica. Por más
vueltas que le doy a la cajita no encuentro alguna
instrucción, con suerte un par de dibujos de la acción del
movimiento para hacer fricción. Podríamos decir que es
un objeto elemental y me arriesgo a decir que está
88
dirigido al tacto, por lo tanto, la exploración que realiza el
hombre sobre este objeto es directa, no necesitaría de
instructivos porque se ha transmitido el conocimiento de
los pasos por tradición oral o también por imitación al
verlo en nuestro contexto desde corta edad.
Por la misma falta de un manual de fábrica y de su
característica elemental, el uso de este puede tener
variantes en sus instrucciones y función. Podemos ver
que no todas las personas prenden de la misma forma un
cerillo, cada uno encontró su manera particular, en el
movimiento, la fuerza, el gesto, mucho más amplio para
su función. La finalidad puede ser la misma: fuego; pero
su función es amplia: cocinar, calentar, contar, producir
dolor. Como exploramos diferentes usos del objeto en
buen estado, éste también está hecho de materia
cambiante y cuando los cerillos se mojan, rompen o traen
imperfectos de fábrica el hombre no se queda con la idea
de desperdicio, la necesidad, curiosidad o imaginación
hace que busque una solución ya sea reparándolo o
modificando su uso dándole otra utilidad, hasta que no
pueda seguir sacando provecho del material y sienta la
necesidad de desecharlo.
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En el caso de los objetos compuestos, por lo general
traen alguna indicación de cómo usarlos. El televisor, por
ejemplo, hace parte de ese gran grupo de objetos
compuestos. Podría decir que va dirigido a la vista y a la
escucha con la misma importancia, en comparación con
la caja de cerillos que va dirigida al tacto. La exploración
que se hace al televisor no es tan instintiva y directa, por
esto la fábrica anexa material impreso para consultarlo
apenas se adquiere el producto. Se toma la tarea de
explicar de manera clara y concisa los pasos que se deben
seguir para un uso básico, también anexa información del
objeto, cuidados, riesgos, recomendaciones, garantía, de
una forma más específica y detallada, bloques de texto
que por lo general se ignoran prefiriendo hacer una
exploración instintiva si se ha tenido algún contacto con
otro objeto similar a su tecnología o por descarte y error.
90
4.4. Manual del fabricante
La fábrica nos da el manual para darle buen uso al objeto
y poder explorar el mundo a través de ellos. Cómo serían
las indicaciones de objetos elementales que usamos todo
los días de manera mecánica, que muchas veces no
necesitamos de procesos conscientes, convirtiendo esa
acción que recae en el objeto, en comportamientos.
El manual está pensado y redactado por personal técnico
para lograr que un sistema pueda ser utilizado por una
persona que no tenga todo el conocimiento de este.
Relacionamos estos textos con procesos mentales muy
elaborados y tratamos de evitarlos, pero deseamos tener
el conocimiento lo más rápido y claro posible. Cuando
obtenemos un objeto compuesto, en su mayoría
electrónico, deseamos que todo esté listo para su uso,
que no implique tiempo o tener que seguir indicaciones
para ponerlo en funcionamiento.
91
92
93
Cuando el objeto falla, o no procesa como nosotros
esperamos, es el momento donde recordamos que debe
estar acompañado de un material técnico en el que nos
podamos apoyar. En medio del desespero y la frustración
se trata de digerir la información que nos brindan lo más
rápido posible porque ya no tenemos tiempo que perder,
necesitamos solucionarlo en ese momento o cambiarlo.
Al ritmo que vivimos no podemos darnos el tiempo para
pensar soluciones.
La fábrica se dio cuenta de esto y por eso el objeto ya no
viene acompañado de textos tan extensos y en más de
seis idiomas, desde hace unos diez años se ha tratado de
disminuir el formato, ya no se anexan pequeñas cartillas
como manual, cambió a una sencilla hoja u hojas de
máximo tamaño tabloide, el diseño cambió, las
indicaciones básicas para su uso están para que sea lo
primero que se consulte y el resto de información esta
resumido en lo más importante. Por último, se tienen
fuentes de información por si se desea ampliar o seguir
consultando el manual en formato digital.
94
Seguimos instrucciones con el fin de que funcionen y
poder cumplir con las actividades requeridas, ese
sentimiento de acompañamiento o supervisión
trasciende cualquier situación diaria. Al parecer sentimos
la necesidad de esperar órdenes, como si nuestro cuerpo
y mente tuvieran funciones mecánicas con cualidades de
objeto. Crecimos en ese contexto, nos parece extraño
que no tengamos que seguir una indicación, nos dejan
decidir o llega el momento de hacerlo y no sabemos qué
hacer. Las soluciones están impresas, se pueden
consultar, si no sirve se puede cambiar ¿Pero qué pasa
cuando no existe manual? ¿No podemos crear
lineamientos personales?
La ausencia de reglas y lo laxa que puede llegar a hacer
una situación en nuestra rutina, como elegir qué comer,
vestir y a qué hora ir a dormir, se ven dirigidos directa o
indirectamente por acuerdos sociales establecidos en un
manual para ejercer bien el rol de humano civilizado.
Inmersos en estas reglas, no percibimos las señales que
nos da nuestro cuerpo de aprobación o de rechazo, solo
nos limitamos a cumplir y seguir normas.
95
Frases enumeradas que no llevan más de un verbo,
acompañadas de la ilustración del mismo. El manual no
se limita a decirte cómo usar el objeto, también te está
dirigiendo para que lo uses, se necesita de ambas partes,
de que tú también sigas los pasos y cumplas para que el
objeto te obedezca con la función asignada. Esto hace
que la relación objeto-humano sea más cercana.
Necesitamos un manual para toda actividad diaria, para
que nos digan qué debemos hacer en nuestro tiempo
libre, cómo sentirnos, antes, durante, y después de tomar
nuestras vacaciones y si no te sientes de determinada
forma estás fallando, estás haciendo algo mal. No estas
siguiendo la instrucción.
4.5. Objeto transformador
Entablamos relación con los objetos que nos rodean, por
lo tanto, los poseemos y personificamos haciendo que
recaiga sobre ellos la forma de explorar el mundo. “Este
hogar es un espacio específico que no se preocupa
96
mucho de un ordenamiento objetivo, pues los muebles y
los objetos tienen como función, en primer lugar,
personificar las relaciones humanas, poblar el espacio
que comparten y poseer un alma” (Baudrillard, 1968:14).
Los objetos toman rol en nuestra vida, se sienten
próximos y podría decirse que se forman lazos íntimos
cuando se trata de experiencias tan personales como la
de descansar. Como el ejercicio que se hizo al comenzar
este capítulo, ¿Qué objetos?, qué podría decir de mí un
objeto que es muy cercano y me atrevo a ponerle voz, mi
voz para indagar desde su posición de objeto creado para
cumplir funciones.
Abre todos los cajones
Busca debajo de la cama
Revisa la ropa sucia
No está
Su saco lleno de motas y manchas
Ha desaparecido
97
Al personificar los objetos nos sentimos identificados, es
un reflejo de nuestros deseos, el ideal de objeto lo hemos
creado y elegido. Hacen parte de nuestra morada, de los
lugares más íntimos. Es en esa situación donde nosotros
como seres humanos, encontramos alivio y comodidad.
Somos sensibles a cualquier tipo de cambio en ese lugar,
por más descuidados que seamos, nuestros sentidos
perciben cualquier alteración, son objetos muy cercanos
y así sean cambios planeados o no, modifican nuestras
sensaciones psicológicas y fisiológicas.
Lo único que quería era entrar a mi habitación, quitarme
los zapatos y desapuntar cada cierre de esta ropa
después de un viaje de doce horas. Luego de dos intentos
para abrir la puerta, entro a la habitación que separé
desde la página del hotel, no veo la misma
decoración…pero qué importa, solo es para pasar la
noche y tiene una cama grande. Saca de su maleta las
dos mudas de ropa y se cambia, se recuesta en la cama
mientras pasa canales en la televisión, después de un par
de horas abre la maleta y extiende sobre su cuerpo la
98
cobija que siempre lleva con ella a cualquier viaje para
poder dormir.
Al adquirir características deja de ser ese objeto frío y
alejado que solo cumple y se desecha. Ya sea un objeto
elemental o compuesto, si se tiene un vínculo creado por
recuerdos de experiencias, los lazos con dicho objeto se
fortalecen como si se tratara de una relación con una
persona. El objeto, al lograr ese grado de afecto, gana un
lugar en nuestra rutina y aprovechamos al máximo su
función.
Se despierta temprano, no necesita del despertador ya el
cuerpo se acostumbró a levantarse a la madrugada, trata
de cerrar los ojos y conciliar el sueño, pero no puede, la
cama tiene la temperatura ideal pero no puede seguir
durmiendo.
Decide levantarse. Como todos los días entra a la ducha y
gira la llave a la izquierda, pero no gira, pone las dos
manos y con más fuerza vuelve a intentar, la llave se
despega y un chorro abundante de agua helada la hace
brincar, si abre mucho la llave el chorro golpea contra la
puerta de la ducha, si lo cierra un poco queda débil y
99
golpea muy cerca de las llaves, dura unos quince minutos
tratando de ajustar la intensidad.
Conocemos muy bien estos objetos que nos brindan
comodidad, sabemos la ubicación exacta en ese espacio
íntimo, sabemos cómo los dejamos la última vez que los
usamos y muy seguramente nos damos cuenta si los usa
alguien más o los
cambian de lugar. Están
adecuados a nosotros y
nosotros a ellos, tanto
que no necesitamos tener
total atención cuando los
usamos, simplemente ya
hacen parte de un
comportamiento, los
conocemos, sabemos sus capacidades. Claro, en el
momento en que aprendimos a usarlos, como todo
aprendizaje, estábamos conscientes y tomamos
decisiones para que el uso que le diéramos se adecuara a
nosotros.
100
El objeto es transformador desde el momento de su
creación, afectando lugares y rutinas. La presencia y el
valor que toma dentro de la exploración del mundo es
tan fuerte que no podemos imaginar una historia y
evolución del hombre sin la presencia del objeto. En este
caso en particular, su papel en la experiencia y búsqueda
de descanso. El objeto inmerso en este constate cambio
también se pone en transformación. Por medio del uso
que le damos para lograr la experiencia de descanso
cambiamos su función o la adecuamos para que nos
produzca sensaciones que relacionamos con dicha
experiencia, comodidad, tranquilidad, ligereza.
Hasta el día que su material ya esté muy desgastado o
por situaciones alternas empiece a mostrar fallas, en ese
momento tratamos de arreglarlo, antes que desecharlo;
cuando llega el momento en que su material no aguanta
más reparaciones, se puede llegar a guardarlo. Se
convierte en un objeto de admiración y carga simbólica,
cambiando su función primaria, ahora será un objeto que
nos puede brindar satisfacción por evocar recuerdos.
Transforma nuestra forma de interacción con el mundo
101
de los objetos, usando como antecedente la experiencia
para evaluar los objetos que lo remplacen.
Difícilmente los objetos que hacen parte de la
experiencia de descanso, después de cumplir su ciclo se
guardan. Si revisamos la lista de objetos que se hizo al
comienzo de este capítulo son pocos los que se pueden
guardar por esta carga de afecto, nos interesa más su
rendimiento, la función que cumplen; se conservaran por
algún afecto relacionado, mas no por el buen
rendimiento de satisfacer mi necesidad.
4.6. Antes del objeto
Sí somos capaces de remplazar con facilidad aquel objeto
que dejó de ejercer su función y nos interesa más
sentirnos satisfechos y cómodos. Nuestra experiencia de
descanso no recae del todo en objetos, en el mundo lleno
de objetos en el que nacimos y convivimos, son canales
para lograr nuestros objetivos, son mediadores de algo
102
más grande que no podemos o queremos experimentar
en su forma más pura.
Cambiamos con más frecuencia nuestro cepillo de
dientes y nuestras sábanas por miedo a las
enfermedades, porque las nuevas noticias nos dicen que
es beneficioso para nuestro cuerpo y por esa razón nos
vamos a sentir mejor. Cambiamos con más facilidad
nuestra ropa y zapatos porque las noticias dicen que
puede perjudicar nuestra salud y nuestra imagen
personal y, en cambio, nos ofrecen novedades para que
nos sintamos mejor en la sociedad. Cambiamos y
desechamos con tal de adquirir nuevos objetos que
satisfacen de la misma forma. Solo es cuestión de
costumbre, con el tiempo se logrará encontrar ese lazo
íntimo con nuestro nuevo cepillo de dientes, la sensación
satisfactoria de estrenar y sentirte satisfecho también
puede contar como experiencia de descanso en este
sistema en el que vivimos.
Puede que estemos más rodeados de objetos que de
personas, pero no encontramos esa sensación que tanto
mencionan de satisfacción y descanso. Por más que
103
poseamos la mejor versión y tecnología en nuestros
objetos para tan anhelada experiencia no logramos
sentirla, solo aumentamos sus características: calidad,
asequibilidad, para incrementar el estímulo a nuestros
sentidos y sentirnos superiores por lograr una mejor
experiencia.
Quizá tratamos de modificar aquellas sensaciones tan
elementales y que podemos encontrar en circunstancias
sencillas, por la necesidad de evolución con la que
nacemos. Llegamos al punto de saturación en nuestro
entorno, se hace notorio en el cuerpo, se dan a conocer
nuevas afectaciones que conllevan enfermedades,
obligando al cuerpo a tomar pausas , se ponen medidas
para que el trabajo no recargue al cuerpo, nos
recomiendan disminuir el ritmo que llevamos en la
rutina, desconectarnos de aquellos objetos con los que
trabajamos diariamente, tomar pausas activas, reposar,
pero como se dijo en capítulos anteriores, inmersos en
esta civilización no todos se pueden dar tiempos tan
laxos. No decides sobre el tiempo que necesitas para
tomar tu descanso, por lo tanto, debes hacer pausas para
seguir funcionando, que sean rápidas y efectivas.
104
105
Por instinto el cuerpo desea retornar a lo elemental, con
el anhelo de encontrar experiencias de descanso que de
verdad satisfagan las expectativas. Ese retorno se
dificulta por la carga de información en el entorno
transformado y este reflejándose en nuestro cuerpo de
forma psicológica y fisiológica. En este caso, inmersos en
una ciudad rutinaria donde anochece casi a la misma
hora todo el año y no se sienten cambios bruscos de
estaciones, el bogotano se ve obligado a experimentar lo
elemental: el agua y la luz por medio de filtros o
intermediarios, logrando nuevos lenguajes para su
experiencia de descanso.
106
107
108
5. Elemental
No es la misma. El agua de mi casa sabe diferente. Largas
extensiones de tubería, plantas de tratamiento y leves
brotes de agua se forman en la montaña para que la
tengamos en la comodidad de nuestra casa. En nuestra
vida moderna, aparte del buen uso que debe ser
principio no ignorado, el hombre sabe que no puede vivir
sin ella, que no hay vida sin ella. Como no hay vida, no
nos podemos dar la buena vida. Está presente desde que
nacemos, remplaza el útero de nuestra madre, se
convierte en símbolo de protección y bienestar.
Sumergidos en el agua nos sentimos bien, ya no tenemos
ese cordón que hacía la función de un snorkel y dejarnos
disfrutar sumergidos, ahora respiramos, pero podemos
defendernos desde que nacemos en el agua. Solo
necesitamos tener nuestra cabeza fuera para poder
109
disfrutar de esa sensación revitalizante y con más
práctica boca arriba en la superficie sacando panza o por
qué no, sumergirnos con los pulmones llenos de aire.
Ya no lo usamos pero se convierte en un pozo natural en
medio de nuestro abdomen, muy parecido al cuenco,
coca, totuma, su función de retener ese líquido. Para
muchas tareas, bañarnos en cuclillas, beber a bocanadas
o sorbitos que puede terminar desbordándose por las
comisuras si el cuerpo lo pide. Recipientes, extensión del
cuerpo para poder manipularla a nuestro antojo y
beneficio, si lo dejamos al fuego, ya no es simplemente
agua, es agua caliente, para el dolor, el cuerpo se
110
maltrecha y se sumerge, se limpia, ella se lleva todo
malestar, se escurre entre los dedos cuando apretamos,
empapado, entrapado.
Cuando se deja caer en los tejados demuestra su poder,
igual que su fuerte movimiento en las olas y el arrullo
que provoca. Infinita, sumerges la cabeza para verla y te
aterra, oscuridad, ruido blanco, te hundes, dolor en el
pecho, ardor en los brazos, te envuelve con una fuerza
desconocida. Bocanada de aire, mareo, dolor. Con la
misma fuerza que da vida la quita, solo se necesita de
una gota.
111
On / off. No hay estado medio, la necesitas o no. Llena el
lugar, no es discreta, siempre a las seis y media después
del himno nacional debes prenderlas o te buscas una
multa tonta. A esa hora cuando no distinguimos bien y la
ciudad se vela de tonos azulados, ya no se espera a la
oscuridad absoluta, imitar la luminosidad del día, se debe
continuar.
Semi-redonda transparentosa con filamentos delicados
que con un mínimo contacto prende o con su
desprendimiento nunca más. Están hechos para emanar
luz, pero ese par de esferas incrustadas en el cráneo la
absorben, se la tragan, son esclavos de ella. Duele, los
párpados se contraen, vivimos nueve meses protegidos
de ella y de un momento a otro se abren y la dejan pasar,
se desarrollan con el tiempo, les gusta la luz, son atraídos
por ella, se alimentan, entre más la engullen mejor
perciben el mundo, están conectados con el cerebro de
112
forma directa, el proceso de crear una imagen es en
segundos.
Se cierran pero ese velo de carne deja pasar la luz rojiza
de sangre, no la pueden evadir, por eso cuando se apaga
lentamente detrás de las montañas y se esconde por el
horizonte, la melancolía los inunda, se sienten
abandonados. La psiquis se altera, el cuerpo se apaga, se
encoje buscando abrigo como las flores gachas, apagadas
porque el sol no las besa. El cuerpo se enfría, fatigado ya
no percibe los colores vivos.
La melatonina le ordena cerrar los ojos, abandonarse en
el sueño, relajar sus músculos, para perderse en ese
estado inconsciente. La luz vuelve a lastimarlos,
buscando vida en ese cuerpo, responde lentamente,
despierto de nuevo, desorientado porque afuera, detrás
de su ventana solo hay oscuridad y la luz no se apaga,
obligando al cuerpo ofrecer toda su energía.
113
5.1. Efectos fisiológicos: agua-luz
A continuación, se indagarán estos dos elementos pues
considero que son los más importantes para el tema de la
experiencia del descanso. No obstante, se percibe un
poco la inclinación hacia uno de ellos dependiendo de mi
experiencia, las circunstancias y las implicaciones de que
se expongan en conjunto.
El agua y la luz están muy presentes en nuestra vida
cotidiana, les damos diferentes funciones y destinos, no
somos conscientes de la importancia y las afectaciones
que se tendrían por su ausencia. Durante esta
observación de comportamientos y hábitos que
adquirimos en nuestra rutina en búsqueda de la
experiencia del descanso, el uso que se le da a estos
elementos es evidente. La mayoría están enfocados a
satisfacer de manera fisiológica y psicológica,
produciendo sensaciones anteriormente mencionadas
como comodidad, satisfacción, paz, relajación, ligereza,
114
pero, al volver a lo elemental como el agua, el ser
humano tiende a percibirlos de una forma más visceral,
calmar la sed, o refrescar el cuerpo, generando un mayor
logro en esa búsqueda de la experiencia de descanso.
Claro, con los avances y desde mi posición citadina y
especialmente de Bogotá, creamos filtros para usarlos, sí,
objetos mediadores entre nosotros y el estado original de
estos dos elementos: luz y agua. Las condiciones de una
ciudad también son filtros, la ubicación, construcciones,
horarios.
Estos elementos también se filtran por acuerdos sociales,
pasan a convertirse en un objeto más, ya que les
atribuimos funciones y cualidades para ponerlos a
nuestro servicio. Por ejemplo, en temas de higiene no
pasar más de un día sin asear con abundante agua o
secarse muy bien el cuerpo, se implementan procesos
con cloro para su consumo humano y transformarla en
agua potable, o en temas medicinales se expone a recién
nacidos con ictericia a luz azul (450 manómetros) para
eliminar el exceso de bilirrubina. Los objetualizamos por
medio de los usos que les damos a través del tiempo;
transformando su estado original y el concepto que se
115
Concepto de línea. 17:00h. 2016
tiene de ellos, en beneficio propio. En el caso del agua:
botella, vaso, grifo, ducha, tubería, filtro, estanque,
depósito, válvula…y con la luz: en mi conocimiento básico
se deben diferenciar ya que tienen diferente tratamiento
pero ambas se encuentran en el mismo entorno natural y
tienen un papel importante en nuestro descanso. La luz
eléctrica: bombilla, pantallas, electrodomésticos,
corriente eléctrica, energía eléctrica, central
hidroeléctrica. Luz natural: iluminación, energía, energía
eléctrica son intermediarios que nos alejan cada vez más
del estado original de estos elementos y de una posible
exploración del descanso como experiencia.
No todo se perdió en el camino de la evolución. Al
parecer el hombre durante su convivencia con estos dos
elementos sintió la necesidad de explorarlos. Desde sus
primeros acercamientos se da cuenta del poder que
116
tienen, con el tiempo logra atribuirles cualidades
beneficiosas. Con el desarrollo y aplicación de sus
conocimientos se logra hacer registro, afortunadamente
esos conocimientos se conservan y se han mejorado para
transmitirlos por generaciones para enseñar y beneficiar
a más personas, dejando la invitación al cuidado y la
conservación para seguir explorando los enigmas que
esconden.
Durante la historia se han encontrado diferentes
exploraciones, estudios y experimentos a los que fueron
sometidos el agua y la luz, los cuales se encuentran
documentados en instructivos, manuales, recetas que
dan cuenta de las cualidades benéficas que tienen sobre
nuestro cuerpo de forma fisiológica y psicológica. Estas,
por su parte, se ven muy relacionadas con la experiencia
de descanso que se busca hoy en día. Muchas de estas
prácticas eran para sanar alguna dolencia, bajo
117
condiciones espirituales y sagradas, con el tiempo
pasaron a ser abandonadas, convirtiéndose en temas
desconocidos, pero en la actualidad se han podido ir
recuperando. Un ejemplo son las balneoterapias y el
termalismo. En el artículo Historia del agua como agente
terapéutico, Pérez y Novoa (2002) nos explican con
claridad como las primeras civilizaciones, Roma y Grecia
antiguas, hacían uso de estos métodos terapéuticos para
buscar beneficio. La primera utilidad de estas terapias era
sanar el cuerpo y el espíritu. Por ejemplo, en Grecia
Hipócrates hace la observación de las heridas de los
pescadores, se da cuenta de los privilegios del agua
salada para la cura de heridas porque las mantiene
limpias y lejos de infecciones. Con el tiempo estos
conocimientos terapéuticos tomaron mucha fuerza
llegando a la construcción de importantes termas
públicas, donde se podían tratar diferentes dolencias
físicas a través de las aguas mineromedicinales como
llagas, dolores reumáticos, problemas oculares, purgas,
insomnio, molestias musculares, contracturas y
espasmos, dolores articulares, inflamaciones. Hasta se
llegaron atribuir limpiezas y circulación de humores
118
malos. Todo este conocimiento y avance quedó en un
estado de involución en la Edad Media más
específicamente en la Europa cristiana. Por fortuna se
vuelven a retomar los conocimientos en la hidroterapia
en Europa, médicos que se dedicaron a implementar y
estudiar el agua como agente terapéutico. Fueron pocos
los que persistieron. Gracias al desarrollo de las ciencias
en biología y química, se pueden estudiar sus beneficios a
profundidad llegando a utilizarse de forma preventiva en
muchos tratamientos. Sorpresivamente se han
mantenido este tipo de prácticas en medio de los
importantes avances que tuvo la medicina en el último
siglo en diagnósticos terapéuticos y técnicos. Hoy esta
práctica terapéutica no solo se usa para tratar patologías
o prevenirlas, también se ve un uso frecuente en las
personas que se quieren liberar de la carga de la vida en
la ciudad.
119
Colección de bañistas. 2015
120
Agua y luz son nuestras fuentes de energía. Las usamos
para estar en equilibrio y poder continuar en constante
actividad. Como se dijo anteriormente, la energía se
transforma y produce movimiento. Por lo tanto, la
experiencia de descanso no es sinónimo de ausencia de
energía, se puede experimentar como recarga o
liberación de diferentes formas e intensidades.
Volviendo a nuestro entorno bogotano, podemos
observar nuestra relación con el agua y la luz analizando
la utilidad que les damos para nuestro beneficio y, por
medio de este, experimentar descanso. A continuación se
recopilan algunas prácticas que se tienen en nuestra
cultura bogotana para tratar diferentes malestares
buscando satisfacción física y psíquica.
121
Baños de sol: Se recomienda exponer a los bebés a los
rayos solares por unos minutos, lo mejor es la luz de las
nueve de la mañana o de las tres de la tarde. En los
adultos también se recomienda para diferentes funciones
del organismo.
Encender fuentes de luz o electrodomésticos: Aunque a
varias personas les parezca extraño para otros es una
práctica que les ayuda a sentirse bien, en la acción de
encender se sienten seguros y acompañados.
Bañarse: Para el bogotano es una práctica esencial,
desde pequeños se nos inculca como hábito que se debe
adquirir para la higiene corporal.
Beber infusiones: La sabana donde se encuentra Bogotá
cuenta con un clima muy frío la mayoría de veces, por
eso somos fieles consumidores de infusiones de todo
tipo: tinto, aromática, agua de panela, canelazo. También
son recomendadas para diferentes afectaciones: dolores
de cabeza, estomago, ansiedad, como energizantes,
cólicos y mejoran hasta del alma.
122
Poner paños: Pueden ser de agua caliente o de agua fría,
también de infusiones. Se recomienda para dolores,
inflamaciones, cerrar heridas, bajar fiebre. Por lo general
se usa un trozo de tela limpio casi siempre un pañuelo,
sospecho que por eso el nombre de la práctica, se
escurre el exceso de agua y se pone en contacto con la
zona afectada.
Pies en agua caliente: Para sentir los pies más relajados
después del trabajo, cubrir los pies con agua tibia en un
platón, puede tener esencias o plantas medicinales.
Vaporizaciones: Para aliviar problemas respiratorios y
cutáneos, se recomienda hacer infusiones con las
plantas, minerales y esencias específicas para cada caso.
Después de que hierva la infusión, con mucho cuidado se
pone el rostro sobre el recipiente para recibir los
beneficios del vapor.
Refrescarse: Se recomienda para bajar la temperatura,
despertar el cuerpo, despejar la mente. Por lo general
después de lavar tus manos, pasa las manos húmedas por
la cara, cuello y orejas, lo puedes repetir las veces que
sean necesarias.
123
Echarse gotas: Se usa por lo general en los ojos, para
limpiar y descansar la vista. Con la cara al cielo y los ojos
bien abiertos se deja caer una gota, después de unos
segundos se baja el rostro y se espera a que la gota haga
efecto.
Baños energéticos: En esta práctica se puede hacer uso
de la luz y el agua, depende de los beneficios que se
deseen tener, son recomendados para liberarse de
cargas físicas y psíquicas.
Escuchar la lluvia: Se recomienda para conciliar el sueño.
Acostado en su cama déjese llevar por el arrullo del agua.
Tomar agua: Un vaso de agua no se le niega a nadie.
124
125
126
¡Qué competencia absurda y mortal! (Lafargue,
2010:32).
127
6. De descansar, nadie murió jamás
Al llegar a este punto de indagación me siento escéptica.
Por las constantes observaciones a nuestra vida cotidiana
en esta ciudad, me doy cuenta de que al ritmo en que
esta transcurre estamos cada vez más lejos de la
experiencia de descanso en nuestra existencia terrenal.
Cada minuto a máquina equivale entonces a cien
horas de trabajo de la obrera; o bien cada minuto
de trabajo de la maquina da a la obrera diez días
de descanso. Lo que es cierto para la industria del
tejido es más o menos cierto para todas las
industrias renovadas por la mecánica moderna.
¿Pero qué vemos nosotros? A medida que la
maquina se perfecciona y quita el trabajo al
hombre con una rapidez y una precisión
constantemente crecientes, el obrero, en vez de
prolongar su descanso en la misma proporción,
redobla su actividad, como si quisiera rivalizar
con la máquina. ¡Qué competencia absurda y
mortal! (Lafargue, 2010:32).
128
La energía, desde el primer momento que hace parte de
nuestro cuerpo, nos impulsa desde el instinto de
supervivencia hasta el continuo avance y superación de
nosotros mismos. No se extingue, siempre está en
constante transformación y nos sentimos obligados a
seguir sin parar. ¿Pero será que nuestros propios
esfuerzos nos terminarán venciendo? Lo percibimos
como algo natural. El deber de seguir, afrontar
obstáculos, retarnos a nosotros mismos. El constante
movimiento en el cerebro hace que percibamos la
experiencia de descanso de una forma inalcanzable e
insatisfactoria.
"No hay tiempo, no se puede parar, si te detienes vas a
perder el ritmo que traes y no lograras tus objetivos en la
vida". Refranes como El propósito de trabajar, es llegar a
descansar reflejan el ideal de esta ciudad frenética, como
lo describe Lafarge. Durante años de progreso no hemos
logrado lo que tanto deseamos y perseguimos, tratamos
de darnos consuelo con efectos placebo o alargamos el
plazo, esperando un mejor momento.
129
Buscar descanso y solo encontrar desespero; llegar al
punto donde el cuerpo no responda por sobrecarga de
estímulos, nos genera la necesidad de buscar soluciones,
pero queremos que sean rápidas y efectivas. Como si se
tratara de un objeto más, deseamos que nuestro cuerpo
vuelva a funcionar de la misma forma.
Tome su turno
Halar el papelito
Su turno
Mirarlo con resignación
Esperar
Una instrucción más que debemos seguir, hace parte de
nuestra rutina, siempre rodeados de ellas para ejercer
bien nuestra función dentro de la sociedad. Tenemos
horarios para descansar, actividades destinadas para las
pausas activas, todo muy bien organizado para un
supuesto descanso efectivo. La incongruencia entre la
creación de nuevos avances para una mejor calidad de
vida, específicamente en la experiencia de descanso
130
como revitalizador de energía y la importancia que se le
da en la sociedad y en lo personal a dichas experiencias
con novedosos avances, hace que me enfrente al diálogo
entre el objeto cotidiano y el diálogo que se forma con el
público.
Cuestionarme sobre la función de un dispensador de
turnos y la carga conceptual que tiene en nuestra
sociedad, me ayudó a indagar aún más sobre nuestros
comportamientos frente a este artefacto. La idea
implantada de seguir instrucciones, ser considerado un
número más en el tiraje, predisposición a la idea de
esperar turno. Este dispensador de turno es un objeto
que necesita de circulación de personas para que se
active su función discreta pero trascendental con el lugar.
El espectador guiado por un pequeño letrero donde se ve
la pregunta ¿cansado?, seguido de su turno. La pregunta
no sugiere tener la respuesta cuando te ofrece acercarte
a tomar un turno del tiraje de papel. Todo lo contrario.
Te guía a un auto cuestionamiento sobre tu estado en
ese preciso momento. Mi estado de escepticismo
provoca que me plantee nuevas preguntas: ¿seguirán o
131
no la instrucción? ¿Cuál será su reacción al momento de
desprender el trozo de papel? ¿Se acercaran o no al
dispensador? Son preguntas que solo podré analizar
hasta poner en funcionamiento el artefacto y que debo
dejar a la expectativa.
Sala de exposiciones ASAB. 2018
132
Diversidad de reacciones
Botarlo al piso
Romperlo
Compararlo
Despreciarlo
Coleccionarlos
Conservarlo
Publicarlo
133
El espectador y las críticas me impulsan a seguir
explotando la parte plástica de este proyecto. Decido
mostrar por qué llegue a este artefacto dispensador de
instrucciones que me implica dedicarme a un trabajo
mecánico, y por esa razón me veo obligada a recurrir a
pausas por el desgaste fisiológico para poder continuar
con el trabajo. Esto da cuenta de cómo las prácticas que
realizamos para descansar se encuentran en nuestro
cotidiano convirtiéndose en rutina y norma.
134
135
Biblioteca Julio Mario Santo Domingo
DES ¿CANSADO? 2018
136
137
138
Decido indagar la experiencia de descanso a través de
reflexiones, exploraciones y consultas desde una posición
personal para ponerla en discusión en el contexto en el
que vivimos.
Se propone dar a conocer por medio de registros la
elaboración de 365 indicaciones con el fin de ofrecerlas a
un público carente de momentos de descanso, y como
esta acción rutinaria y mecánica de elaborar y ofrecer
dichas indicaciones se convierte a la vez en un acto
dispendioso y agotador, obligando a adoptar mecanismos
de descanso.
Esta muestra da a conocer el proceso por medio de
momentos.
139
El primero muestra la elaboración de dichas indicaciones
dentro de un horario laboral, tomando pausas activas
para continuar con el trabajo mecánico. Se entabla un
dialogo entre dos pantallas, donde la pantalla superior
muestra la acción de trabajo mecánico continuo y sin
pausas, la segunda en una posición inferior muestra esos
pequeños momentos de pausas activas durante una
jornada de trabajo.
El segundo momento registra la acción de entregar las
indicaciones al público, dando continuidad al trabajo
mecánico dentro de una jornada laboral. Se dispone en
el espacio expositivo por medio de una proyección,
acompañada de dispensadores que ofrecen los volantes
al espectador.
140
Por último para cerrar la muestra, se disponen una serie de
tablas planilleras en el espacio, con el fin de hacer una lectura
de las afectaciones fisiológicas y los trámites médicos que
conlleva la ausencia del descanso y el excesivo tiempo
dedicado al trabajo mecánico.
141
142
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