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Guatemala, 24 de noviembre de 2015, Suplemento Especial de Diario La Hora ¿El futuro Congreso seguirá igual que los anteriores?

Universitario Noviembre 2015

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Page 1: Universitario Noviembre 2015

Guatemala, 24 de noviembre de 2015, Suplemento Especial de Diario La Hora

¿El futuro Congreso seguirá igual que los anteriores?

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ANA CRISTINA BARBIER F. Universidad del IstmoCiencias Jurídicas y [email protected]

IVÁN ERNESTO CÚ ESTRADAUniversidad de San Carlos Relaciones [email protected]

MARÍA JOSÉ MEJÍA Universidad Rafael LandívarAdministración de [email protected]

IGNACIO FERNANDO GRAZIOSOUniversidad Rafael Landívar Ciencias Jurídicas y [email protected]

NERY CHUCUYUniversidad Francisco MarroquínMaestría Ciencias [email protected]

CARLOS OSWALDO ANDRADE P. Universidad de San CarlosRelaciones [email protected]

REGINA SOLÍSUniversidad del Valle Antropología e Historia [email protected]

ASTRID IDALIA LIMA CASTILLOUniversidad Rafael Landívar Ciencias Jurídicas y [email protected]

EDUARDO RAMÍREZ LAZOUniversidad Francisco MarroquínRelaciones [email protected]

En La Hora hemos venido sosteniendo que los más celosos guar-dianes del sistema que tenemos son los diputados al Congreso de la República, porque ellos tienen en sus manos la llave o la tranca (como ha sido hasta ahora) para abrir la puerta y cambiar las reglas o hacer impenetrable esa puerta con el afán de que nada cambie y que todo el sistema siga funcionando como hasta ahora.

Es importante que usted estimado lector, entienda que para que todo cambie o para que nada se modifique, quien tiene la sartén por el mango son los congresistas y muy poco se puede esperar de un futuro Congreso que fue electo bajo las mismas reglas políticas y de financiamiento que tanto han abierto la puerta para hechos nocivos.

Antes de la elección del 6S advertimos que: “Esta semana (la del antejuicio contra Pérez Molina) es crucial para entender que la clave está en el Congreso pero, de todos modos, hay problemas serios por-que resulta que el ciudadano no puede votar por un candidato que considera idóneo sin arrastrar con él a un montón de parias. Aunque quien encabece un listado distrital o nacional pudiera ser o pare-cer honesto, capaz e idóneo, resulta que al darle su voto también se está favoreciendo a todos los que conforman la misma planilla y eso significa que por cada buena elección que resultara ganadora, entrarían entre dos y cinco individuos de los que han sido causantes del descalabro del sistema”.

Por lo anterior es vital que usted entienda, que se dimensione el peso que tienen los diputados y el papel que han jugado para ir consolidando este sistema perverso que no se creó de la noche a la mañana, sino que es producto de muchos años de esfuerzo, de des-fachatez, de muchos años de cosechar impunidad y de buscar los medios idóneos para lograrla.

El problema es que en teoría, el futuro Congreso, tiene la obliga-ción de responder al clamor popular, aprobando las modificaciones a las leyes electorales para terminar con ese financiamiento delictivo de las campañas políticas, realizado no sólo por el crimen organiza-do sino por empresarios que en plena campaña compran el derecho a alzarse con los bienes del Estado. Ni que hablar de una verdadera reforma al sistema de compras (no como esa pantomima que nos hicieron), la Ley de Servicio Civil, la forma de elegir autoridades ju-diciales, etc, pero si los  ciudadanos  no despiertan, jamás será eso posible. 

Si hablamos de salidas “institucionales”, ellos tienen la llave o la tranca y usted dependerá el rumbo que tenga el Congreso. Usted puede presionar y forzar los cambios o seguir siendo complaciente y permisivo, pero entonces no espere que algo cambie y menos, si como Jimmy Morales, confía en el Congreso y espera que ellos sean patriotas que rompan los vicios.

El Congreso es la clave

Página 2/Diario La Hora/Guatemala, 24 de noviembre de 2015

Editorial

PARTICIPANTES DEL 24º SUPLEMENTO UNIVERSITARIO DEL DIARIO LA HORA

INVITACIÓNSi el amable lector es estudiante universitario, de sexo masculino o femenino, cursando los últimos años de su carrera profesional en cualquier universidad del país (preferiblemente de derecho, humanidades, ingeniería, economía, pedagogía, mercadeo o ciencias de la comunicación) lo invitamos cordialmente a participar como columnista de este suplemento que mensualmente se publica inserto en una de nuestras ediciones del Diario La Hora. Los interesados pueden enviar su solicitud acompañada de currículum vitae y fotografìa reciente al correo electrónico [email protected]

Page 3: Universitario Noviembre 2015

La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 24 de noviembre de 2015, Página 3

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lahora.gtlas noticias como son

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“Los diputados al Congreso de la Repú-blica son dignatarios de la Nación y repre-sentantes del pueblo, y como tales, gozan de las consideraciones y respeto inherentes a su alto cargo. Individual y colectivamente, deben velar por la dignidad y prestigio del Congreso de la República y son responsa-bles ante el Pleno del Congreso y ante la Nación por su conducta”. Esto es lo que reza el artículo 53 de la Ley Orgánica del Con-greso de la República. Pero bien se ve que dicho artículo está completamente alejado de nuestra realidad, existe una distancia abismal entre lo ideal y lo real. No existe tal representación del pueblo en el Con-greso, hace mucho tiempo que se perdió el vínculo entre el Congreso y la sociedad. La actual crisis política confirma todo lo que hemos pensado durante años del sistema político: que el Congreso es como un punto de convergencia del sistema corrupto que se ha consolidado en los últimos gobiernos, siendo el actual el peor de todos y en conse-cuencia, para muchos, el peor Congreso en la era democrática.

¿Qué podemos hacer para que el nue-vo Congreso sea un foro de debate crítico, donde haya reflexión, análisis e interacción de opiniones y en consecuencia acuerdos y consensos en beneficio del pueblo y ade-más, que pueda ser un órgano de captación

de demandas poblacionales para luego dar solución a estas a través de leyes incluyen-tes? Para que este ideal se acerque a nuestra realidad se me acurren dos cosas. Primero, a mi mente vienen las imágenes de la cade-na humana que se realizó a los diputados y las diputadas para que pudieran entrar al recinto del Congreso y garantizar la sesión plenaria para retirar la inmunidad del expre-sidente Otto Pérez. Es evidente que el pueblo tiene el poder de fiscalizar y ejercer presión sobre el Congreso, pero esto requiere de uni-dad nacional y objetivos definidos sobre los cuales se van a trabajar. Las últimas mani-festaciones han dejado un cierto sentimien-to de esperanza y optimismo al recobrar ese papel fundamental que debemos jugar en el tablero político. El siguiente Congreso debe tener la vigilancia constante y disciplinada de la población, ya que ellos son dignatarios de la Nación y representantes del pueblo y son responsables ante Guatemala, ellos tra-bajan para nosotros, somos sus jefes.

En segundo lugar, tenemos que dejar la apatía política y quitar de nuestro ima-ginario social que la política y los políticos no tienen remedio en este país, pero sobre todo dejar de aceptar que nuestra realidad no se puede cambiar: A mi criterio el peor cáncer de la política no es la corrupción sino es más bien la apatía política; de nuestra

apatía devienen los males de este país por dejar que los políti-cos gobiernen a su antojo. Para que el Congreso mejore no es necesario rees-tructurarlo, las modificaciones a la ley son mínimas, es más bien cuestión de que las personas adecuadas lleguen a esos cargos públicos y tengan un deseo real de servir a la Nación. En la mayoría de los casos el problema no radica en las leyes sino en las personas. Informémonos acerca de la realidad política y creemos un análisis crítico de ella para luego actuar; entre más deteste y se decepcione de nuestro sistema político más deberíamos de conocer objeti-vamente la situación.

Jim Rhon decía: “Si no te gusta algo de lo que te sucede, cámbialo, no eres un árbol”. No sé en qué momento nos converti-mos en árboles frente a la política nacional. Pero no debemos seguir siendo árboles, podemos y debemos estar involucrados, y sino, al menos tener una opinión racional sobre lo que pasa. Ya que es evidente que los que nos están gobernando no están al servicio de la Nación.

Guatemala es un país soberano, libre e indepen-diente que se rige por un sistema de gobierno republicano, democrático y representativo. Dicha afirmación la consagra la norma supre-ma del ordenamiento jurídico guatemalteco. En teoría dichas características del Estado y de su sistema debieran verse reflejadas en los organismos del Estado que a su vez son los res-ponsables del bien común y de la consolidación del régimen de legalidad y justicia. Lamentablemente la población guatemalteca ha manifestado en más de una ocasión su descontento y desagrado con las actuaciones de dichos poderes. Es evidente que el ejercicio de las funciones que les otorga la Carta Magna a los funcionarios públicos es totalmente contrario a los inte-reses del Estado. En este caso el ejercicio de los cargos que ostentan son satisfechos únicamente en beneficio de sus propios intereses.

En Guatemala existen muchos problemas que atentan contra la posibilidad de vivir un Estado democrático y representativo, entre los principales se puede mencionar la falta de representatividad. Es el Congreso de la República de Guatemala el que tiene a cargo tres funciones principales: el poder Legislativo, el poder fiscaliza-dor sobre el órgano ejecutivo y el poder de representar los distintos intereses del pueblo. La última función de representar al pueblo y ser la voz y voto de cada guatemalteco en el Estado es la materia-lización concreta de la democracia representativa. Sin embargo en Guatemala esta “representación” del pueblo se ha convertido en una representación de partidos políticos o intereses propios ya que no se toma en cuenta el sentir ciudadano, el cual es ignorado y burlado por los diputados.

La Asociación de Investigación y Estudios Sociales realizó un estudio sobre la representatividad de los diputados en el Congreso en los años 2008 - 2012 en donde indica que no hay tal representa-tividad en el sentido sociológico-demográfico. Lo anterior tomando en cuenta distintos grupos de la sociedad tales como mujeres, pue-blos indígenas y jóvenes quienes son una parte considerable de la población guatemalteca. Con el estudio mencionado se estimó que las mujeres están representadas en un 12%, los pueblos indígenas en un 10.76% y los jóvenes entre 18 a 30 años de edad en un 5%.

Por otro lado a pesar de la falta de representatividad del pueblo por parte de los diputados en el Organismo Legislativo, es impor-tante mencionar los requisitos para optar a dicho cargo. Dentro de los requisitos se regulan estar en el libre ejercicio de sus derechos y ser guatemalteco de origen. Sinceramente no se puede exigir a un cargo tan importante como lo es representar la voz del pueblo, tan vagos requisitos. Para exigir un mejor desempeño es preciso exigir una mejor preparación académica, experiencia, así como también evitar la migración de los diputados de un partido a otro. Es preciso generar una actitud de compromiso en los diputados del Congreso no para con sus partidos políticos e ideologías sino para con el pueblo de Guatemala. Es urgente que los “dignatarios de la nación” como les llama nuestra Constitución comprendan que una vez elegidos democráticamente por el pueblo de Guatemala deben desligarse de los intereses partidarios y enfocarse en la creación de un diálogo y concertación en la emisión de leyes para resolver los problemas relevantes del país. Necesitamos un Congreso libre de compadrazgos y favoritismos para crear un Congreso que refleje la verdadera Guatemala.

Guatemala necesita personas que la representen, no sólo su nombre, sino a su gente; a quienes trabajan a diario por un mejor país, quienes lu-chan y son honestos en todo lo que hacen. Porque todos merecemos una Guatemala distinta, es importante contar con personas que velen por el bien común, siendo conscientes del título que ostentan como funcionarios públicos.

El Congreso de la República de Guatemala está conformado por las personas a quienes, nosotros, los gua-temaltecos seleccionamos a través del proceso democrático que sucede cada 4 años en las elecciones generales del país, es decir, está en nuestras manos elegir a quienes decidirán el futuro de las leyes que regirán a Guatemala. Por un lado, esta situación es bene-ficiosa para el pueblo quien tiene la oportunidad de decidir por quiénes, se considera, son la mejor opción. Y por otro, los puestos en el Palacio Legislativo han pasado a “ser propie-dad” de ciertas personas, quienes han aprovechado la opción a reelección y se han quedado ahí por más tiempo

del que deberían. ¿Por qué del que “deberían”? Porque, según lo que se tiene evidencia, después de 8 o más años ocupando el puesto de diputa-do, el nivel de acomodo es grande, y ya no se trabaja por Guatemala; más bien, no se trabaja y el salario se sigue percibiendo.

El Organismo Legislativo se pue-de comparar con una gran empresa. El pueblo de Guatemala, en general, es la cabeza. Cada uno de los guate-maltecos es el gerente de Recursos Humanos, quien califica y examina a los posibles candidatos a los puestos. Los diputados elegidos son trabajado-res más, como muchas otras personas que nos encontramos en relación de dependencia con un empleador. Al ser empleados del pueblo chapín, deben, en primer lugar, ir a su lugar de trabajo y desempeñar las acciones para las que fueron escogidos; de la misma forma, cumplir con un horario, y no llegar cuando “se puede/quiere”. Por último, el salario a devengar debe estar de acuerdo y en proporción al trabajo que se realiza; en muchas em-presas se entregan bonos por produc-

tividad, con los cuales se incentiva a las personas a realizar bien su trabajo. Ante situaciones difíciles, la empresa puede decidir tomar medidas de austeri-dad, así como en épocas festivas como la Navidad, las actividades como acer-carse a niños de orfanatos, ancianos en asilos y/o personas necesitadas, que puede replicarse también en este ente legislativo.

Sería agradable ver cómo un dipu-tado sale de su camioneta blindada y se acerca a la realidad del país; esto nos ayudaría a crear conciencia, que es algo que todos necesitamos, por-que en la medida en la que veamos qué necesitan los demás, nos vamos a poder entregar y trabajar más por ellos. En este momento, Guatemala necesita que seamos empáticos, que nos pongamos en los zapatos de los demás, pero para caminar en ellos y así darnos cuenta de la verdadera si-tuación en la que vivimos.

Universidad de San Carlos

IVÁN ERNESTO CÚ ESTRADA

ANA CRISTINA BARBIER F.

Universidad del Istmo

Un Congreso que trabaje por Guatemala y no por su partido

político o sus intereses

No somos árboles

El Congreso, parte de una gran empresa

Página 4/Diario La Hora/Guatemala, 24 de noviembre de 2015

MARÍA JOSÉ MEJÍA

Universidad Rafael Landívar

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La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 24 de noviembre de 2015, Página 5

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Page 6: Universitario Noviembre 2015

El Congreso de la República es quizá la institu-ción que da más motivos al pueblo de Guatema-la para avergonzarse. Nuestro Legislativo es conocido por entrampar las leyes, beneficios y avanzar sigilosamente aquellas que otor-gan privilegios y prebendas a determinados grupos. Nuestros diputados son famosos por no presentarse a trabajar o presentarse tarde. Hay varios diputados que se han visto involucrados en es-cándalos de corrupción. Existen centenares de leyes que se han quedado obsoletas o que se han emitido siendo sumamente antitécnicas. La Cons-titución de 1985 otorgó amplias facultades a los representantes del pue-blo para tomar las riendas del país, pero esto no ha incidido precisamente en una Guatemala mejor representada y con mayor equilibrio del poder.

Estructuralmente, existen tres reformas al esquema de nuestro Con-greso que considero podrían ser positivas:

• Crear un legislativo bicameral. En Guatemala existe mucho po-der delegado en el Congreso, y por otro lado, al Presidente de la República se le han concedido muchas facultades políticas, como el veto de leyes, el nombramiento de funcionarios como el de Fiscal General y la emisión de Acuerdos Gubernativos como normas de observancia general. Si ciertas facultades fueran retiradas del Congreso a una Cámara Alta, probable-mente existiría un mejor equilibrio del poder. Si a los representantes de esta Cámara Alta se les exigieran más requisitos para poderse postular, probablemente las leyes estarían dotadas de mayor tecnicismo sin perder la representatividad propia de un órgano legislativo. Prolongando el pe-ríodo de funciones de estos representantes y eligiéndolos personalmente y no a través de partidos políticos podría crearse un órgano más técnico y menos político. Asimismo, esta Cámara absorbería muchas de las funcio-nes políticas que se le han encomendado al Presidente de la República, quien permanecería con aquellas funciones que son puramente admi-nistrativas.

• Evitar el transfuguismo. Los partidos se han vuelto un simple medio para llegar al poder. Los diputados no se identifican con la ideo-logía de su partido ni responden a los ideales del mismo. Para evitar el transfuguismo es necesario fortalecer a los partidos como instituciones que plantean soluciones y las ejecutan en el plano político. Esto se obtie-ne con una reforma profunda a la Ley Electoral, no una superficial como la que se ha planteado y en estos días se discute en nuestro Congreso. Ya se ha promovido una acción constitucional por parte de un distinguido grupo de abogados dirigida a impedir la aberración que conocemos como transfuguismo. Ojalá prospere.

• Crear un mecanismo que permita conocer al diputado que se elige. Nuestro sistema de elección de diputados es el de representa-ción proporcional de minorías. Esto tiene ventajas, ya que permite que partidos pequeños, y por ende grupos minoritarios, estén representados. Sin embargo, esto también implica algo terrible: el hecho de jamás saber por quién se vota. En nuestro actual sistema se nos entrega una papeleta y nosotros elegimos un partido político. Este partido tiene un listado de diputados. Sin embargo, es imposible saber si con nuestro voto estamos eligiendo al primero, segundo, tercero o undécimo de dicho listado. Si queremos votar por el undécimo candidato de un listado, pero no por los diez anteriores, tenemos que darle el voto a esos diez antes con la espe-ranza de elegir a nuestro candidato. Esto se agrava si consideramos que los diputados de una bancada han demostrado no responder a ninguna ideología. Esto se supera matizando o eliminando el sistema de represen-tación proporcional de minorías en la elección de diputados al Congreso.

En pocas palabras: reformas a la Constitución y a la Ley Electoral y de Partidos Políticos.

De las múltiples aristas que conside-ro que existen en el análisis de la forma-ción de un Congreso de la República efi-caz, voy a concentrar mis observaciones e interrogantes en tres de ellas: oferta de candidatos, proceso de reclutamien-to y selección y el ejercicio de funciones.

Oferta de candidatosLos guatemaltecos podemos repetir

hasta el cansancio que los congresistas son la antítesis de la representatividad, pero eso no quiere decir que tengamos la razón. Entonces, en realidad, ¿somos o no somos representados en el Congre-so de la República? Creo que esa es una pregunta, una especie de examen de conciencia, que nos debemos hacer, ya que para tener representantes de cali-dad, primero debemos generar la oferta de dichos representantes. Como indivi-duos, ¿luchamos por el bien común? ¿somos responsables? ¿nos sujetamos a la ética profesional? ¿respetamos las normas morales y jurídicas? ¿somos fieles a nuestra palabra? ¿somos or-denados? ¿administramos bien nues-tras finanzas? ¿buscamos la justicia? ¿evitamos la corrupción? ¿somos pro-ductivos? Si fijamos nuestra atención

en la sociedad civil ¿qué vemos? ¿Es acaso, nuestra sed por desprestigiar a los políticos y a los cargos públicos, responsable también de la carencia de buenos representantes? Al pensar en la respuesta a todas estas preguntas, considero que sería más apropiado de-cir que los congresistas son la antítesis de la búsqueda del bien común y no la antítesis de la representatividad.

Proceso de reclutamiento y selecciónSea cual fuere la oferta, esperaría-

mos que el proceso de reclutamiento y selección de diputados cumpliera con la función de elegir a los mejores postores para el cargo, pero eso parece diferir con la realidad. ¿Están acaso, los partidos políticos, postulando para diputados a personas realmente destacadas? ¿Hace sentido que las elecciones de congresis-tas se realicen en la misma oportunidad que las elecciones del Ejecutivo? ¿Es conveniente que los diputados perte-nezcan a la misma asociación política que los miembros del Ejecutivo? ¿Cómo garantizamos que haya frenos y contra-pesos en el Gobierno, cuando los tres poderes están atados a partidos afines? Pareciera ser que tampoco nos favore-

cen las reglas que hemos creado para el proceso de reclutamiento y selección de congresistas.

Ejercicio de funciones

Y ya en el cargo, envueltos en un sis-tema que favorece al mejor postor (que generalmente son conglomerados u or-ganizaciones, ya que en nuestro país se aplasta al individuo) lo que menos bus-can es el bien común y lo que prevalece es el bien de pocos, promoviendo leyes con “nombre y apellido” para saldar sus deudas y ganar favores. ¿Existe acaso una evaluación de desempeño honesta para los congresistas? ¿Cómo puede la sociedad civil transmitir sus inquietu-des a los diputados? ¿Existe certeza de castigo para aquellos diputados que convierten su mandato constitucional en un acto criminal?

En fin, son más preguntas que res-puestas, pero tienen la finalidad de despertar el “yo” crítico que todo lo cuestiona.

En una República, con un sistema democrático, el órgano del Congreso conformado por servidores públicos debidamente electos y poseyendo la investidura de soberanía y represen-tación delegada por un pueblo para la toma de decisiones y la protección de los intereses nacionales debe actuar como un contrapeso dentro de los tres poderes del Estado y su papel debería ser el de normar y legislar para orien-tar el ordenamiento del país a través de leyes a favor de la protección y bien común.

Por más de cinco décadas el Congre-so de Guatemala se ha caracterizado por atrincherar a muchos personajes que han provocado el declive político y moral del sistema y se han permitido beneficiar del Estado a sus anchas. El problema es que no existe en nuestro país el criterio necesario para elegir a las personas más probas para estos cargos, sino solamente se sigue consi-derando el logo del partido político, sus colores y sus cancioncitas en tiempos electorales sin conocer la trayectoria, preparación e intenciones de las per-sonas que quieren llegar a ocupar una

curul y que llegan a representar nues-tros intereses no solo nacional sino lo-calmente.

Hoy por hoy muchas de las actuacio-nes de los diputados son orientadas por intereses de sectores de poder oscuran-tistas, que mantienen el status quo en beneficio a sus intereses sin permitir el desarrollo de la nación. Las recientes intervenciones y denuncias penales en contra de diputados señalados por corrupción es un primer paso para que estos funcionarios públicos tengan un freno para los abusos que cometen y no se escuden con la inmunidad que les otorga el cargo. El TSE ha realizado su papel en no permitir la toma de po-sesión de diputados electos que tienen antejuicio o son contratistas del Estado. Un funcionario público está para servir no para servirse del país.

La auditoría social es primordial para que se continúen con las depura-ciones en el Congreso de la República, exigir y velar para que los representan-tes propongan y trabajen por el desa-rrollo de cada departamento que los eligió, que el Ministerio Público conti-núe con las investigaciones pertinentes

sobre casos de plazas fan-tasma y que los sindica-tos dentro del Congreso velen verda-deramente por el empleado sin abusar del uso de los recursos o privilegios para favorecerse a sí mismos, a los amigos o familiares.

Es preciso entender como ciudada-nos que a través de la fiscalización y la exigencia de nuestros derechos, a través de la aprobación de leyes en beneficio para el país se podrá salir de la cloaca en que estamos metidos, la renovación de la clase política es urgente, también un diputado debe ser estadista, con visión, futurista, hoy exigimos la honradez y capacidad de todos los funcionarios, hoy el sentir de los guatemaltecos exi-ge un trabajo eficiente de las personas que ostentan un cargo público y que su representación sea dignificante para el pueblo que los eligió.

“La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”.

A. Lincoln

CARLOS OSWALDO ANDRADE P.

Universidad de San Carlos

Tres aspectos básicos para mejorar nuestro Organismo Legislativo

Tres aristas

Dignificar al Pueblo por el cual fueron electos

NERY CHUCUY

Universidad Francisco MarroquínIGNACIO FERNANDO GRAZIOSOUniversidad Rafael Landívar

Página 6/Diario La Hora/Guatemala, 24 de noviembre de 2015

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REGINA SOLÍS

Universidad del Valle EDUARDO RAMÍREZ LAZO

Universidad Francisco Marroquín

Desde hace varios años existe un gran descontento y rechazo por parte de la población hacia el Organismo Legisla-tivo; en gran medida por la creciente corrupción dentro del Congreso y por la falta de propuestas claras y efectivas hacia los problemas del país. Es vergonzo-so ver fotografías del Pleno en donde es claro que los diputados no hacen su labor, y donde la mayoría de asientos se encuentran vacíos. Sumado a lo anterior, en las pasadas elecciones del 6 de septiembre sucedió algo interesante mas no menos preocupante, ya que el partido de Jimmy Morales FCN – Nación, ocupa un porcentaje mínimo de representatividad y las bancadas principales son las de Lider y UNE. Morales enfrenta un gran reto ya que al no tener representatividad en el Congreso, va a tener que recurrir tanto a alianzas como a la ciudadanía para la aprobación de sus propuestas de ley.

A raíz de los escenarios anteriores surge la duda entonces, ¿qué hacer para que realmente el Congreso de la República constituya un foro de debate en donde los ciudadanos se sientan represen-tados, y se legisle a favor del país y su población? La respuesta a esta pregunta es bastante compleja, y es necesario tener claro que es un proceso que no se va a dar de la noche a la mañana. Para empezar, se debe de eliminar de raíz la corrupción, un mal que lentamente está matando al país. En segundo lugar, es necesaria una reestructuración interna del mismo, y en donde se le exija a los diputados tener experiencia y capacidad antes de poder optar al cargo. Actualmente, la mayoría de legisladores carecen de co-nocimiento de las necesidades del país, por ende no se proponen proyectos de ley que realmente hagan una diferencia. Es clave te-ner un manejo básico de Administración Pública y de cómo operan los engranajes del Estado para poder satisfacer las necesidades de la población.

Otro gran problema que enfrenta el Pleno actualmente, es la falta de asistencia de sus miembros, cómo se espera poder gene-rar cambios significativos si estos ni siquiera se toman la molestia en asomarse a hacer su labor y a representar al pueblo. Es impres-cindible proponer algún tipo de incentivo o castigo para evitar que esto siga sucediendo. Lamentablemente, el Congreso se ha convertido en un lugar en donde en vez de generarse el debate en una manera productiva sólo se satisfacen intereses propios. Ata-dos a estos cambios, es necesario la aprobación de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, ya que si se pretende cambiar el juego hay que empezar por sus reglas. A su vez, la ciudadanía tiene el deber y la obligación de guiar al Presidente Electo en esta travesía política, ya que este es un gobierno del pueblo para el pueblo, y es importante que la población entienda lo que eso significa.

En retrospectiva, se podría decir que el 2015 ha estado mar-cado por un despertar ciudadano sin precedente. Adicional, se ha dado un surgimiento de movimientos políticos, creados con el fin de monitorear al gobierno y sus entidades que tienen como objetivo ponerle un alto a la corrupción y a la impunidad de una vez por todas. Para que Guatemala verdaderamente experimente cambios relevantes, es necesario trabajar en pro de la libertad de-mocrática y de la buena gobernanza, situación que quizás no se resuelva en cuatro años, pero el momento de empezar es ahora, ya que si no se empiezan a hacer cambios y mejoras desde ya puede que en un futuro sea demasiado tarde.

En junio de este año, un grupo de más de 30 jóvenes de diferentes universidad nos reunimos para debatir acerca de cuá-les eran las reformas indispensables den-tro del Legislativo. Recordando que son las personas que lo conforman quienes representan (o deberían) los intereses de los diversos sectores y pueblos. A conti-nuación algunas ideas discutidas.

Todas las iniciativas de ley y reformas deben pasar por los diputados, quienes le-gislan para satisfacer sus alianzas políticas y económicas. Pero, el problema en sí no recae exclusivamente en la organización interna del Congreso de la República, sino en las reglas del juego que potencian o limitan la participación de determinados grupos de la población. La Asamblea Na-cional Constituyente de 1985 respondió a los intereses de los sectores hegemónicos que temían que la transición democrática implicara fisuras profundas en su estruc-tura histórica de poder. Por tanto, la actual Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) remite a un período de rupturas políticas, en el cual las clases subalternas se expre-saban desde el miedo y la represión que había significado el uso de la fuerza por parte del Estado como estrategia contra-insurgente. Nuestra Constitución es eso: un intento de perpetuación del poder por parte de grupos militares y empresariales.

Por eso, la LEPP se instrumentalizó de ma-nera que éstos pudieran invertir en políti-ca a su conveniencia.

Pero las y los guatemaltecos, esos que vivimos en la subalternidad, hemos cam-biado de a poco y exigimos públicamente la posibilidad de participar en política partidista dignamente y poder represen-tar de una manera más fiel los intereses del electorado. Actualmente, existe poca legislación representativa por parte del cuerpo de diputados. Por ello, es necesaria una renovación de la clase política, posibi-litada a través de una reforma a la LEPP y a ciertos aspectos constitucionales. Los comités cívicos deberían poder postular candidatos a cargos populares y recibir fi-nanciamiento por parte del Estado, dichos candidatos deben estar empadronados en el municipio. Esto posibilitaría la partici-pación de personas conocedoras de la rea-lidad local que representan. Otro aspecto fundamental es la opacidad del financia-miento privado a los partidos políticos, para que luego sus bancadas legislen a su favor. Por tanto, el Tribunal Supremo Elec-toral debe ser fortalecido en su capacidad sancionatoria, a nivel individual y a nivel de partido, penal y administrativo.

Para que las personas que lleguen al Congreso de forma transparente y legíti-ma tengan un carácter de representati-

vidad multi-sectorial, las cuotas son un m e c a n i s m o que se debe analizar. Mujeres, indígenas, garífu-nas... ¿dónde están sus curules? Dentro de esos grupos existen liderazgos capaces de ser la voz de sus localidades dentro del Legislativo. Si no se encuentran, es porque tenemos un Estado racista y pa-triarcal que margina ciertas identidades con la poca cobertura y calidad educativa para determinadas regiones del país. Si no se encuentran las personas idóneas para cumplir con las posibles cuotas, es porque las oportunidades han sido para unos po-cos mestizos urbanos, y eso también es una llamada de alerta.

Esta discusión nos hace reflexionar acerca de la utilidad y validez temporal y política de una institución como el Congreso con un sistema partidista tan viciado como el guatemalteco. El reto es innovar, ¿qué pensamos de disolver esa institución y crear una nueva? ¿Creemos poder salvarla? ¿Es la mejor manera de ser representados? Siempre hay más opciones, estas democracias de fachada no son la única posibilidad de vivir en sociedad.

El Congreso de la República de Guate-mala, el órgano más representativo de la Nación pues en él convergen los diferentes intereses y necesidades de nuestro país. 158 personas que ostentan la facultad del proceso legislativo, la ardua tarea de nor-mar “las reglas del juego” que, al final, son las que gobiernan nuestro actuar dentro de una sociedad y se traducen en leyes. Personas que, como manda la Constitución Política de la República, deben cumplir con méritos de capacidad, idoneidad y honra-dez con el fin de optar a un cargo público.

Sin embargo, en la actualidad, resulta ser el Congreso de nuestro país uno de los organismos más atacados por las crí-ticas y noticias insólitas. El Congreso, en los últimos años, sino décadas, se ha visto empañado de problemas como el absten-cionismo, transfuguismo, decisiones ma-ratónicas en cuestiones de trascendencia nacional e incluso comportamientos irres-petuosos entre los mismos miembros del hemiciclo.

La población no se ha mantenido silen-ciosa ante ello y por el contrario, ha mos-trado su desagrado y descontento a través de diversos medios de comunicación de-bido al lamentable actuar del Congreso. Esto, debido a que como guatemaltecos no toleramos más actos de corrupción y de irrespeto, sobre todo, porque somos no-sotros directamente los que votamos por

las personas que ocupan las curules. Me-recemos por ende, que nuestro voto haya valido la pena.

Se conocen a profundidad los proble-mas, deben buscarse por ende soluciones y encontrar medidas a tomar para que nuestro Congreso, en este nuevo período legislativo, sea el inicio de un cambio. Con-sidero existen tres cambios importantes a realizarse en orden de atacar los males más grandes que aquejan al Congreso.

Los diputados faltistas deben ser san-cionados tal como lo estipula la Ley Orgá-nica del Organismo Legislativo. Es impe-rativo un sistema sancionatorio efectivo a quienes violentan las reglas de asistencia en el Congreso y a quienes, debido a sus faltas, generan cuestiones de tal tras-cendencia como la falta de quórum en sesiones. La ley estipula un régimen san-cionatorio pecuniario, que en un futuro, a mi parecer, debería incluso llegar a refor-marse para tener como consecuencia la pérdida del cargo.

Asimismo es necesario regular el trans-fuguismo de diputados. Es necesario que en cuanto a la propuesta de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos se regule y sancione el tema debido a que el transfuguismo genera únicamente des-confianza para la población.

Por último debe darse un seguimiento a las “maratónicas” decisiones elaboradas

por el Organis-mo Legislativo. Es inconce-bible para la población darse cuenta que existen decisiones de trascen-dencia nacional que merecen ser tratadas con cautela, y que son decididas por los parlamentarios en cuestión de horas. Mientras tanto, existen leyes que deberían haberse aprobado desde mucho tiempo atrás y se encuentran aún en-trampadas, desconociéndose la verdadera razón. Por ello es imperativo el regular y fiscalizar este tema. La corrupción debe ser tratada de raíz, y son en estas decisiones donde se demuestra el poco interés de los legisladores en crear leyes necesarias ver-sus su interés por decidir cuestiones donde claramente existe un interés político. Se debe instar a continuar las investigaciones para conocer los trasfondos de las decisio-nes dudosas en el Congreso.

Los diputados son dignatarios de la Na-ción, por ende es imperativo que dicho tér-mino sea honrado y respetado a toda costa por los legisladores. Estamos cansados de personas que generan en el Congreso más años que aportes y de diputados que han hecho más daños que años. Merecemos como guatemaltecos, un Congreso ejem-plar, admirable e íntegro.

Congreso2.0

Congresos diferentes, mismos problemas y necesarias soluciones

“El pueblo de nuestras constituciones, no es el pueblo de nuestras repúblicas”

Página 7/Diario La Hora/Guatemala, 24 de noviembre de 2015

ASTRID IDALIA LIMA CASTILLO

Universidad Rafael Landívar

Page 8: Universitario Noviembre 2015

Página 8 / La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 24 de noviembre de 2015