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urbam - Centro de Estudios Urbanos y Ambientales. Universidad EAFIT. www.eafit.edu.co/urbam

Junio 6 de 2012 I FORO URBANO REGIONAL PREPARATORIO DEL I FORO URBANO NACIONAL RETOS Y OPORTUNIDADES PARA LAS LADERAS Y EL CINTURÓN VERDE DE MEDELLÍN Y EL VALLE DE ABURRÁ Con la presencia de: - Gustavo López, UN-HABITAT - Margarita María Ángel, Gerente de la Empresa de Desarrollo Urbano, EDU - Zoraida Gaviria, Escuela de Ingeniería de Antioquia - Tatiana Zuluaga, Centro de Pensamiento Social, Proantioquia - Francisco Zapata, subdirector de Planificación Integral de Amva - Germán Camargo, Director técnico de la Fundación Estación Biológica Guayacanal - Alejandro Echeverri, director de urbam - Ana Milena Joya, Secretaria de Medio Ambiente de Medellín - Ricardo Montezuma, Director de la fundación Ciudad Humana - Cecilia Inés Moreno, Directora de la Escuela del Hábitat, de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín - Carlos Uribe, gerente auxiliar de vivienda y hábitat, del EDU - Francesco M. Orsini, responsable de proyectos URBAM-EAFIT - Representantes del Departamento Administrativo de Planeación, de la Alcaldía de Medellín

nota: las imágenes incluidas en este documento hacen parte de las presentaciones realizadas por los invitados. El video completo del Foro está disponible en el Canal enVivo de la Universidad: http://envivo.eafit.edu.co/EnvivoEafit/?p=872

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La humanidad ya es más urbana que rural. Esta tendencia se exacerba sobremanera en el continente latinoamericano y Medellín, por su parte, no es precisamente una excepción. A título de ejemplo y en menos de un siglo, la capital antioqueña ha pasado de sus 91.500 habitantes de 1921 a los 2.393.000 actuales. A las causas clásicas relacionadas con el crecimiento demográfico natural, cabe sumar el efecto de crecimiento masivo derivado de la población migrada del campo atraída por el sinfín de promesas urbanas o de aquella desplazada por razones mucho más drásticas relacionadas con la violencia. Con la accesibilidad a los servicios urbanos como mayor -única, si se prefiere- premisa de ocupación, las urgencias de estos recién llegados suelen encontrar una ciudad poco preparada para absorber dicho crecimiento, sin respuesta de planeación ni áreas de reserva de crecimiento. Las estrategias derivadas suelen ser, evidentemente, la invasión de predios sin control alguno. Los patrones de ocupación siguen, pues, los dictados de la urgencia y su disposición sobre el terreno no atienden a cuestiones urbanas tan básicas como los servicios, la legalidad o el riesgo.

Como decíamos anteriormente, Medellín no es una excepción. Con el Valle de Aburrá como rica matriz biofísica de soporte, la ciudad no ha dudado en abandonar el río y encaramarse, osada y decidida, hacia las laderas más abruptas y hundirse en las quebradas más traicioneras. Paradigma, entonces, del llamado desarrollo informal, el urbanismo indiscriminado y desaforado, el crecimiento feroz y sin control y la dispersión de la ciudad, Medellín presenta el gran reto de cómo revertir un proceso que le lleva al borde y le empuja hacia el abismo del desgaste de sus propios recursos

naturales. Mientras el POT aboga hacia un crecimiento endógeno, alrededor del río, las inercias son otras. La ladera sigue siendo un territorio tan frágil como fértil, de crecimiento continuado, en mancha de aceite que amplía sus límites.

Éste es, sin duda en reto de vetustas dimensiones que se debe enfrentar sin mayor demora pero con ciertas precauciones. La lectura crítica e incisiva de otros procesos similares se debería acompañar de un nutrido diálogo con ciudades que ya lo hayan iniciado, sopesando sus aciertos e interrogando sus errores. La complejidad inherente al problema reclama de un acierto en su interpretación y, para ello, abrir el discurso a lecturas tangenciales que construyan una visión más integral e integradora se convierte en un requisito necesario. Con esta voluntad, se convocó el I Foro Urbano Regional Preparatorio del I Foro Urbano Nacional bajo el lema: RETOS Y OPORTUNIDADES PARA LAS LADERAS Y EL CINTURÓN VERDE DE MEDELLÍN Y EL VALLE DE ABURRÁ, impulsado por el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales urbam-EAFIT y con la colaboración activa del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, de la Alcaldía de Medellín a través de su Empresa de Desarrollo Urbano (EDU) y de varias instituciones tanto académicas como cívicas. Se presenta, acto seguido, una breve memoria documental del acto, presentando, ponente a ponente, las principales ideas expuestas, los argumentos derivados y desgranando aquellas hipótesis planteadas más significativas.

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Margarita María Ángel Gerente de la Empresa de Desarrollo Urbano, EDU

Previo agradecimiento por la invitación al acto, la ponente enumera los grandes rasgos de aquellas ideas que plantea la Municipalidad en relación al Cinturón Verde Metropolitano. A su modo de ver, esta propuesta no es precisamente nueva para la ciudad sino que se viene planteando desde hace años, de igual manera que muchas otras ciudades ya lo han afrontado previamente en diferentes condiciones y por medio de variadas fórmulas de interpretación. En este sentido, cabe entender las particularidades de Medellín, un hogar para la vida, cuyo esfuerzo por el control de las laderas ya viene de lejos, suscitando históricamente muchos estudios y miradas complementarias. Atendiendo a dicha complejidad, éste debería ser entendido como un proceso abierto y entendido como unos planteamientos en construcción y evolución, fruto de un pensamiento global.

Acto seguido, para exponer el concepto de Cinturón Verde Metropolitano para Medellín, que plantea la Alcaldía, la gerente expuso que esta iniciativa forma parte integral del Plan de Desarrollo, integrando transversalmente conceptos de seguridad, educación, desarrollo-infraestructura-empleo, medioambiente e institucionalidad y coordinando, a su vez, varias secretarías (Seguridad, Planeación, Medio Ambiente…) tanto de la Alcaldía como del Gobierno. Comprende y atraviesa 5 líneas estratégicas básicas:

-La ciudad que respeta y valora la vida

-La equidad, prioridad de la sociedad y el gobierno

-Competitividad para el Desarrollo económico con equidad

-Territorio sostenible, ordenado y equitativo

-Legalidad

Por último, la ponente quiso insistir que, si bien es un proyecto liderado por la EDU (por medio de un equipo de unos 20-25 técnicos especialistas en urbanismo, vivienda y espacio público), éste pretende ser un proyecto inclusivo que valore lo existente dando continuidad a una cincuentena de documentos (locales, regionales, normativos…) y reflexiones ya iniciadas. En palabras del alcalde, Aníbal Gaviria, “construimos sobre lo construido”, entendiéndolo como un proceso en construcción a la espera que salieran algunas ideas de este Foro que lo complementaran.

David Emilio Restrepo Ing. Forestal. Empresa de Desarrollo Urbano, EDU

Esta ponencia planteaba describir el Proyecto de Cinturón Verde Metropolitano de Medellín en relación a un estudio analítico previo de antecedentes y referentes que enriquecieran el discurso y ayudar a responder una pregunta todavía muy abierta. En este sentido, el ponente se planteaba si el hecho que Medellín pierda el telón de fondo es una problemática de índole meramente estética o si el problema es más bien la derivada social del crecimiento descontrolado en áreas de alto riesgo y la consecuente pérdida de bienes y servicios ambientales.

Si bien es un rasgo común de las ciudades latinoamericanas que el crecimiento acelerado se traduzca en formas de ciudad informal, dispersa y espontánea -difícil, imposible de contener-, también es cierto que se debe proteger e intervenir en aquellos ámbitos de riesgo y/o de valor ambiental para la ciudad. La paradoja aparece en cómo hacer frente a la situación. En este sentido, el ponente plantea que la no intervención de la ladera comporta las inercias ya conocidas de crecimiento espontáneo y no planificado mientras que la intervención y consolidación puede suponer el incentivo de su ocupación.

Para responder estas cuestiones, se plantea previamente una serie de miradas cruzadas a algunas situaciones cercanas con esperanzas de extraer lecciones aprendidas posibles de incorporar al bagaje discursivo del proyecto. Enunciémoslas sintéticamente:

1.- El primero de los casos, atiende a la conurbación La Paz (3650 msnm)-El Alto (4050msnm), quienes, a medida que se ocupaba la ladera, los dos municipios siempre achacaban los efectos del crecimiento a las responsabilidades del municipio vecino sin dar respuesta coherente ni integrada. Otro de los problemas fue que, al tener grandes e imponentes montañas como referencia visual, la ciudad menosprecia el valor ambiental y estructurante de sus laderas colindantes permitiendo que hasta el 62% de su suelo urbano se encuentre en ámbitos no favorables para la edificación por riesgos de inundaciones, deslizamientos o mazmorras. En este sentido, como principales conclusiones, podemos citar que la no intervención en la ladera no significa, en ningún caso, no ocupación mientras que su naturaleza compartida debe conducir a la superación entre entes administrativos de distintos municipios y corregidores. 2.-El segundo caso estudiado hace referencia a Río de Janeiro, donde, amparadas en un discurso ambientalista, se aplicaron una serie de medidas coercitivas en algunas favelas. En este sentido, eran muros y barreras y suponían, evidentemente, medidas segregadoras que atentan el derecho básico de la inclusión y equidad. La derivada no

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fue el cese de nuevas construcciones sino que se tradujo en un aumento acelerado de la violencia. 3.-El tercer contexto presentado fue el Cerro del Ávila, en Caracas (Venezuela), donde el control restrictivo del cerro significó el descontrol de otras partes de la ciudad y, por ende, se tradujo en un crecimiento urbano caótico y sostenido. Por ello, para garantizar el modelo de ciudad compacta, una barrera no basta sino que se debe pensar más bien en la necesidad de una estructura envolvente. 4.-El siguiente de los ejemplos es local. Se trata del Plan Maestro de Desarrollos Tutelares de Medellín, cuya sensibilidad paisajística y mirada integral a la ciudad son considerandos aspectos clave en el fortalecimiento del sentido cívico ciudadano y la recuperación de la identidad del paisaje. Las grandes lecciones aprendidas de esta iniciativa son que los grandes estructurantes naturales de la ciudad ofrecen un gran potencial paisajístico y biótico, suponiendo una gran oportunidad de generar espacio recreativo y de encuentro ciudadano. Sin embargo, se privilegiaron los cerros del Volador y Nutibara atendiendo a una cuestión de centralidad mientras que la lejanía de los otros los dejó en un segundo plano quebrantando el valor integral de una estructura global. 5.-Otro de los ejemplos paradigmáticos de la planificación sistémica de parques integrados es el proyecto del Collar de Esmeraldas de Boston (F.L. Olmsted) -más conocido como System Park-, estructura que conforman una red de alto valor, tanto a nivel de corredor ecológico como a nivel de articulación de espacio público, convirtiéndose en una estrategia de infiltración de la naturaleza -si bien inventada según un ideal de belleza natural- en el entorno urbano.

6.-El siguiente caso presentado a título de referente fue el Plan Director del Corredor Ecológico y Recreativo de los Cerros Orientales de Bogotá, proyecto que persigue la recuperación de las quebradas como ejes de conexión con el entorno natural, es decir, como corredores verdes transversales que sirvan, a su vez, de ejes de articulación social (entre distintas comunidades), biofísica (redes biológicas) e infraestructural (movilidad, equipamientos, etc). Aunque se trata de una propuesta bien estructurada y de alto valor estratégico, nunca ha sido ejecutada por falta de voluntad política.

7.-Terminando el recorrido de posibles miradas comparadas, el ponente expuso un seguido de proyectos de cinturón verde en el mundo, des de su concepción teórica derivada de las ideas de ciudad jardín d’E. Howard (estructura satelital de ciudades limitadas por un cinturón agrícola que contenía la expansión urbana) aplicadas en algunas urbes alrededor de Londres. La versión evolucionada de postguerra fueron las new towns, modelo que transformó paulatinamente el valor agroproductivo del cinturón en espacio verde recreativo.

Entre las versiones más recientes del concepto, en Santo Domingo aprovecharon los elementos estructurantes del territorio (ecosistemas acuáticos) aunque la debilidad de coordinación político-cívica condenó la propuesta. Otro de los casos expuestos fue el cinturón verde de la ciudad de Córdoba, con alta vocación agrícola pero con dificultades significativas en resistir a los lógicos procesos de suburbanización. A su vez, la introducción del un sistema de transporte masivo de capacidad mediana en ámbito urbano ya consolidado buscaba la reactivación del centro de la ciudad y la integración-revitalización de cerca de 45 barrios. Evidentemente, este elemento de movilidad incentivó la ocupación, dotando de centralidad a zonas olvidadas y planteando nuevos escenarios de articulación de ámbitos específicos.

Por su parte, el cinturón verde de Vitoria-Gasteiz es un anillo de espacios públicos de alto valor ecológico (623 ha) cuya plena configuración se plantea en 20 años. Para ello, evidentemente se debe garantizar una estabilidad en las estructuras políticas y una visión compartida a largo término que articule la normativa apoyando la materialización progresiva del proyecto. Un caso muy parecido sería el referente al Cinturón Verde de Sao Paulo (Brasil), reserva de la biosfera de la Mata Atlántica de la UNESCO.

A modo de conclusión de estos casos y, desde el punto de vista del ponente, el principal reto de todos los proyectos pasa por integrar la gestión del parque desde la doble escala de lo urbano y regional. En este sentido, para el caso de Medellín, quedaría claro que el cinturón verde debería ir de la mano de la propuesta del parque central de Antioquia.

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Sin embargo, el referente que quizás sea más cercano en términos de voluntades sería el Proyecto de Conservación y Protección de los Bordes Urbano-Rurales de las comunas 8 (sector La Honda y La Cruz), 3 y 6 de la ciudad de Medellín, coordinado por la secretaría de Medio Ambiente y la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU) a través de Silvia Gómez. La base de la propuesta se fundamenta en los modelos de ocupación del POT los cuales ya plantean unos bordes de protección o cinturón verde de contención para la expansión urbana como parte importante de la red de espacios públicos de la ciudad a través de la incorporación de una serie de elementos importantes destacados. La principal apuesta es, pues, que Medellín valore y aproveche sus elementos originales estructurantes y tal intención viene respaldada, desde 2008, por un acuerdo legal por medio del art. 39 de la Política Nacional de Laderas, iniciativa que incorpora definitivamente la figura de los bordes urbano-rurales. No obstante, hasta el momento nunca se tuvo la ambición política de la que se dispone ahora. Dicha iniciativa incorpora al Plan Maestro tres programas de protección del territorio (uno referente al entorno natural, otro de intervención urbano-natural en aquellos proyectos dentro del área urbana a consolidar y, por último, un borde articulador muy parecido a lo que debería ser el cinturón verde y que incorpora diferentes proyectos tipo parque mirador, paseo peatonal y parques de quebrada) que determinan el tipo de relación que se establece entre el área urbana y la rural. Más adelante y en este mismo sentido, BIO2030 describe una serie de franjas de consolidación, de transición. Por último, el ponente centra su atención en la relación planteada entre Medellín y el Parque Nacional de Antioquia, atendiendo a su visión de contexto regional y planteando un papel del corredor verde, no tanto como contención sino más bien articulación y transición entre dos hechos de gran importancia. Del análisis de la posición y condición lineal del río, el parque Arbí y otros parques circundantes, uno podría sobreentender que la configuración topográfica del valle obliga a adaptar la opción ideal de parque de trazo ovalado, adaptándose a la matriz territorial y convirtiéndose en segmentos articulados en los ancones del valle (norte y sur) y en los cañones de la Iguaná y la Santa Elena a través de actuaciones urbanas integrales en barrios y parques lineales de quebrada.

En una segunda parte de la presentación, la ponencia se centra en la definición del propio concepto. En este sentido, para la Alcaldía éste se trata de: “(…) una estrategia de planificación e intervención integral de largo plazo (no se va a poder construir en un solo periodo de gobierno) para consolidar un territorio equilibrado y equitativo (en armonía con la vida), entre lo urbano y lo rural, mediante la sumatoria de programas y proyectos de la Alcaldía de Medellín y de los Municipios que conforman el Área Metropolitana del Valle de Aburrá”.

Para la EDU, es importante insistir en el aspecto equilibrado y equitativo del Plan, referido a contemplar tanto aquel escenario de consolidación de la ladera como aquel que presente una reconquista progresiva del valle.

Cabe incidir de igual manera en que ésta no se trata de una respuesta inmediata a un proceso espontáneo sino que viene justificada desde los elevados índices de crecimiento poblacional y extensión urbana de Medellín. A título de ejemplo, en 1921, la ciudad contaba con 91.450 habitantes; Siete años después, ya habían aumentado hasta 120. 044; para 1945, la población ya alcanzaba los 270.534 habitantes mientras que en 1963, Medellín contaba con 740.897; en 1981, la población había aumentado hasta 1.337,496 habitantes, prácticamente doblados por los 2.393.011 habitantes actuales.

El Cinturón Verde, aparece pues como estrategia de contención inmediata de la dinámica de crecimiento sobre las laderas que las hipótesis para 2020 elevan hasta 2.592.967 habitantes llegando, en 2030, a unirse definitivamente la mancha urbana de la ciudad con el valle de San Nicolás ocupando la totalidad del territorio de laderas. En este sentido, si quisiéramos garantizar una ciudad integrada y para todos a las futuras generaciones, la contención urbana debe ser planteada y aplicada con gran urgencia.

Fig. 1. La configuración del Cinturón Verde para Medellín en relación al Parque Central de Antioquia.

Fig. 2. Crecimiento urbano de Medellín.

(Fuente, Alcaldía de Medellín, 2012)

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Intentando agrupar los principales problemas que se plantean, éstos serían, seguramente, la ocupación indebida del suelo, un alto grado de inequidad, bajos índices de gobernabilidad y la pérdida progresiva de bienes y servicios.

Entonces, el OBJETIVO del CINTURÓN VERDE METROPOLITANO sería:

Propiciar las condiciones y las oportunidades para el desarrollo humano integral en la zona donde se unen lo urbano y lo rural, de tal forma que se organice la ocupación y se regule la expansión de la urbe, se recuperen los elementos naturales del paisaje, se mejore el hábitat, la movilidad y la accesibilidad, se genere ingreso económico sostenible y se garanticen el respeto por la vida y la equidad.

A su vez, los OBJETIVOS ESPECÍFICOS que plantea, son:

-Aplicar el principio de participación ciudadana que será el elemento transversal a todos los pasos del proyecto para generar una cultura de lo Urbanismo Cívico - Pedagógico.

-Lograr una corresponsabilidad de la ciudadanía para la habitabilidad próxima al Cinturón Verde Metropolitano mediante comunicar, conectar, formar y motivar. -Acompañar el proceso de protección a moradores bajo los principios de equidad, inclusión y satisfacción de necesidades fundamentales. -Implementar proyectos de vivienda en el sitio.

-Recuperar áreas con alto valor ambiental como las corrientes hídricas que ingresan a las áreas urbanizadas.

-Aprovechar el potencial paisajístico del territorio para el beneficio de toda la ciudad.

-Consolidar la estructura ecológica metropolitana y asociarla al sistema de espacio público.

-Elevar los índices de espacio público efectivo para la ciudad articulados a la estructura de movilidad de la ciudad. Desarrollar un modelo de movilidad limpia que controle la ocupación que equilibre la accesibilidad y la sostenibilidad. -Implementar equipamientos acordes a las vocaciones del sector brindando mayor cobertura de servicios de educación, salud y seguridad, aumentando la presencia institucional y complementando el Cinturón Verde Metropolitano con un carácter de equipamientos sellantes y de transición a las áreas rurales. -Generar cohesión interinstitucional mediante la articulación entre el sector público y privado con presencia, o potenciales a intervenir en el territorio.

Tales objetivos se plantean desde un principio claro: “la casa educa; la escuela y la universidad enseñan y la ciudad forma”. En otras palabras, la pedagogía entendida más allá del aula, desde la ciudad y la política, posicionando el espacio público como el lugar donde todos nos igualamos en equidad. Todo ello, englobado bajo el concepto de urbanismo cívico-pedagógico, estrategia sustentada en 4 pilares básicos (motivar, educar, conectar y comunicar) que plantea 5 estrategias (yo me formo, yo participo, yo cuido, yo sostengo, yo disfruto).

Estas líneas estratégicas ya cuentan con la experiencia de ser aplicadas en varios proyectos impulsados desde la gobernación de Antioquia. La adopción por parte de este enfoque por parte de la Alcaldía de Medellín parece, pues, lógico. De hecho, se dispone ya de varios ejemplos de proyectos participativos de base comunitaria como el Camino de Vida o los cables…) aunque se entiende que el Cinturón Verde debe ser la máxima expresión del este urbanismo cívico-pedagógico, garantizando, a su vez, que éste:

-Fortalezca la vida comunitaria -Genere calidad de vida -Amplíe la participación -Facilite la equidad de género -Fortalezca los valores -Promueva la cultura ciudadana -Ofrezca la oportunidad para aprender haciendo -Minimice riesgos de accidentes -Promueva los proyectos sostenibles -Impulse la economía local (agricultura, ganadería, minería…) -Facilite la comunicación municipal -Posibilite el turismo

Fig. 3. Estructura justificativa del urbanismo cívico-pedagógico.

(Fuente, Alcaldía de Medellín, 2012)

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Se pretende, en cualquier caso, que éste sea un proyecto cuyo impacto beneficie a toda la ciudad de Medellín a la vez que al resto de municipios del área Metropolitana del Valle de Aburrá, propiciando una correcta articulación de los entornos urbano y rural.

Entre las múltiples variables que plantea y según el ponente, el proyecto deberá tratar con especial atención la recuperación ambiental a través de la restitución de las quebradas, restauración ecológica de la red de espacios verdes en aras de convertir Medellín en un centro de turismo internacional. Todo ello, evidentemente, con un alto ingrediente participativo que garantice el acompañamiento y la apropiación del proceso por parte de la comunidad -en especial, aquellos grupos que residen en el borde- lo que significará sin duda un enorme reto institucional sólo superable gracias a una óptica integral de actuaciones integradas, compatibles y complementarias en el territorio.

En cuanto a los componentes formales del Cinturón, éste plantea una estructura de 3 franjas:

-Sendero peatonal que va a marcar el límite de la ocupación (construido a través de la participación comunitaria), en adoquines de concreto, de piedra o de tierra.

-Sendero de bicicletas y personas de movilidad reducida (separado del peatonal). En adoquines, de construcción colectiva.

-Corredor de movilidad limpio, de sistema aún no definido. En este sentido, se todavía se están barajando varias alternativas según una matriz multicriterio para definir el más adecuado.

De esta manera, el Cinturón Verde se entiende como una franja variable resultado de la superposición de tres subfranjas:

-PROTECCIÓN: en contacto con el suelo rural y el Parque Central de Antioquia. Restauración ecológica, mejora de equipamientos existentes y relocalización.

-TRANSICIÓN: De estructura productiva por medio de ecohuertas y con acceso a miradores.

-CONSOLIDACIÓN URBANA: Intervención en vivienda, movilidad, legalización de la titularidad, parques lineales de quebrada…

Por lo referente al modelo de intervención, éste se plantea según el siguiente esquema:

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Metodológicamente, éste plantea:

1. Relocalización de la vivienda informal de borde

2. Mejoramiento de equipamientos existentes y restauración ecológica

3. Consolidación urbana a través de la construcción de vivienda sustentable para la relocalización y mejoramiento integral del barrio de borde

4. Consolidación de la franja de transición a partir de nuevas centralidades por medio de la construcción de nuevos equipamientos sellantes.

5. Estructura del corredor de movilidad limpia.

6. Mejora de la franja de transición con la incorporación de huertas productivas y parques mirador.

El paquete resultante, entendido como Cinturón Verde y leído en óptica de franjas lineales con diversos usos (paseos, innovación, productividad, movilidad, equipamientos) dispuestas en unas secciones de fuertes pendientes, a modo de parque y reserva de ciudad, presentaría una sección tipo según el siguiente esquema.

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Entre los principales criterios de intervención, la ponencia planteaba:

1. El Cinturón Verde Metropolitano permitirá una intervención municipal con perspectiva de integración metropolitana.

2. Se entenderá el Cinturón Verde como una franja con diversos usos (paseos, innovación, productividad, movilidad, equipamientos), dispuestos a lo largo del cinturón a modo de parque y reserva de ciudad.

3. Se incorporarán al cinturón los diferentes proyectos ejecutados, diseñados y formulados que consoliden centralidades que estarán conectados por los corredores urbanos principales.

4. Se desarrollará un sistema continuo y combinado de movilidad limpia: Bus, tranvía, peatonal, bicicleta, caballo, vehículo, cables, entre otros.

5. El Cinturón Verde Metropolitano conectará la estructura de la ciudad y el campo por medio de corredores de movilidad limpia (Cable, funicular, equipamientos, senderos, parques lineales de quebrada, etc.) y estructurantes urbanos.

6. Para sellar el cinturón en sitios con altos índices de ocupación se realizarán bifurcaciones del corredor principal incorporando infraestructura y equipamientos.

7. Se adoptarán proyectos de vivienda bajo el concepto de actuaciones integrales barriales, como estrategia para los procesos de reasentamiento propios del “Cinturón Verde Metropolitano”.

8. Se promoverán sistemas constructivos innovadores para reasentamientos temporales en estructuras mutables a futuros equipamientos “sellantes” de la suburbanización.

9. El Cinturón Verde Metropolitano será un elemento habitado y activo con la mitigación del riesgo.

10. Los equipamientos serán acordes a las vocaciones del sector las cuales pueden ser: para mantener, para crear o para sustituir. Ejemplo Ecolegios, lugares de producción y comercialización del “Café de Mi Barrio”, agricultura urbana, recreación, etc.

11. Se desarrollarán proyectos con criterios de ecosostenibilidad que propendan por la utilización de energías alternativas limpias.

12. Promoverá la generación de espacios públicos articulados a la estructura metropolitana.

13. El “Cinturón Verde Metropolitano” se entenderá como un aporte al saneamiento del agua en la ciudad.

14. Será el enlace entre zonas de protección rural y redes ecológicas urbanas a través de los corredores bióticos en las áreas de protección de las quebradas.

15. Se desarrollarán proyectos dinamizadores para que sirvan como áreas de protección, reserva natural y amortiguamiento del desarrollo urbano.

17. Por medio del arte y el paisajismo se destacará un Cinturón Verde Metropolitano de manera simbólica como un elemento de luz estructurante de ciudad.

18. Se incorporarán al Cinturón Verde Metropolitano las áreas privadas en pro de la continuidad, sin que necesariamente dejen de serlo.

19. Permitirá levantarse del suelo como estrategia de continuidad, con bajo impacto en el terreno y aprovechamiento de la escenografía cercana y lejana.

20. El principio de participación ciudadana será elemento transversal a todos los pasos del proyecto en el marco del urbanismo cívico – pedagógico.

21. Lograr una corresponsabilidad de la ciudadanía para la habitabilidad próxima al Cinturón Verde Metropolitano mediante comunicar, conectar, formar y motivar.

22. La protección a moradores será fundamental bajo los principios de equidad, inclusión y satisfacción de necesidades fundamentales.

23. El Cinturón Verde Metropolitano será desarrollado de forma interinstitucional con criterios de trabajo interdisciplinario para generar sinergias en el diálogo de saberes.

24. Se trabajará bajo el modelo de intervención de la gestión social y de comunicaciones para conocer, querer y defender.

En cuanto a la disposición territorial del proyecto, éste se plantea a lo largo de 8 sectores: De Bello a la Santa Elena, de la Santa Elena a la Asomadera, de la Asomadera a Envigado, de Itagüí a la Quebrada Nadía, de la Quebrada Nadía hasta Independencias y desde Independencias hasta Bello. Por lo que se refiere al estado de avance, cabe destacar que en cinco meses de gobierno, se han comenzado los trabajos sobre el primero (Nororiental) y el sexto de los sectores. En el primero de los casos, se han empezado a identificar los predios que están sobre las zonas de cinturón, en retiro de quebrada, en zonas de riesgo no recuperable y los que sí están en zona recuperable. Estas identificaciones pueden tener un 10% de margen de modificación. Se han desarrollado, además, mapas de mitigación del riesgo; propuestas de mejora del

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hábitat; se han identificado corredores ecológicos a recuperar; se han detectado proyectos ambientales que incluyen propuestas de cerros tutelares, parques y miradores ya identificados; se han planteado equipamientos educativos que complementen a los existentes y jardines infantiles (Buen comienzo); se proyectan equipamientos culturales, deportivos y de recreación (sellantes); se han replanteado cuestiones de seguridad y convivencia; se han formado hasta 28 comités de participación y gestión social (con más de 560 líderes convocados); se han barajado varios tipos de propuestas alternativas de movilidad a la vez que se ha empezado a trabajar sobre la consolidación de un imaginario colectivo de línea nocturna del cinturón verde. Todo, bajo la óptica del urbanismo cívico-pedagógico.

A título de reflexión final, el ponente expone que, aunque todavía es pronto para determinar cuál será el modo de transporte limpio, para este gobierno será prioritario aumentar las condiciones de accesibilidad mediante la implementación del cable del Picacho.

Por último, expone la importancia capital de montar una línea de base y una serie de indicadores de resultado (que sirvan para medir el impacto del proyecto y de sus avances de ejecución). El principal deberá ser, sin duda alguna, de naturaleza multidimensional y hará referencia a las condiciones de calidad de vida de la población.

PANEL 1

Acompañado por Zoraida Gaviria, de la Escuela de Ingeniería de Antioquia; con la participación de Tatiana Zuluaga, del Centro de Pensamiento Social, Proantioquia, ex directora ISVIMED, redactora del Plan BIO 2030 y actualmente consultora independiente en temas de planeación urbana; Francisco Zapata, arquitecto, subdirector de Planificación Integral de Amva; Germán Camargo, director técnico de la fundación Estación Biológica Guayacanal, director técnico en Renaturar SAS, trabajó como jefe… asesor en restauración ecológica participativa, parques, asesor de riesgos y de bordes para el Plan BIO 2030. Tatiana Zuluaga Centro de Pensamiento Social, Proantioquia

La primera de las intervenciones es la de Tatiana Zuluaga, presentanto un estudio realizado por el Centro de Pensamiento Social, (Andi, Proantioquia, Confama, Aerepe Sura, entre otros) centrado en la gestión integral del hábitat y en la búsqueda de métodos de análisis para población pobre. La ponente entiende que este proyecto afecta una zona poblada, mayoritariamente, por una población vulnerable y que por ello, su revisión es pertinente. Presenta un estudio que duró 4 meses en los que se entrevistaron a 15 actores implicados en la gestión del hábitat en los bordes (Alcaldía, Planeación, Secretaría de Medioambiente, Plan Bio2030, Empresas Públicas de Medellín, Gerencia de riesgos, Instituto Social de Vivienda y Hábitat, Plan estratégico Metropolitano de Vivienda y Hábitat y, entre otros, la EDU). Se realizó con la ayuda de agentes de opinión y expertos como Michel Hermelín, Juanita López, Carlos María o representantes de UNHABITAT.

Básicamente, el estudio buscaba identificar 4 dimensiones principales:

- Conceptual-definición de borde (variaba en función del interlocutor)

- Relación gestión integral del hábitat y gestión integral del riesgo

- Tema institucional (fortalezas y debilidades)

-Recomendaciones (casi todos en momento saliente)

La pregunta clave bajo la cual se planteaba la reflexión era, a grosso modo, qué tan lejos está Medellín de una Gestión Integral del Hábitat –sobretodo, en términos del borde-? Y, derivadas, ¿existe un estado real? ¿existe una ruta definida? ¿qué tan lejos estamos de alcanzarla?

Con esta voluntad, se pasó a una revisión exhaustiva de la documentación aportada (POT, Planes Maestros, Planes zonales, programas de regularización de predios…),

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siendo el tema del borde, una de las preocupaciones históricas de la ciudad. La investigación arrojó dos problemas centrales:

-Los actores identificaron diferentes enfoques con respecto al borde. No hay una visión integral de las problemáticas y, por lo tanto, las acciones y maneras de abordar son sectoriales.

-El borde es un tema regional y, por ende, no puede considerarse un tema sólo referente a Medellín. De hecho, en las últimas encuestas de calidad de vida, se ve que Medellín recibe unas 16.000 familias al año de la misma Área Metropolitana por la diferencia de acceso a los servicios básicos. En este sentido, el borde debe ser un proyecto de voluntades colectivas.

A la luz de estos problemas, aparece, de nuevo, el paradigma de Mitigación vs. Consolidación del territorio. Con ello, si mitigamos, consolidamos y si consolidamos, seguimos expandiendo la ciudad. No queda sino encontrar el difícil punto de equilibrio donde la mitigación no sea un efecto llamada sino que pueda convivir con la contención. Sin embargo, no es una opción fácil. El crecimiento es mucho más rápido de lo que uno es capaz de reaccionar, controlar y gestionar institucionalmente. A modo de prueba, la ponente muestra 2 fotos tomadas por la propia EDU donde, en tan solo 6 meses, se han producido y consolidado una serie de ocupaciones.

Entre las recomendaciones de la ponente, destaca la RUTA INSTITUCIONAL HACIA UNA GESTIÓN INTEGRAL DEL HÁBITAT, con:

-Alineación de las herramientas de planificación existentes y evaluación de las experiencias de proyectos desarrollados. Hay muchos estudios y herramientas, no necesariamente alineados ni en un mismo estadio de avance. Hay suficiente información para empezar a actuar, se debe saber aprovecharla.

-Definición de un modelo de gestión claro basado en la concurrencia de actores. El año anterior se plantearon talleres con la sección de riesgo donde participaron muchos actores. El modelo a seguir sería definir un actor que coordine y el resto que actúe en consonancia en acciones sectoriales siguiendo el lineamiento de dos estrategias, la Contención y la Recuperación.

-Desarrollo de la estrategia “Cinturón Verde”, más que un proyecto. De hecho, son dos estrategias diferentes con dos presupuestos distintos pero con una serie de acciones complementarias. Más que un programa o un proyecto, es una serie de dos estrategias con proyectos y programas complementarios, transversales al Plan de Desarrollo y que requieren de mesas de trabajo conjuntas.

Francisco Zapata Arquitecto, subdirector de Planificación Integral de AMVA

La segunda de las intervenciones de este panel pretendía enmarcar el seguido de acciones desarrolladas en el ámbito del Área Metropolitana. La ponencia expuso ya desde su inicio que, si bien es cierto en los últimos años se ha trabajado en varios proyectos que defienden que el gran patrimonio es la propia región, éstos siempre se han quedado únicamente en la literatura. De este modo, no cabe duda que el reto político pasa por llevar esta ideología hacia una concreción palpable aunque este discurso genere dos reacciones tangencialmente opuestas. Por un lado, se posicionan aquellos que defienden que este es el momento propicio y que no se puede ni debe demorar más mientras que, por el otro, aquellos que aluden a las dificultades históricas dudando tanto del momento como del método. Sin embargo, en cualquier caso, unos y otros, todos coinciden en que es un proyecto de alta complejidad que conviene llevar a cabo. No se trata de una propuesta de escala local sino que asciende a la regional, nacional e, incluso, puede atender a la internacional. En otras palabras, es un metaproyecto que debe implicar una multitud de acciones complementarias.

A nivel del Área Metropolitana, el trabajo ahora consiste en recopilar toda una serie de materiales y documentos completos aunque no siempre complementarios que se han ido desarrollando en años anteriores por parte de varias instituciones intentando integrar toda su información en dos grandes productos:

-El proyecto que lideró EAFIT, BIO 2030, que a su vez ya recogió toda una serie de insumos de los que se disponía.

-La Directriz del Ámbito Rural, coordinada por al AMVA, que plantea el ámbito rural tan importante como el urbano para la definición de una región equilibrada. Es un documento cuyo enfoque detalla específicamente las dinámicas propias del ámbito rural de la región. Evidentemente, éste supone un salto de escala de mayor complejidad que responde a una escala de respuesta territorial que trasciende las posibilidades del AM. Dicho de otra manera, no se puede concebir el proyecto de Cinturón Verde y aspirar a la dotación de una vida digna a todos los habitantes del borde sin plantear alternativas de vida para el escenario completo del valle. No tiene sentido plantear el modelo de ciudad compacta al que se aspira sin antes atacar el problema de fondo, la renta del suelo. En este sentido, se deberán ordenar los usos del territorio no sólo desde la óptica del valor del suelo, sino planificando, acompañando e integrando servicios e infraestructuras que aminoren los grandes déficits a medio término.

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Para que Medellín deje de ser sometida a esta gran carga y presión de desarrollo, se deben ofrecer alternativas en la región. Es un problema de rango superior que reclama de una gestión institucional integral entre Alcaldía de Medellín, otros municipios y Gobierno de Antioquia. Se requiere un pacto, un compromiso que vaya más allá de este periodo de gobierno, que plantee hipótesis e imagine escenarios de futuro para el valle. Sin duda, el desarrollo sostenible de esta región central depende de ello. La apuesta por una convergencia institucional de escala nacional, regional y local deberá acompañarse del despliegue y uso garantizado de una serie de fuertes herramientas normativas compartidas (Plan Nacional de Desarrollo). El Cinturón Verde es, sin duda, un tipo de proyecto que debe integrarse a la agenda nacional (como las Autopistas de la Prosperidad), apoyándose en la cooperación internacional en términos de recursos y ser liderada por y desde la sociedad. Para el ponente, si no se logran cumplir estos requisitos básicos, el proyecto no tiene futuro alguno.

Por último, en cuanto a lo que el AMVA ha venido desarrollando en estos últimos meses, más allá de la definición del Parque Santander-Antioquia, ha sido centrarse en dos posibles ámbitos de actuación donde se identifican tensiones evidentes. El problema no se centra únicamente en la ciudad sino que requiere de miradas en la región. En este sentido, el primero de los ámbitos, grafiado en amarillo, representa la zona de contacto urbano-rural, de conflicto en el caso de Medellín, Itagüí y Bello, pero un área de apropiación, de recreación, de producción y de encuentro ciudadano para el resto de municipios. Cabe trabajar cuidadosamente sobre este contexto. El segundo ámbito, más periférico, llamado zona de influencia, en contacto con el parque central de Antioquia y varios corredores. El primero mide 160 km mientras que el segundo alcanza los 200 km. Solo se pretende intervenir aquellos elementos prioritarios tales como los equipamientos de producción de bienes y servicios ambientales, identificando hasta un total de 17 puntos de intervención rápida. Es cuestión de trabajar en puntos embrionarios que, enlazados, estructuren un nuevo concepto de parque de borde metropolitano. Evidentemente, el Área Metropolitana deberá trabajar de manera integraora con todos los actores y municipios. Sin embargo, en este sentido ya tiene experiencia en trabajo con la comunidad en muchos temas ambientales y por ello apuesta claramente a posicionar la participación y apropiación comunitaria de cualquier de este tipo de iniciativas. A su modo de ver, es una condición indispensable.

Germán Camargo Director técnico de la fundación Estación Biológica Guayacanal

La tercera de las intervenciones el este primer panel fue la presentación del biólogo y ecólogo urbano Germán Camargo, profesional con veinte años de experiencia en trabajos sobre la ladera. Su mirada científica, desde la ecología, atiende a dos procesos básicos, la adaptación de un organismo al medio físico donde reside y, a su vez, la capacidad de adecuación del medio físico por parte de dicho organismo. En este mismo sentido, mientras que las laderas son una de las mayores barreras físicas, estos entornos presentan una gran capacidad de transformación y modificación de las condiciones iniciales del medio. Este es el ámbito, pues, donde el urbanismo (tanto formal como informal) juega un papel clave en la configuración de estos espacios.

Paralelamente, cabe recordar que, como ya dijo John Lennon, “la vida es aquello que sucede mientras estamos haciendo planes”. Esta no deja de ser sino una visión altamente contradictoria a la visión de muchos técnicos cuya opinión es que la ciudad surge directamente del dibujo, que es una derivada directa de las normas de un plan, que emerge, como por arte de magia, de una sola cabeza o un computador. Nada que ver con la realidad pues resulta que la ciudad es historia, acumulación de capas que superponen consciente o involuntariamente un grupo de personas cuyo aspecto formal, muchas veces, se parece más bien poco a lo planificado. No obstante, también cabe reconocer que otras veces la planificación sí surge efecto aunque éste sea claramente el efecto que le quieren o puedan dar la suma de actores del entorno. A título de ejemplo, uno hace un límite y lo aprovecha el especulador; uno hace una reserva y la aprovecha un loteador, uno construye un muro de contención y al día siguiente le aparecen tres viviendas consolidadas. Dicho en otras palabras, la ciudad no es un producto de la academia, la ciudad es un producto local. Las decisiones o lineamientos académicos son un vector, sin duda, una variable más de las muchas que plantea la ciudad.

Por otro lado, cabe recordar una cuestión básica: la ciudad solo puede crecer sobre cinco posibles escenarios. Es decir, o bien crece sobre áreas que producen alimentos (extensiones agropecuarias), sobre áreas que producen recursos minerales, sobre ámbitos de poblados vecinos, sobre áreas previamente suburbanizadas o, por último, sobre remanentes de áreas naturales. El caso de las laderas y, en particular en Medellín, estas son escenarios que mantienen algunos remanentes, muy alterados, de las áreas naturales.

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Sin embargo, la problemática del borde urbano y las polémicas suscitadas acerca del control-desmadre del crecimiento no es nuevo ni sólo ocurre en Medellín. En este sentido, ya hace unos años se realizó un estudio para la ocupación de las laderas de Bogotá, en los cerros orientales, planteando una serie de reflexiones a partir del peso y orientación de las distintas intervenciones aplicadas. Uno de los puntos clave era, sin duda, la pelea constante entre aquellos protectores del medioambiente y aquellas empresas de servicios públicos que, en aras de garantizar el derecho a los servicios básicos, disponen contador, poste, caño, redes y, con ello, consolidan los crecimientos informales. No obstante, pese a lo que podría parecer a simple vista, el estudio demostré que, en el mejor de los casos, las empresas de servicios públicos solo eran responsables de un 45% de la motricidad de la ocupación formal/informal de las laderas. Dicho en otras palabras, la población no ocupaba los predios donde existían los servicios públicos sino donde cabía la expectativa de que los hubiera.

Paralelamente, otra de las condiciones esenciales de las montañas que no se pueden olvidar o infravalorar son sus dos restricciones físicas básicas: la topografía y la accesibilidad. La topografía afecta, evidentemente a la implantación. Uno, para implantarse, debe mover tierra, hacerse espacio y esto, evidentemente, encarece, dificulta y limita el proceso de asentamiento. Si se hace bien, sale muy costoso; si se hace mal, sale muy peligroso. En cuanto a la accesibilidad, es obvio que las montañas son verdaderas barreras naturales que dificultan llegar, salir, moverse. Son fronteras que afectan en gran medida a la movilidad convirtiéndose en un factor clave que suele imponerse incluso a las dificultades físicas en la toma de decisión sobre donde implantar un nuevo hogar. De hecho, si se descompone movilidad en accesibilidad, ésta representa hasta el 90% en la toma de decisión; la conectividad, entendida como la

facilidad con la que uno se puede vincular al centro de la ciudad, pesa hasta un 80% mientras que los servicios públicos representa únicamente el 45 % y la tenencia de las tierras varía entre el 30% y el 50%.

De este seguido de dificultades y vicisitudes, deriva una cuestión básica: ¿quiénes, de los actores ecológicos, pueden colonizar una ciudad? Y, mirado al revés, ¿cuáles son los que se pueden permitir encaramarse a la loma, la montaña urbana caracterizada por su inaccesibilidad? La industria, claramente, no. Ni por implantación ni por accesibilidad. Sin embargo, el periurbano formal de estrato bajo, con ciertas obras de accesibilidad mínima requerida, sí tolera un asentamiento en ladera, incluso en zonas que habían sido previamente minifundio. Más aún puede escalar el periurbano formal de estrato alto, como bien demuestran el modelo de torres del Poblado, Envigado o las futuras de Sabaneta. Es un modelo para el cual la inaccesibilidad es un premio, un signo de exclusividad. Siguiendo esta misma lógica de exclusividad, cierto dotacional (clubes, universidades…) puede estar dispuesto a encaramarse a la caza de grandes suelos todavía libres inexistentes en el valle. Un paso más allá, llegando a los primeros puestos de los animales más trepadores, encontramos el modelo suburbano, cuyos proyectos urbanos acostumbran a ser de muy baja calidad. Por último, el rey de los escaladores es, sin duda, el periurbano informal o rurubano (vereda, vereda-barrio, vereda-barrio-comuna, borde-tugurio…), capaz de vivir en las más difíciles condiciones de topografía y accesibilidad.

La traducción tipológica básica de este informal vendría a ser: primer piso, plancha 60cm, segundo piso, plancha 60cm, tercer piso y tendedero. Primer piso, peluquería-miscelánea; segundo piso, inquilinato; tercer piso, la abuela que no ha sido capaz de mudarse al siguiente frente de invasión. Son bordes que se basa, además, en una ingenuidad política, técnica alarmante: “Si hay gente, se le debe dar todo lo que necesitan”.

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En términos ecológicos, la ciudad está hecha de seres vivos. Si uno tiene suficiente para vivir, se reproduce y crece. El borde urbano siempre va creciendo más allá de lo suficiente, superando progresivamente los mínimos con una serie de gradientes. A título de ejemplo, si uno establece un servicio público y lleva tubo y bomba 24 horas hasta un límite, después llega la cota de bombeo por turnos, otra cota de mangueras, después aparece otra cota del carro-tanque, otra cota del burro con y depósito, por último, alguien cargando un balde 2 horas cada día. Si aplicamos esta misma lógica en términos de movilidad, el técnico puede prever la dotación de calles y transporte público hasta un límite claramente definido aunque rápidamente aparece el colectivo pirata, seguido del moto-taxi, el burro encontrando al final el muro de contención que sirvió, a su vez, para que se le encaramaran 30 nuevas casas. En este sentido, no existe la intervención neta ni la línea nítida e infranqueable sino que el borde urbano no puede sino entenderse a través de una serie de gradientes que difuminan el límite y amplían los trazos.

Si el mismo problema urbano lo abordamos desde la perspectiva geográfica, uno entiende que un ámbito isotrópico es aquel que se expande en cualquier dirección con la misma intensidad porque responde a las mismas posibilidades. La velocidad de reproducción dependerá, únicamente, de la distancia al foco y de los recursos/insumos. Sin embargo, si colocamos unas barreras físicas o sociales, es decir, unos limitantes que sean desfavorables a este crecimiento, el modelo deja de ser isotrópico para dar paso a unas líneas de tipo anisotrópico que se comprimen frente a las barreras y se expanden con facilidad hacia los sitios favorables. Ello genera corredores y fronteras. Como en el el caso de Bogotá, estos corredores de expansión generan tal atracción que son incluso capaces de saltar generando o consolidando un modelo de ciudad discontinua.

Si esta misma lectura la aplicamos sobre el contexto de Medellín y el valle de Aburrá, encontramos un ámbito todavía más interesante. El ámbito amarillo se refiere al crecimiento suburbano. El ámbito azul corresponde al crecimiento informal periurbano. Y hay una serie de veredas en lo alto de la loma que se consolidan y crecen desde el corregimiento hacia el límite urbano, es decir, que se invierten las dinámicas generando una maraña urbana de caseríos típicos que se van multiplicando hasta cerrar una malla. Llegados a este punto, cabe incidir que aquel que se hace un caserío en las lomas no

tiene un proyecto de hacer ciudad sino de acceder a la ciudad (que está abajo). De esta manera, se insiste de nuevo en que la condición esencial de lógica de implantación es la accesibilidad y conectividad a la ciudad. Dicho de otra manera, afortunadamente, el proyecto piloto del Cinturón Verde Metropolitano no se plantea en el borde occidental ya que, si se le aporta movilidad a todo aquel ámbito, éste coagula en forma de ciudad en menos de diez años. De vereda a pueblo a barrio, el resultado sería 200.000 personas encaramadas en aquellos territorios de loma en los próximos 20 años.

El ponente quiso aportar una serie de ejemplos ilustrativos para la ciudad de Medellín, para ilustrar tanto los aciertos como los errores de las lecciones aprendidas. En este sentido, citó a Quito como caso paradigmático, donde se planteaba la Avenida Occidental como barrera al crecimiento sobre las laderas del Pichincha. Sólo con enunciar el proyecto, sin antes si quiera de tener tiempo la municipalidad de comprar los predios, las expectativas generadas dispararon la especulación y se construyeron de manera espontánea grandes partes de nueva ciudad, todavía desarticulada. Por parte de la alcaldía, ésta únicamente alcanzó a hacer una ciudad de hierro, es decir, construir un teleférico para subir al volcán y parque de atracciones que, por falta déficit presupuestario, quedó a medias, rodeada de la nueva ciudad de ladera construida a la expectativa de este corredor.

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Otro de los ejemplos paradigmáticos para aquel que no conoce Caracas es la Avenida Boyacá, en el cerro del Ávila, planteada como vía-frontera. Las principales razones por la cual esta vía efectivamente funcionó como barrera fue su propia sección, muy impermeable, sumada a los pendientes muy fuertes del cerro (propiedad de la nación) y a la férrea vigilancia a la que estaban sometidos los cinco puntos de acceso a través de sendos cuarteles de la guardia civil peninsular. A su vez, aquellos estratos que están contra la ladera son los más altos de Caracas, relegando hacia los lugares más planos donde la propiedad ya no es de la nación a aquellos segmentos poblacionales más pobres (hacia la Guaira, por ejemplo), donde evidentemente existe una ocupación masiva de las laderas.

En su condición de topográfica, Medellín y Caracas se parecen mucho. A nivel de consolidación de la vivienda, en cambio, hay diferencias sustanciales. Según el ponente, “ser pobre en Caracas es una profesión bien remunerada” ya que uno se construye un ranchito de madera y en menos de dos años ya lo tiene -sin trabajar- de material consolidado y los servicios garantizados. En Medellín, en cambio, uno arranca con un rancho de tablas y se demora entre cinco y diez años para conseguir una parte de su rancho en material consolidado.

En ambos casos, el problema físico viene al someter unas cargas construidas sobre una geología tan compleja con abundantes e inestables capas de arcilla. En este sentido, el riesgo viene garantizado y el desastre, también. En el caso de Medellín, esta situación choca con la ocupación suburbana y el mito espantosamente tonto que cree que el riesgo es inversamente proporcional a la inversión, la ocupación. La historia ya ha demostrado que “los ricos también ruedan”. La realidad es que, por encima de ciertos tamaños del evento meteorológico y geotécnico, el dinero no tiene efecto alguno.

El tercero de los ejemplos citados en la ponencia fue Ciudad Bolívar, jerarquizando la vía formal principal que decidió algún concejal, las vías que planeó algún edil, las vías que abrieron las juntas de acción comunal y las vías que decidieron aquellos pobladores que llegaron recientemente. A título de conclusión, pues, uno puede decidir hacer un corredor de movilidad sobre la ladera pero uno no sabe qué es lo que hará la gente con él, habiendo un claro desajuste entre las voluntades políticas, las prescripciones técnicas, las presiones poblacionales y económicas.

CONVERSATORIO DEL PANEL 1 Zoraida Gaviria, Tatiana Zuluaga, Francisco Zapata y Germán Camargo

El conversatorio alrededor de este primer panel comenzó con Zoraida Gaviria, quien recogió la idea presentada por Germán Camargo acerca de la ciudad como hecho social donde las intervenciones impulsadas desde el gobierno persiguen reorientar los procesos que afectan negativamente el bienestar de sus comunidades. En este sentido, el tema del borde, con su problemática histórica inherente tan compleja, plantea la duda de qué tipo de intervención se planteará y qué enfoque se tendrá sobre unas laderas caracterizadas cuya ocupación se da con las poblaciones más pobres (sobre todo migrantes). Antes de cinturón verde, es cinturón de miseria.

Por otro lado, la ponente insistió de igual forma en que la idea de cinturón verde no es precisamente nueva y que, a día de hoy, aunque el proceso de ocupación tiene una dinámica explosiva, ésta no obedece sólo a los estratos más desfavorecidos sino que incorpora de igual forma el comportamiento formal ya que representa una opción mucho más fácil que el deber efectuar un plan parcial de transformación del centro.

No cabe duda que las laderas del Valle de Aburrá son el elemento central de la estructura ambiental del valle con indudables funciones vitales para la ciudad. En este sentido, la progresiva ocupación del borde genera un deterioro progresivo de estas laderas comprometiendo la seguridad y calidad de vida de todos los ciudadanos. Con este escenario de fondo como telón principal, una pregunta clave debería plantearse acerca de qué tan determinante resulta esta función estructural ambiental de las laderas para plantear un proyecto de borde y, siguiendo en esta misma línea argumental, cuáles serían las políticas de intervención respecto al binomio hábitat-borde. Hoy en día, el borde ocupado, carece de ciudad. Es, simplemente, una aglomeración de personas sin accesibilidad garantizada a los servicios, sin espacio público y donde no llega la trama urbana, ni formal ni informal. ¿Cuál sería, pues, el papel de la intervención? ¿Qué tipo de borde sería el intervenido, aquel ya ocupado que carece de ciudad? ¿Frenará el cinturón verde la expansión? Según Zoraida, no ve factible una política de borde si ésta no viene acompañada de una política general del Valle de Aburrá en términos de ciudad-región.

Germán, en su turno, argumenta la complejidad de la cuestión desde la lógica de la doble escala. En términos regionales, el borde nunca puede ser visto como un problema meramente urbano, no es el final de la ciudad. De hecho, del seguido de corredores urbanos que presentó David al inicio de su exposición, ninguno de ellos es el final de una ciudad sino que todos ellos son más bien intervalos metropolitanos que la ciudad salta para equilibrar el territorio y aportar unos servicios que atiendan un valor agregado a la estructura urbana. Éstos no son, de ninguna manera, términos urbanos. No pueden ser el muro de Adrián sino que el corredor verde se debería interpretar

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como un intervalo entre el Valle de Aburrá y los valles vecinos. No es el término de la ciudad, ya que la ciudad está en los tres valles. En otra escala menor, hay que mirar los regímenes de ocupación para, en todos aquellos casos de ocupación preexistente, hacer urbanismo de laderas. Es el sino de la ciudad por la matriz biofísica donde se asienta. Entonces, tal y como ya plantea el Plan Bio 2030, la clave está en plantear una ocupación racional de la ladera como estrategia para prevenir su ocupación irracional y destructiva. Esto nos debería permitir mantener unas laderas desocupadas en su mayor parte, persiguiendo el equilibrio entre lo técnico, lo normativo, lo ambiental y lo social. En otras palabras, si el problema lo miramos sólo desde lo social, los verbos serán comunicar, conectar, traer, acercar, venir… la cuestión pasa por recordar que el verbo aislar también tiene su valor sin que esto signifique necesariamente marginalización. LA clave pasa por plantear un proyecto de urbanismo integral.

Francisco Zapata, por su parte, insistió en que desde la AMVA no se contempla el cinturón verde como un borde sino como una parte integrante de un territorio mucho mayor que evidentemente tiene unas connotaciones muy urbanas. En este sentido, para muchos de los municipios, el papel que juega este ámbito es fundamental para su desarrollo económico-social (sobre todo, parques agrarios y de pastoreo) aunque tal vocación no se esté potenciando adecuadamente. Se debería trabajar, entonces, desde la lógica de la ocupación activa y sostenible, determinando, por ejemplo, dónde es factible que haya minería y de qué manera, donde se debe concentrar el pastoreo y cómo debe ser, donde es posible que haya vivienda y cómo articularlo desde lo formal y, por último, cómo reincorporar los crecimientos preexistentes a la plena vida urbana. Aunque, insistiendo, este es un problema que trasciende la gobernabilidad, local y regional, también es cierto que se debería afrontar decididamente la cuestión de la renta del suelo, disponiendo de aquellos predios mal ocupados o infrautilizados para que posibilite mejorar la oferta en lugares de mayor interés para la ciudad. El tema es difícil y, precisamente por ello, se debe afrontar. Por otro lado, el ponente alerta de los efectos perversos que puede suponer lanzar una idea en relación al tiempo transcurrido hasta su ejecución ya que ello activa unos resortes de desarrollo no previsibles ni medidos por el efecto llamada. En este sentido, es muy importante la estrategia de comunicación pública y apropiación.

A su vez, Tatiana Zuluaga insistió de nuevo en no olvidar la dimensión social del problema. Los habitantes de las laderas, vengan de donde vengan, son ciudadanos de Medellín desde el momento en que se instalan en la ciudad aunque estén ubicados en zonas de alto riesgo no recuperables. La pregunta es, evidentemente, hacia dónde crecemos. Si bien la ladera todavía es ocupable, su límite técnico es evidente y aunque por lógica no deberíamos seguir creciendo, dónde y cómo atender a esta población migrada y en posición de riesgo se convierte en un desafío importante. Por ello, uno podría pensar en programas de reubicación que huyan de la alta ladera para

posicionarse en cotas intermedias como, a título de ejemplo, en el ámbito a lo largo del corredor vial del metroplus de la 45 cuyo sector ya está muy bien servido convirtiéndolo en una zona perfecta para la consolidación y el reasentamiento. Evidentemente, el problema aquí es el valor del suelo y su solución pasa por una clara voluntad política. En el caso específico del cinturón verde, la estrategia no puede únicamente centrarse en el proyecto urbano sino que le debe incorporar activamente valor a este borde por medio de formular proyectos alternativos como la venta de oxígeno o el provecho de biodiversidad que contrarresten la facilidad tentadora del loteo ilegal.

En su turno de palabra, el ecólogo Germán Camargo relató que, por medio del trabajo de Bio 2030, el año anterior tuvo acceso a los documentos y mesas de trabajo de los programas correccionales de los municipios cuya visión era de un ingenuo peligroso, contemplándose como entidades netamente rurales y dejando de lado todo crecimiento en ladera que no dispusiera de cédula catastral. No cabe duda que la estructura suburbana de la ladera se está prefigurando como entidad urbana (con parcelas, servicios, etc) consolidándose, si se prefiere, como proto-barrios que se deben incluir al estudio de manera integrada. Son formas urbanas ya cristalizadas que nadie está planificando. En este sentido, se debería pues trabajar de manera preventiva, anticipándose a los conflictos entre actores, obligando a la pre-forma suburbana a asumir los costes de ser introducidos a la ciudad, previendo y adaptando los requisitos de accesibilidad que deberían cumplir cada uno de esos modos de vida e imaginando los efectos de ciertas inversiones infraestructurales sobre los cambios de patrón de vida evitando consolidaciones de modelos desafortunados).

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Intervención del público.

Para uno de los asistentes, durante las ponencias no se formuló la pregunta clave de por qué se toma la decisión de ir a vivir en las laderas. Al ser una reflexión que afecta tanto aquellos de bajos recursos como aquellos estratos más elevados, ¿tendrá que ver con la calidad urbana, con el precio del suelo o con otras variables? Si no se entienden estas causas, difícilmente se podrá hacerle frente.

Respondió Germán. Según el ecólogo, lo que empuja a la gente hacia la ladera es una ralla, una línea pintada sobre el territorio que genera una diferencia entre aquellos que asumen los costos en pro de los beneficios y aquellos que se colocan más allá de la ralla para no asumir los costes pero acceder a los beneficios. Es la estrategia del urbanizador pirata, el suburbanizador aunque también muchos de los constructores de torres exclusivas en el borde. El propio urbanismo ha creado una trampa donde la ciudad tropieza constantemente. El límite dibujado es meramente económico, nada que ver con cuestiones poblacionales y en este sentido, el déficit residencial debe resolverse a escala regional y contemplando los tres valles.

La segunda de las intervenciones incidía en la descoordinación histórica entre aquellos actores que deberían gestionar el proyecto de los bordes de Medellín. ¿Cuál sería pues la estrategia específica para la zona oriental de Poblado y la zona centro-oriental?

Contestó de nuevo el ecólogo urbano afirmando que no era tan cierto que las distintas instituciones estén realmente desarticuladas. De hecho, si uno estudia el modelo conceptual de las distintas propuestas que se han ido planteando los varios actores e instituciones en los últimos años acerca de la ladera, todas son muy parecidas, relegando las diferencias a cuestiones de detalle. Sin embargo, esto no exime de la obligación de plantear un diálogo horizontal entre los diseñadores y los habitantes para garantizar la apropiación y sostenibilidad de la propuesta. Queda claro que la respuesta no va a salir únicamente de una mesa de dibujo. Por su parte, Francisco Zaplana insistió en que no existe una fórmula perfecta, una panacea que responda a todas las problemáticas por igual y contente a todos los actores.

PANEL 2

Acompañado por Alejandro Echeverri, director de Urbam; con la participación de un representante de la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín; Cecilia Inés Moreno, directora de la Escuela del Hábitat, de la Universidad de Antioquia; Carlos Uribe, gerente auxiliar de vivienda y hábitat, del EDU y Francesco Maria Orsini, responsable de proyectos urbam-EAFIT.

Alejandro Echeverri Director de urbam-EAFIT

El ponente da inicio a la sesión de debate afirmando que, si bien coincide plenamente con la complejidad inherente del Cinturón Verde Metropolitano que ya muchos expusieron, de igual manera celebra que la administración y el alcalde lo planteen como uno de sus proyectos emblemáticos para este momento. Es un modelo que parte su andadura sin modelos ni referentes exitosos en otras partes del mundo, con dificultades sociales, desigualdades culturales y problemas derivados de la ocupación. Sin duda, el proyecto de cinturón verde es un programa que requiere una gran creatividad, innovación y riesgo a la vez que exige una gran inversión ante la que todos tenemos la responsabilidad de construir estos espacios de discusión y debate constructivo que contribuyan enérgicamente a acertar la estrategia de intervención.

Si bien es cierto que el ponente lleva años trabajando en la disciplina del urbanismo, éste no duda en afirmar que, tal y como tiene una serie de cuestiones y conceptos urbanos muy claros, también se plantea una serie de preguntas e inquietudes acerca del cómo abordar, cuáles son los actores, los intervalos y los factores que influyen directa e indirectamente en el tema del borde y la ladera.

Representante Secretaria de Medio Ambiente de Medellín

La primera de las presentaciones de este segundo panel la lideró el representante de la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín, dando a conocer un proyecto conceptualizado y parcialmente ejecutado desde el pasado 2011 en las comunas 1,3 y 8 en el marco del acuerdo municipal 39 que plantea una serie de intervenciones sobre el borde urbano contemplando las acciones piloto en dichas comunas. Se buscaba conceptualizar qué hacer con los bordes y los ámbitos de reserva que limitan con ellos, atendiendo a una dinámica tan indiscutible como el cambio climático y sus efectos derivados. En este sentido y según el ponente, en primera instancia cabría acercarse al mero concepto de riesgo que es, fundamentalmente, una función de la amenaza y la vulnerabilidad. En ella, el riesgo se refiere a la probabilidad, la estimación y la cuantificación de la magnitud y las consecuencias de los daños ambientales, sociales,

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económicos o culturales y/o pérdidas humanas en un lugar y tiempo determinados, resultado del desencadenamiento de una amenaza, en este caso, asociada a los cambios en el clima. A su vez, la amenaza climática se puede definir como la posibilidad, probabilidad o potencialidad que cambios o fenómenos climáticos afecten por un período de tiempo prolongado lugares específicos y la salud de las personas o poblaciones en su territorio.

RIESGO = f (AMENAZA, VULNERABILIDAD)

Entonces, la vulnerabilidad de una población o sistema frente a los cambios climáticos se refiere al grado en que un sistema o asentamiento está expuesto a alguna amenaza climática y a la capacidad que ésta tiene para manejar los daños (riesgos), sin que les afecte. En otras palabras, se refiere a los mecanismos de resiliencia, recuperación o adaptación que tenga una comunidad frente a los cambios climáticos.

Hablando específicamente de Medellín, es evidente que el crecimiento no planificado de los bordes trasciende su ámbito municipal saltando a la escala territorial del Valle de Aburrá. A título de ejemplo, mostramos algunas imágenes de la comuna 8 que sintetizan el alto grado de precariedad de sus asentamientos por riesgo topográfico y climático.

En cuanto a las medidas aceptadas a nivel mundial para enfrentar el cambio climático, según la ponencia podemos citar dos principales, la mitigación (básicamente, a partir de la reducción de gases de efecto invernadero) y la adaptación (las medidas adoptadas específicamente para prepararse ante los cambios en el clima). En este sentido y, aunque se tuvo en cuenta en el momento de plantear el proyecto, tanto Medellín como Colombia son todavía regiones que aportan cantidades muy incipientes de GEI. Una de las primeras decisiones que planteó la propuesta fue precisamente reactivar la Mesa de cambio Climático, identificando hasta 8 proyectos en el mercado regulado y 5 en el mercado voluntario a través de los que se estimó una reducción de hasta millón y medio (469.963 y 845.589) de toneladas de CO2 anuales. Se trata de una cantidad relativamente corta respecto a otros países.

En cuanto a la adaptación, se desarrollaron dos acciones básicas: la demarcación simbólica de los bordes y la restauración de la biodiversidad en la reserva Nare, área

que limita precisamente con las comunas 1, 3 y 8. Se entendía que sus ecosistemas, a partir de la restauración de su biodiversidad, tendrían una mayor capacidad de adaptación facilitando su recuperación frente a eventuales desastres climáticos. Para ello, básicamente se:

-Crearon corredores Biológicos

-Capturó CO2

-Garantizó protección de las Áreas Protegidas

-Protegió la Zona de Amortiguación

-Se incentivó la conservación

A nivel específico y dentro del Parque Central de Antioquia, se identificaron alrededor de treinta ecosistemas estratégicos entre redes ecológicas, microcuencas, espacios ambientales significativos que permitían una conectividad ecológica entre especies y se desarrollaron unos incentivos para la conservación (pagos por servicios ambientales) que esperaban aplicar antes de acabar la presente legislación. Dichas intervenciones se realizaron en ámbitos claramente de límite con asentamientos urbanos, replantando, liderados por un equipo de ingenieros forestales y agrónomos, toda una serie de especies nativas. Se trabajó decididamente de la mano de la comunidad, aclimatando las intervenciones, siempre complicadas, sobre algunos de los predios privados.

A nivel de los pocos asentamientos que había en aquel ámbito, las principales acciones fueron orientadas hacia la reconversión de ciertas prácticas cotidianas. En este sentido, se aplicó un programa de instalación de estufas ecológicas en aras de disminuir el consumo de leña, las enfermedades respiratorias derivadas y, en definitiva, mejorar la calidad de vida de sus habitantes. A su vez, también se implementaron como experiencias piloto unos sistemas agroforestales y la delimitación de cada uno de los predios por medio del cercado. Aunque se habló básicamente de la comuna 8 ya que éste fue el ámbito donde se le dio inicio y mayor avance al proyecto piloto, se reconoció que la propuesta estaba sufriendo serios problemas de orden público (especialmente en Villatina) que

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bloqueaban el proceso. No obstante, pese a estos problemas, desde la Secretría del Medio Ambiente se entiende que el proyecto ya cumplió su punto fundamental, es decir, entender que “el borde no es el punto donde algo acaba, sino el lugar donde algo comienza a hacerse presente”. Con ello, se dejó de considerar estas comunidades como las últimas de la ciudad consiguiendo quitarles, de esta forma, el estigma de ghettos. El proyecto se acercó a las comunidades diciéndoles: “ustedes están en un punto importantísimo donde arranca un asentamiento humano” para, acto seguido, identificar unos puntos límite sobre el plano donde se instalarían unos elementos escultóricos que respondieran a los imaginarios y referentes históricos de estas comunidades. En primera instancia, se estimó posicionar tres elementos por barrio, sobre lugares con una contrastada identidad que vino, evidentemente, muy condicionada por el tiempo de asentamiento. La primera reacción de recelo o enfrentamiento vino causada por el temor que aquellas personas asentadas por encima de la nueva línea imaginaria que unía los puntos simbólicos fueran desalojadas. En este sentido, la ubicación estratégica del punto debía responder a una serie de parámetros esenciales, el primero de los cuales era que respondiera y se consolidara como un lugar de referencia y encuentro entre las personas de aquella comunidad y que, por ello, se lo apropiaran, lo respetaran y protegieran frente a la ocupación.

A nivel metodológico, el proceso se dividió en cuatro fases temporalmente continuadas. La primera se dedicó a la evaluación y diagnóstico con el trabajo de terreno de técnicos, trabajadores sociales y artistas plásticos tratando de leer el territorio desde la dimensión física (las construcciones, los materiales, las vías de acceso, etc.) e identitaria a través de trazar unos recorridos sociales de conformación de estos territorios con la voluntad de recoger estos imaginarios. La segunda de las fases se centró en la formulación de las propuestas, localizando y caracterizando los sitios para el emplazamiento. Con la información recopilada y las reflexiones derivadas se realizaron unas fichas puestas a consideración de la comunidad con la intención que fueran ratificadas y corregidas, consensuar las toponímias y cartografiar, en muchos casos por primera vez, el barrio. De esta manera, se caracterizaron identitariamente los distintos ámbitos, pasando de los 24 emplazamientos iniciales a 18. Evidentemente, la siguiente fase fue proyectual. Se levantaron elementos urbanos, de entre 4 y 5 metros de altura en proyección tridimensional y se presentaron de nuevo a la comunidad para que validara de nuevo el diseño y la ubicación. La última de las fases fue la ejecución, discutiendo los materiales que fueran resistentes a la intemperie (piedra, madera, concreto…) y la posibilidad de iluminarlos para que trazaran simbólicamente el cerco perimetral de Medellín. En cuanto al alcance ejecutivo, desde

el inicio del proyecto, se han conseguido colocar algunos en la comuna 8, no alcanzando la totalidad prevista por cuestiones de conflicto armado.

En cuanto a las lecciones aprendidas, según el ponente éste resultó ser un método válido de acercamiento a las comunidades de las laderas, reconociéndolas, sabiendo de dónde vienen, cómo se ven a sí mismos, cómo se proyectan, qué sienten hacia Planeación y la Secretaría de Medioambiente (a título de ejemplo, en relación a una iniciativa comunitaria en la Honda llamada “la ladera le habla a la ciudad”). Es el reconocimiento de un territorio habitado con unas características sociales, económicas y de ocupación concretas que fácilmente pueden caer en la marginación de la ilegalidad. Acto seguido, se pasó un video promocional de la iniciativa. Por último, el ponente quiso hacer pública una última reflexión acerca de la óptica del proyecto y su acercamiento a las comunidades. En este sentido, especificó que la mayoría de aquellos que trabajan en la Secretería de Medio Ambiente viven en el valle, no en la ladera. ¿Qué ocurriría si la gente que vive en las laderas viniera a organizar el valle tal y como ellos lo ven? La ladera, hay que ordenarla y trabajarla desde la ladera, con la gente que vive en la ladera.

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Carlos Uribe Gerente auxiliar de vivienda y hábitat del EDU

La segunda de las presentaciones de este panel da inicio aclarando, ante todo, que el proyecto se encuentra en un momento inicial, todavía en construcción conceptual y que, por ello, resultan de gran interés para la Empresa de Desarrollo Urbano este tipo de espacios de reflexión compartida. Se insiste, una vez más, que ésta es una apuesta global del Municipio de Medellín que se plantea de cara a la comunidad por medio del urbanismo cívico-pedagógico. En cuanto a la presentación y completando la buena descripción de las problemáticas de las laderas de Medellín que ya avanzó el ecólogo Germán Camargo, ésta incidió en la identificación cuatro problemas básicos:

-Ocupación indebida del suelo

-Alto grado de inequidad

-Baja gobernabilidad

-Pérdida de bienes y servicios En cualquier caso, nadie duda ya que la ciudad debe limitar su crecimiento extensivo. Sin embargo, el plan del Cinturón Verde Metropolitano nunca debe ser planteado como barrera o línea de contención sino como punto de encuentro entre lo urbano y lo rural. En este sentido y para justificar el propio plan ante el evidente riesgo político y comunitario, el ponente defendió su pertinencia amparándose en que no es una cuestión de poder o no poder, de gustar o no gustar sino que se trata definitivamente de una cuestión de responsabilidad. Por ello, este plan se presenta como una estrategia de planificación e intervención integral, a largo plazo. En este caso, el concepto de intervención integral resulta fundamental. Esta estrategia jamás debería tratarse como una serie de proyectos aislados a lo largo de una expansión no conectada. Es un proyecto que, por el momento, tiene asignados unos 540 mil millones de pesos. En su definición, conceptualización y ejecución, interactúan muchos actores y todas y cada una de las secretarías tienen algún tipo de responsabilidad. Su principal objetivo es consolidar un territorio equilibrado y equitativo en la zona de encuentro entre lo urbano y lo rural, mediante el sumatorio de programas y proyectos de la Alcaldía de Medellín y de los municipios que conforman el Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Es una apuesta metropolitana, donde el proyecto debe reconocer claramente la especificidad de cada territorio resultando una serie de propuestas para cada uno de los sectores que conserve la coherencia del conjunto.

Lo que busca el proyecto es, “propiciar las condiciones y las oportunidades para el desarrollo humano integral en la zona de encuentro de lo urbano y lo rural, de forma tal que estructure, oriente y regule la ocupación y la expansión de la urbe, que recupere los elementos naturales del paisaje y mejore el hábitat, la movilidad y la accesibilidad, genere desarrollo económico de manera sostenible al tiempo que garantiza el respeto por la vida y la equidad”. De hecho, negar la realidad de ocupación de estos territorios es inconcebible y, aunque responda a una dinámica más global, se debe seguir luchando para frenar dicho crecimiento. En este sentido, la ciudad debe igualmente ser pensada en doble vía, es decir, no sólo del centro hacia arriba sino también de las laderas hacia abajo. A día de hoy, es cierto que Medellín tiene parques, quebradas y formas de interconectar el centro con el parque central de Antioquia, aunque también es cierto que encontramos ocupaciones masivas que suponen graves problemas de saneamiento básico y condiciones pésimas de la vivienda sobre las que se debe intervenir. En cuanto a las voluntades participativas, el Cinturón Verde persigue que las comunidades se apropien decididamente de su territorio y las propuestas que les afectan directa e indirectamente, convirtiéndose en verdadero motor de cambio e implicándose activamente antes, durante y después de su ejecución. En referencia a la visión regional del proyecto, éste concibe que el Parque central de Antioquia deba posicionar a Medellín como eje central. El Cinturón Verde no se inventa ahora sino que lleva tiempo trabajándose desde lo normativo, desde la delimitación del borde urbano-rural y desde la consolidación y mejoramiento integral de los barrios. Metodológicamente y después de haber dedicado esfuerzos a recuperar y organizar el sumatorio de proyectos preexistentes, se sectorizó el ámbito en tramos, reconociendo la singularidad de cada uno de ellos. De entre los 8 planteados, se detalló el 1º (entre el municipio de Bello y la Santa Elena) sin que ello significara su prioridad. Dicho ámbito se subdividió en cuatro microsectores y de entre ellos, el 1C era el que había alcanzado un mayor nivel de detalle al contar con claros detonantes como el Metrocable, el valor paisajístico del cerro Pan de Azúcar, el PUI ya desarrollado y una serie de parques aledaños cuya unión supondría un modelo sistémico. Aunque todavía se está formulando cuál podría ser el mejor sistema de transporte e investigando sobre posibles referentes y alternativas, sí se planteó ya una primera aproximación al concepto de eje de movilidad limpia que incorporaría el corredor verde Ayacucho, el tranvía (de Miraflores al 13 de Noviembre) y un seguido de estaciones. Esto supondría un tratamiento del verde y recuperación de los caminos rurales como estrategia fundamental para recuperar todos los ecosistemas de la zona del borde

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superior que retejiera la relación entre lo urbano y lo rural. Esto permitiría reconocer un nuevo sistema de espacio público a través de una nueva serie de equipamientos-conectores a través de los parques lineales que vinculen el Parque central de Antioquia con el centro de la ciudad. Sin duda, esto convertiría las quebradas en verdaderos lugares de encuentro y para ello, evidentemente se deberían identificar aquellos barrios donde se deban plantear estrategias de reubicación de vivienda, de mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes, la ejecución de obras de contención y mitigación del riesgo y la construcción de los equipamientos sellantes (unidades deportivas, centros educativos, aldeas infantiles...) que eviten el crecimiento.

Cecilia Inés Moreno Directora de la Escuela del Hábitat de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín

La tercera de las intervenciones presentó el trabajo realizado desde la Escuela del Hábitat, entendido éste como aquel conjunto de alternativas complejas que generamos los humanos cuando buscamos maneras de vivir. En este sentido, pretende mantener una mirada crítica sobre la ciudad para mejorar su manera de hacer e intervenir.

La ponencia inició con una reflexión acerca del propio concepto de borde, planteando que éste puede ser, a la vez ser orilla, lado, canto, margen, rivera, filo, costado, banda, flanco, estribor, babor, ala, lateral, costera, filo, arista, esquina, saliente, exterior… De igual forma, se interrogó sobre su relación con la posibilidad de desborde (límite franqueable, cerramiento, relación centro-periferia en función de cómo se enfoque el problema).

El rizoma, al igual que el humano en su manera de hacer ciudad, olvida la unidad, cada uno de sus tallos horizontales se desborda en diferentes dimensiones y en lugar de hundirse más en el suelo para encontrar su propio sustento, se extiende horizontalmente para que de él emerja vida que se eleva de nuevo a la superficie. Formas de habitar de gran complejidad, donde el tejido humano, social si se prefiere, viene inserto en el tejido urbano. En este sentido, por más que se programe y planifique la manera de hacer ciudad y se plantee una cota límite de borde urbano, las formas de ocupación humana del territorio siempre superarán, desde su complejidad, estos esquemas esenciales. Otra de las cuestiones básicas a plantear, según la ponente, era origen de la presión urbana que jadea el incesante crecimiento sobre el valle de Aburrá. En este sentido, la directora animaba a aceptar abiertamente su condición subordinada al dramático fenómeno del desplazamiento a causa de la violencia -de variada y cambiante naturaleza- todavía no resuelta en el país. Siguiendo el argumento, existe una gran diferencia de enfoque entre intentar contener y sellar el crecimiento y ensayar políticas que persigan reducir ostensiblemente la presión urbana a la que está sometida una ciudad como Medellín. En este sentido, si bien el concepto de conurbación urbana suele venir asimilada a ideas tales como fronteras, límites y bordes, el comportamiento rizomático del tejido urbano está, paradójicamente, muy ligado a la evolución cotidiana del binomio físico-social. Cambiando de tercio, la ponente citó que el Plan de Desarrollo para la ciudad de Medellín enfoca uno de sus líneas de trabajo hacia la reducción de la acuciante inequidad de los habitantes de sus territorios. Acto seguido, se preguntaba si es posible, pues, pensar en sellar un territorio como el estudiado, en una ciudad como Medellín, del hemisferio sur, con unas dinámicas tan complejas como las vividas hasta el momento y con elevadas tendencias al crecimiento desaforado. ¿Es posible, entonces, abordar el tema tratado desde una óptica simplista que no incorpore esta complejidad como factor elemental? Más aún, cuando hablamos de ecología desde la perspectiva aisladora y proteccionista del verde, ¿no estamos precisamente olvidando su origen etimológico (del griego, oikos: casa)? ¿No menospreciamos, voluntaria o inconscientemente al humano como sujeto activo de esta ecología? Somos naturaleza. Se debe pensar en las personas, en qué va a ocurrir a aquellas comunidades de borde dejando de lado las abstracciones reduccionistas de la planificación. En este sentido, la participación debe formularse desde el inicio real, no como el cumplimiento estricto de de la ley. Por último, el futuro de Medellín debería pensarse desde la ruralidad de los pequeños municipios antioqueños que también la conforman y de la cual también se benefician.

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Francesco Maria Orsini Responsable de la Sección de Proyectos de URBAM-EAFIT

La última de las presentaciones de este panel fue liderada desde URBAM-EAFIT a través del coordinador de su sección de proyectos. Ésta fue una ponencia que pretendió centrarse en los aspectos más técnicos de la propuesta planteando algunas cuestiones sobre los aspectos más inciertos a tener en cuenta por parte de la administración pública precisamente en esta fase de la conceptualización del Plan del Cinturón Verde. En primera instancia, Francesco M. Orsini quiso recordar que el ámbito se encuentra en un contexto andino, donde las condiciones topográficas e hidrográficas resultan fundamentales en la definición de las pautas de ocupación de sus territorios con lo que no pueden, de ninguna manera, ser obviados en la conceptualización estratégica y sostenible del desarrollo de dicho ámbito. En el caso específico del valle de Aburrá, el sistema orográfico bordea la ciudad y penetra al valle a la vez que la estructura hídrica los permea.

Cabe reconocer enérgicamente la importancia estratégica del ambicioso Proyecto de Cinturón Verde, siendo una de las propuestas que plantea uno de los desafíos de mayor escala y proyección para la ciudad y el valle imaginados en las últimas décadas. De su éxito, depende en gran medida la sostenibilidad del territorio. Es por ello que parecía justificable poner en tela de juicio algunas cuestiones previas como, por ejemplo, el inicio. Según URBAM, sorprende la decisión de comenzar por la parte nororiental de la ciudad dado que se trata del ámbito rururbano con una mayor complejidad reconocida. A nivel físico, allí se concentra la mayor cantidad de asentamientos informales: a nivel de vulnerabilidad y riesgo de exclusión social, allí encontramos los mayores índices de pobreza y violencia mientras que, en lo referente a la dimensión ambiental, éste es el ámbito con mayor índice de riesgo natural. Por todo ello, parece claro que se está proponiendo el proyecto piloto en el territorio más complejo del ámbito metropolitano.

En consecuencia, parecía indispensable poner en evidencia algunos temas técnicos: 1.-Será absolutamente necesario -condición si ne qua non, si se prefiere- elaborar estudios detallados de amenaza y riesgo para no seguir incurriendo en los comunes y frecuentes errores que desencadenan desastres naturales en ámbitos formales y, sobre todo, informales. En este sentido, cabe mencionar que si bien Medellín cuenta con estudios de riesgo, éstos no están georeferenciados con suficiente rigor indicando, a la microescala, qué parte es realmente vulnerable y cuál no, dónde se puede realmente construir y dónde no. Se entiende, pues, que la Alcaldía de Medellín deberá contratar un preciso estudio de vulnerabilidades antes de iniciar el Plan.

2.-El segundo punto atiende más bien a un problema de conceptualización urbanística del proyecto. El ponente cuestiona la definición de borde desde su condición lineal en relación a la voluntad de un proyecto que permee y caracterice la esperada articulación transversal entre el ambiente urbano y el ambiente natural

3.- Otro de los puntos clave a tener en cuenta para el éxito del proyecto, según URBAM-EAFIT, es el de la movilidad. Históricamente, la movilidad y en particular los medios motorizados han sido el gran detonante de la expansión urbana. Evidentemente, sin la invención, primero del ferrocarril y después del coche, las ciudades no tendrían las extensiones actuales. Entendiendo, pues, las vías como catalizadoras del crecimiento, se deberá tener muy claro cuál se pretende que sea la función real de esta vía, donde se va a ubicar y por qué. En este sentido, la cuestión sería si cabe imaginar un nuevo sistema lineal norte-sur o bien tocaría quizás plantear un escenario de circuitos de vías transversales al río que garanticen la comunicación de las laderas con el corredor del llano, el corazón de la ciudad donde están ubicados todos los servicios, actividades urbanas y la mayoría de oportunidades de empleo.

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4.-En cuanto al tema referente al hábitat y vivienda, cabe destacar que las metas de la administración pública también son muy ambiciosas. Una de las preguntas que plantea la propuesta sería ¿qué significa consolidar el borde? ¿Qué modelo se plantea, aquél que garantice el derecho a la permanencia (a través de la reubicación, como en el caso de Juan Bobo, donde se realizó un gran esfuerzo para encontrar la fórmula más coherente de articular el medioambiente urbano y el natural) o más bien hacia el modelo urbano de densificación masiva de las laderas (como en la loma de los Bernales)? La estrategia habitacional será, pues, determinante.

5.-La última de las cuestiones planteadas por la ponencia se refirió a la estrategia de ubicación y vocación real de los equipamientos, poniendo seriamente en cuestión si el efecto deseado puede ser el sellante o el efecto será más bien el de centralidad. Dicho en otras palabras, qué tipo de equipamiento imaginamos, aquél que haga ciudad y atraiga población o aquél que no comporte un servicio directo a la comunidad (como el ejemplo la reubicación en ladera de la cuarta brigada). La colocación de estos equipamientos en lo alto de la ladera, ¿no estará implicando una serie de nuevas centralidades (excéntricas)? Tangente a esta misma cuestión y analizando las dinámicas demográficas, uno se da cuenta que las mayores tasas de crecimiento vienen dadas en los corregimientos. En este sentido, hablando de borde, quizás la problemática no puede ser interpretada

desde una visión unidireccional (río hacia ladera) sino que se debe igualmente incorporar el freno al crecimiento de estos corregimientos como prioridad.

Finalmente, para cerrar la exposición, el ponente citó un último tema, a modo transversal pero clave en el desarrollo del territorio sobre el que se está trabajando, la gestión social del proceso. El proyecto habla constantemente de la construcción de vías, equipamientos, casas, infraestructuras… que no debe olvidar que son para la comunidad y, en consecuencia, se debe trabajar con la comunidad. Con la experiencia del trabajo en proyectos en el ámbito informal durante los últimos años, se puede observar que este puede ser el factor clave del éxito o del fracaso del proyecto. CONVERSATORIO DEL PANEL 2 Alejandro Echeverri, representante de Secretaria de Medio Ambiente de Medellín, Cecilia Inés Moreno, Carlos Uribe y Francesco Maria Orsini. Dio inicio Alejandro Echeverri, poniendo de nuevo en evidencia la complejidad y el reto que supone esta apuesta pública y colectiva para la ciudad y el valle de Aburrá e insistiendo que el planteo en sí es ya de una gran importancia. No en vano, el tema de las laderas y el borde ha sido un tema recurrente en los últimos años en todas las agendas políticas. Parece, pues, que ha llegado el momento de ser discutido. No obstante, según el director de URBAM-EAFIT, existe una gran distancia conceptual entre el planteo del Cinturón Verde Metropolitano y los trabajos que se vinieron realizando en los PUI durante la administración de Sergio Fajardo. En cierto modo, la ciudad parecía tener el convencimiento de estar trabajando en la mejora sustancial de barrios consolidados y no en el borde. No tanto porque no fuera un tema pertinente sino porque era un tema más urgente, más acotado, más tangible. Por su parte, el borde ofrece una serie de planteamientos abiertos que debería ser capaz de definir, tal como reclamó Zoraida previamente, cuál es el verdadero proyecto estructurante con el que se va a desarrollar dicho Plan. Según Alejandro, la intuición le dice que éste va a ser

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el sistema de transporte y que el grueso del esfuerzo se va a dedicar en su planteo y ejecución. No obstante, cabe recordar de nuevo que, en la inmensa mayoría de las ciudades, el transporte ha sido precisamente el inductor del crecimiento y, por ello, es comprensible que se convierta en una preocupación compartida entre muchos de los ponentes en el planteamiento de un sistema de transporte lineal en aquella cota y con los condicionantes presentados. Por último, entendiendo que el espacio de incertidumbres es todavía bastante amplio, se hace público el ofrecimiento por parte de los expertos e instituciones en generar una “mesa de bordes” que alimente la discusión, aporte referentes e imaginarios alternativos y, en definitiva, acompañe a la administración hacia la línea de tan preciado acierto. Respondió Carlos Uribe, argumentando que el eje estructurante del Cinturón Verde no es realmente el sistema de movilidad sino que este funciona como un actor más dentro de la estrategia conjunta. La Municipalidad entiende que debe haber un sistema de transporte limpio y de menor capacidad que sume y ligue sistemas existentes como los cables. No se plantea, en ningún caso, como un sistema masivo. Por otra parte, desde la Alcaldía se reconoce, evidentemente, que en la ladera hay gente -y mucha- y por ello se buscará la mejor estrategia para que su consolidación sea amigable. En cuanto al sistema de equipamientos, no lo imaginan como una serie de elementos de contención sino que, a través del sumatorio de éstos, los hitos urbanos y los referentes naturales como quebradas o cerros tutelares, deberían conformar el encuadre del lugar de encuentro entre lo urbano y lo natural. En este mismo sentido, cuando se hablaba de contención, obviamente no se estaba pensando en un muro de contención como en Río o en los puestos de policía de Venezuela sino que se buscará una estrategia que equilibre la balanza de presiones (de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba). En cualquier caso, desde la Alcaldía de Medellín se quiso dejar claro que el plan de Cinturón Verde Metropolitano no debería entenderse como un proyecto puntual sino como una verdadera estrategia conjunta de sumatorio de iniciativas que atienden a un equilibrio global del territorio. Intervención del público. Para el primero de los asistentes que intervino, portavoz de la mesa corrigemental, no dejaba de ser paradójico que fuera un extranjero que tuviera que venir a explicar que existen corregimientos, que éstas son las unidades urbanas que más crecen y que es precisamente desde estos territorios de donde llega la comida a Medellín. Por otro lado, quiso también insistir en que ya existe un cinturón verde en Antioquia, la tierra de producción de los campesinos sembrada de cebollas y tomates. La pregunta que les

surgía a su institución era por qué este tipo de “sellamiento” propuesto era liderado por la EDU -un constructor- y no por la Secretaría Medioambiental -quienes deberían velar por la protección del sistema hídrico-. Desde la mesa, éste es un tema clave que se contempla con mucha precaución. Paralelamente, se preguntaba dónde recae el urbanismo cívico-pedagógico del plan si ya lo tenían bien estructurado qué es lo que pretenden hacer y cómo. Según él, únicamente se estaba planteando una sociabilización a posteriori cuando lo que se debería garantizar es una negociación previa con la comunidad que habita estos territorios para descubrir, escuchar e interiorizar cuál es su mirada hacia la ciudad. Por último, lanzaba el temor a que este cinturón verde acabara eliminando la agricultura del valle para proponer una serie de parques Arví y Confama solo accesibles para aquellos de mayor poder adquisitivo. La segunda de las intervenciones planteaba la duda que una línea no hiciera más que desplazar el problema de los asentamientos informales a otra parte de la ciudad para evitar los costes de la formalización que, posiblemente, no pueden o quieren pagar. En otras palabras, el cinturón podría gentrificar el borde y, por ende, expulsar a su población actual. Una tercera intervención vino desde la Secretaría de Obras Públicas y su preocupación por la vulnerabilidad inherente a construir sobre la base geológica altamente peligrosa de las laderas de Medellín. Pasando al torno de respuestas, Tomás, como representante de la Secretaría de Medio Ambiente afirmó que, si bien es cierto que la EDU lidera en cierta manera el proceso, esto no implica que no lo haga en coordinación con otras secretarías (planeación, obras públicas, bienestar social, medio ambiente…) a través de reuniones y talleres de trabajo conjuntos hacia el consenso de un proyecto, responsabilidad de la administración, que es de y para la ciudad. Por su parte, Francesco Orsini, aunque apoyó la tesis que uno de los grandes problemas del cinturón verde era la vivienda, también afirmó que ésta era una problemática que traspasaba sus límites respondiendo a una escala global. En este sentido, y desmitificando el mito que Medellín ya está colmatada, el ponente defendió, apoyándose en las conclusiones del Plan BIO 2030, que el problema del déficit habitacional debería resolverse en otros ámbitos más allá de la ladera. El centro y a lo largo del río son lugares potenciales y bien servidos donde todavía cabe mucha vivienda. El problema es, sin duda, el elevado precio del suelo que no permite atender a los estratos más bajos. Cecilia Inés Moreno quiso hacer hincapié en la cuestión de incorporar la ciudadanía desde el inicio incorporando la participación activa desde el inicio de construcción de

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un borrador. Por otro lado, la ponente defendía que este proyecto debería anclarse en la memoria, rescatando los valores de iniciativas previas y aprender de dinámicas precedentes. Por último, la directora de la Escuela del Hábitat quiso alertar sobre el riesgo de dejar al sector inmobiliario tomar las decisiones de hacer ciudad y animar a la academia a liderar el debate urbano por medio de más espacios de reflexión. Por último, Carlos Uribe insistió en que este se trataba simplemente de un perfil de proyecto., sin estudios de detalle, sin localizaciones concretas de los equipamientos, sin la definición de un sistema de movilidad, etc. Por parte de la Alcaldía, simplemente se está construyendo sobre lo construido, siendo la EDU el ente coordinador pero el alcalde el último responsable. La semana anterior se estaba definiendo todavía el Plan de Desarrollo sobre el que se va a dar inicio al trabajo con la comunidad. En cuanto al déficit habitacional, el gerente auxiliar quiso dejar claro que no se trata de densificar las laderas sino más bien de solucionar aquello que ya está, reasentando aquellos que están en riesgo aunque evitando cualquier parecido al modelo deslocalizado de Pajarito. Paralelamente, se acepta el ofrecimiento de participación en mesas de expertos que retroalimenten el proceso. Cerrando el panel, Alejandro citó el interés de escuchar a la ladera, mirar desde arriba y abordar el problema desde la óptica del sistema natural que riega el territorio hacia abajo más que la ciudad se encarama hacia arriba. Son poblaciones de esencia rural que conocen mejor el territorio, que pueden aportar muchas respuestas y lineamientos prácticos durante los procesos participativos y cuyo desplazamiento forzado hacia entornos más urbanos pueden generar grandes impactos sobre su manera de vivir y entender su entorno.