V.- Los Libros de los Reyes

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Introducción a los Libros Históricos del Antiguo Testamento

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Los libros de los Reyes

31Libros histricos del Antiguo Testamento

Los libros de los Reyes

1.- Los libros de los Reyes y la historia deuteronomista

1.1.- El marco redaccional

Juntamente con el libro de Jueces, 1-2 Reyes son los libros histricos en los que ha quedado ms marcada la huella de la teologa deuteronomista. Tambin aqu, los mismo que en Jue, el autor o autores deuteronomistas han vertido su pensamiento teolgico a travs de un marco redaccional, que se repite de manera uniforme con cada uno de los reyes. Est integrado por una introduccin, un juicio de valor sobre cada rey y una conclusin.

Ya a partir de David, Salomn y Jerobon, nos encontramos con frases estereotipadas sobre la duracin de los respectivos reinados, la sepultura del rey y el nombre del sucesor (1 Re 2,10-12; 11,41-43; 14,19-20). Pero es, sobre todo, desde Robon cuando el formulario se hace ms uniforme.

Introduccin: Robon, hijo de Salomn, subi al trono de Jud. Tena cuarenta y un aos cuando empez a reinar y rein diecisiete aos en Jerusaln () Su madre se llamaba Naam, amonita (1 Re 14,21-22).La introduccin consta del nombre del rey a veces se nombra tambin al padre, duracin del reinado y ao del reinado del rey del reino vecino (esto hasta la cada de Samaria y el fin del reino del norte). Puede tener algunas variaciones segn se trate de los reyes del sur o del norte; solamente en el primer caso se da el nombre de la madre y la edad del rey en el momento de subir al trono. Juicio, que puede ser triple: Hizo lo malo a los ojos del Seor; hizo lo que es recto a los ojos del Seor, pero no desaparecieron los santuarios de las provincias, y el pueblo sigui ofreciendo sacrificios y perfumes en ellos (1 Re 15,11-14; 2 Re 12,3-4; 15,3-4;.34-35).Hizo lo que es recto a los ojos del Seor enteramente, como lo haba hecho David, su padre (2 Re 18,3; 22,2).La primera frmula es la ms frecuente y se repite treinta y cuatro veces. Se aplica de manera invariable a todos los reyes del norte, pues el reino del norte se consideraba viciado de raz, debido al pecado de Jerobon, que estableci el culto cismtico en los santuarios de Dan y Betel (1 Re 12,26-33). Al pecado de Jerobon se sum luego el de Ajab, que introdujo en Israel el culto a Baal, influenciado por su esposa Jezabel, oriunda de Fenicia, o sea, pagana (1 Re 16,31-32; 22,53-54). Aplicada a los reyes del sur, esta frmula se refiere al culto yahvista que se daba en los santuarios de provincia (1 Re14,24; 15,3; 2 Re 16,4) o tambin a los usos religiosos introducidos por Ajab (2 Re 18,18.27), as como al culto y sacrificios ofrecidos a los dioses extranjeros (2 Re 21,2ss; 22,21-22). La segunda frmula se aplica a seis reyes del sur (Asa, Josafat, Jos, Amasas, Azaras y Jotn). Los cuales son alabados pero no de manera total y absoluta, sino con una restriccin: no hicieron desaparecer los santuarios cismticos de las provincias, que estaban prohibidos por la ley del templo uno y nico de Jerusaln (Dt 12). La tercera frmula se aplica solamente a Ezequas y Josas, los dos reyes reformadores del sur, que reciben la aprobacin cabal y completa, porque se ajustaron plenamente al canon o prototipo de su padre David. Conclusin: El resto de los hechos de Robon, cuanto hizo no est escrito en el libro de los Anales de los reyes de Jud? () Durmise Robon con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. Le sucedi su hijo Abas (1 Re 14,29-31).La conclusin del formulario remite al libro de los (1 Re 11,41) y a los Anales de los reyes de Israel y Anales de los reyes de Jud (1 Re 14,19.29), obras que podra tericamente consultar todo el que quiera tener una mayor informacin sobre los respectivos reyes. Los Anales de los reyes de Israel se citan diecisiete veces y los de los reyes de Jud, quince. En la conclusin se incluyen, asimismo, algunos datos sobre la muerte del rey, as como el nombre de su sucesor.

1.2.- Balance pesimista

La conclusin final a la que llega el dtr., a partir del dogma de la unicidad de Dios y la ley de un solo y nico santuario, en su anlisis de los reyes, es claramente negativa. Los diecinueve reyes del norte son condenados sin excepcin alguna. De los veinte reyes del sur solo se salvan dos: Ezequas y Josas. Los dems son todos censurados en mayor o menor grado.

A pesar de sus peridicas infidelidades, los jueces mantenan una tnica estable y perseverante, hecha de cadas y arrepentimientos. Adems, en el perodo de los jueces era ms bien el pueblo el que pecaba, precisamente porque no obedeca a sus dirigentes (Jue 2,17). En cambio, en la monarqua son los reyes los principales responsables y causantes de la degradacin, puesto que pecan ellos y arrastran al pueblo por el mismo camino. A medida que avanza la historia, la situacin se va deteriorando cada da ms. La accin de los profetas y la reforma de Ezequas y Josas solo consiguen aplazar temporalmente la catstrofe, que ya se presiente inminente e inevitable.

1.3.- Otros elementos redaccionales deuteronomistas

Adems del juicio valorativo que acompaa a cada rey, el dtr. ha distribuido a lo largo de 1-2 Re toda una serie de discursos, profecas, reflexiones personales y retoques redaccionales, que ponen de relieve la dimensin teolgica de los acontecimientos y sealan la direccin y el sentido de la historia. Por ejemplo: La intervencin de Salomn:El dtr. aprovecha el traslado del arca y la dedicacin del templo, fecha muy importante en la historia bblica (1 Re 6,1), para insertar una larga intervencin de Salomn que consta de tres cuerpos: discurso (1 Re 8,14-21), oracin (8 22-53), y bendicin (8,54-61). Por boca de Salomn el dtr. hace una extensa exposicin de las claves y principios teolgicos que determinan la marcha de la historia: la presencia de Dios en medio de su pueblo, siempre pronto a cumplir su palabra, a condicin de que el pueblo se mantenga tambin siempre fiel a sus compromisos; la doctrina de un solo y nico santuario; el reconocimiento del templo de Jerusaln como santuario nacional para todo Israel, avalado y refrendado por la presencia de los ancianos como representantes de todo el pueblo. Respuesta de Dios a SalomnEl orculo-respuesta de Dios contiene la interpretacin deuteronomista de la cada de Jerusaln. Dios haba elegido a la ciudad santa como morada de su nombre y se haba comprometido para siempre con David y su dinasta. Pero el cumplimiento de las promesas divinas depende de la conducta y el comportamiento del pueblo. Como ese comportamiento fall, de ah que Dios hizo caer el castigo sobre Israel y la ciudad santa (1 Re 9,1-9).

Profeca y orculos de Silo, con relacin a Jerobon (1 Re 11,29-39; 14,7-16)La mayor parte de 1 Re 11 es de la mano del dtr. aqu la concepcin dtr. de la alianza encuentra su verificacin en la divisin del reino, atribuida al incumplimiento de la ley por parte de Salomn (vv. 11-13.31-39). Pero ms tarde, el abandono del Seor por parte de Jerobon para dar culto a otros dioses tendr como resultado la destruccin, no solo de la dinasta del propio Jerobon, sino de todo el reino del norte. La muerte del hijo de Jerobon es ya seal y presagio de que el castigo por el pecado del rey, anunciado por Ajas, se cumplir inexorablemente.

Reflexin teolgica sobre SamariaLa cada de Samaria da ocasin al dtr. para insertar en su obra uno de los comentarios teolgicos deuteronomistas ms importantes (2 Re 17,7-23). En vez de atender a las exhortaciones de los profetas, los reyes del norte, juntamente con el pueblo, a partir del propio Jerobon, haba abandonado el Seor para irse detrs de los cultos y las prcticas cananeas, de ah que la destruccin de Samaria y la desaparicin del reino del norte no son ms que la conclusin lgica de las premisas puestas por los israelitas. Una adicin posterior incluye al reino del sur (Jud) en la misma reprobacin (vv.19-20).

Vaticinios sobre la destruccin de Jerusaln y el destierroUna y otra vez repite el dtr. la misma tesis: los reyes, especialmente el impo Manass, junto con e pueblo, han abandonado a Seor para irse detrs de los dioses extranjeros y seguir las detestables prcticas de los cananeos y sus abominables obras. Por eso Dios va a dejar caer sobre Jerusaln su castigo: la ciudad santa y el pueblo sern destruidos y, este ltimo, ser desterrado a Babilonia (2 Re 20,16-19; 21,11-15; 22,15-20; 23,26-27).

2.- Arquitectura del libro de los reyes

Los dos libros de los Reyes que originalmente eran uno solo, cubren la historia de los reyes de Israel y de Jud, desde la muerte de David (hacia el 970 a.C) hasta el destierro de Babilonia (587 a.C), o sea, durante aproximadamente cuatro siglos. Se dividen en tres cuerpos bien definidos, aunque un tanto desiguales: a.- Historia de Salomn (1 Re 1-11); b.- historia sincrnica de los reinos divididos, desde la muerte de Salomn hasta la cada de Samria (1 Re 12-2 Re 17); c.- historia del reino de Jud, desde la cada de Samaria hasta el destierro (2 Re 18-25).

2.1.- Historia de Salomn (1 Re 1-11)

Los dos primeros captulos de la historia de Salomn (1 Re 1-2) son la continuacin y el desenlace final de la historia de la sucesin de David (2 Sam 9-20). La sucesin al trono no estaba an establecida, dado que la monarqua era una institucin recin establecida en Israel. Posiblemente no estaba institucionalizada la monarqua dinstica, en la que la sucesin deba regirse necesariamente por el derecho de primogenitura. De ah que, al avecinarse la muerte de David, se formaran para sucederle dos candidaturas con sus correspondientes apoyos: la de Adonas y la de Salomn. Al final, haciendo valer un presunto juramento previo en favor de Salomn, del que en realidad no hay constancia alguna en la historia precedente, fue Salomn el que se alz con la corona, apoyado por el profeta Natn, por el general Benayas y por Betsab. La intervencin de Betsab a favor de su hijo Salomn y en contra de Adonas trae a la memoria el recuerdo de Rebeca, que arrebat la bendicin a Esa y se la facilit a Jacob (Gen 27).

Los nueve captulos restantes (1 Re 3-11) describen diversos aspectos del reinado de Salomn, que se pueden agrupar bajo cuatro epgrafes: Salomn sabio (3,1-5,14), Salomn constructor (5,15-9,25), Salomn comerciante (9,26-10,29), sombras del reinado de Salomn (11). Llama la atencin el amplio espacio que el autor concede a la historia de Salomn, sobre todo cuando se la compara con la historia de los dems reyes, que se reducen en muchos casos a pocos versculos. Quizs se deba a: primero, al inters por subrayar la importancia del templo de Jerusaln, convertido en el nico santuario legtimo por la teologa y la legislacin deuteronomista. Segundo, la conveniencia de hacer constar que en Salomn se han cumplido las promesas hechas a David; en este sentido, Salomn ha sido idealizado en la misma lnea de su padre. Tercero, el cuidado por dejar entrever el esplendor y la grandeza que hubiese alcanzado Israel si os reyes se hubiesen mantenido fieles a la alianza. En 1 Re 11,41 se remite al lector que quiera saber ms sobre el rey a un libro titulado Historia de Salomn. El dtr., sin duda, tuvo este libro como fuente, junto a otras, para componerla seccin de 1 Re 3-11, ya que estos captulos presentan indicios de ser el resultado de un largo proceso de elaboracin.

2.2.- Historia sincrnica de los dos reinos (1 Re 13-2 Re 17)

A la muerte de Salomn se produce la divisin del reino. De ah que, a partir de este momento, 1-2 Reyes se convierten en la historia sincrnica de los dos reinos, alternando las reseas de los diecinueve reyes del norte con las de los veinte reyes del sur. Adems de los datos de cada uno de los reyes, con su correspondiente evaluacin, el autor resea con ms o menos amplitud las luchas intestinas entre los dos reinos y las guerras con los pueblos vecinos, especialmente los arameos, los moabitas y los edomitas. Espacio y relevancia muy especial alcanzan los ciclos de Elas y Eliseo.

La divisin del reino (1 Re 12-13)

El deuteronomista interpreta y explica la divisin del reino como un castigo de Dios por los pecados de Salomn (1 Re 11). En realidad entre el norte y el sur existan diferencias de orden teolgico, poltico y econmico, ya antiguas. Las tribus del norte estaban enraizada en las tradiciones mosaicas (binomio Moiss-Sina), mientras que las del sur sentan preferencia por las tradiciones davdicas (binomio David-Sin)

A las tribus del norte les pareca que David y Salomn haban introducido en la corte y en el templo de Jerusaln algunos elementos ambiguos, tomados de las monarquas paganas de los pueblos vecinos, los cuales no se ajustaban del todo a la ortodoxia yahvista y al espritu tradicional. Entenda adems que David y Salomn los haban sometido a presiones fiscales y prestaciones personales que consideraban desproporcionadas y abusivas (cf. 1 Re 5,27-32; 9,15-21, a pesar de lo que digan 9,22 y 11,28)[footnoteRef:2]. Tenan la conviccin de que se les exiga para los gastos del estado una contribucin superior a la que aportaban las tribus del sur, por lo cual se sentan agraviadas y discriminadas. La irritacin debi alcanzar el momento culminante cuando el rey cedi a Jirn, rey de Tiro, veinte ciudades del reino del norte a cambio de materiales y personal tcnico para la construccin del templo de Jerusaln (1 Re 9,10-14). [2: Cuando Absaln dio el golpe de estado contra su padre David, uno de los factores que utiliz a su favor y en contra de David fue precisamente el descontento de las tribus del norte (cf. 2 Sam 15,1-10; 19,41-44). Embarcado en grandes obras la construccin del templo y la reconstruccin de las ciudades fuertes, con las correspondientes dotaciones de caballos y carros Salomn se vio obligado a aumentar la presin fiscal y la prestacin personal de sus sbditos en los trabajos y servicios pblicos, con lo cual el descontento de todos, especialmente de las tribus del norte fue creciendo.]

A la muerte de Salomn, todo esto provoc un levantamiento, al frente del cual se puso Jerobon, responsable de las obras pblicas durante el reinado de Salomn, que no estaba de acuerdo con la poltica del rey y se indispuso con l vindose obligado a huir a Egipto para salvar la vida, regresando solo despus de la muerte de ste, en el reinado de Robon (1 Re 11,26-40). Juntamente con la rebelin y secesin poltica, se llev a cabo el cisma religioso, pues Jerobon elev a la categora de , como centros oficiales de culto antagnicos del templo de Jerusaln, dos antiguos lugares santos cargados de historia y teologa, Dan y Betel, situados en la frontera norte y sur respectivamente del nuevo reino (1 Re 12-13).

El ciclo de Elas (1 Re 17-2 Re 1)

El ciclo de Elas no es una biografa completa del profeta, sino que est formado por una serie de episodios sueltos, la mayor parte de los cuales se encuadran dentro del marco de una larga sequa que dura tres aos (1 Re 17-18). Son estos: Elas en el torrente Querit, donde se alimenta milagrosamente (17,1-6); Elas en Fenicia, donde multiplica los alimentos y resucita el hijo de la viuda de Sarepta (17,7-24); Elas va al encuentro de Ajab (18,1-19); juicio de Dios sobre el monte Carmelo, dnde Elas se enfrenta l solo contra 450 profetas de Baal (18,20-40); fin de la sequa (18,41-46). El exterminio de los profetas de Baal provoc la ira de Jezabel contra Elas, el cual se vio obligado a huir al desierto de Berseba, donde recibe fuerza de lo alto para continuar su huida-peregrinacin hasta el Horeb, el monte de Dios. Aqu, cual nuevo Moiss (cf. Ex 33,18-23; 34,5-8), le es dado ver y experimentar la presencia del Seor; que le conforta para seguir luchando por el yahvismo, a la vez que le ordena ungir como reyes a Jazael de Damasco y a Jeh de Israel y como profeta y sucesor suyo a Eliseo (1 Re 19).

Integran el ciclo de Elas otros dos episodios ms: la denuncia y la condena de Ajab y Jezabel por el asesinato cometido en la persona de Nabot (1 Re 21) y el anuncio de la muerte de Ocozas, hijo de Ajab, por buscar la curacin en los dioses paganos y no en el Dios de Israel (2 Re 1). 1 Re 21 reproduce un paradigma literario, social y teolgico, que se repite en ms ocasiones, por ejemplo, en la historia de David (2 Sam 12). Es la denuncia proftica contra el despotismo de los reyes y la proclamacin de los derechos de los ciudadanos a la propiedad y a la vida. Por pobre que sea, todo hombre tiene derechos inviolables, ya que es imagen de Dios. Todos estos episodios, aunque aislados entre si, forman un conjunto unitario, porque se desarrollan dentro del mismo marco histrico y geogrfico y, sobre todo, dentro del mismo marco teolgico. Desde el punto de vista geogrfico, la mayor parte de los episodios se sitan en la frontera entre Israel y Fenicia y algunos dentro de fenicia misma. El marco histrico lo forman los reinos de Ajab y Ocozas, sucesores de Omr y pertenecientes a la misma dinasta que l.

Omr fue seguramente el rey ms relevante e influyente del reino del norte. Rein seis aos en Tirs, al cabo de los cuales compr la colina de Samaria, construy sobre ella la capital y traslad all la corte, proporcionando con ello al reino de Israel una capitalidad indiscutible y una estabilidad dinstica que durara cuarenta largos aos. Tanto es as que los reinos asirios conocan el reino del norte como la "casa de Omr". El cambio de la capital de Tirsa a Samaria no se hizo solo por motivos estratgicos, sino, sobre todo, por razones de orden poltico.

La poltica profenicia de Omr y sus sucesores supuso para Israel ventajas polticas y econmicas, pues encontr en los reyes fenicios firmes aliados frente a la hostilidad de los arameos de Damasco y pudo adems comercializar sus productos a travs de los puertos del Mediterrneo. Pero fue nefasta desde el punto de vista moral y religioso. La seduccin que los dioses y los cultos paganos extranjeros ejercan habitualmente sobre los israelitas se vio incrementada y favorecida desde la corte. Jezabel, esposa de Ajab e hija del rey sacerdote-sacerdote de Sidn (1 Re 16,31), no solo practicaba personalmente el baalismo, sino que hizo levantar en Samaria un templo en honor de Baal y se convirti en una militante activa de la religin pagana arrastrando detrs de s una buena parte del pueblo, incluso al propio rey. Al menos, sta es la versin del dtr. (1 Re 16,31-33). La ofensiva paganizante de Jezabel provoc la reaccin de los autnticos yahvistas. El texto bblico habla de siete mil israelitas que no doblaron las rodillas ante Baal (1 Re 19,18). Al frente de la resistencia se puso Elas, smbolo de la lucha en favor del yahvismo frente a la idolatra. La personalidad teolgica de Elas encuentra expresin viva y plstica en el desafo y duelo dramtico, que tiene lugar sobre el monte Carmelo entre el profeta de Yahv y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal (cf. 1 Re 18,20-40).

El ciclo de Eliseo (2 Re 2-13)

Los relatos del ciclo de Eliseo, entreverados con otros hechos en 2 Re 2-13, describen la actuacin del profeta en dos reas principales: la poltica y la taumatrgica. Entre sus actuaciones polticas se encuentran la expedicin contra Moab (2 Re 3), la guerras arameas y la uncin de Jeh como rey (6,8-9,13). Sus milagros, una docena de ellos, se encuentran en 2 Re 2, 19-25 y en 2 Re 4,1-6,23; incluso despus de muerto realiza un milagro (2 Re 13,14-21). Algunos de estos milagros se parecen a los de Elas, por ejemplo, la multiplicacin del aceite y de los panes (2 Re 4,1-7.42-44) o la resurreccin del hijo de la sunamita (2 Re 4,8-37). Estos primeros tienen mayor entidad y ms calado teolgico. Otros son ms populares y pintorescos como el saneamiento de una fuente, la maldicin pronunciada sobre unos nios, castigados a morir en las garras de dos osos (2 Re 2,19-25), la desintoxicacin de la olla envenenada, la curacin de Naamn, el sirio, el hacha perdida y hallada (2 Re 4,38-6,7).

En el aspecto poltico, las intervenciones y la influencia de Eliseo, tanto en el mbito nacional como internacional, fueron ms y de mayor alcance que las del propio Elas. Desempe un papel importante en la entronizacin de Jeh y su dinasta, llevada a cabo sobre las cenizas y el exterminio de la dinasta de Omr, cumplindose de esta manera la maldicin pronunciada por Elas contra Ajab y Jezabel (2 Re 9-10). Adems se convirti en el paladn nacional en la lucha contra los moabitas (3 Re 3) y, sobre todo, contra los arameos de Damasco (2 Re 6-7). Fue el alma de la resistencia patritica, cuando Israel tuvo que sufrir reveses militares, hasta el punto que el rey Jos, al visitarlo en su lecho de muerte lo llama Padre mo, padre mo; carro y auriga de Israel! (2 Re 13,14). La influencia poltica de Eliseo desbord las fronteras de Israel. Lo encontramos actuando en Damasco, la capital de los arameos, enemigos tradicionales de Israel, donde preconiza a Jazael como rey (2 Re 8,7-15).

Como en el caso de Elas, la defensa del yahvismo y la lucha contra el baalismo, junto con el ejercicio de la misericordia, la asistencia social a los necesitados y la defensa de los derechos de los pobres, siguen siendo el motivo principal de la vida y la razn primordial de la misin de Eliseo. Elas y Eliseo coinciden con el momento de transicin entre el profetismo colectivo de carcter exttico y el profetismo cannico en el que hacen su aparicin los profetas escritores. Ambos pertenecen todava a las asociaciones o fraternidades profticas, presididas por un maestro al que llamaban (2 Re 6,5) o (2 Re 6,21; 8,9; 13,14). Poco despus de la muerte de Eliseo aparecern los primeros porfeta escritores o clsicos: Ams y Oseas, en el norte; Isaas y Miqueas, en el sur.

2.3.- Historia del reino de Jud (2 Re 18-25)

La tercera parte de 1-2 Re cubre la historia del reino del sur (Jud) cuando ya qued solo, una vez que el reino del norte cay en manos de Sargn II y se convirti en una provincia del imperio asirio. Son 135 aos de historia, el espacio de tiempo que se extiende entre la cada de Samaria (722 a.C) y la destruccin de Jerusaln junto con el destierro a Babilonia (587 a.C). Si se exceptan Ezequas y Josas, que llevan a cabo sendas reformas religiosas, las cuales les valen el aplauso y el juicio favorable del dtr., los dems reyes dejan mucho que desear; especialmente el tro Manass-Amn-Joaqun, calificados tradicionalmente de reyes impos. El reino de Jud camina hacia una ruina segura que ya se presiente prxima. La ruina de Jud ser el punto final de la historia del pueblo elegido? La destruccin de Jerusaln y el destierro, sern la ltima palabra de esta historia? Parece que no, a juzgar por el pasaje de 2 Re 25, 27-30, que habla de la rehabilitacin de Jeconas, liberado de la crcel y admitido a compartir la mesa con el rey de Babilonia.

Ezequas

Los cap. 18-29 de 2 Re, dedicados al reinado de Ezequas se encuentran reproducidos con algunas variantes en Is 36-39. Ello se debe sin dudas a que Isaas es el mentor de Ezequas. Posiblemente existi una coleccin de tradiciones referentes a las actuaciones de Ezequias e Isaas, que sirvi de fuente, tanto para el autor dtr. que compuso la historia de Ezequas en 2 Re 18-20, como para los discpulos de Isaas, que editaron la vida, predicacin y actuacin de su maestro en Is 1-39.

La historia del reinado de Ezequas se abre y cierra con el consabido formulario de rigor que se aplica a todos los reyes, con la particularidad de que la evaluacin que recibe Ezequas es extraordinariamente positiva, debido a su fidelidad a la ley y a la reforma religiosa que llev a cabo (2 Re 18,1-8; 20,20-21). El cuerpo de la seccin lo componen las siguientes piezas: evocacin de la cada de Samaria (18,9-12); descripcin por duplicado e incluso triplicado, en algunos casos, de la invasin de Senaquerib, con la subsiguiente liberacin de Jerusaln (18,13-16; 18,17-19,37); enfermedad y curacin de Ezequas (20,91-11); embajada del rey de Babilonia (20,12-19).

Donde hay un rey como Ezequas que confa en Dios, que ora, que es fiel a la alianza, que se deja guiar por la palabra de los profetas y lleva a cabo una reforma religiosa, el xito est asegurado; necesariamente tiene que atraer las bendiciones del cielo sobre s mismo, sobre su casa y sobre su pueblo. Esta es la teologa que preside y determina las actuaciones y los acontecimientos del reinado de Ezequas.

Pero no todo ha sido positivo en el proceder de Ezequas. La buena acogida que otorga a la embajada de Babilonia deja entrever que no se fa totalmente de Dios, sino que pone tambin la esperanza en las alianzas polticas y en los efectivos humanos. De ah que tambin a Ezequas se le anuncia y se le amenaza con el saqueo de Jerusaln y la deportacin de la nobleza a Babilonia (2 Re 20 16-19).

Josas

De todos los reyes, el que recibe una calificacin ms elogiosa y laudatoria es Josas: ni antes ni despus hubo un rey como l, que se convirtiera al Seor con todo el corazn, con toda el alma y con todas sus fuerzas, conforme en todo con la ley de Moiss (2 Re 23,25). Todas estas cualificaciones se corresponden con las caractersticas que debe reunir el yahvista perfecto, segn la teologa dtr. (Dt 6,5). Josas es la encarnacin del ideal deuteronomista, es el deuteronomista perfecto. Son varias las razones que estn detrs de estos elogios. En primer lugar, durante el reinado de Josas tiene lugar en el templo de Jerusaln el descubrimiento del libro de la ley, libro que, segn todos los indicios, debe ser identificado con el Dt en una de sus primeras ediciones (2 Re 22). Despus, dicho libro se convierte en el cdigo o programa de una reforma de grana alcance, en la que Josas estaba embarcado por aquel entonces (2 Re 23). Finalmente, es muy posible que la primera edicin de la HD haya sido compuesta en este momento, con el fin precisamente de animar, apoyar y potenciar la reforma de Josas.

No obstante la piedad personal y la reforma llevada a cabo por Josas la situacin haba llegado a tal grado de deterioro que no fue posible aplacar la ira de Dios: El Seor no aplac su ira contra Jud, a causa de las maldades con que lo haba irritado Manass. El Seor dijo: Tambin a Jud lo expulsar de mi presencia, como hice con Israel; repudiar a Jerusaln, mi ciudad elegida, juntamente con el templo en el que haba determinado establecer mi presencia (2 Re 23,26-27). La misma muerte prematura y trgica de Josas a manos del faran Necao en Meguidd es ya presagio y preludio de la catstrofe que se avecina.

3.- Proceso de formacin

3.1.- Historia de Salomn

Respecto a la historia de Salomn, la mayor parte de los autores creen que el dtr. no ha partido de cero, sino que ha trabajado sobre una historia anterior. Se ha presentado una variedad de hiptesis. Unos creen que debera estar en la lnea de los panegricos y novelas cortas de los faraones egipcios, en las que una divinidad promete en sueos a un prncipe un reinado futuro glorioso. El ejemplo ms conocido es el de la de Tutmosis IV, junto a la gran esfinge de Guizeh[footnoteRef:3]. De hecho 1 Re 3,4-15 habla del sueo de Salomn en el santuario de Gaban. Otros se orientan en direccin a Mesopotamia y creen encontrar afinidades entre la historia de Salomn y los modelos asirios. [3: Cf. F.J Stendebach, Introduccin al Antiguo Testamento, Barcelona, 1996, 174.]

J. van Seters cree que la historia del reinado de Salomn ha sido elaborada por el proprio autor deuteronomista a partir de escaso material preexistente. Su propsito principal es presentar el reinado de Salomn como el cumplimiento de las promesas hechas por Dios a David: una dinasta slida permanente y la construccin de un templo en honor de Yahv (2 Sam 1-17). La historia de Salomn sealara, a su vez, la culminacin de uno de los temas preferidos del Dt.: la eleccin de un lugar por parte del Seor para establecer en l su morada permanente. Este tema integra y anuda en torno al templo de Jerusaln las tradiciones mosaica y davdicas.

3.2.- Las historias de los dems reyes

En cuanto a los dems reyes de Israel y de Jud, la prctica totalidad de los crticos piensa que el autor o autores dtr. han trabajado sobre datos anteriores la mayor parte de los cuales proceden de los archivos de la corte. Los pareceres son muy plurales a la hora de precisar la calidad y la cantidad de esos datos; a la hora de precisar su valor histrico y determinar hasta dnde llegan los materiales recibidos y dnde empieza la redaccin dtr. Algunos crticos piensan que los materiales predeuteronmicos estaban ya reunidos en integrados en una obra escrita, cuya composicin se remontara a los das de Ezequas o incluso a Josafat. La mayor parte de los autores, sin embargo, no se atreven a afirmar la existencia de una edicin predeuteronomista del libro de los reyes y, menos an, a intentar reconstruirlo.

3.3.- Material proftico y redacciones deuteronomistas

Adems de los materiales procedentes directa o indirectamente de los archivos de la corte, los libros de los reyes contienen abundante material proftico, entre el cual sobresalen los ciclos de Elas y Eliseo. Tambin aqu algunos autores han defendido la existencia de una compilacin en la que, segn ellos, se encontraban integrados los materiales profticos desde Samuel a Eliseo en los das de Jeh, fecha en que se habra llevado a cabo dicha compilacin. Naturalmente, no todos comparten esta tesis. Son varios los estudiosos que asignan a los materiales profticos fechas tardas, incluso posdeuteronmistas. Y no falta algn autor que cataloga los relatos de Elas, Eliseo y el profeta annimo de 1 Re 13 entre las historias noveladas ejemplares, al estilo de algunas vidas de los antiguos santorales populares cristianos.

Por lo que se refiere a las distintas redacciones deuteronomistas de los libros de los Reyes recordar lo dicho sobre las distintas ediciones de la HD.

4.- Teologa de la historia o historia teolgica

Al autor de 1-2 Re no le interesan los aspectos polticos, sociales y econmicos de la historia, cuanto la dimensin religiosa. Reinados tan importantes polticamente hablando como son los de Omr y Jerobon II, que marcan los momentos de mayor esplendor en el reino del norte, se reducen en la pluma del dtr a los rasgos protocolarios del formulario habitual. En cambio, a los acontecimientos religiosos se les concede una extensin desproporcionada; vase, por ejemplo, todo lo referente al templo, al cisma religioso del reino del norte, a las historias de Elas y Eliseo porque encarnan la lucha contra la poltica paganizante de Ajab y Jezabel, a la desparicin del culto de Baal en Jud a la muerte de Atala, as como a las obras llevada a cabo en el templo por Jos (2 Re 11-12), a las reformas de Ezequas y Josas, etc. El dtr. no es un historiador preocupado por reconstruir el pasado tal como realmente sucedi, sino un telogo que desde su fe hace una lectura religiosa de la historia, sin prestar mayor atencin a los acontecimientos de carcter profano. La historia de la monarqua es primordialmente una teologa. El deuteronomista est empeado en demostrar que el trgico final de los dos reinos es la consecuencia lgica de la progresiva degradacin de los reyes, infieles casi todos ellos a las clusulas de la alianza, especialmente al primer mandamiento (monotesmo) y a la ley del nico santuario, tal como estn formulados en el Deuteronomio.

4.1.- Una historia proftica

La dimensin teolgica de 1-2 Reyes se hace perceptible y casi tangible en la abundancia de profetas que desfilan por sus pginas. Presentes a lo largo de toda la HD, los profetas son especialmente numerosos en 1-2 Re. De los cuarenta y siete captulos que suman los dos libros, veintids de ellos estn consagrados a relatos que tienen como protagonistas a profetas.[footnoteRef:4] [4: Natn (1 Re 1), Ajas de Silo (1 Re 11,29-39; 14,7-11), el hombre de Dios venido de Jud y el viejo profeta de Betel (1 Re 13), Jeh, hijo de Janan (1 Re 16); Elas (1 Re 17-2 Re 1), los cien profetas escondidos por Abdas (1 Re 18), un profeta annimo (1 Re 20), Miquas, Hijo de Yiml (1 Re 22), Eliseo (2 Re 2-13), la comunidad de profetas de Betel (2 Re 2), la comunidad de profetas de Jeric (2 Re 2), la comunidad de profetas de Guilgal (2 Re 4,38-41), un discpulo de Eliseo (2 Re 9), Jons, hijo de Amitay (2 Re 14,25), profetas en general (2 Re 21,10-15), Juld (2 Re 22), una nueva mencin de profetas en general (2 Re 23-24).]

Los profetas no solo revelan y sealan el curso y el sentido teolgico de la historia, sino que al mismo tiempo pronuncian vaticinios, orculos y profecas, que van encontrando cumplimiento en plazos de tiempo ms o menos largos. As, la divisin de la monarqua en dos reinos (1 Re 12,15) es el cumplimiento del anuncio hecho por Ajas de Silo, anuncio acompaado por el gesto del manto dividido en doce jirones (1 Re 11,29-39). La destruccin del santuario cismtico de Betel por obra de Josas (2 Re 23,15-18) es el cumplimiento de la palabra pronunciada por el hombre de Dios, venido de Jud tres siglos antes (1 Re 13,1-10).

En 1 Re encontramos repetido hasta 25 veces el esquema literario teolgico-literario de "vaticinio-cumplimiento", y 20 veces en 2Re.[footnoteRef:5] Esta red de vaticinios, orculos y profecas, con sus correspondientes cumplimientos, constituyen una verdadera infraestructra literario-teolgica, que da a los libros de los Reyes y a toda la HD unidad, cohesin y dinamismo. Entre los vaticinios y sus cumplimientos se crean otros tantos arcos de tensin que mantienen viva la atencin del lector y dan a la obra un cierto sentido dramtico. El arco de tensin entre el anuncio y el cumplimiento que puede abarcar a veces varias generaciones, como sucede por ejemplo entre 1 Re 17,92 y 2 Re 23,16-18. En otras ocasiones, sin embargo, la palabra se cumple inmediatamente (cf. 2 Re 1,6; 1,17). [5: Algunos de ellos: el exterminio de la casa y la dinasta de Jerobom (1 Re 15,29) es el cumplimiento de la maldicin pronunciada contra ella por Ajas de Silo (1 Re 14,2-18); la derrota y muerte de Ajab (1 Re 22,35-37) es el cumplimiento de la palabra pronunciada por Miqueas, hijo de Yiml (1 Re 22,17); el asalto de Nabucodonosor contra Jud y el rey Joaqun (2 Re 24,2) es el cumplimiento del castigo anunciado por los profetas a causa de los pecados de Manass (2 Re 21,10-15). El mal comportamiento de Sedecas, que provoc la ira de Dios y atrajo sobre el reino de Jud el castigo final (2 Re 24,20), es el cumplimiento del vaticinio pronunciado por la profetisa Juld (2 Re 22,15-17).]

Retroyeccin de la historia

La tcnica de proponer el presente como un cumplimiento y realizacin de una palabra pronunciada en el pasado es una figura histrico-literaria, que los especialistas suelen denominar . Consiste fundamentalmente en retrotraer al pasado el origen o la razn de ser de los acontecimientos actuales. Por ejemplo, toda la desilusin posterior que trajo consigo la monarqua, experimentada y sufrida durante largos aos, est presentada como una amonestacin hecha previamente por Samuel al pueblo, cuando Israel no tena rey (1 Sam 8,12). Igualmente, los abusos de la monarqua, que alcanzaron con Salomn unos de sus momentos ms extremos (1 Re 10,26-11,13), aparecen preanunciados en Dt 17,14-20, no solo antes de existir la monarqua, sino incluso antes de que las tribus entraran en la tierra prometida.

Particularmente significativa es en este sentido la presentacin que hace el Pentateuco de las leyes y las instituciones de Israel. Todos los cdigos legales del AT, junto con las instituciones correspondientes, son retrotrados al perodo anterior a la entrada en la tierra de Canan, para ser colocados dentro del marco de la alianza del Sina, a la sombra de Moiss, el legislador por antonomasia. La conquista de la tierra y la rotundidad de sus fronteras, que no fueron una realidad completa y total hasta los das de David y Salomn, son retrotradas al tiempo de Josu, con lo que quedan definidas por la misma autoridad del Dios que entrega la tierra al pueblo.

Eficacia de la palabra divina

La predileccin por el esquema obliga a veces a los autores a formular vaticinios y profecas all donde realmente no existan. Esto no debe interpretarse como un atentado contra el dogma de la inspiracin o contra la verdad de la Biblia, ya que se trata sencillamente de un recurso histrico-literario con intencionalidad teolgica. En realidad, bajo esta forma de presentar los acontecimientos de la historia, se haya subyacente la conviccin teolgica de los autores sagrados, segn la cual la historia en general, y muy especialmente la historia sagrada, no es ms que el desarrollo y la realizacin de la palabra de Dios pronunciada peridicamente por sus profetas (Am 3,7). En efecto, Dios es el dueo y seor de la historia, todo lo que acontece no es ms que la realizacin de su designio de salvacin y el cumplimiento de su voluntad. Todo ha sido previsto y querido por l. La historia no es fruto de la casualidad ni obra de la voluntad humana, sino que es producto y resultado de la palabra creadora y eficaz que Dios pronuncia.

Ejemplos de lo dicho anteriormente entre muchos otros son: el hecho de que la vida actual de las tribus y las caractersticas de cada una de ellas estn determinadas por las palabras, pronunciadas sobre ellas por Jacob y Moiss (Gen 49 y Dt 33). Y Jud tiene la supremaca sobre las dems tribus, porque as fue predicho por Jacob (Gen 49,10). Por otra parte, la tradicional enemistad entre edomitas (descendientes de Esa) y los israelitas (descendientes de Jacob) sera la realizacin de una palabra pronunciada por Dios sobre ellos en el momento mismo del nacer (Gen 25,22-23).Tener en cuenta todos estos recursos literarios y teolgicos nos ayudar a comprender mejor los textos bblicos.

4.2.- Alcance teolgico de los discursos y reflexiones del deuteronomista.

Ya sabemos que el dtr. ha jalonado su obra con discursos y reflexiones, que sealan el sentido teolgico de la historia. Dentro de 1-2 Re sobre salen algunos de ellos, a los que vamos a dedicar un poco de atencin.

Discurso de Salomn (1 Re 8)

1 Re 8 est enteramente dedicado a la fiesta de la inauguracin y dedicacin del Templo. Ocupa un lugar destacado en el conjunto de 1-2 Re, como culminacin de la seccin dedicada a la construccin del templo (1 Re 5,15-9,9). Est integrado por cinco unidades literarias, estructuradas en forma concntrica. La unidad central est constituida por la (1 Re 8,22-53), autntica piedra angular del captulo, que compendia y recapitula la teologa dtr. sobre el templo. Esta unidad central, por su parte, est encuadrada dentro de sendas bendiciones-acciones de gracias (1 Re 8,14-21; 8,54-61), que evocan las intervenciones salvficas de Dios en favor de su pueblo, las cuales culminarn en la construccin del templo. Recuerdan la frmula litrgica de la bendicion empleada por los sacerdotes (Num 6,23-26). La y las dos bendiciones estn, a su vez, enmarcadas dentro de otros dos relatos que hacen las veces de introduccin y conclusin, respectivamente (1 Re 8,1-13; 8, 62-66). Los hilos conductores de todos estos elementos giran siempre en torno al templo y al sentido que este tiene para la vida y la historia de Israel.

Discurso del Seor (1 Re 9,1-9)

En una nueva teofana, que recuerda la aparicin divina en Gaban (1 Re 3,14-15), el Seor se le hace presente a Salomn y le dirige un discurso, como respuesta a su oracin del da de la dedicacin del templo. Se trata de una composicin de cuo dtr., que repite una vez ms la clsica interpretacin de la historia, propia de esta escuela, referida en este caso a la destruccin del templo y a la cada de Jerusaln. El deuteronomista se remonta a los orgenes del templo y pone en boca de Dios la explicacin ltima de los dolorosos acontecimientos. En efecto, el templo nunca fue un salvoconducto incondicional de inmunidad, sino que desde sus orgenes estuvo sometido a las exigencias de la alianza y a la dialctica de maldiciones y bendiciones. La proteccin divina emanada del templo exiga la fidelidad de los reyes y del pueblo; el castigo posterior sancionaba su infidelidad.

Literariamente, el discurso del Seor se estructura en tres partes. La primera se refiere especficamente al templo y concreta la naturaleza y forma de la presencia divina: el Nombre de Dios, sus ojos y su corazn estn siempre presentes en el templo como expresin de su divinidad, dispuesta a dejarse invocar, a mirar misericordiosamente a los suyos y a escuchar (1 Re 9,3). La segunda parte se centra en la promesa dinstica (2 Sam 7), formulada aqu en trminos condicionales referidos a la observancia de la ley y de la alianza; a una observancia integral y perfecta se promete un trono perpetuo en el trono de Israel (1 Re 9,4-5). La tercera y ltima desarrolla las consecuencias del incumplimiento de la ley, consecuencias que afectan, no solo a la dinasta davdica y a sus reyes, sino tambin a todo el pueblo y al mismo templo (1 Re 9,6-9). Se ofrece as una razn expresa de la cada de Jerusaln y de sus trgicas consecuencias. El exilio, lejos de ser una experiencia incomprensible, es algo tan lgico en sus causas teolgicas que, incluso los que lo ven desde fuera, lo pueden entender (1 Re 9,8-9; cf. Dt 29,22-28; Jer 22,8-9).

Reflexin teolgica sobre la cada de Samaria (2 Re 17,7-23)

La cada de Samaria y la desaparicin del reino del norte son el marco histrico que encuadra una de las reflexiones teolgicas ms tpicamente deuteronomistas en 1-2 Re. De manera extensa y rotunda, el deuteronomista proclama su tesis de siempre: la cada y desaparicin de Samaria tiene razn de castigo por las reiteradas infidelidades y pecados de los reyes y del pueblo. Al pecado de Jerobon, que viene a ser como el pecado original que vicia a todos los reyes del norte, se aaden otras consideraciones, procedentes de los crculos profticos especialmente Jeremas y de los autores del Deuteronomio. Estas reflexiones profticas se refieren, sobre todo, a los cultos idoltricos en todas sus formas y manifestaciones, al sincretismo religioso, a los sacrificios humanos, a las cadas y recadas del pueblo en los mismos pecados, sin prestar atencin ni dar odos a la voz de los profetas que lo llamaban una y otra vez a la conversin. Segn el dtr. la cada de Samaria y la desaparicin del reino es el cumplimiento de las palabras pronunciadas reiteradamente por los profetas de parte de Dios. Este es un aspecto en el que el dtr., insiste a lo largo de su obra, por cuanto en l radica su concepcin de la historia.

Reflexin sobre el reinado de Manass (2 Re 21,2-18)

El dtr. haba hecho ya extensibles sus reflexiones teolgicas sobre la cada de Samaria al reino de Jud (2 Re 17,19). No obstante ahora centra su atencin exclusivamente en el reino del sur y le dedica un comentario teolgico muy similar a las reflexiones de 2 Re 7-23. El juicio sobre Manases, el ms negativo de todas sus valoraciones sobre los reyes del sur, viene a ser como una recapitulacin de las causas que ha conducido a Jud a esta situacin crtica. A causa de los pecados de Manass y del pueblo, Jud est apunto de correr la misma suerte que corri Israel. En este sentido, 2 Re 21,2-18 es la continuacin de 2 Re 17,7-23 y, en parte, 2 Re 21 est construido sobre 2 Re 17. El orculo de condenacin sobre Jud a causa de los pecados de Manass (2 Re 21,12-15) se repite, con algunas variantes, hasta cuatro veces 2 Re 22,16-17 (orculo de Juld); 23,26-27 (conclusin del reinado de Josas); 24,2-4 (Joaqun); 24,20 (Sedecas).

4.3.- El David de la teologa

En 1-2 Reyes David ya no es solo el rey ideal, sino que se ha convertido en el paradigma o prototipo de acuerdo con el cual son tratados y juzgados los dems reyes, empezando por su propio hijo Salomn.

As, Salomn, como si no tuviese personalidad propia, autnoma e independiente, es evaluado y enjuiciado por referencia a David, el cual es considerado como el canon o la medida a la que han de ajustarse los dems reyes. En efecto, Salomn se sent en el trono de David para que se cumpliese lo que Dios haba prometido a su padre por medio del profeta Natn (1 Re 2,12.14; 3,6-7); la suerte de Salomn, y la de todo el pueblo de Israel, depende de seguir o no seguir el camino trazado por David (1 Re 9,4-5; 3,14; 6,12). Es verdad que Salomn cay en graves pecados (1 Re 11), sin embargo, , la divisin del reino no tendr lugar en vida de Salomn (1 Re 11,12), ms an, el reino no se apartar de la tribu de Jud (1 Re 11,13.32.34; 15,4; 2 Re 8,19).

No slo los reyes del sur, pertenecientes todos ellos a la dinasta de David, sino incluso alguno del norte, como Jerobon, es evaluado de acuerdo con el paradigma de David (1 Re 11,38); el no seguir a David atrae el infortunio sobre la casa de Jerobon y sobre el reino del norte. De los reyes del sur, Ezequas es uno de los pocos que alcanzan el ideal davdico: Hizo lo recto a los ojos del Seor enteramente como David su padre (2 Re 18,3), por eso, en consideracin a su propio nombre divino y en atencin a David, proteger la ciudad de Jerusaln (19,34; 20,5-6). Y Josas, lo mismo que Ezequas, alcanza plenamente el ideal (2 Re 22,2).

El ideal davdico no solamente da unidad a 1-2 Re, sino que adems mantiene viva la esperanza, incluso en los momentos ms crticos, por ejemplo, cuando se produce la divisin de la monarqua a la muerte de Salomn o cuando suben al trono reyes que se desvan del prototipo David. Mientras no se apague su lmpara, no hay nada definitivamente perdido.

4.4.- Teologa de Elas

Elas es una de las figuras ms relevantes de la Biblia. Desborda el marco de su tiempo y su influencia se proyecta hasta el NT. Dentro de 1-2 Re su obra se deja sentir con fuerza en el terreno social e institucional y, sobre todo, en el orden religioso y teolgico. En este ltimo mbito, Elas es la personificacin del yahvismo contra el baalismo. Vive y defiende la fe yahvista en todos los frentes, ante los profetas de Baal y ante los reyes, dentro y fuera de Israel, en tierra extranjera y en tierra pagana, con la palabra y con signos y milagros. Concretamente, los milagros de Elas son muy significativos, pues atacan al baalismo en su raz: el dios cananeo y fenicio Baal era considerado dios de la lluvia, con dominio sobre la fertilidad de los campos y sus frutos. Elas mantiene a raya la lluvia y multiplica la harina y el aceite no solo en Israel, sino en la propia Fenicia, donde Baal ejerca su soberana. Por eso, al realizar todos estos prodigios y hacerlos en nombre de Yahv, proclama de palabra y con obras la absoluta soberana de Yahv, el Dios de Israel.

Dos salidas hace Elas de Palestina, las dos con largo alcance teolgico, una a Fenicia y otra al monte Horeb. La Salida hacia Fenicia y sus intervenciones en esta tierra proclaman implcitamente la universalidad de Yahv, puesto que su presencia y sus poderes no se limitan a las fronteras de Israel. Pero hay que dar un paso ms. El desplazamiento de Elas a Fenicia, que es la tierra de Baal, quiere demostrar el poder y la victoria de Yahv sobre l. La presencia de la sequa equivale a considerar a Baal muerto, incapaz de socorrer a hurfanos y a viudas, que era lo propio de los dioses y los reyes. En efecto, no puede proporcionar harina y aceite a la viuda de Sarepta y a su hijo hurfano. Yahv, sin embargo, all donde Baal est reducido a la impotencia (donde ha muerto), en los propios dominios de Baal, multiplica la harina y el aceite y devuelve la vida a los muertos. La intencionalidad ltima de 1 Re 17 es proclamar el triunfo de Yahv, el triunfo de la vida sobre la muerte.

Por otra parte, la peregrinacin de Elas al Horeb significa la vuelta a las races. All haba tenido lugar la grandiosa teofana de Yahv. All se haba dado a conocer a Moiss. All le haba sido revelado su nombre. All se haba sellado la alianza, por la que Yahv se convirti en el Dios de Israel y ste en el pueblo de Dios. La peregrinacin al Horeb es, por tanto, todo un gesto proftico, que simboliza, por una parte, la apostasa del pueblo abandonando la fe yahvista para irse detrs de Baal y, por otra, la necesidad de volver a los orgenes (1 Re 19).

4.5.- La teologa del templo

El templo es uno de los ejes temticos que vertebran 1-2 Re. Literalmente, el tema del templo forma una gran inclusin, que se abre con la construccin del templo por Salomn (1 Re 5-9) y se cierra con la destruccin del mismo a manos de Nabucodonosor (2 Re 25,8-17). Entre stos dos extremos antitticos, encontramos en 1-2 Re una serie de momentos verdaderamente importantes para la historia y el significado del templo. Entre ellos merece la pena destacar los tres siguientes: primero, la elevacin de los santuarios de Dan y Betel a la categora de centros oficiales de culto cismtico frente al templo de Jerusaln (1 Re 12,26-33); despus, la distinta actitud de los reyes de Jud frente al templo: profanaciones por parte de Acaz y Manases (2 Re 16; 21), contrarrestadas por las reformas purificadoras de Ezequas y Josas (2 Re 18; 22-23); finalmente, la supresin de los santuarios de provincias y la centralizacin del culto en el templo de Jerusaln por obra de Josas (2 Re 22-23), medida esta de capital importancia, porque el dtr. la eleva a categora absoluta y la convierte en canon y criterio, segn el cual evaluar y juzgar a todos y cada uno de los reyes.

Por lo dems, en todas las religiones e templo es el lugar sagrado, donde se hace presente la divinidad en medio de los hombres, para facilitar la comunin mutua e intercambiar bendiciones y servicio cultual. En sus relaciones con la divinidad, el ser humano ha sido siempre consciente de la dialctica existente entre trascendencia e inmanencia. Precisamente este es uno de los temas que trata Salomn en el sermn pronunciado en la fiesta de la inauguracin del templo: Acaso puede habitar Dios en la tierra? Si el universo en toda su inmensidad no te puede contener, cunto menos este templo construido por mi! No obstante, atiende, Seor Dios mo, la oracin y la splica que tu siervo te dirige hoy; ten tus ojos abiertos noche y das sobre este templo, al que te referiste diciendo: Aqu se invocar mi nombre (1 Re 8,27-29). Conviene no olvidar que expresiones como , , son rodeos eufemsticos para salvaguardar la trascendencia divina. De ah la preferencia por describir al templo como el lugar en el que Yahv hace habitar su Nombre o su gloria; un recurso parecido al de la imagen de la , para velar la divinidad de Dios, mostrando un inmenso respeto hacia su dimensin trascendente (ver 1 Re 8,10-13. 14-21.22-29)

Los libros de los Reyes