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Valoración Ultrasonografica de La Hepatopatia Crónica

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VALORACIÓN ULTRASONOGRÁFICA DEL ESTADIO DE LA HEPATOPATÍA CRÓNICA Manuel Alberto Macías Rodríguez, Paloma Rendón Unceta, Leopoldo Martín Herrera. Servicio de Aparato Digestivo. Hospital Puerta del Mar. Cádiz INTRODUCCIÓN La ultrasonografía (US) es una técnica ampliamente utilizada en el estudio de pacientes con sospecha o evidencia de enfermedad hepática, de obligada indicación tras la realización de la anamnesis y exploración física, simultáneamente a las pruebas analíticas dirigidas al establecimiento de la causa del proceso y antes de cualquier otra intervención diagnóstica o terapéutica. Esto es así por su inocuidad, bajo coste, accesibilidad y reconocida utilidad.

El diagnóstico de esteatosis o de una cirrosis descompensada es relativamente fácil de realizar a partir de una amplia semiología ecográfica bien definida. Por el contrario, la aportación de la US a la determinación del estadio histológico en pacientes con una enfermedad crónica sin los indicios habituales de disfunción hepática ni hipertensión portal es menos evidente, siendo ésta quizá la indicación más solicitada en el momento actual, y de especial importancia pues aproximadamente el 25 % de los pacientes sometidos a biopsia hepática en el estudio de una hipertransaminasemia mantenida, en estas circunstancias, tienen ya una cirrosis hepática no sospechada.

La laparoscopia es la técnica de mayor precisión en el diagnóstico de cirrosis hepática, pero apenas realizada en la actualidad con esta finalidad. En nuestros días, la biopsia hepática percutánea se considera el método de elección en la estadificación de la hepatopatía crónica, pero se debe tener en cuenta que presenta una discordancia entre muestras de un mismo hígado que puede alcanzar el 50 % y una tasa de falsos negativos del 24-50 %, sobre todo en casos de cirrosis macronodular. De hecho, dos estudios prospectivos y ciegos sobre pacientes con hepatopatía crónica sin los indicios habituales de insuficiencia hepática ni hipertensión portal sugieren que alrededor del 30 % de los diagnósticos ecográficos de cirrosis no confirmados tras la realización de una biopsia hepática son realmente falsos negativos de esta última.

SEMIOLOGÍA ECOGRÁFICA

Esteatosis hepática La infiltración grasa de los hepatocitos da lugar a una serie de cambios

en la imagen ecográfica del hígado que se correlacionan con la intensidad del depósito: la esteatosis leve produde un aumento en la ecogenicidad del parénquima (hígado brillante) respecto a la cortical renal, con escasa distorsión de su ecoestructura (grano fino), que hace difícil su distinción del parénquima normal; en la esteatosis moderada, el aumento de la ecogenicidad es mayor y se añade una disminución en la visualización de los vasos intrahepáticos y el

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diafragma (atenuación del sonido); la esteatosis intensa da lugar a un hígado intensamente ecogénico con ausencia de visualización de su vascularización, el diafragma y las porciones posteriores del lóbulo derecho.

El patrón ecográfico de la esteatosis se debe distinguir de las alteraciones ecográficas provocadas por la fibrosis; si bien se debe tener en cuenta que ambas alteraciones pueden coexistir, la fibrosis da lugar a un aumento de la ecogenicidad con distorsión de la ecoestructura hepática (grano grueso) y sin atenuación del sonido. La atenuación del sonido es, al menos en parte, producida por el mayor número de interfases que provocan las vacuolas grasas hepatocitarias, las cuales dan lugar a una mayor dispersión del haz ultrasónico. Esto explica el hecho de que en algunos casos de esteatosis masiva la atenuación del sonido sea escasa, pues el grado de infiltración por vacuolas grasas es tal que hace que el número de interfases sea menor.

La capacidad de la ecografía para establecer el diagnóstico de esteatosis varía ampliamente según los estudios, con un 60-100 % de sensibilidad y 56-95 % de especificidad. La sensibilidad es muy elevada en casos de esteatosis moderada e intensa, pero decae notablemente en el diagnóstico de esteatosis leve (30-69 %).

Cirrosis hepática El diagnóstico ecográfico de cirrosis se basa en la existencia de

alteraciones en la ecoestructura hepática (tabla 1) y signos ecográficos de hipertensión portal (tabla 2). La importancia relativa de cada uno de ellos depende de la situación clínica concreta y del estadio evolutivo.

Superficie hepática irregular: este signo es de gran utilidad para

demostrar el origen cirrótico de una ascitis no filiada o cuando se realiza la exploración con transductores de elevada frecuencia (7,5 MHz); por el contrario, cuando se emplean sondas convencionales en pacientes sin ascitis presenta una variable sensibilidad, aunque constituye uno de los signos de obligada investigación. Se debe explorar la superficie hepática en las porciones próximas al transductor, a nivel de la interfase con riñón y vesícula biliar y en el borde posterior del lóbulo izquierdo. En general, la valoración de la irregularidad en la superficie se ve ayudada por la demostración de un parénquima subyacente heterogéneo o francamente nodular. Su especificidad es muy elevada pero se debe descartar la posibilidad de infiltración metastásica hepática difusa de pequeños nódulos.

Alteración en la ecoestructura hepática: aunque su ausencia no

excluye la existencia de una cirrosis, es un hallazgo que se correlaciona con la progresión de la fibrosis. El hígado aumenta de ecogenicidad, se hace heterogéneo o muestra una imagen francamente nodular, asociada a notable distorsión y afilamiento de los vasos intrahepáticos. Su valoración está dotada de una notable subjetividad y variable especificidad.

Anomalías en la morfología hepática: la hepatomegalia es un hallazgo

carente de especificidad y la atrofia, sobre todo del lóbulo derecho, está presente sólo en fases avanzadas. De mayor utilidad resulta la medida del lóbulo caudado, cuyo aumento es muy sugestivo de la existencia de una cirrosis. Cuando el cociente entre las medidas lateromediales de lóbulo

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caudado y derecho supera el valor de 0,65 se establece el diagnóstico de cirrosis con sensibilidades entre el 43 y 87 % y especificidad superior al 95 %. Son, no obstante, medidas a veces de difícil determinación y sólo demostradas de utilidad cuando se incluyen pacientes con cirrosis avanzada. De mayor sencillez y utilidad puede resultar la valoración aislada del tamaño del lóbulo caudado, cuya sensibilidad en el diagnóstico de cirrosis clínicamente silente ronda el 50 % con especificidad por encima del 90 %. Se consideran patológicas una medida superior a 35 mm de diámetro anteroposterior y de 50 mm en el craneocaudal.

Aplanamiento de la onda de flujo de las venas suprahepáticas: en

ausencia de cardiopatía o síndrome de Budd-Chiari, la presencia de un trazado aplanado es muy sugestiva de la existencia de cirrosis, pero exige rigor en la técnica de medición, que se debe realizar en espiración, con una buena visualización del vaso y alejado de su desembocadura en la vena cava inferior. Su sensibilidad y especificidad son muy variables en los diferentes estudios.

Circulación colateral: es el único signo ecográfico específico de la

existencia de hipertensión portal, pero su prevalencia en estos pacientes es muy variable (15-80 %), siendo poco frecuente en pacientes con enfermedad silente. Debe ser buscada sistemáticamente, siendo las vías más frecuentes la umbilical y la gástrica izquierda. Cuando se visualice esta última (por detrás del lóbulo izquierdo hepático), se debe valorar su calibre y, sobre todo, dirección de flujo, pues no es infrecuente demostrarla con un diámetro inferior a 5 mm y flujo hepatópeto de manera fisiológica en sujetos delgados. Otras colaterales a explorar son las espleno-renales y gástricas cortas en el hilio esplénico, y varices císticas en la pared vesicular.

Dilatación del sistema portal: a nivel de las venas esplénica,

mesentérica superior o porta, siendo esta última la mejor estudiada y de menor variabilidad. Un calibre portal mayor de 12-13 mm (según los estudios) permite establecer el diagnóstico de cirrosis con especificidad superior al 90 % y sensibilidad por encima del 50 %. La medida debe realizarse antes de la entrada del vaso en el parénquima hepático y a distancia de la confluencia esplenomesentérica, generalmente donde se cruza la arteria hepática. Se ha demostrado una ausencia de modificación del calibre de las venas esplénica y mesentérica superior con la respiración, a diferencia de lo que sucede en sujetos sanos, por lo que es aconsejable su medida en espiración forzada. Sin embargo, pocas veces aportan estas determinaciones datos añadidos a la valoración del calibre portal.

Disminución de la velocidad de flujo portal: es un hallazgo habitual

en casos de cirrosis avanzada, pero inconstante en fases iniciales. Existe, además, una notable superposición en los valores determinados en pacientes sin y con cirrosis; no se puede garantizar que los valores con utilidad diagnóstica en los estudios realizados, sean los de mayor utilidad para otros aparatos y exploradores, dada la notable variabilidad existente para estas determinaciones. Dos estudios con un diseño correcto la incluyen entre las medidas de mayor utilidad en la predicción de cirrosis en la hepatopatía compensada, con 12 cm/seg como el mejor valor de corte. El resultado debe

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ser la media de al menos 3 determinaciones en la vena porta extrahepática, realizadas en ayunas, en decúbito supino, con una adecuada visualización de la misma, a distancia de la confluencia esplenomesentérica, tomadas con un ángulo de insonación entre 30º y 60º y un volumen muestra de 2/3 del diámetro del vaso.

Otros signos indirectos de hipertensión portal: la esplenomegalia y la

ascitis son hallazgos frecuentes pero no específicos de la cirrosis hepática. Esta última puede facilitar la demostración de una superficie hepática nodular, haciendo extremadamente fiable el diagnóstico de cirrosis si se excluye la existencia de una infiltración metastásica hepática multinodular. En casos de ascitis de origen no evidente, además de la superficie hepática se debe valorar la pared vesicular, pues su engrosamiento es muy sugestivo de que la misma sea debida a hipertensión portal.

Hepatopatía crónica sin cirrosis No existen estudios adecuados para valorar el grado de actividad

necroinflamatoria o la presencia de fibrosis mediante ecografía, pero la presencia de cualquier anomalía ecográfica hepática (excepto la hepatomegalia) en pacientes con hepatopatía crónica debe hacer considerar muy probable la existencia de fibrosis en diferentes estadios, y se debe considerar en estos casos como posible la existencia de una cirrosis aunque carezcamos de criterios ecográficos suficientes para asegurar su diagnóstico. Esto es especialmente cierto para discretas alteraciones en la superficie o ecoestructura hepática, así como para la demostración aislada de disminución en las oscilaciones del flujo en las venas suprahepáticas o de la velocidad de flujo portal.

UTILIDAD DE LA ECOGRAFÍA EN LA PREDICCIÓN DE CIRROSIS EN PACIENTES CON HEPATOPATÍA CRÓNICA SILENTE La gran mayoría de los trabajos que abordan la semiología ecográfica de la cirrosis hepática han incluido pacientes con enfermedad clínicamente evidente (con ascitis, ictericia, malnutrición,…) o han comparado los hallazgos con los de un grupo control formado por sujetos sin enfermedad hepática, lo que impide extrapolar los resultados a pacientes con una hepatopatía “silente”. Cuatro estudios han abordado esta situación, con resultados sólo parcialmente concordantes, pero coincidiendo en una elevada precision diagnóstica para afirmar o descartar la existencia de cirrosis. Lin y cols. analizaron la utilidad de la valoración conjunta de la superficie hepática, su ecoestructura, la nitidez en la visualización de los vasos intrahepáticos y el tamaño del bazo en un estudio prospectivo de seguimiento de pacientes con hepatitis crónica y biopsias seriadas hasta la aparición de cirrosis. Aplicando una escala de puntuación (tabla 3) establecieron el diagnóstico de cirrosis con una sensibilidad y especificidad del 82 y 80 %,

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respectivamente, cuando se establecía en 7 puntos el valor de corte, y del 45 y 93 % cuando se elevaba a 8 puntos. Cioni y cols analizaron mediante un modelo de regresión logística la utilidad de 11 variables analíticas y ecográficas en el diagnóstico de cirrosis en 114 pacientes con hepatopatía compensada. Sólo la trombopenia, el tamaño del bazo y la velocidad máxima del flujo portal mostraron valor predictivo independiente, de manera que el 98 % de los pacientes con al menos 2 de estas determinaciones con valores anormales tenían una cirrosis, estadio que sólo se demostró en el 4 % de aquellos con las tres variables dentro de la normalidad. Gaiani y cols. aplicaron un análisis discriminante a la valoración conjunta de 7 variables ecográficas en 212 pacientes con hepatopatía crónica (tamaño hepático, superficie, relación entre lóbulo derecho y caudado, ecoestructura, calibre portal, tamaño esplénico y velocidad de flujo portal), en un estudio con una metodología excelente e incluyendo una valoración externa de los resultados. Observaron que con la consideración de sólo la superficie hepática y la velocidad de flujo portal establecieron el diagnóstico de cirrosis con sensibilidad del 82 % y especificidad del 80 %, que no fueron mejoradas con la adición de otras variables al modelo. Macías y cols. valoraron conjuntamente la utilidad de las 14 variables ecográficas que se han considerado de utilidad en la estadificación de la hepatopatía crónica en un estudio prospectivo y ciego sobre 113 pacientes sin indicios de insuficiencia hepática ni hipertensión portal conocida, remitidos para laparoscopia o biopsia hepática. Ningún paciente presentó ascitis ecográfica. Ninguno de los parámetros del estudio doppler permitió distinguir a los pacientes cirróticos. Mediante análisis de regresión logística múltiple, sólo la alteración de la ecoestructura hepática, el calibre portal y el tamaño del bazo alcanzaron valor predictivo independiente para el diagnóstico de cirrosis. Tras conformar una escala de puntuacion con estas 3 variables (tabla 4), se pudo establecer el diagnóstico de cirrosis con sensibilidad del 80 % y especificidad del 92 % empleando un valor de corte ≥ 2. BIBLIOGRAFÍA

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Tabla 1: Anomalías hepáticas sugestivas de cirrosis

Superficie hepática irregular Anomalías en la ecoestructura Alteraciones en la morfología Alteración de la onda de flujo de las venas suprahepáticas

Tabla 2: Signos ecográficos de hipertensión portal

Circulación colateral Dilatación del sistema portal Disminución de la velocidad de flujo portal Ascitis Esplenomegalia Engrosamiento de la pared vesicular

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Tabla 3: escala de puntuación de Lin y cols. para el diagnóstico de cirrosis

Puntuación Variable ecográfica 1 2 3 Superficie Normal Irregular Nodular Ecoestructura Normal Heterogénea Nodular Vasos intrahepáticos

Normales Irregulares Estrechados

Tamaño esplénico Normal Aumentado Tabla 4: escala de puntuación de Macías y cols. para el diagnóstico de cirrosis

Puntuación Variable ecográfica 0 1 2

Ecoestructura Normal Granular/Brillante Nodular Calibre vena porta < 12 mm ≥ 12 mm Tamaño esplénico < 50 cm2 ≥ 50 cm2