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Valorando nuestra manera de evaluar y habitar el mundo

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Cuando la Administración Educativa nos habla de evaluar… casi todo suena a obstáculo. Son palabras habituales en la legislación sobre evaluación algunas como titulación, promoción, informe, requisito, norma, criterio, programación, calificación positiva o negativa, repetición, recuperación, acta… Cuando yo reflexiono sobre el término evaluar más bien lo relaciono con valorar – en el sentido de poner en valor – el trabajo de nuestros alumnos para su mejor comprensión de la tarea, de sus esfuerzos, de los productos de su trabajo, y en el caso de la actividad que voy a exponer en este artículo, de su manera de estar en el mundo

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Cuando la Administración Educativa nos

habla de evaluar… casi todo suena a obstáculo.

Son palabras habituales en la legislación sobre

evaluación algunas como titulación, promoción,

informe, requisito, norma, criterio, programación,

calificación positiva o negativa, repetición, recupe-

ración, acta… Cuando yo reflexiono sobre el térmi-

no evaluar más bien lo relaciono con valorar – en el

sentido de poner en valor – el trabajo de nuestros

alumnos para su mejor comprensión de la tarea,

de sus esfuerzos, de los productos de su trabajo,

y en el caso de la actividad que voy a exponer en

este artículo, de su manera de estar en el mundo.

Este artículo surge del encuentro de dos

amigos en un congreso de Buenas Prácticas Edu-

cativas con las TIC. De la capacidad de atreverse a

Francisco Jesús Montero Arranz

Ingeniero Industrial del ICAI. Profesor de

Tecnología, Informática y Matemáticas en el Colegio

Ntra. Sra. de la Merced. Madrid.

Valorando nuestra manera dehabitar el mundo¿Y si evaluamos poniendo en valor lo que hacemos?

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u proponer, de la costumbre de seguir dando vueltas

a lo que cada día intentamos poner en práctica en

las aulas y de la decisión de seguir soñando con que

siempre podemos hacer las cosas mejor.

En mis comienzos como profesor de secun-

daria, allá por el año 1998 –uff-, recuerdo que me

inscribía a cursos de evaluación, con el objetivo de

ver si iba a ser capaz de aplicar la recién estrenada

LOGSE, ya que para mí evaluar en aquel momento

me parecía -y a veces me sigue pareciendo- una

de las facetas más difíciles de mi profesión. Caían

como una losa términos como evaluación diag-

nóstica, procesual, sumativa, continua, acreditativa,

criterial, formativa, propedéutica, terminal..., que yo

no lograba comprender del todo, ni sabía poner en

práctica. ¡Qué complicado resultaba ser riguroso y

metódico tomando notas continuas de las observa-

ciones en el aula!

En aquellos cursos de formación oí hablar por

primera vez de la atención a la diversidad, un con-

cepto que me sonó sorprendente y que me hizo te-

ner la sensación de que esto de la educación iba a

ser precioso y apasionante. ¡Qué oportunidad poder

valorar de una manera diferente a alumnos que son

diferentes, con sus capacidades o discapacidades,

con diferentes situaciones familiares o personales, o

que viven con una cierta fragilidad social! ¡Qué bien

poder discriminar a algunos de mis alumnos/as de

manera positiva! ¡Qué suerte que evaluar intentando

ser justo no significara necesariamente aplicar crite-

rios clónicos modelo “café para todos”!

En aquel momento, poner notas suponía para

mí un cierto vértigo: de sentirme por encima del bien

y del mal, de tener la eterna duda de no saber si

estabas siendo objetivo, justo, si estabas evaluando

con una técnica correcta… Evaluar era (es) toda una

responsabilidad.

Sobre mi manera de evaluar

Con el paso de los años, he ido “relajando la

disciplina” y construyendo un método personal de

evaluación (personal ≠ propio, pues buena parte de

las herramientas que utilizo son conocidas y habi-

tuales entre mis colegas, no creo que haya que in-

ventar nada). Así, al pasar el tiempo, he ido incorpo-

rando poco a poco y en algunas actividades nuevos

instrumentos y herramientas de evaluación tan co-

nocidos hoy en día como las rúbricas de evaluación,

los portfolios, la auto, hetero y coevaluación; y otros

más personales como la “evaluación por emocio-

nes”, incorporando una pictografía propia que inclu-

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ye una especie de emoticonos en

mi cuaderno de notas. ¿Se puede

evaluar con sentimientos? (véase la

imagen). He ideado acrónimos para

ciertas ocasiones como “PSP”, que no es una Play

Station Portable, si no que indica cuando un traba-

jo de un alumno está “para salir del paso”; “ASA”,

cuando un alumno a hecho un trabajo realizándo-

lo “a su aire”, sin atender a las pautas que se le

habían marcado, o “LDL”, que no es una famosa

cadena de supermercados, si no que indica cuan-

do un alumno se limita a copiar “lo del libro”, sin

haber investigado mucho sobre el tema que se le

pedía… Incluso este curso he incorporado dos se-

llos de caucho con unas manitas estilo Facebook

que marcan mi Like o Dislike. No sé si será un mé-

todo muy ortodoxo de trabajo, pero creo que todo

esto ayuda al alumno a comprender cómo valoras

lo que hace.

Llevo unos años diciendo que mis programa-

ciones didácticas son un documento vivo; y así lo

creo, sinceramente. A veces los docentes nos sen-

timos un poco atados a los criterios de evaluación

que consignamos en ellas. Entiendo que, cuando

ideamos actividades, éstas deben tener objetivos

y criterios de evaluación claros, que respondan

a programaciones coherentes de las áreas que

impartes, pero por otro lado pienso que siempre

debe haber un hueco para la creatividad –del pro-

fesor- y la improvisación –también del profesor- en

función de lo que durante un proyecto o actividad

va surgiendo al hilo de los contenidos tratados. A

veces incluso les encomiendo tareas que yo aún

no he aprendido a hacer, y lo aprendo con ellos/

as. Esto ocurre sobre todo en informática, esa área

en la que surgen herramientas nuevas casi a cada

rato. Nos toca educar para un mundo que no sa-

bemos cómo será ¿por qué enseñar unos conte-

nidos totalmente cerrados? Según va pasando el

tiempo, me voy sintiendo más libre en este senti-

do. Igual algún día alguien desde la Administración

Educativa me “dará un capón”. Pienso que no es

necesario tenerlo todo bajo control.

Desde hace unos años, a mis alumnos/as

de 4º ESO les suelo decir al inicio de curso lo si-

guiente: “yo no estoy aquí para bloquear la vida

de nadie”, “el trabajo y el esfuerzo suelen gene-

rar éxito, no estéis siempre tan pendientes de la

nota”. Les digo: “Aprendamos nuevos contenidos,

investiguemos, seamos creativos, disfrutemos con

lo que hacemos, intentemos valorar por nosotros

mismos lo que hacemos, saquemos conclusiones

de nuestros trabajos”. Según mi opinión, eso es

aprender y formarse como persona. Y creo que

surge efecto: suelo tener en algunas áreas un

100% de aprobados.

¿Y quién dijo que siempre haya que hacer

exámenes –esto es casi una lucha interior-? ¿Y por

qué poner calificación a todo? En ocasiones pre-

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u fiero evaluaciones más cualitativas. Mis alumnos/

as a veces se enfadan cuando les devuelvo sus

trabajos con una colección de “caritas” tristes, ale-

gres, serias o enfadadas que indican, a mi modo

de entender, su esfuerzo, la presentación de los

contenidos, la organización del trabajo, el grado

de profundidad de lo investigado, la calidad-varie-

dad de sus fuentes de información, la creatividad

de sus producciones, las diversas formas de pre-

sentar la información, la bibliografía o webgrafía,

su manera de atender, trabajar o estar en el aula…

“¿Pero qué nota tengo?”, me preguntan. Porque la

calificación numérica es lo que les deja tranquilos,

y les ayuda a ubicarse. Pero valorar solamente con

un número, a mí me parece una apreciación muy

pobre. Con el tiempo se acostumbran, no les que-

da otra.

Por supuesto que esta particular manera de

valorar no es siempre así. Reconozco que como

profesor de matemáticas soy bastante más con-

vencional; tener encima a un sistema educativo, a

una sociedad y a unas familias que van a juzgar a

tus alumnos con un número capaz de discriminar

qué estudios van a poder realizar en el futuro, es

una carga demasiado pesada para mí.

Estamos acostumbrados a calificar a nues-

tros alumnos/as por una prueba escrita, un trabajo

o una tarea concreta. El sistema nos pide poner un

número. Nos cuesta más valorar una competencia

o un desempeño, qué difícil salir de ese círculo.

“Habitar el mundo”

Durante tres semanas del mes de Octubre

de 2012 mis alumnos de 4º de ESO estuvieron tra-

bajando desde el área de Tecnología la actividad

que llamé “Habitar el mundo”. La metodología de

trabajo fue la del PBL- ABP (Personal Learning En-

vironment - Aprendizaje Basado en Problemas). Se

trataba de trabajar un problema que los alumnos

debían resolver. Tuve la suerte de contar con unos

alumnos tremendamente motivados, que con unas

pocas pautas de trabajo por mi parte se mostraron

completamente autónomos y organizados.

Les planteé una buena colección de cues-

tiones para que se plantearan, desde un punto

de vista personal, cuál era su manera de habitar

el mundo, asumiendo compromisos personales.

Se entremezclaban temas tan variados como de-

sarrollo sostenible, la contaminación, el cambio

climático, la organización de las ciudades, el aho-

rro energético, la austeridad en el consumo según

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nuestras necesidades personales, la diferencia de

oportunidades a la hora de acceder a la tecnología,

la huella ecológica, las conocidas 3 R’s (reducir,

reutilizar y reciclar), la arquitectura bioclimática…

La tarea no era nada fácil. Un problema en-

marañado, sin un objetivo concreto ni una hoja de

ruta con cuestiones a responder. Eso iba a requerir

de organización, creatividad, esfuerzo, trabajo co-

operativo…

Les di a los alumnos mucha libertad para

elegir los contenidos en los que se querían centrar,

para realizar producciones en el formato que qui-

sieran utilizar. Y esto resultó un gran aliciente para

ellos, por que realizaron trabajos muy variados e

innovadores para ellos, con herramientas que no

habían utilizado nunca.

Aprovechamos una visita al museo Cosmo-

caixa para iniciarnos en el tema, realizando un ta-

ller de sostenibilidad y una visita guiada a la expo-

sición “Las 3 R’s”.

Siempre me sorprende la facilidad que tienen

para aprender nuevas herramientas. Se convirtie-

ron en expertos en mapas conceptuales (Cmap

Tools), nubes de palabras (Tagxedo), documen-

tos colaborativos en formato procesador de tex-

to y formularios de adquisición de datos (GDocs),

presentaciones (Prezi), realización de infografías

(Piktochart), realización de entrevistas y edición de u

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au las mismas en Audio (Audacity), edición de vídeo

(Windows Movie Maker), herramientas de produc-

tividad (Kanban2go), publicación del proceso de

trabajo en un blog (blogger). Cada día que pasaba

me llevaba una agradable sorpresa. Buena parte

de estas herramientas ni siquiera las conocían an-

tes de llevar a cabo este trabajo.

Incluso hicieron lo que yo llamé convertirse

en “fabricantes de sueños”: construyeron objetos

con material reciclado como jabón, macetas, por-

talápices, bolsitas térmicas. Realizaron sensibili-

zación con sus compañeros más pequeños, pa-

sando personalmente por todas las aulas de ESO,

presentando a sus compañeros un tríptico y soli-

citándoles participar en una encuesta que habían

preparado. Además, realizaron por escrito un dia-

rio de trabajo. ¿Se puede pedir más? ¡Qué chicos

más propositivos!

Es una suerte tener a estos alumnos en mi

aula. Creo que en parte responden así de bien gra-

cias a que nuestra relación docente-alumnos viene

ya de cuatro años atrás, y en ella hay generada

una gran complicidad y confianza mutuas. Estoy

convencido de que cuando los alumnos se sien-

ten cómodos con su profesor y valorados más allá

de una calificación numérica, eso facilita mucho

los aprendizajes y la motivación. Yo lo he pasado

realmente bien. Entre mis objetivos iniciales esta-

ban el que los alumnos adquiriesen confianza en sí

mismos, gusto por aprender, mejorasen su capa-

cidad de regular su propio aprendizaje y participa-

ran en el desarrollo del currículo. También buscaba

que se convirtieran en creadores y difusores del

conocimiento a través de diversas herramientas

de la Web 2.0, que se preparasen para hablar en

público, que adquirieran un cierto sentido de gru-

po, que trabajaran actitudes de ayuda hacia sus

compañeros. Creo que todos estos objetivos fue-

ron cumplidos con creces.

Respecto a la evaluación de esta actividad:

En mi propuesta de actividad presenté a los alum-

nos una rúbrica, tabulada en cuatro grados, en la

que valoré aspectos como la propia resolución del

problema (la excusa buscada como hilo conductor

de todo este trabajo), la calidad de los contenidos

presentados, la organización de los mismos, el es-

tilo de la presentación, la originalidad y novedad

de los productos elaborados, la presentación oral,

la contribución al trabajo en grupo, el manejo del

tiempo durante el proyecto, el esfuerzo e implica-

ción personal en la consecución de sus objetivos

de trabajo, la búsqueda de cuestiones relevantes,

la responsabilidad en la entrega del trabajo, la dis-

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tribución equitativa de la cantidad de trabajo, la

entrega de un borrador. Pruebas superadas.

La sesión final en la que los alumnos me

presentaron de manera oral y en grupo todos las

producciones que habían estado realizando fue

una auténtica maravilla. Se sentían orgullosos de

lo aprendido, de lo que habían crecido como per-

sonas, de lo que habían incorporado en sus vidas

como compromisos con el medioambiente, de la

cantidad de herramientas informáticas utilizadas,

de la unión y colaboración entre todos ellos. Fue

una especie de “celebración de lo aprendido”.

Los alumnos se han convertido en esta ac-

tividad en protagonistas de su aprendizaje, han

disfrutado con lo que han hecho, se han sentido

valorados al ofrecerles libertad para elegir las te-

máticas, los productos a elaborar y la manera de

presentar de los mismos.

Yo he disfrutado mucho evaluando a estos

alumnos. En estos últimos tiempos, en tareas de

este estilo, ha cambiado mi manera de evaluar,

que se ha convertido en sinónimo de “valorar”

(poner en valor) el trabajo de mis alumnos.

Hay tareas que los docentes tenemos pen-

dientes

¿Evaluarme a mi mismo? Tengo que pararme

un día a pensar en ello con un poco más de rigor,

y leer sobre el tema. Porque uno solamente suele

tener impresiones personales de su quehacer edu-

cativo: “he salido más o menos contento de esta

clase, este método de evaluación no me resulta

cómodo, quizás debería incorporar un poco de

investigación e innovación en mis actividades”…

Pero no acabo de concretar.

¿Tener un coach que me ayude a valorar y

mejorar mi estilo docente y mi estilo de trabajo?.

Creo que en España aún estamos en los comien-

zos de esta nueva forma de trabajar en colabo-

ración con nuestros compañeros o con auditores

externos, pero supongo que todo irá llegando. La

cultura de la evaluación docente es de momento

una asignatura pendiente en nuestro país.

¿Qué nos pedirá la LOMCE o las futuras le-

yes educativas? Como aún me quedan unos cuan-

tos años de docencia, y soy un educador siempre

en prácticas, habrá que irse adaptando. Y procurar

superar nuestra sempiterna insatisfacción docen-

te. Supongo.

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Information and communication technologies (ICTs) have been touted as potentially powerful enabling tools for educational change and reform. When used appropriately, different ICTs are said to help expand access to education, strengthen the relevance of education to the increasin-gly digital workplace, and raise educational quality by, among others, helping make teaching and learning into an engaging, active process connected to real life.

However, the experience of intro-ducing different ICTs in the classroom and other educational settings all over the world over the past several decades suggests that the full realization of the potential edu-cational benefits of ICTs is not automatic. The effective integration of ICTs into the educational system is a complex, multifa-ceted process that involves not just tech-nology; indeed, given enough initial capital, getting the technology is the easiest part, but also curriculum and pedagogy, insti-tutional readiness, teacher competencies, and long-term financing, among others.

The article concludes with a discus-sion of different free tools, apps and key challenges that headmasters in schools must reckon with when making decisions about the integration of ICTs in education, namely, educational policy and planning, infrastructure, capacity building, language and content, and financing.

Abstract

u Bibliografía

Abstractwww.uned.es/educacionXX1/

pdfs/02-03.pdf SENTIDO EDUCATIVO

DE LA EVALUACIÓN EN LA EDUCA-

CIÓN SECUNDARIA , Santiago Castillo

Arredondo , UNED, Madrid. (LOGSE)

www.madrid.org/dat_oeste/descargas/loe/

EVALUACION_secundaria_2008_Def_CON_ACI_

ESO.pdf Documento del DAT Oeste, de la Comu-

nidad de Madrid, sobre Evaluación en Educación

Secundaria tras la implantación de la LOE.

La propuesta de actividad

http://issuu.com/fjmontero/docs/propues-

ta_problema_habitar_el_mundo

La presentación del trabajo de los alumnos

h t t p : / / t e c n o m a p a s . b l o g s p o t . c o m .

es/2012/11/mi-presentacion-en-el-ii-encuentro-

de.html

El blog de los alumnos

http://tecno4merced1213.blogspot.com.es/