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Filosofía de la cienciaEpistemología

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I'uidr'rs. t,RollLEMAS cIENTÍFICos Y FILosÓFICos

1. Ian Hackin g, Representar e intervenir

2. Bas C. van Fraassen, La imagen científica

LAIMAGEN

CIEI{rÍr'TCA,\ -.

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Bas C.Vpn Fraassen

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PAI DOSMéxico

Buenos AiresBarcelona

Universidad Nacional Autónoma de México

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l'lDII?I'C.:CION DE I,A COLECCION

Scminario de Problemas Científicos y Filosóficos, uNev

'fítulo original: The Scientific ImagePublicado en inglés por Oxfbrd University Press

Traducción: Sergio Martínez

Revisión de la traducción: Luigi Amara

Diserio de cubicrta: Margen Rojo / Ángel García Domínguez

l" edición. 1996

Quedan rigurosarnente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del"Copyriglrt"- bajo las sancrones establecidas en las leyes, Ia reproducción total o

parcial de esta obra por cualquic¡ medio o procedúniento, cornprendidos lareprografia v el hatarnicnto infbn¡ático, y la dishibución de e.jenrplares de ella

rnediante alquiler o préstarno pirblico.

O Bas C. van Fraassen. 1980@ de la presente edición:

Universidad Nacional Autónoma de MéxicoCoeditan: Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos. uNnl,r;

Instiluto de Investigaciones Filosóficas, uNAM,

Circuito Mario de la Cueva, Ciudad de la Investigación enIlumanidades. Ciudad Universitaria, 04510, México. D.F'.;

Ediciones Paidós lbérica, S.A.,Mariano Cubi. 92 - 08021 Barcelona, y

Editorial Paidós Mexicana. S.A..Rubén L)arío I 18. 03510 Col. Moderna, México, D.F.,

T'els.: 579-5922. 579-5113. Fax: 590-4361

ISBN: 968-tt53-321- I

Dcrechos reservados conlorme a la ley

Irnpreso en México - Printed in Mexico

B¡bl¡otec¿ (-q''!'ral

Univ' V¿l''¡-t''i"') r'$

Al amistoso pueblo de Tigh-na-Coille

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INDICE

I.INTRODUCCIóN .....I52. ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO

CIENTÍFICO . . .21

$ l. Realismo científico y empirismo constructivo . . .21$l.lEnunciacióndelrealismocientífico ......22$ 1.2 Alternativas frente al realismo . . . . 26$l.3Empirismoconstructivo .. ......21

$2.La"dicotomía"teoría/observación. ....30$3. Inferencia hacia la mejor explicación . . .36$4.Límitesdclademandadcexplicación.. ......40$5. El principio de la causa común . . . . . . .43$6. Límites de la explicación: un experimento mental . . . . . 5l$7. Los demonios y el argumento último . . ,54

3. SALVAR LOS FENÓMENOS . . .63

$l.Modelos .....63$2. El movimiento aparente y el espacio absoluto . . .67$3. El contenido empírico dc la tcoría de Newton . . .69$4. Las teorías y sus extensiones . . . . . . .70$5.Extensioncs: victoriayderrotacalificada . ... ..74$6. Las fallas del enfoque sintáctico . . . . . .77$7. El círculo hermenéutico . . . 80

$8. Los límites de la descripción empírica . . . . 83

$9. Una nueva imagen de las teorías . . . . . . 89

4.EMPIRISMOYMETODOLOGÍACIENTÍFICA . . . . . .95

$ 1. La epistemología empirista y el escepticismo . . . 96

$2. La metodología y el diseño experimental . . . . . . . . . . . 98

$2.1 Los papeles de la teoría . . . 98

$2.2 La medición de la carga del clectrón . . . . . 100

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l0 LA IMACEN CIENTÍFICA

1i2.3 lloyd y la explicación filosófica de la metodología .

..^,ti2.4 Fenornenología de la actividad científica . . . . . . . . . . . .fi3. La objeción de la conjunción$4. Virtudes pragmáticas y explicación¡Jrs6¡.¡srrvsDJe^prru¿lulul¡ .. .,,,.114

$4.1 Las otras virtudes . . ll4$4.2Laincursióndelapragmática.. .. 116$4.3 La búsqueda de la explicación . . . I 19

103107109

$1. El lenguaje de la explicacióngl.1 Verdad y gramática

^- !] 2 Algunos ejemplos$2 y_ry hisroria parcial

$2.1 Hempel: las bases de la creencia .

$2.2Salmon: factoresestadísticamenterelevantes . . . . . . .. .

!?.3,lropiedades globales de las reorías$2.4 Las dificultades: las asimetrías y los rechazos92.5 Causalidad: la conditio sine qrá ,on92.6 Causalidad: la teoría de Salmonfi2.7 Las claves de la causalidad$2.8 Las preguntas ..por qué"52.9 La elaboración de las claves

$3. Las asimetrías de la explicación: un relato breve

!: I L_" asimetría y el contexro: la criba aristotélica . . . . . . .$3.2 "La torre y la sombra"

$4. Un modelo para la explicación . .

$4.1 Contextos y proposiciones . .

94.2 Preguntas. .

$4.3 Unateoríadelaspreguntas.,porqué,, . . . . . . . . . . . . . .$4.4Evaluacióndelasrespuestar-... .......-_ $4.5lapresuposiciónylirelevanciaelaboradas . . . . . l

5.PRAGMÁTICADELAEXPLICACIÓN .....IZ5t25t26130132132135

t39141t43150155159161

163163165t67168

$5. Conclusión. . .187

r896. PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD

DE LA CIENCIA .

t7t176181

$ l. La estadística en la ciencia general$2. La mecánica estadística clásica

g2.l La medida de la ignorancia . .

92.2 La probabilidad episremológ ica y laprobabilidadobjetivadesenredadas . . . . . .

195

197199200

203

INDICE

$2.3 La intrusión de la infinitud . . .

$3. La probabilidad en mecánica cuántica$3.1 Las divergencias con el caso clásico$3.2 Las probabilidades cuiínticas como probabilidades

condicionales$3.3 Ensambles vifuales de mediciones

$4. Hacia una interpretación empirista de la probabilidad94.1 Los espacios de probabilidad como modelos

de experimentos

$4.2 La interpretación frecuentista estricta$4.3 Propensión y secuencias virtuales$4.4 Una interpretación frecuentista modal$4.5 La adecuación empírica de las teorías estadísticas

$5. La modalidad: un atrincheramiento filosófico$5.1 Empirismo y modalidad . .

55.2 El lenguaje de la ciencia$5.3 Modalidad sin metafísica

7. UNA POLÉMICA MODERADA . . .

I....II ...m...IV...v...

Posdata científica hnal . .

ÍNorce ANALÍTrco

ll206208210

215218219

220223229233237239239241245

249

250253254256258259

263

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PREFACIO

El propósito de este libro es desarrollar una alternativa constructiva frenteal realismo científico, una posición que últimamente ha sido muy discutiday defendida en la filosofía de la ciencia. Para este ñn presentaró tres teorías,cada una de las cuales necesita de las otras para su apoyo mutuo. La pri-mera concierne a la relación de una teoría con el mundo, y especialmentelo que puede ser llamado su valor empírico. La segunda es una teoría dela explicación científica, en la cual la capacidad explicativa de una teoríaes considerada una característica que de hecho va más allá de su valor em-pírico, pero que es radicalmente dependiente del contexto. Y la tercera es

una explicación de la probabilidad tal como se presenta dcntro de la teoríade la física (como opuesto a: en Ia evaluación de su apoyo evidencial). Losprimeros dos capítulos forman una introducción breve y relativamente sen-cilla a los debates concemientes al realismo científico, y explicarán de estemodo la organización y la estrategia del resto. He mantenido el carácter notécnico a todo lo largo de la exposición, remitiéndome para detalles tócnicosa artículos de revista donde, me parece, tiencn un lugar más indicado.

Estoy en deuda con numerosas personas; muchas de ellas se indican enlas notas. Me gustaría añadir aquí algunos agradecimicntos personales. Mimayor deuda de gratitud cn filosofía de la ciencia ha sido siempre con AdolfGrünbaum, y se renovó cuando asistí a su confcrencia sobrc la elcctrodiná-mica de Dirac, en Santa Margarita, en L976, un paradigma de exposiciónfilosófica de la ciencia, la cual sólo escasamente pucdo esperar emular. ConGlymour, Hooker, Putnam, Salmon, Smart y Sellars tengo la dcuda dcl rctoque han significado para mí sus posiciones filosóficas y su disposición a

discutirlas conmigo, tanto en público como en la correspondcncia personal.El título de este libro es una frase de Wilfrid Sellars, quicn contrasta laimagen científica del mundo con la imagen manifiesta, la forma en que elmundo aparece a la observación humana. Aunque yo negaría la sugerenciade una dicotomía, la frase parccía adccuada. Toraldo di Francia me dio laoportunidad dc tomar parte en cl seminario de vcrano del Instituto Fermisobrc fundamcntos de la física, en Varenna, donde aprendí muchísimo, so-

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t4 LA IMAGEN CIENTÍFICA

bre todo de las conferencias de él y de Dalla Chiara acerca de su teoría de la

estructura de la física. Una deuda más antigua, recordada al escribir varias

partes de este libro, es con Henry Margenau, de quien aprendíbastante sobre

las probabilidades y los estados en la mecánica cuántica. Muchos amigos ycolegas ayudaron en varias etapas durante la redacción de este libro, reaccio-nando amigable y cruelmente, al mismo tiempo, a mis argumentos, ideas e

historias didácticas: Paul Benacerraf, Nancy Cartwright, Ronald de Sousa,

Hartry Field, Yvon Gauthier, Ronald Giere, Karel Lambert, Edwin Levy,Margot Livesey, Hugh Mellor, Ben Rogers, Richmond Thomason y Roger

Woblhouse, para mencionar sólo algunos. Las principales tesis de este librofueron presentadas en diversas ocasiones en conferencias; las últimas, antes

de la impresión, fueron tres conferencias en la Universidad de Princeton en

mayo de 1979. Finalmente, ha sido invaluable la ayuda del Canada Council'en apoyo de los proyectos de investigación durante los cuales este libro co-

bró forma, especialmente al facilitar los contactos con otros investigadores,

requisito indispensable para esta investigación.

Julio de 1979

B.C.v.F.

1

INTRODUCCIÓN

Es fácil tolerar el instinto metafísico común. Pero un gustopor Ia metafísica puede ser una de aquellas cosas a las quedebemos renunciar si queremos moldear nuestras vidashasta la perfección artística. La filosofía sirve a la cultura,no con el don imaginario del conocimiento absoluto otrascendental, sino sugiriendo preguntas. . .

Walter Pater, El Renacimiento

La oposición entre empirismo y realismo es vieja y puede ser presentadacon ejemplos de muchos episodios de la historia de la filosofía. El más ilus-trativo de todos éstos quizá sea el ofrecido por el sentido de superioridadfilosófica que los participantes en el temprano desarrollo de la ciencia mo-dema sentían en relación con la tradición aristotélica. En esa tradición, losrealistas sostenían que las regularidades en los fenómenos naturales debíantener una razón (causa, explicación), y veían esta razón en las propieda-des causales ----constitutivas de lo que ellos llamaban formas sustanciales o¡¿fu¡¿ls2¿- de las sustancias involucradas en los procesos naturales. Losnominalistas, que negaban la realidad de estas propiedades, estaban en laposición de tener que rechazar tales demandas de explicación.l

Los filósofos comprometidos con el desarrollo de los fundamentos filo-sóficos de la ciencia moderna habían eludido aparentemente este dilema.Sin postular tales propiedades causales, formas o "cualidades ocultas", to-davía podían explicar las regularidades que se observan en la naturaleza.Así, Robert Boyle escribe:

I Para una discusión de algunos de los temas filosóficos relacionados con dicha tradición,véase mi artículo'A Re-examination of Aristotle's Philosophy of Science", Dialogue, 1980 y"Essence and Existence", págs. 1-25, en N. Rescher (comp.), Studies in Ontology, monografíano. 12, Amcrican Philosophical Quarterly, Oxford, Blackwell, 1978.

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l6 LA IMAGEN CIENTIFICA

Aquello a lo que principalmente aspiro es a hacerles creíble, a través de experi-mentos, que casi todos los tipos de cualidades, la mayor parte de las cuales hansido dejadas sin explicación por las escuelas o generalmente han sido referidasa no sé qué incomprensibles formas sustanciales, pueden ser producidas mecá-nicamente, es decir, por agentes corpóreos. Entiendo por ello aquellos agentesque no parecen operar de otra manera que en virtud de su movimiento, tama-ño, figura y diseño de sus propias partes (llamo a estos atributos afeccionesmecánicas de la materia).2

Ellos se percataron muy bien de que dar cuenta de fenómenos tales comoel calor o las reacciones químicas únicamente en términos de atributosmecánicos requería de por lo menos una tcoría atómica de la materia. Perosupongo que está claro que enfrentan otra vez el mismo dilema en cuanto a

las regularidades que postulan en el comportamiento de las partes dcl átomo.Allí no son posibles las explicaciones mecánicas, puesto que los átomos notienen partes ulteriores. Así que, o bien deben atribuir poderes, cualidadcs ypropiedades causales específicas a esos átomos para explicar por qué éstosactúan y reaccionan de la manera en que lo hacen, o bien deben rechazar,como los nominalistas antes que ellos, la demanda de explicación.

Además, se ganaron un problcma. Parte de la motivación para el rechazonominalista del mundo de poderes, propiedades y disposiciones de los rea-listas aristotélicos (vuelto farnoso por la virtus dormitiva de Moliére) eraepistcmológica. La observación de los fenómenos no apuntaba sin ambigüe-dad hacia las supuestas conexiones causales detrás de ellos. Este problemaexiste de manera similar para las hipótesis atómicas: los fenómenos nodeciden su verdad o falsedad, aunque quizás son explicados mejor por unahipótesis que por otra. Intentos subsecuentes de los científicos por clarificarlas bases filosóficas de su disciplina encontraron aún más difícil de recon-ciliar el empirismo que profesaban y su antipatía hacia la metafísica, conuna no autorizada creencia en hipótcsis que describen un mundo supuestomás allá de los fcnómcnos.

Esto llevó en el siglo xx al fcnomenalismo de Ernst Mach, al conven-cionalismo de Henri Poincaré y al ficcionalismo de Pierre Duhem. En elsiglo xx, el empirismo lógico de Hans Reichenbach y el positivismo lógi-co de Rudolf Carnap fueron desarrollos ulteriores en esta vuelta radical alempirismo.

2 The Wrks of the Honourable Robert Boyle, Londres, Birch, 1672, vol. ur, pág. l3;tomo el pasaje de R.S. Woolhouse, Locke's Philosophy of Science and of Language, Oxford,Bl¡ckwell, 1971, que contiene un excelente examen de los temas ñlosóficos de tal periodo ydcl papcl quc desenrpeñó Boyle.

INTRODUCCIÓN

Sin embargo, actualmente nadie puede adherirse a ninguna de estasposiciones filosóficas en algún grado considerable. Especialmente el po-sitivismo lógico, aun cuando uno mismo sea bastante benévolo acerca delo que cuenta como un desarrollo en vez de un cambio de posición, tuvoun fracaso espectacular. Así que olvidemos estas etiquetas que nunca ha-cen más que imponer un orden momentáneo en las arenas movedizas dela fortuna filosófica, y veamos qué problemas enfrenta hoy un aspirante aempirista. ¿Qué clase de explicación filosófica es posible dar acerca del finy la estructura de la ciencia?

Los estudios en filosofía de la ciencia se dividen, a grandes rasgos, endos clases. La primera, que podría ser llamada fundacional, se refiere alcontenido y la estructura de las teorías. La otra clase de estudio trata de lasrelaciones de una teoría con el mundo, por un lado, y con el usuario de lateoría, por el otro.

Existen profundos desacuerdos filosóficos acerca de la estructura gene-ral de las teorías científicas y la caracterización general de su contenido.Una opinión corriente, no del todo libre de controversia pero todavía ge-neralmente aceptada, es que las teorías dan razón de los fenómenos (locual significa los procesos y las estructuras observables) postulando otrosprocesos y estructuras no accesibles directamente a la observación, y queun sistema de cualquier tipo es descrito por una teoría en términos de susestados posibles. Ésta es una opinión acerca de la estructura de las teoríascompartida por muchos filósofos que, sin embargo, discrepan en las cues-tiones concernientes a la relación de una teoría con el mundo y con sususuarios. Los adversarios de tal opinión supongo que dirán, por lo menos,que esta explicación de cómo es la ciencia es verdadera "a simple visfa", ocorrecta como una primera aproximación.

Una relación que una teoría puede tener con el mundo es la de ser verda-dera, dar una descripción verdadera de los hechos. A primera vista puedeparecer trivial afirmar que la ciencia pretende encontrar teorías verdaderas.Pero unida a la opinión precedente sobre cómo son las teorías, la trivialidaddesaparece. En conjunción implican que la ciencia pretende encontrar unadescripción verdadera de procesos inobservables que expliquen los obser-vables, y también de los estados de cosas que son posibles, y no meramentede los que son el caso. El empirismo ha sido siempre una guía filosóhcamuy importante en el estudio de la naturaleza. Pero el empirismo requierede teorías únicamente para ofrecer una caracterización verdadera de lo quees observable, y considera la estructura postulada ulteriormente un mediopara dicho fin. Adcmás, los empiristas han evitado siempre la reificacióndc la posibilidad (o dc su par, la nccesidad). Ellos restringen la posibilidad

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Iti LA IMAGEN CIENTIFICA

y la necesidad a relaciones entre ideas o entre palabras, considerándolasmeros artificios que facilitan la descripción de lo que efectivamente sucede.

Así que desde un punto de vista empirista, para servir a los propósitos de laciencia, los postulados no necesitan ser verdaderos, excepto en lo que dicenacerca de lo que es efectivo y empíricamente comprobable.

Cuando este punto de vista empirista fue representado por el positivismológico, éste le añadió una teoría del significado y el lenguaje y, en gene-ral, una orientación lingüística. Actualmente esa forma de empirismo es

impugnada por el realismo científico, que rechaza no solamente las opi-niones de los positivistas sobre el significado, sino también aquellas tesis

empiristas que subrayé en el párrafo anterior. Mi propia posición es queel empirismo es correcto, pero que no podía perdurar en la forma lingüís-tica que los positivistas le dieron. En algunos casos tenían razón al pensarque varias perplejidades filosóhcas, malinterpretadas como problemas on-tológicos y epistemológicos, eran realmente, en el fondo, problemas acercadel lenguaje. Esta opinión creo que es correcta especialmente cuando se

trata de problemas relativos a la posibilidad y la necesidad. El lenguaje de

la ciencia, siendo parte del lenguaje natural, es claramente parte del temade la filosofía general de la lógica y del lenguaje. Pero esto únicamentesignifica que ciertos problemas pueden ser dejados de lado cuando estamoshaciendo filosofía de la ciencia, y categóricamente no signihca que los con-ceptos filosóficos deban ser todos y cada uno explicados lingüísticamente.Los positivistas lógicos y sus herederos fueron demasiado lejos en el intcn-to de convertir los problemas filosóficos en problemas acerca del lenguaje.En algunos casos su orientación lingüística tuvo efectos desastrosos en lafilosofía de la ciencia. Sin embargo, el realismo científico mantiene el errorantitético de reificar cualquier cosa que no pueda ser dehnida.

En correlación con las discusiones sobre la relación entre una teoría yel mundo, está la pregunta de qué es aceptar una teoría científica. Esta pre-gunta tiene una dimensión epistemológica (¿qué grado de creencia supone

la aceptación de una teoría?) y también una dimensión pragmática (¿qué

otra cosa está involucrada además de la creencia?). En la perspectiva quedesarrollaré, la creencia involucrada al aceptar una teoría científica es mera-mente que ella "salva los fenómenos", es decir, que describe correctamentelo que es observable. Pero la aceptación no es sólo creencia. No tenemosnunca la opción de aceptar una teoría omnímoda, completa en cada deta-lle. De modo que aceptar una teoría en lugar de otra involucra también uncompromiso con un programa de investigación, continuar el diálogo conla naturalcza en un marco conceptual y no en otro. Aun si dos teorías son

cquivalcntcs cmpíricamcnte, y la aceptación de una teoría involucra sólo

INTRODUCCIÓN

la creencia en su adecuación empírica, puede todavía haber una gran dife-rencia en cuál de ellas aceptar. La diferencia es pragmática, y argumentaréque las vi¡tudes pragmáticas no nos dan ninguna razón, por encima de laevidencia de los datos empíricos, para pensar que una teoría es verdadera.

Así que argumentaré en favor de una posición empirista y en contradel realismo científrco. De alguna manera, la filosofía está sujeta a modas;no más que otras disciplinas intelectuales, supongo, pero al menos en lamedida en que casi cualquier filósofo comenzará explicando que se oponea la concepción "dominante" o "aceptada", y que presentará la suya propiacomo revolucionaria. Sería entonces bastante sospechoso si en este puntoyo dijera que el realismo científico se ha vuelto dominante en la filosofíade la ciencia. Otros ciertamente lo han catacterizado como el vencedoremergente: lsaac Levi escribió recientemente: "mi propia opinión es que elataúd del empirismo está ya fuertemente sellado".3 Y Arthur Fine, en unaréplica a Richard Healey, afirma:

Las objeciones que él dirige en contra de una comprensión realista [de la me-cánica cuántica] deben. . . supuestamente mover a mis colegas filósofos hacialas mismas convicciones antirrealistas que el señor Healey piensa que son sos-tenidas por muchos físicos. No estoy seguro de cuántos físicos sostienen talesconvicciones antirrealistas estos días [. . . ] Sospecho [. . .] que la mayoría delos físicos que se apartan del realismo están más influidos por la tradición enla cual fueron educados de lo que lo están por estos argumentos más bien re-cientes y complicados. Esta tradición es el legado profundamente positivistade Bohr y Heisenberg [. . .] No estoy muy preocupado de que mis colegasfilósofos se sientan seducidos por consideraciones positivistas pareadas conrazones insustanciales, pues nos educamos de manera diferente.a

Ya existe entonces por lo menos un considerable sentimiento del lado delos realistas de que ellos han sustituido el empirismo ametafísico de lospositivistas. La posición empirista que intento defender estará fuertementedisociada de ambos. (Véanse el capítulo 2,91.2 y el capítulo 3, g6 paraalgunos comentarios sobre el positivismo.)

En parte mi argumento será destructivo, y se opondrá a los argumentospresentados por los realistas cientíhcos en contra del punto de vista empi-rista. Daré un nombre provisional, "empirismo constructivo", a la posiciónfilosófica específica que defenderé. La parte principal de esta defensa será

3 I. Leui, "Confirmational Conditionalization", Journal of Philosophy, 75, 1978,págs. 130-:737; la cita corresponde a la pág. 737 .

a A. Fine, "How to Count Frequencies: A Primer for Quantum Realists", Synrhese, 42,1979: el pasaje sc encuentra en las págs. l5l-152.

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20 LA IMAGEN CIENTÍFICA

el desarrollo de una altemativa constructiva frente al realismo'científico enlas cuestiones principales que nos dividen: la relación de la teoría con elmundo, el análisis de la explicación científica y el significado de los enun-ciados de probabilidad cuando forman parte de una teoría física. Empleo eladjetivo "constructivo" para indicar mi concepción de la actividad cientíhcamás como una construcción que como un descubrimiento: construcción demodelos que deben ser adecuados a los fenómenos, y no descubrimiento dela verdad respecto de lo inobservable. El bautizo de esta posición filosóficacomo un "ismo" específico no pretende implicar el deseo de una escuela depensamiento; sólo trata de reflejar que los realistas científicos se han apro-piado para ellos del nombre más persuasivo (¿no somos todos cientíñcos yrealistas hoy día?), y que, después de todo, siempre hay algo en un nombre.

2

ARGUMENTOS CONCERNIENTES ALREALISMO CIENTÍFICO

El rigor de la ciencia exige que distingamos bien entre la ñgurasin ropajes de la naturaleza en sí misma y el hábito abigarradocon el cual nosotros la vestimos a nuesfo gusto.

He inric h Hertz' i;:Í:;"r'rT;;i"T' :1lB

En nuestro siglo, la primera filosofía de la ciencia que ocupó una posicióndominante fue desarrollada como parte del positivismo lógico. Todavíaahora, una expresión como "la concepción recibida de las teorías" se refierea las opiniones desarrolladas por los positivistas lógicos, si bien su apogeoprecedió a la Segunda Guerra Mundial.

En este capítulo voy a examinar, y a criticar, los principales argumentosque se han ofrecido en favor del realismo científico. Estos argumentos fre-cuentemente aparecieron como pafe de una crítica al positivismo lógico.Pero es sin duda lícito examinarlos por separado, ya que aun cuando elrealismo científico se entienda mucho más fácilmente como una reacciónen contra del positivismo, debería ser capaz de sostenerse por sí solo. Lanoción altemativa por la cual abogo -a falta de un nombre tradicional lallamaré empirismo constructivo- está igualmente en contra de la doctrinapositivista.

g l. REALTSMo crENTÍFrco y EMprRrsMo coNSTRUCTrvo

En la filosofía de la ciencia, el término "realismo científico" designa unaposición prccisa sobre la cuestión de cómo debe ser entendida una teoríacicntífica y sobre quó es realmente la actividad científica. Intentaré definircsla posición y cscudriñar sus posiblcs altcrnativas. Lucgo indicaré, a gran-

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11 LA IMAGEN CIENTÍFICA

des rasgos y brevemente, la altemativa específica que voy a defender y a

desarrollar en los capítulos siguientes.

g l.l ENUNCIACTÓN DELREALISMO CIENTÍFIdO

¿Qué es exactamente el realismo científico? Una enunciación ingenua de laposición podría ser ésta: la imagen que la ciencia nos da del mundo es ver-dadera, fiel en sus detalles, y las entidades postuladas en la ciencia existenrealmente: los avances de la ciencia son descubrimientos, no invenciones.Esta enunciación es demasiado ingenua; atribuye al realista cientíhco lacreencia en que las teorías contemporáneas son correctas. Signihcaría que

la posición filosófica de un realista científico anterior, como C.S. Peirce,habría sido refutada por hallazgos empíricos. No supongo que los realistascientíficos deseen comprometerse, en cuanto tales, ni siquiera con la pre-

tensión de que la ciencia llegará a su debido tiempo a teorías verdaderas

en todos los aspectos, pues el desarrollo de la ciencia podría ser una auto-

corrección sin fin; o peor aún, el fin del mundo podría ocurrir demasiadopronto.

Pero esa enunciación ingenua tiene el sabor correcto. Responde dos

cuestiones principales: caracteriza a una teoría científica como un relatoacerca de lo que realmente existc, y a la actividad cicntíf,rca como una em-presa de descubrimiento, en oposición a una de invención. Las preguntas

acerca de qué es una teoría científica y acerca de qué hace una teoría cien-tífica deben ser contestadas por cualquier filosofía de la ciencia. La tareaque tenemos en este punto es la de encontrar una enunciación del realismocientífico que comparta estas características con la enunciación ingenua,pero que no lastre a los realistas con consecuencias inaceptablemente fuer-tes. Si deseamos argumentar contra ella, es especialmente importante hacer

la enunciación tan débil como sea posible, de modo que no nos lancemos

contra molinos de viento.Como guía citaré algunos pasajes, la mayoría de los cuales ser¿ín también

examinados más adelante en los contextos dt: los argumentos de los autores.

Éste es un enunciado de Wilfrid Sellars:

tener buenas razones para sostener una te oría es ípso facfo tener buenas razonespara sostener que las entidades postuladas por la teoría existen.l

I Scierce, Perception and Reality, Nueva York, Humanities Press, 1962; véase la nota

al pic <lc la pigina 97. Véase también mi reseña de su libro Studies in Philosophy and it.s

I I ¡ story, en Annuls of Stie nce, enero de 1977.

ARCUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 23

Lo anterior aborda una cuestión de epistemología, pero también arroja al-guna luz indirecta sobre lo que es, en opinión de Sellars, sostener una teoría.Brian Ellis, quien se autoproclama realista respecto a entidades científicasmás que realista científico, parece estar de acuerdo con ese enunciado deSellars, pero ofrece la siguiente formulación de una posición más fuerte:

Entiendo el realismo científico como la posición según la cual los enuncia-dos teóricos de la ciencia son, o pretenden se¡ descripciones generalizadasverdaderas de la realidad.2

Esta formulación tiene dos ventajas: se centra en la comprensión de lasteorías sin hacer referencia a r.vones para creer, y evita la sugerencia deque para ser realista uno debe creer que las teorías científicas en boga sonverdaderas. Sin embargo, esta última ventaja se obtiene mediante el uso dela expresión "pretenden ser", que puede generar sus propios embrollos.

Hilary Putnam, en un pasaje que citaré de nuevo en la sección $ 7, da unaformulación que a decir de él aprendió de Michael Dummett:

Un realista (con respecto a una teoría o discurso dados) sostiene que (a) losenunciados de esa teoría son verdaderos o falsos, y (b) aquello que los haceverdaderos o falsos es algo externo, es decir, no son (en general) los datos denuestros sentidos, reales o potenciales, o la estructura de nuestras mentes,o nuestro lenguaje, etc.3

Inmediatamente después continúa con una formulación más que atribuye aRichard Boyd:

Que típicamente los términos en las teorías científicas maduras aluden a algo(esta formulación se debe a Richard Boyd), que típicamente las teorías acep-tadas en una ciencia madura son aproximadamente verdaderas, que el mismotérmino puede referir a la misma cosa aun cuando figure en teorías diferentes;estos enunciados son vistos por el realista científico [. . . ] como parte de laúnica descripción científica adecuada de la ciencia y de las relaciones con sus

objetos.a

2 Brian Ellis, Rationa! Belief Systems, Blackwell, Oxford, 1979,pág.28.3 Hilary Putnam, Mathematics, Matter and Method, Cambridge, Cambridge University

Press, 1975, vol. t, págs.69 s.a H. Putnam, op. t:it.,pág.73, nota 29. Según informes, en el libro de Boyd que está por

aparecer, Realism and Scientijic Epistemology, Cambridge University Press, se desarrolla elargumcnto más extensamente.

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24 LA IMAGEN cIENTÍFIcA

Ninguna de estas formulaciones fueron concebidas como definiciones. Peromuestran, creo, que la verdad debe desempeñar un papel importante en laformulación de la posición realista básica. Muestran también que la for-mulación debe incorporar una respuesta a la pregunta de qué es aceptar osostener una teoría. Voy a proponer ahora una formulación que me parece

que da sentido a las observaciones anteriores, y que también hace inteli-gibles los razonamientos de los realistas que examinaré más adelante, sincargarlos con más que el mínimo necesario para ello.

La ciencia se propone darnos, en sus teorías, un relato literalmenteverdadero de cómo es el mundo; y la aceptación de una teoría científicaconlleva la creencía de que ella es verdadera.Éstaesla enunciación correctadel realismo científico.

Permítaseme defender esta formulación mostrando que es totalmcnte mí-nima, y que podría ser aceptada por cualquiera que se considere un realistacientífico. La enunciación ingenua decía que la ciencia relata una histo-ria verdadera; la enunciación correcta dice solamente que el propósito de

la ciencia es hacerlo. El propósito de la ciencia, por supuesto, no debe ser

identificado con los motivos individuales de los científicos. El propósitodel juego de ajedrez es dar jaque mate al oponente; pero el motivo parajugar puede ser la fama, el oro y la gloria. Lo que el propósito es determinalo que cuenta como éxito en la empresa como tal; y este propósito puedeperseguirse por muchas razones. Además, al llamar e/ propósito a algo, noniego que haya otros propósitos subsidiarios que puedan o no ser mediospara ese fin: todo el mundo estará fácilmente de acuerdo en que la simpli-cidad, la informatividad, el poder predictivo y la explicación son (también)virtudes. Acaso mi formulación

-puesto que deseo dar la formulación más

débil de la doctrina que sea generalmente aceptable- podría ser acepta-da incluso por cualquier filósofo que considere que el propósito principalde la ciencia es algo que solamente requiere del descubrimiento de teoríasverdaderas.

He añadido "literalmente" para descartar como posiciones realistas las

que dan a entender que la ciencia es verdadera si es "propiamente com-prendida", pero que es litcralmente falsa o sin sentido; porque ello sería

consistente con el convencionalismo, el positivismo lógico y el instru-mentalismo. Diré más acerca de esto; y también en la sección $7, dondeconsidcraré nuevamente las opiniones de Dummett.

La scgunda parte del enunciado toca a la epistemología. Pero solamentehacc cquivalcntcs la aceptación de una teoría con la creencia en su ver-

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 25

dad.s Ello no quiere decir que alguien llegue a tener alguna vezla garantíaracional para formular tal creencia. Tenemos que abrir un espacio para laposición epistemológica, actualmente un tema importante de debate, segúnla cual una persona racional nunca asigna probabilidad personal I a ningunaproposición, excepto a una tautología. Creo que sería raro que un realistacientífico hiciera suya esta posición en epistemología, pero ciertamente esposible.6

Para entender la aceptación calificada, debemos entender primero laaceptación tout court. Si la aceptación de una teoría implica la creenciade que es verdadera, entonces la aceptación tentativa implica la adopcióntentativa de la creencia de que es verdadera. Si la creencia viene por grados,lo mismo sucede con la aceptación, y entonces podemos hablar de un gradode aceptación que comporta un cierto grado de creencia de que la tcoría esverdadera. Por supuesto, esto debc distinguirse de la creencia de que unateoría es aproximadamente verdadera, lo cual al parecer significa creer quealgún miembro de una clase enfocada en la mencionada teoría es (exacta-mente) verdadero. De esta manera, la formulación propuesta del realismopuede ser empleada independientementc de las convicciones epistemológi-cas de cada quien.

5 Hartry Field ha señalado que "la aceptación de una teoría científica involucra la creen-cia de que es verdadera" debe reemplazarse por "cualquier nz6n para pensar que algunaparte de una teoría no es verdadera, o puede no serlo, es una razón para no aceptarla". Elinconveniente de esta altemativa es que deja abierto cuál es la actitud epistemológica queestá involucrada en la aceptación de una teoría. Esta pregunta también debe responderse, yen la medida en que hablemos de una aceptación total ---+n vez de una aceptación parcial,tentativa o restringida de otra manera- no veo cómo un realista podría hacer algo distintode identificar dicha actitud con una creencia completa. (Es un lugar común que teorías quese creen falsas sean empleadas para problemas prácticos -la mecánica clásica para poner enórbita satélites, por ejemplo.) Esto es así debido a que si la meta es la verdad, y la aceptaciónrequiere de la creencia en que esa meta se está cumpliendo. . . También debo mencion¿u laenunciación del realismo en el inicio del escrito de Richard Boyd, "Realism, underdetermi-nation, and a Causal Theory of Evidence", Noús, 7, 1973, págs. l-l 2. Excepto por algunasdudas en torno a su uso de los términos "explicación" y "relación causal", pretendo que mienunciación del realismo esté en entera concordancia con la suya. Finalmente, véase c.A.Hooker, "Systematic Realism", Synthese,26,1974,págs.409491; esp. págs. 409 y 426.

6 Me parece que más típica del realismo es la clase de epistemología que se encuentra enellibrodeClarkGlymourqueestáporaparecer: TheoryandEvidence,Príncelon,princetonuniversity Press, 1980, excepto, por supuesto, porque está desar¡ollada completa y cuidado-samente de una manera específica. (Para este tema, véase especialmente el capítulo .,por quéno soy bayesiano".) Sin embargo, no veo ninguna razón de por qué un realista, en cuanto tal,no podría ser bayesiano a la manera de Richard Jeffrey, aun cuando la postura bayesiana hayasido asociada anteriormente con posiciones antirrealistas, e incluso instrumentalistas, en laIilosofía de la ciencia.

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26 LA IMAGEN CIENTÍFICA

$ I.2 AUTERNATIVAS FRENTE AL REALISMO

EI realismo científico es la posición que sostiene que la construcción deteorías científicas se propone damos un relato literalmente verdadero de

cómo es el mundo, y que la aceptación de una teoría científica lleva consigola creencia en que ésta es verdadera. Por consiguiente, el antirrealismo es

una posición de acuerdo con la cual el propósito de la ciencia bien puedealcanzarse sin proporcionar tal relato literalmente verdadero, y la aceptaciónde una teoría puede correctamente llevar consigo algo menos (u otra cosa)que la creencia en que es verdadera.

¿Qué es, entonces, de acuerdo con estas diferentes posiciones, lo que

hace un cientíhco? Según el rcalista, cuando alguien propone una teoríaestá sosteniendo que es verdadera. Pero según el antirrealista, el proponenteno afirma la teoría: la despliega y reclama ciertas virtudes para ella. Estasvirtudes pueden no llegar a la verdad: adecuación empírica, quizás; alcance,aceptabilidad para varios propósitos. Esto tendrá que esclarecerse, puestoque estos detalles no están determinados por la negación del realismo. Porahora debemos concentramos en las nociones clave que permiten la divisióngenérica.

La idea de un rclato literalmente verdadero tiene dos aspectos: el len-guaje debe ser interpretado literalmente, y así interpretado, el relato es

verdadero. Esto divide a los antirrealistas en dos tipos. El primer tipo sos-tiene que la ciencia es o trata de ser verdadera si se interpreta correctamente(pero no literalmente). El segundo sostiene que el lenguaje de la cienciadebería ser interpretado literalmente, pero sus teorías no necesitan ser ver-daderas para ser buenas. El antirrealismo que voy a defender pertenece al

segundo tipo.No es tan fácil expresar Io que se quiere dccir con una interpretación*

litcral. La idea viene tal vez de la teología, donde los fundamentalistasinterpretan la Biblia literalmente, y los liberales tienen una variedad de in-terpretaciones alcgóricas, metafóricas y analógicas que "desmitifican". Elproblema de explicar qué significa una "interpretación literal" pertenece a

la filosofía del lenguaje. Más adelante, en la sección $ 7, donde examino bre-vemente algunas de las opiniones de Michael Dummett, habré de subrayarque "literal" no significa "valorado como verdadcro". El término "literal"está suficientemente bien comprendido por el uso filosófico general, pero

* Aun cuando van Fraassen emplea la palabra "construal", que tiene una conexión muyinrportante con su idea de un "empirismo constructivo", se ha optado por traducirla como"intcrpretación", haciendo hincapié, sin embargo, en que se trata de una interpretación literal,la cr¡al cs prácticamcnte una construcción. [N. del T.]

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 27

si tratamos de explicarlo nos encontraremos de lleno en el problema de daruna descripción adecuada del lenguaje natural. Sería una mala táctica lade enlazar una investigacion sobre la ciencia con el compromiso de unasolución para ese problema. Los comentarios siguientes, y los de la sección$ 7, habrán de fijar el uso de "literal" de modo suhciente para los propósitosactuales.

La decisión de no admitir sino las interpretaciones literales del lenguajede la ciencia, deja fuera esas formas de antirrealismo conocidas como positi-vismo e insfrumentalismo.En primer lugar, en una interpretación literal, lasproposiciones aparentcs de la ciencia son realmente proposiciones, capacesde ser verdaderas o falsas. En segundo lugar, a pesar de que una interpreta-ción literal puede detallar las relaciones lógicas, no puede cambiarlas. (Esposible detallarlas, por ejemplo, idcntificando lo que los términos designan.La "reducción" del lenguaje de la termodinámica fenomenológica al de lamecánica estadística es de ese tipo: los cuerpos de gas son idcntificadoscomo agregados de moléculas, la temperatura como si signihcara encrgíacinética, y así sucesivamente.) En la interpretación positivista de la ciencia,los términos ticnen significado solamente a través de su conexión con loobservable. Ellos sostienen, por lo tanto, que dos teorías pueden de hechodecir lo mismo a pesar de que formalmente se contradigan mutuamente.(Tal vez una dice que toda la materia está formada por átomos, micntrasque la otra, en cambio, postula un medium continuo universal; sin embar-go, según los positivistas, ambas dirán lo mismo si están de acucrdo ensus consecuencias observables.) Pero dos teorías que se contradicen entresí de tal forma pueden "realmente" estar diciendo lo mismo sólo si no se

interpretan literalmcnte. Más específicamente, si una teoría dice que algoexiste, entonces una interpretación literal puede detallar lo que ese algo es,pero no suprimirá la implicación de existencia.

Ha habido muchas críticas de las interpretaciones positivistas de la cien-cia y no es necesario repctirlas. Añadiré algunas críticas específicas alenfoque positivista en el siguiente capítulo.

$ 1.3 EMPTRTSMO CONSTRUCTM

Insistir en una interpretación litcral dcl lenguaje de la ciencia es rechazarla intcrpretación de una teoría como una metáfora o un símil, o como algosolamcnte inteligible después de ser "desmitologizado" o sujeto a algún otrotipo de "traducción" que no preserve la forma lógica. Si los enunciados de latcoría incluycn "hay electrones", entonces la teoría dice que hay electroncs.

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28 LA IMAGEN CIENTíFICA

Si adcmás incluye que "los electrones no son planetas", entonces la teoríadice, en parte, que hay otras entidades adem¿ís de los planetas.

Pero esto no soluciona gran cosa. Frecuentemente no es nada obviocuándo un término se refiere a una entidad concreta o a una entidad ma-temática. Quizá una interpretación defendible de la física clásica sea queno hay entidades concretas que son fuerzas; que "hay fuerzas tales que. . . "puede siempre ser entendido como un enunciado matemático que ahrma laexistencia de ciefas funciones. Esto es discutible.

No toda posición filosófica concerniente a la ciencia que insista en unainterpretación literal del lenguaje de la ciencia es una posición realista.Esto es así debido a que dicha insistencia no atañe en absoluto a nuestrasactitudes epistemológicas frente a las teorías, ni al fin que perseguimosconstruyendo teorías, sino solamente a la correcta comprensión de qué eslo que dice una teoría. (El teísta fundamentalista, el agnóstico y el ateopresumiblemente concucrdan entre sí-pero no con los teólogos liberales-en su comprensión del enunciado que af,rrma que Dios, los dioses o losríngeles existen.) Después de decidir que el lenguaje de la ciencia debe sercomprendido literalmente, todavía podemos dccir que no hay necesidadde creer que las buenas teorías son verdaderas, ni creer ipso facto que lasentidades que postulan son reales.

La ciencia se propone ofrecernos teorías que son empíricamente ade-cuqdas: y la aceptación de una teoría involucra como creencia solamenteque ella es empíricamente adecuada. Ésta es la enunciación de la posiciónantirrealista que defiendo; la llamaré empirismo constructivo.

Esta formulación está sujeta a las mismas obscrvaciones restrictivas que

la dcl realismo científico mencionadas en la sección $ l.l. Además, requicreuna explicación de lo que es ser "empíricamente adecuado". Por ahora de-jaré esto con la explicación preliminar de que una teoría es empíricamenteadecuada precisamente si lo que dice acerca de las cosas y sucesos obser-vables en este mundo es verdadero; si ella "salva los fenómenos". Un pocomás exactamente: tal teoría tiene por lo menos un modelo en el cual todoslos fenómenos reales encajan. Debo hacer énfasis en que esto se refiere a

todos los fcnómenos; éstos no se agotan con los realmente observados, nitampoco con aquellos obscrvados en algún momento, ya sea pasado, pre-scnte o futuro. Todo el capítulo siguiente estará dedicado a la explicacióndc este término, el cual está íntimamente ligado a nuestra concepción de laestructura de una teoría científica.

La distinción que he trazado entre realismo y antirrealismo, en la medidacn quc atañe a la aceptación, se refiere solamente al grado de crcencia quesuponc. Pcro la accptación de tcorías (ya sea completa, tentativa, hasta cierto

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 29

grado, etc.) es un fenómeno de la actividad científica que claramente implicamás que la creencia. Una importante razón para esto es que nunca nos vemosfrente a una teoría completa. Así que si un científico acepta una teoría, seinvolucra en ciefo tipo de programa de investigación. Ese programa bienpodría ser diferente de aquel que le habría dado la aceptación de otra teoría,aun si esas dos teorías (muy incompletas) son equivalentes entre sí conrespecto a todo lo que es observable

-hasta donde ellas llegan.

Por lo tanto, la aceptación implica no solamente la creencia, sino cier-to compromiso. Aun para aquellos que no somos científicos de oficio, laaceptación implica el compromiso de enfrentar cualquier fenómeno futuropor medio de los recursos conceptuales de esta teoría. Ella determina lostérminos en los cuales habremos dc buscar explicaciones. Si la aceptacióntiene alguna fuerza, ésta se manifiesta en el papel de informador que asumela persona, en su disposición a contestar preguntas ex cáthedra. Incluso siuno no acepta una teoría, puede entablar una conversación en un contexto enel cual el uso del lenguaje se guía por esa teoría; pero la aceptación producetales contextos. Hay semejanzas en todo esto con el compromiso ideoló-gico. Un compromiso no es, por supuesto, verdadero o falso: la confianzamanifestada es que será reivindicado.

Este es un esbozo preliminar de la dimensión pragmática de la acep-tación de teorías. A diferencia de la dimcnsión epistemológica, no figuraabiertamente en el desacucrdo entre el realista y el antirrealista. Pero puestoque el grado de creencia implicado en la aceptación es usualmente menorsegún los antirrealistas, éstos tenderán a exagerar los aspectos pragmáticos.También hay que notar aquí la diferencia importante: la creencia de queuna teoría es verdadera, o de que es empíricamente adecuada, no implica,ni es implicada por la creencia de que la aceptación completa de la teo-ría será reivindicada. Para visualizar esto, solamcnte se necesita consideraraquí a una persona que tenga creencias muy definidas acerca del futurode la raza humana, o acerca de la comunidad científica y las influenciassobre ella y las limitaciones prácticas que tenemos. Bien puede ser, porejcmplo, que una teoría adecuada empíricamente no se ajuste con facili-dad a algunas otras teorías que hemos aceptado de hecho, o que el fin delmundo ocura antes de que triunfemos. En qué medida, en condicionesideales de investigación, podría reivindicarse a largo plazo la identifica-ción entre la aceptación de una teoría y la creencia de que es verdaderao empíricamente adecuada, es una cuestión distinta. A mí me parece unacuestión irrelevante dentro de la filosofía de la ciencia, porque una res-puesta afirmativa no borraría la distinción que hemos establecido ya conlas observaciones precedcntes. (La pregunta incluso puede suponcr que los

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30 LA IMAGEN CIENTIFICA

enunciados contrafácticos son objctivamente verdaderos o falsos, lo cual yoncgaría.)

A pesar de que me parece que realistas y antirrealistas no necesitan di-sentir acerca de los aspectos pragmáticos de la aceptación de teorías, lo he

mencionado aquí porque creo que usualmente lo hacen. Nos encontrare-mos, por ejemplo, regresando una y otra vez a las demandas de explicacióna las que los realistas asignan típicamente una validez objetiva que los an-

tirrealistas no pueden conceder.

$ 2. LA "DTCOTOMÍA" TEORÍA/OBSERVACIÓN

Por buenas razones, el positivismo lógico dominó la f,rlosofía de la cienciadurante treinta años. En 1960, el primer volumen delos Minnesota Studiesin the Philosophy of Science publicó "The Methodological Status of Theo-retical Concepts" ["El estatus metodológico de los conceptos teóricos"] de

Rudolf Carnap, que es, en muchas formas, la culminación del programapositivista. Interpreta la ciencia relacionándola con un lenguaje de obser-vación (postulado como una parte del lenguaje natural exenta de términosteóricos). Dos años más tarde, este artículo fue seguido en la misma serie

por "The Ontological Status of Theoretical Entities" ["El estatus ontológi-co de las entidades teóricas"l dc Grover Maxwell, en oposición directa, en

título y tema, al de Carnap. Éste es el locus classicus para la disputa de losnuevos realistas acerca de que la distinción teoría/observación no puede ser

trazada.Examinaré directamente algunas de las ideas de Maxwell, pero haré

antes un comentario general sobre el asunto. Expresiones tales como "entes

teóricos" y "dicotomía observable/teórico" son, a primera vista, ejemplos de

errores categoriales. Los términos o los conceptos son teóricos (introducidoso adaptados para los propósitos de la construcción de teorías); los entes son

observables o inobservables. Esto puede parecer un detalle pequeño, pero

separa la discusión en dos preguntas: ¿Podemos dividi¡ nuestro lenguajeen una parte teórica y una no teórica? Y, por otro lado, ¿podemos clasifica¡objctos y eventos en observables e inobservables?

Maxwell responde ambas cuestiones negativamente, aunque sin distin-guirlas muy cuidadosamente. Con respecto a la primera, donde él puedecontar con los conocidos ensayos de apoyo de Wilfrid Sellars y de Paul Fe-ycrabcnd, estoy en total acuerdo. Todo nuestro lenguaje está completamenteinfcctado de tcoría. Si pudiéramos limpiar nuestro lenguaje de términoscargados dc tcoría, comcnzando con aquellos introducidos recientemente

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 31

como "receptor vHF", y continuando con el de "masa" e "impulso" hastael de "elemento", y así sucesivamente dentro de la prehistoria de la forma-ción del lenguaje, terminaríamos sin nada útil. La manera en que hablamos

-y en que los científicos hablan- se guía por las imágenes provistas porteorías previamente aceptadas. Como Duhem ya subrayó, esto es verdadtambién respecto a los informes experimentales. Las reconstrucciones hi-giénicas del lenguaje, tal como las imaginaban los positivistas, simplementeson inoperantes. Regresaré a esta crítica del positivismo en el siguiente ca-pítulo.

Pero ¿acaso significaesto que dcbemos serrealistas científicos? Nosotrostenemos seguramente más tolerancia hacia la ambigüedad que eso. El hechode que dejemos quc nuestro lcnguaje se guíe, en cierto grado, por una imagendada, no muestra cuiínto creemos acerca de esa imagen. Cuando hablamosdcl Sol que sale en las mañanas y se pone en la noche, nos guiamos por unaimagcn hoy explícitamente desaprobada. Cuando Milton escrib ió El paraísoperdido, dejó delibcradamcnte que la vieja astronomía geocéntrica guiara supoema, a pesar de que varios comcntarios incidentales revelan claramentesu interés en los nuevos descubrimientos astronómicos y en las especu-lacioncs de su tiempo. Éstos son ejemplos extremos, pero muestran queno se puedcn sacar conclusioncs inmediatas de la carga teórica de nuestrolenguaje.

Como sea, los principalcs argumentos de Maxwell se dirigen en contrade la distinción observable/inobservable. Aclaremos primero en qué se su-ponía que consistía esta distinción. El término "observable" clasif,rca entessupuestos (entes que pueden existir o no). Un caballo volador es observable

--ésta es la razón por la cual estamos tan seguros de que no hay ninguno-y el número diecisiete no lo es. Se supone que hay una clasificación correla-tiva de los actos humanos: un acto espontáneo de percepción, por ejemplo,es una observación. Un cálculo de la masa de una partícula a partir de ladesviación de su trayectoria en un campo de fuerza conocido, no es unaobservación de esa masa.

También aquí es importante no confundir observar (un ente, tal co-mo una cosa, acontecimicnto o proceso) conobservar que (una cosa o laotra es el caso). Supongamos que a uno de los hombres de la Edad dePicdra encontrados recicntemente en las Filipinas se le muestra una pelo-ta dc tcnis o un choque de automóviles. Por su comportamiento, vemosque los ha notado; por ejemplo, toma la pelota y la anoja. Pero él noha visto que es una pelota de tenis, o que algún suceso es un choque deautomóviles, pues él ni siquiera ticne esos conceptos. No puede obtenercsa información a través de la pcrcepción; tendría primero que aprender

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32 LA IMAGEN CIENTÍFICA

muchas cosas. Sin embargo, decir que él no ve las mismas cosas y acon-tecimicntos que nosotros es simplemente tonto; es un retruécano que se

vale de la ambigüedad entre ver y ver que. (Las condiciones de verdadde nuestro enunciado ".r obserya que A" deben ser tales que cualesquie-ra conceptos que .r tenga, presumiblemente relacionados con el lenguajeque x habla si es humano, entren de alguna manera como variable dentrode la correcta definición de verdad. Por tanto, decir que.r observó la pe-lota de tenis no implica en lo más mínimo que r observó que era unapelota de tenis; eso requeriría algún conocimiento conceptual del juego detenis.)

Los argumentos que Maxwell ofrece acerca de la observabilidad son dedos tipos: uno dirigido contra la posibilidad de trazar tales distinciones,el otro contra la importancia que podría asignarse a las distinciones quepudieran trazarse.

El primer argumento viene dcl conÍinuum de casos que yacen entre laobservación directa y la inferencia:

hay, en principio, una serie continua que empieza con ver a través de un vacíoy que contiene los siguientes elementos: ver a través del cristal de una ventana,ver a través de lentes, ver a través de binoculares, ver a través de un microscopiopoco potente, ver a través de un microscopio de gran poder, etc., en el ordendado. La consecuencia importante es que, hasta aquí, nos quedamos sin criteriosque nos permitan trazar una lílea no arbitraria entre "observación" y "teoría".7

Esta serie continua de supuestos actos de observación no corresponde direc-tamente a tn continuum enlo que es supuestamente observable. Porque sialgo puede ser visto a través de una ventana, también puede ser visto con laventana abierta. De manera semejante, las lunas de Júpiter pueden ser vistasa través de un telescopio; pero también pueden ser vistas sin telescopio siuno está lo suficientemente cerca. Que algo sea observable no implica au-tomáticamente que las condiciones sean adecuadas para observarlo ahora.El principio es:

X es observable si hay circunstancias tales que, si X se nos presenta bajoesas circunstancias, entonces lo observamos.

Esto no está concebido como una definición, sino solamente como una guíaaproximada para evitar falacias.

7 G. Maxwell, "The Ontological Status of Theoretical Entities", Minnesota Studies inP hil osophy of Science, tlt, 1962, pág. 7. [Versión en castellano: "El estatus ontológico de lasentidades teóricas", en L. Olivé y A.R. Pérez R. (comps.), Filosofía de Ia ciencia: teoría yobservación, México, Siglo xxr-Instituto de Investigaciones Filosóficas, uNet'r, 1989.1

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 33

Podemos todavía ser capaces de encontrar un continuum en lo que sesupone detectable: quizá algunas cosas puedan ser solamente detectadas,por lo menos, con la ayuda de un microscopio óptico; quizá algunas re-quieren un microscopio electrónico, y así sucesivamente. El problema deMaxwell es: ¿dónde trazaremos la línea entre lo que es observable y lo quees solamente detectable de alguna forma miís indi¡ecta?

Puesto que no podemos contestar esta pregunta de un modo no arbitrario,¿qué se sigue? Que "observable"es unpredicadovago. Hay muchos enredosen tomo a los predicados vagos y muchos sofismas diseñados para mostrarque, en presencia de la vaguedad, absolutamente ninguna distinción puedetrazarse. En los escritos de Sexto Empírico, encontramos el argumento deque el incesto no es inmoral porque tocar el dedo gordo del pie de la propiamadre con el dedo meñique no es inmoral, y todo el resto difiere sólo engrado. Pero los predicados en el lenguaje natural son casi todos vagos y nohay probl-ema con su uso; solamente lo hay en formular la lógica que losgobiema.s Un predicado vago es utilizable con tal de que tengaiasos clarosa favor y en contra. Ver con el ojo desnudo es un caso claro de observación.¿Está Maxwell entonces retándonos quizás a presentar un claro caso encontra? Tal vez, pues dice: "He estado tratando de apoyar la tesis de quecualquier término (no lógico) es un posibl¿ candidato para ser un términode observación."

Un vistazo a las lunas de Júpiter a través de un telescopio me parece unclaro caso de observación, ya que los astronautas serán sin duda capaces deverlas también desde cerca. Pero la supuesta observación de micropartículasen una cámara de vapor me parece un caso claramente difcrente -si es quenuestra teoría acerca de lo que allí sucede es correcta. La teoría af,rrmaque si una partícula cargada atraviesa una cámara llena con vapor saturado,algunos átomos en las proximidades de su trayectoria son ionizados. Si estevapor se descomprime y entonces se vuelve supersaturado, se condensa engotitas sobre los iones, marcando así la trayectoria de la partícula. La líneagris plata que resulta es similar (físicamente, tanto como en apariencia) ala estela de vapor que queda en el cielo cuando pasa un avión a reacción.Supongamos que señalo dicha estela y digo: ¡Miren, allí va un avión!;alguien podría decir: "Veo la estela de vapor, pero ¿dónde está el avión?"Entonces yo contestaría: "Mire sólo un poco adelante de la estela. . . ¡allí!,

8 Hay una gran cantidad de trabajos recientes sobre la lógica de los predicados vagos;especialmente importante, en mi opinión, son el de Kit Fine ("Vagueness, Truth, and Logic",Synthese,30, 1975, págs. 265-300) y el de Hans Kamp. Este último está trabajando actual-mente en una nueva teoría de la vaguedad que le hace justicia a la "vaguedad de la vaguedad"y a la dependencia contextual de los parámetros para la aplicabilidad de predicados.

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¿lo ve?" Ahora bien, en el caso de la cámara de vapor esta respuesta no esposible. Así que, mientras la partícula se detecte por medio de la ciimarade vapor y la detección esté basada en la observación, claramente no es elcaso que la partícula esté siendo observada.

Como segundo argumento, Maxwell dirige nuestra atención hacia el"puede" de la expresión "lo que es observable es lo que puede ser observa-do". (Jn objeto podría ser, desde luego, temporalmente inobservable -enun sentido más bien diferente-: no puede ser observado en las circunstan-cias en las cuales se encuentra realmente en ese momento, pero podría serobservado si las circunstancias fueran más favorables. Exactamente de lamisma manera, yo podría ser temporalmente invulnerable o invisible. Asíque deberíamos concentrarnos en la noción de "obseryable" lout court, oen la de (como él prefiere decir) "inobservable en principio". Ésta significa,según la explicación de Maxwell, que la teoría científica pertinente implicaque las entidades no pueden ser observadas en ninguna circunstancia. Peroesto nunca sucede, añade, porque las diferentes circunstancias podrían seraquellas en las cuales tendríamos diferentes órganos de los sentidos; ojosde microscopio electrónico, por ejemplo.

Esto me suena como un truco, como un cambio en el tema de la discusión.Si tengo un mortero y una mano hechos de cobre y que pesan cerca deun kilo, ¿debería llamarlos rompibles porque un gigante podría romperlos?

¿Podría llamarportátil al edificio Empire State? ¿No hay distinción entre unagrabadora portátil y una de consola? El organismo humano es, desde elpunto de vista de la física, cierto tipo de aparato de mediciones. Como tal,tiene ciertas limitaciones inherentes, que serán descritas en detalle por lafísica y la biología últimas. Son estas limitaciones a las que el "able" en"observable" se refiere: nuestras limitaciones qua seres humanos.

Sin embargo, como mencioné, el a¡tículo de Maxwell contiene tambiénotro tipo de argumento: incluso si fuera factible una distinción entre loobservable y lo inobservable, esta distinción no tendría importancia. Elpunto en cuestión para el realista es, después de todo, la realidad de losentes postulados en la ciencia. Supongamos que estos entes pudieran serclasificados en observables y otros; ¿qué pertinencia tcndría esto para lacuestión de su existencia?

Lógicamente, ninguna. Porque el término "observable" clasifica entessupuestos, y no tiene lógicamente nada que ver con la existencia. PeroMaxwell debe estar pensando en algo más cuando dice: "concluyo que eltrazado de la línea observacionaVteórico en algún punto dado es un acci-dente y una función de nuestra disposición fisiológica,... y, por tanto, que

ARGUMENTOS CONCERNTENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 35

no tiene ninguna importancia ontológica." 9 Ninguna importancia ontoló-gica si la cuestión es solamente en qué medida "obseryable" y "existe" se

implican mutuamente, porque no lo hacen; pero ¿no tiene tampoco ningunaimportancia para la cuestión del realismo científico?

Recuérdese que definí el realismo científico en términos del propósito dela ciencia y de actitudes epistemológicas. La cuestión es qué propósito tienela actividad científica y qué tanto hemos de creer cuando aceptamos unateoría científica. ¿Cuál es la forma idónea de la aceptación: creer que la teo-ría, en conjunto, es verdadera, u otra cosa? Para esta pregunta, lo que esobservable por nosotros sin duda parece pertinente. De hecho, podemosintentar una respuesta en este punto: aceptar una teoría es (para nosotros)creer que es empíricamente adccuada: que todo cuanto la teoría dice acercade lo que es observable (por nosotros) es verdadero.

Se objetará inmediatamente que, en esta propuesta, lo que el antirrealis-ta decida creer acerca del mundo dependerá en parte de lo que crea quees su rango de evidencia accesible

-o, más bien, el de la comunidad

epistemológica. Actualmente, consider¿unos a la especie humana como lacomunidad epistemológica a la cual pertcnecemos; pero esta especie puedesufrir una mutación, o esa comunidad puede ser incrementada añadiéndoleotros animales (terrestres o extraterrestres) a través de decisiones ideológi-cas o morales pertinentes ("contarlos como personas"). En consecuencia, elantirrealista tendría que aceptar, en mi propuesta, condiciones de la forma:

Si la comunidad epistemológica cambia en forma 1, entonces mis creen-cias acerca del mundo cambiar¿ín en forma Z.

9 Op. cit., pág. 15. En el siguiente capítulo examinaré un poco más cómo es que debeentenderse la observabilidad. Sin embargo, en este momento podrían acusarme de confia¡en distinciones modales que he criticado en otros lugares. Después de todo, estoy haciendouna distinción entre limitaciones humanas y factores accidentales. Cierta manzana cayó almar en una bolsa de desecho que se hundió; en relación con dicha información, es necesarioque nadie observa¡a nunca el corazón de la manzana. No obst¿urte, esa información conciernea un accidente de la historia, y por ello no son limitaciones humanas las que imposibilitanobservar el corazón de la manzana. Pero a menos que afirme que ciertos hechos acerca delos humanos son esenciales, o físicamente necesarios, y otros accidentales, ¿cómo podría darsentido a la distinción? Esta pregunta permite ver la dificultad de una disminución filósoficadel lenguaje modal. Esto creo que sería posible a t¡avés de una promoción de la pragmática.En el caso presente, Ia respuesta podría ser, dicho de manera muy burda, que las teoríascientíficas que aceptamos son un factor determinante para el conjunto de características delorganismo humano que se cuentan entre las limitaciones a las cuales nos referimos al emplearel término "observable". El tema de la modalidad resurgirá explícitamente en el capítulo sobrela probabilidad.

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36 LA IMAGEN cIENTÍFIcA

Considerar esto como una objeción al anti¡realismo es proclamar la exi-gencia de que nuestras políticas epistemológicas deben dar los mismosresultados independientemente de nuestras creencias acerca del rango deevidencia accesible para nosotros. Esta exigencia no me parece racional-mente apremiante en modo alguno; podría mirárselo con respeto, pensaríayo, sólo a través de un escepticismo total o a través de un compromiso consaltos de fe al por mayor. Pero no podemos resolver las grandes cuestionesde la epistemología en passant en la filosofía de la ciencia; así que sóloconcluiré que no es irracional , a juzgar por las apariencias, comprometerseúnicamente con la búsqueda de teorías que sean empíricamente adecuadas,aquellas cuyos modelos encajan con los fenómenos observables, al tiem-po que reconocer que lo que cuenta como un fenómeno observable estáen función de lo que es la comunidad epistemológica (qlue observable es

ob s e n ab I e -p ara- no s o t ro s).La noción de adecuación empírica utilizada en esta respuesta tendrá que

detallarse muy cuidadosamente si no se quiere que muerda el polvo encompañía de las objeciones trilladas. Trataré de hacerlo así en el siguientecapítulo. Pero la cuestión sigue en pie: aun si observabilidad no tiene nadaque ver con existencia (por ser, de hecho, una idea muy antropocéntrica),puede aún tener mucho que ver con la actitud epistemológica correcta haciala ciencia.

$3. TNFERENCIA HACIA LA MEJoR EXpLrcAcróN

Una opinión promovida en diferentes formas por Wilfrid Sella¡s, J.J.C.Smaf y Gilbert Harman es que los cánones de la inferencia racional re-quieren del realismo científico. Si vamos a seguir respecto a esta cuestiónlos mismos patrones de inferencia que seguimos en la ciencia misma, nosencontraremos actuando irracionalmente, a menos que afirmemos la ver-dad de las teorías científicas que aceptamos. Así, Sellars dice: "Como yolo veo, tener buenas razones para sostener una teoría es ipso facto tenerbuenas r¿vones para sostener que las entidades postuladas por la teoríaexisten."lo

La principal regla de inferencia invocada en argumentos de este tipo es

la regla de inferencia hacia la mejor explicación. La idea debe quizás acre-ditarse a C.S. Pei¡ce, pero los principales intentos recientes para explicar

to Srirnrr, Perception and Reality, Nueva York, Humanities Press, 1962; véase la notaal pie de la página 97. Véase también mi reseña de su libro Studies in Philosophy and itsI I istory, en Annals of Scie nce, enero de 1977.

ARCUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 37

esta regla y sus usos han sido realizados por Gilbef Harman.ll Presentarésolamente una versión simplificada. Supongamos que tenemos la eviden-cia E y estamos considerando va¡ias hipótesis, digamos H y H'.La regladice que debemos inferir H más bien que I1l precisamente si 11 es una me-jor explicación de E que H'. (Varios requisitos son necesarios para evitarla inconsistencia: deberíamos tratar de movernos siempre hacia la mejorexplicación global de toda la evidencia disponible.)

Se argumenta que seguimos esta regla en todos los casos "ordinarios",y que si la seguimos consistentemente en todas partes, seremos llevadosal realismo científico, en el sentido que el dictum de Sellars señala. Yseguramente hay muchos casos "ordinarios" significativos: oigo rasguñosen la pared, ruido de pasitos menudos a medianoche, mi queso desaparece,e infiero que un ratón ha venido a vivir conmigo. No es solamente queestos signos aparentes de presencia ratonil continuarán, no es solamenteque todos los fenómenos observables serán como si hubiera un ratón; sinoque realmente hay un ratón.

¿Nos conducirá también este patrón de inferencia a creer en entidadesinobservables? ¿Es el realista científico simplemente alguien que sigue con-sistentemente las reglas de inferencia que todos seguimos en contextos másmundanos? Tengo dos objeciones contra la idea de que esto es así.

Antes que nada, ¿qué sentido tiene deci¡ que todos seguimos cierta reglade inferencia? Un sentido podría ser que nosotros, deliberada y conscien-tcmente, "aplicamos" la regla como lo hace un estudiante en un ejerciciode lógica. Ese sentido es demasiado literal y restrictivo; seguramente to-da la humanidad sigue las reglas de la lógica la mayor parte del fiempo,mientras que sólo una fracción podría siquiera formularlas. Un segundoscntido es que actuamos de acuerdo con las reglas en una forma que norcquiere deliberación consciente. Esto no es tan fácil de precisar, puestoque cada regla lógica es una regla de permiso (el modus ponens le per-mite a uno inferir B a partir de A y (si A entonces B), pero en cambiono le prohíbe inferir (B o A)). Sin embargo, podríamos decir que en esescntido una persona se comportó de acuerdo con un conjunto de reglassi cada conclusión que obtuvo pudiera ser alcanzada a pafir de sus pre-rnisas por medio de aquellas reglas. Pero este significado es demasiado

rr "The Infe¡ence to the Best Explanation", Phílosophical Review,74,1965, págs. 88-9.5, y "Knowledge, Inference and Explanation",American Philosophical Quarterly,5,1968,págs. 16,1-173. La posición de Harman ha sido desarrollada en publicaciones subsecuentes(Noús, 1967; Journal of Philosophy, 1968; en M. Swain (comp.), Induction,l9T0; en H.-N.('astañeda (comp.),Action,Thought, and Reality,l975;y ensulibroThought, cap. l0). Aquíno consideraré estos desarrollos ulteriores.

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38 LA IMAGEN CIENTÍFICA

laxo; en este sentido, siempre nos comportamos de acuerdo con la re-gla de que cualquier conclusión puede ser inferida de cualquier premisa.

Así que, para seguir una regla, parece que debo estar en la disposiciónde creer todas las conclusiones que permite, mientras que indudablemen-te no debo estar dispuesto a creer en conclusiones divergentes de aquellas

que permite, o, si no, debo cambiar mi disposición a creer las premisas

en cuestión.Por consiguiente, la proposición de que todos seguimos cierta regla en

ciefos casos, es unahipótesis psicológica acerca de lo que estamos dispues-

tos o no a hacer. Es una hipótesis empírica, para ser confrontada con los

datos y con hipótesis rivales. He aquí una hipótesis rival: estamos siempre

dispuestos a creer que la teoría que explica mejor las pruebas es empírica-mente adecuada (que todos los fenómenos observables son como la teoría

dice que son).

De esta manera, ciertamente puedo dar cuenta de los múltiples casos en

los que un científico parece argumentar a favor de la aceptación de una

teoría o hipótesis, Sobre la base de su éxito explicativo. (Algunos de dichos

ejemplos son relatados por Thagard.)I2 Porque recuérdese: yo equiparo

la aceptación de una teoría científica con la creencia en que es adecuada

empíricamente. Por tanto, tenemos dos hipótesis rivales concernientes aestos ejemplos de inferencia científica: una es apta en una consideración

realista, la otra, en una consideración antirrealista.Casos como el del ratón en la alacena no pueden proveer pruebas signih-

cativas para estas hipótesis rivales. Dado que el ratón ¿s una cosa observable,"hay un ratón en la alacena" y "todos los fenómenos observables son co-mo si hubiera un ratón en la alacena" son, por consiguiente, totalmenteequivalentes: cada uno implica al otro (dado lo que sabemos acerca de los

ratones).Podrá objetarse que es menos interesante saber si la gente sigue una regla

de inferencia que saber si debe seguirla. Concedido; pero la premisa de que

todos seguimos la regla de inferencia hacia la mejor explicación cuando se

trata de ratones y otras cosas mundanas deja mucho que desear. No está

garantizada por los datos, puesto que esos datos no son relevantes para lapremisa en tanto que opuesto a la hipótesis alternativa que propuse, que en

este contexto es pertinente.Mi segunda objeción es que aun si aceptáramos que la regla de inferen-

cia hacia la mejor explicación es correcta (o valiosa), el realista necesita

12 Véase P. Thagard, tesis doctoral, Universidad de Toronto, 1977,y "The Best Expla-

nation: Criteria forTheory Choice",Journal ofPhilosophy,75,1978,págs.76-92.

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTfFICO 39

algunas premisas ulteriores para su argumento. Esto es así debido a quees una regla que solamente dicta una elección dado un conjunto de hi-pótesis rivales. En otras palabras, necesitamos estar dispuestos a creer enuna de varias hipótesis antes de que la regla pueda ser aplicada. Entonces,en circunstancias favorables, ella nos dirá cuál de las hipótesis de dichogrupo hemos de escoger. El realista nos pide que escojamos entre dife-rentes hipótesis que explican las regularidades de cierta manera; pero suoponente desea siempre escoger entre hipótesis de la forma '.la teoría T¡cs adecuada empíricamente". Así que el realista necesitará su premisa ex-tra especial de que cada regularidad universal en la naturaleza necesitauna explicación, antes de que la regla haga un realista de cada uno de no-sotros. Y ésa es precisamente la premisa que distingue al realista de susoponentes (la cual examinaré con detenimiento en las secciones $4 y $5más adelante).

El de mentalidad lógica puede pensar que la premisa extra puede sereludida por un acto de prestidigüación lógico. Supongamos que los datosdisponibles son que todos los hechos observados hasta ahora encajan conla teoría Z; entonces Z es una explicación posible de aquellos datos. Unaalternativa es no T (que Z es falsa). Este rival es una explicación muy pobrede los datos. Así que nosotros tenemos siempre un conjunto de hipótesisrivales, y la regla de inferencia hacia la mejor explicación nos conducede un modo infalible a la conclusión de que I es verdadera. ¿Estoy com-prometido necesariamente con la opinión de que I es verdadera o Z esfalsa?

Este tipo de prestidigitación epistemológica desde luego no funciona.Para comenzar, estoy comprometido con la opinión de que Z es verdaderao 7n es falsa, ¡pero no por ello comprometido con un movimiento inferen-cial hacia una de las dos! La regla funciona solamente si he decidido nopcrrnanecer neutral frente a estas dos posibilidades.

En segundo lugar, no es probable en lo miís mínimo que la regla seaaplicable a dichos rivales mezclados lógicamente. Harman enumera varioscriterios q-ue han de emplearse en la evaluación de hipótesis qua expli-caciones.l3 Algunos son más bien vagos, como el de simplicidad (¿pe-ro no es la simplicidad una razón para usar una teoría, créase o no enclla?). Los criterios precisos provienen de la teoría estadística, la cualúltimamente ha mostrado ser de maravillosa utilidad para la epistemo-logía:

13 Véase especialmente "Knowledge, Inference and Explanation", pág. 169.

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40 LA IMAGEN CIENTÍFICA

I/ es una mejor explicación que Ht (ceteris paribus) de E, con tal de que:

(a) P(H) > P(H') -H tenga mayor probabilidad que H'

(b) P(E lH) > P(E lHt) -Il otorgue mayor probabilidad a E qrte Ht .

El uso de probabilidades "iniciales" o a priori en (a) -la plausibilidadinicial de las hipótesis mismas- es típica de los así llamados bayesianos.

Una práctica estadística más tradicional sugiere solamente el uso de (b). Pero

aun eso presupone que 11 y 11l otorgan a E probabilidades definidas. Si ll' es

simplemente la negación de ^F1, esto no es generalmente el caso. (Imagínese

que É1 dice que la probabilidad de E es igual a f . Lo máximo que no H traerácomo consecuencia es que la probabilidad de E sea algún número diferenteae f ; V usualmente ni siquiera traerá como consecuencia tanto como esto,

puesto que Il tendrá también otras implicaciones.)Los bayesianos tienden a salir al paso de este problema de "indisponi-

bilidad de probabilidades" formulando la hipótesis de que cada quien tiene

una probabilidad subjetiva específica (grado de creencia) para cada propo-sición que puede formular. En ese caso, no importa lo que sean E, H, H';todas estas probabilidades están realmente disponibles (en principio). Pero

ellos obtienen esta disponibilidad haciendo las probabilidades enteramentesubjetivas. No creo que los realistas científicos deseen que sus conclusionesgiren alrededor de la plausibilidad inicial subjetivamente establecida de que

hay entidades inobservables; así que dudo que este tipo dejugada bayesianapueda ayudar aquí. (Este punto surgirá de nuevo en una forma más concretaen conexión con un argumento de Hilary Putnam.)

He mantenido esta discusión en un nivel muy abstracto, pero los argu-

mentos más concretos de Sellars, Smart y Putnam serán examinados más

adelante. Por lo menos debería estar claro que no hay un argumento simpley directo que vaya desde el sentido común hasta lo inobservable. Seguir

meramente las pautas ordinarias de inferencia en la ciencia no nos hace a

todos nosotros obvia y automáticamente realistas.

$4. LfMITES DE LA DEMANDA DE EXPLICACIÓN

En esta sección y en las dos siguientes, examinaré aquellos argumentosen favor del realismo que señalan la capacidad explicativa como criteriopara la elección de teorías. No niego que éste sea de hecho un criterio;pero estos argumentos en favor del realismo tienen éxito solamente si lademanda de explicaciones es fundamental -si la tarea de la ciencia está

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 4I

inacabada, ipso facto, en tanto que alguna regularidad bastante extendidaquede sin explicar. Objetaré esta línea argumentativa, tal como se encuentraen los escritos de Smart, Reichenbach, Salmon y Sellars, arguyendo quetal exigencia ilimitada de explicación conduce a una demanda de variablesocultas, la cual va en contra de al menos una de las principales escuelasde pensamiento en la física del siglo xx. No creo que ni siquiera estosmismos filósofos quieran lastrar al realismo con eslabones lógicos hastatales consecuencias: sin embargo, los anhelos realistas nacieron entre losideales erróneos de la metafísica tradicional.

En su libro Between Science and Philosopfty, Smart ofrece dos argu-mentos principales en favor del realismo. Uno es que solamente el realismopuede respetar la importante distinción entre teorías correctas y teorías pu-ramente útiles.Llama "instrumentalista" a cualquier posición que valore laimportancia de las teorías en función de su utilidad, lo cual requiere sola-mente de la adecuación empírica y no de la verdad. Pero ¿cómo puede elinstrumentalista explicar la utilidad de sus teorías?

Consideremos un hombre (en el siglo xvr) que es un realista con respectoa la hipótesis copemicana, pero instrumentalista con respecto a la hipótesisptolemaica. Puede explicar la utilidad instrumental del sistema ptolemaico delos epiciclos porque puede probar que este sistema puede producir casi lasmismas predicciones acerca de los movimientos aparentes de los planetas quela hipótesis copernicana. Por tanto, la suposición de la verdad realista de lahipótesis copemicana explica Ia utilidad instrumental de la ptolemaica. Talexplicación de la utilidad instrumental de ciertas teorías no sería posible sitodas las teorías fueran consideradas meramente instrumentales.l4

¿Qué se quiere decir exactamente con "tal explicación" en la última oración?Aceptemos que si no se supone que alguna teoría es verdadera, entonces nin-guna puede explicar su utilidad apoyándose en la verdad de alguna otra. Pero

¿fendríamos una explicación menor de la utilidad de la hipótesis ptolemai-ca si hubiéramos comenzado en cambio con la premisa de que la hipótesiscopernicana ofrece implícitamente una descripción bastante exacta de losmovimientos de los planetas tal como se observan desde la Tierra? Esto nosería dar por sentada la verdad de la hipótesis hcliocéntrica de Copérnico,pcro podría aun implicar que la descripción más simple de Ptolomeo eratambién una aproximación ccrcana a cstos movimicnlos.

14 J.J.C. Smal, Between Science and Philosophy, Nueva York, Random House, 1968,pág. l5 I . [Versión en castellano: Entre ciencia y filosofía: una ino oducción a la filosofía de

lu cicnciu, ¡rad. M.E. Guizan, Madrid, Tecnos, 1975.1

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42 LA TMAcEN crENTÍHcA

Sin embargo, Sma¡t replicaría sin duda que tal respuesta solamente haceretroceder la cuestión un paso: ¿qué explica la precisión de las prediccionesbasadas en la teoría de Copémico? Si digo que es la adecuación empírica detal teoría, únicamente doy una explicación verbal. Pues Smart, por supuesto,no pretende limitar su pregunta a las predicciones reales; la pregunta abarca,en última instancia, todas las predicciones y retrodicciones reales y posibles.Para ponerlo muy concretamente: ¿qué explica el hecho de que todos losfenómenos planetarios observables encajan en la teoría de Copérnico (si lohacen)? Desde los debafes medievales recordamos la respuesta nominalistade que las regularidades básicas son mera¡nente regularidades en bruto yno tienen explicación. Así que aquí el antirrealista, de manera similar, debedecir: que los fenómenos observables exhiban estas regularidades, a causade las cuales ellos encajan en la teoría, es únicamente un hecho bruto y puedetener o no una explicación en términos de hechos inobservables "más alláde los fenómenos"; ello realmente no afecta la virtud de la teoría ni nuestracomprensión del mundo.

La principal línea de argumentación de Smart se dirige exactamente ha-cia este punto. En el mismo capítulo argumenta como sigue. Supóngaseque tenemos una teoría Z que postula una microestructura directamente yuna macroestructura indi¡ectamente. Las leyes estadísticas y aproximadasacerca de los fenómenos macroscópicos quizás estiín sólo parcialmente des-cifradas; y en cualquier caso se derivan de las leyes precisas (deterministaso estadísticas) acerca de las entidades básicas. Ahora consideramos la teoríaI', que es parte de T, y que afirma solamente lo que I dice acerca de losfenómenos macroscópicos. (Cómo debería caracterizarse Z/ es una cuestiónque dejaré abierta, porque no afecta al argumento..) Así, él continúa:

Yo sugeriría que el realista podría (decir) [. ..] que el éxito de I' se explicapor el hecho de que la teoría original I es verdadera acerca de las cosas sobrelas que ostensiblemente trata; en otras palabras, por el hecho de que realmentehay electrones o cualquier cosa postulada por la teoría T. Si no hubieran ta-les cosas, y si 2n no fuera verdadera en un sentido realista, ¿no sería el éxitode I' totalmente inexplicable? Tendría que suponerse que hubo innumerablesaccidentes afortunados alrededor del comportamiento mencionado en el vo-cabulario observacional, de tal manera que se comportaron milagrosamentecomo si hubieran sido producidos a partir de cosas no existentes ostensible-mente mencionadas en el vocabulario téorico.15

l5 lbíd., págs. 150 s.

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTfFICO 43

En otros pasajes, Smart habla de manera similar de "coincidencias cósmi-cas". Las regularidades en los fenómenos observables deben ser explicadasen términos de una estructura más profunda, porque de otra forma nos que-damos con la creencia en accidentes afortunados y coincidencias a escalacósmica.

Sostengo que si la demanda de explicación implícita en estos pasajesfuera formulada con precisión, conduci¡ía directamente al absurdo. Porquesi el solo hecho de postular regularidades sin explicación hace de Z' unateoría pobre, 7 no será mejor. Por otra parte, si hay alguna limitación precisarespecto a qué tipos de regularidades pueden postularse como básicos, elcontexto del argumento no ofrece ninguna razón para pensar que Z' debaautomáticamente ser peor que Z.

En cualquier caso, me parece que es ilegítimo igualar el ser un accidenteafortunado, o el ser una coincidencia, con el no tener explicación. Fue poruna coincidencia que encontré a mi amigo en el mercado; pero puedo ex-plicar por qué yo estaba allí y él puede explicar por qué vino, así que juntospodríamos explicar cómo ocurrió ese encucntro. Lo llamamos coincidenciano porque el incidente fuera inexplicable, sino porque no fuimos indivi-dualmente al mercado con el fin de encontrarnos.16 No puede pesar sobrela ciencia la exigencia de proveer una eliminación teórica de las coinciden-cias o de las correlaciones accidentales en general, porque ello ni siquieratendría sentido. No hay aquí nada que motive la demanda de explicación;se trata solamente de un replanteamiento en términos persuasivos.

$5. EL PRINCIPIO DE LA CAUSA COMÚN

Al argumentar contra Smart, dije que si la dema¡lda de explicación im-plícita en sus argumentos fuera formulada con precisión, conduciría alabsurdo. Ahora examinaré una formulación precisa de la demanda de expli-cación: el principio de Reichenbach de la causa común. Como ha señaladorecientemente Salmon, si el principio es impuesto como una exigenciapara nuestros relatos acerca de lo que hay en el mundo, entonces nosvcmos conducidos a postular la existencia de sucesos y procesos inobser-vables. l7

16 Esta cuestión fue claramente expuesta por Aristóteles, Física,tt, caps. 4-6. (Véanse

especialmente l96a l-20: l96b 2o-l97a 12.)r7 W. Salmon, "Theoretical Exptanation", págs. 118-145 en S. Kórner (comp.), Expla-

nution, Oxford, Blackwell, 1975. En un trabajo posterior, "Why ask why?", PresidentialAddrcss, Prot'. American Philosophical Association,5l, 1978, págs.683-705, Salmon des-

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44 LA IMAGEN cIENTÍFIcA

Enunciaré primero el argumento y el principio de Reichenbach a grandesrasgos y de una forma intuitiva, y luego examinaré su formulación precisa.Supongamos que se descubre que dos clases de sucesos están correlaciona-dos. Un ejemplo sencillo sería que una clase se presenta siempre que la otralo hace; pero la correlación puede ser solamente estadística. Aparentementehay una correlación significativa entre el excesivo consumo de cigarrillosy el ciíncer, pero es una correlación meramente estadística. Explicar tal co-rrelación requiere encontrar lo que Reichenbach llamaba rrna causa común.Pero

-sigue el argumento- entre los sucesos observables con frecuen-

cia no hay causas comunes para las correlaciones observables dadas. Porlo tanto, la explicación científica frecuentemente requiere que haya ciertossucesos inobservables.

Reichenbach sostenía que era un principio de la metodología científicaque cada conelación estadística (por lo menos cada dependencia positiva)debía explicarse a través de causas comunes. Pero esto significa, entonces,que el proyecto mismo de la ciencia habría de conducir necesariamente a laintroducción de una estructura inobservable mrís allá de los fenómenos. Laexplicación científica será imposible a menos que haya entidades inobserva-bles; pero el propósito de la ciencia es ofrecer explicaciones científicas; por

arrolla un argumento a favor del realismo semejante al de Sma¡t acerca de las coincidencias,y añade que la demanda de una causa común para explicar coincidencias aparentes es la queencierra el principio básico que está det¡ás de su argumentación. Sin embargo, él ha debi-litado el principio de la causa común de manera que evita las objeciones que he formuladoen esta sección. Me parece que su argumento en favor el realismo es, asimismo, corespon-dientemente débil. En la medida que no haya una exigencia universal de una causa comúnpara todas las regularidades o correlaciones, no hay entonces ningún argumento en pro delrealismo. Lo único que hay es una explicación de por qué es satisfactoria para el pensamientola postulación de mecanismos explicativos, incluso inobservables, cuando podemos hacerlo.No hay argumento de que las preráisas nos constriñan a la conclusión realisfa. Salmon, enuna conversación, ha sugerido que tal vez podríamos imponer la demanda universal de ex-plicación de que sólo se admite que queden sin explicación las correlaciones entre sucesosespaciotemporales (aproximadamente) coincidentes. No veo ningunarazónpara ello; peroademás, se trata de una demanda que no satisface la mecánica cuántica, donde hay corre-laciones no locales (como en la "paradoja" de Einstein-Podolski-Rosen); la física ortodoxarcchaza considerar estas correlaciones genuinamente paradójicas. Examinaré la teo¡ía másrecienle de Salmon en el capítulo 4. Éstas son escaramuzas; en un nivel más básico pretendosostener que hay una satisfacción suficiente para el pensamiento si podemos const¡uL teoríasen cuyos modelos las correlaciones y coincidencias aparentes puedan remontarse hacia causascomunes, sin tener que agregar que todas las características de esos modelos conesponden a

elementos de la realidad. Posteriormente véase mi "Rational Belief and the Common Cau-se Principle", en la compilación de R. McLaughlin que está por salú con ensayos sobre lafilosofía de la ciencia de Salmon.

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 45

lo tanto, el propósito de la ciencia puede solamente cumplirse si es verdadque hay entidades inobservables.

Para examinar este argumento, primero debemos ver cómo Reichenbachllcgó a su noción de causas comunes y cómo la precisó. Luego argüiré quesu principio no puede ser en absoluto un principio general de la ciencia y, ensegundo lugar, que la postulación de causas comunes (cuando ésta ocurre)cs también bastante inteligible sin el realismo científico.

Reichenbach fue uno de los primeros filósofos en reconocer el radical"viraje probabilístico" de la física moderna. El ideal clásico de la cienciahabía sido encontrar un método de descripción del mundo tan ahnado quepudiera produch leyes deterministas para todos los procesos. Esto significaque si se proporcionara una descripción como tal del estado del mundo (o,más concretarnente, de un sistema simple aislado) en un tiempo t, entoncessu estado en un momento posterior t + d estaría unívocamente determinado.Lo que Reichenbach arguyó muy tempranamente es que este ideal tieneuna presuposición fáctica: no es lógicamente necesario que dicho métodoaf,rnado de descripción exista, ni siquiera en principio.ls Esta opinión seconvirtió en algo generalmente aceptado con el dcsarrollo de la mec¿inicacu¿intica.

Así que Reichenbach instó a los filósofos a abandonar aquel ideal clásicocomo criterio de perfección para una teoría científica. Sin embargo, estáclaro que, si bien la ciencia no busca leyes deterministas que relacionenlos sucesos con lo que pasó antes que ellos, ciertamente busca algunasleyes. Y así Reichenbach propuso que la forma correcta de concebir lacicncia es como si ésta buscara "causas comunes" de un tipo probabilísticoo estadístico.

Podemos precisar lo anterior haciendo uso del lenguaje de la teoría deprobabilidades. SeanA y B dos sucesos; usamos P para designar la proba-bilidad de su ocurrencia. Entonces P(A) es la probabilidad de que A ocunay P(A&B) la probabilidad de que ambos, A y B, ocurran. Además, debemos

lE H.Reichenbach,ModernPhilosophyofSt'ience,Londres,RoutledgeandKeganPaul,1959, caps. 3 y 5. [Versión en castellano: Modernafilosofia de la ciencia: ensayos escogidos,Madrid, Tecnos, 1965.1 Desde un punto de vista puramente lógico, esto no es así. Supongamosque definimos el predicado P( -m) pan aplicarlo a una cosa en un tiempo f exactamente si elprcdicado P se aplica a ella en el tiempo f+rn. En tal caso, la descripción de sus "propiedades"en el tiempo r, al utilizar el predicado P(-m), ciertamente aportará información al respectodc si la cosa es P en el tiempo t + m. Pero dicho predicado dehnido "no tiene significadofísico", su aplicación no puede determinarse por ninguna observación emprendida en o antesdcl tiempo r. De modo que Reichenbach está suponiendo ciertos criterios de adecuación sobrela base de aquello que cuenta como una descripción para la ciencia empírica; y seguramenteestá cn lo correcto al hacerlo.

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46 LA IMACEN CIENTIFICA

considerar la probabilidad de que A ocurra dado que B ocurra' La probabi-lidad de lluvia, dado que el cielo está nublado, claramente es más alta que

la probabilidad de lluvia en general. Decimos que .B es estadísticamente

relevante para A si la probabilidad de A dado B ----en notación: P(AlB)-es diferente de P(A). Si P(A /B) es más alta que P(A), decimos que hay

una correlación positiva. Sicmpre y cuando A y B sean sucesos que tienenalguna probabilidad positiva de ocurrencia (i.e. P(A), P(B) no son cero),

ésta es una relación simétrica. Las definiciones precisas son las siguientes:

(a) Laprobabilidad deA dadoB se dehne al estipular P(B) + 0, y es

P(AIB):'+#(b) B es estadísticamente relevante para A exactamente si P (A I B) + P (A)(c) Hay una correlación positiva entre A y ^B exactamente si P(A&B) >

P(A) . P(B)(d) De (a) y (c) se sigue que, si P(A) + Oy P(B) f 0, entonces hay una

correlación positiva entre A y B exactamente si

P(AlB) > P(A),

y también si y sólo si

P(B lA) > P(B)

Entonces, decir que hay una correlación positiva entre el cáncer y el elevado

consumo de ciganillos, equivale a decir que la incidencia de c¿íncer entre los

fumadores empedemidos es mayor de lo que es en la población en general.

Pero debido a la simetría de A y B en (d), este enunciado por sí mismo no

da razones para pensar que el hábito de fumar produce cáncer, en vez de

que el cáncer produce el hábito de fumar, o quc ambos son producidos poralgún otro factor, o por otros divcrsos factores, si los hay.

Estamos hablando aquí de hechos relativos a un mismo tiempo. Busca-

mos la causa en el pasado: fumar en exceso en un momento es seguido (con

cierta probabilidad) por fumar en exccso en un momento ulterior, y tambiénpor tener ciíncer en ese momento ulterior. Nosotros hemos encontradorealmente, en este suceso pasado C, la causa común de e sta correlaciónprescnte si

P(AlB&c) : P(A/c)

ARCUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CrcNrÍr,ICO 47

l'odemos formular esto como sigue: en relación con la información de queC ha ocurrido, A y B son estadísticamente independientes. podemos defini¡la probabilidad de un suceso X, ya sea por sí mismo o condicionado a otrosuceso Y, relativa a C como sigue:

(e) La probabilidad relativa a C es definida como

P,X: P(X/C)PC(X/Y): P,(X&Y) + P,(Y)

: P(x/y&c)

partiendo de que P,(Y) + O, P(C) + O

Dc manera que decir que C es la causa común de la correlación entre Ay B es decir que, por lo que toca a C, no hay tal correlación. C explicala correlación, ya que observamos una correlación solamente en tanto notomamos en cuenta a C.

El principio de la causa común de Reichenbach es que cada relación derclcvancia estadística positiva debe ser explicada por causas estadísticas co-munes anteriores, de la manera indicada antes.l9 Para expresarlo de manerabastante exacta y en los propios términos de Reichenbach:

si las coincidencias de dos sucesos A y B ocurren más frecuentemente delo que correspondería a su ocurrencia independiente, esto es, si los sucesossatisfacen la relación

(1) P(A&B) > P(A).P(B),

entonces existe una causa común c de estos sucesos tal que la bifurcaciónACB es conjuntiva,esto es, satisface las relaciones (2)-(5) que se presentana continuación:

(2) P(A&B I c) : P(Al C).P(B I C)

(3) P(A&B /e) : P6/e).P@ /e)(4) P(Alc) > P@/e)(s) P(Blc) > P@/e)

( l) se sigue lógicamente de (2)-(5).

re H. Reichenbach, The Direction of Time, Berkeley, University of California, 1963,sccción 19, págs. 157-163; véanse también las secs. 22 y 23. [Versión en casrellano: E/sentido del tiempo, trad. A.S. de Liberman, México, ur-rnr,l, 1959.]

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4¡t LA IMAGEN CIENTÍFICA

Este principio de la causa común es al mismo tiempo preciso y persuasi-vo. Puede ser visto como una formulación de la conviccion qu" Juuyu."

"nargumentos tales como el de smaf, que exigen la eliminación de ras ..co-incidencias cósmicas" por la ciencia. pero no es un principio que guíe laciencia del siglo xx, porque es muy cercano a la demanda ¿e ieoriás determi_nistas sobre el mundo que Reichenbach quería rechazar.Mostraré esfo pormedio de un ejemplo- esquemático; pero éste ejemplo in"o.porJtos tiposde correlaciones no clásicas que distinguen la mecánica cu¿íntica de la físicaclásica. Me refiero aquí a las correlaóiones expuestas por el experimentomental de Einstein, podolski y Rosen,

"n ,u f*noro tráua¡o ,,¿tir"a" .on-

siderarse completa la descripción mecánico-cuántica de ra realidad?,, Estascorrelaciones no son meramente teóricas; se encuentran en muchos experi-mentos reales, tales como el de dispersión y producción de pares de fotonesde compton. Yo sostengo, por añadiduru, qL" correlaciones suficientementesimilares para refutar el principio de la causa común deben aparecer en casicualquier teoría indeterminista de suficiente complejidaJ.td ffiin" qu"usted ha estudiado el comportamiento de un sistema u objeto qu",-¿"rpu¿,de estar en un estado,S, siempre pasa a otro estado qu" pu"d" ser áaracteri_zado por varios atributos F¡, , Fn y Gt, . . . ,G,. Supónga que ha llegadoa la conclusión de que esta transiciónes genuinamenté in¿-eteiminista, peropuede proponer una teoría acerca de laslrobabilidades de transición:

(8) (a) P(F;/S) : I ln (b) p(G¡ls) : t/n(c) P(F¡ : G¡f S) : I

do.n{e: significa si y sóto si o cuando y exactamente cuando. En otraspalabras, es puramente azaroso si er estádo hacia er cual transita J estácaracterizado por uno de ros atributos de F, y similarmenr" p*u r,o, tributosde G, pero ciertamente es caracterizado por F¡ si es caracterizado for G¡,por F2 si por G2, y así sucesivamente.

si estamos convencidos de que éste es un fenómeno i¡reductiblementeindeterminisfa, de manera que s es una descripción completa á"i-"rru¿o

20 El escrito de Einstein, podorski y Rosen apareció en ra physicar Revieu,, 4i , lg3s,págs.777-78l;examino su experimenro menral y lá dispersión ae cómpton en i" f u,i" r a",niarículo "The Einstein-podorski-Rosen paradox-", syuiher",29, r9i4, r,pagr. z'or-:oe. unelegante resultado general concerniente a la medida en que una ..explicación,, estadística deuna conelación a través de una tercera va¡iabre requiere der determinismo, es el lema básicodel.esc¡ito de P- Suppes y M. Zanotti, "on rhe Determinism of Hidden va¡iable Theories withSt¡ict Correlation and conditional staristical Independence of observabres',, pags. rls_lss,en P. S_uppes (comp.), Logic and probability in eiantum Mechanícs,Do¡d¡echtliei¿el pub.co'' 1976. Este libro contiene asimismo una reiirpresión der artícuro precedente.

ARGUMENToS coNCERNIENTES AL REALTSMo cleNrÍr'lco 49

inicial, entonces tenemos una violación del principio de la causa común.Porque de (8) podemos deducir

(9) P(F¡ I S).P(Gi I S) : I lnzP(Fi&Gil S) : P(F¡l S) : I I n

cuyos valores son iguales solamente si n es cero o uno ----e I caso determinista.En todos los otros casos, S no calihca como la causa común del nuevo estado,siendo éste F¡ o G¡i y si S es complcta, ninguna otra cosa puede calificartampoco.

El ejemplo que ofrecí es esquemático y simplificado, y ademiis de su

indctcrminismo, exhibc también cierta discontinuidad, ya que discutimosla transición de un sistema de un estado .S hacia un nuevo estado. En lafísica cl¡ísica, si una cantidad física ha cambiado su valor de i a j,lo habríahccho tomando todos los valores entre i yj en sucesión, esto es, cambiandocontinuamente. ¿Se obedecería el principio de Reichenbach por lo menoscn alguna teoría indeterminista no trivial, en la cual todas las cantidadestengan un espectro continuo de valores y todo cambio sea continuo? Piensoque no, pero no argumentaré más sobre este punto. La cuestión es realmenteacadémica, porque si el principio lo requicre así, entonces éste es tambiéninaceptable para la ciencia física moderna.

¿Se podría transformar una teoría que viola el principio de Reichenbachen una que lo obcdczca, sin alterar su adecuación empírica? Posiblemcnte;sc tcndría que negar que la atribución del estado.l da información complctaacerca del sistema en el momento en cuestión, y postularpc rámetros ocultosque subyacen en esos estados. Los intentos en esta dirección, respecto a lamec¿ínica cuántica, se conocen como teorías de variables ocultas, peropuede mostrarse que si una teoría como tal es empíricamente equivalente a

la mecánica cuántica ortodoxa, entonces todavía muestra coirelaciones nolocales de tipo no clásico que violarían aún el principio de Reichenbach.Pero nuevamente la cuestión es académica, puesto que la física modema norcconoce la necesidad de tales variables ocultas.

¿Podría debilitarse el principio de Reichenbach de manera que se pre-scrve su espíritu motivador y al mismo tiempo se eliminen sus inaceptablesconsecuencias presentes? Como parte de una teoría más amplia de la ex-plicación (que discutiré más tarde), Wesley Salmon ha propuesto separarla ccuación (2) anterior en

(2*) P(A&B / C) > P(A / C).P(B I c)

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50 LA tMAcEN cIENTÍFICA

en cuyo caso C calificaría aún como causa común. Obsérvese que en el

ejemplo esquemático que ofrecí, S calificaría entonces como causa común

de los sucesos F¡ y G¡.

Pero formulado así, el principio produce una regresión. Porque supón-

gase que (2*) es verdadera. Entonces notamos una correlación positiva

relativa a C:

P,(A&B) > P,(A).P,(B)

a la que se aplica el principio y para la cual se demanda una causa común C'.Esta regresión se detiene solamente si: o bien en algún punto la causa común

mostrada satisface la ecuación original (2) (lo que nos lleva de regreso a

nuestra situación original), o bien se usa nuevamente algún otro principiopara restringir la demanda de explicación.

En cualquier caso, debilitar el principio de varias maneras (y ciertamen-

te tendrá que ser debilitado si es que se pretende que pueda ser aceptable

en cualquier sentido) mermará la fuerza de los argumentos realistas, yaque cualquier debilitamiento es un acuerdo para dejar algunos tipos de "co-incidencia cósmica" inexplicados. Pero esto es admitir que el punto de visfa

nominalista/empirista se puede defender, pues la demanda de explicacióndeja de ser entonces un "imperativo categórico" científico.

No obstante, aquí hay un problema que debería enfrentarse. Sin lugar a

dudas, muchas empresas científicas pueden caracterizarse como búsquedas

de causas comunes para explicar correlaciones. ¿Qué puede decir ante elloel antirrealista? ¿No es una búsqueda de realidades explicativas más allá de

los fenómenos?Creo que hay dos sentidos en los cuales un principio de causa común es

operativo en la actividad científica, j ambos son perfectamente inteligiblessin el realismo.

Para el antirrealista, toda actividad científica está finalmente orientada

hacia un mayor conocimiento de lo que es observable. De manera que puede

entender una búsqueda de caus¿ts comunes solamente si esa búsqueda ayuda

a la adquisición de ese tipo de conocimiento. ¡Pero seguramente lo hace!

Cuando el exceso en el fumar se postula como un factor causal del cáncer,

ello sugiere una correlación ulterior entre el cáncer y la irritación de lospulmones, o la presencia en la corriente sanguínea de químicos tales comola nicotina, o ambas. La postulación estará justificada si las correlaciones

ulteriores sugeridas son de hecho encontradas; y si esto es así, habrá con-

tribuido en la búsqueda de correlaciones a mayor escala entre los sucesos

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 51

obscrvables.2l Esta posición reduce el principio de la causa común, de serun principio regulativo para toda la actividad científica, a ser una de sustlircctrices tácticas.

Hay un segundo sentido en el cual el principio de la causa común puedescr operativo: como un consejo para la construcción de teorías y mode-Ios. Una manera de construir un modelo para un conjunto de correlacionesobservables es mostrar variables ocultas con las,que estén correlacionadasindividualmente las correlaciones observadas. Esta es una empresa teóri-ca que requiere de un entramado matemático o de pruebas de existencia.Pcro si la teoría resultante es posteriormente considerada empíricamenteadecuada, no se pretende que todos los aspectos del modelo correspon-dan a "elementos de la realidad". Como una directriz teórica, o como unamrixima práctica, el principio de la causa común bien puede ser operativo enla ciencia; pero no lo es como una demanda de explicación que produciríael lastre metafísico de los parrímetros ocultos, los cuales no aportan ningúnvalor empírico nuevo.

$6. LÍMITES DE LA EXPLICACIÓN: UN EXPERIMENTO MENTAL

Wilfrid Sellars fue uno de los líderes del retomo al realismo en la filosofíade la ciencia, y en sus escritos de las tres décadas pasadas ha desarrollado unrealismo científico sistemático y coherente. He examinado un buen númerode sus opiniones y argumentos en otros lugares, pero aquí me concentraréen algunos aspectos que están estrechamente relacionados con los argu-mentos de Smaf, Reichenbach y Salmon recién analizados.22 Permítasemecomenzar preparando el escenario de la manera en que Sellars lo hace.

Existe cierta imagen ultrasimplificada de la ciencia, la "imagen de losniveles", que impregna los escritos positivistas y que Sellars demolió exito-samente.23 En esa imagen, los hechos observables singulares ("este cuervo

2l Hay otra vía: si la correlación entre A y B es conocida, pero sólo dentro de límitesinexactos, la postulación de la causa común C por una reoría que escr'cifica P(A/C) y P(B / C)implicará entonces una relación estadística precisa entre A y B, la cual puede estar sujeta auna experimentación ulterior.

22 Véanse mi a¡tículo "Wilfrid Sellars on Scientific Realism", Diatogue, 14, lgis,págs.6O6-616; W Sellars, "Is Scientific Realism Tenable?", págs.3O7-334, en F. Suppey P. Asquith (comps.), PSA 1976, East Lansing, Mich., Philosophy of Science Asociarion,1977 , vol. u, págs. 307-334; y mi "On the Radical Incomplereness of the Manifiest Image",ibíd., págs. 335-343; y véase también la nora l, anres.

23 W. Sellars, "The Language of Theories", en su libro ^Sci¿ nce, Percept'ion, and Reality,

Londres, Routledge and Kegan Paul, 1963.

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52 LA IMAGEN cIENTÍFICA

es negro") son explicados científicamente por regularidades generales ob-servables ("todos los cuervos son negros"), las que a su vez son exillicadaspor hipótesis altamente teóricas sin restricción en cuanto a lo que dicen acer-ca de lo observable. Los tres niveles son comúnmente designados como eldel hecho,eldelaley empíricay eldelateoría. Pero como Sellars señala, lasteorías no explican y ni siquiera implican tales leyes empíricas; solamentemuestran por qué las cosas observables obedecen estas así llamadas leyes enla medida en que lo hacen.24 De hecho, quizá no tenemos en absoluto talesleyes empíricas: todos los cuervos son negros ----€xcepto los albinos-, elagua hierve a 100' C

-si la presión atmosférica es ¡srm¿l-, un cuerpo

en caída acelera -si

no es interceptado o sujetado a un aeroplano por unalínea estática-, y así sucesivamente. En el nivel de lo observable estamoscondenados a encontrar solamente leyes putativas, que estiln fuertementesujetas a cláusulas ceteris paribus no escritas.

Éste es, hasta aquí, sólo un punto metodológico. Realmente no espera-mos que las teorías "salven" nuestras generalizaciones comunes de cada día,porque nosotros mismos no tencmos confianza en su universalidad estricta.Pero una teoría que dice que la microestructura de las cosas está sujeta a

algunas regularidades exactas, universales, debe implicar lo mismo paraaquellas cosas en sí mismas. Ésta es, por lo menos, mi reacción ante lospuntos tratados hasta ahora. Sin embargo, Sellars ve una inferioridad inhe-rente en la descripción de lo observable por sí solo, una insuficiencia queexige (suá specie de los fines de la ciencia) la introducción de una realidadinobservable más allá de los fenómenos. Esto se hace patente a través de uninteresante "experimento mental".

Imagínese que en alguna etapa temprana de la química se hubiera encon-trado que diferentes muestras de oro se disuelven en agua regia en gradosdiferentes, a pesar de que "hasta donde puede ser determinado mediantela observación, los especímenes y las circunstancias son idénticas".2s Ima-gínese ademiís que la respuesta de la química a este problema era la depostular dos microestructuras distintas para las diferentes muestras de oro.La impredecible variación observada en el grado de disolución era expli-cada diciendo que las muestras son mezclas (no compuestos) de estas dossustancias (idénticas según la observación), cada una de las cuales tiene ungrado hjo de disolución.

En este caso tenemos una explicación mediante leyes que no tienencontrapartes observacionales que puedan desempeñar el mismo papel. De

24 Op. t:it., pág. l2l.2s lbíd., pág. t2t.

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 53

hccho, ninguna explicación parece posible, a menos que acordemos bus-car nuestras variables físicas fuera de lo observable. pero la ciencia tratadc explicar, debe tratar de explicar, y así, debe exigir la creencia en estamicroestructura inobservable. Tal es el argumento de Sellars.

Hay aquí por lo menos tres preguntas frente a nosotros. ¿Esta postulacióndc una microestructura no tiene realmente nuevas consecuencias en losfcnómenos observables? ¿Pesa realmente sobre la ciencia la exigencia deque dcba explicar, aun si los medios de explicación no ofrecen ningunaganancia en cuanto a las predicciones empíricas? y tercero, ¿podría existiruna razón diferente para servirse de la imagen de una microestructura en eldcsarrollo de una teoría científica en un caso como éste?

Primero, me parece que estos químicos hipotéticos postulaban tambiénnuevas regularidades observables. Supóngase que las dos sustancias sonA y B, con grados de disolución x y x +y, y que cada muestra de oro esuna mezcla de estas sustancias. Entonces se sigue que cada muestra deoro se disuelve en un grado no menor que .x y no mayor que _r + y; y que,cntre estos dos, algún valor puedc ser encontrado --dentro de los límites decxactitud de la mezcla de oro. Nada de esto es implicado por los datos deque las diferentes mezclas de oro se disolvieron en varios grados entre.x y,r + y. De manera que el primer argumento de Sellars es falso.

Podemos suponer, por respeto al ejemplo de Sella¡s, que, sin embar_go' no hay manera de predecir los grados de disolución ulteriormente.¿,Hay entonces una demanda categórica sobre la ciencia de que debe expli-car esta variación que no depende de otros factores observables? Hemosvisto que una versión precisa de tal demanda (el principio de la causacomún de Reichenbach) podría convertirse automáticamcnte en una de-rnanda de variables ocultas, ofreciendo un andamiaje "clásico" para teoríasindctcrministas. Sellars reconoció muy bien que una demanda de varia-blcs ocultas iría en contra de las principales opiniones en boga en la físicacuÍrntica. De acuerdo con ello, él menciona "el punto conocido de quekrs conjuntos estadísticos irreductibles y legítimos de la teoría de la me-clinica cuántica son matemáticamente inconsistentes con la suposición dev¿rriables ocultas".26 De modo que, en efccto, rcstringe la demanda de ex-¡rlicación a sólo aquellos casos en donde es consistente añadi¡ variablesocultas a la tcoría. Y la consistencia es seguramente un punto de frenol<igico.

Esta rcstricción lamentablemente no evita el desastre. porque, si bicn hayvurias pruebas de que no puedcn proveerse variables ocultas que conviertan

26 Ibí<t., pág. 123.

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54 LA IMAGEN CIENTIFICA

la mecánica cuiíntica en algún tipo clásico de teoría determinista, esas prue-

bas se basan en exigencias mucho miís fuefes que la consistencia. Para dar

un ejemplo, uno de esos supuestos es que dos variables físicas distintas no

pueden tener las mismas distribuciones estadísticas en la medición de todos

sus estados posibles.2T Así, se da por supuesto que si no podemos señalar

algunas diferencias posibles en las predicciones empíricas, entonces no hay

en absoluto una diferencia real. Si tales exigencias fueran eliminadas y la

sola consistencia fuera el criterio, las variables ocultas podrían de hecho

ser introducidas. Pienso que debemos concluir, en contraste con el realismo

científico, que en ausencia de alguna ganancia en los resultados empíricos,

la ciencia no asigna un excesivo valor a la explicación.

En tercer lugar, consideremos, entonces, cómo un anti¡realista podría

dar sentido al procedimiento de aquellos químicos hipotéticos. Después de

indicar las nuevas implicaciones empíricas que mencioné dos piírrafos an-

tes, él apuntaría hacia razones metodológicas. Al imaginar cierto tipo de

microestructura p¿u.a el oro y otros metales, digamos, podríamos llegar a

una teoría que rigiera muchas sustancias observacionalmente desiguales; y

esto posteriormente podría tener implicaciones para nuevas y más amplias

regularidades empíricas cuando dichas sustancias interactúan. Esto sería

solamente una esperanza, por supuesto; ninguna hipótesis garantiza que sea

fructífera. Pero el punto es que la verdadera demanda que pesa sobre la

ciencia no es de explicación en cuanto tal, sino de cuadros imaginativos

que tienen esperanzas de sugerir nuevos enunciados de regularidades ob-

servables y de corregir los antiguos. Este punto es exactalnente el mismo

que el concerniente al principio de la causa común.

$7. LOS DEMONIOS Y EL ARGUMENTO ÚLTIMO

En el curso de sus discusiones sobre el realismo en lógica y matemáticas,

Hilary Putnam propuso también varios argumentos a favor del realismo

científico. En Philosophy of Logíc se concentra detenidamente en argu-

mentos de indispensabilidad: los conceptos de entidades matemáticas son

indispensables para las matemáticas no elcmentales; los conceptos teóricos

2? Véase mi escrito "semantic Analysis of Quantum Logic", en C.A. Hooker (comp.),

Contenryorary Resear<'h in lhe Foundatiotts and Philosophy of QuanlumTheory, Dordrecht,

Rcidcl, 1973, parle III, secs.5 Y 6.

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 55

son indispensables para la física.28 En seguida enfrenta la posición filosóficarlcl hccionalismo, la cual recoge de los escritos de Vaihinger y Duhem:

En esencia, el ficcionalista dice lo siguiente: "Sí, ciertos conceptos [. . . ] sonindispensables; pero no, ello no tiende a mostrar que los entes que cor'espon-den a aquellos conceptos existen realmente. Solamente muestra que aquellos'entes' son ficciones útiles."2e

(ilosado en términos de teorías: aun si ciefas clases de teorías son indis-¡rcnsables para el avance de la ciencia, ello no muest¡a que esas teorías seanvcrdaderas in toto, así como tampoco empíricamente correctas.

Putnam ataca esta posición efectuando un rodeo: critica primero losnralos argumentos en contra del ficcionalismo, y luego cosecha de esa dis-cr¡sión sus razones para rechazarlo. La principal malarazón que ve es latlcl vcrificacionismo. Los positivistas lógicos se adhiricron a la teoría veri-licacionista del significado, la cual a grandes rasgos dice que el contenidocognoscitivo total de una aserción, todo lo que en ella es significativo, estácn función de que los resultados empíricos puedan verificarla o refutarla.lbr tanto, ellos di¡ían que no hay diferencias reales entre dos hipótesis concl ¡nismo contenido empírico. considérense dos teorías acerca de cómo escl mundo: la teoría atómica de Rutherford y la hipótesis de vaihinger querlicc que, a pesar de no haber electrones ni cosas por el estilo, el mundor¡bscrvable es, no obstante, precisamenle como si la teoría de Rutherfordft¡cra verdadera. El verificacionista diría: estas dos teorías, a pesar de quela dc vaihinger parece ser consistcnte con la negación de la de Rutherford,son cxactamente equivalentes.

Bueno, no lo son realmente, porque una dice que hay electrones y la otralthnitc que podríano haberlos. Aun si los fcnómenos observables son comoItuthcrford afirma, los inobservables pueden ser diferentes. Sin embargo,krs positivistas dirían que si uno argumenta de esta manera, se converti¡á¡rulomáticamente en presa dcl escepticismo, pues se tendrá que admitir quelray posibilidades que uno no puede probar o refutar experimentalmente, y¿rsí sc tcndrá que decir que simplemente no podemos conocer cómo es elnrundo. Peor aún, no habrá ninguna razónpara rechazar un gran número

28 Hilary Putnam, Philosophy of Logic, Nueva york, Harper and Row, l97l -véaset ¡r¡rlrién nri reseña de es te libto en canadian Journal of p hilosophy, 4,1975, págs. 73r-j 43.

l'trcslo que las posiciones metafísicas de Putnam han cambiado drásticamente en los últimos¡rri.s, mis observaciones se aplican únicamente a sus posiciones tal y como aparecieron enrliclur Iibro.

2e op. <.ir., pág. 63.

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56 LA IMAGEN CIENTÍFICA

de posibilidades extravagantes: demonios, brujería, poderes ocultos que

colaboran para fines fantásticos.Putnam considera que el argumento anterior en favor del verificacionis-

mo está equivocado, y su respuesta a é1, curiosamente, producirá también

una respuesta al ficcionalismo que es rechazada por el verificacionista. Para

disipar el duende del escepticismo, Putnam nos da una cápsula introductoria

a la epistemología (bayesiana) contemporánea: la racionalidad exige que si

dos hipótesis tienen las mismas consecuencias contrastables (consecuencias

para la evidencia que podría ser reunida), entonces no deberíamos aceptar

la que es a priori Ia menos plausible. ¿En dónde obtenemos nuestros orde-

namientos de plausibilidad a priori? Los proveemos nosotros mismos, ya

sea individualmente, ya sea como comunidades: aceptar una jerarquización

de plausibilidad no es

hacer un juicio sobre un hecho empírico ni enunciar un teorema de la lógica

deductiva: es tomar una postura metodológica. Se puede decir si la hipótesis

de los demonios es una "locura" o no, únicamente si ya se ha adoptado una

postura; yo comunico la postura que he tomado (y hablando como quien ha

asumido esta postura, añado: y es la postura que todos los hombres racionales

adoptan, implícita o explícitamente).30

Desde este punto de vista, la difcrencia entre Rutherford y Vaihinger, o entre

Putnam y Duhem, es que (no obstante que presumiblemente concuerdan en

la falta de plausibilidad dc los demonios) discrepan acerca de la plausibilidad

a priori de los electrones. ¿Cada uno simplemente anuncia la postura que

ha tomado, y añade: ésta es, en mi opinión, la postura de todos los hombres

racionales? Qué decepcionante.En realidad, las cosas no suceden de esa manera. Putnam ha desplazado

hábilmente la discusión de los electrones hacia los demonios, y nos pide

que consideremos cómo podríamos descartar su existencia. Sin embargo,

tal como está presentada la opinión de Vaihinger, sólo difiere de la de Ruth-

erford por ser más débil lógicamente: rehúsa asentir a una afirmación de

existencia. Se sigue automáticamente que la opinión de Vaihinger no puede

ser a priori menos plausiblc que la de Rutherford. La maniobra ideológica

de Putnam cuando mucho podría utilizarse para acusar a un "atco" anti-

rrealista de irracionalidad (en relación con la propia postura de Putnam, por

supuesto); pcro no a uno del género agnóstico'

Putnam concluye esta línea de razonamientos preguntando qué más po-

dría pcdirse como evidencia para la verdad de una teoría que aqucllo que el

30 lbíd., pág.61 .

ARGUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 57

rc¡rlista considera suficiente: "Pero, entonces [ . . .] ¿qué razones ulteriores

¡rotlría uno pedir antes de estimar que es racional creer en una teoría?"3ll,ir rcspuesta es: ninguna; al menos si se equiparan aquí las razones, obicn con la evidencia empírica, o bien con argumentos precisos. (Las razo-r¡cs de la preferencia son quizás otra cosa, especialmente porque Putnamrusa la expresión "es racional creer" en lugar de "es irracional no creer".)I'ucsto que Putnam nos ha hecho el favor de refutar el verificacionismo, larL:spucsta "ninguna" no puede condenarnos a la i¡racionalidad. Reciente-nrcr.rtc, él mismo ha argumentado con mucha fuerza que las teorías puedencstar de acuerdo en el contenido empírico y diferir en el valor de verdad.I'or tanto, un realista tendrá que hacer un salto de fe. La decisión de darcl salto está sujeta al escrutinio racional, pcro no la dictan la razón ni laevidcncia.

En un trabajo posterior, "Qué es la verdad matemática", Putnam continúalir rliscusión dcl realismo científico, y ofrece lo que llamaré el arg,umento úl-lülo. Comienza con una formulación del realismo que, según dice, aprendiórlc Michael Dummett:

Un realista sostiene (respecto a una teoría o discurso dados) que ( I ) los enuncia-dos de esa teoría son verdaderos o falsos, y (2) que lo que los hace verdaderoso falsos es algo externo, es decir, no son (en general) los datos de nuestrossentidos, reales o potenciales, o la estructura de nuestras mentes, o nuestrolenguaje, etc.32

Iista formulación es muy diferente de la que he proporcionado, aun si con-sitlcramos el caso en que esa teoría o discurso sea la ciencia o el discursocicntífico. Puesto que la amplia discusión de los puntos de vista dc Dum-rnctt ha hecho que se acepte la forma en que emplea estos términos, y puestoquc Putnam comienza su discusión de esta mancra, nccesitamos examinarcu idadosamente tal formulación.

En mi opinión, el uso que hace Dummctt de los términos es bastanteitliosincrásico. La enunciación de Putnam, aunque muy brcve, es escncial-r¡lcntc accrtada. En su artículo "Realism", Dummet comienza describiendovarios tipos de realismo de la forma tradicional, como discusioncs acercatlc si rcalmcnte existen entes de un tipo particular. Pero dice que en algunoscasos que desea discutir, tal como la realidad dcl pasado y el intuicionis-nro cn matcmáticas, le parece que los temas principales giran al¡ededor de

rr lbíd., pág.69.12 }{ilary Putnam, Muthemati(:s, Motter and Metlod, Cambridge, Cambridge University

l'r'css, 1975, vol. t, págs. 69 s.

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58 LA IMAGEN CIENTIFICA

otras cuestiones. Por esta razón propone un nuevo tratamiento: tomará talesdiscusiones como

referentes no a una clase de entes o a una clase de términos, sino a una clasede proposiciones 1...] Yo caracterizo el realismo como la creencia de quelas proposiciones de la clase en cuestión poseen un valor objetivo de verdad,independientemente de los medios con que las conozcamos: son verdaderas ofalsas en virtud de una realidad que existe independientemente de nosotros. Elantirrealista opone a esta tesis la perspectiva según la cual las proposicionesde la clase en cuestión deben entenderse únicamente mediante la referencia altipo de cosa que consideramos como evidencia para una proposición de esaclase.33

El mismo Dummett adviefe de inmediato que, en este sentido, los nomi-nalistas son realistas.34 Por ejemplo, si se dice que los entes abstractos noexisten, y los conjuntos son entes abstractos, en conclusión, los conjuntosno existen. Por ello, ciertamente se acordará un valor de verdad a todos losenunciados de la teoría de conjuntos. Podría objetarse que si se adopta estaposición, entonces se tiene un procedimiento dc decisión para determinarlos valores de verdad de estos enunciados (falso para los cuantihcados exis-tencialmente, verdadero para los universales, aplíquense tablas de verdadpara el resto). ¿Acaso lo anterior no significa que, según esta teoría, losvalores de verdad no son indepcndicntes de nuestro conocimiento? De nin-gún modo, porque quien sostiene esa teoría claramente cree que si nosotrosno hubiéramos existido, y no hubióramos a fortiori tenido ningún cono-cimiento, el estado de cosas con respecto a las entidades abstractas seríael mismo.

¿Acaso en su definición Dummett únicamente estableció una condiciónnecesaria para el realismo en aras de la generalidad? No lo creo. En dis-cusiones sobre la mec¡ínica cuántica, encontramos el punto de vista de quelas partículas de la microfísica son reales y obedecen los principios de lateoría, pero en cualquier tiempo t cuando "la partícula ¡ tiene exactamenteel ímpetu fmomentumf p" es entonces verdad que "la partícula x tiene po-sición q" no es verdadera ni falsa. En cualquier sentido tradicional, ésta es

una posición realista con respecto a la mecánica cuántica.

33 Michael Dummett, Truth and Other Enigmas, Cambridge, Mass., Harva¡d UniversityPress, 1978, pág.146 (véanse también las págs.358-361). [Versión en castellano: La verdady otros enigmas, trad. A. Herrera, México, Fondo de Cultura Económica, 1990.]

34 Dummett añade al pasaje citado que es consciente de que su caracterización no incluyetodas las disputas que menciona, y específicamente omite el nominalismo ace¡ca de entidadesabstractas. No obstante, incluye el realismo científico como un ejemplo (op. cit.,págs. 146 s).

ARCUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 59

Notamos también que Dummett, al menos en este pasaje, no se ha preo-cupado por excluir interpretaciones no literales de la teoría, mientras tenganvalores de verdad. Ambas cosas no son iguales; cuando Strawson interpretóla frase "El rey de Francia en 1905 está calvo" como ni verdadera ni falsa, nocstaba haciendo una interpretación no literal de nuesÍo lenguaje. Por otrapiute, la gente tiende generalmente a caer en interpretaciones no literalespara estar en condiciones de deci¡ que "propiamente interpretada, la teoríacs verdadera".35

Tal vez Dummett tiene razón cuando afirma que lo que realmente estácn juego en las discusiones realistas de varios tipos son preguntas acercatlcl lenguaje; o, si no est¿in realmente en juego, son al menos los úni-cos problemas filosóficos serios en aquellos dominios. Ciertamente, loslrgumentos de los cuales él se ocupa son profundos y serios y bien me-rccen nuestra atención. Pero me parece que su terminología concuerdacscasamente con la tradicional. Ciertamente, yo deseo definir el realis-rno científico de tal manera que no implique necesariamente que todos losonunciados en el lenguaje teórico son verdaderos o falsos (solamente quelodos ellos son susceptibles de ser verdaderos o falsos, esto es, que haypara cada uno condiciones en las cuales tienen un valor de verdad); parairnplicar también que, por lo mcnos, el propósito es que las teorías seanvcrdaderas. Y la posición contraria dcl empirismo constructivo no es an-tirrealista en el sentido de Dummett, puesto que también supone que loscnunciados cientíhcos tienen condiciones de verdad enteramente indepen-<Iicntes de la actividad humana o del conocimiento. Pero, entonces, ya noconcibo en lo más mínimo la discusión como una discusión acerca dellcnguaje.

En cualquier caso, el mismo Putnam no se adhiere a esta formulaciónatcnuada de las ideas de Dummett. Un poco más adelante, en ese artículo,sc dirige hacia el realismo científicope r se,y lo formula en términos extraí-<Jos, nos dice, de Richard Boyd. La nueva formulación aparece en el cursodc un nuevo argumento en favor del rcalismo científico, al cual llamaré elurgumento último:

el argumento positivo en favor del realismo es que ésta es la única filosofía queno convierte el éxito de la ciencia en un milagro. Que típicamente los términosen las teorías científicas maduras aluden a algo (esta formulación se debe a

35 Esto es aquí especialmente pertinente porque la "traducción" que conecta las dos fun-danrcntaciones de las matemáticas de Putnam (existencial y modal), como fueron examinadascn este ensayo, no es una interpretación literal: es una proyección que presumiblemente pre-scrva cl carácter de enunciado y el de teorema, pero que no preserva la forma lógica.

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60 LA IMAGEN CIENTÍFIcA

Richard Boyd), que típicamente las teorías aceptadas en una ciencia madurason aproximadamente verdaderas, que un mismo término puede referir a unamisma cosa aun cuando apuezca en teorías diferentes; estos enunciados sonconsiderados por el realista científico no como verdades necesarias, sino co-mo paÍe de la única explicación científica del éxito de Ia ciencia y, por tanto,como parte de cualquier descripción científica adecuada de la ciencia y de las

relaciones con sus objetos.3ó

Aparentemente, la ciencia necesita explicar su propio éxito. Existe estaregularidad en el mundo: que las predicciones científicas regularnente se

cumplcn; y esta regularidad también necesita una explicación. Una vez queésta se provea, ¿podremos quizás esperar el terminus de jure?

La explicación aducida es muy tradicional; adequatio ad rem,la "ade-cuación" de la teoría a sus objetos, una especie de reflcjo especular de laestructura de las cosas en la estructura de las ideas: Tomiis de Aquino se

habría scntido como en casa con ello.Bien, aceptemos por ahora esta exigcncia de proporcionar una expli-

cación científica del éxito de la cicncia. Resistamos la tentación de inter-pretarla como una mcra rcenunciación del argumento de la "coincidenciacósmica" de Smart, y considcrémosla en cambio como la pregunta de porqué tenemos tcorías científicas exitosas. ¿Será esta explicación realista consu aspecto escolástico una respuesta científicamente aceptable? Me gus-ta¡ía señalar que la ciencia es un fenómeno biológico, una actividad quefacilita la interacción de un tipo de organismo con el ambiente. Y estome hace pensar que se necesita una clase muy diferente de explicacióncientífica.

Pucdo precisar mejor este punto contrastando dos formas dc dar cucn-ta de que el ratón huye de su enemigo, el gato. Ya San Agustín reparóen este fenómeno, y ofreció una explicación intencional: el ratón perci-be que el gato es su enemigo, por tanto el ratón huye. Lo que se postulaaquí es la "adecuación" del pensamiento del ratón al orden de la natu-raleza: la relación de enemistad es correctamente reflejada en su mcnte.Pero cl darwinista dice: no hay que preguntar por qué el ratón huye de su

encmigo. Las especies que no pudieron competir con sus enemigos natu-ralcs ya no existen. Esa es la razón por la cual solamcntc existen aqucllasquc cstán.

36 Putnam, op. cit., pág. 73, no¡a 29. Según inforrnes, en el próximo libro de Boyd,Rculism and Scientific Epistemology, Canrbridge University Press, se desarrolla más elargulncnlo.

ARCUMENTOS CONCERNIENTES AL REALISMO CIENTÍFICO 6I

Exactamente de la misma manera, yo sostengo que el éxito de las teoríascicntíficas en boga no es ningún milagro. Ni siquiera es algo sorprendentepara una mente científica (darwinista). Porque cualquier teoría científicanace dentro de una vida de feroz competencia, en una selva llena de dientesy gÍuras. solamente las teorías exitosas sobreviven: aquellas que de hechocncajaron con reguiaridades realcs en la naturaleza.3T

37 Por supuesto, podemos preguntar específicamente por qué el ratón es una de lascspecies sobrevivientes, cómo éste sobrevive y, sobre la base de cualquier teoría científicaque aceptemos, responder a esto en términos de su cerebro y el medio. La cuestión análogaptra las teorías sería por qué. digamos, la fór¡nula de Balmer para la línea del espectro delhidrógeno sobrevive como una hipótesis exitosa. En ese caso también explicamos por quécl ensanchamiento de dichas líneas satisface la fórmula sobre la base de la física que ahoraaccptamos. Tanto la pregunta como la respuesta son muy distintas de la pregunia globalaccrca del éxito de la ciencia y de la respuesta global del realismo. El realista puedc ahoraIrircer la objeción ulterior de que el antirrealista no puede responder la pregunta que serclicre específicamente al ratón, ni tampoco la que se refiere a Ia fórmula de Bálmer, puesto(luc la respuesta es en pale una afirmación de que la teo¡ía científica, usada como base de lacxplicación, es verdadera. Éste es un argumento completamen¡e diferente, del que me ocupiuéen el cap. 4, sección $4, y en el cap. 5.

En sus publicaciones y conferencias más recientes, Putnam ha trazado una distinción entretlos doctrinas, el realismo metafísico y el realismo interno. Rechaza la primera e identificast¡ realismo científico precedente dentro de la segunda doctrina. si bien por el momento notc'go un comprorniso con ninguno de los dos bandos de la disputa metafísica, simpatizonrr¡cho con la crítica al platonismo en la filosofía de las matemáticas que forma parte dekrs arguntentos de Putnam. Nuestro desacuerdo acerca del realismo científico (interno) sinrlurla pcrmanecerá, toda vez que pongamos los pies sobre la tierra tras decijir un acuerdo otlcsacucrdo en torno al realismo cicntífico, o aun en torno a si la distinción tiene o no sentido.

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3

SALVAR LOS FENÓMENOS*

Los físicos consideran que una teoría es satisfactoria (l)si concuerda con los hechos experimentales; (2) si es ló-gicamente consistente, y (3) si es simple comparada conotras explicaciones [. . .] De hecho, el interés del autoren las teorías de variables ocultas sólo se despertó cuan-do recientemente supo de la posibilidad de tales pruebasexperimentales.

Por otro lado, no queremos ignorar las implicacionesmetafísicas de la teoría.

F.J. Belinfante, prefacio de A Survey ofII idde n-Variable Theor ie s, 197 3

Los argumentos realistas examinados hasta ahora fueron ante todo críticasal positivismo lógico. una buena parte de esta crítica fue correcta y exitosa:la imagen positivista de la ciencia ya no es sostenible. puesto que ésta eracscncialmente la única imagen de la ciencia al alcance de la filosofía, esun imperativo desarrollar una nueva teoría de la estructura de la ciencia.Esta teoría especialmente debería proporcionar una nueva respuesta a laprcgunta: ¿qué es el contenido empírico de una teoría científica?

rir. MoDELOS

Antcs de pasar a los ejemplos, distingamos el enfoque sintáctico de las teo-rías del enfoque semántico de las mismas, que es el que yo prehero. La¡¡xiomática modema surge de la discusión de teorías geométricas alterna-livas que siguió al desarrollo de las geometrías no euclidianas en el siglo

' Este capítulo se basa parcialmente en mi artículo del mismo nombre publicado en.lournal of Philosophy, T3, l9'16, págs. 623432, presentado a la American philosophicalAsstrciation, Boston, dicicmbre de 1976, con comcntarios de Richard Boyd y clark Glymour.

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64 LA IMAcEN cIENTÍFlcA

xx. La primera metamatemática fue la metageometría (un término ya usado

po, S"rlun¿ Russell "n

E,'oy' on the Foundations of Geonretry en 1897)'

rui u", será más fácil introducir los conceptos axiomáticos pertinentes por

-"¿io de algunas teorías geométricas simples' Considérense los siguientes

axiomas:l

A0 HaY Por lo menos una línea'

A 1 Dadas dos líneas cualesquiera, hay a lo sumo un punto que está en las

dos.

A2 Dados dos puntos cualesquiera, hay exactamente una línea que incluye

los dos Puntos.

43 En cada línea hay por lo menos dos puntos'

A4 Sólo hay un número finito de puntos'

45 En cualquier línea hay un número infinito de puntos'

A partir de estos axiomas'podemos construir las siguientes tres teorías: Io

tiáe los axiomas Al-A3;7r es Io más 44; ! T7 es Zs más 45'

Fácilmente se pueden observar aquí algunas propiedades y rclaciones

lógicas. Cada unade las teorías es consistente: no puedcn deducirse con-

tridicciones. Segundo, Tt Y Tz son mutuamente inconsistentes: podemos

Jeducir una conlradicción-si ágr"gu-or A5 a Tt. Tercero, T1 ! T2 por

s"p-udo implican T6: todos los teoremas de 16 son claramente teore-

mas de las otras Oos. g't primer logro de la lógica simbólica modema

fuedarleaestaspropiedadesyr.la=.ione.lógicasdefiniciones.sintácti-cas precisas, únicamÉnte en términos de reglas para la manipulación de

símbolos.

No obstante, puede verse que estas nociones lógicas tiencn también equi-

valentes en relaciones expresables en tórminos de lo que la teoría dice' acerca

de qué trata y sobre qué podría interprelT:." qu" trata' Por ejemplo' la con-

sistáncia de la teoría i¡ se muestra muy fácilmente mostrando una estructura

IA|.A3sonesencialmentelos..axiomasdeconexión''deHilbertparapuntosylíneas;

véase D. Hilbert, fn, poun¿"i¡ons of Ceontelry' trad E'J' Townsend' Chicago' Open Court

PublishingCo.,lg02,cap.I'secciónl'Paraunaanálisisoriginalycomprehensivodelosmodelos,tantoenmaremáticascomoenlascie¡rcias,véaseP.Suppes,..AComparisonoftheMcaning and uses of Modeis in Mathenratics and rhe Empirical Sciences", synlle se,12,1960'

págs.287-301.

SALVAR LOS FENÓMENOS 65

¡lcrrmétrica simple y finita en la cual los axiomas Al-A4 son verdaderos.

l'ist¿ es la llamada geometría de los siete puntos:

llll csta estructura, sólo siete cosas son llamadas "pun[os", a saber, A, B,(1, D, E, F, G. Hay también solamente siete "líneas", a sabe¡ los tres ladosrlcl triángulo, las tres perpendiculares y el círculo inscrito. Puede verse sinrlificultad que los cuatro primeros axiomas son verdaderos en esta estructura:

l¿r línea DEF (i.e. elcírculo inscrito) tiene exactamente tres puntos en é1, que

sun D, E y F; los puntos F y E tienen exactamente una línea que pasa porlrubos, a saber, DEF; las líneas DEF y BEC tienen exactamente un puntocn común, que es E, y así sucesivamente.

Cualquier estructura que satisfaga de esta manera los axiomas de la teo-rí¿r se llama modelo de la teoría. (Al final de esta sección relacionaré esterrso con otros más de la palabra "modelo".) Así, la estructura exhibida es

r¡n nrodelo de Tt y también de 26, p€ro no de 72. La existencia de unr¡rodclo establece la consistencia por medio de un argumento bastante di-re clo:

fodos los axiomas de la teoría (adecuadamente interprefados) son ver-dadcros en el modelo, por lo que todos los teorcmas son similarmentevcrdaderos en ella; pero ninguna contradicción puede ser verdadera de

algo; por lo tanto, ningún teorema es una contradicción.

BA

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66 LA IMAGEN CIENTIFICA

Así, las tesis lógicas, formuladas en términos puramente sintácticos, pueden,

sin embargo, demostrarse m¿ís sencillamente por medio de un rodeo vía sus

modelos -pero

las nociones de verdqd y modelo pertenecen a la semántica.

Thmpoco la semántica es sólo la sirvienta de la lógica. Consideremos las

teorías Tt y Tz; la lógica nos dice que son mutuamente inconsistentes, y eso

es todo. Los axiomas de 71 pueden satisfacerse únicamente con estructu-

ras finitas; sin embargo, los axiomas de 12 se satisfacen sólo con estructuras

inhnitas, como el plano euclidiano.

Quizás el lector haya notado que dibujé un triángulo euclidiano para

transmitir la idea de la geometría de los siete puntos. Esto es así debido

a que la estructura de los siete puntos puede sumergirse en una estructura

euclidiana. Decimos que una estructura se sumerge en otra si la primera es

isomórfica con una parte (subestructura) de la segunda. El isomorfismo es,

por supuesto, una identidad total de estructura y es un caso límite del su-

mergimiento: si dos estructuras son isomórfrcas, entonces cada una puede

sumergirse en la otra. La geometría de los siete puntos es isomórfica con una

cierta figura en el plano euclidiano, o en otras palabras, puede sumergirse

en el plano euclidiano. Esto apunta a una relación mucho más intcresante

entre las teorías Tt y Tz que la inconsistencia:

cada modelo de z¡ puede sumergirse en (identificarse con una subes-

tructura de) un modelo de 12.

Este tipo de rclación puramente semántica es claramente muy importante

para la comparación y la evaluación de teorías, y es inaccesible desde el

enfoque sintáctico.El enfoque sintáctico de las tcorías identifica una teoría con un cuerpo de

teoremas formulados en un lcnguaje particular escogido para la expresión

de esta teoría. Esto debe contrastarse con la altemativa de presenta¡ en

primer lugar, una teoría por medio de la identihcación de una clase de

estructuras como sus modelos. En este segundo enfoque, el semilntico, el

lenguaje utilizado para expresar la teoría no es único ni básico; la misma

clase de estructuras podría muy bien dcscribirse de maneras radicalmente

distintas, cada una con sus limitaciones propias. Los modelos son el centro

de atención.El uso de fa palabra "modelo" en esta discusión proviene de la lógica y

la metamatemática. Los científicos también hablan de modelos, e incluso

de modelos de teorías, pero su uso es algo diferente. "El modelo del átomo

dc Bohr", por ejemplo, no se refiere a una estructura simple. Se refiere más

SALVARLOSFENÓMENOS 67

lricn a un tipo de estructura, o clase de estructuras, que compafen ciertascrrracterísticas generales. En este uso, el modelo de Bohrpretendía describir¡itornos de hidrógeno, átomos de helio, y así sucesivamente. por lo que en elr¡so dcl científico, "modelo" se refrere a lo que yo llamaría un tipo de modelo.('uando se dejan ciertos parámetros sin especificar en la descripción de unacslructura, sería miís exacto decir (en contra, por supuesto, del uso comúny tlc lo que es más conveniente) que hemos descrito un tipo de estructura.Nr obstante, los usos de "modelo" en la metamatemática y en las cienciasn() son tan disímiles como se dice a veces. continuaré usando la palabra"r¡rodclo" para referirme a estructuras específicas, en las que los pariimetros¡rcrtincntes tienen valores especificados.

lin lugar de proseguir con esta discusión general, me dedicaré ahora aun cxamen de una teoría física concreta, para ilustrar por este medio lasnociones cruciales.

lr2. EL MOVIMIENTO APARENTE Y EL ESPACIO ABSOLUTO

( 'rrando Newton escribió sus Principios de la filosofía natural y El sistema,ttl nundo,distinguió cuidadosamente los fenómenos que debían salvarse del¡r rcalidad que había de postularse. Distinguió las "magnitudes absolutas"(lr¡c aparecen en sus axiomas de las "medidas sensoriales" que se determinanex¡rcrimentalmente. Examinó cuidadosamente las maneras en las que, yhrrsta qué punto, "los movimientos verdaderos de los cuerpos particulares¡rrrcrlcn determinarse a partir de lo aparente", a través de la aserción de que"krs ¡novimientos aparentes [. . . ] son las diferencias de los movimientosvcrrladcros".2

lbdcmos ilustrar estas distinciones por medio de la discusión que an-It'cctlió a Newton acerca del movimiento planetario. Ptolomeo describiót'slrs movimientos bajo el supuesto de que la Tierra estaba inmóvil. pararil rro había diferencia entre el movimiento aparente y el verdadero: el ver-rl;rrlcro movimiento era exactamente lo que se veía en el cielo. (puede nost'r'cvidcnte de manera inmediata lo que es ese movimiento: se requierer.llcxitin para darse cuenta de que el movimiento de un planeta realmente sev(' co¡no un movimiento circular alrededor de un centro que se mueve.) Enl:r lc.ría dc Copémico, el Sol está inmóvil. Por ello, lo que vemos son sólok¡s r¡lovimicntos de los planetas relativos a la Tierra, que no está inmóvil. El

2 F. Cajori (comp.), Sir /.ra ac Newton's Mathematical Principles of Naturat phitosophyttnl IIis Systcm of theWorld,Berkele¡ University of Califomia press, 1960, p,ág. 12.

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68 LA IMAGEN CIENTIFICA

movimiento aparente de los planetas se identifica como la diferencia entre

el movimiento verdadero de la Tierra y el movimiento verdadero de los

planetas; el verdadero movimiento es, en este caso, el movimiento relativo

ut Sot. Finalmente, en su mecánica general, Newton no supuso que la Tierra

o el Sol están inmóviles. Generaliz6laideadel movimiento aparente --quees el movimiento relativo a la Tierra- a la del movimiento de un cuerpo

relativo a otro. Podemos hablar de los movimientos de los planetas relativos

al Sol, o relativos a la Tierra, o a la Luna, o a lo que se quiera' Lo que se

observa es siempre un movimiento relativo: un movimiento aparente es un

movimienfo relativo al observador. Y Ncwton sostenía que los movimientos

relativos pueden identificarse siempre como una diferencia de movimien-

tos verdaáeros, no importa cuáles sean (una aserción que puede precisarse

en términos de la representación vectorial del movimiento)'

Los "movimientos aparentes" forman estructuras relacionales definidas

por la medición de distancias relativas, intervalos de tiempo y ángulos de

separación. Para efectos de brevedad, llamémosles a estas estructuras re-

laiionales apariencias. En el modelo matemático provisto por la teoría de

Newton, los cuerpos están localizados en el espacio absoluto, en el cual

tienen movimientos reales o absolutos. Pero, dentro de estos modelos, po-

demos definir estructuras que son supuestamente reflejos exactos de esas

apariencias, y son, como lo dice Newton, identificables como diferencias de

movimientos verdaderos. A estas estructuras, definidas en términos de las

relaciones pertinentes entre localizaciones absolutas y tiempos absolutos,

que son las pafes apropiadas de los modelos de Newton, las llamaré no-iimientos,tómando prestado un término de Simon.3 (Después utilizaré el

término más general de subestructuras empíricas.)

Cuando Newton atribuye a su teoría adecuación empírica, está soste-

niendo que su teoría tiene algún modelo tal que todas las apariencias que

son efectivamente el caso pueden identificarse (son isomórficas) con movi-

mieitos en ese modelo. (Esto se refiere por supuesto a todas las apariencias

efectivas a lo largo de la historia del universo, sean o no obscrvadas.)

La teoría de Newton hace bastante más que esto. Es parte de la teoría que

hay un espacio absoluto, que el movimiento absoluto es movimiento relativo

al espacio absoluto, que la acelcración absoluta causa ciertos estiramientos

y tensiones y, por lo tanto, deformaciones en las apariencias, y así sucesi-

uu-"nt". Aáemás, ofreció la hypothesis (su propia tcrminología) de que el

3 Herbert A. Simon, "The Axiomatization of Classical Mechanics", Philosophy of St'i'

e nt' e, 21, 1954, Págs. 340-343.

SALVARLOSFENÓMENOS 69

t e ¡rlro de gravedad del sistema sola¡ está en reposo en el espacio absoluto.4I'cro como él mismo observó, las apariencias no serían diferentes si el cen-tro cstuviera en cualquier otro estado de movimiento constante absoluto.lislo es así por dos razones: las diferencias entre movimientos verdaderos¡ur cambian si añadimos un factor constante a todas las velocidades; y lali¡crza está relacionada con cambios en el movimiento (aceleraciones) y noeon el movimiento di¡ectamente.

Llamemos a la teoría de Newton (la meciínica y la gravitación) ZN, y7'N(v) a la teoríaTN más el postulado de que el centro de gravedad del siste-r¡r¿r solar tiene una velocidad constante absoluta v. Según el propio Newton,/'N(0) es adecuada empíricamente; y, si IN(O) es adecuada empíricamente,cnlonces también lo son todas las otras teorías IN(v).

Al recordar lo que significa la adecuación empírica, vemos que todasl¡rs tcorías TN(v) son empíricamente equivalentes exactamente si todos lostttt¡vimientos en un modelo de TN(v) son isomórficos con movimientos enutt modelo TN(v + w), para todas las velocidades constantes v y w. porirlrura, convengamos en que estas teorías son empíricamente equivalentes,tlcjando las objeciones para una sección posterior.

ri t. EL CONTENIDO EMPÍRrCO DE LA TEORÍA DE NEWTON

¿,Cuál es exactamente "el valor empírico" de IN(0)? Consideremos unl'iltisofo ficticio y anacrónico, Leibniz*, cuya única disputa con la teoríarlc Ncwton es que no cree en la existencia del espacio absoluto. Como uncrlrolario, por supuesto, no puede darle "signiñcado físico" a los enunciadosilccrca del movimiento absoluto. Leibniz* cree, como Newton, que ZN(0)cs cmpíricamente adecuada; pero no que sea verdadera. para efectos delrrcvcdad, digamos que Leibniz* acepta la teoría pero no cree en ella; sicxistc la amenaza de una confusión, podemos expandir esta manera del¡:rlrlar y decir que él acepta la teoría como empíricamente adecuada, pero,t() (rce que sea verdadera. ¿Qué es lo que Leibniz* cree entonccs?

Lcibniz* cree que ZN(0) es empíricamcnte adecuada y, por lo tanto,r¡rrc todas las teorías ZN(v) son empíricamente adecuadas. No obstante, no¡rotlcmos idcntificar la teoría que Leibniz* sostiene que es correcta acercarlcl ¡nundo

-llamémosla TN E- con la parte común de todas las teorías

'l'N (v), ya que cada una de las teorías IN(y) tiene consecuencias tales comot¡uc la Tierra ticne alguna velocidad absoluta y que el espacio absoluto

a Op.t'it.,LibromdeOftheSystemoftheWorld,Hypothesisr,prop.xr,yCor.prop.xu.

Page 35: Van Fraassen - La Imagen Científica

70 LA IMAGEN CIENTIFICA

existe. En cada modelo de cada teoría ZN(v) se encuentra algo más que

movimientos, y allí surgen las dificultades.

Creer en una teoría es creer que uno de sus modelos representa corec-tamente el mundo. Podemos concebi¡ los modelos como si representaran

los mundos posibles permitidos por la teoría; uno de los cuales sería el

mundo real. Creer en la teoría es creer que exactamente uno de esos mo-

delos representa correctamente el mundo (no sólo hasta cierto punto, sino

en todos los aspectos). Por lo que, si creemos que en una familia de teorías

todas son empíricamente adecuadas, pero que cada una va m¿ís allá de los

fenómenos, entonces estamos en la libertad de creer que cada una es falsa

y, por lo tanto, que su pafe en común es falsa. Pues esa parte en comúnpuede formularse como sigue: uno de los modelos de una de esas teorías

representa co¡Tectamente el mundo.

No obstante, la teoría que Leibniz* sostiene acerca del mundo, ZNE,puede enunciarse; algo que ya he hecho. Su único axioma puede ser la

aserción de que TN(O) es empíricamente adecuada: ZN(O) tiene un modeloque contiene movimientos isomórficos con todas las apariencias. Puesto que

fN(O) puede formularse en castellano, esto concluye la tarea.

Puede objetarse que, así formulad a, T N E no parece una teoría física. De

hecho, tiene una apariencia metalingüística. Ésta es una objeción de poco

peso. La teoría está claramente enunciada en castellano, y eso es suficiente.Si es o no axiomatizable en algún vocabulario más restringido puede ser

una cuestión de interés lógico, pero no es algo filosóficamente importante.

En segundo lugar, si el conjunto de modelos de 7N(0) puede describirse sin

recursos metalingüísticos, entonces la enunciación anterior de ZNE tambiénpuede transforrnarse en una enunciación no metalingüística. No es que esto

importe mucho. Lo único que es importante aquí es que el valor empíricode una familia de teorías empíricamente equivalentes por lo general no es

su parte común, sino que puede caracterizarse directamente en los mismos

términos en los que se formula la adecuación empírica.

$4. LAS TEORfAS Y SUS EXTENSIONES

Podría objetarse que las teorías pueden parecer empíricamente cquivalentes

sólo en tanto no consideremos sus posibles extensiones. Cuando conside-

ramos sus aplicaciones más allá del dominio de aplicación proyectado, o su

combinación con otras teorías e hipótesis, encontramos que, después de to-

SALVARLOSFENÓMENOS 71

rkr, distintas teorías tienen valor empírico diferente.s un ejemplo imperfectocs provisto por el movimiento browniano, que estableció la superioridad del¡r tcoría cinética sobre la termodinámica fenomenológica. Este ejemplo esinrpcrfecto, pues se sabía que las dos teorías diferían incluso respecto a fe-lrrimenos macroscópicos en periodos suficientemente largos. Hasta que serlcscubrió el movimiento browniano, se pensaba que los experimentos nopodían dar datos bastante "finos" como para acortar lo suhciente el periodorcqucrido a fin de mostrar la divergencia de las dos teorías.

Un ejemplo perfecto puede construirse como una historia bastante rea-lista de ciencia ficción: imaginemos que experimentos tales como el deMichelson y Morley, que llevaron a la teoría de la relatividad, no hubieranlcnido el resultado espectacular que tuvieron, y que la teoría del electromag-nctismo de Maxwell se combinara exitosamente con la mecánica clásica.lin rctrospectiva, sabemos que tal desarrollo hubiera ido en contra inclusorlc las convicciones newtonianas más profundas acerca de la relatividad delrrrovimiento; pero podemos imaginiírnoslo.

Los cuerpos electrificados y magnéticos se ponen mutuamente en movi-r¡ricnto a pesar de estar separados por cierta distancia. Al principio del sigloxrx se desarrollaron una serie de teorías matemáticas que trataban estos fe-lrrimenos, en analogía con la gravitación, como casos de acción a distancia,por medio de fuerzas que tales cuerpos ejercen entre sí. Pero la analogíarro podía ser perfecta: fue necesario postular que la fuerza entre las dos

¡rartículas cargadas dependía de sus velocidades tanto como de la distancia.Maxwell desarrolló su teoría del campo elecfromagnético que llena todo

cl cspacio como una adaptación de la idea de un medio universal para lapropagación de la luz y el calor (el medio luminoso o éter) que se encontrabacn otras partes de la física:

parece entonces que ciertos fenómenos en la electricidad y el magnetismollevan a las mismas conclusiones que en óptica, a saber, que hay un medioetéreo que atraviesa todos los cuerpos y que sólo se modifica en grados debidoa su presencia. . .

ó

'5 Véase Richard N. Boyd, "Realism, Underdetermination and a Causal Theory of Evi-,lcncc", Nar2s, 7,1973, págs. 1-12.

6 Tomado del escrito de James Clerk Maxwell, 'A Dynamical Theory of the Elecro-r r urgnctic Field" , Philosophical rransactions, I 55, I 865; el pasaje se encuentra en la páginaJ9l dc la reedición parcial de este escrito, en M. H. Shamos, Grear Experiments in physics,Nucva York, Holt and Co., 1959.

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72 LA IMAGEN CIENTIFTCA

La fuerza en un cuerpo electriñcado es una fuerza "ejercida por" este medio,y dcpende de la posición del cuerpo y de su velocidad. Las ecuaciones de

Maxwell dcscriben cómo cambia este campo en el curso del tiempo.Las dificultades con la teoría de Maxwell conciernen a la mecánica de

ese medio; y sus ideas acerca de lo que era ese medio no tuvieron éxito.Pero esto no evitó que el siglo xtx se convenciera del poder y lo adecuadode las ecuaciones que describen el campo electromagnético. El consenso

se expresa talvez en el famoso enunciado de Hertz de que "La teoría de

Maxwell son las ecuaciones de Maxwell". No sería apropiado, pues, llamara la teoría de Maxwell una teoría mecánica, y, sin embargo, tenía modelosmeciínicos. La existencia de tales modclos se sigue de un resultado matemá-tico debido a Koenig, tal y como Poincaré lo menciona en el prefacio de su

libro Electricité et Optique y en el capítulo xt de su Ciencia e hipótesis, Sinembargo, había una nueva y extraña característica: las fuerzas dependen de

las velocidades, y no sólo de las aceleraciones. Hubo entonces una ráfagade experimentos mentales dirigidos a medir la velocidad absoluta. El más

simple fue descrito por Poincaré:

Considérense dos cuerpos electrificados; si bien a nosotros nos parece que

están en reposo, ambos son arrastrados por el movimiento de la Tierra; una

carga eléctrica en movimiento, como nos lo ha enseñado Rowland, es equiva-lente a una corriente; estos dos cuerpos cargados, pues, son equivalentes a dos

corrientes paralelas en el mismo sentido y estas corrientes deberían atraersemutuamente. Si medimos esta atracción estaremos midiendo la velocidad de

la Tierra; no su velocidad en relación con el Sol o las estrellas fijas, sino su

velocidad absoluta.T

El frustrante resultado de todos los expcrimentos, uniformemente nulo, llevóal abandono de la física clásica y a la aceptación de la teoría de la relati-vidad. Pero imaginémonos que las expectativas clásicas no hubieran sidotan desilusionantes. Imaginemos que se encontraron ciertos valores de las

velocidades absolutas; especíhcamente, del centro de gravedad del sistemasolar. En este caso, parecería que una de las teorías ZN(v) podría confir-marse y las otras serían falseadas. Así, estas teorías no eran empíricamenteequivalentes después de todo.

7 Henri Poincaré, The Value of Science, trad. B. Halsted, Nueva York, Dover, 1958,

pág. 98. [Versión en castellano: EI valor de la ciencia, trad. A.B. Basio y J. Banft, Buenos

Aires, Espasa Calpe, 1946.] Como Clark Clymour ha señalado en notas no publicadas, una

línea de razonamiento del tipo que aquí se examina está presente en J. Earman y M. Friedman,"The Mcaning and Status of Newton's Law of Inertia and the Nature of the GravitationalForces", Philosophy of Science,40, 1973, págs. 329-359.

SALVAR LOS FENÓMENOS

l'cro el razonamiento es espurio. La definición de equivalencia empíricar¡tr sc basaba en la suposición de que sólo la aceleración absoluta podíalc¡rcr efectos discemibles. Newton hizo la distinción entre medidas sensi-lrlcs y movimientos aparentes, por un lado, y los verdaderos movimientos,¡r.r cl otro, sin presuponer más que la mecánica básica en cuyo interiorlr;ry modelos para las ecuaciones de Maxwell. La aseveración fue que cadar¡rovimiento en un modelo rN(v) es isomórfico con un movimiento en unnrodclo TN(v +w), para todas las velocidades constantes v y w. Esta aseve-r.irción fue la razón que sustentaba la pretensión de equivalencia empírica.l,ir pregunta es si esta aseveración fue controvertida por estas reflexionesrle I siglo xrx.

La respuesta es definitivamente /,o. Podemos imaginamos que el expe-r irncnto mental confirma la teoría que agrega a zN las siguientes hipótesis:

/10 El centro de gravedad dcl sistema solar está absolutamente en reposo.

/r0 Dos cuerpos electrificados en movimiento paralelo, con velocidadabsoluta y, se atraen mutuamente con una fuerza F(v).

ljsla tcoría tiene estrictamente una consecuencia acerca de las apariencias:

('l)N Dos cuerpos electrificados que se mueven con velocidad v relativa alcentro de gravedad dcl sistema solar, se atraen mutuamente con unafuerza F(v).

Sin cmbargo, la misma consecuencia pucde obtenerse agregando a IN lasrlos siguientes hipótesis alternativas:

//*, El centro de gravedad del sistema solar tiene una velocidad absoluta w.

1i,, Dos cuerpos electrificados que se mueven con velocidad absoluta y+wse atraen mutuamente con una fuerza F(v).

( icncralizando más, para cada teoría ZN(v) hay una teoría electromagnética/:(r,) tal que E(O) es la de Maxwell, y todas las teorías combinadas TN(v)rnrís E(u) son empíricamente equivalcntes entre sí.

Ésta no es una observación original; Poincaré menciona esta equiva-It'¡rcia inmediatamente después del pasaje que cité. Al parecer sólo sonrrcccs¿uios algunos ejcmplos comunes, pero correctamente formulados, pa-r :r ¡nostrar en qué medida son factibles los conceptos de adecuación empíricay rlc cquivalencia. En el resto de este capítulo trataré de generalizar estasconsidcraciones, mostrando que los esfuerzos por explicar estos conceptos.tittttit'licantente los rcducen a un absurdo.

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74 LA IMAGEN CIENTÍFICA

$ 5. EXTENSIONES: VICTORIA Y DERROTA CALIFICADA

La idea de que las teorías pueden tener virtudes ocultas que permiten su

extensión exitosa a nuevos tipos de fenómenos es demasiado hermosa comopara abandonarse. Si se desarrolla independientemente del ejemplo de lasección anterior, puede trivializar la equivalencia empírica. Tampoco es

una idea novedosa. En la primera lección de su Course de philosophiepositive, Comte se reh¡ió a la teoría del calor de Fourier como aquella quehacía ver la falta de contenido en el debate entre los partidarios de la teoríade la materia calorífica y la teoría cinética. Los ejemplos de equivalenciaempírica tienen esta tendencia lamentable hasta la fecha; pierden los de lamateria calorífica. Federico Enriques parece haber apuntado en la direccióncorrecta cuando escribió: "Las hipótesis que son indiferentes en la esferalimitada de las teorías actuales adquieren significado desde el punto de vistade sus extensiones posibles."S Y esto sugiere que, después de todo, teoríasdistintas nunca pueden ser realmente empíricamente equivalentes, porquepuedcn diferir de manera significativa en sus extensiones.

Para evaluar esta sugerencia, tenemos que preguntarnos qué es exacta-mente una extensión de una teoría. Supongamos que, como en la secciónanterior, los experimentos señalan a la teoría combinada fN(O) más E(0).En este caso, segur¿unente di¡íamos que la mecánica ha sido extendida exi-tosamente al electromagnetismo. ¿Qué es, pues, una extensión exitosa?

Había modelos mecánicos de fenómenos electromagnéticos; y tambiénde los fenómenos más tradicionalmcnte sujetos a la mecánica. Lo que su-pusimos es que todas esas aparicncias podrían encontrar conjuntamente unhogar en los movimientos de un modelo único de 7'N(0). Ciertamente, lo quetenemos aquí es una extcnsión de IN(0), pero antes que nada tenemos unavicloria. Tenemos una extensión, ya que la clase de los modelos que puedcnrepresentar a los fenómenos ha sido restringida a aquellos que satisfacen lasecuaciones del electromagnetismo. Pero es una victoria para ZN(0) porquesimplemente corrobora la tcsis de que fN(0) es empíricamente adecuada:todas las apariencias pueden identificarse con movimientos en uno de sus

modelos.Tales extensiones victoriosas nunca pueden distinguir entre teorías empí-

ricamente equivalentes en el sentido en que esta relación fue descrita arriba,puesto que tales teorías tienen exactamente los mismos recursos para mo-delar las apariencias. Se sigue lógicamente de la descripción en cursivas de

8 Historical Development of Logic', trad. J. Rosenthal, Nueva York, Henry Holt and Co.,1929, pá9.230.

SALVARLOS FENÓMENOS 75

ll sccción $2 que, si una teoría disfruta de tal victoria, entonces todas lasolr¡rs teorías empíricamente equivalentes a ella ser¿ín también victoriosas.

Así, si la idea de Enriques es correcta, tiene que haber otro tipo de ex-lcnsioncs que no sean victorias. Supongamos que una teoría se enfrenta(on nuevos fenómenos, y éstos no son identificables, ni siquiera a travésrlc sus pafes, como los movimientos de los modelos de esa teoría. ¿Debecntonces esa vieja teoría sufri¡ una derrota aplastante, y no tener otra espe-r¡urza que la de sobrevivir como "correcta dentro de cierto límite"; comolir uproximación a algún fragmento de cierta teoría victoriosa? Parece quehiry una posibilidad intermedia entre la victoria y la derrota total. Las clasestlc subcstructuras llamadas movimienlo.r, por ejemplo, pueden agrandarse;rligamos, a la clase de seudomovimientos. Y la teoría puede dcbilitarse delrrl rnanera que sostenga únicamente que cada apariencia puede identificarse('()n un seudomovimiento.

Ilsto sería una derrota, puesto que se ha abandonado la pretensión de quel;r vicja teoría es adecuada empíricamente. Pero se le puede llamar todavíar¡¡la cxtensión y no un reemplazo, ya que la clase de los modelos (las estruc-luras globales dentro de las cuales los movimientos y los seudomovimientossc dchnen) no tiene miembros adicionales. Es, pues, una extensión que nocs una victoria, sino una derrota calihcada.

No es fácil encontrar un ejemplo de este tipo de extensión en la esfera dela mccánica, pero el siguiente ejemplo puede ser uno. Brian Ellis construyóruna tcoría en la que no se postulan fuerzas, pero en la cual los movimien-tos disponibles son los mismos que en la teoría de la mecánica newtonianacon la adición del postulado de la gravitación universal.e El efecto de lairlracción gravitacional se incorpora audazmente en las ecuaciones básicastlcl movimiento de la teoría de Ellis. Pero Ellis ha señalado que la teoría deNcwton tiene cierta superioridad en tanto que, si el efecto de la gravitaciónl'ucra ligeramente diferente, entonces la teoría de Newton podría corregirse¡¡xis fácilmente que la suya. En otras palabras, si la teoría de Newton resul-lirra equivocada en sus predicciones astronómicas, habrá una manera obviacn Ia que podemos tratar de repararla sin tocar las ecuaciones básicas delnrovimiento.

Esto se puede interpretar como sigue: las dos teorías son empíricamentecquivalentes, pero la de Newton permite cierfas extensiones obvias del se-gundo tipo. Para verlo de esta manera, uno tiene que considerar la ley G de la

e Brian Ellis, "The Origins and Nature of Newton's Laws of Motion", págs. 29-ó8, enR. Colodrry (comp.), Beyond the Edge of Certainty, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall,196.5.

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76 LA IMAGEN CIENTIFICA

gravitación universal como una definición delos movimientos (descritos en

términos de distancias relativas) en los modelos de Newton: un movimientoes un conjunto de trayectorias en el que las masas y las fuerzas pueden de-terminarse de tal modo que las ecuaciones del movimiento de Newton y Gse satisfacen. Entonces, si se obtuviera evidencia en favor de un postuladoalternativo G' acerca de la gravedad, la extensión podría proceder de acuer-do con la idea de que lafuerza gravitacional es, a su vez, una función de

algún otro factor, y de acuerdo con la definición de los seudomovimientoscomo frayectorias que satisfacen la ley generalizada apropiadamente.

No obstante, puede verse claramente que el segundo tipo de extensiónes una derrota. Thl vez haya cierto tipo de superioridad especificado porla capacidad de sustentar una dcrrota calificada, y no total. Pero es unasuperioridad pragmática. No puede servi¡ en contra de la conclusión de

que las dos teorías son empíricamente equivalentes, pues no muestra que

difieran de alguna manera (ni siquiera condicional o contrafácticamente) en

su valor cmpírico.Concluyo esta sección con un ejcmplo de otro tipo de superioridad prag-

mática que considero muy similar.Supongamos que se proponen dos teorías con axiomas diferentes, pero

que resulta que tienen los mismos tcoremas (y los mismos modelos, y lamisma especificación de las subestructuras empíricas). No supongo que

alguien pensará que estas dos teorías dicen cosas diferentes. Aun así, puede

haber una superioridad reconocible que se hace patente cuando tratamosde generalizarlas. Un ejemplo intcresante de este caso lo aporta Belinfanteen su examen de la "prucba" de von Neumann de que no puede habervariables ocultas en los fenómenos mecánico-cuánticos.l0 Las cantidades

observables se representan con los opcradores A,8,..., cada uno de loscuales está asociado con una mafríz inhnita (A)¡¡ Y también una función< A > que da el valor esperable < A >e en cualquier estado g.

Cuando von Neumann escribió su propia teoría, pudo haber escogidocualquicra de los siguientes principios acerca de la combinación de canti-dadcs observables para que funcionara como axioma:

l. < aA+ bB >e: a I A )e +b < B >,2. (aA + bB)¡¡ : a(A)¡¡ + b(B)ij

Con una selección apropiada de otros axiomas y definiciones, el principioque no se escogiera como axioma sería derivable como teorema. De hecho,

l0 F.J. Belinfante,A Survey ofHidden-VariableTheories, Nueva York, Pergamon Press,

1973, págs. 25 s.

SALVAR LOS FENóMENOS

von Neumann escogió l. Al examinar la cuestión de las variables ocultas,rrrostró que su existencia entraría en contradicción con la generalizaciónrlc sus axiomas básicos a estados a los que se añaden variables ocultas.Sin cmbargo, puede mostrarse fácilmente que cualquier teoría razonable devrrriables ocultas debe rechazar la generalización de l, pero puede aceptar 2.Si von Neumann hubiera escogido sus axiomas de manera diferente, podríalurllcr llegado a la conclusión de que I puede demostrarse para todos lost'studos mec¿ínico-cuánticos, pero que no es aceptable para los microestados

¡roslulables, y, por ello, que podría haber variables ocultas después de todo.'l'alcs superioridades pragmáticas de una teoría sobre otra son, por su-

¡rrrcslo, muy importantes para el progrcso de la ciencia. Pero dado que esteti¡xl dc superioridades puede aparecer incluso entre diferentes formulacio-rre s dc la misma teoría, y puede que resulte aparente sólo en la derrota, noticncn repercusiones en lo que la tcoría dice acerca de lo observable.

ljrr LAS FALLAS DEL ENFoeuE sINTÁcTIco

l:jcmplos específicos de adccuación y equivalencia empírica deberían bas-tirr para establccer la corrección y la no trivialidad de estos conceptos; perocs ¡rcccsario dar una formulación general de ellos. Es aquí donde el enfoquesi¡llírctico se ha ensayado patentemente, y en donde ha fallado aparatosa-¡lrcrttc.

l-a explicación sintáctica de estos conceptos es conocida, ya que es lat'olumna vertebral de la concepción de la ciencia desarrollada por los po-sitivistas lógicos. Una teoría ha de ser concebida como lo que los lógicosll¡r¡nan una teoría dcductiva, esto es, como un conjunto de oraciones (los teo-lr.'rnas) en un lenguaje especificado. El vocabul¿uio se divide en dos clases,Ios tórminos observacionales y los términos teóricos. Llamemos al sub-voc¿rbulario observacional ¿'. El valor empírico de la teoría T equivale alt orr.junto de sus consecuencias observacionales o contrastables; el conjuntorlc lrrs oracionesTf E, que son teoremas de Z y se expresan en el subvo-t:rlrr¡lario E. Las teorías T y T' se consideran empíricamente equivalentescxrrclamcnte si T I E es igual que T' I E. Una extensión de una teoría es sólor¡¡r¿r cxf cnsión axiomática.

,Surgicron y fueron respondidas varias preguntas obvias. Podría parecer(lr¡c u¡la tcoría no sería útil para los científicos de no ser axiomatizable. ¿Es'I'f li lrxiomatizable si Z lo es? William Craig mostró que si el subvocabula-¡ io /:. sc cspccifica adccuadamcntc, y si Z es recursivamente axiomatizablecr¡ su vocabulario total, cntonccs TIE es axiomatizable en el vocabulario

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78 LA IMAGEN CIENTIFICA

^E'.1I Nótese que la pregunta sólo es interesante para los lógicos si se formulacomo una pregunta acerca de la axiomatizabilidad en un vocabula¡io restrin-gido.Por supuesto, si I es axiomatizable y E se especifica adecuadamenteen español, entonces T lE es también axiomatizable. Pero los lógicos le da-ban importancia a las preguntas acerca de vocabularios restringidos, y estoparece haber sido suficiente para que los filósofos las consideraran tambiénimportantes.

Un problema más filosófico fue aparentemente planteado por la distin-ción entre términos teóricos y términos observacionales. Ciertamente, enalgún sentido, cada término científico está relacionado de una manera más omenos directa con la observación. Cuando la distinción comenzó a parecerinsostenible, aquellos que querían seguir trabajando con el esquema sintác-tico empezaron a dividir el vocabulario en términos "viejos" y "nuevos" (ointroducidos "recientemen te").12

Pero todo esto está equivocado. El valor empírico de una teoría no puedeaislarse de esta manera sintáctica, trazando entre los teoremas una distin-ción en términos del vocabulario. Si se pudiera hacer tal cosa, T f E dkíaexactamente lo mismo que Z accrca de lo que es observable y cómo es,y nada m¡ís. Pero cualquier ente no observable difiere de los entes que sílo son en que sistemáticamcnte carece de características observables. Entanto que no abandonemos la negación, será pues posible formular en elvocabulario observacional (sin importar cómo se conciba) que hay entes noobservablcs y, hasta cierto punto, decir cómo son. La tcoría cu¿intica, enla versión de Copcnhague, implica que hay cosas que a veces tienen unaposición en el espacio, y otras vcces no. Ésta es una consecuencia que heformulado sin utilizar un solo término teórico. La teoría de Newton implicaque hay algo (el espacio absoluto) que ni tiene una posición ni ocupa un vo-lumen. Tales consecuencias, por más que extendamos nuestra imaginación,no versan sobre lo que hay en el mundo observable ni tampoco sobre cómoson las cosas obseryables. La teoría reducidaTlE no es una descripción

ll Consigno el resultado de Craig de la manera en que se utiliza principalmente en lasdiscusiones filosóficas; el resultado es más general y no necesita apoyarse en una divisiónde vocabulario. La bibliografía sobre este tema es amplia, pero basta consultar la exposición desus falacias hecha por C.A. Hooker, "Craigian Transcriptionism", American PhilosophicalQuarterly,5, 1968, págs. 152-163, y "Five Arguments Against Craigian Transcriptionism",Aus t r a l a s i a n J o ur na l of P h i l o s o p hy, 46, 19 68, p á9s. 265 -27 6.

r2 Porejemplo,DavidLewis,"HowtodefineTheoreticalTerms",JournalofPhilosophy,67 , 19'10, págs. 427446. Este escrito es un ejemplo del empleo del esquema sintáctico, perono está sujeto a mis otras críticas. Por el contrario , Ieído corrcctumente, pÍopoÍciona razonesindependientes para la conclusión de que el valor empírico de una teoría no puede aisla¡sesintácticamente-

SALVAR LOS FENÓMENOS

rlc una parte del mundo descrito por Z; más bien, T f E es, de una manerarlislorsionada y dificultosa, la descripción que I hace de todo.

Por ello, en el enfoque sintáctico, la distinción entre verdad y adecuacióncrrr¡rírica se reduce a algo trivial o absurdo, y es difícil decir si lo uno o loolro. Lo mismo vale para la equivalencia empírica. Recordemos que en lasccción $ 2 vimos que ZN(O) y T N E deben ser empíricamente equivalentes,pucs esta última decía que fN(0) es empíricamente adecuada. Pero la pri-rrrcra ahrmaba que hay algo (el espacio absoluto) que es diferente de todal¡lrriencia puesto que carece incluso de las características mínimas que to-rl¡¡s las apariencias comparten. Así, ZN(O)/E no es lo mismo que TN E /E;y ¡xrr lo tanto, en el enfoque sintáctico, estas teorías no son empíricamenteet¡uivalcntes después de todo.

Los filósofos parecen haberse molestado más por los sentidos en que latlcflnición sintáctica de equivalencia empírica podría ser demasiado amplia.Se hizo ver que muchas teorías Z son tales q:ue T lE es tautológica, o casi.'lirlcs tcorías presumiblemente derivan su valor empírico de las consecuen-e irrs que tienen cuando se unen con otras teorías o hipótesis empíricas. Perot'r¡ cstc caso, T f E y T' lE pueden ser iguales, aun si Z y Z' son acerca detkrs tcmas totalmente diferentes.

l)ara eliminar esta perplejidad, se consideraron extensiones de teorías.l3('on un saludo repetuoso para Enriques, podemos nuevamente estipular que'l' y ft son empíricamente equivalentes si y sólo si lo son sus extensionesirx irrrnáticas, esto es, si para cada tcoría T" , (T más T") f E es la misma que(7'' nrás T")/8.

.Si bicn esta maniobra elimina el segundo problema, no resuelve el pri-¡rrcrrr. Otra vez ZN(O) y TNE se revelan no equivalentes. Peor todavía./ N(0) ya no es empíricamente equivalente a las otras teorías ZN(v). Estost' nlucstra con los ejemplos de razonamiento espurio de la sección $ 3 an-tcrior: ZN(O) más E(0) no es equivalente a ZN(v) más E(0) para valoresrlt' r, difcrcntes de cero. Pero todas las teorías ZN(v) son empíricamente

ll Véase la nota 5 antes. De manera no sorpresiva, este escrito aporta también evidenciar l' r¡uc cl valor empírico de una teoría no puede aisla¡se sintácticamente. Pero Boyd concluyerrl¡lo nrls que decir que los nuevos términos son tan bien comprendidos como los viejos. a

rirlrr, quc no hay distinción alguna entre la verdad y la adecuación empírica de las teorías cien-ttl¡c¡¡s. Véase también M. Gardner, "The Unintelligibility of 'Observational Equivalence"',¡r.i¡'s. I O4-l 16, en F. Suppe y P. Asquith (comps.), PSA I976,EastLansing, Mich., Philosophy¡ rl Scic¡rcc Association, 1976, vol. L Por otra parte, C.A. Hooker (op. cil., págs. 415, 445 s.,,18 \ ), qr¡icn cs un realista, adopta la misma postura sobre la observabilidad que la mía; ambos

l)r('scnlarlros esta posición indcpendientemente en la Canadian Philosophical Association enl\r 1 4.

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ItO LA IMAGEN cIENTÍFIcA

cquivalcntes. No es fácil entender cómo podríamos restringir la clase deextensiones axiomáticas que han de someterse a consideración para evitareste problema.

Estas críticas deberían ser suficientes para mostrar que ros errores enla explicación lingüística del valor empírico de la teoría no son insignifi-cantes o superficiales. Por supuesto, no constituyen una prueba a prioride la imposibilidad de un lenguaje puro de observación. pero tal tipo deproyecto pierde su interés cuando vemos con mucha claridad que, inclu-so si tal lenguaje pudiera existir, no nos ayudaría a separÍu la informaciónque la teoría nos da acerca de lo que es observable. Además, parece po-co plausible que dicho lenguaje pudicra existi¡. ya que, de existir, por lomenos no sería traducible al lenguaje natural. un lenguaje de observaciónsería neutral teóricamente en todo nivel. Así, si A y B fueran dos de susoraciones más simples, serían lógicamente independientes. Esto muestraque no podrían tcner las traducciones castellanas ,'hay-rojo-aquí-ahora" y"hay-verde-aquí-ahora", que son mutuamente incompatibles. Llevar estascuestiones más lejos no parece arrojar ninguna luz sobre Ia naturaleza o laestructura de la ciencia.

Las relaciones definidas sinticticamente son simplemente las equivoca-das. Tal vez la peor consecuencia del enfoque sintáctico fue la manera enque centró su atención en cuestiones técnicas sin ningún interés filosófico.Es difícil no concluir que estas discusiones acerca de la axiomatizabili-dad en vocabularios restringidos, acerca de los "términos fcóricos", de las"oraciones de reducción", de los "lenguajes empíricos", de las oracionesde Ramsey y camap, estaban todas y cada una apuntando en una direcciónequivocada

-€ran soluciones a problemas puramente autogenerados y fi-losóficamente irrclevantes. La principal lección de la filosofía de la cicnciadel siglo xx bien puede ser la siguiente: ningún concepto que sea esencial-mcnte dcpendiente del lenguaje tiene en absoluto importancia filosófica.

$7. EL cÍRcut-o HERMENÉuuco

Hemos visto que no podcmos intcrpretar la ciencia, y aislar su conteni-do empírico, diciendo que nuestro lenguaje tiene dos partes. Tampoco nosdcbería sorprender tal conclusión. Los fcnómenos se salvan cuando se ex-hibcn como fragmentos dc una unidad más grande. prccismrente por cstoscría muy extraño que las teorías cientíhcas dcscribieran los fenómenos,la parte observable, en términos difcrcntcs de los del resfo del mundo quedcscriben. De suerte que el intento por distinguir conceptualmcnte entre lo

SALVARLOSFENÓMENOS 8I

lrrronrénico y lo transfenoménico mediante una distinción de vocabulario,\¡('¡¡)prc debió haberse considerado demasiado simple para estar bien.

No todos los filósofos que han discutido la distinción observable/no ob-st'r'v¿rble lo han hecho en términos de una distinción en el vocabulario. Perolr:r habido una suposición adicional común también entre los críticos de estarlrstinción: que se trata de una distinción hlosófica. Parecen suponer que

tr irl.ru la distinción es, en principio, la tarea dc la filosofía de la percepción.I'rrr¡r trazarla, la filosofía debiera en principio movilizar teorías de la sen-

r;rcirin y la percepción, de los datos de los sentidos y de las experiencias,l:t lcl¡nisse y Protokolsaetze. Si la distinción es filosófica, entonces, si aca-so. llcbs hacerse por medio del análisis filosófico, y criticarse, si acaso, porrrrt'rlio de argumentos filosóficos.

llst¿r actitud requiere un gran cambio de rumbo. Si la observación tieneIrrrritcs, éste es un tcma de las ciencias empíricas y no del análisis filosó-lrttr. Tampoco puedcn describirse los límites de una vezy para siempre,¡rrí c<rmo una medición no puede dcscribirse de una vezy para siempre. Larr¡r'ci¡lica clásica y la mecánica cuántica describen de manera diferente lor¡rrt' succde en el proceso de medición. Para encontrar los límites de lo que

ts obscrvable en el mundo descrito por la teoría I debemos examinar Zrlirccta¡nente, y las teorías utilizadas como auxiliares en la puesta a pruebay cn la aplicación de I.

llcmos llegado al "círculo hermenéutico" en la interpretación de la cien-r r:r. Quiero mostrar esto en dctalle, porquc uno puede fácilmente sospecharr¡rrt' huy aquí un círculo vicioso. Además, quiero dar detalles específicos¡r( ('rca de cómo la ciencia exhibe límites claros en relación con Io obser-v:rl rlc.

Itccordemos la diferencia principal entre las imágenes realistas y an-trrrculistas de la actividad cicntífica. Cuando un cicntífico propone unarrrrcvu lcoría, el realista lo considera como si aseverara (la verdad de) los

¡roslulados. Pcro el antirrealista lo considera como si desplegara la teoría,

¡rorrióndol¿-por asídecirlo-- a discusión, y atribuyéndole ciertas vi¡tudes.l:sta fcoría esboza una imagen del mundo. Pero la cie ncia misma designa

r or¡ur obscrvables ciertas partcs de esa imagen. Cuando el cientíhco aceptal;r tcorí¿r, afirma que la imagen es correcta en esas partes. Ésta es, de acuer-rhr 1'1¡¡1 cl antirrealista, la única virtud que le atribuimos a la tcoría en lor o¡recrnicnte a su rclación con el mundo, Cualquier otra pretendida vi¡tudIt'rrtlni quc vcr con la estructura intema de la teoría (por ejemplo, consis-It'rrt'il l<igica), o scrá pragmática, es dccir, específicamente relacionada con

I tr t'ocr¡pacioncs humanas.

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u2 LA IMAGEN CIENTÍFICA

Accptar la teoría no involucra, entonces, más que la creencia de que loquc la teoría dice acerca de los fenómenos observables es correcto. sin em-bargo, para delinear lo que es observable, debemos recurrir a la ciencia -yposiblemente a la misma teoría- pues ésta es también una cuestión empi-rica. Lo anterior podría producir un círculo vicioso si lo que es observableno fuera simplemente un hecho descubierto por la teoría, sino que fuerarelativo a ella o dependiera de ella. Debería de estar claro a estas aliuras queyo niego esto último. considero que lo que es observable es una cuestiónindependiente de la teoría. Está en función de los hechos acerca de nosotrosquo organismos en el mundo, y estos hechos pueden incluir hechos acer-ca de los estados psicológicos que están presentes en la contemplación deteorías; pero no existe el tipo de dcpendencia teórica o de relatividad quepodría ocasionar una catástrofe lógica.

veamos dos ejemplos concretos que han sido considerados enigmáticos.El primero, ya mencionado por Grover Maxwell, tiene que u".

"on molócu-

las. Algunos cristales, según la ciencia moderna, son meras moléculas; estoscristales son suhcientemente grandes para ser vistos a simple vista. por lotanto, algunas moléculas son observables. El segundo me lo mencionó Da-vid Lewis: los astronautas reportaron haber visto destellos, y los científicosde la Nnsn llegaron a la conclusión que lo que vieron eran electrones de altaenergía.

¿Hay algo enigmático en esos ejemplos? Sólo para aquellos que piensanque hay un nexo íntimo entre los términos teóricos y los entei o iuc"rosinobservables. comparemos el ejemplo con la famosa mesa de Eddington:la mesa, nos dice, es un agregado de electrones, protones y neutrones eninteracción; pero esa mesa puede verse fácilmente. Si una teoría clasificaun cristal o una mesa como un ente descrito teóricamente, ¿constituye lapresencia de ese objeto observable una prueba de la presencia de la realidadde otros entes, diferentes pero clasificados de manera similar? Todo en elmundo tiene una clasificación que le corresponde según el esquema con-ceptual de la ciencia moderna. Y es este esquema conceptual el que traemosa colación cuando describimos cualquier suceso, incluso una oLservación.Esto no cancela la distinción entre lo que es observable y lo que no lo es

-pues ésta es una distinción empírica- y no qluiere decir que una teoría no

podría ser correcta con respecto a lo observable sin ser correcta con respectoa todo.

En este caso, deberíamos hacer notar también la traducibilidad de losenunciados acerca de los objctos, los sucesos y las cantidades. Hay unamolécula en este lugar; el suceso de que hay-una-molécula ocurre en estelugar (éste es, a grandes rasgos, el lenguajc de sucesos de Reichenbach); una

SALVAR ¡-OS PENéUCNOS

r rt'rta cantidad, que toma el valor uno si hay una molécula aquí y el valorr r'rzr si no la hay, toma el valor uno. Hay muy poca diferencia entre deci¡rlr¡c un ser humano es un buen detector de moléculas y decir que es un buenrk'lcctor de la presencia de moléculas.'Cualquiera de estas clasificacionesrlt' lo que pasa puede ser correcta en relación con una teoría dada y aceptada.Sr scguimos los principios de la teoría general de la medición utilizada enl¡rs tliscusiones de los fundamentos de la mecánica cuántica, llamamos a unsrstc¡na I un aparato de medición para una cantidad A exactamente si Itrc¡rc ciefo estado posible (el estado base) tal que si I está en ese estadoy c,s acoplado con otro sistema X en cualquiera de sus posibles estados,l;r cvolución del sistema compuesto (X más I¿) está sujeto a una ley de¡rrlcracción que correlaciona los valores de A en X con valores distintostlc cicrta cantidad B (corrientemente denominada "el indicador del dial derrrctlición") en el sistema f. Puesto que la observación es una subespeciecs¡rccial de la medición, ésta es una buena imagen que puede servirnos como¡1rría parcial.

La ciencia presenta una imagen del mundo que es más rica en contenidorlc lo que el ojo desnudo es capaz de discemir. Pero la ciencia misma nosr'¡¡scña que incluso es más rica de lo que el ojo desnudo puede discemir.l'rrcs la misma ciencia esboza, por lo menos hasta cierto punto, las partesrhscrvables del mundo que describe. Las interacciones de medición son unasr¡lrclase especial de las interacciones físicas en general. Las estructuras de-liniblcs a pafir de los datos de medición son una subclase de las estructuraslÍsicas descritas. De esta manera, la ciencia misma distingue lo observabler¡rrc postula del todo que postula. En tanto que esta distinción es en partelu¡¡ción de los límites que la ciencia descubre en la observación humana,cs una distinción antropocéntrica. Pero puesto que la ciencia sitúa a losrlrscrvadores humanos entre los sistemas físicos que se propone describir,sc irsigna a sí misma la tarea de describir distinciones antropocéntricas. De('slil rn¿ulera, en la imagen científica del mundo, incluso el realista científicorlclrc observar la distinción entre los fenómenos y el mundo más allá de losIt'lrrimcnos.

t¡x. lfvnes DE LA DESCRTIcIóN EMeÍRICA

¿,1lrry límitcs en la observación? Si bien los argumentos de Grover Maxwelllrr¡scaban cstablecer que en principio no hay tales límites (para socavar la¡xrsibilidad misma de la formulación de una filosofía empirista de la cien-t'irr), olros argumcntos tratan de establecer la insuhciencia del empirismo

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84 LA IMAGEN CIENTÍFICA

debido a estos límites. Puesto que la teoría física no puede traducirse, sin

residuos, en un cuerpo de enunciados que describan únicamente cómo son

los fenómenos observables, estos argumentos señalan que el empirismo no

puede hacerle justicia a la ciencia. Yo acepto la premisa, desde luego, y es

más, quiero reforzarla aquí por medio de una formulación más precisa de

los límites de la descripción empírica y de algunos ejemplos.

Antes de procurar mayor precisión, examinemos el ejemplo clásico de

la "subdeterminación" que puede desprenderse a partir de estudios en los

fundamentos de la mecánica clásica. En el contexto de esta teoría (y puede

argüirse que en toda la física clásica), las mediciones son reductibles a

una serie de mediciones de tiempo y posición. Por ello, denominaremos

observables básicos a todas aquellas cantidades observables que son una

función del tiempo y de la posición únicamente. Éstas incluyen la velocidady la aceleración, distancias relativas y ángulos de separación

-todas las

cantidades usadas, por ejemplo, en informes astronómicos en la meciínicaceleste. No incluyen la masa, la fuerza, el momento ni la energía cinética.

Hasta cierto punto, y en muchos casos, estas otras cantidades pueden

calcularse a partir de las cantidades observables básicas. Así surgieron gran

parte de las dcfiniciones propuestas de fuerza y masa en el siglo xtx, y las

teorías axiomáticas actuales en las que la masa no es una cantidad primiti-va.14 Pero como Patrick Suppes ha recalcado, si postulamos, como lo hizo

Newton, que cada cuerpo tiene una rnasa, entonces la masa no es definible

en términos de los observablcs básicos (ni siquiera si agregamos la fuer-

za).15 Pues consideremos, como el ejemplo más simple, un modelo de la

mecánica en el que una pafícula dada tiene una velocidad constante a lolargo de toda su existencia. Deducimos, dentro de la teoría, que la fuerza

total sobre ella es siempre cero. Pero cada valor de su masa es compatiblecon esta información.

¿Qué sucede entonces con esas "definiciones" de la masa? El núcleo de

verdad en ellas es que la masa es accesible experimentalmente, esto es, que

hay situaciones en las que la información acerca de los observables básicos,

la véanse los caps. 8 y 9 de Max Jammer,Concepts of Mass, Cambridge, Mass., Harvard

University Press, 196 l. De especial interés es el trabajo de Pendse (presentado en las págs. 98-100) dedicado a delimitar en qué medida exacta la masa es determinable a partir de otras

cantidades.t5 lntroducliontoLogic,Princeton,VanNostrand,lg5T,pág.298.[Versiónencastellano:

Introducción a Ia lógica simbólica, trad. G. Aguine, México, Continental, 1957.1 Véase

además la discusión que sostuvimos Bressan, suppes y yo mismo en el simposio sobre

conceptos modales en ciencia, en K.F. Schaffnery R.S. Cohen (comps'), PSA /972,Dotdrecht,Rcidel, 1974, págs. 285-330.

SALVARLOSFENÓMENOS 85

r¡¡;rs las hipótesis acerca de las fuerzas y las leyes de Newton, nos permitenr .rle ular la masa. Lo que tenemos es tn contrffictico: sidos cuerpós tienenrrr¡rsir.s diferentes, y sifueran puestos cerca de un tercer cuerpo, exhibirían¡r( ('lcraciones diferentes. Pero como lo muestra el ejemplo, hay modelos del,r rr¡ccánica

-€sto es, mundos posibles admitidos por la teoría- en los

rlrc una especificación complcta de las cantidades básicas observables nocs sullciente para determinar los valores de todas las otras cantidades. Derrrotlo que los mismos fenómenos observables encajan igualmente en más,k' r¡n modclo distinto de la teoría. (Recuérdese que la adecuación empíricar' rcñcre a los fenómenos que realmente suceden: a lo que pasa, y no a lo

,¡rrc podría pasar en otras circunstancias.)Mcncioné brevemente las teorías axiomáticas de la mec¡ínica desarro-

ll¡rrl¡rs cn este siglo. Hay en ellas diferentes tratamientos de la masa. En laIt'rr'ía de McKinsey, Sugar y Suppes, y pienso que en la del mismo Ncwton,t irrla cuerpo tiene una masa. Pcro en la teoría de Hermes, la razón de lasilr;rsas se dcfine de tal mancra que, si un cuerpo nunca choca con otro, noIr;ry un número que sea larazón de la masa de ese cuerpo con relación a larlt' cualquier otro cuerpo. En la teoría de simon, si un cuerpo X nunca se,rr'clcra, el término "la masa de X" no se define. En la tcoría de Mackcy, a dos( u('¡'pos cualesquiera que nunca se aceleran se les asigna arbitrariamente larlisrtt¿t masa.l6

¿,Qué explica esta divergencia y la convicción de los autores de que han¡¡xio¡natizado la mecánica clásica? pues bien, puede demostrarse que lasIt'rrí¿rs que han desarrollado son empíricamente equivalentes exactamentet'rr cl scntido que he dado a ese término. por lo tanto, desde el punto devist¿r dc la adecuación empírica son, en efecto, equivalentes. La tesis delcrrr¡rirismo constructivo, según Ia cual lo que impofa en la ciencia es la¡rrlccuación empírica, y no las cuestioncs de verdad que van más allá det'strr adccuación, explica este capítulo en los fundamentos de la mec¿ínicar Lisica.

lir la mecánica cuántica podcmos encontrar un ejcmplo igualmente sim-¡rle c intcresante. Antes debo hacer algunos comentarios preliminares. Lost'slrrtkrs se representan con vectorcs en un espacio de Hilbert, y con esosv('('lorcs sc pueden ejecutar opcraciones matemáticas simples. para calcularl;r ¡rr.babilidad de un resultado de medición, la teoría indica que proceda-il¡()s como sigue. Primero representamos el estado del sistema por mediorlt' r¡no dc dichos vectores cn el espacio de Hilbcrt. Luego multiplicamos

r6 Accrca cle Mackcy, véanse Jarnmer, op. c'ir.,cap.9; y G.w. Mackey, The MathematicalLnnthttiotts oI Quantuilt Mcchanics, Nueva york, Benjamin, 1973, pigs. 14.

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86 LA IMAGEN CIENTÍFICA

este vector por un escalar positivo, de tal manera que el resultado sea un

nuevo vector exactamente como el primero, sólo que de una unidad de largo.

A continuación expresamos este vector unitario ry' en términos de una fami-

lia de vectores (vectores propios) especialmente asociados con la magnitud

física que estamos midiendo, de la siguiente forma:

tb:cfbt+...c¡$¡+...

Cada vector ry'¡ corresponde al resultado de una medición posible r¡. Laprobabilidad de que el resultado sea r& es igual al cuadrado del coeficientc c¿

(o lo que corresponda al cuadrado para números complejos, si el coeficiente

es complejo).En vista de esto, se dice frecuentemente que todos los múltiplos positivos

de ry' representan el mismo estado. Pues si empezamos con ktlt o con mt!,

el primer paso será la "normalización", esto es, la multiplicación por un

escalar de tal manera que lleguemos al vector unitario r/. Se dice que "no

hay una diferencia física", o que "la fase no tiene significado físico"; y larazón que dan es que las probabilidades de los resultados de medición son

los mismos.

Consideremos ahora una operación física simple, la rotación. Rotar un

sistema cambia su estado. Hay operaciones correspondientes en vectores

para cambiar el vector que representaba el sistema antes de la rotación,

a otro que represente el vector después de la rotación. Llamémosle R' a

la operación vectorial que conesponde a rotar en un iíngulo ¡. Si el estado

anterior era ry', el nuevo estado, después de la rotación, será R'ry'. En general,

las probabilidades para los resultados de la medición son muy diferentes en

este nuevo estado, por lo que en general hay una diferencia física genuina.

Un caso especial es la rotación de 2r radianes, un círculo completo.

Físicamente, en los ejemplos clásicos macroscópicos que conocemos tan

bien, lleva al sistema de regreso a su posición original. En el caso análogo

cuiíntico, la operación R2, es también bastante simple: multiplicar por el

escalar - 1. Por lo que R2,ry' : -ú. Si ahora expandimos este nuevo vector

en términos de los vectores propios ry'¡, obtenemos los coeficientes -ci. Pero

si ahora calculamos las probabilidades de los resultados de la medición, al

elevar al cuadrado desaparecen los signos negativos. Estas probabilidades

son, pues, exactamente las mismas tanto para el anterior como para el nuevo

estado.

Continuando con el razonamiento precedente, deberíamos decir que R2',como la multiplicación positiva por un escalar, simplemente produce un

SALVAR LOS FENÓMENOS 87

v('('tor que representa el mismo estado físico que el vector original. Sin em-l',rr¡¡o, ha habido un gran debate sobre este caso en la literatura, y esa manerarr¡rrrcntemente sencilla de ver las cosas no está a nuestra disposición.t7 para.n¡rlicar esto, debemos prestar atención a otra operación entre vectores, ar,rlre r, la superposición. Si rp y ry' son dos vectores, entonces (ktp+mtDes unar,rr¡rcrposición de ellos, la cual es nuevamente un vector en el mismo espa-, r,, y también representa un estado físico. Podemos resumi¡ el argumentot'x¡rrcsado en la literatura como sigue: si en realidad ,b y Rzrtb representanlx:rt'lamente el mismo estado físico, entonces la superposición (kg + m$)rr'¡rrcscntaría el mismo estado que (,trp + mR2"{). Puede verse fácilmenter¡ut' csto no es así si calculamos las probabilidades para varios observables.K k'in y Opat diseñaron un expcrimento en un haz de neutrones en el que sevt'r ificaron las diferencias obscrvables entre los dos tipos de superposición:rrrr cxpcrimento de difracción de Fresnel en el que el objeto difractante eral¡¡ firrntcra entre dos regiones con c¿rmpos magnéticos opuestos.

¿,Quó dcberíamos concluir de lo anterior? El caso es bastante similar alrlt' l¡r masa clásica. si en un mundo posible, un sistema aislado está en elt'slrrtl<r ry', y en otro está en el estado R2ntft, ninguna cantidad de informa-r irin cmpírica efectivamente disponible puede decir al observador en cuálrlt'cstos dos mundos se encuentra. Pcro hay un enunciado contrafáctico que('slirn)os inclinados a formular en este caso: si el sistema hubiera interac-Ir¡rrtkl con otro de tal y tal manera, los resultados serían diferentes en los dosr'¡¡sos. Los fenómenos observables efectivos son, sin embargo, los mismos.

l,a literatura sobre el problcma de la medición en la mecánica cuánticat'rrrticne un debate mucho más fascinante en torno al grado en el que losIt'nrirncnos macroscópicos observables "subdeterminan" los estados mi-crosc<ipicos subyacentes. Hago referencia específrca a la conclusión deNrrncy Cartwright, basada en el enfoque termodin¿imico cuántico de Dan-n r, l-oinger y Prosperi, y según la cual, a paÍir de la mezcla correspondiente,ur¡¡¡ cicrta superposición de estados es indistinguible en una medición conr('sl)(:clo a todos los observables macroscópicos.l8 De nuevo, es imposible

l/ Y.Aha¡onovyL.Susskind,Phys.Rev.,l58,1967,pág.1237;H.J.Bernstein,plrys.Rev.I ttttrs. 18, 1967, pá9. I102; G.C. Hegefeldt y K. Krauss, Phys. Rev., l1.1, 1968, pág. I 185;f( Mi¡r¡ran, Phys. Rev., D1, 1970, pá9.3349; A.G. Klein y G.I. Opat, Phys. Rev.,Dl1, 1975,¡,,i¡'s. 523-528, y Phys. Rev. Leuers,37, 1976,págs.238-240. Aquí me he beneficiado de larlrrt r¡sirin con el profesor E. Levy (university of British columbia) y el decano J. Masburger( I l¡uvcrsity of Southern California).

f 8 N. Cartwright, "superposition and Macroscopic Observation", págs. 231-244, enl' Sr¡r¡rcs (comp.), Logic and Probability in Quantum Mechanics, Dordrecht, Reidel, 1976.l:l ¿rrtícultr aparcció previamente en Synthese,29, 1974, págs.229-242. Véase también el

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lt8 LA IMAGEN CIENTÍFICA

decir que, puesto que los dos son estados entre los que no hay una diferenctafísica, realmente no hay subdeterminación. Porque si los sistemas en estos

dos estados estuvieran sujetos a una interacción con un tercer tipo espe-

cial de sistema, los resultados serían diferentes. (Esto guarda analogía conel asunto de las masas de cuerpos que de hecho no están acelerados -ladiferencia física surge en las aserciones contrafácticas que basamos en loque dice la teoría acerca de lo que pasaría en condiciones diferentes de las

reales.) Pero aquí me estoy adentrando en cuestiones que son muy ampliasy complejas, y es muy difícil decir algo que sea a la vez simple y no generecontroversias.

Con respecto a la teoría de la relatividad general, hay dos estudios deClark Glymour que muestran claramente los límites de la observación. Elprimero da por supuesto razonablemente que la medición revela sólo losvalores de cantidades locales y muestra, a partir de esto, que la mediciónno puede determinar una estructura global única del espacio-tiempo.le Elsegundo estudio llega a la misma conclusión a partir de la aceptación de

que cualquier estructura observada debe estar localizada en el cono delpasado absoluto de algún punto del espacio-tiempo.2o Pero es sin duda lamisma teoría de la relatividad la que nos impone estas suposiciones, pues

nos obliga alocalizar a los observadores en el espacio-tiempo y restringe lainformación que les puede llegar.

En esta sección he tratado de dar ejemplos muy básicos y generalesacerca de cómo, en la descripción del mundo de una teoría física, podemosver una división entre esa descripción tomada como un todo y la parte que

pertenece a lo que está determinado observacionalmente. Las limitacionesexhibidas están profundamente eruaizadas en las teorías en cuestión, y nose relacionan meramente con aquellas limitaciones "accidentales", comolos umbrales de la percepción y la energía humanamente disponible. Losrealistas son por lo general un poco ambiguos en sus sentimientos conrespecto a estas limitaciones. Por un lado quieren subrayarlas y decir que,

como consecuencia, hay mucho más en el mundo descrito por la física que lo

cap. I de F.J. Belinfante, Measurement andTime Reversal in Ohiective Quanlum Mechanics,

Nueva York, Pergamon Press, 1976.l9 C. Glyrnour, "Cosmology, Convention, and the Closed Universe", Synthese,24,1972,

págs. 195-218; analizado en mi texto "Earman on the Causal Theory of Time", ibíd., págs. 87-95. (El ¿utículo publicado por Glymour es esencialmente el nismo que el no publicado al

cual hago referencia.)20 C. Glymour, "Indistinguishable Space-Times and the Fundamental Group", en J. Ear-

nran, C. Glynrour yJ. Stachel (comps.), Minnesota Studies i¡t the Philosophy of Scicnce,S,Minneapolis, University of Minnesota, 1977.

SALVAR LOS FENÓMENOS

rlu(' sucña la filosofía empirista. Por otro lado, quieren rcstarle importancia¡r l;r subdeterminación, arguyendo que cualquier dehnición precisa de larr,lt't uación y de la equivalencia empírica llevaría a la conclusión de que unaIt'oría física es completamente adecuada sólo si es verdadera. Mi opinión('r (luc, en efecto, las teorías físicas dcscriben mucho más de lo que esolr5,¡¡yxlls, pero que lo importante es la adecuación empírica, y no la verdado l¡rlscdad de lo que dicen más allá de los fenómenos observables. Y la,k'f inición precisa de adecuación empírica, puesto que relaciona la teoría, or¡ ltrs fenómenos reales (y no con algo que podría pasar si el mundoItt,'nt diferente, aserciones que según yo no tiencn base fáctica, sino querrr¡rcurncnte reflejan las teorías de fondo con las que operamos), no se reduce,r l:r noción de verdad.

Ir,) rrNA NUEVA IMAGEN DE LAS TEORÍAS

l,os lllósofos, impresionados por los logros de la lógica y los estudios sobrek¡s fundamentos de las matemáticas al principio de este siglo, empcza-rr)n a pcnsar en las teorías con una oricntación lingüística. Para prescntarr¡¡ur lcoría se especifica un lenguaje prcciso, un conjunto de axiomas y unrlrccionario parcial que relaciona la jcrga de la tcoría con los fenómenosolrsr:rvados que se reportan. Todos sabían que ésta no era una imagen muylrcl dc cómo los científ,rcos prcscntan las teorías, pero sostuvicron que erau¡r "instantánea lógica", idealizada exactamente de la misma manera en quelos puntos de masa y los planos sin fricción idealizan los fenómenos me-t ri¡ricos. No hay duda de que esta "instzurtánea lógica" fue muy útil paral¡r rliscusión filosófica de la cicncia, que había algo de eso, que aclaraba;rl¡¡rrnos problemas centrales. Pero también logró confundirnos.

Una imagen es sólo una imagen, algo que guía la imaginación conformeirvlulzamos. He propuesto una nueva imagen, sin mucho fondo todavía, para

¡irrirrnos en la discusión de las características más generales de las teoríast icrrt íficas. Presentar una teoría es especificar una familia de estructuras, susrtt,xlclos; y en segundo lugar, especificar ciertas partes de esos modclos (lastultc.s!ructuras entph'icas) como candidatos para la representación di¡ectarlc los fcnómenos observables. Podemos llamar aporienciqs alas estructurast¡rrc pucdcn describirse en los informes experimentales y de medición. LaIcolía cs empíricamente adecuada si tiene algún modelo tal que todas lasir¡xrricncias son isomórficas con las subestructuras empíricas de ese modelo.I'or supucsto, no soy el primero en proponer esta imagen: puede verse enlt ci<i¡r cn los trabajos de Wojcicki y Przelewski en Polonia, Dalla Chiara y

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90 LA IMAGEN CIENTÍFICA

'lirraldo di Francia en ltalia, y Suppes y Suppe en los E.U.A.2l (por ejemplo,lo quc Patrick Suppes llama álgebras empíricas son muestras de lo que yollamo apariencias,y él las relaciona con partes de los modelos; así, describela relación de la teoría con los datos de manera muy similar a como lo heseñalado antes.)

La forma en que las teorías se pr€sentan actualmente en la literaturatécnica no es, por supuesto, una guía segura de la forma en que debenconcebi¡se. No obstante, yo considcro que esta manera de ver las teoríasrecibe apoyo incluso de la forma en que se presentan actualmente, y enparticular de aquellas presentaciones de teorías que más probablementeapoyan la concepción opuesta: las presentaciones axiomáticas. En muchostextos y tratados sobre mecánica cuántica, por ejemplo, encontramos unconjunto de proposiciones llamadas los "axiomas de la meciínica cu¿íntica".No se asemejan demasiado a lo que los lógicos llaman axiomas; por elcontrario, lo que forman es, en mi opinión, una descripción relativamenteclara de una familia de modelos, más una indicación de lo que debe tomarsecomo las subestructuras empíricas de esos modclos:

Axioma I A cada estado puro le corresponde un vector, y a todos losestados puros de un sistema, un espacio de vectores de Hil-bert.

Axioma II A cada observable (magnitud física) le corresponde un ope-rador hermitiano en ese espacio de Hilbef.

2l Véase, por ejemplo, R. Wojcicki, "Set Theoretic Representations of Empirical pheno-mena", Journal of Philosophical Logic,3,l974, págs.337-343: M. przelewski, The Logic ofEmpirical Theories, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1969; M.L. Dalla Chiara y G. To-raldodiFrancia,'ALogicalAnalysisof Physicalrheories", RivistadiNuovocimento,serie2'3,1973, págs. l-20-una presentación mucho más extensa puede encontr¿use en las actasde la escuela de verano del Instituto En¡ico Fermi sobre fundamentos de la física celebradoen Varenna, 1977 (véase el cap.6., nota 16, más adelante); P. Suppes,,.Models of Data" y"Measurement, Empirical Meaningfulness, and rluee-Valued Logic", en su libro studies inMethodology and Foundations of science, Dordrccht, Reidel, 1969 [versión en castellano:Estudios de filosofía y metodología de la cienci¿, trad. J.L. Rolleroi, Madrid, Alianza, 19881,y "What is a Scientific Theory", págs. 55-ó7, en S. Morgenbesser (comp.), philosophy ofScience loday, Nueva York, Basic Books, I 967: F. Suppe (comp.), The Struuure of ScientificTheories, urbana, university of lllinois Press, 1974, introducción, págs.22l-230 [versiónen castellano: I'a estructura de las teorías cientíjicas, trad. p. castillo y Gloy Rada, Madrid,Nacional, 1979], y "Theories, their Formulations, and the operational Im perutive", synrhese,25,1973, págs. 129-164. (Para una ulterior aproximación, véase el debate entre Przelewski yTuomela en synthese,25, 1972,y 26,1974.) Me comprometo a un acuerdo con estos autoressólo en lo que respccta al papel que desempeñan las subestructuras empíricas en los modelos.

SALVAR LOS FENÓMENOS

A x ioma III Los valores posibles de un observ'able son los valorcs propiosde su operador cofrespondicnte.

Axioma IV El valor esperado de un observable A en un estado W es

igual a IatrazaTr(AW).

l\'nsr¡r que la teoría se presenta aquí axiomáticamente, en el sentido en queI lillrcrt presentó la geometría euclidiana o Peano la aritmética, sencillamen-l(' ntc parece un enor.

listos axiomas son más bien una descripción de los modelos de la teoríay rrrra cspecificación de cuáles son las subestructuras empíricas. Los que herl;ulo son, por supuesto, nada más el principio de la teoría cuántica. Comorrrr siguiente paso, por ejemplo, habría principios que dirían qué operadorrr'¡rrcscnta la energía o el ímpetu, o cómo dos operadores que representanrlr¡s cantidades observables (tales como la posición y el momento) se re-l¡rt'ionan una con otra. En este desarrollo posterior no hay a priori nada(luc sca correcto o incorrecto; la teoría puede continuarse exitosamente si

¡rrrrlcmos encontrar algún operador hcrmitiano para representar la energía,y ¡¡sí sucesivamente.

Cuando Patrick Suppes empezó a proponer esta imagen de las teorías cnsr¡s cstudios de mecánica (con la consigna de que lafilosofía de la cienc'iatltltcría usar matemáticas y no metamatemáf icas),lo que estaba proponien-rkr cra una forma canónica para la formulación de teorías. Esto hacía usorlc la tcoría de conjuntos. Para presentar la mecánica clásica, por ejemplo,rlrrríu la dehnición: "Un sistema de la mecánica clásica es una estructurar¡r¡rlcmática del siguiente tipo. . . " donde los puntos suspensivos se susti-lr¡yc¡r por un predicado conjuntista. Si bien no quiero favorecer ninguna¡rlcscntación matemática como la presentación canónica, claramente sigoirr¡rrí su concepción general de cómo, por ejemplo, ha de idcntificarse laIcoría dc la mecánica clásica.

Lxaminando la formulación de Suppes, es fácil discuti¡ dos puntos que,rlt' ofra manera, podrían ser muy problcmáticos. ¿Cómo podría la mecánicai liisica, por ejemplo, tener un modclo cn el que todos los fenómcnos puedancrrca.jar, cuando la teoría ni siquiera menciona la electricidad? La respuestacs (luc una estructura matemática podría ser un sistema de esto o aquello yl;r¡nbién tcner una buena parte de estructura que no entre en la dcscripciónrlt' csc tipo de sistema. Para que sea un sistema de la mecánica, por ejemplo,¡lcbc tcncr un conjunto de entes y adcmiís una función que le asigna a cadar¡rro tlc cstos cntes una velocidad en cada instante. Bueno, también podríalcncr unír función quc asignara a cada uno dc estos entes una carga elóctrica;st'grriría sicndo un sistcma dc la mccánica, a la vez que un sistcma dc Ia

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92 LA IMAGEN CIENTÍFICA

electrodinámica. La segunda pregunta concierne a logros no esperados. ¿Nopodría suceder que algún sistema de la mecánica fuera también un sistcma dela óptica si volvemos a reetiquctar sus constituyentes de una cierta manera?Bueno, tal vez no en el caso anterior, pero son posibles ejemplos de esetipo. La misma fórmula puede gobcrnar la difusión de los gases y del calor.¿De modo que la tcoría podría no ser una teoría empíricamente adecuadaen el sentido pretendido, pero serlo cuando los fenómenos encajan en susmodclos de una forma inesperada? Indudablementc esto es posible.

Esto indica que la determinación de qué tipo de fenómenos han de ser en-cajables en qué tipo de subestructuras empíricas se vuelva parte de la teoríaiNo creo que esto sea necesario. Los logros no esperados desaparecen cuan-do miramos partes observables más grandcs del mundo; digamos, cuandomiramos simultáneamente la óptica y la mecánica de las fuentes luminosasen movimiento. Si por un breve lapso alguna teoría relativamcnte débil esempíricamentc adecuada, pero de una manera que quienes la han propuestono alcanzan a darse cuenta, esto difícilmcnte parece algo importante o algoque ocurra con suficicnte frecuencia como para que tratemos de evitar estaposibilidad por mcdio de dcfiniciones más complejas.

Permítascme mencionar también, para completar esta discusión, que sibien considero que la descripción de Suppes de la estructura de las teoríascientíficas es un excelentc vehículo para la elucidación de estas distincionesgenerales, me parece todavía un poco superficial. En este libro estoy princi-palmente interesado en la relación entre las teorías físicas y el mundo, antesque en ese otro importante tema, la cstructura de la teoría física. Con respec-to al último veo dos maneras de enfocarlo: una que deriva de Thrski y queSuppcs y sus colaboradores maduraron (el enfoque de estructuras conjun-tistas), y la otra iniciada por Wcyl y desarrollada por Evert Beth (e/ enfoquedel espacio de estados). La primera es cxtensionalista sin concesioncs, lasegunda otorga un papel central a las modalidades. Las dos empezaron conuna orientación lingüística, pero ambas abandonaron ese ropaje conformefueron desarrolladas. Yo me inclino en este tema por el enfoque del espaciode estados. Los conceptos generales usados en este capítulo para la discu-sión de la adecuación empírica atañen a las teorías científicas concebidasde cualquiera de estas dos maneras.

Después de insistir en que la nueva concepción de las teorías constituyeuna ruptura radical con la antcrior concepción, quiero conclui¡ esbozandoalgunos de sus rasgos pcculiares. Por supuesto, se trata también dc una idea-lización: sólo en estudios sobre los fundamentos de la física vemos la familiadc modclos cuidadosamente descrita, y sólo cuando amcnaza una paradoja(como cn el caso dcl problema dc la mcdición en la mecánica cuántica) hay

SALVAR LOS FENÓMENOS

r¡r¡ csfuerzo por ser precisos acerca de la relación entre teoría y experimento.lrsr. cs gozar de buena salud; la filosofía es profcsionalmente malsana. AunrrsÍ cs razonable hacer distinciones y definir relaciones teóricas en términosrlt'la idealización.

.Si para cada modelo M de T hay un modelo Mt de T' tal que todas lassr¡bcstructuras empíricas de M son isomórhcas con las subestructuras empí-r rt'irs de M/, entonces T es empíricamente tan fuerte como Zr. Abreviemoscsto así: T )" T'.

l)odemos formular esto como sigue: la adecuación empírica, como lavt'rtlad, "se conserya corriente abajo". Puedo hacer que una teoría se vayaItt,qicamente corriente abajo separándola de alguna otra hipótesis: ptolomeor¡¡:r¡rdó corriente abajo la teoría aristotélica de los cielos aseverando que los¡rlirnctas ciertamente se movían en círculos, pero que esos círculos no tenían¡ror qué tener centros estacionarios. Si A es verdad, entonces lo es también{Á o B). De manera semejante podemos manda¡ una teoría empíricamentel.¡¡is¡¡¡s abajo, ya sea admitiendo algunos nuevos modelos, diseñando al-liunas nuevas pafes como subcstructuras en los viejos modelos, o las dos( ()sits a lavez.

La fuerza lógica se dctermina por la clase de modelos (inversamente:( ul¡lto menos modclos haya, más fuerte (lógicamente) es la teoría) y lalrrrrza empírica se dctermina de mancra semejante por las clases de subes-lrucluras empíricas. Si f >" T'y T' ), Z, entonces son empíricamentet'r¡rrivolentes. Podemos decir que una teoría es míninta empíricamenl¿ si est'rrrpíricamente equivalente a todas las teorías lógicamente más fuertes; estot's,.justo si no podemos mantcner el mismo nivel de fuerzaempírica cuandotlcscartamos algunos de los modelos de la teoría.

Las nociones de adccuación empírica y de fuerza empírica, aunadas a lasrlc vcrdad y fuerza lógica, constituyen los conceptos básicos para Ia semán-lit'lr dc las teorías físicas. Por supuesto, este agregado hace a la semiinticast'rkr un poco menos superficial que la que teníamos antes. El análisis se-r¡uintico de la teoría física requiere claboración adicional, de prcferencia( ()n¡o rcspucsta a problcmas espccíficos y concretos en los fundamentos delrrs cicncias especiales. Particularmente urgente es la necesidad de concep-Irs nlírs finamente dclineados acerca de la probabilidad en aquellas teoríast'rr las que ésta es un aspccto básico. Volveré a este tema en un capítulo¡rostcrior.

Crco fucrtcmente quc la minimalidad empírica no debe defendcrse comor¡nu virtud. Las razoncs para ello son pragmáticas. Las teorías con algún¡ilatlo dc complcjidad sicmpre acarrean algo de "bagaje mctafísico". Lat orrr¡rlcjidad rcsidc cn la introducción de rodcos por mcdio de variables

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94 LA IMAGEN CIENTÍFICA

teóricas para llegar a descripciones útiles, adecuadas y manejables de losfenómenos. No diremos que acarrcamos algo de bagajá metafisico cuandoel rodeo nos rinde dividendos; esta expresión la reseivamos para referirnosa los rodeos que no rinden dividendos. Sin embargo, aun la metafísica másinútil puede ser fascinanfe por sus potencialidadei para un uso futuro. unejemplo que podemos ofrecer es el de las teorías de variables ocultas en lamec¿ínica cuántica.zz Las pruebas de "la no presencia de variables ocultas,,en la mccánica cu¿íntica, como lo he mencionado, descansan sobre varioscompromisos que pueden negarse. Matemáticamente hablando, hay teoríasde variables ocultas que son equivalentes a la teoría cuántica ortodóxa en elsiguiente sentido: el álgebra de observables, reducida módulo equivalenciaestadística a un modelo de una de las teorías, es isomórfica con aquélla enun modelo de la otra teoría. parece aceptarse generalmente que estas teoríasabordan los fenómenos precisamente por *"áio de estas álgebras de canti-dades estadísticas. Sobre la base de esta suposición, las teorás equivalentesen este sentido son entonces empíricamente equivalentes. Dichos modelosde variables ocultas ticnen mucha estructura extra, a la que ahora miramoscomo "bagaje metafísico", pero quc podemos llegar a movilizar en el casode que surjan fenómenos radicalmente nuevos.

con esta nueva imagen de las teorías en mente, podemos distinguir entredos actitudes epistcmológicas que podemos adoptar frente a uia teoría.P9{9mos alrmar que es verdadera (i.e. que tiene un modelo que es unaréplica fiel, en todo detalle, del mundo) y pedir que sea creída, ó podemossimplemente afirmar su adecuación cmpírica y peoir que sea aceptáda comotal. En los dos casos hacemos una apuesta: lá adecuación empíiica va másallá de lo que podemos saber en cualquier tiempo. (No tenemos todos losresultados de la medición; nunca vamos a teneilos todos; y en todo caso,nunca medi¡emos todo lo quc es medible.) No obstante, hayuna diferencia:la afirmación de adecuación empírica es bastante más débil que la afi¡maciónde verdad, y la resistencia a aceptar nos libra de la metafísica.

^ 22 véanse Stanley Gudder, "Hidden variables in euantum Mechanics Reconsidered',,

Review of Modern Physics,4O, 196g, págs.229_231; ysección r¡¡ de mi esc¡iro .,semanticAnalysis of Quantum Logic", págs. 80-l 13, en c.A. Hoóker (com p.),contentporary Researchin the Foundotions and phirosophy of euantumThcory,Dordrechi, Reider, r973; y Áelinfante,op. t'it. (nota 10, antes).

4

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍA CIENTÍFICA

Añadiré nada más la fantasía de que Dios o la naturalezapueden estar jugando miles, tal vez un número incontablede juegos de Eleusis simultáneos con seres inteligentesen diferentes planetas del universo [. . . ] Los profetas ylos falsos profetas pueden ir y venir, ¿y quién sabe cuándouna vuelta va a terminar y otra va a empezar? La búsquedade cualquier tipo de verdad es un juego estimulante. Esimportante recordar que no habría juego en absoluto a

menos que las reglas estuvieran ocultas.

Martin Gardne¡ "On Playing New Eleu-sis" , Scientific American, octubre de 1977

I lasta ahora me he concentrado en qué es una teoría y cómo debe enten-tlcrse. Pero desde un punto de vista empirista, la construcción de teoríasno puede ser la actividad cicntífica suprcma; no por lo menos en el sentido

.jcriirquico de que todo lo demris se subordine a ella. Las teorías hacen bas-t¿urte más que responder las preguntas fácticas acerca de las regularidadescn los fenómenos observables que, de acuerdo con el empirismo, son elprincipal tema de preocupación de los cientíhcos. Esto es inteligible sólo silos otros aspectos del teorizar pueden entenderse como instrumentos parala búsqueda de la fuerza empírica y la adccuación, o est¿in al servicio deotros hnes que no son básicos pero que son de todas maneras parte de lacmpresa cicntífica.

En este capítulo voy a tratar cuatro preguntas centrales:

(l) ¿Rechazar el realismo presupone o implica una epistemología quenos lleva a un escepticismo contraproducente?; (2) ¿es la metodología dela ciencia y el diseño experimental inteligible sólo en una intcrpretaciónrcalista de la ciencia?; (3) ¿es el ideal de la unidad de la ciencia, o incluso lapráctica dc usa¡ diferentes teorías científicas en conjunción, inteligible cnuna conccpción empirista de la cicncia?; y @) ¿qué scntido podcmos diu a

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96 LA IMAGEN CIENTÍFICA

virtudes teóricas (tales como la sencillez, la coherencia, el poder explicativo)que no sea reductible a la adccuación a la fuerza empíricas?

Esta última pregunta nos lleva inevitablemente al tema de la explicacióncientífica, un tema que presentaré en el próximo capítulo. Respecto a lasotras preguntas, no trataré de formular únicamente una defensa en contra deposibles objeciones realistas, sino que trataré de presentar una alternativadel empirismo constructivo.

s l. LA EPISTEMOLOGÍA EMPTRTSTA y EL ESCEPTICTSMO

En el capítulo 2 objeté varias líneas de razonamiento que conducirían alrealismo cientíhco. Sin embargo, algunos de estos argumentos se referíana la aceptación de una hipótesis o teoría como verdadero, con base en laspruebas que la apoyan. Me resistí a tal infcrencia arguyendo quc cuando lateoría tiene implicacioncs acerca de lo que no es observable, los datos nogarantizan la conclusión de que es vcrdadera.

Evidentemcnte, el peligro es que, de tener éxito mis argumentos, porparidad de razonamiento, establecerían que la evidcncia nunca justifica unaconclusión que va más allá de ella. Esto es ya inaceptable en grado sumo,pues en nuestra vida cotidiana inferimos -o por lo mcnos llegamos a-conclusiones que van más allá de la evidencia que tenemos, y consideraría-mos sofista cualquier teoría filosófica que nos tilde dc irracionales sólo poresta razón.

El peligro, creo yo, es sólo aparcnte, pero nos hace dirigir la atención acuestiones importantes de la epistemología que también dividen a realistasy antirrealistas. I¡ía demasiado lejos si ahora yo tratara de decidi¡ estascuestiones sobre la base de un análisis supcrficial.l Pero si tengo que dejarpara otra ocasión la elaboración de un tratado en epistcmología, por lomenos debo defenderme de la amenaza del escepticismo.

Cuando examiné la supuesta regla de infercncia hacia la mejor explica-ción, regla que por supuesto debe ser inaceptablc para un antirrealista, ofrecíuna altemativa. La alternativa es que el poder explicativo es ciertamente tncriterio para la elección de teorías. Cuando decidimos elegir entre un grupode hipótesis, entre teorías propuestas, las evaluamos examinando en qué

I He dado una exposición preliminar de una posición epistemológica compatible conel nominalismo y el empirismo, tal y como yo los entiendo, en "Rational Belief and BeliefChange: the Dynamics of Faith", presentado en la Canadian Philosophical Association,Londrcs, Ontario, junio de 1978.

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍ¡ CIENTÍFICE 97

¡ir;rrkr cxplica cada una de ellas los datos disponibles. No estoy seguro der¡rrc csla evaluación vaya siempre a decidir la cuestión, pero puede ser de-lr¡ririva, en cuyo caso elegiremos aceptar aquella teoría que sea la mejor.x¡rlicación. Pero quiero agregar que la decisión de aceptar es una decisiónrh' irccptar en tanto que empíricamente adecuada. La nueva creencia que*' lirrrna no es que la teoría sea verdadera (ni que proporcione una imagenvt'¡rl¡rclcra de lo que hay y de lo que sucede, además de información nu-r¡¡r'rica aproximadamente verdadcra), sino que la teoría es empíricamente¡r,lt'cuada. En el caso de una hipótesis, la creencia que se forma es que laIt''ríu que resulta al añadi¡ la hipótesis a aquella que ya hemos aceptado,'s crrrpíricamente adecuada.2

(lumdo la hipótesis es sólo acerca de lo que es observable, los dos pro-t t'tlirnientos son equivalentes, pues en este caso la adecuación empírica, 'incide con la verdad. Pero, evidentemente, este procedimiento nos lleva a

r'.¡rclusiones acerca de cómo son los fenómenos observables, que van más¡rllri rlc los datos disponibles. Por ejemplo, cualesquiera que fueran esos da-t's, ss ¡.¡.r.n a lo que ya ha pasado, mientras que la tesis de la adecuaciónrrrr¡rírica se refiere también al futuro.

Ilrr cste punto podría objetarse que he trazado un línea divisoria arbitra-rrrr. Scguramente, los objetos y los procesos observables que reconocemost'r¡ r¡ucstro mundo son también entidades postuladas. ¿Acaso no creemos ent'llrrs porque explican y sistematizan de la mejor manera la experiencia sen-siblc o la serie de datos de los sentidos que est¿ín en el fondo de los únicosrl;¡tos rcales que tenemos? ¿No deberíamos ser igualmente reticentes a la¡roslulación de mesas y árboles, como a la de fuerzas, de campos y del es-¡rrrcio absoluto, a menos que tengamos alguna manera de demostrar que sont'scncialmcnte diferentes en un sentido pertincnte?

Mcnciono esta objeción porque la he oído; pero me asombra, puesto quekrs filósofos dedicaron las primeras cinco décadas de este siglo a refutarl:rs prcsuposiciones que están detrás de ella. Dc hecho, todas las escuelas

2 La posición aquí desarrollada está cl¿uamente reñida con la que suele llamarse ba-vt si:tttismo, y asociada con la interpretación subjetivista de la filosofía de de Finetti, tal y,.r¡ro ha sido expuesta, por ejemplo, por Richard Jeffrey. sobre la cuestión de la aceptación,k' hi¡xllcsis como un procedimiento racional ejemplificado realmente en la ciencia, estoy,urr¡rliamcnte de acuerdo con realistas tales como Clark Glymour y Ronald Giere. Esto no,¡rricrc tlccir que el bayesianismo no pudiera estar integrado consistemente con el empirismor .rrslnrct ivo. Nótese que, de manefa semejante, Glymour no niega que un realista pudiera usarrrrr;r cpistcmología bayesiana para dar sentido a la metodología científica; pero é1, después dettrlo, ariirtlc que "tanto los osos como las bail¿r¡inas saben baila¡" (Theory and Evirlent:e,p<ttsrrlir ).

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98 LA IMAGEN CIENTÍFICA

de pensamiento de la filosofía occidental, tanto las anglosajonas como las"continentales", la han rechazado a su manera. Aun así es fácil para míañadir por lo menos esto: sucesos tales como las experiencias, y entidades

tales como los datos de los sentidos, en tanto no lleguen a ser entendidos

en el marco de los fenómenos observables ordinariamente reconocidos,son entidades teóricas. Lo que es peor, son las entidades teóricas de unapsicología de escritorio que no tiene derecho a proclamarse científica. Yo

simplemente quiero pernanecer agnóstico acerca de la existencia de los

aspectos no observables del mundo descrito por laciencia; pero estoy seguro

de que los datos de los sentidos no existcn.

Persiste el hecho de que incluso al sostener un simple juicio de per-

cepción, y evidentemente al aceptar cualquier teoría como empíricamente

adecuada, uno está en riesgo de perder el cuello. No hay un argumento para

creer en la verdad de las teorías aceptadas, puesto que no es un principioepistemológico que uno pueda quedar satisfecho tanto con una oveja comocon un carnero. Una epistemología completa debe investigar cuidadosamen-

te las condiciones de racionalidad para la aceptación de las conclusionesque van más allá de la evidencia que uno tiene. Aquello que, creo, no puedeproporcionarnos (y en este sentido soy un escéptico) son reglas que nos

obliguen racionalmente a tomar esas decisiones epistemológicas.

Sin embargo, hay también un argumento positivo en favor del empirismoconstructivo. Le da más sentido a la ciencia, y a la acfividad científica, que

el propio realismo, y lo hace sin una metafísica inflacionaria.

$2. LA METODOLOGÍA v EL DISEÑO EXPERIMENTAL

$2.1 LOS PAPELES DE LA TEORÍA

Para el científico, la verdadera importancia de la teoría es que constituye un

factor en el diseño experimental.

Esto es el reverso de la imagen que surge de la filosofía tradicional de

la ciencia. En esa imagen, todo está subordinado a la finalidad de conocerla estructura del mundo. La actividad central es, pues, la construcción de

teorías que describan esa estructura. Los experimentos se diseñan entoncespara contrastar esas teorías, para dcterminar si deberían admitirse en laoficina dc los portadores de la verdad, en el círculo de aquellas teorías que

contribuycn a nucstra imagen dcl mundo.

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍE CI¡NTÍTICE

Sca cual fuere el núcleo de verdad en esa imagen (y seguramente tie-rrc irlgo de verdad), contrasta marcadamente con la actividad que Kuhn hall:rr¡rado "la ciencia normal", e incluso con mucho de lo que es revolucio-¡¡rrrio. Los científicos buscan descubrir hechos acerca del mundo: acercarlc las regularidades de la parte observable del mundo. para descubrirlas ser('(f uicre de la experimentación, en oposición alarazóny a la reflexión. pe-r() cstas regularidades son excesivamente sutiles y complejas, por lo que elrliscño experimental es excesivamente difícil. De allí surgen la necesidad delonstrui-r teorías y la necesidad de recurri¡ a teorías previamente construidas. ortro guías de la investigación experimental.

Como ya Duhem lo subrayó, la misma búsqueda de nuevas y más profun-rl;rs rcgularidades se hace en un lenguaje teórico. En la siguiente subsecciónrle scribiré el experimento por medio del cual Millikan midió la carga eléc-t.ica elemental (de la que toda carga eléctrica es un múltiplo). No puedeilegarse, supongo, que su resultado respondió muchas preguntas acerca del;rs rcgularidades en los fenómenos observables de la electricidad. La teoríai'grcsa de dos maneras. La primera consiste en que la forma que toma surt:spucsta es la forma de un enunciado teórico: está llenando los espacios(n blanco de una teoría en desarrollo. La segunda concieme al papel de lalcoría ya aceptada en el diseño de su aparatrr. Es esta segunda función la querrhora estoy acentuando: un papel que, como ya dije, hace que la teoría tengavulor para el científico en acción. La pregunta era: "¿cuál es la carga eléc-lrica elemental?" Larazínpor la que el científico recurre a una teoría es queiurtcs dcbe obtener una respuesta para la pregunta previa "¿cómo podemos<lctcrminar experimentalmente la carga eléctrica elemental?"

Si lo anterior es correcto, entonces el desarrollo íntimamente relacio-nldo de la teoría y del experimento cs inteligible desde un punto de vistacrnpirista. En la construcción de teorías, la experimentación tiene una signi-l'icación doble: probar la adccuación empírica de la teoría, en tanto ha sidorlcsarrollada hasta ahora, y llenar los espacios en blanco, esto es, ser la guíal)lra proseguir o culminar la construcción de la teoría. De manera similar,la tcoría tiene una doble significación con respecto a la experimentación:lirnnular las preguntas que han de rcsponclcrse de un modo siitemático y su-cinto, y como uno de los factorcs guía en el diseño de los experimcntos paraIcsponder a estas preguntas.3 En rclación con todo esto podemos sostcner

3 El papcl de la teoría en la conrrastación y, por tanto, en el diseño experimental es,lx)r supucsto, un tema bastante complcjo. Ha sido explorado, de la mancra más inlefesantey cotttplcla hasta ahora, en el acercamiento dc Glyrnour a la relación entre la teoría y lacvirlcnci¡r, rlcs¿nrollado cn su artículo "Rclcvant Evidcnce", J¿u rnul of philosophy,62, 191 5,

99

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100 LA IMACEN CIENTÍFICA

fuertemente que el objetivo es la obtención de la información empírica que

trae consigo Ia aserción de que una teoría es, o no, empíricamente adecuada'

|L.2LAMEDICIÓN DE LA CARGA DEL ELECTRÓN

Descripciones abstractas de las metas y de la actividad científica, tales como

las qué los realistas y los empiristas ofrecen, pueden o no parecer verosí-

miles. Si volvemos a las cosas mismas, para usar una frase de Husserl'

inmediatamente retrocedemos a las descripciones ingenuas y sin reflexión

de los periódicos y los escritos sobre ciencia de las revistas. Herschel descu-

brió urano; J.J. Thomson, el electrón; James chadwick, el protón; colón,

América, y James clerk Maxwell, el campo electromagnético. La feno-

menología del avance teórico de la ciencia puede ser, de hecho, en ciertos

aspectos, exactamente como la fenomenología de la exploración y el des-

cuirimiento del Continente Negro o de los Mares del Sur' Y mientras se

esté inmerso en la imagen teórica dc la ciencia que guía el trabajo científico

real, es también apropiado hablar dc esta manera'

Pero demos un paso atrás por un momento y preguntemos cuáles son

los papeles que la experimentación y la observación controlada dcsempe-

Ran'v¡s-¿-v¡s de la empresa de construir teorías empíricamente adecuadas.

Un papel en el que loi filósofos han puesto bastante énfasis: el uso de la

"xp".i.n"ntuciónpara contrastar las teorías. Hay casos clásicos: el intcnto

de Dominic cassini de medir la curvatura de la Tierra para poder decidir

entre la física cartesiana y la newtoniana; la predicción que hizo Hallcy de la

vuelta dcl cometa y su observación; la famosa atcnción al eclipse que colro-

boró la teoría de Einstcin, pues ésta implicaba la deflexión de los rayos de

luz en cl campo gravitacional. Esta clase de actividad experimcntal encaja

nítidamente en cl esquema empirista, ya que está claramente diseñada para

contrastar las pretensiones de adecuación empírica. Pcro ésta no cs la clase

de actividad en la que empleamos la terminología del descubrimiento. Hay

págs.403-426,yensulibroqueestáporapalecer.The'o6,andEvidence(vésetarrlbiénsui"úo,"

"nn paul Horwich e n ri Journol of Phi!osophy,63, 1978). Si bien Glynrour desarrolla

su postufa desde una concepción realista, y en efecto sostiene que la evidencia que tenemos

pu"d. upoyo, *ejor a una teoría que a otra' aunque, como una cuestión de hecho' ambas sean

ernpíricumente aáecuadas, hasta ahora no he encontrado una razón por la cual esta postura no

puái"ru u,lopt*se para las concepciones antirrealistas. Específicamente, si en el sentido que

il explica, unu t"oiíu está mejor apoyada por la evidencia que otra, podemos tener mayores

razoncs para cfeer que es empíricamente adecuada o que puede ser extendida a una teoría

cnrpÍricanrcnte adecuada en un domiuio más vasto'

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍ¡ C¡ENTÍTIC¡ IOI

r nri()s en que una teoría afirma que debe haber alguna entidad o valor que sa-trslrrga ciertas condiciones, y los científicos experimentales descubren cuólr'r. La teoría de Darwin implicaba que debería haber "eslabones perdidos",y sin embargo podía decir muy poco acerca de ellos. La búsqueda del es-l,rlxín pcrdido, una vez que fue emprendida tan ávidamente por el públicor'rr gcneral, condujo a muchos descubrimientos que fueron sorprendentes,

¡rcro satisfactoriamente de acuerdo con la teoría: el hombre de Java y el deI't'kín, por no mencionar al hombre de Piltdown.

Los eslabones perdidos de la teoría biológica son, por supuesto, entidadesolrscrvables, de modo que tenemos en paÍe una contrastación de las preten-sioncs de adecuación empírica. Dicha historia no se ajustaría a ninguno deIos modelos de Darwin, a menos de que tales eslabones existiesen. Pero losrlcscubrimientos arrojaron mucha información nucva que se incluyó en lostcxtos posteriores. Cuando en física tenemos un descubrimiento paralelo

-cl electrón, el protón, la magnitud de la carga del electrón- igualmenteobfcnemos nueva información que Ia teoría no implicaba de antemano. Éstat's, cn parte, información acerca de cómo son las entidades inobservables;

¡)cro seguramente, a menos que existan, ¿podría haber alguna informaciónirccrca de ellas?

La respuesta a esta objeción consiste en adoptar una postura meramenteli¡ncional sobre lo que ocurre. La física atómica se fue desarrollando lenta-r¡lcnte como una teoría, y en cada etapa quedaron en ella muchos espaciosc¡r blanco. En vez de llenar esos espacios con una respuesta conjeturada,como hipótesis, para después poncrla a prueba, se lleva a cabo un experi-n)cnto que muestre cómo han de ser llenados los espacios en blanco si esque la teoría aspira a ser empíricamente adecuada. Entonces se completa,y la construcción teórica ha dado un paso más hacia adelante, y pronto haynucvas concecucncias para ser confrastadas y nuevos espacios en blancoquc llenar. Ésta es la manera en que la experimentación guía el proceso deconstrucción teórica, mientras que al mismo ticmpo la parte de la teoría queya había sido construida guía el discño de los expcrimentos que, a su vez,gu iarán su continuación.

Entre 1907 y 1911, Robert Millikan diseñó una nueva aproximacióncxpcrimental para la medición de la carga del electrón. En tanto que elóxito de sus experimentos para determinar un único valor de esta carga essirnultáneamente una prueba de la teoría que dice que esa carga eléctricaclcmcntal existe, no era sorprendente en aquel tiempo que una prueba comolll corroborara dicha teoría. Lo que hizo famosos sus experimentos fuequc dctcrminaron con precisión y sin ambigüedad un único valor para esa

canlidad, cuyo valor cra tcóricamcntc una cucstión abierta.

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t02 LA IMAGEN CIENTÍFICA

La parte principal del aparato era una cámara circular cuyo piso y cubiertaeran dos láminas de metal de 22 cm de diámetro, y cuya pared era una franjadelgada de ébano de 16 mm de altura con tres ventanas de vidrio. Un rayode luz podía entrar a través de una ventana y salir por la otra, mientrasque la tercera se usaba para observar. Finas gotitas de aceite podían entraren la cámara desde arriba, y debido a la acción combinada de la gravedad yla resistencia del aire, caían hacia la lámina inferior a velocidad constante.Cuando el rayo de luz se encendía, podía observarse una de esas gotitas conla apariencia de una estrella luminosa sobre un fondo negro.

Las láminas de metal se conectaron a una batería y a un dispositivo deencendido que podía emplearse para crear un campo electromagnético conuna potencia entre 3000 y 8000 voltios por centímetro en medio de las lá-minas. (En este punto, utilizo la terminología de la teoría de la electricidadya bien establecida acerca del macronivel, para describi¡ lo que ocurre. Laverificación de que "se ha creado el campo" consiste simplemente en leer elvoltímetro.) Cuando el campo estaba activado, algunas gotitas subían "encontra de la gravedad" hacia la liámina superior. Al ocasiona¡ un corto cir-cuito justo antes de que la gotita golpeara la cubierta, el efecto desaparecía,y la gotita caía de nuevo. Repitiendo este procedimiento, se observó una de

esas gotitas durante un pcriodo de cuatro horas y media.

La teoría de fondo indicaba que era de esperarse que algunas gotitassubieran cuando el campo estaba encendido, puesto que algunas de ellasrecibirían naturalmente una carga debido a la fricción. La teoría tambiénseñala que podría haber variaciones en la velocidad de ascenso, e inclusoque algunas de esas velocidades serían iguales a cero algunas veces (lagotita quedaría suspendida en un punto). Esto se debe a que, según la teoríade fondo, la gotita puede atrapar un ion de entre aquellos que normalmenteexisten en el ai¡e. Hasta aquí, el experimento corrobora las consecuenciasobservacionales de la tcoría, lo que significa que encaja bien en varios de

los modelos que esta última ofrece, puesto que todas estas variaciones se

observan en algunas gotitas.

Pero ahora podemos emplear además la parte establecida de la teoría ylas observaciones de la velocidad de ascenso para calcular las cargas de lasgotitas. La masa aparente de la gotita es igual a la diferencia entre la masaefectiva y la fluctuación del aire: llamémosla m. Sea su carga en un tiempodado e, su velocidad bajo la gravedad v, y su velocidad cuando el cam-po eléctrico F está activado w; las relaciones entre estas cantidades están

daclas por la ecuación:

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍ¡ CrcNTÍ¡IC¡ 103

v: ffi8w Fe-mg

l\rcsto que todas se conocen, excepto e, podemos calcula¡la.Cuando ocurre una variación en la velocidad de subida, esto debe atri-

lruirse a un cambio en la carga, de e a e', digamos. Si la carga eléctricasolamente toma valores que son mútiplos de una unidad u -,la carga delclcctrón-, debe haber un número k tal que e' - e : ku.Tras acumularsrrficientes datos de este tipo, Millikan llegó a un valor medio para a, el cualrstli bastante cercano al valor aceptado en el presente.

Dcbido a la manera en que he relatado la historia, lo que Millikan fuel¡,r,'icndo suena ahora exactamcnte como aquello que dije que había hecho:('sto cs, dar un valor para una cantidad que, en la construcción de la teoría,l¡irsf a entonces había quedado pendiente. Por lo tanto, en este caso, la cons-trut'ción teórica consiste en experimentar.Y aun cuando pueda ser naturalr¡tilizar la terminología del descubrimiento para reportar los resultados deMillikan, la forma correcta de describirlo es que él estaba escribiendo teoría¡xrr mcdio de sus aparatos experimentales. En un caso como éste, la experi-iltcntación es la continuación de la construcción teórica por otros medios.l.r¡ conveniencia de los medios se sigue del hecho de que la meta buscadacs la adecuación empírica.

E2.3 BOYD Y LA EXPLICACIÓN FILOSÓFICA DE LA METODOLOGÍA

l:n la sección $2.1 atribuí dos características a la interacción entre feoría ycxpcrimento. Por una parte, la feoría es un factor en el diseño de expcri-rncntos; por la otra, la experimentación es un factor en la construcción delcorías. El expcrimento de Millikan que acabamos de examinar ilustra elsr¡¡undo aspecto, y ofrecí una caracterización empirista de lo que sucede enlul caso.

Richard Boyd ha subrayadoelprimer aspecto de esa interacción, es deci¡cl papcl de la teoría en el diseño de experimentos. A lo largo de nuestrorccorrido vimos una ilustración ampliade esto en el diseño que hizo Millikantlc sus experimentos: la teoría establecida respecto a los campos eléctricos,l¿rs fuerzas en partículas electrificadas y la ionización le sirvió para diseñarsu cxpcrimcnto. Y Boyd sostiene que sólo el realismo cientíhco puedelyudarnos a dar sentido a este aspecto de la actividad científica.4

a "Rcalism, Underdetermination, and a Causal Theory of Evidence", Noils,7, 191-3,

¡ligs. l-12.

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104 LA IMAGEN CIENTÍFICA

Boyd defiende el realismo científico como una explicación; de hecho,como la única explicación razonable "para la legitimidad de [ . . .] las consi-deraciones 'interteóricas' en la metodología científica" (pág.7). Las teoríasaceptadas desempeñan un papel en el diseño experimental; este papel, de

acuerdo con Boyd, puede describirse solamente dentro de una caracteriza-ción realista de la actividad científica, que implica supuestos (aun si sólopro tempore) acerca de la verdad de las teorías utilizadas. Las conjeturasbasadas en estos supuestos "son tan buenas que son esenciales para el éxitodel método experimental. Aparte de la del realismo científico, ¿qué otraexplicación es posible?" @á5. 12)

Su argumento tiene dos partes que coffesponden cabalmente a los prin-cipios que él etiqueta como (l) y (2). El primero es una tesis que atribuyea los antirrealistas y que se esfuerza por refutar:

( I ) Si dos teorías tienen exactamente las mismas consecuencias observacionalesdeductivas, entonces cualquier dato experimental a favor o en contra de

alguna de ellas es un dato, con la misma fuerza, a favor o en contra de laotra. (lbid., páe.2)

No es sorprendente que Boyd encuentre que (l), tal como se presenta, sea

trivialmente falsa (considérense las tcorías que carecen totalmente de predi-cados observacionales, o cuyas consecuencias observacionales son tautoló-gicas). Así que, para ser discutida, (1) debe ser corregida caracterizando larelación de equivalcncia cmpírica de alguna manera más satisfactoria. Boydpropone tres correcciones, cada una de las cuales es también absurdamenteinsatisfactoria, y concluye que (l) es insostenible.

Ninguna de las caracterizaciones de equivalcncia empírica entre las teo-rías que Boyd examina es en absoluto parecida a la que yo he propuesto en

estas páginas. En su lugar, él utiliza caracferizac\ones lógicas o sintácticasdel tipo que juzgamos deficiente en la pcrspcctiva positivista. Cualesquieraque sean los méritos de (l), si se entiende con el significado siguiente: "dosteorías equivalentes cualesquiera son igualmente apoyadas o contravenidaspor la evidencia" en el sentido que yo daría a esos términos, ninguno de losargumentos de Boyd contra ella son eficaces.

Boyd da por hecho que todos los filósofos aceptan el segundo principio:

(2) Supóngase que algún principio de la metodología científica contribuye a

la fiabilidad de esa metodología en el sentido mínimo siguiente: su puestaen operación contribuye a la posibilidad de que las consecuencias observa-cionales de las teorías científicas aceptadas sean verdaderas (por lo menos

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍ¡ CIPNTÍT'ICE 105

aproximadamente). Entonces, es tarea de la epistemología científic a expli-c¿r la fiabilidad de tal principio. (lbid., pá9.3)

Y bicn, si no reparamos mucho en la vaguedad del pensamiento expresado,riupongo que debemos aceptarlo.

Este segundo principio üata en sí mismo acerca de principios de la me-Irxlología científica, y Boyd tiene un ejemplo específlrco en mente:

(P) una teoría T propuesta debe ser sometida a prueba experimental en con-diciones que sean representativas de aquellas en las que, a Ia luz de lainformación colateral, sería más probable que T fallara, si es que algunavez fuera a fallar. (lbíd.,pág. l0)

l:stc principio, tal como se prescnta, es inocuo; pero la diferencia de opiniónsurgirá en la discusión de lo que quicre decir "a la luz de la informacióncolateral". Boyd la interpreta como "a la luz del conocimiento teórico dis-¡xrnible" (pág. l l). Me imagino que está usando "conocimiento" de manera:rtcnuada; se está refuiendo a la descripción de mecanismos causales sub-yaccntes implicados por las teorías aceptadas que forman el trasfondo de lat:xperimentación.

Para ilustrar esto, ofrece dos ejemplos esquemáticos relacionados. Unalc<'¡ría L es propuesta para dar cuenta de que, por algún mecanismo químicoM, el antibiótico A disuelve las paredes celulares de la bacteria de tipo(.. A partir de L, más la información química y bacteriológica apropiada(prcviamente aceptada), se deriva una ecuación que expresa la población delt bacteria c en cierto medio ambiente como una función de su poblaciónirricial, de la dosis de A y dcl tiempo transcurrido desde la exposición a A.¿,Qué clase de consideraciones deben guiar el diseño de los experimentos¡rara establecer la aceptabilidad de l,?

Ejemplo 1: Se sabe (término de Boyd) que una droga similar a A afecta¡r csas bacterias, no porque disuelva sus paredes celulares, sino porque in-tcrfiere en el desarrollo de nuevas paredes celulares después de la mitosis.Iisto vuelve imperativo vcrificar la implicación de L, según la cual A traba-ia disolviendo las paredes de la célula y no de esa otra manera alternativa.Iinlonces la población bacteriana sería observada durante un intervalo de-rnasiado corto como para que una célula bacteriana típica pudiera dividirse,rnicntras se somete a una dosis de A suficiente, de acuerdo con L, para ma-tir una gran proporción de la bacteria en cste intervalo (si acaso existen talintcrvalo y tal dosis, por supuesto).

Ejemplo 2: Sc sabe que las bactcrias en cucstión son particularmente pro-l)cnsas a mutacioncs quc afcctan la cstrucf ura dc las parcdcs cclularcs. Esto

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106 LA IMAGEN CIENTÍFICA

abre la posibilidad de que L falle cuando el intervalo sea suficientementelargo y la dosis de A a tal grado insuficiente, que permita la supervivenciasclectiva de mutaciones con paredes celulares resistentes a M. Entonces estáindicado un experimento correspondiente, diferente de aquel del ejemplo l.

Por "sabido" debemos por supuesto entender "implicado por una teoríapreviamente aceptada". La cuestión sigue siendo que esas teorías estableci-das señalan maneras en que L puede ser falsa (erigiendo alternativas frentea L que explicarían también, presumiblemente, los datos obtenidos con me-dias dosis y medios intervalos). De esta forma, las teorías guían el diseño deltipo de prueba experimental que l, debe pasar para calificar como aceptable.

La cuestión es que entre los criterios para la suficiencia de la contrastaciónexperimental de una teoría está el siguiente: que debería averiguarse, a la luzdel conocimiento teórico disponible, en qué circunstancias las pretensionescausales formuladas por la teoría posiblemente pueden equivocarse; sea por-que mecanismos causales altemativos [. . . ] puedan estar operando en lugarde aquellos indicados por la teoría, sea porque se pueda esperar razonable-mente que mecanismos causales de tipos ya conocidos interfieran con aquellosrequeridos por la teoría en formas no previstas por ésta. (Ibíd., pág. I l)Sin embargo, sugiero que la única explicación de este principio reside en unacomprensión realista de las teorías colaterales pertinentes. (Ibíd., págs. l1-12)

Debemos admitir que ésta es una explicación: que se cree que las teoríascolaterales son verdaderas. Pero Boyd necesita establecer no solamente que,como realista, puede explicar lo que está sucediendo, sino también que noson factibles explicaciones rivales.

Veamos entonces, por consideración a Boyd, cómo un empirista puedehacer inteligiblc csta metodología. En los ejemplos anteriores, las teoríascolaterales sugerían formas en las que la función que gobiema la disminu-ción de la población, en términos de dosis de la droga y tiempo transcurrido,pueden revelarse como observacionalmente falsas. El argumento de Boyd,no cabe duda, es que la manera en que esas teorías sugirieron esas conse-cuencias se debió a que propusieron mecanismos subyacentes altemativosque no son directamente observables.

Yo lo plantearía como sigue: los modelos de Z son muy simples, y lareflexión sobre los modelos de las teorías colaterales indica algunas mane-ras en que los modelos de I podrían ser alterados de diversas formas. Laadccuación empírica de L exige que los fcnómenos (el tamaño de la pobla-ción bacteriana y su variación) puedan encajar en algunos de sus modelos.Cicrtos fcnómenos encajan en los modclos altcrados señalados y no en los

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍ¡ CTENTÍPIC¡ t07

r¡¡otlclos de L tal y como están planteados. Por lo tanto, se idcará una con-lr¡rstación quefavorezca a L (o no la favorezca)frenle a una de aquellasttl!(rnativas contemplodas. Pero es fácil ver que lo que tal contrastación ha-r,r cs hablar a favor (o en contra) de la adecuación empírica de L en aquellosrrs¡rcctos en que dihere de las otras alternativas.

La discusión de los mecanismos causales puede interpretarse entonces( orr¡o una discusión acerca de la estructura interna de los modelos. Enlonlrast€ con la interpretación lógica sintáctica de teorías que Boyd usó enl¡r tliscusión de lo que llamó el principio l, nosotros debemos dirigir nuestrairtc¡rción hacia la familia de modclos de la teoría para dar sentido al empeñorlt: lograr la adecuación empírica mediante la inmersión total (para fines

¡rriicticos) en la imagen teórica del mundo.

.E2.4 FENOMENOLOGÍA DE LA ACTTVTDAD CrENTÍFrCA

lrl cicntífico en acción está totalmcntc inmcrso en la imagcn cicntífica delrnundo. Y no solamente él; en grados diversos, todos lo estamos. Si a ciertaca.ja la llamo un receptor vHF, si a un tenedor lo llamo galvanizado, si tan sólotlccido encender el homo de microondas para calentar mi sandwich en lacufctería, estoy inmerso en un lenguajc que está completamente infectado delcoría, viviendo en un mundo en el que mis antepasados de hace doscientos¡rños no podrían entrar.

En la filosofía de la ciencia de orientación lingüística desarrollada porIos positivistas lógicos, no se podría decir esto y seguir siendo empirista,

¡rucsto que el valor empírico de una teoría era definido a través de una di-visión de su (sic) lenguaje en una parte teórica y una parte no teórica. Estarlivisión fue filosóhca, es decir, impuesta desde el exterior. Y uno no podríali¡nitar la aprobación al valor empírico de la teoría a menos que su lenguaje

¡rcrmanccicra en principio limitado a la parte no tcórica dcl lcnguaje de latcoría. Sumergirse por complcto en la imagen teórica del mundo, usar portunto el lenguaje teórico sin miramientos, nos marcaba (una vez compren-tlida la irreductibilidad de los términos teóricos) con el compromiso totalhacia la veracidad de esa imagen.

En la altemativa empirista constructiva que he venido desarrollando, nadacs más natural o más recomendable que esta inmersión total, porque el valorcrnpírico de la teoría se dcfine ahora desde dentro de la ciencia, por mediodc una distinción, trazada por la ciencia misma, entre lo que es observable yIo que no lo es. El compromiso epistemológico con el valor empírico de lalcoría citada (su adccuación empírica) pucdc enunciarsc usando el lcnguaje

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108 LA IMAGEN CIENTÍFICA

de la ciencia, ¡ de hecho, de ninguna otra manera. Podría ser el caso que yono tuviera ninguna otra forma de describir esta caja y el papel que desempeñaen mi mundo, sino como un receptor vHr'. De esto no se sigue que yo creaque el concepto mismo de ondas electromagnéticas de muy alta frecuenciacorresponde a un elemento individualmente identificable de la realidad. Losconccptos involucran teorías y son inconcebibles sin ellas, para parafrasetua Sellars. Pero la inmersión en la imagcn teórica del mundo no impide"poner entre corchetes" sus implicaciones ontológicas.

Después de todo, ¿qué es este mundo en el cual vivo, respiro y existo, yen el cual mis ancestros de hace dos siglos no podrían entrar? Es el corre-lato intensional del marco conceptual a través del cual percibo y conciboel mundo. Pero nuestro marco conceptual cambia, y en consecuencia elcorrelato intensional de nuestro marco conceptual cambia; sin embargo, elmundo real es el mismo mundo.

Lo que acabo de decir niega lo que se conoce como relativismo concep-tual. Para ser más precisos, lo niega en este nivel, es decir, en el nivel enque interpretamos la ciencia y describimos su papel en nuestra vida prácticae intelectual. La filosofía de la ciencia no es metafísica; puede o no existirun nivel de análisis más profundo en el cual ese concepto del mundo realsea objcto de escrutinio y se dcscubra que es, en sí mismo. . . ¿qué? Dejo aotros la cuestión de si podremos, de manera consistente y coherente, llegarmás lejos con tal línea de razonamiento. La filosofía de la ciencia puedecon seguridad permanecer m¿ís cerca del suelo.

Discutamos entonces la noción de objetividad tal como aparece en laciencia. Para alguien inmerso en esa imagen del mundo, la distinción entreelectrón y caballo volador es tan clara como la que hay entre caballo de ca-rreros y caballo volador: el primero corresponde a algo del mundo real yel otro no. Mientras uno mismo esté inmerso en la teoría y se ocupe única-mcnte de problemas del dominio de la teoría, esta objetividad del electrónno es y no puede ser modificada. Pero esto es así independientemente de siuno está o no comprometido con lq verdad de la f eoría. Es así no solamentepara alguien que crea que la tcoría es verdadera y punto, sino también paraun bayesiano que solamente concede un grado de creencia igual a I a lastautologías, y también para alguien que sin ser bayesiano sostenga un com-promiso con la verdad de la teoría en suspenso. Porque decir que alguienestá inmerso en la teoría, "viviendo" en el mundo de la teoría, no es descri-bir su compromiso epistemológico. Y si él describe su propio compromisoepistemológico, está retrocedicndo por un momento y diciendo algo así co-mo: la tcoría implica que los elcctrones existcn, y no todas las teorías lohaccn, y mi actitud epistcmológica hacia esta teoría es X.

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGIA CIENTIFICA 109

No podemos regresar hacia una imagen anterior del mundo, porque mu-,lr,'s lrallazgos experimentales no pueden acomodarse en la ciencia de un¡'r'rrrxk) anterior. Éste no es un argumento en pro de la verdad de la imagen¡rr trr¡rl dcl mundo, sino en pro de su adecuación empírica. Y uno quisiera,1,'t ir que es una evidencia indirecta o parcial a favor de su verdad; pero sólor'¡¡ li¡nlo es evidencia a favor de su adecuación empírica. También es un ar-¡'rrrncnto para que aprendamos a buscar, en el mundo descrito por la ciencia,l,r nuurcra de hablar su lengua como un nativo. Cualquiera que aprende una,,('llunda lcngua llega en cierto momento a una transición crucial: cuando,['¡;r dc hablar traduciendo su lcngua materna y comienza a hablar "direc-t,urrcntc". Sólo entonces se comienza a tener acceso a los matices y a las,lrlt'rcncias intangibles que distinguen las dos lenguas. La transición es unr;rlto pcculiar dentro de algo de un tipo desconocido.

( lomo sea, si la ciencia se toma con suficiente amplitud, no sólo la obje-trvirlad, sino también la observabilidad es una distinción intracientífica. Port'sr¡ razón es posible, aun después de la inmersión total dentro del mundorlt' ll cicncia, distinguir las posibles actitudes epistemológicas frcnte a lar it'ncia y enunciarlas, y mientras se pcrrnanece como micmbro activo de lat o¡¡¡u¡id¿d científica

-una comunidad que es también reflexiva y filosóh-

t ¡rr¡rcnte ¿¡tó¡e¡¡¿-, limitar el propio compromiso epistemológico.lur mi opinión, la fenomenología de la ciencia puedc ser discutida ade-

t r¡¡rtlamcnte dentro del análisis pragmático dcl lenguaje, al cual más adelantevolvcró brevemente en varias ocasiones.

rr I t-A OBJECIÓN DE LA CONJUNCIÓN

lllr habido argumentos a favor y en contra de la idea de que la ciencia co-nro un todo pcrsigue la unidad; que el desarrollo de un rclato final simple,r'ollcrcnte y consistente, que incorpore todas las ciencias especiales, es unrrlcirl rcgulativo que gobiema la empresa científica. Para algunos esto pa-r('cc una perogrullada; para otros es principalmcnte propaganda a favor dclirrr¡rcrialismo de la física (como ellos la ven), y algunos se han preocupador'¡r scñal¿u las presuposiciones empíricas que tal ideal puede tener.

Cualquiera que sea la respuesta en este nivel amplio del debate, cierta¡r'csunción dc unidad atraviesa la práctica científica. Los cientíhcos fre-t r¡cntcmcnte enlazan tcorías que fueron dcsarrolladas originalmente pararlivcrrsos dominios de fenómenos: química y mecánica, mec¿inica y óptica,lísica y astronomía, química y fisiología. A veces, tales campos de empresat'onlún rccibcn nombres espccialcs: fisicoquímica, biología molccular.

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il0 LA IMAGEN CIENTÍFICA

Esta conjunción de teorías puede parecer la más obvia e incontrovertiblede las prácticas, pero varios realistas (creo que Putnam fue el primero) hansostenido con fuerza la objeción de que esta práctica no es inteligible desdeuna perspectiva antirrealista.s En pocas palabras, si uno cree que T y T'son ambas verdaderas, entonces seguramente (so pena de inconsistencia)cree que su conjunción es verdadera. Pero si Z y Z' son teorías empíri-camente adecuadas, su conjunción no necesariamente tiene que serlo; éstaincluso puede ser inconsistente. Dos teorías rivales que ofreccn relatos in-compatibles de procesos inobservables pueden ser, en principio, cada unaempíricamente adecuadas.

Dos cosas son claras acerca de esta objcción tal como la he presentado:que descansa en una consideración lógica acerca de la adecuación empíricay la verdad, y que debe precisarse más. La última es clara porque en lapráctica los cientíhcos deben ser muy cuidadosos respecto a la conjunciónde tcorías, simplemente porque aun si aceptar es creer (como sosticnen losrealistas), raramente sucede que esté garantizada una aceptación no tentati-va y sin restricción. Hubo un tiempo en que la teoría de Bohr-Sommerfelddel átomo parecía victoriosa, y al mismo ticmpo la relatividad especial erageneralmente aceptada, pero

-y aquí está la cuestión- no habría teni-

do sentido su conjunción: la primera habría tenido que ser sujeta a unacorrección relativista. Colocar las dos tcorías juntas no habría significa-do conjunción, sino corrección. Permítaseme entonces explorar primcro,brevemente, la cuestión lógica que está detrás de la objeción, y después,discutir formas precisas en las que la objeción de la conjunción puede scrplanteada.

Una teoría, en la concepción simple en que se la considera un cuerpo deenunciados, es verdadera exactamente si cada uno de esos enunciados es

verdadero. De hecho, cada enunciado A puede scr considerado una pequcña

5 En "Explanation and Reference", págs. 199-221, publicado en G. Pearce y P. Maynard(comps.), Conceptual Change, Dordrecht, Reidel, 1973, y reimpreso como el capítulo rr desulibro Mind, Language, and Reality: Philosophical Papers, vol. u, Cambridge, CambridgeUniversity Press, 1975; Hilary Putnam ofreció por primera vez la objeción de la conjuncióncomo un argumento de que no hay un sucedáneo positivista para el concepto de verdad. Sinemb:ugo, en "Reference and Understanding", parte 3 de su libro ltleaning and the MoralSciences, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1978 [versión en castellano: El significicloy las ciencias morales, trad. A.I. Stellino, México, Instituto de Investigaciones Filosóficas-UNAM, l99l], se refiere a ella como un argumento por medio del cual "una posición como ésta

-una posición que dice que aquello que buscamol es un tipo de aceptabilidad que carezca

de la cerradura deductiva fdeductive closure)- falla en el intento de justificar las normas dela práctica científica" (pág. 102). La objeción me fue subrayada en una conversación porRichard Boyd, Clark Glymour y Christophcr Peacocke.

ELEMPIRISMO Y LA METODOLOGÍE CIPNTÍNC¡

Irrrr'ía, y hay una familia F(A) de modelos en la cual A es verdadeÍa. Lal¡ur¡ilia de modelos F(r) en la cual r es verdadera, consiste exactamentelrr irquellos modelos que pertenecen a F(A) para cada enunciado A que es

¡rirrlc de Z (o que es implicado por Z). La lógica es el estudio delasfuncio-rrr'.r: lleva de unos enunciados (considerados premisas) a otros enunciados1r'rrrrsiderados conclusiones) que preseryan la verdsd. A causa de esa ín-tru¡r rclación entre la verdad de una teoría y la verdad de los enunciadosr¡rc comprende, la lógica proposicional que todos amamos y estudiamos danr igcn, a su vez, a una lógica de teorías de una manera totalmente directa.

A diferencia de la verdad, la adecuación empírica es una propiedad globalrlt' lus teorías. No hay una característica de los enunciados tal que, si todaslrs proposiciones de una teoría ticnen individualmente esa característica,('nf onces la teoría es empíricamente adccuada. Este punto no puede preci-r¡u sc a menos que dejemos la conccpción simple de las teorías utilizada encl párrafo precedente y pensemos en una teoría como una especificación(l(' una familia especial de modclos, cada una con una familia designadarlc subcstructuras que son concebidas para que correspondan a los fenóme-rros posibles (subestructuras empíricas). Por supuesto, cada enunciado que¡rrrc:rla ser llamado una proposición de la teoría es verdadero en todos estosrrrotlclos, y cada enunciado que no pueda ser llamado una proposición del,r lcoría es falso en al menos uno de estos modelos. Pero ya que el valor.'rnpírico de una teoría no se puede aislar sintácticamente, debemos definirl;r ¡ulccuación empírica directamente, sin una digresión empírica: todos loslcrrtirncnos efectivos, observables, encajan en las subestructuras empíricastlt' ulguno de estos modelos.

I)or tanto, no tendría sentido exigir un examen de la adccuación empíricarlt'cnunciados simples, o una lógica de funciones sintácticas, de premisasrr t'onclusiones, que preserve la adecuación empírica. Acerca de un enun-, r:rrlo simple A,y la familia de modelos F(A),la cuestión de la adecuación,'rrr¡rírica sólo puede plantearse con referencia a una teoría específica T:,,rrcluyc F(A) al menos uno de los modclos en la familia especificada por/ r¡uc tcnga este r/a/¿r.r privilegiado vis-d-vis del mundo real? A diferenciarlt'l caso de la verdad, la respuesta podría ser sí para una teoría y no para,tr':r, con respecto al mismo enunciado A. Entonces tal pregunta, a pesar de:,r'r intcrprctable, no tiene signif,rcado independicnte.

Iil proccso de juntar las teorías en proyectos conjuntos de explicación,¡ 'r

ctlicción y control, es un proceso que el filósofo de la ciencia dcbe ser ca-¡rrrz dc dcscribir. En su primera forma, la objeción de la conjunción traza unlr¡:ulro muy simple de cstc proccso al scñala¡ la regla lógica

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tt2 LA IMAGEN CIENTÍFICA

A

BEntonces, A & B.

Si un científico cree que las teorías T y T' son verdaderas, eso explicaentonces por qué las usa conjuntamente, sin ulteriores reflexiones, ya quesólo por ser lógico creerá a fortiorí que su conjunción es verdadera; ésta esla supuesta explicación.

Puede que no haya fenómenos de la vida científica de los que esta des-cripción simple sea una imagen fiel.Larazónes que, en tanto mantengamosun espíritu científico, no podemos volvemos dogmáticos ni siquiera con res-pecto a aquellas teorías que creemos verdaderas de todo corazón. Así queun científico debe siempre razonar en tal caso, aunque sea tácitamente, porlo menos como sigue: si creo que Z y Z/ son verdaderas, entonces creotambién que (Z y T') es verdadera y, por lo tanto, que es empíricamenteadecuada. Pero si en esta nueva ¿irea de aplicación T y T' están sicndoutilizadas genuinamente en conjunción, entonces tendré una oportunidadpara ver si (Z y Z') es en realidad empíricamente adecuada, como creo.Esta creencia sigue sin apoyarse en el hecho de que mi evidencia previaapoya las pretensiones de adecuación empírica paraT y Z' separadamente,aun si ese apoyo ha sido tan bueno como se podría desear que lo fuera. Demodo que mis creencias dehen ser somctidas, en esta aplicación conjunta,a pruebas más rigurosas de las que hasta ahora habían sido ensayadas.

Lo que acabo de describir es lo miís cercano a la práctica a que se puedellegar al describir de esta manera simple la unión de teorías como meraconjunción. En mi opinión, la práctica no llega tan cerca; falta el preámbuloque consiste en creer que I y Z' son verdaderas, y que lo que hay que sometera una prueba miís estricta es la hipótesis de que (T y T') es empíricamenteadecuada. Esta hipótesis, desde luego, tiene significado solamente si es

por lo menos lógicamente posible, es decir, si I y Z' tienen modelos encomún; una cuestión teórica que ciertamente debería tomarse en serio antesde intcntar alguna aplicación conjunta.

Pero podemos plantear ahora la objcción dc la conjunción de otra for-ma más abstracta. ¿Por qué los científicos habrían de querer que una solateoría abarque diversos dominios de fenómenos, en lugar de que lo hagauna teoría diferente, empíricamente adecuada, en cada uno de tales domi-nios? Pa¡a el realista, la motivación es clara: porque una teoría no puede servcrdadera a menos que pueda ser exfendida consistentemente, sin correc-ciones, a toda la naturaleza. ¿Pero no sería posible tener muchas teorías,cada una con sus tipos individuales de modclos, más o menos fraslapiíndose

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍE CIENTÍ¡ICE ll3

r'¡r sus campos de aplicación, todas adecuadas empíricamente, pero sin quest':r posible su combinación en una sola imagen?

l'icrre Duhem, un paradigma del antirrealista, cuando se lamcntaba del;r lrnplia pero poco profunda mentalidad de los ingleses (como opuesta al;r profunda pero estrecha mentalidad de los franceses), en realidad acusaba¡r los físicos ingleses de contentarse con tal aproximación fragmentaria enl¡r modclación de la naturaleza. Si él está en lo cierto y si aquellos físicosIur:ran científicos genuinos, nosotros no deberíamos preocuparnos mucho,t¡rrizás, por explicar ese supuesto ideal regulativo de la unidad de la ciencia.l.l cxplicación pudiera p¿recerse más bien, en cierto punto, a una teoríarc¡rrcsentacionalista del arte, con respccto a la cual casi todo el arte delsiglo xx es una excepción.

Pero no necesitamos contcmplar posibilidades tan exageradas, pues mel)¡rrcce que la idea de quc la ciencia consiste en una familia de teorías tanrlivcrsas no es en realidad factible, exccpto en el scntido filosóficamenteulocrlo en el cual en realidad aparcce. Supóngase, por ejemplo, que trata-nros de obtencr una mecánica y también una teoría del electromagnetismo,¡rc:ro ninguna teoría en la cual ambos tipos de fenómenos sean dcscritos.¿,lrn dónde encontraremos entonccs un lugar para los fenómenos que invo-lucran cargas móvilcs? El electromagnetismo tendría que scr únicamenteclcctrostática. ¿Cómo podríamos tener una fisiología exitosa que no tomaracn cuenta el efecto de la gravedad que exige tensar diferentes músculos enrlif'crentes posturas? Se podría pretcnder enseñar una teoría de la gravedad akrs fisiólogos y otra a los astrónomos. Pero en algún momento alguien tendrát¡uc idcar una explicación de la conducta del sistema complejo compuestolx)r un hombre en traje cspacial que camina sobre la supcrficic dc la luna. Anlcnos que las dos teorías tcngan modclos en común disponiblcs para estasituación, ese alguien dcberá, o bien concluir que la situación cn conjunto esirnposible, o bien prepararse para vislumbrar una teoría que cubra a ambos:¡rl ¡nccanismo inanimado y al organismo al cual dcbe mantcner con vida enl¿rs condiciones extraordinarias de la gravedad lunar.

Qucda entonces solamente el problcma de vivir cn la práctica con unr¡rr¡ntón dc "minitcorías", como en realidad lo haccmos. Los fisiólogos noncccsitan haccr correcciones rclativistas en sus cálculos mccánicos y puedcnlratar cn forma detcrminista la gran mayoría dc los procesos (y algunos dernancra estocástica, lo que para la física vicnc a ser casi determinista). Laf ilosofía dc la cicncia podría trabajar con una imagen más complcta dc estasiluación, quc es la siluación rcal dcl cicntífico en activo y que bien puedellbcrgar problcmas oscurccidos por nucstra prcocupación por las tcorías

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I l.l LA IMAGEN CIENTIFICA

¡tkrbrrlcs.o l'cro me parece que no hay duda de que la meta de la adecuacióncrrr¡rírica cxige ya la unificación sucesiva de "miniteorías" dentro de teoríasnlayorcs, y que el proceso de unificación es principalmente un proceso decorrccción y no de conjunción.

$4. VTRTUDES PRACMÁTTCAS y EXPLICACTÓN

$4.1 LAS OTRAS VTRTUDES

Cuando se aboga por una teoría, ésta es encomiada por muchas otras ca-racterísticas además de la fuerza y la adecuación empíricas: se dice quees matemáticamente elegante, sencilla, de gran alcance, completa en cier-tos aspectos; también que es de maravillosa utilidad para la unificación denuestra dcscripción de fenómenos hasta ahora diversos y, sobre todo, que es

explicativa. Los juicios de sencillez y capacidad explicativa son vehículosintuitivos y naturales para expresar nuestro aprecio epistemológico.7 ¿Quépuede decir un empirista de estas y otras virtudes que tan claramente vanmás allá de aquellas que él considera preemincntes?

Existen preocupaciones humanas específicas, en función de nuestros gus-tos e intereses, que hacen a algunas teorías más valiosas o apreciables paranosotros que otras. Sin embargo, valores de este tipo ofrecen razones pa-ra usar una teoría, pensemos o no que sea verdadera, y no pueden guiarracionalmente nuestras actitudes epistemológicas y nuestras decisiones. Porejemplo, si nos impofa más obtener una clase de respuesf as antes que otras,ello no es una razónpara pensar que una teoría que responde más preguntasde la primera clase es mrís factible de scr verdadera (ni siquiera con la es-

tipulación ceteris paribas). Es solamente una razón para preferir esa teoríapor otros aspectos.

Sin embargo, en el análisis de la evaluación de las teorías científicassería un error soslayar las maneras en la cuales esa evaluación está teñida porfactores contextuales. El cientíñco lleva estos factores a la situación desde supropia situación personal, social y cultural. Es un error creer que los términos

ó Tomo el término "miniteoría" de las notas mimeografiadas de Edwin Levy (Universityof British Columbia) que circularon en 1977; él me convenció de la necesidad de que lafilosofía de la ciencia estudie por propio derecho este aspecto del teorizar científico.

7 Aprendí esta manera de formularlo a partir del comenta¡io de CLuk Glymour sobre miartículo "The Pragmatics of Explanation" en la American Philosophical Association (PacificDivision), Portland, ma¡zo de 19'77.

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍ¡ CNUTÍTICE ll5

cn los que se aprecia una teoría científica son puramente higiénicos, y no

tienen nada que ver con ningún otro tipo de valoración, o con las personas

y las circunstancias involucradas.

La aceptación de teorías tíene una dimensión pragmátíca. Mientras que

la única creencia involucrada en la aceptación, como yo lo veo, es la creen-

cia de que la teoría es empíricamente adecuada, algo más está involucradoapqrte de la creencic. Aceptar una teoría es hacer un compromiso, el com-promiso de que la confrontación ulterior de fenómenos nuevos se hará dentro

dcl marco de esa teoría; un compromiso con un programa de investigacióny una apuesta de que se puede dar cuenta de todos los fenómenos relevantes

sin abandonar esa teoría. Por eso, alguien que ha aceptado una cierta teoría

contestará de allí en adelante las preguntas ex cálhedrq, o por lo menos se

scntirá llamado a hacerlo. Los compromisos no son verdaderos o falsos; se

rcivindican o no se reivindican en el curso de la historia humana.

Brevemente, entonces, la respuesta es que las otras virtudes reclamadas

para una teoría son vi¡tudes prag,máticas. En tanto vayan más allá de laconsistencia,lafuerzay la adecuación empíricas no conciernen a la relacióncntre la teoría y el mundo, sino más bien al uso y a la utilidad de la teoría;

ofrecen razones para preferir la teoría, independientemente de las preguntas

por la verdad.Desde luego, esta respuesta plantea inmediatamente la pregunta siguien-

tc: ¿por qué es éste un procedimiento racional que ha de seguirse en lacvaluación de las teorías, en la deliberación que nos lleva a seguir un en-

foque antes que otro en la investigación científica, o a comprometernos

nosotros mismos epistemológicamente al aceptar una teoría en lugar de

otra?

Introduciré esta pregunta en la forma específica: ¿por qué es racionalbuscar la explicación? Para contestar completamente esta pregunta, ne-

ccsitamos una descripción de qué es una explicación; y a ello dedicaré el

siguiente capítulo. Pero es posible esbozar previamente la respuesta a la que

csa descripción trata de dar sustancia. Es ésta: los méritos epistemológicos

quc una teoría pueda o deba tener para figurar entre las buenas explicacionesno son sui generis; son únicamentente los méritos que tenía por ser empí-

ricamente adecuada, por tener fuerza empírica significativa, etcétera' Esto

no significa que algo es automáticamente una buena explicación si tiene

cstos otros méritos; lo que además se necesita es el aspecto pragmático de

la cxplicación. Pero en la búsqueda de explicación perseguimos a fortioriaqucllos méritos más elementales, que es lo que hace que la búsqueda de la

cxplicación tcnga valor para la empresa cientíhca como tal.

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I ltr LA IMAGEN CTENTÍICE

Evaluar una teoría por su gran capacidad explicativa es, por consiguien-tc, atribuirle en parre los méritos necesarios para servir al propósito de lacicncia. Ello no equivale a atribuirle características especiales que Ia haganser más probablemente vcrdadera o empíricamente adecuada. pero podríaargüirse que, por razones puramente pragmáticas (es decir, relativas al con-texto y la persona), la búsqueda de la capacidad explicativa es el mejormedio de servir a los propósitos centralcs de la ciencia.

$4.2 LA TNCURSTÓN DE LA PRAGMÁTrCA

Para explicar en detalle estos debatcs -[¿51¿

donde es posibre en auscn-cia de una descripción de lo que es la explicación- debo referirme, enprimcr lugar, a la terminología originalmcnte introducicla por charres Mo-rris.8 Su preocupación básica era el lcnguaje, pcro podemos trasponer susconceptos de las palabras y los enunciados a las teorías. En el estudio dcllcnguajc, él consideró tres nivelcs principales: el sintáctic'o, er semánÍicoy el pragmático.Las propicdadcs sintácticas dc una expresión están dctcr-minadas solamente por sus rclacioncs con otras expresioncs, consiclcradasindcpendientemente dcl significado o la intcrpretación. un ejemplo podríaser "ticne sicte letras", que puedc ser predicado de "Cicerón". Las propie-dades semánticas conciernen a la relación de la expresión con cl mundo; unejemplo es

l. "Cicerón" dcnota Cicerón.

Finalmente, la pragmática concicrne a la relación dcl lcnguaje con sus usua-rios; como en

2. Cicerón prefcría ser llamado "Ciccrón" y no "Tulio".

En cierto sentido, la semánfica es solamente una abstracción de la pragmá-tica. No tendría sentido decir "Yo sé que este hombre fue llamado 'cicerón'por sus padres, y todo el mundo lo llama sicmpre así; pero ¿realmcnte sunombre es 'cicerón'?" Aun así podcmos estudiar las propiedadcs intcrpre-tadas haciendo abstracción dcl uso y dc sus posibles variaciones; éstc esmeramente un ejemplo de la construcción de modelos científicos, cn estecaso en cl estudio del lcnguaje.

8 "Foundations of the Theory of Signs", en O. Neurath, R. Ciunap y C. Morris (comps.),Foundatiotts of the unity of science: Tov,ards un lnrerntrionul Ency<:lopetlia of IJnifiedSticnce, Chicago, University of Chicago Press, 1955, vol. r, pigs. j3-l3j.

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EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍ¡ CrcNTÍTICN II7

Pcro en ciertos casos no es posible hacer la abstracción sin perderjustohr quc qucremos estudiar. ¿En qué dificre la palabra "yo" de la palabra"(liccrón"? Precisamcnte en que la denotación de "yo" depende de quiénl:r cstá usando; porque cada hablante la usa para referirse a sí mismo o asÍ rnisma. El estudio semántico dcl lcnguaje solamente puedc llegar hastairllí; entonces debe dar paso a una abstracción menos complcta (esto es, ar¡¡r nivel de análisis menos superficial) y encontraremos que propiamente('slamos haciendo pragmática.

En el caso de un enunciado, la verdud es la propiedad semántica másrrnportante. Un enunciado es verdadero exactamente si el mundo real coin-citlc con este enunciado. Pero si algunas de las palabras o de las estructuras

¡lrarnaticales de esc enunciado tiencn un papel semántico dcpendicnte delt orrtcxto, la verdad simpliciter no ticne scntido y debemos movernos otravcz hacia la pragmática:

3. "Ciccrón está muerto" es verdad si y sólo si Cicerón está muerto.4. En cualquier contcxto u ocasión de uso dcl lenguaje, "estoy fcliz" es

verdadcro si y sólo si la pcrsona quc lo dice en esa ocasión está fclizen cl momento de decirlo.

l.as propiedades sintácticas de los enunciados y las relacioncs entre ellosrrrcluycn las que estudia la lógica tradicional, pues

(úes una verdad lógica",

"r¡o cs contradictoria consigo misma", "se pucde deducir de", son todassint/rcticamcnte definibles para fragmcntos grandcs y útiles de nuestro lcn-¡r,uujc.

Volviendo ahora a las tcorías, cncontramos allí también una divisióntripartita dc propiedadcs y rclacioncs. Primcro, están aquellas puramcnteirrtcmas o lógicas, tales como la axiomatizabilidad, la consistcncia y variosli¡xrs dc complctud. Se han hccho intentos por situar la sencillez en estcnivcl, pcro tanto éstos como todos los intcntos hechos hasta ahora parae x¡rlicar dc manera precisa lo que la gente podría querer decir cuando llamarr una teoría scncilla, o más scncilla, han fracasado.

La sencillcz es un caso muy instructivo. Es obviamente un criterio paralrr clccción de teorías o, por lo mcnos, uno de los tórminos de su evaluación.l)rrr csa raz6n, algunos escritos sobre el tcma dc la inducción sugieren quel¡rs tcorías scncillas son más factiblcmcnte verdaderas. Pero seguramente es

:rbsurdo pensar que es más factible que el mundo sea sencillo que compli-crrrlo (a mcnos que uno tcnga cicrtas opiniones tcológicas o metafísicas norcc¡rlaclas usualmcntc como factorcs lcgítimos cn la infcrencia cicntífica).Lir cucsti(rn cs quc la virtud o el mosaico dc virtudcs indicado por dichoItilnlino cs un faclor cn la cv¿rluución dc las tcorías, y sin cmbargo no indica

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ll8 LA IMAGEN CIENTÍFICA

características especiales que hagan que una teoría sea más factiblementeverdadera (o empíricamente adecuada).

Las propiedades y las relaciones semánticas son aquellas que conciemena la relación de la teoría con el mundo o, más específicamente, a los hechosacerca de los cuales ella es una teoría. Aquí las dos propiedades principalesson la verdad y la adecuación empírica. Por ello ésta es el ¡írea donde tantoel realismo como el empirismo constructivo localizan una meta central dela ciencia.

¿Hay también propiedades teórico-pragmáticas filosóficamente signifi-cativas? El lenguaje operativo de la ciencia es, sin duda, dependiente delcontexto, pero ¿se trata acaso solamente de una cuestión práctica? Lasteorías científicas pueden enunciarse en un lenguaje independiente del con-texto, en lo que Quine llama "frases eternas". De modo que, p¿ua interpretarla ciencia, parecería que no necesitamos extraviarnos en la pragmática.

Esto puede ser verdadero para aquellos productos de la actividad cientí-fica que llamamos teorías. Desde mi punto de vista, no es verdadero paraotros aspectos de esa actividad, y específicamente sostengo que

(a) el lenguaje de la evaluación de las teorías y, en especial, el término"explica", es radicalmente dcpendiente del contexto;

(b) el lenguaje de la utilización de las teorías para explicar los fenómenoses radicalmente dependiente dcl contexto.

Éstas son dos cuestiones distintas, porque una cosa es afirmar que la teoríade Newton explica las marcas, y otra cosa es explicar las ma¡eas por mediode la teoría de Newton. Por ejemplo, al hacer lo segundo, no se puede usarnunca la palabra "explicar".

La pragmática del lenguaje es también el lugar donde debemos colo-car conceptos tales como la inmersión en el lenguaje, o en ia imagendel mundo, de la ciencia. Los factores básicos en la situación lingüísti-ca, pragmáticamente concebidos, son el usuario del lenguaje o hablante,la entidad sintáctica (enunciado o conjunto de enunciados) emitidos o ex-puestos, la audiencia y las circunstancias fácticas. Cualquier factor qucse refiere al hablante o a la audiencia es un factor pragmático; y si adc-más pertenece específicamente a la situación lingüística particular, es unfactor contextual. Por ejemplo, la palabra emitida "Cicerón" puede dis-cutirse aisladamente o en relación con quien lleva ese nombre, y seguiren el nivel de abstracción propiamente llamado semántica. Pcro el hc-cho de que ésta haya sido pronunciada en lugar de "Tulio", es un factorcontextual. El hecho de que el hablante lo usara en esta ocasión para

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍ¡. CMNTÍPTCA ll9

rlft'rirse a su gato más bien que al senador, es también un factor contex-lrr,rl; que el hablante sea una persona habituada a usar la palabra de esaurirncra es un factor pragmático que puede también intevenir en esta situa-r tí)tl.

l)icho factor pragmático o contextual puede ser un acuerdo tácito entrell hlblante y el auditorio (o un compromiso unilateral de parte de algunorh' krs dos) para guiarse en sus inferencias por algo más que la pura lógica.I'rrctlc estar presente una convención lingüística, como en el caso del legorrh¡t:ado pata no llamar a nada sal de mesa, a menos que esté compuesto

¡'r irrcipalmente por cloruro de sodio, o la convención, ahora ya en vías derlt'slp:uecer, de no llamar a algo crema, a menos que haya sido producida¡ol una vaca. Tales compromisos pueden ser más o menos permanentes oIt'rn¡rorales. Sé suhciente acerca de astrología y psicoanálisis para entablarun;r conversación con un aficionado a alguna de las dos, en la que tal teoría,.t':r la que guíe el uso de los términos y las inferencias permitidas. Más, r rr¡rrinmente, la discusión de una película, digamos, de Un día en el campo,,lt' l{cnoir, puede transcurrir así: "¿Cree que él realmente la sedujo?" "No.l',¡¡ csc medio, un beso era un evento extraordinario." Una cierta suspensión,k' l:r incrcdulidad, un compromiso momentáneo con el mundo descrito porl,r lcrrría, drama, pintura o novela, dctermina en esa situación lingüísticahr r¡uc es correcto decir y la manera correcta de decirlo. Robert Stalnakerlr,r rlirdo el nombre de presuposiciones pragmáticas a las proposiciones quer['scrnpcñan este papel de suposiciones guía.

l-a inmersión total en la imagen cientíhca dcl mundo, que es la adecuadat'rr siluaciones en las cuales se hace ciencia o se la utiliza, es un caso crucial.l(t'¡lrcsaré nuevamente a este tema al final del capítulo 6, cuando discuta elrrso tlcl lcnguaje modal en la ciencia.

Ii4.3 LA BÚSQUEDA DE LA EXPLICACIÓN

A vcccs se formulan con mucha fuerza las afirmaciones sobre el lugar

' ('ntral que la explicación debe ocupar entre las metas de la ciencia. De

lrct lro, cn algunos casos la demanda de explicación se sostiene como silrrt'¡¿r cxhaustiva y no sujeta a determinaciones, como si fuera ilimitada.| '¡ rt'onlr,amos tal idcal extrcmo de completud explicativa en los argumentoslrr pnr dcl rcalismo cicntífico que cxaminamos antes. Pero aun filósofos másrrrotlcrAdos, a los <¡uc mcnos fácilmcntc sc acusa de tcndencias mctafísicas,lr,rt'cn rlc¡nandas dc gran alcancc. Así, Erncst Nagcl:

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I2O LA IMAGEN CIENTÍFICA

El deseo de explicaciones que sean alavez sistemáticas y controlables a través

de datos fácticos es lo que genera la ciencia; y la organización y clasificación del

conocimiento con base en los principios explicativos es la meta distintiva de

las ciencias.e

Nada de esto involucra al realismo, y la primcra parte es, creo, induda-blcmente verdadera. Sin embargo, depcndiendo de lo que se entienda por"explicativo", la segunda parte podría entrar en conflicfo con la idca de que

la adecuación empírica es la virtud preeminente. Pero si observamos cómoNagel entiende la explicación, encontramos que se atiene a una caracteriza-ción que es más bien como la dc Hcmpel (que se examinará en el siguientecapítulo). Cualquier cosa que sea lo que Nagel entiende por explicación,la llamaremos explic'ac'ión-N. Entonces Nagel ha expresado aquí su con-vicción de que la mcta distintiva de las ciencias es la explicación-N. Esto

bicn pudiera ser vcrdad aun si la búsqucda de explicación fuera totalmcnteexplicable como valiosa para el propósito de la ciencia, en tanto que nos

brinda tcorías fuertes y empíricamente adecuadas. Que ésta no es una inter-pretación descabcllada me parece claro en el siguiente pasaje de la mismapágina, donde ofrece como ejemplo principal para su argumcnto que unos

pocos principios formulados por Ncwton

bastan para mostrar que las proposiciones concemientes al movimiento de laLuna, el comportamiento de las mareas, las trayectorias de los proyectiles y elascenso de los líquidos en los tubos delgados e,stán íntimamente relacionadas,y que todas estas proposiciones pucden deducirse rigurosamente de aquellos

principios en combinación con varias suposiciones fácticas especiales.

Esto ciertamcnte no contradice la idea de que el nombre del juego es salvar

los fenómcnos, aun cuando haya un fucrtc sabor de esa satisfacción distintivaque la mcnte humana encuentra al enmarcar una tcoría elegante, ajustada ycoherentcmente construida con vistas a ganar en ese juego.

Hay una cuestión totalmente falsa que ticnde a ser planteada en relacióncon esto; y que fue hecha, por ejcmplo, por Paul Feyerabend. l0 Supongamospor un momento que lo que más importa de la explicación está en función de

los intcreses humanos exclusivamcnte. Entonces los científicos no necesitan

9 Th, Stuctur" o/Scianr:e, Nueva York, Harcouf , Brace, and World, 1961, pág.4; véase

tanrbión ibíd., págs. viii, 5, 15. [Versión en castellano: La estructura cle la ciencia, t¡ad. N.

Migucz, B¿ucelona, Paidós, 1981.1l0 "Realism and Instrumentalisrn", págs. 280-308, en M. Bunge (comp.), The Critical

Ap¡trouch to S<'ience and Philosophy, Nucva York, Free Press, 1964.

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍR CIE,NTÍ¡ICE

prcocuparse excesivamente por lograr explicaciones que vayan más allá de

la adecuación empírica. Puedcn dctcncrse cuando crean que tiencn eso. Sincrrrbargo, en la historia de la ciencia está claro que los científicos tcndríant¡uc haber sido mal aconsejados para ser tan temerarios. La búsqueda dc unatlinámica compatible con el nuevo esquema astronómico de Copérnico, labúrsqueda de los dctalles dc la estructura atómica que pudieran explicar loscspcctros discrctos, la búsqueda de la teoría cinética aun cuando la termodi-nrirnica fenomenológica parecía totalmente adecuada; hay muchos ejemplosc¡r los cuales la búsqueda de la explicación rctribuyó con creccs. Así quesrilo el realismo es una filosofía que estimula la investigación cicntífica: el¡rntirrealismo la estorba.

Retribuyó con creces, ¿cómo? Con nucvas tcorías en las quc tcncmos¡n¿is razones para creer que son empíricamcnte adccuadas. Pcro en ese

caso, incluso el antirrcalista, cuando se le hacen preguntas acerca de lanctodología, aconsejará ex cóthedra ¡la búsqucda de explicación! Si elrcalismo es tan cficaz, podcmos incluso sugerir un juramcnto de lealtad paraIos cicntíficos. En cualquicr caso, la crítica se basa en una concepción muyingcnua de la certeza científica; sicmpre han existido razoncs para dudarrlc la adecuación empírica de las tcorías existcntcs, y éstas eran razoneso¡rcrativas en los ejcmplos citados de "búsquedas de explicación".

Yo llamo a esto un falso problcma, porque la interpretación de la cienciay la corrccta percepción de su metodología son dos tcmas scparados. Perohc csbozado en passanl mi respucsta a la prcgunta acerca de la metodolo-

¡¡ía: la búsqueda de explicación ticnc valor en la ciencia porque consiste,(il su mayor parle,en la búsqueda de tcorías que son más sencillas, másr¡nificadas y más factibles de ser empíricamente adecuadas. Esto es así no

l)orque la capacidad explica(iva sea una cualidad separada sui generis que,r¡risteriosamente, hace más factibles aquellas otras cualidades, sino porquelL:ncr una buena explic ación consisf¿, en su mayor parte, en tcncr una tcoríacon aqucllas otras cualidades.

Para vcr en qué medida la explicación es en realidad preemincntc cntrc lasvirludcs teóricas buscadas en la cicncia, dcbcmos calibrar cómo se apreciacn competencia con otras virtudcs.

En primcr lugar, hay critcrios fundamcntales de aceptabilidad mínima:llr consistcncia, t¿rnto intcrna como con los hechos. Se conocen casos detcorías matcmáticamente inconsistcntcs (Dirac introdujo en cierto momcntor¡na función que era muy útil, pcro que más tarde se mostró imposible), pcrorisc cs un dcfccto que dcbe rcpararse. No se pucdc dcfcndcr quc una tcoríasca corrccta c inconsistcnte. La inconsistencia con los hcchos obscrvadoscs, dc moclo scmcjantc, un crifcrio mínimo: si la tcoría entra en conflicto

r2l

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II

122 LA IMAGEN CIENTIFICA

con datos cualesquiera previamente aceptables, debemos cambiar la teoríao negar que esos datos sean correctos.

La explicación no es una virtud mínima fundamental de este tipo. Sila explicación de los hechos fuera requerida de la manera en que lo es laconsistencia con ellos, entonces cada teoría tendría que explicar cada uno delos hechos en su dominio. Newton tendría que haber añadido una explicaciónde la gravedad a su mecánica celeste antes de siquiera presentarla. Pero encambio dice:

Hasta ahora, con la fuerza de gravedad hemos explicado los fenómenos ce-lestes y los de nuestro mar, pero no hemos asignado aún una causa para estafuerza [. . . ] hasta ahora no he sido capaz de descubrir la causa de estas pro-piedades de la gravedad en los fenómenos y no dispongo de ninguna hipótesis.Porque cualquier cosa que no sea deducida de los fenómenos debe ser llamadauna hipótesis; y las hipótesis, sean físicas o metafísicas, acerca de cualidadesocultas o mecánicas, no tienen lugar en la ñlosofía experimental [ . . . ] Y paranosotros es suñciente que la gravedad realmente exista y actúe de acuerdo conlas leyes que hemos explicado y sirva sobradamente para dar cuenta de todoslos movimientos celestes y de nuestro mar.ll

Sus razones son quizá más fuertes de lo que muchos aceptarían, peroqueda en pie el hecho de que puede abstenerse de explicar mientras que nopodría muy bien abstenerse de ser consistente. Otro ejemplo es que Newtonclaramcnte se abstuvo de satisfacer un criterio de Kepler para la adecuaciónde cualquier teoría de la bóveda celeste: el de que debería explicar por quéhay exactamente seis planetas.l2

El problema es, entonces, si la capacidad explicativa sería preferida porencima de otras virtudes cuando se presenta un conflicto. Esto seguramentepuede no ser así cuando la otra virtud es aquella que el no realista estimaque es la más alta: la adecuación empírica. Porque renunciar a la adecua-ción empírica es admitir que pueden surgir inconsistencias con los hechosobservados. Esa posibilidad es inadmisible mientras defendamos que unateoría es correcta. De hecho, la adecuación empírica es una precondición:no decimos quc tenemos una explicación a menos que tengamos una teoríaac e p tab le que explique.

I I General Scholium al libro ttt, Mathematical Print:iples of Natural Philosophy l,Prin-t:ipios matentátit:os de la filosofía naturall, trad. A. Motte, Londres, Dawsons of Pall Mall,1968, vol. n, pág. 392.

l2 Véase M. Fierz, "Does a Physical Theory Comprehend an 'Objective, Real, SingleProcess'?", págs. 93*96, en S. Kórner (comp.), Observation and Interprelarion, Nueva York,Acadcrnic Press, 1957.

EL EMPIRISMO Y LA METODOLOGÍA CIENTÍTICE

En tercer lugar, podemos preguntar en qué medida la explicación es unavirtud preeminente en el sentido de ser requerida cuando puede tenerse.I:sto significaría que si varias teorías fueran empíricamente equivalcntes,aquella que explica más tendría que ser aceptada. En contra de esta ideasc cuentan todos los ejemplos de científicos que rehúsan ampliar sus teo-rías en direcciones que no produzcan consecuencias empíricas diferentes (oultcriores). Un ejemplo de ello está ya dado en el pasaje que cité de New-ton, pero otro ejemplo instructivo concieme también a otro aspecto de larliscusión de variables ocultas en la mecánica cuántica.

De acuerdo con la teoría cuántica, hay correlaciones en el comporta-¡¡liento de partículas que han interactuado en el pasado, pero que estánahora físicamente separadas. No se aporta ningún mecanisriro causal paracxplicar estas correlaciones, que fueron exageradas en un ensayo famoso deliinstein, Podolski y Rosen. Diversos experimentos han establecido la exis-lcncia de estas correlaciones, que pueden encontrarse, por ejemplo, si unlitomo "despeñ¿indose" desde un estado excitado emite dos fotones. Cuandosc colocan filtros de polarización para que estos fotones pasen a través decllos, es como si cada fotón "supiera" si el otro fotón pasó por el otro filtro.

Ciertas teorías de variables ocultas que han sido propuestas explicaríantales correlaciones (las así llamadas "teorías de variables ocultas del segun-rlo tipo").13 Éstas no predicen exactamente las mismas correlaciones; es estokl que hace a estas teorías interesantes para la física. Hasta ahora, los expe-rimentos parecen apoyar las teorías cu¿inticas por encima de estas rivales.I'cro la única reacción que brilla por su ausencia es que debq encontrarseruna explicación de las correlaciones que encaje exactamente en la teoríacuántica y no afccte en absoluto su contenido empírico. Tales extensionesrnctafísicas de la teoría (si de hecho fueran posibles) serían sólo pasatiem-

¡ros filosóficos. Hasta donde concieme a la física, hay sólo dos campos paracl debate: o esta no localidad hace a la teoría cuántica eminentemente ade-cuada para la representación del mundo (y nccesitamos reeducar nuestrairrraginación), o bien la teoría cuántica debe ser reemplazada por una teoríar i v a I empíricamente signihcativa.

En ninguno de los tres sentidos examinados la explicación es una virtudsuprcma. La filosofía procreó las ciencias y, como decía Aristóteles, la filo-sofía se propone principalmente, y quizás solamente, eliminar el asombro.l)cro estos hijos han dejado el hogar paterno.

t23

l:l Vóasc Belinftrntc, o¡t. tit.,czrp.3, nota 10.

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5

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN,K

Si no existiesen las causas, cualquier cosa podría ser pro-ducida por otra, y de manera fortuita. Los caballos, porejemplo, nacerían por azar de las moscas, y los elefan-tes, de las hormigas; a menos que haya habido una causaque haga a las regiones del sur lluviosas y a las orienta-les secas, podría haber habido lluvias severas y nieve enla Tebas egipcia, mientras que en las provincias del surpodría no llover nunca.

Sexto Empírico, Esbozo delpirronisnto, tr, v, I

Sc dice que una tcoría tiene capacidad explicativa si nos permite explicaralgo, y ésta es una virtud. Es una virtud pragmática, aunque compleja, queincluye otras virtudcs como sus propias precondicioncs. Luego de algunosprcliminares en la sección $1, ofrcccré una historia francamcntc selectivatlc los intentos filosóficos por explicar la explicación. Después ofrcceré unrnodclo de este aspecto de la actividad cicntífica en tórminos de preguntas"por qué", sus presupucstos y su dcpcndcncia contextual. Este modclo darácucnta de las caractcrísticas dcsconcertantes que se han cncontrado en elf'cnómcno de la explicación (especialmente las asimctrías y los rechazos),sin dcjar de ser compatible con el empirismo.

fi I. EL LENGUAJE DE LA EXPLICACIÓN

tJna manera de concebir la explicación cicntífica se encuentra resumida en elsiguiente argumento: la ciencia trata dc encontrar explicaciones, pero nada

. Este capítulo se basa parcialrnente en mi trabajo del mismo título, Antericun Phi-lrt.utphicul Quarlerly, 14, 1977, págs. 143-150, presentado a la American PhilosophicalAssociation, Portland, marzo de 1977, con cornentarios de Kit Fine y Clark Glymour.

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126 LA IMAGEN CIENTIFICA

es una explicación a menos de que sea verdadera (la explicación requierede premisas verdaderas); de manera que la ciencia trata de encontrar teoríasverdaderas acerca de cómo es el mundo. Por tanto, el realismo científico es

correcto. La atención a otros usos del término "explicación" mostrará queeste argumento saca partido de una ambigüedad.

gl.r vERDADYcRAMÁTrcA

Primero que nada, es necesario distinguir entre las locuciones "tenemos unaexplicación" y "esta teoría explic a" . La primera puede parafrasearse como"tenemos una teoría que explica", pero entonces "tener" debe entendersede una manera particular. No significa, en este caso, "tener en los libros"o "tener enunciada", sino que trae consigo la implicación conversacionalde que la teoría a la cual tácitarnente uno se refiere es aceptable. Es decir,uno no está justificado para dccir "tengo una explicación", a menos queesté justificada la afirmación "tengo una teoría que es aceptable y queexplica". El punto importante es que el mero enunciado "la teoría I explicael hecho E" no trae consigo tal implicación; como tampoco que la teoríasea verdadera, ni que sea empíricamcnte adecuada, ni que sea aceptable.

Existen muchos ejemplos, tomados del uso corriente, que muestran quela verdad no está presupuesta e¡r la afumación de que una teoría explica al-go. Lavoisier decía que la hipótesis del flogisto era muy vagay que por ello"s' adapte d toufes les explications dans lesquelles on veut le faire entrer".lDarwin admite explícitamente las explicaciones provenientes de teorías fal-sas cuando dice: "Difícilmcnte puede suponcrse que una teoría falsa podríaexplicar, de una manera tan satisfactoria como lo hace la teoría de la se-

lección natural, las amplias y variadas clases de hechos especificadas másarriba."z Gilbef Harman, recordemos, argumentaba de manera semejante:decía que el que una teoría explique ciertos fenómenos es parte de la eviden-cia que nos lleva a aceptarla. Pero eso significa que la relación explicativaes visible antes de que creamos que la teoría es verdadera. Finalmente, cri-ticamos las teorías selectivamente: una exposición de la mecánica celeste,hacia fines del siglo pasado, seguramente podía contener la afirmación deque la teoría de Newton explica muchos fenómenos planetarios. Sin em-

I A. Lavoisier, Oeuvres, París, Imp. Impériale, 1862, vol. tr,pág.640. Debo ésta y lasotras referencias históricas más adelante a mi ex discípulo Paul Thagard.

2 Ch. Da¡win, On the Origin of the Sper:ie.r lEl origen de las especiesl, 6a. ed., NuevaYrrrk. Collier, 1962, pág.476.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIóN

hargo, al mismo tiempo existía el acuerdo de que el avance en el periheliotlc Mercurio parecía ser inconsistente con la teoría, lo cual indicaba que lalcoría no era empíricamente adecuada

-¡ por tanto, que era falsa-, sin

que este acuerdo socavata la afirmación precedente. Los ejemplos puedenmultiplicarse: la teoría de Newton explicó las mareas, la teoría de Huygenscxplicó la difracción de la luz, la teoría del átomo de Rutherford explicó ladispersión de las partículas alfa, la teoría de Bohr explicó el espectro delhidrógeno, la teoría de Lorenz explicó el retraso de los relojes. Decimostodo esto de muy buena gana, aunque tengamos que añadir que para cadauna de estas teorías se descubrieron fenómenos que no sólo no podían expli-car, sino a los que ni siquiera se podría hacer encajar de la manera mínimarcquerida por el criterio de adecuación empírica.

Por ello, decir que una teoría explica un hecho u otro es afirmar unarclación entre esta teoría y aquel hecho, lo cual es independiente de lacuestión de si el mundo real, como un todo, encaja en esa teoría.

Dejemos por un momento esta tediosa discusión terminológica y regre-semos al argumento expuesto al inicio. Teniendo en mente las distincionescxpuestas, podemos intentar examinarlo de la siguiente forma: la cienciatrata de colocarnos en una posición en la cual tengamos explicaciones y enla que estemos justificados al decir que las tenemos. Pero para tener tal ga-rantía debemos, primero, ser capaces de afirmar con la misma garantía quelas teorías que usamos para obtener las premisas de nuestras explicacionesson verdaderas. Por tanto, la ciencia trata de colocarnos en una posición enla que tengamos teorías que estemos autorizados a creer verdaderas.

La conclusión puede ser inofensiva, desde luego, si "autorizados" signi-fica aquí solamente que no puede acusársenos de irracionalidad con baseen esa creencia. Esto es compatible con la idea de que tenemos la garantíapara creer en una teoría solamente porque tenemos, y en la medida en quetcnemos, la garantía para creer que es empíricamente adecuada. En este ca-so queda abierto que uno sea por lo menos tan racional al creer únicamenteque la teoría es empíricamente adecuada.

Pero aun si la conclusión fuera interpretada de esta manera inofensiva,la segunda premisa tendría que ser impugnada, pues implica que alguienque meramente acepta la teoría como empíricamente adecuada no está enposición de explicar. En esta segunda premisa quizá se expresa la convicciónde que tener una explicación no es equivalente a tener una teoría acepitableque explica, sino a tener una teoría verdadera que explica.

Esta convicción choca con los ejemplos que he dado. Dije que Newtonpodía explicar las mareas, que él tcnía una explicación de las mareas, queél explicó las marcas. Al mismo tiempo puedo añadir que esta teoría es,

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I

t28 LA IMAGEN CIENTIFICA

después de todo, incorrecta. Por ello, sería inconsistente si con lo anteriorquisiera decir que Newton tenía una teoría verdadera que explicaba lasmareas; puesto que si era verdadera entonces, sería verdadera ahora. Si loque yo quise decir es que entonces era verdadero deci¡ que Newton teníauna teoría aceptable que explicaba las marcas, eso sería correcto.

Un realista puede, por supuesto, tener su propia versión: tener unaexplicación signihca tener "en los libros" una teoría que explica, y estarautorizado a crecr que es verdadcra. Si así lo hace, estará de acuerdo en quetener una explicación no requicre de una teoría verdadera, aunque continúcsosteniendo su pretensión de que la ciencia busca colocarnos en posiciónde dar explicaciones verdaderas. Ello, supongo, nos llevaría de regreso a

nuestro dcsacuerdo inicial, sin habcr conscguido ningún bcneficio de estadesviación en torno de la explicación. Si uno solamcnte puede estar autori-zado a afirmar que la tcoría es verdadcra porque uno está autorizado, y enla medida en quc lo esté, a afirmar que es empíricamcnte adecuada, enton-ces la distinción establccida no produce ninguna diferencia práctica. Habríadcsde lucgo una difcrencia entre creer (que algo es verdad) y aceptar (creerque es empíricamente adecuada), pero no habría ninguna diferencia real en-tre estar-autorizado-a-crcer y estar-autorizado-a-aceptar. Un realista puedemuy bien impugnar esto dicicndo que si la teoría explica hechos, entoncesesto nos da una buena razón exlro (por encima de cualquier prueba de que es

empíricamente adecuada) para crecr quc la tcoría es vcrdadcra. Pero yo ar-gumentaré que esto es absolutamente imposible, puesto que la explicaciónno es una característica espccial adicional que pueda d¿ule a uno buenasrazones para creer, y que vayan más allá de la cvidencia de que la tcoría se

adccua a los fcnómenos observablcs. Pues "ese demás" que la explicaciónbrinda es complctamcnte pragmático, relativo a las preocupaciones de quicnutiliza la tcoría, y no algo nucvo accrca dc la corrcspondcncia entre la teoríay los hcchos.

Asíque concluyo que (a) la ahrmación dc que la tcoría Z explica, o provccuna explicación dcl hccho E, no prcsupone o implica que I sea vcrdadcra,ni siquiera que sea empíricamcntc adccuada; y (b) la ahrmación dc quctcnemos una explicación se intcrpreta más sencillamcnte con el significadodc que, "en los libros", tencmos una tcoría accptable que explica. Adoptaróde ahora en adelante esta intcrprctación.

Para rcdondear la discusión sobre la tcrminología, aclaremos qué tipodc términos pucdcn scr los sujctos gramaticales, o los objctos gramatica-les, dcl término "explicar". El uso no está rcglamcntado: cuando dccimos"¡Aquí cstá la explicación!", podcmos estar rcfiriéndonos a un hccho, a

una tcoría o a una cosa. Adcmás, frccucntcmcnte es posible scñalar más dc

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN t29

rr¡ir cosa que puede ser denominada "la explicación". Y, finalmente, mien-lr;rs que una persona puede decir que la teoría de la gravitación de Newtoncx¡rlicaba las mareas, otra puede decir que Newton utilizó esa teoría pa-r rr e xplicar las mareas. (Supongo que nadie diría que el martillo hizo pasar,'l cluvo a través de la madera; solamente diría que el carpintero lo hizo, uti-Ir¿rr¡rdo el mafillo. Pero la gente hoy día dice a veces que la computadorar ¡rlculó el valor de una función, o resolvió las ecuaciones, lo que es quizárt'nrtjante a deci¡ que la teoría explicó las mareas.)

lisla embrollada variedad de formas de habla¡ es común tanto en cien-ttlicos como en filósofos y legos. En Huygens y Young la expresión típicalf,uccc ser que los fenómenos pueden ser explicados por medio de princi-¡'ros, lcycs e hipótesis, o de acuerdo con una perspectiva.3 Por otra parte,f 'rcsncl escribe aArago en l8l5, "tous ces phénoménes[...]sonréunis etrr¡liqués par la méme théorie des vibrations", y Lavoisier dice que la hipó-tt'sis dcl oxígeno que él propone explic'a los fenómenos de la combustión.al):rrwin habla también en este idioma: "En las investigaciones científicasrst:i pcrmitido inventar cualquier hipótesis, y si ésta explica amplias y va-r rr¡lus clases independientes de hechos, alcanza el rango de una teoría bienlr¡rrrlumcntada"; aunque en otra parte diga que los hechos de la distribución¡it'rrgrírfica son explicables dentro de la teoría de la migración.s

Sin cmbargo, en otros casos la teoría asumida permanece tácita, y úni-r runr:nte decimos que un hecho explica otro. Por ejemplo, el hecho de quecl ir¡¡ua sea un compuesto químico de oxígeno e hidrógcno explica por quéll oxígcno y el hidrógeno aparecen cuando se hace pasar una corrientc eléc-tr ¡r'ir a través del agua (no purificada).

l'ara poner algún orden en esta terminología, y de acuerdo con las con-r lr¡sioncs previas, podemos reglamentar el lenguaje de la manera siguiente:l,r ¡rirlabra "explicar" puede tener su papel básico en exprcsiones de la forma"t'¡r rclación con la teoríaT, el hecho E explica el hecho F". Las otras ex-¡'r.'sioncs entonces pueden analizarse como: "I explica F" es equivalente¡r "r:rr rclación con Z, existen hechos que explican F"; "T se usaba para

I Vóase Ch¡istiaan Huygens, Treatise on Ligth,trad. al inglés de S.P. Thompson, Nueva\,,r1, l)ovc¡ 1962, págs. 19 s.,22, ó3; Thomas Young, Miscellaneous Works, G. Peacock1,,ru¡r.), Lo¡rdres, John Murray, 1855, vol. r, págs. 168-170.

'f A. Fresnel, Ouvres complére.s, París, Imp. Impériale, 1866, vol. r, pág.36 (véanser¡rnl)i((n pfgs. 254, 355); Lavoisier, op. cit., pág.233.

1 ('h. Darwin, The Vuriutions of Aninnls and Plants, Londres, John Murra¡ 1868,vrrl t. ¡rf g. 9; On the Origin of the Sp¿¿'i¿s, facsímil de la primera edición, Cambridge, Mass.,ll,rv¡url, 1964, pág. 408.

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130 LA IMAGEN CIENTÍFICA

explicar F" equivale a "se mostró que hay hechos que explican F'en rela-ción con 7", y así sucesivamente. En lugar de "en relación con T" podemostambién decir a veces "dentro de"; por ejemplo, "la atracción gravitacionalde la Luna explica el flujo y reflujo de las mareas dentro de la teoría dcNewton",

Después de esto, mi preocupación no será miís la añrmación de tipo de-rivado que asegura que tenemos una explicación. Después de este punto, eltema de interés será la relación básica de la explicación que puede decirscque se sostiene entre los hechos relativos a una teoría, completamente indc-pendiente de si la feoría es verdadera o falsa, creída, aceptada o totalmentcrechazada.

$ 1.2 ALGUNoS EJEMPLOS

La discusión filosófica está típicarnente amarrada a su tema por medio deunos pocos ejemplos tradicionales. En el momento en que vemos "pega-so", "el Rey de Francia" o "el buen samaritano" en un trabajo filosófico,sabemos exactamente a qué campo de problemas pertenece. En la discusiónfilosófica de la explicación también regrcsamos constantemente a algunosejemplos básicos: la paresia, el corrimiento al rojo y el asta bandera. paracombatir la creciente sensación de irrealidad que esto aca¡rea, pueden tam-bién repasarse brevemente algunos ejemplos corrientes en la práctica usualde la explicación científica.

(l) Dos kilogramos de cobre a 60" centígrados se ponen en tres kilogra-mos de agua a 20 C. Luego de cierto tiempo, el agua y el cobre alcanzanla misma temperatura, es deci¡ 22.5" C, y después se enfrían juntos hastaalcanzar la temperatura del medio ambiente.

Hay aquí varios hechos para los cuales podemos pedir una explicación.Preguntemos solamente por qué la temperatura de equilibrio alcanzada esde22.5" C.

Bien, los calores específicos del agua y el cobre son I y 0.1, respectiva-mente. Así, si la temperatura final es Z, el cobre pierde O.l x 2 x (ó0 - I)unidades de calor y el agua gana I x 3 x Q -20).En este punto apelamos alprincipio de conservación de la energía, y concluimos que la cantidad totalde calor no ha aumentado ni disminuido. Luego,

0.1 x 2x (60- I)= I x 3 x (Z- 20)

dc dondc T : 225 puede ser fácilmente deducido.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIóN

(2) Un corto circuito en una planta generadora de energía eléctrica tieneI r)rn() consecuencia una corriente momentánea de 106 amp. Un conduc-I'rr c()locado horizontalmente, de dos metros de largo y 0.5 kg de masa, seh,r combado en ese momento.

l)rcguntemos por qué el conductor se ha combado. Bien, el campo mag-rrt'tico de la Tierra en este momento no puede pasarse por alto; su compo-r('nrc vertical es de aproximadamente 5/l0s teslas. La teoría del electro-ilr:rgnctismo nos permite calcular la fuerza ejercida sobre el conductor enll rrromento en cuestión:

(5/105) x 2 x lO6 : 100 newrons

l¡r cual está dirigida hacia el conductor en ángulos rectos respecto al planolrr¡rizontal. La segunda ley de la mecánica de Newton implica a su vez que,('n cse momento, el conductor tiene una aceleración de

100/0.5 :200 mf segz

(luc es aproximadamente veinte veces la aceleración descendente atribuiblerr la gravedad (9.8 m/seg2); lo cual nos permite compa.rar, en términos con-( rctos, el efecto del corto ci¡cuito en el conductor fijo con el efecto normalrlt: su peso.

(3) De una manera puramente numerológica, Balmer, Lyman y paschen('()llstruyeron fórmulas adecuadas para las series de frecuencias que se en-cr¡cntran en el espectro del hidrógeno, con la forma general:

ft: Rl+ - +)\rn. n- /rlonde la ley de Balmer teníam=Z,lade Lyman teníam = l, y la de Paschenm = 3; ambas m y n conrango en los números naturales.

La teoría del átomo de Bohr explica esta forma general. En esta teoría, enr¡¡l átomo de hidrógeno los electrones se mueven en órbitas estables, cadauna caracterizada por un momento angular que es un múltiplo entero dehl2n.Los niveles asociados de energía toman la forma

En: -Eo/n2rkrndc E6 es la energía del estado de base.

Cuando el átomo es excitado (como cuando se calienta la muestra), losclcctroncs saltan hacia estados más altos de energía. Entonces caen espon-lír¡c¡rmcnlc otra vcz, emiticndo un fotón con una encrgía igual a la encrgía

131

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t32 LA IMAGEN CIENTÍFICA PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIóN t33

r'onccntraré en el breve resumen que ofreció en 1966 sobre sus puntos devislr.T Allí enumera dos criterios de lo que es una explicación:

Relevancia explicativa:* "la información explicativa aducida provee bases fir-mes para creer que el fenómeno efectivamente ocurrió u ocurre".

Contrastabilídad: "los enunciados que constituyen una explicación científicacleben poder someterse a pruebas empíricas".

lr¡¡ cada explicación la información aducida tiene dos componentes, unot"l:rs leyes") es la información proporcionada por una teoría, y el otro ("las, ¡rriliciones de fronlera o condiciones iniciales") es la información fáctica,rr¡xiliar. El criterio de proveer bases firmes se explica de manera separada

¡r:rra teorías estadísticas y no estadísticas. En las últimas, la informaciónrrtr¡tlica el hecho que es explicado; en las primeras, confiere una alta pro-l,,tlilidad a ese hecho.

Como el mismo Hempel señala, el primer criterio no ofrece condicionesrulicicntes ni necesarias para la explicación. Esto se mostró a través de unast'r ic de ejemplos dados por varios autores (pero especialmente por Michael,\( rivcn y Sylvain Bromberger) y que han pasado al folclor filosófico.

I)rimero, dar bases firmes para creer no siempre equivale a dar una ex-

¡rlictción. Esto es más claramente evidente en los ejemplos de asimetría del;r cxplicación. En tales casos, dos proposiciones son estrictamente equi-v;rlrntcs (respecto a la teoría aceptada como marco de referencia), y una

I'r¡crlc ser aducida para explicar por qué la otra es el caso, pero no a la in-vr'¡'s¿r. Ya Aristóteles dio ejemplos de este tipo (Analíticos Segundos, Libror, t'irpítulo 13). Hempel menciona el fenómeno del corrimiento al rojo: enr..lirción con la física aceptada, las galaxias se alejan de nosotros si y sólo:,r lrr luz recibida desde ellas muestra un desplazamiento hacia el extremor,'¡o dcl cspectro. Mientras que el alejamiento de las galaxias puede citar-',(' corno la razón del corrimiento al rojo, difícilmente tiene sentido decir,¡rrc cl corrimiento al rojo es la razón de ese movimiento. Un ejemplo más',.'rrcillo es el del barómetro: si aceptamos la hipótesis simplificada de que, :,tc dcscicnde exactamente cuando una torrnenta está llegando, esto sin

/ C.G. tlenrpel , Philosophy of Natural Scienrc,Englewood Cliffs, N.J., l9ó6, págs.48 s.

f rr'rririncncastellano: Filosofíadelaciencianutural,lrad.A.Deaño,Mad¡id,Alianza,1973r r\ lr:ur¿a Univcrsidad, 47)l; véase S. Bromberger, "Why-Questions", (nota 32, más adelante)

¡,.rr;r ;rlgunos de los contraejemplos.. .Si bicn prcferiríamos traducir la palabra relevance como "pertinencia", es ya habitual

l.r trlth¡ccióu como "relcvancia". De hccho, en la versión en castellano del pasaje que vanI r,r;rsscn cita, esta última traducción es la que se adopta. [N. del T.]

perdida por el electrón en su caída. De manera que si la caída va desde el

nivel En hasta el nivel E , la energía del fotón es

E : En - E^: (-Eoln2) - (-Eolm2)

: Eolm2 - Eoln2

La frecuencia se relaciona con la energía por medio de la ecuación

E:hf

así que las frecuencias presentadas por los fotones emitidos son

tn-E-zo(1-t\t^-h h\^2 nz)

que tiene exactamente la forma general hallada más arriba, y Eslh eslaconstante R.

El lector puede incrementar este grupo de ejemplos consultando tex-

tos elementaies y la revista Science Digest. Debería estar claro, de todas

maneras, que las teorías científicas se utilizan en la explicación y que la valo-

ración que se haga de una teoría depende, por lo menos en pafe, de la medida

en que ésta pueda utilizarse para explicar'

$2. UNA HISTORIA PARCIAL

La discusión en curso sobre la explicación se aproxima a las tres décadas

de debate, y comenzó con los "studies in the Logic of Explanation", 1948,

de Hempel y Oppenheim.6 La bibliografía es ahora voluminosa, de manera

que una retiospéctiva debe ser necesari¿rmente parcial. El sesgo q¡e daré

á mi exposición será aquel que ilustre mi diagnóstico de las dificultades y

apunte sugestivamente hacia la solución que ofreceré más adelante.

$2.I HEMPEL: LAS BASES DE LA CREENCIA

Hempel probablemente escribió más artículos acerca de la explicación cien-

tífica qué ningún otro filósofo, pero, puesto que son bien conocidos' me

6 C.G. Hempel y P. Oppenheim, "studies in the Logic of Explanation", Philosophy of

Stience,15, 1948, págs. 135-175'

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t34 LA IMAGEN CIENTÍFICA PRACMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 135

iuonr()s involucrados. A pesar de que hay físicos y filósofos que argumentanr¡rrc cnf onces la teoría debe estar incompleta (uno de ellos es Einstein, quienrl r irr que "Dios no juega a los dados"), la opinión prevaleciente es que lar n('sli(in de si el mundo es determinista o no, es una cuestión contingente.

I'r¡r añadidura, Wesley Salmon planteó el enojoso problema de la rele-r','rr'irr que se menciona en el título del primer criterio, pero que no aparecelrr su caracterización. Dos ejemplos que llenan los requisitos de ofrecerlrr¡r'¡ras bases son:

Juan Pérez estaba casi seguro de recuperarse de su resfriado porque tomóvitamina C, y casi todos los resfriados se alivian en una semana tomando vita-mina C.

Ju¡n Pérez evitó quedarse embarazado durante el año pasado, porque tomórcgularmente las píldoras anticonceptivas de su mujer, y todo hombre quetoma píldoras anticonceptivas evita el embarazo.s

S;rlmon supuso aquí que casi todos los resfríos se alivian espontáneamentenr una semana. Hay entonces algo profundamente erróneo en estas "ex-¡rlicaciones", puesto que la información aducida es total o parcialmenterrrclcvante. Así que el criterio debería enmendarse por lo menos de mo-rlrr quc se leyera: "provee bases buenas y relevante.l". Esto hace surgir el

¡rroblcma de explicar la relevancia, una cuestión que no es tampoco nadalricil.

'lbdas las teorías científicas, y toda la información auxiliar presentada enIos cjcmplos anteriores, satisfacen el segundo criterio, la contrastabilidad,rlc modo que éste no puede ayudar a superar las dificultades.

ti2.2 SALMON: LOS FACTORES ESTADÍSTICAMENTE RELEVANTES

('icrto número de escritores ha aducido evidencia independiente a favor del¡r conclusión de que el criterio de Hempel es demasiado fuefe. Citaré a trestlt: cllos. El primero es Mofon Beckner, en su discusión de la evolución.lista no es una teoría determinista, y a menudo explica un fenómeno alr¡¡ostrar solamente cómo podría haber sucedido

-y, de hecho, cómo es

r¡uc bicn pudo haber sucedido en prescncia de ciertas condiciones creíbles,susccptibles de dcscripción, consistentes con la teoría.

8 W.C. Salmon,statistít:al Explanation and Statistical Relevan{:e, Pittsburgh, Universityof l'ittsburgh Prcss, I97I, págs- 33 s.

embargo no explica (sino más bien es explicado por) el hecho de que la

tormen"ta esté llegando. En ambos ejemplos, las bases firmes para creer las

ptr""" "t¿quieá

de las dos proposiciones' La del asta bandera es quizás

ia asimetría más famosa. Supongamos que una asta, de 30 metros de alto'

proyecta una sombra de 22j',náttor de largo. Podemos explicar el largo

i" ío ,ombra midiendo el ángulo de elevación del sol y recurriendo a la

teoría aceptada de que la luz viaja en líneas rectas' Pues' dados ese ángulo

y iu ufturu a"l asta, ia trigonomeiría nos pennite deduci¡ el largo de la base

áel triángulo rectángulo formado por el asta, el rayo de luz y la sombra'

También-podemos déducir de manera semejante el largo del asta a partir del

largodelasombramáselángulodeelevación.Perosialguiennospregun-tu iot que el asta tiene 30 .ri"ttot de alto, no podemos explicar.ese hecho

¿icien¿L ,,porque proyecta una sombra de 22.5 metros de largo". Lo más

fu" poa"rnos óxpticar de esa manera es cómo llegamos a saber' o cómo él

poatiu verificar ia aseveración de que el asta tiene de hecho esa altura'

En segundo lugar, no toda explicación es un caso en el cual se nos dan

bases ltrmes para creer. El ejemplo famoso para esto es el de la paresia:

nadie contrae esta tcmible enfermedad a menos que haya tenido una sífilis

latente que no fue tratada. Si alguicn le pidiera al doctor que le explicara

cJmo llegó a adquirir esta enfcrmedad, el doctor diría seguramente: "porque

usted tenia unu.ífrlir latente que no recibió tratamiento". Pero solamente un

Uu¡o pot"*,aje de tales "*oi "t seguido por una paresia' Por tanto' si uno

,upi"l.u de alguien que posiblemente tiene sífilis, sería razonable prevenirlo

á" qu" si laáejase-sin tratamiento, podría contraer paresia, pero no sería

razonable esperar que la tuviera. Evidentemente, aquí no tenemos la alta

probabilidad exigida Por HemPel'puede replicarse que et méáico tiene solamente una explicación parcial,

que hay o1,ós factores que posteriorrnente descubrirá la ciencia médica. Es-

á réptíca se basa en li fe de que el mundo es, por lo menos en lo que se

refiere a los fenómenos macro;cópicos, determinista, o casi. Pero la misma

oUs"rvu"ión puede hacerse en relación con ejemplos acerca de los.cuales no

creemos que haya ninguna información ulterior que obtener' ni siquiera en

principio. La viáa mecl"ia del uranio U238 es de (4.5) . 10e años. Por tanto, la

proUuüitiaua de que una muestra dada de uranio, suficientemente pequeña,

emita radiación en un intervalo corto de tiempo especificado es baja' Sin

embargo, supóngase que lo hace' Decimos todavía que la física atómica

explici esto, y la explicación es que este material era uranio, el cual tiene

cicrta estructúra atómica y que, por tanto, está sujeto a un decaimiento es-

pontáneo.Dehecho,lafísicaatómicaticnemuchosejemplosdesucesosdemuybajaprobabilidadquesonexplicadosentórminosdelaestructuradelos

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t36

I

LA IMAGEN CIENTíFICA PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 137

ll r lur zl cs estadísticamente relevante para el fenómeno E exactamente si lat,r,,l',rl¡ilidad de E dado A es diferente de la probabilidad de E simpliciter:

P(ElA) + P(E)

I I , r rtcr itr de Hempel requería que P(E /A) fuera alto (mayor por lo menos,¡r, t¡. Salmon no exige esto; ni siquiera exige que la información A in-, rr rrrcr¡tc la probabilidad de E. Que la exigencia de Hempel era demasiadolrl rtc lo ¡nuestra el ejemplo de la paresia (que encaja muy bien con la des-, 1¡¡rr rirn dc Salmon), y que no debería exigirse que P(E lA) sea mayor quel'rl ) kr rugumenta Salmon independientemente.

f 'lof}cce el ejemplo de una mezcla con igual proporción de átomos derrrr¡rro''18 y de polonio2l4, que hace que el contador Geiger suene en unrilt, rvitlo (t, t + m). Esto significa que uno de los átomos se desintegró.

r l'nr 1¡¡¡¡1 se desintegró? La respuesta correcta será: porque era un átomo de,rr,rrrr,,'l18; si esto es así, es independiente de que la probabilidad de su des-lrlr'¡irirción sea mucho más alta en relación con el conocimiento previo de

'|rr' ('l iitomo pertenecía a la mezcla descrita.l I El problema con este argu-rl, nlo cs que, según el criterio de Salmon, podemos explicar no solamente

¡rrrr tluó hubo una desintegración, sino también por qué esa desintegraciónrrr ril r i(i, digamos, exactamente a mitad de camino entre t y t + m. Porquel¡r rrrlirrmación es estadísticamente relevante para esa ocurrencia. Con todo,

; rr ) lx)(lríamos decir que éste es el tipo de hechos que la física atómica deja

',rrr t'x¡rlicar?l.:r idca que está detrás de esta objeción es que la información es esta-

rli:,tic¿¡rncnte relevante para la ocurrencia en t + (ml2), pero no la favorece

¡nr cncima de otros momentos diferentes en el intervalo. Por tanto, si E :(' )( ulri¿) una desintegración) y E, : (ocurrió una desintegración en un mo-rrrcrrlrrx), entonces Salmon nos pide compararP( E*) con P(Er/A), mientrasr ¡ut' rr<rsotros comparamos naturalmente tamb i é n P (E, I A) con P (E, I A) pa-r¡r olros momentos y. Esto indica que la sola relevancia estadística no es,.r¡licicnte.

Nlncy Cartwright ha ofrecido algunos ejemplos para mostr¿u que el cri-tlr¡o tlc la relevancia estadística de Salmon tampoco provee condicionesrrt'r'r:sarias o suficientes de la explicación.tz Respecto a la suficiencia, su-pr)ngilsc que rocío un arbusto trepador con un defoliador que es efectivo enrrrr ()0 por ciento. Entonces la pregunta "¿por qué está muerto ahora este

| | Salm<rn, op. cit., pág.64.f r Nancy Cartwright, "Causal Laws and Effective Strategies", Nar? s, 1979; los ejemplos

' rt,r(los fucron expuestos en 1976.

Los seleccionistas han dedicado un gran esfuerzo a la construcción de modekr¡dirigidos a demostrar que algunos ienómenos observados o ,o.p."hudo, ,.,,,posibles, es decir, que son compatibles con las hipótesis uiorogical esiableci<h¡o conhrmadas [. . . ] Todos esos modelos enuncian enfática'mente que si rarrcondiciones fueran (o son) tales y tares, entonces, siendo las leyes de la genétic¡rcomo son, los fenómenos en cuestión deben ocurrir.c '

Así, la teoría de la evorución exprica, por ejempro, er largo cuello de Ia jirafir,aunque no se sabía de manera independiente de escasez de alimentos crcrtipo-que habría provocado un fenómeno así. Los evolucionistas dan tarcsexplicaciones construyendo modelos de procesos que utilizan soramenrcmecanismos genéticos y de selección naiural, en los cuales el resultad'concuerda con los fenómenos reales.

En una línea simirar, putnam argumentaba que las explicaciones de Ncw-ton no eran deducciones de los hechos que tenían que explicarse, sino másbien demostraciones de compatibilidad. Lo que se había demostrado erirque los movimientos celestes podían ser como eran, dada la teoría y ciert¡rsdistribuciones posibles de masa en el universo.t0

I ¿ distinción no parece muy eficaz mientras tengamos que tratar con unateoría dete¡minista, porque en ese caso ros fenóm"enos í'oi ro*patibre'¡con la teoría z si y sólo si hay condiciones precedentes posibles c tatés quc cTá: r implique E. En cualquier caso, laieducción y lu -"ru "onrlrt.n.¡ulógica no pueden ser lo que está en discusión, puérto qu" p_u"rno.oo,que z es lógicamente compatible con E, bastaría con'nortt* fr" r no csrelevante para (no tiene nada que decir acerca de) E -lo cuut.Égurumenrcno es suficiente para una explicación.

{.lo eue Beckner y putnam apuntan es a demostraciones que tiendan aestablecer (o al menos a quitarre objeciones a) las pretensione, d" adecua-ción empírica. se ha mostrado qu" él d.rot ollo dei cuello de tu ¡iruru, o

"rde la cola de. cierto pájuo, "n.u;u

en un modelo de teoría de ra ivolución;que los movimientos celestes observados encajan en un modelo de mec¿i-nica celeste newtoniana. pero una pretensión ie adecuacion

"-piri"u nnequivale a una pretensión de_expricáción; para eilo debe haber -a-igl-mas.

wesley salmon introdujola teoría de qú" unu explicación no "i

un u.gu-mento, sino un conglomerado de factorei estadístitamente relevantes. un

9 M' Beckne¡, The Biorogicat way ofrhought,Berkerey, university of california prcss,I 968' pág. I 65 (publicado por primeri uár .n l és9, coir-ú¡u universíry pr"r.l. -

.10 En una ponencia presentada €n un congreso en la universidad de llrinois; puedc cn-contrafse un fesumen del texto en F. suppe (comp.), The strucrure ,¡ sri"nii¡rTn".ri".r,Urbana, University oflllinois press. 197j.

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I3It LA IMAGEN cIENTÍFIcA

arbusto?" puede ser contestada correctamente diciendo ,.porque fue rociadocon el deforiador". Sin embargo, ut"J"¿- ¿" t 0 por cieniJJ ii"'ptunr*

"._tán vivas rodavía, y para etas es verdad que ra piobauiriaal afrue todavíaesrón vivas no era ramisma-qu" ru;;;;;¡#d" ü',lllJáxr,en uiuu.dado que fueron rociadas. N; ;rril;, lu pregunta ..¿por

qué esta plwúa::,ffi::,tora?

" no puede conrer,_r"' ii"i"ni" ;¡"üü ri,l..l.iu¿" "o,

Tampoco Ia condición es necesa¡ia. supóngase, como una ficción mé-dica' que la paresia puede.resurt* yl"" ¿" la sífiris, ya de ra epilepsia, yde nada más, y qu"lu probabitiáaiá"ilp*".ru, dada ra sífiris, o bien Iaepilepsia' equivare a 0' i' Supón;;" "d";r que se sabe que Juan pérezper-tenece a una farn'ia en ra cuar .u'¿u *i"-uro tiene.o sífiris o ep'epsia (pero,aforunadamente, no ambas), y q"" ¿i ,i";; paresia. ¿por qué á/ desarrollóesta enfermedad? Seguramente la mejo'Lrpu"rtu es unaáe dos:.,porquetenía sífilis" o "porque tenía epilepsiá;, á"p"n¿i"ndo de cuál de estas dossea verdadera' sin embargo,

"án tr¿" lá áem¿s. información que fenemos,Ia probabiridad de oue.péi"r.oni*¡..uiul*.riu

esrá ya esrabrecida como0' l ' y esra probabiridad no r" rrilñ1" ,i;J"", dice adcmiís, pongamos porcaso' que ér tiene una historia de sífiris.

' e¡emplo es bastáte !em.;u't"a aquél de los átomos de uranio y p;i;nio, excepto en que ras probab'i-dades son iguales

-y :n que queremos todavía decir quá "n "ri" caso, raexplicación de la parésia

",i "l ri".f," á"lu".mnr.

rerrnrtaseme añadi¡ una crítica más sencrar. parecería que si argunode los enfoques, e,e ¡¡"n..o"l . "i

¿" s;i-on, fuera correcto, enfoncesla capacidad expricativa no ..r* * r*liü¿ nuau *i, qu. "¿""""""i0" vtuerza empírica' ns a¡¡i1, para estas t"-r^, expricar un suceso observadoes indistinguibre de mostrar que su ocurrencia no constituye una objecióncontra la pretensión de adecuació"

",npi.i""'¿e Ia teoría propia, y tambiénindistinguibre de proveer irr"r,n""iá"'iüni?,"uriuu implicada por ra reoríay relevanre para ra ocurrencia ¿" "r"

.u"Ér". v p*.." ñ"" tT,il'rr'"" "rr"lx:"'

era de ra opinión de que rearmenre ra expricación no puede ser argo

cuando una explicación t. . .r ha sido ofrecida, sabemos exactamente cómoobservar cualquier a tetie"to .l"o-*i"i B I. ..lconocemos todas lasregutaridades ,""t:.:l:r^:^.1.Ofrri.ó q1r" son rele-vantes para nuesrra pre_gunta original. ¿eué más puede uno p"Oi.i" una explicación?¡3

-,;"t:,#"1íiriji;,iÍi 78. En razónde mi exposíción. pospondré ra discusión de laese momenro. o hasra la sección g2.6, a pesar de i""¡d,";;"*i"

",iit"o" *

pRecuÁr¡c¡ DE LA EXPLTc¡clóN 139

Pero en respuesta a las objeciones y dificultades planteadas, Salmon y otrosdcsarrollaron nuevas teorías de la explicación de acuerdo con las cuales hayalgo más que se necesita para hablar de capacidad explicativa. Examinaréla última teoría de Salmon más adelante.

92.3 rRonIEDADES cLoBALES DE les reoRÍ¡s

Tener una explicación de un hecho es tener (haber aceptado) una teoría quecs aceptable y que explica ese hecho. La última relación debe indudable-mente depender de lo que ese hecho es, puesto que una teoría puede explicarun hecho y no otro. Aunque también puede sostenerse lo siguiente: es unacondición necesaria que la teoría, considerada como un todo, tenga cier-tas características miís allá de la aceptabilidad. La relación entre la teoríay este hecho puede ser llamada una característica local de la teoría, y lascaracterísticas que conciemen a la teoría tomada como un todo puedcn serllamadas característica s global e s.

Esta sugerente metáfora geométrica fue introducida por Michael Fried-man, quien intentaba una caracterización de la explicación a lo largo deestas líneas. Friedman escribió:

Dentro de la perspectiva de la explicación que estoy proponiendo, el tipo decomprensión ofrecido por la ciencia es más bien global que local. Las expli-caciones científicas no confieren inteligibilidad a los fenómenos individualesmostrándolos como algo que de alguna manera es natural, necesario, fami-liar o inevitable. Sin embargo, nuestra comprensión general del mundo se

incrementa. . , 14

Esto podría interpretarse como si descartara totalmcnte una relación espe-cífica de la explicación en conjunto, como si dijera que las teorías puedcntener ciertas virtudes generales a las cuales apuntamos y en razón de las cua-les podemos atribuirles capacidad explicativa (con respecto a su dominioprincipal de aplicación, quizás). Pero Friedman no va tan lejos. Él brindauna explicación de la relación Ia teoría T explica el fenómeno P. Supone(pág. 15) que los fenómenos, es decir, las uniformidades generales, se re-presentan con enunciados legaliformes* (cualquier cosa que éstos puedan

la M. Friedman, "Explanation and Scientilic Understanding",lournal of Philosophy,Tl,1974, págs. 5-19.

' Traducinros con este término la exprcsión "lawlike", que significa "con forma de ley"o "scmcjante a una ley". [N. del T.]

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Ir40 LA IMAGEN CIENTÍFICA

ser); que tenemos como trasfondo un conjunto K de enunciados legalifor-mes aceptados, y que el candidato S (ley, teoría o hipótesis) para explicarP es él mismo representable por un enunciado legaliforme. Su def,rnicióntiene la forma:

S explica P exactamente si P es una consecuencia de ,S, relativa a K, y si S"reduce" o "unifica" el conjunto de sus propias consecuencias relativas a K.

Aquí A es una consecuencia de B relativa a K exactamente si A es unaconsecuenci a de B y K juntas. Friedman modihca luego la fórmula anteriory la desarrolla de una manera técnicamente precisa. Pero como él la expone,la noción de reducción no puede hacer el trabajo que requicre que haga (yno parece que nada semejante a su definición precisa pudiera hacerlo).15Más interesante que los detalles, sin embargo, es la forma de la intuiciónque está detrás de la propuesta de Friedman. De acuerdo con é1, evaluamosalgo como una explicación relativa a una teoría antecedente K. Imaginoque esta teoría puede en realidad incluir alguna información auxiliar de uncarácter no legaliforme, tal como la edad del universo o las condicioneslímite en la situación bajo estudio. Pero, desde luego, K muy bien podríano incluir toda nuestra información, puesto que generalmente sabemos queP cuando preguntamos por una explicación de P. En segundo lugar, enrelación con K, la explicación implica que P es verdadero. En vista de lascríticas de Salmon, supongo que Friedman desearía atenuar esta condicióncuasihempeliana. Finalmente, y aquí está el punto central, es el carácterde K más la información aducida conjuntamente, fomada como una teoríacompleja, lo que determina si tenemos una explicación. Y las característicasrelevantes en esta determinación son características globales que tienen quever con todos los fenómenos abarcados, no con P como tal. De manera quesi K más la información aducida provee o no nueva información acerca deotros hechos distintos a los descritos en P, resulta ser crucial para decidir sitenemos una explicación de P.

James Greeno hizo una propuesta similar, en alusión especial a las teoríasestadísticas. El enunciado con el cual resume y concluye dice:

El argumento principal de este ensayo es que una evaluación de la capaci-dad explicativa general de una teoría es menos problemática y más relevante

l5 VéaseP.Kitcher,"Explanation,Conjunction,andUnification",JournalofPhilosophy,7 3, 197 6, pá,gs. 2O7 -212.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN I4I

como una estimación del estado del conocimiento que una evaluación de lasexplicaciones estadísticas de ocurrencias simples. . . l6

Greeno toma como modelo de una teoría aquel que especifica un espacio deprobabilidad simple Q como el correcto, más dos particiones (o variablesfbrtuitas) de las que una se denomina explanandum y la otra explanans.Por ejemplo: la sociología no puede explicar por qué Alberto, que vive enSan Francisco y cuyo padre disfruta de altos ingresos, roba un automóvil.Tampoco se pretende que lo haga. Pero explica la delincuencia en términosdc otros factores como el lugar de residencia y el ingreso familiar. El grado decapacidad explicativa se mide por medio de una cantidad ingeniosamenteconcebida que mide la información 1 que la teoría ofrece de la variableM del explanandum con base en el explanans S. Esta medida alcanza suvalor máximo cuando todas las probabilidades condicionales p(M¡/.!) soncero o uno (caso D - N), y su valor mínimo, cero, cuando S y M soncstadísticamente independientes.

Pero no es difícil not¿u que la manera en que Greeno precisa estas ideastodavía tropieza con algunas de las antiguas dificultades. Porque supóngaseque S y M describen el comportamiento de los barómetros y las tormentas.Supóngase que la probabilidad de que el barómetro descienda (S1) es iguala la probabilidad de que haya una tormenta (M), es decir,0.2, y que laprobabilidad de que haya una tormenta, dada la caída del barómetro, esigual a la probabilidad de que el barómetro descienda doda la tormenta, esdecir, L En ese caso, la cantidad 1 toma su valor máximo

-y, de hecho,lo hace así aún si intercambiamos M y.s. Pero seguramente no tenemos unacxplicación en ninguno de ambos casos.

$2.4 LAs DTFICULTADES: LAS ASIMETRÍAS y Los REcHAzos

Dos son las dificultades principales que ilustran los antiguos ejemplos delbarómetro y la paresia, y que ninguna de las posiciones examinadas pue-de manejar. La primera es que hay casos que caen claramente dentro deldominio de una teoría en los que, no obstante, la demanda de explicaciónsc rechaza. Podemos explicar por qué Juan, y no alguno de sus hermanos,contrajo la paresia, pues él tenía sífilis; pero no podemos explicar por quéó1, entre todos los sifilíticos, contrajo la paresia. La cicncia médica es in-completa y espera encontrar la respuesta algún día. Pero el ejemplo del

ló J. Greeno, 'iExplanation and Information", págs. 89-104, en W.C. Salmon, op. cll.(véase nota 8).

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142 LA IMAGEN CIENTíFICA PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN t43

llrcgunta de por qué una sustancia tiene esa estructura no surge en absoluto(cxccpto en el sentido trivial de que quien intcrroga puede necesitar que se

lc cxpliquen los términos).Para que una teoría de la explicación tenga éxito, debe acoger tanto

ftrs rechazos como las asimetrías, y dar cucnta de ellas. Examinaré ahoranl¡¡unos intentos por llegar a conciliarlas, y obtendré de ellos las claves parar¡ ¡ ¡a caracteri zación correcta.

!i2.5 CAUSALIDAD: LA CONDITI) SINE QUA NoN

¿,1'or qué no queda ya ningún nativo en Thsmania? ¿Por qué los indios delirs praderas viven ahora en reservaciones? Por supuesto, es posible citarl:s cstadísticas relevantes: en muchos lugares del mundo, durante muchos

¡rcriodos de la historia, como resultado de la invasión de un pucblo tec-rrológicamente más avanzado, los nativos fueron desplazados y dcbilitadoscultural, física y económicamente. Pero tal respuesta no nos dejará satisfe-t'hos: lo que queremos es la historia que está detriis de ese acontecimiento.

En Tasmania, los intentos por conjuntar y contener a los nativos no tu-vicron éxito, de manera que los colonos blancos simplemente comenz¿uonl disparar contra hombres, mujeres y niños, hasta que finalmente no quedóuinguno. En las praderas de Norteamérica, los blancos destruyeron sistemá-licamente las grandes manadas de búfalos de las que dependían los indiosl)iua su alimentación y vestido, y de este modo los condenaron al hambre o¡¡ la rendición. Allí se ve la historia, que se mueve de acuerdo con su propia¡rcccsidad intema y explica el porqué.

Uso la palabra "necesidad" deliberadamente, porque ése es el términot¡uc vincula historia y causalidad. De acuerdo conla Poética de Aristóteles,l:r manera correc¡a de escribir una historia es construir una situación en lacual, después de que los parámetros iniciales han sido fijados, se dirija haciasu conclusión con una suerte de necesidad inexorable; que, en retrospectiva,"lcnía que terminar de esta manera". En un principio ésta fue también laclracterística distintiva de la explicación causal. Tanto en la literatura comocrr la ciencia aceptamos ahora que tales relatos muestran solamente cómo lossuccsos pudieron ocurrir de la manera en que ocurrieron. Pero es lícitosostcner que, para que sea una explicación, un relato científico debe ademáscontar una historia de cómo las cosas succdieron y cómo, por así decirlo,Ios sucesos concuerdan entre sí.

La idca de la causalidad en la ñlosofía contemporánea es la de una re-l:ru^iírn cnlrc succsos. Por consiguicntc, no pucde idcntiflcarsc ni siquicra

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átomo de uranio que se desintegra justamenle en un cierto lapso y no más

tarde, es formalmente semejante y creemos que la teoría es completa' Tam-

bién rechazamos preguntas tales como las que los aristotélicos formulaban

a los galileanos: ¿por qué un cuerpo libre de fuerzas que actúen sobre él

"on*"i¡uu su velociáad? La importancia de este tipo de casos, y su carácter

penetrante, ha sido discutido repetidamente por Adolf Grünbaum. Thomas

kuhn también lo observó en un contexto diferente.lT Los ejemplos que ofre-

ce de demandas de explicación que se consideraban legítimas en algunos

periodos y se rechazaban en otros abarcan una amplia gama de temas' En-

ire ellos se incluyen las cualidades de los compuestos en la teoría química

(explicadas antes de la reforma de Lavoisier, y que en el siglo xIX no se

consideraban algo que dcbicra ser explicado, pero que hoy se han converti-

do nuevamente en tema de la explicación química). Clerk Maxwell aceptó

como legítima la demanda de explicar los fenómenos electromagnóticos

dentro de la meciínica. A medida que su teoría se hacía más exitosa y sc

aceptaba más ampliamente, los cientíhcos dejaron de tomar la carencia de

éstá como una insuficiencia. Lo mismo había pasado con la teoría gravi-

tacional de Newton, que no contenía (en la opinión de Newton o de sus

contemporáneos) una explicación de los fenómenos gravitacionales, sino

solamente una descripción de cllos. En ambos casos se llegó a un punto en

el que tales problcmas fueron clasificados como ilegítimos intrínsecamen-

te, ionsiderados exactamente como aquella petición de explicar por qué

un cuerpo conserva su velocidad aun en ausencia de fuerzas impresas. Si

bien toáo esto puede ser interpretado de varias manera.s (tal como se hizo

a través de la teoría de los paradigmas de Kuhn), el hecho importante para

la teoría de la explicación es que no todo lo que está dentro del dominio dc

una teoría es tema legítimo para las pfeguntas "por qué"; y que aquello quc

sí lo es no puede ser determinado a priori.La segunda dihcultad es la asimetría revelada por los ejemplos del ba-

rómctro, el corrimiento al rojo y el asta: aun si la teoría implica que una

condición prevalece cuando y solamente cuando otra lo hace, bien pueclc

ser que "^pliqu"

una en términos de la otra y no viceversa' Un ejemplo quc

.o-tinu tant; la primera como la segunda dificultad es el siguiente: dc

acuerdo con la física atómica, cada elemento químico tiene una estructura

atómica característica y un espectro ca¡acterístico (de luz emitida al scr cx-

citado). Sin embargo, el espectro es explicado por la estructura atómica, y la

l? T. Kuhn, F/¡¿ Structure of Scientifrc Revolutio,n.s, Chicago, University of Chicago Prcss'

1970, págs. 107 s. [Versión en castellano: La estruclura de las revoluciones científitas,Úad'

A. Contin, México, Fondo de Cultura Econónrica, 1970 (breviario 213)'l

Page 72: Van Fraassen - La Imagen Científica

t44 LA IMAGEN CIENTÍFICA

con la causalidad eficiente, su pariente aristotélico más cercano. En el sen-tido modemo no podemos decir, correctamente y sin elipsis, que la sal o lahumedad del aire causaron la oxidación del cuchillo. En cambio, debemosdecir que ciertos sucesos causaron la oxidación: sucesos tales como haber-le caído sal al cuchillo, el aire que humedece la sal, etcétera. La expresiónexacta no es importante; que los relata sean sucesos (incluyendo los pro-cesos y estados de cosas moment¿íneos o prolongados) es en cambio muyimportante.

Pero ¿qué es exactamente esa relación causal? Cualquiera reconoceráaquí la pregunta de Hume y recordará su rechazo de ciefas caracterizacionesmetafísicas. Pero, después de todo, hablamos de esta manera; decimos qucel cuchillo se oxidó porque le cayó sal y, en tanto que filósofos, debemosencontrarle sentido a la explicación. En ésta y en la siguiente subseccióndiscutiré algunos intentos por explicar la relación causal contemporánea.

Cuando algo se cita como una causa, ello no implica que sea suficientepara producir el suceso (para garantizar su ocurrencia). Digo que esta plantamurió porque fue rociada con defoliador, aun a sabiendas de que el defolia-dor es efectivo solamente en un noventa por ciento. De allí la tradición qucidentifica la causa como la conditio sine qua non: si la planta no hubierasido rociada, no habría muerto.ls

Hay dos problemas al replantear lo anterior como: una causa es una con-dición necesaria. En primer lugar, no toda condición necesaria es una causa;y en segundo lugar, en algún sentido muy directo una causa puede no sernecesaria, a saber, causas altemativas podrían haber llevado al mismo re-sultado. Un ejemplo del primer problema es éste: la existencia del cuchilloes una condición necesaria para su oxidación, y el crecimiento de la plantalo es para su muerte. Pero ninguna de ambas podría ser citada como unacausa. En cuanto a lo segundo, está claro que la planta podría haber muer-to de alguna otra manera, por ejcmplo, si la hubiera cubierto cuidadosa ycompletamente con pintura antioxidante.

J.L. Mackie propuso la siguiente dehnición: una causa es parte insufi-ciente pero necesaria de una condición innecesaria pero suficiente.19 Queuna condición suficiente debe preceder al suceso que ha de scr explicado

l8 P.J. Zwart, Causaliteir, Assen, van Gorcum, 1967, pág. 133.t9 J.L. Mackie, "Causes and Conditions", American Philosophical Quarterly,2, 1965,

págs.245-264. Desde entonces, Mackie ha publicado una teoría de la causalidad mucho másextensa en The Cement of the Universe, Oxford, Cla¡endon Press, 1974. Puesto que debonecesa¡iamente restringirme a una breve y selectiva ---cs decir, incompleta- introducciónhistórica a mi propia teoría de la explicación, debo necesariamente ser algo injusto con lamayoría de los autores discutidos.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN

(:s scguro; ésta no debe ser algo como el (crecimiento-más muerte-más pu-rlrición) de la planta si es que deseamos citar una causa para su muerte.I'cro el primer problema queda en pie todavía, puesto que la existencia delcuchillo es una parte necesaria del conjunto total de condiciones que lle-viron a su oxidación. Más preocupante es el hecho de que puede no habercn absoluto condiciones suficientes antecedentes: la presencia de radio esI. que causó que el contador Geiger sonara, pero la física atómica permiteruna probabilidad distinta de cero de que el contador no suene en absolutocn esas circunstancias.

Por esta razón (la no disponibilidad de condiciones suficientes en ciertoscasos), la definición de Mackie no disipa tampoco el segundo problema.

David Lewis ha ofrecido una caracterízación en términos de condicio-¡rales contrafácticos.2O Equipara simplemente "A causó B" con "si A nohubiera ocurrido, B no habría ocurrido". Pero es importante entender estaliase condicional correctamente, y no pcnsarla (como lo hacían los lógicosanteriores) como si enunciara que A era una condición necesa¡ia para la ocu-rrencia de B. De hecho, el "si. . . entonces" no se identifica correctamentecon ninguno de los tipos de implicación discutidos tradicionalmente en latcoría lógica, pues éstos obedecen la ley de debilitamiento:

L SiA entonces Bpor tantosiAyCentoncesB

Pcro nuestros condicionales, en lenguaje natural, no obcdecen típicamentecsa ley:

2. Si el cerillo se frota encendcrápor tanto (?)si el cerillo se sumerge en café y se frota, encenderá.

El lector pensará muchos otros ejemplos. La explicación de por qué esa.,ley"no se sostiene es que nuestros condicionales llevan consigo una cláusulatácita de ceteris paribus:

3. Si la planta no hubiera sido rociada$t todo lo demás permaneciera iguol)entonces no habría muerto.

El efecto lógico de esta cláusula tácita es hacer inaplicable la ..ley" deldcbilitamicnto.

20 D. I-ewis, "Causation", Journat of Philo.utphy,70,l973, págs. 556 s.

145

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146 LA IMAGEN CIENTfFICA

Por supuesto' como Goodman encontró en su discusión clásica, es im-posible descifrar el contenido exacto de la cláusul a ceteris paribus, ya queese contenido cambia de un contexto a otro.2l Sobre este punto tendré quevolver. Dadas las circunstancias, es al menos lógicamente sostenible de¿ir,como lo hace David Lewis, que todas ras veces que "A es la (una) causade B" es verdadero, es también verdadero que si A no hubiera ocurrido,tampoco lo habría hecho B.

_ Pero ¿tenemos aquí un criterio suficiente? supongamos que.el dcsperta-dor de David suena a las 7 A.M., y despierta. Ahora uien, ciíar.ros er timbredel despertador como causa del despertar y podemos garantizar, aunquesólo sea por mor del argumento, que si el timbre no hubiera sonado, ér nohabría despefado (entonces). pero también es verdad que si no se hubieraido a dormir la noche anterior, no habría despefado en la mañana. y estono parece una razón suficiente para decir que se despertó porque se habíaido a dormir.

La respuesta a éste y a otros ejemplos similares es que los contrafácticossingularizan todos los nudos en la red causal como rín"u, qu" conducenal suceso (el despertar), mientras que er "porque" apunta hacia factoresespecíficos que' por una u otra razón, parecen especialmente relevantes(notobles) en el contexto de nuestra discusión. Naáie negará que haberseido a dormir es uno de los sucesos que "condujeron" u d!rp"rt*, esto es,que se encuentra en la parte relevante de la red causal. Esta parte de lahistoria causal es objetiva, y dependerá del contexto el ítem espec?fico que separticularice como objeto de especial atención; toda teoúadé la causalidaddebe decir esto.

Suficientemente bien. Ésa es una cantidad de dependencia contextualque todo el mundo aceptará. pero creo que en esta teoría entra en muchomayor medida la dependencia del contexto mediante las condiciones-de_verdad de los contrafácticos mismos. Tanto, de hecho, que debemos concluirque no hay nada en la ciencia misma

-¡¿d¿ en la descripción objetivade la naturaleza que la ciencia trata de darnos- que corresponda a estoscontrafácticos.

2l véase N. coo dman, Fact, Fiction and Forecasl, cambridge, Mass., Ha¡vard universityPress, 1955, cap. l. La teoría lógica de los condicionales contrafácticos ha sido desarrollada,con éx'fo en algunos aspectos aunque en otros todavía sujeta a debate, en varios artículos delos cuales el primero fue el de Robert stalnaker, 'A Theory of conditionals", págs. 9g-l 12,en N. Rescher (comp.), Studies in Logical Theory, Oxford, Blackwell, 196g; V Jn un libro:David Lewis, counrerfactuars, oxford, Brackweri, r973.paraun resumen de ros resurtados yde los problemas, véase mi a¡tícuro "Report on conditionals",Teorema,5, rgi6,págs. 5-25.

PRAcMÁTrcA DE LA EXPLIc¡cróN 147

Considérese nuevamente el enunciado (3) acerca de la planta rociada conrlcfbliador. Es verdadero en una situación dada sólo si el "todo lo demás"r¡uc se mantiene "fijo" es tal que descarta la muefe de la planta por otrasrazones. Pero ¿quién mantiene lo que está fijo? El hablante, mentalmente.llay entonces una variable contextual --{ue determina el contenido de esa

clirusula tácita de ceteris paribus- que es crucial para establecer el valor devcrdad del enunciado condicional. Supongamos que me digo a mí mismo,.totto voce, que cierta mecha conduce al interior de un banil de pólvora,y luego digo en voz alta, "Si Tomiís enciende esa mecha habrá una explo-sirin." SupongÍrmos que antes de que yo llegara, alguien hubiera hecho laobscrvación para sí mismo de que Tomás era muy precavido y no encen-rlcría ninguna mecha antes de desconectarla, y entonces dijera en voz alta,"Si Tom¡ís enciende esa mecha, no habrá ninguna explosión". ¿Nos hemosct¡ntradicho mutuamente? ¿Hay un correcto o un incorrecto objetivo en re-lación con tener firmemente en mente una cosa antes que la otra cuandosc enuncia el antecedente "si Tomás enciende esa mecha. . . "? Parece másbicn que la proposición expresada por la frase depende de un contexto en

cl que "siendo igual todo lo demás" adquiere un contenido definido.Robcrt Stalnaker y David Lewis dan condiciones-de-verdad para los con-

tlicionales utilizando la noción de semejanza entre mundos posibles. Así, en

una de tales caracterizaciones, "si A entonces B" es verdadero en el mundo!r, exactamente si B es verdadcro en el mundo más semejante a w en queA es verdadero. Pero hay muchas relaciones de semejanza entre cualquierconjunto de cosas. Ejemplos del tipo de los que apenas he dado, han lle-vado hace ya tiempo al acuerdo de que la relación de semejanza pefinentecambia de contexto a contexto. De hecho, sin ese acuerdo, las lógicas de

los condicionales en la literatura son transgredidas por estos ejemplos.

Uno de tales ejemplos es muy viejo: el acertijo de los tres barberos de

Lcwis Carroll. Se encuentra en The Philosophy of Mr. B*rtr*nd R*ss*//como sigue:

Allen, Brown y Carr tienen juntos una peluquería, de manera que uno de ellosdebe estar allí durante las horas de trabajo. Allen ha tenido en los últimostiempos una enfermedad de tal naturaleza que, si está fuera, Brown debe acom-pañarlo. Además, si Carr no está, y si Allen está fuera, Brown debe estar allípor obvias razones de negocios.22

22 Mi¡ul, N.S. 3, 1894, págs. 436-438; P.E.B. Jourdain (comp.), The Philosophy of Mr.Il*rtr*und R*.s.r*//, Londres, Allcn and Unwin, 1918, pá9.39. El análisis del ejemplo que

rloy aquí se dcbe a Richmond Thomason.

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rl4tt LA TMACEN CrENTÍFICA

si ¡rrirncro suponemos que carr está afuera, la historia anterior da origen atkrs condicionales:

l. Si Allen está fuera entonces Brown no está

2. Si Allen está fuera entonces Brown está;

el primero está garantizado por las observaciones acerca de la enfermedadde Allen; el segundo, por las obvias razones de negocios. Lewis Carroll,pensando que I y 2 se contradicen entre sí, la tomaba como una reductio adabsurdum de la suposición de que carr está afuera. R*ss*ll, interpretando"siA entonces B" como el condicional material ("o B o noA"), af,rrma que Iy 2 son ambos verdaderos si Allen no está afuera, de manera que, según é1,únicamente tenemos una prueba de que si carr está afuera, entonces Allenestá adentro. ("Lo extraño de esta conclusión es que ésta es la que el sentidocomún habría sacado", añade.)

Tenemos, sin embargo, muchas otras razones para no creer que el condi-cional del lenguaje natural sea el condicional material. En la lógica modal, elcondicional estricto es tal que I y 2 implican que no es posible que Allen estéafuera. Así que el argumento dcmostraría que "Si Carr está afuera entoncesno es posible que Allen esté afuera". Esto es falso; si parece verdadero esporque se confunde fácilmente con "No es posible que Carr esté afuera yAllen esté afuera." si sabemos que carr está afuera podemos concluir quees falso que Allen esté afuera, no que es imposible.

La lógica corriente de condicionales contrafácticos arroja exactamentela misma conclusión que la lógica modal de condicionales estrictos. Sinembargo, al notar la dependencia contextual de estos enunciados, podemosresolver el problema correctamente. El enunciado I es verdadero en un con-texto en el cual soslayamos los requcrimientos del negocio y mantenemosfijo el hecho de la enfermedad de Allen; el enunciado 2 es verdadero siinvertimos lo que está fijo y lo que es variable. Ahora bien, pueden existircontextos c y c' en los que I y 2 sean verdaderos respectivamente sólo sisu antecedente común es falso; de modo que, como R*ss*ll, nos vemosllevados a la conclusión del sentido común.

Cualquiera de los ejemplos, y cualquier forma general de scmántica pa-ra los condicionales, se prestará para llegar al mismo punto. ¿eué tipo desituación, entre todas aqucllas posibles no realizadas, se parece más a lanuestra en el ejemplo de la mccha; una en la que no se hace nada nuevoexcepto que la mecha se enciende o una en el que la mecha se enciendeluego de ser desconectada? Todo depende, ¿similar con rcspecto a qué?,

¿similar en que no se desconccta ninguna mecha o similar en que nadie

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 149

cstá siendo irresponsable? Quine puso en evidencia esta característica dekrs contrafácticos

-para usarla con otro propósito- cuando se preguntó:

¿,si Verdi y Bizet hubieran sido compatriotas, habrían sido franceses o ita-li¿nos? Finalmente, incluso si alguien se siente muy seguro en cuanto a quél¡cchos deberían ser mantenidos fijos en la evaluación de un condicionalcontrafáctico, muy pronto adverti¡á que lo que cuenta no son meramentekrs hechos, sino la descripción de los hechos -o, si se prefiere, los hechositlcntificados con criterios no extcnsionales: Daniel es un hombre, Danielcstá muy interesado en las mujeres, es decil (?), en el sexo opuesto; si élhubiera sido una muje¡ ¿habría estado muy interesada en los hombres ohabría sido lesbiana?

Estos acertijos no nos causan ningún problema si decimos que el conte-nido de "siendo igual todo lo demás" está fijado no sólo por la frase y lasituación fáctica, sino también por factores contextuales. Sin embargo, encsc caso, la esperanza de que el estudio de los contrafácticos pueda iluminar¡r la ciencia está completamente equivocada: las proposiciones científicasr¡o son, de ninguna manera esencial, dependientes del contexto, de modoquc si existen los condicionales contrafácticos, entonces la ciencia ni loscontiene ni los implica.

El valor de verdad de un condicional depende en parte del contexto. Lacicncia no implica que el contexto exista de una manera u otra. Por tanto,la ciencia no implica la verdad de ningún contrafáctico ----excepto en elcaso límite de un condicional con cl mismo valor de verdad en todos loscontextos. (Dichos casos límite son aquellos en los que la teoría científicar¡rás el antecedente implican estrictamcnte el consecuente, y para ello laslcyes lógicas tales como el debilitamiento y la contraposición son válidas; dernodo que, al aplicarlas a la explicación quc por ahora estamos explorando,son inútiles.)

En algún momenfo se tuvo la esperanza, expresada por Goodman, Rei-chcnbach, Hempel y otros, dc que los condicionales contrafácticos propor-cionarían un criterio objetivo de lo que es una ley de la naturaleza o, porIo mcnos, de lo que es un enunciado legaliforme. Una verdad meramcntegcncral debía ser distinguida de una ley puesto que esta última, y no la pri-nrcra, es la que implica los contrafácticos. Esta idea debe invertirse: si laslcycs implican los contrafácticos, entonccs, dado que los contrafácticos sonrlcpcndientes dcl contexto, el concepto dc ley no señala ninguna distinciónobjctiva en la naturaleza.

Si cl lcnguaje contrafáctico cs apropiado para la explicación, como mesicnto inclinado a accptar, debcríamos concluir que la explicación albcrgarun gnrdo significativo dc dcpcnclcncia contcxtual.

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r

t50 LA IMAGEN CIENTÍFICA

li2.ó CAUSALIDAD: LA TEORÍA DE SALMON

La subsección precedente comenzó con la relación de la causalidad y losrclatos, pero las ca¡acterizaciones de la causalidad que allí examiné se

concentraban en los nexos entre sucesos particulares. Los problemas queaparecieron pueden por tanto haber sido resultado de la concentración en"propiedades locales" del relato. Wesley Salmon recienfemente ha ofreci-do una caracterización de la explicación causal que se centra en procesosprolongados.23

En su teoría anterior, según la cual una explicación consistía en enumerarlos factores estadísticamente relevantcs, Salmon preguntaba: "¿Qué máspodría uno pedir de una explicación?"; ahora responde esta pregunta:

¿Qué ofrece una explicación, además de la capacidad inferencial de prediccióny retrodicción [. . . ]? Ofrece un conocimiento de los mecanismós de produc-ción y propagación de la estructura en el mundo. Eso va un poco más allá delmero reconocimiento de regularidades y de la posibilidad de subsumir fenó-menos particulares en ellas.2a

La pregunta ¿qué es la relación causal? es reemplazada ahora por: ¿qué esun proceso causal? y ¿qué es una interacción causal? En su respuesta a estaspreguntas, Salmon se apoya en gran medida en la teoría de la causa común deReichenbach, que vimos antes. Pero Salmon modifica considerablementeesta teoría.

Un proceso es una serie espacio-temporal continua de sucesos. La con-tinuidad es importante, y Salmon atribuye algunas de las dificultades deHume a su imagen de los procesos como cadenas de sucesos con eslabonesdiscretos.25 Algunos procesos son causales o procesos genuinos, y algunosson seudoprocesos. Por ejemplo, si un aulomóvil se mueve a lo largo de uncamino, su sombra se mueve también a lo largo de ese camino. La serie desucesos en los que el automóvil ocupa puntos sucesivos en ese camino es

un proceso causal genuino. Pero el movimiento de la sombra es solamenteun seudoproceso, puesto que, intuitivamente hablando, la posición de la

23 WC. Salmon, "Why ask 'Why'?", discurso de la presidencia a la Pacific Division dela American Philosophical Association, San Francisco, marzo de 1978. Las referencias depágina son al manusc¡ito completo y puesto en circulación en mayo de 1978: el a¡tículoestá publicado en Proceedings and Addresses of the American Philosophical Association, Sl,1978, págs. 683-705.

2a op. cir.,pag.29 s.25 Ibíd., págs. 14 s.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN I5I

so¡nbra en los momentos posteriores no es provocada por su posición ennromentos anteriores. Más bien, hay una sombra aquí ahora porque hay un

¿rutomóvil aquí ahora y no porque hubo una sombra allá entonces.

Reichenbach trató de ofrecer un criterio para esta distinción por medio de

rclaciones probabilísticas.26 La serie de sucesos A, es un proceso causal si

(l) la probabilidad de Ar+, dada A,, es mayor o igual que la probabilidadde Ara" dada Ar-t, que es a su vez mayor que la probabilidad de A'+"simpliciter.

[sta condición no desca¡ta todavía los seudoprocesos, de manera que aña-

dimos que cada suceso de la serie enmascara los sucesos anteriores a pafirdc los posteriores.

(2) la probabilidad de Ar+" dadas A, y Ar-, es justo la de A,*" dada A,

y, por añadidura, no hay otra serie de sucesos B, que errmascare Ar+, tpartir de Ar, pua toda r. La ide a del ejemplo es que si A,+r es la posiciónde la sombra en el momento r +.r, entonces B, es la posición del automóvilen el momento r +.r.

Esto es insatisfactorio por dos razones. La primera es que (1) nos recuer-da una propiedad bien conocida de los procesos estocásticos, la llamadapropiedad de Markov, y parece ser demasiado fuerte para entrar en la defi-nición de los procesos causales. ¿Por qué la historia total del proceso hastael momento r no habría de dar miís información acerca de lo que sucede

posteriormente que la que da por sí mismo el estado en el momento r? Elsegundo problema es que en lo que se añade a (2), ¿acaso no deberíamos

agregar que B, debe ser él mismo un proceso causal genuino? Pues, de otramanera, el movimiento del auto no es tampoco un proceso causal, ya que

el movimiento de la sombra enmascarará tras de sí las posiciones sucesi-

vas dcl auto. Pero si decimos que B, debe ser un proceso genuino en esta

estipulación, aferrizamos en un regreso infinito.Reichenbach introdujo un segundo criterio, llamado el método de la

morca, y que (presumiblcmente porque deticne la amenaza del regreso)

Salmon prefiere.

Si una defensa se raspa como resultado de una colisión contra un muro depiedra, la marca de esa colisión permanecerá en el auto mucho tiempo después

de ocurrida la interacción con el muro. La sombra del auto moviéndose a lo

2ó Hans Reichcnbach, The Dire<:t'ion of Time, Berkeley. University of California Press,

19-56, scccioncs 19 y 22.

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t52 LA IMAGEN CIENTÍFICA

largo del muro es un seudoproceso. Si se deforma cuando encuentra un murode piedra, recobrará inmediatamente su forma anterior, tan pronto como dejeatrás el muro. Éste no le transmitirá una marca o modificación.27

De modo que si el proceso es genuino, entonces la interferencia con unsuceso anterior tendrá efectos sobre los sucesos posteriores en ese proceso.Sin embargo, formulado de esta manera, este enunciado es una vociferantepetición causal. ¿Cómo explicaremos "interferencia" y "efectos"? Salmondará brevemente una caracterización de las interacciones causales (véasemás adelante), pero comienza por apelar a su teoría del movimiento "en-en". El movimiento del auto consiste simplemente en estar er todas estasposiciones ¿n varios momentos. De manera similar, la propagación de lamarca consiste simplemente en que la marca esté presente en los sucesosposteriores. No existe, apafe de ésta, una relación especial de propagación.

Sin embargo, hay un motivo más serio para preocuparse. No podemosdefinir un proceso genuino como el que propaga una m¿lrca en ese sentido.Hay características que la sombra lleva consigo en ese sentido "en-en", comoque su figura está relacionada, en todos los momentos, de ciefa maneratopológicamente definible con la figura del auto, y que es negra. Otrasmarcas especiales no siempre se ac¿urean; imagínese parte del viaje deun cohete durante el cual no encuentra ninguna otra cosa. Así que lo quetenemos que decires que el proceso es genuino si,de haber habido un tipodado de interacción en una etapa anterior, habría habido ciertas marcas enlas etapas posteriores. En este punto, debo referirme de nuevo a la secciónprecedente para una discusión de tales afirmaciones contrafácticas.

En este punto, podemos relativizar las nociones utilizadas respecto a lateoría aceptada. En relación con algunos procesos, nucstra teoría implicaque ciertas interacciones de una etapa anterior serán seguidas por ciertasmarcas en las etapas posteriores. Por tanto, podemos decir que, en relacióncon la teoría, ciertos procesos son clasificables como genuinos y otros comoseudoprocesos. Lo que esto no garantiza es que se considere la distinciónuna distinción objetiva. Sin embargo, si la distinción se introduce para quedesempeñe un papel en la teoría de la explicación, y si la explicación esuna relación de la teoría con los hechos, no me parece que esta conclusión,como una variante de la teoría de Salmon, pudiera desvirtuar su propósito.28

Volviendo ahora a las interacciones causales, Salmon dcscribe dos ti-pos. Estas interacciones son los "nodos" en la red causal, los "nudos" que

27 Salmon, op.cit.,p. 13.2t Pero podría impedir el uso de la teoría de Salmon en ilgumentos metafísicos, como

por ejemplo, en su argumento en pro del realismo al ñnal de ese trabajo.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 153

combinan todos aquellos procesos causales en una estructura causal. Enlugar de "nodo" o "nudo", Reichenbach y Salmon usan también "bifurca-ción" (como la señal de tránsito que indica "bifurcación"). Reichenbachdcscribió un tipo, la bifurcación conjuntiva, que ocurre cuando un sucesoC, perteneciente a dos procesos, es la causa común de los sucesos A y B, enaquellos procesos separados que ocunen después de C. Aquí causa comúnsc entiende en el sentido original de Reichenbach:

(3) P(A & Blc): P(AIC). P(BlC)(4) P(A & B/C): P@/e) . P(B/e)(s) P(Alc) > P(Alc) . P(B/c)(6) P(Blc) > P@/e)

lo cual, como ha sido señalado en el capítulo 2, implica que hay una corre-lación positiva entre A y B.

Con vistas a dar cabida a los ejemplos rcacios (véase el capítulo 2), Sal-rnon introdujo además labifurcación interac'tiva, que es como la precedente,excepto que (3) se cambia por

(3*) P(A & BIC) > P(AlC) . P(B/c)

Estas bifurcaciones, entonces, combinan los procesos causalcs genuinos,una vez identificados, dentro de la red causal que constituye el orden natural.

La explicación, según la nueva caracterización de Salmon, consiste porconsiguiente en mostrar la parte relcvante de la red causal que conduce alos sucesos que han de ser explicados. En algunos casos sólo necesitamosscñalar un único proceso causal que conduce hacia el suceso en cuestión. Enotros casos se nos pide explicar la confluencia de sucesos, o una correlaciónpositiva, y lo hacemos remont¿indonos hasta las bifurcaciones, es decir, hastalos orígenes comunes de los procesos que condujeron a ellos.

Varios de los problemas habituales se vuelven manejables. La secuenciab¿Lrómetro-tormenta próxima no es un proceso causal, ya que la relevan-cia del primero para la segunda es enmascarada por la causa común de lascondiciones atmosféricas. Cuando la paresia se explica mencionando unasífilis latente no tratada, se está apuntando claramente hacia el proceso cau-sal, cualquiera que éste sea, que lleva de uno hacia otro -o hacia su causacomún, cualquiera que ésta sea. Por supuesto, una característica crucial decsta tcoría debe ser que las explicaciones ordinarias sean indicadores de pro-ccsos causalcs e interacciones que, si fueran conocidas o descritas en detalle,darían la cxplicación complcta.

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rPRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 155l.r.l LA IMAGEN CIENTfFICA

Si csto es correcto, entonces cada explicación debe tener, como valorcfcctivo, algún mecanismo que le permita rastrear en sentido inverso (loquc es posible en principio) los procesos causales separados, hacia las bi-furcaciones que los conectan. Hay varias dificultades con esta forma dever las cosas. La primera es que, para ser un proceso causal, la secuenciáde sucesos debe corresponder a una trayectoria espacio-temporal continua.En la mecánica cuántica, este requerimiento no se cumple. La innovacióncrucial en la transición del átomo de Bohr de l9l3 a la nueva teoría cu¿ínticade 1924 fue precisamente que las órbitas exactamente definidas de los elec-trones fueron descartadas. Salmon menciona explícitamente la limitaciónde esta caracterización a los fenómenos macroscópicos (aunque discute ladispersión de Compton). Esta limitación es seria, pues no tenemos ningunarazón independiente para pensar que la explicación en la mecánica cuánticasea esencialmente diferente de cualquier otra.

En segundo lugar, hay muchas explicaciones científicas que ciertamenteno p¿recen explicaciones causales en el sentido de Salmon. Una ley causales presumiblemente una ley que gobierna el desarrollo temporal de un pro'ceso o de una interacción. Hay también "leycs de coexistencia", que ponenlímites a los estados posiblcs o a las configuraciones simultáneas. Un ejem-plo simple lo ofrece la ley de los gases de Boyle (en cada momento dado, latemperatura es proporcional al volumen multiplicado por la presión); otroes la ley de la gravitación de Newton; otro más, el principio de exclusiónde Pauli. En algunos de estos casos podemos dccir que tales leyes (o suscontrapartes mejoradas) fueron dcducidas más tarde de las teorías que re-emplazaban la "acción a distancia" (que no es en absoluto una acción, sinoun constreñimiento sobre estados simultiíneos) por la "acción por contacto".Pero, suponiendo que no fueran reemplazables de esa manera, ¿eso querríadecir que no podrían scr usadas en explicaciones genuinas?

Salmon mismo da un ejemplo de explicación mediante una "causa co-mún" que en realidad no parece encajar en su caracterización. A través deobservaciones sobre el movimicnto browniano, los científicos dcterminaronel número de Avogadro, es decir, la cantidad de moléculas en una mol degas. Por medio de observaciones muy diferentes del proceso de la electró-lisis, determinaron el número de cargas de electrón iguales a un faraday, es

decir, iguales a la cantidad de carga eléctrica necesaria para precipitar unamol de un metal monovalente. Estos dos números son iguales. A primeravista esta igualdad es asombrosa, pero la física puede explicar esta igual-dad deduciéndola de las teorías antecedentes que gobiernan ambos tipos defenómenos. La causa común que Salmon identihca aquí es el mecanismobásico -la estructura atómica y molecular- postulada para dar cucnta de

cslos fenómenos. Pero seguramente está claro que, sin importar en qué me'

rlitla la explicación aduciJa pueda merecer el n.ombre de "causa común", no

scñala una relación entre sucesos (en los movimientos brownianos en oca-

siones específicas y en la electrólisis en otras ocasiones específltcas) que se

rcmonte (vía procesos causales) hasta las bifurcaciones que conectan estos

¡,ro"".o.. Lu explicación es m¿ís bien que el número encontrado en el expe-

ii,ncnto A en eliiempo f , es el mismo que el del experimento B' totalmente

irnlcpendient e, en cialquier otro tiempo f', debido ala semeianza entre los

¡rro."ro. causales físicamente independientes observados en aquellas dos

ocasiones diferentes.

Muchas explicaciones altamente teóricas por lo menos parecen escapar

ir la descripcián de Salmon. Los ejemplos ofrecidos aquí son explicaciones

basadas en los principios de la acción menor, en consideraciones de simetría,

t¡,dentrodelasteoríasrelativistas,enlainformaciónqueserelacionaconelospacio-tiempo como un todo, tal como la especificación del campo métrico

o gravitacional.La conclusión a que apunta todo esto es que el tipo de explicación ca-

racterizada por salmon, aunque aparenta tener una importancia central' es,

cuando rnuóho, una subespecie de las explicaciones en general'

$2.7 LAS CLAVES DE LA CAUSALIDAD

Acordemos que la ciencia nos da una imagen del mundo como una red de

sucesos interionectados, relacionados entre sí dc una manera compleja pero

ordenada. Las dihcultades que encontramos en las dos secciones preceden-

tcs despiertan alguna duda sobre lo adecuado de la terminología de causa y

.uu.uti¿u¿ para áescribir esta imagen; pero no fortalezcamos más esta du-

da. La caraiterización de la explicación sugerida por las teorías examinadas

puede ser ahora reformulada en términos generales como sigue:

(1)LosSuceSoSestánenmarañadosenunaredderelacionescausales.

(2) Lo que la ciencia describe es esa rcd causal'

(3)LaexplicacióndeporquéunSucesooculTeconsiste(típicamente)enmostrar los factores reievantes en la pafc de la red causal formada

por las líneas "que conducen a" ese suceso'

(4) Aquellos factores rclevantcs mcncionados en una explicación consti-

tuy"n (lo que ordinariamente se conoce como) la(s) causa(s) de esc

succso.

Page 78: Van Fraassen - La Imagen Científica

t56 LA IMACEN CIENTIFICA

Hay dos razones claras por las que, cuando surge el tema de la explica-ción, la atención se desplaza de la red causal como un todo (o incluso dela parte que converge en el suceso en cuestión) hacia los "factores relevan-tes". La primera razón es que cualquier caracterización de la explicacióndebe dar sentido a ejemplos comunes de explicación, especialmente a loscasos citados típicamente como explicaciones científicas. En tales casos,las razones citadas son sucesos particulares previos, condiciones iniciales ocombinaciones de ambos. La segunda razón es que ninguna caracterizaciónde la explicación debcría implicar que nunca podamos dar una explicación;y describir la red causal total de cualquier región conectada, por peque-ña que ésta sea, es en casi todos los casos algo imposible. De maneraque la menor de las concesiones que tcndría que hacerse es la de acep-tar que la explicación solamente tiene que dccir que existe una estructurade relaciones causales de cierto tipo, que podría en principio s¿r descri-ta en detalle: las características relevantes son las que escogen el "ciertotipo".

El interés en la acción causal en cuanto tal centra su atención en (l) y (2),pero el interés en la explicación nos exige concentrarnos en (3) y (4). Dehecho, desde este último punto de vista, es suficiente garantizar la verdadde (l) y (2) al definir

la red causal = cualquier estructura de relaciones que la ciencia describa

y dejar a quienes se interesan por la acción de las causas en cuanto tales elproblema de describir aquella estructura de maneras abstractas pero ilumi-nadoras, si así lo desean.

¿Podría ser que, a pesar de todo, la explicación de un hccho o su-ceso resida únicamente en dicha red causal, y que cualquier forma deatraer la atención hacia ella explique algo? La respuesta es no; en el ca-so de la explicación causal, la explicación consiste en atraer la atenciónhacia ciefas caracferísticas ("especiales", "impofantes") de la red cau-sal. Supóngase, por ejemplo, que yo deseo explicar la extinción dcl al-ce i¡landés. Hay un grupo muy grande de factores que precedieron estaextinción y que eran estadísticamente relevantes para ello: incrementosincluso muy pequeños en la velocidad, el área de contacto del casco, laalzada, la distribución del peso en el cuerpo, la distribución de la provi-sión de alimentos, los hábitos migratorios, la fauna y la flora del entor-no. Sabcmos por la teoría de la selección que, en las condiciones ade-cuadas, cualquier variación en esos factores puede ser decisiva para lasupervivcncia de la especie. Sin embargo, si algunos de esos factores hu-bieran sido diferentes y el alce irlandés hubiera sobrevivido, no se diría

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 157

que proporcionan la explicación de por qué ahora se ha extinguido. Laexplicación dada es que el proceso de selección sexual favoreció a losmachos con grandes comamentas, y que estas cornamentas eran, en elmedio ambiente en donde vivían, estorbosas y totalmente opuestas a lasobrevivencia adaptativa. Los otros factores que mencioné no son causasespurias o enmascaradas por el desarrollo de estas grandes y estorbosascornamentas, pues la extinción fue el efecto total de muchos factores quecontribuyeron a ello; sin embargo, esos factores no son los factores rele-vantes.

Volvemos entonces a esas características relevantes que se citan en lacxplicación; aquellas a las cuales los filósofos se refieren como "la(s) cau-sa(s)" o "la(s) causa(s) real(es)". Varios autores, en la búsqueda de unaca¡acterización objetiva de la explicación, han intentado establecer criteriospara individualizar dichos factores especiales. No examinaré esos intentos.Permítaseme sólo citar brevemente un sondeo de sus respuestas: LewisWhite Beck dice que la causa es aquel factor sobre el cual tenemos máscontrol; Nagel argumenta que suele ser precisamente aquel factor que noestá bajo nuestro control; para Braithwaite los factores relevantes son aque-llos que son desconocidos, y David Bohm dice que son los factores másvariables.2e

¿Por qué diferentes escritores habrían dado respuestas tan diferentes?Creo que por la razón que señaló Norwood Russell Hanson en su análisisde la causalidad.

Hay tantas causas de -r como explicaciones de ¡. Considérese cómo la causade muerte podría haber sido establecida por un médico como "hemorragiamúltiple", por el abogado acusador como "negligencia de parte del conductor",por el constructor del transporte como "un defecto en la construcción de launidad de frenos", por un urbanista como "la presencia de maleza alta en esa

,, 10curva .--

29 Este sondeo se encuentra enZwaf, op. cit., p.135, nota 19; las referencias son a losartículos de Beck y Nagel en H. Feigl y M. Brodbeck (comps.), Readings in the Philosophyof Science, Nueva York, Appleton-Century-Crofts, 1953, pp. 374 y 698; R.B. Braithwaite,Scientific Explonation, Cambridge, Cambridge University Press, 1953, p. 320 [versión encastellano: Laexplicacióncientífica,Madrid,Tecnos, 19651;D.Bohm,CausalityandChancein Modern Phy.sics, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1957 , passint [versión en castellano:Causalidad y azar en la física ntoderna, trad. D. Learn, México, uNnu, 19591.

30 N.R. Hanson, Patterns of Dí.scovery,Cambridge, Cambridge University Press, 1958,p. 54. [Versión en castellano: Patrones de descubrimiento: investigación de las bases con-ceptuales de lu cienciu, Madrid, Alianza, 1985.1

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t.58 LA IMAGEN CIENTÍFICA PRAGMATICA DE LA EXPLICACIÓN 159

ri2.8 LAS PREGUNTAS..POR QUÉ"

Sylvain Bromberger inició otro acercamiento a la explicación en su estudiorlc las preguntas "por qvé-.32 Después de todo, una pregunta "por qué" csll petición de una explicación. Considérese la pregunta:

l. ¿Por qué el conductor se dobló durante el corto circuito?

f:sta tiene la forma general

2. ¿Por qué (es el caso que) P?

rlonde P es un enunciado. Así que podemos pensar que "por qué" es unalunción que convierte los enunciados en preguntas.

La pregunta I surge,o es apropiada, solamente si el conductor se doblócn ese momento. Si ello no es así, no tratamos de contestar la pregunta, sinoque decimos algo así como: "Ustcd es víctima de una falsa impresión; elconductor se había doblado mucho antes", o algo así. Por tanto, Brombergerllama al enunciado de que P la presuposición de la pregunta ¿por qué P?Una forma de rechazar las peticiones de explicación es, evidentemente, lancgación de la presuposición de la pregunta "por qué" correspondiente.

Aquí no examinaré más ampliamente la teoría de Bromberger, sino querne ocuparé de una crítica que se le ha hecho. La siguiente apreciación enrclación con las preguntas "por qué" fue planteada en la literatura recienfcpor Alan Garfinkel y Jon Dorling, pero creo que fue planteada primcro, ydiscutida en detalle, en un trabajo inédito de Bcngt Hannson que circuló en1974.33 Considérese la pregunta:

3. ¿Por qué Adán comió la manzana?

La misma pregunta puede interpretarse de varias formas, como lo mucstranlas variantes:

3a. ¿Por qué fue Adán quien comió lamanzana?

3b. ¿Por qué fue una manzana lo que Adán comió?

32 S. Bromberge¡ "Why-Questions", pp. 86-108, en R.G. Colodny (comp.), Mind andC osmos, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1966.

33 "Explanations-of-What?", mimeografiado y puesto en circulación en la Universidaddc Stanford, 1974. La idea fue desarrollada independientemente por Jon Dorling en un trabajoque circuló en 1976, y manifiestamente por AIan Garfinkel en Explanatíon and Individuals,Yale University Press, de próxima aparición. Deseo expresar mi deuda con Bengt Hannsonpor la discusión y la correspondencia del otoño de 1975 que me aclararon estas cuestionesconsiderablemente.

En otras palabras, la característica relevante escogida como ..la causa,, en

ese proceso complejo es relevante para una determinada persona debido asu orientación, sus intereses y otras diversas pecuriaridaáes de la maneraen que enfoca o llega a conocer el problema, esto es, debido a factorescontextuales.

Es importante notar que en cicrto sentido estas diferentes respuestas nopueden combinarse. El urbanista "mantiene hja" la constitución mecánicadel vehículo y da su respuesta con la convicción de que a pesar de los defectosmecánicos que hicieron imposible una parada inmediata, el accidente notenía por qué ocurrir. El mec¡inico "mantiene fijo" el medio ambiente físico;aunque la maleza obstacurizara la visión, si ros frenos hubieran sid"

^"iá."r,el accidente no tenía por qué suceder. Lo que para uno varía, para el otrose mantiene fijo, y no pueden hacerse urnbu, cosas al mismo iiempo. Enotras palabras, la elección del factor causal relevante no es simplementeuna cuestión de señalar aquel que pafezca más interesante, no es como laelección de una atracción turística; es una cuestión de contrafác ticos encompetencia.

En consecuencia, debemos estar de acuerdo con el filósofo holandésPJ.7,warr, quien, después de examinar las teorías filosóficas anteriores,concluye:

Por tanto, no es el caso que er significado de la frase ' á es ra causa de 8,, dependade la naturaleza de ros fenómenos A y B, sino que este significado depende dercontexto en el cual esta frase se enuncia. La naturaleza d. á y a .n -u"ios casostambién intervendrá indi¡ectamente, pero es en primer lugar la orientación, oel punto de vista elegido por el hahrante, el que determira lo que se quieredecir con la palabra causa.3l

Así pues, en conclusión, esta ojeada a las caracterizaciones de la causaridadparece establecer que los factores expricativos deben escogerse entre unagama de factores que son (o que la teoría científica

"nu-"rl como) objeti-vamente relevantes en ciertas maneras especiales; pero que la elección estáentonces determinada por otros factores que varían según el contexto de lapetición de explicación. para resumir: ningún factor ef relevante exfücati-vamente hablando, a menos que sea científicamente relevante, y entre losfactores científicamente relevantes, er contexto determina uqu"it,o, que sonrelevantes explicativamente.

3t Zwarr, op. cit.,p. 136; la t¡aducción es mía. (B.C. v. F.)

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160 LA IMAGEN CIENTÍFICA

3c. ¿Por qué Adán se la comió?

En cada caso, la forma canónica prescrita por Bromberger (como en laprcgunta 2 que aparece antes) sería la misma, es deci¡

4. ¿Por qué (es el caso que) (Adán se comió la manzana)?,

aunque aquí hay tres diferentes peticiones de explicación.La diferencia entre estas distintas pcticiones es que apuntan a diferentes

altcrnativas contrastantes. Por ejemplo, 3b puede preguntar por qué Adán secomió und manzana en lugar de alguna otra fruta del jardín, mientras que 3cpregunta quizás por qué Ad¡ín s¿ comió lamanzana enlugar de devolvórselaintacta a Eva. De manera que, para 3b, no es una buena respuesta "porquetenía hambre", mientras que sí lo es para 3c. La estructura general correctaque subyace en una pregunta "por qué" es entonces

5. ¿Por qué (es el caso que) P, en contraste con (otros miembros de) X?

donde X, la clase de contraste, es un conjunto de alternativas. p puedepertenecer o no a X; otros ejcmplos son:

¿Por qué la muestra se torna verde (en lugar de algún otro color) alquemarse?

¿Por qué el agua y el cobre alcanzaron la tempcratura de equilibrio en22.5" C (en lugar de alguna otra temperatura)?

En estos casos, las clases de contraste (colores, tempcraturas) son "obvios".En gcneral, la clase de contraste no se describe explícitamente porque, er?el contexto, está claro para todos los que participan en la discusión cuálesson las alternativas en cucstión.

Esta observación explica la tensión que sentimos ante el ejcmplo de laparcsia. Si una madre pregunta por qué su hijo mayor, un pilar de ia comu-nidad, alcalde de su ciudad y el más querido de sus hijos, ticne esta mortalenfermedad, contestamos: porque tenía una sífilis latente no tratada. pero siesa pregunta se formula en relación con la misma persona, inmediatamentedespués de discuti¡ el hecho de que todos y cada uno de los miembros de suclub campestre tenían un historial de sífilis no tratada, no hay una respuesto.Larazínde esa diferencia es que en el primer caso la clase de contraste estáformada por los hijos de la misma madre, y en el segundo, por los miembrosdel club campcstre que han contraído la paresia. como está claro, una res-puesta a una pregunta de la forma 5 dcbc aducir información quefavorezc'aa P en contraste con otros miembros de X. A veces, la disponibilidad de talinformación depende en gran medida de la elección de X.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN I6I

Estas reflexiones tienen una gran fuerza intuitiva. La distinción trazadacs sin duda crucial para el ejemplo de la paresia, y explica la sensación deambigüedad y tensión que experimentamos en la discusión anterior de tales

cjcmplos. Tbmbién nos indica el camino correcto para explicar afirmacio-ncs tales como: los sucesos individuales no se explican nunca, solamentecxplicamos un suceso particulat qu¿ suceso de un ciefo tipo. (Podemos ex"plicar esta desinteg,ración de un átomo de uranio gaa desintegración de unátomo de uranio, pero no qua desínlegración de un átomo de uranio en estemomento.)

Pero explicar qué es lo que hace que una respuesta favorezca una altema-tiva por encima de otra se muestra difícil. Harnson propuso: la respuesta Acs una buena respuesta de (¿Por qué P en contraste con X?) únicamente si laprobabilidad de P, dado A, es más alta que la probabilidad promedio de losmiembros de X dado A. Pero esta propuesta lropieza con la mayoría de lasantiguas dihcultades. Recuérdense los ejemplos de irrelevancia de Salmon:la probabilidad de recuperarse de un resfriado, dada la administración devitamina C, es casi uno, mientras que la probabilidad de no recuperarse, da-das las vitaminas, es casi cero. De manera que, según el criterio de Hannson,ósta sería una buena respuesta

-aun si toma¡ vitamina C no tiene efecto,

de una forma u otra, en el alivio de un resfriado.Asimismo, las asimetrías siguen siendo tan preocupantes como siempre.

Según el criterio de Hannson, el largo de la sombra proporciona automá-ticamenfe una buena explicación de la altura del asta bandera. Y "porqueel barómetro cae" es una buena respuesta a "¿por qué hay una tempestad?"(según la selección de las clases de contraste "obvias", por supuesto). Demodo que, al parecer, la reflexión en tomo a las clases de contraste sirvepara resolver algunos de nuestros problemas, pero no todos.

92.9 LA ELABoRAcIóN op LAs cLAVES

Me parece que las discusiones sobre la causalidad y las preguntas "por qué"ofrecen claves esenciales para la caracterización correcta de la explicación.En las primeras encontramos que una explicación consiste frecuentementecn enumerar los factores relevantes que apuntan hacia un relato completode cómo sucedió el suceso. Su efecto es la eliminación de varias hipóte-sis alternativas acerca de cómo se presentó este suceso y/o la eliminacióndcl acertijo acerca de cómo el suceso pudiera haber tenido lugar. Pero larclcvancia depende del contexto, y la selección del factor correcto "im-portante" dcpende de la gama de alternativas tomadas en cuenta en ese

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t62 LA IMAGEN CIENTÍFICA

contexto. En el ejemplo de N.R. Hanson, el abogado quiere este tipo dc

cribado de las hipótesis relevantes acerca de las causas de la muerte part

resolver la cuestión de la responsabilidad legal; el constructor del transporle'

quiere un cribado de las hipótesis acerca de los defectos estructurales o dc

las limitaciones estructurales con diferentes tipos de esfuerzo. El contexlo,

en otras palabras, determina la relevancia de una manera que va bastanlc

más allá áe la relevancia estadística de la cual nos informan nuestras teorías

científicas.Esto podría no ser importante si no estuviér¿rmos preocupados por csi'

tablecer precisamente cómo es que tener una explicación va más allá dc

tener meramente una teoría aceptable acerca del dominio de fenómenos cll

cuestión. Pero éste es precisamente el tema que nos preocupa'

En la discusión de las preguntas "por qué" hemos descubierto otro factor

determinado contextualmente. La gama de hipótesis acerca del suceso qut

la explicación debe "cribaf" o "recofar" no esfá determinado solamente por

los intereses (legal, mecánico, médico) de los involucrados en el pleito, sino

también por una gama de altemativas contrastantes del suceso. Esta clasc

de cowrásrc está también determinada por el contexto'

Puede pensarse que, cuando pedimos una explicación científica, la rc-

levancia áe las hipátesis posibles y también la clase de contraste estíttt

determinadas de una manera automática. Pero esto no es así, ya que tanto al

médico como al mecánico de automotores se les está pidiendo una explicit-

ción científica. El médico explica la fatalidad qua m\erle de un organisntrr

humano, y el mecánico la explica qua el choque fatal de un automóvil.

Pedir que sus explicaciones sean científicas es solamente pedir que se apo-

yen enteorías científicas y en experimentos, no en chismes' Y puesto quc

cualquier explicación de un succso individual debe ser una explicación dc

"r",u""ro qua ejemplo de un ciefo tipo de suceso, no puede pedirse ni|'

da más.

Las dos claves deben colocarse juntas. La descripción de algún relatrr

como explicación de un hecho o un suceso dado es incompleta. Sólo pucclc

ser una explicación respecto a una cierta relación de relevancia y respccl(r

a una cierta clase de contrasle. Éstos son factores contextuales, puesto quc

no están determinados ni por la totalidad de las teorías cientíltcas accp-

tadas, ni por el hecho o suceso para el cual se pide una explicación. Sc

ha dicho a veces que un Ser Omnisciente tendría una explicación corn-

pleta, mientras que estos factores contextuales sólo manifiestan nucstrils

iimitaciones, debido a las cualcs únicamente podcmos aprchcndcr una p¡tr-

te o aspecto de la explicación complcta en cada momcnto dctcrminatkr.

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PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN t63

l\'ro esto es un error. Si el Ser Omniscicnte no tiene intereses específi-, os (legales, médicos o económicos, o solamente un interés en la ópti-r ¡r o en la termodinámica en lugar de la química) y no hace abstracción{rle manera que nunca piensa en la muefe de César qaa apuñalamientorrrriltiple, o qta asesinato), entonces para él no surgen en absoluto pre-

llunlas "por qué" en ninguna di¡ección y no tiene ninguna explicaciónu¡ cl sentido en que nosotros tenemos explicaciones. Por el contrario,,,r í'l tiene intereses y hace abstraccioncs a partir de peculiaridades indi-vrrlualcs cuando piensa acerca del mundo, entonces sus preguntas "porr¡rrú" son tan esencialmente dependientes del contexto como nuestras pre-

¡trrnlas. En ambos casos, su ventaja es que siempre tiene toda la infor-rrr;rción que se necesita para responder a cualquier dcmanda de explica-r riin específica que se haga. Pero esa información no es, en sí y por sínusnra, una explicación; de la misma manera que no se puede decir queunir pcrsona es miís vieja, o que es un vccino, si no es en relación conI rlt ('s.

It I I,AS ASIT{ETRÍAS DE LA EXPLICACIÓN: UN RELATO BREVE

ri3.l LA ASIMETRÍA Y EL CONTEXTO: LA CRIBA ARTSTCIÉLICA

A,¡rrcl ernbarazoso problcma acerca dc la paresia, en que nos parece que,rl rnismo ticmpo tenemos y no tcnemos una explicación, fue resuelto atr,rvús dc la rcflcxión sobre la clasc de contrastc provista contcxtualmcnte.I I i¡¡ualmcnte embarazoso y mucho más antiguo problema de las asimetríasrh' l:r cxplicación se ilumina por mcdio de la rcflexión sobre el otro factorr r¡rrlcxlual principal: la relevancia del contcxto.

Si lo antcrior es correcto, si las asimctrías de la explicación son el rcsul-t,rrlo rlc una relación de relevancia contextualmente dcterminada, entonces,l, l,t' tlarsc el caso de que estas asimetrías puedan, por lo menos a veces,',r'r nvcrtidas por medio de un cambio en cl contexto. Además, dcbcría scr

1,,'',rlrlc cntonccs dar cucnta también de las asimetrías espccíñcas en tór-r¡¡rrr,rs dc los intcreses de quicn prcgunta y dcl oyentc que detcrmina esar¡'lt'vir¡lcio. Estas considcracioncs proporcionan una prueba crucial para la, ,r¡;rt'tcrización dc la cxplicación que propongo.

Alirrtunadamcntc hay un preccdcnte pa.ra este tipo dc caracterización del,r', ;rsiruclrías, a sabcr, la teoría dc la cicncia dc Aristótcles. Es tradicional, rl('rr(lcr csla p¡utc dc su tcoría cn rclación con su nrctafísica, pcro yo sos-

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I;

165t64 LA IMAGEN CIENTIFICA

tengo que los aspectos centrales de su solución al problema de _la

asimetría

de ias éxpücaciones pueden utilizarse en forma independiente.3a

Aristóteles ofreció ejemplos de este problema enlos Analíticos Seg,un-

dos t, l3i y desarrolló una tipología de los factores explicativos ("las cua-

tro causas"). La solución es, entonces, simplemente ésta: supóngase que

hay un número definido (por ejemplo cuatro) de tipos de factores expli-cativos (es decir, de relaciones de relevancia para preguntas "por qué")'

Supóngase también que en relación con nuestra información antecedente

y con nuestras teorías aceptadas, las proposiciones A y B son equivalen-

tes. Puede ocurrir todavía que estas dos proposiciones describan factores

de diferentes tipos. Supóngase que en cierto contexto, nuestro interés se

centra en la manera en que se produce cierto suceso, y "porque B" es una

respuesta adecuada a "¿por qué A?" Entonces, bien puede ser que A no

describa ninguna manera de producir nada, de tal forma q\e, en este mis-

mo contexto, "porque A" no podría ser una respuesta aceptable para "¿por

qué B?"El ejemplo de la lintema de A¡istóteles (Analíticos Segundos l, I I ) mues-

tra que la misma pregunta "por qué" puede ser verbalmente una petición de

diferentes tipos de factores explicativos. Con un ropaje modemo, el ejemplo

sería como sigue: supóngase que un padre pregunta a su hijo adolescente

"¿Por qué está encendida la luz del zaguán?", y el hijo contesta "Porque el

intcm-rptor del zaguán está haciendo contacto, y la electricidad llega al foco

a través de ese intemrptor." Ante esto, lo más probable es que tengamos la

impresión de que el hijo está siendo insolente. Esto es así dcbido a que nos

inclinamos a pensar que el tipo de respuesta que el padre pcdía era algo

así como "porque esperamos invitados". Pero es fácil imaginar un contex-

to menos factible para la pregunta: el padre y el hijo estiín arreglando la

instalación eléctrica de la casa, y el padre, viendo de improviso la luz del

zaguán encendida, teme haber causado un corto ci¡cuito que ha alcanzado

al interruptor de la luz del zaguán. En el segundo caso, él no está interesa-

do en las expectativas humanas o en los deseos que llevaron a oprimir el

interruptor.La tipología cuádruple de las causas de Aristóteles es probablemente una

simplificación excesiva de la va¡iedad de intereses que puedcn determinar la

selección de una gama de factores relevantcs para una pregunta "por qué".

34 P-a una descripción más completa de la solución a¡istotélica de las asimetrías, véase

mi artículo 'A Reexamination of A¡istotle's Philosophy of Science", Dialog,ue, 1980. El

relato fue escrito en respuesta a las preguntas penetfantes y los comentarios del profesor

J.J.C. Smal, y puesto en circulación en noviembre de I976.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN

Pero, en mi opinión, recurrir a tal tipología iluminará con éxito las asimetrías(y tambión los rechazos, ya que ningún factor de un tipo particular pvedeconducir a una respuesta eficaz a la pregunta "por qué"). Si ello es así,entonces, como dije antes, las asimetrías deben ser, por lo menos a veces,reversibles por medio de un cambio en el contexto. El relato que siguepretende ilustrar esto. Como en el ejemplo de la lintema (o de la luz delzaguán),la relevancia cambia de un tipo de causa eficiente a otro, siendola segunda los deseos de una persona. Como en todas las explicaciones, larespuesta correcta consiste en mostrar un único factor en la red causal, que espuesto de relieve en ese contexto por factores que no aparecen abiertamenteen las palabras de la prcgunta.

$3.2 "LA TORRE Y LA SOMBRA"

El año pasado, durante mis viajes a lo largo del Saona y el Ródano, paséun día y una noche en el hogar ancestral del caballero de St. X. . . , un viejoamigo de mi padre. El caballero de hecho había sido el oficial francés de en-lace asignado a la brigada en que servía mi padre durante la primera guerra;había desempeñado -si se puede confiar en los recuerdos que syss¿[¿¡-un papel nada insignificante en las batallas del Somme y del Mame.

El viejo caballero me contó que siempre tomaba el thé d l'Anglaiseen la terraza, a las cinco de la tarde. Fue a esa hora cuando ocurrió unextraño incidente, aunque sus consecuencias, por supuesto, no me erantodavía pcrceptibles mientras oía al caballero dar una sencilla explica-ción del largo de la sombra que nos cubría gradualmente en la tenaza.Yo acababa de comer mi quinta rebanada de pan con mantequilla y ha-bía comenzado mi tercerataza de té, cuando volví distraídamente la vistahacia el frente: alaluz desfalleciente de aquella hora de la tarde, el per-fil del caballero se recofaba nítidamente contra el fondo de la pared degranito que estaba detrás de él; la nariz grande, aguileña, lanzada haciadelante, y sus ojos fijos en algún punto más allá de mi hombro izquier-do. Yo no comprendía inicialmente la situación, y debo admitir que, pa-ra comenzar, estaba simplemente fascinado con la vista de aquella narizgrande y corva, recordando que mi padre pretendía que una vez habíascrvido como ¿uma efectiva en combate cuerpo a cuerpo con un grana-dero alemán. Pero fui despertado de este estudio en sepia por la voz delcaballero.

"La sombra de la torre llegará pronto aquí y va a hacer frío en latenaza.Sugicro quc tcrmincmos nuestro té y entremos."

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Page 83: Van Fraassen - La Imagen Científica

t66 LA IMAGEN CIENTIFICA

Miré al¡ededor y me percaté de que, en efecto, la sombra de la más

bicn curiosa torre que había visto antes en el terreno, se había acercado a

un metro de mi silla. Esta novedad en parte me desagradó, pues aquella

había sido una magnífica tarde; incluso hubiera querido oponerne, pero

no supe bien cómo hacerlo sin contraveni¡ las reglas de la hospitalidad.Exclamé:

"¿Por qué esa torre tiene que proyectar una sombra tan larga? ¡Estatefiaza es tan agradable ! "

Sus ojos se volvieron hacia mí y me miraron f,rjamente. Mi pregunta

había sido retórica, pero él no la fomó así.

"Como puede que usted ya lo sepa, uno de mis antepasados subió al

cadalso con Luis XVI y María Antonieta. Hice erigir esa torre en 1930 para

señalar el lugar exacto donde se dice que él saludó a la reina la primera vezque ella vino a esta casa, y le obsequió un pavorreal hecho de jabón, porentonces una sustancia rara. Puesto que, si viviera, la reina habría tenidociento setenta y cinco años en 1930, hice construir la torre con exactamenteese número de pies de altura."

Me tomó un momento captar la importancia de todo esto. Nunca fui muyveloz para las sumas, y en un primer momento estaba únicamente descon-certado respecto a por qué la medida tendría que haber sido hecha en pies;pero, por supuesto, yo sabía que aquel caballero era un anglófrlo. El añadió

secamente: "Como el curso del Sol es inalterable, Ia luz viaja en líneas

rectas y las leyes de la trigonometría son inmutables, usted comprenderáque el largo de la sombra está determinado por la altura de la torre." Actoseguido nos levantamos y entramos a la casa.

Esa noche, a las once, yo estaba todavía despierto, leyendo, cuando al-guien golpeó a mi puefa. Al abrirla encontré a la recamarera, que yo habíavisto ya ese día rondando por el patio en numerosas ocasiones, vesfida con

un vestido negro y un gorrito blanco ya algo pasados de moda. Haciendouna reverencia gentil preguntó: "¿Querría el caballero que le preparara su

cama para esta noche?"

Me hice a un lado, no queriendo rechazat ese gesto, aunque noté que era

muy tarde: ¿la hacían trabajar hasta tales horas? No, por supuesto, contestó

ella, mientras daba vuelta hábilmente al cobertor, pero se le había ocurridoque algunas tareas podrían también ser placenteras. En tales reflexionesfilosóficas y otras parecidas pasamos algunas agradebles horasjuntos, has-

ta que posteriormente mencioné, por casualidad, la tristeza que me había

producido que la sombra de la torre sobre la teÍraza impidiera prolongaraquella tranquila hora del té.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 167

Al oír esto, la muchacha alzó las cejas. Dio un rápido salto y se sentó."¿,Qué le dijo él acerca de esto?", preguntó. Contesté inmediatamente re-¡ritiendo la historia acerca de María Antonieta, que ahora sonaba un pococxagerada, incluso para mis oídos crédulos.

"Los sirvienteJ cuentan otra cosa", dijo ella con una sonrisa de desprecioquc no corrcspondía en absoluto, me pareció, a aquel rostro de tal manerajoven y bello. "La verdad es muy diferente", añadió, "y no tiene nada quevcr con los ancestros de nadie. La torre marca el lugar donde él mató a unarloncella de quien se había enamorado hasta el punto de la locura. ¿y la¡¡ltura de la torre? Él juro que la sombra cubriría latenazadonde declaró su¡rnror por primera vez, con cada puesta de sol; ésa es la razón de la alturatin grande de la torre."

Asimilé todo eso muy lentamente. Nunca es fácil asimilar verdades in-csperadas acerca de la gente que creemos conocer, y yo he tenido ocasiónrlc comprobarlo una y otra vez.

"¿Por qué la mató?", prcgunté finalmente."Porque, seño¡ ella retozó con un brigadier inglés, huésped de esta casa

lx)r una noche." Con estas palabras se levantó, tomó su vestido y su bonefe,y dcsapareció atravesando la pared a un lado de la puerta.

Me fui a la mañana siguiente, presentando mis excusas a aquel caballerorlc la mejor manera que me fue posible.

1i1. UN MODELO PARA LA EXPLTCACTóN

Voy a proponer ahora una nueva teoría de la explicación. Una explicaciónlro es lo mismo que una proposición, que un argumento o que una lista de¡rroposiciones; una explicación es una respuesta. (De manera análoga, unhijo no es lo mismo que un hombre, aun cuando todos los hijos son hombresy todo hombre es un hijo.) Una explicación es una respuesta a una pregunta"por qué". Por tanto, una teoría de la explicación debe ser una teoría de lasl)reguntas "por qué".

Para desarrollar esta teoría, cuyos elementos de conjunto pueden serirgrupados, de una manera más o menos directa, a partfu de la discusión¡rrcccdente, debo primero dccir algunas palabras más acerca de ciertostcmas de la pragmática formal (que trata acerca de la dependencia delcontcxto) y de la lógica de las preguntas. Ambas se han convertido ape-¡r¡rs rccientemente en áreas activas de la investigación lógica, pcro existeun acucrdo general sobrc los aspectos básicos, y a ellos limitaré mi discu-sitin.

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l(rll LA IMACEN CIENTÍFICA

ri 4. r CON'TEXTOS y PROPOSICIONES35

Los lógicos han estado construyendo una serie de modelos de nuestro len-guaje cada vez más complejos y sofisticados. Los fenómenos que con ellostratan de salvar son la gramática de superficie de nuestras aserciones y lospatrones de inferencia detectables en nuestros argumentos. (La distinciónentre la lógica y la lingüística teórica tiende a volverse vaga, y aunque losintereses de los lógicos se centran en partes especiales de nuéstro léngua-je y requieren de una adecuación menos fiel a la gramática de superflicie,esos intereses siguen siendo en todo caso altamente teóricos.) Las entidadesteóricas introducidas por los lógicos en sus modelos del lenguaje (tambiénllamados "lenguajes formales") incluyen los dominios del áiscurso (,,uni-versos"), las palabras posibles, las relaciones de accesibilidad (..posibilidadrelativa"), los hechos y las proposiciones, los valores de verdad y, por últi-mo, los contextos. Como se puede adivinar, doy por supuesto qu"i, p*t"del empirismo insistir en que la adecuación de estos modelos nó exigé quetodos sus elementos tengan contrapartes en la realidad. Serrán buenos si seadecuan a aquellos fenómenos que hay que salvar.

Los cursos de lógica elemental introducen argunos de los modelos mássimples, el de los lenguajes de la lógica dc enunciados y el de la lógicacuantificacional que, siendo los más simples, son, naturálmente, los másclaramente inadecuados. como la mayor parte de los profesores de lógicase ponen un poco a la defensiva cuando sc habla de esto, muchos estudiantesde lógica y algunos filósofos tienen la impresión de que ese exceso desimplificación ha tornado inútil cl tema. otros, impresionados con usoscomo el que tiene la lógica elemental (en la clarificación de las matemáticasclásicas, por ejemplo), concluyen que no entenderemos el lenguaje naturalhasta que no hayamos visto cómo puede ser reglamentado

"n iorrnu tal que

se adecue a dicho modelo simple de las hcrraduras y las tablas de verdad.En la lógica elemental, cada frase corresponde exactamente a una pro-

posición, y el valor de verdad de esa frase depcnde de si la proposición en

35 Al final de mi artículo "The only Necessity is Verbal Necessiry,,, Journal of philo-sophy,74, 1977,pp.71-85 (que es, en sí mismo, una apricación de la pragmáticu io.mal aun problema filosófico), se encuenlra un corto relato dcl dcsarrollo ¿e estas ideas y algunasreferencias a la literatura sobre ellas. El artículo "Demonst¡atives" de David Kaplan que fuemencionado allí como de próxima aparición, fue tcrminado y puesto en circulación en unaversión mimeografiada durante la primavera de 1977; es actuahnente la fue¡rte rnás impor-tante e¡r lo que toca a los conceptos y aplicaciones de la pragmática formal, aunque algunosaspectos de la forma en la que él desarrolla esta teoría son todavía cont¡ovcrtidos (vóasetanrbién la nota 30 del cap. 6).

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN r69

t'ucstión es verdadera en el mundo real. Esto también es cierto cuando se

lrata de extensiones de la lógica elemental, como la lógica libre (en la que¡ro todos los términos necesitan tener un referente real) y la lógica modalr¡ormal (en la que aparecen conectivos que no son veritativo-funcionales),y de hecho, también es cierto para casi todas las lógicas estudiadas hastalracc poco.

Pero, por supuesto, las frases del lenguaje natural son típicamente depen-rlicntes del contexto; es decir, la proposición que una frase expresa variarát'on el contexto y la ocasión en que se utilice. Este punto fue señalado an-tcriormente por Strawson, y los ejemplos abundan:

"Estoy feliz ahora" es verdad en el contexto.r, exactamente cuando elhablante en el contexto ¡ es feliz en el momento del contexto x,

cn donde el contexto de uso es una ocasión real, que ocurrió en un momentoy un lugar determinados, y en los cuales son identificados el hablante (re-Icrcnte de "yo"), el destinatario (referente de "tú"), la persona en cuestión(rcferente de "é1"), etcétera. Que los contextos así concebidos son ideali-z.uciones de contextos reales es obvio, pero el grado de idealización puedercducirse de varias formas, dependiendo de los propósitos con que se estu-tlia, al costo de una mayor complejidad en el modelo construido.

¿Qué es lo que debe especihcar el contexto? La respuesta depende de lal'rtse que se analiza. Si esa frase es

Hace veinte años era aún posible prevenir la amenaza de explosióndemográfica en ese país, pero ahora es muy tarde,

cl modelo contendrá varios factores. Primero, hay un conjunto de mundos

¡rosibles y un conjunto de contextos, con la especificación para cada contextotlcl mundo del cual forma parte. Luego debe haber, para cada mundo, unconjunto de entidades que existe en ese mundo, y también varias relacionesrlc posibilidad relativa entre estos mundos. Además está el tiempo, y cadacontcxto debe tener un tiempo en el cual ocure. Cuando evaluamos Ia frasetlc arriba lo hacemos en relación con un contexto y con un mundo. Con elcontcxto variar¿in los referentes de "ese país" y "ahora", y quizás tambiénl¡r rclación de posibilidad relativa usada para interpretar "posible", puestot¡uc el hablante puede haber tenido en mente alguno de los varios sentidosrlc "posibilidad".

Este tipo de intcrpretación de una oración puede presentarse bajo unafirrrna gencral. Primero identificamos ciertas entidades (constructos ma-lcrniilicos) llamadas proposicioncs, cada una dc las cuales tiene un valor

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t7l170 LA IMAGEN CIENTÍFICA

de verdad en cada mundo posible. Luego damos al contexto, como tareaprincipal, la de seleccionar para cada frase la proposición que expresa "enese contexto". Supongamos, como una simplificación, que cuando una ora-ción no contiene términos deícticos* (como "yo", "aquello", "aquf', etc.)todos los contextos seleccionan la misma proposición para ella. Esto nosda un fácil control intuitivo sobre lo que ocurre. Si A es una oración en lacual no se presentan términos deícticos, designamos como lA I la proposiciónque ésta expresa en cada contexto. Luego generalmente podemos identificar(aunque no necesariamente siempre) la proposición expresada por cualquieroración en un contexto dado, como la proposición expresada por alguna ora-ción libre de deícticos. Por ejemplo:

En el contexto x, "hace veinte años era aún posible prevenir la explo-sión demográfica en ese país" expresa la proposición "en 1958 es (sinpretérito) posible prevenir la explosión demográfica en la India".

Para dar otro ejemplo, en el contexto de mi acto de escribir presente, "yo es-toy ahora aquí" expresa la proposición Bas van Fraassen está en Vancouver,enjulio de 1978.

Este enfoque ha iluminado algunas cuestiones contextuales delicadasde la filosofía del lenguaje. Nótese, por ejemplo, que "Estoy aquí" es unaoración que es verdadera sin importar cuáles sean los hechos y sin importarcómo sea el mundo, y sin importar qué contexto de uso consideremos.Su verdad es afirmable a priorí. Pero la proposición expresada, que VanFraasen está en Vancouver (o cualquier otra cosa por el estilo) no es en lomás mínimo necesaria: yo podría no haber estado aquí. Por eso, apareceuna clara distinción entre afirmabilidad a priorí y necesidad.

El contexto generalmente seleccionará la proposición expresada por unadeterminada oración A a través de la selección de los referentes para lostérminos, de las extensiones para los predicados y de las funciones paralos functores** (es decir, palabras sincategoremáticas como "y" o "mayo-ría"). Pero las variables contextuales que intervienen pueden presentarse en

* La palabra deíctico, cuya etimología ("que designa", "que muestra") la presenta comosinónimo de demostrativo, designa una clase de formas sin denotación concreta, con referenciava¡iable que sólo puede ser captada en relación est¡echa con la situación; si la situación no se

conoce,elrefe¡entenopuedeseridentificado: ¡Mireeso! ¡Venaquí! (G.Mounin,Diccionariode Lingüística, Labor, 1979, p. 53.) [N.del T.]

* * Algunos lingüistas norteamericanos denominan palabras funcionales (function-wordso functors) aquellos fonemas gramaticales que son signos estructurales, como las preposi-cioncs, las flexiones, etcétera: sobre, en "ponedlo sobre la mesa". (Mounin, op. cit., p.99,líncas 3-10.) [N. del T.]

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN

e ualquier momento en estas selecciones. Entre tales variables se encontra-riin las suposiciones que se asumen, las teorías aceptadas, las imágenes delr¡rundo o los paradigmas a los cuales nos hemos adherido en ese contexto.tln ejemplo simple sería el espectro de mundos concebibles que el hablante¡rdmite como posibles; esta variable interviene en la determinación del valortlc verdad de sus enunciados modales en ese contexto, relativas a las "presu-¡rosiciones pragmáticas". Por ejemplo, si el mundo real es efectivamente elrinico mundo posible que hay (quc existe), entonces los valores de verdad delos enunciados modales en ese contexto serán tout court muy diferentes desus valores de verdad relativos a aquellos presupuestos pragmáticos, / sólolos últimos desempeñarán un papel significativo en nuestra comprensión delo que se está diciendo, o argumentando, en dicho contcxto.

Puesto que las proposiciones dcsempeñan un papel a tal grado central,la familia de las proposiciones debe tencr una estructura bastante compleja.Aquíentra en escena una hipótcsis simplificadora: las proposiciones puedenidcntificarse únicamente a través de los mundos en los que son verdadcras.Dsto simplifica el modelo considcrablemente, ya que nos permite identih-c¿r una proposición con un conjunto de mundos posibles, es decir, con elconjunto de mundos en los cuales es verdadera. Dicha hipótesis permiteque la familia de las proposiciones sea una estructura compleja que admi-lc operaciones intemas interesantes, al mismo tiempo que preserva que lacstructura de cada proposición individual siga siendo muy sencilla.

La sencillez tiene un costo. Sólo si los fenómenos son suhcientementesimples, podrrín adecuarse a ellos los modelos simples. Y a veces, paraconservar la simplicidad en una parte de un modelo, tcnemos que compli-carlo en otra parte. En varias áreas de la lógica filosófica ya se ha propuestotlcscartar esas hipótesis simplificadoras y dar a las proposicioncs más "es-tructura intema". Como se verá más adclante, los problcmas de la lógica dela explicación ofrecen otras razones para proceder así.

$4.2 PREGUNTAS

Dcbcmos ahora examinar más dc ccrca la lógica general de las preguntas.I lay, por supuesto, varios enfoqucs. Scguiré principalmente el de Nuel Bel-nap, aunque sin comprometerme con los detallcs de su teoría.36

36 La teoría de Belnap fue prescntada por primera vez en An analysis of questions:prelíntinury rcporr, sa'nra Mónica, cal., System Dcvelopment corporation, memorándum

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172 LA IMAGEN CIENTIFICA

Una teoría de las preguntas debe basarse forzosamente en una teoríade las proposiciones, que yo supongo dada. Una pregunta es una entidaclabstracta; se expresa a través de una interrog,ación (una parte del lenguajc)en el mismo sentido en que una proposición se expresa por medio de unaoración declarativa. Casi cualquier cosa puede ser una respuesta apropiadaa una pregunta, en una u otra situación; así como "Peccavi" fue la respuestatelegrafiada por un comandante británico en la India a la pregunta de cómoiba la batalla (había sido enviado a atacar la provincia de Sind).37 Pero notoda contestación es, propiamente hablando, una respuesta. Desde luego,hay grados; y una contestación puede ser más (o menos) respuesta que otra.La primera tarea de una teoría de las preguntas es la de ofrecer una tipologíade las respuestas. A guisa de ejemplo, considérese la siguiente pregunta yuna serie de respuestas:

¿Se puede llegar a Victoria tanto en transbordador como en avión?

(a) Sí.(á) Se puede llegar a Victoria tanto en transbordador como en avión.(c) Se puede llegar a Victoria en transbordador.(d) Se puede llegar a Victoria tanto en transbordador como en avión, pcro

no hay que perderse el viaje en transbordador.(e) Cicrtamente se puede llegar a Victoria en transbordador y eso es algo

que uno no debe perderse.

Aquí (á) es el "más puro" ejemplo de una respuesta: brinda informaciónsuficiente para responder a la pregunta completamente, pero nada más. Deaquí que se le llame respuesta direc'ta. La palabra "sí" (a) es un códig,o paraesta respuesta.

Las respuestas (c) y (d) parten de dicha respuesta directa en direccionesopuestas: (c) dice propiamente menos que (b)

-es implicada por (á)-,mientras que (d), que implica (á), dice más. Cualquier proposición implica-da por una respuesta directa se llama respue stq porc ial, y la que implica unarespuesta directa es una respuesÍa completa. Debemos resistir la tentaciónde decir que, por tanto, una respuesta tout court es alguna combinación deuna respuesta parcial con información adicional, porque, en ese caso, cadaproposición sería una respuesta a alguna pregunta. Así que, por ahora, de-jemos (e) sin clasificar, notando mientras tanto que es "más respuesta" que

técnico 7-1287-1000/00, 1963, y es más accesible ahora en N.D. Belnap, Jr., y J.B. Sreel,lr,The Logic of Questions and Answers, New Haven, Yale University Press, 1976.

37 Escuché el ejemplo de mi ex discípulo Gerald Charlwood. Ian Hacking y J.J.C. Smartme dijcron que el oficial era sir Charles Napier.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 173

rcspucstas tales como "¡Gorila!" (respuesta dada a varias preguntas en laptlícuIa Ich bin ein Elephant, Madame, y que es por ello, supongo, aún másrt'spuesta que algunas otras). Puede haber alguna noción cuantitativa en eltr¡rsfondo (una medida del grado en que una respuesta realmente "tiene quevcr con" la pregunta) o, por lo menos, una tipología mucho más completa(irlgo más de ella se ofrece adelante), así que, probablemente es mejor nol¡¡rtar de definir el férmino "respuesta" demasiado pronto.

La noción básica aquí es la de respuesta directa. En 1958, C.L. Hamblinrrrlrodujo la tesis de que una pregunta es identificable únicamente por mediorlc sus respuestas.3s Esto puede considerarse una hipótesis simplificadorarlcl tipo que encontramos para las proposiciones, porque nos permitiríarrlcntif,rcar una pregunta como el conjunto de sus respuestas di¡ectas. Nóteser¡rrc esto no excluye un buen grado de complejidad en la determinaciónrlc cxactamente qué pregunta expresa una interrogación dada. Asimismo,ll hipótesis no iguala a la pregunta con la disyunción de sus respuestasrlircctas. Si así se hiciera, las preguntas claramente distintas

¿Está el gato en el tapete?

Respuestas directas: El gato está en el tapete.El gato no está en el tapete.

¿Es verdadera la teoría de la relatividad?

Respuestas directas: La teoría de la relatividad es verdadera.La teoría de la relatividad no es verdadera.

scrían iguales (identificadas como tautologías) si la lógica de las proposi-t'iones que se adoptara fucra la lógica clásica. Sin embargo, esta hipótesissirnplificadora no debe rechezarse inmediatamente, y si bien de hecho ha

¡¡uiado buena parte de la investigación sobre las preguntas, es todavía acon-scjable mantener una actitud en parte tentativa frente a ella.

Micntras tanto, podemos utilizar todavía la noción de respuesta directa¡rara def,rnir algunos conceptos básicos. De una pregunta Q puede decirsetltrc contiene otra, Qt , si p' se contesta tan pronto como se contesta Q, es de-cir, si cada respuesta completa a Q es también una respuesta completa a Q/.I lrra pregunta es vacía si todas sus respuestas directas son necesariamentevcrdadcras, y absurda si ninguna de ellas es ni siquiera posiblemente ver-tlrrtlcra. Un caso especial es el de la pregunta muda, que no tiene respuestasrlircctas. Aquí están los ejemplos:

r8 C.L. Hamblin, "Questions", Austalasian Journal of Philosophy,36, 1958, pp. 159-I (rll.

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t'|4 LA IMAGEN CIENTÍFICA

1. ¿Usó usted ayer el sombrero negro, o usó el blanco?2. ¿Us6 usted un sombrero tanto negro como no negro, o usó uno quc cr

tanto blanco como no blanco?3. ¿Cuáles son tres ejemplos distintos de números primos entre los si

guientes números: 3, 5?

Como está claro, la 3 es muda y la dos es absurda. De acuerdo con cllu,si también decimos que un enunciado necesariamente falso es absurdo, ohtenemos el teorema haga una preg,unta absurda y obtenga unq respu(,\tttqbsurda. Esto fue probado primero por Belnap, pero lo atribuyó a un antiguufilósofo hindú mencionado en IasVidas de Plutarco, que tcnía el mérito arlicional de ser un antiguo nudista. Nótese que una pregunta absurda contic¡rctodas las preguntas, y una vacía está contcnida en todas.

El ejemplo I está allí en parte para introducir la forma de pregunta usatluen 2, pero en parte también para introducir el concepto semántico nrifui

importante después del de respuesta dirccta, a saber, el de presuposición. ll¡fácil ver que las dos respuestas directas a I ("Usé un sombrero negro", "usr.un sombrcro blanco") podrían ser falsas. Si fuera así, el que responde dcbcrf¡rdecir, prcsumibleme nte, "ninguno", la cual es una respuesta aún no abarcatl¡rpor nuestra tipología. Siguicndo a Belnap, que clarificó completamente cstctema, introduzcamos los conceptos relevantes como sigue:

lJna presuposición3e de la pregunta Q es cualquier proposición quces implicada por todas las respuestas directas a Q.Una corrección (o respuesta correctiva) a Q es cualquier negación tlccualquier presupuesto de Q.La presuposición (básica) de Q es la proposición que es verdadera siy sólo si alguna respuesta directa a Q es verdadera.

En esta última noción presupongo la hipótesis simplificadora que identificua una proposición por medio del conjunto de mundos en que es verdadcra;si esa hipótesis es rechazada, es necesario dar una dehnición más complcja.En el ejemplo l, "el" presupucsto claramente es la proposición que dice qucel dcstinatario usó o bien el sombrero blanco, o bien el sombrero negro. Dehecho, en cualquier caso en que el número de respuestas directas sea finilo,"la" presuposición es la disyunción de esas respuestas.

39 La cláusula definidora es equivalenre a "cualquier proposición que es verdadcra si

cualquier respuesta a Q es verdadera". Esto incluye, por supuesto, las proposiciones qucpodrían normalmente expresarse por medio de frases "metalingüísticas", una disfinción quc,siendo relativa al lenguaje, carece de importancia.

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 175

l(t'grcsemos momentáneamente a la tipología de las respuestas. UnaI'lrrrlil importante es la de las respuestas parciales (que incluye respuestas,lirr't tls y completas). una segunda familia impofante es la de la respuesta

',,rrt'ctiva. Pero hay m¿ís todavía. Supongamos que el destinatario de laI'r' l'unla I contesta: "No usé el blanco". Ésta no es ni siquiera una respuestat'¡r.ill, según la definición dada, ni es implicada por la respuesta directa,¡'r{'\to que él pudo haber usado ambos sombreros ayer, uno en la tarde y,,trrl cn la noche, por ejemplo. Sin embargo, puesto que el que pregunta¡ lt¡i l)rcsuponiendo que el otro usó por lo menos uno de los dos sombreros,l,r r'rrnlcstación es para él una respuesta completa. Pues la respuesta, miísl,r ¡rrt'suposición, conllevan a la respuesta directa de que usó el sombrerorr,'¡'t (). Añadamos entonces:

r:lt.r respuesta relativamente completa a Q es cualquier proposición que,jrrrrto con la presuposición de Q, implica una respuesta directa a e.

f 'rxlt'nros generalizaresto todavíamás: unarespuestacompletaae,relativarr l¡r tcoría Z, es algo que, junto con Z, implica alguna respuesta directa a e,¡ tr tilcra. El punto impofante, creo, es que deberíamos considerar abiertalrr ti¡xrlogía de las respuestas que hemos introducido, para extenderla enl¡r r¡¡cdida que sea necesario cuando estudiemos tipos específicos de pre-glI tl¡rs.

lrinllmente, ¿qué pregunta se expresa a través de una interrogación dada?| .'tr cs altamente dependiente del contexto, en parte porque todos los tér-rrilr¡os deícticos usuales aparecen en las interrogantes. Si digo ¿cuál quierer¡',lt'rl'1, el contexto determina una gama de objetos sobre la que se extienderrrr "cuál"; por ejemplo, el conjunto de manzanas de la canasta que está enr¡¡ lrrrzo. Si adoptamos la hipótesis simplificadora examinada antes, en-t,rrt't:s lo tarea principal del contexto es la de circunscribir el conjunto det. ',l'r¡c:stas directas. En las "preguntas elementales" de la teoría de Belnap{"¡rrcguntas si" y "preguntas cuáI"), este conjunto de respuestas directas se, ',1x'ciñca a través de dos factores: un conjunto de alternativas (llamadas elt.''t¡tt (lc la pregunta) y la petición de una selección de entre esas alternativasy, ¡xrsiblcmente, cierta información acerca de la selección hecha (,,deman-rl,rs rlc distinción y completud"). Lo que sean esos dos factores puede nor"'trrr cxplícito en las palabras usadas para enmarcar la interrogación, pero,

"r ('s quc sc busca interprctar esas palabras como la expresión de una única

I'r('ltrr¡tla, cl contcxto ticne quc dctcrminarlas exactamente.

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t76 LA IMAGEN CIENTIFICA

$4.3 UNA TEORÍA DE LAS PREGUNTAS "pOR QUÉ"

Hay muchos aspectos en los que las preguntas "por qué" introducen elemen-tos genuinamente nuevos dentro de la teoría de las preguntas.4O Enfoquemosprimero la cuestión de determinar exactamcnte qué pregunta se formula, es

decir, la especificación contextual de los factores necesarios para entenderuna interrogación "por qué". Después de hacer esto (tarea que termina conla delimitación del conjunto de las respuestas directas) y como una empre-sa independiente, debemos volver a la evaluación de esas respuestas comobuenas o mejores. Esta evaluación procede con referencia a la parte de laciencia aceptada como "marco teórico" en ese contexto.

Como ejemplo, considérese la pregunta "¿por qué está doblado el con-ductor?" El que pregunta da a entender que el conductor está doblado y estápidiendo una razón. Llamemos a la proposición de que el conductor es-tá doblado el tema de la pregunta (siguiendo la terminología de HenryLeonard, el "tema de interés"). Luego, como hemos visto, esta preguntatiene una clase de contraste, es decir, un conjunto de alternativas. Tomaréesta clase de contraste

-llamémosla X- como una clase de proposiciones

que incluye al tema. Para esta intcrrogante particular, el contraste podríaser que es este conductor en lugar de aqué|, o que este conductor se hadoblado en lugar de conservar su forma. Si la pregunta es "¿por qué estematerial al quemarse da una flama amarilla?", la clase de contraste podríaser el conjunto de proposiciones: este material ardió (con una llama de)color ¡.

Finalmente, está el aspecto-según-el-cual se pide una razón, que deter-mina lo que ha de contar como un posible factor explicativo: la relaciónde relevancia explicativa. En el primer ejemplo, la petición puede ser porlos sucesos "que llevan a" el doblqmiento.Eso admite como relevante unacaracterización en términos de error humano, de interruptores que se cerra-ron, de humedad condensada en esos interruptores o, incluso, de conjurosformulados por brujas (puesto que la evaluación de lo que es una buenarespuesta viene después). Por otro lado, los sucesos que llevan al dobla-

ao En el libro de Belnap y Steel (véase nota 36, antes), la teoría de las preguntas "por qué"de Bromberger se presenta de la forma general, común a las preguntas elementales. Creo que

Bromberger llegó a su concepto de "ley anórmica" fabnormic lawl (y la forma de respuestaexpuesta por "'Grünbaum' se escribe con umlaut porque es una palabra inglesa tomada delalemán, y ninguna palabra inglesa se escribe con umlaut excepto aquellas tomadas de otralengua en la cual se pronuncian asf') porque no consideró el tácito en lugar de (la clase decontraste) de las interrogaciones "por qué", y entonces tuvo que compensar esta deficienciaen su caractcrización de las respuestas.

PRAGMATICA DE LA EXPLICACIÓN l'77

r¡licnto del conductor pueden ser bien conocidos; en tal caso, lo que se pidecs posiblemente una caracterización de las condiciones circunstantes quehicieron posible que esos sucesos llevaran a ese doblamiento del conduc-Irrr: la presencia de un campo magnético de cierta fuerza, pongamos porcaso. Finalmente, puede ser ya conocida -o considerada insignificante-la manera exacta en que se produjo el doblamiento, y la pregunta (basa-tla posiblemente en una incomprensión) puede ser acerca de exactamentequé papel cumple este doblamiento del conductor en el funcionamiento dela planta de energía. Compárese "¿por qué circula la sangre por el cuer-po?" respondida así: (l) "porque el corazón bombea la sangre a través delas arterias", y así: (2) "para llevar oxígeno a todas las pafes del tejidocorporal".

En un determinado contexto, donde varias preguntas coinciden en cuantoal tema pero difieren en cuanto a la clase de contraste, o viceversa, conce-biblemente pueden difcrir todavía más en lo que se toma como relevantepua la explicación. De allí que no podamos preguntar propiamente quécs relevante para este tema o qué es relevante para esta clase de contraste.En cambio, debemos decir de una proposición dada que es o no relevante(cn este contexto) para el tema, con respecto a esa clase de contraste. porcjcmplo, en el mismo contexto uno puede tener curiosidad acerca de lascircunstancias que llevaron a Adrín a comer una manzana en lugar de unapcra (Eva le ofreció una manzana) y también acerca de los motivos que lollcvaron a comérsela en lugar de rechazarla. Lo que se "mantiene constante"o "se toma como dado" (que él comió la fruta, que lo que hizo lo hizo conuna manzana), es decir, la clase de contraste, no tiene que estar enteramcnteclisociada del aspecto-según-el-cual pedimos una razón.

Recapitulando, entonces, la pregunta "por qué" e expresada por unaintcrrogación en un contexto dado, estará determinada por tres factores:

El tema P¡

La clase de contraste X : {pt,. . . , pr . . .}

La relación de relevancia R

y, de manera preliminar, podemos identificar la pregunta "por qué" abstracta,con la tríada que consta de estos elementos:

Q:< P¡,X,R >

Una proposición A es relevanÍe pera Q exactamcnte cuando A está en unarclación R con la pareja 1 P¡, X ).

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178 LA IMAGEN CIENTíF¡CA

Debemos ahora definir cuáles son las respuestas di¡ectas a esta pregunl¡¡

Para comenzar, inspeccionemos la forma de las palabras que habrán tlcexpresar dicha respuesta:

(*) Pr en contraste con (el resto de) X porque A.

Esta frase debe expresar una proposición. Qué proposición exprcsa, sirr

embargo, depende del mismo contexto que seleccionó p como la propo'sición expresada por la interrogación correspondiente ("¿por qué P¡?").De manera que algunos de los mismos factores contextuales, y específica-menfe R, pueden aparecer en la determinación de la proposición expresadlpor (*).

¿Qué se afirma con la respuesta (*)? Primero que nada, que P¿ es vct-dadera. Segundo, que los otros miembros de la clase de contraste no son

verdaderos. Todo esto seguramente ya lo transmite la pregunta; no tiencsentido preguntar por qué Pedro, en lugar de Pablo, tiene paresia si am-

bos la tienen. En tercer lugar, (*) dice que A es verdadera. Y finalmentc,esta allí esa palabra "porque": (*) incluye la pretensión de que A es una

razón.Este último punto lo espcrÍunos conteniendo el aliento. ¿No es en él

justo donde entra el inextricable elemento modal o contrafáctico? Pucs

no, en absoluto; en mi opinión, aquí la palabra "porque" significa úni-camente que A es relevantc, en este contexto, para esta pregunta. Portanto, lo que se pretende es solamente que A está en una relación R con1 P¡, X >. Por ejemplo, supóngase que alguien me pregunta por qué mclevanté a las siete en punto esta mañana, y yo le digo "porque me des-pertó el esc¿índalo que hizo el lechero". En ese caso yo interpreté la pre-gunta como si pidiera algún tipo de razón que cuando menos incluyeralos sucesos-conducentes-a que me levantara de la cama, y mi palabra "por-que" indica que el esciíndalo que hizo el lechero fue ese tipo de razón, es

decir, uno de los sucesos comprendidos en lo que Salmon llama¡ía el proce-so causal. Comprírese éste con el caso en el cual interpreto que la preguntaexige específicamente un motivo. En ese caso yo habría contestado: "Nohay ninguna razón, en realidad. Fácilmente hubiera podido quedarme en

la cama, ya que no quiero hacer nada en particular el día de hoy. Pero elesciíndalo del lechero me despertó y supongo que solamente me levantépor la fuerza del hábito." En este caso, no digo "porque", pu€S el esc¿indaloque hizo el lechero no pertenece al rango relevante de sucesos, tal y comoentiendo la pregunta que se me hizo.

Puede objetarse que "porque A" no solamente indica que A es una ra-zón, sino que indica que es la razón o, por lo menos, que es una buena

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 179

r,¡¿rín. Creo que esta cuestión puede resolverse de dos maneras. La prime-r¡r ('s que la relación de relevancia, la cual especif,rca qué tipo de cosa se, ,,tii pidiendo como respuesta, puede interpretarse de un modo muy enfáti-r o; "d(¡¡s un motivo lo suficientemente fuerte para justificar un asesinato","tlr:r¡rc un suceso previo estadísticamente relevante no enmascarado por{rlros sucesos", "déme una causa común", etc. En ese caso, la prctensiónrh'{uc la proposición expresada porA caiga dentro del rango relevante esyn una pretensión de que ésta ofrece una razón significativa. Sin embargo,, o¡rsidero más verosímil que la petición no tenga que ser interpretada tanlrrfiificamente; la cuestión es más bien que quienquiera que contesta una

¡rrcgunta pretende tácitamente, en algún sentido, estar ofreciendo una bue-rrl rcspuesta. En todo caso, la determinación de si la respuesta es de hecholrrrcna, o significativa, o mejor que otras respuestas que podrían haberserl:ulo, debe ser desarrollada todavía, y esto lo discuti¡é bajo el encabezadorlc "cvaluación".

Como una cuestión de procedimiento propongo que consideremos (*)rrrra respuesta di¡ecta sólo si A es relevante.4l En ese caso no tenemos tam-

lx)co que entender la afirmación de que A es relevante como paÍe explícitarlc Ia respuesta, sino que podemos ver la palabra "porque" solamente co-rrur un signo lingüístico que indica que con las palabras emitidas se intentaofrccer una respuesta a la pregunta "por qué" que se acaba de formular.(listá presente, como siempre, la pretensión tácita de quien contesta, det¡rrc lo que está dando es una respuesta buena y, por tanto, relevante; sólo(¡rc no necesitamos hacer de esta pretensión una parte de la respuesta.) Lar lt: flnición es, entonces:

B es unarespuesta direcfa a la pregunta Q. :1 P*, X,R > exactamentesi hay unaproposiciónA tal queA estáen unarelaciónR con < P¿,X >y B es la proposición que es verdadera precisamente si (P¡; y para todai I k, no P¡;y A) es verdadera

rltrrrde, como antes, X : {Pt,.. ., Pk,. . .}. Dada esta definición propuestatlc Ia respuesta directa, ¿qué es lo que presupone una pregunta "por qué"?I lsando la definición general de Belnap deducimos:

al Llamo a ésta una cuestión de procedimiento, porque la teoría podría ser desarrolladat l:rra¡nente de manera diferente en este punto, construyendo la pretensión de pertinenciarle¡rlro de la respuesta como un conyunto explícito. El resultado sería una teoría alternativa de

l)rcgunlas "por qué" que, creo, salvaría igualmente los fenómenos, o bien de la explicación,o bicn dc la formulación y la respuesta de las preguntas "por qué".

I

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Itw'

I8(' LA TMAGEN cleNrÍnce

ut¡¡r prcgunta "por qué,, presupone exactamente que

(u) su tcma es verdadero;

(b) en su clase de contraste, solamente su tema es verdadero;(c) por lo menos una de las proposiciones que está en relación de rele-

vancia con su tema y su clase de contraste es también verdadera.

sin embargo' como veremos, si las tres proposiciones anteriores son verda-deras, la pregunta podría aún ca¡ecer de una respuesta eficaz.

No obstante, antes de pasar a la evaluación de las respuestas, debe-mos considerar un tema relacionado con ello: ¿cuándo ,urg" unu pr"-gunta "por qué"? En la teoría general de las preguntas, se hicieron equi-valer las proposiciones siguientes: la pregunta e se plantea, todos lospresupuestos de Q son verdaderos. La primera significa qve e no deberechazarse como errónea; la última, que e tiene aiguna Ápuñtu verda-dera.

En el caso de las preguntas "por qué", evaluamos las respuestas a laluz de la teoría (tanto como de la información) antecedente, y -" p*"""que esto introduce una cuña entre los dos conceptos. Desde lulgo, a vecesrechazamos una pregunta "por qué" debido a que pensamos que no fieneuna respuesta verdadera. Pero en tanto no pensemos eso, la pregunta seplantea y no es errónea, indepcndientemente de lo que ,ea uerd'adJro.

Para precisar esto y para simplificar la discusión que sigue, introduzca-mos dos términos especiales más. En la definición anterior de ,,respuesta

directa", llamemos proposición A ar núcreo de la respues ta B (yaque la res-puesta puede ser abreviada como " porque A") y llamemos a la presuposición

fr I poro toda i I k, no P¡)lapresuposición central de la preiunta e.Finalmente, si la proposición A es relevante para < pk, X >,ra ilamaremostambién relevante paua Q.

En el contexto en el cual la pregunta se sitúa, hay un cierto cuerpo Kde teoría de trasfondo aceptada y de información fáciica. Esto es un factoren el contexto, puesto que depende de quién es el que pregunta y quién elque escucha. Este trasfondo es el que determina si la pregunta seplantea ono; por tanto, una pregunta puede plantearse (o, inversamente, rechazarsecorrectamente) en un contexto y no en otro.

Para comenzar, si la pregunta surge o no genuinamente, depende de siK implica o no el presupuesto central. En tanto el presupuesto central nosea parte de lo que se asume o se acuerda en este contexto, la pregunta ..porqué" no surge en absoluto.

pR¡c¡rlÁflc¡ DE LA EXPLTC¡CIóN lgl

En segundo lugar, Q presupone además que una de las proposiciones A,rclevante para su tema y su clase de contraste, es verdadera. Tal vez K nolo implica. En este caso, la pregunta surgirá todavía, si es que K no implicaque todas esas proposiciones son falsas.

De manera que propongo que usemos la frase "la pregunta surge en estecontexto" para decir exactamente esto: K implica la presuposición central,y K no implica la negación de ninguna presuposición. Obsérvese que esto esrnuy diferente de "todas las presuposiciones son verdaderas", y pondremosónfasis en esta diferencia al decir "surge en el contexto". La razón por laque debemos trazar esta distinción es que K no puede decimos cuál de lasposibles respuestas es verdadera, pero esta lacuna de K evidcntcmente noclimina la pregunta.

$4.4 EVALUACTÓN DE LAS RESPUESTAS

Los problemas principales de la teoría filosófica de la explicación son darcuenta de los rechazos legítimos dc las demandas de explicación y las asi-metrías de la explicación. Estos problemas se resuelven exitosamente, enmi opinión, con la teoría de las preguntas "por qué" tal y como ha sidodcsarrollada hasta ahora.

Pero dicha teoría todavía no está completa, puesto que no nos dice de quémanera las respuestas se evalúan como eficaces, buenas o mejores. Tratarét¿unbién de dar una caracterización de esto y mostrar de paso en qué mcdidacl trabajo de quienes previamente escribieron acerca de la explicación secntiende mejor cuando se considera dirigido a este mismo punto. Pero debohacer énfasis, primero, en que esta sección no está concebida para ayudar ala solución del problema tradicional de la explicación, y segundo, que creoque la teoría de las preguntas "por qué" es básicamente correcta tal comoha sido desarrollada hasta ahora y que, en cambio, tengo menos confianzacn lo que sigue.

Supongamos que estamos en un contexto con un trasfondo K de teoríaaceptada, además de cierta información, y Ia pregunta p se plantea aquí. Sea

Q el tcma B, y laclase de contraste X : {8,C,..., N}. ¿En qué medidacs buena la respuestaporque A?

Hay por lo menos tres maneras de evaluar esta respuesta. La primeraconcierne a la evaluación de A misma, como aceptable o posiblemente ver-dadcra. La segunda concierne a la medida en que A favorece el tema B encontra de los otros micmbros dc la clase de contraste. (Aquí es donde elcritcrio dc Hcrlpcl dc proporcionar razoncs para espcrar y el critcrio de

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;FF

llrJ LA TMAcEN clnNrfnce pRecuÁrrce DE LA EXPLrclcróN r83

la evaluación de la respuesta porque A ala pregunta Q procede solamen-lc con referencia a cierta parte K(Q) de K. Cómo se selecciona esa pafecs igualmente impofante para todas las teorías de la explicación que hediscutido. Ni los demás autores ni yo mismo podemos decir mucho acer-ca de ello. Por consiguiente, la selección de la pafe K(Q) de K que hadc utilizarse en la ulterior evaluación de A debe ser otro factor contex-tual.43

Si rK(O) más A implica B, e implica la falsedad de C,..., N, enton-ccs A recibe en este contexto las mejores calihcaciones para favorecer altcma B.

En el caso en que A no sea así, nosotros debemos otorgar las calificacionessobre la base de lo bien que A redistribuye las probabilidades en la clasede contraste para favorecer a B en contra de sus alternativas. Llamemosa la probabilidad a la luz de K(O) sola, la probabilidad a priori (en estecontexto) y a la probabilidad dado K(Q) más A la probabilidad a posteriori.Entonces A se desempeñará mejor aquí si la probabilidad posterior de B es

igual a I . Si A no es así, todavía puede desempeñarse bien siempre y cuandodesplace la masa de la función de probabilidad hacia B; por ejemplo, si elevala probabilidad de B mientras hace bajar la de C, . . . , N; o si no hace bajar laprobabilidad de ,8 mientras hace bajar la de algunos de sus más cercanosrivales.

sus consecuencias, debe ser cuidadosamente separada de aquellos presupuestos básicos si nose quiere trivializar la ca¡acterización de la explicación. Mutatis mutandis, esto vale tambiénpara las explicaciones estadísticas ofrecidas por un bayesiano, como lo ha señalado Glymouren st Theory and Evidence.

a3 Escojo deliberadamente la notación K(0) para indicar la conexión con los modelos decreencia ¡acional, condicionales y de razonamiento hipotético, tal como son analizados, porejemplo, por William Harper. Existe, por ejemplo, algo llamado la prueba de Ramsey: para

ver si una persona con unas creencias totales K acepta que si A entonces B, él debe verifica¡ siK(A) implica B, donde K(A) es la "revisión mín::na" de K que implicaA. Una condición para"abrir la pregunta" a A, es que tal persona debe desplazar de manera semejante sus creenciasdesde K hacia K?4, la "revisión mínima" de K que es consistente conA; y podemos conjeturarque K(A) es lo mismo que (K?A)&Á. Lo que he llamado K(Q) sería, de manera similar, unarevisión de K que es compatible con todos los miembros de la clase de contraste de Q y tambiéncon la negación del tema de Q. No sé si la imagen de la "mínima ¡evisión" es la más conecta,pero estas semejanzas sugestivas pueden señalar conexiones importantes; puede parecer,seguramente, que la explicación lleva consigo un razonamiento hipotético. Véase W. Harper,"Ramsey Test Conditionals and Iterated Belief Change", pp. 117-135, en W. Harper y C.A.Hooker, Foundations of Probability Theory, Statistical Inference, and Statistical TheoriesofStien<'e, Dordrecht, Reidel, 1976, y su "Rational Conceptual Change", en F. Suppe y P.

Asquith (comps.), PSA 1976, East Lansing, Philosophy ofScience Association, 1977.

s¡rl'rrrr dc la rclevancia estadística pueden encontrar una aplicación.) Lalcrccr¿r concicrne a ra comparación de porqueA con otras reipuestas posi-blc-s a la misma pregunta; y ésta tiene tres aspectos. El primeio de ellos essi A cs más probable (en vista de K); el segundo, si favoiece er tema en unamayor medida y, tercero, si se vuelve total o parcialmente no relevante porotras respuestas que podrían ofrecerse. (En este tercer aspecto se aprióanlas consideraciones de salmon acerca d,er enmascaramienio.)cada una deestas tres maneras principales de evaluar necesita formula¡se con mayorprecisión.

La primera es, por supuesto, la más simple: descartamos por completoporgug.A si K implica la negación de A; y por otra parte preguntamos quéprobabilidad otorga K

-a A. Después comparamos esto con liprobabilidad

que K otorga a los núcleos de otras respuestas posibles. volveáos entoncesa la cuestión del favorecimiento.

. S_f la pregunta por qué-B mrís bien que C,..., N surge aquí, K debeimplicar B e implicar la falsedad de C,..., ¡y'. Sin .mUigo,'es'p."cira_mente la información de que el tema es verdadero y las aitemativas no,loque es irrelevante para juzgar qué tan favorabre

", ru."rpu"rta en rera-

ción con el tema. La evaluación utiiiza soramente esa parne de la informaciónantecedente que constituye la teoría general u."r"u de estos fenómenos,además de otros hechos "a¡xiliares" qu" ,on conocidos pero que no im-plican el hecho que se ha de explic*.

-8.t" detalle

", ,.t"uunt"-f*a todas

las caracterizaciones de la explicación que hemos visto, aun ,i no ,i"--pre se subraya. Por ejemgrg, bajo la primera caracterización de salmon,.4 explica B sólo si la probabilidad de B dado A no es iguar u iu prouuui-lidad de A simpliciter. sin embargo, si conozco ese A y ese B lcomo esfrecuentemente el caso cuando digo que B porque A), entonces Ái prooa-bilidad personal (esro es, ta prouáuiuaad áada toda la información de lacual dispongo) deA es igual a la de B y alade B dadoA, es áecir, l.Por tanto, la probabilidad que ha de ser utilizada en la evaluación de lasrespuestas no es, en absoluto, la probabilidad, dada toda mi informaciónantecedente, sino, más bien, la probabilidad dadas algunas de las teoríasgenerales que acepto, más alguna selección de mis dat;.42 D" --".u qu"

42 ,Menciono

a salmon p_orque discute exprícitamente este probrema que rama er probre-ma de la clase de referencia-ParaéI, esto esá ;incu.lado con la interpretación (frecuentista) dela probabilidad. Pe¡o es un problema mucho más general. En la expricación determinista, noestadística (lo que Hempel lramaba explicación nJmológica-deduciiva¡, lu inrormalion u¿u-cida implica el hecho explicado. Esta impricación es reraiiua a nu"roo, fr"rufu"r* L¡r¡.or,o de ot¡a manera esos presupuestos son parte de la información aducida. pero evidentemente,nuest¡a información de que er hecho que ha de ser explicado es realmente ar

"uro,'y tocu,

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I ti4 LA IMAGEN CIENTÍFICA

No voy a proponer una función precisa para medir el grado en que ladistribución de la probabilidad ¿ posteriori favorece a B en contra de susalternativas, en comparación con la probabilidada priori. Dos cosas impor-tan: las mínimas ventajas de B sobre C, . . . , N , y el número de alternativasen C, . . . , N, en relación con las cuales B tiene esas mínimas ventajas.La primera debería incrementarse, la segunda disminuir. Tal incrementoen lo que favorece al tema en contra de sus altemativas es bastante com-patible con un decremento en la probabilidad del tema. Imaginando unacurva que dibuja la distribución de la probabilidad, se puede ver fácilmen-te cómo ésta podría cambiar muy notablemente hasta singularizar el tema----{omo el árbol que queda fuera del bosque, por así decirlo- aun a pesarde que la nueva ventaja es sólo relativa. He aquí un ejemplo esquemá-tico:

¿Por qué E1 / no Ez,. . ., Erooo?

Porque A.

Prob (E) = . . . = Prob (Erc) = 9911000 = 0.099

Prob (E¡) = ... = Prob (Etw) = l/99,000 = 0.00001

Prob (Et/A) = 90/1000 = 0.090

Prob (E2lA) = Prob (EtmlA) = 10/999,000 = 0.00001

Antes de la respuesta, E1 era un buen candidato, pero en manera alguna sedistinguía de los otros nueve; después, está con la cabeza y los hombros porencima de todas sus altemativas, pero él mismo tiene una probabilidad másbaja de la que antes tenía.

Creo que esto eliminará una parte del desconcierto que se sentía en co-nexión con los ejemplos de explicaciones de Salmon que disminuyen laprobabilidad de lo que se explica. En el ejemplo de Nancy Cartwright dela planta envenenada ("¿por qué está viva esta planta?") la respuesta ("fuerociada con defoliador") era estadísticamente relevante, pero no redistribuíalas probabilidades de manera que favoreciera el tema. No obstante, el merohecho de que la probabilidad disminuya no es suficiente para descalificarla respuesta como ineficaz.

Hay otra manera en la que A puede proveer información que favorece altema. Esto tiene que ver con la llamada paradoja de Simpson; es de nuevoNancy Cartwright quien ha subrayado la importancia de esto para la teoríade la explicación (véase nota 12, antes). El siguiente es un ejemplo quediscñó para ilustrarlo. Sea Il "Tomás padece una enfermedad del corazón"i

PRAGMATICA DE LA EXPLICACIÓN

sea S "Tomás fuma"; y E, "Tomás hace ejercicio". Supongamos queprobabilidades son como sigue:

0.20.15

0.250.25

0.10.05

,s NoS

Las ¿íreas sombreadas representan los casos en que 11 es verdadero y enume-ran las probabilidades. Después de los cálculos usuales, las probabilidadescondicionales son

Prob (H lS) = Prob (H) = *Prob(HlS&D=¿Prob (H lQ = [Prob(HlS&noE)=lProb (H /no D = 1

En este ejemplo, la respuesta "Porque Tomás fuma" favorece el tcma dc queTomás padece una enfermedad del corazón, en un sentido directo (aunquederivado). Porque, como diríamos, las ventajas de la enfermedad del corazónse incrementan con el hábito de fumar, independientemente de que quienlo tenga sea un depofista o no, y debe ser lo uno o lo otro.

Así que deberíamos añadir a la caracterizacíón de lo que es que A fa-vorezcaBencontrade C,...,N, lo siguiente: siZ: {2t,...,2r} esunapartición lógica de altemativas explicativas relevantes, y A favorece B encontra de C,.. .,N si algún miembro de Z se agrega a nuestra informaciónantecedente, entoncesA favorece aB en contra de C,..,,N.

Hemos considerado ahora dos tipos de evaluación: ¿qué probabilidadticne A mismo? y ¿en qué medidaA favorece aB en contra de C,...,N?Éstas son preguntas independientes. En el segundo caso sabemos qué as-

185

las

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n*ffir

I lltr LA IMAGEN CIENTÍFICA II

ii

¡recl's considerar, pero no tenemos una fórmula precisa que los conecte atrxkrs. Tampoco tenemos una fórmula precisa para sopesar la impofanciatlc la factibilidad de que la respuesta sea verdadera, conira el grado en que lai¡rformación que ella provee sea verdadera. pero dudo del valár de cualquierintcnto por combinar fodos estos aspectos en una medición univalente.

En cualquier caso, no hemos terminado. porque hay relaciones entre res-puestas que van más allá de la comparación de lo bien que se desempeñanéstas con respecto a los criterios considerados hasta uqu?. un caso famoso,también relacionado con la paradoja de Simpson, se désarrolla como sigue(examinado también en el ya mencionado artículo de cartwright): en ciertauniversidad se encontró que la tasa de admisión para las -u]"r", era másbaja que la de los hombres. Entonces "Janet

"t uná mujer" p-""" hablar en

favor de "Janet no fue admitida", en contra de "Janet fue admitida". Sin em-bargo, éste no era un caso de discriminación sexual. Las tasas de admisiónpara mujeres y para hombres por cada departamento en la universidad eranaproximadamente las mismas. La apariencia de un prejuicio se creó porquelas mujercs tendían a hacer solicitudes para los depafamentos con tasas deadmisión más bajas. Supóngase que Janet hizo solicitud para su admisiónen Historia; el enunciado "Janet hizo solicitud para Historia,' enmascara elenunciado "Janet es una mujcr" detrás dcl tema..Janet no fue admitida" (enel sentido de Reichcnbach-Salmon de "enmascarat": p enmascaraA detrásde B exactamente si la probabilidad de B dado p y A es justamente la proba-bilidad de B dado P únicamente). Está claro entonces que la información deque Janet hizo solicitud para Historia (o para cualquiei otro dcparfamento)es una respuesta mucho más eficaz que la réplica anterior, en cuanto vuelveirrelevante esa réplica.

Dcbemos ser cuidadosos con la aplicación de estc criterio. primero, noes importante que alguna proposición p enmascare A dctrás de B si p no esel núcleo de una respuesta a la pregunta. Asíque si la pregunta.,por qué" esuna pctición de información accrca de los procesos mécánicos que conduje-ron al suceso, la respuesta no es peor si está enmasca¡ada estadísticamentepor otros tipos de información. Considérese que a la pregunta ..¿por qué es-tá muerto Pedro?", se responde con: "rccibió un duro gárp"

"""iu cibeza,,,

cuando sabemos ya que Pablo acaba dc asesinar a pedró dé alguna manera.F,n segundo lugar, una respuesta enmascarada puede ser buenal aunque par_cial, antcs que irrelevante. (En el mismo e¡emplo, sabemos que debe habcralguna proposición verdadera de la forma "pedro recibió un golpe en lacTbeza con un impacto x", pero eso no descalifica la respuesta]solamcntcsignihca que es posible una respuesta más rica en información.) por último,en el caso de un proceso determinista en el que el estado A¡, y ningún otro

PR¡CI',TÁT¡C¡ DE LA EXPLICACIÓN 187

cstado, es seguido por un estado A¡a¡, las mejores respuestas a la pregunta"¿,por qué está el sistema en el estado An en el momento fr?" pueden tencr

la forma "porque el sistema estaba en el estado A; en el momenfo ti', pero

cada una de tales respuestas está enmascarada tras el suceso descrito en eltcma por alguna otra respuesta igualmente buena. Probablemente la con-

clusión más correcta sea nada más que si una respuesta es enmascarada por

otra, y no viceversa, entonces la última es mejor en algún aspecto.

Por consiguiente, cuando se trata de la evaluación de las respuestas a las

preguntas "por qué", la caracterización que estoy ofreciendo no es ni tan

completa ni tan precisa como uno podría desear. Sin embargo, sus insufi-ciencias son compartidas por las otras teorías filosóficas de la explicaciónque conozco (pues he aprovechado sin remordimientos esas otras teoríaspara ordenar estos criterios de evaluación de las respuestas). Y los princi-pales problemas tradicionales de la teoría de la explicación no se resuelven

dando vueltas a lo que son estos criterios, sino a través de la teoría general

según la cual las explicaciones son respuestas a preguntas "por qué", que

cstán ellas mismas contextualmente determinadas de ciertas maneras'

$4.5 LA pRESUpostcIóN Y LA RELEVANCIA ELABoRADAS

Considérese la pregunta "¿por qué el átomo de hidrógeno emite fotones

con frecuencias en la serie general de Balmer (solamente)?" Esta pregunta

presupone que el átomo de hidrógcno emite fotones con estas frecuencias.

Así que ¿cómo podría formular siquiera esa pregunta si no creyera que esa

presuposición teórica es verdadera? Mi caracterización de las preguntas "porqué" ¿no nos hará automáticamente realistas científicos a todos nosotros?

Pero recuérdese que debcmos distinguir cuidadosamente entre lo que una

leoría dice, y lo que creemos cuando aceptamos esa teoría (o, dado el caso,

de lo que creemos cuando dcpendemos de ella para predecir el clima o para

construi¡ un puente). He argumentado que el compromiso epistemológicoinvolucrado en la aceptación de una tcoría científica no es la creencia en que

es verdadera, sino solamente la creencia más atenuada en que es empírica-mente adecuada. Exactamente de la misma manera debemos distinguir loquc la pregunta dice (es decir, presupone), y lo que creemos cuando hace-

mos esa pregunta. El ejemplo que ofrecí antes es una pregunta que surge (tal

como he definido ese término) en algún contexto en el que esas hipótesis

acerca del hidrógeno y la teoría atómica en cuestión son aceptadas' Ahorabicn, cuando hago la pregunta, si la hago seriamente y en mi propia persona,

doy a cntcndcr quc crco quc esta pregunta surge. Pero entonces eso significa

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t

188 LA IMAGEN CIENTÍFICA

solamente que mi compromiso epistemológico indicado por la formulaciónde esta pregunta, o involucrado en ella, es exactamente -ni más ni menosque-el compromiso epistemológico involucrado en mi aceptación de esasteorías.

Desde luego, los que en este contexto participan en la discusión, en elque esas teorías son aceptadas, están conceptualmente inmersos en la ima-gen teórica del mundo. Ellos hablan el lenguaje de la teoría. La distinciónfenomenológica entre objetivo o real, y no objetivo o i¡real, es una distin-ción entre lo que es y lo que no es, que se traza dentro de esa imagen teórica.Por tanto, las preguntas que se formulan se emplean en el lenguaje teórico

-¿de qué otra forma podría ser?-, pero el compromiso epistemológico

de quienes participan en la discusión no puede adivinarse a partir de sulenguaje.

La relevancia, quizá la otra peculiaridad principal de la pregunta "porqué", plantea otro punto difícil, pero esta vez para la teoría de la lógica.Supóngase, por ejemplo, que formulo una pregunta acerca de una muestrade sodio y mi teoría antecedente incluye la física atómica. En ese caso,la respuesta a la pregunta bien puede ser algo así: porque este materialtiene tal y tal estructura atómica. Al recordar esta respuesta a partir deuno de los principales ejemplos que he dado para ilustrar las asimetrías dela explicación se notará qtJe, en relación con esta feoría antecedente, mirespuesta es una proposición necesariamente equivalente a: porque estematerial tiene tal y tal espectro característico. La razón es que el espectroes único; identifica el material como algo que tiene esa estructura atómica.Pero, y aquí está la asimetría, yo no habría podido contestar bien esa preguntadiciendo que este material tiene ese espcctro característico.

Estas dos proposiciones, una de ellas relevante y la otra no, son equi-valentes con relación a la teoría. Por eso son verdaderas en exactamentelos mismos mundos posibles admitidos por la teoría (dicho menos metafí-sicamente: verdaderas en exactamente los mismos modelos de esa teoría).Así que hemos llegado ahora a un punto donde hay un conflicto con lahipótesis simplificadora generalmente usada en la semántica formal, segúnla cual dos proposiciones que son verdaderas en exactamente los mismosmundos posibles son idénticas. Si una proposición es relevante y la otra no,no pueden ser idénticas.

Podemos evitar el conflicto diciendo que hay, por supuesto, mundosposibles que no son admitidos por la teoría antecedente. Esto significa quecuando individualizamos una teoría como relevante, en este contexto, yla otra como no rclevante, y por tanto distinta de la primera, lo hacemos

PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN 189

pensando en parte en función de mundos (o modelos) que son consideradosimposibles en este contexto.

No tengo una objeción demoledora contra esta idea, pero me inclino, ennuestra semántica, hacia una diferente modelización del lenguaje y a recha-zar la hipótesis simplificadora. Por fofuna hay varios tipos de modelos dellenguaje y, no casualmente, algunos que fueron construidos como respuestaa otras reflexiones sobre la relevancia, en los cuales las proposiciones pue-den ser más sutilmente individualizadas. Un tipo particular de modelo, queproporciona una semántica para la lógica de la implicación tautológica deAnderson y Belnap, utiliza la noción de hecho.aa Allí uno puede decir que

Está lloviendo o no lloviendo

Está nevando o no nevand

a pesar de ser verdaderas en exactamente las mismas situaciones posibles(es decir, en todas) se pueden todavía distinguir mediante la consideraciónde que hoy, por ejemplo, la primera se vuelve verdadera por el hecho de queestá lloviendo, y la segunda se vuelve verdadera por un hecho muy diferente,a saber, que no está nevando. En otro tipo de modelización, desarrollado porAlasdair Urquhart, esta función individualizante la realizan no los hechos,sino los cuerpos de información.as Y están disponibles aún otros enfoquesmás, no necesariamente ligados a una lógica a la Anderson-Belnap.

En cada caso, la relación de relevancia entre proposiciones derivará deuna relación de relevancia más profunda. Por ejemplo, si utilizamos loshechos, la relación R deriva¡á de una petición que obligará a que la respuestaofrezca una proposición que describa (se vuelva verdadera por) hechos deun cierto tipo; por ejemplo, hechos acerca de la estructura atómica, o hechosacerca del historial clínico y físico de esta persona, o cualquier otra cosa.

$5. CONCLUSTóN

Hagamos un recuento. Tradicionalmente se dice que las teorías tienen dostipos de relación con los fenómenos observables: la descripción y la ex-

a4 Véase mi a¡tículo "Facts and Tautological Entailment", Journal of Philosophy,66,1969, pp. 477487 y reimpreso en A.R. Anderson y N.D. Belnap, !r., Entailment, Princeton,Princeton University Press, 1975, y "Extension, lntension, and Comprehension", M. Munitz(comp.), Logic and Ontology, Nueva York, New York University Press, 1973.

45 Pa¡a éste y otros enfoques de la semántica de la relevancia, véase Anderson y Belnap,op. cit. (nota 44, antes).

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190 LA IMAGEN CIENTÍFICA PRAGMÁTICA DE LA EXPLICACIÓN I9I

que ésta consiste en estar en posición de explicar, y que, por tanto, lo que la

cicncia busca realmente va más allá de la fuerza y la adecuación empírica.Finalmente, puesto que la habilidad para explicar ofrece una clara razón

para aceptarla, se argumentó que la capacidad explicativa es una evidcnciacn favor delaverdad de la teoría, una evidencia especial que va más allá de

cualquier evidencia que podamos tener a favor de la adecuación empíricade la teoría.

A finales del siglo pasado, Pierre Duhem ya había tratado de desdibujareste punto de vista sobre la ciencia, argumentando que la explicación no

cs una de sus metas. Retrospectivamente, alimentó más ese misticismode la explicación que él mismo atacaba, pues tenía problemas para dejarestablecido que la capacidad explicativa no consiste en los medios para ladescripción. Argumentaba que solamente las teorías metafísicas explican,y que la metafísica es una empresa ajena a la ciencia. Pero cincuenta años

más tarde, después de que Quine argumentó que no hay una demarcación

entre ciencia y filosofía, y después de que se volvió tentador el regreso

de la metafísica, en virtud de las dificultades encontradas por la posición

ametafísica de las filosofías con orientación positivista, se descubrió que laactividad científica involucra la explicación y el argumento de Duhem fue

hábilmente anulado.

Una vez que se decide que la explicación es algo irreductible y especial,

queda abierta la puerta para su elaboración por medio de otros concep-

tos pertenecientes a ella, todos igualmcnte ineductibles y especiales. Las

premisas de una explicación ticnen que incluir enunciados legaliformes; un

enunciado es legaliforme exactamente si implica algún enunciado condicio-nal contrafáctico no trivial; pero eso puede hacerse únicamente afirmandola presencia de rclaciones de necesidad en la naturaleza. No todas las clascs

corresponden a propiedades genuinas; las propiedades y las propcnsiones

figuran en la explicación. No todos se han sumado a este regreso al esen-

cialismo o al realismo neoaristotélico, pero algunos realistas eminentes lohan explorado o defendido públicamente.

Aun elaboraciones más moderadas del concepto de explicación hacen

distinciones misteriosas. No toda explicación es una explicación científica.

Entonces, esa irreductible relación de explicación aparece en formas y tipos

diversos; uno de ellos es el científico. Una explicación científica tiene una

forma especial y aduce solamente tipos especiales de información para

explicar -información

acerca de conexiones causales y procesos causales.

Dcsde luego, una relación causal es solamente lo que "porque" debe denotar;

y pucsto que el summum bonum de la ciencia es la explicación, la ciencia

I

plicación. La descripción puede ser más o menos precisa, más o menosinformativa; como mínimo, los hechos deben "ser aámitidos por" la teoría(adecuarse a alguno de sus modelos); como m¿íximo, la teoiía debe real-mente implicar los hechos en cuestión. pero además de una descripción(más o menos informativa), la teoría puede ofrecer una explicación. Estoes algo por encima de la mera descripción; por ejemplo, la ley de Boyledescribe la relación entre la presión, la temperatu.á y

"t volumei de un gas

almacenado, pero no la exprica; es la teoría cinétic; la que lo explica. seextrajo la conclusión, correctamente, creo, de que inclusosi dos teorías sonestrictamente equivalentes empíricamente, pueden diferi¡ en que una puedeser utilizada para contestar cierta petición de explicación, mienfras que laotra no.

se hicieron muchos intentos para dar cuenta de tal .,capacidad explica-tiva" puramente en términos de las características y las füntes que haceninformativa a una teoría (cs decir, en los términoi qu" le permiten ofre-cer mejores descripciones). En opinión de Hempel, la tey de Boyle explicaestos hechos empíricos acerca de los gases, pero sólo mínimamente. Lateoría cinética es quizás mejor qua expricación simplemente porque ofre-ce mucha m¿ís información acerca de la conducta de los gases, rllacionalas tres cantidades en cuestión con otras cantidades observábles, tiene unabella simplicidad, unifica nuestra imagen general del mundo, y así por elestilo. El empleo de relaciones estadísticas más complicadas tanio por partede Wesley Salmon como de James Greeno (así como por I.J. Good, tuyateoría con conceptos tales como el peso de la evidencia,la corroboración, lacapacidad explicativa y otros más, merece más atención por parte de los fi-lósofos) son esfuerzos en esta rínea.a6 Si hubieran tenido exitó, un empiristapo{ría descansar tranquilo con respecto al asunto de la explicación.

Pero estos intentos tropezaron con dificultades aparentemente insupe-rables. creció la convicción de que la capacidad explicativa era algo su-mamente irreductible, una característica especial que difería en carácter dela adecuación y de la fuerza empíricas. úna inspección de los ejemplosrfesvanece cualquier intento por identificar la hauili¿ad para explicar conalgún compuesto de aquellas virtudes, más comunes y más pedcstres, quese utilizan en la evaluación de la teoría qua descripcion. s" argumentabasimultáneamente que lo que la ciencia busca realménte es la coirprensión,

_ 46

lJ. Good, "weigth of Evidence, corroboration, Expranatory power, and the utility ofExperimenrs", ,Io urnar of the Royal statisticar sociely, series B,2;, D6o,pp. 319-331; y .ACausal Calculus", British Journalfor the philosophy ofscience, tt, neOiiiít,pp. 305_3 18,y 12' 196l/1962,pp.43-51. Para la discusión, véase w Salmon, .,probabilistic'causaliry',,Pac ifi c P hi losophical Quarterly, 1980.

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tel LA IMAGEN CIENTÍFICA

tlcbc incluso intentar constantemente ra descripción de algo más allá de roslbnómenos observables, es decir, relaciones causales y pÁ."ror.Estos dos últimos párrafos describen los vueros ¿e ta ra,ntasia que se vuel-

vcn apropiados si la explicación es una relación sui generis "ntrÉlu

teoría ylos hechos. Pero no existe Ia m¡ís mínima evidenciaiir""tu p*u

"ttos, pues

si se le pide a un científico que explique argo, la información qu" or.""" noes de un tipo diferente (y no suena o p-"." aif"r"nte) del de la informaciónque ofrece cuando uno p-ide una descripción. De manera."-"¡uni" sucedeen las explicaciones "ordinarias": la iniormación que uour"o i*u explicarelalza en los precios del petróleo es ra información que Ie nauria dado aalguien que me presenta un cuerpo de peticione, p*á q"" n"g" ,"a des-cripción de las provisiones, de loi productores y der

"onru-o áe petróleo.Llamar científica a una explicación es no deci¡ nada acerca de su forma odel tipo de información aducida; es decir únicamente que tu

"*pii"u"ion ."apoya en la ciencia para obtener esta información (af menos irasta ciertopunto) y, más impofante aún, que los criterios para la evaluación de la per-

tinencia de una explicación se áplican utilizando una teoría científica (de lamanera que he tratado de describir antes, en la sección $4).La discusión de la explicación tomó un curso equivocado desde el prin-

cipio mismo, cuando la explicación fue concebida como una relación entrela teoría y el hecho. En realidad es una relación de tres t¿r-inor; "nt "

luteoría, el hecho y el contexto. ¡No hay que maravillarse de que ninguna rela-ción simple entre ra teoríay et hecho tograra nunca satisfacer már qu" uno,cuantos ejemplos! eue algo sea una explicación es esencialmente rlrativo,porque una explicación es una respuesta. (En ese sentido precisamente, seruna hija es algo relativo: todas las mujeres son hijas y toda hija es unamujer, aunque ser una hija no es lo misÁo que ser una mujer.) puesto queuna explicación es una respuesta, se evalúa v¡s_¿i_v¡s de una fr"gunru, qu"es una petición de información. pero precisamente lo que se piae"por meaio{e.la n¡equnta "¿Por qué es er caso que p?" difiere de un contexto a orro.Además, la teoría antecedente más lás datos en relación con los cuales seevalúa si la pregunta surge o no, dependen del contexto. E incluso qué partede esa información antecedente

"r ru qu" hay que utiliza¡ para evaruar lapertinencia de Ia respuesta qua respueriu u

"rá pregunta, es un factor deter-minado contextualmente. Así que-decir que una teoría dada puede usarsepara explicar un cierto hecho es siempre una expresión elíptica de: existeuna proposición que es una respuesta eftcaz,en relación cán esta teoría, ala petición de información acerca de ciertos hechos (aquellos considcrados

relevantes pafa esta pregunta), que conlleva una comparación entre este hc-

pnecuÁtlce DE LA EXpLrc¡clóN 193

cho que es el caso y ciertas altemativas, especificadas contextualmente, queno son el caso.

De manera que la explicación científica no es ciencia (pura), sino unaaplicación de la ciencia. Uno de los usos de la ciencia es satisfacer algunosde nuestros anhelos; y estos anhelos son muy específicos en un contcxtoespecíf,rco, pero son siempre anhelos de información descriptiva (recuérde-se: toda hija es una mujer). El contenido exacto del anhelo y la evaluacióndel grado en que se satisface varía de un contexto a otro. No es un anhclosimple, igual en todos los casos, de un tipo de cosa muy especial, sino másbien, en cada caso, un anhelo diferente de algo de un tipo muy común.

Por tanto, no puede plantearse en absoluto la cuestión de la capacidadexplicativa como tal (de la misma manera que sería tonto hablar de la "ca-pacidad de control" de una teoría, aunque por supuesto nos apoyemos en lasteorías para ganar control sobre la naturaleza y las circunstancias). Ni pucdchaber ninguna cuestión acerca del éxito explicativo, como si éste ofrccicrauna evidencia en favor de la verdad de una teoría que vaya más allá dccualquier evidencia que tengamos a favor de su capacidad de ofrecemosuna descripción adecuada de los fenómenos. Porque, en cada caso, un éxitode la explicación es un éxito de la descripción informativa y adecuada. Y sibien es cierto que buscamos explicaciones, el valor de esta búsqueda parala ciencia es que la búsqueda de explicaciones es ipso facto vna búsqucdade teorías empíricamente adecuadas y empíricamente fuertes.

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6

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LACIENCIA

La mayoría de los hombres siguen sus pasiones, que sonmovimientos del apetito sensible; en tales movimientos,los cuerpos celestes pueden cooperar; pero sólo pocoshombres son lo suficientemente sabios para resistir a estaspasiones. Consecuentemente, los astrólogos son capacesde predecir la verdad en la mayoría de los casos, espe-cialmente de una manera general. Pero no en los casospaficulares. . .

Santo Tomás de Aquino, SummaTheolo-giae l, Qu. 115, a.4, ad Obj.3

En la tradición aristotélica, la filosofía natural estaba profundamente vin-culada a la modalidad: la necesidad, la posibilidad, la contingencia, lapotencialidad. El nominalismo y el empirismo modemo rechazaron estepapel de la modalidad, argumentando que la necesidad, por ejemplo, seaplica solamente a las relaciones entre ideas o entre palabras, y no a losacontecimientos físicos. Pero el empirismo no ha tenido suerte con la mo-dalidad; como Herman Weyl dijo, el fantasma de la modalidad no se entierrafácilmente.l En este siglo, el problema se ha vuelto mucho más agudo por-que una nueva modalidad

-una posibilidad con grados- ha tomado un

lugar central en el escenario de la ciencia física: la probabilidad.Los realistas científicos lidian con las modalidades mediante la reifica-

ción de ciefos "entes" correspondientes. Así, en la filosofía del espacioy el tiempo, en la que las trayectorias posibles de los rayos de luz y las

I Herman Weyl, "The Ghost of Modality", págs. 278-303,en M. Fa¡ber (comp.), phil-osophical Essays in Memory of Edmund Husserl, Cambridge, Mass., Ha¡vard UniversityPress, 1940. Pa¡a una discusión general, véase mi afículo "Modality", en H. E. Kyburg, Jr.(comp.), Current Researt'h in Philosophy of Science, Lansing, Mich., Philosophy of ScienceAssociation, 1979.

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¡

196 LA IMAGEN CIENTIFICA

trayectorias posibles de los cuerpos en movimiento desempeñan un papelimportante, se ha afirmado que el espacio-tiempo es en sí mismo un entereal, sustancial y concreto.2 En ese caso, una trayectoria posible de un rayode luz es una parte real de una entidad ¡s¿l

-¡n¿ curva geodésica- y eldiscurso de la posibilidad ha sido efectivamente eliminado. En la filosofíade la mec¡ínica cuántica, Everett ha señalado que todos los mundos de la"interpretación de varios mundos" de Everett-de Witt han de considerarsereales.3 En la filosofía general de la ciencia, David Lewis ha promovido unanoción de las leyes de la naturaleza como enunciados fácticos acerca de losmundos posibles que son reales (en oposición a los mundos lógicamenteconcebibles pero irreales), entre los cuales el nuestro, el real, no es sino unigual entre iguales.a Y finalmente, en lo que toca a la probabilidad, está lainterpretación propensista, de acuerdo con la cual la probabilidad misma es

una magnifud física, la intensidad o fuerza de la oportunidad real de que unsuceso ocutra, que no puede ser eliminada mediante la referencia a clasesreales de ocurrencias reales.S

2 El libro de Michael Friedman, de próxima aparición, sobre las teorías del espacio-tiempo, defiende esta perspectiva que ha sido sostenida con fuerza por John Earman y ClarkGlymour (aunque me parece que las teorías de estos últimos con base en el apoyo con datos y lasuMeterminación hacen posibleparaél una posición antirrealista). Pa¡a una elaboración de laperspectiva opuesta y una crítica de la reiñcación del espacio-tiempo, véase AdolfGrünbaum,'Absolute and Relational Theories of Space and Space-Time", págs. 303-373, en J. Earman,C. Glymour y J. Stachel (comps.), Foundations of Space-TimeTheories,enMinnesota Studiesin the Philosophy of Science, vol. vrrr, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1977,y también mi An Introduction to the Philosophy of Time and Space, Nueva Yo¡k, RandomHouse, 1970.

3 H. Everett III, "'Relative State'Formulation of Quantum Mechanics", Review ofModern Physics,29,1957,págs. 454462; B.S. De Witt,The Many Worlds Interpretation ofQuantum Mech¿nics, Princeton, Princeton University Press, 1973.

a David l,r,wis,Counterfactuals,Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1973, y"How to Define Theoretical Terms" (véase la nota 12 del capítulo 3, antes). Los puntos devista de Lewis sobre las leyes de la naturaleza son mucho más elaborados de lo que indicami breve observación, y más cercanos de alguna manera a los puntos de vista asociados conC.S. Pei¡ce y Wilfrid Sellars

-véase su discusión de Ramsey en Counterfactuals, sec.3.3.

Véase también la discusión del punto de vista de Lewis y la defensa de una posición empiristano realista concemiente a la necesidad, en el nuevo prólogo de Wesley Salmon para el libro deHans Reichenbach,Laws, Modalities andCountetfac'tuals, Berkele¡ University of CaliforniaPress,1976.

5 Propuesta originalmente por Karl Popper, la interpretación propensista de la probabili-dad es hoy en día hábilmente defendida por varios filósofos (usualmente en combinación conuna interpretación subjetiva de algunos usos de la probabilidad; se hace una distinción entrccasualidad objetiva y grado de creencia). Véase especialmente Hugh Mellor, The Matter oJ'

Chance, Cambridge, Cambridge University Press, l97l; Ian Hacking, "Propensities, Staris-

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 197

¿Es posible un atrincheramiento filosófico para la modalidad? En estecapítulo me concentraré en el tema especial de la probabilidad, y sólo alhnal regresaré brevemente a la cuestión general. Argumentaré que, den-tro de la tradición empidsta y nominalista, es posible una caracterizaciónconstructiva de la probabilidad en física. Éste será un capítulo largo, demanera que ofrezco aquí una sinopsis. Las secciones $ l-$4 están dedica-das a la probabilidad, y de éstas, las tres primeras, que conciernen al papelde las probabilidades tal como figuran en las teorías científicas, intentanmostrar que tanto la infinitud como la posibilidad necesitan ser tomadasmuy en serio en cualquier caracterización de ese papel. Esto muestra ya, deuna manera general, que no es factible ninguna caracterización empiristasimple de la probabilidad. En la sección $4 mostraré que si aceptamos lateoría de la probabilidad en la forma en que se utiliza en la ciencia de hoydía, la probabilidad de los sucesos no puede ser identificada con la frecuen-cia relativa de la ocurrencia de sucesos reales de un mismo tipo. En esa

sección propondré una interpretación frecuentista corregida, en la cual lasprobabilidades, aunque no se identihcan con las frecuencias, se interpretanen términos de frecuencias. Ésta es una caracterización modal en la queel único enunciado razonable, no técnico, se formula en función de lo quesería, o podría ser el caso, y no solamente de lo que es realmente el caso.En la sección $5 de este capítulo regresaremos entonces a la cuestión decómo un empirista puede considerar este elemento modal, aparentementeineludible, en la teoría física.

$ r. LA ESTADÍSTTCA EN LA CTENCTA CENERAL

La probabilidad no se encuentra solamente en la física. La teoría de laprobabilidad es ampliamente utilizada en la ciencia actual porque ofrece lasbases para la estadística; y los métodos estadísticos se han convertido en unaherramienta importante en todas las ciencias, tanto puras como aplicadas.

¿Cuál es exactamente la diferencia entre la teoría de las probabilidadesy la estadística? El uso no es uniforme; a veces los dos términos se utilizan

tics and Inductive Logic", págs. 485-500, en P. Suppes, et al. (comps.), Logic, Methodologyantl rhe Philosophy of Science IV, Ámsterdam, North Holland, l9?3; Ronald N. Giere, "Ob-jective Single Case Probabilities and the Foundations of Statistics", ibid.,págs.467483,y"ALaplacean Formal Semantics for Single Case Propensities", Journal of Philosophical Logic,5,1976, págs. 321-353. Para una discusión de dichos puntos de vista sobre la probabilidad,véase Wolfgang Stegmüller, Personelle und Statistische Wahrs<:heinlichkeit, Berlín, SpringerVerlag, I 973, y mi rcscña posterior en Philosophy of Science, 45, 1978, págs. I 58- I 63.

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l(Il LA IMAGENCIENTÍFICA PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 199

parte de las predicciones hechas son verdaderas; las fluctuaciones tem-porales en las tasas de aciertos son posibles, aunque son menos posi-blcs mientras más grande es el número de predicciones astrológicas dia-rii¡^s.

De manera que "la mayoría de los casos" puede interpretarse como si se

rcfiriera al "largo plazo" de todas las predicciones astrológicas. Sin emba¡-go, esa clase puede ser infinita; a saber, si la raza humana no se extinguey si la experiencia pasada es una indicación de la popularidad de la astro-logía. ¿Entonces la pretensión estadística de Tomiís de Aquino es despuésdc todo una afirmación acerca de una clase infinita? La respuesta es que nonecesitamos entenderla de esta manera, porque podemos tomarla como unaprctensión general compleja acerca de una serie de clases finitas de tamañocreciente. Podemos interpretar

a largo plazo, la mayoría de las predicciones astrológicas serán ver-daderas

como si dijera

la proporciónTt de verdades entre las predicciones astrológicas pro-puestas antes del momento f, converge hacia un número mayor que j

donde la I minúscula tiene como rango los números positivos. (El númerohacia el cual converge la serie I, sería entonces lafrecuencia relativq deléxito astrológico a largo plazo.)

Pa¡a resumir, entonces, la estadística como tal está interesada en enun-ciados de proporción o distribución, en clases reales, finitas, y éstas noplantean perplejidades f,ilosóficas. Si los usos del concepto de probabilidadse restringieran a los cálculos estadísticos, podríamos estar tranquilos conello; y la mayor parte de sus usos lo hacen. Pero no todos.

$2. LA MECANTCA ESTADÍSTTCA CLÁSrCA

La teoría de la probabilidad fue desarrollada principalmente en el siglo xvtu;su aplicación en la física se realizó en el siglo xx. La mecánica estadística,en manos de Maxwell, Boltzmann y Gibbs, extendió la mecánica a la teoríadel calor y a la teoría general de los gases -a los fenómenos de la termodi-námica. Cuando en este contexto inspeccionamos el uso de la probabilidad,no podemos asimilarlo fácilmente a la estadística en el sentido estricto enque hablamos de ella en la sección precedente. En las exposiciones del nue-vo enfoque cstadístico dc la física se utilizaron dos nociones intuitivas: la

indistinfamente' sin embargo, creo que es muy craro ro que se quiere dccircon un término tal c-omo el de "profesional en estadística,,. pirmítasemcproponer esta línea divisoria: Ia es^dístíca es la ciencia que se ocupa dclas distribuciones y ras proporcion",

"n ciases (tambien rümu¿^ ..pobra-

ciones", "agregados", "óonjuntos") reales lampiias p; ilih.) de cosasreales. Lo que a menudo r" llu-u'una estadíst¡ica es un enunciado acercade esa distribución, tal como

65Vo de todos ros esfadounidenses de sexo mascurino son muy obesos.Los métodos estadísticos están diseñados para llegar a dichas estadística.scon base en datos que conciemen a pequenas m-uestras, pu,u ,o_"r", ufl:bu hipótesis que imprican turer eriu¿irticas y para inferir nuevas esra-dísticas a partfu de las ya dad*. et pro""o"r así y al diseña¡ estos m¿todos,el estadísrico se apoya en la reoría matem¿iica O" tu proUuUiiil;.'

Esta teoría matemática no concieme solamente a las crases vastas perofinitas que son er tema de interés b¿ic;;n la estadística, ni." ,"rrring"a clases de cosas limita'ras por lo qu" ,"ui,n"nte existe en el mundo. Laextrapolación hacia magnitudes infinitas es er aispositivo prin"rpui-"ai-r"el cual la feoría de ra probabilida¿ tra t¡echo avanzar la causa de la esfadísfica.Este papel de la probabilidad-no crea probremas filosóficos; tampocolos crea la presentación de estadísti.u,

"n't¿.rninos probabilísticos, comocuando se informa

!1 estl tipo de hallazgos así: iEs más factible quelos estadounidenses sean obeios que lo ,"in to, esquimales,,, o ,.Juan esun estadounidense; ras estadísticas muestran que probabremente es obeso,vive en los suburbios, conduce un uutornOuii para ir al trabajo. . .

,,En parte existe la impresión de que ra estadística trabaja con crasesinfinitas, pero esta impresión-er eniunosu. La razón es que los méto-dos estadísticos son más confiabr.r?i"ni.ur miís extensas ,* 1u, po-blaciones a las cuares se.aplican. nrro p""¿" ilustrarse con er epígrafede este capítulo, de Tomás de- Aquino, iui"n p*""" haber consideradola astrología una ciencia estadística r"'"¡irll. ¿precisamente acerca dequé clase de cosas esraba hablando

"r*¿r a¡á que i", ^oorü* rr-gran predecii'la verdad "en la mayoría de ros casos',? podemos .irpon",que se estaba rerrriendo por lo menos a la crase ae preaiccion""r'ur,ro_lógicas realizadas en su propio siglo. pero puesto que él tenía una ex-plicación de ese éxito, sin áuOu Jrp".uUu-qu" la astrología lo seguiríal1nle1ao,..de

mTerl que. su pr_"t"nrión puede rambién tomarse como sise extendiera a la clase de predicciones iel periodo de 1000 a 1500, dclperiodo de 900 a 1600, y así sucesiuu_.n,é. por otra parte, Tomás deAquino probablemente nó quiso ¿""it qu" -"n

cada día dado, la mayor

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200 LA IMAGEN CIENTÍFICA PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA

no todo impulso en este intervalo es igualmente facfible: en cambio, di-chos impulsos encajan dentro de lo que se llama una distribución normalal¡ededorde l.

El término distribución normal ha sido tomado de la teoría de la proba-bilidad, y la medida cuantitativa de nuestra ignorancia acerca del impulsoexacto en una ocasión dada -a la cual hemos llegado ahora- es un temade la teoría de la probabilidad.

Al usa¡ esta combinación, expresada cuantitativamente, entre conoci-miento e ignorancia acerca de los valores iniciales, más las leyes de lamec¿ínica relacionadas con los valores iniciales exactos, derivamos una con-clusión, expresada en términos similares, acerca de los valores finales. Esdeci¡ deducimos que el punto sobre la rueda quedará en una posición dentrodel intervalo (q -k,q+¿), pero esas posiciones no son todas igualmente fac-tibles: su posibilidad se agrupa alrededor de q, y, de hecho, la distribuciónes normal.

Permítaseme añadi¡ un segundo ejemplo. Todo lo que sé sobre Jean-paulJones es que fue reclutado por la infantería en 1944, y estoy interesadoen lo que es de él hoy día. Bien, hay una gran cantidad de informaciónpertinente. Los archivos de la infantería indican que entre los reclutas ha-bía una cierta distribución d¡ de edades comprendidas entre los 18 y los24 años, una ciefa distribución d2 de estaturas entre los 1.70 metros ylos 1.88 metros, y una distribución d3 de pesos entre los 55 y los 90 kilo-gramos. Estas distribuciones no son exactamente distribuciones normales,pero no están lejos de serlo. Al mismo tiempo, las compañías de segurostienen información acerca de la "dinámica" de estas cantidades; especí-ficamente acerca del fin por muerte y el cambio de peso con la edad enesta población. De todo esto deduzco que el señor Jones "muy posible-mente" está vivo actualmente, tiene aproximadamente 56 años de edad, unaestatura (todavía) cercana a los 1.78 metros, y un peso que se ha incre-mentado hasta cerca de los 86 kilogramos. Éste es "muy posiblemente"el resumen engañoso del hecho de que tenemos una gran cantidad de in-formación, treinta años más tarde, acerca de la distribución d! de aquellascantidades. De manera que aquí también tenemos una medida cuantitati-va de la ignorancia de las condiciones iniciales, dinámicamente transfor-mada en un medida correspondiente de la ignorancia de las condicionesfinales.

Tras estos dos ejemplos simples será fácil explicar el teorema de Liou-ville, un resultado central en la mecánica estadística. Considérese un sistemamcciínico aislado con una energía total conocida E, pero con un estado

201

probabilidad como medidadel grado de ignoranciay la probabilidad comomedida de cantidades objetivas tales como las frecuenóias de ocurrencia,los promedios y el tiempo de permanencia. Tendremos que desenredarestasdos nociones.

s2.l LA MEDTDA DE LA TGNORANCTA

Las exposiciones que hizo poincaré del uso de la probabilidad en la físi-ca descansaban en ejemplos acerca de dispositivos ie juegos de azar, talescomo la rueda de la ruleta.6 La teoría de la probabiliáad-se originó en elestudio de los juegos de azar, y, de hecho, dichos ejemplos son iptos parala exposición de la meciínica estadística del siglo *i*. supongumos que elcroupier da un impulso a la rueda de la ruleta aplicando .u .ñ-o sobre elpunto -r de la rueda. ¿cuál será la posición final de reposo p¿*a ese punto?Si conociéramos la posición inicial exacta, el impulso

"*u.to, las fuerzas

friccionales exactas, etcétera, las leyes de la mecánica clásica bastarían enprincipio para deducir una posición final exacta. pero no tenemos tal co-nocimiento exacto; solamente conocemos aproximadamenfe los valores delas cantidades iniciales. por tanto, si queremos tener una mecánica de usopráctico, debemos diseñar un método para calcular toda la información de-rivable a través de las leyes de la mec¡ínica y a partk de una especificaciónaproximada de los valores iniciales.

El avance conceptual básico en este probrcma ocurrió cuando se com-prendió que "aproximado" es algo engañosamente vago, y puede ser reem-plazado por un concepto cuantitativo. Supóngase qu" comi"nzo diciendo:el impulso inicial que el croupier dio a la iueda fue aproximadamente de LLuego mejoro esto diciendo: era l * d. Esto significa: el impulso exactoes un número en el intervalo (r - d, r + d). yo podría llegar a este juiciopidiendo al croupier que se sometiera a una serie de meáiciones con un"impulsómetro" apropiado y observando que los impulsos medidos en estaserie caen todos en ese intervalo

Pero si esto es todo lo que hago, estoy desechando información, pueslas mediciones relativas al croupier revelan que esos impulsos están distri-buidos en el intervalo (l - tt, l + d) de manéra desiguai. La mayoría caencerca de l; y los pocos que caen cerca de I - d concuerdan eshéchamenteen número con aquellos que caen cerca de I + d. yo podría concluir que

6 Hen¡i Poincaré, science and Hyporhesis [versión en castellano: La cíencia y ta hi-pótesis, trad. A.B. Busio, México, Espasa Calpe, 19431, reproducido como p*t" J" .u 2,,Foundations ofscience'Nueva york, The science press, 1913, capíturo xt, esp. págs. r67 s.

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202 LA IMAGEN CIENTIFICA

nlccánico desconocido S, en el momento t. Los estados posibles están repre-scntados por puntos en un espacio llamado espacio-fase, cuyas coordenadasson las coordenadas de posición y momento de las moléculas que constitu-yen este sistema. Por tanto, al designar a estas coordenadas coÍlo x¡ , . . .xn,escribimos

(l) S, : (¡l(r),. ..x"(t))

(2) E : H(xt,.. .xn) ----consfante

puesto que la energía es una función del estado, y el estado mismo es unafunción del tiempo.

La región de puntos en el espacio-fase que satisface la ecuación (2)se conoce como superficie de energ,ía; y, como el estado S, cambia conel tiempo, podemos representarnos este sistema viajando al¡ededor de esa

superficie de energía. Introduzcamos ahora lo que sabemos y lo que nosabemos acerca del estado en t, en la forma cuantitativa que aprendimos dela teoría de la probabilidad. Sea Pr(¡) la probabilidad de que el estado S, delsistema en el momento r esté en Ia región X. El valor de esa probabilidadsimplemente resume nuestra información; por ejemplo, podemos saber que

el sistema es un gas contenido dentro de un tanque, de manera que lascoordenadas de posición están limitadas por las posiciones de las paredes

de ese tanque.

Esta función de probabilidad es formalmente algo parecida a la masa;podemos expresarla de la forma: densidad x volumen. De modo que hayuna función de probabilidad P, de la densidad. Ahora, el teorema de Liou-ville dice que la probabilidad se transforma con el tiempo de una maneraque se czracteriza por una densidad constanfe (dP,ldt: 0). Así es comoel determinismo de la física clásica se presenta en la termodinámica esta-dística: para cada estado inicial ¡ de la región X, las leyes de la mecánicadeterminan un único estado final ¡' dcspués de un intervalo de tiempo, di-gamos, de duración rn (tal que, si S, : J, entonces ü*,n : x') y este "flujo"de estados posibles a través de la regiónX es formalmente como el flujo deun fluido no comprimible, en cuanto a que su densidad no cambia. Así que,por ejemplo, si para nuestra probabilidad inicial P, tenemos una distribu-ción uniforme sobre la región X, entonces la probabilidad final P,*,, siguesiendo una distribución uniforme; aunque ahora sobre la "imagen" de X,es decir, la región de puntos ¡'relacionados mediante la transformación dcestados con puntos x de X.

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 203

g2.2 LAPROBABILIDAD EPISTEMOLÓCICA Y LA PROBABILIDAD

OBJETIVA DESENREDADAST

Resumiendo lo discutido hasta aquí, podemos decirque lamecánicaestadís-

tica clásica es sólo mecánica clásica, aplicada en condiciones de información

poco menos que perfectas. Este tipo de aplicación, del nivel de comentarios

aceptables u"!."á de la aproximación, fue elevado hasta un nivel de análisis

cuantitativo refinado poi medio de la aplicación de la teoría de la probabi-

lidad: el estudio de mediciones cuantitativas de la ignorancia desarrollado

en conexión con los juegos de azar.

Pero todavía así la mec¿inica estadística es una rama de la física. Fue

desarrollada por derecho propio, frecuentemente con sólo un apoyo preca-

rio en sus supuestos andamios deterministas. ¿Entonces la física en pafe

se ha convertido en un estudio de la ignorancia humana, en una amalga-

ma de factores objetivos y subjetivos? Esta visión del asunto difícilmente

concuerda con otras reflexiones sobre la teoría de los gases. Si el cientíhco

pasa de discutir las energías cinéticas de moléculas individuales a discutir

ia energía cinética mediá de un conjunto de moléculas, ¿ha comenzado a

estudiai un tema que implica una referencia esencial a la ignorancia? ¿Eso

signihca que la energía cinética de un conjunto de moléculas no es un hecho

oü¡etiuo ¿el mundo, como lo es la energía cinética de cualquier molécula

ináivi¿ual? ¿No deberíamos decir más bien que la historia de la teoría de

la probabiliiad, al estar conectada con los juegos de azar, introdujo una

terminología subjetiva esencialmente no pefinente en la física?

Estas preguntas expresan el desconcierto, la tensión que rodea la inter-

pretación Ae la proUaúilidad en la física y en otras partes, y que da lugar

a nociones frloióficas rivales en cuanto a lo que es la probabilidad- En

el caso que ahora examinamos, debemos desen¡edar cuidadosamente los

factores tb¡etivos y subjetivos. Volvamos por un momento la vista hacia

atrás, hacia el uso geneial de las estadísticas y hacia nuestro ejemplo dc

Jean-Paul Jones, el iecluta de infantería. La información estadística accrca

? En esta sección estoy en deuda con los cla¡os aniílisis hechos pof tres autores: Hans

Reichenbach, The Directioi of Time, Berkeley, University of California Press, 1956, cap' 3;

Adolf Grünbau m, philosophiial Prohlems of Space andTime,2a. ed. aumentada, Dordrccht'

Reidel, 1973, caps. 8 y tí; y Henry E. Kyburg, !r.,The ktgical Foundations of.Statisricul

Ir¡erenre,Dordrecht, irei¿ei, tsr¿, y .,chance", Journal of Philosophical Logi<:,5. t9?6,

págs. 355-393. El término probabiliáad epistemológica es de Kyburg' Al adoptar cl nriuco

t"orico de Kyburg para estaexposición no quiero sugerir que las distinciones Pcrtincntcs no

podrían trazarse J"rd" unu p"trp"ctiva bayesiana de la probabilidad personal. Dcsdc su puttl,

ie vista, cl silrgisuro cslattíslico es, por supucsto, sólo aproximadatncnlc corrccto.

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204 LA IMAGEN cIENTfFIcA

de los soldados de infantería -.las estadísticas- es puramente objetiva.

Pero está relacionada con nuestra incertidumbre subjetiva acerca de Jones.La relación paradigmática entre ambas está situada en lo que llamamos els i I o g i smo e s tadí st ico:

l. 73 por ciento de los soldados de infantería de 1944 están todavía vivos.2. Jones era un soldado de infantería en 1944,

3. No tengo otra información acerca de Jones que sea pertinente para lapregunta de si está vivo aún.

4. Por tanto, la probabilidad (para mí) de que Jones esté aún vivo es iguala0.73.

Las estadísticd.r son la primera premisa. Las premisas 1 y 2 son puramenteobjetivas, y no versan en absoluto sobre creencias, conocimientos, ignoran-cias o incefidumbres. Pero la conclusión 4 trata acerca de la informacióny la falta de ella -es decir, acerca de mi falta de información- y lo ha-ce así debido a que la tercera premisa dice algo acerca de mi estado deinformación.

Quizr{s el tórmino "probabilidad" tiene más de un sentido. El sentidocon el cual figura en la conclusión mencionada podemos designarlo comoprobabilidad epistemológica. És:* no es un tipó de probabiliáad que unaproposición pueda tener en y por sí misma, o en relación con los hechosde los que trata; la probabilidad epistemológica de una proposición es unarelación entre ella y una persona dada o, más estrictamente, entre la propo-sición y un cuerpo de información (la información de esa persona). Si aigo"la probabilidad de que Jones esté aún vivo es igual a 0.73",y se está enten-diendo en este sentido, entonces estoy resumiendo, de una manera precisay efectiva, Ia red total de mi información concemiente a si Jones

"riá o no

todavía con vida.sin embargo, la información que estoy resumiendo no incluye la palabra

"probabilidad"; o por lo menos no la necesita. En este caso particular, lainformación es que un cierto individuo pertenece a una claie, y que laproporción de sobrevivientes en esa clase (en 1978) es igual a 73 por ciento.

De exactamente la misma manera, la mecánica estadística no tiene, ¿nsí misma, nada que ver con la ignorancia humana. Está relacionada con laprobabilidad epistemológica solamente porque ofrece premisas objetivaspara tales silogismos estadísticos e inferencias similares.

considérese la cantidad habitual de gas en un tanque. su macroestado seespecifica dando los valores de cantidades macroscópicas tales como volu-mcn, temperatura y presión. Éstos determinan la encrgía total del conjunto

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 205

de moléculas con las cuales este gas teóricamente se identifica.El microes-tado es el estado mec¿ínico de este conjunto de moléculas, incluyendo todaslas posiciones y momentos individuales. Para simplificar temporalmcntela discusión, hablemos como si a cada macroestado le correspondiera unnúmero finito de microestados posibles. Maxwell y Boltzman introdujeronel postulado de que todos estos microestados son igualmente probables.

¿Qué haremos con este postulado? ¿Concieme a la probabilidad episte-mológica, y diremos que no tenemos información que favorezca un microes-tado por encima de otro? Bueno, sí, pero sólo indi¡ectamente: a través de

un silogismo estadístico. La segunda y la tercera premisas de ese silogismoson las siguientes:

(2t) El gas está en el macroestado D en el momento t.

(3') No tengo otra información acerc^ del gas que sea pertinente para lapregunta de qué microestado es el que está allí en el momento t.

Para ll,gar a la conclusión de la equiprobabilidad epistemológica, necesita-mos ahora una primera premisa objetiva. Esta es exactamente la proposiciónpostulada. Mientras el gas permanece en el macroestado D, su microestadoestá cambiando continuamente, puesto que sus moléculas están en movi-miento. Continuando con la ficción de que solamente hay un número finitode microestados, la primera premisa reza:

(l/) Mientras que un gas está en el macroestado D, perrnanece igual can-tidad de tiempo en cualquiera de los microestados compatibles con D(hipótesis ergódica).

El tiempo que permanece en un estado se llama liempo de estancia y lainformación objetiva dada es la igualdad de los tiempos de estancia.

Hemos llegado ahora a una cantidad objetiva medida por una función de

probabilidad: la proporción del tiempo de estancia. Ésta es comparable auna estadística. Debemos mantener firmemente en la mente que llamar a unamedición de algo una función de probabilidad no quiere decir que este algosea objctivo o subjetivo; pues una función de probabilidad puede ser unamedida de la ignorancia, o de proporciones en una población, o de propor-ciones de tiempos de estancia. Lo que es importante es que en la ciencia de

la mecánica estadística uno trata directamente con medidas de cantidadesobjetivas. Éstas se relacionan, a través de silogismos estadísticos e infe-rencias similares, con juicios de probabilidad epistemológica. Puesto que

la relación entre los dos puede ser tan íntima --obsérvese que el númeroque aparccc cn la prcmisa I y en la conclusión 4 es realmcnte el mismo

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206 LA TMAGEN crENTÍFrcA

número- sería en general una pedantería y un estorbo para el científicomantener la distinción en el pensamiento y en la terrninología. Pero si aquíno queremos ser víctimas de la confusión, debemos tener firmemente encuenta que la hipótesis de la equiprobabilidad de Maxwel-Boltzman es unahipótesis acerca de la igualdad de cantidades objetivas, las cuales en sí mis-mas no tienen nada que ver con la ignorancia humana.

$2.3 LA INTRUSIÓN DE LA INFINITUD

Para facilitar la discusión, supuse que sólo un número finito de microesta-dos es compatible con un macroestado. Pero el espacio de los microestados(espacio-fase) es, desde luego, continuo. El postulado de equiprobabilidaddice realmente que el sistema perrnanece el mismo tiempo en subregionesde igual volumen de la región conespondiente al macroestado. Pueden to-marse subregiones cada vez más pequeñas, de manera que converjan en lospuntos que representan los microestados. Pero debido a la continuidad, laatención a las infinitudes no puede evitarse durante más tiempo.

Lo anterior dio origen al segundo gran capítulo en la historia de la teoríade la probabilidad. Su motivación inicial era la motivación de la estadísticapropiamente dicha; los juegos de azar, los seguros, la teoría de los errores,el censo, la genética y la selección natural. En la física, las probabilidadesestaban representadas por funciones de volumen; por consiguiente, en lasmatemáticas, en la nueva r¿rma en desarrollo de la teoría de la medición,el volumen y la probabilidad se convirtieron tan sólo en dos ejemplos deaquellas funciones que mapean conjuntos dentro de los números reales, yque llamamos "medidas". En lo que toca a la probabilidad, este desarrolloculminó en la nueva teoría axiomática de Kolmogoroff, que actualmentese reconoce como su fundamento. Hay matemáticos y filósofos influyentesque consideran que la teoría de Kolmogoroff trata únicamente con un casoespecial de la teoría de la probabilidad; sin embargo, deben también admitirque este caso especial es el caso especial de todos los usos de la probabilidaden la física corriente.

Permítaseme explicar brevemente estos fundamentos axiomáticos. Parautilizar un ejemplo concreto, supongamos que una pulga está saltando alrc-dedor del tablero de una mesa. Este tablero es una región espacial, parte dcun plano; y cualquier pafe de éste puede ser considerado un conjunto dcpuntos donde la pulga puede caer. Si B es tal parte del tablero de la mesa,el suceso en el cual estamos interesados es el suceso de que la pulga caigaen B. Si llamamos g a la pulga, podcmos llamar a ese succso Bg.

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 2O7

Supongamos que A y B son dos partes del tablero de la mesa. Los lla-mamos disyuntos si no se traslapan; y a la región que comprende todos lospuntos en A más todos los puntos en B la llamamos su unión, A U B. Elsuceso correspondiente puede ser designado ya sea como (A U B)g o comoAg U Bg; que evidentemente es el suceso de que el punto donde la pulgaateniza está o en A, o en B.

La infinitud entra de esta manera. Supongamos que Al, A2, A3 ,. . . sonun número infinito de partes del tablero de la mesa. Éstas también tienenuna unión, y la escribimos como uAt. Finalmente, el tablero de la mesacomo un todo es también una región; llamémosla K.

Los axiomas generales por los cuales podría caracterizarse toda la teoríade la probabilidad son

l. 0S P(Bd< l;P(Ks): I2. SiA y B son disyuntos, entonces

P(Asu Bs) : P(Ad + P(Bs)

El segundo axioma se llama axioma de aditividad finita. Pero supóngaseque la probabilidad de Ag es proporcional al área de A. En ese caso, laprobabilidad de (uA'g) es proporcional al área de UAi, que es la sumainfinita de las áreas de las pafes At. Esto indica por qué Kolmogoroffreemplazó 2 por

2*. Si todos los A' son mutuamente disyuntos, entonces

P(vAid: i",r'r,í:l

el cual se conoce como axioma de aditividad contable.No podemos ya decir que la probabilidad en su totalidad puede ser ex-

plicada como una teoría acerca de las proporciones en clases finitas. Estoes así debido a que la teoría con los axiomas I y 2* tiene modelos queson radicalmente diferentes de (no isomórficos con) cualquier modelo enel que todas las probabilidades corresponden a tales proporciones finitas.En este punto la presente reflexión puede parecer algo que sólo tiene uninterés matemático, pero como veremos, ha creado serias dificultades enla interpretación filosófica de la probabilidad.

No obstante, deberíamos también notar que el tema todavía está en re-lación con las proporciones, aunque no con las proporciones finifas. Laproporción dcl rírea de la región A en relación con el ¡írea del tablero dela mcsa K dctcrmina (aun cuando sólo parcialmente) la probabilidad de que

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209208 LA TMAGEN crENTÍFrcA

la pulga atenice enÁ. De manera que si bien la proporción es una proporciónentre cantidades definidas sobre conjuntos de puntos (conjuntos infinitos,evidentemente) y la infinitud entra en la manipulación de estos conjun-tos, todavía estamos tratando con una extrapolación relativamente directade las proporciones finitas con las que se trata en la estadística ordinaria.

$3. LA PROBABTLTDAD EN LA MECÁNrCA CUÁNTTCA

La probabilidad apareció en la física atómica muy tempranamente, pero alprincipio no había ninguna razónpara pensar que habría de traer comple-jidades distintas de las de la física clásica. El decaimiento radiactivo, porejemplo, introduce probabilidades. Los elementos más pesados en la tablaperiódica son naturalmente radiactivos, es deci¡, emiten radiación. Simul-táneamente, se transmutan en elementos más ligeros; y esta transmutaciónocurre espontáneamente todo el tiempo. Por ejemplo, el radio se transformaen radón. La tasa con la cual ocurre esta transmutación puede medirse, yla novedad es que si tenemos una cantidad macroscópica de radio, la mitadde ella se volverá radón en 1600 años. Este periodo es, por consiguiente, lavida media del radio. (Así, en 3200 años, un cuarto de la cantidad originalseguirá siendo radio.)

Lo que acabo de enunciar es una ley macroscópica que gobierna el de-sarrollo temporal del radio. Si adoptamos la hipótesis atómica, entonces esaley puede ser sólo aproximadamente correcta. Porque si dividimos el radioen cantidades cada vezmás pequeñas, entonces, luego de un número finitode pasos, llegaremos a los átomos simples. Pero no tiene sentido decir queen 1600 años, la mitad de un átomo, o la mitad de un conjunto de átomoscon un solo miembro, se convierte en radón. De hecho, no tiene sentidodecir eso acerca de un conjunto que contiene un millón uno o cualquiernúmero impar de átomos. Así que el enunciado relativo a los átomos es: laprobabilidad de que un átomo dado de radio se desintegre y se transmuteen radón dentro de 1600 años, es igual a j.

Pero esto no p¿uece extraño. Sin duda la ley macroscópica puede enun-ciarse como sigue: dentro de 1600 años la mitad de todos los átomos dcradio se desintegrariín. Yo no tengo información pertinente acerca de esteátomo de radio en lo que concieme a la cuestión de cuándo se desintegrará,excepto que se trata de un átomo de radio. Por tanto, la probabilidad (param0 de que este átomo se desintegre dentro de 1600 años es igual a j.

Pero aun cuando no sea insólito, es preocupante. ¿Qué sucedcría si sola-mcnte hubicra unos pocos átomos de radio en el mundo o fueran un númcro

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA

impar? Si cambiamos lo anterior por "aproximadamente la mitad de to-dos los átomos de radio", ¿deberíamos decir también que la probabilidades sólo de aproximadamente la mitad? Y si así fuera, ¿quiere eso deci¡que hay una probabilidad real pero desconocida, que es un número realmuy cerca de j, pero que no puede ser ulteriormente determinado por no-sotros? Lateoría atómica dice: la probabilidad es j. Si eso lo dice sinninguna ambigüedad, no puede ser entonces una probabilidad epistemo-lógica determinada por medio del silogismo estadístico anterior. Existeciefamente una relación entre la probabilidad postulada y la proporciónde todo el radio que se desintegra en cualquier periodo de 1600 años;pero la relación no parece ser demasiado directa. Específicamente, nopodemos decir: la probabilidad es únicamente una medida de esa propor-ción, ya que la primera es exactamente j y la segunda sólo aproximada-mente j.

En este sentido, el mero hecho del carácter discreto de la estructura gra-nular de la materia parece introducir problemas en la interpretación de laprobabilidad. Sin embargo, en un inicio se tenían todas las esperanzas deque, teniendo una mejor comprensión de los fenómenos, estos problemasdesaparecerían, pues en el pasado se habían estudiado fenómenos que ex-hibían cambios discontinuos; pero en los modelos construidos, esa mismaapariencia se había identificado como un cambio continuo sólo aproxima-damente discontinuo. De manera que ¿no podría haberse esperado que lateoría profunda detrás de la transmutación aparentemente discontinua delradio en radón identificara las probabilidades con proporciones exactas delos tiempos de estancia en los (en aquel entonces no concebidos) estadossubyacentes?

Esta esperanza se desechó con la ahora bien conocida pero entoncesespectacular ruptura revolucionaria con la tradición que efectuó la teoríacuiíntica. Las probabilidades en la teoría cuántica no pueden disimularsecon las probabilidades de una teoría subyacente de tipo clásico., Sin embargo, antes de continuar con mi exposición, debería subrayarque incluso al decir todo esto, de alguna manera ya he tomado partidocon respecto a cierto tipo de interpretación de la física cuántica. Ésta es

todavía una área de vivo debate filosófico. Para ser tan ecuánime comosea posible, me concentraré en aspectos en los que la mayor pafe de lasinterpretaciones existentes concuerdan, y si no, enunciaré lo que se tomageneralmente como la posición ofodoxa; pero la total neutralidad filosóficascrá, creo, imposible.s

8 La inferpretación de la mccánica cuántica que he defendido es la que he llamado

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l

2IO LA IMAGEN CIENTÍFTCA

$3.1 LAS DTVERGENCTAS CON EL CASO CLÁSrCO

En la mecánica cuántica nos encontramos con una distinción que es formal-mente similar a la cliísica entre macroestados y microestados, a saber, ladistinción entre mezclas (o estados mixtos) y estados puros. Hay dos pro-blemas en torno a esto que tienen que ver con la teoría de las probabilidades:cómo se relacionan las mezclas con los estados puros, y cómo los estadospuros se relacionan entre sí. Analizaré estos problemas por tumo.

Los estados mixtos se introducen típicamente en situaciones de incer-tidumbre. Supóngase que algunos átomos de helio se escapari a través de

una pequeña hendidura en el horno de un laboratorio. Estos átomos queescapan tienen energías diferentes. Así que el conjunto de los átomos es-

tá mezclado; es una mezcla de átomos en estados distintos. En aras de lasimplicidad, supongamos que estamos presenciando alguna situación comoésta, en la que las partículas escapan de algún dispositivo, cada una en algu-no de los tres estados wt,w2,w3. Supongamos también que la proporción de

estos tres es igual. Además, ahora podemos decir que el dispositivo disponelas partículas en el estado mixto

L. w -- \w1+ lw2+ lw3(Para aquellos de mente técnica: ,il1,w2,lv3 )/ w representan aquíoperadoresestadísticos, o matrices de densidad; no vectores.)

Debido a la forrna en que he introducido los estados mixtos (y lo he hechode la manera usual en que lo hacen los textos), su interpretación parece muydirecta. Decir que un sistema está en el estado mixto w, significa solamenteque está realmente en uno de los tres estados puros, aunque nosotros nosabemos cuál; y los números asignados a los componentes miden nuestra

variante de Copenhague de la interpretación modal, la cual pretende ser una versión precisade la así llamada interpretación estadística ortodoxa o de Copenhague. Sin embargo, en

estas páginas trataré de apoyarme en aquellas características que son aceptadas por todas

las interpretaciones más o menos ortodoxas, aunque quizá no por quienes propugnan ya sea

va¡iables ocultas (como Arthur Fine), ya sea la interpretación "lógico-cuántica" asociada

con Finkelstein, Putnam, Bub, Demoupoulos. Para la exposición de la interpretación que

defiendo (y sobre la cual argumento que es una formulación precisa y consistente de las

ideas principales de la interpretación "de Copenhague" o "estadística ortodoxa"), véase mi"Semantic Analysis of Quantum l,ogic" (cap. 3, nota 22, antes), "The Einstein-Podolski-Rosen Pa¡adox" (cap. 2, nota 20, antes),'A Semantic Analysis ofNiels Bohr's Philosophy ofQuantum Theory" (con C.A. Hooker), págs. 221-241 , enW. Harper y C.A. Hooker (comps.),

Fountlations of Probability Theory, Statistical Inference, and Statistícal Theories of Science,vol. ut, Dordrecht, Reidel, 1976. Véase después el intercambio entre Fine, Healey y yo mismoen Synthese, 42, 1979, págs. l2l-165.

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 2II

ignorancia (la probabilidad epistemológica). Ésta es la interpretación de raignorancia de las mezclas. Es la interpretación que parece estar implícita enmuchas discusiones acerca de los estados mixtos; y fue propuesta explíci-tamente en 1948 por Hans Reichenbach.e Es similar al principio de que ungas está en el macroestado D si está en uno de los microestados compatiblescon D.

Por desgracia, existe el problema de la degeneración. Cuando descom-ponemos un estado mixto w dado en sus componentes puros, hay en generalmás de una manera de hacerlo. De forma que I es compatible con:

2. w: lw1+ lw,r+ lw\donde wLy w\ son estados totalmente diferentes de w2 y w3.

Si ahora hubiésemos intentado seguir con la interpretación de la ignoran-cia, habríamos tenido que concluir que la probabilidad de que una partículadada esté en el estado w es igual a I +t,puesto que tenemos que añadir lasprobabilidades de sucesos incompatibles (disyuntos).

Que esto en realidad no tiene sentido quizrís quedará más claro si consi-deramos lo que podemos llamar la interpretación estadística ingenua. Éstadice que el estado w no puede ser atribuido a ninguna partícula individual,sino solamente al conjunto de partículas; y que el número { mide el tamañorelativo del subconjunto que comprende aquellas partículas que estiin en elestado puro l/1 , y de manera similar para w2 y ly3. Pero entonces debemosdecir lo mismo paraw', y w!. Puesto que cinco veces j es más que uno,estos 5 subconjuntos deben traslaparse. ¡Pero no pueden! Si se traslaparan,habría habido una partícula que estaba al mismo tiempo en el estado purow2 y en el estado puro w', o w!, lo cual es imposible. O bien, si no nos estápermitido asignar ningún estado a las pafículas individuales, preguntcmos:¿qué estado pertenece al subconjunto que es la parte común entre el sub-conjunto con el estado w2! elsubconjunto con el estado w!? ¿No deberíacualquier subconjunto de un conjunto en un estado puro, eslar él mismo enese estado puro?

9 H. Reichenbach, "The Principle of Anomaly in euantum Mechanics", Dialectica,2,1948, págs. 33-50; e incluso véase Nancy cartwright, 'A Dilemma fo¡ the Traditional In-terpretation of Quantum Mixrures", en K.F. Schaffner y R.S. Cohen (comps.), pSA, 19j2,Dordrecht, Reidel, 1974. Cartwright sostiene que en ciertas situaciones físicas, la interpre-tación de la ignorancia del estado mixto es corecta (y tenemos más información que latransmitida por la matriz de densidad), mientras que en otras situaciones es incorrecta. Véasetambién la parte rr de mi arrículo 'A Formal Approach to philosophy of science", págs. 303-366, en R. colodny (comp.), Paradigms and Paradoxes, Pittsburgh, university of pirtsburghPress.1972.

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212 LA IMACEN CIENTÍFICA

Si nos conforrnamos con una versión atenuada de la interpretación de laignorancia, hay una forma de salir de estas dificultades.l0 podemos decirque la especificación del estado w es incompleta, que hay una informa-ción faltante sobre la naturaleza en esta atribución de un estado mixto. Enrealidad, un sistema en el estado w está en uno de los estados puros quesufre alguna descomposición (como 1 o 2) de ese estado, y nosotros nosabemos cuál es. Pero el número j al lado de w2 solamente nos dice quela probabilidad de que éste se encuentre realmente €D w2 €S igual a ,1 sila descomposición objetivamente correcta o verdadera es l. y tu¿l seá laverdadera descomposición en este caso es algo que no se nos dice en ladescripción mec¡inico-cuántica de la naturaleza.

En mi opinión, esto es en muchos casos un agregado metafísico gratuito;generalmente no hay una diferencia física a la cual corresponda. Es quizás unagregado inofensivo, capaz únicamente de hacer que las cejas académicasse levanten. Sin embargo, aun si aceptamos esto, la interpretación de laignorancia todavía tropieza con dificultades ulteriores.

Esto es así debido a que hay una segunda situación en la cual las mezclasaparecen naturalmente. Y esto ocurre con los resultados de interacción. Aveces, después de una interacción, dos sistemas X y f estrán de nuevo sepa-rados y aislados mutuamente, pero nosotros solamente tenemos un estadopuro para el sistema complejo. En tal caso puede ser inconsistente atribuir,además, estados puros a x y y individualmente. (Schródinger decía quequizás esta era "la" peculiaridad de la nueva teoría cuántica.) En este casoes posible, sin embargo, atribuir ciertos estados mixtos ax y y ("reducciónde la matriz de densidad"), y de hecho esto es lo que generalmente se hace.l I

10 En el ¡echazo de la interpretación de la ignorancia de las mezclas (y también delpostulado de proyección), sigo a Henry Margenau; véanse su .,Measurement and euantumstates"' Philosophy ofscience,30, l963, págs. l-16 y l3g-157, y "Measurements in euan-tum Mechanics", Annals of Physics,23, 1963, págs. 469485; y también, de su discípuloJ.L' Park, "Quantum Theoretical concepts of Measurement", philosophy of science, 35,1968' págs. 205-231 y 389441, y "Nature of euantum srares", American Journal of phy-sics, 36, 1968' págs. 2ll-226. Las cuestiones acerca de los estados mixtos y las alternativasfueron presentadas cla¡amente en c.A. Hooker, "The Nature of euantum Methanical Reality:Einstein versus Bohr" págs.67-302, en R. colodny (comp.), op. cit. (nota 9, anres). Véasetambién Neal G¡ossman, "The lgnorance Interpretation Defended", philosophy of science,4r' 1974' págs. 333-344, que es una réplica, en esta cuestión, a mis artículos mencionadosantes. La defensa propone (como Hooker ha señalado, op. cit., págs. 102-105), en efecto,que a un sistema que está interactuando en el presente, o ha interactuado en el pasado, conotro sistema, no le sea at¡ibuido en absoluto ningún estado propio.

I I véase el apéndice a mi 'A Formal Approach. . . " (nota 9, antes) y la discusión dc los

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 213

Pero la interpretación de la ignorancia vuelve esto imposible, porque deacuerdo con ella, la atribución de un estado mixto implica la afirmaciónde que ese sistema está realmente en un estado puro. De modo que si nopodemos atribuir consistentemente ningún estado puro, tarnpoco podemosatribuir consistentemente ningún estado mixto.

¿Qué son entonces esos números j, esos coeficientes en la descomposi-ción de un estado mixto? Se llaman probabilidades, y se pueden intcrprctarcomo probabilidades, pero no de las maneras ingenuas que hemos vistorecientemente. Antes de buscar la solución, examinemos el segundo pro-blema.

Los estados puros son directamente representables pormedio de vectorcsen un espacio de Hilbert.t' Huy varias representaciones disponibles; en la"imagen de Sch¡ódinger", tal vector es una función ry' de onda dependicn-te del tiempo. Al principio fue muy difícil interpretar lo que significabaexactamente este vector. El mismo Schródinger comenzó señalando querepresentaba una onda física. La interpretación probabilística fue introdu-cida por Max Born en su estudio de los procesos de colisión. Sin embargo,debemos distinguir cuidadosamente entre las ecuaciones básicas que rela-cionan el estado tlt con ciefas probabilidades, que se conocen como lasreglas de Born, y la interpretación estadística simple que el mismo Bornofreció al principio. Las primeras se convi¡tieron en el puente que une lamec¿ínica cuántica con los fenómenos observables; las últimas probaron scrinsostenibles.

El problema con que Born comenzó era el de cómo se dispersan loselectrones en las colisiones con los átomos.l3 Tras la colisión, el estadopuro / del sistema combinado átomo-más-electrón es una superposición dediferentes estados tb,,gve corresponden a diferentes di¡ecciones posibles ren las cuales el electrón dispersado puede salir. Born propuso la interpre-tación según la cual lrltrl2 ----es deci¡, el cuadrado del valor absoluto de laamplitud-, es la probabilidad de que el átomo se disperse en la direcciónr. Si expresamos ry', como un escalar múltiple cA, de un vector unidad gr,

artículos de Schródinger de 1935-1936, en mi "The Einstein-Podolski-Rosen Pa¡adox" (nota8, antes).

12 Los estados mixtos incluyen los estados puros como un caso especial. En el casogeneral usamos una matriz de densidad o un operador estadístico para representar estados;cuando ese operador estadístico es la proyección a lo largo de un solo vecto¡ el estado espuro. Pero ese estado puro se representa entonces equivalentemente por el vector mismo.

13 Véase Max Jammer, Tl¡ e Phitosophy of Quantum Mechanics, Nueva York, John Wileyand Sons, 1974,pigs.38-44. Me apoyo también en la exposición del trabajo de Born en unartículo inédito dc nri cx discípula Karhcrine Arima.

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1

2t4 LA IMAGEN CIENTíFICA

cnfonces esa probabilidad es lcl2; y ésta fue la primera ocasión en que loscuadrados de los coeficientes en la expansión de un estado puro en términosde estados propios [eigenestados] de una cantidad física fueron interpreta-dos como probabilidades, en el sentido que hoy es común.

Generalizando al respecto en un trabajo posterior, Born propuso que unelectrón, por ejemplo, tiene en todo momento una posición y un momentobien definidos. Pero el estado mecánico cuántico da solamente informaciónprobabilística acerca de los valores de estas (y otras) cantidades físicas. porconsiguiente, atribuir un estado puro es formular una compleja afirmaciónde probabilidad, exactamente de la misma manera en que lo es atribuir unmacroestado en la física clásica. La diferencia sería solamente que en lafísica clásica la teoría de los microestados subyacentes era la que se com-prendía mejor, mientras que en la física cuiíntica las leyes que gobieman lascantidades físicas básicas (posición, ímpetu) eran totalmente desconocidas,en comparación con las leyes que gobieman las probabilidades acerca deellas (como se resumen en el estado meciínico cuántico).

Esta interpretación que Bom propuso para las probabilidades que él in-trodujo, se desmorona cuando se confronta con el famoso experimento delas dos rendijas.

Existen muchísimas exposiciones de este experimento (o experimentomental), por lo cual seré muy breve. Para comenzar, considérese un tubo detelevisión. Un cátodo emite un flujo de electrones que se hacen pasar a travésde rendijas colimadoras de modo que se produzca un haz de electrones.Los electrones de este haz son desviados de varias formas por un campomagnético, de manera que pintan un cuadro carente totalmente de interésen la pantalla. Supóngase ahora que eliminamos los electromagnetos y losreemplazamos dentro del tubo por una plancha de tungsteno con dos rendijasque pueden ser abiertas y cerradas individualmente. Si cada electrón tienetodo el tiempo una posición y un ímpetu bien definidos, entonces cadaelectrón que llega a la pantalla debe haber pasado a través de una u otrarendija. Podemos producir el flujo de electrones tan lentamente que ellosno interfieran entre sí. Considérese ahora la pequeña areaX de la pantalla,y pregúntese cuál es la probabilidad de que algún electrón llegue a dar a X.Ello depende claramente de cuál(es) rendija(s) esté(n) abierta(s);

situación ¡: sólo la rendija superior está abierta

situación y: sólo la rendija inferior está abierta

situación xy: ambas rendijas estiín abiefas

PROBABILIDAD; LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 2t5

Llamemos a las correspondientes probabilidades &(X), Py(X), P,y(X).Puesto que los electrones no pueden interferir entre sí, concluimos:

P,y(X) : cP,(X) + d Pr(X) para los números c, d tales que c + d < l.Esto puede compar¿use con las proporciones de electrones que cacn en elárea X en estas situaciones diferentes, y encontramos que es falso. (Si unexperimento similar se hace con un rifle de viento y municiones de plomo,la fórmula se muestra verdadera, desde luego.)

En ocasiones se ha dicho que los electrones no son ni ondas ni partículas,sino partículas-onda, que se comportan a veces como las unas, a veccs comolas otras. Esto está muy bien como una forma de etiquetar el problcma, pcrono constituye una solución para el rompecabezas de por qué esa fórmula nofunciona. Lo que se necesita es una interpretacrón de los estados puros quese sostenga al ser asociada con las probabilidades que Bom propuso -yque se desempeñan maravillosamente bien en los experimentos-, pero qucno implique que las probabilidades en el experimento de las dos rendijas se

relacionan de acuerdo con esa fórmula de adición.

$3.2 LAS PROBABTLTDADES CUÁNTTCAS COMO PROBABTLIDADES

CONDICIONALES

Las ecuaciones por medio de las cuales Born relacionaba el vector-estadocon la probabilidad de que un electrón se disperse a lo largo de una ciefa di-rección, fueron generalizadas hacia otras cantidades físicas (observables).Cada cantidad física (posición, momento, espín, etc.) tiene una gama devalores posibles. Sin pérdida real de generalidad podemos tomar estos va-lores como números. Para cada conjunto medible E de números, cada mobservable y cada estado w, las reglas de Born nos permiten calcular unnúmero entre cero y uno inclusive:

t. Pr@)

al cual Bom llamaba la probabilidad de que el observable m tenga un valorque reside en E,para sistemas en estado w.

Para cada estado w, las mediciones del observable ln en sistemas en eseestado arrojan resultados que caen dentro del conjunto.E, en una propor-ción que concuerda estrechamente con la cantidad I calculada por mediode las reglas de Bom. Sin embargo, en vista de las dificultades examinadas,la designación que Born le daba no puede ser muy correcta. Por tanto, lapropucsta dc Born fuc modificada y condujo al ascrto central dela interpre-

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2t6 LA IMAGEN CIENTÍFICA

tación de copenhague; este número es la probabitidad condicional de unrcsultado en E dado que el observable rn se mide en un sistema en estadow. La diferencia revolucionaria es que con esta interpretación no se impli-ca en absoluto que el observable tenga algún valor particular, o de hecho,algún valor, cuando no se efectúa una medición. veamos cómo esta nuevaintcrpretación resuelve las dificultades.

comencemos con el experimento de las dos rendijas. La mancha brillantcque aparece en la pantalla indica dónde cae el electrón. De modo que éstaes una indicación de posición y podemos considerar que la pantalla es unaparato de medición de posición. ¿En qué estado está el electrón cuandose somete a esta medición? Bien, cualquier estado es preparado por eldispositivo que consta del cátodo, las rendijas colimantes y la placa detungsteno. Ese dispositivo de preparación del estado es de uno de tres tipos,dependiendo de cuál(es) rendija(s) se abra(n) en la placa de tungsreno.Llamemos a los tres estados preparados

gr: solamente la rendija superior abierta

py: solamente la rendija inferior abierta

g;y: ambas rendijas abiertas

¿Qué tiene la teoría que decir acerca de estos estados? eue gry es unasuperposición de g, y gy. si ahora calculamos las probabilidades de lamedición de la posición que nos da un resultado en X, dado que tal mediciónse efectúa con un electrón en uno de estos estados, encontramos una fórmulade la forma general

PU,'(X) : eP$"(X) + dp$,(X) +f (x,y)

y esta fórmula corresponde estrechamente a las frecuencias observadas.No hay aquí, en absoluto, ninguna contradicción con la teoría de la proba-

bilidad, puesto que estamos condicionando sobre el mismo tipo de mediciónque se efectúa, pcro con electrones en estados diferentes. comparando estocon lo que hizo Born, encontramos la siguiente diferencia. Decir que cpry esuna superposición de gx y gy significa que estos vectores están relacionadospor una ecuación de la forma

?xy:aPx*b9,

Ahora bien, Born interpretaba esto como sigue: lal2 es la probabilidadde que un sistema en el estado gry esté efectivamente en el estado gr, y

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 217

esto además significa: tiene una trayectoria que pasa a través de la rendijasuperior en la placa de tungsteno.

La interpretación de Copenhague es: lal2 es la probabilidad dc quc sihiciéramos un tipo diferente de medición en el electrón, colocando unapantalla directamente detrás de la rendija superior de la placa de tungstc-no, obtendríamos un punto iluminado. Y de hecho, si lo hacemos dc esta

manera, la frecuencia de tales resultados concuerda estrechamente con lal2.Pero en la antigua interpretación de Bom esto se usaba para mostrar que una

fracción correspondiente de los elcctrones pasa a través de la rendija supc-rior, aun si este segundo tipo de medición no se hace. En la interprctaciílnde Copenhague, esto no se da por supuesto.

Volviendo ahora al problema de las mezclas, llegamos exactamcntc a la

misma historia. Decir que el sistema está en el estado

w:owl+bw2+cw3

indica únicamente una relación entre aquellas probabilidades condicionalcsacerca de la medición, es dccir

Pf@) - qPtr,@) + bPfir(E) + c Pir@)

para todas las cantidades observables rn y todos los conjuntos medibles E dcvalores de rn. En esta fórmula que relaciona las probabilidades condicionalcsde los resultados de la medición, no hay en absoluto implicación de quc clsistema esté efectivamente en uno de aquellos estados puros, ni alguna otra

implicación acerca de lo que es el caso si no se hace ninguna medición.Desde luego, este enfoque hace surgir algunas preguntas serias. Primero

que nada, una medición es en sí misma una interacción física, y por tanto, unproceso en el dominio de la aplicabilidad de la teoría cuántica. Así que existe

un serio problema de consistcncia: ¿es coherente lo que la teoría cu¿intica

dice acerca de tales procesos con el papel que éstos desempeñan en las reglas

de Bom al vincular los estados con los resultados de la medición? Este es

el problema de la medición y sigue siendo un tcma central de discusión en

la filosofía de la física.la En segundo lugar, sí Pfi(E) es una probabilidadcondicional, entonces debe haber una función de probabilidad simple P.tal que, para todo w, m y E,

PI : P* (el resultado está en E / el sistema está en el estado w

14 Véase laparte2 ("The Measurement Problem of Quantum Mechanics as a Consislen-

cy Problem") de mi 'A Formal Approach. . . " (nota 9, antes) y Jeffrey Bub, "The Measurement

Problcm of Quiurturtt Mcchanics", en el volumen mencionado en la nota 16, más adclantc.

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2t8 LA IMAGEN CIENTÍFICA

y sujeto a una medición de m)

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 2t9

su terca cabezai las probabilidades condicionales parecen ser acerca de /a

que habría pasado si... Y la clase de sucesos en los que Pf@) es una pro-

porción, es lo que cortésmente se llama un ensamble virtual de mediciones.

Esto significa algo así colno: un ensamble, es decir, una clase de sucesos

que no acontecen, de sucesos posibles.

Cualquier satisfacción que hubiéramos tenido en una etapa más temprana

acerca de la conveniencia de una intepretación puramente empírica de las

probabilidades en física, debería ahora haber desaparecido. Debemos vol-

ver, entonces, al problema general de ofrecer una interpretación como tal.

$4. HACIA UNA INTERPRETACIÓN EMPIRISTA

DE LA PROBABILIDADI6

De cara hacia la física, vimos a la probabilidad desempeñar dos papeles,

uno epistemológico y otro objetivo; apareció a veces como una medida de

la ignorancia y a veces como una medida de alguna característica objetiva,

tal como el tiempo proporcional de estancia. El estudio de la probabili-

dad epistemológica podemos dcjarlo para la epistemología propiamente

dicha. Pero la probabilidad como una medida de características objetivas

del mundo ---o de características del modelo concebido para que se ade-

cue al mundo- debe abordarse en el análisis hlosófico de la descripción

científica de la naturaleza.

Como siempre, tendremos que responder dos preguntas: ¿qué dice exac-

tamente una teoría probabilística? y ¿qué es lo que creemos cuando acep-

tamos esta teoría como empíricamente adecuada? Estas dos preguntas no

pueden contestarse por separado, porque para responder a la segunda lo que

debemos saber es lo que la teoría dice acerca de los fenómenos observables,

y ésa es parte de la respuesta a la primera. Para ponerlo en una terminología

más neutral, necesitamos comprender la estructura de los modelos probabi-

lísticos de que nos proveen nuestras teorías científicas, así como la manera

en que los modelos son concebidos para que se adecucn a los datos.

16 Estasecciónestábasadaenmi"RelativeFrecuencies",Syntlrese,34,1977,págs.133-I 66, que presenta una versión anteriof (ahora revisada) de la interpfetación que propuse; y más

estrechamente en mis conferencias acerca de los fundamentos de la probabilidad en el curso de

verano del Instituto Enrico Fermi sobre fundamentos de la física (Varenna, 19'77), publicado

en G. Toraldo di Francia (comp.), Problems in the Foundations of Physics, Ámsterdam, North

Holland, 1979.

donde los conceptos tradicionales de probabilidad y las probabilidadcscondicionales deben aplicarse-. Esto no es en absoruio obvio, pero puedcsostenerse consistentemente. l 5

$3.3 ENSAMBLEs vIRTUALEs DE MEDIcIoNEs

La interpretación de copenhague restituye algún orden al asunto. Nos per-mite una vez más considerar las probabilidades como medidas de cantidadesobjetivas, es decir, como frecuencias de resultados en conjuntos o series demediciones. Pero queda un problema serio.

En el caso clásico, el correlato objetivo de la probabilidad era la propor-ción de tiempo que un sistema der tipo pertinenie pasaba en un estado deltipo pefinente. Las probabilidader cuániicar se relacionan con las propor-ciones en clases de interacciones de cierto tipo (inter-acciones de medición).¿Qué pasa si tales interacciones no se dan o se dan en un número reducido?

Por supuesto, al llamar mediciones a ciertas interacciones, no estarnosdiciendo que una persona las "realiza". Ni se necesita que er ,.aparato,,sea algo hecho por el hombre. La definición general de una interacción demedición utilizada en los estudios ancilares no tiene nada que ver con laacción humana. Así que hay sin duira muchas mediciones más, en un sentidopropio, de las que podemos sospechar. De hecho, no hay ninguna razón parapensar que no pueda haber un número inhnito de ellas si el universo comoun todo dura etemamente.

sin embargo, tampoco queremos que el éxito de ra interpretación descan-se en el aserto empírico de que hay de hecho un número infinito, o siquieraun gran número, de mediciones de cada observable en sistemas de cadaestado.,De hecho, que esto sea así tiene cero probabilidades. (La razónes que hay tantos máximos observables, y también tantos estados puros,como números reales existentes

-una cantidad no numerable. cada me-dición toma una cantidad finita de tiempo, con un límite inferior dehnidoa pgt_ir de lo corta que puede ser. Juntó con el teorema de la teoría de laprobabilidad según el cual si cada uno de ros sucesos de una clase de su-cesos mutuamente incompatibles tiene una probabilidad diferente de cero,entonces solamente hay muchas cantidades numerables, y esto imprica raconclusión que enuncié.) Lo que ha sucedido es que la moáalidad ha arzado

15 véase B.c. van Fraasen y c.A. Hooker, 'A semantic Anarysis of Niers Boh¡ philoso-phy of Quantum Theory" (véase la nota g, antes).

I

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210 LA IMAGEN CIENTÍFICAI

lj4.l LOS ESPACIOS DE PROBABILIDAD COMO MODELOSDE EXPERIMENTOS

Hay una explicación sencilla de ras probabilidades objetivas que nos dan lasteorías científicas, y que se encuentra en muchos textoi. comenzaré con unacaracterización breve, modema, de la teoría de la probabilidad, que habráde recapitular los axiomas mencionados previamente y que procéderá pormedio de aquella conocida explicación acerca de lo que tiata todo esto.

un espocio de probabitidad s constade tres partes: el espacio de mues-tra K, la familia de sucesos F y ra medida de probabili aaá p. El espaciode muestra se llama también el espacio-resultadl, y las razones para ambostérminos residen en la interpretación intuitiva. cántemplamos un experi-mento cuyos posibles resultados se representan con loi elementos de K.un tipo especial de experimento consiste en tomar una muestra fortuita decierta población; en tal caso los resurtados posibles son que uno tome unaselección de éste o de aquel ítem de esa población. En todos los casos esapropiado llamar K al espacio-resultado, y en el último puede llamiírseleespacio muestral.

Pero, en realidad, K es "demasiado fino" para el informe experimental.supongamos que yo "tomo" arbitra¡iamente un fumador de cigárrillos y loinspecciono en busca de difercntcs tipos de ciíncer, enfrsema, eñfermedadesdel corazón, y así por el estilo. La persona que realmente "tomé,, era clarettaDelicados; pero esa información no viené en el informe. Ella estaba, entodos aspectos, en perfecto estado de salud; y eso sí entra en el informe.El suceso-resultado significativo fue que la persona seleccionada estabaperfectamente sana.

Este es el razonamiento básico para especificar una familia f'de sucesos"experimentalmente significativos". Éstoi corresponden a subconjuntos deK. Por ejemplo, el conjunto de la gente perfectamente sana es un subconjun-to de los fumadores de ciganillos, y el hecho de que la persona seleccionadaestuviera en ese subconjunto es un suceso-t".últudo-lrignificativo). paradamos una imagen, es útil tomar el tipo dc diagrama de venn utilizado enla lógica elemental. El conjunto K se representa como un cuadrado, y suselementos corresponden a los puntos de ese cuadrado. Los sucesos de F serepresentan en K como círculos. si el círculo E estádentro del círculo E/,ello signihca que siempre que suceda E, también Et debe haber sucedido.fo-r ejemplo' no se puede seleccionar a un fumador de ciganillos mento-lados de virginia sin, a fortiori, seleccionar a un fumadJr de cigarrillosnorteamericanos. Si los dos círculos se traslapan, su pafe común dóe tam-bién representa¡ a un suceso en F; ésta es úamada la intersección de los

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 221

primeros dos sucesos. Si (¿'n E') es la intersección de E y E/, entonces(E n E') ocurre si y sólo si tanto E como ^E' lo hacen. De manera scmcjante,la región que abarca E y E' es un suceso (Eu E') denominado la uni(¡n dc Ey E/; esto se presenta si y solamente si E sucede, o E' sucede. Finalmcntc,la región del cuadro menos la región E es el complemento (K - E) dc E,y es (la región correspondiente a) un suceso que ocurre si y sólo si E nooculTe.

Una familia de subconjuntos de K que incluye a K, y está cerrada de

esta manera bajo las operaciones de intersección, unión y complemento, es

un campo. Requerimos que F sea de hecho un campo. En el caso de losespacios de probabilidad utilizados en la física, requerimos además que Fseaun campo de Borel (denominado también campo-sigma),lo que significaque está cerrado bajo uniones infinitas contables.

si E1,. ..,Ek,..., están en F, entonces

L) E¡ : E¡ U ...U E* U..., está también en F.

Este requisito m¿rca una diferencia solamente si K es inf,rnito.Finalmente, volviendo ahora a la medida de probabilidad P, ésta es una

función P(E) : r, tal que

O. P(E) está definido si y sólo si E es un miembro de la familia F

I. P(K) : l;0 < P(¿') < III. P(E u Et) : P(E) + P(E') si E y E' no se traslapan (son disyuntos)'

Decir que E y E' son disyuntos significa que no es posible que ambos puedanocurrir. Por ejemplo, el cuadro alcatorio de un fumador de cigarrillos nopuede presentar a alguien que sea perfectamente sano y tenga cáncer. Demodo que E y E' son disyuntos exactamente si (E ñ E') es el suceso vacío,o suceso imposíble, aquel que no pucde ocurrir. Para las probabilidadesusadas en la física requerimos también

mII.. P(u¿',): D"(A) si los sucesos

i=l

El,..., Ek,..., son todos mutuamente disyuntos

Una función que satisface II se llama aditiva o finitamente aditiva; si satis-face II*, se llama contablemente aditiva.

Hay también ahora una razón teórica para distinguir la familia F de su-cesos "significativos". ¿;Por qué, a pcsar dc todo, no contamos simplcmcntc

l

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))) LA IMAGEN CIENTÍFICA

c¡lda subconjunto de K como un posible suceso-resurtado, y decimos úni-ca¡ncnte que algunos de ellos son interesantes, y los otros, no interesantes?Larazínreside en el tipo de espacios de probabilidad que se necesitan en lafísica. Tomemos como ejemplo er espacio K, una esfeia abierta en el espa-cio ordinario euclidiano, tridimensional, que podría ser el espacio-resultadopara una medición de posición. Supóngase que tenemos una incertidumbretotal en cuanto al resultado, y lo representamos con una medida p, la cualpedimos que sea definida para cada subconjunto E de puntos en K, quesatisfaga I y II, y que si .E y E' son congruentes entre sí reciban la mismamedida P(E) : P(E'). Hausdorff probó que no existe tal función p. Tam-bién probó que en varios casos geométricos aún más simples no existe talfunción P si imponemos el requisito estricto de la aditividad contable.rTEstos resultados son, por supuesto, tan importantes para el concepto de vo-lumen como para el de probabilidad. En cualquier caso, explican por quésiempre especificamos separadamente el espaóio-resurtado k y la familiaF de los sucesos-resultado para la cual se define una probabilidad.

Para continuar con la ilustración gráfrca, imagínese el diagrama de venn(el cuadrado K; los círculos E, E,:otras regione s-(EnE,),@Lln,),,((.¿ - X)con un kilogramo de lodo amontonado encima. La masa del lodo sobre elcírculo C, expresado como fracción de un kilogramo, es el número p(E).Existen casos límite; por ejemplo, el lodo extendido uniformemente sobreK (entonces P(E) es proporcional al área de E),y también el caso en el cualtodo el lodo está amontonado sobre un punto r en K (entonces p(E) es unoo cero, dependiendo de si ¡ está o no en E).

No habrá pasado inadvertido que esta caracterización intuitiva de unespacio de probabilidad como modelo dc un experimento es entcramentemodal: la probabilidad está vinculada a los resultad os posibles del experi-mcnto. si el modelo entabla alguna relación con la realidad observable nopuede hacerse evidente llevando a cabo el experimento solamente una vez.La clave de la relación entre este modelo y el mundo debe estar en lo que sepretende decir acerca de las repeticiones del experimento. Intuitivamente:los sucesos-resultado más probabres deberían ocurrir más a menudo.

Finalmente, debemos insistir en que un modclo probabilístico no tiencque ser un modelo de un experimento (humanamente realizable). De aquíque varios escritores hablen más bien de un arreglo fortuito fchan'ce set-upl.

l7 Feli* Hausdorff, Grundzüge der Mcngcnrehre, Nueva york, chelsea publishing co.,1949, cap- x, sección l (aditividad conrabre), págs. 399-403, y Nachrrdge, págs.469472.Debo las referencias a cregory H. Moore, y le ugád"r.o.rp"ciarmenre ri r,uü"i*. señaradoel resultado acerca de las funciones finitamente aditivas en el apéndice de Hausdo¡ff.

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 223

Esto es, como un experimento, excepto porque puede ocurrir espontánea-mente en la naturaleza: cualquier estado de cosas con resultados posiblcslo será. Una persona que tiene una moneda que está a punto de tirar esun arreglo fofuito; un molusco a punto de salir a su búsqueda diaria dealimentos es otro. Continuaré discutiendo los espacios de probabilidad co-mo modelos de experimentos, pero es fácil ver cómo la discusión, mutatismutandis, puede adaptarse a los arreglos fortuitos en general.

$4.2 LA INTERPRETAcIÓN FREcUENTISTA ESTRIcTA

Hans Reichenbach defendía la interpretación según la cual la probabilidad¿s la frecuencia relativa. | 8 La aserción P(E) : r significa simplemente que,en la clase de todos los experimentos dcl tipo en cuestión, el resultado Eocurre en una fracción r de todos los casos. Muchas de las objeciones que losfilósofos han esgrimido en contra de esta interpretación tienen poca fuerzalógica. Cualquier aserto de probabilidad debe ser entendido con referenciaa un tipo (especificado tácitamente) de expcrimento, una clase de sucesos,o una clase de arreglos fortuitos (Ia clase de referencia). Por ejemplo, sicaigo de una escalera, éste es un suceso que pertenece a la clase de caídashumanas de escaleras, pero tambión a la clase de caídas de animales desdealturas inferiores a los 15 metros; y la proporción de piemas rotas en lasdos clases es ciertamente diferente. Pero desde luego no podemos evaluarun modelo de probabilidad a menos que sepamos lo que significa modcl¿r.Si entendemos la teoría de Reichenbach como un intento por ofrecer unasemiíntica para la conversación cotidiana sobre las probabilidades, hay unproblema para la especificación de la clase de referencia; pero si nuestrointerés se centra en la interprctación de las probabilidades en la ciencia, noveo dicho problema.

Un poco más preocupante es el hecho de que si P(E) es una proporción enuna clase finita, entonces debe ser un número racional. Por tanto, si decimos,por ejemplo, que P(E) es el recíproco de pi, o de la raíz cuadrada de 2,debemos (según Reichenbach) implicar que el experimento, de hecho, se

repite de una manera infinitamente frecuente. Acerca de esto, Reichenbachpuede ser perfectamente terco. Supongamos que el experimento (o el aneglofortuito) ocurrió un número finito de veces. Entonces la afirmación de queP(E) es el recíproco de pi es falsa; pero aún podría ser aproximadamente

l8 Hans Rcichenbach, The Theory of Probabitity, Berkeley, University of CaliforniaPress.1949.

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224 LA IMAGEN CIENTÍFICA

correcta' ¿Qué daño hacemos si decimos, en tal caso, que er número ofrecicroes una mera aproximación? En todos los casos importantes, la clase dcreferencia será tan amplia que la aproximación será muy

""róunu; o si no

es muy cercana' tenemos otras razones más inmediatas para decir que talafirmación es falsa.

La cuestión estará más clara si vemos cómo dirreren los casos finito e infi-nito, y cómo se relacionan. La clase de referencia puede ser finita o infinita.una afirmación teórica de probabilidad muy a menudo debe comprendersccomo si estuviera condicionada a que la clase de referencia fuera ..sufi-cientemente amplia". Habrá todavía implicaciones para las frecuencias enclases menores, pero serán mucho más aproximativas o menos confiables.Este tipo de consideración nos lleva autómáticamente al caso inhnito co-mo el único caso "puro", el único para el cual podemos hacer enunciadosprecisos. Porque imaginemos que digo:

I ' La proporción de A en una clase de B seráde j siempre y cuando laclase de B sea suficientcmcnte grande.

Un intento por hacer esto más preciso arroja

2. Hay un tamaño x tal que, en cualquier clase de B de tamaño ) ¡, laproporción de A es igual a j.

Esto es autocontradictorio, puesto que uno u otro, J o J + l, será impar, yel número de A es un entero. cla¡amente la amplitud misma de la crase deB impone una limitación a la exactitud de ra afirmacion. Así que dcbemosdecir algo como

3. Hay un tamaño x tal que para cada n ) x, si una clase de B ticne unaamplitud n, enfonces Ia proporción de A allíes igual

" + + I.Esto implica que a medida que la amplitud_de la clase de B se aproxima arinfinito, la proporción de A riende al rimite j. Es verdad; ro que ,e dice en 3es más fuerte que esta afirmación límite. péro precisa-"nt"

", inaceptablela manera en que 3 es más fuerte: no hay razón para tomar I como sidescartara las fluctuaciones.arrededor de j gue son más grandes q"; t;clases de amplitud n, suponicndo solamcníe que las fluctuaciones se hacenc-adavez más pequeñas a medida que el tamaño aumenta. por tanto, a pesarde que, de acuerdo con Reichcnbach, un enunciado de probabilidad no es

{ más ni menos que un enunciado de frecuencia relativa en ra crase rearde referencia (sin importar lo grancle o pequeña que sea ésta), los ascrtosde probabilidad de la ciencia física debeiían ser tomados como rclativos a

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 225

plazos inhnitamente largos, extendidos idealmente, y que se aplican sólo

aproximadamente a los casos más pequeños.

Un problema central será cómo podemos arregliirnosla con las implica-ciones para clases de referencia reales, finitas. ¿Deberían verse éstas como

muestras fortuitas de series infinitas, no reales? Y si es así, ¿cuáles se-

ries infinitas (posibles) no reales? Pero esta especulación y esta pregunta

introducen ya un elemento de modalidad que es ajeno a la interpretaciónextensional estricta con la cual comenzó Reichenbach.

En lugar de eso, concentrémonos aquí en el caso puro de un largo plazo

real. Quizás en el caso "básico" de las interacciones entre partículas ele-

mentales, digamos, esta infinitud es en cada caso real. Pero ¿tenemos aquí

una interpretación sostenible de la probabilidad?

En la sección precedente inspeccionamos la estructura del espacio de

probabilidad. Ahora Reichenbach nos pide mirar una estructura difercnte:

una serie s : Jl, . . ., Jr . . ., de resultados reales (un largo plazo). Cada uno

de éstos debe ser desde luego un elemento de K, y puede o no pertcncccr

a varios sucesos E, E',.. . Además, hay una función defrecuencia relalivaque llamaÉ frel. Podemos definir

4. # (8,s, n) : la proporción de resultados de E que oculren entre los

primeros n miembros J1,.. .,sn de s.

5. frel (E,s) : lflry[e #(E,s, n)

Esto es,/rel (8, s), denominada la frecuencia relativa del suceso E cn el largoplazo s, es el número que es el límite al cual nos aproximamos mediante la

proporción de E entre los primeros n resultados, a medida que consideramos

números n cada vez más altos.

Este límite puede no existi¡. Decir que frel (E,s) : r, implica que el

límite existe, y es igual a ese número.

Las preguntas que esta interpretación debe ahora enfrentar son éstas:

primero ¿es consistente decir que la probabilidad es lo mismo que la fre-

cuencia relativa? Eso significa: ¿las funciones P(-) y frel (-, s) tienen las

mismas propiedades? Y segundo, aun si fuera consistente la interpretación,

¿no es o demasiado estrecha o demasiado amplia? Es dccir, ¿introduce la

frecuencia relativa estructuras tales como espacios de probabilidad que no

tienen las propiedades correctas; o inversamente, son algunos espacios de

probabilidad simplemente imposibles de relacionar con una función de fre-

cuencia relativa en algún largo plazo? Y el hecho desafortunado es que la

interpretación frecuentista estricta de Reichenbach queda muy mal parada

respcclo a todas estas preguntas.

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226 LA IMACEN CIENTÍFICA PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 227

luego, ¡no se puede tener aditividad contable en una función scnsible en

un espacio contable! Pero el problema afecta igualmente a los espacios

muestrales continuos. En el caso de un sistema mec¿ínico, nos gustaría co-

rrelacionar la probabilidad de un estado con la proporción de tiempo quc el

sistema pasará en ese estado en el límite, esto es, en la plenitud del tiempo.

Pero tómese una partícula que viaja eternamente en una línea recta. Habráuna única región R(n) llenada por la trayectoria de la partícula en el día (n).

La proporción de tiempo transcurrido en R(n) tiende a cero a largo plazo;

pero la partícula perrnanece siempre en la unión de todas las regiones R(n).

Probabilidades gcométricas como éstas presentan ulteriores problemas.

Considérese el ejemplo favorito de Reichenbach de la ametralladora que

dispara hacia un blanco circular. Decimos que la probabilidad de que una

parte dada del blanco sea alcanzada en un intervalo dado, es proporcional

al área. Pero idealicemos un poco: que las balas sean puntos-partícula. Una

región con ¡irea cero es alcanzada cada vez: el conjunto de puntos efectivo'

mente alcanzados a largo plazo. (Esto es así debido a que hay un número

incontable de puntos dentro del círculo, pero sólo un número contable de

puntos que son alcanzados.) Su complemento, a pesar de que el iírea es igual

a la totalidad del blanco, es alcanzado con una frecuencia relativa cero.

Puesto que ofrecí un ejemplo más bien imaginario, esta conclusión pue-

de parecer inofensiva. Pero no lo es; meramente expone de una manera

gráfica que hay espacios de probabilidad que no son isomórficos con nin-guno de tales "espacios de frecuencia relativa" resultantes de un largo plazo

de resultados con una función de frecucnciarelativafre/. Y esos espacios

-las probabilidades geométricas- son precisamcnte las que se utilizan

principalmente en la física.

Para esta reflexión sobre la disparidad entre probabilidad y frecuencia

relativa es crucial la distinción entre infinitud contable e incontable. Hay

un número finito de números positivos impares menores que 100; pero

hay un número infinito de números impares. Sin embargo, puesto que todos

son enteros, éstos forman solamente una infinitud contable. Los puntos en

una línea, o los números reales entrc cero y uno, forman ya una infinitudincontable; y estos conjuntos incontables desempeñan un papel central en

los modelos matemáticos de la física.

Frecuentemente se dice que las leyes de los grandes números probadas

en la tcoría de la probabilidad portan el eslabón entre la probabilidad y la

frecuencia. Ciertamente dichas leyes proporcionan un eslabón, pero no ha-

ccn posiblc la intcrpretación frecuentista estricta. Sin entrar aquíen dctallcs

técnicos, puctkr rcsumir las implicaciones de la ley fuertc de los grandcs nú-

Sea el largo plazo efectivo contado en días: I (hoy), 2 (mañana), y asísucesivamente. Sea A(n) un suceso que ocurre solamente en el n-ésimodía. Entonces el límite de la frecuenóia relativa de la ocurre ncia de A(n)en los primeros r, + q días, a medida que q va hacia el infinito, es iguar acero. La suma de todos estos ceros, pues i : 1,2,3, . .. es igual a cero denuevo. Pero la unión de-los sucesos A(n) ___esto es, A(l)_o_A (2)_o_A(3)_o. . .; simbólicamente v{A(n) : n € N}- tiene una frecúencia relativa l.Es un suceso que ocurre cada día.

Así que la frecucncia relativa no es contablemente aditiva.le De hecho, sudominio de definición no está cerrado con respecto a las uniones contables,y por ello no es un campo de Borel. porque, a"u.B u' suceso cuya frecuenciarelativa no tiende en absoruto hacia un límite; sean los sucesós .B(n) comosigue: B(n) : A(n) si B ocurre en el ¿-ésimo día, rnientras que f1r¡ es el$¡ceso imposible si B no ocurre ese día. El límite de la freculncia relativade B(n) existe, y es igual a cero, para cada número n. pero B es la unión delos sucesos B(n), y el límite de su frecuencia relativa no existe.

-. Un argumento algomiís. complicado, que se debe de manera indepen_

diente a de Finetti y aRubin, y del que tra ¿a¿o cuenta Supper, "rrubl"""que el dominio de la frecuencia relativa a largo plazo no L. tu-po.o un

campo.20Permítaseme resumir los hallazgos realizados hasta aquí. El dominio de

la definición de la frecuencia relativa no está cer¡ado bajó hs uniones con-tables, ni bajo las intersecciones finitas. pero aun así la;ditividad contablese dcsempeña peor que la aditividad finita, pues cuando la frecuencia rela_tiva de una unión contable de sucesos disyuntos existe, no necesita ser lasuma de las frecucncias relativas de aquellós componentes. pero si todas lasfrecuencias relativas de B, c, y B u c existen; mientras que B es disyuntode c, entonces la frecuencia rerativa de B u c es la ,u-ui" ras de B y c.

No podemos entonces decir que las frecuencias rerativas ,on probubili-dades. Pero no hemos todavía descartado que todas las probabilidud", ,"unfrecuencias relativas (o familias de sucesos especialmente seleccionados).Para esta cuestión es neccsario mirar hacia espacios de probabilidad ..gran-des"; específicamente, hacia las probabilidades geométricas.

Se dice a veces que el espacio muestral finifo; contable es generalmen-te sólo una partición cruda de la realidad; la rearidad

", "ontlnuu. Desde

19 Esta dificultad fue señarada por G. Birkhoff, Latrice Theory,providence, AmericanMathematical Society, 1940, cap. x', sec. 5, y B. de Finneti, piobability, tn¿)riion, or¿Statistics, Nueva York, 1972, sec.5.22.

. 20 véanse de Fineüi, ibid,- sec.5.g, y p. Suppes, set-Theoreticar structure.s in science,

mimeografiado, Stanford, 1967.

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228 LA IMAGEN cIENTÍFIcA

meros para la cuestión de si Reichenbach podría sostener consistentementeque la probabilidad es la frecuencia relativa:

6. Si ¿'1,..., Ek,.. ., son un número contable de sucesos-resultado en elespacio de probabilidad S (con K, F, P como antes) entonces hay unlargoplazo J : Jl, ..., sm,..., tal que P(E¡) : frel (E¡,s) para todai:1,...,k,,.,

Sin embargo, en el caso de la mayoría de las probabilidades discernidas enla física, la familia F de sucesos-resultado no es contable.

Richard von Mises desarrolló también una interpretación frecuentista dela probabilidad (aunque no estoy seguro de que debiera ser llamada unainterpretación frecuentista estricta) y divulga un resultado debido a Polya,que fortalece el enunciado 6 presentado antes.2l Acofando otra vez el relato,llamemos a{ü,...,Ek,...} tnaparticióncontable del espacio S si hay unnúmero contable de estos sucesos-resultado; todos ellos son mutuamentedisyuntos; y son exhaustivos, es deci¡, (U E¡) : K. El campo F* de Borelque se dice que ellos generan es el campo de Borel más pequeño al cualpertenecen; a pesar del carácter no contable que esto tiene en la pafe general,y no en toda la familia F de todos los sucesos-resultado. El resultado dePolya implica entonces:

7. Si F- es el campo de Borel de sucesos-resultado generados por par-tición contable {E1 , . . . , Ek,. . .} d" sucesos-resultado en el espacio Sde probabilidad, entonces hay un largo plazo.r : Jl ,...,sm,..., talque P(E) :frel (E,s) para todo f en F*.

Podemos concluir entonces que la identificación de la probabilidad conla frecuencia relativa es lógicamente consistente si se limita a clases dcsucesos especialmente restringidas. Esto es importante, pero no es suficientcpara mostrarnos cómo interpretar el término probabilidad. Además, inclusoesta identificación restringida utiliza la frecuencia relativa en una secuenciainfinita que puede hallarse en un modelo, pero posiblemente no en el mundoreal.

2l R. von Mises, Mathematical Theory of Probabitity and Statistics, Nueva York, 1964,págs. 18-20. El enunciado exacto del resultado de Polya es éste: sea {p¡} un conjuntode números reales no negativos que se suman a l, siendo cada p¡ el límite de una seric dcfracciones no negativas m¡f m,mientras m tiende hacia el infinito (con una función nr¡ tlcm e í). Conforme a este supuesto, i domina sobre los enteros positivos; sea / adcmiís algrinconjunto de tales enteros. Entonces la suma de los números p¡, con i en 1, existe y es igual allímite de las sumas de m¡/m, con i en 1, a medida que m tiende hacia el infinito.

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 229

$4.3 PROPENSTÓN y SECUENCTAS VTRTUALES

En el siglo xrx, John Venn ya había propuesto la identificación de la probabi-lidad con la frecuencia relativa. El filósofo estadounidense Charles SandersPeirce había hecho la sugerencia opuesta; que, aunque los enunciados deprobabilidad son enunciados acerca de frecuencias, involucran un "sería":algo parecido a la posibilidad o a la necesidad o, quizás, incluso a "muchosmundos" o maneras de ver lo que podría haber sido. De manera semejante,la teoría frecuentista estricta de Reichenbach fue seguida por una teoría dela "propensión" estridentemente modal.

En 1957 , Karl Popper argumentó que la probabilidad no es una propiedadde un desarrollo real de sucesos (tal como los resultados experimentales),sino de las condiciones en las cuales estos sucesos ocurren (tal como lapreparación experimental o el arreglo fortuito). Presentó esta propuestaexplícitamente como una versión más refinada de la interpretación frecuen-tista, e hizo descansar la diferencia entre ambas en una referencia a lo queocurriría si las condiciones se hubieran presentado bastante a menudo.

Cada arreglo experimental es propenso a producir, si repetimos el experimen-to muy a menudo, una sucesión de frecuencias que dependen de este arregloexperimental particular. Estas frecuencias virtuales pueden ser llamadas proba-bilidades. Pero puesto que resulta que las probabilidades dependen del arregloexperimental, pueden ser vistas como propensiones de este arreglo. Caracferi-zan Ia disposición, o la propensión del arreglo experimental para hacer surgirciertas frecuencias características cuando el experimento se repite a menudo.22

Podemos plantearlo de esta manera: cuando decimos que el resultado A tie-ne una probabilidad de j en el experimento C, en las condiciones presentes,damos a entender que A ocurriría la mitad de las veces si el experimen-to C fuera repetido bastante a menudo. Así, consideramos una secuenciaJ : Jl, J2, . . . de resultados, que es la secuencla de resultados que ocurriríansi C fuera repetido indefinidamente en las mismas condiciones. La probabi-lidad de A es la frecuencia relativa de A en esa secuencia s, no su frecuenciaen el curso real de los sucesos (que puede terminar muy pronto, o en elcual las condiciones del experimento varían con el tiempo, etc.) Por tanto,Poppcr habla de una "frecuencia virtual": la frecuencia en la "secuenciavirtual".

22 Ka¡l Popper, "The Propensity Interpretation of the Calculus of Probability, and euan-tum Mechanics", págs. 65-70, en S. Kórner (comp.), Observation and Interpretation,NuevaYork, Acadcmic Press, I 957; la cita provicne de la pág. 67 .

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230 LA IMACEN CIENTÍFICA

¿Cómo ha de someterse a prueba esta aserción de probabilidad (es decir,

la aserción acerca de la frecuencia en la secuencia virtual)? Popper diceexplícitamente que se somete a prueba al ver lo que sucede en la secuencia

real de sucesos. Pero, ¿cómo puede la secuencia real (que tiene, digamos,

1000 miembros) ofrecer una prueba de lo que es la frecuencia virtual?

Solamente, hasta donde alcanzo a entender, consideriíndola como una parte

aleatoria de la secuencia virtual. Porque podemos comenzar con la premisa

de que en la frecuencia s la frecuencia relativa de A es j, luego utilizaruna tabla de y2 o una prueba semejante pata ver qué podríamos esperar

encontrar en una muestra alcatoria de 1000 miembros y comparar esto con

lo que encontramos en los 1000 resultados reales.23 La comparación no

tendría sentido si no pudiéramos ver la secuencia real como una selección

aleatoria de aquella virtual.Vayamos un poco mrís lejos. Si la secuencia virtual ha sido completa-

mente identificada por lo que Popper dice, entonces él debe estar diciendoque, si en el mundo real las condiciones pertinentes ocurren un número infi-nito de veces (¡el modo como la naturaleza somete a prueba continuamente

nuestras proposiciones!), entonces la frecuencia real iguala a la frecuenciavi¡tual.

Sostengo que debe estar diciendo eso, porque de otra manera estaría

sujeto a la siguiente objcción. Por ejemplo, podría imaginar que hago el

experimento una vez cada minuto, o cada dos minutos, y así sucesiva¡nen-

te. Pero cuando se dice "la secuencia de resultados que ocurri¡ía", no se

especifica el ritmo al que se llevan a cabo los experimentos. Con esas pa-

labras, entonces, no se escoge una frecuencia definida. Me parece que la

respuesta que Popper debe dar es que la secuencia en cuestión se efectúa

al ritmo al que se efectuaría si realmente se hiciera. Por tanto, las palabras

"si C fuera. . . ", a diferencia de la palabra "podría", escogen un único curso

posible de sucesos que está determinado en todos sentidos y que, de hecho,

se lleva a cabo si las condiciones se realizan. (¿De qué otra manera podría

él hablar de /a secuencia virtual?)De modo que ahora sabemos dos cosas acerca de la secuencia virtual

de Popper: (a) la secuencia real es una selección fortuita de aquélla, y (b)

23 Este uso de los métodos estadísticos debe clasificarse bajo el encabezado de la proba-

bilidad epistemológica (que cubre la prueba de hipótesis, la confirmación y la teoría de los

errores). Cada doctrina de la casualidad objetiva, ya sea de propensión o de frecuencia, ticne

que ser completada por alguna consideración de la probabilidad como grado de crccncia,

es decir, alguna consideración concerniente al uso de las funciones de probabilidad como

mcdidas de la creencia y la ignorancia.

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 231

si la secuencia real es infinita, las dos son idénticas. Ésta pareccría ser laexplicación correcta de la caracterización más bien vaga que dio poppcr.

Popper llamó a su nueva interpretación la interpretación propensista;sin embargo, no todos los defensores posteriores de esta interprctación ex-plican la propensión como una frecuencia de algo que ocurriría en cicrtascondiciones. Algunos, como Ronald Giere, lo hacen sólo parcialmcnte aldecir que la probabilidad es una cualidad objetiva distinta de una frccucn-cia real, pero incluso se rehúsan a decir que en una secuencia infinita dcexperimentos en condiciones correctamente fijadas, la frecuencia rclativa yla probabilidad coincidirían.2a

Henry Kyburg no defendió la interpretación propensista de la probabili-dad. Pero en un afículo provocativo bosquejó un camino en el cual dichainterpretación puede precisarse.2s Para comenzar, él adviefe los tipos dcdiferencias, que describo al final de la última sección, entre poppcr y otrosdefensores de la propensión. Algunos teóricos de la propcnsión, como Gicrc,insisten en una separación lógica completa entre la probabilida<I y ta fre-cuencia (aunque afirmen que las creencias acerca de las probabilida<Ics sonla guía racional para las expectativas acerca de las frecuencias relativas).Otros, como Popper, hablan de las probabilidades como frecuencias que sepresentarían en condiciones adecuadas.

La pcrspectiva que Kyburg esboza es la que denomina interpretaciónfrecuentista hipotética,y que puede satisfacer a los teóricos de la propensióndel segundo tipo. La virtud de la propuesta de Kyburg es que se enunciaen términos de modelos matemáticos de situaciones experimentales. Losexplicaré aquí en forma simplificada.

Supóngase que mido la pata de una mesa tres veces y encuentro que loslargos son 100 cm, 100.3 cm y 100.5 cm. Af,rrmo que el largo real es 100.3cm * 0.3 cm. Esto indica mi confianza en que, si yo siguiera repitiendo estasmediciones, la secuencia de números obtenida tendría límites superiores einferiores dentro de t100, 100.61. No se está afirmando que ninguna de estasmediciones arrojaría valores fuera del intervalo, sino solamente que a largoplazo esos valores anómalos tendrían un papel insignificante.

Los experimentos diseñados para someter a prueba o establecer proba-bilidades son muy similares. Supóngase que lanzo 100 veces una moneday obtengo 49 caras. Digo que esta moneda es legal, lo cual indica mi con-fl.ar¿a acerca de una regularidad que sería observada si esta moneda fuera

24 Véanse las referencias en la nota 5, antes.2s H.E. Kyburg, Jr., "Propensities and Probabilitie s", en British Journal for the philoso-

phy of Sc ience, 25, 197 4, págs. 358-375.

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232 LA IMAGEN CIENTIFICA

sometida a prueba por otras personas que la tiraran, digamos, 103, 104, lOsveces y así sucesivamente. Así que estoy considerando muchos otros expe-rimentos que no se llevan realmente a cabo. Mi modelo de la situación realimplica la referencia a muchas situaciones posibles.

Esta forma de modelar las situaciones ha sido utilizada con éxito varia-ble en otras pafes. En la lógica y la lingüística se ha usado para desarrollarhipótesis acerca de calificativos tales como "necesario", "posible"; de ad-verbios modificadores como "lentamente", "deliberadamente"; de verbostales como "creer", "querer", "deber", y de los tiempos y modos verbales.En los fundamentos de la física, la perspectiva de varios mundos de Eve-rett y De Witt es bien conocida, aun si es discutible, y tales modelos hansido usados también para la lógica cuántica, el problema de la medición ylas paradojas mecánico-cuánticas, y también para la axiomatización de lamec¿ínica clásica y de la relativista.2ó

La referencia a los elementos de un modelo de varios mundos se hacede distintas maneras, como "arreglos", "situaciones posibles", "mundosposibles" o solamente "mundos". Utilizaré el último término principalmentepor su brevedad. En un modclo de Kyburg, cada mundo es o tiene unasecuencia de sucesos en un espacio-resultado; la mayor parte, o la totalidadde estas series, es finita. Un mundo máximo es aquel que no es partc deotro, o es infinito. En un modelo como tal, la probabilidad del suceso E es

igual a r si y sólo si en cada muntio máximo en el modelo, la frecuenciarelativa de E es igual a r. A veces no hay dicho número r, en cuyo caso laprobabilidad de E no está def,rnida.

Esta perspectiva difiere de la de Popper en que no hay en general una solasecuencia virtual, sino varias; y la probabilidad de un suceso es igual a rexactamente cuando en todas las series máximamente extendidas de experi-mentos posibles, la frecuencia relativa es igual a r. Esta noción de lo posibleno es, evidentemente, la posibilidad lógica; por el contrario, los asertos deposibilidad tal y como se presentan aquí son ellos mismos contingentes yestán pensados para reflejar hechos empíricos. De esta manera, podemosdecir de modo semejante que si un cuerpo fuera pesado dos veces en rápidasucesión tendríamos aproximadamente los mismos valores para su peso,

aunque, desde un punto de vista lóg,ico, esto no sea necesariamente así.

Podemos considerar el punto de vista de Popper como un caso especial:sus modelos son los de Kyburg, con la estipulación de que el conjunto demundos tiene solamente un elemento máximo.

2ó Véase la nota 3, antes; también la nota 8 y los artículos de Aldo Bressan, PatrickSuppes y de mí mismo mencionados en la nota 15 del cap. 3.

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 233

Sin embargo, tal y como se presentan, ambos puntos de vista son presa detodas las dificultades que acechan a la interpretación frecuentista estricta.Porque, claramente, hay modelos que no contienen sino un único mundo (unúnico largo plazo). En ese caso encontrÍrmos que el dominio de la función dcprobabilidad definida puede no ser un campo de Borel, y de hecho, pucdc noser ni siquiera un c¿rmpo; e incluso, si fuera definido, no sería contablcmcntcaditivo.

Dadas estas dificultades (que algunos teóricos de la propensión pucdcnevitar y evitan por medio del simple recurso de negar todas y cada una dclas conexiones lógicas entre la frecuencia y la probabilidad), los modclosno serán aceptables. Pero puede ser posible alguna mejora de la propucstade Kyburg.

$4.4 UNA INTERPRETACIÓN FRECUENTISTA MODAL

Un espacio de probabilidad es un modelo de un experimento rcpctiblc ode un arreglo fortuito. De alguna manera rigurosamente precisa, la funciónde probabilidad en ese modclo dcbe vincularse a las frecuencias dc lasocurrencias de los resultados. Los intentos por precisar este vínculo quchemos examinado hasta aquí han sido infructuosos. Pero creo que ahoratenemos todos los ingredientcs necesarios para larepresentación de todas (¡ynada más!) las probabilidades en términos de frecuencias, como se requcría.Para mostrar esto recorreré, paso a paso, dos idealizaciones que nos llevande la descripción de un expcrimento a un espacio de probabilidad. Estaparte de la discusión tendrá que incluir, más que antes, cierfa atención a losdetalles matemáticos.

En un experimento real encontramos generalmente números que per-tenecen a conjuntos grandes pero finitos (ya sea de sistemas coexistentessimilares, o del mismo sistema llevado rcpetidamente al mismo estado) quecomparÍrmos con los valores de las expectativas teóricas.

Pero esta comparación se basa en Ia idea de que el número encontradodepende esencialmente de una frecuencia (finita), de exactamente la mismamanera que el valor de la expectativa teórica depende de la probabilidad.Más aún, exigimos un acuerdo todavía más estrecho entre el número halladoy el valor de la expectativa, a medida que el tamaño del conjunto se amplía.

Por tanto, es razonable tomar como un experimento (repetido) ideal, unexperimento llcvado a cabo un número infinito de veces en condicioncsidónticas o con sistemas en eslados idénticos. La relación entre lo idcal ylo rcal scría cnlonccs ésta: el cxpcrimcnto rcal es pcnsado cn tórminos tlc

il

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234 LA IMAGEN CIENTÍFICA

sus posibles extensiones hacia experimentos ideales repetidos (sus exten-siones ideales). Si esto es correcto, comparamos un experimento real conun modelo conceptual que consiste en una familia de experimentos idea-les repetidos. En ese modelo dcbería haber una relación íntima entre lasfrecuencias y la probabilidad de manera que el modelo pueda compararsedirectamente con la teoría que está bajo consideración. En scgundo lugar, lateoría de la prueba estadística se debería poder apreciar como si especificarael grado con el cual lo real "encaja en" o "se aproxima a" ese modelo de lasituación experimental.

En cualquier experimento rcal sólo podemos hacer un número finito dedistinciones. Por ejemplo, podemos detcrminar si un punto dado aparece conuna coordenada x, en un marco de referencia dado, de y * I cm; con _ 105 <y < 105. Los valores posibles de las coordenadas .r son todos númerosreales, pero nosotros enfocamos la atención en una pafición finita de eseespacio-resultado. La primera idealización es admitir que esa particiónes contable, es decir, finita o contablcmente infinita. En segundo lugar,en el experimento real notamos sucesivamente un número finito de puntos;la segunda idealización consiste en admitir que esta secuencia de resultadosregistrada es también contable.

Nótese que la teoría dirige el informe experimentar por lo menos has-ta donde el espacio-resultado (o espacio muestra) está dado; en diferentcsexperimentos del mismo tipo conccnframos la atención en diferentes parfi-ciones de ese espacio. Así que comenz¿unos con un espacio-resuttaaó r yun cÍrmpo de Borel F de sucesos en K, y describimos un experimento idcalpor medio de una partición contable {A"} c F y una secuencia contable sde micmbros de K.

Notemos también que en esa idcalización podríamos haber procedido dediferentes maneras; por ejemplo, podríamos únicamente haber hecho correrlos límites inferior y superior puaJ, o podríamos también habcr hecho laseparación con más precisión llevándola hasta dentro de I mm, en vez deI cm. Así que nuestro modelo incorporará muchos experimentos idealescon paficiones {Ai}, todas las cuales son más finas que las paficiones dclexperimento real. Estas representan diferentcs arreglos experimentales y nopodemos esperar que la serie de resultados sea la misma, en pafe porque clcambio en el arrcglo puede afectar los rcsultados, y en parfe porque debemosadmitir el azar en éstos: si muchos experimcntos ideales/re ran realizados,exactamente como en el caso de aquellos reales, podríamos espcrar unaampliación de la serie de resultados.

Pero nosotros estamos construyendo aquí un modelo de ro que sucedcríaen los experimentos ideales, y esta construcción de modelos se guía ya sca

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 235

por una teoría que suponemos, ya por las expectativas que nos hemos forma-do después de conocer los resultados de los experimentos realcs. Por tanto,

no solamente esperamos una extensión de los resultados, sino tambión una

cierta concordancia, es decir, una coherencia. En la realidad, tal concordan-

cia sería, de nuevo, aproximada, pero aquí viene la tercera idealización:suponemos que la concordancia será exacta.

Para precisar lo anterior, llamemos sucesos significativos dc un expcri-mento real con partición {Ar} : G, exactamente a los miembros dcl campo

de Borel BG I F generado por G. Ahora estipulamos primero quc, si csc

experimento ideal tiene una secuencia de resultados J, entoncesfre I (A,,,s)está bien dehnida para cada An de G y 9ue DEr frcl (A,,o) : l. Dclresultado de Polya se sigue que frel (-, o) cstá bien dcfinido y cs contablc-mente aditivo en.BG. Unicamente las frecuencias rclativas dc cstls succsos

signihcativos generados por la partición serán considcradas cn la utiliza-ción o en la apreciación de cualquier experimento ideal. Estipulunu¡s en

seg,undo lug,ar que si A es un suceso significativo cn varios expcrimcntosideales, o la unión contable de sucesos significativos en otros expcrimcn-tos similares, entonces las frecuencias concuerdan como se requiere. Para

contestar la pregunta de cu¿intos experimentos ideales debería contener elmodelo, estipulamos en tercer lugar que los sucesos significativos formanjuntos un campo de Borel en el conjunto K de resultados posibles. Este de-

be incluir, por ejemplo, que si consideramos experimentos con paficiones

{AiI, * : l, 2,. . ., y la serie Al, Azt, A1,. . ., converge hacia el suceso A,entonces debe haber algún experimento en el modelo en el cual A sea un

suceso significativo.Unidas, estas tres estipulaciones dan el contenido exacto de la terce-

ra idealización. Y las trcs idealizaciones juntas producen la noción de un

modelo de una situación experimental por medio de una familia de experi-mentos ideales ("una buenafamilia"),que ahora enunciaré con precisión.27

l. Una buenafamilia (de experimentos ideales)esunapareja Q :< K, E >en la que K es un conjunto no vacío (los "resultados posibles" o "mun-dos") y E es un conjunto de parejas t\ :1 Go,so > (los "experimentosposibles") tales que(i) G. es una partición contable de K y sa una secuencia contable de

miembros de K (la "secuencia resultado" del experimento o);(ii) siAr,Az,... están en BGo, BGoz,..., los campos de Borel genera-

dos por Go,Gor,.. ., (los campos de Borel de "sucesos significati-

27 quisicra agradcccr a Robert Anderson (Matemáticas, Universidad McMaster) por

habcnr¡c scilrl¡ulr r¡n crror en una versión anterior (inédita) de esta definición.

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236 LA IMAGEN CIENTÍFICA

vos" de c\tt ct2t. . .) entonces hay un experimento B en E tal que B :ÜA¡ está en BGBiy fret (8,sfi-: \{frel (A¡,cr¡): i : l, 2,3,...}si los A¡ son disyuntos;

(iri) frel (4, so) esrá bien definida para cada A en Go;(iv) l{frel(A,so) : A e Go} : 1;(v) siA e BGo)BGB entoncesfrel (A,so) :frel (A,sB).

Como se ha notado, en el experimento < Go,Jo > llamamos so a la se_cuencia resultante, y a los miembros de BGo los sacesos significativos.Elresultado de Polya garantiza, por (iii) y (iv), que frel (A,s) está definidopara cada suceso significativoA. Nótcse por la condición (ii) que la unión Fde todos los BGo es ella misma un campo de Borel, porque, si A 1, A2,. . . sonsucesos significativos de o1, dz, . . ., su unión está en BG B y por tanto en F.

2. SiQ:( K,E >esunabuenafamilia,definimos, paraAenF : pe(A):r si y sólo sifrel (A,oo): r para todo a en E tal queA es un sucesosignificativo en a.

3. Resultado I: si Q :1 K,E > es una buena familia con F como lafamilia de sucesos significativos, entonces { K, F, pe > es un espaciode probabilidad.

Pues seanAl ,A2,... miembros disyuntos de F. Entonces, por la condición(ii) de (l)' hay un experimento B tar que su unión

", urr ru.Lro significativo

en p. Sus frecuencias relativas son las mismas en todos los experimentosen los que ellos son sucesos significativos; por tanto, pe es contablementeaditivo.

4. Resultadol/; si < K, F, p > es un espacio de probabilidad, entonces hayuna buena familia Q :1 K, E > tal que p : pe.

Esto es fácil de probar: sea E la familia de todas las parejas ( G, s )tales que G c F es una partición medible contable de K y s una secuenciade miembros de K tal que frel (-, s) restringido a G es exactamente prestringido a G. La condición (ii) de I se satisface sencillamente porquelos conjuntos medibles son cerrados bajo la unión contable y cada conjuntomedible es un miembro de alguna partición contable medible. Las otrascondiciones se satisfacen puesto que p es una medida de probabilidad.

Tenemos ahora el resultado de represenfación deseado: los espacios deprobabilidad tienen una correspondencia natural con las buenas familiasde expcrimentos ideales. Entonces es posible decir:

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 237

5. La probabilidad del suceso A es igual a la frecuencia relativa con la cualocurriría si un experimento adecuadamente diseñado fuera Ilcvado a cabosuficientemente a menudo en las condiciones adecuadas.Esto es, en una formulación que hace las veces de lema, la interpretación

frecuentista modal de la probabilidad.

$4.5 LA ADECUACTÓN EMPÍRrCA DE LAS TEORÍAS ESTADfSTTCAS

Mi preocupación principal en la secciones precedentes era elucidar qué es

lo que se dice por medio de una teoría que implica afirmaciones de pro-babilidad. He tratado de mostrar que si miramos al interior de un modcloprobabilístico, vemos una imagen con varias configuraciones diferentes,en las secuencias de resultados de un experimento infinitamente repetido.Estas secuencias de resultados son diferentes una de otra, pero ciefas ca-racterísticas son comunes a todas, y son estas características comunes lasque determinan la función de probabilidad en el modelo. Por tanto, paraplantear la cuestión brevemente, el aserto de que esfe modelo es el corrccto,significa que la serie efectiva de resultados experimentalcs mostrará estas

características comunes.Sin embargo, muy pronto nos vemos frenados por la reflcxión de que

la serie de resultados efectivos puede ser finita. Creo que la adecuacióndel modelo con el mundo debe considerarse en ese caso de exactamente lamisma manera en que se considera la adecuación del modelo con los datosobtenidos en dichos experimentos hasta a//í. Estos datos, evidentemente,se relacionan con una serie hnita de resultados, sea o no finito el largo plazoefectivo de los resultados. Y la medición de lo bien que encaja un modeloprobabilístico con los datos recogidos es ya un tema sujeto a extcnsos es-tudios en la estadística. He estado haciendo observaciones acerca de estoúltimo a lo largo del camino (si la serie de resultados efectivos es finita,dcbería ser considerada una muestra aleatoria finita de la serie inhnita en

el modelo que, añadiría yo ahora, pucde ser la serie de resultados de cual-quier experimento idcal, para el cual los sucesos realmente verificados enlos experimentos efectivos sean signihcativos). Otros filósofos han dete-nido su atención en estas medidas del grado de adecuación de un modeloprobabilístico. Menciono especialmente a Patrick Suppes, y cito un pasaje

representativo como muestra. Al examinar una prueba experimental de unmodclo de aprendizaje lineal llevado a cabo en compañía de otros investi-gadorcs, espccifica cómo un pariímctro de aprendizaje estimado arroja unafunción dc probabilidad prccisa para el éxito, en prucbas dc cierto tipo. Se

L

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23U LA TMAGEN crENTÍFrcA

cfcctuó una serie de dichas pruebas; con cada uno de los sujetos se lleva-ron a cabo 200 pruebas; eran 30 sujetos (estudiantes de la úniversidad deStanford). El método de predecir frecuencias de éxito en las secuencias deresultados efectivos así obtenidas, con base en las probabilidades del mo-dclo, se logra por medio del cálculo estadístico corriente. Estas frecuenciaspredichas se comparan entonces con las frecuencias obscrvadas. En estepunto se puede examinar el grado de adecuación que existe entre el modeloy los datos:

Laprueba ¡2 del grado de adecuación entre los valores predichos y los obser-vados arroja un valor y2 de 3.49. Existen cuatro gradoi de libertad, pero unparámetro fue estimado a partir de los datos, y así la y2 debe interpretarse conlos grados de libertad iguales a 3, y como podría esperarse luego de inspeccio-nar la Tabla l, no hay una diferen-cia estadísticamente signilicativa entre losdatos predichos y los observados.28

Para tener una idea intuitiva dc cómo se derivan las frecuencias predichasteóricamente, imagínese que a alguicn se le pide sacar 25 bolitas dá un banilque contiene un millón. Bajo la hipótesis de que la mitad son negras, ¿cuán-tas bolitas negras se puede predccir que habrá entre esas 25? obviamente,uno quiere hacer algo más que simplcmcnte decir: cerca de la mitad. Lahipótesis de esa persona no pucde probarse a menos que saquemos más deuna vez las bolitas; ésa es la razón por la que el experimento interior utilizó30 sujetos. La prueba de laji cuadrada mencionada en el pasaje precedcntees un método estadístico para decir el grado en que los resuitaáos sostie-nen la hipótcsis. Esta prueba puede utilizarse para las probabilidades, y nosolamente para barriles finitos, porque su precisión nó et muy sensible altamaño del barril; lo es aún menos micntras más grande reu él botril. po.tanto, nosotros podemos transponer esta medida de bondad de ajuste a lacomparación de frecuencias relativas a largo plazo con la frecuenCia efecti-va en el plazo efectivo, considcrando el plazo efectivo como una sclecciónaleatoria del "barril del modelo".

Entonces, mientras esperamos que se rcalice una investigación más deta-llada, podemos decir que una teoría estadística es empíricamente adecuadasi tiene por lo menos un modelo tal que la diferencia entre las frecuenciaspredichas y las frecuencias efectivas en los fenómenos observables no seauna diferencia estadísticamentc signifi cativa.

28 Patrick suppes, "The structure of rheories and the Analysis of Data,,, págs.262-2g3,en F. suppe (comp.),The structure of scientific Theories,urbana, university oiliinois press,19'14; la cita perrenece a la pág. 277.

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA

$ 5. LA MODALIDAD: UN ATRINCHERAMIENTO FILOSÓFICO

239

En un capítulo anterior, argumentaba que ciefos problemas de la filosofíade la ciencia (que tienen que ver con la observación y con la definición dclvalor empírico de una teoría) habían sido malinterpretados como problc-mas de la filosofía de la lógica y de la filosofía del lenguaje. Respecto a lamodalidad, sostengo exactamente lo contrario: algunos problemas filosófi-cos importantes concemientes al lenguaje han sido malinterpretados comopertenecienfes al contenido de la ciencia y a la estructura del mundo. Estono es nuevo en lo más mínimo, sino que es la línea nominalista tradicional,la cual también fue seguida en los intentos empiristas modernos por separar

las relaciones entre hechos, por un lado, y las relaciones entre ideas, por elotro. Dar cuerpo a una perspectiva como tal requiere, desde luego, de unateoría del lenguaje así como de una teoría de la ciencia; y yo, con respectoa esta tarea, no llegaré en este caso dcmasiado lejos.

$5.1 EMPTRTSMO Y MODALIDAD

Los modelos de una teoría probabilística son, o tienen partes que son, espa-

cios de probabilidad. En la interpretación que propuse, cada uno de dichosmodelos es reinterpretado como si consistiera en elementos, de los cualescada uno representa una secuencia altemativa posible de sucesos-resultado.Solamente una de estas secuencias puede corresponder a la secuencia de su-

cesos (tales como los resultados experimentales) que efectivamente oculrenen nuestro mundo.

Los argumentos que condujeron a esa interpretación fueron concebidospara mostrar que no podemos tener una reconstrucción más económica de loque ocure en una teoría física que involucra probabilidades. La reconstruc-ción de un modelo de tal teoría, en el cual cada una de las partes corresponda

a algo real, no puede tenerse.

Si estamos convencidos de esto, mostraremos también menos reticenciafrente a afirmaciones semejantes acerca de los modelos de otras teorías.

Si modelo el comportamiento de un oscilador simple, o del plomo de unpéndulo, uso un espacio-estado (el espacio-fase) y describo la trayecforiadel ente en ese espacio. Muchos de los puntos que están allí no conespon-den a estados que el ente tuvo efectivamcnte en algún momento, y muchas

trayectorias en ese espacio, admitidas por nuestra física, no tienen corres-pondcncia con la historia dcl ente ni con la historia real de ningún entesimilar.

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240 LA IMAGEN CIENTÍFICA

Tál espacio, y el modelo como un todo si éste involucra algo más, csun ente matemático. ¿Corresponde éste, como un todo, a una parte rclldel mundo? ¿Corresponden las subestructuras importantes a algo real,/:¿a estados no presentes pero reales, a trayectorias reales; o quizás a krsestados o trayectorias de entes reales pero no presentes; o a los estados o ula trayectoria que este ente real tenía en un mundo posible, diferente, rcal,pero no presente? ¿correspondcn cada una de las sucesiones de sucesos clr(mi reconstrucción de) un espacio de probabilidad a lo que sucede en algunlsituación real, pero quizás no presente?

Puede ser injusto plantear las preguntas de esta manera. varias posicioncsfilosóhcas ofrecen una respuesta afirmativa a algunas de estas preguntas o ¡r

otras semejantes, y puede ser injusto plantear las preguntas sin adentrarse cnlas razones que están dctrás de posiciones como ésas. Sin embargo, lo qucyo desearía hacer es mostrar por qué, dentro de la posición filosófica quche desarrollado aquí, mi insistencia en la interpretación frecuentista modalde la probabilidad (y, de manera más gencral, en el enfoque dcl espacio-estado para los fundamcntos de la física) no me compromete con ese tipode posición metafísica.

Desde mi punto de vista, el realismo modal se asemeja bastante al rca-lismo de entes teóricos. Si observamos un modelo de una teoría científica,discemimos impofantes subestructuras que no corresponden a nada obscr-vable; y asimismo discemimos subestructuras que no conesponden a nadaen el mundo efectivo. Los dos casos se traslapan; no hay un relación ló-gica entre la observabilidad y la existencia efectiva. (El galope del jinctcsin cabeza es un suceso observable, pero no es algo que suceda en el mun-do efectivo.) Las actitudes filosóficas frente a ambos pueden diferir. perode acuerdo con el empirismo constructivo, la única creencia invorucrada enla aceptación de una teoría cientíhca es la creencia de que es empíricamen-te adecuada: todo lo que es a la vez real y observable encuentra un lugaren algún modelo de la teoría. De manera que hasta donde concierne a laadecuación empírica, la teoría sería igualmente buena si no existiera nadaen absoluto que fuera o inobservable o no real. La aceptación de la teoríano nos compromete a creer en la realidad de cualquiera de esos dos tiposde cosas.

Yo identificaríatodavía la verdad de una teoría con la condición de qucse establezca una correspondencia exacta entre la realidad y uno de susmodelos. Esto implicaría que, si uno de tales modelos tiene partes corres-pondientes a cursos altemativos de sucesos (alternativos en el sentido dcmutuamente incompatibles), entonces puede haber una complcta corrcs-pondencia entre el modelo y la realidad solamcnte si los cursos altcrnativos

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 241

posibles de sucesos son reales. Y las relaciones lógicas entre las teorías ylas proposiciones continúan, por supuesto, siendo dehnidas en términos de

verdad: la teoría implica una proposición exactamente si esa proposiciónes verdadera en cualesquiera condiciones en las que la teoría sea verdadera.

Pero todo esto es paralelo a lo que he dicho acerca de lo inobservable: laadecuación empírica no requiere de la verdad; desde mi punto de vista, laciencia aspira únicamente a la adecuación empírica, y cualquier cosa que

vaya más allá de ésta no es pertinente para su éxito.Permítaseme introducir tres afi.rmaciones que son, en un primer momen-

to, penosamente inconsistentes entre sí. Primero: la probabilidad es una

modalidad. Segundo: la ciencia incluye teorías i¡reductiblemente probabi-lísticas. Y tercero: la modalidad está ausente de la descripción científicadel mundo.

Los piírrafos precedentes habrán explicado por qué, y en qué sentido,afirmo yo lo segundo y lo tercero. Pero queda lo primero. La probabilidades una modalidad; es un tipo de posibilidad con gradaciones. ¿Cómo vamos

a dar sentido a eso?, ¿y a qué es a lo que realmente se debe dar sentido? Larespuesta podría ser parte de una solución a un problema más vasto: juzgtrsobre la aparición de la modalidad en Ia ciencia.

En mi opinión, esa solución consiste principalmente en diagnosticarcorrectamente el problema: la modalidad aparece en la ciencia dcbido úni-camente a que el lenguaje naturalmente utilizado una vez quc una tcoría ha

sido aceptada, es un lenguaje modal. Esto traslada el problema al scno dc la

ñlosofía del lenguaje, ya que se transforma en el problema dc cxplicar cl uso

y la estructura del lenguaje modal. Así que si alguicn prcgunta: ¿;qué más

hay que buscar en la ciencia aparte de los modclos, los fcnómcnos rcalcsy las relaciones entre ellos?, podemos contcstar: la cstructura dcl lcnguajcutilizado en un contexto en el que una tcoría cicntífica ha sido accptada. Yel problema de otorgar su justa medida a la modalidad habrá sido rcsucl-to a satisfacción dcl empirista si podcmos explicar el uso y la cstructurade ese lenguaje, sin concluir que alguien que lo utiliza cstá comprometidocon algún tipo de creencias metafísicas

-como la de crcer que los mundos

posiblcs alternativos son reales.

95.2 EL LENGUAJE DE LA CIENCIA

En un contcxto histórico en el que cicrta teoría científica ha sido aceptada,

se adopta naturalmcnte una cicrta forma de lenguaje. Nosotros no decimosque los succsos dc la dcsintcgración espontánea de los átomos de radio

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'l

242 LA IMAGEN CIENTIFICA

se representan con tales y tales elementos en este modelo y que hay unafunción de probabilidad definida en ellos. En cambio, decimos que la pro-babilidad de desintegración espontánea de un átomo de radio es así y asá.

No decimos que quemar cobre a la temperaturay ala presión de una ha-bitación normal no tiene contrapartida en ningún modelo de nuestra física;nosotros decimos simplemente que eso es imposible. Una vez que la teoríaes aceptada (sea tout court, sólo temporalmente o por mor del argumento),guía de cierta manera el uso de nuestro lenguaje. El lenguaje que hablamosen ese momento tiene una estructura lógica que deriva de las teorías qucaceptamos.

Debe recordarse aquí qué tareas se impone a sí misma una teoría dcllenguaje. Debe dar cuenta de los fenómenos pefinentes; y éstos son princi-palmente la estructura gramatical y los patrones de inferencia manihestosen la conducta verbal. Los modelos que construimos al desarrollar dichateoría son lenguajes artificiales. Si el uso del lenguaje es guiado por una tco-ría científica aceptada, entonces debemos dar una ojeada a esa teoría paraconstrui¡ modelos del lenguaje en uso.

No puedo pretender que tenemos una teoría dcl lenguaje satisfactoria nique está cerca de ser completa. Tampoco puedo embarcarme aquí en unproyecto de tal magnitud. Pero explicaré brevemente lo que considero qucson los dos problemas centrales para la explicación del lenguaje de la cienciay algunas ideas concemientes a su solución. Estará ya claro, en primer lugar,que considero esto una tarea secundaria (que no contribuye directamente a

las tareas principales de la filosofía de la ciencia), y, en segundo lugar, qucesto es una parte y una parcela de la tarea de desanollar una teoría generaldel lenguaje. El lenguaje de la ciencia es una parte del lenguaje natural yno es esencialmente diferente de las otras partes.

El primer problema impofante es éste. En conexión con el desarrollode la lógica modal y sus ramas proliferantes, y con el de la lingüísticateórica reciente, hemos visto el desarrollo de una sem¡lntica formal muyrica. Allí, un lenguaje es caracterizado (ésta es una manera de considerarlo)al especificar la estructura de los modelos para las teorías que se formulan cnese lenguaje. A éstas se las denomina generalmente estructuras de modelosde mundos posibles. Por otro lado, en la flrlosofía de la ciencia se ha prestad<r

mucha atención a la caracterización de la estructura de los modelos tal ycomo aparecen en la literatura científica. El primer problema central cs

unificar estos dos esfuerzos, ya que, a primera vista, las estructuras de losmodelos que se encuentran en la semántica y los modelos de las teoríascientíhcas (incluso aqucllos que se encuentran en los fundamentos de lafísica) son completamente diferentes.

PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 243

Lo que aquí debcríamos tratar de hacer es caracterizar (fragmcntos dc) cllenguaje científico por medio de los conceptos de la semántica formal, pcrode tal manera que las estructuras del modelo deriven de una manera obviade los modelos de las teorías científicas. Hay una buena cantidad de trabajoque contribuye a esto, principalmente en conexión con los fundamentos dclas mecánicas cliísica y cuiintica.2e

El segundo problema central concierne al desarrollo de la pragmática.Necesitamos modelar las situaciones lingüísticas de una manera que reflejecómo el uso del lenguaje se guía por presunciones, supuestos y teoríasaceptadas (equivalentemente: cómo la estructura del lenguaje utilizado estádeterminada por supuestos y tcorías que han sido aceptados). Este segundoproblema puede resolverse hasta cierto punto si tenemos una buena soluciónpara el primero. Porque esto significaría que la familia de las estructuras delos modelos de un lenguaje (cs decir, la familia de las estructuras que sonmodelos para las teorías formuladas en ese lenguaje) se dcriva de la familiade modelos provista por (o que constituye) una teoría científica. Esto nosdaría automáticamente alguna luz con rcspecto a cómo los cambios en lasteorías aceptadas provocan cambios en la estructura del lenguaje utilizado.Pero hay más todavía. Necesitamos desarrollar los conceptos pragmáticospeculiares que son aplicables aquí. Si cn un diálogo usted y yo hacemos unasuposición, entonces es correcto afirmar lo que se sigue de tal supucsto,e incorrecto afirmar lo que sea inconsistente con é1. Hay muchas otrascosas que también es correcto afirmar, o porque son verdadcras o porquedisponemos de evidencia para ellas. Sin embargo, algunas cosas pucdcn scrverdaderas e incompatibles con el supuesto. Puesto que esto es rcconocidopor quienes discuten, no es exacto decir que ellos hablan solamcntc comosi creyeran que el supuesto es verdadero. El desarrollo de los conceptos

29 Puesto que la literatura pertinente es extensa, solamente señalaré algunos de mis pro-pios escritos y algunos a lo largo de líneas relacionadas con este enfoque, y remitiró al lectora las referencias que allí se encuentran. Véanse mis artículos "Meaning Relations AmongPredicates",Noús,I,1967,págs. 160-179;"MeaningRelations,PossibleObjects,andPos-sible Worlds" (unto con K. Lambert), págs. 1-20, en K. Lambert (comp.), PhilosophicalProblems in Logic, Dordrecht, Reidel, 1970; "On the Extension of Beth's Semantics of Phy-sical Theories", Philosophy of Science, 37, 1970, pigs. 325-339, y 'A Formal Approachto the Philosophy of Science", págs. 303-366 en R. Colodny (comp.), Paradigms and Pa-radoxes: The Philosophical Chullenge of the Quantum Domain, Pittsburgh, University ofPittsburgh Press, 1972; R. Stalnaker, 'Anti-Essentialism", Midwest Studies in Philosophy,4, 19'19, págs. 343-355. Cary Hardegree, "Reichenbach and the Logic ofQuantum Mecha-nics", Synthese, 35, 1977 , págs. 3-40; Linda Wessels, "Laws and Meaning Postulates", enR.S. Cohen e/ a/. (comps.), PSA,74, Boston, Reidel, 1976, y Ronald Giere, UnderstarulingScientific Rcanning, Nueva York, Holt, Rineha¡t, Winston, 1979, cap.5, "Theories".

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244 LA IMAGEN CIENTÍFICA PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 245

de los términos de color. Sus compromisos lingüísticos puedcn rcsumirsehaciendo referencia a su uso de este espectro; su teoría del color consisteen una familia de modelos, cada uno de los cuales es una clasificación delos objetos a través de su localización en este espectro.3l

$5.3 MODALTDAD SIN METAFÍSrCA

La preocupación por el lenguaje de la ciencia es una preocupación típica-mente filosófica. Ciertamente ha ayudado en algunos momentos a iluminaralgunos problemas filosóficos concernientes a la estructura de las teorlascientíficas y a las relaciones de estas teorías con el mundo. Pero la ayudaha sido siempre indirecta, y ha sido, tan a menudo como una ayuda, unobstáculo y una fuente de confusión. Como filósofos debemos intentar se-parar los problemas concemientes al lenguaje de los problemas que atañenespecíficamente a la ciencia; pero como filosófos, no podemos limitarnosnosotros mismos a los problemas peculiares de cualquier tema único.

Guiados por las teorías científicas que aceptamos, usamos con libefad laslocuciones modales en nuestro lenguaje. Algunas se explican fácilmente: siyo digo que es imposible observar un mu-mesón di¡ectamente o mezclar oroa temperatura ambiente, esto es porque no puede hallarse una contrapartede tales sucesos en ninguno de los modelos de la ciencia que yo accpto.Pero nuestro lenguaje es mucho más sutil y rico que eso; sus locucioncsmodales reflejan el hecho de que en los modelos de nuestras tcorías vcmosestructuras que coffesponden a cursos altemativos de sucesos, no todos loscuales pueden ser reales simultáneamente.

A la luz de la aceptación de las teorías que he defendido bajo el nombrede empirismo constructivo, no es necesario creer que todos los aspectos

significativos de los modelos tienen sus contrapartes correspondientes en larealidad. Esto se aplica a muchas cuestiones discutidas por los filósofos de

" H^y, desde luego, muchísimas otras cosas relativas al análisis semántico de la modal!dad y a su relación con la metafísica de las que he indicado aquí. Véanse también mis artículos"The Only Necessity is Verbal Necessity", Journal of Philosophy,T4,1977, págs. 7l-85, y"Essence and Existence", págs. l-25, en N. Rescher (comp.), Studies in Ontology, AmericanPhilosophical Qudrterly, monografía no. 12, Oxford, Blackwell, 1978. Ha habido recien-temente muchos coqueteos con realismos modales y esencialismos neoa¡istotélicos en lafilosofía de la ciencia. Para referencias y una crítica, véanse de Hugh Mellor, "Natural Kinds",British Journul for Philosophy of Science, 28, 1977 , págs. 299-312, y de Sir Alfred Ayer,"Essentialism", presentado en el simposio sobre niveles de realidad, Florencia, septiembrede 1978, por publiciusc en las actas del simposio.

y los métodos necesarios para una pragmática formal es actualmente unaárea de investigación muy activa. yo ya he sacado partido de sus éxitostempranos para explicar la dependcncia contextual de las preguntas .,porqué". Pero para la pregunta crucial de cómo la suposición y la aceptación deteorías guían el uso del lenguaje, tenemos solamente unos cuantoi estudiospreliminares.30

cerremos con un ejemplo de cómo la estructura lógica de un lenguajepuede ser determinada por una teoría aceptada: el conocido'ejempio áewittgenstein del espectro del color como un "espacio lógico". una p"rsonausa un lenguaje en el cual enuncia frases tales como

1. X es verde, X no es rojo, )/ es rojo, . . .

2. Nada que sea verde es rojo

3. No es posible que un objeto sea tanto rojo como verde.

Esta persona ha sido entrcnada o condicionada para enunciar en cicrtascondiciones de experiencia frases dcl tipo L Las frases del tipo 2 exprcsantodavía afirmaciones que son meramcnte acerca de lo que es efectivamcnteel caso. Pero el tipo 3 va bastante más allá de eso; dice uigo

"o-o, no podría

haber algo que fuera tanto rojo como vcrde.La explicación es que esta persona se guía por su idca de una estructu-

ra simple abstracta, el espectro del color. podemos pensar que éste es unsegmento de una línea o un intcrvalo de números reales (las longitudes deonda). Él asocia al predicado de cada color ----como "v"¡¿s"-lna partede ese espectro; asocia partes discontinuas con ,,rojo" y .,vcrde,'; y cuandodice que un objeto es verde o rojo, está clasificándilo,és decir, asignándoleun lugar en ese espectro. De manera que la frase 2 equivale a: nin!ún lugarocupado pertcnece al mismo tiempo a las partes asociadas

"on "rojo" y ón

"verde", mientras que 3 dice que absolutamente ningún punto del espec-tro pertenece a ambas partes. (cada estructura de modelo de este lenguajesimple consiste en ese espectro más un dominio de entes y una funcióñ qúeasigna un lugar en el espectro a cada uno de esos entes.) Estará claro cómolas conexiones lógicas entre frases de este lenguaje están determinadas porla estructura del espectro del color. Se presentan frases evidentemente mo-dales (como la 3); pero esta persona las evalúa como verdaderas o falsas pormedio de la reflexión sobre la estructura del espectro que guía todos sus usos

- 30 Los principales son los de Robert stalnaker, Richmond rhomason y David Kapran,

la mayor parte inéditos; véase R. stalnaker, 'Assertion", syntar and semintíc.r, 9, 1977 , y"Pragmatics", en G. Harman y D. Davidson, semanrícs of Naturar Languoge, Dordrechr,Reidel, 1972, págs. 380-397 (véase rambién la nora 36 del cap. 5, antes).

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l.t(, LA IMAGEN CIENTÍFICA PROBABILIDAD: LA NUEVA MODALIDAD DE LA CIENCIA 247

igual manera de un análisis más profundo de estos aspectos dc la actividadcientífica.

Ser empirista significa evitar creer en cualquier cosa que vaya más alláde los fenómenos manifiestos, observables, y no reconocer ninguna moda-

lidad objetiva en la naturaleza. Desarrollar una caracterizaciín empiristade la ciencia es describirla como si implicara una búsqueda de la verdad

únicamente acerca del mundo empírico, acerca de lo que es manificstoy observable. Puesto que la actividad científica es un fenómeno culturalenormemente rico y complejo, esta caracterización de la ciencia debe es-

tar acompañada por teorías auxiliares acerca de la explicación científica,el compromiso conceptual, el lenguaje modal y muchas otras cosas. Perosiempre y en todas partes debe inclui¡ el resuelto rechazo de la petición de

una explicación de las regularidades en el curso observable de la natura-

leza, por medio de verdades que conciemen a una realidad más allá de lomanifiesto y observable

-ya que esa petición no desempeña ningún papel

en la empresa científica.

la cic¡rcia: espacio_tiempo, pafículas elementales, campos y, finalmente,cursos de sucesos y estados posibres arternativos. Er lugai a" iu poriuiliauacs el modelo, no una realidad más allá de los fenómenJs. --' r

AI mismo tiempo, la aceptación tiene una dimensión pragmática: impricael compromiso de confronrar cualquier f"nóm"no ¿entro d;i;*;, concep_tual de la teoría' una-manera imiortante en que esto se hace evidente esque el lenguaje que habramos tiene una estructura que está determinada porlas teorías centrales que aceptamo.. Értu ., ra razóiprr l" q"", i"sta ciefopunto, los partidiarios de una teoría deben hablar exactamente como si lacreyeran verdade¡a. Es también rarazónpor la que r" di"";;" ;l Jutu"rirmode una teoría acepta..u, :r" ha- estado largo tiempo atrincherada, precipitaun cataclismo conceptual, y es la razón poi la cual es natural hablar de revo-luciones conceptuales. pués con "l

.urnlio ¿" la teoría, lu "rt.u.tu.u rógicade nuestro lenguaje en uso puede cambiar. sin embargo, somos mucho másflexibles en el uso del lenguaje ae lo que ,'u"t o, filósofos parecen suponer:estamos bastante acostumbrados a la suspensión de nuestras creencias o denuestro compromiso conceptual en er diárogo con los partidarios de teoríasque personalmente no aceptarnos. Esto no, pr"p-u para tales eventuarida-des; y es digno de notarse que por radicales que hayan sido las revorucionescientíficas' y por confuso. qr" lo, .on.eptos y el rcnguaje se hayan vuertoa veces' los científicos nunca tuvieron utuauiu t"ng"uu,'Jno ll"*ri"-p."adaptaron exirosamenJe (aunque en forma giaduarl r,r r""g*:" lll, ,n-"u,cambiantes de la teoría.

Puesto que todos ros hombres somos mortales, er compromiso con unateoría implica grandes riesgos. Las tcorías que desarro,amos no son nuncacompletas' de manera que incluso si dos de ellas son empíricamente equi-valentes, estar¿ín acompañadas por programas de investigación que, por logeneral, son muy diferentes. t-u ¡urtrn-cución de un programa de investi_gación dentro de un plazo relativámente corto puede depender más de losrecursos conceptuares de la teoría y de hechos relacionadts .on lu, "i..unr_tancias presentes, que de la_ aaccuación empírica o, incruso, de la verdadde esa teoría' Ésta es ra razónpor la cual el iompromiso invorucrado en raaceptación de una teol

,

porracuarnon".",irulilffi ffi ',T.::.1,:i;'ll"l"tl.l;"üXi"l;f ::,#ta de ello' La profundidad der compromiso se refleja, precisamente comoen el caso del compromiso idcológico, en la manera como Ia persona estápreparada para contestar preguntas ex cáthedra,utilizando los concliciona-les c.ontrafiicficos y otras locuciones modales, y como asume el oficio dcexplicador' Thnto los realistas científicos como los empiristas nccesitan dc

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7

UNA Pot-Éurca MoDERADA*

Sólo la gente superficial nojuzga por las apariencias. Elverdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible.

Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray

Siempre es fácil decir si la gente está haciendo buena fi-losofía: si se ríen, es que la están haciendo.

Charles Daniels

No hace mucho tiempo, me rehusaba a creer en la existencia de los entesteóricos postulados por la ciencia. Estaba de acuerdo, desde luego, en que laciencia postula partículas subatómicas, fuerzas, campos y lo que se quicra,con miras a describi¡ las regularidades encontradas en la naturaleza. Yadmitía de buena gana que existen las regularidades y que la ciencia ticndecorrectamente hacia la búsqueda de dar cuenta de una manera cohcrcnte yunificada de esta inmensa

-sorprendente o tediosa- regularidad cn los

fenómenos. Sin embargo, yo consideraba los entes teóricos como ficcioncsque facilitan la caracterización sistemática, y no como los provccdorcs deuna explicación verdadera.

Pero ahora debo hacerles partícipes de las razones por las cuales me heconvefido en un creyente complcfo del realismo científico.! Este cambiode mentalidad fue un acontecimiento súbito, algo que me tomó por sorpresa

* Excepto algunas modificaciones menores, este capítulo es igual que "Theoretical En-tities: The Five Ways", Philosophia,4, 1974,págs. 95-109. La razón que tuve para escribirlofue un comentario acerca de un chiste del siglo xvttt según el cual todos creían en la existenciade Dios hasta que las conferencias de Boyle la probaron.

I La exposición del realismo científico en la que principalmente me baso es la que se

halla en el capítulo tt del libro de J.J.C. Smafi, Philosophy and Scientífic Realism, Londres,Routledge and Kegan Paul, 1963. Sin embargo, el número de tales exposiciones crece enla actullid¡d cn una proporción geométrica, y puede no ser demasiado optimisrno abrig:u laespcranza rlc r¡uc cl rcllisrno científico será pronto un dogma filosófico amplianrcntc accptatJo.

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^150 T-A IMAGEN CIENTíFICA

r¡licntras leía a Tomás dc Aquino. como pabro en er camino hacia Damasco,fui golpeado por una luz cegadora, y vi. Lo que vi f"" q;" l;; inrcnrosmcdievales para probar la existencia de Dios ii"n"n

"""ü;;^ ;odernasque demucstran lo conecto del realismo científico.

En efecto, exactamente ailí donde la invalidez de las pruebas de Dios esmás obvia, la verdad der realismo científico salta luminosamente a la vista.Paley describía un reloj encontrado en un páramo desiefo, qu" i*"ionuuuperfectamente y llevaba el ticmpo.2 ¿se puede concebir, pr"guntuau et,un reloj sin un relojero? y el lector del siglo xx está Io suficlnrementefogueado para contestar: sí, se puede. pero piénsese nuevamente: ¿pueaeusted concebir, gentil lector, un reroi que ileva er ticmpo sin un mecanismode relojería adentro?

EnlaSummaTheologiae y enlaSumma contra Gentiles,Tomás de Aqui_no expuso las cinco vías por medio de la cuales, en su opinión,ta

"xist"n.iade Dios_puede ser probada. Con er fin de demostra¡ que cl realismo cientí-fico está en lo correcto, presentaré una analogía para ca<ta una de las cincovías.

I

comenzaré con la enunciación de la primera vía de Tomás de Aquino (si-guiendo a grandes rasgos ra summo-contra Gentiles l, l3). pues-iá que ettema del que ahora me ocupo no tiene nada que ver con la existencia deDios, mi comentario acerca de las "prucbas" originales habrá áe ser tanbreve como sea posible.

^ Así,Tomás de Aquino: todo lo que se mueve es movido por otra cosa.Que ciefas cosas est¿in en movimiénto es evidente para to, ,"rrtiáo' po,ejcmplo, el Sol. Así que n:s.?rlos dcbcmos proccder hacia el infinitl o bien,llegar a algún moror inmóvil. pero no es pósibre (en esto) pro".á"iLo"iu

"tinfinito. Por tanto, existc un motor inmóvil.Y Tomás de Aquino c-ontinúa: en esta prueba, dos de las proposiciones

necesitan ellas mismas de prueba; primero, quc cualquier coru qui ," rnu"u"es movida por otra, ) que en lo que se refiere a motores y a cosas que semueven, no se puede proceder al infinito.

En los comentarios sobre Tomás de Aquino frecuentemente se ha se-ñalado, nymgro, que noestá restringicndo aquí el movimiento al ..despra-zamiento", sino que está pensando én cualquicr tipo ¿" .u*uio, como

"r2 w' Parey' Narurar rheotogy, lg02; ed. abreviada por F. Ferré, Indianáporis, Bobbs-Merrill, 1963. Véase también la nota 14, más adelanre.

ur.¡n poLÉiulcA MoDERADA 251

calentamiento o el volverse húmedo, y segundo, que no debc entcndcrsecomo si buscara negar la posibilidad de un pasado infinito. En efccto, éldice muy explícitamente que el hecho de que el mundo tenga un principio en

el tiempo no puede ser demostrado. Lo que niega es más bien un rctroccsoen la causalidad del movimiento o del cambio; así que si el ordcn causal notiene principio, entonces éste, como un todo, necesita tener una causa. Co-mo Paley dijo en relación con su reloj: si encontr¡íramos que incluyc un

mecanismo para la producción de otros relojes -y por ello sería posiblc-

mente el origen de una larga línea de relojes de piíramos desiertos- , cstosolamente haría aumentar nuestra admiración por el genio del rclojcro.

Todo esto nos sorprende; aunque de una manera un tanto ingcnua, pucs

hemos aprendido a vivir con una buena dosis de escepticismo, no sol¿urtcn-

te frente a la necesidad de postular causas, sino también frente a la ntlcitinmisma de causalidad. No obstante, cuando consideramos la realidad dc las

entidades teóricas de la ciencia, vemos que su relación con el orclcn dc lanaturaleza es mucho más sutil: su existencia se postula para explicar las rc'gularidades en la naturaleza. Y si la causalidad es una de las nocioncs mcnosrespetadas y menos estudiadas en la filosofía de la ciencia contcmporánca,la explicación es un asunto que despierta el más vivo interés.

Así que arg,umento: todo lo que tiene que explicarse, tiene quc scr cx-plicado a partk de otra cosa. Que ciertas cosas tienen que ser explicadas cs

evidente, porque las regularidades en los fenómenos naturalcs son obviaspara los sentidos y asombrosas para el intelecto. De mancra que dcbcmosproceder, o bien, hacia el infinito, o bien, llegar a algo que explica, pcro quc,

en sí mismo, no es una regularidad en los fenómenos naturales. Empcro, en

este asunto no podcmos proceder al inhnito.Y continúo: en esta prueba, dos de las proposiciones necesitan ellas

mismas de una prueba; a saber, que lo que sea que tenga que explicarse,tiene que ser explicado por algo más, y que en la explicación no se puede

proceder al infinito.Con respecto a lo primero, puedo referirme a la discusión sobre la ex-

plicación iniciada por el famoso artículo de Hempel y Oppcnheim, Y gue

pernanece en pie hasta el día de hoy.3 Es una condición necesaria para laexplicación de la conclusión C por medio de las premisas 41,...,4, que

At,. . .,An impliquen dcductivamente a C. (Si bien en la práctica corrienteuna explicación puede ser elíptica, es decir, que algunas de sus premisas no

estén incluidas explícitamente.) Pcro es también una condición necesaria

3 C.G. llcnrpcl y P. Oppenheim, "studies in the Logic of Explanation", Philosophy ttfSricnca,15, 19.{8.

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)s) LA IMAGEN CIENTÍFICA

quc A¡ ,. . .,A, impliquen más que c. ya que el hecho de que esta barraatraiga limaduras de hierro no se explica por haber notado que lo hace;se explica por medio de la conjunción de la premisa específica de que esabarra es un imán, y la generalización de que los imanes atraen el hierro.Ahora bien, lo anterior abre la posibilidad, prima facie, de que las regu-laridades inicialmente observadas puedan ser explicadas por rlgularidadesmás comprehensivas, todavía en er nivel fenoménico, y asi ad nfinitum. Sinembargo, una serie infinita de regularidades cada vei máscomprehensivasen los fenómenos naturales está por lo menos tan necesitada de explicacióncomo una regularidad simple. En realidad, lo está aún más. Esto io ha he-cho ver de forma bastante cla¡a J.J.C. Smaf en su evalución del teorema decraig, quien quería eliminar los términos tcóricos y reemplazar una teoríacientífica z por una descripción de una regularidad inrrnitamente complejaque implicara exactamente las consecuencias observacionales de la teoríaoriginal. La teoría original z es finitamente axiomatizada, pero su trans-formación craigiana z/ tiene un númcro infinito de axiomas catalogadosmetalingüísticamente:

Y si r es solamente un montón de marcas de tinta y no es susceptible deuna interpretación objetiva, parece una coincidencia demasiado inc.eíble queT' pueda siquiera funcionar. Está más allá de los límites de mi credulidad[ ' ' ' ] El hecho de que al interpretar T' no necesitemos mencionar las entidadesmencionadas en T sino solamente sus nombres, no quita la sensación de quetendría que haber un número infinito de coincidenciassi r no fuera susceptiblede interpretación y objetivamente verdadera.4

En otras palabras, lo que podría parecer un retroceso infinito en la expri-cación, equivaldría nada menos que a la postulación de una coincidenciainfinita. Y eso es demasiada coincidencia.

Tomás de Aquino quizá no estaba enteramente feliz con su argumento deque en lo que toca a motores y cosas que se mueven, no se puede procederal infinito. En verdad, a mí me parece razonable leer su ,"grndu vía como sitendiera areforzar exactamente esta parte dcl argumento de la primera vía.Mi analogía de la segunda vía desempeñará exactamente el mismo papclcon respecto a esta parte (acerca de los retrocesos infinitos en la explicación)del argumento anterior.

¿ J.J.C. Smaf, op. cit., pág.32.

UNA POLÉMICA MODERADA 253

u

La segunda vía concierne a la causalidad eficiente, y yo la veo cotno una

contribución sustancial a la primera vía, aunque Kenny la considera sola-

mente un informe sobre la astrología medieval.s De aquí en adelante scguiré

la exposición de la Summq Theologiae (Qu.2, Art.3).Así,Tomás de Aquino: en el mundo de las cosas sensibles, discemimos

un orden de causas eficientes. No se da el caso de una cosa que sea su

propia causa eficiente; porque si fuera así, sería anterior a ella misma, locual es imposible. Tampoco es posible proceder al infinito con las causas

eficientes. Por tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera.

Y Tomás de Aquino apoya esto: en el orden causal, la primera es la causa

de la causa intermedia, y la intermedia es la causa de la causa última. Ahorabien, suprimi¡ la causa es suprimir el efecto. Por tanto, si no hay una primera

entre las causas eficientes, no habrá causa última ni intermedia, y por tanto,

no habrá efecto último.Debe señalarse una vez más que "previ a" Qtrius) no tiene que ser interpre-

tada en un sentido temporal. Para establecer mi analogía con la explicaciónrecurro a una cuestión señalada en I: para que A explique B es una condi-ción necesaria que A implique B; y también que A implique más quc sólo

B. Además, como la caracterización de Hempel lo especifica tambión, las

premisas de una explicación deben ser verdaderas. (Nótese quc rccurro a

la caracterización de Hempel solamente en tanto que establccc condicio-nes necesarias para la explicación, evitando así las mayorcs objccioncs

atribuibles a esa catacterización.) De acuerdo con cllo, diró quc A implic'apropiamente B si y sólo si, primero,A es verdadera; seg,undo, A implica B,

y tercero,A implica más que B.

Así que argumentoi en la explicación de los fenómenos naturalcs dis-

cemimos un orden de implicación propia. Es imposible que algo pueda

implicarse propiamente a sí mismo, porque ese algo no puede implicar más

que sí mismo. Tampoco es posible proceder al infinito con implicacionespropias en una explicación.

Y apoyo estoi en una explicación, las premisas establecen la verdad de

las líneas intermedias que establecen la verdad de la conclusión. Pero si no

hay premisas (líneas no implicadas propiamente por líneas precedcntes, de

manera simple o en conjunción), entonces no se establece absolutamente

ninguna verdad.

5 A. Kcnny, 'l'hc Í'ive Way.r, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1969, págs. 43 s.

Page 127: Van Fraassen - La Imagen Científica

254 LA IMAGEN CIENTÍFICA

Y demuestro esto suponiendo lo contrario per absurdum.6 Es decir, su-póngase que en la definición usualde prueba (unasecuencia finita de líneas,cada una de las cuales es un axioma o es implicada por las líneas preceden-tes, de manera simple o en conjunción), omitimos la restricción a un largofinito. Entonces puede haber derivaciones infinitamente largas de hechos apafir de teorías, las cuales podrían ofrecerse como explicaciones de estoshechos. Sin embargo, esto es u6ru¡¿otbuesto que cada enunciado verdaderopuede entonces

-si alguno puede- ser "explicado". Porque imagínese queexiste una explicación infinita indispensable: una serie infinita de enuncia-dos... ,Bn,...B1cada uno de los cuales es implicado propiamente por supredecesor, y ningún enunciado verdadero los implica a todos ellos. Enton-ces seaA algún enunciado verdadero cualquiera, y constrúyase la serie

...,8n & A,...,8¡ & A, A

donde k es el primer número tal que A no implica deductivamente B¿. Estáclaro que en esta nueva oración, si A es un enunciado verdadero cualquiera,entonces cada línea es implicada propiamente por la línea precedente. Dehecho, esta secuencia --{ejando de lado la restricción de la finitud paralas pruebas, y también el valor de verdad de A- es una prueba intachable,matemáticamente correcta y categórica del enunciado A. Porque cada líneaes, o bien un axioma lógico, o bien se sigue deductivamente de las líneasprecedentes. Pero esto reduce el tema al absurdo.

El valor de lo anterior reside en que apoya el lema crucial acerca de lainadmisibilidad de un retroceso infinito en la explicación, que aparecía en I.

UI

La tercera vía es la prueba de contingentia mundi. Tiene la desventajaaparente de involucrar una obvia falacia lógica. Pero está otra vez en elespíritu de la empresa de Santo Tomás eliminar su aparente refcrencia altiempo: y esto hace a un lado la falacia.

Así, Tomás de Aquino: la tercera vía está tomada de la posibilidad yla necesidad, y es como sigue. Encontramos en la naturaleza cosas que esposible que sean y que no sean. Pero es imposible que éstas cxistan siempre,porque aquello que puede no ser, en algún momento no es. Por tanto, si todo

6 Adapto aquí un argumento introducido en otro contexto por R.H. Thomason y dcseoagradecer a R. de Sousa por señalarme anteriormente un error técnico.

UNA POLÉMICA MODERADA 255

fuera así, debería haber habido algún momento en que no había nada. Pcrosi esto fuera verdad, aún ahora no habría nada.

Reinterpretada, esta vía tiene que ver con la inteligibilidad del mundo.T

Que un hecho sea así o asá, es contingente; pero puede explicarse señalandoque es contingente en el mundo que es así o asá, y una consecuencia dclmismo. Sin embargo, que el mundo sea así o asá, es también contingente; y lapregunta inmediata es: ¿contingente como consecuencia de qué?

Sea esto como fuere (no tengo ningún argumento a favor del valor deestas pruebas en tanto pruebas de la existencia de Dios), es ciefamentemuy pertinente para el realismo científico como una consideración de lanecesidad natural.

Por tanto, argumentoi la tercera vía está tomada de la posibilidad yla necesidad, y es como sigue. Encontramos en la naturaleza distintas re-gularidades, y podemos considerarlas como una coincidencia o como siprocedieran necesariamente de razones subyacentes. Si es lo primero, nos-otros no podemos conocerlas como regularidades, porque lo que sucede porcoincidencia puede no suceder. Pero algunas regularidades las conocemoscomo regularidades, por tanto ellas proceden de razones subyacentes.

Y apoyo esfo, haciendo referencia a dos eminentes exponentes del realis-mo científico, así como apelando al conocimiento común. En una famosaconferencia, C.S. Peirce se dirigió a su audiencia de la manera siguiente:

Supongan que atacamos la cuestión experimentalmente. Aquí tengo una piedra.Ahora pongo esa piedra en donde no haya un obstáculo entre ella y el suelo, yvoy a predecir confiadamente que, tan pronto como mi mano la suelte, la piedracaeráal suelo. Probaré que puedo hacer una predicción correcta por medio deun ensayo real, si quieren. Pero por la expresión de sus rostros veo que todosustedes piensan que será un experimento muy tonto.8

Y J.J. Smaf parece estar detallando esta misma cuestión cuando escribe:

Si el fenomenalista (es decir, incrédulo) está en lo correcto acerca de las en-tidades teóricas, debemos creer en una coincidencia cósmica. Es decir, si es

así, los enunciados acerca de los electrones, etc., solamente tienen un valorinstrumental: simplemente nos permiten predecir los fenómenos en el nivel de

los galvanómetros y las cámaras de vapor. No podrían hacer nada para eliminarel carácter sorprendente de estos fenómenos. Por otra parte, si interpretamosuna teoría científica de una manera realista, entonces no tenemos necesidad de

1 Hick, Ar g,u m e n t s fo r t he Ex i s t e nc e of G od, l-ondres, Macmillan and Co., 197 O, pág. 44.8 C.S. Pcirce, Essays in the Philosophy of Science, V. Thomas (comp.), Indianápolis,

Bobbs-Mcnill, l9-57, pág. 166; tomado de su "The Reality of Thirdness".

I

Page 128: Van Fraassen - La Imagen Científica

256 LA IMAGEN cIENTÍFICA

dicha coincidencia cósmica: no es sorprendente que los galvanómetros y lascámaras de vapor se comporten de la manera en que lo hicen, poique si real-mente hay electrones, etc., esto es precisamente ló que

"rp"raiurnor.e

- ---

Mientras que hemos aprendido a no hacer la pregunta ¿por qué hay un mun_do y no más bien la nada?, rodavía considéra¡io, pJir".tá-"ntÉ regítimala. pregunta ¿por qué el mundo es de la manera que es, y no más bien dealguna otra manera? y la respue sta por coincidencia, o ,o*o una cuestiónde hecho, es tan inaceptable para ra slgunda pregunta como para la primera.

ry

La cuarta vía es indudablemente la más difícil de entender, la más sutil y,muy posiblemente, ra másconfusa; pero desde un punto dc uista metafísico,es fambién la miís profunda.

lsí,Tomás de Aquino: la cuarta víaparte de la gradación que se encuentraen las cosas. Entre los seres, hay algunos que son más y otros que sonmenos buenos, verdaderos, n-obles, y así poi el esfilo. peío más y menosson predicados de las cosas de acuerdo con ru semejanza a algo que es elmáxi19 (por ejemplo' una cosa es más cariente que otra si ella se aseme¡amás al fuego, que es lo más caliente). Asíque debe ñaber algo m¿. u"r¿u¿"ro,mejor, más noble y, consecuentemente, algo cuyo ser sea más grande; ya que,como dice A¡istóteles, lo que es m¡ís veráadero tiene más rüridad.'lb

Debo admitir que, en un principio, casi desespero del intento de adaptareste argumento para la causa del realismo científico. pero hay un punto deanalogía muy importante y extremadamente sutil.lr r*u p..fí*

"i".r"no,permítaseme citar nuevamente al profesor Smart:

De hecho, desearía ir más allá de la sola defensa de la imagen que la cienciafísica tiene del mundo como un mundo ontológicamente reJpeta'uie.-b.r"-íuexigir que el lenguaje de los físicos nos diera una imagen má.s verdaderadel mundo que la que brinda el lenguaje del sentido .orñún orOinario ¡. . . lHasta cierto punto, las observacionés áe Susan Stebbing contra Eddingtoneran perfectamente justificadas. pero Stebbing exagerab"a. Huy ,urnuien unsentido perfectamente correcto en er que es verdadero e ilumináor decir quela mesa no es sólida. Los átomos qu" ton.pon.n la mesa son como el sistema

.s J.J.C. Smart, o¿. cit.,pág.39; las palabras entre paréntesis están añadidas.r0 La referencia es a A¡istórele s, Mitafísica ¡, t (Sé¡u :o).

^ tt

Ff,u línea argumentativa me fue sugerida, aunqu" no con este propósito, por NancyCartwright.

UNE POLÉTT,TICA MODERADA 257

solar en cuanto a que en su mayor parte consisten en espacio vacío. (É,ste era el

punto de Eddington.) Así, a pesar de que Ia mayor pafe de las proposiciones

del sentido común en la vida ordinaria son verdaderas, yo todavía quisiera decir

que la ciencia nos da una "imagen más verdadera" del mundo.l2

Y dos páginas más adelante:

Lo que se necesita no es que la microteoría explique una macroteoría o unas

macroleyes a las cuales esté vinculada por reglas de correspondencia. Lo que se

necesita es, como Wilfrid Sellars y Feyerabend han señalado, que expli<¡ue porqué las cosas observables obedecen, hasta donde lo hacen, esas macroleyes.ls

Debo disculpatme con el profesor Smart por citar pasajes separados dc

un capítulo tan eminentemente bien escrito; pero espero que estos pasa-

jes preparen al lector para mi propia y breve exposición de una maniobraextremadamente sutil.

Hasta ahora he hablado acerca de las entidades teóricas postuladas por

las teorías científicas para explicar las regularidades en los fenómcnos na-

turales. Pero como puede observarse, estrictamente hablando, ¡no hay talcs

regularidades! No es que aquí me esté volviendo el abogado dcl diablo yesfé tomando el partido del nominalista o del antirrealista, para quicn todas

y cada una de las regularidades e irregularidades son una mera coincidcncia.lncluso desde el punto de vista del más obstinado realista cicntífico, scría

demasiada coincidencia si pudiéramos discernir de forma más quc aproxi-

mada algunas regularidades en los fenómenos naturales (dado quc existc

un límite finito y relativamente bajo en cuanto al grado de complcjiclad de

las regularidades humanamente discemibles). Considere solamente el con-

tenido de sus bolsillos o de su bolso: ese contenido está bajo su controlvoluntario, y usted tiene sus razones para meter o sacar cualquier cosa. Yaún así, ¿es discernible alguna regularidad estrícta en lo que los bolsos ylos bolsillos contienen? Lo más probable es que no; precisamente porque

las regularidades están en un nivel más básico.De manera que lo que debemos explicar no son las regularidades su-

puestas en los fenómenos naturales, sino miís bien, por qué los fenómenos

se aproximan a las regularidades aparentes en la medida en que lo hacen.

Y puesto que la ciencia describe una estructura subyacente con una mayorunidad, coherencia, simplicidad y regularidad de la que los fenómenos po-

drían siquiera soñar con tener, entonces ese mismo grado de unidad apoya

r2 J.J. Smart, op. t'it., pág. 41.t3 tbi,l.,pfg.49.

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258 LA IMAGEN CIENTÍFICA

que la imagen científica sea más verdadera, y que el mundo científico -yla mesa de Eddington- tengan una mayor reulidud que la del mundo delsentido común.

No voy a tratar de codificar esto en un argumento formal. Sin embargo,me gustaría señalar (con referencia al ejemplo de los bolsos y los bolsillós)cuiín segura es la posición realista luego de la consideracion ¿e la terceray cuarta vías. Porque si hay regularidades en los fenómenos naturales, noimpofa hasta dónde y con qué grado de exactitud, éstas requieran de lapostulación de una microestructura que las explique. por otrb lado, si enalguna medida significativa o con algún grado importante de exactitud, noexisten las regularidades, esto muestra también liverdad del realismo. yaque entonces no es sorprendente que los galvanómetros y las cámaras devapor no exhiban ninguna regularidad exacta: si las leyes básicas gobiemana los electrones, etc., esto es justamente lo que podríá-o,

".p"rui.

V

Si la cuarta vía es la más profunda, la quinta vía es la más divertida. conocidapopularmente como el argumento del diseíro, fue inmortalizada en el relojde Pally y en los anteojos de pangloss.

Así,Tomás de Aquino: vemos que ras cosas que carecen de conocimiento,tales corno los cuerpos naturales, se dirigen hacia un fin, y esto es evidentepuesto que siempre, o casi siempre, se compofan de la misma forma, afin de obtener el mejor resultado. Entonces es evidente que alcanzan sumeta no de manera fortuita, sino gracias a un diseño. Todo cuanto carecede inteligencia no puede dirigirse hacia un fin a menos de que sea dirigidopor un ser dotado dc inteligcncia; así como la flecha es dirigida por elarquero. Por lo tanto, existe algún ser inteligente gracias al cuál todas lascosas naturales se dirigen hacia su propia meta; y a este ser lo llamamosDios.

El fuerte apoyo que dieron varios apologistas del siglo xvru a este argu-mento ha sido documentado abundantemente por Hic[.14 puedo referirmeaquí al de Derham en su Physic o-Theology (1713),en el cual señala que lanaturaleza está gobernada de tal forma que los problemas de sobrepobla-ción automáticamente no surgen, o a su Asfro-Theorogy (r7r4),"n Ll qu"arguye que seguramente debe haber una razón fundamental que expliqucpor qué todos los planetas son redondos, y no "uno así, y otro de una figúra

ra J.H. Hick. op. cit., págs.2-7.

UNA PoLÉMIcA MoDERADA 259

diferente: uno cuadrado, uno multiangular, otro largo, y otro de una formadistinta. . . "

Lo que ahora sostengo es que lo que está mal en la quinta vía de Tom¿ísde Aquino no es la estructura del argumento, sino sus premisas. Pues, sobrela base de mirar la cantidad de regularidades y estructura en los fenómenosnaturales, Tomás de Aquino argumenta que deberíamos optar por la mejorexplicación. Y añade que la mejor explicación es aquella que postula undiseño inteligente y según un propósito. Ésta es la premisa que rechazo.Pero que la inferencia científica consista en aceptar como verdadera la mejorde las explicaciones (disponibles), es una posición que han sostenido, dediversas maneras, muchos filósofos modemos.-

Por lo tanto, arguyo: vemos que muchas cosas, tales como los cuerposnaturales, exhiben una gran regularidad en su comportamiento, reacciones yevolución. Puede decirse que esto es así como resultado de una coincidencia,o puede ser explicado por medio de la postulación de una microestructu-ra que subyace en los fenómenos. Puesto que es una práctica científicacorrecta hacer inferencias hacia la mejor explicación, debemos adoptar elúltimo camino. Y así debemos aceptar, como una representación literalmen-te verdadera, la imagen que presentan nuestras mejores teorías científicasdisponibles.

POSDATA CIENTÍFICA FINAL

Pudo habérsele ocurrido a usted, gentil lector -sin importar qué tanto se

fíe de la reflexión- que las nuevas cinco vías pueden ser impugnadas enanalogía al embate de Hume sobre las viejas. Esta perturbadora reflexiónes la que pretendo disipar.

Resumi¡é los contraargumentos de Hume, y de otros, de la siguienteforma: dando por sentado que el regreso en la causalidad, o en la explicación,debe tener un fin, no existe razón que indique por qué éste no podría serel universo mismo. No hay razón para considerar a Dios como un fin másadecuado que el propio mundo. Pues si el mundo se toma inteligible sólopor hacer referencia a la voluntad divina, ¿cómo podríamos comprender lavoluntad divina? Y si no podemos comprender la voluntad divina, ¿por quéno nos dctenemos en el universo, que es aquello que no comprendíamosinicialmente?

Todos los intentos por contrarrestrar este contraargumento parecen con-sistir, fundamcntalmente, en la afi.rmación de que Dios es esencialmcntcdistinto dcl mundo. En rclación con Dios, la pregunta por la causa o por

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260 LA IMAGEN CIENTÍFICA

la explicación o por el principio ya no surge más. como Hick lo formu-la, "la idea de Dios provee un fin, tanto de jure como de faclo, al procesoexplicativo."l5

como quiera que esto pueda ser en el caso de Dios, podemos vislumbraruna posible estructura de contraargumento en contra de nuestra posición.Alguien puede argüir: con respecto a la explicación, no hay diferencia algu-na entre los electrones y los galvanómetros. Al postular una microestructuraque exhiba las regularidades subyacentes, únicamente se propugna una nue-va coincidencia cósmica. Que los galvanómetros y las cámaras de vapor secompofen como lo hacen es todavía sorprendente en el caso de que hayaelectrones, etc., pues es sorprendente que pueda haber tal regularidad en elcomportamiento de los electrones, etc. Si no se inclina hacia la metafísica,ese alguien se contentaría con la coincidencia previa de que cuando, comohumanos, apelamos a la teoría cuiintica, inducimos un orden en el caos dedatos de los galvanómetros y las cámaras de vapor. y esto es así puestoque en un primer término no se comprendió la coincidencia previa, y esoes suficiente. Por otra parte, si se inclina hacia la metafísica, ese alguienpreguntará (incluso respecto a las microentidades): ¿qué es lo que hace queentidades de una misma constitución se compofen de la misma manera,en el tiempo pasado, presente y por venir? y una nueva y terrible beldadrealista ha nacido.

En contra de lo anterior, sostengo que sólo respecto a las regularida-des en los fenómenos surge la pregunta por la expricación. Si ra pregunta:¿por qué ciertas entidades teóricas se comportan como lo hacen? parece serapropiada, se trata en realidad de una pregunta de un orden distinto. puesen tal caso existen dos posibilidades: o bien lo que está en discusión esuna regularidad ulterior en los fenómenos, también inexplicada, y la teoríarequiere remontarse hacia ¿sa.r entidades teóricas; o bien se conjetura quela teoría puede volverse más simple y coherente con una enmienda de suspostulados. En el primer caso, la motivación la suministran los fenómenosnaturales mismos; mientras que en el segundo, se trata de exigencias prag-máticas para una economía de pensamiento. En ninguno de los dos casoslas regularidades que estiín detrás de los fenómenos son las que, ipso facto,exigen explicación.

si bien esto contrarresta la objeción y conduce la exposición a su fin,no puedo evitar escribi¡ un breve párrafo para corregir la popular y erróneaconcepción de que no puede trazarse la distinción entre las entidades obser-vables y las otras -lo cual minaría fatalmente la defensa anterior. ¡euienes

ts Ib¡d.,pág.48.

UNA POLÉMICA MODERADA 261

argumentan que tal distinción no puede realizarse contribuyen sin fortuna

a la causa del realismo cientíhco! Sus argumentos son de tres tipos:16

Objeción /. La distinción entre la observación a partir de instrumentos

e inferencias de los datos no puede trazarse. ¿Podemos observar por medio

de un microscopio de electrones? ¿Por medio de uno óptico? ¿A través de

una lente de aumento? ¿A través del vidrio de una ventana?

Contrarresto tal objeción al reduci¡ al absurdo la idea de que una dife-rencia de grado no es una diferencia. Pues según tal postura todos somos

pobres: si un hombre tiene un centavo, es pobre; y si a un hombre pobre se

le da un centavo, sigue siendo pobre. En consecuencia, por inducción mate-

mática, todos somos pobres. No doy ningún crédito a este sofisma sorites,

y vacilo en dar crédito a la objeción que refuta.

Objeción2. De acuerdo con la modema teoría de las valencias, algunos

cristales grandes son moléculas simples. Pero las moléculas son entidades

teóricas. Por lo tanto, algunas entidades teóricas son observables.

El ejemplo de la molécula-cristal no es mejor por ser deslumbrante.

Conglomerados de entidades teóricas son también entidades teóricas; por

ello, si esta masa es un conglomerado de partículas subatómicas, y esta

masa es observable, entonces algunas entidades teóricas son observables.

Pero ése es un argumento lógicamente válido y por lo tanto trivial. Es en sus

insinuaciones donde no es trivial; para esto comparémoslo con el siguiente

argumento análogo: "Los interplanetarios incluyeri tanto a los terrícolas

como a los venusinos. ¡Allí va uno ahora! (Señalando al profesor Maxwell)

¿Ahora ya creen que ellos son reales?"

Objeción-J. Las entidades y procesos teóricos tienden a volverse obser-

vables y auna¡se a los fenómenos, poco después de que fueran postulados

originalmente; por ejemplo, los gérmenes y los virus.

Esta objeción la contrarresto al advertir la igualmente vistosa tendencia

de las entidades teóricas a dejar para siempre de existir poco después de

que son observadas. ¿Qué electrón observó Millikan: el de Lorentz, el de

Rutherford, el de Bohr o el de Schródinger? Un buen ejemplo es también

el de los homunculi: cuando van Leeuwenhoek examinó su semen bajo el

microscopio, vio a estos supuestos hombrecitos completamente formados

ló El artículo que dio inicio a esta ¿ugumentación, y que ahora merecidamente es un

clásico en la filosofía de la ciencia, es "The Ontotogical Status ofTheoretical Entities", de G.

Maxwell, en Feigl and G. Maxwell (comps.), Minnesota Studies in the Philosophy of Science,

vol. ttl, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1962. Quiero agradecer a los profesores

Maxwcll y Smart y a muchos otros su indulgente respuesta a este artículo.

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262 LA IMAGEN CIENTÍFICA

nadando por todos lados. Pero no sólo eso, sus amigos (todos del sexomasculino) los vieron también.17

Puesto que, como consecuencia de lo anterior, la afirmación de que hayuna diferencia importante (en aspectos pertinentes) entre las entidades teóri-cas y las no teóricas es crucial para frustar el contraargumento antirrealistacon el cual comencé, y puesto que hemos encontrado deficientes las ob-jeciones en contrario, concluyo que tal diferencia existe y que las nuevascinco vías no pueden bloquearse del mismo modo que las-aniiguas.

ÍNorce ANALÍTrco

a priori, L70

aceptación de teorías, 18, 23--24, 28-29,

69,94, tts,128,24V247adecuación empírica, 19,28, 69,7 0,7 4,77,

80, 85, 89, 93, lO9-112,240-241,246Agustín, San,60

Anderson,4.R., 189

Anderson, Robert, 235

apariencias, 68-69, 7 3, 7 9, 89-90Aquino, Santo Tomás de, 60, 195, 198,

199, 250, 252254, 258-259A¡ima, Katherine,2l3A¡istóteles, 43, 123, 133, 143, 163, 164,

256

aristotélico, realismo, 15, 16, 142, 19 l, 194

arreglo fortuito fchance set up),222-223

astrología, 195, 198, 253

asimetrías de la explicación, 133,144-145,

163-168

Avogadro, número de, 154

Ayer, Sir Alfred,245

Balmer, series de, 6l, 131

bayesianismo, probabilidad, 40, 56, 108

Beck, Lewis White, 157

Beckner, Morton, I 35-l 36

Belinfante, F.J., 63, 76,88,94Belnap, N.D. Jr., l7l,174-176, 179,189

Benacenaf, Paul, 14

Beth, Evert, 92

Birkhoff, G¿rrett,226

Bohm, David, 157

Botu, Nils, 19,66-67, 127, l3l, 154,210,2t2,26t

Boltzmann, L., 2 l, 199, 205-206Borel, campo de, 221, 226, 228, 233-236;

véase tambien campo de conjuntos

Born, Max, 213-217

Born, regla de probabilidad, 213

Boyd, Richard, 23, 25, 59, 60, 63, 7 l, 79,

103-107, I l0Boyle, ley de, 190

Boyle, Robert, 15, 16, 154, 249

Brairhwaite, R.8., 157

Bressan, 41do,84,232Brodbeck, May, 157

Bromberger, Sylvain, 133, 159, 160, 176

browniano, movimiento, 7 l, 154

Bub, Jeffrey, 210,217

Bunge, Mario, 120

campo de conjuntos, 22I; véase también

Borel, campo de

Carnap, Rudolf, 16,30,80, 116

Cartwright, Nancy, 14, 87, 137,184, 186,

2t1,256Caroll, Lewis, 147-148

causalidad, 126, 143-147 , 155, I 57-158,161

causa común, 43-53, 150, 153-1 55, 179

coincidencia, 125

compromiso, véase teoríasl7 Debo este ejemplo a Margot Livesey.

Page 132: Van Fraassen - La Imagen Científica

lr¡l

(ilnrf)fon, dispersión de, 4g, 154Ci¡mte, Auguste, T4condicionales contrafácticos, 30, 76, g5_

88, 145_149, t52, 158, 178, tgt,246conjunción, véase teoría de la conjunciónconservación de la energía, 130contextuales, factores, Il4, l4g, l5g, 162,

178

contrastación de teorías, véase experimen_mentación; contrastación estadística

contraste, clase de, 162_163, 176_177,180_183

Copenhague, interpretación de, 210, 216_2t8

Copérnico, 42,67,120correlación estadísitica, véase causa

común

Craig, teorema de, 77 _7 g, 252creencia, véase teorías, aceptación de

Charlwood, Gerald, 172

Dalla Chiara, M.L., 14, 89_90D¿miels, Charles,249Darwin, Charles, l0l, 126, l2gde Finetti, Bruno, 97de Sousa, Ronald B., l4De Witt, B.s., 196,232deícticos, términos, 170; véase también

pragmática

Demopoulos, William, 210determinismo, 48, l gó-1 g7

Dirac, P., l3Dorling, Jon, 159

Duhem, Pierre, 16, 31, 55, 56, l 13, l9lDummett, Michael, 23, 24, 26, 57_Sg

Earman, John, 72, gg

Eddington, Sir A¡thur, 256_25gEinstein, Albert, 100, 135,212

LA IMAGEN CIENTíFICA

Einstein-Podolski-Rosen, paradoja de,44, 48, 123,210,213

Ellis, Brian, 23, 75empirismo, 16_19, I 95_19 6, 246_247empirismo constructivo, lg_20, 26, 2g, 59,

85,96_98, 1t8,240,245enmasca¡amiento, l3g, l5l, 153, 157Enriques, Fedenco, 7 4_7 5entidades reóricas, 22_23, 249_262equivalencia empírica, lg, 69_70, 73_7 6,

104,246ergódica, hipótesis, 205escepticismo, 95_9óesencialismo, l9lespacio absoluro, 6949, 7 g_79

espacio de estados, 92, 239_240; véasetambién espacio_fase

espacio de probabilida d, 220, 222, 225,228,233,236,240

espacio-fase, 2 02, 206, 239;véase tambiénestado

espacio lógico,244espacio-tiempo , Bg, 196,246espectro característico, 142, lgg; véanse

también Balmer, series de; asimetríasde la explicación,

estadísitica, 197 - 199, 208, 234, 237 _238estadística, contrastación, 229_230, 233_

234.237_238estado:

interpretación de la ignoranc ia,2ll_2t3

macroestado, 204_206mixto,210-214puro, 86-88. 90superposición, 87 ,213, 216

Everett, H., 196,232existencia, 27¿8, 34, Z4Oexperimenración, 99-l 03, lO5, 233_234;

véase también estadística

ÍNorcr ANALÍTrco

explicación, 15, 24, 29, 30, 34, 96-97, 104,

I 13, I 15, t19,t20,122-t23,t26,t28-130, 133-134,247; véanse también asi-

metrías; relevancia; rechazo

Feigl, Herbert, 157

fenomenología, 100, 109, 188

Feyerabend, Paul, 30, 120, 257

ficcionalismo, 16, 55

Field, Hartry, 14,251

Fiertz,M., 122

Fine, Arthur, 19,210Fine, Kit, 33,125Finkelstein, David, 210

frecuencia, véase probabilidad

frecuencia relativa, 197, 199, 223-232

Fresnel, 4.,87, 129

Friedman, Michael, 72, 139,140, 196

Gardner, Martin,95Gardner, Michael, 79

Garfinkel, Alan, 159

Gauthier, Yvon, 14

geometría de los siete puntos, 65-66Giere, Ronald, 14,97 , 197 , 231,243Glymour, Clark, 25, 63,7 2,88,97,99, 100,

ll0, l14,125,183,196Good, I.J., 190

Goodman, Nelson, 146, 149

Grossman, Neil, 212

Grünbaum, Adolf, 13, 142,203Gudder, S., 94

Hacking, lan, 172, 196

Hamblin, C.L., 173

Hannson, Bengt, 159, l6lHanson, Norwood Russell, 157, 162

Hardegree, Cary,243Harman, C ilbert, 36-39, 126, 244

Harper, Williant, 1 83, 210

265

Hausdorff, Felix,222Healey, Richard, 19, 2lOhechos, 189

Hempel, Carl Gustav, l2O, 132-138, 149,

181, 182, 190,251,253Hermes, H., 85

Hertz,H.,2I,72Hick, J. H.,255, 258,260Hilbert, D., &, 85, 90, 91, 213

Hooker, Clifford 4., 25, 54,7 8,'19, 94, 2lO,212,218

Horwich, P., 100

Hume, David, 144, 150, 259

Husserl, Edmund, 100, 195

Huygens, Ch¡istiaan, 126, 129

ignorancia, véanse probabilidad; mecrínica

cuántica

imagen científica, 14; véase también ima-

gen manifiesta

imagen manifiesta, l3inferencia hacia la mejor explicación,

36-39infinitud, 197, 206-208información, teoría de la, 141

instrumentalismo, 24, 27

interpretación literal, 24-26, 28, 59

isomorfismo, 66, 69

Jammer, Max, 84, 213

Jeffrey, Richard, 25, 97

Jourdain, P.E.B., 147

Kamp, Hans,33

Kaplan, David, 168, 244

Kenny, Anthon¡ 253

Kepler, Johann, 122

Kitcher, P., 140

Klein, A.G., 87

Kolmogoroff, A., 206-207

Page 133: Van Fraassen - La Imagen Científica

)66

Kuhn, Thomas,99, 142Kyburg, Henry E. Jr., 195, 203,231133

Lambef, Karcl, 14,243Lavoisier, A., 126, 129,142lenguaje, 18, 59, 89, t\j, tt7_ltl, tZ5_

130, 168-171, 239, 241_245; vé.ansemodalidad; pragmática; semiíntica; sin_taxis

Levi, Isaac, l9Levy, Edwin, 87, ll4leyes, 139-140, 149, tgtLewis, David, 78,82, 145_14i, 196Liouville, teorema de, 20 l_20 ILivesey, Margot, 14, 262Iógica libre, 169

lógico-curínrica, interpretació n, 209,210Lorentz,H.,26l

Mach, E., l6Mackey, G.W.,85Mackie, 1.L.,144-145Marburger, J., 87Margenau, Henry, l4masa,84,87Maxwell, Grover, 30-34, g2_g3

Maxwell, James Clerk, 7l_i3, lOO, 142,199,205

mecánica cu¡íntica, 4U5, 4949, 53_54,58, 81, 83, 85, 87,90, 92,94, t23,154,196,209-210, 21 3; véanse rambién Co_penhague; Everett; lógico_cui4ntica; va_riables ocultas; estado

mecánica estadísrica, 197 _206medición, 83, 87-88, 2tB, 231medición, teoría de La,206Mellor, Hugh, 14, 196,245metodología científica, 103_107Michelson-Morley, experimento de, 7 IMillikan, R.,99, l0l, t03,26l

LA IMAGEN CIENTÍFICA

Milton, John, 3lmínima empíricamente, teoría, 93miniteoría, ll3-ll4modal, lógica, l4B, 169,242modalidad, 92, l7Lt7t, t7g, tg5_197,

218, 225, 233, 239-247 ; véanse ram_bién condicionales contrafácticos;mundos posibles

modelo, 63-67, 89-90, 167_1 7 l, 188_189,207,237_242,246

Moore, Gregory H.,222Morris, Cha¡les, I 16

movimientos, véase aparienciasmundos posibles, 70, 147, l6g_171, lgg,

196, 23 l-232, 24 1142; veánse ram_bién Everett; modalidad

Nagel, Ernsr, ll9-120, 157Napier, Si¡ Charles, 172necesidad, 143,170; véase también moda_

lidad

Newton, Isaac, ó7-69, 73,75,i6, 6g, g4,85, I 18, t20, t22, 123, 126_128, 130,131,136,147,154

nominalismo, l5-16, 50, 5g, 195_196,23g

objetividad, 108; véase también relativis_mo conceptual

observabilidad ,26-27 ,30_36, 79, 80_g3,97,261; véase también adecuación em_pírica

Opat, G.I., 87

Oppenheim, P., 132, 251, 261

Paley, W., 25C-251Park, J.L.,212,Pater, W., 15

Pauli, principio de exclusión de, 154Peacocke, Ch¡istopher, I l0Pei¡ce, Cha¡les Sanders, 36, 196, 229, 255

íNprce ANALíTrco

Poinca¡é, Hen¡i, 16, 72-73,200Polya, G., 228,235-236Popper, Sir Ka¡1, 196,229-232posibilidad, véase modalidad

positivismo lógico, l6-1 8, 24, 30, 63, 77 -80, 107; véase también sintáctico, en-

foque

pragmática, 109, I 16-1 19, 167-17 I, 243-245; veáse también contextuales, facto-

res

pragmática, virtud, 4, 19, 714-123; veáse

también virtudes teóricas

preguntas, 17l-175; véanse también pre-

suposición; preguntas "por qué"

preguntas "por qué", 159-16 l, l7 6-187 ;

véanse también preguntas; presupos-

ición; relevancia; respuestas;

presuposición, I 19, 159, 170, 174, 179-l8l,187-188

presuposición central, 180-l8l; véase

también presuposición

presuposiciones pragmáticas, l19, l'l L

probabilidad:

axiomas de aditividad, 207,221epistemológica, 203-167

geométrica,227

inferpretación frecuentista, 223228interpretación frecuentista hipotética,

23tinterpretación frecuentista modal, 1 90-

237,240en la mecánica cuántica, 85-86, 134

medida de la ignorancia,200-206personal, 25,40, 182

veánsetambién bayesianismo; causa

comúnl propensión; referencia, clase

de; frecuencia relativa

propensión, 19 6, 229-232proposiciones, I 68-17 I

Przelewski, M., 89-90

Ptolomeo, 41, 67 ,93Putnam, Hilary, 23, 40, 5Á1, I 10, 136,

2t0

Quine, Willard van Orman, I18, 149, l9l

radiactivo, decaimiento, 208

Ramsey, F.P., 80, 183, 196

realismo científico, 18*20, 22-25, I 01

to4, t9 5, 25 4-24 6, 249-2s0referencia, clase de, 182,223-224Reichenbach, Hans, 1 6, 4l-53, 82, 1 49

153, 186, 196, 203, 2l t, 223-229rechazo de la demanda de explicación,

r4t-r43relación de relevancia, 176-177; véttsc

también preguntas por qué

relatividad, teoría de la,7l-72, 88

¡elativismo conceptual, 108; véasc tam-

bién objetividad

relevancia:

estadísitica, 47

explicativa, 133-135, 158, l6l-163,t76-t77,188-189;

véase también causa común

respuestas:

directa, 172,179

evaluación de, l8l-187núcleo, 180;

véase también preguntas

Rogers, Ben, 14

Rubin, H., 226

Russell, Bertrand, 64

R*ss*ll, B*rtr*nd, 147-148

Rutherford, E., 55-56, 127, 261

Salmon, Wesley, 13, 41, 4344, 49, 5 I,135-141, 150-155, 182, 186, 190,

196

Sclucidinger, E., 2 12-213, 261

267

Page 134: Van Fraassen - La Imagen Científica

l(¡li

Scriven, Michael, 133

selección aleatoria, 230

Sellars, Wilfrid, 13, 22-23, 30, 36-37,40-41,5l-53, t08,257

semántica, 66-6'1, 93, I 16-117, 242

sencillez, 39, lI4, l17Sexto Empírico,33,125silogismo estadístico, 203-204Simon, Herbert,68, 85. 186

Simpson, paradoja de, I 84-186sintáctico, enfoque, 7?-80, 104, 107; véase

también positivismo lógico

sintaxis,66, I l6Smart, J.J.C., 13, 36, 4M3,48, 5 1, 60,

164, 172, 249,252, 255-257 , 261

Stachel, John, 88, 196

Stalnaker, Robert, I 19, 146-147, 243-244Steel, J.B. Jr., 172, 176

Stegmüller, Wolfgang, 197

subestructuras empíricas, 68, 89-93sucesos, lenguaje de, 82

superposición, véase estado

Suppe, Frederick, 5 l, 7 9, 90, 136, 238

Suppes, Patrick, 48, 64, 84-85, 87, 9V92,t97,226,232,237-238

Tarski, Alfred,92teorías:

conjunción de, 109-1 14

conlraslación de. véase experimenta-

ción; estadística.

LA IMAGEN CIENTÍFICA

virtudes de las, 18-19, 29,93,95, ll4,n6,lt9-t23;

véanse también modelos; semántica

términos teóricos, 28, 30; véase también

Craig, teorema de

Thagard, Paul,38, 126

Thomason, Richmond H., 147, 244, 254tópico, 176; véase'también preguntas "por

qué"

Toraldo di Francia, G., 13,

Tuomela, R.,90

Urquhart, Alasdair, 189, 219

vaguedad, 33

Vaihinger, H., 55-56van Fraassen, Bas, C., 170,218van Leeuwenhoek,26lvariables ocultas, 4Ml, 49-50, 53-54,

76-77,93*94, 123

Venn, John, 220, 222, 229

verdad, 23-24, 26, 65, 108-109, 117, 191

virtudes, véase teorías

von Mises, Richa¡d, 228

von Neumann, J.,16-77

Wessels, Linda,243Weyl, Herman ,92, 195

Wilde, Oscar,249

Wittgenstein, Ludw ig, 244

Wojcicki, R., 89-90Woolhouse, Roger, 14, l6

contrastación, 98- 107, 23U234, 237 - Zanotti, Ma¡io, 48

239 Zweú,P.1.,144,l5'7-158

DBUV 98,/ /'4564