Varios - El Poder de La Palabra

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Chinua Achebe (Nigeria, 1930)El ocaso de un guerrero Ibo (fragmento) " Entonces Okonkwo anim a los nios a sentarse con l en su choza y les cont historias de la tierra, historias masculinas de violencia y sangre. Mwaye saba que lo correcto era ser varonil y violento, pero en cierto modo prefera las historias que le contaba su madre y que sin duda continuara contndoles a los nios ms pequeos historias de la tortuga y sus maas y del pjaro enekenti-oka. (...) Luego de haber hablado con sencillez, Okoye expres la media docena de frases siguientes en proverbios. Entre los Ibo el arte de la conversacin es tenido en mucha estima y los proverbios son el aceite de palma con el cual se alian las palabras. "

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Oscar Acosta (Honduras, 1933)El nombre de mi patria " Mi patria es altsima. No puedo escribir una letra sin or el viento que viene de su nombre. Su forma irregular la hace ms bella porque dan deseos de formarla, de hacerla como a un nio a quien se ensea a hablar, a decir palabras tiernas y verdaderas, a quien se le muestran los peligros del mundo. Mi patria es altsima. Por eso digo que su nombre se descompone en millones de cosas para recordrmela. Lo he odo sonar en los caracoles incesantes. Vena en los caballos y en los fuegos que mis ojos han visto y admirado. Lo traan las muchachas hermosas en la voz y en una guitarra. Mi patria es altsima. No puedo imaginrmela bajo el mar o escondindose bajo su propia sombra. Por eso digo que ms all del hombre, del amor que nos dan en cucharadas, de la presencia viva del cadver, est ardiendo el nombre de la patria. "

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Jorge Enrique Adoum (Ecuador, 1926)Tras la plvora, Manuela (fragmento) " Duermes dorada y desguarnecida, sitio de mi prxima batalla. Igual duerme

el continente: el amor en reposo, lomo animal en la espuma. (Si esa noche -melosa hamaca la noche de Jamaica- la cuchillada a ciegas me hubiera hallado de perfil el corazn, no te habra encontrado, y solo habra sido decepcionante cadver incompleto, mitad de asesinado). Pero esta noche, t bocabajo -yegua al galope arrancndole al sometimiento los frenos en pedazosme abandonas tu dura rosa hendida, no hay peligro, y mi destino en ti tiene lugar. T bocarriba -nave que arremete su proa contra el viento injustome confas tu tajamar de pelo, y no hago la paz: yo s que ambos, continente y muchacha, no estn en retirada: acumulan revueltas bajo el sueo, sedes sin prisa por saciarse, sangres maniatadas, y estallarn pidiendo ms combate al desayuno. (...) Afuera sigue la ciudad y yo renuncio a su fulgor debajo de tu lengua. Parezco triunfador y rehn tu campamento: all se me adhiere tu venda de muslo fiel y urgente, y me muerde tu llama: ocupacin de un adis en vacaciones. La historia se qued en el traje, tirada por la noche en una silla, pero desnudos slo quiero ese nombre que te oigo con la boca, slo la intermitente estatua a dos ombligos y ese mapa de venas donde no me extravo. Contemos en la maana las condecoraciones que nos dej la noche con sus mordeduras, cbrelas con el despojo usual de mi camisa, vsteme de solitario, de viudo, de soltero, y devulveme a los dems (anoche me olvid de su abstinencia al entrar en tus anillos), y niguenme tus abras, cheme tu forma, rehgase con una sola espalda. Y que pueda yo salir -lunes de cada da- a completar la libertad entre los dos, cpula apenas comenzada. "

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James Agee (EEUU, 1919-1955)Elogiemos ahora a hombres famosos (fragmento) " En una novela, una casa o una personalidad deben su significado, su existencia, exclusivamente al escritor. Aqu, una casa o una persona solo tiene su significado mas limitado a travs de mi: su verdadero significado es mucho mas vasto. Es porque existe, vive realmente, como usted y yo, y como no puede existir ningn personaje de la imaginacin. Su gran peso, misterio y dignidad residen en este hecho. En cuanto a m, solo puedo contar en ella lo que vi, con la exactitud de que soy capaz en mis trminos: y esto a su vez tiene su categora principal, no en cualquier capacidad ma, sino en el hecho de que yo tambin existo, no como obra de ficcin, sino como un ser humano. Debido a su peso inconmensurable en la existencia real, y debido al mo, cada palabra que digo de ella tiene inevitablemente una especie de inmediatez, una especie de significado, en absoluto necesariamente 'superior' al de la imaginacin, sino de

una clase tan diferente, que una obra de la imaginacin (por muy intensamente que la extraiga de la Vida) solo puede como mximo imitar dbilmente una mnima parte de ella. "

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Delmira Agustini (Uruguay, 1886-1914)Visin, de Los clices vacos " Acaso fue en un marco de ilusin, en el profundo espejo del deseo, o fue divina y simplemente en vida que yo te vi velar mi sueo la otra noche? En mi alcoba agrandada de soledad y miedo, taciturno a mi lado apareciste como un hongo gigante, muerto y vivo, brotado en los rincones de la noche hmedos de silencio, y engrasados de sombra y soledad. Te inclinabas a m supremamente, como a la copa de cristal de un lago sobre el mantel de fuego del desierto; te inclinabas a m, como un enfermo de la vida a los opios infalibles y a las vendas de piedra de la Muerte; te inclinabas a m como el creyente a la oblea de cielo de la hostia gota de nieve con sabor de estrellas que alimenta los lirios de la Carne, chispa de Dios que estrella los espritus. Te inclinabas a m como el gran sauce de la Melancola a las hondas lagunas del silencio; te inclinabas a m de mrmol del Orgullo, minada por un monstruo de tristeza, a la hermana solemne de su sombra te inclinabas a m como si fuera mi cuerpo la inicial de tu destino en la pgina oscura de mi lecho; te inclinabas a m como al milagro de una ventana abierta al ms all Y te inclinabas ms que todo eso! Y era mi mirada una culebra apuntada entre zarzas de pestaas, al cisne reverente de tu cuerpo. Y era mi deseo una culebra glisando entre los riscos de la sombra a la estatua de lirios de tu cuerpo! T te inclinabas ms y msy tanto,

y tanto te inclinaste, que mis flores erticas son dobles, y mi estrella es ms grande desde entonces. Toda tu vida se imprimi en mi vida Yo esperaba suspensa el aletazo del abrazo magnfico; un abrazo de cuatro brazos que la gloria viste de fiebre y de milagro, ser un vuelo! Y pueden ser los hechizados brazos cuatro races de una raza nueva. Y esperaba suspensa el aletazo del abrazo magnfico y cuando te abr los ojos como un alma, y vi que te hacas hacia atrs y te envolvas en yo no s qu pliegue inmenso de la sombra! "

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Ana Akhmatova (Ucrania, 1889-1966)Cuando la luna es de meln " Cuando la luna es de meln una tajada en la ventana y en redor es la calina cerrada la puerta y la casa encantada por las azules ramas de glicinas y en la fuente de arcilla hay agua fra y la nieve del pao y arde una buja de cera tal que en la niez, mariposas zumban la calma, que no oye mi palabra, retumba entonces de lo negro de rincones rembrandtianos algo se ovilla de pronto y se esconde all a mano, pero no me estremezco, ni me asusto siquiera... la soledad en sus redes me hizo prisionera el gato negro el alma me mira, como ojos centenarios y en el espejo mi doble es tal vez mi contrario. Voy a dormir dulcemente, buenas noches, noche." El Poeta " Piensas que es esto trabajo, esta vida despreocupada escuchar a la msica algo y decirlo tuyo como si nada. Y el ajeno scherzo juguetn meterlo en versos maosos jurar que el pobre corazn gime en campos luminosos. Y escucharle al bosque alguna cosa y a los pinos taciturnos ver mientras la cortina brumosa de niebla se alza por doquier. Tomo lejos o a mi vera, sin sentir culpa a mi turno un poco de la vida artera y el resto al silencio nocturno." N.V.N. " Hay en la intimidad humana una lnea de veda que no traspasan amoros ni pasiones bien que en miedo silente boca en boca se queda y el corazn se rompe de cario de porciones. La amistad aqu es impotente y los aos de felicidad sublime y amorosa cuando el alma en vuelo extrao se cierne ante la languidez voluptuosa.

Quien la anhela es demente y el que la alcanza sucumbe a su tristeza ahora comprendes sin duda por qu bajo tu mano mi corazn no aceza."

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Edward Albee (EEUU, 1928)Quin teme a Virginia Woolf (fragmento) " Marta: El gran problema de Jorge con respecto al pequeo... iJa, ja, jl, JA!... con respecto a nuestro hijo, nuestro magnfico hijo, es que en lo ms profundo de su naturaleza ms ntima no est del todo seguro de que sea su hijo. Jorge (profundamente serio): Dios mo, qu perversa eres! Marta: Y eso que te dije muchas veces que slo quera concebir contigo... lo sabes muy hien, mi amor. Jorge: Ests llena de perversidad. Honey ( en plena borrachera, pero triste ): Dios mio, Dios mio! Nick: No me parece un tema para... Jorge: Marta miente. Quiero que lo sepan: Marta miente. ( Marta se re). Son muy pocas cosas en este mundo de las cuales estoy seguro... Ios limites del pas, el nivel del ocano, las alianzas polticas, los principios morales... no pondra mi mano en el fuego por nada de eso... pero de la nica cosa de la que estoy realmente seguro es de mi participacin en la creaci6n de nuestro... hijo), de ojos rubios y pelo azul (...) Jorge: No has sabido respetar las reglas, querida. Hablaste de l hablaste de l con otra persona. Marta (Can lgrimas): No habl. Nunca habl. Jorge: Si, hablaste. Marta: Con quin? CON QUIEN? Honey (llorando): Conmigo. Usted me habl de l. Marta (llorando) ME OLVIDE! A veces me olvido, . .. cuando es de noche... cuando es muy tarde... y todo el mundo est... conversando, me olvido. . ., y necesito hablar de l, pero siempre ME CONTENGO... Me contengo... aunque slo yo s cuntas voces he querido hacerlo... (...) Jorge: Esa oportunidad se presenta una vez per mes, Marta. Estoy acostumbrado. Una vez por mes aparece Marta, la incomprendida, 1a nia dulce, la nia pequea que vuelve a florecer bajo una caricia y yo lo he credo ms veces de las que quiero acordarme, porque no; quiero pensar que soy un imbcil. Pero ahora no te creo... simplemente no te creo. Ahora ya no hay ninguna posibilidad de que podamos tener un minuto de felicidad... los clos juntos. Marta (agresiva): Quiz tengas razn, querido. Entre t y yo ya no hay posibilidad de nada... porque t no eres nada! ZAS! Salt el resorte esta noche en la fiesta de pap! ( Con intenso desprecio, pero tambin con amargura). Yo estaba all sentada... Mirndote... luego miraba a los hombres que te rodeaban... ms jvenes... hombres que llegarn a ser algo. Te miraba y de pronto descubr que t ya no existas. En ese momento se rompi el resorte! (Finalmente se rompi! Y abora lo voy a gritar a los cuatro vientos, lo voy a aullar, y no me importa lo que hagas. Y voy a provocar un escndalo como jams has visto. Jorge (muy calmo): Ese juego me apasiona. Comienza y vers como te mato el punto. Marta (esperanzada): Es un desafio, Jorge? Jorge: Es un desafo, Marta. Marta: Vas a perder, querido. Jorge: Ten cuidado, Marta... te voy a hacer trizas. Marta: No eres lo bastante hombre para eso...te faltan agallas. Jorge: Guerra a muerte? Marta: A muerte. Hay un silencio. Los dos parecen aliviados y exaltados. "

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Rafael Alberti (Espaa, 1902-1999)Pamplinas " De lona y nquel, peces de las nubes, bajan al mar peridicos y cartas. (Los carteros no creen en las sirenas ni en el vals de las olas, s en la muerte. Y an hay calvas marchitas a la luna y llorosos cabellos en los libros. Un polisn de nieve, blanqueando las sombras, se suicida en los jardines. Qu ser de mi alma, que hace tiempo bate el rcord continuo de la ausencia? Qu de mi corazn, que ya ni brinca, picado ante el azar y el accidente? Exploradme los ojos, y, perdidos, os herirn las ansias de los nufragos, la balumba de nortes ya difuntos, el solo bamboleo de los mares. Cascos de chispa y plvora, jinetes sin alma y sin montura entre los trigos; baslicas de escombros, levantadas trombas de fuego, sangre, cal, ceniza. Pero tambin, un sol en cada brazo, el alba aviadora, pez de oro, sobre la frente un nmero, una letra, y en el pico una carta azul, sin sello. Nuncio -la voz, elctrica, y la coladel aceleramiento de los astros, del confn del amor, del estampido de la rosa mecnica del mundo. Sabed de m, que dije por telfono mi madrigal dinmico a los hombres: Quin eres t, de acero, estao y plomo? -Un relmpago ms, la nueva vida. "

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Ignacio Aldecoa (Espaa, 1925-1969)Parte de una historia (fragmento) " Del cloroflico cielo de la amanecida, sobre el perfil del acantilado, pende un nubarrn orondo, crdeno y frutal. Desprendido rodara por las laderas, machucndose y esparciendo zumo, hasta las playas de nuestra isla. El ro de mar, en la turbiedad de la penumbra, parece canecido y mate. Las mujeres vierten los bacines en las aguas sin despertar de La Caleta, donde moran las falas; y corren nios madrugadores, camaradas de perros, hacia el espign del muelle, repeluznando a algn gato trnsfuga y alborotando a las gallinas, que picotean pulcramente en las basuras de la baja marea. Cantando hermosos quiquiriques y ahuecando las alas, el muecn de los gallos convoca al sol desde el alminar de una roca solitaria, dominante. En la vacilacin de la maana van a llegar las barcas de la pesca nocturna. He salida descalzo y camino con inseguridad, con aprensin. Pronto me acostumbrar, pero ahora la debilidad de las plantas de mis pies vence a mi voluntad, y mi andar entre cauteloso y circense atrae las miradas de todos. Los hombres sonren gozosamente, y bajo los pauelos que casi cubren los rostros de las mujeres s que hay sonrisas picaras, como hay miradas cmplices por a diversin que les ofrezco. Me herir antes de llegar a las piedras del muelle y har un paso de pirueta que pondr lgrimas de risa en los ojos de los chiquillos y atragantar de risas contenidas, elementalmente

pudorosas, a las mujeres; risas que sern de alegre tutela en los hombres para el amigo bobo, para el amigo forastero, que cree sentirse de la isla y se desmiente de una manera tan sencilla. No han tenido suerte. He defraudado un poco a todos. Evidentemente, camino con ms garbo porque mi publico me abandona. Roque est apoyado en una cuba de sal, de la que caen granos que lanza al agua, turbando la pastura de los cardumenes de pequeos paces de puerto que a veces son como una llama acuaria. Sonriendo, muestra los lechosos dientes postizos. "

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Ciro Alegra (Per, 1909-1967)La serpiente de oro (fragmento) " Por donde el Maraon rompe las cordilleras en voluntarioso afn de avance, la tierra peruana tiene una bravura de puma acosado. Con ella en torno, no es cosa de estar al descuido. Cuando el ro carga, brama contra las peas invadiendo la amplitud de las playas y cubriendo el pedrero. Corre burbujeando, rugiendo en las torrenteras y recodos, ondulando en los espacios llanos, untuosos y ocres de limo fecundo en cuyo acre hedor descubre el instinto rudas potencialidades germinales. Un rumor profundo que palpita en todos los mbitos, denuncia la creciente mxima que ocurre en febrero. Entonces uno siente respeto hacia la correntada y entiende su rugido como una advertencia personal. Nosotros, los cholos del Maran, escuchamos su voz con el odo atento. No sabemos donde nace ni donde muere este ro que nos matara si quisiramos medirlo con nuestras balsas, pero ella nos habla claramente de su inmensidad. "

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Vicente Aleixandre (Espaa, 1896-1984)Unidad en ella " Cuerpo feliz que fluye entre mis manos, rostro amado donde contemplo el mundo, donde graciosos pjaros se copian fugitivos, volando a la regin donde nada se olvida. Tu forma externa, diamante o rub duro, brillo de un sol que entre mis manos deslumbra, crter que me convoca con su msica ntima, con esa indescifrable llamada de tus dientes. Muero porque me arrojo, porque quiero morir, porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera no es mo, sino el caliente aliento que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo. Deja, deja que mire, teido del amor, enrojecido el rostro por tu purprea vida, deja que mire el hondo clamor de tus entraas donde muero y renuncio a vivir para siempre. Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo, quiero ser t, tu sangre, esa lava rugiente que regando encerrada bellos miembros extremos siente as los hermosos lmites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina, como un mar que vol hecho un espejo, como el brillo de un ala, es todava unas manos, un repasar de tu crujiente pelo, un crepitar de la luz vengadora, luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza, pero que nunca podr destruir la unidad de este mundo. " Mirada final (Muerte y reconocimiento) " La soledad, en que hemos abierto los ojos. La soledad en que una maana nos hemos despertado, cados, derribados de alguna parte, casi no pudiendo reconocernos. Como un cuerpo que ha rodado por un terrapln y, revuelto con la tierra sbita, se levanta y casi no puede reconocerse. Y se mira y se sacude y ve alzarse la nube de polvo que l no es, y ve aparecer sus miembros, y se palpa: Aqu yo, aqu mi brazo, y este mi cuerpo, y esta mi pierna, e intacta est mi cabeza; y todava mareado mira arriba y ve por dnde ha rodado, y ahora el montn de tierra que le cubriera est a sus pies y l emerge, no s si dolorido, no s si brillando, y alza los ojos y el cielo destella con un pesaroso resplandor, y en el borde se sienta y casi siente deseos de llorar. Y nada le duele, pero le duele todo. Y arriba mira el camino, y aqu la hondonada, aqu donde sentado se absorbe y pone la cabeza en las manos; donde nadie le ve, pero un cielo azul apagado parece lejanamente contemplarle. Aqu, en el borde del vivir, despus de haber rodado toda la vida como un instante, me miro. Esta tierra fuiste t, amor de mi vida? Me preguntar as cuando en el fin me conozca, cuando me reconozca y despierte, recin levantado de la tierra, y me tiente, y sentado en la hondonada, en el fin, mire un cielo piadosamente brillar? No puedo concebirte a ti, amada de mi existir, como solo una tierra que se sacude al levantarse, para acabar cuando el largo rodar de la vida ha cesado. No, polvo mo, tierra sbita que me ha acompaado todo el vivir. No, materia adherida y tristsima que una postrer mano, la ma misma, hubiera al fin de expulsar. No: alma ms bien en que todo yo he vivido, alma por la que me fue la vida posible y desde la que tambin alzar mis ojos finales cuando con estos mismos ojos que son los tuyos, con los que mi alma contigo todo lo mira, contemple con tus pupilas, con las solas pupilas que siento bajo los prpados, en el fin el cielo piadosamente brillar. "

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Dante Alighieri (Italia, 1265-1321)La Divina Comedia (fragmento) " Y cul cortado y cul roto su miembro mostrase, vanamente imitara de la novena bolsa el modo inmundo. Una cuba, que duela o fondo pierde, como a uno yo vi, no se vaca, de la barbilla abierto al bajo vientre; por las piernas las tripas le colgaban, vela la asadura, el triste saco que hace mierda de todo lo que engulle.

Mientras que en verlo todo me ocupaba, me mir y con la mano se abri el pecho diciendo: Mira cmo me desgarro! y mira qu tan maltrecho est Mahoma! Delante de m Al llorando marcha, rota la cara del cuello al copete. Todos los otros que t ves aqu, sembradores de escndalo y de cisma vivos fueron, y as son desgarrados. Hay detrs un demonio que nos abre, tan crudamente, al tajo de la espada, cada cual de esta fila sometiendo. "

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Isabel Allende (Chile, 1942)La casa de los espritus (fragmento) " La memoria es frgil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede tan deprisa que no alcanzamos a ver la relacin entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos... por eso mi abuela Clara escriba en sus cuadernos, para ver las cosas en su dimensin real. " Eva Luna (fragmento) " Elaboraba la sustancia de sus propios sueos y con esos materiales fabric un mundo para m. Las palabras son gratis, deca y se las apropiaba, todas eran suyas. Ella sembr en mi cabeza la idea de que la realidad no es slo como se percibe en la superficie, tambin tiene una dimensin mgica y, si a uno se le antoja, es legtimo exagerarla y ponerle color para que el trnsito por esta vida no resulte tan aburrido. (...) De m dependa la existencia de todo lo que naca, mora o aconteca en las arenas inmviles donde germinaban mis cuentos. Poda colocar en ellas lo que quisiera, bastaba pronunciar la palabra justa para darle vida. " Paula (fragmento) " Tu abuela ruega por ti a su dios cristiano, y yo lo hago a veces a una diosa pagana y sonriente que derrama bienes, una diosa que no sabe de castigos, sino de perdones, y le hablo con la esperanza de que me escuche desde el fondo de los tiempos y te ayude. . . Pienso en mi bisabuela, en mi abuela clarividente, en mi madre, en ti y en mi nieta que nacer en mayo, una firme cadena femenina que se remonta hasta la primera mujer, la madre universal. Debo movilizar esas fuerzas nutritivas para tu salvacin. (...) Soy el vaco, soy todo lo que existe, estoy en cada hoja del bosque, en cada gota de roco, en cada partcula de ceniza que el agua arrastra, soy Paula y tambin soy yo misma, soy nada y todo lo dems en esta vida y en otras vidas, inmortal. "

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Almafuerte (Argentina, 1854-1917)Avanti " AVANTI! Si te postran diez veces, te levantas otras diez, otras cien, otras quinientas...

No han de ser tus cadas tan violentas ni tampoco, por ley, han de ser tantas! Con el hambre genial con que las plantas asimilan el humus avarientas, deglutiendo el rigor de las afrentasse formaron los santos y las santas. Obsesin casi asnal, para ser fuerte,nada ms necesita la criatura; y en cualquier infeliz se me figura que se rompen las garras de la suerte... Todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de su muerte! II PIU AVANTI! No te sientas vencido ni aun vencido,no te sientas esclavo ni aun esclavo; trmulo de pavor, pinsate bravo, y acomete feroz, ya malherido. Ten el tesn del clavo enmohecido que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo; no la cobarde intrepidez del pavo,que amaina su plumaje al primer ruido. Procede como Dios, que nunca llora: o como Lucifer, que nunca reza; o como el robledal, cuya grandeza precisa del agua y no la implora... Que muerda y vocifere vengadora, ya, rodando en el polvo, tu cabeza! III MOLTO PIU AVANTI! Los que vierten sus lgrimas amantes sobre las penas que no son sus penas; los que olvidan el son de sus cadenas, para limar las de los otros antes; Los que van por el mundo, delirantes, repartiendo su amor a manos llenas: caen, bajo el peso de sus obras buenas, sucios, enfermos, trgicos...! Sobrantes! Ah! Nunca quieras remediar entuertos; nunca sigas impulsos compasivos! Ten los garfios del Odio siempre activos, y los ojos del juez siempre despiertos!... Y al echarte en la caja de los muertos menosprecia los llantos de los vivos! IV MOLTO PIU AVANTI ANCORA! El mundo miserable es un estrado donde todo es estlido y fingido, donde cada anfitrin guarda escondido su verdadero ser, tras el tocado. No digas tu verdad ni al ms amado; no demuestres temor ni al ms temido; no creas que jams te hayan querido por ms besos de amor que te hayan dado: Mira como la nieve se desle sin que apostrofe al sol su labio yerto; cmo ansa las nubes el desierto sin que a ninguna su ansiedad confe... Trema como el Infierno, pero re! Vive la vida plena, pero muerto! V MOLTISSIMO PIU AVANTI ANCORA! Si en vez de las estpidas panteras y los frreos estpidos leones, encerrasen dos flacos mocetones en esa frgil crcel de las fieras, no habran de yacer noches enteras en el blando pajar de sus colchones, sin esperanzas ya, sin reacciones,lo mismo que dos plcidos horteras. Cual Napoleones, pensativos, graves, no como el tigre sanguinario y maula, escrutaran palmo a palmo su aula, buscando las rendijas, no las llaves... Seas el que t seas ya lo sabes: a escrutar las rendijas de tu jaula! "

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Joao de Almeida Garrett (Portugal, 1799-1854)Camoes (fragmento) " Tiernas ninfas del tranquilo Mondego, vosotras que el dulce gemir de los enamorados, gemidos de placer oisteis por la selva. Que ocult tanto amor, tanta ventura en tiempos de ms dicha; que escuchastes los afligidos suspiros de nostalgia, cuando ausente de aquel por quien vive, sola, gemidora rueda, va deshervando la ausencia de su bien, de su amado, y a los montes, a las hierbas enseando el nombre que en el pecho escrito tiene, que despus, recordando una

muerte oscura largo tiempo de unas cristalinas solitarias lgrimas hermosas derramastes. (...) Con sus hijitos, en vano baada en llanto, suplicante implora a los brbaros. El hierro empapa crueles en el pecho cristalino; y las vivas rosas que de las mejillas huyen, por la herida a borbotones se desvanecen con sus inocentes hijos abrazada. No gime, no suspira; a besos arranca, una a una, las facciones, que tanto vivamente las del querido amante le retratan. Ahora por los labios finalmente huye la ltima vida, el ltimo soplo en besos, todo amor, todo ternura, los ojos ya de hermosa luz se extinguen. "

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Dmaso Alonso (Espaa, 1898-1990)Mujer con alcuza (fragmento) " Y esta mujer se ha despertado en la noche, y estaba sola, y ha mirado a su alrededor, y estaba sola, y ha buscado al revisor, a los mozos del tren, a algn empleado, a algn mendigo que viajara oculto bajo un asiento, y estaba sola, y ha gritado en la oscuridad, y estaba sola, y ha preguntado en la oscuridad, y estaba sola, y ha preguntado quin conduca, quin mova aquel horrible tren. Y no le ha contestado nadie, porque estaba sola, porque estaba sola. Y ha seguido das y das, loca, frentica, en el enorme tren vaco, donde no va nadie, que no conduce nadie. (...) O es que como esos almendros que en el verano estuvieron cargados de demasiada fruta, conserva an en el invierno el tierno vicio, guarda an el dulce labe de la cargazn y de la compaa, en sus tristes ramas desnudas, donde ya ni se posan los pjaros? "

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Peter Altenberg (Austria, 1859-1919)Cavilaciones de un revolucionario (fragmento) " Los debilitamientos trgicos: comer cuando no se tiene hambre. Beber cuando no se tiene sed. Moverse cuando se

necesita descanso. Copular cuando se carece de amor. Sabiamente nos conduce la naturaleza! Cuando tenemos hambre, al pan. Cuando tenemos sed, al agua. Cuando estamos cansados, al sueo. Cuando estamos llenos de amor, a la mujer. No tomarse la propia vida ms en serio que una pieza de Shakespeare! Pero tampoco menos! Dejar que la vida se apodere de uno como en el teatro. El teatro de la vida. Ser el espectador ideal de uno mismo! Estar del todo concentrado y, sin embargo, saber salir luego de los embrollos e intrigas al aire fresco de la noche! Haber vivido lo que no se ha vivido y no haber vivido lo que se ha vivido! As te purificas de ti mismo! Y tus "propias tragedias" te proporcionan la sonrisade la sabidura. "

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Manuel Altolaguirre (Espaa, 1905-1959)Preguntas " Sentidos ignorados del Universo: adnde llevis las sensaciones que adquirs de la nada? En qu visceras yo, Dios mo, estoy? La tierra un corazn? Esta entraa secreta en donde estamos bajo los aires msculos: qu oficio tiene? La luna, el sol, los astros, los pulmones oscuros de la noche: bajo qu piel, qu tacto viven? Es tu cuerpo, Dios mo, el Universo? Ests en lo creado como el alma en la carne o tienes la arboleda de tu sueo alborotada, fuera de tu frente, en la Nada infinita, igual que yo en tu mundo? "

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Jorge Amado (Brasil, 1912-2001)Capitaes da Areia (fragmento) " Solamente los dos vigilantes de la polica bahiana que se lustraban las botas frente al puesto policial fueron fusilados por los cangaeiros, pero fue antes de haber descubierto el carrusel en la plaza central. De lo contrario, quiz hasta a los vigilantes de la polica bahiana hubiera perdonado Lampio en esa noche de suprema felicidad para su banda de cangaeiros. Entonces se portaron como nios, gozaron de una felicidad que antes nunca haban gozado, ni en su infancia de hijos de campesino: montar en el caballo de madera de un carrusel, mientras sonaba la msica de una pianola y las luces ofrecan todos los colores: azules, verdes, amarillas, violetas y rojas, como la sangre que sale de los cuerpos de los asesinados."

Martin Amis (Gran Bretaa, 1949)

La capacidad de pensar, de Los monstruos de Einstein (fragmento)

" Ellas estn all y yo aqu -ellas son inertes, yo estoy vivo-, y sin embargo me producen ganas de vomitar, me revuelven el estmago; me siento como si un hijo mo hubiera estado fuera de casa mucho tiempo y comenzara a oscurecer. Es una prctica buena y apropiada. Porque lo har montones de veces, vomitar muchsimo, si las armas caen y yo sobrevivo. Todas las maanas, seis das a la semana, salgo de mi casa y recorro en coche una milla hasta el apartamento donde trabajo. Durante siete u ocho horas estoy solo. Cada vez que oigo en el aire un gemido sbito o uno de los ms atroces impactos de la vida ciudadana, o sirvo de husped a cierto tipo de pensamientos indeseados, no puedo evitar preguntarme cmo sera. Supongamos que sobrevivo. Supongamos que no se me derriten los ojos en la cara, que no me toca el huracn de misiles secundarios en que hormign, metal y cristal se han convertido bruscamente; supongamos todo esto. Me ver obligado (y es lo ltimo que tendr ganas de hacer) a desandar la larga milla que me separa de mi hogar a travs de la tormenta de fuego, los restos de los vientos de mil millas por hora, los tomos descarriados, los muertos envilecidos. Luego -Dios mediante, en caso de que todava me queden fuerzas y, por supuesto, de que an estn vivos- tendr que encontrar a mi mujer y mis hijos y tendr que matarlos. " Campos de Londres (fragmento) " Estudiada en su conjunto -y tomando en consideracin los destrozos que dejaba a su paso, crisis de nervios, carreras destrozadas, intentonas de suicidio, matrimonios rotos (y escandalosos divorcios)-, la facultad de Nicola para leer el futuro le haba enseado un par de cosas muy claras: que nadie la amara nunca lo suficiente, y que quienes la amaran no seran lo suficientemente dignos de ser amados. " El tren de la noche (fragmento) " En mi poca, llegu a presenciar las secuelas de quizs unas mil muertes sospechosas, las mayoras de las cuales resultaron ser suicidios o accidentes, o simplemente, gente abandonada. As que he visto todas las clases: saltarines, mutilados, sumergidos con un peso, zambullidos, desangrados, flotadores, baleados, reventados. He visto los cadveres muertos a golpes de bebs de un ao. Los de nonagenarias violadas por pandillas. He visto cadveres abandonados por tanto tiempo despus de su muerte que la nica posibilidad de deducir la fecha del deceso era el tamao de los gusanos. Pero de todos los cuerpos que he visto, ninguno se me ha quedado grabado en mis entraas como el cadver de Jennifer Rockwell. "

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H. Christian Andersen (Dinamarca, 1805-1875)El caracol y el rosal (fragmento) " -Nada ha cambiado -dijo-. No se advierte el ms insignificante progreso. El rosal sigue con sus rosas, y eso es todo lo que hace. Pas el verano y vino el otoo, y el rosal continu dando capullos y rosas hasta que lleg la nieve. El tiempo se hizo hmedo y hosco. El rosal se inclin hacia la tierra; el caracol se escondi bajo el suelo. Luego comenz una nueva estacin, y las rosas salieron al aire y el caracol hizo lo mismo. -Ahora ya eres un rosal viejo -dijo el caracol-. Pronto tendrs que ir pensando en morirte. Ya has dado al mundo cuanto tenas dentro de ti. Si era o no de mucho valor, es cosa que no he tenido tiempo de pensar con calma. Pero est claro que no has hecho nada por tu desarrollo interno, pues en ese caso tendras frutos muy distintos que ofrecernos. Qu dices a esto? Pronto no sers ms que un palo seco... Te das cuenta de lo que quiero decirte? -Me asustas -dijo el rosal-. Nunca he pensado en ello. -Claro, nunca te has molestado en pensar en nada. Te preguntaste alguna vez por qu florecas y cmo florecas, por qu lo hacas de esa manera y de no de otra? -No -contest el caracol-. Floreca de puro contento, porque no poda evitarlo. El sol era tan clido, el aire tan refrescante!... Me beba el lmpido roco y la lluvia generosa; respiraba, estaba vivo. De la tierra, all abajo, me suba la fuerza, que descenda tambin sobre m desde lo alto. Senta una felicidad que era siempre nueva, profunda siempre, y as tena que florecer sin remedio. Tal era mi vida; no poda hacer otra cosa. -Tu vida fue demasiado fcil -dijo el caracol. -Cierto -dijo el rosal-. Me lo daban todo. Pero t tuviste ms suerte an. T eres una de esas criaturas que piensan mucho, uno de esos seres de gran inteligencia que se proponen asombrar al mundo algn da. -No, no, de ningn modo -dijo el caracol-. El mundo no existe para m. Qu tengo yo que ver con el mundo? Bastante es que me ocupe de m mismo y en m mismo. -Pero no deberamos todos dar a los dems lo mejor de nosotros, no deberamos ofrecerles cuanto pudiramos? Es

cierto que no te he dado sino rosas; pero t, en cambio, que posees tantos dones, qu has dado t al mundo? Qu puedes darle? -Darle? Darle yo al mundo? Yo lo escupo. Para qu sirve el mundo? No significa nada para m. Anda, sigue cultivando tus rosas; es para lo nico que sirves. Deja que los castaos produzcan sus frutos, deja que las vacas y las ovejas den su leche; cada uno tiene su pblico, y yo tambin tengo el mo dentro de m mismo. Me recojo en mi interior, y en l voy a quedarme! El mundo no me interesa. Y con estas palabras, el caracol se meti dentro de su casa y la sell. -Qu pena! -dijo el rosal-. Yo no tengo modo de esconderme, por mucho que lo intente. Siempre he de volver otra vez, siempre he de mostrarme otra vez en mis rosas. Sus ptalos caen y los arrastra el viento, aunque cierta vez vi cmo una madre guardaba una de mis flores en su libro de oraciones, y cmo una bonita muchacha se prenda otra al pecho, y cmo un nio besaba otra en la primera alegra de su vida. Aquello me hizo bien, fue una verdadera bendicin. Tales son mis recuerdos, mi vida. Y el rosal continu floreciendo en toda su inocencia, mientras el caracol dorma all dentro de su casa. El mundo nada significaba para l. Y pasaron los aos. El caracol se haba vuelto tierra en la tierra, y el rosal tierra en la tierra, y la memorable rosa del libro de oraciones haba desaparecido... Pero en el jardn brotaban los rosales nuevos, y los nuevos caracoles se arrastraban dentro de sus casas y escupan al mundo, que no significaba nada para ellos. Empezamos otra vez nuestra historia desde el principio? No vale la pena; siempre sera la misma. "

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Vicent Andrs Estells (Valencia, 1924-1993)Tot a que ja no pot ser " Et besaria lentament, et soltaria els cabells, t'acariciaria els muscles, t'agafaria el cap per a besar-te dolament, estimada meua, dola meua, i sentir-te, encara ms nina, ms nina encara sota les mans, dessota els pls del meu pit i sota els pls de l'engonal, i sentir-te sota el meu cos, amb els grans ulls oberts, ms que entregada confiada, feli dins els meus abraos. Et veuria anar, tota nua, anant i tornant per la casa, tot a que ja no pot ser. Sc a punt de dir el teu nom, sc a punt de plorar-lo i d'escriure'l per les parets, adorada meua, petita. Si em desperte, a les nits, em desperte pensant en tu, en el teu daurat i petit cos. T'estimaria, t'adoraria fins a emplenar la teua pell, fins a emplenar tot el teu cos de petites besades cremants. es un amor total i trist el que sent per tu, criatura, un amor que m'emplena les hores

totalement amb el record de la teua figura alegre i gil. No deixe de pensar en tu, em pregunte on estars, voldria saber qu fas, i arribe a la desesperaci. Com t'estime! Em destrosses, t'acariciaria lentament, amb una infinita tendresa, i no deixaria al teu cos cap lloc sense la meua carcia, petita meua, dola meua, aliena probablement a l'amor que jo sent per tu, tan adorable! T'imagine tbia i nua, encara innocent, vacil.lant, i ja decidida, amb les meues mans als teus muscles, revoltant-te els cabells, agafant-te per la cintura o obrint-te les cames, fins a fer-te arribar, alhora, amb gemecs i retrocessos, a l'espasme lent del vici; fins a sentir-te enfollir, una instantnia follia: tot a que ja no pot ser, petita meua, dola meua. Et recorde i estic plorant i sent una tristesa enorme, voldria sser ara al llit, sentir el teu cos prop del meu, el cos teu, dol i fredolic, amb un fred de col.legiala, encollida, espantada; vull estar amb tu mentre dorms, el teu cul gracis i dur, la teua adorable proximitat, fregar-te a penes, despertar-te, despertar-me damunt el teu cos, tot a que ja no pot ser. Et mire, i sense que tu ho spies, mentre et tinc al meu davant i t'estrenyc, potser, la m, t'evoque en altres territoris on mai havem estat; contestant les teues paraules, visc una gloga dolcssima, amb el teu cos damunt una catifa, damunt els taulells del pis, a la butaca d'un sal de reestrena, amb la teua m petita dintre la meua, infinitament feli, contemplant-te en l'obscuritat, dos punts de llum als teus ulls, fins que al final em sorprens

i sens dubte em ruboritzes, i ja no mires la pantalla, abaixes llargament els ulls. No s possible seguir aix, jo b ho comprenc, per ocorre, tot a que ja no pot ser. Revisc els dolos instants de la meua vida, per amb tu. es una flama, s una mort, una llarga mort, aquesta vida, no s per qu t'he conegut, jo no volia conixer-te... A qualsevol part de la terra, a qualsevol part de la nit, mor un home d'amor per tu mentre cuses, mentre contemples un serial de televisi, mentre parles amb una amiga, per telfon, d'algun amic; mentre que et fiques al llit, mentre compres en el mercat, mentre veus, al teu mirall, el desenvolupament dels teus pits, mentre vas en motocicleta, mentre l'aire et despentina, mentre dorms, mentre orines, mentre mires la primavera, mentre espoles les estovalles, mor un home d'amor per tu, tot a que ja no pot ser. Que jo me muir d'amor per tu. " Els amants, de El llibre de les maravelles (en cataln) " No hi havia a Valncia dos amants com nosaltres. Feroment ens amvem del mat a la nit. Tot ho recorde mentre vas estenent la roba. Han passat anys, molt anys; han passat moltes coses. De sobte encara em pren aquell vent o l'amor i rodolem per terra entre abraos i besos. No comprenem l'amor com un costum amable, com un costum pacfic de compliment i teles (i que ens perdone el cast senyor Lpez-Pic). Es desperta, de sobte, com un vell hurac, i ens tomba en terra els dos, ens ajunta, ens empeny. Jo desitjava, a voltes, un amor educat i en marxa el tocadiscos, negligentment besant-te, ara un muscle i desprs el peo d'una orella. El nostre amor es un amor brusc i salvatge i tenim l'enyorana amarga de la terra, d'anar a rebolcons entre besos i arraps. Qu voleu que hi faa! Elemental, ja ho s. Ignorem el Petrarca i ignorem moltes coses. Les Estances de Riba i les Rimas de Bcquer. Desprs, tombats en terra de qualsevol manera, comprenem que som brbars, i que aixno deu ser, que no estem en l'edat, i tot aix i all.

No hi havia a Valncia dos amants com nosaltres, car d'amants com nosaltres en son parits ben pocs. "

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Ivo Andric (Yugoslavia, 1892-1975)Ex-Ponto (fragmento) " No hay otra verdad que el dolor; no hay otra realidad que el sufrimiento; dolor y sufrimiento en toda gota de agua, toda hoja de hierba, en cada sonido de voz viviente, en sueo y vigilia, en vida, antes de la vida y tal vez despus de la muerte. "

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Guillaume Apollinaire (Francia, 1880-1918)El cuarto poema secreto, de Poemas a Madeleine " Mi boca tendr ardores de averno, mi boca ser para ti un infierno de dulzura, los ngeles de mi boca reinarn en tu corazn, mi boca ser crucificada y tu boca ser el madero horizontal de la cruz, pero qu boca ser el madero vertical de esta cruz. Oh boca vertical de mi amor, los soldados de mi boca tomarn al asalto tus entraas, los sacerdotes de mi boca incensarn tu belleza en su templo, tu cuerpo se agitar como una regin durante un terremoto, tus ojos entonces se cargarn de todo el amor que se ha reunido en las miradas de toda la humanidad desde que existe. Amor mo mi boca ser un ejrcito contra ti, un ejrcito lleno de desatinos, que cambia lo mismo que un mago sabe cambiar sus metamorfosis, pues mi boca se dirige tambin a tu odo y ante todo mi boca te dir amor, desde lejos te lo murmura y mil jerarquas anglicas que te preparan una paradisaca dulzura en l se agitan, y mi boca es tambin la Orden que te convierte en mi esclava, y me da tu boca Madeleine, tu boca que beso Madeleine. " Porvenir, de El viga melanclico " Cuando tiemblen de pnico los poderosos ricos cuando en seal de miedo levanten sus manos serenas ante el fuego las casas se derrumben los desnudos cadveres tirados por los caminos

iremos a contemplar la sonrisa de los muertos caminaremos muy lentamente con los ojos cautivados registrando con los pies bajo los patbulos de las mandrgoras sin pensar en los heridos sin lamentar sus vidas. Correr la sangre y sobre los rojos pantanos inclinados contemplaremos serenamente nuestros rostros miraremos en los trgicos espejos la muerte de los amantes y la cada de las casas tendremos mucho cuidado en conservar puras nuestras manos y de noche lo mismo que Nern admiraremos el incendio de las ciudades el desplome de los muros y como l con indolencia cantaremos cantaremos el fuego la nobleza de las fraguas la fuerza de los zagales los gestos de los ladrones la muerte de los hroes y la gloria de las antorchas que forman una aureola alrededor de cada frente la belleza de la primavera y los amores fecundos la dulzura de los ojos azules que la sangre satisface el alba que despunta y el frescor de las olas la dicha de los nios y la eterna existencia. Pero no cantaremos ms ni el mirto de las viudas ni el honor de obedecer ni el son de los caones ni el pasado pues la claridad del nuevo da, no har que vibre siquiera la estatua de Memmon luego bajo el sol se pudrirn los cadveres y muchos otros hombres que morirn en libertad el sol y los muertos en las tierras que se siembran darn la belleza rubia y la fecundidad y ms tarde cuando la peste haya purificado la tierra en dulce paz viviremos los bienaventurados hombres, apacibles y puros pues los lagos y los mares sern suficientes para lavar la sangre de las manos. "

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Louis Aragon (Francia, 1897-1982)Persona Plida " Ms msero que las piedras triste a ms no poder el hombre esculido con el atril hubiera querido aniquilarse. Qu fro el viento penetra en el lugar de las hojas muertas cmo patear para ahuyentar el fro con qu pie iniciar la semana. Un silencio que nunca acaba ni una palabra tierna para engaar al invierno la sombra del alma del amigo la escritura, tan slo las seas. Mi sangre dara una sola vuelta los sonidos se perderan en el espacio como dedos congelados.

Soy un patn abandonado en el hielo traspasado por el amanecer. " Los viajeros de la Imperial (fragmento) " Todos nos vemos arrastrados hacia esa horrible fatalidad en un gigante autobs que est, en s mismo, condenado a la destruccin, en tanto que nosotros nos conservamos inconscientes del movimiento que lo anima o del motor que lo impulsa. Recuerdo haber atravesado cierta noche Pars en el preciso momento en que eran encendidos los faroles callejeros, en uno de esos trepidantes vehculos que nadaba como una enorme ballena a travs de las sombras que se espesaban. Era una noche en que yo me senta particularmente turbado y triste y en que mi cerebro barajaba nombres de ttulos y acciones, cotizaciones burstiles y cifras de las cuales dependa mi libertad, como una pobre alma errante poseda por los demonios del clculo. De pronto, todo me pareci extrao, los cafs, los bulevares, las tiendas. Comenc a mirar a mis vecinos del piso de arriba, el imperial del autobs, y no me parecieron ya casuales compaeros de travesa cuyos espritus se levantaran al acercarse el fin del viaje, sino mas bien viajeros misteriosamente escogidos para atravesar la vida conmigo. Y pens con horror que todos nosotros, extraos el uno para el otro, estbamos amenazados en el mismo grado por un posible accidente a tal punto que todo lo que ocurriera all abajo entre los caballos y la calle, y de lo cual nada sabamos en absoluto, tenda a crear entre nosotros una profunda unidad, una intimidad ms terrible que la intimidad del amor, la intimidad de una tumba comn... Pens que aquel imperial o mejor dicho el propio autobs, era poco ms o menos la imagen de la vida. Porque existen en el mundo dos clases de individuos, los que, a semejanza de la gente del imperial son trasladados sin conocimiento alguno de las mquinas que habitan y los que saben lo que hace girar las ruedas, los que manipulan la maquinaria del monstruo. "

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Reinaldo Arenas (Cuba, 1943-1990)El mundo alucinante (fragmento) " El verano. Los pjaros derretidos en pleno vuelo, caen, como plomo hirviente, sobre las cabezas de los arriesgados transentes, matndolos al momento. El verano. La isla, como un pez de metal alargado, centellea y lanza destellos y vapores gneos que fulminan. El verano. El mar ha comenzado a evaporarse, y una nube azulosa y candente cubre toda la ciudad. El verano. La gente, dando voces estentreas, corre hasta la laguna central, zambullndose entre sus aguas caldeadas y empastndose con fango toda la piel, para que no se le desprenda el cuerpo. El verano. Las mujeres, en el centro de la calle, empiezan a desnudarse, y echan a correr sobre los adoquines que sueltan chispas y espejean. El verano. Yo, dentro del morro, brinco de un lado a otro. Me asomo entre la reja y miro al puerto hirviendo. Y me pongo a gritar que me lancen de cabeza al mar. El verano. La fiebre del calor ha puesto de mala sangre a los carceleros que, molestos por mis gritos, entran a mi celda y me muelen a golpes. Pido a Dios que me conceda una prueba de su existencia mandndome la muerte. Pero dudo que me oiga. De estar Dios aqu se hubiera vuelto loco. El verano. Las paredes de mi celda van cambiando de color, y de rosado pasan a rojo, y de rojo al rojo vino, y de rojo vino a negro brillante... el suelo empieza tambin a brillar como un espejo, y del techo se desprenden las primeras chispas. Solo dndole brincos me puedo sostener, pero en cuanto vuelvo a apoyar los pies siento que se me achicharran. Doy brincos. Doy brincos. Doy brincos. El verano. Al fin el calor derrite los barrotes de mi celda, y salgo de este horno al rojo, dejando parte de mi cuerpo chamuscado entre los bordes de la ventana, donde el aceite derretido aun reverbera. () Pero las revoluciones no se hacen en las crceles, si bien es cierto que generalmente all es donde se engendran. Se necesita tanta acumulacin de odio, tantos golpes de cimitarra y redobles de bofetadas, para al fin iniciar este interminable y ascendente proceso de derrumbe. () Las manos son lo mejor que indica el avance del tiempo. Las manos, que antes de los veinte aos empiezan a envejecer. Las manos, que no se cansan de investigar ni darse por vencidas. Las manos, que se alzan triunfantes y luego descienden derrotadas.

Las manos, que tocan las transparencia de la tierra. Que se posan tmidas y breves. Que no saben y presienten que no saben. Que indican el lmite del sueo. Que planean la dimensin del futuro. Estas manos, que conozco y sin embargo me confunden. Estas manos, que me dijeron una vez: -tienta y escapa-. Estas manos, que ya vuelven presurosas a la infancia. Estas manos, que no se cansan de abofetear a las tinieblas. Estas manos, que solamente han palpado cosas reales. Estas manos, que ya casi no puedo dominar. Estas manos, que la vejez ha vuelto de colores. Estas manos, que marcan los lmites del tiempo. Que se levantan y de nuevo buscan el sitio. Que sealan y quedan temblorosas. Que saben que hay msica aun entre sus dedos. Estas manos, que ayudan ahora a sujetarse. Estas manos, que se alargan y tocan el encuentro. Estas manos, que me piden, cansadas, que ya muera. " Antes que anochezca (fragmento) " Oh Luna! Siempre estuviste a mi lado, alumbrndome en los momentos ms terribles; desde mi infancia fuiste el misterio que velaste por mi terror, fuiste el consuelo en las noches mas desesperadas, fuiste mi propia madre, bandome en un calor que ella tal vez nunca supo brindarme; en medio del bosque, en los lugares ms tenebrosos, en el mar; all estabas tu acompandome; eras mi consuelo, siempre fuiste la que me orientaste en los momentos ms difciles. Mi gran diosa, mi verdadera diosa, que me has protegido de tantas calamidades; hacia ti en medio del mar; hacia ti junto a la costa; hacia ti entre las costas de mi isla desolada. Elevaba la mirada y te miraba; siempre la misma; en tu rostro vea una expresin de dolor, de amargura, de compasin hacia m; tu hijo. Y ahora, sbitamente, luna, estallas en pedazos delante de mi cama. Ya estoy solo. Es de noche. " The Parade Ends " Paseos por las calles que revientan, pues las caeras ya no dan ms por entre edificios que hay que esquivar, pues se nos vienen encima, por entre hoscos rostros que nos escrutan y sentencian, por entre establecimientos cerrados, mercados cerrados, cines cerrados, parques cerrados, cafeteras cerradas. Exhibiendo a veces carteles (justificaciones) ya polvorientos, CERRADO POR REFORMAS, CERRADO POR REPARACIN. Qu tipo de reparacin? Cundo termina dicha reparacin, dicha reforma? Cundo, por lo menos, empezar? Cerrado...cerrado...cerrado... todo cerrado... Llego, abro los innumerables candados, subo corriendo la improvisada escalera. Ah est, ella, aguardndome. La descubro, retiro la lona y contemplo sus polvorientas y fras dimensiones. Le quito el polvo y vuelvo a pasarle la mano. Con pequeas palmadas limpio su lomo, su base, sus costados. Me siento, desesperado, feliz, a su lado, frente a ella, paso las manos por su teclado, y, rpidamente, todo se pone en marcha.

El ta ta, el tintineo, la msica comienza, poco a poco, ya ms rpido ahora, a toda velocidad. Paredes, rboles, calles, catedrales, rostros y playas, celdas, mini celdas, grandes celdas, noche estrellada, pies desnudos, pinares, nubes, centenares, miles, un milln de cotorras taburetes y una enredadera. Todo acude, todo llega, todos vienen. Los muros se ensanchan, el techo desaparece y, naturalmente, flotas, flotas, flotas arrancado, arrastrado, elevado, llevado, transportado, eternizado, salvado, en aras, y, por esa minscula y constante cadencia, por esa msica, por ese ta ta incesante. " Mi amante el mar (fragmento) " Slo el afn de un nufrago podra remontar este infierno que aborrezco. Crece mi furia y ante mi furia crezco y solo junto al mar espero el da. "

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Pietro Aretino (Italia, 1492-1556)La cpula, de Sonetos lujuriosos " (Hombre): Follemos, vida ma, follemos ya pues todos nacimos para follar, y si t el pene adoras, yo el coo amo, y el mundo una mierda sin esto sera. Y si post mortem follar se pudiera dira: as follemos hasta morir, pues tanto follaron Adn y Eva que la muerte les pareci harto injusta. (Mujer): Y es verdad, que si los muy tunantes no hubiesen comido aquel fruto engaoso, bien se hubieran saciado los amantes. Ms dejmonos de historias, y hasta el corazn hncame el pene, y ah reviente el alma que vive y muere por l. (Hombre): Y, si es posible, fuera del coo no me dejes los testculos, de todo placer gozado, testigos. "

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Alcides Arguedas (Bolivia, 1879-1946)Raza de bronce (fragmento) " El lago, desde esa altura, pareca una enorme brasa viva. En medio de la hoguera saltaban las islas como manchas negras, dibujando admirablemente los ms pequeos detalles de sus contornos; y el estrecho de Tiquina, encajonado al fondo entre dos cerros que a esa distancia fingan muros de un negro azulado daba la impresin de un ro de fuego viniendo a alimentar el ardiente caudal de la encendida linfa. La llanura, escueta de rboles, desnuda, alargbase negra y gris en su totalidad. Algunos sembros de cebada, ya amarillentos por la madurez, ponan manchas de color sobre la nota triste y opaca de ese suelo casi estril por el perenne fro de las alturas. Ac y all, en las hondonadas, fulgan de rojo los charcos formados por las pasadas lluvias, como los restos de un colosal espejo roto en la llanura. "

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Jos Mara Arguedas (Per, 1911-1969)El barranco (fragmento) " Las mulas se animaron en el camino, sacudiendo sus cabezas; resoplando las narices, entraron a carrera en la quebrada, las madrineras atropellaron por delante. Atorndose con el polvo, los becerritos se arrimaron al cerro algunos pudieron volverse y corrieron entre la piara. La mula nazquea de don Garayar levant sus dos patas y clav sus cascos en la frente del "Pringo". El "Pringo" cay al barranco, rebot varias veces entre los peascos y lleg hasta el fondo del abismo. Boqueando sangre muri a la orilla del riachuelo. "

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Ludovico Ariosto (Italia, 1474-1533)Orlando Furioso (fragmento) " Un fructfero riachuelo, alimentado por un manantial lmpido, Envuelve, a su alrededor, ese espacio frtil. La tierra de Venus, la verdad sea dicha Lugar efmero de alegria y de encanto: Para cada doncella y esposa, que all se engendra, Es a lo largo y ancho del mundo, inigualada en gracia: Y Venus desea, que hasta que taan sus ltimas horas, El Amor caldee sus pechos, jovenes y viejos. "

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Roberto Arlt (Argentina, 1900-1942)El jorobadito (fragmento)

" Retorcerle el pescuezo al jorobadito ha sido de mi parte un acto ms ruinoso e imprudente para mis intereses, que atentar contra la existencia de un benefactor de la humanidad. Se ha echado sobre m la polica, los jueces y los peridicos. Y sta es la hora en que an me pregunto (considerando los rigores de la justicia) si Rigoletto no estaba llamado a ser un capitn de hombres, un genio, o un filntropo. De otra forma no se explican las crueldades de la ley para vengar los fueros de un insigne piojoso, al cual, para pagarle de su insolencia, resultaran insuficientes todos los puntapis que pudieran suministrarle en el trasero, una brigada de personas bien nacidas. No se me oculta que sucesos peores ocurren sobre el planeta, pero sta no es una razn para que yo deje de mirar con angustia las leprosas paredes del calabozo donde estoy alojado a espera de un destino peor. " Los siete locos (fragmento) " S, llegar un momento en que la humanidad escptica, enloquecida por los placeres, blasfema de impotencia, se pondr tan furiosa que ser necesario matarla como a un perro rabioso...Ser la poda del rbol humano... una vendimia que slo ellos, los millonarios, con la ciencia a su servicio, podrn realizar. Los dioses, asqueados de la realidad, perdida toda ilusin en la ciencia como factor de felicidad, rodeados de esclavos tigres, provocarn cataclismos espantosos, distribuirn las pestes fulminantes... Durante algunos decenios el trabajo de los superhombres y de sus servidores se concretar a destruir al hombre de mil formas, hasta agotar el mundo casi... y slo un resto, un pequeo resto, ser aislado en algn islote, sobre el que se asentarn las bases de una nueva sociedad. "

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Matthew Arnold (Gran Bretaa, 1822-1888)Desaliento, de Empedocles en Etna " Los pensamientos que llueven su constante fulgor como estrellas sobre la fra existencia del mar, y que otros conocen, o dicen conocer, nunca brillaron para m, los pensamientos alumbran como centellas el cielo de mi espritu, pero no se quemarn conmigo, una vez que iluminen, presurosos huirn y jams regresarn de nuevo." A Margarita, de Empedocles en Etna " S, en el mar del vivir aislados, con resonantes estrechos que nos separan, punteando el acutico pramo sin costas, nosotros, millones de mortales, vivimos solos. Las islas sienten cmo las corrientes las unen, aprendiendo los eslabones que sin fin las atan. Pero cuando la luna alumbra los vacos, y un blsamo primaveral las barre, en los collados ruiseores cantan divinamente bajo noches estrelladas, y primorosos acordes vierten a travs de ruidos y canales, de orilla a orilla. Entonces una nostalgia como desesperacin llega hasta las cavernas ms apartadas, porque, seguramente, entonces se presiente que parte fuimos de un solo continente. Hoy la llanura acuosa, rodendonos se extiende; si pudieran nuestras mrgenes de nuevo encontrarse. Quin dispuso que este fuego de ansias debiera enfriarse tan pronto como se inflama? Quin devuelve vaco tan hondo deseo? Un dios orden tanta separacin, un dios, y entre orillas impuso el salado, insondable mar que nos aparta."

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Hans Arp (Francia, 1887-1966)Violetas rojas " Las flechas se mustian en su vuelo las alas se pierden hacia el mundo de las hojas alas y hojas se confunden las estrellas sirven de lunares al cielo profundo como tus ojos el patio de las flores grajea y re en una luz arrodillada

la cadena de los espejismos se rompe en la nube incrustada de besos una jornada embalsamada cae de una joroba de frutas las garras sueltan un pequeo hurto una nube verde danza con dos piernas de relmpagos luego las violetas crecen ms deprisa nios hermosos como violetas danzan como nubes pequeos ms pequeos que de costumbre charlan con un pequeo invisible yo olvido mi cuerpo lo vivo se junta con lo muerto los juegos se desunen nios hermosos como violetas danzan como olas aceleran sus saltos danzan con fuerza y vigor exasperado vuelcan lo hendido y lo virgen todo gira rueda se precipita las violetas se vuelven rojas el da se acuna en sus fluideces sus coronas de luz sus follajes imperecederos la noche me tiende una estrella y Sophie agita la flor del sueo en la campana del cielo. "

Fernando Arrabal (Espaa, 1932)Pateando parasos (fragmento) " No puedo explicarte lo que es el mono, aunque me lo pides. Es inexplicable e inconcebible para quien no se lo ha apechugado. Es la tortura y el castigo hechos a la medida de la infamia del vicio. La nariz se te forra de murcilagos. Te salen litros de moquillo lquido que sabe a rayos. La saliva te llena la boca de un caldo de orn fermentado con cido sulfrico. Todo te duele con diez tanques. Los riones se te infestan de ratas que te carcomen los nervios. En las articulaciones de las rodillas, de las muecas, de los codos, de los tobillos, para qu contarte? En cuanto te mueves y en cuanto no te mueves... da igual... Se te mete la cremallera de pinchos para arriba y para abajo. Se te ponen los nervios de rejones. Tienes un cabreo de sesin continua. La cabeza cencerrea y se te rompe la crisma erre que erre. El insomnio te encapota 24 horas por da. Ni soar con dormir. Las noches son peores que los das, y viceversa. Se me olvidaba decirte que los ojos se te salpimentan solos y con chile negro. Lagrimeas vinagre y bilis sin poder llorar. Desde la punta de la cebolleta hasta la campana de la molondra se te pone la carne de gallina sin necesidad de condiciones atmosfricas. "

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Juan Jos Arreola (Mxico, 1918-2001)Bestiario (fragmento) " Los abismos atraen. Yo vivo a la orilla de tu alma. Inclinado hacia ti, sondeo tus pensamientos, indago el germen de tus actos. Vagos deseos se remueven en el fondo, confusos y ondulantes en su lecho de reptiles. De que se nutre mi contemplacion voraz? Veo el abismo y tu yaces en lo profundo de ti misma. Ninguna revelacion. Nada que se parezca al brusco despertar de la conciencia. Nada sino el ojo que me devuelve implacable mi descubierta mirada. Narciso repulsivo, me contemplo el alma en el fondo de un pozo. A veces el vertigo desvia los ojos de ti. Pero siempre vuelvo a escrutar en la sima. Otros, felices, miran un momento tu alma y se van. Yo sigo a la orilla, ensimismado. Muchos seres

se despean a lo lejos. Sus restos yacen borrosos, disueltos en la satisfaccion. Atraido por el abismo, vivo la melancolica certeza de que no voy a caer nunca. "

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Antonin Artaud (Francia, 1896-1948)Poeta negro " Poeta negro, un seno de doncella te obsesiona poeta amargo, la vida bulle y la ciudad arde, y el cielo se resuelve en lluvia, y tu pluma araa el corazn de la vida. Selva, selva, hormiguean ojos en los pinculos multiplicados; cabellera de tormenta, los poetas montan sobre caballos, perros. Los ojos se enfurecen, las lenguas giran el cielo afluye las narices como azul leche nutricia; estoy pendiente de vuestras bocas mujeres, duros corazones de vinagre. " Noche " Los mostradores del cinc pasan por las cloacas, la lluvia vuelve a ascender hasta la luna; en la avenida una ventana nos revela una mujer desnuda. En los odres de las sbanas hinchadas en los que respira la noche entera el poeta siente que sus cabellos crecen y se multiplican. El rostro obtuso de los techos contempla los cuerpos extendidos. Entre el suelo y los pavimentos la vida es una pitanza profunda. Poeta, lo que te preocupa nada tiene que ver con la luna; la lluvia es fresca, el vientre est bien. Mira como se llenan los vasos en los mostradores de la tierra la vida est vaca, la cabeza est lejos. En alguna parte un poeta piensa. No tenemos necesidad de la luna,

la cabeza es grande, el mundo est atestado. En cada aposento el mundo tiembla, la vida engendra algo que asciende hacia los techos. Un mazo de cartas flota en el aire alrededor de los vasos; humo de vinos, humo de vasos y de las pipas de la tarde. En el ngulo oblicuo de los techos de todos los aposentos que tiemblan se acumulan los humos marinos de los sueos mal construidos. Porque aqu se cuestiona la Vida y el vientre del pensamiento; las botellas chocan los crneos de la asamblea erea. El Verbo brota del sueno como una flor o como un vaso lleno de formas y de humos. El vaso y el vientre chocan: la vida es clara en los crneos vitrificados. El arepago ardiente de los poetas se congrega alrededor del tapete verde, el vaco gira. La vida pasa por el pensamiento del poeta melenudo. En la calle slo una ventana, las cartas batidas suenan. En la ventana la mujer sexuada somete su vientre a discusin. "

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Isaac Asimov (EEUU, 1920-1992)Sueos de robot (fragmento) " Despus de cientos de miles de millones de aos pens en l, de pronto, como Ames. No en la combinacin de longitud de onda que, a travs del universo, era ahora el equivalente de Ames, sino en el sonido en s. Le volva un leve recuerdo de ondas sonoras que ya no oa y ya no poda or. El nuevo proyecto aguzaba su recuerdo de tantas y tantas cosas de eones y eones de antigedad. Redujo el vrtex de energa que sumaba el total de su individualidad y sus lneas de energa se tendieron hasta ms all de las estrellas. (...)

Y Ames vio tambin y record que en tiempos haba sido un hombre. La fuerza de su vrtex parti la cabeza por la mitad, y escap por las galaxias siguiendo la huella energtica de Brock... de regreso al infinito destino de la vida. Y los ojos de la destrozada cabeza de materia seguan brillando con la humedad que Brock haba puesto all para representar las lgrimas. La cabeza de materia hizo aquello que los seres-energticos ya no podan hacer. Y llor por toda la humanidad y por la frgil belleza de los cuerpos de los que en tiempos se haban desprendido, haca millones de aos. " Yo robot (fragmento) " (El robot QT-1 Cutie, duda sobre su existencia y responde a Donovan y Powell) Fjate en ti. No lo digo con nimo de desprecio, pero fjate bien. El material del que ests hecho es blando y flojo, carece de resistencia, y su energa depende de la oxidacin ineficiente del material orgnico. (...) Entris peridicamente en coma, y la menor variacin de temperatura, presin atmosfrica, la humedad o la intensidad de radiacin afecta a vuestra eficiencia. Sois alterables.Yo, por el contrario, soy un producto acabado. Absorbo energa elctrica directamente y la utilizo con casi un ciento por ciento de eficiencia. Estoy compuesto de fuerte metal, permanezco consciente todo el tiempo y puedo soportar fcilmente los ms extremados cambios ambientales. Estos son hechos que, partiendo de la irrefutable proposicin de que ningn ser puede crear un ser ms perfecto que l, reduce vuestra tonta teora a la nada. "

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Miguel Angel Asturias (Guatemala, 1899-1974)Invierno " En rodillas de viento, galgo y huella fu tras de ti, mujer en mi presencia transportado por gil luz de estrella de sentido en sentido hasta la ausencia. Atravesaste, amor, los egosmos que en slice de lgrimas desvelo yuxtaponiendo abismos sobre abismos en mi insoluble soledad de hielo. La gran araa de la lluvia teje con agua y viento telaraas mviles qu maana sern cuando despeje? Superficie de vidrio sin quebranto, como sern mis ojos cuando inmviles hayan llorado ya todo su llanto. " El seor presidente (fragmento) " Los pordioseros se arrastraban por las cocinas del mercado, perdidos en la sombra de la Catedral helada, de paso hacia la Plaza de Armas, a lo largo de calles tan anchas como mares, en la ciudad que se iba quedando atrs ngrima y sola. La noche los reuna al mismo tiempo que a las estrellas. Se juntaban a dormir en el Portal del Seor sin ms lazo comn que la miseria, maldiciendo unos de otros, insultndose a regaadientes con tirria de enemigos que se buscan pleito, riendo muchas veces a codazos y algunas con tierra y todo, revolcones en los que, tras escupirse, rabiosos, se mordan. (...) Una aldea vino, anduvo por all y se fue por all, una aldea al parecer deshabitada, una aldea de casas de alfeique en tuza de milperos secos entre iglesia y cementerio. Que la fe que construy a la iglesia sea mi fe, la iglesia y el cementerio; no quedaron vivos ms que la fe y los muertos! Pero la alegra del que se va alejando se le empa en los ojos. Aquella tierra de asidua primavera era su tierra, su ternura, su madre, y por mucho que resucitara al ir dejando atrs aquellas aldeas, siempre estara muerto entre los vivos, eclipsado entre los hombres de los otros pases por la presencia invisible de sus rboles en cruz y de sus piedras para tumbas. "

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Margaret Atwood (Canad, 1939)Eurdice " El ha venido a buscarte y est aqu, cancin que te llama y quiere que vuelvas, cancin de dicha y de pesar a partes iguales, promesa hecha cancin, promesa de que todo ser, all arriba, distinto a la ltima vez... Hubieras preferido seguir sintiendo nada, vaco y silencio; la estancada paz del mar ms hondo, al ruido y la carne de la superficie, acostumbrada a estos pasillos plidos y en sombras, y al rey que pasa por tu lado sin pronunciar palabra. El otro es diferente y casi lo recuerdas. Dice que canta para ti porque te ama, no como eres ahora, tan fra y diminuta: mvil y a la vez quieta, como blanca cortina o soplo en la corriente de una ventana a medio abrir junto a una silla donde nadie se sienta. Te quiere "real", un cuerpo opaco, sentir cmo se espesa (tronco de rbol o ancas) y el golpe de la sangre tras los prpados al cerrarlos la llamarada solar... sin tu presencia no podr sentir este amor suyo... Mas la sbita revelacin de tu cuerpo enfrindose en la tierra fue saber que le amas en cualquier lugar hasta en este sitio sin memoria, este reino del hambre. Como una semilla roja en la mano que olvidaste que aprietas, llevas tu amor... El necesita ver para creer y est oscuro. Atrs, atrs..., le susurras, pero quiere que vuelvas a alimentarlo, Eurdice, puado de tul, pequea venda, soplo de aire fro,

no se llamar Orfeo tu libertad... " Orfeo " Delante mo caminabas, atrayndome hacia la verde luz que alguna vez me asesin con sus colmillos. Insensible te segu, como un brazo dormido y obediente pero no fui yo quien quiso volver al tiempo Haba llegado a amar el silencio, pero mi antiguo nombre era una cuerda o un susurro tendido entre nosotros. Y estaba tu amor, las viejas riendas de tu amor, tu voz corprea... Ante tus ojos mantenas la imagen de tu deseo, que era yo, viva otra vez. Y por esta esperanza tuya continu, y as fui tu alucinacin, floral y oyente t me creabas al cantarme y una piel nueva me creca en mi otro cuerpo, envuelto en niebla, y tena ya sed, y manos sucias, y vea ya, perfilados contra la boca de la gruta, el perfil de tu cabeza y de tus hombros cuando te diste vuelta para llamarme y me perdiste... As que no llegu a ver tu rostro, slo un ovalo oscuro, y a pesar de sentir todo el dolor de tu derrota, deb rendirme, como se rinden las mariposas de la noche. T creste que slo fui el eco de tu canto. " Poema nocturno " No hay nada que temer, es slo el viento que ahora sopla hacia el este, es slo tu padre..........el trueno tu madre..........la lluvia En este pas de agua con su luna ocre y hmeda como un champin, sus muones ahogados y sus pjaros largos que nadan, donde crece el musgo por todo el tronco de los rboles y tu sombra no es tu sombra sino un reflejo,

tus padres verdaderos desaparecen al bajar la cortina y quedamos los otros, los sumergidos del lago con nuestras cabezas de oscuridad de pie ahora y en silencio junto a tu cama... Venimos a arroparte con lana roja, con nuestras lgrimas y susurros distantes. Te meces en los brazos de la lluvia, el arca fra de tu sueo, mientras aguardamos, tu padre y madre nocturnos, con las manos heladas y una linterna muerta, sabiendo que somos solamente las sombras vacilantes que proyecta una vela, en este eco que oirs veinte aos ms tarde. " Sin nombre " Una pesadilla te asalta con frecuencia: llega un hombre herido, por la noche, a tu casa -situas el agujero en el pecho, a la izquierda... Su sangre al brotar mancha tu puerta, al apoyarse, casi desvanecindose... Quiere que le dejes entrar. Es como el alma de un amante muerto y resucitado hambriento an slo que no est muerto. Y aunque el vello en tus brazos se eriza y un aire fro que de l proviene cruza tu umbral, no has visto a nadie ms vivo que l cuando te toca, apenas roza tu mano con la izquierda suya, su mano limpia, y un "por favor" susurra, en cualquier idioma... T no eres mdico ni nada parecido. Has llevado una vida normal, lo que un observador llamara "sin tacha". Detrs, en la mesa, hay un cuenco con fruta, una silla, un cuchillo, un plato con pan... Es primavera, y el viento de la noche huele, hmedo, a marga removida y a flores tempranas. La luna irradia su belleza que como belleza ves al fin, tan clida y ofrecindolo todo. ... Slo hay que tomarlo. Oyes ladrar perros distantes. La puerta est entreabierta

o entrecerrada: as permanece y t no puedes despertar. "

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Bernardo Atxaga (Espaa, 1951)Las gaviotas " Todas las tardes se reunen las gaviotas frente a la estacin del tren: All repasan sus amores. En su libro de memorias dos flores de sndalo: una seala la pgina de los puentes, otra la de los suicidas. Y tambien guardan una fotografa del mendigo que, hace tiempo, transportaba los despojos del mercado. Pero su pequeo corazn -que es el de los equilibristaspor nada suspira tanto como por esa lluvia tonta que casi siempre trae el viento, que casi siempre trae el sol. Por nada suspira tanto como por el inacabable (cabal, cabal), continuo mudar del cielo y de los das. "

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Max Aub (Espaa, 1903-1972)La verdadera historia de los peces blancos de Ptzcuaro (fragmento) " En aquel tiempo los chinos crean que los peces eran almas fugadas. Inmviles, los miraban hora tras hora. Y si un pez atravesaba su imagen reflejada tenan el convencimiento de que aquel animal era parte de su propio ser. " Diarios (fragmento) " Fuimos entrando en la bodega del Sidi Aicha, encadenados de dos en dos... anduvimos seis metros, ciegos, anonadados por la luz estallante de la lechada de los muros, el azul dorado del mar, el morado lejano de los Pirineos: Espaa al alcance de las manos... Deban avistarse las costas espaolas; hubisemos dado parte de nosotros mismos por verlas. Yo senta el azar de la tierra por mi costado, roto el mar por la vertedera de las bordas: Rosas, Cadaqus, Puerto de la Selva, y entre humos, lejos, Barcelona. "

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Wystan Hugh Auden (Gran Bretaa, 1907-1973)Leyenda " Entra con l estas leyendas amor, para l asumen cada una, formas diversas de la leyenda nativa, como una extraa leyenda, para que pueda hacer lo que stas requieren, s, amor, como l, fiel a la leyenda. Cuando l, para aliviar la enfermedad de su corazn, tenga que cruzar apenado mares corrosivos, como van los delfines, como el zorro astuto se orienta entre las rocas, dile al odo la frase comn requerida para agradar a los guardianes de all, y cuando a travs del libido pantano persiga grandes aves, s fiel de nuevo. Entre sus muslos lzate como un pony y, veloz como el viento llvatelo, hasta que los gritos y ellos queden atrs. Pero cuando al final, pasados estos peligros, su aumentado deseo de leyenda se agote, entonces, amor, en pie al final de la leyenda, exige su recompensa, somete tu cuello a la caricia desagradecida de su reacia espada, que, al empezar su regreso sus ojos puedan mirar con asombro otra persona, encontrar que lo que deseaba es fiel tambin aunque est desencantado, el amor como amor." Mientras paseaba una tarde " Mientras paseaba una tarde caminando Bristol Street abajo, las multitudes que cubran el pavimento eran campos de trigo listos para la cosecha, y abajo, junto al crecido ro, escuch cantar a un enamorado bajo una arcada de la va frrea: El amor no tiene fin, te amar, querida, te amar hasta que China y Africa se unan, y el ro salte sobre la montaa y los salmones canten por las calles, te amar hasta que el ocano est plegado y colgado a secar y las siete estrellas corran graznando como gansos por el cielo, los aos corrern como conejos, porque en mis brazos sostengo la flor de las eras y el primer amor del mundo. Pero todos los relojes de la ciudad comenzaron a vibrar y a sonar, Oh! No permitis que el tiempo os engae, el tiempo no puede conquistarse, en las madrigueras de la pesadilla dnde desnuda est la justicia, el tiempo vigila desde las sombras y tose cuando queris besaros, a base de dolores de cabeza vagamente la vida se nos escurre y el tiempo har su capricho maana u hoy, en muchos valles verdes se introduce la terrible nieve, el tiempo rompe las hilvanadas danzas y el brillante arco iris del somormujo. Oh! Hundid vuestras manos en agua, hundidlas hasta la mueca, fijad, fijad la mirada en la palangana y preguntaros qu os habis perdido, el glaciar golpea en el armario, el desierto suspira en la cama y la grieta de la taza de t abre un camino hasta la tierra de los muertos () Oh! Poneos, poneos junto a la ventana mientras abrasan las lgrimas y comienzan a fluir, amaris a vuestro retorcido vecino con vuestro retorcido corazn, era tarde, tarde anochecida, los amantes haban partido, los relojes haban dejado de sonar, y el profundo ro segua fluyendo."

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Sri Aurobindo (India, 1872-1950)Liberacin " Me libero de la danza giratoria de mi mente y me suspendo en el Espritu libre del silencio. Criatura ms all del tiempo y de la muerte de mi propia eternidad vislumbro el centro. Me he escapado y el pequeo ego est muerto,

soy perpetuo, solo e inefable. He salido del universo que cree, he crecido sin nombre y sin mesura. Calla mi mente en la luz infinita y se deleita en paz mi solitario corazn. Mis sentidos sin lazos por el tacto, los sonidos, la Visin; mi cuerpo es un punto entre blancos infinitos. Soy la Gracia pura e inmvil en el Uno: Nadie Soy, Aqul que Todo Es. " El pjaro azul " Soy pjaro del Hacedor en su azul ms primigenio -divinamente alto y clarocanto dulces notas, verdaderas para los odos de Dios y sus Serafines. De la tierra mortal me yergo como una flama hacia un cielo sin desgracias y vierto en la afligida tierra de su nacimiento semillas de xtasis, de fuego. Mis credos sobrevuelan el tiempo y el espacio hacia una luz inextinguible; traigo la felicidad de la cara del Eterno y la bendicin de la Visin del Ser. Instaurado en las ramas del rbol del saber, mesuro los mundos con ojos de rub aglomerado con lo que cerne por los torrentes de la eternidad. Nada se esconde a mi vehemente corazn, mi mente inmvil carece ya de costa, mi canto es el mstico arte del arrobo, mi vuelo... un inmortal deseo. "

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Jane Austen (Inglaterra, 1775-1817)Orgullo y prejuicio (fragmento) " Hoy es el da en que disfruto el placer de triunfar sobre un nimo dispuesto a rechazarme ya armado de prejuicios contra mis acciones anteriores. "

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Paul Auster (EEUU, 1947)La habitacin cerrada, de Triloga de Nueva York (fragmento) " Vagabunde mentalmente durante varias semanas, buscando la manera de empezar. Toda vida es inexplicable me repeta. Por muchos hechos que cuenten; por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado. Decir que fulanito naci aqu y fue all; que hizo esto y aquello, que se cas con esta mujer y tuvo estos hijos, que vivi, que muri, que dejo tras s estos libros o esta batalla o ese puente, nada de eso nos dice mucho. Todos queremos que nos cuenten historias, y las escuchamos del mismo modo que las escuchbamos de nios. Nos imaginamos la verdadera historia dentro de las palabras y para hacer esto sustituimos a la persona del relato, fingiendo que podemos entenderle porque nos entendemos a nosotros mismos. Esto es una superchera. Existimos para nosotros mismos, quiz, y a veces incluso vislumbramos quines somos, pero al final nunca podemos estar seguros, y mientras nuestras vidas continan; nos volvemos cada vez ms opacos; ms y ms conscientes de nuestra propia incoherencia. Nadie puede cruzar la frontera que lo separa del otro por la sencilla razn de que nadie puede tener acceso a si mismo. " Desapariciones " Salido de la soledad, comienza de nuevo como si fuera la ltima vez que respirara y por eso, es ahora que respira por primera vez ms all de la comprensin de lo singular. El est vivo, y por eso no es ms que lo que se ahoga en el agujero insondable de su ojo, y aquello que ve es todo lo que l no es: una ciudad del indescifrado suceso, y por lo tanto, un lenguaje de piedras, ya que sabe que a lo largo de la vida una piedra dar lugar a otra piedra para construir una pared y sabe que todas esas piedras edificarn la abrumadora suma de detalles. "

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Francisco Ayala (Espaa, 1906)Interpretaciones (fragmento) " El arte, como proceso espiritual, como actuacin, consiste en desprender de la realidad una apariencia orientada por la brjula del sentido esttico, no de otro modo que la mquina del fotgrafo desprende una apariencia exactsima, y, sin embargo, independiente, de los objetos colocados en su campo. El toque del arte consiste en herir a la Naturaleza en su taln de Aquiles, en ese punto vulnerable, sensible, cuyo contacto -as tambin en la mujer; as en la caja de caudales- basta a lograr la apertura de su entraa esttica. (...) Nos ha tocado a nosotros sondar el fondo de lo humano y contemplar los abismos de lo inhumano, desprendernos as de engaos, de falacias ideolgicas, purgar el corazn, limpiar los ojos, y mirar al mundo, con una mirada que, si no expulsa y suprime todos los habituales prestigios del mal, los pone al descubierto y, de ese modo sutil, con slo su simple verdad, los aniquila. "

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Jos Martnez Ruiz, Azorn (Espaa, 1873-1967)El escritor (fragmento) " Absolutamente nada. Nada que se salga del carril cotidiano. La vida fluye incesable y uniforme; duermo, trabajo, discurro por Madrid, hojeo al azar un libro nuevo, escribo bien o mal -seguramente mal- con fervor o con desmayo. De rato en rato me tumbo en un divn y contemplo el cielo, ail y ceniza. Y por qu haba de saltar de improviso el evento impensado? Trabajemos da tras da Dnde est nuestro Leteo? En el afn diario. O acaso, a travs de la obra hacemos ese dolor ms delicado. Cincuenta aos escribiendo... Desde los tres quinquenios con la pluma en la mano. Impetu, fervor, perseverancia, entusiasmo... Ha pasado mucho tiempo y los aos cargan sobre mis hombros... Todo lo que asciende, desciende... Cuando podemos ya esperar, habiendo visto correr tanto tiempo lo ciframos en la obra cumplida. "

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Mariano Azuela (Mxico, 1873-1952)Los de abajo (fragmento) " (Demetrio Macas) - Pos cul causa defendemos nosotros ? Alberto Sols respondi : Me preguntar por que sigo entonces en la revolucin. La revolucin es el huracn, y el hombre que se entrega a ella ya no es el hombre, es la miserable hoja seca arrebatada por el vendaval. "

Isaac Babel (Rusia, 1894-1941)La Sal, de Caballera Roja (fragmento) " No es de los judos de lo que estamos hablando, prfida ciudadana. Nada tienen que ver aqu los judos. Aunque, por cierto, de Lenin no puedo decirlo, pero Troski es el hijo rebelde del gobernador de Tambov y, aunque es de cuna distinta, se ha puesto del lado de la clase obrera. Como condenados cautivos, ambos hombres, Lenin y Troski, nos arrastran hacia el libre camino de la vida. En cambio usted, prfida ciudadana, es ms contrarrevolucionaria que aquel general blanco que con su sable afilado nos amenaza montado en su precioso caballo. Pero a este general lo vemos desde todas partes y los trabajadores acarician la idea de cortarle el cuello. A usted, en cambio, deshonesta ciudadana, con sus curiosas criaturas, que ni pan piden ni aguas hacen, a usted no se la ve, como a la pulga, pero si pica, pica y pica.... "

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Gaston Bachelard (Francia, 1884-1962)El agua y los sueos (fragmento) " Todo un lado de nuestra alma nocturna se explica por el mito de la muerte concebida, como una partida en el agua. Para el soador, las inversiones entre esa partida y la muerte son continuas. Para ciertos soadores, el agua es el movimiento nuevo que nos invita a un viaje nunca realizado. Esa partida materializada nos arranca a la materia de la tierra. Qu asombrosa grandeza tiene ese verso de Baudelaire, cmo llega al corazn de nuestro misterio esta imagen sbita: Oh! Muerte, viejo capitn, ya es tiempo! Levemos anclas! "

La potica del espacio (fragmento) " Poseo el mundo tanto ms cuanta mayor habilidad tenga para miniaturizarlo. Pero de paso hay que comprender que en la miniatura los valores se condensan y se enriquecen. No basta una dialctica platnica de lo grande y de lo pequeo para conocer las virtudes dinmicas de la miniatura. Hay que rebasar la lgica para vivir lo grande que existe dentro de lo pequeo. "

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James Baldwin (EEUU, 1924-1987)El blues de Sonny, de Al encuentro del hombre (fragmento) " Y lo devolva, como todo debe ser devuelto, de tal modo que, pasando a travs de la muerte, pudiera vivir para siempre. Vi de nuevo el rostro de mi madre y sent por primera vez como las piedras del camino que ella haba transitado haban herido sus pies. Vi el camino iluminado por la luna en que haba muerto el hermano de mi padre. Y esto me trajo al recuerdo algo ms, me llev ms all de l, vi a mi hijita de nuevo y sent las lgrimas de Isabel, y sent mis propias lgrimas que empezaban a brotar. Y fui consciente de que esto era slo un momento, que el mundo esperaba afuera, hambriento como un tigre, y que el tumulto se extenda sobre nosotros, ms extenso que el cielo. "

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Honor de Balzac (Francia, 1799-1850)El cura de Tours (fragmento) " La duracin de la obra en que inscribo vuestro nombre, dos veces ilustre en este siglo, es muy problemtica; mientras que vos grabis el mo en el bronce, que sobrevive a las naciones aunque no haya sido batido mas que por el vulgar martillo del monedero. No se vern confusos los numismticos al hallar en vuestro taller tantas cabezas coronadas, cuando descubran entre las cenizas de Pars esas existencias por vos perpetuadas hasta ms all de la vida de los pueblos, y en las cuales se les antojar adivinar dinastas? Vuestro es ese divino privilegio; a m me corresponde la gratitud. (...) No sera errneo creer que el tiempo slo pasa rpido para los corazones embriagados con vastos proyectos que conturban la vida y la hacen tumultuosa? Las horas del abate Birotteau corran tan animadas, huan cargadas de pensamientos tan graves, estaban tan rizadas por las esperanzas y las desesperaciones como las crueles horas del ambicioso, el jugador, el amante. Slo Dios est en el secreto de la energa que nos cuestan los triunfos que ocultamente alcanzamos sobre los hombres, sobre las cosas y sobre nosotros mismos. No siempre sabemos a dnde vamos, pero harto conocemos las fatigas del viaje. Pero si permits al historiador apartarse del drama que est narrando para ejercer un momento el papel de los crticos, si os invita a echar una ojeada sobre las existencias de aquellas solteronas y de los dos abates a fin de buscar en ellos la causa de la desventura que los viciaba en su esencia, tal vez veis demostrado que el hombre necesita experimentar ciertas pasiones para que se desenvuelvan en l las cualidades que ennoblecen su vida al ensanchar su esfera y adormecen el egosmo propio de todas las criaturas. "

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Manuel Bandeira (Brasil, 1886-1968)El ltimo poema " As querra yo mi ltimo poema.

Que fuese tierno diciendo las cosas ms simples y menos intencionadas, que fuese ardiente como un sollozo sin lgrimas, que tuviese la belleza de las flores casi sin perfume, la pureza de la llama en que se consumen los diamantes ms lmpidos, la pasin de los suicidas que se matan sin explicaciones. "

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Arturo Barea (Espaa, 1897-1957)La forja de un rebelde, La ruta (fragmento) " Aquellos muertos que bamos encontrando, despus de das bajo el sol de frica, que vuelve la carne en vivero de gusanos en dos horas; aquellos cuerpos mutilados, momias cuyos vientres explotaron. Sin ojos o sin lengua, sin testculos, violados con estacas de alambrada, las manos atadas con sus propios intestinos, sin cabeza, sin brazos, sin piernas, serrados en dos. Oh, aquellos muertos! "

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Djuna Barnes (EEUU, 1892-1982)El bosque de la noche (fragmento) " En el segundo piso del hotel (uno de esos alojamientos de segunda clase que se encuentran en cualquier rincn de Pars, ni malos ni buenos, pero tan tpicos que no sorprenderan a nadie aunque los cambiaran de lugar todas las noches) se abra una puerta que exhiba un piso alfombrado de rojo y, al fondo, dos ventanas que daban a la plaza. En un lecho, rodeada por una maraa de plantas en tiestos, palmeras exticas y flores en jarrones, entre las dbiles notas emitidas por pjaros invisibles que parecan olvidados (como si su dueo no los hubiese cubierto con la funda habitual, semejante al pao de las urnas funerarias, que las buenas amas de casa ponen sobre sus jaulas para callarlos), yaca la muchacha, inerte y desgreada, ms all de los almohadones de los cuales haba apartado la cabeza en un instante de amenazada lucidez. "

Biografa

Po Baroja (Espaa, 1872-1956)El mayorazgo de labraz (fragmento) " La ciudad apareci a lo lejos, con su casero agrupado en la falda de una colina, destacndose en el cielo su color amarillento, con traza humilde y triste; algunas torres altas y negruzcas se perfilaban enhiestas entre la masa parda de sus tejados torcidos y roosos. Fui acercndome a Labraz por una carretera empinadsima, llena de pedruscos, que suba primero y rodeaba despus el recinto amurallado de la poblacin, los restos de los baluartes que an se conservaban en pie, las antiguas fortificaciones derruidas que iban subiendo y bajando por los desniveles de las lomas, por los riscos y barrancos que circundaban la ciudad. Pasado el puente se hallaba la puerta, de una sola pieza, de madera ya carcomida, que se deslizaba de arriba abajo entre dos ranuras y que tena como refuerzo clavos de hierro y enormes cerrojos. El portal conclua en un pasillo estrecho y lleno de aspilleras en las paredes... a la mitad del pasillo haba otra puerta de tablas... Era Labraz un pueblo terrible, un pueblo de la Edad Media. "

La busca (fragmento) " A oscuras anduvieron el Bizco y Manuel de un lado a otro, explorando los huecos de la Montaa, hasta que una lnea de luz que brotaba de una rendija de la tierra les indic una de las cuevas. Se acercaron al agujero; sala del interior un murmullo interrumpido de voces roncas. A la claridad vacilante de una buja, sujeta en el suelo entre dos piedras, ms de una docena de golfos, sentados unos, otros de rodillas, formaban un corro jugando a las cartas. En los rincones se esbozaban vagas siluetas de hombres tendidos en la cama. Un vaho pestilente se exhalaba del interior del agujero....Manuel pens haber visto algo parecido en la pesadilla de una fiebre. (...) Era la Corrala un microcosmos, se deca que puestos en hilera los vecinos llegaran desde el arroyo de Embajadores a la plaza del Progreso; all haba hombres que lo eran todo y que no eran nada: medio sabios, medio herreros, medio carpinteros, medio albailes, medio comerciantes y medio ladrones. (...) Era, en general, toda la gente que all habitaba gente descentrada, que viva en el continuo aplanamiento producido por la eterna o irremediable miseria; muchos cambiaban de oficio, como un reptil de piel; otros no lo tenan; algunos peones de carpintero, de albail, a consecuencia de su falta de iniciativa, de comprensin y de habilidad, no podan pasar de peones, haba tambin gitanos, esquiladores de mulas y de perros, y no faltaban cargadores, barberos ambulantes y saltimbanquis. " Mala hierba (fragmento) " El barrio de las Injurias se despoblaba, iban saliendo sus habitantes hacia Madrid...Era gente astrosa: algunos, traperos; otros, mendigos; otros, muertos de hambre; casi todos de facha repulsiva. Era una basura humana, envuelta en guiapos, entumecida por el fro y la humedad, la que vomitaba aquel barrio infecto. Era la herpe, la lacra, el color amarillo de la terciana, el prpado retrado, todos los estigmas de la enfermedad y la miseria. " Aurora roja (fragmento) " Sera una aurora sangrienta en donde a la luz de los incendios crujir el viejo edificio social, sustentado en la ignominia y en el privilegio, y no quedara de l ni ruinas, ni cenizas, y slo un recuerdo de desprecio por la vida abyecta de nuestros miserables das. Sera el barro negro de las Injurias y de las Cambroneras, que ahogara a los ricos, la venganza justa contra las clases directoras, que hacan del Estado u