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CRITICÓN, 96, 2006, pp. 87-114. Vejamen de D. Jerónimo Cáncer Estudio, edición crítica y notas Juan Carlos González Maya Universidad de las Islas Baleares Por qué el vejamen de un escritor menor del Siglo de Oro como Jerónimo de Cáncer y Velasco (¿-1655) ha llegado hasta nosotros gozando de cierta celebridad, se debe a una suma de circunstancias. Primero, porque es representativo de un estilo y de una época y porque su calidad literaria no es ciertamente escasa; y segundo, porque Cáncer tenía un profundo conocimiento de los escritores que vejaba. Su participación en academias literarias, justas festivas, escrituras de comedias en colaboración, representación de sus obras, su residencia en el popular barrio de los comediantes en Madrid (en torno a la parroquia de San Sebastián), foco de intensa actividad artística y comercial 1 , le granjearon el favor del público y el reconocimiento e incluso amistad de sus compañeros de profesión. No será baladí recordar a este respecto las palabras que le dedicó Calderón en la aprobación civil de sus Obras varias: «[...] y aunque el ingenio de su autor (tan celebrado en España) es su más segura aprobación, con todo eso le he leído con cuidado y no hallo en él inconveniente que reparar, antes bien mucho que agradecer al estilo en quien se hallan usados con agudeza y donaire los primores de la lengua castellana [...] Madrid y noviembre, 20 de 1650» 2 . Ya sabemos de lo estereotipado de este tipo de fórmulas, pero no creo que estas afirmaciones fueran gratuitas. En parecidos términos se expresa Juan de Zabaleta en el prólogo al lector del mismo libro («Uno, pues, de los que merecen amor, aplauso, veneración y premio es don Jerónimo de Cáncer, ingenio a quien Dios hizo gracia de toda la poesía, cosa que 1 No resulta difícil averiguar ese ambiente en las primeras líneas del vejamen, en su encuentro con Juan Vélez. 2 Obras varias, Diego Díaz de la Carrera, Madrid, 1651, h. 3v.

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CRITICÓN, 96, 2 0 0 6 , pp. 87 -114 .

Vejamen de D. Jerónimo Cáncer Estudio, edición crítica y notas

J u a n C a r l o s Gonzá lez M a y a

Universidad de las Islas Baleares

Por qué el vejamen de un escritor menor del Siglo de O r o como Jerónimo de Cáncer

y Velasco ( ¿ - 1 6 5 5 ) ha llegado hasta nosotros gozando de cierta celebridad, se debe a

una suma de circunstancias. Primero, porque es representativo de un estilo y de una

época y porque su calidad literaria no es ciertamente escasa; y segundo, porque Cáncer

tenía un profundo conocimiento de los escritores que vejaba. Su participación en

academias l i terarias , justas festivas, escr i turas de comedias en c o l a b o r a c i ó n ,

representación de sus obras, su residencia en el popular barrio de los comediantes en

Madrid (en torno a la parroquia de San Sebastián), foco de intensa actividad artística y

comercial 1 , le granjearon el favor del público y el reconocimiento e incluso amistad de

sus compañeros de profesión. N o será baladí recordar a este respecto las palabras que le

dedicó Calderón en la aprobación civil de sus Obras varias: «[...] y aunque el ingenio de

su autor (tan celebrado en España) es su más segura aprobación, con todo eso le he

leído con cuidado y no hallo en él inconveniente que reparar, antes bien mucho que

agradecer al estilo en quien se hallan usados con agudeza y donaire los primores de la

lengua castel lana [...] Madr id y noviembre, 2 0 de 1 6 5 0 » 2 . Y a sabemos de lo

estereotipado de este tipo de fórmulas, pero no creo que estas afirmaciones fueran

gratuitas. En parecidos términos se expresa Juan de Zabaleta en el prólogo al lector del

mismo libro («Uno, pues, de los que merecen amor , aplauso, veneración y premio es

don Jerónimo de Cáncer, ingenio a quien Dios hizo gracia de toda la poesía, cosa que

1 No resulta difícil averiguar ese ambiente en las primeras líneas del vejamen, en su encuentro con Juan

Vélez. 2 Obras varias, Diego Díaz de la Carrera, Madrid, 1651, h. 3v.

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J U A N C A R L O S G O N Z Á L E Z M A Y A Critican, 96, 2006

en muy pocos se ha visto. . .») 3 . La Academia Española lo nombró autoridad de la

lengua por vía del ejemplo en su Catálogo de los escritores que pueden servir de

autoridad en el uso de los vocablos y de las frases de la lengua castellana4. En el

diccionario de Autoridades he podido documentar hasta 1 9 0 citas de sus versos. N o nos

encontramos, pues, ante un vulgar escritor, aunque el tiempo y la escasez de su difusión

no nos haya permitido apreciarlo en su justa medida.

Pero, ¿qué es un vejamen? Si acudimos al diccionario de la R A E , el término proviene

del latín vexamen: «Vaya o reprensión satírica y festiva con que se ponen de manifiesto

y se ponderan los defectos físicos o morales de una persona». Giovanni C a r a , en la

misma dirección, opina que «se considera generalmente el vejamen c o m o una

composición satírico-burlesca en verso o en prosa, que se propone un ataque contra

alguien o contra algo y que, casi siempre, cierra una ocasión agonal» 5 . Se trata , por

tanto , de una pieza satírica escrita para ser leída ante los vejados donde se ponía de

manifiesto los conocimientos que el escritor poseía de los satirizados. IvT Soledad

C a r r a s c o , en su estudio sobre este género, subraya la deuda que guarda con el

conceptismo, especialmente en lo tocante al tratamiento de las figuras: «La manera

deformante en que se presentan las figuras mismas responde también a las tendencias de

estilización negativa de la sátira conceptista, hasta el punto de que el individuo está casi

siempre visto en función de una o dos peculiaridades ridiculas, bien sean físicas o de

carácter» 6 .

Por un lado, pues, tenemos el contenido de la pieza; pero , por o t r o , las

circunstancias en que ésta se generaba, el marco . Y aquí entramos de lleno en las

reuniones, tertulias, academias o certámenes literarios que tanto caracterizan la primera

mitad del siglo x v n . Disponemos al respecto de dos ensayos muy interesantes gracias a

José Sánchez y Willard F. King, pero desgraciadamente todavía no encontramos un

estudio de conjunto sobre la literatura vejatoria. Tan sólo algunos artículos y alguna

edición aislada en tan yermo panorama.

Estas reuniones de amigos o academias podrían cons iderarse c o m o una

representación del espíritu festivo o escapista de la época y obedecían a variados

intereses: desde la plataforma para ambiciones más elevadas hasta la simple reunión de

amigos, donde reinaba la camaradería o la búsqueda de los premios. Muchos fueron los

participantes en estas reuniones y pocos los que las ignoraban. Cáncer fue muy activo

durante toda esa época. Y lo podemos ver en algunos vejámenes que se han podido

conservar, como los de Rojas Zorrilla, Juan Orozco o García de Bustamante. Era usual,

los vejadores también podían convertirse en vejados.

Otra de las características principales de este tipo de obrillas es su oralidad, técnica

nada ajena al lenguaje poético de Cáncer , a quien le gustaba cultivar los metros

populares (romances, quintillas o coplas de ciego son comunes en su poesía). Podemos

imaginarnos el cenáculo con un componente importante de teatralidad, donde el autor

(secretario o fiscal), en presencia de los vejados académicos, iba repartiendo sus burlas.

Así se cumplía con su función principal: el componente lúdico de la agresión verbal no

3 Ibid., h. 4v. 4 Catálogo..., p. 18. 5 Cara, 2 0 0 1 , p. 268. «Carrasco, 1965, p. 100.

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER

punzante. Aurora Egido llama a todo este tipo de literatura «efímera», y considera a la oralidad como «el rasgo más destacado de las academias españolas» [...] «la voz en las justas no era letra manuscrita sino para ser dicha y cantada y escenificada como en el drama» 7 .

L A « A C A D E M I A C A S T E L L A N A » Y s u s P R O T A G O N I S T A S

«En la España del siglo x v n las sociedades literarias fueron extremadamente

populares» 8 . Esta contundente afirmación de José Sánchez refleja el entusiasmo de un

gran número de poetas por reunirse atraídos por las letras. Es más: «Tan populares

eran las academias entre los escritores, que uno de los más importantes espaldarazos

que un poeta podía conferir a o tro era destacar su éxito c o m o poeta académico» ,

sostiene Willard F. King 9 . Sirvan estas dos afirmaciones para situar a don Jerónimo

que, al igual que sus compañeros , utilizó las academias (ocasionales o permanentes)

c o m o plataforma para su promoc ión y c o m o medio de relación para futuras

colaboraciones 1 0 .

Las reuniones ocasionales de escritores con el t iempo llegaron a convertirse en

auténticas academias permanentes , siendo su popularidad, al menos en Madr id ,

extraordinaria . Cáncer perteneció a una de estas sociedades. Posiblemente la más

popular, aunque sobre el nombre parece que no hay acuerdo. Es conocida sobre todo

con el de Academia de Madrid, y parece ser que es la misma que nuestro autor llama

Academia Castellana, aunque no podamos confirmarlo. José Sánchez y Cotarelo y Mori

sospechan que se trata de la misma institución, ya que a lo largo de los años, desde que

se empieza a tener noticias de ella en 1 6 0 7 ó 1 6 0 8 1 1 , cambió algunas veces de

nombre 1 2 .

A lo largo de la primera mitad de la centuria, numerosísimos y de diferentes estilos

han sido los poetas que han formado parte del directorio de esa institución. Desde

nombres hoy ya olvidados a primerísimas figuras: de Miguel de Silveyra a Lope, de

Calderón a Luis de Benavente, de Góngora a Bocángel.. . Uno de los miembros más

activos fue Anastasio Pantaleón de Ribera 1 3 , poeta académico por excelencia, cuya

obra es una inestimable fuente de información sobre las actividades y composición de la

Academia, especialmente a partir de 1 6 2 3 . Son notables por su interés los dos

vejámenes que escribió 1 4 , los únicos que se guardan junto al de nuestro escritor de ese

7Egido, 1990, pp. 143 y 159, respectivamente. 8 Sánchez, 1961, p. 12. 9 King, 1963, p. 96. 1 0 En La luna africana, ¡colaboración a nueve!, se reúnen siete ingenios que frecuentaban la Academia

madrileña: Belmonte, Juan Vélez, Moreto, Martínez de Meneses, A. Huerta, Cáncer y Rósete Niño. 1 1 Lope leyó en ese foro su Arte nuevo de hacer comedias por esos años. 1 2 Sánchez, 1961, p. 46; Cotarelo, 1914, pp. 15-16. 1 3 Imprescindible la consulta de la edición de Rafael de Balbín Lucas, quien recoge sus obras completas

(sin anotar) en dos volúmenes: Obras de Anastasio Pantaleón de Ribera. 1 4 V'examen qve el poeta dio en la insigne Academia de Madrid. Que se bazia en casa de don Francisco

de Mendoca, Secretario del Excelentíssimo señor Conde de Monterrei y Vexamen segundo, qve dio Anastasio Pantaleon en la Academia de Madrid, en Obras de..., II, pp. 11 a 44 y 45 a 53, respectivamente.

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9 0 J U A N c: A R l . O S G O N Z A 1. F. Z M A Y A Criticón, 96, 2006

foro. Pero pasemos a centrarnos ahora en nuestra obrilla y en los académicos que en

ella aparecen.

El argumento de la obra gira en torno a la defensa del monte Parnaso por parte de

los poetas castellanos (los de la Academia castellana) contra unos agresivos poetas

italianos. Cáncer bebe de la tradición, pero toma posiblemente como fuente el Viaje del

Parnaso de Cervantes, de donde toma la estructura de su obra: el viaje, la descripción

de los poetas, la defensa del monte Parnaso y el tono humorístico o satírico, además de

otros recursos como las armas de los poe tas l s . Estructura su texto teniendo presente

una práctica que era común en esta clase de escritos: la técnica del sueño. Con ello se

cumple una de las premisas del vejamen de academia del siglo x v n , que obligaba a

encontrar un artificio fantástico como hilo conductor; en nuestro caso, un vehículo para

introducir la historia individual de determinados personajes. Las semblanzas satíricas de

los vejados, acabadas indefectiblemente con una copla o redondilla burlona, forman el

núcleo central del escrito; pero éste consta también de una introducción y una

despedida, respetando así el orden característico de estas piezas.

El primer protagonista es nuestro escritor, quien, en la divertida escena doméstica

inicial, nos insiste sobre su proverbial pereza, atacada por su amigo Juan Vélez de

Guevara («escriba y trabaje» , le espeta) y su mujer María de Ormaza ( « ¿ N o está

cansado de ser pobre?») , que termina con una discusión familiar ( « Y o empecé a

sosegalla y ella a enfurecerse») y con la partida del poeta. N o es difícil averiguar en

estas censuras y en otras parecidas auténticos rasgos autobiográficos. Por la época en

que escribió su obra, ya tenía siete hijos y el dinero parece que no le alcanzaba para

mucho. Cuando, líneas más abajo, un zapatero del barrio le reprocha que cuando «será

tiempo de pagarme aquellos cuatro pares de zapatos, pues ha tanto tiempo que V. m.

me los debe», no caía el escritor en el chiste fácil o en el tópico literario sobre el poeta

pobre. Así, harto de tanto reproche, cae en el sueño, momento en que se entabla una

imaginaria contienda entre los poetas italianos y castellanos en la defensa del Monte

Parnaso.

La graciosa relación de participantes tiene su impottancia porque es un documento

de primera mano sobre los miembros que formaban parte de la «Academia castellana».

A saber, por orden de aparición: Juan Vélez de Guevara, Juan Bautista Felices de

Cáceres, Juan de Veroaga, Antonio Martínez de Meneses, Luis de Belmonte Bermúdez,

el licenciado Lobera, Alfonso Batres, Francisco de Rojas Zorril la, Juan de Zabaleta ,

Pedro Rósete Niño, Blas Matos Fragoso , Manuel de la Peña, el licenciado Lozano ,

Francisco de Espinosa, Gabriel de Rojas, Melchor Zapata , Agustín Moreto , Juan Matos

Fragoso y Antonio Sigler de Huerta. En la edición impresa de 1651 se caen de la lista

Manuel de la Peña, el licenciado Lozano, Francisco de Espinosa y Gabriel de Rojas; por

contra , se suma Sebastián Rodríguez de Villaviciosa. La mayoría de estos petsonajes

también concurrían a otras academias ocasionales, donde probaban suerte o buscaban

premios. Así, en la del Retiro de 1 6 3 7 de la que pudo formar parte nuestra o b r a 1 6

coincidieron Cáncer (2 composiciones), Batres (3 , más un vejamen c o m o secretario) ,

1 5 Sobre las fuentes de la obra cervantina es interesante consultar la introducción de Elias L. Rivers a su edición del Viaje del Parnaso, pp. 1 1 - 2 ? .

1 6 Véase más adelante el apartado sobre la datación.

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER

Antonio de Huerta (2 ) , Pedro Rósete (1) y Francisco de Rojas (1 , más un vejamen como

fiscal).

N o es difícil averiguar entre ellos cierta relación de amistad. Aunque no coincidían

todos generacionalmente (el más joven, M o r e t o , de 1 6 1 8 ; el mayor , Belmonte, de

1 5 8 7 ) , les unía una afición común por las tablas. Tanto es así que se pueden atestiguar

numerosas colaboraciones entre ellos, c o m o se evidencia en la siguiente afirmación de

Martínez de Meneses a propósito de su amigo Belmonte Bermúdez: «¿Cuándo dejo de

hacer yo / con Belmonte mis jornadas?». Cáncer también juntó su pluma con otros

ingenios en la escritura de comedias. Con Belmonte Bermúdez y Rojas Zorrilla, en una

ocasión; dos, con Juan Vélez; tres, con Zabaleta , Villaviciosa y Antonio de Huerta;

cinco, con Martínez de Meneses y Juan Matos Fragoso; siete, con Rósete Niño; y once,

con Moreto . Fuera de esta nómina también colaboró con colegas tan conocidos como

Calderón (dos veces) y Luis Vélez de Guevara (otras dos). Ello da testimonio de un

fenómeno muy común en el siglo x v n : el reparto de las jornadas de las comedias entre

los escritores. Solos o, sobre todo , en comandita , las comedias en colaboración se

escribieron a destajo e inundaron la escena de la primera mitad del Seiscientos.

Lógicamente la calidad del producto , fruto de intereses o estilos diferentes, podía

resentirse, pero ello es sintomático de la intensa comunicación o maridaje que se daba

entre los comediógrafos de aquel tiempo. Resulta, por tanto, natural que la cercanía de

Cáncer con el mundillo teatral le proporcionara el conocimiento de causa suficiente

como para poder retratar a sus amigos.

En los retratos se ofrece información variada sobre el aspecto de los vejados, sus

comportamientos , defectos, opiniones, relaciones entre ellos o, incluso, métodos de

trabajo, como en el caso de Agustín Moreto , quizás el más interesante de todos. No se

trataba tanto de insultar como de vejar, al menos sin intención de ofender. Aunque

alguno puede que se sintiera ofendido no parecía ésa la intención. Así, obtenemos c o m o

resultado un documento l iterario de gran curiosidad, que auna la sátira con el

chascarril lo, la loa con la censura, el humor, la apreciación o el juicio; o, c o m o el

mismo autor se encarga de definir al final de su composición, la «burla satírica» con la

«atenta veneración». Todo a la vez.

N o olvidemos que el soporte básico es la sátira o, mejor aún, una variante de la

sátira barroca , aunque carece de la «dolorida conciencia moral que late en toda

auténtica sátira», en palabras de Carrasco Urgoiti 1 7 . Quizás la inmediatez del evento, la

circunstancialidad o el carácter única y exclusivamente risible de la obrilla, nos explique

la naturaleza de sus verdaderas intenciones: «y mi c a m a r a d a reparó en que no

murmurábamos dellos c o m o de los demás, ni decíamos sus faltas, y me dijo: ¿No me

diréis algunos defectos destos?».

Risibles son, por ejemplo, las enormes narices de Juan Vélez, la cojera del maestro

Felices o de Rósete Niño, la corcova de Juan de Veroaga o la calvicie de Rojas Zorrilla

o la fealdad de Zabaleta: brillante ejército; pero no tanto como hechos físicos en sí, sino

como elaboración del lenguaje a través de ingeniosos juegos de palabras, la «estilización

negativa de la sátira conceptista» que mencionaba M" Soledad Carrasco . Primero en la

imagen, después en la palabra. Por ejemplo, el grotesco dibujo de unos fatigados Felices

1 7 Carrasco, 1965, p. 100.

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J U A N C A R L O S G O N Z A L E Z M A Y A Cnticón, 96, 2006

de Cáceres y Juan de Veroaga, uno cojo y otro corcovado, ambos con sus arcabuces al

hombro, que son los primeros en acudir a la defensa del Monte Parnaso. Animan a don

Jerónimo con esta redondilla: «Ande, que en esta jornada / no ha de faltar la comida, /

que lleva bien proveída / la alforja mi cantarada» , alusión de Felices a la joroba de su

compañero. En algunas ocasiones se buscan las analogías, como las enormes narices de

Juan Vélez comparadas con los alfanjes de Damasco . En otras , las dobles alusiones,

como en los pantalones del sudoroso y polvoriento Belmonte, al parecer excesivamente

largos para el manejo de las armas, a lo que responde el interesado: «Confiado en mis

calzones / me animo más y me atrevo, / que para esta guerra llevo / un tercio más de

valones» (= calzones y regimiento de soldados valones). En otras, las manipulaciones de

frases hechas con la misma función polisémica: «Con la italiana nación / arriesgado le

confieso, / que se la han de armar con queso (= engañar) / en viendo que es macarrón ( =

pasta y falso italiano)».

Los disparates, deformaciones o exageraciones también son consustanciales a la

sátira barroca. Por ejemplo, la figura de un despistado y apresurado Rojas Zorrilla que

llevaba «la cabeza colgada de la pretina, y sobre los hombros, en lugar de cabeza, una

calabaza». Con las prisas no le había dado tiempo de ponerse la cabellera «y la llevaba

pendiente». En cuanto a deformaciones, sin duda se lleva la palma la proverbial fealdad

de Juan de Zabaleta: «¡Jesús sea conmigo, y qué cosa tan infernal! ¿Quién es este

hombre tan feroz?», exclama el acompañante de Cáncer. Este tercia, defendiendo a su

amigo: «es excelente poeta y ha escrito muy buenas comedias».

Interesantes me parecen también los valiosos testimonios sobre algunas piezas

teatrales o sobre los modos de trabajo de More to . En el pr imero de los casos ,

encontramos un inapreciable comentario sobre el fracaso del estreno de la comedia La

honra vive en los muertos (en los manuscritos, Aún vive la honra en los muertos) de

Zabaleta. Según Cáncer, la comedia «fue tan mala» que desanimó considerablemente a

su amigo escritor. También otro sobre una comedia de la que sólo se tiene noticia por

este texto: [Pedro Rósete] «escribió la comedia de San Isidro labrador con un tal Cáncer

y otro no sé quien, que tan mala comedia no se ha escrito en los infiernos». Es posible

que no se llegara a imprimir porque no aparece en ninguno de los repertorios

consultados. Los comentarios son ilustrativos, no obstante, del estilo de Cáncer, de su

desparpajo, que tan frecuentemente vemos en su poesía. Por último, una interesantísima

ilustración sobre la técnica de refundición de las comedias tan característica de aquel

t iempo, poniendo al descubierto así los procedimientos del ilustre Agustín M o r e t o .

Cuando Cáncer lo encuentra revolviendo papeles, «comedias antiquísimas de quien

nadie se acordaba» , para ver qué provecho puede sacar de ellas («Esta no vale nada. De

aquí se puede sacar algo. . .») , está aludiendo a un hecho común entonces, el de refundir

comedias tomadas prestadas de otros autores anteriores, anónimas o no. M o r e t o ,

pillado in fraganti, responde que su trabajo es la mejor manera de minar al enemigo,

porque «en estas Comedias viejas / he hallado una brava mina» . Parece aludir a

argumentos de comedias italianas o alguna otra fuente de inspiración, método que

tantísimos escritores áureos conocían muy bien. Finalmente, una velada crítica a la

moda culterana, una de las causas de la derrota de los poetas castellanos: «Con las

aguas que llueven / desde el Parnaso, / las voces castellanas / se me han hinchado».

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO C Á N C E R

L A D A T A C I Ó N

Es ésta una de las cuestiones que más polémica ha suscitado, por la ausencia de

manuscrito autógrafo fechado o copia con datación precisa. Ello ha provocado una

evidente falta de unidad en la opinión crítica de aquellos que se han atrevido a

elucubrar alguna teoría. Encontramos, así, dos grandes líneas de trabajo: la de aquellos

que postulan una fecha alrededor de 1 6 4 0 y la de los que sugieren 1 6 4 9 , que son

mayoría. La primera quedaría representada por la tesis de Emilio Cotarelo y Mori; y la

segunda por Cayetano Alberto de la Barrera y Luis Fernández Guerra. Ambas manejan

sólo parcialmente las informaciones temporales que nos sugiere el t exto y no tienen

presentes los manuscritos.

Don Emilio Cotarelo basa su propuesta en rechazar la de La Barrera de 1 6 4 9 1 8 , por

considerar que en ese año ya había muerto uno de los vejados, el ilustre Rojas Zorrilla.

Lo cual es cierto 1 9 : no parece lógico vejar a un escritor muerto. Cree que Cáncer leyó su

obra en 1 6 4 0 2 0 , aunque sin aportar argumentos. Es de la misma opinión Ruth Lee

Kennedy, aunque modifica la fecha por la de 1 6 4 1 , al considerar en ese año cierta moda

contra los italianos 2 1 .

José Sánchez 2 2 , quien reproduce íntegramente el vejamen, no se preocupa

demasiado por el acontecimiento, y se limita a secundar la fecha de 1 6 4 0 que, entre

interrogantes, plantean los señores Hurtado y González Palencia en su Historia de la

literatura española13.

En el lado opuesto figura Luis Fernández Guerra, editor de Agustín Moreto . Su

propuesta, de todas, es la más razonada y la que ha servido de base a enciclopedias,

diccionarios y demás estudios que resuelven en una línea la cuestión. Maneja tres

informaciones que le inclinan a dar como fecha el otoño de 1 6 4 9 . En primer lugar, el

socorro de Ñapóles, que él sitúa a finales de septiembre de 1 6 4 9 , al documentar una

ayuda en hombres del virreinato para sofocar la rebelión catalana. En segundo lugar,

que se da c o m o vivo a Juan Vélez y no a su padre, don Luis, muerto en 1 6 4 4 2 4 .

Finalmente: «y hallándose impreso el libro en 1 6 5 1 , y aprobado en 1 6 5 0 , es evidente

que este opúsculo se compuso en el o toño de 1 6 4 9 » 2 5 . N o tiene presente, pues, la

muerte de Rojas en enero de 1 6 4 8 . Sigue esta propuesta Willard F. King, apoyando las

mismas reflexiones 2 6.

Todos estos testimonios parten de una misma base que lo contamina todo , la

tradición impresa del vejamen, la que aparece a partir de la estampación de las Obras

varias en 1 6 5 1 . A juzgar por sus razonamientos , ninguno tuvo a la vista los

1 8 Barrera, 1860, p. 462 1 9 Cotarelo, 1911, p. LXXXV.

2 0 Se apunta al mismo año Federico Carlos Sainz de Robles, aunque tampoco sin razonar (1973, p. 211). 2 1 1 9 4 1 , p. 122. 221961, p. 93 23 1940, p. 700. 2 4 De los poetas que he podido documentar, salvo el caso de Rojas, ninguno murió antes de 1649. 2 5 Guerra, 1950, p. XIIL 2 6 1963, p. 62.

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9 4 J U A N C A R L O S G O N Z Á L E Z M A Y A Criticón, 96, 2006

manuscritos 1 0 2 9 3 de la B.N. de Madrid y 6 8 7 7 de la R A E 2 7 , en que el vejamen

aparece con el siguiente y curioso título: «Vejamen de D. Jerón imo Cáncer que,

agraviado de que no se lo admitiesen ni premiasen, lo imprimió después en sus obras

con lo demás que compuso de los asumptos. Escríbese aquí por cuanto fue escrito al

intento de esta Academia donde juzgó lograr su trabajo». En el manuscrito de la R A E ,

va a continuación de los dos vejámenes premiados en la Academia burlesca del Buen

Retiro de 1 6 3 7 2 8 , los de Batres (primer premio) y Rojas Zorril la (segundo premio) .

Parece, por tanto, plausible, pero no concluyente, que la «Academia» que se menciona

en el título sea la de 1 6 3 7 , y que los «asumptos» citados fueran las composiciones

poéticas, premiadas, con las que Cáncer allí participó. Podría ser cierto que ni en ese

certamen ni en el siguiente de 1 6 3 8 celebrado en el mismo lugar, fuera admitida la pieza

de Cáncer , como así se sugiere de la lectura de los papeles que nos han llegado 2 9 . N o

sabemos, pues, con certeza si lo escribió para la ocasión o no. Si admit imos, no

obstante, el encabezamiento que años más tarde añadiría algún copista al vejamen, es

posible que el poeta se sintiera «agraviado» al no aceptarse su t ex to y decidiera

rescatarlo para su miscelánea de 1 6 5 1 . Pero, c o m o veremos, no sería exactamente el

mismo, ya que el autor introdujo algunos cambios para su publicación.

Nos quedan ahora las útilísimas informaciones temporales que emanan del propio

texto y que podrían arrojar un poco más de luz sobre el asunto. La más importante, a

mi modo de ver, es la que proyecta más polémica. El fracasado estreno de la primera

comedia de Zabaleta, La honra vive en los muertos.

Según todos los indicios, la obra del moralista resultó ser un fracaso y el escritor,

apesado por la acogida, no llegó a publicarla, aunque el manuscrito, autógrafo, no se

perdió. La profesora Ana Elejabeitia lo descubrió en la Biblioteca Nacional de Madrid

y, después de estudiarlo, preparó una edición paleográfica en 1 9 8 6 . Del estudio

prel iminar de esta edición descubrimos una serie de datos que nos resultan

particularmente interesantes. El título que aparece en el manuscri to , con letra del

propio Zabaleta , es La honra vive en los muertos y no Aún vive la honra en los

muertos, c o m o lo cita Cáncer, aunque con este último título también fuera conocida. La

fecha de composición que aparece en la primera hoja del manuscrito es la de 1 6 4 3 .

Sobre la de representación, el dato que más nos interesa, tenemos cierta idea por el

testimonio que nos sugiere la lectura del manuscrito. Según la profesora Elejabeitia, la

primera puesta en escena fue posterior al 2 9 de octubre de 1 6 4 3 , fecha en la que el

censor otorgó su licencia de representación en Madrid (así consta en la última hoja del

ms.) . Un contrato firmado con el autor de comedias Pedro Ascanio así también lo

corrobora . Es posible que hubiera una segunda representación también en Madrid con

2 7 Ambos manuscritos son copias escritas con posterioridad al certamen de 1637 sobre algunas composiciones que allí se celebraron. En el primer caso, con «letra del siglo xvtl» en su descripción catalográfica; en el segundo, vemos claramente la fecha: 1663, como así consta en el título.

2 8 Academia burlesca celebrada en honor del rey Felipe / V y presidida por Luis Vélez de Guevara en los jardines del Buen Retiro de Madrid. Contamos con varios estudios y ediciones de ese famoso certamen (Morel-Fatio, 1878; Sánchez, 1961; Pérez-Gómez en su ed. de la Academia burlesca, de 1952; Kennedy, 1941) .

2 9 En 1637 se leyeron los vejámenes de Alfonso Batres y Rojas Zorrilla. Poseemos ediciones de este último en Sánchez, 1961, pp. 148-154 y Paz y Meliá, 1964, pp. 309-314 . En 1638, los de Antonio Coello y, nuevamente, Batres y Rojas Zorrilla.

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER

posterioridad al 3 de marzo de 1 6 4 4 , fecha en la que el mismo censor extiende un

segundo permiso de representación.

Así, pues, la fecha del fracasado estreno a la que alude Cáncer parece situarse entre

finales de 1 6 4 3 y primera mitad de 1 6 4 4 . Dado que en su texto nos indica que Zabaleta

«ha escrito muy buenas comedias», y que un estudio de su teatro sitúa a La honra vive

en los muertos c o m o la primera, es lógico pensar que esta fama se la ganó con el paso

del tiempo. Al menos necesitaría uno o dos años más el moralista para ser el escritor de

las «buenas comedias».

Esta contundente y oportuna teoría de Ana Elejabeitia choca con los epígrafes de los

manuscritos ya mencionados, si la academia aludida es la de 1 6 3 7 . Si la cita de

Zabaleta corresponde a su primera redacción, resulta del todo imposible que Cáncer

escribiera su vejamen para ese certamen burlesco. Además, los encabezamientos de los

copistas también son pura conjetura, porque tampocp sabemos a ciencia cierta que la

academia mencionada sea la de 1 6 3 7 . Lo que sí sabemos es que el fragmento sobre

Zabaleta aparece en las dos redacciones, la manuscrita y la impresa. Parece, por tanto,

natural pensar que estuviera ahí desde el principio, con lo cual tendríamos que

descartar cualquier fecha anterior a 1 6 4 3 . N o obstante, podría darse el caso de que la

cita sobre Aún vive la honra en los muertos formara parte de una segunda redacción y

que los copistas lo desconocieran, copiando igualmente su título. Resulta posible, pero

más inverosímil. Por último, si hacemos caso de la fama que Cáncer presupone a su

amigo Zabaleta como comediógrafo, tendríamos que retrasar aún la fecha más allá de

1 6 4 3 . . . aunque también podría ser un halago del propio poeta.

C o m o se ve todo son conjeturas. El resto de indicadores temporales que nos sugiere

el texto tampoco nos ayudan a desentrañar la maraña. En primer lugar, el «socorro que

el reino de Ñapóles había hecho a Su Majes tad» , posiblemente acuciado en plena

guerra contra los franceses. Lamentablemente no he podido documentar la fecha de la

aportación económica y militar del virreinato español, pero según Elliott ésta siempre

sería posterior a 1 6 3 6 3 0 . Y , por último, la muerte de uno de los poetas vejados, Rojas

Zorrilla, el 2 3 de enero de 1 6 4 8 a los 4 0 años. Sainz de Robles reproduce la partida de

defunción en su diccionario de autores. Este documento se conserva curiosamente en los

archivos de la misma parroquia donde encontramos la de don Jerónimo, la de San

Sebastián de Madrid, en el llamado barrio de los poetas o comediantes.

Así, pues, nos encontraríamos con un arco de escritura que va de 1 6 3 7 , por la

Academia burlesca del Buen Retiro, a finales de 1 6 4 7 , por la muerte de Rojas . Por

t a n t o , nunca pudo escribirse más tarde de ese a ñ o , c o m o sugieren algunos

investigadores. L o que sí es cierto es que antes de finales de 1 6 4 9 , momento en que da

su obra a la imprenta, el autor la retocó y la imprimió bajo el título «Vejamen que dio

siendo secretario de la Academia», donde suprimió algunos pasajes y añadió otros; pero

siempre sería una modificación sobre un texto original escrito con anterioridad. Con

este último título damos con la que posiblemente fuera la intención del autor , la de

3 0 1990, p. 548. A partir de 1636 fueron constantes las aportaciones de los virreyes de Ñapóles. He tenido recientemente la oportunidad de conversar con J. H. Elliott, y nos ha resultado imposible dar con la fecha del socorro que menciona el texto. Afirma Rosario Villari: «En 1641, debido a la revolución catalana, el rey solicitaba 9 millones de ducados, 12.000 soldados de infantería y 2.500 caballos» al virrey Medina de las Torres (1979, p. 139). ¿Se trata acaso de esta fecha?

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9 6 J U A N C A R L O S G O N Z Á L E Z M A Y A Criticón, 96, 2006

vejar a sus compañeros de la Academia poética de Madrid. Sobre la fecha, lo más

probable es que se escribiera entre 1 6 4 4 y 1 6 4 7 y que se re tocara antes de su

publicación en las Obras varias en 1 6 5 1 .

E L « V E J A M E N » Y L A C R Í T I C A : S U I N T E R É S

Cáncer fue y es conocido sobre todo c o m o entremesista y c o m o autor de comedias

burlescas, pero la crítica tradicionalmente ha reparado en esta obrilla no sólo c o m o una

muestra significativa del género sino como fuente para anécdotas o precisiones sobre

otros escritores. Siendo, pues, una de las piezas más conocidas y alabadas de su autor ,

resulta paradójico que todavía no haya aparecido un estudio o edición rigurosa que lo

fijara. Haciendo un poco de historia, El Bachiller Mantuano (seudónimo de Adolfo

Bonilla y San Martín) reparó, en 1 9 0 9 , en su interés y lo publicó en una revista 3 1 . Las

notas de erudición sobre algunos académicos, aunque incompletas, demuestran cierto

esmero. Su introducción, en cambio , peca de generalidades. Además, no analiza el

texto , y se limita a comentar algunas anécdotas biográficas extraídas de los poemas de

las Obras varias. Eso sí, sitúa, como otros críticos, el vejamen de Cáncer junto a los de

Pantaleón de Ribera como auténticos clásicos del género vejatorio.

Adolfo de Castro ya se había atrevido a editarlo con anterioridad y lo incluyó en la

B A E 3 2 junto a una antología de poemas de Cáncer , pero sin ningún tipo de estudio.

También dispuso algunas notas biográficas sobre determinados personajes, pero éstas

resultan todavía más incompletas que las de Bonilla y San Martín. El texto , c o m o el

anterior, sigue más o menos fielmente la edición príncipe de 1 6 5 1 . Por último, más

recientemente el ya citado José Sánchez copió el escrito, c o m o los anteriores, de la

edición princeps de 1 6 5 1 , pero sin añadir nota alguna. Perdió con ello una inmejorable

ocasión para el análisis. Se limita a enumerar a los académicos y no documenta la fecha.

La relación entre los vejámenes de Cáncer y Pantaleón de Ribera ha sido tratada ,

aunque someramente, por Kenneth Brown. Sostiene el hispanista que «hábilmente está

estructurado el sueño, pero las sátiras de los vejados son bien cortas y desprovistas del

chiste sostenido que nos atrae en la obra de Pantaleón» 3 3 .

Por contra, Narciso Díaz de Escovar enuncia el más encendido elogio de cuantos he

leído: «Joya es de nuestra rica habla castellana, tesoro de ingenio y oportunidad y

manantial de datos que ilustran las biografías de los Vélez de Guevara, Belmonte,

Lobera . . . . » 3 4 .

Aparte, pues, de meros elogios o ligeras críticas, en ninguna ocasión se ha tenido la

oportunidad de presentarlo al público así como lo hacemos ahora. La fijación del texto

con criterios filológicos modernos y el estudio introductorio nos permitirán por primera

vez descubrir una pieza y un autor no sólo poco conoc idos sino sobre t o d o

representativos de un tiempo y un estilo.

Este viaje al mundo de la literatura a través de una imaginaria contienda donde

vemos desfilar a tantos personajes, nos ilustra también la conciencia del autor. Así, el

3 1 1909, pp. 19-36. 3 2 1857, pp. 435-437 3 3 1980, p. 222 . 3 4 1901, p. 404 .

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER 97

camino por donde va encontrando armas y amigos, c o m o si de un carnaval se tratara , sirve como excelente muestra del más característico estilo de Cáncer, espíritu festivo y jocoso donde los haya, hábil en el juego conceptista, pero también en los modos más cultos (recordemos su Fábula del Minotauro)35.

T R A N S M I S I Ó N T E X T U A L

El árbol genealógico del vejamen parte de dos troncos bien diferenciados. Por un

lado, los manuscritos 1 0 2 9 3 de la B.N. de Madrid y 6 8 7 7 de la R A E ; y por otro , toda

la tradición impresa que arranca desde la edición príncipe de las Obras Varias de

Cáncer en 1 6 5 1 .

Los dos manuscritos conservados son una miscelánea de papeles. El de la Biblioteca

Nacional indica en la portada: «Obras del doctor Juan de Salinas, natural de Segovia,

administrador del Hospital de San Cosme y San Damián de la ciudad de Sevilla, donde

murió el año 1647». N o hay fecha alguna para la compilación de los papeles, aunque la

letra se atestigua como del siglo x v n .

El libro consta de tres partes bien diferenciadas: I a . Versos del doctor Juan de

Salinas, f. 1 a 67v; 2 a . Versos del Conde de Villamediana, f. 6 9 a 92v; 3 a . Versos de

Baltasar del Alcázar, f. 1 2 5 a 2 0 5 .

La relación de las composiciones de la Academia del Buen Ret iro de 1 6 3 7 se

encuentra a continuación de la obra de Villamediana, de forma independiente, entre los

f. 9 3 r y U 8 v . Allí vemos los dos romances con los que participó Cáncer en esa

Academia y los dos vejámenes que se leyeron: el de Alfonso de Batres (f. 1 1 2 v a 1 1 5 r ) , y

el de Francisco de Rojas (f. 1 1 5 r a 1 1 6 v ) , más el de Cáncer (f. 116v a 118v ) que, como

se ha comentado, es posible que se compusiera para esa ocasión.

El de la Real Academia Española tiene por título «Academia celebrada en Madrid en

el Buen Retiro, año de 1637 y otros vejámenes que se dieron en Sevilla, 1663». Aquí

aparece como compilador D. Diego Ignacio de Góngora. La letra también es del siglo

X V I I .

Este manuscrito consta de una primera parte dedicada al certamen de 1 6 3 7 , sus

poesías y sus dos vejámenes (f. 1 -70 ) . A continuación se copia el vejamen de Cáncer (f.

7 0 v - 7 6 r ) , una carta de Quevedo (f. 7 7 - 9 2 ) y el vejamen de Juan de Orozco en casa del

contador Galarza (f. 9 3 r - 1 0 2 v ) . Toda la segunda parte del libro está dedicada a una

colección de vejámenes leídos en Sevilla. Por tanto, lo que pretendía don Diego, en

1 6 6 3 , era recopilar una serie de piezas vejatorias escritas durante el siglo x v n , tomando

casi seguro c o m o fuente, en nuestro caso, el manuscrito 1 0 2 9 3 del cual se diferencia en

muy poco.

L o que a estas alturas parece no ofrecer duda alguna es que estos dos textos ,

especialmente el primero, pertenecen a un estadio de redacción anterior a la publicación

de las Obras Varias de 1 6 5 1 . Allí el autor optó por depurar su texto , reduciéndolo en

extensión y ofreciendo algunos cambios.

En cuanto a la tradición impresa, el t ex to se ofrece por primera vez en la

estampación de Diego Díaz de la Carrera de 1 6 5 1 . El mismo impresor y en el mismo

3 5 Hay edición en sus Obras varias, pero también en mi tesis doctoral Jerónimo de Cáncer y Velasco: poesía y prosa completas. Edición crítica, Universidad de las Islas Baleares, 2000.

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9 8 J U A N C A R L O S G O N Z Á L E Z M A Y A Criticón, 96, 2006

año procede a una segunda tirada con algunas pequeñas e insignificantes enmiendas.

Esta última es la línea que han seguido el resto de impresiones de las Obras varias o de

ediciones sueltas del vejamen. A saber, la edición italiana de 1 6 5 5 (Juan Pedro Cardo) ,

las dos ediciones portuguesas de 1 6 5 7 y 1 6 7 5 (de Enrique Valente de Oliveira y

Antonio Leyte Perera, respectivamente) y la última, madrileña, de Manuel Martín en

1 7 6 1 . Las ediciones modernas del vejamen son copias fieles de esta última de 1 7 6 1 : la

que en la BAE preparó Adolfo de Castro (Poetas líricos de los siglos xvi y xvn, 1 8 5 7 ,

sin indicar fuentes); la del Bachiller Mantuano (Alonso Bonilla y San Mart ín) , en la

colección « O r o Viejo» ( 1 9 0 9 ) y la de José Sánchez, en su estudio sobre las Academias

literarias del Siglo de Oro español ( 1 9 6 1 , sin indicar fuentes).

Cotejado todo este árbol genealógico, he optado por tomar como texto base la que

parece primera redacción, el ms. 1 0 2 9 3 de la B.N. cotejado con el ms. 6 8 7 7 de la R A E ,

del que se distancia en muy poco. Se ofrecen como variantes también los testimonios de

la tradición impresa de las Obras Varias.

Nuestra edición ha procurado seguir lo más fielmente posible la lengua que ofrecen

los textos manejados. Mi intención ha sido más bien conservadora , manteniendo

siempre que he podido las voces originales, aunque entre ellas hubiera redacciones

diferentes. He modernizado las grafías y la ortografía, guardando escrupulosamente las

peculiaridades fonéticas de las palabras, respetando así la pronunciación de la época.

Señalo los párrafos, y para la puntuación y la acentuación de las palabras me rijo por

los criterios modernos.

Coloco al final del texto todas las variantes encontradas en el Aparato crítico. Allí

los números iniciales remiten a la numeración de las líneas del texto.

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER

V E J A M E N D E D. J E R Ó N I M O C Á N C E R

que, agraviado de que no se lo admitiesen ni premiasen, lo imprimió después en sus

o b r a s 1 con lo demás que compuso de los asumptos. Escríbese aquí por cuanto fue

escrito al intento de esta Academia 2 donde juzgó lograr su trabajo.

Ayer, estando yo en mi casa, aún no bien resuelto a admitir el oficio de secretario, llamó don Juan Vélez3 a mi ventana y, saliendo yo a ella, me dijo a muchas voces: «¡Bueno es, señor don Jerónimo, que le estén rogando a vuesamerced con el oficio de secretario, y que no lo quiera ser! Admítalo, que todos le ruegan y nadie es tan a propósito para este ministerio como V.m. Escriba y trabaje, pues Dios le dio entendimiento, pena de que se hará un castigo grande en V.m.» Y, 5 diciendo esto, se fue y me dejó con la palabra en la boca, dejándome en poder de mi mujer, que, habiendo oído lo que don Juan me decía, embistió conmigo y me dijo: «¿No está cansado de ser pobre? ¿Por qué no acaba de ser secretario, pues Dios le dio entendimiento? ¿Viénese la fortuna a casa y no la quiere? ¿No ve que tiene hijos para quien sea? 4 ¿por qué no acaba de aplicarse?, que su flojedad5 nos tiene en el estado en que estamos. ¿Es mejor andarse haciendo coplitas?» Y, 10 diciendo y haciendo, empezó a quitar trastos de un aposento, diciendo: «Aquí puede tener el escritorio y el despacho mientras nos mudamos a casa mayor 6; que antes de un año, si Dios quiere y él es hombre 7, la tendremos propia». Yo empecé a sosegarla y ella a enfurecerse, y sin quererme oír el género de la secretaría prosiguió en su tema; y yo, mohíno con su ignorancia, tomé mi capa y mi espada y me salí de casa; y al pasar por la del zapatero, que me calza y vive 15 enfrente, y había oído también lo que don Juan Vélez me había dicho, me dijo: «¡Señor D. Jerónimo!, sea para bien la secretaría. Ahora me parece que será tiempo de pagarme aquellos cuatro pares de zapatos, que ha tanto tiempo que V.m. me debe». Acabé de desesperarme y fui a dar conmigo, sin saber lo que me hacía, al Prado8. Senteme debajo de un árbol al mismo tiempo que un estudiante destos de maza de Alcaldes de Corte 9 se andaba paseando por una de las calles 20 de los árboles del Prado, diciendo muy recio de memoria versos de Virgilio.

1 Obras Varias, edición príncipe, 1651. Miscelánea donde se recoge especialmente gran parte de la obra poética de Cáncer, a la que se añade el vejamen y una comedia burlesca.

2 Academia: posiblemente la Academia burlesca, que se celebró en el Buen Retiro de Madrid en honor de Felipe IV en 1637, por el contenido de otras composiciones que se encuentran en el mismo manuscrito. Cáncer participó allí con dos poemas que fueron premiados.

3Juan Vélez: Juan Vélez de Guevara (Madrid, 1611-1675), hijo del conocido autor teatral y novelista Luis de Vélez de Guevara. Escribió en colaboración con Cáncer dos comedias: Los siete infantes de Lara y La verdad en el engaño, ésta además con Antonio Martínez. Juan de Orozco, en su vejamen de 1640, lo relaciona con nuestro autor, calificando a ambos como «poetas lunáticos» (Paz y Meliá, 1964, p. 308).

4¿No ve que tiene hijos para quien sea?: cuando Cáncer escribió el vejamen, ya tenía siete hijos. Su esposa le increpa con motivo. Para quien sea tiene el valor de 'para dar y tomar'.

5 flojedad: tómese aquí por pereza, negligencia, descuido en su trabajo. La misma crítica que líneas más arriba le profiere Juan Vélez.

6 nos mudamos a casa mayor: durante su matrimonio, Cáncer se vio obligado a mudarse de casa en varias ocasiones, fijando su residencia casi siempre en el mismo madrileño barrio de los escritores, en torno a la parroquia de San Sebastián.

7hombre: recuerda la expresión «Si él fuera hombre, hiciera esto, o lo otro» (Correas). 8 Prado: si, como parece probable, en la época que escribió el vejamen vivía en los alrededores de San

Sebastián, el paseo del Prado le quedaba muy cerca. 9 maza de Alcaldes de Corte: la vara de este tipo de jueces. Alusión al oficio que aprendía el estudiante;

pero también a la picaresca de los esmdiantes, prestos a caer bajo la maza de los Alcaldes de Corte.

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1 0 0 J U A N C A R L O S G O N Z Á L E Z M A Y A Criticón, 96, 2006

Y más adelante estaban dos italianos hablando de la grandeza de Italia y encareciendo el

socorro 1 0 que el reino de Ñapóles había hecho a Su Majestad. Yo, que estas cosas les oía y no

las escuchaba, sin que me sirviese de embarazo, al ruido de tanta variedad me dormí bien contra

mi gusto; porque siempre que me duermo me llega a las niñas de los ojos 1 1. Y como los sueños

son ecos monstruosos de los sucesos del día, y yo me llevé en la fantasía socorro de Ñapóles y

versos de Virgilio y toda la Academia Castellana1 2, al mismo instante empecé a soñar disparates.

Parecióme que estaba en un campo dilatadísimo, y que hacia la parte donde yo me hallé venía

infinito número de gente, como que algún suceso de improviso les había traído allí en el mismo

ejercicio en que estaban. Y quiso mi buena dicha que porque no estuviese solo que vi junto a mí

un hombre que, no conociéndonos los dos, la misma estrañeza que deseábamos saber nos hizo

amigos: «¿Qué es esto?», me preguntó. Eso mismo deseo saber, dije yo; y si V.m. no lo sabe ni yo

tampoco, remitamos la noticia a los mesmos que nos causan la novedad. Diciendo esto vi venir

con gran fatiga caminando de los primeros al licenciado Felices 1 3 y a don Juan de Veroaga 1 4 ,

porque camino del Parnaso 1 5 tanto anda el co jo 1 6 como el corcovado. Traían sus arcabuces al

hombro, aunque don Juan de Veroaga no sabía cual era su hombro derecho. Y, viéndolos

impedidos y en aquel traje, dije entre mí: Estos dos, sin duda, deben de ir a algún soto 1 7 de

alguna imagen devota a caza de milagros. Pregúnteles qué novedad les obligaba a caminar de

aquella suerte, y el maestro Felices me respondió: «¡Cuerpo de Dios, señor don Jerónimo!

¿Ahora se está V.m. con esa flema cuando tienen puesto sitio al Parnaso los poetas latinos y

italianos, y el santo Apolo ha enviado a pedir socorro a los poetas castellanos, y han mandado

10socorro: contribución financiera y militar para las empresas militares españolas. Según Rosario Villari, «en 1636 aumentaron vertiginosamente las peticiones de ayuda en dinero, soldados y armas [...] Con fecha 26 de agosto de 1636, Felipe IV cursó a Ñapóles orden tajante de que el virrey se esforzara «en sacar todo lo posible de ese Reino» (1979, p. 126). La guerra contra Francia (a partir de 1635) y las posteriores revueltas de Portugal (1637) y Cataluña (1640) obligaron a la corona española a pedir recursos para financiar sus campañas militares. Los virreyes de Ñapóles contribuyeron generosamente con su esfuerzo, pero desconozco si hubo una fecha concreta para el socorro aludido en el texto.

11 las niñas de los ojos: 'lo más querido y estimado'. Aparte del recurso poético del vejamen, Cáncer era muy aficionado al sueño. Cíóngora, Fábula de Píramo y Tisbe: «Esta, pues, desde el glorioso / umbral de su primer lustro, / niña la estimó, el Amor, / de los ojos que no tuvo» (Romances, 11, n° 74 , vv. 81-84) .

1 2 Academia Castellana: parece ser la misma Academia de Madrid para la que Cáncer escribió una Oración burlesca siendo presidente de la Academia (Obras varias, Díaz de la Carrera, 1651 , f. 46v-48r) . Este vejamen supone, pues, un completo directorio de los miembros de esta academia.

1 3 licenciado Felices: Juan Bautista Felices de Cáceres, poeta y sacerdote de la primera mitad del siglo x v u conocido sobre todo como poeta épico. Su obra más destacada es El caballero de Avila ( 1623 ) . Licenciado podía ser 'abogado', pero también 'bachiller'. Lope, Fuenteovejuna: «Andar al uso queremos: / al bachiller, licenciado; / al ciego, tuerto...» (vv. 292-294) .

14Juan de Veroaga: no he podido documentar la existencia de este personaje. Es posible que fuera jorobado.

1 5 Parnaso: montaña consagrada a Apolo, morada de las Musas. 1 6 cojo: manipulación del refrán «Camino de Santiago, tanto anda el cojo como el sano. Parece que con

igualdad de andar, porque en las cosas de virtud tanto puede el flaco como el esforzado; puédese entender, tanto camino, aunque no sea en igual tiempo; otros dicen: «Camino de Santiago, tanto anda el cojo como el manco»; y entiéndese con gracia de una misma persona, porque cojo y manco todo es uno; [...] sacamos esta moralidad: que los flacos y de menos poder, con su poco a poco, y con industria y maña, pasan y hacen tanto como los poderosos, a lo menos con Dios» (Correas). También lo vemos en las Tardes entretenidas, de A. Castillo Solórzano: «Camino del Parnaso, tanto anda el cojo como el manco» (p. 334)

1 7 soto: el 'bajo monte', aunque aquí parece aludir a la parte de abajo, la base, de alguna imagen religiosa.

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER 1 0 1

salir la nobleza y las milicias de la poesía? Ande V.m., pues es real 1 8 poeta y véngase con nosotros, que esta redondilla podrá ser que le obligue a seguirnos:

Ande, que en esta jornada 45 no ha de faltar la comida, que lleva bien proveída la alforja 1 9 mi camarada.

Yo los dejé pasar por quedarme a ver lo restante del tumulto que ocupaba el camino. Y 50 apenas me dejaron aquellos cuando se acercaron a mí, envueltos en sudor y polvo, don Antonio Martínez 2 0 y Belmonte2 1. Hízome novedad el verlos juntos, y don Antonio me sacó desta duda diciendo:

Con esa duda me enfadas. 55 ¿Quién el vernos estrañó? ¿Cuándo dejo de hacer yo con Belmonte mis jornadas? 2 2

Traía Belmonte unos calzones muy largos que casi le cubrían los tobillos, y díjele que 60 acortase de calzones porque no le embarazasen al manejo de las armas. Y él me respondió: «Es un majadero y no lo entiende; nada llevo tan en favor de la batalla como los calzones largos, y echáralo de ver en esta redondilla:

Confiado en mis calzones 65 me animo más y me atrevo, que para esta guerra llevo un tercio más de valones23.

Apenas pasaron éstos cuando vi junto a mí al licenciado Lobera 2 4 , y, antes que yo le hablase 70 palabra, me dijo: «No estrañe V.m. el verme solo, porque nadie sigue el camino que yo sigo. —¿Qué puesto 2 5 lleva V.m. en esta ocasión?», le pregunté yo. Y me respondió que iba por espía

1 8 real: 'grande, magnífico', pero también 'el cuerpo del Ejército' (AHÍ) y, quizás, 'poeta de Corte'. ^alforja: nueva alusión a la corcova de Juan de Veroaga. 'Bolsa que se pasaba por el cuello para llevar

las provisiones del viaje'. Antonio Martínez: Antonio Martínez de Meneses (Toledo, 1608?-1660?). Escribió en colaboración

con Cáncer y otros ingenios cinco comedias: El arca de Noé (también con Pedro Rósete), La luna Africana (también con Luis Belmonte, Luis Vélez, A. Moreto, A. Sigler de Huerta y P. Rósete), El mejor representante San Ginés (con P. Rósete), El rey Enrique el Enfermo (con P. Rósete, Sebastián de Villaviciosa y A. Moreto) y La verdad en el engaño (con Juan Vélez). Fue un dramaturgo fecundo.

2 1 Belmonte: Luis de Belmonte Bermúdez (Sevilla, 1587-Madrid, 1650?), poeta, y comediógrafo, sólo colaboró con Cáncer en La luna Africana con Antonio Martínez y otros. En estas líneas, el poeta se hace eco del vínculo de amistad que unía a Belmonte y a Martínez, quienes escribieron juntos, como afirma la redondilla, varias comedias entre las cuales Hamete de Toledo, La renegada de Valladolid (con Moreto) o El príncipe perseguido.

2 2 jornadas: las jornadas de las comedias. 2 3 un tercio más de valones: en la primera lectura se alude a los pantalones (una medida más de unos

calzones anchos llamados valones o flamencos), pero también a términos militares ('un regimiento de soldados valones').

2 4 licenciado Lobera: no he podido documentar la existencia del personaje. 2 5 puesto: 'empleo, oficio'.

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doble a entrarse entre los poetas italianos, y tomar noticia de todo. «V.m. lleva un oficio muy

peligroso, le respondí yo, y es imposible que dejen de conocerle y de prenderle, y su mayor

peligro es su macarronea 2 6, y la razón desto lo verá en esta redondilla siguiente:

Con la italiana nación

arriesgado le confieso,

que se la han de armar con queso 2 7

en viendo que es macarrón 2 8.

Fuese sin hacer caso de mí, y al mismo punto vi a Alfonso Batres 2 9 echando muchos votos y

muchos porvidas 3 0, y con muchas señas de enfado decía de cuando en cuando solo entre sí:

«¿Sitiado el Parnaso de poetas latinos? Voto a Cristo que es la mayor desvergüenza que se ha

visto en el mundo. ¿Sitiado el Parnaso de poetas latinos?». Yo le dije, al emparejar conmigo, que

no sintiese tanto estas cosas. Y así, sin mirarme, tal era su cólera, se pasó sin responderme,

diciendo esta letrilla:

Romper cjuieren los divinos

fueros con armas y estruendos.

¿Qué es su intención? Yo no entiendo"

estos poetas latinos.

Fuese Alfonso Batres, y, volviendo la cabeza, vi a un hombre que se las pelaba 3 2 por caminar

aprisa; traía, a mi parecer, la cabeza colgada de la pretina 3 3, y sobre los hombros, en lugar de

cabeza, una calabaza. Parecióme estraño modo de caminar y, acercándose más, conocí que era

D. Francisco de Rojas 3 4 , que la priesa no le había dado lugar a que se pusiese la cabellera, y la

llevaba pendiente, y, al pasar por junto a mí, le dije sin querer, de repente, esta redondilla:

2 6 macarronea: manera de hablar donde se mezclan palabras latinas con otras vulgares a las que se les daba terminación latina. Del italiano maccheronea, composición poético-burlesca.

27armar con queso: «Atraer a uno, con cosa que apetece, a engaño y trampa, como los ratones que son golosos por queso» (Correas).

^macarrón: el mismo género de pasta que hoy conocemos, también condimentada entonces, como hoy, con queso.

29Alfonso Batres: poeta madrileño del que se conservan poquísimos datos. Fue secretario de la Academia burlesca del Buen Retiro de 1637, donde Cáncer estuvo muy activo. Allí participó con una glosa, un romance, un epigrama y uno de los dos vejámenes (el otro, de Rojas Zorrilla) que se leyeron.

30porvidas: 'juramentos o blasfemias'. 3 1 Yo no entiendo: 'no entiende el latín'. Probable acusación de poeta iletrado. 3 2 se las pelaba: ponía mucho interés en lo que hacía; pero también 'calvo, pelado', por las alusiones de

las líneas siguientes. apretina: una especie de correa con hebillas a modo de cinturón. A veces tenía la forma de faja y servía

para guardar diversos objetos. 34Francisco de Rojas: Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo, 1607-Madrid, 1648) . Como Cáncer, vivió

siempre muy apretado económicamente. Escribió tanto comedias de costumbres como dramas históricos, comedias de figurón y tragedias. Colaboró con Cáncer en El bandolero Sol Posto (con P. Rósete). Además, éste escribió una loa sacramental para el Famoso auto sacramental del Gran Patio de Palacio de Rojas. En un vejamen del mismo Rojas, leído en 1637 en el Buen Retiro: «Venía D. Pedro Calderón en medio de él probándose la cabellera de D. Francisco de Rojas; pero viendo que no le asentaba, dijo apodándola de esta suerte: No me la quiero poner, / que a mi desgracia recelo / que no la ha de cubrir pelo» (Paz y Meiiá, 1964, p . 3 1 2 ) .

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER 1 0 3

La prisa al revés te pinta, 100 hombre, para caminar; yo siempre he visto llevar la calabaza-35 en la cinta.

Pasó como un trueno don Francisco de Rojas, y vimos junto a nosotros un hombre tan feo [95 que nos atemorizó; y mi camarada, que hasta entonces no había hablado palabra, dijo: «¡Jesús sea conmigo, y qué cosa tan infernal! ¿Quién es este hombre tan feroz?. —Éste es D. Juan de Zabaleta 3 6, le respondí yo; es excelente poeta y ha escrito muy buenas comedias, aunque le sucedió un desmán en la comedia de Aún vive la honra en los muertos37, que fue tan mala como esta redondilla dirá el suceso de aquel día: 110

Al suceder la tragedia del silbo 3 8, si se repara, ver su comedia era cara 3 9 , ver su cara era comedia. j j i¡

Pasó D. Juan de Zabaleta y vimos venir con gran flema y mesura un hombre andando de medio lado. Preguntóme mi camarada quien era, y yo, que ya le había conocido, le dije: «Éste es don Pedro Rósete40. No está el pobre para caminar más aprisa porque está muy enfermo, y ha

3 5 calabaza: 'especie de botija, colgada de la cintura (la cinta o pretina), para llevar algún alimento o vino', atributo del peregrino; pero también, 'cabeza', «en frase y estilo tosco» (Aut).

36Juan de Zabaleta: (Madrid, 1610?-1670?) Hombre de variada actividad literaria, cronista de Felipe IV. Aparte de su faceta como novelista, poeta, filósofo e historiador, escribió varias comedias. Con Cáncer colaboró en La Margarita preciosa (con P. Calderón), La razón hace dichosos (con A. Martínez) y El rey Enrique el enfermo (con A. Martínez, P. Rósete, S. Villaviciosa y A. Moreto). Otros contemporáneos suyos también glosaron su fealdad, así Francisco de Avellaneda en el Vejamen que dio siendo fiscal del Certamen de N. S. de la Soledad de 1660: «Don Juan de Zabaleta, coronista del reino, merced hecha en cortes por lo delgado de su pluma, con trabajo de su cara, escribe grandemente los Días de fiesta. Anda en busca de un artífice para esculpir su rostro en lámina de bronce. El Padre Isidro que tal oyó, le arrojó, pendiente de un cordel de una lámpara, un espejo con aqueste mote: El espejo, de abridor / servirá, si se repara, / a don Juan, porque a su cara / nadie la ha de hacer peor» (tomo la cita de la ed. de Cristóbal Cuevas de El día de fiesta por la mañana y por la tarde, p. 11).

37Aún vive la honra en los muertos: primera comedia original de Zabaleta quien la tituló La honra vive en los muertos, escrita en 1643 para la compañía de Pedro Ascanio, según Elejabeitia (1986, p. 40). El estreno fue efectivamente un fracaso, pero ello no desanimó al novel autor quien siguió escribiendo comedias. Llegó a escribir un total de dieciocho, siete en solitario y once en colaboración. Fruto de este fracaso, la comedia quedó inédita y no llegó a publicarse hasta la edición paleográfica de Ana Elejabeitia en 1986. Se custodia el manuscrito autógrafo en la BN/M con la signatura Res. 62.

38la tragedia del silbo: alusión al gran fantasma de los mosqueteros. El silbido era la señal de que no agradaba al respetable la comedia. De ahí que las "loas" pidieran con tanto ahínco la benevolencia. En este caso, efectivamente, la comedia fue silbada con estrépito el día de su estreno. La anécdota la recoge C. A. de la Barrera en su Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español..., p. 502.

3 9 cara: 'difícil', por el fracaso del estreno; pero, en el verso siguiente, se juega con el valor de la fealdad de Zabaleta, recogiendo una burla que otros poetas, como Francisco de Avellaneda, también la habrían de significar (ver Castro, 1857, p. 436).

4 0 Pedro Rósete: Pedro Rósete Niño. Se desconocen su fecha y lugar de nacimiento. Según vemos en los Avisos históricos de José Pellicer (25 de abril de 1641) fue herido por varios desconocidos a propósito de su comedia Madrid por de dentro, donde se retrataba a la gente de malvivir (¿tiene esto alguna relación con la enfermedad que se relaciona a continuación?). La mayoría de sus comedias las escribió en colaboración. Con Cáncer y otros participó en siete: El Arca de Noé (con A. Martínez), El bandolero Sol Posto (con F. Rojas),

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1 0 4 J U A N C A R L O S G O N Z Á L E Z M A Y A Criticón, 96, 2006

más de veinte años que está de aquel lado. — Y a caigo, dijo mi compañero, en él. ¿No es éste el 120

que escribió la comedia de San Isidro labrador41 con un tal Cáncer y otro no sé quien, que tan

mala comedia no se ha escrito en los infiernos? —Este mesmo es, y Cáncer soy yo; pero esta

redondilla os dirá nuestra disculpa:

Escribimos tres amigos 125

una comedia a un autor 4 2,

fue de un santo labrador,

y echamos por esos trigos4 3.

Apenas pasó cuando se nos ofreció don Juan Vélez; y así como le vio, mi camarada dijo: 130

«Grandísima debe de ser la fuerza de este hombre, pues puede con aquellas narices; mucho es

que no se le despeguen de la cara con el peso». —Harto lo teme él, respondí yo, y por eso se las

anda afirmando con los dedos de tabaco» 4 4 . Y él, que entendió hablábamos del peso de sus

narices, nos satisfizo con esta redondilla que de su ingenio y tan agudo no se esperaba menos:

135

No se me arrancan del casco

ni con su embarazo lucho,

¿cómo puede pesar mucho

un alfanje de Damasco? 4 5

140

Seguía a D. Juan Vélez un poeta eclesiástico que, arremangada la loba 4 6 y el cuello 4 7 en el

sombrero y tranzado 4 8 un pañuelo a la garganta, venía en toda forma de caminante. Llegóse más

cerca y conocí que era D. Blas4 9, que, llamándole yo, iba tan divertido que sin atenderme pasó

por junto a nosotros, cantado esta letrilla:

Chico Baturi (con A. Huerta), Julián y fíasilisa (con A. Huerta), La Luna Africana (con L. Belmonte, L. Vélez, A. Moreto, A. Martínez y A. Sigler de Huerta), El mejor representante San Cines (con A. Martínez) y El rey Enrique el Enfermo (con J . Zabaleta, A. Martínez, S. Villaviciosa y A. Moreto).

4 1 San Isidro labrador, sólo tenemos noticias de esta comedia por este comentario. Puede que fuera tan mala que no se imprimiera. Barrera la cita en sus bibliografías sobre Cáncer y Rósete posiblemente tomando esta fuente. También desconoce el autor que falta (1860, p. 580) .

4 2 autor: el director de una compañía de actores o empresario. Al escritor se le llamaba poeta. 4 3 echamos por esos trigos: «Es irse como fugitivo, sin atender ni reparar en cosa alguna. Y en sentido

translaticio significa hablar sin ton ni son muchos desatinos y disparates» (Autoridades). La frase la recoge G. Correas como «echar por esos trigos de Cristo».

4 4 los dedos de tabaco: claro, con los dedos sucios de aspirar el tabaco. Este entonces se podía tomar en polvo, aspirándolo por la nariz o filmándolo.

45alfanje de Damasco: famoso sable árabe de hoja curvada. Metáfora para la nariz de Juan Vélez, corva y grande, como la de los árabes; pero alusión también al peso, porque damasco es un tipo de tela de seda. En un vejamen de Juan de Orozco de 1640, leemos lo siguiente: «Son todos valientes, porque Vélez es un alfanje corvo, Montenegro echa bernardinas y Cáncer se come las gentes» (Paz y Meliá, 1964, p. 330) .

4 6 loba: 'la sotana de los eclesiásticos'. También era traje de estudiantes y personas distinguidas. 4 7 cuello: «El remate de la sotana de los eclesiásticos y estudiantes, que rodea y cubre el pescuezo» (Aut). 4 8 tranzado: 'trenzado'. 49Blas: posiblemente Blas Matos Fragoso, hermano del famoso comediante. Aparecen juntos en la

edición de 1651. 5 0 madre: aquí, vocativo típico de los cantarcillos populares y del romancero. 5 1 alpargatadas: como las alpargatas, con aberturas. La versión impresa sustituye la letrilla por este texto

en prosa: «¿Quién es este licenciado tan cerrado de barba, que ni aun por un resquicio ven la luz sus mejillas?».

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER 1 0 5

Muy cerradas me hicieron, 145 madre 5 0, las barbas, sin mirar, que se usan alpargatadas 5 1.

Siguió su camino D. Blas, y sucedióle en nuestra atención un hombre que traía una muía 150 detrás. «¿Quién es éste?, me preguntó mi amigo. —Éste, le respondí, es D. Manuel de la Peña 5 2, que fue médico y es agente5 3, que sin duda sus oraciones 5 4, que las hace muy buenas, le sacaron de aquel mal oficio. Y aquella es la muía 5 5 en que solía andar, y se le aparece en sombra algunas veces a pedirle cebada como misas». Él entendió lo que hablábamos y, con son severo, nos dijo: «Yo no he mudado del todo del ejercicio, y échase de ver en esta redondilla que les digo: 155

De agente y doctor los ocios están en igual altura, porque tal vez el que cura anda en algunos negocios5 6. 160

Adivinar en cada negocio qué fin habrá es gastar el tiempo en nada, por su dificultad. Apartónos de su conversación gran tropel de poetas mozos, que, estando a tiro de

conocerlos, vi que eran el licenciado Lozano, D. Francisco de Espinosa, don Gabriel de Rojas 5 7 , y toda la runfla de poetas que empiezan a florecer; y muchos dellos con evidentes señales de 165 fecundísimos frutos, pasábanse por junto a nosotros; y mi camarada reparó en que no murmurábamos dellos como de los demás, ni decíamos sus faltas, y me dijo: «¿No me diréis algunos defectos destos? —Yo le respondí con esta coplilla que se me vino a la boca sin pensar:

Yo no sé de los mozos 170 ninguna tacha, y esto que suena a bueno también es falta.

Entre éstas y esotras llegamos a dar vista al Parnaso, en cuya falda estaba el enemigo más 175 bien fortificado y infinitos poetas castellanos, que al parecer debían de haber venido por diferentes caminos que los otros que encontramos. Había gran confusión entre ellos por no tener cabeza a quien obedecer, porque cada uno pensaba que era el mayor, y así era poquísimo el

5 2 Manuel de la Peña: poquísimos datos se tienen de este personaje. Es posible que se trate de Manuel Antonio de la Peña, del que se conservan algunas composiciones sueltas en manuscritos e impresos de la Biblioteca Nacional de Madrid.

5 3 agente: 'agente de negocios'. Zabaleta le dedica un capítulo en El día de fiesta por la mañana, que da principio así: «Hay en la corte unos hombres muy necesarios que llaman agentes de negocios [...] Tienen los hombres acreditados en este ejercicio innumerables negocios» (pp. 221-222).

5 4 oraciones: 'razonamientos' y 'rezos'. 5 5 mula: uno de los atributos de los médicos. 5 6 negocios: 'ocupaciones'; pero también, 'intereses o tratos comerciales'. 57licenciado Lozano, D. Francisco de Espinosa, don Gabriel de Rojas: escasa y dudosa también

información obtenemos de estos jóvenes poetas. De Gabriel de Rojas no hemos podido localizar nada; de Francisco de Espinosa, si se corresponde con Francisco Lucio de Espinosa, un epitafio en el ms. 3991 de la BN/M. En cuanto al licenciado Lozano, es posible que se trate de Cristóbal Lozano, moralista y poeta nacido en Hellín hacia 1618, del que se conservan algunas composiciones en manuscritos de la BN/M.

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1 0 6 J U A N C A R I . C) S G O N 7. Á I. T: 7, M A Y A Criticón, 96, 2006

efecto que hacían en los contrarios. Disparaban los poetas latinos dísticos 5 8 que abrasaban a los

poetas castellanos. Y, estando don Melchor Zapata 5 9 batiendo la estrada 6 0, le dieron con una 180

epigrama 6 1 latina de que cayó en el suelo aturdido, sin saber de sí. Y viéndole tan maltratado, le

dijo no sé quién esta redondilla:

Si sana, métase fraile

y no ande buscando famas; 185

¿pensé) que las epigramas

eran almendras del baile? 6 2

En medio deste peligro, reparé que D. Agustín Moreto 6 5 estaba sentado revolviendo unos

papeles, que a mi parecer debían de ser comedias viejas64, y decía entre sí: «Ésta no vale nada. 190

De aquí se puede sacar algo. Mudando este paso, puede aprovechar». Enójeme de verle con

aquella flema cuando todos estaban con las armas en las manos, y díjele que por qué no iba a

pelear con los demás, a que me respondió: «Yo peleo más que ninguno, porque aquí estoy

minando al enemigo6 5, como ahora lo echará de ver»:

195

Que estoy minando imagina

cuando tú de mí te quejas,

que en estas comedias viejas

he hallado una brava mina.

200

fbase entrando el invierno y enfermaban muchos poetas con la incomodidad del sitio de la

campaña y de la inclemencia del tiempo. Don Juan Matos 6 6 , viéndose impedido, llegó a pedir

licencia para volver a su casa, y dio la causa de su enfermedad en esta seguidilla:

5 8 dísticos: tipo de estrofa compuesta de hexámetro y pentámetro tan típico de la poesía griega y latina. 5 9 Melchor Zapata: poeta y dramaturgo del que se conservan poquísimos datos: romances, comedias,

entremeses y bailes en diferentes colecciones. 6 0 batiendo la estrada: «reconocer, registrar la campaña, por si hay alguna gente enemiga oculta y

encubierta, y si en los caminos hay algún embarazo o riesgo» (Aut). Es frase militar. 6 1 epigrama: aunque hoy la consideremos masculina, en aquella época se vacilaba en su género: Bernardo

de Quirós: «y por suplicaciones trajeron muchas epigramas y jeroglíficos» (Obras. Aventuras de don Frítela, p. 323) .

(¿almendras del baile: alusión a la costumbre de los novios, quienes en los casamientos tiraban nueces y almendras a los jóvenes asistentes y éstos las cogían correspondiendo con un baile (ver Rodrigo Caro, Días geniales o lúdicros, I, p. 149).

^Agustín Moreto: Agustín Moreto y Cabana (Madrid, 1618-Toledo, 1669). Notable y prolífico autor teatral del ciclo de Calderón. Escribió diez obras junto a Cáncer, siendo el poeta con el que más se relacionó: tres, a dúo: La fuerza del natural. Hacer remedio el dolor y La Virgen de la Aurora; las otras siete, con otros ingenios: La adúltera penitente, El Bruto de Babilonia y Caer para levantar con Matos; Dejar un reino por otro y mártires de Madrid y Los tres soles de Madrid con Villaviciosa; La luna Africana (con A. Martínez, A. Sigler de Huerta y P. Rósete) y El rey Enrique el Enfermo (con Zabaleta, A. Martínez, P. Rósete y Villaviciosa).

64comedias viejas: no se alude en estas líneas a las comedias del propio Moreto, sino a uno de sus métodos de trabajo, el de refundidor o adaptador de comedias anteriores de otros poetas.

6 5 estoy minando al enemigo: su aportación consistía en copiar o desnaturalizar comedias de los poetas latinos.

6 6 Juan Matos: Juan Matos Fragoso (Alvito, Portugal, 1608-Madrid, 1689) , poeta y dramaturgo muy poco valorado por la crítica. Residió, como Cáncer, la mayor parte de su vida en Madrid. También fue un habilísimo refundidor de comedias. De las cinco que escribió en colaboración con Cáncer, es curioso

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER 1 0 7

Con las aguas que llueven desde el Parnaso, 205 las voces castellanas se me han hinchado6 7.

Deshacíase el ejército por instantes; y preguntándole a D. Antonio de Huerta 6 8 la causa de deshacerse un escuadrón tan lucido de poetas de tantas obligaciones, él dio la razón en esta 210 redondilla:

Esta gente es preciso que vaya a menos, porque en viéndonos muchos 215 nos deshacemos69.

Viendo el poco efecto que hacíamos en el enemigo, enviamos en secreto por cincuenta comentadores 7 0 que comentasen a los poetas latinos y italianos. Y teniendo ellos noticia deste designio, por no dar en manos de quien los comentase mal, levantaron el sitio, y les quitamos a 220 la retirada algunas voces latinas de que usan los críticos 7 1. Y yendo yo con grandísima fuga a picar la cola 7 2 a un italiano, quiso Dios y mi buena dicha que disperté, y me hallé segunda vez en el Prado, conociendo que solas las desatenciones del sueño pudieron poner en duda que el Parnaso no fuese patrimonio preciso de los poetas castellanos, pues cualquiera de los que ilustran esta Academia tiene imperio absoluto en la dulzura de sus aguas, en lo empinado de sus montes y 225 en lo deleitable de las gracias de sus musas, a cuyos pies dedico este vejamen; que cuanto manifiesta son burlas y cuanto encubre son veneraciones. Dixi73.

comprobar la coincidencia con Agustín Moreto en la famosa sociedad que éste fundó, formando una terna que posiblemente trascendiera de los escenarios: La adúltera penitente, El Bruto de Babilonia, Caer para levantar. Hacer remedio el dolor y Los mártires de Madrid y dejar un reino por otro.

6 7 las voces castellanas I se me han hinchado: posible alusión al gusto gongorino (al cultismo: las 'voces latinas') y a cierta ampulosidad de estilo.

6 8 Antonio de Huerta. Antonio Sigler de Huerta, ingenio madrileño, del que poco se sabe de su vida. Participó, como Cáncer, en el certamen del Retiro de 1637 con una glosa y unos ovillejos. Colaboraron juntos en Chico Baturi (con P. Rósete), Julián y Basilisa (con P. Rósete) y La luna Africana. En el mencionado Vejamen de Francisco de Rojas se afirma sin rubor: «Iba en este carro el mayor ingenio del mundo, D. Antonio de Huerta, que esto lo dice su merced, y basta» (Paz y Meliá, 1964, p. 313).

6 9 nos deshacemos: aparte de su sentido recto, «afligirse, desconsolarse, congojarse, consumirse, estar sumamente impaciente e inquieto» (Aut.).

7 0 comentadores: «El que comenta, explica o aclara alguna cosa que estaba confusa o poco inteligible. Ordinariamente se entiende de libros u obras en quienes concurren estas circunstancias» (Aut).

7 1 los críticos: 'los poetas cultos o seguidores de Góngora'. «Se llama también la persona que habla o escribe con afectación, usando de frases y palabras obscuras y poco practicadas» (Aut). Tirso los satiriza en los Cigarrales de Toledo (pp. 197-198): «Pues, si toda su elegancia consiste en anteponer y posponer vocablos, entretejiendo verbos entre adjetivos y sustantivos —que también tiene Apolo sus pedantes—, del mismo modo les pareció podían critiquizar sus vestidos, posponiendo los unos y anteponiendo los otros».

7 2 picar la cola: dado que el ambiente del vejamen se desarrolla en una atmósfera militar y que la actitud del poeta parece ser agresiva, el término picar podría corresponder a: «seguir al enemigo que se retira, atacándole la retaguardia de su ejército». Autoridades incluso nos ofrece dos ejemplos con una frase similar a la de Cáncer y con la misma actitud: «picar la espalda al enemigo». No creo, por otra parte, que exista una alusión infernal.

7 3 Dixi: 'He dicho'. Fórmula latina para terminar los discursos u oraciones académicas de esta naturaleza.

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A P A R A T O CRÍTICO

El texto base que tomo para la edición es el ms. 10293 de" la Biblioteca Nacional de Madrid (A) cotejado con el ms. 6877 de la Real Academia Española (B). Tengo a la vista también toda la tradición impresa de las Obras Varias de Cáncer: la príncipe de 1651 (C), 1651 (2 a tirada, corregida, D), 1655 (E), 1657 (F), 1675 (G) y 1761 (H), todas deudoras de C. Las ediciones modernas que vemos en Castro:1857, Bonilla:19()9 y Sánchez:!961, toman como modelo a H, por tanto declino su inclusión. La numeración inicial remite a la línea de texto correspondiente.

* Título en la tradición impresa: Vejamen que dio siendo secretario de la Academia. 1 Ayer: Antes de ayer ad. C D E ¥ G H 2 es: om. B 3 secretario: secretaría sust. B 4 le ruegan: le rueguen sust. B I se lo ruegan sust. C D E F G H I ministerio: propósito sust.

DE 5 le dio entendimiento: le dio tan buen entendimiento ad. C I en V.m.: con V.m. sust. C D E F

G H 6 se fue y me dejó con la palabra en la boca: me dejó con la palabra en la boca v se fue alt. C

DEFGH 7 don Juan: don Juan Vélez ad. C D E F G H 8 Viénese: Viénesele sust. C DEFGH 14 prosiguió en su tema: om. C D F, F G H I y yo, mohíno: y mohíno om. C D E F G H 15 tomé mi capa y mi espada: tomé mi espada y mi capa alt. C D E F G H I por la del

zapatero, que me calza y vive enfrente: por la de mi zapatero, que vive enfrente sust. C D E F G H

16 y había oído también: que también había oído alt. C DEFGH I ¡Señor D. Jerónimo!: ¡Ah, señor D. Jerónimo! ad. C D E F G H

18 que ha tanto tiempo que V.m me debe: pues ha tanto tiempo que V.m. me los debe sust. C DEFGH I y fui a dar conmigo: y fuime a dar con mi cuerpo sust. C D F. F G H

19 árbol: álamo sust. C D E F G H 20 estudiante destos de maza de Alcaldes de Corte se andaba paseando: estudiante gorrón

andaba paseándose sust. C D E F G H 21 calles de los árboles del Prado, diciendo muy recio: calles del Prado, tomando muy recio

sust. CDEFGH 22 dos italianos: los italianos sust. G I de la grandeza de Italia y encareciendo el socorro que

el reino de Ñapóles había hecho a Su Majestad: grandeza del reino de Ñapóles y del gran socorro que había enviado a Su Majestad sust. C D E F G H

23 les oía y no las escuchaba: las oía sin escuchallas sust. C D E F G H 2 4 me sirviese: me sirviesen ad. CDEFGH I me dormí bien contra mi gusto: me dormí

om.CDEF G H 25 porque siempre que me duermo me llega a las niñas de los ojos: porque yo tengo grandísima

facilidad en dormirme y en despertar, y lo hago en un abrir y cerrar de ojos sust. CDEFGH 26 de los sucesos del día: de las voces de los sucesos del día ad. CDEFGH I y versos de

Virgilio: versos latinos sust. C D E F G H 27 al mismo instante empecé a soñar: empecé a soñar om. CDEFGH 28 Parecióme que estaba: Parecióme que me hallaba sust. CDEFGH 1 dilatadísimo, y junto

mí un hombre que Dios me le deparó para hablar con él de aquella novedad. Vi que hacia la parte... ad. CDEFGH I donde yo me hallé: donde yo estaba sust. CDEFGH

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER 1 0 9

2 9 traído: juntado sust. CDEFGH 3 0 - 3 4 Y quiso [...] con gran fatiga: om. CDEFGH 3 3 mesmos: mismos sust. B 3 4 caminando de los primeros al licenciado Felices y a don Juan de Veroaga: caminando con

gran fatiga de los primeros, el maestro Felices y don Juan de Veroaga sust. CDEFGH 3 7 viéndolos impedidos y en aquel traje: viéndolos impedidos y de aquella forma sust. C D E F

GH 3 9 caminar: peregrinar sust. CDEFGH 4 0 esa flema: esta flema sust. F G 4 1 el santo Apolo: el padre Apolo sust. CDEFGH 4 2 la nobleza: las noblezas om. CDEFGH I real poeta y véngase: leal poeta, véngase sust.

CDEFGH 5 0 Yo los dejé: Y los dejé om. C I del tumulto: de el tumulto sust. B 5 2 y Belmonte: y Luis de Belmonte ad. C D E F G H I don Antonio: don Antonio Martínez

ad. C D E F G H I desta duda diciendo: desta duda con esta redondilla sust. CDEFGH 5 7 ¿Cuándo dejo de hacer yo: porque siempre hago yo sust. CDEFGH 5 8 mis jornadas: las jornadas sust. CDEFGH 6 0 Traía: Tenía sust. B I Belmonte: Luis de Belmonte ad. CDEFGH I le cubrían los

tobillos: le llegaban a los tobillos sust. CDEFGH 62 llevo tan en favor: llevo yo tan en favor sust. CDEFGH I y echáralo de ver en esta

redondilla: y si no échelo de ver por esta redondilla sust. CDEFGH 7 0 hablase: hablara sust. B 72 le pregunté yo. Y me respondió que iba: le pregunté. Y él me dijo que iba sust. C D E F G

H 7 3 noticia de todo: noticias de todos ad. C D E F G H 7 5 lo verá: la verá sust. CDEFGH I redondilla siguiente: redondilla om. CDEFGH 79 que se la han: que le han sust. A B I con queso: con el queso ad. B 8 2 mismo: mesmo sust. C D E I Alfonso Batres: Alfonso de Batres ad. CDEFGH 8 3 y con muchas señas de enfado decía de cuando en cuando solo entre sí: y decía de cuando en

cuando om. CDEFGH I de enfado: om. B 8 4 Sitiado: Cercado sust. C D F G H I Cercando ad. E I Voto a Cristo: Juro a tal sust. C D

E F G H I que se ha visto: que se ha hecho sust. CDEFGH 8 5 Sitiado: Cercado sust. CDEFGH I Yo le dije: Y yo le dije ad. CDEFGH I que no

sintiese: que sintiese om. F G 8 6 Y así: Y casi sust. CDEFGH I tal era su cólera, se pasó sin responderme diciendo esta

letrilla: tal era su coraje, pasó diciendo esta redondilla sust. CDEFGH 9 0 estruendos: estruendo sust. CDEFGH 9 1 Yo no entiendo: Y no entiendo om. C 9 4 Fuese Alfonso Batres, y, volviendo la cabeza, vi a un hombre: Volví la cara, y vi venir a un

hombre sust. CDEFGH 9 5 pretina: petrina err. B I y sobre los hombros, en lugar de cabeza, una calabaza: y sobre los

hombros una calabaza om. CDEFGH 9 6 estraño modo: estraño el modo ad. CDEFGH I acercándose: acercándome sust. C D E

FGH 97 a que se pusiese la cabellera y la llevaba pendiente: de ponerse la cabellera sust. C D E F G

H 9 8 y, al pasar por junto a mí, le dije sin querer, de repente, esta redondilla: y, al pasar junto a

mí, le dije om. CDEFGH 1 0 5 y vimos junto: y luego vimos junto ad. CDEFGH

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1 1 o J U A N C A R L O S G O N 7. Á L E 7. M A Y A Criticón, 96, 2006

1 0 6 ¡Jesús sea conmigo, y qué cosa tan infernal!: ¡Válgame Dios, y qué cara tan endemoniada! sust. C D E F G Fí 1 0 8 poeta y ha escrito: poeta y es de los mayores. Ha escrito ad. C D F. G Fí I poeta y de los mayores om. H I aunque: y aunque ad. A C D E F G H 1 0 9 en la comedia de Aún vive la honra en los muertos: con la de Aún viva la honra en los nuestros sust. A B I como esta: pero esta sust. C D E F G H 1 1 7 con gran flema y mesura un hombre andando de medio lado: con gran mesura, andando de medio lado, a un hombre sust. C D F. F G H 1 1 8 que ya le había: que le había om. B 1 2 0 que está: que lo está ad. H I No es éste el que escribió: No es el que escribió om. C D E F G H 1 2 1 San Isidro Labrador: San Isidro om. C DEFGH I no sé quien: no sé quien es ad. C D E FG H 1 2 2 Este mesmo es: Este mesmo es, le dije sust. C D E F G H I mesmo: mismo sust. B 1 3 0 Apenas pasó cuando: Así como pasó éste sust. C D F. F G H I y así como le vio, mi camarada dijo: y apenas le vio mi amigo cuando dijo sust. C DEFGH 1 3 2 respondí yo: le respondí yo ad. CDEFGH I se las anda afirmando con los dedos de tabaco: se las anda sopesando cada instante con los dedos del tabaco sust. C D E F G H 1 3 3 hablábamos: que se hablaba sust. C D E F G H 1 3 4 nos satisfizo con esta redondilla que de su ingenio y tan agudo no se esperaba menos: le satisfizo con esta redondilla om. C D E F G H 1 3 7 - 1 3 9 ni con su embarazo lucho, / ¿cómo puede pesar mucho / un alfanje de Damasco?: como tú lo consideras, / porque antes son tan ligeras / que parecen de damasco sust. C D E F G H 1 4 1 un poeta eclesiástico: un eclesiástico y un seglar sust. C D F F G H 1 4 3 - 1 7 3 supresión de estas líneas en C D F. F G H, sustituidas por estas otras: y conocí que el eclesiástico era don Blas, y el seglar don Juan Matos. «¿Quién es este licenciado tan cerrado de barba, que ni aun por un resquicio ven la luz sus mejillas?, me preguntó mi amigo, y ¿quien es el otro que viene con él?». A que yo le respondí esta copla: No te pongas a dudar / cualquiera dellos quién es, / que los dos que juntos ves / son Matos y por rozar. 1 5 2 las hace: la hace om. B 1 5 5 del ejercicio: de el ejercicio sust. B 1 7 5 al Parnaso, en cuya falda: al monte Parnaso, en cuyas faldas ad. C D E F G H I más bien fortificado y infinitos poetas: muy bien fortificado y muchísimos poetas sust. C D E F G H 1 7 6 venido por diferentes caminos que los otros que encontramos: venido antes que los otros que encontramos por el camino swsf. C D E F G H 1 7 9 los poetas latinos dísticos: los enemigos dísticos sust. C D E F G H 1 8 0 la estrada: una estrada sust. C D E F G H I una epigrama latina: un epigrama latino sust. DEFGH 1 8 1 aturdido, sin saber de sí: medio muerto, sin saber lo que le había sucedido sust. C D F, F G H I le dijo no sé quién: le dijo el licenciado Villaviciosa s;«r. CDEFGH 1 8 6 - 1 8 7 ¿pensó que las epigramas / eran almendras del baile?: ¿piensa que las epigramas / son almendras del baile? sust. A B I almendrillas sust. B I baile: valle sust. G 1 8 9 En medio: Y en medio ad. C D EFGH 1 9 0 debían de ser comedias viejas, y decía entre sí: eran comedias antiquísimas de quien nadie se acordaba. Estaba diciendo entre sí sust. C D E F G H 1 9 1 Mudando este paso: Mudándole algo a este paso ad. C D F. G H I mudando: mudado om. B 1 9 3 Yo peleo más que: Yo peleo aquí más que ad. C D E F G H

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VEJAMEN DE D. JERÓNIMO CÁNCER 1 1 1

1 9 4 enemigo, como ahora lo echará de ver: enemigo. —V.m., le repliqué, me parece que está buscando qué tomar desas comedias viejas. —Eso mismo, me respondió, me obliga a decir que estoy minando al enemigo, y échelo de ver en esta copla sust. CDEFGH 1 9 6 imagina: imagino sust. A B 2 0 1 íbase: Iba om. CDEFGH I poetas con la incomodidad del sitio de la campaña y de la inclemencia del tiempo. Don Juan Matos: poetas; y don Juan Matos om. CDEFGH 2 0 3 para volver a su casa: para volverse sust. CDEFGH I en esta seguidilla: en esta copla sust. DEFGH I en esta siguiente copla ad. C 2 1 0 un escuadrón tan lucido de poetas: tan lucido ejército de poetas sust. CDEFGH I él dio la razón en esta redondilla: dio la razón en esta seguidilla sust. B I él dio la razón en esta seguidilla sust. CDEFGH 2 1 8 el enemigo: los enemigos sust. CDEFGH 2 1 9 a los poetas: los poetas om. B C D E F G H 2 2 0 sitio, y les quitamos a la retirada algunas voces latinas de que usan los críticos: sitio, y nuestros poetas dieron en ellos y les quitaron algunas voces latinas de que los cultos usan sust. C DEFGH 2 2 1 fuga a picar la cola: furia a picalle la cola sust. CDEFGH 2 2 2 quiso Dios y mi buena dicha que disperté: quiso Dios que despertase sust. CDEFGH 2 2 3 - 2 8 9 supresión de estas líneas finales en C D E F G H, sustituidas por estas otras: en el Prado y ahora en la Academia, donde confieso que todo lo que no es afirmar que los ingenios que la asisten son los mayores, es sueño; que, a estar yo dispierto, todas las que parecen burlas satíricas fueran en mí atentas veneraciones.

Referencias bibliográficas

Ediciones y manuscritos del «vejamen »*

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2. Delicias de la lengua castellana. En las obras de D. Jerónimo de Cáncer y Velasco, recogidas por un curioso en Milán. Dedicadas al Excelentísimo Señor D. Gaspar de Tebes y Guzmán, Marqués de la Fuente, Señor de Lerena Benazuzar y Arrucas, de las Islas de Guadalupe y Matalión, patrón perpetuo de la Victoria, Comendador de Colos en la Orden de Santiago, Alcalde mayor perpetuo, y Escribano mayor de la Ciudad de Sevilla, Gentilhombre de la Cámara de S.M. su Acemilero mayor, de su Consejo, su Embajador extraordinario a los Príncipes de Italia y Alemania, y a la Serenísima República de Venecia &c. y mi Señor. Milán, Juan Pedro Cardo, 1655, pp. 3-11. (3 a edición. Madrid/ Biblioteca de Palacio Real: VIII-8492) (E).

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4 . Obras varias de D. Jerónimo de Cáncer y Velasco. Dedicadas al Excelentísimo Señor Don Gaspar Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, Duque de la Ciudad de Medina Sidonia, Marqués

* Las siglas entre paréntesis corresponden a las utilizadas en el aparato crítico.

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1 1 2 J U A N C A R L O S G O N Z Á L E Z M A Y A Criticati, 96, 2006

y Conde, & c. Gentil-Hombre de la Cámara de su Majestad. Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1651 , f. 121-134 (Edición príncipe. MI BN: R-20038) (C).

5. Obras varias de D. Jerónimo de Cáncer y Velasco. Dedicadas al Excelentísimo Señor Don Gaspar Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, Duque de la Ciudad de Medina-Sidonia, Marqués y Conde, &c. Gentil-Hombre de la Cámara de su Majestad. Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1651, f. 86-98. (2 a ed. MI BN: U-1355) (D)

6. Obras varias de Don Jerónimo de Cáncer y Velasco, que en esta segunda impresión publica en Lisboa Hennque Valente de Olivara, 1657, f. 199-251 (4 a ed. M/BN: R-7096) (F).

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Resumen. El Vejamen de Academia es un género poco estudiado. No existe un estudio de conjunto y sí ediciones puntuales de algunos escritores famosos o conocidos en el siglo xvu. Se presenta ahora uno de los más conocidos entonces: el que dio Jerónimo de Cáncer en la «Academia Castellana» de Madrid, entre 1644 y 1647. Fuente inagotable de anécdotas varias sobre los poetas de aquel tiempo, y citado en numerosas ocasiones, se presenta ahora por primera vez. en edición crítica con anotación filológica y un extenso aparato de variantes. Acompaña a la edición un estudio preliminar sobre este tipo de piezas, la polémica datación y la nómina de escritores que acompañaron a Cáncer en la Academia Castellana en unos años particularmente obscuros por la falta de noticias. Finalmente, se añade una bibliografía con todos los textos impresos y manuscritos del Vejamen conocidos hasta hoy y la relación de obras consultadas.

Résumé. Le Vejamen lu dans les académies du xv i f siècle reste un genre peu exploré (pas d'étude d'ensemble et seulement des éditions occasionnelles de textes de quelques écrivains fameux de la période). Le Vejamen de Jerónimo de Cáncer présenté à Y Academia castellana entre 1644 et 1647 est l'un des plus fameux de son espèce. Source inépuisable d'anecdotes sur les poètes d'alors, il est l'objet d'une première édition critique avec annotation philologique, étude préliminaire (genre, datation, liste des participants à l'académie pendant ces années particulièrement difficiles), bibliographie des manuscrits et éditions du texte et des études s'y rapportant.

Summary. Academy «Vejamen» is a scarcely studied genre. Although there are no global studies on this genre, a few specific editions done by some famous writers from the seventeenth century can be found. In this paper we present one of the most well-known vejámenes of that time which was carried out by Jerónimo de Cáncer in the «Castilian Academy» of Madrid by 1644-1647. This study is an endless source of anecdotes about poets of that time, it is cited on many occasions and for the first time we offer a critical edition with philological footnotes and a wide range of variants. Apart from this edition, we also include a preliminary study about these types of brief treatises, the polemic fact of dating the material and a list of writers who accompanied Cáncer in the «Castilian Academy» during some particularly obscure years where there was a lack of information. A bibliography is included with all the texts, prints and manuscripts of the Vejamen which are known to the present, as well as a list of references.

Palabras clave. Academias. CÁNCER Y VELASCO, Jerónimo de. Edición crítica. Vejamen.