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vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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MEMORIAS DE LAS VI JORNADAS INTERNACIONALES DE

ARTE, HISTORIA Y CULTURA COLONIAL

“ASIA EN AMÉRICA”

I. S. S. N.: 2322-7141

Ministerio de Cultura – República de Colombia

Museo Colonial y Museo Santa Clara

14 al 16 de agosto de 2012

Gimnasio Moderno – Museo Colonial

Bogotá D. C., Colombia

TABLA DE CONTENIDO Presentación ............................................................................................................................. 3

Autores...................................................................................................................................... 4

Reflexiones acerca de la presencia del imaginario oriental en el continente americano

durante el llamado Descubrimiento de América ................................................................... 6

Encuentros entre Europa y China (siglos XVI a XVIII) ...................................................... 23

De lo chino a lo chinesco, sinécdoque de un espejismo...................................................... 38

El encanto de la porcelana china: apuntes históricos a propósito de algunos vestigios

coloniales ................................................................................................................................ 58

El mobiliario “enconchado” en el virreinato del Perú ........................................................ 69

Oriente en el Nuevo Reino de Granada. Influencias y presencias en los objetos artísticos.

El caso del arte del barniz de Pasto ...................................................................................... 86

MUSEO COLONIAL Y MUSEO SANTA CLARA ................................................................ 118

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Asia en América

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Presentación

TABLA DE CONTENIDO

Las JORNADAS INTERNACIONALES DE ARTE, HISTORIA Y

CULTURA COLONIAL del Museo Colonial y Museo Iglesia Santa Clara reúnen

anualmente a un grupo de académicos nacionales e internacionales, especialistas en

historia del arte, la cultura y la historia colonial, alrededor de una temática central.

En el 2011, debido a una iniciativa de la Ministra de Relaciones Exteriores de

Colombia, se emprendió la organización del Proyecto Expositivo ASIA EN AMÉRICA,

liderado desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Cultura en el

marco del fortalecimiento del programa de relaciones diplomáticas entre los países

americanos de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y los países de

Asia Pacífico. Por esta razón, este año se ha vinculado el evento expositivo con la sexta

edición de las JORNADAS INTERNACIONALES, cuya temática central son los

productos culturales derivados de las relaciones comerciales, sociales y culturales entre

Asia y América durante los siglos XVI al XIX.

Las VI Jornadas se desarrollarán a partir de tres ejes temáticos:

1. Contexto Asia - América Virreinal

2. Circulación de ideas y productos

2.1. Arte religioso

2.2. Artes decorativas

2.3. Textos

3. Producción local y coleccionismo chileno del s. XIX

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Autores

TABLA DE CONTENIDO

OLAYA SANFUENTES ECHEVERRÍA

Doctora en Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Barcelona. Profesora del

Departamento de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile y ha sido

profesora invitada en la Universidad Degli Studio Di Napoli, en la Universidad de

California, en el Lake Forest College y en la Universidad Iberoamericana de México, entre

otras. Ha publicado el libro Develando el Nuevo Mundo. Imágenes de un proceso (2009),

así como un número importante de artículos sobre patrimonio, arte e historia colonial.

PALOMA DE LA LUZ CORONADO

Magíster en Filosofía China de la Universidad de Xiamen y Literata de la Universidad de

los Andes. Ha realizado estudios de idioma y cultura China. Coordinadora del Instituto

Confucio de la Universidad de los Andes y profesora del Departamento de Lenguajes y

Estudios Socioculturales de la misma universidad. Es coautora del libro Chino paso a

paso (2009) y ha publicado artículos alrededor del tema de la cultura china.

ISABEL CERVERA FERNÁNDEZ

Doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. Profesora del

Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid y

miembro del Centro de Estudios Asia-Oriental de la UAM. Ha realizado diversos cursos de

posgrado en París, Londres y en la Universidad de Beijing sobre diferentes aspectos del

arte asiático. Es autora de varios libros acerca de este tema, y especialmente del arte chino,

destacando entre otros La vía de la caligrafía (1989), El Imperio Mogol de la India

(1990) e Historia del Arte Chino (en 2 volúmenes, 1991 y 1992). Ha participado en la

redacción de los capítulos dedicados al arte chino y japonés de la Historia Universal del

Arte e Historia Universal de la Pintura (1996), así como en la redacción de la Historia del

Arte (1996), en la que ha realizado el bloque temático dedicado al arte chino.

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Asia en América

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MARÍA ASTRID RÍOS DURÁN

Magíster en Historia y Diseñadora Industrial de la Universidad Nacional de Colombia,

sede Bogotá. Profesora del Programa de Pregrado Diseño Industrial en la Universidad

Nacional de Colombia, sede Palmira. Es autora del cuaderno de estudio Los tibores

chinos (2003) y de varios artículos en torno a la historia de la cultura material en Bogotá

a comienzos del siglo XIX.

JORGE RIVAS PÉREZ

Arquitecto de la Universidad Central de Venezuela, con especialización en Diseño

Industrial de la Universitá degli Studi di Firenze (Italia) y Magíster Philisophiae (MPhil)

en Historia del Arte en el Bard Graduate Center de Nueva York, donde prosigue su

doctorado. Se desempeña desde 1998 como curador de arte colonial latinoamericano en

la Colección Patricia Phelps de Cisneros en Venezuela y Nueva York. Ha sido miembro

del directorio del Museo de Arte Colonial de Caracas, Venezuela (1999-2003), miembro

del comité internacional de especialistas para la catalogación de la colección de

mobiliario del Museo Franz Mayer en la ciudad de México, México (2005-2007), y

curador y co-curador de diversas exposiciones temporales e itinerantes en Estados

Unidos, Venezuela y República Dominicana. También es autor de varios libros y

catálogos sobre arte colonial y diseño.

MARÍA DEL PILAR LÓPEZ

Arquitecta de la Universidad Nacional de Colombia especializada en investigaciones

sobre historia de la arquitectura y del arte en el Nuevo Reino de Granada. Profesora

asociada e investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas, Facultad de Artes,

Universidad Nacional de Colombia (del cual fue directora durante el periodo 2006-

2008), y profesora de la “Maestría en Conservación del Patrimonio Cultural Inmueble”.

Colabora en el Doctorado “Historia del Arte y la Arquitectura” y en la “Maestría de

Museología y Gestión del Patrimonio” de la misma Facultad. Directora del grupo de

investigación “Estudios histórico-artísticos de. los bienes culturales”. Dirigió el Museo de

Arte de la Universidad Nacional entre 1995 y 1998. Ha realizado varias exposiciones,

entre ellas: “Más que muebles” en el Museo de la Independencia 20 de Julio (2012). Ha

participado en seminarios internacionales en el área de la historia del arte y la

arquitectura, proyectos que se han materializado en más de 23 publicaciones.

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Reflexiones acerca de la presencia del imaginario oriental en el

continente americano durante el llamado Descubrimiento de América1

Olaya Sanfuentes Echeverría

Pontificia Universidad Católica de Chile

[email protected]

TABLA DE CONTENIDO

Cristóbal Colón no descubrió América. Colón no descubrió Asia. Si esto es así, ¿qué fue

lo que hizo Colón? Después de todo, igualmente es un personaje famoso que le da nombre al

país que hoy generosamente nos alberga y a tantos otros lugares e instituciones que vienen a

nuestra mente. La calle Cristóbal Colón que atraviesa la ciudad de Santiago de Chile de

Oriente a Poniente, el famoso teatro Colón en Buenos Aires, la Cafetería Colombo en Río de

Janeiro, la ciudad y puerto libre de Colón en Panamá. Como se ve, muchos lugares que llevan

su nombre en un continente que, sin embargo, fue bautizado en honor a otro italiano.

Pero Cristóbal Colón no descubrió América, según nos explica el historiador

mexicano Edmundo O’Gorman, en su famoso libro La Invención de América (1958). Este

último nos invita a distinguir entre lo que el almirante realmente pensó que estaba

realizando y lo que la historiografía a posteriori ha interpretado como la hazaña

1 El texto a continuación no contiene notas a pie de página, porque constituyen las ideas de la autora en su libro Develando el Nuevo Mundo. Imágenes de un proceso (Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica, 2009).

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Asia en América

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colombina. Lo que ocurrió es que, sin saber que estaba frente a un nuevo continente,

Cristóbal Colón pensó que había llegado a las costas más orientales de la India y para

poder darle coherencia a sus ideas, describió las nuevas tierras con todo un imaginario

asiático. Así se inaugura, entonces, la presencia de Asia en América.

Características del viaje a Oriente y la formación de imaginario colombino

Cristóbal Colón salió de España, tras haber convencido a los Reyes Católicos de

que su aventura era posible, pensando que su viaje por la ruta Atlántica occidental lo

llevaría a las costas asiáticas. Se sabía que el mundo era redondo, pero no se conocían las

dimensiones de la esfera. Sobre este tema había varias conjeturas, pero ninguna certeza.

El imaginario colombino era rico y complejo y estaba nutrido de una serie de conceptos e

ideas respecto a lo que un viaje a Oriente implicaba. Había leído los libros de viajes más

importantes de la época, conocía las ideas de ciertas autoridades clásicas respecto al

mundo, había surcado los mares y convivido con marinos en varios puertos,

empapándose de maravillosas historias ultramarinas. Como todo cristiano de esos

tiempos, respiraba de las ideas y preceptos incluidos en las páginas de la Biblia.

Respecto a sus lecturas de libros de viajes sabemos, por el catastro de su biblioteca, que

entre los libros que leyó e incluso intervino con anotaciones al margen fue el de Marco Polo.

En el Libro de las Maravillas, el veneciano describía el Oriente tan anhelado por sus riquezas,

las que se encontraban tras sobrepasar el encuentro con seres monstruosos que las

custodiaban celosamente. Marco Polo hablaba de ciudades lejanas donde los techos eran

todos de oro, lugares donde se encontraban perlas y piedras preciosas y otras riquezas que

eran soñadas por el mundo occidental. Pero en Oriente estaban también las islas Macho y

Hembra, que albergaban a razas monstruosas de antropófagos y amazonas respectivamente.

Los primeros comían carne humana, lo que los convertía en los seres más temidos y

rechazados por el hombre occidental. Las amazonas vivían en comunidades femeninas y

tenían relaciones con los de la isla Macho solo para procrear. Si nacían hijas mujeres, las

mantenían y les enseñaban los ejercicios guerreros indispensables. Si los hijos eran hombres,

los entregaban a los antropófagos o bien los mataban.

Estos pueblos habían sido también descritos por sir John Mandeville, cuya obra fue

la más popular y preciada de las historias medievales sobre maravillas. Este autor, de cuya

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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identidad poco se sabe, describe también el famoso paraíso. Nos relata que el verdadero

paraíso se ubica más allá de la mítica isla Trapóbana, la que ya tiene características ideales:

el clima es benigno, la vegetación frondosa, la gente buena y razonable y es cercana a islas

donde abundan el oro y la plata. El Paraíso está más allá todavía.

De Oriente se sabían también cosas a través de los relatos de peregrinos

apostólicos. En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo habría dotado a los apóstoles del

don de lenguas, lo que les hizo posible llevar el evangelio a cada pueblo del mundo. Los

relatos de estas travesías son los que conocemos como Hechos de los Apóstoles y las

narraciones también surgidas de esta tradición, pero no reconocidas oficialmente por la

Iglesia, son los llamados Hechos Apócrifos. Los primeros, son fundamentales en lo que

se refiere a las maravillas religiosas o milagros realizados por los apóstoles de Cristo en

tierras lejanas. Los segundos, permiten la difusión de tierras maravillosas donde los

apóstoles Tomás y Bartolomé habrían evangelizado en la India.

Avanzando en el tiempo, tenemos luego los relatos de viajeros que se acercaron a

Oriente, gracias a la coyuntura histórica del dominio mongol sobre gran parte del

continente asiático. Aprovechando el espíritu de apertura de los mongoles, el papado

creyó necesario enviar a algunos misioneros para atraerlos a la fe cristiana. En este

contexto surgen personajes como Plan Carpino y Guillermo De Rubruck, quien fue

enviado a Oriente por San Luis, rey de Francia. Años más tarde, irían Juan de

Montecorvino y Jourdain de Séverac.

Además de las descritas por los textos mencionados, muchas otras maravillas

orientales habitaban la mente colombina. No había que haber leído directamente los

relatos medievales, porque los mundos maravillosos orientales eran parte del acervo

compartido por los hombres de aquella época. Las imágenes de las maravillas estaban en

los capiteles de las columnas de los monasterios, en los disfraces utilizados en las fiestas,

en los ábsides de las iglesias, en las novelas de caballería, en los relatos populares y

leyendas. Este mundo maravilloso constituía un universo muy amplio y denso,

abarcando todos los aspectos de la vida del hombre medieval. Las maravillas se refieren

a todas aquellas cosas que causan admiración, sorpresa y estupefacción. Lo que nosotros

entendemos como maravilloso difiere del significado que el término tuviera en la Edad

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Asia en América

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Media. Para nosotros es una categoría del espíritu o de la literatura, para el hombre

medieval era todo un universo, un conjunto de cosas que asombraban.

En un intento por clasificar este mundo maravilloso, Jacques Le Goff lo divide en:

- Países y lugares: naturales (montañas, rocas, fuentes manantiales,

árboles, islas); debidos a la acción humana (ciudades, castillos, torres,

tumbas). Aquí quedaban incluidas maravillas como la isla de Brasil, la

Antilla, la isla San Brandán, la Fuente de Juventud y la tumba de

Santiago Apóstol, por nombrar algunas.

- Seres humanos y antropomorfos: gigantes, enanos, hadas, hombres y

mujeres con particularidades físicas, así como monstruos humanos.

- Animales naturales e imaginarios (grifos, dragones, unicornios y todos

los animales del bestiario medieval)

- Seres medio hombre-medio animal (melusinas, sirenas, centauros y

grifos)

- Objetos: anillos, copas, cuernos. Entre estos prodigios figurarían el

Santo Grial, el arca de Noé y el cuerno del unicornio.

Oriente era también el lugar de las preciadas especies. Canela, nuez moscada,

clavo de olor y pimienta servían para mantener los alimentos a salvo de una rápida

putrefacción y ayudaban a que la comida europea, -bastante insípida- tuviera más

picardía. Estos aspectos culinarios no son datos menores, en la medida que sabemos que

el hambre acechaba a la sociedad europea medieval y entre los que comían, pero poco,

los registros gastronómicos de la época nos muestran que la comida era muy poco

sabrosa. Estas especies debían recorrer largos tramos y pasar por muchos agentes

comerciales antes de llegar a los puertos de Alejandría y Estambul, donde comerciantes

genoveses y venecianos las compraban y luego las vendían a desorbitantes precios en el

resto de Europa.

Cristóbal Colón había leído la Biblia y como todo hombre de su época, pensaba

que ahí estaba inscrita y escrita la historia del mundo. Entre los relatos bíblicos estaba el

que contaba que en algún lugar de Oriente, inexpugnable y reservado solo para elegidos,

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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estaba el paraíso terrenal. Era éste un lugar de clima agradable y siempre verde, donde el

hombre tenía el alimento al alcance de su mano, sin mayores esfuerzos. Todo era

sublime y agradable, los frutos despedían olores y los ruiseñores deleitaban los oídos con

su cantar. En el paraíso había una fuente desde la cual salían los cuatro ríos del mundo:

el Tigris, el Eufrates, el Ganges y el Nilo. El que bebía del agua de esa fuente vería

renovadas sus energías o alcanzaría la vida eterna.

Así como las ideas que estaban en la Biblia no eran discutibles, tampoco lo eran

las incluidas en los textos clásicos. Estos libros eran la autoridad para conocer el mundo

y su historia. Ahí estaban los postulados de Plinio y su clasificación y descripción de las

razas monstruosas; estaban también las ideas de Macrobio, quien hablaba de las zonas

climáticas de la Tierra y determinaba, entonces, dónde era posible la vida humana. El ser

humano solo podía desarrollarse en las zonas templadas, porque las tórridas y las frías

tenían condiciones climáticas muy extremas. Pero había zonas templadas en el

hemisferio norte y en el sur. Era en el hemisferio septentrional donde se encontraba la

ecumene, y en el meridional podía haber antípodas. Pero si bien la vida humana era

teóricamente posible en esas latitudes, la Iglesia consideraba herético pensar que ahí

había personas. Dios había creado el mundo, había luego mandado el Diluvio y los tres

hijos de Noé se habrían luego repartido por los tres continentes, dando origen a las razas

camita, semita y jafetita. Estos habrían poblado África, Asia y Europa respectivamente.

No podía haber nada más porque la Biblia no lo mencionaba.

Entre los clásicos, fundamentales son las ideas de Tolomeo. Sus concepciones

geográficas serían adoptadas por Colón, sobre todo en lo que se refiere a las dimensiones

de la Tierra. Tolomeo le adjudicó a la circunferencia terrestre un 30% menos de lo que

había calculado Eratóstenes, quien estuvo mucho más ajustado en sus cálculos a la

realidad. Tolomeo, por otra parte, ampliaba considerablemente el continente

euroasiático y le asignaba al Mediterráneo el doble de la longitud que realmente tiene.

Estos tres errores harían creer a Cristóbal Colón que llegar a Japón por el oeste en un

corto plazo era posible.

Con este acervo a su haber es que Cristóbal Colón sale de España a buscar esa ruta

occidental que, según sus cálculos, lo llevaría en un tiempo moderado hacia el Oriente

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Asia en América

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tan deseado. Tras días y días de larga navegación, cuando ya todo indicaba que estaban

perdidos, la expedición colombina avistó tierra. Colón creyó que era Asia.

El continente americano se llena del imaginario oriental

De ahí en adelante, todo lo que Cristóbal Colón observará con sus ojos y registrará

tanto en su diario a bordo como en las cartas que mandará a España, será visto con una

lente oriental. La geografía mental que el almirante manejaba en su cabeza no le permitía

atender a las peculiaridades y novedades de estas tierras que se habían interpuesto en el

camino. América hacía su debut en la historia asociada a una identidad oriental.

Cuando Colón llega a la isla que los indígenas llamaban Guanahaní, la bautiza con

el nombre de San Salvador, inaugurando una práctica de poner nombres españoles y

cristianos a un espacio geográfico que estaba habitado por personas que lo llamaban de

otra forma. De ahí se acerca a Cuba y la confunde con el famoso Cipango. Los aborígenes

repetían el nombre de Cibao y hablaban de un tal Cainaboa, información toda que Colón

interpretó a su antojo y conveniencia. Sentaba el precedente de una observación y

descripción que acomodaba todo a la expectativa de un ser oriental. La nueva realidad

geográfica no lograba sustituir en la mente colombina su idea preestablecida y fija de

encontrase en tierras orientales.

Luego relata que Cuba no es para él una isla, sino Tierra Firme, fin de las Indias

por Oriente y el comienzo navegando por el poniente. Colón bautizó con el nombre de

Alfa y Omega al promontorio más oriental de Cuba, juzgando que se encontraba en el

lugar de principio y fin de Oriente. A pesar de que los indios le insinuaban al almirante la

insularidad de Cuba, éste tenía una idea de la geografía oriental que no le permitía ver la

realidad. Para él, en cambio, Cuba era la prueba de que había llegado a su objetivo

oriental. Era imposible que fuera otra cosa que un promontorio asiático, porque una isla

de tales dimensiones no había sido vista ni descrita nunca antes y, según los cálculos de

Tolomeo, esa tierra era ya parte de las Indias.

A pesar de estas descripciones e insistencias colombinas, su viaje no tardó en

mostrar sus contradicciones: Colón había vuelto de las supuestas Indias sin las bodegas

de las naos atestadas de oro, pedrerías o especies, como se esperaba encontrar en una

expedición a Oriente. Tampoco trajo consigo súbditos del Gran Khan, sino indios de la

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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Española. En vez de brocados de seda, llegó a España con máscaras hechas de hueso de

pescado. Y en lugar de colmillos de elefante o cuernos de unicornio, se presentó ante los

Reyes Católicos con papagayos verdes.

Cuando Colón regresó de su primera hazaña atlántica, hubo quien manifestó su

escepticismo respecto de su viaje oriental. No obstante, esto no significaba que aquellos

incrédulos tuvieran alguna interpretación alternativa que ofrecer. El humanista Pedro

Mártir de Anglería, en una carta al arzobispo de Braga, hacía eco de su escepticismo con

las siguientes palabras:

Cierto Colón navegó hacia occidente, hasta llegar hasta las antípodas de

la India, según él cree. Encontró muchas islas y piensan que son las

mencionadas por los cosmógrafos más allá del océano oriental,

adyacentes a la India. Yo no lo niego del todo, aunque la magnitud de la

esfera parece indicar otra cosa. A nosotros nos basta con que salga a la luz

la mitad del orbe que estaba oculta.

El humanista español Bernardino Carvajal decía que las tierras descubiertas por

Colón eran desconocidas y que se encontraban hacia las India, por lo que no eran la

India. Tampoco daba una alternativa de interpretación. El doctor Francisco de Cisneros,

hombre con fuerte formación humanística, argumentaba por su parte que las islas

colombinas recién descubiertas se encontraban en el Océano Etiópico, invalidando así

las ideas geográficas de Colón.

Para poder demostrar la confusión generada por la hazaña colombina y la

dificultad de dar identidad a estas tierras, se puede acudir, a modo de ejemplo, a la obra

El libro del famosos Marco Paulo veneciano de las cosas maravillosas que vido en las

partes orientales, traducida por Rodrigo de Santaella e impreso en Sevilla en los talleres

de Lanzalao Colono y Jacobo Cronberger en el año 1503. En el prólogo dedicado a la

zona de Arabia, Santaella registra la creencia de algunos de que eso no es Antilla.

Comenta, asimismo, que muchos están engañados respecto a la naturaleza de las tierras

a las que han llegado los Reyes Católicos. Por haber encontrado oro, osan decir que

llegaron a Tarsis y Ofir.

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Asia en América

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Santo Domingo en la Isabela Portada del Libro del famoso Marco Paulo veneciano de las cosas maravillosas….

Sevilla: Lanzalao Colono y Jacobo Cronberger, 1503 Biblioteca Nacional de Madrid

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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El segundo viaje colombino a las tierras por él descubiertas, está también asociado

a la supuesta naturaleza oriental de estas tierras. Influido por el imaginario compartido

respecto a las riquezas de Oriente y movido por la necesidad de encontrar estas riquezas

para mantener el entusiasmo de los reyes, Colón no cesa de buscarlas y describirlas.

Manda el almirante a hombres de su expedición a buscar el anhelado oro. Está

constantemente disculpándose de no poder juntar cantidades considerables del metal, o

de las especies asiáticas: no pudieron cargarlo al barco o no era la época de tal especie.

La idea preconcebida del almirante respecto al ser asiático de estas tierras alcanza

su clímax en el tercer viaje que realiza a las Indias Occidentales. Los reyes parecían seguir

confiando en Colón porque volvían a financiarlo y apoyarlo. Esta expedición sale de

Sanlúcar de Barrameda el 30 de marzo de 1498 y llega a descubrir la isla de Trinidad y la

desembocadura del río Orinoco. Este río acarreaba grandes caudales de agua fresca y era

de color marrón, pruebas decisivas de que había ahí una gran masa de tierra continental.

Sin embargo, insistiendo en su idea de hallarse en Asia, Cristóbal Colón argumentó que

esta agua debía fluir de algunos de los cuatro ríos que salían del paraíso terrenal.

Para el almirante, el estar cerca del Edén significaba encontrarse en la mejor parte

del mundo: un lugar de clima perfecto, de mucha verdura, gente linda y amable, más

astuta y menos cobarde que los otros pueblos hasta entonces encontrados. En su diario

diría que en las Santas Escrituras está escrito que Nuestro Señor hizo el Paraíso Terrenal

y en él puso el árbol de la vida. Todos los teólogos, argumentaba Colón, estarían de

acuerdo en que el Paraíso Terrenal está en el fin de Oriente, al cual también llamaron el

fin de la tierra yendo a Oriente. Por último, el almirante recurre a la idea mesiánica de

haber sido el elegido por voluntad divina para descubrir esas tierras. Como se puede

apreciar, se esforzaba hasta el límite para acomodar la realidad a su objetivo de

demostrar que estaba en Asia. Se basaba en las autoridades por todos aceptadas.

El cuarto y último viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo no está exento de las

prácticas hasta aquí descritas. Se embarca el año 1502, recorre las costas de Honduras,

Nicaragua y Costa Rica, pero cree, no obstante, estar en la provincia de Ciguara,

empeñándose hasta el último momento en su idea oriental.

Page 15: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

Asia en América

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Todo este proceso hasta aquí descrito generará la base de un imaginario oriental

asociado a las tierras descubiertas. América inauguraba su aparición en la historia de

Occidente como una tierra con una identidad prestada o bien impuesta desde Europa para

entrar en la tradición. Los europeos no lograban deshacerse de sus conceptos adquiridos a

través de los textos y rendirse frente a la evidencia de la experiencia. Por esta razón es que,

durante algunos años, las imágenes de las nuevas tierras descubiertas serán imágenes que

las pintan con los colores tradicionales y orientales. El soporte visual encarnará estas

primeras imágenes orientales, a través de las representaciones de una geografía, una flora

y fauna y un ser humano americano que se observó y registró desde una lente oriental.

Lo oriental en las primeras representaciones visuales de América.

La cartografía americana, por tanto, comienza como una de confusión inicial de

las tierras descubiertas con el continente asiático. Para Colón, cada elemento geográfico

debía coincidir con lo que había descrito Marco Polo respecto de las miles de islas que

poblarían los mares orientales. De esta confusión inicial es que surge toda una

terminología: islas del Océano Indico, islas de la India; las instituciones nacidas para

ocuparse de estas posesiones eran las Leyes de Indias y el Consejo de Indias y el nombre

que para siempre se adoptó para los habitantes de estos lugares –indios- también debe

mirarse bajo esta perspectiva.

Un interesante mapa que recoge las ideas orientales de Cristóbal Colón es del

turco Piri Reis, cuyos derroteros muestran, además, los avatares de las fuentes

históricas. El año 1929 se removieron los objetos del palacio Topkapi de Estambul, para

transformarlo en museo. En aquella ocasión, se encontró un curioso mapa pintado sobre

pergamino. Se estudiaron las inscripciones, lo que llevó a que los especialistas

concluyeran que el mapa de Piri Reis constituye el único testimonio subsistente de los

mapas del almirante que registran las tierras por él descubiertas.

Sobrino de un famoso corsario turco, Piri Reis había acompañado a su tío desde muy

joven, llevándolo hasta el Mar Rojo y el Mediterráneo. El año 1526 escribió un Libro de la

Marina para el sultán Suleimán, cuya introducción, en versos, cuenta la historia de “un

astrónomo que se llamaba Kolón…que salió en busca de Antyle…y la descubrió. Hoy la

ruta es muy conocida y llegó hasta nosotros”. Cuenta Piri Reis que el año 1517 le regaló a

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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Selim I un mapa que mostraba estos mares. Se trata del fragmento encontrado en el palacio

Topkapi de Estambul. En notas marginales sobre él indica que para dibujarlo utilizó un

mapa de Colón y otros portugueses. El mapa colombino al cual hace referencia fue

posiblemente dibujado en 1498 y encontrado en un barco español capturado en 1501.

El de Piri Reis es un mapa que refleja fielmente las ideas geográficas del almirante.

Cada isla está pintada según la imaginaba Colón y Cuba está representada como una

península asiática. Fiel a la tradición medieval, está lleno de monstruos y animales extraños.

Carta Náutica del navegante turco Piri Reis 1513 Museo Topkapi, Estambul.

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Asia en América

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Otro mapa de la época que muestra la inicial confusión de América con Asia es el de

Cantino de 1502. Este mapa fue copiado de un padrón real, por una mano desconocida y salió

de Lisboa el año 1502 con Alberto Cantino, quien se lo dio al duque de Ferrara. Al llegar a

manos del duque se convirtió en un documento público y por tanto colaborador en la

formación de una imagen de América allende las potencias españolas y portuguesas. A pesar

de la acuciosidad en la representación de las tierras sudamericanas, no se soluciona aún la

relación de la zona de América del norte y Asia. Al norte de Cuba hay una porción de tierra

cuya identidad es un enigma. ¿Florida? ¿La Península de Yucatán? ¿Un cuerno asiático?

Mapa del mundo de Alberto Cantino Porción Occidental del Planisferio.

1502 Biblioteca Estense de Módena

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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Además de la geografía, la mente europea

de comienzos del siglo XVI pobló a estas tierras

descubiertas de una flora, una fauna y unos

hombres exóticos con varias características

orientales. Y nuevamente, es el mismo Colón el

que inaugura esta práctica. Al ají taino lo

confunde el almirante con la pimienta en vaina.

Así adquirió en España el nombre pimiento,

aunque no tenía ningún parentesco con la

pimienta oriental. En su segundo viaje a

América, Colón llevó a un experto botánico –el

doctor Diego Álvarez Chanca- quien se sintió

apabullado frente a las nuevas variedades de

plantas. Ante una exótica especie que

combinaba en sí el aroma del clavo, la canela y la

nuez moscada, quedó especialmente

maravillado. Es lo que llaman hoy la “pimienta

inglesa” o allspice y su única fuente de

abastecimiento sigue siendo el Caribe.

En estas tierras supuestamente orientales había que encontrar, asimismo, clavo y

canela. Con el tiempo hemos aprendido que no hay en América ni una sola prima de la

canela, pero la necesidad del ser oriental de estas tierras hizo surgir la Flor de la Canela.

Con el clavo de olor ocurrió algo similar: en la selva amazónica había una liana cuyos

tallos tenían un aroma parecido. Le llaman clavo Huasco y tiene diversos usos

medicinales. El doctor Nicolás Monardes, más científico que el almirante y menos

requerido de hacer calzar todo con lo oriental, describe especies autóctonas americanas

con propiedades medicinales. Habla de la “canela de nuestras Indias”, un árbol de hoja

perenne como la de laurel y con el mismo sabor y fragancia que la canela que traen de la

India. Algunas especies por él nombradas van acompañadas por hermosos grabados.

Otras especies americanas que debieron pasar por un cedazo oriental son el girasol y el

maíz. El primero adquirió diversos nombres, entre los cuales “sol de las Indias” refleja lo

Maíz Litografía a color 1542

Page 19: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

Asia en América

19

que estamos argumentando. Algo parecido ocurrió con el maíz, que en el idioma catalán

devino llamarse blat de moro.

Entre las nuevas especies animales encontradas en el nuevo continente, menuda

impresión causó el encontrarse con un animal como la iguana. Se le asoció con el dragón

de la literatura fantástica medieval. Especies autóctonas como los auquénidos, por su

parte, fueron denominadas como “ovejas de la India”. El pavo, turkey en inglés, también

muestra esta inicial confusión de la identidad americana con lo oriental.

Una tarea urgente a realizar tras el encuentro con estas nuevas tierras era buscar

una explicación satisfactoria al origen del hombre que las habitaba. ¿Cómo se podía

insertar en la historia de la humanidad? Era la Biblia la que contenía la historia del

hombre y ahí decía que tras el Diluvio Universal los tres hijos de Noé habían poblado los

tres continentes del mundo. Una posibilidad, como hemos estado revisando hasta ahora,

era considerar estas tierras como parte del continente asiático. Es la explicación que da

Bartolomé de Las Casas, que en un esfuerzo por situar al indígena en un espectro

universal y así defender la unidad del género humano, considera al nuevo Mundo como

parte de Asia.

Hasta los mismos conquistadores forzaron la realidad para poder interpretar lo

que veían con lo que estaba escrito en la Biblia. En este esfuerzo es que surgen las

leyendas de santo Tomás en Mesoamérica y de san Bartolomé en el mundo andino.

Cristo había dado el mandato a sus discípulos de predicar por todo el orbe y como estas

tierras no podían quedar fuera de la prescripción bíblica, se les adjudicó la figura de

Santo Tomás y de San Bartolomé, quienes supuestamente habrían ido a la India. Esto

indujo a que se buscaran e inventaran todo tipo de pruebas que confirmaran la presencia

de un apóstol de Cristo en el Nuevo Mundo. Si a esto le agregamos la colaboración

indígena para satisfacer a sus nuevos dominadores, una mentalidad europea presta a

interpretar cada símbolo parecido a la iconografía cristiana como una huella de aquel

apóstol y la existencia de héroes civilizadores entre los americanos, no es raro que haya

surgido esta leyenda. En el caso de la leyenda de santo Tomás en América, esta se dio por

la identificación de este apóstol con la figura mítica e histórica de Quetzalcóatl divinidad

y sacerdote. En el área andina, por otra parte, tanto Tomás como Bartolomé se

identificaron con el personaje mítico de Tunupa.

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

20 Quetzalcóatl /Santo Tomás y discípulos Según Diego Durán 1570

Una vez en el continente, los europeos también realizaron algunos ejercicios mentales

de relacionar a los pueblos americanos con ciertos monstruos del bestiario medieval y del

continente asiático. Así es como Cristóbal Colón relata que en algunas islas del Caribe había

hombres con cola, otros sin pelo, pero sobre todo las míticas amazonas y los temidos

antropófagos. Los conquistadores y cronistas que vendrían después colaborarían con sus

descripciones en dotar de cuerpo a estos mitos que se instalarían finalmente en nuestro

continente. A las amazonas y caníbales se les sumarían los famosos gigantes, observados por

primera vez por Hernando de Magallanes y su tripulación. Pigafetta, el cronista a bordo, los

describiría con adjetivos y colores maravillosos y los bautizaría con el nombre de Patagones.

Junto a las descripciones literarias, aparecen desde un comienzo las imágenes visuales

que acompañan las crónicas o se independizan de ellas, alcanzando gran difusión y mayor

impacto en las mentes de los hombres de la época. Aquel Oriente legendario con sus riquezas

y monstruos vuelve a ser evocado para poder encontrarle un espacio en las mentes de los

europeos contemporáneos que nunca habían soñado con un cuarto continente.

Page 21: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

Asia en América

21

Cosmografía Universal de Sebastián Münster

1554 La imagen aparece ilustrando tanto América como la isla de Java (Asia)

Amazonas Detalle del mapamundi de Sebastián Caboto 1544

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

22

Reflexiones finales

La invitación a reflexionar el tema de “Asia en América” nos hizo pensar en

aquellos años inaugurales de la relación de estos dos mundos. Esta relación comienza a

nivel de los imaginarios, en aquella dimensión que incluye las ideas, las expectativas y

los sueños depositados sobre mundos lejanos capaces de contener la alteridad y lo

contrapuesto. Oriente como el lugar donde todo es posible porque es diferente a Europa,

que representa la norma. Con esta información es que serán observadas –por los

primeros descubridores y conquistadores-, las tierras avistadas por Cristóbal Colón. Una

información de color y tono oriental y que teñirá las primeras noticias y

representaciones visuales del continente americano.

Años más tarde, la relación de América con Asia será enriquecida con objetos y

personas que circularán entre estos continentes, sofisticando y complejizando las culturas

involucradas en este comercio. Era importante, no obstante, mostrar aquel preámbulo

mental que demuestra que Asia estuvo instalada en América desde mucho antes.

Page 23: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

Encuentros entre Europa y China (siglos XVI a XVIII)

Paloma Coronado

Universidad de Los Andes

[email protected]

TABLA DE CONTENIDO

En la China contemporánea se usan dos calendarios para llevar la cuenta del

tiempo. El calendario solar y el calendario lunar. Este último rige las fiestas tradicionales

como el año nuevo y el festival de otoño; el primero se utiliza para todos los documentos

legales y oficiales. Por ejemplo, en el documento de identidad de una persona se usa el

día correspondiente al calendario solar, pero la fecha de la celebración nacional del año

nuevo está determinada por el calendario lunar; por esto, el año nuevo no es fijo con

respecto al calendario solar que es el que determina la cotidianidad. Este calendario

solar llegó a China gracias a los Jesuitas. Ellos enseñaron matemáticas, astronomía,

pintura y medicina a los oficiales de la corte china durante los siglos XVI y XVIII. Por su

parte, al vivir y aprender el idioma y participar activamente de la vida en China, los

Jesuitas trasmitieron a los europeos acerca de su sociedad, costumbres, valores políticos

y morales que en ese momento permitió a occidente crear una imagen de China.

A través del estudio del trabajo de los jesuitas en China, podemos entender que

entre China y Occidente se generó un encuentro no sólo comercial sino intelectual. Fue

Page 24: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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intercambio que generó transformaciones en uno y otro lado del mundo y que todavía

afectan nuestro presente. En este breve ensayo vamos a delinear cómo fue ese canal que

establecieron los Jesuitas y cómo se dio ese encuentro entre China y Occidente.

Reino del centro y los bárbaros

Antes de observar cómo se produjo y cuál fue el resultado del encuentro entre

Europa y China durante los siglos XVI y XVIII es necesario detenerse en la manera como

China se llamaba a sí misma y a los europeos.

Desde la antigüedad, en chino mandarín, el nombre de China ha sido Zhongguo.

Su significado es muy concreto: Zhong es centro, guo es reino. Zhongguo, el Reino del

Centro, no sólo era un nombre, realmente era el lugar que China ocupaba en el

continente asiático desde hacía varios siglos. Desde que en el 200 antes de nuestra era

China se unificó también se constituyó en la cultura que mantenía el orden con las

culturas vecinas. Basándose en los textos clásicos como la tradición del pensamiento

ético y político de Confucio, el Reino del Centro mantuvo un orden imperial que

legitimaba la organización internacional a través de un Sistema Tributario en las

relaciones con los demás pueblos.

Los textos clásicos han legitimado la superioridad de la civilización china desde la

antigüedad, basados en el desarrollo de su escritura y la continuidad cultural de su

pensamiento. Ambas características habían sido heredadas por sus ancestros y marcaban

la diferencia (y superioridad) con cualquier otra civilización. Este sino-centrismo se

fundamentaba en la concepción de que ningún otro pueblo de la antigüedad había logrado

el desarrollo cultural que el pueblo chino. A su vez, el orden confuciano también implicaba

la responsabilidad de guiar y proteger a los otros pueblos inferiores, de la misma manera

que el gobernante con sus súbditos, o el padre con sus hijos. Este es el principio sobre el

que se basa el Sistema Tributario en el que China estaba en el centro del orden político y

social. Los pueblos que reconocían el principio confuciano y se acogían al orden tributario

no eran considerados ni enemigos ni bárbaros.

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el orden del Sistema Tributario fue aceptado

por los europeos sin mayores conflictos. Fue una época en la que el comercio y el

intercambio de productos con China fueron constantes, pero se hizo aceptando las

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Asia en América

25

condiciones impuestas por el Sistema Tributario. Una de ellas impedía a los

comerciantes europeos entrar al territorio chino y por lo tanto todas las transacciones

comerciales se hacían desde un punto específico en la costa sur, Macao (Spence, 1998).

Esta restricción no impidió el flujo de objetos entre Europa y China. Pero hacia

comienzos del siglo XIX los cambios en Europa y la formación de las naciones estado,

entre otras razones, cambiaron ese orden (Fairbank, 1942). Este orden internacional

duró hasta la primera mitad del siglo XIX cuando las relaciones entre los recién

formados estado nación europeos, impusieron otras formas de relacionarse política y

económicamente (Fairbank, 1942; Hobson, 2004).

Si los chinos se nombraban el Reino del Centro, ¿cómo veían los chinos a estos

europeos? No representaban la civilización occidental, al contrario al carecer del

lenguaje chino y de los valores confucianos, eran los bárbaros.

Por su parte, los europeos tampoco mantenían el nombre o la traducción de lo

que significa Zhongguo. Para los occidentales china no iba a ser nombrada según los

principios que fundamentaban su civilización aunque sí aceptaron las reglas del sistema

tributario hasta comienzos del siglo XIX.

¿Y cómo nombraban los bárbaros al Reino del Centro?

Etimológicamente se reconoce un origen latinizado que hace referencia a Sina, de

ahí viene sinología:

Sina

comb. form meaning "Chinese," 1879, from L.L. Sinæ (pl.) "the Chinese,"

from Ptolemaic Gk. Sinai, from Arabic Sin "China," probably from

Chinese Ch'in, name of the fourth dynasty of China. (“sina”. Online

Etymology Dictionary. Douglas Harper. Historian).

Pero el segundo significado de la palabra “china” en inglés nos permite entender la

importancia la del intercambio comercial durante esos siglos:

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

26

“China”

"porcelain imported from China," 1579, from the country name (1555),

probably ult. from Skt. Cina-s "the Chinese" (earliest European usage is

in It., by Marco Polo), perhaps from Qin dynasty, which ruled 3c. B.C.E.

Latinized as Sina, hence sinologist. The Chinese word for the country is

Chung-kuo, lit. ("china." Online Etymology Dictionary. Douglas Harper,

Historian.)

De los productos que los europeos importaban de China como el jade, la seda, el

té y la porcelana china, eran considerados objetos de lujo y por eso su demanda se

mantuvo constante. No deja de ser sugestiva que para denominar la civilización y el

lugar de donde venían los objetos de lujo se utilizara la palabra “china”. Actualmente, el

término para nombrar a China en Occidente es China, y los estudios sobre China todavía

utilizan el término sinología. Por su lado, los chinos nombran a su país de la misma

forma que hace muchos siglos, Zhongguo (Reino del Centro). Occidente y Europa hace

más o menos doscientos años que dejaron de ser nombrados como los bárbaros y han

pasado de enemigos y opresores a ser los civilizados y algunas veces idealizados.

Volviendo a la época de nuestro interés tengamos presente la distancia y casi

indiferencia con la que una y otra civilización percibía a la otra. En especial la china no

había dejado que otra civilización irrumpiera en su organización política y social y su rol

en el plano regional. Los europeos habrían de encontrar en esos fundamentos de la

sociedad china, elementos que sirvieron para crear los cambios ideológicos que dieron

lugar a la modernidad, a la formación de las naciones estado y el posterior colonialismo

del siglo XIX.

¿Cómo se dio un encuentro y una relación entre estas civilizaciones si el punto de

partida de una y otra era la distancia y la diferencia e inferioridad del otro? Se crearon

condiciones y espacios de intercambio que produjeron cambios en una y otra cultura.

El encuentro

Durante estos siglos, pero en especial en el siglo XVII se produjo un encuentro

entre dos culturas: la europea y la china. Los intermediarios y agentes de este fueron los

Page 27: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

Asia en América

27

Jesuitas, que constituyeron y alimentaron un canal que si bien llevaba y traía

conocimiento e información de un lado al otro del mundo, también determinó una

interacción entre las dos civilizaciones de una manera muy particular. Este intercambio

no fue ni una mirada pasiva del otro, ni tampoco una acumulación de información

acerca de su cultura. Fue un encuentro en el que se generaron nuevos conceptos, se

integraron conocimientos y percepciones del mundo y en donde las sociedades china y

europea determinaron las características conceptuales del mismo. Ambas culturas

ejercieron su influencia para delimitar los temas de estudio y de investigación que a

través de ese canal establecido por los Jesuitas, se construyó de manera conjunta entre

Europa y China.

El encuentro tenía dos caras o espacios: uno en Europa y otro en China. El

primero se identifica con el grupo de pensadores franceses, ingleses y alemanes bajo el

nombre de proto-sinólogos. Su interés por China no era el principal motivo de su

investigación sobre China como sería el de los posteriores sinólogos (Mungello, 1985).

Tampoco tenían un conocimiento directo de China, como el idioma o experiencia de vida

en el país asiático, pero estas carencias las compartirían con posteriores sinólogos que

marcarían esa “característica” de los estudios de sinología aún vigente en nuestros días.

Los proto-sinólogos usarán la información enviada por Jesuitas (quienes sí tenían un

conocimiento directo de y en China) a través de cartas, reportes oficiales, visitas

personales o publicaciones (Mungello, 1985:15). Ellos no sólo absorbieron y estimularon

el flujo de información sobre China que enviaban los Jesuitas; generaron e incluyeron en

sus debates filosóficos, éticos, políticos y científicos, los contenidos que los Jesuitas les

trasmitían. A través de este ejercicio intelectual activo y crítico a la vez se generó en

Europa ese espacio del encuentro a cargo de los proto-sinólogos.

Si la proto-sinología es el término con el que nombramos los participantes del

encuentro en Europa; en China, serán los oficiales y literati de la corte imperial quienes

tendrán contacto directo con los Jesuitas a través de sus enseñanzas directas y del

trabajo conjunto, puesto que también fueron empleados de la corte como consejeros. Los

chinos de las dinastías conocieron las matemáticas, astronomía, cartografía y otros

aspectos de occidente.

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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Entre unos y otros, estaban los Jesuitas. La tradición de su trabajo en China y la

estrategia de proselitismo que emplearon a través de la Teoría de la Acomodación,

permitió que se estableciera este encuentro entre dos civilizaciones. Los Jesuitas

aprendieron el chino clásico a través de los textos oficiales y tradicionales que los

mismos oficiales y literati de la corte debían estudiar y usar no sólo como fundamento de

su conocimiento, sino para obtener sus posiciones en la corte. Siendo unos textos tan

antiguos e inclusive previos a Confucio, las interpretaciones y estudio de los mismos era

también en China objeto de discusión y divisiones. Es de notar que los Jesuitas

adoptaron la interpretación de los neoconfucianos de la época de la dinastía Song que

incluyen algunas teorías metafísicas.

Esta era la interpretación oficial durante la dinastía Ming, época en que llegan los

primeros Jesuitas y será la que se difundirá y conocerá en Europa. En ella se destaca la

racionalidad de la ética confuciana y la tendencia monoteísta que en los ojos de los

Jesuitas, en especial esta última, podía servir en su argumento para lograr la síntesis

confuciana cristiana (Mungello, 1985).

Podría objetarse una subjetividad o interés de los Jesuitas por privilegiar una y no

otra interpretación de Confucio, pero deben tenerse en cuenta dos cosas: una, es que

durante la dinastía Ming, y en especial en su momento de estabilidad, control y bienestar

es que los Jesuitas llegan a China. Por lo tanto, su primera imagen contrastará con la

inestable y conflictiva situación europea. Segundo, este contexto político, económico y

social del sistema imperial chino es entendido a los ojos de los Jesuitas (y no estarán

equivocados), fundamentado en los preceptos clásicos que Confucio, establecidos a

través de las enseñanzas y ejemplo de los ancestros.

Es así que los Jesuitas, al comprender la sociedad China Imperial, comprenden su

fundamento. No sólo porque lo estudiaron directamente a través de las fuentes

primarias de los clásicos, sino que llegaron a traducirlo y trasmitirlo a los pensadores

europeos. Por otro lado, para los Europeos, en especial los pensadores de la Ilustración,

la síntesis cristiana confuciana es conveniente para sus argumentos a favor de la razón

como fundamento del sistema en oposición de la superstición o control de la Iglesia. Por

otra parte, los Jesuitas, sin distanciarse de su objetivo proselitista, se caracterizaron a

diferencia de otras órdenes religiosas por ser exponentes y contribuyentes del

Page 29: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

Asia en América

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Renacimiento y del Humanismo, donde el hombre y su razón, desplazarán el rol central

impuesto por la visión religiosa católica.

Por estas razones, para entender cómo fue el encuentro entre las dos

civilizaciones es necesario estudiar el rol que los Jesuitas desempeñaron en China. Las

características de su trabajo y sus estrategias de proselitismo generaron un espacio de

intercambio muy particular entre Europa y China; también produjeron controversias en

una y otra sociedad y también al interior de la Iglesia. Su experiencia de vida en China es

todavía reconocida por la sociedad y los historiadores chinos con una admiración que

contrastará con la percepción de las relaciones con Occidente en siglos posteriores. Y por

último, el intercambio intelectual entre los Jesuitas y los pensadores europeos fue

esencial para los cambios que llevaron al desarrollo de la modernidad entre ellos la

separación de los poderes políticos y religiosos en occidente.

Los Jesuitas: actores y agentes del encuentro

A diferencia de otros misioneros en China, como los Protestantes en el siglo XIX,

o de otras órdenes en diferentes países de América Latina, como los Dominicanos en el

siglo XVI, el rol de los Jesuitas en la China Imperial fue particular por la manera como se

introdujeron en la sociedad y establecieron una relación de intercambio y no de

dominación o destrucción de la cultura del otro. Las características de dicha relación se

basan en los lineamientos que los primeros Jesuitas instauraron bajo la guía de

Valignano y el ejemplo de Matteo Ricci (Ross, 1994).

A lo largo de los años que las diversas generaciones de Jesuitas permanecieron en

China durante las dinastías Ming y Qing, tres aspectos marcaron su quehacer: el

profundo conocimiento de la cultura y el idioma chinos; el contacto e intercambio

directo con los hombres de conocimiento de la corte imperial, los oficiales y literati; y la

actitud de admiración y respeto por los valores éticos confucianos que fundamentaban la

sociedad china de ese momento (Zurcher, 1990; Mungello, 1985; Ross, 1994).

El conocimiento directo de los Jesuitas se basaba en el dominio del chino clásico y

el conocimiento de los textos que fundamentaban el pensamiento ético, político y moral

de la China Imperial. Esta es una diferencia con otros misioneros como los Protestantes

que en épocas posteriores llegaron a China sin ningún dominio del idioma, barrera que

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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marcó de manera negativa las primeras impresiones y encuentros en el país asiático

(Mackerras, 1999; Spence, 1998). Cuando los misioneros Jesuitas viajaban a China, ya

habían estudiado chino clásico en otras colonias como Malasia, por lo tanto su

experiencia no partía desde un desconocimiento de la cultura china, al contrario, su

competencia lingüística los equiparaba con los hombres de conocimiento en China, que

eran los literati y oficiales de la corte imperial. Esto permitió que el intercambio entre

ambas culturas se diera en un nivel de “alta cultura”, factor que determinaría la riqueza

intelectual de ese encuentro (Ross, 1994; Mungello, 1985).

El conocimiento del chino vernáculo se hacía a través del estudio de los textos

clásicos. Estos, a su vez, eran la fuente sobre la que se fundaba la ética confuciana que

regía el sistema político, social y económico de la China Imperial. Así los Jesuitas

llegaron a comprender de manera directa los fundamentos y el desarrollo del

pensamiento chino en cuanto a su historia, ciencia, medicina, ética y moral. Esto les

permitió entender que la base del ethos de esta civilización era el confucianismo, y que el

estudio, interpretación y uso de los clásicos era la base del sistema político y social.

Se debe tener en cuenta que tanto formación de los Jesuitas enviados a China -

quienes eran científicos, astrónomos, músicos, pintores, matemático – junto con el

conocimiento que llegaron a tener de los clásicos, los colocó en una posición que ningún

otro occidental llegó a tener durante las dinastías Ming y Qing (Ross, 1994). Incluso,

pocos han alcanzado ese nivel que conjuga su experiencia de vida en China y

conocimiento sobre su cultura aún en épocas posteriores.

Al ser hombres de conocimiento, los Jesuitas alcanzaron una posición privilegiada

en la China Imperial, en el sentido en que trabajaron en la corte, enseñaron y

aprendieron de los altos oficiales y literati y lo que es sobresaliente en sus relaciones con

la cultura de la época imperial es que se ganaron el respeto y confianza de los hombres

de la élite, incluidos algunos emperadores chinos. La figura de Matteo Ricci, quien dejó

los principios que habrían de caracterizar a los misioneros Jesuitas en China, es

recordada por la gente común en China y su trabajo es resaltado en los libros de historia

chinos (Zhang Xiping, 2006).

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Asia en América

31

Este profundo conocimiento de la cultura de la China Imperial por el dominio del

idioma, por su contacto directo con los hombres de conocimiento y estudio de los libros

clásicos, y la importancia del confucianismo como fundamento del ethos chino, tendrá

para los Jesuitas consecuencias en direcciones opuestas. Por un lado, los diferenciará de

otros misioneros y extranjeros ante los ojos de los chinos, no sólo de la época, al trabajar

en la corte con los oficiales y literati, sino que también en los registros históricos chinos

posteriores. La admiración y reconocimiento por el trabajo de los Jesuitas en China no

tendrá ni la visibilidad ni difusión que incluso misioneros Protestantes que hacia la

segunda mitad del siglo XIX lograron. Ellos también interactuaron con los intelectuales

chinos y participaron de manera activa en el impulso de modernización de China

(Spence 1998; Elman, 2006). Sin embargo, el reconocimiento histórico en China de

Matteo Ricci y lo que representó ha sido resaltado por los historiadores chinos y también

en la actualidad.

Por otro lado, el conocimiento de los textos clásicos y el papel del confucianismo

como fundamento de la China Imperial llevaron a los Jesuitas a plantear desde el

comienzo de las primeras misiones la Teoría de la Acomodación2 con los principios

cristianos. Así se conoce la síntesis cristiana confuciana que difundieron los Jesuitas

tanto en Europa como en China y que fue objeto de sus posteriores problemas en China,

incluso hasta generar su expulsión.

La segunda característica que determinó las condiciones de ese encuentro que los

Jesuitas promovieron entre China y Europa tiene que ver con las personas con que los

misioneros se relacionaron. Por un lado, los oficiales, literati y emperadores y por otro,

los pensadores europeos curiosos del mundo chino.

Los Jesuitas se relacionaron con la élite imperial, es decir con los hombres que

por un lado trabajaban en la corte imperial y por otro, eran aquellos que estudiaban y

garantizaban la continuidad del pensamiento clásico en la estructura política y social de

la China Imperial. Que los Jesuitas no se relacionaran con otras partes de la población

china, como lo hicieron por ejemplo los Protestantes en sus etapas iniciales y los

comerciantes extranjeros en el sur de China, podría ser objeto de crítica por parcializar 2 Más adelante nos referiremos a la teoría de la Acomodación.

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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su percepción de la sociedad y cultura china. Sin embargo, se debe tener en cuenta que

una de las razones que explican esta predilección y posición privilegiada en la sociedad

china, al ser empleados de la corte y trabajar par a par con los oficiales y literati, es que

hacía parte de los lineamientos de la misión de los Jesuitas en China. Esta tradición

había sido guiada por Valignano y ejecutada por el primer grupo de Jesuitas que llegó a

China con Matteo Ricci durante la dinastía Ming (Ross, 1994).

El propósito de los misioneros es la conversión al Catolicismo de los habitantes

del lugar al que se envían y sus logros se miden, de alguna manera, por los casos de

locales convertidos. La estrategia de los Jesuitas se identifica por tres principios:

1) propagation ‘from the top down’ by first concentrating on the elite of

literati and officials;2) ‘accommodation’, i.e. maximal adaptation to the

life-style and ritual traditions of that elite;3) ‘indirect propagation’ by

combining the religious message with the elements of European science,

technology and art that could serve to attract the attention of the

educated Chinese (Zurcher, 1990: 417).

El primero de ellos, identificaba la élite de los literati y oficiales como el grupo que

una vez convertido al Catolicismo habría de facilitar la conversión de otras partes de la

población. No sólo era una estrategia que había de diferenciar el trabajo con otros

misioneros; también demostraba el profundo conocimiento de la sociedad China

Imperial que durante varias dinastías había garantizado la continuidad de una

estructura política y social que para el momento en que los Jesuitas llegaron a China,

confirmaba un sistema eficiente y garante de un bienestar económico del que Europa

carecía en ese entonces.

Así, la admiración que la cultura china despertó en los primeros Jesuitas se

fundamentó en la estabilidad política y económica de la dinastía Ming. Para los Jesuitas,

y luego para los pensadores de la Ilustración había una relación de causalidad entre esa

situación y el pensamiento clásico confuciano que legitimaba la organización política y

social. En comparación con la Europa del siglo XVI y XVII en que las guerras y los

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Asia en América

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conflictos entre la Iglesia y los estados al igual que al interior de la Iglesia habían

resultado en crisis, el planteamiento de la China Imperial confuciana aparecía como una

opción que también respondía a las nuevas preguntas que los pensadores europeos se

hacían sobre la racionalidad y el papel del hombre (Jones, 2001).

Es en este contexto político económico y social tanto de Europa como de China

imperial que los jesuitas plantean la teoría de la acomodación entre el confucianismo y el

cristianismo. Una de las estrategias más persuasivas de los Jesuitas fue la Teoría de la

Acomodación (Zurcher, 1990). Acomodación debe ser entendido aquí como la

transformación de una ideología sin cambiarla en su totalidad pero adaptándola en

algunos aspectos. Los Jesuitas utilizaron ciertas relaciones entre la ética confuciana y la

cristiana y querían probar que la primera no estaba tan lejos de la segunda. Lo que en

términos proselitistas significó que no había que remplazar una tradición con otra. Esto

permitía proponer una síntesis que estaba destinada a que los chinos conservaran

elementos de la tradición confuciana aun cuando se convirtieran en cristianos. La

síntesis establecía que la tradición confuciana tenía un alto valor moral que carecía de la

idea de dios para completarse. Pero que no debía ser sustituida en su totalidad por la

ética cristiana (Jones, 2001).

La controversia que generó la Teoría de la Acomodación es todavía objeto de

estudio en nuestros días. Destacaré dos autores, Mungello y Ross que ya han sido

mencionados en este ensayo. El primero, reconoce que si bien es una estrategia

cuestionable en términos proselitistas, resalta el valor que tuvo al generar un encuentro

entre las dos culturas. Las características de la Teoría de la Acomodación suponían el

reconocimiento mutuo de valores éticos de ambos ethos, que para la población china no

implicaban la negación de su tradición confuciana en el momento de conversión al

cristianismo.

A su vez, Ross también defiende la importancia de la Teoría de la Acomodación en

el sentido en que fue la base, la causa de acusación y salvación de los Jesuitas en China.

A partir de la acomodación, hubo literati y oficiales convertidos que defendieron el

trabajo, la vida de los Jesuitas y promovieron que el cristianismo se propagara. Pero la

posición privilegiada de estos oficiales benefició el trabajo científico de los Jesuitas.

También resalta lo pragmático de las tácticas y decisiones de la corte china: cuando los

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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Jesuitas eran necesarios para obtener beneficios, entonces no había problema para

contratarlos en la corte y no se cuestionaba la Teoría de la Acomodación. Pero si se veía

una amenaza, entonces ya la acomodación no funcionaba y se los equiparaba a otros

grupos religiosos que si bien no eran de origen occidental, representaban un peligro para

la estabilidad política del Imperio, por ejemplo los White Lotus.

El trabajo de los Jesuitas, su experiencia en China y sus publicaciones en Europa

generaron controversias al interior de la Iglesia Católica. Estas se concretaron con la

llamada crisis de los Ritos que logró deslegitimizar la Teoría de la Acomodación. Las

consecuencias afectaron la supervivencia de los Jesuitas en China no sólo por parte de

las autoridades católicas, sino también por la corte imperial china.

El legado del encuentro

El papel de los Jesuitas en China tuvo repercusiones en Europa, propiciando ese

encuentro entre las dos culturas dentro del territorio europeo. Los lectores de sus

publicaciones y los interlocutores de los misioneros eran los hombres de conocimiento y

pensadores europeos de la Ilustración. En la Europa de los siglos XVII y XVIII, las

publicaciones de los Jesuitas que versaban sobre la historia, geografía y ética en China,

tuvieron una amplia acogida y se convirtieron en argumentos de los partidarios de la

secularización del poder y de la sociedad europea.

Los Ilustradores franceses e ingleses no sólo conocieron estas publicaciones,

también intercambiaron correspondencia con los Jesuitas y su curiosidad permitió ese

encuentro entre las dos culturas. Ejemplos como el de Quesnay, y la relación de sus

teorías económicas del lasseiz faire con la teoría taoista de la no acción o wu wei; los

estudios de Leibiniz sobre el I-Ching y el desarrollo de las teorías matemáticas; el

fundamento que pensadores políticos franceses encontraron en la ética racional del

confucianismo servirían de argumento para Montesquieu y Voltaire, son algunos

ejemplos de lo que se desarrolló en Europa como parte de ese encuentro propiciado por

los Jesuitas (Jones, 2001; Davis, 1983, Spence, 1998).

Por su parte, el intercambio que se dio en China quedó registrado en el

conocimiento que los Jesuitas enseñaron a la élite imperial a través de sus cargos como

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Asia en América

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consejeros de la corte. Astronomía, matemáticas, pintura y cartografía destacarán como

las áreas que durante más de una generación de Jesuitas recibieron el interés en la corte.

La mirada que nos permite la retrospectiva y el curso de los eventos y desarrollos

posteriores de ambas civilizaciones le da visibilidad a ese encuentro que se produjo entre

Europa y China. Los ejemplos de los intercambios y procesos intelectuales en los que

participaron ambas partes no son pocos. Las huellas que dejaron los Jesuitas, incluidas

las controversias y crisis que generaron en uno y otro lado, demuestran su rol activo y

constructor del encuentro que va más allá de un intercambio o influencia de una u otra

civilización.

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Recursos electrónicos

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<Dictionary.com http://dictionary.reference.com/browse/china>.

“sina." Online Etymology Dictionary. Douglas Harper, Historian. 30 Jul. 2012

<Dictionary.com http://dictionary.reference.com/browse/sina>.

Page 38: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

De lo chino a lo chinesco, sinécdoque de un espejismo

Isabel Cervera Fernández

Universidad Autónoma de Madrid

[email protected]

TABLA DE CONTENIDO

La investigación que presento tiene como objetivo el análisis de los procesos de

recepción del concepto China y la objetivación de los términos chino y chinesco, en el

ámbito de identidades de género y clase en el contexto de la cultura de los siglos XVIII y

XIX en Latinoamérica.3

Para ello parto metodológicamente del debate actual en los estudios culturales

sobre la configuración del concepto de “gusto” que se crea en el s. XVIII donde confluyen

los elementos estéticos derivados de los objetos, con cuestiones de orden social y

económico. Términos como hibridación, mestizaje, transferencias culturales,

asimilación, son de uso común a la hora de analizar la trama que configura el concepto

China y sus derivados lingüísticos en el ámbito hispánico. Se pretende, en definitiva,

cuestionar el porqué triunfa lo chinesco en el siglo XVIII, cuáles son sus audiencias

preferentes y qué se deriva de ello.

3 Este trabajo ha sido realizado dentro del marco del proyecto de referencia “Textos, imágenes y espacios: construcción y negociación de discursos en Asia Oriental” (FF 12011-25897), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España – Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación.

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Asia en América

39

El siglo XVIII muestra un amplio crisol en el debate de las ideas que basculan entre

lo foráneo y lo propio, lo anecdótico y la búsqueda de verdades científicas y teóricas que la

cultura visual expresa en los gustos privados y públicos. Si estos estudios presentan una

tradición académica en el entorno sajón, en el caso hispano muestran aún un estado

embrionario en relación a los estudios de género, postcoloniales y de identidad.

La recepción de la cultura material asiática se inicia en el siglo XVI ligada al

período del control del comercio marítimo y del proyecto colonial ibérico asume en parte

los presupuestos heredados de la literatura de viajes de fines de la Edad Media e inicios

de la Edad Moderna.4 Es a partir de entonces cuando el relato de lo fantástico es

sustituido, parcialmente, por la narración a través de la cultura material y las fuentes

textuales que se originan en los siglos XVI y XVII en el ámbito ibérico. Lo que se inicia

como una visión de lo desconocido en cuanto a los nuevos materiales –porcelana, laca-,

tipologías –mobiliario, indumentaria-, iconografías, evoluciona hacia a una síntesis

visual donde lo ajeno y lo propio desdibujaron fronteras para conformar un nuevo

imaginario. El siglo XVIII configuró una nueva cartografía del gusto, una forma de

apropiación donde se valoró incluso en mayor medida o apenas sin distinción lo “chino”

de lo “chinesco”. Pero no sólo se trató de la cultura visual, sino que tuvo una

trascendencia en el mundo de las ideas políticas y sociales con los grandes debates de

filósofos y políticos a la búsqueda de un “modelo d civilización” en donde el “modelo

chino” adquirió una categoría propia.

En un caso y otro lo chinesco y lo chino se configuraron como un espejismo, una

sinécdoque donde la parte asume el todo. El sujeto, China, se convierte en signo y se

superpone así al significado.

Nuestro análisis parte del estudio de la cultura material y pretende superarlo con

el ánimo de conocer su impronta en una esfera de análisis interdisciplinar.

La historiografía sobre los objetos, chinos y chinescos, se ha abordado desde

diferentes ópticas. Por un lado la historia del arte se ha centrado en el reconocimiento y

distinción de los objetos, y ha establecido fases, estilos en las obras de origen material y

estético chino, así como de las relaciones entre las sensibilidades del gusto europeo de

4 Véase el ensayo de la profesora Olaya Sanfuentes en esta misma publicación.

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

40

los siglos XVII y XVIII, la hibridación e intercambio de modelos, la influencia de talleres

europeos, novohispanos y asiáticos en pos de una genealogía del objeto. Por otro lado los

historiadores económicos han trabajado sobre la redes iniciales de un comercio

mundializado, el impacto de las mercancías en la creación de nuevas manufacturas en

Europa y América, su incidencia en el cambio de modelo económico y de producción

como antecedentes de la posterior revolución industrial.

Sin embargo otras cuestiones ligadas a la cultura del consumo, del gusto y de la

creación de identidades sociales y de género son, como hemos señalado, todavía

embrionarias y pretenden configurar una visión de carácter integrador que ayude a

explicar la confluencia y emergencia de las ideas de la Edad Moderna.

¿Qué era y acaso aún es en nuestro imaginario colectivo lo “chino”? Con este

término no se define únicamente lo que procede de China sino también podríamos decir

que en su momento actuó como síntesis de diferentes orígenes asiáticos, donde

confluyeron el japonés, chino, indio y de otras culturas del sudeste asiático. Las

diferentes lenguas y contextos culturales fueron adornando el término de adjetivos y

acepciones que son útiles al estudioso para entender la recepción en diferentes

audiencias, territorios y tiempos. En general asumimos el carácter exótico que se

superpone al mismo, la idea de lejano, raro y desconocido, la dificultad ligada al

hermetismo figurado de sus culturas, pero también en su proceso de recepción se fraguó

la idea de desorden natural, de hedonismo, de moral licenciosa y con ello de categoría e

identidad social. Constituye una apropiación política del concepto de Oriente,

deconstruida a partir de la obra de Said y el desarrollo de los estudios postcoloniales. 5

En el contexto novohispano tuvo o otro origen etimológico y para algunos su uso

procede del quechua asociando el término “chino/a” a una categoría de servidumbre y

posteriormente a una identidad social como lo pone de manifiesto la taxonomía étnica

del siglo XVIII.

5 Sobre cuestiones relativas a la estrategia de estudio desde la óptica postcolonial referido a la génesis de nuevas identidades en el proyecto colonial y el caso de estudio de Nueva Granada, CASTRO-GÓMEZ, S., La Hybris del punto cero. Ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (1750-1816), Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2005

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Asia en América

41

Por el contrario en la lengua inglesa se identificó rápidamente con un material –la

porcelana- que se hizo extensivo independientemente del origen del material. En el siglo

XVIII el término denominó a un espacio doméstico – “el salón chino”- y a unas formas

específicas de sociabilidad, donde lo “chinesco” adquiere categoría estética.

Fue este el siglo de la sinofilia que dio paso con el desarrollo del colonialismo

británico del siglo XIX a la sinofobia, transformando en negativas las acepciones

positivas del término.

La aceptación total de lo chino como moda en el s. XVIII es un fenómeno

compartido por todas las cortes europeas y las sociedades novohispanas. Confluyen lo

chino y lo chinesco y lo que anteriormente formaba parte de la cultura de la curiosidad

ligada a las Wunderkammer pasó a ser parte del entorno cotidiano doméstico barriendo

incluso las barreras sociales.

En este sentido nos preguntamos ¿qué es lo que provocó el atractivo de un objeto,

de una imagen en una audiencia extranjera?, ¿cuáles fueron sus consecuencias? Para

responder a esta primera cuestión nos remitimos al inicio del comercio de lo exótico, que

en el caso europeo abarcaba otras culturas más allá de las asiáticas, y en el caso

americano confluía lo extraño e impuesto de la cultura europea-hispana, con la cultura

asiática que se sucedía a menudo en los márgenes de la política colonial.

A partir de 1565 el comercio entre Asia y el continente europeo, abrió nuevas vía

comerciales derivadas de las necesidades coloniales ibéricas en primer lugar y

posteriormente de Holanda, Inglaterra y otras potencias europeas. Las estrategias

comerciales iniciaron un brusco giro que se reflejaron en el considerable aumento de las

mercancías, en la creación de una nueva demanda que se amplió de los iniciales regalos

a reyes, virreyes y autoridades eclesiásticas a un espectro mayor de la sociedad.

Para que esto fuera posible a menudo no se tiene en cuenta en la historiografía la

infraestructura comercial y manufacturera china. Su tradición comercial había permitido

las relaciones con los países cercanos e incluso los más lejanos a través de los

intermediarios árabes y persas, como lo hiciera también India y Japón. Las ciudades del

sur de China eran focos comerciales activos y la manufactura alfarera de Jingdezhen

contaba con una organización laboral capaz de cubrir la demanda interna y externa. Los

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

42

portugueses y castellanos se imbricaron en dichas redes que fueron posteriormente

ampliadas al enclave de Filipinas y Macao, así como a las colonias de Goa, Batavia y

Malacca. Cantón terminó siendo el principal enclave del comercio entre un único país

importador – China- y múltiples agentes exportadores.6

¿Qué mercancías fueron las de mayor demanda? Sin lugar a duda, en primer lugar

las especies (de Indias Orientales) que tanto modificaron los hábitos alimenticios junto los

objetos curiosos de toda índole (marfil, joyas, corales, piedras, etc.) que pronto se vieron

sustituidos en cuanto a volumen de negocio por las porcelanas, acompañadas de

mobiliario (biombos, objetos namban), sedas, lacas, etc. En relativamente poco tiempo lo

exótico ligado a la exhibición y el lujo, paso a ser un valor añadido en el ajuar doméstico.

Por ello no se debe considerar el flujo de este comercio simplemente como

mercancías, objetos de materiales desconocidos, sino soportes de una cultura visual que

informaba –y tal vez deformaba- sobre lo desconocido. Las imágenes de los encuentros

comerciales y religiosos-culturales de los biombos y objetos namban, escenas

costumbristas, históricas, épicas y mitológicas deslumbraban con sus trazos, colores y

brillos en soportes hechos –con gran maestría técnica- para ser contemplados y para ser

usados. Con ellos se aporta la idea de embellecer lo cotidiano, da dar una pátina de lujo,

reservada hasta entonces al oro y la plata de los servicios de mesa, a novedosos espacios

públicos y privados. Su posesión además denotaba poder y paulatinamente conocimiento,

exclusividad una “apropiación de lo exótico” mediante la propiedad y la exhibición.

Los productos asiáticos se expandieron con celeridad desde las clases acomodadas

a las medias, reconocidos como síntomas y símbolos de nuevos estatutos sociales de los

propios comerciantes y su deseo de movilidad social. Esta expansión se acompañó del

inicio de la imitación de productos “chinos”, que por un lado abarataba costes, y por otro

permitía una libertad artística frente al canon clásico. Lo “chinesco” aumentó su

presencia y su posesión adquirió el mismo significado. La chinoiserie en el siglo XVIII

6 Para un estudio sobre la organización industrial en Jingdezhen véase M

TWITCHETT, D. The Cambridge History of China, vol. 2, The Ming Dynasty, 1368-1644, part 1.

Cambridge: Cambridge University Press., 1988.

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Asia en América

43

inunda los salones cortesanos y de la emergente burguesía, se considera una moda que

se interpreta como una tendencia estética muy próxima a lo femenino.7

Entre las consecuencias del atractivo de estas mercade rías cabe señalar el estímulo

que supuso para la adecuación de artesanías locales al nuevo gusto y los primeros signos

de hibridación cultural. La continuidad del flujo comercial y su positiva recepción durante

los siglos XVI y XVII fomentó nuevas investigaciones en torno a materiales y técnicas que

finalmente fueron asumidas por la corona a través de las manufacturas reales del siglo

XVIII. En estos ámbitos de apropiación e innovación se crearon diversas síntesis de lo

chino, lo asiático acomodándose al consumo del lujo y a su interacción con la cultura

popular autóctona. La demanda local se puede explicar por razones económicas puesto

que los productos foráneos resultaban de mayor valor y su adquisición estaba relacionada

con los flujos comerciales derivados de las rutas del comercio en el Pacífico.

En estos primeros intercambios las mercaderías tuvieron origen japonés a través

de un caso de transferencia cultural como se considera al llamado arte namban:

biombos, escritorios, pequeños cofres, accesorios litúrgicos que ofrecían una

interpretación nipona de la cultura ibérica. Visiones híbridas que convivieron con las

propias japonesas en su recepción en ambos continentes.8

La recepción visual se ubicaba en el ámbito de lo decorativo al imitar y copiar modelos

iconográficos, con carácter ornamental, en soportes cerámicos, textiles y pictóricos para

adentrarse en cuestiones técnicas como fueran los usos de los barnices bajo cubierta en pasta

cerámica. Las series azul y blanco en producciones de carácter local constituyen uno de los

primeros síntomas de apropiación de nuevos gustos, junto con las incrustaciones de conchas y

madreperlas en tipologías de mobiliario civil y eclesiástico. En este sentido se incorporan

técnicas autóctonas en las culturas novohispanas como el maque, el pasto y se crean otras

7 Este término aparece por primera vez en el texto de Guérin La Chinoiserie en Europe aú XVIII siècle (1911), para definir la fantasía europea sobre la visión de China y por extensión de Asia. Como estrategia de estudio ha generado una densa bibliografía y exposiciones relativas en general a la búsqueda de la genealogía de las obras en diferentes contextos nacionales. Entre las publicaciones relativos al mundo hispano cabe destacar: OPPENHEIMER, M. “Hispanic Chinoiserie: Spain, Mexico and the Orient” en 1992 Washington Antiques Show, Washington 1992. Consideramos relevantes los estudios sobre porcelana de encargo para España y los virreinatos: DIAZ, R. Porcelana china para España, Londres: Jorge Welhs Books, 2010. 8 BAENA, A. “Un ejemplo de mundialización: el movimiento de biombos desde el Pacífico hasta el Atlántico” en Anuario Estudios Americanos,69, I 2012, págs. 31-62

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

44

nuevas como los enconchados y charoles, entre otros, para reproducir los efectos de los

objetos laqueados procedentes inicialmente de Japón.9

En volumen de negocio los objetos en porcelana azul y blanca y policromos

constituyeron gran parte de las cargas de los galeones. Las cualidades del material

suscitaron una gran curiosidad por el desconocimiento de los componentes que

permitían transformar el barro en un objeto de refinada calidad.

Junto con materiales y técnicas novedosas como las señaladas, Asia Oriental

producía e importaba sedas, algodones, chintz y otros textiles reconocidos en sus

técnicas pero igualmente novedosos que llegaron a modificaron los códigos de

indumentaria en Europa y los virreinatos.

El siglo XVIII, sin embargo, posibilitó un salto cualitativo en las innovaciones

técnicas. La cultura científica y la búsqueda de un nuevo modelo social, político y

económico modifica sustancialmente las relaciones Asia-América-Europa. En el caso

hispano el cambio dinástico supuso la adopción de nuevos paradigmas con la política de

Felipe V (1683-1746). Bajo su reinado y de sus sucesores se impulsó la creación de

manufacturas reales en torno a los objetos de lujo (tapices, cristales y porcelana) con el fin

de provocar un cambio industrial siguiendo la política proteccionista de Colbert (1619-

1683) y conseguir con ello una balanza comercial favorable.

Las normas legislativas de los Borbones incluían, entre otras medidas, la

prohibición de importar productos extranjeros y abastecer tanto a la demanda

peninsular como de ultramar. Su afán por perfeccionar los problemas técnicos y

mecánicos, así como la apuesta por una alta calidad hizo inviable la competencia con

productos extranjeros de menor coste y más atractivos. Durante el reinado de Carlos III

se acometió la reforma del comercio colonial, anulando los monopolios de Cádiz y Sevilla

en 1765 y el llamado sistema de “flotas”. A partir de 1779 todos los puertos españoles

podían comerciar con América no limitando su mercancía a productos locales sino a los

más competitivos del mercado europeo.

9 Para un estudio de los enconchados véase OCAÑA, S. “Los marcos enconchados y las lacas japonesas namban: apropiación de un repertorio formal” en Orientes y Occidentes. El arte y la mirada del otro. Memoria del XXVII coloquio internacional de Historia del arte, México D.F.: UNAM, 2007, págs. 107-153.

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Asia en América

45

China en el Salón

Las condiciones que se crean en el siglo XVIII han estimulado los estudios sobre

la cultura del consumo y la creación y afirmación de identidades sociales y de género. El

proceso de racionalización de la sociedad, la apuesta por la ciencia, el orden y la verdad

conformó un nuevo mundo, donde el escenario deja de ser únicamente Europa y se

amplía con la creación y expansión de nuevos imperios y paradójicamente con la de

nuevas identidades nacionales. El control del comercio marítimo genera nuevas

estratégicas de control y su resultado fue un éxito para las balanzas comerciales de

algunos países, acompañado que de una interpretación positiva en el debate de las ideas.

Abanico Técnica: Ensamble, calado, aplique, dibujo iluminado. Materiales: marfíl, metal, papel

25 x 49 cm Siglo XVIII

Museo Colonial, Bogotá D. C. Fotografía: © Oscar Monsalve / Museo Colonial

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

46

No se trata de observar lo exótico sino de la creación de una estética del exotismo

como parte de la génesis del “gusto” en el siglo XVIII. En las sociedades europeas y

novohispanas se reforzó el gusto por la novedad como moda y ésta se conformó desde la

cultura material y la inmaterial. El objeto chino se constituyó como epítome de esta

moda con un concepto amplio que puede definirse como lo “foráneo” y en donde Europa

sintetizara a su antojo dicho concepto. Este gusto desaforado por lo chino y lo chinesco

formó parte de un imaginario geográfico global y por lo tanto como señala Porter (2010)

“The widespread consumption of chinoiserie signals the consolidation in the first half of

the eighteenth Century of a distintctive new form of aesthetic subjectivity in those

oppositional spaces defined and defiled by the reigning discourses of classical taste and

polite bourgeois culture”10. Pero ¿por qué lo chino sintetiza ese nuevo gusto? En ese atlas

visual las asociaciones con China denotaban connotaciones positivas. Sus objetos se

interpretaban no sólo como elementos decorativos y sociales, sino también con una

cierta genealogía histórica, poseedores de un pasado por descubrir que permitía una

confrontación intelectual entre lo propio y lo ajeno. Las traducciones de los jesuitas

dejaban entrever una cultura compleja personificada en su escritura interpretada como

jeroglífico que presentara A. Kirchner. En estos atlas de conocimiento lo chino unido a

otras culturas no europeas, se aceptaba en su valor como contenedor de un pasado

histórico del que apropiarse pero no en su presente. Las alabanzas al sistema de

gobierno, a su organización social, presentaban la autoridad de Confucio con solidez

ética y no menos importante las relaciones económicas se regían según el patrón chino.

Frente a esta concepción ideológica, el objeto manifestaba en el siglo XVIII una

sensación de libertad creativa, de desorden que estimulaba para unos la imaginación,

mientras que para otros se refería a una belleza superficial. La inmediatez de la

sensualidad, el hedonismo al que se asociaba se aproximaba a un gusto femenino, frente

al “buen gusto” forjado en el orden, lo racional vinculado a lo masculino, al ser cultivado.

Era un hecho que las colecciones por acumulación de chinos y chinescos tenía como

protagonistas a las féminas reales como es el caso de la reina Mary (1662-1694), la

emperatriz M. Teresa de Habsburgo (1638-1683) o la reina Isabel de Farnesio (1692-

10 PORTER, D.,” Monstrous Beauty: Eighteenth-Century Fashion and the Aesthetics of the Chinese Taste” in Eighteenth-Century Studies, vol. 35, num.3, 2002, págs. 395-411

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Asia en América

47

1766) y su conocimiento pudo servir de estímulo a mujeres de la aristocracia y las nuevas

clases comerciales. Aún siendo así no se puede limitar la mirada a esta consideración del

objeto, es necesario ahondar en las relaciones culturales y sociales del mismo que hemos

aludido. Si el clasicismo se conforma en una abstracción universal y una experiencia

uniforme, la estética del exotismo sugiere una mezcla irreverente y atrevida contra la

norma, una pluralidad que crea un estilo ecléctico, la primera vez que un lenguaje

europeo se unifica a partir de lo foráneo.

Los consumidores de este nuevo lenguaje manifestaron una relación cosmopolita,

de dominio social y cultural sobre la alteridad global, en el que la moda, el comercio, la

política se imbricaron en las nuevas prácticas de sociabilidad. El objeto “chino” traspasa

las fronteras de clase cuando se introduce en el ámbito de lo doméstico y ayuda a

difuminar el concepto de “buen gusto” entre los límites de clase. 11La visibilidad se

concreta en espacios de sociabilidad ligado a las prácticas del consumo de café, té y

chocolate, a la conversación, el baile, a los encuentros amorosos bien sean en el interior

o en los jardines de palacios y casas. En ellos el protagonismo se adjudica a la mujer y

por asociaciones se construye un modo de representación de lo femenino ligado a lo

chino y lo chinesco. Una vez que llegan los servicios a la mesa del té, el café y el chocolate

el patrón visual pasa a ser dominio de la mujer, la domesticación de lo extranjero y lo

exótico. 12 Las fantasías decorativas chinescas desbordan los muros con pinturas, sedas y

porcelanas y conforman la tipología del “salón chino” interpretado de muy diversas

maneras. Se escenifican en los mismos espacios repertorios de teatro, y se teatraliza el

espacio y su sociabilidad. La porcelana se percibe como sinónimo de feminidad, y los

conceptos de fragilidad, delicadeza y cualidad de ornamento se asumen como metáfora

11 Las mercancías procedentes de Asia respondían a diferentes patrones de calidad, por lo que su consumo permitió una mayor difusión social ligada al valor económico de las mismas. 12 La moda de los servicios de mesa provocó una gran demanda y diversidad tipológica con el fin de adecuarse a nuevos modos. Teteras, chocolateras, jícaras y pocillas se encargaban a China y a las manufacturas locales provocando su aceptación social como manifiesto de la europeización de la cultura. Véase: para cuestiones relativas a las relaciones entre consumo-gusto y género: KOWALESKI-WALLACE, B. “Women, China and Consumer Culture in Eighteenth Century “in Eighteenth-Century Studies, vol. 29, nº 2, 1995-1996, págs. 153-167, MARTIN GAITE, C. Usos amorosos del dieciocho en España, Madrid: Anagrama, 1972, MOLINA, A. y VEGA J. Vestir la identidad, construir la apariencia. La cuestión del traje en la España del siglo XVIII, Madrid: Ayuntamiento de Madrid 2004, págs. 68-87, PEREZ SAMPER, M.A., “Chocolate, té y café: sociedad, cultura y alimentación en la España del siglo XVIII” en Ferrer, J., A. (ed.), El Conde Aranda y su tiempo, Zaragoza: Institución Fernando el Católico (CISC), 2000, vol. I págs. 157-221.

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

48

de la condición femenina. La libertad creativa y los espacios que ésta genera en el

interior doméstico y en la naturaleza domesticada del jardín se constituyen en lugares de

género. El valor económico y social que en estos espacios se gesta está todavía en estado

de investigación embrionario. Cuando el objeto asiático pasé a ser objeto de

connoisseurship en el siglo XIX adquiere carácter masculino.

Los conceptos de chino y chinesco en la sociedad novohispana

Las últimas décadas del siglo XVII marcaron el colapso geopolítico de España

como potencia hegemónica en una crisis territorial y política de graves consecuencias

económicas debidas al debilitamiento de su posición en el comercio con ultramar. Por el

contrario la situación en los territorios americanos asistió a una transformación con el

asiento de nuevos perfiles sociales entre colonizadores y colonizados. El criollo inició un

reconocimiento de su posición frente al hidalgo que se apoya en lo foráneo y lo propio

para construir sus lenguajes identitarios.

En este sentido consideramos lo “chino, chinesco” como una estrategia de la elite

criolla, un modo –entre otros- de asumir el proceso de europeización cultural que se

conforma como hemos visto a partir de la apropiación material e ideológica de lo

foráneo. La mundialización opera en diversos territorios si bien en los virreinatos

adquirió un valor significativo, donde los vectores de relaciones conformaron una trama

propia. España inició en el siglo XVI su estrategia comercial-imperial en base a sus

posesiones en Filipinas y en América y se sirvió de los enlaces marítimos de los galeones

para crear el espejismo de dominio mundializado. Diversos agentes como fueran las

órdenes religiosas, los comerciantes y la élite colonizadora se sirvieron de diferentes

modos de las posibilidades que ofrecía la nueva red comercial. La posesión de objetos

que el comercio con Asia y América posibilitó, fue entendida desde la visión evangélica

universalizadora a través de la red de misiones, del fortalecimiento de enclaves

estratégicos del poder político y de la génesis de un nuevo sistema económico que

sustentaba los anteriores. El tráfico de objetos de las misiones y enclaves comerciales en

Japón de Asia a Europa vía América, visibilizó la potencia del Imperio, el conocimiento y

reconocimiento de nuevas realidades que afianzó la nueva cartografía de dominio de

ideas y culturas materiales. Las fuentes misioneras, informes políticos y comerciales así

como la literatura, gustaban en los siglos XVI y XVII loar la grandeza y riqueza del

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Asia en América

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Imperio y de los territorios de ultramar que lo conformaban. Bernardo de Balbuena

(1562?- 1627) en 1603 se maravillaba de la ciudad de México como lugar extraordinario

relativo al lujo que en ella encontraba:

[…] ¿Quién de tus ricas flotas los haberes,

de que entran llenas y se van cargadas,

dirá, si tú la suma dellas eres? […]

De tesoros y plata tan preñada,

Que una flota de España, otra de China

De sus sobra cada año va cargada” (1)13

La regularidad del comercio hispano con Asia a través de los galeones de Manila

se establece a partir de 1565 y continuarían hasta 1815 cuando el Magallanes, el último

galeón hiciera su viaje sin retorno de Acapulco a Filipinas. Las mercancías que portaban

fortalecieron los lazos entre los virreinatos ofreciendo nuevas posibilidades para el

afianzamiento de las sociedades novohispanas a través de las construcciones del clero y

de la sociedad civil en sus palacios y casas. Tan demandadas eran las mercancías de lujo

europeas como las asiáticas, pero si las primeras se entendían más en términos

culturales y políticos, las segundas se vieron como una manifestación de las nuevas

posiciones sociales de la sociedad criolla. Las fuentes de la cultura material virreinal se

conformarían desde lo propio, lo hispano-europeo y lo asiático y así manifestar nuevas

políticas del “buen gusto”. Frente al decoro y austeridad hispana, los objetos asiáticos

hacían posible la suntuosidad, el boato, que alejaba drásticamente los usos y costumbres

de los virreinatos con aquellos de las ciudades de la metrópoli.14

13 La cita de la obra de Balbuena, Grandeza Mexicana, es recogida entre otros por SANABRAIS, S., “The Biombo or Folding Screen in Colonial Mexico” en Pierce D., y Outsuka, R., Asia & Spanish America. Trans-Pacific Artistic & Cultural Exhange, 1500-1850, Denver: Denver Art Museum, 2009, pág. 76. 14 Inés de Solís en su correspondencia desde Nueva España a su hermana Ángela en Medina del Campo expresa con admiración los objetos de lujo de los galeones: “Todo lo traen desde ahí, ricas mercancías que no se encuentran en España y mejor terminadas que cualquiera de este tipo que se pueda encontrar en el resto del mundo, como satenes, damascos, tafetanes, brocados, vestidos de oro y plato, chales de lana y mil cosas más”. Citado en SANABRAIS, S. (2006) Op.cit, pág. 78

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

50

La demanda de objetos suntuarios a menudo hacia demasiado larga la llegada del

Galeón y se dinamizaron artesanías y manufacturas locales que supieron adaptar sus

técnicas a los nuevos gustos y adoptar nuevas formas y decoraciones. El siglo XVI y XVII

asiste en los virreinatos a la creación de una chinoiserie avant la lettre. ¿Qué son sino

los enconchados, los maques, las cerámicas de Puebla…? Un deseo de apropiación, de

posesión en posición más ventajosa de las lejanas y lujosas mercancías asiáticas, pero

sobre todo de generar un nuevo lenguaje que más allá de la mímesis, diera lugar a una

identidad propia, híbrida y mestiza.15

En este contexto la procedencia asiática se identificaba con China, sin que tuviera

necesariamente su origen: biombos y mobiliario diverso, sedas y tapices, cerámicas y

lacas de procedencias japonesa, india, china o camboyana se unían en uno sólo término

geográfico en lo que Curiel ha denominado “China como gran continuum”.16

En este flujo de mercancías, a partir de fines del s. XVI y especialmente durante

los siglos XVII y XVIII lo que venía de “China”, no sólo eran productos originales de

dichos países, sino manufacturados en ellos pero con formas y decoraciones procedentes

de encargos europeos y americanos. Hibridaciones construidas desde la lejanía e

interpretadas desde el inicial desconocimiento en Asia de los referentes visuales que

copiaban. Un juego de espejos que se completaría e imbricaría en caprichosas formas y

topos culturales con la eclosión de la chinoiserie en Europa en el siglo XVIII.

¿Cuál era la audiencia y en qué contextos se manifestaba el gusto por lo foráneo

asiático en el s. XVIII en la sociedad novohispana? En el origen embrionario de esta

investigación hemos encontrado pocos referentes de los siglos anteriores fuera del

ámbito religioso, sin asumir por ello su ausencia en otros ámbitos. El siglo XVIII

presenta un caso de estudio en el que el discurso del gusto y la identidad está

plenamente vigente para nuestros intereses. El lenguaje chino forma parte de la

estratégica de un lenguaje étnico en el que la visibilidad a través de la cultura material,

15 DEAN, C. & LEIBSOHN, D., “Hybridity and Its Discontents: Considering Visual Culture in Colonial Spanish America*, Colonial Latin American Review, 12:1, 5-35,2003 16 CURIEL, G. “Perception of the Other and the Language of “Chinese Mimecry” in the Decorative Arts of New Spain”, en Pierce, D. Y Otsuka (R.) (ed.) Asia & Spanish America. Trans-Pacific Artistic & Cultural Exchanges, 1500-1850, Denver Art Museum: Denver 2006, págs. 19-36.

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Asia en América

51

de la indumentaria, de los usos y costumbres se afianza. No es ajeno a ello sin duda, las

modas europeas y la cultura de la Ilustración, por lo que de nuevo hay que tener en

cuenta los diferentes lugares de origen que permitieron una clara diferenciación respecto

al caso europeo. Los códigos visuales con los que trabajaban los artesanos y artistas en

las diferentes sociedades novohispanas manifiestan los diversos orígenes y sus

procedencias: grabados y objetos europeos, chinoiserie inglesas y francesas, que junto a

los códigos propios establecidos convivieron en todo tipo de superficies, soportes y usos.

Los paisajes de sauces y pagodas alternaron con edificios y vistas de ciudades y edificios

emblemáticos locales, la flora suma las especias asiáticas, europeas y propias al igual que

el bestiario y lo mitológico. La heráldica local manifestaba sus posesiones a través de

títulos de nobleza que afianzan la “escenificación social de la blancura” junto a

elementos locales. La indumentaria “a la china” era sinónimo de ricas sedas y alegres

coloridos que exhibe la sociedad criolla. Los pintores adornaban los iconos y escenas

religiosas con ricos enconchados y ramilletes floreados que asumían el gusto por la

innovación pero también de la libertad compositiva que ofrecía el “modelo chino”.17

En este punto retomamos algunas de las ideas expuestas anteriormente en

relación al gusto europeo por lo chinesco. En efecto en ambos continentes se aprecia la

presencia de diversos modelos visuales: el normativo, ligado al decoro, al buen gusto

como programa del poder inicialmente, que asume la Ilustración unido a la razón, la

ciencia y la verdad. Sin embargo el uso y la interpretación son diferentes en cada caso. Si

en Europa hemos señalado la feminización del gusto chinesco y las cuestiones de género

ligados a ello, en América a ello se suma una cuestión de identidad social que se

manifiesta en la élite criolla pero también en su identificación paradójica de esta misma

élite con otros estamentos inferiores.

17 El modelo no es interpretado de un modo uniforme en todos los virreinatos. La aceptación y apropiación se realiza con distintos resultados. Véase, BEJARANAO, C., LÓPEZ, P., En torno al estrado, Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 1996 CUADRIELLO, J. “EL origen del reino y la configuración de su empresa” en Los pinceles de la historia. El origen del reino de la Nueva España, 1680-1750, págs. 24-49, México D.F.: Instituto Nacional de Bellas Artes, 1999, PHIPPS, E. “Garments and Identity in the Colonial Andes” en Phips, E., Hecht, J. Y Esteras, C. (ed.) The Colonial Andes. Tapestries and Silverwork, 1530-1830, Nueva York: The Metropolitan Museum of Art, págs. 17-39. El Museo Colonial de Bogotá D. C., Colombia, exhibe hoy día en la exposición temporal “Una vida para contemplar. Serie inédita: vida de santa Inés de Montepulciano, O. P.” la obra Nacimiento de santa Inés de Montepulciano en donde se muestra una vasija de este estilo.

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Taller de Miguel de Acuña Escritorio papelera Técnica: ensamble; enchape; grabado; taracea; talla. Materiales: madera; marfil; carey. Ca. 1630 45 x 30 cm Museo Colonial, Bogotá D. C.

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Taller de Pasto Escritorio contador

Técnica: ensamblaje; recubrimiento; fundición. Materiales: madera; barniz de Pasto; laminilla de plata; plata.

26,8 x 44,5 x 40,7 cm Siglo XVIII

Museo Colonial, Bogotá D. C.

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

54

Uno de los rasgos que pueden definir diferencias entre el modelo de recepción

europeo y novohispano podemos enmarcarlo en torno a la integración de lo chino y

chinesco en los espacios de sociabilidad. La idea del “salón chino” se manifiesta de un

modo menos definido, más desdibujado en las fuentes novohispanas, frente al concepto

de Salón del Estrado donde convergen características del concepto dieciochesco de

“salón chino”. Los espacios domésticos de la sociedad criolla manifiestan la síntesis

cultural aludida donde se visualiza el reflejo del modelo hispano en la concepción del

palacio, convento y vivienda, y las mutaciones interiores en el uso de los mismos. Es un

espacio de sociabilidad en cuanto se utilizaba como exhibidor de objetos que denotaban

la categoría social de los propietarios. Los límites de género en dichos espacios se

marcaban generalmente a partir de los llamados biombos de estrado, permitiendo a

hombres y mujeres compartir la escena que se representara –social, teatral, etc.- desde

diferentes ángulos. Como herencia de la metrópoli - y esta a su vez de los usos de la

cultura andalusí – era frecuente que en los espacios femeninos no existieran apenas las

sillas sino que las mujeres se distribuyeran sobre cojines y alfombras, y referenciadas por

ésta se afianzaran la diferenciación de formas de sociabilidad cortesanas y domésticas. El

biombo, fuera de origen asiático o local, sintetizó inicialmente la pronta aceptación y

adecuación de modelos foráneos como práctica y propiedad de lo exótico y lo propio. Su

incorporación a espacios menores domésticos queda documentada en los inventarios y

documentos notariales de los diferentes centros novohispanos, en los que se menciona la

separación resultante de espacios como “estrado femenino”. La construcción de género

adquiere un relevante protagonismo por ser un espacio de transmisión de rango y clase a

la descendencia femenina a través de los conocimientos y habilidades que acompañaban

al concepto de clase. En ellos se incluyen las prácticas sociales en torno al chocolate y el

café, los bailes y los duelos, el cortejo y la intimidad que ponen de manifiesto la posición

social de la familia, en cuanto a lo material y a su disposición en las normas del decoro.18

18 No se pretende sintetizar en estas líneas las diferentes visualizaciones del salón de estrado en América. Para estudios particulares véase: CURIEL, G. “Formas, costumbres y rituales cotidianos de las elites novohispanas a través de los objetos de la cultura material”, en La grandeza del México virreinal. Tesoro del museo Franz Mayer, México D.F.: Museo Franz Mayer y The Museum of Fines Arts , Houston: 2002, págs. 23-44, LOPEZ PEREZ, P. “Las salas y su dotación en las casas de Santafé de Bogotá” en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Bogotá: Universidad Nacional De Colombia Sede Bogotá, 1997, p.5 - 46 , RIVAS PEREZ, J.F. “Of Luxury and Fantasy: The Influence of Asia on the Furniture of

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Asia en América

55

A diferencia del uso del té en el mundo sajón el mundo hispano mostró una

preferencia por el chocolate y el café. En torno a estas bebidas se generó una demanda

de nuevas tipologías (chocolateras, jícaras, mancerinas, tazas con asa, etc.) que

visualizaban en porcelana china, barros de Nueva España y platería el poder que

ostentaban las familias en el estrado. Los orígenes del té, café y chocolate, sus modos

apropiados de preparación, sus posibles incidencias en la salud generaron tratados

específicos que respondieron a la difusión de las mismas y a sus consecuencias en los

hábitos de sociabilidad.19

El Salón del estrado puede considerarse como un laboratorio de prácticas sociales

donde la sociedad criolla experimentó a través de la cultura material, en sus procesos de

transferencia, hibridación y mestizaje, la construcción de una identidad visual. En este

complejo entramado, lo chino y chinesco, conforma un lenguaje que trasciende lo

material para configurar una categoría social a través de su posesión y exhibición.

Conclusiones

La apropiación material e ideológica de lo foráneo centrado en la cultura material

asiática responde a múltiples estrategias de estudio. Así el imaginario que se crea en los

salones chinos y salones de estrado configura identidades de género y sociales a partir de

un imaginario visual donde se recrean las ilusiones de poder y dominio político, social e

individual. Las críticas de la época sobre el exceso y el control femenino de estos salones

no impidieron el protagonismo social, económico e ideológico de la mujer. El gran éxito

de estos espacios fue la convergencia entre lo privado y lo público, lo masculino y lo

femenino en unos términos mucho más amplios que lo que estarían a partir del siglo

XIX. Pero también significaron en ocasiones un rasgo de exclusión social basado en la

posesión como sinónimo de posición social y por tanto referentes de las elites ilustradas

y liberales. La transformación del salón privado al espacio público de cafés, y nuevos

Viceregal Spanish America ” en PIERCE, D., y OTSUKA ,R., Asia & Spanish America. Trans-Pacific Artistic & Cultural Exchange, 1500-1850, Denver : DenverArt Museum 2009, págs-119-128, ROMÁN, M., “Este O-Este: mutación y metamorfosis”, en Orientando la mirada, Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 2009 ,Págs. 35-46 19 Tratado de usos y abusos, propiedades y virtudes del tabaco, café, té y chocolate. Extractado de los mejores autores que han tratado la materia, a fin de que su uso no perjudique a la salud, antes bien pueda servir de alivio y curación de muchos males. Por el Lic. Don Antonio Lavedán, Cirujao del Ejército y de la Real Familia de S.M.C. Con licencia. Madrid, en la Imprenta Real, año de 1796. Ed. Facsímil, Madrid: Almarabu, 1991

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

56

espacios de discusión y sociabilidad pública marcan la transición de la sociedad

burguesa incipiente de la Edad Moderna y las revoluciones del siglo XIX. No en vano, lo

chino y lo chinesco adquirieron entonces un nuevo significado, derivado de las nuevas

estrategias coloniales, donde se le despojó de la curiosidad de lo exótico y se le emplazó

como signo de una cultura superficial, asociada con lo banal carente de pasado histórico.

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Asia en América

57

Joaquín Gutiérrez

María Thadea González, Marquesa de San Jorge de 1772 a 1777 Óleo sobre tela, 141 x 102 cm

1775 Museo Colonial, Bogotá D. C. (Colombia)

Fotografía: © Oscar Monsalve / Museo Colonial

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El encanto de la porcelana china: apuntes históricos a propósito

de algunos vestigios coloniales

María Astrid Ríos Duran

Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira

[email protected]

TABLA DE CONTENIDO

La ponencia tratará aspectos relacionados con la fabricación y el decorado de la

porcelana China en el contexto europeo durante los siglos XVI, XVII y XVIII que

contribuyen en la identificación y caracterización de los vestigios de porcelana china y de

cerámica que encontramos en nuestro medio. Se presentarán algunos de estos vestigios y

se indagará sobre las particularidades de su uso en la época colonial.

Introducción

La porcelana fue descubierta en China en fecha aún no determinada. Se sabe que

este tipo de material con las características que conocemos hoy en día ya se trabajaba y

se exportaba en el siglo X. Tampoco existe certeza sobre la primera fecha del arribo de la

porcelana a Europa. Se estima que fue en la época de Marco Polo. No obstante, podemos

afirmar, sin temor a equivocarnos, que Europa ya conocía la porcelana china en el siglo

XVI, que vivió encantada con ésta durante los siglos siguientes, que gastó sumas

incalculables de dinero adquiriendo estos tesoros traídos de Oriente (fueron productos

Page 59: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

Asia en América

59

estrella de las Compañías especializadas en el comercio con la China como la Compañía

Holandesa de Indias y la Portuguesa) y que destinó recursos para el descubrimiento del

secreto de la pasta porcelanica hasta que finalmente logró descubrirla en el siglo XVIII.

¿Pero por qué Europa estaba tan fascinada con la porcelana China?, ¿Cuándo, cómo y

quién descubrió su secreto? ¿Y por qué esta historia es importante para nosotros?, son

los aspectos en los que nos concentraremos en seguida.20

El encanto de la porcelana China

El encanto de Europa por la porcelana China se sustentaba en las cualidades

físicas y decorativas, así como en la imposibilidad de producirla localmente. Eran piezas

que había que importar de Oriente puesto que se desconocía la composición de la pasta y

la tecnología de cocción por las cuales obtenía unas características diferentes a las de la

cerámica tradicional europea que era la Mayólica o Fayenza21, que había sido tan popular

desde el siglo XV y que contaba con reconocidos centros manufactureros en Italia,

Holanda, España, Francia e Inglaterra.22

Mayólicas, Fayenzas y Porcelanas eran cerámicas. Había una relación fuerte entre

ellas por la apariencia blancuzca. No obstante, este era uno de los aspectos en donde

radicaba la diferencia. En el caso de las dos primeras el blanco era el resultado de la

20 Este escrito se apoya en el trabajo de investigación realizado en el Museo de Arte Colonial titulado: María Astrid Ríos Durán, “Estudio de la colección de cerámica, porcelana y vidrio del Museo de Arte Colonial de Bogotá” (Trabajo para optar al Grado de Diseñador Industrial – Escuela de Disñeo Industrial – Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D. C., 2002); recoge algunas ideas de la investigación “Vivir en Santafé. Una mirada a la cultura material” (Tesis para optar al Grado de Magíster en Historia, Facultad de Ciencias Humanas – Universidad Nacional de Colombia. 2007); así como en los textos de la misma autora Los tibores chinos (Bogotá D. C.: Museo de Arte Colonial, 2003); María Astrid Rios Durán. “Loza Fina en Santafé”, Plegable de la exposición (Bogotá D. C.: Museo de Arte Colonial, 2003); “Loza Fina a la mesa. La loza fina, las vajillas y el comer en Bogotá a comienzos del siglo XIX (1800-1830)”, en Grafía: Revista Universidad Autónoma (2008), 11 a 22. 21 Según el siguiente planteamiento de Pravoslav Roda Mayólicas y Fayenzas tenían sutiles diferencias que sólo llegaban (o llegan) a ser fácilmente identificables por el ojo especialista y técnico de un ceramista. Para este autor, la denominación mayólica debería aplicarse exclusivamente a las cerámicas de bizcocho coloreado y de esmalte opaco coloreado, mientras que el de fayenza debería reservarse a la cerámica de cuerpo calizo, débilmente teñida y de esmalte blanco opaco, que hizo famosos a los alfareros de Faenza. 22 Los trabajos de los faiancistas franceses, los maiolistas de Urbino, los de Florencia y de Pisa, los ceramistas de Delft, los alfareros de Valencia y de Barcelona, y la eartenware en Inglaterra, se destacaron en el empleo de esta técnica. Ver: Pravoslav Rada, Las técnicas de la cerámica: el arte y la práctica, Colección Técnicas Del Arte (Madrid, Libsa: 1990), 27-28; Latina Ars, Azulejos: las Metamorfosis del azul (París: Ars Latina, 1994), 27.

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

60

aplicación de un vidriado con estaño mientras que en las segundas se debía a la

presencia de caolín en la pasta. La diferencia entre estas cerámicas se acrecentaba por

las otras cualidades de la porcelana correspondiente a la traslucidez, la liviandad y una

sonoridad especial al golpe, las cuales eran producto también de la composición de la

pasta y de la temperatura de cocción. Esta contenía además del caolín, el feldespato

pulverizado junto con cuarzo cocidos a 1200 y 1300 grados.

La producción europea de porcelana nació en el año de 1707, cuando el alquimista

Federico Guillermo Bottcher, en Meissen (Alemania), descubrió la composición de esta

cerámica.23 Durante esta búsqueda los centros tradicionales de mayólica jugaron un papel

fundamental, puesto que fueron ellos, la mayoría de las veces con el apoyo de reyes y señores,

quienes lideraron esta labor; a la vez, quienes intentaron aproximarse a la porcelana oriental

mediante la imitación de sus formas y decoraciones a través de las mayólicas.

Durante la búsqueda del descubrimiento de la porcelana se crearon otras pastas

que recibieron el nombre de porcelana, ese el caso de la “porcelana tierna” y la

“porcelana blanda”. La porcelana tierna fue descubierta en Francia, en el siglo XV. A

diferencia de la porcelana oriental, no tenía caolín; su composición consistía en una

mezcla de arena o cuarzo, salitre, sal marina, sosa, alumbre, polvo de alabastro, yeso y

arcilla. Las piezas así conformadas eran menos duras y refractarias que las caolínicas,

pero permitían un campo más amplio a los efectos de colorido. La porcelana blanda, o

fosfática o de hueso fue descubierta en 1800 por Josiap Spoode en Inglaterra. La

composición de ésta era la misma de la porcelana dura (oriental o caolínica), sólo que

contaba adicionalmente con huesos calcinados (fosfato de calcio), por lo cual obtenía

una textura muy fina y resistente.

El descubrimiento de la composición de la porcelana caolínica llevó al

surgimiento de las primeras y más importantes manufacturas en Alemania, Holanda,

Italia, Francia e Inglaterra. Son famosas la de Capodimonte en Italia (más adelante

trasladada bajo el nombre de Buen Retiro a España), Vicennes y Sevres en Francia;

23 Marcal Olivar Daydi, La Porcelana en Europa desde sus orígenes hasta principios del siglo XIX (Barcelona: Seix Barral, 1952 – 1953), 18; Ángel Escárzaga, Porcelana, Cerámica y Vidrio: Diccionarios Antiquaria, Tomo II (Madrid: CIPSA, 1983), 24.

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Asia en América

61

Chelsea, Bristol, Worcester, Derby en Inglaterra, Furstenberg, Nyphenburg y

Ludwigburg en Alemania.24

La magia de la porcelana se complementaba con la rareza y/o el exotismo de la

decoración. El tipo de los trazos pictóricos, los colores y las escenas debieron causar

cierta ensoñación entre los europeos. Fueron imágenes que permitieron viajar, imaginar

y conocer un territorio desconocido y diferente. Otros paisajes, otra flora, otra fauna,

otro modo de representación, otros rasgos físicos en las personas, otros trajes, en

definitiva, otro mundo recreado en este lienzo blanco quebradizo.

La decoración oriental o chinesca fue propia de la loza traída de Oriente, así como

de algunas mayólicas y porcelanas europeas. Recordemos que en ocasiones se imitó en la

cerámica tradicional el decorado de la loza oriental. Este decorado se caracterizaba por

la monocromía, especialmente con el color azul; por el predominio de motivos

geométricos y naturales, como líneas, puntos, hojas, flores y animales y, principalmente,

por el manejo de rasgos chinescos en los personajes y los motivos propios de esta región

como las pagodas y el sauce o willow.

Fueron muchas las temáticas de este decorado, sin embargo, hoy en día se destaca

una escena llamada “Diseño del sauce”. Este apareció por primera vez en la revista

inglesa El amigo de la familia, en 1849. No obstante, la iconografía y el relato se apoyan

en una leyenda china y algunos vestigios permiten observar su uso, sin la presencia de

las aves, por lo menos desde 1812.25 Lo traemos a colación porque fue uno de los diseños

más difundidos y porque se encuentran varios platos con este tema en Europa y en

Colombia. Por ejemplo, en el museo de Arte Colonial hay uno que fue manufacturado en

Inglaterra, por la compañía Pinder Bourne & Co (1851-1882); así como los otros que

están en el Museo del Chicó elaborados en la primera fábrica de loza de Bogotá de

mediados del siglo XIX; y los demás que se encuentran en el Museo Nacional, el Museo

20 de Julio y el Museo Hacienda el Paraíso en el Valle del Cauca.

24 Marcal Olivar Daydi, óp. cit. 25En esta ocasión me atrevería a seguir lo sugerido por Wikipedia, según la cual el motivo del Willow pattern o blue willow data de alrededor de 1780. http://en.wikipedia.org/wiki/Willow_pattern Acceso: marzo 15, 2013.

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

62 England Corburg Plato tortero (Detalle y completo) Cerámica pintada Segunda mitad del siglo XVIII Museo Colonial, Bogotá D.C, Colombia Fotografía: © Cristina Garzón / Museo Colonial Es un plato con el “diseño del sauce”

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Asia en América

63

El diseño del Sauce alude a una historia de amor, estilo Romeo y Julieta. La

historia que aquí se cuenta es la siguiente: en el templo, al lado derecho del plato, vive la

bella Koog-tse, hija de una rica familia (en algunas versiones es una princesa). Ella se

enamora de Chang, un jardinero que trabajaba para su familia; su padre se enfada al

enterarse del romance e inmediatamente la promete con un amante rico y viejo y la

encierra en el pequeño templo en el lado izquierdo del jardín. El inteligente jardinero

sabe que una corriente de agua fluye alrededor del templo donde está Koong-tse y le

envía cartas en barquitos de papel hablándole de su plan para escaparse. Él alquila un

pequeño bote que los espera en la orilla bajo los sauces, al lado del puente, para poder

cruzar el río y llegar a la otra orilla en donde podrán ser libres y felices.

En el pequeño puente de tres arcos vemos a la dama, caminando delante de

Chang y llevando una rueca, símbolo de la castidad; Chang la sigue con la caja de las

joyas de la joven mientras que el padre va detrás persiguiéndolos con un látigo. Los

amantes finalmente llegan a la orilla como habían planeado y se casan. Chang estudia

mucho y pronto se convierte en un renombrado intelectual. Pero esto levanta la envidia

del viejo mandarín, que manda a alguien a matarlo. La joven entonces, con el corazón

partido, se suicida. El cielo se conmueve de su lealtad y ella y su marido se convierten en

un par de pájaros que se miran el uno al otro eternamente en el horizonte del plato.26

En resumen la diferencia que presentaba la porcelana frente a las mayólicas

europeas se basaba en el exotismo de estas piezas por las cualidades del material y de la

decoración. En la búsqueda del secreto de la pasta porcelánica participaron los centros

tradicionales de mayólica, pero fue Bottcher quien finalmente lo descubrió. A él le tomó 13

años llegar a hacerlo. Lo hizo bajo la supervisión y el control del Rey Augusto el Fuerte,

para quien la porcelana era una de sus pasiones por lo que no escatimó esfuerzos para que

Bottcher hiciera el descubrimiento. Descubierto el secreto se multiplicaron las fábricas de

porcelana en Europa. No obstante, el encanto de la porcelana se mantuvo posteriormente

o por lo menos el gusto por la decoración chinesca. Este tipo de decoración se reprodujo

en objetos de fabricación local en nuestro medio, como aconteció con el diseño del Sauce

presente en platos facturados en la Fábrica de Loza de Bogotá.

26 Revista Sinorama, Vol. 20, Nº 12 (2005), 3.

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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Camarín de la virgen del Rosario

Iglesia de Santo Domingo, Tunja, Colombia

Fotografías: © Olga Isabel Acosta Luna

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Asia en América

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Importancia de la historia de la porcelana China en Colombia

La importancia de la historia de la porcelana China se debe a la presencia de

piezas en nuestro medio así como al reconocimiento que ésta tuvo durante el período

colonial. Algunos de los ejemplares que aún se conservan son los platos instalados en la

techumbre de la capilla del Rosario en la Iglesia de Santo Domingo en Tunja, pero muy

especialmente dos tibores del periodo Ming que hacen parte de la colección del Museo

de Arte Colonial de Bogotá.

Los tibores están marcados en su base con un pictograma de color azul que nos

dice sobre el nombre del Emperador de la época en la cual fueron elaborados. Al traducir

esta marca se entiende “Manufacturados en el período de Hsuan Te”, así lo lograron

determinar los especialistas en lengua y pintura tradicional china Paulina Michaels y

Luis Eduardo Garzón.

El reinado de este emperador hizo parte de la Gran Dinastía Ming, que abarcó

desde 1368 a 1642. Su período estuvo comprendido entre los años 1426 a 1435. Fue quizá

durante este reinado cuando se hizo la mejor porcelana Ming. Los dibujos se hicieron

más ordenadamente y el estilo, como conjunto, se volvió menos agarrotado. En las

primeras cerámicas azules y blancas, la decoración estaba subrayada en azul oscuro y los

espacios encerrados se rellenaban con aguadas diluidas. Durante el período de Hsuan

Te, se fabricó también porcelana blanca y roja y porcelana esmaltada en colores.

En la decoración Ming se hizo gran uso de los dibujos de plantas y flores,

dispuestas en divisiones geométricas de orlas y paneles. Así mismo se emplearon

variedad de técnicas que incluían la decoración incisa, moldeada o grabada.

La mayoría de la porcelana que se manufacturó durante esta Dinastía se hizo en

las factorías imperiales ubicadas en la región de Ching Te Chen en la provincia de

Kiangsi. En el tiempo de Hsuan Te dirigió esta factoría un oficial llamado Chang Shan,

quien, a juzgar por la calidad de las vasijas, debió ser un magnífico administrador. 27

27 Fujio Koyama y Jhon Figges, Cerámica oriental, trad M.J. Echavarría (Barcelona: Argos, 1964).

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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Tibor chino y detalle de la marca Porcelana y pigmentos. Técnica: vaciado y pintado Siglo XVI Museo Colonial, Bogotá D. C. (Colombia) Fotografías: © María del Pilar López

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Asia en América

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Las formas cerámicas tan perfectamente elaboradas en la China comenzaron a

viajar por el mundo desde el período Sung (960-1275 d.C). Este período según Fujio

Koyama fue el período de oro del arte cerámico en China; se caracterizó porque

progresaron las artes y la literatura, junto con los grandes emporios comerciales de

China, y con ello la demanda de géneros, por otras partes del Mundo, como Indochina,

Tailandia, Malaca, Filipinas, Persia, Egipto y todo el Oriente.

Tras el período Sung, cuyas formas cerámicas se caracterizaron por la elegancia,

consistencia y pureza, vinieron los períodos Yüan, Ming y Ch´ing, de los cuales el más

importante de todos por la calidad de las piezas elaboradas y por el número de ellas que

fueron exportadas al Antiguo y Nuevo Mundo, fue el período Ming.

La manera como llegaron los tibores hasta nuestro medio no se ha identificado

aún. Antes de llegar al Museo, estos tibores pertenecían a los Señores Pablo y Josefina

Argaez. Posiblemente arribaron durante el período colonial e hicieron parte de la

denominada Loza Fina. Sin embargo, es gratificante conocer, como se dio en el año

2003, que estos tibores son Chinos, del período Ming y que constituyen un buen

referente del tipo de porcelana china que encantó a Europa en los siglos XV, XVI, XVII y

XVIII así como de la loza fina que también fascinó a la Nueva Granada en la colonia.

Los tibores cumplen con las características de la auténtica porcelana china. Son

livianos, de pasta blanca, traslúcidos, con sonoridad vidriosa al toque, excelentemente

bien facturados y decorados con el azul tan distintivo de Oriente.

En la Nueva Granada este tipo de objetos hicieron parte de la denominada Loza

fina. Esta fue una denominación dada a los nuevos enseres de cerámica que arribaron a

nuestro territorio junto con la llegada de los españoles. Ésta a diferencia de la elaborada

localmente era vidriada y decorada con escenas a la usanza europea y oriental. No

obstante, por la trascendencia de la cerámica oriental, en ocasiones a la Loza Fina

también se le conoció como “Loza China” y “Porcelana de la China”, sin que ello

significara que venían de Oriente y que fuesen elaboradas en este precioso material. 28

28 Mónika Therrien se refiere a esta loza como Mayólica y acuña la expresión cerámica foránea. Monika Therrien et al, Catálogo de cerámica colonial y republicana de la Nueva Granada: Producción local y materiales foráneos (Costa Caribe, Altiplano Cundiboyacense-Colombia) (Bogotá: Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales – Banco de la República, 2002).

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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias

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En conjunto, mayólicas, porcelanas chinas y posiblemente porcelana de pasta

tierna y fosfática, llegaron a nuestro territorio desde la Colonia hasta el siglo XX. De

acuerdo con las fuentes documentales, piezas y marcas de estas piezas que se conservan

en Museos como el del Chicó y el de Arte Colonial venían de China, Estados Unidos,

Inglaterra, Alemania, Holanda, España y Francia; de manufacturas y centros

manufactureros como: Meissen, Limoges, Delft, Weegwood, Perugia, Villeroy

(Manufactura del Duque de Villeroy, que permaneció activa durante los años de 1735

hasta 1772), Talavera, Ruskin, Moncroft, Apiello, Alcobaca, Adam and soms

(Manufactura inglesa del siglo XVIII, de los hermanos Robert y James Adam), England

Coburg, Pinder Bourne & co., y de la Casa Vieux de París, entre otras. 29

La historia de estos vestigios tiene similitudes con la historia de la porcelana china

en Europa en el sentido de que fueron piezas importadas (desde Europa y China);

constituyeron bienes escasos, costosos y exclusivos. Razón por la cual se les guardaban

celosamente en interiores religiosos y domésticos. También se despertó un interés por

manufacturarlas lo que condujo al establecimiento de centros especializados en la

elaboración de cerámica vidriada como sucedió con la Fábrica de Loza de Bogotá en la

primera mitad del siglo XIX.

Comentario final

En resumen en esta ponencia he tratado algunos aspectos formales de la historia de

la porcelana China. Especialmente de las características del material y de la decoración

que encantaron a Europa antes del descubrimiento de la pasta en 1707. Así como de la

importancia de este tipo de historia para nosotros, especialmente porque contribuye en la

identificación de vestigios cerámicos. Nos queda pensar para el futuro como a través de

estas piezas se delata la comunicación, las relaciones comerciales y culturales que

pudieron darse históricamente entre estos territorios a través de estos vestigios.

29 Therrien plantea por ejemplo, a través de los hallazgos arqueológicos, la presencia durante la Colonia de material foráneo de tipo hispano, hispano morisco, italo hispano y mayólica italiana, entre otros.

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69

El mobiliario “enconchado” en el virreinato del Perú

Jorge F. Rivas Pérez

Colección Patricia Phelps de Cisneros,

Caracas – Nueva York

[email protected]

TABLA DE CONTENIDO

Los muebles embutidos en madreperla y carey, mejor conocidos hoy en día como

muebles “enconchados,” destacan entre las más lujosas y originales piezas de mobiliario

creadas en Latinoamérica durante el período hispánico.30 Su decoración en materiales

preciosos, con motivos prestados tanto de repertorios europeos como asiáticos, es reflejo de

una sociedad que se asomaba a un mundo en incipiente proceso de globalización. Estos

costosísimos muebles estaban solo al alcance de las muy ricas élites metropolitanas

coloniales, afanadas, ya desde los primeros tiempos de la colonización, en una desenfrenada

carrera por la ostentación de sus riquezas. El presente trabajo —resultado parcial de una

investigación todavía en curso— se referirá exclusivamente a un grupo de muebles

producidos en el Perú, muy posiblemente en Lima, los cuales poseen características

similares y pueden ser afiliados a un único taller o a un grupo de talleres asociados.

30 Nota del autor: este texto es transcripción literal de la ponencia del mismo nombre dictada en Bogotá el día jueves 16 de agosto de 2012 con motivo de las VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial: Asia en América. Las notas y referencias bibliográficas han sido añadidas posteriormente.

Page 70: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

70

Si bien han sobrevivido hasta hoy un número bastante considerable de muebles

embutidos en concha y carey, tal vez debido a los costosos materiales empleados en su

refinada manufactura, esta producción ha recibido relativamente poca atención por

parte de estudiosos en la materia. Muebles embutidos en concha aparecen reseñados ya

desde las primeras publicaciones especializadas en mobiliario colonial de la primera

mitad del siglo veinte. Tanto Manuel Romero de Terreros, en su obra pionera Las artes

industriales en la Nueva España (1923), como Alfredo Taullard, en El mueble colonial

sudamericano (1944), incluyen una selección de piezas embutidas en concha.31 Ya desde

esa época a algunos muebles de este tipo se les atribuye un posible origen oriental. La

bibliografía posterior en su casi totalidad se limita a repetir lo poco que mencionan

Romero de Terreros y Taullard sin hacer mayores precisiones. Habrá que esperar hasta

fines del siglo veinte, y a trabajos como los de Gustavo Curiel sobre inventarios

novohispanos o los de María Paz Aguiló Alonso sobre el mobiliario embutido, para que

se comience a especular sobre un posible origen americano de estas piezas.32

El término con el que se los denomina de forma más o menos generalizada hoy en

día, “enconchado,” es de relativamente reciente uso, y su empleo solo alcanza cierta

difusión después de la publicación en 1978 del artículo de María Paz Aguiló Alonso

“Muebles enconchados americanos, portugueses e indoportugueses”.33 La palabra

“enconchado” ya venía empleándose desde la década anterior (1960) para designar un

grupo de pinturas y biombos novohispanos con embutidos de nácar. Es quizás el uso de

embutidos de nácar en estas dos muy distintas producciones artísticas lo que motivó la

adopción del término “enconchado” para el mobiliario.

El mobiliario embutido en concha

Si bien se manufacturaron muebles embutidos en concha en varias regiones de

Hispanoamérica —aparte de las piezas peruanas que hoy nos ocupan, son famosos entre otros

31 Manuel Romero de Terreros, Las artes industriales en la Nueva España (Ciudad de México, Librería de P. Robredo, 1923); Alfredo Taullard, El mueble colonial sudamericano (Buenos Aires: Ediciones Peuser, 1944). 32 Gustavo Curiel Méndez, “El efímero caudal de una joven noble. Inventario y aprecio de los bienes de la marquesa Doña Teresa Francisca María de Guadalupe Retes Paz Vera (Ciudad de México, 1695)” Anales del Museo de América Nº 8 (2000), 65-101, y María Paz Aguiló Alonso “Muebles enconchados americanos, portugueses e indoportugueses” Archivo Español de Arte, Tomo 51, 203 (1978), 337-345. 33 Ibíd.

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71

los baúles pintados y embutidos de Durango, en la Nueva España, o los escritorios en maderas

preciosas y nácar del Paraguay— la producción del Perú es la más sofisticada de todas.

Los muebles con embutidos en concha y otros materiales preciosos tienen

orígenes muy remotos. Ya las antiguas civilizaciones del oriente próximo y de la cuenca

del Mediterráneo empleaban materiales preciosos y maderas raras para embellecer

muebles y objetos utilitarios. De marfil y oro son los restos del famoso trono con patas

de esfinge hallado en Acemhöyük, Anatolia, y fechado cerca de mil novecientos años

antes de Cristo. Expediciones arqueológicas en Mesopotamia han reportado numerosos

restos de muebles enchapados en marfil y otros materiales preciosos. Quizás los

ejemplares más conocidos de este tipo son los muebles fechados entre los siglos noveno

y séptimo antes de Cristo que fueron excavados en la mítica ciudad asiria de Nimrud,

hoy Irak. Documentos de la misma época – en particular las famosas cartas de Amarna –

inventarían muebles enchapados en oro y plata con embutidos preciosos.34

Los antiguos egipcios también manufacturaron muebles con recubrimientos en

oro y decoración embutida. Muebles incrustados en concha, marfil y maderas preciosas

aparecen ya desde el imperio antiguo. Fechado hacia el 2600 antes de Cristo, el

mobiliario imperial de la reina Hetepheres I (madre del faraón Keops), está totalmente

recubierto de oro y decorado con incrustaciones de lapislázuli y otros materiales

preciosos. Dentro de las grandes creaciones del mobiliario egipcio antiguo resulta sin

duda imprescindible destacar el grupo de piezas mucho más tardías – son de la

decimoctava dinastía – pero sin duda extraordinarias, encontradas en la tumba del joven

faraón Tutankamón, quien reinó del 1336 al 1327 antes de Cristo.35 Griegos, romanos, y

por extensión bizantinos, usaron también una gran profusión de materiales preciosos

para embellecer y embutir su mobiliario.36 A pesar de que no sobreviven piezas

completas en buen estado de conservación, evidencia documental y fragmentos

arqueológicos dan cuenta del uso no solo de bronce, oro, y plata, sino además de marfil,

34 Ver William L. Moran, The Amarna letters (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1992). 35 Sobre los muebles de Tutankamón ver Marianne Eaton-Krauss y Walter Segal, The thrones, chairs, stools, and footstools from the tomb of Tutankhamun (Oxford: Griffith Institute, 2008). 36 Sobre mobiliario griego y romano ver Elizabeth Simpson, “Furniture”, en The Oxford Encyclopedia of Ancient Greece and Rome. Editado por Michael Gagarin (Oxford: Oxford University Press, 2010), 252-255.

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carey, mosaico de pasta de vidrio, y maderas raras como el citrino – una madera africana

sobreexplotada por los antiguos romanos hasta su total extinción. Los romanos fueron

particularmente aficionados a las maderas exóticas y a los trabajos de marquetería.

Lamentablemente solo han sobrevivido, y en muy mal estado, un par de piezas con este

tipo de manufactura. Las mismas fueron halladas en Herculano, parcialmente

carbonizadas por las cenizas volcánicas de la erupción del Vesuvio en el año setenta y

nueve. A pesar del pobre estado de conservación, hoy en día es aún posible apreciar los

sofisticados diseños geométricos de la marquetería de los muebles de Herculano.37 Toda

la herencia del mobiliario grecorromano de lujo, transformada y adaptada durante la

Edad Media, confluye en La Península Ibérica con las tradiciones y técnicas islámicas

que desde el siglo ocho, hasta la expulsión definitiva de los moriscos en 1609, floreció en

la España árabe. Los trabajos de embutidos con madera, marfil y concha, con complejos

diseños geométricos o Girih, conocidos en España como lacerías, alcanzaron un gran

esplendor durante este período, y muy en particular en la corte de los Nazaríes, la última

dinastía mora granadina.38 Con la conquista del Nuevo Mundo la mayoría de las

tradiciones artesanales vigentes en la España medieval pasan a las Américas donde los

usos constructivos, tipos, y estilos decorativos del mobiliario español arraigarán

definitivamente para combinarse posteriormente con los repertorios venidos de Asia y

con las tradiciones de manufactura locales.

El gusto oriental en el mobiliario virreinal

La influencia asiática en el mobiliario virreinal comenzará a percibirse a finales

del siglo dieciséis. Es a partir de 1565, gracias al viaje anual del galeón de Manila, cuando

bienes suntuarios orientales comenzarán a circular en cantidades considerables por toda

Hispanoamérica.39 El mobiliario con acabados en laca e incrustado en madreperla, tanto

chino como japonés, así como muebles y objetos en maderas preciosas con embutidos de

concha y marfil, en particular las famosas cajas de madera de narra embutidas en marfil

37 Sobre el mobiliario de Herculano ver Stephanus Theodorus Adrianus Maria Mols, Wooden furniture in Herculaneum: form, technique and function (Amsterdam: Gieben, 1999). 38 Para el mobiliario español del siglo dieciséis ver María Paz Aguiló Alonso,

a, siglos XVI-XVII (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.) – Antiqvaria, 1993). 39 Sobre el tema ver William Lytle Schurtz et al., El galeón de Manila (Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1992).

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73

esgrafiado de las Filipinas, despertaran un enorme interés entre los miembros de las

élites virreinales americanas. A pesar de no haberse hallado todavía documentación

alguna que lo confirme definitivamente, es muy posible que también los famosos objetos

en concha de Gujarat, India, que tanto fascinaron a las cortes europeas, también

hubiesen llegado hasta la América española.

Dentro de los bienes suntuarios orientales destacan en particular las piezas

japonesas de laca (en japonés maki-e de allí el termino maque) embutida en concha con

decoración en oro y plata. Este grupo, denominado “Namban”, fue manufacturado

específicamente para el mercado de exportación desde mediados del siglo dieciséis hasta

la tercera década del siglo siguiente. Las lacas “Namban” fueron comercializadas en su

gran mayoría por agentes portugueses, y por sus aliados los misioneros Jesuitas

establecidos en Japón. Estos “maques” embutidos con concha y dorados fueron muy

apreciados, tanto en los mercados virreinales americanos como en Europa. Su

popularidad aumentó significativamente gracias a las dos embajadas japonesas a la

Nueva España. La primera, y la más importante, fue en 1610. La misma estuvo

acompañada por Rodrigo de Vivero, ex gobernador de Manila y además sobrino del

virrey Luis de Velasco. La segunda llegó, de paso hacia Europa, en 1614. El incipiente

comercio con Japón terminó bruscamente interrumpido por la unificación del país, el

subsecuente cierre de sus fronteras a los europeos, y la sangrienta supresión del culto

cristiano a mediados del siglo diecisiete.

Es menester mencionar que todo el comercio del imperio español con Asia se

canalizaba a través de las Filipinas. Manila era el principal centro de acopio,

manufactura, y comercio de bienes suntuarios orientales. El mobiliario constituyó un

renglón importante dentro de este mercado. En el Parián, o mercado central de Manila,

una población de asiáticos cuyo número llegó a superar por más de seis veces el de los

españoles, suplía la incesante demanda de bienes suntuarios orientales requeridos por

las élites españolas. Se trataba de un grupo muy heterogéneo compuesto por artesanos y

comerciantes tanto nativos de las Filipinas como provenientes de Japón, Corea, China,

India y del sudeste asiático. En muchos casos eran asiáticos convertidos al cristianismo

que hallaron refugio y protección con los españoles. Sin embargo, esto no impidió a los

españoles el hacer periódicas campañas de purga y exterminio entre los habitantes

Page 74: vi jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial

74

asiáticos de Manila a fin de limitar el número de extranjeros residentes en la capital y

aplacar los recurrentes temores de un posible alzamiento.

A pesar que desde fines del siglo dieciséis ya circulaban mercaderías orientales en

las Américas, es realmente a partir del siglo diecisiete cuando el gusto local por estos

géneros de importación alcanza su mayor desarrollo. Es precisamente en este momento

cuando surge una gran demanda por mercaderías orientales, lo que a su vez incentiva la

manufactura local de piezas de gusto asiático. Los inventarios coloniales son a veces muy

precisos e indican el origen geográfico de las piezas – generalmente se denominan "de

China," indistintamente de su procedencia, a todos los bienes venidos del oriente. Sin

embargo, en muchos casos las piezas de gusto oriental aparecen sin denominación de

origen geográfico, ello podría indicar una manufactura local.

Si bien ha sido documentada la presencia y obra de inmigrantes asiáticos en

Hispanoamérica ya desde las primeras décadas del siglo diecisiete, debemos aclarar que

su estudio aún es muy limitado. Todavía hoy desconocemos la verdadera dimensión del

fenómeno y su impacto en el desarrollo de las artes decorativas virreinales. Es muy

posible que inmigrantes orientales hayan manufacturado este tipo tan especializado de

muebles y objetos embutidos en concha cuya técnica constructiva y motivos

ornamentales son muy cercanos a los asiáticos.

Materias primas y técnica constructiva

Desde el descubrimiento América se convierte en fuente importantísima de

materia prima y de bienes preciosos para España. Las maderas tropicales, de

variadísimos colores y ricas vetas, serán desde principios del siglo dieciséis un

importante renglón de explotación y exportación. Su llegada a los mercados del Viejo

Mundo revolucionará la ebanistería europea que hasta ese entonces estaba limitada a las

especies maderables locales y a las muy escasas, y extremadamente costosas, variedades

provenientes de Asia y África. El cronista florentino Galeotto Cey menciona la

explotación de varios tipos de maderas, en particular de caoba, durante su estadía en la

isla de La Española en la década de 1540.40 También debemos mencionar que fueron

numerosas las variedades de maderas americanas empleadas en la construcción del 40 Ver Galeotto Cey, Viaje y descripción de las Indias, 1539–1553, ed. José Rafael Lovera, trad. Marisa Vannini de Gerulewicz (Caracas: Fundación Banco Venezolano de Crédito, 1995), 37.

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75

palacio de Felipe II en el Escorial durante el último tercio del siglo dieciséis.41 En

referencia a las maderas usadas en los muebles peruanos embutidos en concha y carey,

los estudios realizados por Alejandra Quintanar Isaías en la colección del Museo Franz

Mayer – estudio al cual me referiré en detalle más adelante – dieron como resultado el

empleo de las mismas variedades en todos los muebles del grupo peruano. Se usó cedro

rojo (Cedrela odorata) como madera secundaria en la construcción del alma de los

muebles. Para la marquetería, tanto exterior como interior, se emplearon distintas

maderas duras tropicales, en su mayoría de la familia de las leguminosas, y muy en

particular variedades del genero Dalbergia. Todas las especies identificadas son nativas

de bosques tropicales americanos y muchas de ellas no se encuentran en el Perú. Sin

embargo, esto no desdice en modo alguno del origen peruano de los muebles. Lima se

encuentra en una planicie semidesértica en la costa del Perú y la casi totalidad de la

madera empleada para construcción y ebanistería en la ciudad se importaba desde

Centroamérica.

Aparte de madera, el Nuevo Mundo ofrecía una variedad de otros materiales

preciosos para realizar los embutidos, entre ellos destacan la madreperla y el carey. La

madreperla, también conocida como nácar o concha nácar, es la sustancia que recubre

las paredes interiores de las valvas – o conchas – de ciertos moluscos, en particular de

algunos bivalvos como las ostras y los mejillones. El nácar se compone múltiples estratos

translúcidos compuestos por finísimos cristales de carbonato de calcio y una proteína

animal llamada conchiolina que actúa como agente adhesivo. Su brillo proviene de la

reflexión de la luz en la superficie cristalina, mientras que la iridiscencia se genera

gracias a la refracción y difracción lumínica de los diversos estratos. No todas las

conchas son aptas para su uso en embutidos, en la mayoría de los moluscos el

recubrimiento es opaco de aspecto parecido al de la porcelana. En Hispanoamérica para

embutidos y objetos se usaron algunas variedades de agua dulce o salobre como los

mejillones de agua dulce del género Unia, hasta ahora identificados en ciertos muebles

mexicanos. Entre las especies marinas destacan las ostras perlíferas del genero Pinctada,

41 Ver María Paz Aguiló Alonso, Orden y decoro: Felipe II y el amueblamiento del Monasterio de El Escorial (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001).

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y la llamada “Concha Nácar” del Mar de Cortez (Pteria sterna). Si bien las dos especies

principales de ostras perlíferas americanas – Pinctada imbricata en el Caribe y Pinctada

Mazatlantica en la costa del Pacífico – no son tan grandes y gruesas como las variedades

asiáticas, su explotación y exportación está documentada ya desde principios del siglo

dieciséis con el boom perlífero de Cubagua, una pequeña isla frente a la costa de

Venezuela donde comenzó la explotación a gran escala de perlas en el Caribe. Un

documento de 1521 menciona el envió de un cargamento de varias pipas de conchas, lo

más seguro provenientes de Cubagua, desde Santo Domingo a Sevilla.42 Todavía a fines

del siglo diecisiete el hábil comerciante e incansable viajero napolitano Giovanni

Francesco Gemelli Careri menciona en su Giro del Mondo (1699) que las conchas están

entre las mejores mercaderías que se obtienen en el Nuevo Mundo.43 Pruebas de

laboratorio efectuadas en varios de los muebles peruanos del museo Franz Mayer en la

Ciudad de México dieron como resultado al género Pinctada. Lamentablemente una vez

que un trozo de concha ha sido trabajado resulta prácticamente imposible de identificar

la especie de dicho género. Sin embargo, lo más probable es que la concha usada en los

gabinetes peruanos sea de la especie Pinctada mazatlanica que se distribuye desde las

costas del Pacífico mexicano hasta Paita en el Perú. Son bien conocidas las explotaciones

perlíferas que hubo durante el periodo hispánico en Manta, Ecuador, en las islas de

Tumbes en el norte del Perú, y también en la zona de Paita.

El carey, material que se usa como fondo para los embutidos de concha, proviene

las placas del caparazón de la tortuga carey. El tipo más común proviene de la especie

del Caribe (Eretmochelys imbricata imbricata), pero también se explotó

comercialmente la variedad del Pacifico (Eretmochelys imbricata bissa), que se

distribuye desde el sur de California hasta el Perú. El marfil, usado siempre en muy

pequeñas cantidades, sin duda provenía de Asia o África. La plata para los embutidos es

obviamente de extracción local, demás esta recordar la importancia del metal en la

economía virreinal del Perú.

42 Sobre Cubagua ver Enrique Otte, Las perlas del Caribe: Nueva Cádiz de Cubagua (Caracas: Fundación John Boulton, 1977). 43 Giovanni Francesco Gemelli Careri, Viaje a la Nueva España (Ciudad de México: Dirección General de Publicaciones, UNAM, 2002), 4.

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En la construcción de estos muebles y objetos se emplea el repertorio tradicional

español de ensamblajes y uniones. Como se ha mencionado anteriormente la estructura

interna de los muebles es siempre en cedro rojo. Algunas partes, aquellas que requieren

de mayor resistencia estructural como patas, travesaños, y perillas son torneadas en

maderas duras. Las cerraduras, chapas, bisagras y otros herrajes son generalmente de

hierro, en algunos casos – cuando son visibles – el hierro es dorado. Los muebles más

lujosos tienen los herrajes de plata maciza. En ciertos muebles algunas partes de madera

han sido doradas o bien teñidas a imitación de ébano. Los acabados anteriores son

frecuentes en patas, molduras rizadas, pedimentos, arcos, bases y capiteles de columnas,

balaustradas y perillas de los remates de escritorios y contadores decorados con motivos

de arquitectura.

Los tipos

En su gran mayoría las piezas que han sobrevivido son pequeñas. El repertorio

incluye arquetas, baúles, cajas, bufetillos, y estuches de varios tipos, tamaños, y usos.

Algunas cajas tienen su bufete a juego. También hay numerosos contadores, papeleras,

escritorios, atriles, marcos para pinturas, peanas, y sagrarios. Dentro de las piezas más

grandes, y más escasas, destacan los gabinetes, armarios, cómodas con gavetas, mesas y

bufetes, escritorios con su estante – de los llamados en inventarios "de moda inglesa" – y

grupos constituidos por una mesa con un par de contadores sobre ella, uno de mayores

dimensiones que el otro, el todo a juego. El gusto por estas composiciones piramidales, o

"torres" de escritorios y contadores, muy probablemente se origina en Nápoles a la

vuelta del siglo diecisiete, y de allí pasa a España e Iberoamérica donde se populariza a lo

largo del mismo siglo. Hasta el momento no se han ubicado asientos ni camas de esta

manufactura peruana pero no debe descartarse su existencia pues inventarios

mencionan ambos tipos con embutidos. Si bien el repertorio tipológico es coincidente en

su mayoría con los tipos tradicionales del mueble español, tanto del siglo diecisiete como

del dieciocho, este grupo de muebles tiene algunas características únicas que los

diferencian de los demás. En primer lugar destacan los laterales achaflanados en

gabinetes, armarios, cómodas y contadores. La rotación de las caras laterales sin duda

obedece al deseo de mostrar su superficie ricamente decorada. Otra característica típica

es el uso de pequeñas pinturas religiosas en los frentes de algunos de los cajones que

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decoran los escritorios. Las mismas son siempre ejecutadas al óleo directamente sobre la

madera y protegidas con un vidrio. En casos excepcionales se han empleado al mismo fin

trozos de textiles, también protegidos con vidrios, y placas ornamentales en bronce.

Únicas en su diseño son las peanas o pedestales con un pie en forma de bulbo. Lo más

probable es que se hayan usado para colocar sobre ellas esculturas religiosas u objetos

suntuarios como jarrones de porcelana oriental. Se conocen diversos ejemplares del tipo

con alturas varias. Erróneamente se las clasifica hoy en día como "mesas laterales", sin

embargo este último tipo jamás aparece mencionado en inventarios virreinales. Este

particularísimo diseño posiblemente se inspira en las bases de púlpitos.

Acabados y diseños decorativos

Los acabados exteriores pueden variar considerablemente tanto en la diversidad

de los materiales como en los diseños decorativos. Debemos recordar que estos muebles

fueron diseñados para resplandecer con la tenue luz de velas y lámparas de aceite que se

usaban en ese entonces para iluminar las generalmente oscuras habitaciones de las

construcciones coloniales, de allí el uso tan abundante de materiales que reflejan y

magnifican la luz como la plata y el nácar. Las piezas más lujosas están completamente

revestidas de placas de concha – éstas algunas veces pueden ser esgrafiadas – y el carey

se usa solo en los bordes y otros pequeños detalles. Las placas de nácar se cortan y

disponen en modo de crear patrones decorativos sobre la superficie del mueble. El

aspecto de este grupo recuerda un poco a las piezas enchapadas de nácar de Gujarat,

India, sin embargo en los muebles peruanos no se utilizan los pequeños clavos de bronce

para sujetar las placas que son típicos de la manufactura hindú. Otro conjunto lo

conforman las piezas con fondo de carey y embutidos en concha y plata. Los motivos

decorativos y la técnica de embutidos de este grupo son muy próximos a los de los

muebles coreanos de la dinastía Choson (1392-1910), con la diferencia que en vez de laca

el fondo de las piezas peruanas es enteramente de carey. Dentro del grupo destaca el

trabajo con pequeños clavos e hilos de plata en espirales y líneas onduladas que se usa

para vincular los motivos florales embutidos en concha, generalmente peonías, y con

menor frecuencia crisantemos, el todo de evidente gusto coreano. En algunos muebles,

pero con menor frecuencia, se usa latón dorado con la misma finalidad de la plata. A los

motivos de gusto oriental se asocian también otros más comunes del repertorio peruano

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como los jarrones de dos asas con flores y las águilas bicéfalas. Los embutidos de concha

de este conjunto pueden ser lisos, esgrafiados, o en relieve. Un tercer conjunto lo

conforman las piezas que incluyen, además de superficies en concha o en carey,

marquetería con maderas duras tropicales y en algunos casos embutidos de hueso o

marfil. Los objetos de este último grupo incorporan una mayor diversidad de motivos

decorativos y son comunes las cenefas con lacerías sencillas y otros motivos basados en

la Girih morisca. Los acabados interiores varían notablemente. En los muebles más

sencillos no se aplica acabado alguno al interior y queda expuesta a la vista la madera

secundaria. Algunas piezas excepcionales, como el gabinete con el escudo de armas de

los marqueses de Torre Tagle que se conserva en el Museo de Arte de Dallas, repite en el

interior la decoración embutida del exterior.44 Otras piezas tienen el interior con

marquetería de madera trabajada con motivos geométricos, principalmente lacerías y

estrellas. Las cajas generalmente están pintadas en su interior con un fondo rojo o negro

y figuras chinescas en dorado. Otras están forradas en tela, generalmente terciopelo.

Origen, datación y posible autoría

Como he mencionado en la introducción, la proveniencia de los muebles

enconchados ha sido objeto de intenso debate desde principios del siglo veinte, y en

particular durante estas últimas dos décadas. Algunos autores de la primera mitad del

siglo veinte, en especial Taullard, sugieren un origen asiático, posiblemente filipino. Esta

afirmación ha sido repetida en la mayoría de la bibliografía posterior sin ningún tipo de

verificación. Catálogos de casas de subastas y fichas de obras de algunos museos han

reproducido el texto que Taullard puso al pie de la imagen del ya mencionado gabinete

con el escudo de armas de los marqueses de Torre Tagle que para ese entonces (1944) se

hallaba todavía en Lima. Es solo desde la última década del siglo veinte cuando se

sugiere un posible origen americano, pero habrá que esperar a los estudios realizados a

las piezas de la colección del Museo Franz Mayer en los años 2005-2006 para confirmar

el mismo gracias a la identificación de las maderas y los géneros de la madreperla y el

carey. Los estudios – financiados con una beca de la Fundación Getty – permitieron

analizar y comparar todos los muebles y objetos con embutidos de concha y carey de la

colección del museo. Pruebas técnicas, el estudio de material documental, y la revisión

44 Dallas Museum of Art, número de registro: 1993.36

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de muebles y objetos en otras colecciones mexicanas, permitieron al grupo de trabajo

(constituido por Gustavo Curiel, Teresa Calero, Juan Manuel Corrales, y yo) identificar

varios “conjuntos” de muebles y objetos que compartían características similares.

Algunos de ellos pudieron asociarse con trabajos novohispanos y otros con obra

peruana.

Es mucha la evidencia que parece confirmar el origen peruano, y muy

posiblemente limeño, de la manufactura que hoy nos ocupa. Si bien como he

mencionado previamente las maderas empleadas en estos muebles no son nativas del

Perú, las mismas se importaban y usaban corrientemente en la ebanistería peruana. En

muchos inventarios limeños del siglo dieciocho se mencionan piezas con estas

características; por ejemplo, en 1761 la marquesa de Torre Tagle tenía en su estrado una

caja embutida en madreperla, carey, y marfil.45 Treinta años más tarde, en 1791, en el

estrado de la riquísima condesa de Vistaflorida aparecen inventariadas cuatro cajas

embutidas con carey y madreperla con sus mesas a juego, quizás similares a la caja de

estrado con su mesa a juego que se conserva en la colección de arte colonial del LACMA

(Los Angeles County Museum of Art).46 La presencia todavía hoy en día de piezas de este

grupo en muchas colecciones peruanas sin duda refuerza la hipótesis de un origen

peruano para esta producción. En otros casos, los muebles tienen elementos específicos

que permiten vincularlos con familias limeñas. Este es el caso por ejemplo del gabinete

de los Torre Tagle que he citado anteriormente. También debe mencionarse que son

muchas las iglesias y conventos peruanos que tienen piezas de este estilo entre sus

bienes. Destacan en particular los atriles (muchos con el escudo de la orden religiosa),

peanas, y marcos para pinturas.

45 Inventario y tasación de los bienes de doña Rosa Juliana Sánchez de Tagle, marquesa de Torre-Tagle, Archivo General de la Nación del Perú. Protocolos, Agustín Jerónimo Portalanza. 1761-1763, ff. 312 y ss. 46 Tasaciones de los bienes de la condesa de Vistaflorida. Archivo Histórico Riva Agüero, Instituto Riva Agüero, Pontificia Universidad Católica del Perú. FRAC-0152, 86 ff. Los Angeles County Museum of Art, número de registro: M.2009.121a-b.

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Anónimo (Perú)

Caja de madera de cedro enchapada en nácar con

interior pintado y dorado

Cerradura en hierro

16,5 x 34 x 42,9 cm

Siglo XVIII

Colección Patricia Phelps de Cisneros

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Anónimo (Perú)

Caja en madera de cedro pintada y

dorada, nácar y carey

19 x 46 x 34 cm

Siglo XVIII

Colección Patricia Phelps de Cisneros

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La datación del grupo es otro punto que ha generado opiniones encontradas.

Debido al aspecto híbrido de los motivos decorativos – europeos y asiáticos – y a lo

excepcional de muchas de las tipologías, resulta sumamente difícil establecer

comparaciones con otros muebles. Sin embargo, hay ciertas características que pueden

dar algunas pistas sobre la posible fecha de su manufactura. Por ejemplo, es bien

conocido que los escritorios embutidos en concha y carey, y decorados con elementos de

arquitectura, se popularizan en España durante el último tercio del siglo diecisiete. En

Hispanoamérica siguieron siendo populares por lo menos hasta mediados del siglo

siguiente. Dentro del grupo de muebles enconchados peruanos hay una abundante

representación de escritorios y contadores con decoración arquitectónica. No obstante la

presencia de algunos aspectos característicos de la ebanistería virreinal del siglo

diecisiete, los muebles “enconchados” son mucho más afines a los métodos

constructivos, tipos y ornamento del mobiliario peruano de la segunda mitad del siglo

dieciocho. Hay otros factores a considerar que confirmarían esta datación. Al analizar los

tipos encontramos algunos que aparecen únicamente a partir del siglo dieciocho, entre

ellos podemos citar a las cómodas con gavetas, los escritorios con estantes de gusto

inglés, y algunos muebles con patas cabrioladas. Además de los aspectos antes

mencionados, las pequeñas pinturas que frecuentemente decoran escritorios y

contadores pueden asociarse con la pintura dieciochesca peruana. Debido a que hay

varias piezas con el emblema de la Compañía de Jesús – destaca en particular un gran

armario hoy perdido que se encontraba en el convento de La Buena Muerte en Lima

hacia 1944 –47 podemos suponer que el taller, o talleres, estaban activos antes de 1767

fecha de la expulsión de la orden del imperio español. Debo mencionar que hay ciertas

piezas, específicamente algunas mesas, con características que podrían indicar una fecha

de manufactura mucho más tardía. Desafortunadamente no he tenido acceso a este

pequeño grupo de muebles diferentes, pero no debe descartarse que se trate de piezas

construidas reciclando secciones de muebles más antiguos. Esta ha sido una práctica

corriente entre los anticuarios sudamericanos desde fines del siglo diecinueve hasta

incluso nuestros días. Para muestra basta citar un enorme escritorio, hoy en día

47 Taullard, El mueble colonial, óp. cit., 288.

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custodiado en el museo de Denver, que fue posiblemente hecho en Bogotá a principios

del siglo veinte con pedazos de muebles españoles y sudamericanos antiguos.48

La autoría de los muebles enconchados peruanos requiere todavía de mayor

investigación documental. Por las características de los mismos, y la homogeneidad en

toda la producción, lo más probables es que todo el grupo fuese manufacturado en un

taller de cierta envergadura, o en varios talleres asociados. Apartando las

consideraciones de costos y financiación de piezas con materiales tan lujosos, para la

manufactura de piezas tan complejas resulta imprescindible el concurso de varios

maestros especializados en las distintas artes u oficios representados en esta producción.

La estructura base y las partes en madera sin duda han debido ser obra de un maestro

carpintero. Herrajes y otros elementos metálicos requerían de herreros, fundidores o

plateros según fuese el caso. El solo trabajo de embutidos muy posiblemente involucraba

la participación de un equipo de varios especialistas, tanto la madreperla como el carey

requieren de procesos previos antes de poder ser empleados en embutidos. La técnica y

motivos decorativos de los muebles indicarían la presencia de artesanos orientales, o

cuanto menos con un entrenamiento en técnicas orientales. Las pinturas decorativas y

dorados también requerían de especialistas en dichas técnicas. No está de más recordar

que todavía a mediados del siglo dieciocho, fecha propuesta para esta producción, la

estructura de los gremios – aunque más laxa que en la Península Ibérica – todavía

seguía en pie, una producción de esta complejidad, con especialistas de tantos diferentes

gremios, sin duda exigió de mucho capital y de un gerente capaz de coordinar el trabajo

del grupo.

Un documento peruano de 1750 hallado por Francisco Stastny podría dar luces

sobre la posible autoría de los muebles enconchados.49 En el mismo se menciona la

venta de un atril embutido en concha y ébano al convento de La Buena Muerte en Lima

por un tal Francisco Aldunsi. ¿Quién era este personaje de nombre español? ¿Acaso fue

el dueño, y quizás maestro, del taller donde se producían estas piezas embutidas en

48 Ver Michael Brown, “D.C. Stapleton: collecting Spanish colonial art in Colombia and Ecuador from the Gilded Age to the First World War” en The arts of South America, 1492-1850: papers from the 2008 Mayer Center Symposium at the Denver Art Museum, ed. Donna Pierce (Denver: Denver Art Museum, 2008), 218-20. 49 Natalia Majluf et al., Art in Peru: works from the Collection of the Museo de Arte de Lima (Lima: Museo de Arte de Lima – Promperú, 2001), 125.

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concha y carey?, ¿Sería Aldunsi el nombre hispanizado de algún artesano asiático

llegado al Perú por vía de las Filipinas? Son todavía muchas las dudas que quedan por

despejar respecto a esta extraordinaria producción suntuaria que refleja más que

ninguna otra el esplendor alcanzado en el mobiliario virreinal español.

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Oriente en el Nuevo Reino de Granada. Influencias y presencias en

los objetos artísticos. El caso del arte del barniz de Pasto

María del Pilar López Pérez

Instituto de Investigaciones Estéticas –

Universidad Nacional de Colombia

[email protected]

TABLA DE CONTENIDO

La configuración en Oriente de algunos

objetos artísticos y ciertas técnicas con su

repertorio formal fue despertando en Occidente

una gran admiración. Es tema de interés de esta

reflexión algunas de esas prácticas artísticas

pues al parecer existió una conexión con una

especie de lacado o barnizado que se desarrolló

en el sur de la actual Colombia conocido como

barniz de Pasto.

El barniz de Pasto, en su esencia, se

diferencia del proceso de lacado oriental

Interior de la tapa superior del escritorio trabajada

en barniz de Pasto

Perteneció a Francisco Maldonado y Mendoza,

encomendero de Santafé de Bogotá

1583

Colección Palacio de Nariño, Bogotá D. C.

Fotografía: © María del Pilar López

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puesto que no es una sustancia obtenida por el desangre de los árboles, sustancia que se

aplicaba con un pincel. Al contrario, es una resina que se obtiene de un brote a manera

de fruto, de la cual se produce una membrana que se dispone por capas sobre variadas

superficies de acuerdo a las necesidades de acabado. Este barniz, conocido como mopa–

mopa, se potenció a partir de la presencia del español en América pues éste vio

cualidades físicas y de acabado semejantes a lo que ya conocía como la lustrosa laca

oriental.

En esta reflexión se tratará de mostrar cómo los productos de Oriente llegan

tempranamente a América y cómo en los siglos XVI y XVII el comercio irregular, el

contrabando y las determinaciones laxas de las autoridades generaron condiciones para

que se fueran introduciendo en las iglesias, en los conventos y hasta en las mismas casas

las porcelanas, las sedas, los objetos lacados, los biombos, los abanicos, los marfiles y

algunos pequeños muebles, todos transformados y pensados para ser utilizados en

Occidente.

El comercio de los productos orientales

Desde que se establecieron los españoles en las islas Filipinas fue permanente la

entrada de productos orientales a España y a sus nuevos reinos en América, en particular

a Nueva España (hoy México) dado que era paso obligado en el tránsito de mercancías

hacia Europa. Muy pronto entraron masivamente en España a través de Sevilla

productos chinos que, por su rareza y su bajo costo, a unos les parecían feos y a otros

muy atractivos. El caso es que en los territorios españoles más allá de la península

ibérica se presentaba la misma situación, generando una competencia desleal con los

productores peninsulares lo que llegó a afectar la economía.

Es por este motivo que el mismo rey Felipe II, en 1586, envió unas

recomendaciones al virrey de Nueva España para frenar tanto la importación como el

contrabando, aconsejando terminar el comercio con China.50 Muy poco se logró: el lucro

fácil por el bajo costo de las mercaderías y lo atractivo de los materiales mantuvo la

actividad comercial extendiéndose a Hispanoamérica.

50 Juan Gil, La India y el lejano Oriente en la Sevilla del Siglo de Oro. Biblioteca de Temas Sevillanos (Sevilla: Ayuntamiento de Sevilla. 2011), 184.

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Un ejemplo lo observamos en el Museo Naval de Madrid. Lo que reveló La Nao

San Diego, hundida en el año de 1600 cerca de las costas de las islas Filipinas y

recuperada a principio de los años noventa del pasado siglo XX,51 fue su cargamento,

testimonio del importante comercio entre estas islas, Nueva España y España. Objetos

como la cerámica y la porcelana china representada en un amplio repertorio de tinajas

de gres con dragones, jarrones, kendi, platos, fuentes, tazones, vasijas y botellas era

parte del cargamento. También las piezas de plata mexicana con una importante

muestra en elementos de cocina: aguamaniles, cubertería y morteros de farmacopea,

entre otros, siendo la porcelana China el principal elemento de comercio y exportación a

Europa a través de la ruta Manila – Acapulco y Veracruz – España.52 Llama la atención

las piezas procedentes de Oriente por la cantidad y la calidad con relación a los otros

elementos que se transportaban.

El ejemplo de la Nao de San Diego, cuyo cargamento se encuentra expuesto en el

Museo Naval de Madrid, permite comprender la dinámica de los productos que se

trasladaron de un lugar a otro, y que el Pacífico no fue ajeno a esta situación. Son varias

las noticias que al respecto se tiene. Desde finales del siglo XVI y comienzos del XVII

llegaba a los puertos más importantes del Pacífico tanta mercadería de Filipinas con

productos traídos de la China, que las autoridades de la Corona Española emitieron

comunicados como el siguiente de 1604:

[…] se comunica al presidente de la Real Audiencia de la ciudad de Quito,

no se comercie, se haga tratos o contratos con la China y Filipinas o se

adquiera mercadería, so pena de perder los productos si se captura un

navío cargado de ellos.53

De otra parte dispusieron que:

A los Presidentes y Oidores de las Provincias del Perú, Tierra Firme,

Quito y Nuevo Reino de Granada, se otorga una prórroga de ocho meses,

51 Los restos del navío se encuentran expuestos en tres importantes museos del mundo: el Museo Nacional de Filipinas, el Museo Guimet de París y el Museo Naval de Madrid. 52 Piezas Arqueológicas de la Nao San Diego en el Museo Naval de Madrid (Madrid: Ministerio de Defensa – Armada Española, Museo Naval, 1999), 4, 12 y 20. 53 Archivo Nacional del Ecuador, Cedularios, Disposiciones para el Gobierno de las Indias, Fondo Real Audiencia de Quito, Caja número 1, Índice 430, Folio 533,Año 1604.

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para que se pueda consumir o enviar a España, mercadería de las islas

Filipinas y China.54

En el mismo año llegó otra disposición en la cual se ampliaba el plazo para

consumir mercaderías de la China y de ocho meses pasó a cuatro años. También llama la

atención la solicitud a las autoridades de la ciudad de Guayaquil para que retiraran las

mercaderías de la China que estaban en los muelles del puerto, pues estorbaban y

retrasaban el ingreso de otros productos.

Este comercio se desarrolló de manera irregular en el transcurso del siglo XVII y

gran parte del siglo XVIII, con un incrementó por periodos, debido a las restricciones de

la Corona Española sobre el comercio en el Pacífico. Pero el 12 de octubre de 1778 en el

marco de una política de reformas se expide el Reglamento y Aranceles Reales para El

Comercio Libre de España a Indias, el cual contiene un apartado llamado Reglas para

el Comercio de las Islas Filipinas. En él se considera:

[…] y que gozando esención a la entrada de ellas, sean también libres de

contribución a la salida sus producciones propias que vinieren de

retorno, las que se regularán en la Península por el Arancel segundo

como los géneros de Indias, con expresa declaración de que las

mercaderías de China y demás partes de la Asia que tengo permitidas y se

traxeren de Manila, podrán llevarlas mis vasallos a la América

Septentrional, pagando únicamente los derechos señalados en este

reglamento a las manufacturas y efectos Españoles, además de lo que

Hayan satisfecho a su introducción.55

No es de extrañar que a partir de esa fecha se incrementaran los documentos que

reposan hoy en nuestros archivos aludiendo a la actividad comercial con el Oriente. Así,

en el año 1789 se relaciona un registro comercial en el que don Juan de Otoya, capitán y

maestre de la fragata El Sacramento (alias ‘La Guayaquileña’), pidió embarcar algunas

mercancías desde Acapulco con destino a Guayaquil. Entre arrobas de cobre, plata

54 Archivo Nacional del Ecuador, Cedularios, Disposiciones para el Gobierno de las Indias, Fondo Real Audiencia de Quito, Caja número 1, Índice 442, Folio 546, Año 1604. 55 Reglamento para El Comercio Libre 1778. Edición Facsímil. Bajo la vigilancia de los profesores Bibiano Torres Ramírez y Javier Ortiz de la Tabla (Sevilla: Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla y Escuela de Estudios Hispanoamericanos CSIC, 1979). 24.

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labrada, gruesas de juguetes para niños, ornamentos, cubiertos, animales y alimentos, se

transportaron también “dos tibores de dulce, cuatro tibores ordinarios de loza de China,

un cajón con media vajilla de la China y una tina ordinaria de China”.56

Otro caso posterior es el relacionado con el navío Copacabana, que cubría en 1791

la ruta Acapulco, Guayaquil y El Callao transportando plata, frutos y manufacturas del

Reino de Nueva España y también loza de la China. Entre las partidas 2 y 3 se relacionan

varios cajones con 22 platos, 20 tazas, 66 pocillos y 24 cajones de loza ordinaria para

vender en almacenes públicos. El navío es objeto de revisión aduanera declarándolo por

parte de las autoridades en libertad de comerciar.57

No es de extrañar que las familias más pudientes de Santafé pudieran encargar y

adquirir objetos de Oriente. En la casa de Jorge Miguel Lozano de Peralta y su esposa

María Thadea González Manrique, los marqueses de San Jorge, a la hora de hacer el

inventario de sus bienes en el año de 1787 se relacionaron diversidad de platos y otras

piezas de la China.58 Para Doña Margarita de León y su esposo don Nicolás de la Lastra,

Contador Mayor de la ciudad, fue importante adquirir bienes del Oriente.59 Entre los

objetos de su casa en Santafé se reconoció una gran variedad de lozas: de Talavera,

madrileña, loza verde, loza blanca catalana y naturalmente la loza de la China.60 Por

último podemos citar, entre muchas otras familias, a don Francisco Domínguez de la

Picara, Teniente Coronel, quien se dedicaba también a la actividad del comercio y estaba

casado con María Rosa del Castillo y León.61 La dotación de su casa revela un gran

refinamiento especificándose en el inventario la finalidad de uso de cada pieza: “Diez y

siete posillos de China para chocolate, dos escudillas de China para dulce, dos escudillas

de China para caldo y siete dichas para tomar el te”.62

56 Archivo General de la Nación (de ahora en adelante, AGN), Bogotá, Colombia, Colonia, Contrabandos, Tomo 14, Año 1789, Folios 56r. 58r. 57 AGN, Colonia, Aduanas, Tomo 1, Número 47, 1790, Folio 871 y siguientes. 58 AGN, Colonia, Temporalidades, Tomo 28, Folios 795 – 588. 59 AGN, Colonia, Testamentarias de Cundinamarca, Tomo 19, Año 1793, Folios 886 – 959. 60 AGN, Colonia, Testamentarias de Cundinamarca, Tomo 19, Año 1793, Folio 906v. 61 AGN, Colonia, Testamento, Notaría 3, Protocolo 329, Escribano Juan José Suárez, Año 1800. 62 AGN, Colonia, Testamento, Notaría 3, Protocolo 329, Escribano Juan José Suárez, Año 1800, Folio 293v.

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Estas mercancías, como bien se observa en los inventarios de bienes en el Archivo

Histórico de Pasto, pasaron a esta ciudad y fueron distribuidas por vías comerciales a

diferentes familias de la ciudad y de la región. Marfiles, ornamentos para iglesia, colchas,

cerámica vidriada y porcelana, todo de la China, es lo que con más frecuencia aparece en

los registros. Y no es de extrañar, pues entre la ciudad de Pasto y la ciudad de Quito

existió un estrecho vínculo de trabajo artístico y comercial. De esta manera penetraron

con seguridad muchos objetos al interior de lo que hoy es Colombia, objetos que

desembarcaban en Guayaquil.

Revelador es un tema que recientemente ha sido investigado por la profesora

Guadalupe Romero de la Universidad de Granada, España: la presencia de textiles

orientales en los templos doctrineros de Cundinamarca y Boyacá. La profesora Romero

destaca la cantidad de textiles encontrados, en particular la seda china utilizada como

ornamento para la celebración de la liturgia. En el templo de Sisativa de la Encomienda

de Andrés Pérez se usó una casulla de damasco de color azul con su cenefa de

“brocadote” de la China. Otra casulla de damasco azul de la China formaba parte de los

bienes de la iglesia del pueblito de Sora en Boyacá. En Soracá, la iglesia contaba con un

frontal de altar de damasco de la China. El templo de Paipa tenía un manto de tafetán

azul con el que se vestía una imagen de bulto de Nuestra Señora y un frontal de damasco

blanco, azul y amarillo con caídas, flecos de seda azul e hilo de plata, todos procedentes

de la China. Por último podríamos nombrar la iglesia del pueblo de Sámaca de la Real

Corona donde se registran muchos ornamentos traídos de la China como frontales de

altar, casullas, manípulos, estolas, dalmáticas y tafetanes, entre otros.63

Las autoridades no decomisaron o persiguieron a los religiosos por la tenencia en

los templos de estos ornamentos y se permitió todo “lo que huviere en las iglesias y

monasterios para el servicio del culto divino” (ibíd.).

Así, todos los productos dejaron su huella en el medio artístico, pero la laca china

y la porcelana son dos artes con una mayor conexión con el desarrollo del barniz de

Pasto, propio del medio colombiano. Antes de reconocer las propiedades de acabado

técnico y significado de sus imágenes, es importante examinar un panorama más amplio

63 Guadalupe, Romero, Textiles Orientales en los templos doctrineros de Cundinamarca y Boyacá. Trabajo inédito. 2012.

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para observar el gran valor de lo oriental para Europa y para los Nuevos Reinos

Españoles en América.

Si bien en nuestro medio tenemos noticias a finales del siglo XVI de estos

productos, Europa desde el momento que conoció la porcelana y otros elementos

artísticos orientales se esmeró por poseerlos, convirtiéndose en objetos de alto consumo.

Las órdenes religiosas, la Iglesia y en seguida las cortes europeas atesoraron piezas

principalmente de origen chino. Unos las utilizaron como elementos con un potencial

mágico y una belleza conmovedora, lo que les valió su presencia en recintos religiosos.

Otros les dieron un uso dentro del coleccionismo, por ser exóticos, exquisitos en su

forma y de excelente acabado.

La laca oriental

Varias son las lacas que embellecieron objetos en Oriente. En Japón se logró una

superficie homogénea, suave y con armónicos reflejos. Pero las lacas chinas, de notable

calidad, suavidad de tonos y estructurada composición, tuvieron una mayor repercusión

en el arte occidental.

La laca china se saca del árbol de la laca “Tsi” que crece naturalmente en el centro

del país y en la desembocadura del río Amarillo hacia el sur, la cual fue descubierta

según unos hace siete mil años y según otros hace más de tres mil años. La forma de

obtención de la laca es parecida a la extracción del caucho, sacando la sabia del tronco a

través del sangrado, procedimiento que se realiza en la estación de verano. El líquido

recogido es brillante y transparente y se le da color a través de minerales como hierro y

mercurio, obteniendo los dos colores más importantes como lo son el negro y el rojo.

Son ocho pasos los que se requieren para aplicar la laca y para cada uno de ellos un

artesano especializado.

Dos técnicas artísticas para trabajar la laca se destacan entre las demás: la laca

pintada “Houa Tsi” y la laca tallada “Tiao Tsi”. Para cubrir una superficie con laca, se

requiere un pincel con el cual se aplican entre 3 y 18 capas de ella y los cambios de color

para lograr los temas ornamentales se obtienen mezclado la misma laca o aceite con los

distintos pigmentos. Los colores más comunes fueron el rojo, amarillo y negro. Fue

resistente a la corrosión, polvo, ácidos, insectos. Fue capa protectora de los muebles muy

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utilizada tanto en utensilios de cocina como en otros objetos domésticos y elementos

suntuarios.64

Por su parte, la laca tallada es una técnica costosa y muy laboriosa, pues a una

base en madera se le aplicaba laca negra mezclada con ceniza, después unas capas de

laca amarilla y por último la laca roja, llegando a cubrir la base con doscientas o

trescientas capas. El tallado se realiza antes de finalizar el endurecido de la laca. Tanto

en la pintura como en el tallado los temas representados son principalmente paisajes,

flores, aves y dragones sobre un fondo muy estudiado hecho de tramas geométricas a

manera de patrones, las cuales representan el mar, la tierra y el cielo.65

La laca al contacto con el aire se endurece creando una capa resistente a los

ácidos, a la corrosión, a la herrumbre, al calor, al agua, ataque de bacterias, deterioro por

el uso dándole un valor especial al objeto. Es una laca que tiene una fuerte calidad

adhesiva y un buen brillo. Entre varios usos, sirvió para embellecer los muebles y otros

objetos los cuales llegaron a ser demandados por Occidente.

Durante la dinastía Han (desde el siglo VII anterior a nuestra era hasta el siglo III

después de nuestra era), la industria de la laca se desarrolló de manera significativa. Fue

durante la dinastía Ming (1368 – 1644) que se extendió la práctica de aplicar en los

muebles y diversos objetos lacas roja y púrpura, incrustaciones de nácar, concha y jade.

La dinastía Ching (1644 – 1911) utilizó lacas rojo bermellón, incrustaciones de nácar,

jade y concha de tortuga. Durante esta dinastía se llegó a un desarrollo tan complejo de

la laca que se talló como material escultórico.

Durante el periodo de expansión del mercado oriental, tal fue la demanda de

objetos, no sólo de los lacados sino de porcelanas, sedas y otros, que aparecieron libros

especializados como el Tratado de los objetos superfluos (Zhang wu zhi), un manual

para expertos publicado en los años 1615-1620 por Wen Zhenheng (1585 – 1645).66 La

presencia de estos libros fue en aumento y estos manuales de colecciones enseñaban un

64 Blas Sierra de la Calle, Vientos de Acapulco – Relaciones entre América y Oriente (Valladolid. Junta de Castilla y León – Caja de España, 1991), 139. 65 Blas Sierra de la Calle, Museo Oriental – Arte Chino y Filipino (Valladolid: Real Colegio de Padres Agustinos Filipinos, 1990), 47 y 50. 66 Gabriele Fahr-Becker, Sabine Hesemann Sri Kuhnt-Saptodewo, Michaela Appel y Michael Duna, Arte Asiático (Barcelona: H. F. Ullmann, 2006/2007), 202.

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criterio del buen gusto, dando consejos como la necesidad de renovar los interiores de

acuerdo a las estaciones y qué objetos utilizar de acuerdo a la categoría de la persona.

La laca europea

La “laca” europea fue un elemento que sirvió para lustrar y embellecer pero

también para proteger la superficie de varios materiales, principalmente los muebles.

Durante el siglo XVI, época en la que la sociedad europea incursionó en Oriente, se

conocieron materiales y técnicas que hacían que los productos realizados con ellas

fueran considerados verdaderas obras de arte. En esta categoría estarían la porcelana y

la laca. Fue tal la admiración por estos productos que Europa desarrolló el arte de las

chinoiseries o arte de “imitaciones chinescas”.

El contacto fuerte con Oriente se dio a través del Pacífico con el descubrimiento y

conquista de las islas Filipinas.

En 1542, el navío comandado por Ruy López de Villalobos hace posesión del

archipiélago nombrado islas “Filipinas” en honor al príncipe Felipe. Será Fray Andrés de

Urdaneta, agustino, en 1564-1565, que consolida la posesión de las islas y se posibilita el

tornaviaje con el que se funda la importante ruta cultural y comercial por el Océano

Pacífico, conectando Manila con Acapulco durante 250 años.

La ciudad de Manila, fundada entre 1567-1571 por Miguel López de Legazpi, fue

centro de intercambio de la región entre la India, Japón y China; a su vez conectó con

Acapulco y con una red de otros puertos del Pacífico como Panamá, Guayaquil y El

Callao. La ciudad creció muy rápidamente en infraestructura comercial y de ello dan

cuenta los diversos barrios de extranjeros que en la periferia de las murallas se

establecieron como fue El Parián o barrio chino donde se adquirían alimentos, especies y

toda variedad de piedras y materiales preciosos, joyas, telas, porcelanas y objetos

suntuarios. Así, desde 1573 los galeones llevaron a tierras americanas piezas de seda de

China, porcelana, especias y otros productos.

Pero antes que se desarrollara formalmente algún tipo de comercio, fueron las

comunidades religiosas, en su labor de misioneros, las que incorporaron en sus haberes

estos productos difundiéndolos tanto en Europa como en América. Los objetos que

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podemos destacar, que son pertinentes para nuestro estudio sobre el barniz, son la

porcelana y las lacas de China y del Japón.

Estos objetos orientales formaron parte de lugares de gran significación para la

Iglesia Católica como son las sacristías y los presbiterios en los templos, así como

capillas emblemáticas para la comunidad. Como ejemplos en Colombia están la Capilla

de la Virgen del Rosario en la Iglesia de Santo Domingo en Tunja y la capilla de la Virgen

de la Inmaculada en la Iglesia de San Francisco en Bogotá. En los dos casos, como parte

del techo abovedado están las porcelanas incrustadas, objetos y materiales dignos de un

lugar sagrado. Igualmente la Iglesia de San Agustín en Bogotá, a través de sus

documentos de inventario de la iglesia realizado en 1797, revela que en la zona del altar

existía un armario con varios objetos de vidrio, cerámica fina y porcelana de la China.67

También ejemplos en las iglesias de Quito y Lima y otros lugares del mundo hispánico.

Obras excepcionales, trabajadas con materiales nobles que compartieron con la

plata y el oro el lugar para mayor esplendor del espacio sagrado. Objetos que aportaron a

la solemnidad del lugar y dieron ese carácter de dignificación al recinto en las

celebraciones. Pedro Luis Huerta afirma que desde la Edad Media existió una

fascinación por todo lo oriental, lo que motivó el acopio de piezas de esa procedencia

para formar parte de los tesoros eclesiásticos.68

El auge del comercio con Oriente se dio durante el siglo XVII llegando a elaborar

piezas de mobiliario sin acabados que se embarcaban hacia China para ser lacadas y

regresarlas, por ejemplo al mercado inglés, para luego ser distribuidas. También se

llegaron a acuerdos comerciales que se llevaron a cabo entre compañías orientales y

occidentales para desarrollar obras mixtas entre los dos continentes tomando lo mejor

de calidad en técnica y diseño en su forma y ornamento. Las piezas elaboradas en China

o Japón llegaban a Europa dejando libres o en blanco los espacios convenidos para

completar la iconografía sugerida por la demanda del mercado de ese momento. Esto

sucede tanto en la industria de la porcelana como en los objetos lacados, en la

67 Rodolfo Vallín Magaña, y María Victoria Gálvez Izquierdo, Arte y Fe: colección artística agustina (Bogotá. R. P. Betancourt, Juan y R. P. Barja, Cándido – Provincia de Nuestra Señora de la Gracia, 1995), 195. 68 Pedro Luis de la Huerta. Mobiliario y ajuar litúrgico en las iglesias románicas (Palencia: Ayuntamiento de Aguilar de Campo, 2011), 7.

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producción de abanicos, en los biombos y en otros productos. Un ejemplo es el comercio

de la “porcelana de encargo”:

Los comerciantes occidentales hacían pedidos de porcelana a los especialistas

chinos y ellos se ocupaban de decorarla, según los modelos que facilitaba el comerciante

responsable del pedido.69

Otra modalidad fue enviar a lacar a China partes o componentes de diversos

objetos los cuales una vez devueltos a Inglaterra, a Holanda u otros países se

ensamblaban.

Venecia

Aunque en el siglo XVII fue muy importante el desarrollo del arte de la laca, el

auge de mayor crecimiento de la laca aplicada sobre madera se dio en el siglo XVIII.

Holanda, Francia, Venecia y principalmente Inglaterra trabajaron el arte del lacado en

unos casos con técnicas y diseños propios y en otros a través de obras de encargo y

trabajos de imitación de lo chinesco.

Ya sea por influencias artísticas o acuerdos comerciales, Francia, Venecia y

principalmente Inglaterra fueron países que suministraron a España obras al estilo

oriental abasteciendo el amplio mercado hispanoamericano. Durante el siglo XVIII, con

el reinado de la casa de los Borbones, el arte francés fue una referencia para España y

otros países como Italia. A comienzos de dicho siglo el arte de la laca se destaca en la

obra de los hermanos Martin quienes obtuvieron en 1730 una patente en el

procedimiento de lacado llegando a convertirse a mediados de siglo en Manufactura

Real. La historiadora del arte Cristina Ordóñez Goded detalla cómo se protegían las

superficies con el procedimiento “vernis Martin”:

Se aplicaban cuarenta y tres capas de yeso blanco, tras las que se aplicaban cinco capas

de pintura, seguidas de quince estratos de barniz, estratos que se iban puliendo antes de

aplicar el siguiente, para lograr superficies extraordinariamente lisas, resistentes y lustrosas.70

69 Halbertsma, Hidde. La enciclopedia de las antigüedades. Madrid. LIBSA. 2005. Págs. 262 y 263. 70 Cristina Ordóñez Goded, El mueble lacado: métodos europeos hasta el siglo XIX, 4. Acceso el 10 de marzo de 2013. www.ge-iic.com/files/Publicaciones/El_mueble_lacado.pdf.

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En estos muebles predominaron los colores claros, el blanco ante todo, que se

empezaron a imponer durante toda la segunda mitad del siglo XVIII.

Venecia fue un centro importante en este arte. Pionero en Europa, trabajó la laca

hasta alcanzar una diversidad técnica muy amplia, llegando inclusive a los procesos de

imitación de las lacas orientales. Debido al prestigio y a la alta demanda de una sociedad

refinada donde la moda y el lujo fueron temas comunes, los centros de lacado

desarrollaron gamas de colores y temas figurativos acordes con el desarrollo del arte en

la época. Uno de los procedimientos consistía en aplicar una capa muy fina de una

combinación de yeso y cola para corregir cualquier imperfección de la superficie, fijando

después una tela de lino muy delgada para evitar posibles deformaciones a causa de los

cambios en la temperatura. Se pintaba el fondo y se trazaban los motivos de ornamentos

y distintas iconografías con temple. Todo se recubría con varias capas de barniz,

aproximadamente unas 18. Este trabajo, como rescata Doretta Davanzo, se combina con

la aplicación de panes de oro para realzar marcos, recuadros y figuras en muchos casos

con algún relieve.71 Igual grado de minuciosidad alcanza lo producido por la apreciada

“laca povera” la cual, independientemente de las estampas con paisajes y figuras,

pegadas a diversas superficies, da un brillo y preservación muy especiales.

Doretta Davanzo destaca que las lacas venecianas tuvieron gran reconocimiento

por la imitación de la laca china. Formas, follajes y paisajes fueron reinterpretados

dando la apariencia de pagodas, figuras con sombrillas, amplios atuendos y ligeras

embarcaciones. A medida que avanzaba el siglo las figuras se estilizaron llegando a

representar elementos tanto típicamente venecianos como orientales. Se aplicó a

cómodas, tocadores, joyeros, cajas para guardar, cajas de reloj de mesa, cajas altas de

reloj, marcos de espejos, vitrinas, consolas y mesas tradicionales, entre otros.

Inglaterra

En Inglaterra desde el siglo XVII no sólo se admiraron los productos orientales

por su valor artístico, sino que también fueron bienes de consumo de la sociedad inglesa.

Ya a comienzos del siglo XVIII, con el incremento de la demanda, se fomentó una

manufactura con una marcada orientación por imitar el arte oriental, en particular los 71 Doretta Davanzo Poli, Las artes decorativas en Venecia (Venecia: Könemann, 2000), 108 y 110.

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98

muebles en laca negra o roja con motivos chinos o del Japón, no sólo para cubrir las

necesidades inglesas sino para comercializarlos con otras naciones.

España y Portugal fueron países a donde llegaron gran cantidad de productos

ingleses dado que se reducían los altos costos que implicaba mandar lacar los muebles a

China. A través de España también América se surtió con estos bienes. Basta observar

las relaciones de muebles ingleses a la manera oriental que figuran en los inventarios así

como las obras en colecciones de museos de distintos países de América: Museo de Artes

Decorativas de Madrid, Museo de Arte Colonial en Bogotá, el Museo Nacional de

Colombia, el Museo Jijón y Caamaño en Quito, el Museo de Arte Colonial Pedro de

Osma en Lima, la Casa Museo Ricardo Palma en la misma ciudad, y así podríamos

nombrar en Chile, Argentina, Venezuela y Bolivia varios museos, en los cuales siempre

habrá un reloj, una escribanía o algún mueble escritorio.

En Inglaterra inclusive se llegó a publicar manuales para dar los acabados con

apariencia oriental como el A Treatise of japanning and varnishing (Tratado de

barnizar y lacar a la manera japonesa) publicado en 1688 por Stalker & Parker, en el

que se propone utilizar una base negra o roja sobre la cual se pintan las figuras en tonos

dorados. Todo el programa iconográfico de este tratado busca ser lo más fiel posible a las

representaciones orientales pero por ello, como muchos autores dicen, carecen de la

armonía oriental y no aportan ese grado de fantasía que brindaron, por ejemplo, los

lacadores y pintores venecianos.72 También se destaca el taller de uno de los más

importantes fabricantes de la época Giles Grendey (1693 – 1780) quien exportó gran

parte de sus productos a Portugal y a España y, contrario a lo propuesto por el tratado de

Stalker & Parker, las figuras orientales tienen un aspecto inglés que además combina con

ornamentos occidentales, lo que le da a sus obras un toque original.73

En este periodo se diseñaron relojes de caja alta y éstas albergaron un mecanismo

de precisión cada vez más complejo y refinado que requería un sólido y destacado

mueble casi siempre con evidentes trazas arquitectónicas. En el Museo de Arte Colonial

de Bogotá hay un reloj de caja alta que data del siglo XVIII. La superficie está lacada en

72 Cristina Ordóñez Goded, óp. cit.,4. Ver también: Simon Yates, Constance King, y Mark Bridge, Enciclopedia del mueble (Madrid: LIBSA, 1999), 172-173. 73 Simon Yates et ál., óp. cit., 74-75.

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99

rojo con motivos chinos en dorado y es un ejemplo de mueble inglés, lacado al parecer

en China y después introducido en el mercado hispanoamericano.74

Esta laca roja utilizada para un amplio mercado desde comienzos del siglo XVIII

se estableció como una moda en el mundo. En el medio neogranadino la moda de

tendencia oriental se impuso a partir de la máxima popularidad que alcanzó en

Inglaterra desde los años treinta del siglo XVIII. Mientras que los ingleses buscaron por

medio de diferentes lacados imitar la laca china tan valorada en ese momento, en el

Nuevo Reino de Granada se trabajó con pintura roja aplicada a una base de estuco y bol

sobre la madera, imitando lo oriental al reproducir pequeñas figuritas y paisajes

chinescos con pincel sobre el fondo rojo. Estos muebles con apariencia oriental fueron

sinónimo de calidad, opulencia, prestigio y distinción social. Un ejemplo lo encontramos

en la colección del Museo de Arte Colonial de Bogotá: un sofá del siglo XVIII que posee

en su estructura este tipo de decoración a la manera de las chinerías que demandaba el

mercado del momento.

España

España también publicó sobre este tema uno de los libros más difundidos y

consultados en la época: el Tratado de Barnices, y Charoles. Es una traducción del

francés que realiza el Dr. Francisco Vicente Orellana, presbítero, quien fue Maestro en

Artes en la Universidad de Valencia. Publicado en 1755, está dedicado a la Academia de

Valencia de las tres bellas artes: Pintura, Escultura y Arquitectura. Con esta publicación

España, que no había sido pionera en el trabajo con la laca o el barniz, buscaba estar al

nivel del conocimiento que se impartía en academias como las de Roma, París y Londres.

El libro destaca la importancia de este saber técnico y científico y la paciencia y

constancia que hay que tener para dominarlo. El primer capítulo trata del origen del

barniz de la China en Europa, se centra en una explicación sobre este barniz oriental y

seguidamente el tratado plantea lo mismo respecto al barniz del Japón. En el capítulo

XIII, titulado Barniz mas parecido entre todos al de la China, evidencia la constante

búsqueda de la receta mágica que permita obtener esa calidad de resistencia,

impermeabilidad, dureza y brillo que brindaba la laca China. Trata del descubrimiento 74 Este reloj posee mecanismo inglés con la siguiente inscripción: “Robt y Petr Higos, London”. Colección del Museo de Arte Colonial, Bogotá.

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100

de dos materiales: el “chiaram” y el “aceyte”, que juntos y con sus propiedades reunían

las bases para lograr el buscado barniz, destacando:

[…] los dos se secan, aunque con alguna tardanza. Y para lograr un betún

semejante, asi en sustancia, como calidad en Europa al Chiaram, o Chie, no

hay como en la Trementina común. La de Venecia, ni la de Chipre no

igualan, por ser mas viscosas, y grasas, que Chiaram, y el Chie, ni se secan

tan fácilmente, sino es quitandoles por cocimiento aquella gran viscosidad

que tienen: pero nunca o con dificultad se logra, sino es añadiéndoles

alguna Goma menos grasa, y mas dispuesta a endurecerse…75

Se continua con una explicación sobre las propiedades de cada uno de los

materiales y el porqué son buenos para configurar el barniz. Después desarrolla el

proceso químico que se debe adelantar con ellos, no sin antes advertir que si se altera la

receta no saldrá el barniz, culminando este proceso diciendo:

Pongase dentro del aceyte de Linaza cocido, y purgado, por tiempo de

una, o dos horas, que cuezca hasta que levantando con un palo mojado

del Barniz, no cae goteado, sino hilo a hilo siguiendo el palo, sin

separarse, ni romperse, y aora es cuando tiene ya la consistencia para

secarse. Y para que seque mas presto, hay quien echa con el Litargirio un

poco de Caparros de Alemania. Y por último, cuanto menos tenga de

aceyte el Barniz, tanto será mas secante, mas duro, y mas inalterable,

como lo es el de la China.76

En seguida aborda la práctica de aplicarlo, siempre con recomendaciones para

saber escoger la materia sobre la cual se va aplicar el barniz como lo hacen en la China, o

“Si se quiere que el Barniz quede igual, y negro de color terciopelado, como el que se ve

en las piezas de la China, se ha de dar primero el pie de negro a la madera”.77 Es evidente

75Francisco Vicente Orellana, Tratado de Barnices y Charoles. Facsímil de 1755 (Valladolid: Editorial MAXTOR, 2006), 42 y 43. 76 Francisco Vicente Orellana, óp. cit., 44 y 45. 77 Francisco Vicente Orellana, óp. cit., 46

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101

que no se trata de inventar un barniz o laca: se trata, por todos los medios, de imitar lo

producido en Oriente.

En el capítulo relacionado con el proceso de cocción de los barnices, uno de los

procedimientos más delicados, se dedica un aparte exclusivo a lograr el barniz de la

China. Una de estas recetas propone:

Barniz de la China: Aceyte de Espliego legítimo ocho onzas, Sandaraca en

polvos, y destemplado todo a fuego lento, y así caliente se da una mano a la

labor, y se dexa secar; y se hace este otro barniz. Espíritu de vino rectificado,

veinte y seis onzas, goma laca fina dos onzas, Grasilla, todo hecho polvos,

echese en el espíritu en una redoma a disolver en Baño María; seco después

de disuelto cuelalo en otra redoma, y con este barniz se templarán los

colores que quisieres dar, y se darán sobre la mano que se dio con el otro

Barniz una mano, y en estando se bruñirá, y pulirá; luego se dará otra mano

con el Barniz líquido sin estar mezclado con el dicho color, y en secándose

bruñirle, y se darán las manos que quisieres, atendiendo siempre a que

quede liso, y bruñido.78

Así, a lo largo del tratado en cada uno de los capítulos las recetas aluden a lograr

la mejor imitación.

El barniz de Pasto y su relación con Oriente

La nominación de “barniz de Pasto” fue asignada a un procedimiento técnico-

artístico que en el transcurso de los siglos XVI al XVIII tuvo su centro de desarrollo en lo

que actualmente es el sur de la actual Colombia y el norte del Ecuador, como se explicará

más adelante. Esta región se conectó culturalmente y comercialmente con Europa y

Oriente bien a través del puerto del Callao y los Andes del Perú, Ecuador y Colombia, o

bien a través del puerto de Guayaquil.79

Dos épocas de trabajo artístico con el barniz de Pasto podemos reconocer en el

Nuevo Reino de Granada. Dos épocas en que las obras de barniz tienen una conexión

78 Francisco Vicente Orellana, óp. cit., 71 y 72. 79 A partir de la ruta comercial que inicia el Galeón de Manila 1571 – 1815, tempranamente se

establecen los puertos comerciales que articulan un itinerario por el Pacífico.

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102

diferente en su relación con el arte oriental. La primera corresponde a los siglos XVI y

XVII en la que se observa un interés por el desarrollo de la técnica y la configuración de

objetos con elaborados diseños ornamentales y complejos programas iconográficos.

Obras que en la mayoría de los casos fueron encargadas por miembros de la Iglesia y

funcionarios del Estado. Al parecer no se trató de imitar el arte oriental sino más bien de

potenciar las cualidades del barniz similares a lo que se producía en China con la laca o

los objetos europeos con materiales preciosos. En la segunda época, siglo XVIII, se

trabajaron objetos barnizados con mopa-mopa. En la mayoría de los casos, esta

ornamentación imitó diversos programas formales, especialmente los de la China, y

buscaba dar una cierta apariencia oriental a los objetos con el fin de comercializarlos,

perdiendo su potencial sagrado.

Para comprender mejor lo

dicho se presenta ahora una

reflexión sobre la definición y

desarrollo del barniz de Pasto.

Definición80

El trabajo artesanal con el

barniz, al parecer, data de épocas

prehispánicas. Lo utilizaron las

comunidades asentadas en un

amplio entorno alrededor de

Mocoa, actual departamento de

Putumayo al sur de Colombia. El

barniz de Pasto es un

recubrimiento en forma de membrana impermeable y aislante, que se aplica a la superficie

de una gran diversidad de objetos de madera y sirve a su vez como ornamento.81

80 Gran parte del texto que hace referencia a la historia de la técnica del Barniz de Pasto se presentó en el Simposio Internacional Arte Quiteño más allá de Quito, publicado por la autora en las memorias del simposio en el capítulo “Quito entre lo prehispánico y lo colonial: el arte del Barniz de Pasto” (Quito: FONSAL, 2010), 44 a 63.

Escritorio arquilla Detalle exterior de recubrimiento en barniz de Pasto Siglo XVIII Colección Museo Colonial, Bogotá D. C. Fotografía: © María del Pilar López

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103

Dada su similitud en los acabados que se obtienen con lacas y barnices, vale la

pena recordar las definiciones que se recogen en el Diccionario de Autoridades sobre

estas dos técnicas:

Laca es una goma, que arrojan ciertos árboles del País de Sián y Pegú.

Mathiolo juzga que efta goma es la que los Latinos llaman Cáncamo, y es

una goma roxa, que fe trahe de la Arabia, tranfparente, y que fe parece a

la Mytrha, y fe coge de un árbol, de quien no fe fabe el nombre. Hai otra

mui preciofa, y de color mui roxo, que fe trahe de la China, y efta fe le dio

el nombre a todas las demás, porque los Chinos la llaman Laca, y firve u

es el principal material del Lacre, que los Extranjeros llaman Cera de

Efpaña.82

Con respecto al barniz se dice:

Barniz es liquor compuefto de gomas y aguas efpiritofas liquidado a fuego

lento, o al sol, para bañar y dar luftre y efplendor a las cofas: como a la

pintura, al hierro. Covarrivias y otros dicen que viene del Latino Vernix, que

significa la goma del Enebro, por fer efta goma de la que fe hace

regularmente el barniz. (ibíd.)

Tradicionalmente, el barniz se ha reconocido como la disolución de una o más

sustancias resinosas en un líquido que al contacto con el aire se volatiliza o se deseca. Se

aplica a las pinturas, maderas y otras cosas con objeto de preservarlas de la acción de la

atmósfera, del polvo y para que adquieran una superficie lustrosa. La forma de aplicarlo

es por medio de capas, unas sobre otras, dadas con pincel.

81 Se conocen también objetos metálicos en colecciones privadas con recubrimiento de Barniz de Pasto. En el Archivo General de la Nación algunos expedientes nombran objetos de vidrio barnizado con mopa-mopa. 82 Diccionario de Autoridades. Edición facsímil, Tomo II (Madrid: Gredos, 1990), 344.

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104

Para el caso del barniz de Pasto, la materia primase extrae de la resina que brota

de la planta elaeagias pastoensis, de la familia de las Rubiaceas, conocida como mopa–

mopa,83 que según parece significa “cubrimiento-cubrimiento”. Se aplica

superponiendo capas de membranas sobre madera bajo la tradición pictórica,

obteniendo una superficie impermeable, resistente y brillante similar a la calidad de la

laca china y a los barnices europeos. Actualmente todavía en San Juan de Pasto, capital

del Departamento de Nariño en el sur de Colombia, se trabaja el recubrimiento de

objetos de madera con la resina del mopa–mopa, a la que se le denominó desde el siglo

XVI “barniz”, nombre impuesto desde los inicios de la Colonia dada su similar

apariencia y calidad a técnicas muy apreciadas y costosas de la época.

Más allá de la frontera, el recubrimiento con resina se utilizó a lo largo de la

región Andina entre el sur de Colombia y el sur de Perú. Sin embargo, es un hecho que,

entrado el siglo XVIII, se ha considerado un trabajo exclusivo de los artesanos de San

Juan de Pasto. No en vano todos los viajeros y cronistas de esta época que recorrieron la

parte nor-occidental de Sur América nombraron el arte del barniz como un arte original

de la ciudad de Pasto. Por ello el “barniz de Pasto” lleva dentro de su nombre esta

identificación geográfica tan puntual y así se le reconoce desde el siglo XVIII.

El barniz de Pasto en los siglos XVI y XVII

La presencia de la membrana de barniz

Existieron tres fases de desarrollo de la técnica del barniz de Pasto: las dos

primeras se dieron en la etapa prehispánica y la tercera es producto de la presencia

española a partir del descubrimiento, periodo en el que se estableció la conexión con

Oriente.

El trabajo artístico del barniz, aún en su tercera fase, nunca se desconectó de la

región que articula Nariño, Putumayo y Caquetá, y particularmente del poblado más

importante, San Juan de Pasto, dado que allí se encontraba la fuente de la materia prima.

Y es, tanto en Pasto como en Quito, en relación al arte del barniz, donde seguramente se

83 Árbol o arbusto de 4 metros de altura de promedio, hojas opuestas cuya forma es elíptica y oblonga entre 16 y 25 centímetros de longitud dependiendo de donde se desarrolle, con haz brillante y en el envés unas papilas muy pequeñas. De las yemas foliares terminales y estípulas segrega una resina de color verde oliva brillante que al contacto con el aire se solidifica.

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105

produjo el afortunado encuentro entre las culturas española e indígena.84 De Quito

tenemos información de primera mano: la tapa de una arquilla con la inscripción “facto

in Quito 1709”85 y el nombre de un pintor de barniz activo a finales del siglo XVIII,

“Casimiro Benavides barnizador 1768”.86 Contamos además con las ricas colecciones de

los museos de Jijón y Caamaño, Banco Central del Ecuador, Museo de Arte Colonial de

Quito, Museo de la Ciudad de Quito y Museo de San Francisco de Quito.

De Pasto, se halla una gran cantidad de datos documentados que desde el siglo

XVII hacen referencia a nombres de pintores de barniz y tiendas en donde se vendía la

resina, así como innumerables objetos barnizados como marcos, escritorios, armarios,

bufetillos, bandejas, bateas, vasos, zuecos, cajas, piezas de cocina y en especial obras

relacionadas con la actividad del arte de la escultura como los pesebres,87 frontales de

altar y retablos. Registros que muestran la importancia de esta actividad. No se incluye

la ciudad de Lima o el Corregimiento de Cuenca, destacados centros artesanales, ya que

los estudios sobre instituciones gremiales desde la conquista que han realizado

Francisco Quiroz y Jesús Paniagua Pérez, respectivamente, no arrojan información

sobre la presencia de pintores de barniz. Posiblemente es en Quito,88 a través de los

talleres de artes de oficios que tenían las órdenes religiosas, como la de los franciscanos

para formar al indígena, en donde coincidieron desde fechas muy tempranas los

pintores de queros con los pintores de escultura.89

84 María del Pilar López Pérez, “El Barniz de Pasto: encuentro entre tradiciones locales y foráneas que han dado identidad a la región Andina del sur de Colombia”, en Patrimonio Cultural e Identidad (España: Ministerio de Cultura de España, 2006), 227. 85 Nina Friedemann, “El Barniz de Pasto: arte y rito milenario” (1985) Revista Lámpara 96, Vol. XXIII (1985): 20. 86 Oswaldo Granda, Mito y arte prehispánico en los Andes (México: Instituto Latinoamericano de Investigaciones Estéticas – Universidad de Nariño, 1998). 87 En el Museo de El Chicó en Bogotá se encuentran tres esculturas a caballo, de buen tamaño y de factura poco refinada. 88 Aunque hay que comprobarlo con más datos, esto lo sostenemos de todas maneras, aun habiendo consultado el excelente y reciente trabajo de Carmen Fernández-Salvador y Alfredo Costales Samaniego “Arte Colonial Quiteño – Renovado enfoque y Nuevos Actores”, pues creemos que todavía hay mucho camino por recorrer. 89 López, óp. cit.

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106 Escritorio con recubrimiento en barniz de Pasto y detalle interior de la tapa superior Finales del siglo XVII Colección Museo Casa Mosquera, Popayán Fotografías: © María del Pilar López

Muestras de resina mopa-mopa en sus diferentes fases de preparación: 1. Cogollos de resina sueltos. 2. Resina compactada sin limpiar. 3. Masas resinosas limpias y raspadas. 4. Masa resinosa limpia, elástica en forma de melcocha. 5. Masas resinosas tinturadas. Colección particular Bogotá D.C., Colombia Fotografía:

© María del Pilar López

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Las obras coloniales realizadas en barniz de Pasto, sobre todo las que

corresponden a la etapa temprana de la segunda mitad del siglo XVI, pertenecen a

trabajos de gran calidad técnica y de una compleja iconografía. Se requería de un pintor

con buena formación en el campo técnico y teórico para desarrollar los trabajos que se

hicieron durante la Colonia, esencialmente bajo la Casa de Austria.90 Aunque es

conocido que la obra está afectada en gran medida por quien la encarga, sin embargo en

el desarrollo técnico y de contenido el aporte del artista era fundamental.

Fue durante esta fase que la aplicación de la resina del mopa-mopa constituye un

procedimiento más complejo y elaborado. Son varios los autores que detallan con gran

cuidado la técnica. Todos ellos destacan la propiedad de la resina para tornarse en una

membrana: Alexander von Humboldt sobre El barniz de Pasto (1801), las descripciones

que hace don Miguel de Santisteban en Mil Leguas por América (1992), el padre Juan

de Velasco en La Colonia y la República (1960), y entre muchos otros los escritos de La

Comisión Coreográfica en “Plantas útiles de la Nueva Granada 1858 –1859”, documento

manuscrito que, entre tachones y notas al margen, da cuenta de todo el proceso.

Antes de emplearse este producto como barniz, ya ha debido pasar por las

preparaciones que lo adaptan al propósito artístico, despojándolo de sus impurezas y

dándole la ductilidad y elasticidad de que carece. Se obtiene este noble material

poniendo en agua caliente pequeñas porciones de resina y sometiéndolas a una larga

masticación y reblandecimiento alternativo en el agua caliente. Por este medio las

yemas, restos de estípulas y demás impurezas que el agua al reblandecerla no hubiera

podido desprender, salen triturados en la saliva. El agua de interposición y la acción

disolvente de la saliva en las prolongadas masticaciones le quitan su fragilidad y la

transforman en una sustancia que, después de calentada, es maleable y elástica y puede

extenderse ya en hilos, ya en láminas finas y delgadas. Su brillo vidrioso naturalmente

ha cambiado con la disminución de intensidad en su color verde. Por último, en este

estado se somete la resina a la tintura de los colores más empleados en los barnices.91

90 Constantino Gañán Medina, Técnicas y evolución de la imaginería policroma en Sevilla (Sevilla: Universidad de Sevilla, 1999). Francis Haskell, Patronos y pintores (Madrid: Cátedra, 1984). 91 Biblioteca Nacional de Colombia, Comisión Corográfica, “Plantas Útiles de La Nueva

Granada año 1858 – 1859”. Índice 1, Caja Triana – 1, Pieza 1, Fols. 1 – 20.

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108

Los procedimientos técnicos que se utilizaban en América se asemejaban al

conocimiento y práctica que tenía un pintor de escultura en España. Pareciera que

todos los pasos que sigue el pintor de barniz se ajustaran a los pasos del pintor de

escultura o antiguo imaginero. En la cultura del inca los llimpec fueron artistas que

pintaban en paredes, en mates y en queros. Para el recubrimiento de estos últimos

objetos, ellos utilizaron como procedimiento técnico una masa que se limpiaba, se

tinturaba y se aplicaba en capas por medio de presión, fijándola finalmente por medio

de una fuente de calor. Vemos una gran similitud a lo que se desarrolló con la resina

mopa-mopa a raíz de la presencia española en la región. La diferencia radica en que ya

no fue una masa que se aplicaba por presión, pues el español, de pequeños trozos de

resina coloreada, obtenía al estirarlos membranas muy finas que con las que, al

superponerse por capas, se lograba diversos matices. Sin embargo, estas membranas se

fijaban con calor, del mismo modo como lo hacían los llimpec, y de ellas se recortaron

las figuras con las que se elaboraron los programas iconográficos.

Fueron muchos los pintores de escultura que se establecieron en los nuevos

reinos debido a la gran demanda de este arte, ya fueran sacerdotes, legos o artesanos de

la sociedad civil. En cualquiera de los casos, el pintor llegado a las nuevas tierras, con

toda seguridad, no se pondría a mascar y ensalivar la resina. El trabajo conjunto, en ese

proceso de encuentro entre indígena y español, dio como resultado el conocido arte del

barniz de Pasto, procedimiento que requiere de una base de preparación, yeso en un

caso y una capa fina de resina en otro. En segunda instancia, una capa de bol o tierras

grasas con un recubrimiento pincelado de cola de pescado sobre la que se dispondrá el

pan de oro o la laminilla de plata. Y, en el otro caso, una capa de figuras recortadas

sobre las que se colocará de igual manera la laminilla de plata. Para dar acabado a la

superficie se procedió a aplicar en un caso la pintura y en el otro caso una nueva capa

con la membrana de barniz. Los acabados finales corresponden a detalles donde la

pintura española recurre al estofado y el grabado y en el caso del barniz a potencializar

la transparencia de la resina y aplicar pequeñísimas masitas o recortes de membrana

para precisar los detalles. Como parte del conocimiento que debía dominar un pintor de

escultura, se desarrollaron las técnicas de enmascaramiento manifiestas en las

encarnaduras y estofados; pero también dominaba técnicas de imitación, metalización

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109

de la superficie, manejo de pátinas y técnicas para realzar las cualidades de la materia

en las que se utilizaban colorantes, barnices y resinas..92

Es así como el pintor de escultura estaba familiarizado tanto con los materiales

como con los diferentes pasos que se utilizaron en la pintura del barniz de Pasto, los

mismos procedimientos que los especialistas llimpec utilizaron. En conclusión, el elemento

diferenciador entre los dos procedimientos es que la membrana reemplaza a la pintura

aplicada con pincel sobre la escultura o sobre algún objeto. Vale la pena destacar algunas

referencias históricas que permiten aproximarnos al tema con mayor perspectiva.

Los primeros talleres de enseñanza de las artes mecánicas93

Las comunidades religiosas se convirtieron en los primeros centros de formación

y producción artística en las incipientes ciudades que surgieron durante el siglo XVI en

el nuevo mundo. Desde fechas muy tempranas al descubrimiento, tanto los civiles como

92 Ver Constantino Gañán Medina, óp. cit.; Francis Haskell, óp. cit.; Julián Gállego, Visión y

símbolos en la pintura española del Siglo de Oro (Madrid: Cátedra, 1991); Andrés Llordén, O.

S. A., Escultores y entalladores malagueños (Ávila: Editorial y Gráficas Senén Martín, 1960).

93 Un dibujo de Achille Sirouy de los artesanos del barniz de Pasto en su taller (en Édouard François André “L´ Amérique equinoxiale”, en “Le Tour du monde”, 1879) se puede observar en: “Las artes decorativas en América Latina 1492-1820” en Mitchell A. Codding, Revelaciones – las artes en América Latina 1492-1820 (Fondo de Cultura Económica – Antiguo Colegio de San Ildefonso –Fhiladelphia Museum of Art – Los Angeles County Museum of Art, 2007), 107.

Escritorio arquilla Vista general y vista posterior acabado con recubrimiento de Barniz de Pasto

Siglo XVIII Colección Museo de Arte Colonial, Bogotá D. C. (Colombia)

Fotografía: © María del Pilar López

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110

los religiosos se dieron cuenta que para impulsar el proyecto del Estado español e

incorporar al indígena a la cultura cristiana católica era necesario educar a los nuevos

vasallos de la Corona de Castilla. Es así como el programa educativo se acoge a una

política de Estado no siendo exclusiva de la competencia de la Iglesia. Como ejemplo,

los Reyes Católicos dieron orden de que en cada población, y anexa a la iglesia, se

abriera una escuela para enseñar a los niños. Igualmente, Carlos I en 1526 emitía una

real cédula que decía:

…que se traigan algunos indios niños de los más principales y de mas

habilidad y capacidad para que los mandemos mostrar en monasterios y

colegios después de instruidos y bien enseñados en las cosas de nuestra

santa fe católica y la hayan bien entendido y estén puestos en policía y en

manera de vivir y en orden y razón, vuelvan a sus tierras e instruyan a

sus naturales en lo uno y en lo otro porque ha parecido que de éstos

tomarán y les imprimirán mejor cualquier cosa que de otra persona

alguna y de esta causa harán mucho fruto.94

En 1544, en el Nuevo Reino de Granada, el religioso dominico Pablo de Torres

dirigiéndose al príncipe don Felipe, futuro rey de España, expresaba su desacuerdo al

permitir que los indígenas aprendieran artes mecánicas, “los cuales se debían dedicar

exclusivamente a servir a Dios, a obedecer al rey y a practicar la agricultura”. El príncipe le

hizo saber: “…lo provechoso del aprendizaje de las artes mecánicas siempre que no le

impidiera a los nativos la asistencia a la catequesis”.95 Como lo expresa Kobayashi “la

educación propuesta no se limitaba a la instrucción religiosa sino que se extendía a la

cultura” (óp. cit.). Y más aún, se recurrió al indígena como maestro de indígenas, según el

ideal educativo que practicaron principalmente los religiosos franciscanos.

Fue un recurso y una finalidad que los religiosos utilizaran diferentes medios y

contenidos pedagógicos para incorporar a la nueva población indígena a la religión, y a

la cultura cristiana. La música, la pintura y el teatro fueron medios que se impartieron

94 José María Kobayashi, La educación como conquista, empresa franciscana en México (México: El Colegio de México, 1997), 158-159. 95 Pedro Borges, Misión y civilización en América (Madrid: Editorial Alhambra, 1986), 219.

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111

con éxito principalmente en las dos sedes virreinales. Se

cantó el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo. Respecto

a la pintura, varias comunidades se valieron de este

medio como recurso visual para evangelizar. De pintar

cerámicas, telas como mantas y elementos que formaban

parte del atuendo, se pasó a pintar lienzos y superficies

con diferentes soportes.

Los agustinos, dominicos y franciscanos fueron los

primeros impulsores de esta práctica. Son conocidas las

obras del padre Pedro de Gante, franciscano, luego

Provincial de Flandes, quien con su empeño y orientación le

enseñó a miles de indios en México los oficios de pintor,

escultor, carpintero, herrero, sastre y zapatero, entre otros.

También, en el Virreinato del Perú, Fray Luis Jerónimo de

Oré organiza la práctica de la catequesis, en la que se destaca

la importancia que le dio al canto y a la música, llegando a

estar reglamentada en el III Concilio Límense en el que se

dispuso que en cada doctrina hubiese una escuela para

muchachos indígenas, donde se les enseñara a leer, escribir y

a cantar. Igualmente, son famosos los talleres de la

comunidad de los franciscanos en Quito en tiempos de Fray

Jodoco Rique y Fray Pedro Gocial. En el Nuevo Reino de

Granada, de igual manera, estos primeros talleres sirvieron

para formar principalmente a indígenas y fueron los

primeros centros en donde surgió un arte local.

El ejemplo de Quito y Pasto

En el caso particular de Quito, se dio un proceso

en el que los artistas y artesanos que llegaron a esas

tierras tuvieron ese primer contacto con los artistas

locales. Tenemos conocimiento que desde fechas muy

Escritorio. Perteneció a Francisco

Maldonado y Mendoza

Año 1583

Vista general y detalle del interior

de la tapa frontal en la que se

observa el escudo de familia sobre

la Cruz de Santiago, con la leyenda

“Para el Señor don Francisco

Maldonado y Mendoza – 1583”.

El escudo lo enmarcan dos leones

rampantes coronados. En la parte

inferior en cada una de las esquinas

un caballero armado se enfrenta a

un oso parado.

Colección Palacio de Nariño.

Bogotá D. C., Colombia

Fotografías:

© María del Pilar López

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112

tempranas, los colegios de evangelización y por extensión de enseñanza artística,

desempeñaron un papel fundamental. El Colegio de San Juan Evangelista y

posteriormente el Colegio de San Andrés, los dos en la primera mitad del siglo XVI,

estuvieron orientados por dos padres franciscanos de origen flamenco (Bélgica), Fray

Jodoco Rique y Fray Pedro Gocial. El primero formado en derecho civil y canónico,

matemáticas, arquitectura y anatomía, fue quien recibió a los franciscanos que

arribaron a Quito en 1548, ordenando a Pedro de Rodenas a organizar una de las siete

casas o parroquias: el Convento Franciscano de San Juan de Pasto. El segundo,

apodado “Pedro Pintor”, formó indígenas como “perfectos pintores, escritores y

apuntadores de libros”.96

El Colegio de San Andrés se favoreció por Real Cédula de 1555, por la cual se le

declaraba de Patronato Real, garantizando su estabilidad económica. Aunque su

proyecto central fomentó la formación en la doctrina cristiana, el canto llano, la lectura

y la escritura, otros espacios de actividades artísticas y oficios completaron sus

programas: albañilería, carpintería, barbería, platería, pintura y la fabricación de tejas y

ladrillos, entre otros.

Se formaron criollos huérfanos, mestizos e indios, preocupándose por instruir a

los hijos de los caciques, quienes se desempeñaron además como profesores, influyendo

positivamente a muchas comunidades de indígenas de acuerdo a los criterios de y a lo

esperado por la Iglesia.97

Desde su fundación, el convento mantuvo una cercanía con los otros centros, con los

cuales seguramente existió una mutua y permanente colaboración. Son muchas las noticias

que están consignadas en los documentos sobre este tema. Fue muy común el

desplazamiento constante de artistas de Quito a otras ciudades cercanas, en las cuales se

permanecía trabajando entre cinco y sesenta días promedio; de esta manera se prestaba el

servicio a los otros centros religiosos, extendiéndose posteriormente a las ciudades.

96 Fray José María Vargas, O.P., Patrimonio Artístico Ecuatoriano (Quito: Fundación Fray José

María Vargas, 2005), 21.

97 Vargas, óp. cit., 19-20.

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113

Con relación al arte del barniz se pueden hacer las siguientes reflexiones: es en

Quito y no en Pasto donde primero se establecen las escuelas de artes mecánicas, donde

se reconocía las experiencias y el saber del otro y en donde se encontraron los pintores

de escultura españoles y los pintores de queros indígenas. Esto se explica debido a que

en las regiones de Tungurahua, Cañar y Azuay se elaboraron los queros o vasos

ceremoniales para el dirigente del Imperio Inca, y Tisaleo y Cañar se destacan por ser

dos de los centros más importantes de producción, todos ubicados en territorio

ecuatoriano. El conocimiento que manejaban los artistas de estos centros se fue

concentrando en las primeras ciudades fundadas por los españoles propiciándose una

reorganización de la actividad artística.

Por el contrario, en el sur de Colombia, región de Nariño y Putumayo, no se han

encontrado queros ni otros objetos de madera trabajados con técnicas pictóricas

similares a las que desarrollaron los llimpec o pintores de queros.98 Podríamos afirmar,

por el momento, que es Quito la ciudad que recoge una experiencia tanto local como

foránea y reconfigura los procedimientos técnicos que identifican la presencia de la

membrana en el arte del barniz de Pasto. En todo caso, sobre el tema hay mucho que

verificar para dar por cierto lo anteriormente expuesto.

En los siglos XVI y XVII, la resina del barniz de Pasto se valoró a semejanza de

las lacas y otros materiales europeos, asignándole la condición de material noble a

semejanza del oro, la plata y las piedras cuya naturaleza es preciosa. Así se hicieron

copones barnizados con mopa-mopa para guardar la sagrada hostia, atriles en los que

se depositó el libro sagrado de La Biblia, arcas para guardar los ornamentos litúrgicos y

cajas o escritorios en los que se depositaron testimonios sobre la limpieza de sangre de

personas y familias.

Fueron variados los temas trabajados en el arte del barniz de Pasto,

principalmente piezas suntuarias que formaron parte de colecciones de personas

prestantes y miembros de la Iglesia. Los programas iconográficos están relacionados

con la religión, con la moral, con el Estado, con la caza, con el galanteo, con refranes y

98 Se revisaron los escritos de arqueólogos, informes del ICANH, publicaciones de la Universidad de Nariño y las colecciones del Museo Nacional de Colombia, Museo del Oro, Museo del Banco de la República en Pasto y museos regionales de Nariño.

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adivinanzas, todos acompañados de ricos follajes y todos con importantes contenidos

donde las imágenes recrean valores y símbolos.

Las fuentes de las imágenes corresponden, entre otras, a la tradición de la memoria

y la base de formación de los artistas, las estampas y los mismos objetos de uso que

circulaban en la época. En todo ello el comercio desempeñó un papel fundamental.99 En las

estampas lúdicas, desde el siglo XV, se venían representando animales, plantas, juegos de

adivinanza, diferentes posturas de los seres vivos así como sus atuendos y atributos.100

Igual importancia tuvieron las estampas religiosas, imágenes reguladas a partir del

Concilio de Trento que formaron parte del acervo de los pintores.

Por lo anterior es que, en el siglo XVI, al artista del barniz se le reconoció como

pintor, pues además de dominar el dibujo, la composición y la técnica de la luz y del

color, tenía que saber interpretar los encargos en términos de imagen y contenido.

El barniz de Pasto en el siglo XVIII

Con el cambio

político a partir del

gobierno de la Casa Borbón,

la reforma del trabajo

gremial que afecta el oficio

artístico y la apertura

comercial, el arte realizado

con el barniz de Pasto se

afectó. Siendo un arte

manual, cuyo proceso y

elaboración requería de

condiciones no muy

favorables al imaginario de

99 Agustí Duran-Sanpere, Grabados populares españoles (Barcelona: Gustavo Gili, 1971).

100 Ibíd.

Cofre Recubrimiento en barniz de Pasto y herrajes en plata Siglo XVIII Colección particular Bogotá D. C. Fotografía: © María del Pilar López

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la Ilustración, los documentos revelan un rechazo y poco aprecio hacia las obras de

barniz por parte de la sociedad ilustrada que conformaba la élite social de la época.

Se dejaron de realizar obras que implicaban una gran dificultad técnica y un

elaborado grado de significación. Se podría afirmar que el recurso del barniz de Pasto se

buscó en la medida en que con él se podía imitar las piezas chinas y orientales, en

particular las elaboradas en porcelana. Bandejas, cajas, mobiliario y otros elementos

incorporaron en su forma, temáticas y acabados, algún rasgo del Oriente.

Los diseños ornamentales se simplificaron predominando las flores, los follajes y

los pájaros. Pero, por otro lado, las formas de los objetos tratan de aludir a las

estructuras arquitectónicas o a composiciones de elementos escultóricos-artísticos

propios de la China. Ejemplos de ello se observan en varias piezas que descansan sobre

bases oscuras de fondo negro, imitando los soportes de ébano orientales. Estos

soportes, al igual que las piezas, se trabajaron con barniz de Pasto. De otra parte, los

follajes fueron simples, delicados, cuya disposición sobre la superficie alude a una

estructura formal propia del

producto proveniente del

Oriente.

De esta manera, en el

siglo XVIII, con el barniz se

lograron embellecer los objetos

comunes, e igualmente se logró

dar mayor calidad y nobleza a

las piezas elaboradas con

materiales no nobles al tratar de

asemejarlos al acabado de la

laca tan apreciado por esa época

en Europa, pero nunca se

alcanzó el esplendor que tuvo

este arte durante los dos siglos

anteriores.

Caja Recubrimiento en barniz de Pasto.

Su diseño alude a estéticas orientales. En la parte inferior se recrea una base de ébano.

Siglo XVIII Colección particular.

Bogotá D. C. Fotografía: © María del Pilar López

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Reflexión final

Es claro que tanto en Oriente como en Europa la tradición del uso de la laca y

otras técnicas artísticas de recubrimiento formó parte del medio cultural desde mucho

tiempo antes al descubrimiento de América. Seguramente esta tradición permitió

reconocer el potencial que tenía la resina mopa-mopa para desarrollar un arte con gran

similitud a lo que ofrecía Europa en sus obras, cualidades formales y acabado artístico.

Es así como los primeros trabajos realizados con el acabado del barniz de Pasto se

reconocen como hechos por pintores de barniz, lo cual permitía que se desarrollara una

obra de gran complejidad formal y de contenido simbólico.

Así, en los siglos XVI y XVII, todo lo realizado con acabado de mopa-mopa

estuvo desprovisto de toda influencia oriental, revelando las cualidades que el material

y la técnica ofrecían para los artistas. Además, se puede destacar el alto valor de

significación que representó para los dos estamentos que gobernaban la sociedad: la

Iglesia y el Estado. Por extensión, este material, para estos estamentos, formó parte de

la simbología que tenían los metales, las piedras preciosas y los hermosos tejidos; una

tradición ancestral que recoge La Biblia respecto al simbolismo de los materiales. En

cambio, en el siglo XVIII, la transformación cultural de la sociedad reorientó los valores

hacia lo que estaba de moda, como las chinerías, y a lo que brindaba un beneficio

económico, afectándose profundamente el arte de barniz de Pasto de la cultura oriental,

perdiendo su carácter espiritual y reduciéndolo a un bien de consumo.

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Detalle del interior de la tapa superior de un arca Se observa el Águila Bicéfala coronada con la inscripción en el pecho IHS (invertida) Siglo XVII Colección particular Bogotá D. C. Fotografía: © María del Pilar López

Arca Con recubrimiento de Barniz de Pasto, temas canasta con flores y otros follajes Siglo XVIII Colección particular Bogotá D. C. Fotografía: © María del Pilar López

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MUSEO COLONIAL Y MUSEO SANTA CLARA

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Museo Colonial Carrera 6 # 9 – 77 Bogotá D. C., Colombia Teléfono: +57.1.3416017 www.museocolonial.gov.co

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