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Malbéne, controvertido teólogo, publicó un artículo en la revista Lumen. De él saqué el siguiente párrafo: “Muchos de los males del mundo comenzaron el día en que el hom- bre se sintió el rey de la creación y dejó de sentirse una creatura. La idea de realeza es fuente de soberbia, en tanto que el reconocimiento de su calidad de creatura, de haber sido creado, lleva al hombre a sa- berse criatura, es decir, niño, y a tener conciencia de su indigencia y de su pequeñez...”. Seguramente quienes piensan que la persona humana es autónoma, soberana y autosuficiente se atufarán al leer esos conceptos de Malbéne que dan al hombre su verdadera dimensión. ¡Hasta mañana!... ‘Y dio a luz en el patio...’ E l caso de Irma López, indígena mazateca del municipio de San Felipe Jalapa de Díaz, quien die- ra a luz en el pasto fuera de una clínica en Oaxaca, levantó olas de indignación. Y no precisamente por ser un caso insólito, raro o del todo extravagante. El escánda- lo se difundió a tal nivel, no por lo suce- dido ante la negligencia del personal de salud o la indiferencia frecuente de sus empleados, empezando por los policías que vigilan la entrada a los hospitales o a las clínicas que, en ocasiones, son los pri- meros en negar el acceso a las mujeres que llegan con dolores de parto. La noti- cia se difundió en las redes sociales gra- cias a una fotografía tomada justo en el momento oportuno, cuando el bebé na- cía en el pasto del patio del centro de sa- lud, cuyo personal no estuvo para recibirlo. Y entonces sí que se alarmaron las autori- dades sobre algo que sucede todos los días. Constatar una vez más el mal trato que re- ciben las mujeres cuando van a dar a luz es realmente preocupante. No solo por la violación a los derechos humanos de las mujeres, sino también por el desprecio que denota de uno de los bienes más pre- ciados en cualquier sociedad civilizada, como es la maternidad. La humanidad lleva siglos reprodu- ciéndose de la misma manera. La vida se transmite de generación en generación, siendo la mujer la que concibe y da a luz al término de su embarazo. No es la pri- mera vez que un niño nace en un patio, en el baño, en la banqueta o en el asien- to trasero de un taxi. Año con año nos si- gue conmoviendo, al llegar la Navidad, esa mujer israelita que dio a luz a su Hi- jo en un pesebre de animales porque no hubo lugar para ellos en la posada, como nos conmueve ahora esta mujer mazate- ca que da a luz en el patio trasero porque no hubo lugar para ella en el centro de salud. La historia se repite ante la indifer encia y la frialdad de los hombres. La semana pasada visité un albergue en el municipio de Coyuca de Benítez en Guerrero. Entre enseres, colchones y cajas de despensa, yacía una mujer que acaba- ba de dar a luz a un niño que paradójica- mente se llamará “Manuel”. Su casa había quedado arrasada por el lodo y destruidas Ministerio Público –¿J uan Antonia Villoro Ruiz? –Antonio. –Siéntese, señor Antonio. –Gracias, licenciada. –¿Trae su declaración de hechos? –Aquí la tiene. –A ver, déjeme ver... Uy, está mal escri- ta. ¿A qué se dedica? –Soy escritor. –Perfecto: si es escritor me va a enten- der mejor por qué escribió mal. –Gracias. –¿Qué le pasó? –Lo escribí ahí. –Sí, pero no supo hacerlo. –Fui a Estados Unidos y me clona- ron mi tarjeta. –¿La clonaron mientras estaba ahí? –No, me la clonaron después, yo ya ha- bía regresado a México. Tengo el pase de abordar para comprobarlo. –No agregue documentos que sólo distraen. ¿La tarjeta siempre estuvo con usted? –Sí, lo escribí en la declaración. –Deje de decir lo que escribió. No supo hacerlo. –De acuerdo, licenciada. –¿Por qué viene conmigo? –El banco me pidió que levantara un acta en el Ministerio Público. –Pero los hechos ocurrieron en el extranjero. –Sí. –Ahí debería levantar el acta. –Pero vivo en México y todo sucedió cuando yo ya había regresado. –Nosotros no tenemos jurisdicción internacional. –¿Entonces qué hago? –Tiene que escribir mejor. –Ya me lo habían dicho. –Lo ve, hay gente que quiere ayudarlo. Yo, por ejemplo. –¿Qué debo hacer? –Por principio de cuentas debemos justificar que usted esté aquí. ¿Qué motivos tiene para verme? –¡Me robaron casi cinco mil dólares, en una tienda que se llama PJ Wholesale que no conozco para nada! –No se desespere, señor Antonio. Así no va a conseguir nada. –Perdón, le pido que me comprenda. –Eso trato de hacer, Antonio. ¿Puedo decirle Antonio? –Sí. –¿En qué Delegación vives? –En Coyoacán. –Muy bien. Esta es la Delegación de Po- licía que te corresponde, pero el delito suce- dió en Estados Unidos. ¿Adónde fuiste? –A Nueva York. –Uy, qué padre. ¿Te fue bien? –Sí, hasta que me clonaron la tarjeta. –Pero entonces ya habías regresado. –Sí. –¿O sea que en Nueva York sí te fue bien? –Sí. –Tienes que ser preciso, Antonio. Todo se soluciona escribiendo bien. ¿Te enseño? –Sí. –Cuando una persona me dice que sí tres veces seguidas es que no me está en- tendiendo. ¿Me estás entendiendo? –Sí, quiero decir: entiendo. –Concéntrate y no vuelvas a decir que sí. –Okey. –Mira, para que tengamos jurisdicción sobre el caso es necesario que los hechos hayan sucedido aquí. –¿Qué quiere que haga? ¡Me clonaron en Estados Unidos! –¿Te clonaron a ti o a tu tarjeta? ¡Ah, qué Antoñito éste! Tienes que expresarte con claridad. –Lo sé, perdóneme. –¿Me permites que te enseñe a escri- bir tu declaración de hechos? –Por favor. –¿Cómo supiste que te habían clona- do la tarjeta? –El banco me mandó un correo elec- trónico. JUAN VILLORO PAZ FERNáNDEZ CUETO –¿Dónde recibiste el correo? –En mi computadora. –¿Y dónde está tu computadora? –En mi casa. –¿Eres vecino de Coyoacán? –Soy vecino de Coyoacán. –¿Lo ves? ¡Los hechos ocurrieron en Coyoacán! ¡Ahí te enteraste de todo! Es lo que tienes que escribir. No hables de Estados Unidos, que no somos la INTERPOL. –Lo entiendo, licenciada. –Y de paso, Antoñito: a ver si mejoras tu letra. Se ve que venías muy tenso. –Así escribo siempre. –¡Tienes que relajarte! Si quieres te llevo a los separos para que veas a la gen- te que en verdad tiene problemas. Lo tu- yo es mental. Todo es cuestión de que entiendas cuál es el lugar de los hechos. –Mi casa. –En efecto, no hay otro lugar de los hechos: todo pasó en tu casa. No hay nada como la verdad. D on Chinguetas se enteró de que un vecino requebraba a su mujer, doña Macalota, y le de- dicaba piropos encendidos. La robus- ta dama tenía mucho vello en los bra- zos, y el procaz vecino le decía al paso: “¡Mamasota! Si así tienes la Villa, ¡có- mo tendrás La Lagunilla!” Cierto día el ofendido esposo se topó con el sa- laz sujeto. Lo encaró y le dijo con tono amenazante: “Si sigue usted cortejan- do a mi mujer...”. El hombre irguió toda su estatura –el caborón medía 2 me- tros– y le contestó a don Chinguetas, retador: “¿Qué?” “¡Se la dejo!” –com- pletó él en tono más amenazador aún... El recién casado se veía flébil, escuchi- mizado, cuculmeque. Le preguntó un amigo: “¿Por qué te ves así, agotado?” Contestó el desmadejado joven: “Es que mi esposa es muy maternal”. “No entiendo” –dijo el otro. Explicó el la- cerado: “Cada vez que termino de ha- cerle el amor me toma en sus brazos y me da palmaditas en la espalda, co- mo a los bebés, para que repita”... Em- pédocles Etílez, el borrachín del pue- blo, iba cae que no cae haciendo eses –y emes, y oes, y efes, y equis– por la calle. Acertó a pasar por ahí el buen padre Arsilio, y al verlo en tan lamen- table estado le habló con tono al mis- mo tiempo de reproche y conmisera- ción: “¡Ay, hijo! ¡Se me hace que no te voy a ver en el Cielo!”. Inquirió, cons- ternado, el temulento: “¿Pos qué hizo, padrecito?”... Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, le dijo a su mujer, que en ese momento salía de la ducha: “Ca- da día más cuero”. “¡Gracias, mi amor!” –se alegró ella al escuchar aquel des- usado cumplido. “Más cuero te cuel- ga” –remató el insolente bribón. (No- ta: hombres así merecen morir en el finibusterre, que así llamaban a la hor- ca los hampones del siglo antepasado; del latín finibus terrae, en los finales de la tierra. Hampones culteranos de- ben haber sido esos tales, no como los de ahora)... Un tipo le preguntó a otro: “¿Puede alguien decirte algo que al mis- mo tiempo te cause pesadumbre y sa- tisfacción?” “Claro que sí –le contestó el amigo–. Mira: le acabo de hacer el amor a tu mujer, y me dijo que en la cama eres mucho mejor que yo”. Es- te pasado lunes viví algo que me llenó a la vez de gozo y de tristeza. Sucede que a una escuela primaria de mi ciu- dad, Saltillo, le fue impuesto el nom- bre de mi madre, Carmen Aguirre de Fuentes. Los padres de familia acorda- ron ese homenaje para ella por su ca- lidad de maestra, mujer de teatro y le- tras y pionera de la lucha de la mujer por sus derechos. Con mis hermanos asistí al bello acto en que se hizo oficial el nombre de la escuela. Es un plantel sencillo, situado en un barrio populoso en el rumbo donde termina la ciudad por el lado noroeste. Sus instalaciones son modestas, y están aún en cons- trucción. No hay todavía, por ejemplo, oficina para la dirección, y dos de sus aulas son de las llamadas móviles. Sin embargo, el personal docente y los pe- queños escolares trabajan cada día con empeño en esa bella tarea que es la de enseñar y aprender. Yo, que fui maes- tro durante 40 años –en el aula; frente al grupo; no comisionado– sentí emo- ción al ver la admirable labor que se realiza ahí, en un medio lleno de ca- rencias y dificultades. Me alegré por las niñas y niños de la escuela, aten- didos por maestras y maestros dedi- cados a su labor, generosos en su en- trega e imbuidos de su responsabili- dad. Gracias a educadores como ellos se abre ante los pequeños escolares un horizonte mejor, más claro y promiso- rio. Eso, lo dije, me llenó de emoción y me alegró. Sentí tristeza, sin embargo, al pensar en la suerte tan distinta de cientos de miles de niños en Oaxaca y otros estados del país dominados por esa lacra llamada CNTE, que algunos se empeñan neciamente en conside- rar organización de lucha social y sin- dical, y que es en verdad un centro de corrupción y de chantaje para obten- ción de medro personal y preservación de indebidos privilegios. Doy gracias a quien corresponda por vivir en una ciudad como la mía, donde alienta el noble espíritu de la Centenaria y Be- nemérita Escuela Normal de Coahui- la –en ella también me eduqué yo–, y doy gracias también por su gentileza y atenciones a la directora, a las maes- tras y maestros, a los padres de fami- lia y a las niñas y niños de la Escuela Primaria Carmen Aguirre de Fuentes. (¡Qué nombre tan hermoso!)... FIN. [email protected] Admirable labor CATóN Mirador ARMANDO FUENTES AGUIRRE Villoro La clonación de una tarjeta de crédito pone al usuario en caminos insospechados, en México o en el extranjero. Dependerá del lugar de los hechos. Fernández Cueto Se requiere un cambio de paradigma, propiciar un cambio de mentalidad. Mientras no se reconozca el valor insustituible de la maternidad lo anterior será inútil. Catón “Vamos a mi casa –invita Rosibel a Babalucas con sugestiva voz–. Acabo de comprar una cama de agua”. “No, gracias –contesta el tonto roque–. No tengo sed”... todas sus pertenecias. Los niños nacen en todas partes y en las circunstancias más adversas. La humanidad ha sobrevivido entre guerras y tormentas por la fuerza que entraña la vida misma y el empeño de la naturaleza que insiste en su conser- vación. Esto no significa que el riesgo de muerte no siga siendo importante, tanto para la madre como para el hijo, incre- mentándose éste por la falta de vigilancia y acompañamiento durante el embarazo o el exceso de negligencia médica durante el parto y el post parto. La mortalidad materno-infantil ha venido disminuyendo notoriamente a ni- vel mundial ya que la mayoría de los ca- sos son prevenibles y existen planes para atender oportunamente las emergencias obstétricas. Tristemente, en nuestro país no hemos logrado reducirla al ritmo de- seado, y estamos lejos de lograr el 4o. y 5o. Objetivos del Milenio. Las cosas no se han resuelto con haber exigido mayor in- versión en los servicios de salud. Sin du- da se requiere aumentar el presupuesto, pero no está ahí la solución. Se requie- re un cambio de paradigma. En esta ta- rea ha de involucrarse la sociedad ente- ra, cada quien desde su trinchera ha de dar acompañamiento a la mujer en la ta- rea más importante y trascendente como es comunicar la vida a otro. Países como Chile, que ha logrado aba- tir la mortalidad materna en pocos años, o como Estados Unidos, Canadá y otros en Europa, están a favor del llamado parto hu- manizado , obteniendo excelentes resulta- dos. Se trata de un parto amigable, lejano a la violencia obstétrica que se da en muchas de nuestras clínicas y hospitales, recono- ciendo la dignidad de las mujeres y el va- lor de su maternidad. Se propician las du- las , mujeres que acompañan a las mujeres durante su embarazo y trabajo de parto, y se preparan parteras e implementan casas de parturía, cercanas a las clínicas, don- de la mujer llega a dar a luz acudiendo al hospital sólo en caso de emergencia. El nacimiento de Sabino, como se lla- mará al tercer hijo de Irma López, fue do- cumentado gracias a una fotografía que fue subida a las redes sociales. Los servi- cios de salud de Oaxaca argumentan que se violaron los derechos humanos de la indígena mazateca por haber subido es- ta imagen sin el consentimiento de la ma- dre. ¡Qué poca vergüenza! Más bien se deberían preocupar por la violación a los derechos más elementales de esta mujer mazateca que, con un español bien flui- do, agradece que su imagen haya dado la vuelta al mundo. [email protected] de Política y cosas Peores Barrera Cultural Algunos científicos sociales han señalado que el principal problema en los servicios de atención a la salud en México es la calidad. Cuan- do vemos el caso de Cristina López pensamos que las barreras de accesibilidad, en el México rural, siguen siendo insuperables. Cristi- na pudo superar la barrera geográfica endeudándose con 200 pesos para trasladarse de su comunidad a San Felipe Jalapa de Díaz, Oaxa- ca, donde está el Centro de Salud; pero no pudo superar la barrera cultural. A pesar de que habla español, le fue negada la atención. No parece que exista barrera administrativa pues llegó antes del parto al Centro de Salud. Fue rechazada por su condición de indígena. Ante tal situación, Gonzalo Aguirre Beltrán, ex director del Instituto Nacional Indigenista, nos legó la noción de que la res- puesta social organizada para la atención a la salud, en las zonas indígenas y de refugio, sólo tendría éxito aplicando la medicina en la situación intercultural. Sin romanticismo alguno se dio cuenta de la importancia de la capacitación del personal nativo para que sea, en su comuni- dad, un intelectual orgánico. De no ser así, el testimonio de pa- rir en el pasto seguirá reflejando inequidad e injusticia en la respuesta de atención a la salud. Emilio Pérez Ramos Benito Juárez, Distrito Federal el lector escribe Envía tu opinión a [email protected] Viernes 11 de Octubre del 2013 - REFORMA oPiNiÓN 17

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Malbéne, controvertido teólogo, publicó un artículo en la revista Lumen. De él saqué el siguiente párrafo:

“Muchos de los males del mundo comenzaron el día en que el hom-bre se sintió el rey de la creación y dejó de sentirse una creatura. La idea de realeza es fuente de soberbia, en tanto que el reconocimiento de su calidad de creatura, de haber sido creado, lleva al hombre a sa-berse criatura, es decir, niño, y a tener conciencia de su indigencia y de su pequeñez...”.

Seguramente quienes piensan que la persona humana es autónoma, soberana y autosuficiente se atufarán al leer esos conceptos de Malbéne que dan al hombre su verdadera dimensión.

¡Hasta mañana!...

‘Y dio a luz en el patio...’

E l caso de Irma López, indígena mazateca del municipio de San Felipe Jalapa de Díaz, quien die-

ra a luz en el pasto fuera de una clínica en Oaxaca, levantó olas de indignación. Y no precisamente por ser un caso insólito, raro o del todo extravagante. El escánda-lo se difundió a tal nivel, no por lo suce-dido ante la negligencia del personal de salud o la indiferencia frecuente de sus empleados, empezando por los policías que vigilan la entrada a los hospitales o a las clínicas que, en ocasiones, son los pri-meros en negar el acceso a las mujeres que llegan con dolores de parto. La noti-cia se difundió en las redes sociales gra-cias a una fotografía tomada justo en el momento oportuno, cuando el bebé na-cía en el pasto del patio del centro de sa-lud, cuyo personal no estuvo para recibirlo. Y entonces sí que se alarmaron las autori-dades sobre algo que sucede todos los días. Constatar una vez más el mal trato que re-ciben las mujeres cuando van a dar a luz es realmente preocupante. No solo por la violación a los derechos humanos de las mujeres, sino también por el desprecio

que denota de uno de los bienes más pre-ciados en cualquier sociedad civilizada, como es la maternidad.

La humanidad lleva siglos reprodu-ciéndose de la misma manera. La vida se transmite de generación en generación, siendo la mujer la que concibe y da a luz al término de su embarazo. No es la pri-mera vez que un niño nace en un patio, en el baño, en la banqueta o en el asien-to trasero de un taxi. Año con año nos si-gue conmoviendo, al llegar la Navidad, esa mujer israelita que dio a luz a su Hi-jo en un pesebre de animales porque no hubo lugar para ellos en la posada, como nos conmueve ahora esta mujer mazate-ca que da a luz en el patio trasero porque no hubo lugar para ella en el centro de salud. La historia se repite ante la indifer encia y la frialdad de los hombres.

La semana pasada visité un albergue en el municipio de Coyuca de Benítez en Guerrero. Entre enseres, colchones y cajas de despensa, yacía una mujer que acaba-ba de dar a luz a un niño que paradójica-mente se llamará “Manuel”. Su casa había quedado arrasada por el lodo y destruidas

Ministerio Público

–¿Juan Antonia Villoro Ruiz?

–Antonio.–Siéntese, señor Antonio.

–Gracias, licenciada.–¿Trae su declaración de hechos?–Aquí la tiene.–A ver, déjeme ver... Uy, está mal escri-

ta. ¿A qué se dedica?–Soy escritor.–Perfecto: si es escritor me va a enten-

der mejor por qué escribió mal. –Gracias.–¿Qué le pasó?–Lo escribí ahí.–Sí, pero no supo hacerlo.–Fui a Estados Unidos y me clona-

ron mi tarjeta.–¿La clonaron mientras estaba ahí?–No, me la clonaron después, yo ya ha-

bía regresado a México. Tengo el pase de abordar para comprobarlo.

–No agregue documentos que sólo distraen. ¿La tarjeta siempre estuvo con usted?

–Sí, lo escribí en la declaración.–Deje de decir lo que escribió. No

supo hacerlo.–De acuerdo, licenciada.–¿Por qué viene conmigo?–El banco me pidió que levantara un

acta en el Ministerio Público.–Pero los hechos ocurrieron en el

extranjero.–Sí.–Ahí debería levantar el acta.–Pero vivo en México y todo sucedió

cuando yo ya había regresado.–Nosotros no tenemos jurisdicción

internacional.–¿Entonces qué hago?–Tiene que escribir mejor.–Ya me lo habían dicho.–Lo ve, hay gente que quiere ayudarlo.

Yo, por ejemplo.–¿Qué debo hacer?–Por principio de cuentas debemos

justificar que usted esté aquí. ¿Qué motivos tiene para verme?

–¡Me robaron casi cinco mil dólares, en una tienda que se llama PJ Wholesale que no conozco para nada!

–No se desespere, señor Antonio. Así no va a conseguir nada.

–Perdón, le pido que me comprenda.–Eso trato de hacer, Antonio. ¿Puedo

decirle Antonio?–Sí.–¿En qué Delegación vives? –En Coyoacán.–Muy bien. Esta es la Delegación de Po-

licía que te corresponde, pero el delito suce-dió en Estados Unidos. ¿Adónde fuiste?

–A Nueva York.–Uy, qué padre. ¿Te fue bien?–Sí, hasta que me clonaron la tarjeta.–Pero entonces ya habías regresado.–Sí.–¿O sea que en Nueva York sí te fue

bien?–Sí.–Tienes que ser preciso, Antonio.

Todo se soluciona escribiendo bien. ¿Te enseño?

–Sí.–Cuando una persona me dice que sí

tres veces seguidas es que no me está en-tendiendo. ¿Me estás entendiendo?

–Sí, quiero decir: entiendo.–Concéntrate y no vuelvas a decir

que sí.–Okey.–Mira, para que tengamos jurisdicción

sobre el caso es necesario que los hechos hayan sucedido aquí.

–¿Qué quiere que haga? ¡Me clonaron en Estados Unidos!

–¿Te clonaron a ti o a tu tarjeta? ¡Ah, qué Antoñito éste! Tienes que expresarte con claridad.

–Lo sé, perdóneme.–¿Me permites que te enseñe a escri-

bir tu declaración de hechos?–Por favor.–¿Cómo supiste que te habían clona-

do la tarjeta?–El banco me mandó un correo elec-

trónico.

juan villoro

Paz Fernández Cueto

–¿Dónde recibiste el correo?–En mi computadora.–¿Y dónde está tu computadora?–En mi casa.–¿Eres vecino de Coyoacán?–Soy vecino de Coyoacán.–¿Lo ves? ¡Los hechos ocurrieron

en Coyoacán! ¡Ahí te enteraste de todo! Es lo que tienes que escribir. No hables de Estados Unidos, que no somos la INTERPOL.

–Lo entiendo, licenciada.–Y de paso, Antoñito: a ver si mejoras

tu letra. Se ve que venías muy tenso.–Así escribo siempre.–¡Tienes que relajarte! Si quieres te

llevo a los separos para que veas a la gen-te que en verdad tiene problemas. Lo tu-yo es mental. Todo es cuestión de que entiendas cuál es el lugar de los hechos.

–Mi casa.–En efecto, no hay otro lugar de los

hechos: todo pasó en tu casa. No hay nada como la verdad.

Don Chinguetas se enteró de que un vecino requebraba a su mujer, doña Macalota, y le de-

dicaba piropos encendidos. La robus-ta dama tenía mucho vello en los bra-zos, y el procaz vecino le decía al paso:

“¡Mamasota! Si así tienes la Villa, ¡có-mo tendrás La Lagunilla!” Cierto día el ofendido esposo se topó con el sa-laz sujeto. Lo encaró y le dijo con tono amenazante: “Si sigue usted cortejan-do a mi mujer...”. El hombre irguió toda su estatura –el caborón medía 2 me-tros– y le contestó a don Chinguetas, retador: “¿Qué?” “¡Se la dejo!” –com-pletó él en tono más amenazador aún... El recién casado se veía flébil, escuchi-mizado, cuculmeque. Le preguntó un amigo: “¿Por qué te ves así, agotado?” Contestó el desmadejado joven: “Es que mi esposa es muy maternal”. “No entiendo” –dijo el otro. Explicó el la-cerado: “Cada vez que termino de ha-cerle el amor me toma en sus brazos y me da palmaditas en la espalda, co-mo a los bebés, para que repita”... Em-pédocles Etílez, el borrachín del pue-blo, iba cae que no cae haciendo eses

–y emes, y oes, y efes, y equis– por la calle. Acertó a pasar por ahí el buen padre Arsilio, y al verlo en tan lamen-table estado le habló con tono al mis-mo tiempo de reproche y conmisera-ción: “¡Ay, hijo! ¡Se me hace que no te voy a ver en el Cielo!”. Inquirió, cons-ternado, el temulento: “¿Pos qué hizo, padrecito?”... Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, le dijo a su mujer, que en ese momento salía de la ducha: “Ca-da día más cuero”. “¡Gracias, mi amor!”

–se alegró ella al escuchar aquel des-usado cumplido. “Más cuero te cuel-ga” –remató el insolente bribón. (No-ta: hombres así merecen morir en el finibusterre, que así llamaban a la hor-ca los hampones del siglo antepasado; del latín finibus terrae, en los finales de la tierra. Hampones culteranos de-ben haber sido esos tales, no como los de ahora)... Un tipo le preguntó a otro:

“¿Puede alguien decirte algo que al mis-mo tiempo te cause pesadumbre y sa-tisfacción?” “Claro que sí –le contestó el amigo–. Mira: le acabo de hacer el amor a tu mujer, y me dijo que en la cama eres mucho mejor que yo”. Es-te pasado lunes viví algo que me llenó a la vez de gozo y de tristeza. Sucede

que a una escuela primaria de mi ciu-dad, Saltillo, le fue impuesto el nom-bre de mi madre, Carmen Aguirre de Fuentes. Los padres de familia acorda-ron ese homenaje para ella por su ca-lidad de maestra, mujer de teatro y le-tras y pionera de la lucha de la mujer por sus derechos. Con mis hermanos asistí al bello acto en que se hizo oficial el nombre de la escuela. Es un plantel sencillo, situado en un barrio populoso en el rumbo donde termina la ciudad por el lado noroeste. Sus instalaciones son modestas, y están aún en cons-trucción. No hay todavía, por ejemplo, oficina para la dirección, y dos de sus aulas son de las llamadas móviles. Sin embargo, el personal docente y los pe-queños escolares trabajan cada día con empeño en esa bella tarea que es la de enseñar y aprender. Yo, que fui maes-tro durante 40 años –en el aula; frente al grupo; no comisionado– sentí emo-ción al ver la admirable labor que se realiza ahí, en un medio lleno de ca-rencias y dificultades. Me alegré por las niñas y niños de la escuela, aten-didos por maestras y maestros dedi-cados a su labor, generosos en su en-trega e imbuidos de su responsabili-dad. Gracias a educadores como ellos se abre ante los pequeños escolares un horizonte mejor, más claro y promiso-rio. Eso, lo dije, me llenó de emoción y me alegró. Sentí tristeza, sin embargo, al pensar en la suerte tan distinta de cientos de miles de niños en Oaxaca y otros estados del país dominados por esa lacra llamada CNTE, que algunos se empeñan neciamente en conside-rar organización de lucha social y sin-dical, y que es en verdad un centro de corrupción y de chantaje para obten-ción de medro personal y preservación de indebidos privilegios. Doy gracias a quien corresponda por vivir en una ciudad como la mía, donde alienta el noble espíritu de la Centenaria y Be-nemérita Escuela Normal de Coahui-la –en ella también me eduqué yo–, y doy gracias también por su gentileza y atenciones a la directora, a las maes-tras y maestros, a los padres de fami-lia y a las niñas y niños de la Escuela Primaria Carmen Aguirre de Fuentes. (¡Qué nombre tan hermoso!)... FIN.

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Admirable laborCatón

Mirador

arMando FuenteS aGuirre

VilloroLa clonación de una tarjeta de crédito pone

al usuario en caminos insospechados, en México o en el extranjero. Dependerá del lugar de los hechos.

Fernández CuetoSe requiere un cambio de paradigma, propiciar un

cambio de mentalidad. Mientras no se reconozca el valor insustituible de la maternidad lo anterior será inútil.

Catón“Vamos a mi casa –invita Rosibel a Babalucas con

sugestiva voz–. Acabo de comprar una cama de agua”. “No, gracias –contesta el tonto roque–. No tengo sed”...

todas sus pertenecias. Los niños nacen en todas partes y en las circunstancias más adversas. La humanidad ha sobrevivido entre guerras y tormentas por la fuerza que entraña la vida misma y el empeño de la naturaleza que insiste en su conser-vación. Esto no significa que el riesgo de muerte no siga siendo importante, tanto para la madre como para el hijo, incre-mentándose éste por la falta de vigilancia y acompañamiento durante el embarazo o el exceso de negligencia médica durante el parto y el post parto.

La mortalidad materno-infantil ha venido disminuyendo notoriamente a ni-vel mundial ya que la mayoría de los ca-sos son prevenibles y existen planes para atender oportunamente las emergencias obstétricas. Tristemente, en nuestro país no hemos logrado reducirla al ritmo de-seado, y estamos lejos de lograr el 4o. y 5o. Objetivos del Milenio. Las cosas no se han resuelto con haber exigido mayor in-versión en los servicios de salud. Sin du-da se requiere aumentar el presupuesto, pero no está ahí la solución. Se requie-re un cambio de paradigma. En esta ta-rea ha de involucrarse la sociedad ente-ra, cada quien desde su trinchera ha de dar acompañamiento a la mujer en la ta-rea más importante y trascendente como es comunicar la vida a otro.

Países como Chile, que ha logrado aba-tir la mortalidad materna en pocos años, o como Estados Unidos, Canadá y otros en Europa, están a favor del llamado parto hu-manizado, obteniendo excelentes resulta-dos. Se trata de un parto amigable, lejano a la violencia obstétrica que se da en muchas de nuestras clínicas y hospitales, recono-ciendo la dignidad de las mujeres y el va-lor de su maternidad. Se propician las du-las, mujeres que acompañan a las mujeres durante su embarazo y trabajo de parto, y se preparan parteras e implementan casas de parturía, cercanas a las clínicas, don-de la mujer llega a dar a luz acudiendo al hospital sólo en caso de emergencia.

El nacimiento de Sabino, como se lla-mará al tercer hijo de Irma López, fue do-cumentado gracias a una fotografía que fue subida a las redes sociales. Los servi-cios de salud de Oaxaca argumentan que se violaron los derechos humanos de la indígena mazateca por haber subido es-ta imagen sin el consentimiento de la ma-dre. ¡Qué poca vergüenza! Más bien se deberían preocupar por la violación a los derechos más elementales de esta mujer mazateca que, con un español bien flui-do, agradece que su imagen haya dado la vuelta al mundo.

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de Política y cosas Peores

Barrera CulturalAlgunos científicos sociales han señalado que el principal problema en los servicios de atención a la salud en México es la calidad. Cuan-do vemos el caso de Cristina López pensamos que las barreras de accesibilidad, en el México rural, siguen siendo insuperables. Cristi-na pudo superar la barrera geográfica endeudándose con 200 pesos para trasladarse de su comunidad a San Felipe Jalapa de Díaz, Oaxa-ca, donde está el Centro de Salud; pero no pudo superar la barrera cultural. A pesar de que habla español, le fue negada la atención. No parece que exista barrera administrativa pues llegó antes del parto al Centro de Salud. Fue rechazada por su condición de indígena.

Ante tal situación, Gonzalo Aguirre Beltrán, ex director del Instituto Nacional Indigenista, nos legó la noción de que la res-puesta social organizada para la atención a la salud, en las zonas indígenas y de refugio, sólo tendría éxito aplicando la medicina en la situación intercultural.

Sin romanticismo alguno se dio cuenta de la importancia de la capacitación del personal nativo para que sea, en su comuni-dad, un intelectual orgánico. De no ser así, el testimonio de pa-rir en el pasto seguirá reflejando inequidad e injusticia en la respuesta de atención a la salud.

Emilio Pérez RamosBenito Juárez, Distrito Federal

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Viernes 11 de Octubre del 2013 - R EFOR M A oPiNiÓN 17