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Violencia Escolar
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En Venezuela es común observar por los medios de comunicación los
altos índices de violencia escolar, marcado hecho que afecta a la sociedad
actual, tal es el caso de las instituciones educativas, donde es latente la
presencia de conductas agresivas en los escolares que tienden a manifestar
agresiones externas que según la modalidad se observan de forma física y
verbal; según la relación interpersonal estas son directas e indirectas y
dependiendo del grado de actividad implicada son activas y/o pasivas las
cuales pudieran atribuirse la imitación u observación de conductas agresivas,
la televisión, video juegos e internet, escaso o nulo manejo de momentos de
rabia, respondiendo con palabras obscenas, así como, cambiado el diálogo
por golpes, lo cual permite reconocer que la agresividad representa un
problema.
La sociedad está integrada por personas y grupos que interactúan
entre sí; lo cual permite tener una forma de realizar intercambios de
comunicación que condicionan las relaciones entre sus integrantes. Por
tanto, la educación tiene un papel de preponderancia en el fortalecimiento del
proceso de socialización. De tal manera, que el reto que plantea la educación
en estos tiempos, es la formación de individuos capaces de descubrir su
propio progreso, que se enmarquen en la construcción de comportamientos
para una óptima convivencia escolar, familiar y social.
No obstante, en instituciones educativas los actos de indisciplina son
comunes y cada vez con mayor frecuencia se presentan en un ambiente de
confrontación y agresividad, que se manifiestan a través de comportamientos
aprendidos de conductas inapropiadas; haciendo de ellos en la mayoría
seres huraños, desconfiados, miedosos y agresivos, produciendo una
barrera con quienes interactúan en los espacios de enseñanza y aprendizaje;
por otro lado, se acentúa la poca estima al margen de la convivencia escolar
y la aceptación social.
A lo anterior expuesto, pareciera que se da mayor importancia a las
tareas del acto académico y al desarrollo de objetivos de los programas
educativos y, se deja de lado las actividades programadas como una opción
que favorezca las relaciones interpersonales del grupo de estudiantes y de
ellos con el docente, padres y comunidad, evitando así las manifestaciones
de agresividad. En este sentido, Bandura (1973), señala:
El grupo (docente, alumno, familia) facilita condiciones de aprendizaje para la construcción de la identidad que entraña la identidad social y del desarrollo moral. Por ello, el aula y la institución educativa deben generar en ese espacio un ambiente de seguridad, de valores compartidos donde el diálogo, la tolerancia, la solidaridad, la ayuda, el ejemplo, los integra para el desarrollo de sus competencias para la convivencia y la vida en comunidad. (p.42)
Es decir, la institución educativa debe fomentar un vínculo emocional
entre los estudiantes, creando situaciones de aprendizaje donde estos
encuentren la forma de analizar problemas que entrañen conflictos de
valores a través del diálogo ameno y cordial para la acertada toma de
decisiones, con adopción de posiciones que se consideren más justas.
En efecto, la institución educativa está presente en todos los
estudiantes, independientemente del tipo de familia en el que se crece, todo
individuo pasa por esta institución social de formación educativa; por tanto,
es un elemento fundamental para entender el carácter peculiar del alumno
agresivo con conductas antisociales o conflictivas que conducen a la
violencia escolar; que según Salmerón (2007): “Se trata de un grave
problema que podría afectar a un considerable número de alumnos y que ha
permanecido oculto por años bajo afirmaciones como ‘son cosas de chicos’ "
(p.44).
Sin embargo, la realidad se evidencia con una separación entre la
comunicación que existe entre los estudiantes dentro del recinto escolar e
incluso fuera de él; debido a que el salón de clases y, el receso se han
convertido en espacios para la desesperación, agresión, sanción y malos
tratos; ya que a menudo se presentan situaciones de estudiantes agresivos;
tal es el caso de conductas agresivas y violentas, manifestadas en
problemas de indisciplina, desobediencia, rebeldía, daño físico y psíquico,
observables a través de golpes, arañazos, gritos, mordidas entre otros.
Desde esta perspectiva, Patterson (1977), define: “…las conductas
agresivas como conductas intencionadas, que pueden causar daño ya sea
físico o psíquico. Conductas como pegar a otros, burlarse de ellos,
ofenderlos, tener rabietas o utilizar palabras inadecuadas para llamar a los
demás” (p.35). Así, se hace evidente que las acciones que realizan los
estudiantes, en su mayoría causan daños y ansiedad a otros, entre las que
figuran: pelear, patear, burlarse de otros y un trato lleno de improperios,
peticiones y demandas como una motivación hostil de los estudiantes que
con sus acciones pueden llegar a fijarse en los rasgos de su personalidad.
Desde este punto de vista, el mismo Bandura (1973), afirma:
El niño y adolescente probablemente, generaliza lo que aprende acerca de su conducta. La familia es, durante la infancia, uno de los elementos más importantes del ámbito sociocultural del niño. Dentro de la familia, además de los modelos y refuerzos, es
responsable de la conducta agresiva el tipo de disciplina a que se le someta. (P.37)
Por lo tanto, las conductas agresivas pueden aprenderse por
imitación u observación, dependiendo del medio ambiente donde vivan los
estudiantes. Por ello, es importante el buen modelo a imitar, puesto que de la
forma en que observan las relaciones de los demás, de la misma forma que
lo harán los estudiantes. El entorno sociocultural, viene a ser modelo de
socialización de los estudiantes; es sin duda un elemento clave en la
predisposición de las conductas agresivas de estudiantes como ciudadanos
ajustados a las normas de convivencia de la sociedad.
Asimismo, existen otros factores de índole social como la televisión,
videojuegos e internet que han venido demostrando que del poco control y
la alta frecuencia en que se exponen los estudiantes a la violencia y a la
agresión repetidamente a través de estos medios, actúan de manera más
agresiva en las instituciones educativas. La visualización de escenas de
agresividad aumenta, al menos temporalmente, la agresividad de quienes la
contemplan.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos de Venezuela, (CNDH)
según reporte de Suárez (2008), en promedio recibe una queja diaria
relacionada con maltrato al alumno. Desde 1990, la CNDH ha recibido 2 mil
933 quejas por violación de derechos humanos de alumnos de educación
básica, de las que el 90% corresponde a escuelas públicas. Se han emitido
20 recomendaciones sobre el tema, la mitad de ellas en este sexenio. De allí,
que el tema de la violencia en el ámbito escolar es muy amplio y repercuten
negativamente en el rendimiento académico, en relación estudiante-profesor,
en la integridad personal y en las relaciones intrafamiliares, no es un
problema particular; sino que, atañe a toda la sociedad.
Ante estas evidencias, se conjetura que la sociedad actual está
marcada por hechos de violencia, de los cuales dan cuenta diversas
investigaciones, los medios de comunicación e inclusive vivencias de tipo
personal. Esta situación, genera en la población una conmoción y, una
sensación de desesperanza, ante la aparente incapacidad de poder convivir
en armonía. El panorama se agrava cuando se observa un sistema educativo
con estructuras estereotipadas, que parece petrificado para dar respuestas a
este fenómeno, y para formar ciudadanos que dialoguen y trabajen en
escenarios enmarcados en una cultura de paz, que piensen y actúen
considerando la vida en común y el bienestar colectivo.
Es importante que el docente en conjunto con la comunidad educativa,
canalice los hechos de forma operativa para la disminución o modificación de
las mismas; y así, lograr un clima armonioso dentro de la convivencia escolar
que prevenga o controle la violencia escolar
REFERENCIAS
BANDURA, Albert. (1973). Teoría del aprendizaje social por
modelamiento. Buenos Aires: Editorial Atenea.
PATTERSON, Héctor. (1977). La Comunicación humana en el mundo
contemporáneo. (2a. ed.) México, DF.
SALMERÓN, Laura. (2007). Desarrollo evolutivo en la familia. Conflicto.
Caracas: Himeo.