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Violencia estructural La violencia estructural del capitalismo -que a diario asume evidentes grados de intensidad- niega en los hechos nociones que supuestamente le son propias o que son congénitas o afines, tales como las de niñez y humanidad, vulnerando los derechos que las consagran. Los derechos que le corresponden a las personas desde perspectivas éticas o religiosas –y, naturalmente, desde el propio derecho- son abrogrados en la práctica cotidiana en virtud del cepo que imponen las relaciones económicas y el encuadre ideológico que las explica. Así, los derechos que a un niño le corresponden por su condición de niño, le son negados por su condición de pobre; los derechos que le corresponden a una mujer por su condición de mujer, le son negados por su condición de pobre y los derechos que le corresponden a una persona por ser persona, le son negados por su condición de pobre. Para ellos, para los pobres, son diseñadas políticas especiales: una política de pseudo trabajo para pobres, una antropología para pobres, una educación para pobres. Los pobres son parte de la realidad, pero su condición no está en la naturaleza de las cosas. Y esa realidad, que violentan las relaciones sociales, es componente fundamental de la estructura económica vigente. Esa violencia estructural asume muchos de sus roles más perversos mediante las políticas especiales que el sistema destina a sus víctimas. Así, los derechos, considerados desde esa perspectiva señorial, son denominados “políticas sociales”. Esto es, políticas para pobres. Lo que en el tránsito del deber ser del derecho al ser de las políticas genera distorsiones y aún la negación misma del derecho, es el criterio con que se diseñan y ejecutan las políticas sociales. Un criterio posible es aquel que -reconociendo en sus destinatarios grados de humanidad variables según cada

Violencia estructural

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Análisis sobre la violencia que implica el fundamento de apropiación de valor que impone el capitalismo, con sus secuencias de pobreza y violencia social.

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Violencia estructuralLa violencia estructural del capitalismo -que a diario asume evidentes grados de intensidad- niega en los hechos nociones que supuestamente le son propias o que son congnitas o afines, tales como las de niez y humanidad, vulnerando los derechos que las consagran.

Los derechos que le corresponden a las personas desde perspectivas ticas o religiosas y, naturalmente, desde el propio derecho- son abrogrados en la prctica cotidiana en virtud del cepo que imponen las relaciones econmicas y el encuadre ideolgico que las explica.

As, los derechos que a un nio le corresponden por su condicin de nio, le son negados por su condicin de pobre; los derechos que le corresponden a una mujer por su condicin de mujer, le son negados por su condicin de pobre y los derechos que le corresponden a una persona por ser persona, le son negados por su condicin de pobre.

Para ellos, para los pobres, son diseadas polticas especiales: una poltica de pseudo trabajo para pobres, una antropologa para pobres, una educacin para pobres.

Los pobres son parte de la realidad, pero su condicin no est en la naturaleza de las cosas. Y esa realidad, que violentan las relaciones sociales, es componente fundamental de la estructura econmica vigente. Esa violencia estructural asume muchos de sus roles ms perversos mediante las polticas especiales que el sistema destina a sus vctimas.

As, los derechos, considerados desde esa perspectiva seorial, son denominados polticas sociales.

Esto es, polticas para pobres.

Lo que en el trnsito del deber ser del derecho al ser de las polticas genera distorsiones y an la negacin misma del derecho, es el criterio con que se disean y ejecutan las polticas sociales.

Un criterio posible es aquel que -reconociendo en sus destinatarios grados de humanidad variables segn cada funcionario- asigna recursos materiales a los necesitados considerando que, en un acto de generosidad no siempre merecida ni agradecida, el gobierno (no el Estado) les da a los pobres lo que ellos necesitan. Lo cual nunca es suficiente, por cierto. Pero de esta manera garantiza que los pobres que as siguen siendo pobres- se mantengan tranquilos y, en lo posible, voten a quienes dicen acordarse de ellos.

Otro criterio, muy diferente, por cierto, es el que parte de considerar que la entrega de bienes no slo es parte de una funcin inalienable del Estado y que lejos de constituir un acto de inspirada generosidad de sus ocasionales administradores no es otra cosa que un acto mnimo de justicia, puesto que por esta va- cada persona necesitada recibe (debera recibir) estrictamente lo que por derecho le corresponde. Que no es y nunca podr ser suficiente en un contexto como el actual, en el que todava la injusticia es un componente estructural de la organizacin econmica y social y opera como criterio de determinacin del reparto del producto bruto.

Esta diferencia, que es, s, estructural, se acenta al observar la consideracin que una y otra perspectiva tienen acerca de la finalidad de la polticas sociales.

Para quienes consideran que la pobreza est en la naturaleza de las cosas, las polticas sociales son un mal necesario, que ayuda a mantener el sistema en un grado mnimo de convivencia.

Para quienes sostienen el otro punto de vista, la atencin de las necesidades de los sectores ms desfavorecidos, constituye un imperativo moral, y aunque tambin pueda verlas como un mal necesario, considera a las polticas sociales como un recurso transitorio, que dejar de existir o al menos deber reducirse a expresiones preventivas y contingentes- cuando la justicia social sea una realidad que nos contenga a todos.

Dicho en otras palabras: el da en que en la Argentina logremos el pleno imperio de la justicia social, la persona que en ese momento ocupe el lugar de Alicia Kirchner se quedar sin trabajo.