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“...malo/ malo/ malo eres/ no se daña a quien se quiere” Malo, Bebe Apuntes a partir de la lectura del libro Violencia en la familia... de eso no se habla de Mabel Anido, editado por Lumen. Hace poco un señor ya canoso y cincuentón me comentaba que su mujer decidió separarse después de treinta años de matrimonio, algunos hijos y nietos.Lo curioso es que culpaba de todo a Menem: “le dio demasiadas alas a las mujeres”, dijo, “antes no se hubieran atrevido a insubordinarse, ahora ni un grito se bancan”. Quizá lo que el hombre había percibido se debió a que en esa época, producto de un acelerado cambio en la consideración a la mujer, se dictaron e implementaron leyes que les permitieron defenderse de la violencia a la que estaban acostumbradas a resignarse. Y también a que los casos de violencia doméstica comenzaron a hacerse públicos a través de los medios de comunicación. Por ejemplo, en el conocido y reconocido drama de televisión “Mujeres asesinas”, en cuya cortina se escucha el reproche de una mujer por castigos infligidos, lo más trágico es que todos los relatos son tomados de la vida real; hechos que en su momento fueron públicamente conocidos.En todo caso, lo cierto y saludable es que salió a la luz algo de lo que hasta hace poco “no se hablaba”: que familia y violencia viven juntas desde siempre.Por eso, el mayor mérito de Violencia en la familia... es tratar, y con acierto, el espinoso tema de la violencia doméstica.La autora, psicoanalista y especialista en violencia familiar, se propone con el libro saldar una deuda pendiente, aunque sabe (lo dice desde el

Violencia Familiar de Eso No Se Habla

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Page 1: Violencia Familiar de Eso No Se Habla

“...malo/ malo/ malo eres/ no se daña a quien se quiere” Malo, Bebe

Apuntes a partir de la lectura del libro Violencia en la familia... de eso no se habla

de Mabel Anido, editado por Lumen.

Hace poco un señor ya canoso y cincuentón me comentaba que su mujer decidió

separarse después de treinta años de matrimonio, algunos hijos y nietos.Lo

curioso es que culpaba de todo a Menem: “le dio demasiadas alas a las mujeres”,

dijo, “antes no se hubieran atrevido a insubordinarse, ahora ni un grito se bancan”.

Quizá lo que el hombre había percibido se debió a que en esa época, producto de

un acelerado cambio en la consideración a la mujer, se dictaron e implementaron

leyes que les permitieron defenderse de la violencia a la que estaban

acostumbradas a resignarse. Y también a que los casos de violencia doméstica

comenzaron a hacerse públicos a través de los medios de comunicación.

Por ejemplo, en el conocido y reconocido drama de televisión “Mujeres asesinas”,

en cuya cortina se escucha el reproche de una mujer por castigos infligidos, lo

más trágico es que todos los relatos son tomados de la vida real; hechos que en

su momento fueron públicamente conocidos.En todo caso, lo cierto y saludable es

que salió a la luz algo de lo que hasta hace poco “no se hablaba”: que familia y

violencia viven juntas desde siempre.Por eso, el mayor mérito de Violencia en la

familia... es tratar, y con acierto, el espinoso tema de la violencia doméstica.La

autora, psicoanalista y especialista en violencia familiar, se propone con el libro

saldar una deuda pendiente, aunque sabe (lo dice desde el prólogo), que no la

terminará de pagar mientras exista violencia en una familia.

El texto intenta demostrar que “la violencia en la familia no es algo natural”, que es

un “problema complejo, pero tiene soluciones”.No propone una mirada moral

sobre el problema. Se aleja del juicio simplista de “víctimas y victimarios”, “sin que

eso signifique justificar el abuso o el maltrato”.Si bien aborda el problema desde el

psicoanálisis, no lo reduce a los límites de un campo en particular. Lo concibe

como proyección física de un problema mental, cultural y social.

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Además, lo que vuelve interesante al libro es la serie de entrevistas a pacientes en

consulta, casos paradigmáticos de noviazgos violentos, mujeres, niños y ancianos

maltratados y abusados. Aunque se cuida de no caer en la trampa de los golpes

bajos, como la descripción obscena y detallada de los relatos de violencia. Sobre

todo pone énfasis en el método de interpretación, que consiste en extraer, a la luz

de los materiales aportados por el sujeto, el “contenido oculto” del “contenido

manifiesto”. Estudiar lo que ocurre en el ser humano, mediador activo y pasivo

entre la estructura económica y social y la falsa conciencia, para incorporar ese

conocimiento a la comprensión total del fenómeno. Aunque la violencia no se

explique totalmente por sí misma sino por una estructura más profunda, sin

embargo, el tratamiento psicológico, aún no suficiente, es condición necesaria

para superarla.

Y para eso, Anido apuesta a la magia de la palabra: “si escuchamos y le

brindamos palabras para nombrar su dolor...esa persona podrá salir adelante por

sus propios medios”. El libro tiene, además, un valor incuestionable que lo ubicará

en el manoseado rubro de libros de autoayuda: la lectura puede servir como el

espejo a través del cual se reflejen los protagonistas de la violencia y de ese modo

encontrar la lucidez que les permita pedir auxilio, requisito ineludible para

encontrar el principio de la solución.Aunque me gustaría citar todo el libro, más

vale remitir al lector a él y darme por satisfecho si logro servir a ese objetivo.