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52 LA AVENTURA DE LA HISTORIA 53 LA AVENTURA DE LA HISTORIA forma de bombas Oka (pequeños avio- nes con carga explosiva que mane- jaban los pilotos suicida), y frustran- te resistencia de sus ciudades a los bombardeos ordinarios. DEJA VÛ. Uno de los primeros grandes cataclismos documentados en las islas tuvo lugar en el año 869, exactamente en la zona castigada por el último: la pla- nicie de lo que hoy son las prefecturas de Miyagi y Fukushima, al noreste del país. El Nihon Sandai Jitsuroku (La his- toria verdadera de los tres reinos de Japón), un texto oficial del siglo IX, recoge una descripción que se ajusta perfectamente a las imágenes retrans- mitidas en televisión e internet: “El mar entró con rapidez en aldeas y pue- blos, inundando muchas tierras más allá de la costa. No hubo tiempo para es- capar”. La gigantesca lengua de agua y escombros arremetió contra las aldeas de pescadores a lo largo de 4 kilómetros, segando alrededor de 1.000 almas. La zona estaba menos po- blada que hoy en día, pero a diferencia de los afectados por el último maremoto –que tuvie- ron unos minutos de reacción gracias a las boyas electrónicas de alerta– entonces fue- ron sorprendidos di- rectamente por la mu- ralla oceánica y arras- trados como muñecos de trapo entre la espu- ma. Todo lo que quedó fue una llanura de barro parduzco si- milar a la que las fotos de satélite nos muestran hoy. Otro punto caliente de actividad sís- mica se encuentra al suroeste, en la región de Kansai, don- de en 1707 tuvo lugar el seísmo más fuerte que se recuerda hasta que el de 2011 le arre- bató el récord. Con una magnitud de 8,6 hizo caer unas 20.000 viviendas y se cobró 5.000 víctimas. La ola asesina no tardó en elevarse sobre la costa de Honshu. Incluso se baraja la posibilidad de que los movi- A IMAGEN DEL VICEPRE- SIDENTE DE TEPCO y varios de sus ejecu- tivos doblando el es- pinazo ante los afec- tados por la crisis nu- clear de Fukushima resulta tan pe- culiar –e irónica– como las escenas de los supervivientes del terremoto que la desencadenó, el pasado 11 de mar- zo, alineándose obedientemente y sin rechistar para recoger su ración de agua. Japón es un país entrenado para el desastre. Sus islas se sitúan en la confluencia de tres placas tectónicas –la del Pacífico, Eurasia y Filipinas– y forma parte del Cinturón de fuego del Pacífico, la zona con mayor acti- vidad sísmica del planeta. Es habitual que en cual- quier parte del archipiéla- go se produzcan pequeños temblores semanalmente, y los japoneses practican desde niños para reaccionar ante las sacudidas siguiendo instruc- ciones precisas de desalojo. Incluso a los extranjeros empadronados en cualquier ciudad por motivos de tra- bajo se les provee de abundante docu- mentación de seguridad. Pero el caos y la destrucción que ha provocado el terremoto de magnitud 9 en la escala Richter (el más intenso en el país desde que se empezaron a re- gistrar datos sísmicos en el siglo XIX) y el devastador tsunami subsiguiente han resultado especialmente terrorífi- cos para la nación, y muy per- turbadores para el resto del mundo, que ha asistido a la aniquilación en directo de ciudades prósperas y desa- rrolladas. La historia de Japón está plagada de catástrofes naturales que han provocado la destrucción y pos- terior reconstrucción de grandes asen- tamientos de población. La idea de lo efímero del ser humano ante el or- den natural forma parte de su cultu- ra, plagada de referencias a la flor del cerezo, de belleza extraordinaria y existencia breve, o el ave fénix, ca- paz de renacer de sus cenizas. El ejér- cito estadounidense comprobó las aplicaciones prácticas de esta filoso- fía durante la II Guerra Mundial en L RAFAEL DE LAS CUEVAS. PERIODISTA. SITUADO EN EL CINTURÓN DE FUEGO DEL PACÍFICO, EL ARCHIPIÉLAGO JAPONÉS HA SUFRIDO TERREMOTOS Y MAREMOTOS DE FORMA CONTINUADA A LO LARGO DE TODA SU HISTORIA. RAFAEL DE LAS CUEVAS REVIVE LOS CATACLISMOS MÁS LETALES Y EXPLICA LA NOCIÓN DE TRANSITORIEDAD QUE IMPREGNA LA CULTURA NIPONA, FASCINADA POR LA FUERZA CREADORA Y DESTRUCTORA DE LA NATURALEZA VIVIENDO ENTRE TSUNAMIS LAS CLAVES EL MÁS MORTÍFERO. El gran terremoto de Kanto en 1923 provocó incendios que arrasa- ron Tokio y Yokohama. ERRORES CORREGIDOS. La estructura de los edificios en las grandes ciudades niponas está construida a prueba de terremo- tos. Los rascacielos resistieron el último temblor. FOLKLORE. Las artes japone- sas suelen representar la vida transitoria y la renovación. TIERRA DE CATÁSTROFES DESASTRE EN JAPÓN LA GRAN OLA DE KANAGAWA, una de las estampas ukiyo-e de las Treinta y seis vistas del monte Fuji, por Katsushika Hokusai, entre 1830 y 1833.

Viviendo entre tsunamis

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Reportaje sobre la historia de las catastrofes naturales en Japón

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Page 1: Viviendo entre tsunamis

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LA AVENTURA DE LA

HISTORIA

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LA AVENTURA DE LA

HISTORIA

forma de bombasOka (pequeños avio-nes con carga explosiva que mane-jaban los pilotos suicida), y frustran-te resistencia de sus ciudades a losbombardeos ordinarios.

DEJAVÛ.Uno de los primeros grandescataclismos documentados en las islastuvo lugar en el año 869, exactamenteen la zonacastigadaporel último: lapla-nicie de lo que hoy son las prefecturasdeMiyagi y Fukushima, al noreste delpaís. ElNihon Sandai Jitsuroku (La his-toria verdadera de los tres reinos deJapón), un texto oficial del siglo IX,recoge una descripción que se ajustaperfectamente a las imágenes retrans-mitidas en televisión e internet: “Elmar entró con rapidez en aldeas ypue-blos, inundandomuchas tierrasmás allá

de la costa. No hubo tiempo para es-capar”. La gigantesca lengua de aguayescombros arremetió contra las aldeasdepescadores a lo largode4kilómetros,segando alrededor de 1.000 almas. Lazona estabamenos po-blada que hoy en día,pero adiferenciade losafectados porel últimomaremoto –que tuvie-ron unos minutos dereacción gracias a lasboyas electrónicas dealerta– entonces fue-ron sorprendidos di-rectamente por lamu-ralla oceánica y arras-trados como muñecosde trapo entre la espu-ma.Todo lo quequedó

fue una llanura de barro parduzco si-milar a la que las fotos de satélite nosmuestran hoy.Otro punto caliente de actividad sís-

mica se encuentra al suroeste, en laregión de Kansai, don-de en 1707 tuvo lugarel seísmo más fuerteque se recuerda hastaque el de 2011 le arre-bató el récord. Conuna magnitud de 8,6hizo caer unas 20.000viviendas y se cobró5.000 víctimas. La olaasesina no tardó enelevarse sobre la costadeHonshu. Incluso sebaraja la posibilidaddeque los movi-

A IMAGEN DEL VICEPRE-

SIDENTE DE TEPCO yvarios de sus ejecu-tivos doblando el es-pinazo ante los afec-tados por la crisis nu-

clear de Fukushima resulta tan pe-culiar –e irónica– como las escenas delos supervivientes del terremoto quela desencadenó, el pasado 11 de mar-zo, alineándose obedientemente y sinrechistar para recoger su ración deagua. Japón es un país entrenado parael desastre. Sus islas se sitúan en laconfluencia de tres placas tectónicas–la del Pacífico, Eurasia y Filipinas–y forma parte del Cinturón de fuegodel Pacífico, la zona con mayor acti-

vidad sísmica del planeta.Es habitual que en cual-quier parte del archipiéla-go se produzcan pequeñostemblores semanalmente,y los japoneses practicandesde niños para reaccionarante las sacudidas siguiendo instruc-ciones precisas de desalojo. Inclusoa los extranjeros empadronados encualquier ciudad por motivos de tra-bajo se les provee de abundante docu-mentación de seguridad.Pero el caos y la destrucción que ha

provocado el terremoto de magnitud 9en la escala Richter (el más intenso enel país desde que se empezaron a re-gistrar datos sísmicos en el siglo XIX)y el devastador tsunami subsiguientehan resultado especialmente terrorífi-

cospara lanación, ymuyper-turbadores para el resto delmundo, que ha asistido a laaniquilación en directo deciudades prósperas y desa-rrolladas.La historia de Japón está

plagada de catástrofes naturales quehan provocado la destrucción y pos-terior reconstrucción de grandes asen-tamientos de población. La idea delo efímero del ser humano ante el or-den natural forma parte de su cultu-ra, plagada de referencias a la flor delcerezo, de belleza extraordinaria yexistencia breve, o el ave fénix, ca-paz de renacer de sus cenizas. El ejér-cito estadounidense comprobó lasaplicaciones prácticas de esta filoso-fía durante la II Guerra Mundial en

L

RAFAEL DE LAS CUEVAS. PERIODISTA.

SITUADO EN EL CINTURÓN DE FUEGO DEL

PACÍFICO, EL ARCHIPIÉLAGO JAPONÉS HA

SUFRIDO TERREMOTOS YMAREMOTOS DE

FORMA CONTINUADA A LO LARGO DE TODA SU

HISTORIA. RAFAEL DE LAS CUEVAS

REVIVE LOS CATACLISMOS MÁS LETALES Y

EXPLICA LANOCIÓN DE TRANSITORIEDAD

QUE IMPREGNA LA CULTURANIPONA,

FASCINADA POR LA FUERZA CREADORA

YDESTRUCTORADE LANATURALEZA

ó

VIVIENDOENTRE

TSUNAMIS

LAS CLAVES

EL MÁS MORTÍFERO. El gran

terremoto de Kanto en 1923

provocó incendios que arrasa-

ron Tokio y Yokohama.

ERRORES CORREGIDOS. La

estructura de los edificios en las

grandes ciudades niponas está

construida a prueba de terremo-

tos. Los rascacielos resistieron

el último temblor.

FOLKLORE. Las artes japone-

sas suelen representar la vida

transitoria y la renovación.

TIERRA DECATÁSTROFES

DESASTRE EN JAPÓN

LA GRAN OLA DEKANAGAWA, una de

las estampas ukiyo-ede las Treinta y seisvistas del monte

Fuji, por KatsushikaHokusai, entre 1830

y 1833.

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LA AVENTURA DE LA

HISTORIA

mientos de la corteza terrestre re-torcieran las entrañas del monte Fuji,despertando a otro de los kami (“espí-ritu” de lanaturaleza), que escupió fue-go treinta y cinco días después. Al de-sastre se le conoce como el Terremotode Hoei y es el más recurrente en lostextos históricos y literarios en lenguajaponesa. Es probable que incluso elmaestro Katsushika Hokusai se ins-pirase en las descripciones de la épocacuandograbó la conocidaGranoladeKa-nagawa un siglo después. La fuerza sal-vaje ycarga cinéticadeestaobraes el re-sultadode la experienciadeHokusai enla representacióndelmovimiento, perotambién de la fascinación de sus ante-

pasados por la belleza creadora y des-tructora del agua, representada en pin-tura constantemente.Muchosde los re-latos épicos basados en hechos históri-cos, como la sangrientabatalla de samu-ráis en la costa de Dan no Ura en el si-glo XII o la destrucción de las navesinvasoras mogolas por un tifón enelXIII, tienenal líquidoelemento comoprotagonista. La convivencia habitualcon los movimientos de tierra tambiénse aprecia en las estampasukiyo-edegi-gantescos y amenazadores peces-gato,los cuales, según la creenciapopular, es-taban relacionados con los temblores.Bajo la leyenda late el hecho científicodequeestos silurospueden sentir las vi-braciones previas a la catástrofe mu-cho antes que los humanos.

IMPOTENCIACIENTÍFICA.Cuando el paísse abrió definitivamente a Occidenteen el sigloXIXcomenzóunproceso fre-nético de industrialización y asimila-ción de los avances científicos moder-nos. Paradójicamente, algunos de ellosfueron contraproducentes en un entor-no tan hostil. Los edificios de piedray ladrillo construidos a la europea se ca-yeron como un castillo de naipes cuan-do azotó el gran terremoto de Mino-Owari en 1891. El geólogo inglés JohnMilne documentó cuidadosamente elfenómeno y publicó un libro con imá-genes del fotógrafoK.Ogawa. El balan-ce de bajas se situó en torno a las 7.000.Aquella tragedia fue un toque de aten-ción para los empresarios y constructo-res del resto del mundo y un punto deinflexión para la autonomía de la arqui-tectura local.Pero el Imperio del Sol aún tuvo que

arder y renacer varias veces más de suscenizas. Y hacerlo literalmente; la si-guiente gran colisión de placas sumió

a la ciudaddeTokio enuna tormentadefuego ypasó a la historia comoel seísmomás mortífero de todos. El 1 de sep-tiembre de 1923 a las 11.58 horas la tie-rra comenzó a agitarse en toda la re-gión de Kanto. La mayoría de las fami-lias se encontraba preparando la comi-da. La presencia de fuego en miles depuntos a lo largodel trazadourbanopro-vocó una reacción en cadenadesastrosae imposible de detener. Y por si estofuera poco, vientos derivados de un ti-fón cercano avivaron las llamas e hicie-ron imposible el trabajo de los bombe-ros. Miles de personas sucumbieronbajo los escombros o a causa de la inha-lacióndehumomientras que otros que-daron atrapados como moscas en el as-falto, fundido a causa de las altas tem-peraturas. Casi toda la ciudad quedóarrasada. Sólo unas pocas estructurascomo el Hotel Imperial, diseñado porFrank LloydWright, quedaron en pie.Posteriormente sedifundieron rumoresdeque lapoblación coreanaestaba apro-vechando el caos para saquear y en-venenar los pozos de agua. La histeriacolectiva provocó linchamientos enmasa que se cobraron más de 2.500 vi-das hasta que las autoridades pudie-ron controlar la situación. Se estimaqueperecieronde 100.000 a140.000perso-nas en total en las prefecturas deTokio,Chiba,KanagawayShizuoka.Desdeen-tonces, cada primero de septiembrese celebra en todo el país el Día de laprevención de desastres. n

GONZÁLEZ ROMERO, E., EnergíaNuclear,Madrid, CSIC, 2010.GREGORY C., Earthquake Nation. The

Cultural Politics of Japanese Seismicity, U. ofCalifornia, 2007.LOZANO LEYVA, M., Nucleares, ¿por qué no?:cómo afrontar el futuro de la energía,Barcelona, Debate, 2010.

Como es bien sabido, el término tsuna-

mi es japonés, y resulta de la unión de dos

ideogramas que significan “puerto” y

“ola”. A diferencia de las olas ordinarias

que se mueven sólo en la superficie, es-

tas ondas abarcan toda la masa de agua

hasta el fondo oceánico. Se pueden ini-

ciar a causa de terremotos, erupciones vol-

cánicas o, incluso, meteoritos. Las más

habituales son las del primer tipo; dos pla-

cas tectónicas se desplazan violentamen-

te (una sobre otra) y el cambio de oro-

grafía del fondo marino provoca un des-

plazamiento colosal de la masa acuáti-

ca. La energía liberada impulsa el fluido

en forma de ondas a unas velocidades que

pueden alcanzar –y en algunos casos su-

perar– los 1.000 km/h. Las olas van lle-

gando a la costa, y no siempre la prime-

ra es la más grande. A veces da la im-

presión de ser una inundación rápida, pero

la fuerza de la corriente es brutal, capaz

de arrancar edificios de cuajo.

CÓMO SE ORIGINAUN TSUNAMI

ó

El HOTEL IMPERIAL DE TOKIO, de Frank Lloyd Wright, fue uno delos pocos edificios que quedó en pie tras el seísmo de 1923.

Fotografía de K. Ogawa que muestra los destrozos delTERREMOTO DE MINO-OWARI en 1891.

DESASTRE EN JAPÓN