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    Marxismo y Feminismo *por

    Lise Vogel **

    I

    El movimiento feminista y la izquierda tienen ante s una ur-gente tarea poltica, el desarrollo de una teora de la opresin dela mujer y de su liberacin que sea marxista y feminista a lavez. El problema no es nuevo. El movimiento feminista contem-porneo, siempre ha incluido una importante tendencia conocida como feminismo socialista o feminismo marxista queintenta alcanzar una fusin de estas dos tradiciones, que demomento se limita a yuxtaponer tmidamente en su nombre.Del mismo modo, en los ltimos aos, la izquierda se ha vistoobligada a reconocer ciertas deficiencias de su propia prctica y teora, y ha comenzado a buscar respuestas ms adecuadaspara lo que en general se ha denominado "la cuestin de la mu-

    jer". Sin embargo, pese a los considerables estudios realizados y a ciertos torpes forcejeos, no se ha conseguido esa fusin ni hanaparecido las respuestas deseadas.

    * Publicado en Monthly Review, Volumen 31, N 2 (junio 1979). Traduc-cin: Mireia Bofill.** Lise Vogel escritora e investigadora sobre el tema de la mujer. Laautora desea agradecer a Ron Blackwell, Tim Patterson, Rayna Rapp,Susan Reverby, Charlotte Weissberg y a los miembros de diversos gru-pos de estudio sus valiosos comentarios sobre anteriores versiones delpresente escrito.

    http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/
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    por la emancipacin de la mujer. Feminismo socialista, en cam-bio, es un trmino nuevo, que las socialistas han introducido enel movimiento feminista contemporneo.

    Polticamente, tanto el movimiento socialista como el movi-miento feminista socialista se enfrentan con la difcil tarea deluchar en favor de las mujeres sin sucumbir a dos peligrosigualmente insidiosos. Por una parte, deben mantenerse enguardia contra el feminismo burgus, la limitada lucha por al-canzar la , igualdad dentro del marco de la sociedad capitalista; y por otra parte, no deben permitir que concepciones simplistas

    o economicistas de la lucha de clases releguen a un lugar su-bordinado la lucha por la liberacin de las mujeres. Planteandoel problema en otros trminos, las/los socialistas comprometi-das/os con la liberacin de la mujer deben encontrar una ma-nera adecuada de vincular la lucha feminista a la lucha a largoplazo por la consecucin del poder poltico y la transformacinsocial.

    A nivel terico, el movimiento feminista socialista contem-porneo ha inspirado un esfuerzo sumamente importante paraintentar situar los problemas de la subordinacin y emancipa-cin de las mujeres dentro de un contexto marxista. Pero estatarea parte con frecuencia de la nocin de que el marxismo noslo es incompleto sino que adems tambin es incapaz de unaevolucin interna o una expansin. En consecuencia, se afirmala necesidad de transformar la teora marxista mediante la nue-va comprensin que ofrecen la teora y la prctica feministas.En resumen, se aboga por una sntesis terica entre marxismo y feminismo.

    No obstante, las tentativas de efectuar esta sntesis socia-lista-feminista han distado bastante de alcanzar su objetivo. Porejemplo, el artculo de Juliet Mitchell, La liberacin de la mujer: la larga lucha, escrito en 1966, que represent toda una innova-

    cin en aquel momento, pese a sus firmes intenciones marxis-

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    tas, tiene su fundamento terico en una versin bastante con-vencional del funcionalismo sociolgico burgus. Por su parte,el ensayo de Eli Zaretsky, Capitalismo, familia y vida personal,fechado en 1973, es una sorprendente mezcla de nociones cla-ramente adoptadas de una serie de disciplinas burguesas uni-das a diversos tpicos "marxistas" ; Su popularidad como textorepresentativo del feminismo socialista debe atribuirse al granatractivo de este eclecticismo, as como a su habilidad para elu-dir las cuestiones relacionadas con el conflicto sexual y el podermasculino. Ms recientemente, el importante artculo de Heidi

    Hartmann y Amy Bridges, "The un happy marriage of Marxism and Feminism" [El matrimonio desgraciado entre el marxismo y el feminismo], es una manifestacin del creciente desencanto dealgunas feministas socialistas en cuanto a la posibilidad mismade llegar a fundir su compromiso feminista con el legado socia-lista. Estos textos, todos los cuales han tenido un fuerte impac-to sobre las personas activas en el movimiento feminista y en laizquierda, son otros tantos monumentos a la pobre situacin denuestro trabajo terico sobre el tema de la subordinacin y laliberacin de las mujeres.

    2

    2 Estas breves observaciones apenas alcanzan a resumir lo que de he-cho es una situacin extremadamente compleja. El feminismo socia-lista, o feminismo marxista, no es una tendencia monoltica y ofrecemuchos aspectos valiosos y atractivos. Y lo que todava es ms im-portante, muchas personas se han decantado por el llamado feminis-mo socialista a falta de un compromiso terico y prctico suficiente-

    mente desarrollado del resto de la izquierda con el tema de la libera-cin de la mujer. Los artculos citados son: Juliet Mitchell: "Women: The Longest Revolution", New Left Review, n o 40 (noviembre-diciem-bre, 1966) (Trad. castellana: La liberacin de la mujer: la larga lucha,Cuadernos Anagrama, 1975); Eli Zaretsky, "Capitalism, The Family and Personal Life", Socialist Revolution, n o 13-15 (enero-junio, 1973)(Trad. castellana: Capitalismo, familia y vida personal [Barcelona:Anagrama, 1978]); Heidi Hartmann y Amy Bridges, "The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism: Towards a More ProgressiveUnion", de prxima publicacin en una coleccin que editar SouthEnd Press. Joan Landes ofrece una tajante crtica del marco tericodel artculo de Mitchell en "Women, Labor and Family Life: A Theore-

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    En general, todos los esfuerzos por desarrollar una teoraadecuada se han visto frustrados por la suposicin de que latradicin socialista sobre el tema de la mujer es al mismo tiem-po monoltica y fcilmente comprensible. En realidad, la teora y la prctica socialistas en las cuestiones relacionadas con lasmujeres se han caracterizado, desde sus inicios, por graves am-bigedades y una gran confusin. Y lo que todava es ms im-portante, la problemtica de la mujer nunca ha recibido laatencin terica que exige, con la consiguiente y particular de-bilidad de la teora marxista en este campo. Por mi parte, me

    siento inclinada a argumentar que deberamos retornar a latradicin terica conocida bajo el nombre de la cuestin de la mujer , pero con una actitud crtica y reconociendo plenamentelas aportaciones realizadas por el movimiento feminista mo-derno. En general, soy de la opinin de que no necesitamosefectuar una nueva sntesis terica entre el marxismo o elsocialismo y el feminismo. Ms bien, lo que debe hacerse esdesarrollar la propia teora marxista.

    II

    La cuestin de la mujer posee una larga y relativamente hon-rosa historia dentro del movimiento socialista. En principio, lostericos socialistas siempre han partido del comentario de Marx

    segn el cual, en una sociedad dada, "el grado de emancipacinde las mujeres es la medida natural de la emancipacin gene-ral.-"

    3En la prctica, los movimientos socialista y comunista

    tical Perspective", Science and Society,, vol. 41, n 4 (invierno 1977-1978). El trabajo de Hartmann y Bridges es objeto de discusin enlos restantes artculos recogidos en el libro que publicar South EndPress. La obra de Zaretsky todava no ha sido comentada en ningntrabajo publicado.3 Esta formulacin, que suele atribuirse a Fourier, de hecho es unaparfrasis significativamente modificada de los comentarios de Fou-

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    en la medida de sus posibilidades y con frecuentes retrocesos,errores y desviaciones han intentado involucrar a las mujeresen el cambio social y plantearse la problemtica de la mujer.

    Pero en qu consiste esta peculiar problemtica de la mu- jer? Y cmo darle respuesta? La nocin nunca ha sido obvia,Comnmente la expresin funciona como una especie de r-brica que abarca una serie de problemas importantes: la opre-sin de las mujeres en general, la familia, la igualdad de dere-chos para las mujeres, la participacin diferencial de las muje-res en el trabajo social y en otros aspectos de la vida social, las

    relaciones entre los sexos, las relaciones personales y relacionesno-laborales de todo tipo. Por ejemplo, August Bebel, durantelargo tiempo prestigioso dirigente del Partido Socialdemcrataalemn y paladn de la emancipacin de la mujer, argument en1883 que "la cuestin de la mujer... trata de la posicin que hade ocupar en nuestro organismo social, cmo puede desplegarsus energas y capacidades en todas direcciones, a fin de llegara convertirse en un miembro cabal y til de la sociedad, conigualdad de derechos con todos los dems."

    4Por el momento,

    observ, la sociedad capitalista marca todas las facetas de laexperiencia femenina con la impronta de la opresin y la des-igualdad:

    La masa del sexo femenino sufre doblemente; por una parte,la mujer padece la dependencia econmica y social del hombre,la cual se suaviza, pero no se elimina con la igualdad formal dederechos ante la ley. Por otra parte, la mujer sufre la dependen-cia econmica en que se hallan las mujeres en general y lasmujeres proletarias en particular, lo mismo que los hombres

    rier en Thorie des quatre mouvements (Paris: Pauvert, 1967), pg.147. Vase Karl Marx y Frederick Engels, The Holv Famil y [La Sa-grada 'Familia] (Moscow, 1975), pg. 230 y Engels, Anti-Dhring (Moscow, 1975), pag. 308.

    4 August Bebel, La mujer y el socialismo (Madrid: Akal Editor, 1977),pg. 39.

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    proletarios. (Bebel, op. cit., pgs. 43-44)

    La igualdad y la liberacin, por tanto, son siempre problemasde clase, a ms de problemas individuales; y Bebel se apresuraa aadir que la "solucin de la cuestin de la mujer va vincu-lada a la solucin de la cuestin social" (Bebel, op. cit., pg. 45),aplazando as la resolucin final del problema para un distantefuturo. Entre tanto, la clase obrera constituye el aliado estrat-gico natural de las mujeres en su lucha. Adems, segn sugiereBebel, la participacin en el movimiento revolucionario permitela aparicin en el proletariado de una relacin, ms favorable

    entre el hombre y la mujer, en el sentido de que ambos recono-cen que los dos tiran de una misma cuerda y que para su por-venir humano no hay ms que un medio: la radical transforma-cin de la sociedad que convertir a todos en seres libres." (Be-bel, op cit., pg. 223).

    Como la mayora de los socialistas, Bebel tambin asoci lacuestin de la mujer con los temas de la sexualidad, el amor y

    los sentimientos humanos.Lenin habla de la necesidad de contar con "unas bases teri-

    cas claras y precisas", para construir un poderoso movimientofemenino internacional y subraya que "sin teora marxista nopuede existir una buena labor prctica."

    5Casi sesenta aos

    ms tarde, la izquierda sigue enfrentndose con el mismo pro-blema. La cuestin de la mujer languidece como un enmara-

    ado nudo de hebras dispares, mientras la prctica social con-tempornea exige que se desenreden esas hebras y se deshagael nudo. Ms exactamente, es preciso identificar y especificartericamente el objeto u objetos que se incluyen dentro de lacategora designada como la cuestin de la mujer. Slo enton-ces podremos empezar a darle una respuesta adecuada.

    5 Citado por Clara Zetkin en Recuerdos sobre Lenin (Mosc, 1955). Texto incluido en V.I. Lenin, La emancipacin de la mujer (Madrid: AkalEditor, 1975), pg. 97.

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    III

    Entre los muchos elementos incluidos en el problema de lamujer, la nocin de "la familia" es el de mayor potencial ideol-gico y psicolgico. Por ejemplo, domina la mayor parte de la te-ora social, tanto de izquierdas como burguesa, la cual todavasigue postulando un modelo de la familia como unidad doms-tica aislada y esttica, integrada por un marido dedicado a ple-no tiempo y durante todo el ao a trabajar a cambio de un sala-

    rio, un ama de casa permanentemente no incorporada a la fuer-za de trabajo y un nmero no especificado de nios de edadindefinida. Sin embargo, esta norma y las relaciones interper-sonales que sugiere est en contradiccin desde hace largotiempo con los resultados de las observaciones empricas mssencillas. Incluso dentro de las sociedades capitalistas, la es-tructura de la vida domstica y la experiencia familiar presen-

    tan una gama de variabilidad que nunca se ha adecuado al mo-delo. Paralelamente al hogar supuestamente tpico integrado enla "familia nuclear", siempre ha existido un amplio espectro deformas de organizacin domstica y familiar, incluidas algunasno relacionadas para nada con la reproduccin biolgica. Astenemos familias con un solo progenitor, hogares en los queconviven tres generaciones, familias distribuidas en ms de unhogar, hogares formados por parejas sin hijos, personas queviven solas, instituciones exclusivamente para nios y hogarese instituciones integrados por adultos entre los que no existeninguna relacin de parentesco. En los Estados Unidos, porejemplo, al menos a partir de 1940, la llamada familia nuclearha representado, estadsticamente hablando, un tipo minorita-rio entre las formas de organizacin domstica. El supuesto dela existencia de un trabajador asalariado de sexo masculino,

    que trabaja a pleno tiempo y durante todo el ao, es tal vez anms significativo. Sin embargo, tambin en este caso los datos

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    empricos se contradicen con la norma, sobre todo en el caso delos hogares de clase obrera, que casi siempre han dependido delos ingresos de varios de sus miembros, cada uno de los cualesnormalmente pasa asimismo por perodos de desempleo. En elpasado, los hijos y las hijas representaban las principales fuen-tes de ingresos "secundarios", en tanto que en la actualidad vaen aumento el nmero de esposas que ingresan en la fuerza detrabajo. En los Estados Unidos, por ejemplo, aproximadamentela mitad de las esposas que viven en hogares formados por ma-rido y mujer tambin trabajan; adems, la tendencia es hacia

    un incremento del nmero de esposas que trabajan a plenotiempo y durante un nmero creciente de semanas a lo largo deun ao dado.

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    La reivindicacin de la "defensa de la familia" una frmulacuyo contenido nunca se ha especificado de manera adecua-da aparece como un tema recurrente dentro de la tradicinsocialista. Es posible que en ciertos momentos esta frmulahaya respondido ideolgicamente a la necesidad crucial de laclase obrera de tener derecho a reproducirse bajo las mejorescondiciones posibles, as como de incluir los procesos relacio-nados con la reproduccin de la fuerza de trabajo como un as-pecto esencial de la lucha de clases. Sin embargo, en la actuali-

    6 Nancy Smith Barrett del Urban Institute calcula que en 1976 menosde un 16 0 /o de los hogares estadounidenses estaban integrados por

    un marido que trabajaba, una esposa no integrada en la fuerza detrabajo y uno o ms hijos de menos de 18 aos ("Data Needs for Eva-luating the Labor Market Status of Women", estudio no publicado,1978). El Ministerio de Trabajo seala que "sigue mantenindose lanocin de que la familia "media" est formada por un marido, unaesposa que no trabaja y dos hijos. En realidad, este tipo de familia decuatro personas representa slo el 7% de todas las familias inte-gradas por marido y mujer." (Employment in Perspective: Working Women, BLS, Report 531, abril 1978). Sobre el tema de la participa-cin de las mujeres en la fuerza de trabajo, vase Howard Hayghe,"Families and the Rise of Working Wives An Overview", Monthly La- bor Review, vol. 99, n 5 (mayo 1979).

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    dad, esta reivindicacin tiene connotaciones de crtica morali-zante hacia cualquier desviacin de lo que, de hecho, constituyeuna norma ilusoria. Adems, la llamada defensa de la familiasiempre ha chocado desagradablemente tanto en la teoracomo en la prctica con los compromisos socialistas de lograrla plena incorporacin de las mujeres al trabajo social y la vidapoltica, por una parte, y de abolir la familia tal como existe enla sociedad capitalista, por otra. A los socialistas les han pasadopor alto demasiado a menudo las sutilezas de la penetranteobservacin de Marx en el sentido de que "por muy espantosa y

    repugnante que nos parezca la disolucin de la antigua familiadentro del sistema capitalista, no es menos cierto que la granindustria, al asignar a la mujer, al joven y al nio de ambossexos un papel decisivo en los procesos socialmente organiza-dos de la produccin, arrancndolos con ello a la rbita doms-tica, crea las nuevas bases econmicas para una forma superiorde familia y de relaciones entre ambos sexos."

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    En realidad, el movimiento socialista desea defender a "lafamilia obrera". La frmula adopta con frecuencia este enun-ciado algo ms preciso, si bien su substancia por lo generalsigue quedando poco clara y es implcitamente normativa. Noobstante, la insistencia en establecer una distincin entre lafamilia obrera y la familia burguesa es esencialmente correcta y, de hecho, crucial. Supone el reconocimiento de que la familiano es un concepto universal ahistrico, sino por el contrario un

    ente enraizado en una sociedad especfica, dominada por unmodo de produccin concreto. Pero, si bien esta lcida visinposee una larga historia dentro de la tradicin marxista, unaserie de obstculos han bloqueado su desarrollo. Marx y Engelsutilizaron el concepto de propiedad para vincular la familia bur-guesa al funcionamiento del modo de produccin capitalista. Deuna manera ms general, intentaron derivar la forma de la fa-

    7 Karl Marx, El Capital, Volumen I (Mxico: F.C.E., 1946), pg. 410.

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    milia dentro de la clase dominante de cualquier formacin so-cial a partir de las relaciones de propiedad vigentes en aquellasociedad. Pero nunca desarrollaron una concepcin igualmenteclara de la familia obrera como un elemento de los procesos dereproduccin social dentro de la sociedad capitalista; y todavase ocuparon menos de la definicin terica del papel de la fami-lia de las clases subordinadas dentro de los modos de produc-cin no capitalistas. Como mximo, identificaron las familiascomo sedes de procesos materiales fundamentales y argumen-taron que la abolicin de "la familia individual como unidad

    econmica de la sociedad" es una condicin decisiva para latotal emancipacin de la mujer.

    8

    Las exposiciones posteriores sobre el tema de la familia y elproblema de la mujer dentro del movimiento socialista operarona un nivel descriptivo. As, por ejemplo, la visin de un futurosocialista que se proyecta en las pginas de La mujer y el socia- lismo de Bebel aliment las aspiraciones de millones de mujeres y de hombres de todo el mundo, pero las aportaciones tericasde la obra fueron mnimas y sus imperativos estratgicos im-precisos.

    Estas insuficiencias tericas tienen su origen en la prcticasocial. A mediados del siglo XIX, Marx y Engels observaron unarpida incorporacin de las mujeres a la fuerza de trabajo asa-lariada bajo circunstancias extremadamente desfavorables y sacaron la conclusin de que la familia obrera ya empezaba aextinguirse. Sin embargo, al finalizar el siglo, el movimientosocialista vislumbr la posibilidad de una vida domstica esta-ble para la clase obrera e inici una ambigua campaa en dossentidos: contra la doble opresin de las mujeres obreras en lafuerza de trabajo y en la familia, primero; y, en segundo lugar,por la defensa de la familia obrera. Los socialistas del siglo XX

    8 Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, enMarx-Engels, Obras escogidas (Mosc: Progreso, 1966), pg. 231.

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    han heredado, por tanto, una tradicin poco clara que nuncaha sido capaz de situar, tericamente, la familia, la clase y elmodo de produccin dentro del contexto de la lucha de clases.

    Por ejemplo, los marxistas que estudian las sociedades ca-pitalistas contemporneas tienen dificultades para caracterizara las familias y los individuos que las integran desde una pers-pectiva de clase y de la lucha de clases. Algunos adoptan laocupacin del "cabeza de familia" (masculino) como indicadorde la clase y no aceptan que la participacin de otro miembrodel hogar en la fuerza de trabajo pueda alterar esta posicin de

    clase de la familia.9

    Estos procedimientos, que son propios de la sociologa bur-guesa, hacen invisible a la esposa o al hijo que trabajan.Adems, prescinden por completo de aquellas personas cuyomantenimiento y reproduccin se realizan en lugares que notienen un carcter de familia convencional. Otros analistasmarxistas concentran su enfoque en el trabajador individual, de

    sexo masculino o femenino, y desarrollan criterios de determi-nacin de clase independientes de la pertenencia a una familiau hogar.

    10Ahora bien, an cuando este enfoque otorga una po-

    sicin de clase a las mujeres trabajadoras, se le escapa la reali-dad de la experiencia familiar y sugiere, por omisin, que lasesposas y nios que no trabajan, as como diversos tipos depersonas institucionalizadas, carecen de existencia de clase. Deun modo parecido, muchos marxistas no logran distinguir entrelas "mujeres trabajadoras" y las "mujeres de clase obrera" y em-plean ambos trminos como si fueran intercambiables. As, al-gunos consideran la participacin directa en el trabajo asala-

    9 Por ejemplo, Albert Szymansk, "Trends in the American WorkingClass", Socialist Revolution, n 10 (julio-agosto, 1972); y Charles An-derson, The Political Economy of Social Class (Englewood Cliffs: Pren-tice-Hall, 1974).

    10 Por ejemplo, Nicos Poulantzas, Poder poltico y clases sociales, (Ma- drid: Siglo XXI, 1972).

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    riado como el nico medio para la determinacin de clase, encuyo caso todos los que no tengan tal participacin resultananalticamente invisibles. Otros, por su parte, consideran ladistincin entre participacin en el trabajo asalariado y perte-nencia al hogar obrero como un hecho no demasiado impor-tante. De un modo u otro, la situacin terica queda confusa y requiere una clarificacin.

    1 1El problema ms grave es el refe-

    rente a la determinacin de clase de las personas que no parti-cipan directamente en el trabajo asalariado, como las mujeresno activas, los nios y las personas incapacitadas, ancianas o

    institucionalizadas, por ejemplo. Histricamente, la izquierdaha actuado partiendo del supuesto de que los miembros de lafamilia de un obrero tambin forman parte de la clase obrera.Esta intuicin es esencialmente acertada, pero requiere unaconfirmacin terica.

    En resumen, la familia y la familia obrera son nociones ide-olgicas con un potencial inusitado y ambas forman parte de latradicin de las consideraciones sobre la cuestin de la mujer.Dadas sus consecuencias analticas de primera importancia y sus connotaciones psicolgicas, es preciso someterlas a unacrtica en profundidad que permita llegar a establecer unos con-ceptos cientficos.

    IV

    El tema del "trabajo femenino" ms exactamente, del tra-bajo que hacen las mujeres constituye otra importante hebradel nudo de la cuestin de la mujer. En las formaciones socialescapitalistas, el trabajo femenino comprende tanto el trabajoasalariado como el trabajo no remunerado en el hogar. Por bue-

    11 Lo mismo puede decirse de la frecuente identificacin entre "obreros" y "clase obrera" por parte de los marxistas.

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    nas razones tericas e histricas, el movimiento socialista se haconcentrado tradicionalmente en el trabajo asalariado de lasmujeres. Engels aport la formulacin clsica al argumentarque "la emancipacin de la mujer y su igualdad con el hombreson y seguirn siendo imposibles mientras permanezca excluidadel trabajo productivo social y confinada dentro del trabajodomstico, que es un trabajo privado. La emancipacin de lamujer no se hace posible sino cuando sta puede participar engran escala, a escala social, en la produccin y el trabajodomstico no le ocupa sino un tiempo insignificante". (Engels,

    op. cit., pg. 311 )

    El desarrollo del capitalismo en Rusia, sobre los cimientos deuna cultura feudal brutalmente patriarcal, permiti a Leninofrecer un anlisis ms especfico de la importancia de la parti-cipacin en el trabajo social:

    En particular, hablando de la transformacin de las condi-

    ciones de vida de la poblacin por la fbrica, es preciso ad- vertir que la incorporacin de mujeres y adolescentes a la pro- duccin es un fenmeno progresivo en su esencia. Indudable- mente, la fbrica capitalista coloca a estas categoras de la poblacin obrera en una situacin particularmente penosa,... pero sera reaccionaria y utpica la tendencia a prohibir por completo el trabajo de las mujeres y de los adolescentes en la

    industria o a mantener el rgimen patriarcal de vida que ex- clua este trabajo. Destruyendo el aislamiento patriarcal de estas categoras de la poblacin, que antes no salan del es- trecho crculo de las relaciones domsticas, familiares; llevn- dolas a participar de manera directa en la produccin social,la gran industria mecnica impulsa su desarrollo, les da ma- yor independencia, es decir, crea unas condiciones de vida que estn incomparablemente por encima de la inmovilidad

    patriarcal de las relaciones precapitalistas.

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    (Lenin, El desarrollo del capitalismo en Rusia, citado en La emancipacin de la mujer, op. cit., pg. 15)

    Con la victoria de la revolucin, Lenin pint el contraste en-tre trabajo asalariado y trabajo domstico no remunerado entrminos todava ms acusados. Insisti repetidamente en que"no es posible incorporar , a las masas a la poltica sin incorpo-rar a las mujeres", y seal el obstculo que representaba la"esclavitud domstica" para la plena participacin de las muje-res en la vida social. (Lenin, "El da internacional de la obrera,Pravda, 8 de marzo, 1921, en op. cit. pg. 85 y sigs.)

    Pese a los arcasmos e insuficiencias que contienen elhombre considerado como la norma, el trabajo domstico vistocomo competencia exclusivamente femenina, la brevsima men-cin del problema de la desigualdad entre los sexos dentro de lafuerza de trabajo asalariada, estas percepciones de Marx, En-gels y Lenin son esenciales. Sin embargo, todava siguen sin

    desarrollar en sus aspectos tericos.

    En los ltimos aos, el "trabajo domstico" se ha convertidoen un importante centro de inters analtico para las feministassocialistas y algunos/as tericos/as marxistas. El problemageneral es el de la relacin entre trabajo domstico no remune-rado incluidas las tareas de mantenimiento cotidiano y tam-bin el cuidado de los nios y la reproduccin social. La dis-

    cusin se centra en una diversidad de interrogantes, as comoen la importancia relativa, o incluso la legitimidad, de los inter-rogantes mismos: El trabajo domstico es un trabajo produc-tivo, improductivo o aproductivo? Es una constante que atra-viesa a todas las clases? En todas las sociedades existe algunaforma caracterstica de trabajo domstico, o trabajo privado enel hogar? El trabajo domstico constituye una forma de pro-duccin? O un modo de produccin? O un modo de repro-duccin? Si el trabajo domstico constituye un cierto tipo de

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    modo de produccin, cmo se articula con los otros modos deproduccin, con el modo de produccin capitalista, por ejem-plo? Por qu el trabajo domstico recae generalmente en lasmujeres? Qu posicin de clase debe asignarse a las amas decasa? Cul es la mejor manera de enfocar estos problemas?Cul de ellos debe tomarse como punto de partida?

    La repentina urgencia del problema de situar tericamente eltrabajo domstico est enraizada polticamente en el hecho deque en la actualidad las mujeres participan de manera cada vezms activa en las luchas revolucionarias en el mundo entero.

    En la medida en que los esfuerzos por facilitar esta participa-cin van topando con una serie de problemas, la relacin gene-ral entre las preocupaciones feministas y la transformacin re-volucionaria se convierte en un asunto urgente. En consecuen-cia, los debates sobre el trabajo domstico responden a unasrealidades polticas, aunque se equivoquen al juzgar el alcanceconceptual del problema. El tema esencial es el proceso de lareproduccin de la fuerza de trabajo vista en su conjunto.

    V

    La desigualdad y la importancia de la lucha por la igualdadde derechos constituyen aspectos esenciales del problema de lamujer. El movimiento socialista siempre ha intentado diferen-ciar, con frecuencia sin lograrlo, su posicin con respecto a laigualdad de derechos de la del feminismo burgus. Segn laaltanera formulacin de Bebel (op. cit., pg. 45), "no slo se tra-ta de realizar la igualdad de derechos de la mujer con el hombreen el terreno del orden social y poltico existente, lo cual consti-tuye el objetivo del movimiento feminista burgus, sino, msan, de eliminar las barreras que hacen que el hombre dependa

    del hombre y, por tanto, tambin un sexo del otro... No puede

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    haber ningn tipo de emancipacin de la humanidad sin la inde- pendencia social y la equiparacin de los sexos." Sin embargo, esms sencillo enunciar los objetivos para el futuro que los me-dios a utilizar en el presente. Adems, es preciso especificarcorrectamente la naturaleza de la desigualdad de las mujeres y,por tanto, de los derechos en cuestin.

    En general, los socialistas reconocen que la igualdad quepromete el capitalismo es como mximo una igualdad formal: laigualdad de derechos para el individuo. La igualdad ante la ley exige una consideracin especial, pero el compromiso burgus

    de respeto de los derechos democrticos se extiende a todos losaspectos de la experiencia humana. El movimiento feministaprimitivo, en vistas de la magnitud e intensidad de la subordi-nacin civil de la mujer en la sociedad capitalista, se concentren la obtencin de una igualdad bsica ante la ley. El feminis-mo contemporneo, en cambio, tiende a concentrar su atencinen niveles ms sutiles de desigualdad; no slo ataca los obst-culos legales que an subsisten, sino que cambia el acento,para centrarse en los problemas ms amplios de la igualdadsocial; en otras palabras, de lo que ahora se conoce como laliberacin de la mujer. Mientras el capitalismo primitivo consi-gui encubrir, por medio de la promesa de una igualdad civil,su incapacidad de ofrecer las condiciones que hicieran posibleuna igualdad real, el imperialismo contemporneo no puedehacer otro tanto. En consecuencia, el problema de los derechos

    de la mujer revela su filo revolucionario con mucha mayor rapi-dez que en ningn momento anterior.

    El movimiento socialista, sin subestimar la importancia de lalucha por la igualdad formal, por la defensa y extensin de losderechos democrticos, argumenta que es imposible alcanzaruna igualdad social real en el seno de la sociedad capitalista, lacual se erige sobre la base de la explotacin de clase. En pala-

    bras de Lenin, "el capitalismo combina la igualdad formal con la

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    desigualdad econmica y, por tanto, social." (Lenin, "Con motivodel Da Internacional de la Obrera", Pravda, 8 de marzo, 1920;en op. cit., pg. 82)

    Por qu insisten, pues, los socialistas en continuar la luchapor la consecucin de los derechos democrticos? Porque stosson un medio para establecer y mantener las condiciones msfavorables posibles para desarrollar y llevar a trmino la luchade clases, adems de representar un objetivo esencial en s mis-mos. Una vez ms, Engels nos ofrece la exposicin clsica:

    ...en el mundo industrial el carcter especfico de la opresin econmica que pesa sobre el proletariado no se manifiesta en todo su rigor sino una vez suprimidos todos los privilegios legales de la clase de los capitalistas y jurdicamente establecida la ple- na igualdad de las dos clases. La repblica democrtica no su- prime el antagonismo entre las dos clases; por el contrario, no hace ms que suministrar el terreno en que se lleva a su trmino la lucha por resolver este antagonismo. Y, de' igual modo, el

    carcter particular del predominio del hombre sobre la mujer en la familia moderna, as como la necesidad y la manera de esta- blecer una igualdad social efectiva de ambos, no se manifestarn con toda nitidez sino cuando el hombre y la mujer tengan, segn la ley, derechos absolutamente iguales. (Engels, op. cit., pg.231)

    Por desgracia, la formulacin de Engels un argumento poranaloga obscurece la relacin entre opresin sexual y luchade clases, y abre en cambio el camino que lleva a considerar elsexo y la clase como cuestiones paralelas. Basta aadir tambinla cuestin racial para llegar a la concepcin errnea bastantefrecuente de que el sexo, la clase y la raza son contradiccionesiguales entre s, organizadas segn una jerarqua moral terica-mente arbitraria y que van acompaadas de movimientos socia-les paralelos.

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    Pese a su intento de descubrir el papel particular de los de-rechos democrticos dentro de la lucha contra el capitalismo, eltexto de Engels de hecho niega su carcter especial. La ex-periencia de la Revolucin rusa, dentro del contexto del impe-rialismo internacional, permiti a Lenin captar ms ntidamenteel problema:

    ...la democracia no suprime la opresin de clase, sino que hace que la lucha de clases sea ms pura, ms amplia, ms abierta y ms aguda; y esto es lo que necesitamos. Cuanto ms plena sea la libertad de divorcio, ms claro ser para la

    mujer que el origen de su "esclavitud domstica" reside en el capitalismo y no en la falta de derechos. Cuanto ms demo- crtico sea el rgimen poltico, tanto ms claro ser para los obreros que la raz del mal est en el capitalismo, y no en la falta de derechos. Cuanto ms completa sea la igualdad na- cional..., tanto ms claro ser para los obreros de una nacin oprimida que el quid de la cuestin radica en el capitalismo, y no en la falta de derechos. Y as sucesivamente. ( Lenin, "So- bre la caricatura del marxismo y el `economicismo impe- rialista' en op. cit., pgs. 42-43)

    En resumen, los derechos democrticos dentro de la socie-dad capitalista permiten la participacin de todos mujeres,obreros, nacionalidades oprimidas, etc. en la lucha de clasesen las condiciones ms favorables posibles. En este sentidopodemos estar de acuerdo con Engels cuando afirma que "larepblica democrtica... [suministra] el terreno en el cual selleva a trmino la lucha.

    12

    12 Estas observaciones sitan el tema de la igualdad de las mujeresdentro del contexto de la lucha, general por la consecucin de los dere-chos democrticos en las sociedades capitalistas. No obstante, subsisteel problema de la especificidad terica de la opresin sexual frente a laopresin racial. A nivel econmico, el lugar obvio donde buscar estaespecificidad con respecto al llamado problema de la mujer es el te-rreno del trabajo domstico no remunerado, una actividad que va aso-

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    VI

    Esta tentativa preliminar de deshacer el nudo de la cuestinde la mujer y examinar aquellas hebras que constituyen sucomponente terico nos ofrece una base para intentar dilucidarla confusin terica y poltica que ha socavado histricamentetodos los esfuerzos , por resolver el problema de la mujer, almismo tiempo que nos ayuda a perfilar su presente forma.

    Dentro de la tradicin socialista siempre han coexistido dos

    enfoques distintos y esencialmente contradictorios sobre el pro-blema de la mujer, si bien la distincin no se ha manifestado demanera explcita. Un debate tcito y no reconocido entre ambasalternativas ha perturbado, por tanto, los esfuerzos tendentes aabordar una serie de importantes cuestiones tericas y prcti-cas relacionadas con la opresin y emancipacin de las muje-res. Los orgenes tericos de este debate oculto se remontan alas mismas obras de Marx y Engels y ste ha tomado cuerpo

    concreto en la ambigedad de la teora y la prctica de los movi-mientos socialista y comunista posteriores. Aunque el legado deun siglo de ambigedad todava obstaculiza el trabajo sobre elproblema de la mujer, la prctica social en la era del imperia-lismo tanto en los pases capitalistas dominantes como en los

    ciada a las divisiones del trabajo y la desigualdad por razones de sexo,

    pero no a las divisiones por razones de raza o nacionalidad. Sin em-bargo, la casi invisibilidad de este trabajo domstico dentro de la teoramarxista, al menos hasta fecha muy reciente, ha bloqueado cualquiertentativa en este sentido. El trabajo que implican las tareas domsticasha quedado curiosamente ignorado, pese a su enorme magnitud cuan-titativa, y la situacin de la mujer en el seno de la familia se ha tratadoesencialmente como un problema de derechos democrticos y de opre-sin ideolgica. En cualquier caso, a menos que se clarifique la distin-cin terica entre opresin sexual y opresin racial, persistir el peligrode establecer, primero, un paralelismo y luego una jerarqua entre lasmismas, y de caer por tanto en una concepcin acientfica y moralistade la lucha por los derechos democrticos.

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    pases subordinados del Tercer Mundo, en el seno de los movi-mientos de liberacin y en las naciones socialistas en vas dedesarrollo sugiere que ahora existen las condiciones adecua-das para resolverlo, tanto en la teora como en la prctica. 13

    Por razones de comodidad, podemos designar ambos enfo-ques de acuerdo con su identificacin de la fuente, o localiza-cin principal, de la opresin de la mujer. Por una parte, tene-mos el "argumento de la familia", segn el cual las mujeresestn oprimidas a causa de la familia. Por otra parte, tenemosel "argumento de la produccin social", segn el cual la opre-

    sin de las mujeres tiene sus races en el lugar que ocupa lamujer dentro de la produccin social. Desde la primera perspec-tiva, la situacin de las mujeres dentro de la familia explica suexclusin, o exclusin parcial a travs de una participacin de-formada, del trabajo social y la vida poltica. Desde la segundaperspectiva, la localizacin diferencial de las mujeres dentro dela produccin social constituye la base de su opresin en elseno de la familia, as como en las otras esferas. Cada argu-mento sugiere un anlisis particular de los diversos elementosque constituyen el ncleo terico de la cuestin de la mujer, asaber, la familia, el trabajo y la igualdad de derechos.

    El argumento de la familia parte de unos hechos que parecenempricamente evidentes: la familia, la opresin de las mujeres y las divisiones del trabajo y la autoridad segn el sexo. Trataestos fenmenos como si fueran, al menos en parte, analtica-mente separables de las relaciones sociales de produccin enlas que estn engastados. As, identifica la familia, y la divisindel trabajo dentro de sta, como raz fundamental de la opre-

    13 Los comentarios de esta seccin y las siguientes resumen, de formaextremadamente sucinta, una serie de argumentos que tengo intencinde desarrollar en un estudio ms extenso, todava en vas de realiza-cin, al que he titulado provisionalmente "Elements of a Theory of theFamily' " [Elementos de una teora de `La Familia'], y en un libro deprxima aparicin, Lise Vogel, The Earthly Family.

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    jo/familia; explotacin de clase/opresin patriarcal; esfera p-blica/dominio privado; trabajo social productivo/trabajo do-mstico privado; sistema de clase/sistema familiar; dominacinde la clase dominante/privilegio masculino; teora mar- xista/teora del patriarcado. De la formulacin de estos pa resde conceptos a una conclusin ms grave slo hay un paso.Desde un punto de vista lgico, el argumento de la familia su-giere la existencia de algn mecanismo sistemtico, peculiar dela familia y diferenciado de la lucha de clases que caracteriza aun modo de produccin dado, el cual constituira el motor de la

    opresin de las mujeres. En resumen, de acuerdo con la teoraimplcita en el argumento de la familia, dos motores igualmentepotentes impulsaran el desarrollo de la historia: la lucha declases y la lucha de sexos.

    Finalmente, las teoras que proyectan unas luchas paralelasde los distintos sectores por ejemplo, de clase, de sexo, deraza topan con graves problemas cuando intentan analizarlas relaciones entre las distintas luchas. Tericamente, unasluchas paralelas de hecho no pueden intersectarse nunca. Alcontrario, utilizando el smil de las vas paralelas de un tren,simplemente parecen fundirse en el horizonte distante, pero dehecho se mantienen rgidamente separadas. Una consecuenciade ello es que una estrategia socialista que sostenga el argu-mento de la familia tendr grandes dificultades para vincular lalucha por la liberacin de la mujer con la lucha revolucionaria

    global. Esta estrategia o bien adopta la forma de un movimientofeminista que debe preservar su propia autonoma con el celoprctico que corresponde a su postura terica; o bien posponeel problema de la mujer para el futuro revolucionario, mientrassubordina en la actividad presente los llamados problemas de lamujer a la lucha de clases concebida en trminos economicis-tas. Volviendo a la imagen de las vas del tren, el primer enfo-

    que reconoce el autntico paralelismo de stas, su permanenteseparacin, pero con ello queda expuesto a caer en los errores

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    feministas burgueses. El segundo enfoque, en cambio, es vcti-ma de la ilusin de convergencia en el horizonte revolucionario,al mismo tiempo que pliega las dos vas en una sola para losfines de la accin presente; ningn tren autnticamente revolu-cionario puede circular por semejante va.

    VII

    El argumento de la produccin social parte de la posicinterica de que la lucha de clases en el mbito de la produccin

    social representa la dinmica central de toda evolucin social.Desde esta perspectiva, el concepto de produccin social hacereferencia a todo el proceso de reproduccin de las condicionessociales de la produccin, incluidos los procesos de intercambio y consumo as como los de produccin inmediata. Antes de dis-cutir las instituciones especficas la familia por ejemplo dentro de una sociedad dada, es preciso identificar el modo de

    produccin particular dominante en aquella sociedad. En con-secuencia, en el caso de las sociedades de clase, la categora dela familia "en s" carece de significado real; al contrario, las fa-milias slo pueden existir dentro de las distintas clases. En lasclases dominantes, la familia suele actuar como portadora y transmisora de la propiedad, aunque tambin puede tener otrasfunciones. En las clases subordinadas, la familia suele estruc-turar el lugar donde se mantiene y se reproduce la fuerza detrabajo, esto es, la capacidad de trabajo del individuo que lasrelaciones sociales existentes ponen a disposicin de la clasedominante.

    El mantenimiento y reproduccin de la fuerza de trabajo esindispensable para la reproduccin social, sin embargo en cier-to modo, se desarrolla, al margen de la produccin social. A lasmujeres de las clases subordinadas les ha correspondido hist-

    ricamente el peso principal de la responsabilidad de las activi-

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    dades que aseguran el mantenimiento y reproduccin de lafuerza de trabajo. Adems, el lugar que ocupan las mujeresdentro de la divisin sexual del trabajo que caracteriza estasactividades repercute sobre su participacin en el trabajo socialrealizado para la clase dominante, y al mismo tiempo se ve afec-tado por esta participacin. En una sociedad de clases dada, laopresin de las mujeres de las clases subordinadas est enrai-zada en su particular relacin con los procesos de manteni-miento y reproduccin de la fuerza de trabajo, por una parte, y con el trabajo social, por otra.

    La actividad al margen de la produccin social tiene nece-sariamente ciertas implicaciones para los agentes implicados.Por ejemplo, el modo capitalista de produccin obliga a esta-blecer una rigurosa separacin, a nivel econmico, entre la ma- yor parte de los aspectos de la produccin social y lo que Marxdenomin el consumo individual, dentro del cual se incluyen losprocesos materiales del trabajo domstico no remunerado. Enuna formacin social capitalista dada, los individuos que seencuentran total o parcialmente marginados con respecto a laproduccin social, a causa de su participacin en aquellos pro-cesos, ocupan un lugar especfico dentro de la divisin socialdel trabajo, con unos efectos polticos, ideolgicos y psicolgicosconcretos.

    El argumento de la produccin social no considera la familia y la familia obrera como datos, pues estos trminos implicanconceptos todava por construir dentro de la teora marxista.Esta construccin forma parte de la tarea de producir una te-ora cientfica de la reproduccin de la fuerza de trabajo, tareaque no me es posible emprender aqu y ahora. Sin embargo,algunas de las caractersticas de esta teora ya estn claras y pueden indicarse esquemticamente. "La familia" representa unconcepto especfico con respecto al modo de produccin y a la

    clase. En consecuencia, la aparente desvinculacin ahistrica

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    del trmino, el aparente carcter ahistrico y sin connotacionesde clase del trmino acta, de hecho, como una perniciosamscara ideolgica que oscurece la lucha de clases. En el casodel modo de produccin capitalista, la nocin de "la familiaobrera" se refiere, de hecho, a la localizacin y los agentes delproceso de reproduccin de la fuerza de trabajo en tanto quemercanca, desarrollado dentro de una formacin social espec-fica. Esta formulacin permite dar cabida a la gran diversidadde estructuras sociales que ejercen esta funcin. Adems, lalocalizacin de clase de los miembros de la "familia" que partici-

    pan en el trabajo asalariado proporciona la clave para articular"la familia" dentro de la estructura de clases.

    14La posicin y

    experiencia de clase real de los miembros individuales de la"familia" dentro de una coyuntura especfica constituyen, evi-dentemente, otro tema. En particular, los factores polticos,ideolgicos y psicolgicos desempean un papel especialmenteimportante para aquellos miembros individuales de la "familia" por ejemplo, una esposa que no trabaja, una persona deedad, un nio en edad escolar que no participan directamenteen el trabajo social.

    El argumento de la produccin social sugiere que la esenciade la llamada cuestin de la mujer en las sociedades capitalis-tas tiene una doble vertiente. En primer lugar, las mujeres he-redan de una divisin sexual del trabajo histricamente pre-existente la principal responsabilidad de los procesos relacio-

    nados con el consumo individual y la reproduccin de la fuerzade trabajo en tanto que mercanca. En consecuencia, buenaparte de su actividad adopta la apariencia de servicios no paga-dos realizados para los hombres asalariados, lo cual engendraun grave potencial de antagonismo sexual. En segundo lugar,

    14 Para una discusin preliminar de formas variantes de la familia enestos trminos, vase Lise Vogel, "The Contested Domain: A Note onthe Family in the Transition to Capitalism", Marxist Perspectives, vol.1, n 1 (primavera 1978).

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    las mujeres, como muchos otros grupos dentro de la sociedadcapitalista, no poseen plenos derechos democrticos y su luchapoltica por la adquisicin de estos derechos introduce otra po-sible fuente de conflicto sexual. En suma, la opresin de lasmujeres en las sociedades dominadas por el modo de produc-cin capitalista tiene un origen dual derivado de su situacinparticular con respecto a la produccin social y a la igualdad dederechos. De los dos aspectos, el confinamiento de las mujeresen las tareas domsticas representa la mayor barrera para suautntica liberacin. Como escribi Lenin:

    ...la mitad femenina del gnero humano est doblemente opri- mida. La obrera y la campesina son oprimidas por el capital y,adems, incluso en las repblicas burguesas ms democrticas,no tienen plenitud de derechos, ya que la ley les niega la igual- dad con el hombre. Esto, en primer lugar; y en segundo lugar lo que es ms importante, permanecen en la "esclavitud casera",son "esclavas del hogar", viven agobiadas por la labor ms mez- quina, ms ingrata, ms dura y ms embrutecedora: la de la co- cina y, en general, la de la economa domstica familiar indivi- dual. (Lenin, "El da internacional de la obrera", Pravda, 8 demarzo, 1921; en op. cit., pg. 85, el subrayado es mo).

    Por razones histricas, el argumento de la produccin socialtodava est menos desarrollado a nivel terico que el argu-

    mento de la familia. Adems, la tradicin socialista ha engen-drado un tipo peculiar de polarizacin entre la prctica y la te-ora en lo referente a la cuestin de la mujer. La prctica gene-ralmente se basa en una interpretacin errnea y corta de mi-ras del argumento de la produccin social, en tanto que la teor-a se apoya en versiones eclcticas y confusas del argumento dela familia. Los socialistas han reconocido slo en raras ocasio-nes la existencia de estas contradicciones y sus tentativas de

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    resolverlas han sido todava menos frecuentes15

    Sin embargo, elargumento de la produccin social es el que mejor se adeca alanlisis de Marx sobre el funcionamiento del modo de produc-cin capitalista.

    VIII

    Los argumentos de la familia y de la produccin social po-seen y ello no es de extraar correlaciones polticas y es-

    tratgicas diferentes. El problema se centra aqu en la relacinentre la lucha feminista y el desarrollo de la revolucin social.Con su supuesto implcito de unas opresiones iguales entre s,el argumento de la familia lgicamente se muestra partidario deuna estrategia de movimientos paralelos: el movimiento femi-nista, el movimiento negro, el movimiento sindical. Y si bienpueden proponerse diversos planes temporales para la federa-cin o integracin de estas luchas en el curso del progreso revo-lucionario, el carcter fundamental de la opresin sexual impli-cara la necesidad de que, por cuestin de principio, siguieranfuncionando permanentemente unos omits polticos feministasa todos los niveles organizativos.

    El argumento de la produccin social considera la lucha so-cial, correctamente entendida, como el aspecto central, de locual se desprende que la unidad de las fuerzas revolucionariassea la tarea principal. Se supone que los sindicatos, as como

    15 Figuras tales como Clara Zetkin y Lenin iniciaron una crtica impl-cita del argumento de la familia dentro del ala izquierda de la SegundaInternacional. El nfasis de Lenin en el problema del trabajo domsticofue un hecho nico. Es interesante observar que el esfuerzo del femi-nismo socialista contem p orneo por lograr una fusin del marxismocon el feminismo independientemente de que sus partidarias seanconscientes de ello o no representa una importante tentativa de cu-brir la brecha entre teora y prctica abierta por el movimiento socia-lista y comunista en pocas anteriores.

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    las organizaciones de masas en torno a problemas especficos por ejemplo, la opresin de las mujeres, la opresin de los ne-gros, el apoyo a los movimientos de liberacin antiimperialistas,etc. siempre desempearn un papel crtico, pero su existen-cia y su carcter aparecen como cuestiones estratgicas y tcti-cas, decididas en base a la investigacin concreta de cada si-tuacin particular. Dentro de un partido revolucionario, losproblemas derivados de la naturaleza omnipresente de la opre-sin sexual y la dominacin masculina deberan enfocarse comoimportantes problemas de formacin de los cuadros y de deter-

    minacin de la lnea poltica y la estrategia organizativa. Es evi-dente que el argumento de la produccin social concuerda conla tradicin general del marxismo-leninismo, a pesar de queuna prctica coherente y completa en lo relacionado con lacuestin de la mujer no ha caracterizado a los partidos marxis-tas-leninistas en el pasado. Sin embargo, los procesos actual-mente en curso de los movimientos revolucionarios del mundoentero ofrecen esperanzas para el futuro.

    La demarcacin entre los dos argumentos relacionados conel problema de la mujer no ha sido nunca demasiado ntida. Enel presente perodo, muchas mujeres norteamericanas y euro-peas se identifican con el movimiento feminista socialista o, afalta de mejor alternativa; se mantienen al margen de las orga-nizaciones existentes, en calidad de socialistas independientes.Al mismo tiempo, la mayora de los grupos marxista-leninistas,

    vctimas de la inexperiencia, llenos de desdn por el movimientofeminista y temerosos de caer en los errores del feminismo bur-gus, se limitan a atacar al feminismo socialista sin analizar sucontenido. Buscan orientacin terica en la confusa tradicinheredada del movimiento comunista internacional, repitiendohasta la saciedad diversas formulaciones de Marx, Engels y Lenin, en tanto que ignoran las contradicciones y lagunas de

    esta tradicin. No obstante, en ltima instancia, la alternativaque a todas/os se nos plantea es escoger entre gran parte de lo

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    que actualmente se denomina feminismo socialista y una posi-cin marxista desarrollada sobre el tema de la mujer. Por tantotenemos la responsabilidad de enfrentarnos honradamente conesta opcin. Estn en juego nada menos que la revolucin so-cial)/ la liberacin de las mujeres.

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