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Archivo General de la NaciónVolumen CXX

Rafael –CuCullo– Báez PéRez

YsaBel a. Paulino Cotes

Raíces de una hermandad

Santo Domingo, R. D.2010

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Archivo General de la Nación, volumen CXXTítulo: Raíces de una hermandadAutores: Rafael –Cucullo– Báez Pérez e Ysabel A. Paulino Cotes

Cuidado de edición: Juan F. Domínguez NovasDiagramación: Juan F. Domínguez NovasDiseño de portada: Lenín PaulinoIlustración de cubierta: Fotografía de Máximo Gómez y José Martí. (Área de Fotografía Miguel Holguín-Veras Roulet del AGN).

De esta edición © Archivo General de la Nación, 2010Departamento de Investigación y DivulgaciónÁrea de PublicacionesCalle Modesto Díaz, Núm. 2, Zona Universitaria,Santo Domingo, República DominicanaTel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110www.agn.gov.do

ISBN: 978-9945-074-17-8

Impresión: Editora Búho, S. R. L.

Impreso en República Dominicana / Printed in Dominican Republic

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Contenido

PResentaCión ................................................................................... 9intRoduCCión .................................................................................. 15

CaPítulo 1 Antecedentes migratorios de luchas e identidad ....................... 19CaPítulo 2 Movimientos migratorios entre Cuba y Santo Domingo. La colonización agrícola en el siglo xix ..................................... 25CaPítulo 3 Cuba y la Anexión dominicana .................................................. 39CaPítulo 4 Máximo Gómez y la sensibilidad de un bravo general.............. 51CaPítulo 5 Matías Ramón Mella y Julio Antonio Mella .............................. 63CaPítulo 6 Horacio Vásquez exiliado en Cuba ............................................ 69CaPítulo 7 Intelectuales dominicanos en Cuba ........................................... 73CaPítulo 8 Bolero y son: una identidad cultural compartida ...................... 83CaPítulo 9 Diversidad de la emigración dominicana a Cuba ...................... 89CaPítulo 10 El exilio político durante la dictadura trujillista ........................ 97

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CaPítulo 11 Organizaciones y medios creados en Cuba para luchar contra Trujillo........................................................................................ 103 Fundación del Partido Revolucionario Dominicano .................. 107CaPítulo 12 Expediciones armadas contra Trujillo ....................................... 119 Los últimos días del dictador Fulgencio Batista ........................ 137CaPítulo 13 La Revolución cubana y su solidaridad con República Dominicana: expediciones de junio de 1959 ............................ 145CaPítulo 14 Caída de la tiranía (1961) y desaparición del Coronel de Abril (1973) ........................................................................... 159CaPítulo 15 Relaciones diplomáticas domínico-cubanas .............................. 169 Los dominicanos en Cuba ayer y hoy ........................................ 181a modo de síntesis .......................................................................... 189fuentes Y BiBliogRafía

Fuentes ....................................................................................... 191 Bibliografía ................................................................................ 193anexos ............................................................................................ 197índiCe onomástiCo .......................................................................... 233

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Presentación

Después de una atinada reflexión en territorio cubano –rea-lizada durante nuestra gestión como embajador y consejera cultural en ese país–, al calor de las vivencias en nuestros re-corridos por esa hermana república, pudimos constatar que la presencia dominicana en aquella isla no se limitó a los héroes más conocidos que participaron en la Guerra de Independencia de Cuba. Nos ayudó a formar esta visión el contacto directo con la población y sus relatos, así como las lecturas de autores cuba-nos sobre los dominicanos en su país.

Con esta percepción, emprendimos una investigación foca-lizada en Oriente, la parte de la isla donde era inocultable la presencia dominicana, en especial Santiago de Cuba, Guantá-namo, Baracoa, Holguín; también Camagüey, Matanzas y La Habana fueron ciudades escogidas. En todos estos lugares nos abrieron sus archivos centenarios para ofrecernos diversas in-formaciones de nuestros vínculos históricos.

Como era lógico, la consejera cultural tomó la mochila para el trabajo de campo, abordó el tren para iniciar el peregrinaje por los distintos pueblos y parajes en busca de historias orales y escritas de la presencia dominicana en la tierra de José Martí. Debemos resaltar el apoyo recibido en Santiago de Cuba de la historiadora de esa ciudad, compañera y amiga, doctora Olga Portuondo y del doctor Rafael Duharte.

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También el cura de la iglesia Santísima Trinidad, una de las parroquias antiguas de la ciudad de Santiago de Cuba, Carlomán Echavarría, y el sacerdote dominicano Fausto Cruz, además de sus conocimientos sobre el tema, nos abrieron los archivos bajo su tutela y nos dieron su apoyo. Esto fue de gran importancia, dado que, en la época de mayor auge migratorio entre ambos países, Santiago, como capital de la provincia oriental de Cuba, fue uno de los principales centros receptores.

En dicha iglesia de la Santísima Trinidad reposan centena-res de actas de nacimiento y de matrimonio que corresponden a los orígenes de notorias familias dominicanas que, en la brega del tiempo, han aportado su intelecto y su trabajo para que Re-pública Dominicana sea un ejemplo de amor a la independen-cia y al desarrollo. Hay allí también documentos que acreditan la descendencia procreada por dominicanos y dominicanas en esa ciudad cubana.

Los hechos históricos, en relación con la emigración domi-nicana a Cuba, desde el cacique Hatuey y sus acompañantes hasta los combatientes de épocas recientes, como Enrique Jimé-nez Moya y Andrés Ramos Peguero, han estado matizados por los valores más sobresalientes de la solidaridad, así como por el aporte de esfuerzos a favor del desarrollo de las dos naciones, lo que ha constituido la base de las relaciones de hermandad entre ambos pueblos.

Es así como nos encontramos también con hechos disímiles en su forma de expresarse, pero comunes en su esencia, como son, para poner dos ejemplos patentes, la presencia del genera-lísimo Máximo Gómez, quien alzó su machete, elevó su pensa-miento y expuso su vida en aras de la independencia cubana, de un lado; y, del otro, la obra del pintor Luis Desangles, en Santia-go de Cuba, quien, con su pincel creativo, plasmó las epopeyas del pueblo cubano en su larga carrera en busca de la libertad.

De igual manera que los emigrantes aborígenes llegaron desde La Española a suelo cubano y enfrentaron con sus flechas a los conquistadores españoles. En el siglo xviii dos mulatas de Santiago de los Caballeros, las hermanas Ginés, llegaron a Cuba

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y se quedaron allí con su bandola y el ritmo afrocaribeño, aviva-ron el sentimiento musical de los cubanos. Y como si lo anterior fuera poco, cabe destacar que el cubano Julio Antonio Mella McPortland, fundador del Partido Comunista de Cuba (PCC), era nieto de Matías Ramón Mella, uno de los padres de la patria dominicana.

Hurgando en los documentos, se resalta con fuerza que la emigración dominicana de 1865 con una destacada presencia de oficiales dominicanos del ejército español, tras ser derrotado por las tropas restauradoras en nuestro país. Al asentarse en Cuba aquellos soldados se identificaron de inmediato con las aspiraciones de libertad de aquel pueblo, después de codearse con los cubanos y palpar en la cotidianidad las injusticias y la discriminación impuestas por la esclavitud.

Es innegable que la victoria del ejército restaurador domi-nicano en 1865 contra el dominio de España y sus tropas colo-niales, influyó sobremanera en el pensamiento independentista de los cubanos que iniciaron en el 1868 la Guerra de los Diez Años. Esta tuvo a su favor las experiencias del machete libera-dor, adquiridas por los que estuvieron envueltos en la epopeya restauradora dominicana, quienes respaldaron solidariamente la causa cubana.

De igual manera, es importante mencionar el papel intelec-tual jugado en Cuba por Francisco Henríquez y Carvajal y sus hijos (con la poetisa Salomé Ureña) Max, Pedro y Camila, quie-nes, además de trascender en el ejercicio de sus profesiones, se proyectaron en otras áreas del saber como el arte, el periodismo y la educación.

En las relaciones domínico-cubanas se suceden hechos tan insólitos como la acción del dictador dominicano Ulises Heureaux (Lilís), quien se identificó en su momento con la lu-cha del pueblo cubano y aportó ayuda económica y logística para combatir la dominación española en ese país. Junto a esos acontecimientos ocurren otros tan notables como el que prota-gonizan alumnas cubanas de Camila Henríquez Ureña, mujeres destacadas en la vida académica de la nación hermana, quienes

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recrean en sus escritos de hoy las enseñanzas de vanguardia re-cibidas de esa notable filóloga, pedagoga y feminista dominica-na. Los cuadernos y notas de Camila han permitido la edición de sus obras en diez sustanciosos volúmenes.

Es justo destacar también que, si bien encontramos en la inmigración dominicana en Cuba innúmeros momentos de in-cidencia solidaria y constructiva, también podemos decir: «y viceversa». Así lo demuestra la hospitalidad que a través del tiempo ha sabido ofrecer Cuba a los dominicanos, marcada en las jornadas de luchas organizadas por nuestros compatriotas en aquel territorio. Cayo Confites y Mil Cumbres sintetizan esa solidaridad y sirvieron para sellar de manera definitiva los lazos de amistad entre ambos pueblos.

Ahora bien, después de estudiar y organizar el material ob-tenido en la investigación, no es correcto engavetarlo ni dejarlo en el archivo de las experiencias personales. Al regresar a Santo Domingo, nos hemos atrevido a plasmarlo en un libro que, sin tener la aspiración de ubicarlo en un orden literario determina-do, pueda ser compartido y servir de referencia histórica a las nuevas generaciones de cubanos y dominicanos sobre el trajinar de los pobladores de ambas islas.

Hemos organizado el conjunto de nuestras reflexiones en breves capítulos, en los que damos cuenta de algunas lecturas de documentos y de la bibliografía. Tratan de llamar la aten-ción sobre la posibilidad de profundizar en la investigación a partir de fuentes orales y escritas. Sin ser exhaustivos, hemos querido mostrar en esta obra una serie de documentos des-conocidos por la mayoría de nuestros pueblos, así como otros que también llegaron a nosotros, de la autoría de prestigiosos estudiosos de la temática. Estos describen los pasos y la acción de muchos dominicanos y dominicanas que encontraron en la hospitalidad cubana la razón de su despertar y crecieron en aquella sociedad, para procrear allí una descendencia fiel a los postulados de José Martí y orgullosa de su ascendencia quisqueyana.

Esperamos que al leer este texto se nos dispense un juicio

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tolerante, aunque no acrítico, por supuesto, pues en este queha-cer somos un poco neófitos y aunque hemos tratado de exponer con un criterio desapasionado y apegado a la verdad es posible que, como seres humanos que somos, se hayan deslizado los afectos propios de la identidad.

Como toda obra intelectual esta se nutrió de la generosidad de muchas personas que con sus sabias orientaciones nos ayu-daron a concebirla. Por eso queremos expresar nuestros agra-decimientos a la doctora Olga Portuondo, historiadora de la ciudad de Santiago de Cuba, a Rafael Duharte, intelectual cu-bano, los sacerdotes Carlomán Echavarría y Fausto Cruz; muy especialmente a José Abreu Cardet, amigo y hermano, por sus aportes y hospitalidad; también a los dominicanos y dominica-nas, cubanos y cubanas que han hecho posible esta hermandad y solidaridad a lo largo de nuestra historia.

Justo es dedicar también este esfuerzo a los amigos Roberto Cassá, Emilio Cordero Michel y Alejandro Paulino Ramos, quie-nes se sumaron a la realización de esta obra.

De igual manera, no podemos dejar de mencionar a las per-sonas que compartieron nuestras vivencias en Cuba y enten-dieron nuestras ausencias en este viaje por la vida: Marianela, Rubén, Rafelín y Amelia; a nuestras madres, nietos y nietas, hermanos y hermanas; a todos, gracias del alma.

Rafael –CuCullo– Báez PéRez

YsaBel a. Paulino Cotes

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Introducción

La migración, fenómeno sociopolítico tan antiguo como la humanidad, se ha expresado paralelamente en sus vertientes emigratoria e inmigratoria en toda la geografía del planeta. Sus dimensiones han estado presentes en el tiempo, gravitando no solo alrededor del aspecto demográfico, sino también en los ámbitos económico, social, político y cultural de los pueblos. Al referirse a la incidencia económica, muchos investigadores con-ciben los movimientos poblacionales como flujos laborales, más allá de las características demográficas de los emigrantes.

Los movimientos poblacionales, en la perspectiva de Cuba y República Dominicana, han tenido múltiples motivaciones li-gadas a los intereses individuales y colectivos de los emigrantes. Sin embargo, la razón política ha incidido con mucha fuerza desde la llegada de los españoles a nuestras islas, dando lugar a flujos de menor tamaño pero formados por grupos activos de la población. Modernamente, en la mayoría de los casos, se expresa como exilio político, muy asociado a la imposición y persecución de individuos y/o colectividades por regímenes tiránicos, que son enfrentados por sus opositores.

De la misma manera, el concepto de país vecino ha registra-do transformaciones visibles en las últimas décadas, por lo que se impone asumir la posición geopolítica de nuestros países y las condiciones etnosociales que caracterizan las poblaciones de

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ambos, las cuales impactaron con fuerza el proceso de forma-ción de una identidad común.

El flujo migratorio entre Cuba y Santo Domingo ha esta-do normado básicamente por dos cuestiones fundamentales: la política y la economía. Estudiar la presencia de dominicanos y cubanos en ambas islas nos coloca frente a acontecimientos trascendentales en los que es significativo, en un momento his-tórico de Cuba, la presencia de Máximo Gómez, junto a cientos de dominicanos que se destacaron en la lucha por la Indepen-dencia cubana.

Sin duda alguna, la segunda mitad del siglo xix es la etapa de participación más relevante de los dominicanos en Cuba, ex-plicada en el contenido del accionar político-social. Al exponer, sobre este proceso histórico, trataremos de llevar un orden cro-nológico en la aparición de nuestros personajes, sin pretender presentar un estudio estadístico ni de fechas precisas.

Al observar retrospectivamente los procesos migratorios, en-contramos antecedentes desde épocas tan lejanas como la de nuestros aborígenes. Haití, Bohío o Babeque, como le llamaban los antiguos pobladores a la isla, posteriormente bautizada por Colón como La Española, estaba poblada en parte por los cibo-neyes, grupos indígenas que también halló en Cuba. Estos ha-bían sido sustituidos por los taínos, los cuales eran descendientes de los arahuacos que procedían de América del Sur. Más tarde se repite idéntico movimiento en Cuba con el desplazamiento de los ciboneyes por parte de los taínos, asentándose estos básica-mente en la parte oriental de la isla de Cuba. Desde hace algunas décadas las investigaciones arqueológicas, realizadas en Cuba y República Dominicana, han encontrado restos de utensilios tales como cuchillos, hachas y piedras talladas sin pulimentar, entre otros. El hecho de que los aborígenes de nuestras islas no fueran todos de una misma etnia da la seguridad de que su presencia te-nía orígenes más allá del litoral antillano, como América del Sur, y confirma el carácter caribeño de las migraciones de esa época.

Las evidencias encontradas son complementadas con la permanencia en Cuba y República Dominicana de elementos

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culturales de origen taíno. En ambos países encontramos en la producción agrícola y la alimentación productos de idén-tico origen, como la yuca, batata (boniato en Cuba), yautía (malanga), el tabaco, anamú, etc. Es importante observar que un derivado de la yuca, el casabe, de uso conocido en Repú-blica Dominicana, igualmente es elaborado y consumido en la parte oriental de Cuba, donde se inició el asentamiento de los taínos. Existen, además, en ambas islas vocablos y nombres de origen indígena tales como batey, baitoa, hamaca, bohío, ca-noa, huracán, Bahoruco, Bayajá, Yaguana, Yaguate, Bayamo, Camagüey, Baracoa y otros. De igual manera, encontramos frutas y frutos con sus nombres indígenas: guanábana, guaya-ba, ají, anón, mamón, mamey, jagua.

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CaPítulo 1

antecedentes migratorios de luchas e identidad

Resistencia indígena

Ante la manifiesta crueldad de los españoles contra los ha-bitantes de la isla de Santo Domingo y después de que el ca-cique Hatuey presentara resistencia en la parte oriental de La Española contra la amenaza del exterminio indígena, decidió refugiarse en Cuba junto a unos cuatrocientos aborígenes, en la creencia de que los colonizadores no habían llegado hasta allí. En principio, los pacíficos nativos de Cuba no entendían el comportamiento bárbaro de los extranjeros que narraba el inmigrante, quien, después de luchar junto a los aborígenes cu-banos, fue quemado en la hoguera por los españoles el 2 de febrero de 1512. Vencida la resistencia indígena se impuso la esclavitud a través del repartimiento y la encomienda, así como también la esclavitud africana que fue su yunta.

esclavitud negRa y Resistencia

Los esclavos ladinos fueron traídos a Santo Domingo desde España en el 1498. En principio eran sirvientes de los españo-les, cuando las relaciones con los esclavistas tenían característi-cas de servicio personal o labores especializadas; sin embargo,

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en la medida que el sistema colonial se fortalecía, los esclavos eran sometidos al trato cruel y sanguinario que caracterizó la esclavitud moderna. Desde el inicio, grupos de esclavos esca-paban a las montañas, lo que llevó al gobernador Nicolás de Ovando a pedir a los Reyes Católicos que prohibieran la entra-da de éstos a la isla. Pero la necesidad de mano de obra hizo rectificar aquella solicitud, por lo que en 1516 se reinició esa práctica con esclavos bozales.

A los esclavos que escapaban de sus amos, cuando lograban asentarse y formar un hábitat, se les dio el nombre de cimarro-nes, generando una migración interna que se mantuvo y for-taleció como forma de evadir los brutales trabajos a que eran sometidos. Al igual que en Cuba, se establecieron en la parte montañosa de la isla, específicamente al sur, en la sierra del Bahoruco.

En Santo Domingo se llamó cimarrones a los «apalencados», también «manieles» a los lugares en que se asentaron estos. No obstante, de su huida y establecimiento en la zona montañosa derivó un estilo de vida que nos acerca a lo ocurrido en la An-tilla mayor.

En 1537 se registra una elevación de la lucha de los negros en Santo Domingo, se intensificaron las fugas hacia las mon-tañas. Para 1534 y 1546, los españoles se vieron obligados a pactar con los sublevados. Destacó como líder de la lucha de los esclavos en la isla Sebastián Lemba.

La esclavitud en Cuba tenía similitud con la que hubo en Santo Domingo donde los esclavos se insertan a la sociedad, integrando aspectos importantes de la cotidianidad criolla y, por otra parte, influenciando y modificando el conglomerado. A finales del siglo xviii la esclavitud en Cuba se manifestó con características de feroz explotación. En la medida en que se im-pone el sistema de explotación colonial, el trato hacia los escla-vos se vuelve más cruel e inhumano. Como respuesta, los negros en Cuba huyen hacia lugares montañosos.

Del 18 de junio de 1798 al 31 de diciembre de 1799 existían en el occidente de Cuba 1,045 negros cimarrones, ubicados en

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lugares protegidos, rodeados de cercas de palos largos y finos. De ahí el nombre de «apalencados».

En los primeros tiempos de la época colonial, la zona de Guantánamo en Cuba fue el lugar de mayor concentración de palenques, en virtud de que en la misma se concentraba el mayor número de esclavos. Fue a partir de 1516-1518, con los padres Jerónimos como gobernadores, en el marco de estable-cimiento de una política que frenara la despoblación, cuando España autorizó que se introdujeran miles de negros bozales a la isla. La inmigración de esclavos africanos en Cuba, al igual que en las demás islas del Caribe, provenía de culturas hetero-géneas, con religiones, costumbres e idiomas distintos, por lo que había profundas rivalidades; sin embargo, lograron asumir una expresión colectiva frente a la realidad a que se enfrenta-ban. Las fugas y alzamientos de esclavos en los ingenios fueron frecuentes. En 1533 sucede uno de los más sangrientos episo-dios en la lucha de los esclavos, la sublevación en las minas de cobre de Santiago del Prado.

Para 1792 trabajaban para la oligarquía criolla cubana 60,000 esclavos africanos en las plantaciones y 77,000 campesinos; a mediados del siglo xix ya laboraban 220,000 esclavos y 365,000 agricultores libres.

En 1812, en La Habana se organiza una rebelión antiescla-vista dirigida por el artesano cubano José Antonio Aponte, en la que participaron como ideólogos el general Gil Narciso e Hi-lario Herrera, ambos negros dominicanos.

El 15 de marzo de 1812 ocurre un levantamiento de los es-clavos del ingenio Peñas Altas, en Jaruco, donde encontramos la presencia protagónica de Hilario Herrera (el Inglés), un negro proveniente de Azua, Santo Domingo.

En comunicación del jefe político interino de Puerto Prínci-pe, Camagüey, del 23 de febrero de 1812, dirigida al Goberna-dor de Santiago de Cuba, expresa en su segundo párrafo:

Hilario Herrera, alias El Inglés, cuya filiación acompaño a V. S., es el primer móvil de tan sanguinario levantamiento,

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quien presumo debe estar en esa, y conviniendo tanto como V. S. puede considerar la pronta captura de semejante negro, espero merecer de V. S. se sirva dictar las providencias que tenga a bien, para que consigamos esta principal cabeza y su conducción a esta villa con la correspondiente seguridad, a reserva de liberar la requisitoria con arreglo al mérito del expediente.1

En otra misiva enviada el 29 de febrero de 1812 por el Gobernador de Santiago de Cuba al Gobernador interino de Santo Domingo, refiriéndose al levantamiento de Peñas Altas y la comunicación anterior, en uno de sus párrafos decía lo siguiente:

Por la adjunta copia que acabo de recibir y me ha dirigido el señor teniente gobernador de la Villa de Puerto Príncipe, se…[instruirá] V. S. de lo importante que sería a la tranquilidad de esta Isla y por el bien del Estado la aprehensión y remisión a ella del negro Hilario Herrera, que, según parece, ha sido el autor de la horrorosa catástrofe que iba a sufrir la isla de Cuba…2

la caña de azúcaR en santo domingo y cuba

La caña de azúcar llega a La Española desde las islas Cana-rias en el segundo viaje de Cristóbal Colón, en 1493. Ya en 1523 existían 24 ingenios situados en las márgenes de los ríos Haina, Nigua, Nizao y otros, en las cercanías de la ciudad de Santo Do-mingo. Entre los primeros propietarios de ingenios y trapiches se encontraban, entre otros, el virrey Diego Colón, el licencia-do Alonso de Zuazo entre otros. La caña de azúcar es llevada a

1 Archivo Nacional de Cuba, fondo Asuntos Políticos, legajo 214, expediente Núm. 46.

2 Elías Entralgo, «Aponte y Plácido», Gaceta del Caribe, año I, Núm. 4, La Habana, junio de 1944, p. 32.

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Cuba entre 1510 y 1520 desde Santo Domingo. El desarrollo de la industria azucarera cubana estuvo ligado a medidas adoptadas para detener el éxodo poblacional y el decrecimiento económico. De igual manera, existe una relación intrínseca con la esclavitud, ya que en el conjunto de medidas, además del impulso a la pro-ducción de azúcar y sus derivados, se decidió la importación de 200 esclavos, medida asumida por Juanes Dávila al ser nombrado gobernador, en el período de 1544 a 1546. Pero esta expansión del azúcar y la esclavitud encontró límites y tuvo que esperar más de dos siglos para su desarrollo en Cuba.

En 1818 la industria azucarera cubana registra un despunte con la introducción de la caldera de vapor en sus ingenios, lo que fue precedido de otro fenómeno favorable, desde 1755, el alza de los precios del azúcar en el mercado mundial, que alcan-zaron su más alto nivel en 1820.

Carlos Loynaz fue el primer empresario cubano en cultivar la caña de azúcar en República Dominicana. Se estableció en Puerto Plata con su familia, donde nació su hijo Enrique Loy-naz, combatiente en Cuba junto a Maceo y padre de la laureada poetisa cubana Dulce María Loynaz.

Asimismo, Enrique Lamar y Juan Amechazurra, eminentes empresarios cubanos, hicieron un importante aporte a la indus-tria azucarera dominicana al introducir el uso de la energía de vapor, lo que incidió decisivamente en su modernización. La-mar fundó el ingenio La Caridad y Amechazurra, el Angelina, ambos de vapor, en la región Este.3 De igual manera, el cubano Joaquín Delgado estableció la primera fábrica de azúcar en San Carlos, ciudad de Santo Domingo, en el año 1875.

3 Roberto Marte, Cuba y República Dominicana: transición económica en el Caribe en el siglo xix, Santo Domingo, 1988, p. 160.

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Los acontecimientos políticos acaecidos en Cuba a partir de 1868, con el Grito de Yara y la Guerra de los Diez Años, unidos a factores económicos, entre los que cabe citar la disminución de los precios del dulce y otros relacionados con impuestos y costos, provocaron un descenso en la producción y exportación del azúcar. En los años 1877, 1878, 1881 y 1889, las zafras tuvie-ron una producción inferior a las 600,000 toneladas.

[El cuadro no incluye datos de 1877, 1878, que son los úl-timos años de la guerra. Pero si solo en los años 9° y 10° de la Guerra de los Diez Años es cuando se reduce la producción o las exportaciones de azúcar, entonces no es atribuible a la guerra esta disminución; habría que ponderar otros factores que po-drían incidir tal vez en las otras coyunturas de 1881].4

Exportaciones comparadas de azúcar de Cuba y RD4

Años Cantidad Año base:1880 (%) Años Cantidad

(toneladas)Año base:1880 (%)

1880 5,997 100.0 1880 618,654 100.0

1881 5,418 91.7 1881 580,894 93.8

1882 13,178 188.3 1882 620,265 100.2

1883 11,438 163.5 1883 601,426 97.2

1884 20,263 289.6 1884 626,477 101.3

1885 19,375 276.9 1885 628,990 101.7

1886 22,735 324.9 1886 657,290 106.2

1888 21,733 310.6 1888 662,758 107.4

1889 22,243 317.0 1889 569,367 92.0

1890 24,352 348.0 1890 636,238 102.8

1891 18,180 259.8 1891 807,742 130.6

1892 31,641 452.2 1892 1,000,797 161.8

1893 38,547 550.9 1893 945,035 152.7

4 R. Marte, Cuba y República...

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CaPítulo 2

Movimientos migratorios entre Cuba y Santo Domingo. la colonización agrícola en el siglo xix

Los orígenes y alcances de la migración entre Cuba y Repú-blica Dominicana continúan su relación con los factores geográ-ficos, políticos y económicos. Por esa razón, las migraciones del siglo xix se inclinaban hacia las naciones de mayor desarrollo y con mínimos riesgos en cuestiones de salud. Otro factor impor-tante a tomar en cuenta radica en los niveles de estabilidad y de expresión política a tono con los intereses de esas migraciones y las condiciones demográficas insulares. Estos elementos mar-carán similitudes y diferencias entre ambos en torno a dicho proceso, las cuales fueron recíprocamente determinantes en la afluencia de dominicanos y cubanos a una u otra isla.

Desde antes del siglo xix la cercanía geográfica entre Cuba y Santo Domingo, aunada al hecho de tener un colonizador co-mún, motivó que una y otra contaran con la presencia de pres-tigiosos intelectuales que provenían de ambas islas. Tal es el caso de fray Tomás de Linares, fundador y primer rector de la Universidad de La Habana, quien había sido catedrático de la Universidad Santo Tomás de Aquino en Santo Domingo.

Un miembro de la jerarquía eclesiástica de La Española, el clérigo Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, nacido en Santiago de los Caballeros en 1694, realizó sus estudios universitarios en Santo Domingo y se le nombró canónico doctoral de la Cate-dral Primada de América. Recibió las órdenes de presbiterado en Cuba en 1718. Luego se le nombró deán de Santiago de

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Cuba; pasó a Nicaragua, donde fue obispo de 1751 hasta 1753. Regresa de nuevo a Cuba, esta vez como obispo de Santiago de 1753 a 1768. Entonces se distinguió por su enfrentamiento a la invasión inglesa de 1762 a la capital de la colonia. En su honor una calle de La Habana Vieja lleva el nombre de Obispo.1

Muy temprano los acontecimientos políticos en Santo Do-mingo inciden con fuerza en el movimiento migratorio hacia Cuba. La firma del Tratado de Basilea el 22 de julio de 1795, mediante el cual España cedió Santo Domingo a Francia, es el punto de partida que culminará con la fundación de la Repúbli-ca Dominicana el 27 de febrero de 1844.

Esa emigración impactó fuertemente en Cuba, pues más de 4,000 dominicanos se asentaron allí, en su mayoría hacendados y dueños de esclavos; de ese modo contribuyó notablemente al desarrollo de todas las áreas de la sociedad cubana.2 Se estable-cieron especialmente en las zonas de Baracoa y Guantánamo, cuyos descendientes forman parte de la sociedad del Oriente de Cuba en la actualidad.

Entre los emigrantes de este período cabe destacar la pre-sencia de José Núñez de Cáceres, uno de los dominicanos más

1 «Huella hispánica», Del Caribe, Núm. 29, Santiago de Cuba, 1998, p. 22. Va-rios estudiosos cubanos le han dedicado investigaciones en la que resulta siempre bien ponderada su figura diligente y activa. Cabe citar al histo-riador César García del Pino, Vida de Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, La Habana, 1985.

2 Carlos Esteban Deive, Las emigraciones dominicanas a Cuba (1795-1808), Santo Domingo, 1989, p. 132. Este autor considera que de los 4,000 emi-grantes, aproximadamente, fue La Habana la que recibió el mayor núme-ro, aunque también señala que solo Baracoa tenía «entre 1803 y 1804, nada menos que 1,996 personas» (p. 134). También destaca como «emigrados ‘civilizadores’» a José Francisco Heredia y Mieses, padre de José María He-redia, quien vivió en Cuba hasta 1806, cuando se trasladó a la Florida occi-dental como asesor del gobierno y después fue oidor interino en Caracas, Venezuela. «También fray José Féliz Ravelo, rector de la Universidad de La Habana en 1817; los jurisconsultos Gaspar de Arredondo y Pichardo, magistrado de la Audiencia de Camagüey (…); Juan de la Mata Tejada, pintor e introductor de la litografía en Cuba; y el médico y escritor José Antonio Bernal y Muñoz, catedrático de la universidad habanera y uno de los propagadores de la vacuna en compañía de Romay» (p. 135).

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Raíces de una hermandad 27

brillantes de su época, quien se estableció en la provincia de Camagüey. Núñez de Cáceres era un exponente de la cúspide criolla, quien regresó a su país y asumió una conducta naciona-lista, y se convirtió en el mentor y ejecutor de la Independencia Efímera de Santo Domingo, en 1821, que buscó la integración en la Gran Colombia.

Mucho más tarde, los acontecimientos políticos invertirán la dirección del flujo migratorio.

La Guerra de los Diez Años en Cuba fomentó un fuerte mo-vimiento migratorio hacia República Dominicana en la década del 70 del siglo xix. En esa etapa llegaron a Santo Domingo, procedentes de aquella isla, unos 6,000 cubanos, entre los que se encontraban pequeños y medianos empresarios agrícolas, profesionales liberales y mano de obra calificada, quienes con-tribuyeron en gran medida con el desarrollo de la industria azucarera. Algunos inmigrantes cubanos se integraron a la in-dustria manufacturera del cigarro en Santiago y Puerto Plata. Otros se dedicaron a las plantaciones de café y cacao. En 1882 residían en Puerto Plata 301 cubanos.

Años más tarde, en 1896, para la segunda Guerra de Inde-pendencia en Cuba, ocurre otro fuerte movimiento migrato-rio desde allí y en el mismo año llegan a Santo Domingo 900 cubanos.

dominicanos y cubanos en los alboRes del siglo xix

3

Al inicio del siglo xix se había desarrollado en Cuba una burguesía esclavista empecinada en sostener el poder español. Para entonces se escenificaba en algunos países del área un mo-vimiento antiesclavista que contrastaba con la aparente paz que se vivía en Cuba, lo cual causó una masiva migración de esos países a dicha isla. Los fenómenos políticos señalados inciden

3 Enciclopedia Dominicana, tomos IV y V, Santo Domingo, 1996.

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en la emigración de individuos de los diferentes grupos involu-crados en el proceso, quienes deciden buscar en Cuba un am-biente de convivencia adecuado para sus planes de vida futura, continuando el viaje iniciado por otros desde la época en que llegaron los españoles a las dos islas. Entre otros personajes no-tables pueden mencionarse los siguientes:

José María Heredia

A fines del siglo xviii llegó a Cuba una pareja de dominica-nos que se instaló en Santiago: José Francisco Heredia Mieses y Mercedes Campusano, quienes tuvieron un hijo en 1803, a quien llamaron José María. En 1810 la familia Heredia regresa a Santo Domingo, donde José María Heredia realizó estudios, y se cuenta entre sus compañeros a Rafael Muñoz del Monte. Al regresar a Cuba, se convertiría en un respetable poeta, nove-lista y crítico literario, el primero en cantar a la Independencia cubana, muy vinculado a las organizaciones revolucionarias. En 1823 es denunciado y hecho prisionero, acusado de conspirar contra el gobierno de España.

Juan Vicente Moscoso

Nació en Santo Domingo en 1773, hijo de Manuel Moscoso y Rosa Carvajal. Recibió el título de licenciado en derecho ca-nónico y civil en la Universidad de Santo Domingo; desempeñó varios cargos públicos en esa ciudad y en 1817 fue elegido vice-rrector por el claustro universitario. Posteriormente se le acusó de conspirar contra el régimen haitiano y permaneció deste-rrado en Los Cayos (Haití) hasta 1830, cuando el padre Valera lo lleva a Cuba junto a su familia, donde desempeñó hasta la hora de su muerte las cátedras de derecho civil y canónico en el Colegio Canónico.

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Juan María tejada

En 1804, siendo un niño, emigra a Cuba junto a sus padres Juan Tejada y del Monte y Mónica Tapia y Coronado. Se graduó en filosofía y derecho en la Universidad de La Habana y ocupó en Cuba los cargos de regidor y abogado de la Real Audiencia de Santiago, comisionado de la Sociedad Económica y profesor de dibujo y geometría en el Colegio Seminario de San Basilio El Magno. Fue pintor, escultor y litógrafo. En 1824 presentó las primeras exposiciones litográficas en Hispanoamérica, por lo que es considerado precursor en el arte del grabado. Muere en Cuba en 1835.

Francisco Morilla

Nació en Santo Domingo en 1803, hijo del poeta español Francisco Morilla, estudió filosofía en la Universidad Santo To-más de Aquino en su ciudad natal y a los 20 años de edad emi-gra a Cuba, donde termina sus estudios de derecho. En 1830 obtuvo por oposición una cátedra de derecho en la Universidad de La Habana. En 1847 publicó un breve Tratado de Derecho Ad-ministrativo español general del reino y en especial de la isla. En 1861, al producirse la Anexión de Santo Domingo a España, regresa a su país con el cargo de oidor de la Real Audiencia.

la familia del Monte (i): andrés Muñoz y Caballero

Padre de Francisco Muñoz del Monte, nació en Santiago de los Caballeros el 11 de octubre de 1772. Emigró a Cuba con toda su familia en 1801. En 1809 es llamado por Juan Sánchez Ramírez a Santo Domingo, donde ejerció la función de asesor general del entonces gobernador; trabajó en la administración pública hasta que fue enviado en misión a la Regencia de Cádiz,

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España, en diligencias propias de la Reconquista; su gestión fra-casó y volvió a Santiago de Cuba como asesor de la Intendencia de esa ciudad.

la familia del Monte (ii): antonio del Monte y tejada

Nació en Santo Domingo el 12 de octubre de 1790 y llegó a Santiago de Cuba en 1804. Contrajo matrimonio con Francisca Antonia de las Cuevas y Hernández, con quien procreó ocho hijos, nacidos en Santiago y La Habana. Fue condiscípulo de José María Heredia. Como historiador escribió en cuatro tomos la obra Historia de Santo Domingo, que se terminó de publicar en Santo Domingo en 1892, en la imprenta de García Hermanos con el auspicio de la sociedad literaria Amigos del País.

la familia del Monte (iii): Francisco Muñoz del Monte

Nació en Santiago de los Caballeros, hijo de Andrés Muñoz y Caballero. Es miembro de la distinguida y aristocrática fami-lia dominicana Del Monte. Francisco Muñoz del Monte emigró de Santo Domingo a la escasa edad de tres años, junto a otros miembros de su familia, entre quienes se encontraba su tío ma-terno Antonio del Monte y Tejada, que se radicó primero en Santiago y Puerto Príncipe (Cuba), para establecerse luego en La Habana.

En sus primeros años residió en Santiago de Cuba, donde se graduó de bachiller en 1815; impartió clases en el Colegio Seminario de San Basilio El Magno y en La Habana recibió el título de bachiller en leyes en la Universidad de los padres do-minicos. Regresó a Santiago de Cuba, donde realizó la pasantía de Derecho Práctico, en el bufete del abogado y pintor domini-cano Juan de la Mata Tejada.

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La Anexión de Santo Domingo a España, liderada por Pe-dro Santana, fue defendida en el marco intelectual y político por Francisco Muñoz del Monte. Este último deja clara toda su estrategia cuando señala (refiriéndose a la compra de la bahía de Samaná por parte de Estados Unidos y la posible invasión de Haití por la frontera dominicana):

España no puede aceptar las dos primeras soluciones: porque la primera es una amenaza a sus posiciones de Cuba y Puerto Rico, cuya organización social se funda en la servidumbre personal de la raza africana, y la segunda porque libraría aquellas codiciadas Islas, y con especialidad la de Cuba, a merced de la devorante concupiscencia y rabia anexionista de los Estados Unidos.4

En esa misma tónica deja plasmada su teoría de otorgar a España la maternidad originaria de Hispanoamérica, conforme a sus artículos publicados en la Revista Española de Ambos Mundos en 1853:

La raza ibera no dará por un plato de lentejas a la hermana me-nor su noble derecho de primogenitura en el nuevo mundo. El Derecho materno daba a España primacía y la defensa natural contra Estados Unidos.5

A pesar de su posición anexionista en el caso dominicano, en Cuba en 1836 será portador de ideas liberales. Incluso, fue el compositor de la estrofa con que se inicia y termina el «Himno a las milicias nacionales de Santiago de Cuba», la cual encierra un alto sentimiento de libertad. Dice así:

A las armas volad, nacionalesa las armas de nuevo volad;

4 Olga Portuondo, Un liberal cubano en la corte de Isabel II, La Habana, 2002, pp. 6, 8-9, 11, 59 y 75.

5 Ibídem, p. 102.

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sostened la gran carta leales.¿Qué es la vida sin la libertad?6

Grajales y Maceo

En ese contexto, en los albores del siglo xix llega a Santiago de Cuba, procedente de Santo Domingo, el matrimonio forma-do por José Grajales y Teresa Cuello, a quienes el 26 de junio de 1808 les nace una hija que llevaría por nombre Mariana Graja-les y Cuello. Este acontecimiento vuelve a situar a los dominica-nos en el protagonismo histórico de la Independencia cubana, como veremos por los hechos que se refieren.

Aunque el destino principal elegido por los emigrantes de la época era Cuba, muchos no lograron llegar allí, y en ocasiones lo hacían después de estar provisionalmente en otros países, debido a la existencia de la real cédula de 1817 que prohibía la entrada a Cuba de gente de color. Sin embargo, algunos consiguieron esta-blecerse allí, como fue el caso de Marcos Maceo, un soldado que había peleado contra las fuerzas libertadoras en Venezuela.

Maceo llegó con sus hermanos y su madre, Clara Maceo, procedente de Santo Domingo y se radicaron en Santiago de Cuba. Mariana Grajales, quien había enviudado de su primer matrimonio, se une a Marcos Maceo, quien tenía varios hijos de su primera pareja, entre ellos Antonio Maceo Téllez (quien alcanzó el rango de teniente coronel del Ejército Libertador y murió en la Guerra de los Diez Años).

El 14 de junio de 1845, los Maceo Grajales tuvieron un hijo, a quien llamaron Antonio de la Caridad, nieto de dominicanos, quien se convertiría en uno de los más prominentes libertadores de Cuba. (Nótese la casi similitud de nombres entre los medio hermanos Antonio Maceo Grajales y Antonio Maceo Téllez).

El 6 de julio de 1851 Mariana Grajales y Marcos Maceo com-parecieron ante el sacerdote católico don José Tomás Chamorro

6 O. Portuondo, Un liberal..., p. 49.

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para casarse por la iglesia y legitimar su unión y el nacimiento de sus hijos.

El estallido del movimiento por la independencia de Cuba en el 1868 incorpora a los Maceo al Ejército Libertador: An-tonio Maceo, sus hermanos Justo Rafael, José Maceo, su pa-dre Marcos y la insigne Mariana Grajales, quienes abrazaron la causa de la lucha. Al momento en que partían hacia el frente, Mariana exclamó frente a un crucifijo:

De rodillas, todos, padres e hijos, delante de Cristo que fue el primer hombre liberal que vino al mundo: juremos liberar a la patria o morir por ella.7

Antonio Maceo Grajales inicia una larga historia en la lucha por la independencia, en la que pasó por momentos oprobiosos debido a su condición de mulato, por la persecución racista de la época.

Sin embargo, la unión de tres titanes: Calixto García, Máximo Gómez y Antonio Maceo Grajales, creaba una muralla de conten-ción ante la afrenta y la ignominia. En ese trajinar de Maceo, Re-pública Dominicana, la patria heredada por la sangre materna, es un destino para la solidaridad con el pueblo cubano.

El 12 de octubre de 1879 sale Maceo hacia Haití en procura de ayuda económica para la Revolución cubana, donde fue reci-bido con las más efusivas y masivas muestras de solidaridad.

No obstante, la situación política de Haití era desfavorable para sus amigos liberales y Maceo fue sometido a una férrea persecución que puso en riesgo su vida, lo que lo obligó a aban-donar ese país.

Para esa misma época, la presencia de Cesáreo Guillermo en la presidencia de la República Dominicana, quien se carac-terizaba por su posición conservadora y pro española, creaba a Maceo una situación adversa. No obstante, pronto ocurrieron

7 José Luciano Franco, Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida, tomo I, La Habana, 1959, pp. 3 y 20.

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en República Dominicana acontecimientos que hicieron variar favorablemente ese panorama. Guillermo fue derrocado y ocu-pó la presidencia el general Gregorio Luperón, ello posibilitó que el 11 de febrero de 1880 llegara Maceo a Puerto Plata y se produjera su primer encuentro con el prócer dominicano, en presencia de otros exiliados cubanos. La posición progresista y revolucionara de Luperón generó una sólida amistad entre ellos, en la cual el presidente dominicano dejó claro su compro-miso de solidaridad con la causa cubana.

Conocedores en España de la presencia de Maceo en San-to Domingo, los burócratas peninsulares iniciaron una serie de acciones para exigir su entrega a las autoridades dominica-nas; incluso propusieron un intercambio de este por Horacio Báez González y Cesáreo Guillermo, a lo que Luperón se negó rotundamente.

Desde esa época se desarrolla, además, una fuerte amistad entre Maceo y el general Ulises Heureaux (Lilís), quien, tras la firma del Manifiesto de Montecristi en 1895, y a la sazón presidente de la República, aportó 2,000 pesos para el traslado de José Mar-tí, Máximo Gómez, el también dominicano Marcos del Rosario y otros tres cubanos a Cuba, acontecimiento que acuña la famosa frase: «Que el Presidente no se entere de lo que está haciendo Lilís, pues España es mi esposa y Cuba es mi novia».8

Al poco tiempo del reinicio de la guerra revolucionaria, di-rigida por José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, cae el Apóstol cubano en Dos Ríos. Al año siguiente, el 7 de diciembre de 1896, Maceo murió rodeado de dominicanos. A las dos de la tarde de ese día había mandado a llamar al coronel dominicano Rodolfo Bergés, para coordinar las acciones contra los españo-les y le daba una nueva responsabilidad en Oriente; lo nombró, al mismo tiempo, teniente coronel de regimiento de caballería. Panchito Gómez Toro, hijo de Máximo Gómez y ahijado de Ma-ceo, al enterarse de la muerte, corrió al lado de éste y resultó he-rido. Antes de suicidarse, escribió a su familia la siguiente nota:

8 J. L. Franco, Antonio Maceo..., tomo III, 1989, p. 365.

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Mamá queridaPapá, hermanos queridos:

Muero en mi puesto, no quiero abandonar el cadáver del ge-neral Maceo y me quedaré con él. Me hirieron en dos partes. Y por no caer en manos del enemigo, me suicido. Lo hago con mucho gusto por la libertad de Cuba.

Adiós seres queridos, los amaré mucho en la otra vida como en esta.

En Santo Domingo, sírvase, amigo o enemigo, mandar este papel de un muerto.9

Manuel de Jesús de Peña y Reynoso

Nació en 1834 en Santiago de los Caballeros, República Do-minicana. Sus padres, Diego de Peña y Juliana Reynoso, eran de origen canario. A los 16 años se inició como maestro, impartió clases particulares, y al mismo tiempo inició el ejercicio del perio-dismo. En 1857 emigró a Cuba y se estableció en Santiago, don-de contrajo matrimonio y continuó su ejercicio como maestro.

Aunque Peña y Reynoso consideró natural la Anexión de Santo Domingo a España, en Cuba se unió a la lucha contra los españoles, en la que tomó parte activa, al punto de que en la primera guerra liberadora de ese país llegó a ostentar el grado de coronel y servir como secretario particular del presidente de la República en Armas, Carlos Manuel de Céspedes; luego lo fue también del generalísimo Máximo Gómez. En 1873 regresó a su patria donde fundó el Colegio La Paz y la sociedad Aman-tes de la Luz, en la ciudad de Santiago de los Caballeros.10

9 Raúl Aparicio, Hombradía de Antonio Maceo, La Habana, 2001, p. 4.10 Véase para sus actividades en Santo Domingo y Cuba: Manuel de Jesús

de Peña y Reynoso, Escritos selectos, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, 2006.

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datos de dominicanos en el aRchivo de santiago de cuba (1844-1865)

Algunos actos notariales de los años 1844-1847 y 1865, ele-gidos para mostrar algunos ejemplos de la presencia domini-cana en esta ciudad, revelan que de los grupos de dominicanos que emigraron a Cuba varios eran propietarios de esclavos. Vea-mos algunos ejemplos:

Nombre actividad Protocolo Folio

1844Manuel León Venta esclava 390 78Doña MargaritaDumano Libertad a esclava 390 431Doña FranciscaPerón Uñal Venta de esclava 390 206-20Juan Zacarías P Ídem Ídem 2878

Nombre actividad Protocolo Folio1845Doña Clara Bonne Venta de esclavo 391 114-VDoña Clara Actriz Libertad a esclavo Ídem 299-VDon Juan Despaigne Ídem Ídem 188-V

1846Don Luis Tussay Libertad a esclavo 392 65-65VFrancisco Bretón Ídem 75V–76Don Luis San Féliz Venta de esclavo 392 140–140VDon Luis Trossa Libertad a esclavo 392 186-186VDoña Luisa Diforneaur Venta de esclavo 392 253-Don Esteban Diforneaur Ídem 392 253VDon Francisco Liscaille Idem 392 263-263VMadame Rosa Adelaida Ídem 283V–28Chaillot Libertad a esclavo 392 27 -27VDon Domingo Heredia 392 54, 55,

56, 57Lic. Benito Díaz Venta de esclavo 392 101-VDon Julián del Pino Ídem 392 109V-110

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1847Doña Margarita L. Bruma Ídem 392 2822286VAntonio Lemestre Jeremías Ídem 393 128V0Juan Baut Ureña Ídem 393 231V

1865Ernesto Giró y Thomas Libertad esclavos 547 130Doña Encarnación Saviñón Ídem 295 86-86-V87Eduardo Petitón Ídem 295 96-97Don José Álvarez Soto Ídem 115 760Don Francisco Tavárez Ídem 115 161Don Joaquín Álvarez Soto Ídem 115 760Doña María Francisca Menar Venta de esclava 115 150Doña Antonia Borins de Rive Ídem 115 319

Como se observa en la tabla anterior hay en dichos actos no-tariales, además de ventas de esclavos, muchos casos de liber-tad, concedidas a través del pago de su valor hecho por los es-clavos o por pura liberalidad de los dueños; de cualquier modo, esto indica que ya se iban apropiando del nuevo paradigma antiesclavista.

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CaPítulo 3

Cuba y la anexión dominicana

La incorporación de Santo Domingo a España quedó sella-da en marzo de 1861, financiada desde el principio por Cuba. Numerosos funcionarios procedentes de Cuba y Puerto Rico llegaron a la antigua República Dominicana estimulados por la promesa de que se implementarían reformas que les darían participación y animados mayoritariamente por la intención de apropiarse de las riquezas criollas.

La Anexión nunca fue aceptada por los dominicanos y en 1863 ya era evidente la existencia del movimiento restaurador. En febrero de ese mismo año se hizo un envío de hombres y armas desde Santiago de Cuba a Puerto Plata. Estados Unidos aprovechó la situación y se rumoró que envió armas para la insurrección, apoyo que fue confirmado en comunicación que remitió desde Washington el representante de España en la ca-pital norteamericana, al Capitán General de la isla de Cuba.

La lucha contra la Anexión siguió en ascenso, por lo cual el 13 de mayo de 1863 sale de Santiago de Cuba hacia Mon-tecristi una expedición de 20,000 hombres, quienes tomaron la ciudad, pero no eliminaron los conatos de insurrección por todo el país. En Cuba los hospitales estaban llenos de heridos y enfermos, pertenecientes al ejército de ocupación, pero éste no era el único precio; desde el principio Cuba financió la empresa

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anexionista y en la medida que se fortaleció la lucha por la nue-va independencia quisqueyana, los costos fueron mayores.1

Tras el triunfo del movimiento restaurador, mediante real orden de fecha 15 de abril de 1865, se determinó oficialmente el retiro de las tropas anexionistas y se derogaba el decreto-ley de incorporación de Santo Domingo a España.

el éxito de la gueRRa RestauRadoRa

En julio de 1865, José de la Gándara y Navarro, último capitán general de Santo Domingo, firmó el convenio de paz con los representantes del Gobierno Restaurador. Sin embargo, aunque ese acuerdo fue rechazado, en una de las cláusulas se permitía marchar, a Cuba u otras provincias españolas, sin ser víctimas de represalias, a aquellos dominicanos que habían co-laborado con el régimen anexionista, lo que fue respetado por los restauradores.

migRación libeRadoRa

El 15 de julio de 1865 salió de Las Calderas, Baní, el vapor «Pizarro» con miembros de las milicias anexionistas y sus fami-liares, entre los que se encontraban Máximo Gómez y sus dos hermanas (Dominga Regina y María de Jesús), el coronel San-tiago Pérez y su esposa María Juliana (hermana de Gómez), el mariscal Eusebio Puello, José Valera, los Yépez y los Chalas. Los últimos se radicaron en la zona de Santiago de Cuba.

En La Habana ya habían fijado residencia otros emigrantes dominicanos, como el general Miguel de Lavastida y Epifanio Bi-llini, quienes jugaron un papel protagónico en los aprestos anexio-nistas, así como el comandante Francisco Vega Varela, natural de

1 «El Imperio español antillano. Una memoria de 90 años», revista Del Caribe, Núm. 42 (Santiago de Cuba), 2003, p. 38.

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Puerto Plata e hijo legítimo de los dominicanos Marcelino Vega y Julia Varela (en 1898, en el campamento de Muela Quieta, se le autorizaría a publicar el primer periódico de información sobre la guerra: El Manatí).

Además de los miembros de la reserva, centenares de domi-nicanos opuestos a la solución nacionalista, emigraron a Cuba. Sin embargo, al conocer los horrores de la esclavitud que se padecía allí, se identificaron con la lucha del pueblo cubano. En breve, encabezados por Máximo Gómez, se incorporaron a la lucha independentista jugando la mayoría de ellos un papel protagónico, fruto de la experiencia acumulada en su país, en especial, de los conocimientos que tenían de los métodos de lucha de los españoles.

El impacto de la Guerra de la Restauración dominicana y el aporte de la experiencia de los militares dominicanos inci-dió positivamente en el fortalecimiento de la conciencia inde-pendentista en Cuba. Calixto García, destacado dirigente de la lucha por la Independencia cubana, en una de sus proclamas a los cubanos afirmó:

Antes de mucho, veréis el final de la obra que empezó con el cobarde abandono de Santo Domingo, seguirá con el de Cuba y concluirá con el de Puerto Rico, último baluarte de la tiranía goda en América.2

calixto gaRcía y su ascendencia dominicana

Luis Landín y doña Gertrudis Moreno, acompañados de sus hijas María Mercedes y María del Rosario Landín Moreno, pro-cedentes de Santiago de los Caballeros, República Dominica-na, llegaron a la Antilla Mayor, estableciéndose en Santiago de Cuba. María Mercedes contrajo matrimonio con el comerciante cubano don Miguel Íñiguez y cuatro años más tarde, en 1819,

2 J. L. Franco, Antonio Maceo..., tomo I, p. 48.

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nace su primera hija, María de la Concepción Lucía y, luego, José Martín Íñiguez Landín, en 1821.

A María de la Concepción Lucía Íñiguez Landín se le con-certó un matrimonio, con solo 16 años de edad, con don Ramón García González. De esta unión nacieron ocho hijos, entre los que se encuentra el héroe de la Independencia cubana, Calixto García Íñiguez.

Unida a una familia ligada al comercio, Lucía Íñiguez se vinculó estrechamente a dicha actividad, después de varias separaciones de su esposo, que culminaron con la separación definitiva. Dueña de una fortuna, abandonó sus comodidades para acompañar a su hijo Calixto García a la Guerra de Inde-pendencia de Cuba, a quien dio poder para que reclamara sus bienes a su padre.

ReseRvas del ejéRcito anexionista y los lugaRes donde se establecieRon

ManzanilloComandante Máximo Gómez BáezGeneral de brigada Dionisio Gil de la Rosa3

Capitán Juan GómezCapitán Carlos de SotoSubteniente Ignacio DíazCapitán Luis Marcano ÁlvarezCapitán Félix Marcano ÁlvarezCapitán Francisco MarcanoMariscal Modesto Díaz ÁlvarezBrigadier Francisco Javier HerediaCoronel Manuel Javier Heredia Coronel Manuel Frómeta

3 Asistente del generalísimo Máximo Gómez. Seguridad de José Martí en sus visitas a Santo Domingo. En el Malecón de Cienfuegos existe un monu-mento a su memoria, erigido por suscripción popular.

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Teniente coronel Toribio LlépezTeniente coronel Santiago PérezComandante Rufino Martínez

La HabanaTeniente coronel José Puello y EzquerraCapitán Rosendo PrebotCapitán Joaquín Puello

MayaríTeniente coronel Carlos DestrojeComandante Juan José CruzCapitán Domingo RamírezCapitán Manuel de Regla

CárdenasSubteniente Victoriano García Escarfullery

En otros lugares de CubaMariscal de campo Juan CheryMariscal Román FrancoComandante Lorenzo Despradel SuárezComandante Leopoldo TióComandante Ignacio Díaz ÁlvarezBrigadier José Vicente ValeraCoronel Hipólito AguiarCoronel Francisco Javier AristyTeniente coronel Rodolfo Bergés y TavaresCapitán Francisco de LaraCapitán Manuel María TejeraCapitán Manuel QuinteroCapitán Juan JiménezCapitán Jacobo GrandaCapitán José SolerSubteniente Luis TejedaSubteniente Elizardo Frías

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Subteniente Manuel Mireles SimoniSubteniente Ramón GonzálezSargento Mauricio CastroSargento Lucas Evangelista DíazSargento 1ro Tomás RamírezSargento Juan Nepomuceno PimentelCabo Pedro Regalado GómezCabo 2do Casimiro PimentelCoronel Chepín ArzenoCoronel Francisco Abreu LicairacCapitán de caballería Francisco Antonio Delgado

los dominicanos en cuba después de la RestauRación

La llegada de los dominicanos a Cuba se realizó por dos puertos: Nuevitas y Santiago, los más cercanos a la isla de Santo Domingo. Luego se dispersarían para evitar su aglomeración en un solo lugar, lo que expresa el temor a su presencia, tanto de los españoles como de los cubanos que luchaban por la in-dependencia, ya que estos pertenecían a las reservas del ejército de España.

Durante los cuatro años sucesivos al arribo de los dominica-nos ligados a la Anexión, en la época post Restauración, la lucha por la Independencia cubana prospera y se suceden aconteci-mientos en la vida de Máximo Gómez que elevan su espíritu de justicia.

Su contacto con la crueldad a que eran sometidos los escla-vos le afectó en forma tal que llegó a expresar:

Mis negocios de madera me llevaron a distintos ingenios y en uno de ellos vi por primera vez cuando con un látigo se casti-gaba sin compasión a un pobre negro, atado a un poste, en el batey de la finca y delante de toda la dotación del ingenio. No

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pude dormir aquella noche y me parecía aquel negro uno de los muchos que aprendí a amar al lado de mis padres.4

Gómez continúa su reflexión:

Por mis relaciones con los cubanos entré en la conspiración, pero yo fui a la guerra llevado por aquellos recuerdos, a pelear por la libertad del negro esclavo; luego fue mi unión contra lo que se puede llamar esclavitud blanca y fundí mi voluntad de dos ideas, y a ellas consagré mi vida; pero, a pesar de los años que han pa-sado, no puedo olvidar que acepté al principio la revolución para buscar en ella la libertad del negro esclavo.5

Portador de una conciencia sin fronteras y en actitud de uni-ficar su rebelión contra la discriminación y opresión racial con su oposición a la opresión social y política, contando con el acom-pañamiento de los demás dominicanos que junto a él arribaron a Cuba, Máximo Gómez estaba llamado a jugar un rol protagónico en la guerra por la Independencia cubana, que lo inmortalizó y elevó a la cima de los libertadores. La respuesta de la Conferencia de la Junta de Información, abierta el 30 de octubre de 1866, me-diante la cual España aceptaba discutir la solicitud de reformas planteadas por los terratenientes cubanos, se resume en:

1. La resolución de que mantendría la esclavitud; 2. El establecimiento de un impuesto de 10% sobre utilidades

de toda riqueza en la isla, sin suprimir los derechos de adua-nas y sin conceder la libertad de comercio; estas decisiones fueron inadmisibles para los sectores políticamente más avanzados de los terratenientes cubanos.

4 Dictado por Gómez a Fermín Valdéz Domínguez en Minas Camazán,15 de agosto de 1896. Texto fotocopiado en la Biblioteca de la iglesia de la Santísi-ma Trinidad en Santiago de Cuba, fol. 31.

5 Ibídem, fol. 32.

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Foto: Rafael Báez Pérez e Ysabel A. Paulino (RBP e YAP).

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Carlos Manuel de Céspedes, progresista terrateniente cu-bano, vigilado muy de cerca por los españoles y partícipe de la conspiración por la independencia, liberó sus esclavos el 10 de octubre de 1868 e inició la guerra bajo la consigna de «In-dependencia o Muerte», partió luego al condado de Yara, el 11 de octubre, donde se libró un cruento enfrentamiento con las tropas españolas.

Producida la dispersión, en respuesta al desaliento de uno de sus soldados, que señalaba: «Todo se ha perdido», Céspedes expresó: «Aún quedamos doce hombres, bastan para hacer la independencia de Cuba». No eran doce, allí estaban los domi-nicanos. El 12 de octubre, Luis Marcano, oficial dominicano, asistía con decenas de compatriotas a incorporarse a las fuerzas insurrectas.6

Céspedes, reconoció la experiencia de los dominicanos, los designó con grados que significaban una alta responsabilidad y confianza. De inmediato nombró teniente general a Luis Mar-cano; a Modesto Díaz, el brillante militar que dirigió el combate en la Plaza de Armas de Bayamo, lo designó brigadier –grado que tenía originalmente en el Ejército dominicano– y a Máximo Gómez –quien el 16 de octubre había ingresado al Ejército Li-bertador con el grado de sargento– lo ascendió a general. Para esos hombres, la patria estaba cobijada bajo el Sol.

No importaron las fronteras, los mares, la distancia ni el tiempo que los separaba de la isla que los vio nacer; la Indepen-dencia de Cuba era la independencia de la patria. Entre ellos, Máximo Gómez se convirtió en el símbolo de la fraternidad de dos pueblos en su lucha por la misma causa: la independencia y la libertad.

Es por esto que, al tratar la presencia de los dominicanos en Cuba, sin pretender hacer una reproducción del diario de com-bate de Gómez, se necesita ocupar muchas páginas y tratar por lo menos los acontecimientos más relevantes en el proceso de lucha

6 Dirección Política de las FARC (DPFARC), Historia de Cuba, 2ª edición, La Habana, 1968, pp.167 y 170.

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por la independencia, pues en sus primeras guerras encontra-remos la participación de numerosos dominicanos y, de manera protagónica, la del veterano machete del generalísimo.

Desde el principio, el entrenamiento y la organización de las tropas mambisas contaron con la experiencia de los militares dominicanos Modesto Díaz y Luis Marcano, quienes indujeron al uso del machete.

Más adelante, en noviembre de 1868, Máximo Gómez sal-dría vencedor en el combate de Tienda de Pino, en lo que se bautizó como «la carga del machete». Fue el único militar que ocupó la dirección de los cuatro departamentos castrenses, par-ticipando al frente de sus tropas.

En los acontecimientos más relevantes de la guerra, como fueron: la toma de Bayamo, la posición de jefe de división de Santiago de Cuba y el incendio de Cienfuegos, ciudad que ha-bía sido ocupada por lo españoles.

Para 1876, la guerra llevaba ocho años y empezaban acu-ciantes problemas económicos y de abastecimiento, a lo que se sumó otro que tomó fuerza descomunal en las tropas cubanas: se trataba del regionalismo de los departamentos, forma orga-nizacional con que se ejercía el mando militar, la cual se expre-saba con mayor vigor en Las Villas.

Fue a la luz de esta situación que el general Máximo Gómez decidió relevar sus jefes militares de Camagüey y Oriente por oficiales de Las Villas, con el fin de neutralizar la conducta divi-sionista que provocaba el regionalismo expresado.

Este problema llegó a su clímax cuando Carlos Roloff, quien acababa de asumir el mando de una división, en una clara ex-presión de ambición y localismo, el 1 de octubre de 1876 le expresó a Gómez que algunos jefes villareños creían inconve-niente que él continuara al frente de Las Villas y aclamaban a Roloff para sustituirlo en el cargo. Como era de esperarse, dada la dignidad de Gómez sin mediar palabras le hizo entrega del mando.

En 1877 la situación de deterioro creciente, las contradic-ciones y la falta de apoyo logístico tan elemental como ropas,

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calzados y alimentos para las tropas habían minado considera-blemente su capacidad combativa.

De otro lado, la guerra había costado a España 80,000 muer-tos, por lo que en ambos bandos existía la convicción de la ne-cesidad que había de ponerle fin, lo que se obtuvo mediante la firma del documento conocido como Paz del Zanjón, llamado así por llevarse a cabo en el campamento militar español del Zanjón.

cuba: fin de la gueRRa de los diez años

Terminada la Guerra de los Diez Años, Cuba registraba una situación económica difícil, debido a la falta de capital nativo y la debilidad de la burguesía española en la isla. El enfrenta-miento de este problema fue asumido en base a la inversión de capitales extranjeros, en especial de procedencia norteamerica-na, lo que vinculó de manera directa la burguesía cubana a los Estados Unidos.

Este nuevo panorama constituyó una amenaza para la Inde-pendencia cubana, ya que los Estados Unidos se consideraron herederos y amos de la isla al comenzar a desplazar a España en la economía. En respuesta a esta contingencia, en octubre de 1878 el Comité Revolucionario Cubano en Nueva York, bajo la dirección de Calixto García, publicó un comunicado en el que se proponía continuar la guerra contra el poder opresor espa-ñol hasta lograr la Independencia de Cuba. Calixto García se colocó al frente de la expedición que desembarcaría en Cuba.

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CaPítulo 4

Máximo Gómez y la sensibilidad de un bravo general

Sin pretender repetir el diario de campaña de Máximo Gó-mez, se hace necesario, al hablar de los dominicanos en Cuba, pasar por los acontecimientos políticos acaecidos en pos de la independencia de la Antilla Mayor y la participación de quien fue reconocido como Libertador.

Antes de conocer al aguerrido soldado, la rectitud de una estirpe para analizar al hombre en sus múltiples facetas y en las motivaciones interiores que lo llevan a abanderarse de la lucha por la justicia, la libertad y el internacionalismo solidario, es preciso incursionar en la sensibilidad y rasgos culturales que se infieren de sus comunicaciones y arengas, que lo acercan a la espiritualidad del apóstol Martí, con quien compartió el com-promiso liberador de Cuba.

Al encontrarnos con su obra en diferentes momentos, en la que parecería que trata de retratar su alma en sus expresiones, vale la pena transcribir lo que dijo cuando se encontró frente al cadáver mutilado de su hijo, Panchito Gómez Toro, caído junto a Maceo:

...Siento en mi pecho palpitar un sentimiento de venganza, no por la muerte de mi hijo, pues a la guerra se viene a morir, sino por la mutilación de su cadáver: cortar la rosa no es tan malo; deshojarla con desprecio es lo amargo.1

1 DPFARC, Historia militar de Cuba hasta el siglo xx, La Habana, 1962, p. 114.

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Un inmenso sentimiento de amor por la patria y por su ma-dre queda plasmado en su Diario de campaña:

…Con estas convicciones pensé en abrazar, en estos días, a los míos y descansar en el seno de esas purezas… A las cuatro de la tarde, hemos dado vista a las dos antillas: Santo Domingo y Cuba, los dos pedazos de tierra de mis sueños. En la primera dejé mi cuna y quién sabe si en la segunda tendré mi sepul-tura. En la primera recibí el primer beso del amor más puro. En la segunda recibí el último. Allí le di el último beso a mi madre.2

Manifiesto de Montecristi

A finales de 1894, el plan inicial de la insurrección incluía la expedición Fernandina, la cual contaba con tres embarcaciones que iban cargadas de pertrechos militares y tenía la misión de recoger los jefes militares en diferentes lugares, entre los que se encontraban Antonio Maceo y Máximo Gómez.

La expedición no se realizó porque fue delatada a las auto-ridades de Estados Unidos, interesadas en que Cuba pasara de manos de España a la dominación estadounidense.

Cuando Martí informó del fracaso de la expedición a Gó-mez, quien se encontraba en Montecristi, este le contestó:

No se preocupe usted, por cualquier medio estoy dispuesto a que llevemos la libertad a Cuba, sin otras armas que las que podamos arrebatar a los mismos soldados españoles.3

El 24 de febrero de 1895 se produjo el alzamiento contra el poder colonial español. El 25 de marzo de 1895 José Martí y Máximo Gómez firmaron en República Dominicana el Manifiesto

2 DPFARC, Historia militar...3 DPFARC, Historia de Cuba, p. 364.

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de Montecristi, dirigido al pueblo cubano, el que contenía el pro-grama y las tareas centrales de la Revolución en Cuba.

El 11 de abril ambos desembarcaron en Playitas de Cajoba-bo, al suroeste cubano; llegaron a Baracoa y allí Gómez (electo general en jefe del Ejército Libertador por los otros altos oficia-les) presentó a Martí como mayor general, además de líder po-lítico de la revolución. Juntos continuaron hasta el 19 de mayo cuando el Apóstol cayó abatido por una bala española en la localidad de Dos Ríos.

Máximo Gómez siguió con su indomable espíritu de com-bate. Su llegada a Camagüey, donde había oposición a la revo-lución, convenció a la juventud para integrarse; en Las Tunas formó, en unión del general José María Capote, una columna de unos doscientos hombres. En la Asamblea Constituyente del 16 de septiembre de 1895 se le designó general en jefe y a An-tonio Maceo, lugarteniente general.

El 29 de noviembre de 1895 una columna de 1,536 soldados se abrazaba a Gómez y Maceo. Al día siguiente, al toque de 30 cornetas, el presidente Salvador Cisneros Betancourt pasaba re-vista a las fuerzas de la república en armas con todos los miem-bros del gobierno, con Máximo Gómez a su derecha y Antonio Maceo a su izquierda. Allí, el generalísimo pronunció una ex-traordinaria arenga, la cual inició con estas palabras:

Soldados: la guerra empieza ahora. La guerra dura y despia-dada. Los pusilánimes tendrán que renunciar a ella: solo los fuertes y los intrépidos podrán soportarla…4

A partir de ese momento, la pareja indomable Gómez-Ma-ceo continuó su camino hacia la gloria: Las Villas, Cienfuegos y Matanzas, entre otros escenarios de grandes batallas.

La derrota y posterior salida de Arsenio Martínez Campos de Cuba, hasta entonces gobernador de la isla, acercó la victo-ria del Ejército mambí. El 22 de enero de 1896 terminaba una

4 DPFARC, Historia de Cuba, p. 194.

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larga jornada de lucha con la llegada de Maceo a Mantúa. Por otra parte, España quería evitar la guerra con los Estados Uni-dos y estos esperaban que las condiciones en Cuba ofrecieran la oportunidad para intervenir. En marzo de 1898, el Congreso de los Estados Unidos adoptó una resolución para inmiscuirse en los asuntos cubanos.

El 22 de abril llegó la primera escuadra norteamericana y bloqueó el puerto de La Habana. El 3 de julio ocurrió el hun-dimiento de la escuadra española cuando entraba a la boca del puerto de Santiago. Al mismo tiempo se desarrolló la guerra terrestre y el 16 se produjo la rendición de Santiago de Cuba. El 12 de agosto se firmó el protocolo del armisticio.

El 10 de diciembre se firmaba el Tratado de París, el cual desconocía a los cubanos y sus instituciones. En el primer artí-culo, España renunciaba a todo derecho de soberanía y propie-dad sobre Cuba.

Al finalizar la guerra, el generalísimo Máximo Gómez fijó su campamento en los alrededores de la ciudad de Remedios y redactó una proclama en la que expresaba su preocupación «por la forma en que entraban a ejercer nuestros aliados tácti-cos la dominación de la isla», a la que consideraba ni libre, ni independiente todavía.5

Los Estados Unidos estaban convencidos de la necesidad de apartar al general Máximo Gómez del resto de las fuerzas re-volucionarias. Para esto enviaron a Cuba a Mr. Robert Porter, representante personal del presidente William McKinley, para plantearle, entre otras cosas, que debía trasladarse de Remedios a la Capital, aceptar el desarme y disolver el Ejército Libertador, a cambio de la dádiva de tres millones de pesos. La Asamblea de Representantes aceptó la propuesta de disolución, pero con-sideraba necesaria una mayor cantidad de dinero.

Fue en ese momento donde se produjo el rompimiento de-finitivo entre Máximo Gómez y la Asamblea, la cual el 11 de marzo de 1899 aprueba una moción para destituirlo del cargo.

5 Jorge Ibarra Cuesta, Máximo Gómez frente al imperio (1895-1905), La Habana, 2000, p. 13.

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Brotó entonces un fuerte y amplio movimiento de apoyo al general y la Asamblea –que ya había sido desconocida por los norteamericanos cuando le impidieron acompañar el cadáver de Calixto García– fue forzada a disolverse el 4 de abril de 1899.

En una carta a su hija María, de 17 de enero de 1899, Gó-mez expresaba:

Mi querida hija María, parece que la gente no sabe que Cuba no es libre; no hemos hecho más que cambiar de amo, después de tanta sangre derramada y tantas lágrimas […], la verdad es que como tú y yo no aceptamos, ni aunque sea por un momen-to, la tutela impuesta, así habrá mucho carácter libre y espíritu ilustrado que piense y sienta como nosotros.6

En carta a un corresponsal, de fecha 19 de julio de 1899, el general en jefe decía:

Tenemos que hacer salir cuanto antes de aquí a los america-nos, pues si les dan mucho tiempo se cogen a Cuba. Conozco sus propósitos y lo harán de una manera que puedan quedar justificados frente al mundo.7

De acuerdo con lo establecido por la Constitución de la Re-pública, el Gobierno debía ser electo. Máximo Gómez fue visto como el candidato presidencial con más popularidad y mejores condiciones morales. Su notoriedad y respeto eran tales que la Asamblea Constituyente incluyó en la Constitución una excep-ción, mediante la cual un extranjero que hubiera permanecido en las filas del Ejército Libertador por diez años podía ser can-didato a la Presidencia.

Sin embargo, Gómez se negó rotundamente a aceptar la postulación a presidente o cualquier cargo en el Gobierno. La revista ilustrada El Fígaro celebraba un certamen semanal entre

6 J. Ibarra Cuesta, Máximo Gómez..., p. 144.7 Ibídem.

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los electores. En el realizado en la última semana de agosto de 1899, cuando todavía los partidos no habían nominado candi-datos, los resultados fueron los siguientes:8

Máximo Gómez 2,023

Estrada Palma 510

Bartolomé Masó 460

Luis Estévez 275

Rius Rivera 214

Salvador Cisneros 208

A. Rodríguez 104

Rafael Montoso 102

M. Sanguily 102

Enrique J. Varona 100

Diego Tamayo 69

Fidel Pierra 58

Juan Gualberto Gómez 56

A. S. Bustamante 49

R. M. Merchán 34

Gonzalo de Quezada 33

Méndez Capote 20

José Lacret 15

Q. Banderas 7

Giberga 4

pResencia pRotagónica de máximo gómez

Tal como señalamos en capítulos anteriores, la presencia de los españoles en Cuba y Santo Domingo impulsó el desa-rrollo de fenómenos políticos y sociales que sirvieron de marco a la búsqueda y afianzamiento de una identidad nacional y a

8 J. Ibarra Cuesta, Máximo Gómez..., p. 146.

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propuestas amparadas en el derecho a una vida digna para sus nacionales.

Estos fenómenos causaron el traslado de ciudadanos de una a otra isla, llegando a asumir en Cuba un compromiso que los elevó a la categoría de héroes nacionales.

En todo ese tiempo se crece y magnifica la figura del gene-ralísimo Máximo Gómez, dominicano, símbolo de la solidari-dad entre estos dos pueblos, quien hizo suya la patria de Martí en cada una de las batallas por la independencia de Cuba.

Obsérvese su presencia protagónica en importantes aconte-cimientos de los períodos citados.9

1868

16 de octubreMáximo Gómez se unió a la revolución en El Dátil, con el

grado de sargento a las órdenes del poeta José Joaquín Palma.

4 de noviembreMáximo Gómez encabezó la primera «carga al machete» en

Tienda del Pino, camino de Santiago de Cuba a Bayamo.

8 de diciembreLos cubanos, bajo la dirección de Máximo Gómez, tomaron

nuevamente el pueblo de El Cobre.

1871

1ro de julioMáximo Gómez inició la invasión de Guantánamo, con la

quema de cafetales y la liberación de esclavos.

9 Empresa de Telecomunicaciones de Cuba. Agenda 2004. (Datos aportados por la Oficina del Programa Martiano; director: Armando Hart Dávalos), pp. 3-5.

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1872

3 de eneroMáximo Gómez y Calixto García atacaron y tomaron el pue-

blo de Guiza.

1873

9 de julioEl general Máximo Gómez se hizo cargo de las fuerzas ca-

magüeyanas a la caída en combate de Ignacio Agramonte.

1874

10 de febreroMáximo Gómez combatió victoriosamente en Camagüey.

1875

6 de eneroMáximo Gómez cruzó la trocha de Júcaro a Morón e inició

la invasión a Las Villas.

1878

18 de febreroEntrevista en Asiento de Piloto Arriba entre Máximo Gómez

y Antonio Maceo, en la cual este último le manifestó su inten-ción de continuar la lucha independentista a pesar del Pacto del Zanjón.

7 de marzoMáximo Gómez abandonó Cuba y partió hacia Jamaica.

1884

30 de marzoMáximo Gómez elaboró en San Pedro de Sula, Honduras, el

programa para continuar la lucha por la libertad de Cuba.

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2 de agostoMáximo Gómez y Antonio Maceo salieron de Honduras ha-

cia Estados Unidos para hacer contactos con otros cubanos, en-tre ellos José Martí.

1895

25 de marzoMáximo Gómez y José Martí firmaron el Manifiesto de Mon-

tecristi en la ciudad del mismo nombre, en República Domini-cana, en el cual explicaron los propósitos de la Guerra de Inde-pendencia de Cuba.

11 de abrilMáximo Gómez y José Martí llegaron a Cuba, por Playitas

de Cajobabo, al suroeste cubano.

1896

4 de eneroMáximo Gómez y Maceo tomaron el pueblo de Güira de

Melena. Fue incendiado el pueblo de Cayajaboa. El general José Lacret incendió el caserío de Itabo en Cienfuegos.

6 de eneroMáximo Gómez y Maceo se apoderaron de los pueblos de

Vereda Nueva, Caimito del Guayabal y Hoyo Colorado en las cercanías de La Habana.

10 de marzoConferencia entre Gómez y Maceo en el campamento de

Galeón para discutir la marcha de la guerra.

9 y 11 de junioMáximo Gómez y sus fuerzas se enfrentaron exitosamente a

una columna enemiga de 2,000 hombres.

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12 de julioPor orden de Máximo Gómez se levantó en Dos Ríos un

monumento de piedra en honor a José Martí.

20 de agostoMáximo Gómez y Calixto García atacaron y destruyeron el

Fuerte Loma del Hierro.

Años después, el generalísimo Gómez hizo un recorrido con su familia por varios pueblos, hasta Santiago de Cuba, donde fue recibido como héroe. Retirado en su lecho, por la noche se sintió mal y mandó llamar a su entrañable amigo el doc-tor Francisco Henríquez y Carvajal. Fue trasladado de Santia-go a La Habana, y murió el 17 de junio de 1905 en la Quinta del Vedado, tras recibir la visita del presidente Estrada Palma. Su cadáver fue cargado por sus cuatro hijos, además de una representación de los dominicanos en Cuba, encabezados por el encargado de negocios en ese país, señor Pérez Román, así como el general Francisco Effres, el doctor Francisco Henríquez y Carvajal y el comandante Lorenzo Despradel.

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El generalísimo Máximo Gómez.

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CaPítulo 5

Matías Ramón Mella y Julio antonio Mella

En la tercera década del siglo xx, se abrió una nueva etapa en la lucha por la libertad de Cuba, surgieron otros actores, entre los que se encuentra el joven cubano Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista de Cuba, símbolo de la juven-tud y nieto del patricio dominicano Matías Ramón Mella.

En 1875, en pleno desarrollo de la Guerra de los Diez Años, arribó a Cuba, exactamente a la ciudad de Colón, en Matan-zas, don Nicanor Mella Brea, natural de Puerto Plata, República Dominicana, y casado con María Mercedes Bermúdez, nacida en la misma ciudad. Nicanor, quien se establece en La Habana, era hijo de Matías Ramón Mella (fundador de nuestra Repúbli-ca, junto a Juan Pablo Duarte y Francisco del Rosario Sánchez) y fue el padre de Julio Antonio Mella, uno de los más destacados jóvenes cubanos de su época, héroe por la libertad de su país.

Don Nicanor tuvo seis hijas con su esposa: Celia, Isabel Ma-ría, Josefina, Luisa Anastasia, Leocadia y Juliana; las dos últi-mas murieron a los 9 y 12 días de nacidas, respectivamente. Procreó otros dos vástagos en una relación paralela que tuvo con la señora María Magdalena McPortland: Cecilio y Julio An-tonio Mella. Tuvo otro hijo con la señora Andrea Betancourt, llamado Enrique Betancourt.

La excelente relación entre Julio Antonio Mella y su padre desarrolló también un inmenso cariño y respeto por su abuelo,

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Matías Ramón Mella, y la unidad hispanoamericana, lo que que-da expresado en las crónicas:

Largos análisis de mi «yo» para descubrir esta vocación, cercio-rarme de ella con rememoraciones de mi niñez, conocimiento de mis antepasados, etc., me han demostrado que mi vocación es la ciencia de la guerra…

Y así he heredado de mi padre ciertas buenas cualidades, tales como el recto sentido del honor, la compasión por los de-más, sentimiento este que siento como muere; defecto o quizás solamente una virtud de la naturaleza y un vicio de la moral humana, el defecto –o lo que sea– que voy a nombrar, la sen-sualidad sexual, deseo este que hace años trato de ahogar sin haber podido triunfar jamás, y eso que no abuso de él, no, solo que en mi locura de servir a la mentalidad y a la fuerza corpó-rea pretendo ser casi un casto, pero como esto es un crimen contra la naturaleza, creo que jamás triunfaré.

Pues bien, así como he heredado estas cualidades o pa-siones, ¿no PodRía haBeR heRedado de mi aBuelo, el militaR, su amoR PoR la gueRRa?

Si la herencia es una ley, creo que siempre o casi siempre se cumplirá. Por todo esto queda resuelto que he naCido PaRa seR un militaR.1

Luego agrega:

Ver unidas a las repúblicas hispanoamericanas para verlas fuertes, para verlas respetadas, dominadoras de la libertad… He allí mi ideal…2

1 Adys Cupull y Froilán González, Hasta que llegue el tiempo, La Habana, 1999, p. 141. (El subrayado –en versales– es nuestro, RBP e YP).

2 A. Cupull y F. González, Hasta que llegue..., p. 142.

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otros descendientes de Matías Ramón Mella en Cuba

Adela Mella Imbert, natural de Puerto Plata, hija de Ilde-fonso Mella, hermano de Nicanor Mella, cuyo padre era Matías Ramón Mella, tuvo un hijo que sería biznieto del prócer do-minicano, de nombre Andrés Pohlmann, quien casó con la do-minicana Laura Argelia Figueredo Pérez, inmigrante en Cuba desde 1920.

Entre Laura y Julio Antonio Mella hubo una hermosa rela-ción y cuando trasladaron los restos de éste desde México a La Habana, ella y Adela Mella estuvieron presentes en los actos, ondeando una bandera dominicana que Adela llevó consigo desde nuestro país.

En resumen, nuestro patricio Matías Ramón Mella tuvo en Cuba siete nietos: cuatro hembras y tres varones. Nicanor Mella, después de enviudar, tuvo un segundo matrimonio en La Haba-na, con María Melón y Lobato.

mueRte de los padRes de julio antonio mella

Con el anuncio del asesinato de Julio Antonio Mella en Méxi-co, el gobierno del dictador Gerardo Machado inició una ola re-presiva contra toda la familia. Las residencias de Nicanor Mella y sus hijas fueron cercadas por la policía; Nicanor Mella fue apre-sado, por su delicado estado de salud no resistió mucho y falleció en la ciudad de La Habana el 21 de diciembre de 1929.

En el cementerio de Colón, en La Habana, se encuentran los certificados de defunción de don Nicanor Mella y su esposa Mercedes Bermúdez, en los que se lee lo siguiente:

El 22 de diciembre de 1929 se dio sepultura en este cemen-terio de Colón en el cuartel noroeste cuadro Ocampo común bóveda de Nicanor de Mella Brea natural de República Do-minicana de 78 años de edad e hijo de Ramón y de Josefa,

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falleció en la calle de avenida de Bélgica y Almendares a con-secuencia de nefritis crónica según certificado del doctor: V. Vilthop y remitido de la parroquia de San Agustín con licen-cia del señor Juez Municipal de Marianao… (1 / Expediente Núm. 8780)

Mercedes BermúdezAdulto

Fue exhumado el 28 de diciembre de 1928, colocado en el Núm. 7 de Cruz de Orden, osario de Isabel Mella.

En 27 de octubre de mil novecientos quince se dio sepul-tura en este cementerio de Colón en el cuartel bóveda número 762 de Nicanor Mella, Mercedes Bermúdez Ferreiras, natural de Puerto Plata, de sesenta y ocho años de edad, casada, falle-ció en la calle Aguacate número quince, a consecuencia de ar-terioesclerosis, según certificación del doctor Roberto Chomat y remitido a la parroquia del Ángel con licencia del señor Juez Municipal del Este. (Expediente Núm. 1844).3

Hay un pasaje de esta historia que se escapa de la escena de la guerra al ámbito cultural y que es refrescante mencionar. Julio Antonio Mella y su hermano tuvieron por nodriza a una hermosa mujer de nombre Longina O’Farril, en quien se inspi-ró el afamado compositor cubano Manuel Corona para crear la antológica canción «Longina», cuyas letras la retratan:

Por ese cuerpo orlado de bellezatus ojos soñadores y tu rostro angelicalpor esa boca de concha nacaradatu mirada imperiosa y tu andar señoril.

Te comparo con una santa diosaLongina seductora cual flor primaveral

3 A. Cupull y F. González, Hasta que llegue..., p. 321.

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ofrendándote con notas de mi lira,con fibras de mi alma, tu encanto juvenil.4

(1916)

Familiares del héroe cubano de ascendencia dominicana Julio antonio Mella5

General Matías Ramón Mella y CastilloMaría Josefa BreaNicanor MellaIsabel María Mella BermúdezJosefina Mella BermúdezAmérica Mella BreaJuliana Mella BermúdezLuisa Anastasia Mella BermúdezLeocadia Mella BermúdezRamón Mella BreaIldefonso Mella BreaAdela Mella ImbertAndrés Pohlmann MellaNicanor Ibarra MellaMercedes Camporredondo MellaLuis Camporredondo (hijo de Mercedes)Armando Camporredondo (hijo de Mercedes)Enrique Mella BetancourtNicanor Enrique Mella SantapuMargarita SantapuJosefina Mella SánchezAleida María Mella SánchezFrancisco Mella SantapuHilda León MellaMargarita Mella Santapu

4 A. Cupull y F. González, Hasta que llegue..., p. 97.5 Ibídem, anexos 3 y 4.

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Margarita Pallí MellaRamón Mella SantapuCarmen Mella FuentesGraciela MellaCecilia McPortland (madre de Julio Antonio Mella)Cecilio Mella McPortlandJulio Antonio MellaOliva Saldívar Freyre (esposa de Julio Antonio Mella)Natasha Mella SaldívarIleana de la Torriente MellaJosé Ramón Mella

Julio Antonio Mella. (Foto: Tina Modotti).

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CaPítulo 6

Horacio Vásquez exiliado en Cuba

Los inicios del siglo xx encontraron a la República Domi-nicana en medio de la prolongación de una aguda crisis social, política y económica. De 1882 a 1884 asumió Ulises Heureaux (Lilís) su primer mandato como presidente de la República. Al-canzó nuevamente el poder desde1886 hasta 1899, año en que fue ajusticiado. Su tiranía se distinguió por el gasto de conside-rables sumas de dinero para enfrentar los constantes levanta-mientos en su contra, lo que le llevó a la búsqueda de recursos económicos externos, los cuales obtuvo en condiciones onerosas para el país.

La nación estaba presionada por una descomunal deuda, ahogada económicamente por los compromisos contraídos por el presidente Heureaux, entre ellos un empréstito de la empresa belga Westerndorp por 770,000 libras esterlinas a un 6% de interés anual pagadero en 30 años. Las condiciones impuestas daban a la compañía extranjera el control de los ingresos del país, el derecho absoluto de la empresa belga de nombrar los agentes fiscales recaudadores y la hipoteca de las rentas aduaneras.

Desaparecido Lilís, le sucedió una Junta Popular que rápi-damente dio paso al gobierno provisional encabezado por Ho-racio Vásquez, que en pocos días llamó a elecciones. En ellas resultaron electos Juan Isidro Jimenes y Horacio Vásquez, como presidente y vicepresidente, respectivamente, quienes tomaron

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posesión de sus cargos en noviembre de 1899. En marzo de 1902 una asonada organizada por el vicepresidente Vásquez derrocó al presidente Jimenes. El 23 de marzo de 1903 un contragolpe dio inicio a la guerra civil; hubo violentos enfrentamientos en-tre los revolucionarios con las tropas gubernamentales. El 18 de abril Vásquez decidió renunciar a la Presidencia y retirarse a Santiago de los Caballeros.

¿Qué sucedió con Horacio Vásquez, hacia donde se dirigió? Veamos: Siete días después de su renuncia como presidente de la República Dominicana, se encaminó a Cuba. Frente a cada acontecimiento político en que dominicanos y cubanos se vieron obligados a buscar apoyo en otras tierras, la diáspora se dirige a la otra isla. Hurgando en el Archivo de Santiago de Cuba, encon-tramos el siguiente historial de la llegada de Horacio Vázquez.

llegada de hoRacio vásquez a cuba

Comunicaciones entre el capitán del puerto de Guan-tánamo, Pedro Díaz, y la Gobernación de Santiago de Cuba, en las que anuncian la llegada del vapor «Presidente» y piden instrucciones:1

Copia de telegramaComunicaciones de la isla de CubaSección de telégrafosGuantánamo, 25 de abril de 1903. 5:55 p.m.Gobernador Civil de Santiago.

Vapor de guerra Presidente de Santo Domingo viene a re-fugiarse en Guantánamo, trae muchos tripulantes, lo aviso a usted en cumplimiento de mi deber.

PedRo díaz

1 Archivo Histórico de Santiago de Cuba, fondo Inmigración, legajo 70, expediente 23.

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Guantánamo, 25 de abrilGobernador civil Santiago

Horacio Vásquez ex presidente dominicano ha llegado a este puerto acompañado de algunos empleados de su gobier-no buscando hospitalidad playas cubanas Guantánamo de-clara no haber ingerencia otras naciones al dejar su gobierno desea desembarcar.

Urge contestacióndíaz

Capitán puerto

Habana, 26 de abrilGobernador provincial Santiago

Procure informar si vapor «Presidente» y pasajeros queda-rán en Guantánamo o a dónde piensan dirigirse avisándome de cuantos informes adquiera acerca del destino del barco, especialmente recomendando autoridades aquel puerto impi-dan embarque el vapor pertrechos de guerra.

YeRo

Guantánamo, 27 de abrilGobernador civil Cuba

De momento Vásquez fija residencia aquí y ordena coman-dante crucero «Independencia» se dirija a esa ciudad y lo ponga a disposición Cónsul República Dominicana al desembarcar…

h. medRano Alcalde

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Guantánamo, 27 de abrilGobernador civil provincial Santiago

Aquí no tengo buque de guerra, no fortalezas hasta ahora vapor de guerra está en puerto urge resuelva llevarlo a Santia-go bajo custodia autoridades de esta aduana para salvar res-ponsabilidad

PedRo díaz

Guantánamo, 27 de abrilGobernador provincial Santiago

No existiendo declarado oficialmente estado de guerra en República Dominicana no hay inconveniente desembarco Ho-racio Vásquez y demás personas, cumpliéndose por ellos y bu-que que los transporta leyes aduana y sanidad están en rigor.

PedRo díaz

25 de julioC. P. y gobernaciónSeñorCónsul de la República DominicanaCiudad

Señor:Este gobierno espera merecer de usted se digne manifes-

tarle la resolución que haya tomado con respecto a la cuenta de gastos hechos en Guantánamo por los tripulantes del cru-cero dominicano titulado Presidente, a fin de poder contes-tar a la alcaldía municipal de Guantánamo, quien recuerda el reintegro de la cantidad desembolsada.

De Ud. con toda consideración [...]

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CaPítulo 7

Intelectuales dominicanos en Cuba

La República Dominicana continuó generando con sus emi-grantes una pléyade de hombres y mujeres cuyas raíces en Cuba hicieron crecer el árbol de la fraternidad. El machete del genera-lísimo se hizo presente en el arte y la cultura, en una representa-ción de eminentes intelectuales, entre los que se encontraban Ju-lio E. Ravelo, 1900; Luis Desangles, 1904; el poeta Osvaldo Bazil, 1908; Fernando Abel Henríquez, 1913-1923; René B. Lluberes, 1923; Manuel F. Cestero, 1925; Augusto Vega y René Fiallo, 1926; Luis Casanova, 1930, y los Henríquez, en diferentes épocas.

luis desangles, «pintoR antillano»

En 1904 asumía como cónsul de la República Dominicana en Santiago de Cuba el afamado artista Luis Desangles, llamado el «pintor antillano» por la expresión de su arte, quien desarro-lló en Cuba una fructífera carrera artística, específicamente en Santiago, donde se radicó y se encuentran huellas de su obra y de su vida.

Luis Desangles nació en Santo Domingo el 8 de enero de 1861 y fue bautizado en la Catedral Primada. Sus padres ha-bían nacido en Francia y obtuvo la ciudadanía francesa, por lo que ostentó así la doble nacionalidad. En su niñez tuvo como maestro a León Cordero; su primer estudio/taller se ubicó en

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la parte baja de su vivienda en lo que hoy son las casas núme-ros 48 y 50 de la calle Padre Billini esquina Hostos en Santo Domingo. A este lugar asistió, entre otros, el insigne educador Eugenio María de Hostos, quien estableció con el pintor una hermosa amistad.

En su largo batallar por el florecimiento del arte se destacó su aporte para el establecimiento de la Academia de Pintura. En 1890 ocupó el cargo de director de la Escuela Municipal de Dibujo de Santo Domingo. Salió al destierro deportado por Lilís; se estableció en Puerto Rico, donde dejó sus huellas en el arte. El 8 de enero de 1896 se le concedió el salvoconducto para regresar al país. A finales del siglo xix y principio del xx se unió a la tendencia indigenista; se hicieron célebres sus obras Cao-nabo, Caonabo en prisión, el Arribo de Anacaona y otras de temas costumbristas, históricos y religiosos.

En 1902 se estableció en Santiago de Cuba, donde residió por más de 4 décadas. Allí continuó su temática histórica y he-roica, haciéndose célebre su obra pictórica La invasión de Maceo a Occidente, referida a la heroicidad de Antonio Maceo Grajales, la que le permitió ganar en 1906 la cátedra de dibujo de la Es-cuela de Bellas Artes.

Formó parte del Comité Central Pro Santo Domingo, contra la ocupación militar yanqui de su patria, fundado en Santiago de Cuba el 30 de diciembre de 1918, el cual presidía Emilio Bacardí. En 1922 fue uno de los más fervientes organizadores de la Asociación de Artistas de Oriente y participó en la primera exposición organizada por esta entidad. En 1939, con 78 años de edad, tomó parte en el Congreso Nacional de Arte Cubano. Se ausentó físicamente de esta vida el 13 de abril de 1940, a las 5 de la tarde, en Santiago de Cuba.

la plástica dominicana en cuba

El tránsito marcado por la presencia de los dominicanos en los procesos cubanos por la libertad tuvo, además, un trascendental

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impacto en los espacios culturales cubanos, no solo en la músi-ca, como veremos más adelante, sino también en otras esferas del arte, muy significativamente en el pictórico. Decenas de artistas plásticos dominicanos asumieron a Cuba como su casa, en la cual desarrollaron la expresión de su arte. Encabezados por el ya men-cionado «pintor antillano», Luis Desangles, varios se destacaron, entre ellos Juan de la Mata Tejada, el primero en usar la litografía en Cuba, quien se desempeñó como profesor de dibujo en la es-cuela San Basilio El Magno.

También estuvieron en Cuba Epifanio Billini Hernández, afamado pintor y fotógrafo; Carlos Federico Isaías Ramírez Guerra, acuarelista; María Adriana Engracia Billini, pintora, quien fue directora de Bellas Artes de Cuba, hija de Epifanio Billini.

El patrimonio cultural cubano contiene las obras de muchos de estos artistas. Una colección de cuadros de Adriana Billini y Jaime Colson se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba y en el Museo Bacardí de Santiago de Cuba también encontramos sus pinturas.

los henRíquez

Los Henríquez representan una familia de intelectuales que, en diferentes etapas y momentos, se diseminaron por el mun-do, en ocasiones forzados por las limitaciones que provocaban las convulsas condiciones políticas y sociales y, en otras, por su excelsa actividad. Pero esa presencia estuvo marcada en cada rincón por dos condiciones: una, la férrea y solidaria unidad familiar y, por otra parte, el sentimiento dominicanista y caribe-ño. Mucho se ha escrito sobre la familia Henríquez; sin embar-go, no es posible referirse a Cuba y a la República Dominicana sin resaltar la presencia de los Henríquez.

En 1903, llegó a aquella isla Francisco Henríquez y Carvajal, médico, abogado y escritor, quien además desarrolló una vasta actividad intelectual junto a su hermano Federico Henríquez

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y Carvajal. Este último fue amigo entrañable del apóstol José Martí, quien, al escribirle una carta, considerada su testamento político, expresaba el enorme sentimiento de patria que hacia Cuba y República Dominicana sentían los hijos de ambas nacio-nes, cuando señaló: «Esto es aquello, y va con aquello».1

Este pensamiento de José Martí, manifestado en su carta a Federico Henríquez y Carvajal de 1895, quedó plasmado en otra que escribió su hermano Francisco Henríquez y Carvajal a su hijo Pedro Henríquez Ureña, en 1909, en la que decía:

…Por otro lado, paréceme que nosotros tendremos que vivir entre Santo Domingo y Cuba. Otro medio más lejano ya cam-bia de fisonomía y nos aleja de una vez de nuestra tierra in-feliz, a la cual vuelven siempre nuestros ojos y nuestros pasos aunque sea al declinar de la vida.2

Francisco Henríquez y Carvajal: el presidente errante

Se estableció en Cuba con sus cuatro hijos: Francisco Noel, Pedro Nicolás, Máximo Adolfo y Camila Salomé Henríquez Ureña, de su matrimonio con Salomé Ureña de Henríquez, in-signe poetisa y educadora dominicana. Además de sus activi-dades intelectuales, sobresale por su actitud de lucha contra la ocupación estadounidense en Santo Domingo de 1916. El título de presidente errante se origina al ser electo presidente de la República Dominicana y no poder asumir la investidura.

Desde Cuba inició una campaña en contra de la ocupación. Como parte de esta actividad, asistió en 1919 a la Conferen-cia de Paz celebrada en París, Francia, donde le fue impedido

1 José Martí, Obras escogidas, tomo III, La Habana, 1980.2 Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón (compiladores), Familia

Henríquez Ureña: epistolario, tomo I, Santo Domingo, 1994.

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hablar por los delegados norteamericanos presentes, quienes le sugirieron elevar su propuesta a Washington. Por otra parte, parece que el problema de un país pequeño, distante del gran continente europeo, no era del interés de los allí reunidos. De inmediato se dirigió a la cabeza del imperio, lo que unido a la actitud de condena de las naciones latinoamericanas a la in-tervención en República Dominicana, quizás temerosas de que el expansionismo de Estados Unidos les alcanzara, provocó el uso de nuevas estrategias para el mantenimiento de las tropas extranjeras en territorio dominicano.

Ese mismo año, los Estados Unidos plantearon la formación de una junta gubernativa con el supuesto propósito de «ayudar a la reorganización del país». La propuesta junta sería integrada por el arzobispo de Santo Domingo, monseñor doctor Adolfo A. Nouel, licenciado Jacinto de Castro, doctor Jacinto J. Peynado, el señor Federico Velásquez Hernández y el doctor Francisco Henríquez y Carvajal, quien (como era de esperarse) no aceptó formar parte de los planes de los invasores, los mismos que le impidieron asumir la Presidencia de la República.

Camila Salomé Henríquez ureña

A los nueve años de edad Camila inició sus estudios en San-tiago de Cuba, donde residía con su padre y su hermano Max. En esa ciudad realizó el bachillerato, la licenciatura en pedagogía y doctorados en filosofía y letras y pedagogía. También estudió en la Universidad de Minnesota, donde ocupó una cátedra.

En Cuba fue profesora de la Escuela Normal de Maestros de Santiago y en la Universidad de La Habana. Igualmente, impartió docencia en las universidades de Minnesota y Middle-bury y en el Vassae College de Estados Unidos.

Durante su estancia en Estados Unidos, entabló una fuerte amistad con la norteamericana Marion Risk. Al regreso de Ca-mila a Cuba, en 1921, llegó a este país su amiga, quien había sido alumna de Isadora Duncan y fundó en Santiago de Cuba

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la primera escuela de danza moderna. Marion Risk pasó a ser parte integrante de los Henríquez Ureña, ya que todo el tiem-po que residió en Cuba lo hizo en el seno de esta familia.

En el Archivo de Santiago de Cuba, legajo 787, encontramos dos documentos de fecha 6 de julio de 1929: uno, relativo a una solicitud de informe a la policía secreta de Santiago de Cuba para la naturalización de Camila Henríquez Ureña; junto a dicha soli-citud, otro documento, el informe de este organismo descargán-dola de cualquier acusación de anarquista. En 1932 viajó a Fran-cia, donde cursó estudios en la Universidad Sorbona de París.

De la labor intelectual y social de esta mujer mucho se ha escrito: educadora, heredó de su madre y de Eugenio María de Hostos un concepto y una práctica educativa igualitaria y para el desarrollo; intelectual capaz de vincular la historia con la fun-ción cultural, defensora de la cultura y el conocimiento como patrimonio de la humanidad.

Tuvo una concepción que equiparaba al hombre y a la mu-jer en su capacidad intelectual; fue activista feminista y en esa tesitura asistió como delegada al Congreso Nacional Femenino de 1939 y, dos años después, participó en la conferencia que celebró la Federación General de Mujeres en La Habana –la Federación de Mujeres era una organización con representación de mujeres de Estados Unidos y otros países de América–.

Al triunfar la Revolución cubana se encontraba en Estados Unidos, donde tenía una cátedra en la Universidad de Min-nesota. Regresó a Cuba y se incorporó al proceso de definición e implantación del sistema educativo cubano. Es en ese contex-to que la escritora Mirta Aguirre expresa sobre Camila:

Pero cuando se marchaban muchos, regresó ella; cuando mu-chos iban a mendigarle al enemigo un lugarcito bajo el Sol, a cambio de retirarle a la patria sus servicios, Camila Henríquez Ureña retornó a Cuba, para correr en Cuba la suerte que cu-piera a todo nuestro pueblo.3

3 Camila Henríquez Ureña, Estudios y conferencias (prólogo de Mirta Aguirre), La Habana, 1982, p. 11.

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A esta dominicana que abrió las fronteras, cruzó los mares y unió los cielos para unir en una sola patria amada las dos islas, Cuba, reconocedora de sus hijos e hijas nacidos dentro y fuera de su tierra, la nombró modelo a imitar, maestra meritísima, en el claustro solemne de la Universidad de La Habana del 21 de diciembre de 1970. El 12 de septiembre de 1972 murió Cami-la, en Santo Domingo en el lugar donde llegó a la vida, allí la devolvió.

Max Henríquez ureña

Arribó a Cuba, específicamente a la ciudad de Santiago, el 28 de mayo de 1904. Su aporte intelectual se desarrolló en los medios escritos y en la promoción de espacios para el debate, la investigación y el trabajo; en la creación de instituciones edu-cativas y culturales que han traspasado los limites del tiempo, perduran hasta nuestra época la Escuela Normal de Oriente, la Academia Domingo del Monte y la Escuela Libre de Derecho. Promovió, además, las publicaciones Cuba Contemporánea, Diario de Cuba, Cuba Literaria, Archipiélago y El Sol.

Esa concepción de producción colectiva, de la propiedad universal del conocimiento, fue patente en su obra y en su pensamiento.

Pedro Nicolás Henríquez ureña

Además de hermano, fue amigo y compañero de Max, quien lo consideró su maestro. Sin muchas actitudes para el estudio durante su niñez, se graduó de bachiller en el 1900 a los 16 años, después de pasar por diferentes centros educativos, entre los que estuvo la Escuela Normal de Eugenio María de Hostos en Santo Domingo. Fue llevado por su padre a los Estados Uni-dos, concretamente a Nueva York, donde se dedicó al estudio del idioma inglés, que aprendió rápidamente.

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Ante la imposibilidad de su progenitor para ofrecerle los re-cursos necesarios para subsistir en esa urbe, Pedro se integró al trabajo productivo, lo que le aportó una vivencia que contribuyó al fortalecimiento de su actitud crítica frente a las condiciones de vida y laborales de los trabajadores en los Estados Unidos. Allí permaneció hasta 1904, cuando regresó a Cuba, donde se reunió con su padre, hermanos y hermana.

Arribó en abril de 1904 y empezó a trabajar en la casa Silvei-ra y Compañía, empleo que logra por recomendación de Máxi-mo Gómez. De inmediato se vinculó a los círculos intelectuales e inició su cosecha literaria en Santiago con la fundación de la revista semanal Cuba Literaria. Al mismo tiempo, colaboraba con las revistas La Discusión de La Habana y Cuna de América en Santo Domingo. En 1905 partió hacia México y, al año siguien-te, fundó La Revista Crítica, órgano de la Asociación Literaria In-ternacional Americana, además de trabajar en periódicos como El Diario, El Imparcial, El Antirreeleccionista.

El 17 de abril de 1910, Pedro Henríquez Ureña regresó a La Habana; allí participó de inmediato en las conferencias del filósofo Enrique José Varona y ofreció una en el Ateneo de La Habana. El 22 de junio de 1911 regresó a México, donde se encontró con una nación convulsionada políticamente. En 1914 volvió a Cuba, que siempre fue una estancia donde expandir su acervo intelectual. Durante el corto tiempo que estuvo allí en esta ocasión, apenas cuatro meses, trabajó para diferentes medios como el periódico El Fígaro, la Revista Bimestre Cubana, Letras y en Cuba Contemporánea.

Transcurrido ese tiempo, sus pasos se dirigieron a Washing-ton como corresponsal del Heraldo de Cuba, donde trabajó hasta 1915, dejando la prodigiosa cosecha de cuarenta y seis artículos de fondo. Continuó su constante andar, siempre dejando hue-llas tras su paso por cada país visitado.

En 1933, Pedro, su padre Francisco Henríquez y Carvajal y otros familiares regresan a Cuba, ante las ofensas del tirano

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Trujillo contra ellos. De nuevo Cuba era la madre solícita que recibió el hijo como si nunca hubiera salido del vientre mater-no. Ese mismo año el destacado literato regresó a Argentina y se incorporó, además de sus actividades intelectuales, al trabajo docente como profesor de literatura en Universidad Nacional de La Plata.

En1941, Pedro Henríquez Ureña visitò sus parientes en Cuba. Sería la última vez que pisaría la tierra que lo acogió jun-to a su familia. Al regresar a Argentina, mientras se dirigía a impartir su cátedra, el 11 de mayo de 1946, murió Pedro Hen-ríquez Ureña, en el tren que lo transportaba de su casa al lugar de trabajo.

Sin duda alguna, nos encontramos ante una familia cuya entrega al arte, la cultura y la sociedad se traspasó de genera-ción en generación de la misma forma en que sus frutos han traspasado las fronteras de Hispanoamérica y del mundo. Una práctica y una concepción basadas en la solidaridad y el inter-cambio familiar, explicado ésto en la inserción de sus raíces en el mundo intelectual en que se desenvolvieron.

Basta con echar una ojeada a algunos de los troncos fami-liares y encontraremos la continuidad de una estirpe de inte-lectuales de generación en generación: Francisco Henríquez y Carvajal, médico y abogado; Salomé Ureña de Henríquez, poetisa y educadora. Y ese acervo cultural se extendía a otros miembros de la familia: Nicolás Ureña de Mendoza, padre de Salomé Ureña de Henríquez, abogado y poeta; Gregoria Díaz de Ureña, destacada maestra.

El impacto de la presencia de esta honorable familia domi-nicana, los Henríquez y Carvajal y Henríquez Ureña, se mani-festó en Cuba en la vida social y cultural. Además del aporte en la educación, la literatura y el arte, la República Dominicana se honró al contar entre su representación consular a uno de ellos. En 1923 Fernando Abel Henríquez, hijo de Federico Henríquez y Carvajal se desempeñó como cónsul de la República Domini-cana en Santiago de Cuba.

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Además del doctor Francisco Henríquez y Carvajal y sus hijos,4 otros miembros de esta distinguida familia vivieron en Cuba, algunos de ellos por razones políticas. De su segundo ma-trimonio con la cubana Natividad Laurenzón, Francisco Hen-ríquez y Carvajal tuvo cuatro hijos, entre los que se encuentra Cotubanamá Henríquez, uno de los fundadores del Partido Re-volucionario Dominicano en Cuba.

4 Andrés L. Mateo, Pedro Henríquez Ureña. Vida, errancia y creación, Santo Do-mingo, 2002, pp. 17, 23 y 227.

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CaPítulo 8

Bolero y son: una identidad cultural compartida

El intercambio cultural entre las dos islas sirvió de base a la conformación de la identidad de los dos pueblos. La llegada de los esclavos aportó nuevos ritmos y danzas rituales, diferentes a las aborígenes, que contribuyeron a un fuerte auge en el desa-rrollo de la música religiosa y popular durante la colonia.

Posteriormente, dos acontecimientos de profundas raíces en la expresión musical cubana y dominicana se entrecruzaron para dejar el sello de ambos países en dos de las más fuertes expresiones musicales: el son y el bolero.

las heRmanas ginés

La primera expresión de este intercambio se remonta al siglo xvi, con la llegada a Santiago de Cuba de Teodora y Mi-caela Ginés, dos negras libres, procedentes de Santiago de los Caballeros.

Ambas, excelentes tocadoras de bandola y vihuela, actuaban en fiestas populares con fuerte influencia religiosa que se cele-braban en Cuba. A Teodora y Micaela Ginés se atribuye la auto-ría de la tonada Ma’ Teodora, la cual es considerada por algunos folcloristas como el origen del son cubano.

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Ricardo Repilado, en su ensayo Teodora Ginés, aporte a la mú-sica, anota:

Cuentan las viejas crónicas que en 1580, menos de un siglo después del descubrimiento y reinando en España [de] Felipe II, Teodora y Micaela Ginés integraban en Santiago de Cuba una pequeña orquesta junto con dos tocadores de pífano y un sevillano, tocador de violín, nombrado Pascual.

Esta es la primera orquesta que registra nuestra historia y, aunque no podemos asegurarlo por falta de datos, puede ha-ber sido la primera orquesta del período de la colonización española. La historicidad de Ma’ Teodora no ha sido discutida, la han aceptado sin reservas Laureano Fuentes, Alejo Carpen-tier, Emilio Bacardí, el maestro Guillermo Tomás, José Antonio Portuondo, entre otros. Se sabe, por el testimonio de don José María de la Torre, que hacia fines del siglo xvi Micaela Ginés y Pascual de Ochoa se trasladaron a La Habana, donde formaron un cuarteto.

Max Henríquez Ureña expresa:

Teodora Ginés y su hermana Micaela habían nacido en San-tiago de los Caballeros, tocaban vihuela y bandola y se hacían acompañar por otros instrumentos, entre ellos el calabozo. En el último cuarto del siglo xvi, por lo menos antes de 1580, es que las dos hermanas pasaron a Santiago de Cuba y allí adquirieron fama. Micaela se trasladó después a La Habana y consta que en esa capital vivía en 1598. La tonada Ma’ Teodora, además de su lenguaje típico con expresiones de argot local, encerraba otra novedad, que las hermanas Ginés personifica-ban la influencia musical africana.1

1 Max Henríquez Ureña, Panorama histórico de la literatura dominica-na, Río de Janeiro, 1945, pp. 92-93.

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El investigador cubano Alberto Muguercia ha elaborado re-cientemente un exhaustivo ensayo, en el cual niega la existencia real de Teodora Ginés, calificándola como un mito. Sea cual fuere la tesis demostrada, Ma’ Teodora es una realidad musical decisiva en la historia musical cubana.

Letras de la tonada Ma’ Teodora:

¿Donde está la Ma’ Teodora?Rajando la leña está.¿Con su palo y su bandola?Rajando la leña está.¿Donde está que no la veo?Rajando la leña está…2

sindo gaRay

El otro acontecimiento musical, que insertó a la República Dominicana en el conocimiento y práctica de lo que se per-petuaría en el tiempo como una de las más altas expresiones musicales de los sentimientos humanos, fue el bolero cubano. Como diría un actual pensador sobre el bolero: «de Cuba para el mundo», pero fue primero de Cuba a República Dominicana en la voz del emblemático cubano Sindo Garay.

Garay llegó a Quisqueya en 1895, después de pasar por Juana Méndez, en Haití. Se radicó en Dajabón, donde compuso cancio-nes, entre ellas boleros; allí conoció al apóstol cubano José Martí. Casó con una dominicana de Santiago de los Caballeros. En 1900 regresó a Cuba, dejando en República Dominicana su bolero, que siguió a la península de Yucatán, Ciudad México y Puerto Rico. En 1901 nació el bolero dominicano en Montecristi.

Sindo Garay paseó sus acordes por el mundo y la canción, como voz de las almas enternecidas.

2 Cintio Vitier, Rajando la leña está (novela), La Habana, 1986, p. 3.

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luis RiveRa

Inició sus estudios de música, piano y violín desde tempra-na edad, hasta convertirse en una joya musical en la República Dominicana. Luego de actuar con el trío «México Lindo» en su tierra, se trasladó con sus integrantes a Port-au-Prince, desde donde viajarían a México.

Por azares de la vida, el barco que les llevaría ya no viajaba a México por lo que se trasladó a Cuba, donde estableció una fuerte amistad con el grande de la música cubana, Ernesto Le-cuona. Esto sería determinante en el surgimiento del compo-sitor en que se convertiría más adelante. Lecuona lo designó director de orquesta y arreglista de su música, junto a don Luis Zarzuela, Pancho García y otro grande, entre los grandes: Julio Alberto Hernández.

En Cuba, Luis Rivera compuso las canciones Dulce serenidad –escrita en una cajetilla de cigarrillos–, Déjame quererte, Reina y Rosas para ti, entre otras. Además, formó una orquesta y el pri-mer trío de voces femeninas de Cuba: «Las Tres Muñecas». Re-gresó a Santo Domingo como compositor; se inició en la música sinfónica y creó Rapsodia dominicana I, para orquesta y piano, lo que dio nuevo impulso a su trayectoria artística creadora.

albeRto beltRán

En Cuba también dejó su canto Alberto Beltrán, quien resi-dió un largo tiempo en ese país, formando parte de la legenda-ria orquesta «Sonora Matancera», con la cual ganó un disco de oro, el más alto galardón musical de la época en este género.

Su estilo y su voz dejaron hermosas huellas en el pueblo cu-bano. En el año 2002, Cuba dedicó a la República Dominicana, en la persona de Beltrán, el XVI Festival Internacional Bole-ros de Oro, en el que participaron numerosos invitados por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Asistieron al evento destacados artistas dominicanos como Sonia Silvestre, a quien unen sólidos lazos de amistad con Cuba, Rhina Ramírez, Frank Cruz, Niní Cáffaro, Jorge Taveras y el folclorista Dagoberto Tejeda.

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CaPítulo 9

Diversidad de la emigración dominicana a Cuba

En fecha 2 de julio de 1912 el entonces cónsul de la Re-pública Dominicana en Cuba, señor Horacio Lamarche, envió una comunicación al Gobernador de la provincia de Oriente, en contestación a su solicitud de obtener una relación de los dominicanos inscritos en ese consulado.

En la lista se registran 137 dominicanos y dominicanas, entre los que se encuentran familias completas, padre, madre e hijos, quienes desempeñaban las más diversas actividades producti-vas. Como señala el señor Lamarche en la comunicación citada, siempre había una cantidad de personas que no cumplen los requisitos legales, por lo tanto, no aparecían registradas en ese consulado.1

Santiago de Cuba, 2 de julio de 1912.Señor Gobernador de la provincia de OrienteCiudad.Señor:

En contestación a su muy atenta comunicación de fecha de ayer me es grato enviar a usted nota de los dominicanos inscritos en los libros de este Consulado…

Debo hacer constar a usted, señor Gobernador, que exis-ten además en esta ciudad y en el interior de la provincia algu-nos otros dominicanos no inscritos. En la creencia de haberlo

1 Véase anexo Núm. 10.

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90 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

complacido y en espera de producirle cuantos datos e infor-mes requiera usted de este Consulado, es de Ud. con la más alta consideración.

hoRaCio lamaRChe

Cónsul de la República Dominicana

De la lista presentada 41 eran mujeres; de ellas, 13 viajaron solas o con sus hijos e hijas.

Nombre oficio acompñanteTemístocles A. Ravelo Esposa y cuatro hijos

Juan E. Ravelo Esposa y cuatro hijos

Osterman Lamarche

José de los Reyes Valdés Hermana

Bernardo Casó Ybenga Platero Madre y esposa

Lisandro Caminero Jornalero Madre y esposa

Venancio Ramírez Agricultor

Juan Valdez y Donia Agricultor

Fabián Lores Jornalero Esposa y seis hijos

Manuel de Jesús Perdomo Jornalero

Juan de Dios Trinidad Comerciante

Eugenio Fernández Comerciante

Asad Lajout(naturalizado dominicano) Comerciante

José Andrés Gutiérrez Comerciante

Carlos A. Pierret Maquinista

Sinencio del Rosario Comerciante Tres hijos

Baldomero Padilla Mecánico

José Agustín Féliz Sastre

Arturo J. Muñoz Tabaquero

José Manuel Malagón Comerciante

Ramón Ricardo Comerciante

Jaime R. Vidal Comerciante

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Raíces de una hermandad 91

Nombre oficio acompañante

Tomás Pascual Rodríguez Dependiente de comercio

Bartolomé A. De Peña Zapatero Esposa y cuatro hijos

Carmelo Arias Agricultor Cuatro hijos

Rumualdo Pimentel Agricultor

Pedro Ramírez Telegrafista

Manuel Troncoso Panadero

Juan de M. Tatis Agricultor

Carlos F. Ramírez Dentista

Enrique Díaz Páez Vallejo Comerciante

José Arias Agricultor

Alejandro S. Vicioso Esposa y un hijo

Arturo Aguiar Sastre Esposa y tres hijos

Juan Lancot Comerciante Esposa y niña

Juan Bautista Comas

Arturo Simó Comerciante Un hijo

José Soto de la Cruz Comerciante

Manuel Acevedo Báez Carpintero

José Ignacio Rodríguez Sastre

Ángel Soriano Tabaquero Una hermana

Manuel González Zapatero

Abelardo Cáceres Albañil

Luis Marcial Fotógrafo

Andrés Severino Arias Agricultor Un hermano

Leonte y Alcibíades Franco Comerciantes

Luis Ruiz Offlegat Marino

Juan Maximino Rivas

Avelino Arias Agricultor Esposa y cinco hijos

José Francisco Díaz Dependiente de ingeniero

Rafael Minaya Tabaquero y balsero

Marcos Neyman Agricultor

Rafael Valera Agricultor

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Pascual Espinosa Agricultor

Luis Felipe Marín Agricultor

mujeRes que viajaRon solas o acompañadas de hijos u otRo familiaR (jefas de familia)

Nombre oficio acompañanteIsabel Sánchez Una hija

Vicenta González Una hija

Josefa Ramírez Costurera

Tomasa Puente Dos hijas

Mercedes E. Vda. Gusep Dos hijas

Matilde Moreto Una hija

Gregoria Valdez Hermana y dos sobrinos

Brígida Ramos Una hija

Tomasina Valera Costurera

Martina Vda. de Alomar Lavandera

María de la Paz Flores Una hija

Cristina Acosta Costurera Dos hijas

María Dolores Valdez Aplanchadora

Virginia Martínez Una hija

María Concepción Simosen Aplanchadora

Gregoria Martínez Un hijo

El Oriente cubano era la segunda casa de los dominicanos, Santiago y Guantánamo concentraban la mayor parte de la po-blación emigrante de República Dominicana.

La Parroquia Santísima Trinidad de Santiago de Cuba reci-bió en el año 2000 al recién ordenado sacerdote Fausto Cruz, oriundo de la sección rural de Cenoví, municipio de San Fran-cisco de Macorís, República Dominicana. Allí compartía su ejer-cicio religioso con el padre Carlomán Echavarría Molina, de

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Raíces de una hermandad 93

12345

2 Nieto del generalísimo Máximo Gómez.3 Nieto de Luis Desangles, pintor antillano.4 Fue cónsul de la República Dominicana en Santiago de Cuba.5 Nieta de Luis Desangles.6 Fue combatiente del ejército libertador de Cuba.

nacionalidad colombiana. Ambos curas ofrecieron a esta inves-tigación las actas de nacimiento de los hijos e hijas de domini-canos bautizados en esa parroquia de 1917 a 1937, datos que integramos a este trabajo.

Nombre Folio libro año Padre-madre

Gloria Esperanza 288 15 1917 Máximo Gómez Toro2

Ana Elba 35 22 1936 Luis Desangles3

Carlos Octavio 46 18 1925 René Fiallo Lluberes4

Edelmira 162 14 1911 José Dolores Castro

María de la C. Altagracia 15 15 1915 Temístocles Ravelo

José de la Luz 204 15 1916 Rosa Casales

Filermón 147 15 1916 Natacha Ramos

Rafael 254 15 1916 Desiderio Batista

Eduardo de la Caridad 230 15 1916 Carlos Ramírez

Caridad Blanca Rosa 307 15 1917 Silverio del Prado

Margarita 431 15 1918 María Desangles5

Dominga 9 16 1918 María Gómez

Fidencio 88 16 1919 Fidencio Milanés

Carlos Antonio 125 16 1919 Domingo Cabrera

María del Carmen 101 16 1920 Nemesio Pileta

Manuel Roberto 315 16 1920 Rodolfo Laurenzón

Basilio 279 16 1920 Sabina Biset

Luis Enrique 316 16 1920 Manuel R. Laurenzón

Clara Elena 354 16 1921 Carlos Ramírez Guerra6

Guillermo Honorato 410 16 1921 Honorato Gutiérrez

Rafael Noel 403 16 1921 Herminia Rodríguez del Prado

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94 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

Melva Esperanza 461 16 1921 Honorato Gutierrez

Eugenio Luis 13 17 1922 Luisa Curiel Castro

Alfonso 20 17 1922 Félix Lugo Valdez

Margarita Concepción 139 17 1923 Héctor Duzarrie

Luz Divina 185 17 1924 Félix Lugo Valdez

Celeste de la C. 20 18 1925 Julio Alfredo Díaz

Mireya Altagracia 18 18 1925 Ramón A. Almenju

Mercedes Laura 217 17 1925 Mercedes Goico

Teolinda 217 17 1925 Mercedes Goico

María Caridad 165 15 1926 Juan Batista Alfonseca

Isabel Luisa 176 18 1927 Mercedes Báez

Adalberto 145 18 1927 Rosa Casamoe

Emilio 82 19 1929 Belén Mayeta

Lucia 85 19 1929 Felipe Fernández

Elsa A. Orfelina 99 19 1930 Ana Crenets Formosa

Nicolás Aramis 201 19 1931 Alejandro Guerrero Martínez

Roberto Isabel 104 19 1931 Isabel Gisesgui

Miguel Ángel Vitoriano 234 19 1932 Miguel Ángel Tió

Mariana 53 20 1933 María Mangenant

Carmen de la Caridad 160 20 1934 José Alfredo Páez

José Joaquín 96 21 1936 Miguel Vega

Augusto Adolfo 100 23 1936 Dolores Herrera Z.

Emilia 312 23 1936 Domingo Mayet

Yolanda María 312 23 1936 Bienvenido Mayet

Ramiro 394 23 1936 Dolores Herrera

Fernando Darío 430 23 1936 Fdo. Henríquez

Orquídea 460 25 1936 Ramón Palacio

Lourdes F. 149 21 1936 Martina Mayet

Eduardo 96 21 1936 Miguel Vega

Venerando 170 21 1936 Augusto Alayo

Flavio 496 23 1938 Miguel Ángel Tió

Elsy María 54 24 1939 Antonio Robles

Agustín 312 24 1942 Mercedes Goico

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Raíces de una hermandad 95

Ofelia María 472 24 1943 Rogelia Aurelia

Guillermo 445 24 1943 Alejandro Guerrero

Ramón Palacios 460 25 1946 Víctor Inocencio

Ofelia 469 25 1947 Octavio Pérez

Abelardo Ángel 292 26 1948 Abelardo López

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CaPítulo 10

El exilio político durante la dictadura trujillista

En 1916 los Estados Unidos ocuparon militarmente la Re-pública Dominicana, asumieron el control político y financiero de las estructuras del Estado dominicano con claros objetivos económicos. Los norteamericanos desembarcaron en mayo de 1916 y tomaron la ciudad de Santo Domingo; más adelante, ocuparon Montecristi y Puerto Plata, sometieron al pueblo do-minicano, desde su llegada, a una feroz persecución, opresión y humillación.

Dicha ocupación se realizó en el período de la Primera Gue-rra Mundial, cuando los norteamericanos buscaban el control monopólico en la inversión extranjera. Fue así como la gran mayoría de la producción azucarera de República Dominicana pasó al control de la Cuban–Dominican Sugar Corp. y el Cen-tral Romana (South Porto Rico Sugar Co.), con la adquisición de los ingenios Boca Chica, Consuelo, Barahona y Quisqueya. Con estas medidas se consolidó el carácter dependiente del país, lo que cambió la estructura del poder económico.

Frente a esa situación, muchos dominicanos marcharon al exilio, entre los que se encontraba Octavio Mejía. Este fue ami-go entrañable de Nicanor Mella, hijo del patricio Matías Ramón Mella y padre del héroe cubano Julio Antonio Mella. En Cuba, Mejía contrajo matrimonio con Eloísa Maderne, proveniente de una familia acomodada de Las Villas.

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98 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

De esta unión nació, en La Habana, Gustavo Adolfo Mejía, dominicano y cubano por el padre y la madre, respectivamente. Gustavo Adolfo vino con su padre a Santo Domingo, donde es-tudió el bachillerato; volvió a La Habana e ingresó a la univer-sidad, en cuyos grupos estudiantiles militó.

Mientras se desempeñaba como administrador de la cafete-ría del balneario universitario descubrió una mafia que operaba allí y estaba vinculada con miembros de la Policía. Como conse-cuencia de esto, fue asesinado en septiembre de 1949.

Con su muerte se develó la mafia y el jefe de la Policía, coro-nel Camamix, fue obligado a renunciar. Raúl Roa, para entonces decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana, renunció en protesta contra el gansterismo existente.

El balneario universitario, situado en la calle Primera de Mi-ramar en La Habana, lleva el nombre de Gustavo Adolfo Mejía.1

Se originó en República Dominicana un movimiento de oposición a la ocupación militar estadounidense, con participa-ción de sectores económicos desplazados en las zonas urbana y rural. En el mismo se encontraban colonos azucareros, dado el control que sobre la industria azucarera ejercían las compañías norteamericanas en este principal producto de exportación del país.

En principio, los sectores urbanos de la pequeña burguesía no participaban de manera relevante en el movimiento, ya que fueron favorecidos por nuevas condiciones establecidas en el mercado y la llamada danza de los millones. Finalmente, la cri-sis de la industria azucarera, la creación de nuevos y modernos mecanismos de control y dominación estatal, junto al ascenso del sentimiento y la lucha nacionalista, crearon las condiciones para la retirada de las tropas norteamericanas de República Do-minicana en 1924.

1 En el busto levantado en el balneario de La Habana, en homenaje a Gus-tavo Adolfo Mejía, este apellido aparece con s, confusión creada por la existencia en Cuba y otros países latinoamericanos del apellido Mejías, di-ferente en República Dominicana, donde es Mejía. Información ofrecida por el doctor Tirso Mejía Ricart.

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El plan de evacuación, cuya discusión duró dos años, se fir-mó el 23 de septiembre de1922, y la primera cláusula establecía la elección de un presidente provisional por un año, quien se encargaría de organizar las elecciones.

En el proceso de «reorganización» del aparato policial-mili-tar por los intervencionistas ingresó como teniente Rafael Leo-nidas Trujillo Molina, quien se destacó por su actitud represiva contra los luchadores nacionalistas. Con esta conducta logró notables ascensos hasta llegar a ser jefe de la Policía, además de convertirse en uno de los hombres más ricos de la época.

Para 1929 se suscitaban en el mundo acontecimientos socio-económicos y políticos que impactaron fuertemente en los paí-ses subdesarrollados y dependientes como el nuestro, con una economía basada en el comercio exportador de la producción agroindustrial, básicamente el azúcar, y con escaso desarrollo de sus fuerzas productivas. Esa situación encontró a la nación

Fiesta de Navidad celebrada por la embajada de República Dominicana y los estudiantes dominicanos en Cuba, en el balneario universitario Gustavo Adol-fo Mejía, en el 2002. (Foto: RBP e YAP).

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sin una base para enfrentar la gran crisis del capitalismo y la secuela que afectó a otros países en el año 1929.

Gobernaba para entonces en República Dominicana Hora-cio Vázquez, sin respuesta ni condiciones para enfrentar la cri-sis, lo que facilitó el avance de los pasos conspirativos de Trujillo y la llegada al poder de uno de los más despóticos dictadores de la época.

Trujillo asumió el poder con una economía en crisis, en ban-carrota, rechazado por la burguesía y la pequeña burguesía del país, pero con una clara determinación: mantenerse apoyado en los más horrendos métodos de dominación desde el inicio de su gobierno en 1930. Fue así como se abrió la puerta a la más grande emigración política dominicana, con un exilio que alcanzó su máxima expresión en la década de 1940.

Salieron al exilio decenas de nacionales, cuyos destinos prin-cipales fueron Puerto Rico y Venezuela; pero fue Cuba que al final y, nuevamente, recibió de forma masiva a los y las domini-canas, donde se organizaron las más importantes instituciones políticas y sociales y desde donde –con el apoyo de los herma-nos de siempre– se preparon y realizaron importantes acciones en contra de la tiranía trujillista.

Su característica sanguinaria la ratificó ya en el poder con el asesinato de Virgilio Martínez Reyna, por su opinión crítica frente a los gastos militares, y su esposa Altagracita Almánzar, en estado de gestación.

Este hecho marcó a esa familia, frente al futuro dictador, hasta convertir sus integrantes en los primeros exiliados de la tiranía; entre los que se destacaron el doctor Leovigildo Cuello quien salió de Santo Domingo el 10 de julio de 1930. Su esposa Corina Mainardi partió el 14 de agosto de ese mismo año a un exilio que duró 31 años, la larga y horrorosa etapa de la sangui-naria dictadura trujillista. Esa condición se extendió a un gran número de la familia Mainardi Reyna.

Al doctor Leovigildo Cuello y doña Corina más tarde se les unió Luis Emilio Mainardi Reyna, quien residió en Puerto Rico. Continuó el éxodo de esta valerosa familia con Víctor Mainardi

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Reyna (Silín), quien de Puerto Rico partió hacia Cuba. Allí casó en Guantánamo con una joven guantanamera, Cucha Méndez, con quien procreó dos hijos. Participó en la expedición de 1959, como segundo jefe del desembarco de Estero Hondo. El estado de terror imperante desde el inicio de la tiranía de Trujillo tuvo una contraparte en las ideas políticas. La Segunda Guerra Mun-dial desencadenó un proceso de cambio en la correlación inter-nacional de fuerzas, favorable a las ideas democráticas, el cual, unido a la aguda crisis económica, dio lugar a un movimiento de organización y lucha de los trabajadores dominicanos.

Este proceso social estuvo focalizado en las áreas cañeras, básicamente en la región oriental del país, estando a la van-guardia San Pedro de Macorís y La Romana, por ser las pro-vincias que concentraban la mayor producción agroindustrial y la exportación del azúcar, producto básico de la economía dominicana.

En 1942 sucedió la primera huelga en el Central Romana; la lucha del movimiento obrero siguió en ascenso y, a finales de 1945, se realizó una huelga general que se extendió hasta 1946, en la que se lograron algunas reivindicaciones sostenidas por los trabajadores como fue un aumento de salarios en un 100%.

No obstante la fuerza del movimiento, el tercer intento de huelga fracasó, ya que Trujillo respondió asesinando y apresan-do a los dirigentes. El máximo líder de los trabajadores azuca-reros, Mauricio Báez, se vio obligado a asilarse en Cuba, donde fue asesinado en 1950.

Esos destacados hombres y mujeres iniciaron desde los lu-gares en que se establecieron –Cuba, Puerto Rico, Venezuela y Nueva York– la coordinación de un movimiento sustentado en una diáspora dispersa físicamente, cuyos sentimientos por la patria que les vio nacer se convirtieron en la dinámica perma-nente de su vida social y cotidiana.

Ese sentimiento los impulsó a organizar y desarrollar las más intrépidas acciones y recabar la más amplia e incondicional solidaridad de los pueblos que generosamente los acogieron y, en muchos casos, de gobiernos motivados en ocasiones por la

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solidaridad y, en otros, por las contradicciones existentes entre esos gobiernos y Trujillo.

Desde cada lugar de presencia dominicana se organizó la lucha, pero se escogió un punto para la coordinación central a partir del cual se orientó la operatividad del movimiento: Cuba, siempre Cuba. Fue este país la cuna del nacimiento de organi-zaciones políticas que cumplieron un importante papel en la lu-cha por el derrocamiento de la tiranía, como fue el Movimiento de Liberación Dominicana (MLD) y otra que se convertió en una de las más importantes entidades políticas de la República Dominicana: el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

También se organizó allí el Movimiento Popular Dominicano (MPD), que jugaría un importante rol en la lucha por la libertad y contra la dictadura de los doce años del balaguerato, período ca-racterizado, igual que la dictadura trujillista, por la persecución política que dejó una ola de muertos, presos y desaparecidos.

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CaPítulo 11

organizaciones y medios creados en Cuba para luchar contra trujillo

Uno de los primeros instrumentos de lucha creado por el exilio dominicano fue La Voz del Exilio Dominicano, en 1934 en Santiago de Cuba. En ese año fue elegido su director José Diego Grullón Madero, hijo de padre dominicano (el caballerizo de Máximo Gómez) y madre cubana. Nació en Yateras, Guantá-namo. Grullón Madero fue miembro, además, del Comité Pro Ayuda a la Liberación de Santo Domingo y Centroamérica, fun-dado en Santiago de Cuba en 1935; la sede funcionó en la calle René Ramos Latour, Núm. 14 del Reparto Los Olmos.

Grullón Madero llegó a territorio dominicano a los 9 de años de edad cuando su familia se radicó en Santiago de los Caballeros, donde aprendió el oficio de panadero y obtuvo el título de bachiller en Ciencias y Letras.

Formó parte de la guerrilla que, bajo el mando del general dominicano Desiderio Arias, se organizó para combatir la tira-nía de Trujillo. Al caer asesinado Arias, herido en una pierna, Grullón Madero cruzó la frontera con Haití y allí cayó preso, se declaró en huelga de hambre hasta que el embajador cubano en esa nación, general Enrique Loynaz del Castillo (nacido en Puerto Plata), lo reclamó como cubano y lo embarcó hacia Cuba en 1933. En el país hermano estudió la carrera de Derecho, se entrenó para participar en las expediciones de Cayo Confites,

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en 1947 y la del 14 de junio de 1959. José Diego Grullón Ma-dero es el autor del libro Cayo Confites. La revolución traicionada. Murió en Cuba en 1998.1

1 Testimonio oral de la doctora Karelia Rodríguez Grullón, residente en San-tiago de Cuba, hija de Grullón Madero.

Carné de José Diego Grullón Madero que lo acreditaba como director de La Voz del exilio dominicano. (Foto: RBP e YAP).

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Fundación del Partido Revolucionario Dominicano

Juan Isidro Jimenes Grullón se encontraba en Puerto Rico y fue el principal organizador y teórico del proyecto político que se instituyó como Partido Revolucionario Dominicano (PRD). En 1938 se le unió Juan Bosch y ambos se radicaron en Cuba, desde donde coordinaron todo el exilio, diseminado en diferen-tes puntos del Caribe y Estados Unidos.

A su llegada se encontraron con el doctor Romano Pérez Ca-bral, dominicano, graduado de médico en la Universidad de La Habana, cuya casa, con una de sus habitaciones destinada para consultorio, localizada en la calle San Miguel, Núm. 361, altos, de la populosa zona de Centro Habana, se convirtió en el centro de coordinación política de los exiliados y se estableció como el local del PRD, tal como se confirma en los documentos de inscripción legal, encontrados en el Archivo Nacional de Cuba, ciudad sede del comité central de la organización política.

El PRD tenía filiales en otras ciudades de Cuba, en especial, Santiago y Guantánamo. En el exterior se constituyeron filiales en Nueva York, México, Curazao, Caracas, Maracaibo, San Juan y Mayagüez.

Este puñado de hombres y mujeres eran alejados de la pa-tria por las ignominias del tirano, pero estaba tan cercana en su memoria y sus sentimientos que los pasos andados abrían el camino de la libertad y del regreso. Cada día, cada tiempo los

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acercaba a su único plan: derrotar la tiranía para liberar su país y para ello el instrumento, la organización, era el tren que los conduciría a tan ansiado espacio.

En 1943 el movimiento contra Trujillo crecía en Cuba igual que en República Dominicana; la sociedad era una convulsa es-tación, los gobernantes se unían y agraviaban dependiendo de sus prioridades; la diplomacia los acercaba en su condición de mandatarios, lo que hacía necesario proteger la actuación legal-mente. El 28 de enero se elaboraron los primeros estatutos del PRD, lo que fue un eslabón clave en el proceso de instituciona-lización y fortalecimiento de ese instrumento político.

constitución foRmal del paRtido RevolucionaRio dominicano

El 16 de febrero de 1943 se realizó una reunión en la que se dejó formalmente constituido el Partido Revolucionario Do-minicano, en el citado local de la calle San Miguel, Núm. 361, altos, de Centro Habana. Asistieron a ese encuentro los docto-res Juan Isidro Jimenes Grullón, Romano Pérez Cabral, Virgilio Mainardi Reyna; además, los señores Belisario Heureaux, José Manuel Jiménez, Máximo Gómez Reynoso –nieto del genera-lísimo Máximo Gómez–, Ángel Miolán, Luis Roberto Castillo, Francisco Rodríguez Cáceres, Juan María Peguero, Lucas Pi-chardo, Ulises Tejada, Marcos del Rosario –hijo de Marcos del Rosario, acompañante, en 1895, de José Martí y Máximo Gó-mez–, Félix Pacheco y Fabio Juan.

En la agenda de la reunión se discutió, primero, ratificar el nombre de la asociación como Partido Revolucionario Domini-cano y, segundo, la elección de la dirección, quedando formada la misma por un comité directivo integrado por: secretario ge-neral, doctor Juan Isidro Jimenes Grullón; vicesecretario ge-neral, Belisario Heureaux; secretario de actas y archivo, doctor Virgilio Mainardi Reyna; secretario de finanzas, doctor Romano Pérez Cabral, y secretario de correspondencia, Ulises Tejada.

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El señor Belisario Heureaux propuso que en las elecciones sucesivas para renovar el comité directivo, cuando se postulara más de una candidatura, se le concediera representación propor-cional a la minoría. Todas las propuestas fueron aprobadas a una-nimidad, dando por terminada la reunión a las 10 de la noche.2

El acta fue firmada por todos los participantes en la reunión.

pRimeRa Reunión del comité diRectivo constituido y ceRtificado del pRd

aCta de la Reunión*3

En la ciudad de San Cristóbal de La Habana, a los quince días del mes de marzo del año mil novecientos cuarenta y tres, siendo las ocho de la noche se reunieron en el domicilio social de dicha asociación, sito en la calle «San Miguel», número trescientos se-senta y uno, los doctores Juan Isidro Jiménes Grullón, Romano Pérez Cabral y Virgilio Mainardi Reyna; señores José Manuel Jiménez, Belisario Heureaux, Máximo Gómez Reynoso, Ángel Miolán, Luis Roberto Castillo, Francisco Rodríguez Cáceres, Juan María Peguero, Lucas Pichardo, Ulises Tejeda, Marcos del Rosario hijo, Félix Pacheco y Fabio Juan. Una vez declarada abierta la sesión, por el secretario general, doctor Juan Isidro Jimenes Grullón, se tomaron los siguientes acuerdos:

PRIMERO: el doctor Romano Pérez Cabral propuso, y así se acordó por todos los presentes, que se ratificara en todas sus

2 Nótese la amplitud de pensamiento y la pluralidad expresada en la pro-puesta de participación de la minoría en la dirección, aplicando la propor-cionalidad. En la década del 70, a casi 30 años, los sindicalistas dominica-nos introdujeron en nuestro país la proporcionalidad en las elecciones para garantizar la participación de todas las fuerzas en la dirección y evitar la división.

* Véase copia del acta constitutiva del PRD, del 15 de marzo de 1943, que aparece en la presente publicación. (N. del E.).

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partes los acuerdos consignados en el acta de la reunión del 16 de febrero del año actual.

SEGUNDO: el señor Ángel Miolán propuso, y así se acor-dó a unanimidad, que se consignara en el acta que el deseo de todos los presentes es dejar constituido formal y categóri-camente la asociación denominada PARTIDO REVOLUCIO-NARIO DOMINICANO.

No habiendo otro asunto que tratar, se dio por terminada la sesión a las nueve de la noche del mismo día, habiendo nue-vamente firmado todos los presentes (firmados)…

dR. Juan i. Jiménes gRullón, dR. PéRez CaBRal, dR. viRgi-lio mainaRdi ReYna, J. m. Jiménez, B. heuReaux, máximo gó-mez R., a. s. miolán, luis R. Castillo, f. RodRíguez, Juan ma. PegueRo, luCas PiChaRdo, ulises teJeda, maRCos del RosaRio hiJo, f. PaCheCo, faBio Juan.

VIRGILIO MAINARDI REYNASecretario de actas y archivo de la asociación

Partido Revolucionario Dominicano4

3

los oRganismos cubanos fRente al pRd (1943)

El 23 de febrero de 1943, el ministro de Gobernación de Cuba, doctor Antonio Bravo Acosta, reiteró la comunicación enviada el 30 de diciembre de 1942 al Gobernador Provincial de La Habana, en la cual pidió a este investigar sobre «las actividades políticas que realiza el denominado Partido Re-volucionario Dominicano, a objeto de producir la denuncia correspondiente».

3 Solo aparece la firma rubricada del doctor Virgilio Mainardi Reyna, el sello del partido y la certificación que legalizaba el acta de la reunión.

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posiciones diveRgentes de funcionaRios cubanos fRente al pRd

En fecha 8 de marzo de 1943, el Gobernador Provincial res-pondía al Ministro de Gobernación de Cuba su comunicación sobre el caso PRD, evidenciando una notable diferencia en el tratamiento. En esta comunicación el gobernador calificó de correcta la documentación presentada por la dirigencia perre-deísta de entonces y expresó con claridad un importante juicio de valor:

Él (refiriéndose al Partido Revolucionario Dominicano) aspi-ra a la conciliación de todos los dominicanos, sobre bases de derecho y libertad; al establecimiento de una unidad nacio-nal que materialice dicha conciliación. La revolución que él propugna se circunscribe, por lo tanto, al terreno de las ideas genuinamente democráticas legalmente propagadas.5

4

El penúltimo párrafo de dicha comunicación es categórico cuando afirma:

Si nuestra legislación y nuestro gobierno, para su honra, reco-nocen la libertad de pensamiento, de crítica, de propaganda de reunión y asociación, y aceptan la organización y funciona-miento de las que tienen por propósito combatir a nuestro go-bierno, como acontece con múltiples asociaciones vinculadas al Partido Revolucionario Cubano, nadie podrá pedirnos que practiquemos una política distinta de la internacional y que no le toleremos al extranjero, en relación con su país, lo que le toleramos al nacional en relación con el nuestro.

4 Expediente completo Núm. 10125, Archivo Nacional de Cuba, Fondo Re-gistro de Asociaciones, título: Partido Revolucionario Dominicano, folio 31, legajo 54.

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infoRme confidencial de la seguRidad cubana sobRe el pRd

El 30 de marzo de 1943 el señor Antonio Bravo, ministro de Gobernación de Cuba, remitía al Gobernador Provincial el informe confidencial elaborado por la Policía Secreta, enviado a este el 21 de marzo, el cual contenía la lista de los dirigen-tes electos el 16 de febrero y los participantes en la convención perredeísta, con la ubicación de su residencia y la actividad po-lítica y profesional de cada uno. El informe lo firma Federico de la Cruz Muñoz, inspector de segunda de la Policía Secreta Nacional, con autorización de Manuel Rey Vela, segundo jefe de la Policía Secreta Nacional de Cuba.

infoRme sobRe la diRigencia del pRd

1 Dr. Juan Isidro Jiménes Grullón Secretario general

2 Dr. Belisario Heureaux Vicesecretario general

3 Dr. Romano Pérez Cabral Secretario de finanzas

4 Dr. Virgilio Mainardi Reyna Secretario de correspondencias

5 Dr. José Manuel Jimenes Domínguez (Padre de Juan Isidro)

6 Sr. Máximo Gómez Reynoso (Nieto del generalísimo)

7 Sr. Ángel Miolán Delegado en México

8 Sr. Luis Roberto Castillo Delegado en Caracas

9 Sr. Francisco Rodríguez Cáceres Delegado en Panamá

10 Sr. Juan María Peguero Residente en Artemisa

11 Sr. Lucas Pichardo Villegas 264, ciudad

12 Sr. Ulises Tejeda Secretario de actas

13 Marcos del Rosario hijo San Nicolás 608

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lista de los paRticipantes en el congReso del pRd y su ubicación, según el infoRme policial

1. Sr. Juan Isidro Jimenes Grullón, ocupa la habitación 206 del hotel «Nueva Luz», situado en la calle La Amargura y Com-postela.

2. Sr. José Manuel Jimenes Domínguez, padre de Juan Isidro. Habitación 207.

3. Sr. Juan Bosch Gaviño, escritor y comisionista. Carné de extranjero 39,063. Reside en la calle Calixto García Sur, Núm. 54, Guantánamo, donde representa al PRD. Actual-mente ocupa la habitación 214 del mismo hotel.

4. Luis Roberto Grullón Vázquez, comisionista, tiene el título de identidad Núm. 26, pasaporte de emergencia expedido por el Gobierno de Venezuela en enero de 1943, reside en Caracas, Venezuela, donde dice representar el Partido.

5. Sr. Ángel Miolán Reynoso, tiene el título de identidad Núm. 89 de fecha 15 de octubre de 1942. Se encuentra en este país desde esa fecha. Ha visitado a la República de Haití y dice residir en la ciudad de México; periodista, con la habitación 412 del mismo hotel.

6. Sr. Lorenzo Álvarez, ocupa la habitación 208, procedente de la ciudad de Nueva York, donde dice representar el Partido.

7. Sr. Marcos del Rosario, reside en San Nicolás 608 y trabaja en la sucursal del correo del Capitolio; su padre fue coronel de la Guerra de Independencia de Cuba.

8. Sr. Virgilio Mainardi Reyna, abogado, reside en 10 de Oc-tubre, Núm. 1466, activo miembro del Partido; tiene otros dos hermanos nombrados Rafael y Víctor Manuel. Parece haberse trasladado a la ciudad de Camagüey para esperar la llegada del doctor Leovigildo Cuello, quien representa el Partido en Puerto Rico y viene para asistir al congreso.

9. Sr. Belisario Heureaux, reside en 10 de Octubre Núm. 907.10. Doctor Romano Pérez Cabral, médico, reside en San Miguel,

Núm. 361, donde se reúne la directiva del Partido para sus acuerdos, al parecer donde guardan documentos importantes.

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11. Sr. Máximo Gómez Reynoso, titulado hijo del general Máxi-mo Gómez, domicilio desconocido del informante, si bien sabe que reside en esta ciudad.

12. Sr. Francisco Rodríguez Cáceres, parece residir en Panamá, donde dice representar al Partido; aparentemente en el in-terior de la República en la actualidad, paradero desconoci-do del informante.

Dicho informe, depositado en el Archivo Nacional de Cuba termina señalando:

Los componentes del Partido Revolucionario Dominicano po-drían desatar conflictos internacionales, por el solo descon-tento de un reducido número de individuos extranjeros que residen en nuestra patria, abusando de la hospitalidad que les brinda.

unión democRática antinazista

Las insistentes comunicaciones del ministro de Gobernación de Cuba y el informe nada amistoso que éste recibiera de la Policía Secreta pueden explicar como una estrategia política la reunión del 27 de marzo del mismo año.

Dicha reunión fue celebrada en la calle San Miguel Núm. 361 –local del PRD–, en la cual los miembros del comité direc-tivo adoptaron varias medidas, entre las que estuvieron: dejar sin efecto la copia certificada del acta del 16 de febrero, refor-mar los estatutos del Partido, cambiándole el nombre por el de Unión Democrática Antinazista. El acta de constitución apro-bada en esta reunión fue presentada el 4 de febrero y el 30 de marzo se aceptó la inscripción de la nueva organización.6

5

5 Expediente completo Núm. 12242, Archivo Nacional de Cuba, Fondo Re-gistro de Asociaciones, folio 405, legajo 21.

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pRimeR congReso del pRd

Concomitantemente con los pasos de constitución de la Unión Democrática Antinazista continuaron los aprestos de la celebración del 1er Congreso del Partido Revolucionario Domi-nicano, a realizarse del 29 de marzo al 7 de abril para tratar los siguientes asuntos:

1. Estudio de la situación internacional, con el objeto de hacer más efectiva la contribución del PRD a la gran causa de las Naciones Unidas.

2. Estudio de los medios que permitan obtener una coopera-ción real y fecunda de la República Dominicana a la gran causa de las Naciones Unidas.7

6

3. Estudio de la situación política de la República Dominicana y ofrecimiento de medidas que aseguren allí, en armonía con la Gran Carta del Atlántico, los fines que persiguen las Naciones Unidas en la presente guerra, la vigencia de las instituciones democráticas.

4. Estudio de la estructura económica de la República Domini-cana y ofrecimiento de medidas que aseguren el desarrollo de su economía para beneficio del pueblo y como importan-te factor de ayuda al triunfo de las Naciones Unidas.

5. Revisión de las estructuras y los trabajos del Partido y señala-miento de las tácticas derivadas de los estudios anteriores.

6 Nótese que los tres primeros puntos están dirigidos al plano internacional, lo que obedece a que el congreso se celebró en un momento crucial de la Segunda Guerra Mundial.

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Acta de constitución del PRD, en fecha 15 de marzo de 1943.

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CaPítulo 12

Expediciones armadas contra trujillo

el maRiel

La primera acción armada del exilio dominicano en el ex-tranjero para eliminar la dictadura de Trujillo, se organizó en Cuba y estuvo promovida por los dominicanos, licenciado Ra-fael Estrella Ureña, exvicepresidente de la República, quien acompañó a Trujillo en la boleta electoral de 1930 y don Ángel Morales, ex dirigente y funcionario del gobierno de Horacio Vásquez, quienes con el apoyo del entonces presidente de Cuba, Fulgencio Batista, iniciaron la formación de la expedición de El Mariel en la parte occidental de Cuba, la cual fracasó en sus inicios al retirarle su apoyo el presidente cubano.1

cayo confites: la decisión de luchaR en tieRRa dominicana

El PRD jugó un importante papel en la compactación del exilio dominicano, que se concretó con el Congreso de la Uni-dad celebrado en noviembre de 1944 en la Universidad de La Habana.

1 Tulio H. Arvelo, Nuestras luchas civiles 1844-1965, Santo Domingo, 2005, p. 207.

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El Congreso, presidido por el rector Clemente Inclán, con-tó, además, con la participación de importantes personalidades del mundo político y cultural de la época, tales como Eduardo Chibás, del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo); Juan Mari-nello, del Partido Socialista Popular (PSP), y el poeta venezola-no Andrés Eloy Blanco. Prevaleció en su desarrollo, además de la unidad, el criterio insurreccional como vía para derrotar la tiranía. Sus resoluciones se insertaron en la decisión unánime de pasar a acciones concretas, como fue la organización de una expedición armada con la participación de todos los exiliados y movimientos de los dominicanos. En el mismo evento se de-cidió nombrar a Leovigildo Cuello como secretario general con asiento en La Habana y al general Juan Rodríguez, jefe militar de la insurrección armada.

El centro de dirección de la proyectada expedición fue La Habana desde donde los dirigentes programaron y coordina-ron todo el movimiento. En 1947 se organizó la acción militar, que contó con el apoyo del Gobierno de Cuba, para entonces el régimen de Ramón Grau San Martín. El campamento de entre-namiento se estableció en el islote de Cayo Confites, al norte de Cuba; es por esta razón que la preparación bélica es conocida como la expedición de «Cayo Confites».

La acción es develada, el tirano conoce de los preparativos en Cuba y los denuncia ante las Naciones Unidas. En esta si-tuación, Grau San Martín retiró el apoyo a los combatientes dominicanos, los que decidieron enfrentar el problema y con-tinuar con la expedición; pero el Gobierno cubano persiguió a los expedicionarios y los obligó a volver a Cuba, donde fueron apresados.

El actual presidente de Cuba, comandante Fidel Castro, en ese tiempo era estudiante de la Universidad de La Habana y presidía el Comité pro Democracia Dominicana. El líder llega a Cayo Confites y se une a los expedicionarios, y se expersa ante los acontecimientos de la manera siguiente: «Cayo Confites: no me dejé arrestar».

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Verano de 1947La prensa destaca con numerosos titulares que buques cuba-

nos interceptan en la bahía de Nipe flota antitrujillista, arresta-dos tripulantes de los buques invasores. Fuerzas combinadas del ejército y de la marina conminaron a los sitiados a la entrega de las armas. Maniobra de la escuadra de Estados Unidos frente a Santo Domingo.

La expedición empezó a perderse antes de que los hombres destinados a liberar a República Dominicana de su repulsivo dic-tador establecieran su campamento en el pequeño Cayo que tan notoria nombradía adquirió con motivo de la disolución del ejér-cito revolucionario compuesto por cubanos y dominicanos exilia-dos, capitaneado por Juan Rodríguez y Juan Bosch. Fueron trai-cionados por políticos del gobierno de Ramón Grau San Martín y el jefe de su ejército, el general Genovevo Pérez Damera.

Asimismo sobre este tema Fidel señala:

No quiero hablarte de aquella expedición, de sus errores, puesto que es otro tema, pero el hecho es que yo era presiden-te de la Escuela de Derecho, era alumno oficial de la Univer-sidad, pero era también en ese tiempo presidente del Comité Pro Democracia Dominicana en la Universidad.

Y cuando se organiza la expedición a Santo Domingo, más o menos ya a finales de curso, alrededor de julio, yo consideré que mi deber primero, aunque no estaba entre los organizadores de la expedición, pero tenía mucha relación con los dirigentes dominicanos, sobre todo con Rodríguez que en aquella época era el principal, y muchos otros dirigentes que habían estado en el exilio, era enrolarme como soldado, y así lo hice.

La expedición reunió unos mil doscientos hombres. Es-tuvimos varios meses en Cayo Confites, donde estaba entre-nándose la expedición. A mí me habían hecho teniente de un pelotón. Al final tienen lugar acontecimientos en Cuba, se producen contradicciones entre el Gobierno civil y el ejército, y este decide suspender aquella expedición. Así la cosa, algu-na gente deserta frente a una situación de peligro, a mí me

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hacen jefe de una de las compañías de un batallón de los ex-pedicionarios; entonces salimos para Santo Domingo, al final nos interceptan cuando faltan 24 horas para llegar a aquella zona; a mí no me arrestan porque yo me fui por mar, no me dejé arrestar nada mas que por una cuestión de honor, me daba vergüenza que aquella expedición terminara arrestada, entonces en la bahía de Nipe me tiré al agua y nadé hasta la costa de Saetia y me fui…2

fidel CastRo

El fracaso de la expedición no amilanó a los dominicanos, estaban convencidos que terminar con el estado de terror im-puesto por Rafael Leonidas Trujillo Molina y su familia pasaba por la imperiosa necesidad del derrocamiento de la tiranía. Al salir de la cárcel, los expedicionarios de Cayo Confites lograron recuperar las armas y trasladarlas a Costa Rica. Sin embargo, son traicionados por el gobierno de José Figueres y con la ayuda de Guatemala organizaron en 1949 una nueva expedición en junio de ese año.

Estaba prevista la llegada de tres aviones, de los cuales solo uno llegó por Luperón, Puerto Plata. Trujillo logró aniquilar la mayo-ría de los combatientes, otros fueron torturados y asesinados.

la década de 1950

La década de 1950 abrió una nueva etapa en Cuba, centro de la coordinación del exilio dominicano; se aceleraron acon-tecimientos que produjeron profundas transformaciones en el régimen político de esa nación hermana.

La Segunda Guerra Mundial, lejos de lo predicado por Esta-dos Unidos en relación a los países productores de azúcar, como

2 Eugenio Suárez Pérez (compilador), De Birán a Cinco Palmas, La Habana, 1997, pp. 3-5.

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Cuba y Santo Domingo, no ofreció posibilidad para diversificar su comercio exterior, frente a la reducción de la cuota azucare-ra. Las inversiones, que debían canalizarse a través de organis-mos internacionales, eran realmente empresas controladas por los norteamericanos, las cuales imponían sus condiciones para operar, condiciones leoninas, determinadas por bajos salarios, represión; protección y altos beneficios para los estadouniden-ses, en detrimento de los pocos productores nacionales –una vieja y cercana historia–.

Carlos Prío Socarrás sucedió en el Gobierno a Grau San Mar-tín. En 1948 ocurrieron las primeras protestas populares frente al creciente descenso de la calidad de vida y acciones represivas contra la libertad de expresión y el movimiento revolucionario.

Se escenificaron los asaltos al periódico Hoy y fueron ce-rrados los programas de radio dirigidos por Chibás y Salvador García. Chibás era el jefe del Partido Ortodoxo, que aglutina-ba a sectores populares, básicamente jóvenes, los cuales eran portadores de ideas renovadoras en las estructuras política, económica y social de la nación cubana. Tenía grandes posi-bilidades de triunfo electoral, pero en agosto de 1951 Chibás se suicidó.

En medio de esta situación de deterioro social y descrédito gubernamental, el 10 de marzo de 1952, apoyado por un grupo de oficiales de menor jerarquía, Fulgencio Batista dio un golpe militar. Batista representaba el grupo más reaccionario de cuba-nos sin ninguna posibilidad de ganar el poder por la vía elec-toral; había sido jefe del Ejército de 1934 a 1939 y presidente en el período 1940-1944. Con el golpe militar dejó instaurada nuevamente una dictadura.

La llegada de Batista al poder, y con él la instauración de la dictadura, incidió en el movimiento desarrollado por los domi-nicanos, pese a las contradicciones y colaboración mutua que en determinados momentos expresara un dictador frente a otro.

Sin embargo, a la represión de la dictadura se antepone la solidaridad del movimiento revolucionario cubano en ascenso. El 22 de septiembre de 1952, a 7 meses del golpe militar de

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Batista, un grupo de dominicanos enviaron una carta al Gober-nador Civil de la provincia de La Habana, en la que le comuni-caron la reestructuración certificada del Partido Revolucionario Dominicano y la nueva directiva. A dicha reunión, según el acta, asistieron:

Ángel Miolán Secretario general

Manuel Alexis Liz Secretario de organización y actas

Juan Bosch Secretario de relaciones públicas

Buenaventura Sánchez Secretario de cultura y propaganda

Arq. Teófilo Hernández Secretario de asuntos obreros y campesinos

Nicolás Silfa Secretario de información

Dr. Virgilio Mainardi Reyna Secretario de asuntos especiales

Dr. José Diego Grullón Secretario de estudios sociales

Dr. Romano Pérez Cabral Secretario de finanzas

El 17 de octubre de 1955 sucedieron acontecimientos que causaron la represión contra el movimiento de los exiliados do-minicanos en Cuba. El Gobernador Provincial de La Habana envió una comunicación en la que informó el retiro de la ins-cripción de la Unión Democrática Antinazista.3

el movimiento populaR dominicano (mpd)

El 20 de febrero de 1956 un grupo de exiliados dominicanos lanzó una proclama en La Habana, Cuba, en la que anunciaba la fundación del Movimiento Popular Dominicano (MPD), con una definición ideológica marxista, pero con la comunidad de ideas de todos los dominicanos en el exilio, establecieron como tarea principal el derrocamiento de la tiranía trujillista y como

3 Archivo Nacional de Cuba, Unión Nacional Antinazista, expediente citado.

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estrategia: «Regreso y lucha organizada en el territorio domini-cano, yendo de las palabras a los hechos», bajo la consigna de: «Lucha interna o Trujillo siempre».

Los fundadores de la nueva organización política fueron: Pablo Antonio Martínez, Máximo López Molina, Ramón Emi-lio Mejía (Pichirilo), Julio César Martínez, Alfonso Espinal, José Moscoso y Andrés Ramos Peguero.

El 27 de febrero de 1956 el MPD publicó la primera edición de su periódico Libertad, con domicilio en la calle Almendares, Núm. 178, apto. 6, del sector Playa de La Habana y dio a co-nocer su secretariado, cuyos miembros fueron: Pablo Antonio Martínez, organización; Julio César Martínez, propaganda; Máximo López Molina, relaciones exteriores; José Moscoso, fi-nanzas, y Víctor Orzatellis, relaciones obreras.

El MPD canalizó, a través de la embajada dominicana en Cuba, el ingreso al país de sus dirigentes y defendió la actividad pública en la República Dominicana. El 27 de septiembre de 1958, en visi-ta a la embajada, a través de una comunicación escrita, dirigida al Gobierno domicano, expresó su decisión de regresar al país. Para entonces fungía como embajador Porfirio Rubirosa.

El 2 de octubre de 1958 Rubirosa escribió a la Cancillería dominicana en la que informó de la visita del señor José Tiberio Castellanos del MPD y el contenido de su visita.

Carta de Porfirio Rubirosa a la Cancillería dominicana sobre la visita de un representante del MPD:

Me complace llevar al conocimiento de esa Cancillería, muy cortésmente, que el pasado 27, en horas de la mañana, visitó esta embajada el nombrado José Tiberio Castellanos Vargas para expresarnos su deseo y del llamado «Movimiento Popular Dominicano», según nos dijo, de regresar al país.

Conforme las palabras textuales del nombrado José Ti-berio Castellanos Vargas, en el propósito de los miembros de la agrupación citada y de la cual es secretario general, «regresar al país para crear una organización independiente en la República Dominicana que luchara por el logro de cier-

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tas reformas y para un ambiente de sana polémica y crítica constructiva.

Señala el desafecto Castellanos que ha hecho algunos con-tactos con otros compañeros de Venezuela y Nueva York en ese sentido, aunque no ha podido viajar por falta de recursos económicos, pero que una vez obtenga respuesta favorable del Gobierno dominicano se dedicará a llevar a cabo una cam-paña en el exilio para aumentar el número de los que están dispuestos a regresar y para «combatir la influencia comunista en el pensamiento de la juventud dominicana en el exilio y los métodos violentos y la falta de fe en la solución pacifica de los problemas nacionales.

Ya en una ocasión Castellanos suscribió con otros compa-ñeros una solicitud similar. La respuesta del señor Secretario de Estado de la Presidencia, tramitada a través de esa Canci-llería y esta misión, fue categórica y, en mi criterio, serviría de igual respuesta a esta nueva gestión.

Así me permití dárselo a entender al desafecto Castella-nos. Este, sin embargo, insiste en que aquella gestión estuvo mal planteada y no perseguía los mismos fines de la presen-te y, que, mientras en aquella vez se buscó ostentosamente la publicidad, en esta se evitaría en absoluto y es de ahí que no formulan esta nueva petición por escrito.4

4 Mu Kieng Adriana Sang Ben, La política exterior dominicana, 1944-1961, tomo II, Santo Domingo, 1961, p. 532; Lipe Collado, La impresionante vida de un seductor: Porfirio Rubirosa, Santo Domingo, 2000, pp. 131-133.

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gaRRas de tRujillo alcanzan a patRiotas dominicanos en cuba

El 8 de agosto de 1955, a las diez de la noche, cayó asesina-do en La Habana, a dos cuadras de su residencia en El Vedado, Manuel de Jesús Hernández Santana (Pipí). Pipí Hernández trabajaba como capataz en la construcción del hotel Habana- Hilton. Los asesinos confesaron que la embajada de Trujillo en La Habana les pagó para ejecutar el crimen.

Pipí Hernández provenía de familia acomodada, ocupó un cargo técnico en el gobierno de Horacio Vázquez en República Dominicana. Planteó y se ofreció para organizar la resistencia po-pular contra el golpe dado por Trujillo, quien inició una férrea persecución contra él y su familia, fueron apresados su padre, sus hijos y él mismo. Al salir de la cárcel, él y sus hermanos se trasla-daron a diferentes países, lejos de las garras asesinas del dictador. Fue defensor de la tesis de una amplia unidad de todos los exilia-dos en un gran frente para combatir la tiranía dentro del país.

El 13 de marzo de 1958, después de salir de un acto en conme-moración del primer aniversario del asesinato del líder estudiantil cubano José Antonio Echavarría fue asesinado en La Habana, Pa-blo Antonio Martínez, luchador dominicano antitrujillista.

Martínez fue encarcelado por Trujillo en el 1947 y puesto en libertad sin celebración de juicio en ocasión de una visita de la OEA a República Dominicana en 1949. Al dejar la prisión salió exiliado a Venezuela. En 1950 la dictadura de Marcos Pérez Jiménez lo de-portó a Cuba, donde trabajó en el diario Mañana de La Habana. Al momento de su asesinato era el principal dirigente del MPD y director del periódico Libertad. Fue hecho prisionero por la policía batistiana, torturado y luego asesinado; se desconoce dónde lanza-ron su cadáver. Una de las tesis sobre el destino de su cadáver es que fue enviado por Batista a Trujillo, en uno de los aviones que llevaban armas al dictador cubano, desde República Dominicana.5

5 Revista Bohemia, año XLVII, Núm. 47, La Habana, 20 de noviembre de 1955, p. 64.

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Rostro de Pipí Hernández en la morgue de un hospital de La Habana, Cuba. (Revista Bohemia, año LXVII, Núm. 47, p. 64, La Habana, 20 de noviembre de 1955).

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El asesino de Pipí Hernández, Alejandro Robinson, señala a Rafael Soler Puig (el Muerto), quien habría sido la persona que le pagó para realizar el crimen. (Revista Bohemia, año XLVII, Núm. 47, p. 64, La Habana, 20 de noviembre de 1955).

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Periódico Libertad, La Habana, edición Núm. 1, 27 de feberro de 1936.

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los últimos días del dictador Fulgencio Batista

Ante el avance de la lucha del pueblo cubano por el derro-camiento de la tiranía de Batista, éste buscó la cooperación de sus homólogos y para ello quien mejor que Trujillo, al que, ade-más de sus condiciones sanguinarias y dictatoriales análogas, le motivaba el interés de perseguir a los exiliados dominicanos que desde Cuba organizaban la lucha contra su régimen. En octubre de 1958, aviones cubanos realizaban hasta cinco vuelos diarios a la República Dominicana, desde donde transportaban armamentos.

Como parte de la ayuda de Trujillo a Batista, envía a La Ha-bana, en 1958, una misión militar presidida por el general Ar-turo Espaillat, subsecretario de las Fuerzas Armadas, y de la que formaba parte el jefe de Inteligencia de Trujillo, Johnny Abbes García, el contralmirante Ramón Julio Didiez Burgos, subsecre-tario de Marina y el coronel de la Aviación, Antonio Álvarez Albi-zu, agregado militar de la embajada dominicana en Cuba.

Entre otras ofertas, los representantes de Trujillo prometie-ron incrementar la ayuda militar e incluyeron la incorporación de algunas unidades en las operaciones. Pero parece que al dic-tador cubano se le hizo tarde, pues la ayuda llegó al mismo tiempo del triunfo de la revolución.

El 31 de diciembre de 1958, a las 10:30 de la mañana, ate-rrizó en el aeropuerto de Columbia, en la actualidad Ciudad

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Libertad, un avión cuatrimotor del Ejército dominicano, que regresó a Santo Domingo después que depositara su carga hu-mana, de pertrechos y material de guerra.

Entre las personas que viajaron en dicho avión se encontra-ban José Lee Chávez, jefe del departamento químico del Ejér-cito dominicano, Julián Sánchez y Manuel Martínez. Su llegada ocurrió horas antes del triunfo revolucionario, cuando ya Batis-ta preparaba su huida. Los dos últimos militares dominicanos se asilaron en una embajada en La Habana. José Lee no tuvo tiempo de huir y fue detenido e interrogado por los rebeldes.

En el interrogatorio informó que fue enviado a Cuba para visitar un laboratorio donde hacer bombas, por orden del ge-neral Alexander Kovac, del servicio tecnológico del Ejército dominicano.6

tRes gRandes dominicanos en la lucha contRa batista

Enrique Jiménez Moya

Exiliado dominicano en Venezuela, era miembro de la Unión Patriótica Dominicana en aquel país. El 7 de diciembre de 1958 llegó a Cuba un avión C-46, con pertrechos y armas que enviaron los revolucionarios dominicanos y cubanos de la Unión Patriótica a las guerrillas cubanas. En ese avión viajó Jiménez Moya con una carta de la organización citada, pidió entonces su incorporación a la guerrilla. «Fidel lo incorporó a su tropa con el grado de te-niente, en diciembre fue herido en el combate de Maffo; luego es promovido a capitán por el comandante en jefe, Fidel Castro».7

En Cuba, la dictadura se enfrentaba al deterioro de las con-diciones económicas y políticas, lo que creaba un entorno no

6 Periódico Revolución, La Habana, 21 de enero de 1959.7 José Abreu Cardet, Cuba y las expediciones de junio de 1959, Santo Domingo,

2002, p. 25.

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controlado y sin perspectivas para la dictadura, la cual pronta-mente quedó sin el respaldo de sectores de la burguesía y una de lucha popular en ascenso, que tenía como una de sus expre-siones más significativas el Movimiento 26 de Julio. Fidel Cas-tro y sus compañeros organizaban en México la expedición que llegó a Cuba en el yate «Gramma», el 2 de diciembre de 1956, y desarrollaron a partir de entonces una guerra necesaria por el derrocamiento de la dictadura de Batista, que culminó con el triunfo de los revolucionarios el primero de enero de 1959.

Como una ineludible hermandad entre nuestros pueblos, el yate «Gramma» fue transportador de sueños de libertad en cuya conducción estuvo como oficial mayor el intrépido marinero dominicano Ramón Emilio Mejía del Castillo (Pichirilo).

Ramón Emilio Mejía del Castillo (Pichirilo)

Partió al exilio muy joven en época de la tiranía trujillista. Parti-cipó en la expedición de Cayo Confites, donde conoció a Fidel Cas-tro, quien tomó parte en ese movimiento. Durante la Revolución de Abril de 1965, en República Dominicana, fue jefe del comando San Antón, del sector del mismo nombre. Terminada la guerra, se inició una persecución contra los combatientes constitucionalistas, sobre lo que él expresaba: «Yo no me voy de aquí, mientras quede un solo militar extranjero pisoteando este país».

El 12 de agosto de 1965, a las 10 de la noche, fue asesinado Pichirilo con dos tiros por la espalda, disparados por un terro-rista en San Antón, el mismo barrio en que combatió la invasión imperialista.8

andrés Ramos Peguero

Andrés Ramos Peguero estuvo exiliado en Cuba, fue miem-bro fundador del Movimiento Popular Dominicano (MPD) y

8 Rafael Chaljub Mejía, Cuesta arriba –memorias–, Santo Domingo, 1977, pp. 54-56.

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se incorporó al Movimiento 26 de Julio en La Habana, donde formó parte de la guerrilla urbana. Luego, alcanzó el grado de capitán de la Policía Nacional Revolucionaria. Una biblioteca en Cuba lleva su nombre. Llegó a Santo Domingo acompañan-do a Máximo López Molina en la lucha contra Trujillo, bajo la consigna del MPD: «Lucha interna o Trujillo siempre». Fue asesinado por la policía política en el período de los doce años de Joaquín Balaguer.

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Enrique Jiménez Moya, a la derecha, comandante de la gesta de Constanza, Maimón y Estero Hondo, junto al comandante del ejército rebelde cubano, Delio Gómez Ochoa, a quien el Gobierno dominicano otorgó la ciudadanía priveligiada por su participación junto a más de 30 combatientes interna-cionales, el 14 de junio de 1959, en República Dominicana. (Foto: Área de Fotografías del A.G.N.).

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Ramón Emilio Mejía del Castillo (Pichirilo). (Década de 1960).

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Andrés Ramos Peguero, uno de los fundadores del MPD, vistiendo uniforme del Ejército Revolucionario de Cuba. (Década de 1960).

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CaPítulo 13

la Revolución cubana y su solidaridad con República Dominicana: expediciones de junio de 1959

El primero de enero de 1959 marcó el fin de una época en Cuba: triunfó la revolución y el dictador Fulgencio Batista no esperó la entrada a La Habana de los guerrilleros, que se acercaban por tierra desde Santiago; huyó como lo hacen los cobardes, los asesinos, los que acumulan deudas de sangre con el pueblo. En la fecha citada, Batista aterrizó en la base aérea de San Isidro –República Dominicana–, donde llegó sorpresiva-mente y recibió la acogida y protección el dictador Rafael Leo-nidas Trujillo Molina.

Porfirio Rubirosa, quien había sido designado embajador en Cuba el 15 de julio de 1958 y presentado cartas credenciales el 3 de septiembre de ese año, se había desempeñado con una ele-vada fidelidad frente a los dictadores Rafael Leonidas Trujillo y Fulgencio Batista. Con la caída de Batista se rompió la solida-ridad interdictatorial y Rubirosa se escondió en otra embajada en La Habana. Más tarde salió de Cuba, con lo cual quedó la misión diplomática dominicana a cargo de Rafael Lantigua Fer-nández, quien era auxiliar especial de la Secretaría de Relacio-nes Exteriores dominicana.

La salida de Cuba del embajador Rubirosa fue el inicio de la ruptura de las relaciones diplomáticas entre los dos gobiernos y la apertura a nuevos espacios de solidaridad para el exilio dominicano. La esperanza, nunca perdida por los opositores

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a Trujillo, creció y se hizo realidad; no era casual, los cubanos alimentaban su espíritu solidario con las huellas de Máximo Gómez y de tantos dominicanos que hicieron de Cuba su otra patria, en su lucha por la independencia y la libertad. Ahora los cubanos ponían su triunfo al servicio de la causa dominicana contra la tiranía trujillista, a la luz de lo cual se reorganizó la lucha.

En ese proceso, se sucedieron diversos hechos, entre los cua-les se encuentran algunos de índole política, otros con moti-vaciones humanas, que resumimos aquí por la sensibilidad y expresión de amor de una dominicana.

Nos referiremos a Nelia Martínez Pérez, una joven domini-cana que en la década de 1950 pasó a vivir a Nueva York, como parte de esa diáspora permanente que por razones diversas sa-lía del país. En esa urbe conoció a un joven cubano que residía allí. Contrajeron matrimonio. Ella nos cuenta:

El primero de enero, cuando la prensa anuncia el triunfo de los revolucionarios y la entrada de Fidel a La Habana, mi es-poso me dice: «Me voy a Cuba a luchar con ese hombre, él me-rece nuestra ayuda». Recoge sus cosas y viaja inmediatamente a La Habana.

Al partir, en una actitud despojada de todo egoísmo e impo-sición (así nos lo contó Nelia), dijo a su compañera: «No te pido que me acompañes, tú lo piensas y si decides acompañarme, allí te estaré esperando». La respuesta fue una, solidaria y con amor decidió partir a Cuba, solo que, el día que debía viajar, «los Es-tados Unidos suspenden los viajes a Cuba».

Se inició entonces para esta mujer un vía crucis, en tres oca-siones trató de penetrar por diferentes medios a Cuba y al mo-mento de hacerlo suspendían los viajes, hasta que en un cuarto intento se trasladó a Jamaica y desde allí llegó a La Habana.

En esa ciudad se incorporó junto a su esposo a la sociedad cubana. Participó en la campaña de alfabetización, ingresó a la Policía Nacional Revolucionaria de Cuba, donde al transcurrir

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los años se jubiló con honores. Nelia mantuvo una estrecha rela-ción con la embajada de la República Dominicana en ese país, en el que participó en todas sus actividades y demostró un intenso amor por su patria.

En el 2003 hizo realidad el sueño de visitar su familia en República Dominicana; luego regresó a La Habana, donde fa-lleció poco después. ¡Quién sabe si en sus últimos momentos se recreó en el poeta Pablo Neruda, cuando escribió: Confieso que he vivido...*

1

cReación del comité pRo ayuda a santo domingo y a centRoaméRica

En enero de 1959 se creó el Comité Pro Ayuda a Santo Do-mingo y Centroamérica, cuyo local estaba ubicado en la calle René Ramos Latour, Núm. 14 del Reparto Los Olmos, en San-tiago de Cuba.

* Pablo Neruda, Confieso que he vivido. Memorias, Chile, 1974. (N. del E.).

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la pRensa cubana con República dominicana

RevoluCionaRios dominiCanos van a CReaR CluBes

El comité central de Acción Revolucionaria Dominicana, que lucha por liberar a su pueblo de las garras del trujillismo, anuncia que desde el 27 de febrero en curso, Día de la Inde-pendencia dominicana, funcionarán en toda la ciudad de La Habana y en algunas localidades del interior los clubes deno-minados general Gregorio Luperón, los cuales serán células activas de lucha. Llaman a los dominicanos que aún se mantie-nen al margen de la lucha política que contacten con el comité central en Gervasio 308, altos, o por el teléfono Núm. 7366, y piden a los cubanos que ayuden.

Revolución, año II, Núm. 65, 19 de marzo de 1959.

CRean en holguín el Comité estudiantil PRo liBeRtad de santo domingo

El 11 de marzo apresan a 25 jóvenes que intentan apoderarse de armas y un yate para luchar contra Trujillo.

Revolución, año II, 16 de marzo de 1959.

asamBlea geneRal antitRuJillista

El movimiento que proyecta la revolución de Santo Domingo cita, el 11 de abril de 1959, a las 9 de la mañana, a la asamblea general del comité antitrujillista.

Revolución, año II, Núm. 108, 11 de abril de 1959.

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desaPaReCe dominiCano

Oscar Sierra Reyes, dominicano que peleó en la co-lumna 17 del segundo frente oriental, está desaparecido, de-clararon tres amigos al periódico.

Revolución, año II, Núm. 119, 24 de abril de 1959.

detienen a teniente de eJéRCito ReBelde Joaquín feRnández, de la Columna 8 CiRo Redondo, Cuando

en BaRaCoa tRataBa de emBaRCaRse a dominiCana

Por (intentar) unirse a las tropas que luchan contra Trujillo, fue detenido y dejado en libertad. Luego logró con-quistar a varios compañeros del Ejército Rebelde, pertene-cientes al escuadrón de Baracoa, para partir en ayuda de los revolucionarios que luchan contra ‘Chapita’.

Revolución, año II, Núm. 120, 25 de abril de 1959.

RePúBliCa dominiCana soliCita en la oea Reunión de CanCilleRes PaRa veR agResión de CuBa

Votan a favor Haití, R. Dominicana, Paraguay y Nicaragua. En reunión de cancilleres se plantea expulsar a Trujillo de la OEA.

Revolución, año II, Núm. 184, 11 de julio de 1959.

Llega a Sao Paulo, Brasil, comisión cubana que realiza una campaña de repudio continental a la dictadura de tRuJillo. Se entrevista con líderes sindicales y habla por televisión. En

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la comisión iban el Rector de la Universidad de Las Villas y el dominicano Juan Isidro Jimenes Grullón.

Revolución, año II, Núm. 207, 7 de agosto de 1959.

Se quiere establecer el 12 de agosto como día de repulsa a Trujillo, para ello viajaron la comisión procedente del Brasil, el Rector de la Universidad de Las Villas, el Presidente de la FEU de Venezuela y Jimenes Grullón.

Revolución, año II, 10 de agosto de 1959.

desfile de muJeRes de RePúBliCa dominiCana PoR la haBana Con CaRteles ContRa tRuJillo

Revolución, año II, Núm. 212, 13 de agosto de 1959.

se inicia en cuba nueva etapa de lucha contRa tRujillo

En marzo de 1959 se fundó en La Habana el Movimiento de Liberación Dominicana y su brazo armado, el Ejército de Liberación Dominicana, con sede en la calle N y 21, en los al-tos del Club 21, en El Vedado. Lo integraron organizaciones de dominicanos en el exilio: Unión Patriótica, establecida en Venezuela, Cuba y Estados Unidos; Frente Unido Dominicano, de Nueva York y Puerto Rico; Partido Socialista Popular de Re-pública Dominicana, y el Frente Independiente Democrático, en Venezuela.

Había una real y sincera decisión del Gobierno revolucio-nario cubano de apoyar al Movimiento de Liberación Domi-nicana. En su primera visita a Venezuela, luego de la asunción al poder, Fidel Castro incorporó en su discurso una arenga que buscaba obtener el apoyo para la lucha de los dominicanos. En

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un acto simbólico, se quitó la boina e introdujo una moneda como estímulo de la solidaridad material que solicitaba para la causa del país hermano.

Más adelante, se trasladó desde Cuba a Venezuela una co-misión para recabar el apoyo de Rómulo Betancourt, enton-ces presidente venezolano, quien entregó la suma de 150,000 dólares al grupo encabezado por el comandante Delio Gómez Ochoa, el capitán Enrique Jiménez Moya y Francisco Pividal, historiador y embajador de Cuba en Venezuela.

Delio Gómez Ochoa había sido designado por el Gobierno cubano enlace con el movimiento de los dominicanos. Este co-mandante se destacó en la lucha guerrillera cubana, en la que ostentó el cargo de jefe del regimiento número 7 de Holguín y al triunfo de la revolución se desempeñaba como jefe del IV Frente Simón Bolívar. Más adelante, jugó un papel preponderante en la expedición de junio de 1959 contra Trujillo. Recibió como mues-tra de gratitud del pueblo y el Estado la ciudadanía dominicana.

La orientación estaba clara, la formación del brazo armado, el Ejército de Liberación dominicano, lo que sentaba las bases para organizar la expedición de 1959. Además de esos pasos, se inició la campaña de recaudación de recursos y la llegada a Cuba, desde otros países, de los dominicanos que se preparaban para la acción militar.

Ya en La Habana, eran alojados en dos residencias: una en la calle A entre la 1ra y 3ra de El Vedado, y otra era la casa del historiador Francisco Pividal, en el reparto Tarará. Allí perma-necieron hasta ser trasladados al campamento de entrenamien-to situado en Mil Cumbres. La oficina del movimiento era con-ducida por Enrique Jiménez Moya, quien fue el jefe militar de la expedición, y por el doctor José Horacio Rodríguez Vázquez, comandante del campamento.

La estructura organizativa de los combatientes fue dividida en cinco pelotones, bautizados con los nombres de los próceres dominicanos y de los países solidarios con la lucha: Juan Pablo Duarte, Máximo Gómez, José Martí, Simón Bolívar y Gregorio Luperón.

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Dos cubanos: Camilo Cienfuegos (1) y Ramón López López (Nené) (2), en el campamento de Mil Cumbres junto a varios dominicanos. (Década de 1960).

En el campamento de Mil Cumbres se entrenaron 261 com-batientes, de ellos 198 pasaron a formar la expedición, de na-cionalidad dominicana, cubana, venezolana, puertorriqueña, norteamericana, española, nicaragüense y guatemalteca. Allí los combatientes recibieron la visita de Camilo Cienfuegos, quien se ocupó de revisar y ultimar los detalles antes de partir a Santo Domingo.

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El cubano Pablito Mirabal, sobreviviente de la expedición de 14 de junio de 1959, contra Trujillo; falleció posteriormente en Cuba.

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Pablito Mirabal, junto a José Francisco Peña Gómez, quien en ese momento era profesor en el Instituto Preparatorio de Menores de San Cristóbal (El Re-formatorio), República Dominicana. (Década de 1960).

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combatientes en la expedición de 1959, según país de oRigen2

1

República Dominicana 155

Cuba 18

Venezuela 13

Puerto Rico 6

Estados Unidos 2

España 2

Guatemala 1

Nicaragua 1

total 198

1 Los primeros datos fueron aportados por José Abreu en el año 2002.

Rafael Báez Pérez, embajador de la República Dominicana en Cuba, en el pe-ríodo 2000-2004, entrega una placa de reconocimiento al comandante Delio Gómez Ochoa, en febrero de 2002. (Foto: RBP e YAP).

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llegada de la raza inMortal a santo domingo

Un total de 198 combatientes llegaron a República Domini-cana por vías marítima y aérea en junio de 1959, por Constan-za, Maimón y Estero Hondo. La expedición aérea llegó el día previsto, el 14 de junio; la marítima se retrasó y no fue hasta el 20 de junio que se produjo el desembarco. Acontecimientos im-previstos, quizás, produjeron el retraso. ¿Fue determinante esta situación para el fracaso militar de la expedición?

Una Raza Inmortal de 198 combatientes: 192 muertos, seis sobrevivientes, cuatro dominicanos: Poncio Pou Saleta, Francis-co Merardo Germán, Mayobanex Vargas y Antonio González Pacheco, este último asesinado después de ser puesto en liber-tad y entregado a su madre, y los cubanos Delio Gómez Ochoa y Pablito Mirabal. La expedición fracasó militarmente, pero sentó las bases para que el pueblo dominicano, en particular su juven-tud, organizara internamente la lucha contra la tiranía trujillista y abriera un nuevo espacio por la libertad, justicia social y la democracia. Hoy utopías no realizadas.2

3

las mujeRes

El exilio de la época trujillista estimuló a decenas de mujeres que, junto a sus hermanos y esposos, formaron parte del contin-gente que desde otros países luchaba por la libertad en República Dominicana. Sin embargo, la investigación sobre la lucha del exi-lio por el derrocamiento de la tiranía registra una ausencia de la mujer en dicho proceso. No obstante, existen informaciones de la presencia de cuatro mujeres en el campamento de Mil Cum-bres: Dominicana Perozo, Dulce María Díaz, Betty Rodríguez y Lydia Ortiz, las que recibieron entrenamiento, en igualdad de condiciones que los hombres, en aquel lugar de combate.

2 J. Abreu Cardet, Cuba y las expediciones de junio de 1959, Santo Domingo, 2002, pp. 33, 37 y 49.

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También se enfrentaron a la doble jornada, pues al término de los entrenamientos, mientras los compañeros descansaban, ellas se dedicaban a las tareas domésticas: limpiar, lavar y ade-más servían como enfermeras.

En una actitud de discriminación y subestimación de sus condiciones, al momento de salir la expedición, las envían a La Habana con la excusa de que iban a recibir entrenamiento como enfermeras. Es un hecho que la gloria y la inmortalidad de los héroes no puede borrar en tanto vulnera el derecho de la mujer, como ente social y humano, a decidir su propio destino, cuya valentía y coraje queda demostrado en diversos procesos de la historia universal.

llegada del mpd a República dominicana

En junio de 1960 la tiranía permitió la entrada del MPD y su actuación pública, lo que obedeció a una estrategia de Trujillo, tratando de limpiar su imagen frente a la comunidad interna-cional que desarrollaba en esos momentos fuertes críticas a su gobierno.

Los emepedeístas abrieron un local en la avenida José Truji-llo Valdez, hoy avenida Duarte, en el cual instalaron altoparlan-tes, a través de los cuales llamaban a los dominicanos a inscri-birse en su partido y a protestar contra la política del trujillato.

Asimismo, organizaron un mitin en la ciudad de Santiago de los Caballeros, donde repartieron volantes y el periódico Liber-tad. El Gobierno no pudo resistir esta acción opositora y desató una fuerte represión contra sus militantes, que incluyó el incen-dio de su local, persecución, apresamiento y asesinato de sus dirigentes, a través de una banda de pandilleros liderados por el agente policial José Antonio Jiménez (Balá).

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CaPítulo 14

Caída de la tiranía (1961) y desaparición del Coronel de abril (1973)

La expedición del 1959 aplastada por la maquinaria del tira-no, derrotada en lo militar produjo, sin embargo, un sentimien-to de repulsa hacia el régimen, tanto nacional como interna-cional. Hubo una elevación en la conciencia sobre la necesidad de liberar al país de las garras del trujillato. En ese proceso, impacta de manera decisiva el triunfo de la Revolución cubana, lo que se expresa en los métodos organizativos y de lucha, de manera muy especial entre la juventud. Fue una inspiración que se manifestó en la instrumentación no solo organizativa, sino programática del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, el más importante de los que lucharon por la libertad y la inde-pendencia en República Dominicana.

Por otra parte, el triunfo de los revolucionarios cubanos, agregado al creciente descrédito de la dictadura en la República Dominicana, fortaleció el temor en los Estados Unidos a lo que ellos llamaron «el peligro de una nueva Cuba». En medio de esa situación el imperio asume la colaboración en las acciones por el derrocamiento del tirano, tras tratar de convencerlo de su retirada «voluntaria» del poder.

El 30 de mayo de 1961 cayó ajusticiado el dictador Truji-llo, en una acción que estuvo acompañada de un creciente mo-vimiento de repudio. Los Estados Unidos, en su estrategia de

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defender lo que consideran su traspatio, convencieron a Ramfis Trujillo, hijo del dictador, quien asumió la dirección de la con-tinuidad política del clan familiar, de colocar en la Presidencia del país a uno de los hombres de mayor confianza y aval intelec-tual de la dictadura, al doctor Joaquín Balaguer Ricardo.

Mientras, el movimiento político y social en República Do-minicana se nucleó en tres organizaciones básicas: la Unión Cí-vica Nacional (UCN), representante de los sectores burgueses más conservadores; el Movimiento Revolucionario 14 de Junio (MR1J4), convertido en Agrupación Política 14 de Junio, y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

El 5 de julio de 1961 llegó al país una representación del Partido Revolucionario Dominicano, integrada por Ángel Mio-lán, Ramón A. Castillo y Nicolás Silfa, con lo que se inauguró una etapa de lucha política legal en República Dominicana. En octubre el profesor Juan Bosch, líder del PRD, regresó al país y planteó un programa que contenía importantes reivindicacio-nes de carácter social a favor de las grandes mayorías.

El PRD, con Bosch en la dirección, acompañado de Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo y del joven dirigente José Francisco Peña Gómez, logró aglutinar a su alrededor los sectores populares del país.

El PRD gana las elecciones en diciembre de 1962 y el pro-fesor Juan Bosch asume la Presidencia de la República el 27 de febrero de 1963. Se inauguró un nuevo régimen y la inmediata aprobación de la Constitución de 1963, cuyo contenido plan-teaba importantes medidas favorables al pueblo, en el orden de la educación, alud y vivienda, la implementación de una refor-ma agraria y participación de los trabajadores en los beneficios de la empresa.

Las decisiones tomadas por el nuevo gobierno lesionaban los intereses de la oligarquía, que veía el espectro de Cuba en la ac-ción oficial. Esa minoría poderosa y sectores militares produjeron el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963. Asumió la di-rección del país un triunvirato que anuló la Constitución de 1963 y, con ella, las reivindicaciones políticas y sociales que contenía.

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La respuesta de los sectores democráticos fue de moviliza-ción en demanda del retorno a la constitucionalidad. El Mo-vimiento 14 de Junio, heredero auténtico de la Raza Inmortal de Constanza, Maimón y Estero Hondo, inició la lucha armada desde las montañas, en la que murió la mayoría de los insurrec-tos constitucionalistas.

Entre ellos resultó vilmente asesinado, después de rendirse, el máximo dirigente del 14 de Junio, Manuel Aurelio Tavárez Justo, junto a 14 de sus compañeros. De nuevo lo más sano de la juventud dominicana abonó con su sangre el camino de la liber-tad; otra vez el fracaso militar, pero se impone la férrea voluntad de luchar por la justicia y la libertad. Esta decisión hace posible la insurrección del 24 de abril con la participación de todo un pueblo, bajo la dirección de un grupo de ciudadanos civiles y militares dispuestos a devolver a la patria sus sueños. Desde ahí se erigió, con la fortaleza de la bravura y la dignidad, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien fue juramentado presi-dente de la República en armas, el 3 de mayo de 1965.

La guerra entre los dominicanos, que apuntaba hacia el éxi-to de los combatientes por el restablecimiento de la Constitu-ción sin elecciones, fue interferida por la directa intromisión de los Estados Unidos, con el desembarco el 28 de abril de 42,000 marines bajo la excusa de venir a «salvar vidas», pero se pusie-ron de inmediato al lado de las fuerzas militares conservadoras y golpistas. Bajo el escudo de la Fuerza Interamericana de Paz, Estados Unidos pretendió legalizar la segunda intervención mi-litar a República Dominicana en el siglo xx, impidió con ello que la voluntad de los dominicanos y dominicanas decidiera el conflicto bélico, que de guerra civil se convirtió en guerra patria.

Descaradamente las fuerzas interventoras enfrentaron a los constitucionalistas. Los fuertes combates y la acción criminal de los invasores que masacraron y asesinaron a mansalva la pobla-ción, obligaron al inicio de unas negociaciones que concluyeron con la firma del Acta Institucional y el Acta de Reconciliación, el 31 de agosto de 1965.

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El 3 de septiembre de ese mismo año, el coronel Caama-ño presentó renuncia y tomó posesión un gobierno provisional, encabezado por el doctor Héctor García Godoy, el cual preparó las elecciones del año siguiente. Los combatientes constitucio-nalistas fueron perseguidos y muchos asesinados, mientras el coronel Caamaño y otros oficiales fueron asignados a misiones diplomáticas, para alejarlos del país y de los cuarteles. Caama-ño fue designado agregado militar de la embajada dominicana en Londres. Otros fueron enviados a Francia, Bélgica, etc., con quienes Caamaño se reunió en el exterior y les expuso sus pla-nes de lucha.

El 12 de noviembre de 1967 el Coronel de Abril dirigió una carta a sus compañeros de armas, la cual, en dos de sus párra-fos, deja en claro la fuerza de su pensamiento y de sus ideas, cuando expresaba lo que esperaba, a quienes tuvieran el valor de seguirlo era:

...la guerra revolucionaria, larga y difícil, llena de escollos, de altas y bajas y con un enemigo poderoso y brutal, que conoce-mos bien por haberlo combatido con las armas en las manos.Todos tenemos una rica experiencia en esto, también un de-ber que cumplir, y lo cumpliremos y saldremos victoriosos. To-das las condiciones están dadas para el desarrollo de la guerra revolucionaria en República Dominicana. Tenemos que agili-zarnos; es esto lo que les planteo.1

Había nacido el comandante Román y las diferencias con muchos de los que fueron sus compañeros, quienes no lo acom-pañaron en ese encuentro con la historia. Se inició un nuevo proceso en el cual el Coronel de Abril confirmó y desarrolló el compromiso con una sociedad más justa. Ya tenía una convic-ción: la necesidad de continuar la lucha por la justicia y la liber-tad de su pueblo. Así lo hizo saber a sus amigos y compañeros

1 Hugo Rius Blein y Ricardo Sáenz Padrón, Caamaño, 1ra edición, Editorial de Ciencias sociales, La Habana, 1984, p. 243.

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que lo visitaban en Londres, quienes, según diversos testimo-nios, plantearon puntos de vista disímiles en su relación con los estadounidenses.

Dos fuentes son determinantes en su decisión: por un lado el Che, el carácter internacionalista y antiimperialista de su ejem-plo, y por otro, Vietnam, que en esos momentos se enfrentaba a la invasión norteamericana. Y Cuba, presente siempre en la ingente y permanente lucha de los dominicanos por la libertad, fue el lugar escogido.

la confeRencia tRicontinental

En enero de 1966 se celebró en Cuba la Primera Confe-rencia de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (la Tricontinental).

La delegación dominicana estuvo integrada por represen-tantes de varias organizaciones de izquierda. El 14 de Junio pre-sidía el grupo y sus delegados fueron el doctor Guido Gil Díaz y el estudiante Amaury Germán Aristy; el Partido Comunista Do-minicano (PCD) estaba representado por Asdrúbal Domínguez; el Movimiento Popular Dominicano por Cayetano Rodríguez del Prado, y por el Frente Constitucionalista el doctor Euclides Gutiérrez Féliz. A esta conferencia asistieron 500 delegados de 82 países y decenas de observadores y participantes.

Como resultado de la persecución y represión contra los do-minicanos que viajaban a los países socialistas, quienes se veían obligados a hacer una travesía por Europa para enmascarar su visita, la delegación presente en la Tricontinental, a su paso por Londres, visitó a Caamaño. Allí le comunicaron de sus debates y de la condena al imperialismo y la oligarquía, considerada cóm-plice de los crímenes cometidos por Estados Unidos en este país bajo el manto protector de la Organización de Estados America-nos y la Fuerza Interamericana de Paz (FIP).

También informaron al Coronel de Abril del homenaje he-cho por la Tricontinental a la República Dominicana.

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Texto del reconocimiento:

...por haber resistido con heroísmo la agresión, combatiendo con las armas a los soldados invasores, que no se ha amedren-tado con lo desigual de la batalla, sino por el contrario aumen-ta cada día su lucha, aprovechando todos los medios, todas las posibilidades para llevar a feliz término su guerra nacional por la desocupación del país y por el pleno rescate de su sobe-ranía e independencia nacionales.2

Como era habitual por los dominicanos y dominicanas que tenían un alto sentimiento de admiración por el coronel Caama-ño, trataban de encontrarse con este en su estancia en Londres; es así como recibió la visita de Vicenta Vélez, quien se convirtió más tarde en su contacto y confidente; la compañera que estuvo con él desde su decisión de prepararse para la continuidad de la lucha y quien sería la madre de tres de sus hijos: Tania, Silvia y Román.

desapaRición de caamaño

El 23 de octubre Caamaño se encuentra ya en Holanda, des-pués de un recorrido por varios países para desviar la atención sobre el «viaje del Coronel».

El 23 de noviembre en un despacho de UPI, el periódico dominicano Listín Diario informa en primera plana: «El coronel Francisco Caamaño, líder de la Revolución Constitucionalista del 25 de abril de 1965 y actualmente miembro de la embajada dominicana en Gran Bretaña, ha desaparecido».

El coronel estaba en Cuba. En 1968 tuvo un encuentro con Amaury Germán Aristy y durante cinco años estuvo preparán-dose y coordinando las condiciones de su llegada a Santo Do-mingo, esta vez como guerrillero. Muchos de los que se habían

2 H. Rius Blein, R. Sáenz Padrón, Caamaño, p. 223.

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comprometido con esa riesgosa tarea, en su mayoría ex consti-tucionalistas, no le acompañaron.

En 1969 se habían incorporado al campamento de entre-namiento en Cuba, decenas de compañeros, de este primer grupo solo lo acompañaron compañeros; de ellos, solo Claudio Caamaño Grullón (Sergio), Juan Ramón Payero Ulloa (Ismael), Ramón Euclides Holguín Marte (Braulio), Alfredo Pérez Var-gas (Armando), Carlos Toribio Peña Jáquez (Felipe) y Hamlet Herman (Freddy) estuvieron a su lado en la expedición a Santo Domingo.

En el país, Amaury Germán Aristy, Bienvenido Silveira Leal Prandy, Ulises Cerón Polanco y Eugenio Perdomo, comprome-tidos con la acción del Coronel de Abril, cayeron combatiendo frente al ejército balaguerista, mientras trataban de escapar a la persecución desatada contra ellos, el 12 de enero de 1972.

Cuando estaba cerca el momento, Caamaño escribió en Cuba, 1973, dos cartas a sus hijos que presagiaban no un hasta luego, sino un adiós, y en las cuales se evidenciaba la fuerza con que la Revolución cubana y el pensamiento del Che Guevara habían impactado en su definición ideológica.

fRagmento de caRta a sus hijos fRancis y albeRto

Alberto, Francito, ustedes están recibiendo la formación in-tegral del hombre nuevo, el hombre del siglo veinte que vis-lumbró el Che y por el que generosamente dio su vida; esto solo puede ser así en un país en revolución, en un pueblo en revolución y que, como el cubano, va a la vanguardia de la revolución americana. Empínense, mis hijos, supérense día a día, que el mañana exige este esfuerzo.

Alberto, Francito, hijos míos, por la patria de Maceo, de Máximo Gómez, de Martí, del Che, que es tan nuestra como toda la patria americana, la vida daría una y mil veces si fuere necesario, si así lo exigieran las circunstancias; sé que esto

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que les digo ya lo llevan ustedes en lo más profundo de sus sentimientos y si algún día osara el maldito yanqui impe-rialista atentar contra esa tierra libre americana, hijos míos, por favor, en la primera fila a hacerles morder el polvo de la derrota…

Su padre fRanCis Román3

caRta a sus hijos silvia, tania y Román

Mis queridísimos hijitos Silvia, Tania y Román. Aún son us-tedes mis hijitos muy pequeños para comprender el porqué de esta separación y su larguedad; sin embargo, crecerán y llegará el momento de interpretar las actitudes de sus padres y de toda la sociedad.

Su mamá, a quien tanto queremos, les explicará y les irá diciendo siempre lo mucho que les quiero, que les llevo en mi corazón; también lo que hace su papá y por qué lo hace…

Román, chiquitito eres aún, apenas balbuceas las prime-ras… y ya vas teniendo tu carácter que, con la debida educa-ción, desarrollará en ti, como en todos los niños de ese queri-do pueblo, el hombre nuevo que el Che visionario vislumbró en las generaciones jóvenes venideras… Cuando vean a sus abuelitos, esto será pronto, les dan muchos besitos de mi parte y les dicen que les quiero mucho. También que les eduquen y les ayuden a ser como el Che.

Su padre fRanCis Román4

Cuando Caamaño parte, el padre de Vicenta, un veterano de la guerra civil española, Vicente Vélez, va a buscar sus nietos y Fidel le dice: «Esos también son mis hijos, ven tú también a

3 H. Rius Blein y R. Sáenz Padrón, Caamaño, pp. 303-304.4 Ibídem, p. 307.

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vivir acá».5 El viejo comunista va a residir a Cuba, donde muere; sus restos descansan en el cementerio Colón de La Habana.

Y llegó el día; la expedición sale de Guadalupe, lugar donde habían obtenido el yate «Black Jack». Román, Freddy, Sergio, Felipe, Ismael, Armando y Braulio arriban en febrero a la tierra dominicana, esta vez a lo interno de sus entrañas y entre dudas e impotencias y algunas vacilaciones se nos fue el Coronel de Abril en febrero de 1973.

5 Testimonio oral de Vicenta Vélez.

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Francisco Alberto Caamaño Deñó con sus hijos Alberto, Francis y Paola. El uniforme de los niños no tiene ninguna relación con el uni-forme de guerrilla de Caamaño, es el uniforme de la escuela de Ca-militos en Cuba. (Foto: Cortesía de Vicenta Vélez Vda. Caamaño).

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CaPítulo 15

Relaciones diplomáticas domínico-cubanas

La salida del embajador dominicano en Cuba, Porfirio Rubi-rosa, en mayo de 1959, no obstante ser sustituido en la misión, marcó el inicio del rompimiento de las relaciones diplomáticas entre la República Dominicana y Cuba. El triunfo de la Revo-lución cubana significó el término de una relación de coopera-ción entre los dictadores de los dos países. La organización y preparación en Cuba de la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo de 1959, a solo 6 meses del triunfo de los re-volucionarios cubanos, significó la inmediata y tangible acción de solidaridad del Gobierno cubano con los dominicanos en su lucha contra la tiranía trujillista.

El 15 de junio de 1960 Cuba rompió las relaciones diplomá-ticas con el gobierno de Trujillo. En junio de 1960, Rómulo Be-tancourt, presidente de Venezuela, fue víctima de un atentado perpetrado por Trujillo en Caracas, mientras asistía a un desfile militar. El 21 de agosto de 1960, los cancilleres, en reunión de la OEA celebrada en Costa Rica, aprobaron sanciones diplomá-ticas y comerciales contra el gobierno de Trujillo, entre las que se destacó el rompimiento de las relaciones de todos los Estados miembros con República Dominicana.

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gobieRno enduRece Relaciones con cuba

El rompimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos gobiernos se prolongó y asumió un carácter más crudo con decretos anticomunistas del gobierno golpista del Triunvira-to (1963-1965), lo cual se mantuvo en el régimen del doctor Joaquín Balaguer (1966-1978), que prohibía y sancionaba las relaciones con los países socialistas. El pasaporte dominicano tenía una inscripción que decía: «Válido para todos los países del mundo, excepto Rusia y sus satélites».

En una segunda etapa se leía: «Este pasaporte no es válido para viajar a Cuba, China Comunista, Rusia y demás países bajo gobiernos comunistas». Sin embargo, esto no pudo impedir la continuidad de una histórica relación de amistad y solidaridad entre los dos pueblos y sus organizaciones. Para burlar esa pro-hibición y llegar a Cuba se hacía a través de un tercer país. En la Antilla Mayor se organizaron y desarrollaron importantes jor-nadas de solidaridad con el pueblo dominicano.

La solidaridad de Cuba no solo era política, centenares de dominicanos, revolucionarios, dirigentes de organizaciones po-pulares y gente humilde del pueblo recibieron atención de sa-lud gratuita. Entre ellos fue atendido con esmero el destacado y respetado dirigente sindical Julio de Peña Valdez; aquejado de un terrible cáncer, lograron alargarle la vida. Murió más tarde en La Habana en medio de grandes cuidados y el cariño de los cubanos.

La presencia de los dominicanos en Cuba ha permeado si-tuaciones relevantes de carácter político, social, humano y cul-tural. Es el caso de lo acontecido el 10 de agosto de 1982, tal como lo cuenta el doctor Luis Calzadilla Fierro en su libro El caballero de París.

…Doctor, aquí en el estadio hay unos peloteros de la República Dominicana que quieren conocer y saludar a El Caballero de Pa-rís. Si fuera posible y si él lo desea, sería bueno vestirlo con uno de sus trajes, para recogerlo con la ambulancia en la sala…

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Era la tarde del 10 de agosto de 1982, Cuba es la sede de los XIV Juegos Centroamericanos y del Caribe y el equi-po de peloteros de la República Dominicana estaba haciendo prácticas en el estadio del Hospital Psiquiátrico de La Habana. Me dirijo hacia la sala «Enrique Núñez», donde en su silla de ruedas me recibe Lledín. Brevemente le informo el deseo de los deportistas. Su extraordinaria necesidad de ser admirado, su tendencia a la grandiosidad, se pone de manifiesto en la alegría que la noticia provoca en él.

—Quiero mi traje negro –ordena a sus ayudas de cáma-ra. En poco tiempo viste su elegante traje negro de caballero y lo ayudamos, junto a la enfermera, empujando la silla de ruedas hacia la ambulancia que lo llevará en compañía de los amigos… –Caballero, aquí están los peloteros que quieren ha-blarle– lo presentamos al equipo dominicano… Un médico que integra el equipo y yo nos separamos de los demás… De pronto, con profundo asombro, descubro que El Caballero de París no se encuentra en la silla de rueda. Está vacía y él cami-na sin ayuda, con la agilidad y paso firme de un joven, rumbo al terreno de la pelota. Este hombre me lleva de sorpresa en sorpresa.

—«Quiero ver la pelota. Yo jugué balompié en España y fui campeón», dijo.

Pero ya no lo escucho, me ha pasado inadvertido un hecho frecuente: la obstinada negación de algunos ancianos, por ra-zones psicológicas, a no deambular después de alguna enfer-medad física u operación que los mantenga en un prolongado encajamiento. ¡Él puede caminar! Hoy ha tenido una fuerte motivación para hacerlo.1

1 Luis Calzadilla Fierro, Yo soy el caballero de París, Badajoz, España, 2000, pp. 145-147. El Caballero de París apareció por las calles de La Habana en la década de 1920. Vestía capa larga, con una melena y un aire de gran-deza que lo hacía en ocasiones rey o emperador. Sirvió de inspiración al antológico danzón, «El caballero de París», conocido en República Domi-nicana en la voz de Barbarito Diez. Calzadilla Fierro fue su psiquiatra.

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RepResentación política

las oRganizaciones RevolucionaRias

Las relaciones entre los dos países las rompían los gobiernos y los Estados, pero los pueblos se mantenían unidos y, en nuestro caso, se daba a través de la representación de las organizaciones políticas revolucionarias, cuyos delegados tenían en Cuba una categoría y tratamiento de embajadores fuera del poder.

Los primeros delegados fueron el doctor Bienvenido Aqui-no Pimentel, Sócrates Peguero (Pupo), doctor Luis Gómez Pé-rez, Marcos Rodríguez y José Lalane, por el 14 de Junio, en la década de 1960; el doctor Arnulfo Mateo, seguido de Santiago Guillermo, por el Partido Comunista Dominicano (PCD), en los años 80.

En 1981 Rafael Báez Pérez y Moisés Blanco Genao viajaron a Cuba en representación del Núcleo Comunista de los Traba-jadores a una reunión con el Partido Comunista de Cuba y dis-cutieron la representación de esta fuerza política en ese país. En 1984, el Frente de Izquierda Dominicano (FID), que aglutinaba a casi todas las fuerzas revolucionarias, nombró a Rafael Báez Pérez como su delegado en Cuba.

En la década de los 80 asumieron también representación el doctor Fernando Morales Billini, del Partido de la Liberación Dominicana; Santos López, por el Bloque Socialista y Valen-tín Ciriaco, por el Partido de los Trabajadores Dominicanos. Además de la relación política, en atención a que la amistad y la relación con Cuba sobrepasaba lo político, toca lo cultural, educativo, humano; en este período se creó, en República Do-minicana, el Comité de Amigos de Cuba y, más tarde, el Comité de Solidaridad con Cuba.

La educación también ha sido una razón para que decenas de dominicanos se establezcan en ese país, donde han recibido formación académica y cultural. Eminentes médicos dominica-nos han realizado sus estudios en Cuba. El caso más reciente es el de los más de 500 jóvenes dominicanos becados por el Go-bierno de Cuba para realizar sus estudios de medicina y en otras

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áreas. De estos ya se encuentran en Santo Domingo cientos, graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina, creada a raíz del ciclón George, que devastó el Caribe y Centroaméri-ca. Centenares de médicos cubanos se trasladaron a los países de la región afectados por ese fenómeno natural, entre ellos el nuestro.

se Reanudan las Relaciones diplomáticas entRe cuba y República dominicana

En 1997 el gobierno del Partido de la Liberación Dominica-na restableció las relaciones consulares con Cuba y fue nombra-da cónsul general en ese país la licenciada Fiordaliza Pichardo. Un año después, en 1998, se reanudaron las relaciones diplomá-ticas. Fue designado embajador extraordinario y plenipotencia-rio el señor Daniel Guerrero, durante el período 1998-2000.

En el período 2000-2004, Rafael Báez Pérez, asumió como embajador extraordinario y plenipotenciario en Cuba. La mi-sión, además de cumplir con el protocolo diplomático, quiso dejar testimonios tangibles e intangibles de la amistad entre es-tos dos pueblos hermanos.

Se reavivó entre nuestros coterráneos en esa isla la memoria histórica del país, promovieron y desarrollaron acciones tales como la colocación permanente de la bandera dominicana junto a la cubana en el monumento a Máximo Gómez, situado frente a la bahía de La Habana, que fue develado el 18 de noviembre de 1935. Este honor de izar nuestra bandera en suelo cubano contó con la aprobación del Gobierno de Cuba y, en especial, del buen amigo de los dominicanos, Eusebio Leal, historiador de la ciudad de La Habana.

Igualmente, se logró la celebración anual del concurso «Her-manas Mirabal», que se constituyó en un encuentro permanente con la historia dominicana, cuyas premiaciones se entregaban el 25 de noviembre de cada año, en memoria a las tres heroínas dominicanas, Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, en cuyo

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honor la Organización de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer.

Esa actividad estaba dirigida a los estudiantes dominicanos, con temas referidos a importantes acontecimientos y protago-nistas de nuestra historia, así como a la realización de eventos recordatorios de los héroes y heroínas dominicanos (as) y el con-tacto permanente con ciudadanos dominicanos residentes allí.

Tres certámenes fueron realizados con la entusiasta partici-pación de los estudiantes dominicanos becados en la hermana nación y la colaboración de destacados intelectuales dominica-nos y cubanos, quienes fungieron como jurados en los diferen-tes concursos, tales como el cubano-dominicano, comandante Delio Gómez Ochoa; la cubana, doctora Olga Portuondo, his-toriadora de la ciudad de Santiago de Cuba; los dominicanos Tony Raful, para entonces secretario de Estado de Cultura,

Premio a Mirna Jiménez de la Rosa, ganadora del primer lugar en el con-curso Hermanas Mirabal, con el tema «40 aniversario del ajusticiamiento de Trujillo». Se lo entregan Rafael Báez Pérez (izquierda) y Delio Gómez Ochoa. (Foto: RBP e YAP).

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Rafael (Fafa) Taveras, doctor Andrés L. Mateo, doctor Rober-to Cassá, doctor Emilio Cordero Michel, ingeniera arquitecta Sina Cabral, amiga y compañera de Minerva Mirabal, y el doc-tor Eduardo García Michel.

Durante tres años se celebraron los concursos de historia con los temas siguientes: «Significación de la muerte de Trujillo a 40 años de su ajusticiamiento», en el año 2001, en el que re-sultó ganadora del primer lugar la estudiante de medicina –hoy médico– Mirna Jiménez de la Rosa.

En el año 2002 se trabajó el tema: «Las hermanas Mirabal, su vida y el impacto político y social de su asesinato»; fue la ga-nadora del primer lugar Lidia Carolina Jiménez Vólquez.

En el año 2003, el tema fue: «Máximo Gómez en su dimen-sión internacionalista»; obtuvo el primer lugar la estudiante cu-bana Yanelkys Martínez. En esa ocasión se dio participación a estudiantes cubanos de los centros donde había dominicanos, dado el carácter de Libertador de Cuba de Máximo Gómez.

En el marco de las festividades de la fecha patria, en febrero de 2002, la embajada dominicana en Cuba entregó la condecoración

De izquierda a derecha Ysabel A. Paulino, Tony Raful, Rafael Báez Pérez, em-bajador dominicano en Cuba y Rafael –Fafa– Taveras, miembros del jurado del concurso de historia Hermanas Mirabal, La Habana, Cuba. (2002). (Foto: RBP e YAP).

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de la Orden de Duarte, Sánchez y Mella a Pablito Mirabal, en las personas de su viuda e hija, y una placa de reconocimiento al co-mandante Delio Gómez Ochoa.

De igual manera, se hicieron reconocimientos a dominica-nos y cubanos que permanentemente defendieron el restable-cimiento de las relaciones oficiales entre los dos países. Entre los cubanos debemos destacar a Fernando Vecino Alegret, en ese entonces ministro de Educación Superior; Eusebio Leal, historiador de la ciudad de La Habana; Omar Córdoba, Otto Marrero, Luis Céspedes, Aníbal Mancebo y el cantautor Silvio Rodríguez.

En ese mismo orden, se rindió homenaje a dominicanos re-sidentes en Cuba, entre los que se destacan el ingeniero Luis Mir, doña Josefina Velásquez Mainardi, Patricio Bosch. Se rin-dió, además, un homenaje póstumo a Ligia Piantini.

El embajador Rafael Báez Pérez hace entrega de un pergamino a la viuda de Pablito Mirabal, y a su hija, en presencia de Ysabel A. Paulino y Ana Guzmán, en La Habana, Cuba. (2001). (Foto: RBP e YAP).

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canción a máximo gómez

Del autor cubano Enrique Núñez.

Sargento dominicano que sin caballos ni balas fuiste un demonio con alas con el machete en la mano.

Oh, oh, oh, Sargento dominicano,aquella carga brillante que con amor en la leyenda y recorriste la senda de los guerreros gigantes porque tu brazo de acero fue la expresión de la idea con que encendimos la tea del 10 de octubre hasta enero.

Generalísimo hermano, será invasión al futuro vienes cargando seguro con el machete en la mano oh, oh, oh con el machete en la mano.

Aquella carga brillante que colocó en la leyenda y recorriste la senda de los guerreros gigantes porque tu brazo de acero fue la expresión de una idea con que encendimos la tea del 10 de octubre hasta enero generalísimo, Máximo Gómez

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Las banderas dominicana y cubana ondean frente al monumento a Máximo Gómez, en la entrada del túnel de la bahía en La Habana, Cuba, por primera vez en la historia. (Foto: RBP e YAP).

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El embajador dominicano en La Habana, Cuba, Rafael Báez Pérez (cuarto de izquierda a derecha), junto a funcionarios de la embajada dominicana, frente al monumento a Máximo Gómez, durante el izamiento de la bandera domi-nicana. (Foto: RBP e YAP).

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los dominicanos en Cuba ayer y hoy

Los dominicanos residentes hoy en Cuba se sitúan en cuatro grupos fundamentales:

1. Los descendientes de las primeras migraciones; 2. Los familiares de los últimos exilios; 3. Los técnicos y empresarios que realizan actividades comer-

ciales y los estudiantes que residen de manera provisional;4. Flujo permanente de salud e intercambios culturales.

No mencionamos el turismo ya que éste es parte general del intercambio entre los países.

Del exilio de la tiranía trujillista permanecen en Cuba fami-liares y descendientes del profesor Juan Bosch, el señor Patricio Bosh, el ingeniero Luis Mir y su familia, hermano del Poeta de la Patria, don Pedro Mir; doña Josefina Velásquez Mainardi, her-mana de Miguel Ángel Velásquez Mainardi. Otros dominicanos residentes en Cuba son los familiares de doña Ligia Piantini, es-posa del laureado compositor y músico cubano Adolfo Guzmán. En diferentes localidades encontramos descendientes de domi-nicanos destacados en diversas áreas de la sociedad cubana, tal es el caso de la distinguida poetisa Dulce María Loynaz, hija de Enrique Loynaz, nacido en Puerto Plata, República Domi-nicana, el 5 de junio de 1871, quien combatió a las órdenes de Antonio Maceo y llegó a ser general del Ejército Libertador; de

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la doctora Karelia Rodríguez Grullón, destacada pediatra, nieta del hijo del caballerizo de Máximo Gómez, Diego Grullón Ma-dero, residente en Santiago de Cuba; el licenciado Félix Manuel Hidalgo Pimentel, profesor de historia de la facultad de huma-nidades del Instituto Superior Pedagógico de Holguín, residen-te en esa ciudad, hijo de la dominicana Altagracia Pimentel.

En Guantánamo, ciudad oriental de Cuba, permanecen nume-rosas familias descendientes directas de dominicanas y dominica-nos de quienes recibimos testimonio oral de su procedencia: Víctor Maura Méndez, hijo de Hortensia Maura Méndez, procedente de San Pedro de Macorís, esta última llegó a Cuba con su hijo a la edad de 17 años; Lidia Medina Vinales, hija del dominicano Anto-nio Medina González, procedente de Baní; Delia Grant Soto, nieta de la dominicana Olimpia Soto Pichardo, que llegó adolescente a Cuba en 1902 y que junto a sus dos hermanos, Rafael Soto y Se-cundino Soto, participó desde Cuba en la lucha contra Trujillo.2

2 Los autores entrevistaron a todas estas personas mencionadas.

Patricio Bosch recibe una placa de reconocimiento de parte del embajador do-minicano en La Habana, Cuba, Rafael Báez Pérez. (2001). (Foto: RBP e YAP).

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Carmen Dalia Martínez Pérez, dominicana residente en La Habana, celebra sus 100 años de vida con la bandera dominicana en su bizcocho de cumpleaños. (2001). (Foto: RBP e YAP).

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dominicanos de ayeR y hoy en cuba3

Época de la colonización española

Inmigrantes indígenas

Hatuey

Caguas y seguidores

4

En el Ejército libertador de Cuba

Comandante Máximo Gómez Báez (el generalísimo)

Comandante Lorenzo Despradel (Muley)4

Comandante Leopoldo Tió

Comandante Ignacio Díaz Álvarez

Capitán Juan Jiménez

Capitán Jacobo Granda

Capitán Juan Gómez

Capitán Carlos de Soto

Capitán José Soler

Subteniente Ignacio Díaz

Subteniente Manuel Mireles Simoni

Subteniente Elizardo Frías

Subteniente Ramón González

Capitán Luis Marcano Álvarez

Capitán Félix Marcano Álvarez

Capitán Francisco Marcano

Mariscal Modesto Díaz Álvarez

Brigadier Francisco Javier Heredia

Coronel Manuel Javier Heredia

Coronel Manuel Frómeta

Coronel Hipólito Aviar

Coronel Francisco Javier Aristy

Teniente coronel Toribio Llépez

3 Además de los nombrados en esta lista, hubo otros que también se destaca-ron en Cuba.

4 Asistente del generalísimo Máximo Gómez.

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Teniente coronel Santiago Pérez

Teniente coronel Rodolfo Bergés y Tavárez

Comandante Rufino Martínez

Comandante José Puello y Ezquerra

Teniente coronel José Puello y Ezquerra

Capitán Rosendo Prebot

Capitán Joaquín Puello

Teniente coronel Carlos Destroje

Comandante Juan José Cruz

Capitán Domingo Ramírez

Capitán Manuel de Regla

Subteniente Victoriano García Escarfullery

Mariscal de campo Juan Chery

Mariscal Román Franco

Brigadier José Vicente Valera

Capitán Francisco de Lara

Capitán Manuel María Tejera

Capitán Manuel Quintero

Subteniente Luis Tejeda

Sargento 1ro Tomás Ramírez

Sargento Juan Nepomuceno Pimentel

Cabo Pedro Regalado Gómez

Cabo 2do Casimiro Pimentel

Coronel Chepín Arzeno

Coronel Francisco Abreu Licairac

General Dionisio Gil de la Rosa5

Capitán de caballería Francisco Antonio Delgado

Comandante Francisco Vega Varela

Bernabé Delgado

Carlos Sablón Manac

Sargento Mauricio Castro

Sargento Lucas Evangelista Díaz

1

5 Asistente del generalísimo Máximo Gómez.

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186 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

5los intelectuales y artistas dominicanos en susdiferentes manifestaciones en Cuba

los intelectuales

Francisco Henríquez y Carvajal

René Fiallo

Camila Henríquez Ureña

Max Henríquez Ureña

Pedro Henríquez Ureña

Francisco Muñoz del Monte

Antonio del Monte y Tejada

Domingo del Monte

Juan de la Mata

Osvaldo Bazil

Manuel de Jesús de Peña y Reynoso

los músicos

Micaela y Teodora Ginés

Alberto Beltrán

Luis Rivera

los pintores

Luis Desangles

María Adriana Engracia Billini

Epifanio Billini

Juan de la Mata Tejeda

Carlos Federico Isaías Ramírez

Jaime Colson

5 Asistente del generalísimo Máximo Gómez.

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Raíces de una hermandad 187

Dominicanos en Cuba durante el régimen de trujillo

Profesor Juan Bosch

Don Pedro Mir

Dr. Romano Pérez Cabral

Dr. Octavio Mejía

Juan Isidro Jimenes Grullón

Virgilio Mainardi Reyna

Agustín Núñez

Ángel Miolán

José Diego Grullón

Rafael Mainardi Reyna

Mauricio Báez

Máximo López Molina

Víctor Orzattellis

Ramón Emilio Mejía (Pichirilo)

Jesús Hernández Santana (Pipí)

Dr. Leovigildo Cuello

Pablo Antonio Martínez

Alfonso Espinal

Tiberio Castellanos

Luis Aquiles Mejía

Dr. Rafael Moore Garrido

Enrique Jiménez Moya

Mayobanex Vargas

Gonzalo Almonte Pacheco

Andrés Ramos Peguero

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a modo de síntesis

La República Dominicana y Cuba pertenecen a dos islas de un mismo mar. Cuba, una isla larga y grande, con la imagen de un cocodrilo que navega en el Caribe; la otra más pequeña, la isla de Quisqueya, la cual República Dominicana comparte con Haití, tan cercana en sus quebrantos como la pequeña línea que parió dos culturas, dos naciones.

Entonces, la hermana mayor recibe en un abrazo solidario a hombres y mujeres que la ignominia y la intolerancia les obli-gan a cobijarse bajo cielos de otra patria, pero al llegar a ella, en ocasiones hacen suya la patria que los recibe o reciben de sus anfitriones el abrazo solidario en la lucha por sus sueños y utopías.

Así, impulsando los remos, desafiando la bravura del mar, Hatuey llegó a Cuba, advirtió a sus mansos habitantes de la crueldad de los españoles, les enseña a luchar y en el vecino país, en el cual pretendía alejarse del exterminio a que había sido sometida su raza en La Española, murió en la hoguera combatiendo al mismo colonizador.

Y mientras los cubanos hacían más dulce nuestro azúcar, la historia creaba otros héroes y heroínas; Máximo Gómez hizo suya la patria de Martí y de Maceo, y en ese devenir, de domi-nicanos nacieron tres nietos que son paradigmas en las luchas libertarias de Cuba: Calixto García, Antonio Maceo Grajales y Julio Antonio Mella. Con ellos, decenas de dominicanos y

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190 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

dominicanas son parte del Ejército Libertador de Cuba. Pero también se trasladó la alegría y la belleza; con los areítos de Anacaona llegó a Cuba el cántico de guerra desde La Española; Teodora y Micaela dejaron su Santiago de los Caballeros y lle-garon a Santiago de Cuba con su bandola y vihuela, abrieron el camino al saleroso y sentimental son cubano. Llegaron con las composiciones de Luis Rivera a Cuba y la hermosura del bolero salió de viaje con Sindo Garay y se posó en Dominicana.

Fue que unos y otros se hicieron hijos de dos patrias. Cuan-do las garras del tirano Trujillo se imponían sobre el país, Cuba colocó el triunfo de su revolución al servicio de la lucha domini-cana. Allí se forjaron en el acero, en lo que fue su casa, los hom-bres de El Mariel, Luperón, Cayo Confites y la Raza Inmortal.

Estuvo el Coronel de Abril y estuvieron centenares de do-minicanos que al seguir las huellas de Máximo Gómez hicieron suya la frase de Martí, cuando dijo: «De Santo Domingo, ¿por-qué he de hablar? ¿Es cosa distinta de Cuba?, ¿y usted, no es cubano, y hay quien lo sea mejor que usted? ¿Y Gómez, no es cubano?...»

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FuENtES y BIBlIoGRaFía

Fuentes

a. archivos:• ArchivoNacionaldeLaHabana,Cuba.• ArchivoHistóricodeSantiagodeCuba.

Protocolos consultados:

Protocolo Folio Fecha390 67,68V 1844390 78 1844390 431 1844390 287 1844391 188 1845391 326 1845392 65,65V 1846392 140,140V 1846392 186,186V 1846392 253,253V 1846393 128 1847115 319 1865115 319 1865115 150 1865

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192 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

Protocolo Folio Fecha115 161 1865115 13,13v 1865787 113 1865373 20.28 1907323 29 1907373 248 1907373 48 1907373 35 1908374 3 1913374 3 1913*1787 11 1925787 113 1929787 113 1929372 3 1929787 113 1929390 67,48/V 18/3/1844

• ArchivoHistóricodeGuantánamo,Cuba.• BibliotecapersonaldelhistoriadorJoséAbreu, Holguín, Cuba.• ArchivodelarevistaBohemia de La Habana, Cuba.• ArchivoHistóricodeHolguín.

Entrevistas efectuadas entre el 2001-2004• Dra. Karelia Rodríguez Grullón, nieta de Diego Grullón

Madero, Santiago de Cuba.• Lic. Félix Manuel Hidalgo Pimentel, profesor de Histo-

ria Universal de la Facultad de Humanidades del Instituto Superior Pedagógico «José de Luz y Caballero», Holguín, Cuba

• Lic.JoséAbreu,investigadoryescritor,Holguín,Cuba.

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Revista Alborada Dominicana, órgano de la embajada dominica-na en Cuba, La Habana, 2001-2004, Núms. 1-4.

Revista Bohemia, año 47, Núm. 47, noviembre de 1957 y año 51, Núm. 34, agosto de 1959.

Revista Del Caribe, Núms. 28 y 42, Santiago de Cuba, 1998 y 2003.

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– 197 –

aNEXoS*1

1documento de la gobeRnación

anunciando llegada del vapoR «PResidente»

* Los documentos anexos se pueden localizar en los archivos y protocolos detallados en la sección correspondiente a las fuentes y bibliografías. (N. del E.).

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198 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

2documento de la gobeRnación

paRa custodiaR al vapoR «pResidente»

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Raíces de una hermandad 199

3documento diRigido al consulado RecoRdando los

gastos de la tRipulación del vapoR «pResidente»

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200 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

4documentos de natuRalización

de camila henRíquez uReña

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Raíces de una hermandad 201

5documentos de natuRalización

de camila henRíquez uReña

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202 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

6documento de exequátuR de René fiallo

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Raíces de una hermandad 203

7nota consulaR de feRnando abel henRíquez

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204 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

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Page 205: vol._cxx_-_raices_de_una_hermandad.pdf

Raíces de una hermandad 205

8comunicación de feRnando abel henRíquez

al gobeRnadoR civil de santiago de cuba

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206 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

9nota de hoRacio lamaRche, cónsul

dominicano en santiago, sobRe dominicanos inscRitos en ese consulado

(2 de julio de 1912)

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Raíces de una hermandad 207

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208 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

10acta de bautismo de la nieta de luis desangles

de la iglesia santísima tRinidad, en santiago de cuba

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Raíces de una hermandad 209

11acta de bautismo del nieto del poeta y patRiota dominicano fabio fiallo, en la iglesia santísima

tRinidad, en santiago de cuba

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210 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

12acta de matRimonio de andRés bRugal y montané

y lucía péRez en la iglesia santísima tRinidad de santiago de cuba

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Raíces de una hermandad 211

13ceRtificación matRimonial

de antonio l. e. bRugal y péRez y caRmen nicomedes bRugal y RodRíguez

en la aRquidiócesis de santiago de cuba

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212 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

14estatutos del paRtido RevolucionaRio

dominicano (pRd), depositados paRa fines legales (28 de eneRo de 1943)

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Raíces de una hermandad 213

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214 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

15expediente de legalización del pRd

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Raíces de una hermandad 215

16comunicación del gobeRnadoR pRovincial

a juan i. jimenes gRullón, sobRe la inscRipción legal del pRd

(el doMinicano, 11 de febReRo de 1943)

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216 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

17estatutos del pRd

(4 de febReRo de 1943)

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Raíces de una hermandad 217

18acta constitutiva del pRd

(16 de febReRo de 1943)

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218 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

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Raíces de una hermandad 219

19coRRespondencia del ministRo de gobeRnación

de cuba al gobeRnadoR pRovincial de la habana,solicitando infoRme sobRe el pRd

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220 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

20comunicación del gobeRnadoR pRovincial

al ministRo de gobeRnación de cuba sobRe investigación del pRd

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Page 221: vol._cxx_-_raices_de_una_hermandad.pdf

Raíces de una hermandad 221

21infoRme de los oRganismos

cubanos sobRe el pRd

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222 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

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Raíces de una hermandad 223

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224 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

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Raíces de una hermandad 225

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226 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

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Raíces de una hermandad 227

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228 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

22autoRización de inscRipción

de la unión democRática antinazista

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Raíces de una hermandad 229

23caRta de aceptación de solicitud de inscRipción

de la unión democRática antinazista

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230 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

24documento de inscRipción

de la unión democRática antinazista

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Raíces de una hermandad 231

25comunicación de ángel miolán

al gobeRnadoR civil de la pRovincia de la habana

sobRe la ReoRganización del pRd(22 de septiembRe de 1952)

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– 233 –

índice onomástico

A

Abbes García, Johnny 137Abreu Cardet, José 13, 138, 155-156,

192-193Abreu Licairac, Francisco 44, 185Acevedo Báez, Manuel 91Acosta, Cristina 92Actriz, Clara 36Alfonseca, Juan Batista 94Agramonte, Ignacio 58Aguiar, Arturo 91Aguiar, Hipólito 43Aguirre, Mirta 78, 193-194Alayo, Augusto 94Alayo, Venerando 94Almánzar, Altagracia 100Almenju, Mireya Altagracia 94Almenju, Ramón A. 94Almonte Pacheco, Gonzalo 187Alomar, Martina Vda. de 92Álvarez, Lorenzo 113Álvarez, Puchulo 116Álvarez Albizu, Antonio 137Álvarez Soto, Joaquín 37Álvarez Soto, José 37Amechazurra, Juan 23Anacaona 190Aparicio, Raúl 35, 193Aponte, José Antonio 21

Aquino Pimentel, Bienvenido 172Arias, Avelino 91Arias, Carmelo 91Arias, Desiderio 103Arias, José 91Aristy, Francisco Javier 43, 184Arredondo y Pichardo, Gaspar de 26Arvelo, Tulio H. 119Arzeno, Chepín 44, 185Aviar, Hipólito 184

B

Bacardí, Emilio 74, 84Báez, Isabel Luisa 94Báez, Mauricio 101, 187Báez, Mercedes 94Báez, Rubén 13Báez González, Horacio 34Balaguer Ricardo, Joaquín 140, 160, 170Banderas, Quintín 56Barbour, Marianela 13Batista, Desiderio 93Batista, Fulgencio 119, 123-124, 129,

135, 137-138, 145Batista, María Caridad 94

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234 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

Batista, Rafael 93Baut Ureña, Juan 36Bautista Comas, Juan 91Bazil, Osvaldo 73, 186Beltrán, Alberto 86, 186Bergés y Tavárez, Rodolfo 34, 43, 185Bermúdez, María Mercedes 63, 65-66Bernal y Muñoz, José Antonio 26Betancourt, Andrea 63Betancourt, Rómulo 151, 169Billini, María Adriana Engracia 75, 186Billini Hernández, Epifanio 40, 75Biset, Basilio 93Biset, Sabina 93Blanco, Andrés Eloy 120Blanco Díaz, Andrés 35Blanco Genao, Moisés 172Bolívar, Simón 151Bonne, Clara 36Borins de Rive, Antonia 37Bosch Gaviño, Juan 107, 113, 116, 121, 124, 160, 181, 187Bosch, Patricio 176, 181-182Bravo Acosta, Antonio 110, 112Brea, María Josefa 65, 67Bretón, Francisco 36Brugal y Montané, Andrés 210Brugal y Pérez, Antonio L. E. 211Brugal y Rodríguez, Carmen Nicomedes 211Bruma, Margarita L. 36Bustamante, A. S. 56

C

Caamaño, Alberto 165, 168Caamaño, Francis 165, 168Caamaño, Paola 168Caamaño Deñó, Francisco Alberto 159, 161-168, 190Caamaño Grullón, Claudio (Sergio) 165, 167

Caamaño Vélez, Román 164, 166Caamaño Vélez, Silvia 164, 166Caamaño Vélez, Tania 164, 166Cabrera, Carlos Antonio 93Cabrera, Domingo 93Cáceres, Abelardo 91Cáffaro, Niní 86, 88Calderón Hernández, Manuel 116Calzadilla Fierro, Luis 170-171, 193Camarena, Pitro 125Caminero, Lisandro 90Camporredondo Mella, Mercedes 67Camporredondo, Luis 67Campusano, Mercedes 28Capote, José María 53Carpentier, Alejo 84, 193Carvajal, Rosa 28Casales, José de la Luz 93Casales, Rosa 93Casamoe, Adalberto 94Casamoe, Rosa 94Casanova, Luis 73Casó Ybenga, Bernardo 90Cassá, Roberto 13, 193Castellanos Vargas, José Tiberio 127-128, 187Castillo, Luis Roberto 108-110, 112Castillo, Ramón A. 160Castro, Edelmira 93Castro, Fidel 120-122, 138-139, 146, 150Castro, Jacinto de 77Castro, José Dolores 93Castro, Mauricio 44, 185Cerón Polanco, Ulises 165Céspedes, Carlos Manuel de 35, 47Céspedes, Luis 176Cestero, Manuel F. 73Cienfuegos, Camilo 152Ciriaco, Valentín 172Cisneros Betancourt, Salvador 53, 56Colón, Cristóbal 16, 22Colón, Diego 22Colson, Jaime 75, 186Collado, Lipe 128

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Raíces de una hermandad 235

Comandante Román (pseudónimo de Caamaño Deñó, Francisco

Alberto) 162Cordero, León 73Cordero Michel, Emilio 13, 126Córdoba, Omar 176Corona, Manuel 66Coronel de Abril (pseudónimo de

Caamaño Deñó, Francisco Alber-to) 159, 162-163, 165, 167, 190

Cruz, Fausto 10, 13, 92Cruz, Frank 86Cruz, Juan José 43, 185Cruz Muñoz, Federico de la 112Cuello, Leovigildo 105, 100, 113, 116, 120, 126, 187Cuello, Teresa 32Cuevas y Hernández, Antonia de las 30Cupull, Adys 64, 66-67, 193Curiel, Eugenio Luis 94 Curiel Castro, Luisa 94Chaillot 36Chaljub Mejía, Rafael 139, 193Chamorro, José Tomás 32Chery, Juan 43, 185Chibás, Eduardo 120, 123Chomat, Roberto 66

D

Dávila, Juanes 23Deive, Carlos Esteban 26, 193Delgado, Bernabé 185Delgado, Francisco Antonio 44, 185Delgado, Joaquín 23Delgado Malagón, Blanca 76Desangles, Ana Elba 93Desangles, Luis 10, 73, 75, 93, 186, 208Desangles, Margarita 93Desangles, María 93Despaigne, Juan 36Despradel Suárez, Lorenzo (Muley) 43, 60, 62, 184

Destroje, Carlos 43, 185Díaz, Benito 36Díaz, Celeste de la C. 94Díaz, Dulce María 156Díaz, Ignacio (subteniente) 42, 184Díaz, José Francisco 91Díaz, Julio Alfredo 94Díaz, Lucas Evangelista 44, 185Díaz, Pedro 70-72Díaz Álvarez, Ignacio (comandante) 43, 184Díaz Álvarez, Modesto 42, 47, 48, 184Díaz de Ureña, Gregoria 81Díaz Páez Vallejo, Enrique 91Didiez Burgos, Ramón Julio 137Diez, Barbarito 171Diforneaur, Esteban 36Diforneaur, Luisa 36Domínguez, Asdrúbal 163Duany, Jorge 194Duarte, Juan Pablo 63, 151Duharte, Rafael 9, 13Dumano 36Duncan, Isadora 77Duzarrie, Héctor 94Duzarrie, Margarita Concepción 94

E

Echavarría, José Antonio 129, 135Echavarría Molina, Carlomán 10, 13, 92Effres, Francisco 60Entralgo, Elías 22Espaillat, Arturo 137Espinal, Alfonso 127, 187Espinosa, Pascual 92Estévez, Luis 56Estrada Palma, Tomás 56, 60Estrella Ureña, Rafael 119

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236 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

F

Fabio Juan 108-110Féliz, José Agustín 90Féliz Ravelo, fray José 26Fernández, Eugenio 90Fernández, Felipe 94Fernández, Joaquín 149Fernández, Lucía 94Fernando II 20Fiallo, Carlos Octavio 93Fiallo, Fabio 209Fiallo Lluberes, René 73, 93, 186, 202Figueredo Pérez, Laura Argelia 65Figueres, José 122Flores, María de la Paz 92Formosa, Ana Crenets 94Formosa, Elsa A. Orfelina 94Francisca (doña) 36Franco, Alcibíades 91Franco, José Luciano 33-34, 41, 194Franco, Leonte 91Franco, Román 43, 185Frías, Elizardo 43, 184Frómeta, Manuel 42, 184Fuentes, Laureano 84

G

Gándara y Navarro, José de la 40Garay, Sindo 85, 190García, Pancho 86García, Salvador 123García del Pino, César 26García Escarfullery, Victoriano 43, 185García Godoy, Héctor 162García González, Ramón 42García Íñiguez, Calixto 33, 41-42, 49,

55, 58, 60, 189García Rivas, Raúl 116Germán, Francisco Merardo 156Germán Aristy, Amaury 163-165

Giberga, Eliseo 56Gil de la Rosa, Dionisio 42, 46, 185Gil Díaz, Guido 163Ginés, Micaela 11, 83-84, 186, 190Ginés, Teodora 11, 83-85, 186, 190Giró y Thomas, Ernesto 37Gisesgui, Isabel 94Gisesgui, Roberto Isabel 94Goico, Agustín 94Goico, Mercedes 94Goico, Mercedes Laura 94Goico, Teolinda 94Goméz, Dominga Regina 40, 93Gómez, Gloria Esperanza 93Gómez, Juan 42, 184Gómez, Juan Gualberto 56Gómez, María 93Gómez, María de Jesús 40, 55Gómez, María Juliana 40Gómez Báez, Máximo 10, 16, 33, 35,

40-42, 44-45, 47-48, 51-62, 80, 93, 103, 108, 146, 151, 165, 173, 177-179, 182, 184-186, 189

Gómez Ochoa, Delio 141, 151, 155-156, 174, 176Gómez Pérez, Luis 172Gómez Reynoso, Máximo 108-110, 112, 114Gómez Toro, Máximo 93Gómez Toro, Panchito 34, 51González, Froilán 64, 66-67, 193González, Manuel 91González, Ramón 44, 184González, Vicente 92González Pacheco, Antonio 156Grajales, José 32Grajales y Cuello, Mariana 32-33Granda, Jacobo 43, 184Grant Soto, Delia 182Grau San Martín, Ramón 120-121,

123Grullón Madero, José Diego 103-

104, 116, 124, 182, 187, 192Grullón Vásquez, Luis Roberto 113Guerra, Clara Elena 93

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Raíces de una hermandad 237

Guerra, Ramiro 194Guerrero, Guillermo 95Guerrero, Nicolás Aramis 94Guerrero Martínez, Alejandro 94-95Guevara, Ernesto (Che) 165-166Guillermo, Cesáreo 33-34Guillermo, Santiago 172Gusep, Mercedes E. Vda. 92Gutiérrez, Guillermo Honorato 93Gutiérrez, Honorato 93-94Gutiérrez, José Andrés 90Gutiérrez, Melva Esperanza 94Gutiérrez Féliz, Euclides 163Guzmán, Adolfo 181

H

Hart Dávalos, Armando 57Hatuey 10, 19, 184, 189Henríquez, Fernando 94Henríquez, Fernando Abel 73, 81,

197, 203, 205Henríquez, Fernando Darío 94Henríquez Laurenzón, Cotubanamá 82Henríquez Ureña, Camila Salomé 11, 76-79, 186, 194-195, 194, 200-

201Henríquez Ureña, Francisco Noel 76Henríquez Ureña, Máximo Adolfo 11, 76-77, 79, 84, 186Henríquez Ureña, Pedro Nicolás 11,

76, 79-81, 186Henríquez Vásquez, Federico Horacio (Gugú) 125Henríquez y Carvajal, Federico 75-

76, 81Henríquez y Carvajal, Francisco 11,

60, 75-77, 80-82, 186Heredia, Domingo 36Heredia, Francisco Javier 42, 184Heredia, José María 26, 28, 30Heredia, Manuel Javier 42, 184Heredia y Mieses, José Francisco 26, 28

Hermann, Hamlet (Freddy) 165, 167Hernández, Julio Alberto 86Hernández, Teófilo 124Hernández Santana, Manuel de Jesús (Pipí) 129-134, 187Herrera, Augusto Adolfo 94Herrera, Hilario (el Inglés) 21-22Herrera, Ramiro 94Herrera Z., Dolores 94Heureaux, Belisario 108-110, 112-113Heureaux, Ulises (Lilís) 11, 34, 69Hidalgo Pimentel, Félix Manuel 182, 192Holguín Marte, Ramón Euclides (Braulio) 165, 167Hostos, Eugenio María de 74, 78-79

I

Ibarra Cuesta, Jorge 54-56, 194Ibarra Mella, Nicanor 67Inclán, Clemente 120Incháustegui Cabral, Arístides 76Inocencio, Víctor 95Íñiguez, Miguel 41Íñiguez Landín, José Martín 42Íñiguez Landín, María de la Concepción Lucía 42Isabel I 20

J

Jimenes Domínguez, José Manuel 112-113Jimenes Grullón, Juan Isidro 69-70,

105, 107-110, 112-113, 116, 150, 187, 215

Jiménez, José Antonio (Balá) 157Jiménez, José Manuel 108-110Jiménez, Juan 43, 184Jiménez de la Rosa, Mirna 174Jiménez Moya, Enrique 10, 138, 141, 151, 187

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238 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

K

Kovac, Alexander 138

L

Lacret, José 56, 59Lahit-Bignott, Nereida 194Lajout, Asad 90Lalane, José 172Lamar, Enrique 23Lamarche, Horacio 89-90, 206Lamarche, Osterman 90Lancot, Juan 91Landín, Luis 41Landín Moreno, María del Rosario 41Landín Moreno, María Mercedes 41Lantigua Fernández, Rafael 145Lara, Francisco de 43, 185Laurenzón, Natividad 82Laurenzón, Luis Enrique 93Laurenzón, Manuel Roberto 93Laurenzón, Rodolfo 93Lavastida, Miguel de 40Leal, Eusebio 173, 176Leal Prandy, Bienvenido Silveria 165Lecuona, Ernesto 86Lee Chávez, José 138Lemba, Sebastián 20León, Manuel 36León Mella, Hilda 67Linares, fray Tomás de 25Liscaille, Francisco 36Liz, Manuel Alexis 124López, Abelardo 95López, Abelardo Ángel 95López, Santos 172López López, Ramón (Nené) 152López Molina, Máximo 127, 140, 187Lores, Fabián 90Loynaz, Carlos 23Loynaz, Dulce María 23, 181

Loynaz del Castillo, Enrique 23, 103, 181Loyola Vega, Oscar 195Lugo, Alfonso 94Lugo, Luz Divina 94Lugo Valdez, Félix 94Luperón, Gregorio 34, 148, 151, 190Llépez, Toribio 43, 184Lluberes, René B. 73

M

Maceo, Clara 32Maceo, Marcos 32-33Maceo Grajales, Antonio de la Cari-

dad 23, 32-35, 51-54, 58-59, 74, 165, 181, 189

Maceo Grajales, José 33Maceo Grajales, Justo Rafael 33Maceo Téllez, Antonio 32Machado, Gerardo 65Maderne, Eloísa 97Mainardi Reyna, Luis Emilio 100Mainardi Reyna, Rafael 113, 116, 125, 187Mainardi Reyna, Víctor (Silín) 100-101, 113Mainardi Reyna, Virgilio 108-110, 112-113, 124, 187Mainardi Vda. Cuello, Corina 100, 194Malagón, José Manuel 90Manac, Sablón 185Mancebo, Aníbal 176Mangenant, María 94Mangenant, Mariana 94Marcano, Francisco 42, 184Marcano, Luis 48Marcano Álvarez, Félix 42, 184Marcano Álvarez, Luis 42, 47, 184Marcial, Luis 91Margarita (doña) 36Marín, Luis Felipe 92Marinello, Juan 120

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Raíces de una hermandad 239

Marrero, Otto 176Marte, Roberto 23, 194Martí, José 9, 12, 34, 42, 51-53, 57,

59-60, 62, 76, 85, 108, 151, 165, 189-190

Martínez, Gregoria 92Martínez, Julio César 127Martínez, Manuel 138Martínez, Pablo Antonio 127, 129, 135, 187Martínez, Rufino 43, 185Martínez, Virginia 92Martínez Almánzar, Francisco 194Martínez Arango, Felipe 194Martínez Campos, Arsenio 53Martínez Pérez, Carmen Dalia 183Martínez Pérez, Nelia 146Martínez Reyna, Virgilio 100Masó, Bartolomé 56Mata Tejada, Juan de la 26, 30, 75, 186Mateo, Andrés L. 82, 194Mateo, Arnulfo 172Maura Méndez, Hortensia 182Maura Méndez, Víctor 182Mayet, Bienvenido 94Mayet, Domingo 94Mayet, Emilia 94Mayet, Lourdes F. 94Mayet, Martina 94Mayet, Yolanda María 94Mayeta, Belén 94Mayeta, Emilio 94McKinley, William 54McPortland, Cecilia 68McPortland, María Magdalena 63Medina González, Antonio 182Medina Vinales, Lidia 182Medrano, H. 71Mejía, Gustavo Adolfo 98, 194Mejía, Luis Aquiles 187Mejía, Octavio 97, 187Mejía Chaljub, Rafael 230Mejía del Castillo, Ramón Emilio (Pichirilo) 127, 139, 142, 187Mejía Ricart, Tirso 98

Melón y Lobato, María 65Mella, Graciela 68Mella, José Ramón 68Mella, Matías Ramón 11, 63-65, 67, 97Mella Bermúdez, Celia 63Mella Bermúdez, Isabel María 63, 66-67Mella Bermúdez, Josefina 63, 67Mella Bermúdez, Juliana 63, 67Mella Bermúdez, Leocadia 63, 67Mella Bermúdez, Luisa Anastasia 63, 67Mella Betancourt, Enrique 63, 67Mella Brea, América 67Mella Brea, Ildefonso 65, 67Mella Brea, Nicanor 63, 65, 67, 97Mella Brea, Ramón 67Mella Fuentes, Carmen 68Mella Imbert, Adela 65, 67Mella McPortland, Cecilio 63, 68Mella McPortland, Julio Antonio 11, 63, 65-66, 68, 97, 189Mella Saldívar, Natasha 68Mella Sánchez, Aleida María 67Mella Sánchez, Josefina 67Mella Santapu, Francisco 67Mella Santapu, Margarita 67Mella Santapu, Nicanor Enrique 67Mella Santapu, Ramón 68Menar, María Francisca 37Méndez, Cucha 101Méndez Capote, Domingo 56Merchán, R. M. 56Milanés, Fidencio (hijo) 93Milanés, Fidencio 93Minaya, Rafael 91Miolán Reinoso, Ángel 108-110, 112-113, 116, 124, 160, 187, 231Mir, Luis 176, 181Mir, Pedro 181, 187Mirabal, María Teresa 173Mirabal, Minerva 173Mirabal, Pablito 153-154, 156, 176Mirabal, Patria 173

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240 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

Mirelis Simonis, Manuel 44, 184Modotti, Tina 68Monte, Domingo del 186Monte y Tejada, Antonio del 30, 186Montoso, Rafael 56Moore Castillo, Rafael 187Morales, Ángel 119Morales Billini, Fernando 172Morel de Santa Cruz, Pedro Agustín 25Moreno, Gertrudis 41Moreto, Matilde 92Morilla, Francisco 29Moscoso, José 127Moscoso, Juan Vicente 28Moscoso, Manuel 28Muguercia, Alberto 85Muñoz, Arturo J. 90Muñoz del Monte, Francisco 29-31,

186Muñoz del Monte, Rafael 28Muñoz y Caballero, Andrés 29-30

N

Narciso, Gil 21Neruda, Pablo 147Neyman, Marcos 91Nouel, Adolfo A. 77Núñez, Agustín 187Núñez, Enrique 177Núñez de Cáceres, José 26-27

O

O’Farril, Longina 66Ochoa, Pascual de 84Ofelia María 95Ornes Coiscou, Horacio Julio 125Orovio, Helio 194Ortiz, Fernando 194Ortiz, Lydia 156Orzatellis, Víctor 127, 187Ovando, frey Nicolás de 20

P

P., Juan Zacarías 36Pacheco, Félix 108-110Padilla, Baldomero 90Páez, Carmen de la Caridad 94Páez, José Alfredo 94Palacio, Orquídea 94Palacio, Ramón 94Palacios, Ramón 95Palma, José Joaquín 57Pallí Mella, Margarita 68Paulino Ramos, Alejandro 13Payero Ulloa, Juan Ramón (Ismael) 165, 167Peguero, Juan María 108-110, 112Peguero, Sócrates (Pupo) 172Peña, Bartolomé A. de 91Peña, Diego de 35Peña Gómez, José Francisco 154,

160Peña Jáquez, Carlos Toribio (Felipe) 165, 167Peña Valdez, Julio de 170Peña y Reynoso, Manuel de Jesús de 35, 186Perdomo, Eugenio 165Perdomo, Manuel de Jesús 90Pérez, Lucía 204Pérez, Octavio 95Pérez, Ofelia 95Pérez, Santiago 40, 43, 185Pérez Cabral, Romano 105, 107-110, 112-113, 116, 124, 187Pérez Damera, Genoveva 121Pérez Jiménez, Marcos 129Pérez Olivo, Luis Manuel 88Pérez Román 60Pérez Vargas, Alfredo (Armando) 165, 167Perón Uñal 36Perozo, Dominicana 156Petitón, Eduardo 37Peynado, Jacinto J. 77Piantini, Ligia 176, 181

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Raíces de una hermandad 241

Pichardo, Lucas 108-110, 112Pierra, Fidel 56Pierret, Carlos A. 90Pileta, María del Carmen 93Pileta, Nemesio 93Pimentel, Altagracia 182Pimentel, Casimiro 44, 185Pimentel, Juan Nepomuceno 44, 185Pimentel, Rumualdo 91Pino, Julián del 36Pividal, Francisco 151Pohlmann Mella, Andrés 65, 67Porter, Robert 54Portuondo, José Antonio 84Portuondo, Olga 9, 13, 31-32, 174, 195Pou Saleta, Poncio 156Prado, Caridad Blanca Rosa del 93Prado, Santiago del 21Prado, Silverio del 93Prebot, Rosendo 43, 185Prío Socarrás, Carlos 123Puello, Eusebio 40Puello, Joaquín 43, 185Puello y Ezquerra, José (teniente coronel) 43, 185Puello y Ezquerra, José (comandante) 185Puente, Tomasa 92

Q

Quezada, Gonzalo de 56Quintero, Manuel 43, 185

R

Raful, Tony 174-175Ramírez, Carlos 93Ramírez, Carlos F. 91Ramírez, Domingo 43, 185Ramírez, Eduardo de la Caridad 93

Ramírez, Josefa 92Ramírez, Miguel Ángel 125Ramírez, Pedro 91Ramírez, Rhina 86, 88Ramírez, Tomás 44, 185Ramírez, Venancio 90Ramírez Guerra, Carlos 93Ramírez Guerra, Carlos Federico Isaías 75, 186Ramos, Brígida 92Ramos, Filermón 93Ramos, Natacha 93Ramos Peguero, Andrés 10, 127, 139, 143, 187Ravelo, Juan E. 90Ravelo, Julio E. 73Ravelo, María de la C. Altagracia 93Ravelo, Temístocles A. 90, 93Ravelo y Asencio, Juan María 195Regalado Gómez, Pedro 44, 185Regla, Manuel de 43, 185Repilado, Ricardo 84Rey Vela, Manuel 112Reyes Valdés, José de los 90Reynoso, Juliana 35Ricardo, Ramón 90Risk, Marion 77-78Rius Blein, Hugo 162, 164, 195Rius Rivera, Juan 56Rivas, Juan Maximino 91Rivera, Luis 86, 186, 190Riverand, Julio le 195Roa, Raúl 98Robles, Antonio 94Robles, Elsy María 94Robinson, Alejandro 131Rodríguez, Alejandro 56Rodríguez, Betty 156Rodríguez, José Ignacio 91Rodríguez, Juan 120-121Rodríguez, Juancito 126Rodríguez, Marcos 172Rodríguez, Rolando 195Rodríguez, Silvio 176Rodríguez, Tomás Pascual 91

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242 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

Rodríguez Cáceres, Francisco 108-110, 112, 114Rodríguez del Prado, Cayetano 163Rodríguez del Prado, Herminia 93Rodríguez del Prado, Rafael Noel 93Rodríguez Grullón, Karelia 104, 182, 192Rodríguez Vásquez, José Horacio 151Rogelia Aurelia 95Roloff, Carlos 48Romay, Tomás 26Rosa Adelaida 36Rosado Aybar, José 194-195Rosario, Marcos del (hijo) 108-110, 1 12-113Rosario, Marcos del 34, 62, 108Rosario, Sinencio del 90Rubirosa, Porfirio 127, 145, 169Ruiz Offlegat, Luis 91

S

Sáenz Padrón, Ricardo 162, 164, 195Saldívar Freyre, Oliva 68San Féliz, Luis 36Sánchez, Buenaventura 124Sánchez, Francisco del Rosario 63Sánchez, Isabel 92Sánchez, Julián 138Sánchez Ramírez, Juan 29Sang Ben, Mu Kieng Adriana 128Sanguily, Manuel 56Santapu, Margarita 67Santos, Amelia 13Santos, Rafael (Rafelín) 13Saviñón, Encarnación 37Severino Arias, Andrés 91Sierra Reyes, Oscar 149Silfa, Nicolás 124, 160Silvestre, Sonia 86, 88Simó, Arturo 91Simosen, María Concepción 92Soler, José 43, 184Soler Puig, Rafael (el Muerto) 131

Soriano, Ángel 91Soto, Carlos de 42, 184Soto, Rafael 182Soto, Secundino 182Soto de la Cruz, José 91Soto Pichardo, Olimpia 182Suárez Pérez, Eugenio 122

T

Tamayo, Diego 56Tapia y Coronado, Mónica 29Tatis, Juan de M. 91Tavárez, Francisco 37Tavárez Justo, Manuel Aurelio (Manolo) 161Taveras, Jorge 86Tejada Tapia, Juan María 29Tejada y del Monte, Juan 29Tejeda, Dagoberto 86, 88Tejeda, Luis 43, 185Tejeda, Ulises 108-110, 112Tejera, Manuel María 43, 185Tió, Flavio 94Tió, Leopoldo 43, 184Tió, Miguel Ángel 94Tió, Miguel Ángel Vitoriano 94Tomás, Guillermo 84Torre, José María de la 84Torres Cuevas, Eduardo 195Torriente Mella, Ileana de la 68Trinidad, Juan de Dios 90Troncoso, Manuel 91Trossa, Luis 36Trujillo Molina, Rafael Leonidas 81,

99-103, 108, 119, 122, 127, 129-130, 137, 140, 145-146, 148-151, 153, 157, 159, 169, 182, 190

Trujillo Martínez, Rafael Leonidas (Ramfis) 160Trujillo Valdez, José 157Tussay, Luis 36

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Raíces de una hermandad 243

U

Ureña de Henríquez, Salomé 11, 76, 81Ureña de Mendoza, Nicolás 81

V

Valdez, Gregoria 92Valdez, María Dolores 92Valdez Domínguez, Fermín 45Valdez y Donia, Juan 90Valera, José Vicente 40, 43, 185Valera, Rafael 91Valera, Tomasina 92Varela (padre) 28Varela, Julia 41Vargas, Mayobanex 156, 187Varona, Enrique José 56, 80Vásquez, Horacio 69-72, 100, 119, 129Vecino Alegret, Fernando 176Vega, Augusto 73

Vega, Eduardo 94Vega, José Joaquín 94Vega, Marcelino 41Vega, Miguel 94Vega Valera, Francisco 40, 185Velásquez Hernández, Federico 77Velásquez Mainardi, Josefina 176, 181Velásquez Mainardi, Miguel Ángel 181Vélez, Vicenta 88, 164, 166-168Vélez, Vicente 166Vicioso, Alejandro S. 91Vidal, Jaime R. 90Vilthop, V. 66Vitier, Cintio 85

Z

Zarzuela, Luis 86Zuazo, Alonso de 22

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Publicaciones del archivo General de la Nación

Vol. I Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1944.

Vol. II Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. I, C. T., 1944.

Vol. III Samaná, pasado y porvenir. E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1945.Vol. IV Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E.

Rodríguez Demorizi, Vol. II, C. T., 1945.Vol. V Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección

de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago, 1947.Vol. VI San Cristóbal de antaño. E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago,

1946.Vol. VII Manuel Rodríguez Objío (poeta, restaurador, historiador, mártir). R.

Lugo Lovatón, C. T., 1951.Vol. VIII Relaciones. Manuel Rodríguez Objío. Introducción, títulos y

notas por R. Lugo Lovatón, C. T., 1951.Vol. IX Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1846-1850,

Vol. II. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1947.Vol. X Índice general del «Boletín» del 1938 al 1944, C. T., 1949.Vol. XI Historia de los aventureros, filibusteros y bucaneros de América. Escrita

en holandés por Alexander O. Exquemelin, traducida de una famosa edición francesa de La Sirene-París, 1920, por C. A. Rodríguez; introducción y bosquejo biográfico del traductor R. Lugo Lovatón, C. T., 1953.

Vol. XII Obras de Trujillo. Introducción de R. Lugo Lovatón, C. T., 1956.Vol. XIII Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E.

Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1957.

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246 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

Vol. XIV Cesión de Santo Domingo a Francia. Correspondencia de Godoy, García Roume, Hedouville, Louverture Rigaud y otros. 1795-1802. Edición de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959.

Vol. XV Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959.

Vol. XVI Escritos dispersos (Tomo I: 1896-1908). José Ramón López, edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005.

Vol. XVII Escritos dispersos (Tomo II: 1909-1916). José Ramón López, edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005.

Vol. XVIII Escritos dispersos (Tomo III: 1917-1922). José Ramón López, edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005.

Vol. XIX Máximo Gómez a cien años de su fallecimiento, 1905-2005. Edición de E. Cordero Michel, Santo Domingo, D. N., 2005.

Vol. XX Lilí, el sanguinario machetero dominicano. Juan Vicente Flores, Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXI Escritos selectos. Manuel de Jesús de Peña y Reynoso, edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXII Obras escogidas 1. Artículos. Alejandro Angulo Guridi, edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXIII Obras escogidas 2. Ensayos. Alejandro Angulo Guridi, edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXIV Obras escogidas 3. Epistolario. Alejandro Angulo Guridi, edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXV La colonización de la frontera dominicana 1680-1796. Manuel Vicente Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXVI Fabio Fiallo en La Bandera Libre. Compilación de Rafael Darío Herrera, Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXVII Expansión fundacional y crecimiento en el norte dominicano (1680-1795). El Cibao y la bahía de Samaná. Manuel Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXVIII Documentos inéditos de Fernando A. de Meriño. Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXIX Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXX Iglesia, espacio y poder: Santo Domingo (1498-1521), experiencia fundacional del Nuevo Mundo. Miguel D. Mena, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXI Cedulario de la isla de Santo Domingo, Vol. I: 1492-1501. fray Vicente Rubio, O. P., edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, Santo Domingo, D. N., 2007.

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Raíces de una hermandad 247

Vol. XXXII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo I: Hechos sobresalientes en la provincia). Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXIII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo II: Reorganización de la provincia post Restauración). Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXIV Cartas del Cabildo de Santo Domingo en el siglo XVII. Compilación de Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXV Memorias del Primer Encuentro Nacional de Archivos. Edición de Dantes Ortiz, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXVI Actas de los primeros congresos obreros dominicanos, 1920 y 1922. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXVII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894), tomo I. Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXVIII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894), tomo II. Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXIX Una carta a Maritain. Andrés Avelino, traducción al castellano e introducción del P. Jesús Hernández, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XL Manual de indización para archivos, en coedición con el Archivo Nacional de la República de Cuba. Marisol Mesa, Elvira Corbelle Sanjurjo, Alba Gilda Dreke de Alfonso, Miriam Ruiz Meriño, Jorge Macle Cruz, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XLI Apuntes históricos sobre Santo Domingo. Dr. Alejandro Llenas, edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XLII Ensayos y apuntes diversos. Dr. Alejandro Llenas, edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XLIII La educación científica de la mujer. Eugenio María de Hostos, Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XLIV Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1530-1546). Compilación de Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. XLV Américo Lugo en Patria. Selección. Compilación de Rafael Darío Herrera, Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. XLVI Años imborrables. Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. XLVII Censos municipales del siglo xix y otras estadísticas de población. Alejandro Paulino Ramos, Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. XLVIII Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel, tomo I. Compilación de José Luis Saez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.

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248 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

Vol. XLIX Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel, tomo II, Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. L Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel, tomo III. Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LI Prosas polémicas 1. Primeros escritos, textos marginales, Yanquilinarias. Félix Evaristo Mejía, edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LII Prosas polémicas 2. Textos educativos y Discursos. Félix Evaristo Mejía, edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LIII Prosas polémicas 3. Ensayos. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LIV Autoridad para educar. La historia de la escuela católica dominicana. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LV Relatos de Rodrigo de Bastidas. Antonio Sánchez Hernández, Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LVI Textos reunidos 1. Escritos políticos iniciales. Manuel de J. Galván, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LVII Textos reunidos 2. Ensayos. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LVIII Textos reunidos 3. Artículos y Controversia histórica. Manuel de J. Galván, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LIX Textos reunidos 4. Cartas, Ministerios y misiones diplomáticas. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LX La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961), tomo I. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXI La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961), tomo II. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXII Legislación archivística dominicana, 1847-2007. Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXIII Libro de bautismos de esclavos (1636-1670). Transcripción de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXIV Los gavilleros (1904-1916). María Filomena González Canalda, Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXV El sur dominicano (1680-1795). Cambios sociales y transformaciones económicas. Manuel Vicente Hernández González, Santo Domingo, D.N., 2008.

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Raíces de una hermandad 249

Vol. LXVI Cuadros históricos dominicanos. César A. Herrera, Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXVII Escritos 1. Cosas, cartas y... otras cosas. Hipólito Billini, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXVIII Escritos 2. Ensayos. Hipólito Billini, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXIX Memorias, informes y noticias dominicanas. H. Thomasset, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXX Manual de procedimientos para el tratamiento documental. Olga Pedierro, et. al., Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXXI Escritos desde aquí y desde allá. Juan Vicente Flores, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXXII De la calle a los estrados por justicia y libertad. Ramón Antonio Veras (Negro), Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXXIII Escritos y apuntes históricos. Vetilio Alfau Durán, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXIV Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista. Salvador E. Morales Pérez, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXV Escritos. 1. Cartas insurgentes y otras misivas. Mariano A. Cestero, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXVI Escritos. 2. Artículos y ensayos. Mariano A. Cestero, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXVII Más que un eco de la opinión. 1. Ensayos, y memorias ministeriales. Francisco Gregorio Billini, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXVIII Más que un eco de la opinión. 2. Escritos, 1879-1885. Francisco Gregorio Billini, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXIX Más que un eco de la opinión. 3. Escritos, 1886-1889. Francisco Grego rio Billini, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXX Más que un eco de la opinión. 4. Escritos, 1890-1897. Francisco Grego rio Billini, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXI Capitalismo y descampesinización en el Suroeste dominicano. Angel Moreta, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXIII Perlas de la pluma de los Garrido. Emigdio Osvaldo Garrido, Víctor Garrido y Edna Garrido de Boggs. Edición de Edgar Valenzuela, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXIV Gestión de riesgos para la prevención y mitigación de desastres en el patrimonio documental. Sofía Borrego, Maritza Dorta, Ana Pérez, Maritza Mirabal, Santo Domingo, D. N., 2009.

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250 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

Vol. LXXXV Obras 1. Guido Despradel Batista. Compilación de Alfredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXVI Obras 2. Guido Despradel Batista. Compilación de Alfredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXVII Historia de la Concepción de La Vega. Guido Despradel Batista, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXIX Una pluma en el exilio. Los artículos publicados por Constancio Bernaldo de Quirós en República Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XC Ideas y doctrinas políticas contemporáneas. Juan Isidro Jimenes Grullón, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XCI Metodología de la investigación histórica. Hernán Venegas Delgado, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XCIII Filosofía dominicana: pasado y presente, tomo I. Compilación de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XCIV Filosofía dominicana: pasado y presente, tomo II. Compilación de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XCV Filosofía dominicana: pasado y presente, tomo III. Compilación de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XCVI Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición. Ramón Antonio, (Negro) Veras, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XCVII Escritos reunidos. 1. Ensayos, 1887-1907. Rafael Justino Castillo, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XCVIII Escritos reunidos. 2. Ensayos, 1908-1932. Rafael Justino Castillo, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XCIX Escritos reunidos. 3. Artículos, 1888-1931. Rafael Justino Castillo, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. C Escritos históricos. Américo Lugo, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. CI Vindicaciones y apologías. Bernardo Correa y Cidrón, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. CII Historia, diplomática y archivística. Contribuciones dominicanas. María Ugarte, Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. CIII Escritos diversos. Emiliano Tejera, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CIV Tierra adentro. José María Pichardo, segunda edición, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CV Cuatro aspectos sobre la literatura de Juan Bosch. Diógenes Valdez, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CVI Javier Malagón Barceló, el Derecho Indiano y su exilio en la República Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010.

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Raíces de una hermandad 251

Vol. CVII Cristóbal Colón y la construcción de un mundo nuevo. Estudios, 1983-2008. Consuelo Varela, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CVIII República Dominicana. Identidad y herencias etnoculturales indígenas. J. Jesús María Serna Moreno, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CIX Escritos pedagógicos. Malaquías Gil Arantegui, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CX Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación. Compilación de Natalia González, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CXI Jesús de Galíndez. Escritos desde Santo Domingo y artículos contra el régimen de Trujillo en el exterior. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CXII Ensayos y apuntes pedagógicos. Gregorio B. Palacín Iglesias, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CXIII El exilio republicano español en la sociedad dominicana (Ponencias del Seminario Internacional, 4 y 5 de marzo de 2010). Reina C. Rosario Fernández (Coord.), edición conjunta de la Academia Dominicana de la Historia, la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CXIV Pedro Henríquez Ureña. Historia cultural, historiografía y crítica literaria. Odalís G. Pérez, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CXV Antología. José Gabriel García. Santo Domingo, D. N., 2010, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo, D. N., 2010.

Vol. CXVI Paisaje y acento. Impresiones de un español en la República Dominicana. José Forné Farreres. Santo Domingo, D. N., 2010.

ColeCCión Juvenil

Vol. I Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007Vol. II Heroínas nacionales. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. III Vida y obra de Ercilia Pepín. Alejandro Paulino Ramos. Segunda

edición de Dantes Ortiz. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. IV Dictadores dominicanos del siglo xix. Roberto Cassá. Santo Domingo,

D. N., 2008.Vol. V Padres de la Patria. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008.Vol. VI Pensadores criollos. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008.Vol. VII Héroes restauradores. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2009.Vol. VIII Dominicanos de pensamiento liberal: Espaillat, Bonó, Deschamps (1823-1919). Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2010.

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252 Rafael Báez PéRez e YsaBel a. Paulino C.

ColeCCión Cuadernos PoPulares

Vol. 1 La Ideología revolucionaria de Juan Pablo Duarte. Juan Isidro Jimenes Grullón. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. 2 Mujeres de la Independencia. Vetilio Alfau Durán. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. 3 Voces de bohío. Vocabulario de la cultura taína. Rafael García Bidó, Santo Domingo, D. N., 2010.

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Raíces de una hermandad de Rafael –Cucullo– Báez Pérez e Ysabel A. Paulino Cotes, se terminó de imprimir en los talleres de Editora Búho, en el mes de septiembre

de 2010, con una tirada de 1,000 ejemplares.

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