2332

volver al lugar en el que vivieron sudescargar.lelibros.online/Stephen King/It (23)/It - Stephen King.pdf · Primera parte LA SOMBRA, ANTES ¡Empiezan! Las perfecciones se acentúan

Embed Size (px)

Citation preview

  • Quin o qu mutila y mata a los nios deun pequeo pueblo norteamericano? Porqu llega cclicamente el horror a Derry enforma de un payaso siniestro que vasembrando la destruccin a su paso? Estoes lo que se proponen averiguar losprotagonistas de esta novela. Trasveintisiete aos de tranquilidad y lejanauna antigua promesa infantil les hacevolver al lugar en el que vivieron suinfancia y juventud como una terriblepesadilla. Regresan a Derry paraenfrentarse con su pasado y enterrardefinitivamente la amenaza que losamarg durante su niez.Saben que pueden morir, pero sonconscientes de que no conocern la pazhasta que aquella cosa sea destruida parasiempre.

    It es una de las novelas ms ambiciosasde Stephen King, donde ha logradoperfeccionar de un modo muy personal lasclaves del gnero de terror.

  • Stephen King

    It(eso)

  • Ttulo original: ItStephen King, 1986Traduccin: Edith Zilli

  • Dedico este libro a mis hijos. Mi madre y miesposa me ensearon a ser un hombre. Mis

    hijos me ensearon a ser libre.Naomi Rachel King, de 14 aos.

    Joseph Hillstrom King, de 12.Owen Philip King, de 7.

    Nios, la ficcin es la verdad que seencuentra dentro de la mentira y la verdad

    de esta ficcin es muy sencilla: la magiaexiste.

    Esta vieja ciudad ha sido hogar desde queyo recuerdeY aqu estar despus que me haya ido.A un lado y al otro, chale una mirada.Aunque venida a menos, te llevo hasta enlos huesos.

    The Michael Stanley Band

    Qu buscas, viejo amigo?Despus de tantos aos, a qu vienesCon sueos que albergasteBajo cielos ajenosMuy lejos de tu tierra.

    GEORGE SEFERIS

  • Del azul del cielo al negro de la nada.NEIL YOUNG

  • Primera parte

    LA SOMBRA, ANTES

    Empiezan!Las perfecciones se acentan.La flor extiende sus coloridos ptalosamplios al sol.Pero la lengua de la abejano les acierta.Se hunden de nuevo en el lododando un gritopuede decirse que es un gritoque repta sobre ellos, un

    estremecimientomientras se marchitan y se esfuman

    WILLIAM CARLOS WILLIAMS, Paterson

    Nacido en una ciudad de muertos.

    BRUCE SPRINGSTEEN

  • I. DESPUS DE LA INUNDACIN (1957)

    1

    El terror, que no terminara por otros veintiochoaos si es que termin alguna vez, comenz,hasta donde s o puedo contar, con un barcohecho de una hoja de un diario que flotaba a lolargo del arroyo de una calle anegada de lluvia.

    El barquito cabece, se lade, volvi aenderezarse en medio de traicioneros remolinos ycontinu su marcha por Witcham Street hacia elsemforo que marcaba la interseccin de sta yJackson. Las tres lentes verticales a los lados delsemforo estaban a oscuras y tambin todas lascasas, en aquella tarde de otoo de 1957. Llovasin cesar desde haca ya una semana y dos dasatrs haban llegado tambin los vientos. Desdeentonces, la mayor parte de Derry haba quedadosin corriente elctrica y an segua as.

    Un chiquillo de impermeable amarillo y botasrojas segua alegremente al barco de papel. Lalluvia no haba cesado, pero al fin estabaamainando. Golpeteaba sobre la capucha amarilladel impermeable sonando a los odos del nio

  • como lluvia sobre el tejado de un cobertizo unsonido reconfortante, casi acogedor. El nio delimpermeable amarillo era George Denbrough. Tenaseis aos. William, su hermano, a quien casi todoslos nios de la escuela primaria de Derry (y hastalos maestros, aunque jams habran usado elapodo frente a l) conocan como Bill el Tartaja,estaba en su casa pasando los restos de una gripebastante seria. En ese otoo de 1957, ocho mesesantes de que comenzasen realmente los horrores yveintiocho aos antes del desenlace final, Bill elTartaja tena diez aos.

    Era Bill quien haba hecho el barquito junto alcual corra George. Lo haba hecho sentado en sucama, con la espalda apoyada en un montn dealmohadas, mientras la madre tocaba Para Elisaen el piano de la sala y la lluvia barraincansablemente la ventana de su dormitorio.

    A un tercio de manzana, camino de lainterseccin y del semforo apagado, WitchamStreet estaba cerrada al trfico por varios tonelesde brea y cuatro caballetes color naranja. En cadauno de esos caballetes se lea: AYUNTAMIENTODE DERRY - DEPARTAMENTO DE OBRASPBLICAS. Tras ellos, la lluvia haba desbordadoalcantarillas atascadas con ramas, piedras y

  • cmulos de pegajosas hojas otoales. El aguahaba ido picando el pavimento al principio,arrancado luego grandes trozos codiciosos; todoesto, hacia el tercer da de las lluvias. Hacia elmedioda de la cuarta jornada, grandes trozos depavimento eran arrastrados por la interseccin deJackson y Witcham como tmpanos de hielo enminiatura. Muchos habitantes de Derry habanempezado por entonces a hacer chistes nerviosossobre el Arca. El Departamento de Obras Pblicasse las haba arreglado para mantener abiertaJackson Street, pero Witcham estaba intransitabledesde las barreras hasta el centro mismo de laciudad.

    Todos estaban de acuerdo, sin embargo, enque lo peor haba pasado. El ro Kenduskeag habacrecido casi hasta sus mrgenes en los eriales yhasta muy pocos centmetros por debajo de losmuros de cemento del canal que constrea supaso por el centro de la ciudad. En esosmomentos, un grupo de hombres entre ellosZack Denbrough, el padre de George y de Billestaba retirando los sacos de arena que habanlanzado el da anterior con aterrorizada prisa. Unda antes, la inundacin y sus costosos daoshaban parecido casi inevitables. Bien saba Dios

  • que ya haba ocurrido anteriormente lainundacin de 1931 haba sido un desastre con uncosto de millones de dlares y de ms de veintevidas. De aquello haca ya mucho tiempo, peroan quedaba gente por ah que lo recordaba paraasustar al resto. Una de las vctimas de lainundacin haba sido hallada en Bucksport, aunos cuarenta kilmetros de distancia. Los pecesle haban comido a ese infortunado caballero losojos, tres dedos, el pene y la mayor parte del pieizquierdo. Agarrado por lo que restaba de susmanos, haba aparecido el volante de un Ford.

    Ahora, sin embargo, el ro estabaretrocediendo y cuando se elevara la nueva presahidrulica de Bangor, corriente arriba, dejara deser una amenaza. Al menos eso deca ZackDenbrough, que trabajaba en HidroelctricaBangor. En cuanto a los dems bueno, lasinundaciones futuras esperaran. Lo importante erasalir de sta, devolver la corriente elctrica ydespus olvidarla. En Derry, eso de olvidar latragedia y el desastre era casi un arte, tal como BillDenbrough llegara a descubrir con el tiempo.

    George se detuvo justo detrs de las barrerasal borde de una profunda grieta que se habaabierto en la superficie de alquitrn de Witcham

  • Street. Este barranco discurra casi exactamente endiagonal. Terminaba al otro extremo de la calle, aunos doce metros de donde l se encontraba,colina abajo hacia la derecha. Ri en voz alta elsonido de la solitaria alegra infantil salvandometas en aquella tarde gris, mientras uncapricho del agua desbordada llevaba su barco depapel hasta unas cataratas a escala formadas porotra grieta en el pavimento. El agua haba abiertocon su urgencia un canal que corra a lo largo de ladiagonal y por ello el barco iba de un lado a otrode la calle arrastrado tan deprisa por la corrienteque George tuvo que correr para seguirlo. El aguase extenda bajo sus botas, formando lminas delodo. Sus hebillas sonaban con un jubilosotintineo mientras George Denbrough corra haciasu extraa muerte. Y el sentimiento que le colmabaen ese momento era, clara y simplemente, amorhacia su hermano, amor y tambin una ciertatristeza porque Bill no poda estar all para veraquello y compartirlo. Claro que l tratara dedescribrselo cuando volviese a casa, pero sabaque jams podra hacer que Bill lo viese, tal comoBill se lo hubiese hecho ver a l en situacininversa. Bill destacaba en lectura y redaccin, peroaun a su edad George tena capacidad suficiente

  • como para comprender que no slo por esoobtena Bill las mejores notas; tampoco era elnico motivo de que a los maestros les gustarantanto sus composiciones. La forma de contar eraslo una parte del asunto. Bill saba ver.

    El barquito casi silbaba a lo largo de aquelcanal, slo una pgina arrancada de la seccin deanuncios clasificados del News de Derry, peroGeorge lo imaginaba como una torpedera en unapelcula de guerra de esas que sola ver en elTeatro Derry con Bill, en las matines de lossbados. Una pelcula de guerra en la que JohnWayne luchaba contra los japoneses. La proa delbarco de papel levantaba olas a cada lado mientrassegua su precipitado curso hacia la cuneta dellado izquierdo de la calle. En ese punto, un nuevoarroyuelo corra sobre la grieta abierta en elpavimento creando un remolino bastante grande.George pens que el barco volcara yndose apique. Escor de modo alarmante pero luego seenderez, gir y naveg rpidamente hacia lainterseccin. George lanz gritos de jbilo y corripara alcanzarlo. Sobre su cabeza, una torva rfagade viento otoal hizo silbar los rboles, casicompletamente liberados de su carga de hojas acausa de la tormenta, que ese ao haba sido un

  • segador implacable.

    2

    Incorporado en la cama, con las mejillas ansonrojadas (pero con la fiebre retirndosefinalmente, como el Kenduskeag), Bill habaterminado el bote, pero cuando George alarg lamano para cogerlo, Bill lo puso fuera de sualcance.

    Ahora t-t-treme la p-p-parafina.Qu es eso? Dnde est?Est en el es-t-t-tante del s-s-stano, al bajar

    dijo Bill. En una caja que dice G-gu-Gulf.Treme eso, junto con un cuchillo y un c-c-cuenco. Y una c-c-caja de f-fsforos.

    George haba ido, obediente, en busca de esascosas. Oy que su madre segua tocando el piano,pero ya no era Para Elisa, sino algo que no legustaba tanto, algo que sonaba seco yalborotado; oy la lluvia azotando las ventanas dela cocina. Ese sonido era reconfortante, pero noas la idea de bajar al stano. No le gustaba elstano ni le gustaba bajar por sus escalerasporque siempre imaginaba que all abajo, en la

  • oscuridad, haba algo. Era una tontera, porsupuesto, lo deca su padre, lo deca su madre, y,lo que era an ms importante, lo deca Bill, peroaun as

    No le gustaba siquiera abrir la puerta paraencender la luz, porque siempre tena la idea (eraalgo tan exquisitamente estpido que no se atrevaa contrselo a nadie) de que, mientras estuvieratanteando en busca del interruptor, una garraespantosa se posara ligeramente sobre sumueca y lo arrebatara hacia esa oscuridad queola a sucio, a humedad y a hortalizas podridas.

    Qu estupidez! No existan monstruos congarras peludas y llenos de furia asesina. De vez encuando, alguien se volva loco y mataba a muchagente a veces, Chet Huthley contaba cosas desas, en el informativo de la noche, y tambinestaban los comunistas, por supuesto, peroningn monstruo horripilante viva all abajo, en elstano. No obstante, la idea persista. En aquellosmomentos interminables, mientras buscaba atientas la llave de la luz con la mano derecha (elbrazo izquierdo enroscado con fuerza a la jamba dela puerta), ese olor a stano pareca intensificarsehasta llenar el mundo entero. Los olores a sucio, ahumedad y a hortalizas podridas se mezclaban en

  • un olor inconfundible e ineludible; el olor delmonstruo, la apoteosis de todos los monstruos.Era el olor de algo que l no saba nombrar; el olorde Eso[1] agazapado, acechando y listo para saltar.Una criatura capaz de comer cualquier cosa, peroespecialmente hambrienta de carne de nio.

    Esa maana, haba abierto la puerta paratantear interminablemente en busca del interruptor,sujetando el marco de la puerta con la fuerza desiempre, los ojos apretados, la punta de la lenguaasomando por la comisura de los labios como unaraicilla agonizante buscando agua en un sitio desequa. Gracioso? Claro! Qu te apuestas? Miraa Georgie Georgie le tiene miedo a la oscuridad!Vaya tonto!

    El sonido del piano llegaba desde lo que supadre llamaba sala de estar y su madre sala devisitas. Sonaba a msica de otro mundo, lejana,como deben de sonar las conversaciones y risasde una playa abarrotada al nadador exhausto quelucha contra la corriente.

    Sus dedos encontraron el interruptor! Ah!Lo accionaron nada. No haba luz.Hostia! La corriente elctrica!George retir el brazo como de un cesto lleno

  • de serpientes. Retrocedi desde la puerta abierta,el corazn apresurado en el pecho. No habacorriente, por supuesto; haba olvidado que lacorriente estaba cortada. Joln! Y ahora qu?Decirle a Bill que no poda llevarle la caja deparafina porque no haba luz y tena miedo de quealgo lo cogiese en las escaleras del stano, algoque no era comunista ni un asesino loco, sino unacriatura mucho peor que esas dos cosas? Algoque simplemente deslizara una parte de supodrido ser entre los peldaos para cogerle por eltobillo? Sera una pasada. Otros podran rerse deesas fantasas, pero Bill no se reira. Bill se pondrafurioso. Bill dira: A ver si creces, GeorgieQuieres este barquito o no?.

    Como si le leyera el pensamiento, Bill gritdesde el dormitorio:

    Te has muerto all abajo, G-Georgie?No, ya lo llevo, Bill respondi George de

    inmediato. Se frot los brazos para quedesapareciese la delatora carne de gallina y la pielvolviese a quedar lisa. Slo me he entretenidoen tomar un poco de agua.

    Bueno, pues date prisa.As que George baj los cuatro escalones que

    faltaban para llegar al estante del stano, el

  • corazn golpeando en su garganta como unmartillo caliente, el vello de la nuca en posicin defirmes, los ojos ardiendo, las manos heladas y laseguridad de que, en cualquier momento, la puertadel stano se cerrara sola tapando la luz blancaque caa desde las ventanas de la cocina yentonces oira a Eso, algo peor que todos loscomunistas y los asesinos del mundo, peor quelos japoneses, peor que Atila el huno, peor que losseres de cien pelculas de terror. Eso, gruendoprofundamente George oira el gruido en esossegundos demenciales antes de que Eso seabalanzase sobre l y le despanzurrara las entraas. A causa de la inundacin, el hedor del stanoestaba ese da peor que nunca. La casa se habasalvado por encontrarse en la parte alta deWitcham Street, cerca de la cima de la colina, peroabajo an segua el agua estancada que se habafiltrado por los cimientos de piedra. El olor eraterroso y desagradable, haciendo que soloapeteciesen las inhalaciones ms superficiales.

    George examin los chismes del estante tanrpidamente como pudo: latas viejas de betn Kiwiy trapos para limpiar zapatos, una lmpara dequeroseno rota, dos botellas de limpiacristalesWindex casi vacas, una vieja lata de cera Turtle.

  • Por alguna razn, esa lata le impresion ycontempl la tortuga de la tapa con perplejidadhipntica. La apart luego hacia atrs y allestaba, por fin, una caja cuadrada con lainscripcin GULF.

    George arranc de all y corri escaleras arribatan rpido como pudo, dndose cuenta de repentede que llevaba por fuera los faldones de la camisay de que esos faldones seran su perdicin: la cosadel stano le permitira llegar casi hasta arriba yentonces le cogera por el faldn de la camisa ytirara hacia atrs y

    Alcanz la cocina y cerr la puerta a suespalda. La puerta son como si la hubiesecerrado un golpe de viento. George se apoycontra ella con los ojos cerrados, la frente y losbrazos cubiertos de sudor, sosteniendo la caja deparafina apretada en una mano.

    El piano se haba callado y la voz de su madrele lleg flotando:

    Georgie, podras golpear la puerta un pocoms, la prxima vez? Tal vez podras romper losplatos del aparador si de verdad lo intentas.

    Disculpa, mam dijo l.Georgie, pedazo de intil llam Bill, desde

    su dormitorio, con entonacin grave para que la

  • madre no le oyese.George ri bajito. El miedo haba desaparecido,

    se haba desprendido de l tan fcilmente comouna pesadilla se desprende del hombre quedespierta con la piel fra y el aliento agitadopalpndose el cuerpo y mirando fijamentealrededor para asegurarse de que nada ha ocurridoen realidad y empezando enseguida a olvidarla. Lamitad ha desaparecido ya cuando sus pies tocan elsuelo; las tres cuartas partes, cuando sale de laducha y comienza a secarse con la toalla; y latotalidad cuando termina el desayuno.Desaparecida por completo hasta la prxima vez,cuando en el puo de la pesadilla todos losmiedos volvern a recordarse.

    Esa tortuga pens George, acercndose alcajn donde se guardaban los fsforos. Dndehe visto una tortuga as?

    Pero no le lleg ninguna respuesta y descartla pregunta.

    Sac una caja de fsforos del cajn, uncuchillo del escurridor (sosteniendo el filoestpidamente lejos de su cuerpo, como le habaenseado su padre) y un pequeo bol delaparador. Volvi entonces al cuarto de Bill.

    Eres un inepto, G-georgie dijo Bill

  • bastante cordialmente mientras apartaba las cosasde enfermo que haba en su mesilla de noche: unvaso vaco, una jarra de agua, kleenex, libros, unfrasco de Vicks Vaporub cuyo olor Bill asociaratoda su vida a pechos flemosos y narices tapadas. Tambin estaba all la vieja radio Philco, perono emita ni a Chopin ni a Bach, sino una cancinde Little Richard aunque muy bajito, tan bajitoque Little Richard perda toda su cruda y elementalpotencia. La madre, que haba estudiado piano enJuilliard, detestaba el rock and roll. Ms quedetestarlo, lo abominaba.

    No soy ningn culo dijo George,sentndose en el borde de la cama y poniendo enla mesa las cosas que haba trado.

    S que lo eres dijo Bill. No eres otracosa que un inepto culo gordo, negro yasqueroso.

    George trat de imaginar a un chico que slofuese un culo con piernas y comenz a rerse.

    Tienes un culo ms grande que Augusta dijo Bill, tambin riendo.

    Tu culo es ms grande que todo el estado replic George, lo que les hizo revolcarse de risadurante casi dos minutos.

    Sigui una conversacin en susurros, de las

  • que tienen muy poco significado para quien nosea un nio pequeo: acusaciones sobre quintena el culo ms grande, quin tena el agujeroms negro, etctera. Finalmente, Bill solt una delas palabras prohibidas: acus a George de ser unculo gordo, grande y lleno de mierda, con lo cualrieron a carcajadas. La risa de Bill se convirti enun ataque de tos. Cuando por fin empez a ceder(la cara de Bill haba tomado un color de ciruelaque George contemplaba con cierta alarma) elsonido del piano se interrumpi. Los dos miraronen direccin a la sala, esperando el ruido deltaburete al correrse hacia atrs y los pasosimpacientes de la madre. Bill sepult la boca en elhueco del codo, sofocando las ltimas tosesmientras sealaba la jarra. George le sirvi un vasode agua y l se lo bebi entero.

    El piano volvi a empezar otra vez Para Elisa.Bill el Tartaja no olvidara jams esa pieza, y anmuchos aos despus no podra escucharla sinque se le pusiera carne de gallina en los brazos y laespalda; el corazn le daba un vuelco y recordaba:Mi madre estaba tocando eso el da en que muriGeorgie.

    Vas a seguir tosiendo, Bill?No.

  • Bill sac un kleenex de la caja, carraspetronantemente con el pecho, escupi un poco deflema en el papel, lo arrug y lo arroj al cesto quetena junto a la cama lleno de bollos similares. Porfin abri la caja de parafina y dej caer un cuboceroso en la palma de su mano. George loobservaba con atencin, pero sin hablar ni hacerpreguntas. A Bill no le gustaba que le hablasemientras haca cosas, pero l saba que si mantenael pico cerrado, su hermano acabara por explicar loque estaba haciendo.

    Bill us el cuchillo para cortar un trocito delcubo de parafina. Puso el pedazo en el cuenco,encendi una cerilla y la apoy sobre la parafina.Los dos nios observaron la llamita amarilla,mientras el viento agonizante impulsaba la lluviacontra la ventana en golpeteos ocasionales.

    Hay que impermeabilizar el barco para queno se hunda al mojarse dijo Bill.

    Cuando estaba con George tartamudeabapoco, a veces nada en absoluto. En la escuela, encambio, tartamudeaba tanto que hablar le resultabaimposible. Cesaba la comunicacin y los maestrosmiraban hacia otra parte, mientras Bill se aferraba alos lados de su pupitre con la cara casi tan rojacomo el pelo y los ojos apretados hasta reducirse

  • a ranuras, tratando de arrancarle alguna palabra asu terca garganta. A veces, casi siempre, la palabrasurga. Otras veces simplemente se negaba. A lostres aos haba sido atropellado por un coche yarrojado contra la pared de un edificio; habaestado inconsciente durante siete horas. Mamdeca que ese accidente le haba provocado latartamudez. A veces, George tena la sensacin deque el padre y el mismo Bill no estaba tanseguro.

    El trozo de parafina se haba derretido casicompletamente en el cuenco. La llama de la cerillaborbote ms baja ponindose azul al abrazarse altrozo de cartn, entonces se apag. Bill hundi eldedo en el lquido y lo sac bruscamente con unleve silbido. Luego mir a George con una sonrisaque peda disculpas.

    Quema dijo.Pocos segundos despus, hundi otra vez el

    dedo y comenz a untar de cera el barco de papel.El material se sec rpidamente formando unapelcula lechosa.

    Puedo poner un poco? pregunt George.Bueno, pero no manches las mantas si no

    quieres que mam te mate.George hundi un dedo en la parafina, que an

  • estaba muy caliente pero ya no quemaba, ycomenz a untar el otro lado del barco.

    No pongas tanto, culo sucio! dijo Bill.Quieres que se hunda en el v-v-viaje inaugural?

    Perdona.Est bien, p-p-ero cgelo con calma.George termin el otro lado y luego sostuvo el

    barco en las manos. Estaba un poco ms pesado,pero no mucho.

    Qu guay! exclam. Voy a salir parahacerlo navegar.

    S, ve dijo Bill. De pronto parecacansado cansado y no muy bien, todava.

    Me gustara que vinieras dijo George. Lehubiese gustado de veras. Bill a veces se ponamandn al cabo de un rato, pero siempre tenaideas estupendas y rara vez pegaba. En realidad,el barco es tuyo.

    A m tambin me gustara ir dijo Bill,sombro.

    Bueno George cambi el peso delcuerpo de un pie al otro, con el barco en la mano.

    Ponte el impermeable y las botas advirtiel mayor, si no quieres pescar una gripe como lama. Casi seguro que la pescas de todos modospor mis g-g-grmenes.

  • Gracias, Bill. Es un barco muy chulo.Y entonces hizo algo que no haba hecho haca

    tiempo, algo que Bill jams olvidara: se inclinpara besar a su hermano en la mejilla.

    Ahora s que la vas a pescar, culo sucio dijo Bill, pero de cualquier modo pareca msanimado. Sonri. Y guarda estas cosas. Si no, amam le dar un ataque.

    S, ya voy. George recogi el equipo paraimpermeabilizar y cruz la habitacin con el boteprecariamente encaramado a la caja de parafina,que iba medio torcida dentro del bol.

    G-g-georgieGeorge se volvi para mirar a su hermano.Ten cuidado.Seguro. Arrug un poco el ceo. Eso era

    algo que decan las madres, no los hermanosmayores. Resultaba tan extrao como haberle dadoun beso a Bill. S, claro.

    Y sali. Bill jams volvi a verlo.

    3

    Y all estaba, persiguiendo su barco de papel por ellado izquierdo de Witcham Street. Corra deprisa,

  • pero el agua le ganaba y el barquito estabasacando ventaja. Oy un rugido profundo y viocmo cincuenta metros ms adelante, colina abajo,el agua de la cuneta se precipitaba dentro de unaboca de tormenta que an continuaba abierta. Eraun largo semicrculo oscuro abierto en el bordillode la acera y mientras George miraba, una ramadesgarrada, con la corteza oscura y reluciente sehundi en aquellas fauces. All pendi por unmomento y luego se desliz hacia el interior. Haciaall se encaminaba su bote.

    Mierda! chill horrorizado.Forz el paso y, por un momento, pareci que

    iba a alcanzar al barquito. Pero uno de sus piesresbal y George cay despatarradodespellejndose la rodilla con un grito de dolor.Desde su nueva perspectiva, a la altura delpavimento, vio que su barco giraba en redondodos veces, momentneamente atrapado en otroremolino, antes de desaparecer.

    Mierda y ms mierda! volvi a chillar,estrellando el puo contra el pavimento.

    Eso tambin doli, y se ech a sollozar. Qumanera tan estpida de perder el barco!

    Se levant para caminar hacia la boca detormenta y all se dej caer de rodillas, para mirar

  • hacia el interior. El agua haca un ruido hueco yhmedo al caer en la oscuridad. Ese sonido le dabaescalofros. Haca pensar en

    Eh!La exclamacin le fue arrancada como con un

    cordel. Retrocedi.All adentro haba unos ojos amarillos. Ese tipo

    de ojos que l siempre imaginaba, sin verlosnunca, en la oscuridad del stano. Es un animalpens, incoherente; eso es todo: un animal;a lo mejor un gato que qued atrapado

    De todos modos, estaba por echar a correr;habra corrido uno o dos segundos, cuando sutablero mental se hubiera hecho cargo del espantoque le produjeron esos dos ojos amarillos ybrillantes. Sinti la spera superficie del pavimentobajo los dedos y la fina lmina de agua fra quecorra alrededor. Se vio a s mismo levantndose yretrocediendo. Y fue entonces cuando una voz,una voz perfectamente razonable y bastantesimptica, le habl desde dentro de la boca detormenta:

    Hola, George dijo.George parpade y volvi a mirar. Apenas

    poda dar crdito a lo que vea; era como algosacado de un cuento o de una pelcula donde uno

  • sabe que los animales hablan y bailan. Si hubieratenido diez aos ms, no habra credo en lo queestaba viendo; pero no tena diecisis aos, sinoseis.

    En la boca de tormenta haba un payaso. La luzdistaba de ser buena, pero bast para que GeorgeDenbrough estuviese seguro de lo que vea. Eraun payaso, como en el circo o en la tele. Parecauna mezcla de Bozo y Clarabell, el que hablabahaciendo sonar su bocina en Howdy Doody, lossbados por la maana. Bfalo Bob era el nicoque entenda a Clarabell, y eso siempre haca rer aGeorge. La cara del payaso metido en la boca detormenta era blanca; tena cmicos mechones depelo rojo a cada lado de la calva y una gransonrisa de payaso pintada alrededor de la boca. SiGeorge hubiese vivido aos despus, habrapensado en Ronald McDonald antes que en Bozoo en Clarabell.

    El payaso tena en una mano un manojo deglobos de todos los colores, como tentadora frutamadura.

    En la otra, el barquito de papel de George.Quieres tu barquito, Georgie? El payaso

    sonrea.George tambin sonri. No poda evitarlo;

  • aquella sonrisa era del tipo que uno devuelve sinquerer.

    Por supuesto.El payaso se ech a rer.Por supuesto. As me gusta! As me

    gusta! Y un globo? Qu te parece? Quieres unglobo?

    Bueno s, por supuesto. Alarg lamano, pero de inmediato la retir contra suvoluntad. No debo coger nada que me ofrezcaun desconocido. Lo dice mi pap.

    Y tu pap tiene mucha razn replic elpayaso de la boca de tormenta sonriendo. Georgese pregunt cmo poda haber credo que sus ojoseran amarillos, si eran de un color azul brillante,bailarn, como los ojos de su mam y de Bill.Muchsima razn, ya lo creo. Por lo tanto, voy apresentarme. George, soy el seor Bob Gray,tambin conocido como Pennywise, el payasoBailarn. Pennywise, te presento a GeorgeDenbrough. George, te presento a Pennywise. Yahora ya nos conocemos. Yo no soy undesconocido y t tampoco. Correcto?

    George solt una risita.Correcto. Volvi a estirar la mano y a

    retirarla. Cmo te metiste all adentro?

  • La tormenta me trajo volaaaando dijoPennywise, el payaso Bailarn. Se llev todo elcirco. No sientes olor a circo, George?

    George se inclin hacia adelante. De prontoola a cacahuetes! Cacahuetes tostados! Yvinagre blanco, del que se pone en las patatasfritas por un agujero de la tapa! Y ola a algodn deazcar, a buuelos, y tambin, leve, peropoderosamente, a estircol de animales salvajes.Ola el aroma regocijante del aserrn. Y sinembargo

    Sin embargo, bajo todo eso ola a inundacin, ahojas deshechas y a oscuras sombras en bocas detormenta. Era un olor hmedo y ptrido. El olor delstano.

    Pero los otros olores eran ms fuertes.Claro que lo huelo dijo.Quieres tu barquito, George? pregunt

    Pennywise. Te lo pregunto otra vez porque nopareces desearlo mucho.

    Y lo mostr en alto, sonriendo. Llevaba un trajede seda abolsado con grandes botones colornaranja. Una corbata brillante, de color azulelctrico, se le derramaba por la pechera. En lasmanos llevaba grandes guantes blancos, comoMickey y Donald.

  • S, claro dijo George, mirando dentro de laboca de tormenta.

    Y un globo? Los tengo rojos, verdes,amarillos, azules

    Flotan?Que si flotan? La sonrisa del payaso se

    acentu. Oh, s, claro que s. Flotan! Tambintengo algodn de azcar

    George estir la mano.El payaso le sujet el brazo.Y entonces George vio cmo la cara del payaso

    cambiaba.Lo que vio entonces fue tan terrible que lo

    peor que haba imaginado sobre la cosa del stanopareca un dulce sueo. Lo que vio destruy sucordura de un zarpazo.

    Flotan cro la cosa de la alcantarilla conuna voz que rea como entre cogulos.

    Sujetaba el brazo de George con su puogrueso y agusanado. Tir de l hacia esa horribleoscuridad por donde el agua corra y ruga yaullaba llevando hacia el mar los desechos de latormenta. George estir el cuello para apartarse deesa negrura definitiva y empez a gritar hacia lalluvia, a gritar como un loco hacia el gris cielootoal que se curvaba sobre Derry aquel da de

  • otoo de 1957. Sus gritos eran agudos ypenetrantes y a lo largo de toda la calle, la gente seasom a las ventanas o se lanz a los porches.

    Flotan gru la cosa, flotan, Georgie. Ycuando ests aqu abajo, conmigo, t tambinflotars.

    El hombro de George se clav contra elcemento del bordillo. Dave Gardener, que ese dano haba ido a trabajar al Shoeboat debido a lainundacin, vio slo a un nio de impermeableamarillo, un nio que gritaba y se retorca en elarroyo mientras el agua lodosa le corra sobre lacara haciendo que sus alaridos sonaranburbujeantes.

    Aqu abajo todo flota susurr esa vozpodrida, riendo, y de pronto son un desgarro yhubo un destello de agona y George Denbroughya no supo ms.

    Dave Gardener fue el primero en llegar. Aunquelleg slo cuarenta y cinco segundos despus delprimer grito, George Denbrough ya haba muerto.Gardener lo agarr por el impermeable, tir de lhasta sacarlo a la calle y al girar en sus manos elcuerpo de George, tambin l empez a gritar. Ellado izquierdo del impermeable del nio estaba deun rojo intenso. La sangre flua hacia la alcantarilla

  • desde el agujero donde haba estado el brazoizquierdo. Un trozo de hueso, horriblementebrillante, asomaba por la tela rota.

    Los ojos del nio miraban fijamente el cielo grisy mientras Dave retroceda a tropezones hacia losotros que ya corran por la calle, empezaron allenarse de lluvia.

    4

    En alguna parte de all abajo, dentro de la boca detormenta, que ya estaba casi colmada por el agua(No poda haber nadie all dentro, habra deexclamar ms tarde el comisario del Condado anteun periodista del News de Derry con una furiafrustrada tan grande que era casi un tormento; elmismo Hrcules habra sido barrido por esacorriente brutal), el barquito de George sigui suveloz marcha por aquellas cmaras tenebrosas ypor los largos corredores de cemento rugan yrepicaban con el agua. Por un tiempo corriparalelo a un pollo muerto que flotaba con susamarillentas patas de reptil apuntadas hacia eltecho chorreante; luego, en alguna confluencia aleste de la ciudad, el pollo fue arrastrado hacia la

  • izquierda mientras el barquito de George segua enlnea recta.

    Una hora despus, mientras a la madre deGeorge le administraban una dosis de sedantes enla sala de guardia del hospital y mientras Bill elTartaja aturdido, plido y silencioso en su cama escuchaba los speros sollozos de su padre enla sala donde la madre haba estado tocando ParaElisa, el barquito sali por un tubo de cementocomo una bala por la boca de un revlver ynaveg a toda velocidad por una zanja hasta unarroyo annimo. Cuando se incorpor al hirvientey henchido ro Penobscot, veinte minutosdespus, en el cielo empezaban a asomar losprimeros claros de azul. La tormenta haba pasado.

    El barquito se tambaleaba y se sumerga y aveces se llenaba de agua, pero no se hundi; losdos hermanos lo haban impermeabilizado bien. Nos dnde acab por naufragar, si alguna vez lohizo. Tal vez lleg al mar y all navega eternamentecomo los barcos mgicos de los cuentos. Slo sque an estaba a flote y navegando en el seno dela inundacin cuando franque los lmites deDerry, Maine. Y all sale de esta historia parasiempre.

  • II. DESPUS DEL FESTIVAL (1984)

    1

    Si Adrian llevaba puesto ese sombrero, dira mstarde su sollozante amigo a la polica, era porque lohaba ganado en una caseta de tiro al blanco en laferia de Bassey Park, slo seis das antes de sumuerte. Estaba orgulloso de l.

    Lo llevaba puesto porque l amaba a estepueblucho de mierda aull Don Hagarty, elamigo, a los policas.

    Bueno, bueno, no hay por qu decirpalabrotas indic a Hagarty el oficial HaroldGardener.

    Harold Gardener era uno de los cuatro hijosvarones de Dave Gardener. El da en que su padrehaba descubierto el cuerpo mutilado y sin vida deGeorge Denbrough, Harold Gardener tena cincoaos. En la actualidad, casi veintisiete aosdespus, andaba por los treinta y dos y se estabaquedando calvo. Harold Gardener aceptaba comoreales el dolor y el luto de Don Hagarty, pero almismo tiempo le resultaba imposible tomarlos enserio. Ese hombre, si hombre poda llamrsele,

  • tena los ojos pintados y llevaba unos pantalonesde satn tan ajustados que casi se le notaban lasarrugas de la polla. Con luto o sin l, con dolor osin dolor, era, despus de todo, un simple marica.Igual que su amigo, el difunto Adrian Mellon.

    Empecemos otra vez dijo Jeffrey Reeves,el compaero de Harold. Vosotros salisteis delFalcon y caminasteis hacia el canal. Qu pasentonces?

    Cuntas veces tengo que repetirlo, pedazode idiotas? Hagarty segua gritando. Lomataron! Lo empujaron al canal! Para ellos sloha sido otra aventura en Macholandia!

    Don Hagarty se ech a llorar.Una vez ms repiti Reeves,

    pacientemente. Salisteis del Falcon. Yentonces?

    2

    En un cuarto de interrogatorios, en el mismovestbulo, dos policas de Derry hablaban conSteve Dubay, de diecisiete aos; en eldepartamento de pruebas, primer piso, otros dos

  • interrogaban a John Webby[2] Garton, dedieciocho, y en el despacho del jefe de polica,quinto piso, el jefe Andrew Rademacher y elayudante del fiscal de distrito, Tom Boutillier,interrogaban a Christopher Unwin, de quinceaos. Unwin, vestido con pantalones vaquerosdesteidos, una remera grasienta y pesadas botasmilitares, estaba sollozando. Rademacher yBoutillier se haban hecho cargo de l porque loconsideraban, bastante acertadamente, como eleslabn ms dbil de la cadena.

    Empecemos otra vez dijo Boutillier en esedespacho, en el preciso momento en que JeffreyReeves deca lo mismo dos pisos ms abajo.

    No queramos matarlo balbuce Unwin.Fue por el sombrero. No podamos creer que anlo llevase despus, ya me entiende, despus de loque Webby le dijo la primera vez. Y creo quequisimos asustarlo.

    Por lo que dijo interpuso el jefeRademacher.

    S.A John Garton, en la tarde del da diecisiete.S, a Webby. Unwin volvi a romper en

    sollozos. Pero cuando lo vimos en dificultades,

  • tratamos de salvarlo. Al menos, yo y StevieDubay No queramos matarlo!

    Vamos, Chris, no nos tomes el pelo dijoBoutillier. Arrojasteis al canal a ese mariquita.

    S, peroY vinieron los tres aqu para aclarar las

    cosas. El jefe Rademacher y yo os estamosagradecidos, verdad, Andy?

    Claro. Hay que ser muy hombre parareconocer lo que se ha hecho, Chris.

    Entonces no lo pringues mintindonosahora. Tuvisteis la intencin de arrojarlo en cuantolo visteis salir del Falcon con su amiguito, no?

    No! protest Chris Unwin convehemencia.

    Boutillier sac un paquete de Marlboro delbolsillo de su camisa y se puso uno en la boca.Luego ofreci el paquete a Unwin.

    Un cigarrillo?Unwin tom uno. Boutillier tuvo que perseguir

    la punta con la cerilla para encendrselo por elmodo en que al muchacho le temblaba la boca.

    Pero s cuando vieron que llevaba puesto elsombrero, no? pregunt Rademacher.

    Unwin aspir el humo profundamente bajandola cabeza de tal modo que el pelo grasiento le cay

  • sobre los ojos y expeli el humo por la narizcubierta de puntos negros.

    S reconoci, en voz tan baja que casi nose le oy.

    Boutillier se inclin hacia adelante con undestello en sus ojos marrones. Aunque su cara erala de un ave de rapia, su voz son amable.

    Qu has dicho, Chris?Dije que s. Me parece. Queramos arrojarlo

    al canal, pero no matarlo. Levant la miradahacia ellos con expresin angustiada, incapaz decomprender los extraordinarios cambios que sehaban producido en su vida desde que saliera desu casa para participar en la ltima noche delFestival del Canal organizado por Derry, con dosamigos, a las siete y media de la noche.Matarlo, no! repiti. Y ese to que estababajo el puente, todava no s quin era.

    De qu to nos hablas? preguntRademacher sin mayor inters.

    Ya haban odo esa parte y ninguno de los dosla crea. Tarde o temprano, los acusados deasesinato sacaban a relucir, casi siempre, a esemisterioso to. Boutillier haba llegado a darle unnombre al asunto. Lo llamaba sndrome delManco, por el personaje de El fugitivo, aquella

  • vieja serie de la televisin.El tipo vestido de payaso dijo Chris

    Unwin estremecindose. El to de los globos.

    3

    El Festival del Canal, que se desarroll entre el 15y el 21 de julio, haba sido un gran xito, segndecan casi todos los habitantes de Derry; algomuy bueno para la moral, la imagen de la ciudady el bolsillo. Los festejos de esa semana se habanorganizado para celebrar el centenario de lainauguracin del canal que corra por el centro dela ciudad. Haba sido ese canal el que abrieraplenamente a Derry al comercio de la madera, entre1884 y 1910; tambin el canal lo que dio origen alos aos de bonanza de Derry.

    La ciudad fue acicalada de este a oeste y denorte a sur. Ciertos baches, de los que algunosdecan que llevaban ms de diez aos sin serreparados, fueron debidamente rellenados conalquitrn hasta que las calles quedaron parejas.Los edificios municipales recibieron unaremodelacin por dentro y una mano de pinturapor fuera. Desaparecieron las peores leyendas

  • inscritas en Bassey Park muchas de ellas, fras ylgicas manifestaciones contra los homosexuales,tales como MATAD A TODOS LOS MARICAS yEL SIDA ES EL CASTIGO DE DIOS, MARICASDEL INFIERNO, borradas de los bancos y lasparedes de madera que cerraban el pequeopuente cubierto sobre el canal, conocido comoPuente de los Besos.

    Se instal un Museo del Canal en tres localesdesocupados del centro, con material de MichaelHanlon, bibliotecario e historiador aficionado de laciudad. Las familias ms antiguas de la poblacinprestaron gratuitamente sus casi inapreciablestesoros y durante la semana del Festival, casicuarenta mil visitantes pagaron veinticincocentavos por cabeza para ver mens de 1890,herramientas de leadores originarias de 1880,juguetes de los aos veinte y ms de dos milfotografas, as como nueve rollos de pelculasobre la vida en el Derry de cien aos atrs.

    El museo estaba patrocinado por la Sociedadde Damas de Derry, quienes vetaron algunos delos objetos que Hanlon propona exponer (talescomo la notable silla-trampa, que databa de 1930) yfotografas (como la de la banda de Bradleydespus del famoso tiroteo). Pero todos

  • reconocieron que era un verdadero xito y, enrealidad, nadie quera ver esas antiguallasmacabras. Era mejor acentuar lo positivo y eliminarlo negativo, como deca la vieja cancin.

    En el parque haba una carpa enorme de lona arayas donde se vendan refrescos; todas lasnoches, una banda daba un concierto. En elparque Bassey se instal una feria con atraccionesy juegos administrados por los vecinos. Untranva especial recorra las zonas histricas de laciudad, de hora en hora, terminando el recorrido enesa vistosa y amena mquina de hacer dinero.

    Fue all donde Adrian Mellon gan el sombreropor el que lo mataran, un sombrero de copa hechode papel con una flor y una banda que rezaba: I DERRY!

    4

    Estoy cansado dijo John Webby Garton.Como sus dos amigos, vesta imitando

    inconscientemente a Bruce Springsteen, aunqueprobablemente habra dicho que Springsteen eraun chulo o una maricona y que l admiraba a esoshijoputas del heavy-metal, como Deff Leppard,

  • Twisted Sister o Judas Priest. Haba arrancado lasmangas de su camiseta azul para exhibir susmusculosos brazos. El pelo castao, espeso, lecaa sobre un ojo; ese toque era ms al estilo deJohn Cougar Mellencamp que de Springsteen. Enlos brazos tena tatuajes azules, smbolos arcanosque parecan dibujados por un nio.

    No quiero hablar ms.Cuntanos slo lo del martes por la tarde, en

    la feria dijo Paul Hughes.Ese srdido asunto tena a Hughes cansado,

    impresionado y lleno de horror. Una y otra vez,tena la impresin de que el Festival habafinalizado con un ltimo nmero que todos, dealgn modo, estaban esperando, aunque nadie sehubiera atrevido a anotarlo en el programa diario.Si lo hubiesen hecho, eso habra aparecido as:

    Sbado, 21 horas: ltimo concierto de laBanda de la Escuela Secundaria de Derry y losMelmanos de la Barbera.

    Sbado, 22 horas: Gigantesco espectculo defuegos artificiales.

    Sbado, 22.35 horas: Sacrificio ritual deAdrian Mellon, cerrando oficialmente el Festival

  • del Canal.

    A la mierda con la feria replic Webby.Slo lo que t le dijiste a Mellon y lo que l

    te dijo a ti.Santo Dios! Webby puso los ojos en

    blanco.Vamos, flaco insisti el compaero de

    Hughes.Webby Garton puso los ojos en blanco y volvi

    a empezar.

    5

    Garton vio a Mellon y a Hagarty contonendosecogidos de la cintura y soltando risitas como unpar de chicas. Al principio pens que, en verdad,eran dos chicas. Luego reconoci a Mellon, puesya se lo haban sealado antes. Y en ese momentovio que Mellon se volva hacia Hagarty y quelos dos se besaban por un instante.

    Voy a vomitar, macho! exclam Webby,asqueado.

    Con l iban Chris Unwin y Steve Dubay.Cuando Webby seal a Mellon, Steve Dubay

  • crey reconocer al otro marica; se llamaba DonNosecuntos, dijo; haba recogido en su coche aun chico de la secundaria, slo para tratar demanosearlo.

    Mellon y Hagarty volvieron a caminar hacia lostres muchachos, alejndose del tiro al blanco,rumbo a la salida de la feria. Webby Garton dirams tarde a los oficiales Hughes y Conley que sehaba sentido herido en su orgullo cvico al verque un marica de mierda llevaba un sombrero conla leyenda I DERRY! Era una ridiculez, esesombrero de copa con su gran flor menendose entodas direcciones. Y esa ridiculez, al parecer, hirian ms el orgullo cvico de Webby.

    Cuando pasaron Mellon y Hagarty, siempreabrazados por la cintura, Webby grit:

    Tendra que hacerte tragar ese sombrero,marica asqueroso!

    Mellon se volvi hacia Garton y respondiparpadeando con coquetera:

    Si quieres comer, tesoro, puedo conseguirtealgo mucho ms sabroso que mi sombrero.

    A esas alturas, Webby Garton decidi arreglarleel rostro al marica ese. En la geografa de esa carase alzaran montaas y los continentes cambiarande sitio. No iba a tolerar que nadie lo acusara de

  • hacer porqueras. Nadie.Cuando ech a andar hacia Mellon, Hagarty,

    alarmado, trat de llevarse a su amigo, pero Mellonse mantuvo firme, sonriendo. Ms tarde, Gartondira a los oficiales Hughes y Conley que Mellondeba de estar drogado. S, en efecto, reconoceraHagarty, al serle sugerida la idea por los oficialesGardener y Reeves, se haba drogado con dosbollos fritos untados de miel y con la feria y con elda entero. No haba podido reconocer, por tanto,la amenaza real que representaba Webby Garton.

    Pero as era Adrian dijo Don, enjugndoselos ojos con un pauelo de papel, corrindose lasombra brillante de los prpados. No sabaconfundirse con el ambiente. Era uno de esostontos convencidos de que todo iba a salir bien.

    Habra podido resultar seriamente herido enese mismo instante si Garton no hubiera sentidoun golpecito en el codo. Era un bastn de goma.Al girar la cabeza, se encontr con el oficial FrankMachen, otro miembro de la polica de Derry.

    Tranquilo, compaerito le dijo Machen.Mtete en tus cosas y deja a esas locas en paz.Venga, muvete.

    No oy lo que me dijo? pregunt Garton,acalorado.

  • En ese momento se le agregaron Unwin yDubay, olfateando problemas. Trataron de queGarton siguiera caminando con ellos, pero l se lossacudi, si hubieran insistido, los habra atacado apuetazos. Su hombra acababa de sufrir uninsulto que deba ser vengado. Nadie podainsinuar que l hiciera porqueras. Nadie.

    No creo que te hayan dicho nada malo replic Machen. Y t fuiste el primero endirigirles la palabra. Anda, sigue caminando, hijo.No quiero tener que llevarte a comisara.

    Pero me trat de maricn!Y te preocupa que sea cierto? pregunt

    Machen, como si estuviera francamenteinteresado. Garton se puso violento yhorriblemente rojo.

    Durante ese dilogo, Hagarty trataba, concreciente desesperacin, de alejar a Adrian Mellonde la escena. Por fin estaba convencindolo.

    Adis, cario! se despidi Adrian condescaro.

    Cllate, culo dulce le dijo Machen. Vetede aqu.

    Garton trat de precipitarse contra Mellon,pero el oficial lo sujet.

    Podra detenerte, amigo le dijo. Y no

  • sera mala idea, si sigues portndote as.La prxima vez me la vas a pagar! aull

    Garton tras la pareja que se marchaba, haciendogirar muchas cabezas en su direccin. Y si teveo con ese sombrero te voy a matar! En estaciudad no necesitamos maricas como t!

    Mellon, sin volverse, agit los dedos de lamano izquierda tena las uas pintadas de rojocereza y se alej contonendoseprovocativamente. Garton volvi a lanzarse decabeza.

    Una palabra o un movimiento ms y tearresto advirti Machen suavemente. Tehablo en serio, hijo.

    Vamos, Webby dijo Chris Unwin,intranquilo. Ablndate.

    A usted le gustan estos tipos? preguntWebby a Machen, ignorando por completo a Chrisy a Steve. Diga, le gustan?

    Los margaritas no me preocupan asegurMachen. Lo que me interesa es mantener la pazy la tranquilidad y t ests perturbando lo que megusta, cara de pizza. Ahora bien, quieres dar unavuelta conmigo o no?

    Vmonos, Webby dijo Steve Dubai, en vozbaja. Vamos a comer unos frankfurts.

  • Webby los sigui, arreglndose la camisa conmovimientos exagerados y apartndose el pelo delos ojos. Machen, quien tambin prestdeclaracin la maana siguiente a la muerte deAdrian Mellon, dijo: Lo ltimo que le o decircuando se alejaba con sus compaeros, fue: Laprxima vez me la va a pagar caro.

    6

    Por favor, tengo que hablar con mi madre dijoSteve Dubay por tercera vez. Si ella no ablandaa mi padrastro, cuando yo vuelva a casa se va aorganizar una velada de boxeo de todos losdemonios.

    Dentro de un ratito le dijo el oficialCharles Avarino.

    Tanto Avarino como su compaero, BarneyMorrison, saban que Steve Dubay no volvera acasa esa noche, ni las siguientes. El muchacho nopareca darse cuenta del apuro en que estaba.Avarino no se sorprendi al comprobar, algodespus, que Dubay haba dejado la escuela a losdiecisis aos, antes de obtener el graduadoescolar. Su coeficiente intelectual era de 68, segn

  • el test Weschler al que lo haban sometido duranteuno de sus tres viajes por el sptimo curso.

    Dinos qu pas cuando visteis a Mellonsalir del Falcon.

    No, macho. Mejor no.Vaya, y eso? pregunt Avarino.Me parece que ya he hablado demasiado.Viniste para eso, no? repuso Avarino.Bueno, s, peroEscucha dijo Morrison con suavidad,

    sentndose junto a Dubay y ofrecindole uncigarrillo. Crees que a m y al amigo Chick nosgustan los maricas?

    No sTenemos pinta de que nos gusten los

    maricas?No, peroSomos tus amigos, Steve dijo Morrison.

    Y creme: t, Chris y Webby necesitis amigos enestos momentos porque maana los corazonessensibles de esta ciudad estarn pidiendovuestras cabezas.

    Steve Dubay pareci alarmarse. Avarino, quecasi poda leer la confusa mente de ese porrero,sospech que estaba pensando otra vez en supadrastro. Y aunque Avarino no senta el menor

  • aprecio por la pequea comunidad gay de Derry(como cualquier otro miembro de la polica, lehabra gustado cerrar el Falcon para siempre),habra sentido un gran placer en llevarpersonalmente a Dubay a su casa. Ms an, lehabra encantado sujetarlo mientras el padrastro seensaaba. A Avarino no le gustaban loshomosexuales, pero no por eso pensaba que se losdeba torturar y asesinar. A Mellon lo habandestrozado. Cuando lo sacaron a la superficie, bajoel puente del canal, tena los ojos abiertos ydilatados por el terror. Y ese joven no tena lamenor idea de lo que haba ayudado a hacer.

    No queramos hacerle dao repiti Steve.Era la posicin a la cual retroceda cada vez

    que se senta siquiera levemente confuso.Por eso te conviene estar a buenas con

    nosotros dijo Avarino, con gravedad. Si dicestoda la verdad ahora, a lo mejor esto no pasa deuna meadita en la nieve. Verdad, Barney?

    Muy cierto concord Morrison.Y bien, qu me dices? insisti Avarino.BuenoY Steve, lentamente, empez a hablar.

  • 7

    Cuando Elmer Curtie inaugur el Falcon, en1973, pensaba que su clientela estara compuesta,principalmente, por los pasajeros del autobs; laterminal vecina reciba a tres lneas diferentes. Perolo que no se le ocurri fue que muchos de lospasajeros eran mujeres o familias remolcandonios pequeos. Entre los otros, muchos llevabansus propias botellas y no bajaban nunca delautobs. Quienes lo hacan eran, habitualmente,soldados o marineros que slo queran uno o dosvasos de cerveza; despus de todo, nadie sueleemborracharse en una parada de diez minutos.

    Curtie empez a descubrir alguna de esasgrandes verdades hacia 1977, pero por entoncesya era demasiado tarde; estaba endeudado hastalas cejas y no poda salir del saldo en rojo. Se leocurri incendiar el negocio para cobrar el seguro,pero probablemente lo atraparan, a menos quecontratara a un profesional para que le prendierafuego y no tena ni idea de dnde podracontratarse un incendiario profesional.

    En febrero de ese ao decidi esperar hasta el4 de julio; si por entonces las cosas no pintabanmejor, ira a la estacin vecina para coger un

  • autobs y ver qu se poda hacer en Florida.Pero en los cinco meses siguientes lleg una

    asombrosa y tranquila prosperidad al bar, queestaba pintado en negro y oro, con decoracin depjaros embalsamados (el hermano de Elmer Curtiehaba sido un aficionado a la taxidermia,especializado en aves, y l haba heredado suscosas despus de su muerte). De pronto, en vez deservir sesenta cervezas y veinte copas por noche,Elmer se encontr sirviendo ochenta cervezas ycien copas ciento veinte A veces, hasta cientosesenta.

    Su clientela era joven, corts y casiexclusivamente masculina. Muchos de susparroquianos vestan de modo extravagante, peroen esos aos la vestimenta extravagante era casireglamentaria. Elmer Curtie no se dio cuenta deque sus clientes eran casi exclusivamentehomosexuales hasta 1981, poco ms o menos. Silos habitantes de Derry le hubieran odo decir eso,habran pensado que Elmer Curtie los tomaba portontos pero era la absoluta verdad. Como en elcaso del marido engaado, fue prcticamente elltimo en enterarse. Y por entonces ya no leimportaba. El bar estaba dando dinero, y aunquehaba otros cuatro en Derry que daban ganancia,

  • slo en el Falcon no haba parroquianosrevoltosos que demolieran peridicamente el local.Para empezar, no haba mujeres por las quepelearse. Y esos hombres, maricas o no, parecanhaber descubierto algn secreto para llevarse bienque sus equivalentes heterosexuales desconocan.

    Una vez consciente de las preferenciassexuales de sus parroquianos, Elmer comenz a orrelatos escalofriantes sobre el Falcon por todaspartes; circulaban desde haca aos, pero hastaentonces, Curtie no haba tenido noticia de ello.Los narradores ms entusiastas de esasancdotas, segn lleg a notar, eran hombres queno se habran dejado llevar al Falcon ni a puntade pistola por miedo a perder todos los msculosde sus muecas o algo parecido. Sin embargo,parecan sumamente enterados.

    Segn esos relatos, en una noche cualquierase vea all a hombres que bailaban abrazados,frotndose las pollas all mismo, en la pista debaile; a hombres que se besaban en la boca,sentados a la barra; a hombres que hacanporqueras en los aseos. Supuestamente, en latrastienda se poda pasar un rato en la Torre delPoder: all haba un tipo grandote, con uniformenazi, que tena el brazo engrasado casi hasta el

  • hombro y que se ocupaba de uno con muchogusto.

    En realidad, ninguna de esas cosas era cierta.Si alguien iba all para aplacar la sed con unacerveza o una copa, no vea nada fuera de locomn. Haba muchos hombres, eso s, pero lomismo pasaba en miles de bares de obreros detodo el pas. La clientela poda ser gay, pero gayno quiere decir estpido. Si queran hacer algunaslocuras, iban a Portland. Y si queran hacer locurasgordas, como en las pelculas, iban a Nueva York oa Boston. Derry era una ciudad pequea yprovinciana; su pequea comunidad homosexualconoca bien la sombra bajo la cual exista.

    Don Hagarty llevaba dos o tres aosconcurriendo al Falcon cuando, aquella nochede marzo de 1984, apareci por primera vez conAdrian Mellon. Hasta entonces haba sido de losque gustan variar; rara vez se presentaba con elmismo acompaante ms de cinco o seis veces.Pero hacia fines de abril, hasta el propio ElmerCurtie, a quien le importaban muy poco esascosas, not que Hagarty y Mellon se estabantomando la relacin en serio.

    Hagarty trabajaba como dibujante para unaempresa de ingenieros, en Bangor. Adrian Mellon

  • era escritor independiente; publicaba cuando ydonde poda: en revistas de compaas areas, enpublicaciones ntimas, en diarios provincianos,suplementos dominicales o revistas de sexo.Estaba escribiendo una novela, pero tal vez no eraalgo serio, porque llevaba trabajando desde sutercer ao de universidad, haca ya doce.

    Haba ido a Derry para escribir un artculosobre el canal por comisin del New EnglandByways, una lustrosa publicacin quincenal queapareca en Concord. Adrian Mellon habaaceptado el encargo porque as poda sacarle alByways dinero para tres semanas de gastos,incluyendo una bonita habitacin en el DerryTown House, y reunir todo el materialnecesario en cinco das, como mucho. Dedicaralas otras dos semanas a reunir material suficientepara tres o cuatro artculos regionales ms.

    Pero en ese perodo de tres semanas conoci aDon Hagarty y en vez de volver a Portland alterminar sus tres semanas, busc un pequeoapartamento en una calle discreta. Slo vivi allseis semanas antes de irse a vivir con DonHagarty.

  • 8

    Ese verano, segn dijo Hagarty a Harold Gardenery a Jeff Reeves, fue para Adrian el ms feliz de suvida. Habra debido saberlo, dijo; habra debidosaber que, si Dios tiende una alfombra a los toscomo l, es slo para arrancrsela de bajo los pies.

    La nica sombra, dijo, era el extravagantefanatismo con que Adrian se haba apegado aDerry. Tena una camiseta con la leyenda MAINEES BONITO - DERRY, GENIAL! Y una chaquetadel equipo los Tigres de Derry, del instituto local. Yel sombrero, por supuesto. Hagarty aseguraba queesa atmsfera le resultaba vital y vigorizantementecreativa. Tal vez haba algo de cierto en eso, puesAdrian haba sacado la novela, que languideca enun bal, por primera vez en casi un ao.

    Entonces, era cierto que estaba trabajandoen ella? pregunt Gardener a Hagarty; enrealidad no le importaba pero quera mantenerlohablando.

    S. Sacaba pgina tras pgina. Deca que talvez fuera una novela horrible, pero al menos nosera horrible y adems inconclusa. Esperabaterminarla para su cumpleaos, en octubre. Nosaba, por supuesto, cmo es Derry, en realidad.

  • Crea saberlo, pero no haba vivido aqu el tiemposuficiente para verle la verdadera cara. Yo tratabade advertirle, pero l no me prestaba atencin.

    Y cul es la verdadera cara de Derry, Don?pregunt Reeves.

    Se parece mucho a una ramera muerta con elculo lleno de gusanos dijo Don Hagarty.

    Los dos policas lo miraron fijamente, llenos desilencioso asombro.

    Es un lugar malo prosigui Hagarty. Esuna cloaca. No van a decirme que ustedes dos nolo saben! Se han pasado aqu la vida entera y nolo saben?

    Ninguno de ellos respondi. Al cabo de unrato, Hagarty sigui hablando.

    9

    Hasta la llegada de Adrian Mellon a su vida, Donhaba estado pensado en salir de Derry. Llevabatres aos all, sobre todo porque haba alquilado alargo plazo, un apartamento con una estupendavista al ro. Pero el contrato estaba por vencer yDon se alegraba. Se acabaran los largos viajes deida y vuelta a Bangor. Y las vibraciones extraas.

  • Una vez le dijo a Adrian que en Derry siempre sesenta como si fueran las veinticinco horas. AAdrian poda parecerle una ciudad estupenda,pero a Don le daba miedo. No slo por la cerradafobia contra los homosexuales, actitud claramenteexpresada tanto en los sermones del predicadorcomo en las leyendas pintarrajeadas en BasseyPark, pero ste era un detalle que haba podidosealar con toda claridad. Adrian se haba echadoa rer.

    En toda ciudad norteamericana, Don, haypersonas que odian a los gays dijo. No medigas que lo ignoras. Despus de todo, estamosen la era de Ronnie Haron y Phyllis Housefly.

    Acompame a Bassey Park respondiDon, al ver que Adrian hablaba en serio,convencido de que Derry era como cualquier otraciudad del pas. Quiero mostrarte algo, mi amor.

    Fueron en el coche a Bassey Park. Eso habansido en los ltimos das de la primavera, ms omenos un mes antes de que asesinaran a Adrian,dijo Hagarty a los policas. Llev a su amigo hastalas sombras oscuras y de un olor vagamentedesagradable del Puente de los Besos. Seal unade las pintadas. Adrian tuvo que encender unacerilla y arrimarse para poder leerla.

  • ENSAME LA POLLA, MARICA Y TE LACORTAR

    S lo que piensa la gente de loshomosexuales dijo Don, en voz baja. EnDayton, cuando era adolescente, me dieron unapaliza en una parada de camioneros. En Portland,unos tipos prendieron fuego a mis zapatos, anteuna cafetera, mientras un polica gordo y culn serea sentado en el coche patrulla. He visto muchascosas, pero nunca algo como esto. Mira aqu,fjate.

    Otro fsforo puso al descubierto: CLAVOS ENLOS OJOS A TODOS LOS MARICAS (EN ELNOMBRE DE DIOS).

    Quien sea el que escribe estas pequeashomilas es un caso grave de demencia profunda.No me sentira tan mal si supiera que se trata deuna sola persona, de un enfermo aislado, peroDon seal toda la longitud del puente con unvago ademn del brazo. Hay muchas cosascomo stas y no creo que las haya escrito unasola persona. Por eso quiero marcharme de Derry,Adri. Hay demasiados lugares y demasiada genteaqu que parecen afectados de demencia profunda.

    Bueno, espera a que termine mi novela,quieres? Por favor. Hasta octubre, nada ms, te lo

  • prometo. Aqu el aire es mejor.No saba que el peligro estaba en el agua

    dira despus Don Hagarty, amargamente, a lospolicas.

    10

    Tom Boutillier y el jefe Rademacher se inclinaronhacia adelante y aguzaron el odo. Chris Unwin,sentado con la cabeza gacha, hablabamontonamente con el suelo. Esa era la parte queles interesaba or, la parte que enviara a la crcel ados de esos salvajes, cuando menos.

    La feria era una porquera dijo Unwin.Ya estaban cerrando todas las atracciones: lamontaa rusa, la batidora. En los coches locoshaban puesto el cartel de cerrado. Los nicosabiertos eran los juegos para nios. As queseguimos caminando hasta que Webby vio el tiro alblanco y pag cincuenta centavos y entonces vioun sombrero como el del marica y trat de tirar ese,pero fallaba y fallaba y cada vez que fallaba sepona peor, sabe? Y Steve es el que se pasadiciendo tranquilo y por qu coo no tetranquilizas, sabe? Pero esa noche estaba que se

  • coma las paredes, porque tom esa pldora,sabe? No s qu pldora. Una roja; a lo mejorhasta legal. Pero la tena tomada con Webby. Yopens que Webby le iba a pegar, sabe? Y le deca:No sirves ni para ganar ese sombrero de marica.Tienes que estar reventado para no ganar ni esesombrero de marica. Al final, la seora le dio unpremio, aunque no haba acertado, creo que paraperdernos de vista. No s. A lo mejor no. Pero creoque s. Era una de esas cosas que hacen ruido,sabe? Uno sopla y eso se infla y se desenrolla yhace un ruido como de pedo, sabe? Yo tena unoque me regalaron por Navidad o por Reyes o algoas y me gustaba mucho, pero lo perd. O a lo mejoralguien me lo birl en esa mierda de escuela,sabe? Bueno, cuando la feria estaba por cerrar, yasalamos y Steve segua con el rollo de que Webbyno poda ni ganar ese sombrero de marica, sabe?Y Webby no deca nada y me di cuenta de que eramala seal, pero no saba qu hacer, sabe? Queracambiar de conversacin, pero no se me ocurranada, sabe? As que cuando fuimos alaparcamiento, Steve dice: Adnde queris ir, acasa?. Y Webby: Vamos a pasar primero por elFalcon, a ver si ese marica est por ah.

    Boutillier y Rademacher intercambiaron una

  • mirada. Boutillier levant un solo dedo y se diounos golpecitos en la mejilla. Aunque aquel tontode las botas con flecos no lo saba, estabahablando de asesinato en primer grado.

    Y yo que no, que tengo que ir a casa, yWebby que si me da miedo pasar por el bar de losmaricas. Entonces le digo: No, qu coo!. YSteve, que todava est con esa pldora, dice:Vamos a hacer pur de marica, vamos a hacerpur de marica, vamos a!.

    11

    Las cosas se combinaron de manera tal que todosali mal para todo el mundo. Adrian Mellon yDon Hagarty salieron del Falcon despus detomar un par de cervezas, pasaron junto a laterminal de autobuses y se cogieron de la mano.Ninguno de los dos repar en lo que haca; era,simplemente, una costumbre. Por entonces eranlas diez y media. Llegaron a la esquina y giraron ala izquierda.

    El Puente de los Besos distaba setecientos uochocientos metros de all, ro arriba; ellospensaban cruzar por el puente de Main Street,

  • mucho menos pintoresco. El Kenduskeag estababajo, como todos los veranos; no haba ms de unmetro veinte de agua deslizndose, inquieta, porentre las columnas de cemento.

    Cuando el Duster se les adelant (SteveDubay los haba visto salir del Falcon), estabanen el borde del vado.

    Crzate, crzate! aull Webby Garton. Losdos hombres acababan de pasar bajo una lmparay l vio que iban de la mano. Eso lo enfurecipero no tanto como ese sombrero. La gran flor depapel se meneaba locamente a un lado y a otro.Crzate, maldicin!

    Y Steve obedeci.Chris Unwin negara su participacin activa en

    lo que sigui, pero Don Hagarty contaba otracosa. Segn dijo, Garton haba bajado delautomvil casi antes de que ste se detuviera; losotros dos lo siguieron de inmediato. Esa noche,Adrian no trat de mostrarse descarado nifalsamente coqueto; se daba cuenta de queestaban metidos en un lo.

    Dame ese sombrero dijo Garton. No mehas odo, marica?

    Si te lo doy, nos dejars en paz? Adrianjadeaba de miedo. Casi llorando, paseaba la mirada

  • entre Unwin, Dubay y Garton, aterrorizado.T dame esa mierda!Adrian se lo entreg. Garton sac una navaja

    del bolsillo y lo cort en dos. Despus de frotarselos trozos contra el fondillo de los vaqueros, losdej caer a sus pies y los pisote.

    Don Hagarty retrocedi un poco, mientras losmuchachos dividan su atencin entre Adrian y elsombrero; dijo que estaba tratando de divisar unpolica.

    Ahora, nos dejas en? comenz Adrian.Fue entonces cuando Garton lo golpe en la

    cara arrojndolo contra la barandilla del puente,que le llegaba a la cintura. Adrian grit, llevndoselas manos a la boca. Por entre los dedos asom lasangre, chorreante.

    Adri! grit Hagarty, y se adelant otravez a la carrera.

    Dubay le puso una zancadilla. Garton le asestuna patada en el estmago, arrojndolo a lacarretera. Pas un automvil. Hagarty se incorporsobre las rodillas y lo llam con un grito, pidiendoayuda. No aminor la marcha. Segn dijo aGardener y Reeves, el conductor ni siquiera gir lacabeza.

    Cllate, marica! dijo Dubay y le dio otra

  • patada en la cara.Hagarty cay de lado contra la alcantarilla,

    semiinconsciente. Pocos instantes despus, oyuna voz, la de Chris Unwin; le deca que se fuera sino quera recibir lo mismo que su amigo. En supropia declaracin, Unwin confirm haber hechoesa advertencia.

    Hagarty oy golpes sordos y gritos de suamante. Adrian pareca un conejo cogido en unatrampa, dijo a la polica. l se arrastr hacia laesquina, hacia las luces de la terminal deautobuses. Cuando estuvo a cierta distancia, sevolvi a mirar.

    Adrian Mellon, que meda poco ms de metrosesenta y poda pesar sesenta kilos con abrigopesado, pasaba de Garton a Dubay y de Dubay aUnwin, en una especie de juego a tres bandas. Sucuerpo flojo pareca un mueco de trapo. Loestaban moliendo a puetazos, desgarrndole lasropas. Mientras l miraba, dijo, Garton le golpe enla entrepierna. Adrian tena el pelo sobre la cara.De la boca le brotaba sangre, empapndole lacamisa. Webby Garton llevaba dos gruesos anillosen la mano derecha: uno era de la secundaria deDerry; en el otro, que haba hecho en la clase detaller, sobresalan las letras D. B. Eran las iniciales

  • de Dead Bugs, un conjunto de heavy-metal que ladmiraba mucho. Los anillos haban partido ellabio superior de Adrian destrozndole tresdientes a la altura de la enca.

    Socorro! chill Hagarty. Socorro,socorro! Lo estn matando!

    Los edificios de Main Street permanecanoscuros y secretos. Nadie acudi a ayudarlo, nisiquiera de la nica isla de luz blanca que sealabala terminal de autobuses. Hagarty no pudoentenderlo: all haba gente. l la haba visto alpasar con Adri. Era posible que nadie acudiese ensu ayuda? Nadie en absoluto?

    SOCORRO, SOCORRO! LO ESTNMATANDO, SOCORRO, POR EL AMOR DEDIOS!

    Socorro susurr una voz muy baja, a laizquierda de Don Hagarty y luego se oy unarisita.

    Al agua! chillaba Garton en ese momento,muerto de risa. Los tres haban estado riendomientras castigaban a Adrian. Al agua con estemarrano! Por la borda!

    Al agua, al agua, al agua! cant Dubay,riendo.

    Socorro volvi a decir la vocecita.

  • Y aunque sonaba grave, se repiti aquella risitaaguda. Era como la voz de un nio que no puedecontenerse.

    Hagarty baj la vista y vio al payaso. Fue enese punto cuando Gardener y Reeves comenzarona restar crdito a cuanto Hagarty deca, pues elresto fue un delirio de luntico. Ms tarde, sinembargo, Harold Gardener se encontr vacilando.Al descubrir que el muchacho Unwin tambinhaba visto a un payaso (al menos, eso deca),tuvo sus dudas. Su compaero no las tuvo; almenos, jams las reconoci.

    El payaso, dijo Hagarty, pareca una mezcla deRonald McDonald y Bozo, aquel viejo payaso dela tele; al menos, eso pens en un principio. Eranlos mechones de pelo color naranja los que lellevaban a esa comparacin. Pero ms tarde, alpensarlo mejor, se dijo que el payaso no se parecaa ninguno de aquellos dos. La sonrisa pintadasobre el maquillaje blanco no era color naranjasino rojo, y sus ojos despedan un extrao brilloplateado. Lentes de contacto, quiz Pero unaparte de l haba pensado entonces, y seguapensando, que tal vez aquellos ojos tenan, enverdad, el color de la plata. Llevaba un trajeabolsado, con grandes botones color naranja. En

  • las manos llevaba guantes de caricatura.Si necesitas ayuda, Don dijo el payaso,

    puedes servirte un globo.Y le ofreci el manojo que tena en una mano.Flotan dijo. Aqu abajo todos flotamos.

    Muy pronto, tu amigo tambin flotar.

    12

    Conque ese payaso lo llam por su nombre dijo Jeff Reeves, con voz totalmente inexpresiva.

    Mir a Harold Gardener, por encima de lacabeza inclinada de Hagarty, y gui un ojo.

    S confirm Hagarty, sin levantar la vista. Adelante, piensen lo que quieran.

    13

    Entonces lo arrojaste dijo Boutillier. Alagua.

    Yo no! replic Unwin, levantando lavista. Se apart el pelo de los ojos con una mano ylos mir fijamente con ansiedad. Cuando vi quelo decan en serio, trat de apartar a Steve a

  • tirones. Tem que el marica se hiciese dao. Hastael agua hay como tres metros

    Haba seis metros noventa. Uno de loshombres de Rademacher ya haba tomado lamedida.

    Pero l estaba como loco. Los dos seguangritando: Al agua, al agua!. Y lo levantaron.Webby lo sostena por los brazos y Steve por elculo, y y

    14

    Cuando Hagarty vio lo que intentaban hacer corrihacia ellos, gritando a todo pulmn:

    No, no, no!Chris Unwin lo empuj hacia atrs. Hagarty

    cay hecho un bulto, rechinando los dientes.Quieres ir al agua t tambin? susurr.

    Mejor sal corriendo, nene!Arrojaron a Adrian Mellon por el puente, al

    agua. Hagarty oy el chapuzn.Largumonos! exclam Steve Dubay.l y Webby ya retrocedan hacia el automvil.

    Chris Unwin se acerc a la barandilla para mirar.Vio primero a Hagarty que bajaba resbalando, a

  • manotazos, por el terrapln lleno de hierbas ysembrado de basura, hacia el agua. Luego vio alpayaso. El payaso estaba sacando a Adrian por elotro lado, con un brazo; en la otra mano sostenalos globos. Adrian gema, empapado, sofocado. Elpayaso volvi la cabeza hacia Chris con unaamplia sonrisa. Chris le vio los ojos plateados,brillantes, y los dientes descubiertos. Dientesgrandes, dijo.

    Como los del len del circo dijo. Esdecir, as de grandes.

    Entonces, dijo, vio que el payaso tiraba de unode los brazos de Adrian Mellon, hasta pasrselopor encima de los hombros.

    Y entonces, Chris? dijo Boutillier.Esa parte lo aburra. Los cuentos de hadas lo

    aburran desde los ocho aos.No s dijo Chris. Porque en ese

    momento Steve me agarr y me empuj hacia elcoche. Pero creo que le mordi el sobaco. Volvi a levantar la vista, ya inseguro. Creo queeso fue lo que hizo. Morderle el sobaco.

    Como si quisiera comrselo, hombre. Como siquisiera comerle el corazn.

  • 15

    No ocurri as, dijo Hagarty, cuando le dieron aleer la declaracin de Chris Unwin. El payaso nohaba arrastrado a Adri hasta la ribera contraria; almenos, l no lo haba visto. Y poda asegurar que,a esas alturas, haba sido algo ms que unobservador desinteresado. A esas alturas estabafuera de s, qu coo.

    El payaso, dijo, estaba de pie cerca de la riberaopuesta con el cuerpo chorreante de Adrian entrelos brazos. El brazo derecho de Adri asomaba,tieso, por detrs de la cabeza del payaso. Y eracierto que la cara del payaso estaba contra la axiladerecha de Adri, pero no lo morda: estabasonriendo. Hagarty le vio mirar por debajo delbrazo de su amigo, sonriendo.

    El payaso apret los brazos de Adrian yHagarty oy un crujir de costillas.

    Adri grit.Flota con nosotros, Don dijo el payaso,

    con su boca roja y sonriente.Y entonces seal con una mano enguantada

    hacia debajo del puente.Contra la parte inferior del puente flotaban

    globos: no diez ni cien sino miles, rojos, azules,

  • verdes, amarillos. Y en cada uno se lea, impreso: I DERRY!

    16

    Bueno, parece que haba muchos globos dijoReeves, dedicando otro guio a Harold Gardener.

    Ya s lo que puede pensar reiter Hagartycon la misma voz cansada.

    Y usted vio todos esos globos dijoGardener.

    Don Hagarty levant lentamente las manoshasta ponerlas frente a su cara.

    Los vi con tanta claridad como veo mispropios dedos en este momento. Miles de globos.Ni siquiera se podan ver los pilares del puente.Ondulaban un poco y parecan saltar. Se oa unruido. Un ruido extrao, grave, chirriante. Era elque hacan al frotarse entre s. Y cordeles. Habauna selva de cordeles blancos colgando. Parecanblancas hebras de telaraa. El payaso se llev aAdri all abajo. Vi que su traje rozaba aquelloscordeles. Adri estaba haciendo unos ruidoshorribles, como si se ahogara. Ech a andar hacial y el payaso volvi la cabeza. Entonces le vi

  • los ojos y de inmediato comprend quin era.Quin era, Don? pregunt Harold

    Gardener, suavemente.Era Derry dijo Don Hagarty. Era esta

    ciudad.Y qu hizo usted entonces? quiso saber

    Reeves.Ech a correr, pedazo de idiota respondi

    Hagarty. Y estall en lgrimas.

    17

    Harold Gardener se mantuvo tranquilo hasta el 13de noviembre, un da antes de que John Garton ySteven Dubay fueran juzgados en el tribunal deDerry por el asesinato de Adrian Mellon. Ese dafue a ver a Tom Boutillier, fiscal auxiliar. Querahablar de ese payaso. Boutillier no. Pero cuandovio que Gardener poda cometer alguna estupidezsi no se le aconsejaba un poco, lo hizo.

    No haba ningn payaso, Harold. Los nicospayasos, esa noche, eran esos tres muchachos. Losabes tan bien como yo.

    Pero hay dos testigosOh, esas chorradas. Unwin decidi sacar a

  • relucir al Manco, con lo de Nosotros no matamosal marica, pobrecito, fue el manco, en cuanto sedio cuenta de que se haba metido en aguasprofundas. En cuanto a Hagarty, estaba histrico.Haba visto asesinar a su mejor amigo. No mesorprendera que hubiese visto ovnis.

    Pero Boutillier tena otras ideas. Gardener se loley en los ojos. Eso de que el fiscal auxiliaresquivara la responsabilidad, lo irrit.

    Vamos dijo. Estamos hablando de dostestigos independientes. No me vengas conmierda.

    Ah, quieres que hablemos de mierda? Vasa decirme que crees en la existencia de un payasovampiro bajo el puente de Main Street? Porque,para m, eso s que es una mierda.

    Bueno, no es eso lo que quiero decir, peroO que Hagarty vio un billn de globos all

    abajo, todos con la misma leyenda que llevaba suamante en el sombrero? Porque eso tambin esmierda, para m.

    No, peroEntonces, para qu le das vueltas a todo

    esto?A ver si dejas de interrogarme a m! rugi

    Gardener. Los dos describieron lo mismo, y

  • ninguno de ellos saba lo que el otro estabadiciendo!

    Boutillier estaba sentado a su escritoriojugando con un lpiz. En ese momento, dej ellpiz, se levant y se acerc a Harold Gardener.Aunque meda doce centmetros menos, Gardenerretrocedi un paso ante su enojo.

    Quieres perder el caso, Harold?No, por supQuieres que esos mierdas vivientes salgan

    en libertad?No!Bien. Perfecto. Ya que estamos de acuerdo

    en lo bsico, te dir exactamente lo que pienso. S,probablemente haba un hombre bajo el puenteaquella noche. Tal vez hasta sea cierto que vestade payaso, aunque, con todos los testigos a losque he interrogado, podra decirte que tal vez eraun simple borracho o un vagabundo vestido contrapos viejos. Probablemente estaba all buscandomonedas cadas o restos de comida. Sus ojoshicieron el resto, Harold. No crees que eso s esposible?

    No lo s dijo Harold. Quera dejarseconvencer, pero dada la exactitud de las dosdescripciones no. No lo crea posible.

  • Y aqu vamos al fondo del asunto. No meimporta si era Fofito o un to vestido de To Sam.Si introducimos a ese individuo en el caso, elabogado defensor se agarrar a eso con uas ydientes antes de los que se tarda en decir JackRobinson. Dir que esos dos inocentescorderitos con el pelo recin cortado y los trajesnuevos, slo arrojaron a ese homosexual deMellon desde el puente para jugar. Y sealar queMellon todava estaba con vida despus de lacada; para eso cuenta con el testimonio deHagarty y con el de Unwin.

    Sus clientes no cometieron asesinato, oh,no! Era un psicpata vestido de payaso. Siintroducimos esto, es lo que va a pasar. Y t losabes.

    De todos modos, Unwin hablar de eso.Pero Hagarty no dijo Boutillier. Porque

    l s entiende. Y si Hagarty no lo confirma, quinva a creer lo que diga Unwin?

    Bueno, para eso estamos nosotros repasaHarold Gardener con una amargura de la que lmismo se sorprendi. Pero supongo quenosotros tampoco diremos nada.

    No la tomes conmigo! replic Boutillierlevantando las manos. Ellos lo mataron! No se

  • limitaron a arrojarlo desde el puente. Gartonllevaba una navaja. Mellon recibi siete pualadasincluyendo una en el pulmn izquierdo y dos enlos testculos. Las heridas coinciden con el arma.Tena cuatro costillas rotas; eso lo hizo Dubay conun abrazo de oso. Tena mordeduras, es cierto, enlos brazos, en la mejilla izquierda y en el cuello.Creo que eso fue obra de Unwin y Garton, aunqueslo una coincide claramente y probablemente nosirva como prueba. Y s, faltaba un gran pedazo decarne en la axila derecha. Y qu? A alguno deellos le gustaba morder de veras. Probablementese excit de lo lindo al hacerlo. Apostara a que fueGarton, aunque jams podremos probarlo. Yfaltaba el lbulo de una oreja.

    Boutillier se interrumpi fulminando a Haroldcon la mirada.

    Si dejamos que aparezca esa historia delpayaso, ser imposible encarcelarlos. Eso es loque deseas?

    Ya te dije que no.El tipo era una loca, pero no haca dao a

    nadie agreg Boutillier. Y paso a pasitoaparecen esas tres lacras sociales, con sus botasmilitares, y le quitan la vida. Los quiero en lacrcel, amigo. Y si me entero de que les rompen el

  • culo, all en el correccional de Thomaston, lesenviar una tarjeta dicindoles que ojal les hayancontagiado el SIDA.

    Muy feroz pens Gardener. Y esascondenas quedarn muy bien en tu currculumcuando te presentes para el puesto mximodentro de dos aos.

    Pero se march sin decir ms, porque ltambin quera verlos entre rejas.

    18

    John Webber Garton fue declarado culpable dehomicidio premeditado en primer grado ysentenciado a una pena de entre diez y veinteaos en el presidio de Thomaston.

    Steven Bishoff Dubay, convicto de homicidioen primer grado, recibi una condena de quinceaos en la crcel de Shawshank.

    Christopher Philip Unwin fue juzgado aparte,como delincuente juvenil y declarado culpable dehomicidio en segundo grado. Fue sentenciado aseis meses en el correccional de South Windham,y qued en libertad provisional, con la sentenciasuspendida.

  • Al escribirse esto, las tres sentencias estnbajo apelacin. A Garton y a Dubay se les puedever, en un da cualquiera, mirando a las chicas ojugando con monedas en Bassey Park, no lejos delsitio donde apareci el cadver desgarrado deMellon, flotando contra uno de los pilares, bajo elpuente de Main Street.

    Don Hagarty y Chris Unwin han abandonadola ciudad.

    En el juicio principal, el de Garton y Dubay,nadie mencion la existencia de un payaso.

  • III. SEIS LLAMADAS TELEFNICAS (1985)

    1

    Stanley Uris se da un bao

    Patricia Uris dira ms tarde a su madre que algoiba mal y ella deba haberlo sabido. Deba haberlosabido, dijo, porque Stanley nunca se baaba alanochecer. Tomaba una ducha por la maanatemprano y, a veces, un largo bao de inmersinpor la noche con una revista en una mano y unacerveza fra en la otra. Pero los baos a las siete dela tarde no eran su estilo.

    Adems, estaba aquello de los libros. Stanleytendra que haber quedado encantado con eso; sinembargo, por algn motivo oscuro que ella nollegaba a comprender, pareca preocupado ydeprimido. Unos tres meses antes de aquellanoche terrible, Stanley haba descubierto que unamigo de su infancia era escritor, pero no escritorde verdad, dijo Patricia a su madre, sino novelista.El nombre escrito en los libros era WilliamDenbrough, pero Stanley sola referirse a l con el

  • apodo de Bill el Tartaja. Haba ledotrabajosamente casi todos los libros de esehombre. Aquella noche, la noche del bao, estabaleyendo el ltimo. Era la noche del 28 de mayo de1985. Tambin Patty haba cogido uno de esoslibros, por pura curiosidad, slo para dejarlodespus de tres captulos.

    No era simplemente una novela, dijo a sumadre ms adelante, era deterror. Lo dijoexactamente as, en una sola palabra, como habradicho desexo. Patty era una mujer dulce ybondadosa pero no se expresaba demasiado bien;habra querido contar lo mucho que el libro lahaba asustado y por qu la inquietaba tanto, perono pudo. Estaba lleno de monstruos dijo.Lleno de monstruos que perseguan a los nios.Haba asesinatos y no s sentimientos feos,sufrimientos. Cosas as. En realidad, le habaparecido casi pornogrfico. Esa palabra se leescapaba, probablemente porque la habapronunciado, aunque nunca saba lo quesignificaba. Pero Stan tena la sensacin de haberredescubierto a un amigo de la infancia Habl deescribirle, pero yo saba que no lo hara jamsSaba que esas novelas lo haban puesto mal a ltambin y y.

  • Y entonces Patty Uris se ech a llorar.Esa noche, cuando apenas faltaban seis meses

    para cumplirse veintiocho aos desde aquel da de1957 en que George Denbrough haba conocido alpayaso Pennywise, Stanley y Patty haban estadosentados en la salita de su casa, en un suburbio deAtlanta, con el televisor encendido. Patty, sentadaen el sof frente al aparato, reparta su atencinentre un montn de ropa para repasar y FamilyFeud, el programa de juegos que tanto le gustaba.Adoraba a Richard Dawson, el presentador. Lacadena de su reloj le pareca sumamente sexy,aunque no lo habra admitido ni en el potro detortura. Tambin le gustaba el programa porquecasi siempre adivinaba las respuestas mspopulares. (En Family Feud[3] no habarespuestas acertadas, haba que adivinar las msfrecuentes). Una vez haba preguntado a Stan porqu a las familias del programa les resultaba tandifcil adivinar las respuestas cuando a ella leresultaba tan fcil. Ha de ser mucho ms difcilcuando ests all, bajo los reflectores habasugerido Stanley, y ella tuvo la sensacin de quele cruzaba una sombra por la cara. Todo esmucho ms difcil cuando es real. Es entonces

  • cuando te ahogas. Cuando es real.Patty decidi que l deba de tener razn. A

    veces, Stanley era muy agudo en cuanto a lanaturaleza humana. Mucho ms que su viejoamigo, William Denbrough, que se haba hechorico escribiendo un montn de libros deterror, queapelaban a lo ms bajo de la naturaleza humana.

    Pero a los Uris no les iba nada mal, por cierto!El barrio donde vivan era de los elegantes. Lacasa que haba comprado en 1979 por 87.000dlares se poda vender rpidamente y sin dolor,por 165.000. Ella no tena ningn inters en vender,pero siempre convena saber ese tipo de cosas. Aveces, cuando volva del supermercado en suVolvo (Stanley tena un Mercedes diesel, que ellaen broma llama Sedanley) y vea su casa,elegantemente retirada tras el seto de tejos,pensaba: Quin vive aqu? Vaya, si soy yo, laseora Uris!

    Pero la idea no la haca del todo feliz; a ella semezclaba un orgullo tan feroz que a veces lainquietaba. En otros tiempos, despus de todo,haba existido una muchacha de dieciocho aosllamada Patricia Blum, a quien se le haba negadola admisin a la fiesta de graduacin en un clubcampestre de Glointon, Nueva York. Se le haba

  • negado la admisin, naturalmente, porque suapellido era judo. Y eso haba sido ella en 1967:slo una pequea juda delgaducha. Claro queesas discriminaciones eran ilegales, jajaj, y,adems, todo eso era cosa pasada.

    Pero, para una parte de ella, jams sera cosapasada. Una parte de ella caminara siempre deregreso hacia el automvil, con MichaelRosenblatt, oyendo el crujir de la grava bajo suszapatos rumbo al coche que Michael haba pedidoprestado al padre por esa noche y que habaabrillantado durante toda la tarde. Una parte deella caminara siempre junto a Michael, que llevabaesmoquin alquilado, de color blanco; cmobrillaba en la suave noche de primavera! Ella lucaun vestido largo de color verde plido con el que,segn su madre, pareca una sirena. Y la idea deser una sirena juda era bastante divertida, jajaj.Caminaban con la cabeza en alto y ella no haballorado, al menos, en ese momento, no. Perocomprenda que no caminaban, no, nada de eso;iban escurrindose como bichos srdidos,sintindose ms judos que nunca, sintindoseprestamistas, viajeros en coches de ganado,aceitosos, narigones, cetrinos, sintindose lacaricatura de un judo. Queran sentir rabia y no

  • podan. La rabia slo vino despus, cuando ya noimportaba. En ese momento, ella slo sintivergenza, vergenza y dolor. Y alguien ri. Fueuna risa aguda, penetrante, como un veloz correrde notas en un piano. En el automvil, s, pudollorar, claro que s: la sirena juda llorando comouna loca. Mike Rosenblatt haba apoyado unamano torpe y consoladora en su nuca, pero ella lohaba apartado sintindose avergonzada, sucia,juda.

    La casa, tan elegantemente retirada tras lossetos de tejos, mejoraba un poco aquello perono del todo. An estaban all el dolor y lavergenza. Ni siquiera la aceptacin de esevecindario elegante y adinerado borraba aquellainterminable caminata, con el crujir de la gravillabajo sus zapatos. Ni siquiera el hecho de sermiembros de ese club campestre, donde el jefe decamareros los saludaba siempre con serenorespeto: Buenas noches, seor Uris, seora.Llegaba a su casa, acunada por su Volvo 1984 ycontemplaba su casa, en medio de los pradosverdes. Y con frecuencia (con demasiadafrecuencia, tal vez) recordaba aquella risa aguda.Ojal la muchacha que haba redo as estuvieraviviendo en una casita miserable, con un esposo

  • goyimz que le pegara, que hubiera estadoembarazada tres veces y hubiera abortado las tres,que su marido la engaara con mujeres enfermas,que tuviera hernia de disco, pies planos y quistesen su puerca lengua simuladora.

    Se odiaba a s misma por esos pensamientostan poco caritativos y prometa corregirse, dejar debeber esos amargos ccteles de hiel y gusanos.Pasaba meses enteros sin que pensara en esascosas. Entonces se deca: Tal vez todo eso haquedado atrs, finalmente. Ya no soy aquellamuchacha de dieciocho aos. Soy una mujer detreinta y seis. La muchacha que oa elinterminable crujir de la gravilla en ese camino,la que se apart de Mike Rosenblatt cuando ltrat de consolarla porque lo haca con mano dejudo, existi hace media vida. Esa sirenita tontaha muerto. Ahora puedo olvidarla y sersimplemente yo misma. Muy bien, perfecto.Magnfico. Pero entonces, estando en cualquierparte (en el supermercado, por ejemplo), oa unarisa sbita en el otro pasillo y la piel se le erizaba,los pezones se le ponan duros, dolorosos, yapretaba las manos a la barra del carrito o se lasretorca pensado: Alguien acaba de decirle aalguien que soy juda, que no soy sino una juda

  • narigona, que Stanley no es sino un judonarign. Es contable, claro, los judos tienencabeza para los nmeros. Tuvimos que dejarlosentrar en el club campestre en 1981, cuando esegineclogo narign nos gan el juicio, pero nosremos de ello; oh, cmo remos. Oa entonces elcrepitar de la gravilla fantasmal y pensaba:Sirena, sirena!

    Entonces el odio y la vergenza volvan entropel como una migraa y ella desesperaba, noslo de ella misma sino de toda la raza humana.Hombres lobo. El libro de Denbrough, el que ellahaba dejado sin leer, trataba de hombres lobo.Hombres lobo, coo. Qu poda saber dehombres lobo un hombre como se?

    Sin embargo, casi siempre se senta mejor.Senta que ella era mejor. Amaba a su marido,amaba su casa y, habitualmente, poda amarse a smisma y a su vida. Les iba bien. No siempre habasido as, por supuesto (es que las cosas van bienalguna vez?). Ante su compromiso con Stanley,sus padres se haban sentido a un tiempoenfadados y tristes. Lo haba conocido en unafiesta del club universitario. Stanley haba llegadodesde la Universidad de Nueva York, en la que erabecario. Los haba presentado un amigo comn y

  • al final de la velada ella tuvo la sospecha de que sehaba enamorado de l. Hacia las vacaciones deinvierno, ya estaba segura. Cuando lleg laprimavera y Stanley le ofreci un pequeo anillode brillantes al que haba ensartado una margarita,ella lo acept.

    Al final, a pesar de sus reparos, los padrestambin haban acabado por aceptarlo. No lesquedaba otro remedio, aunque Stanley Uris prontoentrara en un mercado laboral atestado de jvenescontables sin respaldo financiero familiar y conla nica hija de los Blum como rehn. Pero Pattytena veintids aos, ya era una mujer y prontoacabara la carrera.

    Me voy a pasar la vida manteniendo a esemaldito cuatro ojos oy decir a su padre unanoche en que volva achispado despus de haberido a cenar con la madre.

    Chist, te oir dijo Ruth Blum.Esa noche, Patty permaneci despierta hasta

    mucho despus de medianoche, con los ojossecos, sintiendo fro y calor alternativamente,odindolos a los dos. Pas los dos aossiguientes tratando de liberarse de ese odio; yatena demasiado odio dentro de s. A veces, almirarse en el espejo, descubra lo que todo eso

  • estaba haciendo en su cara, las arrugas quedibujaba. Fue una batalla de la que salivencedora con la ayuda de Stan.

    Los padres de l tambin estaban preocupadospor la boda. Naturalmente, no crean que Stanleyestuviera destinado a vivir en la pobreza y lamiseria, pero pensaban que los chicos se estabanprecipitando. Donald Uris y Andrea Bertolytambin se haban casado con veinte o veintidsaos, pero parecan haberlo olvidado.

    Slo Stanley pareca seguro de s, lleno de feen el futuro y libre de preocupaciones por lastrampas mortales que los padres vean sembradasen torno a los chicos. Al final, esa confianzaresult ms justificada que el miedo de ellos. Enjulio de 1972, cuando apenas se haba secado latinta en el diploma de Patty, ella consigui unempleo como profesora de taquigrafa e inglscomercial en Tr