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30 10 i bien el discurso de lo “indígena” es de larga data, en los últimos años se ha intensificado. Este S hecho se debe por un lado a las dinámicas propias de nuestras comunidades que estamos en un proceso de 1 “búsqueda” y por el otro, al proceso de globalización. Hoy en día, lo indígena como una conceptualización de los académicos occidentales es promovido por las agencias de cooperación internacional y enarbolado por las organizaciones del autodenominado “movimiento indígena”. Para la gente occidental, lo indígena denota primitivo, tradicional, frágil, aislado, no asimilado, entre otras connotaciones. Asimismo, el indígena es visto como un ser exótico, alejado de la modernidad y usualmente esta fuertemente relacionado con términos tales como pobre, excluido, conquistado, dominado, tradicional, folclórico y otras valoraciones paternalistas y despectivas. Del mismo modo, lo indígena lleva a idealizaciones y no considera la heterogeneidad de nuestras naciones y pueblos con sus contradicciones y conflictos internos. Este hecho de poner en el mismo “saco” a toda esta heterogeneidad bajo la etiqueta de indígena, y sobretodo vernos como gente con “carencias”, denota los vacíos y complejos colectivos del pensamiento occidental que absolutamente no parte del reconocimiento intercultural mutuo de “el otro”. Con estos términos se hace una construcción alienante de lo que somos de nuestro ser. Entonces, al denominarnos indígenas hablamos por voz y corazón ajeno. Indígena es el otro no-occidental. El problema es que el concepto de indígena es un juicio de valor desde occidente y no desde nuestras culturas. Por lo tanto, al denominarnos como indígenas nos posicionamos desde la perspectiva occidental en referencia a nosotros mismos. Este hecho tiene implicancias para pasar de una posición reactiva y defensiva a una de liderazgo. El discurso indígena homogeniza a los andinos-amazónicos; al Runa, al Jaq'e, al Moche, al 2 Awajun, al Ashaninka, entre otros. Aparta al “trigueño” de aquel que es “blanquiñoso”, al “colono” del “nativo”, de aquel que vive en zonas rurales con aquel que vive en zonas urbanas. Lejos de darnos una visión integradora y de unidad, nos da una J perspectiva fraccionada. Por lo tanto, lo indígena queda corto para viabilizar nuestras aspiraciones a 3 futuro como ayllukuna, como naciones, como civilización andino-amazónica. Es más, el discurso indígena ha sido construido en referencia a las poblaciones autóctonas de los espacios rurales y lugares distantes de los centros y satélites de la modernidad. Lo indígena es limitado para considerar a las poblaciones autóctonas que hoy por hoy en su gran mayoría viven en las ciudades y grandes metrópolis, menos aun para aquellos autóctonos que se encuentran radicando en el extranjero. Por lo tanto, el discurso indígena por un lado homogeneiza lo heterogéneo y por el otro divide al autóctono de las zonas rurales y urbanas y “de aquel que migró con aquel que se quedo”. Sin embargo, no todo es negativo. Lo indígena esta canalizando momentáneamente la expresión colectiva lo que hemos llamado la búsqueda. Una búsqueda que tiene sus origines en la fractura de nuestras estructuras políticas autóctonas y la posición marginal generada por la occidentalización de nuestra sociedad. Por otro lado, el término indígena esta siendo tomado hasta cierto punto por las organizaciones de base comunitaria en sus agendas reivindicativas, permitiendo una mayor visibilización colectiva. FORMACION Y DEBATE FORMACION Y DEBATE FORMACION Y DEBATE FORMACION Y DEBATE LO INDÍGENA Y SU DEPENDENCIA IDEOLÓGICA DE OCCIDENTE Walter Castro Aponte

Walter Castro en Thaki

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Artículo de Walter Castro en Thaki, "Lo indígena y su dependencia ideológica de occidente". Enero 2009

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i bien el discurso de lo “indígena” es de larga data, en los últimos años se ha intensificado. Este S

hecho se debe por un lado a las dinámicas propias de nuestras comunidades que estamos en un proceso de

1“búsqueda” y por el otro, al proceso de globalización. Hoy en día, lo indígena como una conceptualización de los académicos occidentales es promovido por las agencias de cooperación internacional y enarbolado por las organizaciones del autodenominado “movimiento indígena”.Para la gente occidental, lo indígena denota primitivo, tradicional, frágil, aislado, no asimilado, entre otras connotaciones. Asimismo, el indígena es visto como un ser exótico, alejado de la modernidad y usualmente esta fuertemente relacionado con términos tales como pobre, excluido, conquistado, dominado, tradicional, folclórico y otras valoraciones paternalistas y despectivas. Del mismo modo, lo indígena lleva a idealizaciones y no considera la heterogeneidad de nuestras naciones y pueblos con sus contradicciones y conflictos internos. Este hecho de poner en el mismo “saco” a toda esta heterogeneidad bajo la etiqueta de indígena, y sobretodo vernos como gente con “carencias”, denota los vacíos y complejos colectivos del pensamiento occidental que absolutamente no parte del reconocimiento intercultural mutuo de “el otro”. Con estos términos se hace una construcción alienante de lo que somos de nuestro ser. Entonces, al denominarnos indígenas hablamos por voz y corazón ajeno.Indígena es el otro no-occidental. El problema es que el concepto de indígena es un juicio de valor desde occidente y no desde nuestras culturas. Por lo tanto, al denominarnos como indígenas nos posicionamos desde la perspectiva occidental en referencia a nosotros mismos. Este hecho tiene implicancias para pasar de una posición reactiva y defensiva a una de liderazgo. El discurso indígena homogeniza a los andinos-amazónicos; al Runa, al Jaq'e, al Moche, al

2Awajun, al Ashaninka, entre otros. Aparta al “trigueño” de aquel que es “blanquiñoso”, al “colono” del “nativo”, de aquel que vive en zonas rurales con aquel que vive en zonas urbanas. Lejos de darnos una visión integradora y de unidad, nos da una

J

perspectiva fraccionada. Por lo tanto, lo indígena queda corto para viabilizar nuestras aspiraciones a

3futuro como ayllukuna, como naciones, como civilización andino-amazónica.Es más, el discurso indígena ha sido construido en referencia a las poblaciones autóctonas de los espacios rurales y lugares distantes de los centros y satélites de la modernidad. Lo indígena es limitado para considerar a las poblaciones autóctonas que hoy por hoy en su gran mayoría viven en las ciudades y grandes metrópolis, menos aun para aquellos autóctonos que se encuentran radicando en el extranjero. Por lo tanto, el discurso indígena por un lado homogeneiza lo heterogéneo y por el otro divide al autóctono de las zonas rurales y urbanas y “de aquel que migró con aquel que se quedo”.

Sin embargo, no todo es negativo. Lo indígena esta canalizando momentáneamente la expresión colectiva lo que hemos llamado la búsqueda. Una búsqueda que tiene sus origines en la fractura de nuestras estructuras políticas autóctonas y la posición marginal generada por la occidentalización de nuestra sociedad. Por otro lado, el término indígena esta siendo tomado hasta cierto punto por las organizaciones de base comunitaria en sus agendas re iv indica t ivas , permi t iendo una mayor visibilización colectiva.

FORMACION Y DEBATE FORMACION Y DEBATE FORMACION Y DEBATEFORMACION Y DEBATE

LO INDÍGENA Y SU DEPENDENCIAIDEOLÓGICA DE OCCIDENTE

Walter Castro Aponte

Los municipios siembran cemento y se cosecha pobreza

Entonces, ¿que categoría podría expresar con mayor propiedad lo que somos como colectivo? A mi entender, dicha categoría debe partir de conceptos que nos unen, que compartimos como sociedad; es decir, desde nuestra identidad colectiva como runa, jaq'e. Se necesita reflexionar al respecto y desarrollar un marco teórico que si bien responda a nuestras aspiraciones colectivas, al mismo tiempo permita ser la base de un dialogo intercultural horizontal con otras culturas a nivel global. Más aun, la ruptura de esta dependencia ideológica no se restringe a lo indígena, sino va más allá. Va a la construcción de un modelo propio de desarrollo al cual podemos llamar preliminarmente “modelo de desarrollo andino”. Siendo evidente hoy en día la crisis del estilo de vida occidental moderna y sus estructuras, es una oportunidad para ensayar este modelo partiendo desde nuestro acervo comunitario que tenemos, tanto rurales y urbanos, generando nexos entre estos espacios, recreando nuestros principios y valores milenarios, y tomando los aportes de otras matrices culturales. Seguir dando la espalda a conocimientos y perspectivas “frescas” que son el legado de nuestra historia milenaria y que hoy están disponibles al frente de nuestras narices, es un lujo que no podemos permitirnos. Poner en valor este acervo es el gran reto que tiene nuestra generación para no solo poner en valor lo que somos en su real dimensión sino para ser la expresión de nuestra fuerza creadora

Pues bien ¿cual es el problema de “lo indígena”? Sostengo que si bien hay aspectos validos, el problema de fondo es teórico, conceptual y de

4definición de nuestra identidad colectiva. El discurso indígena nos ha permitido ganar cierto posicionamiento no solo a nivel nacional sino a nivel internacional, esto promovido y respaldado mayormente por las agencias de cooperación internacional. Sin embargo, no será posible salir fuera de los parámetros que occidente impone, si seguimos bajo una dependencia ideológica. A mi entender, el discurso indígena es parte de esa dependencia ideológica. Este hecho no esta siendo objeto de debate al interior del movimiento indígena ni de sus promotores. Si seguimos basando nuestras reflexiones en marcos teóricos y conceptuales ajenos a nuestro pensamiento autóctono, ¿Cómo podremos hacer un buen entendimiento de nuestra realidad? ¿Cómo podremos direccionar adecuadamente la búsqueda? ¿Cómo podremos resolver las tensiones y vacíos entre lo que pensamos y sentimos como runa, jaq'e y el uso de códigos occidentales como el idioma español, indistintamente si estamos en la zona rural o urbana? Términos como indio, indígena, quechua, inclusive lo andino, parten en mayor o menor grado desde el entendimiento occidental y no desde la nuestra. Por lo tanto, éstas actúan como instrumentos que fraccionan nuestra identidad colectiva y socavan el desarrollo de un pensamiento propio. Necesitamos sistematizar y estructurar nuestro propio pensamiento colectivo. Un pensamiento basado en nuestro pensar, sentir, decir y hacer. Por ejemplo, progresivamente la reflexión debe darse desde nuestros propios idiomas, desde nuestros propios valores culturales, nuestros supuestos y categorías; por ende desde nuestros propios marcos teóricos y conceptuales. Por ejemplo, desde el yuyay, yarpachakuy, yachay, umanchay, entre otras que son categorías propias del runa. Deponer la dependencia ideológica permitirá un dialogo intercultural tanto a nivel de país como a nivel internacional, y definitivamente favorecerá a que planteemos soluciones, no solo a los retos locales sino a los globales. Esto implica hacer explicito un deslinde epistemológico y ontológico con el pensamiento occidental.

NOTAS1 Se refiere a la búsqueda de la afirmación colectiva en lo ideológico, económico, social, político y espiritual. 2 Runa, Jaq'e, Moche, Awajun, Ashaninka, entre otras categorías autóctonas de la civilización andino-amazónica tiene un significado

propio, único. Expresiones de unidad colectiva.3 “DNA” social de las sociedades andinas-amazónicas.4 Con identidad colectiva me refiero no solo a lo que somos, sino lo que hemos sido y lo que queremos ser.

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JBACHS
Resaltado

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i bien el discurso de lo “indígena” es de larga data, en los últimos años se ha intensificado. Este S

hecho se debe por un lado a las dinámicas propias de nuestras comunidades que estamos en un proceso de

1“búsqueda” y por el otro, al proceso de globalización. Hoy en día, lo indígena como una conceptualización de los académicos occidentales es promovido por las agencias de cooperación internacional y enarbolado por las organizaciones del autodenominado “movimiento indígena”.Para la gente occidental, lo indígena denota primitivo, tradicional, frágil, aislado, no asimilado, entre otras connotaciones. Asimismo, el indígena es visto como un ser exótico, alejado de la modernidad y usualmente esta fuertemente relacionado con términos tales como pobre, excluido, conquistado, dominado, tradicional, folclórico y otras valoraciones paternalistas y despectivas. Del mismo modo, lo indígena lleva a idealizaciones y no considera la heterogeneidad de nuestras naciones y pueblos con sus contradicciones y conflictos internos. Este hecho de poner en el mismo “saco” a toda esta heterogeneidad bajo la etiqueta de indígena, y sobretodo vernos como gente con “carencias”, denota los vacíos y complejos colectivos del pensamiento occidental que absolutamente no parte del reconocimiento intercultural mutuo de “el otro”. Con estos términos se hace una construcción alienante de lo que somos de nuestro ser. Entonces, al denominarnos indígenas hablamos por voz y corazón ajeno.Indígena es el otro no-occidental. El problema es que el concepto de indígena es un juicio de valor desde occidente y no desde nuestras culturas. Por lo tanto, al denominarnos como indígenas nos posicionamos desde la perspectiva occidental en referencia a nosotros mismos. Este hecho tiene implicancias para pasar de una posición reactiva y defensiva a una de liderazgo. El discurso indígena homogeniza a los andinos-amazónicos; al Runa, al Jaq'e, al Moche, al

2Awajun, al Ashaninka, entre otros. Aparta al “trigueño” de aquel que es “blanquiñoso”, al “colono” del “nativo”, de aquel que vive en zonas rurales con aquel que vive en zonas urbanas. Lejos de darnos una visión integradora y de unidad, nos da una

J

perspectiva fraccionada. Por lo tanto, lo indígena queda corto para viabilizar nuestras aspiraciones a

3futuro como ayllukuna, como naciones, como civilización andino-amazónica.Es más, el discurso indígena ha sido construido en referencia a las poblaciones autóctonas de los espacios rurales y lugares distantes de los centros y satélites de la modernidad. Lo indígena es limitado para considerar a las poblaciones autóctonas que hoy por hoy en su gran mayoría viven en las ciudades y grandes metrópolis, menos aun para aquellos autóctonos que se encuentran radicando en el extranjero. Por lo tanto, el discurso indígena por un lado homogeneiza lo heterogéneo y por el otro divide al autóctono de las zonas rurales y urbanas y “de aquel que migró con aquel que se quedo”.

Sin embargo, no todo es negativo. Lo indígena esta canalizando momentáneamente la expresión colectiva lo que hemos llamado la búsqueda. Una búsqueda que tiene sus origines en la fractura de nuestras estructuras políticas autóctonas y la posición marginal generada por la occidentalización de nuestra sociedad. Por otro lado, el término indígena esta siendo tomado hasta cierto punto por las organizaciones de base comunitaria en sus agendas re iv indica t ivas , permi t iendo una mayor visibilización colectiva.

FORMACION Y DEBATE FORMACION Y DEBATE FORMACION Y DEBATEFORMACION Y DEBATE

LO INDÍGENA Y SU DEPENDENCIAIDEOLÓGICA DE OCCIDENTE

Walter Castro Aponte

Los municipios siembran cemento y se cosecha pobreza

Entonces, ¿que categoría podría expresar con mayor propiedad lo que somos como colectivo? A mi entender, dicha categoría debe partir de conceptos que nos unen, que compartimos como sociedad; es decir, desde nuestra identidad colectiva como runa, jaq'e. Se necesita reflexionar al respecto y desarrollar un marco teórico que si bien responda a nuestras aspiraciones colectivas, al mismo tiempo permita ser la base de un dialogo intercultural horizontal con otras culturas a nivel global. Más aun, la ruptura de esta dependencia ideológica no se restringe a lo indígena, sino va más allá. Va a la construcción de un modelo propio de desarrollo al cual podemos llamar preliminarmente “modelo de desarrollo andino”. Siendo evidente hoy en día la crisis del estilo de vida occidental moderna y sus estructuras, es una oportunidad para ensayar este modelo partiendo desde nuestro acervo comunitario que tenemos, tanto rurales y urbanos, generando nexos entre estos espacios, recreando nuestros principios y valores milenarios, y tomando los aportes de otras matrices culturales. Seguir dando la espalda a conocimientos y perspectivas “frescas” que son el legado de nuestra historia milenaria y que hoy están disponibles al frente de nuestras narices, es un lujo que no podemos permitirnos. Poner en valor este acervo es el gran reto que tiene nuestra generación para no solo poner en valor lo que somos en su real dimensión sino para ser la expresión de nuestra fuerza creadora

Pues bien ¿cual es el problema de “lo indígena”? Sostengo que si bien hay aspectos validos, el problema de fondo es teórico, conceptual y de

4definición de nuestra identidad colectiva. El discurso indígena nos ha permitido ganar cierto posicionamiento no solo a nivel nacional sino a nivel internacional, esto promovido y respaldado mayormente por las agencias de cooperación internacional. Sin embargo, no será posible salir fuera de los parámetros que occidente impone, si seguimos bajo una dependencia ideológica. A mi entender, el discurso indígena es parte de esa dependencia ideológica. Este hecho no esta siendo objeto de debate al interior del movimiento indígena ni de sus promotores. Si seguimos basando nuestras reflexiones en marcos teóricos y conceptuales ajenos a nuestro pensamiento autóctono, ¿Cómo podremos hacer un buen entendimiento de nuestra realidad? ¿Cómo podremos direccionar adecuadamente la búsqueda? ¿Cómo podremos resolver las tensiones y vacíos entre lo que pensamos y sentimos como runa, jaq'e y el uso de códigos occidentales como el idioma español, indistintamente si estamos en la zona rural o urbana? Términos como indio, indígena, quechua, inclusive lo andino, parten en mayor o menor grado desde el entendimiento occidental y no desde la nuestra. Por lo tanto, éstas actúan como instrumentos que fraccionan nuestra identidad colectiva y socavan el desarrollo de un pensamiento propio. Necesitamos sistematizar y estructurar nuestro propio pensamiento colectivo. Un pensamiento basado en nuestro pensar, sentir, decir y hacer. Por ejemplo, progresivamente la reflexión debe darse desde nuestros propios idiomas, desde nuestros propios valores culturales, nuestros supuestos y categorías; por ende desde nuestros propios marcos teóricos y conceptuales. Por ejemplo, desde el yuyay, yarpachakuy, yachay, umanchay, entre otras que son categorías propias del runa. Deponer la dependencia ideológica permitirá un dialogo intercultural tanto a nivel de país como a nivel internacional, y definitivamente favorecerá a que planteemos soluciones, no solo a los retos locales sino a los globales. Esto implica hacer explicito un deslinde epistemológico y ontológico con el pensamiento occidental.

NOTAS1 Se refiere a la búsqueda de la afirmación colectiva en lo ideológico, económico, social, político y espiritual. 2 Runa, Jaq'e, Moche, Awajun, Ashaninka, entre otras categorías autóctonas de la civilización andino-amazónica tiene un significado

propio, único. Expresiones de unidad colectiva.3 “DNA” social de las sociedades andinas-amazónicas.4 Con identidad colectiva me refiero no solo a lo que somos, sino lo que hemos sido y lo que queremos ser.

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