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Bullying. Aulas libres de acoso. Beane, Allan L. Ediciones Grao. Barcelona (2008) Capítulo 2 Cómo crear un aula positiva Nuestra clase es un sitio en el que... 1. Todos nos sentimos respetados. 2. Todos trabajamos juntos. 3. Aceptamos nuestras diferencias. Los consejos prácticos y las estrategias que contiene este capítulo le ayudarán a crear un ambiente de clase en el que todos y todas se sientan seguros, aceptados y apreciados. En un aula positiva, los alumnos y las alumnas pueden aprender, los profesores y las profesoras pueden enseñar, y la educación -y no el comportamiento- es el auténtico foco central de atención. Estos consejos y estrategias benefician a todos y a todas. He aquí algunas de los beneficios que puede esperar que se vayan produciendo a lo largo del proceso: Sus estudiantes aprenderán a: Pensar y hablar en positivo sobre sí mismos y sobre otras personas. Percibir similitudes y apreciar las diferencias. Trabajar juntos. Tratarse mutuamente con amabilidad y respeto. Darse mutuo apoyo y ánimo. Reaccionar de manera efectiva al acoso escolar. Resolver los conflictos adecuada y eficazmente. Potenciar la empatía y darse cuenta de que las demás personas tienen sentimientos, carencias y necesidades que son tan reales y válidas como las que ellos o ellas mismas puedan tener. Usted, por su parte, descubrirá cómo: Comunicar con claridad una política de tolerancia cero frente al

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Bullying. Aulas libres de acoso. Beane, Allan L. Ediciones Grao. Barcelona (2008)

Capítulo 2 Cómo crear un aula positiva Nuestra clase es un sitio en el que... 1. Todos nos sentimos respetados. 2. Todos trabajamos juntos. 3. Aceptamos nuestras diferencias.

Los consejos prácticos y las estrategias que contiene este capítulo le ayudarán a crear un ambiente de clase en el que todos y todas se sientan seguros, aceptados y apreciados.

En un aula positiva, los alumnos y las alumnas pueden aprender, los profesores y las profesoras pueden enseñar, y la educación -y no el comportamiento- es el auténtico foco central de atención.

Estos consejos y estrategias benefician a todos y a todas. He aquí algunas de los beneficios que puede esperar que se vayan produciendo a lo largo del proceso:

Sus estudiantes aprenderán a: Pensar y hablar en positivo sobre sí mismos y sobre otras personas. Percibir similitudes y apreciar las diferencias. Trabajar juntos. Tratarse mutuamente con amabilidad y respeto. Darse mutuo apoyo y ánimo. Reaccionar de manera efectiva al acoso escolar. Resolver los conflictos adecuada y eficazmente. Potenciar la empatía y darse cuenta de que las demás personas tienen

sentimientos, carencias y necesidades que son tan reales y válidas como las que ellos o ellas mismas puedan tener.

Usted, por su parte, descubrirá cómo: Comunicar con claridad una política de tolerancia cero frente al bullying en su

clase. Reforzar los comportamientos positivos de sus alumnos y alumnas. Conocer y comprender aún mejor a sus estudiantes. Tratar a sus estudiantes con mayor amabilidad y respeto. Modelar una conducta tolerante y apropiada en toda clase de situaciones. Enseñar a sus alumnos y alumnas habilidades que les ayuden a resolver conflic-

tos, a reafirmarse a sí mismos y entre sí, a gestionar la ira, a hacer amigos y a ser más asertivos.

Ponga los mitos al descubierto

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Circulan muchos mitos en torno al bullying. La actividad titulada « ¿Verdadero o falso?» de la página siguiente sacará a relucir algunos de ellos y hará que sus alumnos y alumnas empiecen a reflexionar sobre lo que es realmente el acoso escolar y de qué modo afecta a todo el mundo.

Usted puede, si quiere, leer dichas respuestas en voz alta y/o pedir a sus alumnos y alumnas que formulen sus propios motivos por los que cada una de esas afirmaciones es un mito.

Deje tiempo para el debate. Haga copias de las respuestas para entregárselas a sus estudiantes durante el debate o después del mismo.

Definan el acoso escolar Antes de que pueda solucionar (o impedir) un problema, tiene que definirlo. Si usted y

sus estudiantes realizaron la actividad anteriormente mencionada destinada a «poner los mitos al descubierto», ya deberían tener una idea general de lo que no es el bullying. (No es «sólo un modo más de bromean), ni «normal», ni una «cosa de chicos», etc.) Pero también le interesa que sus alumnos y alumnas se pongan de acuerdo sobre lo que es. El proceso de definición del acoso escolar le ayudará, asimismo, a alcanzar un modo compartido de entenderlo y un lenguaje común en torno al mismo.

Puede hacerlo reuniendo a toda la clase o dividiéndola en grupos reducidos dándoles 10 minutos a cada uno para pensar y escribir una definición. Cada grupo puede entonces elegir a uno de sus miembros para que ponga las ideas de todos y todas por escrito y a otra para que, cuando se reanude la clase con todos los alumnos y alumnas, lea en voz alta la definición a la que hayan llegado.

Escriba las definiciones de los estudiantes en la pizarra. Luego trabajen todos juntos para alcanzar una definición conjunta del bullying. He aquí algunos conceptos que puede introducir en el debate para mantener a los estudiantes centrados en el tema:

Para que exista acoso (bullying) hacen falta, al menos, dos personas: la acosadora y la víctima.

A los acosadores les gusta sentirse fuertes y superiores. Los bullies disfrutan del hecho de tener poder sobre otras personas. Los acosadores utilizan su poder para hacer daño a otras personas.

Es posible que la definición conjunta a la que llegue su clase utilice otras palabras, pero en ella deberían estar contenidas las siguientes ideas básicas:

Se produce bullying (o acoso) cuando una persona más fuerte y más poderosa hace daño o asusta a una persona más pequeña o más débil de forma deliberada (a propósito) y repetida (una vez tras otra).

Puede escribir esa definición conjunta en la pizarra y dejarla allí expuesta in-definidamente o puede hacer que sus alumnos y alumnas la escriban en el cuaderno que utilicen en su clase.

¿VERDADERO O FALSO?

1. El acoso escolar no son más que bromas y burlas. V F2. Hay personas que merecen que las acosen. V F3. Los bullies siempre son niños (nunca niñas). V F4. Los que se quejan de los bullies son unos llorones. V F5. El bullying es una parte normal del proceso de crecimiento. V F6. Los acosadores desparecen si se les ignora. V F7. Los bullies se meten con otras personas porque tienen una

baja autoestima. V F8. Decirle a un adulto que te están acosando es de chivatos. V F9. La mejor manera de tratar con un acosador es peleándose

con él o intentando «devolverle el golpe». V F10. Puede que las personas que son objeto de acoso sientan

algo de dolor durante un tiempo, pero lo acaban superando. V F

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RESPUESTAS A « ¿VERDADERO O FALSO?»

1. El acoso escolar no son más que bromas y burlas.Falso. El bullying es mucho más que simples bromas. Aunque muchos acosadores y acosadoras se burlan de sus víctimas, otros y otras recurren a la violencia, a la intimidación y otras tácticas. Según cómo, las bromas y las burlas pueden llegar a ser divertidas, pero el acoso siempre es doloroso.

2. Hay personas que merecen que las acosen.Falso. Nadie es merecedor ni merecedora de acosos. Nadie «lo está pidiendo a gritos». La mayoría de acosadores y acosadoras se meten con personas que son «diferentes» en algún sentido. Y ser diferente no es motivo de acoso.

3. Los bullies siempre son niños (nunca niñas).Falso. Aparentemente, la mayoría de acosadores son niños o chicos, pero las niñas y las chicas también pueden ser acosadoras.

4. Los que se quejan de los bullies son unos llorones.Falso. Quienes se quejan de los acosos que reciben no hacen más que ejercer su derecho a no recibirlos Son más adultos que quienes los acosan.

5. El bullying es una parte normal del proceso de crecimiento.Falso. Que se burlen de una persona, se metan con ella, la «mandona», la amenacen, la acosen, la insulten, le hagan daño y abusen de ella, no es normal. Además, si alguien cree que sí que lo es, es mucho menos probable que diga o haga nada al respecto, lo que les da a los bullies luz verde para continuar acosando.

6. Los acosadores desparecen si se les ignora.Verdadero y falso. Puede que algunos sí, pero otros se enfadarán aún más y seguirán acosando hasta que consigan despertar alguna reacción. Es lo que quieren.

7. Los bullies se meten con otras personas porque tienen una baja autoestima.Falso. Algunos de ellos tienen la autoestima muy alta. Están satisfechos de sí mismos y el hecho de molestar a otras personas les hace sentirse aún mejor. En la mayor parte de los casos, el bullying no tiene que ver con una mayor o una menor autoestima, sino con el hecho de tener poder sobre otras personas.

8. Decirle a un adulto que te están acosando es de chivatos.Falso. Avisar a una persona adulta que pueda ayudarte a hacer algo para acabar con el acoso es una acción inteligente. También lo es avisar a un adulto si ves que acosan a otra persona.

9. La mejor manera de tratar con un acosador es peleándose con él o intentando «devolverle el golpe».Falso. Si peleas con un bu/Iy, puedes hacerte daño (y hacérselo a otras per-sonas). Además, podrías meterte en líos por el hecho de verte involucrado en una pelea. Si intentas pagar al acosador o a la acosadora con su misma moneda, estarás poniéndote a su altura. Sin olvidar que el bu/Iy podría luego buscarte para «devolvértela» (él o ella a ti). Sea del modo que sea, pelearse no hace más que empeorar las cosas.

10. Puede que las personas que son objeto de acoso sientan algo de dolor durante un tiempo, pero lo acaban superando.Falso. El acoso sigue siendo doloroso aun transcurrido mucho tiempo. Algu-

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nos niños y niñas dejan los estudios por culpa del bu/lying. Algunos alcan-zan tal nivel de tristeza, desesperación, miedo y desesperanza, que se suicidan. Son muchas las personas adultas que recuerdan episodios de acoso de su infancia. Las personas no «superan» el acoso sin más.

Construya aceptación Cuando los estudiantes se aceptan mutuamente, son menos propensos a acosarse unos a

otros y la probabilidad de que acudan en defensa de las víctimas de acoso es mayor. Las siguientes son tres formas mediante las que puede potenciar la aceptación en su aula.

Frases de aceptación Trabaje con su clase en la elaboración de una lista de «frases de aceptación» con las que

todos los alumnos y alumnas (o la mayoría) puedan estar de acuerdo. (Ejemplo: «Todos somos únicos. Nuestras diferencias nos hacen interesantes».) Haga que los estudiantes confeccionen pósteres, collages, tablones de anuncios o paneles en los que se exhiban esas frases.

Proyectos de aceptación Pida a sus alumnos que propongan modos de ayudar a que las personas sean más

tolerantes entre sí. ¿Qué creen que debería saber todo el mundo? ¿Cómo pueden lograr que se propague su mensaje? ¿Mediante canciones? ¿Representaciones en forma de sketch? ¿Cuentos? ¿Poemas? ¿Pósteres? ¿Anuncios por megafonía? ¿Artículos en el periódico de la escuela? Permita que tomen las decisiones importantes sobre qué tipo de proyectos hacer. Esté disponible para ayudar y aconsejar (y para sugerir alternativas a proyectos que resulten claramente inapropiados], pero procure dejar que sus estudiantes vayan hacia donde les lleve su creatividad. Pueden trabajar individualmente o en grupos reducidos.

Cuando los proyectos estén ya listos, exhíbalos en una jornada de puertas abiertas o en una noche dedicada a los padres y a las madres. Invite a familiares, a otros profesores y profesoras, ya miembros de la comunidad local y de los medios de comunicación, a que vean los logros de sus alumnos y alumnas y lo que éstos y éstas opinan de la aceptación.

“Nuestra clase es un lugar en el que...” Reparta fotocopias del reproducible «Nuestra clase es un lugar en el que... » Y comenten

cada una de las afirmaciones. Si los alumnos y las alumnas están de acuerdo con ellas, pueden firmar y fechar sus propias copias. Cuélguelas luego por toda el aula para mostrar que su clase en un lugar en el que las personas se aceptan unas a otras.

Vaya aún más lejos: Envíe copias del ejercicio a los domicilios particulares de los estudiantes para que éstos las puedan compartir con sus familias.

Cuando llegue el momento de descolgar las hojas firmadas, confeccione una fotocopia de la hoja original de tamaño de un póster, cuélguela en una pared de su clase y déjela allí. Haga mención de ella a menudo a lo largo del curso. Coméntela con sus estudiantes, con sus padres, madres y/o tutores, en las reuniones que tenga con ellos, y con quienes vengan de visita a su clase.

Hablen del acoso escolar Organice un debate en clase sobre el bullying. Puede utilizar las preguntas siguientes,

pero, antes, diga a sus alumnos y alumnas que no den nombres ni señalen a nadie. Éste debe ser un debate general, no una ocasión para culpar o acusar a otras personas.

1. ¿Quién me puede decir qué es el acoso escolar? Si ya ha realizado con sus estudiantes la actividad indicada para «Definir el acoso escolar», puede pedir a uno de ellos que lea la definición que alcanzó la clase en su momento. 2. ¿Qué les sucede a las personas que son objeto de acoso? ¿Cómo creéis que se sienten?3. ¿Cómo creéis que se sienten los bullies? 4. ¿Qué les sucede a las personas que están en el entorno de los acosadores (o las acosadoras) y sus víctimas? ¿Cuándo somos testigos de un caso de acoso? ¿Qué se siente al ver a alguien acosado por otra persona?

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5. ¿Alguno o alguna de vosotros piensa que el bullying es un problema en nuestra escuela? ¿Qué le hace pensar así? 6. ¿Hay alguien que crea que el bullying es un problema en nuestra clase? ¿Por qué? 7. ¿A quién le gustaría tener una clase sin bullies? 8. ¿Qué haría falta para hacer que nuestra clase estuviese libre de acosadores y acosadoras? ¿Quién tiene ideas para conseguirlo?

Vaya aún más lejos: Apunte las ideas de sus alumnos y alumnas en la pizarra. Luego haga que voten sus cinco favoritas. Pruebe esas ideas durante una o dos semanas. Deje luego que los propios estudiantes valoren lo mucho o poco que hayan avanzado en el camino hacia la consecución de una clase sin acoso.

NUESTRA CLASE ES UN LUGAR EN EL QUE…

No todos tenemos que ser idénticos. No todos tenemos que pensar igual.

No todos tenemos que actuar del mismo modo.No todos tenemos que hablar igual.No todos tenemos que vestir igual.

No todos tenemos que creer las mismas cosas.Tenemos derecho a ser nosotros mismos.

Nos gusta que las personas sean diferentes.Sabemos que nuestras diferencias nos hacen interesantes y únicos.

Respetamos las diferentes formas de ser, actuar y creer, aun cuando no estemos de acuerdo con ellas.

Nos esforzamos al máximo por solucionar los problemas pacíficamente.No nos callamos si vemos que están tratando

a otras personas de manera injusta.Nos tratamos unos a otros como nos gustaría que nos tratasen.

Nos tratamos con respeto.

Comparta información sobre el acoso escolar Si el acoso es un problema en su aula o en su centro, no está solo. Comparta y comente

los siguientes datos con sus alumnos y alumnas': Aproximadamente uno de cada siete escolares es un acosador (o acosadora) o una

víctima. (Para hacerlo más gráfico, podría hacer que sus estudiantes fuesen contándose de siete en siete. Cada séptimo alumno o alumna podría entonces quedarse de pie o salir a la pizarra.)

El acoso escolar afecta a unos 5 millones de estudiantes de primaria y de primeros cursos de secundaria en Estados Unidos.

Entre un 10 y un 15% de todos los niños y de todas las niñas denuncian ser objeto de acosos periódicos.

El bullying no consiste únicamente en pegar a otras personas. Existen tres tipos básicos de acoso escolar: el físico, el verbal y el emocional. La mayoría es verbal.

La mayoría del acoso sucede en las zonas de los centros escolares en las que supervisión es escasa o nula. Ejemplos: los patios de recreo, los pasillos, el comedor o los lavabos.

El bullying hace daño a todo el mundo. Las víctimas se sienten tristes, temerosas, angustiadas e insatisfechas consigo mismas. Puede que tengan también problemas de índole social (dificultades a la hora de hacer amigos), emocional (baja autoestima, soledad) y académica (su trabajo escolar se resiente). Los testigos (las personas que ven u oyen cómo otras son acosadas) pueden tener miedo y angustia.

Los bullies suelen meterse en serios problemas cuando llegan a la edad adulta; las estadísticas muestran que uno de cada cuatro acosadores y acosadoras tienen ya

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antecedentes penales antes de cumplir los treinta años y muchos de ellos y ellas tienen problemas con sus relaciones personales a lo largo de toda su vida.

Vaya aún más lejos: Haga que los estudiantes investiguen sobre el bullying en la biblioteca o en Internet y recopilen sus propios datos. Luego podrán informar de ellos oralmente o por escrito, o, si no, podrán crear un tablón de anuncios de «datos sobre el acoso escolar».

Pongan nombre a las conductas acosadoras ¿Qué hacen los bullies? Sus alumnos y alumnas -ya sean víctimas o acosadores-

probablemente conocen la(s) respuesta(s) a esa pregunta. Pregúnteles y haga una lista con sus contestaciones en la pizarra.

2. Fuentes: National Association of School Psychologists (NASP), Education Week y National Crime Prevention Council.

Posiblemente, su lista incluirá varias (o la totalidad) de las conductas siguientes. Si sus estudiantes se detienen principalmente en el acoso físico (pegar, dar patadas, etc.). Encárguese de introducir algunas de las otras conductas aquí enumeradas (comportarse de forma grosera, hacer pasar vergüenza a otras personas, ignorarlas, etc.). Sus alumnos y alumnas tienen que entender que el acoso escolar abarca un amplio espectro de conductas y que ninguna de ellas es «normal» ni aceptable.

Actúan como si gobernaran el mundo. Actúan con maldad. Actúan de forma grosera. Atemorizan a otras personas. Van dando órdenes a todo el mundo. Presumen de ser duros. Rompen cosas de otras personas. Llevan armas. Engañan. Dañan cosas de otras personas. Hacen pasar vergüenza a otras personas. Obligan a que otras personas les den dinero. Obligan a que otras personas les den cosas. Asustan a otras personas. Cuentan chismes. Acosan a otras personas. Hacen novatadas. Pegan a otras personas. Humillan a otras personas. Hieren los sentimientos de otras personas. Ignoran a otras personas. Insultan a otras personas. Intimidan a otras personas. Dan patadas. Se ríen de otras personas. Se burlan de otras personas. Hacen gestos obscenos. Hacen comentarios racistas o sexistas. Hacen que otras personas se sientan impotentes. Hacen que otras personas se sientan inferiores. Hacen que otras personas se sientan invisibles. Excluyen a otras personas. Mienten. Obligan a otras personas a hacer cosas que no quieren. Hacen que otras personas se sientan incómodas. Insultan.

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Se meten con otras personas o las atacan por su raza, su religión, su género, su origen familiar, su cultura, etc.

Se meten con otras personas o las atacan porque son diferentes en algún sentido. Dan empujones. Desprecian a otras personas. Se niegan a hablar con otras personas. Rechazan a otras personas. Dicen cosas desagradables de otras personas. Hacen comentarios sarcásticos sobre otras personas. Asustan a otras personas. Gritan. Se abren paso a codazos. Difunden rumores. Roban. Dicen palabrotas. Se llevan cosas de otras personas. Provocan a otras personas. Se burlan de otras personas. Cuentan chistes malintencionados. Amenazan. Tocan a otras personas de forma grosera o abusiva. Emplean la violencia física. Recurren a las descalificaciones verbales. Escriben cosas horribles sobre otras personas. Chillan.

Vaya aún más lejos: Transforme la lista en un compromiso de toda la clase. Deles un póster de gran tamaño hecho de cartulina o de papel vegetal grueso, rotuladores, revistas (para recortes de fotos), cinta adhesiva, pegamento, tijeras, etc. Escriba en letras grandes en la parte superior (a modo de título): «Como clase, nos comprometemos a NO...». Luego deje que los estudiantes añadan palabras, frases, ilustraciones, fotos, etc., para crear un colorido póster que colgar en la pared del aula (o en el pasillo). Luego, todos sus alumnos y alumnas pueden firmar con sus nombres en la parte inferior del mismo.

Compartan historias de acoso escolar Reparta fotocopias del ejercicio «Historias de acoso escolar». Diga a sus alumnos y

alumnas que utilicen esas copias para escribir sobre sus propias experiencias con el bullying (ya sea como víctimas, como acosadores, como testigos pasivos de incidentes de ese tipo o como testigos activos que pidieron ayuda para solucionar uno de esos incidentes o trataron de ponerle fin).

Haga hincapié en la norma «Prohibido dar nombres» que figura en la parte superior de la página del ejercicio. Si algunos estudiantes no entienden cómo explicar sus propias historias sin dar nombres, ponga algún ejemplo. «Alguien me insultó»,

«Tiré los libros de otra persona al suelo y lo hice a propósito». «Vi a alguien poniéndole la zancadilla a otra persona, pero no dije nada». «Le dije a alguien que dejara de dar empujones a mi amigo».)

Divida la clase en grupos pequeños (de no más de cinco estudiantes). Importante: Si tiene constancia de que algún alumno o alumna de su clase ha estado

acosando a otro o a otra, asegúrese de que esos dos estudiantes no estén en el mismo grupo. Deje tiempo para que sus alumnos y alumnas escriban sus historias en silencio. Luego prevea otro rato para que pongan sus historias en común dentro de sus grupos

correspondientes. Reúna de nuevo a todos los estudiantes y pida al portavoz (o a la portavoz) de cada grupo que resuma brevemente las historias.

Organice un debate sobre esas historias entre toda la clase. Puede hacer preguntas como las siguientes:

¿Hemos oído historias de compañeros o compañeras que han sido acosados? ¿Cómo nos hemos sentido al oírlas?

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¿Hemos oído historias de compañeros o compañeras que han acosado a otros? ¿Cómo nos hemos sentido al oírlas?

Si vieras u oyeras que están acosando a alguien, ¿qué harías? ¿Hemos oído alguna forma válida de frenar el acoso o de obtener ayuda

para frenarlo? ¿Hay alguna idea que podamos usar en el futuro si vemos u oímos que están acosando a alguien?

Puede concluir diciendo: “¡Felicidades a todos aquéllos y aquéllas de vosotros que vieron u oyeron algún incidente de acoso e hicieron algo al respecto! ¡Sos unos auténticos "cazabullies"!”

HISTORIAS DE ACOSO ESCOLAR

Utiliza los recuadros siguientes para escribir acerca de experiencias que hayas vivido personalmente.PROHIBIDO DAR NOMBRES: No utilices el nombre de nadie.

Describe una ocasión en la que las palabras o el comportamiento de

otra persona te hicieron daño.

Describe una ocasión en la que dijiste o hiciste algo para hacer daño

a otra persona.

Describe una ocasión en la que viste/ oíste un incidente de acoso, pero no

hiciste nada para neutralizarlo.

Describe una ocasión en la que viste/ oíste un incidente de acoso y

buscaste ayuda o trataste de pararlo tú mismo.

Realice una encuesta ¿Cuánto bullying se produce en su aula y de qué tipo? Probablemente, ya habrá notado

algún que otro caso y puede que los alumnos le hayan informado de alguno más. Pero la mayor parte del acoso escolar pasa inadvertido y no se denuncia.

Pasa inadvertido porque: Los bullies suelen hacer daño o abusar de otros compañeros o compañeras

cuando no hay adultos alrededor que puedan verlo. Los bullies actúan de manera que los adultos no se den cuenta o no lo noten.

Y no se denuncia porque: Las víctimas se sienten avergonzadas de serlo, temen represalias o les preocupa

que los adultos no puedan o no quieran ayudarlas. Los testigos no quieren involucrarse, o bien no interpretan lo que están viendo

como acoso, sino como «bromas», como algo «normal» o como conducta «típica de niños».

Si quiere saber qué ocurre en su clase, pregúnteselo a sus estudiantes. Una de las formas mejores, más sencillas y menos intimidantes de hacerlo es realizando una encuesta.

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También puede invitar a sus alumnos y alumnas, a los padres y las madres, y a otros miembros del profesorado y del personal del centro, a que le ayuden a confeccionar una encuesta. Si su escuela o su distrito ya utilizan un programa de prevención del acoso escolar, es posible que cuenten con algún instrumento de encuesta disponible para usted.

La finalidad principal de los cuestionarios es la de recopilar información sobre los tipos de experiencia que están viviendo actualmente sus estudiantes, sin señalar con el dedo acusador a ningún individuo en concreto. Si lo que desea es una encuesta que le ayude a identificar qué alumnos o alumnas son víctimas de bullying, haga que sus estudiantes escriban su nombre en el formulario. Si no, preserve el anonimato de las respuestas. Si pide a sus estudiantes que adjunten sus nombres, éstos pueden mostrarse reacios a admitir ciertos puntos. En ese senti-do, el anonimato puede facilitar respuestas más sinceras.

En función de la edad de su alumnado y de su nivel lector, es posible que prefiera leer el cuestionario en voz alta. Algunos de sus alumnos pueden precisar de asistencia individual para responder a la encuesta.

Garantice a cada estudiante tanta privacidad como le sea posible a la hora de cumplimentar la encuesta.

Diga a sus alumnos y alumnas que no se trata de ningún examen (no lo corregirá ni le pondrá nota), pero que se le parece en dos sentidos importantes: no se puede mirar la encuesta de otro compañero o compañera y no se puede hablar mientras se estén escribiendo las respuestas.

Indicaciones sobre «Esta semana en la escuela» Esta encuesta describe situaciones que le podrían suceder a un alumno o a una alumna

durante una semana típica. Más o menos la mitad de las cosas que se explican son agradables o neutras; la otra mitad son desagradables. Con ello se consigue abarcar el conjunto de experiencias de los estudiantes y no sólo el acoso.

Presente la encuesta con una explicación breve. Ejemplo: En esta lista se enumeran cosas que puede que te ocurran o no en la escuela, como, por

ejemplo, «Esta semana, en la escuela, otro compañero de mi clase me ha insultado», o “Esta semana, en la escuela, otro compañero de mi clase me ha dicho algo bonito”

Lee cada enunciado y piensa en lo sucedido durante la última semana. ¿Con qué fre-cuencia te pasó una cosa así? ¿Ninguna vez? ¿Una? ¿Más de una?

Responde marcando con una cruz la columna correspondiente.

Dado que en la encuesta se pregunta acerca de «esta semana», siempre es mejor responderla en viernes. Si sus alumnos y alumnas son muy pequeños, posiblemente preferirá preguntarles por lo que les haya pasado el día anterior o, incluso, ese mismo día: en su caso, los recuerdos de toda una semana pueden ser parciales o imprecisos.

Utilice el cuestionario tal y como está o adáptelo para ajustarlo a las necesidades de sus estudiantes. Si hace esto último, asegúrese de incluir un número equilibrado de ítems positivos, neutros y negativos. Cerciórese también de que incluye estos seis enunciados clave:

4. Ha tratado de darme una patada. 8. Me ha dicho que me daría una paliza. 10. Ha tratado de obligarme a darle dinero. 23. Ha tratado de hacerme daño. 36. Ha tratado de romper alguna de mis cosas. 38. Ha tratado de pegarme. En el caso de estos seis enunciados: Sume el número de veces que sus alumnos y alumnas han marcado la casi lla «más de

una vez» para cada uno de los enunciados. (Ejemplo: En el ítem “4. Ha tratado de darme una patada”, 3 alumnos han respondido “Más de una vez.”)

Divida la puntuación resultante para cada enunciado por el número de encuestas cumplimentadas a fin de obtener el porcentaje de respuestas de ese tipo. (Ejemplo: Tres estudiantes divididos por un número total de 25 alumnos = 12%.)

Sume los seis porcentajes obtenidos para cada uno de los enunciados. (Ejemplo: 12 + 8

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+ 12 + 20 + 5 + 10 = 67%.) Divida la cifra resultante por seis. (Ejemplo: 67 entre 6 = 11,16%.) Esto le dará una idea de cuántos estudiantes de su clase están siendo acosados o corren

el riesgo de serlo. Puede realizar los mismos cálculos para frecuencia con la que se haya marcado la casilla

«Una vez» en cada uno de esos seis ítems. Con ello se hará una idea del nivel de agresiones existente en su clase.

El cuestionario pide a quien lo rellene que indique su género. Es probable que descubra diferencias por géneros cuando analice los resultados. Los seis enunciados clave tienen un cierto sesgo hacia el acoso físico, que parece ser más habitual entre los niños que entre las niñas. Si desea tener una noción más precisa del bullying existente entre las chicas, preste especial atención a las respuestas que éstas den a los seis enunciados siguientes:

1. Me ha insultado. 6. Se ha portado mal conmigo porque soy diferente. 34. Se ha reído de mí hiriendo mis sentimientos. 37. Me ha dicho que se «chivaría» de mí. 37. Ha dicho algo de mí que era mentira. 39. Ha hecho que me sintiera mal conmigo mismo.

ESTA SEMANA EN LA ESCUELA

Lee cada enunciado pensando en esta última semana. Marca con una cruz la columna que mejor describa la frecuencia con la que lo que allí se dice te ha pasado durante estos pasados cincos días. Cuando hayas terminado con toda la lista, entrega la hoja a tu profesor (o profesora).

Fecha de hoy: ......................Marca esta casilla si eres niño Marca esta casilla si eres niña

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Esta semana, en la escuela,otro compañero de mi clase:

Ningunavez

Unavez

Más deuna vez

1. Me ha insultado.2. Me ha dicho algo bonito.3. Me ha dicho algo grosero o malo de mi familia.4. Ha tratado de darme una patada.5. Me ha tratado con amabilidad y respeto.6. Se ha portado mal conmigo porque soy diferente.7. Me ha regalado algo.8. Me ha dicho que me daría una paliza.9. Me ha dado dinero.10. Ha tratado de obligarme a darle dinero.11. Ha intentado asustarme.12. Me ha prestado algo que yo quería.13. Me ha impedido jugar a algo.14. Se ha metido conmigo por algo que he hecho.15. Ha hablado de ropa conmigo16. Me ha contado un chiste.17. Me ha dicho una mentira.18. Ha hecho que otros chicos y chicas la tomaran conmigo.19. Ha intentado que yo hiciera daño a otra persona.20. Me ha sonreído.21. Ha intentado meterme en líos.22. Me ha ayudado a llevar algo.23. Ha trotado de hacerme daño.24. Me ha ayudado con mis deberes.25. Me ha obligado a hacer algo que yo no quería hacer.26. Ha hablado conmigo de lo televisión.27. Me ha quitado algo.28. Ha compartido algo conmigo.29. Ha hecho un comentario grosero o malintencionado sobre el color de mi piel.30. Me ha gritado.31. Ha jugado a algún juego conmigo.32. Ha intentado ponerme la zancadilla.33. Ha hablado conmigo de cosas que me gustan.

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Esta semana, en la escuela,otro compañero de mi clase:

Ningunavez

Unavez

Más deuna vez

34. Se ha reído de mí hiriendo mis sentimientos.35. Me ha dicho que se «chivaría» de mí.36. Ha tratado de romper alguna de mis cosas.37. Ha dicho algo de mí que era mentira.38. Ha tratado de pegarme.39. Ha hecho que me sintiera mal conmigo mismo.40. Ha hecho que me sintiera bien conmigo mismo.

Indicaciones para la “Encuesta sobre acoso escolar” Puede repartir este cuestionario a toda la clase, utilizarlo para entrevistar indi-

vidualmente a estudiantes que sospeche que son objeto de acoso o usarlo para hacerse una idea más aproximada de los tipos de acoso existentes y de hasta qué punto se producen en su clase.

Presente la encuesta con una breve explicación. Ejemplo: El acoso se produce cuando una persona más fuerte y poderosa hace daño o asusta a

otra más pequeña o más débil de manera deliberada (a propósito) y repetida (una y otra vez). A menudo sucede que los estudiantes que son objeto de acoso no se lo dicen a nadie. Se sienten mal por dentro o tienen miedo de que el acosador o la acosadora se tome represalias por haberlo dicho, o les preocupa que nadie los ayude si lo denuncian.

Todos tenemos derecho a no ser acosados. Nadie merece algo así. Esta encuesta es un modo seguro de decirme si te están acosando en la escuela. No tienes que dar el nombre de nadie. Ni siquiera tienes que escribir el tuyo si no quieres. Si firmas el cuestionario, concertaré una charla contigo en privado. Así que responde a las preguntas con sinceridad.

Utilice este cuestionario tal y como está o adáptelo a las necesidades de su alumnado. Por ejemplo, es posible que prefiera:

Limitarlo a aquellas preguntas directas sobre el bullying en su clase (obviando entonces las referidas al recreo, al comedor escolar, a los lavabos o a los pasillos del centro).

Ampliarlo con preguntas sobre incidentes de acoso en los desplazamientos de casa a la escuela y de la escuela a casa (en la parada del autobús o a bordo de éste, caminando o en bicicleta, etc.), en actos organizados por la escuela (actividades deportivas, asambleas, ferias, conciertos, reuniones de clubes de diversa índole, etc.) o en cualquier otro lugar del edificio o las instalaciones escolares (en los vestuarios, entre edificios, en el gimnasio, etc.)

Añadir preguntas acerca de tipos concretos de acoso (burlas, insultos, empujones, golpes, patadas, gritos, zancadillas, intimidación, desprecio, rechazo, amenazas, confiscación de objetos, exclusión, palabrotas, difusión de rumores, mentiras, hostigamiento, etc.).

Recoger información demográfica adicional (raza, origen étnico, religión, etc.) a fin de tratar de determinar si los bullies se están cebando en un grupo particular de estudiantes.

ENCUESTA SOBRE ACOSO ESCOLAR

Lee cada pregunta y respóndela tan sinceramente como puedas. Ten presente la definición siguiente cuando escribas tus respuestas:El acoso se produce cuando una persona más fuerte y poderosa hace daño o asusta a otra más pequeña o más débil de manera deliberada (a propósito) y

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repetida (una y otra vez).

Fecha de hoy: ....................Nombre (si quieres darlo): ...........................................................

Marca esta casilla si eres niño Marca esta casilla si eres niña l. ¿Hay alguien de nuestra clase que se porte mal contigo? Sí No Si es así, ¿qué te hace? ...................................................................................................................................................................................¿Con qué frecuencia ocurre? (¿Una vez al día? ¿Dos? ¿Varias? ¿Una vez a la semana? ¿Una vez al mes?) Respuesta:...................................................................................................................................................................................2. ¿Hay alguien que se porte mal contigo durante el recreo? Sí No Si es así, ¿qué te hace? ...................................................................................................................................................................................¿Con qué frecuencia? ................................................................. 3. ¿Alguien que se porta mal contigo durante la hora del almuerzo? Sí No Si es así, ¿qué te hace? ...................................................................................................................................................................................¿Con qué frecuencia? .................................................................4. ¿Hay alguien que se porte mal contigo en los servicios? Sí No Si es así, ¿qué te hace? ...................................................................................................................................................................................¿Con qué frecuencia? .....................................................5. ¿Hay alguien que se porte mal contigo en los pasillos? Sí No Si es así, ¿qué te hace?...................................................................................................................................................................................¿Con qué frecuencia? .....................................................6. Sin nombrar a quien(es) te acosan, descríbelo(s) marcando las casillas

correspondientes de la lista siguiente:La persona que me acosa es... Más o menos de mi edad Más joven que yo Mayor que yo Una niña / una chita Un niño /un chico Un grupo ¿Algo más?…………………………………………………………………………………………………….....7. ¿Le has dicho alguna vez a alguien en la escuela que te están acosando?Sí No Si no lo has dicho nunca, ¿por qué no se lo dices a alguien?...................................................................................................................................................................................Si ya lo has dicho alguna vez, ¿por qué lo hiciste?...................................................................................................................................................................................

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¿Qué hizo esa otra persona para ayudarte?...................................................................................................................................................................................Después de haberlo dicho, ¿cesó el acoso? Sí No Después de haberlo dicho, ¿empeoró el acoso? Sí No 8. ¿Cómo te ha afectado personalmente el acoso? ¿Ha cambiado tu vida de

algún modo? Piensa en cómo te sientes (¿bien?, ¿más o menos bien?, ¿mal?, ¿harto?, ¿asustado?); en cómo te sientes contigo mismo; en cómo te va en los estudios; en quiénes son tus amigos y amigas, y en cualquier otra cosa que pienses que puede tener relación con el hecho de que te acosen.

....................................................................................................

...............................................................................

..........................................................................................

....................................................................................................

...............................................................................9. ¿Desde cuándo te acosan? (¿Desde hace una semana o menos? ¿Desde hace

dos o tres? ¿Desde hace un mes? ¿Desde hace algunos meses, medio año, un año, más de un año, unos cuantos años, muchos? ¿Durante toda tu vida?) Respuesta:

....................................................................................................

...............................................................................10. ¿Has acosado alguna vez a otra persona? Sí No Si es así, ¿qué hiciste? ....................................................................................................................................................................................¿Por qué lo hiciste? ...................................................................................................................................................................................¿Cómo hizo que te sintieras?...................................................................................................................................................................................11. ¿Estás acosando a alguien actualmente? Sí No Si es así, ¿te gustaría dejar de hacerlo? Sí No 12. ¿Qué podemos hacer para parar o impedir el acoso en nuestra clase?...................................................................................................................................................................................

Fije unas normas Establezca y haga cumplir unas reglas en su clase sobre el bullying y el comportamiento.

Las reglas transmiten muy bien tanto la tolerancia cero con respecto al acoso que está intentando aplicar, como sus expectativas de cara a una conducta positiva en el futuro. También satisfacen la necesidad física y psicológica de seguridad que tienen sus alumnos y alumnas; es difícil aprender cuando se vive bajo una situación de intimidación, amenaza y miedo, o cuando se es testigo de comportamientos intimidadores, amenazadores o amedrentadores.

Para que las normas sean eficaces, deben ser: Creadas contando también con las aportaciones de los propios estudiantes. Cortas y sencillas. Fáciles de entender. Concretas. Acordadas y aceptadas por todos y todas.

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Fáciles de aplicar y de hacer cumplir. Aplicadas de manera sistemática e imparcial. Comunicadas también a los padres y a las madres, y apoyadas por ellos, así como

por el resto del profesorado y del personal del centro. Renovadas periódicamente y actualizadas cuando sea preciso.

Nota: Si su escuela o su distrito ya ha establecido normas con respecto al bullying y sus conductas correspondientes, hágaselas saber a sus alumnos y alumnas. Si el vocabulario utilizado parece demasiado complicado, pida a sus estudiantes que las traduzcan al suyo propio.

Si tiene vía libre para crear sus propias reglas de clase, haga que todos y todas participen en el proceso. Celebre un debate con toda la clase o divídala en grupos más pequeños. Pida a sus alumnos y alumnas que piensen y redacten respuestas a las siguientes preguntas:

¿Qué tipo de clase quieres tener? ¿Qué puede hacer cada uno y cada una de nosotros para hacerla posible?

Cuando el alumnado fija sus propias reglas (y no se ve obligado a seguir las normas impuestas por los adultos), aprende a gestionar su propio comportamiento. Trabajen juntos en la elaboración de una lista de normas; dependiendo de la edad de sus estudiantes, podría limitar el número total de las mismas a 5 o 10 (cuantas menos, mejor).

Ejemplos: 1. El acoso no está permitido en nuestra clase. 2. No nos burlamos de ninguna persona ni la insultamos ni la humillamos. 3. No damos golpes, empujones, patadas ni puñetazos a nadie. 4. Si vemos que alguien está siendo acosado, no nos callamos y tratamos de

detener lo que está ocurriendo (si podemos) o de pedir ayuda de inmediato. 5. Cuando hacemos cosas como grupo, nos aseguramos de que todos y todas

estemos incluidos y de que nadie quede excluido. 6. Hacemos que los nuevos alumnos y alumnas se sientan bien acogidos. 7. Escuchamos las opiniones de todos y todas. 8. Nos tratamos con amabilidad y respeto. 9. Respetamos la propiedad de los demás (y la de la escuela, también). 10. Nos fijamos en las cosas buenas de las otras personas y valoramos las

diferencias.

Si quiere, puede escribir estas normas en un póster titulado «Las reglas de nuestra clase» y hacer que todos los alumnos y las alumnas lo firmen con sus nombres. ¿Cuáles serán las consecuencias de vulnerar las normas y cómo se aplicarán? Esto puede depender de la normativa escolar (de centro o de distrito) ya existente. Si no, trabaje con su alumnado en la determinación de unas consecuencias justas y razonables.

Cuelgue estas reglas en clase, en un sitio bien visible para todos y todas. Durante un tiempo, puede empezar la jornada lectiva leyendo en voz alta la lista de normas (o haciendo que alguno de sus alumnos la lea). Cuando ya esté convencido de que sus alumnos y alumnas conocen las reglas -y cuando tenga ya constancia de que las cumplen-, puede pasar a leerlas solamente una vez a la semana. Revise las normas con su clase cada mes, más o menos, para ver si necesitan algún cambio. No dude en retocarías si hace falta. Explique a su clase que esas reglas no están grabadas a fuego y que siempre hay margen para mejorarlas.

Vaya aún más lejos: Comunique esas normas y las consecuencias fijadas por su incumplimiento a los padres y a las madres por medio de una carta enviada a sus domicilios, y compártalas también con otros profesores y profesoras y miembros del personal de la escuela.

Declare su aula zona libre de acosadores Si usted y sus estudiantes realizaron la actividad recomendada en el apartado «Hablen

del acoso escolar», es muy posible que todos y todas acordaran que les gustaría que en su clase no hubiese bullies.

Pregúnteles si están dispuestos a designar su aula como una zona libre de acoso, es decir, un lugar en el que las personas se acepten y se valoren unas a otras, y donde se traten

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con amabilidad y respeto. Si lo están, realicen una lluvia de ideas sobre cómo dar aspecto formal y público a ese compromiso de toda la clase. Ejemplos:

1. Confeccionen un póster o una pancarta que anuncie que «Ésta es un aula libre de acosadores». Exhíbala en el pasillo, en la pared exterior de la clase.

2. Si su clase publica algún tipo de boletín o diario, dediquen un número entero al tema de qué significa ser un aula libre de acosadores. Incite a que sus alumnos y alumnas escriban artículos, dibujen viñetas, hagan entrevistas, etc.

3. Redacte un comunicado de prensa anunciando que su clase ha decidido ser una zona libre de acosadores. Envíelo a los medios de comunicación locales (periódicos, revistas, emisoras de radio, canales de televisión). Puede que hagan algún tipo de seguimiento y dediquen alguna noticia a sus estudiantes.

Vaya aún más lejos: Haga que sus alumnos y alumnas visiten otras aulas y las animen a declararse también libres de acoso escolar. Pueden también entrevistarse con el director o la directora del centro, explicarle lo que está haciendo su clase y pedirle que anuncie que toda la escuela se compromete a ser una zona libre de acosadores.

Enseñe habilidades para gestionar la ira ¿Qué nos sucede a la mayoría de nosotros y de nosotras cuando nos hallamos en peligro

o sometidos a una gran tensión? Pues que experimentamos el dilema entre las respuestas alternativas de «luchar o huir», Combatimos la causa del peligro que percibimos o del estrés que sufrimos... o corremos hasta donde nos permiten nuestras piernas para huir de él. Cuando un alumno o una alumna es acosado, salir corriendo es una opción y, en ocasiones, la única. Sus estudiantes tienen que saber que luchar (en el sentido de «pelear») no es la solución salvo en aquellos casos en los que la defensa propia es imprescindible.

¿Qué pueden hacer, entonces, en lugar de pelear o de tratar de hacer daño también a quien se lo ha hecho? Pueden aprender y practicar otras formas de controlar (gestionar) su ira.

Reparta copias del folleto «20 cosas que se pueden probar en vez de devolver el daño que nos hacen» Y estúdielo con su alumnado. Explique que ese catálogo contiene 20 formas distintas de gestionar su enfado. Pregunte a sus estudiantes si conocen otros métodos que funcionen y apúntelos en la pizarra.

Responda eficazmente a las denuncias de acoso Gran parte (incluso la mayoría) del bullying se produce allí donde las personas adultas no

pueden verlo ni intervenir. Para obtener información sobre las situaciones de acoso que no puede presenciar personalmente, necesita recurrir a lo que le puedan aportar sus alumnos y alumnas. ¿Cómo puede animarlos para que se atrevan a hablar con usted? Si quiere, puede colgar las siguientes sugerencias en su clase:

Si ves que están acosando a alguien, avisa al profesor (o a la profesora). Si sabes que están acosando a alguien, avisa al profesor (o a la profesora). Si piensas que están acosando a alguien, avisa al profesor (o a la profesora). Si no haces nada ante el acoso escolar, estás dando a entender que te parece

bien. Tenemos el poder necesario para poner freno e impedir el bullying en nuestra

clase, ¡pero tenemos que trabajar juntos!

¿Cómo pueden informarle sus alumnos y alumnas sobre incidentes de acoso? Deles diversas opciones. Si se sienten cómodos haciéndolo, pueden informarle cara a

cara (antes o después de clase y en privado, sobre todo, si temen represalias del acosador o de la acosadora en cuestión). También pueden escribir sobre el bullying en sus diarios. O pueden escribirle una nota.

Por mucho que anime a sus alumnos y alumnas a mantenerle informado del bullying que se produzca en su clase, las denuncias cesarán si no responde con rapidez y eficacia. Su alumnado necesita tener la seguridad de que si se arriesgan a contarle algún incidente, usted hará algo al respecto. Todo lo que no llegue a ese nivel de compromiso de su parte, pondrá en peligro o destruirá esa confianza.

Es posible que su escuela o su distrito correspondiente ya tengan previstos pro-

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cedimientos para intervenir en caso de acoso escolar y para responder a cualquier denuncia del mismo. Si es así, sígalos. Hallará consejos prácticos adicionales y sugerencias en los capítulos 3 y 4 dedicados a la ayuda a las víctimas y a sus acosadores (“Cómo ayudar a las víctimas” y “Cómo ayudar a los acosadores”)

20 COSAS QUE SE PUEDEN PROBAR EN VEZ DE DEVOLVER EL DAÑO QUE NOS HACEN

Cuando alguien te hace daño, es normal sentirse enfadado. Puede que incluso quieras pagarle con la misma moneda. Pero puedes optar por no hacerlo pro-bando una (o más) de las posibilidades siguientes.1. Para un momento y piensa. No hagas nada de inmediato. Baraja tus op-

ciones. Reflexiona sobre lo que podría pasar si intentaras hacer daño a esa otra persona.

2. Tienes que saber que lo que hagas depende de ti. Tú puedes decidir. Tú controlas tus propios actos.

3. Dite a ti mismo: «Es lógico que me sienta enfadado. Lo que ya no está tan bien es hacerle daño a otra persona, aunque ella me lo haya hecho a mí antes»

4. Dile a esa persona: « ¡Para! ¡Eso no me gusta!».5. Controla las manos. Aprieta los puños, pero sin sacarlos de los bolsillos.6. Controla los pies. Salta, baila o camina pisando fuerte.7. Aléjate de allí andando o corriendo.8. Dile a esa otra persona cómo te sientes. Utiliza un mensaje en primera

persona del singular (un «Mensaje con "yo'»]. Ejemplo: «Me enfado mucho cuando me pegas porque me haces daño. Quiero que dejes de pegarme»

9. Respira hondo y luego expira ese aire. Expulsa de tu cuerpo todo ese sentimiento de ira.

10. Busca a alguna persona adulta. Cuéntale lo sucedido y cómo te sientes.11. Cuenta despacio de 1 a 10. Luego cuenta hacia atrás desde 10 hasta 1.

Sigue contando hasta que sientas que disminuye tu enojo.12. Piensa en algo refrescante. Imagínate que estás sentado sobre un iceberg.

Refresca así la quemazón de tu ira.13. Piensa en cosas alegres. Piensa en algo que te guste hacer. Imagínate que

lo estás haciendo.14. Trata a la otra persona con amabilidad y respeto. No será fácil, pero in-

téntalo. Eso es algo que la sorprenderá muchísimo y que puede que ponga fin al conflicto entre vosotros.

15. Dibuja algo que plasme tu furia.16. Canta una canción llena de ira, o si no, canta cualquier canción en voz

muy alta.17. Recuerda que revolverse contra alguien nunca hace que mejore el

conflicto. Sólo lo empeora.18. Tómate un tiempo muerto. Ve a algún sitio hasta que te sientas mejor.19. Busca a otra persona con la que estar.20. Tú sabes que puedes hacerlo. Puedes optar por no hacer daño a otra per-

sona. Depende de ti.

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Intervenga de inmediato cuando presencie un incidente de acoso Usted es el profesor (o la profesora). Es su clase y también es suya la responsabilidad de

intervenir inmediatamente ante cualquier episodio de bullying del que sea testigo, ya sea de tipo físico (empujones, golpes, zancadillas), verbal (burlas, insultos, comentarios racistas o prejuiciosos) o emocional (intimidación, desdén, exclusión). Cuando usted interviene de forma eficaz, consigue cuatro objetivos importantes:

1. Pone fin a ese episodio de acoso en concreto. 2. Deja claro que no tolerará el bullying en su clase. 3. Da evidencias de que es usted una persona adulta que hará algo con respecto al acoso

escolar y no se limitará a ignorarlo. 4. Su comportamiento anima a otras víctimas y testigos a informarle de los incidentes de

acoso que usted no presencia personalmente. Hallará consejos prácticos y estrategias de intervención en los capítulos dedicados a la

ayuda a las víctimas y a sus acosadores ((Cómo ayudar a las víctimas» y «Cómo ayudar a los acosadores»).

Enseñe habilidades para la amistad Algunos niños y niñas se hacen bu/líes porque no tienen amigos, se sienten solos y tratan

de llamar la atención acosando a otros. Algunos y algunas se convierten en víctimas porque están aislados o aisladas y resulta un blanco más fácil. Todos los alumnos y las alumnas -tanto los bullies como las víctimas y todos los demás pueden beneficiarse del aprendizaje y la práctica de una serie de habilidades que les faciliten el establecimiento de relaciones de amistad con otros y otras. He aquí dos actividades que puede probar con sus estudiantes.

Consejos prácticos para establecer amistades Reparta copias de la lista de «12 consejos prácticos para hacer y conservar amistades».

Lean y debatan cada uno de ellos por separado. Durante el debate, puede pedir a sus estudiantes que mencionen ejemplos extraídos de su propia experiencia de cómo han utilizado esas habilidades para hacer amistades. Es posible que también le interese comentar alguna que otra ocasión en la que haya visto a sus alumnos y alumnas emplear esas habilidades para relacionarse entre sí.

Vaya aún más lejos: Proponga a sus estudiantes que elijan una de estas habilidades para que trabajen en ella durante la semana siguiente. Luego, transcurridos esos siete días, pídales que expliquen sus progresos (oralmente o por escrito).

Factores que potencian o que estropean las amistades Formule a sus alumnos y alumnas la siguiente pregunta: « ¿Qué es lo que convierte a

alguien en un buen amigo o una buena amiga?». Invítelos a pensar en sus propias amistades y en qué es lo que más les gusta de esas personas. Bajo el título «Factores que potencian la amistad», escriba en la pizarra las ideas que sus estudiantes vayan proponiendo. Ejemplos:

El buen amigo (o la buena amiga) siempre está ahí para ayudarte. El buen amigo es aquél que te escucha. El buen amigo es aquél a quien le gustas como eres. El buen amigo es aquél en quien puedes confiar. El buen amigo es honesto. El buen amigo te anima a ser la mejor persona y a hacerlo lo mejor que puedas. El buen amigo es aquél que te comprende. El buen amigo es aquél que comparte contigo. El buen amigo respeta tus cosas. El buen amigo respeta tus derechos. El buen amigo es justo. El buen amigo es aquél que da la cara por ti. El buen amigo no intenta que hagas cosas que no deberías hacer.

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A continuación, pregunte a sus estudiantes: « ¿Qué tipo de cosas pueden dañar una amistad o impedir que una persona haga amigos?», Escriba en la pizarra las ideas que vayan proponiendo y ponga a la lista resultante el título «Factores que estropean la amistad»

Ejemplos: Presumir. Insultar. Ser un mandón (o una mandona). Hacer bromas pesadas. Burlarse de otras personas. Ser un creído (o una creída). Mentir. Difundir rumores. Ser grosero. Ser sarcástico. Ignorar a otras personas. Hacer que las personas se sientan excluidas. Hacer trampas. Pegar a otras personas. Tratar mal a otras personas. Poner en evidencia a otras personas. Tratar de conseguir que otras personas hagan cosas que no quieren o no deben

hacer. Si usted y sus alumnos y alumnas ya hicieron la actividad «Pongan nombre a las

conductas acosadoras», probablemente alguien apreciará las similitudes entre estos «Factores que estropean la amistad» y las conductas de tipo acosador. Si nadie lo menciona, indíquelo usted mismo. Para ello, puede hacer preguntas como:

¿Comportarse como un acosador o como una acosadora puede arruinar una amistad?

¿Comportarse como un acosador o como una acosadora puede ser un obstáculo para hacer amigos?

12 CONSEJOS PRÁCTICOS PARA HACER Y CONSERVAR AMISTADES

1. Búscalas. No te quedes siempre esperando a que sea otra persona la que dé el primer paso. Un simple «hola» y una sonrisa pueden conseguir mucho.

2. Implícate. Incorpórate a clubes de opinión o de actividades que te intere-sen. Haz cursos especiales dentro o fuera de la escuela. Haz voluntariado.

3. Haz saber a las otras personas que te interesan. No hables sólo de ti mismo; hazles preguntas sobre ellas.

4. Hay que saber escuchar. Mira a las personas a la cara cuando te hablen. Presta atención a lo que dicen.

5. Arriésgate a explicar cosas de ti mismo a las otras personas. Cuando lo consideres oportuno, hazles saber tus aficiones, tus talentos especiales y las cosas que son importantes para ti. Pero...

6. No fanfarronees. No todas las personas a las que conozcas tendrán apti-tudes para lo mismo que tú ni les interesarán las cosas que te interesan a ti. (Eso no significa que tengas que ocultárselas y, de hecho, no se las ocultarás cuando encuentres amigos a quienes les gustes y que te aprecien.)

7. Sé honesto. Di la verdad sobre ti mismo, sobre aquello en lo que crees y sobre aquello con lo que te identificas. Cuando de te pidan tu opinión, sé sincero. Los amigos y las amigas aprecian la sinceridad mutua. Pero también...

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8. Sé amable. Hay ocasiones en las que el tacto es más importante que la ho-nestidad extrema. La verdad no tiene por qué herir a nadie.

9. No utilices a tus amigos y amigas como cajas de resonancia de tus pro-blemas. Acuérdate de ellos también durante los buenos momentos.

10. Haz tu parte del trabajo. Sí, has oído bien, trabajo. Toda relación implica un esfuerzo. No dependas siempre de tus amigos y amigas para que sean ellos quienes hagan los planes y lleven todo el peso

11. Sé tolerante. No todos tus amigos y amigas tienen que pensar y actuar como tú. (Además, ¿no sería muy aburrido si así fuera?)

12. Aprende a reconocer a esos supuestos amigos y amigas de los que, en realidad, puedes prescindir. Hay personas que se sienten tan solas que acaban «soportando» a cualquiera, incluidos «amigos» que no son tales amigos en absoluto.

Dispense una buena acogida a los nuevos alumnos y alumnas Los estudiantes nuevos tienen más probabilidades de ser aceptados si se unen a su clase

al inicio del curso académico. Si algún alumno o alumna nuevo se incorpora más adelante, a lo largo del curso, dedique un esfuerzo especial a que sea bien acogido.

Uno o dos días antes de la fecha prevista de incorporación al curso del nuevo estudiante, avise a su clase. Si tiene alguna información sobre él o sobre ella (por ejemplo, si su familia se ha mudado recientemente a su localidad desde otra población, si tiene algún talento, afición, habilidad o necesidad especial, etc.), compártala con sus alumnos y alumnas.

Haga preguntas del tipo: ¿Cómo te sentirías si fueses una alumna o un alumno nuevo en nuestra escuela?

¿Y si fueses nueva o nuevo en nuestra clase? ¿Cómo querrías que te tratáramos? ¿Qué haría que te sintieras contento de estar en nuestra clase? ¿Qué podemos hacer para que (nombre del estudiante) se sienta bien acogido?

Organice una lluvia de ideas sobre la cuestión con su clase. Las siguientes son unas cuantas ideas para empezar:

Cree una colorida pancarta con la leyenda « ¡Bienvenido (nombre del estu-diante)!» para colgarla en el aula.

Fabrique unas tarjetas de felicitación para dárselas al estudiante nuevo. Durante la primera semana (o los primeros quince días), pida voluntarios y

voluntarias para ser el nuevo «amigote» o «camarada» de su nuevo compañero o compañera: es decir, quien le enseñe las instalaciones, le presente a otros estudiantes, se siente con él o ella a la hora del almuerzo, etc. Consejo práctico: Cambie de camarada cada uno o dos días. Asegúrese de que los diversos camaradas provienen de distintos grupos o colectivos de la clase.

Cree un «kit de bienvenida» para entregárselo al nuevo alumno o alumna. Incluya en él un manual del estudiante, un plano de la escuela, un directorio de los alumnos y las alumnas de la clase (véase la actividad siguiente), un calendario escolar, un plano de su localidad o de su ciudad, información sobre los clubes y las actividades de la escuela (con nombres y números telefónicos de contacto), algún pequeño dulce de obsequio (una barra de golosina o un vale por un helado de cucurucho en algún establecimiento local) y cualquier otra cosa útil y divertida que se les pueda ocurrir a usted ya sus estudiantes.

Cree un directorio de la clase Con un ordenador (para que le resulte más sencillo actualizar la información a medida

que se incorporen nuevos alumnos y alumnas), confeccione (o diga a sus estudiantes que creen) un directorio de la clase. En él deben figurar los nombres de los alumnos y de las alumnas, sus domicilios y sus números de teléfono. Incluya también las direcciones de correo electrónico de quienes las tengan. Luego, imprima copias para todos los estudiantes de su

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clase. Consejo práctico: Puede que le interese enviar una nota a los domicilios de sus alumnos pidiendo permiso a sus padres y madres para incluir a sus hijos e hijas en el directorio.

Vaya aún más lejos: Anime a todos sus alumnos y alumnas a redactar descripciones individuales de sí mismos. En ellas pueden incluir datos como qué es lo que les gusta y lo que no, qué se les da bien, qué temas les interesan especialmente, a qué clubes pertenecen, cuáles son sus metas y esperanzas de cara al futuro, así como cualquier otra cosa que les gustaría que otras personas conocieran sobre cada uno de ellos y ellas. Inserte luego esas descripciones en el directorio.

Explore las expectativas A veces, otras personas se comportan del modo que esperamos que se comporten.

Nosotros comunicamos nuestras expectativas -mediante las palabras, los actos o el lenguaje corporal- yesos otros individuos responden a ellas. De forma parecida, nuestro modo de tratar a otras personas se basa muchas veces en nuestras expectativas. ¿Significa eso que si cambiamos estas expectativas, podremos modificar el comportamiento de otra persona (o el nuestro propio)? Vale la pena estudiarlo.

Hablen en clase sobre el poder de las expectativas. Puede formular preguntas del tipo: ¿De dónde proceden nuestras expectativas? ¿De nuestras propias experiencias?

¿De lo que otras personas nos han dicho? ¿De una combinación de lo uno y lo otro?

¿Creéis que las expectativas pueden influir en nuestra conducta? ¿Por qué sí o por qué no?

Si esperas que alguien te trate con amabilidad y respeto, ¿cómo actúas de cara a esa persona?

Si esperas que alguien se porte malo de forma grosera contigo, ¿cómo actúas frente a esa persona?

¿Cómo sabes si alguien tiene de ti unas expectativas elevadas o positivas? ¿Cómo hace eso que te sientas?

¿Cómo sabes si alguien tiene unas expectativas bajas o negativas de ti? ¿Cómo hace eso que te sientas?

¿Crees que cambiando las expectativas que tienes de otra persona es posible cambiar también el modo en que la tratas?

¿Crees que cambiando las expectativas que tienes de otra persona se puede cambiar también el modo en que te trata?

Puede ilustrar todas esas ideas con ejemplos de su propia experiencia o, si no, puede también emplear ejemplos como los dos siguientes:

« [Nombre del alumno o de la alumna], imagínate que cada día que vienes a clase, yo ya esperara que me vas a interrumpir, que vas a gastarles bromas pesadas a los compañeros y las compañeras que se sientan contigo y que no vas a hacer los deberes. ¿Cómo te trataría? ¿Cómo actuarías tú entonces?».

« [Nombre del alumno o de la alumna], imagínate que cada día que vienes a clase, yo ya esperara que te vas a comportar de forma educada, amable y dispuesta a trabajar. ¿Cómo te trataría? ¿Cómo actuarías tú entonces?».

Sugiera también a sus alumnos y alumnas que prueben esta actividad: 1. Piensa en alguien con quien no sueles llevarte bien. ¿Cómo esperas tú que te trate él o

ella? ¿Cómo transmites tus expectativas? 2. Prueba a cambiar tus expectativas durante unos días o una semana. Mira a ver si con

ello notas alguna diferencia en cómo esa otra persona te trata (y en cómo tú la tratas a ella).

Si sus estudiantes llevan algún tipo de diario o dietario (véase la actividad del apartado siguiente), puede también pedirles que registren en él sus ideas y experiencias.

Recapitule formulando las siguientes preguntas a su clase: ¿Qué pasaría si todos y todas viniéramos cada día a la escuela esperando lo peor

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de los demás? ¿Cómo nos trataríamos unos a otros? ¿Cómo actuaríamos? ¿Qué tipo de clase tendríamos?

¿Qué pasaría si todos y todas viniéramos cada día a la escuela esperando lo mejor de los demás? ¿Cómo nos trataríamos unos a otros? ¿Cómo actuaríamos? ¿Qué tipo de clase tendríamos?

¿Qué pasaría si todos y todas viniéramos a clase cada día con la expectativa de que es una zona libre de acosadores? ¿Nos esforzaríamos por convertirla realmente en un aula así? ¿Y por mantenerla de ese modo?

Aprenda más acerca de sus estudiantes Cuanto más sepa de sus alumnos y alumnas, mejor podrá atender sus necesidades de

aprender, pero también sus necesidades de pertenecer al grupo, de sentirse aceptados y de llevarse bien con sus compañeros y compañeras. Todo esto contribuye a la existencia de un ambiente de clase positivo.

Probablemente ya hace muchas cosas para conocer mejor a sus estudiantes: los saluda por su nombre cuando entran en el aula, se comunica con cada uno y cada una de ellos individualmente, les pregunta qué tal ha sido el día o la semana, los escucha cuando acuden a usted con un problema, una preocupación o una noticia emocionante. De todos modos, las siguientes son dos ideas más que puede que le interese probar.

«Diarios» semanales Leyendo las anotaciones de sus estudiantes en sus diarios escolares personales puede

ayudarle a comprender mejor sus acciones y los problemas a los que se enfrentan diariamente. Si escribe comentarios a dichas anotaciones (que no sean críticas, sino apuntes breves y de ánimo), puede fortalecer su relación con sus alumnos y alumnas y mejorar la comunicación bidireccional.

Si es posible, facilite a sus estudiantes cuadernos de espiral o agendas con las hojas en blanco para poder realizar la actividad. Luego, preséntela diciendo algo como:

Cada semana, os proporcionaré un tema del que escribir en vuestro diario. Os pediré que escribáis de lo que pensáis o sentís, de algo que os preocupe o que os importe. Vuestras anotaciones pueden ser tan largas o cortas como queráis, pero me gustaría que, al menos, escribierais un párrafo. Yo recogeré los diarios y me los quedaré durante la semana hasta el siguiente día que toque esta actividad. Los leeré a fin de conoceros mejor. Os los devolveré tras haber anotado en ellos mis propias opiniones y respuestas. Vuestros diarios no tendrán nota ni críticas. Pensad en ellos como un modo más de comunicarnos.

A continuación, se incluye un breve muestrario de posibles temas para empezar. Cree su propia lista en función de lo que vaya aprendiendo acerca de sus estudiantes y de lo que le gustaría saber de ellos y ellas.

Un momento en el que me sentí contento. Un momento en el que me sentí triste. Un momento en el que me sentí orgulloso de mí mismo. Un momento en el que me sentí asustado. La última vez que ayudé a alguien. La última vez que me metí en líos. Mi definición de amigo. Mi definición de afecto. Mi mayor logro. Mis esperanzas de cara al futuro.

Considere también la posibilidad de llevar su propio diario y de compartir sus anotaciones con su clase según considere oportuno.

Lo que más me gusta Reparta copias de la hoja titulada «Lo que más me gustan (pp. 86-87). Cuando sus

alumnos las hayan rellenado, puede recogerlas para revisarlas usted mismo en privado, puede invitar a sus estudiantes a explicar al resto de la clase cuáles son algunas de sus actividades y objetos favoritos, o colgar las hojas en la pared del aula durante el tiempo suficiente para

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puedan leerlas. Consejo práctico: Avise a sus alumnos y alumnas con tiempo de cuál será la opción que

elegirá por si ellos prefieren mantener sus respuestas en privado. Si se ponen en común las hojas de respuesta, puede celebrar un debate en clase al

respecto. Haga preguntas como las siguientes: ¿Habéis descubierto que tenéis cosas en común? ¿Cuáles? ¿Os habéis llevado alguna sorpresa? ¿Habéis aprendido algo nuevo? ¿Qué? ¿Hay cosas que os gusten a todos y a todas? ¿Hay cosas que no le gusten a nadie?

Vaya aún más lejos: Diga a sus estudiantes que creen un póster o un tablón de anuncios en el que figuren o se ilustren aquellas aficiones que tienen en común.

LO QUE MÁS ME GUSTA

Fecha de hoy:………………………………………………..Nombre: ………………………………………………..

Mi programa detelevisión favorito

El lugar al que más megusta ir

Lo que más me gustahacer en mi tiempo libre

Lo que más me gusta dela escuela

Lo que menos me gustade la escuela

Mi deportista favorito

Mi emisora de radiofavorita

Mi comida favorita Mi lugar favorito para ira comer

Me gustan las personasque ...

No me gusta que laspersonas ...

Mi revista favorita

Mi libro favorito Mi película favorita Mi dirección web favorita

La profesión que me gustaría tener cuando sea

mayor

Mi juego favorito Mi mayor esperanza

Mi mayor preocupación Si pudiera ir a cualquier lugar del mundo, iría a ...

Mi tipo de música favorito / Mi cantante o grupo

favorito

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Mi actor/actriz favorito La persona que más admiro

Mi hora favorita del día

Identifique modelos de conducta ¿Qué personas ejercen de modelos de conducta para sus alumnos y alumnas? ¿Los

famosos y las famosas? ¿Sus familiares? ¿Otras personas adultas que conozcan ya las que admiren? ¿Algún amigo o amiga? Éste es un tema excelente para un debate en clase y evidencia en gran medida en quién se miran sus estudiantes como referente y a quién es probable que emulen.

A la pregunta «Si pudieras elegir a una sola persona como tu modelo de conducta, ¿a cuál de las siguientes categorías pertenecería?», más de 1.000 adolescentes de edades comprendidas entre los 13 y los 17 años dieron las respuestas siguientes (Park, 1998):

Familiares 40,7% Amigos o amigas de la familia 14,4% Profesores, profesoras o ámbito educativo 11,1% Deportes o relacionados 10,3% Industria del espectáculo 4,9% Líder religioso 4,3% Líder empresarial 1,9% Líder político nacional 0,5% Líder político internacional 0,4% Líder político local 0,0% Otras 11,6%

Pida a sus alumnos y alumnas que digan el nombre de la persona que más les sirve de modelo de conducta. Evite que todos «se copien» del nombre que haya dicho el primero o la primera en responder (o del que haya dicho su mejor amigo o amiga), pidiéndoles que escriban los nombres de sus modelos de conducta en una hoja, que pongan en ella también su nombre y que se la den. Puede también pedirles que indiquen uno o dos motivos por los que admiran a esas personas. Anímelos a pensar en gente a la que conozcan personalmente y no sólo en las típicas celebridades de los deportes, del cine, de la música, etc.

Reserve tiempo para hablar de esos modelos de conducta. Puede formular preguntas como las siguientes:

¿Qué hace que alguien sea un modelo de conducta? ¿Por qué es importante tener modelos de conducta? ¿Por qué admiráis a vuestros modelos de conducta? ¿Qué cualidades especiales

tienen? ¿Son las que vosotros querríais tener algún día? ¿Vuestros modelos de conducta ejercen una influencia positiva sobre vosotros?

¿De qué modo? ¿Vuestros modelos de conducta son personas que aceptan a las demás? ¿Cómo lo

sabéis? Usted mismo puede reconocer también ante sus estudiantes cuáles son sus propios

modelos de conducta y explicarles por qué los admira.

Explore formas de tratar con los acosadores y las acosadoras ¿Qué deberías hacer cuando alguien te acosa? Muchos alumnos y alumnas no saben

responder a esa pregunta. Obviamente, no tiene una única respuesta correcta; depende de la situación concreta. Pero ciertas respuestas resultan, por lo general, más eficaces que otras.

El cuestionario « ¿Qué deberías hacer?» invita a los estudiantes a reflexionar sobre cómo reaccionar ante el bullying. Se ofrecen respuestas recomendadas a las alternativas planteadas en el cuestionario, acompañadas de breves explicaciones.

Puede leer las respuestas en voz alta y/o hacer que sus propios alumnos y alumnas

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piensen sus propios motivos por los que cada respuesta indicada funcionaría o no. Deje tiempo para el debate. Haga copias de las respuestas para repartirlas entre sus alumnos y alumnas durante dicho debate o después del mismo.

Nota: Las he llamado mejores respuestas porque cada situación de la vida real es distinta. De hecho, al final de esta actividad y de su correspondiente debate, los estudiantes deberían tener claro que:

1. Hay más de un modo de responder al acoso escolar. 2. Algunas de esas respuestas pueden mejorar las cosas. 3. Otras pueden empeorarlas.

Importante: Diga a sus alumnos y alumnas que, en algunas situaciones (cuando los persigue toda una banda, cuando están en peligro real de que los apalicen o de algo peor, o cuando existe la posibilidad de que haya armas de por medio), la mejor respuesta siempre será huir lo más rápido que puedan y explicarlo de inmediato a una persona adulta.

Utilice un buzón de notas para el profesor o la profesora Coloque un “Buzón de notas para el profesor (o la profesora)” en una de las esquinas de

su mesa. Puede ser grande o pequeño, con adornos o liso. (Si quiere, puede pedir a sus alumnos y alumnas que lo decoren.) Debería tener, eso sí, una tapa en su parte superior con una abertura estrecha en forma de ranura en el centro.

Para explicar la finalidad de ese buzón o urna, puede decir algo como: He aquí una manera más que tenéis de comunicaros conmigo. Si hay algo de lo que que-

ráis hablarme (un problema que estéis teniendo en la escuela, un asunto de la clase, un acontecimiento que os entusiasme o cualquier otra cosa que queráis que yo sepa), no tenéis más que escribirme una nota e introducirla en el buzón. Yo soy la única persona que abrirá la caja y leerá las notas de su interior, y, al final de cada jornada, comprobaré los mensajes depositados a lo largo de aquel día.

No tenéis que poner vuestro nombre en el papel si no queréis, pero espero que lo hagáis. Sólo podré responderos personalmente si me indicáis quiénes sois.

También podéis utilizar el buzón para hablarme del acoso en nuestra clase. Podéis escri-bir del que vosotros mismos estéis experimentando o de cualquier otro del que seáis testigos personales. Si alguno o alguna de vosotros han estado acosando a otro compañero o compañera y desea dejar de hacerlo, también me puede escribir sobre el tema.

Luego asegúrese de seguir sus propias instrucciones. Compruebe la urna a diario. Responda apropiadamente a las notas que escriban sus estudiantes. Si éstos o éstas tienen alguna preocupación especial, concierte una entrevista con ellos en privado.

Si las notas revelan que alguna o alguno de sus alumnos está siendo acosado o está acosando a otros, pruebe las sugerencias de los capítulos titulados «Cómo ayudar a las víctimas» y «Cómo ayudar a los acosadores y a las acosadoras».

Importante: Si un alumno o una alumna utiliza el buzón para revelar abusos u otros problemas graves, siga los procedimientos establecidos en su escuela para informar de tales temas. Facilite que su estudiante reciba el apoyo y la asistencia que necesita.

Fomente las actividades estructuradas Buena parte del acoso escolar se produce en el transcurso de actividades no es-

tructuradas, sobre todo, durante el recreo. Anime a sus alumnos y alumnas a planificar esos momentos por adelantado y a que le expliquen sus planes. ¿Qué harán durante la hora del recreo? ¿Jugarán a algo? ¿A qué clase de juego? ¿Quién jugará? ¿Qué harán los compañeros y compañeras que no participen en ese juego? Si usted es uno de los profesores encargados de vigilar el patio del recreo, puede supervisar en persona si cumplen con los planes anunciados. Y si no lo es, puede pedir a sus alumnos y alumnas que le informen tras el recreo de cómo ha ido. Trate de inculcarles el hábito de decidir por adelantado cómo organizarán los momentos no estructurados. Si tienen dificultades a la hora de hacer planes, ofrézcales sus propias sugerencias.

Dado que los bullies tienden a tener más edad, más fuerza y más poder que sus víctimas, podría interesarle estudiar la posibilidad de reservar zonas separadas del patio de recreo para grupos de alumnos de mayor o de menor edad. Hable con el director o la directora y con otros

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miembros del profesorado; ideen juntos y juntas un plan de acción.

¿QUÉ DEBERÍAS HACER?

¿Qué deberías hacer cuando alguien te acosa? Lee cada una de las siguientes propuestas e indica si crees que es algo que podrías hacer en tal situación. Marca la casilla «Sí» si es algo que harías, «No» si es algo que no harías, o «No estoy seguro» si no lo sabes.

Cuando alguien te acosa, tú deberías: Sí No No estoyseguro

1. Llorar.

2. Decírselo a un amigo o a una amiga.3. Decírselo a los padres del acosador o de la acosadora.4. Salir corriendo.5. Tratar de vengarte del acosador o de la acosadora.6. Contárselo a un profesor o a una profesora.

7. Quedarte en casa sin ir a la escuela.8. Pegar, empujar o dar una patada al acosadoro a la acosadora.9. Enderezarte, mirar al acosador o a la acosadoraa los ojos y decirle con voz firme y segura:«¡Déjame en paz!».10. Encogerte, bajar la cabeza y tratar de parecer tan poca cosa que el acosador o la acosadora deje de fijarse en ti.11. Reírte y actuar como si no importara lo más mínimo.12. Enderezarte, mirar al acosador o a la acosadora a los ojos y decirle con voz firme y segura: «¡deja de hacer eso!, no me gusta».13. Decírselo a tus padres.

14. Amenazar al acosador o acosadora.15. Mantener la calma y olejorte andando de allí.

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Cuando alguien te acosa, tú deberías: Sí No No estoyseguro

16. Insultar al acosador o acosadora.

17. Gritar «jporo!» tan alto como puedas.

18. Ignorar al acosador o acosadora.

19. Contar un chiste o decir alguna tontería.20. Si hay personas cerca, ir hacia donde estén para no quedarte solo.

RESPUESTAS A «¿QUÉ DEBERÍAS HACER?»

Cuando alguien te acosa, ¿deberías ...1. …llorar?

Mejor respuesta: NO.A los bullies les encanta tener poder sobre otras personas. Disfrutan haciendo llorar a la gente. Cuando lloras, les das lo que quieren. Eso no significa que no puedas estar tan disgustado que te resulte imposible evitar el llanto. Pero, si eso ocurre, aléjate todo lo rápido que puedas Busca a un amigo o amiga o a una persona adulta que te escuche y te ayude.2. …decírselo a un amigo o a una amiga? Mejor respuesta: SÍ.Asegúrate de que es alguien que te escuchará, te apoyará y dará la cara por ti. Y no se lo digas sólo a un amigo o a una amiga: díselo también a una persona adulta.4. …decírselo a los padres del acosador o de la acosadora? Mejor respuesta:

NO. Algunos chicos y chicas se convierten en acosadores porque sus padres y madres también los acosan a ellos. Es más probable que los padres del bullí crean a su hijo o a su hija que a ti. Puede incluso que se pongan a la defensiva y te echen a ti la culpa.5. …salir corriendo? Mejor respuesta: NO ESTOY SEGURO/A.Si crees que estás realmente en peligro (por ejemplo, si te enfrentas a toda una banda de acosadores), sal corriendo tan rápido como puedas y busca un lugar seguro. Pero, en otros casos, puede ser mejor que no cedas terreno y te hagas valer. ¡Fíate de tu instinto!6. …tratar de vengarte del acosador o de la acosadora? Mejor respuesta: NO.

Puede que el bu/lyse enfade y vuelva a acosarte. Además, la venganza también te convierte a ti en un bully.

7. …contárselo a un profesor o a una profesora Mejor respuesta: SÍ.Especialmente si el acoso se produce en la escuela. La mayor parte del bu//-ying tiene lugar allí donde es improbable que haya personas adultas que lo presencien o lo oigan. Tu profesor o profesora no puede ayudarte si tú (u otra persona) no se lo dices.

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8. …quedarte en casa sin ir a la escuela? Mejor respuesta: NO.A menos que no tengas la sensación de estar realmente en peligro, nunca deberías quedarte en casa para no ir a la escuela sólo por evitar a un acosador o a una acosadora. Recuerda que a los bullies les encanta el poder. Imagínate lo poderosos o poderosas que se sienten cuando se dan cuenta de que pueden asustar a alguien hasta el punto de que no vaya a clase. Además, quedándote en casa sólo pones obstáculos a tu aprendizaje y te haces aún más daño a ti mismo.9. …pegar, empujar o dar una patada al acosador o a la acosadora? Mejor respuesta: NO. Dado que los (y las) bullies suelen ser más grandes y fuertes que las personas con las que se meten, lo más probable es que acabes haciéndote daño. Además, puedes buscarte problemas de tipo disciplinario por el hecho de pelearte.10. …enderezarte, mirar al acosador o a la acosadora a los ojos y decirle con

voz firme y segura: «¡Déjame en paz!»? Mejor respuesta: SÍ.

Los bullies no esperan que las personas a las que acosan les planten cara. Suelen seleccionar a individuos que no parecen inclinados a defenderse por sí mismos. De ahí que se sorprendan cuando alguien actúa con confianza y fortaleza en lugar de con miedo y debilidad. Es posible que eso baste para que desistan de hacer lo que estaban haciendo.11. ....encogerte, bojar la cabeza y tratar de parecer tan poca cosa que el

acosador o la acosadora deje de fijarse en ti. Mejor respuesta. NO. Con eso estás dando a los bullies lo que quieren: alguien que parece aún más asustado/ay débil.12. …reírte y actuar como si no te importara lo más mínimo?

Mejor respuesta: NO ESTOY SEGURO/A. Algunos acosadores y acosadoras desistirán de sus acciones si las otras personas no reaccionan ante su acoso. Pero otros bullies hostigarán aún con más saña hasta obtener la reacción que buscan.

13. …enderezarte, mirar al acosador o a la acosadora a los ojos y decirle con voz firme y segura: «¡Deja de hacer eso! No me gusta»? Véase la respuesta a la pregunta 9. Mejor respuesta: SÍ.

14. …decírselo a tus padres? Mejor respuesta: SÍ.Diles lo que está sucediendo y pídeles ayuda.15. …amenazar al acosador o acosadora? Mejor respuesta: NO.Puede enfadarse y perseguirte aún con más ahínco.16. …mantener la calma y alejarte andando de allí? Mejor respuesta: SÍ.Sobre todo, si puedes dirigirte hacia un lugar concurrido o donde se reúna tu grupo de amigos o amigas.17. …insultar al acosador o acosadora? Mejor respuesta: NO.Con eso sólo conseguirás enfadarlo (o enfadarla) aún más ... y eso es algo que no quieres que ocurra.18. …gritar "¡para!» tan alto como puedas? Mejor respuesta: SÍ.Eso puede sorprender al bullyy darte a ti la oportunidad de alejarte de allí.

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Además, si con eso consigues que otras personas te oigan, puede que se den la vuelta para ver qué pasa, y ése es un público que el acosador o la acosadora no quiere.19. …ignorar al acosador o acosadora? Mejor respuesta: NO.Los bullies pretenden obtener una reacción de las personas a las que acosan. Ignorándolos, podemos incitarlos a que acosen aún más y con mayor saña.20. …contar un chiste o decir alguna tontería?

Mejor respuesta: NO ESTOYSEGURO/AA veces, el humor puede desactivar una situación de tensión. Pero hay que tener cuidado de no contar un chiste sobre el bully ni burlarse de él.

21. …si hay personas cerca, ir hacia donde estén para que no te quedes solo o sola? Mejor respuesta: SÍ. Generalmente, los acosadores y las acosadoras no se meten con las perso-nas cuando están en grupo. No les gusta la idea de verse superados o su-peradas en número.

Aumente el nivel de supervisión existente Según se cree, algunos niños y niñas se convierten en acosadores y acosadoras porque

en sus casas reciben una supervisión mínima o inexistente. Y los bullies tienden a ejercer como tales precisamente allí donde las personas adultas no pueden observar ni intervenir en lo que hacen. Usted no puede supervisar a sus alumnos y alumnas en sus casas, pero sí puede (y debe) supervisarlos en el centro educativo. Puede que ésta sea una de las estrategias de prevención del acoso escolar más eficaces de las que dispone.

1. Empiece considerando el nivel de supervisión existente en su propia aula. ¿Es capaz de vigilar a todas y todos sus estudiantes (o a la mayoría de ellos) la totalidad (o la mayor parte) del tiempo? Si tiene a su cargo a una clase numerosa, puede que eso le resulte difícil o imposible. Traiga entonces a más personas adultas a su clase. Solicite un ayudante o un estudiante de magisterio. Invite a padres y a madres para que se ofrezcan a ayudar. Si los institutos de bachillerato locales imponen algún tipo de requisito de aprendizaje en labores de servicio a sus estudiantes, averigüe si pueden obtener créditos para sus estudios ayudándole a usted en su clase.

2. ¿Se ha enterado de la existencia de problemas de acoso en el patio de recreo, en el comedor escolar y/o en los pasillos del centro? Reúnase con otros profesores y profesoras y con el personal de administración del centro y póngalos al corriente de lo que haya oído (por casualidad o porque se lo hayan contado). Aumente el número de supervisores o supervisoras de patio y de comedor. Como las taquillas son una zona habitual de episodios de acoso, el profesorado debería estar siempre ojo avizor a las mismas durante los cambios de clase.

Sin duda, dedicar más tiempo a supervisar a sus estudiantes supondrá un incremento de su carga de trabajo. Pero los resultados valen la pena. Una mayor supervisión equivale a un menor número de incidentes de bullying (especialmente, de los de carácter más grave). A más supervisión positiva -es decir, de aquélla que le permite interactuar con sus alumnos y alumnas, sugerirles formas de interactuar entre sí e inculcar modelos de amabilidad, aceptación, afirmación y buena convivencia-, más se fomentan los comportamientos positivos. En cuestión de muy poco tiempo, todo el mundo se sentirá más seguro y protegido, el clima de la escuela mejorará notablemente y ya no tendrá que dedicar tanto tiempo a solucionar problemas de acoso.

Construya empatía La empatía es la capacidad de identificarse con los sentimientos, la situación, las

motivaciones y las preocupaciones de otra persona y de entenderlos (es decir, de ponernos en el lugar de otra persona o, como dice la frase hecha, «en su piel»]. Ése es uno de los rasgos

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más importantes que desarrollamos como individuos y cuanto antes lo hagamos, mejor. La empatía es básica para unas relaciones positivas con nuestros amigos y amigas, con

nuestros iguales, con nuestros familiares y con todo aquél y aquélla con quien nos vamos encontrando en nuestras vidas. En muchos casos, es la carencia de empatía la que explica que a unas niñas o a unos niños determinados no les caigan bien otros. Curiosamente, las investigaciones han mostrado que los pequeños y las pequeñas nacen con una predisposición a la empatía. No obstante, ésta no llega nunca a crecer si no se estimula y no se potencia.

No basta con que los estudiantes sientan empatía por personas con las que tengan cosas en común. Eso es fácil. Lo que hace falta es que sientan también esa empatía por personas que sean muy distintas de ellos y de ellas en cuanto a sus necesidades, sus experiencias, sus puntos de vista, sus circunstancias vitales, sus creencias, sus orígenes étnicos y culturales, sus talentos, sus capacidades, etc. Tienen que ser capaces de pensar en cómo se sienten otras personas y, en última instancia, en cómo podrían sentirse (o en cómo se sentirían) en respuesta a determinados hechos o circunstancias.

Son muchas las formas mediante las que puede construir empatía en sus alumnos y alumnas. A continuación, se incluyen cuatro sugerencias.

Haga preguntas Durante las clases, el trabajo en grupos y otros momentos, haga preguntas que alejen la

atención de los estudiantes de sí mismos y la dirijan hacia los sentimientos, las necesidades y las preocupaciones de otras personas. Ejemplos:

¿Cómo te sentirías si ... ...fueses el nuevo o la nueva en clase? ...fueses el alumno o la alumna más/menos popular? ...alguien se burlara de ti o te insultara? ...vinieras a clase todos los días sin haber desayunado? ...tus padres estuvieran divorciados? ...alguien se metiera contigo todo el tiempo? ...no tuvieras un hogar o un lugar seguro en el que vivir? ...pasear por la calle fuese algo peligroso? ...fueses el chico o la chica más pequeño o pequeña de la clase? ...fueses el chico o la chica más grande de la clase? ... no supieras hablar muy bien el idioma de los demás? ...te costara mucho leer? ...fueras en silla de ruedas? …llevaras gafas? ...no pudieras oír muy bien o fueras completamente sordo o sorda? ...tuvieras una enfermedad y te sintieras mal en muchos momentos?

Éstas y otras preguntas pueden ser temas para debatir en clase o sobre los que los alumnos y las alumnas pueden escribir en sus diarios.

Vaya aún más lejos: Teaching Tolerance (“Enseñar tolerancia”) es un proyecto educativo estadounidense dedicado a que el profesorado fomente la equidad, el respeto y el entendimiento en clase y fuera de ella. Una serie de recursos gratuitos o con un coste reducido (como kits didácticos de vídeo y texto, pósteres, libros y la propia revista Teaching Tolerance) están disponibles para educadores y educadoras de todos los niveles <www.teaching-tolerance.org>.

Realicen visitas sobre el terreno Exponga a su alumnado a personas cuyas vidas difieran de las suyas. Pueden visitar un

orfanato, un refugio para personas sin techo, un hospital infantil, una residencia para la tercera edad, etc. Cuando resulte apropiado, usted y sus estudiantes pueden establecer una relación con esas personas (visitándolas más frecuentemente) o iniciar con ellas un intercambio por correspondencia. Su clase también puede ofrecerse voluntariamente a ayudar en alguno de los centros o lugares que visiten. Planifique con detenimiento cualquier experiencia de

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voluntariado. Confirme con su director o directora de centro los procedimientos apropiados y asegúrese de obtener el permiso de los padres y madres de sus alumnos y alumnas.

Dirija un ejercicio de imaginación Haga que sus alumnos se sienten cómodamente y en silencio en sus sillas (o en el suelo,

en cuyo caso necesitará cojines o una alfombra) con los ojos cerrados. Pídales que se imaginen que tienen a otra persona sentada justo enfrente de cada uno y cada una de ellos, alguien a quien no conozcan muy bien o alguien que despierte en ellos una sensación neutra o negativa. Luego, guíelos con preguntas y sugerencias como las siguientes:

Hazte una imagen de esa persona en tu mente. ¿Es hombre o mujer? ¿Chico o chica? ¿De qué color tiene el pelo? ¿Y los ojos? ¿Cómo va vestido? ¿Cómo te mira?

Dite a ti mismo: «[Nombre de esa persona] es un ser humano, igual que yo. Eso es algo que tenemos en común»,

Pregúntate lo siguiente [haga una pausa entre cada pregunta para que tengan tiempo de pensar]:

¿Qué es lo que realmente sé de esa persona? ¿Cómo lo he averiguado? ¿Por mi propia experiencia con él o con ella? ¿Por lo que me han contado otras personas? ¿Por rumores? ¿Por cotilleos? ¿Por mis propios prejuicios o mi tendenciosidad?

¿Qué puede ser importante para esa persona? ¿Qué puede gustarle a esa persona y qué no? ¿Qué necesidades tiene esa persona? ¿Qué le pide a la vida? ¿Cuáles son algunos de los motivos por los que esa persona se comporta del modo

en que lo hace? ¿Qué problemas puede tener? ¿Contra qué puede que tenga que enfrentarse? ¿A qué le puede tener miedo? ¿Qué desearía esa persona poder hacer?

Finalmente, pregunte: «¿Has sido capaz de ver el mundo a través de los ojos de la otra persona? ¿Cuál ha sido la sensación? ¿Qué has descubierto sobre esa otra persona y sobre ti mismo?».

Ayude a sus alumnos y alumnas a desarrollar un vocabulario de sentimientos Es más fácil sentir empatía cuando tenemos sentimientos a los que podemos poner

nombre. Hay muchas formas de ayudar a sus estudiantes a construir un vocabulario de sentimientos. He aquí algunas ideas para empezar:

Invite a sus alumnos y alumnas a dar nombre a sus sentimientos. Cuando entren en su aula, dígales: «i Hola, [Nombre]! ¿Cómo te sientes hoy?», Construya un gran «póster con bolsillos» para su aula. Pegue o grape varios bolsillos a una cartulina. Escriba en cada bolsillo un sentimiento. (Ejemplos: contento, triste, entusiasmado, preocupado, cansado, muy despierto, confuso, ansioso, satisfecho). Recorte tiras de papel (o de cartulina) y escriba el nombre de un alumno o de una alumna en cada una de ellas. Cuando sus estudiantes lleguen a clase, cada una y cada uno de ellos colocará la tira con su nombre en el bolsillo que mejor describa cómo se siente en ese momento. (Esto le proporcionará también una idea general del «estado de ánimo» reinante entre sus alumnos y alumnas ese día.)

Utilice libros, vídeos y pósteres para explorar sentimientos y maneras de expresarlos. Jueguen a preguntarse «¿Cómo me siento ahora mismo?», Distribuya a sus estudiantes

por parejas y pídales que se sienten uno frente a otro. Mientras una o uno de ellos se imagina un determinado sentimiento y lo muestra mediante su lenguaje corporal y su expresión facial, el otro alumno o alumna tiene que intentar averiguar qué sentimiento es y ponerle nombre.

Reparta copias del ejercicio «50 palabras que describen sentimientos» (véase en la página siguiente). Practique esas palabras con sus alumnos y alumnas. Asegúrese de que entienden lo que cada una de ellas significa. Invítelos a emplear esos términos en los debates en clase, en los deberes escritos y en los trabajos. Si quiere, puede también incluirlos en sus clases de deletreo.

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50 PALABRAS QUE DESCRIBEN SENTIMIENTOS

FelizEntusiasmadoImpacienteFeliz“En la cima del mundo”

IrritadoEnfadadoAiradoDisgustadoFurioso

TímidoVergonzosoIndefensoSoloInseguro

TranquiloContentoSatisfechoOrgullosoRelajado

TristeAbatidoPesimistaPor los suelosLloroso

TemerosoAbochornadoCulpableAcomplejadoAvergonzado

ConfusoPerplejoDesorientadoDistraídoCansado

SorprendidoAsustadoMiedosoHorrorizadoAterrado

InquietoAnsiosoTensoPreocupadoAgitado

Seguro de uno mismoA salvoSeguroEsperanzadoConfiado

Recompense la cooperación A menudo, cuando pensamos actividades de grupo para nuestros alumnos y alumnas,

nos centramos en el producto (el trabajo, el proyecto o cualquier otro resultado final que pretendemos que realicen). Pero otro aspecto igualmente importante (o quizás más) de las actividades de grupo es el de enseñar a los estudiantes a cooperar trabajando por un objetivo común.

Planee algunas actividades de grupo que pongan énfasis en ese propósito como su finalidad principal. Ejemplos:

Un proyecto de manualidades diseñado para que cada alumno y alumna pueda hacer su propia contribución.

Una campaña de toda la clase contra el acoso escolar, aderezada con pósteres, eslóganes, canciones y sketches.

Juegos de rol en torno a la amistad. Crucigramas o sopas de letras con palabras amables y afectuosas. Juegos nuevos para que pueda participar el resto de la clase.

Haga hincapié en el valor del esfuerzo por encima de los resultados. Establezca descansos o puntos de control durante los que sus estudiantes puedan comentar qué tal están trabajando juntos, si lo están pasando bien y qué están aprendiendo los unos y las unas de los otros y las otras.

Siéntese con cada grupo, observe y comente lo que ve. Felicite a sus alumnos y alumnas por su favorable disposición a llevarse bien y a valorar las habilidades singulares de los demás.

Este tipo de actividad en grupo proporciona diversas recompensas. Fomenta la unidad y

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la aceptación y desalienta el perfeccionismo. Invita a los estudiantes a asumir riesgos y a explorar nuevos temas de interés sin miedo al rechazo. Les da oportunidades de adquirir nuevas habilidades y de revelar virtudes ocultas, lo cual eleva su posición entre sus iguales. Cuando los estudiantes cooperan, todos y todas ganan.

Mantenga las calificaciones en privado A la mayoría de los estudiantes les preocupan sus notas. Quienes obtienen las más altas

y las más bajas corren un riesgo mayor de ser víctimas de acoso. Por ese motivo (entre otros), debe mantener las notas y las calificaciones de los test en privado.

Si sus alumnos y alumnas se puntúan sus propios trabajos, recójalos a con-tinuación y apúntese sus notas. No les pida que las digan en voz alta.

Si hasta ahora ha hecho que sus estudiantes puntúen sus deberes y pruebas unos a otros, reconsidérelo. Es probable que esto le ahorre tiempo, pero ¿es bueno para ellos? ¿Se ha fijado en si hay alguno que parezca sentirse violento o incómodo por el hecho de que sus trabajos sean puntuados por sus compañeros y compañeras de clase? ¿Se ha fijado en si algún estudiante se burla de los trabajos de otro? Tampoco el hecho de que no haya llegado a ser testigo de primera mano de ninguna de esas conductas significa que no se estén produciendo.

Nunca comente las notas de un alumno o de una alumna si otro u otra pueden oírle.

No cuelgue ni exhiba en el aula los trabajos o los exámenes puntuados con sobresaliente. Celebre los logros de sus estudiantes de otros modos.

Use citas a modo de herramientas docentes Recopile citas sobre la amistad, la paz, la conciliación, la autoestima, la asertividad, la

tolerancia, el entendimiento, la aceptación, la amabilidad, el respeto y otros temas relacionados con la creación de un aula positiva. Invite a sus estudiantes a que traigan también las citas que ellos y ellas encuentren.

Empiece cada día con una cita positiva y luego pida a sus alumnos y alumnas que den sus opiniones sobre lo que significa (y lo que quiere decir para ellos y ellas personalmente). Pídales tener presente esa cita durante toda la jornada.

Consejo práctico: las citas también sirven como tema de redacción para los diarios de los estudiantes.

He aquí unas cuantas citas que puede que le interese aprovechar para empezar su propia colección:

«Si juzgas a las personas, no te queda tiempo para amarlas» (Madre Teresa de Calcuta], «Un amigo es un regalo que te haces a ti mismo» (Robert Louis Stevenson). «La madurez empieza a crecer cuando puedes percibir que la preocupación por los

demás pesa más que la preocupación por ti mismo» (John MacNaughton). «Lo que vemos depende fundamentalmente de lo que andamos buscando» (John

Lubbock). «Cambia tus pensamientos y cambiarás tu mundo» (Norma n Vincent Peale). «Cada uno de nosotros tenemos que hacer lo que podamos para ayudarnos unos a

otros, por poco que sea. Si cada uno de nosotros hace algo por la paz, entre todos podemos conseguir que las cosas sean diferentes» (Mairead Corrigan Maguire, premio Nobel de la Paz en 1976).

«La amistad es el único aglutinante que podrá mantener el mundo unido» (Woodrow Wilson).

«No basta con "vivir y dejar vivir": la auténtica tolerancia exige un esfuerzo activo por comprender el punto de vista de otras personas» (Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991).

«Bienaventurados los que podemos reírnos de nosotros mismos, porque nunca deja-remos de divertirnos» (anónimo).

«Nunca dejes que te acosen en silencio. Nunca dejes que te conviertan en una víctima. No aceptes la definición que haga nadie de tu vida: defínete a ti mismo» (Harvey Fierstein).

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«Ser amigo de uno mismo es importantísimo, porque si uno no lo es, nunca podrá serlo de ninguna otra persona» (Eleanor Roosevelt).

Potencie los actos espontáneos de amabilidad Está demostrado que los actos espontáneos de amabilidad son mecanismos poderosos

de generación de un ambiente más positivo en cualquier lugar: en clase, en casa y en la comunidad en general. A continuación, se presentan cinco actividades que puede realizar con sus alumnos y alumnas para promover la amabilidad y ayudar a que se acostumbren a hacer cosas bonitas por otras personas simplemente «porque sí».

Debate en clase Organice un debate con toda la clase sobre la amabilidad:

¿Cuándo fue la última vez que alguien hizo algo realmente bonito por ti? ¿Qué fue? ¿Cómo hizo que te sintieras?

¿Tuvo algún motivo aquella persona para actuar así? ¿Esperaba de ti algo a cambio o fue amable sólo «porque sí»?

¿Has hecho alguna vez algo bonito por otra persona sin que ella te lo pidiera y sin esperar nada a cambio? ¿Qué fue? ¿Cómo te hizo sentir? ¿Cómo crees que se sintió la otra persona?

¿Qué pasaría si todos los compañeros y compañeras de la clase hicieran el esfuerzo de ser amables unos con otros? ¿Cómo sería nuestra clase? ¿Debe-ríamos intentarlo? ¿Cómo podemos empezar?

Pida a sus estudiantes que ofrezcan sugerencias. Apúntelas en la pizarra. Haga que elijan en votación una o más para probarlas durante el resto de la semana.

La urna de la amabilidad Coja una caja con tapa (una caja de zapatos grande servirá) y practíquele una hendidura

a modo de ranura en la parte superior. Decórela (o diga a sus alumnos y alumnas que la decoren) y escriba en ella la etiqueta siguiente: «La urna de la amabilidad». Colóquela luego en una estantería o en una esquina de su mesa.

Invite a sus estudiantes a escribir notas breves referidas a actos de amabilidad que hayan hecho o presenciado y a depositarlas en la urna. Una vez a la semana, diariamente o con la frecuencia que decida, introduzca la mano en la urna, extraiga una nota y léala en voz alta a toda la clase. Agradezca a sus estudiantes su amabilidad mutua.

Compañeros de amabilidad Escriba los nombres de sus alumnos en papelitos, póngalos en un sombrero o en una

caja y pídales que extraigan nombres de uno en uno. (Si alguno de sus alumnos o alumnas extrae su propio nombre, pídale que lo vuelva a intentar.) Explíqueles que, antes de que acabe la semana, todos y todas deberán haber hecho, al menos, un acto de generosidad hacia la persona cuyo nombre extraigan. Si cree que sus estudiantes necesitarán ideas, organice una lluvia de ellas en clase y escríbalas en la pizarra para que sirvan de recordatorios.

Al finalizar la semana, invite a sus estudiantes a explicar a la clase lo que hayan hecho. Tras cada revelación de un acto de amabilidad relatado por un alumno o una alumna, aplauda y anime a su clase a aplaudir.

Si sus estudiantes redactan diarios (véanse las páginas 83-84), puede pedirles que escriban sobre sus actos de generosidad. Cuando lea sus anotaciones, asegúrese de añadir uno o dos comentarios positivos congratulándose de sus esfuerzos.

Reportero de la amabilidad Seleccione a un alumno o a una alumna cada semana para que actúe como «reportero de

la amabilidad». Se encargará de buscar y observar actos de amabilidad y de describirlos brevemente en un cuaderno.

Consejo práctico: Puede que los más pequeños disfruten utilizando un cuaderno o una libreta reservada para este fin.) Al acabar la semana, pida al reportero o a la reportera que comparta las buenas noticias con el resto de la clase.

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El gran libro de la amabilidad Pida a sus estudiantes que estén atentos y recopilen historias sobre actos de amabilidad o

generosidad. Pueden escribir descripciones breves de noticias que hayan visto en televisión o de escenas que hayan contemplado en alguna película, o pueden traer artículos de periódico o de revista. Pueden redactar historias sobre la amabilidad que experimentan en su propia vida (en casa, en la escuela, en sus barrios, en los clubes u organizaciones a los que pertenecen, etc.),

A medida que los estudiantes vayan recopilando artículos y relatos, haga que los peguen o los escriban sobre hojas de papel grandes que pueden decorar con dibujos, fotografías, col/ajes o cualquier otra cosa que elijan. Haga agujeros en los bordes y una todas las hojas por medio de pedazos de cordón o de hilo a fin de encuadernarlas. Añádales unas tapas de cartón con motivos ornamentales y el título «Nuestro gran libro de la amabilidad».

Mantenga el libro a disposición de los estudiantes para que éstos puedan revisarlo a menudo y hacerle nuevos añadidos.

Enseñe a sus alumnos a utilizar mensajes en primera persona del singular Los mensajes en primera persona del singular (mensajes con "yo') constituyen un modo

sencillo y eficaz de comunicar nuestros deseos, necesidades y sentimientos. Cuando enseña a sus alumnos y alumnas a utilizarlos, les está facilitando una herramienta que les ayudará en múltiples situaciones diferentes, entre ellas, aquéllas en las que tengan que hacer frente a un acosador o a una acosadora.

Puede presentar esos mensajes en primera persona diciendo lo siguiente: A veces, necesitamos decirles a otras personas exactamente cómo nos sentimos y por

qué. Quizás nos estén molestando o acosando y queramos que paren y nos dejen en paz. Un mensaje en primera persona es un buen modo de comunicar lo que queremos. Cuando utilizamos un enunciado formulado con un "yo", decimos lo que necesitamos sin culpar a la otra persona. Echarle la culpa puede empeorar el problema. Coloca a la otra persona a la defensiva.

Reparta copias de la actividad «5 pasos para enunciar un mensaje formulado con un "yo"» y repase con sus alumnos y alumnas dichos pasos. Invite a su alumnado a dar más ejemplos de mensajes que puedan utilizar. Haga que creen y representen juegos de rol en los que se muestren esos «mensajes con "yo"» en acción.

Enseñe habilidades para la asertividad Algunos estudiantes no saben qué hacer o cómo reaccionar cuando les acosan. ¿Deberían

echarse a llorar? ¿Salir corriendo? ¿Atacar a su agresor? ¿Vengarse? ¿No hacer nada? Si en clase realizaron la actividad «Explore formas de tratar con los acosadores y las acosadoras» (p. 88), ya habrán comentado métodos eficaces e ineficaces. En la actividad «¿Qué deberías hacer?» (pp. 90-91), dos de las ideas enumeradas (la 9 y la 12) constituyen respuestas asertivas al acoso.

En general, los bullies tienden a ser agresivos, es decir, se comportan como si sus derechos importasen más que los de nadie más. Las víctimas, por el contrario, tienden a ser pasivas, es decir, se comportan como si los derechos de otras personas importasen más que los suyos propios. Las personas asertivas son aquéllas que respetan tanto sus propios derechos como los de otras personas.

Todos nos beneficiaríamos de una buena formación en asertividad. He aquí algunos consejos prácticos y estrategias para enseñar a su alumnado a ser más asertivos. Practíquelas con ellos y ofrézcales asesoramiento cuando lo necesiten. Los estudiantes que son, de natural, tímidos y retraídos, y los que han acosado (o acosan) a otros, necesitarán ayuda adicional para aprender y emplear esas habilidades.

Conoce tus derechos Pregunte a sus estudiantes: «¿Tenéis derechos? ¿Sabéis cuáles son?». Escriba en la

pizarra las ideas que vayan aportando, pero, en cualquier caso, asegúrese de que los derechos enumerados a continuación aparecen en algún lugar de la lista:

1. Tenemos derecho a pensar por nosotros mismos. 2. Tenemos derecho a tener nuestras opiniones, puntos de vista y creencias, y a

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expresarlas. 3. Tenemos derecho a tomar decisiones sobre nuestras vidas. 4. Tenemos derecho a decir no. 5. Tenemos derecho a decir sí. 6. Tenemos derecho a plantar cara a las personas que se burlan de nosotros o que nos

critican o nos desprecian. 7. Tenemos derecho a tener sentimientos y a expresarlos. 8. Tenemos derecho a responder cuando alguien vulnera nuestros derechos.

Vaya aún más lejos: Pida a sus alumnos y alumnas que creen e ilustren un póster con una «Declaración de derechos de los estudiantes» para colgarlo en el aula.

5 PASOS PARA ENUNCIAR UN MENSAJE FORMULADO CON UN «YO»

1. Empieza siempre con un «yo» y no con un «tú». El «yo» hace que el énfasis recaiga en tus sentimientos, deseos y necesidades. El <tú> hace que la otra persona se ponga a la defensiva. «Yo ... ».

2. Di clara y sencillamente CÓMO te sientes.«Me siento ... ». Ejemplo: «Me siento indignado».«Estoy ... ». Ejemplo: «Estoy enfadado».

3. Di clara y sencillamente QUÉ ha hecho (o está haciendo) la otra persona para que te sientas de ese modo.«Me siento ... cuando tú ... ». Ejemplo: «Me siento indignado cuando me pones motes».«Estoy ... porque tú ... ». Ejemplo: «Estoy enfadado porque me has puesto la zancadilla».

4. Di clara y sencillamente POR QUÉ te sientes así.«Me siento ... cuando tú ... porque ... ». Ejemplo: «Me siento indignado cuando me pones motes porque yo no me llamo así».«Estoy ... porque tú ... y ... ». Ejemplo: «Estoy enfadado porque me has puesto la zancadilla y se me han caído los libros al suelo»

5. Di clara y sencillamente QUÉ quieres o necesitas que haga la otra persona.«Quiero que tú ... » Ejemplo: «Me siento indignado cuando me pones motes porque yo no me llamo así. Quiero que empieces a llamarme por mi nombre».«Necesito que tú ... ». Ejemplo: «Estoy enfadado porque me has puesto la zancadilla y se me han caído los libros al suelo. Necesito que me ayudes a recogerlos» .

Vigila tu lenguaje corporal En ocasiones, el lenguaje corporal habla más alto que las palabras. Los niños o las niñas

que arrastran los pies, hablan entre dientes, no se están quietos, evitan mirar directamente a los ojos a otras personas, retroceden inconscientemente mientras hablan y parecen asustados y preocupados, tienen más probabilidades de ser víctimas que aquéllos y aquéllas cuyo lenguaje corporal expresa seguridad y una autoestima positiva. No está bien -esos pequeños y esas pequeñas no merecen que se les acose más que a otros y a otras-, pero así ocurre.

Enseñe a sus estudiantes a parecer asertivos. Practique con juegos de rol y con debates cara a cara. Los siguientes son los cinco elementos básicos de un lenguaje corporal asertivo:

1. Ponerse rectos. Tenemos que estar de pie con las piernas ligeramente separadas para que nos sintamos estables y en equilibrio.

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2. Mantener la cabeza elevada. 3. Mantener los hombros rectos, sin encorvarse. 4. Mirar a las personas a los ojos. Ni por encima de la cabeza ni al suelo: di rectamente a

los ojos. 5. No retroceder cuando se habla con alguien. De hecho, hay que acercarse, aunque no

demasiado, manteniendo una distancia cómoda entre ambos interlocutores. Si pareces asertivo, es también más probable que te sientas asertivo, como más

probable resultará que otras personas te traten entonces con respeto. Combina un lenguaje corporal asertivo con unas palabras también asertivas,

pronunciadas con voz firme, segura y decidida. No hables entre dientes ni lloriquees, pero tampoco grites. Di lo que quieras decir y dilo en serio. Emplea para ello «mensajes con "yo"».

Recuerda la fórmula ASSERT Reparta copias de «La fórmula ASSERT» de la página siguiente y léala en clase con sus

estudiantes. Pueden practicarla representándola en sketches y juegos de rol. Vaya aún más lejos: Compruebe los programas y las oportunidades de formación en

asertividad existentes en las organizaciones locales y juveniles. Consiga que un formador o formadora visite su clase y haga una demostración de técnicas para ser asertivos.

LA FÓRMULA «ASSERT»

La A es la inicial de Atención. Antes de poder hablar de un problema que tengas con otro persona y tratar de resolverlo, necesitas obtener su atención. Ejemplo: «Sean, necesito hablar contigo de una cosa. ¿Ahora es buen momento?».La S significo prontitud, Sencillez y brevedad (Soon, Simple and Short, en inglés. Hablo en cuanto te des cuento de que han vulnerado tus derechos. Mira a la otra persona o los ojos y sé breve y preciso en tus comentarios. Ejemplo:«Se trata de algo que ha posado hoy en los pasillos».La segunda S significa comportamiento específico «Specific Behavior». ¿Qué hizo lo otro persono paro vulnerar tus derechos? Céntrate en su conducta, no en la persona. Sé todo lo concreto que puedas. Ejemplo: «No me gustó que me empujaras contra la taquilla, que se me cayeron los libros al suelo y que luego les dieras una patada y los esparcieras por el pasillo».La E significa Efecto que ha tenido algo sobre mí. Haz saber a la otra persona lo que sentiste como consecuencia de su comportamiento. Ejemplo: «Fue muy embarazoso y, además, llegué tarde o clase porque tuve que esperar a que el pasillo se vaciara de gente para recoger mis libros».La R significa Respuesta. Espera a la respuesta de la otra persona. Puede que intente restarte importancia diciendo «¿Y a qué viene tanto rollo?» o «No me seas cobardica» o «¿No sobes aceptar una broma?» o «¿Y qué?». No dejes que eso te moleste. Al menos, es una respuesta. Además, puede que la otra persona se disculpe sin más.Y la T significa Términos. Sugiere una solución para el problema. Ejemplo: «Quiero que dejes de molestarme en el pasillo. Si no lo haces, me quejaré de ti al profesor (o a la profesora)».

Consejos prácticos: Lo fórmula «ASSERT» puede parecer extraña e incómoda al principio. No es infalible y no siempre funciono. En algunos situaciones (por ejemplo, en aquellos cosos de ocaso en los que hay violencia física de por medio, puede incluso empeorar los cosas. Y hay bullies que esperan cualquier clase de respuesta para seguir acosando, aunque sea asertiva. Si tu asertividad parece irritar o provocar al acosador o a la acosadora, aléjate (caminando o

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corriendo).

Fomente el trabajo en equipo Los alumnos y las alumnas que participan en actividades en grupo tienen más

probabilidades de albergar sentimientos positivos hacia otras personas. Desarrollan menos sesgos y prejuicios (o, cuando menos, se replantean los que ya tenían).

Hablen en clase de las actitudes, las habilidades y las capacidades que necesitan las personas para trabajar bien en grupos. Pida a sus estudiantes que piensen en qué convierte a alguien en un buen miembro de un equipo y en qué hace que un equipo sea bueno. Escriba en la pizarra las ideas que vayan mencionando. Si les cuesta formular sugerencias al respecto, puede empezar ofreciéndoles una o más de las siguientes:

Los buenos miembros de un equipo... ... se aceptan unos a otros como iguales. ... apoyan los objetivos del grupo. ... apoyan las normas del grupo. ... participan en los debates. ... se escuchan durante los debates. ... pueden estar en desacuerdo sin ser desagradables. ... expresan sinceramente lo que necesitan y lo que sienten. ... realizan su parte correspondiente del trabajo. ... muestran una actitud positiva. ... sugieren soluciones para los problemas.

Los buenos equipos... ... establecen objetivos claros y acuerdan alcanzarlos todos juntos. ...fijan normas claras y acuerdan seguirlas. ... resuelven cualquier desacuerdo de forma justa y pacífica. ... detectan los puntos fuertes de sus miembros individuales y los emplean

en provecho del equipo en su conjunto. ... alcanzan compromisos si se produce un conflicto. ... comparten las responsabilidades de forma equitativa entre sus

miembros.

Puede hacer también las siguientes preguntas a su clase: ¿Creéis que nuestra clase es un buen equipo? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Qué podríamos hacer para funcionar mejor como equipo? ¿Quién tiene al-

guna idea concreta que podamos probar?

Trabajen juntos para solucionar un problema Cuando sus estudiantes y usted trabajan juntos para resolver un problema externo al

aula -es decir, cuando se enfrentan como grupo a un «enemigo» común-, es natural que adquieran una mayor proximidad mutua durante el proceso y que, como resultado, se genere unidad y aceptación, y se obtenga la satisfacción propia de unir fuerzas en aras de una buena causa.

Realice una lluvia de ideas entre sus alumnos y alumnas sobre problemas específicos que les gustaría abordar. Puede tratarse de problemas de su escuela, de munidad o del mundo en general. (Ejemplos: la contaminación, el tabaco, las la crueldad contra los animales, las personas sin hogar, el hambre.) Escriba ideas que se mencionen en la pizarra. A continuación, pida a sus estudiantes que elijan una sobre la que trabajar. Para votarlas, puede pedirles que levanten ano o puede preparar papeletas para que voten en secreto por sus opciones preferidas.

En cuanto hayan decidido el problema, busquen maneras en las que sus estuantes puedan emprender algún tipo de acción que produzca algún cambio. Para más ideas al respecto, véase «Haga que sus estudiantes se impliquen en tareas de servicio»

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Potencie una mejor comprensión del tema ¿Por qué acosan los bullies? ¿Por qué lo soportan las víctimas? Estas preguntas o tienen

una respuesta fácil, pero los expertos han determinado diversos motivos por los que ciertos niños y niñas se convierten en acosadores y acosadoras mientras que otros pasan a ser sus víctimas. Comparta esta información con sus estudiantes. Puede que les ayude a entender por qué tanto ellos como sus compañeros y compañeras de clase hacen algunas de las cosas que hacen y, además, ayudará a generar empatía.

Algunos niños acosan: Porque les encanta tener poder. La mayor parte del acoso escolar tiene que ver

con el hecho de sentir poder sobre otras personas. Porque son acosados por sus padres o por otras personas. Han aprendido con el

ejemplo que el acoso es la forma que las personas más grandes y más fuertes tienen de relacionarse con otras y de conseguir lo que quieren.

Para conseguir atención. Para parecer más grandes o más duros de lo que realmente son (o de lo que se

sienten por dentro). Porque sienten celos de otras personas. No soportan que otros u otras sean más

inteligentes, más populares o tengan más éxito que ellos o ellas. Para protegerse del acoso o las críticas de otras personas. Tienen miedo de que

les hagan daño y se resarcen de ello con otros compañeros o compañeras. Porque disfrutan haciendo daño a otras personas e inspirándoles miedo. Porque no saben hacer otra cosa. No han aprendido a hacer amigos ni a llevarse

bien con otras personas. Porque les gusta vencer a toda costa. No soportan perder en nada. Porque tienen sus propios problemas y no saben cómo afrontarlos. Quizás lo

pasan muy mal en casa. Quizás saben que no encajan y que no caen bien a los demás. Exteriorizan sus sentimientos contra personas más débiles que ellos e incapaces de defenderse.

Algunos niños son víctimas... Porque son “diferentes” en algún sentido. Puede que sean más altos o más

bajos, más robustos o más delgados; puede que lleven aparatos dentales o gafas; puede que padezcan alguna discapacidad física o tengan alguna di-ferencia de aprendizaje, o «hablen raro», o tengan una «pinta extraña», etc., etc. Todas las personas son únicas, así que existen innumerables «diferencias» que los bullies pueden detectar y que les pueden servir de pretexto.

Porque parecen vulnerables (algo así como «blancos fáciles»). Quizás sean pasivos, sensibles, callados, tímidos, o puede que destaquen de algún otro modo. Sea por el motivo que sea, son chicos o chicas que dan la impresión de que no pueden o no piensan hacerse valer por sí mismos.

Porque no saben hacer amigos ni llevarse bien con otras personas. Están aislados y solos; son chicos solitarios. No tienen a nadie a quien recurrir para que acuda en su defensa.

Porque a la hora de relacionarse socialmente se desenvuelven con torpeza. Quizás no sepan decir y hacer ”lo que conviene”. Quizás vistan ropa «inadecuada». Sea por lo que sea, no encajan.

Como un modo de obtener atención. No saben conseguir atención positiva, así que buscan la negativa. Puede que se comporten de forma «extraña» o pesada.

Porque son acosadores. ¿Cómo puede ser eso? Imagínense que un chico (o una chica) de diez años acosa a otros chicos y/o chicas de su edad o más jóvenes. Hablamos de alguien que no sabe hacer amigos. Puede que sea mandón (o mandona), agresivo y grosero. Pues, bien, imagínense ahora que colocamos a ese mismo chico en un grupo de compañeros y compañeras mayores. De pronto, ya no es tan grande ni tan fuerte, y tampoco da tanto miedo. Ese chico (o chica), que no sabe hacer amigos,

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que no sabe cómo actuar, de la noche a la mañana se ha convertido en alguien muy vulnerable.

Invite a sus alumnos y alumnas a aportar sus propias razones que expliquen por qué algunos chicos y chicas son bullies y otros son víctimas. Preste atención a cual-quier motivo que indique una aceptación de las conductas acosadoras o un menos-precio hacia las víctimas. Si es necesario, recuerde a sus estudiantes que nadie tiene «derecho» a ser un acosador ni un motivo «de peso» para acosar a otra persona, y nadie se «merece» ser una víctima.

Fije unos objetivos semanales y revise su cumplimiento Empiece cada semana con una breve conversación sobre cómo todos y todas

pueden trabajar juntos para crear un ambiente de clase positivo. Fije objetivos específicos con los que todos puedan estar de acuerdo y hacia los que puedan apuntar en su trabajo. Si quiere ideas, puede revisar sus normas de la clase, sus frases de aceptación y/o las as aportadas por los estudiantes para hacer de la clase un espacio libre de acosares y acosadoras. Puede formular preguntas como las siguientes:

¿Qué podemos hacer esta semana para que todos y todas os sintáis seguros, aceptados y apreciados?

¿Qué podemos hacer para impedir el acoso? ¿Cómo vamos a tratarnos unos a otros? ¿Cómo esperamos que nos traten? ¿Qué acciones concretas pueden ayudarnos a que todos pasemos una muy buena

semana? A medida que sus alumnos y alumnas ofrezcan ideas, apúntelas en la pizarra. Trate de resumirlas con una única y sencilla declaración de objetivos. Déjela en la pizarra

durante toda la semana. El miércoles, revise esos objetivos con su alumnado. Haga preguntas como:

¿Estamos cumpliendo los objetivos de la clase? ¿Hay algo con lo que debamos esforzarnos más?

El viernes, echen un vistazo retrospectivo a la semana. Pregunte cosas como: ¿Hemos cumplido nuestros objetivos esta semana? En general, ¿cómo nos hemos tratado unos a otros durante la semana? ¿Hemos tenido todos y todas una buena semana? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Qué podemos hacer la semana que viene para mejorar?

Pida ideas a su alumnado acerca de posibles formas de hacer su clase aún más acogedora, pacífica y proclive a la aceptación. Utilice tales ideas como puntos de partida del debate sobre fijación de objetivos para la semana siguiente.

Consejo práctico: En «Realicen una valoración de la semana» encontrará un método distinto de conseguir el mismo fin.

Asigne como deberes unas determinadas lecturas relacionadas Haga que sus estudiantes lean libros sobre acoso, amistad, conflicto y aceptación, y que

escriban sobre ellos. Debátanlos en clase o pídales que escriban relatos originales en los que aparezcan personajes que hayan encontrado en esos libros. ¿Cómo se comportan esos personajes ante una pelea en el patio de recreo? ¿Se burlan? ¿La rechazan? ¿Se sienten dolidos? ¿Algún sentimiento más? Sugiera a su alumnado que aporte situaciones propias que quieran describir.

La lectura y la redacción son maneras razonablemente no amenazantes de explorar cuestiones como la amistad, el rechazo, el prejuicio, la aceptación, el conflicto y el acoso, entre otros temas.

Enseñe habilidades para la resolución de conflictos El conflicto entre personas es algo normal e inevitable, y no todo conflicto es

perjudicial o malo de por sí. El conflicto destructivo daña relaciones, crea malos sen-timientos y desemboca en problemas futuros. Pero el conflicto constructivo nos ayuda a aprender, a crecer y a cambiar a mejor: vemos las cosas desde otras perspectivas;

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nos volvemos más abiertos, más tolerantes y más dispuestos a aceptar; construimos relaciones más sólidas con las personas que comparten nuestra vida.

¿En qué estriba la diferencia entre uno y otro? En el modo en que decidimos gestionar los conflictos que experimentamos. Se necesitan (al menos) dos personas para iniciar y mantener un conflicto. Si ambas acuerdan buscar una solución positiva al mismo, ya tendrán media batalla ganada.

Todo el mundo se beneficia del aprendizaje de habilidades para la resolución de conflictos y de la práctica de las mismas. Los acosadores y las acosadoras, porque descubren el verdadero poder que se supone solucionar problemas sin emplear la fuerza ni la intimidación. Las víctimas, porque están mejor capacitadas [apoderadas] para buscar soluciones en lugar de ceder y claudicar. Su clase, porque se convierte en un lugar lleno de gente dispuesta a trabajar en colaboración.

La resolución de conflictos no se aprende (ni se enseña) en un día. Si desea ob-tener los mejores resultados, probablemente querrá utilizar un programa de resolución de conflictos. Hay muchos disponibles; hable con el director o la directora de su centro y averigüe si su escuela o su distrito tiene preferencia por alguno o ya ha seleccionado uno en particular.

Nota: Las investigaciones realizadas muestran que los programas de resolución de conflictos funcionan. Los alumnos y las alumnas que no reciben formación de esa clase tienen mayores probabilidades de retraerse o de recurrir a la fuerza en las si -tuaciones conflictivas. Los que sí aprenden a solucionar conflictos muestran una mayor inclinación a hacerles frente, a emplear la resolución de problemas para ne-gociar soluciones ... y a tener una actitud más positiva ante la escuela en general (Johnson y Johnson, 1996).

Si todavía no tiene acceso a un programa de resolución de conflictos, siempre existe un método básico que puede enseñar a su alumnado de forma inmediata. Re-parta copias del ejercicio de la página siguiente «8 pasos para la resolución de un conflicto». Guíe a los estudiantes paso por paso. Refuércelo con prácticas, juegos de rol, sketches o con lo que crea que resultará más eficaz con sus alumnos y alumnas.

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8 PASOS PARA LA RESOLUCIÓN DE UN CONFLICTO

1. Tranquilízate. No trates de solucionar un conflicto cuando tú o la otra persona estéis enfadados. Tomaos un tiempo muerto o acordad reuniros de nuevo en 24 horas.

2. Describe el conflicto. Cada persona debería explicarlo con sus propias palabras. ¡Las expresiones insultantes o de desprecio no están permitidas! Importante: Aunque cada persona puede tener una perspectiva distinta del conflicto y, posiblemente, utilice palabras diferentes para describirlo, ninguna de las versiones es «verdad» ni «mentira».

3. Describe qué provocó el conflicto. ¿Qué hechos concretos desencadenaron el conflicto? ¿Qué pasó primero? ¿Ya continuación? ¿Surgió el conflicto de un pequeño desacuerdo o diferencia de opinión? ¿Qué hizo que se transformara en un conflicto? Importante: No digáis que el conflicto es «culpa» de ninguna de las personas afectadas.

4. Describe los sentimientos provocados por el conflicto. También aquí cada persona debería emplear sus propias palabras. La sinceridad es importante. ¡Prohibido culpar a nadie!

5. Escucha atenta y respetuosamente a la otra persona cuando hable. Trata de entender su punto de vista. No la interrumpas Puede que repitiendo para tus adentros las impresiones y los sentimientos de la otra persona te resulte más fácil «reflejarlos». Ejemplos: «No te gustó que yo te insultara». «He herido tus sentimientos». «Tú creías que te tocaba elegir a qué jugábamos durante el recreo». «Estás triste porque te sientes excluida».

6. Llevad a cabo una lluvia de ideas sobre soluciones para el conflicto. Seguid las tres reglas básicas de las lluvias de ideas: Todo el mundo tiene que intentar pensar en tantas ideas como pueda. . Todas las ideas valen. Nadie tiene que burlarse de las ideas de otro u otra. Sed creativos. Reafirmaos mutuamente. Estad abiertos a ideas nuevos. Haced cada uno de vosotros y vosotras una lista de las ideas propuestas para aseguraros de recordarlas todas. Luego elegid una solución y probadla. Estad dispuestos a negociar y a alcanzar compromisos.

7. Probad vuestra solución. Comprobad qué tal funciona. Esforzaos al máximo. Sed pacientes.

8. Si una solución no da resultado, probad otra. Continuad intentándolo. Proponed nuevas ideas si hace falta.Si no podéis resolver el conflicto aun intentándolo denodadamente,

poneros de acuerdo en el desacuerdo. A veces, es todo lo que podéis conseguir. Al mismo tiempo, daos cuenta de que el conflicto no tiene por qué poner fin a vuestra relación. Las personas pueden llevarse bien incluso cuando discrepan las unas de las otras.

Delimite un «Rincón de la paz» Reserve una esquina de su clase como «Rincón de la paz». Diga a sus estudian-

tes que siempre pueden dirigirse allí cuando necesiten solucionar un conflicto, hablar entre ellos acerca de algún problema que los enfrente o, simplemente, pasar un rato en silencio cuando se sientan disgustados, frustrados o abrumados.

Coloque en su «rincón de la paz» una pequeña mesa o pupitre, dos o tres sillas (o cojines, o pufs), pósteres relajantes (con paisajes naturales, animales o personas), uno

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o dos aparatos reproductores de casete (con auriculares) y unas cuantas cintas de música tranquila o con sonidos de la naturaleza. Ponga en marcha y vaya ampliando una pequeña biblioteca de libros adecuados -sobre la amistad, la solución de conflictos, la apacibilidad y otros temas relacionados- y guárdela en una estantería de ese mismo rincón.

Desarrollen en clase un conjunto de normas breves y sencillas para el «rincón de la paz». Pida a sus estudiantes que elaboren y decoren un cartel en el que se enuncien dichas reglas. Ejemplos:

1. Si tienes un problema con un compañero o una compañera, pídele que te acompañe al «rincón de la paz» para hablar de ello.

2. Si algún estudiante te pide que vayáis al «rincón de la paz», dile que sí. 3. Cuando estés en el «rincón de la paz», utiliza palabras suaves y respetuosas. 4. Hablad y escuchad por turnos. 5. Utiliza mensajes en primera persona (formulados con un «yo») para

comunicar lo que quieres, lo que necesitas y lo que sientes'. 6. Sabe escuchar. Presta atención a lo que diga la otra persona. No interrumpas. 7. Si no puedes solucionar el problema tú solo, pide ayuda a tu profesor o

profesora. 8. El «rincón de la paz» es especial. Mantenlo ordenado y limpio.

Estudien las biografías de personas famosas por haber fomentado la paz Jane Addams, Amnistía Internacional, Yasir Arafat, Menahem Begin, Su Santidad

el Dalai Lama del Tíbet, Mijaíl Gorbachov, el Comité Internacional de la Cruz Roja, Martin Luther King Jr., Aung San Suu Kyi, Nelson Mandela, la madre Teresa de Calcuta, Linus Pauling, Isaac Rabin, Albert Schweitzer, Rigoberta Menchú Tum, Desmond Tutu, Lech Walesa, Elie Wiesel, Betty Williams, Jody Williams. ¿Qué tienen en común todas esas personas y organizaciones? Todas ellas han recibido el premio Nobel de la paz, que quizás sea el galardón más respetado y prestigioso del mundo.

Haga que sus alumnos y alumnas investiguen sobre un galardonado con el Nobel de la paz, o sobre algún otro conciliador famoso a quien admiren. Para compartir lo que vayan averiguando, pueden redactar biografías breves, exponer algún tipo de representación o sketch, escribir canciones, crear un collage o realizar alguna otra actividad que elijan.

Anímelos a buscar respuestas a la siguiente pregunta: «¿Qué hizo esa persona que yo también puedo hacer?», Ayude a que sus estudiantes «traduzcan» los logros de sus pacificadoras y pacificadores famosos en enunciados sencillos e inspiradores. Ejemplos:

«Los ganadores del premio Nobel de la paz de 1998, John Hume y David Trimble, se esforzaron por hallar una solución pacífica al conflicto de Irlanda del Norte. Yo tam-bién puedo ser un mediador entre iguales y ayudar a mis compañeros y compañeras de clase a encontrar soluciones para sus conflictos».

«La ganadora del premio Nobel de la paz de 1992, Rigoberta Menchú Tum, trabaja en pos de los derechos humanos. Yo puedo aprender más sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos para explicársela a otras personas».

«El ganador del premio Nobel de la paz de 1984, el obispo Desmond Tutu, luchó con-tra el apartheid en Sudáfrica. Yo también puedo luchar contra el racismo, el fanatis-mo y el prejuicio en mi escuela y en mi comunidad»,

Enseñe habilidades para la mediación entre iguales Sus alumnos y alumnas pueden aprender a ayudarse mutuamente a resolver conflictos a

través de la mediación entre iguales. Los mediadores no ofrecen soluciones, sino que formulan preguntas abiertas, fomentan el debate y orientan a las personas implicadas en un conflicto para que piensen y prueben sus propios remedios.

Seleccione estudiantes que crea que pueden ser buenos mediadores entre iguales. Tienen que ser alumnos o alumnas que sepan conservar la calma, escuchar con atención, mantener la objetividad, abstenerse de tomar partido y ser pacientes, pero, además, deben estar realmente

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interesados en ejercer como tales mediadores o mediadoras. Deje bien claro que no se trata de un «cargo de poden), Explique que los mediadores se

sitúan «entre» las personas implicadas en un conflicto, como la mediana de una autovía. Su trabajo consiste en ayudar a que las dos partes se reúnan, y no en imponer remedios o en apuntarse el mérito de las soluciones que funcionen.

Para empezar a mediar, los mediadores entre iguales deben hacerse siete preguntas importantes1:

¿Soy la persona adecuada? ¿Puedo intervenir sin tomar partido? ¿Me dejarán intervenir ambas partes? ¿Es éste el momento idóneo para intervenir? ¿Las partes están relativamente

tranquilas? ¿Disponemos de suficiente tiempo? ¿El lugar es el adecuado?

Si los estudiantes pueden responder afirmativamente a todas estas preguntas, significa que están preparados para intentar mediar en el conflicto. El guion de la pá-gina siguiente «Pasos para la mediación» puede orientarlos a lo largo del proceso.

Nota: Es posible que la mediación entre iguales no sea el mejor método para abordar determinadas situaciones de acoso escolar. Los bullies tienen (y quieren tener) poder sobre sus víctimas. Puede que éstas posean escasas o nulas habilidades para la comunicación o para ser asertivas, especialmente en presencia de los acosadores. Las víctimas pueden sentirse intimidadas y tener miedo debido a pasados incidentes de acoso, y es muy posible que les preocupen especialmente las posibles represalias futuras. Esos dos temores combinados pueden suponer un obstáculo para que hablen con sinceridad, escuchen abiertamente y sugieran posibles soluciones libremente. Es posible que prefiera reservar la mediación entre iguales para otros tipos de conflictos.

PASOS PARA LA MEDIACIÓN

PASO I. INTRODUCCIÓN1. Preséntate como mediador o mediadora.2. Pregunta a las partes en conflicto si quieren que les ayudes a resolver el

problema.3. Busca una zona tranquila en la que llevar a cabo la mediación.4. Pide que se pongan de acuerdo en lo siguiente:

En intentar solucionar el problema. En no insultarse. En dejar que la otra persona acabe de decir lo que esté diciendo. En la confidencialidad.

PASO II. ESCUCHAR5. Pregúntale a la primera persona «¿Qué pasó?» «Parafrasea» luego lo que te

haya dicho.6. Pregúntale a la primera persona cómo se siente. «Refleja» esos

sentimientos.7. Pregúntale «¿Qué pasó?» a la segunda persona. Parafrasea.8. Pregúntale a la segunda persona cómo se siente. Refleja esos sentimientos.

PASO III. BÚSQUEDA DE SOLUCIONES9. Pregúntale a la primera persona qué podría haber hecho ella de manera

diferente. Parafrasea.10. Pregúntale a la segunda persona qué podría haber hecho ella de manera1 Las preguntas anteriores y la actividad «Pasos para la mediación» forman parte de un programa a escala nacional (estadounidense) de resolución creativa de conflictos (RCCP «Resolving Conflict Creatively Program» [Programa de resolución creativa de conflictos], una iniciativa de Educators for Social Responsibility (ESR) que ha enseñado a miles de profesores y estudiantes cómo responder de forma no violenta al conflicto -www.esrnational.orq».

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diferente. Parafrasea.11. Pregúntale a la primera persona qué puede hacer en ese mismo momento y

lugar para ayudar a resolver el problema. Parafrasea.12. Pregúntale a la segunda persona qué puede hacer en ese mismo momento

y lugar para ayudar a resolver el problema. Parafrasea.13. Utiliza preguntas creativas para acercar a las partes en litigio a una

solución.

PASO IV. HALLAZGO DE SOLUCIONES14. Ayuda a ambas partes en conflicto a encontrar una solución con la que se

sientan bien.15. Repite la solución y todas sus partes a ambos contendientes y pregunta a

cada uno de ellos si están de acuerdo.16. Felicita a ambas personas por el éxito de la mediación.

Cambie de sitio a los alumnos y las alumnas Si deja que los estudiantes se sienten donde quieran en el aula, puede suceder

que los más tímidos y solitarios, las víctimas (reales o potenciales) del acoso, tiendan a situarse en los márgenes o rincones más apartados del aula. También puede ocurrir que los más agresivos (los acosadores o las acosadoras reales o potenciales) se sienten en la parte de atrás, donde será menos probable que usted pueda notar su conducta.

Fíjese en dónde se sientan sus alumnos y alumnas. ¿Cuál es la situación? Mueva a los “desplazados” hacia el centro del aula, donde tendrán más oportunidades para interactuar con otros compañeros y compañeras. (No los coloque exactamente uno al lado de otro, porque, si no, interactuarán principalmente entre ellos mismos.) Haga que los más agresivos se sienten en las primeras filas, donde pueda observarlos más de cerca.

Cambie a sus estudiantes de sitio periódicamente para que puedan conocer a diversos compañeros y compañeras.

¡Sonreíd a la cámara! Tenga una cámara fotográfica siempre a mano. Saque habitualmente fotos de

sus alumnos y alumnas cuando estén trabajando o jugando juntos, o cuando estén interactuando en sentido positivo. Luego:

Cuelgue las fotos en el tablón de anuncios de su clase. Llénelo de fotografías. No se reprima: acumule en él un gran número de instantáneas durante los próximos meses, sin preocuparse por que se amontonen las unas sobre las otras. O bien ...

Pegue las fotos en un álbum de gran tamaño dedicado a la clase. Colóque-lo en una estantería o en una esquina de su mesa para que sus alumnos y alumnas puedan mirarlo con frecuencia. Cuando los estudiantes se ven junto a otros y otras en las fotografías, tie-nen una sensación de pertenencia al grupo. (Ése es uno de los motivos por los que los entrenadores deportivos organizan cada temporada una foto más o menos oficial de su equipo.) Reuniendo todas esas instantáneas en un solo lugar, se envía un mensaje de unión y aceptación.

Probablemente comprobará que a sus alumnos y alumnas les encanta mirar las fotos y comentárselas a los visitantes ocasionales del aula. No sería de extrañar que se convirtieran en una de las atracciones especiales de las «noches de los padres» o de las jornadas de puertas abiertas.

Vaya aún más lejos: Llévese la cámara a las excursiones y a otros actos escolares. Tome fotos de sus estudiantes en acción: en proyectos, presentaciones y actividades deportivas. Programe una «sesión fotográfica» y anime a sus alumnos y alumnas a crear sus

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propias escenas de armonía y cooperación en el aula.

Hable con sus alumnos y alumnas de las bandas, los grupos de odio y las sectas La gente joven que se siente alienada en la escuela, en su casa o en sus comunidades,

suele ser un objetivo fácil de las bandas, los grupos que predican el odio y las sectas, ámbitos todos ellos en los que puede encontrar aceptación y donde puede obtener cierta sensación de poder sobre otras personas y sobre su propia vida. Infórmese todo lo que pueda acerca de estos grupos y comparta esa información con sus estudiantes cuando lo crea conveniente.

Enseñe a sus alumnos y alumnas a reaccionar si son abordados por algún miembro de uno de esos colectivos. A grandes trazos, deberían:

Mantener la calma y la afabilidad. Mostrarse seguros (mantenerse erguidos sin bajar la cabeza ni encorvar los

hombros: no dar aspecto de asustados). Abstenerse de discutir. Responder educadamente «no, gracias» a cualquier ofrecimiento (y no creer que

se será más popular o más fuerte si se dice que sí y se entra en ese grupo). Dirigirse caminando (sin correr) a la persona adulta, grupo o edificio seguro más

cercano. La policía local puede proporcionarle información sobre los problemas de esa clase que

afectan más concretamente a su comunidad. Invite a algún agente a hablar ante sus estudiantes ya responder cualquier pregunta que puedan tener acerca de las bandas, los grupos de odio y las sectas.

Haga un seguimiento del tema del acoso en televisión Ya sabemos que los estudiantes están expuestos a grandes dosis de violencia en

televisión. Según la Asociación Estadounidense de Psicología, las investigaciones realizadas han demostrado que la violencia televisiva afecta negativamente a los niños y las niñas en tres grandes aspectos:

Puede hacer que los niños se vuelvan menos sensibles al dolor y al sufrimiento de otras personas.

Puede hacer que les asuste más el mundo que les rodea y que tengan la im-presión de que es un lugar malo y peligroso.

Puede aumentar la probabilidad de que se comporten agresivamente con otras personas.

Según los estudios, los programas infantiles de televisión contienen unos 20 actos violentos por hora. Es probable que gran parte de su alumnado también vea programas dirigidos a una audiencia adulta en los que los contenidos violentos pueden ser frecuentes, gráficos y de un crudo realismo.

El bullying es una forma de violencia contra otras personas. Tanto si es física (golpes, patadas, empujones) como emocional (rechazo, desprecio, amenazas), puede dejar en las víctimas una sensación de impotencia y abuso.

Diga a sus estudiantes que quiere que hagan un seguimiento del acoso en te levisión durante una semana. Cuando vean sus programas habituales, deberán prestar especial atención a las conductas acosadoras.

Dé a cada alumno y alumna varias copias del formulario «El acoso en televisión» de la página siguiente y tenga más fotocopias preparadas por si se necesitan durante la semana. Explique a sus alumnos y alumnas que deben usar un formulario por programa y en él deben indicar el acoso que observen en pantalla. Al día siguiente, deberán traer a clase y entregarle los formularios rellenados la noche anterior.

Revíselos a medida que los vaya recibiendo para hacerse una idea general de los hábitos televisivos de sus estudiantes y de la cantidad de bullying que observan.

Si usted y su clase ya hicieron las actividades «Definan el acoso escolar» y «Pongan nombre a las conductas acosadoras», todos y todas deberían tener ya una noción general de en qué consisten esos comportamientos. Si no las han realizado todavía, dedique unos instantes a introducir las ideas principales.

Asegúrese de que todos y todas entienden que el acoso abarca un amplio espectro de

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conductas. Al acabar la semana, devuelva los formularios ya revisados a cada estudiante y organice

un debate en clase sobre el acoso en televisión: ¿Cuánto acoso visteis por televisión? ¿Ninguno? ¿Alguno? ¿Mucho? ¿Qué clases de acoso visteis? ¿Cuáles de esos tipos parecían ser los más habituales? Los expertos creen que ver violencia por televisión es malo para los niños.

¿Vosotros creéis que ver acoso por televisión también puede ser malo para los niños? ¿Por qué sí o por qué no?

En general, cuando se produce una situación de acoso en televisión, ¿se salen los acosadores con la suya? ¿Sufren las víctimas? ¿Se da la sensación de que el acoso es culpa de las propias víctimas?

Ahora que os habéis fijado en el acoso tal y como aparece por televisión, ¿cómo os sentís al respecto? ¿Qué opináis?

Vaya aún más lejos: Si su alumnado se muestra preocupado por la cantidad de acoso que ve por televisión, haga que escriba cartas a las oficinas centrales de las cadenas o a los canales locales expresando sus opiniones acerca de determinados programas. Busque las direcciones en la biblioteca o en los sitios web de las propias cadenas.

EL ACOSO EN TELEVISIÓN

Fecha:………………………………………….Nombre:…………………………………………………………..Nombre del programa de televisión que viste:………………………………………………¿En qué canal la emiten?........ ¿A qué cadena pertenece?.............¿Apreciaste algún tipo de acoso? Sí No Si fue así, describe lo que ocurrió:……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………¿Cómo afectó a la víctima aquel acoso?……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………¿Qué hizo la víctima al respecto? ……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………¿Qué le pasó al acosador o a la acosadora?……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………Dio la sensación de que:¿La víctima merecía ser acosada? Sí No ¿El acoso era culpa de la víctima? Sí No

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Reafirme a sus estudiantes ¿A quién no le agrada un cumplido? Los estudiantes disfrutan en especial cuando saben

que su profesor o su profesora tiene un buen concepto de ellos. Aproveche cualquier ocasión para decir algo positivo a cada uno de sus alumnos y alumnas a lo largo de la jornada. Sus comentarios deben ser breves, honestos, sinceros, simples y específicos.

Ejemplos: «Jorge, me ha gustado cómo has ayudado a María a buscar su lápiz», «Sonia, te agradezco de corazón tu actitud positiva de hoy». «Darnián, has hecho muy bien el ejercicio de lectura».

El tablón de anuncios de los helados de cucurucho He aquí una forma divertida y colorida de reafirmar y de homenajear a sus estudiantes. Reparta láminas de cartulina de diversos colores (sin olvidar el marrón para los

cucuruchos). Pida a sus alumnos y alumnas que fabriquen helados de cucurucho de dos bolas, que escriban su nombre en ellos y que luego se los entreguen. En cada una de las bolas, escriba una palabra o una expresión positiva que, a su juicio, describa bien a aquel alumno o a aquella alumna en concreto. Luego, cuelgue los cucuruchos en un tablón de anuncios o por toda el aula.

La siguiente es una lista inicial de palabras. Si quiere, también puede pedir a sus alumnos que propongan palabras adicionales que ellos mismos utilizarían para describirse a sí mismos o para calificarse los unos a los otros.

Capaz de resolver conflictos. • Alguien que se fija objetivos. Despierto. • Un buen ejemplo para los demás. Ambicioso. • Alguien que sabe seguir. Analítico. • Alguien que sabe escuchar. Agradecido. • Una buena persona. Alguien que sabe expresarse. • Trabajador. Asertivo. • Preocupado por lo relacionado con la

salud. Atento. • Consciente. Saludable. • Calmado. Servicial. • Cuidadoso. Honesto. • Cariñoso. Noble. • Cauto. Esperanzado. • Alegre. Humilde. • Seguro. Gracioso. • Concienciado. Imaginativo. • Coherente. Independiente. • Dispuesto a cooperar. Laborioso. • Valiente. Ingenioso. • Cortés. Innovador. • Creativo. Inspirador. • Dedicado. Inteligente. • Alguien con quien se puede contar. Interesante. • Decidido. Intuitivo. • Dinámico. Lleno de inventiva. • Entusiasta. Amable. • Eficiente. Bien informado. • Empático. Alguien que tiene madera de líder. • Lleno de energía. Agradable. • Entusiasmado. Alguien a quien le gusta la gente. • Ético. Justo. • Animado. Fiel. • Lógico. Centrado. • Afectuoso. Simpático. • Leal. Divertido. • Maduro.

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Generoso. • Mediador. Tierno. • Jovial. Auténtico. • Motivado. Desprendido. • Pulcro y ordenado. Bueno. • Obediente. Abierto. • Optimista. Organizado. • Paciente. Pacífico. • Con don de gentes. Perspicaz. • Perseverante. Planificador. • Grato. Educado. • Positivo. Preciso. • Alguien que soluciona problemas. Profesional. • Puntual. Rápido. • Razonable. Relajado. • Fiable. Serio, de confianza. • Con gran capacidad de recuperación. Alguien que tiene recursos. • Responsable. Preocupado por la seguridad. • Seguro de ti mismo. Autodisciplinado. • Alguien que tiene iniciativa. Sensato. • Sensible. Con vocación de servicio. • Alguien a quien le gusta compartir. Sincero. • Lleno de vida. Estable. • Fuerte. Alguien que tiene éxito. • Alguien que tiene tacto. De buen corazón. • Considerado. Tolerante. • Confiado. Digno de confianza. • Comprensivo. Altruista. • Contento. Versátil. • Dispuesto a comprometerse. Prudente. • Ocurrente.

Enseñe a sus estudiantes a reafirmarse a sí mismos Reparta entre sus alumnos y alumnas pequeñas agendas o cuadernos en blanco (si no

los tiene, inclúyalos en la lista de material escolar requerido que se envía a )s padres al inicio del curso). Pídales que los titulen «Mis cosas buenas» y que los usen para enumerar y describir sus características positivas. Póngalos en marcha con preguntas como las siguientes:

¿Qué cosas te gustan de ti mismo? ¿En qué eres bueno? ¿Y en qué eres el mejor? ¿Cuáles son tus características positivas? ¿Qué cosas buenas te gustaría que otras personas conociesen de ti? ¿Qué cosas hacen que te sientas orgulloso de ti mismo?

Pueden remitirse también a la lista inicial de palabras del apartado «Reafirme a sus estudiantes».

Vaya aún más lejos: Deje que otras personas (alumnado, profesorado, resto de personal del centro, padres y madres, asistentes, etc.) añadan sus propios comentarios a los libros de sus estudiantes. Asegúrese de que los comentarios son positivos. Para ello, fije dos normas: todos deben firmar sus comentarios, y nadie puede escribir en el libro de otra persona sin el permiso de ésta.

De vez en cuando, puede preguntarle a algún alumno o alumna si no le importa leer un fragmento de su libro en voz alta. Si a él o a ella le parece bien, elija algunas de sus notas para que las comparta con la clase. Esto anima a que los estudiantes se reconozcan mutuamente y aprecien sus características positivas respectivas, y a que se fijen en las similitudes.

Es probable que estos libros acaben convirtiéndose en preciadas posesiones de sus autores (en algo que sus estudiantes atesorarán durante muchos años).

En el apartado titulado «Enséñeles a dirigirse "autocomentarios" positivos» hallará más

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maneras de que su alumnado aprenda a reafirmarse a sí mismo.

Enseñe a sus estudiantes a reafirmarse mutuamente Cuando los alumnos se reafirman unos a otros, todos se sienten aceptados, apreciados y

valorados. Aquí tiene seis métodos que puede probar con sus estudiantes.

La urna de las reafirmaciones Practique una hendidura a modo de ranura en la parte superior de una caja con tapa

(una grande de zapatos servirá perfectamente). Decore la caja (o pida a sus alumnos y alumnas que la decoren). Escriba en ella «Urna de las reafirrnaciones» y déjela en una estantería o en una de las esquinas de su mesa.

Invite a sus estudiantes a escribir enunciados positivos unos de otros cuando quieran ya que los depositen en la urna. Una vez a la semana, a diario, o con la frecuencia que considere oportuna, introduzca la mano en la caja, extraiga uno o dos enunciados y léalos en voz alta a la clase.

Éste es un modo muy eficaz de animar a sus estudiantes a fijarse en las cualidades positivas de sus compañeros y compañeras y a apreciarlas. Les ayuda a ver cualidades que, de otro modo, les habrían pasado desapercibidas y a descubrir similitudes.

Las tarjetas de las reafirmaciones Escriba el nombre de cada uno de sus alumnos y alumnas en fichas de 7 por 12

centímetros. Luego, repártalas al azar (cerciórese únicamente de que nadie recibe la que tiene escrito su propio nombre). A continuación, pida a sus estudiantes que escriban algo positivo sobre el compañero o la compañera cuyo nombre aparece en la ficha que les ha tocado.

Ejemplos: «Sara juega muy bien a fútbol». «Ismael siempre está dispuesto a ayudan». «Marta es la mejor contando chistes». «Jaime tiene una gran sonrisa». Explíqueles que tienen que tomárselo en serio, porque usted (o ellos y ellas) leerá luego lo que escriban en voz alta. Pídales que pongan su nombre en los comentarios (así, todos y todas se lo pensarán dos veces antes de escribir algo negativo).

Conceda unos minutos para que sus alumnos y alumnas escriban sus comentarios. Luego recójalos y écheles un vistazo rápido para comprobar que todos los enunciados son positivos.

A continuación, devuélvalos a los estudiantes y pida voluntarios para leer sus comentarios en voz alta. Si alguno no se ·siente cómodo leyendo para toda la clase, puede ofrecerse para leer lo que él o ella haya escrito. De un modo u otro, todos disfrutarán de la experiencia.

Repita esto varias veces durante el curso: una vez por semana o una vez al mes. Vaya aún más lejos: Saque fotos individuales a sus alumnos y alumnas y cuélguelas en

un tablón de anuncios junto a sus comentarios positivos. Los profesores y las profesoras que ya lo han hecho dicen que los estudiantes acuden luego con frecuencia al tablón para leer los comentarios y señalar aquellos comentarios positivos que se parecen.

Los círculos de las reafirmaciones Divida la clase en dos grupos. (Si su número de alumnos es impar, puede unirse usted

mismo a la actividad.) Haga que uno de los grupos forme un círculo en el que todos sus miembros miren hacia dentro y que el otro forme otro círculo alrededor del primero. Cada alumno o alumna de este segundo círculo deberá colocarse directamente detrás de otro u otra del círculo interior.

A su señal, cada estudiante del círculo exterior pondrá una mano en el hombro del compañero o la compañera que tenga delante y luego le murmurará un comentario positivo y alentador al oído. El comentario en cuestión deberá ser breve, honesto, sincero y simple.

Ejemplos: «Me gusta cómo dibujas». «Gracias por ayudarme a estudiar para el examen de matemáticas». «Veo que te has cortado el pelo. Te queda muy bien». «Creo que eres la persona más simpática de la ciase». «Me alegro de que seas mi amigo o amiga».

A continuación, pida a los componentes del círculo exterior que se desplacen una

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persona hacia su izquierda (o hacia su derecha) y que repitan la misma operación (mano en el hombro, comentario positivo). Haga que sigan haciendo lo mismo hasta que hayan dado toda la vuelta al círculo interior. Luego pida a los miembros de los dos círculos que intercambien sus respectivas posiciones (que los del exterior pasen al interior y tengan también la oportunidad de oír comentarios positivos de los compañeros y compañeras que hasta ese momento los han recibido).

Al acabar, hablen de la actividad. Pregúnteles: «¿Cómo os sentisteis al decirle algo positivo a otra persona?», «¿Cómo os sentisteis al oír que otra persona hacía un comentario alentador y positivo sobre vosotros?»,

Un sobresaliente Cuando un alumno o una alumna haga un comentario en el que «suspenda» a otro u

otra, pídale inmediatamente que añada otros dos comentarios positivos («de sobresaliente») sobre aquella misma persona. Si no se le ocurre (o no quiere hacer) ninguno, pida al resto de la clase que los haga en su lugar.

Consejo práctico: Si ya ha realizado la actividad del «Tablón de anuncios de los helados de cucurucho», puede pedir a algún estudiante que lea lo que usted escribió sobre quien ha recibido ahora la calificación de «suspenso».

Anime a sus alumnos y alumnas a reconocerse mutuamente con un gesto de «pulgares hacia arriba» en clase, en el patio del recreo, en el comedor escolar, en los pasillos y en otros lugares, para mostrarse aprobación y apoyo mutuos.

¡Un aplauso! Invite a sus estudiantes a mostrar su aprobación por el rendimiento, por una buena obra

o por cualquier otra acción positiva de un compañero o compañera, con un gesto tan consagrado por la tradición como un aplauso. Anímelos a aplaudir fuerte y a menudo.

Puede decirles algo como: «Aplaudamos a las personas para que sepan que nos gusta algo que están haciendo o que han hecho. A todos nos gusta que nos aplaudan. Pues las demás personas también disfrutan cuando les aplaudimos».

Pida a sus alumnos y alumnas que sugieran horas o momentos en los que puedan aplaudirse unos a otros.

Organice una breve sesión de práctica y fije ciertas normas básicas para evitar que sus estudiantes se dejen llevar demasiado. Por ejemplo, todo aplauso deberá cesar cuando usted haga una determinada señal (como la de levantar la mano). Puede crear también para su clase un cartel o un signo en el que se lea: «¡Un aplauso!». Señale en dirección a ese signo cada vez que quiera recordar a sus alumnos y alumnas que es un momento oportuno para aplaudir.

Certificados de «¡enhorabuena!» Una vez a la semana o dos veces al mes, pida a sus estudiantes que se agasajen

mutuamente por sus logros respectivos rellenando certificados de «¡enhorabuena!». Explique que los éxitos y los logros pueden ser grandes o pequeños, y que no tienen por

qué haber sucedido en el aula, ni siquiera tienen por qué estar relacionados con la escuela. Tenga diversas copias del certificado a mano. Cuelgue los certificados ya rellenados en

las paredes del aula durante unos días y luego deje que los estudiantes homenajeados los descuelguen y se los lleven a casa para que los compartan con sus familias.

Consejo práctico: Asegúrese de que todos los estudiantes (que no sean los mismos de siempre) reciban con frecuencia muestras de reconocimiento. Rellene usted mismo certificados para aquellos alumnos o alumnas cuyos logros pasarían de otro modo desapercibido.

Realicen una valoración de la semana Como reza un viejo dicho, «Antes de decidir adónde vamos, tenemos que saber de

dónde venimos». Acabe la semana invitando a su alumnado a reflexionar sobre los acontecimientos de los últimos cinco días. Reparta copias de la actividad de la página siguiente «Revisión de la semana». Recuente las respuestas (o pida a un voluntario o

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voluntaria que lo haga) e informe de los resultados el lunes por la mañana. Utilícelos para fijar metas u objetivos para la semana siguiente.

Consejo práctico: En el apartado «Fije unos objetivos semanales y revise su cumplimiento» encontrará otro método con la misma finalidad.

REVISIÓN DE LA SEMANA

Fecha: ........................Nombre (si quieres darlo): .................................................Piensa en la última semana que hemos pasado aquí en el aula. Lee cada uno de Los enunciados y luego marca la columna que mejor defina qué opinas de la semana que has pasado tú en concreto.

Esta semana... Todo eltiempo

La mayorparte deltiempo

A veces Nunca

1. Se me ha respetado comopersona.

2. He tratado a otras personascon respeto.

3. Se me ha tratado con justicia.

4. He tratado a otras personascon justicia.

5. Me han ayudado cuando henecesitado ayuda.

6. He ayudado a otras personas.

7. Nos hemos mostrado afecto.8. Nos hemos esforzado por

convertir la clase en un lugarpositivo.

9. Me he sentido incluido.

10. He ayudado a que otros sesintieran incluidos.

11. Me han animado a dar lomejor de mí mismo.

12. He animado a otros a dar lo mejor de ellos mismos.13. Hemos trabajado juntos para solucionar problemas.

14. Hemos cooperado.

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Esta semana... Todo eltiempo

La mayorparte deltiempo

A veces Nunca

15. Me he sentido aceptado.

16. He ayudado a que otros se sintieran aceptados.

Lleven distintivos con la consigna «no al acoso» Pida a sus estudiantes que diseñen y fabriquen distintivos o chapas que contengan

lemas como «¡No al acoso!», «¡Prohibido el acoso!», «¡Aula libre de acosadores!» o cualquier otro que ellos prefieran incluir. Si quiere que fabriquen chapas metálicas con prendedores, utilice una máquina apropiada. Compruebe si su centro dispone de una; si no, contacte con una empresa de fabricación de chapas. También encontrará fundas baratas para colgarse esos distintivos en librerías o tiendas de material de oficina.

Enséñeles a dirigirse «autocomentarios» positivos No es ningún secreto que pensar en positivo puede ser un método muy eficaz (sobre

todo cuando pensamos en positivo sobre nosotras y nosotros mismos y sobre nuestra capacidad para solucionar problemas, cumplir objetivos, afrontar momentos difíciles y lograr lo que nos proponemos). Pues, bien, los monólogos interiores positivos generan a su vez ideas y creencias positivas. Éstas se traducen en actitudes y sentimientos igualmente positivos hacia uno o una misma y hacia otras personas. Finalmente, esas actitudes y sentimientos favorecen comportamientos también positivos.

Las personas que tienen éxito, que son capaces y competentes, suelen reafirmarse a sí mismas. No se dejan llevar por el exceso («¡Soy el mejor!» pero se «autodedican» comentarios frecuentes infundiéndose ánimos («¡ Puedo conseguirlo!»).

Muchos de los estudiantes que son víctimas de situaciones de acoso -y también muchos de los que no lo son- tienen dificultades para tratarse de ese modo. Caen fácilmente en expresiones negativas dirigidas a sí mismos ((No puedo hacerlo», «¿Para qué intentarlo siquiera?») que pueden, a su vez, crear las condiciones idóneas para que surjan creencias, actitudes, sentimientos y conductas negativas, que favorecen el fracaso que «demuestra» que sus comentarios negativos iniciales estaban en lo cierto.

Hay muchas formas de enseñar a «autodedicarse» comentarios positivos. Aquí se incluyen seis que puede probar con sus alumnos y alumnas:

1. Hablen en clase sobre los comentarios que nos dedicamos a nosotros mismos, tanto sobre los negativos como sobre los positivos. Asegúrese de que los estudiantes se dan cuenta de la diferencia entre unos y otros. Facilite ejemplos o pídaselos a ellos y a ellas. Explíqueles que los «autocomentarios» positivos funcionan de verdad.

2. Reparta copias de la lista de «Mensajes para mí mismo» (véase en la página siguiente), en la que aparecen varias afirmaciones cortas que los estudiantes pueden utilizar a la hora de hacerse autocomentarios positivos. Léala en voz alta o pida a alguno o alguna de sus estudiantes que lea alguna que otra afirmación en particular. Sugiérales que guarden la lista y la consulten a menudo.

Vaya aún más lejos: Haga que sus alumnos y alumnas elijan dos o tres afirmaciones de la lista, las escriban en fichas de 7 por 12 centímetros y las lleven en el bolsillo o en la mochila. También pueden llevar anotadas en ellas frases de su propia invención.

3. Haga que sus estudiantes escriban guiones breves con autocomentarios po-sitivos que luego guarden en sus cuadernos o en sus pupitres. (Ejemplo: «Sé que puedo hacerlo. Tengo capacidad para hacerlo. Si me atasco, puedo pedir ayuda. Puedo conseguirlo». Así, si un alumno o alumna se da cuenta de que se está dirigiendo comentarios negativos a sí mismo (o si alguien lo descubre haciéndolo), podrá utilizar esos mini-guiones como referencia. Cuanto más breves, mejor. Tras unas cuantas lecturas, muchos de sus alumnos y alumnas ya los habrán memorizado. Sugiérales que cierren los

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ojos y respiren hondo durante unos instantes antes de repetirse el contenido de los guiones a sí mismos.

4. Antes de iniciar una nueva actividad en clase, pida a sus estudiantes que cie-rren los ojos y se digan en silencio una o dos frases positivas a sí mismos. También puede escribir afirmaciones de ese tipo en la pizarra y hacer que la clase las repita en voz alta.

5. Divida la clase en grupos pequeños. Pida a cada grupo que elabore una lista de autocomentarios negativos y que, a continuación, organicen una pequeña lluvia de ideas sobre posibles autocomentarios positivos en respuesta a los negativos. Al terminar, los grupos pueden poner en común sus respectivas listas con el conjunto de la clase.

6. Pida a sus estudiantes que rellenen certificados de «¡Enhorabuena!») dedicados a sí mismos, en los que describan sus propios logros y éxitos. Repase el apartado «Enseñe a sus estudiantes a reafirmarse mutuamente».

MENSAJES PARA Mí MISMO

«Soy una buena persona»«Merezco ser tratado con amabilidad y respeto»

«Soy especial y único»«Soy creativo y tengo talento»

«Puedo fijarme objetivos y cumplirlos»«Puedo resolver problemas»

«Puedo pedir ayuda a otras personas»«Tengo derecho a ser imperfecto»«Tengo derecho a cometer errores»«Todo el mundo comete errores»

«Puedo aprender de mis errores»«Soy valioso y respetable ... tal y como soy»

«Puedo superarlo»«Estoy aprendiendo y creciendo»

«No estoy solo»«Estoy bien»

«Soy fuerte y capaz»«Aunque ahora mismo no me siento muy bien, pronto estaré

mejor»«Puedo tener paciencia conmigo mismo»

«Sé arreglármelas»«Sé afrontar los problemas»

«Puedo hacerlo»«Puedo triunfar»

«Puedo volver a intentarlo»«Puedo esperar lo mejor de mí mismo»

«Tengo coraje y valor»«Creo en mí mismo»

Utilice el humor El humor es una herramienta fantástica para conseguir que todos y todas se sientan

bien acogidos, aceptados y apreciados. La risa es buena para nosotros físicamente (aumenta la actividad respiratoria, el

intercambio de oxígeno, la actividad muscular y el ritmo cardíaco; estimula el sistema cardiovascular y el sistema nervioso simpático; favorece un estado bioquímico general positivo) y mentalmente (disminuye el estrés, levanta el ánimo, nos pone de mejor humor).

He aquí seis formas de llevar el humor y la risa a su aula:

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1. Empiece cada día contando un chiste o dos. Puede pedir también a sus alumnos y alumnas que traigan sus chistes favoritos para compartirlos con la clase.

2. Como detalle especial de vez en cuando, páseles una película cómica. 3. Ponga en marcha en su clase una colección de libros de chistes y de tiras có-

micas. 4. Reserve un «Rincón del human) en su aula. Llénelo de libros, pósteres, cintas de

audio y otros recursos de carácter cómico. 5. Coloque en su clase una «Jarra de los chistes». Vaya llenándola con chistes cortos

escritos en trozos de papel pequeños. Anime a sus estudiantes a depositar en ella también sus propios chistes. (Fije antes unas normas básicas: no valen los chistes hirientes, discriminatorios o de mal gusto.) Una vez al día, usted (o un alumno) puede extraer un chiste de la jarra y contarlo a I resto de la clase.

6. Lea relatos humorísticos en voz alta o asígnelos como ejercicio de lectura. Hable con su clase acerca de la diferencia que existe entre reírse de alguien y reírse con

alguien. Pregunte cosas como las siguientes: ¿Cuándo es correcto reírse? ¿Cuándo no está bien reírse? ¿En qué momentos puede herir la risa? ¿De qué manera? ¿En qué momentos puede ayudar la risa? ¿De qué manera?

Haga que sus estudiantes se impliquen en tareas de servicio Cuando los estudiantes trabajan juntos para alcanzar un objetivo común -sobre todo, si

ese objetivo implica ayudar a otras personas-, obtienen una sensación de unión, de valía personal y de pertenencia. Eso genera una vinculación afectiva entre todos los miembros del grupo. Da, además, a los alumnos y las alumnas la posibilidad de observar y apreciar sus respectivos conocimientos y habilidades. Ni que decir tiene que servir a otras personas reporta muchos más beneficios adicionales.

En una encuesta realizada por la organización Independent Sector (1996) a jóvenes que se dedicaban a un tipo u otro de tarea de servicio, éstos mencionaron hasta 18 ventajas distintas de su experiencia como voluntarios y voluntarias. Las 10 más citadas fueron las siguientes:

Aprendían a respetar a los demás. Aprendían a ser útiles y amables. Aprendían a llevarse bien y relacionarse con otras personas. Obtenían la satisfacción de ayudar a otras personas. Aprendían a comprender a personas diferentes de ellos mismos. Aprendían a relacionarse con niños y niñas más pequeños. Se volvían mejores personas. Aprendían habilidades nuevas. Desarrollaban habilidades para el liderazgo. Se volvían más pacientes con otras personas.

Son innumerables las formas en las que usted y su alumnado pueden contribuir de manera apreciable en su entorno. Posiblemente, lo más difícil sea elegir uno solo de los muchos proyectos de participación que tienen a su alcance. He aquí seis sugerencias para empezar: 1. Compruebe si su centro educativo ofrece ya oportunidades de aprendizaje en tareas

de servicio. Consulte al equipo directivo o a los centros de recursos educativos u otros organismos de su localidad. Si las ofrece, pregunte a sus estudiantes cuál de ellas les gustaría hacer. (Pruebe a aplicar un enfoque democrático y celebre una votación.)

2. Ponga en marcha un club de tareas de servicio en su clase. Los alumnos y las alumnas (los de su clase, los de su escuela o los del conjunto de la comunidad escolar de su distrito) pueden empezar eligiendo un tema en el que les gustaría trabajar o un problema al que querrían poner solución. (Por ejemplo, ¿por qué no un club llamado «No más acoso))?)

3. Pregunte a más personas de su escuela o de su comunidad local acerca de otros posibles modos de servir. Puede también convertir esta labor de consulta en un

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ejercicio de clase para el que sus estudiantes recopilen información. Podrían ponerse en contacto con uno o más de los centros o grupos siguientes:

Refugios de animales. Centros de arte. Refugios infantiles. Grupos cívicos. Centros cívicos del barrio o de la comunidad local. Congregaciones religiosas. Grupos conservacionistas. Organizaciones de recogida y distribución de alimentos para personas ne-

cesitadas. Refugios para personas sin hogar. Hospitales. Bibliotecas. La alcaldía. Complejos residenciales para personas con discapacidades. Otros centros educativos. Zoológicos.

4. Indague si en su localidad existen asociaciones de voluntariado social y pregunte allí de qué modo sus alumnos podrían realizar tareas de servicio.

5. Vaya a su biblioteca o librería local y busque libros sobre tareas de servicio para niños y jóvenes.

6. Explore los amplísimos recursos que le ofrece Internet en materia de voluntariado y servicio.

Vigile los mensajes que emite Los niños y las niñas (todos y cada uno de ellos) son asombrosamente perspicaces. Se

dan cuenta enseguida de cuándo una o uno de ellos es el favorito del profesor (o de la profesora). Pueden discernir cuándo un alumno o una alumna no es del agrado del profesor o cuándo éste duda de las capacidades del estudiante para aprender y para llevarse bien con los demás.

¿Cómo puede asegurarse de que está enviando los «mensajes» correctos a su alumnado? Piense en cada una de las sugerencias de la lista siguiente. Pregunte a otros profesores y profesoras qué les ha funcionado y qué no. Cuando se comparten estrategias, experiencias e ideas, todos se benefician: usted, sus colegas y los alumnos y las alumnas de su escuela. 1. Salude a todos y cada uno de sus estudiantes por su nombre cuando entren en el aula. 2. Haga saber diariamente a todos sus alumnos y alumnas que le importan (con sus

palabras, su lenguaje corporal y sus acciones). 3. Mire directa y frecuentemente a los ojos a todos sus alumnos. Hay estudios que

muestran que parte del profesorado da un trato de favor en ese sentido a aquellos niños y/o niñas que perciben como más atractivos. Al mirarlos directamente a los ojos con mayor frecuencia, les están prestando una atención, un refuerzo, una reafirmación y un feedback más positivos. Puede, incluso, que, llamen y recurran a esos estudiantes más a menudo.

4. Los niños y las niñas sienten una necesidad imperiosa de dar una imagen de triunfadores ante sus iguales, así como auténtico pavor a parecer estúpidos o a ser motivo de risa. Planifique y reparta las actividades de clase de manera que todos sus alumnos y alumnas puedan mostrar sus puntos fuertes y no sus defectos. Ejemplos: Absténgase de pedir a quienes no leen muy bien que lean en voz alta para toda la clase. O si sabe que un estudiante en concreto tiene problemas serios con las matemáticas, no insista en que resuelva problemas en la pizarra.

5. Muéstrese interesado por todos sus estudiantes. Éste es un eficaz factor de motivación que ayuda a que todos sus alumnos y alumnas se sientan cómodos, apreciados y aceptados.

6. Sepa escuchar. Trate de hallar un momento cada día para escuchar de verdad a cada

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uno de sus alumnos y alumnas. Inclínese hacia delante cuando hable con ellos y ellas, parafrasee sus comentarios y hágales saber que entiende lo que dicen y sienten.

7. En la medida de lo posible, individualice sus estrategias docentes y sus ejercicios. Las investigaciones evidencian que la enseñanza individualizada hace decrecer las conductas antisociales en clase y, al mismo tiempo, incrementa las probabilidades de éxito de su alumnado.

8. Redacte y remita notas y cartas personales positivas a sus alumnos y alumnas a lo largo de todo el año. A los estudiantes les encanta recibir cartas de sus profesores. Antes del inicio del curso escolar, considere la posibilidad de enviárselas a cada uno y a cada una de sus futuros alumnos y alumnas dándoles la bienvenida a su clase e indicando algunas pinceladas de lo que aprenderán durante el año. Con ello puede también ayudar a que disminuya parte de la ansiedad que tengan a propósito del nuevo curso.

9. Aunque siempre habrá estudiantes que sean más inteligentes, simpáticos, educados y agradables que otros, asegúrese de que no se convierten en los «favoritos del profesor». Los niños y las niñas son muy sensibles a los favoritismos y pueden sentir celos de los «mimados» del maestro o la maestra. y los celos pueden desembocar en acoso.

10.Esfuércese al máximo por tratar a todos sus alumnos y alumnas de manera igualitaria. Evite la concesión de privilegios especiales a unos por encima de otros, porque con ello no crearía más que envidias y hostilidades, que, a su vez, pueden traducirse en acoso. Si algún alumno o alumna precisa de un trato especial (debido, por ejemplo, a alguna afección médica), asegúrese de que el resto de la clase entiende por qué. (Obtenga antes permiso del propio estudiante y de sus padres para evitarle una vergüenza in-necesaria y otros problemas potenciales.)

11.Recuerde a sus estudiantes que «igual» no significa «lo mismo». Explíqueles que usted se esforzará al máximo por ofrecer a todos y a todas, una auténtica igualdad de oportunidades de aprendizaje y crecimiento, pero que ellos luego aprenderán y crecerán de maneras distintas.

12.Si su alumnado ve que usted deposita su confianza en alguien, tiende a mostrarse más respetuoso con aquella persona (especialmente si cuenta de antemano con el respeto de sus alumnos y alumnas). ¿Conoce a alguien que parezca estar pasándolo mal en la escuela? ¿Alguien con quien se metan todo el tiempo, a quien excluyan, de quien se burlen o a quien acosen? Planifique una actividad (en clase o en una excursión o visita) en la que pueda demostrar claramente su plena confianza en aquel estudiante. Cuando sus otros alumnos vean que usted hace algo así, es posible que empiecen a mirar a su compañero (o compañera) desde una perspectiva más positiva.

13.Es muy difícil que todos nuestros alumnos nos gusten todo el tiempo, pero intente de verdad ser una persona que brinda aceptación, y que se muestra sensible y comprensiva, incluso en situaciones complicadas. No oculte sus sentimientos, pero expréselos de forma positiva y útil. Dé a sus estudiantes la posibilidad de responder. Ejemplo: «No me ha gustado que no hicieras tus deberes de matemáticas. ¿Cómo podemos evitar que esto vuelva a ocurrir?».

14.Todos tenemos nuestras inclinaciones y prejuicios. Podemos pensar o actuar guiados por determinadas concepciones previas arbitrarias sobre el origen étnico o cultural, el género, la religión, la inteligencia o el nivel de capacidades de las personas. Examine sus propios prejuicios. ¿Cómo ha llegado a creer algo así? ¿Esas creencias forman parte de su vida diaria? ¿Inciden en su manera de enseñar? ¿Tienen un efecto negativo en su alumnado? Sea honesto consigo mismo. Haga un esfuerzo consciente, deliberado y bien enfocado por descubrir sus prejuicios, por desaprenderlos y por superarlos.

15.Sonría, sonría y sonría. Muestre a sus estudiantes que está contento de ser su profesor. Posiblemente, ése es el mensaje positivo más obvio que usted puede enviar.

16.Tenga ideas y opiniones positivas de todos sus alumnos y alumnas. Desee lo mejor para ellos y ellas en todo lo que hagan. Fíjese expectativas elevadas de todos y cada uno de ellos y ellas.

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