Gabriela

Rodríguez González

No. De cuenta 313350458

Grupo: 604

Trabajo. Crónica de un día en CCH

Un amor ferviente y ceceacheroEl radiante sol aún se esconde y un sonido tranquilo comienza a entonarse, es la alarma que indica el inicio de un día más pero Gabriela ha estado tan agotada por el último mes del semestre final de la preparatoria que ha decidido esperar cinco minutos más para entrar a la ducha para hundirse en un mundo de pendientes escolares bajo el agua cálida.

Ya es hora de abrir los ojos, observar un día diferente y dejar a un lado las suaves cobijas que ha calentado durante toda la noche con su cuerpo. Con los ojos aún en el largo proceso de despertar, poco a poco se va incorporando su mente a su cuerpo con suavidad y deja que el agua cubra su cuerpo para sumergirse en un sinfín de pensamientos.

Apresuradamente corre escalera arriba en la estación suburbana para alcanzar el tren que la llevará como el viento a las hojas hacia su destino, no sin antes recordar cómo cada mañana alimentar a sus fieles acompañantes de madrugada, esos mejores amigos del hombre que la han cuidado todos los días antes e ir a la escuela, el grupo de perros callejeros que con dulce lealtad la esperan para recibir un bocadillo matutino.

Con el aliento casi arrancado de su boca y los labios secos por el rápido paso del viento al correr, llega a su transporte y en cuanto las puertas del mismo se cierran tras su espalda coloca sus audífonos en sus orejas para perderse entre la multitud

adormilada que la acompaña en el mismo viaje. Después del tranquilo recorrido de 2 estaciones esta lista para pararse frente a la puerta y salir presurosa, finalmente se aleja por completo de la estación y espera ansiosa, en medio de la oscuridad de la mañana con el corazón de una amante latiente y desenfrenado. Su mirada la atormenta demasiado pues ha alucinado ya durante unos minutos el ver entre tantos autos, en medio de la penumbra uno que le parezca familiar.

Por fin un faro de automóvil ha iluminado su rostro, en ese momento sus nervios se calman y distingue con entusiasmo una sonrisa a través del vidrio empañado, sube al carro y tras cerrar la puerta besa dulcemente sus labios en un beso que acaba pronto para continuar el trayecto hacia el colegio.

Ambos jóvenes cruzan la puerta de la entrada, después de haber compartido un recorrido interesante de intensas y divertidas pláticas, como de quien ha encontrado a un viejo amigo tras años de no saber uno del otro. Se despiden sin desear hacerlo para continuar cada uno con su rutina académica y corren hacia sus aulas, pues como de costumbre, se les ha hecho tarde.

Mientras Gabriela resuelve ejercicios de estadística, donde resalta sobre sus compañeros pues ha logrado comprender durante todo el año los temas con facilidad, desea que prontamente se acabe la clase para volver a los brazos de aquel a quien ella siente que pertenece, apresurando su mano y forzando su cerebro para terminar los ejercicios y poder marchar de ahí.

Entre el mar de gente que existe en CCH, él camina tranquilo pues ha salido temprano de su clase y suspira mientras camina en su encuentro. Ella lo ha sorprendido ya pensando enamorado y distraído en como la escuela los ha logrado juntar, siendo antes completos extraños que ahora simplemente se extrañan.

La rutina ha dejado de serlo desde que sus caminos se encontraron, pues ambos deseaban ya desde tiempo atrás una apasionante compañía que les brindara calidez, y donde encontraran en el otro un ser inteligente, que los retara a diario a ser mejores.

Después de otro día en CCH la tarde se termina para ellos, en el momento en que suben de vuelta al auto, donde se besan desenfrenadamente y pasan sus manos por el cabello del otro, esperando que cada día sea igual pudiendo ver a los ojos del otro y encontrarse a ellos mismos.

La única parte agradable de la rutina puede ser el disfrutarla y es lo que ellos hacen cada mañana con las ansias de no poder esperar los nuevos detalles que vendrán al día siguiente.