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Prof .Ana Singlan Filosofía 5to año BIOL. HUM ANUAL SEM Nocturno –Liceo uel Rosé 2019 Repartido 1. nidad 1 Teoría del conocimiento Comencemos reflexionando… “El efecto principal de la filosofía es suscitar el espíritu filosófico, la crítica la sinceridad de la posición mental: la completa sinceridad: saber qué es lo que se ignora, saberlo y sentirlo y hasta aprender a ignorar que es más difícil que aprender a saber.” Vaz Ferreira, Carlos. Sobre la Enseñanza de la Filosofía. “Buscar el fundamento de cualquier fenómeno es encontrar una respuesta que explique por qué las cosas son de esto modo y no de otro. Una tarea que el conocimiento como institución viene realizando históricamente en las sociedades occidentales. De alguna manera, conocer es encontrar razones, hurgar por debajo de que se manifiesta en la superficie para encontrar una explicación que se halla oculta. Y no se trata de caer en conjeturas paranoicas que creen ver personajes concretos realizando operaciones de encubrimiento, sino -más allá de que los haya- se trata tal vez de pensar que la estructura misma de lo real se nos pueda presentar con esas dos caras. Siempre un rostro oculto y otro manifiesto. Siempre uno dependiendo del otro. Siempre la palabra por un lado y la cosa por el otro. Siempre intentando cruzar ese puente entre las palabras y las cosas”. Sztajnszrajber,Dario. Para qué sirve la filosofía. “La rama de la filosofía que se ocupa de la reflexión sobre el conocimiento se llama gnoseología gnoseo, es en griego “conocimiento” y logos “estudio”, reflexiona sobre el acto de conocer, es decir, sobre el proceso por el cual se conoce en términos generales, más allá del tipo de proposiciones que resulten del proceso. El filósofo Nicolai Hartmann (1882-1950) realizó una descripción del proceso de conocimiento, es decir, de lo que tiene que haber para que podamos hablar de conocimiento. Dijo que se trata de un estado mental y que para que se produzca debe haber un sujeto cognoscente-el ser humano que conoce- y un objeto cognoscible- que puede ser conocido- y que entre ellos debe haber una relación. El sujeto sale de sí, se dirige hacia el objeto, penetra en su esfera para aprehender sus determinaciones y finalmente, vuelve a sí. Es decir, cuando conocemos algo, nos desconcentramos y por un momento nos centramos en las cualidades que tiene el objeto. En esta salida simbólica obtenemos una imagen del objeto, una idea o un concepto que reproduce esas determinaciones que aprehendimos. “Costa, Ivana. Filosofía, un espacio de pensamiento.

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Prof .Ana Singlan Filosofía 5to año BIOL. HUM ANUAL SEM Nocturno –Liceo Manuel Rosé 2019

Repartido 1. Unidad 1 Teoría del conocimientoC Comencemos reflexionando…

“El efecto principal de la filosofía es suscitar el espíritu filosófico, la crítica la sinceridad de la posición mental: la completa sinceridad: saber qué es lo que se ignora, saberlo y sentirlo y hasta aprender a ignorar que es más difícil que aprender a saber.” Vaz Ferreira, Carlos. Sobre la Enseñanza de la Filosofía.

“Buscar el fundamento de cualquier fenómeno es encontrar una respuesta que explique por qué las cosas son de esto modo y no de otro. Una tarea que el conocimiento como institución viene realizando históricamente en las sociedades occidentales. De alguna manera, conocer es encontrar razones, hurgar por debajo de que se manifiesta en la superficie para encontrar una explicación que se halla oculta. Y no se trata de caer en conjeturas paranoicas que creen ver personajes concretos realizando operaciones de encubrimiento, sino -más allá de que los haya- se trata tal vez de pensar que la estructura misma de lo real se nos pueda presentar con esas dos caras. Siempre un rostro oculto y otro manifiesto. Siempre uno dependiendo del otro. Siempre la palabra por un lado y la cosa por el otro. Siempre intentando cruzar ese puente entre las palabras y las cosas”. Sztajnszrajber,Dario. Para qué sirve la filosofía.

“La rama de la filosofía que se ocupa de la reflexión sobre el conocimiento se llama gnoseología gnoseo, es en griego “conocimiento” y logos “estudio”, reflexiona sobre el acto de conocer, es decir, sobre el proceso por el cual se conoce en términos generales, más allá del tipo de proposiciones que resulten del proceso. El filósofo Nicolai Hartmann (1882-1950) realizó una descripción del proceso de conocimiento, es decir, de lo que tiene que haber para que podamos hablar de conocimiento. Dijo que se trata de un estado mental y que para que se produzca debe haber un sujeto cognoscente-el ser humano que conoce- y un objeto cognoscible- que puede ser conocido- y que entre ellos debe haber una relación. El sujeto sale de sí, se dirige hacia el objeto, penetra en su esfera para aprehender sus determinaciones y finalmente, vuelve a sí. Es decir, cuando conocemos algo, nos desconcentramos y por un momento nos centramos en las cualidades que tiene el objeto. En esta salida simbólica obtenemos una imagen del objeto, una idea o un concepto que reproduce esas determinaciones que aprehendimos. “Costa, Ivana. Filosofía, un espacio de pensamiento.

POSTURAS ANTE EL CONOCIMIENTO¿En qué medida conocemos?

Llegar a un conocimiento cierto, o al menos que se crea evidente, no es una experiencia que los seres humanos logren la mayoría de las veces. Muchas veces, uno cree ver a un vecino que se acerca caminando y pronto descubre que se trata de otra persona. Otro ejemplo: alguien piensa que está viendo un tractor en el campo, y cuando se acerca, percibe que son animales; incluso alguien piensa que había terminado de hacer una tarea pendiente y, cuando va a ver, todavía le falta resolver una parte. Evidencias como estas, e incluso toda una serie de cuestiones ópticas que la física y la medicina tienen bien estudiadas, llevaron a los filósofos a cuestionarse acerca de la relación que existe entre nuestro conocimiento y la realidad, y en qué medida no hay interferencias de la imaginación en los asuntos que conocemos. Es decir que los filósofos se preguntaron si realmente es posible conocer y hasta qué punto el contenido de nuestra conciencia es reflejo de una realidad exterior. La pregunta podría sintetizarse así: ¿cuál es la posibilidad de conocer y cuál es el límite del conocimiento humano?

Como es de esperar, las respuestas que se le dieron a Io largo de la historia de las ideas a esta inquietud fueron muchas y variadas. Dependieron de los supuestos y perspectivas del filósofo, ya sea por su época o por las influencias del pensamiento de otros pensadores que lo precedieron. Las posiciones que siguen resumen las principales:

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El escepticismo. Los escépticos han tomado una posición extrema, pues argumentan que no es posible conocer, que no es posible para un sujeto salir de su esfera para aprehender al objeto. El nombre que ha recibido esta corriente proviene de un término griego (sképsis, skopéo) que significa "investigar cuidadosamente". Hay que observar que la manera e intensidad de adhesión al escepticismo fue diferente en distintos pensadores, es decir, no todos los escépticos han sostenido que no es posible conocer en absoluto. Algunos piensan que no existen entidades metafísicas como dios o el alma, por ejemplo, a estos se los denomina escépticos metafísicos. Quienes argumenten que los valores morales no existen, serán escépticos éticos. Pero esto no significa que consideren que ningún conocimiento es posible. Existe otra forma de escepticismo que el filósofo moderno René Descartes ha hecho célebre: el escepticismo metodológico. Este consiste en utilizar la duda como un método, una herramienta para llegar a una evidencia, vale decir que propuso descreer de todo aquello de lo que no pudiera estar completamente seguro, pero su duda es metódica precisamente, porque a partir del momento en que encontró una verdad evidente, como la que buscaba, abandonó el escepticismo.

El relativismo. Es la posición que afirma que nuestro conocimiento es relativo. Relativo a que. una circunstancia histórica, social o cultural, a los principios particulares de un momento histórico o de una sociedad particular. En consecuencia, todo relativista se opone a la convicción de que es posible el conocimiento absoluto. Para él, el conocimiento es posible, pero con restricciones. Una posición que suele confundirse con esta es la subjetivista, que también sostiene que el conocimiento es relativo, pero en este caso, que es relativo a cada sujeto particular e individual. Esto tiene sus riesgos, porque si lo que cada uno conoce depende de uno y es verdadero para cada uno, ¿como podremos tener un criterio real de verdad? Todo aquello que yo tenga por evidente será una verdad para mí, subjetiva.

El agnosticismo. Un agnóstico, como su nombre lo indica (a, prefijo de negación; gnosis, es decir "conocimiento") considera que no es posible llegar a un conocimiento absoluto. Íntimamente relacionado con el escepticismo, la diferencia entre ellos es que el agnóstico argumenta que, como nuestro conocimiento es siempre conocimiento de lo particular y cercano, nuestras limitaciones humanas nunca nos permitirán tener conocimiento de los infinitos hechos del mundo. Muchas veces reciben el nombre de agnósticos quienes niegan la posibilidad de conocer a Dios -que, en este caso, sería lo Absoluto-o cualquier instancia trascendente al hombre. A diferencia de un ateo, para quien Dios no existe, el agnóstico no llega tan lejos r solo afirma que los hombres no pueden conocerlo; por lo tanto, no pueden decir si existe o no.

El dogmatismo. En el extremo opuesto al escepticismo, los dogmáticos ni siquiera cuestionan la posibilidad de conocer o no, o las limitaciones que tenemos tos hombres en el conocimiento. Un dogmático (dogma, es decir doctrina, pensamiento dado y fijo) muestra una posición acrítica, es decir, considera que no es necesario analizar la cuestión. Todos los hombres son un poco dogmáticos, y la vida práctica así lo demanda; si no pensara que es posible conocer cierta regularidad en los movimientos del Sol y de la Tierra, por ejemplo, todas las noches lo atemorizaría la oscuridad, ante la· posibilidad de no volver a encontrar la jornada luminosa. Acríticamente confía en que esa regularidad existe y que puede conocerla, y sabe que mañana amanecerá nuevamente.

El criticismo. Sin llegar a adoptar una posición escéptica, los críticos o criticistas piden una actitud analítica y cautelosa frente a los fenómenos. Ni descreer de la verdad ni ser totalmente ingenuos frente a lo que se les presenta como contenido del conocimiento. El conocimiento verdadero es posible si está atento y toma una actitud crítica frente a lo que la realidad te ofrece.

-HUME- (1711-176)David Hume nació en Edimburgo (Escocia) en 1711. Aunque de familia acomodada, no lo era lo suficiente como para permitir a Hume el poder dedicarse exclusivamente a la filosofía, por lo que su padre lo orientó hacia la carrera de abogado, a la que llegó a dedicarse durante unos meses en Bristol. No obstante, ya desde muy joven Hume manifestaba, según sus palabras, "una aversión insuperable hacia todo lo que no fuera la investigación filosófica y el saber en general", por lo que abandonó su trabajo y viajó a Francia, donde permaneció entre los años 1734-1737, dispuesto a dedicarse exclusivamente a la filosofía.

De esos años data la composición de su primera obra, "Tratado sobre la naturaleza humana", En 1737 regresa a Londres, dirigiéndose posteriormente a Escocia, donde vivirá unos años con su madre y hermano. En 1739 publicará los dos primeros volúmenes del "Tratado", al que seguirá el tercero en 1740. El poco éxito alcanzado significó un duro golpe para Hume, que llega a decir en su autobiografía "jamás intento literario alguno fue más desgraciado que mi Tratado de la naturaleza humana". No obstante, el éxito obtenido posteriormente, en 1742, por los "Ensayos", le hizo olvidar por completo su fracaso anterior, estimulándole para reescribir el Tratado (obra que será publicada en 1748 con el título: "Ensayos filosóficos sobre el

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entendimiento humano"). En 1749 regresa a Escocia, donde volverá a pasar dos años con su hermano en su casa de campo, publicando algunas obras más. En 1752 se instala en Edimburgo donde fue nombrado bibliotecario de la facultad de Derecho, dedicando su actividad f ilosófica más bien a problemas históricos, sociales y políticos, como pone de manifiesto las obras publicadas a partir de entonces.

En 1763 recibió la invitación del conde de Hertford de acompañarle a París como secretario de embajada. Rechazada la invitación en principio, Hume la aceptó ante la insistencia del conde, dirigiéndose a París donde permanecerá hasta 1766, participando en las actividades de los enciclopedistas y los círculos ilustrados y entablando amistad con algunos de los personajes destacados de la época, como Rousseau. A su regreso a Londres fue nombrado "subsecretario de estado para el departamento septentrional", que se ocupaba de los asuntos diplomáticos con los países situados al norte de Francia, cargo que no estaba remunerado y que desempeñó durante dos años, hasta 1769. Ese año regresará a Edimburgo, continuando sus actividades de estudio e investigación. Allí morirá el 25 de agosto de 1776, habiendo escrito previamente, el 18 de abril, una breve autobiografía, conocedor ya de su pronta e inevitable muerte.

Contexto filosófico Hume vivirá en un contexto filosófico (Empirismo, Ilustración…) que significa una alternativa (y en algunos puntos una continuación) al racionalismo a la hora de dar respuestas a las cuestiones más acuciantes de la filosofía moderna: el conocimiento humano, la moral, el origen y organización del poder, la religión.

a.El empirismo inglés (heredero de Ockham y Francis Bacon) ya contaba con pensadores como Hobbes, Locke y Berkeley, antecesores de Hume. En conclusión, significa aceptar un nuevo concepto de razón: Razón dependiente, limitada, práctica y crítica: Dependiente y limitada a la experiencia por lo que conocimiento en muchas cuestiones sólo es probable (Hume incluso afirmará un escepticismo metafísico). Por ello los empiristas piensan que la razón, que es la única guía del hombre, tiene sobre todo una finalidad práctica y se dedican a cuestiones políticas, morales, religiosas, pedagógicas Es una razón crítica que examina sus propios límites y posibilidades, frente a la razón “dogmática” del racionalismo. Para conocer los límites del conocimiento hay que estudiar su génesis, el proceso psicológico por el que se accede al conocimiento, lo que se denomina psicologuismo.

b.En política se desarrollan teorías contractualistas ya para defender la monarquía absoluta (Hobbes y su pacto de “lobos”) o el parlamentarismo y los derechos liberales (Locke)

c. La ilustración inglesa. Locke y, posteriormente, Hume son los inspiradores de la ilustración y sus valores de progreso tolerancia, razón y libertad. Estas ideas ilustradas repercutirán en los ilustrados franceses (Rousseau visitó a Hume) se extenderá por Europa (por ejemplo Kant). Otras de sus características son el desarrollo de teorías políticas liberales ya iniciadas por Locke (seguidas en Francia por Montesquieu y Rousseau)y que exaltan los derechos del individuo frente al poder del Estado; propuesta de una religión natural basada en el deísmo; la defensa de una filosofía moral basada en el sentimiento altruista (Shaftesbury y Hutcheson) que influyó en Hume.

INVESTIGACIÓN SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANOSección 2: "Sobre el origen de las ideas"

"Todo el mundo admitirá sin reparos que hay una diferencia considerable entre las percepciones de la mente cuando un hombre siente el dolor que produce el calor excesivo o el placer que proporciona un calor moderado, y cuando posteriormente evoca en la mente esta sensación o la anticipa en su imaginación. Estas facultades podrán imitar o copiar las impresiones de los sentidos, pero nunca podrán alcanzar la fuerza o vivacidad de la experiencia, sentimental inicial.   Lo más que decimos de estas facultades, aun cuando operan con el mayor vigor, es que representan el objeto de una forma tan vivaz, que casi podríamos decir que lo sentimos o vemos.   Pero, a no ser que la mente esté trastornada por enfermedad o locura, jamás pueden llegar a un grado de vivacidad tal como para hacer estas percepciones absolutamente indiscernibles de las sensaciones. Todos los colores de la poesía, por muy espléndidos que sean, no pueden pintar objetos naturales de forma que la descripción se confunda con el paisaje real.   Incluso el pensamiento más intenso es inferior a la sensación más débil”.

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Podemos observar que una distinción semejante a ésta afecta a todas las percepciones de la mente.   Un hombre furioso es movido de manera distinta que aquel que sólo piensa esta emoción.   Si se me dice que alguien está enamorado, puedo fácilmente comprender lo que se me da a entender y hacerme adecuadamente cargo de su situación, pero nunca puedo confundir este conocimiento con los desórdenes y agitaciones mismos de la pasión. Cuando reflexionamos sobre nuestros sentimientos e impresiones pasadas, nuestro pensamiento es un espejo fiel, y reproduce sus objetos verazmente, pero los colores que emplea son tenues y apagados en comparación con aquellos bajo los que nuestra percepción original se presentaba.   No se requiere ninguna capacidad de aguda distinción ni cabeza de metafísico para distinguirlos.

He aquí, pues, que podemos dividir todas las percepciones de la mente en dos clases o especies, que se distinguen por sus distintos grados de fuerza o vivacidad.  Las [percepciones] menos fuertes e intensas comúnmente son llamadas  pensamientos o ideas; la otra especie carece de un nombre en nuestro idioma, como en la mayoría de los demás, según creo, porque solamente con fines filosóficos era necesario encuadrarlos bajo un término o denominación general.   Concedámonos, pues, a nosotros mismos un poco de libertad, y llamémoslas impresiones, empleando este término en una acepción un poco distinta de la usual.  Con el término impresión, pues, quiero denotar nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos.   Y las impresiones se distinguen de las ideas que son percepciones menos intensas de las que tenemos conciencia, cuando reflexionamos sobre las sensaciones o movimientos arriba mencionados. Nada puede parecer, a primera vista, más ilimitado que el pensamiento del hombre que no sólo escapa a todo poder y autoridad humanos, sino que ni siquiera está encerrado dentro de los límites de la naturaleza y de la realidad.   Formar monstruos y unir formas y apariencias incongruentes, no requiere de la imaginación más esfuerzo que el concebir objetos más naturales y familiares.   Y mientras que el cuerpo está confinado a un planeta a lo largo del cual se arrastra con dolor y dificultad, el pensamiento, en un instante, puede transportarnos a las regiones más distantes del universo; o incluso más allá del universo, al caos ilimitado donde según se cree, la naturaleza se halla en confusión total.   Lo que nunca se vio o se ha oído contar, puede, sin embargo, concebirse.   Nada está más allá del poder del pensamiento, salvo lo que implica contradicción absoluta.Pero, aunque nuestro pensamiento aparenta poseer esta libertad ilimitada, encontramos en un examen más detenido que, en realidad, está reducido a límites muy estrechos, y que todo este poder creativo de la mente no viene a ser más que la facultad de mezclar, trasponer, aumentar, o disminuir los materiales suministrados por los sentidos y la experiencia.   Cuando pensamos en una montaña de oro, unimos dos ideas compatibles: oro y montaña, que conocíamos previamente.   Podemos representarnos un caballo virtuoso, pues de nuestra propia experiencia interna,  feeling, podemos concebir la virtud, y ésta la podemos unir a la forma y figura de un caballo, que es un animal que nos es familiar.  En resumen, todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción interna o externa.   O, para expresarme en un lenguaje filosófico, todas nuestras ideas, o percepciones más endebles, son copias de nuestras impresiones o percepciones más intensas. Para demostrar esto, creo que serán suficientes los dos argumentos siguientes.   Primero, cuando analizamos nuestros pensamientos o ideas por muy compuestas o sublimes que sean, encontramos siempre que se resuelven siempre en ideas tan simples como las copiadas de un sentimiento o estado de ánimo precedente.   Incluso aquellas ideas que, a primera vista, parecen las más alejadas de este origen, resultan, tras un estudio más detenido, derivarse de él.  La idea de Dios, en tanto que significa un ser infinitamente inteligente, sabio y bueno, surge al reflexionar sobre las operaciones de nuestra mente y al aumentar indefinidamente aquellas cualidades de bondad y sabiduría.   Podemos dar a esta investigación la extensión que queramos, y seguiremos encontrando que toda idea que examinamos es copia de una impresión similar. Aquellos que quisieran afirmar que esta posición no es universalmente válida ni carente de excepción, tienen un solo y sencillo método de refutación: mostrar aquella idea que, en su opinión, no se deriva de esa fuente. Entonces nos correspondería, si queremos mantener nuestra doctrina, producir la percepción vivaz que le corresponde.En segundo lugar, si se da el caso de que el hombre, a causa de algún defecto en sus órganos, no es capaz de alguna clase de sensación, encuentra siempre que es igualmente incapaz de las ideas correspondientes. Un ciego no puede formarse idea alguna de los colores, ni un hombre sordo de los sonidos. Devuélvase a cualquiera de estos dos el sentido que les falta; al abrir este nuevo cauce para sus sensaciones, se abre también un nuevo cauce para sus ideas y no encuentra dificultad alguna en concebir estos objetos.   El caso es el mismo cuando el objeto capaz de excitar una sensación nunca ha sido aplicado al órgano.   Y, aunque hay pocos o ningún ejemplo de una deficiencia de la mente que consistiera en que una persona nunca ha sentido y es enteramente incapaz de un sentimiento o pasión propios de su especie, sin embargo, encontramos que el mismo hecho tiene lugar en menor grado: un hombre de conducta moderada no puede hacerse idea del deseo inveterado de venganza o de crueldad, ni puede un corazón egoísta vislumbrar las cimas de la amistad y generosidad.  

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Es fácil aceptar que otros seres pueden poseer muchas facultades, senses, que nosotros ni siquiera concebimos, puesto que las ideas de éstas nunca se nos han presentado de la única manera en que una idea puede tener acceso a la mente, a saber, por la experiencia inmediata, actual feeling, y la sensación.Hay, sin embargo, un fenómeno contradictorio, que puede demostrar que no es totalmente imposible que las ideas surjan independientemente de sus impresiones correspondientes. Creo que se concederá sin reparos que las distintas ideas de color, que penetran por los ojos, o las de sonido, que son transmitidas por el oído, son realmente distintas entre sí, aunque, al mismo tiempo, sean semejantes. Si esto es verdad de los distintos colores, no puede menos de ser verdad de los distintos matices del mismo color, y entonces cada matiz produce una idea distinta, independiente de las demás. Pues si se negase esto, sería posible, mediante gradación continua de matices, pasar insensiblemente de un color a otro totalmente distinto. Y si uno no acepta que algunos de los términos medios son distintos entre sí, no puede, sin caer en el absurdo, negar que los extremos son idénticos.   Supongamos, por tanto, una persona que ha disfrutado de la vida durante treinta años y se ha familiarizado con colores de todas clases, salvo con un determinado matiz de azul, que, por casualidad, nunca ha encontrado. Colóquense ante él todos los matices distintos de este color, excepto aquél, descendiendo gradualmente desde el más oscuro al más claro; es evidente que percibirá un vacío donde falta el matiz en cuestión, y tendrá conciencia de una mayor distancia entre los colores contiguos en aquel lugar que en cualquier otro. Pregunto, pues, si le sería posible, con su propia imaginación, remediar esta deficiencia y representarse la idea de aquel matiz, aunque no le haya sido transmitido por los sentidos. Creo que hay pocos que piensen que no es capaz de ello. Y esto puede servir de prueba de que las ideas simples no siempre se derivan de impresiones correspondientes, aunque este caso es tan excepcional que casi no vale la pena observarlo, y no merece que, solamente por su causa, alteremos nuestro principio.He aquí, pues, una proposición que no sólo parece en sí misma simple e inteligible, sino que, si se usase apropiadamente, podría hacer igualmente inteligible cualquier disputa y desterrar toda esa jerga que, durante tanto tiempo, se ha apoderado de los razonamientos metafísicos y los ha desprestigiado. Todas las ideas, especialmente las abstractas, son naturalmente débiles y oscuras. La mente no tiene sino un dominio escaso sobre ellas; tienden dócilmente a confundirse con otras ideas semejantes; y cuando hemos empleado muchas veces un término cualquiera, aunque sin darle un significado preciso, tendemos a imaginar que tiene una idea determinada anexa.   En cambio, todas las impresiones, es decir, toda sensación -bien externa, bien interna- es fuerte y vivaz: los límites entre ellas se determinan con mayor precisión, y tampoco es fácil caer en error o equivocación con respecto a ellas. Por tanto, si albergamos la sospecha de que un término filosófico se emplea sin significado o idea alguna (como ocurre con demasiada frecuencia), no tenemos más que preguntarnos de qué impresión se deriva la supuesta idea, y si es posible asignarle una; esto serviría para confirmar nuestra sospecha. Al traer nuestras ideas a una luz tan clara, podemos esperar fundadamente alejar toda discusión que pueda surgir acerca de su naturaleza y realidad.Hume, David. Investigación sobre el conocimiento humano. Madrid, Mestas, 2003.

MATERIAL COMPLEMENTARIOEl empirismo y Hume

En tanto el racionalismo afirmaba (cf. Cap. VIII, § I 3) que la razón conoce sin ayuda de la experiencia -y, más aun, que todo factor empírico debiera ser dejado de lado para que la razón, entendida como facultad innata, funcione con plenitud-, el empirismo sostiene la tesis contraria. Todo conocimiento deriva en última instancia de la experiencia sensible; ésta es la única fuente de conocimiento, y sin ella no se lograría saber ninguno. El espíritu no está dotado de ningún contenido originario, sino que es comparable a una hoja de papel en blanco (a white paper), que sólo la experiencia va llenando.- Así como para el racionalismo el ideal del conocimiento se hallaba en las matemáticas, constituidas por juicios universales y necesarios (a priori), el empirismo lo encuentra más bien en las ciencias naturales o tácticas (cf. Cap. III, § 2), en las ciencias de observación, cuyos juicios son particulares y contingentes (a posteriori). -Por último, mientras que el racionalismo expresaba una tendencia filosófica declaradamente metafísica, porque afirmaba la posibilidad del conocimiento de una realidad que trasciende los límites de la experiencia (ideas platónicas, substancias. Dios), el empirismo propende, en general, a negar la posibilidad de la metafísica y a confinar el conocimiento a los fenómenos, a las fronteras de la experiencia: no hay más conocimiento de las cosas y procesos que el que se logra mediante la sensibilidad; la "razón" no podría tener otra función, según esto, como no fuera la de ordenar lógicamente los materiales que los sentidos ofrecen.Como filósofo empirista. Hume sostiene que todo conocimiento en última instancia procede de la experiencia; sea de la experiencia externa, vale decir, la que proviene de los sentidos, como la vista, el oído, etc., sea de la experiencia íntima, la auto experiencia.

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Según esto, el estudio que Hume se propone emprender consistirá en el análisis de los hechos de la propia experiencia, de los que hoy se denominan hechos psíquicos y que Hume llama percepciones del espíritu (donde "percepción" es sinónimo de cualquier estado de conciencia). A las percepciones que se reciben de modo directo las denomina Hume impresiones, y las divide en impresiones de la sensación, es decir, las que provienen del oído, del tacto, de la vista, etc. (las que están referidas al "mundo exterior"), e impresiones de la reflexión, vale decir, las de nuestra propia interioridad; ejemplo de impresión de la sensación, un color, o un sabor determinados; impresión de la reflexión, el estado de tristeza en que ahora me encuentro.

Estas impresiones, o representaciones originarias, se diferencian de las percepciones derivadas, que Hume llama ideas, como los fenómenos de la memoria o de la fantasía. En su Investigación sobre el entendimiento humano escribe: Todo el mundo admitirá fácilmente que hay una considerable diferencia entre las percepciones del espíritu cuando una persona siente el dolor del calor excesivo, o el placer de la tibieza moderada, y cuando después recuerda en su memoria esa sensación o la anticipa imaginándola.1 El recuerdo no es un estado originario, sino derivado de una impresión. Y lo mismo ocurre con la fantasía, cuando se imagina, por ejemplo, un viaje que pensamos realizar próximamente. Y agrega Hume:

Podemos observar una distinción similar en todas las otras percepciones del espíritu. Un hombre en un acceso de cólera es impulsado de modo muy diferente de otro hombre que sólo piensa en esa emoción.2

No es lo mismo, en efecto, estar encolerizado que recordar la cólera del día anterior, o imaginar cómo me puedo encolerizar por algún hecho futuro. Hay entonces una diferencia fundamental entre "impresiones" e "ideas". Y esta diferencia, según Hume, es una diferencia de intensidad o vivacidad:

Con el término impresión significo, pues, todas nuestras percepciones más vivaces cuando oímos o vemos o palpamos o amamos u odiamos o deseamos o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas -que son las percepciones menos vivaces de que somos conscientes cuando reflexionamos sobre cualesquiera de esas sensaciones o movimientos antes mencionados.3

Tanto las ideas cuanto las impresiones pueden ser a su vez complejas o simples, según que se las pueda descomponer o no:

Aunque un color particular, o un sabor u olor son cualidades que están todas reunidas en esta manzana, es fácil darse cuenta de que no son lo mismo, sino que al menos son distinguibles unas de otras.4

Todos nuestros conocimientos derivan directa o indirectamente de impresiones. Incluso las ideas o nociones más complejas, aquellas que -por lo menos ante un primer examen- parecen más alejadas de la sensibilidad, en definitiva, si observamos y nos fijamos bien, provienen también ellas de impresiones. Por ejemplo, me puedo hacer la idea de una montaña de oro, dice Hume, y podría creer que se trata de un hecho originario de mi mente; pero no es difícil darse cuenta de que no se trata de una percepción originaria, sino que es simplemente el resultado de una combinación operada por mi espíritu, que ha unido la idea de oro, de un lado, con la de montaña, por el otro, ideas que yo poseía ya de antes y que derivan de impresiones.

Según esto, entonces, el espíritu humano no tiene otra posibilidad como no sea la de mezclar o componer, dividir o unir los materiales que las impresiones suministran. Y en esta actividad el espíritu no responde a otra legalidad que a la de las leyes de asociación de las ideas. Según Hume, son tres: asociación por semejanza, asociación por contigüidad en el tiempo y en el espacio, y asociación por causa y efecto:

Creo que nadie dudará de que estos principios sirven para conectar ideas. Un cuadro conduce nuestros pensamientos hacia el original [semejanza]; cuando se menciona un departamento de un edificio naturalmente se sugiere una conversación o una pregunta acerca de los otros [contigüidad]; y si pensamos en una herida apenas podemos evitar que nuestra reflexión se refiera al dolor consiguiente [causa y efecto].5

El Tratado de la naturaleza humana, es: "un intento para introducir el método experimental de razonar" -es decir, el método de observación y descripción empírica- "en los temas morales" -esto es, en las cuestiones relativas al espíritu humano. En efecto, toda la multiplicidad y variedad de los estados anímicos se reduce a percepciones simples, y a la postre a impresiones simples; y aquella variedad nace meramente de la

1 Investigación sobre el entendimiento humano. Buenos Aires, Losada, 1945. p. 492 op. cit., sec. II, p. 50.3 op. cit., sec. II, p. 51.

4 A Treatise of Human Nature, Libro I, Parte I, Sec. I (Ed. L.A. Selby-Bigge, Oxfofd, 1960), p. 2.5 Enquiry, sec. III, p. 58.

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combinación de tales elementos mediante las leyes de asociación. En el empleo de este principio, que hace paralelo con la ley de Newton6, es donde Hume mismo considera que habría de ponerse su título de gloria.

Hume puede entonces resumir lo dicho y enunciar su principio fundamental empirista en los siguientes términos:

todos los materiales del pensar se derivan de nuestras sensaciones externas o internas. Sólo la mezcla y composición de éstas pertenece al espíritu y a la voluntad. O, para expresarme en un lenguaje filosófico: todas nuestras ideas, o percepciones más débiles, son copia de nuestras impresiones o percepciones más vivaces.7

Hume cree poder probar el principio empirista mediante dos argumentos.

En primer lugar,cuando analizamos nuestros pensamientos o ideas, por más compuestos o sublimes que sean, veremos siempre que se reducen a ideas tan simples como eran las copias de sensaciones precedentes. Aun aquellas ideas que parecen más alejadas de este origen, después de cuidadoso examen aparecen como derivadas de él.8

De manera que si nos ponemos a analizar nuestras ideas, por más complicadas o sublimes que sean, por más alejadas de la sensibilidad que parezcan, se verá que en última instancia se reducen siempre a impresiones. Y de ello es un ejemplo, además de la "montaña de oro", ya mencionada, la mismísima idea de Dios. En efecto,la idea de Dios, con el significado de un Ser infinitamente inteligente, sabio y bueno, surge al reflexionar sobre las operaciones de nuestro propio espíritu y al aumentar ilimitadamente estas cualidades de bondad y sabiduría.9

La idea de Dios es la idea de un ente infinitamente sabio, infinitamente poderoso, infinitamente bueno, etc. Hume se pregunta de dónde procede tal idea, y observa que ella no es más que la reunión y multiplicación al infinito de ideas de cualidades características de nuestro propio espíritu. Pues mediante la reflexión me doy cuenta de que poseo algunos conocimientos, un cierto saber; la reflexión me permite también observar en mí cierta capacidad para hacer cosas, un cierto poder; y me percato asimismo, de la misma manera, que hay en mí cierta bondad. Multiplico luego al infinito la idea de saber, y obtengo la idea de sabiduría infinita y perfecta; hago lo mismo con la idea de poder, y formo la idea de poder infinito u omnipotencia; y extendiendo igualmente la idea de bondad, llego a forjarme la idea de bondad absoluta y perfecta. Enlazo por último estas tres ideas -omnisciencia, omnipotencia y bondad suma- en una sola idea compleja, y entonces tendré formada la idea de Dios.10 para Hume es una idea construida por el espíritu sobre la base del material que proporcionan impresiones de la reflexión. Hume se limita tan sólo a comprobar que de hecho tenemos tal idea, pero que, por el momento al menos, no es sino una idea más, sin ningún privilegio respecto de las otras, y comparable por tanto a la idea de centauro, a la de sirena o a la de montaña de oro. Quizás a la idea de Dios corresponda una realidad, es posible que haya Dios (como tal vez haya sirenas en algún remoto lugar del océano), pero también es posible que no exista; por lo tanto, Dios no es por lo pronto, según Hume, nada más que una mera idea.

El segundo argumento dice:

si ocurre que, por defecto del órgano, una persona no es capaz de experimentar ninguna clase de sensación, tiene la misma incapacidad para formar las ideas correspondientes. Así, un ciego no puede formarse noción de los colores ni un sordo de los sonidos.11

Pero si se otorgase a cualquiera de ellos el buen uso del órgano de que carecen, el ciego pronto llegaría a alcanzar la idea de color o el sordo la de sonido.

De esta manera Hume se encuentra en condiciones de formular el criterio con que determinar la validez de una idea. Toda idea deriva en definitiva de alguna impresión, según se ha visto; pero para que la idea tenga valor objetivo, es preciso que copie o represente exactamente una impresión, es decir, que le corresponda una impresión con el mismo significado que posee la idea -y si se trata de una idea compleja, habrá de corresponderle una impresión a cada uno de sus elementos, y en la misma relación con que se dan en la idea. Una idea es válida en cuanto concuerda con las impresiones.12 Sí la impresión faltase, como en el caso de la montaña de oro -porque no tengo impresión de montaña y oro a la vez-, ello querría decir que

6 Cf. Enquiry, sec. I, pp. 46-47.7 Enquiry, sec. II, p. 52.

8 Loc. Cit.9 Loc. Cit.10 Ya en la Antigüedad. JENÓFANES (alrededor de 570 - 470 a.C.) había dicho que "si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos y con ellas pudiesen dibujar y realizar obras como los hombres, los caballos dibujarían figuras de dioses semejantes a los caballos, y los bueyes a los bueyes, y formarían sus cuerpos a imitación del propio" (frag. 15, trad. R. MONDOLFO. El pensamiento antiguo, I. p. 76).11 Enquiry, sec. II, p. 52.12 Cf. Treatise, Libro II, parle III. sec. IlI, p. 415; II, III, X, p. 448; III, 1, I, p. 458.

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la idea no es válida, que no es una idea objetiva, sino una idea carente de significación real, producto sólo de la imaginación. En consecuencia.

Cuando abriguemos, pues, la sospecha de que un término filosófico se emplea sin ninguna idea o significación -como es muy frecuente- tenemos que preguntarnos: ¿de qué impresión se deriva esta supuesta idea? Y si es imposible asignarle alguna, esto servirá para confirmar nuestra sospecha.13

Actividades para seguir pensandoHume llama ..... a las percepciones que penetran con fuerza y vivacidad en nuestra conciencia

a) ideas simplesb) sensacionesc) impresionesd) ninguna de las anteriores

 En la terminología de Hume, la noción "mesa" es una

a) idea simpleb) b) impresión de reflexiónc) c) impresión de sensaciónd) d) ninguna de las anteriores

 Las leyes de la asociación

a) son leyes estrictasb) son leyes que muestran como se vinculan unos sentimientos con otros dando lugar a las emocionesc) son leyes que describen las "fuerzas suaves" que vinculan a las ideas unas con otrasd) ninguna de las anteriores

Según Hume, ..... el resorte de la acción

a) los sentimientos sonb) la percepción esc) la razón esd) ninguna de las anteriores

La ley de la asociación más importante en relación con nuestra creencia respecto de los acontecimientos futuros es

a) la ley de la semejanzab) la ley de la oposiciónc) la ley de la causa y del efectod) ninguna de las anteriores

En relación con el hecho de que el pan que tomamos nos envenene en vez de que nos alimente, Hume considera que

a) es posible b) es lógicamente imposiblec) es físicamente imposibled) ninguna de las anteriores

El criterio empirista que propone Hume para decidir acerca de la objetividad de nuestro conocimiento dice que

a) las ideas legítimas descansan en impresionesb) las impresiones legítimas descansan en ideasc) basta que nuestras ideas no sean lógicamente contradictorias para que nos den información real y verdadera del mundod) ninguna de las anteriores

1¿Cuál es el origen, límite y fuente del conocimiento en Hume?2¿Cuáles son los elementos del conocimiento? Indica las características, tipos y función que realizan cada uno dentro del proceso de conocimiento.3 Estos elementos de conocimiento o percepciones dan lugar a diferentes tipos de conocimiento ¿Cuales son? ¿En que consiste cada uno y como se caracterizan? ¿Cuál de los dos tipos de conocimiento es aporta propiamente conocimiento 13 Enquiry, sec. III, pp. 54-55).

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según Hume? ¿Por qué?4 Hume establece diferentes principios de relaciones entre ideas o de asociación mental: ¿Cuales son y en que consisten cada uno? ¿Cómo crees que influyen en nuestro conocimiento?

5¿Podríamos afirmar según Hume que son leyes universales, objetivas y necesarias que rigen la realidad, y por ello podemos afirmarlas acerca de sucesos futuros? Desarrolla tu respuesta.

-DESCARTES-(1596-1650) El mayor filósofo francés de todos los tiempos, padre de la filosofía moderna, e iniciador del racionalismo. Nació en La Haye, en Turena, en el seno de una familia de la pequeña burguesía. En 1606, ingresa en el colegio de los jesuitas de la Flèche, una «de las más celebres escuelas de Europa», y cuyas enseñanzas, en particular la filosofía escolástica aprendida de 1612 a 1614, Descartes enjuicia en su Discurso.

Primera meditación: De las cosas que pueden ponerse en duda. (fragmentos)

Hace ya tiempo que estoy persuadido que, desde mis primeros años, he recibido cantidad defalsas opiniones dadas como verdaderas y que aquello que he fundamentado sobre principios tanpoco seguros, no podría ser sino muy dudoso e incierto, de modo que se me hacia necesario, por lo menos una vez en la vida, emprender cuidadosamente la tarea de deshacerme de todas las opiniones que había recibido hasta entonces, y comenzar todo de nuevo, desde los fundamentos mismos, si es que quería establecer algo firme y seguro ( . . . ) .Ahora, que estoy libre de obligaciones y preocupaciones, voy a dedicarme a ello.No necesito probar que todas y cada una de mis opiniones son falsas -eso implicar ía un trabajo infinito, la ruina de los fundamentos lleva consigo la de todo el edificio, y me basta, por tanto atacar los principios en que se apoyaban mis antiguas opiniones.

Todo lo que hasta el presente me ha parecido más verdadero y seguro lo he aprendido de los sentidos o por ellos y habiendo experimentado a veces que los sentidos engañan, la prudencia indica no fiarse nunca por entero de los que una vez nos han engañado.

Pero, aunque los sentidos nos engañan a veces con respecto a cosas muy lejanas y poco sensibles, hay otras muchas, sin embargo, de las que razonablemente no es posible dudar, aunque por medio de ellos nos son conocidas: como, por ejemplo, que yo estoy aquí sentado, cerca del fuego, con estas ropas y teniendo entre las manos este papel y cosas semejantes, ¿pues cómo habría yo de negar que estas manos y este cuerpo son míos, a no ser que me comparara a esos insensatos cuyo cerebro está tan perturbado que afirman ser reyes siendo as í que son pobres o que se figuran que tienen un cuerpo de vidrio? Porque esos son locos y no lo ser ía yo menos si me comparara con dichos ejemplos.

RACIONALISMO Descartes

La nueva época y la crítica al pensamiento medieval

El primer período de los tiempos modernos, el Renacimiento (S. XV y XVI), se caracteriza ante todo por ser una época de crítica al pasado inmediato, es decir a la Edad Media. El Renacimiento indica el momento en que el hombre occidental se ha desembarazado de la confianza en las creencias fundamentales sobre las que había vivido el mundo medieval.

La época medieval se caracteriza por una concepción religiosa del mundo y de la vida, dirigida hacia la divinidad (Teocentrismo). El Renacimiento, en cambio, vuelve su mirada hacia este mundo, hacia la naturaleza (Naturalismo). Esto se aprecia en el amplio desarrollo que ganan las ciencias de la naturaleza.

Por oposición al carácter religioso de la época anterior, la del Renacimiento es una concepción del mundo esencialmente profana (no sagrada). Pero si bien en el plano artístico y literario, el hombre renacentista pisa suelo nuevo, no ocurre exactamente lo mismo desde el plano filosófico y científico. Es cierto que la ciencia realiza notables avances; pero la verdad es que la ciencia y la filosofía, que van a estar muy estrechamente ligadas hasta fines del siglo XVIII, sólo cobran auténtico vigor y originalidad, al fundamentarse sobre bases esencialmente nuevas.

Frente al siglo XVII, que representa la madurez de la Edad Moderna, (el siglo de Descartes, Galileo, Kepler, Hobbes), el Renacimiento es casi estéril desde el punto de vista filosófico, es una época de crisis, no sólo de crítica al pasado inmediato. Las viejas creencias están prácticamente muertas o duramente cuestionadas y urge reemplazarlas y esto ocurre primeramente en la vida cotidiana y en las imágenes que el arte elabora, pero no se consigue llevar al plano del concepto la nueva intuición del mundo que se agita, detrás de esa vida y ese arte.

La época renacentista tiene clara conciencia de que los contenidos y modos del saber medieval son insuficientes, los critica los rechaza, pero no es capaz de inaugurar nuevos caminos de reflexión. De esto, se entiende el esfuerzo por renovar, reeditar a los pensadores antiguos. En una palabra, el Renacimiento es época de transición, especie de preparación de lo que luego vendrá con el siglo XVII.

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Debo considerar, además, que soy humano y, por consiguiente, tengo costumbre de dormir y de representarme en sueños cosas, y menos verosímiles a veces, que las que imaginan esos locos cuando están despiertos. ¡Cuántas veces me ha sucedido soñar con que me hallaba en este sitio, que estaba vestido y al lado del fuego, aunque en realidad me encontraba en mi cama dormido! Cierto es que ahora me parece que no veo este papel con ojos dormidos, que esta cabeza que muevo no está amodorrada, que con toda intención despierta extiendo mi mano y que la siento y que nunca lo que sucede en los sueños es tan claro ni distinto como todo esto. Pero pensando atentamente en ello,

me acuerdo de haber sido muchas veces engañado al dormir por ilusiones semejantes y al detenerme en este pensamiento, veo con claridad que no hay indicios ciertos para distinguir la vigilia y el sueño de una manera terminante y el asombro que me produce esta constatación casi me persuade de que estoy dormido.'Supongamos, pues, que estamos dormidos y que todas estas particularidades (abrir los ojos, mover la cabeza, extender las manos y cosas semejantes) no son más que ilusiones y que manos, cabeza, y, aún, todo nuestro cuerpo, no son tales como los vernos.

Pero aunque todas estas cosas sean imaginarias, hay que admitir que la naturaleza corp órea, en general, y su extensión, son verdaderas. Esto es, la figura de !as cosas extensas, su cantidad y tamaño, su número y el lugar en que están

Segunda meditación:De la naturaleza del espíritu humano y de cómo es más fácil de

conocer que el cuerpo (Fragmentos)( . . . ) Pero ¿qué sé yo si habrá alguna cosa diferente de las que acabo de declarar inciertas. sobre la cual no quepa la menor duda? ¿Me infundirá estos pensamientos algún Dios u otro poder cualquiera? No es necesario, pues quizá soy capaz do producirlos por mí mismo. Más. oí menos ¿no soy yo alguna cosa?

He negado que tenga sentidos y cuerpo y, sin embargo, vacilo todavía, porque , de esto qué se sigue? ¿De tal manera dependo de los sentidos y del cuerpo que no puedo existir sin ellos? Pero me he convencido de que nada existía en el mundo y de que no había cielo, ni tierra, espíritu ni cuerpos: ¿no me he persuadido, portante, de que yo no existía? Todo menos eso; pues si me he persuadido de algo, es que yo existo, a no dudarlo. Supongamos que haya algún impostor muy poderoso y astuto que emplea toda su capacidad en engañarme; luego, si me engaña, no hay dudas de que existo: engáñeme cuanto quiera, que nunca ha de lograr que yo no sea nada, mientras piense que soy algo.

De manera que después de haberlo reflexionado bien y de haber examinado cuidadosamente todas las cosas, hay que concluir declarando que esta proposición: YO SOY, YO EXISTO, es necesariamente verdadera siempre que la pronuncio o la concibo. ( . . . )

Y el carácter propio de mi existencia es el pensamiento. Pensar es un atributo que me pertenece enteramente y es el único que no puede apañarse de mí. Yo soy, yo existo, esto es cierto; pero ¿por cuánto tiempo? Por todo el tiempo que mi pensar dura; no soy pues, hablando con precisión, mas que una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un entendimiento o una razón ¿Y qué más7 Voy a excitar mi imaginación para ver si soy algo más. No soy esta reunión de miembros que se llama cuerpo humano. ( . . . )

Pero, en fin, ¿qué soy? ¿Una cosa que piensa? Una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere, imagina y siente. No es poco, por cierto, si realmente pertenecen a mi naturaleza todas estas cosas ¿Y por que no han de pertenecer? ¿Acaso no soy el mismo que ahora duda casi de todo y, sin embargo, entiende y concibe ciertas cosas, afirma y asegura que solo ellas son verdaderas, niega todas las restantes, quiere y desea conocer más, no quiere ser engañado, imagina muchas cosas, aun a veces contra su voluntad? Todo ello pertenece al pensar. Descartes ,Meditaciones Metafísicas, Ed. Alfaguara, Madrid, 1977

MATERIAL COMPLEMENTARIOLas "Meditaciones metafísicas"

Comienza Descartes las "Meditaciones metafísicas" planteando la situación en la que él personalmente se encuentra respecto al conocimiento. Habiendo hallado, en el que creía poseer, más motivos de duda que de certeza, se propone investigar a fondo la cuestión, a fin de determinar si hay algo verdadero en el mundo y, en caso contrario, al menos tendrá la certeza de que no hay en absoluto ninguna verdad. El método que se propone aplicar se basa en la duda, de modo que considerará falso todo aquello en lo que se encuentre el menor motivo de duda; no se trata, pues, de que Descartes se convierta en un escéptico: se trata de la llamada "duda metódica" (o también "hiperbólica", por lo exagerado, a veces, de la misma) que, como veremos, conducirá al dogmatismo.

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Correlativamente a la aplicación de la duda como método de investigación subraya Descartes la búsqueda de la certeza como su objetivo. Considera que un conocimiento, para ser tomado como verdadero, ha de poseer la característica de la certeza, que viene a significar una especie de seguridad en la verdad del conocimiento. Para poner un ejemplo, a todos nos parece verdadera la proposición 2 + 2 = 4; pues bien, Descartes exigirá además que estemos seguros de la verdad de esa proposición para poder considerarla como un conocimiento verdadero. La certeza viene a significar, pues, la seguridad en la verdad de nuestros conocimientos. Por consiguiente, la menor sombra de duda hará desaparecer esa certeza y Descartes considerará necesario asimilar dicho conocimiento a un conocimiento falso.

Habrá que examinar, pues, si lo que hemos tomado hasta ahora por conocimientos verdaderos poseen o no esa característica, y pueden o no ser sometidos a duda. No será necesario examinarlos todos; bastará examinar los principios en que se fundan y, del mismo modo que un edificio se derrumba si fallan sus cimientos, el edificio del saber se derrumbará si los principios en que se funda resultaran ser dudosos.

1. La duda

Descartes dedicará la primera meditación a examinar los principales motivos de duda que pueden afectar a todos sus conocimientos.

A) Los sentidos se presentan como la principal fuente de nuestros conocimientos; ahora bien, muchas veces he constatado que los sentidos me engañaban, como cuando introduzco un palo en el agua y parece quebrado, o cuando una torre me parece redonda en la lejanía y al acercarme observo que era cuadrada, y situaciones semejantes. No es prudente fiarse de quien nos ha engañado en alguna ocasión, por lo que será necesario someter a duda y, por lo tanto, poner en suspenso (asimilar a lo falso) todos los conocimientos que derivan de los sentidos. Puedo considerar, pues, que no hay certeza alguna en esos conocimientos, y considerar falsos todos los que se deriven de los sentidos.

B) Sin embargo, podría parecerme exagerado dudar de todo lo que percibo por los sentidos, ya que me parece evidente que estoy aquí y cosas por el estilo; pero, dice Descartes, esta seguridad en los datos sensibles inmediatos también puede ser puesta en duda, dado que ni siquiera podemos distinguir con claridad la vigilia del sueño, (lo que nos ocurre cuando creemos estar despiertos o cuando estamos dormidos). ¿Cuántas veces he soñado situaciones muy reales que, al despertarme, he comprendido que eran un sueño?. Esta incapacidad de distinguir el sueño de la vigilia, por exagerado que me parezca, ha de conducirme no sólo a extender la duda a todo lo sensible, sino también al ámbito de mis pensamientos, comprendiendo las operaciones más intelectuales, que en absoluto parecen derivar de los sentidos. La indistinción entre el sueño y la vigilia me lleva a ampliar la duda de lo sensible a lo inteligible, de modo que todos mis conocimientos me parecen ahora muy inciertos.

C) Aun así, parece haber ciertos conocimientos de los que razonablemente no puedo dudar, como los conocimientos matemáticos. Sin embargo Descartes plantea la posibilidad de que el mismo Dios que me he creado me haya podido crear de tal manera que cuando juzgo que 2+2 = 4 me esté equivocando; de hecho permite que a veces me equivoque, por lo que podría permitir que me equivocara siempre, incluso cuando juzgo de verdades tan "evidentes" como la verdades matemáticas. En ese caso todos mis conocimientos serían dudosos y, por lo tanto, según el criterio establecido, deberían ser considerados todos falsos.

D) Sin embargo, dado que la posibilidad anterior puede parecer ofensiva a los creyentes, Descartes plantea otra opción: la de que exista un genio malvado que esté interviniendo siempre en mis operaciones mentales de tal forma que haga que tome constantemente lo falso por verdadero, de modo que siempre me engañe.

En este caso, dado que soy incapaz de eliminar tal posibilidad, puesto que realmente me engaño a veces, he de considerar que todos mis conocimientos son dudosos. Así, la duda ha de extenderse también a todos los conocimientos que no parecen derivar de la experiencia.

La duda progresa, pues, de lo sensible a lo inteligible, abarcando la totalidad de mis conocimientos, a través de los cuatro momentos señalados anteriormente. No sólo debo dudar de todos los conocimientos que proceden de los sentidos, sino también de aquellos que no parecen proceder de los sentidos, ya que soy incapaz de eliminar la incertidumbre que los rodea.

2. La primera verdad : "Pienso, existo"

En la segunda meditación, repasando la perpleja situación en la que se encuentra al final de la primera, viéndose obligado a dudar de todo, Descartes se da cuenta, sin embargo, de que para ser engañado ha de existir, por lo que percibe que la siguiente proposición: "pienso, existo", ("cogito, sum"), ha de ser cierta, al menos mientras está pensando: "De modo que luego de haberlo pensado y haber examinado cuidadosamente todas las cosas, hay que concluir, y tener por seguro, que esta proposición: pienso, existo, es necesariamente verdadera, cada vez que la pronuncio o la concibo en mi espíritu". Esa proposición supera

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todos los motivos de duda: incluso en la hipótesis de la existencia de un genio malvado que haga que siempre me equivoque, cuando pienso que 2 y 2 son cuatro, por ejemplo, es necesario que, para que me equivoque, exista. Esta proposición, "pienso, existo" se presenta con total claridad y distinción, de modo que resiste todos los motivos de duda y goza de absoluta certeza. Es la primera verdad de la que puedo estar seguro, de la que puedo decir que es evidente. Dado que las características con la que se me presenta tal evidencia son la claridad y distinción, estas dos propiedades las considerará Descartes como las características que debe reunir toda proposición para ser considerada verdadera.

Se ha discutido en numerosas ocasiones si Descartes pretende deducir la existencia del pensamiento. De hecho, en el Discurso del método la proposición que él mismo formula, "pienso, luego existo" da lugar a pensar que Descartes pretende deducir la existencia del pensamiento, observación que ya fue realizada por Gassendi y que el mismo Descartes se encargó de refutar. No obstante, la expresión que utiliza posteriormente en las meditaciones, "pienso, existo", y la exposición detallada del momento en que formula esa proposición parece dejar claro que se trata de una intuición, de la intuición de la primera evidencia, de la primera verdad que se presenta con certeza y que supera todos los motivos posibles de duda. Esa primera verdad aparece súbitamente mientras Descartes está recordando la meditación anterior y repasando los motivos que tenía para dudar de todas las cosas; de un modo inmediato, pues, percibe con claridad que para pensar tiene que existir, y que la proposición que expresa esa "intuición" ha de ser necesariamente verdadera.

Una vez descubierta ésa primera verdad, Descartes se propondrá reconstruir sobre ella el edificio del saber y, al modo en que operan los matemáticos, por deducción, tratará de extraer todas las consecuencias que se siguen de ella.Material seleccionado de Webdianoia

Actividad para seguir pensando

1. Cuáles son las características de su duda2. Resume el proceso de duda hasta llegar a la

primer evidencia.3. Por qué decimos que Descartes es racionalista4. Cuál es la finalidad de las meditaciones

cartesianas 5. Explica el ejemplo en que Descartes describe un

sueño, para qué lo utiliza6. Formula un ejemplo en donde el genio maligno

pueda engañar desde la perspectiva cartesiana7. Cómo estás seguro de que esta realidad es tal8. Qué es el hombre entonces para el filósofo9. Qué son las ideas innatas10. Qué rol cumple la intuición según Descartes