Upload
others
View
5
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
CONDUCCIÓN DEL NIÑO
Por ELENA G. DE WHITE
Obra de la pluma inspirada por el espíritu de profecía, indispensable para la correcta
solución de los muchos y complejos problemas inherentes a la educación de los hijos en
sus tiernos años.
PARA EL LECTOR
Los padres tienen el privilegio de llevar a sus hijos consigo a las puertas de la ciudad
de Dios, diciendo: "He procurado instruir a mis hijos para que amen al Señor, para que
hagan su voluntad y lo glorifiquen". Las puertas se abrirán para ellos, y entrarán los
padres Y los hijos. Pero no todos podrán pasar. Algunos serán dejados afuera con sus
hijos, cuyos caracteres no habrán sido transformados por la sumisión a la voluntad de
Dios. Una mano se alzará y se escucharán estas palabras: "Habéis descuidado vuestros
deberes del hogar. Habéis fracasado en realizar la obra que habría capacitado al alma
para habitar en la morada celestial. No podéis entrar". Las puertas se cerrarán para los
hijos porque no aprendieron a cumplir la voluntad de Dios, y para los padres porque
descuidaron sus responsabilidades (Manuscrito 31, 1909).
De la Palabra de Dios y de los testimonios de su Espíritu se ha estado difundiendo
luz, de modo que ninguno necesite errar en cuanto a su deber. Dios requiere de los
padres que eduquen a sus hijos para que lo conozcan y respeten sus derechos; deben
educar a sus pequeños, como los miembros más jóvenes de la familia del Señor, para
que adquieran belleza de carácter y disposición amable, para que sean aptos para brillar
en las cortes celestiales. Al descuidar su deber y permitir que sus hijos se desarrollen en
el mal, los padres cierran para ellos las puertas de la ciudad de Dios. Estos hechos deben
penetrar en la comprensión de los padres; deben levantarse para reasumir la obra que
han descuidado durante tanto tiempo (Testimonies, tomo 5, págs. 325, 326). Elena G. de
White.
LA EDUCACIÓN COMIENZA EN EL HOGAR.
En el hogar es donde ha de empezar la educación del niño. Allí está su primera
escuela. Allí, con sus padres como maestros, debe aprender las lecciones que han de
guiarlo a través de la vida: lecciones de respeto, obediencia, reverencia, dominio propio.
Las influencias educativas del hogar son un poder decidido para el bien o el mal. Son,
en muchos respectos, silenciosas y graduales, pero si se ejercen de la debida manera,
llegan a ser un poder abarcante para la verdad y la justicia. Si no se instruye
correctamente al niño en el hogar, Satanás lo educará por instrumentos elegidos por él.
¡Cuán importante es, pues, la escuela del hogar! (Consejos para los Maestros. pág. 83).
La colocación del fundamento sólido.
Sobre los padres recae la obligación de dar instrucción física, mental y espiritual.
Debe ser el objeto de todo padre, asegurar para su hijo un carácter bien equilibrado,
simétrico. Esa es una obra de no pequeña magnitud e importancia, una obra que requiere
ferviente meditación y oración no menos que esfuerzo paciente y perseverante. Hay que
echar un fundamento correcto, levantar un armazón fuerte y firme, y luego, día tras día,
adelantar la obra de edificar, pulir y perfeccionar (Ibid.).
LOS PRIMEROS MAESTROS
Los padres deben comprender su responsabilidad.
El padre y la madre deberían ser los primeros maestros de sus hijos (Manuscrito 67,
1903).
Los padres y las madres deben comprender su responsabilidad. El mundo está lleno
de trampas para los jóvenes. Muchísimos son atraídos por una vida de placeres egoístas
y sensuales. No pueden discernir los peligros ocultos o el fin temible de la senda que a
ellos les parece camino de la felicidad. Cediendo a sus apetitos y pasiones, malgastan
sus energías, y millones quedan perdidos para este mundo y para el venidero. Los
padres deberían recordar siempre que sus hijos tienen que arrostrar estas tentaciones.
Deben preparar al niño desde antes de su nacimiento para predisponerlo a pelear con
éxito las batallas contra el mal (El Ministerio de Curación, pág. 287).
Los padres necesitan a cada paso una sabiduría más que humana a fin de comprender
cómo educar mejor a sus hijos para una vida útil y feliz aquí, y para un servicio más
elevado y un mayor gozo en el más allá (Review and Herald, 13-9-1881).
La educación infantil una parte importante del plan de Dios.
La educación de los niños constituye una parte importante del plan de Dios para
demostrar el poder del cristianismo. Una solemne responsabilidad reposa sobre los
padres en el sentido de educar a sus hijos para que cuando salgan al mundo, hagan bien
y no mal a aquellos con quienes se asocien (Signs of the Times, 25-9-1901).
Los padres no deberían considerar livianamente la obra de educar a sus hijos, ni
descuidaría por ningún motivo. Deberían emplear mucho tiempo estudiando
cuidadosamente las leyes que regulan nuestro organismo. Deberían hacer su primer
objetivo
CUÁNDO COMENZAR LA EDUCACIÓN DEL NIÑO
La educación comienza con el lactante.
La palabra "educación" significa más que un curso de estudios. La educación
comienza cuando el niño está en los brazos de su madre. Mientras la madre moldea y
forma el carácter de sus hijos, los está educando (Good Health, julio de 1880).
Los padres envían a sus hijos a la escuela y cuando han hecho esto, piensan que ya
los han educado. Pero la educación es una cuestión más amplia de lo que muchos
comprenden: abarca todo el proceso mediante el cual el niño es instruido desde el
nacimiento a la segunda infancia, de la segunda infancia a la juventud, y de la juventud
a la adultez. Tan pronto como un niño es capaz de formar una idea, debería comenzar su
educación (Review and Herald, 27-6-1899).
Comenzad cuando la mente es más impresionable.
La obra de educación y formación debería comenzar en la primera infancia del niño,
porque entonces la mente es más impresionable, y las lecciones impartidas se recuerdan
mejor (Carta 1, 1877).
Los niños deberían ser educados en la escuela del hogar desde la cuna hasta la
madurez. Y, como en el caso de cualquier escuela bien llevada, los maestros mismos
obtienen importante conocimiento; especialmente la madre, que es la maestra principal
en el hogar, debería allí aprender las lecciones más valiosas para su vida (Pacific Health
Journal, mayo de 1890).
Los padres tienen el deber de pronunciar las palabras debidas. . . . Día a día deberían
aprender en la escuela de Cristo lecciones de Aquel que los ama. Luego la historia del
amor eterno de Dios
LOS MÉTODOS DE ENSEÑANZA
La tarea de dirección de los padres debe ser objeto de estudio.
La obra de los padres rara vez se realiza como se debiera. . . . Padres, ¿habéis
estudiado el tema de la dirección paterna a fin de educar sabiamente la voluntad y los
impulsos de vuestros hijos? Enseñad a los jóvenes zarcillos a que se entrelacen en torno
a Dios como soporte. No basta que digáis: haz esto, o haz aquello, y luego os
desentendáis y olvidéis de lo que habéis requerido, y los niños queden en libertad de no
cumplir vuestras órdenes. Disponed las cosas para que vuestros hijos obedezcan
vuestras órdenes con gozo; enseñad a los zarcillos a prenderse de Jesús. . . . Enseñadles
a pedirle al Señor ayuda para las cosas pequeñas de la vida; a estar bien despiertos para
advertir los pequeños deberes que necesitan realizarse; a ser útiles en el hogar. Si no los
educáis, hay uno que lo hará, porque Satanás espera su oportunidad para sembrar
semilla de cizaña en el corazón (Manuscrito 5, 1896).
EL DOMINIO PROPIO
Preparad al niño para la vida y sus deberes.
La madre, al contemplar al hijo que ha sido entregado a su cuidado, bien podría
preguntarse con profunda ansiedad: ¿Cuál es el gran blanco y objetivo de su educación?
¿Consiste en capacitarlo para la vida y sus deberes, en calificarlo para ocupar una
posición honrosa en el mundo, para hacer el bien, para beneficiar a sus semejantes, y
para ganar alguna vez la recompensa de los justos" si es así, entonces la primera lección
que debe enseñársele es la del dominio propio; porque ninguna persona indisciplinada y
testaruda puede esperar tener éxito en este mundo o recompensa en el venidero (Pacific
Heralth Journal. mayo de 1890).
Enseñad al niño a ceder.
Los pequeños, antes de un año de edad, escuchan y entienden lo que se habla con
referencia a ellos mismos, y saben hasta qué punto se les permite hacer su voluntad.
Madres, deberíais enseñar a vuestros hijos para que cedan a vuestros deseos. Podéis
lograr esto si ejercéis dominio sobre ellos y mantenéis vuestra dignidad como madre.
Vuestros hijos aprenden rápidamente lo que esperáis de ellos, saben cuándo su voluntad
vence la vuestra, y obtendrán el mayor provecho posible de su victoria (Signs of the
Times, 16-3-1891).
Es una gran crueldad permitir que los malos hábitos se desarrollen, y entregar la ley
en las manos de los niños y dejarlos gobernar (Christian Temperance and Bible
Hygiene. pág. 68).
ESTUDIAD LA EDAD, EL CARÁCTER Y EL TEMPERAMENTO
No apresuréis a los niños para que salgan de la niñez.
Los padres nunca debieran apresurar a los niños para que salgan de su niñez. Las
lecciones que se les den deben ser de tal carácter que inspiren su corazón con nobles
propósitos; pero que sean niños y crezcan con esa sencilla confianza, candor y veracidad
que los prepararán para entrar en el reino (Good Health, marzo de 1880).
Hay una belleza apropiada para cada período.
Los padres y los maestros debieran proponerse cultivar de tal modo las tendencias de
los jóvenes, que, en cada etapa de la vida, éstos representen la debida belleza de ese
período, que se desarrollen naturalmente, como lo hacen las plantas del jardín (La
Educación. pág. 103).
Una de las parábolas más hermosas e impresionantes de Cristo es la del sembrador y
la semilla. . . Las verdades que esta parábola enseña fueron hechas una realidad viviente
en la vida misma de Cristo. Tanto en su naturaleza física como en la espiritual, siguió el
orden divino del crecimiento, ilustrado por la planta, como él desea que hagan todos los
jóvenes. Aunque él era la Majestad del cielo, el Rey de gloria, vino como niño a Belén,
y durante un tiempo representó al impotente infante bajo el cuidado de su madre.
En su infancia, Jesús hizo las obras de un niño obediente. Hablaba y actuaba con la
sabiduría de un niño, y no de un hombre, honrando a sus padres, y ejecutando sus
deseos en forma servicial, según la capacidad de un niño. Pero en cada etapa de su
desarrollo fue perfecto, con la gracia sencilla y natural de una vida sin pecado.
LA CONDUCCIÓN DE LOS NIÑITOS A CRISTO
¿Cuán precozmente pueden llegar a ser cristianos los niños?
En la niñez la mente fácilmente se impresiona y se modela, y entonces es cuando los
muchachos y las niñas debieran ser enseñados a amar y honrar a Dios (Manuscrito 115,
1903).
Dios quiere que todo niño de tierna edad sea su hijo, adoptado en su familia. Por muy
jóvenes que sean, pueden ser miembros de la familia de la fe, y tener una experiencia
muy preciosa. Pueden tener corazones tiernos, y dispuestos a recibir impresiones
duraderas. Pueden sentir sus corazones atraídos en confianza y amor hacia Jesús, y vivir
para el Salvador. Cristo hará de ellos pequeños misioneros. Toda la corriente de sus
pensamientos puede cambiarse, de manera que el pecado aparezca, no como cosa que se
pueda disfrutar, sino a la cual hay que rehuir y odiar (Consejos para los Maestros, pág.
130).
La edad no tiene importancia.
Una vez se preguntó a un eminente teólogo qué edad debería tener un niño antes de
que fuera razonable esperar que fuera cristiano. "La edad no tiene nada que ver", fue la
respuesta. "El amor a Jesús, la confianza, la calma, la fe, son cualidades que condicen
con la naturaleza del niño. Tan pronto como un niño puede amar a su madre y confiar en
ella, puede amar a Jesús y confiar en él como en el Amigo de su madre. Jesús será el
Amigo del niño, amado y honrado".
LA COORDINACIÓN DEL HOGAR Y DE LA IGLESIA
Comenzad la obra de la gracia en el hogar.
Padres, comenzad en vuestro hogar la obra de la gracia [que actúa] en la iglesia,
conduciéndolos vosotros mismos de tal forma que vuestros hijos vean que estáis
cooperando con los ángeles celestiales. Estad seguros cada día de vuestra conversión.
Preparaos y preparad a vuestros hijos para la vida eterna en el reino de Dios. Los
ángeles serán vuestros poderosos ayudadores. Satanás os tentará, pero no os rindáis. No
habléis una sola palabra de la cual pueda aprovecharse el enemigo.
La verdad es pura e incorrupta. More ella en el corazón. Sea la determinación de cada
miembro de la familia: "Seré cristiano, pues en la escuela terrenal debo formar un
carácter que me dará entrada en la escuela superior del cielo. Debo hacer a otros lo que
deseo que ellos me hagan a mí, pues tan sólo los que revelan a Cristo en este mundo
pueden entrar en los atrios del cielo".
Haced la vida del hogar tan parecida al cielo como sea posible. Al reunirse en torno
del altar familiar, no olviden los miembros de la familia de orar por los que llevan
responsabilidades en la obra de Dios (Manuscrito 93, 1901).
Los que gobiernan su familia debidamente, llevarán a la iglesia una influencia de
orden y reverencia. Representarán los atributos de la misericordia y la justicia como si
estuvieran mano a mano. Revelarán a sus hijos el carácter de Cristo. La ley de la bondad
y del amor en sus labios no debilitará sus órdenes ni les quitará autoridad, y sus
requerimientos no serán desobedecidos
ANEXOS