Weis Margaret - Cronicas Perdidas 02 - El Orbe de Los Dragones

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Segunda Entrega de las Cronicas Perdidas de la Dragonlance

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  • Annotation

    La temida Dama Azul, Kitiara, pone en marcha un complot que conducir a los caballeros solmnicos hasta el lmite del glaciar en busca del Orbe de los Dragones, y su rivalLaurana inicia un viaje hacia su destino cuando Sturm, Flint, Tasslehoff y ella se unen a los caballeros en su peligrosa misin.

    Pero es Kitiara la que afronta un reto crucial. Jura pasar la noche en el lugar ms temido de Krynn: el alczar de Dardaard. Nadie que se haya aventurado en ese sitio pavorosoha vuelto para contarlo, pero Kit tiene que enfrentarse a Soth o afrontar la muerte a manos de su reina.

    IntroduccinLIBRO I

    Prlogo12345678910111213

    LIBRO II1234567

    LIBRO III12345678910111213141516

    LIBRO IV1234

    Nota de los autoresnotes

  • EL ORBEDE LOS

    DRAGONESLas Crnicas Perdidas Volumen II

    Margaret WeisTracy Hickman

    timunmas

  • Ilustracin de cubierta: Matthew StawickiDiseo de cubierta: T. Matson amp; M. Adelsperger

    Aurora Gmez/Departamento de Diseo, Divisin Editorial del Grupo PlanetaTtulo original: Dragons of the Highlord Skies

    The Lost Chronicles. Volume 2

    Primera edicin: septiembre de 2008

    2006, Wizards ofthe Coast, Inc.

    Any resemblance to actualpersons, livingor dead, is purely coincidental.

    Publishedby Wizards ofthe Coast, Inc. DRAGONLANCE, WIZARDS OF THE COAST, and their respective logos are tradetnarks of Wizards ofthe Coast, Inc., in theU.S.A. and other countries

    Derechos exclusivos de la edicin en lengua castellana: Scyla Editores, S.A., 2008

    Diagonal, 662-664. 08034 Barcelona (Espaa)Timun Mas es marca registrada por Scyla Editores, S.A.

    www.timunmas.com Traduccin: Mila Lpez, 2008

    ISBN: 978-84-480-3649-2

    Visit our web site at www.wizards.com

  • A Sir Chris y los hombres y mujeres del ejrcito de Estados Unidos y sus familias que tanto han sacrificado. Sois los hroes de la vida real!

  • Introduccin La historia hasta ahora

    Muchos aos despus de la Guerra de la Lanza, a un miembro de la Orden de los Estetas, una mujer llamada Lillith Cuo, se le ocurri la idea de invitar a los nios de Palanthasa visitar la Gran Biblioteca para or relatos de la historia de Krynn. Por entonces, Lillith era una de las Estetas ms poderosas e influyentes, superada nicamente por Bertrem, y apesar de que muchos de los otros Estetas se alarmaron ante la perspectiva de dedos pringosos, narices mocosas y voces chillonas que perturbaran sus estudios, Lillith se sali conla suya.

    Lillith Cuo no lleg a casarse algunos dicen que en su corazn guardaba una pena secreta pero le encantaban los nios y era una excelente historiadora; tanto, que muchosde los padres que llevaban a los cros se quedaban a escucharla.

    Como es posible que vosotros, nuestros lectores, no hayis ledo las aventuras de nuestros hroes desde hace mucho tiempo o quiz nunca hayis ledo nada sobre ellos antesde abrir este libro, decidimos que sera aconsejable quedarnos hoy para or lo que cuente Lillith. Va a relatar a los pequeos la historia de dos mujeres importantes en la vida de unode los hroes: Tanis Semielfo. Las mujeres, Laurana y Kitiara, son protagonistas del libro que ahora sostenis en las manos.

    Antes de entrar de lleno en el relato, Lillith hace un resumen de lo que ha ocurrido antes. Escuchemos...Siete amigos juraron reunirse en Solace tras cinco aos de ausencia, durante los cuales, aparentemente, fueron en busca de algn indicio de los verdaderos dioses, pero en

    realidad se buscaban a s mismos.Estos siete amigos eran Tanis Semielfo, los gemelos Raistlin y Caramon Majere, el enano Flint Fireforge, el incontrolable kender Tasslehof Burrfoot, el caballero Sturm

    Brightblade y Kitiara Uth Matar, media hermana de los gemelos.Sturm y Kit partieron hacia el norte, en direccin a Solamnia, en busca de informacin sobre sus respectivos padres desaparecidos. Los dems tomaron caminos distintos.

    Todos regresaron a la posada en la fecha acordada excepto Kitiara, que envi un mensaje a El Ultimo Hogar para avisar que no iba. La noticia entristeci y decepcionprofundamente a Tanis, que estaba enamorado de Kit.

    La llegada a la posada de una misteriosa mujer que llevaba un bculo con un cristal azul provoc que los otros seis amigos se encontraran metidos de repente en una aventuraconocida como El retorno de los dragones. Los acontecimientos llevaron a nuestros hroes desde Solace a la ciudad maldita de Xak Tsaroth, donde los verdaderos dioses semanifestaron y les entregaron los Discos de Mishakal. Se deca que los discos contenan el conocimiento de los verdaderos dioses, pero nadie saba leerlos, y partieron en busca dealguien que pudiera descifrarlos.

    De vuelta en Solace, Tanis se haba encontrado con un viejo amigo, un elfo llamado Gilthanas. Tanis y Gilthanas se haban criado juntos y antao haban estado muy unidos,pero, desde entonces, el tiempo y las circunstancias haban cortado esos lazos. Las tropas de un presuntuoso hobgoblin, Fewmaster Toede, los hicieron prisioneros a todos.Transportaban a los esclavos a la ciudad de Pax-Tharkas, enjaulados en carros con barrotes, cuando los rescat un grupo de elfos. Era una partida pequea, en contra de todo lo queFewmaster contara despus.

    En el grupo de elfos, Tanis reconoci a Porthios, hermano de Gilthanas. Al enterarse de que los compaeros aseguraban haber encontrado evidencia del regreso de losverdaderos dioses y de que haban recuperado para el mundo el poder de la curacin, Porthios condujo a Tanis y a sus amigos a Qualinost.

    All, Tanis se reencontr con una joven con la que haba estado comprometido en el pasado, hija del Orador de los Soles: Laurana. La elfa an lo amaba, pero Tanis habadejado de quererla. Su amor por Kitiara segua siendo apasionado y rompi el compromiso por los sentimientos encontrados que le dividan el corazn, aunque en realidad el padre ylos hermanos de ella nunca haban aprobado su relacin. Por las venas de Tanis corra tambin sangre humana.

    Los elfos convencieron a Tanis y a sus amigos para que fueran a la ciudad de Pax Tharkas, gobernada por el Seor del Dragn Verminaard. Tanis y su grupo planearon unarevuelta de los esclavos con la esperanza de impedir que los ejrcitos de los dragones, que amenazaban a los elfos, lanzaran un ataque contra Qualinost y dar as a los elfos ocasinde escapar al exilio para ponerse a salvo.

    Los amigos, a los que acompaaba Gilthanas como gua, emprendieron la marcha hacia Pax Tharkas. Dolida por el rechazo de Tanis, Laurana huy de casa para estar con l.Tanis intent hacer que regresara, pero la joven se opuso y no dio su brazo a torcer. De camino a Pax Tharkas, se les uni un hombre llamado Eben Shattherstone que asegurabahaber escapado del ejrcito de los dragones, pero que era en realidad un espa del Seor del Dragn Verminaard.

    Los hroes entraron a hurtadillas en Pax Tharkas y se mezclaron con los esclavos. All conocieron a un hombre llamado Elistan que se estaba muriendo de una enfermedad quelo consuma, pero Goldmoon, una nueva seguidora de la diosa sanadora Mishakal, rog a la deidad por l. Elistan se cur y quiso saber ms cosas sobre esos dioses. Goldmoon lemostr los Discos de Mishakal y result que l saba leerlos. Se hizo clrigo de Paladine y trabaj para dar a conocer la existencia de los verdaderos dioses al resto de las personasesclavizadas en Pax Tharkas.

    Tanis y sus amigos dirigieron a los esclavos en la revuelta y mataron a Verminaard. Ochocientas personas, entre hombres, mujeres y nios, huyeron hacia el sur y se lasingeniaron para burlar a los perseguidores. Se refugiaron en cuevas con la esperanza de poder pasar all el invierno.

    Entretanto, un draconiano aurak, enmascarado como Verminaard, reuni una fuerza de dragones rojos y emprendi la persecucin de los antiguos esclavos, que no tuvieronms remedio que huir del valle y buscar refugio con los enanos en el reino perdido de Thorbardin. Estas aventuras se relatan en el libro El Mazo de Kharas.

    Durante ese tiempo, Laurana sigui viajando con el grupo. El peligro, la pena y el miedo la obligaron a madurar. La muchacha en otro tiempo consentida y testaruda se convirtien una joven seria y juiciosa. Utiliz las artes diplomticas aprendidas en la corte de su padre para ayudar a Elistan en su labor, y Tanis descubri que le encantaba aquella preciosajoven, tan distinta a la muchacha que haba conocido. Empez a enamorarse de ella y a sentirse dividido por los sentimientos. A cul de las dos mujeres amaba de verdad? Encuanto a Laurana, el amor que senta por l no flaque nunca.

    Despus de tantas adversidades y peligros, los hroes encontraron el Mazo de Kharas y se lo devolvieron a los enanos, que, a cambio, permitieron que los refugiados sequedaran en Thorbardin hasta que hallaran un modo seguro de viajar a un nuevo hogar. Tanis y su grupo se pusieron en camino hacia la ciudad portuaria de Tarsis, donde compraranpasaje en los barcos de blancas alas para los refugiados que buscaban una nueva tierra a la que llamar suya. El periplo y las aventuras a lo largo del camino se describen en Latumba de Huma.

    En cuanto a Kitiara Uth Matar, sigui un camino diferente al de sus amigos. Mientras ellos recorran la senda de la luz, ella caminaba por la que conduca a la oscuridad. Se unial ejrcito de los dragones de la reina Takhisis, y no tuvo que pasar mucho tiempo para que la destreza y la ambicin de Kitiara la auparan al cargo de Seor del Dragn del EjrcitoAzul, de manera que en gran parte de Ansalon se la conoci como la Dama Azul.

    Las aventuras particulares de Kitiara y Laurana y lo que les aconteci en este perodo de tiempo nunca se han relatado... hasta ahora. En el libro La Dama Azul, las dos mujerescon protagonismo en la vida de Tanis Semielfo emprenden por separado periplos peligrosos que las conducen a los mayores desafos que habrn afrontado hasta ese momento. Yomisma juego un pequeo papel en esta historia.

    Todo empez...

  • LIBRO I

  • Prlogo

    Haban pasado ms de trescientos aos desde la ltima vez que oy el sonido de una voz humana. O, ms bien, desde la ltima vez que oy hablar a un humano. Desde entonceshaba odo gritos; gritos de los que haban llegado al alczar de Dargaard para enfrentarse a l, gritos que acababan en boqueadas y gorgoteos mientras se ahogaban en su propiasangre.

    Lord Soth no tena paciencia con esos necios. No tena paciencia con quienes llegaban buscando el supuesto tesoro que guardaba. No tena paciencia con los que iban con laaguerrida misin de librar al mundo del mal que l representaba, porque saba la verdad. Quin mejor para saberlo que quien antao haba cabalgado en busca de sus propiashazaas caballerescas? Saba que los caballeros eran egostas, egocntricos, interesados slo en la gloria y en or sus nombres en boca de los bardos. Vislumbraba a travs de labrillante armadura los puntos de oscuridad que ennegrecan sus almas. El valor les rezumaba por esos poros, se perda cuando les haca frente y caan de rodillas con un tintineo delas brillantes armaduras para suplicarle clemencia.

    Lord Soth no poda dar lo que no tena.Quin haba mostrado clemencia con l? Quin haba odo sus gritos? Quin los oa ahora? Los dioses haban regresado, pero l era demasiado orgulloso para pedir el

    perdn de Paladine. Lord Soth no crea que se le concediera ese perdn, y, en el fondo, el Caballero de la Muerte pensaba que no deba concedrsele.Sentado en el trono del gran saln de su ruinoso alczar, segua escuchando noche tras noche, en una sucesin inacabable, a los espectros de las elfas malditas que estaban

    condenadas a cantar igual que l estaba condenado a or la balada de sus crmenes. Cantaban sobre un valeroso y gallardo caballero cuyas pasiones antojadizas lo empujaron aseducir a una doncella elfa y dejarla embarazada. Cantaban sobre la esposa traicionada a quien se quit de en medio de manera muy oportuna para que a la doncella elfa se le dierala bienvenida al alczar de Dargaard. Cantaban sobre el espanto de la nueva esposa cuando descubri la verdad y de sus plegarias a los dioses tratando de convencerles de que anquedaba algo de bondad en Soth y suplicndoles que le concedieran una posibilidad de salvacin.

    Cantaban sobre la respuesta de los dioses: a lord Soth se le dara el poder de persuadir al Prncipe de los Sacerdotes de que abandonara la idea de proclamarse a s mismodios y de ese modo prevenir la clera divina. Soth podra evitar el desastre del Cataclismo, salvar la vida de miles de inocentes, legar a su hijo un nombre del que se sintiera orgulloso.Cantaban sobre el viaje de Soth a Istar, resuelto a salvar a la humanidad aunque l mismo pereciera. Cantaban sobre su papel, el de aquellas elfas malditas que le salieron al paso enla calzada para contarle mentiras sobre su amada. Cantaban sobre citas secretas con otros hombres y sobre una criatura que no haba engendrado l.

    Cantaban sobre la ira de Soth mientras cabalgaba de vuelta a su castillo y de cmo orden que su esposa se presentara ante l y cuando la tuvo delante proclam que era unaputa y su hijo un bastardo. Cantaban sobre los terremotos cuando la montaa gnea arrojada por los dioses se estrell contra Istar y que con las sacudidas la gran lmpara,resplandeciente por los centenares de velas encendidas, cay del techo y se precipit sobre su esposa y su hijo. Cantaban sobre cmo los habra podido salvar, pero, consumido porel odio y la sed de venganza, vio prenderse fuego al cabello de su esposa y oy los gritos frenticos del pequeo cuando la tierna carne se cubri de ampollas y se abras. Todas lasnoches cantaban sobre cmo gir sobre sus talones y empez a alejarse.

    Por ltimo cantaban y por siempre jams oira la maldicin que le ech su esposa que vivira para siempre, un caballero encadenado a la muerte y a la oscuridad, obligado arememorar sus crmenes constantemente mientras el tiempo discurra, los minutos interminables como horas, las horas interminables como aos, los aos vacuos y vacos y tan froscomo slo pueden serlo los muertos irredentos.

    En todos esos aos haca tanto tiempo que no haba odo una voz dirigindose a l que, cuando una le habl, durante un instante crey que era parte de sus cavilaciones y no hizocaso.

    Lord Soth, te he llamado tres veces dijo la voz en tono imperioso, furiosa porque no le haba hecho caso. Por qu no respondes?El caballero muerto, cubierto con la armadura ennegrecida por el fuego y manchada de sangre, escudri a travs de la visera del yelmo. Vio una majestuosa y bella mujer,

    oscura y cruel como el Abismo que gobernaba.Takhisis dijo sin incorporarse del silln.Reina Takhisis replic con desagrado y dando nfasis al ttulo.No eres mi reina contest l.Takhisis le asest una mirada iracunda y su aspecto cambi. Se transform en un enorme dragn con cinco cabezas que se retorcan al tiempo que siseaban y escupan. La

    criatura terrorfica se irgui, imponente, ante l y todas las cabezas bramaron con ira.Los dioses de la Luz te hicieron lo que eres, pero yo puedo destruirte! sise Takhisis. Las cabezas de dragn, con los colmillos goteantes de saliva, se abalanzaron hacia l

    en un gesto amenazador. Te arrojar al Abismo y te destrozar, te har sufrir y te torturar por toda la eternidad.Antao, la clera de la diosa haba destruido un mundo, pero lord Soth no se acobard ante ella; no cay de hinojos ni tembl de miedo. Sigui sentado en el trono, alzados hacia

    ella los ojos que ardan como una llama estable y constante, sin temor ni inquietud.Qu diferencia habra entre esa existencia atormentada y la que sufro ahora? le pregunt con voz queda.Las cinco cabezas interrumpieron las arremetidas amenazadoras y se quedaron suspendidas sobre l, desconcertadas. Al cabo de un momento, el dragn se esfum y la mujer

    reapareci con una sonrisa en los labios.No he venido a pelear, milord empez en un ronroneo seductor, persuasivo. Aunque me has lastimado, aunque me has herido profundamente, estoy dispuesta a

    perdonarte.Y cmo te he lastimado, Takhisis? pregunt, y a pesar de que no quedaba ni rastro de su semblante a la diosa le dio la impresin de que le diriga una sonrisa sarcstica.Sirves a la causa de la oscuridad... empez la diosa.Lord Soth sacudi la cabeza en un gesto negativo, como diciendo que no estaba al servicio de ninguna causa, ni siquiera la suya propia.... y sin embargo, te mantienes alejado de la gloriosa batalla que estamos librando continu Takhisis. El emperador Ariakas estara orgulloso de tenerte a sus rdenes...La llama de los ojos de lord Soth titil, pero Takhisis estaba tan apasionadamente inmersa en su empresa que no lo vio.No obstante, aqu ests, encerrado en este alczar renegrido prosigui con acritud, lamentando tu sino mientras otros disputan tus batallas.Por lo que he visto, seora, tu emperador est ganando las suyas contest Soth con acritud. Gran parte de Ansalon est bajo su dominio actualmente. No nos necesitas ni

    a m ni a mis fuerzas, as que mrchate y djame en paz.Velados los ojos bajo las largas pestaas, Takhisis mir al caballero muerto. Los oscuros mechones de cabello ondeaban al impulso del viento helado que se colaba a travs de

    los muros agrietados y desmoronados.Cierto, estamos ganando confirm, y no me cabe duda de que al final saldremos vencedores. Sin embargo, esto te lo dir a ti y slo a ti, milord. No hemos aplastado a los

    dioses de la luz tan fcil y rpidamente como haba previsto. Han surgido ciertas... complicaciones. El emperador Ariakas y mis Seores de los Dragones agradeceran tu ayuda.As que ciertas complicaciones. Lord Soth estaba al tanto de esas complicaciones. Uno de esos jactanciosos Seores de los Dragones haba muerto, todos los dems

    deseaban la Corona del Poder para s mismos, y aunque en pblico beban vino en la copa de la concordia, en privado escupan al suelo. Los elfos de Qualinesti haban escapado delejrcito de los dragones que haba ido a aniquilarlos. Los enanos de Thorbardin haban derrotado a componentes de ese mismo Ejrcito Rojo y haban expulsado a la oscuridad delinterior de la montaa. Los caballeros solmnicos haban cado derrotados, pero todava no estaban acabados. Slo necesitaban un adalid que los capitaneara y en cualquiermomento poda surgir uno de sus filas.

    Los dragones de colores metlicos, que hasta ese momento se haban mantenido al margen del conflicto, empezaban a sentir desasosiego, a pensar que quiz se habanequivocado. Si los poderosos dragones dorados y plateados de Paladine entraban en liza del lado de la luz, los dragones rojos y azules, as como los verdes, negros y blancos, iban atener serios problemas. Takhisis tena que conquistar inmediatamente Ansalon, antes que los dragones de colores metlicos tomaran parte en la guerra; antes que los ejrcitos de laluz, ahora divididos, entraran en razn y crearan alianzas; antes que los Caballeros de Solamnia hallaran un hroe.

    Te propongo un trato, Takhisis ofreci lord Soth.En los ojos oscuros de la reina hubo un destello de ira. No estaba acostumbrada a negociar arreglos, sino a dar rdenes y a que se la obedeciera. No obstante, tuvo que tragarse

    la rabia. Su arma ms eficaz era el terror, y su aguzado filo estaba embotado y era inservible contra el Caballero de la Muerte que lo haba perdido todo y, por ende, no tena nada quetemer.

    Qu trato propones?No puedo servir a alguien a quien no respeto dijo Soth. En consecuencia, prometer lealtad y pondr mi ejrcito al servicio del Seor delDragn que tenga el valor de pasar la noche en el alczar de Dargaard, solo. O, digamos ms bien, al Seor del Dragn que logre sobrevivir una noche a solas en el alczar de

    Dargaard. Ese Seor del Dragn tendr que aceptar voluntariamente, no coaccionado por ti o por cualquier otro aadi lord Soth, conocedor de cmo funcionaba la mente de ladiosa.

    Takhisis le asest una mirada colrica, en silencio. Si no lo necesitara, lo habra despachurrado entre los anillos serpentinos de su ira, lo habra despedazado con las garras desu furia y lo habra devorado con las fauces de su odio.

    Pero lo necesitaba, mientras que l a ella, no.Comunicar tu mensaje a mis Seores de los Dragones acept finalmente Takhisis.Tendr que venir solo repiti Soth. Y por voluntad propia, sin coaccin.La diosa no se dign contestar. Le dio la espalda y, entrando majestuosamente en la oscuridad que gobernaba, lo dej para que siguiera escuchando una y otra y otra vez la

  • amarga cancin de su trgica vida.

  • 1 Grag informa al emperador

    La Dama Azul sufre un sobresalto

    El otoo estaba avanzado y las hojas, de colores otrora llamativos y sugerentes, caan ahora al suelo. El viento esparca sus restos quebradizos y marchitos en espera de que elpiadoso manto de las nieves invernales los sepultara.

    El invierno casi haba entrado en Ansalon y con l llegara el final de la temporada de campaa. Las fuerzas de Takhisis, a las rdenes del emperador Ariakas, tenan ocupadagran parte de Ansalon: desde Nordmaard, al oeste, hasta Kalaman, en el este; desde Goodlund, al norte, hasta Abanasinia, en el sur. El emperador planeaba conquistar el resto delcontinente y la reina Takhisis esperaba impaciente a que actuara de acuerdo con tal programa. Quera que siguiera adelante con la guerra, pero se le inform de que eso eraimposible. Los ejrcitos no podan marchar por calzadas que la nieve haca intransitables. Las carretas de suministro se precipitaban a barrancos al abrirse camino por pasoscubiertos de escarcha o se quedaban atascadas en senderos embarrados. Era mejor esperar hasta la primavera. El invierno era una poca para ponerse cmodo, descansar y sanarlas heridas de las batallas del otoo. Los ejrcitos resurgiran en primavera, fuertes y renovados.

    Sin embargo, Ariakas le asegur que el hecho de que sus soldados estuvieran inactivos no significaba que la guerra no siguiera disputndose. Estaban en marcha intrigas yconspiraciones secretas. Cuando Takhisis oy eso, se sinti ms tranquila.

    Los soldados del ejrcito de los dragones, complacidos con las recientes victorias, haban ocupado las villas y ciudades conquistadas, vivan cmodos y calientes en los castillostomados y disfrutaban del botn de guerra. Se haban apropiado de los cereales que hubiera en los graneros, haban tomado las mujeres que se les antojaron y mataron sinmiramientos a los que intentaron proteger propiedad y familia. Los soldados de Takhisis viviran bien durante el invierno, en tanto que los que se encontraban bajo el yugo del ejrcitose enfrentaban a la hambruna y el terror. Pero no todo le iba bien al emperador.

    Planeaba pasar el invierno en su cuartel general de Sanction cuando recibi los inquietantes informes de que la campaa en el oeste no marchaba como se haba previsto. Elobjetivo era borrar del mapa a los elfos de Qualinesti y despus tomar y ocupar el reino enano de Thorbardin para finales de ao. Primero lleg la noticia de que Verminaard, Seordel Dragn del Ejrcito Rojo que haba dirigido una brillante campaa en la regin de Abanasinia, haba hallado la muerte a manos de sus propios esclavos. Luego fue la noticia deque los qualinestis haban conseguido escapar y huir al exilio. Y posteriormente se inform al emperador de que se haba perdido Thorbardin.

    ste era el primer revs verdaderamente serio que los ejrcitos de los dragones haban sufrido, y Ariakas tuvo que viajar a travs del continente hasta su cuartel general deNeraka para descubrir qu haba ido mal. Orden al comandante que por entonces tena a su mando la fortaleza de Pax Tharkas que viajara a Neraka para presentarle un informe. Pordesgracia, haba cierta confusin sobre quin tena el mando tras la muerte de Verminaard.

    Un hobgoblin un tal Fewmaster Toede afirmaba que el difunto Verminaard lo haba nombrado su segundo al mando. Toede preparaba el equipaje para viajar all cuando lelleg la noticia de que Ariakas haba montado en clera por la prdida de Thorbardin y que haba dicho que alguien pagara por ello. Al enterarse de esto, Fewmaster record derepente que tena pendiente un asunto urgente en otra parte. Orden al comandante draconiano de Pax Tharkas que informara l al emperador y despus sali por pies sin perdertiempo.

    Ariakas se instal en sus aposentos del cuartel general de Neraka, capital del imperio de la Reina Oscura, y esper con impaciencia la llegada del comandante. El emperadortena muy buena opinin de Verminaard y le enfureca la prdida de un comandante militar tan diestro. Ariakas quera respuestas y esperaba que el comandante Grag se lasproporcionara.

    Grag no haba estado nunca en Neraka, pero no tena intencin de hacer turismo. Otros draconianos le haban advertido de que los de su clase no eran bienvenidos en la ciudad,a pesar de que los de su clase estaban dando la vida para ayudar a la Reina Oscura a ganar la guerra. Grag s vio lo que haba deseado ver y que no era otra cosa que el Templode la Reina de la Oscuridad.

    Cuando los dioses destruyeron Istar, Takhisis haba tomado la Piedra Fundamental del Templo del Prncipe de los Sacerdotes y la haba trasladado a una meseta en lasmontaas Khalkist. Ubic la piedra en el claro de un bosque y, lentamente, el templo empez a crecer a su alrededor. Estaba utilizando el templo en secreto como una puerta por laque entrar al mundo cuando el acceso lo cerraron de manera brusca e inesperada un joven llamado Berem y su hermana, Jasla.

    Al encontrar la Piedra Fundamental, Berem se qued hechizado con las gemas que la adornaban y quiso arrancar una. Su hermana Jasla percibi la maldad que anidaba en lasalhajas e intent impedrselo. Berem se puso furioso. Empez a extraer una gema, y cuando Jasla trat de frenarlo, l la apart de un fuerte empelln. Al caer, Jasla se golpe lacabeza en la piedra y muri. La joya verde se incrust en el pecho del joven y Berem se qued suspendido en aquel instante del tiempo. No poda morir. No envejeca. Espantado porsu crimen, huy.

    Cuando Takhisis se dispuso a salir del Abismo a travs de la puerta, se encontr con el espritu bueno de Jasla, que se haba introducido en la piedra para esperar el regreso desu hermano arrepentido. Takhisis tena cerrado el paso. Slo su avatar poda recorrer Krynn ahora, de forma que su poder quedaba seriamente menguado para influir en losacontecimientos del mundo. Sin embargo, vislumbr un peligro mayor para ella. Si Berem volva y se una a su hermana, la puerta se cerrara del todo y no podra volver al mundojams. La nica forma de abrir de nuevo la puerta y asegurarse de que se mantuviera as era encontrar a Berem y matarlo. De ese modo comenz la bsqueda del Hombre de la JoyaVerde.

    El templo sigui creciendo alrededor de la Piedra Fundamental, que se hallaba enterrada bajo l a gran profundidad. Ahora era una estructura inmensa que dominaba el entorno,visible en kilmetros a la redonda. Los muros, retorcidos y deformes, se asemejan mucho a una garra saliendo impulsada de la tierra para asir el cielo en un golpe de suerte. A Gragle pareci impresionante y, aunque desde lejos, present sus respetos.

    El comandante draconiano no tena que entrar en la ciudad propiamente dicha para llegar a los barracones del Ejrcito Azul, donde Ariakas haba establecido su cuartel general,lo que para Grag era una suerte. Las callejuelas de la poblacin estaban atestadas de gente en su mayora humanos que no senta el menor aprecio por los de su clase. Se habraencontrado metido en una pelea antes de haber recorrido una manzana. Se mantuvo en caminos poco concurridos, e incluso as se top con un tratante de esclavos que llevaba almercado una fila de cautivos encadenados y que dijo en voz alta a su compaero algo sobre asquerosos hombres-lagarto y aadi que deberan reptar de vuelta a la cinaga de laque haban salido. A Grag le habra gustado romperle el cuello al hombre, pero como ya iba con retraso, sigui caminando.

    Ariakas tena las estancias oficiales dentro del templo de la reina, pero no le gustaba tratar asuntos all. Aunque era un devoto creyente y predilecto de la diosa, a Ariakas ledesagradaban los clrigos de la reina. Sospechaba, y con razn, que lo espiaban cuando se encontraba en el templo. El clrigo mayor de Takhisis, que ostentaba el ttulo de Seor dela Noche, pensaba que l debera ser el emperador de Ansalon, y que Ariakas, un simple comandante militar, debera obedecerle. En especial le indignaba que Ariakas tuvieraacceso directo a su Oscura Majestad en vez de hacerlo con l de intermediario y en su nombre. El Seor de la Noche dedicaba mucho tiempo a hacer lo necesario para socavar laposicin privilegiada de Ariakas y poner fin a su imperio.

    En consecuencia, Ariakas haba ordenado a Grag que se reuniera con l en el cuartel general Azul, donde estaba ubicada el Ala Azul del ejrcito de los dragones cuando seencontraba en la ciudad. En ese momento el Ala Azul se hallaba ausente, en el oeste, preparando la invasin de Solamnia en primavera. Su comandante, una Seora del Dragn a laque se conoca como la Dama Azul, tambin haba recibido la orden de viajar a Neraka para reunirse con el comandante Grag.

    Con el Ala Azul en Solamnia, su cuartel general se lo haba apropiado Ariakas, que iba acompaado por su estado mayor y su escolta. Un ayudante encontr a Gragdeambulando por all, perdido, y lo escolt al edificio achaparrado y poco llamativo en el que Ariakas viva y trabajaba.

    Dos de los ogros ms grandes que Grag haba visto en su vida montaban guardia en la puerta. Vestan peto y cota de malla e iban armados hasta los dientes. Los draconianosdetestaban a los ogros por considerarlos unos brutos cerrados de mollera, y era un sentimiento mutuo, ya que los ogros tenan a los draconianos por unos intrusos y arribistasarrogantes. Grag se puso en tensin, previendo problemas, pero los dos ogros eran miembros de la guardia personal de Ariakas y, dando muestra de una gran profesionalidad,estaban a lo suyo.

    Las armas gru uno de ellos al tiempo que tenda una mano enorme y peluda.Nadie se presentaba armado en presencia del emperador. Grag lo saba, pero haba llevado encima una espada prcticamente desde que haba sido capaz de abrirse paso a

    travs de la cascara del huevo y se senta desnudo y vulnerable sin ella.Los ojos amarillos del ogro se entornaron al advertir la vacilacin deGrag. El draconiano se desabroch el cinturn de la espada y se lo tendi al ogro, as como un cuchillo de hoja larga. No por ello estaba completamente indefenso; despus de

    todo, tena su magia.Uno de los ogros no le quit ojo mientras el otro entraba para informar a Ariakas de que haba llegado el bozak que esperaba. Grag, inquieto, se puso a pasear delante de la

    puerta. En el interior retumb la fuerte carcajada de un humano y se oy la voz de una humana, no tan grave como la del hombre, pero ms que la de la mayora de mujeres, sonora yalgo ronca.

    El ogro regres e ndico a Grag, con un pulgar gordo como una salchicha, que poda pasar. El draconiano tena la sensacin de que la entrevista no iba a ir bien cuando advirtiun destello en los entrecerrados ojos amarillos del ogro mientras que su compaero sonrea de oreja a oreja y dejaba a la vista la dentadura cariada.

    Haciendo acopio de valor, Grag pleg las alas contra el cuerpo todo lo posible para detener el temblor espasmdico de las escamas, al tiempo que flexionaba las garras en ungesto de nerviosismo, y entr en presencia del hombre ms poderoso y peligroso de todo Ansalon.

    Ariakas era un humano corpulento e imponente, de largo cabello oscuro, aunque llevaba bien afeitada la negra barba que empezaba a apuntar en el rostro. Deba de rondar loscuarenta, lo que lo converta en un humano de mediana edad, pero estaba en excelente forma. Entre sus tropas circulaban historias sobre su legendaria fortaleza fsica, siendo la ms

  • famosa la de que una vez arroj una lanza que pas limpiamente a travs del cuerpo de un hombre.El emperador luca una capa forrada de piel echada sobre uno de los fornidos hombros con despreocupada naturalidad, de manera que quedaba a la vista el coselete de cuero

    grueso que llevaba debajo. La funcin del coselete era proteger la espalda de una pualada, porque incluso en Neraka haba quienes se alegraran de verlo despojado del cargo y dela vida. Del cinturn que le cea la cintura penda una espada. Saquillos con ingredientes para conjuros y un estuche de pergaminos tambin colgaban del cinturn, detalle este dignode mencin ya que a la mayora de hechiceros sus dioses les tenan prohibido el uso de armaduras y armas de acero.

    A Ariakas le importaban poco las leyes de los dioses de la magia. Sus conjuros los reciba directamente de la propia Reina Oscura, y en eso Grag y l tenan algo en comn. Aldraconiano no se le haba ocurrido hasta ese momento que Ariakas no slo haca uso de sus aptitudes de conjurador, sino que el hecho de que llevara encima los pertrechos mgicosjunto a las armas convencionales demostraba que se senta tan cmodo con los hechizos como con el acero.

    El emperador estaba de espaldas a Grag y se limit a echar una ojeada al draconiano por encima del hombro antes de reanudar la conversacin con la mujer. Grag desvi laatencin hacia ella, ya que era tan famosa entre los soldados de los ejrcitos de los dragones como lo era Ariakas..., si no lo era ms.

    Se llamaba Kitiara Uth Matar. Tendra treinta y pocos aos; llevaba corto el pelo negro y rizado por cuestin de comodidad. Tena los ojos oscuros, y un gesto peculiar le curvabalos labios y haca su sonrisa ligeramente sesgada. Grag no saba nada sobre su pasado ni su historial. l era un reptil emparentado con dragones que haba salido del huevo por smismo, que no tena ni idea de quines haban sido sus padres ni le importaba la ascendencia de otros. De Kitiara slo haba odo comentar que era una guerrera nata y lo crea. Lamujer llevaba la espada con desenvoltura y no estaba en absoluto intimidada por la talla, la fortaleza ni el fsico imponente de Ariakas.

    Grag se pregunt qu habra de cierto en el rumor de que esos dos eran amantes.Por fin termin la conversacin y Ariakas se dign conceder audiencia al draconiano. El emperador se volvi y lo mir directamente a los ojos. Grag se encogi. Era como mirar

    el Abismo, o ms bien, era como entrar en el Abismo, ya que se sinti arrastrado hacia las pupilas, desollado, diseccionado, fragmentado, desechado y tirado, todo ello en uninstante.

    Grag estaba tan conmocionado que se le olvid saludar. Lo hizo tardamente, al ver que las espesas y negras cejas de Ariakas se fruncan en un gesto de desagrado. Kitiara, depie detrs del emperador, se cruz de brazos y esboz aquella sonrisa sesgada al advertir el desasosiego del draconiano, como si supiera y comprendiera lo que Grag estabasintiendo. Saltaba a la vista que la mujer acababa de llegar, porque todava llevaba puesta la armadura azul, polvorienta a causa del viaje.

    Ariakas no era de los que se andaban con rodeos ni perda tiempo con chanzas. IHan llegado a mis odos muchas versiones sobre la muerte de lord Verminaard y cmo se perdi Thorbardin manifest en tono fro y mesurado. Te orden que te

    presentaras ante m, comandante, para que me cuentes la verdad.S, milord contest Grag.Jralo por Takhisis exigi Ariakas.Juro por mi lealtad a su Oscura Majestad que dir la verdad. Que Takhisis me atrofie la mano con la que manejo la espada si miento prometi el draconiano.Al emperador pareci satisfacerle el juramento, porque indic con un gesto a Grag que procediera. Ariakas no se sent ni invit al draconiano a que lo hiciera. Tampoco tom

    asiento Kitiara, ya que el emperador sigui de pie, pero se puso cmoda apoyndose contra una mesa.Grag relat cmo haba muerto Verminaard a manos de sus asesinos; que Dray-yan, el aurak, haba concebido la idea de hacerse pasar por Verminaard a fin de fingir que el

    Seor del Dragn segua vivo; que Dray-yan y l haban tramado la cada de Thorbardin; que habran tenido xito en la empresa de no ser porque la magia, la traicin y los dioses de laLuz haban desbaratado sus planes.

    El draconiano se dio cuenta de que la ira de Ariakas creca a medida que le presentaba su informe. Cuando, de mala gana, Grag lleg a la parte en la que Dray-yan se precipitpor el foso, Kitiara prorrumpi en carcajadas. Ariakas, furioso, desenvain la espada e hizo amago de avanzar hacia el draconiano.

    Grag se call bruscamente y retrocedi un paso. Las garras se abrieron y se cerraron mientras preparaba un conjuro. l morira, pero por Takhisis que no morira solo!Sin dejar de rer, Kitiara alarg la mano con aire sosegado y la pos en el musculoso brazo de Ariakas en un gesto apaciguador.Espera al menos a matar al comandante Grag hasta que haya terminado de presentar el informe, milord dijo la mujer. Yo al menos siento curiosidad por saber el resto de

    la historia.Me alegra que te resulte tan condenadamente divertido gru Ariakas, que herva de ira. Envain la espada con un seco golpe, si bien no retir la mano de la empuadura y

    asest una mirada torva al draconiano. Yo no le encuentro la gracia. Thorbardin sigue en poder de los enanos hylars, que ahora son ms fuertes que nunca puesto que hanrecuperado ese mazo mgico y han abierto al mundo las puertas que permanecieron cerradas durante tanto tiempo. El hierro, el acero y las riquezas del reino enano, que deberanestar entrando a raudales en nuestros cofres, van a parar a manos de nuestros enemigos! Todo porque Verminaard se las arregl para acabar asesinado y que luego un estpidoaurak con delirios de grandeza cayera en picado a un pozo sin fondo!

    La prdida de Thorbardin ha sido un duro golpe convino Kitiara con voz sosegada, pero no es algo que tenga consecuencias desastrosas, ni mucho menos. S, lasriquezas del reino enano nos habran venido muy bien, pero podemos seguir adelante sin ellas. Lo que s habra que temer sera la entrada del ejrcito enano en el conflicto, y no veoque haya ocurrido tal cosa. Los humanos odian a los elfos, quienes desconfan de los humanos, y en cuanto a los enanos, no les caen bien a nadie, aparte de que ellos desprecian alas otras dos razas. Es mucho ms probable que se ataquen entre ellos que nos hagan frente a nosotros.

    Ariakas gru. No estaba acostumbrado a perder y segua disgustado, pero Grag, que ech una ojeada a Kitiara, capt el leve guio y supo que la crisis haba pasado. El bozakse relaj y anul el hechizo que tena preparado para defenderse. A diferencia de algunos humanos lameculos que habran dicho sumisamente al emperador Gracias por tu inters,milord mientras Ariakas les cortaba la cabeza, el draconiano no habra muerto sin luchar, y Grag era un enemigo formidable. Tal vez no hubiera podido matar al poderoso Ariakas,pero el bozak, de corpachn escamoso, patas y manos con garras y grandes alas, s que le haba causado algn dao al humano, al menos. La Dama Azul se haba dado cuenta delpeligro y sa haba sido la razn de que interviniera.

    Grag era descendiente de dragones y, al igual que ellos, no senta el menor aprecio por los humanos, pero dirigi un leve cabeceo de agradecimiento a la Dama Azul. Ellaesboz una de esas sonrisas sesgadas y los oscuros ojos chispearon; Grag comprendi de repente que la mujer estaba disfrutando con aquel episodio.

    Delitanos con los detalles de la muerte de Verminaard pidi Kitiara. Lo atacaron asesinos que se hacan pasar por esclavos. Siguen en libertad esos asesinos,comandante?

    S, seora contest Grag, envarado. Los rastreamos hasta Thorbardin. Segn mis espas, an siguen all.Ofrecer una recompensa por su captura, como hice con el Hombre de la Joya Verde dijo Ariakas. Nuestras fuerzas, repartidas por todo Ansalon, estarn alerta por si

    aparecen.Yo me lo pensara bien antes de hacer eso, milord intervino Kitiara con aquel peculiar gesto en los labios. No querrs divulgar que fueron esclavos los responsables de

    asesinar a un Seor del Dragn.Entonces buscaremos alguna otra excusa manifest Ariakas con iracunda frialdad. Qu sabemos de esos hombres?La lengua de Grag asom entre los dientes, se agit y despus se desliz de nuevo dentro de las fauces. El draconiano lanz una mirada rpida a la Dama Azul y vio que la mujer

    empezaba a perder inters en la conversacin. De hecho, alz la mano hacia la boca para disimular un bostezo.Grag rememor todo lo que su difunto socio, el aurak Dray-yan, le haba contado sobre los asesinos.Verminaard tena un espa infiltrado en el grupo. Ese hombre inform que procedan de una ciudad de Abanasinia, milord. Un sitio que se llama Solace...Has dicho Solace? El aburrimiento de Kitiara haba desaparecido de golpe.No es Solace donde naciste? pregunt Ariakas, que la observaba con atencin.S, me cri all.A lo mejor conoces a esos miserables apunt el emperador. Lo dudo contest Kit al tiempo que se encoga de hombros. Hace aos que no he vuelto a casa.Sabes sus nombres? pregunt Ariakas. Slo un par de ellos... empez Grag.Tienes que haberlos visto durante la batalla lo interrumpi el emperador con brusquedad. Descrbelos, comandante.Los vi, s mascull el draconiano de mal humor. A decir verdad, los haba visto de cerca. Lo haban capturado en cierto momento y slo gracias a la clemencia de su Oscura

    Majestad y a su propio ingenio pudo escapar. Son chusma. Su cabecilla es un mestizo, un semielfo llamado Tanis. Otro es un enano canoso y otro es nada menos que un kendercargante. Los dems son humanos: un mago Tnica Roja, un odioso caballero solmnico llamado Sturm y un tal Caramon, un guerrero todo l msculos.

    Kitiara dej escapar una especie de exclamacin ahogada.Conoces a esos delincuentes? demand Ariakas al tiempo que se volva hacia ella.La mujer compuso el semblante en un visto y no visto y esboz otra sonrisa sesgada.Me temo que no, milord.Ms te vale dijo el emperador, sombro. Si descubro que tienes algo que ver con la muerte de Verminaard...Te aseguro, seor, que no s nada de eso contest Kitiara al tiempo que se encoga de hombros.Ariakas la observ intensamente, como si quisiera diseccionarla. El asesinato era un recurso para ascender a rangos superiores en el ejrcito de la Reina Oscura y se

    contemplaba como un mtodo para obtener el liderazgo ms fuerte y competente posible. Pero Ariakas tena muy buena opinin de Verminaard y Kitiara no quera que la acusaran dehaber arreglado la muerte de ese hombre, sobre todo cuando haba tenido como resultado la desastrosa prdida del reino de Thorbardin.

    La poblacin de Solace asciende a varios miles, milord dijo con un creciente enfado. No conozco a todos los hombres que hay en la ciudad.Ariakas la mir fijamente y ella le sostuvo la mirada sin vacilar. Por fin, el emperador apart los ojos.

  • No, pero apuesto que te has acostado con la mitad de ellos replic y de nuevo dirigi su atencin a Grag.Kitiara sonri sumisamente por la broma de su seora, pero el gesto se borr en el instante en el que el hombre dej de observarla. Se recost de nuevo en la mesa y se cruz

    de brazos con gesto abstrado.Dnde se encuentran ahora esos asesinos, comandante? inquiri Ariakas.Lo ltimo que se sabe de ellos es que se escondan en Thorbardin, milord. Grag dud antes de aadir, fruncidos los labios: Creo que el hobgoblin que se hace llamar

    Fewmaster Toede puede proporcionarnos ms informacin sobre ellos.Kitiara rebull ligeramente.Si lo deseas, milord, ir a Pax Tharkas a hablar con Fewmaster.Fewmaster no se halla en Pax Tharkas, seora dijo el draconiano. Esa fortaleza est en ruinas y ahora es indefendible. El Ala Roja se ha trasladado a la ciudad de Haven.Entonces ir a Haven dijo Kitiara.Quiz ms adelante decidi el emperador. Solamnia tiene prioridad. La mujer se encogi de hombros otra vez y volvi a quedarse absorta en sus pensamientos.En cuanto a esos asesinos prosigui Ariakas, lo ms probable es que permanezcan ocultos en las cuevas de Thorbardin durante el inminente invierno. Contrataremos a

    varios enanos oscuros...Yo no estara tan segura de eso le interrumpi Kitiara.A qu te refieres? Ariakas se volvi para mirarla, irritado. Crea que no conocas a esos hombres!Y no los conozco, pero s conozco a los de su clase explic ella. Y t tambin, milord. Seguramente son trotamundos, espadachines a sueldo, itinerantes. Ese tipo de

    hombres nunca se queda mucho tiempo en un sitio. Ten por seguro que se pondrn en camino dentro de poco. Un poco de nieve no los detendr.Ariakas le asest una extraa mirada que ella no vio porque tena la vista fija en la puntera de las polvorientas botas. El emperador la observ en silencio un instante ms y luego

    se volvi hacia Grag.Que tus espas averigen todo lo que puedan sobre esos hombres. Si se marchan de los dominios enanos, que se me informe de inmediato. El emperador frunci el

    entrecejo. Y haz correr la voz de que quiero que se los capture vivos. La muerte de un Seor del Dragn no quedar sin castigo y me propongo hacer un escarmiento con ellos.Grag prometi que averiguara todo lo que pudiera. Ariakas y l pasaron un rato hablando de la guerra en el oeste y sobre quin debera tomar el mando del Ala Roja. A Grag lo

    impresion el hecho de que Ariakas estuviera al corriente de todo sobre la situacin del Ala Roja, como la disposicin de las fuerzas, las necesidades de suministros, etc., etc.Hablaron sobre Pax Tharkas. Ariakas coment que haba considerado la posibilidad de reconquistarla, pero dado que la fortaleza estaba en ruinas haba decidido que no

    mereca la pena el esfuerzo. Sus ejrcitos se limitaran a dar un rodeo.Todo ese tiempo Kitiara permaneci callada, con gesto preocupado. Grag pens que no les estaba prestando atencin hasta que mencion de nuevo, curvando los labios la

    ambicin de Fewmaster Toede de convertirse en el sucesor de Verminaard. El comentario hizo sonrer a Kit.A Grag no le gust que sonriera. Temi que la mujer fuera a abogar por la promocin de Toede, y el draconiano no quera recibir rdenes del engredo, arrogante y oportunista

    hobgoblin. Aunque, pensndolo bien, tener a Toede de comandante podra ser mejor que un humano zopenco y arrogante. A Toede lo podra manipular, halagarlo y engatusarlo paraque hiciera lo que l quisiera, mientras que un comandante humano hara las cosas a su manera. Tendra que pensar sobre este asunto.

    La charla acab poco despus y a Grag se le dio permiso para irse. El draconiano salud y sali por la puerta, que Ariakas cerr tras l. Grag se sorprendi al descubrir queestaba temblando, y tuvo que hacer un breve alto para recobrar la compostura.

    De nuevo dueo de s mismo, Grag lleg hasta los ogros, que parecieron sorprendidos de verlo regresar de una pieza. Mirndolo con ms respeto, le restituyeron la espada y elcuchillo en silencio.

    Hay alguna taberna cerca? pregunt el draconiano. Sostena el cinto de la espada en la mano porque no estaba muy seguro de ser capaz de abrochar la hebilla sintropiezos y no quera dar a los ogros la satisfaccin de ver su debilidad. No me vendra mal un trago de aguardiente enano.

    Los guardias ogros sonrieron.Intntalo en El Troll Peludo sugiri uno de ellos, que seal en la direccin donde estaba la taberna.Gracias dijo Grag, y ech a andar, todava con la espada sujeta en la mano.Una cosa era segura. La Dama Azul conoca a los asesinos y Ariakas lo saba..., o al menos lo sospechaba.Grag no querra estar en su lugar ni por todo el aguardiente enano de Thorbardin.

  • 2 La estrategia de Kitiara

    La estratagema de AriakasLa hechicera

    Sabes una cosa? Me estoy planteando promocionar a Grag a Seor del Dragn dijo Ariakas, que segua mirando con expresin especulativa al draconiano que se alejaba. A un draco? Kitiara pareca divertida. Esos lagartos son guerreros excelentes, por supuesto, milord. Al fin y al cabo, se criaron para combatir, pero les falta inteligencia y ladisciplina necesarias para ejercer el mando.

    Yo no estoy tan seguro de eso la contradijo Ariakas. El comandante Grag tiene una buena cabeza sobre los hombros.Al menos es ms listo que Verminaard mascull Kitiara.Te recuerdo que tena un alto concepto de Verminaard manifest el emperador con acaloramiento. La campaa del oeste se dirigi de un modo brillante. Cualquier

    hombre, por poderoso que sea, puede acabar siendo vctima del destino.Kitiara se encogi de hombros y reprimi otro bostezo. No haba dormido mucho la pasada noche, pues la haban despertado sueos inquietantes de un alczar devastado por

    un incendio y un caballero espectral vestido con una armadura tiznada que llevaba una rosa como adorno. Kitiara no tena ni idea de qu significaba el sueo o por qu lo haba tenido,pero se haba despertado bruscamente, acosada por un temor sin nombre, y no haba podido dormirse otra vez.

    Por su aspecto tampoco pareca que Ariakas hubiese dormido bien. Tena ojeras y parpadeaba constantemente. Inquieta, Kit se pregunt si el sueo habra sido slo eso o siTakhisis intentaba decirle algo. Iba a preguntarle a Ariakas cuando l la sobresalt al hablar:

    Fue cosa del destino, Kitiara?Qu fue cosa del desuno, milord? inquiri la mujer, desconcertada. Haba olvidado el tema de la conversacin.Por Takhisis! explot Ariakas. Voy a tener que pensar que fuiste t quien hizo matar a Verminaard! Qu coincidencia que esos asesinos procedieran de tu ciudad natal y

    que uno de ellos fuera un hechicero. Tenas un hermano hechicero, si no recuerdo mal.Me abruma que recuerdes tantos detalles sobre m repuso framente Kitiara. En cuanto al mago emparentado conmigo, Raistlin slo es medio hermano y siempre ha sido

    endeble y enfermizo. Dudo que an siga vivo, mucho menos que ande por ah asesinando Seores de los Dragones.Ariakas le asest una mirada abrasadora.Me ests acusando del asesinato de Verminaard, milord? inst la mujer, encolerizada.Y qu, si lo hago? demand el emperador.Se acerc a ella valindose de su corpachn para intimidarla fsicamente. Kitiara tembl y durante un instante casi se dej llevar por el pnico. Le haba dicho la verdad, pero no

    toda la verdad. No tendra que haber hecho esa broma sobre Verminaard. En ese momento record las enseanzas de su padre. En tiempos, Gregor Uth Matar haba sido Caballerode Solamnia. Fue expulsado de la orden por conducta deshonrosa y a partir de entonces se haba ganado la vida poniendo su espada al servicio del mejor postor. Gregor haba sidoun hombre atractivo, audaz y mujeriego, siempre acosado por las deudas y metido en los cada dos por tres. Kitiara lo haba adorado. Una de sus mximas era: Siempre al ataque,nunca a la defensiva.

    En lugar de retroceder, como Ariakas esperaba que hiciera, Kitiara se acerc ms a l de forma que estaban prcticamente rozndose.A estas alturas tendras que conocerme lo suficiente, milord, para saber que si hubiera querido matar a Verminaard, me habra encargado de ello personalmente. No habra

    pagado para que otros lo hicieran por m.Ariakas la sujet por la mandbula, prietos los dedos. Un simple movimiento y le rompera el cuello. La mir intensamente esperando que flaqueara y se pusiera a gimotear.Kit ni siquiera parpade y, de pronto, Ariakas sinti un cosquilleo en la zona del bajo vientre, una sensacin punzante como una hoja acerada. Baj la vista y se sobresalt al ver la

    mano de Kitiara asiendo un cuchillo, lista para hincarlo a travs de la faldilla de cuero en una parte muy sensible de su anatoma.Ariakas estall en carcajadas y empuj a Kit para apartarla.Malditos sean esos gandules que tengo de guardias dijo, entre divertido y furioso. Har que les corten la cabeza por esto! Tienen orden de registrar a todo el mundo,

    incluso a los comandantes que gozan de mi confianza! O quiz debera decir que especialmente a los comandantes que gozan de mi confianza.No culpes a los ogros, milord. Estaba escondido a propsito para que no lo encontraran.Sostuvo el pual de hoja delgada y lo desliz en una vaina hbilmente trabajada para camuflarla en el dibujo que adornaba el peto de la armadura.El emperador solt una risita. De verdad me habras apualado?Me habras partido el cuello? repuso Kitiara en tono burln.Los dos saban que la respuesta era s. Ninguno de ellos habra esperado menos del otro.Quiz ahora podamos centrarnos en el asunto de Solamnia. Ariakas se dirigi hacia el escritorio, donde haba un mapa extendido. Se inclin sobre l.Kitiara suspir para sus adentros. Haba sobrevivido a otro enfrentamiento con su poderoso seor. Su audacia y su atrevimiento le haban complacido. No obstante, llegara el da

    en que no ocurrira as.Has tenido un sueo extrao anoche, milord? pregunt Kitiara.No intentes cambiar de tema le espet secamente el emperador.Yo s lo tuve continu ella. So que Takhisis intentaba persuadirme de que viajara al alczar de Dargaard para enfrentarme al Caballero de la Muerte que se cree que

    mora all.Soth ratific Ariakas. Lord Soth. Qu le dijiste a su Oscura Majestad?Hizo la pregunta con aparente despreocupacin, pero algo en su tono alert a Kitiara, que supo entonces que l haba tenido el mismo sueo.Le dije que no crea en fantasmas fue la escueta respuesta de Kit.Soth no es un fantasma rezong Ariakas. Vive, si es que puede decirse tal cosa de un hombre que lleva muerto ms de tres siglos. Nuestra soberana quiere reclutarlo para

    nuestra causa.Haras eso, milord? quiso saber la mujer.El emperador sacudi la cabeza.Soth sera un valioso aliado, pero no podra fiarme de l. Es demasiado poderoso. Por qu iba a obedecer a un mortal un Caballero de la Muerte? No, dejemos que Soth siga

    rumiando sus malas acciones en ese castillo en ruinas. No quiero tener nada que ver con l.Kitiara tuvo que admitir que su razonamiento era atinado. A menudo, la reina Takhisis se impacientaba con las flaquezas y las debilidades humanas, lo que la llevaba a ser poco

    prctica de vez en cuando. Kit dej de lado el sueo.He ledo tu ltima propuesta para Solamnia estaba diciendo Ariakas, que alz un fajo de pergaminos. Recomiendas que el Ala Azul ataque la Torre del Sumo Sacerdote, la

    ocupe y, desde all, marche hacia Palanthas. Un plan osado, Kitiara. Tom asiento detrs del escritorio.Lo desapruebo. Menoscaba la potencia de nuestras fuerzas al tener que desplegarse por tanto territorio, pero oir lo que tengas que decir al respecto.Kitiara se sent a medias en el borde del escritorio y se inclin hacia delante para explicar su idea.Mis espas me han informado de que la Torre del Sumo Sacerdote tiene slo unas pocas tropas de dotacin, milord. Plant el dedo en el mapa. El Ala Roja est aqu.

    Podras ordenar que subiera hacia el norte. El ataque a la Torre del Sumo Sacerdote podra llevarse a cabo con tropas y dragones del Ala Roja y el Ala Azul. No sera difcil aplastar ala pequea fuerza defensora y tomar la fortaleza antes de que los caballeros solmnicos supieran quin los haba atacado. Desde all, continuaramos el avance hacia Palanthas,conquistaramos la ciudad y ocuparamos los puertos.

    Tomar Palanthas no ser fcil adujo el emperador. No podemos ponerle cerco a la ciudad sin antes bloquear los puertos de la baha.Bah! Los palanthinos son pisaverdes pusilnimes y consentidos. No quieren luchar. Podran romperse una ua. Una vez que los palanthinos vean a los dragones volando sobre

    su ciudad estarn tan aterrorizados que se mearn en los pantalones y se rendirn.Y si no lo hacen? Ariakas seal en el mapa. An no controlamos las Llanuras de Solamnia ni Elkholm ni Heartlund. Dejas los flancos desprotegidos, rodeada por el

    enemigo. Y qu pasa con las lneas de suministro? Aun en el caso de que conquistaras la fortaleza, una vez dentro tus tropas se moriran de hambre!Cuando Palanthas sea nuestra, nos abasteceremos desde all. Entretanto, tenemos dragones rojos que pueden transportar lo que necesitemos.Ariakas resopl al or aquello.Los rojos no servirn como muas de carga! Se negarn en redondo a semejante arreglo!Si su Oscura Majestad se lo ordenara... El emperador neg con la cabeza.Kitiara se recost en la silla con los labios fruncidos y los ojos centelleantes. Entonces, milord, nosotros mismos cargaremos con los suministros y nos las apaaremos.

    Apret los puos llevada por el entusiasmo y la pasin. Te garantizo que cuando la gente de Palanthas vea ondear nuestra insignia en la Torre del Sumo Sacerdote, la ciudadcaer en nuestras manos como fruta madura!

    Es demasiado arriesgado argument Ariakas.

  • S, lo es admiti Kitiara con ansiedad, pero es ms arriesgado darles tiempo a los caballeros para que se organicen y manden a buscar refuerzos. Ahora mismo, laconfusin reina en la caballera. No tienen Gran Maestre porque ningn hombre es lo bastante fuerte para aspirar al cargo, y hay dos Primeros Juristas porque dos hombres reclamanla posicin y ninguno de ellos reconocer los derechos del otro. Andan a la grea como marineros en la cubierta de un barco en llamas que discuten quin ha de apagar el fuego yentre tanto la nave se hunde.

    Podra ser as, pero la caballera sigue siendo una fuerza poderosa en Solamnia, y mientras los caballeros estn all, la gente de Solamnia jams se rendir repuso elemperador.

    Lo que ocurrir si aniquilamos a los caballeros que hay en la Torre del Sumo Sacerdote arguy Kitiara. Si Palanthas cae a causa de una estupidez, la gente se enfurecery les dar la espalda. De hecho, ya desconfa de ellos. La prdida de la Torre del Sumo Sacerdote y la invasin de Palanthas sera el golpe de gracia. La caballera se desintegrara.

    Viendo que Ariakas le daba vueltas a aquello, la mujer aprovech para insistir en su razonamiento.Milord, usaremos los dragones azules para arremeter como un rayo que cae del cielo. Atacaremos a los caballeros con rapidez y con dureza antes incluso de que hayan tenido

    tiempo de vernos llegar. Da la orden y mis dragones estarn listos para la ofensiva antes de una semana!Hizo una pausa para darle tiempo a asimilar sus palabras y despus aadi en voz queda:Se dice que la Torre del Sumo Sacerdote no caer nunca mientras la defiendan hombres con fe. Los que guardan la fortaleza han perdido la fe y no podemos darles la

    oportunidad de recuperarla. Tenemos que atacarlos antes de que entre las filas de los caballeros surja un adalid que concibe a las facciones antagonistas.Ariakas reflexion sobre todo aquello. Los argumentos de la mujer eran convincentes. Le gustaba la idea de un ataque rpido y brutal a la torre defendida por una dotacin

    reducida. Eso desmoralizara a los caballeros y Palanthas se rendira. El emperador necesitaba las riquezas y la flota de barcos de la ciudad. Slo con la venta de esclavos lasmonedas de acero entraran a raudales en sus cofres.

    Estaba a punto de acceder cuando mir a Kitiara a los ojos y vio lo que deseaba ver en los ojos de sus comandantes: el ansia de la batalla. Pero tambin vio algo ms, algo quele dio que pensar. Vio certeza presuntuosa. Vio ambicin.

    Se la aclamara y agasajara: Kitiara, la Dama Azul, la conquistadora de Solamnia.La vio alargar la mano hacia la Corona del Poder. Quiz ya haba dado el primer paso al quitar de en medio a uno de sus rivales...Ariakas no tema a Kit. No le tema a nada ni a nadie. Si hubiese pensado que el arriesgado plan de la mujer era la nica oportunidad que tenan de alcanzar la victoria, le habra

    ordenado que procediera y ya se habra encargado de ella cuando lo desafiara. Pero cuantas ms vueltas le daba al plan, ms clara vea la posibilidad del desastre.El emperador desconfiaba de la dependencia de Kit de los dragones. Antes del regreso de su Oscura Majestad, Ariakas no haba hecho entrar en batalla a los dragones, y

    aunque admita que servan para destruir e intimidar, no crea aconsejable depender de ellos para tomar la iniciativa en la batalla, como propona Kitiara. Los dragones eran criaturasarrogantes. Poderosos e inteligentes, se crean muy por encima de los humanos, tanto como stos comparados con las moscas. Por ejemplo, Ariakas no poda dar una orden directaa un dragn. Ellos slo deban obediencia a Takhisis e incluso la diosa tena que hacerlo con diplomacia.

    El plan temerario y poco ortodoxo de Kitiara iba en contra de las ideas de Ariakas respecto a la forma de conducir una guerra y a la mujer no le vendra mal que por una vez lapusieran en su sitio, que se le recordara quin era el que mandaba.

    No dijo con firmeza. Reforzaremos nuestro dominio en el sur y en el este y despus marcharemos contra la Torre del Sumo Sacerdote. En cuanto a los caballerossolmnicos, tengo mis propios planes para destruirlos.

    Kitiara estaba decepcionada.Milord, si pudiera explicar los detalles, estoy segura de que acabaras viendo...Ariakas asest un fuerte golpe en el tablero del escritorio con la palma de la mano.No tientes a la suerte, Dama Azul advirti en tono severo.Kitiara saba cundo tena que dar su brazo a torcer. Conoca al emperador y lo entenda. Saba que no se fiaba de los dragones. Que no se fiaba de ella. Y que su desconfianza

    haba influido en la decisin, aunque jams lo admitira. Sera peligroso insistirle ms.La mujer saba tambin, con una certeza que rayaba lo extraordinario, que el emperador acababa de cometer un grave error. Y los hombres pagaban con la vida las

    equivocaciones.Kit pens todo eso y luego dej de lado el asunto con una sacudida de los negros rizos y un encogimiento de hombros. De natural prctica, siempre miraba hacia el futuro, nunca

    hacia atrs. No perda tiempo en lamentaciones.Como ordenes, milord. Cul es tu plan?Esa es la tazn de que te haya mandado llamar. Ariakas se levant del escritorio y camin hacia la puerta. Se asom fuera y grit: Que venga Iolanthe!Quin es Iolanthe? pregunt Kit.Es mi nueva hechicera y la idea es de ella contest Ariakas.Por el brillo lascivo de sus ojos, Kitiara dedujo al punto que, adems de su nueva hechicera, tambin era su nueva amante.De nuevo se sent en el borde del escritorio, resignada a or fuera cual fuese el plan descabellado que la ltima querida de Ariakas le haba susurrado al odo en pleno frenes

    sexual. Y era una hechicera, una practicante de la magia. Lo que empeoraba las cosas.Kitiara estaba ms acostumbrada que la mayora de guerreros a tener cerca hechiceros. Su madre, Rosamun, haba nacido con el don y tena visiones extraas y trances que al

    final la condujeron a la locura. La magia tambin corra con fuerza por las venas de su medio hermano pequeo, Raistlin. Haba sido Kitiara la que, al ver que tena el talento,comprendi que algn da podra ganarse la vida con su arte... Siempre y cuando la magia no acabara antes con l.

    Como les pasaba a casi todos los guerreros, Kitiara no se fiaba de los magos. No jugaban limpio en la lucha. Que le dieran un enemigo que arremetiera contra ella con unaespada, no uno que pegaba brincos mientras entonaba palabras con un sonsonete montono y lanzaba excrementos de murcilago.

    La hechicera lleg acompaada por uno de los guardias ogros, que se la coma con los ojos sin poderlo evitar. Iolanthe haba acudido a la llamada con tal prontitud que Kitiarasospech que la hechicera haba estado cmodamente instalada en una estancia cercana. Por la mirada que intercambi con Ariakas, Kit dedujo que se la haba invitado a escuchara escondidas la conversacin.

    Iolanthe era lo que Kitiara habra esperado de una de las amantes de Ariakas. Era humana, joven (unos veintitantos, sin llegar a los treinta) y Kitiara supona que a los hombresdeba de parecerles hermosa si a uno le gustaba ese tipo de belleza nbil y voluptuosa.

    En otro tiempo, a Ariakas le haba gustado el tipo de belleza de Kitiara, musculosa y magra, pero de eso haca mucho y Kit estaba contenta de que hubiese quedado en elpasado. Se haba acostado con el emperador por una razn que no era otra que sacar ventaja a otros centenares de comandantes en ciernes que reclamaban el favor de Ariakas.

    Kit salud a Iolanthe con una fra inclinacin de cabeza y una de sus sonrisas sesgadas, lo que hizo que la hechicera entendiera de inmediato que la guerrera saba el porqu y elcmo de que estuviera all.

    Iolanthe respondi a la sonrisa sesgada de Kit con otra encantadora. Ariakas le haba hablado mucho sobre ella y la hechicera senta mucha curiosidad por conocerla. No tenacelos de ella. Estar celoso de alguien significaba que se tena complejo de inferioridad y de incapacidad, y Iolanthe estaba tremendamente segura de sus poderes, tanto mgicoscomo fsicos. No tena motivos para sentir celos de nadie.

    Pero Kitiara s tena algo que Iolanthe deseaba. Era una Seora del Dragn, mandaba sobre hombres y dragones, gozaba de riqueza y prestigio. Ariakas la vea como una igual,en tanto que Iolanthe slo era su hechicera y su querida...; otra ms en una larga lista de amantes. Los ogros que montaban guardia fuera trataban a Kitiara con marcado respeto. Aella la miraban con lujuria.

    Iolanthe deseaba lo que tena Kitiara poder y estaba dispuesta a conseguirlo, aunque an no haba decidido cmo. Era natural de Khur, una tierra de feroces guerrerosnmadas que se enfrentaban en disputas sangrientas desde haca siglos. Iolanthe poda hacerse amiga de Kitiara o poda convertirse en su ms mortal enemiga. Que fuera una cosao la otra dependa mucho de la guerrera.

    Explcale tu idea a la Dama Azul dijo Ariakas al entrar Iolanthe.La hechicera hizo una grcil inclinacin en seal de aquiescencia. Tena los ojos de color violeta y los llevaba pintados con kohl negro para resaltar la inusual tonalidad del iris.

    Esos ojos se encontraron con los de Kitiara en una mirada de recproca evaluacin.La guerrera no tena en mucho a la mayora de los hombres que conoca, y senta un profundo desagrado por todas las mujeres que, a su modo de ver, eran criaturas pusilnimes

    dadas a tener nios y ataques de nervios. Kit se daba cuenta de la razn por la que Ariakas haba metido en su cama a esa mujer. Iolanthe era una de las fminas ms llamativas yexticas que haba visto en su vida.

    Creo que tienes ascendencia solmnica, Kitiara empez la hechicera. El tratamiento que me corresponde es el de Seora del Dragn declar Kitiara.Las oscuras pestaas de Iolanthe aletearon. Te pido perdn, Seora del Dragn. Disclpame. Kitiara asinti con un brusco cabeceo. Habla. No dispongo de mucho tiempo.Iolanthe ech una mirada furtiva al emperador. Como esperaba, el hombre estaba disfrutando con la escena. Por lo general consideraba conveniente que sus subordinados

    anduvieran a la grea como una forma de promover la supervivencia del ms apto. Iolanthe acariciaba la idea de que quiz podra utilizarlos a los dos y que se enfrentaran entre smientras ella ascenda al poder. Era un juego peligroso, pero la hechicera llevaba sangre de reyes guerreros en las venas, y no haba ido a Neraka slo para sentir las manos callosasde Ariakas toquetendola.

    Tu padre era un caballero continu Iolanthe, que se abstuvo de aadir que fue un caballero cado en desgracia, y en consecuencia ests familiarizada con la poltica de lacaballera solmnica...

    S que me entra una jaqueca espantosa cada vez que se habla de poltica la interrumpi de nuevo, desdeosa.

  • He odo que eres una mujer de accin. Iolanthe le dedic a Kit una bonita sonrisa. Conoces a un caballero llamado Derek Crownguard?Me han hablado de l, pero no lo conozco personalmente. Es un Caballero de la Rosa, vstago de una familia acaudalada, que compite con Gunthar Uth Wistan por el liderazgo

    de la caballera.Puede que la poltica le causara dolor de cabeza a Kitiara, pero se ocupaba de estar informada de lo que ocurra en el pas que estaba a punto de conquistar.Crownguard es ambicioso. Un buscador de la gloria. Seguidor estricto del Cdigo y la Medida. Ni siquiera cagar sin antes consultar la Medida para estar seguro de que hace

    lo correcto.Expresado de un modo tosco, pero certero coment la hechicera.El tal Crownguard es la clave de la destruccin de la caballera intervino Ariakas.Quieres que ordene matarlo? pregunt Kitiara.Le habl al emperador, pero fue Iolanthe la que contest sacudiendo la cabeza en un gesto negativo. Llevaba el negro cabello largo hasta los hombros, con flequillo recto, y

    adornado con una fina banda de oro. La espesa melena se meci al mover la cabeza y liber una leve fragancia a perfume. Vesta ropas de seda negra con orlas doradas, cosidas encapas para que el tenue tejido transparente se le ajustara aqu y ondeara all, de manera que proporcionaba un fugaz y tentador atisbo de la carne morena que haba debajo. Lucabrazaletes y anillos de oro, as como ajorcas en los tobillos. Iba descalza.

    En contraste, Kitiara vesta la armadura de dragn y botas altas, adems de oler a sudor y a cuero.Morir asesinado convertira en hroe a Derek Crownguard dijo la hechicera. En este momento es lo que los caballeros necesitan, precisamente, y slo un necio les

    proporcionara uno.Limtate a explicarle el plan, Iolanrhe orden Ariakas, que empezaba a impacientarse. O, mejor an, lo har yo. Has odo hablar de los Orbes de los Dragones?

    pregunt a Kitiara.Ese artefacto mgico que tiene esclavizado al rey elfo Lorac?Se ha descubierto otro orbe igual en el lmite del glaciar. Parece ser que el Seor del Dragn del Ala Blanca, Feal-Thas, se lo encontr mientras haca una limpieza en su

    armario termin Ariakas con sequedad.Quieres que vaya y se lo quite dijo la guerrera.Ariakas tamborile unos dedos contra los de la otra mano.No. Tiene que ser Derek Crownguard el que recupere ese orbe.Kitiara enarc las cejas. Fuera lo que fuese lo que haba esperado, no era eso, desde luego.Por qu, milord?Porque el orbe se apoderar de Crownguard, igual que se apoder del rey elfo, y lo tendremos controlado. El caballero regresar a Solamnia...; el veneno en el pozo

    solmnico. Bajo nuestra direccin, conducir a los caballeros derechos al desastre. Este plan tiene la ventaja adicional de sacar a Derek de Solamnia en un perodo crtico. Estsfamiliarizada con los solmnicos, as pues, qu te parece?

    Lo que le pareca a Kitiara era que un ataque audaz a la Torre del Sumo Sacerdote en ese momento podra significar ganar la guerra, pero Ariakas no quera saber nada de eso.De repente comprendi el porqu. El emperador odiaba a sus enemigos, los Caballeros de Solamnia, pero por mucho que los odiara, tambin crea en ellos. Crea en su mitologa.Crea en la leyenda del caballero Huma y de cmo arroj a la Reina Oscura y a sus dragones de vuelta al Abismo. Crea en el mito del valor y la entereza de los caballeros y crea en supasada gloria. Haba maquinado aquel complicado plan porque, en el fondo, crea que no poda derrotarlos militarmente.

    A Kitiara no la cegaban las apariencias. No era crdula. Haba visto a los caballeros reflejados en la persona de su derrochador padre y saba que las resplandecientesarmaduras plateadas tenan herrumbre y mellas y chirriaban al caminar con ellas puestas.

    Eso lo tena meridianamente claro, pero no poda hacer nada al respecto. Lo que tambin estaba clarsimo era que si ese plan de Ariakas fallaba, si los ejrcitos de los dragonesperdan la batalla por Solamnia, sera a ella como comandante del Ala Azul a la que culparan. Daba igual que hubiera ofrecido al emperador una estrategia victoriosa que l habarechazado. Llegado el momento, Ariakas lo olvidara convenientemente.

    El y su hechicera esperaban que les dijera lo listos que eran.Cumplira con su deber. Despus de todo, era un soldado y l era su comandante.Me parece una idea interesante dijo por fin. Todos los solmnicos sienten una profunda desconfianza hacia cualquier cosa mgica, pero... dirigi una sonrisa a Iolanthe

    . No me cabe duda de que una hermosa mujer podra ayudar a sir Derek a superar esos recelos. Y ahora, si no ordenas nada ms, milord, he de volver a mi puesto de mando.A Kitiara se le haba ocurrido que quiz podra haber alguna forma de sortear la negativa de Ariakas a atacar la Torre del Sumo Sacerdote. Al principio se enfurecera por haberle

    desobedecido, pero la victoria mitigara su ira. Mejor eso que soportar su clera tras una derrota...Excelente respondi el emperador con suavidad. Me alegra que te guste el plan, Kitiara, porque he decidido enviarte a ti a tender el lazo a Crownguard.Aquello pill por sorpresa a las dos mujeres. Iolanthe lo mir de hito en hito, casi tan estupefacta como Kitiara.Milord protest la hechicera, encrespada, los dos convinimos en que sera yo quien...Milord empez Kitiara al mismo tiempo, fruncidas las oscuras cejas en un gesto de irritacin, soy comandante del Ala Azul. Mi sitio est con mis tropas...Ariakas se senta muy satisfecho. Esas dos mujeres poderosas se estaban sintiendo cada vez ms seguras de s mismas, demasiado.He cambiado de opinin dijo en un tono tan cortante que las hizo enmudecer a ambas. Iolanthe, la Seora del Dragn tiene razn. Los caballeros desconfan de la magia y

    de quienes la manejan, algo que yo no haba tenido en cuenta cuando acced a que fueras t. Kitiara es una guerrera, ms idnea para esta tarea. En cuanto a ti, Seora del Dragn,tus fuerzas estn atrincheradas durante el invierno. Puedes permitirte el lujo de pasar un tiempo separada de ellas.

    Kit se dio media vuelta, decidida a ocultar su frustracin, y camin hacia una ventana para mirar al exterior del recinto, donde un grupo de prisioneros, encadenados por el tobillounos a otros, formaba en fila al pie de un patbulo. Era el da de ahorcar a los traidores. Desapasionado el semblante, vio que el ejecutor pona la soga alrededor del cuello de un jovenque, postrado de rodillas, afirmaba su inocencia y suplicaba que le perdonaran la vida. Los guardias lo levantaron con brusquedad y le cubrieron la cabeza con un saco.

    Djanos, Iolanthe orden Ariakas tras una pausa. Tengo que hablar con la Seora del Dragn.La hechicera asest una mirada torva a Kitiara y despus, con los sedosos ropajes ondeando tras ella, abandon la sala. Al salir cerr de un portazo. Para entonces, Kitiara ya

    haba recobrado el control de s misma.La dama no pareca complacida. Me temo que esta noche dormirs en un lecho fro, milord.No ha nacido la mujer que me diga no a m, Kitiara repuso Ariakas, imperturbable. T lo sabes, y deja de toquetear ese pual escondido que llevas. Estoy convencido de

    que eres la persona adecuada para manejar este asunto con Crownguard. Una vez hayas cumplido esta misin, que, siempre y cuando la lleves a cabo bien, no debera ocupartemucho tiempo...

    Ya tengo varias ideas al respecto, milord lo interrumpi Kitiara.Bien. Despus de eso, quiero que vueles a Haven y regreses aqu para presentarme un informe sobre esa situacin catica del Ala Roja.Kitiara, a la que el Ala Roja le importaba un bledo, estaba a punto de argumentar contra esa orden cuando una idea repentina se abri paso en su mente. Haven estaba cerca de

    Solace. Volver a los sitios por los que se haba movido antao podra resultar muy interesante.Estoy a tu disposicin, milord dijo.Despus de eso, viajars al lmite del glaciar. No me fo de ese hechicero elfo. El hecho de que de pronto haya recordado que tena un Orbe de los Dragones en su poder me

    parece preocupante.Ariakas se acerc a ella y se puso a su lado. Los dos vieron abrirse la trampilla del patbulo y al joven precipitarse hacia su muerte. Por desgracia para l, la cada no le rompi el

    cuello y se retorci y se sacudi en el extremo de la cuerda durante un tiempo.Ah, mira, un zapateador coment el emperador, divertido.Kitiara estuvo mirando hasta que el cuerpo se qued inmvil y colg, retorcido, en el aire. Saba que Ariakas tena ms cosas que decir, as que esper que dijera lo que fuera.sta es la razn principal de que haya aceptado el plan de Iolanthe de que ese caballero robe el Orbe de los Dragones. No quiero que est en poder de Feal-Thas.Podra quitrselo yo sugiri Kitiara.Tampoco quiero que est en tu poder repuso l a la par que la miraba con frialdad.Kitiara esboz una leve sonrisa y observ a los soldados que descolgaban el cadver del patbulo y preparaban la soga para el siguiente hombre de la fila.Habiendo dejado eso claro, no quiero que Feal-Thas crea que no confio en l prosigui Ariakas. Es til para ciertas cosas. No s de nadie ms al que pudiera convencer

    para que viviera en ese pramo helado. Habrs de ir con tiento en tus tratos con l.Por supuesto, milord.En cuanto al Orbe de los Dragones, una vez que el tal Crownguard deje de serme til, habr que deshacerse de l y el orbe me lo quedar yo. Te das cuenta de lo ingenioso

    que es este plan?S, milord respondi, anuente. Fuera, en el exterior del recinto, los guardias arrastraban escalones arriba al siguiente condenado de la fila. Kitiara se apart de la ventana.

    Necesitar tus rdenes por escrito para Feal-Thas o el elfo no me creer.Por supuesto. Las tendrs por la maana. Psate por aqu antes de partir.Sabes dnde puedo encontrar a Crownguard, milord? Creo recordar que destru su castillo hace algn tiempo...

  • Segn mis espas se encuentra en la isla de Sancrist, acogido en el castillo Wistan. Sin embargo, se va de all para regresar a Palanthas.Kitiara mir a Ariakas con expresin de incredulidad.Eso es territorio enemigo, milord!Una misin peligrosa, Kit, lo s admiti el emperador, imperturbable. Por eso te eleg a ti.Kitiara tena la sensacin de que haba ms motivos. Hasta haca unos minutos tena planeado enviar a Iolanthe a Solamnia, y Ariakas no era de los que obraban por impulso.

    Tena una buena razn para hacer el cambio. Inquieta, la guerrera se pregunt cul sera. Se habra delatado a s misma? Le habra hecho sospechar que planeaba desobedecerley atacar la Torre? Repas lo que haba dicho y lo que haba hecho y decidi que no. No, simplemente deba de estar enfadado con ella por presionarle con el asunto de la Torre delSumo Sacerdote.

    Concluidos los asuntos a tratar entre ellos, Kitiara pidi permiso para marcharse. Los dos se despidieron con cordialidad.Una cosa que me gusta de ti, Kitiara le dijo Ariakas cuando ella se diriga a la puerta, es que aceptas la derrota como un hombre. Nada de enfurruarte ni poner mal gesto

    porque no te has salido con la tuya. Mantenme informado de cmo te van las cosas.Kitiara estaba tan absorta en sus pensamientos cuando se fue que no repar en que en la puerta de otro cuarto se entreabra una rendija ni vio los brillantes ojos violeta,

    maquillados con kohl y oscurecidos por la sombra de las espesas pestaas, que la observaban.Los ogros le devolvieron la espada y el cuchillo que guardaba en una bota. A diferencia de Grag, las manos no le temblaron mientras se abrochaba la hebilla del cinturn, pero s

    que experiment una sensacin de alivio similar. Eran pocos los que no sentan alivio cuando salan vivos de una audiencia con Ariakas.Quieres saber la direccin de la taberna ms prxima? pregunt el ogro mientras le tenda la espada.Gracias, ya s dnde es contest Kitiara.

  • 3 La Posada El Escudo Roto

    Magia de plata

    Iolanthe esper hasta que vio a Kitiara echar a andar calle abajo y despus volvi conAriakas. El emperador estaba sentado al escritorio y escriba el despacho prometido. Iolanthe se acerc a l, pos las manos en los anchos hombros y le dio masajes en el

    cuello.Podra mandar que viniera tu escriba, milord... Cuantas menos personas estn enteradas de esto, mejor contest Ariakas. Escriba deprisa y en maysculas para que no

    hubiese posibilidad de interpretar mal sus palabras.Iolanthe, asomada por encima de su hombro, vio que escriba acerca del Orbe de los Dragones.Por qu ese cambio en los planes, milord? pregunt la hechicera. Por qu enviar a la Seora del Dragn a Solamnia en vez de a m? Tenamos todo esto hablado...Como le he dicho a Kitiara, es ms idnea para esta misin. Ya se le ha ocurrido un plan.Me da la impresin de que tiene otros motivos, milord. Iolanthe meti los brazos por debajo de la armadura de cuero y desliz las manos por el pecho desnudo del hombre,

    que no dej de escribir.La Seora del Dragn estaba elucubrando algn ardid para obviar mis rdenes y atacar la Torre del Sumo Sacerdote.La hechicera se acerc ms para que el cabello rozara la espalda del hombre y as le llegara su perfume.Contina susurr.Cedi demasiado pronto, sobre todo cuando mencion que la mandara a Haven. Me oculta algo.La voz de Ariakas son spera, endurecido el tono.Todos tenemos secretos, milord dijo Iolanthe, y le bes la oreja.Quiero saber el suyo.Puede hacerse coment la hechicera.Pero ella no debe sospechar nada.Eso ya ser ms difcil. Iolanthe se qued pensativa un momento. Hay un modo, pero he de tener acceso a su cuarto. En qu barracn se aloja?Kitiara en un barracn? El emperador solt una risita burlona al imaginar tal cosa. Dormir en un catre habiendo una posada cmoda en la ciudad? Har averiguaciones

    y te informar.Asi a Iolanthe por las muecas, tan fuerte que le hizo dao, y con un seco tirn la alz en vilo y la tendi encima del escritorio, delante de l. Se inclin sobre la mujer, a la que

    sujetaba los brazos firmemente.Haces un buen trabajo para m, Iolanthe.Ella alz los ojos hacia el emperador con una mirada lmpida y sonri, entreabiertos los labios. Ariakas se apret contra la mujer al tiempo que palpaba debajo de la falda.Es un placer para m, milord susurr Iolanthe.Acabado el episodio con Ariakas, Iolanthe se arregl las ropas, se ech sobre los hombros una capa negra y discreta y se cubri la cabeza con la capucha. Las runas marcadas

    con puntadas de hilo dorado en la prenda la sealaban como una hechicera y servan de advertencia a cualquiera que pudiera intentar molestarla. Las calles de Neraka eranestrechas, malolientes, sucias y peligrosas. Los soldados de la Reina Oscura dirigan la ciudad y se consideraban con derecho a apropiarse de cualquier cosa o cualquier personaque quisieran, y puesto que Ariakas fomentaba la rivalidad entre los comandantes, las tropas se enzarzaban de continuo en reyertas que sus superiores podan decidir si ponerles fino no.

    Adems, los devotos seguidores de Hiddukel, dios de los ladrones, siempre estaban disponibles para dar la bienvenida a visitantes y peregrinos en el Templo de la Reina de laOscuridad, liberndolos pamente de cualquier carga, como por ejemplo la de sus bolsas de dinero. Criminales de todo tipo encontraban refugio seguro en Neraka, al menos hastaque los cazadores de recompensas daban con su rastro.

    Aun as, a despecho de su condicin de ciudad sin ley, Neraka medraba y creca. La guerra iba bien y sus habitantes estaban en el bando ganador. El botn obtenido en saqueostras las victorias entraba a raudales en la urbe. Las tiendas de empeo estaban repletas de oro y joyas, artculos de plata y cristal, pinturas y muebles saqueados de las tierrasconquistadas de Silvanesti, Qualinesti, Abanasinia y regiones orientales de Solamnia. Cautivos humanos y elfos abarrotaban los mercados de esclavos, y eran de tal calidad queacudan compradores de lugares tan lejanos como Flotsam, al otro lado del continente.

    Una calle entera estaba dedicada a tiendas que traficaban con artefactos, libros, pociones y pergaminos mgicos robados. Muchos eran falsos, as que haba que saber lo quese tena entre manos a la hora de comprar. Una pocin vendida con garanta de proporcionar una buena noche de sueo podra resultar en que uno no despertara jams. Losartefactos sagrados eran ms difciles de encontrar. Una persona dedicada al comercio de tales objetos tena que ir al Templo de la Reina de la Oscuridad, y el acceso al interior delrecinto amurallado estaba restringido a los que tenan algn asunto que tratar all y podan demostrarlo. Puesto que el templo era un lugar prohibido y los clrigos oscuros, servidoresde Takhisis, no se mostraban predispuestos a dar la bienvenida a los visitantes, el trfico de artefactos sagrados no era pujante.

    Iolanthe tena su casa en Ringlera de Magos, una calle de tiendas y viviendas situadas fuera del recinto amurallado del templo. Como recin llegada relativamente que era,Iolanthe tena alquilada una vivienda minscula encima de una tienda de artculos mgicos. Encontrar alojamiento en Neraka no era fcil y la mujer pagaba una suma exagerada portres habitaciones pequeas. Aun as, no se quejaba. Se consideraba afortunada de tener una casa. La ciudad estaba tan abarrotada que muchos se vean forzados a dormir en lacalle o apretujarse hasta seis en una habitacin de una casa mugrienta.

    Hija de una familia acomodada de Khur, cuando tena quince aos Iolanthe haba deshonrado a su familia al rehusar casarse con el hombre de cuarenta aos que le habanelegido. Cuando intentaron obligarla a celebrar el matrimonio, rob el dinero y las joyas que habran sido su dote y escap a la capital de Khuri-Khan. Teniendo que ganarse la vida dealgn modo, pag a un mago itinerante para que le enseara el arte.

    Finalmente, su prometido la localiz y la viol en un intento de obligarla a casarse con l. Iolanthe lo mat pero, por desgracia, no acab con su sirviente, que regres paracontrselo a la familia, y sta jur vengarse. Iolanthe se encontr envuelta en una enemistad de sangre; su vida en Khur no vala nada.

    Su maestro de magia pidi permiso para que se le diera asilo en la Torre de Wayreth, y all se la acept como pupila de la famosa hechicera Ladonna. Iolanthe demostr ser unaestudiante dotada.

    A los veintisis aos, la joven se someti a la temida Prueba en la Torre de la Alta Hechicera, de la que sali trmula de miedo pero sin sufrir percances para ser confirmadacomo una Tnica Negra. Considerando que una vida de estudio en la Torre era poco lucrativa adems de aburrida, Iolanthe busc un lugar donde plantar la semilla de su ambicin. Lamugre y la miseria de Neraka le proporcionaron un terreno frtil.

    Los clrigos de la Reina Oscura no reciban con los brazos abiertos a los hechiceros y, en consecuencia, al poco de llegar a Neraka Iolanthe estuvo al borde de morir deinanicin. Obtuvo dinero bailando las exticas danzas de su pas en una taberna, y all tuvo la suerte de despertar el inters de lord Ariakas. El hombre la meti en su lecho esa mismanoche, y cuando descubri que era hechicera la contrat como su maga personal. La semilla de Iolanthe estaba plantada, y aunque en otro momento se habra contentado con un rbolpequeo, ahora vislumbraba todo un bosque.

    Haba dejado atrs el sector Azul y se diriga a Ringlera de Magos cuando un soldado hobgoblin, que al parecer haba ingerido suficiente aguardiente para impedirle ver conclaridad, la asi y, echndole el aliento apestoso a la cara, trat de besarla. Iolanthe pronunci una palabra mgica y tuvo la satisfaccin de ver que al asaltante se le pona de puntatodo el pelo y los globos oculares casi se le salan de las rbitas al tiempo que la descarga le zarandeaba el corpachn. Los compaeros del hobgoblin se retorcieron de risa mientrasl se desplomaba en el fango, sacudido por convulsiones.

    Iolanthe lleg a su casa sin ms percances. Retir el cierre mgico, entr en su pequea vivienda y se dirigi directamente a la librera. Busc entre los libros hasta dar con el quenecesitaba: Conjuros de adivinacin y visualizaran a distancia con especial nfasis en el uso adecuado de los ingredientes. Se sent ante el escritorio y empez a pasar laspginas para encontrar un hechizo. Los que vio eran demasiado difciles para que los ejecutara ella o requeran ingredientes poco corrientes que le sera imposible adquirir a tiempo.Empezaba a sentirse desalentada cuando, por fin, dio con uno que encajara. Conllevaba cierto peligro, pero Iolanthe decidi que la posibilidad de tener ascendiente sobre Kitiara UthMatar mereca correr ese pequeo riesgo.

    Iolanthe baj la oscura y estrecha escalera que conduca desde su vivienda a la tienda del piso bajo. Encontr al anciano propietario encaramado en la banqueta situada detrsdel mostrador; tomaba un t fuerte mientras observaba a la gente que pasaba por la calle al otro lado del escaparate.

    El nombre del viejo era Snaggle y era mestizo, aunque tena tantas arrugas y estaba tan consumido que era imposible discernir de qu dos razas. l afirmaba que no erahechicero, aunque saba tanto de las artes arcanas que, para sus adentros, Iolanthe dudaba que eso fuera cierto. Era conocido por la calidad de su mercanca. No era necesario estarpendiente de si se compraba sangre de cordero que llevara en la estantera tres meses ni plumas de corneja que se hicieran pasar por clamos de cuervo. Snaggle tena un talentonatural para adquirir artefactos extraos y valiosos y el emperador en persona haca visitas frecuentes a la tienda de artculos de magia para ver qu artculos nuevos haban entrado.

    Snaggle era amigo de Iolanthe, adems de su casero, ya que la hechicera le haba alquilado la vivienda de arriba al viejo. l la recibi con una sonrisa desdentada y la oferta deun t, algo que slo haca con clientes privilegiados.

    Gracias, amigo mo contest la mujer con una sonrisa. Le caa bien el anciano y ese sentimiento era compartido. Acept la infusin y la bebi a sorbitos, con delicadeza.

  • Busco un cuchillo dijo.La tienda de artculos de magia estaba limpia y ordenada, algo poco habitual en ese negocio. La mayora de las tiendas semejaban nidos de urraca. Todos los artculos de

    Raign estaban guardados en recipientes etiquetados y en cajas colocadas con esmero una sobre otra en estantes que llegaban hasta el techo. No haba nada expuesto ni a la vista.Las cajas se guardaban detrs del extenso mostrador que ocupaba todo el largo de la tienda. Snaggle no permita a ningn cliente pasar detrs del mostrador, rega que haca cumplira rajatabla. A tal fin, se vala de un bastn de aspecto extrao que, segn l, posea poderes letales.

    El cliente le explicaba al anciano lo que l o ella crea que necesitaba y Snaggle se bajaba de la banqueta, dejaba la infusin y coga la caja apropiada, cada una de ellasetiquetada con un cdigo que slo l conoca.

    Qu clase de cuchillo? pregunt el anciano a Iolanthe. Uno para proteccin, para trocear y cortar ingredientes o uno para realizar sacrificios rituales...?Uno de adivinacin y visualizacin a distancia contest la mujer, que explic para qu serva.Snaggle se qued pensativo un momento, fruncido el entrecejo, y despus se baj de la