Wilhelm Ropke - La Necesidad Moral de La Libertad Economica

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  • 8/13/2019 Wilhelm Ropke - La Necesidad Moral de La Libertad Economica

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    generacin, al principio fu socialista, y precisamente por razones morales.

    Pensbamos que el socialismo era el nico camino para alcanzar la paz, la

    libertad y la justicia. Y como tantos otros jvenes de mi propia generacin,

    aprend por la experiencia y un raciocinio ms sobrio y tranquilo que nuestro

    socialismo juvenil era un error fundamental. Por qu?

    Antes que nada, porque el anlisis econmico nos ha enseado que el

    socialismo es un orden econmico notoriamente inferior. Lo condenamos

    porque la planificacin y la nacionalizacin --los dos pilares del orden

    socialista-- conducen al desperdicio, al desorden y producen un bajo nivel de

    productividad y en cambio la libertad econmica y la propiedad privada --los

    dos pilares del orden econmico liberal-- significan coordinacin; progreso

    y un alto nivel de productividad. En otras palabras, las actividades econmicas

    no pueden constituir la esfera de actividad de la autoridad planificadora que

    coerciona y castiga; tales actividades deben dejarse a la cooperacinespontnea de todos los individuos a travs de un mercado libre, de precios

    libres y de franca competencia.

    Despus de las recientes experiencias, particularmente en Europa, que han

    confirmado estas enseanzas del anlisis econmico, nos asiste toda la razn

    para poner de relieve sus alcances prcticos. En todas partes donde el

    socialismo fue puesto en practica en Europa, en pas tras pas, se demostr que

    conduce hacia la pobreza y el desorden econmico. No as la economa de

    mercado que es la base del bienestar de las masas y del orden econmico y

    que la economa de mercado es el mejor camino para el bienestar de las masasy para el balance o equilibrio econmico. Encuestas recientes efectuadas en

    ese pas, han demostrado que aun la abrumadora mayora de los obreros (mas

    del 80%) favorece la economa de mercado aunque muchos de ellos sean

    miembros del partido socialista.

    Pero hay algo ms que la simple preferencia por una determinada tcnica

    econmica. Yo no creo en la libertad econmica slo porque en mi carcter de

    economista se supone que debo saber algo sobre precios, tasas de inters,

    costos o tipos de cambio. La fuerza de mi conviccin radica en algo ms

    profundo o sea, en aquellas regiones del alma donde se decide en ultimainstancia la filosofa social que tiene cada uno. A los socialistas y a sus

    enemigos ideolgicos los dividen conceptos fundamentalmente diferentes

    acerca de la vida y de su significado.

    La opinin que tengamos sobre la posicin del hombre en el universo, decidir

    nuestra posicin acerca de s los ms altos valores se realizan en el individuo o

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    en la sociedad, y nuestra preferencia por cualquiera de las dos tesis constituye

    la base de nuestra posicin poltica. Una vez mas confirmamos la veracidad

    del famoso aserto del Cardenal Manning: Todas las diferencias entre los

    humanos son, en ultima instancia, de carcter religioso.

    De ah, pues, que mi oposicin fundamental al socialismo radica en que apesar de toda su fraseologa liberal otorga muy poco al hombre, a su libertad,

    y a su personalidad y otorga demasiado a la sociedad.

    El socialismo (que incluye la filosofa del estado benefactor) se apoya

    primordialmente en el Estado y en la sociedad y no en el individuo con su

    responsabilidad y dignidad humanas. Por esto es contrario a la tradicin moral

    basada en el patrimonio comn de la cristiandad y el humanismo. En su

    entusiasmo por la organizacin, la centralizacin, la reglamentacin y la

    subordinacin al Estado, el socialismo pone en juego medios que no son

    compatibles con la libertad y dignidad humanas. Y porque tengo un concepto

    claro acerca del hombre como la imagen de Dios, resultando pecaminoso

    utilizar su persona como medio; Porque estoy convencido de que cada hombre

    tiene un valor nico por su relacin con Dios, pero no ese Dios del hbrido

    humanismo ateo; por toda estas razones yo desconfo totalmente de cualquier

    clase de colectivismo.

    Partiendo de estas convicciones enraizadas en la experiencia y en los

    testimonios histricos, llegu a la conclusin de que solo la economa libre

    puede estar de acuerdo con la libertad del hombre y con la estructura poltica ysocial que salvaguarda. Fuera de este sistema econmico de libertad no veo

    ninguna oportunidad para que pueda continuar la existencia humana dentro del

    marco de las tradiciones filosficas y religiosas de Occidente.

    Slo por esta razn debamos respaldar el orden econmico libre, an cuando

    implicara un sacrificio material y an cuando el socialismo nos asegura una

    mayor abundancia material. Y somos muy afortunados en que esto ultimo no

    sea cierto. Ms importante an resulta que el orden econmico libre es

    requisito indispensable para la libertad, la dignidad humana, la libre eleccin y

    la justicia. Por esto lo deseamos y por ello cualquier precio que paguemos noresulta demasiado alto, aunque los comunistas pudieran hacer, pongo por caso,

    ms grandes y mejores mquinas lavadoras.

    Aceptamos de buena gana la riqueza material y el bienestar que la libertad

    econmica nos proporciona y que jams encontramos en una economa

    colectivista, pero slo debamos aceptar estos dones especialmente por sus

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    ventajas morales y precisamente por ellas estamos obligados a defender la

    libertad econmica.

    Existe una profunda razn moral que explica por qu una economa de libre

    empresa produce la salud del cuerpo social y una abundancia de bienes

    mientras que una economa socialista trae consigo el desorden social, lainsuficiencia y la pobreza. El sistema econmico de libertad transforma la

    extraordinaria fuerza que radica en la afirmacin del propio individuo, en

    tanto que la economa socialista, que se usa en la coercin, suprime esta fuerza

    y se desgasta a si misma en la lucha contra ella.

    Cul de los dos sistemas resulta el ms tico? Aquel que permite al

    individuo luchar para mejorarse a s mismo y a su familia mediante su propio

    esfuerzo y que conduce simultneamente a un aumento del bienestar de las

    masas, o el otro sistema que tiene por meta suprimir esa fuerza, y que

    simultneamente produce un menor bienestar? Resulta ser moral que los

    intelectuales que predican las virtudes de este segundo sistema cuya esencia es

    la coercin y la miseria, lo hagan inspirados por la ambicin de asegurarse un

    puesto de mando en la colosal maquinaria coercitiva que tal sistema

    presupone.

    En realidad, el estado colectivista que se reafirma con las inmoralidades de los

    precios mximos, los controles de cambio y los impuestos confirmatorios,

    resulta mucho ms inmoral que el individuo que viola esos presupuestos para

    preservar los frutos de su propio trabajo. No creo sea moral o haga algn bienapalear al burro que saca el agua de la noria.

    El gran error moral del socialismo, es su constante oposicin al lgico deseo

    del hombre de superarse junto con su familia y de asumir la responsabilidad

    para su futuro; ello est dentro del orden natural, al igual que el deseo de

    identificarse con la comunidad y de servir a sus fines. Ambos deseos son

    intrnsecos a la humanidad y deben equilibrarse, impidiendo los excesos que

    pueden destruir una existencia humana digna.

    La excntrica moralidad que confunde las enseanzas eternas del cristianismocon el comunismo de los primeros cristianos, y que espera el fin inminente de

    todas las cosas, acaba por aprobar una sociedad en la cual los medios

    altamente inmorales como la coercin econmica, la disolucin de la familia,

    la mentira, el espionaje, la propaganda y la fuerza bruta constituyen

    inevitables consecuencias. Por tanto el error intelectual que se comete en

    nombre de una ms alta moral y que consiste en condenar la libertad

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    econmica; en no percibir en el esfuerzo del individuo por su autoafirmacin,

    el verdadero olor de santidad y la abnegacin de los hroes, es capaz de

    destruir la moralidad que constituye la esencia de la civilizacin. Es urgente

    corregir este error.

    Tomado de la revista Espejo, publicacin del Instituto de InvestigacionesSociales y Econmicas, A. C. De Mxico. Wihelm Rpke (1899 1966) ha

    sido llamado el arquitecto del milagro alemn de posguerra.

    Publicado por Poder Limitado:

    http://www.poderlimitado.org