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WOODY ALLEN Y LAS PREGUNTAS SOBRE DIOS J. M. CAPARRÓS LERA (Universidad de Barcelona) Para ti, soy ateo; para Dios, la oposición (WOODY ALLEN 1 ) Este genio estadounidense es uno de los artistas del Séptimo Arte más preocupados por el tema de la existencia de Dios y, en su prolífica obra, cuestiona y se pregunta periódicamente acerca de tal realidad. Así lo han reflejado seis estudiosos norteamericanos de su filmografía, que ha sintetizado muy bien el teórico español Ramón Luque en su reciente libro En busca de Woody Allen. Sexo, muerte y cultura en su cine 2 . Me estoy refiriendo a los siguientes trabajos especializados, que por orden de fechas son: Maurice Yacowar (1988), “The Religion of Radio Days”, en Journal of Popular Film and Televisión, vol. 16, núm. 2 (Bowling Green, Ohio). Joseph L. Liggera (1990), “The Eyes of Yahveh are upon us: Woody Allen’s Crimes and Misdemeanors”, Kent State University, Motion Pictures and Society. P. Adams Sitney (1991), “Cinematic Election and Theological Vanity”, en Raritan, vol. 11, núm. 2 (New Brunswick, N. J.). Richard A. Blake (1991), “Looking for God. Profane and Sacred in the Films of Woody Allen”, en Journal of Popular Film and Televisión, vol. 19, núm. 2; que después vio la luz en un libro del mismo autor: Woody Allen: Profane and Sacred, Nueva York, Scarecrow Press, 1995. Carol Iannone (2000), “The Devil and Woody Allen”, Commentary, vol. 109, núm. 6 (Nueva York). 1 Citado por Cristina Savall, “Dios y Woody Allen. Las reflexiones religiosas que el director norteamericano divulga en sus películas centran la ponencia de un historiador”, crónica sobre mi intervención publicada en El Periódico de Catalunya (17-XI-2007), p. 70. 2 Cfr. cap. “Dios y religión”, Madrid, Ocho y medio, 2005, pp. 140-151.

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WOODY ALLEN Y LAS PREGUNTAS SOBRE DIOS

J. M. CAPARRÓS LERA (Universidad de Barcelona)

Para ti, soy ateo; para Dios, la oposición

(WOODY ALLEN1)

Este genio estadounidense es uno de los artistas del Séptimo Arte más

preocupados por el tema de la existencia de Dios y, en su prolífica obra, cuestiona y se

pregunta periódicamente acerca de tal realidad.

Así lo han reflejado seis estudiosos norteamericanos de su filmografía, que ha

sintetizado muy bien el teórico español Ramón Luque en su reciente libro En busca de

Woody Allen. Sexo, muerte y cultura en su cine2. Me estoy refiriendo a los siguientes

trabajos especializados, que por orden de fechas son:

Maurice Yacowar (1988), “The Religion of Radio Days”, en Journal of Popular

Film and Televisión, vol. 16, núm. 2 (Bowling Green, Ohio).

Joseph L. Liggera (1990), “The Eyes of Yahveh are upon us: Woody Allen’s

Crimes and Misdemeanors”, Kent State University, Motion Pictures and Society.

P. Adams Sitney (1991), “Cinematic Election and Theological Vanity”, en

Raritan, vol. 11, núm. 2 (New Brunswick, N. J.).

Richard A. Blake (1991), “Looking for God. Profane and Sacred in the Films of

Woody Allen”, en Journal of Popular Film and Televisión, vol. 19, núm. 2; que después

vio la luz en un libro del mismo autor: Woody Allen: Profane and Sacred, Nueva York,

Scarecrow Press, 1995.

Carol Iannone (2000), “The Devil and Woody Allen”, Commentary, vol. 109,

núm. 6 (Nueva York).

1 Citado por Cristina Savall, “Dios y Woody Allen. Las reflexiones religiosas que el director norteamericano divulga en sus películas centran la ponencia de un historiador”, crónica sobre mi intervención publicada en El Periódico de Catalunya (17-XI-2007), p. 70. 2 Cfr. cap. “Dios y religión”, Madrid, Ocho y medio, 2005, pp. 140-151.

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Todd H. Speidell (2000): “God, Woody Allen, and Job”, en Christian Scholar’s

Review, vol. 29, núm. 6 (St. Paul).3

Y así también lo constataré en mi próxima monografía crítica: Woody Allen,

barcelonés accidental. Solo detrás de la cámara4.

Las primeras preguntas sobre Dios que se hace Woody Allen datan de 1974, en

dos artículos titulados “El gran jefe” y “Los condenados”, publicados en la revista The

New Yorker y recopilados en el ensayo Cómo acabar de una vez por todas con la

cultura5, que destilaban más humorismo cínico que profundidad. En este texto también

ironizaba sobre Sidmund Freud y el psicoanálisis, Immanuel Kant y la filosofía, Ingmar

Bergman y la trascendencia de su cine, la poetisa Gertrude Stein y las autobiografías, o

acerca del poder y la autoridad.

En los años setenta –como ya escribí en su día6–, Woody Allen se estaba

autodestruyendo. Esa época coincidía con sus primeras películas –Bananas (1971),

Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972) y

El dormilón (1973)–, donde el cinismo eclipsaba su hondura existencial. El mismo

Allen autocriticaría tal etapa en sus declaraciones al biógrafo Stig Björkman7.

Influido por su formación familiar (ocho años en una escuela hebrea), al igual

que tantos otros intelectuales judíos, se plantea la duda de la existencia de Dios por el

Holocausto –recuérdese la tragedia Primo Levi–, tal como se aprecia en sus primeras

obras. “Si hay Dios, ¿por qué hubo nazis?”, manifestó a través de su personaje Mickey,

en Hannah y sus hermanas (1986).

En efecto, éste sería el gran tema de su segundo Oscar de Hollywood al Mejor

guión original, siempre con su particular sentido del humor. Hannah and Her Sisters,

fue, por tanto, su primera ‘comedia teológica’. En esta película, Woody Allen es un

productor de TV obsesionado con el sentido de la vida. Su acercamiento al catolicismo

dará lugar a los pasajes más cómicos de la trama. Pensando que no hay Dios, Mickey

decide suicidarse: con el rifle ya en la sien se dice a sí mismo que en un universo donde

3 Otro ensayo reciente que toca este tema es: Juan Orellana y Juan Pablo Serra, Pasión de los fuertes. La mirada antropológica de diez maestros del cine, Madrid, CieDossat, 2005, cap. “Woody Allen. Cirujano de la cultura psicoanalítica”, pp. 141-161. 4 Editada por Nabla, aparecerá en el mercado poco antes del estreno en la Ciudad Condal de su última película: Vicky Cristina Barcelona (2008). 5 Publicado en Barcelona por Tusquets, fueron reeditados por la misma editorial con otros artículos en Cuentos sin plumas (2003), en castellano y catalán. 6 El cine de los años setenta, Pamplona, Eunsa, 1976, “¿Heredero del burlesco USA? La comicidad de Woody Allen”, pp. 35-39. 7 Vid. Woody por Allen, Madrid, Plot, 1995, p. 28.

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no hay Dios, no quiere seguir viviendo. Pero, tras ver Sopa de ganso de los hermanos

Marx, viene a convenir que “incluso en un universo sin Dios, uno puede dar sentido a su

propia vida”.

Más adelante, en Delitos y faltas (Crimes and Misdemeanors, 1989) y en su

actual trilogía londinense (Match Point, Scoop, Cassandra’s Dream), su reflexión se

hace mucho más profunda. Habla de la mirada de Dios, de la justicia divina, y se inspira

en Crimen y castigo, de Fedor Dostoievsky. ¿Cómo Dios permite tantas acciones

terribles? La conclusión a la que llega es que Dios nos observa, nos está vigilando; pero

se limita a mirar. Y llega a concluir: “Si Dios nos observa, quizá se limite a eso, a

mirar”. Como escribiera el rabino Borowitz en The New York Times, detrás de Delitos y

faltas estaba el Cohelet: “Sólo hay hombres a los que se trata como si hubieran hecho el

mal y hombres malvados a los que se trata como si hubieran actuado justamente”8.

Sin embargo, antes de estos filmes claves, Allen ya había puesto en imágenes

sus Recuerdos (Stardust Memories, 1980), donde reflexiona humorísticamente sobre la

Confesión y el psicoanálisis. Es famosa la escena donde dice que “los católicos son más

listos: nosotros vamos al psicoanalista, y nos saca el dinero; los católicos se confiesan, y

no pagan”.

Este tema se presenta de nuevo en Alice (1990), como podemos ver en la

secuencia donde la protagonista –Mia Farrow– aparece confesándose (se proyectaron

2’30’’ de esta película) y en la cual se ofrece una única salida: el amor. Alice, tras

cometer adulterio y trabajar en Calcuta con la Madre Teresa, vuelve a Nueva York y se

redime y encuentra a sí misma dedicándose a trabajos sociales.

Pienso que ahí está la clave, en el amor. Porque Woody Allen ha evolucionado,

pasando del mero sexo a la búsqueda del amor auténtico y duradero, al intento de

alcanzar la felicidad en lo cotidiano.

Con todo, el tema de la libertad y del misterio de Dios no parece entenderlo

bien; así como el problema de la justicia de Dios, si examinamos con atención su

filmografía.

Concluyo, pues, mi ponencia con lo que manifestó el especialista Todd H.

Speidell, en su citado análisis de las denominadas ‘comedias teológicas’ de Woody

Allen –asimismo trata sobre La última noche de Boris Grushenko (Love and Death,

1975), filme en que aparece el tema de la muerte como la tercera constante de su obra

8 Citado por Ramón Luque, Op. cit., p. 146.

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(Dios, Sexo-Amor, Muerte-Más allá)–, donde contrapone la visión teológica de Allen

con la de Job:

La protesta de Allen de que la humanidad debe afrontar sola lo absurdo

de la vida, entra en irónico contraste con Job, el profeta bíblico de la protesta,

quien también se pregunta si Dios gobierna el mundo con justicia. Mientras que

no se cuestiona la existencia de Dios ni su poder, sí que experimenta el

problema de la justicia de Dios con mayor ambigüedad que el moderno cineasta

Woody Allen9.

Cabría añadir, no obstante, que en Días de radio (Radio Days, 1987), Allen ya

brindaba una broma sobre los ‘perdedores’ que ganan un premio gracias al libro de Job.

¿Tendrá este gran artista de la pantalla una respuesta sobre Dios? El futuro nos

lo dirá; porque pienso que el maestro Woody Allen es, ante todo, un “buscador de

Dios”.

9 Todd H. Speidell, Op. cit., p. 560.