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XI Congreso Nacional de la Academia de Ciencias Administrativas (ACACIA) Propuesta teórica para estudio de la noción de identidad cultural en el management de las organizaciones Autor: Consuelo Garcia de la Torre [email protected] EGADE – Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey Av. Fundadores y Rufino Tamayo s/n Valle Oriente, Garza Garcia Monterrey, Nuevo León México Teléfono: (5281) 8625.6168, Fax (5281) 8625.6095

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XI Congreso Nacional de la Academia de Ciencias Administrativas

(ACACIA)

Propuesta teórica para estudio de la noción de identidad cultural en el management de las organizaciones

Autor: Consuelo Garcia de la Torre

[email protected]

EGADE – Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey

Av. Fundadores y Rufino Tamayo s/n

Valle Oriente, Garza Garcia

Monterrey, Nuevo León

México

Teléfono: (5281) 8625.6168, Fax (5281) 8625.6095

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Propuesta teórica para estudio de la noción de identidad cultural en el management de las organizaciones

« Le nom ce n’est pas la chose nommée » Aristote.

«La carte ce n’est pas le territoire» Bateson.

ABSTRACT

Nuestro trabajo tiene como punto de partida el reconocimiento de la complejidad del

problema en cuestión: la identidad cultural y las prácticas de gestión en América

Latina. Así, el marco teórico revisado nos hace constatar la diversidad de formas de

abordar el sujeto y la importancia de la interdisciplinaridad en nuestro enfoque. De ese

modo, podremos hacer uso de aquellos conceptos que la filosofía, antropología, etno-

historia y la psico-sociología nos aportan para llegar a comprender las diversas

dimensiones involucradas en los estudios de la identidad cultural y el impacto que

esta tiene en los modelos de gestión adoptados en las organizaciones.

INTRODUCCIÓN La revisión bibliográfica que hemos realizado, sobre la concepción y el estudio de la

noción identidad y management nos lleva al siguiente planteamiento. En principio,

vemos que en el tiempo, los autores se ocuparon de la identidad y la estudiaron

desde diversas disciplinas y enfoques. Hemos hecho una clasificación arbitraria de

ellas, lo cual nos ha permitido encontrar las corrientes de pensamiento que han

caracterizado los diferentes periodos que atravesó esta noción.

En este sentido, vemos que detrás de los estudios y los métodos de análisis de la

noción de identidad existen convergencias entre los conceptos que la definen, hay un

sin número de conceptos utilizados: la cultura, la mentalidad y la ideología.

Principalmente, todas ellas evidentes en los enfoques que vimos en el tiempo y las

disciplinas. Algunas veces, los autores han expresado su conceptualización como

esencia, producto, forma de expresión o visión del mundo. Así, la noción de identidad

a estado siempre subyacente detrás de estas definiciones.

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ENFOQUES Los enfoques identificados, podemos decir que quizás han sido privilegiados de cierta

manera por el interés y orientación personal nuestra. Existe una continuidad en la

obra de los intelectuales que no se encuentra en la clasificación propuesta por

nosotros. Sin embargo, ella constituye una forma de hacer referencia al pensamiento

en el cual es posible de identificar los elementos clave de la ontología y la

epistemología de la identidad. Éstas son:

a. la génesis de la noción de identidad

b. los métodos de análisis, la contribución y contradicción de la ciencia a la

comprensión de la identidad

c. la epistemología de la identidad

d. las aplicaciones de la identidad en los estudios del management

Entonces, pues, a partir de esta clasificación vamos a realizar la revisión de estos

cuatro elementos para descubrir y profundizar sobre ellos.

a. Génesis de la noción de identidad

Una mirada histórica sobre la noción de identidad sirve para mostrar que la

identidad es una noción ya antigua en las ciencias humanas. Hemos visto que la

identidad es una noción de ontología formal como ens ó unum. Ella es transversal

a todos los modos del discurso; su generalidad y su abstracción son todavía más

elevadas de aquellas categorías opuestas utilizadas por los estudios. Esto tiene

como contrapartida una relativa indeterminación; hay una dificultad intrínseca a

manejar la identidad, en los planos más diversos, sean estos: lógico, metafísico,

psicológico o antropológico.

En fin, la identidad como la especificidad del hombre en las ciencias del hombre

no es pues admitida ni por los unos ni por los otros, toda esta problemática de la

ciencia del hombre es comprendida muy bien por Gusdorf (1960) que dice:

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«La crise actuelle des sciences humaines est donnée ensemble une crise de l’homme contemporain. Dans la pensée contemporaine, l’image de l’homme s’est troublée, et ce trouble se manifeste à plein dans chaque science de l’homme, qui est aussi, qu’elle le veuille ou non, une science, pour l’homme. Dès lors, il ne sert de rien au spécialiste d’invoquer l’alibi de sa spécificité : comme tous ses chemins particuliers mènent à l’homme, il est d’avance assurée de n’arriver nulle part s’il est incapable de toute prise de position anthropologique. Cette condition au départ fait l’unité des sciences humaines1»

Es en esta perspectiva filosófica de trascendencia de las ciencias humanas, donde

podemos encontrar que el hombre no se reduce a la simple constatación de una

realidad delante la cual se puede tomar la actitud de simple espectador puro. El

conocimiento del hombre por el hombre, establece un diálogo en el corazón de la

realidad humana; a ello sigue una negociación que lleva a significaciones nuevas,

ellas mismas puestas en cuestión por la renovación de las circunstancias, pues el

ser humano no sabrá estar inmovilizado en una determinación una vez que se da,

fijo como una mariposa en su caja de observación. « La science de l’homme apparaît ainsi comme une contribution à l’édification de l’homme2 »

La consolidación más rudimentaria de la experiencia supone el recurso a la

realidad más que real, que aporta en ella misma su garantía, y entonces el común

reconocimiento de los hombres al principio de la objetividad. Es así, que en los

orígenes prehistóricos de la humanidad, la epistemología de la conciencia mítica

no comporta ciencia, en el sentido de toma de conciencia reflexiva y formalizada

de una dimensión del mundo. Es necesario tomar su partida. El hombre es todavía

otro que el pensamiento riguroso, de suerte que debemos situarnos no por el

hombre con relación al pensamiento mismo, sino con relación al hombre. Todas

las ciencias humanas, de la historia a la sociología, de la etnografía a la

psicología, denuncian la ilusión de la falsa transparencia que dará cada uno el

acceso al conocimiento de sí mismo.

Es la filosofía, dado el carácter difícilmente definible de la identidad, que da

significación a la noción de identidad. Más que establecer la historia de las teorías

y de la metafísica concerniente este concepto, es preferible evidenciar las

interacciones. De hecho, la teoría de la identidad presenta, para una gran parte de

1 Gusdorf, George « Introduction aux sciences humaines » Publications de la Faculté des lettres de l’université de Strasbourg. 1960. P. 19. 2 Gusdorf, G., Op. Cit., p. 23

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autores, como el conjunto de tentativas en vista de determinar el sentido ó el no

sentido al hombre y sus acciones.

Sin embargo, como hemos podido constatar, el término identidad no es neutro y

desde su aparición en filosofía, ha sido objeto de desacuerdos. Su polisemia no ha

hecho sino aumentar con los años, proporcionalmente el interés que suscita. Hoy,

la palabra refiere a una multiplicidad de significados complejos, y en toda obra

sobre la identidad vemos que cada definición parte de postulados particulares y

nos envía a teorías específicas. Más precisamente, las disciplinas que han hecho

de la identidad su objeto de estudio por excelencia. Ellas son la psico-sociología y

la antropología.

Así, con relación a la psicología, la génesis de la identidad puede ser resumida en

tres grandes fases que pueden ser distinguidas en la construcción de la identidad

del niño al adolescente: la individualización primaria, la identificación categórica, la

identificación personalizante (Tap, 1980) La identificación es, de hecho, según

esta corriente, una búsqueda continua e ilusoria, al mismo tiempo que necesaria

en todo lo largo de la vida del ser humano. En este sentido, la identidad no es un

estado o un tener, ella no se maneja sino en la crisis y no se mantiene que por la

toma de conciencia, que puede ser: toma a cargo, toma de posición, toma de rol,

toma de la palabra... por la cual ella encuentra sin cesar apoyo sobre nuevas

identificaciones. La identificación es la historia de la cabalgata de las

identificaciones, las cuales son necesarias siempre, como ilusiones, de deshacer

para hacer, lo cual ocasiona a veces disfunciones que producen los problemas de

identidad.

Para la sociología, como lo muestran los trabajos de G. Mead o E. Erikson (1951),

la identidad es el fruto de una interacción entre los mecanismos psicológicos y de

factores sociales. El grupo es el instante privilegiado en el cual se ejerce este

proceso. Los grupos son de naturaleza y de objeto muy diversos. Así, Lipiansky

(1998) nos recuerda la distinción ente los grupos primarios, ellos son estables y

están fundados sobre una relación comunitaria, como la familia y los grupos

secundarios, donde las relaciones son contractuales y están basadas sobre

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objetivos determinados, tales como las que tienen las asociaciones, un partido

político o una empresa. En todo caso, la socialización es el corazón de la dinámica

identitaria de los grupos. De otro lado, Dubar (1998), expone el doble proceso de

formación de la identidad o doble transacción: está es operada por el individuo

mismo, pero también por el reconocimiento del otro. La identidad de un grupo es

el fruto del aporte de los individuos, de las relaciones con los otros grupos, de las

estrategias de identidad colectivas e individuales. No debemos olvidar que la

memoria es un componente importante de la identidad grupal. La cual tiene gran

impacto en las identidades colectivas que son permanentes construcciones y

están influenciadas por los movimientos constantes que atraviesan la sociedad.

Para la antropología, la identidad no constituye un concepto verdaderamente

específico; aparece en torno a otra problemática concerniente a: la etnicidad, la

pertenencia de linaje, la persona ó los rituales de pasaje que marcan los ciclos de

la vida o las crisis de esa vida. A pesar de la gran diversidad de hechos culturales

que hemos tomado en consideración con relación a este sujeto, podemos

reagrupar los problemas en dos tópicos principales: de una parte, aquellos que

tocan la identidad de las cosas. Es decir, cómo la sociedad utiliza la relación lógica

de identidad a propósito de los seres, personas y objetos, constituyentes de su

universo; de otra parte, aquellos que tocan la identidad de las personas y los

grupos. Más precisamente, como un individuo o una colectividad se reconoce ó se

parece por una marca distintiva ó sobre una distinción común.

El sentido de las identificaciones, varía de una cultura a otra, ellas son las

características que toda sociedad establece entre ciertos seres humanos

excluyendo a otros, no es un problema propio de las sociedades llamadas

tradicionales. Esto es, sin embargo, más espectacular en estas sociedades, donde

las identificaciones y clasificaciones del universo difieren radicalmente, en

términos de su cosmovisión. En principio, de aquellas que el Occidente a

considerado como las únicas posibles y racionales. Es por ello que los análisis

etnológicos de la identidad son indisociables de aquellos concernientes a la

naturaleza de la religión, el pensamiento mágico, lo primitivo y lo racional de las

sociedades. Otra perspectiva de la identidad se desarrolla en Antropología, la

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relativa a las identidades de las personas y de las colectividades. La identidad de

los individuos es por lo tanto culturalmente codificada, a través de las ocasiones

de antiguos rituales, como hemos señalado antes, del ciclo de vida, ritos de pasaje

e iniciación sobre todo y de tal manera que marquen la pertenencia a ciertos

grupos, en los cuales los individuos son inscritos en su lugar en el seno de una

clase dada de seres humanos, quizás opuesta a otros. Estos rituales producen

también marcas distintivas de la identidad en la forma de relación a ciertos

territorios, a grupos de filiación o a organizaciones comunitarias. De otro lado, la

imposición del nombre personal es una etapa esencial de inscripción del individuo

como singularidad al interior de sus diferentes redes y clases de pertenencia, ella

es estrechamente ligada a otro aspecto de la identidad, aquel que, en toda

sociedad, determina las concepciones locales de la persona humana.

b. Métodos de análisis, contribuciones y contradicciones de la ciencia a la comprensión de la identidad

A medida que la ontología de la identidad se afina, los métodos de análisis se

precisan. Hemos visto la concepción de la identidad y enseguida, las ciencias

humanas que se han ocupado de la identidad, en el curso de su historia, oscilando

entre cuatro polos: el sentido, la estructura, la función y la historia. Podríamos

ubicar alrededor de ellos las diferentes escuelas descritas en nuestra revisión de

la literatura. Preocupados por el sentido, ciertos autores han buscado estudiar la

lógica del lenguaje y la significación de los símbolos; los otros se han esforzado de

resaltar las estructuras inconscientes que sostienen las prácticas de los individuos,

otros nos han mostrado cómo los diferentes modos de organización reemplazan

las funciones precisas y responde a las necesidades vitales, las últimas se han

ligado a las transformaciones de las sociedades a través del tiempo. Una primera

constatación, en vista de estas diferentes opciones teóricas, es que la práctica de

las ciencias humanas es definitivamente multidisciplinaria, recurriendo a la

lingüística, la biología, la historia, las matemáticas entre otras disciplinas. Estas

diferentes opciones y los numerosos debates de la historia revelan algunas

tensiones en la manera de abordar la identidad. Las ciencias sociales,

especialmente la psicología, la antropología, y ahora, el management intercultural

tienen algunas posiciones contradictorias entre las cuales es difícil de transar.

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En principio, es lo concerniente a la elección del nivel de análisis. De un lado, la

perspectiva micro social toma por unidad de análisis los individuos, esta

individualización metodológica es elegida por aquellos que consideran que la

identidad se encarna en principio y sobre todo en los comportamientos

particulares. En el otro extremo, encontramos el nivel de análisis macro social que

estudian las instituciones y el sistema. Así, encontramos a los constructivistas,

como una posición intermedia, ellos se esfuerzan de resolver esta dualidad

estudiando la identidad en la interacción de las personas y las instituciones y es la

que nosotros usaremos.

En segundo término, el punto de vista del análisis de la identidad. Los

investigadores restituyen las representaciones e imponen sus propias categorías a

la realidad observada. Enseguida, vienen los tiempos de retroceder y tomar

distancia con relación a este nuevo aprendizaje que se les escapa. Es en esta

distancia encontrada entre el sujeto y el objeto de conocimiento y en la puesta al

día de quien no ha expresado directamente sino que ha explicado la realidad

social donde reside el saber científico. Conviene descubrir los sistemas de

relación detrás del lenguaje común y las apariencias, las significaciones no

residen ni solamente, ni esencialmente en aquello que se expresa sino en aquello

que no se dice3. En otros términos, el investigador debe pasar y repasar las

fronteras trazadas entre su identidad y la identidad estudiada, sabiendo que esto

exige una pesada inversión personal, es decir, cuestionar su propia identidad. Si

no la práctica de investigador no puede empeñarse en este doble mirar ético y

emético. Esté emerge a la inserción del observador y la observación a través de

un proceso de doble hermenéutica poniendo en juego una doble subjetividad.

El tercer punto de vista, es inherente a todo proceso sobre la identidad. De una

parte, la opción empírica de acuerdo a la primicia de los datos recolectados en el

terreno y de otra parte, una posición idealista privilegia los modelos y los objetos

construidos. El empirismo recomienda la utilización de hechos para construir un

sistema teórico de relaciones entre fenómenos; el proceso seguido es inductivo.

3 Laplantine, F. « L’anthropologie » Paris : Seghers, coll. «clefs», 1987.

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Todo modo de conocimiento debe ser fundado en la observación directa de

comportamientos sociales y la experiencia vivida a través de las relaciones

interpersonales. El proceso antropológico que es el más apropiado para abordar la

identidad, reposa en principio en los estudios de costumbres detalladas, de los

detalles más pequeños de la cotidianidad. El terreno constituye el punto de

partida, la construcción teórica, el punto de llegada. El riego es entonces de tener

un objeto formal construido por el objeto concreto real y tomar las palabras por las

cosas. Una vez más, la antropología es el cruce de deducciones y de inducciones,

de la observación y de las hipótesis.

En el último punto de vista, los estudios oscilan entre el análisis sincrónico y el análisis diacrónico. Más evidente, en las corrientes antropológicas como el

funcionalismo que pretende la comprensión de una identidad sea a través de la

cultura, pasando por la observación y el desciframiento minucioso de relaciones

entre diferentes elementos en un momento dado. No se necesita conocer la

historia para saber como funciona una sociedad; el orden reside en la adecuación

entre los medios puestos en práctica por la cultura y las necesidades a alcanzar

por sus miembros. Asimismo, para los estructuralistas, la comprensión consiste en

conocer las estructuras inconscientes que presiden la organización social. De otra

parte, para la escuela evolucionista del siglo XIX o la antropología dinámica

contemporánea, el orden emerge de la historia. Las identidades se transforman

por el sostenimiento de procesos complejos, y la comprensión de una identidad

implica la comprensión de su pasado tal como nosotros lo haremos.

c. Epistemología de la identidad

Las ciencias humanas han tenido sus primeras tentativas de conjunto para una

epistemología sobre medida en 1883 con la publicación de “Introducción a las

ciencias del espíritu” de Dilthey, tal como lo señala Gusdorf: «Dilthey a travaillé sans relâche à l’élaboration des catégories de la compréhension humaine, dont il a mis en pleine lumière la spécificité 4»

4 Gusdorf, George « Introduction aux sciences humaines » Publications de la Faculté des lettres de l’Université de Strasbourg. 1960.

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Esta referencia nos muestra como hay una preocupación ya desde esa época por

tratar de definir los fundamentos de los estudios del hombre. Así la crítica de

Hume, plantea la preocupación de precisar la noción de la identidad. Para llegar a

la significación de la identidad, él se pregunta, ¿a qué se refiere la idea de

identidad?, dado que a toda idea debe corresponder una impresión empírica.

Hume dice, que la singularidad de cada objeto nos procura la idea de unidad en el

sentido de unicidad y no de aquella de identidad. Y la pluralidad de los objetos nos

da aquella de la multiplicidad, pero nosotros no podemos tampoco deducir la

identidad. Pues, no importa que tan grande sea el parecido entre los objetos, el

espíritu no cesa mientras tanto de constatar que su existencia queda distintas e

independientes.

Según Hume, la ilusión de la identidad es engendrada por el tiempo5. Si la crítica

reposa en el prejuicio empírico, toda las ideas deben tener un fundamento

sensible, el análisis de Hume no llega a mostrar los diferentes núcleos

conceptuales implicados. Así, la identidad se relaciona, en efecto, a la variación,

como a determinar una permanencia, a través y a pesar del cambio y ella

presupone también la unidad cualitativa: lo mismo se opone a lo diferente.

Entonces, a pesar de sus rupturas, estos dos grupos de intuición se orientan hacia

asuntos diferentes. Ellos se encuentran en el corazón de la teoría de la identidad y

su implicación, fuente de algunas dificultades y contradicciones. La persistencia y

la demarcación de las entidades son los problemas a los cuales responde la teoría

aristotélica del substrato o la búsqueda medieval de un principium individuationis.

Así, después de Santo Tomas, es la materia signata quien da a un ser su

singularidad única. Para Duns Scot, la materia, ella sola no será capaz de fundar

la inteligibilidad del individuo en tanto que: esto se genera de su haecceitas,

propiedades absolutamente propias del individuo, la socrateitas de Sócrates, su

idios poion, la cualidad individualista. Que es una de las categorías stoiciennes. O

bien lo poseerá a la manera de Guillaume d’Ockham, donde el problema es lógico

y lingüístico: Se trata de saber como los términos generales, con la ayuda de

expresiones sincategoremáticas y de otros procedimientos cuantificadores,

diseñan a los individuos.

5 Hume, D., « Traité de la nature humaine » I. IV. Sect. 2et 6.Londres, 1739.

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De su parte, la comparación y la descripción de las semejanzas dan lugar a un

problema tal como aquel de la identidad leibniziana de los indescriptibles: ¿dos

entidades iguales sobre todo las relaciones pueden ellas ser diferentes? El

problema concierne la unidad de las propiedades no implican directamente una

relación en el tiempo. Recíprocamente, la permanencia excluye la cuestión de los

grados. Las descripciones son las más ó menos idénticas, pero se es o no se es.

Según los términos de Locke, el principio de individuación es la existencia misma,

quien determina un ser, cualquiera que sea, en un tiempo y en un lugar particular,

incomunicable a dos seres humanos de una misma naturaleza.

En los Tópicos (I, 7) Aristóteles procede con una elucidación en el mismo sentido

que corta en partes las distinciones precedentes. Él opone en efecto, la identidad

numérica, que encontramos en el caso donde hay más de un nombre para una

sola cosa. A la identidad de la especie y del género, tal como ella aparece cuando

hay diversas cosas que no presentan ninguna diferencia. Cualquiera fuera la

especie, un hombre y otro hombre o según su género un hombre y un caballo. En

el primer caso, Aristóteles tiene en cuenta la existencia de una sola cosa, mientras

que en la segunda, es la unidad de la especie y su género. En su Metafísica, (V,

6) la identidad llamada unidad del ser, contiene dos acepciones. El énfasis puesto

sobre una o sobre la otra de las dimensiones de la identidad hace que no haya

por siempre una medida común entre las teorías de la identidad, de la distribución

de los problemas en consecuencia.

Nosotros podemos, en primer lugar, tratar de disociar la unidad cualitativa y

funcional y la permanencia. Heráclito sostiene a la vez el cambio fenomenológico,

al señalar: “en un mismo río, en verdad, no es posible de entrar dos veces” es la unidad del

ser y no la permanencia de las cosas lo que representa la verdadera identidad

cósmica. Este orden del mundo, el mismo de todos los mundos, ningún dios y

ningún hombre no ha hecho, pero él siempre ha sido, es y será.

En segundo lugar, al contrario, el sentido más fuerte de la identidad asociado,

constitutivamente, unidad e invariabilidad. Habrá identidad, si y solamente si, en

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toda circunstancia, una entidad queda cualitativamente igual y numéricamente

una. Parmedide y Protágoras comparten esta concepción de la identidad, en

ubicarse a las dos corrientes simétricas de una misma alternativa. Es decir,

aquella que es la unidad y la unicidad, la misma cosa, sin más y sin nada menos,

que imponerse contra toda variación, y la diversidad y el cambio son negados a fin

de preservar la identidad del ser. Así mismo, la admisión de la diversidad y del

cambio que entraña en todos los casos la perdida de la identidad.

En tercer lugar, es imposible combinar los dos aspectos. Tal será el sentido de la

distinción y del corte aristotélico de la sustancia y de los accidentes, que quitan la

APORIE derivada de la asociación estricta de la pertenencia y la unidad: « L’homme individuel, tout en restant un et le même, est tantôt blanc et tantôt noir, tantôt chaud et tantôt froid, tantôt bon et tantôt méchant (Catégories, 5) et c’est là, la principale caractéristique de la substance » Habrá según estos términos compuestos del mismo y del otro, de la pertinencia

del sustrato y de la diversidad cualitativa.

Hemos visto en el tiempo, que la identidad en las diferentes disciplinas tratan la

noción en sus diversas dimensiones, que pueden aparecer como ingredientes

demasiado estáticos de una identidad ideal, más o menos moralista de un sujeto

completo positivo y sin fallas, y donde el otro no intervendría sino como hacer -

valer o espejo. Podemos pensar, al contrario, con Sainsaulieu (1987), que la

individualidad en el plano organizacional, se sitúa no como una entidad de partida

sobre la cual se construye enseguida el mundo social, sino más bien como el

resultado del juego de relaciones socialmente inscritas en la experiencia de la

lucha y del conflicto6. Así, la identidad no es una organización puramente

cognitiva; ella emerge y se desarrolla durante los periodos críticos donde la

persona esta apasionadamente implicada en su relación a ese otro exterior que la

golpea, la limitación y/o la atracción, que es para ella fuente de ambivalencia. El

conflicto es así interpersonal en relación con ese otro exterior, como dice Callón

(1975): « ce fantôme d’autrui que chacun porte en soi » ó como dice también Emmanuel

Mounier (1978), «la constance de soi ne consiste pas à maintenir une identité, mais à soutenir

une tension dialectique et maîtriser des crises périodiques » Comprender la identidad, es

6 Sainsaulieu, A. « La dynamique culturelle des ensembles organisés » Sociologie de l’organisation et de l’entreprise. Presses de la fondation nationale des sciences politiques et Dalloz, Paris. 1987.

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entonces poner al día los procesos que organizan la construcción histórica, la

puesta en interrogación, la perdida o la reapropiación.

De cualquier manera esto no es suficiente, es necesario todavía preguntarse

como se evalúa efectivamente la identidad, una vez expuesto que no es una

contradicción, y en aquellas condiciones una cosa puede ser dicha idéntica a sí o

“la misma”. La lucidez conceptual debe estar acompañada de la búsqueda de

criterios epistemológicos de la identidad.

e. Aplicaciones de la identidad en los estudios de Management

El management como hemos dicho ha sido profundamente marcado por el

universalismo y el etnocentrismo, traducido en ignorancia de la diversidad. Las

diferencias a menudo, han tomado también la apariencia de superioridad. En este

sentido, la hegemonía política, técnica y económica del Occidente, durante muchos

decenios ha conducido a creer que sus maneras de hacer, marcadas por el éxito,

entrañan supuestamente los mejores. Más precisamente, estas prácticas de

gestión, que las hemos ubicado creyendo que son ideales, reposan sobre la

racionalidad.

La racionalidad según Weber (1864-1920) se interesa en la racionalización como la

obtención metodológica de un objetivo práctico determinado, gracias al cálculo

siempre más preciso de los medios adecuados. Así, Weber se dedica a describir el

funcionamiento de la burocracia, un modelo de organización que encarna esta

racionalización instrumental y funciona según las reglas tales como el principio

jerárquico administrativo o el principio de formación profesional para la aplicación

de las técnicas y las normas. Sin embargo, Weber en su crítica de la modernidad,

asocia la racionalidad a un desencantamiento de las imágenes del mundo y a un

modelo de autodestrucción social. Por lo tanto, como nos remarca Aktouf (1992),

las teorías del management no han retenido de Weber sino una apología trunca de

la administración burocrática y la consideraban, hasta una época reciente, como

una panacea.

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Esta desviación teórica, que consiste en transformar un análisis en un modelo

normativo, se explica de otra parte con la ayuda de los conceptos Weberianos. El

autor señala que la racionalidad es no solamente una técnica para el empleo de

reglas de medios en vista de un fin, sino también, un valor ideológico propio de la

ética occidental: « Es conveniente ser racional ».

Es en nombre de la sofisticación de sus técnicas racionales de administración que el

Occidente se eroga, de alguna manera, el monopolio de las invenciones

administrativas en detrimento de otros modelos de gestión. Desde entonces, la

identidad, a través de la negación de las diferencias interculturales ha sido ignorada.

El management vive actualmente la misma dificultad que había tenido al pensar la

relación entre el universalismo del ser humano y su diversidad, luego como

consecuencia pensar la identidad en el marco de la identidad organizacional es vista

en este mismo sentido. Así pues, en su caso la diversidad cultural es confrontada a la

dominación del modelo angloamericano. Con relación a esta dificultad, cuatro

actitudes han sido desarrolladas a partir de la perspectiva cultural: la negación de las

diferencias; la búsqueda de la integración, el culturalismo, la cultura corporativa.

Dado que la cultura organizacional, guía y es guiada por la acción, las diferencias

culturales deberán ser analizadas, no únicamente con relación a las dimensiones

simbólicas sino con relación a los problemas vividos. Este hecho que no lo podemos

retener a través de lo intercultural por las traducciones externas que nos haría vivir

una contradicción en el ámbito de la concepción misma de la cultura. La cultura,

contexto de la identidad, no puede pues ser considerada sino con relación a la acción

y es a través de esta acción que ella da a los individuos un marco de referencia que

da sentido a su realidad.

Los aportes de la psicología psicoanalítica al estudio de la identidad de las

organizaciones en las dos últimas décadas han sido decisivos. Es conveniente

remarcar ciertas ideas fundamentales expresadas en los trabajos de autores

importantes son: A. Zaleznik, (1989) con sus estudios acerca del lugar del líder en la

organización; donde la energía de los individuos cambia de orientación a los

problemas para ganar en la resolución de esos problemas. La demanda es identificar

las ideologías – la excelencia, la participación, la cultura de empresa, la eficacia – y

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no más orientada hacia los hombres. El destino de un sistema ideológico como éste

es engendrar la decepción en la medida que la realidad de las empresas no permite

jamás mantener por largo tiempo la apariencia y la ficción. Así, tenemos a H.

Levinson, (1981) con la moda del ejercicio del poder; entre otros aportes, un análisis

minucioso de las relaciones afectivas entre la identidad de un sujeto es la

organización a la cual él pertenece. M. Kets de Vries y Miller, (1985) quienes

estudiaron los tipos de relación entre el líder y los subordinados; ofrecen un seductor

análisis de la no-reglamentación posibles de la identidad de una organización

integralmente. Se apoyan sobre el estudio de empresas donde el sello de un líder en

general el fundador es muy fuerte, ellos describen cómo un dirigente puede, por el

conjunto de sus micros decisiones, lidiar por hacer que la empresa corresponda a sus

fantasmas personales y transformar estos fantasmas personales en fantasmas

colectivos. De otro lado, E. Enríquez (1982) a través de la ideología intenta manejar,

porque los sistemas sociales se identifican, en un momento dado, a cierto tipo de

individuos, los aceptan ó los introducen como jefes. Así mismo, M. Pagès, (1989) nos

presenta el lugar del líder y sus modos de ejercicio de poder; empresa fuertemente

marcada por la marca de un hombre, pero una empresa gigante, donde el líder se

diluye detrás del sistema, y que encarna aquello que ellos llaman la hiper –

modernidad. Finalmente, N. Aubert y V. Gaulejac (1991) trabaja con la imaginaria

colectiva, la relación afectiva, que está presente entre la empresa y el individuo quizás

muy diversa desde su punto de vista.

Después de algunos años, los autores influenciados por la psicología psicoanalítica

han permitido una evolución en la comprensión de la identidad en las organizaciones.

Las empresas parecen prestarse elementos de todas las familias de disciplinas

anteriormente descritas. Del mismo modo si ellas son nacionales o muy dependiente

del estado, la empresa es a menudo dirigida por una fuerte personalidad a la cual los

individuos están ligados pero, al mismo tiempo, la existencia de grupos de presión

múltiples al interior como al exterior, dan a los mecanismos de decisión un lado

consensual. Así, la ideología juega un rol poco a poco más importante en las

organizaciones. La ideología es Múltiple, a veces contradictoria: el ser colectivo es

constantemente exitoso en el aspecto personal.

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Así pues, la identidad, noción compleja, engloba los elementos estrechamente ligados

de la empresa que se pretenden a partir de ahora superestructura. Son los mitos

fundadores, los tabúes desestabilizadores relegados al olvido de la memoria colectiva.

La identidad irriga el tejido social de la empresa por el juego de un discurso a veces

santificado, a veces rechazado, pero siempre objeto de referencia. Este discurso, lo

hemos visto, es a veces erigido en culturas dominantes en la empresa.

Este nuevo fenómeno, se presenta porque hemos tomado conciencia que la identidad

teje en la empresa, la relación indispensable entre lo político y lo técnico. Prestamos a

la identidad la capacidad de inventar las relaciones mágicas aptas a reunir en una

sola lógica estas dos actividades diferentes. La identidad será como el mago que

pone en relación los cuerpos perfectamente hostiles, armonizando milagrosamente

las disonancias esenciales, pone en relación una creencia y una acción7. En la

empresa, hoy en día, la conciencia de la identidad se ha hecho muy importante.

Por otra parte, la identidad concierne a la conciencia del hombre, conciencia de su

relación a la realidad que ella modela, tanto como ella la inspira, en un movimiento

unificador que va y viene permanente. La identidad, al mismo nivel que las instancias

económicas, estratégicas y técnicas, es orgánicamente parte de la totalidad social de

la empresa, como sistema de representación. La identidad cultural es secretamente

para la empresa como el elemento y la atmósfera indispensable a su respiración y a

su vida histórica. A ese título, la negación de la identidad, en tanto que ésta sea

ideología del todo-técnica ó del todo-económico es peligroso en el largo plazo. En

esta perspectiva, la identidad es un concepto clave para la vida de la empresa como

lo señalan Etkin y Schvarstein (1992): «La identidad no se construye necesariamente por las tradiciones, los rituales, lo primitivo, lo folclórico. Puede configurarse también en la trasgresión, en el enfrentamiento, en la contradicción, en la negación o la oposición respecto de factores o componentes internos. Desde este punto de vista, se construye de modo auto-referencial y auto-afirmativoi 8»

Así el devenir de una organización se explica por los modos dinámicos de resolución

de sus contradicciones básicas. CONCLUSIÓN

7 Strategor, « Stratégie, structure, décision, identité » Politique général d’entreprise. 2da Édition, 1997. Paris. 8 Etkin J. y Schvarstein L. « Identidad en las organizaciones. Invariancia y cambio » 2da Edición, 1992. Buenos Aires.

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Haber revisado los diferentes enfoques existentes en los estudios de la identidad, nos

lleva a encontrar evidenciados en ellos, la importancia que éste tiene para las ciencias

sociales entre ellas el management y el estudios de las organizaciones como eje

fundamental en la consolidación de éste como disciplina coherente y sólida en nuestro

medio latino-americano. Es claro que los cuatro enfoques mencionados, resultan

importante en sí. Asimismo, las metodologías que los investigadores utilizan para

lograr aproximarse de la mejor manera al sujeto de análisis. Sin embargo, pocos son

aquellos que trabajan en estudios organizacionales con trabajos hechos sobre la

identidad cultural y su impacto en las diversas dinámicas organizacionales: estilos de

gestión, modos de ser, estilos de administración o cualquier otro aspecto que tenga

que ver con la acción social de las organizaciones. Es pues, una oportunidad

interesante e importante como línea de investigación el trabajar en esta dirección y

contribuir al descubrimiento de una realidad aun poco conocida en la región latino-

americana.

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