XXI ASAMBLEA DIOCESANA - consagración y misión.pdf

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    XXI ASAMBLEA DIOCESANA2015, ao dedicado a la VIDA CONSAGRADA

    IV-CONSAGRACIN Y MISIN

    El estilo potico de la Vida Consagrada segn San Roque GonzlezUna consagracin en actoal servicio del otro1

    San Roque Gonzlez de Santa Cruz nos ha legado un patrimonio cristiano de laconsagracin al servicio del hermano. El Padre Roque, en su carta anual de la reduccin deSan Ignacio que lleva fecha 8 de octubre de 16132, relata un hecho que puede parecernosinsignificante. En efecto, en este hecho podemos descubrir el sentido profundo de unaconsagracin en actoal servicio del otro. El Padre Roque describe la situacin de la siguientemanera: El otro da a un indio saliendo a un da a caza con otros indios de esta misma

    reduccin, que suelen hacer muy de ordinario cinco o seis leguas de aqu, le pic una vbora,la cual no le dej moverse de su lugar.

    Nos encontramos ante un hecho ordinario y cotidiano, tanto el acto de salir a caza comola picadura de vbora. Tan frecuente era el hecho que, los mismos compaeros de caza no

    prestaron mayor atencin a la situacin presentada, porque, contina el texto: Loscompaeros vindole as, y viendo que no tenan en qu traerle, ni podran llegar con l allugar de esta reduccin, se determinaron dejarle en el monte y venir a avisarnos, para quefusemos a ver y confesarlo. As lo hicieron, aunque no se apuraron como deban, porque nosavisaron despus de dos o tres das que le haba picado la vbora.

    Para los nativos, conocedores de sus ambientes, lo habitual, de tan repetitivo, aparececomo normal en la convivencia cotidiana. Podemos descubrir en la reaccin de los indios elmodo incipiente de percibir el mundo circundante. Hay como una connivencia entre el cuerpoy el mundo. As, lo que para una cultura poda significar la urgencia de responder a unademanda para salvar una vida, para los nativos, el hecho de dejar all al semejante constitua

    el modo ms original de la connivencia de la tierra con el cuerpo doloroso de dnde ste habasurgido. Segn esta perspectiva y para la visin del indio, cuando ya nada se puede hacer, latierra constitua el nico lecho medicinal capaz de acoger y cuidar el cuerpo herido. De modoque los cazadores, segn la carta, al ver que ya nada podan hacer otro modo mejor que lo quela misma tierra ofreca, se desentendieron de la realidad del otro, dejando todo al cuidado dela tierra. Y, ellos, continuaron adentrndose en las profundidades del bosque en busca de las

    mejores presas para el sustento cotidiano. Das ms tarde y de vuelta a la convivencia con loscercanos, recordaron lo vivido y contaron lo sucedido a los Padres de la Misin.

    Tres das despus, cuando el Padre Roque Gonzlez se enter de lo ocurrido con aquelcazador herido, dice en su relato: yo me part luego con toda la prisa que pude a verle,aunque sin esperanza de hallarle con vida, porque sus compaeros decan que la vbora que lehaba picado era muy venenosa, y l haba quedado muy fatigado y que all donde lo habandejado haba muchos tigres, y que tal vez alguno podra habrselo comido. Yo, con todo eso,

    1Texto preparado por P. Ricardo JACQUET sj, noviembre 2014.2Cf. ROQUE GONZLEZ DE SANTA CRUZ, Alfonso Rodrguez y Juan del Castillo, Para que los indios

    sean libres, Asuncin, Coleccin Santos Mrtires nmero 7, 1994, pp. 43-44.

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    me decid de ir a ver, aunque con el temor de ya no encontrarle vivo, y al llegar cerca dellugar donde lo haban dejado, se dobl mi pena y temor, porque vi en aquel lugar muchoscuervos que pareca se haban acercado al cuerpo muerto.Tres actitudes del Padre RoqueGonzlez nos hablan de unapotica del consagrado misionero:

    Laprontitudpara acudir a ponerse prximo de la realidad del otro necesitado: partir a

    toda prisa, llegar cerca del lugar, ver la situacin del otro y hacer algo por el necesitado. Loque para los nativos era suficiente dejar al herido al cuidado de la tierra, en la actitud delPadre Roque se abren nuevas perspectivas: la prontitud para acudir a socorrer al otro, llegar,ver, acercarse, ponerse al lado del otro.

    La esperanza contra toda esperanza. Partir al encuentro del otro con la espera deencontrarlo vivo aun cuando la realidad misma dice lo contrario. La existencia corporal delhombre herido estaba amenazada a desaparecer del mundo de los vivos. Porque, en vida,estaba amenazado por los tigres y, ya muerto, los cuervos estaban prestos a comrselo. Laconsagracin en actoencuentra su mayor expresin en este gesto del Padre Roque cuando se

    pone en camino al encuentro del otro aun cuando las previsiones indican que ya no hay nadaque hacer.

    Sentir con el otro su situacin. El Padre Roque Gonzlez dice, se dobl mi pena y

    temor. La afliccin y la tristeza de no poder hacer lo mejor que se pueda por el otro. Se

    trata de sentir con el otro, que tiene que ver con una empata; es decir, la capacidad deponerse al lado del otro. El Padre Roque Gonzlez nos sugiere una potica del cuidadoqueexige un acto solemne de hacer algo por el otro. Podemos notar que el mismo hecho dedesplazarse hasta el lugar donde se encuentra el otro indigente, ya es un acto de hacer algo.Pero, el Padre Roque nos introduce a un plus cualitativo que evoca el sentido profundo de la

    consagracin misionera: el acto humano de hacerse cargo del otro.

    El relato prosigue en estos trminos: Llegu y lo encontr tendido en el suelo, desnudo y

    lleno de ceniza, porque con las ansias del dolor se haba revolcado en un poquillo de fuegoque le haban dejado sus compaeros. Tena la boca y las narices atestadas de hierbas yceniza, vi que no se mova y, al hablarle, no me responda; lo tuve por muerto, aunque elcorazn me deca que no lo estaba; hice buscar una bebida de fruta amarga, y mientras tantofui limpiando la boca y las narices, le lav los ojos, que los tena cerrados de la sangre, que

    por la fuerza de la ponzoa haba salido por ellos, le lav la boca, que tena muy seca; mepareci que me miraba y que respiraba de vez en cuando. Yo con esto comenc a hablarlealto, y l comenz a cobrar el conocimiento, y as abri los ojos, y, conocindome, me dijoque se quera confesar, y lo hizo muy bien, y al acabar de dar la absolucin, dio su alma alSeor. Lo enterr con los indios que llevaba y puse una cruz sobre la sepultura, y as me volva la reduccin.

    En los gestos del Padre Roque Gonzlez encontramos la expresin ms noble de un estilode vida consagrada y un mtodo de accin pastoral. Veamos cmo aparece en su relato:

    I r al encuentro del otro. Hay una prontitud en este desplazamiento (yo me part luego

    con toda la prisa que pude a verle). Es decir, el ritmo que mueve este desplazamiento es laprontitud. En el Evangelio de Lucas, la actitud del discpulo tocado por la presencia de Dios lemueve una profunda disponibilidad traducida en un acto de prontitud. As, Mara fuecorriendo al encuentro de su prima Isabel, los pastores fueron corriendo a ver al recin nacido,Zaqueo baja corriendo del rbol para recibir a Jess en su casa, los discpulos fueroncorriendo al sepulcro el primer da de la semana.

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    Percibir contemplativamente la reali dad del otro. Se trata de aprender a ver la situacindel prjimo, desde una visin global hasta detenerse en los mnimos detalles. Veamos segnestas secuencias escnicas del relato. Secuencia 1: lo encontr tendido en el suelo, desnudo ylleno de ceniza; el dolor le hace revolcar; hay un poquillo de fuego dejado por suscompaeros. Secuencia 2: tena la boca y las narices atestadas de hierbas y ceniza; vi que nose mova y, al hablarle, no me responda, lo tuve por muerto. Secuencia 3: Pero, el corazn

    me deca que no estaba muerto. Cuando las evidencias coinciden con la realidad, solamente lalgica del corazn puede hacer posible otro modo de interpretar la misma realidad y permitiras, el despliegue de una serie de actos del cuidado y auxilio al otro. La razn que nace de lasentraas ms profundas del hombre tocado por la miseria del prjimo, abre un horizonte decreatividad y de nuevos impulsos para disponerse al servicio del hermano necesitado.

    El arte de manif estar al otro. Se trata de hacer que, a travs de nuestros gestos, el otroaparezca y se muestre en toda su belleza y esplendor. El gesto discreto, simple y cargado deuna profunda emocin, hace posible que el otro emerja progresivamente como en una nuevacreacin. El arte de devolver al otro su dignidad es una verdadera escultura corporal. Dice elP. Roque en su relato: fui limpindole la boca y las narices; le lav los ojos, que los tena

    cerrados de la sangre; le lav la boca, que tena muy seca; me pareci que me miraba y querespiraba. Este acto de comunicacin de vida del uno al otro deja entrever la circulacin deun flujo del espritu vital que les conectaba a ambos. En esta escultura vital de hacer emergeral otro desde su ms profunda indigencia hasta devolverle toda su dignidad, es el acto porexcelencia del hombre y de la mujer que han consagrado su vida al servicio del nacimientodel otro.

    Enseguida, dice el relato, el P. Roque habla al enfermo y ste reacciona al recuperar elconocimiento y as, abri los ojos. Este acto de apertura de los ojos es en realidad elnacimiento de una experiencia de encontrarse sobreviviendo al lado del otro. El acto de abrirlos ojos y encontrarse en los brazos y en la compaa de alguien que lo mira profundamente,

    es el momento supremo de toda nuestra experiencia humana de bsqueda de Dios. La actituddel P. Roque es decirnos que no soportamos solos nuestras indigencias y nuestros doloreshumanos, sino estamos profundamente acompaados por la presencia amorosa del Padre.Segn el gesto del P. Roque Gonzlez, el acto de estar al lado del hermano indigente en elmomento ms preciso en que ste recupera su conocimiento y abre los ojos, se encuentre queno son la soledad ni el abandono los que lo acompaan sino alguien profundamente humanoque es capaz de estar ah, atento a sus necesidades.

    Finalmente, este acto humano de cercana y cuidado al otro se extiende hasta encontrar lafibra ms profunda de su sentido divino. El acto de recobrar el conocimiento, que a su vezdispone al enfermo a abrir los ojos, no tendra sentido si no se reconociera la presencia

    misteriosa de Dios que cubre la atmsfera de este evento. As, el enfermo pide al P. Roque unltimo servicio, tal vez el nico servicio que l haya pedido de su propia iniciativa: el actosupremo de acercarle a Dios.

    Aqu encontramos otro detalle significativo de la vida del consagrado religioso: que elhermano necesitado, al tiempo que recupera el conocimiento y la razn del corazn, percibaen el hombre religioso el evangelio viviente que le permite acercarse a Dios. Es decir, elhecho de reconocer la presencia cercana y amorosa de Dios discretamente visible a travs delos gestos y de palabras del hombre y de la mujer consagrados.