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YO SOY EL PAN QUE DA LA VIDA Jn 6,48-58 “Altar de Dios: el centro de la vida con el Señor en medio de su pueblo, Mesa del pan que a todos nos convida a reunirnos en un mundo nuevo” Jesús hace memoria a su pueblo de su liberación de la esclavitud de Egipto. Y como Dios no los abandona, sino le dio el maná. Ahora se presenta el mismo: “Yo soy el Pan de Vida”. Él se ha encarnado en nuestra historia, para enseñarnos a dialogar, a sentarnos en la mesa para trabajar por una vida nueva con dignidad de hijos de Dios, donde nos reconozcamos como personas. Y nos comprometamos en la construcción de un mundo nuevo: donde se eliminen el hambre, la injusticia, la violencia, la desigualdad económica. Porque Él nos enseña a servirnos, a ayudarnos unos a otros, para descubrir que El Pan de Vida, nutre nuestra fe, nos da un nuevo Espíritu para reconocer en cada niño, a, joven, varón y mujer que él está en medio de esos excluidos que mueren de hambre. Celebrar la eucaristía es reunirnos como pueblo de Dios para recordar el memorial de su muerte y resurrección. Y que nos reunimos con alegría para celebrar con El, el don de la vida, la fe y la esperanza: que sólo Cristo Pan Vivo nos da la alegría de vivir y hacer posible la común unión en nuestra familia, en el trabajo, en la comunidad.

Yo Soy El Pan Que Da La Vida

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YO SOY EL PAN QUE DA LA VIDA

Jn 6,48-58

“Altar de Dios: el centro de la vida con el Señor en medio de su pueblo,

Mesa del pan que a todos nos convida a reunirnos en un mundo nuevo”

  Jesús hace memoria a su pueblo de su liberación de la esclavitud de Egipto. Y como Dios no los abandona, sino le dio el maná. Ahora se presenta el mismo: “Yo soy el Pan de Vida”. Él se ha encarnado en nuestra historia, para enseñarnos a dialogar, a sentarnos en la mesa para trabajar por una vida nueva con dignidad de hijos de Dios, donde nos reconozcamos como personas. Y nos comprometamos en la construcción de un mundo nuevo: donde se eliminen el hambre, la injusticia, la violencia, la desigualdad económica. Porque Él nos enseña a servirnos, a ayudarnos unos a otros, para descubrir que El Pan de Vida, nutre nuestra fe, nos da un nuevo Espíritu para reconocer en cada niño, a, joven, varón y mujer que él está en medio de esos excluidos que mueren de hambre.

Celebrar la eucaristía es reunirnos como pueblo de Dios para recordar el memorial de su muerte y resurrección. Y que nos reunimos con alegría para celebrar con El, el don de la vida, la fe y la esperanza: que sólo Cristo Pan Vivo nos da la alegría de vivir y hacer posible la común unión en nuestra familia, en el trabajo, en la comunidad.

Cristo Palabra viva del Padre, nos alimenta con su cuerpo y con su sangre, para que comprendamos que somos uno con El. Y que como comunidad de fe, no podemos separar nuestra vida de la realidad cotidiana. Al contrario es allí donde tenemos que transformar las condiciones de vida, de salud y de higihttp://educacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2013/03/English_Book_1-Student.pdfene para ser testigos que el resucitado nos invita a vivir una vida nueva.

Que la Palabra sea fuerza y sabiduría para alimentarnos de Cristo y darlo a los demás con obras de misericordia, de cercanía: que nos haga un solo cuerpo unido bajo el único Maestro Cristo: servidor y dador de vida (Fr. Héctor Herrera, o.p.)