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César Vall ej o: la vigencia del rechazo C uand o com encé a interpretar la poesía de C ésa r Vallejo, allá por el año 55, la crítica hispanoamericana, todavía rea- cia a las estéticas del rechazo las del anti arte y la contra- cultura , evitaba aplicar a Vallejo la categoría de vanguardista. Hoy, la sesión en que me toca intervenir «Las vanguardias entre dos co ntin en tes» ratifica como irrefutable evidencia la condición vanguardista de Vallejo. Atribución segura en lo que a Trilce res- pecta, resulta quizá extensible a toda su producción poética. Una constante lo prueba: su humor, que le preserva la movilidad expre- siva, la versatilidad formal y la mixtura referencial, cualidades o más bien facultades que considero características de la vanguardia. Tanto en Trilce como en Poemas humanos , Vallejo recurre a menudo a la disparatada disparidad, al inventario de lo heterogé- neo, a la diversidad de referencias. Cualquier cosa puede acaecer sobre la escena del poema. Cu alquier cosa e l piano que viaja para adentro {Trilce, XLIV), el cristal que aguarda ser sorbido (XXXVIII), la penúltima moneda (XLVIII), el traje que vestí mañana (VI) puede ser protagónica. El poema es un inesperado decurso que concita lo que quiere. Convocatoria llena de saltos y sorpresas, está sujeta a categorías erráticas, a compatibilidades cambiantes, a jerarquías inestables, a tambaleantes axiologías. A

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    Csar Vallejo:

    la vigencia del rechazo

    C

    uand o com enc a interpretar la poesa de C sa r Vallejo,

    all por el ao 55, la crtica hispanoamericana, todava rea-cia a las estticas del rechazo las del antiarte y la contra-

    cultura, evitaba aplicar a Vallejo la categora de vanguardista.

    Hoy, la sesin en que me toca intervenir Las vanguardias entre

    do s continentes ratifica com o irrefutable evidencia la condicin

    vanguardista de Vallejo. Atribucin segura en lo que a Trilce res-

    pecta, resulta quiz extensible a toda su produccin potica. Una

    constante lo prueba: su humor, que le preserva la movilidad expre-

    siva, la versatilidad formal y la mixtura referencial, cualidades o

    ms bien facultades que considero caractersticas de la vanguardia.

    Tanto en Trilce como en Poemas humanos, Vallejo recurre a

    menudo a la disparatada disparidad, al inventario de lo heterog-

    neo, a la diversidad de referencias. Cualquier cosa puede acaecer

    sobre la escena del poema. Cualquier cosa e l piano que viaja para

    adentro {Trilce, XLIV), el cristal que aguarda ser sorbido

    (XXXVIII), la penltima moneda (XLVIII), el traje que vestmaana (VI) puede ser protagnica. El poema es un inesperado

    decurso que concita lo que quiere. Convocatoria llena de saltos y

    sorpresas, est sujeta a categoras errticas, a compatibilidades

    cambiantes, a jerarquas inestables, a tambaleantes axiologas. A

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    travs de la sucesin desatinada y divertida, del agrupamiento so r-

    presivo, del desarreglo ocurrente, Vallejo asegura la libre circula-

    cin entre todos los rdenes, evita la fijeza obsesiva, conjura el

    aprisionamiento angustioso. Vallejo restablece as en la escritura la

    fluidez del sujeto y la versatilidad de lo real. La confusin humo-

    rstica, la reversin risible, la puesta en ridculo o la reduccin al

    absurdo dan cuenta de una combinatoria siempre abierta, impre-

    vista, sensible a tropismos misteriosos, a las atracciones enigmti-

    cas. El vrtigo del humor relativiza toda separacin, remueve todo

    empecinado detenimiento, atenta contra la suficiencia seria. El tor-

    bellino del humor gusta de las progenituras indciles. Afecto alcaos gil, nada deja en su propio lugar. Vallejo apela a la versin

    humorstica para figurar por el dislate, po r los altibajos absurdos,

    su desdichada situacin existencia!, su fervoroso maremagno nti-

    mo. El embrollo en acto, pujando y querellndose a la vista, repre-

    senta, tanto en Trilcecom o en Poemas humanos, aprehensin mul

    tivalente, multidireccional, multidimensional del mundo, presteza

    y agudeza tanto perceptivas como representativas.

    Vallejo es a la vez antirretrico y extremadamente retrico; se

    propone desescribir lo escribible minndolo y activndolo por

    dentro mediante una sofisticada contrarretrica, propensa al alam-

    bicamiento y a la fruicin formalista. La soltura con que ejerce las

    libertades textuales (que son libertades mentales), su manejo de lo

    pedestre desublimante, de la disrupcin prosaica, su parodia de los

    protocolos serios no pueden sino atribuirse a una potica de van-

    guardia. Su antipoesa, su inventiva siempre innovadora, su capaci-dad de ruptura son atributos vanguardistas. Vallejo conserva su

    fuerza de rechazo; mantiene vigente mucha de su tanta originali-

    dad. Aunque se lo haya incorporado al museo de la literatura

    mem orable, monumental, conserva viva su enigmtica potencia.

    Trilce, por irrupcin de la subjetividad rebelde, por descarte de

    componentes preconcebidos, por violacin del sentido atinado o

    sentido sociable, por desacato de la conveniencia, de la conven -cin, por desborde de los marcos habituales de referencia, por

    transgresin de lo concebible y por ende de lo comprensible, prac-

    tica una ptima libertad de expresin, propone una novedad toda-

    va no superada. Como notorio vanguardista, coincidente con las

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    propuestas de la vanguardia internacional, Vallejo practica la muta-

    bilidad estilstica, la moderna agilidad, cultiva el simultanesmo,

    apela a la vez al parco lenguaje telegrfico y al torbellino de sensa-

    ciones superpuestas, urde la yuxtaposicin de lo dismil, utiliza la

    tcnica ideogrfica. Pero, aunque su poesa pueda considerarse

    experimental, propensa a las manipulaciones aleatorias, a las vecin-

    dades inslitas, a la multiplicacin de focos, direcciones, dimensio-

    nes, Vallejo no integra la vanguardia eufrica, proyectiva, manifes-

    tara, aquella que adhiere al programa porvenirista de la era

    industrial. Vallejo no preconiza ni practica la modernolatra futu-

    rista. Publicado el mismo ao que La tierra baldade T. S. Eliot yque el Ulisesde Jam es Joyc e, Trilceyque consuma una revolucin

    literaria de envergadura semejante a la de estos dos textos funda-

    dores de la modernidad literaria, adhiere a la otra vanguardia, la

    disfrica. Esa otra vanguardia, la del divorcio entre mente y

    mundo, la de la introspeccin alucinada de Residencia en la tierra,

    es pesimista. N o la del pasm o expeditivo, activista, ante el arrolla-

    dor avance del siglo mecnico, sino la del espasmo existencial, la dela vida fraccionada, la de la alienacin disociadora, la de las relacio-

    nes dislocadas. Vallejo hace constar tanto el cerco de lo real, tanto

    el cepo de los pocos posibles empricos como su personal inadap-

    tacin a la insignificancia de un vivir reificado, alienado, acechado

    por las dudas fundamentales: identidad, entidad, condicin y de s-

    tino inciertos; no saber quin se es, qu se es, cmo se es, para qu

    se es.

    Vallejo integra a la vanguardia la asuncin desgarradora de la

    crisis crisis raigal y generalizada que acarrea el corte de los conti-

    nuos: histrico, axiolgico, epistemolgico, tcnico, esttico. Al

    absurdo como universal negativo, que rige no slo las relaciones

    del signo con la cosa significada sino tambin la interna entre el

    significante y el significado, corresponden la visin desintegradora

    y su efecto: la imagen desmantelada. Vallejo desescribe frentica y

    sutilmente la escritura convencional, la estatuida por su poca, ladesbarajusta para dar paso al impulso del fondo impaciente, para

    inscribir su turbamulta ntima, para retrotraer el lenguaje al revol-

    tijo preformal. La belleza que propone es convulsiva, espasmdica,

    la del discurso deshilado, la de la coherencia neurtica, la de los

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    ayes avaloriados de heterogeneidad, la del tanteo profundo de los

    tutanos, la de la desnudez duea del sueo, la del jams de tanto

    siempre, la inclusa o reclusa en el informe universo de la contin-

    gencia.

    La vanguardia de Vallejo desgobierna, desacraliza y desciende;

    contrapone a la proyeccin ideal, al enaltecimiento sublimante y al

    transporte purificador, la fealdad, el sin sentido (non sens)> y la

    nonada de la existencia incompleta, oprimida por el orden indesea

    do, reprimida por la coercin de lo real factible. Al decoro, al liris-

    mo estilizado de la poesa pulcra, la de las bellas maneras, Vallejo

    contrapone un registro en bruto de lo slito, lo local, lo pedestre,de lo crudamente psicosomtico, una constancia de lo incidental y

    de lo accidental. Al concierto armonioso de la poesa positiva,

    opone lo dispar en sus desconcertantes mescolanzas, opone un

    mundo heterogneo, discontinuo y fragmentario. Vallejo repre-

    senta al hombre en su circunstancia, sujeto al embate desarticula

    dor de su pugna mental y social, al hombre de la vida fraccionada,

    con la conciencia escindida por oposiciones irreconciliables.

    Propulsada por la negacin insociable, por un sujeto excntri-

    co, descolocado y desdoblado, esta vanguardia insurrecta abre el

    escrito a las potencias desfigurantes. Se entrega al desquicio , al dis-

    late, al desatino y a la desproporcin. Desbarata la representacin

    mimtica, frustra la ilusin lrica, revuelve la historia consecutiva,

    descoyunta la ilacin juiciosa, desarregla el desarrollo prospectivo,

    abre el poema a la irrupcin o erupcin de los desrdenes ntimos;

    criba el discurso, lo hiende y lo desgarra para posibilitar el aflora-miento de lo que empuja desde abajo, de los pujos entraables. No

    imita las apariencias sensibles, no acata las asignaciones y designa-

    ciones de lo real reconocible. Da libre curso a los excesos no codi-

    ficables, a lo inubicable e ilegible. Borra las marcas diferenciales,

    subvierte la subordinacin de los significantes a los significados,

    disuelve el sujeto en el signo. U bicuo, infuso, transversal, este suje-

    to incontinente marca con toda clase de intervenciones terg iver-

    saciones, reversiones, subversiones su omnipresencia para abolir

    la distancia entre el signo y la cosa significada, entre el emisor y su

    personalsima emisin; se apropia del lenguaje exagerando el uso

    singular, lo individualiza extremando la tendencia ideolectal para

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    que la palabra vuelva a la voz que la pronuncia, sea apropiada,

    poseda por la persona que la profiere, devuelta a los rganos de la

    fonacin, a la base corporal, a la cavidad que la exhala, para que la

    palabra sea reencarnada.

    Perdida la nocin de centro organizador, de orden unificado, y

    percibida la realidad como inestable, plural, plurvoca, azarosa,

    Vallejo no puede conciliar lo inconexo, no puede armonizar un

    mundo contradictorio que lo disgrega. Porque no busca la evasin

    ensoadora que lo saque ilusoriamente de su atribulada situacin,

    porque no quiere fraguarse una fuga ilusoria, arbitrar las consabi-

    das estratagemas de la escapatoria fingida, recurrir a la potica delxtasis, a la ensoacin esotrica o extica, Vallejo, por afn de

    autenticidad, est compulsado a la heteronoma, a la heterodoxia

    estilstica, a comunicar una imagen desordenada y desesperada del

    mundo. Escribe en situacin de desamparo, de trmino, de riesgo.

    N o hay ya ninguna garanta de eficacia, de permanencia; no hay

    normativa cannica, un principio formal vlido que asegure la

    cohesin, que posibilite la compatibilidad armoniosa. Vallejo no

    puede sino adoptar la esttica de lo inacabado, discontinuo y frag-

    mentario; desmantela el cauto y caduco sistema de representacin

    considerado como natural para proponer, mediante las asociacio-

    nes inusitadas, las aleatorias coexistencias de imgenes dispares, la

    concurrencia de lo dismil en movimiento y mutacin permanen-

    tes, un universo deformable, hiperactivo, en continuo desplaza-

    miento. En el mundo que Vallejo representa todo se entrevera e

    imbrica, todo se interrelaciona e interpone. As, la intratemporali

    dad existencial, la extensa temporalidad histrica y la terminante

    temporalidad biolgica se entrecruzan e interceptan en ste, el

    sufrido sujeto que las vive.

    La poesa de Vallejo posibilita la aprehensin de lo real en

    movimiento y la vislumbre de lo inaprehensible. Ella propone una

    percepcin exploratoria (a veces a tientas y a ciegas, a tontas y a

    locas) de lo que est fuera de razn, de orden, de medida; proponeuna presuncin sugestiva de lo oscuro, de lo profuso y lo confuso,

    de aquello que escapa al entendimiento, de lo que no puede enun-

    ciarse, de lo que no llega al discernimiento. Puja por figurar la dis-

    mil y simultnea ubicuidad, lo incoherente, lo inconciliable. Puja

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    por formular, por medio de fantasiosas alusiones, lo informulable.

    Vallejo toma a su cargo lo que aparece como no objetivable,

    como irreductible a la unidad, lo no integrable en una organiza-cin catcgorial o causal. Sondea el amontonamiento multiforme, el

    tumulto multirrelacional, la aglomeracin imprevisible. A sume los

    aledaos de la conciencia, los extramuros del saber, lo excntrico y

    centrfugo, lo que deporta hacia lo oscuro: rfagas perceptivas, el

    numen nebuloso del sujeto y del mundo que lo sume y lo disloca,

    lo que en las cajas negras efervesce, el rumor del fondo. La poesa

    de Vallejo alberga el clamor de lo confuso, el galimatas de la pro-

    fundidad visceral. Lo acata, lo capta y lo infunde a su palabra

    mediante metforas insensatas, enumeraciones caticas, concor-

    dancias anm alas, atentados ortogrficos, desquicios sintcticos.

    Vallejo adapta la conciencia al desbarajuste de lo real, nos devuelve

    al ruido y al desorden, protege la apertura entrpica, el continuo

    despliegue del abanico de probabilidades. Para preservar las virtua-

    lidades reprimidas por los racionalismos estrechos, los rentables,

    nos zambulle en lo magmatico, en la caliginosa fuente del acaecer.Bao de bullicio, trompo de albures, terremoto mental, su intrpi-

    da poesa transporta al confn, donde las generalizaciones caducan

    y donde las singularidades cualitativas lo real de lo real recupe-

    ran su ultranza, su compleja extraeza. A menudo, Vallejo nos

    lleva all donde ya nada es ni liso, ni blanco, ni transparente.

    Vallejo no celebra un orden. N o acata el establecido, lo violenta

    para sobrepasarlo. Por afn de veracidad, usa de la imaginacinfantasiosa, del pensamiento inventivo, del poder hipottico para

    adecuar la palabra a la proteica complejidad de lo real. Cum ple con

    ese papel renovador de la vanguardia, papel epistemolgico, el de

    hacer concordar el sistema de representacin artstica con la actua-

    lidad cognoscitiva. El mundo, tal como lo percibe Vallejo con su

    mentalidad moderna, aparece como un pujante enredo de coexis-

    tencias dismiles que intenta captar en pleno hervor, registrndolo

    mediante novedosos recursos simblicos. Para figurar este impe-

    rioso y catico flujo, arbitra los recursos que tal transcripcin de

    su experiencia exige.

    La genealoga vanguardista de Vallejo es ahora clara, aunque

    ste no haya sido consciente del aporte de cada predecesor a su

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    propia obra. Asumida o no, la cadena se eslabona a partir de

    Mallarm y Marinetti, pasando por Apollinaire, Huidobro, el

    dadasmo y el ultrasmo. Pero no hay programtica en Vallejo, hay

    una pragm tica de la escritura. El program a es intrnseco al poema

    y no es presidido por una voluntad program adora o predicadora.

    El proyecto, por lo menos en Trilce, es endgeno al texto; el escrito

    se autoestatuye y autoinstituye; su potica y su instrumentacin

    forman parte de una misma operacin. El poema se improvisa

    librado a sus incentivos intrnsecos y a sus determinaciones inhe-

    rentes. Por eso, en Vallejo, el enigma del texto debe ser resuelto a

    partir de la potencia de su propia singularidad; la exgesis tiene queser inmanente. Entre tangencias y coincidencias, en medio del

    tumulto de los ismos, resalta, dentro del contexto metropolitano

    de la primera vanguardia, una bipolaridad: dadasm o y su rrealis-

    mo. Las considero tendencias opuestas en relacin con las cuales

    puede situarse la poesa de Vallejo. El surrealismo reivindica la

    regresin naturalizante, la vuelta a la unanimidad y a la completud

    primigenias, la recuperacin, mediante lo instintivo, espontneo einconsciente, de todas las potencialidades reprimidas por la razn

    censora. El surrealismo se propone preservar para el arte todas las

    zonas m enospreciadas p or el entendimiento cientfico: lo onrico,

    lo arcaico, lo ptico, lo esotrico, lo chamnico. Recurriendo a

    prcticas alucinatorias, extticas, mnticas y aleatorias, el surrealis-

    mo salvaguarda lo mtico, lo mgico, lo mstico, lo misterioso y, en

    esta direccin, prolonga el vector rom nticosimbolista. Mientras

    que el surrealismo presupone un retorno reparador al orden prein

    dustrial, el dadasmo decide enfrentar el menoscabo provocado por

    el nuevo contexto urbano y la sociedad de masas. Asumiendo la

    quiebra del orden secular, la ruptura de la cohesin social, el des-

    crdito de la cultura tradicional, el detrimento axiolgico y la

    carencia ntica, los dadastas saben que tienen que obrar en el

    vaco, con horizonte clausurado y al borde del precipicio. Intentan

    transformar el menoscabo, la opresin del mundo inhabitable enenerga estticamente positiva. A la par que provocan el descendi-

    miento del arte hacia lo slito, lo inmediato, lo comn, lo cotidia-

    no, buscan liberarse de la insignificancia, del estrechamiento y del

    sometimiento por la reversin humorstica, los descalabros burles

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    eos, la irreverencia juguetona, por la sorpresa, el dislate y el des-

    propsito. Dad instaura una esttica de la mutabilidad capaz de

    emplear cualquier material, cualquier procedimiento com o altera-

    dor para descomponer el orden estatuido y ariete para sobrepasar

    los sentidos admitidos. Si Pablo Neruda inaugura en la poesa his-

    panoamericana la alucinada videncia que los surrealistas preconi-

    zan, la actitud dadasta est representada por la movilidad icnica y

    la mutabilidad verbal, por las torsiones malabares de Csar Vallejo.

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