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JarochoCuantico @jarochocuantico ZONAS ECONÓMICAS ESPECIALES

ZONAS ECONÓMICAS ESPECIALESpropuesta de zonas económicas especiales. La historia de este tipo de zonas no puede dejar de generar preocupación. En China, donde estas zonas han tenido

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Page 1: ZONAS ECONÓMICAS ESPECIALESpropuesta de zonas económicas especiales. La historia de este tipo de zonas no puede dejar de generar preocupación. En China, donde estas zonas han tenido

JarochoCuantico

@jarochocuantico

Suplemento Científico de La Jornada Veracruz i La Jornada Veracruz i La Jornada Veracruz Domingo 6 de noviembre de 2016 i Año 6 i Número 68 i Coordinador: Manuel Martínez Morales

ZONAS ECONÓMICAS

ESPECIALES

Page 2: ZONAS ECONÓMICAS ESPECIALESpropuesta de zonas económicas especiales. La historia de este tipo de zonas no puede dejar de generar preocupación. En China, donde estas zonas han tenido

En este número, coordinado por Lorenzo Bozada e Hipólito Rodríguez, ofrecemos un análisis de la nueva iniciativa que el go-bierno federal ha formulado para reactivar el desarrollo en tres re-giones de nuestro país. Se trata de las llamadas Zonas Económicas

Especiales (ZEE). Como veremos, la iniciativa no es tan nueva ni tampoco cabe esperar mucho de ella en términos de reactivar el desarrollo del sureste de México.

Para que nuestros lectores puedan formarse un juicio en torno al signifi-cado de esta iniciativa, hemos reunido un conjunto de materiales que permi-ten tener una perspectiva histórica de las propuestas de desarrollo industrial impulsadas desde hace tiempo en nuestro país. En este sentido, el texto de Francisco Zapata sobre el Puerto Industrial de Lázaro Cárdenas y el ensayo de Lorenzo Bozada sobre la dinámica que rodea a las zonas económicas especiales, son reflexiones que ayudan a ver el enorme cambio que implica pasar de un Estado intervencionista a un Estado neoliberal y las consecuen-cias que este cambio tiene en el desarrollo ambiental de las regiones.

Hemos puesto particular atención al impacto ambiental que tiene la propuesta de zonas económicas especiales. La historia de este tipo de zonas no puede dejar de generar preocupación. En China, donde estas zonas han tenido enorme éxito, no han dejado de presentarse múltiples experiencias que indican que la industrialización a toda costa puede impli-car costos ambientales nada despreciables. Si bien China ha conseguido grandes logros, es preciso subrayar que estos han sido posibles gracias a una política industrial muy bien pensada, que ha invertido grandes recur-sos en educación e infraestructura, y que se ha ido corrigiendo en el curso del tiempo. Con todo, los daños en los ecosistemas y en la salud de las poblaciones que ese país ha experimentado, son factores que es preciso tener presentes. El texto de Hipólito Rodríguez en torno a la explosión del Complejo Pajaritos en abril de 2016, y la evocación de los problemas ambientales que afectan a la industrialización en China, contribuyen a abrir una discusión sobre estos problemas.

El istmo de Tehuantepec ha sido objeto de múltiples iniciativas por parte del Estado mexicano. Desafortunadamente, al elaborarlas, pocas veces se toma en cuenta la opinión de sus habitantes. El escaso éxito de las mismas ha de explicarse no solo por la falta de consulta a las poblaciones locales, sino también por la pretensión de aprovechar el valor geoestratégico de la región sin valorar su patrimonio biocultural. Philippe Sierra nos recuerda, en su artículo, que hay una suerte de mitología en torno al istmo, pues los funcionarios que hacen planeación sueñan, pero no toman en cuenta los requerimientos de infraestructura y de educación que serían necesarios para impulsar un verdadero desarrollo regional incluyente y sostenible.

¿Qué son las Zonas Económicas EspEcialEs?Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) son la forma dominante, en la era neoliberal, de impulsar la industrialización en una región relativamente atrasada. En el marco del llamado “libre mercado”, y gracias a una intervención estatal, las ZEE se constituyen como zonas donde se brinda todo tipo de facilidades a las empresas —nacionales pero principalmente extranjeras— a fin de que inviertan en fábricas que puedan generar productos para la exportación. Al brindar condiciones relativamente “ex-cepcionales”, las ZEE parecieran configurar islas o enclaves de desarrollo donde se disfrutan de facilidades que no están presentes en el resto del país.

Las facilidades que el Estado proporciona son:

• Suelo barato o regalado• Facilidades administrativas –ventanilla única–• Infraestructura –carreteras, puertos, redes comunicación y energía–• Suministro de materias primas y energía a bajo costo• Un Régimen de impuestos especiales durante largo periodos• Créditos de la Banca de Desarrollo• Libre movilidad de capitales• Fuerza de trabajo barata y bajo condiciones flexibles• Condiciones de seguridad especiales• Tolerancia a los impactos ambientales negativos

¿Puede decirse que las ZEE nacen bajo la influencia oriental? La respuesta es sí: se trata de un modelo de desarrollo industrial que ha prosperado so-bre todo en el este de Asia —en China, Vietnam e India—, donde además de las facilidades mencionadas, los Estados han impulsado empresas de exportación apoyando de forma sistemática a la educación y la formación de centros de innovación tecnológica. En estos países, y particularmente en China, se condiciona la entrada del capital extranjero, exigiendo a las empresas inversionistas la transferencia de tecnología y la formación de capacidades en la población local. Además, en la China socialista se promueve la formación de clusters, es decir, grupos de empresas que, es-labonadas, colaboran en la producción de un solo tipo de productos. Por

ejemplo, es sabido que hay zonas industriales chinas especializadas en la fabricación de calcetines o encendedores de gas (su capacidad industrial llega a tal punto, que pueden producir el 60% de esos bienes para el mercado mundial).

Como veremos, en México no hay este tipo de condiciones ni de condi-cionantes, razón por la cual no se exige ni se impulsa la capacitación o la innovación tecnológica y mucho menos se favorece la creación de clusters. La inversión de China en investigación científica y en formación de capa-cidades es extraordinaria (mayor incluso a Estados Unidos), a diferencia de lo que ocurre en México, donde tras años de formularse el propósito de dedicar el 1% del PIB a este fin, éste no se cumple (y no vemos que en este sexenio esto se consiga, con los actuales recortes de presupuesto).

¿Qué ha hecho México para favorecer el desarrollo industrial? Impulsar las maquiladoras. De hecho, las maquiladoras pueden considerarse una suerte de antecedente de las zonas económicas especiales pues también en ellas se ofrecen facilidades a las firmas extranjeras que invierten en manu-facturas industriales. Las maquiladoras son plantas que importan materias primas, componentes y maquinaria, para procesarlos o ensamblarlos en México y posteriormente reexportarlos, principalmente a Estados Unidos, pagando impuestos únicamente sobre el valor agregado. La ubicación de las maquiladoras a lo largo de la frontera de México con Estados Unidos constituye un factor determinante: la cercanía al mercado de exportación.

Aunque se ha buscado aumentar la inclusión de componentes hechos en México, el hecho es que es escasa la presencia de ingredientes nacionales en los productos que las maquiladoras exportan. El eslabonamiento con empresas locales o regionales es mínimo, ya que la mayor parte de los insumos son importados.

Durante muchos años, las maquiladoras proliferaron en la frontera norte de México empleando insumos externos y aprovechándose de una fuerza de trabajo que se desplazó hacia esa región del país en grandes cantida-des. Ante el desempleo dominante en sus lugares de origen, miles de tra-bajadores estaban dispuestos a migrar al nuevo eje de desarrollo industrial del país, una oportunidad de empleo donde no importaba recibir salarios bajos. Solo en los últimos años, las maquiladoras conocieron la instalación de empresas donde la fuerza de trabajo empezó a estar más calificada y a ganar mejores salarios. En la actualidad, la maquiladora es un sector heterogéneo, en el cual conviven empresas intensivas en fuerza de trabajo poco calificada con empresas intensivas en conocimientos y tecnologías avanzadas. Al lado de las empresas tradicionales (textiles, calzado, jugue-tes) con escasa innovación técnica, se hallan fábricas con tecnología de punta (pantallas planas, computadoras, dispositivos electrónicos, etcétera).

Las maquiladoras siguen siendo un sector importante en México, pero algunas limitantes bloquean su desarrollo: no han mejorado las infraestruc-turas que les rodean (y esto determina la escasa movilidad de las mercan-cías), no ha crecido la oferta de mano de obra calificada (hay escasez de ingenieros y técnicos preparados), las maquiladoras se encuentran en en-tornos donde prolifera la delincuencia organizada (secuestros, violaciones e inseguridad son rasgos de algunas ciudades fronterizas) y, quizá lo más importante: China y Vietnam han conseguido atraer a muchas de las em-presas que estaban instaladas en nuestra frontera norte (principalmente las que se basan en fuerza de trabajo barata: textiles y juguetes). El modelo de zonas económicas especiales las atrae: no sólo gozan de tolerancia al impacto ambiental negativo de sus negocios, sino que también cuentan con una creciente fuerza de trabajo altamente calificada.

En todo el mundo, en 1986 había 176 zonas en 47 países, pero para 2003, su número creció a más de 3000 a lo largo de 116 países. A pesar de su éxito, en el curso de su expansión las poblaciones que residen cerca de los lugares donde esta zonas se instalan no han cesado de manifestarse inconformes con su presencia ya que suele ocurrir que la tierra que se les entrega obliga al desplazamiento de los campesinos y esto no solo genera pérdida de tierras fértiles y cultivables, sino también múltiples formas de contaminación y degradación ambiental. Además, se presentan grandes pérdidas fiscales, pues casi no se cobran impuestos, y se agravan las desigualdades territoriales.

Después de años de carecer de una verdadera política industrial y en ausencia de una política de desarrollo regional que otorgue prioridad al sur del país, el gobierno de Peña Nieto ha decidido, en el último tercio de su mandato (diciembre de 2014), impulsar una iniciativa que pretende ayudar al desarrollo de algunos corredores situados en el sur de México. La iniciativa consiste en establecer tres ZEE.

Las ZEE prevén el desarrollo de: 1) un Corredor Industrial Inter-Oceá-nico, que conectará al Pacífico con el Golfo de México (salida al Atlántico) a lo largo del Istmo de Tehuantepec; 2) Desarrollar el Puerto Chiapas (an-tes Puerto Madero); y 3) Desarrollar el Puerto de Lázaro Cárdenas, en mu-nicipios colindantes de Michoacán y Guerrero, que confluyen en la zona conocida como Tierra Caliente. Se define que las ZEE tendrán “infraestruc-tura moderna, condiciones de seguridad, financiamiento preferencial de la Banca de Desarrollo, facilidades adicionales para el comercio exterior y descuentos en los impuestos y contribuciones al IMSS y al Infonavit” i

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Director: Tulio Moreno Alvarado / Subdirector: Leopoldo Gavito Nanson / Coordinador: Manuel Martínez Morales / Edición: Mayra Licona Aguilar / Corrección: José Armando Preciado Vargas

Correspondencia y colaboraciones: [email protected] / Facebook.com/ElJarochoCuantico / Twitter: @jarochocuantico

Comité Editorial: Carlos Vargas Madrazo, Valentina Martínez Valdés, Lorenzo M. Bozada Robles, Hipólito Rodríguez y Lilia América Albert

2 El Jarocho cuántico 6 dE noviEmbrE dE 2016

¿Son las zonas económicas especiales un cuento chino?

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36 dE noviEmbrE dE 2016 El Jarocho cuántico

En China, el 19 de noviembre de 1993, una fábrica de juguetes sufrió un incendio en el cual murieron 135 trabajadores. El fuego destruyó todo, máquinas y materiales. La

fábrica carecía de salidas de emergencias. Los trabajadores se encontraban hacinados en un es-pacio estrecho que no disponía más que de un corredor por el que sólo podían circular de uno en uno. La fábrica no era la única bajo esas cir-cunstancias en la región de Shenzhen, una zona económica especial que fi gura en los anales del capitalismo chino como el mayor ejemplo de un desarrollo exitoso. La empresa se había ahorrado los recursos que debía invertir en medidas de se-guridad y había dejado caer todo el peso de ese ahorro en las espaldas de los trabajadores.

Las medidas de seguridad cuestan dinero, y los inversionistas extranjeros que probaban suerte en China no querían invertir su dinero en proteger la fuerza de trabajo local, como habrían sido obli-gados en sus países de origen. Ellos estaban ahí precisamente con el propósito de ahorrarse los costos laborales.

Después de la época de Mao, Deng Xiaoping se propuso modernizar a China, y para ello adoptó medidas para atraer capital extranjero, entre las cuales fi guró en primer término ofrecer fuerza de trabajo barata. Para salvar el socialismo, se hacía necesario acudir al capitalismo occidental. El pro-yecto triunfó gracias a la deslocalización.

Al principio, buena parte del capital que las re-formas de Deng atrajeron, provenían de la diás-pora china, es decir, de empresarios chinos que residían en Taiwan, en Corea del Sur y en Hong Kong. Pero poco a poco ingresaron más capitales occidentales. De 1995 a 2003, las exportaciones chinas crecieron de 121 billones a 365 billones de dólares, de los cuales más del 65% provenía de las subsidiarias chinas de empresas extranje-ras. El tremendo crecimiento de lo “Hecho en Chi-na” es por tanto atribuible a estos negocios que usaban fuerza de trabajo local.

Así como la revolución industrial en Inglaterra prosperó en el siglo XIX gracias a la máquina de vapor y la expulsión del campesinado de sus tierras, al fi nal del siglo XX los ingredientes que explican la revolución del sistema manufacturero global son tres: una transformación de la agricul-tura china, que propició la migración de grandes masas de trabajadores, la desregulación que per-mitió la apertura de los mercados, y el bajo costo del petróleo que permitió abaratar los costos del transporte de bienes en todo el orbe.

En 1978, Deng creó la primera Zona Económi-ca Especial en Shenzhen para atraer inversiones extranjeras. Paulatinamente, la política de “puer-tas abiertas” fue generando más inversiones. Los cambios que inauguró la nueva economía se in-trodujeron de forma gradual, y despacio avanzó la migración del campo a la ciudad, una forma de movilidad que hasta 1980 estaba restringida. Veinte años después, China registró el movimiento de millones de personas, una de las más grandes migraciones de la historia. Los benefi ciarios fue-ron las empresas extranjeras.

Visitar la región de Shenzhen en los años noven-ta era como realizar un viaje hacia atrás en el

tiempo. El humo cubre el delta del Pearl River, la región tropical de Guangdong donde las fábricas arrojan veneno al aire día y noche. Millones de personas, que trabajan más de doce horas al día, se encuentran hacinadas, en condiciones insalu-bres, como lo estuvieron los trabajadores ingleses un siglo antes. La diferencia es que ahora los tra-bajadores producen artefactos electrónicos que se consumen en todas las ciudades del mundo i

Notas tomadas de Maonomics, Why chinese com-munists make better capitalists than we do. Edi-torial Seven Stories, 2011. Y Giovanni Arrighi, Adam Smith en Pekin, Orígenes y fundamento del siglo XXI. Akal ediciones, 2007.

El contexto de nacimiento de las Zonas Económicas Especiales

En 1978, Deng creó la primera Zona

Económica Especial en Shenzhen para atraer inversiones

extranjeras

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Lo ocurrido en Pajaritos, Veracruz, el 20 de abril de 2016, no está lejos de la iniciativa de construir una zona económica especial.

La explosión de la Planta Clorados III se produjo en las instalaciones de un complejo petroquímico que había sido impulsado con recursos públicos y que había sido cedido al capital privado con el propósito de modernizarlo. Si la nueva política de desarrollo industrial y la reforma energética se encargaran de promover ese tipo de asociaciones público-privadas, tendremos que exigir un esfuerzo extraordinario en la vigilan-cia ambiental.

los pajaritos dEsbaratan algunas ilusionEs

En la Historia ambiental de Veracruz (2011) apuntamos que en 1991 había ocurrido ya un accidente extraordina-rio en la planta Clorados III de Pajari-tos.1 La narración del acontecimiento causó espanto. Años antes, Lorenzo Bozada y Fernando Bejarano (2006) nos permitieron conocer las entrañas de ese espanto: el descuido con el que se manejan sustancias tóxicas por par-te de empresas que no asumen —que no pagan— los impactos ambientales de sus actividades.2 Apenas acababa de publicarse México Tóxico, de Lilia Albert y Marisa Jacott, un libro que muestra el grave deterioro de las nor-mas de seguridad industrial en el país, cuando se produce este nuevo episo-dio de emergencia química.

¿Qué es lo novedoso? No faltan dis-cursos que aluden a la falta de manteni-miento de las instalaciones (Pulido Bios-ca) o que refieren que para conseguir un incremento a toda costa de la pro-ducción, se trató de forma imprudente a las normas de seguridad que exige la producción de PVC. Tampoco faltan los testimonios que señalan el recorte de personal como parte de las estrategias empleadas por la empresa para conse-guir ahorros y ampliar las ganancias.

Esto quizás no es nada nuevo: se trata de una metodología muy cono-cida por las empresas que buscan abatir costos y ampliar beneficios. Lo que tal vez resulte novedoso es que la empresa donde ocurrió el desastre, era una empresa pública que se con-virtió en privada en los años recientes con el propósito de que el capital le inyectara recursos para mejorar su tec-nología y ampliar de forma ordenada su productividad, cosa que se decía el Estado mexicano no podía hacer. Sa-bemos que si el Estado mexicano algo ha hecho mal ha sido precisamente salvaguardar la seguridad de los tra-bajadores. Pero si suponíamos que las empresas ahora impulsarían un mejor manejo de las instalaciones, esa supo-sición ha explotado por los aires.

De alguna manera, el acontecimien-to de Pajaritos nos ha puesto en las narices esta evidencia: las empresas privadas no manejan mejor las instala-ciones petroquímicas.

¿privatiZar mEjora la gEstión?La reforma energética se basó en esta hipótesis: el capital puede hacer me-jor las cosas que el sector público no puede hacer. Alguna vez Santiago

Levi escribió, junto con Davila y Keser, que sería secretaria de energía, que la privatización de los hidrocarburos contribuiría al desarrollo regional del istmo mexicano. Esta premisa es la que ahora la realidad está cuestionando: de un lado porque el capital no hace mejor las cosas, y del otro porque no está detonando el desarrollo de la re-gión. Más bien sucede que hace peor las cosas, y lo único que detona son explosiones: su gestión es imprudente, escandalosamente insegura.

Si examinamos lo que han hecho las empresas privadas en la gestión de los hidrocarburos en nuestro amargo sur, veremos que sus actividades suelen ca-racterizarse por el desaseo, la impru-dencia, la temeridad, la injusticia am-biental con que se reparten los costos de sus intervenciones. Hablamos de Chicontepec, del Activo Nopaltepec, de las licitaciones en las plataformas situadas frente a las costas de Tabasco y de la tan cuestionada opción de la fractura hidráulica.

¿La relación entre privatización, re-forma laboral y emergencia química? El primer efecto de la privatización es la fragmentación del proceso de traba-jo. Debemos recordar que la privatiza-ción de ferrocarriles implicó el desman-telamiento de la unidad territorial que se había conseguido construir al cabo de muchos años. Igual ocurre con la industria petroquímica: la privatiza-ción se ha traducido en la atomización de los procesos de producción. Desde que se empezó a preparar, el procedi-miento consistió en disolver la unidad del proceso productivo a fin de vender segmentos de la empresa estatal a los diversos grupos de interés.

La fragmentación suscita además la posibilidad de que los trabajadores dejen de estar protegidos por una sola entidad patronal. De hecho, la privati-zación va junto con la flexibilización del proceso de contratación. Ahora el trabajador no posee un contrato que le brinde seguridad laboral a mediano y largo plazo. Al contrario, ahora el trabajador está sujeto a contratos de corta duración, flexibles, que no brin-

dan ninguna certeza ni ofrecen presta-ciones que antes el sindicato garanti-zaba. Esta es la privatización que Levi y Kessel consideraban que iba a bene-ficiar a la región: empleos temporales, parciales, desprotegidos, impulsados por la fragmentación de los procesos de producción: el famoso outsourcing.

Esa fragmentación es responsable de la emergencia química. Los traba-jadores de ICA-FLUOR han declarado que esta empresa, encargada de un segmento del proceso de trabajo, exi-gió que los trabajadores volvieran a las instalaciones de Pajaritos aunque era evidente que no había condicio-nes de seguridad para continuar con el proceso productivo. El abuso de los empleadores se ha traducido en el fallecimiento de personas que fueron obligadas a continuar laborando aun cuando la prudencia y la seguridad in-dustrial exigían suspender labores.

La consecuencia es conocida. La ex-plosión es resultado de una política eco-nómica que ha colocado recursos que exigen una gestión unitaria en manos de una multiplicidad de empresas que ignoran los protocolos de seguridad in-dispensables en las industrias que ma-nejan sustancias químicas peligrosas.

El asunto local no debe hacernos ol-vidar el asunto regional y nacional. El país está ahora bajo la amenaza de emergencias químicas en todos los ám-bitos donde la empresa Pemex ha sido privatizada. La fragmentación de los procesos de extracción y elaboración de hidrocarburos sigue los mismo pasos que hasta ahora hemos observado en Pajaritos. En primer término, se rompe o disuelve la unidad de procesos de pro-ducción. En segundo término, se ceden segmentos del proceso a diversas em-presas que operan sin coordinación o gestión integral: cada una busca incre-mentar sus beneficios abatiendo costos (ambientales y laborales). En tercer tér-mino, las empresas acuden a diversos procedimientos para externalizar sus costos: dejan a la sociedad asumir los daños ambientales y dejan a las fami-lias asumir los vacíos que deja la cance-lación de prestaciones. El trabajador no se reproduce solo durante los días que la empresa lo contrata: ¿quién financia los costos de su capacitación, atención

médica, ubicación en el espacio urba-no? La flexibilización laboral abarata el mercado de trabajo y transfiere al conjunto social la atención de los cos-tos que de esa manera se ahorran. Los daños al ambiente son también externa-lizados: figuran como gastos que la em-presa no asume y cede a la sociedad: ¿quién se va a encargar de restaurar el entorno lastimado por derrames, fugas, accidentes, explosiones, todo tipo de contaminaciones?

Todas las conquistas conseguidas por la clase obrera y las sociedades locales frente a Pemex para que éste asumiera la responsabilidad por la gestión de recursos que generaban ex-ternalidades costosas, ahora han em-pezado a verse canceladas.

La renta petrolera se ha privatizado, pero los desastres ambientales y el sos-tenimiento de la población trabajado-ra han pasado a ser costos que sólo la sociedad puede asumir. La irresponsa-bilidad socialmente inducida ha dado un paso que solo los trabajadores y las sociedades locales pueden revertir.

Este material forma parte del libro Historia General de Veracruz, y está disponible en el siguiente enlace: http://www.sev.gob.mx/servicios/pu-blicaciones/colec_veracruzsigloXXI/Historia_General_Veracruz.pdf

El libro de Bozada y Bejarano, Los con-taminantes orgánicos persistentes en el ist-mo mexicano, está disponible en el siguien-te enlace: http://uniciencia.ambientalex.info/infoCT/Conorgperistmx.pdf

Después de la explosión y los muertos, aumentan las ganancias

Mexichem espera incrementar sus ingre-sos antes de impuestos, intereses y amorti-zaciones (EBITDA) a 935 millones de dóla-res (mdd) al cerrar 2016, una cifra superior a los 905 mdd que logró el año anterior.

La compañía previó este crecimiento a pesar de la explosión en el complejo cono-cido como Pajaritos, su planta de produc-ción de cloruro de vinilo (VCM), un compo-nente clave para las operaciones internas de la firma, en la que fallecieron más de 30 personas.

“Basado en las proyecciones que tengo (...) esperamos cerca de 935 millones (de dólares) para todo el año”, dijo Antonio Carrillo, director general de Mexichem, en la conferencia con analistas financieros i

4 El Jarocho cuántico 6 dE noviEmbrE dE 2016

w Hipólito Rodríguez

la rEforma EnErgética dEspués dE pajaritos

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En 1831, en su famosa novela “La peau de Chagrin” (La piel de zapa), el escritor francés Honoré de Balzac, evoca a los pobres franceses del “Gua-zacoalco”. Ya, en los primeros años de la independencia, el gobierno mexicano intentó atraer capitales y mano de obra extranjeros en esa zona

“estratégica” del Istmo de Tehuantepec. Aunque se conoce un desarrollo petrolero muy importante en su zona norte (sur de Veracruz), el comercio “transistmico” no se ha desarrollado en la región, la cual ha quedado en una situación económica de marginación. Para salir de una economía “asistencial” en regiones “rezaga-das”, el Presidente Enrique Peña Nieto anunció que el “corredor interoceánico en el istmo de Tehuantepec” será una de las tres Zonas Económicas Especiales (ZEE) creadas con la ley federal, aprobada en la Cámara de Diputados el 14 de diciembre de 2015. Puesto que este no es el primer plan, las interrogaciones son numerosas. ¿Puede ZEE impulsar un desarrollo sostenible? ¿Cuál será el im-pacto sobre el Istmo de Tehuantepec y sus poblaciones? Claro que no es posible predecir el porvenir, pero con el pasado –la historia- y con otras experiencias en el mundo – la geografía- podemos abrir algunas pistas de reflexiones.

¿las Zonas Económicas EspEcialEs: En EspEra dE los mErcados?

Las ZEE son una estrategia muy común. Según estimaciones de la OIT (Orga-nización Internacional del Trabajo), existen más de 3 mil 500 zonas francas industriales con casi 66 millones de empleados en 130 países (cifras de 2008). La lógica parece la misma: incentivos fiscales aumentan las ventajas competitivas del territorio y, así, es posible atraer y fomentar inversiones privadas. Pero, hay que observar que sus impactos siguen siendo muy desiguales en los distintos paí-ses y China se centra con sus 40 millones de trabajadores. En realidad, existen formas muy diversas de ZEE o zonas francas.

las ZEE, una forma dE Zona francaPara entender el proyecto mexicano y ponerlo en perspectiva, se nece-sitan entender los diversos tipos de zonas francas. El más común corres-ponde a las zonas francas ubicadas cerca de puntos de entrada y salida de un territorio, por lo general un puerto, sin embargo también se deben considerar las fronteras o aeropuertos. Desempeñan un papel importante en el tránsito internacional y, a veces, se alinean dentro del transbordo y la infraestructura de almacenamiento a fin de permitir un movimien-to acelerado de mercancías. Las zonas francas de exportación (Export Processing Zones), están especialmente dedicadas a la producción. Las empresas beneficiadas de ventajas fiscales, de una simplificación admi-nistrativa, con la introducción de una ventanilla única de gestión en la zona y sobre todo de la posibilidad de repatriar el capital en cualquier momento. El Estado coloca las zonas francas de exportación en una lógi-ca de desarrollo territorial para atraer a empresas capaces de invertir y contratar a personal principalmente local. Esta estrategia es ampliamente utilizada por los países para integrar la globalización, para diversificar sus economías y sobre todo para crear un proveedor de tejido económi-co y subcontratistas nacionales.

Existiendo configuraciones territoriales muy diferentes: el tamaño de la zona libre, la lógica de beneficios, una zona con limitaciones por la extensión de tierra que alguna empresa necesita y que tiene la libertad de poner en práctica la utilización del territorio nacional de acuerdo a sus prioridades (acceso a mano de obra, cercana frontera) según las oportunidades de la ubicación del negocio (las maquiladoras en México en 1965) o las zonas económicas especiales que afectan a varios cientos de kilómetros cuadrados como en China.

56 dE noviEmbrE dE 2016 El Jarocho cuántico

w Philippe Sierra

una visión sobre las zonas

económicas especialesAsí, una Zona Económica Especial puede ser definida como una enclave

donde el ambiento reglamentario –en particular los impuestos y las obligaciones administrativas- es minimizado en comparación con el del territorio nacional.

La propuesta de la ley federal enumera los beneficios esperados (incremen-tar la competitividad regional, generar economías de aglomeración, atraer inversión productivas; crear empleos; permitir el desarrollo de infraestructura; acelerar el crecimiento de las exportaciones y la diversificación de la produc-ción; generar un “efecto de marca” para las localidades). Podemos observar que será un proceso de desarrollo integral de las regiones más rezagadas con la creación de enclaves más liberales. Haciendo referencia explícitamente a la estrategia China, aunque estemos ubicados en un contexto muy diferente. En efecto, el desarrollo de las ZEE chinas se explica por un conjunto complejo de factores. Entre ellos, se considera que los más importantes son un proceso de integración regional a la escala de Asia oriental, la existencia de un enorme mercado potencial en China, el precio de la mano de obra y el contexto polí-tico con un Estado autoritario que tiene alta capacidad de controlar su econo-mía y su población. En el istmo de Tehuantepec no se registra ninguna de esas condiciones. El contexto es el de un país con una economía ya bien liberada y accesible: las ZEE no tienen utilidad para tomadores de decisiones que qui-sieran conquistar el mercado mexicano. Por otra parte, los estudios consideran generalmente que las economías de aglomeraciones aparecen cuando existen en un lugar una concentración de competencias específicas. Por el momento, excepto la petroquímica en la zona de Coatzacoalcos, no es el caso. Sin con-siderar las problemáticas del “estado de derecho” y de los posibles conflictos sociales, el Istmo de Tehuantepec carece del capital humano a causa del atraso escolar y de la emigración y no tiene una tejido suficiente de empresas. Como lo muestran numerosos ejemplos –en particular en Egipto o Togo- la deli-mitación de una zona franca no es suficiente para atraer capitales importantes cuando el mercado laboral y empresarial local no son suficientes.

Es decir que el contexto no es particularmente favorable para un desarrollo importante del istmo y que el milagro Chino -muy específico- no puede servir de referencia.

Pero, la ZEE puede impulsar el interés sobre una ubicación geográfica es-tratégica desconocida. En efecto, cuando consideramos las zonas francas que “ganan”, muchas aprovechan una situación pivote en el sistema internacional de transporte. La historia muy particular del Istmo permite considerar este as-pecto.

El Istmo estratégico: la “geomitología” de un corredor interoceánicoCuando se revisan los numerosos estudios sobre el Istmo de Tehuantepec,

una cosa parece segura: su valor estratégico puede resultar muy importante para el comercio interoceánico. Este discurso tiene muchos argumentos en su favor. El interés de los Estados Unidos de Norteamérica (es el istmo el más próximo), el auge del ferrocarril interoceánico a principio del Siglo XX y los nu-merosos proyectos que se ubicaron en el área. Todos esos argumentos ocultan la necesidad de una visión de largo plazo. Es decir, que los Estados Unidos de Norteamérica se interesaran en todos los istmos de América y no parti-cularmente en el mexicano a causa del relieve importante. Es decir, que la decadencia del ferrocarril de Tehuantepec, construido en 1895, se explica a causa de la construcción del canal de Panamá. Es decir, que ningún corredor interoceánico de contenedores o de mercancía ha resultado de los diferentes proyectos. Entonces, el valor estratégico del potencial corredor interoceánico no es una realidad pero si una “geomitología”, es decir, una esperanza sola-mente basada en las promesas supuestas de la forma cartográfica. De facto, el corredor tiene un real interés regional nacional pero no internacional. La ubicación del istmo es estratégico desde otros puntos de vista, en particular cuando consideramos las relaciones entre las regiones centrales de México y las regiones periféricas del sureste y, quizás, de América Central, en el caso de una integración comercial mesoamericana más importante.

Al analizar todos los proyectos propuestos en el tiempo anotamos que desde 1977 (el plan Alfa Omega, el Servicio Multimodal Transístmico), todos los pro-yectos plantean la idea de la necesidad de un desarrollo industrial-comercial en relación con la captación de una parte del comercio internacional o de los capitales extranjeros. Aunque los modelos económicos han cambiado, los obje-tivos son similares. A las políticas públicas del pasado y sus proyectos grandi-locuentes, hoy se sustituyen con el sueño que las ZEE van a atraer los capitales privados que nunca vinieron. Los planes propuestos integran las lecciones de los fracasos precedentes (en aplicación de la nueva economía geográfica el Plan Puebla Panamá se preocupó de la falta de conexiones con el centro como obstáculo al megaproyecto; y de los costos de inversión…), pero no consideran realmente el tejido económico o las potencialidades locales.

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El Jarocho cuántico 6 dE noviEmbrE dE 20166

algunos proYEctos QuE incluYEn la construcción dE un corrEdor intErocEÁnico dEl istmo dE tEHuantEpEc

En el momento ac-tual, el proyecto de ZEE en el istmo de Te-huantepec no parece suficiente para atraer capitales susceptibles de implementar un “milagro chino”. Se asemeja más como una oportunidad para fortalecer actividades que tienen dificultades como la petroquímica en Coatzacoalcos o proyectos locales. La visión del desarrollo prometido por la forma cartográfica del Istmo de Tehuantepec pone en evidencia las dificultades para concebir una planeación eficaz y no solamente asistencial para las regiones periféricas, las que no “ganan” en la globalización. El sueño industrial-comercial olvida a todas las ambivalencias del crecimiento acelerado, en particular en un contexto de crisis ambiental global. Hay que pensar realmente el contenido ambiental y social de las reformas y no solamente el único objetivo del crecimiento a todo precio i

1967 Gustavo Díaz Ordaz: Comisión para definir un proyecto de transporte interoceánico por contenedores

1974 Luis Echeverría: proyecto de ampliación del ferrocarril, Construcciones del complejo Petroquímico de la Cangrejera y de la Refinería de Salina Cruz

1977 Proyecto Alfa Omega (Servicio Multimodal Transístmico): captar 7% de la carga del Canal de Panamá

1985 Construcción del Oleoducto Nueva Teapa-Salina Cruz

1996 Megaproyecto del Istmo de Tehuantepec

2001 Plan Puebla Panamá

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En 2002, Alejandro Toledo y Lo-renzo Bozada Robles publicaron el libro: “El Delta del Río Balsas: Medio Ambiente, Pesquerías y

Sociedad”. La introducción a esta obra, que aquí publicamos, realizada por el Dr. Francisco Zapata del Colegio de México, muestra los cambios que ha ex-perimentado la política de desarrollo in-dustrial del país, y exhibe los impactos ambientales de los proyectos que no to-man en cuenta los ecosistemas locales.

El análisis de la cuestión ambiental en la desembocadura del río Balsas, objeto del presente libro, resulta un no-table esfuerzo de síntesis de los efectos que la implantación industrial tuvo en dicha región. La recopilación sistemáti-ca de los antecedentes del impacto am-biental desde el inicio de la producción siderúrgica en 1976 y su prolongación hasta el presente se caracteriza por una minuciosidad y profundidad quizás pio-neras en México, lo que ocurre cuando se realizan inversiones de la cuantía de las que se han venido realizando en la región desde los años setenta a la fe-cha.

Los capítulos sobre el delta del río Balsas y el diagnóstico socioeconó-mico y ambiental son muy completos. Muestran en forma actualizada cuáles son las características de la región en términos de geografía física y humana. Asimismo, la exposición de las caracte-rísticas del almacenamiento del agua y

del sistema de irrigación expresan bien lo que fue la política estatal para utilizar los recursos del río Tepalcatepec y del río Balsas. La diferenciación de subsis-temas ambientales en la desembocadu-ra permiten calificar en detalle lo que ha ocurrido desde fines de 1964 a la fecha, cuando empezó a construirse la presa El Infiernillo, detonante inicial de los cambios aquí descritos. Con este punto de partida, los autores analizan cada inversión (las presas y las plantas hidroeléctricas, los distritos de riego, las expropiaciones para la construcción de la zona industrial, las modificaciones del curso del río Balsas, la construcción de la planta termoeléctrica de Petacal-co y del puerto de Lázaro Cárdenas así como las implantaciones urbanas a lo largo y ancho de los municipios de Lá-zaro Cárdenas y de la Unión) para in-dicar en cada caso cómo su desarrollo impactó el medio ambiente. Podemos percatarnos así que el proyecto de de-sarrollo de la desembocadura del Bal-sas guarda una estrecha relación con lo que fuera la estrategia de la indus-trialización por sustitución de importa-ciones.

En los años cruciales del proceso de toma de decisión de la construcción de la planta siderúrgica (1968-1969), el Estado mexicano se encontraba frente a la encrucijada en torno al futuro de su proyecto industrializador. Una de las decisiones centrales tuvo que ver con

dar curso a la iniciativa que el general Lázaro Cárdenas había venido promo-viendo desde que fuera presidente de la República (1934-1940) en relación con la valoración de los yacimientos de mineral de hierro de Las Truchas a través de la construcción de una planta siderúrgica. Esta decisión, tomada en 1969 por el presidente Díaz Ordaz, fue refrendada en 1971 cuando el pre-sidente Echeverría acordó dicha cons-trucción. Vale la pena recordar aquí también que lo ocurrido en 1968-1969 era la culminación de procesos de toma de decisión relacionados con otros as-pectos como la valoración del Valle del Tepalcatepec y del Balsas mientras el general Cárdenas fuera Vocal Ejecutivo de las comisiones que se hicieron cargo del desarrollo de ambas cuencas hidro-lógicas. En efecto, los proyectos de irri-gación generados por esos organismos tuvieron gran importancia en la estra-tegia de desarrollo regional vinculados a esas cuencas (véase Barkin y Timothy 1978).

Asimismo, y en paralelo a lo llevado a cabo por las comisiones menciona-das, la Comisión Federal de Electrici-dad (CFE) había puesto en marcha la planta generadora ubicada en la presa El Infiernillo y planeaba la construcción de la planta de La Villita en la presa José María Morelos, muy cerca de la desembocadura del río, la que empezó a generar electricidad en 1968. De esta

El Puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán

HISTORIA DE UN POLO DE DESARROLLO INDUSTRIAL

En los años cruciales del

proceso de toma de decisión de la

construcción de la planta siderúrgica

(1968-1969), el Estado mexicano se

encontraba frente a la encrucijada

en torno al futuro de su proyecto

industrializador.

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manera, cuando se toma la decisión de construir una planta siderúrgica en lo que era entonces el municipio de Melchor Ocampo (rebautizado Lázaro Cárdenas en 1971, en homenaje al general que había fallecido en octubre de 1970), el escenario para asegurar su viabilidad estaba montado. Faltaba solamente trazar las carreteras de ac-ceso desde Zihuatanejo y Nueva Ita-lia, ampliar el aeropuerto y sobre todo planear la distribución territorial en el propio municipio, tareas todas que se cumplieron entre 1971 y 1976, mien-tras se construía la siderúrgica.

Esta imagen retrospectiva de la for-ma en que fueron construyéndose las diversas obras que permitieron que se produjera acero en la costa de Michoacán dan pie para subrayar el carácter geopolítico del proyecto. En efecto, no se trataba sólo de producir acero con base en la disponibilidad de mineral de hierro en los yacimien-tos de Las Truchas. Se trataba también de integrar a la desembocadura del Balsas en el espacio económico, social y político nacionales, en ese momento afectado por movimientos guerrilleros y tensiones derivadas del aislamiento, la miseria y la falta de oportunidades. Por lo tanto, la estrecha vinculación en-tre las decisiones enfocadas a la pro-ducción económica con las decisiones de índole social, es decir, la relación entre la generación de electricidad, la producción de acero, el establecimien-to de un sistema de irrigación con la construcción de viviendas, carreteras y otras obras urbanas daban fe de un proyecto inscrito plenamente en la lógica desarrollista que permeaba al

Estado mexicano de la época. No obstante, a la luz del proceso

descrito, es notable constatar la ausen-cia total de consideraciones sobre los efectos ambientales de la implantación de los diversos proyectos, lo que tam-bién era muy característico de la lógica desarrollista. Sólo en 1976, después de que este polo de desarrollo comen-zara a operar empezaron a verse las consecuencias que todo ello tenía so-bre el territorio, el agua, los flujos del río, el comportamiento del subsuelo marino y sobre los flujos migratorios no directamente asociados a los empleos generados por los proyectos. En suma, se percibieron los efectos perversos de la política de desarrollo que se había puesto en práctica. Apareció en ese momento la dimensión voluntarista que poseían las decisiones en la etapa de la industrialización por sustitución de importaciones.

En efecto, dichas resoluciones ema-naban de instancias estatales que por definición estaban centralizadas y en-focaban su atención en las repercusio-nes nacionales de los proyectos de de-sarrollo y no prestaban atención a los posibles impactos regionales y locales. Las decisiones del Estado estaban ins-critas, en este caso, en la problemática del creciente déficit en la producción de acero del país y por lo tanto en el imperativo de corregir esa situación a través del aumento de la capacidad instalada. Además, existían también imperativos ligados al fenomenal in-cremento del consumo de electricidad, producto del desarrollo mismo que ha-bía tenido lugar desde los años cua-renta, a tasas promedio de crecimiento

del Producto Interno Bruto del 6.5% anual. Por otra parte, cuando el mo-delo de la industrialización sustitutiva empezó a agotarse, en la década de los setenta, y cuando entró en su fase terminal en 1982 (con el estallido de la crisis de la deuda externa y la imposi-bilidad de conseguir recursos foráneos para financiar la inversión pública), se abrió un nuevo escenario en el que las decisiones del Estado cambiaron radi-calmente de dirección.

En efecto, las medidas de ajuste económico llevadas a cabo entre los años 1982 y 1988, en un clima de gran inestabilidad macroeconómica pero también en un momento de trans-formaciones políticas cuyas implica-ciones solamente vendrían a madurar una década después, implicaron una reestructuración de la acción económi-ca del Estado, una redefinición de su intervención en el desarrollo del país. Esa reestructuración, que se inició en el sexenio del presidente De La Madrid (1982-1988) pero que se consolidó plenamente en el de Salinas de Gor-tari (1988-1994) dio lugar a la privati-zación de las empresas paraestatales, incluyendo las siderúrgicas como Altos Hornos de México (AHMSA) y Siderúr-gica Lázaro Cárdenas-Las Truchas (Si-cartsa). Dicho proceso se profundizó con la privatización de otras empresas como fueron Fertimex, el puerto indus-trial y cambios muy importantes en las formas de relación entre las institucio-nes del Estado y las autoridades esta-tales y locales.

Es decir, entre 1989 y 1993, la conjunción de decisiones para priva-tizar las principales instalaciones pro-ductivas de la zona se combinaron con transformaciones institucionales. A la vez, se enlazaron con nuevas de-cisiones de inversión como fueron la construcción de la planta termoeléctri-ca de Petacalco y la ampliación del puerto junto con la construcción de las instalaciones de Petróleos Mexicanos. Todo lo señalado, como se demuestra aquí de manera fehaciente y con todo el detalle que ese proceso merece, tuvo un impacto ambiental grave. La sobrecarga del medio ambiente, que se deriva ahora, de la concentración de todos los efectos durante un perio-do muy reducido, una década aproxi-madamente, se corresponde con las nuevas decisiones que ahora ya no se pueden referir a las instancias estata-les sino más bien a las que toman los

nuevos propietarios de las instalacio-nes productivas de la zona.

Como lo ilustra Jorge Martínez Aparicio en su tesis doctoral reciente (2002) la multiplicación de proyectos de inversión y la ampliación de los existentes genera un efecto acumulati-vo que no hace sino reforzar la con-centración antes mencionada. Puede pensarse que la dinámica de lo que ocurre hoy en la desembocadura del río Balsas pierde dirección y que esta pérdida acarrea consecuencias signifi-cativas para el deterioro ambiental. Si bien queda claro que esto estaba la-tente en el proyecto desde sus inicios, porque el marco del proceso de toma de decisiones se ubicaba más allá de lo local y de lo regional, ello no hace sino agravarse en la etapa actual. La maduración simultánea de todos los efectos que los proyectos de inversión tuvieron sobre el medio ambiente, vein-ticinco años después del inicio de di-chas inversiones, plantea hoy desafíos casi insuperables, dado el deterioro que se documenta en esta obra.

Es por ello que al identificar y al documentar el dramático proceso de deterioro ambiental de la desem-bocadura del río Balsas en la región del municipio de Lázaro Cárdenas en Michoacán, los autores plantean el debate central del desarrollo indus-trial: cómo transformar la naturaleza sin acabar con ella, cómo dar lugar a un proceso de acumulación y distri-bución de riqueza que no termine con los seres humanos que la producen y la consumen. Queda demostrado que una política de desarrollo indus-trial adscrita a una lógica nacional y transnacional puede dar al traste con la naturaleza y cuestionar frontalmente las posibilidades de reproducción fu-tura de la población local. El balance realizado aquí, después de 25 años de inversiones, es una advertencia po-derosa por la calidad de la informa-ción recopilada y por la riqueza de los análisis presentados, para quienes tienen a su cargo las decisiones sobre la dinámica futura de este proyecto. A pesar de que es difícil imaginar que todavía haya tiempo para corregir lo ya dañado, siempre es válido pensar que, por algún azar, la ciencia y la técnica puedan dar lugar a un proceso de recuperación de la riqueza natural de esa región de México. Para tomar conciencia de ello es que hay que leer este libro de Toledo y Bozada i

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