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69 Complutum, 2010, Vol. 21 (1): 69-86 ISSN: 1131-6993 Zooarqueologa y tafonoma del yacimiento de Hornos de la Peæa (San Felices de Buelna, Cantabria) Zooarchaeology and taphonomy of Hornos de la Peæa Cave (San Felices de Buelna, Cantabria) JosØ YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS* *Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense de Madrid. [email protected] Recibido: 02-03-2009 Aceptado: 22-06-2010 RESUMEN Estudio zooarqueolgico y tafonmico de los macrovertebrados del yacimiento paleoltico de Hornos de la Peæa (San Felices de Buelna, Torrelavega, Cantabria), cuya muestra sea se analiz en el aæo 2006 y proviene de los materiales depositados en el Museo Arqueolgico Nacional de las colecciones del Institut de PalØontologie Humaine de Paris. Aunque procede de excavaciones realizadas a principios del siglo XX, con un sesgo osteolgico motivado por la preseleccin de los elementos fÆcilmente determinables, este interesante conjunto seo abre nuevos interrogantes sobre las estrategias de subsistencia de los cazadores paleolticos desde el Musteriense al Magdaleniense de la Cornisa CantÆbrica. Entre ellos destacan el tra- tamiento diferencial durante el Paleoltico medio de los animales de menor talla (cabra y rebeco) frente a otros mayores (caballo, uro-bisonte y ciervo), as como la abundancia del caballo en el Solutrense y Mag- daleniense, en contra de lo observado en la mayor parte de los yacimientos cantÆbricos de esta Øpoca en los que el ciervo y la cabra son los animales predominantes. PALABRAS CLAVE: Tafonoma, Zooarqueologa, Transicin Paleoltico Medio-Superior, Marcas de corte. ABSTRACT New zooarchaological and taphonomical data from the Palaeolithic site of Hornos de la Peæa (Cantabria) are presented. A bone assemblage from the Institut de PalØontologie Humaine of Paris which is now kept in the National Archaeological Museum of Madrid has been analyzed. The paper discusses some of the problems of dealing with archaeological excavations from the beginning of the 20th century when, as in other early archaeological interventions, only the easily identified remains were selected. The faunal collection analysed opens new questions about the hunting behaviour from the Mousterian to the Magda- lenian periods in Northern Spain, namely the different strategies used for small animals (Capra and Rupi- capra) versus larger animals (Equus, Cervus and Bos-Bison) in the Middle Palaeolithic, and the high pre- sence of horse in the Solutrean and Magdalenian levels of Hornos de la Peæa that differs from the preva- lence of red deer and goat in other sites from those periods. KEY WORDS: Taphonomy, Zooarchaeology, Middle-Upper Palaeolithic Transition, Cut Marks. SUMARIO 1. Introduccin. 2. Metodologa. 3. Zooarqueologa de Hornos de la Peæa. 4. AnÆlisis bio- mØtrico. 5. Conclusiones.

Zooarqueología y tafonomía del yacimiento de Hornos de la ...(1966), Schmidt (1972) y Pales y Lambert (1971). Para la predominancia de las especies, Østas se han cuantificado en

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  • 69Complutum, 2010, Vol. 21 (1): 69-86 ISSN: 1131-6993

    Zooarqueología y tafonomía del yacimientode Hornos de la Peña (San Felices de Buelna,

    Cantabria)Zooarchaeology and taphonomy of Hornos de la Peña Cave

    (San Felices de Buelna, Cantabria)

    José YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS**Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense de Madrid. [email protected]

    Recibido: 02-03-2009Aceptado: 22-06-2010

    RESUMEN

    Estudio zooarqueológico y tafonómico de los macrovertebrados del yacimiento paleolítico de Hornos dela Peña (San Felices de Buelna, Torrelavega, Cantabria), cuya muestra ósea se analizó en el año 2006 yproviene de los materiales depositados en el Museo Arqueológico Nacional de las colecciones del Institutde Paléontologie Humaine de Paris. Aunque procede de excavaciones realizadas a principios del siglo XX,con un sesgo osteológico motivado por la preselección de los elementos fácilmente determinables, esteinteresante conjunto óseo abre nuevos interrogantes sobre las estrategias de subsistencia de los cazadorespaleolíticos desde el Musteriense al Magdaleniense de la Cornisa Cantábrica. Entre ellos destacan el tra-tamiento diferencial durante el Paleolítico medio de los animales de menor talla (cabra y rebeco) frente aotros mayores (caballo, uro-bisonte y ciervo), así como la abundancia del caballo en el Solutrense y Mag-daleniense, en contra de lo observado en la mayor parte de los yacimientos cantábricos de esta época enlos que el ciervo y la cabra son los animales predominantes.

    PALABRAS CLAVE: Tafonomía, Zooarqueología, Transición Paleolítico Medio-Superior, Marcas de corte.

    ABSTRACT

    New zooarchaological and taphonomical data from the Palaeolithic site of Hornos de la Peña (Cantabria)are presented. A bone assemblage from the Institut de Paléontologie Humaine of Paris which is now keptin the National Archaeological Museum of Madrid has been analyzed. The paper discusses some of theproblems of dealing with archaeological excavations from the beginning of the 20th century when, as inother early archaeological interventions, only the easily identified remains were selected. The faunalcollection analysed opens new questions about the hunting behaviour from the Mousterian to the Magda-lenian periods in Northern Spain, namely the different strategies used for small animals (Capra and Rupi-capra) versus larger animals (Equus, Cervus and Bos-Bison) in the Middle Palaeolithic, and the high pre-sence of horse in the Solutrean and Magdalenian levels of Hornos de la Peña that differs from the preva-lence of red deer and goat in other sites from those periods.

    KEY WORDS: Taphonomy, Zooarchaeology, Middle-Upper Palaeolithic Transition, Cut Marks.

    SUMARIO 1. Introducción. 2. Metodología. 3. Zooarqueología de Hornos de la Peña. 4. Análisis bio-métrico. 5. Conclusiones.

  • 1. Introducción

    En este trabajo presentamos el estudio zooar-queológico y tafonómico de los materiales óseos delyacimiento paleolítico de Hornos de la Peña (SanFelices de Buelna, Torrelavega, Cantabria). Los res-tos óseos analizados provienen de una colección delInstitut de Paléontologie Humaine de Paris deposi-tada en el Museo Arqueológico Nacional deMadrid.

    Hornos de la Peña es una cueva con una boca enforma de arco orientada al sur y con unas dimensio-nes de 7 metros de ancho por 4 de alto y 16 de pro-fundidad. La cueva se ubica dentro del valle de losCorrales de Buelna a 18 km de la costa y 280 metrossobre el nivel del mar. El relieve que la rodea semuestra algo montañoso, alcanzando cotas próxi-mas a los 800 metros, y convirtiendo su ubicaciónen un lugar abierto a una cierta variedad de nichosecológicos. Junto a las zonas montañosas tambiénhay valles, como el del llano del río Besaya obser-vable desde el mismo yacimiento (Straus 1975)(Figura 1).

    Su descubrimiento fue realizado por H. Alcal-de del Río y L. Sierra en 1903. En 1906 Alcaldedel Río dio a conocer el arte partietal de la cueva,realizando posteriormente una pequeña excava-ción en la galería intermedia (Alcalde del Río1906). A continuación entre 1909-1910 y 1912 elInstitut de Paléontologie Humaine de Paris(IPH) realizó la excavación del yacimiento diri-giendo los trabajos el abate H. Breuil, H. Ober-maier y J. Bouyssonie (Breuil y Obermaier1912).

    Figura 1.- Situación geográfica del yacimiento de Hor-nos de la Peña.

    Figura 2.- Boceto del corte estratigráfico, donde A: Mus-teriense, B: Auriñaciense, C: Solutrense, D: Magdale-niense, E: Neolítico (según Breuil y Obermaier 1912).

    La estratigrafía presentada por H. Obermaier yH. Breuil mostraba cinco niveles pertenecientes alMusteriense en la unidad A, en la base de la secuen-cia, al Auriñaciense en la unidad B, al Solutrense enel nivel C, al Magdaleniense en el D y al Neolíticoen el E, a techo de la secuencia (Breuil y Obermaier1912, Obermaier 1925). La descripción de lasecuencia mostrada por Obermaier presentaba algu-nos problemas en el contacto entre los estratos B-C,y posteriormente una revisión realizada por Bernal-do de Quirós (1982) interpretó la parte superior delnivel B como un Auriñaciense Evolucionado.

    Aunque la estratigrafía de Hornos de la Peñaparece bastante clara y uniforme, desde el mismomomento de la excavación en 1910 se mostró ladificultad para individualizar algunas partes delcontacto entre los niveles B y C, debido a la ausen-cia de manto estalactítico que separaba ambos nive-les en el resto de la secuencia. Por otro lado, comomuestran Tejero et al. (2008) a partir de los manus-critos inéditos depositados en el Museo Arqueológi-co Nacional, los materiales solutrenses se encontra-ban en la parte superior del nivel y, por lo tanto sonclaramente distinguibles de los pertenecientes alAuriñaciense.

    Las dataciones radiocarbónicas conocidas hastael momento son algo problemáticas. Por una parte,las del Musteriense y Auriñaciense son bastanterecientes, y las del Magdaleniense muy antiguas.De este modo, las dataciones disponibles son para elMusteriense 24340±470 bp (BM-1884); para elAuriñaciense Evolucionado 20930±370 bp (BM-

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  • 1883 R); para el Solutrense 20180±310 bp (BM1882 R), 18230±510 bp (BM-1881), 19950±300 bp(BM-1882), 20700±350 bp (BM-1883); y para elestrato Magdaleniense 18450±520 bp (BM-1881 R)(Straus 1992; Soto Barreiro 2003). En conclusión,sólo la realización de nuevas dataciones con dife-rentes técnicas podría permitir contextualizar mejorla cronología de estos niveles.

    Los datos arqueozoológicos publicados hasta lafecha son muy escasos. Altuna (1972) y Freeman(1973), a partir de los datos de Obermaier (1925),destacan al ciervo y al caballo como los animalesprincipales. Straus (1975, 1976, 1977, 1983 y1992), tras analizar algunos materiales del IPH, des-taca el predominio del ciervo, pero también delrebeco en el Mínimo Número de Individuos (MNI)para el nivel Solutrense.

    A continuación presentaremos un estudio com-pleto de todos los materiales zooarqueológicos dis-ponibles de Hornos de la Peña, incluida una revi-sión de los materiales solutrenses analizados porStraus (1975, 1976, 1977, 1983 y 1992).

    2. Metodología

    Para evitar ser reiterativo, no repetiremos lametodología utilizada que es la ya utilizada en otrosestudios previos (Yravedra 2005, 2006). A pesar deello, mostraremos algunas consideraciones.

    Para la identificación taxonómica nos hemosbasado principalmente en los trabajos de Lavocat(1966), Schmidt (1972) y Pales y Lambert (1971).Para la predominancia de las especies, éstas se hancuantificado en NR (Número de Restos) y MNI.Para las edades hemos considerado dos categorías,adultos e infantiles, pero hemos tenido en cuentaotras consideraciones para calcular la edad y la esta-cionalidad de la muerte, siguiendo en estos casos aPérez Ripoll (1988) para la cabra, a Klein et al.(1981) y Mariezkurrena (1983) para el ciervo, aTodd (1987) para el gran bóvido, a Levine (1982)para el caballo, a Pérez Barbería (1994) para elrebeco y a Tomé y Vigne (2003) para el corzo.

    Siguiendo los criterios de Yravedra (2005 y2006), los perfiles esqueléticos han sido divididosen cuatro porciones: el esqueleto craneal (cuerno,cráneo, maxilar y mandíbula), el axial (vértebras,costillas, pelvis y escápula), el apendicular superior(húmero, fémur, tibia, rótula, radio-ulna) y el apen-dicular inferior (metapodios y huesos compactos).

    En el análisis tafonómico hemos analizado las alte-raciones físicas-diagenéticas y las de carácter bioló-gico, producidas por el ser humano y los carnívoros.

    En la observación de las superficies óseas hemosutilizado lupas de 10 y 20X. En la determinación delos procesos de alteración antrópica hemos analiza-do las marcas de corte, las de percusión y las altera-ciones térmicas. Los criterios seguidos para identi-ficar estas alteraciones y distinguirlas de las produ-cidas por carnívoros u otros procesos como el piso-teo se basan en los trabajos de Binford (1981), Ship-man (1981, 1988), Blumenschine y Selvaggio(1988), Olsen y Shipman (1988), Horwith y Smith(1988), Andrews y Cook (1985), White (1992), Blu-menschine (1995) y Giacoboni y Patou Mathis(2002). Con relación a otras alteraciones, el buenestado de las superficies óseas nos ha hecho quesólo consideremos los patrones que Parson y Brett(1989) reconocen para los diferentes grados de alte-ración hídrica.

    Por último, se expondrá en un apéndice final, trasla bibliografía, el tratamiento de las biometrías.Para ello, hemos utilizado las siguientes siglas. L:longitud máxima del hueso, DAP: diámetro antero-posterior, DT: diámetro trasversal.

    3. Zooarqueología de Hornos de la Peña

    3.1. Patrones Taxonómicos y de Estacionalidad(tablas 1-2)

    La muestra ósea depositada en el Museo Arqueo-lógico Nacional de Hornos de la Peña comprendealgo más de 1400 restos, lo cual representa un grannúmero si consideramos el marcado sesgo osteoló-gico que ofrece el conjunto como luego mostrare-mos.

    Si analizamos cada periodo, observamos en elMusteriense un predominio del rebeco en el NR yel MNI. A continuación le sigue el caballo y elciervo, y en menor proporción el corzo, la cabra, eluro y los carnívoros. Los patrones de edad mues-tran un predominio de los adultos, pero en el cier-vo, el rebeco y la cabra, los infantiles son impor-tantes (tabla 1).

    La estacionalidad deducida a partir del desgastedentario, sugiere que el uro murió en otoño cuandoestaba emergiendo el primer molar. En el corzo y elrebeco parece observarse similar tendencia. En elciervo hemos podido establecer que un individuo

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    Tabla 1.- Perfiles Taxonómicos en NR y MNI (A: Adulto, I: Infantiles-Juveniles)

  • murió al final del invierno o comienzos de la prima-vera y tres en el verano (tabla 2).

    Con respecto al NR y el MNI del Auriñaciense, elcaballo y el ciervo son los animales principalesseguido del rebeco (tabla 1). Las edades presentanun predominio de los adultos, pero como pudimosobservar en el Musteriense también hay infantiles,sobre todo en los taxones de menor tamaño como elrebeco y la cabra. Para la estacionalidad, en estaocasión no hemos podido precisar el momento demuerte en ningún caso.

    En el Auriñaciense Evolucionado destaca el cier-vo, seguido del caballo y del rebeco tanto en el NRcomo en el MNI. Junto a estos animales aparecenotros como el uro, la cabra, el corzo, el jabalí yvarios carnívoros (tabla 1). En las edades destacan

    claramente los individuos adultos, y en la determi-nación de la estacionalidad, sólo el caballo ha mos-trado un infantil muerto en otoño y el ciervo, dosindividuos muertos en el verano y otros dos entre elfin del invierno y los comienzos de la primavera(tabla 2).

    En el Solutrense, los datos obtenidos difieren delos de Straus (1975). En nuestro estudio, el caballoes el animal más representado seguido del ciervo yel rebeco (tabla 1). Los patrones de edad muestranun predominio de los adultos sobre los infantiles(tabla 1). La estacionalidad establecida a partir deldesgaste dentario muestra unos patrones de mor-tandad para el ciervo entre verano-otoño, de otoñopara el corzo y de verano e invierno para la cabra(tabla 2).

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    Tabla 2.- Estacionalidad de la muerte de los animales representados

    Tabla 3.- Perfiles esqueléticos en los animales más representativos del Musteriense

  • Por último en el Magdaleniense sólo aparecenrestos de ciervo, caballo, rebeco y cabra, teniendotodos ellos porcentajes muy parecidos, tanto en elNR como en el MNI (tabla 1). En las edades no hayinfantiles y en la estacionalidad el ciervo indica unpatrón de mortalidad para la primavera-verano y elrebeco para el otoño (tabla 2). En los demás anima-les, la ausencia de evidencias claras no nos ha per-mitido precisar con seguridad la estación de lamuerte.

    3.2. Patrones de representación anatómica(tablas 3-5)

    Los perfiles esqueléticos de Hornos de la Peñaestán caracterizados por la sobrerrepresentación depiezas dentarias en todos los niveles. La causa deeste hecho es una consecuencia de la recogida selec-tiva de los materiales más diagnósticos durante losperiodos de excavación. Por lo tanto, nos encontra-mos ante una muestra sesgada que no permite preci-

    sar con exactitud las partes esqueléticas original-mente depositadas en el yacimiento. A pesar de locual y según vemos en las tablas 3 a 5, al menos sípodemos afirmar que las secciones apendicularesfueron introducidas en el yacimiento junto a las cra-neales, según observamos entre los restos de ciervo,caballo y rebeco del periodo Auriñaciense Evolu-cionado y Solutrense (tablas 4 y 5).

    3.3. Patrones de alteración ósea (tablas 6-11)

    Al contrario que lo que hemos visto con los per-files esqueléticos y las pocas conclusiones que per-mitían obtener, la buena conservación de las super-ficies óseas sí ha permitido establecer diferentesobservaciones que a continuación expondremos.

    Entre las alteraciones físicas de los fragmentosóseos analizados destacan las alteraciones de tipohídrico. Así, en los niveles correspondientes alSolutrense y al Auriñaciense Evolucionado, el 23 %de los huesos presentan rodamientos y pulidos pro-

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    Tabla 4.- Perfiles esqueléticos en los animales más representativos del Auriñaciense

  • ducidos por el agua, lo cual se ajusta a los comenta-rios ofrecidos por Obermaier (1924: 169; 1925:182) y Alcalde del Río et al. (1912: 88) cuandohablan de los problemas estratigráficos existentesen el contacto entre el nivel Solutrense y el Auriña-ciense. Junto a las alteraciones mencionadas esimportante también la cantidad de fragmentos afec-tados por trampling o pisoteo, llegando casi al 11 %de los huesos del Auriñaciense Evolucionado y al 5% del Solutrense.

    Además de la acción hídrica, la intervención delos carnívoros también puede ser un importante fac-tor de sesgo. En las tablas 6 y 7 podemos observarcómo casi todos los ungulados presentan marcas dediente. Los niveles más afectados por los carnívorosson los correspondientes a las unidades del Paleolí-tico Superior Inicial. En el Musteriense, el 20 % de

    los huesos tienen marcas de dientes y los animalesmás afectados son la cabra, el corzo, el rebeco y elcaballo. En el Auriñaciense, el 32 % de los restostienen marcas de diente y sólo el rebeco y la cabrapresentan cada uno un 85 % y un 33 % de marcas dediente cada especie. En el Auriñaciense Evolucio-nado, el 36 % de los huesos tiene marcas de dienteque afectan al ciervo, caballo, uro y rebeco. Deestos animales, el rebeco tienen un 66 % de los hue-sos con marcas de diente, siguiendo en importanciael uro con el 50 %, el ciervo con el 44 % y el caba-llo con el 31 % (tabla 8).

    A partir del Solutrense parece decrecer la acciónde los carnívoros. Para este momento, todas lasespecies muestran marcas de diente, pero sólo un 6% del total de todos los huesos tienen trazas. Losanimales con más marcas de diente son el corzo, la

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    Tabla 5.- Perfiles esqueléticos en los animales más representativos del Solutrense y Magdaleniense

  • cabra, el caballo y el uro con un 17%, 15%, 13% y11% respectivamente. Después vienen el rebeco yel ciervo que sólo tienen marcas de diente en tornoal 2 %. En el Magdaleniense continúa el procesoiniciado en el Solutrense y la incidencia de los car-nívoros es aún menor, afectando sólo a la cabra y elrebeco.

    Por último, la acción humana sólo puede docu-mentarse a través de las marcas de corte y percusión(tablas 9 y 10). El problema del conjunto óseo deHornos de la Peña es que los huesos susceptibles depresentar trazas de actividad antrópica (como ocu-rría con la carnívora) son escasos, como consecuen-cia de la selección humana empleada en los proce-sos de excavación. Por ello, las valoraciones quehagamos sobre la actividad antrópica en Hornos dela Peña deben tomarse con cierta cautela.

    Según las marcas de corte, durante el Musterien-se el ser humano sólo habría intervenido sobre losanimales de mayor tamaño, como el caballo y elgran bóvido. En el Auriñaciense y el AuriñacienseEvolucionado ocurre un proceso similar, pero ahorapodría incluirse el ciervo al presentar esta especietambién marcas de corte. Para el Solutrense y elMagdaleniense observamos algunos cambios yaque si por un lado ciervos, caballos y uros siguenteniendo trazas antrópicas, a ellos se añaden ahorala cabra y el rebeco que también las presentan.

    Por lo tanto, tendríamos un patrón subsistencialdiferenciado entre el Musteriense-PaleolíticoSuperior inicial y el Solutrense-Magdaleniense,pues si en la primera fase el ser humano intervieneprincipalmente sobre los animales de mayor tama-ño como el uro, el caballo y el ciervo, en la segun-

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    Tabla 6. Alteraciones óseas en los niveles musterienses y del Paleolítico Superior Inicial, donde NR: Número de Res-tos, MC: Marca de Corte, MD: Marca de Diente, MP: Marca de Percusión, Fgo: Alteración térmica, Tr: Trampling yRod: Huesos con rodamiento.

  • da lo hace también sobre los pequeños como lacabra y el rebeco. El problema de esta interpreta-ción, tal como ya hemos dicho, es que debido alsesgo de la muestra ósea, en realidad desconoce-mos el grado exacto de implicación del ser huma-no en la acumulación de los diferentes animales deHornos de la Peña.

    En cuanto a la acción de los carnívoros, lastablas 6-8 nos muestran cómo intervinieron sobretodos los taxones en casi todos los momentos.Pero como ocurre con la acción del ser humano,tampoco conocemos su grado de incidencia, si fuemediante el traslado de presas al yacimiento ocarroñeando los animales previamente aportadospor el ser humano.

    Para poder evaluar el grado relativo de participa-ción de humanos y carnívoros, tenemos que afron-tar algunos problemas. El primero se refiere a laescasa representatividad de la muestra. Como pode-

    mos observar en la tabla 8, la cantidad de huesoscon marcas de corte y de diente en los niveles delAuriñaciense y el Musteriense es muy reducida,debido en parte a que la muestra ósea susceptible depresentar marcas es escasa. A pesar de ello, sonobservables ciertas tendencias que pueden permitir-nos proponer algunas hipótesis. Por ejemplo, laausencia de marcas de corte en los animales peque-ños como la cabra y el rebeco, nos permite plantearque el ser humano no tuvo responsabilidad en elaporte de estos animales hasta el Solutrense. A par-tir del Solutrense y durante el Magdaleniense, lapresencia de marcas de corte ligadas a procesos cár-nicos nos sugiere un posible aporte antrópico deestos animales.

    Además de por la presencia-ausencia de marcas(tabla 8 y 9) otras evidencias pueden corroborarestas afirmaciones. Así, en los patrones de edadhemos observado diferencias entre las que se produ-

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    Tabla 7.- Alteraciones óseas en los niveles solutrenses y magdalenienses, donde NR: Número de Restos, MC: Marcade Corte, MD: Marca de Diente, MP: Marca de Percusión, Fgo: Alteración térmica, Tr: Trampling y Rod: Huesos conrodamiento

  • cen en el Musteriense-Auriñaciense y el Solutrense-Magdaleniense. En las fases más antiguas con pro-tagonismo de carnívoros sobre estos animales, elporcentaje de individuos jóvenes e infantiles es enla cabra y el rebeco de un 50 % aproximadamente,lo que contrasta con lo observado para el Solutrensey el Magdaleniense donde aumenta el porcentaje deadultos (tabla 1).

    En cuanto a las alteraciones realizadas por loscarnívoros, para el Auriñaciense Evolucionado

    hemos documentado un cilindro sobre una tibia derebeco, y varios huesos compactos con corrosionesde tipo digestivo. Este tipo de alteraciones tambiénlas hemos documentado sobre diversas falanges decorzo y rebeco en el estrato musteriense, pero nopara el Solutrense y el Magdaleniense.

    Por lo tanto, los patrones de edad, los porcentajesde marcas y las alteraciones óseas nos indican quelos animales pequeños fueron aportados principal-mente por carnívoros durante el Musteriense y el

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    Tabla 8.- Frecuencias y porcentajes de marcas de corte (MC) y de diente (MD) sobre el número de restos (NR*), unavez excluidos del número total (NR) todos los dientes y los huesos que presentan un mal estado de conservación dela superficie.

    Tabla 9.- Porcentajes de marcas de corte (MC) y marcas de diente (MD) en animales de talla grande (Bos, Equus, Cer-vus) y animales de talla pequeña (cabra, rebeco y corzo) agrupados por secciones apendiculares superior (húmero yfémur), medial (tibia y radio-ulna) e inferior (metapodios).

  • Auriñaciense, y por humanos en el Magdaleniensey el Solutrense. Por otro lado, la acción de los carní-voros indica no sólo su implicación en el aporte deciertos animales, sino también su responsabilidaden el sesgo de la muestra ósea original, por lo quedebemos considerarlo como un factor tafonómicomás, junto con las alteraciones hídricas y los meca-nismos de selección durante el proceso de excava-ción.

    La intervención del ser humano parece centrarseen los animales de mayor tamaño. Así lo indican lasmarcas de corte que presentan el uro, el ciervo y elcaballo en los diferentes niveles. Junto a esto, losporcentajes de marcas que presentan estos animalesen sus diferentes secciones (tabla 9) se ajustan a lospatrones sintomáticos de comportamientos cinegé-ticos antrópicos descritos experimentalmente porDomínguez Rodrigo (1997) (tabla 10).

    Además, la funcionalidad de las marcas de corteantrópicas está ligada a la descarnación y la desarti-culación (tabla 11), y cuando aparecen asociadas amarcas de diente, éstas suelen proporcionar medi-

    das características de carnívoros pequeños segúnlas estimaciones de Domínguez Rodrigo y Piqueras(2003), que en cualquier caso no podrían cazar porsi solos animales de este tamaño. Así, la marca dediente que ha ofrecido una medida mayor apareceen un húmero de uro con un pit de 5 x 2 mm. Todoslos demás pit que hemos podido medir nunca supe-ran los 3 mm de longitud y los 2 mm de anchura.Los motivos por los que sólo consideramos lasmedidas de los pits y no de otro tipo de marcascomo scores, punctures etc, es porque sólo los pitsson resolutivos a la hora de diferenciar la acción dediferentes carnívoros.

    Respecto a la actuación humana, hemos visto queen los animales pequeños es muy escasa limitándosea los últimos momentos del Paleolítico Superiordurante el Solutrense y el Magdaleniense. A pesar delos porcentajes de marcas de corte de la tabla 9, lastrazas documentadas en el Solutrense parecen estarlimitadas al desollado de una falange, el desarticula-do de un fémur, de un radio, de unos metacarpos, y aldescarnado de una escápula y un radio.

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    Tabla 10.- Porcentajes de marcas de corte en comportamientos antrópicos cinegéticos y carroñeros tras la acción de car-nívoros. Los porcentajes provienen del estudio de Domínguez Rodrigo (1997).

    Tabla 11.- Situación anatómica de las marcas de corte en los animales más grandes

  • 4. Análisis Biométrico (tablas 12-18)

    Tras analizar las circunstancias que han intervenidoen la acumulación ósea de Hornos de la Peña, veremosahora las particularidades biométricas de cada taxón.Entre los carnívoros, las referencias biométricas quehemos obtenido se limitan a una tibia de zorro. En losungulados, el uro muestra cuatro restos con medicio-nes que indican, según los datos de la tibia, un indivi-duo de tamaño ligeramente inferior al de Santimamiñe(Castaños 1984) y mayor que los de Ekain o Labeko-koba (Altuna y Mariezkurrena 1984, 2000).

    El caballo ha dado mayor cantidad de medidas,que se ajustan a las de otros yacimientos cantábricosde estas cronologías.

    El ciervo también ha proporcionado bastantesmediciones biométricas, que nos indican que esta-mos ante unos ejemplares de gran tamaño, como losde otros yacimientos cantábricos.

    El corzo sólo ha proporcionado algunas medidas defalanges, sin que podamos hacer sobre ellas ningúncomentario relevante. El rebeco también ha proporcio-nado varias mediciones, destacando un metatarsocompleto cuyas dimensiones son inferiores a las obser-vadas en otros lugares como Santimamiñe (Castaños1984), Erralla, Ekain o Lezetxiki (Altuna 1972; Altunay Mariezkurrena 1984, 1985). Por último, la cabra tam-bién nos proporciona algunas mediciones, sobre lasque no podemos destacar nada excepcional al ser acor-des con las de otros yacimientos paleolíticos cántabros.

    80Complutum, 2010, Vol. 21 (1): 69-86

    José Yravedra Zooarqueología y tafonía de Hornos de la Peña

    Tabla 12.- Osteometría de Vulpes vulpes

    Tabla 13.- Osteometría de Bos primigenius

    Tabla 14.- Osteometría de Equus caballus

    5. Conclusiones

    Según hemos mostrado en el texto, la repre-sentación ósea de Hornos de la Peña es el resulta-

    do de un cúmulo de circunstancias que han condi-cionado su representación e interpretación, impi-diendo que podamos alcanzar conclusiones másprecisas.

  • 81 Complutum, 2010, Vol. 21 (1): 69-86

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    Tabla 15.- Osteometría de Cervus elaphus

    Tabla 16.- Osteometría de Capreolus capreolus

    El primer factor a considerar son los procesos des-tructivos durante las labores de investigación. Laexcavación de Hornos se efectuó en un momento enel que la fauna sólo interesaba como marcador bio-cronológico o paleoambiental. Por ello, en aquellaépoca sólo eran recogidos aquellos fragmentos clara-mente determinables, provocando una recogidaselectiva de los restos. Esto ha condicionado clara-mente la representación ósea de Hornos, caracteriza-da por una sobrerrepresentación de dientes, huesosarticulares y una ausencia de restos indeterminados.

    Teniendo en cuenta esta consideración, todas lasinterpretaciones que hagamos sobre la fauna de

    Hornos deben tomarse con cautela pues nuncapodremos hablar de la representación ósea original.

    El segundo factor a tener en cuenta está relacio-nado con la historia tafonómica. Aunque los proce-sos fosildiagenéticos no parecen haber tenido unagran incidencia sobre el conjunto óseo de Hornos,las alteraciones hídricas, la abrasión y el pisoteo delos materiales correspondientes al AuriñacienseEvolucionado y al Solutrense nos hacen recordarlos comentarios de Obermaier (1924: 169 y 1925:182) y Alcalde del Río et al. (1912: 88) sobre losproblemas estratigráficos de esta parte de lasecuencia.

  • El tercer fenómeno a destacar en la acumulaciónosteológica de Hornos de la Peña son los carnívo-ros. Sus porcentajes de marcas de diente indicanque fueron los principales responsables del aportede animales pequeños como la cabra, el rebeco y elcorzo en los niveles del Musteriense y el Auriña-ciense-Auriñaciense Evolucionado. Por otro lado,junto a su papel como portadores de restos, tambiénjugaron otro importante en la alteración de los res-tos previamente introducidos por el ser humano.Así, las marcas de diente existentes sobre los ani-males de tamaño medio y grande en todos los nive-les nos sugieren esto, si bien a partir del Solutrensey sobre todo en el Magdaleniense su incidenciasobre el registro decrece y aunque continúan alte-rando los restos óseos de todos los taxones, pareceque ya no tienen un papel tan primordial en el apor-te de cabras y rebecos.

    Por último, y como ya lo hemos ido mencionan-do, el ser humano es el principal responsable delaporte de ciervos, caballos y grandes bóvidos duran-te toda la secuencia y del sarrio y la cabra a partir delSolutrense y el Magdaleniense. Según esto, en lasprimeras fases se centraría en la caza de animales

    grandes y medianos y en los momentos finalesincluiría además otros taxones de menor tamaño.

    Contrastando la información de Hornos de laPeña con la de otros yacimientos de similares cro-nologías, los datos del nivel musteriense de Hornosse suman a las interpretaciones de Moros de Gabasa(Blasco 1995), Cova Negra y Cova Beneito (Martí-nez Valle 1996; Villaverde y Martínez Valle 1992),Amalda (Yravedra 2005, 2007 a), Abric Romaní(Cáceres 1995), Cova 120 (Rueda 1993) y Abauntz(Altuna et al. 2002), en los que el ser humano es elprincipal responsable del aporte de ciervos, caballosy grandes bóvidos, mientras que los carnívoros loson de cabras y rebecos. Por otro lado, esto no sig-nifica que los neandertales fueran incapaces decazar animales de roquedo, ya que esta práctica seha identificado en otros lugares como Valdegoba(Díez 2006), Esquilleu (Yravedra 2005) o Cobale-jos (Yravedra en prensa), la Cueva de los Casares ola Cueva de la Ermita (Yravedra 2007 b).

    Siguiendo con el nivel Auriñaciense observa-mos cierta continuidad respecto al Musteriense, yaque se cazan las mismas presas y la proporción quepresentan en NR, MNI y edades son muy similares.

    82Complutum, 2010, Vol. 21 (1): 69-86

    José Yravedra Zooarqueología y tafonía de Hornos de la Peña

    Tabla 17.- Osteometría de Rupicapra rupicapra

  • Esta continuidad respecto al Musteriense es algo quetambién hemos podido documentar en Cobalejos(Yravedra en prensa), Amalda (Yravedra 2005, 2007a), la Cueva del Castillo (Dari 1999, 2003; Landri yBurke 2006) y otros sitios peninsulares (Lindly 1988;Martínez Valle 2005; Yravedra 2001, 2002). Del mis-mo modo, como se ha comprobado en estos mismosyacimientos, la acción de los carnívoros continúa alte-rando los desechos abandonados por el ser humano eintroduciendo restos de otros animales en los periodosde desocupación antrópica.

    A partir del Solutrense y el Magdaleniense pare-ce producirse un cambio, ya que junto a los ciervos,équidos y grandes bóvidos, el ser humano parececazar también animales de roquedo como la cabra yel rebeco, ampliando así la gama de recursos cine-géticos. Esta tendencia la hemos visto también enAmalda, donde la cabra empieza a ser cazada eneste momento (Yravedra 2007 a). Por otro lado, lasocupaciones antrópicas siguen sin ser muy durade-ras propiciando ciertos periodos de desocupación,en los que los carnívoros carroñearon los restosabandonados por el ser humano.

    Sobre las estrategias cinegéticas de los cazadoressolutrenses y magdalenienses de Hornos con ciervos,caballos, rebecos y cabras, éstas encajan con lospatrones descritos en el MNI de otros lugares comoAbauntz (Altuna et al. 2002), Erralla III-I (Altuna etal. 1985), Lezetxiki I (Altuna 1972), La Fragua(Marín 2004), la Garma (Arias et al. 2006), el Buxu(Soto 1984), La Lluera (Altuna 1994), Santimamiñe

    (Castaños 1984), Zatoya (Mariezkurrena y Altuna1989; Altuna y Mariezkurrena 2001), Ekain VI (Altu-na y Mariezkurrena 1984) o Urtiaga (Altuna 1972).

    La causa de esta diversificación se debe segura-mente a la situación geográfica que rodea al yaci-miento, puesto que al encontrarse en medios demedia montaña abiertos a valles y variedad de entor-nos, la disponibilidad de recursos es mayor. De todosmodos, en trabajos futuros deberán tenerse en cuentade manera más precisa otras particularidades como laestacionalidad con la que se ocuparon los asenta-mientos. Así, casi todos estos yacimientos, con laexcepción de Urtiaga que se ocupó durante todo elaño (Altuna 1972; Altuna y Mariezkurrena 1984),fueron utilizados entre el final de la primavera y elotoño (Mariezkurrena y Altuna 1989; Soto 1984;Altuna 1981; Altuna y Mariezkurrena 1984, Altunaet al. 1985, 2002), llegando en ciertos casos a cazarpresas en los comienzos del invierno (Marín 2004).

    En contraste con este tipo de asentamientosdiversificados, situados en zonas abiertas a unavariedad de nichos ecológicos, están otro tipo deyacimientos más especializados en la caza de ciervoo cabra, como El Castillo (Dari 1999), El Juyo(Klein 1985), Atxeta (Castaños 1983), Cueva delHorno (Costamagno y Fano 2005), Morín (Altuna1978), La Paloma (Hoyos y Martínez 1980), Rasca-ño (Altuna 1981), La Riera (Altuna 1986), AmaldaIV (Yravedra 2004, 2007 a), El Pendo (Fuentes1980), El Valle (García y Costa 2004), El Piélago(García et al. 1985), Erralla V (Altuna et al. 1985),

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    José YravedraZooarqueología y tafonía de Hornos de la Peña

    Tabla 18.- Osteometría de Capra pirenaica

  • La Ermitia (Altuna 1972) y otros. En todos ellosparece haber existido un doble patrón de ocupación,uno extenso para todo el año (Altuna 1978, 1981;Hoyos y Martínez 1980; Straus y Clark 1986) y otro

    más estacional en momentos más concretos del año(Klein 1985; Altuna y Mariezkurrena 1984; Altuna1972, 1990; Yravedra 2007 a; Dari 1999; Costa-magno y Fano 2005).

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    José Yravedra Zooarqueología y tafonía de Hornos de la Peña

    AGRADECIMIENTOS

    Quisiera agradecer la posibilidad de realización de este trabajo a la Dra. Carmen Cacho, conservadora jefa del Departa-mento de Prehistoria del Museo Arqueológico Nacional, por brindarme la oportunidad de revisar los materiales zooar-queológicos del yacimiento de Hornos de la Peña, durante mi estancia en dicho museo en el año 2006. Del mismo modoagradecer también al Dr. Manuel Domínguez-Rodrigo algunos de sus comentarios y sugerencias, así como los del Dr.Víctor M. Fernández al ayudarme en la revisión formal del manuscrito y los comentarios de los evaluadores anónimos,gracias a cuyos comentarios he podido enriquecer el trabajo.

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