03Extra
Homenaje a Rodrigo de Balbín Behrmann
2015
ARPI 03 Extra
Homenaje a Rodrigo de Balbín Behrmann
Publicación Extra: 2015 ISSN: 2341-2496 Dirección: Primitiva Bueno Ramírez (UAH) Subdirección: Rosa Barroso (UAH) Consejo editorial: Manuel Alcaraz (Universidad de Alcalá); José Mª Barco (Universidad de Alcalá); Cristina de Juana (Universidad de Alcalá); Mª Ángeles Lancharro (Universidad de Alcalá); Estibaliz Polo (Universidad de Alcalá); Antonio Vázquez (Universidad de Alcalá); Piedad Villanueva (Universidad de Alcalá). Comité Asesor: Rodrigo de Balbín (Prehistoria-UAH); Margarita Vallejo (Historia Antigua- UAH); Lauro Olmo (Arqueología- UAH); Leonor Rocha (Arqueología – Universidade de Évora); Enrique Baquedano (MAR); Luc Laporte (Laboratoire d'Anthropologie, Université de Rennes); Laure Salanova (CNRS). Edición: Área de Prehistoria (UAH) Foto portada: Peña Somera (J. A. Gómez Barrera)
SUMARIO Editorial 05-12 Semblanza asturiana seguida de un oprobio de la vejez . Limón Delgado, Antonio 13-19 Hacerse humano. Carbonell Roura, Eudald 20-31 Peuplement de l’intérieur de la Péninsule Ibérique pendant le Paléolithique supérieur: où en est-on? Aubry, Thierry 32-43 Arte rupestre en la frontera hispano-portuguesa: cuenca del río Águeda. Reis, Mario; Vazquez Marcos, Carlos 44-55 Ganando altura. Tránsito, explotación y campamento de cazadores-recolectores en los espacios de monta-ña de la encrucijada vasca. Arrizabalaga, Alvaro; Calvo, Aitor; Domínguez-Ballesteros, Eder; García-Ibaibarriaga, Naroa; Iriarte-Chiapusso, María José 56-72 Los anzuelos de la Cueva de la Canaleja (Romangordo, Cáceres). González Cordero, Antonio; Cerrillo Cuenca, Enrique 73-80 L’art céramique et l’émergence de l’économie agricole. Salanova, Laure 81-95 La nécropole de Barnenez à Plouezoc’h dans le Finistère: le long tumulus nord et son implantation. Cousseau, Florian 96-110 L’intégration de pierres dressées isolées à l’air libre dans les espaces sépulcraux de l’ouest de la France: Le département du Morbihan Gouezin, Philippe 111-118 Les pétroglyphes de la Pierre des Farfadets. Commune du Poiré sur Vie–Vendée (France). Etude d’inter-prétation provisoire. Benéteau, Gérard 119-132 Algunas reflexiones sobre métodos de realce digital de la imagen en pinturas rupestres. Cerrillo Cuenca, Enrique 133-147 El tiempo y los ritos de los antepasados: La Mina y el Alto del Reinoso, novedades sobre el megalitismo en la Cuenca del Duero . Rojo-Guerra, Manuel; Garrido-Pena, Rafael; Tejedor-Rodríguez, Cristina; García-Martínez de Lagrán, Iñigo; Alt, K.W. 148-163 El megalito pseudohipogeico “Monte Deva III” como representación de la plenitud neolítica en el hinter-land de Gijón (Asturias). de Blas Cortina, Miguel Angel 164-179 Ad aeternum. Enterramiento de la Edad del Bronce en Carmona (Sevilla). Belén Deamos, María ; Román Rodríguez, Juan Manuel; Vázquez Paz, Jacobo
180-196 Nuevos datos sobre la secuencia de uso sepulcral de la cueva de Santimamiñe (Kortezubi, Bizkaia). López Quintana, Juan Carlos; Guenaga Lizasu, Amagoia; Etxeberria, Francisco; Herrasti, Lourdes; Martínez de Pancorbo, Marian; Palencia, Leire; Valverde, Laura; Cardoso, Sergio 197-210 Novedades en torno al arte rupestre de Valonsadero (Soria). Gómez-Barrera, Juan A. 211-223 Ces marques qui ne font pas partie du corpus. Hameau, Philippe 224-237 A dos metros bajo tierra. Pensando los yacimientos prehistóricos de hoyos. Márquez-Romero, José Enrique 238-256 The diversity of ideotechnic objects at Perdigões enclosure: a first inventory of items and problems. Valera , Antonio Carlos 257-271 Sobre la cronología de los ídolos-espátula del dolmen de San Martín (Laguardia– Alava). Fernández– Eraso, Javier; Mujika-Alustiza, José Antonio; Fernández– Crespo, Teresa 272-286 La diversidad campaniforme en el mundo funerario. Algunos ejemplos de la cuenca media/alta del Tajo en el interior peninsular. Liesau von Lettow-Vorbeck , Corina; Blasco Bosqued, Concepción 287-305 El Yacimiento romano de la Ermita de San Bartolomé (Atalaya del Cañavate, Cuenca). López, José Polo; Valenciano Prieto, Mª del Carmen 306-319 De un largo “tiempo perdido” en la reconstrucción de la Prehistoria canaria a una rápida construcción de su protohistoria. González-Antón, Rafael; del Arco Aguilar, Carmen 320-333 Manifestaciones rupestres protohistóricas de la isla de Lanzarote en un contexto doméstico: el sitio de Buenavista (Teguise). Atoche Peña, Pablo; Ramírez Rodríguez , Mª Ángeles 334-356 Décorations et représentations symboliques sur les mégalithes du Sénégal et de Gambie. Laporte, Luc; Delvoye, Adrien; Bocoum, Hamady; Cros, Jean‐Paul; Djouad, Sélim;Thiam, Djibi 357-370 Breves notas en torno a unos grabados de armas metálicas de influencia atlásica en las tierras del Tiris, al SE del Sahara Occidental. Sáenz de Buruaga, Andoni 371-387 La figura humana en el arte rupestre en el sur del Valle Calchaquí (Salta, Argentina). Ledesma, Rosanna
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AD AETERNUM. ENTERRAMIENTO DE LA
EDAD DEL BRONCE EN CARMONA
(SEVILLA)
María Belén Deamos (1)
Juan Manuel Román Rodríguez (2)
Jacobo Vázquez Paz (3)
Resumen
Tratamos en estas páginas de una tumba hallada en Carmona (Sevilla) que contenía dos inhuma-
ciones femeninas, una en posición secundaria y otra en posición primaria. Se describe la estructura funeraria y
se estudian los restos humanos, el ajuar y las ofrendas cárnicas. Finalmente se comentan las dataciones de
14C (AMS) que permiten situar el tiempo de las muertes entre los siglos XIX-XVII B.C. y se analiza el ritual
funerario.
Palabras Clave: Península Ibérica, Carmona (Sevilla), Edad del Bronce, Prácticas funerarias
Abstract
In these pages we approach a tomb found in Carmona (Sevilla) containing two female inhumations,
one in secondary position and another in primary position. A description of the funerary structure is given, as
well as, the results from the studies of the human remains, the grave goods and the meat offerings. Lastly,
the 14C (AMS) dates, which place both burials between the 19th – 17th centuries BC, are discussed along with
the analysis of the funerary ritual in a supra-local context
Key words: Iberian Peninsula, Carmona (Sevilla), Bronze Age, Funerary practices
(1) Grupo de investigación HUM-650 (PAIDI)- Universidad de Sevilla. [email protected]. Universidad de Sevilla,
(2) Grupo de investigación HUM-650 (PAIDI)-Universidad de Sevilla. [email protected] Museo de la Ciudad
(Carmona, Sevilla)
(3) Grupo de investigación HUM-650 (PAIDI)-Universidad de Sevilla. [email protected]. Universidad de
Sevilla
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1. INTRODUCCIÓN
La ordenación temporal del registro fune-
rario a partir de dataciones radiométricas (García y
Odriozola 2012), la excavación de nuevos yaci-
mientos con metodología arqueológica apropiada
y la incorporación de estudios multidisciplinares a
la investigación arqueológica, han venido a corro-
borar la existencia de una gran variedad de proce-
sos y patrones funerarios en diferentes áreas del
sur peninsular durante la Edad del Bronce, variedad
que se hace patente incluso en la escala más redu-
cida del análisis de los distintos contextos. A las
diferencias ya señaladas entre el sudeste argárico y
la región más occidental (Arteaga 2000), se añaden
hoy las que presenta el propio registro empírico en
esta última, hasta el punto de discutir el concepto
tradicional de Bronce del Sudoeste con el que se
unificaba culturalmente un amplio territorio com-
prendido entre el Bajo Guadalquivir, sur de Extre-
madura y las regiones del Alentejo y Algarve en
Portugal (Alves et al. 2010: 151). Sin excluir interac-
ciones con otros grupos culturales, que son induda-
bles, los resultados de excavaciones recientes en la
ciudad de Huelva (Martínez y Vera 2014) y en la
campiña de Sevilla (Vázquez y Hunt 2012a y b; Vera
2012), al noroeste de la capital, definen un área
cultural con personalidad propia, diferente respec-
to al horizonte de las cistas de la áreas serranas de
las dos provincias y de las zonas limítrofes de Ex-
tremadura y Portugal. Esa identidad era comparti-
da por las poblaciones que durante la etapa antigua
de la Edad del Bronce ocupaban las tierras llanas
que se extienden desde el Guadalquivir al estuario
del Odiel-Tinto, territorio que incluía la región de
Los Alcores en cuyo extremo noroeste se localiza
Carmona (Martínez y Vera 2014: 44).
En un trabajo anterior reunimos y analiza-
mos el registro funerario conocido en el núcleo
urbano actual hasta ese momento (Belén et al.
2000). Las únicas novedades que se han producido
desde entonces son la excavación de la tumba que
estudiamos en estas páginas y la obtención de da-
taciones radiométricas que nos han permitido
comprobar que el ritual funerario característico de
la Edad del Bronce, la inhumación individual en
posición flexionada, estaba ya implantado en Car-
mona antes de que acabara el III milenio a. C.
Una noticia preliminar sobre el hallazgo de
la estructura funeraria, las inhumaciones y el depó-
sito material que contenía, se adelantó en un infor-
me general de la excavación (Román 2010), pero su
interés y su reciente datación por 14C, todavía iné-
dita, merecían el comentario más detallado que
ahora dedicamos en homenaje al profesor Rodrigo
de Balbín, al que nos unen ad aeternum felices re-
cuerdos de veranos al sol en las tierras del sur y una
amistad de muchos años
2. EL SEPULCRO Y SUS OCUPANTES
Entre los años 2004 y 2005 se realizaron
excavaciones previas a la construcción de una vi-
vienda en el solar nº 1 de la calle Torre del Oro, si-
tuado en el centro histórico de Carmona (Sevilla),
próximo al trazado de la antigua muralla que deli-
mitaba la ciudad por el oeste y sobre una ladera
con suave pendiente en sentido noroeste-sureste
(Fig. 1). En los trabajos arqueológicos se registró
una secuencia estratigráfica de tres metros de po-
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tencia fechada entre la Edad del Bronce e inicios
del siglo actual, pero las continuadas remociones
del terreno habituales en ciudades superpuestas y
la apertura de zanjas y fosas con distinta función en
épocas medieval y moderna, habían provocado la
destrucción de buena parte de los niveles prehistó-
ricos depositados directamente sobre la roca base,
de los que solo quedó alguna capa aislada. Una de
ellas (UE-195) contenía cerámica de tipo Cogotas I,
que en Carmona son representativas de un pobla-
miento de la Edad del Bronce posterior al registro
funerario al que nos referimos en estas páginas
(Jiménez 2004: 504-511), al que corresponde una
ocupación sólo identificada hasta ahora en el sec-
tor oriental de Carmona, concretamente en el en-
torno de la Plaza de Santiago (Cardenete et al.
Fig. 1.- Localización geográfica de Carmona (http://tp.revistas.csic.es/public/journals/1/tp_mapa2010.jpg) y situación del
enterramiento de la c/. Costanilla Torre del Oro 1 en el centro urbano actual (Ortoimagen de TCA Cartografía y Geomática,
cortesía de A. Jiménez).
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1990; Jiménez 2004: 498-499, fig. 28). La sepultu-
ra que estudiamos se halló al fondo de una cuadrí-
cula de 7 x 5 m (A) y es hasta el momento el único
enterramiento de la fase antigua de la Edad del
Bronce localizado en este sector oeste de la ciudad
intramuros (Fig. 2). El hallazgo de una punta de
tipo Palmela y un hacha pulimentada en una capa
(UE-233) de escasa extensión localizada sobre el
firme natural del terreno en otra de las cuadrículas
(B), alertó de la posible existencia de otras estruc-
turas funerarias, pero la sospecha no se confirmó
pese a que la excavación llegó al suelo virgen en
todos los cortes abiertos.
La tumba se excavó en la roca de alcor
que constituye el sustrato geológico, una calcare-
nita terciaria porosa y blanda, de color amarillen-
to, que se trabaja con la misma facilidad que se
degrada. Su sencilla arquitectura se reduce a una
fosa ovalada de 1,80 x 1,20 y 0,30 m de profundi-
dad (UE-128), con sección en “U” y paredes irregu-
lares (Fig. 3). Contenía dos inhumaciones sucesi-
vas, una en conexión anatómica (UE-126) y otra
anterior (UE-127) cuyos restos fueron desarticula-
dos y recogidos a un lado para alojar al segundo
cadáver, que yacía en posición primaria. El registro
de la excavación permite descartar que el enterra-
miento primario y la reducción de restos se hubie-
ran depositado a la vez en la estructura funeraria.
Los desplazamientos postdeposicionales de los
esqueletos apuntan a que la descomposición se
produjo en los dos casos en ambiente aerobio,
aunque cuando se descubrió, la estructura carecía
de cubierta y estaba rellena por capas de arena
fina que se habrían ido filtrando por los resquicios
que dejaba la tapa, en un lento proceso de colma-
tación. No descartamos que la cubierta fuera líg-
nea, como se ha supuesto en otros casos (Martínez
Fig. 2.- La tumba de la Edad del Bronce en la planta general de la excavación del solar de la c/. Costanilla Torre del Oro 1.
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y Vera 2014: 26), pero más probablemente era de
losas de piedra que pudieron reutilizarse en la cons-
trucción del edificio de época turdetana que se le-
vantó junto a ella. Una estructura mixta, de piedras
planas sobre vigas de madera, tampoco sería im-
probable (cf. Aranda 2008: 238). La reapertura de la
tumba para llevar a cabo un segundo sepelio, hace
pensar en algún elemento de señalización que per-
mitiera localizarla e identificarla externamente por
sencillo que fuera (cf. Esparza et al. 2012: 271).
Fig. 3.- La tumba y su contenido (1) y Planta y secciones de la estructura funeraria (2).
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Los restos de la primera inhumación (UE-
127), representativos de todo el esqueleto pese a
estar parcialmente afectados por una fosa séptica
de época islámica, se recogieron con cierto cuida-
do en un extremo lateral de la tumba, junto a la
cabecera de la más reciente (Fig. 4). De acuerdo
con el informe antropológico (López 2005) corres-
ponden a un individuo adulto femenino de 45-50
años y 1,55 m de estatura en cuyo esqueleto
(músculo deltoides, húmeros y cervicales) queda-
ron secuelas de sobrecarga o estrés funcional. Este
informe coincide con un estudio específico realiza-
do sobre el aparato masticatorio en señalar pato-
logías nutricionales o infecciosas durante la fase
de crecimiento (bandas de hipoplasia en el esmal-
te dental), caries, cálculo o sarro lingual, asociado
en este caso a la falta de higiene buco dental, y
pérdida prematura ante morten de los molares
inferiores derechos que obligaron a la mujer a
masticar con los del lado opuesto (Sánchez 2014:
161-169).
El segundo cadáver fue depositado en
decúbito lateral derecho con piernas y brazos hi-
perflexionados, la cabeza orientada al oeste, mi-
rando al sur, y los pies al este (UE-126) (Fig. 4).
Conservaba su porte anatómico, con ligeros des-
plazamientos de algunos huesos (mandíbula, fa-
langes, costillas) atribuidos a su descomposición
en ambiente aerobio y se ha identificado como
adulto joven femenino de unos 20 años y 1,56 m
de estatura. Tenía la boca relativamente sana, con
problemas leves de sarro, pero presentaba hiper-
platimería, acuclillamiento y un desarrollo más
intenso del músculo flexor común superficial de los
dedos de la mano. Estos signos físicos esqueléticos
se justifican por un ejercicio intenso de las extre-
midades inferiores (piernas y pies) en los dos pri-
meros casos, y de las manos en el tercero, que
podrían relacionarse con trabajos de producción
que incluirían no sólo tareas domésticas, como la
molienda (acuclillamiento), o actividades manua-
les como la costura y confección de pieles
Fig. 4.- Detalle de las inhumaciones y objetos del ajuar.
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 170
(hiperdesarrollo del flexor superficial de los dedos
de las manos), sino largos recorridos a pie para
cuidar de los campos y del ganado. La platimería,
frecuente en esqueletos de la Edad del Bronce tan-
to masculinos como femeninos, incluidas mujeres
jóvenes (Pavón 2008: 63), se relaciona normalmen-
te con la locomoción habitual por terrenos de relie-
ve accidentado, aunque actualmente se valoran
también otras posibles causas, como factores ra-
ciales, nutricionales o medioambientales (López
2005: 124).
3. EL DEPÓSITO FÚNEBRE
En el interior de la sepultura se hallaron 15
fragmentos óseos de fauna y un total de 7 objetos
que describiremos a continuación: tres vasijas de
cerámica, un elemento de hoz, un punzón metáli-
co, una concha de Pecten maximus y un ejemplar
de Conus mediterraneus. En el relleno de la fosa se
recuperaron un microlito y una lasca de cuarcita y
otra de sílex.
Los recipientes cerámicos se habían colo-
cado a los pies de la inhumación primaria, dos de
ellos apilados, uno dentro del otro (vasos 1 y 2), y
el tercero a su lado (vaso 3) (Fig. 5). El vaso 1, un
cuenco de forma semiovoide con borde simple
entrante, pared con una acanaladura en el tercio
superior y fondo convexo inestable, estaba dentro
del vaso 2. Tiene pasta de color marrón, granos
finos de esquisto y cuarzo como desgrasante y su-
perficies bruñidas, y su factura es más cuidada que
la de las piezas que lo acompañan. Diámetro máxi-
mo: 20,56 cm; diámetro en la boca: 17 cm; altura:
12,60 cm; grosor: 0,70 cm. Estaba fragmentado e
incompleto (50%, aprox.).
La vasija 2 es una cazuela en forma de
casquete esférico, con borde ligeramente entrante
y base convexa pero estable. Como las restantes
está hecha a mano con arcilla marrón mezclada
con abundantes granos de esquisto y cuarzo de
diferente grosor y cocida en atmósfera reductora.
Conserva las superficies bien bruñidas, excepto en
el fondo (interior y exterior), donde el desgaste
producido por un uso prolongado ha ocasionado la
pérdida del tratamiento superficial, dejando más
visibles los granos del desgrasante. En la parte ex-
terior del borde presenta un pequeño mamelón
con una perforación vertical que no llega a atrave-
sarlo por completo. Es probable que tuviera otro en
el lado opuesto, pero está incompleta y no pode-
Fig. 5.- Vasos cerámicos depositados a los pies de la inhumación primaria.
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 171
mos asegurarlo. Diámetro máximo: 28,52 cm; altu-
ra: 10,35 cm; grosor: 0,83 cm. Se conserva un 75%
de la pieza.
Por último, el vaso nº 3 es un recipiente
cerrado de contorno piriforme, borde simple en-
trante y base ligeramente aplanada, depositado
junto a los anteriores. Tiene pasta de color marrón
rojizo con manchas negras en la mitad inferior, con
granos de esquisto y cuarzo como desgrasante, y la
superficie exterior uniformemente bruñida. Diáme-
tro máximo: 14,90 cm; diámetro en la boca: 9,40
cm; altura: 14,40 cm; grosor: 0,75 cm. Se conserva
casi completo (90%).
El punzón metálico pesa 1,74 g, mide 5,5
cm de longitud y su grosor disminuye progresiva-
mente desde el extremo proximal (0,5 cm) al distal
(0,3 cm) (Fig. 6, nº 1). Su composición, cuyo análisis
agradecemos al Dr. M. Hunt, con un 76,38% de
cobre y 6,48 % de estaño, lo caracteriza como un
bronce binario. Se encontró entre los restos de la
primera inhumación, claramente distanciado de la
más reciente. Alojada parcialmente bajo la cabeza
de esta última estaba una lámina de sílex de color
gris que mide 5,1 por 2,1-1,8 cm y 0, 5 cm de grosor
medio. En el borde derecho de la cara dorsal pre-
senta retoques denticulados con lustres parciales,
lo que apunta al uso de la pieza como elemento de
hoz en actividades de recolección antes de ser
amortizada en el depósito funerario (Fig. 6, nº 4).
Se recogieron además, sin localización precisa, un
desecho de fabricación de elementos para hoz, una
lasca de sílex y otra de cuarcita.
Dos ejemplares de moluscos marinos
completan el registro artefactual. Uno de ellos es
un pequeño gasterópodo - Conus, mediterraneus -
de 1,8 cm de longitud y 1,2 cm de ancho máximo,
que se halló en el interior del vaso 2 y presenta una
perforación en el ápice que permitiría su uso como
colgante (Fig. 6, nº 2). El otro es la valva derecha
(inferior) de un Pecten maximus de 9 x 8,3 cm que
fue depositada con la parte cóncava hacia arriba
Fig. 6.- Elementos del ajuar de las inhumaciones secundaria (1 y 2) y primaria (3 y 4).
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 172
entre los restos de la primera inhumación y el ca-
dáver de la segunda (Fig. 6, nº 3).
El hallazgo de huesos de fauna junto a los
restos de las dos inhumaciones hace pensar en
ofrendas cárnicas. Pese a su deficiente estado de
conservación y su pequeño tamaño, J. A. Riquelme
(2015) ha identificado dos fragmentos de ovica-
prino (clavija y tibia), una vértebra axis de oveja y
cuatro fragmentos correspondientes a las patas
posteriores de un número mínimo de dos conejos
adultos. Entre el material indeterminado hay un
fragmento de ulna perteneciente a un mamífero de
tamaño mediano/grande.
El número de objetos y elementos no arte-
factuales depositados en esta tumba sería excep-
cional en las prácticas funerarias de la Edad del
Bronce local (Belén et al. 2000) y regional (García
1998: 124-125 y 1999: 190) de tratarse del ajuar de
un único individuo, de ahí que barajemos la posibi-
lidad de que el conjunto descrito reúna los equipos
fúnebres de las dos inhumaciones. La mayor frag-
mentación de los vasos 1 y 2 y el hecho de que es-
tuvieran apilados uno sobre otro, como si se hubie-
ran recogido por haber cumplido ya su función, nos
hacen suponer que podrían pertenecer al primer
enterramiento, junto con el Conus hallado en el
interior de uno de ellos (vaso 2), que no es el sitio
en el que esperaríamos encontrarlo si, como pen-
samos, se usó como colgante. A estos tres objetos
habría que añadir el punzón de bronce que se en-
contró entre los restos de la misma inhumación.
Con la más tardía relacionamos el vaso 3, el único
que se conservaba casi completo, la pieza de hoz
situada en parte bajo la cabeza y la valva de Pec-
ten. La posición de esta última junto al cadáver, a
la altura de las manos, se repite en la tumba 25 de
la necrópolis SE-K de Salteras (Sevilla), en la que se
inhumó también una mujer en fechas compatibles
con las del enterramiento de Carmona, como vere-
mos más adelante (Pecero 2012: 60). Cada una de
las mujeres enterradas en la sepultura de Carmona
recibió al menos una porción de carne.
4. EL TIEMPO DE LA MUERTE
El buen estado de conservación de los
restos óseos de las dos inhumadas permitió dispo-
ner de una pieza dental de cada una para su data-
ción mediante el análisis de Carbono 14 por espec-
trometría de masas con acelerador de partículas
(AMS) (4). Las fechas obtenidas sitúan el falle-
cimiento de ambas y la clausura de la estructura
funeraria en la primera fase de la Edad del Bronce,
que en cronología radiométrica se sitúa c.
2200/2100-1600/1500 cal ANE (García y Odriozola
2012: 388, tabla 4). Tres rangos de fechas calibra-
das a 2σ datan el primer enterramiento – en posi-
ción secundaria - entre 1878-1663 cal BC (1878-
1838 (0.163603); 1830-1790 (0.10421); 1786-1663
(0.732187), y el segundo, en posición primaria, en-
tre 1879-1692 cal BC (1879-1729 (0.845792); 1723-
1692 (0.154208). El área relativa (comienzo/fin) de
cada una de ellas se solapa en el intervalo 1878-
1663 cal BC, pero el lapso temporal de mayor pro-
babilidad está entre 1786 y 1729 cal BC, casi seis
(4) Los análisis han sido realizados en el Centro Nacional de Aceleradores (Sevilla, España) por F.J. Santos Arévalo e I. Gó-mez Martínez. CALIB RADIOCARBON CALIBRATION PROGRAM* Calib 7.0. Copyright 2013, M. Stuiver and P.J.Reimer Int-Cal13 and MARINE13 radiocarbon age calibration curves 0-50000 years calBP Radiocarbon 55(4). DOI: 10.2458/azu_js_rc.55. 16947. (www.centro.us.es/cna).
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 173
décadas durante las cuales pudo producirse la
muerte de las dos inhumadas. Ejemplos de aparen-
te contradicción entre las dataciones absolutas y la
secuencia deposicional de los enterramientos no
faltan en otros contextos funerarios de la misma
etapa histórica (Aranda et al. 2008: 249-250).
En la fase antigua de la Edad del Bronce se
encuadran también las fechas obtenidas para otras
dos tumbas excavadas en el sector oriental de Car-
mona, en la Plazuela de Santiago 6-7, donde se
registran evidencias de poblamiento coetáneo de
los enterramientos (Belén et al. 2000; Gómez
2000). La datación absoluta sobre una muestra
dental de una reducción ósea en la tumba l, una
covacha que compartían dos adultos, y la obtenida
de una falange infantil de la tumba 3, calibradas a
2σ, sitúan el evento de la muerte entre cal BC 1879-
1689 y 1879-1665, respectivamente, y con mayor
probabilidad entre cal BC 1831-1689 (0.774099)
para la primera y cal BC 1833-1665 (0.816794) para
la segunda (Ta.1). En este marco cronológico de la
primera mitad del II milenio cal ANE establecido
para los enterramientos carmonenses están tam-
bién las dataciones absolutas de las sepulturas T-7
y T-25 de la necrópolis SE-K y la estructura IV de la
del Jardín de Alá, ambas en el término municipal de
Salteras (Hunt et al. 2008, Vázquez y Hunt 2012b),
así como la de la Cista 20 de la Traviesa (Almadén
de la Plata), todas ellas en la provincia de Sevilla
(García y Odriozola 2012, tabla 7).
5. GESTOS RITUALES Y SOCIALES
Cuando se llevaron a cabo los dos enterra-
mientos en la sepultura de Torre del Oro 1 hacía
varios siglos que el ritual de inhumación en posi-
ción flexionada que caracteriza a la que llamamos
convencionalmente Edad del Bronce se había im-
plantado entre el bajo Guadalquivir y la tierra llana
costera de Huelva (Hunt et al. 2008; Martínez y
Vera 2014: 37-38), incluida Carmona, donde la evi-
dencia más antigua del nuevo ritual es la tumba 2
de Plazuela de Santiago 6-7 (Belén et al. 2000: 387-
388) datada entre 2285-2042 cal BC y con mayor
probabilidad de 2234 a 2121 cal BC (0.728387) (Fig.
7). Esta sepultura carmonense y la tumba 12 (2260-
2020 cal BC) de la necrópolis SE-B de Salteras
(Sevilla) (Vázquez y Hunt 2012a: 37), prueban de
forma incontestable que desde el último cuarto del
III milenio la inhumación individual en decúbito
lateral flexionado empezaba a ser en esta región un
ritual normalizado cuyas variables – cuerpo en de-
Tabla 1.- Dataciones radiocarbónicas sobre restos óseos de las tumbas de la calle Torre del Oro 1 (TO1) y Plazuela de Santiago 6-7 (PS6-7) de Carmona (Sevilla).
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 174
cúbito lateral derecho o izquierdo – dependían del
sexo. Esta norma, confirmada por el estudio an-
tropológico de la inhumación primaria de la tum-
ba de c/. Torre del Oro 1, la más tardía de las dos,
ha sido contrastada en una muestra de 33 indivi-
duos de las necrópolis SE-B y SE-K de Salteras
(Pecero 2012: 58, cuadro 2) y en 6 de la Orden-
Seminario de Huelva (Martínez y Vera 2014: 42).
El enterramiento de un varón de 1,5-2 años en
decúbito lateral izquierdo exhumado en la c/. Ge-
neral Freire 12 de Carmona, es un ejemplo de que
no habría excepciones en razón de la edad (Belén
et al. 2000: 388). Idéntico ritual practicaba la so-
ciedad argárica, aunque no tenía carácter exclusi-
vo (Aranda et al. 2008: 253), mientras que en otros
grupos culturales coetáneos la norma parece ser la
contraria (Esparza et al. 2012: 282).
La orientación este-oeste de la estructura
funeraria y del cuerpo de este mismo enterra-
miento primario, parecen responder igualmente a
conductas rituales. Con variaciones, es la orienta-
ción predominante en las escasas tumbas de la
Edad del Bronce exhumadas en el recinto histórico
carmonense y se repite, entre otras, en las necró-
polis SE-B y SE-K de Salteras, donde al igual que
en Torre del Oro 1 los cuerpos yacen con la cabeza
en el lado oeste de la fosa o cista y los pies al este
(Vázquez y Hunt 2012a: 34 y 2012b: 48; Pecero
2012: 57). En Las Minitas, una necrópolis de cistas
en el valle del Guadiana, la orientación predomi-
nante de las estructuras es también E-W, pero el
cadáver se orienta unas veces con la cabeza al
este y otras al oeste (Pavón 2008: 73, Tabla IV,
Figs. 20-21). En otros contextos funerarios de
áreas próximas la orientación de las tumbas no es
uniforme (Alves et al. 2010: 138; García 1998: 40;
Martínez y Vera 2014: 40).
La reutilización de la misma sepultura
para inhumar de forma sucesiva a dos o más indi-
viduos fue frecuente en los tiempos del Bronce. El
hecho de reunir en el mismo sepulcro los restos de
personas cuya muerte estuvo distanciada en el
tiempo, está también relacionado con las creen-
cias de ultratumba, pero, sobre todo, revela la
clara intención de unir para la eternidad - ad aeter-
num – a quienes en vida probablemente tuvieron
estrechos vínculos afectivos y quizás consanguí-
neos (Esparza et al. 2012: 280-281 y 307). La coin-
cidencia en el tiempo de enterramientos, aislados
o en pequeños grupos, en distintos puntos del
núcleo urbano de Carmona, podría responder asi-
mismo a la existencia de espacios funerarios dife-
renciados para los distintos grupos familiares que
gozaron del privilegio de ser enterrados.
Por el contrario, el ajuar funerario parece
más dependiente de las formas de organización y
relación social que de la esfera escatológica. Los
recipientes cerámicos son frecuentes en las tum-
bas de la Edad del Bronce que contienen algún
depósito artefactual, que en Carmona son la ma-
yor parte de las documentadas, de ahí que su pre-
sencia se haya relacionado con posibles ofrendas
destinadas a proveer a los difuntos de alimentos
para el más allá, o con su uso en rituales previos a
su amortización en el sepulcro, pero el simbolismo
de la cazuela usada (vaso 2) que asociamos al
ajuar del enterramiento más antiguo, apunta ex-
presamente al papel que el objeto desempeñó en
la vida cotidiana de la mujer y de los que de ella
dependían para su subsistencia, en definitiva, a su
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 175
intervención en tareas de mantenimiento que be-
neficiaban a toda la familia. Una pieza muy usada
en faenas culinarias se depositó también en la es-
tructura 1788 de la Orden-Seminario (Martínez y
Vera 2014: 23, 32-33 y fig. 8, 9).
Con actividades de producción en el ámbito
doméstico se relaciona también el punzón de bron-
ce hallado junto a los restos de esta misma inhu-
mación, que es la única pieza metálica recuperada
en las tumbas del Bronce en Carmona. No se cono-
cen en las necrópolis de cistas de Huelva, pero sí en
las del sur de Extremadura (Pavón 2008: 72) y se
han documentado también en dos estructuras
(1164 y 1177) de la necrópolis de la Orden-
Seminario de Huelva (Martínez y Vera 2014: 18, fig.
5) y en 9 de las citadas SE-B y SE-K de Salteras en
la provincia de Sevilla (Pecero 2012: 59, cuadro 3).
En todos estos casos se asocian a enterramientos
femeninos y frecuentemente se encontraron en o
junto a las manos del cadáver. Sin embargo, en el
coetáneo mundo argárico, aunque predominante,
no es un elemento exclusivo de los ajuares femeni-
nos (Montón-Subías 2010: 127-128). La etnografía y
otras fuentes de documentación ilustran sobre el
uso de esta herramienta en actividades manuales
variadas que podrían ser desempeñadas indistinta-
mente por hombres y mujeres (Eadem: 128), pero
alguna de ellas, como la producción textil, debió
estar estrechamente vinculada al mundo de la mu-
jer y a su contribución a la economía doméstica.
Recordemos a este respecto los signos de estrés
funcional detectados en las articulaciones de los
hombros y brazos de esta inhumación secundaria
de Carmona, compatibles con la práctica continua-
da de trabajos de este tipo, aunque no podamos
asociarlos con seguridad a una actividad concreta.
Pero además de símbolo de la identidad
femenina de su poseedora, el punzón es también
indicativo de su posición social y del nivel económi-
co del grupo familiar al que pertenecía. Las prime-
ras aleaciones de cobre y estaño se introducen en
el área argárica a partir de 1800 cal BC, aproxima-
damente (Aranda 2015: 131), pero la casi totalidad
de los punzones depositados en enterramientos de
la Edad del Bronce en el sur de la Península Ibérica
son de cobre arsenicado. Así se ha comprobado en
el análisis de las piezas depositadas en la tumba 4
de SE-B (Vázquez y Hunt 2012a: 35) y tumba 25 de
SE-K de Salteras (Pecero 2012: 60), en Las Minitas
(Pavón 2008: 82) y en una muestra de 37 ejempla-
res hallados en estructuras funerarias del área ar-
gárica, en la que salvo dos piezas de hueso, todos
los punzones son de cobre (Montón-Subías 2008:
128). Estudios recientes ratifican el uso excepcional
de aleaciones de cobre y estaño en la fabricación
de útiles de trabajo entre las comunidades del sur-
este peninsular, pero es allí donde encontramos un
punzón de bronce con la misma longitud (5,5 cm) y
una proporción de estaño superior al 6%, como en
la pieza de Torre del Oro 1. El prestigio social deri-
vado de la posesión de un objeto exclusivo para su
época y su atractivo color dorado, más que las ven-
tajas tecnológicas que pudiera tener, podrían expli-
car que el nuevo metal se usara sobre todo en la
producción de objetos de adorno (Murillo et al.
2014: 425-426, Tabla 1, OSC 11017). Singulares son
también, tanto en el contexto local como regional,
el vaso de paredes acanaladas y aspecto metálico
(nº 1) y el Conus mediterraneus transformado en
colgante, que, en nuestra opinión, completaban el
ajuar de este enterramiento. Para el primero no
hemos encontrado ningún paralelo, aunque hay
otras formas cerámicas en las que se han percibido
ARPI. Arqueología y Prehistoria del Interior peninsular 03– 2015 176
posibles influencias de producciones metálicas. Las
conchas de Conus con orificios en el dorso o en el
ápice son abundantes en los ajuares argáricos, pese
a que el pequeño gasterópodo marino no tuvo nin-
gún peso en la alimentación de esas comunidades.
Su adquisición a través de intercambios con otros
grupos hace sospechar que su valor no era mera-
mente estético (Jover y Luján 2010: 114 y 118).
El ajuar de la mujer más joven enterrada
en último lugar contiene asimismo elementos que
definen su identidad social. Uno de ellos es la lámi-
na de sílex con lustre en el borde denticulado que
parece indicativo de su uso en prácticas agrícolas
de recolección. Esta actividad, que exigiría despla-
zamientos frecuentes a los campos (cf. Pavón
2008: 63) y la molienda del cereal para su consumo,
podrían explicar los rasgos morfológicos aprecia-
dos en el estudio antropológico, causados por el
ejercicio intensivo de las extremidades inferiores
(hiperplatimería y facetas de acuclillamiento). El
valor personal y social que expresa aquí la ofrenda
del objeto, contrasta con la escasez de útiles líticos
de cualquier clase en las tumbas de la Edad del
Bronce de esta región suroccidental (García 1999:
204). La presencia de una concha de Pecten maxi-
mus en el ajuar de este mismo enterramiento tiene
también carácter excepcional en el registro funera-
rio de Carmona. Sin embargo, el depósito de con-
chas de Pectínidos y otros géneros de fauna mala-
cológica no es desconocida en las necrópolis de
Huelva y del bajo Guadalquivir excavadas en los
últimos años (Fernández y Vera 2014: 34-35). Su
relación con enterramientos femeninos, a menudo
junto con un punzón de cobre, es la más frecuente
pero no exclusiva (cf. Pecero 2012: 59, Cuadro 3). El
posible uso de la conchas como recipiente - siem-
pre se usa la valva cóncava – no es incompatible
con los significados simbólicos que se le atribuyen.
Se asocia al agua como fuente de fertilidad y es
también un “símbolo místico de la prosperidad de
una generación a base de la muerte de la genera-
ción precedente” (Cirlot 2001).
Elementos escasos por su valor económico
(punzón de bronce) o por ser recursos menos ase-
quibles para comunidades de tierra adentro
(bivalvos y gasterópodos marinos), destacan los
ajuares de esta tumba de los documentados hasta
ahora en otras sepulturas de la ciudad de Carmona.
Sin embargo, es complicado deducir la estructura
social de estas comunidades a partir de tan sutiles
diferencias (Pavón 2008: 85-88 y 103-105). Lo que
realmente distinguía a unos de otros era quedar o
no excluidos del ritual funerario y, en todo caso,
son las relaciones familiares, más que el estatus
social, las que se resaltan en la construcción simbó-
lica que se materializa en este enterramiento doble
de la Edad del Bronce.
Agradecimientos
Agradecemos sinceramente la ayuda que
durante la elaboración del trabajo nos han presta-
do E. Conlin, M. Cortés, L. García, M. Hunt, A. Jimé-
nez, Mª C. Marín, J. A. Riquelme, F.J. Sánchez y J.
C. Vera.
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