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ORACION
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LA UN IVEIISlIlAD DE IL\IICELO~A ,
OHACION lNA UG UHAL
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IUlSTIliSll10 SEMR.
LAenseñanza del arte tic bien decir que me está en- 'comendada justificaría la elecció n que de mi ha hechoV. S. Ilma. para llevar la voz en esta solemnidad académica , si por un raro y feliz consorcio me fuera dado •sellar con el ejemplo aquellos preceptos que mi labiose complace en recomendar á la juventud. Empero oímayor lejanía flue el astrónomo de la radiosa estrella,cuyos movimientos observa y mide , me hu dejado inferior á si el astro de la elocuencia 1 inasequible aunque placentero objeto de mis esfuerzos y meditaciones.No temo de vuestra ciencia tolerante , ilustres comprofesores , ni quiera el cielo (Iue en mí acaezca , quepor la tosquedad del uruücc sea culpado el artc : pue:-
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- 0-sabeis que no hasta á re alizar- el tipo ideal de la belleza aqu el amor con que los hombres entusiastas le concebimos tendiendo nuestros brazos anhelantes háciasus siempre fugitivos resplandores. Olvidaos, si os plnce , de las doctas y esquisitas razones que en dias cualel de hoy habcis ó proferido ó escuchado, y permitidme que en gracia de esos jóvenes alumnos á cuya Cl'U
dicion tenemos consagradas nuestras vldus oeupe vuestra utencion hablándoos de los estudios oratorios , loscuales , si bien apoyan su raíz en la enseñanza elemental , se cstiendcu í entrelazan por todas las rumas delárbol do las ciencias en ' -050 tr05 tan dignamen te simbolizado.
Es vulgar, aUUt)uc contro vert ida \"CI'Jad , que laoratoria desempeña en las sociedades un destino civilizador y benéfico, por mas que en ciertas ocasiones hayavenido su accion á ser escasa ó nociva . A corroboraresta verdad fecunda en consecuencias irán encaminadas mis brevesreflexiones ; asunto flue IIU 1'01' nntiguncarece de interés actual ra que hoy din ciertas escuelas políticas y litera rias se declaran hostiles á la locucien pública )' al arte que tiene p OI' objeto perfcccio-
• nnr su ejerc icio.
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" IEs la oratoria el género de composicion literaria
fIlie mas vastas y directas aplicaciones recibe en la &()..
cicdud ; aquel en filie las m iras tic utilidad prúctioa en!nayor propo rciou se combinan COII los finos art istieostle la belleza j el que exige al poeta Id espericuciu y
,conlurn del filósafu, )" al f ilósofo la brillantez drnmá tica de la pocstn. En la tribuna pública la inteligenciade un hombre escogido se comunica con lasde sus 11('1'manos , no por el inerte lenguaje de la escritura sinopor la palabra viva , animada por el gesto y la necion,idioma genuino (]UC enseñó Dios á los corazones pm'aentenderse y amarse.
La elocuencia escrita que uacio (-le la hablada parasuplirla , estendcrla y perpetuarla , es el cedro <'l I'OIl1{t
tico que conserva las riquezas de la trndicion (~ i rnrl'~p
na de 5\1 delicioso perfume las obras de la inteligencia.POI' ella leernos con veneraciun los fastos del universoy las proezas de nuestros abuelos; por ella gustamoscon placer la copn de la sabidurfu, ~. meditamos nccmpaliando á la imaginacion por sus aéreos caminos. ~Ia:,
esa regalada esencia que embebida en el pensamientose transmite del individuo á 10 5 pueblos y á las genr raciones nunca transciende con tal pujanza comocuando se auna con la ef icacia simpática de la voz y delgesto. Obra entonces con actividad mas intensa (' 11 lavolun tad humana , insinuándose en sus afectos y sednr-iendo al juicio mismo. Para instruir ó halagar hastaeou que escribamos; para obligar á querer es preciso(I"C hablemos.
La elocuencia hablada es la elocuencia por nntono-masin, en todo su vasto poder y con toda Sil inílucnein •social. Los tribunales , los consejos, las nsanihlens segobiernan por la \'0 7. de los 0 I'1\UOI'C5 . A. ella ceden lospueblos irritados , Ó á SIIS acentos se alzan contra latiranía. Siempre el mas elocuente es quien persuade ;yquien persuade ese es quien manda. Cuando las ideasy los sentimientos comprimidos en cada pecho uo ha-
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Han salida ni ejercen nccion , un hombre se levanta, yadivinando lo fIll C tocios anhelan yno consiguen decir,interpreta las intenciones y deseos de la multitud, halrla :'t cada uno su lenguaje , y mientras al parecer seciñe á csprcsm- la opinión del concurso le impone Sil
voluntad. ejerciendo el mas soberano acto de predominio personal, el mas elevado de los poderes concedidos á los mortales.
La oratoria es un espectáculo. ~I icn tras el sabio alresp landor de su lámpara solitaria ensaya la soluciónde· los inagotables enigmas de la ciencia ; mientras elhistoriador sentado ante sus tablas de bronce, rodeado(le pergaminos y medallas burila para la posteridadimperecederos rccnenlos ; mientras el poeta al pié de1111 torrean , alzados á la luna sus ojos , modula entrelos murmullos de la noche los acentos de su ideal esperanza; el orador henchida la mente de probadosconsejos y el pecho de amor al hombre sube las gradasde la tribuna ). paseando su vista por una muchedumbre cuyas miradas y atención convergen hacia sí, nu10 1' y actor á un tiempo , concibe, espresa )' re presenla. ilustra , seduce y avasalla. I lcnos permanentes sinembargo SIlS laureles suelen marchitarse poco despuésdel triunfo, y cada vez que el bien público y el amorÚ la gloria le llaman á dar muestra de sus talentos se veobligado á alcanzar con una llueva creac ió n una lluevacorona. El orador se reproduce tollo entero en cadauua {le sus obras, porque á cada una imprime la clariliad de su pensamiento , el fuego de su fantasía y hasta la csprcsíva mngesu..ul de sus acentos y actitudes. Alcerrarse sus labios todo desaparece j ni es posible conservar IIn fiel trasunto de su pe roracion : así como se
- u-lija por los apa ra tos fotogréücos el ornato ( l~ las catedral es , y se guard an cifrad as en la Ilota las mas delicadas inspiraciones tic la música . I lantc , Walter-Seou)' Hcssiui pueden ser pat rimonio de imitadores; pero¡.quien es capazde resucitar ú Demóstenes?
Como la pública 10 CIICI0 l1 sea la espresion mas persoual del pensam iento y las pasiones, SOIl sus efectoslos lilas poderosos en las inst ituciones y en las costumbres. La discusión oral , madre de la orntoria , está enla índole y en las necesidades del homb re , siendo unaeondicion de sus descubr imientos intelectuales y deleje rcicio de Sil actividad moral. Sin ella las luces y lossentimientos del individu o cesarían de recorrer la órbita uni versal por donde ah ora rápidamente circulan ,y aislados los espíritus ir lasc lenlamente estinguicndola vida de las sociedades. - Desdo los cari ñosos consejos que el patriarca reparte ¡'t 511 famili a sentada entorn o 511)'0 bajo la encina secular , hasta las vehementesperoraciones del var ón políLico en la asamb lea , vernosá la orator ia gobernar las resoluciones del hombre,mas pre sto á ceder á la voz de otro hombre elocue nteque capaz de deliberar por sí mismo, aunque sea conel poderoso ausil inr de la lectura .
Pero ¿me será lícito atribuir á la elocuenciahabladaque hoy forma mi objeto esa tan profunda influenciaque es quizás hija de la fuerza propia de las ideas ysentimientos ó del mero hecho de su propagacion ? Noignoro que la palabra no es mas que el signo de laidea ó del objeto ; ni desconozco el poder ilimitado delas opiniones )' creencias engendradoras tic sectas ~.
partidos , y llego á concebir en la esfera de lo posiblela transmisión de esas creencias j" de los afectos que
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- \0 -las acompañan por medie del lenguaje desnudo de lodos los atractivos COII que el talento y 1'1 arte oratoriosaben ataviado. ~Ias dccidmc : entre esa multitud defuerzas morales que sostienen y conducen el nnnuío dela inteligencia á la manera con que la grnvcd:ul yotrasfuerzas Ilsicns equilibran el orbe en que vivimos, ¡, IIO
distinguís bien deslindada esa que cstiende y por decirlo así empuja el pensamiento de unos {l 0 11'0:-; individuos , le vivificn , le ilumina , le infl ama y 11) haceirresistible ? ¿ Es esa elocuencia oral una ilusión de losprccepiistas , un mero efecto de las circunstancias, Ó
es mas bien un don real de la Providencia inherente alde la. palabra y cuyo destino bienhechor es el de hermanar nuestro linaje en la vida , aumenta ndo el recíproco influjo de nuestros deseos y creencias? Si asíno fuera , ¡, sentiríamos tan vi vn emoci ón desde las primeras palabras proferidas por un labio elocuente '! ¿l\'osdejaríamos seducir y someter por ella, cediendo al predominio de una voluntad que soJa , sin fuerzas ni autoridad se atreve á torcer y á confundir nuestros designios , y logra esclavizar el último recinto de nuestroalbedrío? ¿ Para qué hubiera Dios creado hombres cup habla vertiera luz y belleza y les hiciera dueños delas simpatías de todos sus' semejantes? Aquel universal asentimiento que siempre sabe alcanzar la verdadera clocucncia ; nquclln noble humillación con que elsalvaje arroja su arco á los piés del misionero y se inclina á besar la cruz de su sayal; aquella placenteracondescendencia qucsiente el magistrado al persuadirsede que le es lícito restituir al reo el aire de la libertady las dulzuras de la familia ; aquella entusiasta convicclon.con qne á la voz de un hombre corre un pueblo
- 1'1 -entero á las armas; todo, todo nos patentiza el úl'Ígenprovidencia l)' el bienhechor destino de la oratoria.
A tan uhvia verdad huhieran al parecer de haber cedido los talentos que guian á la hu manidad : mas lejosde armonizar eu este punto sus opiniones, InUé S(I"JllSC
en divididos campos , unos apasionados partidarios dela locución pública, y otros tan enemistados con ellaque á ser posible condenaran á perpetuo silencio á todoel (lile llevara el nombre de orador. Esta controvers ia,si bien adormecida por la universal tibieza que predomina hoy en la esfera de las teorías , no deja de subsistir en lo que tiene de práctico y aplicable á aquellasinstitucionesen las cuales la oratoria desempeña un papel de importanc ia. Cucstion es que afecta á la j urispru dencia si la oratoria propiamente dicha es lÍ no ad- ,misiblc en los t ribunales ; cuestión es que atañe á lateología si la predicación oral admite ó no los recursosoratorios del arte mundano : cuestion es que á la política pertenece, si la orato ria ilustra ó ese-avía á 105 parlamentos ; v cuestión en fin con todo saber enlazada sila elocuencia oral puede contribuir á la indagación ypropagncion de la verdad cicnüüca. Acorde con la espericncia en estas cuestiones la mayor y mejor parte delas autoridades litera rias, rcsuélvclas aflrmativumcnte:mas desde remolas siglos vienen eminentes escritorescomhntiemlo la elocuenc ia, si bien qne en obras capaces por sí solas de acreditarla .
Desde Aristóteles á Schlcgcl , no solamente muchosfilósofos sino ciertos literatos no han ocultado su repugnancia hácia el arte de los oradores, p concibiéndo lecomo una consecuencia de las pasiones y debilidadeshumuuas, ya corno una emboscada presta contra la rn-
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- 1; -zon y el albedrlo , ya corno un juego sofistico )" pueril.indigno de las almas robustas. Ya se le ha envuelto enel anatema fulminado contra toda belleza poética ; yase le ha negado su naturaleza literaria relegándole á laesfera de los negocios, como si fuera una simple combinaciónde los intereses eclesiásticos, politices ó judiciales. Tan exageradas apreciaciones, aunque condenadaspor la constante snncion de los tiempos, no han dejadode modificar las creencias en algunos, influyendo en laprosperidad ó decadencia de la oratoria . Amarga verdad es qlle 106 hombres elocuentes han justificado á veces con sus estravios.esos cargos dirigidos p OI' su causaal arte mismo. Sin embargo en la dila tada vida de esteno son mas numerosos los ejemplares del abuso que losdel lencñcio j autos bien se observa (jU C el verdaderoesplendor literario de la oratoria ha sido siempre compañero de las virtudes públicas ). de la grandeza de las
. naciones. Ororgadme unos instantes mas de atención, ~.
re corriendo con paso rápido los hechos hullarémos enellos las causas por las cuales la Joeucion públicn prospcrnndo () decayendo. ha derr amado en la seciédad ~'a
llores ya ve neno.
¿En d ónde se oculta la cuna de la elocuencia" ¿Fuélmjo las Iructlfcrns palmeras del Asia, () en (~ I cultosuc iode la Grecia ó en los ignorados peñascos del scptentriondonde por vez primera un caudillo arrastró CO Il su VOl.
á los guerreros primitivos? Aunque pudiera liarnos enesto luz la aurora ele la historia 'lile solo umnncre tras
- -I :l -la noche de la creucion , ja más debiéramos indagar elorigen de un talento que no tiene otro padre que el Omnipotente , otra patria que el mundo, ni otro limite quela humanidad. Espontánea brotó la elocuencia en loslabios de las generaciones ante-históricas, comoel aguade sus arroyos, como la miel de sus colmenas ; tan espontánea corno ah ora se reproduce en cada hombre alrenovarse en él como en nuevo .ádan todos los fenómenos de la creación )' del estado de naturaleza. La sociedad trajo consigo la observacion y la imitación, )" estas dieron "ida al arte , cuyo destino es regir todas lasfuerzas )' aptitu des de la organización hum ana.
Cuando la historia literaria de Grecia, la mas vulgarentre las antiguas, empieza á nombrar úJos que se llaman sus primeros oradores , p existe el nrtc en su forma mus Ó menos empírica.
Dcspucs de la elocuencia fabulosa simbolizada en losmitos de Orfeo y Anfion ; trascurrida la edad de la oratoria poét ica representada en Illises , Ncsror yotros caudillos homéricos, Salan al ofrecer ú los Atenienses eldon de SllS ejemplares leyes, queri endo asegura rlas unaobediencia inteligent e, gmnjcóse la sumisión del pueblo avasallándole con su sabiduría y dulzura de Sil palabra, sin que pueda dud arso tle que el prestigio orutorio que gozó , Iuó un poderoso uusiliar de sus vir tudes olvicas y de su ciencia. Tcmistoclcs , I'isistrnto ,Alcihiadcs )' los otros varones políticos ó guerreros úquienes debió la Grecia su independencia y civilizacion , mas bien por sus ardientes peroraciones que porsus altos hechos se ci ñeron aquella esplendorosa auréola (lile deslumbra todnvin al fi lie Ice los fustes de lasgeneraciones de Slaraton yde Platea. I'ériclcs, el audaz
- 14 -orador que aun hoy dia avasalla con su nombre al siglo que dominó con su facundia , por mas que no exentode las comunes tachas de ambicien }' tiranía, levantólos corazones griegos á una altura de sentimientos capaz de inspirarles con la emulación de las pasadas }' recientes glorias de-su país el generoso aliento necesariopara sobrepuja d as. El sacro fuego del patriotismo, laconstancia en la al! versidnd, la templanza en el triunfo,la gmtitnrl húclu los bienhechore s del pueblo , la entu siasta altivez, el amor ú la belleza, á la virtud ysobretodo nlhcroismo, joyas del espíritu con que el caráctergriego se rué cnriquecicndo , no son otra cosa que larecompensa del entusiasmo con qne la mul titud cnalteciu á sus oradores. Sin su habla eficaz, jamás hubieran sido vencidas la debilidad esencial , la versatilidady ligereza que oponin la índole de los Atenienses á lasexhortaciones de cuantos aspiraban á conducirles á dominar el Asia entera . La gloria política ), militar deAtenas dcbi ósc en su ma~'or parte á la elocuencia desus caudillos y lcgisladorcs , así como su gloria científica á la elocuencia de sus filósofos. ¿ Quién negar á áDem óstenes el titulo de bienhechor de su patria? Puesbien : el que arrehaló á Esquines la cnvidindn corona,doble premio tic sus servicios y de sus talentos, en "anohubiera luchado contra el :\Iaccdonio si le faltara aquelSil invencible acento mas poderoso que el 01'0 y el hierro para poblar los Ill¡U'CS de arm adas y los campos decadáveres enemigos. La imaginación álica cedió al fauatismo que la comunicaban las inspiradas voces de
-'l'emlstocles y AlciLiades, gozése con los pulidos discur50S de Is écrnres )' 10 5 oradores de su esmerada escuela;aplaudió I:I cultura de Isco , Lisias y Esquines y obc-
- ·1;) -t1cciú á la pujanza de Demóstenes. Esta serie de oradores de primer órdcn que descollaba entre un pueblo deoradores, no solo prueba la fecundidad literaria delsuelo griego, mas la influencia que el arte de decir tu\ ' 0 en su civilizaciónclásica y deslumbrante aun en medio de sus desaciertos políticos y de su progresivo abatimiento. Atenas fué grande por sus héroes y por SIlS
sal rios ; sabios y héroes en Atenas fueron elocuentes.Cuando la planta de hierro de Alejandro sofoca la
voz tic la elocuencia en la garganta del último oradorateniense ; cuando crece la yerba al pié de la tribunapopular , mirad como el antiguo valor y las virtudescívicas huyen tambiéncomo solicn huir los penales delterritorio conquistado. En vano la escuela de las ciudades se esfuerza en reanimarse : no veréis apareceren sus plazas un ciudadano que proponga con vnlcrosns palabras leyes bienhechoras ; y si al pasar por ungimnasio oís las declamaciones de los sofistas degenerados sobre fingidas controvcraias , si os atrae n la volubilidad de su lenguaje {¡ cl falso brillo de sus prcm cditados oonocptos , apartaos : os engañnis : no está conellos la elocuencia.
Rcflejándose en la Roma de los dccemviros las instituciones políticas y judiciales de Grecia , despertaronen los hijos de Hhea el amor á la elocuencia , nuevo ensns corazones belicosos. A Fabricios , Curios y Camilos , sucedieron Lolios, Catones, y II n Escipion capaztlc decir en Sil defensa á la plebe acusadora en el dindel juicio : E-n tal dia como este sall'é á lloJll rr. y d('stm l lÍ Cal'lnga; t'I1I1IOS IÍ dar (jl'acias tÍ los dioses i ll
mortales.- .Retumbó la voz agitadora de los Omcos entre las
- 'I n -convulsiones de la repúblicn ; )' cuando el puñal de layengallza dejó inmóviles sus labios enardecidos , lasdoctas peroraciones de Crasos , .ántonins , Scévolas ).Hortensias lll'eparal'on el verdadero reinado de la oratoria fabricando su cetro á "Ian~o Tulio. Cífrense eneste solo nombre la esplicacion, la historia y la defensadel arte de decir. I'rcguntndle por su naturaleza y SIIS
preceptos , y seis 110 sobrepujados escritos os demostrarán que el sol de la elocuencia hace germinar en lasociedad talentos y virtudes; y (lue tí su calor Icoundantc nacieron en el pueblo conquistador aquellos prudentes senadorescuyasdeliberaciones resolvinnla SIICrte del mundo. Esos libros impondrán silencio ti los quesolo estravles y corrupción esperan de la locucion púhlicn ; porque escritos por quien no abusó jamás ele supoder, y mientras duraba el recuerdo de los varonesque guiaron tantas veces con su palabra al rey de lospueblos hácia la magestuosn grandeza que le hizo llamar pueblo de reyes , no podian calumniar así al masbienhechor de los talentos. Y si no bastan los ejemplosconsignados en esas páginas, de la influencia saludable con que los oradores antiguos sostuvieron los fueros de la razon , ele la justicia y del bien público en elsenado y en el foro , cerrad el libro de Cíori» oraunibus, ~' abrid el que contiene los discursos de su autor.Ciccron mismo es la mejor apología de 511 arte. Elevadopor él ú las primeras magistraturas yloque es mas ,íuna reputación sin rival , no le empleó jamás en alucinar á la multitud en Su provecho, ni quisopor su medioasaltar las dignidades y los honores. Habló en pro delos oprimidos, habló contra los malvados aunque fueran poderosos , abogó por la causa. de las libertades
- 17 -patrias , lidió contra las usurpaciones del poder, y gcneraJ izando las doctrinas filosóficas con incansable celoatesoradas, ilustró su época ypreparó la de Augusto enque Roma iba á subir á lo alto de la rueda de su destino. En la cor te de poetas de este primer emperadorved apagarse la tea de la elocuencia en las aguas de lacorru pción. Muer to el espíritu público )' la dignidadcívica, sometida la justicia á la voluntad del soberano,la oratoria nada puede hacer en bien de la patria. Mastarde l algunos malos oradores se consagra n ú la tlelacion y a la calumnia; porque solo la calumnia 'y lastraiciones se abren paso en aquellos tenebrosos dias delos Calígulas y Claudias. Pero escuchad. Suenan en elCOI'O las arengas de Quintiliano. ¿ Habrá revividoel granCiceron? No es el español instrumento de ricos ambiciosos , ni sanguinario perseguidor de leales ; es undocto imitador y émulo de aquel maestro : es IIn buenpatricio ; un paciente preceptor que alienta ccn susconsejos y con su ejemplo ú un mismo tiempo la probidady el gusto literario. Siguele Plinio, digno de alabarú Trajano; y el autor del diálogo sobre la corrupciónde la elocuencia no arrastrado tampoco por el comundecaimiento, al señalar sus causas corrobora el paralelismo que sigue el esplendor de la oratoria con la pureza de la educación , la integridad de las costumbres,y la prosperidad del régimen del Estado, .
Cual si esta verdad permaneciera controvertible traslas dos épocas ejemplares de los oradores clásicos 1 elmismo Dios-hombre sirviéndose de la elocuencia oralpara la propagación !le su santa doctrina abre en lapredicación evangélica un palenque ilimitado en quehasta la consumaclon de los siglos la locucion pública
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- 18 -ha de combatir y vencer , no )'(\ las preocupaciones deun magistrado , ni la obstinación de 1111 partido , sinolos mas escondidos y tenaces hábitos q ll ü encarrilan olcorazón hum ano en los senderos del vicio. Desde entonces el eco de los nuevos discursos empieza á susurrar con timidez bajo las catacumbas ; vibra con ternuraen las solitarias mansiones de las vírgenes y los crcmilas ; d éjase percibir entro los círculos del pueblo; suenaen los secretos gabinetes de los palacios , y creciendocon sobrehumana intensidad rasga los pafios que enscrdecian su timbre , y truena repitiéndose de gente engente desde lo alto del templo de Constantino. A laoratoria divina del :Maestro y los apóstoles, suceden lascaritativas y sentidas exhortaciones de losobisposde laprimitiva cristinndnd, y con las apologías de Tertuliano y Orígenes, con las fervorosas pláticas de los Ciprlanoe, Gerónimos y Agustinos , de los Gregarios ,Basilios y Crisóstomos estiéndese la fé reanimando elespíritu en el imperio mientras sus miembros eran portodas partes dilacerados. El renacimiento de la humanidnd obrado por el Cristianismo pone en contacto lanueva elocuencia con el sepulcro de la antigua , haciendo que al terminar el último epilogo de Cicer ón seoiga la introducciónde la primera homilia deS. Pablo.
El ángel de la persuasión cristiana inspira saber, virtudes y heroísmo á los siglos que dejaba huérfanos lamuerte de la civilizncion antigua y el silencio de laSifadt'l a clásica. De la fuerza de las convicciones (Iuesabe arraigar en las almas responden los tormentos deJos mártires ; )' de la claridad que esparce en el universo , la multitud de los que no sabiendo mas que escuchar , aprenden ú concebir las verdades mas esquisi-
- 10 -las, y las conservan para legadas á sus descendientes.Cristiana yguerI'el'a la edad media, sus oradores CSt<'Ul
en los templos ó en los campos de batalla. No tieneun senado con Catones y Tulios 1 ni una plaza conPéricles y Demóstenes j poro tiene concilios en que ro)'es, magnates y scldudos , se someten- á la elocuenciatic los sacerdotes ; tiene controversias en que las hcrcglas luchan contra la fé, como los adalides en las justas; tiene empresas como las Cruzadas en que el entusiasmo alentado p OI' la exhortación se precipita contrael mar , la sed y las cimitarras; tiene sesudos consejeros para guiar el armado brazo de sus monarcas, ypechcros que empiezan á enseñar á la muchedumbre SllS
olvidados fueros.Clásica todavía, es decir , erudita é indigesta en sus
formas pero popular en el fondo de sus doctrinas, laelocuencia de aquellas edades no queda rezagada trasla civil izacion , antes bien gulala fomentan do sus instintos hasta que viene á sorprenderla el renacimiento.
Entonces á las tumultuosas arengas de los caudillos,á las belicosas argumentaciones de los prelados, suceden las discusiones de la ciencia, de mas tranquilocarácte r )' con resultados mas fecundos: Los oradores se hnn refugiado de los castillos á las cortes )' á lostribunales. Pedro el ermitaño no tiene ya que arengará los cruzados en las arenas de la playa ; pero apiñados en Trente los doctos defensores de la fé ortodoxa,luchan con enemigos mas espantables que Saladino, contra los cuales á su voz se arman los labios deIlossuet )' )Iassillon, de Fenelcn , Flochier y Uourdaloue , de ,h ila y Granada. En la arena política los aceI'OS tienen que abrir paso á los ciudadanos para subir
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á la tribuna ; 11O!' eso en vuuo buscaréis en edades casicontemporáneas una oratoria que cotejar con la romana y ateniense. Ileducidos á intérpretes y cnsuistas losjurisconsultos , asentados los tribunales bajo la sombrade los tronos )' pendiente de la gracia la justicia, tampoco es de esperar que resuenen en los oídos de Cárlos 1 ó de Luis el Grande acusaciones como las contraVerrcs Ó ~Ial'co Antonio. - La oratoria refleja entoncescomo siempre en su cristal verídico la situación de lasociedad . La fé la tiene encomendados SlIS pc ndoncs :por eso en donde quiera los defiende con ardimiento ;la ciencia implora su ausilio para reconquistar el perdido imperio ; por eso las b óvedas de las escuelas empiezan á repetir las estudiadas 'disertaciones de losmaestros teólogos, filósofos y hurrmnistns ; pero como la colisión de los derechos individuales )' colectivos,comprimida por la dominncion feudal, y atenuada porel olvido )' la ignoran cia, no estalla todavía, no aparecen oradores que interpreten ideas r sentimientoscasi desconocidos. Sin embargo en algunas elocuentesquejas de,vasallos oprimidos, r en algunos clamoresde cuerpos populares alborea la luz de la discusión parlamentaria , luz que mas tarde refleja en las asambleasmodernas las ondulaciones de los senados y tribunalesantiguos.
El volean de la revolución francesa convierte esa luzen un incendio , mas desde entonces entrada Europaen un nuevo camino, y una voz imposible el retroceso;\ la pasada orgnnizacion, la palabra vuelve á adquirirsu entero predominio. Oye la corte de Cárlos III anuestros primeros oradores políticos r judiciales ; )' desdeentonces la elocuencia viene guiando {¡ IO:i puchlos ,
- <:'! I -Casi HemprC hácia la rnzon y el bienestar ¡aunquedesviándolos pocas veces hácia los errores y la ;m31'
fluía. - No quiero velar á vuestros ojos las sombras deCrom wcll , Danton y ll obcsplcrre , pero no dudo 'Iuereconoceréis que si Cicerón vale por muchos Catilinas,y llossuet por muchos Luteros , también los escclcntcsy sensatos oradores que en los modern os siglos hanilustrado los templos y las asambleas, pueden y valen har tó mas que la corta falange J o los tribunos sanguinarios, de los predicadores ineptos , y de los lcguleyes ambic iosos que la oratoria bastarda engendrapara oprobio de la legítima.
No puedo sospechar que baya entre " 05Ot1'05 unosolo que al recor rer la galería de los grandes , de losverdaderos orad ores, de esos hombres que á una gransuma de elevadas ideas han juntado el singular talentode saber difundidas instantánea , eléctr icamente ; lesniegue cl título de bienhechores de la humanidad . Vosotros no confundís los talentos estra tégicos del calculo,el sordo poder del interés, el alucinamiento causadopor la identi dad de opin iones ó scctas , el prestigio individual , y otras circunsta ncias á que deben su éxitoperoraciones en su esencia vulgares , con aquella sentida unción que nace de lo mas íntimo del pecho , ynos conmueve )' hace sentir porque el orador está conmovido J' siente . v osotros sabcis que hustn la declamacien teatral en un actor distinguido no es uun farsani una imitacion ; sino la osprcsion de afectos biencomprendidos, porqu e se esperimcntan 1 y no se fingen. Podréis decirme que el número de tales ar tistas 'y tales oradores es escaso , lo concedo ; lilas i,desderuúudo el crédito de las ciencias ni de las virtudes
o"> _--se mide p OI" el número de los ignoran tes ode los malvados ~
Si os lamentáis de la torcida dirección que los homlnos d ieron y dan al talento oratorio, cual se la dan yse la dieron a todas las mas nobles facultades, )'0 medoleré de ese abuso al par que "05OtI'05, tan to mas cuanto mas alta )" limpia idea tengo concebida de ese donde la Providencia. Y por lo mismo que me estremezcoante esa confusión de la ficción con el sentimiento ydela intriga con la razon; y tiemblo al considera r si llegará tal vez un dia en que la sociedad harta de enga¡lOS y desconociendo la buena oratoria la condene yconculque junto con la espúrea ; por eso he querido alzar desde aquí mi voz aunque feble, y protestar de antemano contra tan injusto anatema.
i Ojóvenes aquienes el candor y la esperanza conducen por entre Ilores hác ia toda belleza y verdad, pero ú qu ienes amaga la oculta serpiente del esceptic ismo, yo anhelara haceros concebir el destino de la oratoria y el tipo del orador en toda su pureza ). rectitudcual le ooncebian el gran Cicerón y el español Quint iliano. Yo quisiera que aquellos de vosotros á quienestoque subir ¡as gradas de los tribunales en defensa delos derechos ó de la vida y libertad agenas , supieraisdesde hoy y no olvidarais ja más que vuestras palabrashall de se,' la sola cspreston de la razon y la llamaofendidas , nunca de la codicia ni del odio ; que jamásla ment ira descendiendo de vuestro labio ha de mancha r vuestra noble toga , y qne nunca el llanto de unafamilia despojada, ni los gemidos de un inocente hantic maldecir vuestra venenosa elocuencia , aunque la sor-icdad os colme de su oro y sus aplausos. Yo quisiera
- 2~ -que 10 5 que consagrados al altnr, tengáis que interpretar en hum anos discursos toda la palabra tic un llios,hubierais llenado antes vuestro espíritu de su cari tativadoctrina, y cada vez que dirigierais á los fieles vuestrasexhortaciones , os acordarais de que el mundo y snsbienes son agenos tÍ aque l pOI' cup boca habla la eternidad j que hasta la gloria literaria es en él una "a nidad reprensible cuando deja de ser el instru mento dela enseñanza divina ; y que al bajar del púlpito pudiera is agradecer á Dios el rion de la elocuencia al observar en la conducta de los fieles el efecto de vuestra prcdlcncíon. Yo quisiera que los llamados tÍ deliberar- desde los altos asientos del congreso polít ico sobre la independencia; la seguridad y el bienestar de la patria,llevarais allí la mente poblada de conocimientos )' esperi encias y el corazón henchid o de indomables virtudes para resistir á los vértigos del poder y la ndulncion,)" que al reinar en la asamblea por vuestra facundia estimarais en mas las bendiciones del OSC1I1'0 agricultor,feliz con vuestras bien meditadas leyes , que las ebri asovaciones de los partidos, Y aun de vosotros á qu ienesofrece la fortuna la lámpara investigadora de la masonapara que os interneis por los intransitndos senderos delas ciencias quisiera que al pedir á la ora tor ia sus cris- .tales de colores para mostrar al mundo vuestros hallazgos de verdades os propusierai s iluminar mas bien qncdeslumbrar á vuestrosccntompúrancos,y aborrecie ndocual Sócrates la ostentación soflstica , hiciera is comoPlaton elocuente y amable la sabidur ía.
Todos los que me oís deberéis á la ora toria mas deun tri unfo en vuestra "ida litera ria y hasta en vuestravida familiar ; pon JlIC Lodos pnrtlcipar éis de ese torbc-
-':H -Uinodel siglo IIIICanhela fiar á dceisieas ruzoncs en orallucha los intereses de mayol' entidad , aborrec iendo lasprolijas discusiones escritas. Aunque tareasalcjndns delos grandes teatros de la locucion pública os nieguenel peligroso privi legio de influir con vuestra palabra enlos destinos de la sociedad , no por eso os faltarán esferas en que ejercitar tan noble (1011 , pOI'que las corporaciones científicas , los ju rados , las sociedadesmercantiles é industriales , las juntas políticas y administrativas tan frecuentes en la epoca en que vivimosos brindarán diarias ocasiones de ilustrar á vuestrosconciudadanos y de granjearos con el tiempo una masalta reputación oratoria. i Ojalá que al iado de esas escudas prácticas á que tal vez tendréis que m-rajaros sinla preparación necesaria , hallarais escuelas en que seespusiera la serie de principios conducentes para formar de vosotros buenos oradores para el foro, el púlpitoy la tribuna . IAh1el don de la palabra no se abusaratan lastimosamente , si se facilitaran los medios deaprender á dirigirle hácia los bienhechores fines á queestá destinado; sise prodigaran menos los elogios á todoel que so cspresa con verbosidad ti osadía , y sino no seatreviera á esclamar todo el que por primera vez dirigela palabra tí una concurrencia: yo lambien soy orador.
Ilmo. Sr . : cn este dia solemne, verdadero cumpleaños de la Universidad siento que el sinsabor con queme amarga mi insuf lciencia , templase con la satisfaccion de proclamar la utilidad de la elocuencia orul antelos mismos que con su ejemplo diario la autorizan ; yde exhortar á esa juventud en que fia la patria su bienestar futuro, á cultivar con ahinco esa rama de la literatura . tan compatible con el ejercicio de sus prole-
- 25-siones , dirigiendo el precioso talento de la peromcionhácin la rnzon , la verdad y la justicia de que nunca elcielo quiso separarle.
Si él oye mis votos no tendrá España que ceder- [1
otras regiones europeas en copia de renombrados oradores , ni será Cataluña la postrera en inscribir losnombres de sus hijos en el pedestal en que brillan losde los Granadns y Jnvellanos.
n,,; r ucuo.
Il.a rCfl1lU 1.° de ocl~ hrt de 18!iG.
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