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TEMA 4 .- EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1873)
Se denomina Sexenio Democrático al periodo comprendido entre la revolución
que originó la caída de Isabel II y la posterior restauración de la monarquía en la
persona de Alfonso XII, su hijo y sucesor en 1874. Durante este periodo se sucedieron
diferentes regímenes y gobiernos: un gobierno provisional, una regencia (la de Serrano),
una monarquía (Amadeo de Saboya), una república (con dos etapas: federal y
centralista) y un epílogo autoritario (Serrano, nuevamente). Eran demasiadas cosas en
pocos años, a lo que hay que unir la tercera Guerra Carlista, la guerra separatista de
Cuba, el surgimiento del movimiento obrero (con la fundación de la AIT –Asociación
Internacional de Trabajadores) y el movimiento cantonalista. Pero esta acumulación de
acontecimientos (aparentemente contradictorios) no era sino un proceso de
consolidación del régimen liberal en España, pues fue un intento de implantar un
liberalismo democrático, de extender la participación política a las clases medias y
populares, y el protagonismo de los partidos progresistas, demócrata y republicano.
0.- La crisis de la monarquía: 1868-1869
La crisis de 1868 fue debida a la unión de diferentes motivos:
a) Causas económicas. Una crisis presupuestaria (que tenía como origen una
recesión europea, llevó a una pérdida de confianza comercial; además
encontramos una crisis en la expansión del ferrocarril y otra algodonera (a causa
de la guerra civil americana), que implicó un alto nivel de desempleo y el alza de
los precios.
b) Causas políticas. La corte de Isabel II se había vuelto más tiránica, corrupta e
intransigente, a lo que se unía la situación insostenible de las clases populares,
que sufrió malas cosechas y enfemedades, y los militares también se manifiestan
por su situación.
1.- La Gloriosa (1868) y el Gobierno Provisional
A la muerte de Narváez en 1868, la Corona española se encontró en una
profunda crisis; ante ello se puso un gobierno temporal (en funciones) que adoptó
medidas de represión contra políticos y militares sospechosos (por ejemplo, el general
Serrano fue confinado a Canarias, lo mismo que haría la II República con Franco); la
inclinación de las preferencias de la corte hacia los moderados provocaron el
retraimiento, cuando no la enemistad, de los progresistas hacia el sistema y hacia la
Corona. Ante tal situación, los preparativos revolucionarios del Pacto de Ostende
llegaron a su madurez en septiembre de 1868, mientras la reina y la corte veraneaban en
San Sebastián. Fue entonces cuando se produjo un pronunciamiento, protagonizado por
el ejército, que de nuevo se convertía en instrumento del cambio político; era un
pronunciamiento al estilo clásico, no se trataba de una revolución popular.
En Cádiz, la Armada, al mando del almirante Topete, se sublevó y contó pronto
con el apoyo de los generales Dulce, Zabala, Prim1 (que estaba en Londres) y Serrano2
1 Juan Prim (1815-1870). Militar nacido en Reus (Tarragona). Fue en la guerra con Marruecos donde
consiguió gran prestigio militar y político, siendo un destacado dirigente del Partido Progresista y de la
Unión Liberal. Dirigió la política española en el sexenio hasta su asesinato en 1870, justo ante la llegada
de Amadeo de Saboya.
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(que estaba en Canarias), anunciando el destronamiento de Isabel II. Con ellos se inició
la revolución, conocida como La Gloriosa, que fue un nuevo intento de la burguesía y
de buena parte del pueblo por instaurar un sistema democrático, a través de
pronunciamientos3.
“¡Españoles!: la ciudad de Cádiz, puesta en armas con toda su
provincia, con la armada anclada en su puerto y todo el departamento
marítimo de la Carraca declara solemnemente que niega su
obediencia al Gobierno que reside en Madrid, asegura que es leal
interprete de los ciudadanos ... y resuelta a no deponer las armas
hasta que la nación recobre su soberanía, manifieste su voluntad y se
cumpla.
Hollada (pisoteada) la ley fundamental, convertida siempre antes en
celada (oculta) que en defensa del ciudadano, corrompido el sufragio
por la amenaza y el soborno, dependiente la seguridad individual, no
del derecho propio, sino de la irresponsable voluntad cualquiera de
las autoridades; muerto el municipio, pasto la Administración y la
Hacienda de la inmoralidad y del agio (del negocio), tiranizada la
enseñanza, muda la prensa…¡Españoles!, ¿quién la aborrece tanto
que se atreva a exclamar. Así ha de ser siempre? No, no será. Ya
basta de escándalos ...
Queremos vivir la vida de la honra y de la libertad. Queremos que un
Gobierno Provisional que represente todas las fuerzas vivas de su
país asegure el orden en tanto que el Sufragio Universal eche los
cimientos de nuestra regeneración social y política.
2 Francisco Serrano (1813-1882). Militar nacido en San Fernando (Cádiz). Apodado el general bonito,
por sus relaciones amorosas con la reina Isabel II, a la que luego obligó a exiliarse a Francia. Fue el
sucesor de O,Donell al frente de la Unión Liberal en 1867. Formó parte del triunvirato militar que
desencadenó la Gloriosa, junto a Prim y a Topete. Una vez que la Constitución del 69 sancionó la forma
monárquica, fue proclamado regente a la espera de la llegada de un nuevo rey. Tras el golpe de Pavía,
intento reorganizar las filas progresistas, pero fue Sagasta quien alcanzó el liderato, retirándose de la vida
política.
3 El pronunciamiento es una proclamación política por parte de los militares, a veces uno solo, para
cambiar el rumbo político en España. Con los pronunciamientos se abre un peligroso camino en nuestro
país, al quedar demostrado que la intervención militar era también un medio para propiciar los cambios, o
para conseguir el poder más rápidamente y con menos complicación que siguiendo la vía legal o los
procedimientos democráticos. Los autores del pronunciamiento contaban a menudo con el apoyo de algún
grupo social, político o económico, con influencia suficiente para lograr el cambio. Fue siempre obra de
una minoría, sean cuales fueren las simpatías que suscitara la mayoría. La finalidad de un
pronunciamiento era por lo general unánime: el cambio político, aunque no lo fueran tanto los motivos.
Así, mientras los liberales pretendían cambios de tipo político, la oligarquía terrateniente y de los
negocios los pretendía de índole económica. Los militares, que eran los ejecutores materiales de los
pronunciamientos, buscaban frecuentemente gloria personal y ascensos en el escalafón.
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Acudid a las armas no con la furia de la ira, siempre débil, sino con
la solemne y poderosa serenidad con que la justicia empuña su
espada.
¡Viva España con honra!”
Cádiz 19 de septiembre de 1868. Generales Juan Topete, Dulce,
Serrano, Rafael Primo de Rivera.
Manifiesto de “España con honra" o proclama de Prim.
Cádiz, 19 de Septiembre de 1868.
Las revueltas se extendieron por el país, como Cádiz y Málaga (afectadas por las
crisis económicas). Los ejércitos sublevados en Andalucía avanzaron hacia la capital, al
mando del general Serrano, y tras derrocar a las tropas isabelinas en Puente de Alcolea
(Córdoba), no encontraron obstáculo alguno y entraron en Madrid. Ante esto, el
presidente del Gobierno sugirió a la reina su destierro a Francia tras conocer el fracaso
de sus tropas en Alcolea, cosa que así hizo.
Tras la huida de Isabel II se organizaron Juntas Revolucionarias en todo el país y
una Suprema en Madrid, que pronto dio paso a un Gobierno Provisional, apoyado por
el ejército, que fue presidido por el general Serrano, que designó a Prim como ministro
de la Guerra y a Sagasta como de la Gobernación, uniendo a unionistas y progresistas.
El Gobierno Provisional se formó rápidamente con el fin de atajar el proceso
revolucionario y evitar así su desbordamiento. Pero las Juntas Revolucionarias estaban
dominadas por los demócratas, que estaban respaldados por las milicias voluntarias
(denominados Voluntarios de la Libertad), cosa que llevaba a un dualismo de poderes,
que tuvo que ser finalizado por Prim, desarmando a las milicias y disolviendo las juntas.
“Españoles:
La Junta revolucionaria de Sevilla faltaría al primero de sus deberes
si no comenzara por dirigir su voz a los habitantes todos de esta
provincia y a la nación entera, manifestándoles los principios que se
propone sustentar y defender como base de la regeneración de este
desgraciado país...
1º. La consagración del sufragio libre y universal como base y
fundamento de la legitimidad de todos los poderes y única verdadera
expresión de la voluntad nacional.
2º. La libertad absoluta de imprenta...
3º. La consagración práctica e inmediata de todas las demás
libertades, la de enseñanza, la de cultos, la de tráfico e industria... y
la reforma prudente y liberal de las leyes arancelarias, hasta que el
estado del país permita establecer de lleno la libertad de comercio.
4º. La abolición de la pena de muerte y el planteamiento del sistema
penal penitenciario.
5º. La seguridad individual eficazmente garantizada, así como la
absoluta inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia.
6º. La abolición de la Constitución bastarda que nos venía rigiendo...
(...)
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¡Viva la libertad! ¡Abajo la tiranía! ¡Viva la soberanía nacional!”
Proclama de la Junta provisional revolucionaria
de Sevilla, 20 de septiembre de 1868.
Con ello consiguió un periodo de paz, en el cual se tomaron las siguientes
decisiones: restauración por decreto del sufragio universal (masculino de mayores de 25
años) y la convocatoria de Cortes Constituyentes (que preparan una nueva constitución).
Con esta Revolución triunfó el liberalismo radical, bajo los principios de la Soberanía
Nacional y el sufragio universal.
Gobierno Provisional 1869
Primera acuñación de la peseta, en plata. Año 1869
En la contienda electoral participaron todos los grupos políticos que habían
participado en La Gloriosa: unionistas (con Serrano), progresistas y demócratas
monárquicos, pero también grupos políticos minoritarios, como republicanos (que
estaban divididos en facciones), los unionistas dinásticos (encabezado por Cánovas del
Castillo, buscando el reinado del príncipe Alfonso) y los tradicionalistas. Vencieron en
las elecciones los demócratas monárquicos, al ir coaligados. El primer acuerdo de la
Asamblea fue ratificar el poder del Gobierno Provisional hasta redactar la nueva
Constitución, pero antes de esto se debía debatir ciertos puntos problemáticos, como la
forma de gobierno, la monarquía, libertad de cultos, etc.
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2.- La Constitución de 1869
La nueva Constitución de 1869 reconocía como forma de gobierno la
monarquía constitucional, con un sistema bicameral (Senado y Congreso) y establecía
claramente la división de poderes: legislativo que residía en las Cortes, el ejecutivo en el
rey (pero ejercido por los ministros, que responderán ante el Parlamento, y que serían
nombrados por el monarca) y el judicial en los tribunales. También desarrollaba una
amplia declaración de los derechos humanos garantizados por el derecho constitucional,
una mayor autonomía local, sufragio universal masculino, etc.
Esta constitución fue la más liberal y la primera verdaderamente democrática de
las que se habían promulgado hasta entonces (la parte dogmática –la que recoge los
principios básicos- era más avanzada que ninguna otra, sin embargo en la parte orgánica
–cómo se organiza y se realiza- se mantenía en la línea de las anteriores de 1837 y
1856); preveía un desarrollo que cambiaría los ejes del sistema moderado imperante.
“La Nación española, y en su nombre las Cortes Constituyentes,
elegidas por sufragio universal, deseando afianzar la justicia, la
libertad y la seguridad, y promover al bien de cuantos vivan en
España decretan y sancionan la siguiente Constitución …:
Artº 3.- Todo detenido será puesto en libertad o entregado a la
autoridad judicial dentro de las veinticuatro horas siguientes
Artº 17.- Tampoco podrá ser privado ningún español: del derecho de
emitir libremente sus ideas y opiniones, ya de palabra, ya por escrito.
Del derecho a reunirse pacíficamente. Del derecho a asociarse para
todos los fines de la vida humana que no sean contrarios a la moral.
Artº 21.- La nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la
religión católica. El ejercicio público o privado de cualquiera otro
culto queda garantizado a todos los extranjeros residentes en España
...
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Artº 32.- La soberanía reside esencialmente en la Nación de la cual
emanan todos los poderes
Artº 33.- La forma de gobierno de la Nación española es la
Monarquía...
Artº 34. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes. El Rey
sanciona y promulga las leyes.
Artº 35.- El poder ejecutivo reside en el Rey, que lo ejerce por medio
de sus ministros.
Artº 36.- Los tribunales ejercen el poder judicial.
Artº 38.- Las Cortes se componen de dos cuerpos colegisladores: el
Senado y el Congreso.
Artº 65.- El Congreso se compondrá de un diputado al menos por
cada cuarenta mil almas de población.
Constitución de 1869
Como reconocía la monarquía hereditaria y la reina estaba huida en Francia, se
nombró como Regente al general Francisco Serrano y el general Prim se convirtió en
Jefe del Gobierno, mientras se buscaba un nuevo rey para España. Mientras tanto debían
buscar solución al problema independentista iniciado en Cuba (que se inició con el
Grito de Yara en octubre de 1868), pero surgieron problemas de orden público a causa
de sublevaciones de los republicanos en Andalucía (desengañados por la falta de
soluciones para la cuestión social y por la decisión del gobierno de defender el régimen
monárquico).
Votada y aprobada la Constitución monárquica, la tragedia fue la difícil
búsqueda de un candidato para el trono español, en tanto que alteraba el orden
internacional europeo, y la tardanza en ella, que aumentó la duración del Gobierno
Provisional y permitió que creciera la oposición republicana y carlista (esta última que
pretendía tomar el trono). Finalmente fue elegido el hijo de Victor Manuel II, rey de
Italia (artífice la unificación italiana), el duque de Aosta, Amadeo de Saboya, frente a
otros candidatos, como el francés duque de Montpensier, don Fernando de Coburgo (ex
rey de Portugal), etc.
La búsqueda del nuevo rey según caricatura de la Flaca (julio de
1869).Salustiano Olózaga (Ministro de Gobernación)busca
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pretendientes al trono de España. Entre los personajes podemos
identificar a Isabel II, el pequeño Alfonso XII, Carlos VII (pretendiente
carlista) y el duque de Montpensier ( cuñado de Isabel II y que apoyo la
revolución de 1868 ya que podía optar al trono). Aparece un mono
jaleando a Portugal, ya que la dinastía de este país era la preferida por el
ministro.
Prim busca a ciegas un régimen. Líderes políticos del Sexenio,
según una caricatura de la época
Durante esta búsqueda la coalición política se rompió, pues cada partido buscaba
un pretendiente que fuera afín a ellos y así dominar el reinado.
3.- El reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873)
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Amadeo I
Amadeo de Saboya, hijo de rey italiano Victor Manuel II y duque de Aosta,
cumplía todos los requisitos: pertenecía a una casa real con tradición liberal, era católico
y su elección no inquietaba ni a Francia ni a Prusia (las dos potencias continentales
europeas que se encontraban enfrentadas). Las Cortes le nombraron rey el 16 de
noviembre de 1870, por un escaso margen de votos; a ello se unió el asesinato del
general Prim, en circunstancias que no llegaron a aclararse, que era el principal valedor
del nuevo rey; de este asesinato fueron acusados los carlistas, los que estaban a favor de
la candidatura de los Montpensier y los anti-independentistas cubanos (pues Prim estaba
a favor de ella).
Amadeo I ante el cadáver del general Prim, obra de Antonio Gisbert (1870)
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Amadeo llegó a Madrid el 2 de enero de 1871 sin su más firme apoyo (Prim) y
desde el primer momento se mostró dispuesto a cumplir escrupulosamente con el papel
de rey constitucional, pero las fuerzas políticas del régimen, divididas tras la muerte del
general Prim, fueron incapaces de asegurar la estabilidad política, a causa de la rápida
sucesión de gobiernos (progresistas, radicales y viejos unionistas). Además en este
contexto, encontramos la oposición de republicanos (opositores por propia naturaleza a
cualquier monarquía), carlistas (que habían recobrado esperanzas de instalarse en el
trono tras el destronamiento de Isabel II, pero que se vieron truncadas con la aparición
de Amadeo) y los partidarios de una restauración borbónica en la figura del príncipe
Alfonso (hijo de Isabel II), liderados por Antonio Cánovas del Castillo, seguidos por los
moderados; pero también la oposición de la Iglesia (pues Victor Manuel II, su padre,
había invadido territorios pontificios, por lo que fue excomulgado, y además Amadeo
propugnaba el principio de libertad religiosa y la separación entre Iglesia y Estado), los
sectores industriales (pues iba a continuar con una política económica que entendían
que arruinaría la industria española), etc.
El 11 de febrero de 1873 (dos años después de su llegada), ante este panorama
tan poco alentador, Amadeo I, decepcionado por el curso que había tomado la política,
presentó su Acta de Abdicación de la Corona de España y regresó a Italia.
“Al Congreso: … Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos años
largos ha que ciño la Corona de España, y la España vive en
constante lucha … es imposible atinar cuál es la (causa) verdadera, y
más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males. Lo he
buscado ávidamente dentro de la ley y no lo he hallado. Fuea de la
ley no ha de buscarla quien prometió observarla. … Estas son,
señores diputados, las razones que me mueven a devolver a la Nación,
y en su nombre a vosotros, la Corona que me ofreció el voto nacional,
haciendo de ella renuncia por mí, por mis hijos y sucesores”
Renuncia de Amadeo I
Ese mismo día, el Congreso y el Senado, reunidos en sesión conjunta (Asamblea
Nacional), proclamaron la Primera República, comenzando un nuevo periodo político
en España. Fue entonces cuando el gran orador Castelar pronunció su famoso epitafio:
"Señores diputados: Aquí, el partido republicano reivindica la gloria
que sería haber destruido la monarquía; no os echéis en cara la
responsabilidad de este momento supremo. No; nadie ha matado. Yo,
que tanto he contribuido a que llegase este momento, debo decir que
no siento, no, en mi conciencia, mérito alguno de haber concluido con
la monarquía. La monarquía ha muerto sin que nadie, absolutamente
nadie, haya contribuido a ello, mas que la Providencia. Señores, con
Fernando VII murió la monarquía tradicional, con la fuga de Isabel
II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de don Amadeo de
Saboya, la monarquía democrática. Nadie ha acabado con ella; ha
muerto por sí misma. Nadie trae la República; la trae una
conspiración de la sociedad, de la Naturaleza, de la Historia.
Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza
en el cielo de nuestra patria."
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4.- La Primera República (1873-1874)
“Vacante el trono por renuncia de don Amadeo de Saboya, el
Congreso y el Senado, constituidos en Cortes soberanas, han
resumido todos los poderes y proclamado la República. A
consolidarla y darle prestigio han de dirigirse ahora los esfuerzos de
todas las autoridades que de este ministerio dependen. Se ha
establecido sin sangre, sin convulsiones, sin la más pequeña
alteración del orden y sin disturbios, conviene que se la sostenga para
que acaben de desengañarse los que la consideraban como
inseparable a la anarquía.
Orden, libertad y justicia: este es el lema de la República. … Se
contrariarían sus fines si no se respetara y se hiciera respetar el
derecho de todos los ciudadanos. Se le contrariarían sus fines, si no
se dejara amplia y absoluta libertad a las manifestaciones de
pensamiento y de conciencia; si se violara el más pequeño de los
derechos consignados en el Título 1º de la Constitución de 1869. La
insurrección deja de ser un derecho, desde el momento en que,
universal el sufragio, sin condiciones la libertad, y sin límite de la
autoridad real la soberanía del pueblo, toda idea puede difundirse y
realizarse sin necesidad de apelar al bárbaro recurso de las armas”
Comunicado del Ministerio de Gobierno (dirigido por Francisco Pi y Margall,
a los gobernadores civiles, proclamando la República
La Primera República intentó consolidar el sistema democrático iniciado en
1868, pero no lo logró en sus sólo 11 meses de vida. La idea republicana no contaba con
suficiente raigambre en el país, además los grupos dirigentes no tenían experiencia de
gobierno, no existían auténticos republicanos entre la clase política y, además, se
encontraban divididos entre unitarios y federalistas.
Desde el primer momento el nuevo régimen se vio obligado a enfrentarse a
graves problemas que provocaron su inestabilidad y su fracaso, como la guerra carlista,
la de Cuba, el cantonalismo, etc. La república fue una búsqueda desesperada a la crisis
provocada por la renuncia de Amadeo al trono, y no es que hubiese un mayoritario
sentimiento republicano en el país, pues gran parte de los españoles se seguían
considerando monárquicos y el ejército también manifestaba su descontento hacia la
república (no obstante las clases populares vieron en el nuevo régimen la posibilidad de
solucionar sus problemas). Todo ello aislaba al país del ámbito internacional, en el que
iba fraguándose el cambio de siglo, que dejaría a España al margen de la influencia
política en Europa.
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Presidentes de la Primera República española (izqu.) y primer gobierno de la República (drch.)
La corta duración de los mandatos presidenciales de la República, dada por la
inexperiencia de gobierno de los presidentes y por la división republicana entre
unionistas (o unitarios) y federalistas, da una idea del clima de confusión en que se
desarrolló.
El 11 febrero de 1873 fue elegido presidente Estanislao Figueras (no
federalista), que duró hasta el 11 de junio de ese mismo año (cuatro meses), periodo
durante el que reunió Cortes Constituyentes (para una nueva constitución, que definiera
la nueva situación republicana). Una vez constituidas las Cortes la presidencia de la
República recayó sobre Francesc Pi i Margall (federalista4), que pretendía convertir a
España en una República Federal de 17 estados (uno de los cuales sería Cuba y otro
Puerto Rico, con el fin de acabar con la guerra colonial) al estilo americano o suizo. La
4 Buscaba que cada estado tenga una constitución dentro de otra constitución mayor o federal.
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nueva constitución no pudo aprobarse, ya que la insurrección cantonal obligó a
suspender las Cortes y Pi i Margall tuvo que dimitir el 18 de julio (sólo estuvo un mes).
“Art 1°. Componen la Nación española los Estados de Andalucía
Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla
la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia,
Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas.
Los Estados podrán conservar las actuales provincias o modificarlas,
según sus necesidades territoriales.
Art. 2. Las islas Filipinas, de Fernando Poo, Annobon, Corisco, y los
establecimientos de Africa, componen territorios que, a medida de sus
progresos, se elevarán a Estados por los poderes públicos [...].
Art. 39. La forma de gobierno de la Nación española es la República
federal.
Art. 40. En la organización política de la Nación española todo lo
individual es de la pura competencia del individuo; todo lo municipal
es del Municipio; todo lo regional es del Estado, y todo lo Nacional,
de la Federación [...].
Art. 92. Los Estados tienen completa autonomía económico-
administrativa y toda la autonomía política compatible con la
existencia de la Nación.
Art. 93. Los Estados tienen la facultad de darse una Constitución
política que no podrá en ningún caso contradecir a la presente
Constitución.
Art. 94. Los Estados nombran sus Gobiernos respectivos y sus
Asambleas legislativas por sufragio universal.
Art. 96. Los Estados regirán su política propia, su industria, su
hacienda, sus obras públicas, sus caminos regionales, su
beneficencia, su instrucción y todos los asuntos civiles y sociales que
no hayan sido por esta Constitución remitidos al Poder federal.”
Proyecto de Constitución de la Primera
República (1873)
Era un intento de imponer, desde arriba, la nueva estructura federal, pero
fracasó; por el contrario el cantonalismo se extendió con gran rapidez por todo el país.
Según los federalistas, los cantones debían ser más radicales, debían convertirse en las
unidades políticas inferiores a partir de las cuales se debería formar la federación
española.
Tras el primer periodo republicano y a causa del cantonalismo, se experimentó
un giro hacia posturas más conservadoras, iniciado por el nuevo presidente, unitario, el
almeriense Nicolás Salmerón (que gobernó desde el 18 de julio hasta el 7 de
septiembre), mostrándose dispuesto a terminar con la resistencia cantonal, para lo que
contó con los generales más prestigiosos. Salmerón no quiso restablecer la pena de
muerte y dimitió, siendo sustituido por el gaditano Emilio Castelar, quien declaró el
federalismo fuera de la ley, suspendió durante tres meses las Cortes y reforzó el poder
militar que luchaba contra el cantón de Cartagena y el problema carlista (que llegaron a
crear un nuevo Estado con capital en Estella y con importantes partidas en zonas de
Extremadura, Murcia, Castilla, etc.). La política de Castelar estaba encaminada a
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asegurar el orden público y la unidad de España. El problema terminó con la rendición
de Málaga y Cartagena (los dos últimos cantones), pero la República tuvo que atender al
problema cubano y a la guerra carlista.
Cuando las Cortes se reunieron de nuevo en enero de 1874 todo parecía indicar
la vuelta de los federalistas, tras perder Castelar las elecciones y, no dispuesto a esta
vuelta, se produjo el pronunciamiento del general Manuel Pavía (Capitán General de
Madrid y amigo personal de Castelar), quien disolvió la Asamblea y puso fin a la
República, aunque de manera no oficial, pues España siguió siéndola hasta final de año.
El general Pavía disuelve las Cortes en 1874
Caricatura de la República publicada en La Flaca en
1873. Pi i Margall se ve desbordado por el
federalismo, representado en figuras infantiles
ataviadas con los distintos trajes regionales, mientras
Castelar intenta poner orden instruyendo a los
alumnos.
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El nuevo gobierno provisional cayó en manos del general Serrano, que
restableció el orden público, controló a los carlistas y siguió la guerra contra Cuba. Pero
este gobierno tenía los días contados por su propia provisionalidad. El protagonismo de
los jefes militares, cada vez más conservadores y poco afines al republicanismo siguió
en los meses siguientes y encauzó el final del régimen hacia la restauración de la
monarquía borbónica en la figura del príncipe Alfonso (hijo de Isabel II); el general
Martínez Campos dio un golpe de Estado en Sagunto en diciembre de 1874 y
proclamó rey a Alfonso XII (Antonio Cánovas del Castillo consiguió su objetivo, pero
nunca lo quiso a través de un golpe de Estado).
Caricatura que refleja todo el periodo del Sexenio democrático
5.- Problemas del Sexenio
Los tres grandes problemas del Sexenio, no sólo de la república, fueron los que
le dieron fin y comenzó el periodo que conocemos como la Restauración monárquica.
a) La guerra de Cuba.- En 1868 hubo una insurrección armada iniciada por
Carlos Manuel Céspedes con el famoso Grito de Yara. Los Estados Unidos
apoyaron este intento independentista para que fuese un estado más; por lo
que mostraron su interés de compra a España, incluso Prim (buen conocedor
de la política colonial) pensó en venderla, debido al alto coste que suponía el
acabar militarmente con la independencia. La guerra se endureció y no acabó
hasta 1898.
b) El problema carlista.- El Carlismo recobró fuerza y se organizó en torno a
Carlos VII (nieto de Carlos María Isidro), ya que estaban en contra de la
revolución de 1868 y pretendía ser candidato para el trono español.
c) Cantonalismo.- Movimiento político partidario de un federalismo de
carácter radical de los pequeños burgueses (aunque también participaron los
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anarquistas) de ciudades independientes que se federarían libremente, como
las polis griegas. Conformaba el Estado desde abajo hacia arriba. El
cantonalismo tuvo una gran influencia del movimiento obrero, sobre todo
anarquista (como en Alcoy). Comenzó y acabó en Cartagena, y se desarrolló
por el Levante y Andalucía (Cádiz, Sevilla, Málaga, etc.). El gobierno de la
república utilizó el ejército en esos duros momentos. Puso en crisis el
federalismo y la acabó con la propia república y robusteció el poder de los
militares.
6.- Conclusión: ¿Éxito o fracaso de la revolución burguesa en España?
Esta es una cuestión compleja en la que no se ponen de acuerdo los
historiadores. Unos se pronuncian por el fracaso, llegando a poner en duda que hubiese
una revolución burguesa, y otros, a favor, se sustentan en los siguientes argumentos:
- No hay duda que se produjo una revolución política a medida que se iba
configurando el Estado liberal y los cambios políticos consiguientes: división
de poderes, soberanía nacional, existencia de partidos políticos,
reconocimiento de derechos individuales, sufragio universal (masculino),
universalidad del sistema fiscal, etc.
- La burguesía sí realizó su revolución, pero no la del campesinado o de las
clases bajas, ni tampoco se les tuvo en cuenta en su participación en las
decisiones más importantes que les concernían y mucho menos en el reparto
de los beneficios económicos que pudiera reportar el Nuevo Régimen.
- En la práctica, esta revolución burguesa quedaba limitada al ejercicio del
voto, que en principio era restringido (censitario), aunque tras La Gloriosa se
convirtió en universal masculino (momento álgido de la democracia política
en ese siglo).
- Una revolución burguesa era incompatible con la popular en el caso español
hacía a ambas, dado el carácter agrario de las oligarquías que dominaban la
vida política del país. Esto haría posible vislumbrar las causas de las
convulsiones sociales que acompañaron este periodo, vinculado a las
ideologías del socialismo y anarquismo.
ANÉCDOTAS DEL SEXENIO
"Buscad un rey y encontradle" le dijo un diputado a Prim, a lo que la minoría
republicana se destornillaba aplaudiendo en sus asientos. Prim tomó la palabra y
prosiguió: "Indudablemente es difícil hacer un rey, pero el señor Castelar, que me ha
aplaudido y yo se lo agradezco, no ha tenido presente que más difícil es hacer una
república en un país en que no hay republicanos”.
El primer presidente Figueras llegó a estar tan harto de los problemas políticos
que un día se fue de su despacho y se dirigió directamente a París. Poco antes de esta
estampida reunió a sus partidarios y sus adversarios y les dijo solemnemente: "Señores,
estoy hasta los cojones de todos nosotros".
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Su segundo presidente Pi y Margall, describió de esta forma las decepciones que
le había dado la política: "Han sido tantas mis amarguras en el poder, que no puedo
codiciarlo. He perdido en el gobierno mi tranquilidad, mi reposo, mis ilusiones, mi
confianza en los hombres, que constituía el fondo de mi carácter. Por cada hombre
agradecido, cien ingratos; por cada hombre desinteresado y patriótico, cientos que no
buscaban en la política sino la satisfacción de sus apetitos. He recibido mal por bien..."
El tercer presidente fue Nicolás Salmerón dimitió porque no estaba dispuesto a
firmar una orden que iba en contra de sus principios. En efecto, en el mausoleo del
cementerio de Madrid donde está enterrado se puede leer: "Abandonó el poder por no
firmar una sentencia de muerte."
El cuarto, Emilio Castelar, cuando se hizo cargo del poder ejecutivo dijo en un
discurso en las Cortes: "Para sostener esta forma de gobierno necesito mucha
infantería, mucha caballería, mucha artillería, mucha Guardia civil …". Otra anécdota
fue cuando dos de los presidentes republicanos anteriores le preguntaron de forma
irónica por no respetar la constitución con sus actos: “¿Qué ha sido de la Constitución
federal?, a lo que responde: “Esa, la quemasteis en Cartagena” en referencia al
cantonalismo.
Como hemos visto la inestabilidad de la primera república fue elevadísima. Pero
todavía se puede exagerar. Así lo hacía la prensa francesa que estaba totalmente en
contra de la primera república española. En un periódico francés se leyó: "Se va
restableciendo la tranquilidad. Hoy no han sido asesinados más que tres generales y un
obispo. En Sevilla, fueron apedreados unos extranjeros. Pi y Margall amenazó a
Castelar con un revólver. El ex alcalde Rivero se naturalizó alemán."