PRIMER MANDAMIENTO:
AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS
Marcos 12:30
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal
mandamiento
INTRODUCCION
Bueno, la realidad entorno a nuestra sociedad actual Nuestro espíritu
es que existe un carecimiento entorno al Amor de Dios en nuestros
corazones. Es por esto que definimos y entendemos con estos
fragmentos literales acerca de Dios y su amor compartido a la
humanidad.
Según lo establecido en esta cita, hacemos una pericia teológica,
acontinuacion:
¿A qué nos referimos cuando decimos todo nuestro ser?
Debemos amar a Dios con todo:
Con el corazón:
Empezamos hablando acerca del corazón. Este es la parte más
profunda de nuestro ser, la parte que usamos para recibir a Dios y
contactarlo. Cuando recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador,
éste fue el lugar donde Él vino a vivir.
En nuestro espíritu podemos tener comunión con el Señor y pasar
tiempo en Su presencia.
Nuestra alma se compone de nuestra mente, emoción y voluntad.
Es nuestra persona, nuestra parte psicológica.
Nuestro cuerpo, naturalmente, es nuestra parte física, con la cual
contactamos las cosas físicas por medio de nuestros cinco sentidos y
expresamos nuestras partes internas.
El Señor Jesús dijo que debemos amar a Dios con estas tres partes, es
decir, con todo nuestro ser. Este es un mandamiento fuerte y a la vez
misterioso. En 1 Pedro 1:8 dice: “A quien amáis sin haberle visto, *en
quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo
inefable y colmado de gloria”. ¿Cómo es posible amar a alguien que
no hemos visto? ¿Y cómo podemos amar a Dios con todo nuestro
corazón, con toda nuestra alma, y toda nuestra mente y todas
nuestras fuerzas? ¿Acaso tenemos la capacidad de hacerlo?
TODO COMIENZA CON EL CORAZÓN
Es probable que creamos que nuestro corazón es simplemente la
sede de nuestras emociones. Sin embargo, en la Biblia nuestro
corazón es mucho más que eso. Es cierto que el corazón esta
compuesto de nuestras emociones, pero también de nuestra mente,
voluntad y conciencia. Nuestro corazón es la fuente de nuestros
sentimientos, pensamientos, intenciones y nuestro sentido de
condenación o culpabilidad cuando hacemos algo que no está bien.
Dios nos creó con un corazón a fin de que lo amaramos plena y
absolutamente.
En 1 Juan 4:19 dice: “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero”.
La nota en este versículo del Nuevo Testamento Versión Recobro
dice: “Dios nos amó primero porque Él nos infundió Su amor y generó
en nosotros el amor con el cual lo amamos a Él y a los hermanos (vs.
20-21)”.
Dios nos ordenó a que le amaremos absolutamente, pero Su intención
nunca fue que produjéramos este amor hacia Él con nuestro propio
esfuerzo. De hecho, Él está muy consciente que en nosotros mismos,
somos incapaces de tal amor. Es necesario que nos demos cuenta
que cuando Dios demanda algo, Su intención es que Él mismo ha de
cumplir esa demanda por nosotros. Nuestro amor por Dios de hecho,
tiene su origen en Dios mismo. Proviene de Su amor en nuestro ser, el
cual es más elevado que cualquier otra cosa que seamos capaces de
producir.
NUESTRA ALMA
Nuestra alma—mente, emoción y voluntad—es una gran parte de
nuestro corazón. Dios creó nuestra alma para que le expresáramos,
pero debido a la caída, solemos expresarnos a nosotros mismos.
Tenemos nuestras propias opiniones, sentimientos y decisiones
aparte de Dios.
No obstante, cuando volvemos nuestro corazón al Señor, nuestro
amor por Él crece. Lo amamos con nuestro corazón y
específicamente, comenzamos a amarlo con nuestra alma. Sus
pensamientos llegan a ser nuestros pensamientos, Sus sentimientos
llegan a ser nuestros sentimientos y Sus decisiones llegan a ser
nuestras decisiones. A medida que Él realiza Su obra
transformadora en nosotros, espontáneamente expresamos a Dios y
le glorificamos. Otros ven a Cristo expresado en nosotros en nuestro
amor hacia Él con toda nuestra alma.
NUESTRA MENTE
Nuestra mente es la parte principal de nuestra alma, la cual dirige el
resto de nuestro ser. Ponemos nuestra mente en muchas cosas, pero
Dios quiere que la pongamos en el espíritu, donde está Cristo.
Romanos 8:6 dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte,
pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”. Cuando ponemos
nuestra mente en la carne o las cosas de la carne, nos sentimos sin
vida e inquietos porque nos apartamos de Cristo en nuestro espíritu.
No obstante, cuando ponemos nuestra mente en el espíritu, estamos
en paz y llenos de vida. Al poner nuestra mente en nuestro espíritu
todo nuestro ser está enfocado en Dios.
NUESTRAS FUERZAS
Nuestras fuerzas aluden a nuestras fuerzas físicas. Cuando volvemos
nuestro corazón al Señor, le expresamos en nuestra alma y ponemos
nuestra mente en Él, nuestro cuerpo le seguirá. Anteriormente,
usábamos nuestras fuerzas para servirnos a nosotros mismos o al
mundo, pero conforme el amor por el Señor se extiende a todas
nuestras partes internas, nuestras acciones externas comenzarán a
cambiar. Las cosas que antes ocupaban nuestro tiempo y energía
cederán debido a que lo que amamos ha cambiado. Tenemos un
nuevo objetivo, una nueva meta y un nuevo reto. Nuestras fuerzas
físicas ahora son para Su propósito.
CONCLUSIONES
Finalmente entendemos que todos los versículos y las notas citadas
en esta entrada son de la Santa Biblia. Y qque sin lugar a duda nos
invitan a experimentar ese amor sublime que enseña el Señor por
medio de la Palabra, por medio de su hijo Jesús.
Solo de esta manera encontraremos el camino correcto para entender
el propósito de la vida respecto a los proyectos de Dios para nuestras
vidas.