traducción de MERCEDES CÓRDOBA Y MAGRO
revisión de VICTORIA SCHUSSHEIM
ACTIVISTAS SIN FRONTERAS
Redes de defensa
en política internacional
por
MARGARET E. KECK
KATHRYN SIKKINK
>*CI siglo
veintiuno
editores
m _________________________________
siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310, MÉXICO, D.F.
portada de patricia reyes baca
primera edición en inglés, 1998
© Cornell university, ithaca
y
primera edición en español, 2000
© siglo xxi editores, s.a. de c.v. \/
isbn 968-23-2234-0 .
título original: activists beyond borders, advocacy networks in /
international politics
derechos reservados conforme a la ley
impreso y hecho en méxico / printed and made in mexico
ÍNDICE
PREFACIO
1. UNA PRESENTACIÓN DE LAS REDES TRANSNACIONALES
DE DEFENSA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL
2. PRECURSORES HISTÓRICOS DE LAS MODERNAS
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
3. LAS REDES DE DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS
EN AMÉRICA LATINA
4. REDES DE DEFENSA AMBIENTAL^
5. REDES TRANSNACIONALES
SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
6. CONCLUSIONES. LAS REDES DE DEFENSA
Y LA SOCIEDAD INTERNACIONAL
SIGLAS
ÍNDICE ANALÍTICO
PREFACIO
Uno de los pasajes más memorables de Cien años de soledad, la novela
clásica de Gabriel García Márquez, describe la llegada del ejército
para apaciguar a los trabajadores de los platanares que están en huel -
ga en el pueblo mítico de Macondo. Cuando la multitud se niega a
dispersarse, los soldados disparan contra los hombres, mujeres y ni -
ños reunidos en la plaza central contigua a la estación del tren. El
único sobreviviente de la matanza, José Arcadio Segundo, vuelve en
sí en un tren fantasmal repleto de cadáveres “que iban a ser arroja-
dos al mar como el banano de rechazo”. Salta del tren y regresa a Ma -
condo, donde todos le aseguran: “aquí no ha habido muertos”. “Los
militares lo negaban a los propios parientes de sus víctimas, que des -
bordaban la oficina de los comandantes en busca de noticias... „En
Macondo no ha pasado nada...‟.”1
La novela fue publicada por primera vez en Argentina en 1967, un
año antes de la matanza de estudiantes en la plaza de Tlatelolco en
la ciudad de México, y un decenio antes de la aplicación de la “ley
fuga” en Argentina, donde las víctimas eran efectivamente arrojadas
al mar, sólo que vivas y sedadas, con lastres atados a los pies. En Ar -
gentina y en México la vida real pronto tuvo una asombrosa semejan -
za con el escenario alucinante descrito por García Márquez. Los fun-
cionarios negaron tener responsabilidad en los sucesos, e incluso, en
el caso de Argentina, que algo hubiera ocurrido. Ciudadanos asusta -
dos declaraban que en realidad nadie había muerto. Familiares iban
de oficina en oficina y lo único que se les decía es que nadie sabía
nada del paradero de sus hijos.
Sin embargo, los pueblos de México y Argentina crearon la “se -
gunda oportunidad sobre la tierra” que se había rehusado a los habi -
tantes de Macondo en las últimas páginas de la novela.2 En uno de
los hechos más sorprendentes para los derechos humanos, a media-
dos de los noventa ex oficiales militares argentinos confesaron haber
participado directamente en la represión de fines de los setenta. Die-
1 Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, Buenos Aires, Sudamericana, 1967,
pp. 260-263 2 Ibid., p. 351.
[9]
10 PREFACIO
ron detalles a los periodistas sobre su participación en las muertes por
fuga. El comandante en jefe del ejército argentino, el general Martín
Balza, aceptó la responsabilidad en los “errores” y los “métodos ilegí -
timos” utilizados, incluyendo las ejecuciones, ofreció sus condolencias
a las familias y prometió “un futuro que no repita el pasado”. 3
¿Por qué en la vida real el final fue tan diferente? Una parte fun-
damental de la explicación es la obra de una red de activistas en de-
rechos humanos nacionales e internacionales, que aportaron infor-
mación decisiva sobre lo ocurrido en Argentina y cabildearon en los
gobiernos y en organizaciones internacionales con el fin de expresar
su preocupación, investigar y presionar por el cambio. Organizacio -
nes no gubernamentales fueron las primeras en sacar a la luz infor -
mación sobre la violación a los derechos humanos en Argentina,
usando el testimonio de exiliados, refugiados y activistas en derechos
humanos argentinos. Organizaciones intergubernamentales como la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos más tarde habrían
de corroborar y ampliar esta información. Con la llegada de la demo-
cracia, investigadores y fiscales argentinos proveyeron pruebas defini -
tivas en los juicios celebrados contra las juntas militares por abuso de
los derechos humanos durante la dictadura. Queda por ver si la pro -
mesa del general Balza es profètica, o cínica. Los activistas en dere-
chos humanos tienen la esperanza de que, al decir la verdad sobre el
pasado a un público lo más extenso posible, se evitará su repetición.
En México tomó más tiempo para que la verdad saliera a la luz pú-
blica. El 2 de octubre de 1968 el ejército disparó sus ametralladoras
sobre una manifestación estudiantil en la plaza de Tlatelolco, una
gran plaza cuadrangular donde coexisten altos edificios modernos,
ruinas precolombinas y una iglesia española del siglo XVI. Oficial-
mente el gobierno admitió 43 muertes, pero observadores fidedig -
nos sugieren que se dio muerte a entre 300 y 500 personas, se hirió
a alrededor de dos mil y se aprehendió a entre 1 500 y dos mil per-
sonas.4
Es sorprendente que esta matanza atrajera muy poca atención in-
3 Horacio Verbitsky, El vuelo, Buenos Aires, Planeta, Espejo de la Argentina, 1995;
los comentarios del general Balza están tomados de Clarín, 26 de abril de 1995, tal
como se cita en “Primera sección, Informe especial: Guerra sucia y arrepentidos”, Mi-
croseminario, núm. 193, 24-30 de abril de 1995, pp. 3-7. 4 Michael C. Meyer y William L. Sherman, The course of Mexican history, Oxford, Ox-
ford University Press, 4a. ed., p. 669; Amnistía Internacional, Annual reporl 1968-69,
Londres, 1969, p. 12, y entrevistas con activistas mexicanos en derechos humanos.
PREFACIO 11
ternacional. El Comité Olímpico Internacional, que habría de cele-
brar los juegos olímpicos en la ciudad de México apenas diez días
después, confirmó que se procedería tal como se había planeado.
Fuera de algunas demostraciones estudiantiles de solidaridad en va -
rias ciudades, de un telegrama enviado al gobierno mexicano por el
PEN Club Internacional, en el que protestaba por el arres to de algu-
nos escritores, y de un telegrama de un grupo de intelectuales fran -
ceses, no hubo ninguna condena internacional por la matanza. 5 ¿Por
qué este hecho, una versión de 1968 de las muertes de la plaza de
Tiananmén, China, ocurridas en 1989, no levantó una reacción inter-
nacional? Una parte fundamental de la respuesta es que la red inter -
nacional en pro de los derechos humanos no existía todavía, como
tampoco la conciencia de los derechos humanos y las prácticas que
ha creado. Como no había una fuente independiente fidedigna, el
gobierno mexicano pudo controlar la información acerca de este
acontecimiento, y el bajo número de víctimas que dio fue universal -
mente aceptado.6
Para Mariclaire Acosta, activista en derechos humanos, que se di -
rigía a la plaza en el momento de la matanza, y cuyos compañeros se
cuentan entre los muertos y los arrestados, el pasaje de la novela de
García Márquez describe exactamente lo ocurrido en México en
1968. Unas pocas semanas más tarde la matanza parecía no haber te -
nido lugar. “Creo que es una de las cosas más opresivas de 1968. El
mundo fue totalmente indiferente... Es muy difícil superar esa expe-
riencia traumática de que esa cosa aterradora oficialmente no ha
ocurrido.”7
Veinte años después, el 2 de octubre de 1993, cien mil personas
concurrieron a una conmemoración. Los sobrevivientes de la matan -
za decidieron instaurar una comisión no gubernamental de la ver -
dad, una de cuyas primeras tareas sería averiguar exactamente cuántas
personas fueron muertas en la plaza. El gobierno mexicano se rehu-
só a abrir sus archivos, pero muchos mexicanos han expuesto sus
propias historias a la comisión. El “realismo mágico” del tren de Gar -
■' Ramón Ramírez, El movimiento estudiantil de México: julio-diciembre 1968, vol. 2: Do-
cumentos, México, Era, 1969. 6 El New York Times, del 4 de octubre de 1968, p. Al, el Washington Post, del 14 de
octubre de 1968, p. A3, y la revista Newsweek, del 14 de octubre de 1968, pp. 45-48, ha-
blan de 20 a 49 muertos y 100 a 500 heridos, reflejando las cifras dadas por el gobier-
no. 7 Entrevista con Mariclaire Acosta, Washington D. C., 3 de diciembre de 1993.
12 PREFACIO
cía Márquez está cediendo a la cuenta prosaica de los números y a los
narradores orales de la comisión de la verdad, con la esperanza de
que, al dar a conocer los hechos, se evite la repetición del pasado.
Nuestro punto en este libro es que el surgimiento de las redes
transnacionales de defensa coadyuvó a instigar y sostener el cambio
operado entre 1968 y 1993. El activismo internacional alrededor de
los derechos humanos halla ecos históricos en campañas del pasado
como las emprendidas en pro de la abolición de la esclavitud o en
pro del sufragio de las mujeres, y presagia campañas internacionales
en múltiples áreas. Nos ocupamos de estos precursores históricos'de
las redes modernas y seguimos el rastro del surgimiento, la evolución
y la eficacia de las actuales redes transnacionales de defensa en tres
áreas centrales: los derechos humanos, el ambiente y los derechos de
las mujeres. Casi la mitad de las organizaciones no gubernamentales
internacionales en pro del cambio social trabajan alrededor de estas
tres cuestiones.
Aunque estas redes suelen presentar diferencias drásticas en el
contenido de sus demandas, comparten algunas semejanzas decisi-
vas. Cuando tienen éxito, las redes pueden romper los ciclos históri -
cos como el que Gabriel García Márquez predice para Macondo al fi -
nal de la novela. Ahí donde los poderosos imponen el olvido, las re-
des pueden aportar canales opcionales de comunicación. Las voces
suprimidas en su propia sociedad pueden encontrar que las redes les
permiten proyectar y extender sus preocupaciones al ámbito interna -
cional, que a su vez puede reverberar en su propio país. Las redes in-
ternacionales multiplican las voces que se escuchan en las políticas
internacionales y nacionales. Estas voces argumentan, persuaden, ar -
man estrategias, documentan, cabildean, presionan y levantan que-
jas. La multiplicación de las voces es imperfecta y selectiva (por cada
voz que es escuchada muchas son ignoradas), pero en un mundo
donde las voces de los estados han predominado, las redes abren ca -
nales para llevar otras visiones e información al debate internacional.
Los politólogos han tendido«a ignorar a estos actores no guberna-
mentales porque no son “poderosos” en el sentido clásico del térmi -
no. En el meollo de las actividades de las redes está la producción, el
intercambio y el empleo estratégico de la información. Esta capaci-
dad puede parecer intrascendente frente a la fuerza económica, po-
lítica o militar de otros actores globales. Pero, al vencer la supresión
deliberada de la información que sustenta muchos abusos de poder,
las redes ayudan a reconfigurar los debates internacionales o nació-
PREFACIO 13
nales al modificar sus términos, su ubicación y la composición de los
participantes. Cuando son exitosas, las redes de defensa se encuen-
tran entre las fuentes más importantes de nuevas ideas, normas e
identidades del sistema internacional. Al mismo tiempo, participar
en redes transnacionales puede aumentar en grandes proporciones
los recursos políticos de que disponen los actores domésticos.
Las ideas y los principios que propugnan estas redes no promue-
ven estos cambios por sí solos. Frecuentemente las redes no alcanzan
sus objetivos; en muchos casos no se forman redes pese a que existen
graves problemas internacionales. Nuestro objeto aquí va más allá de
limitarnos a señalar la presencia de redes transnacionales de defensa
para una gran variedad de cuestiones. Al detenernos en la experien -
cia de algunas redes transnacionales en particular esperamos gene-
rar una comprensión más vigorosa de sus orígenes, estrategias, lími -
tes y eficacia, que posibilite situarlas dentro la rápidamente cambian-
te configuración de la política mundial.
Agradecemos el apoyo a nuestra investigación de las siguientes insti -
tuciones: al Hower Heinz Endowment/Center for Latín American
Studies, Universidad de Pittsburgh, Research Grant on Current Latín
American Issues; al Joint Committee on Latín American Studies y al
Advanced Fellowship in Foreign Policy Studies del Social Science Re-
asearch Council y al American Council of Learned Societies con fon -
dos aportados por la Ford Foundation; a la John D. and Catherine
MacArthur Foundation; y al McKnight Land Grant Professorship de
la Universidad de Minnesota.
Manifestamos nuestra gratitud a John Bowen, Alison Brysk, Jan
Hermán Burgers, Douglas Chalmers, Marcus Colchester, Elizabeth
Ann Donnelly, Raymond Duvall, Martha Finnemore, Norman Foster,
Jonathan Fox, Arvonne Fraser, Marsha Freeman, Andrew Hurrell,
Jane Jaquette, Elizabeth Jelin, Mary Katzenstein, Sally Kenney, Mi -
chael Kennedy, Sanjeev Khagram, Lisa Kois, Jeffrey Legro, David
Lelyveld, Ellen Lutz, Andrew Moravcsik, Paul Nelson, Richard Price,
James Riker, Thomas Risse-Kappen, Bruce Russett, James Scott, Gay
Siedman, Anne-Marie Slaughter, Catalina Smulovitz, Daniel Thomas,
David Trubek, Anna Tsing, Ann Waltner, David Weissbrodt, Chris to-
pher Welna, Alex Wendt, Mayer Zald; y a muchos estudiantes de Yale,
Johns Hopkins y la Universidad de Minnesota, entre otros a Eliza -
beth Umlas, Karen Brown Thompson, Helen Kinsella, Petrice Flo-
wers y Michael Riley; así como a muchos revisores anónimos por sus
14 PREFACIO
útiles comentarios de versiones anteriores. Kris Thalhammer, Amy
Sanders y Maria Florencia Belvedere aportaron invaluable asistencia
en la investigación. David Lumsdaine realizó una lectura minuciosa
de un borrador inicial y Marc Levy nos retó a hacer un trabajo más
amplio del que habíamos proyectado. Jackie Smith generosamente
nos permitió utilizar algunos de sus datos en el cuadro 1 y en el capí -
tulo 1 y nos facilitó su programa de codificación para la recopi lación
de nuestros datos. Robert Keohane y Sidney Tarrow nos alentaron,
hicieron brillantes comentarios y sugerencias y nos repartieron el tra -
bajo... ¿qué más se puede pedir?
Tuvimos también la oportunidad de presentar porciones de este
trabajo a paneles y seminarios de la American Political Science Asso-
ciation, la Law and Society Association, la American Society for Inter-
national Law, la Latin American Studies Association, la Universidad
de Columbia, la Universidad Duke, la Academia Católica de Weingar-
ten, Alemania, la Universidad de Michigan, la Universidad de Notre
Dame, la Universidad de Wisconsin y la Universidad de Harvard, y las
diversas reuniones de la red de investigación sobre Actores Colecti -
vos en el Espacio Transnacional, del MacArthur Consortium. Hemos
aprovechado los comentarios y sugerencias de los participantes en es -
tos escenarios diversos.
Nuestra más profunda gratitud va para los activistas transnaciona -
les con los que hemos tenido relación a lo largo de los años. Su ge-
nerosidad de espíritu y resuelta tenacidad en la prosecución de aque-
llo en lo que profundamente creen que es correcto han seguido in -
fluyendo en la conformación de la política mundial, pese al hecho de
que las teorías prevalecientes han desdeñado su existencia . Han com-
partido generosamente su tiempo, sus ideas y sus documentos con
nosotros, y si contamos pocas de sus historias no se debe a que las res -
tantes no merecieran ser contadas; todas contribuyeron a nuestra
comprensión y nos sirvieron de inspiración.
Roger Haydon impulsó este trabajo desde sus inicios y nos instó a
terminarlo, nos devolvió el material revisado exactamente cuando
dijo que lo haría; es un editor excelente y un maravilloso ser huma -
no. Ojalá no pierda nunca su sentido del humor.
Es difícil concebir cómo se podían armar proyectos entre varios
autores antes de la existencia de Internet. El poder enviar y reenviar
textos con formato una y otra vez ha significado que, en muchas par -
tes del manuscrito, nos es imposible estar seguras de quién escribió
ciertas frases, o dio origen o desarrolló ciertas ideas. Estamos conven -
PREFACIO 15
cidas de que el resultado es una genuina sinergia; ninguna de noso-
tras podría haber hecho esto por sí sola y, pese a algunos ratos difí-
ciles, el tiempo que pasamos trabajando juntas fue maravilloso.
Nuestras familias, Doug, Daniel y Matthew y Larry, Melissa y Lau-
ra, sufrieron un buen tiempo, no siempre calladamente, pero ahí es-
tuvieron. Dedicamos este libro a nuestros esposos, Larry Wright y
Douglas Johnson, activistas sin fronteras de largo cuño, y les estamos
agradecidas por todo lo que nos han enseñado acerca de estar conec -
tados.
MARGARET E. KECK
KATHRYN SIKKINK
Baltimore y Minneapolis
—
.
'
I UNA PRESENTACION DE LAS REDES TRANSNACIONALES
DE DEFENSA EN LA POLÍTICA INTERNACIONAL
A fines del siglo xx en la política internacional intervienen, además
de los estados, muchos actores no estatales, que interactúan unos
con otros, con los estados y con las organizaciones internacionales.
Estas interacciones están estructuradas en términos de redes, y las re -
des transnacionales son cada vez más visibles en la política interna-
cional. Algunas incluyen empresas y actores económicos. Otras son
redes de científicos y expertos que aprovechan sus vínculos profesio -
nales e ideas comunes para influir en política, ^tras son redes de ac -
tivistas y se distinguen principalmente porque se forman debido a la
posición medular de sus ideas o valores basados en principios.2 No-
sotras las llamaremos redes de defensa transnacionales._\
Las redes de defensa.son importantes tanto transnacional como
nacionalmente. Al establecer nuevos vínculos entre los actores de las
sociedades civiles, los estados y las organizaciones internacionales, es-
tas redes multiplican los canales de acceso al sistema internacional.
En los asuntos que defienden, como el medio ambiente y los dere-
chos humanos, también hacen posible que haya recursos internacio-
nales a disposición de los nuevos actores en las luchas políticas y so-
ciales nacionales. Al difuminar así los límites entre las relaciones de
un estado determinado con sus propios miembros, y la posibilidad
que tienen tanto los ciudadanos como los estados de recurrir al siste-
ma internacional, las redes de defensa ayudan a transformar la prác -
tica de la soberanía nacional.
Para examinar estos puntos, veremos primero a cuatro precursores
1 Peter Haas las ha llamado “comunidades basadas en el conocimiento” o “episté-
micas”. Véase su “Introduction: Epistemic communities and intemational policy coor-
dination", Knoivledge, Power and International Policy Coordination, número especial de In-
ternational Organimtion 46, invierno de 1992, pp. 1-36. 2 Las ideas que especifican los criterios para decidir si las acciones son correctas o
incorrectas, y si los resultados son justos o injustos, son creencias o valores que se com-
parten y que se basan en principios. Las creencias acerca de las relaciones de causa y
efecto son creencias causales compartidas. Judith Goldstein y Robert Keohane (eds.),
Ideas and foreign policy: Beliefs, institutions, and political change, Ithaca, Cornell University
Press, 1993, pp. 8-10.
[17]
18 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
históricos de las modernas redes de activismo, incluyendo el movi -
miento antiesclavista y la campaña por el sufragio femenino, y anali -
zaremos a fondo tres casos contemporáneos en los cuales destacan las
organizaciones tran s n ac i o 11 al es :*los derechos humanos,'el medio am-
biente y9los derechos de las mujeres. También aludiremos a las cam-
pañas transnacionales por los derechos de los indígenas, los derechos
laborales y la leche para lactantes. A pesar de sus diferencias, estas re-
des se parecen en varios aspectos importantes: la posición central que
ocupan sus valores o ideas, que se basan en sus principios; la creencia
de que los individuos pueden lograr el cambio; el empleo creativo de
la información, y el hecho de que los actores no gubernamentales em-
plean complejas estrategias políticas al lanzar sus campañas.
Los especialistas han tardado en reconocer la racionalidad o la im-
portancia de las redes de activistas que, motivadas por valores más
que por intereses materiales o normas profesionales, quedan fuera
de nuestras categorías acostumbradas. Las redes de defensa, más que
otros tipos de actores internacionales, con frecuencia van más allá de
un cambio de política, para propiciar e instigar cambios en las bases
institucionales y de principios de las interacciones internacionales.
Cuando lo logran, son parte importante de la explicación de las
transformaciones de la política mundial. Una red de defensa trans-
nacional incluye a aquellos actores relevantes que trabajan interna-
cionalmente sobre un asunto dado, y que están ligados por los valo-
res que comparten, por su discurso común, y por constantes inter -
cambios de información y de servicios. 3 Estas redes son más frecuen-
tes en las áreas temáticas, que se caracterizan por un elevado conte-
nido de valores e información incierta. En el centro de la relación
está el intercambio de información. Lo nuevo de estas redes es la ca-
pacidad de los actores internacionales no tradicionales para movili -
zar estratégicamente la información, a fin de ayudar a crear nuevos
asuntos y categorías, y para convencer, presionar e influir a organiza -
ciones y gobiernos mucho más poderosos que ellos. Los activistas de
las redes no sólo tratan de influir en los resultados de la política, sino
de transformar los términos y la naturaleza del debate. Aunque no
siempre lo consiguen, su papel es cada vez más importante.
3 Véase también J. Clyde Mitchell, “Networks, norms, and institutions”, en Jeremy
Boissevain yj. Clyde Mitchell (eds.), Network analysis, La Haya, Mouton, 1973, p. 23.
Sheward Lawrence sugirió un “discurso común” en “The role of international „issue
networks‟ in refugee repatriation: The case of El Salvador”, Columbia University, mi-
meografiado.
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 19
Las redes transnacionales de defensa están proliferando, y su pro-
pósito es cambiar el comportamiento de estados y organizaciones in -
ternacionales. Como son al mismo tiempo actores estratégicos y de
altos principios, “enmarcan” los asuntos de su interés para hacerlos
comprensibles para el público al que se dirigen, para atraer la aten -
ción, incitar a la acción y “encajar” en las vías legales e instituciona -
les favorables.4 Los actores de las redes llevan ideas, normas y discur-
sos nuevos a los debates sobre políticas, y sirven como fuentes de in-
formación y testimonio. Aquí al concepto de norma se le da el mis -
mo sentido que emplea Peter Katzenstein:
describen las expectativas colectivas para el adecuado comportamiento de
actores con una identidad dada. En algunas situaciones las normas funcio-
nan como reglas que definen la identidad de un actor, y de esta manera tie-
nen “efectos constitutivos” que especifican qué acciones harán que otras per -
sonas de importancia reconozcan una identidad determinada.3
Asimismo promueven que se implanten las normas, al ejercer pre-
sión sobre los actores idóneos para que adopten nuevas políticas y vi -
gilar que se cumplan los estándares internacionales. En la medida de
lo posible tratan de maximizar su influencia sobre el blanco de sus
acciones, con lo que contribuyen a cambiar la conciencia que tanto
1 David Snow y sus colegas adaptaron el concepto de “marco” de Ervin Goffman.
Nosotras lo empleamos para referirnos a “esfuerzos conscientes y estratégicos de gru-
pos de personas para adaptar la interpretación que comparten del mundo y de ellos
mismos, la cual justifica y motiva la acción colectiva. Definición de Doug McAdam,
John D. McCarthy y Mayer N. Zaid, “Introduction”, Comparative perspectives on social mo-
vements: Political opportunities, mobilizing structures, and cultural framings, McAdam,
McCarthy y Zald (eds.), Nueva York, Cambridge University Press, 1966, p. 6. Véase
también Frank Baumgartner y Bryan Jones, “Agenda dynamics and policy subsystems”,
journal of Politics 53:4, 1991, pp. 1044-1074. 1 Peter J. Katzenstein, “Introduction”, en P. J. Katzenstein (ed.), The culture of nation-
al security: Norms and identity in world politics, Nueva York, Columbia University Press,
1966, p. 5. Véase también Friedrich Kratochwil, Rules, norms and decisions: On the condi-
tions of practical and legal reasoning in intet'national relations and domestic affairs, Cambrid-
ge, Cambridge University Press, 1989; David H. Lumsdaine, Moral vision in internatio-
nal politics: The foreign aid regime, 1949-1989, Princeton, Princeton University Press,
1993; Audie Klotz, Norms in international relations: The struggle against apartheid, Ithaca,
Cornell University Press, 1995; Janice E. Thomson, “State practices, international
norms, and the decline of mercenarism”, International Studies Quarterly 34, 1990, pp.
23-47; Martha Finnemore, “International organizations as teachers of norms”, Interna-
tional Organization 47, agosto de 1993, pp. 565-597.
20 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
los actores sociales como el estado pueden tener de sus identidades,
intereses y preferencias, a transformar sus posiciones discursivas, y
esencialmente a cambiar los procedimientos, los planes de acción y
los comportamientos.*1
®Las redes son estructuras comunicativas. Para influir en el discur -
so, en los procedimientos y en los planes de acción, los activistas pue -
den participar en comunidades estratégicas más amplias (y llegar a
ser parte de ellas), que agrupan actores que trabajan sobre un tema
desde una gran variedad de perspectivas valorativas institucionales.
También hay que considerar las redes de activismo transnacionales
como espacios políticos en los cuales los actores que ocupan diferen -
tes posiciones negocian -ya sea formal o informalmente- los signifi-
cados sociales, culturales y políticos de su esfuerzo conjunto.
s%Hablamos de redes transnacionales (y no de coaliciones, movi -
mientos o sociedades civiles) para evocar la dimensión estructurada
y estructurante de las acciones de estos agentes complejos, que no
sólo participan en nuevas áreas de la política sino que también las
moldean. Al importar el concepto de red de la sociología y aplicarlo
transnacionalmente, tendemos un puente sobre la división cada vez
más artificial entre el campo internacional y el nacional. Con todo,
las teorías de las ciencias sociales no influyeron en nuestra elección
de llamar “red” a los fenómenos que estamos estudiando: lo hicieron
los propios actores. En los dos últimos decenios los individuos y las
organizaciones han formado conscientemente redes transnacionales
y les han puesto nombres, han establecido y compartido estrategias
y técnicas de trabajo con las redes, y han valorado las ventajas y los lí -
mites de este tipo de actividad. Los especialistas llegaron tarde a la
fiesta.
Dado nuestro proyecto, debería quedar claro que rechazamos la
separación, común en nuestra disciplina, entre relaciones internacio-
nales y política comparativa. Más aún, ni siquiera las teorías liberales
de las relaciones internacionales pueden explicar los fenómenos que
6 Igual que los “constructivistas” de la teoría de las relaciones internacionales, en-
tendemos que los actores y los intereses se constituyen en la interacción. Véase Mar-
tha Finnemore, National interests in International society, Ithaca, Cornell University
Press, 1996, quien sostiene que “los estados están inscritos en apretadas redes de rela -
ciones sociales transnacionales e internacionales que conforman sus maneras de per-
cibir el mundo y su papel en ese mundo. Los estados están socializados para desear de-
terminadas cosas de la sociedad internacional en la que viven ellos y la gente que la
integra”, p. 2.
REDES TRANSNACIONA1.ES DE DEFENSA 21
describimos; estas teorías reconocen que los intereses nacionales
conforman las acciones internacionales de los estados, y que los esta -
dos están inscritos en un mundo interdependiente donde los actores
no estatales tienen su importancia.7 La metáfora del “juego en dos ni-
veles” de Robert Putnam ha dado a algunos teóricos liberales cierta
distancia para que vean las relaciones internacionales como una ave-
nida de dos sentidos, en la cual los empresarios políticos hacen que
la influencia internacional se refiera a la política nacional, al mismo
tiempo que la política nacional configura sus posiciones internacio-
nales.8 Sin embargo, por valiosos que sean estos puntos de vista, in -
cluso esta avenida de dos sentidos es demasiado angosta e implica un
acceso limitado al sistema internacional que ya no es válido en mu-
chas áreas problemáticas.
En lugar de ello recurrimos a las tradiciones sociológicas que se
concentran en interacciones complejas entre los actores, la construc -
ción intersubjetiva de marcos de significado, y la negociación y malea-
bilidad de identidades e intereses. Estas han sido las preocupaciones
de los constructivistas en la teoría de las relaciones internacionales,
así como de los teóricos de los movimientos sociales en política com-
parativa, y recurrimos a ambas tradiciones. Las redes que describi-
mos en este libro tienen simultáneamente algo de política nacional
e internacional, y utilizan toda una variedad de recursos, como si fue-
ran parte de una sociedad internacional. Sin embargo, emplean es -
tos recursos de manera estratégica para influir en un mundo de esta -
dos y de organizaciones internacionales construidas por los estados.
Ambas dimensiones son esenciales. Los racionalistas reconocerán el
lenguaje de incentivos y represiones, estrategias, instituciones y re-
glas, en tanto que los constructivistas sociales y los construccionistas
se sentirán más cómodos con nuestro énfasis en las normas, las rela -
ciones sociales y los entendimientos intersubjetivos. Estamos conven -
cidas de que ambos conjuntos de intereses tienen importancia, y de
7 En “Liberalism and international relations theory”, de Andrew Moravcsik, Har-
vard Univérsity, Center for International Affairs, Working Paper núm. 92-96, revisado
en abril de 1993, puede verse un notable esfuerzo por sistematizar la teoría liberal de
las relaciones. Los institucionalistas liberales, a partir de Robert O. Keohane y de Jo-
seph S. Nye, Power and interdependence: World politics in transition, Boston, Little, Brown,
1977, han considerado axiomática la interdependencia compleja en el desarrollo de
la teoría de los regímenes.
8 Robert Putnam, “Diplomacy and domestic politics: The logic of two level games”,
International Oiganization 42, verano de 1988, pp. 427-460.
22 REDES TRANSNACIONAI.ES DE DEFENSA
que al reconocer que las metas y los intereses no se dan desde fuera,
podemos pensar en la actividad estratégica de los actores en un uni-
verso político estructurado intersubjetivamente. La clave para hacer-
lo consiste en recordar que en los contextos sociales y políticos en los
que operan las redes, en cualquier punto dado, hay tanto opiniones
que se impugnan como opiniones compartidas y estables. Los activis-
tas de una red pueden operar de manera estratégica dentro del uni-
verso más estable de las opiniones compartidas, al mismo tiempo que
tratan de modificar algunos de los significados impugnados.
Parte de lo escurridizo de las redes es la manera en que parecen
encarnar al mismo tiempo elementos de agente y de estructura. Cuan-
do preguntamos quién crea las redes y cómo las crea, preguntamos
por ellas en tanto que estructuras, como modelos de interacción en-
tre organizaciones e individuos. Sin embargo, cuando nos referimos a
ellas como actores, atribuimos a estas estructuras una entidad que no
puede reducirse a la mera identidad de sus componentes. A pesar de
ello, cuando en este libro nos referimos a las redes de actores, no per -
demos de vista que los activistas actúan en nombre de las redes.
Por ello nuestro enfoque de estas interacciones transnacionales
debe ser al mismo tiempo estructural y centrado en el actor. Nos ocu-
pamos de cuatro cuestiones principales: 1 ] ¿Qué es una red transna-
cional de defensa? 2] ¿Por qué y cómo surge? 3] ¿Cómo funcionan
las redes de defensa? 4] ¿En qué condiciones pueden ser eficaces, es
decir, cuándo es más probable que cumplan sus propósitos?9
Cuando empezamos este libro el terreno de los movimientos socia -
les y de las redes transnacionales todavía estaba reservado para los es-
pecialistas y había sido poco explorado tanto teórica como empírica -
mente; por ello se necesitaba un tipo de investigación que se propu -
siera descubrir una teoría nueva y nuevos modelos. Dado que pocas
de las teorías existentes procuran explicar los fenómenos transnacio-
nales que estamos estudiando, no podíamos confiar en los métodos
normales de las ciencias sociales para poner a prueba las hipótesis.
Los científicos sociales reconocen que para elaborar teorías y estable-
cer hipótesis se requieren métodos distintos que para poner a prueba
las teorías. Así que nuestro enfoque se parece a lo que los sociólogos
llaman “teoría fundamentada”, que es el intento más sistemático de es -1
9 Sobre el problema de medir la eficacia, véanse William A. Gamson, The strategy o/W
social protest, Chicago, Dorsey Pres, 1975; J. Craigjenkins y Bert Klandermans (eds.),B
The politics of social protest, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1995. I
gEDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 23
pecificar cómo se generan las percepciones teóricas por medio de la
investigación cualitativa.10 Al efectuar la investigación para este libro
primero analizamos inductivamente estos nuevos modelos de interac -
ción, estudiando la historia de algunas redes que participaron en
campañas transnacionales. Dado que el activismo transnacional y
transcultural es sumamente sensible al contexto, definimos un campo
nuiy amplio para buscar las variables que intervienen entre los valores
y la defensa, y entre la defensa y su efecto (aparente). No obstante, al
observar comparativamente las regiones y las áreas temáticas, encon-
tramos asombrosas coincidencias acerca de cómo y por qué surgieron
las redes, y sobre las estrategias que adoptaron. Si bien con el tiempo
descubrimos que el trabajo teórico sobre los movimientos sociales en
Estados Unidos tiene mucho que decir acerca del modo en que fun-
cionan las redes transnacionales de defensa, no partimos de ese su -
puesto. A partir de las coincidencias que observamos elaboramos al-
gunas explicaciones iniciales sobre por qué surgen las redes y en qué
condiciones pueden ser eficaces. Siguiendo la tradición de la teoría
fundamentada, empleamos otros casos comparativos para analizar y
afinar todavía más nuestros primeros argumentos. En cada uno de
nuestros casos nos referimos a asuntos en los que existen las redes y
otros en los que no existen, y exploramos tanto redes y campañas que
tuvieron éxito como otras que fracasaron.
Las organizaciones no gubernamentales (ONG), ya sean interna-
cionales o nacionales, desempeñan un papel destacado en estas re -
des, en algunos casos inspiradas por un voluntariado internacional
que la teoría de las relaciones internacionales no toma muy en cuen-
ta. Los científicos sociales apenas se han ocupado del papel político
de las ONG activistas como actores simultáneamente nacionales e in-
ternacionales. Muchos de los textos sobre las ONG provienen de es-
tudios sobre el desarrollo y, o bien no toman en cuenta las interac-
ciones con los estados, o su análisis político es notablemente débil. 11
111 Véanse Gary King, Robert O. Keohane y Sydney Verba, Designing social inquiry:
Scientific inference in qualitative research, Princeton, Princeton University Press, 1994, p.
38; Barney G. Glaser y Anselm L. Strauss, The discovery of grounded theory: Strategies for
qualitative research, Chicago, Aldine, 1967; Barney G. Glaser, Theoretical sensitivity, Mili
Valley, Sociological Press, 1978; Anselm Strauss yjuliet Corbin, “Grounded theory me-
thodology: An overview”, en Norman Denzin e Yvonna Lincoln (eds.), Handbook of
qualitative research, Thousand Oaks, Sage, 1994, pp. 273-285. 11 Si bien las revistas sobre desarrollo (especialmente World Development) normal-
mente incluyen artículos sobre el papel de las ong, no ocurre lo mismo en las de cien-
cias políticas, y pocos científicos políticos han participado en estas discusiones en la
24 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
Examinar el papel de las ONG en las redes de defensa permite distin-
guirlas de los movimientos sociales, las dependencias estatales y las
organizaciones internacionales, y al mismo tiempo observar sus co-
nexiones con todos ellos.
Examinamos las redes transnacionales de defensa y lo que hacen
mediante el análisis de lo que sus campañas han logrado. Para nues -
tros propósitos las campañas son conjuntos de actividades vinculadas
estratégicamente, en los cuales los miembros de una red de princi -
pios difusa (lo que los teóricos de los movimientos sociales llamarían
“potencial de movilización”) establecen lazos explícitos y visibles, y*
roles que se reconocen mutuamente, en la persecución de una meta
común (y, en general, en contra de un mismo objetivo). En una cam-
paña los actores centrales de la red movilizan a otros actores e inician
las tareas de integración estructural y de negociación cultural entre
los grupos de la red. Igual que en las campañas nacionales, conectan
entre sí a los grupos, buscan recursos, proponen y preparan activida -
des y llevan a cabo relaciones públicas. Asimismo, deben tratar cons-
cientemente de desarrollar un “marco común de significado”, tarea
complicada por la diversidad cultural de las redes transnacionales. 12
Hace tiempo que los grupos de activistas emplean el lenguaj e de las
campañas para hablar de esfuerzos concentrados y planeados estra -
tégicamente. Por ejemplo, las campañas internacionales llevadas a
cabo por las organizaciones ambientalistas y conservacionistas siem-
pre se centran en un tema (salvar a los animales que se sacrifican por
su piel, a las ballenas, a los bosques tropicales), en tanto que las cam-
pañas en pro de los derechos humanos se enfocan en un país (como
la campaña de Argentina) o en un tema (la tortura).13
El análisis de las campañas permite mirar las relaciones transna-
cionales como un espacio de lucha, visión que no obtiene cuando
uno se concentra en las propias redes o las instituciones a las que tra -
tan de afectar. En la mayoría de los capítulos también se toman en
cuenta “no campañas”, asuntos que los activistas identificaron como
problemáticos, pero acerca de los cuales las redes no organizaron
comunidad de desarrollo. Véase, de David Korten, Getling to the 21st century: Voluntary
action and the global agenda, Hartford, Kumarian, 1990. 12 Véase Jürgen Gerhards y Dieter Rucht, “Mesomobilization: Organizing and fra-
ming in two protest campaigns in West Germany”, American Journal ofSociology98:3, no-
viembre de 1992, pp. 558-559. 13 Para un análisis de las campañas de World Wildlife Fund, véase Arne Schiotz, “A
campaign is born”, iucn Bulletin 14:10-12, 1983, pp. 120-122.
REDES TRANSNACIONAI.ES DE DEFENSA 25
campañas. Esta mirada que se concentra en las campañas destaca las
relaciones: cómo se establecen y conservan las conexiones entre los ac-
tores de la red así como entre los activistas y sus aliados, y sus oposi -
tores. Podemos identificar los tipos de recursos que hacen posible
una campaña, como la información, el liderazgo y el capital (ya sea
éste simbólico o material),14 y debemos considerar las clases de estruc-
turas institucionales, tanto nacionales como internacionales, que alien-
tan o desalientan determinados tipos de activismo transnacional.
Aquí nos basamos en varias tradiciones. El trabajo reciente de Tho-
mas Risse-Kappen sostiene que las estructuras nacionales intervienen
en las interacciones transnacionales. Por estructuras nacionales se re -
fiere a la estructura estatal (centralizada o fragmentada), a la estruc -
tura social (débil o fuerte) y a las redes de procedimientos (consen-
súales o polarizadas).1‟ De la misma manera, los teóricos del movi-
miento social convienen en que comprender el contexto político o
la “estructura de oportunidad” es esencial tanto para entender el sur -
gimiento de un movimiento como para calibrar su éxito. Valorar la
estructura de oportunidad puede ser un ejercicio comparativo estáti -
co -observar el acceso diferencial de los ciudadanos a las institucio-
nes políticas, como las legislaturas, las burocracias y los tribunales - o
puede verse dinámicamente, como en los cambios de las relaciones
de poder político, formal o informal, a lo largo del tiempo. Estamos
de acuerdo con Sidney Tarrow acerca de la necesidad de combinar
la versión más estrictamente institucional con un tratamiento diná-
mico. ,b Por último, concentrarnos en la campaña nos permite anali -
zar las negociaciones de significado mientras observamos la evolu
ción de las tácticas; podemos reconocer que entre los actores de la red
14 La definición clásica sobre la movilización de recursos y los movimientos socia-
les es la de John D. McCarthyy Mayer N. Zald, “Resource mobilization and social mo-
vements: A pardal theory”, American Journal ofSociology 82:6, 1977, pp. 1212-1241. l:>Thomas Risse-Kappen, “Bringing intemational relations back in: Introduction”,
en Risse-Kappen (ed.), Bringing transnational relations back in: Non state actors, domestic
structures and intemational institutions, Cambridge, Cambridge University Press, 1995,
p. 22. Ifi Sydney Tarrow, “States and opportunities: The political structuring of social mo
vements”, en Comparative perspectives on social movements, pp. 41-61. Por estructura de
oportunidad política entiende “señales congruentes, pero no necesariamente formales, perma-
nentes o nacionales, que se hacen a los actores sociales o políticos, que los alientan o desalientan a
que utilicen sus recursos internos en la formación de movimientos sociales [...] Los tipos más no-
torios de señales son cuatro: la apertura del acceso al poder, el cambio de alineaciones,
la disponibilidad de aliados influyentes y la desunión de y entre las élites”, p. 54.
26 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
existen diferencias culturales, diferentes concepciones de los intereses
en una campaña, y recursos desiguales, al mismo tiempo que identi-
ficamos los papeles decisivos que cumplen los diferentes actores. Las
campañas son procesos de construcción de temas de interés constre-
ñidos por el contexto de acción en el cual van a llevarse a cabo: los
activistas identifican un problema, especifican una causa y proponen
una solución, siempre con miras a producir un cambio de procedi -
mientos, sustantivo y normativo, en el área de su interés. En las cam-
pañas efectuadas por redes este procedimiento de “retrato estratégi-
co”17 debe funcionar para los diferentes actores de la red y para el'
público al que ésta se dirige.
¿QUÉ ES UNA RED TRANSNACIONAL DE DEFENSA?
Las redes son formas de organización caracterizadas por modelos de
comunicación e intercambio voluntario, recíproco y horizontal. El
teórico de las organizaciones Walter Powell las llama un tercer modo
de organización económica, claramente distinto de los mercados y
de la jerarquía (la empresa). “Las redes „son más ágiles‟ que las jerar -
quías, y son particularmente idóneas para las circunstancias en las
cuales hay necesidad de información eficaz y fidedigna” y “para el in -
tercambio de productos cuyo valor no se mide fácilmente”. 18 Los
puntos de vista de Walter Powell sobre las redes económicas son ex-
traordinariamente sugerentes para comprender las redes políticas,
que también se forman en torno a asuntos de su intarés en los que la
información desempeña un papel clave, y alrededor de temas en los
cuales el valor del “producto” no se mide fácilmente.
A pesar de las diferencias entre el campo nacional y el internacio-
nal, el concepto de red se traslada bien, porque hace hincapié en las
relaciones francas y fluidas entre los actores comprometidos y ente -
rados que trabajan en áreas temáticas especializadas. Las llamamos
redes de defensa porque los defensores abogan por las causas de
otros o defienden una causa o una propuesta. El término defensa se-
17 Deborah A. Stone, Policy paradox and political reason, Nueva York, Harper Collins,
1988, p. 6. 18 Walter W. Powell, “Neither market ñor hierarchy: NetWork forms of organiza-
tion", Research in Organizational Behavior 12, 1990, pp. 295-296, 303-304.
REDES TRANSNACIONALES DF. DEFENSA 27
ñala lo que tienen de singular estas redes transnacionales: se organi-
zan para promover causas, ideas basadas en principios y normas, y
con frecuencia involucrar a individuos que defienden cambios de po-
lítica que no pueden vincularse fácilmente con una comprensión ra -
cionalista de sus “intereses”.
Algunas áreas temáticas reproducen en el nivel transnacional las
redes de relaciones personales que resultan decisivas para la forma-
ción de las redes nacionales.19 Las redes de defensa han sido particu-
larmente importantes en los debates cargados de valores acerca de los
derechos humanos, el medio ambiente, las mujeres, la salud de los ni -
ños, y los pueblos indígenas, en los cuales gran número de individuos
de diferentes posiciones han llegado a conocerse a lo largo de un pe-
riodo considerable y a tener puntos de vista parecidos acerca del mun-
do. (aiando los más imaginativos de ellos han propuesto estrategias
para la acción política en torno a problemas aparentemente insolu -
bles, este potencial se ha transformado en una red de acción.
Entre los principales actores de las redes de defensa pueden in-
cluirse los siguientes: 1] las organizaciones internacionales y naciona -
les no gubernamentales de investigación y defensa; 2] los movimien-
tos sociales locales; 3] las fundaciones; 4] los medios de comunica-
ción; 5] las iglesias, los sindicatos, las organizaciones de consumido-
res y los intelectuales; 6] partes de organizaciones intergubernamen -
tales regionales e internacionales, y 7] partes de las ramas ejecutiva o
legislativa de los gobiernos. No todos los actores están presentes en
todas las redes de defensa. Sin embargo, las primeras investigaciones
indican que las ONG internacionales y nacionales desempeñan un pa-
pel medular en todas las redes de defensa, por lo general iniciando
acciones y ejerciendo presión sobre actores más poderosos para que
tomen posiciones. Las ONG presentan nuevas ideas, proporcionan in-
formación y cabildean para obtener cambios en materia política.
Los grupos que forman parte de una red comparten valores y con
frecuencia intercambian información y servicios. El flujo de informa-
ción entre los actores de la red revela una intensa trama de conexio-
nes tanto formales como informales entre estos grupos. El movimien -
to de fondos y servicios es especialmente notable entre las fundacio-
nes y las ONG, y algunas de éstas proporcionan servicios, como capa-
citación, por ejemplo, para otras ONG de la misma red, y a veces de
19 Véase Doug McAdam y Dieter Rucht, “The cross-national diffusion of movement
ideas”, Annals of the American Academy of Political and Social Science 528, julio de 1993, pp.
56-74.
28 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
otras. El personal también circula dentro de las redes y entre éstas,
así como los actores relevantes pasan de una red a otra, en una espe-
cie de “puerta giratoria”.
Las relaciones entre las redes, dentro y entre las áreas temáticas,
son parecidas a lo que los estudiosos de los movimientos sociales han
descubierto en el activismo nacional estadunidense. 20 Los individuos
y los fondos de las fundaciones pasan de unas a otras. Los ambienta -
listas y los grupos de mujeres han estudiado la historia de las campa -
ñas por los derechos humanos, buscando modelos eficaces de cons-
trucción de instituciones internacionales. La reubicación de refugia-
dos y los derechos de los pueblos indígenas son elementos cada vez
más medulares de la actividad ambientalista internacional y vicever -
sa: las principales organizaciones de derechos humanos se han uni -
do a la campaña por los derechos de las mujeres. Algunos activistas
se consideran parte de la “comunidad de las ONG”.
Además de compartir información, los grupos de las redes crean
categorías o estructuras dentro de las cuales generan y organizan la
información que sirve de base a sus campañas. Su habilidad para ge-
nerar información rápida y exacta, y para desplegarla de manera efi -
caz, es su mejor carta, y también es decisiva para su identidad. Los
principales organizadores de las campañas deben asegurar que los
individuos y las organizaciones que tienen acceso a la información
necesaria se incorporen a la red. Los diferentes modos de enmarcar
un asunto de interés pueden requerir diferente tipo de información.
Así pues, las discusiones por el tipo de marco pueden ser una fuente
importante de cambio dentro de las redes.
¿CÓMO Y POR QUÉ HAN SURGIDO
LAS REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA?
Las redes de defensa no son nuevas. Podemos encontrar ejemplos
que se remontan a la campaña estadunidense del siglo xix para abo-
20 Véanse McCarthy y Zald, “Resource mobilization and social movement”; Myra
Marx Feree y Frederick D. Miller, “Mobilization and meaning: Toward an integration
of social psychological and resource perspectives on social movements”, Sociological In-
quiry 55, 1985, pp. 49-50; David S. Meyer y Nancy Whitter, “Social movement spillo-
ver”, Social Problems 41:2, mayo de 1994, pp. 277-298.
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 29
CUADRO 1
ORGANIZACIONES INTERNACIONALES NO GUBERNAMENTALES PARA EL CAMBIO SOCIAL
(clasificadas según el asunto de mayor importancia en su labor)
Area de enfoque
(N)
1953
(N=110)
1963
(N=141)
1973
(N-183)
1983
(N-348)
1993
(N=631)
Derechos
humanos
33 38 41 79 168
30.0% 270.0% 22.4% 22.7% 26.6%
Orden
mundial
8 4 12 31 48
7.3 2.8 6.6 8.9 7.6
Derecho
internacional
14 19 25 26 26
12.7 13.4 13.7 7.4 4.1
Paz 11 20 14 22 59 10.0 14.2 7.7 6.3 9.4
Derechos
de las mujeres
10 14 16 25 61
9.1 9.9 8.7 7.2 9.7
Medio ambiente 2 5 10 26 90 1.8 3.5 5.5 7.5 14.3
Desarrollo 3 3 7 13 34 2.7 2.1 3.8 3.7 5.4
Unidad étnica/
derechos de
grupos étnicos
10 12 18 37 29
9.1 8.5 9.8 10.6 4.6
Esperanto 11 18 28 41 54
10.0 12.8 15.3 11.8 8.6
FI ENTE: Union of International Associations, Yearbook of intemational organizations
(1953, 1963, 1973, 1983, 1993). Estamos en deuda con Jackie Smith, de la Universidad
de Notre Dame, por permitirnos usar sus datos de 1983 y 1993, y emplear sus códigos
para reunir nuestros datos del periodo 1953-1973.
lir la esclavitud. Sin embargo su número, tamaño y profesionalismo,
y la velocidad, diversidad y complejidad de los vínculos internaciona-
les que las unen, han crecido de manera impresionante en los últi -
mos 30 años. Como observa Hugh Heclo sobre las redes norteameri -
canas nacionales, “si la situación actual no es más que el resultado de
viejas tendencias, lo es en el mismo sentido en que una intersección
30 REDES TRANSNACIONA1.ES DE DEFENSA
de 16 carriles no es más que un perfeccionamiento de los cruces de
carreteras en el campo”.21
No podemos contar con exactitud las redes de defensa transnacio-
nales para medir su crecimiento a lo largo del tiempo, pero nos da
una idea de su número el aumento de ONG comprometidas con el
cambio social. Como las ONG internacionales son elementos clave de
cualquier red de defensa, este aumento indica tendencias generales
en el número, tamaño y diversidad de las redes de defensa en gene-
ral. El cuadro 1 sugiere que el número de ONG internacionales en pro
del cambio social ha aumentado en todos los asuntos que defienden ,
aunque en diferentes grados según las distintas áreas temáticas. Hay
cinco veces más organizaciones, que se dedican sobre todo a los de-
rechos humanos, que las que había en 1950 pero, proporcionalmen -
te, los grupos en pro de los derechos humanos siguen siendo más o
menos una cuarta parte del total. De la misma manera, los grupos
por los derechos de la mujer constituían el 9% del total en 1953 y en
1993. Las organizaciones ambientales transnacionales han crecido de
la manera más impresionante tanto en términos absolutos como re-
lativos: de dos grupos que había en 1953 a 90 en 1993, y del 1.8% del
total en 1953 al 14.3% en 1993. Ha disminuido el porcentaje de los
grupos en áreas temáticas como el derecho internacional, la paz, la
unidad étnica y el esperanto.22
Si bien las redes que se examinan en este libro sólo representan un
subconjunto del total, incluyen la defensa de los derechos humanos,
en torno a los cuales se ha organizado el mayor número de ONG inter-
nacionales de cambio social. En conjunto, los grupos que trabajan por
los derechos sociales, el medio ambiente y los derechos de las muje -
res representan más de la mitad del total de las organizaciones inter -
nacionales no gubernamentales en pro del cambio social.
21 Hugh Heclo, “Issue networks and the executive establishment”, en Anthony
King (ed.) The Ñero American Political System, Washington D. C., American Enterprise
Institute, 1978, p. 97. 22 Los datos son de un proyecto de investigación conjunta con Jackie G. Smith, a
quien agradecemos que nos permita usar su información del periodo de 1983 a 1993,
cuyos resultados se presentan en “Characteristics of the modern intemational social
movement sector”, en Jackie G. Smith et al. (eds.), Transnational social movement and
world politics: Solidarity beyond the State, Siracusa, Syracuse University Press, 1997, y por
su permiso para usar su forma de codificación y su código para nuestra recopilación
de información del periodo 1953-1973. Toda la información se obtuvo de la Union of
International Associations, The yearbook of intemational organizations, 1948-1995, que se
publica anualmente.
rEDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 31
Las redes internacionales son costosas. La distancia geográfica, la
influencia del nacionalismo, la multiplicidad de idiomas y culturas y
el costo del fax, el teléfono, el correo y los viajes en avión, hacen que
la proliferación de las redes internacionales sea un enigma que re-
quiere explicación. ¿En qué condiciones son posibles y probables es -
tas redes, y qué desencadena su surgimiento?
Al parecer es más probable que las redes de defensa transnaciona -
les suijan en torno a asuntos en los que 1] los canales entre los gru-
pos nacionales y sus gobiernos están bloqueados o no son fluidos, o
donde estos canales son ineficaces para resolver un conflicto, po-
niendo en marcha el modelo de influencia de “bumerang” caracte-
rístico de estas redes (véase la figura 1); 2] los activistas o los “empre -
sarios políticos” creen que el trabajo en una red contribuirá a sus
propias misiones y campañas, y las promueven activamente, y 3] las
conferencias y otras formas de contacto internacional crean escena-
l'igura I. Modelo de bumerang. El estado A bloquea las organizaciones que se encuen-
tran dentro de él; éstas activan la red, cuyos miembros ejercen presión sobre sus res-
pectivos estados y (si viene al caso) acuden a una tercera organización, que a su vez
ejerce presión sobre el estado A.
32 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
rios para formar redes y fortalecerlas. Donde están bloqueados los ca-
nales de los participantes la escena internacional puede ser el único
medio de los activistas nacionales para atraer la atención hacia los
asuntos que defienden. Las estrategias de bumerang son más comu -
nes en las campañas cuyo objetivo es el comportamiento o la políti -
ca nacional de un estado; las estrategias son más difusas cuando una
campaña busca un cambio de procedimiento más amplio que impli -
que a actores dispersos.
El modelo de bumerang
No es casual que tantas redes de defensa hagan reclamos sobre dere-
chos en sus campañas. Los gobiernos son los principales “garantes”
de los derechos, pero también sus principales violadores. Cuando un
gobierno viola los derechos o se niega a reconocerlos los individuos
y los grupos nacionales muchas veces carecen de recursos dentro de
los escenarios nacionales políticos o judiciales. Puede que al fin bus -
quen conexiones internacionales para expresar sus preocupaciones
e incluso para proteger sus vidas.
Cuando se bloquean los canales entre el estado y sus actores na-
cionales, puede que se dé el modelo de influencia del bumerang ca -
racterístico de las redes transnacionales; las ONG nacionales se brin-
can al estado y buscan directamente aliados internacionales para tra-
tar de ejercer presión sobre sus gobiernos, desde afuera. Este es, de
manera muy obvia, el caso de las campañas por los derechos huma-
nos. Asimismo, las campañas por los derechos de los indígenas y las
campañas ambientalistas que apoyan las demandas de los pueblos lo-
cales de participar en proyectos de desarrollo que pueden afectarlos,
con frecuencia implican este tipo de triangulación; los vínculos son
importantes para ambos lados: para los actores menos poderosos del
tercer mundo las redes representan acceso, presión e información (y
muchas veces dinero) que no lograrían por sí mismos; para los gru -
pos del Norte le dan credibilidad a la afirmación de que se esfuerzan
con sus asociados del Sur, no sólo en pro de ellos. Como es previsi -
ble, esas relaciones pueden producir tensiones considerables.
Respecto a otros temas, sobre los cuales los gobiernos son inacce-
sibles o sordos ante grupos cuyas voces pueden resonar en otro lugar,
los contactos internacionales pueden amplificar las demandas de los
grupos nacionales, buscar un espacio abierto para nuevos asuntos, y
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 33
luego devolver estas demandas al escenario nacional. Buenos ejem-
plos de esto son el caso de los caucheros que tratan de detener la in-
vasión de los ganaderos en la parte occidental del Amazonas, en Bra -
sil y el de las poblaciones tribales amenazadas por el embalse del río
Marinada, en la India.23
los empresarios políticos
Así como la opresión y la injusticia no producen movimientos ni revo-
luciones por sí solas, las reclamaciones acerca de asuntos que pueden
conducir a la acción internacional tampoco producen redes transna-
cionales: las producen los activistas, “personas a las que determinado
asunto les importa lo suficiente para incurrir en los gastos necesarios
para lograr sus metas”,24 y las crean cuando consideran que las redes
transnacionales apoyarán su misión de organizadores compartiendo
información, haciéndolos más notables, dándoles acceso a públicos
más amplios, multiplicando sus canales de acceso institucional, etc.
Por ejemplo, en la campaña para detener la promoción de la leche
preparada para lactantes entre las mujeres pobres de los países en des-
arrollo, la principal táctica de los organizadores fue un boicot a Nes-
ilé, el mayor productor. Dado que Nestíé era un actor transnacional
los activistas pensaban que era necesaria una red transnacional para
ejercer presión sobre las corporaciones y los gobiernos. 25 Con el tiem-
po, en estas áreas temáticas, la participación en las redes transnacio-
nales se ha vuelto un elemento esencial para la identidad colectiva de
los activistas que intervienen en ellas, y el trabajo en las redes es par-
te de su repertorio común. Con frecuencia los empresarios políticos
que pasan a ser los principales trabajadores de una red en una nueva
campaña tienen experiencia en campañas anteriores.
1 Sobre el primero de estos casos véase Margaret E. Keck, “Social equity and envi-
lonmental politics in Brazil: Lessons from the rubber tappers of Acre”, ComparativePo-
Htics 27, julio de 1995, pp. 409-424; sobre el segundo véase William E. Fisher (ed.), 7b-
íiwW sustainable development? Struggling over India s Narmada River, Armonk, M. E. Shar-
pe, 1993. Jl Pamela E. Oliver y Gerald Maxwell, “Mobilizing technologies for collective ac-
lion”, en Aldon D. Morris y Carol McClurg Mueller (eds.), Frontiers in social movement
theory, New Haven, Yale University Press, 1992, p. 252.
“‟Véase Katherine Sikkink, "Codes of conduct for transnational corporations. The ( ase of the WHO/UNICEF code”, International Organization 40, otoño de 1986, pp. 815-
«40.
34 REDES TRANSNACIONAI.ES DE DEFENSA
EL CRECIMIENTO DEL CONTACTO INTERNACIONAL
Las oportunidades para las actividades de las redes han aumentado
en los últimos veinte años. Además de los esfuerzos de los pioneros,
la proliferación de organizaciones y conferencias internacionales les
proporcionan centros en que establecen conexiones. Los viajes en
avión, que ahora son más baratos, y las nuevas tecnologías de comu-
nicación electrónica, aceleran el flujo de la información y hacen más
fácil el contacto personal entre los activistas. 26
En el fondo de estas tendencias hay un cambio cultural más am-
plio. Las nuevas redes han confiado en la creación de una nueva cía
se de público global (o sociedad civil) que creció como herencia cul
tural del decenio de 1960.27 Contribuyeron a este cambio tanto el ac-
tivismo que recorrió Europa occidentaj, Estados Unidos y muchas
partes del tercer mundo durante esa década, como el gran aumento
de oportunidades de contacto internacional. Al bajar bastante las ta -
rifas aéreas los viajes al extranjero dejaron de ser privilegio exclusivo
de los ricos. Los estudiantes participaron en programas de intercam-
bio. El Cuerpo de Paz y los programas de misioneros laicos enviaron
a miles de jóvenes a vivir y trabajar en el mundo en vías de desarro
lio. Los exiliados políticos de Latinoamérica dieron clases en las uni -
versidades estadunidenses y europeas. Las iglesias abrieron sus puer-
tas a los refugiados, a nuevas y ideas y a nuevos compromisos.
Obviamente el internacionalismo no se inventó en los sesenta.
Hace mucho que las tradiciones religiosas y políticas, incluyendo las
misiones extranjeras, las tradiciones solidarias del trabajo y de la iz-
quierda, y el liberalismo internacional, han sido impulsadas a la ac
ción por individuos y grupos que están fuera de los límites de sus prcH
pias naciones. Si bien muchos activistas que trabajan en las redes de
defensa provienen de estas tradiciones, ya no se definen a partir d
ellas o de las organizaciones que las apoyan. Esto es especialmente
cierto en el caso de los activistas de izquierda, que se desilusionaron
ante la negativa de sus grupos a tratar con seriedad los intereses de la
26F.I costo en dólares constantes de los boletos aéreos en 1995 era la mitad que en
1966, mientras que el número de pasajeros internacionales aumentó más de cuatro ve
ces en el mismo periodo. Home page de Air Transport Association, junio de 1997
http://www.air-transport.org/data/traffic.htm. Véase James Rosenau, Turbulence i
world politics, Princeton, Princeton University Press, 1990, pp. 12, 25. 27 Véase Sidney Tarrow, "Mentalities, political cultures and collective action frames:
Constructing meanings through action”, en Frontiers in social movcmenl theory, p. 184.
REDES I RANSNACIONAI.ES DE DEFENSA 35
mujeres, los problemas del medio ambiente y de las violaciones a los
derechos humanos en los países del bloque oriental. Al faltar una
gama de opciones con las que en decenios anteriores se hubieran sen-
tido tentados a comprometerse, la defensa y el activismo, ya fuese a
través de las ONG o de los movimientos rurales, vinieron a representar
la alternativa más viable para quienes tratan de “lograr un cambio”.
Si bien numerosos comités de solidaridad y grupos pro derechos
humanos efectuaron campañas contra la tortura y las desapariciones
durante los regímenes militares de América Latina, incluso en nom-
bre de los mismos individuos empleaban diferentes estilos, estrate-
gias y discursos, e interpretaban sus metas a partir de diferentes prin -
cipios. Las organizaciones de solidaridad basaron sus llamados en
compromisos ideológicos comunes: en el concepto de que quienes
estaban siendo torturados » asesinados defendían una causa común
con los activistas. En principio las organizaciones por los derechos
humanos se comprometían a defender los derechos de las personas
sin importar su afinidad ideológica con las ideas de las víctimas. Una
excepción a este ideal tuvo que ver con el uso de la violencia. Por
ejemplo, Amnistía Internacional defendía de la tortura, la ejecución
sumaria y la pena de muerte a todos los prisioneros, pero sólo adop-
taba como sus “prisioneros de conciencia” más simbólicos y visibles a
aquellos individuos que no habían promovido la violencia.
Si bien el internacionalismo laboral ha sobrevivido a la decaden-
cia de la izquierda, se basa principalmente en organizaciones con
muchos miembros, que representan (aunque sea de manera imper-
lecta) conglomerados comprometidos. Las redes de defensa que se
han formado por asuntos laborales han sido transitorias, y han res-
pondido a la represión de movimientos sindicales nacionales (como
las redes de apoyo laboral que se formaron en Brasil, Sudáfrica y
Centroamérica a principios de los ochenta).28
■8 El Centro de Información y Recursos Laborales de Brasil, grupo de defensa que
funcionó a principios de los ochenta, obtuvo el apoyo de buen número de sindicatos
de Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental, en una campaña que protestaba pol-
la persecución de los líderes sindicales brasileños que dirigían huelgas y mítines; el La-
l)or Committee de Sudáfrica reenvió líderes sindicales e intelectuales para difundir in-
(ormación sobre la organización del trabajo y la represión entre los flamantes sindica-
tos industriales militantes de Sudáfrica; el Comité Sindical de Centroamérica estaba
compuesto por líderes sindicales que establecieron canales alternativos de contacto y co-
laboraron con los activistas sindicales centroamericanos (especialmente salvadoreños
>' guatemaltecos), haciendo frente al apoyo de la afl-cio a la política de Reagan en esa
región.
36 REDES TRANSNACION ALES DE DEFENSA
En el Norte las redes de defensa funcionan en un medio cultural
intemacionalista, optimista en general respecto a las promesas y las
posibilidades del trabajo de las redes internacionales. Sin embargo,
para los miembros de las redes de los países en desarrollo justificar la
intervención externa o ejercer presión en los asuntos nacionales es
mucho más riesgoso, excepto cuando hay vidas en juego. Los víncu-
los con las redes del Norte exigen una confianza a toda prueba, ya
que los argumentos que justifican la intervención con bases éticas se
enfrentan al arraigado nacionalismo que es común en muchos gru -
pos políticos del mundo en desarrollo, así como al recuerdo de las
relaciones coloniales y neocoloniales.
¿CÓMO FUNCIONAN LAS REDES DE DEFENSA TRANSNACIONALES?
Las redes de defensa transnacionales tratan de tener influencia de
maneras muy parecidas a las de los demás grupos políticos y movi -
mientos sociales. Ya que no tienen poder en el sentido tradicional de
la palabra, deben utilizar el poder de su información, de sus ideas y
sus estrategias para transformar la información y los contextos valo -
rativos dentro de los cuales definen sus cursos de acción los estados.
La mayor parte de lo que hacen las redes podría llamarse persuasión
o socialización, pero ninguno de esos procesos deja de implicar con -
flictos. [Con frecuencia la persuasión y la socialización no sólo entra -
ñan razonar con los opositores, sino además ejercer presión, “torcer
brazos”, alentar sanciones y provocar vergüenza. \En su trabajo sobre
las normas y el apartheid Audie Klotz habla de los efectos de la coer-
ción, los incentivos y la legitimación, que con frecuencia forman par -
te del proceso de socialización.29
Nuestra tipología de las tácticas que siguen las redes en sus esfuer-
zos persuasivos, de socialización y de presión, incluye: 1] la política d
la información, o la capacidad de generar de manera rápida y fidedig-
na información que pueda emplearse políticamente, y de llevarla a
donde produzca el mayor impacto; 2] la política simbólica, o la capaci
dad de apelar a los símbolos, acciones o acontecimientos que hacen
comprensible una situación para un público que muchas veces se en
29 Klotz, Norms in international relations,, pp. 152-164.
PEDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 37
cuentra lejos;30 3] la política de apoyo y presión, o la capacidad para ape-
lar a actores poderosos para influir en una situación en la que no es
probable que puedan ejercer presión los miembros de una red, por
ser más débiles, y 4] la política de responsabilización, o el esfuerzo por-
que los actores de peso se mantengan en las políticas o principios
que afirmaron antes.
En una sola campaña pueden coincidir varios de estos elementos,
l'or ejemplo, la red por los derechos humanos difundió información
sobre los abusos contra los derechos humanos en Argentina en el pe -
riodo 1976-1983. Las Madres de Plaza de Mayo daban vueltas por la
plaza central de Buenos Aires, usando pañuelos blancos para atraer
la atención simbólicamente, hacia la peligrosa situación de sus hijos
desaparecidos. La red también trató de usar el apoyo y la presión tan -
to materiales como morales en contra del régimen argentino, ejer-
ciendo presión sobre Estados Unidos y otros gobiernos para que sus-
pendieran su ayuda económica y militar, y tratando de que la ONU y la
( omisión Interamericana por los Derechos Humanos condenaran las
prácticas antihumanitarias de Argentina. La vigilancia es una varian -
te de la política de la información, en la cual los activistas emplean
estratégicamente la información para asegurar la responsabilidad de
las declaraciones públicas, la legislación existente y las normas inter -
nacionales.
La construcción de marcos cognoscitivos es un elemento esencial
de las estrategias políticas de las redes. David Snovv llama a esta activi -
dad estratégica “alineación del marco”: “al hacer que los aconteci -
mientos tengan un significado, los marcos funcionan organizando la
experiencia y guiando la acción, ya sea individual o colectiva”. 51 La
“resonancia del marco” se refiere a la relación entre el trabajo inter -
pretativo de una organización y su capacidad para influir en interpre -
taciones públicas más amplias. Esto último implica tanto la coheren -
cia interna del marco como la inserción de su experiencia con una
0 Alison Brysk emplea las categorías “política de la información” y “política simbó-
lica” para referirse a las estrategias de los actores transnacionales, sobre todo de las re-
des por los derechos de los indígenas. Véanse "Acting globallv: Indian rights and in-
K rnational politics in Latin America”, en Donna Lee Van Cott (ed.), Indigenous people
nuil democracy in Latin America, Nueva York, St. Martin's Press/Inter-American Dialo-
gue, 1994, pp. 29-51, y “Hearts and minds: Bringing symbolic politics back in”, Polity
27, verano de 1995, pp. 559-585. 1 David Snow et al., "Fíame alignment processes, micromobilization, and move-
ment participation”, American Sociologicat Revieui 51, 1986, p. 464.
38 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
cultura política más amplia.32 En su obra reciente Snow y sus colegas,
así como Sidney Tarrow, le dan a la resonancia del marco una dimen -
sión histórica, al unirla al concepto de ciclos de protesta de Tarrow.33
Las luchas sobre el significado y la creación de nuevos marcos de sig -
nificado surgen al inicio de un ciclo de protesta, pero, con el tiempo,
“un marco determinado de acción colectiva pasa a formar parte de la
cultura política, o sea, parte del caudal de símbolos entre los cuales
pueden elegir los suyos los futuros empresarios de los movimientos”. 34
i- Los miembros de la red buscan activamente diferentes maneras
de llevar los asuntos de su interés a la escena pública, enmarcándo-
los imaginativamente y buscando recursos legales receptivos. A veces
crean nuevos temas al darles un marco nuevo a problemas viejos; de
vez en cuando contribuyen a que otros actores tengan una mejor
comprensión de sus identidades e intereses. Por ejemplo, el derecho
al uso de la tierra en Amazonia adquirió un carácter radicalmente
distinto y atrajo aliados muy diferentes al exponerse dentro del mar -
co de la desforestación que cuando se presentaba dentro de los mar -
cos de la justicia social o del desarrollo regional. En los decenios de
1970 y 1980 muchos estados decidieron por primera vez que promo-
ver los derechos humanos en otros países constituía una meta legíti -
ma de la política exterior y una auténtica expresión del interés nacio -
nal. En parte tomaron esta decisión debido a su interacción con la
red global en pro de los derechos humanos, que entonces empezaba
a formarse. Nosotras sostenemos que esto no representa la victoria
de la moral sobre el egoísmo, sino una nueva comprensión del inte-
rés nacional, que en parte fue posible debido a las interacciones es-
tructuradas entre los elementos del estado y las redes. Esta nueva
comprensión no puede derivarse sólo del cambio de las condiciones
globales y económicas, aunque sean relevantes.
Normalmente las redes transnacionales comprenden a un peque-
ño número de activistas de las organizaciones e instituciones que par -
ticipan en determinada campaña o que tienen un papel de defensa.
David A. Snow y Robert D. Benford, “Ideology frame resonance, and participant
mobilization”, en Bert Klandermans, Hanspeter Kriest y Sidney Tarrow (eds.), From
structure to action: Comparing social movement research across cultures, Greenwich, JAI Press,
1988, pp. 197-217. 33 “Master frames and cycles of protest”, en Frontiers in social movement theory, pp.
135-155. 34 Tarrow, “Mentalities”, p. 197.
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 39
^Los tipos de presiones y de programa político que ejercen las redes
de defensa rara vez comprenden la movilización de masas, excepto
en momentos decisivos, aunque los pueblos cuya causa abrazan pue-
den efectuar protestas masivas (por ejemplo los desalojados de sus
tierras en el caso del embalse del río Narmada).35 Las estrategias de
boicot constituyen una excepción parcial. En lugar de movilizaciones
masivas, los activistas efectúan lo que Baumgartner y Jones llaman,
tomando prestado el término jurídico, “buscar vías legales”, que se
apoya “más en la estrategia dual de la presentación de una imagen y
la búsqueda de la vía legal y política más receptiva”.3*‟ El reciente apa-
rejamiento de los derechos indígenas y los asuntos ecológicos es un
buen ejemplo de un cambio de vía estratégico efectuado por los ac -
tivistas indígenas, que encontraron que el ecologista era más recepti -
vo a sus demandas que el terreno de los derechos humanos.
Política de la información
La información, además de aglutinar a los miembros de la red, es
esencial para la eficacia de ésta. Muchos de los intercambios de infor -
mación son informales: por teléfono, correo electrónico o fax, me-
diante circulares, folletos y boletines. Brindan una información que
no podría conseguirse por otros medios de fuentes que no podrían
hacerse oír de otro modo; por otra parte, hay que hacer que esta in -
formación sea comprensible y útil para los activistas y para públicos
que pueden estar separados geográfica o socialmente. 37
!> Gerhards y Rucht, en “Mesomobilization”, detallan los esfuerzos de organiza-
don para preparar manifestaciones y mítines paralelos que coincidieran con la reu-
nión de 1988 del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en Berlín. Esta
fue, con mucho, la mayor acción masiva que coincidió con la campaña de desarrollo
multilateral del banco, y empezó con mítines y manifestaciones paralelas a las reunio-
nes anuales del banco en 1986. Es interesante que los autores parecen no haberse per-
catado de la existencia de la campaña transnacional de la cual formaba parte esta ac-
ción. Sobre el asunto de Narmada véanse Medha Patkar, “The struggle for participa-
ron and justice: A historical narrative”, pp. 157-178; Añil Patel, “What do the Narma-
da trilláis want?, pp. 179-200, y Lori Udall, “The international Narmada campaign: A
case of sustained advocacy”, pp. 201-30, en Fisher (ed.), Toward sustainable develvpment? 1 Baumgartner yjones, “Agenda dynamics”, p. 1050. !/ Rosenau, Turbulence, p. 199, asevera que “dado que la adecuación de la informa-
ción y la naturaleza misma del conocimiento se han transformado en elementos me-
dulares, lo que en un tiempo se consideraban altercados insignificantes de los erudi-
40 REDES TRAN SNACIONALES DE DEFENSA
Los actores no estatales llegan a tener influencia al funcionar
como fuentes alternativas de información. Los flujos de información
en las redes de defensa no sólo proporcionan datos sino también
contienen testimonios, o sea historias que cuentan las personas cuya
vidas han resultado afectadas. Además, los activistas interpretan los
hechos y los testimonios, y normalmente enmarcan de manera senci -
lla los problemas en términos de correcto e incorrecto, dado que su
propósito es convencer a la gente e incitarla a la acción. ¿Cómo se lle -
va a cabo este proceso de convencimiento? Un marco eficaz debfc
mostrar que determinado estado de cosas no es natural ni acciden-
tal, debe identificar la responsabilidad que corresponde a cada uno
de los participantes, y debe proponer soluciones verosímiles. Para
todo esto se requieren mensajes claros y llenos de fuerza que apelen
a principios compartidos, que con frecuencia tienen más impacto en
la política estatal que el consejo de los expertos técnicos. Una parte
importante de la lucha política por la información es precisamente
decidir si determinado asunto se define de manera primordial como
técnico (y de esta manera está sujeto a la consideración de expertos
bien preparados) o como algo que concierne a un conglomerado
global más amplio.
No obstante, incluso mientras destacamos la importancia de los
testimonios, tenemos que reconocer las mediaciones que tienen lu -
gar. El proceso mediante el cual se descubre y presenta el testimonio
normalmente comprende varias fases de traducción previa. Por ejem-
plo: los actores transnacionales identifican qué tipos de testimonios
pueden ser valiosos; luego le piden a una ONG de la zona que busque
personas que puedan contar esas historias; tal vez filtren el testimo-
nio por medio de expatriados o de investigadores de viaje, como no -
sotras mismas, o a través de los medios de comunicación. Con fre -
cuencia se abre una gran brecha entre el contexto sociocultural de la
historia original, su significado útil e incluso su terminología origi -
nal, y estos elementos en sus versiones posteriores. En otras palabras,
en una campaña transnacional, a las personas de la localidad las his -
torias pueden írseles de las manos. Cómo se lleva a cabo este proce-
so de interposición y traducción es una faceta especialmente intere -
sante en la política de las redes.38
tos sobre la adecuación de la evidencia y la metafísica de las pruebas ha llegado a ser
actividades notables de las relaciones internacionales”. 38 Agradecemos esta observación a Anna Lowenhaupt Tsing.
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 41
Las redes procuran descubrir problemas, investigarlos y poner al
tanto a la prensa y a los funcionarios. Una activista describió esto como
"la metodología de los derechos humanos [...] que promueve el cam-
bio al informar sobre los hechos”.39 Para que la información que pro-
ducen las redes sea creíble, debe ser confiable y estar bien documen-
tada. Para que atraiga la atención, debe ser oportuna y dramática. A ve -
ct's estos múltiples propósitos de la política de la información chocan
entre sí; no obstante, parece que tanto la credibilidad como el drama-
lisino son esenciales en una estrategia que se propone convencer al pú-
blico y a los políticos para que cambien de manera de pensar.
El concepto de “informar sobre los hechos” no expresa del todo
la manera en que las redes emplean estratégicamente la información
para enmarcar los problemas. Las redes llaman la atención hacia
ellos, o incluso los crean, al emplear un lenguaje dramático que atrae
el interés hacia lo que les preocupa. Un buen ejemplo es la reciente
campaña contra la práctica de la mutilación de los genitales femeni -
nos. Hasta 1976 sólo los especialistas médicos y los antropólogos sa -
bían de la difundida práctica de la circuncisión femenina efectuada
en muchos países africanos y en algunos asiáticos y del Medio Orien -
te."1 Una polémica campaña iniciada en 1974 por una red de orga-
nizaciones de mujeres y derechos humanos empezó a llamar más la
atención hacia estos asuntos al darle un nuevo nombre al problema.
Antes se hablaba de esta práctica en términos técnicamente “neu -
tros”, como circuncisión femenina, clitoridec tomía o infibulación.
La campaña sobre la “mutilación” de los genitales femeninos destacó
su importancia, creando literalmente un asunto de interés público.
Al darle un nombre nuevo a esta práctica la red rompió su vincula -
ción con la circuncisión masculina (que se considera una decisión mé-
dica o cultural personal), la relacionó con un procedimiento más temi -
do: la castración, y colocó el asunto en el marco de la violencia con-
tra las mujeres. De esta manera ubicó la práctica como una violación
Dorothy Q. Thomas, “Holding governments accountable by public pressure”, en
Joanna Kerr (ed.), Ours by right: Women‟s rights as human rights, Londres, Zed, 1993, p.
83. F.sta metodología no es nueva. Por ejemplo, véase Lumsdaine, Moral visión, pp.
187-188, 211-213. 111 La mutilación de los genitales femeninos se practica mucho más en África, don-
de se informa que se realiza en 26 países cuando menos. Se calcula que, en todo el
mundo, entre 85 y 114 millones de mujeres han sufrido mutilación de los genitales.
World Bank developmenl report, 1993: Investing in health, Nueva York, Oxford University
»ss, 1993, p. 50.
42 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
de los derechos humanos y generó acciones en muchos países, inclu -
yendo Francia y el Reino Unido; la ONU estudió el problema e hizo
una serie de recomendaciones para erradicar algunas prácticas tradi -
cionales.41
La falta de certeza es una de las dimensiones más citadas de los te-
mas ambientales. La información rigurosa no sólo escasea (aunque
esto está cambiando), sino que cualquier dato puede ser objeto de
toda una serie de interpretaciones. En el asunto de los bosques tro -
picales hay una gran incertidumbre científica acerca del papel de los
bosques en la regulación del clima, su capacidad para regenerarse y
el valor de los recursos biológicos no descubiertos o sin aprovechar.
No es probable que los ecologistas resuelvan estos asuntos; lo que
han hecho en algunas de sus últimas campañas ha sido darles un
marco nuevo, llamando la atención hacia el impacto de la desfores-
tación sobre determinadas poblaciones humanas. Con esto induje-
ron a la acción independientemente de la información científica.
Los activistas en pro de los derechos humanos, de la alimentación
para lactantes y los grupos de mujeres desempeñan papeles pareci -
dos, dramatizando la situación de las víctimas y transformando los
datos escuetos en historias humanas,i£on el propósito de movilizar a
la ffenfe a la acción. Por ejemplo, la campaña sobre la comida para
bebés se basaba fundamentalmente en estudios de salud pública que
demostraban que alimentar inadecuadamente con biberón contribu -
ía a la desnutrición y mortalidad de los lactantes, y que la mercado-
tecnia de las corporaciones estaba provocando que dejara de ama-
mantarse a los bebés.4- Los activistas de la red reorganizaron esta in-
formación y la reinterpretaron de formas dramáticas para promover
la acción; la organización británica de desarrollo War on Want publi-
có un folleto titulado “Los asesinos de bebés”, que el Grupo de Ac-
41 Véanse Leo.iard J. Koubva yjudith Muasher, “Female circumcision in Africa: An
overview”, African Studies Review 28:1, marzo de 1985, pp. 95-110; Alison T. Slack, “Fe-
male circumcision: A critical appraisal”, Human Rights Quarterly 10:4, noviembre de
1988, pp. 437-486; Flise A. Sochart, “Agenda setting, the role of groups and the legis-
lative process: The prohibition of female circumcision in Britain", Parliamentary Affairs
41:4, octubre de 1988, pp. 508-526. Sobre Francia véase Marlise Simons, “Mutilation of
girls‟ genitals: Ethnic gulf in French court”, New York Times, 23 de noviembre de 1993,
p. 13. Sobre las recomendaciones de la ONU véase “Report of the working group on tra-
ditional practices affecting the health of women and children”, documento de la ONU
E/CN.4/1986/42 a 26, 1986.
42 Véase D. B. Jellife y E. F. P. Jellife, Human milk in the modem world, Oxford, Ox-
ford University Press, 1978.
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 43
ción Suizo para el Tercer Mundo tradujo al alemán con el nuevo tí -
tulo de Nestlé mata bebés. Sin darse cuenta Nestlé le dio gran notorie-
dad a los activistas cuando demandó al Grupo de Acción para el Ter -
cer Mundo por difamación y calumnia.
Las redes no gubernamentales han ayudado a legitimar el empleo
de la información testimonial junto con la técnica y estadística. Vin -
cularlas es esencial, pues sin los casos individuales los activistas no
pueden motivar a la gente para que procure cambios. Cada vez más
las campañas internacionales de las redes dan este trato en dos nive-
les a la información. En el decenio de 1980 incluso Greenpeace, que
inicialmente había evitado la investigación rigurosa en favor de infor -
mación de prensa escandalosa, empezó a prestar más atención a l ri-
gor de los datos. La información técnica y el testimonio dramático,
juntos, ayudan a que la necesidad de acción sea más real para los ciu -
dadanos comunes y corrientes.
La densa red de intercambio entre el Norte y el Sur, auxiliada por
la comunicación por computadora y por fax, significa que los gobier -
nos ya no pueden monopolizar los flujos de información como hace
apenas cinco años. Estas tecnologías han tenido un enorme impacto
al permitir que la información llegue a los países del tercer mundo
(donde el servicio postal ha sido siempre lento y precario) y salga de
ellos; asimismo, y por supuesto, son especialmente ventajosas para las
organizaciones que tienen acceso a ellas. Un buen ejemplo del nue-
vo papel informativo de las redes se presentó cuando los ecologistas
estadunidenses ejercieron presión sobre el presidente George Bush
para que planteara el tema de las invasiones de los buscadores de oro
de la reserva indígena de los yanomame cuando el presidente Fer -
nando Collor de Mello estaba en Washington en 1991. Collor creía
que había desviado la protesta por el asunto de los yanomame al con-
vertir en grandes noticias las pistas de aterrizaje que utilizaban aqué -
llos dinamitadas por el gobierno, pero los miembros de la red fueron
puestos al día, vía fax, desde Brasil, y contradijeron estas afirmacio-
nes con pruebas de que los buscadores habían reparado las pistas y
seguían invadiendo la zona de los yanomame.
El papel medular de la información en estos casos ayuda a expli -
car la tendencia a crear redes. En estas áreas temáticas la informa-
(ion es esencial, pero está dispersa. Los actores no gubernamentales
dependen de su acceso a la información para poder ser participantes
legítimos. El contacto con grupos de la misma mentalidad, tanto de
su país como del extranjero, les proporciona el acceso a la informa-
44 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
ción necesaria para su trabajo, subraya su legitimidad, y contribuye a
movilizar información en torno a blancos políticos específicos. La ma-
yor parte de las organizaciones no gubernamentales no pueden dar -
se el lujo de mantener equipos de colaboradores en diferentes países.
En casos excepcionales pueden enviar a los miembros del equipo a
misiones de investigación, pero esto no es práct ico para mantenerse
informadas sobre los acontecimientos de rutina. Al establecer víncu-
los con las organizaciones locales pueden recibir y supervisar, a bajo ?
costo, la información de muchos países. A su vez, los grupos locales
dependen de los contactos internacionales para dar a conocer su in-
formación en el extranjero y contar con protección para su trabajo.
Los medios de comunicación son asociados esenciales en la políti -
ca de información de las redes. Para llegar a un público amplio las
redes se esfuerzan por atraer la atención de la prensa. Puede que al-
gunos periodistas simpatizantes entren a formar parte de la red, pero
es más frecuente que los activistas cuiden su reputación de credibili -
dad con la prensa, y preparen su información de manera oportuna y
dramática para atraer su atención.43
Política simbólica
Los activistas enmarcan los problemas identificando los acontecimien -
tos simbólicos impactantes y explicándolos de manera convincente;
aquéllos, a su vez, se vuelven catalizadores del crecimiento de las re-
des. La interpretación simbólica es parte del proceso de persuasión
mediante el cual las redes crean conciencia y se expanden. En 1992 se
concedió el premio Nobel de la Paz a la activista maya Rigoberta Men-
chú; la ONU declaró 1993 como el Año de los Pueblos Indígenas; esto
aumenta la conciencia pública acerca de la situación de los pueblos
indígenas en el continente americano. Los indios aprovecharon 1992,
el 500 aniversario del viaje de Colón a América, para ventilar un sin -
número de asuntos. Todo esto ilustra el empleo de acontecimientos
simbólicos para dar nueva forma a su interpretación.44
43 Sobre los movimientos sociales y los medios, véase, de Todd Gitlin, The whole
world is watching, Berkeley, University of California Press, 1980. Para un informe de la
investigación más reciente véase William A. Gamson y Gadi Wolfsfeld, “Movements
and media as interacting systems”, Annals of the American Association of Polilical and So-
cial Science 52S, julio de 1993, pp. 114-125.
44 Brisk, “Acting globally”.
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 45
El golpe de 1973 en Chile desempeñó este papel catalizador para
la comunidad en pro de los derechos humanos. Como Chile era el
símbolo de la democracia en América Latina, que en ese país pudie-
ra ocurrir un golpe tan brutal sugería que podía suceder donde quie-
ra. Para los activistas de Estados Unidos el papel de su gobierno en el
debilitamiento del de Allende intensificó la necesidad de emprender
la acción. Con frecuencia no es un acontecimiento único, sino la yux-
taposición de varios diferentes, lo que hace que la gente cambie de
opinión y actúe. Para muchas personas de Estados Unidos fue la yux-
taposición del golpe en Chile, la guerra en Vietnam, Watergate y el
movimiento por los derechos civiles lo que dio a luz el movimiento
por los derechos humanos. De la misma manera, las impresionantes
noticias de los incendios de los bosques tropicales brasileños duran-
te el ardiente verano de 1988 en Estados Unidos pueden haber con-
vencido a muchos de que el calentamiento global y la desforestación
tropical eran asuntos serios y relacionados. El asesinato del líder de
los caucheros, Chico Mendes, a fines de ese año, consolidó la idea de
que algo andaba muy mal en el Amazonas.
Política de apoyo y de presión
A los activistas de las redes de defensa les preocupa la eficacia polí -
tica. Su definición de eficacia con frecuencia incluye algún cambio
de táctica de parte de los “actores meta”, como por ejemplo los go -
biernos, instituciones financieras internacionales como el Banco
Mundial, o actores privados como las corporaciones transnaciona-
les. Para que ocurra el cambio de táctica las redes necesitan ejercer
presión y convencer a los actores más poderosos. Para adquirir in -
lluencia las redes buscan apoyo (palabra que aparece a menudo en
el discurso de las organizaciones de defensa) en actores con más
Tuerza. Al apoyar a las instituciones más fuertes los grupos débiles
adquieren una influencia que supera su capacidad de actuar direc -
tamente sobre las prácticas estatales. La identificación del apoyo ma-
terial o moral constituye un paso estratégico, que es decisivo en las
campañas de las redes.
El apoyo material con frecuencia relaciona el problema con dine-
ro o mercancías (pero potencialmente también con votos en las or-
ganizaciones internacionales, cargos de prestigio u otros beneficios).
La cuestión de los derechos humanes se volvió negociable porque los
46 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
gobiernos y las instituciones financieras relacionaron las prácticas de
los derechos humanos con la ayuda militar y económica, o con las re -
laciones diplomáticas bilaterales. En Estados Unidos los grupos por
los derechos humanos lograron apoyos al proporcionar a los func io-
narios clave la información que los convenció de que suspendiesen
la ayuda económica y militar. Para que este asunto fuera negociable
las ONG primero tuvieron que hacerse más notorias, empleando in. -
formación y política simbólica. Luego los miembros más poderosos
de la red tuvieron que vincular la cooperación con alguna otra cosá
de valor: dinero, relaciones o prestigio. De la misma manera, en la
campaña del banco de desarrollo multilateral de los ambientalistas
tuvo mucha fuerza la vinculación de la protección ambiental con el
acceso a los préstamos.
Si bien a menudo la influencia de las ONG depende de que consi-
gan aliados influyentes, su credibilidad sigue dependiendo en parte
de su capacidad de movilizar a sus propios miembros e influir en la
opinión pública a través de los medios de comunicación. En las de-
mocracias, la posibilidad de influir sobre los votos da a las organiza -
ciones con muchos miembros una ventaja sobre las que no los tienen
al tratar de influir sobre los legisladores para lograr un cambio de
tácticas; es más probable que tengan esta influencia extra las organi -
zaciones ecologistas (varias de las cuales cuentan con millones de
miembros) que las organizaciones por los derechos humanos.
La presión moral implica lo que algunos han llamado la “movili-
zación de la vergüenza”, cuando se hace público el comportamiento
de los actores sobre los que se quiere influir para que sea examinado
internacionalmente. Los activistas de la red ejercen presión moral a
partir de la hipótesis de que los gobiernos valoran la buena opinión
de los demás; pn la medida en que las redes pueden demostrar que
un estado viola las obligaciones internacionales o no vive a la altura
de lo que él mismo afirma, esperan comprometer su credibilidad lo
suficiente para motivar un cambio de táctica o de comportamiento.
Los estados son vulnerables a este tipo de presión en diversas medi -
das, lo que se analizará más adelante.
Política de responsabilización
Las redes dedican considerable energía a convencer a los gobiernos
y a otros actores de que cambien públicamente su posición en los
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 47
asuntos que a las redes interesan. Esto a menudo se rechaza como un
cambio intrascendente, ya que hablar no cuesta nada y los gobiernos
a veces cambian sus posiciones discursivas esperando distraer la aten -
ción de la red y del público. No obstante, los activistas de la red tra -
tan de transformar estas declaraciones en oportunidades para su po-
lítica de responsabilización. Una vez que un gobierno se comprome-
te públicamente con un principio (por ejemplo, en favor de los de -
rechos humanos o de la democracia), las redes pueden utilizar estas
posiciones y su dominio de la información para exponer la distancia
que hay entre el discurso y la práctica. Esto es vergonzoso para mu-
chos gobiernos, que pueden tratar de guardar las apariencias cerran -
do esa distancia.
Tal vez el mejor ejemplo de política de responsabilización de la
red fue la habilidad de la red de derechos humanos para utilizar las
estipulaciones en materia de los derechos humanos de los acuerdos
de Helsinki de 1955 para ejercer presión sobre la Unión Soviética y
los gobiernos de Europa oriental a fin de que cambiaran. Los acuer-
dos de Helsinki ayudaron a revivir el movimiento por los derechos
humanos en la Unión Soviética, produjeron nuevas organizaciones
(como el Grupo Helsinki en Moscú y el Comité de Vigilancia de Hel-
sinki en Estados Unidos), y ayudaron a proteger a los activistas de la
represión.1 ‟ La red de los derechos humanos se refirió a las obliga-
ciones de Moscú conforme al acta final de Helsinki, y las yuxtapuso
con ejemplos de abusos. Ilustrando el efecto de bumerang, el activis -
ta de los derechos humanos Yuri Orlov declaró:
No tenemos manera de llegar a nuestro gobierno. Puede que mi llamado a
Bre/hnev no haya llegado más allá de la oficina regional de la KGB. La verda-
dera pregunta es: ¿qué medios tiene un ciudadano soviético para acercarse
a su propio gobierno, que no sea de manera indirecta, a través de los gobier-
nos de otros países?”46
Las estructuras nacionales a través de las cuales los estados y los ac -
tores particulares pueden ser responsabilizados de sus declaraciones,
leves o contratos varían considerablemente de una nación a otra, in -
1 ‟ El análisis de los acuerdos de Helsinki se basa en Daniel Thomas, Norms and chan-
ge iii world politics, human rights, the Helsinki Accords, and the demise of communism, 1975-
1990, tesis doctoral, Cornell University, 1997.
Walter Parchomenko, Soviet images of dissidents and nonconformisls, Nueva York,
l‟raeger, 1986, p. 156, citado en Thomas, p. 219.
48 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
cluso entre las diversas democracias. La ubicación central de los tri -
bunales en la política de Estados Unidos crea una vía legal para la re-
presentación de los intereses difusos que no existe en la mayoría de
las democracias europeas.4' También explica el gran número de or-
ganizaciones de defensa de Estados Unidos especializadas en litigios.
Empero, la existencia de mecanismos legales no forzosamente signi -
fica que sean instrumentos factibles. Desde 1985 Brasil tiene una ley
de intereses difusa que reconoce a las organizaciones de defensa del
consumidor y del ambiente, pero la indolencia del sistema judicial
hace que sea en gran medida ineficaz.
¿EN QUÉ CONDICIONES TIENEN INFLUENCIA LAS REDES DE DEFENSA?
Para valorar la influencia de las redes de defensa debemos examinar
el cumplimiento de las metas en diferentes niveles. Identificamos los
siguientes tipos de fases de influencia en una red: 1] creación de un
problema y establecimiento de la agenda; 2] influencia sobre las po-
siciones discursivas de los estados y las organizaciones internaciona-
les; 3] influencia sobre los procedimientos institucionales; 4] influen-
cia sobre el cambio de táctica de los “actores-meta”, que pueden ser
estados, organizaciones internacionales como el Banco Mundial, o
actores privados como la Corporación Nestlé, y 5] influencia sobre el
comportamiento estatal.
Las redes generan atención hacia nuevos asuntos y ayudan a esta-
blecer agendas cuando provocan la atención de los medios de comu-
nicación, o debates, audiencias y reuniones acerca de cuestiones que
anteriormente no habían sido motivo del debate público. Como los
valores son la esencia de las redes de defensa, esta fase de influencia
puede requerir una modificación del “contexto de valor” en el que
ocurren los debates sobre tácticas. Las celebraciones de años y dece-
nios de la ONU, como el Decenio Internacional de la Mujer y el Año
de los Pueblos Indígenas, fueron acontecimientos internacionales
promovidos por redes que aumentaron la conciencia sobre estos
asuntos.
47 Sobre el acceso a los tribunales y la vigilancia ciudadana de la política ambiental
en Estados Unidos y Alemania véase Susan Rose Ackerman, Controlling environmentaf
policy: The limits of public law in Germany and the United States, New Haven, Yale Univer-
sity Press, 1995.
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 49
Las redes influyen en las posiciones discursivas cuando ayudan a
persuadir a los estados y a las organizaciones internacionales para
que apoyen las declaraciones internacionales o para que cambien sus
posición explícita de política nacional. El papel que desempeñaron
las redes en la conformación de las posiciones estatales y en las decla -
raciones de la conferencia en la Cumbre de la Tierra de 1992, en Río
de Janeiro, es un ejemplo de este tipo de impacto. También pueden
ejercer presión sobre los estados para establecer más compromisos al
firmar convenciones y códigos de conducta.
Los objetivos de las campañas de las redes con frecuencia respon-
den a demandas de cambios de táctica con cambios de procedimien -
los (que pueden afectar a las tácticas en el futuro). La campaña del
banco multilateral que se examina en el capítulo 4 es responsable en
gran medida de varios cambios de directivas del Banco Internacional
que ordenan mayor participación local y de las ONG en la discusión
de los proyectos. También abrió acceso a información que estaba res-
tringida, y condujo al establecimiento de un equipo independiente
de inspección para los proyectos del Banco Mundial. Los cambios
de procedimientos pueden multiplicar la oportunidad de que las or -
ganizaciones de defensa establezcan contacto normal con otros par-
ticipantes esenciales sobre un asunto, y a veces ofrecen la oportuni -
dad de pasar de las estrategias de presión externas a las internas.
Las actividades de una red pueden producir cambios de estrate -
gias, no sólo en los estados-meta sobre los que quieren actuar sino
también en otros estados y en las instituciones internacionales. Los
cambios explícitos de estrategia parecen implicar el éxito, pero inclu -
so cuando esto ocurre, tanto sus causas como sus significados pueden
ser escurridizos. Podemos señalar con cierta confianza el impacto de
la red donde las presiones de las redes de los derechos humanos han
logrado suspensiones de la ayuda militar a los regímenes represivos,
o una reducción de las prácticas de represión. Aveces la actividad en
pro de los derechos humanos llega a afectar la estabilidad de un ré -
gimen. No obstante, debemos tener cuidado en distinguir entre cam-
bio de táctica y cambio de conducta; por ejemplo, las tácticas oficia -
les respecto a la extracción de madera en Sarawak, Malasia, pueden
decir poco sobre la manera en que las compañías madereras se com-
portan sobre el terreno cuando no se respeta la ley.
Hablamos de fases de impacto, y no sólo de tipos de impacto, por-
que creemos que el aumento de atención, seguido de cambios en las
posiciones discursivas, hace que los gobiernos sean más vulnerables
50 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
a los reclamos de las redes. (Los cambios discursivos también pueden
tener un fuerte efecto de escisión en las propias redes, separando a
los de dentro de los de fuera, y a los reformistas de los radicales.) 48
Un gobierno que afirma que protege las zonas indígenas o las reser -
vas ecológicas es potencialmente más vulnerable a las imputaciones
de que estas áreas corren peligro, que un gobierno que no hace es -
tas aseveraciones. En ese sentido, el trabajo no consiste en hacer que
el gobierno cambie de postura, sino en que cumpla su palabra. tye
esta manera, el cambio significativo de táctica es más probable cuan-
do los primeros tres tipos o fases de impacto han quedado atrás.
Tanto las características del problema como las del actor cuentan
en la manera en que las redes afectan los resultados políticos y las
condiciones en que las mismas pueden ser eficaces. Las característi-
cas de los asuntos, como su visibilidad y resonancia dentro de las
agendas nacionales o institucionales existentes, pueden indicarnos
dónde es probable que las redes inserten nuevas ideas y nuevos dis -
cursos en los debates sobre tácticas. El éxito para influir en la táctica
también depende de la fuerza y densidad de la red, y de su capacidad
para lograr apoyo. Si bien muchas de las características de los temas
y de los actores son pertinentes aquí, hacemos hincapié en la reso
nancia del asunto, la densidad de la red, y la vulnerabilidad del “blan -
co” o meta.
Características del asunto
Los problemas que comprenden ideas sobre el bien y el mal son con -
venientes para el trabajo de las redes de defensa porque despiertan
fuertes sentimientos, permiten que voluntarios y activistas se unan a
las redes, e infunden significado a estas actividades voluntarias. Sin
embargo, no todas las ideas basadas en principios elevados conducen
a la formación de redes, y algunos asuntos pueden enmarcarse con
más facilidad que otros, de manera que tengan resonancia en los fun -
cionarios y en el público. En particular, los problemas de los que pue -
de decirse que son provocados por las acciones deliberadas e inten -
cionales de individuos identificables pueden tratarse mediante estra -
tegias de las redes de defensa de formas en que no pueden manejar-
se aquellos cuyas causas son irremediablemente estructurales. La ver-
48 Agradecemos ajonathan Fox que nos haya recordado este punto.
RI DES TRANSNACIONAI.E.S DE DEFENSA 51
(]adera creatividad de las redes de defensa ha consistido en encon -
trar marcos de intencionalidad dentro de los cuales tratar algunos
elementos de los problemas estructurales^ Si bien el marco de la vio-
lencia contra las mujeres no agota el asunto estructural del patriarca -
do, puede hacer que algunos de los efectos de éste sean problemas
con solución/ Colocar el conflicto por el uso y la tenencia de la tierra
dentro de un marco ambiental no agota los problemas de la pobreza
v la desigualdad, pero puede hacer más probable que se resuelvan al -
gunos de ellos.^Los actores de la red aseveran que con este cambio
de marcos debilitan el aparato estructural del patriarcado, la pobre-
za y la desigualdad, y facultan a nuevos actores para que en el futuro
traten mejor estos problemas. Tengan o no razón, con la declinación
de los partidos masivos de la izquierda en casi todas partes, en la
mesa quedan pocas agendas alternativas en las cuales puedan tratar -
se estos asuntos.
Mientras miramos las cuestiones en torno a las cuales se han or -,
ganizado con más eficacia las redes transnacionales de defensa, en -
contramos dos características de esos problemas que aparecen con
más frecuencia:(T] asuntos relacionados con el daño físico a indivi-
duos vulnerables, sobre todo cuando existe una cadena causal corta
v clara (o una historia) que señala la responsabilidad, y 2] asuntos
acerca de la igualdad u oportunidad legal. La primera característica
responde a la lógica normativa, y la segunda a una lógica jurídica e
institucional.
Los problemas relacionados con el daño físico a individuos vulne-
rables o inocentes parecen especialmente urgentes. Por supuesto,
qué constituye daño físico y quién es inocente puede prestars e a mu-
chas discusiones. Como lo demuestra la primera y fallida campaña
contra la circuncisión femenina, lo que para unos es daño, para otros
es un rito de transición. Sin embargo, es muy probable que tengan
éxito internacional las campañas contra prácticas relacionadas con el
daño físico a poblaciones que se consideren vulnerables o inocentes.
La tortura y las desapariciones han sido más manejables que otros
asuntos sobre los derechos humanos, y las protestas por la tortura de
los presos políticos más eficaces que las protestas por la tortura a de-
lincuentes comunes o la pena de muerte.jLas campañas ambientalis -
tas que han tenido más efecto transnacional han subrayado la cone- x¡on entre la protección del ambiente y la protección a los pueblos
-con frecuencia vulnerables- que viven allí.
También afirmamos que para llevar a cabo una campaña acerca de
52 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
un problema éste debe convertirse en una “historia causal” que esta -
blezca quién es el responsable o el culpable.49 La cadena causal debe
ser bastante corta y clara para que el caso sea convincente. La respon-
sabilidad de un verdugo que le pone una picana eléctrica en los ge -
nitales a un prisionero es muy clara. Culpar a los líderes estatales por
los actos de los soldados y carceleros implica una cadena causal más
larga, pero concuerda con los conceptos normales del principio de
cadena de mando rigurosa en los regímenes militares.
Los activistas han logrado convencer a la gente de que el Banco
Mundial es responsable de los impactos humanos y ambientales de
los proyectos que auspicia directamente, pero les ha sido más difícil
responsabilizar de manera convincente al Fondo Monetario Interna -
cional de las hambrunas y los motines por alimentos en el mundo en
vías de desarrollo. En este último caso la cadena causal es más larga,
más compleja y mucho menos visible, ya que ni el FMI ni los gobier-
nos revelan el contenido exacto de sus negociaciones.
Un ejemplo del boicot a Nestlé ilustra el punto acerca de las cade
ñas causales. El boicot logró poner fin a la publicidad directa y la pro -
moción de la leche para bebés entre las madres porque los activistas
pudieron establecer que la corporación influyó directamente en las
decisiones sobre alimentación a los infantes con efectos negativo'
para su salud. Pero falló al no impedir que las corporaciones abaste-
cieran gratis de leche para bebés a los hospitales. Si bien ésta fue la
única herramienta de mercadotecnia exitosa de la corporación, en
este caso la historia más larga y compleja de la campaña sobre la resi
ponsabilización fracasó, porque el público cree que los médicos y lo,
hospitales amortiguan la influencia de las corporaciones en los pa
cientes.
El segundo asunto en torno al cual parecen ser eficaces las campa
ñas transnacionales es la mayor igualdad legal de oportunidades (dis -
tinguiéndola del resultado). Nuestros análisis de la esclavitud y del
sufragio femenino en el capítulo 2 tratan esta característica del pro^
blema, tal como lo hace la campaña contra el apartheid, que es, sin
discusión una de las campañas transnacionales más exitosas. Lo que
hizo que el apartheid fuera un blanco tan claro fue la negativa leg'
de los aspectos más elementales de igualdad de oportunidades. Lo
lugares en los que la estratificación racial es casi tan exagerada cornqj
49 Deborah A. Stone, “Causal stories and the formation of policy agendas”, Politica\
Science Quarterly 104:2, 1989, pp. 281-300.
REI)ES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 53
eI1 Sudáfrica, pero en los cuales dicha estratificación no está decreta -
da legalmente, como Brasil y algunas ciudades de Estados Unidos, no
han generado el mismo interés.50
Características del actor
p Sin importar cuán fácil sea dar a determinados asuntos fuertes men -
sajes transnacionales y transculturales, debe haber actores que pue-
dan transmitir estos mensajes, y personas e instituciones que puedan
ser persuadidas o que sean vulnerables al apoyo. jLas redes funcio-
nan mejor cuando son densas, cuando tienen muchos actores, fuer-
tes conexiones entre los grupos que las integran, y flujos de informa-
ción fidedigna. (La densidad se refiere tanto a la regularidad y difu -
sión de los intercambios de información dentro de las redes como a
la cobertura de las zonas clave.) Las redejuificaces deben implicar in -
tercambios recíprocos de información e incluir activistas de los paí -
ses-meta y otros que puedan conseguir apoyo institucional. Medir la
densidad de la red es algo problemático; la densidad suficiente de-
pende de la campaña de que se trate, y no sólo hay que tomar en
cuenta el número de nodos de la red sino también su calidad. Asi -
mismo, aspectos importantes de una red son su acceso a otras redes,
su capacidad de difundir información, su reputación entre los acto -
res sobre los que quiere influir y su capacidad de hablar con y por
otras redes sociales, ff-
Los actores-meta deben ser vulnerables ya sea a los incentivos ma-
teriales o a sanciones de los actores de fuera, o bien sensibles a la pre-
sión debido a las discrepancias entre los compromisos que anuncia -
ron y la práctica. La vulnerabilidad surge tanto por la disponibilidad
del apoyo como por la sensibilidad del objetivo al mismo; si cualquie -
ra de los dos falla, la campaña puede fracasar. Los países más suscep -
tibles a las presiones de la red son los que aspiran a pertenecer a una
comunidad normativa de naciones. Este deseo implica una visión de
preferencias del estado que reconoce las interacciones de éste como
un proceso social y socializante.' ll Así, el apoyo moral puede ser espe-
cialmente pertinente cuando los estados se esfuerzan por elevar su ca -
tegoría dentro del sistema internacional. Por ejemplo, desde 1988 a
1,1 Véase Douglas S. Massey y Nancy A. Dentón, American apartheid: Segregalion and
„he makingof the underclass, Cambridge, Harvard University Press, 1993. 11 Véase Finnemore, National interests in inlemational society.
54 REDES TRANSNACIONA1.ES DE DEFENSA
los gobiernos brasileños les ha interesado mucho el impacto del asun -
to del Amazonas en la imagen internacional de su país. La invitación
del presidente José Sarney a celebrar en Brasil la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrol lo de 1992 tenía el
propósito de mejorar dicha imagen. De la misma manera, la preocu-
pación de las últimas administraciones mexicanas por el prestigio in -
ternacional de México las ha hecho más vulnerables a las presiones de
la red de derechos humanos. En la campaña sobre la alimentación
para bebés los activistas de la red emplearon la presión moral para
convencer a los estados de que votaran en favor de los códigos de con -
ducta de OMS/UNICEF. El resultado fue que lo hicieron incluso los Paí-
ses Bajos y Suiza, grandes exportadores de leche para lactantes.
REFLEXIONES SOBRE IA POLÍTICA TRANSNACIONA1.
Al concentrarnos en las interacciones internacionales que involu
eran a actores no estatales, seguimos la tradición de los primeros tr¡
bajos sobre política transnacional que señalaron el surgimiento de
múltiples canales de contacto entre las sociedades, cuyo resultado
fue que se desvaneciesen los límites entre la política nacional y la in -
ternacional.52 El concepto de red afina más esos trabajos. Las reco-
pilaciones de Keohane y de Nye, y los diversos analistas del “nuevo
transnacionalismo”, reúnen relaciones entre tipos muy distintos de
actores transnacionales: corporaciones multinacionales, la Iglesia
católica, organizaciones científicas internacionales y grupos de acti-
vistas.53 Todas estas relaciones pueden definirse como formas de re-
des transnacionales, pero distinguimos tres categorías diferentes se
gún sus motivaciones: 1] las que tienen metas instrumentales, sobre
todo las corporaciones y los bancos transnacionales; 2] las motivadas
principalmente por sus ideas causales comunes, como los grupos cien-
tíficos o las comunidades epistémicas,54 y 3] las originadas sobre
62 Robert Keohane yjoseph Nye, Transnational relations and world politics, Cambrid-
ge, Harvard University Press, 1971. 53 El único factor que tienen en común las relaciones trasnacionales es que lod
rebasan las fronteras nacionales, y que se caracterizan por tener actores decididos
(por lo menos uno de los cuales es un agente no estatal). Véase Risse-Kapper, “Intrc
duction”, Bringing transnational relations back in, p. 8. 54Véase Haas (ed.), Knowledge, power and intemational policy coordination. Los teóri
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 55
todo por idens comunes basadas en valores o principios (redes transna-
cionales de defensa).
Estas diferentes categorías de redes transnacionales corresponden
a diferentes dotaciones de recursos políticos y modelos de influencia.
En las relaciones transnacionales entre actores con metas instrumen-
tales podemos esperar que los recursos tengan el mayor peso; en las
comunidades epistémicas lo que más cuenta es la experiencia técni -
ca y la capacidad de convencer de su importancia a los funcionarios
y políticos. Como las comunidades epistémicas, las redes de defensa
transnacionales se basan en la información, pero para ellas lo más
importante es la interpretación y el empleo estratégico de la informa -
ción. La influencia es posible porque los actores de estas redes al mis -
mo tiempo ayudan a definir el área de enfoque, a convencer a los pú-
blicos-meta de que los problemas así definidos pueden resolverse, a
prescribir las soluciones y a vigilar que se lleven a cabo. De esta ma -
nera lo distintivo de las redes transnacionales de defensa es que gi-
ran en torno a las ideas basadas en principios; sus estrategias tienen
como propósito emplear la información y las creencias para impul -
sar la acción política y para emplear el apoyo a fin de obtener, a su
vez, el respaldo de instituciones más poderosas.
Sin asumir que las interacciones políticas del sistema internacio -
nal pueden reducirse a determinaciones políticas nacionales nos he-
mos basado en gran medida en el conocimiento adquirido gracias al
estudio de la política nacional. La ciencia política estadunidense ha
prestado especial atención a las teorías sobre la formación y el com-
portamiento de los grupos. No obstante, tanto las teorías pluralistas
como las elitistas clasifican grosso modo a las áreas de las que se ocu-
pan por sector económico o por agrupamientos de tácticas guberna-
mentales.55 Al hacer extensivo el empleo de área temática al de asun-
tos de las comunidades epistémicas excluyen de su definición a los grupos de activis-
tas, ya que consideran a las comunidades epistémicas principalmente como gnipos de
científicos limitados a los asuntos más técnicos de las relaciones internacionales. M. ].
Pete rson, en “Whalers, cetologists, environmentalists and the international manage-
ment of whaling”, International Organization 46, invierno de 1992, pp. 149, 155, distin-
gue a los activistas de los actores de las comunidades epistémicas, pues los primeros
“no siguen reglas de razonamiento” y enmarcan los asuntos en términos sencillos, di-
vidiendo al mundo en “malos” y “buenos”.
°;) Andrew S. McFarland, “Interest groups and political time: Cycles in America”,
ttritish Journal of Political Science, 21, julio de 1991, p. 261. Los intentos de definir los
modelos de influencia incluyen explicaciones que destacan las características del gru-
po, las características de los temas, y, más recientemente, los modelos de interacción:
56 REDES TRANSNACION ALES DE DEFENSA
tos basados en principios, rechazamos una noción económicamente
reduccionista de esos intereses, y adoptamos un enfoque más inter-
activo de la manera en que los intereses se conforman dentro de las
redes. Los textos sociológicos sobre las redes han desarrollado meca -
nismos formales para identificarlas y cartografiarlas, así como para
explorar sus atributos y relaciones, como por ejemplo la densidad de
la red o la fuerza de sus vínculos internos.06
Conforme se generalizaba el concepto de comunidad estratégica
como una interacción pautada dentro de un área problemática, lle -
vó a una mayor interacción con los científicos sociales europeos,
quienes pensaban que la mayor parte de la teoría de grupos estaba
demasiado estructurada en torno a la política de Estados Unidos. Los
europeos llevaron al debate la preocupación por los límites de los
grupos y las relaciones entre los miembros, y por las ideas y los inte-
lectuales que las enmarcan y difunden. Este enfoque se ajustó con
creciente interés a la dinámica de la agenda pública, inspirándose en
el trabajo de John Kingdon.5' La investigación sobre los grupos de
defensa de interés público y los grupos ciudadanos borra los límites
entre las teorías sobre movimientos sociales y sobre grupos de inte -
rés. Los grupos de defensa del interés público “prosperan con la con -
troversia” y son creados por empresarios polít icos y apoyados por
comités de planes de acción y redes en pro de temas determinados. Véanse, por ejem-
plo, Heclo, “Issue networks"; Jack Hayward, “The policy community approach to in-
dustrial policy‟‟, en Dankwart Rustowy Kenneth Paul Erickson (eds.) Comparative poli-
tical dynamics: Global research perspectives, Nueva York, Harper Collins, 1991, pp. 381-407;
Howard Aldrich y David A. Whetten, “Organization-sets, and networks: Making the
most of simplicity”, en Paul Nystrom y William Starbuck (eds.), Handbook of organizatio-
nal design, Nueva York, Oxford University Press, 1981. De vez en cuando estos textos
sobre la organización se aplican a las relaciones internacionales. Véase Gayl D. Ness y
Steven R. Brechin, “Bridging the gap: International organizations as organizations”,
International Organization 42, primavera de 1988, pp. 245-273. 36 Sobre las metodologías y el software para analizar las redes se habla en David Kno-
ke y James H. Kuklinski, Network analysis, Sage University Papers Series, Quantitative
applications in the social sciences, núm. 28; Beverly Hills y Londres, Sage, 1982. No
está claro si la gran inversión de tiempo y dinero que implican estas metodologías para
el análisis de las redes internacionales más extensas se justifica por los resultados que
generan. Si bien es posible tomar muestras de la red, “a la fecha no existe una estrate -
gia completamente satisfactoria” (p. 27). 57 Sthephen Brooks, “Introduction: Policy communities and the social sciences”,
Stephen Brooks y Alain-G. Gagnon The political influence of ideas, Westport, Praeger,
1994, p. 5; John W. Kingdon, Agendas, altematives, and public policies, Boston, Little,
Brown, 1984.
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 57
fundaciones privadas. Ese trabajo, igual que el nuestro, destaca el
contexto interactivo en el cual se conciben y negocian las reclamacio -
nes políticas.58
Parecidos intereses han adquirido importancia en los estudios so-
bre movimientos sociales en el último decenio. Las organizaciones y
los individuos de las redes de defensa son empresarios políticos que
movilizan recursos, como por ejemplo información y listas de miem-
bros, y muestran una sutil conciencia de las estructuras de oportuni -
dad política en las que operan.59 Nuestro énfasis en el papel de los
valores en las redes es congruente con algunos argumentos conteni -
dos en los textos sobre “nuevos movimientos sociales”. 60 Sin embar-
go, lo más importante es que, en el último decenio, la teoría del mo-
vimiento social se concentra cada vez más en la interacción entre las
condiciones sociales y estructurales y la acción, el contexto social de
la movilización, y la transformación de los significados entre los acti -
vistas y entre los públicos de masa que hacen que la gente crea que
puede tener impacto en determinado asunto.
A medida que pasan al primer plano los aspectos cognoscitivos y
relaciónales de estos enfoques teóricos, aumenta su utilidad poten-
cial para estudiar las actividades transnacionales de los grupos. Al
descomponer a los estados nacionales en sus partes componentes -a
veces competitivas- que interactúan de diferente manera con distin-
tos tipos de grupos, obtenemos una visión mucho más multidimen-
sional de la forma en que los grupos y los individuos entran a la are-
' Jack L. Walker, Mobilizing interest groups in America: Patrons, professions, and social
movements, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1991, p. 12. Sobre la expansión de
la acción ciudadana véanse especialmente Michael W. McCann, Taking reform seriously:
Perspectives on public interest liberalism, Ithaca, Cornell University Press, 1986; Jeffrey
Berry, "Citizen groups and the changing nature of interest group politics in America”,
Annals of the American Academy of Political and Social Science 528, julio de 1993, pp. 30-41.
Véanse, entre otros, David A. Snow, Louis A. Zurcker y Sheldon Ekland-Olsen,
"Social networks and social movements: A microstructural approach to differential re-
cruitment”, American Sociological Review 45, 1980, pp. 787-801; Snow et al., “Frame align-
ment processes”; Snow y Benford, "Ideology, frame resonance, and participant mobi-
lization”; Sidney Tarrow, Power in movement: Social movements, collective action, and mass
politics in the modem state, Cambridge, Cambridge University Press, 1994; McAdam,
McCarthy y Zald, “Introduction”, en Comparative perspectives on social movements, pp. 1-
20. 1,0 Véase RussellJ. Dalton, Manfred Kuechlery Wilhelm Burklin, “The challenge of
new movements”, Dalton y Kuechler (eds.), en Challenging the political order: New social
find political movements in luestern democracies, Cambridge, Polity Press, 1990, pp. 10-16.
REDES TRANSNACIONAI.ES DE DEFENSA
na pública. Enfocar los contextos interactivos nos permite explorar
los papeles de los valores, las ideas y los diferentes tipos de informa-
ción y conocimiento. Como asevera Heclo: “Los miembros de la red
refuerzan sus mutuos sentidos de los asuntos como intereses suyos,
más que (tal como los modelos normales políticos o económicos qui -
sieran) como intereses que definen sus posiciones sobre los asun-
tos.”61 Estos enfoques teóricos se pueden transladar bien de las rela -
ciones nacionales a las transnacionales precisamente porque para
ello no necesitan translado alguno. En lugar de ello, muchos ac tores
transnacionales sencillamente desechan la ficción del estado unitario
tal como se ve desde fuera.62
¿VAMOS HACIA UNA SOCIEDAD CIVIL GLOBAL?
Muchos otros estudiosos reconocen ahora que “el estado no mono -
poliza la esfera pública”63 e, igual que nosotras, buscan la manera de
describir la esfera de interacciones internacionales con una variedad
de nombres: relaciones transnacionales, sociedad civil internacional,
y sociedad civil global.64 Desde estos puntos de vista los estados ya no
se ven como algo unitario desde fuera. Las interacciones cada vez
más densas entre individuos, grupos, actores de los estados e institu -
ciones internacionales parecen involucrar mucho más que la repre-
sentación de intereses en un foro mundial.
Sostenemos que el concepto de red de defensa no puede subsumir-
se entre las nociones de movimientos sociales transnacionales o de so-
61 Heclo, “Issue networks”, p. 102. 62 Douglas Chalmers lleva más allá esta idea, alegando que ahora hay que conside-
rar a muchos de estos actores internacionales sencillamente como “actores nacionales
internacionalizados”, y a sus recursos internacionales como recursos políticos iguales
a cualesquiera otros. Véase “Internationalized domestic politics in Latín America: The
institutional role of internationally based actors”, artículo inédito, Columbia Univer-
sity, 1993.
6S M. J. Peterson, “Transnational activity, international society, and world politics”,
Millenium 21:3, 1992, pp. 375-376. 64 Véanse, por ejemplo, Ronnie Lipschultz, “Reconstructíng world politics: The
emergence of global civil society”, Millenium 21:3 1992, pp. 389-420; Paul Wapner, “Po-
litcs beyond the State: Environmental activism and world civic politics”, World Politics ]
47, abril de 1995, pp. 311-340; número especial de Millenium sobre movimientos socia-1
les y política mundial, 23:3, invierno de 1994.
REDES TRANSNACIONAI.ES DE DEFENSA 59
ciedad civil global. En particular los teóricos que sugieren que es in -
estable que suija una sociedad global a partir de la globalización eco-
nómica o de las revoluciones en las tecnologías de la comunicación y
do los transportes, no toman en cuenta los asuntos de agencia y opor -
tunidad política que nos parecen esenciales para comprender la evo-
lución de las nuevas instituciones y de las relaciones internacionales.
Una fuerte tesis de globalización es “la teoría del estado mundial”
relacionada con el sociólogo John Meyer y sus colegas. Para Meyer las
fuerzas culturales del mundo desempeñan un papel causal impor-
tante en la constitución de las características y la acción del estado. 65
Los investigadores del estado mundial han demostrado sin lugar a
dudas que estados cuyas historias, culturas y estructuras sociales y
políticas son muy diferentes, llegaron a adoptar criterios parecidos
de lo que significa ser un estado y de lo que significa ser un ciu -
dadano, cualesquiera que fuesen las pautas de su desarrollo institu -
cional. Sin embargo, al darle tanto peso a la difusión transnacional,
no dicen nada sobre las fuentes de la cultura mundial, salvo afirmar
que se origina en la tradición occidental moderna. Desde su punto
de vista las ONG internacionales no son actores, sino “ejecutantes” de
las normas culturales mundiales; el papel del Comité Olímpico
Internacional es funcionalmente el mismo que el de Greenpeace o
el de Amnistía Internacional.66
Carecemos de estudios convincentes sobre los procesos sostenidos
v específicos a través de los cuales los individuos y las organizaciones
crean (o se resisten) algo parecido a una sociedad civil global. Nues-
tra investigación nos lleva a creer que estas interacciones implican
mucho más actividad de lo que sugiere una mera perspectiva difusio-
nista. Aunque las implicaciones de nuestros hallazgos son mucho
más amplias de lo que admitiría la mayoría de los científicos políti -
cos, los hallazgos mismos todavía no sustentan las firmes aseveracio-
nes sobre el surgimiento de una sociedad civil. 67 Nos sentimos mu-
I>;| Pueden verse ejemplos en John W. Meyer y Michael T. Hannan (eds.), National
developmmt and the world syslem, Chicago, University of Chicago Press, 1979; George
Thomas, John Meyer, Francisco Ramírez yjohn Boli (eds.), Institutionalstructure: Cons-
tituí ing state, soriety, and individual, Newbury Park, Sage, 1987. l,bJohn Boli y George M. Thomas, “Introduction: World polity formation since
1875* en World polity formation since 1875: World culture and intemational non-governmen-
lal organizations, Stanford University Press, en prensa. I)/ Sydney Tarrow, Power in movement: Social movements and contentious politics, ed. rev.
Cambridge, Cambridge University Press, 1998, capítulo 11. Apareció una versión an-
60 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
cho más a gusto con la idea de la sociedad civil transnacional como
un terreno de lucha, un área fragmentada e impugnada en la que “la
política de la sociedad civil transnacional se centra en la manera en
que algunos grupos surgen y son legitimados (por los gobiernos, las
instituciones y otros grupos)”.68
PRINCIPIOS, NORMAS Y PRÁCTICAS
En su obra clásica The anarchical society Hedley Bull no se anda con ro-
deos sobre el hecho de que al hablar de la sociedad internacional es-
taba hablando de una sociedad de estados. Bull creía que esta socie-
dad de estados existe “cuando un grupo de estados, conscientes de
algunos intereses y valores comunes, forman una sociedad, en el sen-
tido de que se consideran unidos por un conjunto común de reglas en
sus relaciones mutuas, y comparten el funcionamiento de instituciones
comunes”.69 Bull se resistía a la idea de una sociedad internacional for-
mada por individuos, creyendo que los acontecimientos en esa direc -
ción (los tribunales sobre crímenes de guerra de Nurembergy de To-
kio, y la Declaración Universal de los Derechos Humanos) aumenta -
ban la confusión de la escena internacional, el sentido de que “no
hay acuerdo acerca de la importancia relativa de estos diferentes ti -
pos de agentes legales y morales, o sobre cualquier plan general de
reglas que relacionen a unos con otros”.'0 Para Bull las redes de de-;
fensa de que hablamos en este libro contribuirían a esa incertidum-
bre. Sin embargo, también creía en la existencia de un conjunto de
valores básicos, sin los cuales no era concebible la sociedad interna -:
cional; esos valores eran la protección de la vida y la integridad físi-
ca, la observancia de los convenios y una congruencia razonable en
las relaciones sobre la propiedad. „1 Para comprender la importancia |
terior en “Fishnets, internets and carnets: Globalization in transnational collective ac-
tion”, Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones, Madrid, documento de tra-
bajo 1996-1978, marzo de 1996; Peterson, “Transnational activity”. 68 Andrew Hurrell y Ngaire Woods, “Globalisation and inequality”, Millenium 24:3, j
1995, p. 468. 69 Hedley Bull, The anarchical society: A study of order in urnid politics, Nueva York, Co-|
lumbia University Press, 1995, 2a. ed., p. 13. 70 Ibid., p. 37 71 Ibid., p. 4.
REDES TRANSNACIONAI.ES DF. DEFENSA 61
(je los actores y de las reglas con que interactúan, hay que prestar
atención al lugar que ocupan los valores y las normas en la teoría de
las relaciones.
Las teorías interpretativistas destacan el papel independiente de
las normas en las relaciones internacionales, y consideran que las
identidades, las normas y los intereses se constituyen mutuamente.' 2
Las normas obligan porque están inscritas en estructuras sociales que
delimitan en parte las comunidades valorativas. Sin embargo, para
que las explicaciones sistémicas muestren los mecanismos mediante
los cuales las normas constriñen, deben fundamentarse en el estudio
de sus procesos.7^ Eso quiere decir que para ver las normas en acción
debemos examinar las acciones de los individuos y los grupos en con -
textos históricos. Las normas y las prácticas se constituyen mutua-
mente: las normas tienen fuerza sobre lo que hace la gente, debido
a lo que la gente hace.
Aquí empleamos el término “prácticas” no sólo como “aquello que
se hace”, sino como “el acto de hacer algo repetidamente”. Esto nos
permite considerar la intensidad de las normas así como el cambio
normativo. Para tocar piano hay que practicar, y practicar tanto que al
final las manos puedan moverse sin la intervención consciente del
pensamiento que les diga qué hacer. Asimismo, podemos imaginar
normas cuya práctica se ha vuelto tan automática con el tiempo que se
den por hechos, y que se han vuelto tan rutinarias que se consideren
casi como leyes de la naturaleza. El cambio normativo es intrínseca -
mente desorganizador o difícil porque requiere que los actores cues -
tionen la práctica rutinaria y contemplen prácticas nuevas. 74
Lo que distingue a los activistas con altos principios morales del tipo
de que hablamos en este libro es la naturaleza intensamente autocons -
ciente e introspectiva de su conocimiento normativo. Estas personas
no son “meros ejecutantes automáticos” sino que tratan de intensifi -
car el poder generador de las normas, ampliar el alcance de las prác-
ticas que estas normas engendran, e incluso a veces renegociar o
Véanse por ejemplo Katzenstein, The culture of national security, pp. 22-25; Klotz,
Xorms in intemational relatiom, p. 26.
'3 Véase la explicación que da Klotz en Norms in intemational relations sobre el exi-
toso nuevo marco que dan los activistas de Estados Unidos al apartheid como asunto
de igualdad racial, que vinculó la actividad de los derechos civiles nacionales con su
campaña en Sudáfrica. 4 Véase, de Pierre Bordieu, Outline of a theory of practice, Cambridge, Cambridge
L‟niversity Press, 1977, pp. 17-19.
62 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
transformar las propias normas. Esto lo hacen en un contexto inter-
subjetivo, con una amplia gama de interlocutores tanto personales
como corporativos. Por último, pensar en las normas en relación con
las prácticas elimina la dualidad entre las acciones motivadas por al -
tos principios y las acciones estratégicas. Las prácticas no son un
mero reflejo de las normas, sino que las vuelven reales. Sin la activi -
dad desorganizadora de estos actores no es probable que cambien las
normas o las prácticas. Los estados y otros objetivos de las actividades
de las redes se resisten a hacer definiciones explícitas de lo “correc -
to” y lo “incorrecto”, y para las estrategias de las redes es esencial ven -
cer esta resistencia.
Este punto general sobre la relación entre las normas y las prác-
ticas puede ilustrarse con un examen de la naturaleza cambiante de
la soberanía. Todas nuestras redes desafían las ideas tradicionales de
soberanía. La mayor parte de los puntos de vista sobre la soberanía
en las relaciones internacionales se centran de manera casi exclusiva
en las interpretaciones y prácticas de los estados como únicos deter-
minantes de la soberanía, vista ésta como una serie de afirmaciones
sobre la naturaleza y el alcance de la autoridad estatal. 75 Sin embar-
go, las afirmaciones sobre la soberanía tienen su fuerza porque re-
presentan normas, interpretaciones y expectativas que se comparten, y
que se refuerzan constantemente mediante las prácticas de los esta -
dos76 y de los actores no estatales.
Por tradición, según el Tribunal Internacional, la doctrina de la so-
beranía del estado significa que éste “no está sujeto a ningún otro es -
tado, y tiene plenos y exclusivos poderes dentro de su jurisdicción”. 77
75 Véanse por ejemplo, Kenneth Waltz, Theory of intemational politics, Reading, Ad-
dison-Wesley, 1979, pp. 95-96; F. H. Hinsley, Sovewignily, Cambridge, Cambridge Uni-
versity Press, 24a. ed., 1986; Stephen Krasner, “Westphalia and all that”, en Goldstein
Keohane (eds.), Ideas and foreign policy, pp. 235-264.
76 Alexander Wendt subraya que la soberanía es una institución que existe “sólo en
virtud de algunos entendimientos y expectativas intersubjetivos; no hay una soberanía
sin un otro". Argumenta que ahora las normas de la soberanía se clan por descontadas
a tal grado que “es fácil pasar por alto la medida en que las da por supuestas la prác-
tica corriente”. “Anarchy is what states make ofit”, pp. 412-413. Con todo, incluso los
críticos con puntos de vista normales acerca de la misma están tan interesados en ex-
poner cómo se construye y mantiene el discurso de la soberanía, que con frecuencia
no toman en cuenta la evolución de los conceptos de estado. Véase también Richard
Ashley, “Untying the sovereign State: A double reading of the anarchy problematique”,
Millenium 17:2, 1988, pp. 227-261.
77 Véase Stanley Hoffmann, “International systems and intemational law”, en Ri-
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA 63
Una premisa esencial es que “la forma en que un estado se comporta -
ba con sus ciudadanos dentro de su propio territorio era asunto de ju-
risdicción nacional, o sea no concierne a nadie más y, por ello, no es
tema de la ley internacional”.78 De la misma manera, el modo en que
los estados disponían de sus recursos dentro de sus territorios o en
que reglamentaban el desarrollo de sus economías era, por lo menos
teóricamente, asunto soberano. Mucha de la actividad internacional
de las redes supone lo contrario: que es al mismo tiempo legítimo y
necesario que los actores estatales y no estatales se interesen por el tra-
to que reciben los habitantes de otro estado. Una vez aceptado que los
problemas allende las fronteras y los problemas ambientales globales
significan que las actividades económicas dentro de los límites de una
nación son de legítimo interés para otra u otras, los límites del interés
legítimo se vuelven borrosos y se impugnan. Las redes de defensa
transnacionales tratan de volver a definir estos conceptos; nos pregun -
tamos si lo lograron, y en qué casos.
Debido a que muchas de estas campañas desaprueban los concep-
tos tradicionales de soberanía del estado, sería de esperar que los es -
tados cooperaran para bloquear la actividad de las redes. Las ideas
que llevan a la arena internacional las redes ambientalistas, indige-
nistas, por los derechos de las mujeres y por los derechos humanos,
chocan de diferentes maneras con la soberanía. Primero, la lógica
fundamental del efecto de “bumerang” y de las redes (que implica
que un grupo nacional debe comunicarse con sus aliados internacio-
nales para ejercer presión sobre su propio gobierno, a fin de cambiar
estas prácticas nacionales) va en detrimento de las declaraciones de
soberanía absoluta. En segundo lugar, al producir información que
contradice aquella que proporcionan los estados, las redes implican
que éstos a veces mienten. Con frecuencia las ONG proporcionan a las
organizaciones internacionales fuentes de información más de fiar, y
las instituciones internacionales, al actuar a partir de esta informa -
ción, sobre todo cuando contradice explícitamente la postura del es-
tado, socavan implícitamente su fundamento como organizaciones
de estados soberanos.
Si la soberanía es un conjunto de interpretaciones y expectativas
chard A. Falk y Saúl H. Mendlovitz (eds.), The strategy oj utorld arder, vol. II, International,
Nueva York, World Lavv Fund, 1966, p. 164. 8 Louis Henkin, How nations behave: Laxv and foreign policy, Nueva York, Columbia
L niversity Press, 1979, 2a. ed., p. 228. Véase también James Mayall, Nationalism and in-
ternational society, Cambridge, Cambridge University Press, 1990, p. 20.
64 REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
compartidas sobre la autoridad del estado y reforzadas por la prácti -
ca, entonces los cambios de estas interpretaciones y prácticas deben,
a su vez, transformar la soberanía. La expansión de la ley y de la po-
lítica sobre los derechos humanos durante la posguerra es ejemplo
de un intento consciente y colectivo de modificar este conjunto de
normas y prácticas compartidas.79 Con este fin la red de derechos hu-
manos siguió dos tácticas. Los activistas ejercieron presión sobre los
gobiernos y sobre las organizaciones internacionales a fin de estable-
cer procedimientos formales para investigar la situación de los dere-
chos humanos en los estados miembro. La red de ONG expuso las tác-
ticas represivas de los estados, provocando que otras naciones reac -
donaran exigiendo explicaciones y, a su vez, los estados represivos
presentaran sus justificaciones. La combinación del cambio de ñor-
mas internacionales, la exigencia de información, los procedimien- tos
internacionales para la acción, el acercamiento a los legisladores
para que se aprobaran determinadas leyes, y las campañas para ejer
cer presión, crearon conciencia y con frecuencia lograron que los es-
tados modificaran sus prácticas sobre los derechos humanos. Cuan-
do un estado reconoce la legitimidad de las intervenciones interna -
cionales y cambia su comportamiento interno como respuesta a la
presión internacional, la relación entre el estado, sus ciudadanos y los
actores internacionales se constituye de otra manera. Este modelo,
mediante el cual las prácticas de las redes concretan nuevas normas,
es común entre las redes de defensa transnacionales de que habla -
remos.
CÓMO ESTÁ ORGANIZADO ESTE LIBRO
Los estudios de los casos que a continuación se presentan, en los cua-
les se examinan diferentes tipos de estructuras, estrategias y metas de
las redes de defensa, se eligieron para destacar la variedad de las in -
teracciones transnacionales. En el capítulo 2 nos preguntamos si es-
tas redes son en realidad un fenómeno nuevo, examinando cuatro
campañas que se llevaron a cabo entre 1830 y 1930. Si bien no en to -
das participaron redes transnacionales, sí lo hicieron actores transna-
79 Véase Paul Sieghart, The lawful rights of mankind: An introduction lo Ihe intematio-
nal legal code of human rights, Oxford, Oxford University Press, 1985, pp. 67-68.
REDES TRANSNACIONAI.ES DE DEFENSA 65
cionales en las acciones motivadas por principios y en las acciones es-
tratégicas que caracterizan a las redes modernas. En el capítulo 3 se
analiza la red más grande y más conocida, cuyas prácticas, desde la
segunda guerra mundial, han promovido cambios de normas e inst i-
tuciones relacionadas con los derechos humanos. La comparación
de la manera en que los activistas en pro de los derechos humanos
respondieron a las atroces violaciones a los mismos en Argentina du -
rante los setenta, y a los atropellos endémicos en los últimos decenios
en México, ayuda a identificar con precisión la esfera de acción, el
impacto y las estrategias de la red en pro de los derechos humanos.
En el capítulo 4 se estudia el desarrollo de las redes de defensa res -
pecto de los asuntos ambientales del tercer mundo, concentrándose -
particularmente en el asunto de la desforestación tropical. Se estu -
dian dos casos concretos de desforestación: Rondónia, en el Amazo-
nas brasileño, y Sarawak, en Malasia. Cada uno de estos casos formó
parte de tina campaña global (la campaña del banco multilateral y la
campaña de las maderas tropicales, respectivamente). En ambos ca-
sos es esencial para el análisis la manera en que las ideas y las prácti -
cas de los actores transnacionales encajan en los contextos po líticos
nacionales. Estos casos ilustran la dificultad de la negociación del
marco, donde las redes reúnen actores con diferentes agendas norma-
tivas y políticas. En el capítulo 5 se examina una red comparativa -
mente nueva, que es la red internacional de la violencia contra las
mujeres, y se concentra especialmente en las negociaciones sobre el
significado que formaron parte del surgimiento de la red. Por últi -
mo, en la conclusión volvemos a la cuestión del impacto: ¿en qué me-
dida han sido eficaces estas redes en el cumplimiento de las metas
que se fijan, y cuáles son los efectos de sus prácticas en la sociedad in -
ternacional?
2. PRECURSORES HISTÓRICOS DE LAS MODERNAS
REDES TRANSNACIONALES DE DEFENSA
Cuando sugerimos que las redes transnacionales de defensa se han
vuelto fuerzas de importancia política en las relaciones internaciona-
les durante los últimos decenios, nos enfrentamos inmediatamente a
una serie de cuestionamientos. Primero, donde vemos lazos entre ac-
tivistas de diferentes nacionalidades y culturas, otros pueden ver im-
perialismo cultural, o intentos de imponer la cultura y los valores oc -
cidentales en sociedades que ni los desean ni se benefician con ellos.
¿Son las campañas “morales” sólo los empeños ligeramente disfraza-
dos de un grupo para atraer el interés de otro e imponerle su volun-
tad? Además, algunos cuestionan la novedad de estos fenómenos.
Después de todo, hace años que existen diferentes formas de inter-
nacionalismo. Por último, otros más inquieren sobre el significado.
¿Han producido estas campañas, alguna vez, cambios importantes, ya
sean sociales, políticos o culturales? ¿Con qué base atribuimos estos
cambios al trabajo de los activistas de la red, y no a causas estructura -
les más hondas?
Una mirada a la historia puede darnos mayor base para contestar
estas preguntas. En este capítulo examinamos varias campañas que
arrojan luz sobre el trabajo de las modernas redes transnacionales de
defensa. Incluyen la campaña angloamericana de 1833-1865 para
acabar con la esclavitud en Estados Unidos, las actividades del movi -
miento sufragista internacional para conseguir el voto femenino en -
tre 1888 y 1928, la campaña de 1874 a 1911 de los misioneros occi -
dentales y los reformistas chinos para erradicar la costumbre de ven-
dar los pies en China, y los esfuerzos de los misioneros occidentales
y de las autoridades coloniales británicas para terminar con la prácti -
ca de la circuncisión femenina entre los kikuyu de Kenya en 1920-
1931. En cada una de estas campañas, prestamos atención a las “no
campañas” comparables con ellas, o a asuntos relacionados en torno
a los cuales los activistas no se organizaron. En el caso del vendaje de
los pies, entre los asuntos relacionados estaban el infanticidio feme-
nino y el concubinato en China. En Kenia la ausencia de una campa-j
ña entre otros grupos culturales, como los masai, que también prac -
[66]
PRECURSORES DF, LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 67
ticaban la circuncisión femenina, fue un enigma incluso para los re-
formistas de esa época. De la misma manera, los activistas a veces cri -
ticaban al movimiento antiesclavista por no interesarse en la “esclavi -
tud salarial”, y al movimiento por el sufragio femenino por no tomar
en cuenta otros asuntos relacionados con la subordinación de la mu-
jer en la sociedad y en su hogar.
Elegimos a propósito campañas en las cuales los actores o las co -
nexiones del extranjero eran esenciales para el trabajo de organiza -
ción, aunque el grado y la naturaleza de la participación internacio-
nal varían de manera importante.1 Este enfoque, además de consti-
tuir el nivel obvio de análisis para el estudioso de las relaciones inter -
nacionales, ofrece beneficios teóricos potenciales al hacer más clara
la distinción entre las motivaciones egoístas de la acción, y las moti -
vaciones basadas en altos principios. Cuando las misioneras extranje -
ras intervienen para erradicar el vendaje de los pies en China, la te -
nue conexión entre actor y “beneficiario” indica que la acción es
“desinteresada”, o que está motivada por intereses humanitarios, más
que materiales.
Estos casos históricos proporcionan una amplia variación de las es -
tructuras nacionales del estado-meta: la campaña antiesclavista y el
movimiento por el sufragio femenino exigieron un cambio de estra-
tegia en los estados independientes y democráticos; la campaña con -
tra el vendaje de los pies tuvo lugar durante los últimos años de la
('hiña imperial, y la discusión sobre la circuncisión de las mujeres fue
en una colonia británica." Podríamos esperar que las campañas
transnacionales iniciadas principalmente por ciudadanos británicos
fueran más eficaces en una colonia británica, menos en otro estado
democrático independiente, y menos todavía en un imperio extran -
jero y culturalmente lejano. Sin embargo, el orden de eficacia en es -
tos casos fue exactamente el contrario: la campaña contra el vendaje
de los pies condujo al cambio más rápido; el movimiento internacio-
1 Sidney Tarrovv, escéptico acerca de que el mundo está entrando en “una era de
movimientos globales sin precedentes”, insta a efectuar “estudios históricos compara-
tivamente audaces" de movimientos transnacionales, en Power movemmt: Social move-
ments and conlentious politics, Cambridge, Cambridge University Press, 1998, ed. rev„
capítulo 11.
■ Thomas Risse-Kappen destaca la importancia de las estructuras nacionales para
' xplicar el éxito de las redes transnacionales al influir sobre la estrategia de seguridad
del estado, en “Ideas do not float freely: Transnacional coalitions, domestic structures
and the end of the coid war”, International Organization 48, primavera de 1994, 187.
68 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
nal por el sufragio femenino tardó más de medio siglo en alcanzar su
meta en la mayoría de los países del mundo; la campaña antiesclavis -
ta angloamericana sólo tuvo éxito tras sesenta años de esfuerzos y de
una guerra civil terriblemente destructiva, y la primera campaña con -
tra la circuncisión femenina no logró cambios importantes de actitu-
des o de prácticas. , }
Cada una de estas campañas empezó con una idea casi inimagina-
ble, incluso para quienes las propusieron inicialmente. Apenas pare -
cía posible que se pudiera abolir la esclavitud, obtener el voto para
las mujeres, o terminar con el vendaje de los pies. Sin embargo, una
de las principales tareas que emprenden los movimientos sociales es
la de hacer posible lo que antes era inimaginable, al enmarcar los
problemas de tal manera que sus soluciones llegan a parecer inevita-
bles. El caso de la circuncisión femenina nos recuerda que estos cam-
bios no son obvios ni lineales: son el resultado contingente de cues -
tionamientos del significado y los recursos por parte de determina -
dos actores en un contexto histórico específico.
PRESIONES INTERNACIONALES PARA LA ABOLICIÓN
DE 1A ESCLAVITUD EN ESTADOS UNIDOS: 1833-1865
El movimiento antiesclavista, que empezó por exigir la abolición del
comercio de esclavos y luego promovió la emancipación de éstos,
abarcó muchos países a lo largo de todo un siglo. 3 Por su alcance,
sus métodos y sensibilidades, es el precursor más obvio de las cam-
pañas de que se habla en este libro. También constituyó un éxito no-
table.
3 Los cuáqueros de Pensilvania protestaron primero por la esclavitud en el dece-
nio de 1680, pero el verdadero movimiento fue el de 1787, cuando los abolicionistas
británicos lanzaron una campaña pública contra el comercio de esclavos, hasta la
emancipación de los esclavos en Brasil, en el decenio de 1880. Véase Robert William
Fogel, Without consent or contract: The rise and fall of American slavery, Nueva York, W. W.
Norton, 1989, p. 205. Para revisiones del movimiento antiesclavista por parte de cien-
tíficos políticos véanse Tarrow, Power in movement. James Lee Ray, “The abolition of
slavery and the end of international war", International Organization 43:3, verano de
1989, pp. 405-439; Ethan A. Nadelmann, “Global prohibition regimes: “The evolution
of norms in international society”, International Organization 44:4, otoño de 1990, pp.
491-498.
PRECURSORES DE IAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 69
Es asombroso con qué rapidez, de acuerdo con las normas históricas, cedió
la institución de la esclavitud ante la embestida de los abolicionistas, una vez
que la campaña ideológica cobró ímpetu [...] En un lapso de poco más de
un siglo un sistema que no había recibido la menor crítica a lo largo de tres
mil años, fue proscrito en todo el mundo occidental. 4
Sólo examinamos una parte de esta campaña global, la red anglo-
americana del periodo 1833-1865, que se centró en la emancipación
de la esclavitud en Estados Unidos. El análisis de las presiones del ex-
tranjero para cambiar las prácticas en un solo país, en vez de campa -
ñas en pro de regímenes de prohibición global, proporciona un pa-
ralelo de los casos discutidos en los capítulos siguientes. 5
El sentimiento abolicionista a fines del siglo XVII y principios del
xvm se concentró primero en la abolición del comercio de esclavos,
en el cual tanto los comerciantes británicos como el capital de esa
misma nación participaban intensamente. Después que en 1807 di -
cho comercio fue abolido formalmente en Estados Unidos y en Gran
Bretaña, los abolicionistas trataron de que la esclavitud se prohibiera
legalmente en los territorios controlados por los británicos, lo que lo -
graron en 1833. Una vez que se encargaron de estos asuntos “más
cercanos al país”, los abolicionistas británicos dirigieron su atención
a lo que consideraban el ejemplo más evidente de esclavitud moder-
na: su práctica en Estados Unidos. El parlamentario y líder antiescla -
vista irlandés Daniel O‟Connell animó al movimiento para “permitir -
nos trabajar con los viles y sanguinarios dueños de esclavos de la Nor -
teamérica republicana. Deseo concentrarme directamente en ellos.
Va no más ataques laterales; mi plan es cañonear directamente el cas -
to, como dicen los marinos.”6 En una publicación antiesclavista bri-
tánica se animó a los estadunidenses a “borrar esa vergüenza que
hace que los desprecien todas las naciones del orbe”, mientras un lla-
mamiento de la Sociedad Cristiana Unitaria Irlandesa a sus herma -
nos de Estados Unidos tildó la esclavitud de “llaga purulenta del Con -
tinente americano, cáncer que debe extirparse con decisión” y “reco -
pilación de los mayores crímenes contra Dios y contra los hombres”.'
4 Fogel, Without amsent or contract, pp. 204-205. 3 Nadelmann, “Global prohibition regimes”.
11 Citado por Betty Fladeland, Mm and broíhers: Anglo-American antislavery coopera/ion,
l i baña, University of Illinois Press, 1972, p. 260.
' Douglas Charles Stange, Bntish tmilarians against American slavery 1833-65, Ru-
therford, Fairleigh Dickinson University Press, 1984, pp. 59, 61.
70 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
Igual que a sus colegas de los estados-meta de las redes modernas,
a muchos ciudadanos y políticos de Estados Unidos les molestaba la
“intervención” de los británicos en sus asuntos. Un clérigo afirmó
que “no nos gusta el tono con que nos critican los ingleses”; otro se
quejó porque la Liga Británica Antiesclavista se entrometía en los
asuntos de los norteamericanos y preguntó por qué no había una
liga que se opusiera a la servidumbre en Rusia o a la poligamia en
Turquía. Una queja frecuente era que los británicos no compren-
dían las instituciones nacionales de los norteamericanos, y por lo
tanto no debían inmiscuirse en sus asuntos. 8 Las fuerzas proesclavis-
tas estadunidenses argumentaban también que la condición de las
clases inferiores en Inglaterra era “mucho peor” que la de los escla-
vos norteamericanos. Un congresista de Carolina del Sur declaró
que las “exclamaciones y denuncias” de los británicos por la esclavi -
tud en Norteamérica llenaban “todos los diarios públicos de Gran
Bretaña”, a pesar de la pobreza de Escocia y de los “sujetos esclaviza -
dos” de Irlanda.9
Los historiadores y los científicos políticos han discutido larga -
mente si el final de la esclavitud fue el resultado de presiones econó-
micas o morales.10 En la investigación histórica más vigente y cuida-
dosa se argumenta que la economía sencillamente no puede explicar
la desaparición de la esclavitud, y encuentra que el ímpetu dado a la
abolición fue sobre todo religioso y humanitario. Robert William Fo-
gel saca la conclusión de que un cuarto de siglo de investigación so-
bre la economía de la esclavitud muestra que ésta era
lucrativa, eficaz y económicamente viable tanto en Estados Unidos como en
las Antillas, cuando se acabó con ella [...] Su muerte fue un acto de “econo -
cidio”, la ejecución política de un sistema inmoral en la cúspide de su éxito
económico, incitada por hombres enardecidos de fervor moral. 11
8 ¡Ind., pp. 63, 73, 84. 9 Citado en Fladeland, Men and brothers, p. 160.
1(1 Para una revisión del debate entre los historiadores véanse David Brion Davis,
“ahr Forum: Reflections on abolitionism and ideological hegemony”; John Ashworth,
“The relationship betvveen capitalism and humanitarianism”; Tilomas L. Haskell,
“Convertion and hegemonic interest in the debate over antislavery: A reply to Davis
and Ashwort”, en American Historical Rex>iew92, octubre de 1987, pp. 797-878; sobre los
científicos políticos, véanse Ray, “Abolition of slavery”, y Nadelmann, “Global prohibi -
tion regimes”.
11 Fogel, Wilhout consenl orcontract, p. 410.
PRECURSORES DE 1AS MODERNAS REDES DE DEFENSA 71
Algunos historiadores, en lugar de considerar que la economía y
la moral son dicotómicas, estudian de qué manera el surgimiento del
capitalismo y los cambios del mercado contribuyeron al cambio de
percepciones, convenciones sobre la responsabilidad moral y técni -
cas de acción, que son el fundamento de la ola de humanitarismo en
el periodo de 1750-1850.12 Estos enfoques coinciden con el argu-
mento de Tarrow de que los movimientos sociales surgieron en el si -
glo XVIII a partir de “cambios estructurales que estaban relacionados
con el capitalismo” como “nuevas formas de asociación, comunica -
ción regular que vincula el centro y la periferia, y difusión de la im-
prenta y el alfabetismo”.13
El cambio tecnológico e institucional puede alterar el “universo
moral” en el que se realiza la acción al cambiar la manera en que la
gente piensa sobre la responsabilidad y la culpa, y proporcionar nue -
vas formas de actuar.14 Para Thomas Haskell el humanitarismo no
sólo requiere “las máximas éticas que hacen que ayudar a los desco -
nocidos sea lo correcto” sino también “una técnica o fórmula para in -
tervenir, una secuencia determinada de pasos que sabemos que po-
demos dar para alterar el curso normal de los acontecimientos”, y
que debe ser lo bastante rutinaria como para usarla fácilmente. 15
Haskell muestra de qué manera el cambio tecnológico y el mercado
facilitaron la aparición de “fórmulas” que posteriormente fueron
adoptadas por los grupos humanitarios, en especial el movimiento
antiesclavista. Tarrow nos recuerda que los repertorios de acción co-
lectiva, como los boicots, las peticiones masivas y las barricadas, se mi -
naron como parte de ciertas luchas y después se difundieron o fue-
ron imitados por otros movimientos.16 Eric Foner capta este efecto
en Estados Unidos:
Si bien el antiesclavismo favoreció la hegemonía de los valores de la clase me-
dia, también proporcionó a los críticos del orden emergente un lenguaje po-
lítico y capacitación en organización. La cruzada antiesclavista fue una meta
'-Thomas L. Haskell, “Capitalism and the origins of the humanitarian sensibility”,
partes I y II, American Historical Reuieiv 90, abril de 1985, pp. 339-361, y 90, junio de
1985, pp. 547-566. 1 ' Tarrow, Power in movemeni, p. 48. 14 Haskell, “Capitalism”, parte I, 356. 1 1 Ibid., p. 358. Véanse también Charles Tilly, “Contentious repertoires in Great
Biitain, 1758-1834”, en Mark Traugott (ed.), Repertoires & cycles of collective action,
Durham, Duke University Press, 1995; Tarrow, Power in movement, capítulo 2. I(> Tarrow, Power in movement, pp. 40-45.
72 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
esencial, a partir de la cual los caminos llevaron a todos los intentos impor-
tantes de reformar la sociedad norteamericana después de la guerra civil. 17
La campaña antiesclavista transnacional también proporcionó un
“lenguaje político” y fórmulas para la organización y para las tácticas
de otras campañas transnacionales. En un principio muchos de los
activistas y de las tácticas de la campaña por el sufragio femenino pro -
venían del movimiento antiesclavista. El movimiento contra el venda -
je de los pies en China estableció sociedades parecidas a las socieda-
des antiesclavistas de Gran Bretaña y de Estados Unidos. La propia
“sociedad” era un fórmula notable. Las versiones modernas de estas
sociedades son las ONG, que se han vuelto todavía más especializadas
y variadas y ofrecen una selección más amplia de fórmulas de organi-
zación y de estrategias.
En Gran Bretaña y en Estados Unidos los activistas establecieron
organizaciones antiesclavistas locales, regionales y nacionales, que
con frecuencia intercambiaban correspondencia, pub licaciones y vi-
sitas. En Gran Bretaña aproximadamente 400 mil personas firmaron
peticiones contra el comercio de esclavos en 1791-1792 (uno de cada
once adultos); en 1814 los abolicionistas reunieron 750 mil nombres
(uno de cada ocho adultos); en 1833, uno de cada siete adultos, o
dos veces el número de votantes en las elecciones más recientes, fir -
maron peticiones en pro de la emancipación de los esclavos. 18 Este
era a todas luces un movimiento de masas, no de un pequeño grupo
selecto. En Estados Unidos el tamaño del movimiento igualó o tal vez
superó al de Gran Bretaña en su mejor momento. Los autores calcu -
lan que en 1838 había 1 350 sociedades antiesclavistas en Estados
Unidos, que comprendían entre 120 y 250 mil miembros. 19 Las peti-
ciones del movimiento abrumaron la maquinaria del Congreso y pro-
vocaron tal desorganización en los compromisos políticos y regiona -
les de los partidos que la Cámara de Diputados votó primero por que
se postergaran, y más tarde por que ni siquiera se recibieran. 20
En ambos países la espina dorsal del movimiento la constituían los
17 Eric Foner, Politics and ideology ¡n the age of the civil war, Oxford, Oxford University
Press, 1980, p. 76. 18 Fogel, Without consent or contract, pp. 212, 217, 227. 19 Herbert Aptheker, Abolitionism: A revolutionary moverrumt, Boston, Twayne, 1989,
p. 56. 20 Esta discusión es el tema del fascinante libro de William Lee Miller, Arguing about
slavery: The great battle in the United States Congress, Nueva York, Knopf, 1996.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 73
cuáqueros y las “sectas disidentes”, los metodistas, los presbiterianos
v los unitaristas, que en las dos naciones infundieron al movimiento
un espíritu profundamente religioso, evangélico y filantrópico,21 y
que también se apoyaron en una tradición de intercambio de traba-
jo transatlántico de redes y de información que había florecido entre
ellos durante los últimos decenios, antes de la independencia de Es-
tados Unidos.22 Algunos miembros del movimiento antiesclavista, es-
pecialmente de Estados Unidos, tenían más influencia de las ideas
iluininistas de igualdad y libertad que del cristianismo. 23 Los senti-
mientos antiesclavistas de las iglesias protestantes británicas estaban
más unificados que los de las norteamericanas, y trataban de animar
a los miembros de éstas para que adoptaran posturas más enérgicas
contra la esclavitud; por ejemplo, los unitaristass británicos se horro -
rizaron al enterarse de que la Asociación Unitarista Norteamericana
había nombrado miembro honorario de su junta de vicepresidentes
a un individuo que poseía esclavos, y agitaron en su contra hasta que
la asociación abolió la junta.24
Los grupos antiesclavistas de Estados Unidos y de Gran Bretaña in -
tercambiaban tácticas, formas de organización, investigaciones y len -
guaje. Empleaban las tácticas de las peticiones, el boicot de las mer -
cancías producidas por esclavos, y contrataban oradores itinerantes
de mucho éxito a ambos lados del Atlántico. Muchas de estas tácticas
se originaron en Gran Bretaña, y la red transnacional sirvió de vehícu -
lo para difundir fórmulas tácticas y repertorios de acción colectiva de
un movimiento social nacional a otro. En algunos casos la red anties -
clavista no se limitó a transferir las fórmulas, sino que se volvió el
punto de comunicación política transnacional que alteró las estrate-
gias empleadas en ambos lados del Atlántico. A pesar de las divisio-
nes internas, el grupo británico y el norteamericano con frecuencia
llegaban a las mismas posiciones, como oponerse a los planes de co-
lonización propuestos a los dos lados del Atlántico en el decenio de
1830. Debido a la campaña abolicionista británica para la emancipa-
■' Annie Abel y Frank Klinberg (eds.), A sidf lighl on Anglo-American relatinns, 1839-
5ti: FumishecL by correspondence of Leíais Tappan and others with the British and foreign anti-
slavery society, Lancaster, Associadon for the Study of Negro Life and History, 1927,
P- 2. 11 Alison Gilbert Olson, Making the empire work: London and American interest groups,
1690-1790, Cambridge, Harvard University Press, 1992.
Foner, Politics and ideology, p. 66. 24 Stange, British unitarians, p. 96.
74 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
ción inmediata de los esclavos de las Antillas, el movimiento nortea -
mericano cambió su principal petición, que era la emancipación gra -
dual de los esclavos, por la de su emancipación inmediata. En cuan-
to a la influencia mutua, puede que a la larga el movimiento anties -
clavista de Estados Unidos haya alentado al movimiento británico
para que diera a las mujeres un estatus más igualitario. Por su parte,
el movimiento británico alentó sobre todo a las instituciones religio -
sas de Estados Unidos a que se manifestaran abiertamente en contra
de la esclavitud.25
Una de las tácticas más importantes de los abolicionistas fue lo
que llamamos “política de la información”, y lo que siglo y medio des -
pués los activistas de los derechos humanos llamarían “metodología
de los derechos humanos”: “promover el cambio al informar sobre
los hechos”.26 El ejemplo más impactante fue el libro AMERICAN SLAVERY
AS IT IS: TESTIMONY OF A THOUSAND IVITNESSES, que es una recopilación de los
abolicionistas Theodore Weld y Angelina y Sarah Grimke, de testimo-
nios de personas y de un gran número de recortes de periódicos su -
reños. AMERICAN SLAVERY AS IT IS fue el manual de la causa antiesclavista:
vendió más de cien mil ejemplares el primer año y siguió vendiéndo-
se ininterrumpidamente.27 En su descripción del libro William Lee
Miller demuestra que se anticipó a muchas de las publicaciones mo-
dernas de las redes transnacionales, tanto en su escrupulosa atención
al informe de los hechos como en el empleo que hace de los impre-
sionantes testimonios personales dramáticos, para dar a esos hechos
significado humano y para impulsar a la acción.
Si bien este libro -más que cualquier
otro- estaba totalmente conformado
por una perspectiva y una conclusión
morales bastante explícitas, ésa no era
su esencia: una cuidadosa reunión de
hechos presenciales para demostrar su
objetivo [...] Los autores recopiladores
no nos expusieron los hechos sin
más, para que éstos hablaran por sí
mismos; nos dijeron una y otra vez qué
pensar acerca de estos hechos. No
obstante [...] trataban de persuadirnos al
reunir una cantidad abrumadora de
detalles innegables.28
Aptheker, Abolilionism, pp. 91, 150. 26 rwnthv O. Thomas, “Holding governments accountable by public pressure”, en
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 75
La mera difusión de las tácticas a través de las redes transnaciona -
les nunca hubiera podido conducir al surgimiento de un movimien -
to antiesclavista maduro en Estados Unidos. Como señala Fogel: “Si
bien Inglaterra proporcionó la chispa para una nueva cruzada norte -
americana, el fuego nunca se hubiera encendido ni sostenido sin
leña y sin una buena reserva de combustible.” Tanto la leña como el
combustible eran del país; había líderes militantes que difundieron
la idea, y “un público dispuesto a recibirla”.
La metáfora del fuego que hace Fogel sirve para los tipos de inte r-
acciones que describimos a lo largo de este libro: debe haber una
idea, defensores que la difundan, y un público “listo” para recibirla.
Pero ¿cómo sabemos cuando un público está “listo” para recibir una
idea? ¿Por qué algunas ideas tienen resonancia y otras no? En el caso
del movimiento antiesclavista el “amplio celo religioso” despertado
por los movimientos REVIVALIST protestantes de principios del siglo xix
hizo más receptivas a las comunidades religiosas de Gran Bretaña y
del noreste de Estados Unidos a las ideas antiesclavistas."9 La teolo-
gía del REVIVALISM subrayaba la capacidad y la responsabilidad de cada
individuo para salvarse por medio de sus buenas obras y de su empe-
ño por erradicar el pecado individual y social. Desde este punto de
vista del mundo la esclavitud no sólo era un pecado social, sino que
al esclavo se le negaba la individualidad esencial para su salvación
personal. Los movimientos en pro de la abstinencia también podían
apelar a esta sensibilidad, porque el alcohol se consideraba un im-
portante caso de pecado personal que conducía al pecado social, y
muchos de los antiesclavistas también participaban activamente en el
movimiento por la abstinencia. Sin embargo, algunos intereses apa -
rentemente congruentes, como la “esclavitud salarial”, es decir, los
bajos salarios y las malas condiciones de trabajo de las clases trabaja -
doras del norte de Estados Unidos, no tenían resonancia en la sensi -
bilidad protestante. Los trabajadores, aunque fueran pobres, eran li -
bres para luchar por su salvación y para mejorar su suerte en esta
vida; los esclavos no.
Las conferencias antiesclavistas mundiales celebradas en Londres
en 1840 y 1843 cristalizaron la cooperación angloamericana. Pero la
conferencia de 1840 también agudizó las divisiones internas del mo-
vimiento antiesclavista angloamericano, cuando la mayoría inglesa se
76 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
tantes norteamericanas, y las pusieron en la galería, como espectado-
ras, adonde se les unieron algunos de los miembros de la delegación
estadunidense, entre ellos el apasionado abolicionista William Lloyd
Garrison. Esto produjo una división en el movimiento, y los garriso -
nianos no fueron invitados a la conferencia de 1843.
La campaña antiesclavista se ajusta a nuestra definición de la red
transnacional de defensa como un conjunto relevante de organiza -
ciones que trabajan internacionalmente, que comparten valores, tie-
nen un discurso común, y efectúan un nutrido intercambio de infor -
mación. Por supuesto, la tecnología de la comunicación en aquella
época imponía un ritmo diferente a este intercambio. A mediados
del siglo xix los abolicionistas británicos afirmaban que “Norteamé -
rica ya no era una tierra lejana: estaba a sólo dos semanas”. 30 A pesar
de la distancia, los grupos antiesclavistas británicos y norteamerica -
nos intercambiaban correspondencia, publicaciones y oradores, y
eran miembros honorarios mutuos de las sociedades antiesclavistas
de ambos países. Los oradores antiesclavistas norteamericanos atraje -
ron a grandes públicos en Inglaterra; en cambio, algunos de los pri -
meros oradores británicos estuvieron a punto de ser linchados en Es-
tados Unidos.
De la novela de Harriet Beecher Stowe, La cabaña del tío Tom, que
primero apareció en forma de folletín en un diario antiesclavista, se
vendieron 300 mil ejemplares en Estados Unidos durante el pri mer
año (más o menos un ejemplar por cada ocho familias del norte), y
más de un millón de ejemplares en Gran Bretaña, en ocho meses, en
1852.31 Al escribir su segunda novela la señora Stowe se basó en el
compendio abolicionista de información y testimonios American sla-
very as it is: Testimony of a thousand witnesses, y afirmó que incluso dor-
mía con el libro bajo la almohada. “En 1853 publicó una „clave‟ de
La cabaña del tío Tom; esta clave constituía una defensa de su autenti -
cidad y una respuesta a quienes afirmaban que esas cosas no suce-:
dían o que eran raras; en buena medida, y de manera explícita, la cla -
ve se basó en los testimonios de American slavery as it is.”3- En 1853 la
señora Stowe dio conferencias por toda Gran Bretaña, con gran éxi -
to; regresó de este viaje con más de 20 mil libras esterlinas para la
causa. Tal vez la propia reina Victoria la hubiera recibido, de no ha -
3(1 Stange, British unitarians, p. 96.
31 Fogel, Without consent ar contract, p. 342; Strange, British unitarians, p. 140.
32 Miller, Arguing about slavery, p. 334
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 77
berlo objetado el embajador de Estados Unidos, afirmando que da -
ría la impresión de que el gobierno británico apoyaba al movimien -
to abolicionista.33
Como sucede con las modernas redes, la línea entre el gobierno y
el movimiento en Gran Bretaña a veces se borraba. Muchos de los
principales apóstoles antiesclavistas de principios de 1800, como Wi -
lliam Wilberforce, eran miembros del Parlamento, y con frecuencia
podían contar con los sentimientos abolicionistas de integrantes del
gobierno.34 Durante ese periodo en Estados Unidos el movimiento
abolicionista contaba con pocos simpatizantes en el gobierno, aun-
que a fines del decenio de 1830 atrajo a paladines de la talla de John
Quincy Adams, del Congreso.
La dimensión transnacional fue especialmente influyente y decisi -
va cuando se deterioraron los lazos del gobierno con la sociedad ci -
vil. En la política de Estados Unidos durante el periodo anterior a la
guerra civil, debido a la supremacía sureña en las instituciones polí -
ticas y al temor de los norteños a dividir la Unión Americana, no se
manifestaron sentimientos abolicionistas en estas instituciones. 35 Iró-
nicamente, fue la cláusula constitucional según la cual un esclavo
contaba como 3/5 partes de una persona para determinar los distri -
tos del congreso y los votos electorales lo que le dio al sur este con -
trol de las instituciones políticas.36 El sur aprovechó su posición do-
minante para acallar el debate sobre la esclavitud, primero pospo-
niendo las peticiones antiesclavistas y luego negándose a recibir in -
cluso aquellas peticiones que a todas luces eran de la incumbencia
del Congreso, como por ejemplo la esclavitud en el Distrito de Co-
lumbia.
Estas leyes mordaza, que prohibían a los miembros presentar pe-
ticiones o resoluciones antiesclavistas, hicieron que la política de vin -
culación transnacional fuera una estrategia atractiva para los aboli -
cionistas norteamericanos; al unirse con los activistas británicos y en
ocasiones ejercer presión sobre el gobierno británico en nombre de
la causa antiesclavista, podían hacer que sus voces resonaran más.
1 ‟ Fladeland, Men and brothers, pp. 354-356.
34 Ibid,., p. 52.
35 t
Los sureños se habían mantenido en la presidencia durante 40 de 52 años, el
Portavoz del Congreso, durante 28 de 35 años, la mayoría de la Suprema Corte y del
gabinete, y “todos los presidentes temporales del senado desde la ratificación de la
Constitución”. Fogel, Without consent or contract, p. 339 %Ibid.
78 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
Durante años John Quincy Adams y un puñado de representantes
antiesclavistas defendieron prácticamente solos el derecho a oponer-
se a la esclavitud. A lo largo de esta prolongada lucha contra las leyes
mordaza la estrategia de Adams consistió en enmarcar a la esclavitud
como asunto de libertad civil. En dos ocasiones el Congreso trató de
censurarlo por presentar peticiones contra la esclavitud; la defensa
de Adams fue brillante, y acusó a quienes apoyaban las leyes morda-
za de suprimir el derecho constitucional a la oposición y de interfe -
rir con la más básica de las libertades: el derecho de los legisladores
a decir sin ambages en el Congreso lo que pensaban.37
Pero para la legislatura de 1841-1842 Adams contaba con más apo-
yo, sobre todo con el de Joshua Giddings, de Ohio, y el de varios
otros defensores antiesclavistas del Congreso. Los activistas abolicio -
nistas establecieron lo que Giddings llamó “un comité selecto contra
la esclavitud” para planear la estrategia del Congreso sobre la aboli -
ción, investigar y redactar los discursos sobre la esclavitud, e impri -
mirlos y hacerlos circular por todo el país, ya que los “documentos
impresos de manera oficial serían mucho más valiosos que los folle-
tos y los opúsculos”.38 En aquellos días los congresistas no contaban
con un grupo de personas que los asistieran, de manera que los
miembros del comité selecto tomaron la decisión sin precedentes d e
alquilar habitaciones con su propio peculio y, asimismo, de contratar
a un asistente que investigara la información para sus discursos. La
persona que contrataron fue Theodore Weld, uno de los oradores y
agentes abolicionistas más destacados; también era el principal inves-
tigador del movimiento antiesclavista y había participado en la reco-
pilación para American slavery as it is. Como orador abolicionista iti-
nerante, había ayudado a convertir a la causa a tres de los congresis -
tas del comité selecto, así que era lógico que lo contrataran para que
ingresara al equipo de trabajo. Weld aceptó porque “estos señores es -
tán en posición de ayudar a la causa antiesclavista con un solo discur-
so más de lo que nuestros mejores conferencistas pueden lograr en
un año”.39 El comité selecto era un curioso híbrido; era algo interme-
dio entre las actuales ONG que ejercen presión sobre los legisladores
y el comité moderno o el equipo de trabajo del Congreso. Fue el pre-
cursor de una red de defensa moderna en la cual los activistas y quie-
37 Miller, Arguing about slavery, pp. 351-352.
38 Ibid., p. 405. 39 Ibid., pp. 405-406
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 79
nes establecen los cursos de acción colaboran en proyectos conjun-
tos, motivados por ideas basadas en principios.
Al surgir un nuevo liderazgo antiesclavista en el Congreso de Esta -
dos Unidos, menguó en ese país la influencia abolicionista británi -
ca.40 Paradójicamente la inmigración, un factor transnacional, fue lo
que despojó al sur de su histórico dominio de las instituciones políti -
cas. El “enorme influjo de extranjeros que llegaron al norte a partir
de 1820” alteró la distribución de las curules en el Congreso y de los
votos electorales, dándole al norte la posibilidad de controlar el go-
bierno federal.41
La tarea que correspondió al nuevo liderazgo político antiesclavis -
ta sólo podían llevarla a cabo los líderes nacionales: reinterpretar el
significado de la Constitución de Estados Unidos. Antes de 1842 tan -
to los políticos como los abolicionistas creían que la Constitución
prohibía que el gobierno federal interfiriera en el asunto de la escla -
vitud. Había que acabar con este “consenso federal” para que proce -
diera la campaña antiesclavista.42 Esta tarea de reinterpretación co-
rrespondió al nuevo liderazgo político de la legislatura. Con la ayuda
de Weld, y siguiendo los pasos de Adams, los nuevos líderes antiescla -
vistas se apropiaron brillantemente del papel de defensores de la
Constitución. En un folleto de 1837 Weld empezó por establecer la
teoría de que la libertad era nacional y la esclavitud local, de mane-
ra que siempre que un individuo salía de la jurisdicción esclavista de
un estado, en los territorios, en el Distrito de Columbia o en alta mar,
“la libertad irrumpía instantáneamente”. En 1842 el congresista Gid -
dings utilizó esta teoría para atacar a los sureños que poseían escla -
vos con sus propios argumentos. En una discusión que se originó en
el trabajo del comité selecto afirmó que “si el gobierno federal no te-
nía derecho constitucional a intervenir de alguna forma en la escla -
vitud” entonces la conclusión era que el gobierno federal “tampoco
tenía el derecho constitucional de apoyarla”.43 Este argumento per-
mitió que los miembros antiesclavistas objetaran las leyes sobre escla-
vos fugitivos y la legalización de la esclavitud en Washington. Con el
desplazamiento de población hacia el norte y la astuta formación de
coaliciones de las fuerzas antiesclavistas, este nuevo marco permitió
que el nuevo Partido Republicano formara una coalición frágil pero
40 Fladeland, Men and brothers, p. 342. 41 Fogel, Without consent or contracl, p. 319. 42 Ibid., p. 282. 43 Miller, Arguing about slavery, p. 445; Fogel, Without consent or
contract, p. 336.
80 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
vencedora en las elecciones de 1860, que llevaron a Lincoln al po-
der.44
El estallido de la guerra civil no unificó de inmediato a la alianza
antiesclavista angloamericana en torno a un firme propósito común.
Muchos de los líderes de la campaña antiesclavista eran pacifistas, y
les era difícil apoyar cualquier guerra. La carnicería y la destrucción
en los campos de batalla consternaron a los humanitaristas británi -
cos, algunos de los cuales simpatizaban con la afirmación de los su-
reños de que luchaban por la independencia contra el norte impe-
rial. Particularmente perturbador fue que los líderes tanto del sur
como del norte negaban que la esclavitud fuera una causa de la gue-
rra. Aunque “las confrontaciones más explosivas entre el norte y el
sur a lo largo del periodo anterior a la guerra civil tenían que ver con
la esclavitud”, las represiones políticas impedían que tanto los líderes
del norte como los del sur la identificaran como fuente del conflic-
to.45 Lincoln comprendió que muchos norteños no deseaban luchar
para liberar a los negros, y que una campaña antiesclavista incluso
podría sacar de la Unión a los estados fronterizos. Con todo, su nega -
dva a hacer que la emancipación fuera uno de los propósitos de la gue-
rra dejó en Inglaterra un movimiento abolicionista cada vez menos vi -
tal y desorganizado, y permitió que el gobierno británico se concen-
trara en sus intereses comerciales, más que en los asuntos morales. 46
Los líderes sureños creían que, como los talleres textiles de los bri -
tánicos dependían del algodón del sur, el gobierno británico se vería
obligado a reconocer y apoyar a la Confederación. “Nadie más que
los absurdos abolicionistas supuso por un momento que Inglaterra
no reconocería a la Confederación sureña”, dijo el Richmond Whig a
principios de 1861.47 Con todo, los líderes confederados compren-
dieron que si apoyaban expresamente la esclavitud no conseguirían
el apoyo de los británicos.
Los líderes sureños no vivían sólo de ilusiones. A mediados de
1862 los tres hombres más poderosos del gobierno británico: el pri -
mer ministro Palmerston, el ministro del Exterior lord John Russell,
y el canciller William Gladstone, estaban dispuestos a servir de inter-
44 Ibid,, pp. 338, 205. 45 Howard Jones, Union on peril: The crisis crver British intervention in the Civil War,¡
Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1992, p. 16. 46
Idem. 47Brian Jenkins, Britain and the war for the Union, Montreal, McGill-Queen‟s Uni-
versity Press, 1974, vol. 1, p. 5.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 81
medianos en la guerra civil, junto con Francia. Esto hubiera benefi -
ciado al sur y muy probablemente hubiera provocado la negativa del
norte, seguida del reconocimiento británico de la Confederación.
Los líderes británicos, espoleados por las victorias militares de los
confederados, que hacían que la separación del sur pareciera irrevo-
cable, debido a la zozobra económica de la industria textil br itánica
-casi una tercera parte de cuyos talleres habían cerrado- y a la zozo-
bra popular por la carnicería de la guerra, sintieron que la opinión
pública apoyaría al pacificador.48
A principios de 1863, mucho antes de las decisivas victorias milita -
res de Gettysburg y Vicksburg que inclinaron el curso de la guerra en
favor de la Unión, los líderes británicos habían cambiado de opinión
y mantenían una política neutral, en espera de los acontecimientos.
¿Qué hizo que se alterara de esta manera la estrategia británica?
Uno de los factores fue que Lincoln proclamó la emancipación en
septiembre de 1862, lo cual dio nuevo vigor al movimiento antiescla -
vista y aclaró la dimensión moral del conflicto.49 Inicialmente la
prensa y el público de Gran Bretaña señalaron la hipocresía de libe-
rar a los esclavos en territorios en los cuales Lincoln no tenía control,
y consideraron que la proclamación era una incitación a la revuelta
de los esclavos en el sur.50 Poco después de la rebelión de los cipayos,
en la India, el temor de los británicos a la “insurrección servil” des -
empeñó un papel “al dar nueva forma [a la respuesta original] y dis -
torsionarla”.51
Sin embargo, la proclamación de la emancipación también dio
nuevo vigor al movimiento antiesclavista, que organizó una serie de
grandes mítines para apoyar a la Unión en diciembre de 1862 y ene-
ro de 1863. Al no materializarse la temida revuelta de esclavos en el
sur, los líderes británicos empezaron a comprender el gran alcance
de la proclama de Lincoln, que preparó el camino para el fin de la
esclavitud y aclaró los propósitos de la guerra en el norte, de mane-
ra que cualquier oferta de los británicos para intervenir en el conflic -
to los ponía en la posición de aceptar la esclavitud.
48Jones, Union inperil, pp. 151, 165. 49John M. Oven, “How liberalism produces democratic peace”, International Secu-
rity 19, otoño de 1994, p. 111. l0 Jenkins, Britain and the war, vol. 2, p. 176; Jones, Union in peril, p. 225.
Jenkins, Britain and the war, vol. 2, p. 158 M Owen, “How liberalism produces democratic peace”, pp. 113-114; Jenkins, Bri-
tain and the war, vol. 2, pp. 153-155, 308; Jones, Union inperil, pp. 171-93.
82 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
Al final, el sentimiento antiesclavista en Inglaterra era “una com-
binación de influencias‟' que impedía que los británicos reconocie -
ran y ayudaran a la Confederación, acto que la mayoría coincide en
pensar que pudo alterar el resultado de la guerra civil. 53 Consideran-
do lo cerca que estuvieron los británicos de reconocer al sur, cada
factor que pesaba contra la intervención era importante. William Se-
ward, secretario de Estado de Lincoln, convenció a los británicos de
que su gobierno consideraría hostil cualquier intervención, con to-
das las complicaciones que implicaba para la larga y desprotegida
frontera con Canadá. Su neutralidad en la guerra civil también les
dejó a los británicos las manos libres para manejar situaciones diplo -
máticas difíciles en Europa. Pero el debate tenía, además, una di-
mensión moral. La campaña de la Sociedad Emancipadora ayudó a
movilizar a la opinión pública británica en favor del norte, conven-
ciendo a los líderes de que cualquier estrategia que pareciera favore -
cer a los estados esclavistas provocaría divisiones y sería impopular. ‟4
En el caso de la abolición, una incipiente red transnacional de de-
fensa, que se movilizaba en torno a un asunto moral y empleaba tác-
ticas parecidas a las de las redes modernas, logró ayudar a que la abo-
lición fuera un asunto político apremiante en Estados Unidos. Lue-
go, cuando la cuestión contribuyó en última instancia a la guerra,
consiguió que se volviera un factor esencial para impedir que los bri -
tánicos reconocieran al sur.
EL MOVIMIENTO INTERNACIONAL POR EL SUFRAGIO FEMENINO
Es notable la escasa atención que los historiadores y los estudiosos de
las relaciones internacionales han prestado a las dimensiones inter-
nacionales de los movimientos por el sufragio femenino. Esta indife -
rencia hacia los procesos internacionales mediante los cuales se con-
cedió a la mitad de la población el derecho de participación política
destaca los silencios conceptuales y empíricos de nuestra disciplina
sobre los asuntos de género. Sin embargo, la investigación histórica
más reciente subraya la influencia mutua y la cooperación interna- 53 Flademan, Men and brothers, p. 386.
54Jenkins, Britain and the war, vol. 2, p. 269; Owen, “How liberalism produces demo-
cratic peace”, p. 114.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 83
cional entre los movimientos por el sufragio femenino de todo el
mundo.35 Nancy Cott afirma que “todo aquel que investigue el femi -
nismo a finales del siglo xx no puede dejar de reconocer que con -
templa un movimiento internacional cuyas ideas y tácticas pasan de
un lugar a otro conforme los individuos de los diferentes países via -
jan, buscan modelos útiles, y establecen redes de reforma”. 56
El movimiento internacional por el sufragio femenino empezó
con la participación de las mujeres en organizaciones antiesclavistas
en Inglaterra y Estados Unidos. La experiencia de Lucretia Mott y
Elizabeth Cady Stanton en la Conferencia Mundial Antiesclavista de
1840, cuando la mayoría inglesa se negó a aceptar a las mujeres en la
mesa de representantes, las incitó a apoyar el movimiento organiza-
do por los derechos femeninos, lo que desembocó en la histórica
reunión de 1848 en Seneca Falls, en Nueva York. De la misma mane-
ra, hubo una división inicial en el movimiento sufragista de Estados
Unidos cuando los aliados republicanos de las sufragistas apoyaron el
voto para los esclavos varones liberados, pero no para las mujeres. Es -
tas primeras conexiones y evoluciones, paralelas a la contribución
que el movimiento por los derechos civiles y el “verano de la libertad”
hicieron al movimiento de las mujeres en los decenios de 1960 y
1970, nos recuerdan que los movimientos, además de difundir reper -
torios, siembran con sus deficiencias las semillas de movimientos fu -
turos.5
Cuando Elizabeth Cady Stanton sugirió por primera vez que se to-
mara una decisión sobre el sufragio en la reunión de Seneca Falls,
hasta sus más decididas partidarias temieron que el movimiento “pa -
reciera ridículo” y comprometiera sus otras metas. ‟8 El voto se consi-
deraba el terreno de acción exclusivo del varón. Había asuntos me-
nos polémicos que la propuesta de que las mujeres votaran, como la
igualdad ante la ley en lo referente a la propiedad, el divorcio, los ni -
ños, mejor salario para las trabajadoras, igual acceso al trabajo y a la
educación, y la aplicación de los mismos códigos morales a la con- 5 Ellen Carol DuBois, “Woman suffrage around the world, Three phases of suf-
fragist internationalism”, en Caroline Daley y Melanie Nolan (eds.), Nueva York, New
York University Press, 1994, p. 254. :,íi Nancy F. Cott, “Early twentieth century feminism in political context: A
comparative look at Germany and the United States”, en Sufrage and beyond, p. 234. 57 Doug McAdam, Freedom summer, Nueva York, Oxford University Press, 1988. 18 Elizabeth GrifFith, In her own right: The life of Elizabeth Cady Stanton, Nueva York,
Oxford University Press, 1984, p. 54.
84 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
ducta de hombres y mujeres. Las propuestas acerca de estos asuntos
se aprobaban unánimemente, mientras que la propuesta acerca del
sufragio apenas atrajo a una pequeña minoría, y eso sólo después de
los elocuentes discursos de Elizabeth Cady Stanton y del abolicionis -
ta Frederick Douglas.59
Podríamos considerar otros asuntos que inicialmente fueron “me -
nos polémicos”, tratados en 1848 en Seneca Falls, como “no casos”
con los cuales comparar el sufragio femenino. ¿Por qué el sufragio,
que originalmente se consideró más radical, se volvió la base de una
campaña global exitosa, mientras que algunos de los otros asuntos si -
guen sin resolverse? Afirmamos que el sufragio, como la esclavitud,
fue un claro ejemplo de negación de la igualdad de oportunidad le -
gal más básica. La cadena causal era corta: la ley (y detrás de ella, el
estado) negaba a las mujeres el derecho al voto. La solución era sen -
cilla: cambiar la ley. El asunto se prestaba para enmarcarlo y para em-
prender acciones que apelaran a los valores más básicos del estado li -
beral: la igualdad, la libertad y la democracia.
Como los abolicionistas, la mayoría de los primeros defensores de
los derechos de las mujeres estaban motivados por los movimientos
religiosos revivalist. Por ejemplo, el eslogan de Susan B. Anthony era
“resistirse a la tiranía es obedecer a Dios”. Algunas de las primeras
sufragistas, en lugar de afirmar que las mujeres merecían la ciuda-
danía y los mismos derechos porque también ellas eran personas (la
idea liberal de los derechos humanos), enmarcaron sus argumentos
a partir de lo que las distinguía de los hombres y de sus cualidades
sui generis, como la moral y el afecto, que podían llevar al terreno pú -
blico.60 También quienes se oponían al sufragio femenino creían
que las mujeres eran diferentes, y afirmaban que si se les concedía
el voto pecarían de conservadoras, se apegarían demasiado a la igle -
sia o apoyarían excesivamente la prohibición de las bebidas alcohó-
licas. Las campañas del siglo XIX contra la prostitución y la trata de
blancas (“esclavitud blanca”) y en pro de una legislación especial
que protegiera a las mujeres que trabajaban, tenían como premisa 59 Mari Jo Buhle y Paul Buhle (eds.), The concise history of woman suffrage: Selections
frorn the classic work of Stanton, Anthony, Gage and Harper, Urbana, University of Illinois
Press, 1978, pp. 96-98. 60
Nitza Berkovitch, From motherhood to citizenship: The worldwide incorporation of
women into the public sphere in the twentieth century, tesis doctoral, Stanford University,
1995, p. 21.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 85
la idea de que las mujeres, dada su vulnerabilidad y su naturaleza
frágil, necesitaban una protección especial.61
Si bien en el siglo xix había muchas organizaciones sufragistas na -
cionales en actividad, apenas en 1904 la defensa de los derechos de
las mujeres fundó la International Woman Suffrage Association (Aso -
ciación Internacional por el Sufragio Femenino) o IWSA, que se lan-
zó a una campaña internacional por el sufragio en un marco ilumi-
nista de la igualdad de derechos.62 En realidad había tres o cuatro
campañas superpuestas y más o menos coordinadas. Los grupos su-
fragistas muchas veces estaban divididos por diferencias políticas y
personales, y no se ponían de acuerdo para elegir los mismos tip os
de estrategias que las redes modernas: concentrarse sólo en un asun -
to o hacer demandas más amplias; trabajar con los legisladores y po-
ner en práctica tácticas políticas, o bien organizar a las clases popu-
lares; practicar la desobediencia civil radical o adoptar las formas le-
gales de oposición.
Varias características particulares marcan la campaña internacio-
nal por el sufragio femenino. Primero, a diferencia del movimiento
antiesclavista, la campaña se basaba más bien en la política simbólica
y de presión que en la política de información. El problema que en -
frentaban las mujeres se debía sobre todo a las actitudes y prácticas
sociales arraigadas, y no tanto a la falta de información o de compren-
sión. Tampoco encontramos casos en que la campaña internacional
por el sufragio femenino aprovechase el modelo de influencia de bu-
merang del que hablamos en nuestra introducción, ni la política de
apoyo y presión esencial de este modelo. En ningún lugar encontra -
ron las mujeres organizaciones o gobiernos extranjeros poderosos
que desearan ejercer presión o dedicar recursos a la promoción del
sufragio femenino más allá de sus fronteras, y las organizaciones de su -
fragistas no podían recurrir a la política de responsabilización, pues
ningún gobierno reconocía las obligaciones internacionales de las
cuales más tarde se les haría responsables. El resultado fue que las
mujeres utilizaron más que ninguna otra táctica la política simbólica
y a veces, cuando los resultados de las tácticas pacíficas eran escasos,
recurrían a la provocación y a la desobediencia civil. Más que en cual-
quier otra de las campañas civiles de que hablamos en este libro, las
activistas del sufragio estaban dispuestas a quebrantar la ley y a ir a la 61
Ibid., pp. 23-46. 62
Ibid., pp. 46-50.
86 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
cárcel en defensa de sus creencias, a fin de atraer la atención hacia su
causa.
La primera organización internacional que promovió el sufragio
femenino -organización que con frecuencia no se toma en cuenta-
fue la World‟s Women‟s Christian Temperance Union o WCTXJ (Unión
Mundial de Cristianas en pro de la Abstinencia). Como la WCTU cre-
ía que el voto les permitiría a las mujeres garantizar la prohibición y
la seguridad física para ellas y para sus hijos, dejó de ser una organi -
zación tradicional de mujeres protestantes y se transformó en una or -
ganización políticamente enérgica que luchaba por una amplia gama
de asuntos, entre ellos el sufragio.63 Una activista de la WCTU recorrió
el mundo “dejando tras de sí unas 86 organizaciones dedicadas a lo -
grar el sufragio femenino”.64 Donde quiera que las mujeres ganaron
el voto entre 1890 y 1902 (Australia y Nueva Zelanda, y en Estados
Unidos los estados de Wyoming, Utah, Colorado e Idaho), las sufra-
gistas de la WCTU fueron, con mucho, las más numerosas.60 La WCTU
fue especialmente importante para que se concedieran el sufragio y
otros derechos políticos a las mujeres en Nueva Zelanda y Australia;
más tarde las sufragistas de estos países fueron a Europa y a Estados
Unidos para contar cómo habían ganado el voto y lo que esto signi -
ficaba para ellas.
La segunda vertiente del movimiento internacional estuvo consti -
tuida por los grupos de mujeres relacionados con la Segunda Inter-
nacional Socialista. En 1900 la Internacional Socialista aprobó la pri -
mera propuesta por el sufragio femenino; sin embargo, dicho sufra -
gio sólo pasó a ser una demanda fundamental de los partidos socia -
listas en 1907.66 Aunque no se esperaba que las socialistas de cual-
quier parte del mundo cooperaran con las “sufragistas burguesas”,
en la práctica hubo una gran cooperación entre las defensoras del
voto, tanto socialistas como no socialistas.
La tercera vertiente del movimiento internacional por el sufra gio
femenino estuvo formada por las suffragettes militantes independien-
tes, llamadas así para distinguirlas de las sufragistas, que eran más
moderadas. En su demanda del voto las suffragettes practicaban la agi-
63 DuBois, “Woman suffrage around the world”, p. 256. 64 Melanie Nolan y Caroline Daley, “International feminist perspective on suffrage:
An introduction”, en Suffrage and beyond, p. 13. 65 Patricia Grimshaw, “Women‟s suffrage in New Zealand revisited: Writing from
the margins”, en Suffrage and beyond, p. 34. 66 DuBois, “Woman suffrage around the world”, p. 262.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 87
tación pública, la desobediencia civil, y más tarde incluso tácticas vio -
lentas. Cuestionaban a los oradores en las reuniones, se encadena-
ban a las rejas de los edificios gubernamentales, lanzaban piedras
por las ventanas y participaban en manifestaciones en la vía pública,
las cuales con frecuencia terminaban en choques con la policía y con
los espectadores hostiles; de esta manera incitaban a que las encar-
celaran, y una vez en la cárcel hacían huelgas de hambre y había que
alimentarlas a la fuerza. La organización de suffragettes más conocida
fue la Women‟s Social and Political Union (Unión Política y Social
Femenina) o WSPU, de Gran Bretaña, dirigida por la familia Pank-
hurst, cuyas tácticas tuvieron una verdadera influencia internacio-
nal. Si bien la International Woman Suffrage Association no apoya -
ba las tácticas más militantes de las suffragettes, “constituía un canal
para su influencia”.67 En las reuniones internacionales periódicas de
la iwsa la militancia de las suffragettes se difundió entre las participan-
tes, que a su vez la difundieron de vuelta en sus países. Las sufragis -
tas de Estados Unidos que participaron en la wspu de Gran Bretaña
también practicaron ese estilo y esas tácticas militantes al regresar a
su país, donde dirigieron el ala más militante del movimiento femi-
nista.68
La cuarta vertiente del movimiento internacional incluía a las mu -
jeres reunidas en el International Council ofWomen (Concilio Inter -
nacional de Mujeres) o icw, fundado en 1888. Si bien a partir de
1904 la icw adoptó una fuerte postura sufragista, no estaba dispuesta
a dar prioridad a este asunto por encima de los otros temas de su pro-
grama, entre los cuales estaban las demandas de la misma paga por
el mismo trabajo, el acceso a las profesiones, las prestaciones por ma-
ternidad, la supresión de la trata de blancas y de niños, la paz y el ar -
bitraje, la protección para los trabajadores de uno y otro sexo, y
el “desarrollo de aparatos modernos para el hogar, a fin de aliviar a
las mujeres en las pesadas labores hogareñas”.69 Si bien la icw no per-
tenecía a la avanzada del movimiento, contribuyó promoviendo la
comunicación entre las organizaciones de mujeres en diferentes paí -
ses. Además trabajó activamente con las conferencias y organizacio-
nes intergubernamentales en La Haya y en la Sociedad de las Nacio-
67 Ibid., p. 267. 68 Sandra Stanley Holton, Suffrage days: Stories from the women‟s suffrage movement,
Londres, Routledge, 1996, pp. 109, 155. 69 International Council ofWomen, Women in a changing world: The
dynamic story of the International Council of Women since 1888, Londres, Routledge,
1966, pp. 23, 27.
88 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
nes. En 1907 fue una de las dos organizaciones internacionales priva -
das cuyas delegaciones aceptó recibir el presidente de la Segunda
Conferencia por la Paz en La Haya.70 Éste puede ser el primer caso
de la práctica ahora establecida de conceder un papel especial a las
organizaciones no gubernamentales en las conferencias internacio-
nales.
La IWSA, que estaba bien concentrada y que era militante, se exten -
dió más rápidamente que la ICW a principios del siglo xx: hubo repre-
sentaciones de 11 países en su primera conferencia de 1904; en el dé-
cimo congreso, celebrado en 1926, participaron 4 2 . L o s congresos
internacionales se efectuaban más o menos cada dos años, y entre
uno y otro las líderes activistas y sufragistas se mantenían en contac -
to por correspondencia, intercambiando libros y folletos, visitándose
mutuamente y efectuando giras de conferencias. 72 A pesar de sus di-
ferentes formaciones y nacionalidades, estas mujeres empezaron a
pensar de la misma manera. Por ejemplo, la correspondencia de dos
de las lideresas de los Países Bajos y de Hungría revela que, no obs-
tante sus diferentes situaciones sociales y políticas, “las dos descri -
bían todo tipo de acontecimientos con términos parecidos. El len-
guaje común despertaba el sentimiento de solidaridad.”'3
Las sufragistas atestiguan que sus conexiones internacionales les
proporcionaban apoyo, inspiración e ideas sobre tácticas y estrate -
gias. Como en el caso del movimiento antiesclavista, estas ideas se di-
fundían con los viajes de las principales activistas, las conexiones fa -
miliares, el intercambio epistolar, los folletos y los periódicos. En al -
gunas de sus principales tácticas recurrían a la política simbólica para
destacar el conflicto existente entre el discurso de igualdad y demo-
cracia y la verdadera situación de las mujeres. Cuando Elizabeth
Cady Stanton y sus colegas redactaron la Declaración de Sentimien-
tos de Seneca Falls, en 1848, emplearon el lenguaje de la Declaración
de Independencia de Estados Unidos para enmarcar la demanda por
los derechos de las mujeres. “Que Cady Stanton se lo apropiara [...]
fue un brillante golpe propagandístico. Con ello relacionó su causa 70 Ibid., p. 141.
71 Arnold Whittick, Woman into Citizen, Londres, Athenaeum, 1979, pp. 32, 92;
Women in a changing morid, pp. 53, 203, 350. 72 Griffith, In her own right, pp. 181, 193, 214; Mineke Bosch y Annemarie
Kloosterman (eds.), Politics and friendship: Letters from the International Woman Suffrage
Alliance 1902-1942, Columbus, Ohio State University Press, 1990. 73
Politics and friendship, p. 15.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 89
con un poderoso símbolo norteamericano de libertad.” 74 De la mis-
ma manera, cuando apenas un puñado de activistas en pro de los de-
rechos humanos empezó a protestar en Estados Unidos por los im-
puestos, negándose a pagar aquellos que gravaban sus propiedades
mientras no se les permitiera votar, una activista, que evidentemente
se inspiró en el eslogan de la guerra revolucionaria, “nada de tribu -
tación sin representación”, solicitó que las autoridades tributarias de
su localidad subastaran su propiedad el 4 de julio como pago. 75 Si
bien la táctica no pegó en Nueva Inglaterra, fue adoptada más tarde
en Gran Bretaña por las sufragistas radicales a principios del siglo
XX.76 En 1876 las sufragistas norteamericanas también aprovecharon
simbólicamente el centenario de la revolución de su país para insis -
tir en las demandas de sus propios derechos.
Los vínculos transnacionales entre Estados Unidos y las sufragistas
británicas fueron importantes en una decisiva discusión sobre los
principios y las tácticas entre las sufragistas británicas acerca de la
amplitud que debía tener la demanda por el sufragio femenino. En
Inglaterra el voto seguía relacionado con la propiedad, y las mujeres
c asadas no podían ser propietarias. Muchas sufragistas creían que
exigir el voto para las casadas era exagerado, y por ello sólo sol icita-
ban el sufragio para las solteras que tenían propiedades. Las sufragis -
tas británicas radicales deseaban el voto para todas las mujeres y re -
lacionaban su demanda con la necesidad de democratizar más a la
sociedad británica y conceder el voto también a todos los hombres.
Las sufragistas de Estados Unidos apoyaban el voto tanto para las ca-
sadas como para las solteras. Elizabeth Cady Stanton, que iba a Ingla -
terra con frecuencia, trató de “fortalecer la resolución” de sus aliadas
británicas a este respecto. En su diario registra que procuró inculcar
a sus colegas la idea de que
conseguir el sufragio para las solteras está muy bien, pero nuestro
trabajo es
elevar la posición de todas las mujeres desde todos los puntos [...]
Que las
mujeres casadas de este movimiento en Inglaterra acepten la
suposición de
que, por medio del matrimonio, están de hecho representadas y
protegidas,
'4 Lois W. Banner, Elizabeth Cady Stanton: A radicalfor women‟s rights, Boston, Little,
Brown, 1980, p. 40.
' ’ Dorothy Sterling, Ahead of her time: Abby Kelley and the politics of antislavery, Nueva
90 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
apoyadas y a cobijo de todas las embestidas de la vida, es la mayor prueba de que necesitan emanciparse.77
Las sufragistas radicales eran más activas en las redes internacio-
nales que las lideresas británicas, también más moderadas. Tal vez de -
bido a “su condición más marginal en su propio país”, la conexión
internacional servía de “valioso apoyo de su propia y distinta identi -
dad”.78 Elizabeth Cady Stanton contribuyó a la formación de la pri -
mera organización que en Gran Bretaña “expresó su petición en tér -
minos que incluían expresamente a las casadas”, y la apoyó inicial-
mente con la “red transnacional” formada por ella, sus amistades y
sus colegas.'9 Si bien en el movimiento sufragista británico las radi-
cales eran minoría, su posición incluyente con el ti empo dominó en
Inglaterra y en todo el mundo. Tanta resonancia tuvo el éxito de su
postura que solemos olvidar que en un principio no defendían el
voto para las casadas.
Las giras de conferencias fueron una manera especialmente eficaz
de dar difusión internacional al movimiento por el sufragio. En 1913
dos lideresas de la IWSA viajaron a Asia y al Medio Oriente. A su regre-
so una de ellas informó que “los resultados palpables de nuestro via -
je son que estamos conectadas con corresponsales que representan
el mayor desarrollo del movimiento femenino en Egipto, Palestina,
la India, Birmania, China, Japón, Sumatra, Java y las islas de Filipinas
y de Hawai, y también en Turquía y en Persia, que no visitamos”. 80 En
los siguientes diez años ingresaron a la IWSA las sociedades sufragistas
nacionales de cuatro de los países que habían visitado. Sin embargo,
la formación de una organización sufragista no siempre condujo a
que las mujeres obtuvieran el sufragio. Por ejemplo, en Suiza las mu -
jeres pidieron el voto en 1868, pero no lo obtuvieron en todos los
cantones hasta 1971. La mayoría de los países les concedieron el su -
fragio a las mujeres después de algunos decenios de organización de
los grupos feministas.
A veces los congresos internacionales le daban al tema suficiente
publicidad para provocar debates nacionales. En los Países Bajos, que 77 Elizabeth Cady Stanton, Theodore Stanton y Harriet Stanton Blatch, Elizabeth
Cady Stanton as revealed in her letters, diary and reminiscences, Nueva York, Harper, 1922,
citado en Holton, Suffrage days, p. 63. 78 Holton, Suffrage days, p. 63. 79
Ibid., p. 76. 80
Whittick, Woman into Citizen, p. 52.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 91
fueron la sede del Congreso Internacional de 1908 de la IWSA, la
prensa le dio al Congreso una amplia y favorable cobertura. Los
miembros de la organización nacional por el sufragio femenino su -
bieron de 2 500 a 6 000, y se creó la Liga Varonil en pro del Sufragio
Femenino. Las holandesas obtuvieron el voto en 1919, y la Conferen-
cia de 1908 se consideró como “un punto de inflexión decisivo en el
público holandés, que hasta entonces se había mantenido desintere -
sado”.81
Estados Unidos, Canadá y muchos países de Europa concedieron
el voto a las mujeres durante la primera guerra mundial y en los años
inmediatamente posteriores a ella. Muchas patriotas sufragistas par -
ticiparon en la guerra; otras aprovecharon los fines de ésta como
nuevo vehículo simbólico para ejercer presión en pro del sufragio.
Las activistas de Estados Unidos y de Gran Bretaña señalaron la hipo-
cresía de luchar en una guerra en pro de la democracia mundial y al
mismo tiempo negarle los derechos de la democracia a la mitad de
su población. Subsecuentemente, el sufragismo internacional se con -
centró en Latinoamérica, Medio Oriente y Asia, en parte a través de
las actividades de las mismas organizaciones internacionales (por
ejemplo la IWSA, cuyo nuevo nombre era International Alliance for
Women: Alianza Internacional en pro de las Mujeres), y en parte por
medio de movimientos más amplios de la clase trabajadora y del na -
cionalismo revolucionario.82
La campaña internacional por el sufragio femenino obtuvo resul-
tados sorprendentemente rápidos. El sufragio femenino había sido
casi “inimaginable”, incluso para los defensores visionarios de los de-
rechos de la mujer en 1848. Aunque apenas en 1904 se fundó la pri -
mera organización internacional dedicada principalmente a promo-
ver el sufragio femenino, antes de que pasara medio siglo en casi to -
dos los países se había concedido el voto a las mujeres. A medida que
se formaban nuevos estados con motivo de la descolonización, se
concedían derechos políticos a las mujeres, debido a su contribución
en la lucha independendsta y también porque el sufragio femenino
era ahora uno de los atributos de un estado moderno. La campaña
internacional es parte esencial de la explicación de cómo los votos de
las mujeres pasaron de lo inimaginable a lo imaginable, y luego se
transformaron en una política normal del estado.
81 Politics and friendship, p. 46.
S2DuBois, “Woman suffrage around the world”, pp. 270-271.
92 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
LAS PRIMERAS CAMPAÑAS CONTRA LOS
PIES VENDADOS
Y LA CIRCUNCISIÓN FEMENINA
Las prácticas tanto de la circuncisión como del vendado de los pies
tenían un impacto duradero en la salud y la actividad de las mujeres;
ahora las llamaríamos prácticas de violencia. Ambas estaban profun-
damente inscritas en la cultura; ambas estaban relacionadas con ritos
muy formales del paso de las niñas a la vida de mujeres adultas, y am -
bas solían considerarse requisitos para el matrimonio.
Si bien no sabemos lo suficiente sobre los orígenes de la circunci -
sión femenina, hay evidencias de que la practicaban los antiguos
egipcios. Era más cultural que religiosa, y se efectuaba entre algunos
grupos de Africa y del Medio Oriente, incluyendo animistas, musul-
manes, cristianos y judíos etíopes. Ninguna ley islámica ordena la cir -
cuncisión femenina, que no se practica en muchos de los países islá-
micos.83
Si bien los chinos habían admirado los pies pequeños desde la an -
tigüedad, hay pocas pruebas comprobables de que las mujeres se ven -
daran los pies antes del siglo X.84
La práctica se puso en boga duran-
te la dinastía Sung (960-1279) y se hizo común entre todas las clases
durante las dinastías Ming (1368-1644) y Ch‟ing (1644-1911).85 Sus
orígenes están arraigados en el folklore popular y en el atractivo es -
tético. Algunos han explicado que era un símbolo de ocio evidente y
el medio para controlar los movimientos de las mujeres y proteger su
castidad.86 Era común la creencia de que las mujeres que no tenían
los pies vendados no encontrarían esposo.
Estas dos prácticas estaban profundamente inscritas en la vida na-
cional; eran un mandato social, aunque nunca fueron dictadas o exi -
gidas por la ley, y las madres u otras mujeres eran quienes efectuaban
los rituales en las niñas. Ambas prácticas afectaban a las pequeñas de
diferentes clases y preparación, y ambas se han relacionado con el
83Nahid Toubia, “Female genital mutilation”, enjulie Peters y Andrea Wolper (eds.),1
Women‟s rights, human rights: International feminist perspectiva, Nueva York, Rout-ledge,
1995, p. 230. 84
Howard Levy, The lotus lovers: The complete history of the curious erotic, custom offoot-
bindingin China, Buffalo, Prometheus, 1992, p. 38. 85 Allison R. Drucker, “The influence of Western women on the anti-footbinding
movement 1840-1911”, Historical Rejlections 8:3, verano de 1981, p. 179. 86 Levy, The lotus lovers, pp. 41, 44; Drucker, “The influence of Western women”, p.
179.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 93
control de la sexualidad femenina y el poder reproductivo. Los pies
vendados tenían atractivo erótico para los hombres y ayudaban a
mantener a las mujeres confinadas en sus casas. Como resultado de
esta relación con la sexualidad, los reformistas reconocieron que los
pies eran “el tema de conversación más indecoroso en China” a fines
de 1800.87 La circuncisión femenina estaba todavía más ligada a la se-
xualidad, porque implicaba la extirpación del clítoris, el principal ór -
gano femenino del placer sexual. Después de que se concertaron va -
rias campañas contra estas dos prácticas, a principios del siglo XX se
erradicó la costumbre de vendarles los pies a las mujeres en China,
en tanto que la circuncisión femenina sigue practicándose amplia -
mente en toda Africa.
Antes que nada, ¿por qué eligieron los misioneros reformistas en -
focar estos asuntos en sus campañas? Ninguna de las dos prácticas te-
nía un impacto visible, ya fuera negativo o positivo, en las conversio -
nes; además, los propios misioneros no estaban convencidos de que
sus campañas les atrajeran más conversos. En ambos países la iglesia
católica evadió las campañas, temiendo que afectaran las conversio-
nes. Parece que este temor se originó en Kenia, donde, debido a la
campaña contra la circuncisión femenina, disminuyeron notable-
mente los miembros de la iglesia.
La moral de los grupos de evangelizadores tuvo que ver en ambos
casos. Los misioneros de Kenia “eran „Victorianos‟ puritanos en todo
el sentido de la palabra: consideraban que beber, fumar, bailar y las
demás diversiones mundanas eran pecaminosas, y en cuanto a la se-
xualidad, eran imprescindibles la virginidad premarital y la castidad
en el matrimonio; asimismo estaba prohibido el divorcio”. 88 Con
todo, los misioneros no organizaron campañas contra muchas otras
prácticas que condenaban moralmente (en Kenia, la poligamia, la
brujería y la medicina tradicional, y en China el infanticidio de las
niñas, el concubinato y fumar opio), aunque las atacaban en sus ser -
mones.
87 Mrs. Archibald Little, Intimate China. The Chinese as I have seen them, Londres,
Hutchinson, 1899, pp. 147, 150.
88Jocelyn Margaret Murray, The Kikuyu female circumcision controversy, with special refe-
rence to the Church Missionary Society‟s sphere of influence, tesis doctoral, Universidad de
(-alifornia, Los Angeles, 1974, p. 48.
94 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
LA CAMPAÑA CONTRA LOS PIES VENDADOS EN CHINA, 1874-1911
En cierto sentido la tradición de vendar los pies se parecía a la cos -
tumbre occidental de usar corsé, si bien era mucho más dolorosa.
En medio de preparativos rituales, que incluían elaborar elegantes
zapatitos bordados, a las niñas de entre 4 y 8 años de edad se les ven -
daban fuertemente los pies, para impedir que les crecieran. Luego
de varios años de intenso dolor se les rompían los dedos y se les des -
prendía la carne, a fin de que el piecito sólo midiera entre 8 y 13
centímetros de largo. Hoy llamaríamos a esto una violación de los
derechos humanos; pocas formas de tortura moderna dejan una de-
formación tan permanente. Sin embargo, los relatos de las mujeres
a las que se les vendaron los pies no sólo hablan de su dolor, sino
también del orgullo que sentían por sus pies pequeños. El ritual del
vendado tenía un papel medular en la vida de las mujeres. Los his -
toriadores hacen hincapié en sus funciones en la socialización, la ena-
jenación del trabajo femenino, y la definición de la nación y de los
papeles de género, y subrayan que era un acontecimiento decisivo
en la cultura doméstica femenina.89 “Al vendarle los pies a una niña
se la preparaba física y psicológicamente para su futuro papel de es-
posa y miembro dependiente de la familia [...] Con este vendado se
grababa en los cuerpos de las niñas la doctrina de las esferas separa-
das.”90
La costumbre de vendar los pies estaba muy extendida en China,
pero no de manera universal. Había grupos étnicos que no la practi -
caban; era más frecuente que se les vendaran los pies a las mujeres
de la clase alta que a las de la clase baja; asimismo era menos común
en las zonas rurales y en las regiones donde se cultivaba el arroz. No
obstante, un escritor afirma que en 1833 predominaba en todo el im-
perio, y calcula que entre cinco y ocho de cada diez mujeres tenían
los pies vendados, de acuerdo con la localidad. 91
A las manchúes nunca les vendaron los pies, y a mediados del siglo
XVII la corte imperial manchú promulgó edictos que prohibían esta
práctica. Sin embargo, la gente no obedeció y la corte se vio obligada
S9 Dorothy Ko, Teachers of the inner chambers: Woman and culture in seventeenth-centurj
China, Stanford, Stanford University Press, 1994, pp. 148, 150; C. Fred Blake, “Foot-, binding in neo-Confucian China and the appropriation of female labor”, Signs: Journal
ofWomen and Society 19, primavera de 1994, p. 78. 90 Ko, Teachers of the inner chambers, p. 149. 91 Levy, The lotus lovers, pp. 52, 53.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 95
a aceptar tácitamente esta costumbre.92 La resistencia a estos decretos
puede haber sido una manera en que el grupo étnico mayoritario han
afirmaba su identidad frente a la conquista manchú. Si bien los man-
chúes pudieron obligar a todos los hombres a peinarse de coleta, no
lograron impedir que se vendaran los pies de las mujeres. 93
A fines del siglo xix, entre los extranjeros que se encontraban en
los puertos francos de China surgió un fuerte movimiento para abo-
lir la costumbre de vendarles los pies a las mujeres; este movimiento
se difundió después entre los chinos más expuestos a las ideas occi -
dentales.94 Los intelectuales y los políticos chinos se unieron a la
campaña, que culminó en un decreto que prohibía que se vendaran
los pies, después de la revolución de 1911. La campaña fue más in -
tensa a principios de siglo, mucho antes del movimiento del 4 de
mayo, de 1919 a 1920, que suele considerarse como el periodo cum-
bre de las innovaciones políticas, culturales y sociales, y antes de que
se formara el Partido Comunista chino en 1921. Después, los textos
progresistas de las mujeres y acerca de ellas trataron otros asuntos. 95
En otras palabras, los cambios respecto de los pies vendados fueron
anteriores (no posteriores) a la ola principal de reformas culturales
y políticas.9<>
La derrota de China en la guerra del opio llevó a que los puertos
francos se abrieran a los extranjeros y al influjo de los misioneros y
de las ideas occidentales. Los intelectuales chinos declararon que su
país necesitaba reformas para evitar nuevas derrotas humillantes. Al
principio hicieron hincapié en las innovaciones tecnológicas y en las
armas modernas, que se introdujeron entre 1860 y 1894. Sin embar-
go, después que los japoneses derrotaron a China en 1895, los inte -
lectuales empezaron a clamar también por reformas sociales, cultu -
rales y políticas.97 Una de las metas del movimiento de reforma na-
cional que surgió a fines del decenio de 1890 era que se dejara de
vendar los pies a las mujeres y que se mejorara su condición. El mo-
Virginia Chui-tin Chau, The anti-footbinding movemenl in China (1850-1912), tesis de maestría, Universidad de Columbia, Nueva York, 1966, p. 10.
93 Agradecemos a Ann Walter esta observación. 94 Jane Huntger, The gospel of gentility: American women
missionaries in tum of the cen- tury China, New Haven, Yale University Press, 1984, pp. 23-24.
93 Roxane Witke, Transformation of attitudes towards women during thf, May fourth era
o] modem China, tesis doctoral, Universidad de California, Berkeley, 1970, pp. 6, 42.
96 Ibid., p. 27.
96 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
vimiento de reforma difundió este mensaje sobre todo a través de los
diarios y las sociedades de estudio. 98 Los reformistas adujeron que
mejorar la condición de las mujeres era parte necesaria de su progra -
ma para el fortalecimiento de la nación.99
En 1898 las autoridades imperiales reprimieron el movimiento de
reforma; los líderes clave murieron o fueron a la cárcel. Empero, a
pesar de que crecieron los sentimientos antiextranjeros durante la
rebelión bóxer, siguió aumentando el movimiento contra la costum-
bre de vendar los pies.100 Después de la rebelión bóxer la corte im-
perial vio la necesidad de efectuar reformas graduales. Una de las pri -
meras fue un edicto de 1902 que prohibía que se vendaran los pies a
las mujeres.101 Los primeros decretos imperiales no surtieron efecto,
pero el decreto de 1902 fue el principio del fin. Cuando el nuevo go -
bierno republicano y nacionalista subió al poder, en 1911, prohibió
definitivamente el vendaje de los pies.
Tres grupos participaron en las primeras campañas en contra de
los pies vendados: 1] los misioneros occidentales, que en su campa -
ña se concentraron en los chinos cristianos; 2] los occidentales, que
dirigieron su campaña hacia grupos selectos de chinos no cristianos;
3] los reformistas chinos, que enfocaron su campaña a grupos selec- j
tos de chinos no cristianos. Una misionera de la Sociedad Londinen -
se de Misioneros fundó la primera asociación contra los pies venda -
dos en 1874. En 1895 diez mujeres de diferentes nacionalidades, di -
rigidas por la esposa del comerciante británico Archibald Little, fun-
daron la T‟ien tsu hui (Sociedad por los Pies Naturales), una organi -8
zación laica con intereses muy amplios. Las primeras sociedades con-
tra el vendaje iniciadas por chinos se establecieron en 1883 y 1895,,
pero fracasaron debido a la oposición local. En 1897 los reformistas
chinos fundaron la Pu‟ch‟an-tsu hui (Sociedad Contra los Pies Ven-
dados) , la organización no cristiana más grande de China contra esa
práctica, que posteriormente estableció muchas filiales y llegó a con-
tar con 300 000 miembros.102
Cada uno de estos tres actores trató de manera especial el asunto.]
El enfoque de los misioneros fue el más decidido y moralista. 103 Las
98 Ibid., p. 28. 99
Hunter, The gospel of gentility, pp. 23-24. 100
Chau, The anti-footbinding movement in China, p. 27. 101
Hunter, The gospel of gentility, pp. 23-24. 102Drucker, “Iníluence of Western women”, p. 194. 103Witke, “Transformation of attitudes”, p. 20.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 97
escuelas misionales auspiciaban que se dejaran “los pies naturales”,
primero ofreciendo becas sólo a las niñas que no tuvieran los pies
vendados; después les negaron la entrada a las niñas que tuvieran los
pies vendados y no contrataron maestras con los pies vendados. Las
escuelas de los misioneros enfocaron su atención en los cristianos
conversos, que en general no pertenecían a lo más granado de la so-
ciedad china.
Quizá la técnica más novedosa de las sociedades en contra de los
pies vendados consistió en atacar directamente un asunto social medu-
lar para esta costumbre. Las familias chinas temían que sus hijas que
no tuvieran los pies vendados no pudieran casarse, de manera que los
miembros de las sociedades en contra de que se vendaran los pies pi-
dieron que no se los vendaran a sus hijas y que sus hijos sólo se casa -
ran con mujeres que tuvieran los pies intactos. Cuando las familias se
registraban en las sociedades indicaban las edades de sus hijos, para
encontrarles la pareja más conveniente.104
A diferencia de los misioneros, la Sociedad de los Pies Naturales
de la señora Little se dedicó a influir en los funcionarios importan -
tes y en las chinas no cristianas acaudaladas y de buen tono, con lo
que disoció parcialmente el asunto del contexto cristiano. Quizá
porque la señora Little no era misionera, podía reconocer las rami-
ficaciones sociales y culturales de la campaña, y adoptar una postura
menos rígida y más estratégica acerca de este asunto. Su estrategia
consistió en trabajar con las clases más altas y sólo con el asunto del
vendaje, en lugar de mezclar en esto la religión.105 En un país en el
cual los cristianos eran menos del 1% de la población probablemen-
te esta estrategia era esencial para el éxito del mensaje.
Una de las primeras actividades de la Sociedad de los Pies Natura -
les fue enviar una petición a la emperatriz viuda, escrita en letras do -
tadas sobre satín blanco, dentro de un cofrecito de plata, y firmada
por “casi todas las señoras extranjeras que se encontraban en el Le-
jano Oriente en aquel momento”.106 Si bien ninguno de los funda-
dores originales de la Sociedad de los Pies Naturales sabía leer chino,
inmediatamente empezaron una campaña extensa, celebrando míti -
nes y traduciendo textos al chino. La Sociedad de los Pies Naturales
1,14 Chau, Anti-footbinding movement, pp. 107, 108.
Ub “Anti-footbinding Society Conference”, North China Herald, 23 de
enero de 1901, pp. 159-160.
106 “Summary of work done by the Tien Tsu Hui”, Chínese Recorder 38,
98 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
seguía la táctica de que sus consejeros chinos aprobaran todos los
textos antes de que se publicaran, para evitar errores culturales o lin -
güísticos. 10 „
Las reuniones de la Sociedad de los Pies Naturales eran tanto so-
ciales como políticas. La señora Litüe describió la reunión celebrada
en un salón de Sechuán como “un acontecimiento brillantísimo [...]
todas las señoras chinas se reían tan alegremente, y se veían tan es -
pléndidas con sus atuendos, que las contadas misioneras al lado de
ellas parecían unas solemnes polillas atrapadas en un vuelo de mari -
posas bordadas [...] Todos los presentes estuvieron de acuerdo en
que vendar los pies no servía para nada, pero que la costumbre sólo
podía desaparecer gradualmente.”108
Las activistas de la Sociedad de los Pies Naturales funcionaron un
poco como una red internacional, aunque esto no fue lo más impor-
tante de su trabajo. En una reunión que se llevó a cabo en China deci -
dieron establecer contacto con un representante diplomático de Esta -
dos Unidos y averiguar si en su país había suficiente interés en el asun -
to de los pies vendados, a fin de ejercer presión sobre el gobierno nor -
teamericano y proporcionar a esta persona instrucciones sobre el
asunto.109 Esta hubiera sido una clásica maniobra de “bumerang” que
se hubiera adelantado en 90 años a las actuales tácticas de las redes,
pero no hay evidencias de que en Estados Unidos hubiera suficiente
interés, o de que el gobierno de ese país, o cualquier otro gobierno
extranjero, participara alguna vez en el asunto de los pies. Si bien la
mayoría del trabajo y apoyo financiero inicial provino de extranjeros,
en 1908 la Sociedad de los Pies Naturales funcionaba por completo
bajo la dirección de mujeres chinas, que contribuían a la campaña
con entusiasmo.110 Los líderes extranjeros de la sociedad argüyeron
en 1907 que “ya era tiempo de confiar más el movimiento a la direc -
ción china”.111 Esta transferencia del liderazgo extranjero a los nacio-
nales constituyó un signo del buen éxito de la campaña.
La Sociedad de los Pies Naturales trató de acabar con la costum-
bre del vendaje acercándose a los chinos influyentes y a los legislado-
res, tratando el asunto en las publicaciones, organizando concursos
107 Chau, Anti-footbinding movemmt, p. 80.
108Little, Intímate China, p. 151. 109 “Anti-footbinding Society Conference”, pp. 160. 110Drucker, “Influence of Western women”, pp. 187-189. 111 “Summary of the work done by the Tien Tsu Hui”, p. 34.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 99
de ensayos y escribiendo artículos para los periódicos locales. En una
carta de 1907 que resumía el trabajo de la sociedad se registran 162
reuniones en 33 ciudades, en algunas de las cuales llegaron a asistir
dos mil personas. Sólo en la oficina de Shangai se imprimieron y dis -
tribuyeron más de un millón de folletos, volantes y carteles, además
de cartas al editor y concursos con premios para los mejores ensayos
contra la costumbre de vendar los pies.112
Sólo transcurrieron 16 años entre la formación de la primera or -
ganización de amplios intereses y la prohibición de vendar los pies
en 1911, lo que es un rápido progreso en la historia de este tipo de
campañas. El cambio de conducta correspondiente fue lento pero se-
guro. En 1905 una fuente indicó que el 70% de las niñas seguían con
los pies vendados.113 Sin embargo, en 1912 un misionero dijo que
esta práctica estaba “cayendo en desuso, y estaba destinada a desapa-
recer a su debido tiempo”.114 Un estudio efectuado en 1912 en una
región al sur de Pekín muestra un cambio impresionante en un cor-
to periodo: “99.2% de las nacidas antes de 1890 tenían los pies ven -
dados; sólo los tenían vendados el 59.7% de las nacidas entre 1905 y
1909, y el 19.5% de las nacidas entre 1910 y 1914; entre las nacidas
después de 1919 no se descubrió ningún caso”. 115
La rápida erradicación de esta práctica inscrita en la cultura es sor -
prendente: la costumbre había durado casi mil años y desapareció en
menos de una generación. En ese principio de siglo no se dio ningún
cambio económico que hiciera que la práctica fuera más disfuncio -
nal desde el punto de vista material. Tampoco el cambio industrial
de China había alcanzado el punto en que se necesitara una gran
cantidad de mujeres para que trabajaran fuera de su casa, en los mo-
mentos en que dejaron de vendarse los pies. En lugar de ello, el ven-
dado desapareció, igual que había desaparecido la esclavitud, d ebido
a la campaña moral y política concertada en su contra. Los historia -
dores de China difieren acerca del peso relativo de los actores inter -
nacionales y nacionales en la campaña; algunos han subrayado el pa-
pel de los grupos de misioneros extranjeros,116 mientras que otros
u-Ibid., pp. 32-33.
113 Ibid., p. 135. 114 Ibid., p. 149. 115 Siclney Gamble, “The dissapearance of footbinding in
Thinghsien”, American
Journal of Sociology 49, septiembre de 1943, pp. 181-183. 116 Véanse Drucker, “Influence of Western women”, y Chau, The anti-
footbinding ynovement.
100 PRECURSORES DE 1AS MODERNAS REDES DE DEFENSA
daban más importancia a los intelectuales chinos. 117 Un estudioso
chino escribió en el decenio de 1930:
En mi opinión, pese a todos los males que la cultura occidental
pueda haber
causado a China, una sola cosa los habría redimido: la convicción
de que sus
primeros misioneros hicieron ver a los chinos que la práctica de
vendar los
pies era absurda y errónea. Antes de esto los estudiosos criticaron
a veces esta
absurda costumbre, pero su crítica siempre fue superficial, y nunca
se refle-
xionó sobre ella seriamente, ni se hizo ningún esfuerzo para que
se aboliera
esta costumbre, hasta fines del siglo pasado [...] nuestras
hermanas de Occi-
dente echaron a rodar la primera piedra, por así decirlo.118
El estudio más completo del movimiento contra el vendado de los
pies lo interpreta como parte de un movimiento de reforma efectua -
do “como resultado del contacto con Occidente”.119 La campaña pa-
recía seguir un patrón característico de las redes modernas, en las
cuales tanto los actores extranjeros como los del país son decisivos
para el éxito de la campaña; los actores extranjeros sirven para
“echar a rodar la primera piedra”, y los del país enmarcan el asunto
para que resuene entre los públicos nacionales y genere el amplio
apoyo necesario para su éxito.
Las extranjeras iniciaron el movimiento contra la práctica del ven-
daje, que abrazaron los reformistas e intelectuales nacionalistas. En
China la oposición a esta práctica se relacionó con el sentimiento de
reforma, que era al mismo tiempo antifeudal y antiextranjero. Des-
pués de que los extranjeros los derrotaron militarmente, los chinos
consideraron que mejorar la condición de las mujeres y acabar con
la costumbre de vendarles los pies eran herramientas para moderni -
zar y fortalecer a su país, a fin de que pudiera resistir una interven-
ción futura.
La mayoría de los chinos sólo participaron en estas actividades
cuando las
vieron como fenómenos chinos en un contexto nacionalista [...]
Hubo que
renunciar a las raíces extranjeras y chinas de la campaña contra el
vendado
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 101
dentales pusieron gran parte de los cimientos para que se
erradicara esta
práctica.120
Cada una de las campañas para cambiar este tipo de prácticas
constituye una lucha por redefinir el significado de las mismas. Los
actores extranjeros e internacionales por sí solos rara vez logran cam -
biar prácticas muy arraigadas, porque no saben cómo enmarcar las
discusiones de manera que convenzan y sean comprensibles para el
público nacional. Los reformistas chinos al frente de la campaña con-
tra la práctica de vendar los pies empleaban argumentos que entra -
ban mejor en resonancia con el discurso de la época en China que
los argumentos empleados por los misioneros. El mensaje chino mez-
claba los llamados a la modernidad y a la tradición. Por ejemplo, los
intelectuales chinos subrayaban que vendar los pies era contrario a la
manera antigua de hacer las cosas, y que los clásicos chinos ni siquie -
ra mencionaban esta costumbre.1“1 De esta forma, para erradicar
una práctica tradicional, los intelectuales apelaban a una tradición
más antigua todavía. Se referían a asuntos de piedad filial, subrayan -
do que al vendar los pies se maltrataba el cuerpo, regalo de nuestros
padres, y que “una mujer con los pies naturales podía comprar me-
dicinas para sus padres enfermos en menos tiempo del que se tarda-
ba una mujer con los pies vendados”.122 Sin embargo, al mismo tiem-
po invocaban la modernidad, ya fuera afirmando que la costumbre
era “la burla de los extranjeros” o citando un argumento seudocien -
tífico según el cual los hijos de las mujeres con pies deformes eran
más débiles.123 Los nacionalistas chinos afirmaban que uno tenía que
adoptar algunas prácticas occidentales para resistir mejor el d ominio
occidental. En un folleto contra la práctica del vendaje, un erudito
chino afirmaba:
aprender en qué destacan los extranjeros para combatirlos no
significa que
los respetemos o que los admiremos [...] En realidad, las mujeres
con los
pies vendados, que son completamente inútiles, constituyen la
mitad de la
población [...] Las mujeres inútiles son un obstáculo para el
progreso.124
120Drucker, “Influence of Western women”, p. 109. 121
Chau, Anti-footbinding movement, pp. 21, 26. 122 Drucker, “Influence of Western women”, p. 182; Witke, “Transformadon of atti-
tudes”, p. 27. 123
Chau, Anti-footbinding movement, pp. 21, 26. 124 Ibid., pp. 60-61.
102 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
Tras la derrota militar parece que la conexión que los reformistas
chinos hacían entre el vendado de los pies y la debilidad, y entre la
debilidad del individuo y la debilidad colectiva del país, fue una fuer -
te arma retórica contra la práctica de vendar los pies.
La exitosa relación que se señaló entre la práctica del vendaje de
los pies y el nacionalismo chino a principios de siglo permitió que la
campaña contra esta práctica tuviera un rápido éxito. Una vez lanza-
da la campaña y cuando los intelectuales chinos la hicieron suya, ya
no hubo ninguna oposición organizada y fuerte. La corte imperial
nunca había defendido ni adoptado esta práctica, y tampoco dirigió
la oposición. Seguramente esta falta de oposición ayuda a explicar la
velocidad con la cual logró sus fines el movimiento contra la prácti-
ca de vendar los pies.
LA CAMPAÑA CONTRA LA CIRCUNCISIÓN FEMENINA EN KENIA, 1923-1931
El término “circuncisión femenina” se ha empleado para referirse a
una serie de operaciones “que entrañan daños de los órganos sexua -
les o reproductivos de la mujer”. En estas intervenciones casi siempre
se extirpa parcial o totalmente el clítoris (clitoridectomía/excisión);
a veces también se extirpan los labios menores, que son las partes in -
ternas de los labios mayores, y se cose la vulva cerrándola (infibula-
ción).125 Al llamar a estas operaciones “circuncisión femenina” se las
compara con la circuncisión masculina, con la cual sólo tienen un
parecido superficial.126 La circuncisión masculina no produce dolor
ni problemas de salud duraderos, y tampoco disminuye el placer se-
xual del varón. En cambio la circuncisión femenina es, por lo pron-
to, peligrosa, y puede producir infecciones crónicas, dolor para ori -
nar, dificultades menstruales, malformaciones y cicatrices, así como
abscesos vaginales; además, disminuye la respuesta sexual de la mu-
jer al placer.127 125 Leonard J. Kouba y Judith Muasher, “Female circumcision in Africa: An over-
view”, African Studies Review 28:1, marzo de 1985, p. 96. 126 El equivalente masculino de lo que se llama circuncisión femenina sería la
extirpación de parte del pene, o del pene completo, Nahid Toubia, “Female genital
mutilation”, p. 226. 127 Alison T. Slack, “Female circumcision: A critical approach”, Human Rights Quar-
terly 10:4, noviembre de 1988, pp. 445, 450-455.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 103
Con todo, en el idioma y la cultura kikuyu la práctica y las ceremo-
nias de la circuncisión femenina son exactamente paralelas a la cir-
cuncisión, masculina. Ambas marcaban la transición de la niñez a la
vida adulta. El nombre de las prácticas para el hombre y para la mu-
jer era el mismo, y las ceremonias de iniciación con frecuencia se ce-
lebraban en el mismo lugar en las aldeas, aunque para efectuar la
operación se separaba a los hombres de las mujeres.128
Los nuevos nombres dados a esta práctica revelan el intenso deba-
te acerca de su significado. Algunos emplean términos más técnicos
v neutros, como circuncisión femenina, clitoridectomía o infibula -
ción. Las campañas modernas de los años setenta y ochenta llamaron
la atención sobre el tema al darle el nuevo nombre de “mutilación
genital femenina”; de esta forma ponían al asunto en un marco nue -
vo: el de la violencia contra las mujeres. Dado que el principal térmi -
no empleado en el periodo que estudiamos (los años de 1920 y 1930)
era circuncisión femenina, ése es el que usamos en este capítulo.
La circuncisión femenina se practicaba ampliamente en Kenia,
entre los kikuyu y muchos otros grupos culturales relacionados. En la
cultura kikuyu “sólo puede considerarse mujer a una circuncisa. Es -
taba difundida la creencia de que las no circuncisas no tenían la ca -
pacidad física de procrear niños [...] Para los kikuyu unajoven no cir -
cuncisa en edad casadera era objeto de burla y, de hecho, casi de des-
agrado.”129
Las acciones concertadas contra la circuncisión en Kenia empeza-
ron en el decenio de 1920, cuando los misioneros protestantes diri -
gidos por la Sociedad Misionera de la Iglesia de Escocia (CSM, siglas
de Church of Scotland Missionary Society) prohibieron la operación
a sus conversos y emprendieron una campaña en su contra. A dife-
rencia de la historia de la práctica del vendado de los pies, no hay evi -
dencias de oposición interna a la circuncisión femenina dentro de
las comunidades kikuyu antes de que llegaran los misioneros. El doc -
tor John Arthur, líder de la campaña, dedicó su considerable energía
a las actividades de la iglesia para desterrar la práctica. Como los abo -
licionistas, el doctor Arthur creció en un ambiente evangélico protes-
tante, y “toda su vida estuvo moldeada por ello”.130 Las cuatro prin-
l28Murray, “The Kikuyu female circumcision controversy”, pp. 19-20. 129 Cari G. Fosberg, Jr. y John Nottingham, The myth of “Mau Mau”: Nationalism in
Kenya, Stanford, Hoover Institution Press, 1966, p. 112.
130 \Jurray: “The Kikuyu female circumcision controversy”, pp. 46-47.
104 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
cipales misiones protestantes de Kenia se opusieron a la circuncisión
femenina, pero la campaña más activa para su erradicación fue la de
la Iglesia de Escocia, que era la más puritana.
Tal vez la pregunta más curiosa sea por qué los misioneros dedica -
ron tanta energía a esta práctica de los kikuyu, y no a la de los gru-
pos de otras partes de Africa, donde también se la efectuaba. La cir -
cuncisión femenina era común en Etiopía, y en Sudán y en Somalia
se practicaba una forma mucho más severa de mutilación genital,
que comprendía tanto la circuncisión como la infibulación. En la
propia Kenia y en Tanzania otros grupos que practicaban la circunci -
sión, como los masai, no fueron objeto de las presiones que los mi -
sioneros ejercieron sobre los kikuyu.131 Así, en este caso se dan varias
no campañas: no se efectuaron campañas en Etiopía, Sudán y Soma-
lia, y tampoco entre los masai. La influencia europea era más débil
en Etiopía (Abisinia), pero a partir de 1898 los británicos se estable -
cieron en Sudán, y Somalilandia se dividió entre los franceses, los bri -
tánicos y los italianos.132 En Kenia vivían más misioneros y coloniza-
dores británicos que en otras partes. También había más escuelas
para niñas y más misiones médicas, lo que ponía a los misioneros en
contacto con los problemas médicos que confrontaban las j óvenes
circuncisas, así como con la presión social para la circuncisión.
Pero ¿y los masai y los demás grupos culturales de Kenia? Jocelyn
Murray, que ha dirigido la investigación más completa sobre esta
controversia, afirma que los misioneros se concentraron en los kiku-
yu porque eran más receptivos a sus enseñanzas y entre ellos había
más conversos al cristianismo. “Ni los misioneros ni los administra -
dores podían ejercer ningún tipo de presión sobre los masai [...]
Con los kikuyu su posición era muy diferente, pues tanto los misio-
neros como los administradores podían ejercer mucha presión.” 133;
La campaña pudo llevarse a cabo en primer lugar porque un grupo
pequeño pero firme de kikuyus apoyó a los misioneros; éstos dieron
demasiada importancia a este apoyo, pero sin él “ni el más decidido
de los misioneros escoceses hubiera podido llevar a cabo la campa- 131 Ibid., p. 3. 132Acerca de los intentos de los británicos para reglamentar la circuncisión femeni-
na en Sudán, en 1946, véase Asma Mohammed A‟Haleem, “Claiming our bodies and
our rights: Exploring female circumcision as an act of violence in Africa”, en Margaret
Schuler (ed.), Freedom from violence: Women’s strategies Jrom around tile World, Nueva York,
UNIFEM, 1992, p. 152.
133 Murray, “The Kikuyu female circumcision controversy”, p. 4.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 105
ña”.134 Esto sugiere que pueden efectuarse campañas transnaciona-
les cuando la propia población está dividida con respecto a alguna
práctica.
En Kenia los misioneros y los administradores coloniales británicos
empleaban tácticas parecidas a las utilizadas durante la campaña con-
tra los pies vendados en China para tratar de desalentar la circunci -
sión femenina. Las escuelas de misioneros se negaban a admitir a las
circuncisas, y los miembros de la iglesia podían ser suspendidos si
exigían que las muchachas fueran circuncidadas. Los misioneros ar -
gumentaban que la operación era médicamente innecesaria y peli -
grosa, y también que no era cristiana, porque los rituales eran paga-
nos y explícitamente sexuales.1ÍD Muchos africanos pertenecientes a
la Sociedad Misionera de la Iglesia de Escocia decidieron dejar la
iglesia como protesta por su postura en este asunto. Algunos acusa-
ron a los líderes eclesiásticos de agregar “un undécimo mandamien -
to” que no se encontraba en la Biblia. Un líder dijo: „Yo era cristia -
no, pero si hay que elegir entre Dios y la circuncisión, elegimos la cir -
cuncisión. Con todo, se trata de una elección inventada por los euro-
peos.”136 Cuando el asunto se hizo más candente tanto la Sociedad
Misionera de la Iglesia de Escocia como otras sociedades de misione-
ros perdieron buen número de miembros.
En Kenia las misioneras no participaban en los grupos que toma -
ban las decisiones de la misión, y con frecuencia los hombres hacían
caso omiso de lo que se recomendaba en las conferencias de las mu-
jeres.13' Tampoco los numerosos textos sobre la controversia men-
cionan que las kikuyu tuvieran algún papel decisivo en los debates in-
ternos de su tribu. Además, nunca se formó ninguna asociación en
contra de la circuncisión, aparte de las iglesias de los misioneros. La
única participación de las kikuyu en la campaña fue a través de las
misiones, donde con frecuencia trabajaban.
La campaña se llevó a cabo en el contexto de la creciente oposi -
ción africana a las prácticas coloniales británicas, como la enajenación
de tierra para los colonizadores europeos, los pesados impuestos a las
134 Ibid., p. 7.
135 Marshall S. Clough, Fighting two sides: Kenyan chiefs and politicians, 1918-1940,
Niwot, University Press of Colorado, 1990, pp. 138-139. 136 Fosberg y Nottingham, Myth of “Mau Mau ”, p. 119. 137
Robert Strayer, The making of mission communities in East Africa: Anglicans and
Africans in colonial Kenya, 1875-1935, Albany, State University of New York Press, 1978,
p. 6.
106 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
chozas y los censos, y el opresivo sistema de reclutamiento laboral. 1,8
La Asociación Central Kikuyu (Kikuyu Central Associadon, o KCA), es-
tablecida por jóvenes kikuyu, principalmente educados en las misio-
nes, representaba al incipiente nacionalismo kikuyense. La controver-
sia por la circuncisión femenina exacerbó una supuesta división polí -
tica interna entre los miembros más jóvenes y militantes de la KCA y el
liderazgo kikuyu más antiguo, representado por los jefes relacionados
con las misiones cristianas.139 Si bien la KCA adoptó algunos valores oc-
cidentales, también trató de conservar ciertas tradiciones culturales,
sobre todo la circuncisión femenina; así que entre la KCA y los misio-
neros surgió un conflicto importante a este respecto.140
La campaña contra la circuncisión femenina pasó a ser un símbo-
lo de los intentos coloniales de imponer a la población valores y re-
glas ajenos. El círculo nacionalista kikuyu defendió la práctica ale-
gando que era necesaria para conservar la cultura tradicional y ata -
có las actividades de los extranjeros para erradicarla. 141 Como la KCA
era la voz cantante del nacionalismo kikuyu, y como se había encar -
gado de la cruzada en pro de la circuncisión, se relacionó a la circun -
cisión femenina con el nacionalismo kikuyu. Dado que muchos líde-
res protestantes se oponían a la KCA, su oposición a la circuncisión se
veía como una herramienta para oponerse a la asociación. John Ar-
thur redactó una petición contra la circuncisión y pidió a los maes -
tros y a otros empleados de la misión que renunciaran a esta prácti -
ca y que repudiaran a la KCA.142
Yomo Kenyatta, secretario general de la KCA, que posteriormente
fue el principal líder de la lucha contra el colonialismo, escribió una
conmovedora defensa de la circuncisión femenina cuando era alumno
de antropología en la London School of Economics, en 1935. Esta de-
fensa aparece en su estudio de la cultura kikuyu, Facing Mount Kenya:
En este momento es imposible que un miembro de la tribu imagine
una ini-
ciación sin clitoridectomía. Por ello, la abolición del elemento
quirúrgico en
138 Bethwell A. Ogot, “Kenya under the British: 1895-1963”, en Ogot (ed.), Zamani:
A survey of East African History, Nairobi, East African Publishing House, 1974, pp. 266-
268, 278; Clough, Fighting two sides, pp. 66-72. 139 Clough, Fighting two sides, pp. 142-46. 140 Fosberg y Nottingham, The myth of “Mau Mau", pp. 86-87. 141
Anne Beck, A history of the British medical administration ofEast Africa, 1900-1950,
Cambridge, Harvard University Press, 1970, p. 103. 142 Citado en Forsberg, Jr. y Nottingham, The myth of “Mau Mau ”, p. 133.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 107
esta costumbre significa para los kikuyu la abolición de toda la
institución
[...] La clitoridectomía, como la circuncisión de los judíos, es una mera mu-
tilación corporal que, sin embargo, se considera la condición sine qua
non de
toda la enseñanza de la ley, la religión y la moral de la tribu.143
La preocupación de Kenyatta es una síntesis de su conocimiento
tradicional y de su preparación de antropólogo. Bernan y Lonsdale
argumentan que “la antropología funcional se confeccionó a la me -
dida del nacionalismo cultural, para el cual las instituciones nativas
casaban unas con otras en un orden armonioso ante las corrupciones
del colonialismo”.144
En 1929-1930 Kenyatta viajó a Gran Bretaña para reunirse con los
funcionarios británicos y con los miembros de la iglesia. La discusión
sobre la circuncisión femenina fue uno de sus principales temas,
("orno las relaciones entre la KCA y los colonizadores europeos de Ke-
nia eran tensas, Kenyatta buscó en Londres contactos que presenta -
ran directamente la postura de la KCA. Se reunió con comités de la
Cámara de los Comunes, con un miembro de la Cámara de los Lo-
res, con el subsecretario de estado para las colonias y con algunos
funcionarios eclesiásticos, a fin de presentarles los intereses de su or -
ganización, enunciados en una instancia formal. 145
Durante su reunión con los dirigentes de la Iglesia de Escocia Ken-
yatta trató de eliminar las tensiones, haciendo hincapié en que la
principal diferencia era que él creía en una estrategia más gradual
para acabar con la circuncisión.146 En una elocuente carta al Times
presentó las posturas de la KCA respecto a otros cinco asuntos clave,
apelando al sentimiento de justicia de los ingleses, y argumentando
que con la represión de los puntos de vista de los nativos “se aprieta,
con muy poca visión, la válvula de seguridad de la libertad de expre-
143 Ibid., p. 133. 144 Bruce Berman yjohn Lonsdale, “Louis Leaky‟s Mau Mau: A study in the poli-
tics of knowledge”, History and Anthropology 5:2, 1991, p. 172. Sin embargo, la etno-
grafía de Kenyatta no estaba más politizada entonces que la de su colega Louis Leakey,
quien fue consejero de las autoridades coloniales en lo tocante a los kikuyu. Su fuerte
rivalidad con Kenyatta moldeó sus propios puntos de vista. Kenyatta y Leaky trabaron
un “crítica redentora: el empleo presente del pasado con la esperanza de dar nueva
forma al futuro” (p. 193).
145 Ann Beck, “Some observations on Jomo Kenyatta in Britain 1929-1930”, Cahiers
d’Études Africains, 6:22, 1966, pp. 308, 313. 146 Ibid., p. 322.
108 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
sión, lo que inevitablemente dará como resultado una peligrosa ex-
plosión: precisamente lo que todos desean evitar”.147
Lo más impresionante de este viaje es que representa un efecto de
bumerang al revés: una tentativa de contrarrestar las presiones de los
extranjeros en el país, pasando por encima de las autoridades ecle-
siásticas de Kenia y acudiendo a sus superiores en Inglaterra. Kenyat - <
ta impresionó a la gente con su seriedad, su insistencia y su modera -
ción, y le ofreció una versión diferente de la historia que habían es - t
cuchado de los misioneros británicos en Kenia.
A fines de 1929 la controversia en Kenia se hizo más acalorada.
Las fuerzas en favor de la circuncisión hicieron circular una canción
satírica que ridiculizaba a los misioneros, los jefes y los funcionarios,
y que elogiaba a Kenyatta. El gobierno y los misioneros, temiendo
una amenaza al orden público, reprimieron a quienes la cantaban
azotándolos, enriándolos a campos de detención, y prohibiendo las
reuniones públicas.148 En este contexto, las autoridades coloniales
dieron marcha atrás a la campaña de los misioneros sobre la circun-
cisión femenina. Kenyatta y su organización habían ayudado a reen-
marcar el debate, y en vez del marco de salud y cristianismo le habían
puesto el del nacionalismo, la tierra, y la integridad de la cultura tra - 'i
dicional. Las autoridades coloniales, convencidas de que el asunto
exacerbaba las relaciones entre los kikuyu y los europeos, le pidie-
ron a Arthur que renunciara a su puesto en el consejo ejecutivo del
gobernador. Algunos funcionarios propugnaron estrategias más g ra- j
duales, en las que se hiciera más hincapié en la educación que en la
prohibición. Un funcionario recomendó “la inactividad magistral”; I
otro aconsejó que “mientras menos se hable de la operación de la
circuncisión, mejor”.149 Uno de los resultados políticos de la contro- i
versia fue volver ilegítimos a los líderes kikuyu relacionados con las j
misiones y aumentar la influencia y el número de los miembros de I
la KCA. Esta fue una de las muchas controversias entre los distintos 1
grupos kikuyu, y entre los kikuyu y los británicos que contribuyeron fl
a las tensiones que veinte años después encontraron su expresión en 9
el movimiento de masas llamado mau mau por los europeos.
En contraste con el nacionalismo de los reformistas chinos, los in - *
telectuales africanos, como Kenyatta, enarbolaban a mediados del si - 1
147 Ibid., p. 325. 148 Clough, Fighting two sides, p. 145. 149 Beck, History of the British medical administration, pp. 101-102.
PRECURSORES DE IAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 109
glo xx una versión idealizada del pasado tradicional como alternati -
va a los modos de vida occidentales y del “progreso”, que temían fue -
ran inapropiados para sus países. La campaña contra la circuncisión
llegó a relacionarse con el colonialismo y con la interferencia, y la
práctica de la misma con la independencia, el nacionalismo y la tra -
dición. Los nacionalistas kenianos establecieron una distinción entre
lo material y lo espiritual, parecida a la establecida por los naciona -
listas de la India en el siglo XIX, donde lo material correspondía al
mundo externo y el reino espiritual al hogar. En este paradigma el
hogar y las mujeres eran los principales puntos de conservación de la
cultura nacional.150
La investigación efectuada en 1973 nos muestra con cuánta lenti-
tud se han ido produciendo los cambios en Kenia. En el momento
de la controversia se circuncidaba al 100% de las niñas kikuyu. El
número de los que decidieron no circuncidar a sus hijas fue muy pe-
queño, incluso entre quienes apoyaban con más firmeza a los misio-
neros.151 No obstante, hubo muchas menos niñas circuncisas entre
los miembros de los grupos religiosos que adoptaron la postura más
intransigente contra la circuncisión femenina en los años de 1920 y
1930. Jocelyn Murray calcula que hasta el 75% de las kikuyus adoles-
centes seguían siendo circuncidadas a mediados de la década de
1970.lo2 Para el decenio de 1990, en una comparación de la mutila -
ción genital femenina en Africa se calcula que el 50% de las niñas y
mujeres de Kenia han sido circuncidadas, el 80% de Sudán, el 90%
de Etiopía, y el 98% en Somalia, donde son comunes operaciones
más severas.15'? Estas cifras sugieren que, a pesar de que la campaña
de los misioneros surtió algún efecto, éste fue más limitado de lo
que esperaban, y tuvo mucho menos éxito que otras campañas pare-
cidas.
150 Partha Chatteijee, “Colonialism, nationalism, and colonized women: The con-
test in India”, American Ethnologist 16:4, noviembre de 1989, pp. 625-626.
1,1 Murray, “The Kikuyu female circumcision controversy”, p. 244. 152 Ibid., p. 352. No obstante, es interesante que las ceremonias de iniciación que
rodeaban a la circuncisión de hecho se abandonaron con el tiempo, en tanto que se
conservó la operación física (Murray, p. 25).
153 p-ran p Hosken, The Hosken Report: Genital and sexual mutilation of females, Le-
xington, Women‟s International Network News, 1993, 4a. ed., pp. 43-44.
110 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
CONCLUSIONES
Las campañas examinadas en este capítulo son especialmente valio -
sas por la visión que nos dan de las relaciones entre las ideas que ayu -
dan a difundir las redes de defensa, y el contexto nacional en el cual
arraigan o no estas ideas. Estas campañas confirman la importancia
de prestar atención a la dinámica y a los elementos estáticos de las es -
tructuras de oportunidad política nacional, al juego de oposiciones y
a las representaciones en conflicto de los valores esenciales en torno
a los cuales se organizan los grupos nacionales. Los casos también
nos llevan a considerar qué pueden decimos las ideas y las organiza -
ciones incluidas sobre los aspectos generativos de las redes transna-
cionales.
Las estructuras nacionales y la política nacional
Los estudios de caso cuestionan el argumento de que las estructuras
nacionales son la explicación clave del diferente impacto de las re-
des. Si son tan decisivas las instituciones políticas nacionales, las rela -
ciones entre la sociedad y el estado, y la cultura política, seguramen-
te una administración colonial hubiera favorecido más a los misione-
ros británicos que a los nacionalistas kikuyenses. Los británicos no
sólo ejercían el control político en Kenia, sino que las iglesias cristia -
nas habían logrado muchas más conversiones en Africa que en la In -
dia y en China.154 Sin embargo, los kikuyu resistieron con mucho éxi-
to las presiones y reenmarcaron el debate para invalidar a los misio -
neros. A su vez, la China imperial hubiera sido una de las estructuras
nacionales más impenetrables para las mujeres extranjeras si sus go-
biernos no las hubieran apoyado firmemente.
Por otra parte, era esencial la manera en que se transmitieran los
mensajes de los activistas y cómo entraban en resonancia con los in-
tereses nacionales, la ideología y el momento histórico exacto en el
cual efectuaron la campaña. Aquí los casos de los pies vendados y de
la circuncisión femenina ofrecen un contraste especialmente impre-
sionante. Una de las diferencias más importantes entre las dos cam-
pañas es la manera en que cada una se conectó con el discurso na-
cionalista. A principios del siglo XX el nacionalismo en China era 154
Strayer, The making of mission communities, p. 2.
PRECURSORES DE IAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 111
muy diferente del nacionalismo en la Kenia colonial de la década de
1920. El nacionalismo chino criticaba la tradición como fuente de
debilidad y abrazaba el modernismo, aunque sólo fuera para utilizar
las herramientas de la modernidad contra el enemigo de fuera. De
esta manera, la campaña contra los pies vendados, una vez despoja-
da de sus orígenes misioneros, encajaba con el deseo de desechar
los restos de un pasado feudal para tomar el control del futuro. El
nacionalismo keniano de los años veinte y treinta era muy diferen-
te: apelaba a la tradición como medio de fortalecer la unidad y ven-
cer a los colonizadores. Durante la campaña china cambió el signi -
ficado de la práctica del vendaje; lo que había sido fuente de orgu -
llo para las mujeres y “un eje en su interacción con otras mujeres” 155
pasó a ser un símbolo del pasado. En Kenia ocurrió lo contrario; la
campaña de los misioneros se relacionó con un colonialismo que
desaparecía: la joven circuncisa era parte del emergente nacionalis-
mo keniano. Las élites chinas (especialmente los varones) adopta-
ron el liderazgo de la campaña contra los pies vendados porque la
veían como parte del proyecto de modernización que defendían. De
esta manera, las ideas de la campaña se nacionalizaron eficazmente;
que las hubieran lanzado los misioneros importaba menos que su
contribución al proyecto nacional. Por el contrario, en Kenia la cam -
paña contra la circuncisión nunca tuvo defensores del país. Las ideas
procedían de los misioneros: esto se relacionaba estrechamente con
el régimen colonial. Linas y otros no podían disociarse. De hecho, el
deseo de los misioneros de intervenir en las prácticas más íntimas
del hogar fortaleció la identidad entre el hogar y la nación.
Los nacionalistas chinos no exceptuaron al hogar de las reformas
nacionalistas. Especialmente a través de las actividades de la Socie-
dad de los Pies Naturales de la señora Little la práctica se particula -
rizó y se separó del mensaje religioso y de toda una serie de asuntos
culturales. Si bien esto era parte de un movimiento de reforma más
amplio, los defensores de los pies naturales no pedían un conjunto
de cambios culturales más amplio. En cambio en Kenia, donde los
misioneros llevaban a cabo una campaña contra la circuncisión fe-
menina en el contexto del estado colonial, la iglesia exigía “una
transformación cultural total”, excluyendo la posibilidad de “un
cambio selectivo, mediante el cual los kikuyu estuvieran en condi -
ciones de absorber algunos elementos de la cultura occidental, y re- 155
Ko, Teachers of the inner chambers, pp. 148, 150.
112 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
chazar otros que resultaran inaceptables para sus valores o institu -
ciones sociales”.156
Los vínculos fuertes y estrechos entre los actores nacionales y los
actores extranjeros no bastan para garantizar el éxito. Las campañas
de defensa se llevan a cabo en contextos organizados; las ideas deben
tener resonancia y atraer aliados; además, sus organizaciones deben
superar a la oposición. En el lenguaje de la teoría del movimiento so-
cial, debemos considerar que estas campañas forman parte de “cam -
pos multiorganizativos”.15' La campaña antiesclavista constituyó una
red transatlántica muy fuerte que, no obstante, confrontó intereses
económicos muy arraigados que tenían una ideología bien desarro-
llada, representación política fuerte, y apoyo legal e institucional en
las estipulaciones de los derechos del estado incluidas en la Constitu -
ción de Estados Unidos. El primer movimiento abolicionista en In
glaterra se enfrentó a una oposición menor y más débil, sobre todo
entre los dueños de plantaciones de las Antillas británicas. Entre los
grupos nacionales de sufragistas los grupos de las británicas fueron
los mejor organizados internacionalmente; no obstante, el sufragio
se otorgó antes en Nueva Zelanda, Australia, Finlandia, Dinamarca
Noruega y la Unión Soviética, así como en varias entidades de Esta
dos Unidos; después se les concedió a las británicas. En Kenia un gru
po de misioneros con tibio apoyo de las autoridades coloniales se en
frentó a una oposición ideológicamente fuerte, aunque políticamen
te débil, de la KCA. En China, un conjunto bien organizado de soci
dades contra los pies vendados se enfrentó a creencias cu lturales
muy arraigadas, pero no a una oposición política organizada eficaz
mente. Cuando las sociedades obtuvieron el apoyo tanto de la corte
imperial como de los políticos reformistas nacionalistas, quedó as
gurado el éxito de su campaña.
Ideas y organizaciones
Los casos aquí descritos no son estrictamente comparables en lo que
se refiere a las clases de vinculaciones transnacionales que reflejan
En la campaña contra la circuncisión sólo participaron misioneros,
156 Fosberg y Nottingham, The myth of “Mau Mau”, p. 105. 157 Bert Klandermans, “The social construction of protest and
multi-organization- al fields”, en Aldon D. Morris y Carol McClurg Mueller (eds.), Frontiers
in social move„
ment theory, New Haven, Yale University Press, 1992, pp. 77-103.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 113
en la campaña contra los pies vendados hubo misioneros e intema -
cionalistas laicos; las sociedades antiesclavistas establecieron vincula -
ciones más que nada sobre la base de organizaciones religiosas afi-
nes; en el movimiento sufragista intervinieron organizaciones inter -
nacionales. Las organizaciones de mujeres son las únicas que se es -
tructuraron transnacionalmente en su propio nombre; esta diferen -
cia marca una distancia entre esta campaña y el modelo de defensa.
En el caso de los pies vendados hubo diferentes vinculaciones
transnacionales. Los misioneros que empezaron la campaña eran, por
definición, parte de un proyecto transnacional de conversión, cuyo
punto de vista era que para salvar las almas había que desalentar las
prácticas pecaminosas. La señora Little, fundadora de la Sociedad de
los Pies Naturales, también estaba vinculada, por medio de su esposo,
(¡ue era comerciante, y de los socios de éste, a otro proyecto transna-
cional: la apertura de China al comercio internacional. Igual que las
organizaciones religiosas, los comerciantes británicos tenían una lar-
ga experiencia en la formación de redes dispersas que unían a Lon -
dres con ultramar, en compartir y emplear de manera estratégica la
información, y en promover leyes.158 De esta manera, aunque en el
( aso de los pies vendados no se activó ninguna red transnacional, los
vínculos extraterritoriales de los defensores eran parte importante de
su identidad y de su imagen ante los chinos. En el caso kikuyu la di -
mensión transnacional implícita de la campaña de los misioneros se
impugnó y resultó ineficaz; de hecho Kenyatta la destruyó al comuni -
carse directamente con las altas jerarquías de la iglesia escocesa pres-
biteriana, que no dieron el debido apoyo a su personal de campo.
Compárese esto con la experiencia que se menciona en el siguiente
capítulo, donde las posturas de los derechos humanos de Peter Bell
en Brasil sí recibieron un fuerte apoyo de sus supervi sores en la Fun-
dación Ford.
Por otra parte, la campaña antiesclavista implicó una red total-
mente activa, cuya dinámica era muy parecida a la de las redes mo-
dernas; se distinguía sobre todo por la velocidad de la comunicación
y por las clases de actores que participaban en ella. Las conexiones
de las sociedades antiesclavistas con los actores del estado, y las pre-
siones que ejercían sobre éstos, preludian el trabajo de las redes y
ONG modernas, igual que su insistencia en reunir información y tes -
timonios. Las organizaciones intergubernamentales y las fundacio-
158 Olson, Making the ernpire woik, esp. capítulos 7 y 8.
114 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
nes privadas que desempeñan un papel medular en las redes moder-
nas estuvieron ausentes; su lugar fue ocupado por filántropos particu -
lares.
Todas estas campañas surgieron de organizaciones religiosas. Por
supuesto, el tamaño y la duración de la campaña antiesclavista esti -
mularon la diversificación de las organizaciones. No todos los aboli-
cionistas estaban motivados por sentimientos religiosos^ pero las or -
ganizaciones religiosas siguieron siendo importantes para las comu-
nicaciones transnacionales. No obstante, las redes creadas de esta
manera produjeron nuevas redes; este proceso es más evidente en el
movimiento internacional por el sufragio femenino, originado en las
redes sociales tendidas durante la campaña antiesclavista. Hay un
punto de vista multigeneracional tras el hecho de que aunque las re-
des están motivadas por valores, se trata de valores a partir de los cua - J
les se actúa en relación con determinadas prácticas. Estas prácticas
son repertorios en sí mismas, y las que tienen éxito generan suceso- j
res; sus primeros ejemplos son las sociedades en contra de la esclavi-
tud y de los pies vendados, y también las organizaciones internacio -
nales en pro del sufragio femenino.
¿ Qué tipo de valores ?
La mayoría de los antiesclavistas y misioneros que asumieron el lide-
razgo en las campañas de que se acaba de hablar creían que sus ac- ;
ciones estaban justificadas por sus creencias religiosas. Su universalis -
mo tenía una faceta humanitaria y, con frecuencia, también una in -
tolerante. A pesar de estas ambigüedades, las creencias religiosas han
sido las principales fuentes de la idea de que no sólo es lícito, sino
también necesario, emprender acciones fuera de los límites de nues-
tros propios países. Desde las tradiciones misioneras evangélicas de
quienes llevaron a cabo las campañas contra los pies vendados y con-
tra la circuncisión, hasta la solidaridad social de Witness for Peace y
del movimiento del santuario a principios del decenio de 1980, ha -
bía una distancia que recorrer, pero en ambos casos los activistas es -
taban impulsados por la creencia en una ley más alta que las leyes de
los estados-nación.
Los casos que se ven en este capítulo sugieren que en estas cam-j
pañas dominaba el interés por dos asuntos decisivos. Primero, los ac - ■
tivistas trabajaron sobre cuestiones que implicaban daño físico a in-
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 115
dividuos vulnerables o inocentes; la esclavitud y la mutilación de las
niñas generaban más interés que los asuntos de clase, que la esclavi -
tud salarial, o que los problemas con peso moral del concubinato en
China o la poligamia en Kenia. En segundo lugar, a los antiesclavis -
tas y a las sufragistas, en particular, les interesaba asegurar la igualdad
legal de oportunidades para los grupos excluidos. La esclavitud reu-
nía estos dos asuntos: los activistas argumentaban que había que ga -
rantizar a los esclavos la libertad legal, la ciudadanía y el derecho al
voto; con todo, en sus publicaciones y charlas también subrayaban
que la libertad era necesaria para terminar con la violencia física, ile-
gítima y arbitraria de los amos para con sus esclavos. En este sentido,
muchos de estos asuntos conectaban la preocupación humanitaria
tradicional de proteger a los individuos vulnerables con un marco de
derechos concentrado en dar facultades a cada ciudadano. Este foco
en el individuo puede ser resultado de la formación protestante evan -
gélica de muchos activistas de las campañas que aquí se estudian, así
como de los discursos de la Ilustración y posteriores a ella que esta-
ban en boga. El individualismo giraba sobre el renacimiento del Se-
gundo Gran Despertar en la sociedad de principios del siglo xix,
“que identificaba al progreso moral con la capacidad de cada indivi -
duo para obrar como instrumento de Dios”.159
El sufragio femenino fue esencial para el énfasis que hicieron los
liberales en la importancia de la igualdad legal de oportunidades a
los individuos, pero no incluía la integridad física. Con frecuencia las
mujeres argumentaban que otros males sociales, como el alcoholis-
mo o la violencia de que eran víctimas en el hogar, podían aliviarse
si se les otorgaba el voto.160 Las sufragistas, a diferencia de otras re-
des, buscaban un cambio de procedimiento, porque pensaban que
esto llevaría a las mujeres a efectuar cambios sustantivos por medio
del voto.
Incluso el activismo antiesclavista cabe en la definición individua -
lista. La mayoría de los antiesclavistas no deseaban extender sus acti -
vidades, en ningún país, al caso de la “esclavitud salar ial”. Garrison,
cuya postura en pro de los derechos de las mujeres contribuyó a di -
vidir al movimiento garrisoniano, fue inflexible en el asunto de la es -
clavitud salarial. Era sencillamente ridículo “decir que es peor que
un hombre sea libre a que sea esclavo; decir que es peor que uno tra- 159 Foner, Politics and ideology, p. 65 l60Grimshaw, “Woman‟s suffrage in New Zealand”, p. 36.
116 PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA
baje para quien desee, cuando lo desee, y donde lo desee [...] ade-
más, hablar de esclavitud salarial es abusar del idioma”, insistía Garri -
son.161 Esta postura provenía de la concepción abolicionista profun-
damente individualista de la esclavitud y de la libertad; para ella no
se trataba de una relación de clase sino de un ejercicio de poder ile-
gítimo de un individuo sobre otro.
No obstante, al ver el poder sólo en esta forma jurídica, como un
sistema de limitaciones y restricciones, el discurso antiesclavista hacía
que el trabajo “gratis” fuera algo natural o que no implicaba proble-
mas, sin tomar en cuenta el papel del poder en el mercado y en las
relaciones laborales.162 Además, marcaba una separación tajante en-
tre el defensor y el “otro”, en cuyo nombre se hacía la defensa.
¿Qué tipo de intereses?
Por último ¿qué decir del argumento de que las campañas morales
son actividades apenas disfrazadas para apoyar otros intereses? Algu -
nos misioneros y autoridades coloniales de Kenia aprovecharon su
oposición a la circuncisión femenina en beneficio de su campaña con-
tra la KCA. De algunas declaraciones de los reformistas de las campa-
ñas abolicionista, por el sufragio, contra los pies vendados y contra la
circuncisión femenina, se desprende el repugnante hedor de las cre -
encias en la superioridad moral y cultural, el racismo y el paternalis-
mo. Ni la preparación ni la educación de estos reformistas, ni las acti -
tudes comunes de los europeos hacia los extranjeros, les permitían te -
ner “amplia visión, imaginación o simpatía” por las culturas no occi -
dentales.163 En Gran Bretaña los abolicionistas mezclaban los princi -
pios antiesclavistas con el apoyo al imperialismo británico; creían que
el imperialismo difundiría el cristianismo, la occidentalización y los
beneficios del comercio y, cándidamente, no veían ninguna contra-
dicción en estos principios.164 A veces las sufragistas argumentaban
que era mejor que reclamaran el voto las mujeres instruidas y cultas y
no los antiguos esclavos o los inmigrantes sin preparación.
161 Foner, Politics and ideology, p. 70.
162 Gyan Prakash, Bonded histories: Genealogies of labor seruitude in colonial India, Cam-
bridge, Cambridge University Press, 1990, p. 6. 163
Strayer, Making of mission communities, p. 7. 164
Michael Craton, Sinews of empire: A short history of British slavery, Carden City,
Anchor, 1974, p. 293; también Fogel, Without consent or contract, p. 388.
PRECURSORES DE LAS MODERNAS REDES DE DEFENSA 117
Para los activistas el “otro” era alguien ajeno a sus problemas y que
necesitaba su ayuda, y los reformistas pocas veces reconocían su pa -
ternalismo. Si bien algunos libertos negros, como por ejemplo Fre -
derick Douglas, desempeñaron papeles destacados en la campaña
transatlántica, la mayoría de las “víctimas” de la esclavitud no part i-
ciparon en el movimiento. Sin embargo, la frecuente incapacidad de
los reformistas para trascender su marco histórico no debilitaba el
significado de las impugnaciones que hacían a los órdenes sociales y
políticos dominantes, o sus contribuciones a la t ransformación polí-
tica.
Este modelo de defensa “puro” falla en el sentido de que los su -
puestos beneficiarios de las campañas de defensa desempeñan un pa -
pel importante en llevarlas a cabo. Cuando las sufragistas se confron -
taron con su condición de segunda clase en las conferencias anties-
clavistas, empezaron a adaptar el modelo de defensa en su beneficio.
En el resultado se sumaron muchas de las ventajas tácticas y estraté -
gicas de una red de defensa en un modelo de solidaridad que supo-
ne un destino común. A lo largo de los casos que analizamos en este
libro este límite conceptual resultará ser uno de los puntos más ricos
de negociación entre el interés y la identidad.
3. LAS REDES DE DEFENSA
DE LOS DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
Podemos remontar la idea de que los estados deberían proteger los
derechos humanos de sus ciudadanos a la Revolución francesa y a la
Declaración de Derechos de Estados Unidos. Pero la idea de que los
derechos humanos tendrían que formar parte de la política extran-
jera y de las relaciones internacionales es nueva. Todavía en 1970 se
consideraba radical la idea de que los derechos humanos de los ciu -
dadanos de cualquier país fueran de la legítima incumbencia de
cualquier persona y de cualquier gobierno. Las redes transnaciona-
les de defensa desempeñaron un papel clave en la inclusión de los
derechos humanos en las agendas de política extranjera.
La doctrina de la protección internacional de los derechos encie -
rra una fuerte crítica a las ideas tradicionales de soberanía, y las ac-
tuales prácticas legales y de política extranjera respecto de los dere-
chos humanos muestran de qué diferente manera se comprende el
alcance de aquélla. Dado que el principio de la soberanía es central
y organizador en el sistema internacional, las redes que contribuyen
a transformar la soberanía son una importante causa de cambio en
la política internacional.
Después de la segunda guerra mundial la red transnacional de los
derechos humanos ayudó a crear regímenes regionales e internacio-
nales de derechos humanos, y posteriormente contribuyó al estable -
cimiento y la aplicación de normas y estrategias de derechos huma-
nos. En este capítulo examinamos primero el papel de la red en el
surgimiento de estas normas, y después estudiamos su eficacia, com-
parando el impacto de las presiones de los derechos humanos en Ar -
gentina y en México en los decenios de 1970 y 1980. 1 Estos son dos
países grandes que por tradición protegen sus prerrogativas de sobe-
1 Para un estudio relacionado que examina el impacto de la política de los dere-
chos humanos de Estados Unidos, con un enfoque de “juego de dos niveles” , véase‟
Lisa L. Martin y Kathryn Sikkink, “U. S. Policy and Human Rights in Argentina and
Guatemala, 1973-80”, en Peter B. Evans, Harold K. Jacobson, y Robert D. Putnam
(eds.), Double-edged diplomacy: International bargaining and domesticpolitics, Berkeley, Uni-
versity of California Press, pp. 330-362.
[118]
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 119
ranía. Ambos tienen malos antecedentes en cuanto al respeto de los
derechos humanos, aunque la violación de éstos durante la “guerra
sucia” del gobierno militar argentino de 1976-1980 fue mucho más
seria que en México. La red internacional de derechos humanos tra-
bajó intensamente en Argentina y contribuyó a que mejoraran las
prácticas a principios del decenio de los ochenta. Sin embargo, no se
concentró en México, donde los abusos endémicos continuaron a lo
largo de los ochenta. Sólo a partir de que la red centró la atención
del mundo en México, después de 1987, el gobierno mexicano em-
pezó a ocuparse de las violaciones a los derechos humanos.
SURGIMIENTO DE LA IDEA Y LA RED DE DERECHOS HUMANOS
La historia del surgimiento de la red de derechos humanos es la his-
toria de la fundación, el crecimiento y la vinculación de las organiza-
ciones de la red. Los valores que unen a los actores están incorpora-
dos en la ley internacional de derechos humanos, especialmente en
la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Este con-
junto de leyes justifica las acciones y proporciona un lenguaje común
a fin de elaborar argumentos y procedimientos para presentar de-
nuncias. Ya se explicó en otro lugar cómo surgieron en la ONU estos
regímenes y normas internacionales de derechos humanos; por lo
tanto, no hay que repetirlo aquí.2 Sin embargo, lo que con frecuen-
cia no se toma en cuenta es cómo ayudaron las organizaciones no gu-
bernamentales a incitar a la acción en todas las fases del proceso. 3
Las entidades que integran la actual red transnacional de defensa
de los derechos humanos incluyen: 1] fracciones de las organizacio-
nes intergubernamentales en los niveles internacional y regional; 2]
ONG internacionales; 3] ONG nacionales; 4] fundaciones privadas, y 5]
fracciones de algunos gobiernos. Entre las más importantes organi -
zaciones por los derechos humanos de Latinoamérica están la Comi -
sión de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos, el Comité 2Jack Donnelly, Universal human rights in theory and practice, Ithaca, Comell Univer-
sity Press, 1989. Véase especialmente el cuadro de las pp. 224-225. 3 Pero véase David Forsythe, Human rights and world politics, Lincoln, University of
Nebraska Press, 1989, 2a. ed., pp. 83-101, 127-59; Lars Schoultz, Human rights and Uni-
ted States policy toward Latin America, Princeton, Princeton Univesity Press, 1981, pp. 74-
93, 104-108, 373-374.
120 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos, la Comisión In-
teramericana de Derechos Humanos (CIADH), Amnistía Internacio-
nal, Americas Watch, la Oficina de Washington sobre Latinoamérica;
algunas ONG, como las Madres de Plaza de Mayo, de Argentina; la
Academia de Derechos Humanos de México, y la Fundación Ford,
así como las fundaciones europeas que auspician a ONG nacionales e
internacionales por los derechos humanos.
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Antes de 1945 no existía ninguna de estas organizaciones. Tam-
poco existía la mayoría en 1961, cuando se fundó Amnistía Interna-
cional o, en el caso de las fundaciones, todavía no empezaban a
prestarles atención a los derechos humanos. Pero incluso antes de
que surgieran las redes modernas, algunas personas clave y algunas
ONG propusieron la idea de que los derechos humanos deberían ser
una preocupación internacional.
En el capítulo 1 mencionamos las diferentes tradiciones que justi -
ficaban las acciones de individuos o grupos fuera de los límites de su
propios estados: sus creencias religiosas, la solidaridad y el in terna-
cionalismo liberal. Ninguna de estas categorías es homogénea, y en
algunos de los casos que consideramos en este libro las personas y los
grupos de cada una de estas tres tradiciones participaron conjunta -
mente en una misma campaña. Sin embargo, cada tradición tiene
una lógica distinta, y hay asuntos que separan a una forma de inter -
nacionalismo de las otras. A los activistas de que se habló en el capí -
tulo 2 los motivaban fundamentalmente sus creencias religiosas,
pero la mayoría de los activistas modernos de los derechos humanos
tienen inspiraciones más profanas.
Inspirado por el internacionalismo liberal, Woodrow Wilson tomó
en cuenta algunos intereses de los derechos humanos en su campa-
ña por la democracia global y por los derechos de la autodetermina-
ción de las naciones, durante los años 1917-1920. Empero, en la Con-
vención de la Sociedad de Naciones no se hizo ninguna mención de
los derechos humanos, aunque sí se habló de “condiciones de traba -
jo justas y humanas” y “tratamiento justo” para los habitantes nativos
de los territorios dependientes.4
Los diplomáticos que eran abogados fueron los que primero pre -
sentaron y promovieron la idea de que los derechos humanos debían
ser reconocidos internacionalmente en el periodo que medió entre
4Jan Hermán Burgers, “The road to San Francisco: The revival of the human rights
idea in the twentieth century”, Human Rights Quarterly 14 (1992), pp. 449.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 121
las dos guerras; después, los abogados han seguido desempeñando
un papel medular (en cambio, en las campañas precursoras predo-
minaron los líderes religiosos). El jurista chileno Alejandro Alvarez,
el jurista y diplomático ruso André Mandelstam, y el jurista y diplo-
mático griego Antoine Frangulis, redactaron y publicaron declaracio-
nes sobre los derechos internacionales del hombre como parte de su
trabajo con organizaciones legales no gubernamentales: el American
Institute of International Law, el International Law Institute y la In -
ternational Diplomatic Academy.5
Al mismo tiempo Raphael Lemkin, un abogado judío de Polonia,
inició una batalla personal para que se estableciera la ley internacio -
nal contra los asesinatos raciales. Lemkin acuñó la palabra “genoci -
dio” después de la segunda guerra mundial; antes en ningún idioma
había una palabra que expresara este fenómeno. Lemkin, a quien ha -
bían impresionado cuando niño las matanzas de armenios en Tur -
quía, se convenció de que los nazis perpetrarían atrocidades pareci -
das contra los judíos.b En 1933, en una conferencia auspiciada por la
Sociedad de Naciones en Madrid, propuso que se negociara un tra -
tado internacional que declarara que “la destrucción de grupos na -
cionales, religiosos y étnicos” constituía un crimen equiparable a la
piratería, la esclavitud y el contrabando de drogas. 7 “La proposición
de Lemkin fue recibida con carcajadas de burla encabezadas por los
delegados de la Alemania nazi.”8
Mandelstam preparó el texto de una “Declaración de los Derechos Internaciona-
del Hombre”, que fue adoptada por la sesión plenaria del Internacional Law Insti-
tute en octubre de 1929. Más tarde publicó varios artículos y un libro sobre el tema, e
impartió cursos sobre derechos humanos en Ginebra y en La Haya. Dos redes de ONG ,
International Federation of Leagues for the Defense of the Rights of Man and of the
Citizen, y la International Union of Associations for the League of Nations, apoyaron
los principios de la declaración en 1931 y 1933. Frangulis presentó una resolución de
derechos humanos internacionales en la Sociedad de Naciones en 1933, pero ésta re-
cibió escaso apoyo de los países que ya estaban en medio de la crisis que llevó a que
los alemanes se retiraran de la misma. Esta sección se basa en gran medida en el tra-
bajo de Burguers “The road to San Francisco”, pp. 450-459, y en una entrevista con
Burgers en La Haya el 13 de noviembre de 1993. 6 William Korey, “Raphael Lemkin: The unofficial man” , Midstream, junio-julio de
1989, pp. 45-46. 7 Quinta Conferencia Internacional por la Unificación de la Ley Penal, celebrada
en cooperación con el Quinto Comité de la Sociedad de Naciones. Raphael
Lemkin,
Axis rule in occupied Europe: Lazos of occupation, analysis of govemment, proposals for redress,
Washington D. C., Carnegie Endowment, 1944, p. xiii. 8 Korey, “Raphael Lemkin”, p. 46.
122 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
Si bien el liberalismo internacional animó gran parte del trabajo I
por los derechos humanos, cabe notar que los juristas responsables J
de incluir la idea en las discusiones globales de principios del siglo
XX provenían de países de la periferia del sistema europeo, no de su
centro cultural. Tanto Frangulis como Mandelstam eran refugiados
políticos; el primero de la dictadura griega y el segundo del régimen
bolchevique, y ambos vieron en los derechos humanos el medio de
proteger a los individuos de las prácticas represivas de sus propios go-
biernos.9 Sin embargo, el idealismo wilsoniano y las grandes esperan-
zas depositadas en la Sociedad de Naciones tuvieron un fin estrepito-
so con el avance del fascismo a fines de la década de 1930. El deseo
de construir una nueva mentalidad y de crear nuevos mecanismos le-
gales que pudieran impedir una nueva guerra continental no pudo
contrarrestar el nacionalismo que resurgía en Europa.10
Otra fuente de internacionalismo a principios del siglo xx fue la
tradición de solidaridad que se desarrolló en los movimientos sindi -
cales y socialistas. Estos movimientos empezaron negando la impor -
tancia de los estados-nación para los trabajadores, y abrazando un
cosmopolitismo sencillo que se derrumbó frente a la decisión de la
mayoría de los partidos socialistas de apoyar a sus gobiernos en la pri -
mera guerra mundial. A pesar de este revés, la idea de solidaridad in-
ternacional de la clase trabajadora siguió siendo un valor medular de
la izquierda durante la mayor parte del siglo XX, e inspiró a miles de
jóvenes, comunistas o no, a arriesgar (y perder) su vida en España,
en el decenio de 1930.11 La guerra civil española también inspiró a
los intelectuales liberales pasmados por el colapso de los ideales y las
instituciones de la democracia ante el avance del fascismo.
Aparte de estos pocos ejemplos, los intelectuales y los dirigentes
políticos no prestaron mucha atención al concepto de derechos hu-
manos antes de la segunda guerra mundial. Si bien muchos estaban
profundamente interesados en la democracia y la libertad, no emplea -
ban el lenguaje de los derechos humanos para defenderlos. 12 El es-
9 Como Lemkin, a Mandelstam lo motivó la matanza de
armenios en Turquía en 1915, donde había estado como diplomático ruso. A Frangulis le preocupaba la perse- cución de judíos en Alemania. Burgers, “The road to San Francisco”, p. 455.
10 Véase Michael Bess, Realism, utopia, and the mushroom cloud: Four activist intellec- tuals and their strategies forpeace, 1945-1989, Chicago, University of
Chicago Press, 1993,
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 123
critor británico Herbert George Wells fue la excepción. Casi por sí
mismo volvió a dar relevancia a la idea de una carta internacional de
derechos en el terreno internacional, durante la discusión acerca de
los propósitos de la guerra al principio de la segunda guerra mun -
dial. Rompiendo con las motivaciones religiosas de los reformistas y
activistas del siglo xix, defendió las ideas racionalistas y científicas de
la época. Ya en 1897 había clamado por “un código racional de mo-
ral”, preguntando “¿no estamos en este momento en un nivel intelec -
tual y moral suficientemente alto para permitir la expresión de un
código moral [...] sobre el cual puedan ponerse de acuerdo los edu-
cadores?”13
En 1939, reconociendo que se avecinaba la guerra, Wells escribió
que “si muchos de nosotros hemos de morir por la democracia, más
vale que sepamos qué significa esa palabra”.14 Inició un acalorado de-
bate público y emprendió actividades para redactar una nueva decla -
ración de derechos del hombre que aclarara los propósitos de los alia -
dos en la guerra, expresando “los principios amplios sobre los cuales
se basa nuestra vida pública y social”.15 Wells le mandó la declaración
a muchas personas, incluyendo el presidente Roosevelt, Ghandi, Neh -
ru (que le enviaron su respuesta), y ajan Christiaan Smuts, primer
ministro de Sudáfrica, quien más tarde redactó el preámbulo para la
Carta de las Naciones Unidas.
Franklin Roosevelt habló de esta preocupación por los derechos
humanos como parte del orden de la posguerra, en su discurso sobre
el estado de la Unión, en enero de 1941, titulado “Las cuatro liberta-
des”.16 El concepto de un mundo fundamentado en las libertades
esenciales: libertad de palabra y de expresión, libertad de culto, liber -
tad de carencias y libertad de temor, en parte era resultado de su fe
en el New Deai. Sin embargo, la preocupación de Roosevelt por la di-
mensión internacional de los derechos fue estimulada por la guerra y
por la necesidad de expresar los propósitos de la guerra y la paz que
separarían a los aliados de la Alemania nazi y de las potencias del 13 David C. Smith, H. G. Wells: Desperately mortal: A biography, New Haven, Yale Uni-
versity Press, 1986, p. 46. 14 Ibid., p. 428. 15 H. G. Wells, The Times, 23 de octubre de 1939, citado en Burgers, “The road to
San Francisco”, p. 464. 16 Samuel I. Rosenman, Working with Roosevelt, Nueva York, Harper, 1952, pp.
262 264.
124 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
Eje.17 Roosevelt era amigo de Wells, y además era miembro de la Inter -
nacional Diplomatic Academy, que había estudiado y promovido acti -
vamente la causa de los derechos humanos internacionales bajo el li -
derazgo de Frangulis y Mandelstam.18 Es probable que éstas fueran
dos de sus fuentes al redactar su discurso de “Las cuatro libertades”.
A la campaña de Wells y al discurso de Roosevelt siguió una explo-
sión de actividad de los intelectuales, el gobierno y los particulares.
Éste fue un momento de colaboración decisivo para crear un nuevo
orden de posguerra, uno de cuyos pilares habría de ser la protección
internacional de los derechos humanos. La campaña nacional de Es-
tados Unidos para la organización internacional de la posguerra, y la
intensa cooperación entre el Departamento de Estado y los grupos
de ciudadanos en este periodo, sólo pueden comprenderse por el te -
mor de la administración de que se repitiera la falta de ratificación,
por parte de Estados Unidos, del Tratado de Versalles. Por esta razón
los líderes del Congreso y de las organizaciones no gubernamentales
estuvieron bien representados en la delegación oficial para la con fe-
rencia de 1945 en San Francisco, que estableció las Naciones Unidas,
y además el gobierno de Estados Unidos invitó a 42 organizaciones
privadas para que fungieran como asesoras de la delegación de Esta -
dos Unidos en San Francisco.
LA TRADICIÓN INTERAMER1CANA DE
APOYO
A LOS DERECHOS HUMANOS
INTERNACIONALES
En Latinoamérica había una firme tradición de apoyo a la ley inter -
nacional como medio por el cual los países más débiles podían im-
pugnar las intervenciones de los más poderosos, especialmente de
Estados Unidos. Pero mientras que el legalismo se había aprovecha-
do sobre todo para sostener los conceptos de soberanía y de no in -
tervención, la ley internacional también apoyaba la promoción de los
derechos humanos y de la democracia, que implicaba reconocer lí-
mites a la doctrina de la soberanía total y a la no-intervención. Hasta 17 M. Glen Johnson, “The contributions of Eleanor and Franklin Roosevelt to the
development of International protection for humans rights”, Human Rights Quarterly 9,,
1987, pp. 21-23. 18 Entrevista con Jan Hermán Burgers, La Haya, 13 de noviembre de 1993.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 125
la segunda guerra mundial este dilema se resolvió en favor de la no-
intervención. No obstante, el apoyo a la idea de proteger los dere-
chos humanos mediante mecanismos internacionales o regionales
tiene una larga historia en la región.1'1 Después de la primera guerra
mundial la mayor parte de los estados latinoamericanos ingresaron a
la Sociedad de Naciones y aceptaron la jurisdicción del Tribunal In -
ternacional de Justicia. La tradición legalista regional encontró su ex-
presión en el American Institute of International Law, fundado en
1915 por Alejandro Alvarez con el auspicio y apoyo económico de la
Fundación Carnegie para la Paz Internacional. Las principales metas
del instituto eran la codificación de la ley internacional existente y la
promoción del principio de no-intervención; empero, sus miembros
no veían ninguna contradicción entre la no-intervención y la protec-
ción de las libertades individuales.20
Aunque tras la segunda guerra los estados latinoamericanos se
comprometían cada vez más y aparentaban estar de acuerdo con los
derechos humanos, la no-intervención seguía siendo la “piedra de to-
que” del sistema interamericano.21 Sin embargo, esta tradición legal
llevó a los estados latinoamericanos a apoyar el lenguaje de los dere -
chos humanos en la Carta de las Naciones Unidas, y a redactar y apro -
bar la “Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hom-
bre” en la Conferencia de Bogotá de 1948, meses antes de que la ONU
aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los paí -
ses latinoamericanos asistieron a la conferencia de San Francisco, in -
gresaron a la Organización de las Naciones Unidas, y participaron en
la redacción del discurso de derechos humanos que pasó a ser el pun -
tal normativo de las futuras actividades de las redes. Sin embargo, es -
tos compromisos normativos no desembocaron en actividades regio -
nales para promover los derechos humanos hasta 1970, cuando sur-
gieron las redes de derechos humanos regionales e internacionales.
19 Larman Curtís Wilson, The principie of non-intervention in recent inter-American rela-
tions: The challenge of anti-democratic regimes, tesis doctoral, University of Maryland, 1964,
pp. 85-89; G. Pope Atkins, Latin America in the intemational politic system, Boulder, West-
view, 1989, 2a. ed., p. 228. 20 Véase Alejandro Alvarez, “Declaración sobre las bases fundamentales y los gran-
des principios del derecho internacional moderno”, en La reconstrucción del derecho de
gentes, Santiago de Chile, Nacimiento, 1943, pp. 89-91; Alejandro Álvarez, International
law and related subjects from the point of view of the American continent, Washington D. C.,
Carnegie Endowment, 1922, pp. 27, 37.
21 Wilson, “The principie of non-intervention”, p. 374.
126 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMERICA LATINA
LA CARTA DE LA ONU Y MÁS ALLÁ
En la conferencia de San Francisco las ONG tuvieron un papel impor-
tante para incluir el discurso de los derechos humanos en la Carta
definitiva de la ONU. Las ONG que representaban a iglesias, sindicatos,
grupos étnicos y movimientos pacifistas, ayudadas por las delegacio-
nes de algunos de los países más pequeños, “llevaron a cabo un cabil-
deo en favor de los derechos humanos que no tiene paralelo en la
historia de las relaciones internacionales, y al que en gran medida se
deben aquellas estipulaciones de la Carta relacionadas con los dere -
chos humanos”.22
Las ONG encontraron aliados en varias naciones latinoamericanas,
especialmente Uruguay, Panamá y México.23 No obstante, la dele-
gación mexicana, conocida por su fogosa defensa de la no-interven-
ción, argumentó que las propuestas de Dumbarton Oaks “contienen
una gran laguna respecto de los Derechos y Deberes Internacionales
del Hombre, los cuales constituyen uno de los objetivos esenciales de
la presente guerra”.24 Lo que llama la atención sobre la historia legisla-
tiva del discurso de los derechos humanos en la Carta de la ONU y en
el sistema interamericano es cuánto participaron las principales de-
legaciones latinoamericanas en la causa de los derechos humanos,
cuánto la abrazaron y la promovieron.25 Posteriormente esta contri-
bución debilitó las reclamaciones de los dictadores latinoamericanos
en el sentido de que las políticas y presiones de los derechos huma -
nos constituían una intervención intolerable en sus asuntos internos.
La propia Carta atestigua el éxito de las actividades de los miem-
bros de las ONG y de las delegaciones latinoamericanas, dedicados a
22 John P. Humphrey, Human rights and the United Nations: A great adventure, Dobbs
Ferry, Transnational Publishers, 1984, p. 13. Véase también U. S. Department of Sta-
te, The United Nations Conference on International Organization, San Francisco, California,¡
25 April to 26 June 1945: Selected documents, Washington D. C., U. S. Government Prin-
ting Office, 1946.
23 Documents of the United Nations Conference on International Organization, San Fran-
cisco 1945, vol. m, Dumbarton Oaks proposals, comments, and proposed amendments, Nueva
York, UN Information Organizations, 1945, p. 34; “New Uruguayan proposals on the
Dumbarton Oaks proposals”, 5 de mayo de 1945. 24 “Opinion of the Department of Foreign Relations of Mexico concerning the
Dumbarton Oaks proposals for the creation of a general international organization”, ^
23 de abril de 1945, United Nations Conference on International Organization, pp. 63, 71-
73.
25 Ibid., pp. 71-73.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 127
procurar que los legisladores aprobaran sus proyectos. En la pro-
puesta original de Dumbarton Oaks sólo había una referencia a los
derechos humanos; en la Carta final había siete, incluyendo las en-
miendas clave propuestas por los asesores de las ONG y por los esta-
dos latinoamericanos. Los derechos humanos se incluyeron entre los
propósitos fundamentales de la organización, y se solicita al Consejo
Económico y Social (ECOSOC) que establezca una comisión de dere-
chos humanos, que es la única comisión especialmente ordenada en
la Carta.
La actuación de Estados Unidos en San Francisco sobre los asun -
tos relativos a los derechos humanos tuvo sus altibajos. Apoyó la in -
clusión del discurso de derechos humanos en la Carta, pero se opu-
so a que se hicieran referencias a los derechos económicos. Los Esta-
dos Unidos, igual que la URSS y el Reino Unido, los otros dos actores
gubernamentales clave, deseaban limitar la posible infracción a la ju-
risdicción nacional.26 Si bien las estipulaciones sobre los derechos
humanos no tuvieron fuerza en esta fase inicial, los estados se mos -
traban cautelosos por lo que implicaban para su soberanía.
El resultado fue que el mandato de la carta sobre derechos huma-
nos es más débil de lo que muchas ONG deseaban: sólo pide que se
promuevan los derechos humanos y que se anime a respetarlos, en
vez de asegurarlos o protegerlos.27 Si bien los asesores de las ONG y
un puñado de estados latinoamericanos hablaron con elocuencia en
San Francisco en pro de una visión más amplia de los derechos hu -
manos internacionales, tuvieron que pasar cuarenta años para que se
materializara la otra visión, que pedía que la ONU protegiera activa-
mente los derechos y proporcionara la maquinaria institucional para
ello. Con todo, al asignar la responsabilidad institucional de los de-
rechos generales a la Asamblea General y a ECOSOC, y al recomendar
específicamente la creación de una comisión de derechos humanos,
la Carta facilitó el camino a todas las subsecuentes acciones de los de-
rechos humanos dentro del sistema de Naciones Unidas.
El primer tratado de derechos humanos adoptado por la ONU fue
la Convención sobre la Prevención y el Castigo del Delito de Geno-
cidio, aprobada el 9 de diciembre de 1948, un día antes de que la or-
~6 Johnson, “Contributions of Eleanor and Franklin Roosevelt”,
p. 24.
Report of rapporteur, Subcommittee I/l/A (Farid Zeineddine,
128 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
ganización aprobara la extensa Declaración Universal de los Dere-
chos Humanos. Igual que algunos tratados posteriores sobre esta
materia, la convención sobre el genocidio tenía una deuda especial
con la labor de Raphael Lemkin. Lemkin llegó como refugiado a Es-
tados Unidos en 1941, y llevaba consigo documentos que atestigua-
ban la política de matanza racial que los nazis perpetraban contra los
judíos. En 1944 publicó un libro en el cual acuñó la palabra “geno -
cidio”, combinando la palabra griega que significa raza con la pala -
bra latina que significa matar.28 Más tarde Lemkin formó parte del
equipo del principal fiscal norteamericano en el tribunal de Nurem-
berg de crímenes de guerra, donde introdujo esta nueva palabra y
ayudó a dirigir seminarios para el personal del equipo sobre los prin -
cipios y antecedentes del partido nazi, y sobre la administración del
gobierno alemán bajo los nazis.29 Esta nueva palabra fue incorpora-
da por los redactores del acto de imputación en el documento en
que exponían los crímenes contra la humanidad; además, se usó re-
petidamente durante el juicio.30 Si bien la palabra genocidio no se
incluyó en el juicio ni en la sentencia del tribunal, ya había empeza-
do a utilizarse ampliamente. El 20 de octubre de 1946, una semana
después de que los aliados ejecutaran a diez altos funcionarios y ge -
nerales nazis, el New York Times publicó una nota titulada “Genocidio
es el nuevo nombre del crimen imputado a los líderes nazis”. El Ti-
mes le otorgaba a Lemkin todo el crédito de haber acuñado y popu-
larizado la palabra.31
Cuando Lemkin estaba en Nuremberg se enteró de que los nazis
habían matado a 48 miembros de su familia en los campos de con-
centración, en caminatas de la muerte, y en el gueto de Varsovia, así
que canalizó su desesperación en una campaña cuyo único propósi -
to era “inscribir en el derecho internacional el crimen y castigo del
genocidio”.32 En la nueva ONU habló con los embajadores de Estados
Unidos, Francia, Gran Bretaña, Panamá, Cuba y la India para que pa
trocinaran y apoyaran una resolución que declarara al genocidio cri - 28 Lemkin, Axis rule, p. 79.
29 Robert Storey, The final judgement? Pearl Harbor to Nuremberg, San Antonio, Nay-
lor, 1968, p. 96. 30 Víctor H. Bernstein, Final judgement: The story of Nuremberg, Nueva York, Boni and
Gaer, 1947, p. 136. 31 “Genocide is the new ñame for the crime fastened on the nazi leaders”, New York
Times, 20 de octubre de 1946, sección 4, p. 13. 32 Korey, “Raphael Lemkin”, p. 47.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 129
men internacional. Debido a que los embajadores pensaban que di -
cha resolución sería más eficaz si era presentada por potencias me-
nores, quienes apoyaron la resolución original fueron Panamá, Cuba
v la India. Entonces Lemkin investigó y redactó declaraciones de apo-
yo en varios idiomas para treinta embajadores, y cabildeó para que
las aprobaran. La secretaría de la División de Derechos Humanos
consultó a Lemkin cuando preparaba el primer borrador del tratado,
v “la influencia de sus ideas es muy marcada”.33 Cuando las Naciones
Unidas aprobaron el tratado por unanimidad, Lemkin se refirió a él
como “un epitafio para la tumba de mi madre”. Su gran desilusión
sería que Estados Unidos, el primer gobierno en firmar el tratado, no
lo ratificaría.34
El hecho de que el Senado estadunidense no ratificara el tratado
sobre genocidio fue una señal de los agitados tiempos que esperaban
a los derechos humanos en la política extranjera de Estados Unidos.
En este país el internacionalismo liberal llegó a su apogeo durante el
periodo inmediatamente posterior a la guerra, y le cedió el paso a
toda una generación de realistas liberales que sólo tenían la esperan-
za de equilibrar intereses opuestos.35 Durante la guerra fría las nor-
mas internacionales sobre derechos humanos se subordinaron al an -
ticomunismo.
Con el advenimiento de la detente, a principios de la década de
1970, el ambiente fue más propicio para que se tomaran en serio los
derechos humanos.36 El brutal golpe de 1973 en Chile, una de las de-
mocracias más antiguas de Latinoamérica, fue un parteaguas en la
creación de la red latinoamericana de derechos humanos; sin embar-
go, su gran impacto se debió a que algunos elementos de la red ya se
encontraban en el lugar para dar fe de los acontecimientos, enmar-
carlos, divulgarlos y dramatizarlos.
La primera organización de derechos humanos que obtuvo am-
plio reconocimiento internacional fue Amnistía Internacional, for -
33 Leo Kuper, The prevention of genocide, New Haven, Yale University Press, 1985,
p. 20.
34 Korey, “Raphael Lemkin”, pp. 45, 47. 35 David Steigerwald, Wilsonian idealism in America, Ithaca, Cornell University Press,
1944, pp. 138-150, 169-171. 36 Este análisis se desarrolla más en Kathryn Sikkink, “The origins and continuity
of human rights policies in the United States and Western Europe”, en Judith Gold-
stein y Robert Keohane (eds.), Ideas and foreign policy, Ithaca, Cornell University Press,
1993, pp. 139-170.
130 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
mada en los sesenta. Amnistía Internacional (AI) tomó algunas deci-
siones tácticas clave que sirvieron para enmarcar y representar estra-
tégicamente los asuntos de los derechos humanos para sus miembros,
y con el tiempo para los dirigentes políticos y para el público. Al se-
ñalar los casos de individuos específicos cuyos derechos se violaban,
en vez de exponer ideas abstractas, ai destacó que las víctimas de las
violaciones a los derechos humanos eran personas que tenían un
nombre, una historia y una familia. Con esto logró que hubiera una
fuerte identificación entre las víctimas y el público. En segundo lugar,
ai decidió trabajar en una pequeña gama de violaciones brutales a los
derechos humanos, incluyendo el encarcelamiento político, la tortu -
ra, y la ejecución sumaria. Si bien este enfoque surgió de la tradición
ideológica liberal de los países occidentales en los que empezó el mo-
vimiento por los derechos humanos, estos derechos también estaban
inscritos en las normas internacionales y en los tratados que gozaban
de amplio consenso internacional. En tercer lugar, para conservar el
equilibrio, ai eligió cada mes, para una campaña especial de taijetas
postales, un caso urgente del primer mundo, uno del segundo y uno
del tercero.37 De esta manera se ponía a salvo de las acusaciones de
que aprovechaba el asunto de los derechos humanos en pro de una
agenda política o ideológica más amplia, ya fuera de la derecha o de
la izquierda. Las innovaciones tácticas de Al, que más tarde fueron
adoptadas por muchos otros miembros de la red, subrayaron la capa -
cidad de ésta para destacar el problema, lograr que tuviera resonan-
cia entre el público, y consiguiera el apoyo más amplio posible.
Amnistía sirvió como terreno de prueba para los activistas de los
derechos humanos de todo el mundo. Mariclaire Acosta, activista me-
xicana, recuerda:
Obviamente toda mi capacitación y toda mi perspectiva de los derechos
hu-
manos provienen de Amnistía. Parece que todos los de la primera y
segunda
generación de Amnistía Internacional somos como una pequeña mafia. To-
dos nos conocíamos y nos queríamos mucho, y ahora nos hemos repartido
por el mundo haciendo otras labores por los derechos humanos. Fue como
si explotara una estrella. Se transformó en una galaxia desde muchos
puntos
de vista. Unos están haciendo trabajo académico en los derechos humanos,
o están iniciando su propia ONG, o trabajan por los derechos de los indíge-
37 Harry M. Scoble y Laurie S. Wiseberg, “Human rights and Amnesty Internatio-
nal”, Annals of Ihe American Academy 413, mayo de 1974, p. 17.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 131
ñas, los derechos de la tierra, los derechos de los niños, los derechos de las
mujeres. Me parece que Amnistía Internacional era maravillosa, porque en
realidad permitió que muchas personas de todo el mundo cobraran concien-
cia de los derechos humanos.38
ORGANIZACIONES INTERNACIONALES NO GUBERNAMENTALES (OING)
Los actores no gubernamentales que en los cuarenta promovieron
la idea de que los derechos humanos estuvieran protegidos interna -
cionalmente no constituían una red de defensa tradicional. Había
pocas organizaciones especializadas en derechos humanos, y las que
lo estaban carecían de los flujos de información densos y constantes
que caracterizan a las redes modernas. Si bien algunas organizacio -
nes son mucho más antiguas,39 en los setenta y ochenta las ONG pro-
liíeraron y se diversificaron (véase el cuadro 1 del capítulo 1). Las
organizaciones por los derechos humanos también formaron coali -
ciones y redes de comunicación,40 y establecieron fuertes lazos con
las organizaciones nacionales de países en los que se violaban los de-
rechos humanos. Las redes de defensa de los derechos humanos sur-
gieron a medida que estos actores se iban vinculando consciente-
mente.
Los golpes y la represión en países como Grecia, Chile, Urugua y,
Uganda y Argentina aumentaron la conciencia global sobre las viola -
ciones de los derechos humanos. El número de miembros de organi -
zaciones como AI creció en Europa y Estados Unidos, y creó nuevas
organizaciones. Por ejemplo, la sección de AI en Estados Unidos au-
mentó de tres mil a cinco mil miembros entre 1974 y 1976. 41 (La ex-
i!í Entrevista con Marie Claire Acosta, Washington D. C., 3 de
diciembre de 1993. 9 David Weissbrodt, “The contribudon of international
nongovernmental orga- nizadora to the protection of human rights” en Theodore Meron (ed.), Human rights
iii international law: Ilegal and policy issues, Oxford, Clarendon Press, 1984, pp. 403-438.
40 Laurie S. Wiseberg y Harry M. Scoble, “Monitoring human rights violations: The role of nongovernmental organizadora”, en Donald P. Kommers y Gilbert D. Loe- scher (eds.), Human rights and American foreign politics, Notre Dame, University of No-
132 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
periencia de las organizaciones de derechos humanos es paralela a
un crecimiento más general de las organizaciones no gubernamenta-
les en el periodo de la posguerra.)42 Entre 1983 y 1993 el número to-
tal de ONG internacionales por los derechos humanos se duplicó, y su
presupuesto y personal aumentaron de manera impresionante. 43 Las ;
organizaciones que se concentraron explícitamente en las violacio-
nes a los derechos humanos en los gobiernos de derecha y de izquier-
da, como por ejemplo los comités de ai y de Human Rights Watch,
crecieron más de prisa, lo que sugiere que la fuerza de la idea de los
derechos humanos es en parte el resultado de una neutralidad basa- |
da en principios.
La red también creció en el sur. En las décadas de 1970 y 1980 apa-
recieron organizaciones por los derechos humanos en toda Latinoa-
mérica, y aumentaron de 220 a 550 entre 1981 y 1990. 44 Las organi- J
zaciones chilenas que se formaron para enfrentar la oposición del
gobierno, especialmente la oficina católica de derechos humanos, Vi-
caría de Solidaridad, fueron los modelos para los grupos de derechos
humanos de toda América Latina, así como fuentes de información
e inspiración para los activistas de derechos humanos en Estados
Unidos y en Europa. Un puñado de líderes visionarios del movimien-
to de derechos humanos, como Pepe Zalaquette, el abogado chileno
exiliado que más tarde fue presidente del Comité Ejecutivo Interna -
cional de Amnistía Internacional, y Aryeh Neier, estratega dedicado
a recaudar fondos, responsable del fenomenal crecimiento de los co-
mités Watch, percibieron su potencial, concibieron estrategias y atra -
jeron a la red a una generación de líderes jóvenes y excepcionales.
La obra de estos “empresarios políticos” fue fundamental para el sur-
legacy in the United States”, NACLA, Report on the Americas 17, septiembre-octubre de 1983, pp. 27-39.
42 Véanse el cuadro 1 del capítulo 1, y también Kjell Skjelsbaek, “The growth of in- Jf ternational nongovernmental organizations in the twentieth century”, International Or-
ganization 25, verano de 1971, pp. 420-442. 43 Dos codificaciones distintas basadas en las organizaciones que
se encuentran en una lista del Yearbook of International Organizations confirmaron este crecimiento. Véa- n se el cuadro 1 del capítulo 1. Los datos sobre los cambios de personal y de presupues- i to se basan en la información de las entrevistas con personal de organizaciones esta-
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 133
gimiento y crecimiento de la red en los primeros años.
Conviene detenerse en las historias personales que hay detrás del
impresionante crecimiento de la red de derechos humanos en Amé-
rica Latina. Muchos activistas latinoamericanos intervinieron en el
trabajo internacional de derechos humanos cuando fueron al exilio.
Pepe Zalaquette, hijo de inmigrantes libaneses que radicaron en Chi -
le, trabajaba en el programa de reforma agraria del gobierno de
Allende. Después del golpe de 1973 trató de ayudar a aquellos de sus
amigos que sufrían represión e ingresó en la Vicaría de Solidaridad.
El gobierno de Pinochet lo encarceló en 1975 y lo expulsó de Chile
en 1976. Cuando se estableció en Estados Unidos, Amnistía Interna-
cional lo eligió para la junta directiva estadunidense; posteriormen-
te fue electo para el comité ejecutivo internacional de AI, y después
como presidente de 1979 a 1982. Salió de la junta para ser subdirec -
tor ejecutivo de la organización de 1983 a 1985, antes de que le per-
mitieran regresar a Chile en 1986.4:) A lo largo de estas personifica-
ciones Zalaquette inspiró a toda una generación de nuevos activistas,
muchos de los cuales lo mencionan como una de las personas que
más admiraban. Ann Blyberg, que durante muchos años formó par -
te de la junta directiva de Amnistía de Estados Unidos, recuerda que
Zalaquette fue una de las personas que conoció en AI que la atraje-
ron a este asunto:
Estas son personas que tienen un sentido de la vida, y los derechos humanos
las atraen porque es una manera de vivir la vida más plenamente. Con esta
gente uno adquiere un increíble sentido de la riqueza que hay en estar vivo.
Es la joie de vivre. Tienen un increíble sentido del humor [...] Pepe Zalaquet-
te estaba lleno de vida, tenía muchos intereses, estaba comprometido con
muchas cosas. Era la personificación de la importancia de luchar por los de-
rechos humanos. Si no te guía un compromiso religioso formal o un com-
promiso ideológico, entonces ¿qué te guía? Conocí personas que estaban tan
extraordinariamente vivas que era asombroso [...] Y después de que nació
[mi hijo] Jonah, piensas cómo te sentirías si perdieras un hijo. ¿Cómo es po-
sible que con todo este dolor el mundo no haya dejado de girar, y sin embar-
go esta gente está tan viva? De alguna manera reafirman que la vida es im-
portante.46
Los ciudadanos estadunidenses y europeos se integraron a los dere-
45 Entrevista telefónica con José Zalaquette, septiembre de 1993.
46 Entrevista con Ann Blyberg, Washington D. C., 17 de marzo de 1992.
134 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
chos humanos porque a veces vivían y trabajaban en Latinoamérica.
Algunos, como Joe Eldridge, llegaron al movimiento gracias a su
participación en la iglesia. “Mi padre siempre decía que éramos hi -
jos de Dios. Mi motivación surge fundamentalmente de una pers-
pectiva religiosa. Habiendo recibido la vida, creo que estamos llama-
dos a hacer cosas que la eleven. Elegimos un camino que lleva a la
muerte o a la vida. Debemos tomar decisiones dirigidas a afirmar la
vida.”47
Eldridge fue enviado a Chile por la iglesia metodista, como misio-
nero. Llegó una semana después de que Salvador Allende fue elegi -
do presidente. Si bien en Chile recibió educación política, los dere-
chos humanos todavía no formaban parte de su vocabulario político.
“Los derechos humanos entraron a mi vocabulario el 11 de septiem -
bre de 1973, cuando repentinamente estos derechos se le negaron a
una tercera parte de la población chilena. Ese fue un parteaguas. Ese
momento determinante ha sostenido mi visión de qué es la violación
de los derechos humanos. Me ha guiado.”
A fines de octubre de 1973 Eldridge regresó a Estados Unidos
para tratar de explicarles a sus compatriotas lo que sucedía en Chi-
le. “Le di rienda suelta a mi furia. Improvisé plataformas donde
quiera que iba. Pulí el mensaje.” Más o menos en esa época, eclesiás -
ticos, y algunos académicos y activistas conscientes habían fundado
una pequeña ONG en Washington D. C., llamada Oficina de Wash-
ington sobre Latinoamérica (WOLA, Washington Office on Latin
America). Cuando se fue el primer director la iglesia metodista ofre -
ció pagarle a Eldridge el sueldo de director. Ahora tenía una posi-
ción institucional firme en Washington. “En realidad aprendí los li -
mites de la indignación y cómo ponerla en un idioma que Washing-
ton pudiera digerir.” Con Bill Brown, antiguo hombre de negocios,
formó una “pareja dispareja” en Capitol Hill, la sede del Congreso
de Estados Unidos, donde pugnaba por los derechos humanos en
Latinoamérica. Brown convenció a Eldridge de que no usara pon-
cho y huaraches cuando se reunía con la gente del Congreso, sino
que se vistiera de traje. Eldridge fue director de WOLA de 1974 a
1986, y vio cómo los derechos humanos llegaron a formar parte del
debate de la política en Washington.
47 Entrevista con Joseph Eldridge, Washington D. C., 18 de marzo de 1992.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMERICA LATINA 135
Las ONG nacionales
A diferencia de las ONG internacionales, cuyo campo de trabajo es el
de las violaciones a los derechos humanos en otras naciones, el terre -
no de las ONG nacionales es el de las violaciones en sus propios paí -
ses. El número y la capacidad de estas organizaciones nacionales va-
ría enormemente según el país y la región. En Latinoamérica hay
más ONG nacionales por los derechos humanos que en otras partes
del tercer mundo. En 1981, en un directorio de las organizaciones del
mundo en vías de desarrollo dedicadas a los derechos humanos y a
la justicia social, se enumeraban 220 en América Latina, en compara -
ción con 145 en Asia y 123 en Africa y el Medio Oriente. En un direc -
torio de 1995 aparecen más de 550 grupos por los derechos huma-
nos en Latinoamérica; en algunos países llega a haber 60. 48 Durante
los años ochenta funcionaba en esta región un “efecto de demostra -
ción” internacional, mientras las actividades y los éxitos de las prime -
ras organizaciones por los derechos humanos inspiraban a los demás
a seguir su ejemplo.
Muchos activistas latinoamericanos por los derechos humanos par -
ticiparon en las redes como resultado de su experiencia con los re -
gímenes represivos. Estela Barnes de Carlotto, presidenta de la orga -
nización argentina Abuelas de Plaza de Mayo, empezó a participar
en 1977, cuando las fuerzas de seguridad de Argentina “desaparecie -
ron” primero a su esposo y después a su hija Laura Carlotto. 49 Su es-
poso reapareció 25 días más tarde, después de que Estela le pagó un
rescate de nueve mil dólares a un particular que tenía contactos con
los grupos represivos, pero su hija no volvió a aparecer. Poco antes
de su desaparición Laura le había dicho a su madre que tenía dos
meses de embarazo. Lo inusitado de este caso fue que los militares
regresaron el cuerpo de Laura acribillado a balazos, y afirmaron que
48 Human Rights Internet, Human rights directory, Latin America, Africa and Asia,
“Human rights directory: Latin America and the Caribbean”, Human Rights Internet Re-
porteril, pp. 2-3. La definición empleada en estos directorios es más amplia que la de
muchos grupos de derechos humanos en Latinoamérica; con todo, al comparar las lis -
tas de 1981 y 1990 se tiene una idea del impresionante crecimiento de la red latinoa-
mericana.
49 Esta sección se basa en dos fuentes: la entrevista con Estela Barnes de Carlotto,
Buenos Aires, 28 de octubre de 1992, y Mauricio Cohén Salama, Tumbas anónimas: In-
forme sobre la identificación de restos de víctimas de la represión ilegal, Buenos Aires, Catálo-
gos, 1992, pp. 169-174.
136 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
había muerto en una confrontación con el ejército, después de tra -
tar de saltarse una barricada. Sin embargo, dos personas se comuni-
caron posteriormente con Estela para decirle que habían estado pre-
sas con Laura en uno de los campos secretos de concentración, y
que ella había dado a luz a un bebé antes de que la “transfirieran”
(el eufemismo militar en Argentina para asesinato). Con la esp eran-
za de localizar a su nieto Estela se unió a las Abuelas de Plaza de
Mayo, que apenas empezaban a trabar contactos internacionales.
Las Abuelas tomaron como modelo a las Madres de Plaza de Mayo,
otro grupo argentino de derechos humanos, compuesto por madres
de personas desaparecidas. Las Abuelas habían perdido a sus nietos
o a sus hijas embarazadas debido a la represión del estado. Ambos
grupos hacían manifestaciones semanales en la plaza principal de
Buenos Aires, Plaza de Mayo, exigiendo que les devolvieran a sus se-
res queridos.
Cuando raptaron a mi hija yo no sabía nada de Amnistía Internacional, ni de
la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos, ni de las Naciones
Unidas. Empecé a enterarme de estas organizaciones por medio de argenti-
nos que tenían una visión internacional, como Emilio Mignone. Él nos dijo:
“tienen que hacer una petición a la Organización de Estados Americanos,
tienen que enviar cartas a Amnistía”. No mandábamos las cartas directamen-
te a estos lugares porque sabíamos que no llegarían si las dirigíamos a Am-
nistía Internacional, de manera que aprovechábamos para enviarlas siempre
que alguien iba al extranjero.
Las Abuelas viajaban a Europa, Estados Unidos, y Canadá para de- nunciar las violaciones a los derechos humanos en Argentina y para
buscar la solidaridad internacional.
Las Abuelas también buscaban ayuda científica internacional para
contestar algunas preguntas candentes. En algunos casos, como el de
la familia Carlotto, no se contaba con verdaderas pruebas de que su
hija había dado a luz. Además, aunque creyeran que habían localizado
a un niño en algún orfanatorio o con otra familia, no tenían mane-
ra de establecer la paternidad. Las Abuelas pensaban que los cientí -
ficos extranjeros podrían ayudarlas. A través de un activista argenti-
no que vivía en Estados Unidos establecieron contacto con Eric Stro -
ver, encargado del programa de derechos humanos de la AAAS (Ame-
rican Association for the Advancement of Science). Stover las ayudó
a ponerse en contacto con Mary-Claire King, de la Universidad de
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMERICA IATINA 137
California, quien les habló de una prueba de sangre para establecer
la “abuelidad” aunque no tuvieran información de los padres. Las
Abuelas se enteraron, también por medio de Eric Stover, de ciertas
técnicas forenses para determinar si su hija había dado a luz, median-
te la exhumación y el análisis del cadáver.
La AAAS preparó una delegación científica para Argentina en
1984, después de la democratización, formada por Stover, King y
Clyde Snow, más un antropólogo forense, un odontólogo forense, un
patólogo forense y otros dos médicos. Fue la primera vez que el equi -
po aplicó sus conocimientos a casos de violación de los derechos hu -
manos y a asesinatos en masa. Se trataba de una tarea hercúlea, por-
que la mayoría de los cuerpos se habían arrojado al océano o se ha-
bían enterrado en fosas comunes. Estela Carlotto le pidió a Snow que
exhumara el cuerpo de su hija Laura, uno de los contados casos en
que se había devuelto el cadáver a la familia. “Después de la exhuma -
ción Clyde Snow me dijo: „Estela, eres abuela.‟ ” Clyde sabía que Lau -
ra había dado a luz por indicios en los huesos de la pelvis. También
pudo decirle a Estela que le habían disparado a su hija a unos 30 cen-
tímetros de distancia, lo que contradecía de plano la historia del ejérci -
to acerca de una balacera y una barricada. Por la dirección de las ba -
las parecía que a Laura le habían disparado en la nuca desde muy cer-
ca. Snow le dijo además a Estela que podía verse que su hija se había
cuidado la dentadura y que tenía bien los dientes, pero que se ha -
bían deteriorado antes de su muerte, lo que sugería que había sido
detenida y que ya no pudo cuidarse. La información de Snow, auna-
da a los testimonios de los testigos que habían visto a Laura en cárce -
les secretas, le bastó a Estela para incluir el caso del asesinato de su
hija en la petición a Estados Unidos para la extradición del ex gene-
ral Carlos Guillermo Suárez Masón, que había estado al frente de la
región en la que detuvieron a Laura. Entre tanto, la doctora King
analizó la sangre de los abuelos, y en algunos casos pudo establecer
la “abuelidad” de niños adoptados que posteriormente fueron entre -
gados a sus abuelos.
Ninguna de estas investigaciones estuvo exenta de traumas y con -
flictos. Cuando llegó el equipo de la AAAS, algunas organizaciones por
los derechos humanos se negaron a cooperar con ellos, porque des -
confiaban de cualquier grupo de Estados Unidos, dada la complici-
dad del gobierno estadunidense con la represión en Latinoamérica. 50
50 Cohen Salama, Tumbas anónimas, p. 120.
138 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
Otros, especialmente las Madres de Plaza de Mayo, creían que el go-
bierno de Argentina les debía una explicación sobre el paradero de
sus hijos, y argumentaban que al aceptar información de una fuente
no oficial liberaban al gobierno de su responsabilidad.
Las actitudes políticas de las organizaciones y las historias pol íticas
de los activistas tuvieron que ver en la configuración de las redes de
derechos humanos. A pesar de la considerable colaboración que re -
cibían, estas organizaciones tenían que obtener un espacio político
en las redes de defensa para un enfoque que muchos entrenados en
una tradición de solidaridad izquierdista tachaban de apolítico. Esto
era especialmente cierto en Latinoamérica, donde las violaciones a
los derechos humanos provenían sobre todo (aunque no exclusiva-
mente) de los regímenes derechistas. Está claro que no todas las re-
laciones entabladas entre las organizaciones internacionales o ex-
tranjeras y las organizaciones nacionales que protegían los derechos
de los oprimidos se originaron en la tradición de los derechos huma -
nos; el marco de solidaridad fue el segundo patrón importante de
defensa internacional entre las ONG. Si bien ambos implican relacio-
nes entre personas oprimidas y quienes están en posición de apoyar-
las, existen importantes diferencias conceptuales. Los individuos tie -
nen derechos; las comunidades son las depositarías de la solidaridad.
La solidaridad implica una dimensión esencial que el activismo de
los derechos humanos no tiene: el apoyo basado en la convicción de
que se defiende una causa justa. Por otra parte, los llamados a los de-
rechos humanos originan la afirmación más formal de que las viola -
ciones a la persona o a las normas y los procedimientos civiles o lega -
les reconocidos nunca son aceptables, cualesquiera que sean las cre-
encias de la víctima.
Tal como se los definió, éstos son tipos ideales. Entre las dos pos -
turas hay muchos que ven la defensa de los derechos humanos como
la mejor manera de proteger la vida de las personas cuyas ideas de -
fienden. Además, fuera de los activistas medulares de estas campa-
ñas, pocos hubieran podido notar esta diferencia. No obstante, para
los activistas de hueso colorado las campañas de solidaridad transna -
cional suponen que hay una afinidad ideológica que no entraña ex-
plícitamente la defensa transnacional de los derechos humanos. La
solidaridad y los grupos de derechos humanos trabajaron juntos mu-
chas veces, y algunos grupos han tratado de incorporar ambas tradi -
ciones. De esta manera los comités de solidaridad con Chile y el Co-
mité de Solidaridad con el Pueblo de El Salvador (ISPES) se unieron
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 139
a Amnistía Internacional para denunciar las violaciones a los dere -
chos humanos en esos dos países. Sin embargo, en otros asuntos los
grupos por los derechos humanos y los grupos por la solidaridad rom-
pieron filas. Por ejemplo, cuando las organizaciones por los derechos
humanos empezaron a denunciar las violaciones en Cuba y en Nica -
ragua durante el gobierno sandinista, y las del Frente Farabundo Mar-
tí en El Salvador, el movimiento de solidaridad permaneció callado.
Los elementos de las organizaciones intergubernamentales (oí)
Antes de 1948 ninguna organización intergubernamental se dedicaba
a los derechos humanos; para 1990, 27 los incluían como elemento
importante de su trabajo.51 Las ONG más grandes tienen categoría de
consultoras, que es el procedimiento de acreditación formal que les
permite participar en las discusiones y actividades de Naciones Uni -
das. La Comisión de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
y la Subcomisión para la Protección de las Minorías, establecidas des -
pués de la segunda guerra mundial, se hicieron más dinámicas en el
decenio de los setenta, bajo la influencia de nuevas reglas que les da-
ban mayor libertad y alcance para investigar quejas52 y por la presión
de las OING, de la administración del presidente norteamericano Cár-
ter y de algunos gobiernos europeos. El Comité por los Derechos Hu -
manos empezó a funcionar en 1976, proporcionando un área más
para la discusión de los derechos humanos y para el activismo en el
sistema de las Naciones Unidas.53 Estos tres órganos celebraban reu-
niones periódicas, que facilitaban el contacto entre los grupos e indi -
viduos que integran la red de derechos humanos, y se han vuelto pun-
tos focales para la actividad de la red. En Ginebra los representantes
51 Basado en información codificada de Yearbook ofInternational Organizalions: 1948,
Bruselas, Union of International Associations, 1948, y de Yearbook of International Orga-
nizations: 1990, Múnich, K. G. Saut, 1990. 52 La resolución 1235 del Consejo Económico y Social (ECOSOC), aprobada en
1967, y la resolución 1503, aprobada en 1970, autorizaron que la comisión revisara las
comunicaciones e investigara las quejas que presentaran un patrón constante de cra-
sas violaciones de los derechos humanos.
53 El Pacto por los Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto por los Derechos Econó-
micos, Sociales y Culturales, estaban prácticamente redactados en 1954, pero no fue-
ron aprobados por la Asamblea General y se presentaron a firma apenas en 1966. Los
dos pactos alcanzaron el número requerido de partidarios para adquirir fuerza legal
en 1976.
140 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
de los gobiernos de los países “que piensan igual”, los Países Bajos, Di-
namarca, Suecia, Noruega, y Canadá, se reunieron con representan -
tes de las ONG de los derechos humanos, y con representantes del Cen-
tro de Derechos Humanos de la ONU para establecer y practicar estra-
tegias comunes para el trabajo de los derechos humanos.
Theo C. Van Boven, diplomático holandés conocido por su firme
apoyo a los derechos humanos, fue nombrado director del Centro de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en 1975, y les dio
un papel más destacado. Van Boven trabajó muy de cerca con las
ONG... demasiado de cerca según sus críticos, el más vehemente de
los cuales era el gobierno argentino. Van Boven defendió sus estre -
chas relaciones con las ONG.
De hecho, gracias a ellas pudimos llevar a cabo nuestro trabajo, porque siem-
pre he afirmado que el 85% de nuestra información proviene de las ONG. Ca-
recíamos de los recursos y del personal para reunir información por nos-
otros mismos, así que dependíamos de ellas. Las ONG hicieron mucho del tra-
bajo que deberíamos hacer en Naciones Unidas.54
Para Van Boven los testimonios personales que escuchaba semana
tras semana de las víctimas, de sus parientes y de las organizaciones
de derechos humanos, hacían que se sintiera “más radical” y a veces
“muy desesperado”. Las ONG proporcionaron al Centro de Naciones
Unidas información concreta sobre las violaciones a los derechos hu -
manos, y asimismo ayudaron a elaborar el lenguaje para las declara-
ciones y los tratados de la ONU. Por ejemplo, Amnistía Internacional
estuvo profundamente involucrada en el proceso del anteproyecto
para la Convención de las Naciones Unidas contra la tortura.
A principios del decenio de 1980 el gobierno de Estados Unidos,
encabezado por Ronald Reagan, y los gobiernos de Guatemala y Ar-
gentina, atacaron a Van Boven y al Centro de Derechos Humanos. I
Luchaban contra nosotros pero no abiertamente sino a nuestras espaldas,
cuando se trataba de asuntos del personal, finanzas y cosas así, tratando de
golpearnos ahí o interceptar las cosas acá, y es difícil descubrir cuándo y
cómo se hace esto. Cuando se toman determinadas decisiones para cortarle
a uno el presupuesto o para no renovar el contrato a personas cuyo trabajo
es importante para uno...
54 Entrevista con Theo C. Van Boven, Maastricht, 8
de noviembre de 1993.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 141
Una semana después de que Van Boven hiciera una declaración
muy fuerte contra las recientes matanzas en diferentes países, inclu -
yendo Guatemala y El Salvador, llegó un telegrama que daba por can-
celado su contrato. Pero esto no terminó con la creciente participa -
ción de la ONU en la promoción de los derechos humanos. Cuando se
impidió que la Comisión de Derechos Humanos efectuara una inves -
tigación a fondo de lo que ocurría en Argentina, creó un grupo de
trabajo especial sobre las desapariciones, por medio del cual podía vi -
gilar la situación en Argentina y el trabajo en Guatemala, El Salvador
v otros países donde era corriente la práctica de las desapariciones.
La Comisión Interamericana por los Derechos Humanos (iachr)
de la Organización de Estados Americanos (oea) , establecida en
1959, fue reorganizada y fortalecida en 1979, cuando entró en vigor
la Convención Americana por los Derechos Humanos. La comisión
reorganizada promovió más activamente los derechos humanos en la
región, sobre todo en su informe de 1980 sobre los derechos huma -
nos en Argentina, que ejerció una gran influencia.55 A principios de
los noventa la OEA dio algunos pasos importantes para que se modi-
ficaran los conceptos tradicionales de soberanía y de no-interven-
ción. En 1991, en la Asamblea General de la oea en Santiago, Chile,
los 34 estados miembros declararon “su firme compromiso político
con la promoción y protección de los derechos humanos y la demo-
cracia representativa”, e instruyeron al secretario general para que
convocara a una reunión del consejo permanente “en caso de cual -
quier acontecimiento que diera pie a la interrupción súbita o irregu -
lar de un gobierno democrático”. Esta “Declaración de Santiago”
proporcionó la base legal y de procedimientos para la rápida res -
puesta regional a los golpes militares de Haití y Perú, y convirtió a la
OEA en cabeza de playa de las actividades de organización internacio-
nal para promover la democracia.
Fundaciones y fundadores
Un puñado de fundaciones públicas y privadas han proporcionado
fondos para las organizaciones por los derechos humanos. Las fun-
55 Organización de Estados Americanos, Comisión Interamericana por los Dere-
chos Humanos. Report on the situation of human rights in Argentina, Washington D. C.,
OAS General Secretariat, 1980.
142 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
daciones pueden ser los actores más autónomos de la red. Los acto-
res intergubernamentales dependen del consenso de los miembros
del gobierno, y la mayoría de las ONG dependen financieramente de
sus miembros y de las fundaciones. En cambio, las fundaciones tie-
nen ingresos independientes, y sólo son responsables formalmente
ante su consejo directivo, cuyos miembros se mantienen en sus car-
gos indefinidamente. Peter Bell afirma que la Fundación Ford ope-
raba como “empresaria de ideas”.56 No obstante, las fundaciones no
pueden llevar a la práctica sus propias ideas, y deben buscar y apoyar
a otras organizaciones que lo hagan.
La fundación de Estados Unidos más importante para los asuntos
de los derechos humanos en Latinoamérica es la Fundación Ford, 5'
pero varias fundaciones europeas, sobre todo las eclesiásticas, tam-
bién han tenido papeles clave. Además, las oficinas oficiales de ayu -
da para el desarrollo, y las fundaciones semipúblicas de Canadá, Es-
candinavia y los Países Bajos, así como de Estados Unidos, también
han fundado ONG de derechos humanos.
Hasta 1975 las grandes fundaciones de Estados Unidos rara vez
respaldaban el trabajo internacional por los derechos humanos. 58
Sin embargo, de 1977 a 1987 estas subvenciones crecieron de mane-
ra impresionante, tanto en número como en la cantidad total de di-
nero (véase la figura 2). En 1968 la Fundación Ford era con mucho
la mayor de Estados Unidos. Entre una quinta y una cuarta parte de
su presupuesto se destinaba a actividades internacionales. 59 En los
decenios de 1960 y 1970 se dedicó a fortalecer las capacidades admi-
nistrativas del estado en los países en vías de desarrollo. En un prin -
cipio el apoyo económico a las actividades de derechos humanos iba
contra la corriente de las anteriores prioridades, ya que el trabajo en
esta área con frecuencia se veía como un ataque al estado, y no como
su fortalecimiento. El ímpetu del apoyo a los derechos humanos den -
tro de la Fundación Ford provenía de las oficinas de campo en Lati -
:,fi Peter Bell, “The Ford Foundation as an international actor”,
International Orga-
nization 25, verano de 1971, p. 472. 57 Ibid., pp. 465-478; Jeffrey M. Puryear, “Higher educatíon,
development assistan- ce, and repressive regimes”, Studies in Comparative International Development 17, verano de 1982, pp. 3-35.
58 El tema dé los derechos humanos no apareció en el índice de los principales do- nativos de fundaciones de Estados Unidos hasta 1975. The Foundation Center, The
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 143
1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993
Figura 2. Donativos de fundaciones de Estados Unidos para el trabajo en materia de derechos humanos internacionales, 1977-1791.
FUKNTE: The Foundation Center, The Foundation Grants Index, Nueva York, todas las edi- ciones de 1977 a 1980, y Dialog, base de datos electrónica, Nueva York, The Founda- tion Center, todos los años de 1981 a 1991. Las cifras se recopilaron de todos los do- nativos que aparecen bajo el encabezado “derechos humanos”, y
representan las con- tribuciones totales de las fundaciones con base en Estados Unidos para cada uno de los años indicados.
noamérica, influidas por las ideas y los acontecimientos políticos de
la región.60
Durante años la Fundación Ford había apoyado a académicos que
efectuaban investigaciones en el campo de las ciencias sociales.
Cuando los gobiernos represivos de Latinoamérica despidieron a
muchos de estos académicos de sus puestos en el gobierno o en las
universidades, la Fundación Ford ayudó a reubicarlos en el extranje- 1,0 Entrevista con William Carmichael, Nueva York,
11 de mayo de 1992.
144 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
ro o a establecer centros independientes de investigación en sus pro-
pios países; de esta manera apoyaron los intereses de los derechos
humanos por medio de la libertad académica. Pero incluso esta polí -
tica era contradictoria tanto dentro de la fundación como entre la
fundación y el gobierno de Estados Unidos.
William Carmichael, Harry Wilhelm y Peter Bell fueron actores
clave en la decisión de la Fundación Ford de intervenir más directa -
mente en materia de derechos humanos. Carmichael y Bell trabaja -
ron en Brasil en los decenios de 1960 y 1970, y presenciaron el im-
pacto de la represión en este país. Carmichael “se preocupaba inten -
samente por los derechos humanos” y “avivó el fuego en pro de los
derechos humanos” en la fundación.61 Peter Bell llegó a Brasil poco
después del golpe militar de 1964. En ese momento la Fundación
Ford ayudaba a desarrollar la educación de posgrado y la investiga -
ción, y Bell amplió el enfoque más allá de las ciencias naturales y la
economía para apoyar a las otras ciencias sociales. Nos explicó cómo
llegó a participar en algunos casos de científicos sociales que eran ob -
jeto de represión.
Cuando llegué a Brasil casi no había brasileños con estudios de posgrado en
ciencias políticas. En realidad esta disciplina casi no existía en el país. La fun-
dación le dio financiamiento a un prometedor grupo de la Universidad Fe-
deral de Minas Gerais para formar el primer departamento de ciencias polí-
ticas en Brasil. Yo asistía a una conferencia de destacados científicos sociales
de todo el mundo que había organizado el nuevo departamento. Se me acer-
có uno de los profesores jóvenes, Bolívar Lamounier, brasileño que efectúa-
ba la investigación para su tesis de maestría en la Universidad de California
en Los Ángeles, UCLA. Me dijo que tenía pensado regresar a la UCLA unos días
antes, pero que cuando llegó al aeropuerto se enteró de que habían canee-
lado su visa para Estados Unidos. Le habían dicho que fuera a ver al cónsul
estadunidense para arreglar el asunto, y me pidió que lo acompañara y ates- tiguara su posición en la UCLA, lo cual hice.
En el consulado el cónsul insistió en recibirnos por separado y no juntos.*
Cuando Bolívar salió de verlo estaba abatido. Entonces entré yo, y me dije-1
ron que a Bolívar le habían negado la visa. Cuando pregunté por qué, me
contestaron que era “uno auténtico”. Pregunté qué querían decir, y el cón-1
61 Entrevista con Jefí'rey Puryear, Nueva York, 12 de mayo de 1992. Puryear habla a
sobre el papel de la Fundación Ford en Chile en Thinking politics: Intellectuals and de-1
mocracy in Chile, 1973-1988, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1994.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 145
sul me dijo que Bolívar era “rojo de veras”. Me reuní con Bolívar en la ante-
sala y bajamos por el elevador sin decirnos una sola palabra. Cuando salía-
mos, los miembros de la policía secreta de Brasil lo agarraron y se lo llevaron
prisionero. Traté de acompañarlo pero me apartaron a empujones. Regresé
al consulado y me dijeron que no me metiera en lo que no me importaba.
Al día siguiente un brasileño que tenía un buen puesto y que estaba en la
conferencia logró averiguar dónde tenían a Bolívar. Muchos de los partici-
pantes en la conferencia y yo mismo tomamos un autobús hacia el fuerte, y
con toda cortesía solicitamos ver al prisionero. Dos meses después lo solta-
ron sin que se le hubiera hecho ningún cargo, y (gracias al apoyo de los pro-
fesores de la UCLA y de otras personas) le permitieron continuar de inmedia-
to sus estudios en Estados Unidos. Mi papel en este asunto me pareció insignificante. Lo que hice fue lo que
hubiera hecho cualquier persona decente. Por ello me sorprendió que
quien estaba a cargo entonces de la oficina de la fundación en Brasil le reco-
mendara a nuestro director regional en Nueva York que por lo menos se me
llamara la atención, pues sentía que yo me había expuesto al ridículo de ma-
nera muy poco conveniente para la fundación. Por fortuna el director res-
pondió el memorándum enviado a Nueva York con un telegrama en el que
me felicitaba por mi proceder. La noticia de este incidente se difundió en
Brasil sin que perjudicara a la fundación, nos abrió nuevas puertas y afianzó
la confianza en nuestro trabajo.11
“
Más tarde, en 1969, el gobierno brasileño acalló a algunos distin -
guidos científicos sociales y los despidió de las universidades estatales
v federales. Los intelectuales de la lista negra, dirigidos por el soció -
logo Femando Henrique Cardoso, autor del texto original sobre la teo -
ría de la dependencia, decidieron formar un think tank. el Centro Bra-
sileño de Análisis y Planeación (CEBRAP), que les permitiría a los cien-
tíficos sociales que habían perdido sus empleos permanecer en Bra -
sil en algún centro de investigación independiente. Carmichael y
Bell recomendaron que la Fundación Ford subvencionara el nuevo
centro. En ese momento Bell recibió una llamada del director de la
misión de Estados Unidos en Brasil, de la AID: (Agency for Internatio-
nal Development).
Expresó una profunda preocupación por el fmanciamiento que habíamos
62 Peter Bell, “Speech to incoming students”, Woodrow Wilson School, Princeton
University, 10 de septiembre de 1983, pp. 4-6.
146 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
recomendado, y dijo que le preocupaba que eso me afectaría profesional-
mente. Le contesté que si tenía alguna acusación específica contra los indi-
viduos involucrados, me agradaría enterarme. Organizó que me reuniera
con un funcionario de la CIA que trajo unos expedientes. Eran pura paja:
mostraban que un par de personas involucradas en el cebrap habían estado
relacionadas con miembros del Partido Comunista.63
En un principio, la dirección general de la Fundación Ford en
Nueva York rechazó el apoyo, y luego, como resultado de un debate
internacional, lo aprobó.64 Carmichael y su jefe, Harry Wilhelm, ale-
garon dentro de la fundación que ésta no sólo debería apoyar la li -
bertad intelectual, sino también que, tras haber invertido en la cons -
trucción de capital humano, tenía que conservar lo que había ayuda-
do a crear protegiendo a los intelectuales en las instituciones de in -
vestigación.65 Este fue uno de los primeros subsidios institucionales a
centros de investigación independientes de científicos sociales críti -
cos del autoritarismo.
Este modelo se repitió tras los golpes militares de Chile y Uruguay
en 1973, y de Argentina en 1976. Estos primeros subsidios cayeron
bajo la rúbrica de ciencias sociales y creación de instituciones, pero
también pueden verse como el principio del programa de derechos
humanos de la Fundación Ford. Más tarde algunos de esos científi -
cos sociales pusieron en contacto al equipo de campo de la funda -
ción con organizaciones de activistas por los derechos humanos,
como la Vicaría de Solidaridad de Chile y la Academia por los Dere-
chos Humanos de México, que empezó a solicitar apoyo económico.
Finalmente la situación chilena generó un importante debate en la
fundación sobre cuál debía ser su política frente a los regímenes re -
presivos. En 1977 la fundación tomó la decisión explícita de incluir
los derechos humanos entre sus programas prioritarios; en 1981 los
derechos humanos y el ejercicio del poder pasaron a ser una de las
cinco principales áreas de sus programas.66
La Ford no fue la única fundación importante que intervino. A fi-
nes de los setenta y principios de los ochenta las fundaciones euro- 63 Entrevista con Peter Bell, Nueva York, 20 de marzo de 1992. 64 El CEBRAP perduró y desempeñó en Brasil un papel intelectual y político de mu-
cha influencia. Con la redemocratización, Fernando Henrique Cardoso dirigió su
atención a la política y fue elegido presidente de Brasil en 1994. 65 Entrevista con William Carmichael, Nueva York, 11 de mayo de 1992. 66 Entrevista con William Carmichael.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 147
peas y canadienses también estaban emprendiendo labores en pro
de los derechos humanos, y en algunos casos quienes recibían finan-
ciamiento participaban en la toma de decisiones de las fundaciones
en un grado sin precedentes para las fundaciones norteamericanas.
Por ejemplo, la gran fundación semipública holandesa Organización
de los Países Bajos para la Cooperación del Desarrollo Internacional
(NOVIB) se reúne periódicamente con las organizaciones que apoya,
muchas de las cuales abogan por los derechos humanos y por las mu -
jeres, para trabajar en una estrategia común de subsidios futuros. La
NOVIB también propicia el contacto entre los grupos que apoya (sus
“socios”) en diferentes partes del mundo.
REDES y GOBIERNOS La política de derechos humanos de los gobiernos se inició en la ma-
yoría de los casos como respuesta a la presión de las organizaciones
de la red, y dependió fundamentalmente de la información de las
mismas. Por esta razón es difícil separar las influencias independien-
tes de la política gubernamental y las presiones de la red. Las redes
con frecuencia tienen su mayor impacto cuando trabajan a través de
los gobiernos y de otros actores con poder. En Estados Unidos el pri -
mer grupo oficial que trabajó activamente por los derechos humanos
fue el subcomité del Congreso sobre Organizaciones Internacionales
bajo la presidencia de Donald Fraser, diputado por Minnesota. 67 A
principios de 1973 este subcomité llevó a cabo una serie de audien -
cias sobre los atropellos a los derechos humanos en todo el mundo. 68
Los principales testigos que proporcionaban información a estas au -
diencias eran representantes de ONG sobre derechos humanos. Si
bien la política en materia de derechos humanos empezó a desarro-
llarse en el Congreso de Estados Unidos tres años antes de que Jim-
my Cárter fuera electo presidente,69 los funcionarios de su adminis-
tración le dieron un lugar destacado y, al prestarle en la ONU el peso
de los Estados Unidos al de los países progresistas europeos, movie-
67 Posteriormente se le cambió el nombre por el de Subcomité para los Derechos humanos y las Organizaciones Internacionales.
68 Entrevista con John Salzberg, Washington D. C., abril de 1991.
69 Véanse Schoulz, Human rights, pp. 74-88; Forsythe, Human rights and world
poli-
tics, pp. 127-159.
148 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMERICA LATINA
ron a la acción en los foros internacionales. Durante el gobierno de
Cárter la Oficina de Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios del
Departamento de Estado buscó contactos e información con las ONG,
que siguieron influyendo en la política ejecutiva incluso durante las
administraciones de Reagan y de Bush.
La influencia de la red dentro de los estados europeos se centró
en los ministerios de asuntos extranjeros y de cooperación para el
desarrollo. Varios gobiernos europeos establecieron comités de ase-
soría sobre derechos humanos que incluían a ONG como Amnistía In-
ternacional, ministros de culto, parlamentarios y académicos. 0 En
algunos países el traslape entre los individuos del gobierno y las ONG
es importante. Por ejemplo, en 1995, tanto la reina como el ministro
de Relaciones Exteriores de los Países Bajos pertenecían a AI. Desde
luego, los dirigentes políticos afirman que les es difíc il recordar en
qué papel participan en determinadas reuniones: como académicos
como miembros de una ONG por los derechos humanos, como inte-
grantes del consejo consultivo gubernamental de la ONG o como de-
legados del gobierno ante una organización intergubernamental.
Con frecuencia las interacciones de la red con la burocracia gu -
bernamental se han reforzado mutuamente, pero no han sido com
patibles. Los informes anuales de derechos humanos de Estados Uni
dos son un claro ejemplo de ello. Como los funcionarios del Depar
tamento de Estado no deseaban ofender a los funcionarios extranje
ros ni debilitar otras metas políticas, los primeros informes eran ti
bios. Sin embargo, sirvieron como punto focal para los grupos por
los derechos humanos, que los convirtieron en acontecimientos pú
blicos anuales al dar a conocer respuestas a esos informes. 71 Estos y
sus contrainformes atrajeron la atención de la prensa, que les prestó
cobertura, y los críticos forzaron al Departamento de Estado a alean
zar mejores niveles en los informes sucesivos. A su vez, las organiza
dones nacionales por los derechos humanos en los países represivos
descubrieron que podían presionar indirectamente a sus gobiernos
para hacerlos cambiar si proporcionaban información sobre los atro-
pellos a los encargados de derechos humanos en las embajadas de Es-
Jan Egeland, Impotent superpower - potent small State: Potentials and limitations of hu- man rights objectives in the foreign policies of the United States and Nonuay, Oslo, Norwegian
University Press, 1988, pp. 193 ss.
71 Véase, por ejemplo, Human Rights Watch y Lawyers Committee for Human Rights,
Critique: Revieiü of the Department of States country
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 149
tados Unidos, para que se incluyeran en los informes anuales del
país.
El vínculo con el gobierno es, al mismo tiempo, el aspecto más po-
deroso y el menos confiable del trabajo de la red, ya que con frecuen-
cia depende de quienes ocupan los puestos clave. Muchos activistas
por los derechos humanos consideraban a Patricia Derian, subsecre-
taría de Estado de derechos humanos durante la administración de
Cárter, como integrante de la red de los derechos humanos, en el
sentido de que compartía muchos de sus valores, y ella y su equipo
estaban en frecuente comunicación con la red. Cuando Reagan as -
cendió a la presidencia y Elliot Abrams remplazó a Derian, la oficina
de derechos humanos del Departamento de Estado se desligó de la
red. Sin vínculos con los gobiernos institucionalizados por medio de
los comités consultivos de ONG, estos cambios de personal pueden
acabar con las relaciones productivas.
En la sección previa se analizó el crecimiento y cambio de cada
una de las partes de la red de derechos humanos en los decenios de
1970 y 1980. Cada nueva organización por los derechos humanos re-
fuerza una visión reconceptualizada de la soberanía del estado en la
cual el escrutinio internacional de las prácticas en materia de dere-
chos humanos no sólo es legítimo, sino necesario. Para demostrar el
impacto de la red en la práctica, necesitamos observar la eficacia de
estas presiones en casos específicos.
Argentina
Ya antes del golpe militar de marzo de 1976 las presiones por dere-
chos humanos habían pesado en la decisión de los militares argenti -
nos de hacer “desaparecer” a los opositores políticos, en vez de en -
carcelarlos o ejecutarlos públicamente.72 (Esta técnica llevó al uso
extendido del verbo “desaparecer” como int ransitivo.) Los militares
argentinos creían que habían “aprendido” de la reacción internacio -
nal fuente a las violaciones a los derechos humanos después del gol -
pe de Chile. Cuando los militares chilenos ejecutaron y encarcelaron
72 Esta sección se basa en un trabajo previo en colaboración, Lisa L. Martin y
Kathryn Sikkink: “U. S. policy and human rights in Argentina and Guatemala, 1973 -
1980”, en Peter B. Evans, Harold K. Jacobson y Robert D. Putnam (eds.), Double-edged
diplomacy: International bargaining and domestic politics, Berkeley, University of California
l‟ress, 1993, pp. 330-362.
150 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
a gran número de personas, la consiguiente conmoción condujo al
aislamiento internacional del régimen de Augusto Pinochet. Espe-
rando conservar una imagen internacional moderada, los militares
argentinos decidieron secuestrar, detener y ejecutar a sus víctimas en
secreto, negando saber dónde se encontraban.73
Si bien en un principio este método acalló la respuesta internacio-
nal al golpe, con el tiempo Amnistía Internacional y los grupos com -
puestos por exiliados políticos argentinos lograron probar y condenar
las nuevas formas de prácticas represivas. Para contrarrestar la crecien -
te ola de críticas la junta militar que gobernaba Argentina invitó a Al
en 1976 a una visita in situ. En marzo de 1977, en el primer aniversa-
rio del golpe militar, Al publicó el informe de esta visita, una denuncia
bien documentada de los abusos del régimen, destacando el proble-
ma de los desaparecidos. Amnistía calculaba que el régimen tenía seis
mil prisioneros políticos, en su mayoría sin acusación formal, y había
secuestrado entre dos mil y diez mil personas,^E1 informe ayudó a de-
mostrar que las desapariciones eran parte de una política deliberada
del gobierno, mediante la cual los militares y la policía secuestraban a
sus opositores, los detenían en centros secretos de arresto, donde los
torturaban interrogaban y mataban, y luego se deshacían secretamen-
te de los cuerpos.74 Las denuncias de Amnistía Internacional sobre el
régimen argentino se legitimaron poco después, cuando ese mismo
año Amnistía Internacional ganó el premio Nobel de la paz.
Esta información llevó a la administración de Cárter y a los gobier -
nos de Francia, Italia y Suecia a denunciar las violaciones a los dere-
chos cometidas por la Junta. Aunque ciudadanos franceses, italianos
y suecos habían sido víctimas de la represión, estos tres países no li -
mitaron su preocupación a sus propios connacionales. El gobierno
de Argentina declaró que esos ataques constituían una intervención
inaceptable en sus asuntos internos y violaban la soberanía argenti - 73 Véanse Emilio Mignone, Derechos humanos y sociedad. El caso argentino, Buenos Ai-
res, Ediciones del Pensamiento Nacional y Centro de Estudios Legales y Sociales, 1991,
p. 66; Claudio Uriarte, Almirante Cero: Biografía no autorizada de Emilio Eduardo Massera,
Buenos Aires, Planeta, 1992, p. 97; Carlos H. Acuña y Catalina Smulovitz, “Adjusting
the armed forces to democracy: Successes, failures, and ambiguities in the southern
case”, en Elizabeth Jelin y Eric Hershberg (eds.), Constructing democracy: Human rights,
citizenship, and society in Latin America, Boulder, Westview, 1993, p. 15.
74 Amnistía Internacional, Report of an Amnesty International mission to Argentina,
Londres, Amnistía Internacional, 1977.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMERICA LATINA 151
na, pero los funcionarios de Estados Unidos y de Europa insistieron.
En 1977 el gobierno de Estados Unidos redujo el nivel de ayuda mi -
litar para Argentina, debido a los atropellos a los derechos humanos.
Más tarde el Congreso norteamericano aprobó una ley, que entró en
vigor el 30 de septiembre de 1978,75 que suprimía toda ayuda militar
a Argentina. Durante este periodo varias delegaciones estaduniden-
ses de alto nivel se reunieron con los miembros de la junta para ha -
blar sobre derechos humanos.
Las primeras intervenciones de Estados Unidos en Argentina se
basaron sobre todo en la documentación sobre derechos humanos
proporcionada por Al y por otras ONG, no en información recibida
por los canales oficiales de la embajada o del Departamento de Esta -
do.76 Por ejemplo, durante una visita efectuada en 1977 el secretari o
de Estado, Cyrus Vanee, llevó una lista de desaparecidos preparada
por varias ONG de derechos humanos para presentarla a los miem-
bros de la Junta.77 Cuando Patricia Derian, durante una visita que
hizo en 1977, se reunió con el almirante Emilio Massera, miembro
de la junta, sacó a colación el tema del empleo de la tortura en la Ma -
rina. En respuesta a la negativa de Massera, Derian dijo que había vis -
to un mapa rudimentario de un centro secreto de detención en la Es -
cuela de Mecánica de la Armada, donde se llevaba a cabo esta reu-
nión, y preguntó si estarían torturando a alguien bajo sus mismos
pies. Entre las principales fuentes de información de Derian estaban
las ong y sobre todo las familias de los desaparecidos, con quienes se
reunió muchas veces durante sus visitas a Buenos Aires.78
75 Congressional Research Service, Foreign Affairs and National Defense División,
Human rights and U. S. foreign assistance: Experiences and issues in policy implementation
1I977-1978), informe preparado para el comité del Senado de Estados Unidos sobre re-
laciones internacionales, noviembre de 1979, p. 106.
76 Después del golpe de 1976 los exiliados políticos argentinos establecieron filia-
les de la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU) en París, México, Roma,
Ginebra y Washington D. C. En octubre dos de sus miembros presentaron testimonio
sobre las violaciones a los derechos humanos ante el subcomité para los derechos hu-
manos y las organizaciones internacionales del Congreso de Estados Unidos. Ian
Guest, Behind the disappearances: Argentina ’s dirty mar against human rights and the United
Nations, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1990, pp. 66-67.
77 Entrevista con Robert Pastor, Wianno, Massachusetts, 28 de junio de 1990. 78 Testimonio de Patricia Derian ante el Tribunal Nacional de Apelaciones Crimi-
nales, en Buenos Aires, durante los juicios a los miembros de la junta. “Massera son-
rió y me dijo: „¿Sabe qué pasó con Poncio Pilatos?‟”, Diario del juicio, 18 de junio de
1985, p. 3; Guest, Behind the disappearances, pp. 161-163. Posteriormente se confirmó
152 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
A un año del golpe las organizaciones argentinas por los derechos
humanos empezaron a trabar contactos importantes con el exterior.
Sus miembros viajaban con frecuencia a Estados Unidos y Europa,
donde hablaban con la prensa y se reunían con las organizaciones de
derechos humanos, legisladores, y funcionarios gubernamentales.
Estos grupos buscaban contactos en el extranjero para darle publici-
dad a la situación de los derechos humanos, para financiar sus activi -
dades, para protegerse de una mayor represión de parte de sus pro-
pios gobiernos, y para proporcionar pruebas a los dirigentes políticos
de Estados Unidos y Europa. Gran parte de sus fondos provenía de
fundaciones europeas y estadunidenses. 9
Dos acontecimientos clave, que sirvieron para mantener en la men-
te de los políticos estadunidenses y europeos el caso de los derechos
humanos en Argentina, reflejan el impacto de los vínculos transna-
cionales en la política. En 1979 las autoridades argentinas liberaron
a Jacobo Timerman, cuya autobiografía -en la que describe cómo los
militares argentinos lo “desaparecieron” y torturaron - ayudó a las
organizaciones en pro de los derechos humanos, a los miembros de
la comunidad judía de Estados Unidos, y a los periodistas estaduni -
denses, a hacer que su causa fuera célebre en los círculos políticos de
Estados Unidos.80 Luego, en 1980, se concedió el premio Nobel de la
paz a un activista argentino de los derechos humanos, Adolfo Pérez
Esquivel. Los grupos pacifistas y de derechos humanos de Estados
Unidos y Europa contribuyeron a patrocinar la gira de conferencias
de Pérez Esquivel por Estados Unidos, exactamente al mismo tiem-
po que la OEA estudiaba el informe de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIADH) sobre Argentina, y el Congreso dis-
cutía el fin del embargo de armas a este país.
El gobierno militar de Argentina deseaba evitar la censura inter -
nacional de los defensores de los derechos humanos. Hace tiempo
que los especialistas han reconocido que incluso los regímenes auto-
ritarios dependen de una combinación de coerción y condescenden-
Escuela de Mecánica de la Armada era uno de los más notorios centros secretos de
tortura y detención. Nunca más: The report of the Argentine National Commission for theDisap- *
peared, Nueva York, Farrar Straus & Giroux, 1986, pp. 79-84.
79 Las Madres de Plaza de Mayo recibieron donativos de varias iglesias holandesas 1
y del Parlamento noruego. La Fundación Ford proporcionó fondos para el Centro de ;
Estudios Legales y Sociales (CELS) y para las Abuelas de Plaza de Mayo.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 153
cia para permanecer en el poder. Sin la legitimidad conferida por las
elecciones, en buena medida dependen de la afirmación de su efica -
cia política y del nacionalismo.81 Si bien los militares argentinos mo-
vilizaron la retórica nacionalista contra la crítica extranjera, un pun-
to importante era que los argentinos, especialmente los de los grupos
que más apoyaban al régimen militar, consideraban que Argentina
era el país más europeo de América Latina. La junta militar afirma -
ba que llevaba a cabo la represión en nombre de “nuestra civi lización
occidental y cristiana”.82 Pero el deterioro de las relaciones con los
países más identificados con ese orden económico, y con la “civiliza -
ción occidental y cristiana”, ponía en peligro el intento de los milita -
res de integrar más plenamente a Argentina en el orden económico
liberal global.
La junta adoptó una secuencia de respuestas a las presiones inter -
nacionales. De 1976 a 1978 la primera estrategia de los militares fue
negar la validez de la preocupación internacional por los derechos
humanos en Argentina. Al mismo tiempo emprendió acciones que
parecían contradecir esta estrategia; por ejemplo, permitió la visita
de la misión de Amnistía Internacional a Argentina en 1976. El “fra -
caso” de la visita de Amnistía, desde el punto de vista de los militares,
parecía reafirmar la resistencia de la junta a las presiones por los de-
rechos humanos. Esta estrategia fue de lo más evidente en la ONU,
donde el gobierno argentino trató de acallar la condena internacio-
nal en la Comisión de Derechos Humanos. Irónicamente el régimen
argentino, furiosamente anticomunista, encontró un aliado diplomá -
tico en la Unión Soviética, que importaba trigo argentino. Los dos
países colaboraron para que Naciones Unidas no analizara la situa -
ción de los derechos humanos en Argentina.83 Las naciones preocu-
padas crearon, en 1980, el Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas
sobre las Desapariciones, para darle la vuelta a ese bloqueo. Las ONG
de derechos humanos proporcionaron información, cabildearon
con las diversas delegaciones, y siguieron estrategias conjuntas con
las delegaciones afines de las Naciones Unidas.
81 Véase Guillermo O’Donnell, “Tensions in the bureaucratic authoritarian state and the question of democracy”, én David Collier (ed.), The neto
authoritarianism in La-
tín America, Princeton, Princeton University Press, 1979, pp. 288, 292-294.
82 Daniel
Frontalini y María Cristina Caiati, El mito de la guerra sucia, Buenos Aires, Centro de Es- tudios Legales y Sociales, 1984, p. 24.
82 Daniel Frontalini y María Cristina Caiati, El mito de la guerra sucia, Buenos Aires, Centro de Estudios Legales y Sociales, 1984, p. 24.
154 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
1971 1972 1973 1974 1975 19761977 1978 1979 1980 1981 1982 1983
Año
Figura 3. Desapariciones en Argentina, 1971-1983.
FUENTE: Anexo al informe Nunca más, Informe Sábato, Barcelona, Planeta, 1985.
Para 1978 el gobierno de Argentina reconoció que tenía que ha
cer algo por mejorar su imagen internacional en Estados Unidos y
Europa, y para recuperar el flujo de ayuda militar y económica. 84
Con estos fines la junta invitó a la Comisión Interamericana de Dere-
chos Humanos a que efectuara una visita in situ, a cambio de que Es-
tados Unidos se comprometiera a proporcionar fondos del Export
Import Bank y a mejorar de diversas maneras sus relaciones con Ar -
gentina.85 Durante 1978 la situación de los derechos humanos en
este país mejoró visiblemente. La figura 3 muestra que la práctica de
la desaparición como herramienta de la estrategia estatal sólo dismi
nuyó después de 1978, cuando el gobierno empezó a tomar en serio
la “variable internacional”.86
84 La revista noticiosa Carta Política, que se consideraba que reflejaba el punto de
vista de lajunta, concluyó en 1978 que “el principal problema que encara el estado de
Argentina es ahora el cerco internacional”, “Cuadro de situación”, Carta Política, 57,
agosto de 1978, p. 8. 85 Entrevistas con Walter Móndale, Minneapolis, 20 de junio de 1989, y Ricardo Yo-
fré, Buenos Aires, 1 de agosto de 1990. 86 Véase Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Las cifras de la guerra
sucia, Buenos Aires, 1988, pp. 26-32.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 155
-• El valor de la perspectiva de la red en el caso de Argentina radica
en que destaca el hecho de que las presiones internacionales no fun -
cionan de manera independiente, sino más bien en coordinación
con los actores internacionales. La rapidez del cambio se debió a que
las organizaciones nacionales fuertes en pro de los derechos huma -
nos sustanciaron con pruebas las violaciones y protestaron contra la
represión. Las presiones internacionales ayudaron a proteger a los
supervisores nacionales y a abrir espacios para la protesta. Los grupos
internacionales ampliaron tanto la información como la política sim-
bólica de los grupos nacionales, y las proyectaron en un foro interna -
cional, desde el cual regresaban a Argentina. Este proceso clásico de
bumerang se llevó a cabo con más habilidad en Argentina que en
ningún otro lugar, en gran parte debido al valor y la habilidad de las
organizaciones nacionales por los derechos humanos.
Algunos afirman que la represión se detuvo debido a que los mili-
tares habían matado ya a todos los que consideraban necesario ma-
tar. Este argumento no toma en cuenta los desacuerdos del régimen
sobre el tamaño y la naturaleza del “enemigo”. Las presiones interna -
cionales afectaron a determinadas facciones del régimen militar que
tenían diferentes ideas sobre lo “necesaria” que era la represión. Si
bien, según reconocieron los militares, para abril de 1977 el 90% de
la oposición armada había sido eliminada, esto no produjo un cam-
bio inmediato en las prácticas de los derechos humanos.87 En 1978
surgieron divisiones entre los militares sobre lo que deberían hacer
en el futuro. El almirante Massera, populista del ala derecha, dirigía
una facción; otra, encabezada por los generales Carlos Suárez Masón
y Luciano Menéndez, apoyaba una dictadura militar indefinida y una
guerra sin cuartel contra la izquierda; la tercera, liderada por los ge-
nerales Jorge Videla y Roberto Viola, esperaba que con el tiempo le
dieran la liberalización política con un presidente militar. A la larga
ganó la facción Videla-Viola y, para fines de 1978, Videla tenía más
control sobre el Ministerio de Relaciones Exteriores, que había esta -
do bajo la influencia de la Marina.88 El ascenso de Videla en 1978,
87 Según un memorando firmado por el general Jorge Videla, los objetivos del go-
bierno militar “superan la mera derrota de la subversión”. El memorando pedía la
continuación e intensificación de “la ofensiva general contra la subversión”, incluyen-
do “intensa acción militar”. “Directivo 540”, 20 de abril de 1977, en “La orden secre-
ta de Videla”, Diario del Juicio 28, 3 de diciembre de 1985, pp. 5-8.
88 D. Rock, Argentina, 1516-1987: Frorn Spanish colonization to Alfonsín, Berkeley, Uni-
versity of California Press, 1985, pp. 370-371; Timerman, Prisoner without a ñame, p. 163.
156 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMERICA LATINA
junto con la presión de Estados Unidos, ayuda a explicar que el ge-
neral pudiera cumplir su promesa de permitir la visita de la Comi-
sión Interamericana de Derechos Humanos en diciembre.
Así, el gobierno militar de Argentina pasó de su negativa inicial a
aceptar la intervención internacional de los derechos humanos a una
cooperación cosmética con la red y, con el tiempo, a concretar mejo-
ras en respuesta a mayores presiones internacionales. Una vez que
hubo invitado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIADH) , y que descubrió que no podía engañarla ni confundirla, el
gobierno terminó con las prácticas de las desapariciones, liberó a los
presos políticos y restableció una apariencia de participación política.
Los derechos humanos sólo se respetaron totalmente en Argentina
después de la guerra de las Malvinas y de la transición a la democra-
cia en 1983, pero a partir de 1980 se redujeron los peores atropellos.
En 1985, después de la democratización, Argentina juzgó a los
más altos líderes militares de las juntas por violaciones a los derechos
humanos, y varios miembros clave de la red presentaron su testimo-
nio. Theo Van Boven y Patricia Derian hablaron sobre la conciencia
internacional de la situación de los derechos humanos en Argentina,
y un miembro de la delegación de la CIADH en Argentina analizó el
informe de la OEA. Clyde Snow y Eric Stover proporcionaron infor-
mación sobre la exhumación de cadáveres de tumbas colectivas. El
testimonio de Snow, confirmado por testigos, fue esencial para que
el fiscal lograra probar que los más altos oficiales militares eran cul -
pables de asesinato.89 Una encuesta de la opinión pública efectuada
durante los juicios mostró que el 92% de los argentinos aprobaba los
juicios a las juntas militares.90 El tribunal encontró culpables a cinco
de los nueve acusados, aunque sólo condenó a cadena perpetua a
dos (el ex presidente Videla y el almirante Massera). Estos juicios fue-
ron los primeros de su tipo en Latinoamérica, y son de los pocos en
todo el mundo en que se ha juzgado a ex líderes por violar los dere-
chos humanos durante su ejercicio. En 1990 el presidente Carlos Me-
nem perdonó a los ex funcionarios. Sin embargo, a mediados de los
noventa el gobierno democrático se había arraigado firmemente en
Argentina, la autoridad civil estaba bien establecida por encima de la
militar, y los militares se habían debilitado debido a las discusiones
internas y a los severos recortes económicos. 91
89 Diario del Juicio 1, 27 de mayo de 1985, y 9, 23 de julio de 1985. 90 Diario delJuicio 25, 12 de noviembre de 1985. 91 Acuña y Smulovitz, “Adjusting the armed forces to
democracy”, pp. 20-21.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 157
El caso argentino estableció importantes precedentes para otras
acciones de derechos humanos internacionales y regionales, y mos -
tró las intrincadas interacciones de los grupos e individuos de la red,
así como las repercusiones de estas interacciones. La historia de las
Abuelas de Plaza de Mayo es un caso de interacción de la red y de
efectos no previstos. La persistencia de las Abuelas ayudó a crear una
nueva profesión: la que podríamos llamar “ciencia forense de los de -
rechos humanos”. (Los conocimientos científicos ya existían, pero
nunca se habían puesto al servicio de los derechos humanos.) Una
vez que el caso argentino demostró que la ciencia forense podía ar ro-
jar luz sobre los asesinatos masivos y aclararlos, estas técnicas se di -
fundieron y avalaron. Los primeros responsables de su difusión inter -
nacional fueron Eric Stover, Clyde Snow y el equipo de antropología
forense de Argentina que los dos ayudaron a crear. Más tarde el equi-
po efectuó exhumaciones y dio capacitación en Chile, Bolivia, Brasil,
Venezuela y Guatemala.92 La ciencia forense se emplea en El Salva-
dor, Honduras, Ruanda y Bosnia para perseguir legalmente los asesina -
tos en masa. En 1996 el Tribunal Penal Internacional de las Naciones
Unidas en la ex Yugoslavia había contratado a dos participantes del
experimento forense de Argentina, Stover y el doctor Robert Kirs -
chner, para que efectuaran investigaciones forenses para su tribunal
de crímenes de guerra. El doctor Kirschner dijo: “Un crimen de gue-
rra crea una escena del crimen. Así lo tratamos. Reunimos evidencias
forenses para la fiscalía y creamos un registro que no pueda impug-
narse en los tribunales.”93
México
En México la situación política y de los derechos humanos era muy
diferente de la de Argentina. El gobierno de México, electo y civil, es -
taba bajo el control del Partido Revolucionario Institucional (PRl),
partido político oficial desde su creación, en 1929. Aunque en Méxi-
co no se cometían los mismos atropellos en masa que en Argentina,
sí eran frecuentes.
El episodio más serio ocurrió en octubre de 1968, cuando las tro-
92 Cohén Salama, Tumbas anónimas, p. 275. 93 Mike O‟Connor, “Harvesting evidence in Bosnia‟s killing fields”, New York Times,
7 de abril de 1996, p. E3.
158 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
pas del ejército le dispararon a una pacífica manifestación de estu -
diantes en una plaza de la ciudad de México, matando entre 300 y
500 estudiantes e hiriendo a más de dos mil (véase el Prefacio). Si
bien no hubo otra violación de esta magnitud, las organizaciones me-
xicanas por los derechos humanos informaron que en el decenio de
1970 desaparecieron aproximadamente 500 personas, muchas de
ellas en el contexto de una campaña militar contra un movimiento
guerrillero.94 La policía recurría normalmente a la tortura para ob-
tener confesiones de los presos, tanto comunes como políticos. Las
condiciones de las cárceles eran terribles, y los fraudes electorales y
la censura a la prensa eran frecuentes.95
Pese a estos antecedentes, en los sesenta y principios de los ochen-
ta, la atención internacional prácticamente no tomaba en cuenta la
situación de los derechos humanos en México. La red in ternacional
de derechos humanos que había surgido a mediados de los setenta
no prestó atención al caso mexicano, ya que acaparaban su atención
las violaciones cometidas en Centroamérica y en el Cono Sur, que
eran más serias. México se mantenía fuera de la agenda de la red de-
bido a su gobierno civil y electo, su postura progresista en cuanto a
los derechos humanos internacionales (por ejemplo, fue el puerto
de refugio para los refugiados políticos del Chile de Pinochet, y más
tarde fue un crítico firme de las violaciones a los derechos humanos
en El Salvador) y a la ausencia de organizaciones mexicanas en pro
de los derechos humanos.
México había adoptado una postura de firme apoyo retórico a las
organizaciones internacionales que defendían los derechos huma-
nos, y cultivaba su imagen de defensor de los mismos. No obstante,
argumentaba que el mandato de las Naciones Unidas sólo era para
investigar las violaciones masivas y sistemáticas a los derechos donde
no había recursos legales nacionales.96 Por un lado, apoyaba verbal-
mente las normas internacionales y la supervisión de la comunidad 94 Comité en Defensa de los Prisioneros, los Perseguidos, los Desaparecidos, y los
Exiliados Políticos, “Diez años de lucha por la libertad”, 1987, citado en Americas
Watch, Human rights in México: A policy of impunity, Nueva York, Human Rights Watch,
1990, p. 35.
95 Ibid., p. 1. 96 Declaración deljefe de la delegación mexicana, Claude Heller, sobre el tema 12
de la agenda, en el periodo 44 de la sesión de la Comisión de Derechos Humanos, Gi-
nebra, 8 de marzo de 1988, p. 1, 3 (mimeografiado, traducido por las autoras).
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 159
internacional a las prácticas de los derechos humanos. Por el otro,
no remediaba sus propias violaciones a estos derechos.
Esta situación empezó a cambiar a mediados del decenio de 1980,
cuando la conciencia de los derechos humanos comenzó a penetrar
en la sociedad civil mexicana. En 1984 sólo contaba con cuatro ONG
en pro de los derechos humanos. Siete años después, había 60. Para
1993 había más de 200.
La atención internacional ayudó a crear el espacio político en el
cual fue posible este crecimiento.97 Un momento decisivo llegó cuan-
do la activista de Amnistía Internacional Mariclaire Acosta y un grupo
de prestigiosos intelectuales, activistas y políticos mexicanos inaugura -
ron la Academia Mexicana de Derechos Humanos, en 1984. Esta aca-
demia dirigió la atención a los asuntos de los derechos humanos en el
país, capacitó a profesionales en derechos humanos y auspició la in -
vestigación y la educación. Sus fundadores idearon explícitamente a
la academia como institución académica más que como grupo activis-
ta, esperando proporcionar un foro para la discusión de los derechos
humanos en México, sin confrontar al gobierno sobre asuntos especí -
ficos.98 La academia recibió un fuerte apoyo de la Fundación Ford,
que constituyó el grueso de sus fondos durante los primeros cinco
años.99 El terremoto que sufrió en 1985 la ciudad de México estimu-
ló el crecimiento de organizaciones independientes en el país, y avivó
el interés por los derechos humanos. El descubrimiento de los cuer -
pos de varios prisioneros que aparentemente habían sido torturados,
durante las excavaciones en las oficinas del procurador del Distrito
Federal, provocó la cólera del país.100 Además, cuando el gobierno
mexicano se paralizó, en vez de reaccionar ante el terremoto, la socie-
dad civil se organizó y las ONG internacionales y sus patrocinadores in-
tervinieron con ayuda. Esta colaboración echó por tierra las viejas cre-
encias de que en México toda actividad política debía canalizarse a
través del estado y despertó la confianza en la capacidad del sector de
ONG.101
97 Jonathan Fox y Luis Hernández, “Mexico‟s difficult democracy: Grassroots move-
ments, NGOS and local goverment”, Altematives 17, 1992, pp. 184-185; Human Rights
Watch, Human Rights Watch world report, Nueva York, Human Rights Watch, 1993, p. 131. 98 Entrevista a Rodolfo Stavenhagen (miembro fundador de la academia), Bue-
nos Aires, 26 de octubre de 1992. 99 Esto incluyó un donativo inicial de 150 mil dólares y otro posterior de 375 mil.
100 Americas Watch, Human Rights in México, pp. 9-10. 101 Entrevista a Rodolfo Stavenhagen; entrevista telefónica a Christopher Welna, 8
de octubre de 1992. Sobre la importancia del terremoto para el crecimiento de la so-
160 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
La siguiente fase empezó cuando las ong internacionales por los
derechos humanos enfocaron por primera vez la situación de Méxi -
co. Con la ola de redemocratización en el hemisferio, los derechos
humanos habían mejorado en muchos países que antes habían sido
el blanco de la red. Los miembros de la red podían centrar su aten -
ción en situaciones más ambiguas de violaciones endémicas con go-
biernos electos formalmente. Los primeros informes de una organi -
zación no gubernamental por los derechos humanos llegaron en
1984, cuando Americas Watcli presentó un informe sobre el trata -
miento que daba México a los refugiados guatemaltecos, y en 1986,
cuando Amnistía Internacional presentó su informe sobre la violen -
cia rural en México.102 (Cuando los investigadores de Al visitaron por
primera vez México no encontraron ningún funcionario de derechos
humanos en el gobierno, ni ONG por los derechos humanos con las
cuales establecer contacto.) Si bien estos informes disgustaron al go-
bierno mexicano porque alteraban su imagen, celosamente cultiva-
da, de defensor de los derechos humanos, 103 las prácticas guberna-
mentales no cambiaron.
Con todo, los cambios empezaron a partir de 1988, cuando el
contexto político nacional e internacional había cambiado y hacía
que los derechos humanos fueran un asunto más evidente. La divi -
sión del PRI, el partido en el poder, antes de las elecciones presiden-
ciales de 1988, condujo a un desafío político de la izquierda por me-
dio del Partido de la Revolución Democrática (PRD), dirigido por
Cuauhtémoc Cárdenas. Luego, en 1990, México inició conversacio -
nes con Estados Unidos y Canadá para firmar un Tratado de Libre
Comercio. Estas dos situaciones hicieron que el gobierno mexicano
fuera más sensible a las imputaciones de violaciones a los derechos
humanos.
En 1990 Americas Watch presentó un informe fundamental que
tuvo gran efecto sobre las condiciones de los derechos humanos en
México. Tras hacer notar que el gobierno mexicano cultivaba celo-
samente una imagen de defensor de los derechos humanos, el infor-
ciedad civil véase Dan La Botz, Democracia en México. Peasant rebellion and political
reform,
Boston, South End 1995, pp. 65-73. 102 Americas Watch, “Guatemalan refugees in México 1980-
1984”, Nueva York, Hu- man Rights Watch, 1984; Amnesty International, México: Human rights in rural
oreas, Londres, 1987.
103 Entrevista a Sebastián Brett (investigador de AI en México),
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 161
me presentaba pruebas de asesinatos, torturas y atropellos cometi -
dos por la policía al investigar delitos; desapariciones; violencia rela -
cionada con las elecciones y con disputas por la tierra; ataques a sin -
dicatos independientes y violaciones a la libertad de prensa. El infor-
me declaraba que todas estas violaciones se habían vuelto institucio-
nales en la sociedad mexicana.104 El informe de Americas Watch fue
difundido por la prensa de México y de Estados Unidos, y despertó
toda la atención de Washington, donde se entablaban las negocia-
ciones iniciales para el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte.
Hasta 1990 el Congreso de Estados Unidos nunca había celebrado
audiencias sobre la situación de los derechos humanos en México.
Pero pocos meses después de que se divulgara el informe de Ameri -
cas Watch los subcomités sobre derechos humanos y organizaciones
internacionales y sobre asuntos del hemisferio occidental de la Cá -
mara de Diputados iniciaron estas audiencias. Además del testimonio
del Departamento de Estado, los subcomités escucharon los testimo-
nios de Ai y de Americas Watch.105
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos no aceptó
ningún caso mexicano antes de 1989-1990, cuando recibió tres. En
los tres casos, presentados por miembros del importante partido de
oposición de Acción Nacional (pan), se alegaba que el pri era respon-
sable de las irregularidades electorales. El gobierno mexicano adop -
tó una posición rígida de que si “un estado acepta someterse a la ju-
risdicción internacional con respecto a la elección de sus cuerpos po-
líticos, ese estado deja de ser soberano”, y que la conclusión de cualquier
comisión sobre las elecciones constituye una intervención, según la
Carta de la OEA.106
Puesto que la Convención Americana por los Derechos Humanos
garantizaba el derecho a votar y ser votado, la CIADH aceptó las que-
jas y se declaró competente para decidir en asuntos relacionados con
104 Americas Watch, Human Rights in México, p. 1. 105 “Current developments in México”, audiencia ante los subcomités sobre dere-
chos humanos y organizaciones internacionales, y sobre asuntos del hemisferio occi-
dental, del comité de asuntos extranjeros, Cámara de Diputados 101 Congreso, 2a. se-
sión, 12 de septiembre de 1990, Washington D. C., U. S. Government Printing Office
1990.
106 Organización de Estados Americanos, Annual report of the Inter-American Commis-
>ion on Human Rights 1989-1990, Washington, D. C., Secretaría General de la OEA,
1990, pp. 103-105; las cursivas son de las autoras.
162 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
elecciones. Tomando en cuenta que el gobierno mexicano ratificó la
convención americana, que no expresó en ese momento sus reservas
respecto al asunto de las elecciones, y el entendimiento y las prácti-
cas en común con otros estados de la región, la comisión dictaminó
que la posición de México carecía de fundamento, y recomendó que
el gobierno mexicano reformara su ley electoral para hacer efectivos
los derechos políticos de la convención.107 En otras palabras, la co-
misión destacó una interpretación de soberanía bastante diferente
de la del gobierno mexicano, que justificó refiriéndose a los entendi -
mientos compartidos, a las prácticas de otros países de la región y a
acciones anteriores del gobierno mexicano, que establecieron prece-
dentes que limitaban sus opciones futuras.
El gobierno mexicano, bajo la presión de la CIADH, de los partidos
políticos nacionales, y como respuesta a las difundidas acusaciones
de fraude en las elecciones de 1988, entabló negociaciones con los
partidos políticos en 1990 y empezó a modificar sus leyes y procedi -
mientos electorales.
En junio de 1990 el gobierno mexicano creó la Comisión Nacio-
nal de Derechos Humanos.108 A la administración de Carlos Salinas
de Gortari le preocupaba que México fuera sometido a un mayor es -
crutinio de la administración y el Congreso de Estados Unidos, en el
contexto de futuras negociaciones sobre el libre comercio y los sub-
secuentes debates de ratificación.109 Tanto el presidente Salinas co-
mo su sucesor, Ernesto Zedillo, han sido sensibles a la imagen exter -
na de México y a la repercusión internacional de las quejas naciona -
les en materia de derechos humanos, y a veces tomaron medidas pre-
ventivas para proyectar la imagen de su preocupación sobre el tema.
El asunto se calmó al emprenderse la reforma electoral y crearse la
Comisión Nacional de Derechos Humanos, con lo que parecía que
el gobierno mexicano controlaba sus problemas. 107
Annual Report of the Inter-American Commission on Human Rights 1989-1990, pp- 106-123.
108 jorge Luis Sierra Guzmán et al, La Comisión Nacional de Derechos Humanos: Una
visión no gubernamental, México, Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, 1992, p. 1.
109 Según Denise Dresser, “entre las prioridades de la política exterior de Salinas
destaca evitar conflictos diplomáticos que puedan sabotear sus intereses económicos
con Estados Unidos”, ponencia 62 presentada en la conferencia de invest igación Cros-
sing National Borders: Invasión or Involvement, Columbia University, 6 de diciembre
de 1991, p. 5.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 163
El hecho de que la Comisión Nacional de México fue una res -
puesta a la presión internacional está indicado por el momento en
que se creó y por el hecho de que sus informes se publicaron simul -
táneamente en español e inglés, y se enviaron por mensajería inter -
nacional a los representantes de las organizaciones clave de dere-
chos humanos en Estados Unidos. Tres acontecimientos coincidie -
ron poco antes de que se creara la comisión. Norma Corona Sapién,
destacada líder de los derechos humanos, fue asesinada el 21 de
mayo de 1990, luego de dirigir una investigación que determin ó que
la policía judicial federal era responsable de varios asesinatos. Ade-
inás, en el mismo mes de mayo, la CIADH difundió un dictamen se-
gún el cual México violaba la Convención Americana sobre Dere-
chos Humanos de la OEA. Por último, Americas Watch presentó su in-
forme en junio, unos días antes de que los presidentes Salinas y Bush
anunciaran sus intenciones de entablar negociaciones sobre el Tra-
tado de Libre Comercio entre México y Estados Unidos. Salinas, pre -
viendo la publicidad negativa sobre las prácticas de derechos huma-
nos en México, estableció la Comisión Nacional de Derechos Huma-
nos cuatro días antes de su reunión con Bush. 110
Si bien se ha criticado a la comisión por carecer de la necesaria in -
dependencia del gobierno para poder servir como oficina vigilan-
te,111 las evidencias indican que en muchos casos ha sido un eficaz
abogado de los derechos humanos.112 Desde que se formó, el gobier-
no de México ha aprobado procedimientos para impedir que en los
juicios se usen evidencias de confesiones obtenidas en los separos.
Esta práctica había llevado al uso rutinario de la tortura durante los
interrogatorios posteriores a las detenciones. 113 Asimismo, la comi-
sión ha investigado y denunciado las condiciones de algunas de las
peores cárceles del país.114
Durante el levantamiento campesino en Chiapas, ocurrido en
110 EUen L. Lutz, “Human rights in México: Cause for continuing concerns”, Cu-
rrenl History 92, febrero de 1993, p. 79. 111
Emilio Krieger, “Prólogo”, en Sierra Guzmán et al, La Comisión Nacional de Dere-
chos Humanos, p. IX. 112
Ellen Lutz analiza las “duras recomendaciones [de la comisión] en más de 300
«sos”, muchas de las cuales incluían casos que han sido el foco de las ong, “Human
rights in México”, p. 80.
113 “México: Human rights come to the fore”, Latín America Update, Washington Of-
fice on Latín America, enero-abril de 1991, pp. 1. 114
America‟s Watch, Prison conditions in México, Nueva York, Human Rights Watch,
>991, p. 46.
164 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMERICA LATINA
1994, fue evidente que el gobierno ya no podía controlar la informa-
ción como en 1968. La guerrilla del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) “demostró poseer una refinada conciencia de la
prensa internacional y de otros actores transnacionales”. 115 La pren-
sa y las ONG nacionales e internacionales estuvieron pendientes del
conflicto, y el correo electrónico fue uno de los principales mecanis -
mos a través de los cuales el EZLN se comunicó con el mundo. El go-
bierno mexicano, enfrentado a una amenaza que consideraba mayor
para la seguridad nacional que la que constituyeron los estudiantes
en 1968, actuó con mucho mayor mesura y se decidió por una solu -
ción política en Chiapas, porque ahora tenía “responsabilidad ante
grupos allende sus fronteras” que habían “elevado los costos de la re-
presión política”. Los acontecimientos de Chiapas, a su vez, “abrie -
ron una ventana de oportunidad para los actores nacionales y extran -
jeros en favor de la democracia”, obligando al gobierno a emprender
una reforma electoral más importante.116 Los observadores guberna-
mentales, intergubernamentales y no gubernamentales de las elec-
ciones ayudaron a asegurar que en los comicios de 1994 los fraudes
fueran bastante escasos (y de esta manera, paradójicamente, avala-
ron la victoria del pri) .
En resumen, podemos dividir el caso mexicano en tres fases histó - t
ricas, cada una de las cuales proporciona evidencias para nuestro ar -
gumento de que las redes de defensa ayudaron a mejorar las prácti-
cas de los derechos humanos. Durante la primera fase, en 1968-1969,
la matanza de estudiantes en la ciudad de México no provocó una
respuesta internacional sostenida porque todavía no existía la red in -
ternacional de derechos humanos. Ni siquiera los altos niveles de
movilización de estudiantes en todo el mundo en esa época produje-
ron una demostración importante de solidaridad con los estudiantes
mexicanos. Durante la segunda fase, de 1970 a 1988, continuaron las
transgresiones endémicas de menor importancia a los derechos hu-
manos. Si bien la red de derechos humanos surgió durante este pe-
riodo, no funcionó en México, y estas prácticas no se condenaron ni
cambió la situación. En la tercera fase, de 1988 a 1994, la red inter-
115Denise Dresser, “Treading lightly and without a big stick: International actors
and the promotion of democracy in México”, en Tom Farer (ed.), Beyond sovereignty:
Collectively defending democracy in the Americas, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1996, p. 334.
116 Ibid., pp. 334-335.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 165
nacional, en colaboración con los grupos de derechos humanos for -
mados recientemente, provocó una respuesta relativamente rápida y
enérgica del gobierno mexicano, contribuyendo a que disminuyeran
las violaciones a los derechos humanos y al fortalecimiento de las ins -
tituciones democráticas.117
CONCLUSIONES
En este capítulo hemos argumentado que las presiones internaciona -
les por los derechos humanos pueden provocar cambios en las prác-
ticas, ayudando a transformar los conceptos sobre la naturaleza de la
autoridad soberana de un estado respecto de sus ciudadanos. Si bien
los casos de Argentina y de México no bastan para confirmar este ar -
gumento, el contraste entre ellos lo justifica y sugiere que merece
más estudio.118 La red internacional de derechos humanos no siem-
pre ha sido eficaz para cambiar la interpretación o la práctica de los
mismos. Por ejemplo, en Latinoamérica, las actividades de la red no
lograron detener las violaciones generalizadas en Guatemala en los
decenios de 1970 y de 1980, y tampoco los atropellos endémicos en
Colombia en la década de 1990. Lo mismo podríamos decir de Chi -
na v de Camboya. Entonces, la pregunta medular es: ¿en qué condi-
ciones puede ser eficaz la red internacional de derechos humanos?
Los casos sugieren algunas respuestas.
Tanto en México como en Argentina los actores no gubernamen-
tales dieron pruebas de las violaciones y despertaron el interés global
por ellas. Más tarde, tanto las organizaciones internacionales como
117 Algunos observadores dan a las presiones internacionales poco crédito en la
promoción de la democracia en México, y no toman en cuenta las presiones interna-
cionales y los cambios nacionales en el periodo posterior a 1989, que son la base del
argumento presentado aquí. Véase, por ejemplo, Lorenzo Meyer, “México: The excep-
tion and the rule”, en Abraham Lowenthal (ed.), Exporting democracy: The United States
and Latín America: Case studies, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1991, pp. 93-
110 . 118
Entre los casos parecidos al de Argentina podrían incluirse Uruguay y Chile.
México es caso aparte, tanto por la falta de atención que recibió inicialmente en lo to -
bante a derechos humanos como por la rapidez de su respuesta subsecuente. Entre
otros casos de gobiernos semidemocráticos en los que las presiones internacionales
han conducido al cambio están República Dominicana durante las elecciones de 1978
más recientemente, Paraguay.
166 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
las regionales presentaron informes basados en las primeras investí
gaciones de las ONG. Éstas también proporcionaron la información
que sirvió como base para modificar las políticas gubernamentales.
Dado que las ONG nacionales por los derechos humanos son un esla
bón decisivo de la red, cuando estos grupos no existen, como suce-
dió al principio en México, el trabajo internacional por los derechos
humanos se obstaculiza seriamente.
La presión gubernamental del extranjero y la presión política in
terna, ¿podrían haber cambiado las prácticas de los derechos huma
nos sin la intervención de la red de defensa? En ambos casos los go-
biernos extranjeros sólo ejercieron presión sobre los violadores de los
derechos humanos después de que los actores no gubernamentales
identificaron, comprobaron y denunciaron las violaciones a los der
chos humanos, y de que ejercieron presión para que esos gobiernos
extranjeros intervinieran. Quizás en Argentina, como la represión era
secreta y la junta tenía habilidad diplomática, la verdad sobre los atro -
pellos a los derechos humanos hubiera permanecido oculta si la red
internacional no hubiera ofrecido y divulgado pruebas detalladas. A
diferencia de Chile, donde los equipos de televisión y los funcionarios
de las embajadas podían dar testimonio de la escala de las violaciones
para descubrir la responsabilidad del gobierno de Argentina en las
desapariciones se necesitó el trabajo intenso y conjunto de muchas
partes de la red, sin lo cual los gobiernos extranjeros no podrían ha
ber ejercido presión diplomática sobre el gobierno de Argentina. Las
primeras de estas presiones siguieron a la divulgación, casi un año
después del golpe, del documento de ai que detallaba la responsab
lidad del gobierno de Argentina en la práctica de las desapariciones
En el caso de México los gobiernos extranjeros ni siquiera obser
varón las transgresiones endémicas a los derechos humanos en ese
país durante casi veinte años. Aquí tenemos un contraste especial
mente claro entre la situación antes y después de que existiera la red
y antes y después de que tomara en cuenta el caso mexicano. Cua
do la red no existía, de hecho no hubo respuesta internacional a la
matanza de estudiantes en 1968. Hasta que la red empezó a trabajar
en México la situación de los derechos humanos en ese país fue des -
conocida en todo el mundo. El gobierno mexicano sólo mejoró sus
prácticas al respecto después que las organizaciones particulares de
México y del extranjero empezaron a reunir pruebas de los atrope-
llos y a alertar a la prensa y a los dirigentes políticos, y eso sólo en el
contexto de las negociaciones del tratado de libre comercio.
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 167
La existencia de una red y su decisión de ocuparse de los abusos
en determinado país es una condición necesaria, pero no suficiente,
para cambiar las prácticas de los derechos humanos. Muchos argu-
mentan que las presiones en esa materia no sirven contra naciones
fuertes que pueden imponer costos importantes a los países que las
presionan. Los activistas de la red reconocen que han sido menos efi -
caces en aquellos países que los superpoderes consideran importan-
tes para los intereses de su seguridad nacional, como Arabia Saudita,
Israel, Turquía, China y Pakistán.119 Así pues, la vulnerabilidad del es-
tado-meta es decisiva para la eficacia de la red.
Un aspecto de la vulnerabilidad del país-meta es la posibilidad de
presionarlo. Estados Unidos y los países europeos daban a México y Ar-
gentina importante asistencia militar y económica, así como créditos
de comercio. Además, en el caso de México, Estados Unidos y Canadá
negociaban un Tratado de Libre Comercio que el gobierno mexicano
consideraba necesario para su mayor desarrollo económico. Esto le
dio a la red muchos puntos donde ejercer presión, y los aprovechó con
gran habilidad, induciendo a sus respectivos gobiernos a limitar, con -
dicionar o cortar su ayuda, y a oponerse a los créditos o convenios de
comercio hasta que se satisficieran las metas sobre derechos humanos.
De lo que con frecuencia no se habla en la discusión sobre el apa -
rente “fracaso” de la política de los derechos humanos en China es
que no existe ninguno de los acostumbrados motivos mi litares y eco-
nómicos para ejercer presión. El resultado es que la red de derechos
humanos se ha visto obligada a defender la política drástica de revo-
car la categoría comercial de “nación más favorecida”. Ni siquiera las
actividades más enérgicas para ejercer presión sobre los regímenes
militares latinoamericanos recurrieron a este mecanismo, y en Esta -
dos Unidos no hay consenso acerca de su uso con fines de derechos
humanos. Más todavía, en China los líderes de los derechos humanos
y de la democracia no están de acuerdo en limitar el comercio en pro
de los primeros, porque muchos creen que si se aumenta la apertu -
ra económica de China se acabará alentando la apertura política. El
caso de China justifica de manera negativa el argumento presentado
aquí: un movimiento nacional débil, reprimido y dividido, aunado a
la escasa posibilidad de ejercer presión política, representa exacta -
mente las condiciones en las cuales no esperaríamos que tuvieran éxi-
to las presiones por los derechos humanos.
119 Entrevista a Michael Posner en Nueva
York, el 19 de mayo de 1992.
168 REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMERICA LATINA
Empero, los países pequeños o débiles que son blancos vulnera -
bles no necesariamente se prestan más a las presiones de la red inter-
nacional. Haití y Guatemala, por ejemplo, resistieron las presiones
internacionales por los derechos humanos mucho más tiempo que
países más grandes, como México y Argentina. Lo que lleva al cam-
bio es la combinación de presión material y presión moral. Ha sido
posible transformar las prácticas del estado al relacionar las ideas ba -
sadas en principios con metas materiales: ayuda militar, ayuda econó-
mica y beneficios comerciales. Con todo, la fuerte presión material
puede ser ineficaz cuando a los líderes no les interesa el mensaje nor-
mativo. A la larga las presiones son más eficaces contra los estados
que han asimilado las normas del régimen de los derechos humanos
y que se resisten a que se los defina como parias. Si bien es difícil ase -
gurarlo, aspectos de la identidad nacional o del discurso pueden ha -
cer que ciertos estados sean vulnerables a las presiones. En el caso de
Argentina su tradición liberal, su identidad nacional, centrada en la
cultura europea, y su justificación militar de la represión como de-
fensa de la “civilización occidental y cristiana”, dificultaron todavía
más que el gobierno hiciera caso omiso de las críticas de los actores
internacionales. Recientemente algunos estados asiáticos han resisti -
do con éxito las presiones de los derechos humanos internacionales
al tratar de crear una nueva identidad nacional vinculada con las creen -
cias nacionales: los llamados valores asiáticos, que rechazan el discur -
so de los derechos y los oponen a sus valores, que prefieren a las co-
munidades y no a los individuos, y que ponen los deberes por enci -
ma de los derechos. Para la mayor parte de los países latinoamerica -
nos, que tienen más tradición liberal, es mucho más difícil oponer
un contradiscurso auténtico al discurso de los derechos humanos. 3
El trabajo eficaz de las redes de derechos humanos no implica la
victoria sencilla de las normas sobre los intereses. Las redes tuvieron
influencia en los estados porque ayudaron a moldear una nueva
comprensión del interés nacional cuando los acontecimientos globa-
les impugnaban la interpretación tradicional de la soberanía y el in -
terés nacionales. Los dirigentes políticos extranjeros, sobre todo en
un periodo de intenso flujo global, no sólo no están seguros de cuál
es el interés nacional, sino tampoco de cómo promoverlo mejor. Las
redes de defensa han sido eficaces vehículos de las ideas sobre dere -
chos humanos, insertándolas en el debate político en los momentos
decisivos, cuando los dirigentes impugnan los modelos antiguos.
Para un enfoque realista de las relaciones internacionales sería di -
REDES DE DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA 169
fícil dar significado a las actividades de la red o a la adopción y esta -
blecimiento de las políticas de relaciones humanas del estado. El rea-
lismo no da una explicación convincente de por qué los actores no
estatales relativamente débiles pueden afectar la política del estado,
o por qué los estados se preocupan por las prácticas internacionales
de derechos humanos de otros estados, aunque al hacerlo interfie-
ren con la persecución de sus metas. Por ejemplo, la presión del go-
bierno de Estados Unidos sobre Argentina por los derechos huma-
nos hizo que ésta abandonara el embargo de granos a la Unión So-
viética. Ventilar los asuntos de los derechos humanos con México
pudo lograr la conclusión exitosa del Tratado de Libre Comercio y la
cooperación con México en los operativos antidrogas. Las presiones
por los derechos humanos tienen su costo, incluso en los países lati -
noamericanos de menor importancia estratégica.
En las versiones liberales de la teoría de las relaciones internacio -
nales los actores, tanto estatales como no estatales, cooperan para lo -
grar ganancias conjuntas o para evitar resultados mutuamente inde-
seables cuando encaran problemas que no pueden resolver solos. Es-
tas situaciones se han definido como juegos de cooperación o coor-
dinación con estructuras redituables. 120 Pero los asuntos de los dere-
chos humanos no se representan fácilmente como tales. Por lo gene-
ral los países pueden hacer caso omiso de las prácticas internas al res -
pecto en otros países sin incurrir en indeseables costos económicos
o de seguridad.
En el asunto de los derechos humanos el cambio y la cooperación
dependen sobre todo de las ideas basadas en principios. No pode-
mos comprender por qué a los países, las organizaciones y los indivi -
duos les interesan los derechos humanos, o por qué los países res -
ponden a las presiones en ese sentido sin tomar en cuenta el papel
de las normas e ideas en la vida internacional. Jack Donnelly ha de-
clarado que estos intereses morales son tan reales como los materia -
les, y que el sentido de interdependencia moral ha permitido el sur -
gimiento de regímenes respetuosos de los derechos humanos.121
120 véase por ejemplo Arthur A. Stein, “Coordination and collaboration: Regimes
in an anarchic world”, International Organization 36:2, primavera de 1982, pp. 299-324.
121 Donnelly, Universal human rights, pp. 211-212.
r
4. REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
Las redes de defensa ambiental se distinguen en varios aspectos im-
portantes de las de derechos humanos de que se habló en el capítu -
lo anterior. Para empezar, sus “principios” no son tan claros. Si bien
el ambientalismo tiene una importante dimensión ética, en el senti -
do antropocéntrico nacional de “administración” o en las afirmacio -
nes biocéntricas' en nombre de una ética de la tierra, los actores de
las redes de defensa ambiental pueden apelar lo mismo a normas o
intereses profesionales que a valores. El ambientalismo no es tanto
un conjunto de principios aceptados universalmente como un mar -
co dentro del cual pueden volver a configurarse las relaciones entre
una variedad de reclamaciones sobre el uso de los recursos, la pro-
piedad, los derechos y el poder. Un buen ejemplo, del que se habla
a continuación, es la campaña ambientalista para garantizar los dere
chos exclusivos del uso de la tierra a los habitantes tradicionales de
los bosques. Cuando los actores de la red tienen diferentes progra-
mas a mediano o largo plazo, las redes pueden constituir espacios
para negociar qué metas, estrategias y entendimientos éticos son
compatibles. Como las redes de defensa transnacionales implican en
general a personas y organizaciones con posiciones estructuralmen-
te desiguales, esta negociación siempre resulta sensible en términos
políticos.
Ya que los ambientalistas con frecuencia hablan de bienes públi -
cos como el aire y el agua limpios, más que de “derechos” reconoci -
dos, les es mas difícil darle un rostro humano a sus campañas, y de-
ben elegir si hacerlo o no. Los asuntos ambientales se tratan en una
amplia gama de espacios institucionales. La manera como enmarcan
los activistas un conflicto ambiental puede determinar su ubicación
institucional y la receptividad de los públicos a los que se dirigen. Los
asuntos sobre contaminación urbana con frecuencia se presentan
como asuntos de salud pública. Los caucheros brasileños transforma -
ron un conflicto por la tierra en un conflicto por la conservación de
los bosques. A pesar de sus obvias desventajas, la confusión jurisdic -
cional recompensa el espíritu de empresa; el cambio de ubicación es
especialmente común en esta área.
[170]
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 171
Para el estado, que es el blanco último, los riesgos son grandes y
de muchos niveles. Todas las redes de defensa cuestionan los límites:
la actividad por los derechos humanos cuestiona la soberanía del es -
tado; las protestas internacionales por la violencia contra las mujeres
requieren la intervención pública en relaciones sociales particulares
y cuestionan las normas culturales. Generalmente las campañas am-
bientalistas internacionales plantean reclamaciones sobre la propie-
dad pública o privada y sobre la soberanía, lo que implica importan-
tes costos económicos y espinosos conflictos políticos nacionales.
ORÍGENES DE LAS REDES AMBIENTALISTAS
El trabajo de las redes ambientalistas transnacionales tiene una larga
historia. A principios del siglo XX los naturalistas convinieron en pro-
mover las primeras convenciones para proteger a las aves migrato -
rias. Después de la segunda guerra mundial la International Union
for the Conservation of Nature and Natural Resources (Unión Inter -
nacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Natu-
rales, iucn), organización híbrida que cuenta entre sus miembros a
países, oficinas gubernamentales y organizaciones no gubernamenta -
les, sirvió de base para varios proyectos internacionales. 1 Cuando se
formaron las Naciones Unidas, los problemas ambientales se dispersa -
ron entre diferentes organismos, con poca coordinación. La UNESCO,
creada en 1946, se formó para promover actividades educativas y cien -
tíficas y para colaborar con especialistas y con las ONG.2 La UNESCO te-
nía instrucciones especiales de trabajar con el Consejo Internacional
de Uniones Científicas (International Council of Scientific Unions,
iesu), cuerpo coordinador científico creado después de la primera
guerra mundial, cuyo Comité Científico para los Problemas del Am-
biente (Committee on Problems of the Environment, SCOPE) se creó
en 1969.
1 Para 1990 la IUCN, fundada en 1948 con 18 estados miembro y 107 organizacio-
nes conservacionistas, incluía a 62 estados, 114 organismos gubernamentales , y 435
ONG.
2 J. Eric Smith, “The role of special purpose and nongovernmental organizations
in the environmental crisis", International Organization, David A. Key y Eugene B. Skol-
nikoff (eds.), número especial sobre “International institutions and the environmen-
tal crisis”, 26:2, primavera de 1972, p. 308.
172 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
A fines del decenio de 1960 los expertos ambientalistas convinie -
ron en la necesidad de crear instituciones de colaboración interna-
cional más fuertes. La Conferencia de 1968 sobre la Biosfera3 reco-
mendó que actuaran los gobiernos y el sistema de Naciones Unidas.
La idea de la biosfera proporcionó el modelo para que cambiara la
base ideológica del movimiento por la conservación; este modelo
promovía una mayor colaboración internacional y buscaba mayor
comprensión de las actividades humanas.4 El propósito del Progra-
ma de la Biosfera y del Hombre, de la UNESCO, iniciado en 1971, era
estimular esta colaboración.
En 1968, Suecia presentó una propuesta para realizar una confe-
rencia sobre el ambiente humano convocada por las Naciones Uni -
das, y se ofreció a ser el país anfitrión. La conferencia, que se inició
por la preocupación de Suecia con la lluvia ácida transfronteriza por
la industria europea, debía “atraer la atención de los gobiernos y de
la opinión pública hacia la importancia y urgencia de este problema,
y también identificar aquellos de sus aspectos que sólo pueden resol -
verse (o que pueden resolverse mejor) mediante la cooperación y el
consenso internacional”. El resultado fue la Conferencia de las Na -
ciones Unidas sobre el Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo.
Puesto que estaba muy politizada desde un principio, se destacó el
papel de las ONG; las Naciones Unidas deseaban su intervención sin
enemistarse con sus gobiernos, y ofreció instalaciones para un foro
simultáneo de ONG ambientales.5 Este primer foro de ONG, paralelo a
una conferencia oficial de la ONU, fue el precursor de un proceso
transnacional fundamental para la formación y el fortalecimiento de
las redes de defensa en todo el mundo. Conforme se desarrollaba el
foro de las ONG, su formato llevó al diálogo, el conflicto, la creativi -
dad y la sinergia. El contacto cara a cara ayudó a los activistas de di - 3 Conferencia Intergubernamental de Expertos con Base Científica para el Uso Ra-
cional y la Conservación de los Recursos de la Biosfera. 4 “Biosfera” se refiere al dominio de la vida, a una región cuyas condiciones preva -
lecientes permiten que las radiaciones solares que llegan a la tierra produzcan los cam-
bios geoquímicos necesarios para que haya vida. Dado que la materia y la energía cam-
bian de forma durante la evolución, toda la materia viva está conectada genéticamen-
te, en última instancia, a lo largo del tiempo geológico. Véanse Lynton Keith Caldwell,
International environmental policy, Durham, Duke University Press, 1990, 2a. ed., pp. 25-
28; Peter Haas, Saving the Mediterranean: The politics of intemational environmental coope-
ration, Nueva York, Columbia University Press, 1990, pp. 19-25.
5 Anne Thompson Feraru, “Transnational political interests and the global envi -
ronment”, International Organization 28:1, invierno de 1974, pp. 31-60.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAI, 173
ferentes antecedentes y países a reconocer lo que tenían en común y
a establecer la confianza necesaria a fin de sostener contactos con las
redes más distantes una vez que terminara la conferencia.
Para consternación de quienes buscaban una colaboración más in -
ternacional, la conferencia de Estocolmo destacó las divisiones entre
los países más y menos desarrollados respecto a la relación entre el
medio ambiente y el desarrollo. A raíz de la descolonización, la nue-
va mayoría de países del sur en la Asamblea General de la ONU había
promovido un enérgico programa con la formación del Grupo de los
77 como bloque de países en desarrollo y con propuestas para un
"nuevo orden económico internacional”.6 Sin embargo, tras las som-
brías proyecciones de experimentos para cambiar el mundo, como el
informe del Club de Roma de 1972, The limits to growth, los ambienta-
listas parecían oponerse firmemente a mejorar los estándares de vida
del tercer mundo.7 Las tentativas de formular una hipótesis sobre los
modelos de desarrollo con responsabilidad ecológica llamaron poco
la atención de los países desarrollados. Cuando los preparativos para
la reunión de Estocolmo revelaron el alcance de la polarización Nor -
te-Sur, el secretario general de la conferencia, Maurice Strong, con -
vocó a una comisión de expertos para que presentaran un informe
sobre la relación entre el ambiente y el desarrollo. El resultante in -
fórme Founex se adelantó casi diez años a gran parte de la discusión
de 1980 sobre el desarrollo sustentable.8
Pero incluso para 1972 la definición “Norte-Sur” de la división era
demasiado simplista. La postura intemacionalista sueca contrastaba
con la de Estados Unidos, que se resistía decididamente a que se vin -
culara el ambiente con el desarrollo. Los suecos afirmaban que la re-
distribución de los recursos globales era no sólo un imperativo mo-
ral sino también una respuesta realista a los límites obvios al creci -
miento. Prometieron dar cinco millones de dólares durante cinco
años, de los cien millones de dólares destinados para crear un fondo
Véase, de Stephen D. Krasner, Structural conjlict, Berkeley, University of California
Press, 1985. 7 Donella H. Meadows, Dennis L. Meadows, Jorgen Rander, y William W. Behrens,
III, The limits to growth, Nueva York, New American Library, 1972. Véase ei análisis en
John McCormick, Reclaimingparadise: The global environmental movemmt, Bloomington,
Indiana University Press, 1989, pp. 75-78. 8AsambIea General de las Naciones Unidas, “Development and environment: Re -
port by the secretary-general”, A/Conf.48/10, 22 de diciembre de 1971, reimpreso
como número especial de International Conciliation 586, enero de 1972.
174 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
ambiental, y solicitaron a otras naciones que también contribuyeran
a este fondo, además de ayudar de diversas formas al desarrollo. Du -
rante los preparativos para la reunión de Estocolmo, Estados Unidos
votó en contra de la propuesta de impedir que la protección ambien -
tal planteara una amenaza al desarrollo del tercer mundo; el Depar-
tamento de Estado argumentó que la resolución “presentaba asuntos
referentes al desarrollo ajenos al principal propósito de la conferen -
cia, que era centrar la atención del mundo en los problemas globa -
les del ambiente humano”.9 Estados Unidos, bajo el ataque por lo
que el primer ministro sueco Olaf Palme llamó “ecocidio” en Viet -
nain y en el Sudeste de Asia, hicieron todo lo posible por eliminar los
asuntos “políticos” del programa de Estocolmo.
En contraste con estas divisiones entre los países desarrollados,
los países del tercer mundo parecían unificados en lo esencial. Las
delegaciones de la India, Brasil, y la recién admitida China, que bus-
caban papeles de liderazgo en la conferencia, hicieron hincapié en
que la pobreza era el gran contaminante, y el desarrollo la solución.
Indira Ghandi preguntó: “¿Cómo podemos decirles a quienes viven
en aldeas y ciudades perdidas que hay que conservar limpios los océa -
nos, los ríos y el aire, cuando su propia vida está contaminada de ori -
gen?”10 Los delegados de China y de Brasil, destacando la soberanía
por encima de los recursos y del desarrollo, acusaron al Norte indus -
trializado de utilizar argumentos ambientales para mantener subor -
dinados a los países en vías de desarrollo. 11 Esta aparente unidad de
los países en vías de desarrollo ocultaba una realidad más compleja:
el gobierno militar de Brasil, por ejemplo, que con tanta elocuencia
defendía la causa de los países pobres en el escenario internacional,
presidía al mismo tiempo una de las redistribuciones de ingresos
más importante de los pobres a los ricos en la historia del país.
Definir el conflicto por el ambiente y el desarrollo desde el punto
de vista del Norte y el Sur retrata a las naciones-estado (y a los agen- 9 Departamento de Estado de Estados Unidos, U. S. Participation in the U. N., 1971,
Washington D. C., U. S. Government Printing Office, 1972, publicación 8675, p. 117,
citado en Deborah L. Guber, “The U. S. at Stockholm: Putting politics above pro-
gress”, inédito, Yale University, 1992.
10 Marcus F. Franda, “Mrs. Gandhi goes to Stockholm”, South Asia Series 16:10,1972,
2, citado en Wendy Weiser, “The position of India at Stockholm”, inédito, Universidad
de Yale, 1992.
11 Joáo Augusto de Araujo Castro, “Environment and development: The case of the
developing countries”, International Organhation 26:2, primavera de 1972, pp. 401-416.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 175
tes económicos relacionados con ellas) como actores unitarios en la
escena internacional. Esta es una imagen estratégica que exhiben los es-
tados, y a veces también los actores no estatales, en ciertos tipos de
escenarios internacionales. Sin embargo, aunque la desigualdad es-
tructural desempeña un papel constitutivo en la identidad de los paí -
ses desarrollados y en aquellos en vías de desarrollo, es sólo uno de
los factores que moldean esas identidades. Los valores, los principios
y las experiencias que se comparten permiten que las relaciones atra -
viesen la antinomia Norte-Sur tanto para los actores estatales como
para los no estatales.
La Conferencia de Estocolmo animó la creación de instituciones
alrededor de las cuales se movilizarían las redes ambientalistas trans -
nacionales. Asimismo fue un hito en la evolución de las ideas sobre
la relación entre ambiente y desarrollo, marcando un cambio que lle -
vó nuevos actores y cuestiones a las discusiones sobre el ambiente. La
conferencia, a la que asistieron representantes de 114 gobiernos, se-
ñaló que era legítimo que la comunidad internacional se preocupa-
ra por el ambiente y, además de dar pie a declaraciones y recomen -
daciones, llevó al establecimiento del Programa Ambiental de las Na -
ciones Unidas (UN Environmental Program, UNEP).
Durante los setenta y principios de los ochenta pocas organi zacio-
nes ambientales siguieron estrategias independientes para los asun -
tos globales. La International Union for the Conservation of Nature
(iucn) continuó promoviendo la colaboración entre los conservacio-
nistas y coordinando el intercambio de información a través de pu-
blicaciones y conferencias regulares, trabajando en equipo con el
Morid Wildlife Fund (WWF). El carácter híbrido de la IUCN le dio un
acceso especial a la política internacional; el director general de la
organización, recordando el papel de ésta en Estocolmo, calculó que
en el 95% de las delegaciones nacionales había un miembro activo
de la IUCN.12
Las organizaciones de científicos y conservacionistas for -
maron una “comunidad epistémica” en torno a una variedad de cues -
tiones ambientales,13 estableciendo muchos de los vínculos que unie- 12 Lee Talbot, “From the D. G.‟s desk”, IUCN Bulletin 13:4-6, abril-junio de 1982,
p. 31. 13
Peter Haas define a la comunidad epistémica como “redes transnacionales de
comunidades basadas en el conocimiento que detentan poder político debido a sus
afirmaciones de ejercitar un conocimiento con autoridad, y motivadas por sus creen-
cias compartidas y causales, basadas en principios”. Véase “Do regimes matter?: Epis -
176 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 1
ron a los científicos en las conferencias, en las investigaciones con-
juntas y, cada vez más, en la defensa de la política.
Durante el decenio siguiente a la conferencia de Estocolmo los
conservacionistas se dedicaron a desarrollar una respuesta a la discu-
sión que oponía el ambiente al desarrollo. En marzo de 1980 la IUCN, |
el World Wildlife Fund y el Programa Ambiental de las Naciones Uni-
das lanzaron de manera conjunta una Estrategia para la Conserva -
ción del Mundo, con ceremonias simultáneas en 30 países. Robert
Allan, de la IUCN, reconociendo que “la separación de la conserva-
ción y el desarrollo [está] en la raíz de problemas vitales actuales”, in -
formó a los periodistas en las ceremonias de lanzamiento que “con
demasiada frecuencia suponemos que la gente destruye el medio am-
biente porque es ignorante, cuando de hecho no tiene otra salida”. 14
Entre la estrategia del grupo había sugerencias de reformas a legisla -
ciones nacionales y metas conservacionistas. La IUCN presentó la idea
de “desarrollo sustentable”, que posteriormente, en ese mismo dece -
nio, fue popularizada en el informe de la World Commission on En-
vironment and Development como “desarrollo que cubre las necesi-
dades del presente sin comprometer la capacidad de las generacio-
nes futuras para satisfacer sus propias necesidades”.13
El cambio de las ideas sobre la relación entre el desarrollo y la pro- 1
tección ambiental promovió una mayor participación de actores de
los países en vías de desarrollo, actores estatales, científicos locales y
conservacionistas, así como de otros agentes promotores del cambio
social. La resultante multiplicidad de voces, de puntos de vista sobre
el desarrollo y la relación entre las personas y la naturaleza, aumen -
tó con la acción de un nuevo conjunto de participantes en el campo
ambiental internacional (las redes de defensa transnacionales), que
surgieron a principios del decenio de 1980 y se dirigieron tanto a las
instituciones nacionales como a las internacionales, y a públicos in-
ternacionales más amplios. Su defensa dejó muy atrás la plataforma
tradicional de la conservación: los defensores de la naturaleza habían
llegado a aceptar la necesidad de defender también los derechos de
la gente.
temic communities and Mediterranean pollution control”, International Organization
43, verano de 1989, pp. 377-403. 14 Joanne Omang, “Conservation strategy mapped by 30 nations”, Washington Post,
6 de marzo de 1980, p. Al 3 (de Nexis). 15 World Commission on Environment and Development, Our common future, Ox-
ford, Oxford University Press, 1987, p. 43.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 177
EL CONTEXTO INSTITUCIONAL
El tratamiento internacional de los asuntos ambientales es más re-
ciente y está menos limitado que el tratamiento de los derechos hu-
manos. Hay más organizaciones intergubernamentales relacionadas
con el ambiente, y con frecuencia sus fines coinciden. La principal
organización ambientalista intergubernamental es el Programa Am-
biental de las Naciones Unidas, establecido en 1972, pero tiene me-
nos dinero, personal e historia institucional que otros organismos de
la ONU que se consideran mejor preparados para tratar los asuntos
del ambiente, como el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas
(UN Development Program, undp) y la fao.16
Si bien el undp fue el ór-
gano líder de Naciones Unidas en la mayoría de las convenciones
ambientalistas de los años setenta y ochenta, otros organismos pre -
sentaron códigos de conducta e instrumentos normativos diferentes.
Por ejemplo, la FAO redactó el Código Internacional de Conducta
para la Distribución y el Uso de Insecticidas de 1986. El undp ha te-
nido un papel secundario en el asunto de los bosques tropicales; las
principales iniciativas las han emprendido otros departamentos de la
ONU y el Banco Mundial.
Organizaciones especializadas intergubernamentales que firma-
ron el tratado, como la Comisión Internacional por las Ballenas (In -
ternational Whaling Commission, iwc); las Organizaciones Asesoras
del Tratado de la Antártida (Antartic Treaty Consultative Parties), y
la Organización Internacional de Maderas Tropicales (International
Tropical Timber Organization, ITTO), estructuran las relaciones en-
tre los gobiernos y las ONG para tratar determinados asuntos. Por
ejemplo, la rwc fue creada en 1946 por la Convención Internacional
para la Reglamentación de la Caza de Ballenas (International Con-
vention for the Regulation of Whaling), por iniciativa de Estados
Unidos. Igual que los tratados anteriores, la convención tampoco era
un instrumento legal; los estados miembro podían desentenderse de
cualquier estipulación de la IWC dando aviso con 90 días de anticipa-
ción. La comisión estaba formada por un representante de cada es -
tado participante en la convención, y no se limitaba a los países ba-
16 Véanse McCormick, Reclaiming paradise, pp. 106-124; Gareth Porter y Janet
Welsh Brown, Global environmental politics, Boulder, Westview, 1991, pp. 46-53; Lynton
Keith Caldwell, International Environmental Policy, Durham, Duke University Press,
1990, 2a. ed„ pp. 71-83.
178 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
lleneros, factor que en los años ochenta facilitó la transición norma-
tiva de la organización. El asunto de las ballenas pasó a ser un impor -
tante punto en torno al cual se agruparon las ONG ambientalistas a fi-
nes de los setenta y en los ochenta. Friends of the Earth, Greenpeace
y muchas otras organizaciones intervinieron en campañas que reci -
bieron amplia atención de los medios de comunicación. Estos grupos
reconocieron la oportunidad estratégica que proporcionaba la estruc-
tura de la convención, y ejercieron presión sobre los países que no ca -
zaban ballenas para que se unieran a las organizaciones del tratado. 17
Los bancos de desarrollo multilateral, y especialmente el Banco
Mundial, han pasado a ser actores importantes en materia ambiental.
Desde principios de los setenta se ha considerado que el Banco Mun-
dial es el líder de los organismos multilaterales de esta área. 18 En
1971 creó una unidad ambiental, y en 1974 sus directores ejecutivos
adoptaron un principio de préstamo ambiental. En 1980 el Banco
Mundial y el UNEP promovieron que los principales bancos de des-
arrollo y los organismos multilaterales adoptaran la “Declaración de
políticas ambientales y procedimientos relacionados con el desarro-
llo económico”.19
LA APARICIÓN DE LAS ORGANIZACIONES DE DEFENSA
A mediados y finales de los ochenta los medios de comunicación em
pezaron a prestar más atención a los asuntos ambientales internaci
nales. Las catástrofes de Bhopal y de Chernobyl, el descubrimiento
de un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida a mediados de
los ochenta, y el consenso científico acerca del riesgo de cambio glc
bal del clima vinculado con el aumento de la concent ración de gases
de “invernadero” como el C02 y el metano, contribuyeron a que el
público tuviera más interés en el ambiente global.
17 PeterJ. Stoett, Atoms, whales, and rivers, global environmental security and Internatio-
nal organization, Commack Nova Science, 1995, capítulo 5. 18 Philippe Le Prestre, The World Bank and the environmental challenge, Selinsgrove,
Susquehanna University Press, 1989. 19 Las siguientes organizaciones se unieron a la declaración: el Banco Africano de
Desarrollo, el Banco Arabe para el Desarrollo Económico de África, el Banco Asiático
de Desarrollo, el Banco de Desarrollo del Caribe, el Banco Interamericano de Des-
arrollo, el Banco Mundial, la Comisión de Comunidades Europeas, la Organización
de Estados Americanos, el UNDP y el UNEP.
*
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL x 79
En la segunda mitad de los ochenta creció rápidamente el núme-
ro de miembros de las organizaciones ambientalistas más importan-
tes de Estados Unidos. Durante este periodo, en el cual empezó a ex-
tenderse el uso de las computadoras, las principales organizaciones
ambientales comenzaron a emplear las técnicas de correo directo
para recaudar fondos y manejar las listas de miembros. 20 Si bien la
información no indica aquí un vínculo causal, parte del crecimiento
más acelerado se dio en las organizaciones más relacionadas con las
campañas globales.21 Entre 1985 y 1990 se duplicaron los miembros
del Fondo para la Defensa Ambiental (Environmental Defense Fund,
EDF) y volvieron a duplicarse entre 1990 y 1991. El Consejo para la
Defensa de los Recursos Naturales (Natural Resources Defense Coun-
cil, NRDC) , creció 2.7 veces entre 1985 y 1990, igual que Nature Con-
servancy. World Wildlife Fund de Estados Unidos creció 5.6 veces, y
Greenpeace más del doble (de 400 mil miembros a 850 mil). Los in-
tegrantes de diez organizaciones para las cuales se dispone de infor -
mación continua pasaron de 4198000 en 1976 a 5816000 en 1986 y
8270000 en 1990.22
Algunas de estas organizaciones incorporaron al repertorio am-
bientalista enfoques nuevos y más militantes, que iban desde la pos -
tura regulatoria yjudicial del NRDC y el EDF, hasta Greenpeace, inspi-
rada en la práctica cuáquera de dar testimonio y emprender acciones 20
Robert Cameron Mitchell, Angela G. Mertig y Riley E. Dunlap, “Twenty years of
environmental mobilization trends among national environmental organizations”, en
Angela G. Mertig y Riley E. Dunlap (eds.) American environmentalism: The U. S. environ-
mental movement, 1979-1990, Filadelfia, Taylor and Francis, 1992, pp. 11-25.
21 No puede deducirse ningún vínculo causal porque estas mismas organizaciones
estaban entre las más activas de sus países. Por cierto, las actividades internacionales
ocupan una fracción del tiempo de su personal. Sin un análisis cuidadoso del rendi-
miento de solicitudes de apoyo por correo, es imposible saber cuáles de los miembros
nuevos respondieron a la correspondencia nacional o a la internacional. Cabe men-
cionar que para la mayoría de las ONG de Estados Unidos “miembros” implica contri-
buyentes, sin entrañar la participación en la toma de decisiones.
22 Las diez organizaciones son: The Environmental Defense Fund, Friends of the
Earth, Izaak Walton League of America, The National Audubon Society, The National
Parks and Conservation Association, The National Wildlife Federation, Natural Re-
sources Defense Council, The Nature Conservancy, The Wilderness Society y The
World Wildlife Fund-US. Información de la National Wildlife Federation, Conservation
Directory (Washington D. C., National Wildlife Federation, 1976, 1982, 1986, 1990 La
información de 1976 sobre The National Audubon Society es de Thaddeus C. Trzyna
y Eugene V. Coan (eds.), World, directory of environmental organizations, Claremont, Pu-
blic Affairs Clearinghouse, 1976.
180 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
directas. Greenpeace y Friends of the Earth (FOE) pusieron en prác-
tica creativas combinaciones de confrontación, presión y otras estra -
tegias institucionales en la campaña por las ballenas de fines de los
setenta y principios de los ochenta. A este y otros grupos de defensa
y acción directa los impacientaba cada vez más la antigua estrategia
de convencimiento de la IUCN, que consistía en vincular a los cientí-
ficos con los dirigentes políticos.
Desde el principio Greenpeace y FOE se concibieron como organi-
zaciones internacionales descentralizadas, y crecieron gracias al acti -
vismo social de fines de los sesenta y principios de los setenta, que cri -
ticaba el materialismo y apreciaba la naturaleza.23 Durante el dece-
nio de 1970 Greenpeace, fundada en Vancouver en 1971, centró sus
protestas en los lugares en que se realizarían pruebas nucleares y en
la caza de ballenas, mandando lanchas a aquellos sitios donde Esta-
dos Unidos y Francia efectuaban pruebas nucleares, y confrontando
directamente a los barcos balleneros japoneses y soviéticos. En 1985,
cuando el servicio de inteligencia francés atacó al Rainbow Warrior,
barco de Greenpeace, en el puerto de Auckland, Nueva Zelanda, la
organización tenía oficinas en 17 países y sus miembros sumaban
1200000; en su informe anual declaró que 1330 personas trabajaban
en sus 43 oficinas de 30 países, y que contaba con más de 5 millones
de simpatizantes y donantes en 58 países. Friends of the Earth (foe)
se formó en 1969 en Estados Unidos, como organización internacio -
nal. A principios del decenio de 1980 tenía organizaciones en 25 pa -
íses; en 1996 ese número ascendía a 54.-4
Además de las ONG internacionales, muchas organizaciones nacio-
nales tienen programas internacionales pequeños pero activos. En
1983-1984 los miembros de las divisiones internacionales de The Na -
tional Wildlife Federation, Natural Resources Defense Council, The
Environmental Policy Institute y Environmental Defense Fund inicia -
ron la esencial campaña de las ONG para que los bancos multilatera-
les fueran más responsables en materia ambiental, y contaron con el
-5 Robert Paelke, Environmentalism and the future of progressive politics, New Haven,
Yale University Press, 1989. 24 Robín Morgan y Brian Whitaker, Rainbow Warrior., Londres, Arrow, 1986, pp. 120-
21, citado en McCormick, Reclaimingparadise, p. 145; Tom Burke, “Friends of the Earth
and the conservation of resources”, en Peter Willets (ed.), Pressure groups in the global
system, Nueva York, St. Martin‟s Press, 1982, pp. 104-124. Obtuvimos las cifras actuales
de Greenpeace y Fot de las páginas www de Greenpeace International y de foe-us, di-
ciembre de 1996.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 181
pronto apoyo de otras organizaciones. En general, en los países en
vías de desarrollo tenían contactos con ONG dedicadas a muchos te-
mas, y no sólo con organizaciones ambientales. Estos vínculos desta -
caban las relaciones entre los asuntos del medio ambiente, de los de -
rechos humanos y del desarrollo.23
En los países en desarrollo durante los años ochenta también se
multiplicaron rápidamente los movimientos sociales y las ONG rela-
cionadas con el ambiente, debido a la difusión de las ideas ambien -
talistas y a las circunstancias históricas específicas de cada país. En La-
tinoamérica la ola de transiciones democráticas del decenio de 1980
fue terreno fértil para todo tipo de nuevas organizaciones. Los na -
cientes movimientos urbanos y rurales, que enfocaban de diferentes
maneras las relaciones entre las metas del desarrollo y sus consecuen-
cias sociales y ambientales, se unieron a las organizaciones conserva -
cionistas más antiguas. El periodo de democratización también vio el
nacimiento y la expansión de muchas organizaciones de apoyo rura-
les profesionalizadas, que con el tiempo se llamaron ONG.26
La difu-
sión de las ONG fue de la mano con la crisis mundial de la izquierda
v su pérdida de popularidad, ya que los activistas preocupados por la
sociedad buscaron otros vehículos para “marcar la diferencia”.
En el Sur y el Sudeste de Asia las ONG de defensa siguieron una lar-
ga tradición de organizaciones comunitarias y de ONG para trabajar
entre los pobres. A mediados de los setenta los grupos de defensa,
desencantados con los enfoques convencionales dados al desarrollo,
empezaron a apoyar los esfuerzos de las comunidades para actuar
por sí mismas, reclamar sus derechos y adoptar otros conceptos de
desarrollo. Muchos creían que el uso sensato de los recursos ambien -
tales formaba parte de este proceso. En algunos países estos esfuer-
zos parecían depender cada vez más de la democratización de las ins-
tituciones políticas.27 En 1983, en un directorio publicado por la or-
25 Véase Barbara J. Bramble y Gareth Porter, “ngo influence on United States en-
vironmental politics abroad”, en Andrew Hurnell y Benedict Kingsbury (eds.), The in-
femational politics of the environment, Oxford, Oxford University Press, 1992. 26 Sobre las ONG de Latinoamérica véanse Thomas Carroll, Intermediary ngo‟s: The
supporting link in grassroots development, West Hartford, Kumarian, 1992; Rubem César
Fernandes, Privado porém público. O terceiro setor na América Latina, Río de Janeiro, Civi-
< us/Relume Dumará, 1994, 2a. ed.: Leilah Landim, A invenido das ongs, do servido i.nvi-
sivel á profissao sem nome, tesis de doctorado, PPGAS, Museu Nacional, Universidad Fede-
ral de Rfo de Janeiro, 1993. 27 David C. Korten, “The role of nongovernmental organizations in development:
Changing pattems and perspectives”, en Samuel Paul y Arturo Israel (eds.), Nongovem-
182 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
ganización ambiental Sahabat Alam Malaysia, se incluía a 162 ONG
ambientalistas en la región Asia-Pacífico.
Hasta principios del decenio de 1980 pocas ONG ambientales con-
taban con tiempo o dinero para trabajar en redes internacionales.
Para compartir sus recursos y supervisar las actividades de los orga -
nismos de la ONU y de la Comunidad Económica Europea, se estable-
cieron ONG que ejercían presión y oficinas de información.28 Perte-
necer al IUCN también daba acceso a la información, y muchas ONG
buscaron y lograron tener categoría de asesoras ante los organismos
importantes de la ONU. Desde la conferencia de Estocolmo se han
efectuado reuniones paralelas de ONG en todos los encuentros im-
portantes sobre medio ambiente de Naciones Unidas, y los activistas
procuraron persuadir a los gobiernos de que trataran los problemas
que consideraban apremiantes. Empero, a mediados de los ochenta
muchas ONG se sentían frustradas por las limitaciones de estos esce-
narios.29 Un número creciente de organizaciones, tanto de los que
estaban desarrollados como de los países en vías de desarrollo, em-
pezó a emplear medios de comunicación más económicos y rápidos,
y los viajes aéreos baratos facilitaron los encuentros cara a cara que
apenas diez años antes hubieran sido inimaginables.
Mientras los ambientalistas empezaban a buscar formas más expe-
ditas de actividad transnacional, otras redes de defensa ya habían es-
tablecido este nuevo tipo de práctica. A mediados de los setenta la In -
ternational Baby Food Action NetWork, buscando un modo más di -
recto de atacar los abusos de las corporaciones transnacionales en los
países en vías de desarrollo, lanzó una campaña global casi sin prece-
dentes contra la promoción de leche preparada para infantes en el
mundo en vías de desarrollo. Esta red inició nuevas formas de coope-
ración internacional, ya que coordinaba un boicot contra la corpora -
mental organizations and the World Bank: Cooperation for developmenl, Washington D. C.,
The World Bank, 1991, p. 29.
28 Burke, “Friends of the Earth”, pp. 117-119. Sobre la Oficina Ambiental Europea,
véase Hubert David, “Europe‟s watch dog”, iucn Bulletin 15:1-3, enero-marzo de 1984,
p. 21. 29 En 1984, en la XVI Asamblea General de la iucn celebrada en Madrid, en un in-
forme de Tom Stoel (nrdc) y Delmar Blasco (Centro de Enlace Ambiental), se expre-
só la insatisfacción de las ong con el reconocimiento de la organización y el apoyo a
su trabajo, “ngos and iucn”, iucn Bulletin 15:10-12, octubre-diciembre de 1984, p. 108.
Es interesante hacer notar que la Asamblea de Madrid también señaló la admisión de
Greenpeace a la iucn, a pesar de la oposición de algunos de sus miembros más tradi-
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL ¡83
ción Nestlé, e hizo presión a fin de que se estableciera un código cor-
porativo de conducta para comercializar los sustitutos de leche ma -
terna. La Organización Mundial de la Salud y la UNICEF adoptaron
este código en 1981. Uno de los nodulos más activos de la red de la
alimentación infantil fue la International Organization of Consumer
Unions, dirigida por primera vez por un representante de un país
subdesarrollado, y con sede en Penang, Malasia. Los malayos hicie-
ron pública su preocupación no sólo respecto a la seguridad del pro -
ducto, sino también a las condiciones de trabajo, la responsabilidad
de la corporación, la justicia social y la conciencia ecológica.30
En ocasiones, de las ONG más viejas surgieron nuevas organizacio-
nes ecológicas. Sahabat Alam Malaysia (SAM), filial malaya de Friends
of the Earth, fundada en 1977, pertenece a toda una familia de orga-
nizaciones de redes surgidas de la Asociación de Consumidores de
Penang. A su vez SAM auspició la reunión en la que se fundó la Asian-
Pacific Peoples‟ Environmental Network de Penang en 1983, y SAM y
la Organización del Consumidor de Penang facilitaron la creación
de la Red del Tercer Mundo a fines de 1984 y, en 1986, del World
Rainforest Movement, que inicialmente se llamó World Rainforest
Network. Sus campañas adquirieron notoriedad en el Norte en par-
te por sus estrechos vínculos con el diario británico The Ecologist, cuya
sección de ecología política hacía una crítica más fuerte a los mode-
los de desarrollo existentes que la mayoría de los estadunidenses de -
fensores del ambiente. Algunas redes copiaron las tácticas de la red
de alimentación infantil. Por ejemplo, Pesticides Action Network lla-
mó la atención mundial en junio de 1985, cuando lanzó una campa -
ña para que se prohibieran doce de los productos químicos más pe -
ligrosos. Estas redes, formadas para tratar asuntos de fuertes dimen -
siones ambientales que afectaban a comunidades identificables del
tercer mundo, sentaron las bases de muchas organizaciones nuevas.
De esta manera, animando el surgimiento de redes de defensa a 30
Sobre la campaña contra la leche para bebés, véase Kathryn Sikkink, “Codes of
conduct for transnational corporations: The case of the WHO/UNICEF code”, Internatio-
nal Organization 40:4, otoño de 1986, pp. 815-840. Una versión periodística más recien-
te es la de Naomi Bromberg Bar Yam, “The Nesdé boycott”, Mothering, 22 de diciem-
bre de 1995, pp. 56, nota al pie (de Nexis). Sobre el movimiento del consumidor y el
trabajo de las redes transnacionales véanse Leon Lindsay, “Drive led by world consu-
mer group: Fighting pesticide „dumping‟ in Third World”, Christian Science Monitor, 21
de diciembre de 1982, p. 13, y Leon Lindsay, “Computers aid Third World consumers
to claim rights”, Christian Science Monitor, 9 de diciembre de 1982, B28.
184 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
mediados de los ochenta, había nuevas ideas sobre la relación entre
el ambiente y el desarrollo, más organizaciones y nuevas tecnologías
de comunicación, y oportunidades para influir en nuevas institucio -
nes internacionales relacionadas con el ambiente o para transformar
la misión de las instituciones antiguas. A esto debemos añadir un im-
presionante aumento de fondos privados y públicos a disposición de
las actividades ambientales. Por último, conforme el antiestatismo
neoliberal (o en algunos casos la frustración por la ineficacia buro-
crática) recorría los círculos desarrollistas en los países industriales
avanzados, las ONG pasaron a ser una alternativa dilecta para canali -
zar la ayuda al desarrollo. Ninguna de estas circunstancias bastaba
por sí sola. Con frecuencia no se hacía caso de las ideas, las oportuni-
dades o los recursos. Una característica de las redes de defensa es que
constituye la empresa política de un número normalmente pequeño
de individuos que reconocen nuevas oportunidades políticas, y que
se unen a otros para tratarlas de manera estratégica.31
Ahora hay literalmente cientos de redes ambientalistas que con-
forman una amplia red de interconexiones, de las cuales se despren-
den subredes que funcionan conjuntamente en ciertas campañas.
(Al mismo tiempo otras subredes, en las que a veces participan las
mismas organizaciones en alianzas muy diferentes, intervienen en
otras campañas o actividades.) Estas organizaciones producen y pro-
cesan enormes cantidades de información. Una rápida lectura de las
conferencias ambientales (grupos noticiosos) en las redes de compu-
tadoras que integran la Association for Progressive Communication,
revela una asombrosa cantidad de información a disposición del pú -
blico. Además, las organizaciones y los individuos que participan en
una campaña se mantienen en contacto mediante correo electróni-
co, fax, teléfono y radio.
A lo largo de este libro nos hemos concentrado en las redes que
vinculan a los activistas de los países más desarrollados con los de los
menos desarrollados, y que trabajan en situaciones en que víctimas
no identificables reciben daños físicos, lo que permite a los abogados
representar estos asuntos desde los puntos de vista del bien y el mal.
Una característica distintiva de las redes de defensa es la afirmación 31 Doug McAdam, John McCarthy y Mayer N. Zaid, “Introduction”, en McAdam,
McCarthy y Zaid (eds.), Comparative perspectives on social movements, Cambridge, Cam-
bridge University Press, 1996, pp. 1-22; Sidney Tarrow, Power in movement: Social move-
mmts, colkctive action and politics, Cambridge, Cambridge University Press, 1994.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 185
de que se está produciendo un daño. Los asuntos ambientales que
con más facilidad se prestan a estas aseveraciones son el desplaza-
miento de pueblos tradicionales o la destrucción de sus modos de
vida. Estos temas permiten hacer declaraciones intensas, y no sor -
prende que algunas de las redes más conocidas hayan surgido para
oponerse a la desforestación y a la construcción de grandes presas.
Por parecidos que sean los asuntos implicados, los tipos de redes
y estrategias que se desarrollan en torno a ellos pueden variar. Las di -
ferencias pueden deberse a la manera en que se comprende un pro-
blema, a cómo se enmarca, y al tipo de soluciones que parecen apro-
piadas. Los vínculos entre el ambiente y las cuestiones ambientales y
de desarrollo son esencialmente políticos; implican relaciones de
propiedad, rentabilidad de las inversiones, rentas, mercados y distri -
bución de los ingresos y el capital, así como acceso a las instituciones
v el poder sobre ellas. Las diferencias en el tratamiento de estos
asuntos tienen una dimensión ideológica que hace más fácil definir
las luchas ambientales y de desarrollo en términos de izquierda y de -
recha que muchas áreas de problemas de que hablamos aquí, por
mucho que los actores puedan resistirse a estas definiciones.
Dos de los casos más conocidos del trabajo de las redes ecologistas
transnacionales tienen que ver con la desforestación del Amazonas
brasileño y del estado malayo de Sarawak. Elegimos estos casos por-
que esperábamos que ilustraran el impacto diferencial. Uno de ellos
implica un punto central de presión (el Banco Mundial en el caso
del Amazonas), y el otro ninguno. En cambio, llegamos a apreciar de
qué manera distintos contextos estratégicos y oportunidades políti -
cas, diversos tipos de organizaciones y recursos nacionales, e ideas y
visiones del mundo diferentes influyeron para enmarcar estrategias
muy distintas del problema de la desforestación.
LA DESFORESTACIÓN TROPICAL
En el decenio de los ochenta la conciencia de los asuntos globales,
estimulada por las negociaciones sobre los cambios de la capa de
ozono y del clima, dio nueva urgencia a preocupaciones anteriores,
como la desforestación tropical. Al final del decenio muchos del Nor-
te vieron la desforestación como el epítome de los problemas am-
bientales del tercer mundo. En Estados Unidos los paladines de los
186 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
bosques tropicales se concentraron en el Amazonas brasileño; la
desforestación del Sudeste de Asia, que proseguía a la misma o ma-
yor velocidad, movilizó más al público de Europa y Japón que al de
Estados Unidos.32
El término “desforestación tropical” apenas pasó a formar parte
del vocabulario cotidiano de los ambientalistas a principios de los se-
tenta. Antes la preocupación por la desaparición de los- bosques tro-
picales estaba incluida en la protección del hábitat. En la Conferen -
cia Latinoamericana por la Conservación de Recursos Naturales Re-
novables, celebrada en 1968, no hubo sesiones sobre los bosques, 33 y
en el índice analítico del volumen 2 del IUCN Bulletin, que abarca de
1967 a 1971, no hay entrada para bosques, desforestación, o bosques
tropicales. El problema todavía no tenía nombre.
La IUCN se ocupó del asunto de los bosques tropicales por prime-
ra vez en 1972, como respuesta a la decisión del gobierno brasileño
de acelerar los proyectos de colonización y desarrollo en el Amazo-
nas. La UNESCO eligió el problema como primer proyecto de su Pro-
grama del Hombre y la Biosfera. En una carta al presidente de Bra -
sil, Emilio Garrastazú Médici, firmada conjuntamente por el presi -
dente de IUCN, Harold J. Coolidge, y el príncipe Bernardo de los Paí-
ses Bajos, presidente de WWF, se señalaba “la necesidad de conside-
rar cuidadosamente los problemas ambientales que implica el des -
arrollo del Amazonas”.34 Previsiblemente, al gobierno brasileño no
le gustó.
La preocupación creció rápidamente. A instancias de las ONG, en
1973 varios organismos de la ONU y la OEA auspiciaron reuniones in-
ternacionales de científicos, representantes del gobierno y de orga-
nismos internacionales, para discutir directrices de desarrollo econó-
mico de las áreas de bosques tropicales de Laúnoamérica y del Sud-
este de Asia.35 Para 1974 la IUCN y WWF consideraron que los bosques
tropicales eran “el programa de conservación de la naturaleza más
importante de la década”.
32 Véase Norman Myers, “The anatomy of environmental action: The case of tropi -
cal desforestacion”, en The international politics of the mvironment, pp. 430-454. 33
Conferencia auspiciada por iucn, UNESCO, y fao. E. J. H. Berwick, “The Bariloche
conference”, iucn Bulletin 2:7, abril-junio de 1968, p. 50. 34
“The opening up of Brazil”, iucn Bulletin 3:5, mayo de 1972, p. 18.
35 iucn Bulletin, 4:7, junio de 1973, 4:12, noviembre de 1973. La reunión se celebró
en Caracas, en febrero. En mayo se efectuó una reunión parecida en Bandung, Indo-
nesia.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 187
Los científicos y los conservacionistas también impulsaron el asun-
to en Estados Unidos, y el presidente Cárter declaró que la pérdida
de los bosques tropicales era decisiva para todo el mundo. En 1977
se agregó una sección sobre ambiente y recursos naturales al acta de
ayuda al extranjero de Estados Unidos, y su Agencia Internacional de
Desarrollo (US-AID) empezó a auspiciar proyectos cuyo fin fuera ad-
ministrar los recursos naturales. El Congreso norteamericano cele -
bró audiencias sobre la desforestación tropical en 1980,36 y Estados
Unidos presionó en la Asamblea General de la ONU y el UNEP para
que tomaran cartas en el asunto.3' Estas iniciativas zozobraron rápi-
damente bajo la presidencia de Reagan, y varios de los países con
bosques tropicales más importantes (incluyendo a Brasil, Zaire, Co-
lombia, Venezuela y Birmania [hoy Myanmar]) se negaron a partici -
par en las reuniones del UNEP sobre el tema.
La red de científicos y conservacionistas que trabajaron inicial -
mente en el problema de los bosques tropicales encaja muy bien en
la definición que da Haas de comunidad epistémica. Sus miembros,
ya fuera como parte del proceso de decisión o trabajando a través de
ONG o de organizaciones internacionales, esperaban convencer a la
gente de buena voluntad de adoptar directrices racionales para el
uso de los bosques tropicales. Los expertos en bosques tropicales ce -
lebraron reuniones, compartieron información y discutieron estrate -
gias y planes de acción. Pero la comunidad epistémica era relativa-
mente pequeña; sólo un puñado de personas se encargaba de este
asunto.
A principios del decenio de 1980 varias organizaciones, frustradas
por los magros resultados de sus esfuerzos, iniciaron estudios y nego-
ciaciones para buscar nuevas formas de intensificar y ampliar su in-
fluencia. A medida que el centro de interés de los conservacionistas
pasó de la conservación al desarrollo sustentable, iban necesitando
comprender mejor cómo interactuaban las poblaciones humanas
-incluyendo las poblaciones indígenas- con los bosques. Más o me-
nos al mismo tiempo el recién formado World Resources Institute
trabajaba con el UNDP, la FAO y el Banco Mundial en un plan de ac-
36 House Subcommittee on International Organizations of the Committee on Foreign
Affairs, 96th Cong., 2nd session, 7 de mayo, 19 de junio, y 18 de septiembre de 1980. 37
El unep, la fao, la UNESCO y la unctad se reunieron con aproximadamente 50 ex-
pertos de 6 países desarrollados y 14 en vías de desarrollo, del 25 de febrero al 1 de
marzo de 1980, para hablar sobre la conservación como parte del uso sustentable de
los bosques tropicales. Véase IUCN Bulletin 11:5, mayo de 1980.
188 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
ción para los bosques tropicales; la FAO designó 1985 como Año In-
ternacional del Bosque, y wwr lanzó una exitosa campaña para reca -
bar fondos para los bosques tropicales.
En resumen, en los primeros diez años de actividad en torno a ese
tema se crearon redes de científicos y políticos que produjeron e in-
tercambiaron mucha información, llevaron el problema a los progra -
mas de una serie de organizaciones internacionales, y lo convirtieron
de una cuestión que inicialmente sólo se refería a los árboles y el sue-
lo en un tema que por lo menos tomaba en cuenta los problemas de
los pueblos indígenas. La estrategia de conservación mundial de
IUCN, WWF y UNEP de 1980 reconoció la necesidad de integrar análisis
sobre el desarrollo y el ambiente, y la red de científicos y funciona-
rios del IUCN trató de animar a los gobiernos a efectuar una planea-
ción racional de los recursos. Todavía no había un intento de ejercer
presión sobre los actores reacios del sistema.
LA CAMPAÑA DE LA BANCA DE DESARROLLO MULTILATERAL
A medida que las organizaciones conservacionistas diversificaban sus
enfoques, aparecía en escena un nuevo grupo de actores decidido a
llevar a la escena internacional las tácticas de defensa que les habían
sido útiles en las campañas ambientales de Estados Unidos. En 1983,
en Washington D. C., un pequeño grupo de personas empezó a for-
mar una red de activistas y organizaciones para canalizar los présta-
mos bancarios multilaterales a los países en vías de desarrollo. 38
La campaña de las ONG en torno a los préstamos bancarios multi-
laterales se distinguió de las campañas tradicionales de los ambienta-
listas al no concentrarse en un solo asunto importante sino más bien
en un conjunto de relaciones políticas dentro de las cuales los acti -
vistas creían que podían tener ascendiente. Eligieron a los bancos
multilaterales por su impacto potencial en la incorporación de inte -
reses ambientales en la política de desarrollo del tercer mundo.
Evidentemente, en esta campaña la estrategia pasaba del escena-
38 Si bien esta nueva agrupación le dio un giro al enfoque estratégico, en cierto
modo coincidía con las actividades anteriores; el nrdc ya había sido una organización
dirigente en iucn sobre bosques tropicales. Véanse el IUCN Bulletin 11:5, mayo de 1980;
Ronald Brownstein, “Success story: Environmentalists amid the ruins”, AmicusJournal,
otoño de 1983, pp. 32-35.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 189
rio nacional al internacional. El énfasis en la presión siguió a veinte
años de litigios ambientales en Estados Unidos, en los cuales los abo-
gados de las ONG ambientalistas aprovecharon con éxito la National
Environmental Policy Act de Estados Unidos y otras medidas para ex -
tender la protección ambiental a una serie de espacios, incluyendo
las actividades internacionales de los organismos de ese país. 39 A fi-
nes de los setenta a estos abogados empezó a interesarles más bien
influir en los procesos administrativos y reguladores. Varios activistas
clave de la campaña de los bancos multilaterales eran abogados: Bru-
ce Rich, del Natural Resources Defense Council (nrdc) y después del
Environmental Defense Fund (EDF); Barbara Bramble, de la National
Wildlife Federation, y David Wirth, de la nrdc.40
Stephen Schwartz-
man, antropólogo que se unió al grupo en 1984, luego de regresar
de su trabajo de campo en el Amazonas brasileño, contribuyó con
una fuerte preocupación por los pueblos tradicionales.
Mientras en Washington D. C., los activistas iban desarrollando sus
estrategias, en Inglaterra The Ecologist acometió con un número do-
ble especial sobre el Banco Mundial en enero de 1985. El número
abría con una “Carta abierta al señor Clausen, presidente del Banco
Mundial”, e incluía un texto de Bruce Rich sobre los bancos multila -
terales de desarrollo y varios estudios de caso, entre ellos el proyecto
Polonoroeste, de Brasil. Más tarde, The Ecologist estuvo al frente de
una crítica radical de las políticas del banco y promocionó activa -
mente las campañas referentes a los proyectos del Banco Mundial en
Asia. Si bien aquí nos ocupamos de las estrategias institucionales de
la campaña efectuada en Washington, hay que destacar que The Eco-
logist desempeñó un importante papel en el trabajo de la red, más
allá de su importancia en la difusión de información sobre los pro-
yectos y las campañas del banco.41
La campaña de los bancos multilaterales no se organizó intencio-
nalmente en torno a la desforestación tropical. Los activistas que par -
13 Véase Tom Turner, “The legal eagles”, Amicus Journal invierno de 1988, pp. 25- 37.
40 Tanto EDF como NRDC: se formaron para proseguir las demandas de NEPA. Véan-
se Lettie McSpadden Wennet, “The courts and environmental policy‟'; Helen M. In -
gram y Dean E. Mann, “Interest groups and environmental policy”, en James R Lester
(ed.), Environmental politics and policy: Theories and evidence, Durkham, Duke University
Press, 1989, pp. 238-260, pp. 135-157. 41 Edwin Goldsmith, “Editorial, open letter to Mr. Clausen, president of the World
Bank”, The Ecologist 15:1/2, 1985, pp. 4-8.
190 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
ticiparon en ella más tarde trataron de influir en las políticas de los
bancos en diferentes áreas (energía, agua, reasentamientos) y en
proyectos específicos. La crítica de los activistas al impacto ambiental
de los proyectos se enfocó tanto en su impacto humano como en su
efecto en la naturaleza y en los recursos naturales. En el folleto de la
campaña de 1986, Bankrolling Disasters, Schwartzman describió el pro-
yecto Polonoroeste de Brasil, el plan de Transmigración de Indone-
sia (que implicaba el reasentamiento desde Java hacia partes menos
pobladas del archipiélago), el proyecto de la presa de Narmada, en
la India, y un programa ganadero en Botswana. Todos ellos implica -
ban asuntos de migración o reasentamiento, además de la destruc-
ción del medio ambiente.42 Esta evolución da peso al argumento de
que los casos que entrañan daño físico o pérdida de vidas son parti -
cularmente propicios para las campañas de defensa transnacionales.
No es obvio que deba ser así en el caso de las campañas cuyo fin es
promover la conservación del ambiente.
La influencia de los donantes ayudó a consolidar la campaña de
los bancos multilaterales de desarrollo. En 1987 la Fundación Char-
les Stewart Mott pidió al Sierra Club, al Environmental Defense
Fund, al Environmental Policy Institute (que luego se llamó Friends
of the Earth), a la National Wildlife Federation y al Nature Resources *
Defense Council, que elaboraran un plan de cinco años para la cam-
paña, con base en el cual la fundación concedió a varias ONG 1.8 mi-
llones de dólares entre 1988 y 1992. Otras fundaciones se unieron a
este esfuerzo, pero la iniciativa de la Fundación Moss fue un fuerte
incentivo para la actividad estratégica.43
La meta de la campaña era cambiar el comportamiento de los
bancos multilaterales, y especialmente del Banco Mundial, para que
sus proyectos fueran, en el peor de los casos, menos destructivos del
medio ambiente y, en el mejor, positivamente benéficos. Para este
propósito se requerían cambios en los ciclos de proyectos de los ban-
cos, en su personal, su organización interna y su permeabilidad, esto
es, su acceso a la información, así como ampliar la consulta para in - 1
cluir a los afectados por las actividades del banco. Para subrayar la ne-
42 Stephen Schwartzman, Bankrolling disasters, San Francisco, Sierra Club, 1986, The
Ecologist 16:2/3, 1986, dedicó todo un número especial al proyecto de transmigración. 43 David A. Wirth, “Environment and the international financial institutions: The
next steps”; informe del Sierra Club Center for Environmental Innovation a la Funda-
ción Charles Mott, 16 de diciembre de 1992.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 191
cesidad de estos cambios, quienes efectuaban la campaña empezaron
a criticar a fondo ciertos proyectos.
La desforestación del Amazonas brasileño
Uno de los primeros casos de los participantes en la campaña fue el
préstamo del Banco Mundial para el programa Polonoroeste de Bra -
sil, un esfuerzo por racionalizar la colonización del noroeste de este
país, que al parecer era descontrolada. La oportunidad del momen-
to (el proyecto empezó en 1981) lo colocó precisamente en la cúspi -
de del proceso de democratización de Brasil; las primeras elecciones
libres nacionales se efectuaron en 1982, y el primer presidente civil
de Brasil desde el golpe militar de 1964 ocupó su puesto en 1985. La
democratización estimuló la organización política y social, y una ma-
yor circulación de la información. Si bien Rondónia, la zona donde
iba a efectuarse principalmente el proyecto Polonoroeste, iba a la za-
ga del resto de Brasil en todos estos aspectos, esta región también se
vio afectada por la disminución del control político general. 44 Para
1985 quedaron bajo el control civil muchas regiones del Amazonas
que antes se consideraban zonas de seguridad nacional. Por desgra -
cia, cuando los militares dejaron de velar por el orden en el Amazo-
nas estalló la violencia, especialmente por conflictos relacionados con
la tierra.
La colonización del territorio del noroeste (que a partir de 1981
fue un estado) de Rondónia comenzó en el decenio de 1970, impul -
sada por la construcción de una carretera y las promesas de tierras
gratuitas, así como por la concentración de latifundios en el sur y el
noreste. La población de Rondónia aumentó de 111 064 habitantes
en 1970 a 904 298 en 1985. El Banco Mundial aceptó financiar parte
del desarrollo del programa Polonoroeste, aunque con recelos. El
préstamo tenía como fin pavimentar la carretera que atravesaba el es -
tado e implantar infraestructura social en las regiones colonizadas; el
banco insistió asimismo en que los participantes aseguraran la pro -
tección de las zonas ecológicas e indígenas. Si bien los funcionarios
del banco sabían que estos programas podían intensificar los asenta -
mientos y agravar la desforestación, pensaron que, si el gobierno bra-
44 Si bien el proyecto incluía al vecino Mato Grosso, la mayoría de las actividades
de la campaña se centraron en Rondónia.
192 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
sileño llevaba a cabo sus planes sin la participación del banco, las pers-
pectivas serían peores todavía.45
Los primeros y más sonoros críticos del préstamo fueron los antro-
pólogos que veían el impacto desestabilizador de la desforestación
en las poblaciones amerindias. Además, ellos no creían que el gobier-
no brasileño respetara la petición del banco de deslindar las zonas in -
dígenas. Las organizaciones por los derechos de los indígenas, como
Cultural Survival, Survival International y el Anthropological Resour-
ce Center de Cambridge, Massachusetts, fueron las primeras en dar
la alarma. El antropólogo David Price, contratado por el Banco Mun-
dial para informar sobre la situación de los indios nambicuara en la
zona del proyecto, criticó públicamente el programa, luego de sentir
que el personal del banco no hacía caso de sus sombrías prediccio-
nes.46
La red Polonoroeste y el banco
Las redes sociales de antropólogos extranjeros y brasileños fueron
decisivas en las primeras etapas de la crítica externa a Polonoroeste.
En cuanto Steve Schwartzman regresó a Estados Unidos de su traba-
jo de campo entre los indios krenakore, del Parque Nacional Xingu,
empezó a participar en las actividades de la campaña en nombre de
Survival International. La información sobre Polonoroeste era pro-
porcionada por el Centro Ecuménico de Documentación e Informa-
ción (CEDÍ) de Brasil, donde el antropólogo Carlos Alberto Ricardo
encabezaba un proyecto por los derechos de los indígenas; también
proporcionaban información varios antropólogos que habían sido
asesores del proyecto, el cineasta Adrián Cowell, y algunos periodis -
tas y académicos.47 En esta fase la información no provenía de org;
nizaciones que estuvieran en Rondónia.
En Estados Unidos los activistas de la campaña ejercieron presión
sobre comités clave en materia presupuestal del Congreso y en el De- 45World Bank, Operations Evaluation Department, “World Bank approaches to the
environment in Brazil: A review of seleeted projeets, volume 5: The Polonoroeste Pro-
gram”, 30 de abril de 1992. 46
David Price, Befare the bulldozer: The Nambiquara Indians and the World Bank, Cabin
John, Seven Loeks, 1989. 47 Entrevista a Stephen Schwartzman, Environmental Defense Fund, Washington
D. C., 10 de noviembre de 1989.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 193
partamento del Tesoro, en un intento de influir sobre la postura de
los directores ejecutivos de los bancos multilaterales de Estados Uni -
dos. Esta estrategia resultó inesperadamente exitosa. En mayo de
1983 los organizadores de la campaña atestiguaron ante los comités
del Congreso sobre la falta de evaluaciones del impacto ambiental
para los proyectos de la banca de desarrollo multilateral, y en junio
presentaron el impresionante testimonio de David Price, que acusa -
ba al banco de diluir su valoración negativa del elemento indígena
de Polonoroeste.48 Para 1984 el caso Polonoroeste se estaba investi-
gando en el Congreso.
Entre 1983 y 1986 el Congreso de Estados Unidos celebró 17 audien -
cias relacionadas con la banca multilateral de desarrollo y el medio
ambiente. El senador Robert Kasten, de Wisconsin, presidente del
Foreign Operadons Subcommittee of the Appropriations Committee
del Senado pasó a ser un aliado importante; su deseo de aumentar la
influencia de Estados Unidos en el Banco Mundial encajaba perfec-
tamente con la plataforma de los ambientalistas.49 Los dirigentes del
comité del Congreso tenían influencia directa sobre el banco, dada
su facultad de hacer asignaciones; además, involucraron al Departa -
mento del Tesoro por su capacidad de enlace con el director ejecuti -
vo del banco para Estados Unidos.
El Banco Mundial es vulnerable a la presión de este país, debido
a su sistema de votación ponderada, mediante la cual los votos de Es -
tados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Japón y Francia suman el
40%; además, estos países proporcionan la parte del león del dinero
para el AID, la entidad que concede los préstamos blandos del banco.
Desde fines del decenio de 1970 las negociaciones para renovar el
AID se fueron complicando, y el banco no deseaba ningún otro impe-
dimento en este proceso.
En diciembre de 1984, y de nuevo en 1986, el Congreso de Esta -
dos Unidos adoptó una serie de recomendaciones sugeridas por las
48 Bruce M. Rich, abogado, NRDC, representante de WWF, Sierra Club, FOE e Izaak
M altón League, y Brent Blackwelder, director, Water Resources Project, Environmen-
tal Policy Institute, testimonio ante el House Appropriations Committee, Subcommit -
tee on foreign operations, mayo de 1983, Foreign Assistance and Related Programs
Appropiations for 1984, part 3. y 4-Ap6/l:F76/3/984/pt.3; House Subcommittee on
International Development Institutions and Finance of the Committee on Banking, Fi-
nance, and Urban Affairs, 98th Cong., lst. sess., 29 de junio de 1983.
49 Bruce Rich, Mortgaging the Earth: The World Bank, environmental impoverishment,
and the crisis of development, Boston, Beacon, 1994, pp. 117-25.
194 REDES DE DEFENSA AMBIENTAI
ONG para fortalecer el desempeño ambiental del banco.50 En 1985
sobre todo como resultado de la campaña de la banca multilateral de
desarrollo, el Banco Mundial suspendió temporalmente los desem-
bolsos para Polonoroeste, sobre la base de que el gobierno brasileño
violaba las condiciones del préstamo de proteger las áreas naturales
e indígenas. Fue la primera suspensión de un préstamo con este mo-
tivo. En 1985 el Appropriatons Committee del Senado anexó a 'a ley
de asignaciones de ayuda extranjera un informe ambiental expresa -
do en términos enérgicos, pidiendo a los directores ejecutivos de los
bancos de desarrollo multilateral de Estados Unidos que promovie-
ran una serie de reformas en el diseño y la ejecución de los proyec-
tos.51 La decisión del Banco Mundial de crear un departamento am-
biental de máximo nivel en 1987 tenía como fin detener la creciente
ola de críticas. En el discurso que el presidente del banco, Barber Co-
nable, pronunció en el World Resources Institute, anunciando los
cambios, se refirió a Polonoroeste como algo que el nuevo departa-
mento impediría que sucediera, pues para ello se había creado.
El impacto de la organización local
En esta fase de la campaña las ONG y los ciudadanos brasileños parti-
ciparon sobre todo como informantes. Esto cambió durante la segun-
da mitad del decenio de 1980, por dos razones. Primero, la conexión
que establecieron algunos activistas con los organizadores de los cau -
cheros de Acre, Brasil, tuvo una profunda influencia en sus activida -
des posteriores. La segunda razón fue que otras instancias de l traba-
jo ambiental en redes transnacional, en las cuales los activistas del
tercer mundo (especialmente del asiático) tenían un papel más deci -
sivo, destacaron la importancia de los protagonistas locales. Además,
la información sobre las actividades de la banca multilateral estuvo
más a la mano y aumentaron las oportunidades de que las organiza-
50 House Subcommittee on International Development Institutions and Finances
of the Committee on Banking, Finance, and Urban Affairs, 96th Cong., 2nd sess., di-
ciembre de 1984. Sobre el papel del Congreso véanse Le Prestre, The World Bank, pp.
191-193; Rick, Mortgaging the Earth, pp. 113-131. 51 House Subcommittee on Foreign Operations and Related Agencies of the Com-
mittee on Appropiations, hearings on Foreign Assistance and Related Programs Ap-
propriations for 1986, pt. 6, 99th Cong, lst sess., 1985, pp. 750-815, especialmente pp-
766-767.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 195
ciones compartieran sus experiencias y analizaran sus estrategias. La
ocasión más visible fue la reunión de las ONG celebrada paralelamen-
te a la reunión anual del Banco Mundial y del Fondo Monetario In -
ternacional, a partir de 1986.
Para el grupo inicial de la campaña de la banca multilateral el con-
tacto establecido en 1985 con los caucheros de Acre fue un aconteci-
miento decisivo. Francisco “Chico” Mendes era el líder de un grupo
de caucheros que luchaban desde 1975 por que se garantizaran los
derechos de uso de la tierra y mejoraran los niveles de vida de los
pueblos de la selva. Estos caucheros fueron decisivos para la organi -
zación de sindicatos rurales en el estado de Acre, y tuvieron estrechas
relaciones con otros movimientos sociales de la zona durante la tran -
sición de Brasil a la democracia. Los antropólogos que trabajaban en
las ONG brasileñas se reunieron en Washington con Steve Schwartz-
man, en 1985, y comprendieron que era posible la sinergia entre la
campaña de la banca multilateral y la lucha de los caucheros. Subse-
cuentemente Schwartzman asistió a la reunión en Brasilia en la que
se fundó el Consejo Nacional de Caucheros.52
La relación que trabaron los activistas de la campaña y los cauche-
ros fue mutuamente benéfica. Le quitó fuerza a las acusaciones de
que la destrucción de los bosques tropicales sólo preocupaba a los
privilegiados del Norte. Con el tiempo ayudó a que los activistas de
universos políticos y sociales distantes comprendieran mejor sus di -
ferentes perspectivas de los mismos problemas y crearan elementos
de comprensión mutua. A los caucheros, que durante diez años ha-
bían luchado contra la intrusión de los ganaderos en las selvas que
habían utilizado tradicionalmente, el contacto con los activistas les
permitió llegar a escenarios internacionales de opinión y de toma de
decisiones a los que no hubieran llegado solos. Cuando unieron sus
fuerzas para influir en un proyecto de carretera propuesto en Acre,
y para el cual Brasil buscaba ayuda del Banco Interamericano de Des-
arrollo, la lucha por los derechos de la tierra que libraban los sindi-
catos rurales, fue al mismo tiempo una lucha por conservar la selva.
En diciembre de 1988 Chico Mendes fue asesinado por matones a
sueldo de los furiosos terratenientes. Pero había conseguido su pro -
32 Véase un análisis detallado del desarrollo de la organización de caucheros en Acre y su relación con los activistas de la campaña del banco multilateral en Margaret E. Keck, “Social equity and environmental politics in Brazil: Lessons from the rubber tappers of Acre”, Comparative Politics 27, julio de 1995, pp. 409-424.
196 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
pósito en el extranjero. Los activistas lo habían invitado a reunirse en
Washington y Miami con congresistas de Estados Unidos y con fun-
cionarios de la banca multilateral, y había contribuido a que la pro-
puesta de los caucheros de crear “reservas extractivas” en el Amazo-
nas fuera uno de los ejemplos palpables de la idea de “desarrollo sus -
tentabie”. Al vincular la destrucción ambiental con una imagen con -
creta de cómo vivían las poblaciones locales en la selva, los ecologis-
tas lograron que el asunto de los bosques tropicales adquiriera reali -
dad para el público internacional.
El asesinato de Chico Mendes tuvo tal impacto internacional que
se publicó en la primera página del New York Times. Personificaba al
mismo tiempo un problema (la desforestación del Amazonas) y un
conjunto de complejas relaciones sociales, en las cuales se volvieron
visibles los papeles de los caucheros, los ganaderos, el sistema de jus-
ticia, los programas del gobierno brasileño, la banca multilateral de
desarrollo y los contribuyentes estadunidenses y europeos. De esta
manera, el caso de los caucheros reforzó el enfoque de la desforesta -
ción tropical, que se centraba en las relaciones sociales. Este enfoque
es muy diferente del que ve la pérdida de los bosques como un con-
junto de asuntos técnicos o científicos que deben resolver los exper -
tos, o del que lo relaciona principalmente con los árboles y la natu - s
raleza.
La relación con los caucheros de Acre tuvo importantes ramifica-
ciones para el trabajo de las redes transnacionales en materia am-
biental. Mostró que con frecuencia el testimonio de los más directa -
mente afectados por los proyectos de la banca es una herramienta de
organización más poderosa que la información producida por los ex-
pertos de fuera. Los llamados que hacían a la participación en las pri -
meras fases de diseño del proyecto aquellos que podían ser afectados
por un proyecto auspiciado por el banco fueron una constante en las
críticas de los activistas. En especial los movimientos sociales del ter -
cer mundo, cuya participación era defendida por los activistas, se
concentraban de manera abrumadora en la dimensión humana del *
cambio ambiental.
La negociación de diferentes metas en el contexto de la actividad
de las redes es una de las dimensiones más interesantes de esta histo-
ria; mediante este proceso la base de principios de las redes viene a
incluir el reconocimiento de diferencias y reclamaciones en nombre
de un bien universal. A fines del decenio de 1980 el lenguaje prefe-
rido de la campaña se había vuelto un discurso de “socios”, en el cual
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 197
los vínculos auténticos entre las organizaciones de quienes sufrían
los daños y quienes hablaban por ellos eran decisivos para la legiti -
mación de la campaña. Sin embargo, crear asociaciones plantea mu-
chas dificultades.53
Las diferentes visiones del problema de los bosques tropicales pro -
ducen propuestas de solución muy distintas. Muchas veces el estable-
cimiento de un compromiso con las comunidades afectadas por los
proyectos del banco ponía a los defensores en desacuerdo con los go -
biernos de los países que solicitaban préstamos, así como con el ban -
co. Si por un lado esto ponía a los ecologistas en una posición hace
tiempo conocida por los defensores de los derechos humanos y por
los indígenas, también politizaba su compromiso más de lo que mu -
chos miembros de sus organizaciones estaban dispuestos a apoyar.
Sobre todo los defensores que viajaban entre Washington y el Ama-
zonas tenían que resolver con delicadeza la diferencia entre hacer
campaña y ejercer presión en su país y los requisitos de apoyo básico
en las regiones afectadas por los proyectos del banco.
De Polonoroeste a Planafloro
En 1986 el personal técnico del gobierno estatal de Rondónia empe-
zó a trabajar con el equipo del Banco Mundial en un proyecto que
sucedería a Polonoroeste. El propósito del nuevo proyecto, que se
basaba en un plan de zonificación y se llamaba Planafloro, era impe-
dir más daños ecológicos, ayudando a intensificar la actividad agríco-
la en las áreas de los asentamientos, e institucionalizando diferentes
grados de protección ambiental en el resto del estado. 54 En 1990, a
la mitad del proceso de aprobación, el Environmental Defense Fund
encabezó la campaña de la red para plantear al banco una serie de
objeciones porque los grupos locales importantes no habían sido
consultados acerca del proyecto.55
53 David A. Wirth, “Legitimacy, accountability, and partnership: A model for advo- cacy on Third World environmental issues”, Yale Law Journal 100:8, junio de 1991, PP- -051-2052.
j4 El acrónimo Planafloro proviene del nombre en portugués del
proyecto, Plano Agropecuário e Florestal de Rondónia. El Banco Mundial lo llamó Proyecto de Admi- nistración de Recursos Naturales de Rondónia. Estos nombres diferentes muestran ya la posibilidad de un conflicto.
35 Véase Bruce Rick el al. al señor E. Patrick Coady, director
198 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
En respuesta a la afirmación del banco de que sí se habían efec -
tuado esas consultas, los ecólogos de Washington solicitaron infor-
mación a sus contactos de Rondónia. Los grupos brasileños respon-
dieron que los caucheros, los trabajadores rurales y las organizacio-
nes indígenas poco o nada sabían del proyecto, pero habían solicita -
do información y expresado interés en analizarlo. Los representantes
brasileños y de las NGO extranjeras trataron simultáneamente el asun-
to con el recién designado secretario de Medio Ambiente, José Lut -
zenberger, quien pidió al banco que se suspendiera el estudio del
proyecto hasta que pudieran llevarse a cabo las consultas. Esto para-
lizó al banco, y el proyecto se borró de la agenda de los directores eje -
cutivos. También hubo otras objeciones al préstamo. El ministro de
Economía que había tomado posesión en 1990 deseaba cortar los
préstamos extranjeros y dudaba de la capacidad del gobierno estatal
de Rondónia para pagar.
En 1990-1991 los caucheros, los pueblos indígenas y los sindicatos
rurales celebraron una serie de reuniones, financiadas en parte por
la National Wildlife Federation, para analizar el proyecto P lanafloro.
Las reuniones contribuyeron a propiciar la autoorganización de los
primeros dos grupos; los caucheros y las organizaciones indígenas
eran débiles en Rondónia, y las ONG consejeras y las organizaciones
indígenas rivales se enfrentaban entre sí para organizarlos.
Los grupos locales tenían muchos incentivos para organizarse.
Con la atención del extranjero fija en el Amazonas y la inminencia
de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, en 1992, el dinero y la
atención de los medios de comunicación estaban más disponibles
que nunca. Se suavizaron los conflictos entre las ONG de la región, y
en 1991 se creó el Foro de ONG de Rondónia. Este foro pasó a ser el
interlocutor formal de las ONG de Rondónia para el proyecto Plana-
floro y para el Proyecto Amazonas, otro gran plan ambiental auspi-
ciado por el Grupo de los Siete (G-7). Con la aprobación de las ONG,
Husain, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina, 11 de diciembre de 1989; Bruce Rich et al. a Luis Coirolo [sic], Oficina Regional de Latinoamérica y el Ca- ribe, División Brasileña del Banco Mundial, 19 de diciembre de 1988; Francisco Men- des Filho a Barber Conable, presidente del Banco Mundial, 13 de octubre de 1988; Bruce Rick y Stephen Schwartzman al señor S. Shahid Husain, 22 de febrero de 1980; S. Shahid Husain a Frank E. Loy, presidente del consejo del Environmental Defense Fund, 5 de marzo de 1990; Bruce Rich y Steve Schwartzman a Shahid Husain, 14 de
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 199
el Proyecto Planafloro volvió a incluirse en el programa del Banco
Mundial en 1991. El banco ejerció presión sobre el gobierno estatal
de Rondónia para que aceptara, como parte de la estructura de go-
bierno del proyecto, un consejo deliberante que le daba paridad a
los votos de las ONG con las secretarías de estado para decidir sobre
los planes operativos del proyecto, así como presencia en las comisio -
nes de planeación.56
Si bien ésta fue una de las mayores victorias de la campaña en tér -
minos de procedimientos, sus resultados no fueron inmediatos . Las
organizaciones del foro carecían de influencia local para que sus pos -
turas fueran eficaces, y el gobierno estatal no hizo nada para que la tu -
vieran. No obstante, los grupos locales lograron acceso a la informa-
ción y tuvieron más capacidad para supervisar las acciones del go-
bierno. Así podían evaluar las afirmaciones de éste desde el punto de
vista de la experiencia directa y pedir que se responsabilizara al ban -
co. Si bien los activistas de Rondónia de hecho trataron de aprove-
char las audiencias del Congreso de Brasil y las demandas ante los tri -
bunales brasileños para detener las violaciones al plan de zonifica -
ción, en última instancia su mejor estrategia consistió en hacer que
el Banco Mundial fuera el responsable de restringir al gobierno bra-
sileño. Es un caso en el que una estrategia de bumerang fue resulta -
do de la debilidad política de los actores, más que del bloqueo com-
pleto del acceso, como en los casos de los derechos humanos. Las re -
des transnacionales ayudaron a amplificar las peticiones locales al
reubicarlas en diferentes escenarios, con aliados más influyentes.
En junio de 1994, apenas un año después de que empezaron a en-
tregarse los préstamos, el foro de ONG renunció al consejo deliberan-
te, informando sobre múltiples violaciones al convenio de préstamo.
Una misión del banco negoció un efímero convenio entre las ONG y
el gobierno estatal, pero en noviembre de 1944 el foro decidió cola -
borar con Friends of the Earth (y, con el tiempo, también con Ox-
fam), planteando la denuncia formal de que Planafloro violaba las
políticas del propio banco ante el recientemente establecido Panel
de Inspección del Banco Mundial. Friends of the Earth, con fondos
del organismo holandés NOVIB para financiar la investigación, pre-
sentó la imputación al banco el 14 de junio de 1995. 56 Véase Margaret E. Keck, “Brazil‟s Planafloro: The limits of leverage”, en Jona-
than Fox e I. David Brown (eds.), The struggle frn accountability: The World Bank, NGOS
and grassroots movements, Cambridge, MIT Press, 1998.
200 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
Si bien en última instancia la denuncia fue rechazada, el mero he-
cho de haberla presentado produjo cierta conmoción. El gobierno
estatal de Rondónia y el gobierno federal firmaron un acuerdo larga-
mente pospuesto obligando al Federal Land Institute a respetar el
plan de zonificación del estado, y de pronto se deslindaron aquellas
reservas cuya demarcación se había pospuesto inexplicablemente. El
personal del banco estudió por fin seriamente las deficiencias del
proyecto, y propuso revisiones con el deseo de que superaran los an -
teriores obstáculos.
La organización de la red
Al definir la red tenemos que distinguir entre aquella parte de la mis -
ma que sigue de cerca un proyecto determinado y la red general que
realizaba la campaña de la banca multilateral. En esta última hay di -
visión del trabajo, y diferentes personas y grupos actúan como direc -
tivos en determinadas áreas de experiencia. Es posible enlistar a los
verdaderos participantes de la red en cualquier momento de la cam-
paña. Por ejemplo, en la lista de participantes en una reunión de es -
trategia de 1991, convocada junto con la Fundación Mott, para ana -
lizar los siguientes pasos de la campaña de la banca, se podía identi -
ficar una buena cantidad de miembros de la red de Estados Unidos
y Canadá.57
La red de Planafloro reactivó conexiones establecidas en las cam-
pañas relacionadas con Polonoroeste y con caucheros de Acre. Steve
Schwartzman, del EDF, desempeñó un papel importante en la coordi-
nación de las actividades llevadas a cabo en Washington durante la
campaña de la banca multilateral en Brasil, y los activistas de Friends
of the Earth y World Wildlife Fund (WWF) fueron importantes para la
coordinación efectuada por el lado europeo. Al acercarse la Cumbre
de la Tierra en Río de Janeiro varias ONG europeas e internacionales
cobraron mayor actividad; la filial italiana de FOE empezó a desarro-
llar un programa para el Amazonas, trabajando con ONG brasileñas
en el proyecto del G-7 para el Amazonas, y Greenpeace, recién insta-
lada en Brasil, empezó a ocupar una serie de operaciones ilegales de
tala de árboles. Asimismo, WWF estableció una filial brasileña igual
57 Véase la lista proporcionada en Wirth, “Environment and the international fi-
nancial institutions”, apéndice A.
B REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
que la UNCED. Greenpeace y WWF entablaron relaciones estrechas con
las ONG interesadas en los derechos de los indígenas. El estableci -
| miento de sucursales brasileñas de ONG internacionales diversificó el ac-
ceso de las ONG locales a la información y los aliados. Oxfam, del Rei-
no Unido, reinició las actividades que había emprendido en la re-
gión del Amazonas entre principios y mediados de los ochenta.
Los contactos personales eran decisivos. Schwartzman había cono-
^ c ido en Rondónia a personas que trabajaban con los caucheros, a tra -
vés del Consejo Nacional de Caucheros. En una conversación con un
trabajador social y organizador de los caucheros de Rondónia, en
una reunión del consejo nacional, descubrió que las afirmaciones del
banco de que había consultado con ONG locales sobre Planafloro eran
dudosas. Brent Millikan, estudiante de posgrado en Berkeley, quien
habían estado varios años haciendo investigación para su maestría en
Rondónia durante el periodo de Polonoroeste, había regresado a fi -
nes de los ochenta y hacía trabajo para su doctorado. Millikan era
miembro de Rainforest Action NetWork, que tenía su sede en San
Francisco; conocía a los activistas de la red de la banca, tenía consi-
derable experiencia en la zona, y mantenía estrechas relaciones con
académicos de la región. Wim Groenvelt, el expatriado holandés
que dirigía el Instituto de Prehistoria, Antropología y Ecología
(IPHAE), tenía estrechos vínculos con grupos de silvicultores euro-
peos y brasileños. Varias organizaciones que habían participado en
el foro de ONG de Rondónia también formaban parte de otras redes:
el Consejo Misionero Indígena (CIMI) llevaba a cabo actividades pas-
torales de la iglesia católica brasileña, y la confederación de sindica -
tos rurales del estado estaba afiliada a la Confederación Nacional del
Trabajo, CUT.
La calidad de los nodos locales de la red de defensa era más im-
portante para la campaña de Planafloro que para la de Polonoroes-
te. La “participación local” pasó a ser parte importante de estas cam -
pañas en el decenio de 1990, debido a la publicidad de Acre y a va-
rias campañas en las que las enérgicas protestas de los campesinos
iiieron el elemento decisivo, como la de la presa de Narmada, en In-
dia. Las ONG habían hablado libremente sobre el proyecto de Polo-
noroeste en lugar de los brasileños en cuyo nombre afirmaban ac -
tuar, pero con el proyecto Planafloro se hablaba con más frecuencia
de asuntos referentes a rendición de cuentas.
A principios del decenio de 1990 EDF y Oxfam, reconociendo la
202 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
ña de desarrollo de la banca multilateral, auspiciaron una reunión
en Brasilia, en marzo de 1993, para las ONG brasileñas en materia de
medio ambiente y asuntos indígenas, a fin de formar una red para la
campaña brasileña. En principio esta red nacional iba a hacer que las
actividades relacionadas con el banco multilatera l fueran más sensi-
bles a la dinámica de la política nacional. Si bien la red brasileña tar -
dó en despegar, a mediados de 1996 estaba bien coordinada en el
país y mantenía intercambio regular de información.
Las estrategias de la red
La experiencia de Planafloro coincide con el patrón de bumerang des-
crito en capítulos anteriores. Los grupos locales, incapaces de influir
de modo eficaz en las actividades del gobierno estatal y de los orga -
nismos federales que operaban en Rondónia en el nivel estatal, ej er-
cían presión tanto nacional como internacional.58 En Estados Uni-
dos los activistas cabildean en el Congreso y en el Departamento del
Tesoro. Además, al incluirse varias ONG en la estructura directiva de
Planafloro, su intervención se legitimó como nunca. Sin embargo,
la crisis gubernamental y económica generalizada en Brasil durante la
mayor parte del periodo complicó las estrategias de las ONG brasile-
ñas. Planafloro sólo fue uno de los abusos de autoridad pública que
llamaron la atención, y de ninguna manera fue el peor.
Estos abusos resultan aún más asombrosos si se toma en cuenta el
hábil uso de relaciones públicas “verdes” de la administración brasi -
leña. Poco después de ser electo a la presidencia, en 1989, Fernando
Collor impactó a los ambientalistas al nombrar secretario de Medio
Ambiente a José Lutzenberger, ecólogo de renombre internacional.
Cuando el reportero del New York Times le pidió su opinión, Steve
Schwarzman dijo que este nombramiento era “asombrosamente po -
sitivo”.39 No obstante, resultaron vanas las esperanzas de que la red
de defensa hubiera penetrado en el corazón del aparato que tomaba
las decisiones ambientales. El ecologismo de Collor era de dientes
;,sEn sus inicios el movimiento por los derechos civiles en
Estados Unidos había se- guido esta estrategia. Véase Doug Me Adam, Political process and the
developmevl ofblack
insurgeney, 1930-1970, Chicago, University of Chicago Press, 1982.
1)9James Brooke, “Defender of rainforest is named Secretary of
Environment in Brazil”, New York Times, 6 de marzo de 1990, p. C5.
r
t REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 203
para fuera, y Lutzenberger fue un ministro pintoresco pero ineficaz.
Con todo, la maquinaria gubernamental se hizo más accesible. El Ins -
tituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Renovables (IBAMA) ,
a través de su programa de pueblos tradicionales, empezó a apoyar la
organización de los indios y de los caucheros.
La estrategia del Planafloro era ante todo de responsabilización, y
se proponía ejercer presión en la política ambiental, de la tierra y de
derechos de los indios solicitando al Banco Mundial que hiciera que
las instituciones gubernamentales brasileñas cumplieran los compro-
misos que habían establecido. Si bien en un principio el personal de l
banco se mostraba reacio a ejercer grandes presiones sobre Brasil,
luego fue aumentando su resentimiento de ver que se les culpaba de
fallas cometidas por los brasileños, y empezaron a vigilar el proyecto
más de cerca. Con el tiempo adquirieron experiencia los movimien-
tos locales, poco organizados, y las ONG de Rondónia.
Es evidente que la campaña de la banca multilateral ha tenido im-
pacto en los procedimientos del Banco Mundial; como ocurre en
todo cambio institucional, las presiones externas reforzaron a los re-
formadores internos. Con la reorganización del Banco Mundial, en
1987, se creó un departamento ambiental central así como unidades
ambientales en las cuatro oficinas regionales. En 1990 había cerca de
60 puestos nuevos.60 En los siguientes años creció el papel del Banco
Mundial en los asuntos del medio ambiente. A partir de 1990 ayudó
a elaborar el Proyecto del Amazonas del G-7, y después asumió la ge-
rencia de Global Environmental Facility, mecanismo que auspiciaba
proyectos nacionales en las áreas de cambio climático, pérdida de
ozono y biodiversidad. Con la reorganización del banco, en 1992, se
incluyó una nueva vicepresidencia central para el desarrollo ambien -
talmente sustentable (en la cual también se ubica la división de polí -
tica social y reasentamientos).61 Más reformas siguieron a la agita-
h0 Véanse JeremyJ. Warford y Zeinab Partow, World Bank supportfor the
environment:
A progress rejxrrt, Washington D. C., World Bank Development Cominittee, 1989, núra. 22; Bruce Rich, “The emperor’s new clothes: The World Bank and environmental re- form”, World Policy Journal 7, primavera de 1990, pp. 305-329.
1,1 Nüket Kardam, en “Development approaches and the role of
policy advocacy: I he case of the World Bank”, World Development 21:11, 1993: 1773-1786,
204 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
ción de la red por el proyecto de la presa Sardar Sarovar, en el río
Narmada de la India. En este caso el Banco Mundial convocó a una
comisión independiente para que informara sobre el estado del pro-
yecto. Después del informe de la comisión, en junio de 1992, y de
una campaña de ONG acerca de la décima renovación del préstamo
del AID en 1993, el banco creó un panel de inspección semiindepen -
diente e instituyó una nueva política de información en Respuesta a
las peticiones de las ONG. El panel de inspección “tenía la facultad de
investigar las quejas de las personas directamente afectadas por los
proyectos del banco en lo referente a violaciones de la política del
Banco Mundial, sus procedimientos y sus convenios de préstamos”. 62
En esencia, la política de información quitaba el carácter de confi -
denciales a una amplia gama de documentos del Banco Mundial, y
los ponía a disposición del escrutinio público.63
PRINCIPIA EL FLUJO DE INFORMACIÓN
La capacidad de generar información y emplearla de manera estra -
tégica es la principal ventaja de las redes de defensa transnacionales.
¿Qué tipo de información es necesaria estratégicamente? ¿Quién tie-
ne acceso a ella, y cómo? ¿Cómo circula la información por la red, y
cuán bien circula?
Para lograr que una institución como el Banco Mundial participe
en un proyecto o en un plan de acción es necesario, además de cier-
ta pericia, tener acceso a documentos. Si no se tiene contacto frecuen -
te con el banco puede que uno ni siquiera se entere de que los do-
cumentos existen. De esta manera, sobre las ONG de Washington,
donde se encuentra el Banco Mundial, recayó una responsabilidad
especial.
En 1986 dos innovaciones aumentaron en buena medida las opor -
tunidades de compartir la información: reuniones anuales de las ONG
empezaron a ser paralelas a las reuniones de las instituciones de Bret-
ton Woods, y se inauguró el centro de información del Banco. Chad
62Lori Udall, “The World Bank and public accountability: Has anything changed?”,
noviembre de 1995, proyecto de capítulo de Fox y Brown (eds.), The. strugglefar accoun-
tability. 63 Véase Lori Udall, A citizen’s guide to the World Bank’s iriformation policy, Washing-
ton D. C., Bank Information Center, 1994.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAI. 205
Dobson, que llegó para organizar las reuniones y se quedó para esta-
blecer el centro de información, aportó su experiencia en el movi -
miento por la paz y su considerable experiencia como organizador a
la campaña del banco en Washington. Así lo recuerda:
En 1986 Marian Edey, que dirigía la Liga de Votantes Conservacionistas, me
llamó y me preguntó si haría una reunión y daría una conferencia aquí, en
el banco, porque sabía que en 1982 lo había hecho en Central Park, para el
movimiento por la paz, y que había tenido muchísimo éxito. [Dobson fue coor-
dinador del comité de la reunión del 12 de junio, el cual organizó la marcha
de unas 800 mil personas por la ciudad de Nueva York, para suspender las
pruebas nucleares.] Le recordé a Marian que había diferencia entre paz y
medio ambiente, y entre Washington y Nueva York, pero ella me dijo que no
le importaba.64
Chad Dobson es un organizador nato. Dice que debe este talento
a su crianza mormona. Entre 1982 y 1986 trabajó para la Field Foun -
dation, organizando proyectos de registro de votantes para ellos y
para otras fundaciones, empezando por la Arms Control Computer
NetWork, y se ocupó del misil MX de Utah. Después de la llamada de
Edey, Dobson colaboró con una amplia organización de varias ONG
de Washington para organizar la conferencia y la manifestación. 6;> En
la reunión los activistas de Europa y de los países en vías de desarro -
llo solicitaron que se creara una organización especial para compar -
tir la información.66 Animada por Randy Hayes, la Rainforest Action
NetWork aceptó echar a andar el Bank Information Center, BIC, que
de hecho es una institución de servicio para las redes.
La experiencia de Dobson le ayudó a conseguir donativos, des -
pués de lo cual el Bic recibió fondos de la Mott Foundation, de NO-
YIB, para que diera información a sus colegas sureños, y de WWF para
que se la diera a sus socios. Dobson empezó a cultivar relaciones con
el personal del banco y con aquellos funcionarios del gobierno de Es -
tados Unidos que podían ayudarle a tener acceso a la información.
También dio los primeros pasos para crear un consejo de asesores
64 Todas las citas de esta sección provienen de la entrevista efectuada a Chad Dob-
son en Washington el 20 de mayo de 1996. 65 En este grupo estaban FOE, National Wildlife Federation, WWF, Rainforest Action
Metwork, EOF, Greenpeace y otras. 66 Dobson recuerda a The Ecologist y Oxfam particularmente con respecto a la soli-
citud de una institución para compartir la información.
206 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
para usuarios fuera de Washington, sobre todo no estadunidenses.
Las actividades de Dobson y de BIC ayudaron a llevar la campaña
de desarrollo del banco multilateral más allá de la pequeña red de
activistas que la organizaron. Además de proporcionar documenta-
ción, esto significaba que se analizaran las estrategias. Un modo de
hacerlo era instituyendo las conferencias paralelas y propiciando más
contacto entre los activistas de diferentes partes del mundo que en
ellas se reúnen. La ampliación de la red también la modificó.
Las primeras conexiones eran evidentemente ecológicas. Y, por supuesto,
ésta era la tendencia de los grupos ambientalistas de Washington. Cuando
empezamos a traer gente del Sur, no hablaban de especies [...] La verdade-
ra conexión se hizo cuando empezaron a venir y a decir: “No puedes prote-
ger el ambiente cuando la gente sufre tanto.” Creo que realmente fue des-
pués de que tuvimos a los del Sur cuando la gente empezó a cambiar y a de-
cir: “Bueno, estamos hablando del desarrollo sustentable...” Pero francamen-
te empezó como algo relacionado con los bosques tropicales.
El BIC también trató de que en Washington los análisis de las estra -
tegias no fueran efectuados sólo por el grupo interno. Con el tiem-
po, de este empeño surgió en 1989 el “grupo de los martes”, como
respuesta a la enmienda Pelosi67 y al mandato de US-AID de analizar
los proyectos de la banca multilateral de desarrollo ecológicamente
problemáticos. En un principio el grupo de los martes estuvo com-
puesto por organizaciones que tenían organizaciones hermanas en
Europa (como Friends of the Earth, Greenpeace y WWF). Las ONG,
conscientes de que muchas de las ONG del Sur no podían trabajar con
sus propios gobiernos, presionaban al gobierno de Estados Unidos
para que definiera una política. Normalmente entre los representan-
tes del gobierno estaban la Environmental Protection Agency, el De-
partamento de Estado, la US-AID y el Departamento del Tesoro. La
idea era aprovechar las redes internacionales para conseguir que los
gobiernos europeos se unieran al equipo. Con el tiempo, cualquier
67 La enmienda de 1989, presentada por la congresista Nancy Pelosi, y redactada
en buena medida por el Sierra Club, afectaba el título xm del Acta de Instituciones Fi-
nancieras Internacionales y exigía que la Secretaría del Tesoro instruyera a los direc-
tores ejecutivos de los bancos multilaterales de Estados Unidos para que votaran con-
tra cualquier proyecto de importancia ambiental a menos que se hubiera puesto a dis -
posición de los miembros del consejo una valoración ambiental o un resumen ambien-
tal general, por lo menos 120 días antes de la reunión sobre el proyecto.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 207
ONG que lo deseara podía asistir a las reuniones. Fue éste uno de los
casos en que los funcionarios del gobierno activamente comprometi -
dos con el mejoramiento del desempeño ambiental buscaron la co-
laboración de las ONG.
Dobson esperaba que, con la creación de una política de informa-
ción más abierta en el Banco Mundial, más grupos del Sur así como
otros grupos que no fueran de Washington empezaran a solicitar los
documentos a que tenían derecho. Conforme las organizaciones lo -
gran obtener la información que necesitan, dependen menos de los
intermediarios, y las redes pierden parte de su desigualdad estructu-
ral para acercarse un poco más a las relaciones horizontales que de-
sean.
LA CAMPANA CONTRA LA DESFORESTACION DE SARAWAK
Otro caso de desforestación que empezó a recibir considerable aten-
ción a fines del decenio de 1980 fue la exagerada explotación de ma-
deras tropicales en el estado malayo de Sarawak, en la isla de Borneo.
A pesar de que la tala ya había acabado con los bosques de la vecina
Sabah, recibía muy poca atención. Sarawak era diferente por tres ra-
zones: 1] el cambio del contexto institucional internacional para ana -
lizar los asuntos de los bosques tropicales, al establecerse la Organi -
zación Internacional de Maderas Tropicales (Institutional Tropical
Timber Organization, ITTO), dio un nuevo enfoque a la campaña,
después de un esfuerzo relativamente exitoso de dirigir una organi -
zación parecida hacia el asunto de las ballenas; 68 2] las marcadas co-
nexiones entre los asuntos de la desforestación y los derechos de los
nativos sobre la tierra unieron a los activistas del medio ambiente y
de los derechos de los indígenas, sobre todo en Europa, y las accio -
nes de Bruno Manser, antropólogo aficionado que había vivido con
los penan, un pueblo nómada de Sarawak, dramatizaron su predica-
mento, y 3] la organización malaya Sahabat Alam Malaysia, que ya
era miembro de Friends of the Earth International, y otras redes
transnacionales, sobre todo del Sur, se compenetraron y apasionaron
con este caso.
68 Kunda Dixit, “Japan: Groups mobilize to save tropical rainforests”, Inter Press Ser-
vice, 12 de marzo de 1987 (de Nexis).
208 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
Antecedentes
Sarawak y Sabah son dos estados malayos ubicados en la costa norte
de Borneo. Ambos gozan de marcada autonomía dentro del sistema
federal del país: tienen la facultad de controlar las aduanas, el servi -
cio civil y la inmigración (Sarawak solicita pasaporte a los visitantes
de la península malaya). Además, Sarawak controla ios ingresos de
las concesiones madereras, como resultado del convenio establecido
cuando se unió a la federación que, a cambio, le dio a la Malasia pe-
ninsular el control de los ingresos del petróleo. Como resultado de
este convenio el gobierno federal de Kuala Lumpur ha podido negar
su responsabilidad por las prácticas de explotación forestal de Sara-
wak.
Salvo durante la severa recesión de 1986, el PIB de Malasia ha cre-
cido del 6 al 8% anual desde principios de los setenta. Una serie de
planes quinquenales ha permitido acercarse a la meta, expresada en
el programa “Visión 2020” del primer ministro Mahathir Mohamad,
de llegar a ser una economía completamente industrializada para el
año 2020. A la fecha la industria representa el 70% de las exportacio -
nes del país. Después del petróleo, la madera ocupa el segundo lugar
como productor de ingresos en el sector primario.
El país es multiétnico.69 La sombra del conflicto racial pesa mucho
sobre Malasia desde la explosión de violencia de 1969. Si bien se da
trato preferencial a los malayos, los beneficios del desarrollo están dis-
tribuidos ampliamente. Dada la imagen de rápida modernización que
suele ser el núcleo de la identidad política de Malasia, la idea de que los
derechos de la tierra de los nativos dayak deban protegerse, en par -
te para conservar modos de vida tradicionales que por lo general se
consideran retrógrados, no casa con la imagen de un país que se
apresura hacia el siglo XXI. Desde su independencia, en 1957, Mala-
sia ha estado regida por una gran coalición pluripartidista encabeza-
da por la UMNO-Baru (Organización Nacional de Malayos Unidos),
que es el partido malayo musulmán, y los grupos dominantes consi -
deran que la política abiertamente étnica es desestabilizadora.
La explotación forestal de la Malasia peninsular declinó significa-
69 La población de Sarawak está compuesta por 40% de dayaks (nombre colectivo
de los grupos nativos, en su gran mayoría cristianos o animistas), 30% de chinos, 20%
de malayos, y un 10% de pequeños grupos tribales. En todo el país los malayos cons-
tituyen cerca de la mitad de la población, los chinos 35%, los hindúes 9% y los nativos
no musulmanes el 6.6 por ciento.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 209
tivamente entre 1975 y 1985, cuando entró en vigor la política fores -
tal nacional, que no afecta a Sarawak ni a Sabah. Al mismo tiempo,
la producción de madera aumentó en Sarawak de 4.4 millones de
metros cúbicos en 1976 a 12.2 millones en 1985. /0 Si bien en teoría
la explotación forestal de Sarawak se ha controlado desde el princi -
pio, la observancia de la ley resulta prácticamente inexistente. Tanto
las limitaciones geográficas para talar las laderas como los incentivos
económicos para talar más allá de los límites son muy fuertes. En po-
cas palabras, las concesiones madereras controladas por los políticos
estatales se otorgan (venden) por plazos cortos, para la explotación
forestal, a empresas madereras cuya motivación para talar de mane-
ra selectiva y cuidadosa las áreas protegidas es virtualmente inexis -
tente.71
La explotación forestal acabó con las formas tradicionales de sub-
sistencia y aceleró la integración de las comunidades dayak a la eco -
nomía monetaria del estado. Si bien creó trabajos de poca duración
para las comunidades autóctonas, también erosionó el suelo, conta -
minó los ríos y redujo la cantidad de peces, eliminó fauna que antes
se cazaba para comerla, y aumentó las inundaciones. Los beneficios
del empleo se terminaban cuando las empresas madereras se trasla -
daban a la siguiente área. Los intentos de las comunidades dayak de
obtener el derecho de talar sus propias áreas no tuvieron éxito, igual
que la mayoría de los esfuerzos por que se decretara que sus zonas
eran bosques comunales, para así protegerlas de los taladores. 72 Ha-
cer valer los derechos de la tierra ha sido una lucha perdida. La ex-
plotación forestal fue un golpe especialmente fuerte para los penan
de la región de Baram, que seguían siendo parcialmente nómadas, y
que tenían en el bosque casa y sustento.
La resistencia de los dayak llamó la atención internacional a prin-
cipios de marzo de 1987, cuando los penan pusieron barricadas en
las carreteras utilizadas por los explotadores forestales en el alto Ba -
ram. Esta táctica se propagó por la región entre otros grupos dayak
7ÍI Evelyne Hong, Natives of Sarawak: Survival in Borneo‟s vanishing forests, Penang,
Institut Masyarakat, 1987, p. 125. 71 Véase Marcus Colchester, Pirales, squatters and poachers: The
political ecology of dis- /mssession of the native peopks of Sarawak, Londres, Survival
International/lNSAN, 1989,
pp. 29-33.
72Ibid., pp. 37-44. Un relato fascinante de los intentos de una
comunidad por en- ' ontrarle sentido a este proceso se encuentra en William Bevis, Borneo log: The struggle
for Sarawak‟s forests, Seattle, University of Washington Press, 1995.
210 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
(los kenia, los lambawang y los kelabit). Se interrumpieron las acti -
vidades de por lo menos 16 campos madereros. Si bien ésta no fue
la primera vez que se usaron barricadas contra los taladores, sí fue la
primera que se utilizaron en una campaña sostenida, y en que la re-
sistencia recibió tanta atención.73
¿Qué elementos proyectaron los conflictos de Sarawak a un esce-
nario más amplio en 1987? Primero, las crisis políticas interrelaciona-
das en los niveles estatal y nacional aumentaron su importancia. Ma-
lasia había sufrido una seria recesión en 1986, y el ingreso per cápi -
ta bajó 15.7%. Criticaban al gobierno desde todos los puntos de vis -
ta tanto la coalición gobernante como la oposición, sobre todo en lo
referente al acceso a la toma de decisiones. 74 En Sarawak, del nacien-
te nacionalismo dayak de 1983 había surgido el primer partido políti -
co explícitamente étnico del país (Parti Bansa Dayak Sarawak, PBDS).75
El primer ministro Mahatir empezó a temer por su coalición. Ade-
más, a principios de marzo de 1987 Sarawak estaba inmerso en su
propia crisis política, lo cual es importante para el presente relato de-
bido a las revelaciones sobre la corrupción oficial en el otorgamien-
to de concesiones madereras. Esta crisis multifacética fue el telón de
fondo de los bloqueos a la explotación forestal.76
En segundo lugar, a mediados de los ochenta el asunto de los bos -
ques tropicales destacaba cada vez más en la agenda internacional.
Para marzo de 1983, 64 países habían aceptado establecer la ITTO.77
El nuevo grupo, formado por productores y consumidores de made-
ras tropicales, recibió la orden de tomar en consideración los asun -
73 Según Reuters, los ibans bloqueaban con frecuencia las
carreteras utilizadas por los madereros para protestar por la inadecuada (o inexistente) compensación por los daños a sus tierras. Reuter’s North-European Service, “Malaysia’s dissapearing tropical forests”, 12 de junio de 1985 (de Nexis). Sobre la cronología y relación de los blo- queos, incluyendo una colección de recortes de periódicos, véase World Rainforest Movement/Sahabat Alam Malaysia, The battlefor Sarawak‟s forests, Penang, World Rain- forest Movement/Sahabat Alam Malaysia, 1989.
4 Gordon P. Means, Malaysian politics: The second generation, Nueva York,
Oxford University Press, 1991, pp. 193-194.
75 El partido deseaba elevar la categoría del idioma iban, tratar los problemas de definición de los derechos de las tierras tradicionales en un marco moderno, y anali- zar también el impacto de la explotación forestal en las
r
RKDES DE DEFENSA AMBIENTAL 211
tos relacionados con la administración de los recursos mundiales.
Luego, en 1985, declarado Año Internacional del Bosque, la FAO, el
Banco Mundial, y el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas,
junto con el Instituto de Recursos Mundiales, produjeron el Plan de
Acción para los Bosques Tropicales y publicaron “Tropical forests: A
cali for action”. El resultante Convenio y Plan de Acción Internacio -
nal para las Maderas de los Bosques Tropicales, aprobado en Ginebra
en junio de 1986, habría de ser llevado a la práctica por la Interna -
tional Tropical Timber Organization, con sede en Yokohama, Ja -
pón.78 El consejo de la ITTO se reunió por primera vez en marzo de
1987, al mismo tiempo que los bloqueos a los caminos de los talado-
res empezaban a extenderse por toda la región de Baram, en Sara -
wak.79
La tala en Sarawak ya ocupaba un lugar de importancia en los
programas de otras organizaciones que se encontraban en Yokoha -
ma cuando se reunió el consejo de la ITTO en marzo de 1987, espe-
cíficamente Japan Tropical Forest Action NetWork (JATAN) y Friends
oí the Earth International, que celebraron una conferencia paralela
en la misma ciudad para hablar de las maderas tropicales que Japón
importaba del Sudeste de Asia, JATAN, que efectuó meticulosas investi-
gaciones, descubrió la asociación de James Wong, director de la empre-
sa maderera de Sarawak, Limbang Trading Company, con la empresa
japonesa C. Itoh, para beneficiarse con la construcción de una ca -
rretera costeada por la Japan International Cooperation Agency
(JICA), que llevaba la concesión maderera que las dos empresas ex-
plotaban en Long Napir. (Wong era además secretario del Medio
Ambiente y Turismo de Sarawak.) JATAN presentó el caso ante la Die-
ta japonesa, ya que supuestamente JICA se limita a auspiciar proyectos
que beneficien a las personas de la localidad, y aunque las audiencias
no culminaron en ninguna acción, C. Itoh devolvió calladamente el
78 Poco después de que se publicó el plan surgieron las críticas. Véase, por ejem- plo, Vandana Shiva, “Forestry myths and the World Bank: A critical review of tropical forests: A cali for action”, The Ecologist 17:4/5, 1987, pp. 142-149. Más extensa es la crí- tica de Marcus Colchester y Larry Lohmann, The tropical forestry action plan: What
pro-
gress?, Penang, World Rainforest Movement, 1990 2a. ed. Por cierto, precisamente por- que el plan no pudo detener la ola de desforestación, la FAO
propuso en 1990 que se iniciaran negociaciones para una convención internacional sobre los bosques.
79 Sobre la evaluación de la ITTO efectuada por un activista de los
212 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL !
préstamo y rompió relaciones con la Limbang Trading Company. 80
El tercer factor que llamó la atención sobre la tala inmoderada en
Sarawak fue que las protestas locales tenían dos vínculos con los pú -
blicos internacionales. Uno era por medio del carismádco (y enigmá-
tico) Bruno Manser, un suizo que había vivido con los penan duran -
te varios años y que aparentemente ayudaba a organizar el bloqueo;
y el otro era por medio de Sahabat Alam Malaysia (sam) , un conjun-
to de organizaciones relacionadas entre sí, con base en Penang. SAM
participaba en una serie de campañas ecológicas en la Malasia penin -
sular, y tenía en Marudi, Sarawak, una oficina dirigida por Harrison
Ngau, un kayan de la región de Baram. SAM, que además era el miem-
bro malayo de Friends of the Earth International, proporcionaba
apoyo logístico a los bloqueos, y dispuso que doce representantes na -
tivos fueran a Kuala Lumpur, donde se reunieron con el primer mi -
nistro en funciones y con varios altos funcionarios del gobierno. 81 Si
bien la ley reconoció los derechos consuetudinarios de los dayak so -
bre la tierra, el gobierno estatal siguió violándolos.
Antes de los bloqueos de 1987 los activistas del bosque ya habían
empezado a montar una campaña internacional que incluía la des -
forestación de la región. En una reunión de FOE International, cele-
brada en Penang en septiembre de 1986, todos buscaron la manera
de influir en el comercio de las maderas tropicales, especialmente
con respecto a Japón, FOE del Reino Unido opinó que una campaña ne-
cesitaba una palanca institucional como la International Tropical Tim-
ber Organization. Indudablemente, en esta opinión tuvo que ver su
experiencia con la International Whaling Comission en la campaña por
las ballenas. Otros preferían que se prohibieran las exportaciones de
madera y que se organizaran boicots. Si bien las organizaciones de la
red se concentraban en diferentes aspectos de la campaña, no se con-
sideraban mutuamente excluyentes.82 Tanto SAM como Bruno Man-
ser buscaron de inmediato llamar la atención internacional para los
bloqueos.83 Marcus Colchester, de Survival International, fue a Sara- 80“Japan: Groups mobilize to save tropical rainforests”, Inter Press Service, 12 de mar-
zo de 1987 (de Nexis); Bevis, Borneo log, pp. 140-144. 81
Véase The battlefor Sarawak‟s forests, pp. 23-32. 82 Véase Fred Pearce, Oreen warriors, Londres, Bodley Head, 1991, pp. 182-90. 83
sam había obtenido apoyo antes de sus contactos internacionales (en especial de
Survival International) para las campañas para detener los proyctos de la presa Bakun
Dam en Sarawak en 1985-1986 y el proyecto de la presa Tembling Dan en el parque
Taman Negara en 1982. Sobre esta última véase Sahabat Alan, The State of the Malaysian
f¡£DES DE DEFENSA AMBIENTAI. 213
wak en abril de 1987 para reunir información, preparándose para
una campaña internacional. La necesidad de esa campaña empezó a
ser apremiante en octubre, cuando el gobierno federal respondió a
las crecientes tensiones arrestando a 106 personas de acuerdo con el
acta de seguridad internacional. Entre los detenidos, además de
miembros de los partidos de oposición, había ecólogos, activistas por
el bienestar social y abogados. Harrison Ngau fue detenido, igual
que el abogado de SAM. Posteriormente el gobierno de Sarawak em-
pezó a efectuar detenciones masivas en los bloqueos, y logró des -
mantelarlos.84 En enero de 1988 un equipo de Survival Internatio-
nal, FOE International y el IUCN se reunió durante dos semanas con
los pueblos autóctonos, las ONG, los abogados y los funcionarios del
gobierno.85
A pesar de que se aprobó una ley de enmienda forestal a fines de
1987, según la cual interferir con las operaciones de explotación fo -
restal era un delito que ameritaba una fuerte multa y encarcelamien-
to, los bloqueos se repitieron. Desde 1988 y hasta entrados los noven -
ta constituyeron un fuerte símbolo de resistencia y un estímulo con-
tinuo para las actividades de la red, aunque tenían escaso valor en el
otorgamiento de concesiones dadas por los funcionarios estatales. Si
bien la Asociación Penan y las organizaciones indígenas siguieron
tratando de obtener títulos sobre su tierra o de que se la designara
como bosque comunal, la explotación forestal continuó.
El marco del conflicto de Saraivak
La campaña de Sarawak tiene diferentes significados para sus distin -
tos defensores. Para las personas en quienes influyó la experiencia
de Bruno Manser, que salió de su escondite en el bosque y de algu -
na manera regresó a Europa en 1990, las tribus nómadas penan eran
el centro simbólico de la historia. La organización en torno a los pe-
nan ha producido vividas imágenes de un pueblo exótico y perdido
enviroment 1983-1984: Towards greater enviroment awareness, Penang, Sahabat Alan Malay-
sia, 1983, pp. 63-66.
84 Marcus Colchester recuerda este periodo como “la primera vez que Internet (como se la llama ahora) realmente rebosaba de información local y nacional sobre la campaña para los partidarios internacionales”, comunicación personal, 6 de diciem- bre de 1996.
85 The battle for Sarawak's forests, p. 48.
214 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
que traba una lucha heroica por el bosque, implícitamente en bene-
ficio de todos nosotros. No sorprende que esta visión del conflicto
haya producido las imágenes de más fuerza en los medios de comu -
nicación. Cineastas, periodistas y fotógrafos han colocado a los pe -
nan en el centro de sus relatos. Si bien éstos son, desde luego, parte
importante de la historia de Sarawak, otros encuadres han produci -
do estrategias diferentes y han atraído a diferentes constelaciones de
actores.
Algunas organizaciones, como el World Rainforest Movement‟s Fo-
rest People‟s Program, SAM, Survival International y The Ecologist, han
hecho hincapié principalmente en los derechos de los indígenas a la
tierra, lo que también es un asunto esencial en el libro de Evelyne
Hong, Natives of Sarawak. Las organizaciones mencionadas argumen-
tan que, sin un título que les asegure la tierra, no pueden tratarse las
desigualdades estructurales que impiden que las poblaciones dayak
se resistan a los intereses madereros. Esta visión lógica del problema
tiene menos resonancia internacional que la historia de los penan, y
es una de las visiones que más trabajo les cuesta organizar a las redes
transnacionales.86 Su cadena causal es bastante larga, y sus soluciones
difíciles de idear.
La otra gran estrategia transnacional que surgió del caso de Sara-
wak fue inscribirlo en una campaña más amplia sobre la madera tro -
pical o los bosques tropicales (y en algunos casos también la madera
de la zona templada y la boreal). Esta estrategia descentralizada ha
permitido una considerable variación en las actividades de organiza -
ción. Sus principales elementos han sido los boicots de los consumi -
dores, apuntar a determinados negocios y corporaciones (por ejem-
plo Mitsubishi y las tiendas de autoservicio), persuadir a los gobier-
nos locales o estatales de que se abstengan de usar madera tropical
para proyectos de construcción, ejercer presión sobre los miembros
de ITTO para que fijen requisitos de sustentabilidad y, cada vez más,
que proporcionen información ecológica. Un gran número de orga-
nizaciones ha adoptado estas estrategias y ha compartido y colabora-
do en algunas actividades, aunque a veces no están de acuerdo en la
dirección en que deben encauzar sus energías en determinadas fases.
Esta campaña comprende varias subcampañas más o menos rela-
86 Sobre un tratamiento comparativo que ilustre este argumento véase Marcus Col-
chester y Larry Lohmann (eds.), The struggle for land and the fate of the forests, Penang,
World Rainforest Movement, 1993.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 215
cionadas con diferentes grupos de patrocinadores. 87 Le ha corres-
pondido un papel central, aunque no siempre de coordinación, a la
constelación de organizaciones con sede en Penang: SAM, la Asian-Paci-
fic People‟s Environmental Network, la Third World NetWork y el
World Rainforest Movement. A principios de los ochenta la campa-
ña se centró en la tala de Papúa Nueva Guinea, Guyana y Brasil, has-
ta donde las empresas madereras de Sarawak habían expandido sus
operaciones.
En esta red la aportación de donantes particulares ha sido impor-
tantísima. NOVID tiene especial cuidado en relacionar entre sí a las or-
ganizaciones que subsidia, por lo que establece importantes vínculos
entre los nodos de las redes. Como NOVIB es un importante patroci-
nador de SAM, tenía una ubicación privilegiada. Igual que con las de-
más redes que hemos estudiado, las reuniones que se celebran en
forma paralela a las reuniones oficiales, como las del consejo de ITTO
y el Banco Mundial/FMI, también son importantes oportunidades
para el trabajo de la red.
Estrategias de la campaña por los bosques de Sarawak
Aunque las actividades de la campaña de Sarawak para poner en mo-
vimiento una estrategia de bumerang tuvieron cierto efecto, no pue-
de decirse que fueran todo un éxito. La red movilizó gran cantidad de
información y testimonios, reunió en Kuala Lumpur a los represen-
tantes de los dayak con los funcionarios, y los llevó a algunas capita -
les extranjeras, e impugnó la información que los representantes de
Malasia difundían en los foros internacionales. Las repetidas barrica -
das en las carreteras de los madereros fueron fuertes símbolos de la 87Además de las ya mencionadas, una lista parcial incluye a Friends of the Earth,
de Gran Bretaña, Suecia y Estados Unidos; la Greenpeace International Rainforest
Campaign en los Países Bajos; la Rainforest Action NetWork y el Bank Information
Center de Estados Unidos; el Rainforest Information Center y el Rainforest Action
Group de Australia; el Center for Science and Enviroment de la India; Japan Tropical
Forest Action NetWork y su filial, el Sarawak Campaign Committee; WWF de Suiza, y sus
afiliadas internacionales; Urgewald en Alemania, Robin Wood en Alemania y en Fran-
cia; Probe International, y diferentes grupos del First Nations de Canadá. Además de
la Consumer Association of Penang y de sus filiales de Malasia, están la Malaysian En-
viromental Protection Society (EPSM) y la Malaysian Nature Society. Esta lista parcial se
extrajo de los documentos e informes noticiosos con ayuda de Chad Dobson del Bank
Information Center, Washington D. C.
216 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
resistencia. La red esperaba ejercer presión moral al pedir que el go-
bierno federal de Malasia interviniera para controlar o bloquear las
exportaciones de madera de Sarawak. No podía ejercer ningún tipo
de presión material eficaz; por ejemplo, el Banco Mundial no había
otorgado préstamos en áreas importantes, ni había programas de
ayuda ubicados estratégicamente. Sin embargo, como Malasia aspira-
ba al liderazgo en el Sudeste de Asia, parecía lógica la idea de que re-
accionaría ante la presión moral. No obstante, esta presión moral re -
sultó insuficiente contra la fuerte dependencia del primer ministro
Mahathir de los votos de las élites políticas de Sarawak para mante-
ner su gobierno de coalición amplia. Además, hay evidencias de que
tal vez la buena disposición de Mahathir para enfrentar a los críticos
estadunidenses y europeos sobre este asunto aumentó su prestigio re-
gional.
Sin embargo, más allá del asunto de la presión, la campaña por las
maderas tropicales proponía implícitamente un tipo de relación en -
tre el Norte y el Sur diferente de la que existía en el caso brasileño.
Desde la perspectiva de la mayoría de los activistas de Sarawak la cul-
pa del exceso de explotación de madera en la región recaía más en
los importadores que en los exportadores. El argumento era que, sin
demanda, no habría oferta.88 De esta manera la campaña se enmarcó
y enfocó de modo muy diferente que las realizadas en torno a los pro-
yectos del Banco Mundial; en lugar de concentrar la energía de los ac -
tivistas en los países desarrollados o en un país en vías de desarrollo,
les pedía que aplicaran su esfuerzo en sus respectivos países. Las razo-
nes de la diferencia eran tanto ideológicas como logísticas. Primero,
no había un punto único en el que la presión ejercida proporcionara
el mismo apoyo sobre la situación de Sarawak que el Banco Mundial
parecía ofrecer en Rondónia. La insistencia del gobierno federal en
que carecía de autoridad sobre la extracción de madera en Sarawak
no era un cuento; el trueque en el que se centralizaron los ingresos
del petróleo y se dejaron los ingresos madereros a los estados del este
de Malasia había constituido un compromiso decisivo en el momento
de la federación. Para los políticos de Sarawak, que se enriquecían
con las concesiones madereras, sencillamente no había ningún incen -
tivo, ni negativo ni positivo, para detener la explotación forestal. D e-
bido a que Mahatir dependía de una coalición muy amplia, el costo
88 Véase S. M. Mohamed Idris, “Speech of acceptance of the
right livelihood award
at the Sweddish Parliament”, 9 de diciembre de 1988, en The battle for
Sarawak's forests,
pp. 186-190. Idris fue presidente de SAM.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 217
político de tratar de interponerse podía ser altísimo. Además, las ONG
de Malasia que hacían de puente entre las poblaciones dayak de Sara-
wak y la red transnacional no eran antidesarrollistas, a pesar de que
querían que los frutos del desarrollo se distribuyeran de manera más
justa, y creían que los gobiernos y las ONG del primer mundo no de-
berían utilizar el tema del medio ambiente como arma para impedir
que los países tercermundistas se desarrollaran de forma autónoma.
Este argumento destacó especialmente en los debates internacionales
durante el proceso preparatorio para la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en 1992 en Río
de Janeiro.89 Por ello la campaña por las maderas tropicales concen-
tró su atención en el mundo industrializado, apasionado consumidor
de maderas duras de Sarawak.
La campaña por las maderas tropicales y sus efectos
La campaña por las maderas tropicales tenía la ventaja de la descen-
tralización, que permitía toda una variedad de actividades y estilos,
desde los activistas de Rainforest Action Network que subieron a los
edificios de oficinas de Mitsubishi para colgar mantas incitando al
boicot y desfilaron con enormes figuras de Godzilla para protestar
porque los japoneses importaban maderas tropicales, hasta las nego-
ciaciones del wwf, más sobrias, para fijar pautas de sustentabilidad
con las corporaciones.
En 1988 las organizaciones de Alemania, el Reino Unido y los Paí-
ses Bajos efectuaron boicots. Debido a una moción del delegado de
un partido verde holandés, el Parlamento Europeo votó en 1988 por
que se recomendara a los miembros de la Unión Europea (UE) que
no compraran maderas de Malasia hasta que su tala se volviera suten-
table. Subsecuentemente la comisión de la UE retiró esta recomenda-
ción, pero como símbolo de protesta generó mucha publicidad. En
mayo de 1988 el grupo australiano de Rainforest Action Network,
que ya había solicitado un boicot, desplegó nadadores y canoas fren-
te a los barcos malayos que transportaban madera. La Rainforest Ac-
S9 Véase Martin Khor, "The state of cooperation in the present
world situation: A critique”, en Development, International cooperation and theNGOs: I International Meeting of
W'Os and the United Nations System Agencies, Instituto Brasileiro de Análises Sociais e Eco- nómicos/NU Development Programme, Río de Janeiro, 1992, pp. 45-62.
218 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
tion NetWork de Estados Unidos declaró un boicot a Mitsubishi, y
Friends of the Earth hizo lo mismo en Europa.
Además de los boicots colectivos, las organizaciones ecologistas or -
ganizaron cientos de boicots a los gobiernos locales por el uso de ma -
deras tropicales en construcciones municipales. Esta estrategia tuvo
excelentes resultados en Europa. En noviembre de 1990 los boicots
locales habían enfurecido a tal grado a los malayos y á los indonesios
que amenazaron con tomar represalias comerciales. En 1993 y en
1994 los activistas japoneses pusieron en práctica una campaña local
parecida.90
Estas protestas tuvieron poco efecto en la tala. En 1990 las opera -
ciones madereras de Sarawak establecieron el récord de 18 millones
de metros cúbicos de troncos de árboles tropicales talados. A princi-
pios de 1990, molesto por las presiones del extranjero, el gobierno
de Malasia le pidió a la ITTO que evaluara el asunto de la sustentabi-
lidad. El equipo de la ITTO informó en mayo de ese mismo año que
Sarawak estaba talando entre 8 y 10 veces el nivel sustentable. 91 El in-
forme recomendaba reducir la tala 1.5 millones de metros cúbicos
por año. En 1992 el gobierno de Sarawak afirmó que cumpliría con la
recomendación. Empero, los reglamentos siguieron aplicándose dé-
bilmente, y la tala ilegal es común.92
Pero el asunto del comercio se había vuelto francamente serio. En
octubre de 1991 el primer ministro Mahathir pronunció el discurso
de apertura en la reunión de ministros de Economía de la Associa -
tion of Southeast Asian Nations (ASEAN), y dijo que todos los países
de ASEAN deben oponerse unánimemente a las campañas que vincu-
lan el comercio y los asuntos ambientales, y que las amenazas que és -
tos planteaban al desarrollo habían alcanzado serias proporciones.
En 1992 la campaña se intensificó en Europa. Por primera vez
Friends of the Earth apoyó el etiquetado “verde”, después de que
una amplia encuesta mostró que a más del 90% de los consumido-
90 Sarawak Campaign Committee, “Japan rainforest campaign update”, 25 de fe-
brero de 1996, de la conferencia de Econet wrm.rainforest, tema 211. 91 Diane Jukofsky, “Problems and progress in tropical forests”, American Forests 97:
7-8, julio de 1991 (de Nexis). 92 Michael Vatikiotis, “Clearcut mandate”, Far Eastem Economic Review 156:43, 28 de
octubre de 1993 (de Nexis). Véase también Michael Ross, “The political economy of
logging in Southeast Asia: Clientelism, misregulation, and reform”, ponencia presen-
tada en la American Political Science Association, Chicago, 31 de agosto-3 de septiem-
bre de 1995. (Citado con autorización.)
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL, 219
res del Reino Unido les preocupaban los bosques tropicales, aunque
el 60% no sabía cuáles eran las maderas tropicales duras. Al siguien -
te año las ONG holandesas firmaron una alianza con el gobierno ho-
landés y con los importadores de madera, fijando 1995 como plazo
para restringir las importaciones de madera tropical a las provenien -
tes de fuentes sustentables; a finales del verano la alianza había sido
firmada por 240 empresas madereras, que equivalían al 95% del
mercado holandés. En 1993, en una reunión de la ITTO, los repre-
sentantes de Malasia atacaron la alianza por discriminatoria, ya que
restringía las importaciones de países en desarrollo pero no aplica-
ba restricciones a otros productores de madera.93 También Austria
provocó la ira de Malasia: en 1992 el gobierno austríaco aprobó una
restricción a las maderas tropicales, sólo para retirarla al siguiente
año, cuando Malasia amenazó con rechazar las mercancías austría-
cas. En respuesta al riesgo de una prohibición suiza, Malasia ofreció
atacar a la Nestlé.
Para medir el impacto de la campaña por las maderas tropicales
tenemos que definir claramente las metas que la misma deseaba al -
canzar. Para quienes querían proteger el modo de vida nómada de
los penan y el bosque en el que vivían, la campaña fue un fracaso. En
la selva sólo quedaban algunos cientos de penan. El resto vivía en vi -
viendas comunales, muchos trabajaban en campamentos madereros
y otros sufrían el desempleo crónico que afecta a las comunidades de
la región a medida que los taladores se trasladan a otras partes. Para
quienes querían avivar la lucha por los derechos de la tierra, la cam-
paña continúa. SAM ha ayudado a organizar cientos de asociaciones
comunitarias, para las cuales la seguridad de la tenencia sigue siendo
el requisito para cualquier actividad de desarrollo comunitario. Si
bien la red transnacional no ejerce presión directa en este asunto, la
campaña protege hasta cierto punto las actividades locales. La cam-
paña también fue un fracaso para quienes deseaban detener la ex-
plotación forestal en Sarawak, que perderá todos sus bosques en cin -
co años, y las empresas madereras de Sarawak están repitiendo aho-
ra el proceso en Guyana y Papúa Nueva Guinea. En otras palabras,
no se alcanzaron las principales metas de la campaña de Sarawak.
Sin embargo, los esfuerzos de las redes y de los activistas de las ONG 93 “Netherlands timber suppliers say campaign to reduce tropical timber imports
undermines agreement”, Reuter Textline: Financieele Dagblad, 12 de enero de 1994 (de
Nexis).
220 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
tuvieron un éxito asombroso en algunos aspectos. El diario malayo
Business Times informó en octubre de 1995: “Las exportaciones de
madera malaya a Europa han bajado a la mitad desde 1992, debido a
las presiones ejercidas por los grupos ecológicos sobre los gobiernos
locales y municipales de Europa para que boicoteen o prohíban los
productos de maderas tropicales.”94 Todos parecen convenir en que
la campaña logró reducir el consumo de maderas tropicales en algu -
nos de los principales países importadores. 95
Si consideramos que la campaña por las maderas tropicales per -
seguía metas de procedimiento, más que metas sustantivas, esto es,
un cambio en el régimen internacional del comercio maderero, ha
tenido cierto éxito. Las actividades de la campaña llamaron la aten-
ción sobre este asunto y con el tiempo lo convirtieron en un tema
de los programas comerciales. A diferencia de los posteriores inten-
tos de los ecólogos para usar esos programas, como en la disputa por
los efectos de la pesca de atún sobre los delfines, había un foro al
cual podían adjudicarse esos problemas: la ITTO. Dentro de ésta,
además de ejercer presión sobre la institución para enviar misiones
investigadoras a áreas de tala forestal y hacer que los estados respe-
taran sus compromisos, los activistas de la red han provocado discu -
siones sobre las dimensiones sociales de la tala y sobre las disposicio-
nes acerca de la propiedad consuetudinaria y común. Sin embargo,
el nuevo convenio internacional sobre maderas tropicales negocia -
do en 1994 fue mucho más débil de lo esperado. Si bien fija el año
2000 como meta para alcanzar el manejo sustentable de los bosques,
los objetivos se presentan sin vigor, y la contribución a un fondo
para ayudar-a que los productores alcancen las metas sigue siendo
voluntaria. Los países consumidores aceptaron un compromiso vo-
luntario para aplicar pautas parecidas en el manejo de sus propios
bosques, pero rechazaron la petición de los países con selvas tropi -
cales de que el convenio incluyera la madera de los bosques templa -
dos y boreales. Esto fue un paso atrás del compromiso hecho en Río
de Janeiro, en 1992, para darle un enfoque global a los asuntos fo -
restales.
94 Jocelyn Lee, “Malaysia: Timber exports to Europe halved since 1992”, Reuter Text-
line: Business Times, Malasia, 17 de otubre de 1995 (Nexis).
95 “Netherlands tropical timber ban”, National Trade Data Bank Market Reports, 8 de
diciembre de 1995 (de Nexis).
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 221
CONCLUSIONES
Las campañas por los bosques tropicales, más que las otras analizadas
en este libro, se construyen a partir de las tensiones que surgen en-
tre reconocer causas estructurales y establecer estrategias que buscan
soluciones culpando a determinados actores e influyendo sobre su
comportamiento. Además, las luchas que entrañan acerca del signifi -
cado, el poder y el acceso a los recursos destacan la dimensión Nor-
te-Sur de muchas campañas de las redes. Estas incluyen participantes
cuyas interpretaciones han sido modificadas por sus continuas con-
versaciones con lo que la antropóloga Anna Tsing llama “gente de lu -
gares remotos”.96 Y, ya que éstas son historias sobre el mundo real, las
campañas incluyen participantes cuya visión no ha cambiado para
nada.
No se trata tanto de que las redes de defensa ambiental le dieran
relevancia al problema de los bosques tropicales -ya la tenía- como
de que cambiaron el tono del debate. Para la frecuente consterna-
ción de la comunidad epistémica de científicos y funcionarios que
habían logrado inicialmente convertir el tema en asunto de interés
mundial, las redes de defensa politizaron adrede la cuestión. Mien-
tras que la comunidad epistémica había tratado de establecer políti -
cas sólidas y, con base en su conocimiento especializado, había trata -
do de persuadir a los gobiernos de que las adoptaran, las redes de de-
fensa trataban de ejercer presión sobre los actores e instituciones que
podían hacer los cambios deseados. Además, insistían en diferentes
criterios de conocimiento. Si bien no negaban la pericia de los cien -
tíficos, pedían que se le concediese el mismo tiempo al testimonio di-
recto sobre la experiencia. Y dentro de las redes también cultivaban
la experiencia estratégica de los buenos organizadores. De lo que se
trataba, especialmente para los activistas de la banca multilateral, no
era, a fin de cuentas, de los bosques o las presas, ni cualquier otro
tema ambiental en particular, sino de ejercer presión sobre las insti -
tuciones que pueden cambiar las cosas.
Las redes de defensa ayudaron a ampliar la definición de qué in -
formación y qué conocimientos debían conformar el programa so-
bre bosques tropicales. Al mismo tiempo lograron incorporar nuevos
actores a las mesas de negociación. Sus campañas crearon un nuevo 96 Anna Lowenhaupt Tsing, In the realm of the Diamond Queen, Princeton, Princeton
llniversity Press, 1993.
222 REDES DE DEFENSA AMBIENTAL
guión para proyectos de manejo sustentable de los bosques, con pa -
peles para “personas de la localidad”, “ONG”, y así sucesivamente. De-
bemos tener cuidado en no exagerar la fuerza de los individuos y
grupos que desempeñan estos papeles frente a los estados y los acto -
res económicos como corporaciones u organizaciones multilaterales
(un buen ejemplo es el del consejo de deliberación de Planafloro).
No obstante, una vez que estos papeles se han legitimado, tienen que
tomarlos en cuenta organizaciones como el Banco Mundial.
¿Cuántos cambios han producido las redes transnacionales en el
asunto de los bosques tropicales? Como las redes no son los únicos
actores deseosos de reformas que intervienen, es difícil saber exacta-
mente a quién atribuirle la influencia. Desde luego, la campaña de
la banca multilateral de desarrollo no hubiera tenido tanto éxito sin
la colaboración desde adentro de los miembros de la red. Tanto en
los niveles de cambio del discurso como en el procedimiento la red
ha tenido un éxito notable. La banca multilateral de desarrollo afir -
ma cada vez más que toma en cuenta en los préstamos los objetivos
ambientales y hay ciertas pruebas de que han empezado a eliminar
proyectos de alto riesgo mucho antes en el ciclo de evaluación del pro-
yecto. Además de adoptar el discurso del desarrollo sustentable, la
banca ha efectuado importantes cambios de procedimientos, inclu -
yendo la política de información. Con el aumento de presión de Es-
tados Unidos después de la enmienda Pelosi, en 1989, todos los ban-
cos multilaterales están tomando más en serio el proceso de evalua-
ción ecológica.
Asimismo, aunque de manera menos dramática, la campaña de las
maderas tropicales ha tenido un éxito considerable en la promoción
del cambio de discurso, y también cierto éxito con el cambio de proce -
dimiento. Malasia, como otros estados que poseen bosques tropica-
les, por lo menos ha empezado a emplear el discurso de los bosques
sustentables, aunque en la práctica no ha cambiado mucho. También
ha desarrollado planes de acción para eliminar progresivamente la
tala excesiva, y ha empezado a alentar el procesamiento local de la
madera. La ITTO ha adoptado normas un poco más estrictas para el
paso hacia prácticas forestales que pueda demostrarse que son sus-
tentables. Todavía no se comprueban los resultados de las etiquetas
con información ecológica, acerca de las cuales los defensores de la
campaña forestal no se ponen de acuerdo; si cambia el comporta -
miento tal como lo esperan quienes las proponen, pueden animar a
que la ITTO tome medidas adicionales.
REDES DE DEFENSA AMBIENTAL 223
Las señales de éxito son más difíciles de encontrar entre la gente
cuyo testimonio generó las imágenes más impresionantes del impac-
to de la desforestación en la vida. En Sarawak la campaña de defen -
sa transnacional ha tenido muy poco impacto. La tala prosigue, afec -
tando a la gente y a la ecología. En Rondónia los caucheros de las
áreas protegidas por Planafloro conservarán el derecho de uso en un
territorio deslindado, cuando menos por ahora. Las reservas amerin -
dias también se deslindarán, pero siguen estando amenazadas por la
invasión de los buscadores de oro, los taladores e incluso la coloniza -
ción, en tanto el estado siga sin vigilar el respeto a la ley. Además, lo
que han ganado no lo obtendrán fácilmente otros caucheros, otros
pueblos indígenas, otros desposeídos sin tenencia segura de la tierra.
Los diferentes resultados de estos dos casos reflejan en parte los
diferentes tipos de campañas, pero todavía más sugieren que los
asuntos ambientales encajan de diferente manera en diferentes con -
figuraciones de la lucha política nacional. Tanto Sarawak como Ron-
dónia están en las fronteras geográficas y demográficas de sus respec-
tivas vidas nacionales. No obstante, Sarawak ejerce considerablemen -
te más presión sobre su gobierno central que Rondónia, por razones
de economía política y por las coaliciones de gobierno. En este sen -
tido las estructuras políticas nacionales, las culturas políticas y el
comportamiento de la coalición son factores importantes. También
lo es la oportunidad. El discurso nacionalista de modernización del
gobierno de Mahathir en Malasia hace mucho que ha caído en oídos
cínicos en el norte de Brasil; esto no quiere decir que el nacionalis-
mo ya no resuene aquí, sino que es menos probable que los brasile-
ños imaginen que se compartan los beneficios de la modernización.
Tanto los estados como las ONG están aprendiendo nuevos idiomas
con los que tratar viejos problemas. Si bien puede que el problema no
se vuelva más tratable con la traducción, las conexiones que crean las
redes permiten buscar un terreno común: lo que en el siguiente ca -
pítulo se llama: “posición de defensa común”.
5. REDES TRANSNACTONAT.ES
SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
Susana Chiarotti, una de las coordinadoras y fundadoras de Indeso-
Mujer, de Rosario, Argentina, ha hecho una dramática descripción
del momento en que empezó a cristalizar el asunto de la violencia
contra las mujeres:
Empezamos a relacionar la violencia con los derechos humanos cuando una
compañera de Buenos Aires nos trajo el artículo de Charlotte Bunch llama-
do “Los derechos de las mujeres son derechos humanos”, que consiguió en
una reunión de California sobre “Cómo señalar la salida”. Yo era la única de
mi grupo que leía inglés, y cuando lo leía me decía: “¡Ah, un nuevo punto
de vista sobre los derechos humanos. Esto no lo hemos visto antes. Y además
un nuevo punto de vista sobre la violencia.” Así que les dije a las otras muje-
res de mi grupo: “Me parece que ésta es la clave para terminar con nuestro
aislamiento.” Los grupos de mujeres no están aislados unos de otros, pero la
sociedad nos recibe con un “aquí vienen otra vez las mujeres con sus cosas”.
Me dije: “Este nuevo punto de vista va a ser muy interesante, porque podría-
mos reclutar a mucha gente que no va a poder negarse.” Así que les traduje
el artículo durante nuestras reuniones. ¿Ves la fuerza que tiene una teoría?
Yo soy activista, pero esta teoría marcó toda una diferencia en nuestro traba-
jo. Más tarde nos enteramos de la campaña pidiendo que las Naciones Uni-
das reconocieran los derechos de la mujer como derechos humanos. Pensa-
mos que la petición era una herramienta útil porque estaba muy bien elabo-
rada. Su lenguaje es irrefutable; si no lo aceptas te enfrentas a la vergüenza.
Con esto comenzó una nueva conceptualización del tema de la violencia, y
empezamos a molestar a la gente de las organizaciones de derechos huma-
nos para ampliar su visión. Creo que para nosotras es una lección estratégi-
ca en el sentido de que nos dice: “Vamos a buscar más aliados. Y, para encon-
trarlos, busquemos lenguajes que no puedan rechazar.”1
La violencia contra las mujeres es un tema que ha llegado tardía y
dramáticamente al movimiento feminista internacional y que se dis-
1 Center for Women’s Global Leadership, International Campaign for Women‟s
Hu-
man Rights, 1992-1993 Report, New Brunswick, Rutgers University, 1993, p. 24.
[224]
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 225
tingue de modo radical de los asuntos clásicos del sufragio, la igual -
dad y la discriminación, por los que las mujeres se han movilizado des-
de hace mucho.2 En los años setenta no estaba en el orden del día de
ninguno de los movimientos feministas ni en el de los grupos interna -
cionales de derechos humanos. El principal código normativo legal
sobre derechos de las mujeres, que es la Convención para Eliminar
todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (redactado y
adoptado en 1979), no la menciona. Los treinta artículos de este do -
cumento, por lo demás amplio, establecen normas detalladas sobre
los aspectos de la igualdad y la oportunidad, pero no contienen ni
una sola palabra sobre la violación, el maltrato doméstico o sexual, la
mutilación de los genitales femeninos, o cualquier otro tipo de violen -
cia contra las mujeres.3 En este capítulo se examina la campaña trans-
nacional sobre la violencia contra la mujer, y se examina también de
qué manera llegaron a converger en este asunto las redes femeninas
internacionales y cómo lo incluyeron en el discurso global.
La violencia contra la mujer no llegó a ser un tema para los movi -
mientos sociales transnacionales o para acciones de las redes hasta
principios de los ochenta, y no fue objeto de actividad de la ONU sino
hasta 1985. Empero, una vez que se incluyó en estos programas, pasó
rápidamente al primer plano. Para mediados del decenio de 1990 se
había vuelto el tema internacional sobre mujeres más importante y la
nueva preocupación internacional por los derechos humanos más di -
námica. En la Conferencia de la Mujer de las Naciones Unidas, cele -
brada en Pekín en 1995, la violencia contra la mujer fue “esencial en
la plataforma”, uno de los cuatro asuntos a los que se dio más impor -
tancia.4 A mediados de 1995 este problema se había vuelto “una pos -
tura de defensa común” del movimiento feminista y del movimiento
por los derechos humanos.
¿Cómo podemos explicar su ausencia del debate internacional an -
tes del decenio de los ochenta, y la rápida atención que atrajo una vez
2 Arvonne Fraser, “International organizing on violence against women", conferen- cia pública, Universidad de Minnesota, 12 de noviembre de 1994.
3 La única mención aparece en un artículo que pide a los gobiernos que supriman el tráfico de mujeres y la explotación de la prostitución. Artículo 6 de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, adopta- do y abierto para su firma, ratificación y vigencia en la resolución 34/180 de la Asam- blea General de Naciones Unidas, del 18 de diciembre de 1979. Entró en vigor el 3 de diciembre de 1981.
4 Steven Mufson, “nu women’s meeting settles key disputes”,
226 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
que surgió? La historia del surgimiento de la violencia contra la mu -
jer como asunto internacional muestra de qué manera empezaron a
converger, y a transformarse mutuamente, dos redes transnacionales
en torno a los derechos humanos y a los derechos de la mujer, üe esta
manera, la red construida en torno a la violencia contra las mujeres
podía recurrir a las redes de comunicación preexistentes, receptivas a
las “nuevas ideas de este movimiento incipiente”. 5 No todas las ideas
nuevas “resuenan” en las redes en potencia para las que parecen estar
hechas; sin embargo, ésta se hizo oír a través de importantes barreras
culturales y de experiencia. Otros “asuntos de mujeres” que parecían
aspirar a la actividad de una campaña internacional no lo lograron. A
mediados del decenio de 1970 empezó a hablarse de “las mujeres y el
desarrollo” en los círculos de la ONU y en algunos gobiernos y ONG, y
aunque recibieron considerable apoyo institucional, no llegó a or -
ganizarse ninguna campaña de defensa importante acerca de este
asunto. De la misma manera, algunos activistas insistieron en la acción
internacional contra las prácticas del velo y el purdá* de muchas so-
ciedades musulmanas, llegando incluso a llamarlo “aparthácL femeni-
no”. Con todo, el velo no ha provocado una campaña internacional,
sino sólo protestas aisladas de las mujeres de estas sociedades particu-
lares. Por último, la red internacional por la familia y en contra del
aborto entró en competencia con el movimiento por los derechos de
la mujer en la Conferencia sobre Población de la ONU celebrada en El
Cairo, y de la Conferencia de la Mujer de Pekín. Pese a todo el poder
que la alta jerarquía de la Iglesia católica esgrimió en su alianza con
este movimiento, no logró dominar las plataformas de las dos confe-
rencias, ni formó una red tan extensa o con tanta influencia como la
de los derechos humanos de la mujer. ¿Cómo podemos explicar estas
diferencias en la formación y el éxito de las redes?
EL SURGIMIENTO DE LA RED INTERNACIONAL DE MUJERES
En Estados Unidos el movimiento de las mujeres popularizó el uso
de la palabra network (trabajo en red) para referirse a los grupos in-
5 Jo Freeman, “The origins of the women’s liberation movement”, American Journal
of Sociology 78:4, enero de 1973, p. 32.
*La práctica de mantener a las mujeres recluidas, fuera de la vista de hombres aje-
nos a la familia inmediata, [e.]
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 227
terconectados de personas cuando se comenzó a usar la expresión
old boy‟s netiuork (la red de los muchachos) para criticar los contactos
informales que establecían los varones para alcanzar metas profesio-
nales, muchas veces por medio de clubes exclusivos para hombres.
Desde esta primera crítica las mujeres siguieron imitando e invocan-
do el modelo de red.6 Más que cualesquiera otros grupos, las organi-
zaciones de mujeres emplean los términos network (red) y networking
(trabajar en la red) para describir sus interacciones. Por cierto, mu-
chos grupos internacionales de mujeres se llaman “red”: The Inter -
national Feminist Network, Latin American and Caribbean Feminist
Network against Domestic and Sexual Violence, Asian Women‟s Re-
search and Action Network.7
Las actuales redes de mujeres tienen sus raíces en el movimiento
abolicionista del siglo xix y en la subsecuente campaña internacional
por el sufragio femenino, que se analizaron en el capítulo 2. Los teóri-
cos del feminismo se refieren a la campaña por el sufragio como “la pri -
mera ola” del feminismo, y al movimiento que empezó en los sesenta
como “la segunda ola”.8 Igual que en el movimiento sufragista, las re-
des de la segunda ola fueron animadas por las conferencias interna-
cionales; el surgimiento de las organizaciones internacionales moder-
nas proporcionó más espacios para los problemas de las mujeres.
La Comisión Interamericana de la Mujer, que se creó en el dece-
nio de 1920, fue uno de los grupos que contribuyó a conseguir la
cláusula de iguales derechos para las mujeres en la Carta de las Na-
ciones Unidas, y recomendó la formación de la Comisión de la ONU
sobre la posición de la Mujer. El ECOSOC estableció esta comisión a fi-
nales de los cuarenta, junto con la Comisión por los Derechos Huma-
nos, que recibió más apoyo institucional.9
La segunda ola de organización internacional de las mujeres em-
pezó en los sesenta y principios de los setenta, conforme las ideas que
se originaban con el feminismo en Estados Unidos y Europa avivaban
5 Fraser, “International organizing”. 6 Véanse, por ejemplo, International feminism: Networking against female sexual slavery,
Kathleen Barry, Charlotte Bunch y Shirley Castley (eds.), informe del Global Feminist Organization against Traffic in Women, Rotterdam, Holanda, 6-16 de abril de 1983, Nueva York, International Women’s Tribune Centre, 1984; Jessie Bernard, The female
world from a global perspective, Bloomington, Indiana University Press, 1987, p. 157.
7 Hester Eisenstein, Contemporary feminist thought, Londres, Unwin, 1984, p. 6.
8 Sandra Coliver, “United Nations machineries on women’s rights: How might they
228 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
el debate global.10 La Comisión sobre la Posición de la Mujer redac-
tó la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra
las Mujeres, adoptada en 1967, y luego empezó a trabajar en una con-
vención. La Convención para la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra las Mujeres, adoptada en 1979, entró en vigor
en 1981.
Esta convención se ocupaba sobre todo de la discriminación, defi -
nida como “cualquier exclusión o restricción de las mujeres, sobre la
base de su sexo, en lo político, económico, social, cultural, civil o en
cualquier otro campo”. La declaración de 1967 y la convención resul-
tante mencionan la discriminación y la igualdad prácticamente en
todos los artículos, pero nunca se refieren a la violencia contra las
mujeres.11 La discriminación y la igualdad eran los grandes marcos
del movimiento de mujeres en Estados Unidos y Europa, así como del
sistema de Naciones Unidas. Sin embargo, el marco de discrimina -
ción no siempre incluía las preocupaciones de las organizaciones de
las mujeres tercermundistas, como se reveló en muchos debates de la
Conferencia del Año Internacional de la Mujer, celebrada en la ciu -
dad de México en 1975.
El surgimiento de las redes internacionales de mujeres estuvo más
vinculado con el sistema de Naciones Unidas que las otras redes ana-
lizadas en este libro. La cronología del movimiento internacional fe-
minista es en gran medida una letanía de reuniones de la ONU: Mé-
xico, Copenhague, Nairobi, Viena, El Cairo, Pekín. La ola de organi -
zaciones internacionales sobre los asuntos de la mujer adquirió ím -
petu durante el Año Internacional de la Mujer y la Década de la Mu-
jer de Naciones Unidas (1976-1985),12 que a su vez catalizaron las re-
des en torno a los derechos de la mujer. Las tres conferencias (en la
ciudad de México en 1975, en Copenhague en 1980 y en Nairobi en
1985) que abarcaron la Década de la Mujer de la ONU sirvieron para
conformar y conectar las redes internacionales que iban surgiendo.
Los preparativos para la Conferencia de Población celebrada en El
Cairo en 1994 y la Conferencia de la Mujer realizada en Pekín en
1995 ampliaron y consolidaron todavía más la red. En cada una de
10Bernard, The female world, pp. 109-122. 11 La convención menciona la “discriminación” 29 veces, “igual” e “igualdad” 34 ve -
ces, “derechos humanos” 5 veces, pero nunca habla de violencia, violación, maltrato,
o agresión. 12 Sobre el origen del Año Internacional de la Mujer véase Hikka Pietilas y Jeanne
Vickers, Making women matter: The role of the United Nations, Londres, Zed, 1990, p. 73.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 229
las ciudades se efectuaban conferencias paralelas de ONG, cada vez
más grandes; más de 14 mil mujeres de 150 países asistieron al foro
de las ONG en Nairobi, y 20 mil a la reunión de Pekín en 1995.
Las conferencias internacionales no crearon las redes femeninas
pero legitimaron sus problemas y reunieron a números sin preceden-
tes de mujeres de todo el mundo. Estos encuentros cara a cara gene-
ran confianza, hacen que se comparta la información, y revelan las
preocupaciones comunes que le dan ímpetu a la formación de redes.
La reunión de ONG de la ciudad de México animó a un grupo de mu-
jeres a fundar el International Women‟s Tribune Center, que utilizó la
lista de correo generada en México para mantenerse en contacto con
personas y grupos de todo el mundo, y la amplió con grupos nuevos.
Lucille Mair, de Jamaica, secretaria general de la conferencia de Co-
penhague, dijo a propósito de la conferencia de la ciudad de México:
En México se vieron algunos de los asuntos fundamentales [...] pe ro
además se hizo algo que, aunque menos tangible, en cierto modo
puede ser más importante que todo lo demás: se estableció una
red.”13 El Tribune Center es un vínculo de comunicación para 16 mil
personas y grupos que trabajan en beneficio de las mujeres de 160
países.14 La reunión de ONG en la conferencia de Nairobi originó mu-
chas redes regionales nuevas, incluyendo tres sobre mujeres, leyes y
desarrollo, que intervendrían especialmente en el asunto de la violen -
cia contra las mujeres: el Comité Latinoamericano de Defensa de los
Derechos de la Mujer, el Asia-Pacific Forum on Women, Law and De-
velopment y Women in Law and Development en Africa. 15 Las confe-
rencias mundiales también aceleraron la ratificación de la Conven-
ción para Eliminar todas las Formas de Discriminación contra la Mu-
jer, y sirvieron de acicate para incitar a los estados al cambio. 16
En Latinoamérica los grupos de mujeres tomaron la delantera en
el uso del estilo de comunicación de las redes, volviéndose modelo
para las organizaciones femeninas de todo el mundo. Las chilenas or-
ganizaron una de las dos oficinas de ISIS International, importante ser-
vicio de información y comunicación para mujeres que conecta a 150 13Arvonne Fraser, U. N. Decade for Wovmi: Docuinents and dialogue, Boulder, West-
view, 1987, p. 71. 14
The Tribune: A Women and Development Quarterly, circular 45, julio de 1990. 13 Elizabeth Friedman, “Women‟s human rights: The emergence of a movement”,
en Julie Peters y Andrea Wolper (eds.), Women and human rights: An agenda for change,
Nueva York, Routledge, 1994, p. 24. 16 Pietila y Vickers, Making women matter, p. 6.
230 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
países. Las latinoamericanas suelen establecer centros de documenta -
ción relacionados con la defensa y con los grupos campesinos.17
Pero al mismo tiempo que la conferencia de México animaba a la
formación de redes revelaba una importante división entre las orga -
nizaciones femeninas. La conferencia se desintegró en un acalorado
debate entre las feministas de los países occidentales, que destacaban
la discriminación, y las mujeres del mundo en vías de desarrollo, que
destacaban los temas del desarrollo y lajusticia social, que considera-
ban más apremiantes, y que afectan tanto a hombres como a muje-
res. Estas divisiones, que con frecuencia se ven como una brecha en-
tre el Norte y el Sur, también existían entre los grupos del Norte y del
Sur.18 Prosiguieron después de la conferencia de México, y de hecho
aumentaron con los debates por el sionismo y el racismo en la si-
guiente conferencia de Copenhague.
Las tensiones Norte-Sur dentro del movimiento feminista empeza-
ron a disminuir en la conferencia de Nairobi, efectuada en 1985,
donde por primera vez se hicieron recomendaciones importantes so-
bre la violencia contra la mujer. Estos dos hechos no están desconec -
tados; la convergencia en torno al asunto de la violencia contra las
mujeres fue resultado de la creación de una categoría de discusión y
acción que vinculaba los intereses de las mujeres de todo el mundo.
Uno de los primeros intentos de cerrar la brecha entre el Norte y
el Sur fue el debate sobre mujeres y desarrollo,19 estimulado por la
coincidencia de la Segunda Década del Desarrollo de las Naciones
Unidas con la Década de la Mujer. El libro de Ester Boserup publica-
do en 1970, Women‟s role in economic development, marcó un camino y
destacó este asunto, en especial el papel clave de las mujeres como
productoras agrícolas. En 1973 la us-aid creó una oficina para la mu-
jer y el desarrollo. Los planes de acción resultantes de los tres dece-
nios de conferencias feministas reflejaban perfectamente el lenguaje
y las preocupaciones del desarrollo. Sin embargo, la cuestión de las
mujeres y el desarrollo nunca creó una campaña o red global noto-
17Catherine Reeve, “Latinas lead the world in networking”, Chicago Tribune, 10 de
julio de 1994. 18 Véase el análisis de las divisiones dentro del movimiento de las latinoamericanas
en Nancy Saporta Sterncack et al., “Feminisms in Latín America: From Bogotá to San
Bernardo”, Signs 17:2, invierno de 1992, 393-434. 19 Estamos eii deuda con Petrice Flowers y Helen Kinsella por ayudarnos a reflexio-
nar sobi'e la evolución de las mujeres y el movimiento pro desarrollo, y su relación con
la cuestión de la violencia contra la mujer.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 231
ria. Sus peticiones son importantes aunque prosaicas: más oportuni -
dades de crédito para las campesinas, cambio de leyes sobre los dere-
chos de propiedad y la herencia, reparto más equitativo del trabajo
entre hombres y mujeres, programas de capacitación, extensión agríco-
la mejorada, conexiones de agua, carreteras, etc. 20 Incluso los más ar-
dientes defensores del enfoque de las mujeres y el desarrollo empe-
zaron a desilusionarse a mediados de los ochenta, con los decepcio-
nantes resultados de los primeros programas que aumentaron la par-
ticipación económica de las mujeres. Muchos activistas creían que la
posición económica de las mujeres no podía mejorar si no se trata-
ban los problemas esenciales de la categoría subordinada de la mu-
jer y la desigualdad económica, pero estas preocupaciones eran tan
sistémicas que desafiaban los empeños individuales o grupales para
producir un cambio.
Por otra parte, el asunto de la violencia parecía ofrecer caminos
más claros para el activismo. Charlotte Bunch, directora del Center
for Women‟s Global Leadership de la Universidad de Rutgers, dice: “a
veces engañosamente, a veces de manera útil, una siente que puede
hacer algo al respecto. Hay cosas cotidianas que se pueden hacer, don-
de quiera que se esté.”21 La violencia y el desarrollo también podían
vincularse, ya que en muchos casos la violencia contra las mujeres li -
mitaba el papel que podían tener en el desarrollo. Más tarde, algunos
de los grupos más innovadores que adoptaron el asunto de la mujer y
el desarrollo, como los de Women, Law and Development, se volvie-
ron líderes de la campaña por los derechos humanos de la mujer. 22
CÓMO LLAMAR AL PROBLEMA:
DEFINICIONES
DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Desde que empezó a utilizárselo, el término “violencia contra la mu -
jer” abarcó toda una gama de prácticas en diferentes ubicaciones, des -
20 Véase la sección “Women, poverty, food security and economic empowerment”, en
“NGO proposed amendments to the African platform for action”, 5th African Regional
Conference on Women, NGO Forum, 12-15 de noviembre de 1994, Dakar, pp. 26-27. 21 Entrevista a Charlotte Bunch, Nueva York, 21 de febrero de 1996. 22 Margaret Schuler, “Violence against women: An international perspective”, en
Margaret Schuler (ed.), Freedom from violence: Women ’s strategies from around the world,
Nueva York, UNIFEM, 1992, pp. 3, 6.
232 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
de la brutalidad en el hogar hasta la violencia de fuerzas de seguri -
dad estatales. Empero, empezar con las definiciones es pasar por alto
el proceso a lo largo del cual la red ayudó a “crear” la cuestión, en
parte al bautizarla, rebautizarla y afinar las definiciones, por lo que
el concepto de “violencia contra la mujer” unificó con el tiempo mu -
chas prácticas que a principios de los setenta no se consideraban re-
lacionadas.
Lo que existía al principio no era la categoría general “violencia
contra la mujer”, sino campañas separadas de activistas sobre deter-
minadas prácticas: contra la violación y el maltrato doméstico en Es -
tados Unidos y Europa, contra la mutilación genital en Africa, contra
la esclavitud sexual en Europa y Asia, contra la muerte por la dote en
India, y contra la tortura y violación de las presas políticas en Latinoa -
mérica. No era obvio ni natural que uno pensara en la mutilación ge-
nital femenina ni en el maltrato doméstico como parte de la misma
categoría. Antes de que la gente pudiera pensar que estas prácticas
de algún modo eran “lo mismo” había que crear y popularizar la ca -
tegoría “violencia contra la mujer”. Sin embargo los activistas no pue -
den hacer que se acepte cualquier categoría. Ésta pegó porque de al -
guna manera “parecía lógica” y captó la imaginación. Como señaló
una activista latinoamericana: “el tema de la violencia es muy evoca -
dor. No hay mujer que pueda evitar sentir que es algo suyo. No creo
que ninguna de nosotras pueda decir que nunca ha sentido que se
ejerce violencia en su contra. La violencia recorre toda nuestra
vida.”23 Al mismo tiempo esta categoría servía para ciertos propósitos
estratégicos clave de las activistas que trataban de armar una campa-
ña transnacional, porque les permitía atraer aliados y borrar la s di-
ferencias culturales. Este enfoque estratégico obligó a las activistas
transnacionales a buscar un denominador común: la creencia en la
protección de la integridad corporal de las mujeres y las niñas, que
era esencial para el liberalismo, y que al mismo tiempo se hallaba en
el núcleo de la idea de dignidad humana en muchas otras culturas.
La primera definición “oficial” del término “violencia contra la
mujer” no se elaboró en Naciones Unidas, sino en la Organización
de Estados Americanos, que en 1994 adoptó la Convención Intera-
mericana sobre la Prevención, el Castigo y la Erradicación de la Vio-
lencia contra la Mujer, y definió esta violencia como “cualquier ac - 23 Susana Chiarotti, citada en International campaign for woTnen’s human rights 1992-
1993 report, Center for Women‟s Global Leadership, p. 25.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 233
ción o conducta, basada en el género, que cause a las mujeres la muer-
te, o daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, ya sea en la esfe-
ra pública o en la privada”.“4 Esta definición era considerablemente
más estrecha que la propuesta en 1991, que también incluía actos in -
directos que intimidaran o humillaran a las mujeres, las mantuvieran
en papeles sexuales estereotipados, o les negaran la dignidad huma-
na, ya fuera que estos actos causaran o no daños físicos o mentales, o
bien sufrimiento.25
La principal innovación conceptual con que el problema de la
violencia hacia la mujer contribuyó al discurso internacional de los
derechos humanos fue su nueva visión de la violencia en la esfera pri -
vada. Tradicionalmente el trabajo por los derechos humanos pro-
curaba que los gobiernos dejaran de hacer algo (por ejemplo, que
dejaran de torturar o encarcelar a las personas). Desde luego cierta
clase de violencia hacia la mujer es cometida por el estado, por
ejemplo cuando la violación se utiliza como instrumento de limpie-
za étnica en Bosnia, o en el caso de los carceleros, que se ensañan
especialmente con las prisioneras. Empero, la mayor parte de la vio-
lencia hacia la mujer es ejercida por civiles comunes y corrientes, en
el hogar o en la comunidad. En los casos de mutilación genital de
las mujeres o de la muerte por la dote los principales responsables
directos pueden ser otras mujeres, entre ellos la madre y la suegra.
La nueva atención internacional a la violencia contra la mujer impli -
caba repensar los límites entre lo público y lo privado, como habían
hecho los movimientos contra la esclavitud y contra los pies venda-
dos.26
Igual que la convención interamericana, la Declaración sobre la 24 La convención fue adoptada por aclamación en la XXIV sesión regular de la
Asamblea General de la OEA, el 9 de junio de 1944, en Belem de Pará, Brasil. Para el
2 de junio de 1997 ya la habían ratificado 26 de los países participantes. 25 Comisión Interamericana de la Mujer, OEA, “Suggested preliminary draft for the
preparation of an Inter-American convention on the prevention, punishment and era-
dication of violence against women”, en “Report on the results of the meeting of ex-
perts to consider the viability of an Inter-American convention on women and violen-
ce”, 5-9 de agosto de 1991, Caracas, Venezuela, p. 17.
26 Karen Brown Thompson afirma que la creciente preocupación mundial por los
derechos de las mujeres y los niños representa un cambio en los límites de lo público
y lo privado que tiene implicaciones de largo alcance para las relaciones entre el esta-
do y los ciudadanos. Global norms conceming women’s and children’s rights and their implica-
tions for state-citizen relations, tesis doctoral, Universidad de Minnesota, 27 de abril de
1997.
234 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
Violencia contra la Mujer de Naciones Unidas, que no tiene fuerza
legal, hace hincapié en la violencia que ocurre en la vida pública o
privada, y que causa daño físico, sexual o psicológico. -7 La conven-
ción de la OEA incluye una lista de los tipos de violencia que se ejer-
cen contra las mujeres, como violación, agresión, maltrato sexual,
tortura, trata de mujeres, tráfico de personas, prostitución forzosa,
rapto, acoso sexual y violencia perpetrada o tolerada po'r el estado.
La declaración de Naciones Unidas agrega la violencia relacionada
con la dote, la mutilación genital y otras prácticas tradicionales que
dañan a las mujeres, la violencia en el hogar y la violencia relacionada
con la explotación.
EL ALCANCE DEL PROBLEMA
Los especialistas que utilizan información demográfica calculan que
en el mundo han “desaparecido” entre 60 y 100 millones de mujeres
como resultado de las formas más exageradas de violencia contra ni -
ñas y mujeres.28 En China, donde “desaparece” la mayor parte de es -
tas mujeres, no se informa a las autoridades del nacimiento de algu -
nas niñas para evadir la estricta política de tener sólo un hijo. Pero,
en su mayor parte, “desaparecer” significa que estas mujeres y niñas
mueren prematuramente debido al aborto y al infanticidio motivado
por su género, a la alimentación y los cuidados médicos que se dan
de preferencia a los varones, y a otras formas de violencia contra el
género. La cifra de 60 millones es mayor que la suma de todas las
muertes ocurridas en combate en las dos guerras mundiales. Sin em- .
bargo, el problema es prácticamente desconocido para los estudiosos
y para la población en general. Charlotte Bunch afirma que cabe
considerar a estas niñas y mujeres tan “desaparecidas” como a las víc -
timas de la represión estatal.29
27Artículo 1: “Declaración sobre la violencia hacia las mujeres”, Comisión de la ONU
sobre la categoría de las mujeres, 1922 (adoptada por la Asamblea General de la ONU,
verano de 1993.) 28 Amartya Sen, “Millions of women are missing”, New York Revieiv of Books, 20 de di-
ciembre de 1990; Ansley J. Coale, “Excess female mortality and the balance of the se-
xes in the population: An estimate of the number of „missing females‟”, Population and
Development Review, 17:3, septiembre de 1991, p. 521. 29 Entrevista a Charlotte Bunch.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 235
Este fenómeno apenas es la punta del iceberg, ya que sólo explica
aquella violencia motivada por el género y que culmina en la muer -
te. En millones de otros casos la violencia basada en el género no
mata a sus víctimas, pero puede marcarlas física o emocionalmente.
El Banco Mundial calcula que entre 80 y 114 millones de mujeres y
niñas de todo el mundo han sufrido mutilaciones genitales, que pue-
den causar dolor físico prolongado y continuos problemas de sa -
lud.30 La carga global de salud de esta violencia hacia las mujeres,
medida en años de vida sana perdidos, es “comparable a la plantea -
da por altos factores de riesgo y enfermedades que son tema de pre-
ocupación mundial, incluyendo el SIDA, la tuberculosis, el cáncer y las
enfermedades cardiovasculares”.31
Pero no obstante la seriedad que presenta el problema a partir de
esta información, no genera, por sí mismo, una respuesta de parte
del gobierno o de los organismos internacionales. Sólo después de
un movimiento social importante y de la campaña de una red alrede-
dor de este asunto, a fines de los ochenta y principios de los noven -
ta, el problema empezó a incorporarse a los discursos regionales e in -
ternacionales. La red, habiendo llamado la atención hacia estos
asuntos, ha empezado a desarrollar una base de información y un
consenso normativo sobre el cambio. Tal como ocurre con todas las
redes que consideramos en este libro, algunos asuntos se prestan me-
jor que otros a la organización transnacional, pero el cambio nunca
ocurre mientras no haya grupos que organicen y ejerzan presión en
ese sentido.
Este argumento concuerda con el de Mary Katzenstein en su traba-
jo sobre la inclusión de la violencia en los programas públicos de In -
dia. Katzenstein afirma que para que la violencia corporal (violación,
muerte por quedarse con la dote, esposas golpeadas y quema de viu -
das) se incluya en la problemática pública “parece que se requiere
que inicien el debate público organizaciones activas y autónomas de
mujeres”. Mientras las acciones iniciadas por el estado incluían en
sus proyectos aquellos asuntos que implican el bienestar económico
de las mujeres, los grupos de mujeres que no formaban parte del go-
30 World Bank, World development report 1993: Investing in health, Washington D. C.,
International Bank for Reconstruction and Development, 1993, p. 50. 31 Lori L. Heise con Jacqueline Pitanguy y Adrienne Germain, Violmce against wo-
men: The hidden health burden, documento de discusión 255 del Banco Mundial, Wa-
shington D. C., The International Bank for Reconstruction and Development, 1993,
p. 17.
236 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
bierno plantearon la necesidad de una política respecto del daño fí -
32
S1CO.
Orígenes y desarrollo de la campaña
Las feministas pusieron los asuntos de la violación, la violencia y las
golpizas domésticas en el orden del día del movimiento feminista de
Estados Unidos y de Europa occidental a mediados de los setenta,
pero la violencia tendía a interesar a la corriente local, más que a la
corriente general de organizaciones feministas nacionales. 33 El tema
adquirió relieve local cuando las mujeres organizaron en sus comu -
nidades servicios para las víctimas de violaciones y maltrato domésti -
co.34 La violencia también era un tema importante para los grupos
que trataban de crear conciencia y para los teóricos feministas más
radicales que estimularon el movimiento de las mujeres en el dece-
nio de 1970.35
Las activistas abrieron en Londres los primeros refugios para mu-
jeres golpeadas en 1971, y en Estados Unidos en 1974. En 1975 Fran
Hosken fundó el Women‟s International Network News, WIN, publicación
trimestral de información sobre asuntos de mujeres extraída de co-
rrespondencia y de otras publicaciones, WIN empezó a estudiar la vio-
lencia doméstica como asunto internacional importante. A Hosken
se la conoce más bien por su franco y discutido liderazgo en la cam-
32 Mary Katzenstein, “Getting women issues onto the public agenda: Body politics
in India”, Samya Shakti 6, 1991-1992, pp. 3-4. 33 Leslie R. Wolfe yjennifer Tucker, “Feminism lives: Building a multicultural wo-
men‟s movement in the United States”, pp. 435-462, y Jane Jenson, “Extending the
boundaries of citizenship: Women‟s movements of Western Europe”, pp. 405-434, en
Amrita Basu (ed.), The challenge of local feminisms: Women’s movements in global perspecti-
ve, Boulder, Westview, 1995, analizan el desarrollo de los movimientos femeninos en
Estados Unidos y Europa occidental, y sólo menciona de pasada los problemas de mal-
trato y violencia doméstica contra las mujeres. Agradecemos a Mary Katzenstein y a
Sally Kenney que llamaran nuestra atención hacia lo esencial de las cuestiones de vio-
lencia para los grupos feministas locales en Estados Unidos y Europa, y para las femi-
nistas del decenio de 1970.
34Véase Claire Reinelt, “Moving onto the terrain of the state: The battered wo-
men‟s movement and the politics of engagement”, en Myra Marx Ferree y Patricia Yan-
cey Martin (eds.), Filadelfia, Temple University Press, 1995. 35 Por ejemplo Susan Brownmiller, Against our will: Men, women and rape, Nueva
York, Simon and Schuster, 1975, y Mary Daly, Gyn/Ecology: The metaethics of radical femi-
nism, Boston, Beacon, 1978.
REDES SOBRI: VIOLENCIA CONTRA MUJERES 237
paña sobre la mutilación genital femenina, pero WIN News también
era una fuente constante de información sobre muchas formas de
violencia hacia las mujeres. Sin embargo, estos “pininos” de esfuerzos
seguían siendo demasiado débiles para que el asunto de la violencia
hacia las mujeres se tratara en la conferencia del Año Internacional
de la Mujer, celebrada en la ciudad de México en 1975.
Sin embargo, a fines de marzo de 1976, en la Primera Tribuna In -
ternacional sobre Delitos contra las Mujeres, celebrada en Bruselas,
dos mil mujeres de 40 países hablaron sobre la violencia familiar, las
golpizas, la violación, la prostitución, la mutilación de los genitales,
el asesinato de mujeres y la persecución a las lesbianas. Las sesiones
se difundieron por radio en algunas partes del mundo. De la reunión
de Bruselas surgió la International Feminist Network, IFN, coordina-
da por ISIS International.36 El propósito de la IFN era funcionar como
una red de acción parecida a Amnistía Internacional. Sin embargo,
en la práctica fue más esporádica de lo que esperaban sus organiza -
doras.
El movimiento para combatir la violencia hacia las mujeres tam-
bién tiene raíces en acciones locales del mundo en vías de desarro -
llo. Los proyectos y las coaliciones con bases locales, como GABRIELA
en Filipinas, Mujeres por la Vida en Chile, y diferentes grupos de In -
dia y Bangladesh que trabajaban sobre las muertes por la apropia -
ción de la dote, habían empezado a ocuparse de los asuntos relacio-
nados con la violencia desde mediados del decenio de 1970. 37 Las
dos principales ramas de acción provinieron de grupos de latinoame-
ricanas y asiáticas que trabajaban en el asunto de las llamadas “muje -
res de solaz” en los burdeles del ejército japonés durante la segunda
guerra mundial. Se calcula que 200 mil mujeres, 80 a 90% de las cua-
les fueron retenidas en Corea contra su voluntad, se registraron
como esclavas sexuales del ejército japonés durante la guerra. 38 Este
asunto atrajo la atención en 1976, cuando el activista coreano Kim II 36
ISIS International Bulletin 8, verano de 1978. 37Jane Roberts Chapman, “Violence against women as a violation of human
rights”, SocialJustice 17:2, verano de 1990, p. 61; Radha Kumer, “From Chipko to Sati:
The contemporary Indian women‟s movement”, pp. 65-66, RoishanJahan, “Men in se-
clusion, women in public: Rokeya‟s dream and women‟s struggles in Bangladesh”, en
The challenge of local feminisms, p. 102, Katzenstein, “Women‟s issues”, p. 6.
^Charlotte Bunch y Niamh Reilly, Demanding accountahility: The global campaign and
Vienna Tribunalfor women’s rights, Nueva York, Center for Women‟s Global Leadership
y UNIFEM, 1994, p. 34.
238 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
Myon publicó el libro The emperor‟s forces and Korean comfort women, que
indicó un camino a seguir, basado en fuentes gubernamentales y en
memorias de la guerra, aunque no en el testimonio de las propias
mujeres de solaz.39
Más tarde grupos de coreanas y de mujeres de otros lugares llama-
ron la atención hacia la experiencia de las mujeres de solaz, ya que
se aplicaba la violencia común contra ellas. Durante muchos años el
principal interés de las activistas coreanas había sido el predominio
del turismo sexual, sobre todo proveniente de Japón, y la prostitu-
ción cerca de las bases norteamericanas. En el decenio de 1980 algu-
nos de estos grupos empezaron a ver que la historia de las mujeres
de solaz “indignaba simultáneamente desde los puntos de vista de la
moral, del feminismo y del patriotismo”, por lo que podía aprove -
charse para despertar animosidad contra los viajes turísticos. 40 Sin
embargo, la falta de relatos de primera mano de las propias mujeres
de solaz obstaculizó la campaña. A pesar del trauma que habían su-
frido, estas mujeres sentían temor de dar la cara y usar su verdadero
nombre, o de dar testimonio público, debido a la vergüenza que di -
cha confesión acarrearía para sus familias. Una de las primeras mu-
jeres de solaz en atestiguar públicamente acerca de su experiencia y
emprender acción legal contra el gobierno japonés sólo lo hizo por -
que todos sus parientes cercanos habían muerto. El caso de las mu-
jeres de solaz subraya la importancia del testimonio personal para las
redes de diferentes culturas, incluso cuando estos testimonios se con-
sideran profundamente vergonzosos. “Toda la investigación, toda la
retórica y todos los recuerdos de la guerra no fueron nada hasta que
las mujeres estuvieron preparadas para dar la cara y hablar de su ex-
plotación... La investigación y las activistas sólo pudieron conformar
este tema como una cuestión a tratar cuando las mujeres de solaz se
pusieron de pie para dar testimonio.”41
El asunto de las mujeres de solaz, como el de la mutilación geni -
tal femenina, implica distinciones de lenguaje que pueden ser im-
portantes para las campañas de las redes. No obstante que muchos
pensaron que el término “mujeres de solaz” encubría la brutalidad
de esta práctica, la mayoría de las ONG que trabajaban en este asunto
emplearon este término. Sin embargo, hace poco, el Consejo Corea-
39George Hicks, The comfort women: Japan‟s brutal regime of
enforcedprostitution in the second world war, Nueva York, W. W. Norton, 1994, pp. 22, 278.
mIbid., pp. 175-176.
Ibid., p. 22.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 239
no para el Asunto de las Mujeres de Solaz cambió de título: Consejo
para las Mujeres Arrastradas por Japón a la Esclavitud Sexual.
En Latinoamérica varios grupos empezaron a trabajar en cuestio-
nes de violencia a finales de los setenta y comienzos de de los ochen-
ta. En un principio, a muchos les interesaba la violencia del estado
contra las mujeres. Las activistas señalaron la singular vulnerabilidad
de las presas, pues la violación, la tortura y la esclavitud sexual eran
parte normal del encarcelamiento. Cuando los estudiosos empeza -
ron a reconocer estos actos no sólo como comportamientos aberran -
tes, sino como parte de “arquetipos y estereotipos sociales” más am -
plios, que eran manipulados por los torturadores,42 dirigieron su
atención a modelos más profundos de subordinación y violencia ha -
cia las mujeres, tanto en la esfera privada como en la pública. A pe-
sar de que las organizaciones de mujeres seguían topándose con los
argumentos de que la igualdad de género era menos importante que
la opresión de clase y que la opresión política, durante este periodo
expandieron su labor para abarcar la violencia contra el género, con-
tando con un fuerte apoyo de las mujeres de la clase trabajadora.43
Las semillas de una red internacional sobre la violencia a la mujer
se sembraron durante una serie de reuniones en la Conferencia so -
bre la Mujer de la ONU, en Copenhague, en 1980. Charlotte Bunch,
que había organizado un conjunto de encuentros sobre el trabajo in-
ternacional de las redes feministas en el foro no gubernamental, el
cual se celebró paralelamente a la conferencia oficial, recuerda:
En las dos semanas del foro observamos que los talleres sobre asuntos rela-
cionados con la violencia hacia la mujer fueron los que tuvieron más éxito
[...] fueron los talleres en los que las concurrentes no estaban divididas por
la línea Norte-Sur, donde se percibía un sentimiento de empatia y energía
en la sala y había la impresión de que podíamos hacer algo para ayudarnos
mutuamente [...] Para mí era evidente que este asunto podría reunir a las
mujeres de una manera diferente, y podría hacerlo sin borrar las diferen-
cias. Porque los pormenores de las formas que adoptaba la violencia eran
muy diferentes. Había cosas, como las golpizas domésticas, que en realidad
sucedían en todas partes, pero lo que la gente decidía plantear en primer
42 Ximena Bunster-Burotto, “Surviving beyond fear: Women and torture in Latin America”, en Jane Nasa y Helen Safa (eds.), Women and change in Latin America, South Hadley, Bergin and Garvey, 1985, p. 299.
43 Sonia Alvarez, Engendering democracy in Brazil: Women i movements in transition po-
litics, Princeton, Princeton University Press, 1990, pp. 134-136.
240 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
lugar variaba. De esta manera uno tiene la oportunidad de tomar en cuen-
ta la diferencia, y ver la cultura y la raza y la clase, pero dentro de un mar-
co en el cual había la impresión de que las mujeres estaban subordinadas y
sujetas a esta violencia donde quiera, y que nadie tenía las respuestas. De
modo que las mujeres del Norte no podíamos ponernos dominantes y decir
“sabemos cómo resolverlo”. Las mujeres del Norte decían: “Nuestro país es
una desgracia, tenemos una sociedad muy violenta.” Así que se creó un te-
rreno totalmente distinto para la conversación [...] No era que construyéra-
mos la red en ese momento. Sólo era la impresión de que existía esa posi-
bilidad.44
Uno de los primeros intentos de cristalizar esta posibilidad fue en
1981, en el primer Encuentro Feminista de América Latina y el Cari -
be. Las participantes propusieron que el 25 de noviembre fuera el
Día Contra la Violencia Hacia la Mujer, para conmemorar a tres her -
manas de República Dominicana asesinadas por las fuerzas de segu-
ridad del dictador Trujillo ese día, en 1960.45 Posteriormente mu-
chas organizaciones de latinoamericanas empezaron a celebrarlo
cada año, lo que en parte llevó a la campaña global Dieciséis Días de
Activismo Contra la Violencia de Género. Esta campaña fue clave
para aumentar la conciencia del mundo sobre este asunto.
En 1983, inspiradas todavía por el sentimiento de posibilidad de
los talleres de Copenhague, Charlotte Bunch y Kathleen Barry con -
vocaron un taller feminista mundial para organizarse contra el tráfi -
co de mujeres. Treinta y cuatro mujeres de 24 países, la mitad de ellas
pertenecientes al mundo en vías de desarrollo, se reunieron durante
una semana en Rotterdam para documentar y planear las estrategias
relacionadas con los problemas de la esclavitud sexual femenina. 46 Si
bien la publicación del taller se refiere extensamente al trabajo en
red, de la reunión no surgió ninguna red verdadera, y por varias ra -
zones. Primero, el asunto del tráfico de mujeres provocó una discu-
sión entre quienes argumentaban que debería abolirse la prostitu -
ción de cualquier tipo, y quienes defendían posiciones menos drásti -
cas. En segundo lugar, aunque las tercermundistas no querían que la
red tuviera su sede en el Norte, ninguna organización del Sur podía
hacer frente a la carga económica y de infraestructura que implicaba
44 Entrevista a Charlotte Bunch. 45 Véase “¿Por qué el 25 de noviembre?: Un día de denuncia de
la violencia hacia las mujeres”, Mujer/Fempress, enero de 1988, p. 2.
46 International Feminism, pp. 119-121.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 241
coordinarla. Este problema afectó durante años los empeños de las
mujeres para organizarse internacionalmente. 47
Con todo, el taller de Rotterdam fue importante de varios modos.
Explícitamente argumentaba que el asunto de la esclavitud sexual te -
nía que situarse en un debate más amplio sobre los derechos huma-
nos de la mujer, y rechazó una campaña que iba a promover “la be-
nevolencia en una dirección y la designación continuada de algunos
grupos explotados en la otra”. En este sentido, el movimiento tras -
cendió los patrones históricos evidentes en las primeras campañas
contra los pies vendados y la mutilación genital femenina. Kathleen
Barry lo señaló claramente.
Lo que esto significa es que a las occidentales debe interesarles tanto la ex-
plotación y esclavitud de las mujeres en sus propios países y culturas como la
de las mujeres de otras partes del mundo. Sólo en este contexto pueden em-
pezar a trabajar las feministas con una definición completa de los derechos
humanos de la mujer, empezando con el yo, el sujeto, y extendiéndose de
ahí al trabajo internacional, no por interés por la otra objetivada, sino de
mujer a mujer, de sujeto a sujeto. Aquí es donde se establece la autenticidad
del feminismo internacional.48
Esta cita capta el potencial del trabajo de las redes, que normal -
mente no son avenidas de un solo sentido por las cuales las activistas
de un país “ayudan” a las víctimas de otro país, sino parte de un pro-
ceso interactivo mediante el cual las personas de lugares apartados se
comunican e intercambian creencias, información, testimonios, es -
trategias y a veces servicios. Cuando Lori Heise, activista estaduniden -
se que había trabajado en su país sobre la violencia en el hogar, in-
vestigaba los movimientos ecologistas femeninos en India, se enteró
de que la violencia hacia las mujeres era una preocupación interna-
cional.
Para mí, la gran sorpresa ocurrió alrededor de 1985, en el norte de Garwhal,
donde entrevistaba a mujeres que tenían que ver con el movimiento feminis-
ta chipko, que es muy conocido. Yo les preguntaba a las mujeres: “Si pudie-
ran cambiar algo en su vida, para mejorarla, ¿qué sería?” Yo esperaba que me
47 Entrevista a Charlotte Bunch. 48 Kathleen Barry, “The opening paper: International politics of female sexual sla-
very”, International Feminism, p. 31.
r
242 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
contestaran: “No tener que caminar 10 kilómetros para conseguir leña”,
pero una y otra vez me hablaban del alcohol y el maltrato doméstico.49
El asunto de la violencia hacia la mujer no figuró entre los temas
de la ONU antes de la conferencia de Nairobi, celebrada en 1985, al
final de la Década de la Mujer. En Nairobi se dio el primer paso para
asegurar que en el orden del día se diera atención al asunto para ini -
ciar el cambio en las posiciones discursivas de los gobiernos, y para
fortalecer los vínculos entre los grupos de mujeres que trabajaban so -
bre este problema. Las activistas locales del tribunal de ONG de la confe-
rencia de Nairobi formaron la inavaw, International Network against
Violence against Women, que es una red de comunicación para acti -
vistas. Con todo, el asunto todavía no llegaba a atraer realmente la
atención internacional.50
Para 1987 ya se había logrado despertar este interés y se había ejer -
cido tal presión que las Naciones Unidas organizaron una reunión so -
bre la violencia en la familia y encargaron el estudio Violence against
women in the family, la primera revisión amplia de las investigaciones
sobre el tema.51 Desde ese momento el asunto fue despertando cada
vez más atención, con una “explosión de organización” de las ONG.52
Entre los grupos clave del Norte estaban International Women‟s
Rights Action, IWRAW, el Institute for Women, Law and Development,
y MATCH International, que tenía su sede en Canadá. Estos tres gru-
pos trabajaban con sus propias redes de organizaciones similares en
el mundo en vías de desarrollo. Una prospección internacional que
MATCH había efectuado para identificar los principales intereses de
las organizaciones de mujeres en todo el mundo indicó que “la vio -
lencia hacia las mujeres era la abrumadora prioridad para todos los
grupos consultados”.53
Las latinoamericanas estaban entre las participantes más activas
del nuevo diálogo global. Las activistas formaron la Red del Cono
Sur contra la Violencia Doméstica y Sexual en 1989, y la Red Femi -
nista Latinoamericana y del Caribe contra la Violencia Doméstica y
49 Entrevista a Lori Heise, Washington D. C., 27 de septiembre de 1995. 80Chapman, “Violence against women”, pp. 57-58.
51 UN, Violence against women in the family, Nueva York, United Nations, 1989, num.
de venta E.89.IV.5. 52 Fraser, “International organizing”.
83 Helen Kinsella, “Transnational networks on violence against women”, ponencia
inédita, diciembre de 1994.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 243
Sexual en 1990, con coordinadoras subregionales en Perú, Brasil, Puer -
to Rico, Argentina y Costa Rica.54
Los grupos de mujeres empezaron a formar redes regionales tam-
bién en Asia. Para el decenio de 1990 había surgido en todo este con -
tinente un movimiento sobre el asunto de las mujeres de solaz, que
comprendía grupos de Filipinas, Okinawa, Indonesia, Corea y Japón,
y que en una conferencia de 1992 se formalizó como la Asia Solida-
rity NetWork on the Forced Military Comfort Women Problem. /Una
de las metas clave de la red era “allegarse la cooperación de las orga -
nizaciones mundiales por los derechos humanos, como la ONU, para
resolver el problema de las mujeres de solaz para los militares”. 55
En parte como resultado de estas presiones de las redes feminis -
tas, a fines de los ochenta y principios de los noventa se vio el princi-
pio del desarrollo normativo sobre el asunto de la violencia hacia las
mujeres en la ONU y en el sistema interamericano. Las mujeres se
apartaron del marco bien institucionalizado de la discriminación, ya
incorporado en la convención de mujeres de 1979, para adoptar el
marco de “derechos” implícito en el lenguaje de la violencia hacia las
mujeres. Aunque los asuntos de los derechos ya estaban firmemente
insertados en el sistema de Naciones Unidas, los organismos y trata -
dos relacionados con los derechos humanos prestaban poca atención
a los derechos de la mujer. Además, la división entre lo público y lo
privado en el discurso de los derechos humanos planteaba un pro -
blema importante para las organizaciones de mujeres que esperaban
afirmar que, aunque la violencia doméstica, la muerte por apoderar-
se de la dote y la mutilación genital se efectuaban en el hogar, cons -
tituían violaciones a los derechos de la mujer, de lo cual podía res -
ponsabilizarse al estado.
A finales del decenio de 1980 el movimiento internacional de las
mujeres aceptó este desafío con sorprendentes resultados. El primer
paso consistió en modificar las convenciones existentes para hacer
que reflejaran el nuevo interés. Como respuesta a las presiones de la
red, el Committee on the Elimination of Discrimination against Wo-
men (CEDAW) , que supervisa que se pongan en práctica los acuerdos
de la convención de 1979, hizo que en la convención se hablara de
la obligación de emprender alguna acción relacionada con la violen -
54 Red Feminista Latinoamericana y del Caribe Contra la Violencia Doméstica y Se-
xual, Boletín 6, noviembre de 1994, p. 1. 55 Hicks, Comfort women, p. 254.
244 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
cia hacia las mujeres. (La propia convención no se refiere explícita-
mente a ello.)'‟6
En el contexto de esta creciente conciencia y movilización global
en torno a los derechos humanos de las mujeres convergieron cua-
tro fenómenos que llamaron más la atención y animaron a la acción
en torno al asunto de la violencia contra la mujer a principios de los
noventa: 1] los preparativos para la Conferencia Mundial de Dere-
chos Humanos, que iba a celebrarse en Viena en 1995; 2] la cobertu -
ra internacional de las noticias sobre el empleo de la violación en
tiempos de guerra como instrumento de la campaña de limpieza ét -
nica en la ex Yugoeslavia;5„ 3] los subsidios para trabajar sobre el
asunto por parte de la Fundación Ford y de las fundaciones europeas
progresistas, apoyadas por el trabajo de intermediación del Global
Fund for Women, y 4] el decisivo papel catalizador de la Global Cam-
paign on Women‟s Rights, organizada por el Center for Women‟s
Global Leadership, CWGL, de la Universidad Rutgers.
El desarrollo del asunto sobre la violencia hacia la mujer se pare-
ce al de las demás redes globales./Surge una red dispersa de grupos
que empiezan a crear conciencia global sobre el problema. Estos es -
fuerzos se intensifican y se unen con la aparición de un “blanco” (en
este caso la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, y después
la Conferencia de Pekín) y un “símbolo de condensación”, el cual
“evoca las emociones relacionadas con la situación” 38 y provoca res-
puestas masivas porque condensa en un momento simbólico tanto lo
que amenaza como lo que tranquiliza. En el caso del movimiento de
las mujeres el uso rutinario de la violación en la ex Yugoslavia como
herramienta de limpieza étnica condensaba en un solo conjunto de
acontecimientos los temores y las amenazas de ser blanco de especial
violencia debido a su género que muchas mujeres sentían en su vida
diaria. De la misma manera, otros acontecimientos subrayaron la
fuerza simbólica del asunto. En Estados Unidos, la violación y la gol -
piza a una mujer que trotaba en Central Park dramatizó el peligro al
56 Andrew Byrnes, “Women, feminism and intemational human rights law: Metho- dological myopia, fundamental flaws or meaningful marginalisation: Some current is- sues”, mimeo, p. 32, ONU, lia. sesión del CEDAW, Nueva York, 20-32 de enero de 1992, recomendación general núm. 19.
57Arvonne Fraser, “The feminization of human rights”, Forágn Service
Journal 70:12, diciembre de 1993, p. 31; entrevista con Dorothy Thomas (directora del Women’s Right Proyect de Human Rights Watch), Nueva York, 20 de octubre de 1995.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 245
que se enfrentaban las mujeres en su vida cotidiana. En India dos ca -
sos llevaron a la atención pública el asunto de la violencia contra las
mujeres: a fines de los setenta un policía violó a una joven que tenía
detenida, y el tribunal lo declaró inocente porque se trataba de una
mujer “ligera”; en 1979 una joven de Delhi declaró en su lecho de
muerte que sus parientes políticos la estaban matando porque sus pa -
dres no podían dar la dote requerida. ‟9 La “campaña catalizadora”
del CWGTL hizo que la conciencia creada por estos acontecimientos
simbólicos cristalizara en una campaña política vi sible con resultados
concretos. El modelo RED DISPERSA —> BLANCO -» SÍMBOLO CONDEN-
SADOR —> CAMPAÑA CATALIZADORA —» RED FUERTE Y AUMENTO DE CON-
CIENCIA GLOBAL reaparece constantemente en la historia de las redes
exitosas.
EL FINANCIAMIENTO DE LA RED
Un puñado de fundaciones clave facilitó el crecimiento de la red por
los derechos humanos de la mujer. Después de la Conferencia de Na-
ciones Unidas en el Año Internacional de la Mujer, celebrada en la
ciudad de México en 1975, el consejo directivo de la Fundación Ford
apartó fondos de reserva que las oficinas regionales podían solicitar
para financiar proyectos sobre problemas de la mujer, lo que hizo
que a finales de los ochenta la Fundación Ford diera importantes
subsidios para el tema. Los donativos de fundaciones importantes de
Estados Unidos a proyectos relacionados con los derechos de la mu-
jer y con la violencia de que era objeto aumentaron, de 11 donativos
que sumaban 241 mil dólares en 1988, a 68 con un monto total de
3 247 800 dólares en 1993. Durante este periodo los aportes de la
Fundación Ford representaron casi la mitad de la suma donada por
todas las fundaciones grandes de Estados Unidos para ese tema. 60 No
disponemos de las cantidades exactas de las fundaciones europeas,
pero las entrevistas indican que muchas de ellas, semipúblicas y pri-
vadas, aumentaron sus fondos destinados a la cuestión de los dere-
chos de las mujeres durante el mismo periodo.
59 Kumar, “From Chipko to Sati”, p. 67. 60 Información calculada del archivo 27 del Dialogue Database, basado en el Foun-
dation grants index 1988-93, Nueva York, Foundation Center.
246 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
El incremento de los subsidios hechos por las fundaciones en
1990, tras la explosión de actividad de las ONG a finales de los ochen-
ta, indica que aquéllas no dirigían el crecimiento del trabajo por los
derechos humanos de las mujeres en el periodo 1989-1993 pero que
sí lo facilitaban. Algunos importantes promotores de la actividad tra -
dicional por los derechos humanos elevaron sus aportaciones a las
causas de los derechos humanos y la violencia contra la mujer a fina-
les del decenio de 1980. A veces estos nuevos donativos se debían al
cambio de personal de las fundaciones. El Shaler Adams Fund finan-
ció muchos grupos que trabajaban en el asunto de la violencia hacia
la mujer, en gran medida porque el director era un “apasionado” de -
fensor del mismo, y los donativos de la Fundación MacArthur se ini -
ciaron cuando se incorporó a su personal Carmen Barrosa, con la
premisa de que uno no puede tratar los asuntos referentes a la pobla -
ción a menos que se ocupe también de los derechos de la mujer. 61 La
tendencia global indica que funciona un modelo más amplio, en el
cual el personal de la fundación reacciona ante asuntos nuevos y
emocionantes en el terreno de las ONG. El apoyo de las fundaciones
fue clave para el trabajo de organización que logró que los grupos de
mujeres tuvieran una fuerte presencia en la Conferencia Mundial de
Derechos Humanos de Viena, así como en la Conferencia sobre Po-
blación de El Cairo y en la de Pekín sobre la Mujer.
Los donativos de las fundaciones crean importantes asimetrías en
las redes. Casi todo el dinero para las actividades proviene de funda -
ciones de Estados Unidos y de Europa occidental, cuyos criterios
para fmanciamiento, como los de “capacidad de absorción” o “res -
ponsabilidad financiera”, pueden impedir que muchas ONG con sede
en el mundo en vías de desarrollo sean beneficiarías. Pocos miem-
bros del personal de las ONG pequeñas cuentan con el tiempo o la ex-
periencia para escribir solicitando donativos a las fundaciones gran -
des, y con frecuencia éstas no desean evaluar las aportaciones que
tanto necesitan para arrancar las ONG nuevas o las pequeñas. El resul-
tado es que el grueso de los donativos de las fundaciones es para las
ONG del Norte, más grandes y profesionales. Se han desarrollado al -
gunos programas como el Global Fund for Women para donar dine-
ro a ONG pequeñas del tercer mundo, pero esto sólo comprende una
parte del total de los fondos. Las donaciones de las fundaciones de
Estados Unidos al Global Fund for Women representaron un tercio 61
Entrevista a Marsha Freeman, Minneapolis, 1 de marzo de 1996.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 247
del total de los aportes de fundaciones estadunidenses importantes,
y poco más de una quinta parte del total global.62
Una activista de la red de Nigeria se quejó de que las ONG del Nor-
te afirman que representan a los grupos del Sur cuando todos los
grupos buscan donativos desesperadamente. Preguntó: “¿Por qué va -
mos a unirnos? Las ONG locales no pueden obtener apoyo para su tra-
bajo, así que tenemos que afiliarnos a las ONG internacionales. Luego
todos elevamos las manos hacia las „puertas del cielo‟. Cuando las
ONG internacionales llegan a la puerta, nos hacen a un lado y hablan
por nosotras.”63
EL MARCO DE LOS DERECHOS HUMANOS
Los preparativos para la Conferencia de Derechos Humanos de 1993
aceleraron los trabajos de organización. Los derechos de la mujer no
figuraban en los documentos preparatorios de la conferencia. Esto
“enojó a la gente y además le dio un blanco alrededor del cual orga -
nizarse”.64 Muchas activistas vieron la conferencia como un púlpito
desde el cual conseguir apoyo para sus posiciones.
Los preparativos para esta conferencia fortalecieron los vínculos
entre la red de derechos humanos y la red de mujeres. 65 El resulta-
do fue la aplicación de la “metodología de los derechos humanos” a
la causa de los derechos de la mujer, y una apreciación más comple-
ta, dentro de la corriente de las organizaciones de los derechos hu-
manos, de los problemas ocasionados por la división entre público y
privado que había caracterizado su trabajo. La metodología de los
derechos humanos se ha resumido como “promover el cambio infor-
mando sobre los hechos”. Su propósito, que era responsabilizar a los
gobiernos de las transgresiones, requiere que las ONG: a] las docu-
menten cuidadosamente; b] demuestren sin lugar a dudas la respon-
sabilidad del estado, según las leyes internacionales por esas transgre-
siones; c] desarrollen un mecanismo para exponer con eficacia las
transgresiones comprobadas y denunciadas nacional e internacional - 62 Cifras calculadas a partir de la información del Foundation grants index.
63Joanna Kerr, “Strategies for action”, en Joanna Kerr (ed.), Oursby right: Women’s
rights as human rights, Londres, Zed, 1993, p. 166. 64 Entrevista a Dorothy Thomas. 66 Fraser, “The feminization of human rights”, p. 33.
248 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
mente.”66 Estos propósitos son la esencia de la estrategia de la “polí -
tica de la información” analizada en el capítulo 1, que es una de las
principales herramientas de las redes.67
Así pues, los asuntos de las mujeres se incorporaron al marco de
los “derechos”, o marco maestro, complementando el de “discrimi -
nación” en el debate de la convención de 1979, y el de “desarrollo”.
En el papel de las mujeres en el desarrollo pero no .todos aceptan
que el marco, el modelo y la metodología de los derechos humanos
siempre sean apropiados para la red de mujeres. Marsha Freeman ar-
gumenta que la metodología de los derechos humanos funciona
bien donde uno puede encontrar hechos, pero no sirve cuando se
habla de opresión sistemática en las sociedades patriarcales. “Las mu-
jeres rara vez son prisioneras de conciencia, pero siempre son prisio-
neras de la cultura.”68 Otras activistas, en especial del tercer mundo,
creen que el marco de los derechos humanos destaca algunos dere-
chos políticos y civiles y excluye los derechos económicos, sociales o
culturales, y que su exagerada concentración en los individuos opa -
ca las desigualdades estructurales entre clases y países. Incluso algu -
nos de sus defensores consideran que el marco de los derechos es
sólo un punto de partida para organizar las redes que podrían tratar
asuntos más controvertidos, como la justicia social o la sexualidad.
Cuando las principales organizaciones por los derechos humanos
empezaron a defender la cuestión de la mujer y los derechos huma-
nos, a fines de los ochenta y principios de los noventa, la mayoría se li -
mitó a los casos en que el estado (no individuos) había perpetrado los
maltratos. Las activistas, el personal y los colaboradores presionaron a
los grupos para que trabajasen por los derechos de la mujer. Ahora
siempre se incluyen proyectos de este tipo en las grandes organizacio -
nes, pero suelen estar marginados y les faltan fondos y personal.
LA CAMPAÑA GLOBAL POR LOS DERECHOS HUMANOS DE LA MUJER
Finalmente, el asunto se unificó a principios de los noventa en torno
a la Campaña Global por los Derechos Humanos de la Mujer, coor-
6b Dorothy Q. Thomas, “Holding governments accountable by
public pressure”, en Ours by right, p. 83.
67 Ibid., p. 84. 68 Entrevista a Marsha Freeman, Minneapolis, 5 de mayo de
1994.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 249
dinada por el Center for Women‟s Global Leadership de Rutgers.
Cuando el centro asumió el problema, las activistas de las redes de
que se habló arriba y los grupos locales de muchos países ya habían
preparado el terreno. Pero el trabajo del CWGL desempeñó un papel
catalizador decisivo, cimentando la conciencia creada por los grupos
existentes en una campaña única, simbólica y visible.
El centro eligió el tema de la mujer, la violencia y los derechos hu -
manos “porque atraviesa las líneas nacionales, de clase, raciales, de
edad, y étnicas”, y porque trabajar en él ofrece “oportunidades úni -
cas para tender puentes entre las culturas, aprender de las similitu-
des y diferencias, y vincular globalmente las estrategias”. En 1990 la
nueva directora del CWGL, Charlotte Bunch, escribió un artículo de
mucho peso señalando los vínculos teóricos y prácticos entre la vio-
lencia contra la mujer y las normas internacionales sobre derechos
humanos.69 Bunch había sentido por primera vez en la Conferencia
de Copenhague de 1980 que la preocupación por la violencia podía
reunir a las mujeres. En 1983 se convenció de que el lenguaje de los
derechos humanos podía ser un vehículo para acercarse al asunto de
la violencia desde una perspectiva feminista. 70 El artículo era corto,
intenso, y tocó una cuerda sensible; se reimprimió, circuló amplia -
mente y tuvo una profunda influencia en muchos grupos y personas.
El Centro celebró una reunión de planeacióñ nacional en mayo de
1990, en la cual 21 mujeres de diferentes regiones y proyectos revisa -
ron el trabajo que se estaba efectuando y sugirieron las prioridades. 71
La preparación de la campaña constituye un ejemplo inusitadamen-
te claro de enprendedores morales globales que preparan consciente-
mente la estrategia para enmarcar cuestiones de manera que tiendan
a atraer la coalición global más amplia posible. La sesión de planea -
ción generó lo que Charlotte Bunch llamó más tarde “pensamiento
de trabajo en red”, que inspiró el trabajo continuo del centro.
El CWGL inauguró su primer Women‟s Global Leadership Institute
en 1991, con activistas rurales de doce países. Las participantes ayu -
daron a establecer estrategias para vincular los derechos de la mujer
con los derechos humanos; incluían la campaña norteamericana de
Dieciséis Días de Activismo Contra la Violencia de Género, con accio-
69 Charlotte Bunch, “Women‟s rights as human rights: Toward a revisión of human
rights”, Human Rights Quarterly 12, 1990, pp. 486-498. 70 Entrevista a Charlotte Bunch.
71 Center for Women‟s Global Leadership, Women, violence and human rights: 1991
Women’s Leadership Institute Report, New Brunswick, Rutgers University, 1992, pp. 8-10.
250 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
nes locales desde el 25 de noviembre (Día Internacional Contra la
Violencia hacia la Mujer, en torno al cual las feministas latinoameri -
canas se habían organizando desde 1981), hasta el 10 de diciembre
(Día de los Derechos Humanos). Llevaron a cabo la campaña de 16
días grupos de 25 países en 1991, de 50 países en 1992, y de 120 paí -
ses en 1993.72 Su concepción establecía simbólicamente la conexión
entre la violencia hacia la mujer y los derechos humanos. La campa-
ña comprendía diferentes actividades locales, que generalmente com-
binaban la política simbólica con la información. 73 Por ejemplo, du-
rante la campaña de 16 días efectuada en 1991 un grupo de mujeres
de Fiji organizó charlas por radio, teatro callejero y filmaciones. Las
organizaciones feministas coreanas realizaron una ceremonia para
recordar a las víctimas de la violencia por el género, y las británicas
efectuaron una manifestación en la plaza de Trafalgar.
En febrero de 1993 el CWGL celebró el International Women‟s Stra-
tegic Planning Meeting con el fin de congregar a las mujeres de todo
el mundo para preparar la reunión de Viena. El centro de Rutgers se
unió al Women‟s Tribunal Center, la IWTC y la YWCA International para
organizar en todo el mundo “una petición a la Conferencia de 1993
para que trataran extensamente los derechos de la mujer en todos
los niveles de sus sesiones, solicitando además que la violencia de gé-
nero fuera reconocida como una violación de los derechos humanos
que requiere acción inmediata”. Con el tiempo se reunieron más de
300 mil firmas en 123 países y 20 idiomas. Más de 800 grupos se unie -
ron para respaldar la petición.74 Este movimiento continuó después
de la Conferencia de Viena, y para noviembre de 1994 había reuni-
do más de 500 mil firmas y dos mil grupos de apoyo.
En otros preparativos para la reunión el organismo holandés que
la cofinanció, NOVIB, convocó a un “grupo de referencia” formado
por redes regionales feministas de Asia, Latinoamérica , Africa, Euro-
pa y Norteamérica, para analizar las estrategias para las conferencias
de Viena y de Pekín. Esta última se celebró en 1995.75 Al mismo tiem-
72 Bunch, “Women’s rights as human rights”, pp. 146-147; Red Feminista Latinoa-
mericana y del Caribe contra la Violencia Doméstica y Sexual, Boletín
6, noviembre de
1994, p. 12.
7:i Entrevista a Charlotte Bunch.
74 Elisabeth Friedman, “Women’s human rights”, pp. 18-35, en Women‟s rights, hu-
man rights:, Charlotte Bunch, “Organizing for women’s rights globally”, pp. 141-149, en
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 251
po, la International Women‟s Rights Action Watch aconsejó a sus
miembros cómo influir en las conferencias de Viena, El Cairo y Pe-
kín, y en las conferencias regionales preparatorias, ya fuera directa-
mente, enviando recomendaciones a los grupos que preparaban los
documentos previos, o indirectamente, participando en las conferen -
cias regionales preparatorias, obteniendo un puesto en las delegacio -
nes oficiales o influyendo en ellas.76 El esfuerzo de las redes de mu-
jeres consiguió el apoyo de las principales organizaciones por los de-
rechos humanos, especialmente Amnistía Internacional y Human
Rights Watch, que habían iniciado importantes programas sobre los
derechos humanos a fines de los ochenta.
VIENA Y PEKÍN
El papel que llegaron a desempeñar estas redes de organizaciones fe-
ministas en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebra-
da en Viena en 1993, es un ejemplo de la capacidad de una red para
atraer atención hacia los problemas, establecer líneas de trabajo e in -
fluir en la posición discursiva de las organizaciones nacionales e in -
ternacionales. La mayor parte de los participantes en la conferencia
convienen en que el mayor adelanto de Viena en lo tocante a la pro-
tección internacional de los derechos humanos fue integrar los inte -
reses de las mujeres en el orden del día de los derechos humanos, lo
que fue resultado directo del trabajo de presión de las redes de los
derechos de la mujer. La principal demanda de la campaña de peti-
ción de la red fue que la ONU “tratara extensamente los derechos de
la mujer en sus sesiones de todos los niveles”, y que reconociera que
la violencia de género es una violación de los derechos humanos. El
documento final de Viena reconocía explícitamente como proble-
mas de derechos humanos la violencia basada en el género, incluyen-
do la violación y la esclavitud sexual, y todas las formas de acoso y ex -
plotación sexual. En la Conferencia de Viena los gobiernos instaron
a la Asamblea General de Naciones Unidas a que adoptara un ante-
proyecto sobre la violencia hacia la mujer. Uno de los logros más es -
pecíficos de la red fue que se designó una coordinadora especial so-
76 “World Human Rights Conference in 1993”, The Women’s Rights Action Watch 5:4,
abril de 1992, p. 1.
252 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
bre la violencia contra la mujer y sus causas, idea que fue apoyada
por la Conferencia de Viena; la Comisión de Derechos Humanos or -
denó que se la pusiera en práctica. En 1992 el Departamento de Es -
tado norteamericano incluyó la categoría de violencia hacia la mujer
en sus informes anuales sobre derechos humanos.
Estas actividades, que fijaron normas sobre los derechos humanos,
son resultado principalmente del trabajo coordinado de la red inter -
nacional. Más de tres mil participantes, que representaban a más de
1 500 ONG de todas las regiones del mundo, participaron en la confe-
rencia de Viena. El 49% de los participantes fueron mujeres. Los re-
cursos para el viaje y la estancia de muchas ONG que asistieron, sobre
todo del Sur, provinieron de aportaciones de gobiernos y fundacio-
nes de Europa y Estados Unidos.77
La actividad más impresionante de la red en la conferencia de Vie-
na fue la del Tribunal for Women‟s Human Rights. El tribunal de Vie -
na, inspirado en varios tribunales del pueblo y en el International
Tribunal on Crimes against Women, de 1976, se originó en la reunión
de planeación estratégica de 1993, y fue puesto en marcha por un co-
mité coordinador internacional. Treinta y tres mujeres de 25 países
presentaron testimonio ante tres jueces y el público sobre sus propias
experiencias en materia de violencia o como defensoras de otras mu -
jeres. El tribunal oyó relatos reales de lo que significa la violencia en
la vida de las mujeres y cómo los instrumentos de derechos humanos
podían empezar a tratarla. Los testimonios atrajeron la atención de
los delegados a la conferencia y de los medios de comunicación.
Con los preparativos para la Conferencia de Viena aumentó la si -
nergia de diferentes actividades nacionales e internacionales sobre
violencia contra la mujer/8 y el impulso siguió cristalizando después,
conforme las activistas del movimiento se preparaban para la confe-
rencia sobre población que se celebró en El Cairo, y luego para la
conferencia sobre la mujer efectuada en Pekín. La relatora especial
de Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, Radija Coo-
maraswamy, de Sri Lanka, presentó su informe preliminar a la Comi-
sión de Derechos Humanos en 1995, resumiendo y destacando mu-
cha de la información que los académicos y las activistas de los dere-
chos humanos habían presentado durante el lustro anterior. El infor-
77 Ludwig Boltzmann Institute of Human Rights, “World Conference on Human
Rights”, Viena, 14-25 de junio de 1993, NGO Newssletter 4, julio de 1993, p. 1. 78 Entrevista a Dorothy Thomas.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 253
me sobre los controvertidos asuntos de la familia, la cultura y la reli-
gión fue impresionante: aunque la familia es fuente de valores posi -
tivos, es uno de los principales espacios donde se ejerce violencia
contra las mujeres y se promueven procesos de socialización que pue-
den conducir a su justificación. Coomaraswamy argumentó que “hay
que impugnar y eliminar” las culturas y tradiciones negativas que im -
plican violencia contra las mujeres. Informes posteriores habrían de
examinar las tres principales sedes de la violencia contra la mujer: la
familia, la comunidad y el estado, así como ciertos asuntos específi -
cos.79 El primero de estos informes sobre la esclavitud sexual en Ja-
pón y Corea durante la segunda guerra mundial provocó la reacción
hostil del gobierno japonés.80
El documento inicial del programa de la Conferencia de Pekín es-
taba lleno de palabras entre corchetes que indicaban áreas de des -
acuerdo. Una activista observó que estos desacuerdos ilustraban la
fragilidad del consenso global en torno a los derechos humanos en
la reunión de Pekín.81 Pero el movimiento internacional de la mujer
había establecido estrategias refinadas para presionar a los gobier -
nos. Los representantes de las ONG y de las redes dejaron huella en el
documento definitivo debido a que supervisaban el estado de los
asuntos entre corchetes y sugerían a las delegaciones del gobierno el
lenguaje a usar.82 En algunos casos las delegaciones oficiales incorpo-
raban el lenguaje sugerido directamente por las ONG; en otros, los go-
biernos consultaban a las ONG para adoptar una postura sobre los te-
mas.83 Los documentos definitivos de Pekín y de las conferencias de
la ONU sólo son declaraciones de planes de acción sin efecto legal. No
obstante, muchos activistas creen que los debates de las conferencias
mundiales y sus documentos definitivos sirven para elevar la concien-
cia de los gobiernos y para responsabilizarlos de sus prácticas. 79“Towards a new world order in human rights: Analytical report of the 51st ses-
sion of the Commission on Human Rights”, Human Rights Monitor 28, mayo de 1995,
* p. 26. 80 Véase relatora especial sobre la violencia contra la mujer, “Report on the mission
to the Democratic People‟s Republic of Korea, the Republic of Korea andjapan on the
issue of military sexual slavery in wartime”, Consejo Económico y Social de la ONU, Co-
misión de Derechos Humanos, sesión 52, 4 de junio de 1996.
81 Entrevista a Dorothy Thomas. 82 Marisa Navarro, sesión plenaria, "Report from the 5th World Congress on the
Status of Women, Beijing”, XIX International Congress, Latín American Studies Asso-
ciation, Washington D. C., 28 de septiembre de 1995. 83 Entrevista a Marsha Freeman.
254 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
El lado negativo de los intensos preparativos de la red para las con -
ferencias de Viena y Pekín fue que muchas organizaciones estaban
tan enfrascadas en ellos que descuidaron su propia comunidad. Las
conferencias fueron un acicate para la conciencia global y el trabajo
de red, pero todavía quedaba mucho trecho entre las nuevas resolu-
ciones y el verdadero cambio de las prácticas.
OTRAS REDES DE DEFENSA
Puede resultar útil comparar el trabajo de la red transnacional sobre
derechos de la mujer con el de otra red, con la cual chocaron los ac -
tivistas de los derechos humanos de la mujer en las conferencias de
El Cairo y Pekín. En los últimos años ha cobrado fuerza la red trans -
nacional de activistas próvida o antiaborto; en una lista de ONG interna-
cionales aparecen 15 de estas organizaciones internacionales por el
derecho a la vida.84 Dos de sus piezas clave son el International
Right to Life Committee, IRLC, y la Human Life International, HLI,
que trabaja con organizaciones afiliadas de 37 países. Ambos grupos
fomentan reuniones regionales e internacionales de activistas, y tra-
tan de influir en las organizaciones internacionales y en sus propios
gobiernos. Más de 40 países enviaron delegaciones de afiliados del
IRLC a la Conferencia sobre Población efectuada en El Cairo. 85 Estas
ONG encontraron poderosos aliados en el Vaticano y en los gobier-
nos de varios países del Medio Oriente. La resultante coalición an -
tiaborto y profamilia trató de bloquear lo que consideraba la acome-
tida feminista occidental en la reunión de El Cairo y más tarde tam-
bién en Pekín.86
El Vaticano hizo varias maniobras discursivas estratégicas en su
campaña de El Cairo. Primero, insertó su postura en el marco de los
derechos humanos universales; no sólo del derecho del niño que to-
84 Encyclopedia of Associations: International Organizations 1995, Jacqueline Barrett
(ed.) Washington D. C., Gale Research, 1995, 29a. ed., p. 2972. 85 “Prolife Movement Worldwide”, Christianity Today, 19 de febrero de 1990, p. 31;
breves entrevistas telefónicas al personal de Human Life International y de National
Right to Life Committee, 30 de enero y 27 de febrero de 1995. 86 Esta sección se basa en gran medida en Michael Riley, “Transnational networks,
the media, and the battle over meaning: A case study in Cairo”, ponencia inédita, 9 de
noviembre de 1994.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 255
davía no nace, sino también del derecho a tener una familia nume-
rosa. Pero invocó además el contrarreclamo del imperialismo cultu -
ral, acusando a los occidentales de tratar de imponer ideologías in-
morales e inadecuadas, incluyendo “el aborto electivo, la promiscui -
dad y [una] idea distorsionada de la familia”.8' El Vaticano también
se refirió a otro tema recalcado frecuentemente por los países del
tercer mundo y por algunos ecólogos transnacionales: el problema
no es la sobrepoblación, sino el exceso de consumo, sobre todo en
Occidente.88
No obstante, el análisis de la cobertura de los medios a la reunión
de El Cairo indica que, si bien los activistas contra el aborto captaron
la atención de los arrobados medios, y obstruyeron las negociaciones
sobre la terminología de las frases clave, no lograron imponer su vi -
sión en todo el trabajo de la conferencia, y tampoco en el documen -
to final. La red contra el aborto sólo logró cambiar una referencia al
aborto, en un párrafo de todo un plan de 113 páginas, y tuvo poco
efecto en las otras recomendaciones de acciones a seguir de la con-
ferencia.89
La explicación de la relativa falta de influencia de las fuerzas an -
tiaborto no es del todo clara, aunque destacan varios factores. Prime-
ro, si bien el Vaticano opacó a los participantes de las ONG, su legiti-
midad en las conferencias de El Cairo y de Pekín fue puesta en en -
tredicho por algunas contradicciones implícitas de la situación. Uno
de sus críticos impugnó la autoridad de la Santa Sede, un “supuesto
país [...] que excluye de su ciudadanía a las mujeres y los niños [...]
y atrae la atención hablando de la política pública referente a muje -
res y niños”.90 Segundo, el mensaje sobre población del Vaticano en
la reunión de El Cairo fue que la abstinencia y el ritmo eran los úni -
cos métodos adecuados para el control de la natalidad. Ante una
conferencia de expertos, políticos pragmáticos y defensores, lo im-
práctico de estas propuestas puede haber limitado la influencia del
Vaticano en el programa más amplio de los cursos de acción. Si bien 87 Cardenal John O‟Connor, citado en el New York Times, 15 de junio de 1994, cita-
do en Riley “Transnational networks”, p. 20. 88 Washington Post, 5 de septiembre de 1994, citado en Riley, “Transnational net-
works”, p. 10. 89 Riley, “Transnational networks”, pp. 1-2, 25. 90 Francis Kissling (presidenta de Catholics for a Free Choice, con sede en Estados
Unidos), citada en Los Angeles Times, 8 de septiembre de 1994, citada en Riley, “Trans-
national networks”, p. 23.
256 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
otros actores de la red antiaborto pueden haber tenido una platafor -
ma más pragmática y positiva para el control de la población, sus
puntos de vista pesaron menos que los del Vaticano.
Las redes por los derechos de la mujer previeron el enfoque de
las fuerzas antiaborto y trataron de contraatacar. Por ejemplo, argu -
mentaron que la postura del Vaticano no era más que una “cortina
de humo” que ocultaba sus esfuerzos por limitar la igualdad de la
mujer y el control de su propia vida.91 Las Fundaciones Ford y Pew,
dándose cuenta de la fuerza del mensaje religioso que había tras la
red contra el aborto, patrocinaron y organizaron en Bélgica una reu-
nión de pensadores religiosos antes de la Conferencia de El Cairo
para preparar una respuesta religiosa a la red antiaborto. 92 Las fun-
daciones progresistas también proporcionaron amplios fondos para
la organización religiosa transnacional pro libre elección, Católicas
por la Libertad de Elección, especialmente para sus programas lati -
noamencanos.
La batalla de El Cairo sólo fue una escaramuza en una lucha vigen -
te. Sin tomar en cuenta el peso de un actor como la Iglesia católica,
la red contra el aborto a todas luces es una red de defensa transna-
cional animada por fuertes principios cargados de emoción. La cam-
paña contra el aborto encaja en nuestra definición de un asunto en
torno al cual pueden organizarse con éxito las redes transnacionales,
porque evoca imágenes de daño físico a personas vulnerables. Sólo
el 40% de la población mundial vive en países donde el aborto es
efectivo. Sin embargo, la mayoría de las reformas legislativas sobre
este asunto tiende a liberalizar las leyes sobre el aborto.94 Los grupos
próvida han surgido como secuela de la liberalización, 95 de manera
que la red contra el aborto indudablemente crecerá en el futuro, a
menos que los adelantos tecnológicos con la llamada “píldora de la
mañana siguiente” saquen al asunto del terreno público.
Un ejemplo esclarecedor de un asunto en torno al cual no se ha
91 Joan Dunlop, presidenta de la International Women’s Health Coalition, citada en el New York Times, el 15 de junio de 1994, citada en Riley, “Transnational networks”, p. 13.
92 Riley, “Transnational networks”, p. 13. 93 Dialog Database File 27, Foundation Grants Index, 1988-1993. 94 Rebecca Cook y Bernard Dickens, “International
developments in abortion laws: 1977-1988”, American Journal of Public Health 70:10, 1988, pp. 1305-1311.
95 J. Christopher Soper, “Political structures and interest group
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 257
llevado a cabo una campaña feminista fuerte es el del velo y el pur -
dá. El purdá no refleja sólo un patrón cultural sino también un con -
junto medular de valores sobre la importancia de resguardar y sepa-
rar a las mujeres, que se expresa de diferentes maneras según las cul-
turas. Sus elementos comunes son que las mujeres deben cubrirse el
rostro y el cuerpo con un velo cuando salen de su casa, y que, como
regla, no deben hablar con los hombres.96 Las justificaciones para el
uso del purdá son como las que se dieron para vendar los pies entre
los chinos: es signo de posición y prestigio social, y subraya la prima -
cía del terreno doméstico en la vida de las mujeres.97
Hay un movimiento importante de defensores de los derechos de
las musulmanas, que incluye la red Women Living under Muslim
Laws, formada en 1985-1986, pero estos grupos no han tratado el
asunto del velo o el purdá como algo esencial. Se centran en los de-
rechos a la educación, a tener posesiones y a poder heredar propie-
dades, y en la reforma de las leyes musulmanas familiares sobre asun-
tos como el divorcio y la custodia de los hijos.98 Es especialmente in-
teresante que las musulmanas reconocen que para su empresa es
esencial la lucha por la interpretación de los textos, sobre todo del
Corán. La exigencia de educación para la mujer, incluida la educa-
ción religiosa superior, es importante porque les daría “credibilidad
para interpretar los textos” de un modo favorable para sus dere -
chos.99 Una actividad importante de grupos como Women Living un-
der Muslim Laws ha sido la de publicar extractos del Corán, para que
las propias mujeres empiecen a interpretarlos.100
El uso del velo no ha sido objeto de una campaña externa en par -
te debido a que para las propias mujeres tiene significados múltiples
y discutibles. Para las jóvenes argelinas, y para las iraníes en los tiem-
pos del sha, el uso del velo era un acto de liberación personal y una
declaración de sentimiento nacional. Para muchas musulmanas el
velo brinda una forma de dignidad, de protección e incluso de po- 96 Sylvia M. Hale, “Male culture and purdah for women: The social construction
of what women think women think”, Canadian Revino of Sociology and Anthropology 23:2,
1988, p. 280. 97 Ibid., pp. 279-280. 98 “Women‟s rights gaining attention within Islam”, New York Times, 12 de mayo de
1996. p. A3. 99 Boutheina Cheriet, citada en “Women's rights”, New York Times.
100 \yomen Living under Muslim Laws, “Women in the Qu‟ran”, de una reunión
sobre interpretación coránica por parte de las mujeres, Karachi, 8-13 de julio de 1990.
258 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
der. “Las libera de la opresión del dominante mundo occidental, que
consideran moralmente degenerado, y las libera también de las insi-
nuaciones y los insultos de los varones.” 101
En el capítulo 1 afirmamos que es muy probable que los asuntos
referentes al daño físico a personas vulnerables, o los problemas de
igualdad de oportunidades ante la ley, tengan como resultado redes
transnacionales exitosas. El uso del velo no evoca nada de esto. Sólo
en Irán y en Afganistán, donde la ley ordena el uso del velo, surge el
asunto de la igualdad de oportunidad ante la ley. En los demás luga -
res es cuestión de elección personal en contextos con diferentes gra-
dos de presión social. Entre los más acérrimos defensores del uso del
velo están las propias mujeres. En este sentido, esta costumbre se dis -
tingue del apartheid (con el cual ha sido comparado por algunos),
que implicaba la separación y la discriminación legal en contra de las
personas con base en su raza. A pesar de muchos debates en que se
interpretan asuntos referentes a la violencia contra las mujeres (so -
bre todo la mutilación genital), hay mayor consenso acerca de que la
violencia contra las mujeres es inaceptable y debería terminar del
que hay en contra del uso del velo.
EFICACIA DE LA RED CONTRA LA VIOLENCIA HACIA IA MUJER
Consideremos ahora la eficacia de la actividad de la red en el asunto
de la violencia hacia la mujer de acuerdo con las cinco fases de efica-
cia de que se habló en el capítulo 1 : 1 ] atención al tema, inclusión
en los programas de acción y generación de información; 2] cambio
del discurso o establecimiento de la categoría obligatoria de las nor -
mas; 3] cambios de procedimiento, como por ejemplo un tratado de
ratificación o cooperación con las organizaciones internacionales; 4]
cambios de estrategia, y 5] influencia en la conducta de los actores
estatales y no estatales.
Antes de la campaña el asunto de la violencia hacia las mujeres no
se incluía en los planes de acción de las organizaciones internaciona-
les. Tampoco se incluyó en las conclusiones de la Conferencia de
101 Lama Abu-Odeh, “Post-colonial feminism and the veil: Considering the diffe-
rences”, New England Law Review 26, 1992, p. 1530; véase también “The kinder, gentle
face of Islamic fundamentalism”, Sunday Times, Singapur, 17 de enero de 1993.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 259
1975 del Año Internacional de la Mujer celebrada en la ciudad de
México, ni en la Convención de 1979 para Eliminar todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer. Sin embargo, en la conferencia
de Pekín fue un punto central del documento definitivo. El mundo
ya estaba entonces muy consciente de este asunto, que 20 años antes
no llamaba la atención.
Para probar que ha habido un cambio en el discurso, o que una
norma se ha vuelto obligatoria, necesitamos demostrar que los actores
“se refieren normalmente a las reglas tanto al definir su propia con -
ducta como al comentar la conducta de otras personas”. 102 Un ejem-
plo de que este asunto no tiene una categoría legal sería, por ejemplo,
la declaración de un miembro del parlamento durante los debates
en una asamblea sobre las golpizas que se propinan a las esposas en
Papúa Nueva Guinea: “Golpear a las mujeres es una costumbre acep -
tada [...] perdemos el tiempo tratando este asunto”; o la respuesta
del asistente del procurador de Perú cuando una mujer informó
que los agentes de policía habían abusado sexualmente de ella cuan-
do estaba detenida: “¿Eres virgen? Si no eres virgen ¿por qué te que -
jas? Esto es normal.”103
Ha ocurrido un cambio importante en el discurso nacional e in -
ternacional, como lo reflejan las posturas que adoptaron los gobier -
nos para condenar la violencia hacia la mujer en las conferencias de
las Naciones Unidas celebradas en Nairobi, Viena y Pekín. En 1994
la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración
sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y la OEA adoptó
la Convención Interamericana sobre la Prevención, el Castigo y la
Erradicación de la Violencia contra las Mujeres.
Es posible que los países hayan entroducido cambios rápidos en su
discurso porque les parece que la campaña por los derechos de la
mujer es menos amenazadora que las campañas importantes por los
derechos humanos que se centran en las violaciones que comete el
estado. Sin embargo, muchas feministas creen que los documentos
de estas conferencias y las declaraciones y convenciones de la ONU y
la OF.A les permiten ejercer presión sobre sus respectivos gobiernos y
esperan poner en marcha una política de responsabilización, pidien -
do que sus gobiernos sostengan las posturas que apoyaron.
102 Volker Rittberger, “Research on international regimes in Germany", en Volker Rittberger (ed.), Regime theory and international relations, Oxford, Oxford University Press, 1993, pp. 10-11.
103 Heise et al., Violence against women, p. iii.
260 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
También se han dado ciertos cambios de procedimiento. Una in-
novación en la convención de la OEA fue que se incluyeron mecanis-
mos para hacer valer la ley más fuertes que los de cualquier otra con -
vención sobre asuntos de mujeres. Esta convención establece una
sección específica sobre el deber que tiene el estado de abstenerse de
ejercer violencia contra las mujeres, y de impedirla en las esferas pú -
blica y privada, investigarla e imponer las sanciones del caso. La con-
vención permite que cualquier persona o grupo de personas, o cual-
quier ONG reconocida legalmente en uno o más países de la OEA,
asiente ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de-
nuncias o quejas de violaciones al artículo 7 de la convención (que
enumera los deberes del estado) cometidas por un estado miembro.
En septiembre de 1995, 15 meses después de ser adoptada la decla -
ración de la convención, 12 países miembro la han ratificado y otros
diez la han firmado sin ratificarla.
También en el nivel nacional hay cambios en las posturas discursi-
vas e innovaciones en los procedimientos y las estrategias. Bolivia,
por ejemplo, participó activamente en la elaboración de la conven-
ción, la ratificó de inmediato y propuso un Plan Nacional para la Pre -
vención y Erradicación de la Violencia contra la Mujer.104 Además,
estableció una subsecretaría para asuntos de género como parte del
Ministerio de Desarrollo Humano y creó la Oficina para Mujeres Gol -
peadas, que administra un refugio. Las Bahamas, Barbados, Belice y
Malasia han penalizado la violencia doméstica, y varios otros países
están considerando leyes parecidas. Algunos países de Latinoamérica
han creado delegaciones de policía sólo para mujeres, a fin de facili -
tar que se informe sobre el maltrato doméstico. Entre otras inicia -
tivas gubernamentales recientes contra la violencia de género, en
Canadá, Chile, Australia, Brasil, Colombia y Ecuador hay programas
nacionales, comités y cláusulas constitucionales especiales para com-
batir la violencia contra las mujeres. Al mismo tiempo se han llevado
a cabo reformas y proyectos de capacitación en Estados Unidos, Zim-
babwe, Costa Rica y Malasia, para sensibilizar al poder judicial y a la
policía sobre la violación y la violencia contra las mujeres. La mayo-
ría de los gobiernos emprendieron estas iniciativas hacia 1988-1992,
104 Ministerio de Desarrollo Humano, Secretaría Nacional de Asuntos Etnicos, de
Género y Generacionales, Subsecretaría de Asuntos de Género, “Plan Nacional de Pre-
vención y Erradicación de la Violencia Contra la Mujer”, documento de trabajo, La
Paz, octubre de 1994.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 261
después que las redes ayudaron a que se incluyera entre las preocu-
paciones internacionales el asunto de la violencia contra la mujer. 105
LA PARADOJA DE LA INFORMACIÓN
Una de las funciones más importantes de las redes (y que con fre-
cuencia no se toma en cuenta) es la generación de información, ya
sea a través de sus propias actividades o mediante presiones a otras
instituciones. Esta función a veces crea una situación paradójica para
evaluar la eficacia. Antes de la campaña coñtra la violencia hacia las
mujeres se disponía de muy poca información sobre la incidencia del
maltrato doméstico, la mutilación genital y otras clases de violencia
de género. Las redes empezaron a ayudar a que hubiese datos más
confiables como herramienta de la campaña y como producto secun-
dario de ésta. Pero a veces, al generarse información, se crea la im-
presión de que la incidencia de la violencia hacia la mujer ha aumen-
tado, porque ahora se informa más sobre esta práctica. Cuando las
mujeres o la policía dejan de considerar que golpear a las mujeres es
algo normal y comienzan a verla como violencia o como maltrato do-
méstico, empiezan a informar más sobre esta práctica. Por ejemplo
en Brasil se crearon en 1985 delegaciones de policía especiales para
mujeres, como respuesta a las presiones del movimiento feminista.
"Donde quiera que se han establecido estas delegaciones, ha aumen-
tado el número de quejas y se ha expuesto la agresión física, sexual y
emocional que sufren las mujeres.”106
Podríamos decir que el hecho de que esta violencia sea más noto-
ria y que las quejas aumenten es un éxito del movimiento. Sin embar-
go, esta definición de “éxito” hace difícil demostrar la eficacia de las
redes. Idealmente las redes eficaces deben provocar una disminu-
ción del número de casos de violencia contra la mujer. Pero debido
al ciclo de crear la cuestión y llamar la atención sobre ella, como an-
tecedente necesario para cambiar el discurso y el comportamiento,
puede parecer que el problema empeora antes de que empiece a me-
jorar. También es posible que tendencias como la urbanización, o si - 105
Heise et al., Violence against women, pp. 31-33.
106 Vera Soares et al., “Brazilian feminism and women‟s movements: A two-way
Street”, en The challenge of local feminism, p. 317.
262 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
tuaciones como el estancamiento económico, estén provocando un
verdadero aumento de la violencia doméstica. Dada la falta de estu-
dios exactos, durante varios años será muy difícil saber si la práctica
de la violencia doméstica disminuye o aumenta. 107 No obstante, pa-
rece que la presencia de la red es el requisito para llamar la atención
suficiente a fin de que empiecen a efectuarse estudios precisos.
CONCLUSIONES
La violencia contra las mujeres se erigió con notable celeridad como
una “postura común de defensa” en torno a la cual las organizacio -
nes de mujeres de muchas partes del mundo podían ponerse de
acuerdo y colaborar. ¿Por qué esta manera de enmarcar el problema
de la desigualdad de la mujer resonó a través de divisiones culturales
con mucha más fuerza que el marco feminista occidental de “discri -
minación”, o que el marco de “la mujer en el desarrollo”?
Creemos que parte de la respuesta está en la cuestión misma. Es
más probable que la oposición a prácticas que producen daño físico
a personas vulnerables movilice las redes transnacionales, sobre todo
cuando la cadena causal entre el perpetrador y la víctima es corta. Pa-
rece que conservar la dignidad humana, incluyendo protegerla del
maltrato físico, es un valor transcultural. Algunos teóricos políticos
han pedido que se comprenda la esencia de un conjunto de capaci -
dades básicas que permitan el “florecimiento humano”.108 Las más
básicas de ellas son la vida y la integridad física.
Parece que la preocupación por el daño físico contrarresta la in -
diferencia que resulta del relativismo cultural y de la arrogancia del
imperialismo cultural. Los participantes de más de veinte países en el
primer Women‟s Leadership Institute on Women, Violence and Hu - 107 por gempi0; una encuesta efectuada en 1993 sobre la violencia intrafamiliar en
Costa Rica (auspiciada por la fundación Rockefeller y por la Organización Sueca para
la Investigación y la Cooperación con los Países en Vías de Desarrollo), encontró que
en Costa Rica había relativamente pocos estudios sobre la violencia contra la mujer.
Leonardo Mata, “Encuesta nacional sobre violencia intra-familiar, Costa Rica urbana,
1992”, San José, Asociación para la Investigación de la Salud, y prisma Consultaría,
1993, p. 18.
108Martha C. Nussbaum, “Human functioning and social justice: in defense of Aris-
totelian essentialism”, Political Theory 20:2, mayo de 1992, pp. 202-246.
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 263
man Rights se esforzaron por establecer normas internacionales que
fueran aplicables en diversas culturas. Trataron de evitar tanto “el
choque cultural” como la tendencia opuesta a aceptar todas las cos-
tumbres sencillamente porque están arraigadas en la cultura. “La fra -
se prácticas físicamente lesivas para las niñas o las mujeres representó un
primer acercamiento a esta norma. El grupo añadió el calificativo fí-
sicamente a la frase empleada ampliamente por la Organización Mun-
dial de la Salud porque un criterio basado en el daño físico parecía
más fácil de aplicar transculturalmente que las ideas de daño emo-
cional o psicológico”.109
Con este consenso transcultural el marco de violencia hacia las
mujeres logró resonancia e innovación, y de esta manera fue una im-
portante demostración de la utilidad de que se habló en el capítulo
1. Ayudó a que los grupos de mujeres atrajeran nuevos aliados al si -
tuarlos dentro de los “marcos maestros” mayores, o “metanarrativas”,
de violencia y de derechos. Al mismo tiempo, este marco obligó a los
grupos pro derechos humanos a reflexionar sobre sus programas de
acción. Los activistas de derechos humanos, con su discurso, logra -
ron convencer al público de lo que Charles Tilly propone llamar
“principio de contigüidad”. Como los países han aceptado sus obliga -
ciones de proteger algunas formas de derechos humanos, si los acti -
vistas logran convencer al público y a los funcionarios gubernamen-
tales de que los derechos de las mujeres son derechos humanos, pue-
den señalar que el estado también tiene la obligación de proteger a
las mujeres de la violencia. Lo que hizo que el argumento de conti -
güidad fuera convincente es que tanto las normas centrales de los de-
rechos humanos como la violencia hacia las mujeres implicaban
daño físico severo. El asunto llamó la atención debido a la fuerza in -
trínseca de la idea, pero fueron los propios activistas los que crearon
la categoría y los que, a través de su organización, la colocaron en la
escena internacional.
La campaña por los derechos femeninos es una historia de activis -
tas con principios que a la vez son estrategas. Sus principios las moti -
van a la acción; las activistas del feminismo internacional creían sin-
ceramente en la igualdad y los derechos de las mujeres de cualquier
parte. Pero eligieron de manera estratégica el punto en torno al cual
organizarse y las tácticas de su campaña. Aunque sabían que sería di -
fícil, esperaban establecer alianzas con las mujeres de todo el mun- 109 Women, violen.ce and human rights, p. 44.
264 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
do. Los grupos feministas del tercer mundo llamaron enérgicamen-
te la atención hacia el asunto de la violencia contra la mujer, y esto
tuvo eco entre los grupos del Norte que trabajaban con mujeres gol -
peadas. Los participantes estratégicos de las redes lo identificaron
como un asunto que podía tender puentes internacionales, e inicia -
ron campañas globales. Las interacciones globales de las mujeres sir -
vieron cuando un microcosmos de resonancia internacional, y el po -
tencial del tema para tender puentes, se expresó en la escena más
amplia. Como sucede con muchas redes transnacionales de defensa,
la motivación primaria es normativa, pero los medios para llevar a
cabo las campañas son estratégicos. A veces las metas basadas en prin -
cipios chocan con los medios estratégicos, como en la campaña a fa -
vor de la ERA* de Estados Unidos, pero a medida que las activistas
aprenden de las campañas pasadas van desarrollando sus estrategias.
La campaña contra la violencia hacia las mujeres integró asuntos
que inicialmente no constituían tendencias dominantes en la co -
rriente de los movimientos feministas nacionales de Estados Unidos
y Europa en el decenio de 1970. La preocupación por la violación y
el maltrato doméstico era más común en los grupos locales de muje -
res y entre las feministas más radicales. El impacto de los vínculos ,
transnacionales en el movimiento feminista de Estados Unidos es pa -
recido al de la red transnacional del debate del sufragio femenino
británico, cuando apoyó la demanda de los radicales por el voto tan -
to para las casadas como para las solteras. Parecía que los vínculos in-
ternacionales aumentaban y extendían los intereses de los grupos na -
cionales de Estados Unidos, produciendo una crítica más radical del
orden social. En este sentido, la influencia de las redes transnaciona -
les es importante asimismo para la política de los movimientos nacio-
nales; dado que elige asuntos de resonancia internacional, también
puede aumentar la legitimidad de las opiniones marginales dentro
de un movimiento nacional.
Si bien el marco de la discriminación sigue siendo importante en
el debate por los derechos de la mujer, el marco de la violencia con-
tra las mismas se ha destacado más y produce cambios institucionales
más rápidos. Por íntimamente relacionado que esté, sigue represen -
tando maneras bastante diferentes de enmarcar el predicamento de
las mujeres, y la elección de los marcos influye en la resonancia del * Equal Rights Amendment, enmienda constitucional que otorgó igualdad legal
de derechos a las mujeres en todas las áreas de la vida, [E.]
REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES 265
problema en diversos públicos y en los escenarios institucionales a los
que tienen acceso para modificar la situación.
A veces los críticos aducen que las redes transnacionales son ve-
hículos para imponer los intereses de los países, fundaciones y ONG
occidentales en los movimientos sociales del tercer mundo. El marco
de la violencia ayudó a las mujeres a superar el debate Norte-Sur, que
con frecuencia es estéril, creando una nueva categoría; cuando las
golpizas y las violaciones en Estados Unidos, la mutilación de los ge-
nitales en Africa y la muerte por la dote en la India se clasificaron
como formas de violencia hacia las mujeres, éstas pudieron interpre-
tar estos actos como situaciones comunes y buscar causas de fondo
parecidas. En una u otra forma la violencia afecta a gran cantidad de
mujeres en todos los países, tanto en los desarrollados como en los
más atrasados. Por ejemplo, la campaña inicial sobre la mutilación
genital se había vuelto un tema explosivo para el movimiento femi -
nista en la conferencia celebrada en Copenhague en 1980. Había
mujeres y hombres de los países donde se practicaba que argumen-
taban que las feministas occidentales no debían criticar la mutilación
genital, incluso que su intervención era una forma de “imperialismo
cultural” y de racismo. Otras organizaciones feministas africanas re -
conocieron los problemas relacionados con esta práctica, pero se
preguntaban por qué recibía mucha más atención que otros proble-
mas apremiantes de salud y desarrollo. Al mismo tiempo, a algunas
feministas occidentales les preocupaba que la conmoción causada
por la mutilación genital pudiera deberse más a una fascinación mor -
bosa por la práctica que a una verdadera preocupación por los dere-
chos de la mujer. Cuando se reubicó la oposición a la mutilación den-
tro de una campaña más amplia contra la violencia hacia las mujeres
se le dio legitimidad. En ese momento hubo más grupos que se opu-
sieron a ella, incluyendo grupos de africanas.
A veces la violencia contra las mujeres también tiene la función de
“tender puentes” entre los movimientos feministas nacionales. En paí -
ses tan diferentes como México, Turquía y Namibia las activistas se
han movilizado en torno a la violencia hacia la mujer por encima de
numerosas divisiones (políticas, raciales, étnicas, de clase, rurales y
urbanas).110 Con todo, es importante recordar que al mismo tiempo 110 Dianne Hubbard y Colette Solomon, “The many faces of feminism in Namibia”,
p. 180; Marta Lamas et al., “Building bridges: The growth of popular feminism in Mé-
xico”, en The challenge of local feminisms, p. 343.
266 REDES SOBRE VIOLENCIA CONTRA MUJERES
que determinado marco facilita cierto tipo de relaciones, puede limi-
tar otras. Algunos activistas de los derechos de la mujer reconocen
ahora que adoptaron el marco de los derechos sin meditar en las
consecuencias que esto tendría para su movimiento.111 El discurso
de los derechos humanos implicaba que si las organizaciones de mu-
jeres iban a emplear la legislación y la maquinaria internacional y re-
gional de los derechos humanos deberían tener conocimientos más
profundos de las leyes internacionales. Para esto es necesario conce-
der a los abogados y expertos en derecho una importancia que el
movimiento no les había dado ni deseaba darles. En la red transna -
cional todavía se discute la prudencia de este paso, y ahora hay acti -
vistas que tratan de enmarcar la violencia contra las mujeres como un
problema de salud; observan que el marco de los derechos humanos
ha sido importante para crear conciencia sobre este asunto, pero te -
men que no sea igualmente eficaz para prevenirlo y tratarlo. Al en -
marcar la violencia hacia la mujer como un asunto de salud, en espe-
cial en lo que se refiere a los profesionales de la salud y a las organi -
zaciones internacionales en la materia, esperan que este tema atrai -
ga más atención y que permíta que las víctimas reciban tratamiento.
Desde luego, dentro de la red sigue habiendo asimetrías, creadas
por los flujos de los donativos y por el resultante dominio estratégico
de las organizaciones y los individuos de Estados Unidos y de Euro -
pa. Empero, el surgimiento de una postura común de defensa en tor -
no a la violencia contra las mujeres es el resultado de interacciones
mucho más complicadas que el que sugiere el modelo de “los dere-
chos humanos son imperialismo cultural”. Como ocurrió con las
nuevas interpretaciones de la diversidad de relaciones entre las per -
sonas y la naturaleza que evolucionaron dentro de las redes ecologis -
tas durante los años ochenta, los puntos comunes que se descubrie -
ron en la defensa en torno a la violencia ilustran el importante papel
que desempeñan las redes como espacios políticos.
1,1 Entrevista a Lori Heise.
6. CONCLUSIONES. IAS REDES DE DEFENSA
Y LA SOCIEDAD INTERNACIONAL
Los especialistas que teorizan sobre relaciones internacionales deben
analizar las múltiples interacciones de la política nacional e interna-
cional como fuentes de cambio en el sistema internacional. 1 Desde
hace tiempo es evidente que en la economía política internacional y
comparativa se han borrado los límites entre los escenarios interna -
cionales y los nacionales. En cambio no se han establecido teorías so-
bre su pertinencia para otras formas de política. Nuestro trabajo so-
bre las redes transnacionales de defensa destaca un subconjunto de
asuntos internacionales, caracterizados por la importancia de ideas y
principios, así como por el papel central que desempeñan las orga-
nizaciones no gubernamentales. En este subconjunto de problemas,
las redes globales complejas transportan ideas y las reenmarcan, las
inscriben en los debates sobre estrategias, ejercen presión para que
se legisle al respecto y se hagan valer las normas y reglas internacio-
nales existentes, al mismo tiempo que tratan de influir en determina -
dos asuntos políticos nacionales,
A lo largo de este libro hemos tratado de lograr una mayor clari -
dad teórica en varias áreas. Primero especificamos cómo, por qué,
entre quiénes y con qué fines se dan las relaciones transnacionales.
En segundo lugar examinamos el contenido característico de estas
1 Véanse, por ejemplo, de Robert Putnam, “Diplomacy and domestic politics: The
logic of two-level games”, Intematiimal Organization 42, verano de 1988, pp. 427-460;
David H. Lumsdaine, Moral vision in international politics: The foreign aid regime, 1949-
1989, Princeton, Princeton University Press, 1993; Peter Haas (ed.), número especial
de Knowledge, Power and International Policy Coordination, International Organization 46,
invierno de 1992; James Rosenau, Turbulence in world politics: Non-state actors, domestic
structures and international institutions, Cambridge, Cambridge University Press, 1995;
Thomas Risse-Kappen (ed.), Bringing transnational relations back in, Princeton, Prince-
ton University Press, 1990; Douglas Chalmers, “Internationalized domestic politics in
Latin America”, Studies, Princeton University, abril de 1993; Ronnie Lipschutz, “Re-
constructing world politics: The emergence of global civil society”, Millenium 21:3,
1992, pp. 389-420; y, sobre las organizaciones transnacionales de movimientos sociales,
Jackie G. Smith, Charles Chatfield y Ron Pagnucco, Transnational social movements and
world politics: Solidarity beyond the state, Nueva York, Syracuse University Press, 1997.
[267]
268 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
relaciones: qué tipo de ideas y asuntos parecen requerir o tener cabi -
da en esas vinculaciones y las estrategias y tácticas que emplean las re -
des. Por último consideramos qué implicaciones tienen para la polí -
tica mundial formas de organización que no son jerárquicas ni pue-
den reducirse a relaciones de mercado.
Sugerimos que los estudiosos de las relaciones internacionales
presten más atención a las formas de organización en red, que se ca-
racterizan por intercambios de información y de servicios volunta-
rios, recíprocos y horizontales. Los teóricos han señalado el papel de
las redes en el gobierno y la economía nacionales. Lo distintivo de las
redes que aquí describimos es su naturaleza transnacional y la mane-
ra en que se nuclean alrededor de discursos y valores compartidos.
Organizar redes transnacionales es difícil, y éstas han surgido en tor-
no a un conjunto de asuntos precisos con alto contenido valorativo y
con resonancia transcultural. Pero la agilidad y la fluidez de las for -
mas de organización de las redes hacen que sean adecuadas para los
periodos históricos caracterizados por cambios rápidos en la defini -
ción de los problemas. Por ello esperamos que crezca el papel de las
redes en la política internacional.
El cambio tanto tecnológico como cultural ha contribuido al sur -
gimiento de las redes transnacionales de defensa. Las tecnologías in-
formativas y de transporte, que ahora son más rápidas, más baratas y
más seguras, han acelerado su crecimiento y han ayudado a quebran-
tar los monopolios gubernamentales de la información. El público se
volvió más receptivo, en parte gracias al legado cultural de los sesen-
ta, y se fundamentó en la base normativa común proporcionada por
los instrumentos legales de derechos humanos internacionales crea -
dos después de la segunda guerra mundial. Las redes de defensa
transnacionales, basadas en valores, son útiles sobre todo cuando de-
terminado país es relativamente inmune a la presión local directa y
los activistas de otros lugares tienen mejor acceso a sus propios go -
biernos o a organizaciones internacionales. En esos casos vincular a
los activistas locales con los medios de comunicación y los activistas
del extranjero puede provocar el efecto de bumerang característico,
que elude la indiferencia y la represión local para colocar la presión
del extranjero sobre las élites políticas del país. Los activistas pueden
“comprar” toda la escena global para encontrar las mejores solucio -
nes, a fin de presentar sus cuestiones y buscar puntos donde hacer
presión. De esta manera, los contactos internacionales amplifican las
voces a las cuales son sordos los gobiernos nacionales, mientras que
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 269
la labor local de los activistas del país-meta legitima los esfuerzos de
los activistas en el extranjero.
Las redes transnacionales han desarrollado toda una gama de es-
trategias y técnicas, a cual más refinada. Nosotras destacamos cuatro:
la política de la información, la política simbólica, la política de apoyo y pre-
sión, y la política de responsabilización. Las redes hacen hincapié en la
recopilación y difusión de información fidedigna, pero también dra -
matizan los hechos al utilizar los testimonios de determinadas perso -
nas para evocar un compromiso y una comprensión más amplios.
Los activistas aprovechan las conferencias y los acontecimientos sim-
bólicos importantes para hacer publicidad a las cuestiones de que se
ocupan y construir redes. Las redes, además de tratar de persuadir
por medio de la información y de la política simbólica, también procu-
ran ejercer presión sobre sus blancos para que cambien de estrategia,
amenazando implícita o explícitamente con sanciones o presiones si
no se cierra la brecha entre las normas y las prácticas. La presión ma -
terial se ejerce vinculando el asunto con el dinero, el comercio o el
prestigio, mientras se incita a ejercer presión a las instituciones y los
gobiernos con más poder. La presión moral hace que los actores
cambien sus prácticas al someter su comportamiento al escrutinio in -
ternacional o hacer responsables a los gobiernos o instituciones de
los compromisos adquiridos y los principios que hayan apoyado.
Los asuntos que implican valores medulares (las ideas sobre el
bien y el mal) despiertan fuertes sentimientos y estimulan la forma -
ción de redes entre los activistas, para quienes su labor tiene sentido.
Los activistas captan la atención donde sus problemas entran en re -
sonancia con las ideas e ideologías existentes. Sin embargo, para mo-
tivar a la acción también deben innovar, identificando como proble-
máticos determinados asuntos sociales, atribuyendo culpas, propo-
niendo soluciones y proporcionando un razonamiento para la ac-
ción, o bien estableciendo nuevas conexiones dentro de los marcos
de valores aceptados.
Hemos afirmado que los actores de las redes tratan de enmarcar
los asuntos de modo que encajen en determinadas vías instituciona -
les y que encuentren eco en públicos más amplios. Usan información
y símbolos para reforzar sus reclamos, identifican los blancos adecua-
dos, buscan cómo ejercer presión sobre actores más poderosos para
influir en aquéllos, y tratan de que las instituciones se responsabili -
cen en la práctica de las normas que supuestamente apoyan. ¿Qué
podemos decir ácerca de lo que funciona y lo que no funciona?
270 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
EVALUACIÓN DEL ÉXITO Y EL FRACASO DE IAS REDES
Las redes influyen en diferentes niveles políticos porque sus actores
simultáneamente ayudan a definir un área problemática, convencen
a los funcionarios gubernamentales y al público de que los proble-
mas así definidos tienen remedio, indican las soluciones y están pen -
dientes de que se pongan en práctica. Podemos pensar que las redes
son eficaces en diferentes fases: 1 ] al enmarcar los debates y hacer
que los asuntos se incluyan en la lista de inquietudes; 2] al animar a
los estados y a otros actores políticos a comprometerse con el discur -
so; 3] al provocar cambios de procedimientos en los niveles nacional
e internacional; 4] al afectar la política, y 5] al influir para que cam-
bien de comportamiento los actores-meta.
Aquí es importante la estructura de las instituciones nacionales,
pues algunas son más sensibles a la presión que otras. 2 La cerrada
estructura política de las sociedades cuyos canales de participación
están bloqueados o son limitados puede hacer que los ciudadanos
busquen vinculaciones para hacer sus reclamaciones con más efica -
cia. La combinación de la estructura nacional cerrada de un país
con las estructuras abiertas de otros, y con las organizaciones inter-
nacionales, es lo que activa el patrón de bumerang característico de
las redes.
Sin embargo, las estructuras nacionales sólo son un punto de par -
tida para comprender por qué y cómo los actores forman las redes,
más que una explicación de las condiciones en las cuales las mismas
pueden ser eficaces. Las estructuras no pueden decirnos por qué de
las redes transnacionales que actúan en el mismo contexto algunas
tienen éxito y otras no. Nos parece que el hecho de que consigan re -
sultados sorprendentemente distintos por vías institucionales simila -
res se debe más a la naturaleza de los asuntos y de las redes que a las
estructuras nacionales o internacionales per se.
La sensibilidad institucional a la presión varía mucho en las diver -
sas áreas temáticas de una misma institución o estructura estatal. El
movimiento ambientalista ha ejercido presión sobre el Banco Mun -
dial, consiguiendo que se impongan condiciones ecológicas más
fuertes para los préstamos, aunque no siempre ha logrado que estas
2 Sobre la influencia de las estructuras nacionales en las relaciones transnacionales véase Thomas Risse-Kappen, “Ideas do not float i'reely: Transnational coalitions, do- mestic structures and the end of the coid war”, International Organization 48,
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 271
condiciones se lleven a la práctica. El movimiento por los derechos
humanos ha tratado de ejercer una presión parecida sobre el ban-
co, pero sin lograrlo. En cambio, ha tenido mucho más éxito con-
venciendo a Estados Unidos y a los países europeos de que tomen
en cuenta los derechos humanos en su política de ayuda militar y
económica. Gran parte del éxito del movimiento por los derechos
humanos puede atribuirse a su capacidad de ejercer presión sobre
las políticas de ayuda estatal. Al movimiento ecologista de Estados
Unidos le ha sido mucho más difícil establecer una rutina de vincu -
lación parecida. Los esfuerzos para influir en las negociaciones del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) sólo tuvie-
ron un éxito parcial, y el análisis de las relaciones comerciales ha
exacerbado las divisiones de la red tanto dentro como fuera de Es-
tados Unidos.
Nuestros estudios de caso indican que comprender los elementos
dinámicos de la política nacional es por lo menos tan importante
para tener éxito como comprender las estructuras nacionales. En al -
gunas circunstancias las oposiciones políticas pueden interponer la
influencia de actores transnacionales tanto o más que la de los acto-
res institucionales. En nuestra investigación los casos más claros a
este respecto fueron el asunto de los pies vendados y la circuncisión
femenina. La campaña contra los pies vendados encontró eco en el
discurso modernizador de la oposición reformista que surgía por en-
tonces; para los nacionalistas, la campaña contra la circuncisión fe -
menina se volvió símbolo del empeño colonialista por destruir pro-
fundos valores culturales. En casi todas las campañas transnacionales,
para lograr que el asunto entre en resonancia, es decisivo cómo se
trata el tema del nacionalismo.
Evaluar la influencia de las redes es algo parecido a evaluar la in-
fluencia de las sanciones, acerca de las cuales se han efectuado con-
siderables estudios y ha habido muchos desacuerdos.3 Como en los
textos sobre las sanciones, debemos considerar las características de
la “meta” y del “emisor” o “fuente”, y las relaciones entre ambos. Una
red, en tanto emisora, no es un actor único, como lo es un país, sino
un actor múltiple; por ello es todavía más difícil seguir la huella de
su influencia. 3Véanse David Baldwin, Economic statecraft, Princeton, Princeton University Press,
1985; Stefanie Ann Lemway, “Between war and commerce: Economic sanctions as a
tool of statecraft”, International Organization 42:2, primavera de 1988, pp. 397-426.
272 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
Características del asunto
Las redes de defensa se desarrollan en torno a problemas respecto a
los cuales los teóricos de las relaciones internacionales y los de la ac -
ción colectiva no predecirían la cooperación internacional. Excepto
donde los regímenes represivos (como Haití) provocaron un grave
flujo de refugiados, para las altas esferas políticas fue fácil n o tomar
en cuenta los derechos humanos, y la doctrina de la soberanía y de
la no intervención les indicaba precisamente que eso hicieran. El
nuevo conocimiento social de que las democracias no entran en gue-
rra con otras democracias puede cambiar las estrategias en el juego
de los derechos humanos. Si la seguridad (que es un bien colectivo)
aumenta debido a la existencia de la democracia en todo el mundo,
promover la democracia sería una política en beneficio propio y no
sólo cuestión de principios. Con todo, la transformación de las polí-
ticas y los regímenes de derechos humanos ocurrió mucho antes de
que surgiera el nuevo conocimiento social. Tal como sucede con los
derechos humanos, tradicionalmente los estados no han visto las
cuestiones de las mujeres o de los indígenas como problemas de
bien colectivo. Algunos asuntos del medio ambiente presentan ex-
ternalidades serias, pero no son por fuerza los temas en torno a los
cuales se forman las redes de defensa. Por ejemplo, las redes ecolo-
gistas aquí analizadas ejercen presión sobre cuestiones que se reco-
noce que plantean problemas para el bien colectivo, pero cuya solu -
ción es muy costosa en términos políticos. En la mesa de discusiones
de los bosques tropicales están tanto problemas de soberanía como de
propiedad.
Los estados tienen pocos incentivos para cooperar con esos asun-
tos, y como muchas de las campañas de las redes impugnan las ideas
tradicionales de soberanía del estado cabría esperar que los países
cooperaran para bloquear las actividades de aquéllas. Para conse-
guir que estos temas se incluyan en las plataformas políticas es nece-
saria la intervención activa de un actor comprometido. Las violacio-
nes a los derechos humanos deben llevarse premeditadamente al
proyecto de política exterior de otro país o a una organización in-
ternacional, antes de que se pueda ejercer influencia al respecto. La
desforestación y el mal uso de la leche para bebés pasaron a ser cues -
tiones internacionales y dejaron de ser meros problemas cuando los
activistas de la red les dieron causas identificables y propusieron re-
medios.
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 273
Los actores del gobierno también pueden destacar la importancia
de un asunto, pero para que actúen los estados los va lores en cuestión
deben coincidir de manera verosímil con el “interés nacional”, o el
gobierno que actúa debe creer (correctamente o no) que la acción no
le acarreará un costo político (o, en dado caso, que éste será menor
que si no actúa). Parte de lo que hacen las redes es tratar de transfor-
mar las interpretaciones que el país hace de sus intereses nacionales,
y modificar sus cálculos de los costos o beneficios de determinadas es -
trategias. Más todavía: los activistas que promueven el asunto deben
buscar actores estatales que también sean miembros de la red (y que
estén dispuestos a emprender una acción costosa para promover
asuntos de sumo interés para ellos) o que tengan otros incentivos pa -
ra actuar. Los ecologistas de la campaña de la banca multilateral con-
siguieron el decisivo apoyo del senador de Wisconsin, Robert Kasten,
presidente del Foreign Operations Subcommittee of the Approp-
riations Connnittee del Senado, más por su hostilidad general a la ban -
ca multilateral que por sus principios relacionados con el problema.
La segunda característica que vale la pena destacar acerca de los
asuntos sobre los que trabajan las redes es que, en su forma general, to-
dos son problemas en torno a los cuales es improbable movilizar de
manera sostenida a las masas. El problema está en transformar un
acuerdo difuso (proteger el ambiente, defender los derechos huma-
nos) en la disposición para emprender una acción.4 La dificultad de
movilizar a los participantes explica que en las redes de defensa pre-
dominen las tácticas de presión sobre las campañas de movilización
de masas en estas áreas problemáticas. Hay excepciones. El modelo de
organización de Amnistía Internacional comprende grandes núme-
ros de personas con actividades regulares; las estrategias de boicot,
como las empleadas en las campaña contra la leche infantil y por las
maderas tropicales, tienen características parecidas.
Es más probable que las ideas nuevas tengan influencia si coinci -
den con las ideas e ideologías existentes en determinado ambiente 4 Esto se parece al problema de la movilización en torno a las cuestiones de con-
senso, analizadas en las teorías de los movimientos sociales. Sobre puntos de vista di-
ferentes véanse Michael Schwartz y Shuva Paul, “Resource mobilization versus the mo-
bilization of people: Why consensus movements cannot be instruments of social chan-
ge”, pp. 205-223, yjohn D. McCarthy y Mark Wolfson, “Consensus movements, conflict
movements, and the cooptation of civic and state infrastructures”, pp. 273-300, en Al-
don Morris y Carol McClurg Mueller (eds.) Frontiers in social mavement theory, New Ha-
ven, Yale University Press, 1992.
274 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
histórico.5 Ya que las redes transportan ideas nuevas, deben encon-
trar modos de enmarcarlas para que entren en resonancia o se ajus -
ten a los sistemas de creencias más amplios y a los contextos de la
vida real dentro de los cuales ocurren los debates. 6 La capacidad de
las redes transnacionales de defensa para enmarcar bien los asuntos
es especialmente problemática porque, a diferencia de los movimien -
tos sociales nacionales, diferentes partes de estas redes necesitan
ajustarse a los sistemas de creencias, las experiencias de vida y las his -
torias, los mitos y las leyendas de muchos países y culturas. Afirma-
mos que los dos tipos de asuntos más característicos de estas redes
(los asuntos que implican daño físico a individuos vulnerables, y los
referentes a la igualdad legal de oportunidades) se relacionan con as -
pectos de sistemas de creencias o experiencias de la vida que tras -
cienden determinado contexto cultural o político.
Existen varias explicaciones de por qué estos asuntos se destacan
más en las campañas internacionales. Si bien las cuestiones referen -
tes al daño físico encuentran eco en las tradiciones ideológicas de los
países occidentales liberales, como Estados Unidos y las naciones de
Europa occidental, también entran en resonancia con las ideas bási -
cas de la dignidad humana comunes a la mayoría de las culturas. No
todas las culturas tienen creencias sobre los derechos humanos
(como individualistas, universales e indivisibles), pero la mayoría va -
lora la dignidad humana.7 Las violaciones graves a los derechos hu-
manos son contrarias a estas concepciones divergentes de la digni-
dad humana. Los asuntos sobre el daño físico también se prestan a la
representación dramática y al testimonio personal, que son parte tan
importante de las tácticas de las redes.
Otra creencia transcultural con amplia resonancia es la preocupa-
ción por proteger a las partes más vulnerables de la población, sobre 5 Peter Hall, The political pcrwer of economic ideas, Princeton, Princeton University
Press, 1989, pp. 383-384; Kathryn Sikkink, Ideas and institutions, Ithaca, Cornell Univer-
sity Press, 1991, p. 26. 6 David Snow y Robert Benford indican que el éxito del marco se debe a cuatro
conjuntos de factores: “que la actividad para enmarcar la cuestión sea enérgica; com-
pleta y cabal”; la estructura interna del sistema más amplio de creencias que desean
afectar los activistas; la relevancia del marco respecto del mundo real de los partici -
pantes, y las relaciones del marco con el ciclo de protesta. Snow y Benford, “Ideology,
frame resonance, and participant mobilization”, en Frontiers in social movement theory,
p. 199.
7 Véase Jack Donnelly, Human rights in theory andpractice, Ithaca, Cornell University
Press, 1989, pp. 49-50.
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 275
todo los bebés y los niños. El contraste entre el boicot a Nestlé y otros
asuntos que no desembocaron en boicot internacionales refleja la
importancia de lograr esta respuesta transnacional. Si bien se acha-
can más muertes al uso del tabaco que al mal uso de la leche para
bebé, los consumidores no han llevado a cabo un boicot exitoso, sos -
tenido e internacional contra las compañías tabacaleras. Observar el
daño provocado a los niños vulnerables y a sus madres, las cuales creen
que están usando un producto de buena calidad, produce más preo-
cupación que saber del daño que se causan los adultos que deciden
fumar. Una campaña contra los anuncios de “Joe Camel” es la excep -
ción que confirma la regla: los organizadores tuvieron cierto éxito
porque afirmaban que dichos anuncios trataban de vender cigarri-
llos a los niños.
El boicot a Nestlé ilustra, además, la importancia de enmarcar los
asuntos para que hallen eco en los sistemas existentes de creencias.
Tanto la empresa como el boicot trataban de capitalizar el deseo
transcultural de hacer lo mejor para nuestros bebés. Las empresas
productoras de alimentos para bebés trataron de convencer a las
madres de que la fórmula infantil era la manera moderna y saluda -
ble de alimentar a sus hijos. No obstante, la red que se ocupó del
problema hizo circular estratégicamente información y testimonios
para que el biberón, que era un símbolo de modernidad y salud, se
considerara una posible amenaza para la salud de los bebés tercer -
mundistas.
Las campañas que implican la igualdad legal de oportunidades
también parecen prestarse al trabajo transnacional. No está claro por
qué este asunto debe tener resonancia transnacional. La mayoría de
las sociedades en las cuales se llevan a cabo estas campañas han adop-
tado instituciones liberales de democracia y un estado de derecho,
aunque excluyen a una parte importante de la población, que no
participa en aquéllas. Esta divergencia entre el discurso neutral de la
igualdad implícita en el liberalismo y el acceso desigual a las institu -
ciones liberales abre un espacio para la acción política simbólica y
para la política de responsabilización de las redes. En otras palabras,
el liberalismo no lleva consigo las semillas de su destrucción, sino las
semillas de su expansión. El liberalismo, con todas sus deficiencias
históricas, contiene un elemento subversivo que cae en manos de los
activistas. Estamos de acuerdo con el trabajo de John Meyer y sus co-
legas acerca de un proceso cultural global de expansión de los valo -
res liberales; diferimos respecto a cómo conduce a la transformación
276 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
política.8 Afirmamos que el discurso liberal puede proporcionar o-
portunidades para que los activistas expongan la distancia que hay
entre el discurso y la práctica, y que ésta ha sido una eficaz herra-
mienta de organización. Por ejemplo, en 1848, los organizadores de
la primera conferencia sobre derechos de las mujeres, celebrada en
Seneca Falls, expusieron sus quejas de manera elocuente y eficaz,
empleando las palabras de la Declaración de Independencia de Esta-
dos Unidos, sustituyendo con la palabra “mujer” la palabra “hom -
bre”, y usando “hombres” en lugar de “rey Jorge”.
¿Por que esperaríamos que hubiese preocupación por la brecha
entre el discurso y la práctica, sobre todo en los regímenes autorita-
rios que suelen ser blanco de la presión de las redes? Hace ya mucho
los especialistas reconocieron que incluso los regímenes represivos
dependen de una combinación de coerción y aceptación para per-
manecer en el poder. Las campañas de las redes han tenido más éxi-
to en los países que han internalizado hasta tal punto el discurso del
liberalismo que existe una disyunción entre ocultar y revelar. El dis -
curso liberal y las instituciones también marcan límites y restri ccio-
nes, lo cual es otra razón para poder organizarse con más facilidad
en torno a los asuntos tocantes a la igualdad de oportunidades que
alrededor de los que se refieren a la igualdad de resultados.
La resonancia transcultural de los problemas no necesariamente
elimina todas las tensiones implícitas en el encuentro. Esto es cierto
sobre todo en lo que se refiere a la pobreza y a la desigualdad en un
marco de intención. En todas las redes que involucran activistas de
los países tanto desarrollados como en vías de desarrollo, la concien-
cia de la gran desigualdad del acceso a los recursos es la base del diá -
logo sobre la manera de enmarcar los problemas y también sobre las
relaciones entre los miembros de la red. Características d£ los actores. Las redes y sus blancos
No sorprende que las redes sean más eficaces cuando son fuertes y
densas. La fuerza y la densidad de la red implican el número y el ta -
maño total de las organizaciones de la red, así como la regularidad
8 George M. Thomas, John W. Meyer, Francisco O. Ramírez y John Boli (eds.), Ins-
titutional structure: Constituting state, society and the individual, Newbury Park, Sage,
1987.
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 277
de sus intercambios.9 Las redes fuertes y densas también incluyen
muchos “nodos” dentro del estado-meta de la campaña. Las campa-
ñas de las redes por violaciones a los derechos humanos tuvieron más
éxito en Argentina y en Chile que en Guatemala durante la segunda
mitad de los años setenta, en parte porque en los dos primeros paí -
ses las organizaciones nacionales por los derechos humanos estaban
bien organizadas. Aunque en Guatemala las violaciones eran todavía
más graves que en Argentina y en Chile, no hubo ninguna ONG local
eficaz por los derechos humanos hasta mediados de los ochenta. La
presencia de estas organizaciones como parte de la red aumentó el
éxito de las presiones por derechos humanos sobre Guatemala al
principiar el decenio de 1990. Los miembros locales de la red cola-
boran con información y confieren más legitimidad a las actividades
globales de la misma.
La densidad de las redes y su fuerza se deben tanto a su identidad,
definida por sus principios, propósitos y metas, como a las relaciones
estructurales establecidas entre las organizaciones y los individuos de
la red. En otras palabras, la red como actor obtiene mucha de su efi -
cacia de la red como estructura dentro de la cual las ideas se definen,
se redefinen, se ponen a prueba y se negocian. Por mucho que un in-
dividuo o el representante de determinada organización hable y ac -
túe en nombre de una red sin que tenga por fuerza que consultar a
sus miembros con regularidad, el timbre de su voz es transformado
por la sinergia de la red. La “voz” de la red no es la de las voces que
la componen, sino el producto de una interacción de voces, y es di -
ferente de la voz aislada de cualquier miembro de la red.
Esto no quiere decir que las redes de defensa sean estructuras
igualitarias. Reconocemos la naturaleza asimétrica o sesgada de la
mayor parte de las interacciones que se producen en ella. Dentro de
las redes se ejerce poder, que con frecuencia proviene de los recur-
sos, más abundantes en los nodos de las redes del Norte. Los actores
más fuertes de la red con frecuencia sofocan la voz de los más débi-
les, pero, debido a la forma de organización, muchos actores (inclu -
yendo algunos poderosos del Norte) se transforman al participar en
la red. Por amorfa o débil que sea la estructura, la naturaleza de la
actuación de la que estamos hablando se deriva de ella, que es a su 9 Los análisis de las redes de las ciudades o los países pueden medir la densidad de
la red, pero esto es mucho más difícil en el caso de redes transnacionales amplias y dis-
tantes.
278 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
vez una creación de los activistas que la integran. Las redes no pue-
den minarse sencillamente definiendo sus estructuras como “agen -
tes” de determinado actor o postura. Para socavar una red más bien
hay que desestructurarla, es decir, desgastar las relaciones de confian -
za o dependencia mutua que existen entre sus actores. El gobierno ma -
layo trató de hacerlo en 1993, por ejemplo, haciendo circular una
historia en que se afirmaba que las ONG hacían mal uso de los fondos
que reunían en el caso de Sarawak, y acusando a Randy Hayes, de la
Rainforest Action NetWork, de inventar una historia sobre el maltra -
to a los miembros de la tribu penan. Las comunicaciones de la red
fueron suficientemente fuertes para aguantar estas acusaciones.
Las características de los blancos de las redes, en especial su vulne-
rabilidad a las presiones materiales y morales,10 son determinantes
esenciales de la eficacia de las redes internacionales. El blanco pue-
de ser vulnerable a determinados tipos de vinculaciones de los asun-
tos, por ejemplo cuando la ayuda exterior depende del desempeño
de los derechos humanos. La vulnerabilidad puede deberse a com-
promisos normativos previos, como cuando el Banco Mundial, ya com-
prometido por muchas declaraciones con un desempeño ambiental
sólido, fue criticado por los préstamos que supuestamente empeora-
ban la situación ecológica. Los blancos pueden ser más vulnerables
en determinadas coyunturas, como fue el caso de México durante las
negociaciones para el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte. La necesidad que tenía México de cuidar su prestigio en ese
contexto permitió que las redes por los derechos humanos y ambien-
tales efectuaran reclamaciones. Por último, la vulnerabilidad puede
representar sencillamente un deseo de conservar la buena reputa-
ción en las agrupaciones internacionales valoradas.11
Los grandes flujos de ayuda militar y económica a Latinoamérica
en los decenios de 1970 y 1980 dieron influencia a las redes por los
derechos humanos sobre los países represivos de la región. Ejercer
presión sobre países como China o Birmania era más difícil, porque
ninguno de los dos recibía ayuda económica y militar apreciable de 10 Nuestro concepto de vulnerabilidad incluye la idea de “interdependencia de la
vulnerabilidad”, establecida por Keohane y Nye (aunque no se limita a ella). Para
ellos, cuando un país encara costos impuestos por la acción externa, la vulnerabilidad
descansa en la “disponibilidad y el costo relativo de las alternativas”. Robert Keohane
yjoseph Nye, Power and interdependence, Glenview, Scott Foresman, 1989, 2a. ed., p. 13.
11 Audie Klotz, Norms in intemational relations: The struggle against apartheid, Ithaca,
Cornell University Press, 1995.
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 279
los países occidentales. La única presión posible era la de las ventajas
comerciales (la categoría de país más favorecido o el sistema genera -
lizado de preferencias), cuyo uso es más atacado, ya que afecta a los
exportadores de los países occidentales. Los grupos ecologistas alcan -
zaron influencia en la campaña del banco al proporcionar informa-
ción que convenció a los miembros del Congreso y del Departamen -
to del Tesoro para que ordenasen a los directores ejecutivos de las
bancas de desarrollo multilateral de Estados Unidos que supervisa-
ran de cerca el impacto ambiental de los préstamos. En los países eu-
ropeos se siguieron procesos parecidos.
Aunque pueda ejercerse presión, el país-meta debe ser sensible a
ella. Como dejó claro el fracaso de las sanciones económicas contra
Haití en 1993-1994, algunos gobiernos pueden resistir las presiones
durante periodos largos. Los países más sensibles a las mismas son los
que se preocupan por su imagen internacional. Para que funcione la
vinculación de problemas, el país-meta debe valorar más la zanaho-
ria que se le pone delante (o el bien que no se le otorga), que la po -
lítica atacada. Pero, como lo ilustraron los casos de los derechos hu -
manos en Haití o la desforestación en Sarawak, la vinculación con el
dinero, el comercio o el prestigio no basta. Los dirigentes militares
de Haití decidieron aferrarse al poder a pesar de la censura moral de
todo el mundo y del derrumbe económico. Sólo la amenaza de la in-
vasión militar permitió un tratado de última hora para abandonar el
poder. En Sarawak los políticos locales se enriquecieron inmensa-
mente concediendo permisos para la tala, y buena parte de los ingre -
sos del gobierno estatal depende de ella. Si bien el gobierno federal
de Malasia fue sensible a los ataques a su estatus internacional, fue to -
davía más vulnerable a las amenazas de los políticos de Sarawak de
retirarse de la coalición del gobierno.
La corporación Nestlé fue vulnerable a las presiones del boicot de
los consumidores porque una amplia gama de sus artículos alimenti -
cios se identificaba con el nombre de la compañía y porque había he-
cho una fuerte inversión en una imagen corporativa de artículos de
calidad (“Nestlé produce lo mejor de lo mejor”), que podía perder
fácilmente por la acusación de que sus productos provocaban la
muerte de bebés del tercer mundo. Los intentos de organizar en Es -
tados Unidos un boicot parecido contra otros productores de leche
para bebés han fracasado porque su blanco han sido empresas me-
nos conocidas: American Home Products y los Laboratorios Abbott,
cuyos productos no llevan el nombre de la empresa.
280 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
IMPLICACIONES PARA LA SOCIEDAD INTERNACIONAL
Para este proyecto resulta esencial comprender el sistema internacio -
nal no como una anarquía sino como una sociedad internacional. Es -
tamos de acuerdo con la idea de Hedley Bull y de la escuela inglesa
de estudiosos de las relaciones internacionales en el sentido de que
vivimos en una sociedad internacional cuando, con base en sus inte -
reses y valores comunes, las naciones “consideran que, en sus relacio -
nes mutuas, están ligadas por una serie de reglas comunes y partici -
pan en la labor de las mismas instituciones”.12 Por otro lado, estamos
en desacuerdo con el énfasis que pone Bull en una sociedad de esta-
dos. Incluso en 1977, cuando Bull escribió su obra clásica, reconoció
que la sociedad internacional estaba evolucionando, y que el asunto
de los derechos humanos presentaba un desafío especialmente fuer-
te a la lógica de una sociedad de estados soberanos.
Según la ley internacional, la doctrina de los derechos y deberes humanos,
llevada a su extremo lógico, va en contra del principio mismo de que la hu-
manidad debería organizarse como una sociedad de estados soberanos. Pues
si los derechos del individuo pueden hacerse valer en el foro político mun-
dial, y en contra de las afirmaciones de su estado, y si sus deberes pueden
proclamarse independientemente de su posición como siervo o ciudadano
de dicho estado, entonces se impugna la posición del estado como cuerpo
soberano por encima de sus ciudadanos, y con derecho a exigir su obedien-
cia, y se pone en riesgo la estructura de la sociedad de estados soberanos.
Queda abierto el camino para la subversión de la sociedad de estados sobe-
ranos en aras del principio organizador de la comunidad cosmopolita.13
Nuestra visión está más cerca de lo que Bull llamó “neomedievalis -
mo”, donde los actores no estatales empiezan a socavar la soberanía
del estado. El término no refleja adecuadamente el dinamismo y la
novedad de los nuevos actores globales que examinamos, pero la
perspectiva central de Bull, de un nuevo sistema con “autoridad coin -
cidente y lealtad múltiple”, capta parte del cambio que describi -
mos.14 Bull hizo dos objeciones serias: una empírica (la tarea de dar
pruebas de la extensión y naturaleza de los cambios) y otra teórica
12 Hedley Bull, The anarchical society: A study of arder in world politics, Nueva York, Co-
lombia University Press, 1977, p. 13. 13 Ibid., p. 146. 14 Ibid., p. 245.
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 281
(especificar qué otra visión de la política internacional podría modi -
ficar u ocupar el lugar de la centralidad de las interacciones entre es-
tados soberanos.
El trabajo sociológico empírico más reciente está a punto de de-
mostrar la extensión de los cambios “arriba” y “debajo” del estado. La
teoría del “gobierno mundial” relacionada con John Meyer, John
Noli, George Thomas y sus colegas, concibe una sociedad internacio-
nal radicalmente diferente. Para estos especialistas, en la sociedad in -
ternacional es donde se difunde la cultura mundial, proceso que en
sí mismo constituye la característica de los estados. Los vehículos de
difusión se transforman en organizaciones globales interguberna -
mentales o no gubernamentales. Empero, no se especifican adecua -
damente las fuentes de las normas de cultura global ni los procesos
a través de los cuales evolucionan.13
Quienes proponen la teoría del gobierno mundial han documen-
tado la aparición y difusión de una amplia gama de normas y prácti -
cas culturales, y el concomitante surgimiento de organizaciones in-
ternacionales tanto no gubernamentales (OING) como interguberna-
mentales (oí). Éstas se presentan como ejecutoras de los principios
básicos de la cultura mundial: el universalismo, el individualismo, la
autoridad voluntarista racional, los propósitos humanos y la ciudada-
nía mundial. Por ende, no hay una distinción significativa entre estos
actores transnacionales que adoptan las normas que refuerzan las re -
laciones de poder institucional existentes y los que las impugnan. 16
Nosotras afirmamos que los diferentes actores transnacionales tie-
nen propósitos y metas divergentes. Para comprender cómo ocurre
el cambio en el gobierno mundial debemos entender la lógica y el
proceso —que difieren bastante— de las diversas categorías de acto-
res transnacionales. La lógica de las redes de defensa transnaciona-
les, que con frecuencia entran en conflicto con los estados acerca de
principios básicos, es muy diferente de la lógica de otros actores
transnacionales, como el Comité Olímpico Internacional o la Comi -
sión Electrotécnica Internacional, que proporcionan símbolos, servi - 13
Véase la excelente revisión de Martha Finnemore sobre la escuela del gobierno
mundial, “Norms, culture and world politics: Insights from sociology‟s institutiona-
lism”, International Organization 50:2, primavera de 1996, pp. 339. 16
John Boli y George M. Thomas, “Introduction”, en Boli y Thomas (eds.), World
polity formation since 1875: World culture and international non-governmental organizations,
Stanford, Stanford University Press, en prensa.
282 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
dos o modelos a los estados. En esencia, los teóricos del gobierno
mundial eliminan las luchas por el poder y el significado, que para
nosotros son el puntal del cambio normativo. Martha Finnemore
hace un comentario parecido cuando aduce que a pesar de sus lo-
gros impresionantes, la teoría del gobierno mundial margina la polí -
tica, opaca el poder y “omite los conflictos, la violencia y el lideraz-
go”. Finnemore invita a los politólogos a emprender un.diálogo con
los teóricos del gobierno mundial, porque “el proceso político, la co -
erción y la violencia, el conflicto de valores y la impugnación norma -
tiva son nuestro asunto”.17
No obstante, los teóricos del gobierno mundial tienen un punto
importante. Sugieren que en determinado momento lo que era im-
pensable se vuelve obvio, y a partir de entonces el cambio empieza a
darse mucho más rápidamente. Las primeras batallas que ganaron el
voto para las mujeres se libraron con uñas y dientes, país tras país, y
el éxito fue muy lento. Esta historia de ninguna manera se parece al
proceso natural de cambio cultural sugerido por los teóricos del go-
bierno mundial. Empero, luego de que una masa crítica de países
adoptó el sufragio femenino, éste se volvió un atributo esencial del
estado moderno y muchos países concedieron el voto a la mujer in -
cluso sin la presión de movimientos feministas nacionales. Quizá cier -
ta comprensión de los “umbrales” ayude a integrar nuestro trabajo
con el de los teóricos del gobierno mundial. Estos sociólogos se han
concentrado teóricamente en la segunda parte del proceso de cam-
bio, en la cual las normas adquieren la “cualidad de darse por des -
contadas” y los estados las adoptan sin presiones políticas de las orga-
nizaciones nacionales. De esta manera, prefieren las explicaciones
del cambio normativo que destacan la influencia de la cultura mun -
dial. Nosotras estudiamos las primeras fases del surgimiento y la
adopción de las normas, que se caracterizan por intensas luchas na-
cionales e internacionales sobre el significado y la estrategia, y de esta
manera tendemos a preferir las explicaciones que destacan la inter -
vención humana y la indeterminación. Más que considerar que éstas
son explicaciones teóricas opuestas de las causas del cambio norma-
tivo, la comprensión de las fases sugiere que el proceso de crear e ins -
titucionalizar nuevas normas puede ser muy diferente de adoptar las
normas que ya han sido ampliamente aceptadas.
^ Las teorías del gobierno mundial consideran a las oí y las OING 17 Finnemore, “Norms, culture, and world politics”, pp. 327, 339, 340, 344.
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 283
como cintas transportadoras que llevan a otros lugares las normas li-
berales occidentales. También en este caso nuestra investigación in -
dica que gran parte de la actividad de las redes modernas no se con-
forma a este patrón. Muchas redes han sido sedes de negociación
cultural y política más que meras ejecutoras de las normas occiden-
tales dominantes. Por cierto, las normas occidentales sobre los dere-
chos humanos han sido el marco que define a muchas redes, pero la
expresión de estas normas se transforma durante la actividad de las
mismas. Por ejemplo, los asuntos de los derechos de los indígenas y
de la supervivencia cultural, actividad de frontera actual de las redes,
van en contra del modelo cultural propuesto por los teóricos del go-
bierno mundial.
En otras palabras, como observan los antropólogos modernos, la
cultura no es una influencia totalizadora, sino un campo en constan-
te transformación. Algunos discursos, como el de los derechos huma-
nos, proporcionan un lenguaje para la negociación. En el marco del
mismo, se prefieren algunas jugadas antes que otras. Sin duda el dis-
curso de los derechos humanos es de una estricta disciplina, pero
también es un discurso flexible; el éxito de la campaña al demostrar
que los derechos de la mujer son derechos humanos revela las posi -
bilidades que tiene. Como la política internacional de derechos hu-
manos proviene simultáneamente de ideas universalistas, individua-
listas y voluntaristas, y de una profunda crítica de cómo han organi-
zado las instituciones occidentales sus contactos con el mundo en
vías de desarrollo, permitieron más interpretaciones contradictorias
de las que podían esperarse. Estas críticas condujeron de manera
muy indeterminada al surgimiento de la política de derechos huma -
nos; los teóricos de fines del siglo xx no deben suponer que la trayec-
toria estuvo predeterminada por fuerzas culturales homogenizadoras
globales.
Para reconceptualizar la sociedad internacional no es forzoso de-
jar de concentrarse en los actores e instituciones y buscar fuerzas
ocultas que releguen a los estados al papel de epifenómenos y otras
formas de asociación. Sin embargo, encontramos que en las relacio -
nes entre actores, instituciones, normas e ideas hay suficientes evi -
dencias de cambio para hacer que el nivel de análisis apropiado sea
el del sistema de política mundial, más que el de una sociedad inter-
nacional de estados. También creemos que estudiar las redes es ex-
traordinariamente valioso para seguir las pistas a estas relaciones en
evolución y elaborar teorías sobre ellas.
284 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
Hoy, en el sistema político mundial, los estados siguen siendo los
actores protagónicos. Pero incluso con fines teóricos es difícil imagi -
nar el estado como “una unidad cerrada, impermeable y soberana,
completamente separada de los demás estados”.18 Si bien el concep-
to de estado unitario sigue siendo una convención cómoda para cier -
tas clases de interacciones internacionales, para la mayoría de las re-
laciones entre estados (así como para las relaciones entre éstos y
otros individuos o asociaciones) es esencial el reconocimiento de es -
tados y sociedades internamente diferenciados.19 Pero la soberanía
sólo se desgasta en circunstancias bien delimitadas. Por ejemplo, la
doctrina del agotamiento de los recursos nacionales inserta en la ley
de los derechos humanos capta la naturaleza de la relación entre la
sociedad de estados y la comunidad cosmopolita emergente: los indi -
viduos que desean recurrir a esa sociedad de estados por la supuesta
violación de sus derechos deben haber agotado los recursos naciona-
les o demostrar que los intentos de hacerlo son vanos. Entonces, y
sólo entonces, si todavía creen que han sido tratados injustamente,
pueden recurrir a la escena internacional. La comunidad cosmopo-
lita puede ejercer presión en las fases del proceso nacional, pero el
estado sigue teniendo el control.
Hay pocos teóricos de las relaciones internacionales a los que poda-
mos dirigirnos para que nos ayuden a expresar esta visión del poten -
cial y las limitaciones globales de una comunidad cosmopolita de in-
dividuos. Todo lo que oliera a idealismo quedó totalmente desacre -
ditado, debido a los evidentes fracasos del idealismo en el periodo
entre las dos guerras mundiales, de modo que ningún teórico de las
relaciones humanas que se respetara se atrevía a admitir el papel de
la intervención humana individual, motivada por principios, en la
transformación de la escena global. Con todo, fue precisamente el
obvio fracaso de los estados en materia de protección de la dignidad
humana durante esa época y en la segunda guerra mundial lo que
para algunos filósofos de la política, como Hannah Arendt, hizo ne-
cesaria dicha intervención. Jeffrey Isaac argumenta que Arendt no
era una teórica de los derechos humanos sino “una teórica de la po-
lítica, que un mundo que no respeta los derechos humanos hizo ne- 18 Arnold Wolfers, Discord and collaboration: Essays on intemational politics, Baltimore,
Johns Hopkins University Press, 1962, p. 19. 19 Robert Putnam capta parte de esta realidad en su metáfora de los juegos de dos
niveles. Véase “Diplomacy and domestic politics: The logic of two-level games”, Inter-
national Organization 42:3, verano de 1988, pp. 427-460.
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 285
cesaría”, una política que “podría alentar nuevas formas de identidad
regional e internacional y de responsabilidad moral”. 20
El sistema internacional que presentamos no sólo está compuesto
por estados ocupados en ganar posiciones, o ni siquiera de compor-
tarse según las reglas, sino por densas redes de interacciones e inte -
rrelaciones entre ciudadanos de diferentes estados que reflejan y
ayudan a sostener sus valores, creencias y proyectos comunes. Distin -
guimos nuestro punto de vista de lo que Sidney Tarrow llama la “te-
sis de la globalización fuerte”, que considera que las fuerzas estructu -
rales inevitablemente llevan al mundo a un proceso global intervin -
culado por lazos aún más estrechos.21 El proceso de globalización
que observamos no es inevitablemente una aplanadora sino un con-
junto específico de interacciones entre individuos que tienen un pro -
pósito. Si bien estas interacciones, juntas, pueden parecer estremece-
doras, también pueden disecarse y trazarse de manera tal que reve-
lan gran indeterminación en la mayoría de los puntos del proceso.
Esta historia no tiene nada de inevitable: es el compuesto de miles de
decisiones que hubieran podido tomarse de otra manera.
El problema de gran parte de la teoría sobre las relaciones inter-
nacionales es que no reconoce un motor de cambio, o que el que
puede tener -como el interés del estado, o el cambio de la capacidad
de poder-, está empobrecido y no logra explicar las fuentes o la na -
turaleza del cambio internacional que aquí estudiamos. La teoría re-
alista clásica de las relaciones internacionales no explica los cambios
profundos, como el colapso de la Unión Soviética y de los estados sa -
télite de Europa oriental, el fin de la esclavitud o el otorgamiento del
voto a las mujeres en todo el mundo.
La teoría liberal de las relaciones internacionales da una explica -
ción más precisa del cambio porque se basa en la tesis de que los in -
dividuos y los grupos de la sociedad nacional y transnacional son los
actores primarios; que esos grupos, a su vez, determinan las prefe-
rencias de los estados, y que la naturaleza y la intensidad de las pre -
ferencias del estado determina los resultados de la política interna -
cional. De este modo, el liberalismo destaca verdaderamente el tipo
de régimen nacional, porque el hecho de que un estado sea demo-
20 Jeffrey C. Isaac, “A new guarantee on Earth: Hannah Arendt on human dignity
and the politícs of human rights”, American Political Science Revietu 90:1, marzo de 1996,
pp. 67, 69. 21 Sidney Tarrow, Power in movement: Social movements and contentious politics, Cam-
bridge, Cambridge University Press, 1998, ed. rev., capítulo 11.
286 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
crático o no determina a qué grupos e individuos representa. 22 El
tipo de régimen también es importante porque los gobiernos autori -
tarios pueden “impedir el crecimiento de la sociedad civil nacional y
transnacional”.23 El liberalismo estructural arguye además que ha ha-
bido un “colapso de la distinción entre lo extranjero y lo nacional”,
y que la política exterior ya no está aislada de la interior, como se la
veía antes, argumento que en esencia se ve corroborado por los ca-
sos analizados en este libro.24
Nuestro enfoque difiere del liberalista en varios aspectos impor-
tantes. El liberalismo supone que los actores tienen intereses egoís -
tas y no desean correr riesgos; por ello su teoría sobre el cambio de
preferencias de individuos y grupos debe basarse en las transforma -
ciones del contexto que llevan a la modificación de los cálculos de in-
terés o riesgo.25 Nosotras estudiamos a los individuos y grupos moti -
vados esencialmente por ideas basadas en principios, y que, si bien
no siempre se deciden a correr riesgos, por lo menos no los rehuyen
como regla general. Coincidimos con el supuesto liberal de que un
gobierno representa (de manera imperfecta) un subconjunto de la
sociedad nacional, y que los individuos influyen en él por medio de
instituciones políticas y de prácticas sociales que enlazan al estado
con la sociedad. Pero el liberalismo, tal como se lo define normal-
mente, carece de las herramientas para comprender de qué manera
los individuos y los grupos, por medio de sus interacciones, pueden
constituir nuevos actores y transformar las interpretaciones de inte-
reses e identidades. Afirmamos que los individuos y los grupos, a tra -
vés de la representación, pueden influir en las preferencias no sólo de
sus propios estados sino también en las de los individuos y grupos
de otros lugares, e incluso de otros estados, mediante una combina-
ción de persuasión, socialización y presión.
De esta manera, la teoría de la red puede proporcionar un mode-
lo para el cambio transnacional que no se limita a la “difusión” de las
instituciones y prácticas liberales, sino que a través del mismo las pre-
ferencias e identidades de los actores comprometidos en la sociedad 22 Este análisis del liberalismo estructural se basa en Andrew Moravcsik, “Libera-
lism and intemational relations theory”, y en Anne-Marie Slaughter, “International
law in a world of liberal states”, European Journal of International Law 6, 1995, pp. 503-
538. 23 Slaughter, “International law”, p. 509. 24 Ibid., p. 514. 25 Moravcsik, “Liberalism and international relations theory”, p. 3.
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 287
transnacional a veces se transforman mutuamente por medio de sus
interacciones recíprocas. Dado que las redes son voluntarias y hori -
zontales, los actores participan en ellas en la medida en que esperan
obtener aprendizaje, respeto y beneficios mutuos. Las redes moder-
nas no son cintas transportadoras que acarrean ideas liberales, sino
vehículos de intercambio político y de comunicación, con el poten -
cial de efectuar la transformación mutua de los participantes.
En este sentido, la teoría de la red vincula la creencia constructi -
vista de que las identidades internacionales se construyen para la in -
vestigación empírica que rastrea las vías por las que se efectúa este
proceso, e identifica los límites materiales e ideológicos de esta cons-
trucción en determinados entornos históricos y políticos.
La importancia de este proceso de constitución mutua es particu-
larmente importante para considerar el tema de la soberanía, acer-
ca de la cual pueden existir diferencias significativas entre los miem-
bros de la red. En su mayor parte los activistas del Norte tienden a
ver la erosión de la soberanía como algo positivo. Para los activistas
de derechos humanos eso les da a los individuos que padecen mal-
tratos un recurso contra las acciones de su propio estado. Para los ac -
tivistas del medio ambiente eso permite que los valores ecológicos se
coloquen por encima de definiciones estrechas de interés nacional.
Dadas las innumerables y notorias violaciones a la soberanía perpe-
tradas por los estados y los actores económicos, ¿por qué deben des -
pertar esta preocupación las medidas que protegen a los individuos
del daño? Por lo general para los miembros de las redes del Norte
las afirmaciones de soberanía del tercer mundo son las posiciones
que benefician a los propios actores autoritarios o, en dado caso, a
los actores elitistas. Consideran que una soberanía débil en realidad
podría aumentar la influencia política de los pueblos más margina -
dos de los países en vías de desarrollo.
Sin embargo, en el Sur, el punto de vista de muchos activistas es
diferente. Más que considerar la soberanía como un muro de piedra
que bloquea la difusión de los principios y normas deseados, recono-
cen su fragilidad y les preocupa debilitarla todavía más. Las doctrinas
de la soberanía y de la no intervención siguen siendo la principal lí -
nea de defensa contra los esfuerzos externos por limitar las opciones
nacionales e internacionales que pueden tener los estados y ciudada -
nos del tercer mundo. Como la autodeterminación muy rara vez se
ha llevado a la práctica de manera satisfactoria, sigue siendo una uto -
pía deseada, aunque cada vez más remota. La soberanía sobre los re-
288 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
cursos, parte fundamental de los diálogos en torno a un nuevo orden
económico internacional, parece verse especialmente amenazada
por la acción ecologista internacional. Incluso cuando los activistas
del tercer mundo puedan oponerse a la política de su propio gobier-
no, no tienen razones para creer que los actores internacionales ha -
rían mejor las cosas, y sí muy buenos motivos para suponer lo contra -
rio. En los países en vías de desarrollo lo que garantiza la lealtad es
tanto la idea del estado como el propio estado. Para muchos activis-
tas del tercer mundo que participan en las redes de defensa el mode-
lo de acción individualizado e intencional que implican las redes (su
concentración en “hablar de derechos”) da por un hecho la desigual -
dad estructural. Conferencia tras conferencia, en algún momento se
plantea esta cuestión. Para los activistas del tercer mundo el asunto
de la soberanía está profundamente inserto en el problema de la des -
igualdad estructural.
A propósito de estos asuntos las redes constituyen un espacio va-
lioso para la negociación de significados. En el nuevo enfoque dado
a la violencia por las redes internacionales de mujeres, en la evolu-
ción de la campaña de la banca multilateral, el aprendizaje político
que tuvo lugar dentro de las redes no sólo implicó estrategias y tácti-
cas sino también cambios normativos de la forma de entender las
identidades y responsabilidades compartidas. El hecho de que la
campaña sobre la madera se centrara en los consumidores de made-
ras duras tanto como en los productores es resultado de este cambio.
Puesto que parte de los estados y de las organizaciones internaciona -
les también participan en estas redes, este proceso de negociación
dentro de la comunidad cosmopolita emergente no ocurre “fuera”
del estado. Antes bien, involucra a actores estatales que también
piensan en los intereses del estado.
Reconocer este carácter dual de las redes permite corregir la con -
tinua incapacidad de la teoría estructuralista para motivar el cambio
en el sistema internacional.26 Si las redes transnacionales de defensa
implican que la interacción entre los actores estatales y no estatales
siga una pauta, y que su intervención se exprese en el sistema inter-
nacional, entonces, por deducción, los estados aportan a sus relacio-
nes sistémicas algo más que sus relaciones con otros estados. Aportan
:íi! Véase también un argumento diferente, pero con
motivaciones parecidas, en Da- vid Dessler, “What’s at stake in the agent-structure debate?, International Organization
43:3, verano de 1989; pp. 441-473.
REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL 289
incluso algo más que el bagaje político nacional que implica la defini -
ción del juego en dos niveles de Putnam (que, sin embargo, tiene la
virtud de eliminar la división entre lo nacional y lo internacional, de
una manera mutuamente determinante).27 Los actores estatales,
como componentes de la red, aportan a las relaciones internaciona-
les identidades y metas que no se derivan sólo de sus posiciones es -
tructurales en un mundo de estados, y que incluso pueden constituirse
mediante relaciones establecidas con los ciudadanos de otros esta-
dos. Más todavía, estas identidades y metas pueden contener elemen-
tos que entren en profunda contradicción con los papeles sistémicos
normales de estos estados. Resolver estas contradicciones puede re -
querir cambios en las relaciones interestatales que no estén motiva -
das por el interés nacional, o por la “autoayuda”, tal como se com -
prende tradicionalmente.
Las identidades y metas conflictivas que los estados, como compo-
nentes de la red, aportan al sistema internacional, están cada vez más
enredadas en la interacción estructural entre los actores estatales y
no estatales que forman la red. Normalmente la intervención de una
red no puede reducirse a la actividad de sus miembros, así sean los
principales. Sin embargo, si bien la injerencia de la red no puede re-
ducirse a la de su nodo más poderoso, la apariencia de los estados
está descrita (y circunscrita) por las múltiples relaciones de identida-
des que lo acompañan. De la negociación de esta multiplicidad de in -
tervenciones y estructuras en las cuales los estados están inscritos de -
pende la posibilidad de cambio; no se trata tanto de negar la autoa -
yuda como de darle una interpretación más rica a la constitución de
la identidad y de la sustancia de la ayuda.
El concepto de una red transnacional de defensa es un elemento
importante para conceptualizar la naturaleza cambiante del estado
internacional, y sobre todo para comprender la interacción entre so-
ciedades y estados en la concepción de la política internacional. Su-
giere una visión de múltiples vías hacia la escena internacional, una
visión que atribuye a los actores nacionales un grado de intervención
que no tendría cabida en una aproximación más centrada en el esta-
do. En la dimensión internacional los estados siguen siendo los prin -
cipales jugadores, pero las redes de defensa proporcionan a los acto -
res nacionales aliados fuera de sus propios países. Este en foque su-
giere respuestas a algunas de las preguntas sobre la manera en que 27 Putnam, "Diplomacy and domestic politics”.
290 REDES DE DEFENSA Y SOCIEDAD INTERNACIONAL
los asuntos llegan a la atención internacional, sobre cómo reciben el
marco que tienen, y acerca de por qué a veces las campañas o presio-
nes internacionales son eficaces en algunos casos y en otros noríNues -
tra investigación inicial ha indicado que las redes tienen considera -
ble importancia para llevar al sistema internacional ideas transforma-
doras y movilizadoras, y ofrece direcciones nuevas y promisorias para
más investigaciones.
SIGLAS
AAAS: American Association for the Advancement of Science (Asociación
Norteamericana para el Progreso de la Ciencia)
Al: Amnesty International (Amnistía Internacional)
Bic: Bank Information Center (Centro de Información Bancaria)
CEBRAP: Centro Brasileiro de Analise e Planejamento (Centro Brasileño de
Análisis y Planeación)
CEDAW: Committee on the Elimination of Discrimination against Women
(Comité contra la Eliminación y Discriminación de las Mujeres) (Nacio-
nes Unidas)
CEDI: Centro Ecuménico de Documentación e Información (Brasil)
CSM: Church of Scotland Missionary Society (Sociedad Misionera de la Igle-
sia de Escocia)
CWGL: Center for Women‟s Global Leadership (Centro para el Liderazgo
Global de las Mujeres)
ECOSOC: Economic and Social Council (Consejo Económico y Social) (Nacio-
nes Unidas)
EOF: Environmental Defense Fund (Fondo para la Defensa Ambiental)
EZLN: Ejército Zapatista de Liberación Nacional (México)
FAO: Food and Agriculture Organization (Organización para la Alimentación
y la Agricultura) (Naciones Unidas)
FOE: Friends of the Earth (Amigos de la Tierra)
FUNAI: Fundación Nacional Indígena (Brasil)
IACHR: Comisión Interamericana por los Derechos Humanos
ICW: International Council of Women (Consejo Internacional de Mujeres)
IDA: International Development Agency (Agencia Internacional de Desarrollo)
IFN: International Feminist Network (Red Feminista Internacional)
INESC: Instituto de Estudios Socioeconómicos (Brasil)
IPHAE: Instituto de Prehistoria, Antropología y Ecología (Brasil)
IRLC: International Right to Life Committee (Comité Internacional por el
Derecho a la Vida)
ITTO: International Tropical Timber Organization (Organización Internacio-
nal de Maderas Tropicales
IUCN: International Union for the Conservation of Nature and Natural Re-
sources (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de
los Recursos Naturales)
IWRAW: International Women's Rights Action Watch (Vigilante Internacional
de los Derechos de las Mujeres)
[291]
292 SIGLAS
IWSA: International Women‟s Suffrage Association (Asociación Internacional
para el Sufragio Femenino)
IWTC: International Women‟s Tribune Center (Centro de la Tribuna Interna-
cional de las Mujeres)
JATAN: Red de Acción Japonesa por los Bosques Tropicales
KCA: Asociación Central Kikuyu
NOVIB: Netherlands Organization for International Development Coopera-
tion (Organización de los Países Bajos para la Cooperación en el Desarro-
llo Internacional)
NRDC: Natural Resources Defense Council (Consejo de Defensa de los Recur-
sos Naturales)
OEA: Organización de Estados Americanos
OI: organización internacional
OING: organización internacional no gubernamental
ONG: organización no gubernamental
PAN: Partido Acción Nacional (México)
PRI: Partido Revolucionario Institucional (México)
SAM: Sahabat Alam Malasyia UNCTAD: United Nations Conference on Trade and Development (Conferen-
cia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo) UNDP: United Nations Development Program (Programa de Desarrollo de las
Naciones Unidas) UNESCO: United Nations Educational, Scientific, and Cultural Organization
(Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura)
UNHCR: United Nations High Commissioner on Refugees (Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Refugiados)
US-AID: United States Agency for International Development (Agencia de Es-
tados Unidos para el Desarrollo Internacional)
WOLA: Washington Office on Latin America (Oficina de Washington sobre
Latinoamérica) WRM: World Rainforest Movement (Movimiento Mundial por los Bosques
Tropicales) WWF: World Wildlife Fund (Fondo Mundial para la Vida Silvestre)
ÍNDICE ANALÍTICO
Abuelas de Plaza de Mayo, 135-138,
156
Academia de Derechos Humanos de
México, 120, 146, 159
Acosta, Mariclaire, 11, 130, 159
actores no estatales, 17, 40; véase tam-
bién fundaciones; organizaciones
no gubernamentales; corporacio-
nes transnacionales
acuerdos de Helsinki, 47
Adams, John Quincy, 77-79
Africa, 41n, 135; y la circuncisión fe-
menina, 93, 104, 109, 110, 232,
265; y los derechos de las muje-
res, 229, 250-251; véase también la
entrada de países específicos
Agencia Internacional de Desarro-
llo; véase Agency for International
Development
Agency for International Develop-
ment (AID), 145-146,187,193, 204,
206-207, 230-231
Alemania, 128, 193, 217
Alvarez, Alejandro, 121, 125
Allende, Salvador, 45, 132
Amazonas, 33, 38, 45, 54, 65, 185,
186, 191-192, 196-201
American Asociation for the Advan-
cement of Science (AAAS), 136-137
American slavery as it is: Testimony of a
thousand witnesses, 74, 76, 78
Americas Watch, 120, 132-133, 160-
163
Amnistía Internacional, 35, 59, 120,
129-130, 133, 139, 148, 237, 251,
273; en Argentina, 136, 150, 166;
en México, 159-162
Antártida, 177
Antillas Británicas, 70, 74, 112
antropólogos y redes, 192, 195, 201,
207
Año de los Pueblos Indígenas, 44, 48
Año Internacional del Bosque, 188,
211
Arendt, Hannah, 284
Argentina: desapariciones en, 149-
150; y los derechos humanos, 10,
37, 65, 118-119, 131-132, 136, 140-
141, 146, 149-157, 165-169, 224,
243, 277
Arthur, John, 103, 106
Asamblea General de las Naciones
Unidas, 127, 173, 187, 251-252,
259
Asia, 90, 135, 168, 189, 194, 232, 237,
243, 250; véase también la entrada
de países específicos
Asian-Pacific Peoples‟ Environmen-
tal Network, 183, 215
Asociación Internacional por el Su-
fragio Femenino (IWSA), 85, 88-
90
Australia, 86, 112, 260
ayuda militar, 151-155, 168
ballenas; véase Comisión Internacio-
nal para las Ballenas
banca de desarrollo multilateral, cam-
paña de la; 188-207; véase también
Planafloro; Polonoroeste; Banco
Mundial
Banco Mundial, 45, 48, 52, 178,
185, 195, 211, 215, 216, 222, 235,
270; y campaña del banco, 188-
[293]
294 ÍNDICE ANALÍTICO
195, 270-271, 278; y el Amazonas
brasileño, 191-200, 203
Bank Information Center, 205
Bell, Peter, 113, 142-145
biosfera, 172
Birmania, 187, 278
Blyberg, Ann, 132
boicots, 71, 73, 273; véase también
Nestlé, boicot a; desforestación
tropical: estrategias y tácticas
bosques tropicales; véase desforesta-
ción tropical
Brasil, 35, 43, 48, 53, 65, 113, 157,
174, 187, 189-202, 215, 223; esta-
do de Acre, 195, 200, 201; estado
de Rondónia, 65, 191, 197-203,
216, 223; violencia contra las mu-
jeres en, 242-243, 260-261; y Fun-
dación Ford, 144-147; véase tam-
bién Amazonas; banca de desarro-
llo multilateral, campaña de la;
desforestación tropical
Brysk, Alison, 37n
Bull, Hedley, 60, 280
Bunch, Charlotte, 224, 231, 234, 239,
240, 249
Burgers, Jan Hermán, 120n, 122n,
124n
Bush, George, 43, 148, 163
campaña de la banca; véase banca de
desarrollo multilateral, campaña
de la; Banco Mundial
Campaña Global por los Derechos
Humanos de las Mujeres; véase
Global Campaign on Women‟s
Rights
campañas, definición, 24-26
Canadá, 82, 91, 136, 142, 146-147,
167, 200, 242, 260
características del asunto, 50-53, 272-
276
Carlotto, Estela Barnes de, 135-137
Carmichael, William, 144-146
Cárter, Jimmy, 147, 187; administra-
ción de, 139-140, 147-151
caucheros, 170, 195, 198-202
Center for Women‟s Global Leaders-
hip (CWGL) , 231, 244, 249-250,
262-263
Centro Brasileño de Análisis y Planea-
ción (CEBRAP), 145
Centroamérica, 35, 158; véanse tam-
bién las entradas de países especí-
ficos
Chalmers, Douglas, 58n
Chile: derechos humanos en, 45,
121, 129-134, 138, 146, 149-150,
156, 166, 262-263; los derechos
de las mujeres en, 229-230, 237,
260-261
China, 11, 174, 234; pies vendados
en, 66-67, 72, 90, 94-102, 105,
108-109, 110-114; derechos hu-
manos en, 165-167, 278-279
científicos y redes, 136-139, 157, 171,
175-176, 187, 221
circuncisión femenina, 41, 265; cam-
paña en Kenya contra, 66, 93, 102-
109; tácticas de la campaña, 105
Colchester, Marcus, 212-213
Collor de Mello, Fernando, 43, 202
Comisión Interamericana de Dere-
chos Humanos (IACHR), 10, 37,
120, 136, 141, 154, 156, 161, 259;
véase también Organización de
Estados Americanos
Comisión Internacional para las Ba-
llenas; véase International Wha-
ling Commission
Committee on the Elimination of
Discrimination against Women
(CEDAW), 225, 229-230, 243-244,
259
comunicación, 73, 131; tecnología,
34, 39, 43, 47, 76, 164, 184
ÍNDICE ANALÍTICO 295
comunidades epistémicas, 17n, 54-
55, 175-176, 187, 221
Concilio Internacional de Mujeres
(icw), 87-88
Conferencia de la Mujer de las Nacio-
nes Unidas (Copenhague), 228-
230, 240, 249
Conferencia de la Mujer de las Na-
ciones Unidas (Nairobi), 228-
230, 242, 259
Conferencia de la Mujer de las Na-
ciones Unidas (Pekín), 225-229,
246, 253, 259
Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Ambiente Humano (Es-
tocolmo), 172-176, 182
Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Medio Ambiente y Desarro-
llo (UNCED) (Río de Janeiro), 49,
54, 198, 200-201, 217, 220
Conferencia del Año Internacional
de la Mujer (Ciudad de México),
228-230, 237, 245, 259
Conferencia Mundial de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas
(Viena), 244-246, 250, 254, 259
Conferencia sobre Población de las
Naciones Unidas (El Cairo), 226-
229, 246, 254, 255
Consejo Económico y Social de las
Naciones Unidas (ECOSOC), 127,
227
constructivismo, 20, 286-288
Convención Interamericana sobre la
Prevención, el Castigo y la Erradi-
cación de la Violencia contra la
Mujer, 232-233, 259
Convención para Eliminar todas las
Formas de Discriminación contra
la Mujer; véase Committee on the
Elimination of Discriminadon
against Women
Coomaraswamy Radija, 252-253
Corea, 237-238, 243, 253
corporaciones transnacionales, 214,
218, 219; véase también Nestié, boi-
cot a
Costa Rica, 243, 260-261
cuáqueros, 73, 179-180
Cuba, 128, 139
Cuerpo de Paz, 34
cultura, 31, 66, 92-94, 103-111, 116;
véase también cultura mundial
cultura mundial, 59, 275-276, 281-
284
Cumbre de la Tierra; véase Confe-
rencia de las Naciones Unidas so-
bre Medio Ambiente y Desarro-
llo
daño físico, 51, 115, 184-185, 190,
258, 262-263, 274
dayak, 209, 212-217
Década de la Mujer de Naciones Uni-
das, 228-229, 242
Declaración Universal de los Dere-
chos Humanos, 69, 119, 125, 128
defensa, definición de, 26
democracia, 141, 156, 160, 181; en
México, 161-164
Departamento de Estado de Estados
Unidos, 124, 148-149, 151, 174,
206-207, 252
Departamento del Tesoro de Estados
Unidos, 192-193, 202, 206-207, 279
derechos humanos, 32, 37, 51; en Ar-
gentina, 10, 37, 149-157; en Méxi-
co, 157-165; ideas, orígenes de,
118-131; metodología, 41, 74,
130; y la soberanía, 284
Derian, Patricia, 149, 151, 156
desapariciones: en Argentina, 149-
150, 153-154, 156; en México, 157-
158, 161
desarrollo sostenido, 178, 188, 206,
222
296 ÍNDICE ANALÍTICO
desarrollo y ambiente, 173-177, 181,
184, 188, 217; véase también des-
arrollo sostenido
desforestación tropical; boicots, 200-
213, 218, 219; campaña sobre los,
42, 45, 185, 220; estrategias y tác-
ticas, 214, 219; véase también Ama-
zonas; Sarawak
desobediencia civil, 84-88
Dinamarca, 112, 140
discurso, cambio de, 49, 222, 259,
270, 275-276
Dobson, Chad, 205, 206
Donnelly, Jack, 119n, 169, 274n
Douglass, Frederick, 84, 117
Ecologist, The, 183, 189, 214
El Salvador, 138-139, 140, 158
Eldridge, Joseph, 134
e-mail; véase comunicación, tecnolo-
gía
empresarios políticos, 33, 38, 56-57,
132-134, 184
enmienda Pelosi, 206, 222
Environmental Defense Fund (EDF);
179, 190, 197, 200
Environmental Policy Institute, 180-
181, 190
esclavitud; véase movimiento anties-
clavista
esclavitud sexual, 237-238, 240-241
España, 122
estado mundial, teoría del, 59, 281-
284
Estados Unidos, 88-89, 118, 271, 276;
Congreso de, 72, 77-79, 129, 134,
147-148, 152, 161, 187, 192-193,
196, 202, 274, 279; Constitución
de, 79, 112; véase también guerra
civil
estrategias de información, 36, 39, 44,
74, 85; y las redes por los dere-
chos humanos, 153, 163-164, 166;
y los derechos de las mujeres
247-248, 249; y redes ambientalis-
tas, 215-216, 221-222
estrategias de presión, 18, 32, 35-36
46, 85, 168, 269, 271, 278; y las re-
des ambientalistas, 188, 203, 214,
221
estructuras de oportunidad política,
57, 110, 185, 270-281
Etiopía, 104, 109
etnicidad, 208, 209; véase también
pueblos indígenas
Europa oriental, 285
Europa, 82, 86, 91; fundaciones en,
142, 146-147, 246, 252; y el medio
ambiente, 186, 201, 205-207, 213,
217- 220; y los derechos de las
mu-
jeres, 227-228, 232, 236, 250; y los
derechos humanos, 120, 122,
132, 135, 139, 147, 151-154, 168;
véase también la entrada de países
específicos
feminismo; véase movimiento femi-
nista
Filipinas, 90, 237, 243
Finnemore, Martha, 19n, 53, 282
Fogel, Robert William, 70, 75
Fondo Monetario Internacional
(FMI), 52, 195, 215
Fondo para la Defensa Ambiental;
véase Environmental Defense Fund
Foreign Operations Subcommittee,
Appropriations Committee (Esta-
dos Unidos), 193, 194
fórmula infantil, 33, 42-43, 52, 182-
183, 279; véase también Nestlé, boi-
cot a
Fox, Jonathan, 50n
Francia, 42, 81, 104, 128, 150, 180,
193
Frangulis, Antoine, 121, 124
Fraser, Donald, 147
ÍNDICE ANALÍTICO 297
Freeman, Marsha, 248
Friends of the Earth (FOE), 178-180,
183, 190, 200-201, 206-207, 212,
218-219
Friends of the Earth International,
207, 211
Fundación Carnegie para la Paz In-
ternacional, 125
Fundación Ford, 113, 120, 142-147,
159, 245, 256
Fundación Charles StewartMott,
190, 200, 205
fundaciones, 27, 119-134; y el medio
ambiente, 190, 200, 205, 214-215;
y los derechos de las mujeres,
245-247; y los derechos humanos,
141-147
Gamson, William, 22n, 44
García Márquez, Gabriel, 9, 11, 12
Garrison, William Lloyd, 76, 115
genocidio, 121, 128
Gerhards, Jürgen, 24n
Giddings, Joshua, 78
Global Campaign on Women‟s
Rights, 244, 248-249
Global Fund for Women, 244, 246-
247
Goldstein, Judith, 17n
Gran Bretaña, 42, 128, 189; y el me-
dio ambiente, 193, 201, 212-213,
218- 219; y el movimiento anties-
clavista, 68-82, 116; y el movi-
miento contra los pies vendados,
96, 113; y el sufragio femenino,
83, 87-91, 112, 264; y la circunci-
sión femenina en Kenia, 66-67,
104-108, 110
Grecia, 122, 130
Greenpeace, 43, 59, 178-180, 200-
201, 206
Grupo de los Siete (G-7), 198-199,
200-201, 203
grupos de interés, 55-56
Guatemala, 141, 157, 160, 165, 168,
277
guerra civil (Estados Unidos), 72, 81-
82
Guyana, 215, 219
Haas, Peter, 17n, 54n
Haití, 141, 168, 272, 279
Hayes, Randy, 205, 278
Heclo, Hugh, 29, 58
historias, 52
ideas, 17, 36, 58; causales, 17, 54-55;
difusión de, 88-89, 112; princi-
pios, 18, 50, 54-55, 79, 114,169,
263- 264, 267; y redes del medio
ambiente, 172, 175, 184
identidad, 19, 33, 61, 117, 168, 175,
286
igualdad de oportunidades, 85, 258
Ilustración, 85, 115
India, 81, 90, 110, 128-129; y la vio-
lencia contra las mujeres, 232,
237, 241, 245, 265; y los asuntos
ambientales, 33, 174, 190, 201,
204
Indonesia, 190, 218, 243
información, 33, 36, 55, 63, 140, 184;
uso estratégico de, 204-207; y la
eficacia de las redes, 161
Inglaterra; véase Gran Bretaña
interés nacional, 38, 167, 168, 191,
273, 289
internacionalismo liberal, 35, 120,
129
internacionalismo, 35-36, 120; véase
también internacionalismo liberal;
tradición de solidaridad
International Feminist NetWork
(IFN), 227, 237
International Tribunal on Crimes
against Women, 237, 252
298 ÍNDICE ANALÍTICO
International Tropical Timber Orga-
nization (ITTO), 177, 207, 210-212,
214, 215, 217-220, 222
International Union for the Conser-
vation of Nature (IUCN), 171, 175,
176, 180, 186-188, 213
International Whaling Commission
(iwc), 177, 212
International Women‟s Rights Ac-
tion (IWRAW) , 242
International Women‟s Tribune Cen-
ter, 229, 250
Irán, 257-258
ISIS Internacional, 229, 237
Italia, 150, 200
Japón, 90, 95; y los asuntos ambien-
tales, 180, 186, 193, 211, 212, 217;
y la violencia contra las mujeres,
238, 243, 253
Java, 90, 190
Kasten, Robert, 193, 273
Katzenstein, Peter, 19n, 61n
kayan; véase dzyzk
Kenia, 66-67, 93, 102-105
Kenyatta, Yomo, 106-107, 113
Keohane, Robert, 17n, 21n, 23n, 54,
278n
kikuyu, 66, 103-114
Klotz, Audie, 19n, 36n, 61n, 278n
Kratochwil, Friedrich, 19n
Latín American and Caribbean Fe-
minist Network against Domestic
and Sexual Violence, 227, 243
Latinoamérica, 34, 45, 91, 186; y los
derechos de las mujeres, 229-233,
237-238, 240-242, 250-251, 256,
260; y los derechos humanos,
120, 124-129, 132-139, 143, 152,
156, 168, 278; véase también la en-
trada de países específicos; Comi-
sión Interamericana por los Dere-
chos Humanos; Organización de
Estados Americanos
leche en polvo para niños, véase fór-
mula infantil
Lemkin, Raphael, >21, 128, 129
ley, 47-48, 156; internacional, 30, 61,
63, 121, 125, 128-129; y los dere-
chos humanos, 283
liberalismo, 169, 275-276, 285-286
Lincoln, Abraham, 80-82
Little, señora (esposa de Archibald
Little), 97, 111, 113
Lumsdaine, David, 19n
Lutzenberger, José, 198, 202-203
Madres de Plaza de Mayo, 37, 120,
136, 138
Mahathir Mohamad, primer minis-
tro, 208-210, 216, 218
Malasia, 49, 65, 183, 260; campaña
de las maderas tropicales contra
Sarawak, 207-219, 223, 278
maltrato doméstico, 225, 232, 239,
264; véase también violencia contra
las mujeres
Mandelstam, André, 121, 122, 124
Manser, Bruno, 207, 212, 213
marco: enmarcamiento, 18, 24, 37,
51, 79-80, 84, 88-89, 101, 267, 270,
275; de la circuncisión femenina,
103, 108; resonancia de los mar-
cos, 75, 101, 226, 263-266, 276; y
el medio ambiente, 170, 185, 214;
y los derechos de las mujeres,
248, 264-265
masai, 66-67, 104
Massera, Emilio, 151, 154, 156
McAdam, Doug, 19n, 27n
McCarthy, John, 19n, 25n, 28n
Medio Oriente, 41, 90-92, 135
medios de comunicación, 40, 44,
178
ÍNDICE ANALÍTICO 299
medios de transporte, 34, 182
Mendes, Francisco, “Chico”, 45, 195
metodistas, 73, 134
México y los derechos humanos, 11-
13, 54, 65, 118-119, 126, 157-169,
278; véase también Conferencia del
Año Internacional de la Mujer
(Ciudad de México)
Meyer,John, 59, 275
Mignone, Emilio, 136
militares, 149-157
misioneros, 34, 95-101, 103-110; véa-
se también religión
Mitsubishi, 214, 217
modelo de influencia del bume-
rang, 63, 85-86, 98, 108, 155, 202,
215, 270; definición, 32; figura,
33
Moravcsik, Andrew, 21n, 286n
movimiento abolicionista; véase mo-
vimiento antiesclavista
movimiento antiesclavista, 18, 66-67;
campaña antiesclavista y, 68-82;
estrategias y tácticas de, 71, 73-
74, 82-83, 86-90; religión y, 70,
73, 75
movimiento contra los pies venda-
dos, 66, 72, 92-94; eficacia de, 99-
100; estrategias y tácticas de, 98-
99; misioneros y, 95-97, 99-100;
orígenes de, 94-95; y el naciona-
lismo, 101, 110-111; y los reforma-
dores chinos, 94, 100
movimiento feminista, 28, 30, 41;
surgimiento de las redes interna-
cionales de mujeres, 226-231
movimiento por el sufragio femeni-
no, 52-53, 66-67, 72, 82-91, 114,
115
movimiento por la paz, 30, 87-88,
125, 205
movimientos sociales, 21; teoría del
movimiento social, 23, 25, 27, 57
mujeres, ley, y grupos de desarrollo,
229, 231, 242
“mujeres para el solaz”; véase esclavi-
tud sexual
mutilación de los genitales femeni-
nos; véase circuncisión femenina
nacionalismo, 31, 101, 110-111, 223
Naciones Unidas, 37, 42, 44, 48, 172-
1736, 186-187; Carta de, 125-127,
227; y derechos humanos, 119-
120, 125-129, 140, 153-154, 158-
159; y la violencia contra las mu-
jeres, 224-228, 230, 232-233, 243,
252-253, 259
Narmada, presa, 33, 39, 190, 201,
203
National Wildlife Federation, 190,
198
Natural Resources Defense Council
(NRDC), 180-181, 190
nazis, 121, 128
Neier, Aryeh, 131
Nestlé, boicot a, 33, 43, 48, 52, 182-
183, 219, 275, 279
no-intervención, 125, 126, 141, 151,
287; véase también soberanía
normas, 18, 21-22, 60-64, 178, 267,
282-283, 288; derechos humanos,
118-119, 170, 171
Noruega, 112, 140
Nueva Zelanda, 86, 112
Nuremberg, juicios de, 60, 128
Oficina de Washington para Latino-
américa (WOLA), 120, 134
Organización de Estados Americanos
(OEA), 136,141,152,156, 186, 232-
233, 234, 259; Carta, 161; Declara-
ción y Convención sobre los Dere-
chos Humanos, 125-126, 141, 161-
162; véase también Comisión Intera-
mericana de Derechos Humanos
300 ÍNDICE ANALÍTICO
Organización de las Naciones Uni-
das para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO), 171, 172,
186
Organización de los Países Bajos para
la Cooperación y el Desarrollo In-
ternacional (NOVIB), 147,199,215,
250-251
Organización Internacional de Ma-
deras Tropicales; véase Internatio-
nal Tropical Timber Organiza-
tion
Organización Mundial de la Salud
(OMS), 54, 183, 263
Organización para la Alimentación y
la Agricultura (FAO), 177, 187-
188, 211
organizaciones intergubernamenta-
les (oí), 139-141, 177, 281, 282-
283; véase también Organización
de Estados Americanos; Naciones
Unidas; Banco Mundial
organizaciones no gubernamentales
(ONG): internacionales (OING),
28-32, 281; papel en las redes, 23,
27-28, 32, 46, 281; precursores
históricos, 72-78, 113; y los dere-
chos humanos, 131-149, 159-166
Oxfam, 201
Países Bajos, 54, 88, 90, 140, 142,
186, 217-220
países en vías de desarrollo; véase re-
laciones Norte-Sur; tercer mundo
Panamá, 126, 128-129
Papúa Nueva Guinea, 215, 219, 259
Partido Revolucionario Institucional
(PRI), 157, 161, 164
Pekín, Conferencia de la Mujer de
las Naciones Unidas; véase Confe-
rencia de la Mujer de las Nacio-
nes Unidas (Pekín)
penan, 207, 209-210, 213, 219, 278
persuasión, 18, 36, 41, 53
Perú, 141, 243, 259
pies vendados; véase movimiento
contra los pies vendados
Pinochet, Augusto, 150; gobierno
de, 133, 158
Plan afloro, 197-202, 223
política de responsabilización, 37, 46-
48, 85, 203
política simbólica, 36-37, 44-45, 88-
89, 155, 250, 269; y el movimien-
to por el sufragio femenino, 85-
86, 88, 90-91
política transnacional, 54-58, 267
Polonoreste, 189-194, 197, 200
Powell, Walter, 26n
premio Nobel de la paz, 44, 150, 152
Price, David, 192
primera guerra mundial, 91, 122,
125, 171, 234
proclamación de la emancipación,
81
Programa Ambiental de las Nacio-
nes Unidas (UNEP), 175-178, 187
Programa de Desarrollo de las Na-
ciones Unidas (UNDP), 177, 187-
188, 211
pueblos indígenas, 187-188, 192, 198,
201, 207-213, 223, 283
Putnam, Robert, 21, 284n, 289n
Rainforest Action NetWork, 201, 205,
217-218, 278
Reagan, Ronald, 140, 149; adminis-
tración de, 148
red antiesclavista angloamericana,
66-82
Red del Cono Sur contra la Violen-
cia Doméstica y Sexual, 242-243
Red Feminista Latinoamericana y
del Caribe contra la Violencia
Doméstica y Sexual; véase Latín
American and Caribbean Femi-
ÍNDICE ANALÍTICO 301
nist NetWork against Domestic
and Sexual Violence
redes, 20, 56; definición, 27, 226-227,
268; véase también redes transna-
cionales de defensa
redes ambientalistas, 27, 42, 51; cre-
cimiento de, 28-32, 179-185; es-
trategias y tácticas de, 179-180;
orígenes de, 171-176
redes contra el aborto, 255-257
redes de defensa transnacional, 289-
290; asimetrías y desigualdad es-
tructural en, 207, 246, 266, 277-
278; como sitios de negociación,
170, 206, 240, 287, 288; crecimien-
to de, 28-29; definición de, 18-21,
26, 267, 268; densidad de, 53, 276-
277; eficacia de, 19, 45-55, 164-
169, 219-222, 258-262, 270-280; es-
trategias y tácticas de, 39, 269
redes por los derechos humanos, 28,
129-149; convergencia con las re-
des de derechos de las mujeres,
225, 247-250; estrategias y tácticas
de, 130-131
Reino Unido; véase Gran Bretaña
relaciones Norte-Sur, y el medio am-
biente, 173-176; con las redes, 216-
217, 221, 230, 239-240, 265; véase
también tercer mundo
religión, 34, 70, 73, 75, 84-85, 92-93,
97, 114, 153; católica, 54, 92, 132,
201, 226, 256; islámica, 92, 257;
judía, 92, 107, 121, 128, 152; pro-
testante, 75, 86, 103-108, 114;
unitaria, 73; y los derechos hu-
manos, 120, 123-124, 126, 134,
142; véase también misioneros
repertorios, 71, 73, 179-180
Risse-Kappen, Thomas, 25, 54n, 67n,
270n
Rondónia; véase Brasil, estado de Ron-
dónia
Roosevelt, Franklin, 123, 124
Rosenau, James, 34n, 39n
Rucht, Dieter, 27n
Rusia, 70, 121
Sabah, 207-209
Sahabat Alam Malaysia (SAM), 182,
207, 212-215, 219
Salinas de Gortari, Carlos, 162, 163
Sarawak, Malasia, 49, 65, 185, 207-
217, 219, 223, 279; Baram, región
de, 209-212
Schwartzman, Steve, 190, 192, 195,
200-202
segunda guerra mundial, 65, 118,
122-125, 139, 171, 234, 237, 253,
268, 284
Senado de Estados Unidos, Foreign
Operations Subcommittee of the
Appropriations Committee, 193,
194, 273
Seneca Falls, 83, 84, 88, 276
Smith, Jackie, 30n
Snow, Clyde, 137, 157
Snow, David, 19n, 37
soberanía, 17, 62-64, 149, 151, 162,
168, 171, 174, 284-288
socialismo, 86
socialización, 36, 53
sociedad civil global, 34, 58-60
Sociedad de Naciones, 87-88,120,122,
125
sociedad internacional, 281-283
Sociedad Misionera de la Iglesia de
Escocia (CSM), 103-104
Somalia, 104, 109
Stanton, Elizabeth Cady, 83, 88-90
Stone, Deborah, 26n
Stover, Eric, 136-137, 157
Suárez Mason, Carlos Guillermo, 137,
155
Sudáfrica, 35, 53, 123
302 ÍNDICE ANALÍTICA
Sudán, 104, 109
Suecia, 140 ,150-151
Suiza, 43, 54, 90, 212, 219
Survival Internacional, 192, 213
Tarrow, Sidney, 25, 34n, 38, 57n,
59n, 67n, 71, 285
tercer mundo, 34, 130, 287, 288; y
asuntos del medio ambiente, 172-
176; véase también relaciones Nor-
te-Sur
testimonios, 40-43, 215, 223
tortura, 51, 140, 151, 158-161, 163
tradición de solidaridad, 34, 117,
122, 138
Tratado de Libre Comercio de Amé-
rica del Norte (TLCAN), 160-163,
167, 169, 271, 278
Tribunal Internacional sobre Delitos
contra las Mujeres; véase Interna-
tional Tribunal on Crimes against
Women
Turquía, 70, 90, 120, 167, 265
Unión Europea, 217
Unión Internacional para la Conser-
vación de la Naturaleza y los Re-
cursos Naturales; véase Internatio-
nal Union for the Conservation
of Nature
Unión Soviética (URSS), 47, 112,
127, 153, 169, 180, 285
Uruguay, 126, 131, 146
Van Boven, Theo C., 140-141, 156
Vaticano, 254-259
velo, uso del, 257-258
Vicaría de Solidaridad, 133, 146
Videla, Jorge, 155
Vietnam, 45, 174
violencia contra las mujeres, 51, 224-1
267; amplitud del problema, 235;
convergencia con los asuntos de
los derechos humanos, 225, 247-
252; definiciones de, 231-236; efi-
cacia de la campaña contra, 258-
262; estrategias y tácticas de cam-
paña, 250; orígenes de la campa-
ña contra, 236-245
vulnerabilidad de la meta, 53, 167,
277, 278; de las víctimas, 51
Weld, Theodore, 74, 78, 79
Wells, Herbert George, 123, 124
Wilhelm, Harry, 144, 146
World Rainforest Movement, 183,
214
World Resources Institute, 187-188,
194, 211
World Wildlife Fund (WWF), 175-176,
186, 188, 200-201, 205-206, 217
Zalaquette, José, “Pepe”, 133
Zald, Mayer, 25n
tipografía: victoria schussheim
impreso en publimex, s.a.
calz. san lorenzo 279-32
del. iztapalapa, cp. 09850, d.f.
dos mil ejemplares y sobrantes
30 de junio de 2000