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e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm

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Volumen 5, Nº 20 julio-setiembre de 2007

Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires

Buenos Aires, Argentina

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e-l@tina es la revista electrónica de la Unidad de Docencia e Investigaciones Sociohistóricas de América Latina (UDISHAL), con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (Área Sociología Histórica), Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. e-l@tina es una revista de publicación trimestral que busca promover un enfoque transdisciplinario de las sociedades latinoamericanas. La UDISHAL es un espacio de articulación entre actividades de enseñanza y actividades de investigación, generación de conocimiento científico y de material de difusión sobre las sociedades latinoamericanas, espacio en el cual los resultados de éstas proveen de "materia" a aquéllas, al tiempo que el desarrollo de contenidos a través del ejercicio docente estimula la búsqueda de nuevos conocimientos mediante la investigación. El objetivo principal de la Unidad es la formación de latinoamericanistas. La dirección del conjunto de actividades de ella está a cargo de Waldo Ansaldi. Institucionalmente, la UDISHAL es una estructura informal que funciona dentro de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. En materia de investigación, sus actividades forman parte de las realizadas por el Área Sociología Histórica del Instituto de Investigaciones Gino Germani. La UDISHAL está constituida por: 1) el Equipo Docente de Historia Social Latinoamericana; 2) el Seminario Permanente de Estudios de América Latina; 3) el Taller de Investigación de Sociología Histórica de América Latina; 4) el Área de Informática Aplicada a las Ciencias Sociales; 5) el Área de Difusión. La UDISHAL tiene como símbolo distintivo una de las esculturas erigidas en el Memorial da América Latina, en Sâo Paulo, Brasil, diseñada por Oscar Niemeyer. Ella es una mano de concreto armado, de siete metros de altura, con los dedos abiertos, en un gesto de desesperación. En la palma, un mapa esquematizado de América Latina, de color rojo, representa la sangre y los sufrimientos de la región y, según el propio Niemeyer, los “negros tiempos que el Memorial registra con su mensaje de esperanza y solidaridad”. El Memorial da América Latina fue construido, entre enero de 1988 y marzo de 1989, por iniciativa del ex gobernador paulista Orestes Quércia, con el propósito de promover la integración de América Latina y representar el testimonio vivo de los brasileños de Sâo Paulo en favor de la unión de los pueblos latinoamericanos. Oscar Niemeyer fue el responsable del proyecto arquitectónico y el antropólogo Darcy Ribeiro, el autor del proyecto cultural. “El Memorial es eso: una presencia física de latinoamericanidad (...). Él marcará, como obra de arte, nuestra generación en el tiempo, un tiempo en el que el sueño de una América, unida e fraterna, volvió a ganar nuevos alientos” (Darcy Ribeiro). La fotografía aquí reproducida fue tomada por Marisa Montrucchio, en agosto de 1999, y digitalizada en nuestra Área de Informática Aplicada a las Ciencias Sociales.

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Los artículos originales publicados en e-l@tina han aprobado previamente las instancias de arbirtraje pertinentes

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Vol. 5, Nº 20 Julio-setiembre de 2007 Imagen de tapa: Josué Sánchez (Perú), Urunchikunahuan. Así son nuestros niños Ejemplar de distribución gratuita Los artículos e información publica-dos en la revista, pueden ser reproducidos libremente, con el único requisito de indicar la fuente y enviar copia de la publicación a e-l@tina, por vía electrónica o postal (para ediciones en soporte papel, dos ejemplares), según el caso. Se exceptúan aquellos artículos en los cuales se hace constar explícitamente la prohibición o, bien, el requerimiento de autorización previa. e-l@tina no se identifica necesaria-mente con el contenido de los artículos publicados.

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Unidad de Docencia e Investigaciones

Sociohistóricas de América Latina (UDISHAL)

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Buenos Aires, Argentina Colectivo editorial

Waldo Ansaldi

Mara Burkart

Verónica Giordano

Mario Petrone

Lorena Soler Los miembros del Colectivo Editorial tienen a su cargo la administración, redacción y dirección de la revista. Además, se desempeñan como docentes e investigadores en Historia Social Latinoamericana y/o Taller de Investigación de Sociología Histórica de América Latina, en la Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Información curricular sobre cada uno de ellos podrá encontrarse en la página web de la UDISHAL: www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal e-l@tina se encuentra en el DOAJ, Directory of Open Access Journals www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal y en Latindex, www.latindex.unam.mx Autoridades Facultad de Ciencias Sociales Decano Federico Schuster Vicedecano Damián Loreti Secretario Académico Jorge Lulo Secretario de Cultura y Extensión Javier Brancoli Secretaria de Gestión Institucional Gustavo Bulla

Consejo Asesor Internacional Joan del Alcàzar i Garrido (Historiador. Universitat de València) Fernando Calderón (Sociólogo. PNUD, Bolivia) Germán Carrera Damas (Historiador. Universidad Central de Venezuela) Julio Cotler (Sociólogo. Instituto de Estudios Peruanos) Enzo Faletto (1935-2003) (Sociólogo. Universidad de Chile) Virginia Fontes (Historiadora, Universidade Federal Fluminense) Miquel Izard (Historiador. Universitat de Barcelona) Guillermo O’Donnell (Politòlogo. University of Notre Dame) Alberto J. Pla (Historiador. Universidad Nacional de Rosario) Maria Lígia Prado (Historiadora, Universidade de São Paulo) Domingo Rivarola (Sociólogo, Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos) Ángel Rivera Quintero (Sociólogo. Universidad de Puerto Rico)Alain Rouquié (Politólogo. Maison de l’Amérique Latine, París)

Lucía Sala de Touron (1925-2006) (Historiadora. Universidad de la República)

Edelberto Torres Rivas (Sociólogo. PNUD y FLACSO Guatemala) Hélgio Trindade (Politólogo. Universidade de Rio Grande do Sul) Juan Carlos Volnovich (Psicoanalista. Buenos Aires) Secretario de Investigación Ricardo Sidicaro Secretario de Hacienda y Adminsitración Bruno Opromolla Secretaria de Posgrado Pablo Alabarces Instituto de Investigaciones Gino Germani Directora: Carolina Mera

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CONTENIDO

Artículos

Immanuel Wallerstein, Perspectivas de la reconstrucción de América Latina y el Caribe 3 Eduardo Azcuy Ameghino, El conflicto agrario pampeano durante la convertibilidad:

actores, características y desarrollo de la acción colectiva de protesta 17 Luciano Alonso, Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras

iberoamericanas. Un esbozo de comparación 33 Tendencias y debates

Fco. Javier Irisarri Vázquez, Nuevo paradigma: la ciencia ciudadana. La observación y experimentación científica realizada por no científicos

como la nueva ciencia ciudadana 59 Resúmenes / Abstracts 77 Congresos, reuniones, jornadas 81 Concursos, becas, subsidios 101 América Latina en los libros 103 Normas para colaboradores Buscando América Latina

Avisos de cortesía

Laboratorium: Revista rusa de investigación social 16 Cahiers ALHIM: La construcción del Estado-Nación en América Latina 76 Revista Historia Crítica, Universidad de los Andes Colombia 80

Novamérica. La revista de la Patria Grande 100 Artículos para Temas y Debates 102

Cómo citar

Si usted cita algún texto publicado en nuestra revista, por favor siga las siguientes indicaciones para una correcta referencia bibliográfica: Apellido(s) del autor(a), Nombre(s), “Título del artículo” (entre comillas), en e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, Volumen y número, Buenos Aires, fecha, página(s), disponible en línea en <http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>. Fecha de visita o de descarga del artículo. Muchas gracias por su observancia. Por cualquier duda o consulta, diríjase a una de nuestras direcciones electrónicas.

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Artículos PERSPECTIVAS DE LA RECONSTRUCCIÓN DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE∗

IMMANUEL WALLERSTEIN∗∗

Celebramos el XX° Congreso de ALAS y discutimos las perspectivas de la reconstrucción de la América Latina y el Caribe. No es un tema nuevo. Se lo discute en América Latina desde 1945, si no desde el siglo XVIII. ¿Qué podemos decir ahora que sea diferente de lo que ya se ha dicho?

Creo que nos encontramos en un momento de bifurcación fundamental en el desarrollo del sistema-mundo. Pienso que, no obstante, lo discutimos como si se tratara de una transición ordinaria mas en el cauce de una evolución cuasi-predestinada. Lo que debemos hacer es "impensar" no sólo el desarrollismo neoclásico tradicional, sino también el desarrollismo de sus críticos de izquierda, cuyas tesis resurgen regularmente a pesar de todos sus rechazos, pero que en realidad comparten la misma epistemología.

Yo voy elaborar dos tesis principales en esta ponencia.

Tesis No. 1: Es absolutamente imposible que la América Latina se desarrolle, no importa cuales sean las políticas gubernamentales, porque lo que se desarrolla no son los países. Lo que se desarrolla es únicamente la economía-mundo capitalista y esta economía-mundo es de naturaleza polarizadora.

Tesis No. 2: La economía-mundo capitalista se desarrolla con tanto éxito que se está destruyendo, y por eso nos encontramos frente a una bifurcaciòn histórica que señala la desintegración de este sistema-mundo, sin que se nos ofrezca a cambio ninguna garantía de mejoramiento de nuestra existencia social...

A pesar de todo, pienso que les traigo a Vds. un mensaje de esperanza. Veamos.

Empecemos con la Tesis No. 1. Las fuerzas dominantes del sistema-mundo han sostenido, desde por lo menos los comienzos del siglo XIX, que el desarrollo económico fue un proceso muy natural, que todo lo que se requiere para realizarlo es liberar las fuerzas de producción y permitir a los elementos capitalistas crecer rápidamente, sin impedimentos. Evidentemente, también fue

∗ Conferencia magistral en el XX° Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, (ALAS)

México DF, 2 al 6 de octubre de 1995. Se reproduce con autorización del autor, concedida en ocsión de su visita a Buenos Aires para participar del 50º aniversario de la creción de la Cerrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Se reproruce la versión original. Pese a que la conferencia tiene sus años, nos parece que matinene vigencia y, sobre todo ofrece, líneas sugerentes para el debate.

∗∗ Presidente de la Comisión Gulbenkian para la restauración de las ciencias sociales.

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esencial la voluntad. Cuando el Estado francés empezaba a reconstruir la vida económica de sus colonias a principios del siglo XX, se llamaba a esta política "la mise en valeur des territoires" ("la valorización de los territorios"). Eso lo dice todo. Antes los territorios no valían nada, y luego (con el desarrollo impuesto por los franceses) valen algo.

Desde 1945, la situación geopolítica cambiaba fundamentalmente con el alcance político del mundo no-europeo o no-occidental. Políticamente el mundo no-occidental se dividía en dos sectores, el Bloque Socialista (llamado comunista), y el otro denominado Tercer Mundo. Desde el punto de vista del Occidente, y evidentemente sobre todo de los Estados Unidos, el bloque comunista fue “dejado” a su propia cuenta, para que sobreviviera económicamente como pudiera. Y este bloque eligió un programa estatal de industrialización rápida con el objetivo de "superar" al Occidente. Jruschov prometía "enterrar" a los Estados Unidos en el año 2000.

La situación en el Tercer Mundo fue bastante diferente. En los primeros años después de 1945, Estados Unidos concentró todos sus esfuerzos en ayudar a Europa Occidental y al Japón a "reconstruirse." Al principio, ignoró largamente al Tercer Mundo, con la excepción parcial de la América Latina, campo de preferencia para los Estados Unidos desde largo tiempo antes. Lo que predicaba los Estados Unidos en América Latina era la tradicional canción neoclásica: abrir las fronteras económicas, permitir la inversión extranjera, crear la infraestructura necesaria para fomentar el desarrollo, concentrarse en las actividades para las cuales tienen estos países una "ventaja comparativa." Una nueva literatura científica comenzaba a aparecer en los Estados Unidos sobre el "problema" del desarrollo de los países subdesarrollados.

Los intelectuales de la América Latina fueron muy recalcitrantes a esta prédica. Reaccionaron bastante ferozmente. La primera reacción importante fue la de la nueva institución internacional, la CEPAL, presidida entonces por Raúl Prebisch, cuya creación misma fue contestada enérgicamente por el gobierno estadounidense. La CEPAL negaba los beneficios de una política económica de fronteras abiertas y abogaba en contra por un rol regulador de los gobiernos a fin de reestructurar las economías nacionales. La recomendación principal fue la de promover la sustitución de importaciones para la protección de las industrias nacientes, una política ampliamente adoptada. Cuando resumimos las acciones sugeridas por la CEPAL, vemos que lo esencial fue que si el Estado seguía una política sabia podría asegurar el desarrollo nacional y, en consecuencia, un aumento serio en el producto nacional bruto per capita.

Hasta cierto punto, las recomendaciones de CEPAL fueron seguidas por los gobiernos latinoamericanos y efectivamente hubo una mejoría económica, aunque limitada, en los años cincuenta y sesenta. Sabemos ahora que esta mejoría no perduró y fue, en primer término, consecuencia de la tendencia general de las actividades económicas a nivel mundial de un período Kondratieff-A. En todo caso, la mejora de la situación media en América Latina parecía insignificante para la mayoría de los intelectuales latinoamericanos que decidieron radicalizar el lenguaje y los análisis de la CEPAL. Hemos llegado a la época de los dependentistas, primera versión (entre otros Dos Santos, Marini, Caputo, Cardoso de los años 60, y Frank, lo mismo que Amin fuera de América Latina).

Los dependentistas pensaban que tanto los análisis como los remedios preconizados por la CEPAL eran muy tímidos. De un lado, pensaban que para desarrollarse, los gobiernos de los países periféricos deberían ir mucho más allá de una simple sustitución de importaciones; deberían, en las palabras de Amin, desconectarse definitivamente de la economía-mundo capitalista (según, implícitamente, sucedía con el modelo de los países comunistas).

De otro lado, los análisis de los dependentistas fueron mucho más políticos. Incorporaron a sus razonamientos las situaciones políticas presentes en cada país y en el sistema-mundo. Consideraban en consecuencia las alianzas existentes y potenciales y en fin los obstáculos efectivos

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para una reestructuración económica. Por supuesto, aceptaban que el rol de las sociedades transnacionales, de los gobiernos occidentales, del FMI, del Banco Mundial y todos los otros esfuerzos imperialistas, eran negativos y nefastos. Pero, al mismo tiempo, y con una igual pasión, si no más vigorosa, atacaban a los partidos comunistas latinoamericanos y detrás de ellos a la Unión Soviética. Sostenían que la política defendida por aquellos partidos -una alianza entre los partidos socialistas y los elementos progresistas de la burguesía-, equivalía al fin de cuentas a las recomendaciones de los imperialistas, a un reforzamiento del rol político y social de las clases medias, y que con tal política no podría jamás lograrse una Revolución popular. En suma, sostenían que eso no era ni revolucionario, ni eficaz, si el objetivo de verdad era una transformación social profunda.

Los dependentistas escribían en un momento de euforia de la izquierda mundial: la época del Che y del foquismo, de la revolución mundial de 1968, de la victoria de los vietnamitas, de un maoísmo furioso que se expandía a prisa a través del mundo. Pero el Oriente no era ya tan rojo como se proclamaba. Todo eso no tomaba en consideración los comienzos de una fase Kondratieff-B. O mejor dicho, la izquierda latinoamericana y mundial pensaba que el impacto de un estancamiento de la economía-mundo afectaría en primer lugar las instituciones políticas y económicas del “Primer Mundo”, el capitalista. En realidad, el impacto más inmediato de la crisis fue sobre los gobiernos llamados revolucionarios en el Tercer Mundo y en el bloque comunista. Desde los años setenta, todos estos gobiernos se hallaron en dificultades económicas y presupuestarias enormes que no podían resolver, ni siquiera parcialmente, sin comprometer sus políticas estatales tan publicitadas y sus retóricas tan acariciadas. Comenzaba el repliegue generalizado.

A nivel intelectual fue introducido el tema del desarrollo dependiente (Cardoso de los años 70 y otros). Es decir, un poco de paciencia, compañeros; un poco de sabiduría en la manipulación del sistema existente, y podremos hallar algunas posibilidades intermedias que son al menos un paso en la buena dirección. El mundo científico y periodístico iniciaba el concepto de los NICs (New Industrial Countries). Y los NICs eran propuestos como los modelos a imitar.

Con el estancamiento mundial, la derrota de los guevarismos, y el repliegue de los intelectuales latinoamericanos, los poderosos no necesitaban más las dictaduras militares, no mucho más en todo caso, para frenar los entusiasmos izquierdistas. ¡Olé!, viene la democratización. Sin duda, vivir en un país pos-dictadura militar era inmensamente más agradable que vivir en las cárceles o en el exilio. Pero, visto con más cuidado, los "vivas" por la democratización de América Latina fueron un poco exagerados. Con esta democratización parcial (incluidas las amnistías para los verdugos) venían los ajustes à la FMI y la necesidad para los pobres de apretarse los cinturones aún mas. Y debemos notar que si en los años 70 la lista de los nichos principales incluía normalmente a México y Brasil, al lado de Corea y Taiwan, en los años 80 México y Brasil desaparecían de estas listas, dejando solos a los cuatro dragones de Asia Oriental.

Vino luego el choque producido por la caída de los comunismos. El repliegue de los años 70 y 80 se convirtió en fuga desordenada durante los años 90. Una gran parte de los izquierdistas de ayer se convertían en heraldos del mercado y los que no seguían este camino buscaban ansiosamente senderos alternativos. Rechazaban, sin duda, los senderos luminosos, pero no querían renunciar a la posibilidad de alguna, cualquier luminosidad. Desgraciadamente, no fue fácil encontrarla.

Para no desmoronarse frente al júbilo de una derecha mundial resucitada, que se felicita de la confusión de las fuerzas populares en todas partes, debemos analizar con ojos nuevos, o al menos nuevamente abiertos, la historia del sistema- mundo capitalista de los últimos siglos. ¿Cuál es el problema principal de los capitalistas en un sistema capitalista? La respuesta es clara: individualmente, optimizar sus beneficios y, colectivamente, asegurar la acumulación continua e incesante de capital. Hay ciertas contradicciones entre estos dos objetivos, el individual y el colectivo, pero no voy a discutir eso aquí. Voy a limitarme al objetivo colectivo. ¿Como hacerlo? Es menos obvio de lo que se piensa a menudo. Los beneficios son la diferencia entre los ingresos para los productores y los costes

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de producción. Evidentemente, si se amplía el foso entre los dos, aumentan los beneficios. Luego, ¿si se reducen los costes, aumentan los beneficios? Lo parece, a condición de que no afecte la cantidad de ventas. Pero, sin duda, si se reducen los costes, es posible que se reduzcan los ingresos de los compradores potenciales. De otra parte, ¿si se aumentan los precios de venta, aumentan los beneficios? Lo parece, a condición de que no afecte la cantidad de ventas. Pero, si se aumentan los precios, los compradores potenciales pueden buscar otros vendedores menos caros, si existen. ¡Claro que las decisiones son delicadas!

No son, además, los únicos dilemas. Hay dos variedades principales de costes para los capitalistas: los costes de la fuerza de trabajo (incluso la fuerza de trabajo para la producción de todos los insumos) y los costes de las transacciones. Pero lo que reducen los costes de la fuerza de trabajo podría acrecentar los costes de las transacciones y viceversa. Esencialmente, es una cuestión de ubicación. Para minimizar los costes de transacciones, es menester concentrar las actividades geográficamente, es decir, en zonas de altos costes de fuerza de trabajo. Para reducir los costes de fuerza de trabajo, es útil dispersar las actividades productivas, pero eso afecta negativamente los costes de las transacciones. Por lo tanto, desde hace por lo menos 500 años, los capitalistas reubican sus centros de producción de acá para allá, cada 25 años más o menos, en correlación esencial con los ciclos de Kondratieff. En las fases A, priman los costes de transacciones y hay centralización, y en las fases B, priman los costes de fuerza de trabajo y hay la fuga de fábricas a la periferia.

El problema se complica aún más. No es suficiente obtener beneficios. Debe hacerse lo necesario para guardarlos. Son los costes de protección. ¿Protección contra quienes y contra qué? Contra los bandidos, por supuesto. Pero también, y sin duda más importante, contra los gobiernos. No es tan obvio cómo protegerse contra los gobiernos si se es capitalista de un nivel poco interesante, porque necesariamente tal tipo de capitalista no trata habitualmente con múltiples gobiernos. Podría defenderse contra un gobierno débil (donde se ubican fuerzas de trabajo baratas) para evitar impuestos y eludir sobornos, pero necesita para ello de una fuerte influencia de los gobiernos centrales sobre los gobiernos débiles, influencia por la que debe pagar un nueva renta. Es decir, a fin de reducir la renta periférica, deben pagar una cierta renta central. Para protegerse contra el robo de los gobiernos, deben sostener financieramente los gobiernos.

Finalmente, para hacer ganancias mayores y no menores, los capitalistas necesitan monopolios, por lo menos monopolios relativos, al menos monopolios en ciertos rincones de la vida económica, por algunas décadas. ¿Y cómo obtener estos monopolios? Claro que toda monopolización exige un rol fundamental de los gobiernos, sea legislando o decretando, sea impidiendo a otros gobiernos legislar o decretar. De otro lado, los capitalistas deben crear los canales culturales que favorezcan tales redes monopolísticas, y para eso necesitan el apoyo de los creadores y mantenedores de patrones culturales. Todo esto resulta en costes adicionales para las capitalistas.

A pesar de todo esto (o tal vez a causa de todo esto), es posible ganar magníficamente, como puede verse estudiando la historia del sistema-mundo capitalista desde sus principios. Sin embargo, en el siglo XIX aparecía una amenaza a esta estructuración, que podía hacer caer el sistema. Con una fuerte centralización de la producción acrecentada, emergía la amenaza de "las clases peligrosas," sobre todo en Europa Occidental de la primera mitad del siglo XIX. En el lenguaje de la antigüedad, que fue introducido en nuestra armadura intelectual por la Revolución Francesa, hablamos del problema del “proletariado”.

Los proletarios de la Europa Occidental comenzaron a ser militantes en la primera mitad del siglo XIX y la reacción inicial de los gobiernos fue reprimirlos. En este época el mundo político se dividía, principalmente, entre conservadores y liberales, entre los que denegaban por completo los valores de la Revolución Francesa y los que trataban, en el seno de un ambiente hostil, de recuperar su empuje para continuar la construcción de un Estado constitucional, laico y reformista. Los

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intelectuales de izquierda, denominados demócratas, o republicanos, o radicales, o jacobinos, o algunas veces socialistas, no eran más que una pequeña banda.

Fue la revolución "mundial" de 1848 lo que sirvió como choque para las estructuras del sistema-mundo. Mostró dos cosas. La clase obrera era verdaderamente peligrosa y podía desbaratar el funcionamiento del sistema. En consecuencia, no era sabio ignorar todas sus reivindicaciones. Del otro lado, la clase obrera no era lo bastante fuerte como para hacer caer el sistema con sublevaciones casi espontáneas. Es decir, el programa de los reaccionarios fue autodestructor, pero lo mismo era el programa de los partidarios de conspiraciones izquierdistas. La conclusión a derecha y a izquierda fue esencialmente centrista. La derecha se decía que sin duda algunas concesiones deberían hacerse frente a las reclamaciones populares. Y la izquierda naciente se decía que debería organizarse para una lucha política larga y difícil a fin de llegar al poder. Entraba en escena el conservadurismo moderno y el socialismo científico. Seamos claros: el conservadurismo moderno y el socialismo científico son o llegaron a ser dos alas, dos avatares del liberalismo reformista, intelectualmente ya triunfante.

La construcción del estado liberal "europeo" (europeo en sentido amplio) fue el hecho político principal del siglo XIX y la contrapartida esencial de la ya consumada conquista europea del mundo entero basada sobre el racismo teorizado. Llamo a esto la institucionalización de la ideología liberal como geocultura de la economía-mundo capitalista. El programa liberal para los Estados del centro, Estados en los cuales la amenaza de las clases peligrosas aparecía como inminente, sobre todo en el período 1848- 1914, fue triple. Primero, dar progresivamente a todo el mundo el sufragio. La lógica era que el voto satisfaría el deseo de participación, creando para los pobres un sentido de pertenencia a la "sociedad" y, de ese modo, no exigirían mucho más. Segundo, aumentar progresivamente los ingresos reales de las clases inferiores a través del bienestar estatal. La lógica era que los pobres estarían tan contentos de cesar de vivir en la indigencia, que aceptarían quedar más pobres que las clases superiores. Los costes de esas transferencias de plusvalía serían menores que los costes de insurrecciones y en todo caso serían pagados por el Tercer Mundo. Y tercero, crear la identidad nacional y también transnacional blanco-europea. La lógica era que las luchas de clases serían sustituidas por las luchas nacionales y globales raciales y de esa manera las clases peligrosas de los países del centro se ubicarían en el mismo lado que sus elites.

Debemos reconocer que este programa liberal fue un éxito enorme. El estado liberal logro la doma de los clases peligrosas en el centro, es decir, de los proletariados urbanos (incluso si éstos estaban bien organizados, sindicalizados y politizados). El célebre consentimiento de éstos a las políticas nacionales de guerra en 1914, es la más evidente prueba del fin de la amenaza interna para las clases dominantes.

Sin embargo, en el momento mismo en que se resolvía ese problema para los poderosos, surgía una nueva amenaza de otras clases peligrosas, las clases populares del Tercer Mundo. La revolución mexicana de 1910 fue una señal importante, pero seguramente no la única. Pensemos en las revoluciones en Afganistán, Persia y China. Y pensemos en la revolución de liberación nacional rusa, que fue esencialmente una revolución por pan, por tierra, pero ante todo, por la paz, es decir, con el fin de no seguir una política nacional que servía principalmente a los intereses de las grandes potencias de Occidente.

¿Se diría que todas estas revoluciones, incluso la mexicana, fueron ambiguas? Cierto, pero no existen revoluciones no ambiguas. ¿Se diría que todas estas revoluciones, incluso la mexicana, fueron finalmente recuperadas? Cierto, pero no existe revoluciones nacionales que no fueran recuperadas al seno de este sistema-mundo capitalista. No es esta la cuestión interesante.

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Desde el punto de vista de los poderosos del mundo, la posible sublevación global de los pueblos periféricos y descuidados constituía una grave amenaza para la estabilidad del sistema, al menos tan grave como la posible sublevación europea de los proletarios.

Tenían que tomar cuenta de eso y decidir cómo hacerle frente. En especial, porque los bolcheviques en Rusia se presentaban, para la izquierda mundial, como un movimiento con una posición verdaderamente antisistémica. Los bolcheviques afirmaban que la política de "centrificación" de los socialdemócratas debería ser descartada. Querían encabezar una sublevación global renovada.

El debate derecha-centro sobre el método para combatir las clases peligrosas se repetía. Como lo hizo en el caso de los proletariados europeos en la primera mitad del siglo XIX, la derecha de nuevo favorecía la represión, pero esta vez en forma racista-popular (es decir, el fascismo). El centro favorecía la reforma recuperadora. El centro fue encarnado por dos líderes sucesivos en los Estados Unidos, Woodrow Wilson y Franklin Delano Rossevelt, que adaptaron las tácticas decimonónicas del liberalismo a la nueva escena mundial. Woodrow Wilson proclamó el principio de la autodeterminación de los pueblos. Este principio fue el equivalente global del sufragio nacional. Una persona, un voto; un pueblo, un país soberano. Como en el caso del sufragio, no se pensaba dar todo a todos inmediatamente. Para Wilson, esa fue, más o menos, la salida ante la desintegración de los imperios derrotados austro-húngaro, otomano y ruso. No intento aplicarlo al Tercer Mundo, como es obvio, pues el mismo Wilson fue quien intervino en México para vencer a Pancho Villa. Pero en 1933, con la Política del Buen Vecino, Roosevelt incluyó, al menos teóricamente, la América Latina. Y en la Segunda Guerra Mundial, extendió la doctrina a los imperios oeste-europeos en desintegración, aplicándolo primeramente al Asia y más tarde al África y al Caribe.

Además, cuando Roosevelt incluía en sus Cuatro Libertades "la libertad de la necesidad" ("freedom from want"), hablaba de la redistribución de la plusvalía. Pero no fue muy específico. Unos años después, su sucesor Traman proclamo en su Discurso Inaugural cuatro prioridades nacionales. El único punto que recordamos fue el celebre Punto Cuatro, con el afirmaba que los Estados Unidos debían "lanzarse en un programa nuevo y audaz" en ayuda de los países "subdesarrollados." Comenzó lo que era el equivalente del estado de bienestar a nivel nacional, esto es, el desarrollo del Tercer Mundo a través de un keynesianismo mundial.

Este programa liberal mundial patrocinado por los Estados Unidos, poder hegemónico, tuvo también un éxito enorme. Sus razones se remontan a 1920, al Congreso de Bakú, convocado por los bolcheviques. En el momento en que Benin y los otros vieron que era imposible impulsar a los proletariados europeos hacia una verdadera vuelta a la izquierda, decidieron no esperar a Godot. Giraron hacia el Oriente, hacia los Movimientos de Liberación Nacional del Tercer Mundo como aliados para la supervivencia del régimen soviético. A las revoluciones proletarias las substituían efectivamente con las revoluciones antiimperialistas. Pero con eso aceptaron lo esencial de la estrategia liberal-wilsoniana. El antiimperialismo fue un vocabulario más fanfarroneado y más impaciente que la misma autodeterminación de los pueblos. Desde este momento, los bolcheviques se transformaron en el ala izquierda del liberalismo global. Con la Segunda Guerra Mundial, Stalin prosiguió este camino más allá. En Yalta acepto un rol limitado y consagrado en el seno del sistema que los Estados Unidos pensaban crear en el período de posguerra. Y cuando en los años cincuenta y después, los soviéticos predicaban la "construcción socialista" de esos países, en el fondo utilizaban un vocabulario más fanfarroneado y más impaciente para el mismo concepto de desarrollo de los países subdesarrollados, predicado por los Estados Unidos. Y cuando, en Asia y África, una colonia después de otra podía obtener su independencia, con luchas de una facilidad variable, fue con el consentimiento tal vez oculto y todavía prudente, pero no obstante importante, de los Estados Unidos.

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Cuando digo que la estrategia liberal mundial fue un gran éxito, pienso en dos cosas. Primero, entre 1945 y 1970, en la gran mayoría de países del mundo, los movimientos herederos de los temas de la Vieja Izquierda del siglo XIX llegaron al poder, utilizando varias etiquetas: comunista, alrededor de la Unión Soviética; movimientos de liberación nacional, en África y Asia; socialdemócrata, en Europa occidental; populista, en América Latina. Segundo, el resultado del hecho de que tantos movimientos de la Vieja Izquierda hayan llegado al poder estatal, supuso una euforia debilitadora y, al mismo tiempo, también el ingreso de todos estos movimientos en la maquinaria del sistema histórico capitalista. Cesaron de ser antisistémicos y pasaron a ser pilares del sistema sin dejar de gargarizar un lenguaje izquierdista, esta vez con lengua de madera (langue de bois). Ese éxito, por tanto, fue más frágil de lo que pensaban los poderosos, y en todo caso no fue tan destacado como la recuperación de la clase obrera blanca- occidental. Hubo dos diferencias fundamentales entre las situaciones nacionales de los países del centro y la del sistema-mundo globalmente. El coste de una distribución nacional ampliada de la plusvalía a los obreros occidentales no fue enorme como porcentaje del total mundial y pudo ser pagado en gran parte por las clases populares del Tercer Mundo. Hacer una redistribución significativa hacia las poblaciones del Tercer Mundo, por el contrario, habría tenido que ser pagado necesariamente por los poderosos y eso habría limitado gravemente las posibilidades de una acumulación de capital en el futuro. De otra parte, fue imposible utilizar la carta del racismo para integrar los pueblos de color en el sistema-mundo. Si todo el mundo era considerado como "nosotros" ¿quién iba a ser el otro a denegar y despreciar? El desprecio racial hacia afuera había sido un elemento crucial en la construcción de la lealtad de los nativos de sangre privilegiada hacia sus naciones. Pero esta vez, no existía un Tercer Mundo para el Tercer Mundo.

En el año 1968 marco el comienzo de un desmoronamiento rápido de todo lo que los poderosos erigieron en el sistema-mundo con la geocultura liberal después de 1945. Dos elementos concurrían. El alza fenomenal de la economía-mundo alcanzó sus límites e íbamos a entrar en la fase-B de nuestro ciclo Kondratieff actual. Políticamente, habíamos llegado a la cima de los esfuerzos antisistémicas mundiales Vietnam, Cuba, el comunismo con rostro humano en Checoslovaquia, el movimiento de poder negro en los Estados Unidos, los inicios de la revolución cultural en China, y tantos otros movimientos no previstos en los años cincuenta. Eso culminaba con las revoluciones de 1968, revoluciones sobre todo estudiantiles, pero no exclusivamente, en muchos países.

Vivimos después las consecuencias de la ruptura histórica generada por esta segunda revolución mundial, una ruptura que ha tenido sobre las estrategias políticas un impacto tan grande como el impacto de la primera revolución mundial, que fue esa de 1848. Claro que los revolucionarios han perdido en lo inmediato. Los múltiples incendios impresionantes a través del mundo durante tres años, se extinguieron para terminar en la creación de varias pequeñas sectas maoizantes que desaparecieron pronto.

Sin embargo, 1968 dejó heridas y agonizantes a dos víctimas no poco importantes: la ideología liberal y los movimientos de la Vieja Izquierda. Para la ideología liberal, el golpe más serio fue la pérdida de su rol como la única ideología imaginable de la modernidad racional. Entre 1789 e 1848, el liberalismo existía ya, pero solamente como una ideología posible, confrontado por un conservadurismo duro y un radicalismo naciente. Entre 1848 e 1968, a mi juicio, como vengo de afirmar, el liberalismo llego a ser la geocultura del sistema-mundo capitalista. Los conservadores y los socialistas (o radicales) se han convertido en avatares del liberalismo. Después de 1968, los conservadores y los radicales han retrocedido a sus actitudes anteriores a 1848, negando la validad moral del liberalismo. La Vieja Izquierda, comprometida con el liberalismo, hizo esfuerzos valientes para cambiar de piel, adoptando un barniz de Nueva Izquierda, pero no lo logró en realidad. Más bien, ha incidido negativamente en los pequeños movimientos de la Nueva Izquierda, mucho más de lo éstos incidieran a su vez en la Vieja Izquierda. Seguía así, inevitablemente, el declive global de los movimientos de la Vieja Izquierda.

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Al mismo tiempo, sufríamos los azares de una fase-B de otro ciclo Kondratieff. No es necesario rememorar ahora los itinerarios en detalle. Recordemos únicamente dos momentos. En 1973 la OPEP lanzó al alza los precios del petróleo. Observemos las varias consecuencias. Fue una bonanza en renta para los países productores incluso en América Latina, México, Venezuela y Ecuador. Fue una bonanza para las empresas transnacionales de petróleo. Fue una bonanza para los bancos transnacionales en los cuales fue depositada la renta no gastada en seguida. Ayudaba, por un cierto tiempo, a los Estados Unidos en su competencia con la Europa Occidental y con el Japón, porque los Estados Unidos eran menos dependientes de la importación de petróleo. Fue un desastre para todos los países del Tercer Mundo y del bloque comunista que no eran productores de petróleo. Los presupuestos nacionales cayeron en déficits dramáticos. Complicó las dificultades de los países centrales reduciendo aún más la demanda global para sus productos.

¿Cuál fue el resultado? Hubo dos etapas. Primeramente, los bancos transnacionales, con el apoyo de los gobiernos centrales, ofrecían enérgicamente empréstitos a los gobiernos pobres en situaciones desesperadas, e inclusive a los propios gobiernos productores de petróleo. Claro que los gobiernos pobres acogieron este salvavidas para mantenerse contra la amenaza de tumultos populares y los gobiernos productores de petróleo se aprovecharon de tal ofrecimiento para "desarrollarse" rápidamente. Al mismo tiempo, estos empréstitos redujeron los problemas económicos de los países centrales aumentando su posibilidad de vender sus productos en el mercado mundial.

La única pequeña dificultad con esta bella solución era que había que rembolsar los empréstitos. En unos años, el interés compuesto de las deudas llego a ser un porcentaje enorme de los presupuestos anuales de los países deudores. Fue imposible controlar ese sumidero galopante de los recursos nacionales. La Polonia debe su crisis de 1980 a éste problema. Y en 1982 México anuncio que no podía continuar pagando como antes.

Tal crisis de la deuda perduró en la prensa unos años y luego esa prensa la olvidó. Para los países endeudados, sin embargo, la crisis perdura todavía, no solamente como una carga presupuestaria, sino como un castigo en la forma de las exigencias draconianas que el FMI impuso sobre estos Estados. El nivel de vida en todos estos Estados ha caído abruptamente, sobre todo para el estrato más pobre, que es un 85-95% de la población.

Quedaron los dilemas de una economía-mundo en estancamiento. Si no era posible atenuar más este estancamiento mundial con los empréstitos a países pobres, era necesario hallar en los años ochenta otros expedientes. El mundo financiero-político ha inventado dos. Un nuevo prestador se presentó, los Estados Unidos que, bajo Reagan, practicaba una política keynesiana oculta. Como lo sabemos, la política de Reagan ha sostenido ciertas grandes empresas estadounidenses y ha limitado el desempleo, pero acentuando la polarización interna. Así ha ayudado a sostener los ingresos en Europa Occidental y Japòn. Pero evidentemente el mismo problema iba a presentarse. El interés sobre la deuda empezaba a ser demasiado pesado. De nuevo sobrevino una crisis de deuda nacional. Los Estados Unidos se hallaron en una situación tan desconcertante, que para jugar el rol de líder militar del mundo en la Guerra del Golfo en 1991, fue necesario que Japón, Alemania, Arabia Saudita y Kuwait pagaran lo esencial de los gastos. ¡Sic transit gloria!. A fin de impedir un poco un ocaso precipitado que estaba en marcha, los Estados Unidos recurren a la solución FMI, infligiéndose su propio castigo. Se llama "El Contrato para América." Exactamente como insiste el FMI para los países pobres, los EE.UU. están reduciendo el nivel de vida de los pobres propios, sin perjuicio de mantener, inclusive aumentar, las posibilidades de acumulación para una minoría de su población.

El segundo expediente resultó del hecho de que un aspecto fundamental de toda fase-B de los ciclos Kondratieff, es la dificultad acentuada de obtener grandes beneficios en el sector productivo. O para ser más precisos, la fase B se caracteriza, se explica, por la restricción de beneficios. Eso no llega a ser un obstáculo para un gran capitalista. Si no hay un margen suficiente de beneficios en la

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producción, se vuelve hacia el sector financiero para sacar ganancias de la especulación. En las decisiones económicas de los años ochenta, vemos que esto se traducía en el fenómeno del súbito control (takeover) de grandes corporaciones por medio de los llamados "junk bonds" o bonos ilícitos. Visto desde el exterior, lo que sucede es que las grandes corporaciones se están endeudando, con la misma consecuencia, en el corto plazo que podría suponer para la economía-mundo, una inyección de actividad económica para luchar contra el estancamiento. Pero luchan con las mismas limitaciones de los demás. Deben pagar las deudas. Cuando eso se muestra imposible, la empresa va a la bancarrota o entra un "FMI privado" que impone la reestructuración, es decir, la despedida de empleados. Lo que ocurre muchísimo en estos días.

De estos acontecimientos tristes, casi indecentes, de los años 1970-1995, ¿qué conclusiones políticas han sacado las masas populares? Me parece obvio.

La primera conclusión es que la perspectiva de reformas graduales que permitirían la eliminación del foso rico-pobre, desarrollado-subdesarrollado, no es posible en la situación actual y que todos los que lo habían sostenido fueron mentirosos o manipuladores. Pero, ¿quiénes fueron éstos? Ante todo, fueron los movimientos de la Vieja Izquierda.

La revolución de 1968 ha sacudido la fe en el reformismo, incluso el tipo de reformismo que se llamaba revolucionario. Los veinticinco años posteriores de eliminación de las ganancias económicas de los años 1945-1970, destruyeron las ilusiones que aún persistían. País tras país, el pueblo dio un voto de no-confianza a los movimientos herederos de la Vieja Izquierda, sea populista, sea de liberación nacional, sea social-demócrata, sea leninista. El derrumbe de los comunismos en 1989 fué la culminación de la revolución de 1968, la caída de los movimientos que pretendían ser los más fuertes y los más militantes. Su pérdida de apoyo popular fue ultra-dramático y para muchas personas, incluso evidentemente para muchos intelectuales de las Américas, fue un desarreglo de toda una vida mental y espiritual.

Los coyotes del capitalismo gritaron victoria. Pero los defensores más sofisticados del sistema actual sabían mejor. La derrota del leninismo, y es una derrota definitiva, es un catástrofe para los poderosos. Eliminó el último y mejor escudo político, su única garantía, como fue el hecho de que las masas creyeran en la certidumbre de un éxito del reformismo. Y en consecuencia, ahora esas masas no están más dispuestas a ser tan pacientes como en el pasado. La caída de los comunismos es un fenómeno muy radicalizarte para el sistema. Lo que se derrumbó en 1989 fue precisamente la ideología liberal.

Lo que proporcionaba el liberalismo a las clases “peligrosas” fue sobre todo la esperanza, o mejor, la seguridad del progreso. Fue una esperanza muy materialista, todo el mundo finalmente tendría un nivel de vida confortable y saludable, una educación, una posición honorable para sí mismo y sus descendientes. Y lo fue prometido si no para hoy, pues para un próximo mañana. La esperanza justificaba las demoras, a condición de que hubiera ciertas reformas gubernamentales visibles y alguna también visible actividad militante de parte de los que la esperaban. Mientras tanto, los pobres trabajaron, votaron y sirvieron en los ejércitos. Es decir, hicieron funcionar el sistema capitalista.

Empero, si debían perder esta esperanza, ¿qué harían las clases “peligrosas”? Lo sabemos, porque lo vivimos actualmente. Renuncian a su fe en los Estados, no únicamente en el Estado en manos de los "otros," sino en todo Estado. Llegan a ser muy cínicos en lo que concierne a los políticos, los burócratas y también respecto de los líderes llamados revolucionarios. Empiezan a abrazar un anti-estatismo radical. Es poco menos que querer hacer desaparecer los Estados que no dan ninguna confianza. Podemos ver esta actitud en el Tercer Mundo, en el mundo ex-socialista, así como también en los países centrales. ¡En los Estados Unidos lo mismo que en México!

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¿Están contentas, la gente ordinaria, con esta nueva postura? Tampoco. Al contrario, tienen mucho miedo. Los Estados fueron sin duda opresivos, desconfiables, pero fueron también, al mismo tiempo, fuentes de seguridad cotidiana. En ausencia de fe en los Estados, ¿quiénes van garantizar la vida y la propiedad personal? Llega a ser necesario retornar al sistema pre-moderno: debemos proveernos de nuestra propia seguridad. Funcionamos como la policía, el recaudador de impuestos y el maestro escolar. Además, porque es difícil asumir todas estas tareas, nos sometemos a "grupos" construidos de múltiples maneras y con varias etiquetas. Lo nuevo no es que estos grupos se organicen, sino que comiencen a asumir las funciones que otrora pertenecían a la esfera estatal. Y al hacer eso, las poblaciones están menos y menos listas a aceptar lo que los gobiernos les impongan para estas actividades. Después de cinco siglos de fortalecimiento de las estructuras estatales, en el seno de un sistema interestatal también en fortalecimiento continuado, vivimos actualmente la primera gran retracción del rol de los Estados y necesariamente por tanto también del rol del sistema interestatal.

No es algo menor. Es un terremoto en el sistema histórico del cual somos participantes. Estos grupos a los cuales nos sometemos representan una cosa muy distinta de las naciones que construíamos en los dos últimos siglos. Los miembros no son "ciudadanos," porque las fronteras de los grupos no son definidos jurídicamente sino mímicamente, no para incluir sino para rechazar.

¿Es esto bueno o malo? ¿Y para quiénes? Desde el punto de vista de los poderosos, es un fenómeno muy volátil. Desde el punto de vista de una derecha resucitada, da la posibilidad de erradicar el estado de bienestar y permitir el florecimiento de los egoísmos de corta duración ("après moi le déluge!"). Desde el punto de vista de las clases oprimidas, es una espada de doble filo y tampoco están seguras de si deberían luchar contra la derecha porque sus proposiciones les producen daños inmediatos graves o apoyar la destrucción de un Estado que les ha defraudado.

Pienso que el colapso de la fe popular en la inevitabilidad de una transformación igualizante es el más serio golpe para los defensores del sistema actual, pero seguramente no es el único. El sistema-mundo capitalista está desagregándose a causa de un conjunto de vectores. Podríamos decir que esta desagregación es muy sobredeterminada. Voy a discutir brevemente algunos de estos vectores inquietantes para el funcionamiento del sistema-mundo.

Antes de hacerlo, debo decir que no se presenta como un problema de tecnología. Algunos sostienen que el proceso continuo de mecanización de la producción resultará en la eliminación de empleos posibles. No lo creo. Podemos todavía inventar otras tareas para la fuerza de trabajo. Otros declaran que la revolución informática acarreará un proceso de globalización que en sí hace caduco el rol de los estados. No lo creo tampoco, porque la globalidad ha sido elemento esencial de la economía-mundo capitalista desde el siglo XVI. No es nada nuevo. Si estos fueron los únicos problemas de los capitalistas en el siglo SXXI., estoy seguro que podrían hacer lo necesario a fin de mantener el impulso de la acumulación incesante de capital. Hay cosas peores.

Primero, para los empresarios hay dos dilemas que son casi imposibles de resolver:

a) la desruralización del mundo

b) la crisis ecológica.

Los dos son buenos ejemplos de procesos que van de cero a ciento por ciento y cuando llegan cerca de la asíntota, pierden valor como mecanismos de ajuste. Esto constituye la fase última de una contradicción interna.

¿Cómo ocurrió que el mundo moderno se haya desruralizado progresivamente? Una explicación tradicional es que la industrialización exige la urbanización. Pero no es verdad. Todavía quedan industrias localizadas en las regiones rurales y hemos ya notado la oscilación cíclica entre la concentración y la dispersión geográfica de la industria mundial. La explicación es diferente. Cada

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vez que hay estancamiento cíclico en la economía-mundo, uno de los resultados al fin de estos períodos es una movilización acrecentada de los proletarios urbanos contra la declinación de su poder de compra. Así se crea una tensión que los capitalistas resisten, por supuesto. Sin embargo, la organización obrera aumenta y comienza a ser peligrosa. Al mismo tiempo, las reorganizaciones empresariales alcanzan un momento en que podrían relanzar la economía-mundo sobre la base de nuevos productos monopolizados. Pero falta un elemento, la demanda global suficiente.

Frente a esto, la solución es clásica: alzar los ingresos de los proletarios, sobre todo de los obreros calificados, incluso facilitar para algunos el ingreso en esas categorías. Del mismo golpe, resuelven los problemas de la tensión política y de la falta de demanda suficiente. Pero hay una contrapartida. El porcentaje de plusvalía que corresponde a los propietarios ha disminuido. Para compensar esta caída de plusvalía relativa, de nuevo existe una solución clásica: transferir algunos sectores de actividad económica que no son más muy rentables, hacia zonas donde hay una población rural importante, una parte de la cual podría ser atraída a nuevas localidades urbanas de producción, por salarios que representan para ellos un aumento de sus entradas familiares, pero que en la escena mundial representan costes de trabajo industrial mínimos. En efecto, a fin de resolver las dificultades recurrentes de los estancamientos cíclicos, los capitalistas fomentan cada vez una desruralización parcial del mundo. Pero, ¿y si no hay más poblaciones a desruralizar? Hoy nos acercamos a esta situación. Las poblaciones rurales, todavía hace no mucho fuertes en la propia Europa, han desaparecido enteramente de muchas regiones del mundo y disminuyen en todas partes. Probablemente, son menos de 50% mundialmente hoy y dentro de 25 años la cifra va ser menos de 25%. La consecuencia es clara. No habrá nuevas poblaciones de bajo pago para compensar los salarios más elevados de los sectores proletarizados anteriormente. En efecto, el coste de trabajo aumentará mundialmente, sin que los capitalistas puedan evitarlo.

Lo mismo pasa con la ecología. ¿Por qué existe hoy una crisis ecológica? No es complicado explicarlo. A fin de maximizar los beneficios, hay dos recursos principales para un capitalista: no pagar demasiado a los obreros y no pagar demasiado por el proceso de producción. ¿Como hacer esto? De nuevo es obvio: hacerlo pagar en gran parte por "otros." Se llama "la externalización de costes." Hay dos métodos principales de externalizar costes. Uno es esperar que el estado pague por la infraestructura necesaria por la producción y la venta de los productos. La desagregación de los estados representa una amenaza aguda para esto. Pero el segundo y más importante método es no pagar los costes ecológicos: por ejemplo, no reemplazar los bosques cortados o no pagar por la limpieza de desperdicios tóxicos.

Mientras existían otros bosques, o zonas aún no utilizadas, luego no tonificadas, el mundo y los capitalistas podían ignorar las consecuencias. Pero hoy tocan los límites de la externalización de costes. No hay más muchos bosques. Los efectos negativos de una toxificación excesivamente aumentada de la tierra, implican impactos serios y múltiples que nos anuncian los científicos avisados. Por eso han surgido movimientos verdes. Desde un punto de vista global, hay únicamente dos soluciones: hacer pagar los costes por los capitalistas; y/o aumentar los impuestos. Pero esto último es poco probable, dadas las tendencias de reducir el rol de los Estados. Y lo primero implica una reducción seria en las ganancias de los capitalistas.

Hay otros vectores que representan dilemas, no para los empresarios, pero sí para los Estados. Primero, la polarización socio-económica cada día más aguda del mundo corre parejas con la polarización demográfica del mundo. Cierto, hay una transformación demográfica en proceso desde 200 años al menos y ahora mismo toca por primera vez al Africa que en el período pos-1945 tenía la tasa de crecimiento más alta del mundo. No obstante, aunque las tasas en general bajen, el foso entre el Norte, donde las tasas son a menudo negativas, y el Tercer Mundo, donde aún son altas, aún sigue ensanchándose. Si hay recuperación de la economía-mundo en el primer cuarto del siglo XXI, el foso económico ya se agrandará, porque la recuperación será fuertemente desigual.

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La consecuencia es fácil de prever. Habrá un fuerte aumento de la migración Sur-Norte, legal o ilegalmente. No importa. No hay mecanismos posibles para terminarlo y aún limitarlo seriamente. Las personas que querrían venir al Norte son reclutadas entre los más capaces del Tercer Mundo y están determinadas a llegar. Habrá muchos empleos insuficientemente pagados para ellos. Por supuesto, habrá una oposición política xenófoba contra ellos, pero no bastará para cerrar las puertas.

Si al mismo tiempo el rol de los estados disminuye (y esto servirá también para permitir el aumento del número de emigrantes), la integración económica de estos inmigrantes será limitada. Si la oposición política no logra frenar la entrada, probablemente logrará limitar los derechos políticos y sociales de los inmigrantes. En este caso, preveo lo siguiente: el número verdadero de inmigrantes "sureños" y sus descendientes inmediatos en los países del Norte será entre 10-35% por ciento de la población, si no más. Y esto no solo en América del Norte y Europa Occidental, sino también en Japón. Al mismo tiempo, este 10-35% de la población más joven, mucho más pobre, y ubicado en barrios urbanos segregados de hecho, será una población obrera sin derechos políticos o sociales. Retornaremos a la situación de la Gran Bretaña y la Francia en la primera mitad del siglo XIX, aquella de proletariados que son clases peligrosas. Así se deshace doscientos años de recuperación liberal y esta vez sin posibilidad de repetir el guión. Preveo que las zonas de conflicto social las más intensas en el siglo s XXI, no serán las Somalias y las Bosnias, sino las Francias y los Estados Unidos. ¿Las estructuras estatales ya debilitadas van a sobrevivir ese tipo de guerra civil?

Y si esto no fuera bastante, hay el problema de la democratización. ¿Problema, digo yo? ¡Sí, problema! La democratización no es una mera cuestión de partidos múltiples, sufragio universal y elecciones libres. La democratización es una cuestión de acceso igual a las verdaderas decisiones políticas y a un nivel de vida y a una seguridad social razonable. La democracia no puede coexistir con una gran dolarización socio-económica, ni al nivel nacional, ni al nivel mundial. No obstante, existe una ola de sentimiento democratizador que se fortalece enormemente estos días. ¿Como se traduce ella? La prensa y los últimos heraldos del liberalismo anuncian que la democratización se muestra en la caída de varias dictaduras a través del mundo. Sin duda, esto representa un esfuerzo de democratizar estos países. Pero estoy un poco desengañado del éxito efectivo de estos cambios. Lo que es más interesante es la presión continua, no únicamente en el Sur, sino inclusive de modo más fuerte en los países del Norte, para aumentar los gastos para la salud, la educación, y la vida de los retrasados. Pero esta presión agudiza, y muchísimo, los dilemas fiscales de los estados. La ola de democratización será la última clave en el ataúd ("nail in the coffin") del estado liberal. Vemos lo que pasa estos días en los Estados Unidos.

Para todas estas razones, el período frente a nosotros, los próximos 30-40 años, será el momento de la desintegración del sistema histórico capitalista. No será un momento agradable de vivir. Será un período negro, lleno de inseguridades personales, incertidumbres del futuro y odios viciosos. Al mismo tiempo, será un período de transición masiva hacia algo otro, un sistema (o unos sistemas) nuevo(s). Al decir esto, sin duda se preguntan Vds. porque les he dicho que les traigo un mensaje de esperanza.

Nos hallamos en una situación de bifurcación muy clásica. Las perturbaciones aumentan en todas direcciones. Están fuera de control. Todo parece caótico. No podemos, nadie puede, prever lo que resultará. Pero no quiere decir que no podamos tener un impacto sobre el tipo de nuevo orden que va ser constituido al fin. Todo lo contrario. En una situación de bifurcación sistémica, toda acción pequeña tiene consecuencias enormes. El todo se construye de cosas infinitesimales. Los poderosos del mundo lo saben bien. Preparan de múltiple maneras la construcción de un mundo post-capitalista, una nueva forma de sistema histórico desigual a fin de mantener sus privilegios. El desafío para nosotros, sociólogos y otros intelectuales y para todas las personas en pos de un sistema democrático e igualitario (los dos adjetivos tienen idéntico significado), es mostrarnos tan imaginativos como los poderosos y tan audaces como ellos, pero con la diferencia de que debemos vivir nuestras creencias en la democracia igualitaria, lo que no hacían nunca (o raramente) los

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movimientos de la Vieja Izquierda. ¿Como hacerlo? Es esto que debemos discutir hoy, mañana y pasado mañana. Es posible hacerlo, pero no existe una certidumbre sobre eso. La historia no garantiza nada. El único progreso que existe es aquello por lo cual luchamos con, recordémoslo, unas grandes posibilidades de perder. Hic Rhodus, hic salta. La esperanza reside, ahora como siempre, en nuestra inteligencia y en nuestra voluntad colectiva.

Immanuel Wallerstein, “Perspectivas de la reconstrucción de América Latina y el Caribe”, en e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, Vol. 4 nº 16, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007, pp. 3-15. Disponible en línea en <http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>

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Llamado a contribuciones Laboratorium: Revista rusa de investigación social

(http://www.cisr.ru/editboard.en.html)

Número especial: “RUSIA-EXREPÚBLICAS SOVIÉTICAS/AMÉRICA LATINA:

ESTUDIOS COMPARATIVOS SOBRE LAS TRANSFORMACIONES POST-AUTORITARIAS” Editoras del número:

Olessia Kirtchik ([email protected]) y Mariana Heredia ([email protected])

Más allá de las diferencias que separan a los países de América Latina de las antiguas

repúblicas soviéticas, las transformaciones sociales y políticas de las últimas décadas parecen definir algunas similitudes importantes. En ambas regiones es difícil tomar posición sin hacer referencia a las relaciones con Occidente; ambas oscilan entre los intentos más o menos exitosos de “alcanzar” la modernidad y los reclamos de una alteridad sustantiva y fundamental. Ciertamente, los últimos años presentan el surgimiento de estudios comparativos entre los países post-soviéticos y las naciones latinoamericanas; la mayoría de ellos sustentados en la idea de una “transición” hacia la democracia y la economía de mercado. No obstante, estos estudios tienden a interesarse en las transformaciones políticas o macroeconómicas, prestando menos atención al estudio en profundidad de los casos empíricos analizados y a las complejidades del cambio social experimentado. Este número busca congregar estudios comparativos que complementen o cuestionen estos análisis macro, fundamentando qué diferencias y semejanzas pueden observarse entre ambas regiones en la construcción de nuevas sociedades. Para ello, los estudios comparativos pueden movilizar todo el arco de las ciencias sociales, incluyendo específicamente la sociología, la antropología y la historia.

Laboratorium invita a investigadores de todo el mundo a someter artículos sobre esta

temática. Los trabajos en colaboración entre especialistas del mundo post-soviético y de América latina serán especialmente bienvenidos, aún cuando sea bajo la forma de artículos “gemelos” que analicen casos comparables en las dos regiones. En la medida de lo posible y con suficiente antelación, las editoras oficiarán de mediadoras entre investigadores con intereses semejantes en ambas regiones, en vistas a la elaboración de una contribución conjunta. Algunas de las problemáticas a tratar (aunque no excluyentes) pueden ser: transformaciones en las elites, políticas de la memoria, nuevas y viejas formas de pobreza, género y familia, nuevas y viejas formas de violencia, emergencia de nuevos actores económicos y de nuevo tipo de prácticas económicas…

La fecha límite para enviar las contribuciones ha sido fijada el 10 de febrero 2008. Todas las

propuestas serán analizadas por dos evaluadores anónimos y la aceptación puede quedar sujeta a la incorporación de los ajustes aconsejados. Los artículos serán aceptados en inglés o ruso, en formato word o RTF. Debe usarse letra 12 y espacio 1 ½. La bibliografía debe ser citada en las notas y las notas deben aparecer al final del texto. La extensión no debe exceder los 55.000 caracteres sin notas. Los artículos deben ir acompañados de información sobre los autores (nombre, filiación institucional, dirección postal, e-mail y teléfono) en una página separada y de un resumen de 3.000 caracteres.

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Artículos

EL CONFLICTO AGRARIO PAMPEANO DURANTE LA CONVERTIBILIDAD: ACTORES, CARACTERÍSTICAS Y DESARROLLO DE LA ACCIÓN COLECTIVA DE PROTESTA∗

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EDUARDO AZCUY AMEGHINO∗∗

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A tono con los efectos devastadores del programa neoliberal sobre los pequeños y medianos productores pampeanos, uno de los rasgos más notorios de la acción social agraria durante los noventa fue el incremento sostenido de la conflictividad rural, materializada en diversas formas de protesta activa -como paros, cortes de ruta, concentraciones, marchas, emergencia de nuevos actores sociales combativos, etc.-, mediante las que los sectores más desfavorecidos por el modelo económico en vigencia manifestaron crecientemente su inconformismo y rebeldía.1

Así, por ejemplo, desde la marcha a Plaza de Mayo de 1993, pasando por el paro agrario de 1994 y la constitución del Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha en 1995,2 se fueron eslabonando una serie de hitos referenciales del crecimiento de los conflictos, los que estimularon a su vez nuevos episodios de acción colectiva protagonizados centralmente por los chacareros (con participación, es cierto que desigual, de todas sus fracciones), aun cuando en distintos momentos y medidas aunaron a -o confluyeron con- la mayoría de los sujetos sociales agrarios y sus respectivas organizaciones gremiales.

En este sentido, las protestas recogieron diversos y con frecuencia contradictorios reclamos reivindicativos, en torno a los cuales se refleja tanto la especificidad de los efectos de las políticas

∗ Ponencia presentada en la Mesa Temática Abierta 113, “Conflictos, organizaciones y movimientos

sociales en la historia agraria Argentina y Latinoamericana desde comienzos del Siglo XX a la actualidad”, de las XXI Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia, San Miguel de Tucumán, 19-21 de setiembre de 2007.

∗∗ Docente Investigador del Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires.

1 Norma Giarracca y Miguel Teubal, “El día que la Plaza de Mayo se vistió de campo”, en Realidad Económica nº 118, 1993: Mónica Higa, “Materiales para el estudio del paro agrario de 1994”, Primeras Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales, Universidad de Buenos Aires, 1999; Eduardo Azcuy Ameghino, “Reformas económicas y conflicto social agrario: la Argentina menemista, 1991-1999”, II Congreso Internacional de Historiadores Latinoamericanistas, La Habana, 1999.

2 Norma Giarracca y Miguel Teubal, “El movimiento de mujeres agropecuarias en lucha”, Realidad Económica nº 159, 1997. Eduardo Azcuy Ameghino, “El «Movimiento de Mujeres en Lucha»: hipótesis, problemas y propuestas de discusión”, VIII Jornadas Interescuelas y Departamentos de Historia, Universidad Nacional de Salta, 2001.

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Eduardo Azcuy Ameghino El conflicto agrario pampeano durante la convertibilidad...

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públicas como la heterogeneidad de la estructura de clases en la que impactan, siendo dicha diversidad -y cada una de sus particularidades- la que determina en cada caso el sentido, la forma y la profundidad del efecto.

Puesto en otros términos: un terrateniente latifundista, un pool de siembras, un gran capitalista arrendatario de miles de hectáreas, un chacarero propietario de 50 hectáreas y un pequeño contratista que toma 150 has –por citar unos pocos ejemplos contrastados-, se vieron afectados (perjudicados y/o beneficiados) de diversas maneras, y por ende generaron y practicaron diferentes conflictividades, que deben ser individualizadas y especificadas para evitar que el análisis quede atrapado en la primera imagen, aparencialmente unitaria y homogénea, del fenómeno de las protestas agrarias.

Así, la Sociedad Rural Argentina apoyó en lo fundamental el modelo económico impuesto en 1991, y sólo sobre esa base realizó críticas y motorizó algunas protestas frente a aspectos puntuales de las políticas oficiales que juzgaron contraproducentes para los intereses de los grandes terratenientes y empresarios expresados por el accionar de dicha corporación, como los impuestos a la renta mínima presunta y a los débitos bancarios.

Con matices diferenciales respecto al fuerte compromiso con las políticas oficiales expresado por SRA, otras organizaciones -como Confederaciones Rurales Argentinas- se manifestaron en un sentido parecido al anterior, mientras que las restantes entidades principales –CONINAGRO y Federación Agraria-, aunque tomaron mayor distancia de algunos aspectos del programa de convertibilidad, tampoco plantearon una confrontación abierta con “el modelo”, muy influidas sus dirigencias por los humores políticos e ideológicos dominantes en el país y el mundo durante los noventa.

Un ejemplo de esta actitud, que de hecho implicaba una relativa claudicación respecto a la defensa sin concesiones de los intereses chacareros, fue la muy tardía –e incluso entonces, formal- mención de la FAA a la necesidad de un precio sostén en origen para los productos agrícolas. Esta medida, ajena por completo a la filosofía económica de libertad de mercados y desregulación vigente, fue sin embargo cada vez más reclamada por las bases federadas y por algunas filiales enroladas en corrientes internas opositoras a la línea oficial del presidente Bonetto, así como por otras expresiones de las pymes [pequeñas y medianas empresas] agrícolas.

Como puede observarse, al interior de la protesta rural se mezclan y solapan muy disímiles posicionamientos, de modo que la conflictividad que emerge a la consideración pública como dominante (como “la” conflictividad) tiende a reflejar el estado de la correlación de fuerzas entre los diferentes estratos sociales del agro y sus respectivas organizaciones político-gremiales, asimilando –y de hecho ocultando en alguna medida- los reclamos provenientes de los sectores relativamente más débiles a la perspectiva hegemónica.

Para el funcionamiento eficaz de estos mecanismos suele resultar determinante la presión que ejercen algunas corporaciones –sobre todo SRA y CRA- con el objeto de imponer su programa reivindicativo particular a la protesta general, a sabiendas de que el logro de la unidad de acción de las cuatro gremiales principales es un valor muy sentido por buena parte de los productores agrarios, tanto como respetado por los destinatarios de sus reclamos.

Teniendo en cuenta que también en el mundo agrario la convertibilidad produjo ganadores y perdedores, beneficiarios y víctimas respectivamente de los efectos de la concentración económica, se podrán calibrar plenamente las implicancias y consecuencias para el desarrollo de los conflictos de la confluencia de unos y otros encolumnados en última instancia bajo un programa reivindicativo sesgadamente sectorial, y muy limitado en sus filos críticos hacia las políticas neoliberales.

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Sin embargo, a pesar de que esta dinámica tiñó buena parte de la protesta del campo, cabe puntualizar que cuando ésta fue orientada por los sectores gremiales más ligados con los productores familiares y pequeños capitalistas, las consignas cuestionaron aspectos nodales del programa de convertibilidad y desregulación, radicalizando las luchas a partir de la emergencia -menos diluida en estos casos- de la conflictividad específica de los chacareros que sufrían por la falta de escala, de capital de trabajo, de crédito y de retraso cambiario, todo agravado por un fuerte endeudamiento de arrastre y, con frecuencia, por los bajos precios internacionales.3

Focalizando el análisis en la franja socioeconómica de la pequeña y mediana empresa agropecuaria, existe evidencia concluyente respecto a que de ella emergieron las más agudas y persistentes acciones colectivas de protesta agraria. En este sentido, los factores mencionados cumplieron un rol fundamental entre las causas determinantes del creciente tono de conflictividad social que caracterizó al agro pampeano, articulándose para ello con algunas trabas estructurales de larga data, especialmente eficaces en relación a limitar las posibilidades de sustentabilidad de las pequeñas explotaciones.

Estas circunstancias, junto a otros estímulos negativos provenientes del modelo económico sostenido por el menemismo y la Alianza –como carencia de políticas de sostén de precios y de refinanciación y/o condonación de deudas impagables-, golpearon con dureza a buena parte de la población rural, que asoció (razonablemente) su mala fortuna a las políticas públicas en vigencia, aun cuando pocos dirigentes llegaron a efectuar cuestionamientos integrales de las mismas.

Sin perjuicio de que todos los condicionamientos mencionados se extendieron al conjunto del agro pampeano, dentro de esta región las protestas tendieron a focalizarse –y estallaron con mayor frecuencia y regularidad- en las zonas socioproductivas ubicadas en el centro y sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires y sureste de Córdoba.

El desarrollo de estas luchas muy probablemente se potenció en virtud de las particularidades y la fuerza identitaria de los chacareros y colonos asentados en la región conocida tradicionalmente como maicera, mayoritariamente imbuidos de las tradiciones de lucha más ricas y arquetípicas del área pampeana –resumidas en el “grito de Alcorta”-, presentes todavía en numerosos componentes de raigambre político-cultural atesorados en la memoria social, y resignificados como un factor de peso a la hora de decidir y organizar la protesta reivindicativa.

Asimismo, al inventariar y ponderar el desarrollo de la acción colectiva agraria durante la convertibilidad, resulta posible afirmar que entre 1993 y 2001 los chacareros pampeanos protagonizaron una de las décadas de luchas reivindicativas y políticas más intensas y reiteradas que registra el siglo XX. Al análisis de algunos aspectos de esta historia nos dedicaremos en el resto de este trabajo, abriendo varias líneas de indagación concurrentes.

Relaciones entre estratificación social, tipos de conflicto y acción colectiva Para comenzar querríamos hacernos cargo del hecho de que la propuesta implícita en el

título de este apartado podría presentar, al menos en apariencia, algunos flancos abiertos a una crítica fácil por parte de las posturas teóricas enfrentadas con la que suelen denominar perspectiva de análisis estructural: “las teorías estructuralistas y holistas, allí donde toman una forma causal,

3 Al respecto hay que señalar que incluso en el período excepcional de buenos precios –1996 y 1997-,

la ruinosa situación de numerosas explotaciones impidió que pudieran aprovechar la circunstancia favorable para intentar revertir su crisis. En estos casos, como comenzó a ocurrir también luego de la devaluación de comienzos de 2002, los beneficios resultan directamente proporcionales a la envergadura económica de los diferentes sujetos sociales, definida por factores estructurales (tamaño de la explotación, medios de producción, propiedad de la tierra) y por la situación coyuntural (acceso al crédito, grado de endeudamiento, disponibilidad de capital de trabajo, etc.).

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son por lo común toscas en este sentido: relacionan macroestados con macroestados directamente, sin ofrecer un mecanismo que muestre como uno causa al otro”.4

Al respecto, partiendo de los contenidos básicos de la teoría marxista, resulta evidente que el modo en que los intereses de clase determinan los de los individuos ni es mecánico, ni es constante, ni es absoluto; razón por la cual deben explicitarse hasta donde ello es posible las mediaciones políticas, ideológicas, situacionales y contextuales, que procesadas a través de la acción social –obviamente contradictoria- permiten establecer o no dichas conexiones. Y así y todo tengo fuertes sospechas que estadísticamente el resultado de un juego experimental de evaluación de conductas individuales, frente a problemas similares, confirmaría en buena medida que la mayor parte de los individuos reaccionaría según algún tipo de respuesta consistente con las conductas atribuibles a la clase, fracción o grupo social de su eventual pertenencia.

El problema, en realidad, es que resultados parecidos se obtendrían seguramente si el ejercicio midiera la correlación de una identidad colectiva con las conductas individuales de quienes se identifican con ella.5 Aquí la cuestión excede a un único principio explicativo de la existencia y el sentido de la acción colectiva, remitiéndonos a operar con modos solventes de articulación y combinatoria con el objeto de producir explicaciones menos unilaterales y más completas, aun cuando sin duda no nos alejaremos demasiado del principio basal de la lucha de clases como término de orden y encuadramiento final.

De manera que si bien “la acción social, como la participación política, no puede ser reducida a un mero reflejo determinado por las condiciones materiales o los intereses públicos ligados a la posición social”,6 también es cierto que dichos condicionantes resultan de importancia crucial para comprender plenamente el sentido de la acción colectiva en general, y la de los chacareros pampeanos en particular.

Al respecto, y para fundamentar la pertinencia del punto, resulta necesario destacar la utilidad del recurso a una tipología socioeconómica que,7 a grandes rasgos, permita pensar agregadamente las distintas categorías de productores agrarios que operan en la pampa húmeda, en tanto que este arbitrio teórico-metodológico (siempre discutible y perfectible) constituye un instrumento dotado de capacidad para aportar elementos de juicio fundamentales para la interpretación del tema de la conflictividad social rural.

Su mayor utilidad se ha mostrado al contribuir a identificar y especificar las distintas modulaciones de los conflictos agrarios, toda vez que el diferente lugar que ocupa cada uno de los sujetos sociales en la estructura de la producción y de la distribución del ingreso se halla en la mayoría de los casos indisolublemente conectado con los distintos grados de solidez, las necesidades y las expectativas socioeconómicas de cada uno de ellos. Y también con las asimétricas

4 Michael Taylor. Racionalidad y acción colectiva revolucionaria. En: F. Aguiar (comp.). Intereses

individuales y acción colectiva. Pablo Iglesias, Madrid, 1991, 147. 5 El concepto de identidad colectiva resulta una herramienta útil para el análisis sociológico en la

medida que se respete la tensión básica que la condiciona y define, generada por la coexistencia de por los menos: a) prácticas, percepciones y sentimientos compartidos, b) el sustrato específico de clase que entrega los matices, heterogeneidades y contradicciones propios de lo anterior, c) la ideología dominante (de clase) en la sociedad donde se gestan y procesan las identidades colectivas.

6 Fernando Reinares. Teoría de la acción colectiva y participación política. En: Pilar del Castillo (Comp.). Comportamiento político y electoral. CIS, Madrid, 1995, p. 623.

7 Eduardo Azcuy Ameghino. "Tipología de sujetos sociales agrarios pampeanos". Documento de trabajo interno, CIEA, Buenos Aires, 2005.

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modalidades de lucha, las específicas reivindicaciones sectoriales y las condiciones finales, en las que dichos reclamos pueden conquistarse.

Se argumentará que esto no es ni siempre ni necesariamente así. De acuerdo. La acción colectiva y las actividades de los actores contradicen con alguna frecuencia esta clase de planteos; pero se trata en líneas generales de una orientación que en la mayoría de los casos considerados ratifica su pertinencia, lo que la transforma en un auxiliar deseable para los estudios sobre conflicto y movilización. Especialmente cuando se consideran los fenómenos apuntando a una escala social de interpretación de las prácticas y efectos ínsitos en la acción colectiva desplegada como expresión de una conflictividad social específica, como es en nuestro caso la reacción frente a políticas públicas que agudizan las dificultades para la subsistencia de las explotaciones agrarias tornando incierto el futuro de los individuos y familias que las operan.

Desde esta perspectiva, y analizando en especial la primera mitad del siglo XX, se ha señalado la existencia de diferentes tipos de conflictos, en tanto "cada tipo de conflictividad -chacarera, obrera, terrateniente- es definido de uno u otro modo según el sector social que desencadena o inicia el conflicto".8

La naturaleza de la conexión, el sentido y el grado de la determinación que vincula a cada sector social con un tipo de conflictividad, es entonces el punto crítico a discernir, teniendo en cuenta que “la acción colectiva es dinámica y sus resultados dependen en gran medida del curso de la interacción”.9

Hace ya muchos años que la “sabiduría” popular respondió a los teóricos estructuralistas escribiendo en los muros del París rebelde de 1968 aquel categórico “las estructuras no salen a la calle”. Podríamos agregar que tampoco sostienen el conflicto agrario pampeano, ni cortan rutas, ni arrojan clavos “miguelitos” en los caminos. Esto significa que de ninguna manera suscribimos el papel de la determinación estructural como causa única o como causa final de la acción colectiva. Menos aun el de la acción voluntarista e individual de actores que operan fuera de todo escenario, sin temperatura, luz, color, ni piso.

En esta línea de trabajo, y en especial en el análisis de casos, los elementos de juicio provenientes de la estratificación socioeconómica de los productores agrarios contribuirán a la observación de los modos en que dichos sujetos sociales se articulan a efectos de, por ejemplo: a) protagonizar las luchas mediante diversas formas de unidad política; b) enfrentarse entre sí cuando no comparten el diagnóstico de la realidad que los afectaría o no, y/o los objetivos y/o las modalidad de la acción a llevar adelante; y c) producir la subordinación político-ideológica de unos sujetos sociales, y de sus intereses específicos, a la hegemonía de otros sujetos, mediante formas particulares de la articulación intersectorial para el despliegue del conflicto. Lo cual remite directamente a una profundización del análisis de las luchas políticas desarrolladas por los diversos sectores, incluidas especialmente las que tienen lugar en el interior de sus organizaciones gremiales.

Así, al ponderar los distintos apoyos y rechazos suscitados por la "convertibilidad" -uno de los modos en que se ventiló la lucha de intereses en relación con la problemática agraria durante los '90-, se puede comprobar que una parte del conflicto consistió en la pugna por imponer uno u otro balance político y conceptual acerca de lo ocurrido, por incidir en los programas de reivindicaciones que en cada caso levantaría la protesta agraria, e incluso en la disputa por la propia

8 Waldo Ansaldi, “Hipótesis sobre los conflictos agrarios pampeanos”, en Ruralia nº 2, Buenos Aires,

1991, p. 8. 9 Charles Tilly, “Modelli e realtà dell’azione collettiva popolare”, en J. Cohen, A. Melucci, C. Offe, A.

Pizzorno, Ch. Tilly, A. Touraine, I nuovi movimenti sociali. Franco Angeli Editore, Roma, 1987, p. 74.

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decisión de realizar -o no- una política confrontativa con el modelo económico y los gobiernos que lo sostuvieron.

De esta manera, por ejemplo, los grandes terratenientes y capitalistas agrarios tendieron a concentrar sus reclamos en el ataque a la presión impositiva,10 mientras que las pymes del sector pusieron el mayor énfasis en reclamar la refinanciación de sus deudas, créditos para poder sembrar y, en algunos casos, precios sostén para los granos.

Unos eligieron el método de las presiones en los altos niveles del gobierno, el recurso a las amistades y relaciones en el poder, y las consignas que no cuestionaran de fondo el "modelo" económico global, al que apoyaban; mientras que otros -sin descartar los mecanismos anteriores, para los cuales sin embargo disponían de menos aptitud y recursos- impulsarían líneas de acción más directa, movilización de productores y un cuidado menor en que las demandas y propuestas específicas efectuadas pusieran en tela de juicio la política vigente de reforma económica y convertibilidad.

Los niveles políticos e ideológicos de la acción colectiva brindan sin duda sobrados elementos para elaborar explicaciones de las conductas señaladas. Al mismo tiempo no ignoramos los límites, los condicionamientos, los modos de proceder, que dicta la pertenencia o la referenciación de las distintas personas -en este caso de los diferentes tipos de actores políticos y gremiales- respecto a grupos socioeconómicos definidos: es tan infrecuente descubrir a un gran terrateniente y empresario rural arrojando “miguelitos” para interrumpir el paso de los camiones, como imaginar a un chacarero pobre o medio del norte de Buenos Aires en calidad de habitué de las reuniones sociales que frecuentemente organizan la embajada de EE.UU, de Francia o de España en el país.

En suma, dadas las condiciones que determinaron a partir de 1991 la existencia de un umbral o tono conflictivo creciente entre los productores agrarios respecto al gobierno, el modo en que dichos conflictos estallarían o no, se desarrollarían en un sentido u otro, dependería del rol de los actores involucrados, movidos por determinaciones causales, intencionales y estructurales, en un contexto donde el aprovechamiento de las oportunidades coyunturales y los recursos disponibles jugarían un rol central para el desarrollo de las protestas.

Los partidos políticos tradicionales y sus programas agrarios durante los noventa En relación con el estudio de la conflictividad agraria, con las circunstancias que la

originaron, y con el modo en que se procesó -especialmente durante el período menemista-, hemos considerado oportuno introducir una breve caracterización de los análisis y propuestas programáticas correspondientes a algunos de los partidos políticos que operaban en la realidad argentina, aun cuando en líneas generales dichos actores, con la excepción del grupo gobernante, han tendido a presentar un perfil relativamente bajo en materia de política agraria, limitándose a influir –en especial los agrupamientos opositores- preferentemente sobre las dirigencias de las corporaciones agropecuarias.

Efectivamente, considerando a los principales partidos que actúan en la arena argentina, llama la atención que, pese a tratarse de un país donde más del 50% de las exportaciones depende todavía del agro, no sólo no exista alguna formación política que represente puntualmente sus intereses,11 sino que tampoco se percibe la existencia de alas o fracciones en los partidos tradicionales donde el lobby agrario muestre una representación fácilmente reconocible.

10 Anales de la Sociedad Rural, nº 5, 1999. 11 Si bien la "oligarquía terrateniente, cuya cúpula continúa formando parte de las clases dominantes

locales, perdió una parte de su fuerte representación política tradicional luego de la crisis de los partidos conservadores y la emergencia del peronismo, no cabe duda que en general sus intereses no fueron

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Partiendo de estas comprobaciones hemos efectuado una breve recolección y análisis de diversos materiales de propaganda política editados por los partidos mayoritarios durante la década del noventa, con la finalidad de efectuar una evaluación preliminar de la importancia que, al menos formalmente, se le otorga a los problemas agrarios y las eventuales propuestas programáticas para el sector.

Así, por ejemplo, del estudio de un folleto de 52 páginas titulado “10 compromisos y 100 medidas para una Argentina mejor”, utilizado para la campaña presidencial del binomio justicialista Duhalde-Ortega, surge que en escasas 20 líneas se anuncia el fomento de cadenas agroalimentarias y agroindustriales, asistencia crediticia a dichas cadenas, adecuación de la calidad a los requerimientos del mercado, fomento a mercados de futuros, al seguro agroclimático, preservación del medio ambiente y una “clara” política en materia de biotecnología. Y eso es todo.12

La Alianza, que finalmente ganaría las elecciones, en su también voluminosa formulación programática enfatizaba la importancia de “los agrodólares”, señalando que “asigna al campo un papel protagónico en el financiamiento del despegue económico de la Argentina y en el desarrollo de nuevas ventajas competitivas”, para lo cual se fomentará la “producción a gran escala”, el “uso intensivo de tecnología”, proponiéndose “estar junto al campo para asegurar la rentabilidad, modernización y competitividad de la producción agropecuaria”.13

Vale señalar que en 1993, bajo la firma del Comité Nacional de la UCR, un análisis de la economía, coincidente con algunas de las hipótesis que manejamos en esta investigación, hacía referencia a que “las causas inmediatas que provocan la más profunda y dramática crisis del agro argentino emergen del modelo económico y social en ejecución, que se subordina a los dictados de los grandes grupos nacionales y foráneos”. En este sentido, explica, los compromisos de pagos externos tomados mediante el Plan Brady determinan la existencia de tasas de interés “confiscatorias”, que desalientan la inversión productiva. Señalaba también la UCR que la eliminación de los derechos a la exportación (retenciones) realizada por el gobierno de Menem “es más aparente que real pues el tipo de cambio está distorsionado por no haberse producido la deflación anunciada al lanzar el plan de Convertibilidad y por la inflación acumulada posteriormente”.14

En 1995 el radicalismo continuaba denunciando en sus materiales oficiales “los errores de implementación de la actual política económica”, así como el gran “endeudamiento” de una parte de los productores, situación que “demanda una solución de fondo para las unidades productivas viables”, la cual no se especifica con claridad.15

En 1997 la Alianza santafesina en su programa concentrado de 22 medidas no menciona al sector agropecuario, ni hace ninguna propuesta directamente vinculable con los productores rurales de la provincia,16 cuna de la Federación Agraria Argentina y una de las principales zonas de producción agropecuaria de la pampa húmeda y del país.

afectados de fondo por ningún gobierno posterior al 55, y que todos ellos -en diferentes medidas- le reservaron su lugar en la política y la economía, por acción (proactivamente) o conciliación

12 Plataforma Electoral, Partido Justicialista, agosto 1999. 13 Plataforma Electoral Alianza UCR-FREPASO, 1999. 14 Comité Nacional de la UCR. Comisión de asuntos económicos. Análisis de la economía nacional,

junio 1993. 15 Plataforma Nacional, Unión Cívica Radical, 1995. 16 Revista Nueva Oposición. UCR, año 2, nº 5, Rosario, 1997.

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En suma, el análisis de los materiales de propaganda política de los grandes partidos nacionales muestra en líneas generales que en ellos se presta poca atención, ni se demuestra preocupación, en relación con un sector socioeconómico tan vital, proveedor de los alimentos de la población –y base de los precios al consumidor o costo de vida-, de materias primas diversas y, en conjunto con la agroindustria, proveedor de lo fundamental de las divisas que ingresan al país.

Y también, y quizá sobre todo, pues lo anterior es la visión clásica y reiterada del agro, se comprueba la mínima importancia otorgada a fenómenos de gran alcance como la sustentabilidad de las explotaciones agrarias, de los pueblos de campaña, de sus industrias y servicios vinculados con el campo, etc.; es decir la indiferencia hacia los efectos del proceso de concentración económica y los consecuentes problemas de rentabilidad de los pequeños y medianos productores pampeanos, que los eliminaban crecientemente del mercado dando lugar al éxodo agrario y el deterioro social de vastas regiones.

Este fenómeno de difícil explicación, esta desvinculación relativa de los actores políticos institucionales y los intereses rurales tomados en general, no puede ocultar, sin embargo, que durante buena parte de la historia argentina fueron los sectores agrarios y mercantiles vinculados a ellos los que orientaron la política del país desde la mismísima declaración de la independencia; y a partir de allí –ya entrelazados con el capital extranjero al finalizar el siglo XIX- sin solución de continuidad hasta por lo menos comienzos de la década de 1940,17 manteniendo luego y hasta la actualidad una cuota significativa de influencia en la consideración de los factores de poder y entre los hacedores de las políticas públicas del Estado argentino.

De este modo, por razones a veces contrapuestas, los intereses agrarios se fueron desvinculando relativa y parcialmente de su exposición pública en términos de intereses socioeconómicos expresados directamente por los partidos, hasta que entre 1973-1976, al retomarse en niveles superiores la crítica surgida en los cuarenta a la denominada "oligarquía" (también "oligarquía vacuna"), se acabaron por disipar aquellas vinculaciones más visibles entre la cúpula de los productores agrarios y su representación mediante el accionar explícito de los principales partidos políticos. Esto ocurrió seguramente, además de por la propia complejización del funcionamiento del Estado de las clases dominantes, por una mezcla de prudencia, razonable temor, y la elección de vías alternativas -como el grupo de presión y otras formas de lobby sobre el poder de turno-, ejecutadas generalmente sobre la base de potenciar el accionar de las organizaciones gremiales empresarias del sector.

Posteriormente, con la instauración de la dictadura militar y su ejercicio indiscriminado del terrorismo de estado, se inició un largo período (1976-1983) donde los partidos políticos como instrumentos del régimen político de la democracia formal fueron eliminados o puestos en receso, lo que contribuyó a la pérdida de influencia de dichos actores institucionales. Al mismo tiempo la cúpula del sector agrario encontró otras vías para acceder al favor oficial, resultando especialmente notable el caso del superministro de economía, Alfredo Martínez de Hoz, perteneciente a una de las familias terratenientes más antiguas y paradigmáticas del país.18

Finalmente, la recuperación del régimen constitucional en 1984 y su posterior consolidación se han producido en una Argentina que, desde el punto de vista del interés electoral de los partidos, tiende a situar a las clientelas políticas masivas en los principales núcleos urbanos, mientras que ya no existen concentraciones ciudadanas demasiado significativas en el medio rural.

17 Tulio Halperín Donghi. Historia contemporánea de América Latina. Alianza Editorial, Madrid, 1977, p.

194 y ss. 18 Osvaldo Barsky y Arnaldo Bocco (Editores). Respuesta a Martínez de Hoz, Imago Mundi, Buenos

Aires, 1991, pp. 189-217.

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En este contexto cada vez más los comicios se dirimen en la arena definida por los millones de potenciales votantes que habitan ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza o Rosario, donde las problemáticas que convocan la atención general se vinculan (y son vinculadas) con trabajo, seguridad, salud, vivienda y otros tópicos conectados directamente con la vida cotidiana en estas grandes urbes.

Nótese que durante los noventa, por ejemplo en Buenos Aires, sólo el denominado Gran Buenos Aires –los cinturones urbanos contiguos a la Capital Federal- concentra el 61% de los votantes. En la provincia de Santa Fe, las ciudades de Rosario y Santa Fe sumaban el 54% del padrón. En Córdoba sólo la ciudad capital poseía el cuarenta por ciento.

A pesar de que escapa a los objetivos de este trabajo avanzar en una comparación con países, como por ejemplo Estados Unidos o Francia, donde es tradicional el peso del voto agrario, vale destacar que en el caso Argentino se mezclan en proporciones difíciles de determinar –sin agotar el total de factores explicativos- no sólo la concentración urbana del voto, sino también el macrocefalismo político del núcleo Capital Federal-Gran Buenos Aires, que junto a los otros grandes distritos electorales reserva espacios apenas formales –aunque ocupen sitios concretos en las instituciones parlamentarias- a los representantes del interior, que pueden en alguna medida expresar y/o haber tomado compromisos con los productores agrarios y otros votantes con intereses en el ámbito rural. Como venimos sugiriendo, una de las conclusiones posibles, o mejor, una hipótesis a investigar, es que la representación de intereses de los grandes latifundistas y grupos económicos agrarios ha ido por cuerda separada de la representación electoral agraria, concentrada en grupos de presión y lobbies sobre los personajes relevantes de la gestión política institucional, que en muchos casos, como el del último ministro de economía del menemismo –Roque Fernández- eran ellos mismos "productores" agropecuarios.

Se trata, seguramente, de modalidades históricamente inscriptas en la cultura política predominante –y en especial en la de las elites- en tanto los ciclos democráticos en Argentina no fueron estables, ni duraderos, ni asociados en general a los intereses rurales de los terratenientes estancieros y rentistas; los que históricamente se sintieron más cómodos –y sin duda mejor representados- por los diversos elencos militares que gerenciaron las dictaduras que azotaron al país durante más de cincuenta años.

Si bien en algunas formulaciones hemos presentado a los intereses agrarios como una totalidad homogénea, importa remarcar que sin embargo ello no es exacto, ya que el conocimiento de las diferentes modalidades de acción social desplegadas por actores emergentes de distintos niveles de la estructura de clases que caracteriza al sector, y las formas en que los partidos políticos representaron de diversas formas unos y/u otros de dichos intereses, nos indican categóricamente que la generalización indiferenciada no permite conocer el movimiento de las representatividades políticas, ni sus características y respectivas eficacias.

Dicho de manera más simple: a lo largo de la historia argentina las contradicciones al interior del mundo rural han sido tan agudas que desde los orígenes coloniales hasta bien entrado el siglo XX toda la dinámica nacional tuvo una de sus grandes fuerzas motrices en el juego de interacciones y representatividades construidas por la acción social de los actores agrarios. Lo cual incluye tanto a los grandes propietarios de tierras y ganado que formaron parte de los grupos dirigentes en la sociedad, como a las expresiones de un empresariado capitalista -diferente al que sería producto del aburguesamiento terrateniente- que resultó reiteradamente impotente para imponer su perspectiva diferenciada, y también a la mayoría de los productores directos chacareros, además de los obreros y otros asalariados rurales.

Este último conjunto, largamente constituido en la mayoría de la población agraria, resultó carente de genuina representación en unas formas “democráticas” que desde siempre y hasta hace

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muy poco –mediados del siglo XX- no los tuvieron en cuenta como ciudadanos autónomos, sino en todo caso como tropa de maniobra mediante el “voto cantado”, el clientelismo político paternalista, y otros seudo modos de representación, que aun así se circunscribieron a los períodos erráticos donde ciertas formas del régimen constitucional se mantuvieron en precario funcionamiento.

Pero como ya se ha señalado, los tiempos fueron cambiando, bastante rápido y bastante profundamente, dando paso al ciclo político de gobiernos civiles y golpes militares, que culminó en los años 90, con la consolidación de un modelo económico, social y político que logró -por primera vez en la historia nacional- asociar plena y prolongadamente los intereses de las clases dominantes y el imperialismo con la vigencia del régimen político de la democracia constitucional.

Como inquietud adicional, cabe explorar las razones por las cuales, frente al estallido del paro agrario de 1994, el accionar del Movimiento de Mujeres Agropecuarias, y el resto de las movilizaciones sociales que expresaron la protesta rural hasta el estallido de 2001, resultó tan poco robusta la participación de los partidos políticos tanto en el plano de alentar u organizar las protestas, como interpretarlas, enfrentarlas, y cualquier otra actitud que pudiera considerarse positiva más allá de su sentido particular.

Así, la falta de interés relativo de los actores políticos por comprometerse activamente con los conflictos agrarios se podría vincular con las modalidades que ha adoptado el despliegue del capitalismo en la Argentina dependiente, con desarrollos regionales frustrados y conglomerados urbanos concentrados en pocos grandes centros de población; sumados contradictoriamente a la relativa modernidad y tecnificación del agro pampeano que hace que cada vez menos explotaciones den cuenta de la producción de granos y carnes. Y finalmente, con el decaimiento creciente de las pequeñas y medianas ciudades y pueblos conectados con la actividad agraria, especialmente ajenos durante los noventa a todo proceso de industrialización local, diversificación productiva y otros mecanismos de atraer y consolidar poblaciones de cierta importancia, objetivos largamente ausentes en las políticas públicas argentinas.

Avanzando en la explicación del problema planteado, de lo expuesto surgen, y esto lo tendrían bien en cuenta los actores políticos o influiría directamente sobre sus opciones, algunas certezas:

1. Falta relativa de peso electoral reconocido de los productores rurales;

2. Que la cúpula agraria no utiliza como en el pasado -porque ya no puede, porque no lo estima conducente o por una mezcla de ambas cosas- su influencia en los partidos políticos, recurriendo generalmente a otras formas de presión e influencia;

3. Relativa ausencia de preocupación en los ciudadanos de residencia urbana por los problemas "del campo", en especial los de tipo social, que a diferencia de lo que ocurre en otros países resultan poco conocidos y reconocidos fuera de su ámbito específico. Nótese que aun en el caso de las miles de personas que concurren anualmente a actividades "del campo" -como la exposición de Palermo- la imagen que perciben suele resultar idílica y encubridora de conflictos y contradicciones.

En relación con este punto, sobre el que paradójicamente casi no existe literatura disponible en el país, vale la pena intentar algunas reflexiones pues se trata de un factor que puede contribuir a explicar más de una conducta política, incluidas algunas de las observables en los conflictos de fines del siglo XX.

Al respecto se puede señalar que en general no existe conciencia clara fuera del sector agropecuario sobre los efectos nocivos del proceso de concentración económica en el agro, y de la crisis y desaparición creciente de numerosas explotaciones, especialmente hasta la devaluación de

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2002. Sobre esta base resulta absolutamente normal que no se debata, parafraseando el título de un libro estadounidense, si "existe obligación moral de salvar al farmer",19 y que se excluya rigurosamente este tema en la agenda inmediata de los hacedores de las políticas públicas.

La política y la representación de lo agrario en el imaginario social urbano Es sabido que en otros países con importantes sectores agropecuarios -aunque de menor

importancia relativa dado el peso de otros componentes de dichas economías-, como Estados Unidos o Francia, no solamente se destinan cuantiosos fondos en calidad de subsidios y sostén a sus agricultores,20 sino que buena parte de la población urbana, como surge de encuestas realizadas en EE.UU, está dispuesta a pagar impuestos adicionales para ayudar a paliar los problemas no de los pobres, o los negros, o los huérfanos, sino de los... farmers. Lo cual no hace más que evidenciar un fuerte componente de la “cultura política” estadounidense, que se confunde con la identidad nacional, y se nutre de valores y actitudes que se han ido sedimentando a través del tiempo muy vinculados con los núcleos duros de su historia oficial –conquista del oeste, vida de frontera, igualitarismo y democracia agraria, etc.-, los que a su vez contribuyen a explicarlos.

Aquí aparecen varios puntos aptos para ejercitar algunas comparaciones útiles. Los países que se destacan por el peso que muestran los intereses agrícolas modernos localizados en su interior se hallan relativamente bastante poblados y, expresando otro tipo de desarrollo capitalista -diferente al dependiente y subdesarrollado vigente en Argentina-, poseen importantes estructuras industriales, comerciales, financieras y de servicios en general, estrechamente vinculadas (lo que se expresa con fuerza en el plano discursivo) con la producción primaria y su posterior procesamiento. De esta manera quedan definidos numerosos y heterogéneos intereses económicos firmemente instalados en torno al destino del agro, que hallan un importante soporte en la opinión pública en general y en la de los Estados más involucrados en particular, estimulando en consecuencia una firme representación política mediante los congresales electos regularmente para participar del gobierno central y de los gobiernos locales.

En este sentido, aun acordando que el núcleo del poder allí -y en los demás países imperialistas- se referencia sin duda en las grandes corporaciones y grupos económicos extendidos a todo el planeta, el funcionamiento del sistema político y la “competencia” por el voto popular reserva una razonable influencia a los intereses agrarios medios, lo cual implica tanto la existencia de un cierto colchón amortiguador del estallido de conflictos sociales como un rápido involucramiento en ellos por parte de los actores políticos siempre atentos a los humores de un electorado del que puede depender su suerte futura.21

Estos elementos de juicio no pueden ser cabalmente explicados sin recurrir a los factores ideológicos, al fuerte peso de las tradiciones culturales en el modelado de muchos de los determinantes de la acción colectiva. Por ejemplo, volviendo sobre la disposición de los ciudadanos a sostener impositivamente a los agricultores, hay algo en el acervo cultural de los

19 Gary Comstock. Is there a moral obligation to save the family farm. Iowa State University Press, Ames, 1987.

20 Enrique Arceo,. ALCA, neoliberalismo y nuevo pacto colonial. IEF-CTA, Buenos Aires,, 2001, p. 86. Carlos Prunotto y Horacio Allende Rubino. El precio sostén: La continuidad de la Empresa Agraria, Fundación Federación Agraria, 1988, p. 31.

21 Estos razonamientos no deben encubrir, y no deseamos que lo hagan, algunos hechos de fondo que son contradictorios con una lectura superficial de lo que afirmamos. El primero es que las leyes que rigen la evolución del capitalismo agrario han pasado literalmente por arriba de los farmers, eliminando a la gran mayoría de los que existían hace cincuenta o sesenta años. Y segundo, que dada la profundización de ese fenómeno resulta inevitable el crecimiento de la tendencia de largo plazo a la pérdida de importancia relativa del voto agrario.

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votantes en la encuesta citada que lleva a buena parte de los estadounidenses a asimilar democracia con farmer, reeditando una y otra vez el mito turneriano que asocia la frontera, su gente y su colonización agrícola con el establecimiento y consolidación del individualismo, la existencia y libertad de oportunidades, las posibilidades de ascenso social y, finalmente, la propia naturaleza y estabilidad del sistema democrático (burgués) de gobierno.22

Otra historia es sin duda la Argentina. Y otra caja de herramientas culturales también, que en el caso que nos ocupa registra sin duda fuertes diferencias, destacándose -y de esto toman nota seguramente los dirigentes políticos- el reemplazo de la figura emblemática del farmer, en tanto esforzado productor familiar, por la del estanciero o el patrón terrateniente, antes que por la del chacarero; y complementariamente por la del "gaucho", que como tal puede despertar simpatías pero no es asimilado con la figura del campesino, razón por la cual aparece escindido de los conflictos agrarios modernos, en los que resulta un convidado de piedra en la percepción de lo rural dominante en el imaginario social urbano, y -dicho sea de paso- también, en tanto peón rural, de los conflictos concretos que estudiamos.

Esta imagen de estancieros y gauchos, y del campo como el terreno donde se enriquecen los "oligarcas", ha sido –por buenas y sobradas razones- muy fuerte desde la década del cuarenta, y si bien recibe actualmente el embate de otras visiones alternativas –algunas de signo directamente opuesto, apologéticas de la elite rural, y otras más matizadas-, se sostiene todavía como la principal percepción de la masa social urbana respecto del campo y de sus sujetos sociales característicos:23

“la gente todavía tiene el preconcepto que los productores agropecuarios tenemos plata –afirmaba en 1994 un dirigente ruralista, sin duda bien retratado en su descripción- y somos llorones. Esto cualquier ama de casa lo piensa así”.24

Igualmente, dicha perspectiva citadina fue la que mayoritariamente contempló con simpatía, pero con pasividad, la seguidilla de luchas de los chacareros y de las mujeres agrarias, a las que en parte pudo haber observado relativamente confundidas con la defensa del interés de los grandes propietarios y empresarios agropecuarios.

Finalmente, otro factor que vale tener en cuenta junto a los anteriores, son las limitaciones del Estado y la economía argentinas –en última instancia de las clases dominantes y el tipo de país que determinan- para estimular iniciativas respecto al desarrollo del mundo rural similares a las observables en otros países, caracterizados por la menor vulnerabilidad externa y la mayor solidez de sus identidades y soberanías nacionales.25

22 William Cronon. “Revisiting Turner’s Vanishing Frontier”, in C. Milner. Major Problems in the History

of the American West. Heath and Company, USA, 1989, p. 668-681. 23 Posiblemente las representaciones de los más jóvenes se hayan alejado de ciertas imágenes como la

de “los Anchorena” y los ricos ganaderos, pero en la misma medida o más perciben ahora la “soja con champagne” de los grandes sojeros. En todo caso, en Argentina es sabido que el Estado saca plata del “campo” (por ejemplo, retenciones), y sin duda hay grandes coincidencias en que “por algo será”. Cuando los Heguy (grandes terratenientes-capitalistas) dicen en El Federal que hacer soja en 2004 fue “como descubrir petróleo”, la sociedad, finalmente, toma nota. En suma, en Argentina se podrá discutir cuánto sacarle al campo, nunca que haya que “ponerle”. Pero “el campo” no es socialmente plano…

24 Actas de las reuniones del Consejo Directivo de Confederaciones Rurales Argentinas, 1994, folio 669.

25 Esta afirmación se comprueba fácilmente recurriendo a la observación de qué porción del gasto público se destina a la financiación de políticas activas para el desarrollo o estabilidad del sector agropecuario, contrastando la situación argentina con lo que ocurre, por ejemplo, en la Unión Europea o Estados Unidos.

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Dicho rápidamente, en las últimas décadas en general, y desde los efectos económicos de la dictadura militar de 1976 en particular, el estado deficitario de las cuentas públicas, el peso del drenaje de recursos hacia el exterior en calidad de fuga de capitales, los pagos de la deuda externa, la frustración de una economía desindustrializada, y una cantidad de otros factores concurrentes en sus consecuencias,26 dificultaron seriamente el desarrollo de políticas que, entre otros objetivos, tendieran a reposicionar al agro –y a sus actores sociales más postergados- en la consideración de las agendas gubernamentales, incorporando un concepto amplio de sustentabilidad que diera respuestas a las demandas emergentes de la conflictividad rural que acompañó al régimen convertible.

Así, las causas mencionadas –inherentes al dominio oligárquico imperialista del país- impiden el diseño de políticas activas en el área de la defensa nacional, frenando el éxodo agrario y rediseñando la distribución de la población rural a partir de la instalación de polos de crecimiento y atracción instalados en el ámbito rural en forma articulada con las producciones de base. Comparativamente, la experiencia francesa, y en general buena parte de la europea occidental, muestran cómo la ocupación plena del territorio se considera una inversión y no un gasto,27 directamente vinculado -como se pudo comprobar mediante la experiencia de las guerras e invasiones que azotaron el continente- con el soporte de la soberanía estatal. En este sentido la geopolítica argentina, que debe hacerse cargo de inmensos territorios débil o nulamente poblados, y otros crecientemente despoblados, no dispone –bajo la actual distribución social de los factores de poder- de los recursos imprescindibles para desarrollar dichas políticas.

Asimismo, durante el período abarcado por este estudio, el estado tampoco dispuso, en la medida que se mantuvieron las prioridades fijadas para las políticas públicas por el modelo neoliberal, de fondos para solventar medidas de sostén y subsidio a los pequeños y medianos productores agrarios.28

La misma situación se manifiesta en otros temas sensibles para el país y para la percepción urbana de la problemática rural, como la degradación de los suelos, la conservación de las capas acuíferas y la protección del medio ambiente, a lo que nos hemos referido puntualmente al analizar las consecuencias de la “sojización”.29 La falta de recursos con su fuerte restricción sobre el diseño e instrumentación de políticas, y el parcial silenciamiento del tema que ello determina en el “ruido” discursivo de la cotidianeidad que alimenta conciencias y prejuicios, limitan de este modo otra de

26 Eduardo Basualdo, Acerca de la naturaleza de la deuda externa y la definición de una estrategia política.

UNQui, Bernal, 1999; Horacio Ciafardini, Textos sobre economía, política e historia, Rosario, 2002. Eduardo Basualdo, Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina, UNQui, Bernal,, 2001.

27 Y aun así, la lógica económica del capitalismo sigue impulsando exitosamente la desaparición permanente y progresiva de las explotaciones agrarias, fenómeno que ha sido especialmente notable en los últimos años.

28 Vale reiterar que hacemos estas afirmaciones sin ignorar que en general la mayor parte de los subsidios, por ejemplo en EEUU, afluyen más a manos de los grandes productores y las corporaciones que a los pequeños y medianos farmers. Igualmente sabemos que la quiebra y desaparición de esta clase de productores es constante a pesar de las políticas de sostén. De todas maneras, no siendo el análisis del régimen capitalista el objeto de este trabajo, a los efectos de nuestro razonamiento sólo cabe distinguir entre dos tipos de políticas públicas diametralmente opuestas -como las orientadas a dar cierto sostén a los productores agrarios y las de absoluto retiro del estado-, ya que la ausencia de protección sin duda habría hecho todavía más estrepitosos y catastróficos los efectos de la concentración económica en los países de capitalismo avanzado.

29 Eduardo Azcuy Ameghino y Carlos León, “La sojización: contradicciones, intereses y debates”, en Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios, nº 23, 2005.

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las potenciales vías de incorporación de la problemática del ámbito agrario en el imaginario social de la población urbana.

Finalmente, la relativa fluidez del abasto y calidad de los alimentos y materias primas de origen agropecuario también coadyuvó a obturar la formulación por parte de amplios sectores de la ciudadanía urbana de preguntas tales cómo: de dónde provienen, quiénes los producen, cuáles son los problemas de dichos productores y otras por el estilo, que podrían contribuir a la percepción de la cuestión rural y los conflictos emergentes de ella.

Por otra parte, en el caso puntual de los noventa, la virtual congelación de precios que impuso la apertura irrestricta de la economía -que llevó a importar carne vacuna cuando el precio del kilo de novillo amenazó con incrementarse- contribuyó adicionalmente a disipar las miradas sobre la producción agraria, la que sólo se tuvo presente en su calidad de fuente de ingreso de divisas vía exportaciones.

En suma, reuniendo algunos conceptos expuestos hasta aquí podríamos sintetizarlos señalando el carácter chacarero –titulares de explotaciones de base familiar- de los pequeños y medianos productores que aportaron el contingente social más numeroso al conjunto de los afectados y agredidos por la política económica del modelo neoliberal. Asimismo es precisamente esa impronta de clase la que tendencialmente recorta los límites y tiñe las modalidades del proceso donde se forjan las identidades colectivas de los actores que protagonizaron la acción social, a partir de la cual eclosionaron el conflicto y la protesta rural.

Al mismo tiempo esta mayoría al interior de las explotaciones agropecuarias no logró transformarse, ni directamente ni por su influencia sobre otros grupos de la sociedad, en una clientela electoral prioritaria para los partidos políticos actuantes en la arena argentina, lo cual explica que más allá de cierta presencia formal su representación por parte de dichos actores resulte sumamente restringida.

Por el contrario, pese a constituir una pequeña minoría, por su propio peso o por su participación en grupos económicos más diversificados, la cúpula del empresariado rural y los grandes propietarios de tierras aun sin conformar una fuente importante de votos continúan siendo obligados interlocutores, financiadores y creadores de opinión pública favorable, respecto a las políticas socioeconómicas que los principales partidos de gobierno y oposición afirman verse obligados a aplicar, dadas las características que habrían tomado los asuntos mundiales desde mediados de los ochenta, reforzados luego por el derrumbe de la URSS, la globalización, el papel de EE.UU como única superpotencia mundial y el peso de las “recomendaciones” de los organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial, etc.).

En este sentido, ya sea indirectamente mediante contactos informales propios de la vida de relación de los individuos pertenecientes a los sectores altos de la sociedad y el poder, como mediante la utilización de las asociaciones corporativas y otras organizaciones como APRESID, AACREA, etc., en calidad de grupos de presión articulados con otras formas institucionales de lobby, los grandes intereses agrarios mantienen una influencia respetable en las agendas gubernamentales, aun cuando algunos aspectos de las políticas públicas implementadas durante la convertibilidad –como cierto incremento en la carga impositiva- los ubiquen en posiciones momentánea y puntualmente críticas, las que sin embargo en ningún caso implicaron un cuestionamiento del “modelo” económico neoliberal.

Finalmente, culminando el repaso del papel de los diversos actores que definieron y dinamizaron la conflictividad agraria durante los Ochenta, y en este caso para revisar los distintos posicionamientos que adoptaron frente a la política de los gobiernos de Menem y la Alianza, considero útil el ejercicio de correlacionar, aun esquemáticamente, las distintas clases, fracciones y

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grupos agrarios con las diversas entidades gremiales empresarias que operan en el sector agropecuario argentino.

De esta manera es posible comprobar que buena parte de los principales terratenientes –entre ellos muchos ganaderos- y de la gran burguesía rural se hallan asociados a Confederaciones Rurales Argentinas, Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa y, en especial, a la Sociedad Rural Argentina,30 entidad fundada en 1865 y de fuerte influencia,31 aun hoy, en los asuntos agrarios por su capacidad de incidir hasta cierto punto sobre los tres poderes del estado, potenciada por la diversificación de intereses económicos de la cúpula de grandes propietarios, en muchos casos integrada en grupos económicos –“la oligarquía diversificada”- que operan en el comercio, la industria y las finanzas.32

En líneas generales este grupo de entidades apoyó el ajuste y la reforma económica, sobre todo la SRA, confirmando el hecho de que “la profunda reforma del capitalismo que se está llevando adelante en la Argentina implica una clara transferencia de recursos de los trabajadores y el sector público a los sectores empresarios, por lo que éstos apoyan mayoritariamente al gobierno, tanto a nivel de cámaras como de empresas”.33

Sin perjuicio de sus posturas de fondo, incluso estas corporaciones en cuya dirección se halla la elite agraria, por la presión de parte de sus bases debieron, en distintos momentos y medidas, sumarse a la protesta rural. La razón de esta, se podría decir, contradicción interna ocasional entre la dirección de la corporación y algunos grupos de afiliados, no hace más que reflejar –y así debe explicarse- la eficacia de dos determinaciones básicas: a) no todos los adherentes a una gremial agraria son agentes económicos de similar envergadura e igual capacidad para resistir los efectos adversos de determinada política pública; b) sin embargo, comparten la decisión de depositar su representación en dicha corporación y no en otra –sin perjuicio de que existen casos de superposición de afiliaciones-, lo cual se explica por sus preferencias y elecciones, en tanto se trata de individuos que asocian la identidad colectiva a la que pertenecen (o desean pertenecer) como productores agrarios con la acción compartida con los otros asociados a partir de la cual obtienen y desarrollan dicha identidad.

Junto a los mencionados sujetos sociales y gremiales agrarias que apoyaron la política económica de la convertibilidad, hemos identificado a un conjunto de actores que, al contrario de aquéllos, manifestaron una actitud de mayor oposición relativa al modelo neoliberal. Entre ellos resulta posible contabilizar a buena parte de la mediana burguesía agraria, los chacareros más acomodados y un sector importante de los productores medios de tipo familiar, tradicionalmente nucleados en organizaciones como la Federación Agraria Argentina y, en menor medida, en la Confederación Intercooperativa Agropecuaria.

En suma, nuestro trabajo se asocia con una línea de estudio orientada a la explicación de la protesta rural que, desde una visión marxista, procura articular la perspectiva de los actores con las determinaciones estructurales y las condiciones y oportunidades cambiantes del contexto en que

30 Mirta L. de Palomino. Tradición y poder: la Sociedad Rural Argentina. CISEA-GEL, Buenos Aires, 1988; Roberto Martínez Nogueira, “Las organizaciones corporativas del sector agropecuario”, en AA. VV., La agricultura pampeana. Transformaciones productivas y sociales. Fondo de Cultrua Económica, Buenos Aires, 1988.

31 Roy Hora, Los terratenientes de la pampa argentina. Siglo XXI, Buenos Aires, 2002, ps. 2-20. 32 Eduardo Basualdo, “Los grupos de sociedades en el agro pampeano”, en Desarrollo Económico nº

143, 1996. 33 Carlos H. Acuña, “Política y economía en la Argentina de los noventa”, en América Latina, Hoy, nº 11-

12, 1995, p. 75.

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desarrollan su acción colectiva, la que a su vez reacciona (o podría eventualmente hacerlo) con potencialidad transformadora sobre estructuras y contextos.

Eduardo Azcuy Ameghino, “El conflicto agrario pampeano durante la convertibilidad: actores, características y desarrollo de la acción colectiva de protesta”, en e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, Vol. 5, nº 20, Buenos Aires, juliio-setiembre de 2007 pp. 17-32. Disponible en línea en < http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>

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Artículos

MODO DE DOMINACIÓN Y REGÍMENES DE VIOLENCIA EN LAS DICTADURAS IBEROAMERICANAS. UN ESBOZO DE COMPARACIÓN

LUCIANO ALONSO*

El presente texto constituye un ejercicio de reflexión a partir de una operación comparativa sobre las formas fundamentales de la violencia en cuatro dictaduras iberoamericanas: el salazarismo portugués, el franquismo español, el pinochetismo chileno y el “proceso de reorganización nacional” argentino. En tanto tal, no se basa en una investigación aplicada ni en una pesquisa bibliográfica exhaustiva, sino que trata de recuperar elementos de estudios socio-históricos muchas veces divergentes para esbozar un marco interpretativo general y extraer consecuencias teóricas. Como continuación de un análisis anterior sobre las formas y funciones de la violencia en las narrativas de la sociología histórica1, apunta específicamente a la consideración del uso de la violencia al interior de Estados estables como modo de intervención política asumido por las élites para mantener la dominación2 y a la detección de prácticas específicas de violencia como componente sustancial de situaciones sociales conflictivas3.

1. Las dictaduras regresivas como modo de dominación En una operación de comparación universalizadora entre unidades estatales, las dictaduras

ibéricas del franquismo y el salazarismo pueden ser consideradas junto con diversos casos de dictaduras latinoamericanas, como ser los de Chile y Argentina en la década de 1970. Desde la perspectiva de la sociología histórica, es factible tratar de encontrar algunas pautas comunes a todo

* Centro de Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral / Departamento de Historia, Facultad de

Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral. [email protected] / [email protected]. La primera versión de este artículo fue presentada ante las IV Jornadas Nacionales de Historia Moderna y Contemporánea - UNNE, Resistencia, Argentina, 2004.

1 Luciano Alonso, “Funciones y formas de la violencia en las narrativas de la sociología histórica”, en IX Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Córdoba, septiembre de 2003.

2 Esp. Charles Tilly, Coerción, capital y los Estados europeos. 900-1900, Alianza, Buenos Aires, 1993, Las revoluciones europeas. 1492-1992, Crítica, Barcelona, 1995, La desigualdad persistente, Manantial, Buenos Aires, 2000, y Charles Tilly y otros, El siglo rebelde. 1830-1930, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza.

3 Esp. Barrington Moore Jr., Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia. El señor y el campesino en la formación del mundo moderno, Península, Barcelona, 1991, La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión, UNAM, México, 1996, Autoridad y desigualdad bajo el capitalismo y el socialismo. EEUU, URSS y China, Alianza, Madrid, 1990 y Pureza moral y persecución en la historia, Paidós, Barcelona, 2001.

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un conjunto de regímenes dictatoriales, sea en lo relativo a sus estructuras, sea en lo que hace a su emergencia y desarrollo. En otro sentido, también es posible realizar una comparación globalizadora que intente colocar los distintos casos en un mismo sistema histórico, considerando a las dictaduras en un período determinado y tratando de apreciar la función que cumplen respecto del desarrollo social, a diferencia de regímenes liberales o liberal-democráticos4.

En principio las unidades de comparación equiparables serían los regímenes portugués y español por un lado y los chileno y argentino por el otro. El paralelismo temporal, las posibilidades de cotejo de las estructuras sociales y de las instituciones políticas, las condiciones de los contextos internacionales, sus mutuas influencias y sus características ideológicas harían factible una comparación de esos pares por separado. Por otra parte, la lógica de los acontecimientos fue diferente en cada uno de los casos; ninguna de las situaciones históricas a las que corresponden las dictaduras aludidas estaba definida estructuralmente, aunque por fin resultaran inevitables luego de procesos complejos y multicausales. En cierta medida los cuatro casos constituyen situaciones diversas, irreductibles unas a otras.

Sin embargo, existen razones que justifican una comparación ampliada. Es posible situar la comparación en los aspectos relativos a las formas que asumieron y a los contextos en los cuales se facilitó su desarrollo. En tanto regímenes políticos son pasibles de clasificación y de explicaciones estructural-funcionales y causales cotejables. Por lo pronto los unifica el hecho de ser concebidos habitualmente como dictaduras de derechas.

Hace más de medio siglo Franz Neumann propuso concebir a la dictadura como “...el gobierno de una persona o de un grupo de personas que se arrogan el poder dentro del Estado y lo monopolizan, ejerciéndolo sin restricciones”, distinguiendo tres tipos ideales de dictadura que sólo se aproximarían a las realidades históricas, a saber, las dictaduras simples, cesarianas y totalitarias. En su forma simple –la más frecuente– la dictadura se ejercería mediante el control “...de los que podrían llamarse instrumentos clásicos de dominación: ejército, policía, burocracia, magistratura”5. Descartando todo intento de ofrecer tipologías alternativas o por el contrario quedar encerrados en las limitaciones de la propuesta de Neumann, es posible rescatar algunos elementos de su análisis para delimitar un tipo de dictadura extendido en el ámbito iberoamericano a lo largo de gran parte del siglo XX6.

Los procesos dictatoriales aludidos se caracterizaron por la constitución de regímenes que fueron la negación misma de los procesos de liberalización y democratización, y por consiguiente constituyeron sistemas políticos regresivos en un intento de sostener a clases sociales o fracciones de clases amenazadas por la decadencia o la competencia y que se esforzaban por conservar su status y

4 Las características de los modos de comparación universalizadora y globalizadora en Charles Tilly,

Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones enormes, Alianza, Madrid, 1991, Capítulo 4 y subsiguientes. 5 Franz Neumann, El Estado democrático y el Estado autoritario, Paidós, Buenos Aires, 1968, esp. Cap. IX,

citas textuales de pp. 218 y 221. Hugo Quiroga entiende la dictadura argentina de 1976-83 en los términos de “dictadura simple” de Neumann; aunque su conceptuación no difiere mucho, acota pertinentemente que en las dictaduras la transmisión de autoridad opera de arriba hacia abajo (Hugo Quiroga, El tiempo del “Proceso”. Conflictos y coincidencias entre políticos y militares. 1976-1983, 2da. edición corregida y aumentada, Homo Sapiens / Ross, Rosario, 2004, pp. 44 y 47).

6 Mario Stoppino, voces “Autoritarismo”, “Dictadura” y “Totalitarismo”, y Ernesto López, voz “Militarismo latinoamericano”, en Norberto Bobbio, Nicola Mateucci y Gianfranco Pasquino, dtres., Diccionario de política, Siglo XXI, México, 1994, presentan un detallado resumen de las tipologías propuestas para el análisis de los fenómenos dictatoriales. Más adecuado que discutir aquí la pertinencia de una u otra parece el adoptar simplemente un marco referencial para la discusión.

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su poder7. Teniendo en cuenta la situación “defensiva” del bloque de poder a la que respondían las dictaduras, éstas pueden ser identificadas como una forma del “Estado de excepción capitalista” conceptualizado por Nicos Poulantzas8. En las condiciones de la política de masas del siglo XX, esas dictaduras regresivas se vieron necesitadas de adoptar modos “totalitarios” –o mejor dicho, filofascistas– de control sobre la educación y los medios de comunicación, pero las condiciones sociales y el carácter defensivo de las condiciones de dominación de clases que se sentían amenazadas les impidieron plantearse como opciones “revolucionarias” y controlar el conjunto de las instituciones económicas y de la vida social, que quedaron en manos del bloque social de dominación. En ese sentido, este tipo de dictaduras no alcanzaron el modelo totalitario de Neumann o el fascista de Poulantzas, lo que no quiere decir que ese modelo no les resultara atractivo a diferentes actores implicados en el poder dictatorial, sino que simplemente no era socialmente posible instituirlo o que faltó la articulación de movimientos de masas suficientemente poderosos que obligaran a los bloques de poder a resignar el control sobre el conjunto de la vida social a manos del “Estado de excepción”.

Esta caracterización permite delimitar como campo de análisis las dictaduras de derechas que intentaron frenar la emergencia de movimientos de masas y mantener el status quo en países modernos o en vías de modernización. En ese sentido se opusieron a las democracias liberales modernas, aunque hay que admitir que esa contraposición es meramente descriptiva y se usa habitualmente con fines práctico-ideológicos que tienden a justificar regímenes actuales supuestamente democráticos9. También se diferencian de las dictaduras que se pretenden de emergencia o preparatorias de la democracia, de las que tienen objetivos socialmente revolucionarios e incluso de aquellas que se definen por la instalación de regímenes radicalmente reaccionarios que intentan restaurar supremacías perdidas remodelando profundamente los cimientos de la sociedad, las formas de la dominación y las mismas estructuras de la personalidad, como es el caso de los regímenes fascistas10. Por fin y aunque tenga fuertes vinculaciones con los intentos de mantener en el poder a las clases que tradicionalmente lo detentaban, se diferencian de la dominación oligárquica como forma particular e histórica de los países iberoamericanos, que conlleva una relación de poder en la cual las mayorías son expropiadas y excluidas del sistema político por medio de una “ficción democrática”.

Este recorte permite incluir a los regímenes emergentes de asonadas militares en la Europa prefascista y a la inmensa mayoría de las dictaduras militares o cívico-militares de América Latina en el siglo XX. En un extremo, el franquismo español, el salazarismo portugués y la dictadura de los coroneles en Grecia constituirían el límite que más se acerca al tipo ideal totalitario o fascista definido por Neumann11, aunque no debe olvidarse que en tanto dictaduras tradicionales eran algo distinto de

7 Neumann, op. cit., pp. 233 y 236. A los efectos de este trabajo se presupone que no existen diferencias

insalvables entre situaciones defensivas de clases más o menos tradicionales, o situaciones que afectan la dominación de clases extendidas o fracciones de clases reducidas.

8 Nicos Poulantzas, Fascismo y dictadura. La Tercera Internacional frente al fascismo, Siglo XXI, México, 1998. Si bien el marco interpretativo general de Poulantzas tiende a caer en una metafísica estructuralista de las clases sociales, muchos sus conceptos son sumamente operativos.

9 Stopinno, voz “Dictadura”, op. cit., p. 497. El uso del tiempo pasado para referir a las dictaduras regresivas es simplemente un artificio discursivo que enfatiza la posterior transición a regímenes liberal-democráticos en los casos que se abordan y de ninguna manera la noción de inexistencia de regímenes dictatoriales equiparables en otras latitudes.

10 Neumann, op. cit., p. 236. 11 Neumann produjo una identificación entre modelo totalitario y nazifascismo, sin teñir el concepto de

totalitarismo con las presiones ideológicas de la Guerra Fría ni el intento de asimilar nazismo y stalinismo. Sin

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ese impactante modelo. En otro extremo, las dictaduras centro-europeas de la década de 1920 se hallarían aún más alejadas del fascismo y cercanas a los modos oligárquicos, pues aunque se constituyeron en un mismo “clima de época” intentaron dar continuidad a formas de participación política reducidas y controladas, reservadas a las clases propietarias. En el medio, el amplio arco conformado por las dictaduras militares clásicas en América Latina asumió una variedad importante de formas institucionales.

Es correcto que las diferentes dictaduras mencionadas no pueden subsumirse en el concepto de fascismo, y de ahí su frecuente identificación como “dictaduras de derechas” de carácter nacionalista12. Si bien la España de Franco asumió desde 1937 la forma de Estado de partido único con las FET y las JONS, al tiempo que lo mismo sucedía en el Portugal de Salazar con el partido Unión Nacional, ni una ni otra organización constituyeron formaciones políticas iguales a los partidos fascistas. Para mayor diferenciación hay que consignar la extrema heterogeneidad del bloque vencedor en la guerra civil española, que incluía a falangistas, monárquicos, católicos de variadas tendencias, carlistas y otros tradicionalistas, en el cual las voces propiamente fascistas que pretendían su propia “revolución” quedaron opacadas. Por su parte, Portugal presenta el único ejemplo de una dictadura corporativa en la cual se mantuvo el funcionamiento del parlamento –a similitud de los modelos precedentes polaco, húngaro y rumano– y aún se toleró un espacio formal para cierta oposición que sirvió al régimen como elemento de legitimación. Ni en Chile ni en Argentina, signados por otro contexto internacional y otro tiempo de las ideas políticas, se llegó a la concentración de la participación política13. En ambos casos se suspendió la actividad de los partidos políticos pero se mantuvieron contactos con ellos y sólo se prohibió la existencia de los partidos de izquierda –prohibición que en el caso Argentino no alcanzó al Partido Comunista–. Desde la perspectiva de la crisis ideológica, ésta se saldó en España y Portugal con participación de la Iglesia Católica y con un antisocialismo tanto tradicional como modernizante en Argentina y Chile, más que con el desarrollo de una ideología original. Por fin, desde la perspectiva social sólo en el caso chileno el régimen se asentó claramente en parte de las clases medias, pero no en su movilización política permanente ni en su protagonismo, sino más que nada en su conformidad con las políticas represivas y con el resguardo de la propiedad14.

impugnar el uso del concepto y haciendo la salvedad de que parece más adecuado hablar de “técnicas totalitarias” en función de las pretensiones de una tecnología de dominación que de “totalitarismo” como tipo de régimen político, hay que destacar que la definición de Neumann escapa a dos errores frecuentes. Uno, ejemplificado por Hannah Arendt (Los orígenes del totalitarismo, Planeta-Agostini, Barcelona, 1994), es el que asocia totalitarismo a la pasivización y uniformización de los actores sociales sin mayores interrogantes sobre las opciones de los distintos grupos –sobre todo en tanto que las clases sociales no desaparecieron en ninguna sociedad “totalitaria”– y remitiendo la aceptación o rechazo a actitudes individuales. El otro es el que corresponde a una distinción fuerte entre totalitarismo y “autoritarismo” (v.g. C. J. Friedrich y Z. Brzezinski, Dictadura totalitaria y autocracia, Líbero, Buenos Aires, 1975), que tiende a centrarse en la descripción de las técnicas de dominación y homologa sistemas socioeconómicos e ideologías muy diversas, exculpando por comparación a los Estados autoritarios.

12 El resumen de esa posición sobre el franquismo en la intervención de Ismael Saz Campos en el Seminario de Benissa, 19 al 21 de julio de 2001, en Pasado y Memoria Nº 1, 2002, Universidad de Alicante, Alicante.

13 La fallida experiencia del Movimiento de Opinión Nacional en Argentina parece emparentada con esa idea de habilitar el juego electoral entre los sectores que se avengan a suscribir las bases ideológico-políticas de la dictadura.

14 Cf. entre otros, Alfonso Botti, Cielo y dinero. El nacionalcatolicismo en España (1881-1975), Alianza, Madrid, 1992; Javier Tusell, Franco y los católicos. La política interior española entre 1945 y 1957, Alianza, Madrid, 1990; Alberto Pena Rodríguez, Galicia, Franco y Salazar. La emigración gallega a Portugal y el intercambio ideológico

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Pero todas esas observaciones no deberían llevar a “exculpar” de características fascistas a esas dictaduras regresivas, que tuvieron influencias variables de tal ideología en distintos sectores e instituciones. La aproximación al universo del fascismo fue mucho más clara en los primeros casos mencionados y en particular en España y Portugal al menos hasta 1945-1949. Ello ha permitido conceptuar al salazarismo como variante peculiar del fascismo15 y al franquismo como fascismo abortado, que desde mediados de la década de 1950 se transforma en un autoritarismo modernizante16. Podría incluso recordarse el lapidario juicio de Josep Fontana sobre la dictadura española: si no fue todavía más allá en su carácter reaccionario no es porque no fuera ese el objetivo de la Falange y de los tradicionalistas, sino simplemente porque no pudieron17. Amén de ello, en los dos países peninsulares hubo partidos de masas, control de los medios de comunicación, promoción de un nacionalismo extremo y otras características asociadas al fascismo. Por el lado latinoamericano, si bien en Argentina no se desarrolló un intento coordinado de fascismo o neofascismo, más de un militar hizo profesión de fe nazi o fascista, actitud compartida por un sector marginal del movimiento político más importante: el justicialismo. En Chile, en cambio, los grupos fascistas fueron un componente esencial de la ofensiva de derechas previa al golpe de estado de 1973 y continúan en funcionamiento hasta el día de hoy, con variaciones en su peso y publicidad. Quizás el fascismo chileno tuvo una hora de gloria con el régimen de Pinochet y la calificación que los opositores realizaron desde el primer momento no sea tan anacrónica18.

Además, suponer que el fascismo requiere de una ideología propia muchas veces significa no apreciar la instrumentación política del tradicionalismo católico en el marco de Estados dictatoriales con mayor o menor tendencia corporativa. La fusión fascistizante de tradicionalismo católico y modernización capitalista fue una salida explícitamente sustentada por muchos actores políticos, semejante en gran medida a la combinación de “modernismo reaccionario” que Jeffrey Herf teorizara

entre el franquismo y el salazarismo, Universidad de Vigo, Vigo, 1999; Hipólito de la Torre Gómez, El Portugal de Salazar, Arco/Libros, Madrid, 1997. Respecto de las clases medias chilenas, Fernando Mires considera que la participación de los pequeños propietarios en el bando contrarrevolucionario acerca ese caso a los procesos clásicos de fascistización (La rebelión permanente. Las revoluciones sociales en América Latina, Siglo XXI, México, 2001, cap. 6).

15 Es destacable el hecho de que la inmensa mayoría de las organizaciones políticas portuguesas actuantes durante y tras la Revolución de los Claveles de 1974 no dudaron en calificar de fascistas al régimen y a los mismos católicos conservadores. De allí la denominación de la oficial Comissão do Livro Negro sobre o Regime Fascista, que publicó desde 1985 recopilaciones y estudios sobre la represión política y social, la legislación represiva y los presos políticos de toda la etapa 1933-1974.

16 Leonardo Morlino, voz “Franquismo”, en Norberto Bobbio, Nicola Mateucci y Gianfranco Pasquino, dtres., Diccionario de política, op. cit.

17 Josep Fontana, “Introducción. Reflexiones sobre la naturaleza y las consecuencias del franquismo”, en Josep Fontana, ed., España bajo el franquismo, Crítica, Barcelona, 1986, esp. pp. 11 a 17. Cf. en el mismo volumen Ricardo Chueca, “FET y de las JONS: La paradójica victoria de un fascismo fracasado”.

18 Un punto importante en la discusión del carácter fascista o no de los regímenes podría ser la autopercepción de los actores respecto de su ubicación ideológica. A nadie escapa que en el período de la guerra civil el franquismo –que comenzaba a ser llamado así– hizo una fuerte propaganda de la vinculación de la España nacional con los regímenes hermanos de Portugal, Italia y Alemania (cf. v. g. Julio Aróstegui, ed., Historia 16. La Guerra Civil, Madrid, Información y Revistas, 1985-88). En el caso chileno, los militares asumieron frecuentemente una visión favorable al fascismo (cf. Hernán Vidal, Mitología militar chilena. Surrealismo desde el superego, Institute for the Study of ideologies and Literature, Minneapolis, 1989).

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para el nacionalsocialismo alemán19. La gran diferencia continuaría siendo la configuración de clases y el intento de refundación estatal –en el caso del nazi-fascismo, pretendidamente revolucionaria.

Con toda probabilidad el énfasis debería ponerse de manera prioritaria en lo que los fascismos y las dictaduras fascistas hacen, más bien en lo que se proponen en teoría o lo que se supone deben hacer conforme a un modelo normativo como el italiano o el alemán. En palabras de Ferrán Gallego, “la sombra del fascismo es alargada”, sus características son ubicuas y acomodaticias, su impacto muy alto a pesar de mediaciones y contextos diferentes, amplia su capacidad de insertarse en configuraciones ideológicas de diversas tradiciones nacionales20. A muchas dictaduras de derecha podría aplicárseles el término “perifascista”, repetidamente utilizado con diferentes objetos por Eduardo Haro, quien aclara que lo construye en “...buena filología a partir de ‘peri’, alrededor: periplo, peristilo. A veces lo rodeado es igual que lo circundante”21.

Un mínimo esclarecimiento de la ambigua situación de diferenciación y acercamiento de estas dictaduras frente al concepto y las prácticas del fascismo resulta necesario por cuanto su “parecido de familia” permite concebirlas como formas de Estado orgánicamente ligadas a la reproducción de intereses capitalistas. Sobre el particular hay que evitar tanto un instrumentalismo ingenuo como la consideración ahistórica de la relación clases sociales / Estado: no se trata de Estados “usados” por los capitalistas –y por los terratenientes de corte tradicional– sino de Estados capitalistas. El reconocimiento de ese carácter de clase de las formaciones estatales y su inserción en el marco del conflicto de clases facilita comprender su multidimensionalidad, en tanto son algo más que instituciones que pueden actuar como actores corporativos o representantes de los pretendidos “intereses universales” de una comunidad, y constituyen un pacto de dominación y un punto de concentración de poder social donde se dirimen luchas de supremacía22. Ese carácter de clase de los Estados fascistas y de las dictaduras regresivas puede ser predicado con independencia de sus densidades de estatidad. Más allá de sus estructuras “sólidas” o “frágiles”, todas pueden ser identificadas como dictaduras que se fundan en la fuerza militar y en intentos de rearticulación ideológica de las clases y élites dominantes23.

Entonces, si es correcto que las dictaduras regresivas se presentan a similitud del fascismo como un “Estado de excepción capitalista”, su componente militar es fundamental para definir el modo de dominación. Sólo su disponibilidad y uso de la fuerza organizada en instituciones

19 Jeffrey Herf, El modernismo reaccionario. Tecnología, cultura y política en Weimar y el Tercer Reich, FCE, México, 1990. Para el caso español cf. Botti, Cielo y dinero..., op. cit., Capítulo III.

20 Ferrán Gallego, “La sombra del fascismo es alargada. Sobre la ambigüedad de la extrema derecha nacional-populista”, en Historia Social Nº 46, Valencia, 2003.

21 Eduardo Haro Tecglen, “Sobre la igualdad”, en Visto/Oído, 15 de diciembre de 2003. 22 Atilio Borón, “Estatolatría y teorías ‘estadocéntricas’: notas sobre algunos análisis del estado en el

capitalismo contemporáneo”, en El Cielo por Asalto Nº 1, Buenos Aires, 1990/1991. 23 Esta generalización supone la negación del supuesto carácter revolucionario del fascismo e incluso

del nazismo alemán, que no habrían producido cambios sustanciales de las estructuras de clases en sus respectivas sociedades (v. g. Ian Kershaw, “El Estado nazi: ¿Un Estado excepcional?”, en Zona Abierta Nº 53, Madrid, 1989, y La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de interpretación, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004). La visión de Kershaw de una composición del bloque de poder de la Alemania nazi por la combinación de una nueva élite política con las clases dominantes capitalistas puede rastrearse al menos hasta la interpretación del mismo Neumann, en el sentido de que en el nazismo confluía de “la hez de todos los grupos sociales” que ascendía a través del partido con la gran industria, la burocracia y las fuerzas armadas, más la incorporación subordinada de los junkers. Claro está que con una expresión valorativa algo más explícita. Cf. Franz Neumann, Behemoth. Pensamiento y acción en el Nacional-Socialismo, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1983, Tercera Parte, Capítulo I (enrecomillado de la Introducción, p. 51).

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coercitivas militarizadas garantiza el control social. A pesar de que las fuerzas armadas no se conforman claramente como “partidos” en el sentido de la definición weberiana, en las condiciones de alternancia civil / militar en sistemas políticos inestables que no podían garantizar la continuidad de la dominación clasista, los militares se orientaron como organización para la toma del poder y la distribución de funciones en las dictaduras regresivas. La consideración de “partidos militares” o de partidos con un fuerte componente militar puede tener importancia para la comprensión de los procesos dictatoriales. Si esa caracterización es correcta, cabría esperar que tuvieran el carácter de una organización que lucha por el dominio bajo una estructura congruente con la forma de autoridad / dominación24. En todo caso, el poderío militar sirve de base a esas dictaduras y delata al soberano de hecho o soberano real en su propia situación de excepcionalidad25.

Según Charles Tilly, España y Portugal fueron Estados que a través de procesos que culminaron en los regímenes aludidos evitaron la conversión civil del gobierno. Observa también que el control militar se extendió en la segunda posguerra mundial por todo el Tercer Mundo como forma de gobierno, involucrando la ley marcial, la autoridad extrajudicial de las fuerzas de seguridad, la violencia oficial contra los ciudadanos bajo la forma de torturas, secuestros, brutalidad y asesinatos políticos26. La idea de una intervención militar frente a una supuesta situación de crisis, tan cara a distintas tradiciones iberoamericanas pero también deudora de la ideología fascista, se potenció posteriormente en la situación de la Guerra Fría, que no sólo consolidó los regímenes de Franco y Salazar sino que promovió una mayor frecuencia de intervenciones militares en América Latina. En ese contexto y frente a los imperativos de la modernización capitalista a escala mundial, la articulación entre militares, técnicos civiles y capitalistas27 se apreció en la renovación de los regímenes dictatoriales de la península Ibérica y en los casos latinoamericanos.

En una lógica muy similar a la de las ideologías fascistas, las dictaduras regresivas que nos ocupan emprendieron una construcción permanente del “otro”, de un enemigo al que combatir y que justificaba su propia existencia28. También tuvieron la tendencia a la continuidad de la violencia como elemento movilizador y en consecuencia hacia la guerra, propia de los regímenes fascistas, orientada sea hacia el espacio colonial (Portugal), hacia oponentes estatal-nacionales equiparables (Argentina y Chile) o, en condiciones de clausura e intentos de resistencia armada, hacia el interior del propio Estado con un discurso que no habilitaba el fin de la contienda civil pasada (España). Por fin el recurso a elementos fundamentales del fascismo, como el discurso regeneracionista y biologicista, operó como una matriz ideológica para fundamentar y regular el ejercicio de la violencia.

Siendo las dictaduras una forma de dominación en la cual la coacción física y simbólica ocupa un papel central, la forma en la que regulan la violencia es una de las facetas más importantes de su configuración política. En otros términos, el modo de dominación dictatorial puede registrar distintos regímenes de violencia29. En los cuatro casos se puede apreciar procesos de incremento

24 Max Weber, Economía y Sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, Fondo de Cultura Económica, Buenos

Aires, 1992, pp. 228 y ss., pp. 703-704. 25 Quiroga, op. cit., “Introducción”. 26 Tilly, Coerción, capital y los Estados europeos..., op. cit., capítulo 4 in fine y pp. 314 a 316. 27 Ibídem, p. 191. 28 Respecto del caso argentino, Paula Vera Canelo, “La legitimación del Proceso de Reorganización

Nacional y la construcción de la amenaza en el discurso militar. Argentina, 1976-1981”, en Sociohistórica Nº 9/10, La Plata, 2002.

29 La noción de un régimen de violencia o de dimensiones equiparables responde a la intención de definir conceptos intermedios que den cuenta de las formas institucionales que concretan un modo de

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cuantitativo y cualitativo de la violencia social / estatal, que fueron definiendo las características del régimen respectivo. La deriva desde la “revolución” de mayo de 1926 al salazarismo en Portugal, el progresivo incremento de la violencia política en la España republicana –incluido el intento de golpe de Estado del general Sanjurjo– seguido naturalmente del mismo conflicto bélico, la seguidilla de levantamientos militares y el incremento de la conflictividad social en Chile, y el desarrollo de una violencia creciente en la política argentina en los veinte años previos al golpe de 1976 y particularmente los acontecimientos de “Ezeiza” y el “Navarrazo”, la Triple A y el Operativo “Independencia”, constituyeron las matrices prácticas de esos regímenes de violencia. De lo que se trata es de apreciar por qué razones, más allá de las diferentes lógicas de los acontecimientos y de las variaciones ideológicas, se conformaron regímenes de violencia con unas u otras características en los casos aludidos.

2. Individualización y diferenciación de los regímenes de violencia Una salida que combine la identificación de un modo general de dominación con la atención a

las particularidades puntuales puede hallarse en un ejercicio de comparación individualizadora y diferenciadora –identificación de las peculiaridades de cada caso y variaciones de un fenómeno por diferencias sistemáticas, respectivamente, según Tilly.30

Sobre las peculiaridades del caso portugués, conviene recordar que la crisis de la Primera República (1910-1926) se saldó con una dictadura militar que fue derivando gradualmente hasta plasmar en el Estado Novo con una Constitución Republicana Corporativa, aprobada por el plebiscito de 1933. Además de confrontar con el liberalismo y la izquierda, el régimen corporativo-militar tuvo sus propias luchas internas, que obligaron a mantener un cierto formalismo parlamentario con elecciones cada cuatro años. Ese espacio de juego electoral al interior de las propias derechas permitía mantener la unidad de un régimen que contenía a los integristas lusitanos, monárquicos y antiliberales, a los Católicos Sociales de Centro liderados por el propio António de Oliveira Salazar, nacionalistas y antimonárquicos, a los fascistas de la Liga 28 de Mayo y del movimiento nacional-sindicalista de los Camisas Azules, y a los liberales de derecha, conservadores y republicanos, laicos y masones. La organización de la Unión Nacional como partido único del régimen y el arbitraje de Salazar fueron los elementos que permitieron mantener esa cohabitación frente al peligro representado por las exigencias de liberalización y las resistencias comunistas y socialistas. Pero el formalismo del sistema electoral del Estado corporativo no debe ocultar que su base de sustentación no era sólo el consenso de las derechas sino también una estructura de represión de las disidencias que acudía primordialmente al ejercicio de la violencia.

En ese sentido, los procesos electorales tenían como prerrequisito la eliminación de toda oposición genuina y como mecanismo un constante recurso al fraude con características “patológicas”31. Asimismo, el que el catolicismo conservador de Salazar fuera el eje ideológico y político del Estado no resultó impedimento para un fuerte acercamiento al universo del fascismo ni para la asimilación y posterior papel protagónico de los “nuevos hombres” abiertamente simpatizantes de los fascistas europeos.

Como heredero de una situación de fuerte control de la vida pública e intromisión en la vida privada que venía del período militar de 1926-1932, el régimen aplicó una violencia selectiva contra los reales y potenciales disidentes. Las formas usuales de la represión fueron en primer lugar la

dominación. Un régimen implica una forma de regulación particular de un aspecto o dimensión propio de un modo general.

30 Respecto de estas otras dos formas de comparación, cf. nota 4. 31 Manuel Loff, “El proceso electoral salazarista 1928-74: represión, fraude y formalismo”, Seminario de

Benissa, 19 al 21 de julio de 2001, en Pasado y Memoria Nº 1, 2002, Universidad de Alicante, Alicante.

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prisión, las “internaciones” en zonas determinadas y las detenciones temporales. Prontamente la prisión de opositores incluyó el destierro a las colonias, donde las condiciones de vida eran más duras. El sistema de terror incluía normalmente el uso de la tortura o la presión psicológica en los centros de detención, combinado con amplias facultades de los organismos judiciales y policiales para disponer de los reos e incluso para detenerlos preventivamente32. El régimen recurrió también a los asesinatos33, aunque su número fue limitado y se realizaron normalmente por fuera del sistema punitivo oficialmente reconocido.

En 1951 se integraron las colonias portuguesas al régimen constitucional y se eliminó el Acta Colonial, estableciéndose un único sistema represivo. Las tensiones en las colonias crecieron desde la represión armada de las protestas de Santo Tomé y Príncipe en 1953, iniciándose en los años siguientes la guerra de guerrillas en distintos territorios. La situación llevó al refuerzo de los servicios de información y represión policiales y militares, al tiempo que la interinfluencia en el plano de las técnicas represivas se acentuó con las misiones de oficiales portugueses en el ejército francés durante la guerra de Argelia, a partir de 1958. De allí en más se puede apreciar un incremento de la violencia de las torturas y un recurso mayor a la represión secreta o clandestina34.

Una peculiaridad del caso portugués es la pronta centralización de los organismos represivos, que en los años treinta fueron regulados legalmente por una sucesión de normas. Desde 1930 comenzó una gradual concentración de las funciones de represión política que llegó a la formación de una institución única en 1933 con la Polícia de Vigilância e Defesa do Estado (PVDE), la primera gran organización del Estado Novo. La dependencia del Ministerio del Interior y su fuerte articulación con la justicia castrense y con una magistratura civil controlada le dieron un cariz normativo muy preciso, al tiempo que sus estructuras internas contemplaban un accionar centralizado en dos secciones, una atenta a “crímenes sociales y políticos” internos y otra de competencia en cuestiones internacionales. En los asuntos internos, disponía de facultades de instrucción criminal posteriores incluso a la intervención judicial. En el año 1934 se habilitó una sección especial destinada al control de los presos políticos y sociales –en coordinación con el Ministerio de Justicia– y desde 1936 la PVDE se encargó de la formación de “colonias penales de Ultramar” y de establecimientos especiales para presos políticos.

En 1945 el régimen produjo un reacomodamiento institucional de cara a la nueva situación internacional, abandonando la justicia castrense aunque no las competencias policiales en la investigación. Se transformó la PVDE en Polícia Internacional e de Defesa do Estado (PIDE), la que se presentó como “organismo autónomo de la Policía Judicial” según el modelo de Scotland Yard35. Entre 1945 y 1956 una sucesión de decretos y leyes dio a la PIDE un marco legal abarcador de las sucesivas conductas criminales que se iban identificando, hasta darle competencia en el ámbito colonial y desplazar así al ejército.

Es de señalar que la legislación siempre fue lo suficientemente vaga como para dejar a la PVDE / PIDE un amplio margen de arbitrio y que el mismo organismo que detenía a los opositores

32 José Hermano Saravia, Historia de Portugal, Alianza, Madrid, 1989. 33 Jaime Corteçao, en Nova Galizia, Barcelona, Nº 7, 15 de julio de 1937, reproducido en Manuel Aznar

Soler y Luis Mario Schneider, eds. - II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas (1937). Ponencias, documentos y testimonios, Laia, Barcelona, 1979, aunque sus cifras son imprecisas y exageradas.

34 Sobre el papel de las fuerzas armadas francesas en la generación y difusión de técnicas contrainsurgentes de extrema violencia, cf. Marie-Monique Robin, Escuadrones de la muerte. La escuela francesa, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2005.

35 Registro oficial de la historia de los servicios de inteligencia portugueses, presentada en http://www.sis.pt/historia/pide-dgs.htm

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era el encargado de realizar luego la pesquisa incriminatoria, con el habitual recurso a la tortura o la presión psicológica. Pero también es destacable que su intervención era posterior al recurso a otros medios coactivos o disuasorios menos violentos: “A polícia política funcionava, assim, sobretudo enquanto última instância repressiva, como instrumento de resposta mais forte, destinado a actuar depois de esgotados outros meios, para, ao punir o «prevaricador», desencorajar novos desvios à «ordem», instalando o medo e convidando à resignação. Nesta óptica, a polícia política parece, pois, agir no quadro de uma lógica complementar de prevenção - dissuasão e de punição - repressão, constituindo o último –e mais duro– mecanismo para velar pela segurança do regime, entendida esta numa perspectiva tão abrangente e ambígua quanto sempre extensível e, por isso mesmo, legitimadora de todos os excessos cometidos”36.

En materia de represión y a pesar de su celo “normalizador” el régimen fue tan flexible y adaptable como en otras facetas. La continuidad de la intensa política de represión a lo largo de toda su existencia se combinó con una variación temporal muy grande en lo que hace a su intensidad y localización geográfica. El uso permanente de medios violentos en un marco de terror de Estado nunca llevó a una política de represión o aniquilamiento de masas, pero fue frecuente sino permanente la violación de su misma legalidad, acrecentada en el tiempo. Si bien el carácter dictatorial y el terror político del régimen no desaparecieron hasta 1974, el área de conflicto y ejercicio de la violencia pasó a ser preponderantemente el ámbito colonial, a tal punto que la transición a un Estado democrático-liberal se produjo en la metrópoli por un movimiento militar incruento.

En el caso de España podemos apreciar un verdadero laboratorio historiográfico en el cual se ofrecen las más variadas formas de interpretación y tratamiento de la violencia política, estatal o no, en consonancia con el peso de la guerra civil de 1936-39 en el desarrollo español. Más allá de las numerosas cuestiones a debate, en los últimos años se ha virado hacia un macabro conteo de las víctimas de uno y otro bando, que suele perpetuar la imagen que los vencedores presentaron del conflicto armado y hace abstracción de los contextos sociales de la violencia y de la continuidad de la represión por los nacionalistas tras tomar las distintas zonas y luego de terminada la contienda37.

Desde el frustrado intento de golpe de Estado del general Sanjurjo contra la Segunda República española (10 de agosto de 1932), pasando por la represión a la revolución asturiana de octubre de 1934, se asistió a un incremento de la violencia física entre actores políticos y sociales progresivamente polarizados. Esa espiral de violencia fue particularmente intensa en el período de febrero a julio de 1936 y culminó en la conspiración militar que llevó a cabo el fallido golpe del 17/18 de julio. A partir de allí puede ubicarse el ejercicio sistemático del terror en la zona nacional, teniendo en cuenta que “La represión franquista durante la Guerra Civil española... y la posguerra fue mucho mayor de lo que los estrategas militares podrían ‘justificar’ en tanto que necesaria para la victoria. El uso del terror y la

36 Maria da Conceição Ribeiro, en Fernando Rosas e J. M. Brandão de Brito, dtores., Dicionário de

História do Estado Novo, Bertrand, Lisboa, 1996, vol. 2.. 37 Cf. las pertinentes observaciones de Alberto Reig Tapia contra la “cuantificación precisa” respecto

del caso español (Violencia y terror: estudios sobre la guerra civil española, Akal, Madrid, 1990). El conteo de muertos y represaliados de ambos bandos adquirió características de tema de actualidad con el repulsivo libro de Pío Moa, Los mitos de la guerra civil, La Esfera de los Libros, Madrid, 2003. Sean cuales fueran las cifras, las magnitudes de la guerra civil española la colocan en una instancia cualitativamente diferente de consideración. El periodista Daniel Muchnik (Gallo rojo. Gallo Negro. Los intereses en juego en la guerra civil española, Norma, Buenos Aires, 2004), resumiendo al alza las cifras en danza, registra un total aproximado de 530.000 muertes durante la guerra civil –de las que menos de la quinta parte lo fueron en acciones bélicas y menos de la décima parte por fusilamientos republicanos– y más de un millón de exiliados, presos y depurados. Al menos otras 50.000 personas fueron ejecutadas en los años siguientes al final oficial de la guerra (Julián Casanova, ed., Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Crítica, Barcelona, 2002).

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violencia en lo que fue, principalmente, una guerra de clases derivó de una política de purga de la sociedad ”38. Durante la guerra se desató no sólo la violencia típica del conflicto armado, sino también un terror político con objetivos más o menos precisos –que en el bando nacional tuvo el carácter de un plan de exterminio sistemático– y la represión por parte de las autoridades estatales.

Si el franquismo pudo imponerse al bando republicano durante la guerra no sólo fue por disponer del ejército africano y de la ayuda de las potencias fascistas, lo que volcó el balance de fuerzas a su favor, sino también por la disposición a hacer uso de una violencia acrecentada. En el plano de las tácticas bélicas, los bombardeos de la aviación nacional –o más específicamente alemana e italiana– se dispusieron para cortar retiradas, desmoralizar y desorganizar a los combatientes y destruir las bases sociales y productivas de la República39. Pero incluso antes de la utilización de bombardeos masivos el bando nacionalista se caracterizó por el pronto recurso a los fusilamientos; primero al tomar el control de zonas o ciudades, luego más sistemáticos y regulares, llevados a cabo por iniciativa de unidades o dispuestos desde los mandos superiores, “legales” o no, prácticamente siempre públicos, con las tapias de los cementerios como fondo o en los patios de los cuarteles y cárceles40. Durante toda la guerra, la exposición de los cuerpos de los fusilados constituyó un medio de infundir temor en las poblaciones controladas, junto con las represalias a las familias de los ausentes o a los pueblos que ejercían resistencia. La consideración de infrahumanidad del enemigo permitió en los espacios rurales se cometieran las mayores atrocidades, con la exhibición de cabezas cortadas.

Al decir de Richards, las ejecuciones en masa fueron un componente básico de la teoría y la práctica de los nacionalistas. Lejos de disminuir, se acrecentaron con el triunfo del franquismo, resultando particularmente alta la proporción de ejecuciones de obreros industriales y agrícolas, confirmando la observación de Vilar en el sentido de que “La violencia del odio de clase, cuando se ejerce desde arriba, es mucho más coherente y duradera que en sentido inverso”41. Tales ejecuciones podían ser tanto parte del terror aplicado conforme las leyes del Estado franquista, que consideraron crimen de alta traición la defensa del orden constitucional frente al alzamiento de 1936, como de la iniciativa de autoridades militares que “paseaban” cuotas de detenidos o les aplicaban la “ley de fugas”. Si hay registros muy fragmentarios de los fusilamientos y del mucho menor pero públicamente aleccionador al recurso del garrote vil, no hay manera de tener una estimación global de las miles de muertes en las cárceles y campos de concentración, causadas por el hambre, las enfermedades, el frío y los malos tratos42.

A esa violencia homicida en gran escala se agregaron otras formas de ejercicio del terror, entre las que cabe destacar la violencia contra las mujeres, con la ingesta obligada de aceite de ricino y gasolina, el rapado de las cabezas, las violaciones sistemáticas y la extensión de los malos tratos a los

38 Michael Richards, “Guerra Civil, violencia y la construcción del franquismo”, en Paul Preston, ed., La

República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos durante la Guerra Civil, Península, Barcelona, 1999, p. 313.

39 Ángel Viñas, Guerra, dinero, dictadura. Ayuda fascista y autarquía en la España de Franco, Ed. Crítica, Barcelona, 1984, capítulos 4 y 5.

40 A partir de febrero de 1937 los fusilamientos respondían supuestamente a juicios sumarios, que en rigor eran, cuando ocurrían, parodias de tales. Se organizaron “brigadas de depuración” motorizadas para limpiar los territorios ocupados y los asesinatos alcanzaron límites prácticamente increíbles (Santos Juliá, coord., Víctimas de la guerra civil, Temas de Hoy, Madrid, 2004, partes primera y segunda).

41 Pierre Broué, Ronald Fraser y Pierre Vilar, Metodología histórica de la guerra y la revolución españolas, Fontamara, Barcelona, 1980, p. 90.

42 Casanova, Morir, matar, sobrevivir, op. cit.

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niños en cautiverio. Hubo también una violencia de connotaciones más económicas, incluso años después de la guerra, que se expresó en el alojamiento forzoso de los soldados nacionalistas con las familias de los prisioneros, la confiscación de propiedades, la quema de las casas de fugitivos –especialmente en zonas de guerrilla rural– y por fin la carestía y el hambre generalizadas. El régimen carcelario impuesto por el franquismo se caracterizó por la desatención de los detenidos, su maltrato y apaleamiento, las largas esperas para las visitas carcelarias, las negaciones a los familiares sobre el destino de los presos y su utilización como mano de obra esclava. En lo que hace a la organización de la represión con posterioridad a la guerra, el régimen intentó controlar el ejercicio de la violencia de modo centralizado, otorgando a la Guardia Nacional funciones de control militar. Sin embargo, la dimensión del terror era de semejante envergadura que la autonomía de los comandantes de campos, prisiones y destacamentos era muy amplia43.

El desarrollo de una guerrilla rural en los años de la posguerra civil, la caída de Mussolini y los intentos de sabotajes a la producción en el período 1947-1949 constituyeron momentos de recrudecimiento del terror, con la consecuente cuota de ejecuciones y un recurso más sistemático a la tortura en sedes policiales y carcelarias. En ese contexto el primer franquismo, que se encontraba a la defensiva en el ámbito internacional, continuó prácticamente la guerra al interior del nuevo Estado durante un período signado por el proyecto económico autárquico. El espacio cerrado propio de las dictaduras se clausuró aún más en función de la situación internacional y de las pretensiones de una economía de bases exclusivamente nacionales. Las cuotas de sufrimiento producidas por la falta de bienes de primera necesidad recayó desigualmente, para lo cual resultó sumamente operativa no sólo la consideración social de los distintos segmentos poblacionales sino muy especialmente la negación por el franquismo de toda posibilidad de reconciliación entre vencedores y vencidos. El mayor bienestar material de los primeros contrastaba con las penurias materiales y simbólicas de los segundos, a tal punto que para las clases trabajadoras las terribles condiciones de vida y particularmente la carestía, el manejo arbitrario de las cartillas de racionamiento y la imposición de condiciones laborales y salariales extremadamente desfavorables hicieron que existiera una obsesión necesaria por la mera supervivencia, desarticulando toda posibilidad de insurgencia44. La estrategia de incremento de los artículos de primera necesidad para el logro de una dieta normal extendida recién aparecería a mediados de la década de 1950, todavía en el marco de la autarquía y como expresa respuesta a la crisis política de 1951.45

Según se tome el grado de violencia física o la política de violencia económica, ese período del primer franquismo llegaría hasta 1945 (Richards), 1949 (Juliá), o 1959 (Viñas). Durante el mismo la violencia física, simbólica y económica se convirtió en el elemento regulador de la vida social española, en el marco de una rápida recuperación del poder por parte de las élites y clases tradicionales. La sistematicidad del terror franquista sólo se atemperaría desde 1951, cuando en ocasión de las insuficiencias alimentarias y carestías comenzaron a emerger movimientos de protesta masivos y espontáneos, que no estaban vinculados a la vieja oposición antifranquista. Los métodos

43 Para un panorama de las variadas formas de violencia y su carácter de basamento del Estado español

cf. esp. Santos Juliá, Víctimas de la guerra civil, op. cit.; Julián Casanova, comp., El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón. 1936-1939, Siglo XXI, Madrid, 1992;Julio Aróstegui, ed., Historia 16. La Guerra Civil, op. cit., Alberto Reig Tapia, Violencia y terror..., op. cit.; Ángela Cenarro, “Muerte y subordinación en la España franquista: el imperio de la violencia como base del ‘Nuevo Estado’”, en Historia Social Nº 30, Valencia, 1998.

44 Michael Richards, Un tiempo de silencio. La guerra civil y la cultura de la represión en la España de Franco, 1936-1945, Crítica, Barcelona, 1999; Joan Serralonga Urquidi, “Subordinación, abastos y mortalidad. La Montaña catalana, 1939-1945”, en Historia Social Nº 34, Valencia, 1999.

45 Luis Carrero Blanco, “Introducción al estudio de un plan coordinado de aumento de la producción nacional”, reproducido parcialmente en Viñas, op. cit., p. 323 y ss.

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represivos se atemperaron respecto de la situación anterior, sobre todo en vistas de la participación de grupos católicos en las huelgas46. A partir de ese momento el sistema represivo franquista se asemejó más al modelo portugués, estabilizando una cuota de violencia regulada por las diversas fuerzas de seguridad interior y centrándose en gran medida en el control coercitivo de la vida privada47.

Una condición de conflicto abierto a partir de un intento de golpe de Estado, en este caso exitoso, está también en el inicio de la dictadura chilena. La implantación de la retórica de la revolución en el período 1970-1973 fue de la mano con la aceptación de una visión no democrática de la política que pasó a entenderse en términos de guerra. La violencia dictatorial se ejerció sobre una sociedad que tenía la experiencia de una “aspiración revolucionaria”, pero no de una revolución concreta y efectiva como la que el fracaso del golpe de Estado disparó en el caso español48.

Surgido de la violencia, el régimen pinochetista no sólo no la abandonaría sino que incluso la legaría al Estado “democrático” subsiguiente. “La represión en sus diversas formas, niveles y alcance,... y su continuo resurgimiento aún en las fases más avanzadas de ‘normalización’ o consolidación del régimen muestran hasta qué punto ella constituye un elemento explicativo fundamental en su estabilidad relativa”49. La búsqueda de apoyos pasivos y de una desmovilización general de la sociedad, que sólo debería asistir como expectadora a la discusión de camarillas en la cúpula del Estado dictatorial, se conjugó con el recurso a un alto nivel de violencia física.

A tono con las dictaduras latinoamericanas de todo el siglo, la chilena recurrió a asesinatos, detenciones y torturas, pero algunas de sus acciones parecen cercanas a un modelo tradicional de confrontación entre bandos en guerra. En primer lugar, se recurrió a la detención masiva de opositores –con la tristemente célebre transformación del Estadio Nacional de Santiago en centro de detención– y a fusilamientos con juicios castrenses sumarios. Aún cuando tempranamente funcionaron centros de detención secretos, la mayor parte de los detenidos fue confinada en campos de concentración convencionales y luego se utilizó el recurso de confinar opositores en poblaciones alejadas. En este sentido, es llamativo que el ejercicio sistemático de la tortura –negada por el régimen en función de su impacto en la opinión pública internacional– se llevara a cabo incluso muy avanzada la dictadura en centros de detención reconocidos50.

La depuración de la sociedad chilena realizada por el régimen supuso la detención de miles de personas, que tuvieron tres destinos definidos: el fusilamiento, la liberación y, en menor medida, la desaparición. El mayor volumen de violencia represiva se ejerció en los primeros meses del régimen, en los cuales hubo intentos de resistencia armada de muy breve efectividad y duración51.

46 Tusell, Franco y los católicos..., op. cit., primera parte, capítulos 7 y 8. 47 Francisco Sevillano Calero, “Consenso y violencia en el ‘nuevo estado’ franquista: historia de las

actitudes cotidianas”, en Historia Social Nº 46, Valencia, 2003. 48 Tomás Moulian, Tensiones y crisis política: la década de los sesenta, Documento de Trabajo del CED,

Santiago de Chile, 1983. 49 Manuel Antonio Garretón, El proceso político chileno, FLACSO, Santiago de Chile, 1984, p. 127. 50 Hernán Vidal, El movimiento contra la tortura “Sebastián Acevedo”. Derechos humanos y producción de símbolos

nacionales bajo el fascismo chileno, Institute for the Study of ideologies and Literature, Minneapolis, 1986. 51 Cf. el conteo de 3.200 muertos en el período 1973-1991, de los cuales unos 1.800 lo fueron en los

primeros meses del gobierno dictatorial en Héctor Pavón, El 11 de septiembre... de 1973, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2003, p. 80, en base al informe de la Comisión Rettig. Los opositores del régimen manejaron siempre cifras muy superiores. Según Arriagada septiembre y octubre de 1973 fueron “meses de ajusticiamientos”, en tanto que el conteo de muertos de los primeros días del golpe de Estado fue de la conservadora cifra de 1.500 dada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al exagerado número de 15.000 de la

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Llamativamente, teniendo en cuenta que el golpe de Estado había triunfado, en Chile también se aplicó una lógica de expedición militar con la “Caravana de la Muerte”, en el sentido de un control efectivo y absoluto de un territorio a partir de la operación de limpieza de enemigos como en las “Brigadas de Depuración” franquistas.

Durante los años siguientes se mantuvo una cuota constante de violencia terrorista por parte del Estado y recién en 1983 se produjo un viraje en las formas de represión, frente a la convocatoria de masivas protestas callejeras por parte de la oposición. Entonces se hizo frecuente el choque callejero frontal de carabineros con alto poder de fuego con los manifestantes, con cantidades destacables de muertos, heridos y detenidos en todas las jornadas. Pese a ello, los métodos de desaparición y asesinato selectivo siguieron aplicándose hasta 1986, aunque con un costo político creciente52.

El Estado terrorista chileno tuvo un accionar represivo en gran medida público, que se articulaba con formas de ejercicio de la violencia clandestina. A lo largo de su desarrollo y superada la fase en la cual se podía justificar la aplicación de la justicia militar sumaria, se amplió el margen de la represión secreta. Esa situación de violencia manifiesta se basaba en el recurso a los cuadros militares y de carabineros, pero el régimen no logró estabilizar una institucionalidad represiva unificada y pasó de uno a otro modelo de organización en plazos relativamente breves. Sí consiguió un control efectivo sobre las propias fuerzas armadas –necesario no sólo en la etapa previa al golpe para eliminar sus vertientes constitucionalistas, sino incluso después para imponer una política de desnacionalización y desestatización de la economía– y una desarticulación constante de la oposición que ya sólo podía ser defensiva, es decir, basada en el predominio de la mera supervivencia física de personas y organizaciones53.

Por fin, la dictadura chilena introdujo una dimensión de regulación de la violencia a través de una agenda de cambios duraderos en las instituciones estatales y en los modos de relación social. La reforma del sistema judicial y la virtual independencia –cuando no preeminencia– de la justicia militar aseguró la continuidad del castigo a los opositores aún luego de reemplazado el régimen dictatorial. Las leyes exculpatorias o el otorgamiento de fueros que evitaron la persecución judicial de los represores fueron la contrapartida de un sistema de trabas constitucionales a los indultos que podrían beneficiar a los resistentes. La pervivencia del régimen de violencia de la dictadura más allá de la finalización formal del gobierno pinochetista se puede apreciar también en las prácticas policiales y punitivas, con la continuidad de una policía militarizada en gran medida independiente de las decisiones del poder político54.

Dentro de esta dimensión entra además una forma particular de violencia económica, toda vez que la política seguida en la materia por la dictadura se orientó a acentuar la polarización del ingreso. La intención de eliminar toda posibilidad de populismo se concretó en la orientación exterior de la economía, el predominio del capital financiero, la eliminación de la redistribución estatal, las privatizaciones y la desarticulación de las organizaciones populares. De ello siguieron la regulación de la vida social por los mecanismos del mercado en condiciones de monopolización y el desbaratamiento de las bases sociales del movimiento obrero, estudiantil y campesino por las

organización Americas Watch de Nueva York (Genaro Arriagada, Por la razón o la fuerza. Chile bajo Pinochet, Editorial Sudamericana, Santiago de Chile, 1998, pp. 22 y subsiguientes, entrecomillado de p. 24).

52 Pavón, ídem anterior, pp. 98-99.

53 Garretón, El proceso..., op. cit., p. 174. 54 Su estructura en Enrique Oviedo, “Democracia y seguridad ciudadana en Chile”, en Roberto

Briceño-León, comp., Violencia, sociedad y justicia en América Latina, CLACSO, Buenos Aires, 2002.

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alteraciones producidas en las estructuras de clases y de las condiciones de inserción socio-profesional.

Si el caso argentino es normalmente equiparado al chileno por su paralelismo temporal, por la oposición de organizaciones político-militares de izquierda que promovían una “guerra revolucionaria” y por una política económica orientada a beneficiar a un sector particular del bloque dominante, no es incorrecto afirmar que desde la perspectiva del régimen de violencia sus formas y ejercicio fueron notoriamente distintos. En Argentina también predominó la lógica de la guerra, aunque como veremos luego no puede ser comprendida en los mismos términos que en el caso chileno y consistió más en una retórica autojustificatoria de los distintos actores que en una realidad efectiva55.

En principio, al producirse el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 las fuerzas que podían pretender un cambio revolucionario ya habían sido derrotadas, en un proceso represivo creciente desarrollado durante el gobierno constitucional justicialista.56 En segundo lugar hay que señalar que el Estado argentino ejerció un terrorismo casi completamente clandestino. Ese carácter habría sido decidido para evitar la contradicción con la jerarquía de la Iglesia Católica y las críticas internacionales, visto el ejemplo chileno,57 pero conviene recordar que el recurso al terror secreto venía en incremento desde antes de la reinstauración republicana de 1973, equiparándose al terror dictatorial ya en 1975. Los detenidos de acuerdo con la legalidad de la dictadura en centros carcelarios o unidades militares fueron escasos en comparación con la alta proporción de detenidos en centros secretos, y aún así los primeros eran frecuentemente extraídos de su confinamiento para interrogatorios clandestinos. La aplicación de la “ley de fugas” fue excepcional, predominando las ejecuciones clandestinas y la desaparición.

El típico campo de concentración de la dictadura argentina fue el “chupadero”, constituido como una estructura flexible y operativa para el ejercicio de la tortura y la decisión sobre la desaparición forzada o la eventual libertad de los detenidos-desaparecidos.58 Si bien había un circuito prefijado para el accionar represivo, los distintos “grupos de tareas” tenían un gran margen de decisión sobre la identificación y el destino de sus detenidos. La amplitud de la política de desaparición forzada de personas produjo efectos traumáticos en gran escala, con una proporción y amplitud que habitualmente no tuvo en otros casos.59 A tal punto se identifica la represión dictatorial argentina con la figura del detenido-desaparecido que Claudio Martyniuk, refiriéndose al centro de

55 Una discusión seminal en A. Bruno y otros, comps. - Los derechos humanos en la democracia, CEAL,

Buenos Aires, 1985. Helios Prieto ha llamado enfáticamente la atención sobre el despropósito de entender como “guerra” en una acepción clásica a un conflicto con una inimaginable disparidad de fuerzas y con uno de los actores (concretamente el PRT-ERP) absolutamente carente de toda inserción en la clase obrera (“Sobre la historia del PRT/ERP. Memorias volterianas con final maquiavélico”, en El Rodaballo Nº 11/12, Buenos Aires, 2000).

56 La proporción de la represión estatal y paraestatal respecto de las acciones insurgentes en Argentina ya mostraba un desbalance notorio en cantidad y calidad a favor de la primera. Cf. v. g. Juan Carlos Marín, Los hechos armados. Argentina, 1973-1976 (2da. edición), La Rosa Blindada / P.I.CA.SO., Buenos Aires, 2003.

57 Marcos Novaro y Vicente Palermo, La dictadura militar, 1976/1983. Del golpe de Estado a la restauración democrática, Paidós, Buenos Aires, 2003.

58 Pilar Calveiro, Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina, Colihue, Buenos Aires, 1998. 59 Sylvia Bermann y otros, Efectos psicosociales de la represión política. Sus secuelas en Alemania, Argentina y

Uruguay, Goethe-Institut, Buenos Aires, 1994; Sergio Guelerman, comp., Memorias en presente. Identidad y transmisión en la Argentina pogenocidio, Norma, Buenos Aires, 2001.

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detención de mayor envergadura y con trabajo esclavo de los prisioneros como fue la Escuela de Mecánica de la Armada, acuñó la expresión “campo de desaparición”60.

Respecto del conjunto social, la detención “arbitraria” de personas, tuvieran o no conexión con actividades consideradas ilegales u opositoras, fue común en todas las dictaduras por su mismo carácter. Pero en el caso argentino tal detención implicaba en un alto grado la posibilidad de desaparición, dado el método adoptado. Además, la represión adquirió una verdadera “capilaridad”, ubicando sistemáticamente actores colectivos e individuales que eliminar en toda la extensión de la sociedad. Aunque las cifras del terror de Estado son también aquí objeto de fuerte controversia,61 su proporción las acerca a las magnitudes de la experiencia chilena.

En un cotejo sistemático de los cuatro regímenes de violencia, es factible identificar como dimensiones de diferenciación la magnitud del conflicto armado y de la violencia física que sufre el cuerpo social, el grado de violencia ejercido sobre los cuerpos concretos de los afectados, el grado de concentración de toma de decisiones respecto de las acciones violentas y los diversos sub-regímenes emergentes de las metodologías empleadas.

España es con mucho el caso en el cual el cuerpo social se vio sometido al ejercicio de un terror de inmensas proporciones y temporalmente duradero. El grado de violencia fue extremo ya que, aunque las variaciones en el tratamiento de los opositores fueron desde la simple presión psicológica a los asesinatos masivos, el sistema de terror se orientó claramente al exterminio del adversario. En los casos de Chile y Argentina es patente una menor magnitud del terror, pero hay que destacar que las técnicas de violencia aplicadas alcanzaron también un grado máximo. En el caso lusitano tanto la magnitud como el grado de violencia fueron mucho menores, por lo que solamente la extensión temporal de la dictadura y la extensión geográfica del conflicto armado al ámbito colonial podrían acrecentar las consecuencias de un terror normalizado.

Los mecanismos de toma de decisiones pueden parecer a primera vista similares por cuanto los cuatro regímenes implican situaciones excepcionales en las cuales toda norma es relativa y crece lo que se puede considerar arbitrariedad-62 Sin embargo debe constatarse que ni los procesos eran

60 Claudio Martyniuk, ESMA. Fenomenología de la desaparición, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2004, p. 13

y ss. 61 El informe de la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas recogió aproximadamente

8.900 denuncias de desaparición forzada, ateniendo su pesquisa al período iniciado en marzo de 1976, recibiéndose unas mil denuncias adicionales posteriores. Amnistía Internacional declaró 15.000 desapariciones, mientras que los organismos de derechos humanos defienden la cifra de 30.000 desaparecidos. Con el simple expediente de conteo de los recordatorios aparecidos en el diario Página/12 de Buenos Aires se han identificado centenares de desaparecidos no registrados y aún se suelen establecer desapariciones nunca anotadas (Inés Izaguirre y Zulema Aristizábal, “Perfil social de los asalariados desaparecidos en la Argentina”, en VII Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia, UNComahue, Neuquén, 1999). Igualmente, el número de asesinados fue crecido, careciéndose a la fecha de estimaciones precisas aunque suele cifrarse en unos cuatro mil. La reciente desclasificación de documentos en los Estados Unidos de América hace que la cifra declarada por el movimiento de derechos humanos parezca razonable e incluso limitada. Un agente de la DINA chilena que oficiaba de enlace con las fuerzas represivas argentinas, en un cable fechado en julio de 1978 y depositado en el Archivo de Seguridad Nacional de la Georgetown University de los Estados Unidos de América, informaba que el área de inteligencia del Ejército Argentino había computado para esa fecha 22.000 opositores eliminados (Hugo Alconada Mon, “El Ejército admitió 22.000 crímenes”, Diario La Nación, Buenos Aires, 24 de marzo de 2006).

62 Si bien en este sentido constituyen diversos ejemplos del Estado de excepción en sociedades capitalistas, ello no obsta considerar que tal situación puede consistir más que en algo anormal en el verdadero sustrato de la dominación estatal y de las formas legales occidentales, que operan en rigor por un aplazamiento o una renegación de la violencia que late tras el poder (Giorgio Agamben, Estado de excepción, Adriana Hidalgo,

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iguales ni su orientación arbitraria. En Portugal el uso constante y sistemático de un terror institucionalizado era regulado por un Estado consolidado, a través de organismos centralizados progresivamente modificados, con el evidente objetivo de abortar la organización de toda oposición social y política. Aunque en España el momento inicial del proceso fue el colapso del Estado con el fracaso del golpe y el comienzo de la guerra civil, el terror nacionalista fue desarrollado por un Estado coherente en proceso de formación y luego consolidado. El objetivo militar de ganar la contienda se expresó como intento de aniquilamiento de toda disidencia y fue con ese carácter con el cual se enfrentó la insurgencia posterior. Si bien se careció por un tiempo de la centralización y normalización de la violencia que ya se había instalado en Portugal, el estado avanzó en ese sentido a lo largo de la década de 1950, sin que tras la guerra se registraran confrontaciones insalvables entre los sectores integrantes de un gobierno para el cual era imprescindible evitar el faccionalismo que había debilitado a la Segunda República. Los casos chileno y argentino muestran unas Fuerzas Armadas que toman la estructura burocrática del Estado y ejercer el control del proceso terrorista, con el claro objetivo de exterminar planificadamente a sus opositores y producir un disciplinamiento del cuerpo social –y más especialmente de las clases populares– mediante la instalación del miedo. Pero si en Chile esas mismas fuerzas fueron disciplinadas por la élite de poder mediante una dictadura personalista y se aplicó la violencia con un alto grado de coherencia y centralización, en Argentina hubo una dictadura institucional de las Fuerzas Armadas, en el seno de las cuales convivían distintos proyectos y que incluso podían ejecutar acciones de violencia física contra los aliados o amigos del propio gobierno que respondieran a facciones enfrentadas.

Las diferencias en los aspectos prácticos del terror no son menos evidentes. Principalmente, hubo diversos regímenes de exterminio: masivo y de un nivel de violencia abierta impresionante en España, asociado a la idea seria y repetidamente expresada por Franco de que de ser necesario había que eliminar a la mitad de la población; mucho más selectivo en Chile y complejo y capilar en Argentina.63 En Portugal no hubo régimen de exterminio, al punto que no se registraron ejecuciones masivas y la inmensa mayoría de los opositores confinados en las duras colonias penitenciaras de ultramar pudo sobrevivir, si bien con serios quebrantos de salud física y mental.

Los regímenes concentracionarios variaron del modelo clásico de confinamiento en campos de gran o mediana escala a un modelo de concentración clandestino y asociado a la tortura seguida de muerte. España y Chile tuvieron campos de modelo clásico, en tanto que el Estado Novo portugués desarrolló una variante de confinamiento colonial muy similar. En el otro extremo, la dictadura chilena recurrió al secuestro y la detención secreta –aunque las más de las veces en unidades militares– mientras que la argentina se caracterizó por asentar su estructura terrorista en un modelo clandestino, con una alta dispersión de las unidades concentracionarias, que en ocasiones tenían muy baja envergadura.

También fueron muy diversos los regímenes de tortura. En sociedades con un fuerte peso de las tradiciones y del reconocimiento local como Portugal y España era frecuente el recurso al aceite de ricino y a otras variantes de presión física y psicológica, que tenían relación con la humillación pública del opositor. Pese a ello no hay que minimizar el recurso a los apaleamientos y a las

Buenos Aires, 2004). En rigor, al decir de Benjamin, “La tradición de los oprimidos nos enseña que el «estado de excepción» en el cual vivimos es la regla” (Walter Benjamin, Discursos interrumpidos. I. Filosofía del arte y de la historia, Ed. Taurus, Buenos Aires, 1989, Tesis VIII sobre el concepto de Historia).

63 Aunque la detención y tortura podía ser altamente arbitraria en Chile, los fusilamientos y desapariciones fueron en rigor muy selectivos y afectaron especialmente a los dirigentes sindicales, de poblaciones y políticos identificados con la izquierda. Por oposición, en Argentina los cuadros dirigentes asociados al poder gubernamental y sindical –e incluso a parte de las organizaciones político-militares– no sufrieron tal destino, en tanto la violencia extrema se ejercía sobre multitud de militantes de base.

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privaciones, seguidos en ocasiones de muerte, y el posterior refinamiento de las técnicas de interrogatorio. Sin dudas se presentó en el caso español una especial conjunción entre una concepción del dolor como un camino para curar el cuerpo social y enmendar las personalidades individuales, con ciertas restricciones morales respecto de la aplicación de la violencia a los cuerpos como el hecho de evitar su desnudez.64 Las torturas más sádicas y brutales de los casos argentino y chileno no sólo se explican en función de la influencia estadounidense y francesa, sino también en vistas de una situación en la cual los organismos represivos podían disponer la desaparición de los cuerpos o incluso su macabra exhibición con total impunidad y prescindiendo de consideraciones ético-morales.65

En lo relativo a los regímenes carcelarios es donde se registran menores diferencias, ya que en las cuatro dictaduras se desarrollaba alguna modalidad de tortura o privación, se disponía de los detenidos sin garantías e incluso era posible desaparecer opositores de la cárcel o sacarlos de ella para interrogatorios. Igualmente hay que señalar la enorme diferencia de un régimen normalizado como el lusitano respecto de situaciones de encarcelamiento masivo como en la situación española de la inmediata posguerra civil o la menor proporción de prisioneros legalizados bajo la dictadura argentina.

La mayor o menor crueldad de los represores no es un elemento distintivo, en tanto que por un lado todas las situaciones de terror de Estado suponen el ejercicio de una dominación sobre los cuerpos sometidos, y por el otro en cada sociedad varió lo que se consideraba cruel o sádico. En ese sentido, la crueldad de los confinamientos en colonias o la ingesta de aceite de ricino en Portugal, las violaciones, fusilamientos y apaleamientos en España o las torturas metódicas y brutales en Chile y Argentina son equiparables, aunque la naturaleza y grado del dolor causado sea distinguible.

3. Explicaciones diferenciadoras Llegados a este punto sería pertinente preguntarnos: ¿por qué se desarrollaron regímenes de

violencia tan distintos en los cuatro casos reseñados? Desde la perspectiva de una comparación individualizadora podrían explicarse las diferencias por las trayectorias históricas de cada uno de los Estados terroristas. Suponiendo que ese ejercicio ya se encuentra en desarrollo a nivel historiográfico –con muy diferentes resultados– podemos centrarnos en una explicación sociológica que recurra a la comparación diferenciadora. A ese respecto, se presentarán dos factores explicativos que no son condición suficiente para dar cuenta de las características de los diversos regímenes de violencia, pero que pueden ofrecer un marco interpretativo provisional del cual partir. Evidentemente en la conformación de los regímenes de violencia intervienen una multiplicidad de factores, por lo cual este ejercicio comparativo sólo puede pretender el carácter de un esbozo.

En primer término puede observarse que la opción por técnicas y estrategias determinadas tiene efectos más allá de ellas.66 En ese sentido, los métodos de terror asumidos en un determinado momento histórico e incorporados a los repertorios de acción de los sectores sociales y organismos dominantes tienen su propia lógica de funcionamiento; asimismo, dichos repertorios no cambian abruptamente salvo intensa conmoción, por lo cual su establecimiento tiene consecuencias duraderas.67 Es lo que en otros términos puede presentarse como “tradiciones” represivas o bélicas

64 Una breve mención a esa situación paradojal en Mirta Núñez Díaz-Balart, “Dolor como terapia. La

médula común de los campos de concentración nazis y franquistas”, en Ayer Nº 57, Madrid, 2005. 65 Cf. v. g. las observaciones sobre la intensificación de la violencia física en la tortura realizadas por

Horacio Verbistsky, Rodolfo Walsh y la prensa clandestina. 1976-1978, De La Urraca, Buenos Aires, 1985. 66 Cf. Michel Foucault, Microfísica del poder, Ed. Planeta-Agostini, Buenos Aires, 1994. 67 El concepto de repertorios de acción y la noción de su escasa variación en lapsos determinados se

toma de Tilly y otros, El siglo rebelde..., op. cit. Aunque Tilly aplica el concepto a las acciones emergentes de los

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de las distintas fuerzas armadas, que se aplican de manera regular luego de tomado el poder de Estado.

Un componente esencial que hizo a la consideración de la violencia y a sus formas específicas en los cuatro regímenes fueron las influencias exteriores e interinfluencias a las que estuvieron sometidos respecto de las metodologías represivas. El fascismo italiano y el nazismo alemán fueron ejemplos extremos de nacionalismo exacerbado con los cuales cotejarse, y sobre todo el primero representó la existencia práctica de las ideas sobre la reorganización autoritaria del Estado difundidas en la década de 1920. El Estado Novo portugués, sin recuperar el modelo italiano en su integralidad, asumió formas corporativas progresivamente endurecidas. Ya conformado el régimen de Salazar fue, por su original articulación de corporaciones y su reconocimiento de un papel central para la Iglesia Católica, modelo para muchos de los tradicionalistas y nacional-católicos españoles.68 A su vez, el desarrollo de la Falange Española fue imitado más tarde por el salazarismo con la creación de la Legión Portuguesa, en un proceso de intenso intercambio ideológico y metodológico facilitado por el apoyo de Portugal al bando nacional.69 En los casos argentino y chileno, fueron patentes tanto la influencia estadounidense como la francesa respecto de la guerra contrainsurgente, así como la correspondencia con las experiencias de otras dictaduras latinoamericanas como las de Brasil y Paraguay.

En esas interinfluencias se puede fundar el recurso a técnicas de represión particulares, como la ingesta de aceite de ricino y los apaleamientos en los casos español y portugués, o el recurso a las torturas más salvajes y sistemáticas en Chile y Argentina. Pero también el cotejo con las demás experiencias sirvió para adoptar decisiones divergentes, como en el recurso a la violencia clandestina en la Argentina por contraposición con el ejemplo chileno. Tampoco habría que exagerar la difusión de modelos represivos, ya que en todos los casos pesaron las experiencias previas en la regulación de la violencia, que diferenciaron los regímenes resultantes. Así, los españoles no necesitaron aprender de nazis o fascistas sobre los campos de concentración ya que prácticamente fueron los inventores de los mismos en la guerra de Cuba,70 en tanto que los militares argentinos como en menor medida los chilenos contaban con experiencias previas de intervención en el conflicto social para nada alejadas del recurso a la violencia extrema.71 Aún así se puede constatar, con Charles Tilly, que comparativamente “los militares del Tercer Mundo han recurrido específicamente a modelos, ayuda y formación europeos y norteamericanos en grado mucho mayor de lo que ha sido la mutua intervención de los Estados europeos en la formación de sus ejércitos... Esta clase de intervención exterior dio a los militares latinoamericanos una excepcional maniobrabilidad frente a sus potenciales rivales y presuntos enemigos”72.

sectores populares, resulta en sobremanera útil usarlo también respecto de las acciones de los sectores dominantes y los organismos represivos.

68 Tusell, Franco y los católicos..., op. cit. 69 Pena Rodríguez, Galicia, Franco y Salazar..., op. cit. 70 Elena Hernández Sandoica, La guerra de Cuba (1895-1898). Historia política de una derrota colonial,

Alianza, Madrid, 1998. 71 Como dato anecdótico, parece ser que en 1946-47 Augusto Pinochet estuvo a cargo de un campo de

concentración para miles de detenidos comunistas en Pisagua, al norte de Chile, al que se impidió el acceso a una comisión del Congreso que quería constatar el estado de los prisioneros. Cf. Pavón, El 11 de septiembre..., op. cit., p. 54-55. La inserción de la dictadura argentina en una larga tradición de violencia descendente que se ocluye constantemente en Eduardo L. Menéndez, “Desaparición y olvido: las posibilidades de la memoria”, en El Rodaballo Nº 14, Buenos Aires, 2002.

72 Tilly, Coerción, capital y los Estados europeos..., op. cit., p. 301.

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Podría aventurarse además que una cierta “situación colonial” operó como un aspecto que facilitó el ejercicio de una violencia acrecentada en los cuatro casos, pero bajo modalidades diversas.73 En Portugal, donde era frecuente el confinamiento de opositores en las colonias africanas, el incremento de la conflictividad colonial desembocó en un estado de guerra desde la década de 1950 que terminaría minando al régimen metropolitano. En ese contexto, las actividades de la policía política se ampliaron al ámbito colonial y adquirieron la lógica de los conflictos tercermundistas e independentistas, luego transferida a la metrópoli. En España, Franco había aludido en repetidas oportunidades a la guerra civil como una “guerra fronteriza”, definición que se basaba no sólo en la comprensión del conflicto como una cruzada contra el avance del comunismo, sino muy particularmente en la asimilación de los campesinos y obreros españoles con “salvajes” africanos. Chile y Argentina no tuvieron una experiencia colonial inmediata de la cual transferir modalidades de ejercicio de la violencia, pero los militares de ambos países aprovecharon la experiencia francesa en la guerra de Argelia y muchos de ellos fueron objeto de un largo adoctrinamiento y entrenamiento en técnicas represivas según el modelo de la Escuela de las Américas desde la década de 1960, precisamente en un momento en el cual los Estados Unidos reemplazaban a las potencias tradicionales en los conflictos periféricos y se incrementaba el grado de su implicación en Vietnam.

Esa transferencia de los diversos modos de violencia colonial al interior de los Estados supuso frecuentemente la noción de “infrahumanidad” de los opositores y justificó el amplio uso de la tortura y la presión psicológica, tanto para obtener información como para quebrar la voluntad de los disidentes. También puede relacionarse con el desarrollo de políticas de exterminio físico de la oposición, en el marco de un discurso dominante sobre la purificación y la mejora social por medio de la violencia. Sin suponer una traslación directa de uno u otro elemento, podemos apreciar las construcciones ideológicas de estas dictaduras regresivas como un sustrato cultural móvil que facilitó el desarrollo, intercambio y resignificación de ideas sobre la sociedad, de concepciones del enemigo y de la lucha política e incluso de temores y angustias frente a la (supuesta) amenaza de revolución o insurgencia.

Respecto de las técnicas y estrategias tampoco deben desatenderse sus consecuencias sobre el sistema político en su conjunto. Es el caso de España, donde el carácter bélico del conflicto impactó en la estructura de dominación posterior del régimen. Para los militares españoles, que habían librado una guerra, y para los chilenos y argentinos, que suponían que estaban haciendo algo parecido, se trataría de aplicar concepciones familiares de la contienda bélica a las relaciones políticas.

En el caso argentino el método clandestino elegido para realizar la masacre tuvo efectos insospechados, ya que –sin que ello dificultara el carácter planificado del exterminio– condujo prácticamente a una poliarquía de las fuerzas armadas. Es aquí de destacar que la dictadura militar, que se presentaba en los términos definidos por Hugo Quiroga como “dictadura institucional” de las tres armas, llegó en la práctica a una total fragmentación del territorio cuando no a una competencia entre los distintos grupos represivos. El régimen de secreto y clandestinidad del terror de Estado no sólo acrecentó el grado de violencia física ejercida sobre los opositores, sino que facilitó el desarrollo de acciones enfrentadas o divergentes entre los mismos dominadores.74

73 Para Michael Mann, la limpieza y el exterminio pueden comprenderse como contracaras de la noción

moderna de un pueblo cuya existencia justifica el gobierno en sus vertientes interna y colonial. Cf. “La cara oculta de la democracia: la limpieza étnica y política como tradición moderna”, en New Left Review edición castellana Nº 1, Madrid, 2000.

74 Aunque desconocen la existencia de consensos fuertes sobre aspectos como la política económica y asumen que las divergencias en esa materia tenían mayor peso que el que los resultados de la transformación en curso permiten suponer, Novaro y Palermo enfatizan correctamente el carácter plural y autocontradictorio de muchas de las acciones emprendidas por el Estado, incluso en el plano represivo (La dictadura militar..., op.

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El segundo aspecto refiere a la posibilidad de comprender estos procesos dictatoriales desde el concepto de guerra de clases. Al respecto, Juan Carlos Marín ha tratado de establecer distinciones importantes para considerar los hechos armados, desarrollando en particular el concepto de guerra de clases como una instancia político-militar de la lucha de clases.75 Distinta de las revueltas espontáneas y caracterizada por la constitución de bandos en pugna con recurso a las armas, la guerra de clases sería uno de los niveles de conflicto más profundos de la sociedad y, en la visión de Marín, el de mayores consecuencias en términos de transformación de las estructuras sociales, develando el estado cercano a la guerra civil que conforme Barrington Moore subyace a toda sociedad.76 Haciendo un uso selectivo y resignificado de la conceptuación de Marín se pueden reconocer diversos tipos de conflicto de clases en las dictaduras regresivas aludidas, que condicionaron las formas del Estado de excepción en cada una de ellas.77.

Podemos referir a la guerra de clases como un enfrentamiento con el recurso a medios armados y en el cual la división de los bandos en pugna supone una confrontación de clases sociales, aunque la definición de y la pertenencia a los mismos no se concrete necesariamente según criterios de clase. Puede asumir las formas de una guerra civil convencional, en la cual el enfrentamiento entre bandos que reclaman el ejercicio del gobierno sobre un mismo territorio se realiza con la confrontación de ejércitos regulares o que intentan ser tales, desarrollarse bajo formas de una confrontación violenta que no llega al desarrollo de un estado de contienda generalizado, o saldarse con el ejercicio de la represión que supone que uno de los actores está dotado de medios superiores a los de sus rivales y puede ejercer acciones de eliminación o control con un amplio margen de maniobra y la perspectiva de escasos daños para el propio bando.

La guerra de clases no es una consecuencia necesaria de la lucha de clases y ni siquiera de la autopercepción de los actores sociales como clases, sino tan sólo una posibilidad en función del desarrollo histórico-social. El caso portugués resulta especialmente ilustrativo sobre el particular, porque la distinción clara de clases sociales y la funcionalidad del Estado Novo para la reproducción de la dominación y explotación sobre las clases trabajadoras no condujo en ningún momento a la formación de bloques de clases enfrentados en el terreno político-militar. El apoyo manifiesto al salazarismo de terratenientes, banqueros e industriales y el control del movimiento obrero a través de un sindicato único, sin derecho a huelga, definieron muy claramente el carácter de clase del Estado, en una situación en la cual la división de la sociedad no conducía a un incremento de la conflictividad cit.). Respecto del “liberalismo conservador” como sustrato ideológico del régimen compartido por amplios sectores, Sergio Daniel Morresi, “La democracia de los muertos. Algunos apuntes sobre el liberalismo-conservador, el neoliberalismo y la ideología del Proceso de Reorganización Nacional”, ponencia presentada ante las XIº Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia, Tucumán, septiembre de 2007.

75 Juan Carlos Marín, Los hechos armados, op. cit. Del mismo autor caben destacarse La silla en la cabeza. Michel Foucault en una polémica acerca del poder y el saber, Nueva América, Buenos Aires, 1987 y Conversaciones sobre el poder. Una experiencia colectiva, Oficina de Publicaciones Ciclo Básico Común - UBA, Buenos Aires, 1995.

76 Barrington Moore Jr., Injusticia..., op. cit., p. 25. 77 Se puede pretender que un uso selectivo de los aportes de Marín extrapola conceptos de un campo

teórico para insertarlos en otro, pero no es en definitiva un aprovechamiento distinto del que él mismo realiza respecto de Michel Foucault. Las más importantes objeciones que pueden hacerse a Marín no están en su formulación conceptual, sino en: a) la concepción de los actores sociales como agentes prediseñados, b) la consideración del conflicto de clases como una confrontación de dos bandos polarizados, sin contemplar la posibilidad de varios frentes de conflcito y c) consecuente con lo anterior pero aún más allá, su particular interpretación del caso argentino bajo una óptica de confrontación burguesía / clase obrera. Así, por ejemplo, la burguesía financiera argentina aparece como una actor unificado y consciente en un todo, capaz de graduar las cuotas de violencia a través de todo el período 1969-1976, tornándose en actor decisivo sobre la lucha de clases después de 1975 y núcleo exclusivo de un bando (Marín, Los hechos armados..., op. cit., pp. 96-97).

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sino que ésta era regulada por el régimen. Hasta su propio fin con la Revolución de los Claveles fue un acontecimiento emergente de las disidencias internas en el bloque de poder y no fruto de una clara confrontación de clases.

La experiencia española fue en un todo distinta. Previo a la guerra civil se produjo un proceso de “vaciamiento del centro” que culminó en la polarización política entre el Frente Popular por un lado y la CEDA y la jerarquía eclesiástica, por otro. Luego, no sólo la sociedad se vio dividida en los dos grandes bandos en pugna, sino que en gran medida la definición de los mismos se realizó conforme criterios de intereses de clase. La rebelión militar del 17 y 18 de julio de 1936 se produjo con la colaboración de organizaciones civiles radicalizadas que pretendían un retorno al orden oligárquico o una refundación totalitaria del Estado, mientras que el fracaso del golpe de Estado se debió principalmente a la acción espontánea de las organizaciones obreras. Asimismo, en el escenario político contaban tanto los intereses económicos, como sentimientos difusos de diferenciación en las culturas y subculturas de masas, a su vez condicionados por los diferentes niveles sociales de alfabetización y de instrucción y los sentimientos de identidad. Es conocido el hecho de que la guerra civil disparó la revolución –sobre todo anarquista– en la zona republicana y que el restablecimiento de las élites tradicionales fue la tónica dominante en la zona nacional.

El heterogéneo conglomerado de fuerzas que reunía tras Franco a los militares, la Falange, la Iglesia y los grupos políticos más tradicionalistas no tenía dudas en cuanto a su función de mantenimiento o restablecimiento del orden social anterior. Logró unir a los propietarios rurales latifundistas del sur y a los de mucha menor envergadura del norte con los grandes comerciantes e industriales y amplios sectores de las clases medias urbanas vinculadas al catolicismo. El eje de las derechas fue sin dudas coalición militar-agraria y su enemigo fueron tanto las clases trabajadoras como los miembros de las clases medias urbanas de fidelidades republicanas.78 El impacto cultural de las ideologías regeneracionistas, integristas y fascistas en el campo nacional alimentó la consideración de la clase obrera como una entidad infrahumana y degenerada, así como de la violencia, el sufrimiento y el trabajo como canal para su disciplinamiento y cura.79 En esas condiciones, la guerra de clases asumió primero la forma de guerra civil convencional y luego de continuo y masivo terror estatal, al punto que la feroz división de clases que produjeron la guerra y la revolución se perpetuó en la diferenciación entre vencedores y vencidos, sostenida expresamente por el régimen franquista.

En Chile encontramos una configuración de clases que, a pesar de sus variaciones de importancia respecto del caso español y con una mucho mayor incidencia de las inversiones extranjeras de capital, se articuló en bandos enfrentados a partir del proceso de polarización electoral que venía produciéndose desde la década de 1960.80 La Unidad Popular, articulada por partidos parlamentarios en torno al eje comunista-socialista, vinculaba al Estado a fracciones del movimiento obrero sindicalizado. Su programa de gobierno era inicialmente continuación del de la Democracia Cristiana y sólo beneficiaba directamente a los trabajadores sindicalizados y ubicados en el área “social” de la economía (área de empresas nacionalizadas y estatizadas). Tanto los trabajadores de los sectores “mixto” y “privado”, así como los “pobladores”, campesinos pobres y trabajadores agrarios

78 Santos Juliá, “De ‘guerra contra el invasor’ a ‘guerra fraticida’”, en Juliá, coord., Víctimas de la guerra civil, op. cit. La explicación en términos de guerra de clases no es obstáculo para la consideración de otras dimensiones del conflicto: “Lo que ocurrió a partir de 1936 fue, desde luego, una lucha de clases por las armas, pero no fue en menor medida guerra de religión, de nacionalismos, guerra entre dictadura militar y democracia republicana, entre revolución y contrarrevolución, guerra en la que por primera vez se enfrentó fascismo y comunismo”, ibídem, p. 17.

79 Richards, Un tiempo de silencio..., op. cit. 80 Sería interesante cotejar los procesos de “vaciamiento del centro” en el sentido de desborde de los

gobiernos republicanos progresistas de Azaña y Allende, resistidos por las derechas y superados por la acción más o menos espontánea de las organizaciones sindicales y populares.

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fueron más allá del programa de la UP, creándose tensiones y divergencias en el bando del gobierno socialista, sobre todo con las expropiaciones espontáneas de latifundios por los campesinos que no esperaban el apoyo de organizaciones externas. La movilización popular antipatronal y el intento de control popular sobre la producción confrontó con el “poder gremial” de las asociaciones patronales –representante de los sectores económicos más poderosos del país–. Así, en el bando opuesto la derecha articuló con suma eficiencia y el patrocinio de los Estados Unidos un “poder militar” con sus bases tradicionales de “poder parlamentario” y “poder gremial”.81 Cuando la alianza de autodefensa de los “cordones industriales” organizada por el gobierno de la UP confluyó con las organizaciones de los “cordones poblacionales” de la zonas marginales, se configuró una situación inaceptable para la derecha, que la suponía una “verdadera alianza revolucionaria”.82

Desde una perspectiva analítica distinta, Guillermo O’Donnell aporta una observación de importancia: la politización de la sociedad chilena y el hecho de que los partidos políticos fueran sus articuladores, en tanto verdaderos representantes y mediadores de los grupos sociales en la escena política y en el Estado, estableció una división social que delimitó tanto a los vencedores como a los vencidos en el conflicto. De allí que los principales blancos del terror de Estado fueran “...el personal de la izquierda en el gobierno, los partidos de izquierda y el denso tejido de organizaciones populares (incluso sindicales) que estaba, casi literalmente, ‘afiliado’ a esos partidos. Así, porque la amenaza al orden establecido, mediada por la franja izquierda de la sociedad política, recorría verticalmente esa formación social, la represión en Chile tuvo ... no sólo la brutalidad sino también la extensión que tuvo”.83 Como en el caso español, aunque en mucho menor medida, se reprodujo una profunda división del conjunto social entre vencedores y vencidos, que se expresa todavía hoy en las conmemoraciones contrapuestas del 11 de septiembre.84 Otra vez, como en España, las clases medias fueron tanto parte (pasiva) del bando ganador como objeto de represión, conforme sus adhesiones políticas y culturales. Aunque no se haya llegado a una guerra civil convencional dada la disparidad de fuerzas, la confrontación violenta adquirió entonces características de guerra de clases, virando luego a una confrontación callejera casi endémica entre fuerzas de seguridad por un lado y grupos de izquierda y organizaciones populares por el otro.85

Otro fue el caso de Argentina donde, a pesar de la interpretación ofrecida por Marín, no se asistió a un esquema de polarización entre burguesía y clase obrera. Como él mismo lo reconoce parcialmente, en la situación de conflicto endémico de inicios de los años de 1970 la mayoría de la población no estaba dividida en su adhesión a las facciones en pugna,86 aunque tal vez haya que ir

81 Fernando Mires, La rebelión permanente..., op. cit., cap. 6. 82 Arturo De Ramón, Breve historia de Chile, Biblos, Buenos Aires, 2001, p. 203. 83 Guillermo O’Donnell, Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, Ed. Paidós,

Buenos Aires, 2004, p. 180. 84 Azun Candida Polomer, “El día interminable. Memoria e instalación del 11 de septiembre de 1973 en

Chile (1974-1999)”, en Elizabeth Jelin, comp., Las conmemoraciones. Las disputas en las fechas “in-felices”, Siglo XXI, Madrid, 2002. La

85 Tan sólo el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) sobrevivió a las primeras dos semanas del golpe de Estado, para sufrir una desarticulación completa ya para octubre de 1974 (Cristián Gazmuri, Una interpretación política de la experiencia autoritaria (1973-1990), Documento de Trabajo Nº 1, Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2001, p. 5)

86 “Inicialmente, el conjunto de las fuerzas en acción no constituía dos grandes bandos nítidos y excluyentes; salvo en aquellas situaciones en que la presencia políticamente unificada de la clase obrera imponía los grandes alineamientos en las luchas. Pero, justamente, para la clase obrera, la situación se tornó por momentos tremendamente confusa; el enfrentamiento armado provocado en la concentración más numerosa de su historia, en las cercanías al aeropuerto de Ezeiza, ante el esperado y frustrado regreso de Perón, la encontró políticamente desarmada como para poder definir y embanderarse masivamente con un alineamiento.

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mucho más allá y admitir que el desanclaje social de las organizaciones político-militares revolucionarias era total. Si el aislamiento de las organizaciones armadas argentinas se debió al “sistemático cerco político y militar del enemigo” –como lo quiere Marín–, o a su delirio mesiánico –según Helios Prieto– es algo que no corresponde discutir aquí; basta la corroboración de que el enfrentamiento armado no se profundizó como enfrentamiento social en el sentido de una guerra de clases. El que la experiencia argentina sea difícilmente conceptualizable en términos de guerra de clases no quiere decir que no pueda ser pensada como una serie de episodios en los cuales tiene un papel importante la lucha de clases. Pero tal vez incluso los actores fueron otros, y se re-presentan a sí mismos bajo identidades tan plurales que no pueden ser reducidos a grandes grupos sociales.87

Si no había claramente un enfrentamiento de bandos y menos aún identificados con intereses de clase, hay que recurrir a otra matriz interpretativa para tratar de apreciar las razones de una violencia mucho más capilar bajo la forma de terror de Estado. En el contraste con la situación de Chile, O’Donnell observa que ni el gobierno, ni el parlamento, ni la dirección de los partidos, ni la cúpula de los sindicatos se preocupaban antes de 1976 por fomentar la activación política de la población y menos por radicalizarla. Para él la subversión del orden establecido no tenía un lugar institucional y social delimitado, sino que se apreciaba en toda la sociedad, desde las huelgas espontáneas hasta los comportamientos cotidianos88 La restauración del orden y el exterminio de todos aquellos considerados subversivos se ejerció por la acción de una multiplicidad de bandas armadas amparadas por el Estado, pero también implicó un disciplinamiento de lo cotidiano, la limitación de las diferencias y las opiniones poco convencionales, la coacción en las instituciones educativas y laborales, en fin, la eliminación sistemática de una cultura política igualitarista que distinguía a Argentina de otros países latinoamericanos.

Esto no quiere decir que las dictaduras restantes no fueran regresivas también en materia de moral o de control de la vida cotidiana, sino que en el caso argentino esta dimensión adquirió una especial importancia dadas tanto la preexistencia de una cultura igualitarista extendida como la falta de la división de clases en bandos enfrentados. Las consecuencias de la dictadura fueron entonces de hondo calado social, aunque su edificio institucional se derrumbara aceleradamente luego de la guerra de Malvinas.89 Lo que estaba en el juego para los autores del golpe de Estado de 1976 no era la supuesta amenaza de una subversión armada a todas luces impotente, sino la progresiva presión para la liberalización y democratización de la vida social argentina, que había llegado a límites para ellos intolerables.

Si estas consideraciones son admisibles, podemos suponer que en España y Chile se dieron, con diferencias de gran magnitud, situaciones de verdadera guerra de clases. Los episodios de lucha de clases en Portugal y Argentina no parecen factibles de conceptuación en el mismo sentido, aunque se pueda apreciar el recurso a la violencia como elemento fundamental para el sostenimiento de un

En su postura expectante, de observadora no comprometida con los bandos en pugna, dio una tregua al enemigo y creó un ‘destiempo’ respecto a los cuadros más combativos del movimiento popular”, Marín, Los hechos armados..., op. cit., p. 91.

87 Igualmente, hay que señalar los orígenes de clases medias o clases de servicio de buena parte de los integrantes de las organizaciones político-militares revolucionarias. El hecho de que su inserción social no fuera “obrera” no le quita ni le agrega valor moral o conflictividad a sus acciones.

88 O’Donnell, Contrapuntos.., op. cit., p. 182. “La perversa combinación entre lo que ocurrió antes de marzo de 1976 y la furiosa paranoia de los entonces ganadores, llevó al diagnóstico de que todo el ‘cuerpo social’, aún en sus ‘tejidos’ más microscópicos, se ‘infectó’ por la subversión (sospecho que pocas veces en la historia la extrema derecha ha machacado tanto como durante esos años con sus típicas metáforas organicistas)”.

89 El impacto de la dictadura en los distintos ámbitos en Hugo Vezzetii, Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002.

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orden capitalista. Eso, quizás, pueda servir como pauta para reinterpretar las especificidades de cada situación.

En Chile y España las culturas políticas contestatarias con un fuerte contenido clasista y organizadas en un sistema de partidos e instituciones con una fuerte polarización izquierda / derecha, fueron reprimidas mediante regímenes de violencia que asumieron la forma de campañas militares y buscaron reproducir luego de dominada toda oposición la diferencia vencedores / vencidos. En Argentina, una cultura política contestataria extendida fue reprimida mediante la aplicación de un régimen de violencia capilar –y el que las clases populares fueran un sector particularmente reprimido no es obstáculo para esta afirmación. En este caso, la diferencia vencedores / vencidos no se reprodujo tan claramente en la institucionalidad posterior, sea porque los vencidos eran todos, como quiere la edulcorada culpabilización de los militares bajo otra lectura, o porque no había un bando vencido tan claramente identificable más allá de las organizaciones político-militares revolucionarias.90 Por fin, quizás pueda predicarse de Portugal lo que Guillermo O’Donnell aduce de Brasil: una sociedad más jerarquizada, más controlada cultural y moralmente, pudo reproducir la dominación de sus clases dirigentes sin recurrir a cuotas de violencia tan altas.

Una graficación que intente cruzar las magnitudes y grados de los conflictos con su naturaleza puede sintetizar el papel jugado por el tipo de conflicto de clases en el condicionamiento de los diversos regímenes de violencia. (Véase en la página siguiente).

Siendo las magnitudes, grados y tipos que conforman las coordenadas meras estimaciones, sirven para resumir las condiciones del conflicto de clases y su relación con el tipo de regímenes de violencia en el marco de un mismo modo de dominación. En Portugal, un bajo nivel de conflicto de clases se habría saldado con el control de los sectores populares por parte de un Estado que normalizó el recurso a la fuerza y pudo reproducir las estructuras de dominación con comparativamente una escasa cantidad y grado de violencia. En los otros tres casos, el desarrollo de altos niveles de conflictividad se saldó con la ejecución de políticas de exterminio planificadas. Pero mientras en Argentina la dispersión del conflicto por toda la sociedad y la falta de una esfera política fuerte que sirviera a la mediación y representación de los intereses de clase condujo a un terror capilar, en España y Chile la sociedad política se vio más claramente dividida entre derechas e izquierdas con un fuerte componente de representación de intereses de clase en la conformación de los bandos. Las diferentes configuraciones sociales de estos dos últimos países y por sobre todo el hecho de que en España se produjera una revolución social emergente en tanto que en Chile hubiera simplemente una aspiración revolucionaria por parte de algunos sectores, explicarían las variaciones en las magnitudes del terror de Estado, que fue masivo y particularmente antiobrero en el primer país y más selectivo y orientado a los dirigentes políticos y sociales de las organizaciones de izquierda y populares en el segundo.

Con toda seguridad otras variables pueden intervenir en esta explicación y dilucidar condicionamientos específicos de los diversos regímenes de violencia. Muy especialmente, las tradiciones culturales y los desarrollos ideológicos aparecen como un aspecto de principal importancia a cotejar. La explicación unilateral de las trayectorias de las diversas configuraciones políticas en términos de clases sociales constituye una visión reduccionista,91 e igual de limitadas

90 Incluso ritos de unidad nacional como el campeonato mundial de fútbol de 1978 o empresas como la

guerra de Malvinas pueden ser leídos como intentos de diluir toda distinción vencedores / vencidos, así como los contactos entre miembros de las fuerzas armadas y de organizaciones guerrilleras. Con seguridad que esta representación es parcial pues siempre hay vencedores y vencidos, pero la distinción entre unos y otros fue de una índole completamente diversa de la de los casos anteriores.

91 Es evidentemente lo que ocurre con presentaciones comparativas como la de Perry Anderson, “Democracia y dictadura en América Latina”, en Horacio Gaggero (comp.), Estructura social y conflicto político en

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pueden ser las visiones que se afiancen en las tecnologías represivas y en las estrategias de dominación construyendo una pura genealogía de la violencia. Pero no hay duda que una explicación estructural del modo de dominación y de los regímenes de violencia de las dictaduras regresivas debe contemplar tanto la dimensión de sus condiciones sociales de existencia y como las formas concretas que asumió la generación de tanto dolor humano.

Luciano Alonso, “Modo de dominación y regímenes de violencia en las dictaduras iberoamericanas. Un esbozo de comparación”, en e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, Vol. 45 nº 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2009, pp. 33-58. Disponible en línea en < http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>

América Latina, Biblos, Buenos Aires, 1989, quien con todo ofrece una explicación matizada y para nada genérica de las alternativas políticas de diversos bloques de poder en función de los conflictos de clases de distintos países latinoamericanos.

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Tendencias y debates NUEVO PARADIGMA: LA CIENCIA CIUDADANA La observación y experimentación científica realizada por no científicos como la nueva ciencia ciudadana

FCO. JAVIER IRISARRI VÁZQUEZ∗ Introducción Mi intención al hablar de la ciencia no es en absoluto buscar sus orígenes ni llevar a cabo una

revisión histórica. Simplemente quiero señalar un nuevo aspecto que está empezando a caracterizar la ciencia actual y que hasta hace bien poco no sólo no existía, sino que era impensable. No se trata de un gran descubrimiento por mi parte, sino tan sólo explicar una nueva forma de hacer ciencia que cada vez se da más y que, sin embargo, suele pasar desapercibida. Claro que para comprender bien lo que quiero señalar antes se hace necesario un ligero repaso por los puntos clave de la historia de la ciencia moderna.

I. Repaso histórico de la ciencia moderna Comenzaré recordando que, desde sus orígenes, el ser humano siempre ha tratado de explicar

los fenómenos que le rodean. Si bien algunas explicaciones eran más acertadas que otras, todas ellas tenían en común que no trataban de comprobar de forma sistemática si sus afirmaciones se cumplían fielmente en la realidad. Únicamente se buscaba que cuadrasen lo mejor posible con lo que se podría denominar “sentido común de la época”. Por eso las teorías científicas más plausibles eran las que más se adecuaban a la percepción humana del mundo.

Pero, tal como suele enseñarse en cualquier clase de historia de la ciencia, esta situación supuestamente cambió de forma radical en la Europa del siglo XVI. Fue gracias a Galileo Galilei y a su golpe de Estado a la dictadura de la física aristotélica. Este autor inauguró la ciencia moderna al establecer el método experimental como el único aceptable para el saber científico. Algo en lo que insistió en numerosas ocasiones. Por ejemplo en su defensa ante la acusación de ir contra la autoridad del saber tradicional:

Por ello, Sr. Simplicio, venid con razonamientos y demostraciones, vues-tras o de Aristóteles, y no con textos y autoridades sin más, porque nuestros razonamientos tienen que tratar sobre el mundo sensible y no sobre un mundo de papel.1

∗ Investigador en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).

Licenciado y doctorado en Filosofía en la USC. [email protected] 1 Galilei, Galileo. Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano, Madrid, Alianza

Editorial, 1994, p. 101.

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Mejor es, por tanto, dejar estas vaguedades a los retóricos y que pruebe lo que se pretende con demostraciones necesarias, que es lo que debe hacerse en las ciencias demostrativas.2

O, por ejemplo, cuando admitió no tener pruebas empíricas de la validez de alguna teoría: Y lo dicho hasta aquí son sólo las razones primeras y más generales por las que parece que no resulta del todo improbable que el giro diurno sea más bien de la Tierra que de todo el resto del universo. Yo no os las propongo como leyes inquebrantables, sino como razones que tienen alguna verosimili-tud. Y puesto que comprendo perfectamente que una única experiencia o demostración concluyente que se tuviese en contra, bastaría para echar por tierra estos y otros cien mil argumentos probables.3.

Es cierto que la física de Aristóteles también se basaba en los sentidos, pero el estagirita se diferencia de Galileo en dos cosas fundamentales: La primera es que no siempre concibe una natura matemática, ni por tanto medible o demostrable. Idea que el italiano pone en boca de Simplicio, oponente al que se enfrenta en su principal obra y que representa las ideas tradicionales: “No diré que este argumento vuestro no pueda ser concluyente, pero afirmaré con Aristóteles que en las cosas naturales no siempre se debe buscar una necesidad de demostración matemática”4.. Principio que desbarata toda la ciencia galileana, que es de base totalmente contraria, es decir, totalmente platónica. Sí, para Galileo la naturaleza es un libro de matemáticas que puede ser leído por el ser humano. Si se puede leer este libro, también se podrá comprobar en él si lo teorizado es cierto o no. Tan sólo hay que dominar el lenguaje por el que se rige el universo. Por lo que la herramienta básica del científico serán las matemáticas:

No se aprende a tocar el órgano de los que saben fabricarlos, sino de los que saben tocarlos. La poesía se aprende de la continua lectura de los poetas. La pintura se aprende dibujando y pintando continuamente. El demostrar de la lectura de los libros llenos de demostraciones que son únicamente los de matemáticas, no los de lógica..5

Pero, además de simple alfabeto, para Galileo, como para todo buen racionalista, las matemáticas son el único saber seguro e indudable. Por eso la ciencia que las utilice también será infalible. Algo que advierte claramente en uno de los pasajes que la Inquisición utilizó como prueba de herejía durante su proceso:

Y así son las ciencias matemáticas puras, es decir, la geometría y la aritmé-tica, de las cuales el intelecto divino sabe infinitas proposiciones más, porque las sabe todas, pero creo que el conocimiento de las pocas comprendidas por el intelecto humano iguala al divino en la certeza objetiva, puesto que llega a comprender su necesidad, sobre la cual no parece que pueda haber seguridad mayor.6

Sin embargo, este racionalismo galileano no es tan cartesiano como pueda parecer por esta última afirmación. Si para Descartes los sentidos -por el hecho de haber comprobado que alguna vez nos engañan- no son nunca de fiar, para Galileo las teorías matemáticas deben ser corroboradas por la experiencia para ser consideradas verdaderas en todo tiempo y lugar. Algo que deja bastante claro en estas dos contundentes afirmaciones:

2 Ibid., p. 10. 3 Ibid., p. 110. 4 Ibid., p. 13. 5 Ibid., p. 35. 6 Ibid., p. 93.

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… no dudo que si Aristóteles viviese hoy en día cambiaría de opinión. Lo que se deduce claramente de su propio modo de filosofar. Puesto que, cuan-do escribe que cree que los cielos son inalterables, etc., porque no se ha visto generar ninguna cosa nueva o disolverse las antiguas, implícitamente nos está dando a entender que si hubiese visto uno de estos accidentes, habría opina-do lo contrario y antepuesto, como conviene, la experiencia sensible al razo-namiento natural.7

Ahora bien, de estas dos proposiciones, ambas doctrinas de Aristóteles, la segunda que dice que hay que anteponer los sentidos al razonamiento, es doctrina mucho más sólida y segura que la que considera que el cielo es inal-terable. Por tanto, filosofaremos más aristotélicamente diciendo “el cielo es inalterable, porque así me lo muestran los sentidos”, que si dijéramos “el cie-lo es inalterable porque nos convence de ello el razonamiento de Aristóte-les”.8

Aquí encontramos la segunda diferencia con la física aristotélica: la comprobación empírica de las teorías científicas. Cierto que también Aristóteles se basa en los sentidos cuando propone sus explicaciones, pero de una manera muy distinta a la del matemático de Pisa. Porque la experiencia válida para Galileo no es sólo la meramente humana (proveniente de los cinco sentidos), sino también la instrumental. Es decir, la que utiliza el experimento como medio de comprobación. Este método experimental consiste en tener que demostrar previamente como cierta cualquier teoría antes de que finalmente sea aceptada. La demostración debe hacerse en la práctica mediante un experimento que reproduzca exacta y artificialmente todas las condiciones que expone la teoría a comprobar. Sólo así puede verse si se cumple el resultado previsto por ella. Claro que, para que sea válido, el experimento que demuestra la certeza de una hipótesis debe poder ser repetido por cualquiera en cualquier momento. Pero lo novedoso del método experimental no es sólo que siga unas reglas determinadas que siempre han de cumplirse para comprobar las teorías, sino el hecho de reproducir los fenómenos naturales de forma artificial. Claro que, para recrear la naturaleza a escala humana y fácilmente observable en un experimento, fue necesario un entorno controlado que reprodujese fielmente las condiciones naturales propuestas por la teoría científica de turno. Algo que sólo pudo lograrse utilizando dos cosas completamente nuevas que luego serán la base de la ciencia moderna: instrumentos de observación o medición y un laboratorio donde puedan funcionar.

Esta es la gran diferencia de Galileo respecto a todos los científicos que le precedieron: que no sólo se molesta en reproducir sus teorías en un experimento para demostrar si son ciertas, sino que además para ello utiliza nuevos aparatos creados especialmente para ese fin. Método que conlleva grandes ventajas frente a la ciencia tradicional, como él mismo comprobó:

… nosotros podemos teorizar mucho mejor que Aristóteles sobre las cosas del cielo, porque al confesar éste que tal conocimiento le es difícil por su le-janía de los sentidos, está aceptando que aquel a quien los sentidos pudiesen representarse mejor el cielo, podría filosofar sobre éste con mayor seguridad. Ahora bien, nosotros, gracias al telescopio nos lo hemos acercado treinta o cuarenta veces más de lo que estaba para Aristóteles, de modo que podemos captar en el cielo cien cosas que él no pudo ver. Entre otras, estas manchas en el Sol, que le fueron absolutamente invisibles. Por tanto, sobre el cielo y el Sol, nosotros podemos tratar con mayor seguridad que Aristóteles”9.

7 Ibid., p. 47. 8 Ibid., p. 53. 9 Ibid., p. 53.

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En este sentido son muy esclarecedoras las ideas de Luis Rodríguez Camarero,10 que define el siglo XVII como el siglo de la Óptica. Definición que se basa en el hecho de que en este siglo los principales descubrimientos científicos se deben a los avances de la óptica, que dieron lugar a la construcción primero del telescopio y después del microscopio. Instrumentos que no sólo permitieron comprobar teorías científicas, sino además tener una nueva imagen del mundo. Por eso, frente a unos predecesores carentes de aparatos de observación, los filósofos-científicos de esta época utilizaron herramientas auxiliares para aumentar sus limitados sentidos. Algo que a partir de entonces será no sólo habitual, sino la base de cualquier investigación científica hasta nuestros días. Por lo que, si Galileo comenzó fabricando un tubo de metal con dos lentes pulidas en cada extremo para poder comprobar la veracidad de sus teorías, los actuales físicos europeos han utilizado exactamente el mismo método con la construcción del gigantesco acelerador de partículas LHC. El hecho de que este último instrumento tenga 27 kilómetros de circunferencia y haya costado unos 1700 millones de euros sólo lo diferencia cuantitativamente, no cualitativamente, de los humildes aparatos de observación construidos por el matemático de Pisa. Sobre todo si recordamos que semejante herramienta tiene como única finalidad llevar a cabo meros experimentos, con los cuales se espera comprobar si son ciertas o no varias teorías actuales aún no demostradas empíricamente. Si tenemos en cuenta el coste del aparato y que además se destinarán 140 millones de euros para poder realizar pruebas con él, podremos observar como la ciencia moderna dirige los recursos de los que dispone sobre todo a construir instrumentos con los que poder llevar a cabo los experimentos que necesita para validar teorías.

La especial insistencia de Galileo en la necesidad de realizar experimentos y de conservar la autonomía en la ciencia le han consagrado como el padre del método experimental. Idea que ya forma parte del inconsciente colectivo, tal como puede verse en la mayoría de los libros de historia. Baste destacar estas palabras de G. Reale y D. Antiseri: “La ciencia moderna es la ciencia de Galileo, en la explicitación de sus supuestos, en la delimitación de su autonomía y en el descubrimiento de las reglas del método”11. Puede que, como bien advierte Federico di Trocchio en su libro Las mentiras de la ciencia,12 Galileo, al igual que muchos otros científicos posteriores, no realizase algunos de los experimentos que relató en sus obras. Seguramente consideraba que sus cálculos matemáticos eran más que suficientes para demostrar la certeza de muchos de los experimentos que propuso sin necesidad de realizarlos. También puede que no los hiciese porque en su época no podía construir aparatos de medición lo suficientemente precisos. Es más que probable que nunca llevase a cabo el experimento del plano inclinado para comprobar la veracidad de su ley del movimiento uniformemente acelerado. Tampoco que tirase una bala de cañón desde lo alto del mástil de un barco en movimiento para ver si caía perpendicularmente en su base tal como vaticinaba. Pero lo que si logró sin duda fue que, a partir de él, se generalizase rápidamente la idea de que un científico sólo acepta como cierta una teoría si se ha comprobado experimentalmente, teniendo así la seguridad de asentar su conocimiento sobre una base indudablemente sólida. Idea que para el año 1794, cuando se funda en la Francia napoleónica la École Polytechnique de París junto con el Muséum National d´Historie Naturelle, era ya la que tenía cualquier científico europeo y la de cualquiera de hoy día.

Esta supuesta posibilidad de poder comprobar si lo teorizado es verdadero le ha permitido a la ciencia moderna avanzar y alcanzar su actual grado de desarrollo y prestigio. Pero, en contra de lo que pueda parecer, lo realmente importante de las ciencias empíricas, y lo que le ha dado poder y autoridad, no es responder a las grandes cuestiones filosóficas. Puede que lo intenten con continua prepotencia, pero mucho me temo que aún siguen todas tan inconclusas como antes de su aparición.

10 Profesor en la Universidad de Santiago de Compostela. 11 Reale, G. y Antiseri, D. Historia del pensamiento filosófico y científico, Barcelona, Herder, 2001, p. 247. 12 Di Trocchio, F. Las mentiras de la ciencia, Madrid, Alianza Editorial, 1995, Capítulo I.

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Lo que de verdad convierte en útil e imprescindible a la ciencia moderna es su simple función de pitonisa, es decir, de prever el futuro. Los oráculos siempre han sido muy apreciados por todas la sociedades, pues pocas cosas hay más útiles para planificar la vida y escapar de las contingencias de este mundo que saber lo que nos sucederá. Oficio al que se dedica la ciencia porque establece leyes sobre fenómenos naturales que siempre se cumplen. “Siempre” significa que se cumplen en todo lugar y momento: pasado, presente y, sobre todo, futuro. Saber, por ejemplo, cosas tan aparentemente mundanas como que mañana lloverá o que cuando encienda el automóvil arrancará, es lo que lleva a las personas a confiar en la ciencia y a considerar su método experimental como el mejor de los posibles.

De esta manera, desde Galileo, para el científico natural la verdad está en el experimento. Poco importa lo absurdo o verosímil de las teorías científicas, sino tan sólo si se cumplen al ponerlas a prueba. Este método, y el entorno controlado en que se lleva a cabo, permitió el gran desarrollo de la ciencia empírica. También, según fueron necesarios más experimentos para objetos específicos, su diversificación y especialización en las diferentes ramas que la componen (física, química, biología, etc.) con sus correspondientes laboratorios y profesionales. Claro que, lo supuestamente infalible del método experimental y sus útiles resultados, pronto llevaron a las ciencias naturales a desplazar despóticamente cualquier otro saber que no fuese como ellas, es decir, empírico. Así lograron un lugar central y de control total en la sociedad occidental, que a su vez lo exportó a todas partes cuando en el siglo XIX colonizó y dominó el mundo. Esto propició que el positivismo del francés A. Comte fuese una corriente importante de la época. No en vano este profesor de matemáticas había estudiado en la Escuela Politécnica de París. Escuela que, como ya mencioné, adoptó desde sus inicios el método experimental propuesto por Galileo como el mejor de los posibles. Comte era de corte tan platónico como el científico de Pisa, pero no sólo consideraba que todos los fenómenos están sometidos a invariables leyes naturales que pueden averiguarse, sino que además iba un paso más allá. Seguía la doctrina política propuesta en La República de que la sociedad debe estar regida por quienes poseen el verdadero conocimiento, pero en una versión más acorde con los nuevos tiempos en los que la ciencia se había vuelto poderosa y ya no tenía que humillarse ante la Iglesia. Para este autor, los nuevos sabios que conocían la Verdad gracias al método experimental eran los científicos, élite que debía gobernar de forma paternalista la sociedad. Esto provocaría que, cuanto más conocimiento científico haya en la sociedad, más moral habrá también en ella. Por lo que, para Comte, una sociedad industrializada será siempre más pacifica que una no industrializada.

Esta concepción positiva del mundo proviene de que se veía a la ciencia como una línea recta ascendente, que parte desde la aparición del método experimental y va acumulando conocimientos hasta el infinito. De manera que la idea que rige el positivismo, y que a comienzos del siglo XX recogerá el neopositivismo del Círculo de Viena, es simple y lógica: si el método empírico no falla nunca, utilizando exclusivamente éste llegaremos siempre a conocimientos seguros e indudables. Sobre esta base se pueden ir acumulando nuevos conocimientos que también son siempre ciertos al provenir del mismo método infalible. De manera que así se avanza indefinidamente hacia un futuro cada vez mejor. Por tanto la ciencia tan sólo puede traer cosas buenas y mundo regido por ella será siempre un mundo feliz.

Tan maravilloso porvenir parece que no cuadra con las dos Guerras Mundiales, las cuales mostraron al mundo que los avances científicos no siempre conllevan cosas buenas para la humanidad. Quizás el mejor ejemplo sea el de la Alemania nazi de la II Guerra Mundial. El hecho de que fuese uno de los países más industrializados y con la ciencia más avanzada de la época no parece que provocase grandes beneficios ni a esa nación ni a la humanidad en su conjunto, sino más bien todo lo contrario. Incluso el infalible método experimental que Galileo tanto apreciaba sirvió en este caso para aumentar el exterminio en los campos de concentración nazis. Lugares que eran el culmen

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del pensamiento ilustrado, pues en ellos todo era racionalmente eficaz para un correcto funcionamiento.

Aunque inicialmente los campos de extermino no eran así, en realidad al principio ni siquiera existían como tales. Es bien conocido que, aunque al final consiguió desarrollar eficazmente su misión, el holocausto comenzó de manera un tanto chapucera. Inicialmente los nazis tenían que disparar a los desdichados judíos directamente en algún descampado para luego enterrarlos con escavadoras. Lógicamente buscaron un método más rápido y menos farragoso. Pronto diseñaron camiones con cámaras especiales donde ahogar a sus victimas con los vapores del tubo de escape. De esta cámara de gas portátil a la fija, mucho más grande y rápida, tan sólo hay un paso. Sólo había que diseñar un campo donde instalarla, que estuviese en algún lugar discreto, con una buena vía férrea para poder llevar la mercancía y un crematorio para deshacerse de las pruebas. Claro que Chelmno, el primer campo de extermino construido en 1941, estaba muy lejos de la eficiencia conseguida con la cumbre del proyecto nazi denominado Solución Final: El campo de Auschwitz II-Birkenau, terminado en 1943. Para lograr este éxito tecno-científico bastaron pocos años de experimentos. Gracias a los cuales los científicos nazis encontraron la formula más adecuada para eliminar judíos de la forma más rápida y económica posible. Esta consistía en aplicar racionalmente los descubrimientos científicos modernos para conseguir lograr con éxito la misión de exterminio que tenía el campo, que no debía ser entorpecida por sentimentalismos románticos o primitivos sistemas de ejecución tradicionales (estilo degollación, lapidación, picota medieval, etc.). Cualquiera que visite un campo de concentración podrá comprobar fácilmente como en ellos tan sólo había orden, racionalidad y la tecnología más moderna de la época; nunca caos ni atraso tercermundista. Por lo que los nazis podían jactarse de que en ellos se cumplía a la perfección el ideal positivista de aplicar una ciencia objetiva y con un progreso constante.

Tras la desilusión de que no hay una ciencia intrínsecamente buena, al positivista aún le quedaba la defensa de que la ciencia, aunque se le pueda dar un uso bueno o malo, siempre progresa en línea recta ascendente acumulando conocimientos hasta el infinito. Pero otro vistazo realista a la historia de la ciencia, como el realizado por T. S. Kuhn en La estructuras de las revoluciones científicas, permite ver que ésta no siempre estuvo en la misma línea de investigación, sino que la ha cambiado en muchas ocasiones debido a causas completamente externas a ella misma. Por tanto la historia de la ciencia no es una línea recta ascendente y acumulativa de conocimientos, sino más bien una línea en zigzag, en donde los grandes avances científicos se producen cuando todo el saber anterior se deja de lado y se parte de una base o concepción del mundo completamente nueva que, como todos sabemos, Kuhn denomina “paradigma”. Claro que, como bien advierte P. Feyerabend, al científico no le conviene nada admitir esto puesto que vive del crédito que le proporciona el manejo de una ciencia que vende como saber inmutable e infalible. Por lo que, para mantener su prestigio y poder, únicamente defenderá la existencia de un modelo de ciencia que no depende de contingencias externas (objetivo) y que es siempre exitoso. Esta buena imagen se consigue con el simple truco de publicar tan sólo los buenos resultados de las investigaciones y de no mencionar nunca los fracasos, así como del de utilizar un lenguaje técnico que no parezca mundano, sino siempre objetivo y racional (al margen de las siempre cambiantes emociones). Pero sobre todo esto se consigue eliminando de la sociedad cualquier otra clase de conocimiento con el que pueda compararse o competir el científico, para que todos los logros sean en exclusiva producto de este último.

Esto permite que el científico ya no parezca un simple ser humano sujeto a las limitaciones propias de su especie, por lo que el saber que genere también tendrá esta propiedad de ser sobrehumano. Si partimos de la idea de que toda persona necesitan creer en algo más grande que ella misma para poder confiar en ello y considerar que le puede ayudar en sus dificultades diarias, entonces tendremos la explicación del aprecio actual que se tiene a la ciencia en nuestra sociedad. Esto explica la idea de Feyerabend de que la ciencia actual, al formar parte del Estado, ocupa el lugar

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que en la Edad Media la Iglesia tenía en la sociedad. Así, si antes la religión era el saber innegable y sus ministros eran quienes lo interpretaban en exclusiva, ahora es la ciencia la que jamás falla y los científicos son los que manejan este saber superior a cualquier otro meramente humano. Puede que los sacerdotes de antaño leyesen en un latín exclusivo de su clase la Verdad en su libro sagrado, pero los científicos actuales afirman hacer lo mismo al leerla en el libro de la naturaleza escrito en las matemáticas que sólo ellos creen poder comprender y comprobar experimentalmente. Ambas clases dominantes visten hábitos distintivos del resto de los mortales, elaborando su saber en grandes centros construidos específicamente para ello y que están apartados de lo terrenal. También se forma, mediante un largo aprendizaje en centros especiales que poseen su propio lenguaje y doctrina, en una determinada concepción del mundo a quien quiere entrar en alguno de estos dos selectos grupos. La única diferencia es que unos llevan sotana negra y trabajan en seminarios o grandes catedrales, mientras que otros llevan bata blanca y trabajan también en grandes edificios llamados universidades o institutos de investigación. Lógicamente en su lucha por acaparar la Verdad ambas clases se encuentran enfrentadas para no perder ni poder, ni privilegios, ni sobre todo adeptos. Claro que al final la mayoría de los ciudadanos escapa de esta guerra por la búsqueda del dominio con una solución principalmente práctica: simplemente utilizan ambos saberes de forma complementaria. Así cuando uno falla, acuden al otro. Aunque otra posibilidad es que usen ambos a la vez. Baste el ejemplo clásico del caso de enfermedad grave, donde primero se acude al médico y, si éste falla, se acude al sacerdote para que nos procure una ayuda divina extra. Claro que es igualmente común el optar por la solución más segura y práctica: ser operado por el médico y rezar para que la operación salga lo mejor posible.

Pero no es mi intención aquí insistir en la vieja lucha entre religión y ciencia, tampoco en la importante idea de un paralelismo entre ambas. Simplemente se trata de mostrar el carácter mundano o humano de la ciencia que el positivismo y el actual neopositivismo que aún sobrevive en la sociedad le niegan. Como ya mencioné, al científico le conviene que se le vea como un sujeto epistémico ideal en un laboratorio sacrosanto al margen del mundo, aunque al final no sea más que un mortal como cualquier otro. Claro que para disfrazar este hecho evidente se escuda en un supuesto objetivismo, que Feyerabend denuncia como una farsa, explicando que no es más que una forma de hablar del científico con la que quiere esconder su visión del mundo mostrándola como algo objetivo. Algo fácil de comprobar cuando se le pregunta a varios expertos científicos sobre un tema actual de su disciplina, ya que es común encontrarse tantas respuestas como expertos. Fenómeno que todos hemos podido apreciar en la medicina cuando estamos enfermos de algo, pues cada médico consultado suele recomendar una solución distinta aunque mostrada dentro del más puro objetivismo universal. Esto no ocurre sólo en la ciencia de Hipócrates, sino en todas las empíricas cuando se consulta a sus respectivos especialistas. El hecho de que cada uno tenga una opinión propia -algo que debería ser normal por otra parte- no sólo no cuadra con el objetivismo científico, sino que suele ser una acusación de falta de rigor u objetividad que los propios científicos hacen a las demás disciplinas. No sólo en el caso de la filosofía, donde califican de inaceptable que un filósofo diga una opinión sobre un tema y otro diga otra diferente (mientras en su caso esto es calificado de ciencia o ciencia teórica), sino en todos los saberes no considerados tradicionalmente como científicos. Este prejuicio es el que lleva a sostener absurdamente a los científicos que, por ejemplo, cuando tenemos dos físicos de igual prestigio, pero con argumentos contrapuestos sobre una teoría física todavía no probada, que estos no están haciendo metafísica, sino física teórica, aunque en realidad lo único que les diferencia de los despreciados filósofos en ese momento son sus batas blancas y que estarán en algún laboratorio. Por eso, si analizamos de la misma forma en que la ciencia analiza las disciplinas diferentes de ella, el hecho de que haya científicos con distintas opiniones sobre un tema sólo puede significar tres cosas: que su método esté mal, que haya sido aplicado mal o que sea un método infalible pero no aplicable por seres falibles (como son los humanos). Sólo cabrían estas tres posibilidades porque con un método que siempre da un resultado

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universalmente verdadero no tendría sentido alguno opinar sobre ningún tema. Excepto que el método, su aplicación o aplicadores no obtengan una solución siempre igual. Pero como la ciencia se basa en que sólo puede haber una respuesta verdadera con su método, entonces si ésta no se da (sino existe) no puede haber ciencia objetiva. Al igual que sin un Dios supremo no puede haber religión monoteísta alguna.

Un buen antecedente a esta crítica de la objetividad científica se daba ya en el perspicaz Husserl, antes incluso de que la II Guerra Mundial mostrara las manipulaciones nazis que puede esconder el tan supuestamente imparcial objetivismo científico. Husserl acusaba al objetivismo de ser una alineación de la razón, pues tan sólo admitía una razón objetivista, por lo que la razón humana quedaba reducida a una cosa al servicio de los ideales que la ciencia daba por supuestos, perdiendo así su importante función autoreflexiva y, no sólo esto, sino que, además, tan sólo se admitía como bueno el racionalismo propio de las ciencias empíricas. Por eso cualquier otra disciplina que no usase la alineada razón instrumental-naturalista era despreciada como conocimiento inferior al científico. Idea que también hace insostenible Heidegger cuando nos recuerda –siguiendo a Husserl- que todo ser humano es en un mundo, no en ningún lugar abstracto ideal. Esto significa que el científico también es un ser histórico como el resto de los miembros de su especie, pues tiene los mismos prejuicios que cualquier hombre o mujer de su época y está sujeto a las mismas contingencias (política, economía, fama, et.). Así que el supuesto objetivismo científico no es posible por el mero hecho de que, como bien advierte realistamente Gadamer en Verdad y Método, no puede haber interpretación sin prejuicio.

La idea de mundaneidad científica por tanto es advertida por esta tríada alemana de maestros y discípulos que caracteriza la primera mitad del siglo XX. Pero otro argumento, más actual y proveniente de la biología, que sigue la misma línea es que el cerebro de los primates, incluido el del Homo sapiens, parece estar estructurado para seguir el principio de causa-efecto, no pudiendo concebir los seres humanos un mundo en donde los efectos carezcan de causa, por mucho que luego en realidad fuese así. Pero, dejando de lado la clásica discusión de si hay ideas innatas al nacer, considero que basta apoyarse en la manera de concebir la interpretación que tiene Gadamer para ver que el científico no elabora sus ideas ex nihilo. Cualquier humano necesita de prejuicios, es decir, de ideas o juicios previos acerca del mundo propios de la cultura y período histórico en que nacemos. Éstos son los ladrillos con los que la mente construye cualquier cosa que pueda pensar (independientemente de que tenga ideas innatas o no). Si vaciásemos la cabeza de todo contenido anterior (tradicional), tal como pretendía el objetivismo científico, entonces no podríamos pensar nada. En realidad siempre manejamos prejuicios; simplemente algunos tienen fundamento y otros no. La misión del científico no es deshacerse de todo prejuicio, cosa no sólo imposible (porque no puede lograrse), sino porque de conseguirse no podríamos llevar a cabo ningún trabajo mental. Situación que suele ilustrarse bien con el clásico ejemplo de Kant cuando habla de una paloma que pensase que, sin la resistencia del aire, volaría más rápido, mientras que todo físico sabe que en realidad sin la resistencia que provoca el aire en las alas de un pájaro éste no podría volar, pues de nada sirve batir las alas en el vacío. Por eso debe abandonarse la idea prepotente de que podemos liberarnos de todo prejuicio, aceptando la más realista, y no por ello menos importante, de intentar averiguar cuáles son ciertos y cuáles no.

Puede replicarse que, si bien la ciencia se lleva a cabo por meros hombres o mujeres, el método que usan es sobrehumano. Pero al respecto se intentará mostrar que, como todo lo que tiene origen humano, las ciencias naturales son igualmente limitadas. Primero porque no parece posible que de algo limitado o imperfecto, como son las personas, pueda salir lo ilimitado o perfecto. Segundo porque, viendo la historia de la ciencia o como funciona actualmente, pueden apreciarse cambios o mutaciones en este saber y su método que algunos califican de incorruptibles. Por lo que parece que la ciencia no es un saber divino o ideal, sino imperfecto y que sufre alteraciones constantes por influencias externas a ella misma. Esto puede sostenerse sin necesidad de mencionar todavía la

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famosa y polémica teoría del caos, la cual defiende que la naturaleza no está escrita en matemáticas como creía Galileo y, desde él, la ciencia moderna. En realidad la matemática sólo sería una forma en la que el ser humano trata de ordenar o comprender, según su subjetiva estructura mental de causa-efecto, un universo caótico y no medible. Muy probablemente cierta, la teoría del caos eliminaría toda la ciencia moderna de un plumazo o, como mucho, la dejaría como mera forma humanamente subjetiva de ver y controlar el mundo.

Pero estas ideas no buscan un enfrentamiento o rechazo total de la ciencia. En su campo funciona y en ocasiones trae beneficios. El problema surge cuando quiere usarse para dominar o desplazar otros saberes, calificándolos de inferiores por supuesta imperfección (producto sólo de no ser como la ciencia dominante) sin que ésta se haya siquiera molestado en comprobar si lo que dicen es acertado o no, contradiciendo así su propio método, consistente en comprobar algo para ver su certeza o falsedad, con este prejuicio de considerar a priori todo saber no científico como erróneo. Este despótico régimen científico, que como mencioné Feyerabend ponía al descubierto, hace que sea importante que siempre se recuerde que la ciencia es limitada y que no siempre tiene razón, acertando unas veces y fallando enormemente otras, por mucha inseguridad que esto pueda causar, por ejemplo, al comprador de un champú anticaspa científicamente testado. Así que deben recordarse las ideas de este físico y anarquista científico: “La ciencia no es superior en virtud de su método, puesto que no hay ningún método, y tampoco lo es en virtud de sus resultados”.13

II. Situación actual de la ciencia Hasta aquí el repaso histórico, el cual es de esperar que sea más que suficiente para entrar en

materia y situarnos ante la ciencia de hoy día con una postura menos alineada o más díscola de lo normal en nuestra sociedad. Visión que permitirá contemplar algunas de sus actuaciones, que antes podían pasar desapercibidas, de manera más crítica, intentando comprobar en ellas si los filósofos y críticas que acaban de mencionarse pueden tener algo de razón o no. Para ello debemos centrar nuestra atención en algunos de los nuevos descubrimientos sobre el tema. Aunque, en los que nos centraremos son muy pequeños y sencillos, lo realmente importante sobre ellos es que pueden ayudar de alguna forma a arrojar luz sobre la cuestión de si el método científico permanece siempre inalterable o no. Esto es más importante de lo que parece a primera vista, pues si el método cambia es que no es perfecto como defendía el positivismo. De ser inmutable, esto se debería a que siempre acierta y no es necesario variarlo. Pero, si varia, es que alguna vez falló o era insuficiente, algo que, como en todo producto humano, suele pasar por provenir de un ser imperfecto, pero que en la ciencia daría lugar a la duda, pues si ésta falla aunque sólo sea una vez, es que puede fallar en otras ocasiones. Esto provocaría una gran desconfianza en el gran público, que acostumbra a adorar la ciencia como saber infalible. No por nada se vende lo probado científicamente como algo indudable. Por eso los creyentes en la ciencia suelen excusar los errores de su diosa argumentando que se deben a fallos humanos, no del método científico.

Así, de entre los muchos ejemplos que hay de cambios en el supuestamente inmutable método científico a lo largo de su zigzageante historia, nos centraremos en el que parece el más actual y claro: la aparición de lo que puede denominarse irónicamente “ciencia democrática”. Llamada así no porque las cosas que establezca como ciertas o falsas dependan del sufragio universal, sino por la participación ciudadana en ella. Para entender esta idea antes debe advertirse que la ciencia decimonónica sí era llevada a cabo por científicos que trabajaban en sus laboratorios apartados del mundo que estudiaban. Claro que, como ya se explicó, el hecho de trabajar apartados del mundanal ruido no significa que ya no se esté trabajando en el mundo, ni menos aún que uno haya perdido todo prejuicio y se haya vuelto objetivo. Simplemente se tienen los mismos que cualquier persona de la época, pero se está en un lugar más tranquilo y controlable para realizar experimentos.

13 Feyerabend, Paul. La ciencia en una sociedad libre, Madrid, Siglo XXI, 1982, p. 124.

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Pero, al igual que el antropólogo en su momento decidió abandonar su cómodo despacho victoriano para ir a observar las tribus en su propio medio y dejar de estudiar sólo los datos que sobre ellas recibían en casa, a mediados del siglo XIX el trabajo de campo comenzó a ser una opción para las ciencias naturales. Las causas quizá sean bastante complejas, pero se podrían explicar resumidamente diciendo que el aumento de los conocimientos geográficos hizo que se conocieran nuevos descubrimientos (físicos, climatológicos, biológicos, etc.) fuera de la vieja Europa que suscitaron el interés científico. La mejora en los medios de transporte y las nuevas colonias permitieron que los científicos se trasladasen fácilmente para estudiar los nuevos fenómenos descubiertos. Por lo que una oleada de estudiosos se vio incitada a dejar atrás sus controlables laboratorios o universidades, para así pasar a tomar datos directamente del medio.

Claro que la nueva tarea planteaba una serie de problemas completamente inesperados. El primero fue que los datos a recoger eran inmensos, es decir, no abarcables por un simple puñado de científicos. El segundo es que, aún encima, estos pocos investigadores siempre tenían recursos limitados (pocos medios técnicos, económicos, políticos, etc.). Esto llevó inevitablemente a la búsqueda de rentabilidad y ahorro, elaborando así una fórmula de estudio que permitiera conseguir la mayor cantidad posible de nuevos conocimientos al menor coste. La mejor manera de conseguir esto es una colaboración amplia y gratuita en las observaciones de los trabajos de campo. Algo que los científicos actuales incitan a hacer a los ciudadanos de a pie que estén interesados en colaborar en el sector concreto que quieren estudiar. Pero esta ayuda ciudadana sólo es eficaz si se puede comunicar de forma rápida y concreta al laboratorio o centro de investigación. Esto se consigue gracias a las nuevas tecnologías (tipo Internet, GPS, teléfonos móviles, etc.) que están al alcance de todos, pues hasta hace bien poco sólo estaban en manos de unos pocos militares o científicos. Estos aparatos permiten al ciudadano medio colaborar en tiempo real y de manera rigurosa con la ciencia.

Existen muchos ejemplos de esta nueva forma de trabajo científico, pero quizá el más llamativo y multitudinario sea el famoso Proyecto SETI@Home14. SETI es un acrónimo que significa Search for Extra-Terrestrial Intelligence (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre). Para quien no la conozca, la historia de este proyecto es sencilla: a principios de los 60 la NASA buscaba formas de inteligencia extraterrestre en el espacio exterior. Se llegó a la conclusión de que la manera más eficaz de buscar rastros de actividad inteligente en nuestra inmensa galaxia no era otear a ojo con telescopios a ver si pasaba algún OVNI despistado. La mejor forma era rastrear el espacio en busca de ondas de radio, pues son algo básico en cualquier sistema de comunicación moderno. Aquí puede apreciarse de nuevo la visión prepotente y antropocéntrica de la ciencia moderna, que considera que solamente hay un único camino posible de adquirir conocimiento verdadero. Como la ciencia del ser humano comenzó sus formas de comunicación modernas con ondas de radio, esta misma ciencia espera que el resto de las inteligencias tan sólo puedan recorrer este mismo camino posible de conocimiento objetivo. La situación es bien parecida al etnocentrismo de la sociedad occidental colonial, que consideraba que todas las demás culturas seguían de forma atrasada su misma línea de evolución, al creer que era la única posible. Si esto ya era ridículo y prepotente refiriéndose a la misma especie en un mismo planeta, imaginemos cuanto más inverosímil puede ser para los extraterrestres.

Pero más allá de esta cuestión, el caso es que desde ese momento comenzaron a construirse radiotelescopios que escrutaban el gigantesco universo en busca de señales de radio. Estos aparatos se construyeron cada vez más grandes, hasta llegar al mayor de ellos en 1963: el de Arecibo, en Puerto Rico, con 305 metros de diámetro. El problema era que este Leviatán (que hoy día ha sido superado por la construcción de otro radiotelescopio ruso todavía mayor) recogía más cantidad de información que la que podía procesar ningún superordenador que exista. Así que a la NASA se le

14 Su página web es: seti.astroseti.org, donde uno puede informarse y apuntarse en el proyecto.

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ocurrió la gran idea de dejar de usar exclusivamente sus dependencias para realizar sus estudios como en los viejos tiempos, pasando a utilizar el ordenador más grande del mundo: Internet. Sí, la gran red de redes es el superordenador más grande jamás construido por la humanidad. También es por tanto una de las mayores obras conjuntas del Homo sapiens en toda su historia, aunque sea un reflejo del desaforado consumismo actual. Poco importa que esta gran computadora esté constituida por millones de PC individuales, el caso es que todos juntos podían revisar más cantidad de información que todo el resto de los superordenadores existentes.

La forma de colaborar es tan sencilla como la idea del proyecto. Todo ciudadano que lo desee puede ir a la web del SETI@Home y apuntarse gratuitamente. Hecho esto se instala el programa Seti y el PC comienza a revisar datos que le manda por la red la Universidad de Berkeley (California), que es la que se ocupa del proyecto. Tan sólo es preciso aclarar que el programa no es más que un salvapantallas que se activa cuando el PC queda desocupado. Mediante ese salvapantallas se revisa una porción diminuta de la ingente información recogida por el radiotelescopio de Arecibo, mandándose la información de vuelta a Berkeley automáticamente cuando el ordenador vuelve a conectarse al ciberespacio. Parece poca cosa, pero millones de PC en los millones de ratos que les quedan libres mientras sus dueños vaguean un rato, consiguen procesar mucha más información que toda la NASA y los medios a los que ésta podía acceder juntos. Más que ser una metáfora de la tonta forma en que actualmente se desperdicia mucha y carísima energía en aparatos no usados que olvidamos encendidos, el proyecto SETI@Home también puede ser una metáfora del poder individual de cambio que cada uno de nosotros puede tener en la sociedad en que vivimos.

Así que hoy por hoy cualquier internauta que lo desee puede colaborar con los científicos de la NASA y revisar un trozo minúsculo del universo. De manera que si en la actualidad se produce uno de los mayores descubrimientos científicos de todos los tiempos -el encuentro de vida extraterrestre- éste se deberá seguramente no a un objetivo y genial científico en un laboratorio lejano, sino a un ciudadano cualquiera en el salón de su casa y sin apenas formación científica alguna. Puede observarse que este método de investigación está muy lejos del método experimental clásico y de su importantísimo objetivismo. Pero ejemplos como el del SETI@Home no son algo excepcional en la ciencia actual, sino que cada día son más numerosos en otras ciencias empíricas además de en la astronomía. Algo lógico por otra parte, pues colaboración gratuita la agradece todo el mundo en su trabajo, no sólo la ciencia. Máxime cuando la materia a investigar es enorme y los recursos escasos, situación común a todos los científicos del mundo. Aparte de que, si en otros tiempos el colaborar desinteresadamente era cosa de algún misionero perdido en África, desde la década de los 90 el voluntariado en cualquier actividad no sólo es algo normal, sino que está en alza.

Para seguir demostrando la generalidad de la colaboración ciudadana con la ciencia se mencionarán otros casos que no sean tan cegadores como el del SETI y que tampoco sean norteamericanos, sino de carácter local y cercano. Aunque prejuiciosamente siempre suele darse mayor importancia a lo de fuera, Argentina o España, por ejemplo, tienen tanto derecho como cualquier otro Estado a tener una ciencia aceptable. Sobre todo si se supone que ésta usa un mismo método objetivo de validez universal. Por tanto, los logros de la ciencia iberoamericana deberían ser tan válidos como los de cualquier ciencia de otros países más poderosos. Aunque en la práctica, en caso de no coincidir, la palabra del científico de Harvard o Cambridge parece tener mucho más peso para la comunidad científica internacional (supuestamente tan objetiva como su método) que la de un científico de Buenos Aires o de Santiago de Compostela, por ejemplo.

De modo que el siguiente ejemplo que se expondrá es genuinamente español. Se refiere también a la colaboración con la astronomía, pero en este caso referido a las observaciones con telescopio. Se trata de los descubrimientos que en el año 2006 realizó la Agrupación Astronómica de

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Mérida,15 formada por meros aficionados que se reúnen por las noches para otear el cielo con sus propios telescopios domésticos. Uno de ellos, Francisco Rica, observó cinco estrellas que no aparecían en las cartas astronómicas. Pero no sólo las descubrió, sino que las clasificó acertadamente como enanas blancas (uno de los tres tipos de estrellas que hay) gracias a la forma de luz que emitían. En cuanto la revista Astronomía, una de las más prestigiosas del sector en España, publicó la noticia, el descubrimiento fue reconocido por la comunidad científica internacional. Hallazgos de este tipo, aunque poco comunes, se han dado en varias ocasiones en diferentes países gracias a los, cada vez más, aficionados a la astronomía. Pero no debe asombrar que estos no científicos hagan descubrimientos científicos de este tipo. La cantidad de estrellas que hay en el universo es tal (unos 100 mil millones sólo en nuestra galaxia), que los medios actuales con los que cuenta la astronomía oficial no son suficientes ni de lejos para documentar o catalogar todas. De nuevo puede apreciarse como, en los trabajos de campo, los datos son tantos que la ciencia siempre necesita ser ayudada por ciudadanos en la recopilación de los mismos.

Aunque este voluntariado científico se da en muchas ciencias empíricas, nos centraremos ahora en la que parece tener más colaboradores hoy día: la biología. Parece claro que la nueva corriente ecologista, que se extiende a todos los ámbitos de la sociedad, es la causa de que haya tantos simpatizantes de esta disciplina. En biología los datos a recoger en los trabajos de campo son también inmensos para los científicos, que en estos casos de necesidad abandonan su tradicional prepotencia y se acercan más al ciudadano medio. Así, cada vez son más las personas que colaboran en la recogida, marcación u observación de aves, peces, tortugas y otros muchos animales. Estos colaboradores no sólo colocan anillas o etiquetas, sino que también recogen la información de las mismas como el mejor de los científicos. Esto sucede por ejemplo cada vez que se pone una anilla a un pájaro o una etiqueta a un pez y que, después de recorrer una gran distancia, son apresados u observados por un particular, el cual avisa a los científicos de turno que lleven ese proyecto de marcaje, que pueden estar al otro lado del mundo o en otro país. Esto obliga a los científicos a fiarse, tanto como de los logros de cualquier otro colega científico, de los datos (lugar de encuentro, hora y fecha, meteorología, etc) que les trasmita el ciudadano que haya capturado o reconocido el animal marcado.

Algo que, como ya he mencionado, sólo es posible gracias a las nuevas tecnologías: con el GPS de su coche o barco el particular puede decir en donde ha encontrado exactamente al animal, con Internet mandar una foto de su estado, con el móvil avisar en tiempo real al científico para que los datos puedan incluirse en su estudio de forma efectiva, etc. Todo esto era impensable hasta hace sólo unas décadas, pero que ahora hace posible que la ciencia ya no sólo la lleven a cabo científicos, sino gente que no tiene nada que ver con ella y que está tan influida por las contingencias externas del mundo como cualquiera. Para los científicos esto no invalida en absoluto sus observaciones y las conclusiones científicas que de ellas se deriven, las cuales se consideran tan rigurosas y objetivas como las realizadas por los científicos más expertos o supuestamente aislados de influencias externas.

Alguien puede replicar aquí que el supuesto aislacionismo u objetividad del científico sólo tiene lugar en el momento justo de llevar a cabo el método experimental y observar sus resultados. En este sentido, la situación de colaboración ciudadana que se describe no influiría en absoluto en el científico. Pasaría como con la ayuda que siempre ha recibido la ciencia en otros muchos aspectos: su financiación estatal o privada, el taxi que lleva al científico al laboratorio, el bedel que lo mantiene en perfecto estado para que funcione, el obrero que lo construyó, etc. Se supone que toda esta mundaneidad no tocaría al científico únicamente cuando realiza sus experimentos y comprueba sus

15 La noticia fue recogida por diversos medios de comunicación de todo el mundo. Sin embargo, hoy

día la forma más fácil de conocerla es a través de Internet, en la edición del miércoles 23 de Marzo 2006 del diario Hoydigital.

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resultados. Ante esta visión tan clasista del trabajo científico sólo cabe recordar la máxima de Napoleón de que los soldados ganan las batallas pero los generales se llevan la gloria. Basta pensarlo un poco para ver que muchos logros profesionales que tienen una sola cabeza visible en realidad son producto de todo un equipo de personas, por lo que al final la batalla la ganan los soldados o –lo que es lo mismo- los programas de televisión los hace más gente que el presentador. Otro tanto sucede con la ciencia: primero, se necesita una gran cantidad de personas no científicas en absoluto (es decir, personas “subjetivas”) para que un simple proyecto de investigación o un laboratorio se ponga en marcha. Esto no sólo hace que el desarrollo científico sea influido por cosas tan mundanas, por ejemplo, como la disponibilidad de suelo urbanizable, sino por infinitud de otros muchos factores. Siendo la política -disciplina llevada a cabo por los seres más partidistas o subjetivos que pueda imaginarse- quizá una de las que más influya en el objetivismo científico.

Los ejemplos son muchos y muy llamativos, pero uno de los más famosos es el de la llegada del hombre a la Luna. Para una mentalidad positivista este triunfo científico era inevitable, se encontraría dentro de esa única línea de evolución científica que sigue la senda del verdadero conocimiento de forma ascendente-acumulativa. Claro que esta realización objetiva parece sospechosamente influida por factores totalmente casuales y subjetivos. El primero de todos ellos es puramente geográfico: El hecho de que Inglaterra sea una isla. De todos es conocido que, durante la II Guerra Mundial, Hitler necesitaba atacar ese país de la forma más efectiva posible para ganar el conflicto. De no ser una isla habría mandado su mejor arma contra ella: la Blitzkrieg (guerra relámpago), que con las fuerzas alemanas de tierra mecanizadas y acorazadas conquistó toda Europa en poco tiempo. Pero, para atacar a los ingleses, los alemanes necesitaban destruir antes sus defensas aéreas para poder desembarcar sus tropas de asalto sin que sus barcos fuesen hundidos por el camino. Tras el fracaso de la aviación alemana en esta misión, Hitler exigió a sus científicos la construcción de nuevas armas de bombardeo. Así nacieron los primeros misiles: el avión no tripulado V1 y el gran cohete V2. El principal artífice del proyecto fue el conocido ingeniero aéreoespacial alemán Werner von Braun, que tras la guerra trabajó en EEUU y diseño el cohete que llevó al hombre a la Luna: el Saturno V. Pero no se fue a la Luna sólo porque Inglaterra fuese una isla, sino también por otra causa completamente ajena a la ciencia: la guerra fría. En cuanto acabó la II Guerra Mundial, comenzó la tensión entre los dos bloques ganadores. De nuevo la distancia entre ellos hizo necesario diseñar cohetes de bombardeo disuasorio de largo alcance. Estos misiles gigantes permitieron a los rusos mandar el primer satélite al espacio sustituyendo simplemente la cabeza nuclear por una cabina, lo que disparó también la lucha por el dominio tecnológico de este nuevo medio y así comenzó la carrera espacial por ver qué país llegaría antes a la Luna. Esto permite apreciar como la política obligó a la ciencia a ir en una determinada línea de investigación, inicialmente sin interés alguno para ella, por meros intereses militares o geográficos. La prueba de esto es que tras la guerra fría ya no se volvió a viajar a la Luna, algo costosísimo para unos resultados comerciales muy pobres (en la Luna no hay ningún material que no pueda encontrarse de forma mucho más barata en la Tierra). Resulta mucho más rentable invertir en satélites de comunicaciones. Parece que la gente paga más por ver cien canales de televisión que para ver a alguien paseándose por la Luna. Así que a estas alturas, a diferencia de lo que vaticinaban positivamente los científicos en el 69, no hay ciudades ni viajes comerciales a nuestro viejo satélite.

Pero, además de todos estos incontrolables factores mundanos que influyen en la ciencia, la forma actual de colaboración ciudadana que se ha explicado ejerce un influjo aún mayor o más grave para el mantenimiento del objetivismo. Los defensores de la inmutabilidad del método científico argumentarán que puede que su existencia dependa de circunstancias o personas subjetivas, pero que su aplicación siempre la lleva a cabo un científico de forma completamente objetiva. Sin embargo, en los casos de colaboración ya mencionados, los datos del experimento científico los recogen no científicos. Esto era ya impensable para la ciencia positivista decimonónica, cuyos científicos sólo debían fiarse de los datos recogidos por ellos mismos en sus controlables laboratorios. Nunca

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aceptarían nada de un analfabeto de su método si querían que éste siguiese siendo aplicado de forma pura, es decir, objetivamente. Por lo que aceptar información de extraños ya implica un cambio grande en la manera de hacer ciencia, la cual se suponía que nunca debía cambiar su forma de actuar porque sólo hay una buena y ella ya la seguía. Pero la colaboración ciudadana no sólo supone aportar datos, sino que además ella misma es la que realiza muchos de los experimentos científicos. Esto lo hace cada vez que ha realizado algún descubrimiento que la ciencia luego ha aprovechado como propio, incorporándolo a su saber objetivo y siendo la base donde se apoyan otros experimentos o descubrimientos posteriores.

Para explicar este caso hay ejemplos todavía más escandalosos que los de aquel aficionado a la astronomía que realizó él solo todo el proceso experimental que supone descubrir una estrella y la clase a la que pertenece. Como sucede con los que anillan pájaros o avisan del encuentro de una tortuga marina etiquetada, puede argumentarse que estos aficionados, aunque no son científicos puros, sí tienen una ligera formación científica, por lo menos en el sentido de que saben como funciona el método experimental y de que procuran respetarlo en la medida de lo posible en sus observaciones. Claro que podrían equivocarse en su aplicación por falta de formación o experiencia. Incluso, por muchas razones, engañar deliberadamente sobre los datos (algo que los científicos no tienen en cuenta o prefieren ignorar, aceptando la información o experimentos de extraños como puramente científicos, porque necesitan desesperadamente de la colaboración ciudadana para llevar a cabo sus investigaciones).

Pero esta colaboración no sólo se refiere al hombre medio de la sociedad occidental. También se da en el caso de personas de otras culturas que desconocen por completo la ciencia moderna. El ejemplo más repetido y conocido es el de la farmacología. Poco importa que tras la guerra fría la ciencia ya no sólo se mantenga por financiación estatal, pues las grandes multinacionales (aún más subjetivas que los políticos) que hoy día también la hacen posible tampoco dotan de recursos ilimitados a la investigación. De forma puramente capitalista tratarán de seguir el principio antes mencionado que regía el trabajo de campo: conseguir el mayor conocimiento al menor coste posible. Por eso, cuando una empresa de elaboración de fármacos realiza un proyecto de investigación para buscar nuevos medicamentos en la Amazonía, por ejemplo, no va revisando una por una las miles de especies de plantas que hay y sus posibles efectos. Mucho más rentable es robar los experimentos de otros y sus buenos resultados. Quien se ha pasado miles de años experimentando en humanos los efectos de las plantas de una zona suelen ser los curanderos de las tribus ancestrales del lugar. Por eso lo mejor para obtener mayor rentabilidad es que los científicos que financies acudan a estas personas para robarles sus conocimientos médicos. Digo “robar” porque en muchos casos no se le da nada a cambio al indígena que aporta su saber o lo que se le da no es ni de lejos lo que realmente vale. Curiosamente, las grandes farmacéuticas no permiten participar a los curanderos de la patente o de los beneficios derivados de los medicamentos que encontraron gracias a ellos. Esto se conoce como “biopiratería”, aunque también podría clasificarse como una forma explotadora de hacer la nueva ciencia democrática de la que se está hablando. No se trata de algo excepcional, sino muy común y con casos importantes. Entre ellos destacar la concesión exclusiva en 1986 a una empresa americana de la patente para la famosa ayahuasca, planta alucinógena utilizada por muchos pueblos indígenas del Amazonas. Destaca también la patente en 1994 a la Universidad de Colorado de la quinua, cereal andino de alto valor nutritivo cultivado tradicionalmente por los pueblos indígenas de los Andes. Se podría hablar de otros muchos casos más, aunque quizá el más grave sea cuando Venezuela firmó el contrato sobre el conocimiento yanomami en 1998, que otorgó los derechos en exclusiva a la Universidad de Zurich sobre todo el conocimiento de este pueblo indígena.

Estos ejemplos que acabo de mencionar, además de su injusticia, también serían el colmo de los colmos para el purismo positivista. No sólo se trata de gente corriente que aporta datos subjetivos a un científico que luego los utilizará supuestamente de forma objetiva, sino de analfabetos

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o “salvajes” que realizan experimentos científicos reconocidos por toda la comunidad científica internacional. Estos descubrimientos, aunque no siguieron en absoluto las objetivísimas normas del procedimiento científico moderno, se consideran tan válidos e importantes como los de cualquier otro científico. Algo impensable para la ciencia hasta hace bien poco y ahora cada vez más común en todo el mundo. Por eso puede hablarse de un nuevo paradigma científico: el de la observación o experimentación científica realizada por no científicos.

Este paradigma está actualmente vigente en la ciencia de todo el planeta. Para comprobar no sólo su existencia, sino su gran importancia, de nuevo nos centraremos en ejemplos propios y cercanos. Citar casos de grandes proyectos de investigación anglosajones, tipo seguimiento de ballenas o tiburones, parecería darle más realidad y prestigio a la demostración. Pero será mejor dejar de lado nuestro extendido complejo de inferioridad y centrarnos en los ejemplos patrios, que por otra parte son un reflejo a menor escala de lo que sucede igualmente por todo el mundo. Los ejemplos provienen de la biología, que como ya mencioné es la ciencia empírica que más cooperantes tiene y también la más conocida actualmente. Dentro de ella podría destacan los programas de anillado de aves (que necesitan muchos voluntarios) o de recogida de peces etiquetados. Estos últimos están siendo recogidos ahora mismo en España por pescadores gallegos, que, a pesar de sus pocos conocimientos científicos, proveen a la Universidad de Vigo de todos los datos que manejará en el estudio de una especie de pez que marcó. Gracias a estas colaboraciones voluntarias esta Universidad completará el experimento comenzado cuando etiquetó a los peces jóvenes y los soltó de nuevo. En este caso se trata de un tipo de lenguado, como puede apreciarse en la imagen del cartel que está en todas las lonjas de Galicia, en el que se ofrece una recompensa de 50 euros para quien encuentre un ejemplar de esa especie etiquetado y aporte datos del mismo (lugar y hora de captura, medidas, profundidad, etc.).

Pero sin duda el caso gallego que más colaboradores tiene es el de la CEMMA (Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños), organización que desde 1992 estudia los cetáceos, focas y hasta tortugas marinas de las costas galaicas. Como otras muchas instituciones científicas españolas, la CEMMA no dispone ni lejanamente de los medios necesarios para desarrollar una mínima investigación seria. Por eso, si los norteamericanos tienen una gran flota de embarcaciones científicas y satélites para recopilar datos sobre sus cetáceos, esta humilde organización sólo dispone de un todoterreno para patrullar los intrincados 1659 kilómetros que caracterizan el litoral de Galicia. Pero como el hambre agudiza el ingenio, a los sacrificados biólogos de la CEMMA se les ocurrió poner a su servicio toda una flota de barcos dotados de buenos medios técnicos: las más de 8000 embarcaciones de pescadores y particulares que navegan todos los días por aguas gallegas. Así que sólo tuvieron que pedir a la gente que cada vez que viesen un delfín, ballena o similar les avisen de inmediato. Como ya se explicó, gracias a la tecnología actual esto se puede hacer de forma muy precisa: localización por GPS del barco, aviso en tiempo real por móvil (al tener cobertura hasta 10 millas desde la costa), envío de fotos por Internet, etc. Con estos datos, aparentemente nimios, la CEMMA averigua multitud de cosas importantes para el conocimiento de los mamíferos marinos en Galicia. Para entender esto basta imaginar el caso de una llamada de avistamiento de delfines en la costa coruñesa. Si sólo un cuarto de hora después se recibe otra llamada desde la distante Vigo sobre el avistamiento de la misma especie de delfínidos, es que hay dos poblaciones diferentes en las costas gallegas. Algo que la CEMMA nunca podría averiguar por sí sola y que es básico para los estudios científicos que realiza.

Quiero advertir que, como bien recogen los archivos16 de la organización, la mayor parte de los datos de la CEMMA proviene de la colaboración ciudadana. En el caso de los registros de

16 Disponibles para cualquier socio en su local: CEMMA, Rúa Tomás Mirambell 90, 36340, Nigrán

(Pontevedra-España).

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varamientos (cuando un animal aparece en la costa fuera del agua), el 90% fueron conocidos por avisos de particulares. En el caso de avistamientos (cuando se observa un animal en el mar) el número de avisos de ciudadanos es menor, lógicamente, pero aún así sigue habiendo muchos: sobre un 70%, aunque varia cada año por las condiciones atmosféricas. Por tanto la CEMMA elabora y comprueba sus teorías científicas a partir sobre todo de la colaboración ciudadana. Esta es una situación de dependencia científica hacia el hombre de la calle, es decir, de lo supuestamente “objetivo” respecto a lo “subjetivo”. Dependencia que llega incluso hasta al punto de que no se trata de datos anecdóticos aportados por ciudadanos no científicos, sino que, en este caso, todo el trabajo actual de la CEMMA sería imposible sin la ayuda de pescadores, bañistas, paseantes... ya que ellos dan total cobertura al litoral gallego. Esto es algo que la organización admite abiertamente sin considerar por ello que deje de ser completamente “científica”, como puede verse en su boletín informativo: Eubalaena.17. Sin la interacción ciudadana los biólogos marinos de esta institución científica no obtendrían datos ni podrían realizar sus experimentos, por lo que en la práctica han modificado el viejo método experimental al hacer que participen en él todos sus voluntarios, que desde ese momento son aceptados como científicos objetivos sin serlo en la realidad. Es interesante entender que esto también le sucedía al científico positivista clásico, pero que no tenía la humildad de admitir. Situaciones similares a ésta de la CEMMA y a los ejemplos anteriores que se han mencionado se dan actualmente en otras muchas instituciones científicas por todo el mundo. Incluidos los investigadores de cetáceos norteamericanos, que a pesar de todo su equipo, al final también se ven obligados a recurrir a la colaboración ciudadana para poder llevar a cabo sus proyectos debido a la ingente labor que supone abarcar el inmenso mar.

Por consiguiente este cambio de perspectiva y de actuación muestra como la ciencia no sigue un único camino de estudio invariable e ideal a la manera positivista, sino que éste se ve alterado por los cambios del mundo con tanta facilidad, y en la misma medida, como en cualquier otro producto cultural humano.

17 Ibid. Aconsejo consultar especialmente el nº10 de Eubalaena.

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Local de la CEMMA: Rúa Mirambell, 90, 36340, Nigrán (Pontevedra-España).

Fco. Javier Irisarri Vázquez, “ Nuevo paradigma: la ciencia ciudadana. La observación y experimentación científica realizada por no científicos como la nueva ciencia ciudadana”, en e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, Vol. 5, nº 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007, pp. 59-75. Disponible en línea en <http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>

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Cahiers ALHIM: La construcción del Estado-Nación en América Latina, siglos 19 y 20 Francia - Saint-Denis 2007-10-15 Los Cahiers ALHIM (Amérique Latine Histoire et Mémoire/ América Latina Historia y Memoria), de la Universidad de Paris 8, Vincennes Saint-Denis, dedican uno de sus próximos dossieres (número 15) al análisis de la construcción nacional y del desarrollo de las estructuras del Estado en los diferentes países de América Latina.

Dicho proyecto se sitúa dentro de una serie temática sobre diferentes aspectos de las sociedades, de la cultura y de la Historia de América Latina cuyos títulos se pueden ver en el sitio http://www.reseau-amerique-latine.fr en la sección Sommaire des Revues. Los diez primeros números de la publicación se pueden leer en su versión electrónica en la dirección siguiente: http://alhim.revues.org/

El tema de la construcción nacional y la creación del Estado contemporáneo en los diferentes países de América latina, es una cuestión que abre una pluralidad de puntos de vista, que se organizará según dos ejes.

• La primera aproximación tratará sobre los diferentes procesos de construcción identitaria acerca del concepto de nación (ciudadanía, patriotismo, simbología, discurso nacional, mitos fundadores, …)

• La segunda aproximación abarcará los procesos de puesta en marcha de las nuevas estructuras estatales que gestionan la estructuración del territorio, la creación y profusión de la nueva identidad nacional, las riquezas del país, las relaciones internacionales y el control de la sociedad civil.

Idiomas utilizados: español, francés, inglés, portugués. Un resumen de unas 500 palabras nos será dirigido antes del 15 de octubre de 2007, por e-mail, a: [email protected]

Gracias por mencionar sus datos profesionales y comunicar un breve CV (lista de sus publicaciones). Los artículos definitivos (30 000 signos lo máximo) serán transmitidos antes del 25 de enero de 2008. Contacto: Enrique FERNANDEZ DOMINGO ([email protected])

Dirección: Enrique FERNANDEZ DOMINGO, ALHIM, Université Paris 8 - Vincennes Saint-Denis, 2 rue de La Liberté, 93526 Saint-Denis Cedex. http://alhim.revues.org/

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Resúmenes / Abstracts IMMANNUEL WALLERSTEIN PERSPECTIVAS DE LA RECONSTRUCCIÓN DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Creo que nos encontramos en un momento de bifurcación fundamental en el desarrollo del sistema-mundo. Pienso que, no obstante, lo discutimos como si se tratara de una transición ordinaria mas en el cauce de una evolución cuasi-predestinada. Lo que debemos hacer es "impensar" no sólo el desarrollismo neoclásico tradicional, sino también el desarrollismo de sus críticos de izquierda, cuyas tesis resurgen regularmente a pesar de todos sus rechazos, pero que en realidad comparten la misma epistemología.

Yo voy elaborar dos tesis principales en esta ponencia.

Tesis No. 1: Es absolutamente imposible que la América Latina se desarrolle, no importa cuales sean las políticas gubernamentales, porque lo que se desarrolla no son los países. Lo que se desarrolla es únicamente la economía-mundo capitalista y esta economía-mundo es de naturaleza polarizadora.

Tesis No. 2: La economía-mundo capitalista se desarrolla con tanto éxito que se está destruyendo, y por eso nos encontramos frente a una bifurcaciòn histórica que señala la desintegración de este sistema-mundo, sin que se nos ofrezca a cambio ninguna garantía de mejoramiento de nuestra existencia social...

A pesar de todo, pienso que les traigo a Vds. un mensaje de esperanza.

PERSPECTIVES ON THE RECONSTRUCTION OF LATIN AMERICA AND THE CAREBEAN

We are at a time of fundamental bifurcation in course of development of the world-system. However, we deal with it as if it were an ordinary transition in the course of a predestinated evolution. We should “unthink” not just the traditional neoclassical developmentalism, but also the developmentalism of its left wing critics, whose thesis regularly reemerge despite all of their rejections, and which in fact share the same epistemology.

I will make two thesis in this paper.

Thesis No. 1: It is absolutely impossible for Latin America to develop, no matter what the government policies are, because what do develop are not the countries. The only thing that develops is the capitalist world economy, and this world economy is by nature one that polarizes.

Thesis No. 2: The capitalist world economy develops so successfully that it is destroying itself, and that is why we are facing a historical bifurcation that points at the disintegration of the world system, without it offering us any warrants of bettering our social existence in exchange…

In spite of all this, I think I have a message of hope.

Ω

EDUARDO ASCUY AMEGHINO EL CONFLICTO SOCIAL AGRARIO PAMPEANO DURANTE LA CONVERTIBILIDAD:

CONSIDERACIONES Y PROBLEMAS EN TORNO A LA ACCIÓN COLECTIVA DE PROTESTA

En la región pampeana argentina durante la vigencia del programa económico neoliberal aplicado entre 1991 y 2001 se produjo un gran desarrollo de la producción agrícola. Sin embargo esto ocurrió en el marco de un agudo proceso de concentración del capital agrario que afectó severamente a los pequeños y medianos productores, que en muchos casos se endeudaron y quebraron debiendo abandonar sus actividades.

Como respuesta a esta situación durante la década mencionada se produjeron numerosas manifestacio-nes de protesta rural, que hicieron de los noventa uno de los períodos de mayor conflictividad agraria del siglo XX.

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Resúmenes

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En este artículo nos proponemos reflexionar sobre algunos problemas analíticos vinculados con el es-tudio del período, en especial sobre las relaciones entre la posición de clase y los diferentes tipos de conflicti-vidad, la posición de los partidos políticos tradicionales sobre los problemas rurales, y la representación de lo agrario en la ideología de los sectores sociales urbanos.

Palabras claves: conflicto social, convertibilidad, acción colectiva THE PAMPEANO SOCIAL CONFLICT DURING THE CONVERTIBILITY:

THOUGHTS AND PROBLEMS ABOUT THE COLLECTIVE PROTEST The Pampean agrarian social conflict during convertibility: some considerations and questions on collective protest> A great development of agricultural production took place in the Pampean zone during the neo-liberal economic program applied between 1991 and 2001. However, this development occurred simultaneously with a process of capital concentration that severely affected small and medium producers. In many cases, they had to take up credits at a very high interest rate and thus went bankrupt. As a result, there were a lot of demonstrations of rural protest during the decade, turning it into a peak moment of agrarian conflict in the XX century. In this paper, I look at some analytical problems related to this period, especially those that have to do with the relationship between class position and the different types of conflict, the attitude of traditional political parties towards rural problems, and the representation of the rural world in the ideology of the urban social segments

Keywords:social conflict, convertibility, collective protest Ω

FRANCISCO JAVIER IRRISARRI VÁZQUEZ NUEVO PARADIGMA: LA CIENCIA CIUDADANA. LA OBSERVACIÓN Y

EXPERIMENTACIÓN CIENTÍFICA REALIZADA POR NO CIENTÍFICOS COMO LA NUEVA CIENCIA CIUDADANA Este artículo trata de explicar, desde el punto de vista de la Filosofía de la Ciencia, la aparición actual de un nuevo paradigma científico: la ciencia hecha por el ciudadano no científico. Para ello se divide en dos grandes partes:

La primera es una breve introducción de como la ciencia moderna aparece con el método experimental de Galileo, así como su evolución hasta el neopositivismo del siglo XX. También se presta especial atención a la crítica de este paradigma desde la visión de T. S. Kuhn y se aclara la situación actual de la ciencia, que ahora ocupa el papel que tenía la religión en la edad media como saber incuestionable, así como su desprecio por cualquier disciplina que no utilice el método experimental (como la filosofía, por ejemplo).

La segunda explica la situación actual del método científico y los cambios sufridos en las dos últimas décadas: desaparición del científico como sujeto epistémico ideal encerrado en su laboratorio aparte del mundo. La antes inexistente y ahora posible, gracias a las nuevas tecnologías, colaboración ciudadana voluntaria en los trabajos de campo, que da lugar a una nueva revolución del método científico. Especial atención a esta situación de cambio en Iberoamérica, centrándose en ejemplos propios de esta zona.

Palabras clave: ciencia, experimento, paradigma, ciudadano, voluntariado.

Abstract: Purpose of this article is to explain, from the point of view of the Philosophy of Science, the recent appearance of a new scientific paradigm: science done out by non-scientists. The article is divided into two parts:

The first part consists of a short introduction on how modern science appears linked to Galileo’s experimental method, as well as of its evolution until the twentieth century’s neopositivism. Special attention is given to the criticism of the paradigm from the perspective of T. S. Kuhn, and the present-day situation of science (which has now taken up the role that religion used to play in the Middle Ages as a source of unquestionable knowledge), is also clarified, along with science’s contempt of any other train of thought that doesn’t use the experimental method (for example, philosophy).

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The second part explains the situation of the scientific method at present, and the changes it has undergone in the last two decades: disappearance of the scientist as an epistemic character locked up in his laboratory and isolated from the rest of the world. The once non-existent and now, thanks to the new technologies, quite possible voluntary collaboration of citizens in the different fieldworks has given rise to a new revolution in the scientific method. Special attention is given to this changing situation in Spanish-speaking countries in America, laying great stress on the examples peculiar to this area.

Key words: science, experiment, paradigm, citizen, volunteerism.

Ω LUCIANO ALONSO

MODO DE DOMINACIÓN Y REGÍMENES DE VIOLENCIA EN LAS DICTADURAS IBEROAMERICANAS. UN ESBOZO DE COMPARACIÓN El artículo presenta un ejercicio de reflexión a partir de una operación comparativa sobre las formas

fundamentales de la violencia en cuatro dictaduras iberoamericanas: el salazarismo portugués, el franquismo español, el pinochetismo chileno y el “proceso de reorganización nacional” argentino. Se definen esas experiencias autoritarias como dictaduras regresivas, distanciándolas del concepto de fascismo pero al mismo tiempo observando su “parecido de familia” respecto de determinadas formas represivas. Recurriendo a elementos de estudios socio-históricos muchas veces divergentes, se construye un marco interpretativo general y se trata de extraer consecuencias teóricas de una comparación diferenciadora entre los regímenes de violencia de los cuatro casos citados. Sin negar la multiplicidad de variables que pueden explicar el despliegue de un modo de dominación, se focaliza la atención en dos aspectos que se consideran importantes para iniciar un análisis comparativo: las opciones concretas por determinadas técnicas y estrategias represivas y la consideración de los conflictos como episodios de lucha de clases.

Palabras claves: Modo de dominación / régimen de violencia / dictaduras regresivas / comparación diferenciadora Abstract:

The article is an exercise of a comparative operation about the fundamental forms of violence in four Ibero-American dictatorships: the Portugal of Salazar, the Spanish Franco's regime, the Chilean “pinochetism” and the Argentinian last dictatorship. These authoritarian experiences are defined as regressive dictatorships, different from the concept of fascism but at the same time with a “seemed of family” respect of certain repressive forms. Using elements of divergent social and historical studies, the article offers a general interpretive frame and theoretical consequences of the comparison from the difference between the rate of violence in the four mentioned cases. In despite of the multiple variables that can explain the unfolding of a way of domination, the attention is concentred in two aspects that are considered important to initiate a comparative analysis: the concrete options for certain technologies and repressive strategies, and the consideration of conflicts as class struggle episodes.

Key words: Mode of domination / regime of violence / regressive dictatorships / comparison from the difference Abstract:

The article is an exercise of a comparative operation about the fundamental forms of violence in four Ibero-American dictatorships: the Portugal of Salazar, the Spanish Franco's regime, the Chilean “pinochetism” and the Argentinian last dictatorship. These authoritarian experiences are defined as regressive dictatorships, different from the concept of fascism but at the same time with a “seemed of family” respect of certain repressive forms. Using elements of divergent social and historical studies, the article offers a general interpretive frame and theoretical consequences of the comparison from the difference between the regimes of violence in the four mentioned cases. In despite of the multiple variables that can explain the unfolding of a mode of domination, the attention is concentred in two aspects that are considered important to initiate a comparative analysis: the concrete options for certain technologies and repressive strategies, and the consideration of conflicts as class struggle episodes. Key words: Mode of domination / regime of violence / regressive dictatorships / comparison from the difference

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REVISTA HISTORIA CRÍTICA Departamento de Historia de la Universidad de los Andes Colombia

Los editores de la Revista Historia Crítica, del Departamento de Historia de la

Universidad de los Andes, Colombia, invitan a participar en un dossier.

Para el n° 36 (julio-diciembre de 2008), se reciben hasta el 15 de febrero de 2008,artículos sobre Justicia, sociedad y cultura durante el período colonial y el primer siglo republicano en América.

Se incluirán, por ejemplo, trabajos relativos a la legislación y sus presupuestos, el

sentido e intereses que reflejó, los debates que generó, la forma en que se aplicó y la reacción que generó en los actores sociales. Estos trabajos podrán ser comparativos e interesa en forma especial que involucren la relación entre las formas de hacer justicia y las costumbres, las creencias, los sentimientos, la moral y su sistema nominativo y clasificatorio.

Mayor información en: htpp://historiacritica.uniandes.edu.com

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Congresos, reuniones, jornadas

COLOQUIO INTERNACIONAL “PROBLEMAS DE HISTORIA RECIENTE EN EL CONO SUR”

Buenos Aires, 24 al 26 de octubre, 2006

El Centro de Estudios Latinoamericanos de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín en el marco de su IV Encuentro Anual y el Instituto de Desarrollo Humano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, invitan al Coloquio Internacional “Problemas de Historia Reciente en ll Cono Sur”, a realizarse en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires entre el 24 y el 26 de cotubre de 2007, con la colaboración de Universidad ARCIS (Chile), Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, República Argentina y el Programa de Promoción de la Universidad Argentina, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la República Argentina Miércoles 24 de octubre 9:30-12:30. Taller “Problemas para enseñar y aprender historia reciente”. Coord: Florencia Levín y Gonzalo De Amezola (inscripción previa obligatoria)

14:00 – Acto de apertura

14:15 a 16:30 - Panel “Políticas de las dictaduras en el Cono Sur”. Coord. Mariana Iglesias

Carlos Fico (UFRJ, Brasil), “As pretensões saneadoras e pedagógicas da repressão durante a ditadura militar brasileira: espionagem, tortura, censura, propaganda e combate à corrupção” · Vania Markarian (UDELAR, Uruguay), “La coordinación represiva regional vista desde Uruguay”

César Tcach (UNC-CONICET, Argentina) “Manuales y reglamentos militares de circulación reservada: una mirada historiográfica”

Sebastián Leiva (ARCIS, Chile), “La violencia que no importó. La represión policial a los delincuentes comunes en los primeros meses de dictadura”

17:00-19:30. Panel “Prácticas y actitudes sociales frente a la dictadura argentina”. Coord. Diego Benítez · Gabriela Águila (UNR, Argentina), "Dictadura y sociedad en Rosario entre 1976 y 1983: actitudes y comportamientos sociales en una perspectiva de análisis regional" · Luciano Alonso (UNL, Argentina), "Integración e impacto del movimiento por los derechos humanos en una ciudad del litoral argentino"

Daniel Lvovich (UNGS/CONICET, Argentina), “Sociedad civil y consenso social en la Argentina de la dictadura”

Marina Franco (CEL-UNSAM/ CONICET, Argentina), “De la ‘condena’ a la ‘resistencia’: actores, prácticas y discursos del exilio”

Federico Lorenz (IDES-UNGS, Argentina), “Los sentidos en pugna sobre Malvinas. Una mirada sobre la post-dictadura en la Argentina”

19.45. Conferencia de Eduardo Basualdo, "La política económica de la dictadura argentina y sus proyecciones de largo plazo” Jueves 25 de octubre 9:30-12:30. Taller “Problemas para investigar sobre historia reciente” (inscripción previa obligatoria)

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Congresos, reuniones, jornadas

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14:00-16:30. Panel “Estudios sobre cultura y culturas en la historia reciente argentina”. Coord. María Sol Porta

Florencia Levín (UBA, UNGS, Argentina) “Humor gráfico y político en tiempo de represión. El caso del diario Clarín”

José Luis De Diego (UNLP, Argentina), “Memoria e imaginario; novela y Dictadura” Sergio Pujol (UNLP- CONICET, Argentina) "El que no salta es un militar. Rock, recitales y política

durante la última dictadura" Germán Soprano y Luciana Garatte (CONICET, UNLP, UNGS, Argentina), “Política y grupos

académicos universitarios en la Argentina. Análisis comparado de trayectorias en Humanidades y Ciencias Naturales, 1966-1986”

17:00-19.30. Panel: “Problemas metodológicos e historiográficos”. Coord: Laura Ehrlich · Carlos Demasi (UDELAR, Uruguay), “La polémica sobre la Historia reciente en el Uruguay: un intento de explicación”

Roberto Pittaluga (UBA/CeDInCI/SeCyT-ECOS, Argentina), "El pasado reciente argentino: interrogaciones en torno a dos problemáticas"

Carlos Fico (UFRJ, Brasil), “A ditadura documentada: importância dos acervos de documentos sigilosos para a história da ditadura militar brasileira”

Claudio Barrientos (UDP, Chile), “Texturas, políticas y fisuras de memorias campesinas: fragmentos para una contraescritura de la Historia reciente en Chile”.

19.45. Conferencia de Sean Field (University of Cape Town, Sudáfrica), “The Politics of Disappointment: Trauma, ‘healing’ and regeneration in post-apartheid South Africa” Viernes 26 de octubre 10:00-12:30. Panel “Los trabajadores bajo las dictaduras”. Coord. César Mónaco

Victoria Basualdo (UBA/ Univ. of Columbia), “Las transformaciones de las formas de organización y lucha de los trabajadores en las grandes fábricas industriales en Argentina, 1960s-2001. Una aproximación a partir de los casos de Alpargatas y Acindar"

Daniel Dicósimo (IEHS-UNCPBA, Argentina), “Trabajadores y sindicatos durante la última dictadura militar en la Argentina. Enfoques y problemas”

Silvina Merenson (IDAES/UNSAM/CONICET, Argentina), “Colores, claves y sedimentaciones del terrorismo de Estado entre ‘los peludos’ de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas. Bella Unión, Uruguay” · Claudio Barrientos (UDP, Chile), “De guerrilleros a campesinos. Trabajadores agrícolas y forestales en el sur de Chile, 1970-2001”

14:00-16:30. Panel “Ideas y prácticas revolucionarias”. Coord: Florencia Osuna Maria Paula Araujo (UFRJ, Brasil) "Formas de combate ao regime militar brasileiro: luta armada e

resistência” · Alejandra Oberti (Memoria Abierta/UBA, Argentina) “Subjetividad, violencia y política" · Vera Carnovale (UBA/CONICET, Argentina), "De cada puño un fusil. Componentes bélicos del imaginario del PRT-ERP"

Marina Cardozo (IDES/UNGS, Argentina), “Memorias del Coordinador: algunas fechas significativas en la formación del MLN-Tupamaros” · Pedro Rosas (ARCIS, Chile) “Historias desde el margen. La subjetividad y la facticidad rebelde en la década de los 70-80 y la transición política en los 90”

17:00-19.30. Panel: “Memoria(s) de la historia reciente”. Coord: Sabrina Ríos · Alvaro De Giorgi (UDELAR, Uruguay), “El pasado reciente en el lejano: una perspectiva sobre el caso uruguayo"

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Elizabeth Jelin (IDES-CONICET, Argentina), “Silencios, visibilidades y acción colectiva: identidades étnicas, de clase y de género en los procesos de memorialización”

Ludmila da Silva Catela (UNC-CONICET, Argentina) · Maria Paula Araújo (UFRJ, Brasil) “Memórias da resistência: feridas abertas e disputas políticas”” · Teresa Cáceres (IDES/UNGS, Argentina), “La memoria reciente en Chile: silencios, susurros y estallidos”

19.45 - Conferencia de Hugo Vezzetti (UBA), “La memoria justa: política e historia".

21:00 – Brindis de cierre Para mayor información:

CEL-UNSAM Bartolomé Mitre 1869, 1er piso, Buenos Aires Te: (54-11) 4372-8836 / [email protected]

IDH-UNGS J. M. Gutiérrez 1150, Los Polvorines, Prov. de Buenos Aires Te. (54-11) 4469-7702 / [email protected]

Para inscripciones al taller sobre enseñanza de la Historia Reciente: [email protected] o al tel. (54-11) 4469-7738

Comité organizador: Ernesto Bohoslavsky, Jorge Cernadas, Marina Franco, Mariana Iglesias, Florencia Levín y Daniel Lvovich

_._,_.___ ψ

9º JORNADAS ROSARINAS DE ANTROPOLOGÍA SOCIOCULTURAL

“RECONOCIMIENTO Y ENCUBRIMIENTO EN LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES. DEBATES SOBRE LA DIVERSIDAD CULTURAL

Y LA DESIGUALDAD SOCIAL” Rosario. Argentina, 25-26 de octubre de 2007

Organizadas por el Departamento de Antropología Sociocultural de la Escuela de

Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes de laUniversidad Nacional de Rosario, las Novenas Jornadas Rosarianas de Antropología Sociocultural tendrán lugar durante los dñias 26 y 27 de octubre de 2007.

La Comisión Organizadora está integrada por Elena Barbier, Rosa De Castro, Verónica López, Mariana Nemcovsky, Celina Pena y, como Coordinadora General, Ana Esther Koldorf.

Comisiones de Trabajo 1- Antropología y Educación : Coordinador@s: Gabriela Bernardi [email protected]; Mariana Nemcovsky: [email protected] y dos integrantes del Área de Antropología y Educación.

2- Antropología Jurídica : Coordinador@s: Graciela B. Rodríguez: [email protected]; Matilde Dalmau: [email protected]; Laura Bianciotto: [email protected] y Marta Fernández Patallo: [email protected].

3- Antropología Y Salud: Coordinador@s: Elida Carracedo: elidacarracedo @hotmail.com; Marta Abonizio: [email protected] y Matilde Viglianchino: [email protected].

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4- Teoría y Metodología : Coordinador@s: Hector Vazquez: [email protected]; Pablo Gaitan: [email protected]; Nicolás Barrera: [email protected].

5- Antropología del cuerpo y performance: Coordinador@s: Silvia Citro: [email protected] ; Yanina Mennelli: [email protected]; Manuela Rodríguez; María de Los Angeles Gattari; Victoria Garay; Lorena Narciso; Carolina Torres; Área del Cuerpo: [email protected].

6- Antropología de las ciudades y las ciudadanias: Coordinador@s: Cristina Bloj: [email protected]; Laura Cardini: [email protected].

7- Movimientos sociales. Trabajo, conflictividad laboral y social . Coordinador@s: Gloria Rodríguez: [email protected] ; NET (Núcleo de Estudios sobre Trabajo).

8- La problemática de la Memoria en relación a los procesos sociopolíticos: Coordinador@s: Marcela Valdata: [email protected]; Mirtha Taborda: [email protected] y Juan Manuel Walmaggia: [email protected]

9- Antropología_RURAL: Coordinador@: Roy Crespy: [email protected] y grupo ARAR: [email protected]

10- Sistemas de Creencias: Coordinador@s: Silvia Montenegro, [email protected]; Juan Renold, [email protected] y Sofía Fernández, [email protected]

11- Antropología y Género: Coordinador@s: Ana Esther Koldorf: [email protected]; Marcela López Machado: [email protected]

12- Procesos Socioétnicos : Coordinador@s: Ana C. Fernández: [email protected] - [email protected] ; Celina Pena: [email protected]; Verónica López: [email protected] y Rosa de Castro: [email protected]

13- Antropología y Políticas Públicas: Coordinador@s: Elena Barbieri: [email protected] y Cecilia Pinto.

14- Antropología: violencia y exclusión: Coordinador@s: Edith Cámpora: [email protected]; Leandro Giampani: [email protected]

15- Arte, Comunicación e Imagen: Coordinador@s: Élida Moreyra: [email protected] y Maria Affranchino: [email protected].

Otras actividades que se realizarán en el marco de las Jornadas:

Jueves 25/10 a las 11 hs.: Panel "La diversidad en debate: perspectivas desde Latinoamérica" a cargo de: Dra. María Rosa Neufeld (UBA), Dra. Mónica Tarducci (UBA) y Dr. Alejandro Balazote (UBA)

Jueves 25/10 a las 19 hs.: Homenaje al Profesor Edgardo Garbulsky. Panelistas: Miryam Tarragó; Elena Achilli; Cristina Di Bennardi y Pablo Gaitán.

Viernes 26/10 a las 11 hs.: Conferencia a cargo del Dr. Elio Masferrer Kan (México).

Viernes 26/10 a las 18 hs: "Diversidad e Interdisciplinariedad. Un enfoque transversal". Panelista: Elena Achilli (Escuela de Antropología, UNR), Miriam Stanley (Ciencias Politicas, UNR), Maria del Carmen Fernández (Escuela de Ciencias de la Educación, UNR)

Organiza: Departamento de Antropología Sociocultural Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes Universidad Nacional de Rosario, [email protected]

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VII SEMINARIO INTERNACIONAL NUESTRO PATRIMONIO COMÚN: "DE LOS MOVIMIENTOS LIBERTARIOS A LAS CORRIENTES

ALTERNATIVAS" Cádiz (España), 5-9 noviembre 2007

La Asociación de Historia Actual (AHA), la Asociación Andaluza de Antropología (ASANA) y

distintas unidades de docencia e investigación de la Université de Paris X-Nanterre y de la Universidad de Cádiz convocan para los días 5 al 9 de noviembre de 2007 el VII Seminario Internacional Nuestro Patrimonio Común, que en esta ocasión dedicará especial atención al estudio de los movimientos libertarios y las corrientes alternativas en el mundo actual.

Contenidos del seminario Como en ediciones anteriores, el Seminario aceptará comunicaciones sobre los temas de encuadre general: 1. Retos de la globalización económica y experiencias de integración regional

2. Identidades nacionales, étnicas y culturales 3. Migraciones contemporáneas 4. Patrimonio natural, medio ambiente y modelos de desarrollo 5. Dictaduras, transiciones y procesos democráticos 6. El papel de la Comunidad Iberoamericana en el mundo actual

Las sesiones específicas de esta edición serán las siguientes:

1. Historia de las ideas y movimientos libertarios en España 2. Mujer y anarquismo 3. Expresiones del anarquismo en el mundo 4. Identidades resistentes 5. Memoria histórica 6. Nuevos movimientos sociales: pluralidad y convergencia

Está confirmada la presencia de conferenciantes de reconocido prestigio provenientes de Universidades y centros de investigación de Austria, Ecuador, España, Bélgica, Francia, Marruecos y Reino Unido.

Podrán presentarse comunicaciones libres sobre los temas generales y específicos que articulan el Seminario. Las comunicaciones deberán ser previamente aceptadas por el Comité Científico y, en función de su calidad, podrán ser propuestas para su publicación en la "Revista de Historia Actual" o en "Historia Actual Online". Las comunicaciones no podrán superar las 6.000 palabras y deberán adaptarse formalmente a los criterios de estilo de la Asociación de Historia Actual, disponibles en Internet en la siguiente dirección:

http://www.historia-actual.com/hao/pbhaostr.asp?idi=ESP&issr=9&str=instaut

Presentación de comunicaciones: Hasta el 20 de octubre de 2007: Envío del título y un breve resumen (150 palabras) en

castellano y en inglés a la Secretaría del Seminario. Hasta el 31 de enero de 2008: Envío de los textos completos de las comunicaciones (máximo

6.000 palabras) para su eventual publicación.

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Información e inscripciones: Secretaría del VII Seminario Internacional “Nuestro Patrimonio Común” Asociación de Historia Actual Facultad de Filosofía y Letras Avda. Dr. Gómez Ulla, s/n. Universidad de Cádiz 11003 Cádiz (Esspaña) Tfno.: +34-956-015573, 74 / Fax: +34-956-015501 E-mail: [email protected] Web: http://www.historia-actual.com/

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VI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS REGIONES PAMPEANA Y PATAGÓNICA

Mar del Plata (Argentina), 7-9 de noviembre del 2007

Se desarrollarán en la Universidad Nacional de Mar del Plata, comprendiendo diez mesas de trabajo.

Mesas de Trabajo Mesa 1 El proceso de ocupación humana de las regiones pampeana y patagónica. Coordinación: Federico Valverde y Mabel Fernández.

Mesa 2 El diálogo interdisciplinario entre la Arqueología y la Historia. Aspectos metodológicos y estudios de caso. Coordinación: Eugenia Néspolo, Mariano Ramos y Susana Murphy.

Mesa 3 La subsistencia en las regiones pampeanas y patagónicas: estudios desde la Antropología Social, la Arqueología y la Historia. Coordinación: Marilina Martucci y Matilde Lanza

Mesa 4 Mundo rural y mundo urbano en pampa y patagonia. Coordinación:César Román y Leandro González

Mesa 5 Procesos de construcción de identidades Coordinación: María del Carmen Cattáneo y Analía Correa

Mesa 6 El patrimonio cultural: construcción, preservación y difusión. Coordinación: Florencia Carlón y Ana María Rocchietti

Mesa 7 Espacios de articulación interétnica, siglos XVI a XX. Coordinación: Romina Casali y Bibiana Andreucci

Mesa 8 Procesos de formación de sitios y tafonomías en las regiones pampeana y patagónica. Coordinación: Mario Silveira y Emilio Eugenio.

Mesa 9 Historia, antropología y arqueología de momentos recientes. Coordinación: Nicolás Quiroga y Marilina Martucci

Mesa 10 Estrategias de protección del patrimonio cultural en Mesoamérica Coordinación: Claudia Gotta y Clementina Battcok.

Comité Académico: Dr. Alejandro Balazote (UBA), Dra. Martha Bechis (Instituto Gino Germani - UBA, TEFROS), Dra. Mariana Canedo (UNMdP, CONICET), Dra. Amanda Caggiano

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(UNLP, CONICET, CECH); Dr. Eduardo Crivelli Montero (UBA y CONICET), Dr. José Mateo (UNMdP, CONICET, LARBO, MHP), Dra. Susana Murphy (UNLu, UBA), Mgr. Mariano Ramos (UNLu-PROARHEP, CONICET), Lic. Ana María Rocchietti (UNRC-UNR), Dr. Mario Silveira (UBA-IAA)

Comité Organizador: José Mateo (UNMdP, CONICET), Analía Correa (UNMdP, LARBO), Federico Valverde (UNMdP, LARBO), Mariana Canedo (UNMdP, CONICET), Mirta Masid, (UNMdP), Romina Casali, (UNMdP), Mariano Ramos (UNLu- PROAHEP, CONICET, TEFROS), Eugenia Néspolo (UNLu-PROAHEP, TEFROS), Claudia Gotta (UNR), Florencia Carlón (UNMdP), Leandro González (UNMdP), Marilina Martucci (UNMdP, LARBO), Gabriela Sánchez (UNMdP), María del Carmen Cattaneo (UNMd, LARBO). Estudiantes: Cecilia Aranguren (UNMdP), María Eugenia Alemano (UNMdP), Susana González (UNMdp), Lidia Suárez (UNMdP), Valeria Farrell (UNMdP).

Para mayor información dirigirse a: Analía Correa Rectorado Universidad Nacional de Mar del Plata, Diagonal Alberdi 2695 (7600) Mar del Plata Teléfono: 54 - 223 - 4921700 [email protected]

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VII COLOQUIO INTERNACIONAL DE HISTORIOGRAFIA EUROPEA y IV JORNADAS DE ESTUDIOS SOBRE LA MODERNIDAD CLASICA

Mar del Plata, 8-9 de noviembre de 2007

El Coloquio es organizado por el Grupo de Investigación en Historia de Europa Moderna de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina, dirigido por la Dra. María Luz González y da continuidad a los realizados en anteriores oportunidades sobre temáticas relacionadas con la modernidad clásica, con especial incidencia en el área hispana. Es importante destacar que se trata del único evento científico que se realiza centrado en este período en el país y que su relevancia se ha puesto de manifiesto en las cinco reuniones anteriores, tanto por el elevado número de asistentes promedio (200) en cada una de ellas, procedentes de todo el país y de nuestra ciudad, como por las disertaciones de reconocidos especialistas de nuestro país y del exterior que han sido incluidas en la edición de las Actas de los Coloquios realizados.

Los objetivos de esta reunión son: -Poner al alcance la comunidad universitaria y no universitaria, distintos temas relacionados

con las investigaciones y tendencias en la historiografía europea moderna en la actualidad. -Transmitir a la comunidad algunos resultados de la tarea llevada a cabo por el Grupo de

Investigaciones en Historia de Europa Moderna cuyo proyecto de investigación ha sido subsidiado por la Secretaría de Investigación y Posgrado de nuestra Universidad, poniendo de manifiesto los aspectos que se han trabajado en función de algunos de los fines propuestos:

a- programa de investigadores visitantes

b- programa de enlace con Universidades y centros de universidades nacionales y extranjeros c-programa de extensión promoviendo la articulación con distintos niveles de la enseñanza d-programa de desarrollo de proyectos de trabajo individuales y su articulación en torno a un proyecto global que actualmente se denomina Privilegios y poderes en la España Moderna e-programa de

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difusión de los resultados obtenidos en las investigaciones que el grupo viene desarrollando desde su creación. Es un propósito central de este encuentro, promocionar la actualización y el intercambio con especialistas en estudios europeos que, a partir de diversas perspectivas disciplinarias y teóricas, reflexionen sobre las cuestiones y propuestas que aborda la historiografía europea en su producción actual, teniendo en cuenta que la naturaleza de la disciplina histórica ha cambiado en forma casi permanente desde el primer tercio del siglo XX, si se considera su concepción, su metodología y sus objetos de interés. Las "nuevas historias" han causado un impacto de diverso grado en historiadores y países planteando un desafío de actualización en su permanente redefinición. En este clima de renovación y búsqueda de nuevos caminos, parece oportuno fomentar un ámbito para la consideración, el análisis y la valoración de diferentes aspectos de la historiografía europea para contribuir al enriquecimiento y mejor configuración de nuestro campo de trabajo.

Modalidad: *Exposiciones de especialistas nacionales y del exterior *Mesas generales para lectura y debate de ponencias *Discusiones sobre los temas expuestos

Convocatoria: Presentación de trabajos de investigación sobre temas referidos a la Historia de la Modernidad clásica (siglos XVI-XVIII) desde un punto de vista interdisciplinario.

Información coordinadora: Dra. María Luz González [email protected]

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VI CONGRESO CHILENO DE ANTROPOLOGÍA ANTROPOLOGÍA AQUÍ: MIRADAS DESDE EL SUR

Valdivia, Chile, 13-17 de noviembre de 2007

El Colegio de Antropólogos de Chile y la Universidad Austral de Valdivia, tienen el agrado de invitar a usted a participar en el "VI Congreso Chileno de Antropología" a realizarse en la ciudad de Valdivia entre el 13 y el 17 de noviembre del año 2007.

Este VI Congreso de Antropología lo hemos titulado "Antropología aquí: Miradas desde el Sur" atendiendo al lugar desde donde queremos levantar el debate y la reflexión disciplinar. Hacemos una invitación a repensar y debatir, desde y para el Sur, una antropología teórica y práctica de nuestros espacios, nuestras culturas y nuestras preocupaciones.

La invitación queda abierta entonces, a todos aquellos que desde miradas diversas quieran reflexionar sobre una disciplina que se piensa y construye en este precario equilibrio de lo plural y lo singular, lo global y lo local, la inclusión y la exclusión, el norte y el sur.

Para facilitar una mayor interacción y discusión académica en torno a las áreas temáticas a que corresponden los simposios aceptados, hemos considerado conveniente dar especial protagonismo a los coordinadores y coordinadoras de cada simposio, por lo que las inscripciones deberán llevarse a cabo directamente con ellos, a más tardar el 30 de junio de 2007, con copia a la Secretaría Académica del Congreso.

Estructura del Congreso: La estructura del Congreso se compone de: Sesiones plenarias de apertura, asamblea general y

clausura; conferencias magistrales; simposios; mesas de comunicaciones; mesas redondas o paneles de discusión; sección de posters; reuniones y programas culturales.

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Auspicios y Patrocinios del Congreso: Congreso cuenta hasta la fecha con el apoyo de The Wenner-Gren Foundation, Embajada de Francia, Universidad Austral de Chile, Universidad Católica de Temuco, Universidad Academia de Humanismo Cristiano; y el patrocinio de Fondecyt-Chile y la Asociación Latinoamericana de Antropología (ALA). Informaciones:

La información relativa al Congreso es difundida en las siguientes páginas web: www.colegioantropologos.cl y www.humanidades.uach.cl/congreso_antropologia

Las comunicaciones relativas al Congreso deben ser enviadas al e-mail: [email protected]

Comisión Organizadora Presidenta Ejecutiva: Francisca Márquez Belloni, Presidenta Colegio de Antropólogos Coordinador Comité Organizador: Roberto Morales Urra, Vicepresidente Colegio de Antropólogos Coordinador Comité Académico: Juan Carlos Skewes Vodanovic, Director Colegio de Antropólogos Comité Ejecutivo: Alejandra Didier, Yanko González, Debbie Guerra, Mario Muñoz, Juan Eduardo Parry, Gemma Rojas, Andrea Seleenfreund, Rodrigo Sepúlveda, María Eugenia Solari, Noelia Carrasco, Ricardo Oyarzún, Rodrigo Moulian. Comité Académico: Isabel Cartagena, Guillaume Boccara, Edgardo Garbulsky, Yanko González, Francisco Gallardo, Debbie Guerra, Pedro Mege, José Luis Martínez, Rosamel Millamán, Rodrigo Moulian, Daniel Quiroz, Fresia Salinas, Gilberto Sánchez, Flora Vilches, Mónica Weisner, José Zavala.

Área Temática

Simposios y Coordinadores

Mesa Redonda asociada

1.1 La Antropología Médica: Lo Uno – Lo Múltiple Coordinadoras: Mónica Weisner,[email protected] Valentina Fajreldin

1. A

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1.2 Antropología, salud y calidad de vida Coordinadores: Ricardo Oyarzún B., [email protected] Ana María Oyarce Margarita Sáez

Mesa 1: La salud, la enfermedad, el cuidado y la muerte en contexto intercultural. Coordinadores: Sergio Lerin, Malva Pedrero, Margarita Sáez

2.D

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2. Memoria, derechos humanos y ciencias humanas Coordinadores: Elías Padilla [email protected] Isabel Reveco Eugenia M. Ruiz Bry , [email protected]

3.

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des 3.1 Miradas antropológicas del adulto mayor en América latina

Coordinador: Ramón C. Rocha Manilla, [email protected]

Mesa 3: Criancas, chabos bandas, menores, botijas… Niños adolescentes. De la investigación de campo a la implementación de proyectos

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3.2 Infancia y juventud: ¿nuevos paradigmas? Coordinadora: Orielle Ahumada Bisquett, [email protected]

implementación de proyectos conducentes. Coordinadores: Ethel Wolfson Kosminsky, Hector Castillo Berthier, Eugenia M. Ruiz Bry,

4.1 Pueblos Indígenas, Autonomía y Educación. Coordinadores: Luis Campos, [email protected] Maxim Repetto 4.2 Campo Etnopolítico y Complejidad en el Extremo Norte de Chile. Coordinadores: Jorge Montesinos, [email protected] Héctor Morales

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4.3 Antropología aplicada: Derechos humanos, pueblos indígenas y justicia territorial en el Chile neoliberal” Coordinadores: Alonso Barros, [email protected] Nancy Yañez

Mesa 4: Multiculturalismo de Estado y Agencia Indígena en Tiempos de Globalización. Coordinador: Guillaume Boccara

5. T

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5. Dinámicas del territorio: huellas y signos identitarios en sociedades locales Coordinadores: Francisco Ther Ríos, [email protected] Gloria B. Rodríguez, [email protected] Mabel Grimberg Virginia Manzano

Mesa 5: Culturas y Políticas, Políticas de la Cultura, Coordinador: Oscar Aguilera.

6.1 Lo cualitativo y lo cuantitativo en el análisis sociocultural: perspectivas y potencialidades para su articulación Coordinadores: Juan Moncada, Héctor Mora, [email protected], Aldo Vidal, Omar Barriga, Guillermo Henríquez 6.2 Zonas temporalmente antropológicas: disputas simbólicas en la sociedad del conocimiento. Coordinadores: Andrés Gomez Seguel, [email protected] Felipe Ragliantti, [email protected]

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6.3 Teoría: la orientación del pensar antropológico Coordinadora: Fresia María Salinas, [email protected]

Mesa 6: Cultura y complejidad: bosquejos transdisciplinarios. Coordinador: Francisco Ther

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7. Antropología rural: reflexiones críticas y perspectivas teóricas ante la ruralidad chilena actual. Coordinadores: Roberto Hernández, [email protected] Vanesa Rojas, Luis Pezo

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8. Bosques, estuarios y mares – Ecologías para una comprensión transdisciplinaria de lo contemporáneo Coordinadores: Juan Carlos Skewes, [email protected] María Eugenia Solari, [email protected] Carlos Alberto Cioce

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9.

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9. Pensar nuestras ciudades desde la antropología urbana. Coordinadores: Claudio Cerda, [email protected] Carlos Lange, [email protected] Francisca Márquez, [email protected] Francisca Pérez, [email protected]

Mesa 9: El estudio de la urbe en la antropología latinoamericana. Coordinadores: Núcleo Antropología Urbana, Francisca Márquez

10.

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10. Problemas con la identidad desde la Antropología Forense: Evaluación y Discusión de metodologías empleadas en pericias judiciales. Coordinadores: Iván Cáceres, [email protected] Keneth Jensen

11. E

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s 11. Estudios Culturales: Nuevas y Viejas Miradas Revisitadas Coordinadores: Cristián Prado Ballester [email protected] Esteban Aguayo Sepúlveda

Mesa 11: Las políticas multiculturalistas y de discriminación positiva en las universidades latinoamericanas. Coordinadores: Capucine Boidin, Christian Gross

12.

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12. Antropología Crítica Coordinadores: Edgardo Garbulsky, Rodrigo Sepúlveda, [email protected] Benjamín Martínez Esteban Emilio Mosonyi [email protected]

Mesa 12: Praxis y posicionamientos discursivos de la Antropología y de l@s antropólog@s del sur. Los silencios inesperados. Coordinadores: Christian Paredes, Mauricio Huenulef Oporto

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II JORNADAS DE ESTUDIOS SOCIALES DE LA ECONOMÍA "OBJETOS PROBLEMÁTICOS DE LA ECONOMÍA: MÚLTIPLES

MIRADAS Y DESNATURALIZACIÓN DE SABERES" Buenos Aires, 14- 15 de noviembre de 2007

Organiza: Centro de Estudios Sociales de la Economía, de la Universidad Nacional de

General San Martín (UNSAM), Argentina. Una de las características de la sociedad contemporánea es la consagración de la economía

como un poderoso esquema de interpretación y de acción. Este proceso se ve acompañado por la adquisición de una enorme centralidad en la definición de los problemas sociales por parte de los profesionales de la economía (académicos, funcionarios de agencias internacionales y de gobierno, periodistas, operadores de mercado).

Términos como inflación, crisis, interés, déficit, riesgo o confianza, ganaron nuevos significados para amplios sectores de la población, más allá del estrecho mundo de los especialistas. Al mismo tiempo, se conformaron nuevas modalidades en las relaciones entre las personas y el dinero, la propiedad y el ahorro, que modulan de forma diversa las relaciones entre las generaciones y las percepciones del tiempo. Por otra parte, durante las últimas décadas en Latinoamérica el proceso de implementación de un conjunto de reformas estructurales inspiradas en los lineamientos centrales

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del paradigma neoliberal, generaron profundas, y en muchos casos irreversibles, consecuencias sobre la estructura económica y social y la dinámica de acumulación de estos países, reconfigurando así las relaciones de fuerza entre las diversas fracciones de la clase dominante.

Desde el CESE promovemos la necesidad de producir conocimiento desde el estudio de objetos problemáticos, movilizando las disciplinas como multiplicidades de miradas posibles.

En este marco, el Centro de Estudios Sociales de la Economía (CESE) invita a discutir resultados de investigaciones en curso o finalizadas a "jóvenes investigadores" (graduados, becarios, maestrandos y doctorandos) que aborden los objetos económicos desde alguno de los tres ejes que se detallan a continuación:

v Epistemología de las categorías del conocimiento de "lo económico"

v Crisis de acumulación y reconfiguración de los sectores dominantes en la historia reciente de América Latina (1976-2006)

v Dinero, moneda y procesos productivos en los sectores subalternos de América Latina

Recepción de resúmenes e información complementaria: [email protected]

Las mejores ponencias de las jornadas serán incluidas en la publicación "Papeles de Trabajo" del IDAES/UNSAM

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II JORNADAS DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN EL NOA San Miguel de Tucumán , 15-17 de mayo de 2008

Instituciones Organizadoras: Arzobispados de Salta y Tucumán – Obispados y Prelaturas

del NOA; Universidad Católica de Salta (UCS), Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE), Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino - Tucumán (UNSTA),Universidad Nacional de Salta (UNSa)

1-Finalidad: Ante los avances alcanzados por los estudios referidos a la Iglesia, sus instituciones y las formas de religiosidad realizados desde diferentes perspectivas, las jornadas se proponen reunir a quienes vienen trabajando en estos temas y continuar con el espacio de intercambio y actualización inaugurado en Salta.

2-Objetivos - Convocar a los investigadores que trabajan en temas relacionados a la Historia de la Iglesia. - Trazar el estado actual de las investigaciones sobre la temática (fuentes disponibles y

bibliografía) - Reforzar vínculos de investigación y discusión en torno a las preguntas que emergen del

estudio de la historia de la Iglesia en Argentina. - Fortalecer un espacio que posibilite la difusión de las producciones vinculadas con la

temática. - Ampliar y afianzar las perspectivas teóricas de análisis y el abordaje interdisciplinario de

nuestras investigaciones.

3-Perspectivas temáticas Organización eclesiástica Iglesia, estado y sociedad Clero regular y secular

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Órdenes, Congregaciones religiosas y Asociaciones laicales Archivos y bibliotecas eclesiásticas Formas de religiosidad popular y devociones Patrimonio cultural tangible e intangible (arte, arquitectura, tradiciones, música) Evangelización y opciones pastorales Las mesas específicas de cada una de éstas áreas temáticas se organizarán en función de las

ponencias recibidas.

4- Comisiones académica y organizadora Las comisiones académica y organizadora de las 2 Jornadas de Historia de la Iglesia en el NOA

están integradas por: Comisión Académica: Dra. Pilar García Jordán (Universidad de Barcelona-UB), Dr. Roberto Di Stefano (Instituto Ravignani,UBA) , Dra. María Celia Bravo (UNT), Dra Victoria Cohen Imach (UNT), Dra Alicia Fraschina (UBA), Lic. Gabriela Caretta (UNSA), Lic. Isabel Zacca (UNSA), Lic. Horacio Brito (Arquidiócesis de Tucumán), Mg. Mercedes Tenti (UCSE), Mg. Cynthia Folquer (UNSTA), Comisión Organizadora: Mg. Alejandra Landaburu (UNT), Dra. Cecilia Aguirre (UNSTA), Lic. Sara Amenta (UNSTA), Lic. Silvina Roselli (UNSTA), Pbro. Marcelo Lorca Albornoz (Arquidiócesis de Tucumán), Lucía Santos Lepera (UNT), Mg. Cynthia Folquer (UNSTA)

5- Modalidad de presentación de trabajos: Se podrá participar en dos categorías: ponencia y comunicación. Se entiende por ponencia,

investigaciones avanzadas o concluidas, y comunicación, inicios o planteos de investigación. En ambos casos los trabajos deberán ser originales e inéditos y podrán presentarse hasta dos autores por trabajo y cada autor no más de dos.

6- Presentación de resúmenes y trabajos Los resúmenes serán recibidos hasta el 1º de Marzo de 2008 y los trabajos hasta el 1º de Abril

de 2008. En el encabezado de los resúmenes y ponencias/comunicaciones deberá constar:

Autor/es: Título: Área/s temática/s sugerida/s Universidad o Institución a la que pertenece: Dirección postal: Teléfono: E mail: Presentación resúmenes: no podrán superar las 200 palabras, en hojas A4, escrito en letra Arial 12 a espacio y medio y deberán remitirse por correo electrónico a la siguiente dirección: [email protected]

Presentación de trabajos: El resumen y las ponencias se presentarán en hojas tamaño A4, escrito con letra Arial 12, a espacio y medio, y no podrán superar los 40.000 caracteres (con espacios). Las imágenes que deseen incorporar al trabajo deben estar en formato JPG (definición alta) e incluirse como anexo al final del mismo, al igual que los cuadros y gráficos.

La inscripción a las Jornadas pueden realizarse: Personalmente en: UNSTA- Tesorería- 9 de Julio 165- Horario: 9 a 12.30 horas y 26 a 20 hs Depósito o transferencia:UNSTA- C.U.I.T. 30-54376274-8 “E” / Banco RIO Cta Cte 069-

4999/5 C.B.U. 0720069420000000499954

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Enviar la constancia del depósito por fax al Nº 0381-4307500 y comunicar vía e-mail a [email protected] En el caso de transferencia bancaria no es necesario el fax.

Nota: -Cada autor/a abonará la correspondiente inscripción, incluso en casos de trabajos de autoría

compartida. -Sólo se admitirán hasta dos autores/as por trabajo. Asimismo, un autor/a podrá presentar

hasta dos trabajos. -Los autores/as deben tener en cuenta que se otorgarán certificados sólo a aquellos que

expongan sus trabajos.

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III JORNADAS EXPERIENCIAS DE LA DIVERSIDAD II ENCUENTRO DE DISCUSIÓN DE AVANCES DE INVESTIGACIÓN

SOBRE DIVERSIDAD CULTURAL Rosario, Argentina, 21-23 de mayo de 2008

El Centro de Estudios sobre Diversidad Cultural (cedcu), de la Facultad de Humanidades y

Artes de la Universidad Nacional de Rosario (Argetina) invita a participar de las III Jornadas “Experiencias de la Diversidad” y del II Encuentro de discusión de avances de investigación sobre Diversidad Cultural a desarrollarse en Rosario los días 21, 22 y 23 de mayo del 2008. Propone con este encuentro establecer un ámbito de reflexión, discusión y producción sobre el espacio de la diversidad, atravesando tiempo y espacio.

Mesas Temáticas propuestas por el CEDCU: “Emigrados, fugitivos, cautivos, extranjeros. Respuestas a la interculturalidad en las sociedades antiguas.” Coordinadoras: Cristina De Bernardi, [email protected] y Diana Rocco, [email protected].

“Prácticas jurídicas en contexto de diversidad cultural.” Coordinadoras: Adriana García, [email protected] y Patricia I. Giqueaux.

"La sociedad colonial hispanoamericana desde las experiencias de la diversidad. Planteos y estudios de casos". Coordinadoras: Nidia R. Areces, [email protected] y María del Rosario Baravalle, [email protected].

“Procesos socio-étnicos, religiosos y migratorios”. Coordinadores: Silvia Montenegro, [email protected] y Pilar Rosa de Castro, [email protected].

“Género y diversidad cultural a través del tiempo” Coordinadoras: Ana Esther Koldorf, [email protected]; Mónica Tarducci, [email protected] y María Rosa Oliver, [email protected].

“Desigualdad social, diversidad cultural y educación.” Coordinadoras: Gabriela Bernardi, [email protected] y Mariana Caballero, [email protected]

Simultáneamente se realizarán reuniones de discusión de Proyectos de Investigación en el marco del II Encuentro de Discusión de Avances de Investigación sobre Diversidad Cultural. Se

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espera la participación de investigadores en formación, formados y doctorandos. Se recepcionarán para la Discusión proyectos de investigación en curso o finalizados.

Consultas: [email protected]

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53º CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS LOS PUEBLOS AMERICANOS: CAMBIOS Y CONTINUDADES. LA

CONSTRUCCIÓN DE LO PROPIO EN UN MUNDO GLOBALIZADO Centro Histórico de la Ciudad de México

19-24 de julio de 2009

El Comité Organizador del 53º Congreso Internacional de Americanistas saluda cordialmente a la comunidad académica nacional e internacional que estudia, desde perspectivas uni, inter y multidisciplinarias al Continente americano y los invita a participar del 53º ICA que se realizará en el Centro Histórico de la Ciudad de México, durante los días 19 al 24 de julio de 2009.

Los Congresos Internacionales de Americanistas representan la tradición científica de trabajo interdisciplinario más antigua en la materia pues vienen los congresos celebrándose desde 1875, cuando se reunió el primero de ellos en Nancy, Francia, mantiene una periodicidad constante y desde 1895 comenzó la alternancia reuniéndose una vez en América y la siguiente en Europa. En las dos últimas décadas se reunió en Ámsterdam, Holanda (1988), Nueva Orleáns, Estados Unidos, 1991, Estocolmo-Uppsala, Suecia (1994), Quito, Ecuador (1997), Varsovia, Polonia (2000), Santiago de Chile (2003) y Sevilla, España (2006).

El lema adoptado por el 53º ICA permitirá analizar el desarrollo de las distintas tradiciones culturales, sociales, políticas e innovaciones tecnológicas en nuestro continente, concernientes tanto a los pueblos de origen amerindios, como a los aportes europeos, africanos y asiáticos, contemplados en una visión dinámica que incluye, los procesos de mestizaje, conflictos y contradicciones junto con las transformaciones derivadas de los procesos de globalización y las respuestas de construcción de nuestras propias identidades en un contexto plural y multicultural.

El tema involucra el desarrollo de la investigación arqueológica, histórica, antropológica, etnohistórica, de la antropología física, la lingüística y la literatura, el patrimonio cultural, la museografía, los procesos rurales y urbanos, los derechos humanos, lingüísticos y étnicos, ciencia, técnica y medio ambiente, estudios económicos, sociales, políticos y jurídicos, pensamiento, filosofía y educación.

El Comité Organizador del 53 ICA agradecen la confianza depositada por el Subcomité de Enlace designada en la Asamblea General del 52º Congreso Internacional de Americanistas. Fue precisamente en México (1895) donde se realizó el primer congreso fuera del continente europeo y tuvimos el honor de albergar a otras ediciones del mismo, en 1910, 1939, 1962 y 1974. Al retomar el desafío de organizar la sexta edición en nuestro país, sólo podemos señalar que nos proponemos mantener el nivel tradicionalmente alcanzado por los Congresos anteriores, a la vez que impulsaremos nuevas actividades que fortalezcan a las instituciones científicas, las redes de investigadores y los programas dedicados a la formación de investigadores en los temas americanistas. También pensamos retomar la tradición de las Memorias, mediante una edición electrónica de las mismas.

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La sede del Congreso será en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Si bien la Escuela Nacional de Antropología e Historia es la institución auspiciante, el Comité Organizador estimó pertinente realizarlo en el Centro Histórico, entre otras razones por el valor simbólico del mismo, donde podremos observar el Templo Mayor de Tenochtitlan, los monumentos del período Colonial, los desarrollos del mundo mestizo y los espacios de la construcción de una sociedad nacional, multiétnica y plural.

Además del valor simbólico, el Centro Histórico cuenta con una capacidad hotelera respetable y diversa que puede atender todas las comodidades requeridas, facilidades para el desplazamiento, además de una diversidad de costos que permitirá la asistencia de estudiantes y jóvenes graduados. Cercano al aeropuerto internacional, permitirá también a los asistentes degustar una variedad increíble de restaurantes de todos los sabores a la vez que alberga museos y librerías que enriquecen y exponen nuestras tradiciones culturales.

Es importante recordar que lo histórico y arqueológico no está reñido con lo moderno, de modo que tendremos un conjunto de aulas y salones de conferencias con todos los requisitos para trabajar en un perímetro pequeño, lo que facilitará los desplazamientos y el desarrollo del Congreso.

Áreas temáticas y formas de participación Manteniendo la tradición de nuestros congresos y el deseo de garantizar la participación de la mayor cantidad de científicos que trabajan sobre los diversos campos del conocimiento de la realidad americana hemos decidido mantener y ampliar los ámbitos de exposición de los avances científicos y de discusión de los mismos, enfatizando la Inter y la multidisciplinaridad en los procesos globales de las Americas, para lo cual proponemos las siguientes áreas temáticas:

Arqueología Antropología Social, Antropología Cultural y Etnología Antropología Física y Bioantropología Lingüística y Literatura Historia, Etnohistoria Historia del Arte e Iconografía Derechos Humanos Movimientos Sociales Estudios económicos y sociales Procesos Políticos Pensamiento, Filosofía e Historia de la ciencia Educación Globalización, Patrimonio y Políticas Públicas Ciencias, Tecnologías y Medio Ambiente Ciencias de la Comunicación Salud y Cultura Estudios de Género

Tomando en cuenta estas áreas, invitamos a los colegas interesados en proponer simposios y formular sus propuestas de acuerdo a las indicaciones que se establecen más adelante. Habrá una Comisión científica con representación de cada una de las áreas señaladas, que evaluará y aprobará en su caso, las propuestas que se reciban.

Formas de participación: El comité organizador del 53 ICA abrirá nuevos espacios de trabajo que permitan garantizar mecanismos de transversalidad en los trabajos de la semana del Congreso, facilitando a los especialistas, investigadores en formación, profesionales y estudiantes de grado y postgrado, explorar en forma sistemática aspectos vinculados con la investigación, la

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docencia y la formación de especialistas en las áreas americanistas, a la vez que fortalecer la formación de cuadros de investigación.

Para el mejor desarrollo del congreso se agregaron algunas innovaciones como la aceptación de ponencias-carteles o ponencias póster, que serán evaluadas por conjuntos de especialistas y tendrán premios y menciones honoríficas, como una estrategia para incentivar a jóvenes investigadores, quienes muchas veces prefieren esta forma de exposición mas flexible que los simposios. Cabe aclarar que No se aceptarán ponencias libres, Es decir, ponencias que no estén aceptadas por un simposio.

Quedando la forma de participación de la siguiente manera: • Simposios • Secciones de ponencias póster o ponencias carteles. • Eventos Paralelos

Ponencias en simposios: a) Las propuestas de ponencias deberán enviarse directamente a los coordinadores de

simposios para su aprobación e inclusión en el programa del simposio y del congreso. Un participante puede presentar como máximo, dos ponencias en simposios diferentes.

b) La fecha límite de inscripción de ponencias es el 31 de diciembre de 2008. Si con posteridad a esa fecha, los coordinadores de simposios aceptaran nuevas ponencias (siempre que no se supere el número máximo señalado), no se garantiza su inclusión en el programa oficial del Congreso.

Secciones de ponencias póster o ponencias carteles: a) Esta sección es nueva en los Congresos Internacionales de Americanistas y está

destinada a facilitar la participación y exposición de los investigadores, proporciona formas más fluidas de intercambio entre los especialistas, permite abordar cuestiones no contempladas en los simposios, aunque dentro de las temáticas del congreso.

b) Se designará un Comité Científico para cada Sección, de acuerdo a las temáticas del congreso.

c) La fecha límite de inscripción de ponencias póster es el 30 de septiembre de 2008 y deberá enviar a la siguiente dirección electrónica [email protected];ica53. [email protected]

d) Los ponentes deberán enviar un resumen de la misma que contenga un máximo 100 palabras con 5 palabras claves, y antes del 30 de noviembre del 2008 se informará sobre su aceptación

e) El 31 de diciembre del 2008 se deberá pagar la inscripción, si no es cubierta en esta fecha No será programado en la versión final.

se incluirá en la Memoria del Congreso y el cartel debe tener 1 metro por 1.30 m. de alto. Deberá ser provisto por el ponente en la versión final .

Eventos paralelos al Congreso Sección Audiovisual Seminario de Directores de Centros de Investigación y de Directores o responsables de

proyectos de investigación. Seminario de Directores y responsables de licenciaturas. Seminario de Directores y responsables de postgrados. Feria de postgrados y licenciaturas Reuniones asociaciones académicas y de redes de investigadores Feria de libros nuevos y usados Exposición y venta de publicaciones de los participantes del congresos

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Congresos, reuniones, jornadas

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Sección Audiovisual. Esta sección es nueva en los Congresos Internacionales de Americanistas y está destinada a facilitar la participación y exposición de los investigadores dedicados a trabajos de Audiovisuales. La fecha límite de inscripción de estos productos audiovisuales es el 30 de septiembre de 2008. Los ponentes deberán enviar un resumen de la misma de 100 palabras con cinco palabras claves. Antes del 30 de noviembre de 2008 a la siguiente dirección electrónica [email protected];ica53. [email protected] se informará sobre su aceptación y antes del 31 de diciembre de 2008 se deberá pagar la inscripción. Después de esa fecha no se garantiza su inclusión en el programa oficial del Congreso. El texto se incluirá en la Memoria del Congreso.

Edición de memorias del congreso. Está prevista la edición en discos compactos de las conferencias magistrales y los simposios con sus respetivas ponencias presentadas y autorizadas por los coordinadores serán incluidas, los autores deberán enviarnos firmadas las autorizaciones correspondientes y estar al día con su inscripción para poder ser incluida en la CD éste tendrá su respectivo ISBN. Oportunamente enviaremos los requisitos editoriales. Sabemos que por los altos costos de impresión y la magnitud de los congresos se abandonó la práctica de imprimir las Actas de los congresos, de acuerdo a nuestra experiencia, creemos que una versión electrónica de los trabajos es factible, cerraremos la recepción de dichos trabajos el 28 de febrero de 2009. Los formatos electrónicos son muy útiles pues la capacidad de almacenamiento de datos es significativa, permitiendo incluir ilustraciones y láminas con bastante generosidad. Esto no descarta ni compite con las propuestas de libros y números monográficos, que resultan en muchos casos de los simposios. En todo caso los coordinadores de simposio, de acuerdo con sus ponentes podrán solicitar la no inclusión de los mismos. Los trabajos se asegurarán con jpg para que puedan imprimirse pero no copiarse.

Categorías de participación y cuotas de inscripción. Todos los congresistas, tanto los coordinadores de simposios, ponentes, participantes sin

ponencia y los estudiantes inscritos tendrán los siguientes derechos: 1. Participar en todas las actividades académicas y sociales del Congreso 2. Proponer mociones en la Asamblea General y participar en ella con voz y voto. 3. Recibir los materiales informativos y eventualmente otros servicios que se estipulen en

su momento. 4. Habrá una cuota especial para estudiantes y un sistema de becas que se comunicará

posteriormente.

Inscripción de la institucional. Las instituciones participantes tendrán derecho a la acreditación de un participante con

ponencia, a las asistencias de coloquios institucionales, introducir en el CD institucional los perfiles institucionales y colocar un cartel en la feria de licenciatura y postgrados, así como recibir cuatro juegos de las memorias.

Acompañantes Los acompañantes deberán ser inscritos como tales por un participante en el correspondiente

formulario, tendrán derecho a participar en todas las actividades complementarias y sociales del Congreso.

Cuotas de inscripción

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Comité Organizador 53º Congreso Internacional de Americanistas Presidente: Elio Masferrer Kan Vicepresidentes:Judith Bokser ;Félix Báez-Jorge;Noemí Castillo Tejero; Horacio Cerutti G. Hilda Iparraguire; Abigail Aguilar Contreras;David Rovichaux

Secretarios Generales: Elizabeth Díaz Brenis; Jorge René González Marmolejo; Luz María Sevilla

Vocales: Gustavo Cabrera Rodríguez; Iván Franco Cáceres; Odile Hoffmann; Víctor Jiménez; Iliana Godoy ; Luz María Mohar; Sylvia Marcos

Participantes con ponencia

Participantes sin ponencia

Asistentes Cuota

Institución

Hasta el 31/12/ 2008

150 dólares 150 dólares 120 dólares 350 dólares

Hasta el 30/4/20 09

200 dólares 200 dólares 170 dólares 400 dólares

Hasta el 1/6/2009 250 dólares 250 dólares 200 dólares 450 dólares

Después del 2/6/ 2009

300 dólares 300 dólares 250 dólares 500 dólares

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La Revista de la Pátria Grande

http://www.novamerica.org.br/

I - NATUREZA

A NOVAMERICA é uma sociedade civil sem fins lucrativos que iniciou suas atividades em 1991. Sua sede central está situada na cidade do Rio de Janeiro e possui também um centro de atividades, o Centro Novamerica de Educação Popular, na cidade de Sapucaia, no interior do Estado de Rio de Janeiro.

NOVAMERICA atua no município de Rio de Janeiro e em municípios do interior do Estado de Rio de Janeiro e colabora com centros, organizações da sociedade civil e órgãos do setor público de outros Estados do Brasil. Realiza também projetos conjuntos, trabalhos e assessorias com centros e organizações de outros países da América Latina.

II - MISSÃO

NOVAMERICA tem por finalidade promover a construção da democracia como estilo de vida e a participação na sociedade civil, favorecer o desenvolvimento de uma consciência latino-americana e de uma ética da solidariedade, estimular o reconhecimento e valorização das diferentes culturas, no âmbito nacional e internacional, através da promoção de processos educativos e culturais orientados à formação de diferentes agentes sociais multiplicadores, prioritariamente pertencentes a grupos populares e excluídos.

III - OBJETIVOS

Aprofundar na análise e debate sobre a realidade latino-americana atual em uma perspectiva multidisciplinar, multiétnica e multicultural;

• fortalecer a democracia como estilo de vida e a organização de diferentes atores da sociedade civil, comprometendo-se prioritariamente com os movimentos e organizações de caráter popular;

• formar educadores como agentes sociais e culturais multiplicadores, promotores de direitos humanos, comprometidos com a construção de uma sociedade justa, solidária e democrática.

Em portugués / En castellano

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Concursos, becas, subsidios

PROGRAMA DE BECAS ALEARG

El Programa de becas ALEARG convoca a los interesados a presentarse para obtener la financiación por año de un máximo de DIEZ (10) becas de doctorado y posdoctorado.

Las solicitudes completas deberán ser presentados o enviadas antes del 1 de octubre de 2007 a la siguiente dirección: Pizzurno 935, 2do piso, oficina 231. Dirección Nacional de Cooperación Internacional. Programa de formación, capacitación y becas internacionales.

Para más información visitar www.me.gov.ar/dnci

PROGRAMA DE BECAS ICETEX

ICETEX ofrece becas para estudios de maestría, especialización e investigación a nivel de

postgrado a realizarse en Colombia para ciudadanos extranjeros. Estas becas tienen una duración de un máximo de 24 meses. Debido a que algunos programas

académicos sobrepasan este tiempo, el tiempo adicional estará a cargo del beneficiario. El cierre de esta convocatoria es el 16 de octubre. Para más información visitar http://www.me.gov.ar/dnci/becas05.html

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AVISO PRESENTACION DE ARTICULOS Y RESEÑAS PARA TEMAS Y DEBATES , REVISTA DE LA FACULTAD DE CIENCIA POLITICA Y RELACIONES INTERNACIONALES, UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO. CONVOCATORIA PERMANENTE

• Los trabajos con pedido de publicación deben ser remitidos al Comité Editorial de la Revista de la Facultad de Ciencia Política y R.R.I.I., y entregados, con nota de pedido en Mesa de Entradas.

• Deberán presentarse 3 copias impresas y una en diskette, en formato RTF.

• La extensión de los artículos deberá ser de un máximo de 20 páginas, en letra Times New Roman, tamaño 12, a espacio simple; las reseñas un máximo de tres páginas.

• Los cuadros, gráficos y mapas se incluiran en hojas separadas del texto, numeradas y tituladas. Los graficos y mapas se presentaran confeccionados para su reproduccion directa.

• Toda aclaracion con respecto al trabajo (presentacion previa, agradecimientos, etc.) asi como la pertenencia institucional se consignaran en notas al pie de pagina mediante asteriscos remitidos desde el nombre del autor.

• Las citas al pie se enumeraran correlativamente y observaran el siguiente orden: a)nombre y apellido del autor; b)título de la obra, en bastardilla; c)volumen, tomo, etc.; d)editor; e)lugar y fecha de publicacion; f)numero de la pagina. Cuando se trate de un articulo se lo mencionara entre comillas, bastardilla el libro, revista o publicacion en la que haya sido publicado.

• Si se insertara bibliografia se la incluira al final del trabajo, ordenandola alfabeticamente por autor y colocando primero el apellido y luego la inicial del nombre.

• Los trabajos seran sometidos a la evaluacion de 2 arbitros, sobre la base del principio de anonimato.

• Los articulos remitidos deberan ser ineditos en lengua española.

• En ningun caso seran devueltos los originales.

CORRESPONDENCIA:

Comité Editorial Revista Temas y Debates Facultad de Ciencia Politica y R.R.I.I.

Universidad Nacional de Rosario Berutti 2353 Monoblock 1 (2000) Rosario - Argentina

TEL: 54-0341- 4808521/22

FAX: 54-0341- 4808520 Email: [email protected]

ADMIN
AVISO PRESENTACION DE ARTICULOS Y RESEÑAS PARA TEMAS Y DEBATES , REVISTA DE LA FACULTAD DE CIENCIA POLITICA Y RELACIONES INTERNACIONALES, UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO. CONVOCATORIA PERMANENTE • Los trabajos con pedido de publicación deben ser remitidos al Comité Editorial de la Revista de la Facultad de Ciencia Política y R.R.I.I., y entregados, con nota de pedido en Mesa de Entradas. • Deberán presentarse 3 copias impresas y una en diskette, en formato RTF. • La extensión de los artículos deberá ser de un máximo de 20 páginas, en letra Times New Roman, tamaño 12, a espacio simple; las reseñas un máximo de tres páginas. • Los cuadros, gráficos y mapas se incluiran en hojas separadas del texto, numeradas y tituladas. Los graficos y mapas se presentaran confeccionados para su reproduccion directa. • Toda aclaracion con respecto al trabajo (presentacion previa, agradecimientos, etc.) asi como la pertenencia institucional se consignaran en notas al pie de pagina mediante asteriscos remitidos desde el nombre del autor. • Las citas al pie se enumeraran correlativamente y observaran el siguiente orden: a)nombre y apellido del autor; b)título de la obra, en bastardilla; c)volumen, tomo, etc.; d)editor; e)lugar y fecha de publicacion; f)numero de la pagina. Cuando se trate de un articulo se lo mencionara entre comillas, bastardilla el libro, revista o publicacion en la que haya sido publicado. • Si se insertara bibliografia se la incluira al final del trabajo, ordenandola alfabeticamente por autor y colocando primero el apellido y luego la inicial del nombre. • Los trabajos seran sometidos a la evaluacion de 2 arbitros, sobre la base del principio de anonimato. • Los articulos remitidos deberan ser ineditos en lengua española. • En ningun caso seran devueltos los originales. CORRESPONDENCIA: Comité Editorial Revista Temas y Debates Facultad de Ciencia Politica y R.R.I.I. Universidad Nacional de Rosario Berutti 2353 Monoblock 1 (2000) Rosario - Argentina TEL: 54-0341- 4808521/22 FAX: 54-0341- 4808520 Email: [email protected]
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América Latina en los libros

Norberto Alayón, organizador, Trabajo Social Latinoamericano. A 40 Años de la Reconceptualización, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2ª edición, aumentada, 2007 (351 páginas). ISBN 978-950-802-256-1

El análisis de la historia del Trabajo Social contribuye no sólo a develar la naturaleza misma de la disciplina, sino a entender también las propias particularidades de la profesión en la actualidad.

La significativa importancia que tuvo el proceso de Reconceptualización en el desarrollo del Trabajo Social latinoamericano, torna imprescindible y absolutamente actual la necesidad de recuperar el análisis del mismo, tanto en su génesis como en la influencia posterior que se verificó en la formación y en la práctica profesional de las y los trabajadores sociales.

Porque la Reconceptualización, entendida como reflexión y acción crítica, no ha desaparecido; de la misma manera que -a pesar de ser esta una época de marcado retroceso- tampoco han desaparecido los ideales por la vigencia de una sociedad y un mundo más libres y más justos.

El libro incluye 25 artículos, pertenecientes a 30 autoras y autores, de 20 países (dieciocho de América Latina, más España y Portugal): 1. Norberto Alayón (Argentina); 2. Nora Aquín (Argentina); 3. Natalio Kisnerman (Argentina); 4. Norah Castro Ortega (Bolivia); 5. Vicente de Paula Faleiros (Brasil); 6. José Paulo Netto (Brasil; nuevo texto en castellano): 7. Jeanette Hernández Briceño y Omar Ruz Aguilera (Chile); 8. Liliana Patricia Torres Victoria (Colombia); 9. Ma. Lorena Molina M. (Costa Rica); 10. Odalys González Jubán (Cuba); 11. Luis D. Araneda Alfero (Ecuador); 12. Zoila Silva (El Salvador); 13. Montserrat Feu (España); 14. Tomasa Leonor de León Cabrera (Guatemala); 15. Elsa Lily Caballero Zeitún (Honduras); 16. Silvia Galeana de la O (México); 17. Domingo Rito Maldonado R. (México; nuevo artículo); 18. Iris Prado H. y Martha Cecilia Palacios (Nicaragua); 19. Teresa Gabriela Spalding Brown (Panamá); 20. Stella Mary García (Paraguay; nuevo artículo); 21. María Helena Reis – Cezarina S. Mauricio (Portugal); 22. Nilsa M. Burgos Ortiz – Raquel M. Seda Rodríguez (Puerto Rico); 23. Luis Acosta (Uruguay; nuevo artículo); 24. Teresa Porzecanski (Uruguay); 25. Egleé Vargas Acosta y Mairely Nuváez de De Armas (Venezuela)

George Reid Andrews, Afro-Latinoamérica, 1800-2000, Iberoamericana / Vervuert, Madrid / Frankfurt, 2007, (382 páginas). Traductor: Óscar de la Torre Cueva. ISBN: 978-8484-89-309-7.

Síntesis de la historia de los afrodescendientes en el conjunto de América Latina, desde México y el Caribe hasta Argentina, y desde el paso de la esclavitud a la libertad en la actualidad.

Contenido: Agradecimientos Mapas Introducción Capítulo 1: 1800 Capítulo 2: “Un rayo exterminador”. Las guerras por la libertad, 1810-1890 Capítulo 3: “Los negros, nuevos ciudadanos”. La política de la libertad, 1810-1890 Capítulo 4: “Una transfusión de sangre mejor”. Blanqueamiento, 1880-1930 Capítulo 5: Empardeciendo ennegreciendo, 1930-2000

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Capítulo 6: Hacia el siglo XXI. Año 2000 y más allá Apéndice: Registros de población, 1800-2000 Glosario Bibliografía

José Bengoa, La emergencia indígena en América Latina, Fondo de Cultura Económica, Santiago de Chile, 2ª edición, 2007 (343 páginas). ISBN 978-956-2890-54-0

Desde su publicación en el año 2000, La emergencia indígena en América Latina ha puesto en el centro del debate académico y político un tema que ha figurado como marginal en el contexto de los nuevos gobiernos democráticos y la reactivación económica que han caracterizado a la mayoría de los países de la región durante las últimas dos décadas. En la presente edición, el autor brinda una versión actualizada del panorama histórico y antropológico de los años recientes, entregando nuevas pistas para entender los conflictos por los que atraviesan hoy los pueblos originarios y contribuyendo a enriquecer una discusión teórica y política indispensable acerca de la nueva realidad indígena latinoamericana.

Hernán Camarero, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del

trabajo en la Argentina, 1920-1935, Siglo XXI Editora Iberoamericana, Buenos Aires, 2007 (460 páginas) ISBN 978-987-1013-60-9 En este libro, se indaga acerca de cómo, por qué y gracias a qué circunstancias los comunistas en la Argentina fueron un actor de importancia en el mundo del trabajo desde las décadas de 1920-1930 y hasta la aparición del peronismo. El autor explora el proceso de proletarización de los cuadros del PC, en el marco de una orientación radicalizada y confrontacionista, como estrategia para conquis-tar a la clase obrera. Con la implantación molecular de sus células fabriles y sus agrupaciones gremiales, los comunistas lograron en el período un verdadero protagonismo sindical pero además montaron una red de bibliotecas, escuelas, clubes deportivos, núcleos infantiles y asociaciones de inmigrantes que esbozó una sociabilidad propia y una cultura obrera alternativa. El resultado de este libro es una rigurosa investigación que puede leerse como una original historia del PC pero también de la cultura de toda la izquierda y del movimiento obrero argentino del período.

Vicente Palermo y Carlos Reboratti, compiladores, Del otro lado del río. Ambientalis-

mo y política entre uruguayos y argentinos, EDHASA, Buenos Aires, 2007 (256 páginas). ISBN 978-987-628-004-4

Resultado del trabajo de un equipo de investigación conformado por especialistas argentinos, uruguayos y brasileros, este libro, que compilan Vicente Palermo y Carlos Reboratti, explica cómo un conflicto que hace dos años, cuando estalló, parecía administrable, se convirtió en una crisis perma-nente entre Argentina y Uruguay.

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De manera impecable, los autores de Del otro lado del río piensan el conflicto argentino-uruguayo desde todas sus facetas en un brillante tour de force intelectual que delimita su objeto de estudio, des-monta su complejidad y ofrece al cabo un libro notable, el primero que reflexiona de manera abarca-dora sobre el problema. Y lo hace sin tristes concesiones al nacionalismo, ni a la prepotencia política que a menudo se dirige al ciudadano. Con el poder del análisis, y la integridad de la inteligencia.

Se enfrentan una serie de preguntas que aún no hallan respuesta: ¿cuál fue la génesis del pro-blema? ¿Qué factores fueron determinantes, en ambos países, para que la situación se estancara? ¿Por qué no se han desactivado los cortes de ruta? ¿Cómo no se encontró aún una solución negociada? ¿Cuáles son los caminos que quedan por recorrer para resolverla?

Reflexionar sobre estos interrogantes implica varias operaciones a la vez: analizar el conflicto desde su surgimiento, relevar las distintas actitudes de los contendientes, contextualizar la problemá-tica del medio ambiente en la Argentina y de la explotación papelera en Uruguay, atender las razones de los Estados y de sus respectivas diplomacias, considerar el accionar de las empresas constructoras y de los vecinos de Entre Ríos, dimensionar el impacto real de los piquetes fronterizos. Es decir, poner este diferendo en una perspectiva abarcadora, sumando sus partes, para poder entender su naturaleza. Esta es la propuesta de este lúcido análisis.

Son autores de los distintos capítulos, Lucía Aboud, Raquel Alvarado, Marcelo de Almeida Medeiros, Miriam Gomes Saraiva, François Graña, Juan Lucca, Anabella Museri, Vicente Palermo, Cintia Pinillos y Carlos Reboratti.

Sobre los compiladores: Vicente Palermo es politólogo y ensayista. Ha vivido en España, Brasil e Italia, y es investigador independiente del CONICET y del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires. Se dedica a temas de política latinoamericana comparada y de historia política argentina reciente; actualmente trabaja en un ensayo de política, historia y cultura política en Brasil y Argentina contemporáneos. Pertenece al Club de Cultura Socialista (Buenos Aires), a la So-ciedad Argentina de Análisis Político y a la Associação Brasileira de Ciencia Política. En 2006 le fue otorgada la beca Guggenheim. Su libro más reciente es Sal en las heridas. Las Malvinas en la cultura argen-tina contemporánea (2007). Carlos Reboratti es argentino y geógrafo. Se dedica desde siempre al estu-dio de la relación entre la sociedad y el ambiente, fundamentalmente en las áreas rurales del noroeste de la Argentina. Ha escrito varios textos generales sobre el tema, libros para la docencia y participó en la producción de documentales sobre la geografía de la Argentina. Actualmente es docente en la Universidad de Buenos Aires y FLACSO, y lo ha sido en varias universidades del país y del extranje-ro. Reside en Buenos Aires, pero pasa largas temporadas en un pueblito puntano que se llama Corta-deras.

Mónica Peralta Ramos, La economía política argentina: poder y clases sociales (1930-2006), Fondo de Cultura Económica, Bueos Aires, 2007 (453 páginas) ISBN 9789505577170

La consolidación de las economías centrales en el marco de una economía mundial occidental ha dado lugar a una estructura de poder que explica la evolución de los conflictos sociales y el desarrollo de políticas económicas en la periferia. La economía política argentina: poder y clases sociales (1930-2006) analiza el modo en que esta estructura de poder ha influido en el desarrollo de los conflictos entre distintos sectores sociales y políticos y en las decisiones económicas adoptadas por distintos gobiernos a lo largo de ese período. Mónica Peralta Ramos analiza las implicancias del surgimiento de la clase obrera en la Argentina y la irrupción de los diferentes gobiernos militares en el marco de un conflicto creciente entre los sectores más poderosos de la economía. Este trabajo

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constituye una síntesis actualizada de trabajos anteriores de la autora y agrega el análisis la controvertida década de 1990, la crisis del año 2001 y la gestión del actual gobierno argentino.

Ana Virginia Persello, Historia del radicalismo, EDHASA, Buenos Aires, 2007 (352

páginas) ISBN 978-950-9009-98-1

En este libro, Ana Virginia Persello recorre la vida de un partido político centenario, la Unión Cívica Radical. Historia del radicalismo, por su ambición y por su admirable resultado, es una obra destinada a perdurar: un hito historiográfico.

Narrar la historia del radicalismo es de alguna manera narrar la historia política de la Argentina moderna, desde 1880 hasta nuestros días. En su larga trayectoria ocupó alternativamente la oposición y el gobierno, sufrió desprendimientos, escisiones y fracturas. Tuvo recordados presidentes, Yrigoyen, Alvear, Illia, Alfonsín; y dirigentes paradigmáticos, como Ricardo Balbín, Crisólogo Larralde o Amadeo Sabattini.

El radicalismo ha construido una doctrina y una manera de hacer política y de relacionarse con la sociedad. Conoció la proscripción en los años treinta, se enfrentó al peronismo en los cuarenta y los cincuenta, tuvo a fines de esa década un quiebre importante con la ruptura de Arturo Frondizi y el surgimiento de la UCRI (que luego ganaría las elecciones), volvió brevemente al poder en los sesenta y se renovó con fuerza en los ochenta.

¿Cómo enfrentó cada uno de estos momentos? ¿De qué manera el partido articuló su ideario y sus valores frente a las transformaciones y el impacto de los avatares históricos? ¿Cuáles fueron las relaciones, cada vez, entre la estructura partidaria y los gobernantes radicales? Este libro ensaya una respuesta a todas estas preguntas.

Ana Virginia Persello, argentina, es historiadora. Se graduó en la Universidad Nacional de Rosario, obtuvo su maestría en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y se doctoró en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es profesora de Historia Argentina (Siglo XX) en la Universidad Nacional de Rosario y pertenece a la Carrera de Investigador del Consejo de Investigaciones de la misma universidad.

Martha Ruffini, La pervivencia de la república posible en los territorios nacionales. Poder y ciudadanía en Río Negro,

Este libro aborda el proceso de consolidación del Estado nacional bajo ek prisma particular de la la relación entablada con los diez territorios nacionales.

Enmarcado eh el orden conservador, la creación de los territorios nacionales se encuentra unida al Estado, que implantó en ellos y por casi setenta años un “republicanismo tutelado”. La restricción de los derechos políticos de ss habitantes y un poder ejercido coercitavamente fueron las manifestaciones más visibles de la persistencia de la “República posible” alberdiana, cuya vigencia se extendió hasta el peronismo.

El objetivo del libro es aportar nuevas interpetaciones que permitan elucidar las razones de la vigencia del territrio nacional, la inefectividad de su ley fundacional y la resistencia de la dirigencia

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política a la ampliación de la ciudadanía política y a la concesión dek derecho de represenación ante el Congreso.

La historia de los territorios nacionales nos remite a aspectos sutanciales de consenso esgrimido por los sectores dirigentes en torno a la representación política. De allí la propuesta de la atora de incorporar la cuestión de los territorios nacionales a los debates acerca del Estado y la ciudadanía, es decir, la historia del pdoer, de su construcción, conservación y transformación.

Martha Ruffini es Doctora en Historia (Universidad Nacional de La Plata), especializada en historia política. Es profesora e investigadora de la Universidad Nacional del Comahue, Argentina.

Luís Cláudio Villafañe Gomes Santos, El imperio del Brasil y las repúblicas del Pacífico, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar / Corporación Editora Nacional, 2007 (Primera edición en español) (168 páginas) ISBN: 978-9978-84-430-4

Este libro explora de forma novedosa la problemática de las relaciones internacionales entre los países sudamericanos en el siglo XIX. De manera específica, la obra centra su atención en la evolución de las Relaciones diplomáticas entre la cancillería del Imperio de Brasil y los países de la costa del Pacífico: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, entre 1822 y 1889.

Constituye el primer trabajo histórico sistemático sobre las motivaciones que tuvo la diplomacia imperial para diseñar una política exterior específica hacia las repúblicas andinas. Dicha política fue congruente con la que había adoptado previamente hacia la región del Río de la Plata y estaba muy informada de los intereses que esgrimían las potencias europeas y losEstados Unidos. Se trata de un estudio pionero dentro de un área muy poco estudiada. Se basa en una cuidadosa y extensa revisión de los repositorios históricos de Itamaraty. Según el canciller brasileño, Celso Amorín, esta investigación es "una referencia indispensable para el estudio de las relaciones entre los países sudamericanos´:

La obra revela la posición que adoptó Brasil ante los conflictos bélicos más importantes de la región: las guerras de Independencia, la "cuádruple alianza" contra España, la "triple alianza" contra Paraguay y la Guerra del Pacífico. Analiza el complejo tejido de relaciones internacionales entre los países de la región. Finalmente, se abordan las preocupaciones de Brasil frente al predominio de Chile en el Pacífico. Esta obra constituye la primera traducción al español de su versión original publicada en portugués.

"El trabajo de Villafañe es rigurosos y refleja buen manejo de sus fuentes, adecuada formación metodológica y gran conocimiento de las realidades latinoamericanas del período que estudia. Su lectura nos ofrece no solo una excelente visión de la política exterior brasileña respecto de las repúblicas de la América Andina, sino que también plantea una serie de interrogantes sobre la realidad de nuestros países en las etapas iniciales de sua vida autónoma" (Doctor Enrique Ayala Mora, Historiador, Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador).

Luís Cláudio Vlllafañe G. Santos, brasileño, es historiador y diplomático de carrera. Ha trabajado en la Oficina Financiera de Itamaraty en Nueva York y en las Embajadas de Brasil en México, Washington, Montevideo y Quito. Es máster y doctor en Historia por la Universidad de Brasilia. Realizó estudios de posgrado en Ciencias Políticas en la New York University. Publicó diversos artículos en revistas especializadas en Argentina, Brasil, Estados Unidos y Uruguay. Es

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autor, entre otros, de los siguientes libros: O Império e as Repúblicas do Pacifico: as Relacóes doBrasil com o Chile, Bolívia, Perú, Ecuador e Colombia, 1822-1889, Curitiba, UFPR, 2002, y O Brasil entre a América e a Europa: O Império e o Interamericanismo (do Congreso do Panamá el Conferencia de Washington), São Paulo, UNESP, 2004. Es investigador asociado al Instituto Rio Branco desde 2002.

Ana Wortman, La construcción imaginaria de la desigualdad social, Ediciones CLACSO, Buenos Aires, 2007 (232 páginas) ISBN 978-987-1183-70-8.

Hacer estudios sobre la realidad social argentina constituye permanentemente un desafío para las ciencias sociales. Cuando la presente investigación fue pensada si bien la Argentina se encontraba atravesando una profunda y larga crisis social, aún existía el velo de la hegemonía impidiendo que fuera tema del conjunto de la sociedad: “no se veía”. Sólo era tematizada por especialistas, una minoría política y algunas organizaciones alternativas de trabajadores. Entre los diversos efectos de los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001 comprobamos la crisis de viejos imaginarios constitutivos de la sociedad argentina.

Con este libro pretendemos dar cuenta de cómo las nuevas formas de construcción de poder económico, político y cultural producen un nuevo orden social profundamente desigual como el que conforma este país en las ultimas tres décadas, tanto desde el plano material como imaginario. Teniendo como horizonte la multiplicidad de variables que confluyeron en la crisis, proponemos una mirada que vincule la creciente desigualdad social y fragmentación de las clases medias con la dinámica de los medios de comunicación, en especial la TV a través de los llamados nuevos intermediarios culturales mediáticos. En un contexto de debilitamiento de otros espacios sociales, su discurso se articula con los nuevos modos de ser de las clases medias contemporáneas. Nos preguntamos entonces acerca de las transformaciones socioculturales de las clases medias argentinas, tan evocadas como denostadas.

Es importante aclarar que los medios de comunicación no son los únicos factores que legitiman el proceso de construcción de un orden social. También lo son otras instituciones tanto nacionales como globales

Ana Wortman, argentina, es Licenciada en Sociología y Magíster en Ciencias Sociales. Profe-

sora en la Facultad de Ciencias Sociales e investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Ger-mani, Universidad de Buenos Aires.

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e-l@tina, Vol. 5, núm. 20, Buenos Aires, julio-setiembre de 2007 – http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm

NORMAS PARA COLABORADORAS Y COLABORADORES

1. e-l@tina recibe textos sobre temas que analicen las sociedades latinoamericanas, desde las perspectivas de la antropología, la ciencia política, la economía, la historia, la sociología, la sociología histórica, dándose prioridad a los enfoques transcidiplinarios o de hibridación de disciplinas. Se aceptan también trabajos de orden teórico y metodológico, como así también textos y notas de avance de proyectos en curso, críticas a artículos ya publicados en la revista, todos suficientemente objetivos y documentados, y notas sobre novedades de Internet relativas a América Latina. Todos serán evaluados mediante arbitraje académico anónimo de evaluadores externos y los resultados de la evaluación serán comunicados a los autores en un lapso no mayor a los tres meses. En los casos en que se trate de textos publicados o enviados para su publicación en otros medios, deberá indicarse la referencia correspondiente en la presentación del texto o en un párrafo que anteceda a la introducción. El colectivo editorial dará prioridad a los textos originales o aquellos que, habiendo sido ya publicados, ameriten su difusión en la revista. Si el texto ha sido ya objeto de evaluación previa también debe consignarse en la referencia.

2. Las colaboraciones pueden referirse a América Latina y el Caribe en su conjunto, a subpartes de la región o a alguno(s) de los países que la integran. La dimensión temporal que nos interesa es la de los siglos XXI, XX y XIX, en ese orden de prelación. Podrán considerarse, con menor grado de interés, trabajos referidos al período colonial. Distinguimos entre artículos, contribuciones y reseñas. Todas las colaboraciones serán enviadas por vía electrónica (E-mail) a (sólo) una de estas direcciones [email protected], [email protected], como archivos adjuntos. La presentación deberá hacerse conforme las normas indicadas en el punto 6, Formato de envío.

3. Artículos: Se considerarán tales aquellos aportes de investigación empírica o teórica, en proceso de discusión y/o ya consolidados, que constituyen un intento de avanzar o renovar los análisis relativos al mejor conocimiento de las sociedades latinoamericanas y caribeñas. Su extensión no debe superar las 20 (veinte) páginas en tamaño carta con un máximo de 3 (tres) imágenes o gráficos, y de 5 (cinco) cuadros o tablas..

Criterios de evaluación: Novedad en el aporte, claridad y coherencia en la presentación, soporte bibliográfico y/o empírico de las consideraciones incluidas en el texto, formato de artículo y relevancia para el mejor conocimiento de las sociedades latinoamericanas.

4. Contribuciones: Se considerarán bajo esta categoría textos que adelantan resultados parciales de una investigación empírica o teórica en proceso de elaboración y/o discusión. La extensión no debe superar las 12 (doce) páginas.

Criterios de evaluación: Claridad y coherencia en la presentación, soporte bibliográfico básico, estilo divulgativo y correspondencia con el objetivo de ofrecer aportes para el mejor conocimiento de América Latina.

5. Reseñas: Se incluyen bajo esta denominación breves notas explicativas sobre libros, eventos, ponencias e informes con el propósito de aportar conocimiento útil y claro a los lectores de la revista acerca de las nuevas ideas en el tratamiento de los temas de interés para los latinoamericanistas. Extensión: entre 2 (dos) y 4 (cuatro) páginas, aproximadamente.

Criterios de evaluación: Brevedad, claridad y referencia especial a un documento, libro, informe o ponencia donde se incluyan aportes novedosos y útiles respecto del mejor conocimiento de las sociedades latinoamericanas

6. Formato de envío: Las colaboraciones deberán enviarse teniendo en cuenta el siguiente formato:

Procesador de texto: pueden estar redactadas en cualquier procesador de texto. Se enviarán dos archivos de un mismo texto: uno, en el procesador de texto empleado por el autor o autora, cualesquiera sea el mismo; el otro, en Formato de Texto Enriquecido (RTF). En caso de que el artículo incluya gráficos, éstos deberán facilitarse en formato original, en un archivo aparte, con las siguientes extensiones .jpg, .tiff o .gif.

Tipos de letra: Título principal: Garamond 16, mayúsculas, negrita, justificado a la izquierda. Nombre del autor(a): Garamond 14, mayúsculas, negrita, justificado a la derecha. Texto principal: Garamond 12, justificación completa. Sin sangría al comienzo de cada párrafo. Subtítulos dentro del texto principal: Garamond 12, negrita, justificado a la izquierda. Notas a pie de página y bibliografía: Garamond 11. Márgenes: Superior e inferior, 2 cm. Derecho e izquierdo, 2,5 cm. Espacio: Sencillo. Separar cada párrafo con un solo golpe de Enter. Bibliografía: Debe ir al final del texto, ordenada alfabéticamente, y tendrá que contener con exactitud toda

la información necesaria (nombre de o de los autores, título y subtítulo, editor, ciudad, año de publicación. Idioma: Los trabajos podrán enviarse en castellano o portugués. Adicionalmente, deberán presentarse dos

resùmenes –uno en castellano o portugués, según corresponda, y otro (abstract) en inglès-, con una extensiòn de entre 12 y 15 líneas (en Garamond 11) y no más de cinco palabras claves.

Datos del autor: Con el trabajo se deben enviar el nombre completo, profesión, afiliación institucional y cargo (si

correpondiese), el cual se indicará con nota al pie (con asterisco *). Asimismo, debe enviarse la dirección de correo electrónico y la dirección de URL (si la tuviere), indicando explícitamente si se desea que una y otra sean publicadas con el artículo o, si por el contrario, que ellas sólo sean reservadas para comunicaciones de y con la revista. Opcionalmente, y si el autor/a lo considera oportuno, también podrá enviar su fotografía. También deberá consignarse si se autoriza o no la libre reproducción del artículo en otros medios de difusión.

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Buscando América Latina América Latina se encuentra también en otras revistas electrónicas disponibles en Internet.

AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana. Antropólogos Iberoamericanos en Red, Madrid, http://www.aibr.org/antropologia/aibr/

Araucaria. Revista Interamericana de Filosofìa, Política y Humanidades, Universidad de Sevilla, http://www.institucional.us.es/araucaria/redaccion.htm

Argumentos. Revista Electrónica de Crítica Social, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, www.fsoc.uba.ar/invest/iigg/argumentos/index.htm

Ariadna Tucma Revista Latinomericana,Historia, Ciencias Sociales, Arte y Cultura www.ariadnatucma.com.ar

Cuadernos Digitales. Publicación electrónica de Historia, Archivística y Estudios Sociales, Universidad de Costa Rica: www.fcs.ucr.ac.cr/∼historia/cuadernos

EIAL. Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Tel Aviv University: www.tau.ac.il/eial

Escenarios Alternativos, Fundación Centro de Estudios para el Cambio Estructural, Buenos Aires: www.escenariosalternativos.org

Gramsci e o Brasi: www.artnet.com.br/gramsci

Interpretaciones. Revista de Historiografía y Ciencias Sociales de la Argentina,

http://www.historiografia-arg.org.ar

Lavboratorio. Informe de coyuntura laboral, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires: www.catedras.fsoc.uba.ar/sociologia/salvia/index.htm

Mercosul nas Universidades. Edición del Proyecto Mercosur, Pontificia Universidad Católica Minas Gerais: www.pucminas.br/Mercosul

Noticias del Sur. Observatorio de política latinoamericana: http://noticiasdelsur.com/

Novamérica/Nuevamérica. Revista de la Patria Grande: http://www.novamerica.org.br/

Nuevo Mundo-Mundos Nuevos, Centre de Recherches sur les Mondes Américains (CERMA), Paris, http://nuevomundo.revues.org

Pensar Iberoamérica. Revista de Cultura. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura: www.campus-oei.org/pensariberoamerica/ind

Política y Cultura. Departamento de Política y Cultura, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco: http://polcul.xoc.uam.mx

Procesos históricos. Revista de Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Los Andes, Venezuela, www.saber.ula.ve/procesos historicos

Revista Tema Livre, www.revistatemalivre.com

Temas. Cultura, Ideología, Sociedad, Cuba, http://www.temas.cult.cu/

Trabajo y Sociedad. Revista del Programa de Investigaciones sobre Trabajo y Sociedad (PROIT), Universidad Nacional de Santiago del Estero, www.geocities.com/trabajoysociedad

Sugerimos también consultar los siguientes sitios de Internet:

Asociación Historia Actual: www.historia-actual.com ALACIP Asociacion Latinoamericana de Ciencia Politica: www.aclcpa.com/alcp Casa de América: http://www.casamerica.es/ Ciudad politica. Praxis y ciencia política: http://www.ciudadpolitica.com El Historiador: http://www.elhistoriador.com.ar/ Historia a Debate: www.h-debate.com Historia Contemporánea: http://www.uv.es/~jalcazar Revista de Sociologia e Politica: http://www.revistasociologiaepolitica.org.br Taller de Historia Económica (THE): http://the.pazymino.com/

Asimismo, encontrarán numerosos enlaces, dentro de Internet, en nuestra página web

www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal