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ARISTÓTELES LÍNEAS PRINCIPALES DEL PENSAMIENTO

Metafísica (el problema de la realidad) Teoría del conocimiento (el problema del conocimiento) Antropología ( la concepción del ser humano) Teología (el problema de Dios) Ética (el problema de la virtud) Política (el problema de la sociedad y de la política

Se conoce a Aristóteles (Estagira 384 a.C- 322 a.C) como el discípulo predilecto de Platón pero no como su continuador en la línea idealista de su maestro. Además de filósofo y lógico, es el científico por excelencia en la antigüedad y responsable de la orientación empirista que marcará el pensamiento occidental en los siglos posteriores. Se dedicó a la observación y estudio de la naturaleza sin recurrir a instancias sobre naturales, distanciándose y criticando la doctrina de las ideas que defendió su maestro ya que las ideas no pueden existir separadamente de los entes concretos. Aristóteles retoma la investigación sobre la fysis, iniciada por los filósofos jonios, admitiendo que la realidad puede mostrarse de muchas maneras y dando credibilidad a la experiencia sensible, origen de nuestro conocimiento. Para ello comenzará a analizar el ser concreto, su estructura esencial (materia y formal), su capacidad de cambio (acto-potencia) y las causas (material, formal, eficiente y final) que lo determinan. El procedimiento para estudiar la realidad es inverso al de Platón: partir de la Física que estudia los seres naturales, más cercanos e inmediatos para acabar en la Metafísica donde se alcanza el máximo nivel de abstracción de la realidad.

Para explicar la realidad Aristóteles toma como referencia al ser natural, esto es, el objeto físico concreto, individual que está

constituido por dos principios: la materia (hylé) y la forma (morfé) que constituyen a cada ser de forma esencial. La materia no puede existir por sí sola, es un co-principio que entra a formar parte de la composición de los entes o sustancias sensibles. En la materia siempre hay que distinguir entre materia segunda (la materia física o el material del que está hecho algo) siempre perceptible por los sentidos, apta para recibir nuevas formas. Las materias segundas son sustancias, es decir, materia con una determinada forma. Y la materia primera, que no es perceptible por los sentidos, sino sólo por la inteligencia. En este sentido la materia primera es absoluta indeterminación, el substrato constitutivo de las cosas. No es una sustancia porque le falta la forma, es inengendrada, eterna e inmortal. Materia y forma son los dos constitutivos de todo ente o substancia sensible. Ni la materia ni la forma son por sí solas sustancias, ya que no puede existir cada una por separado. Hay que añadir además que para Aristóteles la forma tiene más importancia que la materia, pues es al mismo tiempo esencia (lo que algo es) y naturaleza (principio inmanente de actividad) . La materia es lo que particulariza e individualiza a un grupo de individuos de la especie. El ser humano (sustancia segunda) existe en cuanto que existe el hombre concreto (sustancia primera: este Sócrates, este Platón).

El problema del cambio que preocupó a los presocráticos se reduce a encontrar algo permanente en el cambio. Aristóteles

se plantea una serie de preguntas (qué es el cambio, cuantos tipos de cambio hay, cuáles son los principios del cambio, y cuáles son las causas del cambio) para intentar responder a esta cuestión: cómo es posible que el ser natural cambie y su vez permanezca. Comienza definiendo el cambio como el paso de la potencia al acto. La potencia es “poder ser”, capacidad para llegar a ser”, aquello que algo es por naturaleza. El acto es ser actualmente, realización plena de lo que está en potencia. Así en cada ser hay acto (lo que ya es, esa realidad concreta) y potencia (lo que puede llegar a ser, algo que todavía no es). El cambio sería la conversión de lo que está en potencia al acto, o un proceso por el cual una sustancia adquiere una forma de la que carecía, o también la materialización de una forma. ¿Cuáles son las causas del cambio? Según Aristóteles conocer algo es conocer las causa que están detrás de ese algo. Al hablar de causas el Filósofo distinguió cuatro tipos de causas: material (¿de qué está hecho algo?); formal (¿qué es ese algo?); eficiente (¿Quién o por qué de algo?) final (el “para qué” de algo). La primacía de la causa formal y final concuerda con ésa concepción organicista y teleológica del cosmos presente en el pensamiento griego.

Por encima de la Física estaría la Metafísica o la Filosofía Primera. Es la ciencia más universal, dado que su objetivo es el estudio de “lo que es, en tanto algo que es”, el Ser, que es el concepto más universal y unificador de todos: la realidad está constituida de seres. En este sentido la Metafísica es Ontología: el estudio del ente (to on o Ser) sus principios y sus causas. Lo primero que menciona Aristóteles sobre el Ser, es que se dice en muchos sentidos, pero siempre en relación a la sustancia ( ousía), con lo que la pregunta por el ser se reduce en la pregunta por la sustancia. El ser se entiende como un concepto análogo: el ser es único pero se manifiesta de muchas maneras, o categorías del ser. Aristóteles distingue diez posibles sentidos del ser, diez formas de relacionar el sujeto con el predicado. Son las categorías o modos en los que podemos expresar el ser: sustancia, cantidad, cualidad, relación lugar, tiempo, situación, posesión, acción y pasión. Al mismo tiempo las categorías se pueden clasificar en dos grupos: la sustancia y los accidentes de (las nueve categorías restantes), por lo que la pregunta por lo que es remite a la sustancia. Así que sólo queda identificar a ésta con la forma o la esencia. Además distingue dos tipos de sustancias: sustancias primeras (los individuos concretos) y sustancias segundas (la especie y el género: «humano», «animal», «vegetal»...). La sustancia primera es lo verdaderamente real, la sustancia en sentido estricto: es el sujeto último o sustrato en el que tienen su existencia la especie y el

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género, la esencia y la forma. Por eso la sustancia primera «subyace a todas las cosas». La Metafísica también puede ser Teología dado que trata de la entidad primera, el Ente inmóvil que a diferencia de los entes naturales, sometidos a cambio, compuestos de materia y forma, pueden existir un Ente, desposeído de materia, pura forma, acto puro sin mezcla alguna de potencia, y por lo tanto, inmóvil. Esta realidad no es otra cosa que dios. Las causas del cambio y del movimiento requiere la existencia de un motor (inmóvil) que sea capaz de mover sin ser movido por otro como lo amado mueve al amante. No es el dios cristiano: no tiene relación alguna con el mundo y no lo ha creado (dado que el mundo es eterno); no interviene en él, ni lo cuida. Tan sólo se limita a funcionar como su motor: atrayéndolo hacía sí, pero sin moverse. Vive ensimismado como pensamiento de pensamiento. La constitución fundamental del ser humano, como la de cualquier ente natural es el resultado de la unión de dos principios inseparables: materia y forma. El cuerpo es la materia, sustrato, soporte de accidentes y posee vida en potencia. El alma es la forma, la esencia del cuerpo, la entelequia primera de un cuerpo natural organizado, o también aquello por lo que vivimos, percibimos y pensamos. . El hombre es una única sustancia: alma y cuerpo no son dos realidades diferentes unidas accidentalmente, ni el alma pre-existe o pervive separada del cuerpo. Como ser vivo el hombre posee tres funciones o tipos de alma: la vegetativa, la sensitiva y la suya específica: la racional por la que conocemos el mundo y nos permite pensar. Esta teoría del alma nos permite comprender a su vez el conocimiento: mezcla de lo sensible (corporal) y de lo intelectual (alma racional). Todo conocimiento comienza siempre por las sensaciones y suele terminar en el pensamiento. Nuestro entendimiento conoce lo particular, lo concreto, lo físico antes que el universal, lo abstracto. La aisthesis o conocimiento sensible que capta la sensación o forma sensible (phantasmata) y que con ayuda de la a memoria, la imaginación y la experiencia o sentido común ayudan a interpretar lo percibido. Para entender y expresar lo que es el objeto percibido hace falta el conocimiento intelectual, en el que interviene el entendimiento, capaz de captar las formas inteligibles o esencias de las cosas. Es la facultad racional que le permite captar la forma sustancial de los demás seres. Por una parte, el entendimiento paciente recibe las imágenes percibidas por las facultades inferiores del alma sensitiva. Tiene la potencia, capacidad para recibir la forma universal inteligible y pasa a acto mediante el entendimiento agente (activo).Y por otral entendimiento activo o agente es el que abstrae las esencia de las cosas, los conceptos universales, de las cosas. En él se elaboran los conceptos que utilizamos cuando pensamos. En función de esta teoría del conocimiento Aristóteles propuso varios tipos de conocimiento: Experiencia (empereia); Tecné o arte, (poiesis); Prudencia (praxis). Ciencia (episteme) y Sabiduría (sofia, nous)

La ética aristotélica es una ética material, basada en la felicidad (eudemonismo) y, lógicamente, teleológica (finalista). Y La felicidad es el máximo bien al que tiende toda actividad humana. Pero deber ser un Bien que se busque por sí mismo y no como un medio para alcanzar otras bienes. Pero el máximo bien al que pueda aspirar el hombre debe relacionarse con la actividad propia del ser humano y por tanto, del alma racional. Además está actividad del alma ha de estar dirigida por la virtud, La felicidad radica, por tanto, en ser virtuoso en obrar bien. Y la virtud es definida como un hábito que se adquiere con la práctica, una disposición permanente a obrar bien, tal y como lo haría el hombre prudente. Es algo que se va aprendiendo a lo largo de la vida, sin tratarse de un aprendizaje intelectual, sino experiencial, vivido. Y también se refiere a la virtud entendida como un término medio entre dos extremos considerados vicios. Las virtudes éticas propias de la voluntad perfeccionan nuestro modo de ser y nuestra relación con los demás y las virtudes dianoéticas desarrollan nuestras capacidades intelectuales (sabiduría, ciencia y entendimiento). La virtud fundamental es la prudencia pues es la prudencia la que nos ayuda a acertar en nuestra búsqueda del término medio. El Filósofo se sigue preguntando por el tipo de vida que nos puede hacer plenamente felices. Si la búsqueda del placer, de las riquezas o de los honores y la fama son efímeros, la auténtica felicidad es aquella en la que el ser humano desarrolla sus capacidades propias y aspira a la forma más alta de sabiduría: la vida teórica. Solo una vida dedicada al conocimiento es una vida autárquica: el hombre que disfruta con el conocimiento no necesita de nada más y por ello, nada nos impide llamar feliz al hombre virtuoso y que cuenta además con sus necesidades básicas satisfechas. La Ética culmina en la política, la ciencia práctica más importante, ya que busca el bien colectivo. En este sentido, el Estado debe educar a los ciudadanos en la virtud, de modo que todos alcancen la eudaimonía. La propuesta política de Aristóteles se basa en un modelo organicista de la sociedad. Ésta se asemeja a un organismo vivo, con tendencias y fines propios. Y es que la sociedad es anterior a los individuos que la integra. Prueba de ello es la sociabilidad natural del hombre, tal y como se muestra en el lenguaje (el hombre es un ser social porque posee logos). Se trata de una tendencia que se hace patente en la polis, plenamente autosuficiente o autárquica. Así la auténtica misión del Estado, es crear las condiciones para que se dé una vida buena y perfecta: tiene que satisfacer las necesidades primarias y materiales de los ciudadanos. El Estado está hecho para que la sociedad satisfaga las necesidades básicas y para que viva bien, y por tanto para que sea feliz .Por lo que se refiere a las formas de gobierno, Aristóteles las clasifica en función del número de gobernantes y de sí son justos o no (si su fin es el bien común o el bien particular). En este sentido distingue entre monarquía (gobierno de uno solo), aristocracia (gobierno de unos pocos, los mejores) y democracia (gobierno del pueblo). Cuando estas formas de gobiernos se corrompen aparece tiranía, la oligarquía y la demagogia respectivamente. En su opinión, la mejor forma de gobierno es la monarquía, seguida de la aristocracia y de la democracia, aunque afirma que el mejor régimen depende de las circunstancias. Y las condiciones geográficas, económicas o psicológicas de cada pueblo Apuesta por lo que llama politeia o republica constitucional, formada por ciudadanos de clase media y gobernada por los mejores. En todo caso, según sus propias palabras “El Estado más perfecto es evidentemente aquel en que cada ciudadano, sea e l que sea, puede, merced a las leyes, practicar lo mejor posible la virtud y asegurar mejor su felicidad”.

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ARISTÓTELES

METAFÍSICA El Estudio de la realidad: de la Física a la Filosofía Primera

La crítica a la teoría de las ideas

La Física estudia al ser natural: la doctrina hilemórfica, la potencia y el acto, y la teoría de las cuatro causas

La Metafísica como ontología

La Cosmología

La Teología

El punto de partida de la filosofía aristotélica es la crítica a la teoría de las ideas de su maestro Platón. Rechaza la existencia de unas ideas separadas de las cosas y no admite la duplicidad de lo real. La Idea (o esencia de cada cosa) no puede existir separadamente o al margen de los entes concretos. Si existe en las cosas sólo puede existir como forma inmanente si queremos que sean el fundamento u origen de las cosas sensibles. Por otra parte, tampoco las ideas explican satisfactoriamente el cambio y el devenir porque ¿cómo pueden ser las ideas causa del cambio de los objetos físicos, si las ideas son inmutables e inmóviles?

Aristóteles retoma la investigación sobre la fysis, iniciada por los filósofos jonios, admitiendo que la realidad puede mostrarse

de muchas maneras y dando credibilidad a la experiencia sensible, origen de nuestro conocimiento. Para ello comenzará a analizar el ser concreto, su estructura esencial (materia y formal), su capacidad de cambio (acto-potencia) y las causas (material, formal, eficiente y final) que lo determinan. El procedimiento para estudiar la realidad es inverso al de Platón: partir de la Física que estudia los seres naturales, más cercanos e inmediatos para acabar en la Metafísica donde se alcanza el máximo nivel de abstracción de la realidad.

Para explicar la realidad Aristóteles toma como referencia al ser natural, esto es, el objeto físico concreto, individual que está

constituido por dos principios: la materia (hylé) y la forma (morfé) que constituyen a cada ser de forma esencial. La materia no puede existir por sí sola, es un co-principio que entra a formar parte de la composición de los entes o sustancias sensibles. En la materia siempre hay que distinguir entre materia segunda (la materia física o el material del que está hecho algo) siempre perceptible por los sentidos, apta para recibir nuevas formas. Las materias segundas son sustancias, es decir, materia con una determinada forma. Y la materia primera, que no es perceptible por los sentidos, sino sólo por la inteligencia. En este sentido la materia primera es absoluta indeterminación, el substrato constitutivo de las cosas. No es una sustancia porque le falta la forma, es inengendrada, eterna e inmortal.

Materia y forma son los dos constitutivos de todo ente o substancia sensible. Ni la materia ni la forma son por sí solas

sustancias, ya que no puede existir cada una por separado. Hay que añadir además que para Aristóteles la forma tiene más importancia que la materia, pues es al mismo tiempo esencia (lo que algo es) y naturaleza (principio inmanente de actividad) . La materia es lo que particulariza e individualiza a un grupo de individuos de la especie. El ser humano (sustancia segunda) existe en cuanto que existe el hombre concreto (sustancia primera: este Sócrates, este Platón).

Ésta es la estructura hilemórfica del ente sensible. Otra forma de caracterizar al ser natural es la capacidad de cambio y de

devenir que se observa, como ya lo afirmara Heráclito, en el mundo físico. El problema del cambio que preocupó a los presocráticos se reduce a encontrar algo permanente en el cambio. Aristóteles se plantea una serie de preguntas (qué es el cambio, cuantos tipos de cambio hay, cuáles son los principios del cambio, y cuáles son las causas del cambio) para intentar responder a esta cuestión: cómo es posible que el ser natural cambie y su vez permanezca.

Comienza definiendo el cambio como el paso de la potencia al acto. La potencia es “poder ser”, capacidad para llegar a ser”,

aquello que algo es por naturaleza. El acto es ser actualmente, realización plena de lo que está en potencia. Así en cada ser hay acto (lo que ya es, esa realidad concreta) y potencia (lo que puede llegar a ser, algo que todavía no es).

También distingue dos tipos de cambio: El cambio sustancial, que supone un cambio en la sustancia, entendido como la transformación de una realidad a otra, y

que se reducen a dos: la generación y la corrupción. El cambio accidental, que son todos los cambios que no modifican la sustancia de algo y que son de tres tipos:

Cuantitativo (aumento o disminución de algo); Cualitativo (cambio en alguna cualidad de algo) y Local (el cambio de lugar de un cuerpo en el espacio)

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El cambio sería la conversión de lo que está en potencia al acto, o un proceso por el cual una sustancia adquiere una forma de la que carecía, o también la materialización de una forma.

¿Cuáles son las causas del cambio? Según Aristóteles conocer algo es conocer las causa que están detrás de ese algo. Al hablar

de causas el Filósofo distinguió cuatro tipos de causas: Material: responde a la pregunta ¿de qué está hecho algo? La materia inmanente de la que algo se hace. Formal: responde a la pregunta ¿qué es ese algo? La respuesta es la forma, aquello que determina a la materia. Se

identifica con la esencia. Eficiente: responde a la pregunta ¿Quién o por qué de algo? Es el agente productor de la sustancia, aquello de donde

procede el principio del cambio. Final: responde a la pregunta por él “para qué” de algo. La respuesta es su finalidad.

Para Aristóteles, las dos causas fundamentales son la forma y la final, en coherencia con su concepción esencialista y finalista

(teleológica) del universo. Por encima de la Física estaría la Metafísica o la Filosofía Primera. Es la ciencia más universal, dado que su objetivo es el estudio de “lo que es, en tanto algo que es”, el Ser, que es el concepto más universal y unificador de todos: la realidad está constituida de seres. En este sentido la Metafísica es Ontología: el estudio del ente (to on o Ser) sus principios y sus causas. Lo primero que menciona Aristóteles sobre el Ser, es que se dice en muchos sentidos, pero siempre en relación a la sustancia ( ousía), con lo que la pregunta por el ser se reduce en la pregunta por la sustancia. El ser se entiende como un concepto análogo: el ser es único pero se manifiesta de muchas maneras, o categorías del ser. Aristóteles distingue diez posibles sentidos del ser, diez formas de relacionar el sujeto con el predicado. Son las categorías o modos en los que podemos expresar el ser: sustancia, cantidad, cualidad, relación lugar, tiempo, situación, posesión, acción y pasión. Al mismo tiempo las categorías se pueden clasificar en dos grupos: la sustancia y los accidentes de (las nueve categorías restantes), por lo que la pregunta por lo que es remite a la sustancia. Así que sólo queda identificar a ésta con la forma o la esencia.

Aristóteles distingue dos tipos de sustancias: sustancias primeras (los individuos concretos, como Sócrates, la farola o el tenedor) y sustancias segundas (la especie y el género: «humano», «animal», «vegetal»...). En sentido estricto, sólo los individuos concretos deben ser considerados sustancias. Pero puesto que las especies y los géneros son también algo real, no meros conceptos, de lo cual se ocupa la ciencia, también deben ser consideradas sustancias, aunque no existen separadas de la sustancia primera (de los individuos), sino en ella (en los individuos concretos). Por lo tanto, la sustancia primera es lo verdaderamente real, la sustancia en sentido estricto: es el sujeto último o sustrato en el que tienen su existencia la especie y el género, la esencia y la forma. Por eso la sustancia primera «subyace a todas las cosas».

TEOLOGÍA

Dios como Ser perfecto, pura forma, acto puro, motor inmóvil, pensamiento de sí mismo

La Metafísica también puede ser Teología dado que trata de la entidad primera, el Ente inmóvil que a diferencia de los entes naturales, sometidos a cambio, compuestos de materia y forma, pueden existir un Ente, desposeído de materia, pura forma, acto puro sin mezcla alguna de potencia, y por lo tanto, inmóvil. Esta realidad no es otra cosa que dios. ¿Cómo llega Aristóteles a la necesidad de afirmar la existencia del ente inmóvil? La respuesta está en el movimiento: Los seres naturales están sometidos a un incesante devenir (paso de la potencia al acto). Pero para que sea posible este posible paso y se actualice la forma es necesario un acto previo, que funcione como motor (agente o causa eficiente) de dicho cambio. A su vez todo motor que mueve es movido por otro motor, quien le transfiere el movimiento y quien también necesita de otro motor para que se mueva. Si establecemos una cadena de motores subordinados entre sí que mueven y son movidos entonces esta cadena se prolongaría hasta el infinito (algo absurdo para un griego) y nada explicativo. Así que Aristóteles reconoce la existencia de un Primer Motor que sea capaz de mover, sin necesidad de ser movido por otros; será el Motor inmóvil, al que identifica con dos. Este mismo argumento lo utilizará Tomás de Aquino en las vías para demostrar la existencia de Dios. Dios es para Aristóteles

Acto puro (sin mezcla alguna de potencia /materia)

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Motor inmóvil (mueve sin ser movido, como lo amado mueve al amante) Dios mueve atrayendo como objeto de amor, es decir, a la manera de fin.

Viviente, inteligente y volente (noesis-noeseos = pensamiento de sí mismo)

El dios aristotélico es totalmente distinto al cristiano: no tiene relación alguna con el mundo. De entrada no lo ha creado (dado que el mundo es eterno); no interviene en él, ni lo cuida. Tan sólo se limita a funcionar como su motor: atrayéndolo hacía sí, pero sin moverse. Vive ensimismado como pensamiento de pensamiento”.

ANTROPOLOGÍA

Concepción dualista del ser humano: alma y cuerpo.

Alma y cuerpo es un compuesto esencial Tres funciones del alma: vegetativa, sensitiva y racional

La constitución fundamental del ser humano, como la de cualquier ente natural es el resultado de la unión de dos principios: materia y forma. En el caso del hombre dichos “co-principios” se denomina cuerpo y alma. El resultado es la unión sustancial que es el hombre. En este aspecto difiere de su maestro Platón. El hombre es una única sustancia: alma y cuerpo no son dos realidades diferentes unidas accidentalmente, ni el alma pre-existe o pervive separada del cuerpo. No existen diferentes almas, ni están localizadas en el cuerpo: forma una unidad sustancial con el cuerpo. Y cuando muere el hombre muere su cuerpo y su alma al mismo tiempo. El cuerpo es la materia, sustrato, soporte de accidentes y posee vida en potencia. El alma es la forma, la esencia del cuerpo. Aristóteles la define como la entelequia primera de un cuerpo natural organizado, o también aquello por lo que vivimos, percibimos y pensamos. El alma es entendida, al igual que Platón, como principio vital. En este sentido, todos los seres vivos tienen alma o principio vital: las almas, los animales y los seres humanos tienen vida, automovimiento de la misma manera. Pero también entre ellos se diferencian por las operaciones o funciones de las que son capaces y así, en sentido metafórico hablamos de las distintos tipos de almas:

El alma vegetativa, que es específica de las plantas, pero común a todos los seres vivos y cuyas funciones son las de nutrición, crecimiento y reproducción

El alma sensitiva, propia de los animales y de los seres humanos, y por la cual percibimos, sentimos y nos movemos.

El alma racional. Exclusiva del ser humano, es la capacidad que nos permite entender y conocer el mundo y pensar

A partir de esta teoría sobre el alma el Filósofo explica el problema del conocimiento humano, como mezcla de conocimiento sensible e intelectual. El hombre tiene un conocimiento sensible que le viene del cuerpo y del alma sensitiva. Y un conocimiento racional que le viene por el alma racional.

TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

Concepción empirista del conocimiento

Niveles de conocimiento: la experiencia sensible y el conocimiento intelectual.

Facultades que intervienen

Tipos de saber

A diferencia de Platón y otros filósofos precedentes, Aristóteles va a conceder al conocimiento sensible el mérito de ser el origen y principio de todo conocimiento humano, aunque conviene no olvidar que el conocimiento versa sobre lo universal y permanente que hay en las cosas, tal como lo expresara su maestro Platón. Su teoría del conocimiento, por lo tanto, será empirista. No admite más mundo que el conocido a través de los sentidos. Aplica la doctrina hilemórfica y la teoría del acto y la potencia para explicar el modo en cómo conocemos los objetos y procesos físicos, ya que estos son materia dotada de principio de inteligibilidad: su forma o esencia inmanente. Todo conocimiento comienza siempre por las sensaciones y suele terminar en el pensamiento. Nuestro entendimiento conoce lo particular, lo concreto, lo físico antes que el universal, lo abstracto. Es más a lo universal llegamos por lo particular y, éste es la auténtica fuente de conocimiento

Así podemos distinguir dos momentos en cualquier proceso cognitivo: EL CONOCIMIENTO SENSIBLE (aisthesis)

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Todo conocimiento comienza con los datos que le proporcionan los sentidos, de las percepciones sensibles. El alma racional no puede pensar nada sin las representaciones sensoriales: “no hay nada en el entendimiento que antes no estuviese en los sentidos”. Si falta un sentido, también falta el conocimiento correspondiente: el ciego no tiene conocimiento del color, y el sordo no puede percibir los sonidos. Este conocimiento sí que es fiable porque los órganos sensoriales están diseñados para captarlas formas sensibles de las cosas, pero sin la materia. El resultado es la sensación o forma sensible (phantasmata). Antes de producirse la sensación, los sentidos estaban en potencia para recibir la impresión del objeto. Cuando esto se produce, pasan de la potencia al acto. Así sentir es captar la forma sensible de algo, pero sin su materia.

Además de la sensación, la memoria, la imaginación y la experiencia o sentido común son facultades que intervienen organizando las sensaciones en la experiencia sensible. Pero los sentidos se limitan a mostrar lo que percibimos. Para entender y expresar lo que es el objeto percibido hace falta el conocimiento intelectual.

EL CONOCIMIENTO INTELECTUAL y la abstracción (noesis y dianoia) propia de los hombres que realiza razonamientos En este conocimiento interviene el entendimiento, que es la capacidad de captar las formas inteligibles o esencias de las cosas. Es la facultad racional que le permite captar la forma sustancial de los demás seres. Esta facultad es doble:

El entendimiento paciente, que recibe las imágenes percibidas por las facultades inferiores del alma sensitiva. Tiene la potencia, capacidad para recibir la forma universal inteligible y pasa a acto mediante el entendimiento agente (activo).

El entendimiento activo o agente es el que abstrae las esencia de las cosas, los conceptos universales, de las cosas. En él se elaboran los conceptos que utilizamos cuando pensamos.

En función de esta teoría del conocimiento Aristóteles propuso varios tipos de conocimiento: 1. Experiencia (empereia) Es el nivel más básico del conocimiento, común a todos los hombres. Se genera por la actividad

sensorial y el recuerdo. 2. Tecné o arte, (poiesis) que consiste en el conocimiento de las causas y es capaz de producir algo útil o bello. 3. Prudencia (praxis). Es un saber práctico que concierne a las acciones de la propia vida del hombre: saber actuar según

el bien y el mal. 4. Ciencia (episteme) que es un saber de las causas, universal y necesario. Su objeto son las ciencias. 5. Sabiduría (sofia, nous) o filosofía primera, conocimiento de los principios y de las primeras causas. De ellos se solo se

tiene intuición, y esto es sabiduría.

ÉTICA

Ética eudemonista y teleológica

La felicidad y la virtud.

La ética aristotélica es una ética material, basada en la felicidad (eudemonismo) y, lógicamente, teleológica (finalista). Y lo primero que establece el filósofo es que el fin propio del ser humano es la felicidad. Por este motivo su ética es material, basada en la reflexión sobre el modelo de vida feliz y virtuosa que puede alcanzar el hombre y los medios que deberíamos utilizar para disfrutarla. La felicidad es el máximo bien al que tiende toda actividad humana. Pero deber ser un Bien que se busque por sí mismo y no como un medio para alcanzar otras bienes. Así confundimos tener dinero, poder, gloria y otros bienes intermedios como la auténtica felicidad, la meta final. Pero el máximo bien al que pueda aspirar el hombre debe relacionarse con la actividad propia del ser humano y por tanto, del alma racional. Además está actividad del alma ha de estar dirigida por la virtud, La felicidad radica, por tanto, en ser virtuoso en obrar bien. A diferencia de Platón, la felicidad no consiste en sabiduría sino en el obrar. Aristóteles cree firmemente que para ser feliz hay que actuar bien. Si para ser felices hay que ser virtuosos, cabe plantearse en qué consiste la virtud. Dos son las definiciones complementarias que propone:

La virtud es un hábito que se adquiere con la práctica, una disposición permanente a obrar bien, tal y como lo haría el hombre prudente. Es algo que se va aprendiendo a lo largo de la vida, sin tratarse de un aprendizaje intelectual, sino experiencial, vivido.

Y también se refiere a la virtud entendida como un término medio entre dos extremos considerados vicios.

Así el hombre virtuoso es aquella persona que tiene la costumbre, el hábito de acertar en sus decisiones y acciones, buscando siempre el término medio. Es aquel que decide y hace siempre lo bueno, y que es capaz de hacerlo de un modo habitual. Hay dos tipos de virtudes:

Virtudes éticas (propias de la voluntad): son todas aquellas que funcionan como término medio entre dos extremos. La virtud fundamental es la prudencia pues es la prudencia la que nos ayuda a acertar en nuestra búsqueda del término medio.

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Virtudes dianoética: las relacionadas con el conocimiento (sabiduría, ciencia y entendimiento)

El Filósofo se sigue preguntando por el tipo de vida que nos puede hacer plenamente felices. Si la búsqueda del placer, de las riquezas o de los honores y la fama son efímeros, la auténtica felicidad es aquella en la que el ser humano desarrolla sus capacidades propias y aspira a la forma más alta de sabiduría: la vida teórica. Solo una vida dedicada al conocimiento es una vida autárquica: el hombre que disfruta con el conocimiento no necesita de nada más y por ello, nada nos impide llamar feliz al hombre virtuoso y que cuenta además con sus necesidades básicas satisfechas.

POLÍTICA

El hombre es un animal cívico.

Organicismo Social

El fin del Estado

Formas de gobierno

La ciencia ética culmina en la política, la ciencia práctica más importante, ya que busca el bien colectivo. En este sentido, el Estado debe educar a los ciudadanos en la virtud, de modo que todos alcancen la eudaimonía. La propuesta política de Aristóteles se basa en un modelo organicista de la sociedad. Ésta se asemeja a un organismo vivo, con tendencias y fines propios. Y es que la sociedad es anterior a los individuos que la integra. Prueba de ello es la sociabilidad natural del hombre, tal y como se muestra en el lenguaje (el hombre es un ser social porque posee logos). Se trata de una tendencia que se hace patente en la polis, plenamente autosuficiente o autárquica. Así la auténtica misión del Estado, es crear las condiciones para que se dé una vida buena y perfecta: tiene que satisfacer las necesidades primarias y materiales de los ciudadanos. El Estado está hecho para que la sociedad satisfaga las necesidades básicas y para que viva bien, y por tanto para que sea feliz. Pero no todos los ciudadanos en la polis pueden ser felices. Solamente los ciudadanos libres son los que pueden alcanzarla. Porque en la ciudad no todos son iguales. Esclavos, mujeres, mercaderes, labradores y artesanos no participan de los asuntos de la ciudad y sólo los hombres libres (guerreros, sacerdotes y magistrados), ciudadanos de pleno derecho, pueden aspirar a la felicidad y a la perfección. Igualmente admite la esclavitud ya que por naturaleza hay esclavos y hombres libres, y para éstos últimos la esclavitud es algo conveniente y justo. Los esclavos son los que tiene que trabajar para que queden libres de ocupaciones los ciudadanos libres, y entonces puedan dedicarse al pensamiento y a la filosofía. Por lo que se refiere a las formas de gobierno, Aristóteles las clasifica en función del número de gobernantes y de sí son justos o no (si su fin es el bien común o el bien particular). En este sentido distingue entre monarquía (gobierno de uno solo), aristocracia (gobierno de unos pocos, los mejores) y democracia (gobierno del pueblo). Cuando estas formas de gobiernos se corrompen aparece tiranía, la oligarquía y la demagogia respectivamente. En su opinión, la mejor forma de gobierno es la monarquía, seguida de la aristocracia y de la democracia, aunque afirma que el mejor régimen depende de las circunstancias. Y las condiciones geográficas, económicas o psicológicas de cada pueblo Apuesta por lo que llama politeia o republica constitucional, formada por ciudadanos de clase media y gobernada por los mejores. En todo caso, según sus propias palabras ““El Estado más perfecto es evidentemente aquel en que cada ciudadano, sea el que sea, puede, merced a las leyes, practicar lo mejor posible la virtud y asegurar mejor su felicidad”

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LA ÉTICA A NICÓMACO

Ἠθικὰ Νικομάχεια

RESUMEN DE LOS TEXTOS DE PAU

Ética a Nicómaco, Libro II, 4,6; Libro X, 68;

CONCEPTO DE VIRTUD

El libro II de la Ética a Nicómaco está dedicado a la definición de la virtud. Comienza apuntando la idea de que la

virtud no es innata ni espontánea en el ser humano, sino que es el resultado del esfuerzo y hábito continuado a lo largo

de su vida. Sólo nacemos con la capacidad de ser virtuosos. El hábito engendra la costumbre (el ethos), el modo de ser

de una persona, que se expresa por sus acciones (praxis) su conducta en relación con los demás. En otras palabras, nos

hacemos buenos, generosos, moderados y justos practicando la bondad, la generosidad, la moderación y la justicia con

los demás. En griego el término virtud, arete, está relacionado con el poder, la excelencia del carácter, la energía o

capacidad que nos ayuda a perfeccionarnos y desarrollar nuestras capacidades. La virtud es precisamente esta

capacidad que nos permite buscar el bien que nos sea propio, que nos ayuda a perfeccionarnos en todo y no sólo en el

ámbito moral.

Con Sócrates y Platón, la virtud se circunscribió al ámbito moral, y se refirió a las acciones humanas y el

conocimiento. Desde un intelectualismo moral estos filósofos proponían educar a los ciudadanos para que pudieran

distinguir entre lo bueno y lo malo y evitar conductas indeseables, producto de la ignorancia más que de la intención o

pasiones del propio sujeto. Aristóteles desarrolla una teoría de la virtud que tiene en cuenta aspectos racionales y

emocionales en el ser humano, por lo que habrá que establecer dos tipos de virtud.

Distingue entre virtudes. La VIRTUD ÉTICA, que se adquiere por la costumbre, y la VIRTUD DIANOÉTICA, que

surge y se desarrollar a través de la enseñanza, requiere tiempo y experiencia.

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ARISTÓTELES LA ÉTICA A NICÓMACO

1. EXPONER LAS IDEAS FUNDAMENTALES DEL TEXTO PROPUESTO Y LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE ELLAS.

“Ética a Nicómaco” Libro II Capítulo IV-VI

Capítulo 4. Las acciones y la virtud

Definiciones de la virtud por su género.

Comparación entre las virtudes y las artes.

Disposiciones y condiciones de la virtud: a) saber, b) elegir, c) hacer.

La virtud no es teoría sino práctica.

“Uno podría preguntarse cómo decimos que los hombres han de hacerse justos practicando la justicia, y

moderados practicando la moderación, puesto que si practican la justicia y la moderación son ya justos y

moderados, del mismo modo que si practican la gramática y la música son gramáticos y músicos. Pero ni

siquiera éste es el caso de las artes. Pues es posible hacer algo gramatical, o por casualidad o por sugerencia de

otro. Así pues, uno será gramático si hace algo gramatical o gramaticalmente, es decir, de acuerdo con los

conocimientos gramaticales que posee. Además, no son semejantes el caso de las artes y el de las virtudes,

pues las cosas producidas por las artes tienen su bien en sí mismas; basta, en efecto, que, una vez realizadas,

tengan ciertas condiciones; en cambio, las acciones de acuerdo con las virtudes, no están hechas justa o

sobriamente si ellas mismas son de cierta manera, sino si también el que las hace está en cierta disposición al

hacerlas, es decir, en primer lugar, si sabe lo que hace; luego, si las elige, y las elige por ellas mismas; y, en

tercer lugar, si las hace con firmeza e inquebrantablemente. Estas condiciones no cuentan para la posesión de

las demás artes, excepto el conocimiento mismo; en cambio, para la de las virtudes el conocimiento tiene poco

o ningún peso, mientras que las demás condiciones no lo tienen pequeño, sino total, ya que surgen,

precisamente, de realizar muchas veces actos justos y moderados. Así las acciones se llaman justas y

moderadas cuando son tales que el hombre justo y moderado las haría; y es justo y moderado no el que las

hace, sino el que las hace como las hacen los justos y moderados. Se dice bien, pues, que realizando acciones

justas y moderadas se hace uno justo y moderado, respectivamente; y sin hacerlas, nadie podría llegar a ser

bueno. Pero la mayoría no ejerce estas cosas, sino que, refugiándose en la teoría, creen filosofar y poder, así,

ser hombres virtuosos; se comportan como los enfermos que escuchan con atención a los médicos, pero no

hacen nada de lo que les prescriben. Y, así como estos pacientes no sanarán del cuerpo con tal tratamiento,

tampoco aquéllos sanarán el alma con tal filosofía”.

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Resumen de las ideas

En su análisis de la virtud y el modo en cómo podemos ser virtuosos, Aristóteles indica como carácter esencial el

hecho de que las virtudes requieren el ejercicio práctico y no exclusivamente el conocimiento. Si la virtud se adquiriera

por el conocimiento: ¿de qué tipo sería éste? En su clasificación de los distintos tipos de saberes distinguía:

Saber productivo (tecné) que se identifica con la técnica o arte. Es un saber orientado a la producción de objetos siguiendo determinadas reglas.

Saber práctico ( praxis) que consiste en saber actuar o comportarse de modo más conveniente. Ejemplos de estos saberes son la prudencia en el actuar (virtud ética), la racionalidad (virtud dianoética) y la política.

Saber contemplativo (teoría, ciencia) cuyo fin es el saber en sí mismo. Por ejemplo, la metafísica.

En los saberes productivos, lo que en el texto denomina artes, es necesario un conocimiento previo que pueda

producir el objeto ( el arquitecto tiene que saber construir casas, el escultor esculpir estatuas, o el médico diagnosticar

y aplicar terapias convenientes ).

En los saberes prácticos, en lo que se refiere a la conducta humana desde un enfoque moral y centrándose en

las virtudes morales, se requiere no especialmente conocimiento, sino estas condiciones:

1. El sujeto tiene que ser libre y consciente de sus actos (para poder calificar su conducta como moral) 2. La voluntad o esfuerzo que pone el sujeto en la práctica de la virtud. Ser buenos requiere una disposición

permanente por practicar la bondad.

De nada sirve conocer la teoría que nos ayuda a ser mejores, sino hay una práctica real y continuada resultado de la voluntad e iniciativa personal del sujeto que quiere ser virtuoso. Con esta afirmación rechaza el intelectualismo moral que nos convertía en virtuosos simplemente porque nos enseñaban a serlo. La educación ética pasaría a ser a un adiestramiento como el que hacemos cuando a aprendemos a tocar un instrumento o nos entrenamos físicamente para una competición deportiva. La virtud requiere elección racional y el ejercicio constante de la misma.

Capítulo 5. La virtud como modo de ser

Hay que distinguir entre pasiones, facultades y modos de ser

“Vamos ahora e investigar qué es la virtud. Puesto que son tres las cosas que suceden en el alma, pasiones,

facultades y modos de ser, la virtud ha de pertenecer a una de ellas. Entiendo por pasiones, apetencia, ira,

miedo, coraje, envidia, alegría, amor, odio, deseo, celos, compasión y, en general, todo lo que va acompañado

de placer o dolor. Por facultades, aquellas capacidades en virtud de las cuales se dice que estamos afectados

por estas pasiones, por ejemplo, aquello por lo que somos capaces de airarnos, entristecernos o

compadecernos; y por modos de ser, aquello en virtud de lo cual nos comportamos bien o mal respecto de las

pasiones; por ejemplo, en cuanto a encolerizarnos, nos comportamos mal si nuestra actitud es desmesurada o

débil, y bien, si obramos moderadamente; y lo mismo con las demás”.

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La virtud no es pasión

“Por tanto, ni las virtudes ni los vicios son pasiones, porque no se nos llama buenos o malos por nuestras

pasiones, sino por nuestras virtudes y nuestros vicios; y se nos elogia o censura no por nuestras pasiones (pues

no se elogia al que se encoleriza sin más, sino al que lo hacer de cierta manera), sino por nuestras virtudes y

vicios. Además, nos encolerizamos o tememos sin elección deliberada, mientras que las virtudes son una

especie de elecciones o no se dan sin elección. Finalmente, por lo que respecta a las pasiones se dice que nos

mueven, pero en cuanto a las virtudes y vicios se dice no que nos mueven, sino que nos disponen de cierta

manera”.

La virtud no es facultad. La virtud es hábito

“Por estas razones, tampoco son facultades; pues, ni se nos llama buenos o malos por ser simplemente capaces

de sentir las pasiones, ni se nos elogia o censura. Además, es por naturaleza como tenemos esta facultad, pero

no somos buenos o malos por naturaleza (y hemos hablado antes de esto). Así pues, si las virtudes no son ni

pasiones ni facultades, sólo resta que sean modos de ser. Hemos expuesto, pues, la naturaleza genérica de la

virtud”.

Resumen de las ideas

En este capítulo Aristóteles aborda la investigación sobre qué sea la virtud, partiendo de un análisis exhaustivo del alma humana. Es evidente que la virtud está relacionada con alma ya que es la que nos permite decidir y actuar. Por ello es necesario describir cómo funciona y que características posee el alma humana para determinar qué sea la virtud

Tres son las acciones que pueden aparecer en el alma según Aristóteles: 1. Pasiones, que son afectos acompañados siempre de dolor o de placer. Por ejemplo, el amor. 2. Potencias o facultades, capacidades del sujeto para experimentar emociones 3. Hábitos, formas de comportamiento en relación las pasiones que les afectan. Por ejemplo, seremos

generosos con los demás si lo hacemos de forma mesurada, atenta, moderada, y lo haremos mal cuando despilfarramos por exceso o no somos dadivosas con los demás. Las virtudes no son pasiones ni potencias, sino hábitos.

Las pasiones son dadas por naturaleza, nacemos con la capacidad de sentir y en este sentido no las elegimos. Somos bueno o malos según el modo en cómo reaccionamos a estas emociones.

Las potencias o facultades del sujeto también las poseemos de forma natural. Pero no tenemos la facultad de ser virtuosos o viciosos, sino que lo somos en función de cómo ejercitemos estas capacidades. En definitiva, las virtudes son hábitos porque no proceden de una disposición innata y natural del ser humano por ser comportarse bien o mal, sino más bien de una decisión consciente y libre que surge de la propia voluntad del sujeto y que se establece a través de conducta elegida. Nos hacemos buenos si decimos actuar así de forma rutinaria.

¿Por qué el ser humano tiene dificultades en ser virtuoso? Para ello Aristóteles relaciona las funciones del alma humana y el modo en cómo pueden influir en la conducta humana.

Tres son las partes del alma:

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1. La parte vegetativa, que compartimos con todos los seres vivos y que cumple funciones relacionadas con la

subsistencia. 2. La parte sensitiva, común también a los animales, y relacionada con la capacidad de sentir y de moverse. 3. La parte racional, exclusiva del ser humano y por la cual podemos pensar.

Las virtudes éticas están relacionadas con la parte sensitiva, las emociones influyen en nuestra conducta y en

ocasiones no nos permiten elegir correctamente. Las virtudes dianoéticas, proceden de la parte intelectual y se refieren

al modo en cómo desarrollamos y perfeccionamos nuestra capacidad racional. El conflicto ético se muestra siempre

cuando hay interferencias entre nuestro pensar y nuestro sentir. La parte racional es la que debe decidir y controlar

nuestra conducta asociadas a emociones convenientes que garanticen un buen equilibrio entre lo que pensamos, lo que

hacemos y cómo lo hacemos. La definición de la virtud como término medio ( to meson) que nos ofrece Aristóteles

establece el modo en cómo podríamos llegar a ser virtuosos.

Capítulo 6. Definición de Virtud. Naturaleza y modo de ser virtuoso

Definición de la virtud por su diferencia específica.

Cumplir la función propia es virtud

“Mas no sólo hemos de decir que la virtud es un modo se ser, sino además de qué clase. Se ha de notar, pues,

que toda virtud lleva a término la buena disposición de aquello de lo cual es virtud y hace que realice bien su

función; por ejemplo, la virtud del ojo hace bueno el ojo y su función (pues vemos bien por la virtud del ojo);

igualmente, la virtud del caballo hace bueno el caballo y útil para correr, para llevar el jinete y para hacer

frente a los enemigos: Si esto es así en todos los casos, la virtud del hombre será también el modo de ser por el

cual el hombre se hace bueno y por el cual realiza bien su función propia. Como esto es así, se ha dicho ya;

pero se hará más evidente, si consideramos cuál es la naturaleza de la virtud. En todo lo continuo y divisible

es posible tomar una cantidad mayor, o menor, o igual, y esto, o bien con relación a la cosa misma, o a

nosotros; y lo igual es un término medio entre el exceso y el defecto”.

La virtud es el término medio o mesotes

“Llamo término medio de una cosa al que dista lo mismo de ambos extremos, y éste es uno y el mismo para

todos; y en relación con nosotros, al que ni excede ni se queda corto, y éste no es ni uno ni el mismo para

todos. Por ejemplo, si diez es mucho y dos es poco, se toma el seis como término medio en cuanto a la cosa,

pues excede y es excedido en una cantidad igual, y en esto consiste el medio según la proporción aritmética.

Pero el medio relativo a nosotros no ha de tomarse de la misma manera, pues si para uno es mucho comer

diez minas de alimentos, y poco comer dos, el entrenador no prescribirá seis minas, pues probablemente esa

cantidad será mucho o poco para el que ha de tomarla: para Milón, poco, y lo mismo en el caso de la carrera y

de la lucha; para el que se inicia en los ejercicios corporales, mucho. Así pues, todo conocedor evita el exceso y

el defecto, y busca el término medio y lo prefiere; pero no el término medio de la cosa, sino el relativo a

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nosotros.

Entonces, si toda ciencia cumple bien su función mirando al término medio y dirigiendo hacia éste sus obras

(de ahí procede lo que suele decirse de las obras excelentes, que no se les puede quitar ni añadir nada, porque

tanto el exceso como el defecto destruyen la perfección, mientras que el término medio la conserva, y los

buenos artistas, como decíamos, trabajan con los ojos puestos en él); y si, por otra parte, la virtud, como la

naturaleza, es más exacta y mejor que todo arte, tendrá que tender al término medio. Estoy hablando de la

virtud ética, pues ésta se refiere a las pasiones y acciones, y en ellas hay exceso, defecto y término medio. Por

ejemplo, cuando tenemos las pasiones de temor, osadía, apetencia, ira, compasión, y placer y dolor en general,

caben el más y el menos, y ninguno de los dos está bien; pero si tenemos estas pasiones cuando es debido, y

por aquellas cosas y hacia aquellas personas debidas, y por el motivo y de la manera que se debe, entonces hay

un término medio y excelente; y en ello radica, precisamente, la virtud. En las acciones hay también exceso y

defecto y término medio. Ahora, la virtud tiene que ver con pasiones y acciones, en las cuales el exceso y el

defecto yerran y son censurados, mientras que el término medio es elogiado y acierta; y ambas cosas son

propias de la virtud. La virtud, entonces, es un término medio, o al menos tiende al medio. Además, se puede

errar de muchas maneras (pues el mal, como imaginaban los pitagóricos, pertenece a lo indeterminado,

mientras el bien a lo determinado), pero acertar sólo es posible de una (y, por eso, una cosa es fácil y la otra

difícil: fácil errar el blanco, difícil acertar); y, a causa de esto, también el exceso y el defecto pertenecen al vicio,

pero el término medio, a la virtud: «Los hombres sólo son buenos de una manera, malos de muchas» (sólo hay

una manera de ser bueno, muchas de ser malo)”.

Definición de la virtud, según Aristóteles

“Es, por tanto, la virtud un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado

por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente. Es un medio entre dos vicios, uno por

exceso y otro por defecto, y también por no alcanzar, en un caso, y sobrepasar, en otro, lo necesario en las

pasiones y acciones, mientras que la virtud encuentra y elige el término medio. Por eso, de acuerdo con su

entidad y con la definición que establece su esencia, la virtud es un término medio, pero con respecto a lo

mejor y al bien, es un extremo.

Sin embargo, no toda acción ni toda pasión admiten el término medio, pues hay algunas cuyo solo nombre

implica la idea de perversidad, por ejemplo, la malignidad, la desvergüenza, la envidia; y entre las acciones, el

adulterio, el robo y el homicidio. Pues todas estas cosas y otras semejantes se llaman así por ser malas en sí

mismas, no por sus excesos ni por sus defectos. Por tanto, no es posible nunca acertar con ellas, sino que

siempre se yerra. Y en relación con estas cosas, no hay problema de si está bien o mal hacerlas, por ejemplo,

cometer adulterio con la mujer debida y cuando y como es debido, sino que el realizarlas es, en absoluto,

erróneo. Igualmente lo es el creer que en la injusticia, la cobardía y el desenfreno hay término medio, exceso y

defecto; pues, entonces, habría un término medio del exceso y del defecto, y un exceso del exceso y un defecto

del defecto. Por el contrario, así como no hay exceso ni defecto en la moderación ni en la virilidad, por ser el

término medio en cierto modo un extremo, así tampoco hay un término medio, ni un exceso ni un defecto en

los vicios mencionados, sino que se yerra de cualquier modo que se actúe; pues, en general, ni existe término

medio del exceso y del defecto, ni exceso y defecto del término medio”.

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Resumen de las ideas

Una vez establecido que la virtud es un hábito, la siguiente cuestión es determinar qué tipo de hábito sea.

Aristóteles retoma la acepción originaria de la arete: la realización de las funciones propias de cada ser. De este modo el

ser convertiría en virtuoso si posee el hábito que le permite desarrollar bien su función que le es propia. Estaría

relacionada con la eficiencia para conseguir el fin propio que posee la virtud. Cuando afirmamos que algo es virtuoso

nos referimos a que cumple bien sus funciones o desarrolla las propiedades naturales que el objeto posee (el ojo

funciona excelentemente cuando nos permite ver correctamente).

De acuerdo con esta concepción una primera aproximación a qué sea la virtud vendría definida como el conjunto

de hábitos humanos conforme a los cuáles se hacen bien las obras , que le son apropiadas. Una conducta virtuosa sería

una conducta moderada por la razón, aquella que se ajusta al término medio, sin caer en el exceso o en el defecto.

La virtud como término medio no ha de entenderse en términos matemáticos, objetivos y abstractos, sino

siempre en relación con nosotros. Las acciones humanas dependen siempre de las condiciones particulares de cada

sujeto y de sus circunstancias personales. Así por ejemplo, el atleta Milón de Crotona era alimentado de una forma

excesiva para nosotros pero no para él. Este famoso ganador de los Juegos Olímpicos del siglo VI a.C. comía diariamente

ocho kilos de carne y de pan, y bebía 10 litros de vino.

La ética debe ayudar al ser humano a establecer un equilibrio entre su conducta y sus pasiones. La virtud ética

consistirá en mantener una conducta moderada, prudente, racional y orientada al término medio en las pasiones y las

acciones, en las cuales el exceso o el defecto son siempre inapropiados.

Queda establecido que la virtud es un término medio entre dos conductas viciosas, la una por defecto y la otra

por defecto. La valentía es una virtud que se sitúa entre la temeridad y la cobardía, la generosidad entre ser pródigo y

tacaño…etc. Desde éste punto de vista, es posible siempre describir las conductas virtuosas, ya que sólo hay una

manera de ser bueno y muchas de ser malo. El término medio entre dos extremos está claramente definido y

determinado, y es difícil de alcanzar porque equivocarse es fácil. De ahí que sólo a través del habito continuado de la

virtud y a lo largo de toda una vida una persona puede llegar a ser buena, honesta, justa, prudente.

Concluye Aristóteles con una nueva definición de virtud: “Es un hábito peculiar que consiste en un término medio

relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello que se origina en la demarcación del prudente”. Es decir, la

virtud ética es una disposición a decidir el término medio adecuado para nosotros, conforme al criterio que seguiría un

hombre prudente, inteligente y con experiencia de la vida. Aunque hemos distinguido las virtudes éticas de las

dianoéticas, en la práctica el ser virtuosos requiere de una virtud intelectual: la prudencia o la sabiduría orientada a la

acción. Ser prudente requiere no sólo conocimiento sino también experiencia. Cuando actuamos nuestras elecciones

requieren una reflexión previa sobre las consecuencias de nuestra conducta, seguir el modelo de personas más

experimentadas y prudentes que nos puedan aconsejar.

Hay que añadir también otros matices en esta teoría de la virtud como término medio. Desde un enfoque

ontológico la virtud es la disposición intermedia entre el exceso y el defecto. Pero cuando nos referimos a lo axiológico,

a la valoración moral de la conducta, habrá que afirmar que la conducta virtuosa siempre es mejor posible para todo ser

humano. Es el grado extremo de perfección que puede alcanzar un ser humano.

Por otra parte, no todas las acciones humanas admiten un término medio. Si se es malo, injusto, tacaño,

mentiroso no se puede admitir término medio. Sería absurdo decir que se ha sido medio injusto, más o menos malo, o

se ha expresado media mentira.

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Ética a Nicómaco, Libro X, capítulo 6 y 8;

CONCEPTO DE FELICIDAD

CAPÍTULO VI EL CONTENIDO DE LA FELICIDAD

En el libro X Aristóteles desarrolla su teoría sobre la felicidad humana. Propone una concepción de la felicidad

no compartida ni siquiera por sus coetáneos. Para él la felicidad perfecta se halla en el pleno desarrollo de nuestra vida

racional mediante la contemplación y la consideración de las cosas. Es lo que se llama una felicidad contemplativa,

intelectual: la felicidad procede del placer que procede del pensar y del aprender.

Aunque admite finalmente que existen otros modos de felicidad que también son deseados y buscados por los

hombres, y que le permiten ser felices en las tareas que desempeñan. Si sólo pudieran ser felices los filósofos, que

disfrutan de una vida contemplativa, los demás mortales no podrían nunca alcanzar esta sensación de bienestar y de

disfrute con la vida que llevan. Así que hay formas de ser felices imperfectas, mas mundanas que tienen que ver con el

desarrollo individual de las potencialidades no exclusivamente intelectuales.

Eudaimonía, felicidad, significaba etimológicamente ser favorecido por la fortuna, por un buen demonio, tener

suerte. Aristóteles utilizará este sentido cuando habla de la buena o mala fortuna a la hora de ser feliz (por las

circunstancias personales que la condiciona: padecer enfermedades, ser pobre, etc.). Pero en general, para Aristóteles

ser feliz significa llevar una vida buena, agradable.

La ética de Aristóteles es eudemonista y teleológica. Tiene como fin establecer en qué consiste la

felicidad y el modo en cómo podemos alcanzarla, ya que da por supuesto que todo lo que hacen los seres humanos lo

hacen en vista a un fin, un bien que en el caso de la moral se identifica con la felicidad. Otra cuestión a debatir sería

determinar en qué consiste la felicidad, y de qué tipo de vida deberíamos llevar para ser felices. Porque para algunos la

felicidad consiste en experimentar placer y evitar o mitigar los sufrimientos, para otros el poseer dinero y muchos

bienes materiales, otros ambicionan el poder y los honores. Si se quiere hacer una investigación rigurosa sobre este

tema habrá que establecer previamente qué características posee el ser humano.

Sobre la felicidad Aristóteles establece que

La felicidad no es un modo de ser, sino una actividad. La vida humana viene determinada no por nuestros estados sino por nuestras conductas que siempre se orientan según fines. Son nuestras acciones las que nos hacen felices o desgraciados, y siempre se orientan hacia la consecución del máximo bien.

La felicidad es un fin en sí mismo, no un medio para alcanzar otra cosa. El fin último del ser humano es la felicidad, es deseada por sí mismo, meta última a conseguir.

Hay que examinar qué tipo de vida o de actividades nos ayudarán ser felices, y examinar qué es lo que hacen los seres humano para lograrlo:

o La felicidad no consiste en una vida dedicada a los placeres del cuerpo o a la diversión, ya que estos al final nos arruinan físicamente y nos esclavizan. Nadie acordaría en que la diversión es algo valioso en sí mismo, ya que nos sirven para relajarnos, descansar , para el ocio después del trabajo. Pero aspirar a una vida ociosa permanente ya que es un medio para alcanzar otra cosa. Este tipo de vida es propia de esclavos, no de hombres libres.

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o La felicidad consiste en llevar una vida virtuosa. La virtud es aquella conducta eficiente o excelente que realiza la función del hombre en cuanto tal. La naturaleza específica del ser humano es la racionalidad, que procede de su alma racional. De este modo la vida feliz más perfecta sería aquella en la que el ser humano desarrolla y pone en práctica sus propias cualidades. Una vida feliz es una vida virtuosa que se ajusta a la razón. Aquí Aristóteles utiliza el concepto de virtud dianoética, porque precisamente son las que permiten la perfección de lo específico del ser humano: su capacidad de pensar. De ahí que la actividad contemplativa es la mejor actividad que proporcionaría al hombre la felicidad perfecta. La vida contemplativa, del filósofo, permite desarrollar la parte más excelsa del ser humano, y constituye el fin último del hombre.

Capítulo 6. La felicidad y su contenido

La felicidad no es un modo de ser, ni diversión, ni placer

“Después de haber tratado acerca de las virtudes, la amistad y los placeres, nos resta una discusión sumaria en

torno a la felicidad, puesto que la colocamos como fin de todo lo humano. Nuestra discusión será más breve, si

resumimos lo que hemos dicho.

Dijimos, pues, que la felicidad no es un modo de ser, pues de otra manera podría pertenecer también al

hombre que pasara la vida durmiendo o viviera como una planta, al hombre que sufriera las mayores

desgracias. Ya que esto no es satisfactorio, sino que la felicidad ha de ser considerada, más bien, una actividad,

como hemos dicho antes, y si, de las actividades, unas son necesarias y se escogen por causa de otras, mientras

que otras se escogen por sí mismas, es evidente que la felicidad se ha de colocar entre las cosas por sí mismas

deseables y no por causa de otra cosa, porque la felicidad no necesita de nada, sino que se basta a sí misma, y

las actividades que se escogen por sí mismas son aquellas de las cuales no se busca nada fuera de la misma

actividad. Tales parecen ser las acciones de acuerdo con la virtud. Pues el hacer lo que es noble y bueno es algo

deseado por sí mismo. Asimismo, las diversiones que son agradables, ya que no se buscan por causa de otra

cosa; pues los hombres son perjudicados más que beneficiados por ellas, al descuidar sus cuerpos y sus bienes.

Sin embargo, la mayor parte de los que son considerados felices recurren a tales pasatiempos y ésta es la razón

por la que los hombres ingeniosos son muy favorecidos por los tiranos, porque ofrecen los placeres que los

tiranos desean y, por eso, tienen necesidad de ellos. Así, estos pasatiempos parecen contribuir a la felicidad,

porque es en ellos donde los hombres de poder pasan sus ocios. Pero, quizá, la aparente felicidad de tales

hombres no es señal de que sean realmente felices. En efecto, ni la virtud ni el entendimiento, de los que

proceden las buenas actividades, radican en el poder; y el hecho de que tales hombres, por no haber buscado

un placer puro y libre, recurran a los placeres del cuerpo no es razón para considerarlos preferibles, pues

también los niños creen que lo que ellos estiman es lo mejor. Es lógico, pues, que, así como para los niños y los

hombres son diferentes las cosas valiosas, así también para los malos y para los buenos. Por consiguiente,

como hemos dicho muchas veces, las cosas valiosas y agradables son aquellas que le aparecen como tales al

hombre bueno. La actividad más preferible para cada hombre será, entonces, la que está de acuerdo con su

propio modo de ser, y para el hombre bueno será la actividad de acuerdo con la virtud. Por tanto, la felicidad

no está en la diversión, pues sería absurdo que el fin del hombre fuera la diversión y que el hombre se afanara

y padeciera toda la vida por causa de la diversión. Pues todas las cosas, por así decir, las elegimos por causa

de otra, excepto la felicidad, ya que ella misma es el fin. Ocuparse y trabajar por causa de la diversión parece

necio y muy pueril; en cambio, divertirse para afanarse después parece, como dice Anacarsis, estar bien;

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porque la diversión es como un descanso, y como los hombres no pueden estar trabajando continuamente,

necesitan descanso. El descanso, por tanto, no es un fin, porque tiene lugar por causa de la actividad”.

Felicidad consiste en vivir de acuerdo con la virtud

“La vida feliz, por otra parte, se considera que es la vida conforme a la virtud, y esta vida tiene lugar en el

esfuerzo, no en la diversión. Y decimos que son mejores las cosas serias que las que provocan risa y son

divertidas, y más seria la actividad de la parte mejor del hombre y del mejor hombre, y la actividad del mejor

es siempre superior y hace a uno más feliz. Y cualquier hombre, el esclavo no menos que el mejor hombre,

puede disfrutar de los placeres del cuerpo; pero nadie concedería felicidad al esclavo, a no ser que le atribuya

también a él vida humana. Porque la felicidad no está en tales pasatiempos, sino en las actividades conforme a

la virtud, como se ha dicho antes”.

Resumen de las ideas

A continuación Aristóteles defiende la concepción extrema de la felicidad asociada a la vida intelectual:

Es la actividad más excelente, perfecta y feliz a la que puede aspirar un ser humano, y la que nos permite alcanzar la sabiduría. Esta consistiría en captar los axiomas de las ciencias (enunciados autoevidentes) a través de la intuición intelectual (nous), y por otro, en realizar demostraciones correctas a partir de los principios, gracias a la episteme.

Es la actividad más placentera, ya que produce un placer puro, intelectual y no relacionado con los placeres del cuerpo. El mayor goce que un ser humano puede conseguir es a través de la investigación.

Es la actividad más autárquica, ya que no requiere la relación con otros seres humanos. Es una actividad individual y autosuficiente

Es la única actividad que es amada y elegida por sí misma, posee un valor intrínseco. Otro tipos de actividades y vidas se desean no por si mismas sino para conseguir otras cosas. La vida del militar, del político aspira a fines externos de los que dependen: buscan la paz, los honores, el poder

Una vida dedicada a pensar e investigar dotaría al ser humano de la máxima felicidad, y sería una vida propia de los dioses. Es un modelo ideal al que todo ser humano debe aspirar, o por lo menos esforzarse por ejercitarse en el desarrollo de su capacidad racional, ya que es lo que más le define como ser humano y por lo que podrá ser plenamente feliz.

Capítulo 7. En qué consiste la felicidad perfecta

La felicidad es una actividad contemplativa

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“Si la felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud, es razonable [que sea una actividad] de acuerdo con

la virtud más excelsa, y ésta será una actividad de la parte mejor del hombre. Ya sea, pues, el intelecto ya otra

cosa lo que, por naturaleza, parece mandar y dirigir y poseer el conocimiento de los objetos nobles y divinos,

siendo esto mismo divino o la parte más divina que hay en nosotros, su actividad de acuerdo con la virtud

propia será la felicidad perfecta. Y esta actividad es contemplativa, como ya hemos dicho”.

La felicidad es sabiduría

La felicidad necesita del ocio

“Esto parece estar de acuerdo con lo que hemos dicho y con la verdad. En efecto, esta actividad es la más

excelente (pues el intelecto es lo mejor de lo que hay en nosotros y está en relación con lo mejor de los objetos

cognoscibles); también es la más continua, pues somos más capaces de contemplar continuamente que de

realizar cualquier otra actividad. Y pensamos que el placer debe estar mezclado con la felicidad, y todo el

mundo está de acuerdo en que la más agradable de nuestras actividades virtuosas es la actividad en

concordancia con la sabiduría. Ciertamente, se considera que la filosofía posee placeres admirables en pureza

y en firmeza, y es razonable que los hombres que saben, pasen su tiempo más agradablemente que los que

investigan. Además, la dicha autarquía se aplicará, sobre todo, a la actividad contemplativa, aunque el sabio y

el justo necesiten, como los demás, de las cosas necesarias para la vida; pero, a pesar de estar suficientemente

provistos de ellas, el justo necesita de otras personas hacia las cuales y con las cuales practicar la justicia, y lo

mismo el hombre moderado, el valiente y todos los demás; en cambio, el sabio, aun estando sólo, puede

teorizar, y cuanto más sabio, más; quizá sea mejor para él tener colegas, pero con todo, es el que más se basta a

sí mismo.

Esta actividad es la única que parece ser amada por sí misma, pues nada se saca de ella excepto la

contemplación, mientras que de las actividades prácticas obtenemos, más o menos, otras cosas, además de la

acción misma. Se cree, también, que la felicidad radica en el ocio, pues trabajamos para tener ocio y hacemos la

guerra para tener paz. Ahora bien, la actividad de las virtudes prácticas se ejercita en la política o en las

acciones militares, y las acciones relativas a estas materias se consideran penosas; las guerreras, en absoluto

(pues nadie elige el guerrear por el guerrear mismo, ni se prepara sin más para la guerra; pues un hombre que

hiciera enemigos de sus amigos para que hubiera batallas y matanzas, sería considerado un completo asesino);

también es penosa la actividad de político y, aparte de la propia actividad, aspira a algo más, o sea, a poderes

y honores, o en todo caso, a su propia felicidad o a la de los ciudadanos, que es distinta de la actividad política

y que es claramente buscada como una actividad distinta. Si, pues, entre las acciones virtuosas sobresalen las

políticas y guerreras por su gloria y grandeza, y, siendo penosas, aspiran a algún fin y no se eligen por sí

mismas, mientras que la actividad de la mente, que es contemplativa, parece ser superior en seriedad, y no

aspira a otro fin que a sí misma y a tener su propio placer (que aumenta la actividad), entonces la autarquía, el

ocio y la ausencia de fatiga, humanamente posibles, y todas las demás cosas que se atribuyen al hombre

dichoso, parecen existir, evidentemente, en esta actividad. Ésta, entonces, será la perfecta felicidad del hombre,

si ocupa todo el espacio de su vida, porque ninguno de los atributos de la felicidad es incompleto”.

La felicidad es algo divino

“Tal vida, sin embargo, sería superior a la de un hombre, pues el hombre viviría de esta manera no en cuanto

hombre, sino en cuanto que hay algo divino en él; y la actividad de esta parte divina del alma es tan superior

al compuesto humano como lo es su actividad respecto de la actividad de las otras virtudes. Si, pues, la mente

es divina respecto del hombre, también la vida según ella será divina respecto de la vida humana. Pero no

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hemos de seguir los consejos de algunos que dicen que, siendo hombres, debemos pensar sólo humanamente

y, siendo mortales, ocuparnos sólo de las cosas mortales, sino que debemos, en la medida de lo posible,

inmortalizarnos y hacer todo esfuerzo para vivir de acuerdo con lo más excelente que hay en nosotros; pues,

aun cuando esta parte sea pequeña en volumen, sobrepasa a todas las otras en poder y dignidad. Y parecería

también, que todo hombre es esta parte, si, en verdad, ésta es la parte dominante y la mejor; por consiguiente,

sería absurdo que un hombre no eligiera su propia vida, sino la de otro. Y lo que dijimos antes es apropiado

también ahora: lo que es propio de cada uno por naturaleza es lo mejor y lo más agradable para cada uno. Así,

para el hombre, lo será la vida conforme a la mente, si, en verdad, un hombre es primariamente su mente. Y

esta vida será también la más feliz”.

Capítulo 8. Argumentos sobre la superioridad de la vida contemplativa

La felicidad es humana

¿La felicidad es elección o acción?

“La vida, de acuerdo con la otra especie de virtud, es feliz de una manera secundaria, ya que las actividades

conforme a esta virtud son humanas. En efecto, la justicia, la valentía y las demás virtudes las practicamos

recíprocamente en los contratos, servicios y acciones de todas clases, observando en cada caso lo que conviene

con respecto a nuestras pasiones. Y es evidente que todas esas cosas son humanas. Algunas de ellas parece

que incluso proceden del cuerpo, y la virtud ética está de muchas maneras asociada íntimamente con las

pasiones. También la prudencia está unida a la virtud ética, y ésta a la prudencia, si, en verdad, los principios

de la prudencia están de acuerdo con las virtudes éticas, y la rectitud de la virtud ética con la prudencia.

Puesto que estas virtudes éticas están también unidas a las pasiones, estarán, asimismo, en relación con el

compuesto humano, y las virtudes de este compuesto son humanas; y, así, la vida y la felicidad, de acuerdo

con estas virtudes, serán también humanas.

La virtud de la mente, por otra parte, está separada, y baste con lo dicho a propósito de esto, ya que una

detallada investigación iría más allá de nuestro propósito. Parecería, con todo, que esta virtud requiriese

recursos externos sólo en pequeña medida o menos que la virtud ética. Concedamos que ambas virtudes

requieran por igual las cosas necesarias, aun cuando el político se afane más por las cosas del cuerpo y otras

tales cosas (pues poco difieren estas cosas); pero hay mucha diferencia en lo que atañe a las actividades. En

efecto, el hombre liberal necesita riqueza para ejercer su liberalidad, y el justo para poder corresponder a los

servicios (porque los deseos no son visibles y aun los injustos fingen querer obrar justamente), y el valiente

necesita fuerzas, si es que ha de realizar alguna acción de acuerdo con la virtud, y el hombre moderado

necesita los medios, pues ¿cómo podrá manifestar que lo es o que es diferente de los otros? Se discute si lo

más importante de la virtud es la elección o las acciones, ya que la virtud depende de ambas. Ciertamente, la

perfección de la virtud radica en ambas, y para las acciones se necesitan muchas cosas, y cuanto más grandes

y más hermosas sean más se requieren. Pero el hombre contemplativo no tiene necesidad de nada de ello, al

menos para su actividad, y se podría decir que incluso estas cosas son un obstáculo para la contemplación;

pero en cuanto que es hombre y vive con muchos otros, elige actuar de acuerdo con la virtud, y por

consiguiente necesitará de tales cosas para vivir como hombre”.

Prueba de que la felicidad es contemplación

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“Que la felicidad perfecta es una actividad contemplativa será evidente también por lo siguiente.

Consideramos que los dioses son en grado sumo bienaventurados y felices, pero ¿qué género de acciones

hemos de atribuirles? ¿Acaso las acciones justas? ¿No parecerá ridículo ver a los dioses haciendo contratos,

devolviendo depósitos y otras cosas semejantes? ¿O deben ser contemplados afrontando peligros, arriesgando

su vida para algo noble? ¿O acciones generosas? Pero, ¿a quién darán? Sería absurdo que también ellos

tuvieran dinero o algo semejante. Y ¿cuáles serían sus acciones moderadas? ¿No será esto una alabanza vulgar,

puesto que los dioses no tienen deseos malos? Aunque recorriéramos todas estas virtudes, todas las alabanzas

relativas a las acciones nos parecerían pequeñas e indignas de los dioses. Sin embargo, todos creemos que los

dioses viven y que ejercen alguna actividad, no que duermen, como Endimión. Pues bien, si a un ser vivo se le

quita la acción y, aún más, la producción, ¿qué le queda, sino la contemplación? De suerte que la actividad

divina que sobrepasa a todas las actividades en beatitud, será contemplativa, y, en consecuencia, la actividad

humana que está más íntimamente unida a esta actividad, será la más feliz. Una señal de ello es también el

hecho de que los demás animales no participan de la felicidad por estar del todo privados de tal actividad.

Pues, mientras toda la vida de los dioses es feliz, la de los hombres lo es en cuanto que existe una cierta

semejanza con la actividad divina; pero ninguno de los demás seres vivos es feliz, porque no participan, en

modo alguno, de la contemplación. Por consiguiente, hasta donde se extiende la contemplación, también la

felicidad, y aquellos que pueden contemplar más son también más felices no por accidente, sino en virtud de

la contemplación. Pues ésta es, por naturaleza, honorable. De suerte que la felicidad será una especie de

contemplación”.

Los bienes externos también son necesarios

“Sin embargo, siendo humano, el hombre contemplativo necesitará del bienestar externo, ya que nuestra

naturaleza no se basta a sí misma para la contemplación, sino que necesita de la salud corporal, del alimento y

de los demás cuidados. Por cierto, no debemos pensar que el hombre para ser feliz necesitará muchos y

grandes bienes externos, si no puede ser bienaventurado sin ellos, pues la autarquía y la acción no dependen

de una superabundancia de estos bienes, y sin dominar el mar y la tierra se pueden hacer acciones nobles, ya

que uno puede actuar de acuerdo con la virtud aun con recursos moderados. Esto puede verse claramente por

el hecho de que los particulares, no menos que los poderosos, pueden realizar acciones honrosas y aún más;

así es bastante, si uno dispone de tales recursos, ya que la vida feliz será la del que actúe de acuerdo con la

virtud. Quizá también Solón se expresaba bien cuando decía que, a su juicio, el hombre feliz era aquel que,

provisto moderadamente de bienes exteriores, hubiera realizado las más nobles acciones y hubiera vivido una

vida moderada, pues es posible practicar lo que se debe con bienes moderados. También parece que

Anaxágoras no atribuía al hombre feliz ni riqueza ni poder, al decir que no le extrañaría que el hombre feliz

pareciera un extravagante al vulgo, pues éste juzga por los signos externos, que son los únicos que percibe. Las

opiniones de los sabios, entonces, parecen estar en armonía con nuestros argumentos. Pero, mientras estas

opiniones merecen crédito, la verdad es que, en los asuntos prácticos, se juzga por los hechos y por la vida, ya

que en éstos son lo principal. Así debemos examinar lo dicho refiriéndolo a los hechos y a la vida, y aceptarlo,

si armoniza con los hechos, pero considerándolo como simple teoría, si choca con ellos”.

El sabio es el más feliz

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“Además, el que procede en sus actividades de acuerdo con su intelecto y lo cultiva, parece ser el mejor

dispuesto y el más querido de los dioses. En efecto, si los dioses tienen algún cuidado de las cosas humanas,

como se cree, será también razonable que se complazcan en lo mejor y más afín a ellos (y esto sería el

intelecto), y que recompensen a los que más lo aman y honran, como si ellos se preocuparan de sus amigos y

actuaran recta y noblemente. Es manifiesto que todas estas actividades pertenecen al hombre sabio

principalmente; y así, será el más amado de los dioses y es verosímil que sea también el más feliz. De modo

que, considerado de este modo, el sabio será el más feliz de todos los hombres”.

Resumen de las ideas

Hemos visto que el ser humano no puede aspirar a la felicidad absoluta, pero si a una felicidad relativa, más

imperfecta. Esta felicidad consiste en poseer ciertos bienes corporales (salud, bienestar físico) y bienes exteriores

(riquezas o un mínimo de subsistencia) y en actuar de acuerdo con las virtudes del carácter, es decir, las virtudes éticas.

La vida humana de acuerdo con la práctica de las virtudes éticas es feliz siempre de una manera secundaria o relativa, ya

que las actividades que se corresponden tienen que ver con las otras partes del alma humana y con su cuerpo, y por

tanto, están relacionadas con las emociones y su control. Varias son los motivos que expone Aristóteles:

1. Las virtudes éticas se relacionan con la parte sensitiva y volitiva del ser humano, con su carácter, con el modo de actuar habitual de una persona.

2. Las virtudes éticas tienen que ver con las pasiones , con los sentimientos y con las emociones 3. Las virtudes éticas tienen que ver con la prudencia (phrónesis), que es una virtud dianoética práctica, gracias

a la cual podemos, entre otras cosas, elegir correctamente el término medio relativo entre nosotros en el que consiste la virtud.

4. Las virtudes dianoéticas o intelectuales, que se relacionan exclusivamente con la parte racional del alma humana, son casi divinas, y no dependen de bienes externos o materiales.

De este modo Aristóteles admite que la felicidad humana se consigue mediante una combinación de vida

intelectual y contemplativa y de vida virtuosa, porque el ser humano no solo piensa, sino también actúa, produce y vive

en sociedad. La felicidad basada en una vida contemplativa sigue siendo deseable y considerada la forma más perfecta

de felicidad, ya que se asemeja a la vida de los dioses, y la vida contemplativa es la vida que más dignifica al hombre.

Aquel hombre que ejercite más su pensamiento será más feliz, ya que desarrolla más su propia naturaleza, y

perfecciona su parte racional.

Ahora bien, hay que admitir que el ser humano no es exclusivamente razón, sino que es necesario añadir otros

elementos que son imprescindibles para ser felices. Tres son los requisitos necesarios:

1. Sabiduría. Una vida contemplativa reforzada por el ejercicio de las virtudes dianoéticas. 2. Prudencia en la acción. Una vida virtuosa regida por la práctica de las virtudes éticas. 3. El disfrute moderado de los bienes indispensables para la vida humana (el alimento, salud, una cierta

fortuna, la amistad. En esta concepción de la vida buena sigue a los viejos maestros como Anaxágoras y Solón, quienes afirmaban que la

felicidad humana radicaba en la sabiduría y en la virtud, y no en los bienes materiales, el poder o la riqueza.

Aristóteles termina su discurso exponiendo las ventajas del sabio frente al resto de los seres humanos, ya que

los dioses los prefieren a ellos porque comparten su dedicación a la vida intelectual. Al ser inteligencias puras

encuentran afinidad con los filósofos pues se siente identificados con ellos, y por ello, disfrutan del favor divino y gozan

de una vida más dichosa que la de cualquier otro hombre.

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ARISTÓTELES

POLÍTICA

POLÍTICA , Libro I capítulo 1-3

CAPÍTULO I LA COMUNIDAD POLÍTICA Y LA COMUNIDAD FAMILIAR

Comienza Aristóteles estableciendo los fines por los que se constituye cualquier ciudad. En este sentido

Aristóteles aplica el mismo enfoque teleológico como ya lo hiciera en la ética. Todas las comunidades pretenden algún

bien, y este tiene que coincidir con el bien superior que es deseado por todos los hombres: la felicidad.

El Estado se constituye con un único fin: que todos los hombres puedan ser perfectamente felices creando las

condiciones adecuadas, materiales y morales, para que se pueda lograr este objetivo común. Así la ética se subordina a

la política, pero está es inviable sin la coparticipación de todos los individuos en la sociedad. La felicidad no es un asunto

individual, sino social.

A lo largo de la historia ha habido distintas formas de organización política, pero lo que se trata es de averiguar

cuáles son los elementos comunes que tienen todo Estado y las diferencias que se pueden dar.

CAPÍTULO II ORIGEN Y DESARROLLO DE LA CIUDAD, FAMILIA, ALDEA, Y CIUDAD. EL HOMBRE COMO ANIMAL

CÍVICO

El filósofo parte de una concepción naturalista del origen de la sociedad. Los seres humanos son seres sociales

por naturaleza, por lo que la vida humana en comunidad es un hecho natural, que comienza por la familia, los clanes, la

aldea y la polis. Estas son las principales formas de organización social que se establecen de acuerdo a las funciones que

desempeñan.

La familia es la primera forma de vida en comunidad. Al igual que los animales, es necesario que el hombre y la

mujer se emparejen con vista a la reproducción y perpetuación de la especie. Es natural esta tendencia a emparejarse y

no es algo establecido de forma convencional, sino que obedece al instinto de la procreación. En la relación hombre y

mujer, es el hombre quien asume el mando y el gobierno, ya que está en su propia naturaleza la de dirigir y en la de la

mujer la de someterse. Por naturaleza el hombre es superior a la mujer y debe dominarla.

Otra forma de asociación es la mantenida entre el amo y el esclavo, cuya relación de subordinación y protección

se fundamenta en algo tan natural como es el instinto de protección. Del mismo modo que ha hombres libres, también

los hay que nacen esclavos y esta condición natural y no impuesta genera una relación de complementariedad.

Aristóteles reproduce un modelo de sociedad en que:

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El hombre griego es el hombre libre, inteligente, con capacidad para tomar decisiones y gobernar a su propia familia compuesta de mujer, hijos y esclavos, quienes por naturaleza tienen cualidades inferiores y funciones diferentes. La mujer tiene la obligación de procrear y el esclavo de colaborar en el mantenimiento de la casa, realizando trabajos manuales. Ambos no tienen capacidad para crear una comunidad sino que dependen del hombre y por tanto, pertenecen a la misma categoría.

La esclavitud era considerada por los griegos como algo natural, y no como algo convencional que defendían los sofistas. Los bárbaros eran los esclavos en una civilización dominada por los griegos. Hay que entender la justificación que hace Aristóteles de la esclavitud, en una sociedad donde era considerada una institución universal. No obstante la relación entre amo y esclavo era cordial y afable por norma general. Los amos daban un buen trato a sus esclavos e incluso a su muerte les otorgaban la libertad. Así las familias o comunidades familiares (clanes) sirven para satisfacer las necesidades cotidianas de sus

miembros. Cuando se unen varias familias se forman las aldeas orientadas a cubrir otras necesidades. La asociación

de varias aldeas da lugar a la ciudad o polis, en donde se dan las condiciones para la vida autosuficiente. En las

ciudades, concebidas como Estados, se satisfacen las necesidades básicas para la supervivencia y se establecen los

fundamentos de una convivencia destinada a conseguir para todos los ciudadanos una vida buena, esto es, feliz.

El vivir bien en la ciudad comprende dos tipos de actividades: la actividad moral y la actividad intelectual. La

ciudad ofrece a los individuos una más amplia variedad de relaciones sociales para ser virtuosos, y de igual modo

promueve la actividad racional ya que la división del trabajo y el contacto con otros pensadores favorece el

desarrollo intelectual. Así pues vemos como la ciudad existe por naturaleza, quien a su vez se constituye a partir de

las familias y las aldeas, y estas son la expresión perfecta donde los individuos pueden alcanzar su pleno desarrollo.

El hombre es un animal política ( zoom politikon), social, cívico. Esto significa que es inconcebible que pueda

vivir al margen de la sociedad. Su hábitat natural es la ciudad, y como tal es dónde puede desarrollarse

íntegramente. Tres son las causas por las que no viviría en sociedad: o se le ha apartado de ella momentáneamente,

es una bestia, o es tan sabio como un dios y no necesita nada de los demás. Pero lo normal es que el hombre viva en

sociedad.

Dos son las características que describen esta sociabilidad innata y diferencia al ser humano de los animales.

Por una parte, el lenguaje, su capacidad de comunicarse y su dimensión moral. Hay animales gregarios como las

abejas que viven en comunidad, pero el hombre utiliza el lenguaje para vivir racionalmente, comunicarse sus

emociones y establecer normas de vida conforma a criterios morales. Otro rasgo característico del Estado es que se

organiza mediante la Constitución, una normativa que regula la forma de vida de los ciudadanos.

La siguiente cuestión que va abordar Aristóteles es establecer si el Estado es anterior al individuo o este al

Estado. La tesis organicista va a prevalecer la tesis de que el Estado necesariamente es anterior de forma natural al

individuo. Todos nacemos ya en una polis organizada, aunque esta no tiene sentido sin la presencia de los

ciudadanos que la habitan. Así el todo y las partes no pueden separarse más mentalmente, ya que por definición el

individuo es social por naturaleza, nace en una comunidad ya configurada. Pero ésta no puede subsistir sino

estuviera compuesta por seres humanos.

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ARISTÓTELES

POLÍTICA

1. EXPONER LAS IDEAS FUNDAMENTALES DEL TEXTO PROPUESTO Y LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE ELLAS.

LIBRO I Capítulo 1 LA COMUNIDAD POLÍTICA Y LA COMUNIDAD FAMILIAR

ORIGEN Y DESARROLLO DE LA CIUDAD, FAMILIA, ALDEA, Y CIUDAD. EL HOMBRE COMO ANIMAL CÍVICO

Comienza Aristóteles describiendo la ciudad como una comunidad de carácter teleológico, dado que pretende conseguir un fin. De entre todas las comunidades, la que pretende conseguir el bien mayor, ésta es la ciudad. Lo que una ciudad debe procurar es precisamente que los ciudadanos puedan desarrollarse plenamente y alcanzar así la felicidad, para lo que tiene que crear las condiciones adecuadas.

“Todo Estado es, evidentemente, una asociación, y toda asociación no se forma sino en vista de algún bien,

puesto que los hombres, cualesquiera que ellos sean, nunca hacen nada sino en vista de lo que les parece

bueno. Es claro, por tanto, que todas las asociaciones tienden a un bien de cierta especie, y que el más

importante de todos los bienes debe ser el objeto de la más importante de las asociaciones, de aquella que

encierra todas las demás, y a la cual se llama precisamente Estado y asociación política”.

Aristóteles determina los elementos que integran la ciudad y sus diferencias. Concluye que gobernar una casa no es igual que gobernar una ciudad, porque hay algo específico en cada una.

“No han tenido razón, pues, los autores para afirmar que los caracteres de rey, magistrado, padre de familia y

dueño se confunden. Esto equivale a suponer que toda la diferencia entre éstos no consiste sino en el más y el

menos, sin ser específica; que un pequeño número de administrados constituiría el dueño, un número mayor

el padre de familia, uno más grande el magistrado o el rey; es de suponer, en fin, que una gran familia es en

absoluto un pequeño Estado. Estos autores añaden, por lo que hace al magistrado y al rey, que el poder del

uno es personal e independiente, y que el otro es en parte jefe y en parte súbdito, sirviéndose de las

definiciones mismas de su pretendida ciencia”.

Metodología que vamos a seguir

“Toda esta teoría es falsa; y bastará, para convencerse de ello, adoptar en este estudio nuestro método

habitual. Aquí, como en los demás casos, conviene reducir lo compuesto a sus elementos indescomponibles, es

decir, a las más pequeñas partes del conjunto. Indagando así cuáles son los elementos constitutivos del Estado,

reconoceremos mejor en qué difieren estos elementos, y veremos si se pueden sentar algunos principios

científicos para resolver las cuestiones de que acabamos de hablar”.

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Resumen de las ideas

Comienza Aristóteles estableciendo los fines por los que se constituye cualquier ciudad. En este sentido Aristóteles

aplica el mismo enfoque teleológico como ya lo hiciera en la ética. Todas las comunidades pretenden algún bien, y este

tiene que coincidir con el bien superior que es deseado por todos los hombres: la felicidad.

El Estado se constituye con un único fin: que todos los hombres puedan ser perfectamente felices creando las

condiciones adecuadas, materiales y morales, para que se pueda lograr este objetivo común. Así la ética se subordina a

la política, pero está es inviable sin la coparticipación de todos los individuos en la sociedad. La felicidad no es un asunto

individual, sino social.

A lo largo de la historia ha habido distintas formas de organización política, pero lo que se trata es de averiguar

cuáles son los elementos comunes que tienen todo Estado y las diferencias que se pueden dar.

LIBRO I Capítulo II ORIGEN Y DESARROLLO DE LA CIUDAD, FAMILIA, ALDEA, Y CIUDAD. EL HOMBRE

COMO ANIMAL CÍVICO

Emparejamientos básicos para la generación y la supervivencia

“En esto, como en todo, remontarse al origen de las cosas y seguir atentamente su desenvolvimiento es el

camino más seguro para la observación.

Por lo pronto, es obra de la necesidad la aproximación de dos seres que no pueden nada el uno sin el otro: me

refiero a la unión de los sexos para la reproducción. Y en esto no hay nada de arbitrario, porque lo mismo en el

hombre que en todos los demás animales y en las plantas existe un deseo natural de querer dejar tras sí un ser

formado a su imagen.

La naturaleza, teniendo en cuenta la necesidad de la conservación, ha creado a unos seres para mandar y a

otros para obedecer. Ha querido que el ser dotado de razón y de previsión mande como dueño, así como

también que el ser capaz por sus facultades corporales de ejecutar las órdenes, obedezca como esclavo, y de

esta suerte el interés del señor y el del esclavo se confunden”.

Relaciones naturales

“La naturaleza ha fijado, por consiguiente, la condición especial de la mujer y la del esclavo. La naturaleza no

es mezquina como nuestros artistas, y nada de lo que hace se parece a los cuchillos de Delfos fabricados por

aquéllos. En la naturaleza un ser no tiene más que un solo destino, porque los instrumentos son más perfectos

cuando sirven, no para muchos usos, sino para uno sólo. Entre los bárbaros, la mujer y el esclavo están en una

misma línea, y la razón es muy clara; la naturaleza no ha creado entre ellos un ser destinado a mandar, y

realmente no cabe entre los mismos otra unión que la de esclavo con esclava, y los poetas no se engañan

cuando dicen:

"Sí, el griego tiene derecho a mandar al bárbaro," puesto que la naturaleza ha querido que bárbaro y esclavo

fuesen una misma cosa”.

La casa familiar y la aldea

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“Estas dos primeras asociaciones, la del señor y el esclavo, la del esposo y la mujer, son las bases de la familia,

y Hesíodo lo ha dicho muy bien en este verso:

"La casa, después la mujer y el buey arador;" porque el pobre no tiene otro esclavo que el buey. Así, pues, la

asociación natural y permanente es la familia, y Corondas ha podido decir de los miembros que la componen

"que comían a la misma mesa", y Epiménides de Creta "que se calentaban en el mismo hogar".

La primera asociación de muchas familias, pero formada en virtud de relaciones que no son cotidianas, es el

pueblo, que justamente puede llamarse colonia natural de la familia, porque los individuos que componen el

pueblo, como dicen algunos autores, "han mamado la leche de la familia", son sus hijos, "los hijos de sus hijos".

Si los primeros Estados se han visto sometidos a reyes, y si las grandes naciones lo están aún hoy, es porque

tales Estados se formaron con elementos habituados a la autoridad real, puesto que en la familia el de más

edad es el verdadero rey, y las colonias de la familia han seguido filialmente el ejemplo que se les había dado.

Por esto, Homero ha podido decir:

"Cada uno por separado gobierna como señor a sus mujeres y a sus hijos."

En su origen todas las familias aisladas se gobernaban de esta manera. De aquí la común opinión según la que

están los dioses sometidos a un rey, porque todos los pueblos reconocieron en otro tiempo o reconocen aún

hoy la autoridad real, y los hombres nunca han dejado de atribuir a los dioses sus propios hábitos, así como se

los representaban a imagen suya”.

La ciudad o polis

“La asociación de muchos pueblos forma un Estado completo, que llega, si puede decirse así, a bastarse

absolutamente a sí mismo, teniendo por origen las necesidades de la vida, y debiendo su subsistencia al hecho

de ser éstas satisfechas.

Así el Estado procede siempre de la naturaleza, lo mismo que las primeras asociaciones, cuyo fin último es

aquél; porque la naturaleza de una cosa es precisamente su fin, y lo que es cada uno de los seres cuando ha

alcanzado su completo desenvolvimiento se dice que es su naturaleza propia, ya se trate de un hombre, de un

caballo o de una familia. Puede añadirse que este destino y este fin de los seres es para los mismos el primero

de los bienes, y bastarse a sí mismos es, a la vez, un fin y una felicidad”.

El ser humano es un animal cívico

“De donde se concluye evidentemente que el Estado es un hecho natural, que el hombre es un ser

naturalmente sociable, y que el que vive fuera de la sociedad por organización y no por efecto del azar es,

ciertamente, o un ser degradado, o un ser superior a la especie humana; y a él pueden aplicarse aquellas

palabras de Homero:

"Sin familia, sin leyes, sin hogar..."

El hombre que fuese por naturaleza tal como lo pinta el poeta, sólo respiraría guerra, porque sería incapaz de

unirse con nadie, como sucede a las aves de rapiña”.

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La palabra es propia del hombre y prueba su sociabilidad natural

“Si el hombre es infinitamente más sociable que las abejas y que todos los demás animales que viven en grey,

es evidentemente, como he dicho muchas veces, porque la naturaleza no hace nada en vano. Pues bien, ella

concede la palabra al hombre exclusivamente. Es verdad que la voz puede realmente expresar la alegría y el

dolor, y así no les falta a los demás animales, porque su organización les permite sentir estas dos afecciones y

comunicárselas entre sí; pero la palabra ha sido concedida para expresar el bien y el mal, y, por consiguiente,

lo justo y lo injusto, y el hombre tiene esto de especial entre todos los animales: que sólo él percibe el bien y el

mal, lo justo y lo injusto y todos los sentimientos del mismo orden cuya asociación constituye precisamente la

familia y el Estado”.

Preeminencia de la ciudad

“No puede ponerse en duda que el Estado está naturalmente sobre la familia y sobre cada

individuo, porque el todo es necesariamente superior a la parte, puesto que una vez destruido el

todo, ya no hay partes, no hay pies, no hay manos, a no ser que por una pura analogía de palabras

se diga una mano de piedra, porque la mano separada del cuerpo no es ya una mano real. Las

cosas se definen en general por los actos que realizan y pueden realizar, y tan pronto como cesa su

aptitud anterior no puede decirse ya que sean las mismas; lo único que hay es que están

comprendidas bajo un mismo nombre. Lo que prueba claramente la necesidad natural del Estado y

su superioridad sobre el individuo es que, si no se admitiera, resultaría que puede el individuo

entonces bastarse a sí mismo aislado así del todo como del resto de las partes; pero aquel que no

puede vivir en sociedad y que en medio de su independencia no tiene necesidades, no puede ser

nunca miembro del Estado; es un bruto o un dios”.

El hombre sin ley es el peor de todos los animales

“La naturaleza arrastra, pues, instintivamente a todos los hombres a la asociación política. El primero que la

instituyó hizo un inmenso servicio, porque el hombre, que cuando ha alcanzado toda la perfección posible es

el primero de los animales, es el último cuando vive sin leyes y sin justicia. En efecto, nada hay más

monstruoso que la injusticia armada. El hombre ha recibido de la naturaleza las armas de la sabiduría y de la

virtud, que debe emplear sobre todo para combatir las malas pasiones. Sin la virtud es el ser más perverso y

más feroz, porque sólo tiene los arrebatos brutales del amor y del hambre. La justicia es una necesidad social,

porque el derecho es la regla de vida para la asociación política, y la decisión de lo justo es lo que constituye el

derecho”.

Resumen de las ideas

ORIGEN Y DESARROLLO DE LA CIUDAD, FAMILIA, ALDEA, Y CIUDAD. EL HOMBRE COMO ANIMAL CÍVICO

El filósofo parte de una concepción naturalista del origen de la sociedad. Los seres humanos son seres sociales

por naturaleza, por lo que la vida humana en comunidad es un hecho natural, que comienza por la familia, los clanes, la

aldea y la polis. Estas son las principales formas de organización social que se establecen de acuerdo a las funciones que

desempeñan.

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La familia es la primera forma de vida en comunidad. Al igual que los animales, es necesario que el hombre y la

mujer se emparejen con vista a la reproducción y perpetuación de la especie. Es natural esta tendencia a emparejarse y

no es algo establecido de forma convencional, sino que obedece al instinto de la procreación. En la relación hombre y

mujer, es el hombre quien asume el mando y el gobierno, ya que está en su propia naturaleza la de dirigir y en la de la

mujer la de someterse. Por naturaleza el hombre es superior a la mujer y debe dominarla.

Otra forma de asociación es la mantenida entre el amo y el esclavo, cuya relación de subordinación y protección

se fundamenta en algo tan natural como es el instinto de protección. Del mismo modo que ha hombres libres, también

los hay que nacen esclavos y esta condición natural y no impuesta genera una relación de complementariedad.

Aristóteles reproduce un modelo de sociedad en que:

El hombre griego es el hombre libre, inteligente, con capacidad para tomar decisiones y gobernar a su propia familia compuesta de mujer, hijos y esclavos, quienes por naturaleza tienen cualidades inferiores y funciones diferentes. La mujer tiene la obligación de procrear y el esclavo de colaborar en el mantenimiento de la casa, realizando trabajos manuales. Ambos no tienen capacidad para crear una comunidad sino que dependen del hombre y por tanto, pertenecen a la misma categoría.

La esclavitud era considerada por los griegos como algo natural, y no como algo convencional que defendían los sofistas. Los bárbaros eran los esclavos en una civilización dominada por los griegos. Hay que entender la justificación que hace Aristóteles de la esclavitud, en una sociedad donde era considerada una institución universal. No obstante la relación entre amo y esclavo era cordial y afable por norma general. Los amos daban un buen trato a sus esclavos e incluso a su muerte les otorgaban la libertad. Así las familias o comunidades familiares (clanes) sirven para satisfacer las necesidades cotidianas de sus

miembros. Cuando se unen varias familias se forman las aldeas orientadas a cubrir otras necesidades. La asociación

de varias aldeas da lugar a la ciudad o polis, en donde se dan las condiciones para la vida autosuficiente. En las

ciudades, concebidas como Estados, se satisfacen las necesidades básicas para la supervivencia y se establecen los

fundamentos de una convivencia destinada a conseguir para todos los ciudadanos una vida buena, esto es, feliz.

El vivir bien en la ciudad comprende dos tipos de actividades: la actividad moral y la actividad intelectual. La

ciudad ofrece a los individuos una más amplia variedad de relaciones sociales para ser virtuosos, y de igual modo

promueve la actividad racional ya que la división del trabajo y el contacto con otros pensadores favorece el

desarrollo intelectual. Así pues vemos como la ciudad existe por naturaleza, quien a su vez se constituye a partir de

las familias y las aldeas, y estas son la expresión perfecta donde los individuos pueden alcanzar su pleno desarrollo.

El hombre es un animal política ( zoom politikon), social, cívico. Esto significa que es inconcebible que pueda

vivir al margen de la sociedad. Su hábitat natural es la ciudad, y como tal es dónde puede desarrollarse

íntegramente. Tres son las causas por las que no viviría en sociedad: o se le ha apartado de ella momentáneamente,

es una bestia, o es tan sabio como un dios y no necesita nada de los demás. Pero lo normal es que el hombre viva en

sociedad.

Dos son las características que describen esta sociabilidad innata y diferencia al ser humano de los animales.

Por una parte, el lenguaje, su capacidad de comunicarse y su dimensión moral. Hay animales gregarios como las

abejas que viven en comunidad, pero el hombre utiliza el lenguaje para vivir racionalmente, comunicarse sus

emociones y establecer normas de vida conforma a criterios morales. Otro rasgo característico del Estado es que se

organiza mediante la Constitución, una normativa que regula la forma de vida de los ciudadanos.

La siguiente cuestión que va abordar Aristóteles es establecer si el Estado es anterior al individuo o este al

Estado. La tesis organicista va a prevalecer la tesis de que el Estado necesariamente es anterior de forma natural al

individuo. Todos nacemos ya en una polis organizada, aunque esta no tiene sentido sin la presencia de los

ciudadanos que la habitan. Así el todo y las partes no pueden separarse más mentalmente, ya que por definición el

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individuo es social por naturaleza, nace en una comunidad ya configurada. Pero ésta no puede subsistir sino

estuviera compuesta por seres humanos.

LIBRO I Capítulo III LA ADMINISTRACIÓN DE LA SOCIEDAD FAMILIAR Y AL TEORÍA DE LA

ESCLAVITUD

La administración de la casa “Ahora que conocemos de una manera positiva las partes diversas de que se compone el Estado, debemos

ocuparnos ante todo del régimen económico de las familias, puesto que el Estado se compone siempre de

familias. Los elementos de la economía doméstica son precisamente los de la familia misma, que, para ser

completa, debe comprender esclavos y hombres libres. Pero como para darse razón de las cosas es preciso ante

todo someter a examen las partes más sencillas de las mismas, siendo las partes primitivas y simples de la

familia el señor y el esclavo, el esposo y la mujer, el padre y los hijos, deberán estudiarse separadamente estos

tres órdenes de individuos para ver lo que es cada uno de ellos y lo que debe ser. Tenemos primero la

autoridad del señor, después la autoridad conyugal, ya que la lengua griega no tiene palabra particular para

expresar esta relación del hombre a la mujer; y, en fin, la generación de los hijos, idea para la que tampoco hay

una palabra especial. A estos tres elementos, que acabamos de enumerar, podría añadirse un cuarto, que

ciertos autores confunden con la administración doméstica, y que, según otros, es cuando menos un ramo muy

importante de ella: la llamada adquisición de la propiedad, que también nosotros estudiaremos”.

El esclavo “Ocupémonos, desde luego, del señor y del esclavo, para conocer a fondo las relaciones necesarias que los

unen y ver, al mismo tiempo, si podemos descubrir en esta materia ideas que satisfagan más que las recibidas

hoy día.

Se sostiene, por una parte, que hay una ciencia, propia del señor, la cual se confunde con la del padre de

familia, con la del magistrado y con la del rey, de que hemos hablado al principio. Otros, por lo contrario,

pretenden que el poder del señor es contra naturaleza; que la ley es la que hace a los hombres libres y esclavos,

no reconociendo la naturaleza ninguna diferencia entre ellos; y que, por último, la esclavitud es inicua, puesto

que es obra de la violencia”.

Resumen de las ideas

En este capítulo Aristóteles aborda el tema de la administración de la casa, de la familia y del Estado. La ciudad

está compuesta por casas o familias. En la casa convivirán hombres libres y esclavos, además de la mujer y de los

hijos. Por tanto hay tres tipos de relaciones distintas que se pueden dar: la relación heril (de erus, amo), la conyugal

o matrimonial, y la paterno filial. Además en la casa es necesario lo que se denomina crematística, la actividad

encargada de adquirir los bienes y recursos materiales. Hay dos tipos de crematística. La doméstica, encargada de

buscar los recursos necesarios para desarrollar la vida en la casa, y al crematística comercial o de cambio, cuyo

objeto no eran los recursos, sino el dinero.

La esclavitud puede plantear interrogantes sobre el tipo de relación que se tiene que establecer entre el amo y el

esclavo: ¿cómo tratar adecuadamente al esclavo? ¿es algo natural o convencional? Si se aceptara la tesis de que la

esclavitud es algo natural entonces la naturaleza y condición del hombre libre y del hombre esclavo sería la misma,

y sería una relación injusta basada en el derecho impuesto por la fuerza. En el siguiente capítulo, Aristóteles optará

por defender la tesis naturalista que afirma que existen seres humanos esclavos, dado sus capacidades inferiores, y

que son más bien instrumentos animados al servicio de su señor.